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Revista de ocio para mayores de El Escorial
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1
ALFOLÍ Julio-Septiembre 2013 Nº 22
2
Editorial
UN RAYO DE SOL. ¡AL FIN!
Este año ha sido normal. Sencillamente no
hemos tenido primavera, sino muchos meses
con bajas temperaturas, lluvias, vientos, y en
muchas partes de España, aludes e inunda-
ciones, un tiempo desapacible.
Además, otra buena noticia. En mayo se re-
dujo el paro en 92.000 personas. Todo apunta
a que esta mejoría se extenderá durante algu-
nos meses más. No hay que hacerse excesi-
vas ilusiones, porque se trata de una mejoría
solo estacional, pero a pesar de ello, dichosa
sea. Los que vivimos en la sierra madrileña,
tenemos conciencia de que los bares y restau-
rantes respiran otro ambiente, a veces inco-
modo para los que vivimos todo el año. La
hostelería percibe la mejora económica no
solo durante los meses de verano, sino los
fines de semana. Algunos de estos estableci-
mientos, tienen que recurrir a personal tem-
poral para determinados días. El fenómeno,
no solo afecta a los ayuntamiento de la sierra
sino igualmente, a los de todas las localida-
des de España, incluidos otros países europe-
os que viven de la afluencia del turismo.
En España, esta actividad se ha visto muy
afectada por la reducción de los ingresos de
muchas familias, que se ven obligadas a eco-
nomizar eliminando partes de sus gastos.
Toda la Europa Occidental se ve afectada
por la crisis, aunque en menor medida que la
española, y como nuestros vecinos tienen
más dinero que nosotros, no dudan en gastar-
lo en tierras españolas y compartir nuestra
alegría espontanea; nuestras playas, el sol, el
vino, y en un largo etcétera de nuestras festi-
vas costumbres.
Últimamente tenemos un plus en nuestros
ingresos: el del numero creciente de visitan-
tes ricos procedentes de Rusia y China, que
disponen de más dinero para gastar generosa-
mente en regalos, recuerdos, espectáculos,
gastronomía y demás, vienen a mejorar sen-
siblemente nuestros ingresos económicos.
Hace años tuve la oportunidad de disfrutar de
la amistad de un matrimonio italiano, en un
país nórdico. Yo me encontraba en él tempo-
ralmente por razones de trabajo.
Ellos, habían emigrado a él en busca de me-
jorar su horizonte económico. Y sucedió que,
un fin de semana en el que nos encontrába-
mos “gozando” de la lluvia y la niebla típicas
del ambiente del lugar, y después de haber
ingerido varias copas de buen vino, dejándo-
se llevar por la nostalgia, el marido no pudo
evitar el exclamar: “¡Leches! En Italia, aun-
que vivas modestamente, permanentemente
vives inundado de alegría”
A la mejoría del turismo, habrá que añadir
en algunos meses, las exportaciones de los
nuevos modelos de automóviles que saldrán
de las factorías españolas.
Equipo de redacción: José Luis García, Mari-
sa Ramírez, Miguel Soto, Luis Felipe Soto,
Félix Bernardino, Carlos Bernardino, José
Ruiz Guirado, Felipe Cabildos, y Juan Díaz.
Apoyo editorial y maquetación:
Carlos Bernardino y Miguel Soto.
Fotografías Portada y Contra Portada: Carlos
Bernardino
Portada: Monumento al General Argentino
JOSÉ DE SAN MARTÍN (Parque del Oeste)
Contraportada: Monumento a Federico
Rubio y Galí (Parque del Oeste)
Imprenta: Copimay
Alfolí
3
Editorial
En este número:
Editorial ______________________________________________ 2
Ayuntamiento de El Escorial _____________________________ 4
Premios a La Villa de Madrid____________________________ 5
El Eclipse______________________________________________ 6
Un tipo simple _________________________________________ 7
La boda ______________________________________________ 8
El accidente ___________________________________________ 10
Un gran parque en Nemba_______________________________ 12
El vuelo de la imaginación _______________________________ 18
Humanidad ___________________________________________ 21
Hospital Nemba________________________________________ 22
Parque del Oeste _______________________________________ 24
Novedades en los cielos…________________________________ 26
Me marcho ___________________________________________ 32
El cariño de los hijos ___________________________________ 34
4
Nuevos vehículos para los Servicios Generales en El Escorial. 04 JUL’13.- El alcalde de El Escorial, Antonio Vicente, acompa-
ñado por miembros del equipo de gobierno municipal presentó
ayer miércoles 3 de julio la adquisición de los nuevos vehículos
para los Servicios Generales del Ayuntamiento. Estos coches
sustituyen a las obsoletas furgonetas que hasta la fecha se
venían utilizando. A fin de optimizar esta adquisición tan nece-
saria para el mantenimiento de la localidad, las cuatro furgone-
tas Renault Kangoo se han contratado mediante un servicio de
renting por concurso público. "El resultado de la licitación es
muy ventajosa ya que el coste del renting es inferior al coste de
mantenimiento y averías del antiguo parque móvil que venía
soportando el Ayuntamiento", comentó el alcalde escurialense
quien añadió que "además los trabajadores municipales podrán
desplazarse a los distintos destinos de sus trabajos de una for-
ma más segura y confortable".
II Encuentro Internacional de Capoeira en El Escorial 03 JUL’13.- Ayuntamiento de El Escorial a través de la conce-jalía de Deportes y la Escuela de Capoeira ABADA (Asociación Brasileña de Apoyo y Desarrollo del Arte Capoeira) ha organi-zado para los días 19, 20 y 21 de julio el II Encuentro Interna-cional de Verano ABADA Capoeira. En esta cita se impartirán cursos de Capoeira a cargo de expertos y reconocidos profeso-res con una amplia y dilatada carrera profesional en diferentes países de Europa. Capoeira, es una mezcla de danza, lucha y juego, teniendo co-mo características la defensa personal, gimnasia, arte, folklore, deporte y diversión. Una manifestación cultural brasileña que reúne características muy distintas. Un arte-lucha practicada al son de instrumentos musicales como el berimbau, el pandero y el atabaque donde se mezclan diferentes expresiones.
5
Los Premios de la Villa ensalzan
el talento 'made in Madrid'
P or primera vez en sus 80 años de
historia, los Premios Villa de Ma-
drid se entregaron ayer en el re-
modelado edificio del Palacio de Cibeles,
sede actual del Ayuntamiento madrileño.
El acto, breve pero intenso al menos en
número de premios y premiados (23),
congregó a los representantes del go-
bierno y la oposición municipal. El alcal-
de, Alberto Ruiz-Gallardón, se encargó
de recordar que estos premios quieren
reivindicar la excelencia y el talento que
genera esta ciudad y fue la periodista
Rosa María Mateo la encargada de
hacer las presentaciones.
Uno por uno, los galardonados fueron
recogiendo la escultura en bronce del
artista Chus Burés que representa la pa-
labra "Madrid". Un total de 23 esculturas
repartidas entre periodistas y artistas de
diferentes disciplinas que suman un total
de 228.000 euros (entre 9.000 y 18.000
euros por premio).
El tenor y barítono Plácido Domingo fue
galardonado con el premio Benito Pérez
Galdós de proyección internacional de
Madrid. Aunque el cantante no pudo
asistir a la ceremonia, envió un mensaje
grabado para agradecer el premio: "Los
premios que te otorga tu ciudad tienen
algo muy especial. Este me lo dan por la
proyección internacional de Madrid y su
cultura, algo que me preocupa mucho y
siempre trato de presumir de ser español
y madrileño. Lo llevaré muy dentro del
alma".
En el ámbito literario, el de poesía Fran-
cisco de Quevedo recayó en Julia Piera
por su libro Puerto Rico digital, mientras
que el de narrativa Ramón Gómez de la
Serna fue a parar a José Ovejero por su
libro La comedia salvaje. El galardón de
ensayo y humanidades José Ortega y
Gasset reconoció el trabajo del econo-
mista Juan Velarde por su libroCien
años de economía española. Y en la la-
bor periodística destacó el recibido por la
periodista y colaboradora habitual de EL
PAÍS Patricia Gosálvez, que recibió el
premio Mesonero Romanos por la serie
de reportajes Si los edificios hablasen...,
que se publica cada lunes en este diario
y en donde se refleja la historia y las cu-
riosidades de los variopintos inmuebles
que configuran la capital.
El premio de teatro Lope de Vega recayó
en Jorge Márquez por su obraCuchillos
de papel. Dentro de las artes escénicas
se reconoció con el premio María Gue-
rrero a la actriz Natalie Poza por su pa-
pel en Tito Andrónico. El de música Ma-
nuel García Matos fue para Pablo Gue-
rrero por su disco Luz de tierra. El pre-
mio Circo Price reconoció al Gran Circo
Mundial de la plaza de toros de Las Ven-
tas. El de cinematografía para cortome-
trajes Luis Buñuel, fue para Martín Costa
por La Tama, y el de largometraje para
Javier Aguirre por su documental Sol.
6
N o hay amores imposibles, me dije. ¿Difíciles? Quizás seguramente; pero imposi-
bles no.
Yo aquí estoy amándote en lo más negro de la noche: irradiando mi luz, mi feli-
cidad, mi amor. Reflejándole en el mar, alterando el universo.
Algún día también estoy presente en el tiempo, aunque te sea más difícil verme pues es-
toy opaca: Pero aquí, siempre estoy o estaré.
Tú, por tu parte, ahí estas: inmenso, radiante, majestuoso. Dando tu calor, tu alegría, tu
felicidad y belleza a todos. Pero aunque ellos no lo sepan y piensen que brillas por y para
ellos, tu meta, tu amor, tu felicidad y el porqué: Soy yo
Brillas con toda tu fuerza, lo das todo de ti en cada instante, para que tu luz se junte
conmigo y me haga brillar; me haga soltar esta luz, esta felicidad y devolvértela cada
amanecer.
Sí. Es muy difícil luchar por emanar tanta luz, tanta felicidad sin importar el dolor ni la
distancia que nos separa: Tú en una parte y a millones de años, me encuentro yo.
