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AÑO 4, NÚMERO 46
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PRESENTACIÓN: El hombre, desde tiempos remotos, ha buscado de diversas formas llevar un registro de su pasado. Pinturas rupestres, tablillas, grabados, manuscritos y tradiciones orales fueron, entre tantos otros, parte de aquellos medios que nuestros antepasados se valieron para transmitir a las nuevas generaciones el acervo cultural que los identificaba como miembros de un determinado grupo o comunidad. Por tanto, esa misma historia, ya sea aprehendida en forma de leyendas, mitos o elaboraciones científicas, ha servido desde entonces como factor indispensable para la construcción de la identidad de cada individuo. Es esta identidad, justamente, la que nos permite situarnos en el mundo que nos rodea, para desde allí comenzar a darle sentido y valor a las acciones y pensamientos sobre los cuales se va edificando nuestro destino. Pero, además, esa misma historia nos enseña que su utilización no siempre fue en provecho de todos aquellos que formaban un mismo colectivo identitario. Desde el surgimiento de las primeras aldeas de la Antigüedad, hasta los Estados basados en los cimientos del capitalismo, el conocimiento histórico nunca dejó de ser parte de un proceso de construcción de una identidad que tendía, sin dudas, a favorecer una visión e interpretación de la sociedad y los hechos de acuerdo, sobre todo, a los intereses de los sectores más beneficiados en cada una de esas épocas. Sin dudas, la historia fue a lo largo de tantos siglos una eficaz herramienta de control social, la cual al estar monopolizada en muy pocas manos consolidó un marco de significados sociales y culturales afín al proyecto de dominación de los poderosos de turno. En vista de ello, la historia pasó a ser el relato de las memorias, vivencias, hazañas, recuerdos, miserias y grandezas de los llamados "grandes personajes"; fue así que, para muchos de los que pasamos por las aulas del sistema educativo formal, las grandes obras y avances de la humanidad se debieron al genio de algunos en detrimento del esfuerzo de muchos. Nada, o casi nada, se decía de los que habían puesto su propia vida al servicio de tales progresos. Se trataba, en definitiva, de construir una matriz cultural que favorecía a los que detentaban el poder político, cultural y económico, quienes asociaban el crecimiento de sus intereses con el del propio Estado-nación. No descubrimos nada nuevo si decimos que en la actualidad reina, en buena parte de nuestras sociedades, la apatía, el desinterés, el egoísmo y la carencia de solidaridad. Pero sí podemos afirmar que estos males contemporáneos tienen una fuerte relación con la falta de una auténtica identificación con una realidad que deja al margen de toda felicidad y aspiración de plena libertad a la mayor parte de sus integrantes. Para ellos, indudablemente, la historia es algo que carece de sentido, pues no le brinda en la forma y el significado con que se la transmite un nexo de comunicación e interrelación con las aspiraciones más nobles y trascendentes de todo individuo. Creemos que es ineludible empezar a edificar desde lo más profundo de nuestro pasado una historia que ya no sea parte de un determinado sector, sino que se proyecte con sentido de pertenencia al conjunto social. Es por ello que " Huellas de la Historia " nace como un espacio pensado y destinado para la investigación y divulgación en forma masiva y accesible de todos aquellos temas y problemáticas vinculados al acervo cultural de nuestro pasado, teniendo presente que las historias de los pueblos las escriben los mismos pueblos y son ellos, en definitiva, los actores principales y decisivos de su propio acontecer. Invitamos, pues, a lectores, investigadores y apasionados del conocimiento histórico a formar parte de "Huellas de la Historia", donde podrán participar de diversas formas en este proyecto que tiende a consolidar y expandir una forma de comprender este campo del conocimiento científico como instrumento vital e indispensable para generar un sentido de identidad más íntegro y real, contribuyendo de esta forma a forjar un marco de referencia cultural auténticamente democrático e inclusivo.
1
RESIGNIFICACIÓN DE LOS FERIADOS
Desempolvando la ideología de nuestros “próceres”
María Evelina Ramírez Periodista
“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”, dice Juan
Carlos Baglietto en su ya clásica canción “Quien quiera oír, que oiga”. Y es así. Las
interpretaciones que se hacen de la historia no son caprichosas y suelen ir de la mano con
los proyectos políticos que encaran los gobiernos.
2
Durante los gobiernos militares, los “próceres” eran reivindicados a partir de sus proezas
militares. Primaba en la evocación sus cualidades como estrategas y como hombres de
armas. Durante la década neoliberal, los “símbolos patrios” sufrieron una especie de
vaciamiento de contenido. Desde esta mirada, José de San Martín era simplemente
recordado por cruzar la cordillera de Los Andes a lomo de mula y nos decían que Manuel
Belgrano lo único que hizo fue mirar el cielo para crear nuestra bandera.
Nada se comentaba de sus ideas políticas de revolución americanista, de promoción de la
libertad y la igualdad de los pueblos originarios, del fomento de la educación, de la
redistribución de la riqueza y la justicia social.
El pasado 20 de junio se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Manuel Belgrano.
Una de las tantas fechas necrófilas de nuestro calendario. Una muerte que, el día que
ocurrió, no fue noticia, no estuvo en la tapa de los diarios. Y no lo estuvo no sólo por el
olvido crónico de las cosas importantes que tenemos los argentinos. Sino porque aquel 20
de junio de 1820, la guerra civil y la crisis política acapararon la atención de los medios de
comunicación. Ese día, la noticia era que el poder Ejecutivo de Buenos Aires era ejercido
por tres gobernadores.
Como se sabe, Belgrano murió en la pobreza más extrema. Enfermo y olvidado. Sólo el
periódico “El despertador filantrópico” hizo alusión a su muerte. Bartolomé Mire, uno de
sus biógrafos más exhaustivos, señala en su libro “Historia de Belgrano y de la
Independencia Argentina” que el doctor Redhead, encargado de hacerle la autopsia, dijo
que su corazón era más grande que el común de las personas.
Un patriota que, al decir de Felipe Pigna, “fue condenado por la otra historia a no ser”.
“Belgrano no tiene día en el calendario oficial. El día de su muerte es el día de la bandera.
Y ya sabemos de la importancia que el símbolo patrio tiene entre nosotros, más allá de los
festejos deportivos y las declamaciones patrioteras de ocasión. No nos han enseñado con
ejemplos a querer nuestra bandera. Ha sido violada y usurpada por los gobiernos genocidas
que han hecho abuso de su uso. Tenemos que recuperarla para nosotros, tarea
imprescindible pero larga y, mientras tanto, Belgrano sigue sin ser reconocido como se
merece”, sostiene el historiador en su libro “Los mitos de los historia Argentina I”.
3
Se acuerde o nos con las políticas implementadas por el gobierno nacional, hay algo que no
se puede dejar de reconocer y es que vivimos en tiempos de recuperación de la política.
Recuperación del debate político.
Atravesamos un proceso donde figuras como Simón Bolívar, José de San Martín, Manuel
Belgrano, Juana Azurduy, Mariano Moreno, José Gervasio Artigas, Bernardo de
Monteagudo, entre muchos otros, son recordados (y reivindicados) desde otro lugar,
haciendo hincapié en sus ideas políticas.
Las conmemoraciones se plantean partiendo de discusiones políticas y con una riqueza
interesante. “Estamos en un coyuntura muy interesante para América Latina y para nuestro
país, que significa un quiebre con lo que se venía dando en la década del 90 hasta el 2000.
En función de ese quiebre y ese cambio de perspectiva y de paradigma, entran todas las
cuestiones de la vida social, de la vida política e incluso de las ciencias sociales”, dijo al
semanario La Jornada (Villa Carlos Paz) el profesor Fernando Vidal.
La “despolitización” de la historia de la cual somos herederos, fue adrede y afectó
principalmente a los miembros de la Primera Junta de Mayo de 1810 que promovían una
Revolución social en toda América del Sur.
El mismo 25 de mayo, cuando asumió como secretario de Guerra y Gobierno de la Primera
Junta, Mariano Moreno escribió: “La variación presente no debe limitarse a suplantar a los
funcionarios públicos e imitar su
corrupción e indolencia. Es necesario
destruir los abusos de la
administración, desplegar una
actividad que hasta ahora no se ha
conocido, promover el remedio de los
males que afligen al Estado, excitar y
dirigir el espíritu público. Educar al
pueblo, destruir o contener a los
enemigos y dar una nueva vida a las
provincias.
4
“Si el gobierno huye el trabajo; si sigue las huellas de sus predecesores, conservando la
alianza con la corrupción y el desorden, hará traición a las justas esperanzas del pueblo y
llegará a ser indigno de los altos destinos que se han encomendado en sus manos”.
Moreno era la expresión de la revolución que alzaba las banderas de la justicia social y la
igualdad como motores del cambio en América del Sur. Precisamente ese cambio social de
base declamado por Moreno es lo que aún nos está faltando. La revolución iniciada en 1810
sigue estando inconclusa.
Revisionismo con historia
El historiador Javier Garín, del Centro de Estudios Históricos Felipe Varela, define con
claridad que “la Historia es un campo de disputa en la batalla cultural”.
“Los gobiernos de matriz popular de América Latina de la última década han permitido
replantear cuestiones que habían sido ocultadas o silenciadas por la llamada ‘Historia
Oficial’, que es la historia escrita por las oligarquías y fogoneada por las usinas de
pensamiento de la derecha conservadora, autoritaria y militarista de nuestro países
sudamericanos”, expresó a la revista digital Huellas de la Historia.
Garín aclaró que el revisionismo no empezó ahora. “El primer revisionista fue Juan
Bautista Alberdi que, entre otras cosas, cuestionó la historia porteñista de Mitre e impugnó
el mito miltitarista de San Martín padre de la patria. Para la misma época Adolfo Saldías
escribió la Historia de la Confederación, reivindicando a Rosas desde una perspectiva
liberal.
“Posteriormente hubo muchos otros revisionismos. Hubo, por ejemplo, un revisionismo
oligárquico y ultraconservador de los nacionalistas de ultraderecha que eran españolistas,
que negaron que la Revolución de Mayo fuera una revolución y que exaltaban a Rosas
creyéndolo una suerte de Hitler criollo. Hubo revisionismos católicos que enaltecían el
papel de la Iglesia y atacaban el liberalismo. Hubo revisionismos de izquierda marxista que
replantearon la visión liberal de la historia desde otro ángulo.
“El revisionismo siempre existió, pero en los últimos tiempos hay un nuevo tipo de
revisionismo que llega poco a poco a la gente y que hace hincapié en una visión nacional y
popular, que reconoce el papel de los revolucionarios de mayo, que valora el americanismo
5
y el indigenismo de nuestros próceres y que ve la historia como el punto de partida de la
formación de una nueva conciencia nacional y latinoamericana”, resaltó Garín.
Ruptura de la visión unidimensional
Lo interesante del proceso de recuperación de la historia por el cual nuestro país y toda la
región de América del Sur están atravesando es la pluralidad de miradas que se plantean.
Para Vidal, esto implica una ruptura de la visión unidimensional de la historia, típico del
pensamiento neoliberal.
“Todo se pone en la picota y entra en un momento de crítica, de análisis, de argumentación
que me parece buenísimo”, expresó y agregó: “Al ponerse todo en discusión no estamos
yendo hacia un pensamiento único y hegemónico, sino todo lo contrario: se están
revalorizando cosas y cuestionando otras”.