Pero si, "Querer es poder" y " Toda lucha tiene su recompensa" lo importante es no ce-
sar de luchar. Hay días y noches en que no solo nos vemos; sino que los dos nos unimos
siendo uno solo, creando y dejando ver algo de inexplicable belleza y fuerza. Realmente
en nuestra perfección de amor y felicidad, somos uno.
Si tú eres mí sol, yo soy tu luna. Y cuando nos juntamos en un eclipse, nos damos cuenta
que todo lo más importante para ser felices lo llevamos dentro de nosotros mismos. La
felicidad verdadera esta dentro de nosotros. Esa dualidad no existe. La realidad es el
eclipse, y el resto es la lucha diaria. Ese eclipse soy yo: eres tú; cada uno somos y crea-
mos nuestra felicidad.
La felicidad es un sueño posible, un amor posible que todo ser humano busca y lleva de-
ntro.
Mira en tu interior y siente que eres feliz. Vive cada instante, cada momento y cada día
como lo que eres.
El eclipse
Texto: Ana Garrámiola Imagen: Internet
7
Un tipo simple Texto: Felipe Cavildo Imagen: Internet
C uando recibí su poesía algo movió mi alma, no podía esperar,
cogí la pluma me senté en mi escritorio y cogí la cuartilla se-
pia. Tenía que decirle que sentía.
Un día cualquiera llego la respuesta y comprendí lo equivocado que
estaba, mi amigo tenía la paz.
“No creo que exista esa persona desgarradora tal como la descri-
bes…
Mas al contrario de lo que puedas creer, soy un tipo simple y que re-
zuma optimismo.
En esencia, soy una persona feliz.
Tengo muy poco que reprochar a la vida que me toca llevar; ¡Créeme!
Eso no impide que mi visión de las cosas lleven una carga de reali-
dad, y la realidad es la que es…
Me limito a describirla tal y como la percibo.
Si no veo la luz en ella, todo es sombra… Mi propia luz me permite
atravesarla con casi impunidad.
Lo que no puedo evitar es que, por pura empatía, me afecte…
De verdad amigo mío huyo de las angustias porque sé que existen-
Nada más.
Un abrazo desde aquí.”
Salí al monte y sonreí al nuevo día.
8
N os invitaron a la boda los del piso de
arriba. Vecinos de toda la vida. Se
casaba el pequeño, Benito. Fue un
poco precipitado, porque se les había olvida-
do y la boda era esa misma mañana y lo
hicieron unas horas antes. No tuve más tiem-
po que ponerme un vestido de flores con vo-
lantes, encima de un cancán. Ya en la calle
me di cuenta que llevaba medias bajas, hasta
las rodillas, de estar en casa. Hube de volver-
me a cambiarlas. Mi marido me esperaba en
la puerta de la iglesia, se vino desde el traba-
jo. Llegamos tarde a la ceremonia y tuvimos
que irnos directamente a la comida, que se
celebraba en una casa con finca, que tenían
los padres de la madre del novio en una aldea
cercana. La novia llevaba un vestido azul cla-
ro. Era la primera vez que veía una novia con
ese color de vestido. No seríamos más de
cuarenta personas: familiares, amigos y alle-
gados. Habían preparado, dentro de la vivien-
da, una mesa larga. Se sentaron los novios en
la cabecera. Estaba aún sin montar. Pusieron
unos manteles y encima un hule de flores que
venía enrollado. Cuando cubrió el mantel, lo
cortaron con unas tijeras. A continuación co-
locaron los platos y junto a cada plato un va-
so de cristal; varias cestas con el pan ,y en
lugar de cubiertos , pusieron unos palilleros y
unos vasos llenos de alfileres.
Una vez puesta la mesa colocaron bandejas
de boquerones en vinagre con aceitunas. “El
primer plato es de pescado”, -anunció la ma-
dre del novio-. Hube de sentarme junto a mi
marido, porque él consiguió coger dos bo-
querones y dos aceitunas. A continuación
trajeron pollo con patatas y salsa. Tocamos a
menos que con el pescado. Eso sí, nos echa-
ron un poco de salsa en cada plato para prin-
gar.
En el postre fueron generosos: tocamos a
más de tres miguelitos cada uno. Llegado ese
momento, me di cuenta y se lo dije a mi ma-
rido, harta de reírme.
La boda Texto: José Ruiz Guirado Imágenes: Internet
9
“Nos están gastando una broma”. Pero a con-
tinuación nos invitaron al baile. Se celebró en
la finca, sobre un suelo de piedra, hierba y
restos de gallináceas. Cantaba un hombre
muy gordo acompañado con una pandereta.
Tenía una voz potente. Estaba iluminado con
un par de bombillas que apenas alumbraban
poco más allá del porche. Acabado el baile,
que duró lo que tardó el cantante en cansarse,
entramos donde se comió, que nos tenían
preparado unas jarras con chocolate y pica-
tostes. Puede probar el chocolate y mojar un
picatoste. Después hubo aguardiente para
todo el mundo. En esto también fueron gene-
rosos. Me senté junto a la lumbre, que estaba
encendida, porque hacía relente. Hube de
apartar las telarañas. Me volvió a entrar otro
ataque de risa. “Esto no puede estar pasando.
Cómo puede ser esta gente así. Siempre han
parecido otra cosa.” Al final vinieron a des-
pedirse suegros y novios para agradecernos
nuestra compañía, preguntarnos qué tal había
estado la celebración, y, como era natural en
estos eventos, recibir el regalo de cada invita-
do. Antes colgaron a mi marido un alfiler con
una banderita en la solapa de la chaqueta. A
mí me entregaron una bolsita atada con un
lacito del color del vestido de la novia.
-Son habas secas, para que te dé mucha suer-
te -me dijo la madrina-.
Reparé que la novia llevaba pintados los la-
bios un color azul intenso, a juego con las
cejas. Y el ramo de flores con los mismos
colores.
-¿Qué tal lo han pasado? –preguntó la novia-.
-Bien ha estado magnífico
-Ha sido un poco precipitado, porque ayer
por la tarde se murió quien iba a ser la novia,
y esta mañana me han llamado a mí, por si
quería reemplazarla.
Afortunadamente, en ese preciso instante
sonó el despertador. Qué pesadilla. No he
dejado de reírme en toda la mañana.
10
Texto: José Ruiz Guirado Imagines: Internet
El accidente
-¿De dónde viene tanta gente?
-Del accidente.
-¿Qué accidente?
-¿No se ha enterado?
-Pues no.
-Han atropellado a una muchacha, aquí en la
curva del Pinarejo.
-¿Está grave?
-Parece ser que sí.
-¿Es del pueblo?
-Ella, no; quien le ha atropellado, sí: del ba-
rrio de abajo.
-¿Y cómo ha sido el accidente?
-Eso ya no le sé decir.
Tras las oportunas diligencias, efectuadas por
el grupo de atestados, para comprobar todos
esos datos de los que se obtienen conclusio-
nes, comenzaron las interrogaciones a los
vecinos por si alguien había visto algo. To-
dos los días pasaba por allí alguien. Ese día,
nadie. El pueblo, aunque parece vacío, siem-
pre hay unos ojos, que salen de donde uno no
se pueda imaginar y se enteran si se ha cogi-
do una teja, leña, una piedra, alpaca de paja;
si se ha escapado una oveja, una vaca. Si ha
llegado un camión, si se ha preguntado por
tal o cual persona; si el cartero ha traído un
telegrama. Sin embargo, el día del accidente,
nadie. En el bar, a la hora de la partida, tam-
poco se comenta nada. Aunque cada cual co-
noce la vida y secretos del vecino. No tiene
más que salir, entrar, cortar leña, ir al médico
o por el pan, y saben dónde está. Otro asunto
extrañaba a los guardias: ni un solo coche, y,
en cada casa hay un mínimo de dos, bajó o
subió a esa hora, siendo un día de semana, a
la hora de ir trabajo. Durante las fiestas pa-
tronales, a la madrugada, un grupo de jóve-
nes destrozaron el tejado donde vivían unos
marroquíes en la localidad. Pese a contem-
plar más de una persona el acto vandálico
que estaban cometiendo, nadie levantó la voz
11
contra ellos. A pesar de las oportunas denun-
cias de los dueños, no se pudo acusar a nadie
por falta de testigos. Sin embargo, en las pa-
redes contiguas a las viviendas de estos, hay
unas pintadas xenófobas, en las que puede
leerse: “Fuera moros”. Los representantes
políticos del pueblo, porque no hay policía,
lo toma como cosa de chicos. “Si es cosa de
adolescentes y afecta a toda una población:
bórrelo.” Nadie delata a nadie en su cara.
Siempre tirando la piedra y escondiendo el
brazo. Hubo una ayuda para cementar algu-
nas calles. Se comenzó por la del concejal, el
bar de su primo y hasta donde dio de sí. Na-
die dijo nada. Se hace una obra, se trae leña y
se bloquean dos calles, nadie pone el grito en
cielo. Alguien se ha atrevido a decir que las
cosas han cambiado en el pueblo, desde que
entró la droga en él. Que antes se hacían ba-
rrabasadas, pero nunca haciendo daño. Pero
nadie, sabiendo o no hasta qué punto están
enganchados su propios hijos, lo denuncia.
“La droga los pone como locos”. Sucedió
que una noche de las fiestas en una riña, casi
de madrugada, cerca de una casucha que tie-
nen preparada, a las afueras de la población,
donde los jóvenes fuman, beben ,bailan; dos
muchachos de fuera, hirieron con navajas a
dos del pueblo. Hubo testigos de personas
que incluso no estaban en el pueblo. Lo dijo
el propio agente, que también hubo de inter-
venir en las pesquisas del accidente, porque
le correspondía jurídicamente esta zona: “ Ya
es curioso, que a las seis de la mañana pasara
todo el pueblo por los arrabales ,y, el día del
accidente de tráfico, a las diez de la mañana
no lo hiciera nadie por la carretera principal.
12
Texto: Miguel Soto Imágenes: del autor
D espués de comer, Ainoha y Oliver se
fueron al jardín, Luis Felipe se retiro
a su cuarto para descansar un rato, yo
me tendí en el sillón del salón. Mire las fotos
que mi hermano Pin tenía en la chimenea,
una de mis padres, otra de todos los herma-
nos, pensé en lo que contemplaba y com-
prendí los artimañas que los seres humanos
creamos para conservar los recuerdos. Me
quede dormido.
Cuando me desperté me encontraba muy
bien, me levante y escuche que en el porche
estaban mis hijos hablando con mi hermano.
Cuando abrí la puerta fui recibido con sonri-
sas.
¿Qué plan tenemos? pregunte al conclave.
Les estaba proponiendo un viaje al parque
natural de la A’kagera , esta a ochenta kiló-
metros de Nemba pero como ya conocéis las
carreteras están fatal además tenemos que
pasar por Kigali y el tiempo en llegar estaría
cerca de las cuatro horas, podíamos irnos esta
tarde y dormir en Rwamayana.
Hay un hotel que está bastante bien y mañana
por la mañana nos acercamos a el parque,
desde allí se tarda una media hora.
La idea me pareció estupenda, y mis hijos
estaban contentos.
-.Podemos llevar las mochilas y lo indispen-
sable para el aseo, dijo Ainhoa.
Un si unánime nos puso en marcha avisamos
a Tercio (persona que cuida a mi hermano)
de nuestra intención y cogiendo nuestros pe-
tates nos montamos en el Toyota de mi her-
mano emprendiendo la aventura.
La salida de Nemba a la carretera principal
es todo un poema, el suelo arcilloso esta
siempre resbaladizo debido al alto grado de
humedad típico del trópico. Hay un puente de
tablones de madera que con el peso del coche
chirrían de una manera sospechosa, cuando
entras en la calle más importante -están los
bares, las tiendas y las casas de divertimento
muy proliferas en este país-.
Un gran parque en Nemba
13
los agujeros en el suelo hacen que la conduc-
ción sea una autentica epopeya. El camino a
Kigali lo hacemos con parsimonia, a ambos
lados de la carretera bosques frondosos de
eucaliptos y acacias espinosa es el tipo de
árbol más abundante por estas tierras. Cuan-
do llevábamos un buen rato de camino en-
contramos un accidente de una moto que
había embestido a un grupo de personas que
como es habitual transitan por los arcenes, el
policía de tráfico se acerco a nuestro coche y
dirigiéndose a mi hermano en francés le salu-
do conto lo sucedido y sacándonos de la cola
de coches nos deseo buen viaje. Mi hija Ai-
noha de una manera irónica le comento.
-. Tío ¿tráfico de influencias?
-. Sobrina en estos países tienes dos opciones
“Mandas o te mandan” yo elegí mandar y
ellos lo saben, adema el guardia me conoce
de hace tiempo su mujer ha tenido sus hijos
en el hospital de Nemba.
Cuando llegamos a Kigali contemplamos la
ciudad en silencio, para que comprendáis lo
que se siente cuando la vez os contare algo
sobre la misma. Kigali tiene dos partes dife-
rentes La primera y menos habitada es mo-
derna con buenos edificios preciosos jardines
y mucho orden sus calles esta poco transita-
das y en todo momento te encuentras solda-
dos fuertemente armados custodiando el lu-
gar, es el hábitat donde está el palacio presi-
dencial, los ministerios y las embajadas, y los
bancos casi todos ellos de origen sudafrica-
no. Si paras tu vehículo de manera inmediata
te aborda la policía, te identifica, te pregunta
dónde vas y si no le convence tu respuesta
puedes tener un problema serio.
La otra Kigali es esperpéntica el ochenta por
ciento de sus casas son de adobe, no tienen
luz ni agua corriente, esta parte tiene una po-
blación de un millón de personas.
Pasamos por la estación de autobuses, Luis
Felipe nos dijo que subiésemos los cristales y
bajásemos los cierres de seguridad al pregun-
tarle el motivo nos comento que los robos
eran frecuentes y que la agresividad podía ser
peligrosa.
Pasamos en silencio una gran multitud se
movía de un sitio para otro como sin rumbo,
en unos altos fabricados de madera soldados
armado controlaban el lugar. Nos extraño
que parte de las tropas eran blanco mi herma-
no nos comento que eran mercenarios y que
estaban a la orden directa del presidente (El
presidente es el general Kagame de la etnia
de los Tusis, persona que propicio el genoci-
dio). Como curiosidad os diré que España no
tiene embajada ya que el gobierno español
denuncio el terrible crimen que se estaba co-
metiendo y tuvieron que salir del país de for-
ma apresurada.
Cuando salimos de la ciudad nos sentimos
más tranquilos de nuevo
La frondosidad de la vegetación nos dio un
poco de paz.
Sacamos unos bocadillos que el bueno de
Tercio nos había preparado con unas latas de
coca-cola y paramos en una gasolinera con
los colores blanco y amarillo y el escudo del
Vaticano Luis Felipe nos confirmo que la
banca vaticana era la propietaria. ¡Qué curio-
so, verdad!.
Enfrente del lugar donde estábamos en un
gran descampado todo el rodeado de altas
alambradas había un lugar siniestro al pre-
guntarle a Luis Felipe nos dijo que era una de
las muchas cárceles que había en el país,
había un dicho popular que decía que era un
lugar sin retorno, mi hermano había conocido
a personas que los encerraron y que cuando
se intensaron por ellas les dijeron que habían
fallecido
14
A mí el bocadillo me sentó mal y mis hijos
contemplaron el lugar con lagrimas en los
ojos.
Seguimos el viaje si ganas de hablar cada
uno con sus pensamientos.
Esta parte de Ruanda es menos montañosa el
arbolado es mas de tipo tropical los árboles
frutales daban un toque exótico al lugar.
-. Estamos muy cerca comento Luis Felipe.
Vamos a ir a un Hotel de un conocido mío
que nos ayuda en alguna necesidad del hospi-
tal su hermana es enfermera y religiosa y tra-
baja conmigo en Nemba.
Cuando llegamos nos sorprendió, era un lu-
gar amurallado con altas tapias pintadas de
blanco y muy cuidadas, entramos el coche y
nos dirigimos a la recepción, era espaciosa y
con exquisito gusto. Se acerco un hombre
joven de color y saludo con alegría a mi her-
mano.
Estábamos en el poblado de Rwamahana en
el hotel el Paraíso su configuración eran ca-
bañas independientes muy bien acondiciona-
das,
Martin que así se llamaba el joven que nos
atendía, nos explico la historia del hotel y la
elección del lugar, el era de aquel poblado y
la proximidad del parque natural de L’ Aka-
gera hacia que mucho de los visitantes sobre
todo europeos se hospedasen allí. Nos acom-
paño a una de las chozas y nos dijo -. Estáis
en vuestra casa, os espero para la cena.
En el interior de la cabaña había un espacioso
salón y dos dormitorios con un cuarto de ba-
ño, en una de las alcobas nos instalamos mi
hermano y yo y en la otra mis hijos.
En Ruanda se cena pronto, a las siete y media
nos acrcamos al edificio principal a través de
un jardín tropical muy hermoso las flores en
este país son bellísimas, Nos estaba esperan-
do Martin y su esposa , Regine,
Ella era francesa y muy bella y para nuestra
suerte hablaba muy bien el español
Cenamos muy bien: Ensalada de frutas tropi-
cales, Filetones de antílope con patatas coci-
das y una salsa que se llama “Pili-Pili” muy
picante pero muy sabrosa de postre frutas del
trópico a mi me encantaron las piñas, todo
ello regado con un vino de la Rioja española
que mi hermano sin decirnos nada había me-
tido en el coche. Yo como el vino no me gus-
tas tome unas cervezas que me supieron a
gloria. Un rato de charla animada con música
del lugar, una música monótona pero con un
encanto que te llega muy dentro, nos despe-
dimos y nos fuimos a descansar el día había
tenido de todo , yo estaba cansado, y la aven-
tura que nos esperaba al día siguiente era ex-
citante
Nos levantamos a las ocho, duchas y recogi-
da , fuimos a desayunar , yo tome leche y
unos bollos que estaban ricos mis hijos y
Luis Felipe huevos con jamón de york y fru-
tas abundantes, en el transcurso del desayuno
vino Regine y no dijo que nos había prepara-
do unas bolsas para nuestra aventura , había
incluido unas gorras del hotel ya que el día se
presentaba caluroso, nos despedimos dándole
las gracias , cuando me acerque a abonar la
cuenta me comunicaron que no éramos hués-
pedes sino invitados de Martin y Regine. Les
di las gracias y cogiendo nuestro coche em-
prendimos el viaje.
La carretera estaba solitaria, esta zona de
Ruanda esta poco habitada, la vigilancia es
palpable soldados que caminan por los arce-
nes y unos todoterrenos negros con las lunas
de sus ventanillas tintadas desde donde te
vigilan, es un cuerpo de elite específicos para
la zona.
15
Ainoha le pregunto a Luis Felipe. ¿Por qué
tanta vigilancia?.
El parque respondió mi hermano representa,
prestigio y dinero, es uno de los parques de
África Central más visitado, además por si
fuera poco lo tienen en manos de jeques ára-
bes que lo utilizan para su propio beneficio,
los coches oscuros que antes hemos vistos
pertenecen a estos grupos, ya veréis como lo
tienen montado hoy comeremos en un restau-
rante que está en la mitad del parque que tie-
ne todo tipo de lujos.
.Visitar el parque no es barato, pagas cien
euros por persona más alquiler de un vehícu-
lo sino tienes el tuyo propio más el guía que
te acompaña. Además los visitas son reser-
vadas con antelación y no te garantizan los
animales que puedes ver.
Un desvío indica la dirección de la entrada
del parque, el asfalto se convierte en tierra
rojiza, está muy bien cuidado, un arco metá-
lico nos da la bienvenida en la parte superior
pone “Welcome to A’kagera National Park” ,
el camino nos lleva a una explanada donde
aparcamos el coche, bajamos y lo primero
que percibes es el sonido de la sabana, mugi-
dos ruidos extraños y cantos de pájaros.