Como decíamos al inicio de la nota, las personalidades de la historia que hoy gozan de
“mejor prensa” son las que sostuvieron ideas que en la actualidad se adecúan al proyecto
político encarado por un gobierno. Hoy en día, quienes dirigen políticamente nuestro país
robustecen símbolos que tienen que ver con la soberanía nacional, pero desde una mirada
latinoamericanista.
Las políticas económicas de desarrollo regional y establecimiento de alianzas estratégicas
con los países limítrofes necesitan un marco interpretativo, una legitimidad. En este
contexto, las ideas de “unidad sudamericana” y “Patria Grande” tienen otra raigambre. De
esta manera, figuras como la de Bernardo de Monteagudo adquieren otra visibilidad.
En su libro “El discípulo del diablo. Vida de Monteagudo. Ideólogo de la Unión
Sudamericana”, el historiador Javier Garín lo define como uno de los teóricos más
destacados del movimiento emancipador sudamericano. Sin embargo ha sido una de las
figuras más denostadas y calumniadas por la historiografía oficial.
“Durante mucho tiempo su figura fue ocultada por distintos motivos, pero
fundamentalmente, creo yo, por sus ideas americanistas. Él tuvo una concepción grandiosa
que era organizar los Estados Unidos de América del Sur”, señala el historiador.
Por supuesto no era un pensamiento exclusivo de su persona, sino que se trataba de un
cuerpo de ideas que era compartido por un grupo de intelectuales que habían decidido
6
llevar adelante este cambio radical en América del Sur, sacudirse el yugo opresor de la
corona española y proponer un nuevo orden político, económico y social.
“Qué distinta hubiera sido nuestra historia si esta gran idea de Monteagudo se hubiera
concretado ya en aquella época, en 1826 cuando se podría haber empezado a plasmar la
Confederación Sudamericana. Seguramente América del Sur habría sido una de las grandes
potencias mundiales. En vez de eso, hemos vivido sometidos con estos colonialismos y
saqueos, como lo ha sido la deuda externa, el robo de nuestros recursos y seguimos así
lamentablemente”, agregó Garín.
Al mismo tiempo consideró que la historia ha sido injusta con muchísimas grandes figuras.
Haciendo un recorte temporal en el periodo de las guerras independentistas, el historiador
remarcó que también hubo una gran injusticia con Juan José Castelli y José Gervasio
Artigas.
“Castelli fue el cerebro y el alma de la Revolución de Mayo, pero la hipocresía de Mitre ha
hecho que se oculten los logros revolucionarios de este hombre. Entre otras cosas, se
consideró poco edificante que Castelli fuera el brazo ejecutor de la Primera Junta y que en
tal carácter fusilara a Liniers, a Sanz, a Nieto y a Córdova, todos cabecillas de la
contrarrevolución. Parece que un prócer no tiene que estar manchado de sangre, pero los
que piensan así olvidan que la orden de ejecución la firmó toda la Primera Junta de
Gobierno, por lo que la sangre alcanza también a
Belgrano, a Saavedra, y a otros que gozan de
reputación de no ser sanguinarios.
“Pero entonces cabe preguntarse qué pensamos de las
ejecuciones en las que el propio San Martín y la Logia
Lautaro intervinieron y que implicaron el fusilamiento
de los hermanos Carrera, el asesinato de Manuel
Rodríguez en Chile, etc. La verdad es que en la Historia
y sobre todo en las Revoluciones hay sangre, y nada se
gana con ocultarlo, y mucho menos con personalizar
los métodos violentos en Castelli sólo porque cumplió
las órdenes de la Junta.
7
“Castelli fue difamado ampliamente en toda la Historia posterior, no sólo por estos
fusilamientos, sino también por haber defendido y emancipado a los indios en la Proclama
de Tiwanacu, lo cual le ganó el eterno odio de los explotadores y los racistas de todos los
tiempos”, expresó.
En tanto, sobre Artigas dijo que “tuvo la osadía de enfrentarse a la burguesía agroportuaria
de Buenos Aires, razón por la cual, como bien señala Alberdi, fue convertido en el Satanás
de la historia porteñista”.
Y añadió: “Una de las más crueles paradojas de la deformación histórica consiste en
convertirlo en el Padre de la Patria uruguaya cuando el gran oriental se opuso durante toda
su vida a la política cipaya y británica de crear la República Oriental del Uruguay como un
Estado independiente, que no tenía razón de ser y que fue una construcción artificial de
Inglaterra aceptada por las oligarquías locales vendepatria”.
Nuevas fechas, nuevos nombres
En este proceso de re-significación de la historia, en Argentina se han establecido nuevos
feriados. Más allá de la cuestión turística que existe en la iniciativa, resulta interesante
prestar atención a las fechas agregadas al calendario nacional.
Uno de los nuevos feriados claves es el 24 de marzo, definido como el Día por la Verdad, la
Memoria y la Justicia en recordación del inicio de la última dictadura militar. “Ha sido una
conquista de la sociedad, de los organismos de derechos humanos, de las luchas de Abuelas
y Madres, HIJOS. Es una fecha que ya no se discute. Ya no se discute lo que significó para
el país la última dictadura. Y lo que significa la memoria en función de eso que ocurrió”,
señaló Vidal.
El docente destacó la importancia de que esta revisión de la historia sea promovida desde el
Estado y reconoció que esto también genera resistencias. “Todavía hay gente dentro de la
sociedad civil, incluso dentro de las escuelas, que se resisten a aceptar una nueva visión
sobre lo que ha ocurrido en la época de la dictadura militar e incluso en el resto de la
historia de nuestro país. Son resistencias que si bien existen, son cada vez más aisladas”,
consideró.
Asimismo, el profesor recalcó que así como hay personalidades que son destacadas, otras
son quitadas del pedestal en los que la “otra historia” los erigió. Quizás el ejemplo más
8
paradigmático es el de Julio Argentino Roca, líder de la autodenominada Campaña del
Desierto. “En otro momento, Roca era indiscutido y hoy es muy cuestionado”, expresó.
En consonancia con este planteo va también la renominación del feriado del 12 de octubre,
que dejó de ser el Día de la Raza –de claro contenido racista y eurocéntrico-, para
convertirse en el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Esta nueva denominación se
inscribe en el marco del artículo 75 de la Constitución Nacional, que reconoce la
preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Si bien se trata de
planteos que se encuadran en el plano de lo simbólico, claro que sus derechos siguen siendo
vulnerados.
También hay nuevos feriados cargados de una impronta
cultural sudamericana, como la recuperación de los
carnavales. Los mismos fueron quitados del calendario
por la última dictadura militar y su rescate fue planteado
como parte de la recuperación de la identidad, la memoria
y la alegría que representan los festejos de esta histórica
fiesta popular.
Otra de las fechas agregadas al calendario nacional es la
conmemoración de la batalla de la Vuelta de Obligado,
celebrado como el Día de la Soberanía Nacional. El
historiador Pacho O’Donnel la ha definido como “la epopeya más silenciada de la historia
oficial”. Se trata de la batalla en la que las tropas de la Confederación Argentina (al mando
de Juan Manuel de Rosas) resistieron una invasión de las fuerzas navales de Francia e
Inglaterra.
“Es un hecho tan oculto porque la oligarquía porteña que escribió la historia estuvo a favor
de la invasión extranjera”, afirmó y recordó que en 1845 los grandes imperios pretendían
“fundar un nuevo país para hacer del Río Paraná un río internacional, navegable
fundamentalmente por ellos”.
Este feriado resulta interesante de analizar ya que tiene que ver con un valor que desde el
gobierno se insiste en remarcar: la soberanía. Uno de los sentidos que más se trabaja desde
el discurso oficial es el de construir un país fuerte, capaz de signar su propio destino.
9
Hoy vivimos un proceso de recuperación de la historia. La historia ha salido de los
claustros académicos y se ha metido en los hogares. Libros, películas, series televisivas dan
cuenta de esta ebullición por conocer, problematizar y discutir el pasado. Los bicentenarios
celebrados por los distintos países del cono sur también han abrevado ese proceso.
Como hemos dicho en otra oportunidad, la identidad (en todos sus sentidos y escalas) es
una categoría móvil. Se discute y re-discute permanentemente. Problematizar nuestra
historia, dotarla de nuevas dimensiones e interpretaciones es un ejercicio saludable. Porque
implica un pueblo que piensa, que se define a sí mismo desde sus planteos y visiones
actuales. Un ejercicio que debemos realizar de forma permanente, y siempre pensando
donde nuestros pies caminan.
1
PIONEROS DEL AIRE
Diego Naselli Macera
Profesor en Historia
Para la década de 1930, Joseph Kessel ya era un reconocido escritor francés y un
experto piloto de aeroplanos; su pasión por la literatura y los viajes lo llevo a recorrer
distintas partes de Europa, África y Asia para conocer a su gente, vivir su cultura y
compartir las costumbres y vivencias de las personas comunes pero entre agosto y
septiembre de 1937 el escritor llega a Argentina y su visita genera un gran interés en la
prensa local porque, según el periodista Leandro Reynés de la revista porteña Caras y
Caretas “Joseph Kessel es un hombre andariego. Sus ojos han visto los paisajes de
todas las tierras. Viajero moderno, prefiere el avión, y ama las carreras vertiginosas en
Huellas de la Historia, núm. 46, año 4
Septiembre 2013 Córdoba - Argentina
ISSN 1853-2756 www.huellasdelahistoria.com
2
automóvil sobre las rutas terrestres. Pero también viaja en ferrocarril y en
transatlánticos. Y es así como su cuerpo se ha mecido al impulso de todas las olas. Es
una mente errante que va por el mundo recogiendo impresiones. Es una inteligencia que
vive en perpetua actividad creadora. Y es una mano que traduce en libros, las
impresiones que recoge en su continuado ambular por tierras, aires y mares del orbe. Y
esa pasión ambulativa es la que nos lo ha traído”1 y para el diario cordobés La Voz del
Interior “Kessel no es el tipo de gran reportero a que nos ha estado habituando una
literatura especial de los últimos años. No tiene la superficialidad para lo humano de
Albert Londres y participa de la verticalidad de Pearl S. Buck en la captación de las
vidas sublimemente pequeñas. Kessel tiene una dimensión propia, conquistada a través
de una copiosa obra literaria producida en francés. Como lo hicieron otros
hispanoparlantes Nerval, Godol, Kessel, la casualidad le hizo escritor francés y en las
letras francesas obtuvo los mayores galardones a que puede aspirar un literato de su
lengua, con el premio Goncourt, obtenido apenas alcanzados los 30 años de edad…
Pero Joseph Kessel, es novelista, por imposición de su propia existencia llena de
aventuras del trotamundo inveterado, para quien el horizonte es una señal perpetua que
ahora el destino de una llamada permanente a escrutar sus misterios”2. Sin embargo, el
escritor y piloto francés no visitó Argentina solamente por su espíritu aventurero sino
porque quería conocer el lugar de su nacimiento, además de buscar información para su
próximo libro.
Un francés nacido en Argentina
El 10 de febrero de 1898 nacía en Villa Clara, provincia de Entre Ríos, Joseph Kessel
donde iba a permanecer durante sus primeros años hasta que su familia decide
marcharse a Rusia y luego a Francia, país por el cual lucharía como piloto durante la
Primera Guerra Mundial; información reproducida en la nota periodística de La Voz del
Interior: “Joseph Kessel, escritor francés de primeras líneas, es un espécimen muy siglo
XX, con todas las marcas del cosmopolitismo en su vida física y mental. Hijo de un
médico rural lituano, nació en Colonia Clara, una de las primeras colonias judías
fundadas por el barón Hirsch en la provincia de Entre Ríos”3, para luego agregar: “A
1 Reynés, Leandro, “Joseph Kessel”, Caras y Caretas, 18 de septiembre de 1937, número 2033, Buenos Aires, p. 46. 2 “Joseph Kessel, el andariego novelista francés, nació en tierra de Urquiza”, La Voz del Interior, jueves 26 de agosto de 1937. 3 Ídem.
3
pocos meses de nacido en la pampa entrerriana que inspiró a Gerchunoff su canto
“Gaucho judío”, Kessel con sus padres se trasladó a Francia, donde permaneció por
pocos años para trasladarse a Rusia. Pocos años de aquellas y nuevamente a Francia…
Estudios, inquietudes literarias primeras y aterrizaje en los escenarios de la preguerra. Si
figura entre hirsuta del mujik y modelada del atleta, atraía. Llegó la guerra. Se hizo
aviador al servicio de Francia, como al servicio de Francia había de continuar después
desde su carlinga literaria”4. Es por esta causa que Kessel
decide viajar a Argentina y se lo confirma al periodista de
Caras y Caretas durante su entrevista: “Me informó de
sus próximos viajes y de sus futuras actividades literarias
relacionadas con los mismos. Irá a Colonia Clara, en la
provincia de Entre Rios, a conocer su pueblo natal”5. Sin
embargo, durante sus primeros días de estadía en el país,
el escritor francés solo había logrado conocer la ciudad de
Buenos Aires a la que catalogaba como una ciudad
moderna donde se encontraban todos los adelantos
tecnológicos del siglo XX: “Buenos Aires —que es lo
único que conocía de la Argentina hasta el momento de
nuestra entrevista— le ha impresionado de una manera
inmejorable. Desde lejos, tiene la apariencia de una gran
ciudad moderna. Y ya en su seno, es una gran ciudad con
todos los adelantos de la civilización contemporánea”6.
Pero para su visita Kessel ya era un reconocido escritor
debido a su trayectoria en el mundo intelectual porque
había ejercido de director de un semanario político y escrito varias novelas con
importante contenido documental, algunas de ellas llevadas al cine:
“Codirector del semanario político “Gringoire” que contaba con muchos lectores en
nuestro país antes de dedicarse a cantar cantatas a la reacción francesa, llegó a esa
posición gracias a su crédito literario. Kessel es un “prix Goncourt”, vale decir, es un
consagrado por la fama auténtica de que goza Ferdinand Celine o George Duhamel y 4 Ídem. 5 Reynés, Leandro, “Joseph Kessel”, Caras y Caretas, 18 de septiembre de 1937, número 2033, Buenos Aires, p. 46. 6 Ídem.
Huellas de la Historia, núm. 46, año 4
Septiembre 2013 Córdoba - Argentina
ISSN 1853-2756 www.huellasdelahistoria.com
4
esa brillante pléyade de escritores franceses de la hora actual. Novelas? Kessel tiene
muchas. Todas ellas o casi todas ellas son documentales. Quienes quieren saber el
secreto impulso que le guía a viajar, lea “Wagon-lit”. En “L’Equipage”, cuenta una
aventura de guerra en la cual perdió la vida un compañero suyo de servicio. El dolor de
esa muerte, le dictó las admirables páginas de la novela, recientemente llevada al
cinematógrafo. Ha dirigido y realizado la magnífica versión de “Mayerling”, película
que todos los públicos han gustado por los perfiles de que participa, la profundidad de
su concepción y el aliento de la realización… Su haber literario es largo a pesar de que
Kessel no ha llegado aún a los 40 años. Démosle un repaso a ese haber: “Mary de
Cork”, con prólogo de Jean Cocteau; “Estepa Roja”, “El 11 de Mayo”, “En el campo de
los vencidos”, en colaboración con André Suáres; “Fortune carreé”, “Los reyes ciegos”
en colaboración con Irene Iswolsky; “L’Equipage”, “En Syrie”, “Dames de Californie”,
“Terre d’Amour”, de la cual existe una versión castellana con el nombre de “Tierra
judía”, “Wagon-lit”, “Makhno y su judía”, “Los cautivos”, “Noches de príncipes”,
“Viento de arena”, “La rosa de Saba” y “Bella de un día”.7
Además, había recibido premios por sus cuentos: “Cuando en el año 1927 la Academia
Francesa le otorgó el primer premio de novela, CARAS Y CARETAS honró sus
páginas con un cuento del ilustre compatriota que había obtenido la más alta distinción
del más alto y exigente tribunal de letras de Francia. Se titulaba "El retorno del hijo", y
apareció en el número 1505, del 6 de agosto de aquel año y fué, sin duda, la primera
producción de Kessel publicada en castellano”8; y se había convertido en un audaz
periodista: “Periodista audaz, de la audacia del periodista moderno que no repara en
ningún esfuerzo con tal de dar la nota antisonante en el diapasón del oficio, Kessel se
puso de moda. En los salones de té, su figura abigarrada de hombre decidido, le daba un
atractivo especial. Congeniaba con los grandes aventureros para sacarles sus entresijos.
Para seguirles en sus rutas, utilizaba el avión, el automóvil, el tren o la motocicleta. Lo
mismo tomaba el té con Stavisky, que cenaba con Mermoz antes de uno de sus viajes
transoceánicos, de uno de los cuales no había de regresar…”9. Si bien el interés del
7 “Joseph Kessel, el andariego novelista francés, nació en tierra de Urquiza”, La Voz del Interior, jueves 26 de agosto de 1937. 8 Reynés, Leandro, “Joseph Kessel”, Caras y Caretas, 18 de septiembre de 1937, número 2033, Buenos Aires, p. 46. 9 “Joseph Kessel, el andariego novelista francés, nació en tierra de Urquiza”, La Voz del Interior, jueves 26 de agosto de 1937.
5
escritor francés en su viaje a Argentina radicaba en la visita a su pueblo natal en la
provincia de Entre Ríos, su calidad de novelista, aviador y aventurero lo llevaron a volar
hacia Buenos Aires para investigar sobre la desaparición en el Atlántico del piloto
francés Jean Mermoz.
La novela sobre Mermoz
El piloto francés Jean Mermoz, que trabajaba para la empresa aérea «Aéropostale»,
desaparece junto a su hidroavión «Croix du Sud» y su tripulación el 7 de diciembre de
1936 en el Atlántico mientras unía la ruta aérea entre Natal (Brasil) y Dakar (Senegal).
Interesado por la desaparición de su amigo, Joseph Kessel también viaja a Argentina
para buscar información sobre la estancia de Mermoz en Sudamérica y escribir una
novela dedicada al piloto según lo comunica tanto La Voz del Interior: “Atraído por la
desaparición trágica de Mermoz, Kessel pretende rechazar la existencia de aquel gran
aventurero de los aires. Para eso ha venido a la Argentina. Para reconstruir la ruta con
sus ojos documentarse auténticamente, ver la pampa como es, los Andes como son, el
Océano que Mermoz cruzaba, con sus colores y sus olas, tal como fueron en la retina y
en la imaginación del aviador. Tal como es todo ese conjunto, en el misterioso secreto
que se llevó consigo el volador
francés de la ruta aérea hacía estas
Américas, sobre las cuales más de
una vez charlarían en los
descansos bulliciosos del París
nocturno…”10, como Caras y
Caretas: “Pero aquí ha venido
también por otras razones. Quiere
conocer su patria de origen, de la
que fué alejado al año de nacer y
quiere documentarse sobre
algunos aspectos de la vida del
aviador Mermoz en sus viajes
10 Ídem.
6
aéreos a este país, para escribir un libro sobre su gran amigo desaparecido”11. Pero
también visitaría la región de Magallanes y Chile con la misma intensión de recopilar
toda la información posible de su amigo francés.
Sin embargo, los acontecimientos europeos obligan a Kessel a regresar a Francia para
trabajar como periodista ya que era un preciso observador de la actualidad como lo
demuestra ante la entrevista de Leandro Reynés, quien lo interroga sobre la situación del
viejo continente: “Después conversamos algo de política. Le solicité su opinión acerca
de la actual situación europea. Y Kessel me contestó rápidamente: —Si los pueblos de
Europa no llegan pronto a un entendimiento, es seguro que sobrevendrá una nueva
guerra. Y si la guerra de España —añadió— no termina en breve plazo, ella puede ser el
motivo de la inminente conflagración. —¿Qué carácter considera usted que tendrá esa,
al parecer, inevitable guerra? ¿Será una guerra de ideologías o será una guerra de
intereses? —A mi modo de ver, comprenderá esos dos términos, pues tanto las
ideologías como los intereses están en pugna actualmente entre las principales potencias
de Europa”12.
Para 1938, Joseph Kessel junto al fotógrafo Jean Moral cruzaban la frontera francesa y
se establecían en Barcelona para informar a la opinión pública francesa sobre los
acontecimientos españoles a través de sus reportajes para el periódico Paris Soir y la
revista Match. Ocupado en la Guerra Civil española, el escritor francés publicaría la
11 Reynés, Leandro, “Joseph Kessel”, Caras y Caretas, 18 de septiembre de 1937, número 2033, Buenos Aires, p. 46. 12 Ídem.
7
biografía de Mermoz recién en 1939 con el simple título de «Mermoz» e
inmediatamente se uniría a la resistencia francesa contra la invasión alemana a Francia
participando activamente en la Segunda Guerra Mundial.
Joseph Kessel y André Bernheim – Escuadrón Sussex 1944
Está permitida y alentada por los integrantes de Huellas de la Historia la reproducción de los contenidos de esta página a través de medios electrónicos, fotográficos o de fotocopias, con la única salvedad de que se cite la fuente.
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HISTORIAS DEL CENTENARIO
85 años de Villa Independencia, 85 años de Villa Independencia, 85 años de Villa Independencia, 85 años de Villa Independencia,
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propiapropiapropiapropia
((((PPPPrimera parte)rimera parte)rimera parte)rimera parte)
Grupo Huellas de la Historia
En el marco del Centenario de Villa Carlos Paz, se vienen llevando a cabo desde distintos
ámbitos públicos y privados una serie de iniciativas tendientes a rescatar y poner en valor
importantes hechos, personajes y procesos de nuestra historia. Charlas-debate, muestras,
spots televisivos, presentaciones de libros y diversas expresiones artísticas, entre otras, son
las manifestaciones más visibles de esta auténtica necesidad de una comunidad en constante
transformación de reconocerse, a través de un mejor conocimiento de su pasado, en un
marco identitario que ligue y refuerce con mayor profundidad los lazos sociales de sus
integrantes.