Había un edificio decorado con trofeos de
caza en su amplio interior paredes cubiertas
de fotografías de las especies que podemos
conocer, una amplia maqueta nos indicaba
lasrutas a seguir para la visita.
Un empleado vestido de safari nos pide los
papeles de la cita y por supuesto el recibo de
banco que justifica que has pagado la visita.
Nos pide los pasaportes y los fotocopia me-
tiéndolos en la carpeta de nuestra aventura,
nos entregan a cada uno un mapa y un cues-
tionario que debemos entregar al terminar y
lo más importante un protocolo de comporta-
miento para todo el viaje.
Nos preguntaron qué idioma conocíamos
aparte del nuestro les dijimos que el francés
ya que mis hijos y yo lo entendemos y mi
hermano lo habla muy bien, hablo por una
emisora y al cabo de unos minutos apareció
Kiowo nuestro guía era un joven fuerte y
según mi hija guapo, nos saludo en francés
como sabia que Luis Felipe trabajaba en
Ruanda le pregunto si hablaba el “suagili” ,
Luis Felipe le dijo que si , Kiowo le dio la
mano.
16
-¿Utilizaremos su coche? Pregunto el guía.
-Si iremos en nuestro todoterreno, dijo mi
hermano.
Conducía Luis Felipe, a su lado el guía en la
parte de atrás Oliver y Ainoha en las venta-
nas y yo en el centro. El guía dirigiéndose a
todos no dijo, “Las ventanas no se pueden
bajar sin consultarlo” y no te puedes bajar del
coche hasta que el te lo diga. Aceptamos las
reglas y emprendimos la aventura.
Yo estaba muy nervioso, era algo nuevo y la
incertidumbre, el peligro se palpaba.
Aunque los caminos no están en mal estado
si quieres ver bien los animales y sentir su
fuerza tienes que meterte a campo a través,
podéis suponer que el interior del coche se
convierte en una coctelera.
Los primeros animales que vimos fueron
Impalas son pequeñas gacelas que se despla-
zan a una gran velocidad. Sus cuerpos son de
una gran armonía. Nuestro guía nos llamo la
atención, a nuestra izquierda un grupo de Ce-
bras pacían tranquilamente sin hacernos mu-
cho caso, a mi me encantaron su piel rayada
es muy bonita, mis hijos no paraban de hacer
fotos. Hacía mucho calor.
En un recodo apareció una familia de Jirafas,
son espectaculares y enormes, me llamo la
atención con la agilidad que se mueven y lo
veloces que son. Estuvimos un rato recreán-
donos en tan magníficos animales.
Bajamos por un pequeño cerro y el guía nos
advirtió que entrabamos en zona de búfalos
son peligrosos y imprevisibles hay que ser
prudentes y no molestarlos.
Una gran manada nos recibió mirándonos
con fijeza, delante los machos con su enorme
cornamenta, las hembras retozaban en el ba-
rro soplando de forma escandalosa, en sus
lomos pululaban cientos de moscas, algún
pequeño pájaro con pluma de colores
Picoteaba en sus enormes cuerpos. Sin apa-
gar el motor nos detuvimos, bajamos las ven-
tanillas para poder fotografiarlos, se notaba
tensión, Kiowo el guía nos comento que era
época de apareamiento y los machos podían
comportasrse de forma violenta.
Cuando salimos de aquel lugar yo me sentí
más tranquilo, subimos una cuesta muy em-
pinada, cuando la coronamos una gran llanu-
ra se extendía antes nosotros
-Parad el coche dijo el guía, permanecer
quietos y mirar a un grupo de arboles que
están a nuestra derecha. Un ruido hondo salía
del suelo, la vegetación se aparto y un gran
macho de elefante apareció en escena.
. Se paró en seco y de manera fija nos obser-
vaba movía sus orejas y levantaba su trompa
como diciendo quien mandaba yo estaba ab-
sorto con tan magnífico animal, cuando se
tranquilizo se volvió a meter en la espesura,
el ruido seguía, volvió aparecer y detrás de el
cuatro hembras le seguían a unos metros de
distancia dos pequeños correteaban sin fijeza
eran bonitos y muy cómicos, cruzaron el ca-
mino sin dejar de mirarnos y se perdieron en
la espesura.
17
Arrancamos el coche y nos dirigimos hacia
un lago que se veía al fondo. Mi hijo Oliver
nos llamo la atención: mirar en aquel claro.
Una pareja de guepardos estaba dando cuenta
de alguna pieza recién cazada, al oír el coche
se pusieron de pies mostrando toda su belle-
za. El guía nos comento que son bastante
pacíficos y buenos y no suelen atacar.
Hacía mucho calor y sobre todo humedad,
Kiowo nos comento que estábamos entrando
en la llamada “Zona húmeda” de la reserva.
-Mirar al final de la llanura: nos dijo el guía.
Una extensa superficie de agua ocupaba toda
la ladera de un otero cubierto de acacias.
Nos dirigimos hacia el lugar, Kiowo nos ex-
plico que estábamos llegando al hábitat de
cocodrilos y hipopótamos, animales comen-
to peligroso y de poco fiar, porque a pesar de
sus maneras torpes son muy rápidos y trai-
cioneros. Antes de llegar pasamos por una
colonia de monos, había de varias especies a
mí los que más me llamaron la atención fue-
ron los Mandriles, son grandes y se les ve un
poderío enorme, estaban como en clanes fa-
miliares y mientras las madres se ocupaban
de los retoños los machos merodeaban a su
alrededor imponiendo su fortaleza.
En los arboles pequeños monos con grandes
colas saltaban de árbol a árbol con una agili-
dad espectacular, esta especie se acerca sin
miedo a los coches de los visitantes y si te
descuidas te quitan cualquier cosa que les
llame la atención. Nos comento el guía que
se habían llevado maquinas de foto incluso
algún bolso y mochilas, figuraos el trastorno
que te pueden causar.
El calor seguía siendo agobiante, mi hija Ai-
noha comento en alto: ¿nos podemos mojar
los pies?. Kiowo riéndose le contesto: si
quieres quedarte sin ellos pruébalo.
(Continuara)
18
El vuelo de la imaginación
Texto : Carlos Bernardino Imágenes : Internet
E n mi cotidiano paseo matinal en días
pasados, llegó hasta mis oídos, el so-
nido característico que una piedra
produce al chocar sobre el asfalto. A conti-
nuación, y antes de darme tiempo a poner en
actuación mí sentido protector, alcanzó mi
posición un guijarro de considerable tamaño,
que vino a posarse a mi lado sin producirme
daño alguno.
Después, repentinamente apareció co-
rriendo hacia mí un pequeño chaval, y en pos
de él, otro, aparentemente con aviesas inten-
ciones. Al pasar a mí lado, y en evitación de
males mayores para el perseguido, pude asir-
le por un brazo deteniéndole en su frenética
carrera. Mientras aprovechaba el momento
para “desarmarle”, pude advertir la llegada
hasta nosotros de una sofocada mujer, que
comenzó a disculparse ante mí por lo aconte-
cido. Al mismo tiempo que lo hacía, zaran-
deaba al chaval, reprendiéndole por su con-
ducta. Una vez concluido el suceso -por for-
tuna sin heridos- la tranquilicé, restando im-
portancia al hecho, pues había sido todo a mi
entender, producto de una travesura sin ma-
yor importancia.
A continuación, y ya totalmente cal-
mada la mujer a la sazón madre del pequeño
“delincuente”, nos despedimos cordialmente
poniendo así fin al acontecimiento.
Al alejarme del lugar, en mi caminar, y
pensando en esta pequeña peripecia, no pude
por menos, que trasladarme a los recuerdos
de mi infancia. En ellos, los hechos como
este, fueron tan distintos que siempre finali-
zaban sus protagonistas en la Casa de Soco-
rro más próxima. Ello se debía a que, la
“disputa” de la que había sido testigo, no se
dilucidaban entre dos. Las mismas en tiem-
pos de mi infancia, las conformábamos un
sin número de críos de mente muy airada y
agresiva, en la que como puede verse yo es-
taba incluido. En ellas, dejándonos llevar de
nuestras irreflexivas maneras, ni disculpába-
mos, ni éramos perdonados por nuestros con-
tendientes.
Al llegar aquí, debo decir en expiación
de cuantas bestialidades cometidas por nues-
tra “tropa”, se debió fundamentalmente, a
que nos toco vivir en una sociedad de tan es-
casos medios, que obligó a que nuestros jue-
gos se realizaran en la calle.
La infancia actual vive en términos ge-
nerales, al amparo de todas aquellas insufi-
ciencias, viniendo a disfrutar así de unos bie-
nes que comportan otras maneras de vivir.
19
Debido a la privación económica en
que nos desenvolvíamos las familias en la
década de 1940, todos los infantes, nos tenía-
mos que procurar de forma artesana nuestra
propia diversión. Y esta, inevitablemente, se
producía en la calle. Nuestros juegos: el
Peón, el Clavo, él Pídola, él Aro, las Chapas,
la Toña, las Canicas, él Rescate, El Tacón y
los cromos, fueron los más civilizados. Los
más violentos: El Rusia, y El Látigo. La más
brutal: La Pedrea.
La practicábamos semanalmente, para
inevitablemente terminar con descalabradu-
ras. Esta, siempre era concertada a través de
él “dirigente” de turno, elegido por la
“banda”. Este gerifalte, yendo al encuentro
del cabecilla de la banda contraria, y mojan-
do su oreja con saliva, concertaba el enfren-
tamiento a una hora determinada, para dar
curso a la Pedrea. El lugar de enfrentamiento
invariablemente era: El Campo de Las Ca-
laveras.