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En este contexto, desde el año 2011 el Centro Vecinal de Villa Independencia y los
integrantes del Grupo Huellas de la Historia hemos venido trabajando en pos de reconstruir
la historia de este tradicional barrio del sur de la ciudad. Gracias a este proyecto ha sido
posible conocer, entre otros aspectos, el origen del mismo, el que se remonta al plano de
urbanización concretado en agosto de 1928, en el cual se planificaba la futura comunidad
turística proyectada por el comerciante cordobés Juan Irós y que ya llevaba por entonces el
nombre de Villa Independencia.
A 85 años de aquel hecho que marcó, indudablemente, el inicio formal del proceso de
urbanización de la villa sureña, ofrecemos a continuación -como adelanto de la
presentación que en pocas semanas más se hará del libro que condensa las realizaciones
finales de este proyecto- un breve resumen de su historia dividido en dos partes. En la
primera de ellas –que exponemos a continuación-, haremos referencia a su inicio y
consolidación como localidad autónoma. Finalmente, abordaremos en la última parte del
informe su integración al espacio territorial y político de Villa Carlos Paz acaecido a
mediados de la centuria pasada.
Sus orígenes
El territorio sobre el que se asentó Villa Independencia formó parte, desde 1896, del campo
Las Rosas, el cual, desde ese año, había pasado a manos del Sr. Cruz Palacios por donación
efectuada por las hermanas Francisca y Tránsito Tissera en agradecimiento y compensación
por las labores efectuadas en su propiedad. De inmediato Palacios se radicó con sus hijos en
el lugar, construyendo las primeras edificaciones para uso familiar y productivo. Para ello,
contrató a un grupo de trabajadores que se radicaron en la zona, dando inicio de esta forma
al proceso de ocupación definitiva de las tierras cuyos límites occidentales y orientales
estaban dados por el río San Roque (actual San Antonio) y el cordón montañoso de las
Sierras Chicas, respectivamente.
Tras la muerte de Palacios, se inició el trámite sucesorio a favor de sus hijos (1914), el cual
dio como resultado final la subdivisión del campo Las Rosas. De acuerdo al relato que
pudimos obtener del recordado Gerónimo “Mito” Llanos, uno de ellos, llamado Luis,
vendió su parte a mediados de la década de 1920 al empresario y dirigente radical Juan
Irós. Éste, decidido a realizar un buen negocio con estas tierras hasta entonces destinadas a
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su uso rural, planificó su comercialización en base a su futura utilización turística. Por
aquellos años, y gracias al propio proceso de modernización que se había desencadenado en
las principales urbes del país, el turismo había dejado de ser sólo una actividad reservada a
los sectores elitistas. Hacia las primeras décadas del siglo XX, el crecimiento cuantitativo y
cualitativo de los sectores medios les permitía a varios de sus integrantes disponer de los
recursos monetarios suficientes para acceder a este fenómeno social típico de la
modernidad capitalista. Debido a esta ampliación del campo turístico, se fue incrementando
progresivamente el interés de inversionistas inmobiliarios en aquellas regiones que tenían
un elevado potencial para atraer la demanda de este tipo de sector. Entre ellas, las serranías
cordobesas -ya famosas por la calidad de su aire en el tratamiento de enfermedades
pulmonares- se colocaron entre los destinos de inversión preferidos por un destacado grupo
de comerciantes urbanos. Éstos aprovechaban para adquirir importantes fracciones de
campos y estancias en decadencia para, posteriormente, proceder a realizar un significativo
negocio mediante la fragmentación y posterior venta como lotes con fines residenciales de
esas tierras. Muchos de ellos, como era costumbre, planificaban la creación de una moderna
comunidad turística, que combinaba las comodidades de servicios de una estructura urbana
en medio de un hábitat natural de gran belleza paisajística. Estas nuevas poblaciones
insertas en el mundo rural o campestre solían ser denominadas como “villas”, aludiendo así
en cierto aspecto a las características de las antiguas villas romanas.
En el caso de las tierras que había adquirido Irós a Palacios, éste decidió seguir el plan de
negocios típico para este tipo de emprendimientos económicos. Para ello contrató al
ingeniero Allende, quien luego de realizar los estudios previos confeccionó el plano
correspondiente, el que estuvo terminado en agosto de 1928. En el mismo, se asentaba el
proyecto de creación de una nueva comunidad serrana –a la que ya se denominaba como
“Villa Independencia”-, cuya actividad económica y social giraría en torno a la cada vez
más pujante “industria sin chimeneas”. Esto, sin dudas, había sido posible de proyectar por
la reciente inauguración del camino que unía la ciudad de Córdoba con las localidades del
valle de Traslasierra –uno de cuyos tramos atravesaba el campo donde se iba a erigir la villa
turística de Irós-, el cual, junto con la difusión del automóvil, habían facilitado
enormemente la comunicación con el oeste provincial.
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La villa turística del sur
Una vez aprobado el proyecto de urbanización de Villa Independencia, se procedió a
efectuar el primer remate de tierras, el cual fue fijado para el día 3 de febrero de 1929. Para
entonces, Irós ya había construido la famosa residencia que se encuentra lindante a la ruta
sobre el margen derecho (en dirección hacia Traslasierra), pues el aviso publicitario que
figuraba en el diario Los Principios aclaraba que en caso de lluvia el remate se haría en la
propiedad del Sr. Francisco Olmedo –a quien se la había transferido recientemente-.
Junto con la concreción de las primeras ventas de terrenos, se fueron edificando una serie
de viviendas de estilo inglés con techos de zinc para
facilitar la radicación, temporaria y permanente, de los
primeros pobladores de la comunidad. Otros, en
cambio, con el paso de los años fueron construyendo
sus propias moradas de verano, conformándose así el
primer grupo de propietarios de Villa Independencia.
Entre esas primeras familias, se destacaron, entre otros,
los apellidos de Caprile, De La Torre, Lupi, Maturana y
Sayago. Éste último hacía referencia al reconocido
tisiólogo Gumersindo Sayago, quien por entonces era
ya todo un referente de este campo de la medicina en el
continente.
Una parte destacada de este grupo de residentes –la mayoría de los cuales provenían de las
más importantes urbes del país, como Buenos Aires y Córdoba- era el hecho de que
moraban en el lugar de forma transitoria, especialmente en la época estival. En el caso de
los visitantes cordobeses, éstos solían arribar en otros períodos de descanso a lo largo del
año, gracias a la menor distancia que separaba a la localidad serrana con la capital
provincial. En tanto, otros grupos familiares se establecieron de forma permanente,
abocados sobre todo a la actividad comercial que requería la consolidación de un núcleo
poblacional en un sitio bastante apartado de las ciudades y pueblos más trascendentes de la
región.
Una de estas residencias fue ocupada por el Sr. Clemente Luengo, originario de Morrison y
pariente de Irós, quien luego de decidir afincarse en el lugar inauguró un almacén de ramos
Gumersindo Sayago
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generales, el cual, además de proveer de los artículos de consumo diario, funcionaba como
acopio de uno de los productos típicos de las actividades extractivas tradicionales de la
zona: la mica. Además de Luengo, también comenzó a funcionar otra despensa comercial,
la que estaba a cargo del Sr. Ramón De Simone. Con el paso de los años, ambos
comerciantes también se dedicaron a vender lotes no sólo del lugar, sino también de otros
emprendimientos similares que surgían en los alrededores, como Villa El Canal y Villa
Mayu Sumaj.
En cuanto a Luengo, ofrecía también una serie de servicios para quienes transitaban el largo
trayecto entre Córdoba y el oeste provincial, como un hospedaje y un surtidor de
combustible situado al frente de la fachada de su negocio. Viendo las posibilidades que
ofrecía la creciente actividad turística, emprendió además la construcción del primer hotel
de Villa Independencia, ampliando de esta forma la oferta hotelera y gastronómica de la
naciente villa serrana.
La consolidación de una moderna urbe serrana
El crecimiento edilicio de Villa Independencia, así como las tareas que demandaban los
grupos familiares que habitaban temporalmente en la localidad, requirió de inmediato la
contratación de un importante número de trabajadores, buena parte de los cuales provenía
de regiones escasamente favorecidas por el modelo productivo y comercial imperante. Ya
fuese para ser empleados como caseros u obreros de la construcción, estos trabajadores y
sus grupos familiares –entre, cuyos apellidos, encontramos a los Samaya, Ponce, González,
etc.- constituyeron la clase trabajadora local, cuyas faenas eran retribuidas en su mayor
parte mediante el pago de un salario. Algunos de ellos, como don Salgado, vivían de la
mica que extraían de las canteras cercanas - algunas de éstas se hallaban muy próximas al
actual balneario de Playas de Oro- y que le vendían a Luengo. De esta manera, en esta parte
del sur del valle de Punilla se fue consolidando, en consonancia con el proceso de
modernización del orden social y económico que se vivía a nivel nacional y provincial
desde fines del siglo XIX, una estructura social capitalista de base urbana, cuya
características principales era una clara distinción de clases y la preeminencia de los
intercambios monetarios de bienes y servicios.
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Empero, la evolución de esta moderna urbe serrana no sólo dependía de la afirmación de su
estructura socioeconómica. Desde un comienzo, el buen suceso de su crecimiento
poblacional estaba ligado a la provisión de los servicios públicos esenciales para asegurar a
los habitantes de la villa las condiciones mínimas de habitabilidad. Por entonces, los
servicios más indispensables eran la electricidad, el agua corriente, el transporte, el correo y
la educación formal inicial. Salvo este último –que fue provisto, con gran colaboración de
los vecinos, por parte del Estado provincial a partir de febrero de 1935, cuando se creó y
comenzó a funcionar la escuela primaria Domingo Faustino Sarmiento (posteriormente
denominada Bernabé Fernández)-, el resto de los mismos fue ofrecido por emprendimientos
privados, ya sea a través de habitantes de la comunidad (como el agua corriente y el correo,
a cargo de Clemente Luengo), o bien por intermedio de vecinos de otras localidades
cercanas (como fue el caso de la energía eléctrica,
provista en un primer momento por la usina de
Carlos Paz, siendo reemplazada posteriormente
por el mejor servicio brindado por la usina del Dr.
Enrique Zárate en Villa del Lago). En cuanto a los
servicios que no se ofrecían en Villa
Independencia, sus habitantes debían viajar a las
localidades más cercanas para obtener las
prestaciones que brindaban los mismos. Por
ejemplo, en el tema de la salud, los vecinos que
presentaban afecciones físicas debían ser
atendidos en las localidades donde había presencia
hospitalaria permanente, siendo habitual que
fuesen llevados y tratados en Córdoba.
Por otra parte, y gracias a la iniciativa de los propios lugareños, también se llevaron
adelante otras importantes actividades de índole social, como la creación de un club de
fútbol para competir con sus pares de las villas cercanas (el actual Club Independiente de
Playas de Oro), tertulias y cabalgatas por los senderos serranos. Todas estas realizaciones
sirvieron para cohesionar una sociedad creada a partir de la suma de acciones y
7
emprendimientos individuales, forjando así numerosas amistades y vínculos personales que
se proyectaron en muchos casos a través de distintas generaciones.
En resumen, hacia principios de la década de 1940 Villa Independencia se había afirmado
gracias al trabajo y dedicación de sus pobladores en una de las localidades turísticas más
destacadas del sur de Punilla, contribuyendo de este modo a reforzar el proceso de
urbanización y modernización social del actual territorio meridional carlospacense. Sin
embargo, nuevos hechos a nivel nacional y provincial estaban próximos a desencadenarse,
trayendo consigo una serie de cambios destinados a incidir profunda y permanentemente en
el futuro de la comuna creada por Juan Irós.