Debido a la privación económica en
que nos desenvolvíamos las familias en la
década de 1940, todos los infantes, nos tenía-
mos que procurar de forma artesana nuestra
propia diversión. Y esta, inevitablemente, se
producía en la calle. Nuestros juegos: el
Peón, el Clavo, él Pídola, él Aro, las Chapas,
la Toña, las Canicas, él Rescate, El Tacón y
los cromos, fueron los más civilizados. Los
más violentos: El Rusia, y El Látigo. La más
brutal: La Pedrea.
La practicábamos semanalmente, para
terminar con descalabraduras. Esta, siempre
era concertada a través de él “dirigente” de
turno, elegido por la “banda”. Este jerifalte,
yendo al encuentro del cabecilla de la banda
contraria, y mojando su oreja con saliva, con-
certaba el enfrentamiento a una hora determi-
nada, para dar curso a la Pedrea. El lugar de
enfrentamiento invariablemente era: El
Campo de Las Calaveras.
Este lugar, elegido por todos, era consi-
derado como el más propicio para el desati-
nado enfrentamiento, por considerar que re-
unía las condiciones más apropiadas para el
evento.
El Campo de Las Calaveras, se encon-
traba ubicado al final de la calle de Galileo.
(calle donde vivíamos). Era un descampado
llamado así, porque en el existieron en tiem-
pos pasados, dos cementerios. Estos fueron
los de San Andrés y San Martin. En él, y
aprovechando las oquedades dejadas por las
“desalojadas” tumbas, podíamos disponer así
de “trincheras”, como parapetos protectores,
y gran cantidad de “proyectiles”.
A estas barbaridades comentadas hasta
aquí, -no pongo en duda que, para algunos
que no vivieron aquellos años, no sean creí-
bles-, aun me queda añadir otra que por su
peligrosidad, practicábamos. ¡Nuestro des-
censo al alcantarillado!
En grupo nos introducíamos en las al-
cantarillas, levantando la tapa metálica de
entrada, aprovechando la ausencia de gente
que nos pudiera ver, descendiendo por las
grapas de acceso para los poceros. Una vez
en su interior, provistos de teas, las encendía-
mos y caminábamos por la estrechez de sus
20
galerías dirigiéndonos por intuición hacia
una salida. En una ocasión fuimos sorprendi-
dos en la distancia, y perseguidos por estos -
para mí entender después - pobres trabajado-
res, pero conseguimos escapar. Desde este
momento, jamás volví a visitar estos nausea-
bundos lugares.Las “facturas” que pagába-
mos, como consecuencia de estas barbarida-
des, quedaban reflejadas en nuestras posade-
ras, al no poder justificar coherentemente
ante nuestros padres, el deterioro sufrido de
la ropa que portábamos.
Realmente en aquel tiempo, en que la
chiquillería - prácticamente fuera de las horas
de colegio - permanecía largas horas en la
calle, se convertía en víctima propiciatoria
para vivir este tipo de desmanes. En términos
generales, aquella sociedad contemplaba co-
mo normal, este comportamiento infantil,
excusando los males mayores, como los en-
frentamientos a pedradas y las referidas al
alcantarillado.
Podéis dar por seguro que jamás con-
fesé a mis padres, las Pedreas a las que asistí,
así como mis viajes por el subsuelo.
¡Sinvergüenza de mí!
Por supuesto, que en el “tintero” me
dejo otros tipos de “maldades” cometidas en
mi vecindad. Pero no las voy a comentar,
porque no quiero dar ideas a algún menor
que pueda llegar a leer este escrito.
Esta, fue en síntesis, una fugaz parte de
mi incipiente vida. Estos cortos años aquí
comentados, dieron paso seguidamente a mi
irrupción en el mundo laboral a muy tempra-
na edad. La imperiosa necesidad de nuevos
ingresos económicos para la familia, lo exi-
gió así en aquel tiempo. Por ello, desde aquel
momento, hube de compartir trabajo y for-
mación educativa, debiendo acudir para esta
última, a un Instituto en horas de clases noc-
turnas.
A partir de aquí, por tanto, terminaron
mis “correrías” en el barrio, ya que el tiempo
a ellas dedicadas, había concluido para mí.
Para terminar, he de decir en defensa de
cuantos compartimos aquellos juegos - solo
me referiré a los “civilizados”- que disfruta-
mos plenamente con ellos, gracias a que eran
participativos. Sé muy bien que la evolución
social, inevitablemente nos ha conducido al
cambio que rige en la actualidad; en la que la
población infantil es víctima de una sociedad
de consumo, que los manipula a su conve-
niencia. Cautivos de la cibernética para su
diversión, manejan todo tipo de productos de
última generación, de todos conocidos. Estos,
los mantienen sometidos, incapacitándolos
para el ejercicio de otras funciones más inter-
activas.
Disiento con toda firmeza, de las nue-
vas prácticas recreativas de los infantes ac-
tuales. Recordando las vividas por mí, si
hubiera de volver a mí infancia, en forma
alguna las cambiaria por estas.
21
Humanidad Texto: Juan Díaz Imágenes: Internet
E l pasado 17 de junio de 2013 observe un hecho digno de alabanza.
Os cuento: a las 13:35 h. subí al autobús de la línea 102, que hace el
recorrido Entrevías- Atocha, para dirigirme al colegio donde estu-
dian mis nietas, Marta y Carlota. Allí me esperaban sus profesoras,
así como otros abuelos, para que contáramos a los niños de la clase los juegos
que hacíamos nosotros cuando teníamos su edad, 8 ó 10 años.
Hasta aquí todo normal. Pero lo que me llamó la atención fue lo siguiente:
en la parada de la Ronda del Sur esquina con la calle Serena, subió al autobús
un hombre joven, que por su aspecto pienso que era de los países del este. Pre-
guntó al conductor el precio del billete, y este le dijo: 1,50 euros. El joven em-
pezó a buscar en sus bolsillos y solo encontró 1,05 euros. Entonces el conduc-
tor le dijo que le faltaban 45 céntimos, tras unos segundos el joven con voz
apenas perceptible dijo: “no tengo más”, a lo que el conductor de forma un tan-
to brusca contestó: ¡pues bájese, no querrá que lo ponga yo de mi bolsillo!.
En ese momento me dispuse cederle mi billete abono. Pero en ese mo-
mento, una mujer de mediana edad se adelantó y entregó al conductor las mo-
nedas que faltaban. Entonces este le entregó a nuestro protagonista su billete.
Cuando llegamos a la estación de autobuses de Méndez Álvaro, el joven des-
cendió del autobús, y en ese instante de nuevo la misma señora se acercó a él y
le puso en la mano unas monedas. Él seguía sin articular palabra.
Cuando el autobús emprendió su marcha, el joven visiblemente emociona-
do, acercándose a la dama fue a darle las gracias.
22
HOSPITAL NEMBA
Autor: Luis Felipe Soto Imágenes: Internet
N emba es el nombre de una
colina en Rwanda, “el país
de las mil colinas”, y donde
sus habitantes se identifican no por el
nombre de su ciudad o pueblo donde
nacen, sino por el nombre de sus coli-
nas, la colina donde han nacido. La co-
lina de Nemba desde hace 75 años al-
berga la Parroquia Católica de Nemba,
que su nombre auténtico es Parroquia
del Sagrado Corazón de Jesús, pero,
insisto, el pueblo llano, sus feligreses,
la conocen como la Parroquia de Nem-
ba. En esta Parroquia estuvieron du-
rante muchos años los Curas diocesa-
nos navarros y debieron trabajar muy
bien pues aún la gente mayor los re-
cuerda con respeto y por sus nombres
y fueron ellos los que fundaron el Hos-
pital de Nemba, que su nombre oficial
es” Hospital de San Francisco Javier”,
patrono de Navarra, pero bien poca
gente lo sabe, es, está claro, el Hospi-
tal de Nemba. Cuentan ellos cosas cu-
riosas, anécdotas y cómo les vino a la
cabeza fundar el Hospital. En aquellos
tiempos la carretera que une la zona
nuestra con la Capital de la Provincia
no estaba asfaltada, son 31 kilómetros
y una pista que con las abundantes llu-
vias de la zona y si no hay lluvia el
polvorío, hacia muy difícil el traslado
de un enfermo, el de una mujer que
iba a dar a luz y el parto se complicó,
el de un accidentado … y pensaron ne-
cesario construir en la colina de la Pa-
rroquia, y cercano a ella, un Centro de
Salud. Se ríen aún cuando hablan de
esta época y a cuántas mujeres tuvie-
ron que asistir en el parto, ellos, los
Curas, pues el bebé se encaprichó en
nacer en el camino.
Era el año de 1.974 y hacía un año que
aquí en Rwanda había dado el golpe
de Estado el General Habyarimana Ju-
venal, conocido pues el presidente
23
y General que mataron en abril de
1994 cuando a la vuelta de un viaje a
Arusa, derribaron el avión en el que
viajaba y que dío origen al genocidio
rwandés.
Resulta que este General era originario
de la zona donde se ubica el Hospital y
quería darse a conocer, sobre todo en
su zona. Así que cuando la cohorte que
rodeaba al nuevo Presidente se enteró
de que en Nemba se iba a construir un
Centro de Salud viajaron hasta aquí
para informarse y poder dar la oportu-
nidad al General Presidente.
Hablaron, discutieron y la conclusión
fue contundente “Un Centro de Salud,
es muy poca cosa para un General
Presidente, olvidémoslo pues, hay
que construir un Hospital” . Y así fue
como nació el Hospital de Nemba,
1974. El General Presidente estuvo y
presidió la inauguración; su llegada en
helicóptero a la zona fue espectacular,
según los testigos que aún lo recuer-
dan.
Pasaron muchos años y en 1997 me
incorporé al Hospital enviado por Me-
dicus Mundi Navarra y Caritas Espa-
ñola; hasta hoy que os escribo si puedo
decir algo de este tiempo es que he si-
do muy feliz, me he encontrado muy a
gusto y acogido y que gracias a la ge-
nerosidad de mucha gente e institucio-
nes, sobre todo españolas, el Hospital
de Nemba ha crecido, ha mejorado sus
primeras instalaciones y creado otras
muchas hasta el punto de convertirse
en un Hospital referente en toda
Rwanda por su trabajo, atención a los
enfermos, organización, “en Nemba no
faltan nunca los medicamentos” dicen
los rwandeses que lo conocen, siendo,
como es, un sencillo Hospital de Dis-
trito con 176 camas y 138 personas
que trabajan en él, entre médicos, en-
fermeros auxiliares, administrativos,
personal de limpieza ..… un solo Hos-
pital, siendo la población que depende
de él unas 300.000 personas, sí,
300.000, casi el doble que la población
de Cádiz, Pamplona y otras muchas
ciudades españolas, un solo Hospital.