Continuará…
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Huellas de la Historia, núm. 15, año 2
Diciembre 2010 ISSN 1853-2756
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La primera institución educativa de Villa Carlos Paz
ORÍGENES Y CONSOLIDACIÓN INSTITUCIONAL
DE LA ESCUELA CARLOS N. PAZ
1911-1953
Prof. Mónica Binimelis
Prof. José Antonio Casas
Introducción
La escuela “Carlos N. Paz” no es sólo hoy una de las tantas instituciones escolares de
nivel primario que funcionan en la ciudad homónima. Siendo la primera escuela de este
tipo que comenzó con la labor educativa, se ha convertido en la actualidad en todo un
símbolo del progreso de Villa Carlos Paz, a la que ha contribuido a través de su rica y
extensa historia. Por ello, hemos decidido reconstruir una parte muy importante de su
historia, a fin de responder a las preguntas que nos hicimos antes de emprender este
trabajo: ¿cuáles fueron las ideas fundacionales que motivaron su creación, qué factores
incidieron en su crecimiento y transformación y cómo contribuyó la escuela en el
crecimiento cultural y cívico de sus habitantes?
El objeto central de este trabajo se va a basar, por tanto, en el estudio de la evolución
histórica de la escuela de nivel primario “Carlos N. Paz”, situada en la ciudad de Villa
Carlos Paz, ubicada en la zona céntrica de la misma, sobre la calle San Martín s/nº,
desde su fundación oficial ocurrida en el año 1911 hasta el final de la gestión del Sr.
Rodolfo A. Mirgone, hecho acontecido el 31 de mayo de 1953. Este trabajo de
investigación tendrá como uno de sus objetivos principales analizar cómo se desarrolló
la trayectoria institucional de este establecimiento educativo bajo el contexto histórico y
sociocultural de la época analizada. Asimismo, se buscará constatar el rico legado que
esta institución escolar ha dejado como huella imborrable en aquellos que transitaron
sus aulas, pasillos y patios.
A lo largo de este informe, veremos cómo el establecimiento escolar surgido en el
reducido poblado rural por entonces denominado “San Roque” fue creciendo y
ampliándose en sus alcances y funciones educativas, atendiendo a los cambios y
transformaciones que se producían en esta sociedad serrana. Aquella pequeña escuela,
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nacida a partir de la inquietud del matrimonio Paz de educar a sus hijos, creció y se
consolidó posteriormente como un establecimiento educativo de alcance público
destinado a la enseñanza primaria oficial, en consonancia con el progresivo proceso de
crecimiento poblacional que transformó el pueblo “San Roque” en la moderna y pujante
ciudad de Villa Carlos Paz.
Con respecto a la metodología utilizada, hemos recurrido a la búsqueda de información
a través de distintas fuentes de conocimiento: bibliografía escrita, archivos de la
institución, imágenes fotográficas y entrevistas.
Nacimiento y primeros pasos: 1911-1937
En la actualidad, la escuela “Carlos N. Paz” cumple una destacada y reconocida labor
educativa y social en la ciudad de Villa Carlos Paz. Dedicada a la enseñanza de nivel
primario, esta institución escolar de gestión pública categorizada de primera, alberga
hoy día a 1.038 alumnos, distribuidos en dos turnos –mañana y tarde. Sede de
inspección zona 5.120 Punilla Sur, su equipo directivo está compuesto por las señoras
Gabriela Arellano (directora interina), Mónica Bramajo, Claudia Sicot y Mirna
Ruggerone (vicedirectoras). El edificio cuenta con 18 cómodas aulas, 6 patios, sala de
computación, biblioteca y laboratorio; se encuentra proyectado, además, un salón de
usos múltiples y un gabinete. Por otra parte, cabe destacar que el 7 de julio de 2.000 fue
declarada “Patrimonio Histórico Cultural” de la ciudad de Villa Carlos Paz por
Ordenanza Nº 3.681 del Honorable Concejo Deliberante1.
Pero lo que hoy es un prestigioso centro educativo que contiene a un importante
porcentaje de familias de la localidad, dista bastante de aquel origen sencillo y humilde
que tuvo como institución escolar oficial allá por el año de 1911. En aquel momento
Don Carlos Nicandro Paz, propietario de la estancia “Santa Leocadia” –donde se situaba
el local originario donde comenzó a funcionar la escuela Fiscal San Roque-, decide
ampliar el alcance de la enseñanza educativa elemental que se daba con carácter privado
en su propiedad. Hasta ese momento, y desde 1908, la educación de sus hijos mayores,
a la que se sumó con el transcurrir de los años la de los hijos de algunos lugareños,
estuvo a cargo de una maestra particular de apellido Nielsen. De origen extranjero, la
maestra Nielsen se encargaba de enseñar nociones básicas de matemática y literatura en
1 Datos aportados por la Sra. Mónica Bramajo, Vicedirectora de la Escuela “Carlos N. Paz”, año 2005.
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la casa que él había habilitado frente al lugar donde, posteriormente, se levantó la actual
escuela2.
Ahora bien, y en vista de que se iba incrementando gradualmente el número de niños
que asistían a aprender leer y escribir, Carlos N. Paz, satisfecho por el resultado de su
iniciativa, decide que dicho emprendimiento educativo privado pasara a ser una escuela
pública. Con este objetivo, realiza gestiones ante el gobierno provincial donde consigue
el reconocimiento oficial para tal fin, hecho ocurrido el 10 de junio de 1911. En ese
momento, la escuela contaba con 39 alumnos, siendo Doña Margarita Avanzatto de Paz
(esposa de Carlos N. Paz) presidenta de la Asociación Cooperadora hasta el año 1931.
Una vez oficializada la escuela Fiscal San Roque, el Sr. Paz decide donar una hectárea
de terreno para que se construyera un nuevo edificio escolar, de acuerdo a las normas
establecidas por la Ley de Educación de la Provincia de Córdoba para escuelas de
tercera categoría:
El proyecto, confeccionado por la Dirección de Arquitectura de la Provincia, se hace realidad en
1912. Este primer edificio, emplazado donde hoy se localiza la escuela, consta en sus inicios de
un aula, grupo sanitario y una galería situada frente a un gran patio donde se ubica el molino. 3
El honor de ser la primera directora y maestra de la escuela le correspondió a la Srita.
Waldina Pelerín, según consta en el acta Nº 1 labrada por el Sr. A. Carranza de fecha 10
de junio de 1911. Poco tiempo después, la Srita. Pelerín se retira, sucediéndole en el
cargo la Sra. Ana Juárez de Segura. La nueva maestra recibió la escuela con 50
alumnos, dirigiéndola por espacio de 7 años, hasta 1919. En tan prolongado lapso la
Señora de Segura desarrolló una labor admirable. Aumentó el número de concurrentes a
las clases. Les inculcó, además, a los padres la idea del valor e importancia de la
educación de sus niños, en visitas domiciliarias. En las fiestas patrias entusiasmaba a los
mayores para que le prestaran la colaboración pedida en bien de la escuela. Luego de la
Señora de Segura pasaron otras educadoras, las que también realizaron una obra muy
meritoria: la señorita María Felisa Ferreira, desde 1919 hasta 1921; luego la señorita
María Angélica Ortiz hasta 1922, quien fue reemplazada por la señorita Benjamina Ríos
2 BIASIZZO, Antonio. Efemérides ilustradas de la ciudad de Villa Carlos Paz. Libro de Oro. Tomo I, s/d., p. 25. 3 JARA, María Rosa; ROSSI, Liliana. De la estancia a la villa, Fojas Cero Editora, Córdoba, 2002, p. 46.
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Ávila. Puede cerrarse este recordatorio mencionando que desde finales de 1922 hasta
1937 se desempeñó como directora la señora Isidora Castro Sarmiento de Vergara.
El surgimiento de una escuela de rango oficial y público en el año 1911 constituyó un
claro antecedente de la intención del Sr. Carlos N. Paz de sentar las bases sociales
indispensables para la fundación, a partir de los extensos terrenos de su estancia, de un
poblado rural, el que por entonces tomó el nombre de “Pueblo San Roque”. Dicho
acontecimiento, efectuado en el año 1913 tras la confección del plano fundacional,
reconocía la necesidad de sentar los criterios básicos a fin de planificar un crecimiento
ordenado de una población que iba aumentando gradualmente. La llegada de un turismo
selectivo, que fomentó la construcción de viviendas veraniegas, así como el surgimiento
de pequeños comercios proveedores de artículos varios para atender las necesidades de
los visitantes, incrementó el número de pobladores, ya que se crearon nuevas
oportunidades de trabajo que no estaban únicamente relacionadas con la actividad
agropecuaria. En este contexto histórico, surge la necesidad de una institución del
pueblo que eduque a sus niños.
Plano del Pueblo Carlos Paz. Año 1913.
Sitio de emplazamiento definitivo de la escuela.
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Pese a la nueva organización poblacional, se observa que la matrícula escolar no
aumenta notablemente –como sí lo hará en el futuro- debido a que el pueblo San Roque
todavía seguía dependiendo básicamente de un modelo productivo de tipo primario,
cuyo grado de desarrollo no exigía un crecimiento vigoroso del número de habitantes:
AÑO CANTIDAD DE ALUMNOS 1911 39 1912 50 1937 60
Fuentes: Los datos correspondientes al año 1911 fueron extraídos de: JARA, María Jara – ROSSI, Liliana, De la
estancia a la villa. Contextualizando la historia de Carlos Paz, Fojas Cero Editora, Córdoba, 2002, p. 46. La
información de los años posteriores fue extraída del: BIASIZZO, Antonio, Efemérides ilustradas de la Ciudad de
Villa Carlos Paz. Libro de Oro, Tomo I, s/d, p. 16.
Del cuadro se entiende que durante 26 años, ante el reducido incremento de su
matrícula, la escuela haya permanecido como de tercera categoría.
La época del gran desarrollo: 1937-1953
De acuerdo con lo visto anteriormente, la primera época de desarrollo de la escuela por
entonces denominada “San Roque” se enmarcó bajo el parámetro de una institución
escolar adaptada al contexto rural del pueblo. Sin embargo, la típica fisonomía
agropecuaria de la localidad va a comenzar a cambiar de manera inexorable a partir de
los primeros años de la década de 1930-1940, como consecuencia de una serie de
acontecimientos que se dieron a escala internacional y nacional, y que tuvieron una
honda repercusión en el desarrollo tanto de la ciudad como de la institución escolar.
Estos cambios comenzaron a darse a partir de la gran crisis internacional desatada en
1929 como consecuencia de la caída de la bolsa neoyorquina de Wall Street. La brusca
caída en la demanda de productos primarios que exportaba la Argentina hacia los países
industrializados, dio comienzo a una serie de transformaciones políticas y económicas
que modificaron los cimientos del viejo modelo primario exportador. A partir de
entonces, comenzó en el país un incipiente proceso de industrialización por sustitución
de importaciones, el que comenzó a favorecer tanto el desarrollo urbano de las grandes
urbes así como también la expansión del mercado interno. Ya desde mediados de los
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´40, una vez establecido el Estado de Bienestar en nuestro país, dicho proceso de
industrialización y urbanización avanzó de manera inexorable.