24
PARQUE DEL OESTE
Texto: Carlos Bernardino Imágenes: del autor
E l Parque del Oeste de Madrid, se en-
cuentra ubicado en el distrito de La
Moncloa, entre la Avda. del Arco de
la Victoria y el Paseo del pintor Rosales al
este; la línea del Ferrocarril al oeste, y la Av-
da. de Séneca al norte. Su interior, es cruzado
por el Paseo de Ruperto Chapí, el Paseo de
Camoens, y la calle de Francisco y Jacinto
Alcántara.
Este gran Parque al día de hoy, forma
parte del conjunto de los muy conocidos en
esta gran ciudad, como son: el de El Retiro,
La Casa de Campo, Fuente del Berro, La Ar-
ganzuela, Tierno Galván, así como otros más
actuales, construidos en su periferia a finales
del pasado siglo. Todos ellos están vincula-
dos a colaborar con la circundante Sierra de
Guadarrama como “pulmón”, para el buen
“respirar” de los habitantes de esta villa. Re-
cientemente y para mayor beneficio ambien-
tal de nuestro entorno, esta Sierra ha pasado
a ser declarada Parque Nacional. Por ello, las
30.000 ha. que la componen, pasaran a ser
protegidas en el tiempo venidero.
En el siglo XVIIII, los terrenos que en
la actualidad ocupa este parque, eran destina-
dos a vertedero de basuras. Afortunadamente
para nuestra ciudad, este uso fue interrumpi-
do, gracias a la intervención del por aquel
tiempo alcalde de Madrid, Alberto Aguilera
y Velasco a principios del siglo XX, y duran-
te la regencia en España de María Cristina de
Habsburgo-Lorena.
El proyecto del parque, fue obra del célebre
paisajista del momento: D. Celedonio Rodrí-
guez, quien ante la propuesta del alcalde, di-
seño para los malogrados terrenos un lugar
para el paseo y descanso. La obra comenzó
en 1893, quedando inaugurada su primera
fase en 1905. Esta etapa, comprendió una
superficie aproximada de 87 Hectáreas. En
su interior, se han ido erigiendo durante años,
un profuso número de bellos monumentos,
en memoria de personajes históricos de paí-
ses sudamericanos y de España, que de lujosa
manera vienen a ornamentar su espacio.
A mediados de 1906, continuaron las obras
de ampliación en su segunda fase llegando
hasta el Cuartel de la Montaña. Este Cuartel,
fue una edificación militar construida en el
siglo XIX, y se encontraba ubicado en la
Montaña del Príncipe Pio.
25
El mismo, alcanzo una gran notoriedad al ser
elegido por los militares, para sublevarse
contra la República en 1936. Continuando la
obra del parque, su ejecución, se extendió en
paralelo al Paseo del Pintor Rosales, sobre
antiguas escombreras.
La superficie que ocupa estos terrenos
y sus grandes desniveles, propiciaron a la
inventiva de su creador, las formas más origi-
nales de construcción de sus agraciados pase-
os. Gracias a ellos, hoy, son muy visitados
por una ingente y deportiva juventud, para
ser aprovechados en el desarrollo del ejerci-
cio del atletismo. Así, podemos contemplar
el peregrinar en ellos, de deportistas de am-
bos sexos en cualquier época del año. De
igual manera, y con más sosegado caminar
en sus nivelados paseos, el lugar es frecuen-
tado también, por personas de avanzada
edad. Pues las gratitudes que este gran par-
que ofrece a los vecinos del distrito de La
Moncloa, en los que me incluyo, y que a na-
die nos pasan desapercibidas. Pero no toda la
historia de este remanso de naturaleza y re-
poso para disfrute de los mortales, fue siem-
pre tranquila. Una fratricida guerra, convirtió
este paraje en un horrible campo de batalla
entre los años de 1936-1939. La magnitud de
los destrozos causados en su naturaleza fue
de tal calibre, que su reconstrucción acabada
la guerra duro largos años. Como trágico tes-
timonio de aquella barbarie, nos queda la
contemplación en su extremo norte de tres
horribles búnkeres.
Finalizada la contienda, el responsable de los
parques de Madrid, Cecilio Rodríguez, se
encargo de su reconstrucción. Como explico
en el párrafo anterior, hasta finales de los
años de 1940 no se dieron por finalizadas las
obras de reconstrucción. En ellas fue muy
respetado su anterior paisaje, así como la re-
posición del arbolado, la floresta desapareci-
da y el trazado de los caminos.
Entre los años de 1956 y 1973 dio co-
mienzo la última ampliación del mismo, ins-
talando en el solar del desaparecido Cuartel
de la Montaña, el Templo de Debod y cons-
truyendo posteriormente La Rosaleda.
Los recuerdos que acuden a mi memo-
ria de los años vividos en este parque, me
hacen añorar una agradable época de mi vida.
Mi proximidad a él, - en estos años vivía con
de mis padres y hermanos en la calle de Gali-
leo,- propiciaba en la época estival, las per-
manentes visitas domingueras del grupo de
chicas y chicos del barrio, con el sano disfru-
te de nuestro tiempo de asueto. Más tarde,
alcanzada la pubertad, y aprovechando las
gratitudes festivas de su entorno, comencé a
frecuentar en la tarde de algún domingo, los
locales de baile de Los Arcos, y La Cantina.
Creo sinceramente que, solo quienes dispon-
gan como yo de los años que me asisten, y
hayan coincidido con mis apetencias y el lu-
gar elegido por mí para conseguir “un propó-
sito”, sabrá interpretarme. Difícil era en
aquellos tiempos alcanzar el éxito deseado.
Pero, a pesar de las “dificultades” en aquellos
tiempos, siempre entendí, que la constancia
en el empeño, algún día daría sus frutos.
Y así ocurrió que, a fuerza de perseverar, una
buena tarde alcance mí objetivo. Precisamen-
te, ya entre dos luces, este entrañable parque
fue testigo de mí buena fortuna. Gracias a su
existencia conservo en mi memoria, incluido
este, muchos momentos felices vividos en él.
Monumento a Miguel Hidalgo
26
NOVEDADES EN LOS CIELOS…… Y EN LOS TRENES
Texto: José Luis García Imágenes: Internet
L a inauguración el pasado 17 de junio
del Festival Aeronáutico de Paris fue
una explosión de optimismo motivada
por las novedades allí presentadas y por las
perspectivas económicas para este sector que
se dieron a conocer.
El certamen reunió 2.215 expositores proce-
dentes de 44 países, que ocuparon 52.000
metros cuadros con stands interiores y
43.000 más en el exterior. Además hubo 30
pabellones oficiales. Los visitantes, 139.276
profesionales y 176.299 del público en gene-
ral, solo admitidos durante el fin de semana
Se firmaron contratos por importe de
150.000 millones de dólares, valor de los
1.250 aviones adquiridos.
El Airbus de la firma europea EADS se ade-
lantó a la fiesta cuando la víspera British Air-
ways aterrizó en el aeropuerto parisino de Le
Bourget en su primer vuelo con su nuevo A-
350. Los gastos de explotación de este mode-
lo con capacidad para 314 pasajeros, son un
25 % más reducidos que los de su antecesor,
gracias al empleo de los nuevos materiales
“composite” y un nuevo motor Rolls . En
los últimos días había recibido 59 pedidos de
este avión a los que había sumar más de 700
para modelos anteriores.
Su principal rival, el fabricante , Boeing,
también estaba satisfecho con las ventas y
con las perspectivas para los próximos 20
años cuando es probable que se vendan
35.000 aviones. Las innovaciones tecnológi-
cas han reducido la contaminación y los gas-
tos de explotación, factores que arrinconarán
a los aviones en uso. De esa cifra 25.000
serán de un solo pasillo, y 13.000 volarán en
Asia. De momento Boeing y EADS son los
líderes en ese mercado. Dos gigantes, China
y Rusia se desperezan. Pero todavía no se
sabe cuando despertarán del todo. Hay otras
dos firmas en el mercado, la canadiense
Bombardier y la brasileña Embraer, pero de
momento sus aviones tienen menos autonom-
ía de vuelo y capacidad de pasajeros.
LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN es una
innovación continuada. Durante siglos el
hombre había contemplado el vuelo de las
aves e intentado imitarlas La mitología nos
cuenta como Ícaro, prisionero en la isla Mi-
nos se construyó una indumentaria de plumas
unida con cera e inició su vuelo. Pero en su
osadía se acercó excesivamente al Sol, que
derritió el plumaje y el hombre pájaro cayó al
mar.
27
Y ese sueño comenzó a ser realidad en el si-
glo XVIII con la invención del primer aeros-
tato o globo. Poco después se construyó el
dirigible, en forma de submarino, que propul-
sado por hélices le permitían desplazarse de
forma más controlada, y posteriormente los
hermanos Wright y Alberto Santos Dumont
se autoproclamaron ser los primeros en volar
en un aeroplano, lo cual no ha quedado to-
davía claro.
La Primera Guerra Mundial dio un gran im-
pulso a la aviación, y también la Segunda. Al
aumentar la potencia de los motores se consi-
guió que pudieran viajar dos personas en los
aviones, lo cual permitía que mientras uno
pilotaba, el otro se ocupara de espiar las líne-
as enemigas. Y después se instaló una ame-
tralladora, con lo que el observador se con-
virtió en agresor. Mientras duró el conflicto
aumentó el número de aviones y se perfec-
cionó su funcionamiento,
Terminada la guerra hubo que encontrar una
salida para tanta chatarra……. Y se produjo
una explosión en la ciudadanía entusiasmada
con la posibilidad de utilizar la aviación co-
mo deporte. Carreras, récords de distancias,
travesías. Dos pilotos españoles se contagia-
ron de esta fiebre, y fueron los primeros en
cruzar el Atlántico Sur en 1926, a bordo del
avión Plus Ultra, que partió de Palos y ate-
rrizó en Argentina.