De esta forma, la consolidación de un modelo más equitativo de redistribución de la
riqueza, expresada en reformas laborales que beneficiaban sobretodo a los sectores
obreros (aumento de salarios, vacaciones pagas, obras sociales, etc.) ofreció a esta
localidad serrana del Valle de Punilla la oportunidad de cambiar su centro de gravedad
económica, ya que el advenimiento del turismo masivo a las serranías cordobesas le
permitía dejar atrás una actividad agropecuaria de no muy avanzado desarrollo para
afirmarse cada vez más como una villa turística.
A tal fin, se fue creando una infraestructura física destinada a satisfacer las necesidades
crecientes de la masa turística proveniente, sobre todo, de las grandes ciudades del país
(Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, entre otras). Fue así que se incrementó
notablemente el número de instalaciones hoteleras y gastronómicas, además de
expandirse la oferta de viviendas para uso tanto permanente como temporario, gracias a
los loteos de barrios con servicios públicos incluidos que ofrecían los principales
loteadores de la época (por ejemplo, los hermanos Muñoz).
La magnitud del crecimiento urbano, y por ende demográfico, que comenzó a vivir la
villa serrana de forma sostenida a partir de los años ´40, hizo que se buscara mejorar en
cantidad y calidad la oferta educativa de la localidad, adaptándola a los requerimientos
de una sociedad cada vez más pujante y moderna.
Por entonces, ya se había creado unos años antes otra institución de nivel primario, la
escuela San Martín, en el año 1937, situada en lo que hoy se conoce como Villa Suiza
Argentina. En ese mismo año, asume oficialmente la dirección de la escuela Carlos N.
Paz el Dr. Pedro Alberto Carande, quien dos años más tarde (1939) consiguió que el
establecimiento fuera elevado a segunda categoría. Colaboraban con él las señoritas Ana
María Cabrera, Berta Jaimovich, María Margarita Llorens y la Sra. Matilde de
Capellino. Ya en el año 1942, la escuela Carlos N. Paz, ante el incremento notable de la
matrícula escolar, pasa a ser de primera categoría, al empezar a funcionar el 6º grado.
Estos cambios que comenzaban a darse en las instituciones escolares estaban en directa
relación con la expansión urbana que por entonces estaba viviendo la villa; tal como se
demuestra en los siguientes cuadros, en sólo dos años –entre 1937 y 1939- la matrícula
escolar creció un 73,3 %:
AÑO CANTIDAD DE ALUMNOS
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1937 60 1939 104 1950 180 1953 360
Fuentes: Con respecto al año 1939, los datos se obtuvieron de: Revista de la Escuela Carlos N. Paz en su 90ª
aniversario, Villa Carlos Paz, Octubre del 2001, Pág. 2. La información obtenida del año 1950 y 1953 se extrajo de la
entrevista al Sr. Rodolfo Mirgone (ver anexo).
Evolución de la matrícula escolar:
0
50
100
150
200
250
300
350
400
1911 1912 1937 1939 1950 1953
Entre el año 1942 y 1950 se suceden en la dirección de la escuela la Srita. María Elena
Bedrimián, Sra. Pedrona de Cabrera y Sra. Petronila de Machado.
Imagen de la escuela con sus alumnos y docentes. Año 1942. Se puede observar en la misma el
importante incremento de la matrícula de esos años. Gentileza de la institución.
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El salto adelante: la gestión Mirgone
El 19 de mayo de 1950 se hace cargo de las funciones directivas el Sr. Rodolfo A.
Mirgone, quien estuvo al frente de la misma hasta el 30 de mayo de 1953. La llegada
del Sr. Mirgone respondía, ante todo, a solucionar un problema de gestión entre las
autoridades de la escuela y la cooperadora de la misma:
“¿Y la relación escuela - familia?
¡Ah!, muy buena. Yo llegué a Carlos Paz por eso, porque se había roto la relación escuela
familia, a mi me trajeron a Carlos Paz expresamente para ello.
A usted, ¿cuándo lo trasladan?
Me pidieron, vino la policía a casa y me dice que el Diputado me quería ver, era el tiempo malo
del peronismo.
¿Y ese fue el mandato que usted recibió, mejorar la relación escuela familia?
Entonces fui ahí y el diputado me pidió, usted está destinado para una escuela de Capilla del
Monte, yo le pediría que dejara eso y solucione el problema de Carlos Paz. ¿Cuál es el
problema? Es un problema entre la cooperadora y la directora, y así.
¿Quién estaba en la Cooperadora en ese momento?
Doña Anita Carena. Había que conocerla a Doña Anita. Se iban a agarrar de los cabellos con
la directora.” 4
Durante el lapso de su gestión, la escuela alcanzó un progreso notable en cuanto a sus
dimensiones y sus funciones:
• Entre las actividades que se comenzaron a realizar figuran la huerta, la revista
escolar “librito de piedra”, el conjunto folklórico, teatro de títeres y el coro de la
escuela.
• Se amplían y embellecen las instalaciones con nuevos grados –cuatro aulas-,
cocina, un amplio despacho para el director, un salón, un cuerpo de baños con sus
respectivos sanitarios y se cubrió de losetas el patio interno.
• Fue creado el Jardín de Infantes “Manuel Belgrano”5, designándose directora a la
Srita. Mabel Moral. Comenzó sus actividades en una de las aulas de la escuela.
• Comienza a funcionar otro turno en la escuela.
4 Entrevista al Sr. Rodolfo Mirgone, año 2005. 5 El jardín fue construido con aportes provenientes del Club de Leones, entre otros.
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Merece mencionarse, además, el aporte de otras personas que contribuyeron al
engrandecimiento de la institución. Entre ellas, se destaca la maestra de grado Sra. Irma
de Tosco Bonnet, quien gracias a su iniciativa se crea la Cruz Roja escolar, organización
ésta que prestaba valiosos servicios humanitarios a los educandos, a la vez que le
enseñaba a éstos conocimientos prácticos de primeros auxilios.
El conjunto folklórico, por su parte, estaba integrado por los alumnos, teniendo como
objetivo principal de sus actividades mantener siempre vivas las danzas y canciones
tradicionales.
La revista escolar llegaba a todos los hogares, mediante la cual se hacían conocer las
necesidades de la escuela, el adelanto experimentado por los alumnos, la labor
desarrollada por los maestros, demostrando con ello el espíritu de colaboración de la
escuela.
Todo esto, en definitiva, nos muestra el gran crecimiento que tuvo la escuela bajo la
administración del Sr. Mirgone, quien lo describe muy bien con sus propias palabras:
“¿Con cuántos alumnos recibió la escuela, y con cuántos la entrega?
La recibí con 7 divisiones.
¿Se acuerda de la cantidad de alumnos?
En ese tiempo había 30, 32 alumnos por aula, más de eso no había.
¿Y la entrega...?
La entregué con 14 divisiones, el doble de cursos, con 14 maestros, 1 vicedirectora y maestras
de ramos especiales, que antes no había ninguna, le cambié la cara a la escuela.
[...]
Uno cuando lee los escritos de la escuela Carlos Paz se ve su gestión como la más importante de
este período...
Yo la dupliqué y después conseguí que se edificaran las aulas, tenía una muy buena
cooperadora.”6
El legado
A través de generaciones y generaciones de alumnos que pasaron por sus aulas, la
escuela “Carlos N. Paz” fue dejando en todos ellos un recuerdo imborrable y muy
valioso de los momentos allí vividos. Como protagonistas pasados y presentes de la
realidad carlospacense, en los relatos recavados de sus ex alumnos y docentes éstos no
6 Entrevista al Sr. Rodolfo Mirgone, año 2005.
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dejan de valorar y apreciar todo aquello que la escuela les transmitió a fin de ayudarlos
a formarse como personas de bien.
Entre los recuerdos, muchos de ellos rescatan con emoción la huerta escolar, el viejo
molino, la plantación de árboles, el largo y difícil camino a la escuela, algún compañero
de banco y de juegos, el tejido que rodeaba a la escuela, las “fiestas patrias”, los
guardapolvos blancos, sus maestros, los tirones de orejas, el miedo de volver a la casa
con una baja nota o reprimenda, el respeto mutuo entre docente y alumnos, el pintoresco
canal, Doña Anita y su constante dedicación para el crecimiento de la escuela, entre
otros. Todos ellos forman parte del rico legado que la institución proyectó tanto en sus
alumnos como en los docentes, los que a través de sus testimonios guardan con afecto
esos momentos únicos.
Nilda Muñoz, ex alumna, recuerda:
“Durante segundo y tercer grado estuve en esta escuela. Quizás se entrelazan los recuerdos,
pero el tercer grado se llenó de acontecimientos que marcaron camino.
La escuela, hablo del año 44, era parte de un todo muy abarcante en la que se iba formando la
hoy ciudad.
Las chicas íbamos con delantales blancos almidonados y llevábamos trenzas que terminaban en
un gran moño; los chicos, a la moda de antes, jugaban en grupo.
Pocas aulas, una pequeña cocina y mucho frío al cruzar el patio. El escenario se armaba en el
mismo lugar que ahora, para las fiestas escolares que representaban todo un acontecimiento.
Maestras y mamás colaboraban en la escenografía, las abuelas ayudaban a cocer vestidos y los
niños ensayaban sus cantos y poemas.
Era la fiesta de todos. Desde la Cooperativa Doña Anita de Carena se desempeñaba con gran
eficacia. Frente al colegio Doña Carmen Vaccarini, con su Hostería “EL Chañar” acogía a los
chicos con dolor de cabeza, de panza o con el susto de una mala nota. Allí almorzaban las
maestras.
Cuando el Director – Maestro Pedro Carande se recibió de Abogado hubo luz toda la
noche...”7
Cuando aquel pueblo rural comenzó a crecer notablemente allá por los años ’40 y ’50,
constituyéndose en poco tiempo en una de las ciudades turísticas más importantes de
nuestra provincia y del país, necesitó de instituciones que sostuvieran y apoyaran este
vertiginoso crecimiento. 7 Revista de la Escuela Carlos N. Paz en su 90ª aniversario, Villa Carlos Paz, Octubre del 2001, p. 10.
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La escuela “Carlos N. Paz”, a través del gran esfuerzo y dedicación de su personal, se
fue adaptando a estos nuevos cambios, ofreciendo a la comunidad un servicio educativo
de mayor calidad y cantidad.
En sus recuerdos, aquellos que pasaron por sus aulas recuerdan con cariño esos
inolvidables momentos allí vividos, donde no dejan de agradecer que gracias a la
escuela pudieron formarse como personas de bien, capacitadas para enfrentar los duros
desafíos que les esperaban.
Conclusión
Luego del trabajo de investigación realizado, consideramos que a través del mismo se
respondieron satisfactoriamente las preguntas planteadas. Asimismo, surgieron nuevos
interrogantes que podrán responderse en investigaciones posteriores, como por ejemplo:
¿En qué momento cambia el nombre de Escuela Fiscal San Roque por Escuela Carlos
Nicandro Paz? Además, a partir de los relatos surge un personaje que vive en el
recuerdo de muchos carlospacenses y que contribuyó durante 20 años como presidenta
de la Cooperadora al progreso de la Escuela: la Señora Ana Carena. Creemos que sería
importante recuperar su obra como ejemplo de tesón y solidaridad hacia los demás.