Al llegar la Segunda Guerra Mundial, se ini-
ció una desenfrenada carrera para mejorar las
prestaciones de los aviones. Los cazas tenían
que ser más rápidos para destruir a los bom-
barderos fuertemente artillados que se de-
fendían ardorosamente. Su mayor velocidad
hacía más difícil su aterrizaje en pistas de
tamaño reducido. Los frenos de tambor fue-
ron sustituidos por los de disco. Los paracaí-
das colocados en la cola del avión fueron
precursores de los frenos aerodinámicos.
Aunque se aumentó la potencia de los moto-
res se buscó reducir también el consumo de
combustible para achicar su peso en los de-
pósitos y mejorar el radio de acción. Se de-
sarrollaron radares de tamaño y peso más
reducidos para su instalación en los aviones.
Podían así volar en tinieblas sin perder el
rumbo y descubrir la situación de sus objeti-
vos en el aire o en tierra. El uso de bombar-
deros para el transporte de soldados, serviría
años después para establecer los servicios
comerciales de transporte de viajeros.
Y después de la guerra los avances han conti-
nuado. De las hélices hemos pasado a los
reactores y se ha mejorado la velocidad de
los vuelos. Para el espionaje se han utilizado
los veleros conocidos como U-2, que al acer-
carse a los territorios a inspeccionar, paraban
el motor hasta salir del mismo, y evitar ser
detectados por los radares enemigos.
28
Los aviones militares son ahora supersóni-
cos, y durante algún tiempo los comerciales
Tupolev y Concorde también lo fueron. Se
han creado sistemas de vuelo con pilotos au-
tomáticos. Actualmente los aviones llamados
“drones” están teledirigidos y sirven para es-
piar y bombardear.
EL CONCORDE ha sido el único avión su-
persónico que ha estado volando 27 años.
Fue construido poco después que el ruso Tu-
polev, que voló un año.. El proyecto era de
tal envergadura que las dos empresas que lo
emprendieron, la británica British Aircraft
Corporation y la francesa Aérospatiale tuvie-
ron que recibir ayudas de sus respectivos go-
biernos. El coste unitario del avión 23 millo-
nes de libras. Sólo se construyeron 20 unida-
des. El fuselaje en forma de ala delta requer-
ía grandes refuerzos en la estructura. Aterri-
zaba a una velocidad de 310 km/h y su peso
de 188 toneladas exigía unos superfrenos que
le permitían detenerse en 1.600 metros. El
vuelo transatlántico se hacía en tres horas y
media, en lugar de las ocho que necesita un
avión subsónico.
British Airways y Air France fueron las dos
únicas compañías que prácticamente utiliza-
ron estos aviones. El primer vuelo tuvo lugar
en 1969, el comercial 1976, y el último en
noviembre de 2003. Era un avión con un ser-
vicio superlujoso. El precio del viaje idea y
vuelta era de 10.000 dólares. Los uniformes
de las azafatas eran vestidos de alta costura y
había tres “chefs” a bordo. Tenía capacidad
para unos cien pasajeros solamente. La crisis
energética de los años setenta supuso un duro
golpe para el Concorde. Los gastos de explo-
tación eran muy elevados y las dos empresas
tuvieron que suspender los vuelos. Sólo se
construyeron 20 unidades.. El vuelo trans-
atlántico se hacía en tres horas y media, en
lugar de las ocho que necesita un avión sub-
sónico.
EADS EN GETAFE. Eads acrónimo de las
iniciales de Erupean Aeronautic Defense y
Space el Company es el gran grupo aeronáu-
tico formado por las siguientes empresas:
Aerospatiale – Matra, de Francia
Dornier & Daimler Chrysler Aerospace,
de Alemania
Construcciones Aeronaúticas S.A. (CASA),
de España
El grupo diseña y fabrica aviones civiles, de
pasajeros y carga. Aviones militares, helicóp-
teros, satélites como el Galileo, y sistemas
orbitales como el módulo Colombus.
Tiene 70 centros de producción en todo el
mundo, donde emplean 100.000 personas.
Las tres empresas fabrican la mayor parte de
los equipos y piezas que necesitan para sus
productos, excepto algunos componentes es-
pecíficos como los motores Rolls Royce.
El montaje final de una serie de productos el
Airbus, se realiza en la planta francesa de
Toulouse a donde se envían los componentes
y materiales de otras fábricas.
En Getafe trabajan 7.500 operarios de los
cuales 7.000 son altamente cualificados. pre-
supuesto. Se exporta el 80% de la producción
y se invierte el 19% de la facturación en in-
vestigación y desarrollo. CASA tiene tam-
bién instalaciones productivas más pequeñas
en Albacete, Cádiz y Sevilla.
MAGLEVS. Trenes que flotan en el aire por
efecto magnético. Durante algún tiempo fue
motivo de discusión que los humanos pudie-
ran “flotar” en la atmósfera sin ninguna ayu-
da. En el siglo XIX en Gran Bretaña hubo
algunas personalidades que afirmaron que en
efecto, algún médium lo había logrado.
29
. Este, decían, es un fenómeno parasicológi-
co. Posiblemente también lo sea el que los
fakires puedan dormir sobre lechos de clavos
puntiagudos y expulsar fuego por sus bocas.
Dicen que el mejor prestidigitador no puede
sacar un conejo de una chistera si el conejo
no está dentro. Soy un poco incrédulo. Tam-
bién me es difícil creer en los ovnis, los obje-
tos volantes. Y mis dudas aumentan al ver
en la televisión como las personas descalzas
caminan sobre ascuas sin sufrir, y se desafía
la fuerza de la gravedad con aviones que pe-
san casi 200 toneladas. Es cierto que en los
años 50/60 se construyeron los “Hovercraft·,
aerodeslizadores que flotando sobre un
colchón neumáticos podían desplazarse in-
distintamente sobre la superficie o sobre las
aguas. Fue un vehículo inventado y desarro-
llado como solución a un problema bélico.
Cuando se intentaba el desembarco en un
territorio enemigo era impensable hacerlo en
un puerto, fuertemente armado. Había que
hacerlo en una playa más o menos apartada.
Los barcos que transportaban las tropas, por
su calado tenían que detenerse a distancia por
su gran calado, y enviar lanchas neumáticas
con soldados hacia las playas. Tan pronto
como las lanchas quedaban varadas, los sol-
dados corrían con sus fusiles por el agua y
después por las playas. Los aerodeslizadores
les permitirían avanzar más rápidamente y
transportar hacia el interior equipo de gran
ayuda para la fuerza expedicionaria, como
ametralladoras, morteros, equipos de radio,
botiquines y un largo etc. Pero la levitación
magnética gracias a los sistemas de imanes
que elevan y propulsan los vagones existe. Y
aunque ahora sea noticia el hecho de que fun-
cione comercialmente un tren de estas carac-
terísticas desde 2004 en Shanghay, cuando
se concluyó su construcción iniciada cuatro
años antes con un costo de mil millones de
euros y con éxito puesto que se proyecta
ampliar su recorrido para llegar a otros pun-
tos.
30
El ferrocarril se desplaza a ocho metros de
alturas sobre las estructuras urbanas a lo lar-
go de un carril guía. Puede alcanzar una ve-
locidad máxima de 431km/h, con ráfagas de
300 kms. y su velocidad media es de 200
kms Prueba de su popularidad es que funcio-
na desde las 6.45 de la mañana hasta las
21.40 con intervalos de 15 y 20. Existe un
gran afán por mejorar la velocidad de los tre-
nes como los Maglevs, y prueba de ello es
que la primera patente de un tren rápido re-
gistrada en Estados Unidos en 1902 La levi-
tación magnética no es una novedad, como lo
demuestra que uno de estos trenes funcionó
en la ciudad alemana de Hamburgo donde se
celebraba la International Transportation
Exhibition. El recorrido era de 900 metros y
estuvo en servicio tres meses en 1979.
Cinco años después Birmingham probó for-
tuna con un tren similar que funcionó durante
los años 1984/ y unía el aeropuerto de la ciu-
dad con su estación internacional de trenes.
Las ventajas de estos trenes en su alta veloci-
dad, y su desplazamiento suave y silencioso.
En su contra las elevadas inversiones que hay
que realizar para la instalación de la guía-
carril a gran altura y sus gastos de explota-
ción por el gran consumo de energía.
Aunque parezca un juego de palabtras hay
que decir que la carrera por la velocidad no
se detiene. En Japón el “tren bala” alcanzó
en 1964 los 300 kms/h y en España el AVE
en1992 los 350.
TRENES DE 3 KMS. DE LARGO. Como
hemos explicado existe una gran innovación
en el transporte de viajeros pero la búsqueda
de soluciones más económicas y seguras
existe también en el transporte de mercanc-
ías. Cierto es que, por el momento, en Espa-
ña no hay la misma necesidad que en otros
países de gran extensión como, Australia,
Canadá, Estados Unidos y Méjico, en los
cuales se obtienen grandes cantidades de pro-
ductos como minerales de hierro, carbón, ce-
reales, potasas, madera, y otros materias pri-
mas a granel, cuyo precio unitario por es
muy inferior al de otras mercancías.
31
Este tipo de transporte tiene otra ventajas co-
mo la de evitar y eludir la congestión de las
carreteras y utilizar energía menos contami-
nante. Pero hay que insistir que su más útiles
en países extensos y productores de dichas
materias primas. En Estados Unidos existen
trenes que arrastran hasta 200 vagones o más,
con una carga de 34.000 toneladas, propulsa-
dos por nueve locomotoras. En España el
tren de mercancías más largo tiene 750 me-
tros. La informática por ejemplo se utiliza
para transmitir de forma simultánea a las
nueve locomotoras, en lugar de línea tele-
fónica, las instrucciones de frenado o de au-
mento de potencia. Para detener por comple-
to un tren con cien vagones que circule a 80
kms/hora se necesita recorrer una distancia
de dos kilómetros de vía. Afortunadamente
el número de víctimas mortales por acciden-
tes ferroviarios es inferior al de que producen
en las carreteras. No obstante durante 2011
en la Unión Europea 1.239 personas resulta-
ron muertas en los 2.300 accidentes ocurri-
dos durante ese mismo.Lo más importante es
que los resultados de las investigaciones para
mejorar la seguridad de los trenes pueden
aplicarse lo mismo a los de mercancías y a
los de pasajeros. Por ejemplo, las ruedas pa-
tinan a veces sobre los raíles cuando giran a
mayor velocidad de la que avanza el tren.
Esto tiene una doble lectura. Por un lado se
consume innecesariamente mayor energía.
Por otro, al aumentar la temperatura de las
ruedas por esa fricción se reduce la eficacia
del sistema de frenado. Entre los factores que
pueden ocasionar la pérdida de adherencia se
encuentran el desigual desgaste de las vías,
que estén húmedas, grasientas o con una capa
de hojas caídas de los árboles. Recientemente
se ha instalado un sistema informático en los
trenes que reduce automáticamente la poten-
cia hasta que las ruedas vuelvan a deslizarse
con normalmente y arroja arena a las vías y
entre las ruedas.La informática también ayu-
da al repartir la carga del convoy mediante la
disposición ordenada de los vagones. Un co-
che vacío o semi-cargado colocado delante
de una unidad con mucha carga podría causar
un descarrilamiento de producirse un fuerte
frenazo. Cuanto mayor sea la carga de un
vagón mayor será la violencia con que em-
bestirá al que le precede. Por la misma razón
las locomotoras deben colocarse de forma
separada y equilibrado a lo largo del tren. Si
toda la tracción o concentrara de forma des-
igual, los descarrilamientos serían más fre-
cuentes y peligrosos.
32
ME MARCHO... Texto: Marisa Ramírez Imágenes: Internet
I maginad por un momento que nos en-
contramos, por arte de magia, en unos
grandes almacenes.
Nuestro jefe inmediato, siguiendo las órde-
nes de un superior, que a su vez cumple con
el mandato de otra jerarquía más elevada,
que obedece la “sugerencia” de un cargo con
mayor relevancia al suyo, que por supuesto,
acata sin “rechistar” los deseos de otro, si-
tuado en un estatus superior, que a su vez, es
portavoz de alguien que dicta la orden que ha
recibido de una esfera más elevada… No sé
si vosotros,… pero yo me he perdido.
Humildemente regreso al encargado de plan-
ta. Al pobre “mindundi” que se sitúa por en-
cima de esta que escribe, que no tiene donde
caerse muerta. Bueno, la verdad, esto es co-
mo para morirse en cualquier rincón de puro
vértigo y sin razón al contemplar esta empi-
nada escalera, de la cual, soy incapaz de
intuir el fin.
Reunidos todos en el centro de la segunda
planta, me dispongo a escuchar con suma
atención, que no interés, al “pregonero” de
esta empresa a la que pertenezco, que si digo
verdad, no recuerdo haber solicitado (en mo-
mento consciente) mi ingreso en ella y mu-
cho menos realizar, la tarea que me ha sido
impuesta si consultar, por supuesto, con mi
persona.
Realizo un gran esfuerzo y logro centrar mi
atención en los sonidos que emergen de su
garganta, los que me indican las tareas a rea-
lizar durante las próximas ¿horas? ¿Días?
¿Semanas? ¿Meses? ¿Años?...Perdón, me
volví a perder.
Tengo un verdadero problema con esto de
33
centrarme. Se me va la “pinza” no sé dónde.
Máxime cuando el discurso que me llega me
importa un “rábano”.
¡Mira que me esfuerzo! Empeño pongo, lo
prometo. Pero no hay manera, no le encuen-
tro sentido.
Si lo miro del derecho…absurdo. Si lo hago
del revés…ilógico. Desde arriba…vacio.
Desde abajo…demagogo. Hacia delan-
te…”milonga”. Hacia atrás…dictatorial y
carcelario.
Si intento percibir el conjunto es peor, infini-
tamente peor.
Desde fuera no veo nada. Como si apagaran
las luces sin previo aviso, eso me desorienta
y desasosiega.
A lo lejos escucho la voz de mi supervisor.
Poco a poco vuelvo a la realidad.
Me dice que toca hacer balance. Esa palabra
me eriza como un gato al que intentan intro-
ducir en un balde de agua hirviendo. Mi pri-
mera intención es huir como el felino, pero
mis pies no se mueven.
Compruebo con horror que me han clavado
al suelo de la segunda planta. No me queda
más remedio que acatar la orden por muy
necia, ridícula y absurda que me parezca.
Llena de ansiedad, y con las herramientas
que me dejan utilizar para el gran momento,
que no son más que un triste folio y un pe-
queño lápiz en blanco y negro, que al no te-
ner goma de borrar, hace mayor mi agonía.
¡Estoy sola ante el gran recuento, ante el te-
mible balance! Comienzo.
Catorce calzoncillos de corazones rojos.
Veintisiete de corazones azules. Treinta de
rayas marineras.
Diecinueve pares de calcetines deportivos.
Sesenta de ejecutivos azules
Cincuenta pares de negros.
¡Sí! Estoy en la planta de lencería masculi-
na. Es lo que me ha tocado en esta tómbola.
Ya ni me preocupa la imbecilidad que estoy
haciendo. Ni me lo cuestiono, apunto y apun-
to febrilmente en el folio el número, color,
talla, modelo, largo de manga de las camise-
tas interiores y todo lo que me pidan.
Lo hago deprisa y eficazmente, pero no me
siento especialmente identificada con esta
tarea. Quiero terminar lo antes posible para
marcharme. El jefe me mira inquisitivamen-
te. Ni se entera de lo estúpido que resulta
verle con esa pose, prepotente de poder.
Cualquiera diría que se le gusta lo que hace.
Miro al suelo, sus pies están clavados como
los míos. Tal vez quiera marcharse, tal vez
no. El elige.
Rodeada de compañeros que cuentan y apun-
tan, cuentan y apuntan, el ambiente se enra-
rece y espesa más. Me mareo.
Creo que he perdido la conciencia, no se por
cuánto tiempo pero me duele la cabeza. Está
llena de datos que no son míos, que no quiero
tener, no me valen para nada.
34
Pienso en huir, pero la idea me aterra. Me
detendrán y seré acusada de abandono de
puesto de trabajo. Me despedirán. No tendré
ningún recurso para subsistir. Estaré excluida
de todo y de todos.
El dedo acusador me señalará. El ojo que to-
do lo ve y juzga, lo hará sin piedad, me
hallará culpable sin juicio previo. Mi voz no
será escuchada. No existe discurso que pueda
convencer ¡Condenada!
Me siento ligera. Dejo el folio, el lápiz y la
angustia.
La bata que me identifica se desliza por mi
cuerpo despacio, sin ninguna prisa, se posa
en el suelo suave y silenciosa. Estoy desnu-
da.
Floto hasta la salida. No importa lo que dejo
tras de mí. Cesa el ruido y respiro.
El aire fresco da vida. El cielo estrellado me
acoge.
Intuyo otros alientos cerca de mí. No estoy
sola.
Camino con los ojos cerrados. Sé que no me
voy a perder. Voy en paz acompañando a lo
desconocido.
La tierra bajo mis pies me indica la senda a
seguir. Nada temo.
Comienza mi verdadera libertad.
Suerte para todos.
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EL CARIÑO DE LOS HIJOS Texto: Juan Díaz Imágenes: Internet
O currió hace unos años, que al enviudar,
me encontré invadido por la soledad, la
cual dio lugar a la nostalgia de mis re-
cuerdos. Ellos me hicieron sentir la felicidad vi-
vida en mi matrimonio, y la dicha de la llegada a
él de nuestros primeros hijos. En el pueblo,
nuestra hacienda, a la que entregue mi vida ente-
ra, fue considerada en el transcurrir del tiempo, la
más importante.
Ante el fatal desenlace, mis hijos me persuadie-
ron para vender mis bienes, hacer el debido re-
parto, y trasladarme a la capital para vivir en su
compañía.
La ciudad desde un principio me resulto agobian-
te, así como la ausencia total de comunicación
con sus moradores.
Mi independencia, muy pronto se convirtió en
dependencia. Pues al haber repartido mi dinero,
me obligue a vivir temporalmente en sus casas.
Mis nueras pronto me hicieron entender con su
comportamiento, el estorbo que yo representaba.
Esta situación me condujo a un centro de mayo-
res, en busca del calor humano no encontrado en
la casa de mis hijos. Y ocurrió que, donde a pesar
de la carencia de parentesco, pude llegar a man-
tener unas buenas relaciones. Con estas nuevas
amistades, disfruto nuevamente de emociones e
ilusiones que se iban desvaneciendo. En este cir-
culo, si existe este generalizado comportamiento,
entiendo, que es debido igualmente, a similares
circunstancias.
No pongo en duda, el que en el caso de otros
hijos y nueras, el comportamiento para aquellos
padres que les entregaron todo en el transcurso de
sus vidas, sea como parecen merecer, observar
una buena conducta. Y corresponderles con la
máxima atención en cuanto a sus necesidades,
tanto físicas, como emocionales.
Hasta mí, han llegado noticias de que existen pa-
rejas que rinden culto a sus progenitores, con es-
tas humanas maneras. Para mí, no abría podido
existir mayor felicidad. Y si nos dieran a elegir
entre la física o la emocional, creo que todos op-
taríamos por la segunda. Pues en términos gene-
rales creo entender, que todos los que hemos lle-
gado “tan lejos”, ambicionamos más el calor
humano que lo material.
Mi deseo después de lo manifestado, es que mi
asunto no prolifere.
36
ALFOLÍ