Cabe destacar que esta investigación, por su contribución al conocimiento de la historia
de una parte de la Escuela, será entregada a la Institución con el objeto de que los
alumnos y docentes puedan realizar futuras indagaciones sobre la misma.
Quisiéramos agradecer por la inestimable ayuda y colaboración de las siguientes
personas e instituciones: Escuela Carlos N. Paz, Antonio Binimelis, Edgardo Tántera,
Mónica Bramajo, Rodolfo Mirgone, Olga Carena, Antonio Casas, Hugo Demarchi,
Raquel Velázquez.
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Imagen de un acto escolar durante la época del gran crecimiento institucional de la escuela. Gentileza de
la institución.
Bibliografía JARA, María Rosa Jara; ROSSI, Liliana, De la Estancia a la Villa. Contextualizando la historia de Carlos Paz, Fojas Cero Editora, Córdoba, 2002. CARENA, Ezio Armando Carena, Villa Carlos Paz en el Recuerdo: 1586– 1955, s/d, Córdoba. CASAS BINIMELIS, José Antonio, Turismo e Historia: el notable proceso de urbanización de Villa Carlos Paz. 1930-1964. Trabajo presentado en las Cuartas Jornadas de Historia de los Pueblos del Valle de Punilla, Villa Carlos Paz, 2005. BIASIZZO, Antonio, Efemérides ilustradas de la Ciudad de Villa Carlos Paz. Libro de Oro, Tomo 1, Villa Carlos Paz. TÁNTERA, Edgardo, 1913–2003 Carlos Paz, 90 años en la memoria, Quo Vadis ediciones, Villa Carlos Paz, 2003. Otras fuentes Archivos pertenecientes a la Escuela Carlos N. Paz. Documentación otorgada por la Institución sobre: “Patrimonio Histórico” Carlos Paz. Turismo. Entrevistas personales: Olga Carena, Rodolfo Mirgone, Hugo de Marchi, Raquel Velásquez, Antonio Casas. Fotografías pertenecientes al archivo de la institución. Recortes de periódicos otorgados por la Dirección de la Escuela Carlos N. Paz. Revista de la Escuela Carlos N. Paz en su 90ª aniversario, Villa Carlos Paz. Octubre del 2001.
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PPPPPPPPPPPPAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSAAAAAAAAAAAADDDDDDDDDDDDOOOOOOOOOOOOSSSSSSSSSSSS SSSSSSSSSSSSIIIIIIIIIIIIMMMMMMMMMMMMIIIIIIIIIIIILLLLLLLLLLLLAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRREEEEEEEEEEEESSSSSSSSSSSS,,,,,,,,,,,,
RRRRRRRRRRRREEEEEEEEEEEEAAAAAAAAAAAALLLLLLLLLLLLIIIIIIIIIIIIDDDDDDDDDDDDAAAAAAAAAAAADDDDDDDDDDDDEEEEEEEEEEEESSSSSSSSSSSS DDDDDDDDDDDDIIIIIIIIIIIIFFFFFFFFFFFFEEEEEEEEEEEERRRRRRRRRRRREEEEEEEEEEEENNNNNNNNNNNNTTTTTTTTTTTTEEEEEEEEEEEESSSSSSSSSSSS
((((((((((((IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIªªªªªªªªªªªª PPPPPPPPPPPPAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRTTTTTTTTTTTTEEEEEEEEEEEE))))))))))))
José Antonio Casas
Profesor en Historia
Nuevos vientos anuncian los cambios por venir
A medida que transcurrían los años de la década de 1920, comenzaron a sucederse una
serie de hechos que advertían, todavía tenue e imperceptiblemente, que el futuro
cercano traería consigo una serie de transformaciones que definirían, por mucho tiempo,
el destino de Villa Carlos Paz y San Marcos Sierras.
En el caso de esta última, la llegada de las primeras corrientes inmigratorias entre fines
del siglo XIX y principios del siguiente habían afirmado la identidad agraria de la
economía norteña, aunque teniendo como base la propiedad privada de los medios de
producción. Como ya se mencionó, el excedente productivo era comercializado en las
localidades vecinas, en especial Cruz del Eje y las pertenecientes a la región norte del
Valle de Punilla, como Capilla del Monte y La Cumbre. Un dato que confirma este
cuadro son las cifras arrojadas por el censo de 1936, donde se verifica la presencia de
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sólo cuatro comercios y una tienda en una población que, por entonces, alcanzaba los
1.300 habitantes.1 Además, un año antes se había creado una de las primeras
instituciones civiles del pueblo, la Sociedad de Fomento Agropecuario, cuyo primer
presidente fue el Sr. Melquíades Conti.2
Sin embargo, y tal como lo señala Nievas del Castillo, la llegada del tren y la apertura y
remodelación de diversos caminos abrió una gran posibilidad de crecimiento económico
para la comunidad situada a orillas del río San Marcos, pues era cada vez más notable la
llegada de visitantes que, en su paso temporario, dejaban importantes divisas para la
subsistencia de los pobladores. Uno de quienes vio esta gran posibilidad fue el Lic. José
Sosa Quinteros, dando a conocer su punto de vista en la conferencia que dictó en 1927
en la escuela primaria sobre la trascendencia que podría tener el desarrollo del turismo
para San Marcos Sierras y las medidas aconsejables a tener en cuenta para lograr tal fin.
Reseñó la historia de la Villa, dió [sic] consejos para legalizar títulos de propiedad
provisorios, dijo que debían designarse las principales calles con los nombres de sus
primitivos pobladores como “gratitud”. Auguró que el porvenir del pueblo estaba en el
turismo, para ello dijo que había que construir un camino que nos uniera con Capilla del
Monte y arreglar el “acceso” a la ruta nacional 38, organizar excursiones a caballo, aconsejó
a los terratenientes que donaran el 2% de sus tierras a los “veraneantes” para que
construyeran viviendas, etc.3
Las palabras de Sosa Quinteros pronto encontraron eco en los habitantes del pueblo,
quienes entre fines de 1927 y principios de 1928 se juntaron y debatieron acerca de la
necesidad de crear una institución vecinal destinada a promover una serie de estrategias
para mejorar la vida y la economía local. De esta forma, nacía el 28 de enero de 1928 la
“Sociedad de Amigos de la Villa”, siendo su presidente el Sr. José Sosa Quinteros y su
secretario el Sr. Daniel Mercado. Sus objetivos principales eran:
a. Propuesta de avance: progreso edilicio y cultural de la villa como medio de proporcionar
a sus habitantes el mayor bienestar posible.
b. Prestar o procurar les sean prestados socorros a los vecinos más necesitados.
1 NIEVAS DEL CASTILLO, Yamil, La historia de un pueblo. San Marcos Sierras, Iª parte, Ediciones Rumi Huasi – La Luna Que, Bs. As., 2006, p. 30. 2 Ibíd., p. 31. 3 Ibíd., pp. 29-30.
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c. Fomentar progresivamente la cultura moral e intelectual de los vecinos y la coordinación
de ideas, iniciativas de utilidad pública por medio de conferencias de divulgación y
reuniones creativas de un órgano periódico de publicidad, noticioso o instructivo [sic].
d. Gestionar la cotización de precios equitativos a los comerciantes de la plaza sobre los
artículos de primera necesidad.
e. Establecer los baños públicos con todas las comodidades posibles.
f. Arreglar la plaza pública y colocar en ella aparatos de gimnasia y cancha de juegos
deportivos procurando que ella sea uno de los lugares predilectos de nativos y
veraneantes.4
Es interesante observar, analizando los alcances que tenían las metas de dicha sociedad
civil, que, entre otras, buscaba llenar el vacío institucional existente ante la falta de un
aparato político-jurídico que sentase las bases de autoridad previstas para este tipo de
comunidades. Y esta situación, que se extendería algunas décadas más, hizo que fuesen
los propios vecinos quienes protagonizasen y llevasen a cabo la organización social de
la localidad, fundando instituciones de carácter deportivo,5 educativo6 y vecinal
fundamentales para mejorar el bienestar de toda la población.
Año 1936: Arreglo de la plaza: Los vecinos arreglaron la plaza, sacaron la alambrada,
pusieron “cordones” de granito, cañerias [sic], grifos y juegos.7
La solidaridad y empuje mancomunado de los vecinos de San Marcos Sierras alcanzaría
su cénit con el comienzo de la construcción del camino a Capilla del Monte en 1937 -el
cual finalizaría dos años más tarde y sería inaugurado por autoridades del gobierno
provincial-, y la instalación de la primera línea telefónica.8
De esta forma, el trabajo de organización social realizado por los propios vecinos,
sumado al poderoso atractivo de sus bienes naturales que, a diferencia de las comarcas
4 Ibíd., pp. 30-31. 5 “Año 1935: Club Deportivo San Martín: Propósitos: organizar el cuadro de jugadores de fútbol, construcción de canchas de tennis, hermoseamiento de la plaza, apertura de nuevas calles, arbolado de plaza y calles.” Ibíd., p. 31. 6 “Año 1936: Creación Cooperadora escolar: en la escuela fiscal, se crea la Asociación Cooperadora.” Ibíd., p. 31. 7 Ibíd., p. 31. 8 “Año 1952: Se instala el teléfono: Promotor: Rodolfo Nichman, propietario de la finca “El Lucero” (también dueño de la fábrica de pinturas Apeles en Bs. As.). Lo instaló en su casa y en una cabina telefónica en la casa de Isaac Quiroga, quien lo atendió con su esposa, luego pasó a “La Pileta” (hostería), lo atendió más tarde Ana López, posteriormente pasó al hotel “El Pino” y a cargo de Raúl Passini y luego de Roberto Aturaola.” Ibíd., p. 32.
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del Valle de Punilla, no se veían fuertemente alterados por el desarrollo del fenómeno
turístico, atrajo a una nueva corriente inmigratoria que, si bien provenía en su mayoría
de las grandes urbes del país, sus integrantes traían consigo la esperanza de radicarse en
un lugar ideal para desarrollar una vida en armonía con la naturaleza del lugar. Por sus
costumbres y hábitos culturales se los comenzó a llamar como los “naturistas”.9
El encanto del pueblo protegido por la quebrada del río San Marcos resultó ser “un
lugar en el mundo” ideal para practicar un modo de vida tan libre como natural.
[…] los naturistas descubrieron el pueblo, que reunía todas las condiciones para este tipo de
vida: clima ideal, sol todo el año, gran variedad de frutos silvestres, quintas con futales [sic],
verduras y hortalizas, hierbas medicinales, dos ríos de agua pura y templada, belleza,
magnetismo… el “pueblo lindo de los comechingones”.10
Entre los primeros naturistas que arribaron a San Marcos Sierras se destacó la labor de
difusión que llevaron a cabo Marcos del Prato y Alejandro Nardechia.
Los pioneros de este movimiento en el pueblo, fueron Alejandro Nardechia y Marcos del
Prato, quienes soñaban con convertir a San Marcos Sierras, en un centro naturista nacional,
con proyecciones internacionales. Alejandro Nardechia, era primo de Juan Esteve Dulin
(autor de “La Alimentación Humana”, Libro de consulta de los naturistas) y Marcos del
Prato era admirador de Mahatma Ghandi y había estado en la India nutriéndose de los
conocimientos profundos que guarda ese país.
Si bien cada uno por su lado quería construir ese gran centro de divulgación de la doctrina,
con “muchos libros”, como decía Nardechia, fue Marcos del Prato quien compró la
propiedad que fuera una de las primeras “pensiones” del pueblo y la “donó” a la Unión
Naturista Argentina para que fuera la Colonia de vacaciones de todos los naturistas, además
fundó la “Casa teosófica”.11
Con el paso de los años se fue consolidando la llegada de más amantes de la vida
natural, quienes además de traer nuevas plantas y difundir en el pueblo “[…] las
filosofías orientales, el yoga, los baños de vapor, y de sol, las dietas, los ayunos, las
9 “Los naturistas o vegetarianos, parten del principio “mente sana en un cuerpo sana” y se alimentan con vegetales, o sea que no comen carne. Pregonan entre otras cosas, que hay que alejarse de los vicios como fumar, consumir bebidas alcohólicas, drogas, etc., porque consideran que se debe vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, además el matar animales para comer, para ellos, es un crimen.” Ibíd., p. 23. 10 Ibíd., p. 24. 11 Ibíd., p. 24.
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curas “naturales”,12 fueron logrando con el transcurso del tiempo otorgarle una
identidad definida y bastante particular a la localidad, muy atractiva para aquellos que
buscaban disfrutar de una vida y/o un período vacacional en medio de la paz y
tranquilidad de un lugar único.
Pero, y a diferencia de lo que sucedía en Villa Carlos Paz por aquella época, el
incremento demográfico y edilicio que demandaba esta nueva corriente demográfica no
tenía un impacto urbanizador que pusiese en jaque el modus vivendi rural. Siendo éste el
principal atractivo para la llegada de estos habitantes provenientes no sólo de las
grandes ciudades del país sino también del exterior, éstos contribuyeron a resguardar
este contexto natural de San Marcos al llevar a la práctica la teoría naturista que traían
consigo.
[…] a medida que fueron llegando, hubo otros que contribuyeron al afianzamiento del
naturismo en el pueblo, como Leiro que vivió y sobrevivió con el cultivo de verduras,
hortalizas y frutales, que comercializaba con el pueblo. Tenía una quinta y una huerta
modelo que la fue haciendo solo, trabajando desde el alba hasta el ocaso, siempre con el
torso desnudo, sin horarios ni feriados. Una revista de Buenos Aires publicó una nota con el
siguiente título: “El hombre que con sus manos construyó un Paraíso”.13
De Los Puentes a Villa Carlos Paz
En el sur de Punilla, por su parte, el paraje conocido como Los Puentes, donde se
encontraban las estancias de Santa Leocadia y La Quinta, iba progresivamente
cambiando su fisonomía. La inauguración de la ruta hacia el Valle de Traslasierra
(1915) y la difusión del automóvil como medio cada vez más recurrente de
locomoción14 incidieron decisivamente en la aparición de un primer conglomerado
poblacional reunido en torno a un área vital como nexo de comunicación, el cual trataba
de ir perfilándose en su configuración socioespacial de acuerdo a las normativas de su
mentor, el Sr. Carlos N. Paz. Fue así que, a partir de la segunda mitad de la década de
12 Ibíd., p. 24. 13 Ibíd., p. 24. 14 “Esta ampliación de la red vial local, sumada al incremento tanto de las actividades económicas de la misma así como de los visitantes que arribaban -sobre todo- durante la época estival, fue transformando el paisaje vehicular de los caminos de la comarca. De a poco, aquellas “máquinas infernales” no sólo se encargaban de traer a la misma a la mayoría de los visitantes, sino que también comenzaron a ser preferidas como medios de transporte por aquellos habitantes locales en condiciones económicas de hacerlo.”, en: CASAS, José Antonio, Sueños, pasión y locura… La gran historia del automovilismo de Villa Carlos Paz, inédito.
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1910, emergieron una serie de edificaciones que tendían a satisfacer la necesidad de
descanso, negocios y reaprovisionamiento de aquellos que llegaban al naciente pueblo.
Los dos primeros hoteles (Carlos Paz y Yolanda), un surtidor de combustible, el
servicio de electricidad y correos, viviendas para los visitantes del Sr. Paz, entre otras,
fueron algunas de las construcciones que se levantaron con el fin de aprovechar el lucro
que generaba la difusión del turismo aristocrático y el comercio interregional.
En poco tiempo, este creciente potencial turístico atrajo a los primeros interesados en
poner parte de estas tierras al servicio de este sector económico. Si bien Carlos N. Paz
había permitido la edificación de algunas pocas decenas de viviendas en su propiedad
para habitantes, sobre todo, de la ciudad de Córdoba, así como la construcción de dos
hoteles en la misma,15 no había dejado por ello de seguir atendiendo las actividades
pecuarias y agrarias del lugar, las cuales eran las principales producciones de su
estancia. Teniendo en cuenta esto, se entiende que haya vendido un sector de éste muy
poco propicio para la siembra y la ganadería, como eran las 1.500 hectáreas del área
conocida como “Alto de las Arañas”, al Dr. Enrique Zárate el 7 de marzo de 1921. De
inmediato, este reconocido médico proyectó la erección de una urbanización destinada a
los sectores más pudientes de la sociedad, donde se levantarían residencias de refinado
estilo arquitectónico.
Era un sitio áspero, con grandes pedregales, hirsutos arbustos y un inmenso páramo desde
donde se apreciaba en todo su esplendor las Altas Cumbres y el Lago. […] Allí, el Dr.
Zárate, asombrado tal vez por el insólito paisaje de esplendente belleza, en el año 1922,
mandó a construir un castillo que muy pronto levantó airadamente su esbelta torre y que
distinguió y aún distingue el lugar. Consecuentemente, en el mismo año 1922, loteó la
fracción adquirida y la denominó “Villa del Lago”. Abrió las calles, construyó de inmediato
diez viviendas para veraneo y dotó al sector urbanizado de luz eléctrica y de arbolado.16
15 Carlos N. Paz había determinado no sólo los patrones de edificación sobre el suelo de la estancia Santa Leocadia, sino también los de ocupación. De acuerdo con su criterio, se había dividido la misma en dos sectores: la banda “sur” y la “banda norte”. "[...] esta distinción originada en razones geográficas se profundiza con el tiempo por las propias actitudes del fundador, quien designa a la banda sur como el lugar de residencia de la gente principal del poblado construyéndose allí las edificaciones de categoría, en tanto que en la banda norte se asigna como lugar de residencia de la peonada.[...] Esta zona contaba con pequeños servicios como panaderías, almacenes y carnicerías que abastecían las necesidades de la población.[...] Por otra parte, expresas normas del fundador impiden el funcionamiento de negocios particulares en la zona sur, no disponiendo en ese lugar de ninguna venta de tierras." JARA, María Rosa; ROSSI, Liliana, De la estancia a la villa, Fojas Cero Editora, Córdoba, 2002, pp. 48-49. 16 CABRAL, Carlos H.; TÁNTERA, Edgardo, Proyección Histórica de Villa Carlos Paz, Editorial Iris, Villa Carlos Paz, 1994, pp. 74-75.
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Nacía así, junto a las estancias de Los Puentes, una urbanización independiente de éstas,
regenteada por el Sr. Zárate y destinada a receptar, tal como lo hacía el Sr. Paz en su
estancia y el núcleo poblacional alrededor del casco de la misma, a un grupo de
habitantes –permanentes o temporarios- de elevado poder adquisitivo. Como se
desprende de las palabras de Cabral y Tántera, era este médico quien le otorgaba los
servicios públicos elementales (agua, luz, etc.) a las residencias de su “villa”, siendo él
por tanto quien fijaba las pautas de habitabilidad a ser respetadas por quienes adquirían
sus propiedades.
En este punto, es importante tener presente que, al igual que lo que sucedía en San
Marcos Sierras, el crecimiento demográfico no tenía su correlación con el
establecimiento de un orden político-institucional fijado por las normas jurídicas a tal
fin. Cada dueño de estancia (como el caso del Sr. Paz en la Santa Leocadia y los jesuitas
en La Quinta), o cada urbanizador de un loteo con fines turísticos y/o residenciales
(como el caso del Dr. Zárate en Villa del Lago o la firma Feigin-Fleurent en Villa Suiza
Argentina -1927- ), imponía las normas de ocupación y utilización del espacio, hecho
que perduraría así hasta la fundación de la municipalidad en el año 1952.
En el caso de Carlos N. Paz, éste era desde 191317 el jefe político de esta región de
Punilla, debiendo por sus atribuciones18 “[…] prestar todo el auxilio y protección a los
Jueces para la ejecución de las leyes, razón por la cual tenía a su cargo la Guardia
Nacional y la Policía.”19 Debido a que el marco legal vigente no reconocía un orden
institucional para poblaciones de escasa densidad demográfica, el jefe político local
debía velar por la seguridad de los residentes,20 así como por tratar de obtener21 y
17 “Nombrado Jefe Político, el 27 de junio de 1913, por el gobernador Ramón J. Cárcano, don Carlos Paz salió en gira por el departamento Punilla para realizar un diagnóstico in situ de las necesidades de los vecinos, redactando un informe que elevó a las autoridades gubernamentales el 12 de julio de 1913.”, en: DE DENARO, Liliana, Carlos Nicandro Paz. Estanciero-Político-Fundador-Fundamentalmente Visionario, Imprenta Corintios, Córdoba, 2009, p. 18. Debe destacarse que, ante el triunfo de la fórmula radical en 1915, Carlos N. Paz renunció al año siguiente a este cargo, el cual volvió a recuperar el 19 de mayo de 1919, luego del triunfo de la fórmula demócrata encabezada por Rafael Núñez. 18 “[…] el cargo de Jefe Político fue creado por la Constitución Provincial del 17 de septiembre de 1870, como agente del Poder Ejecutivo en el departamento que había sido designado, de quien dependía directamente y por lo tanto conocía en detalle su plan de gobierno. […]. Accedían a este cargo los vecinos del departamento que militaran en el partido gobernante, no tuvieran investidura o grado militar, con una renta que le permitiera subsistir y hubieran ejercido la ciudadanía por lo menos dos años.”, en: Ibíd., p. 18. 19 Ibíd., p. 18. 20 En este sentido, Carlos N. Paz solicitó el 11 de enero de 1914 la presencia de siete agentes de policía, a fin de velar por la seguridad de los turistas que arribaban a Punilla. Dicha solicitud “[…] fue aprobada por decreto Nº 2217, fechado dos días después.”, en: Ibíd., pp. 21-22. 21 “Además propuso [al gobierno provincial], el 4 de febrero de 1914, a don Secundino Domínguez para desempeñarse como cartero –correo a caballo y traer la correspondencia desde la estación Cassafousth hasta Los Puentes.”, en: Ibíd., p. 22.
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mantener algunos servicios públicos indispensables en el caso de que éstos no fuesen
provistos por el Estado provincial.
Los servicios públicos como arreglo de camino y calles se hacían por parte de la provincia en
cuanto hace a la ruta para mantenerla en buenas condiciones de transitabilidad. Las calles
iniciales y apenas trazadas se hacían con el trabajo de los peones de la Estancia. El matadero
atendía las necesidades de abastecimiento de carne fresca a la población. Los elementos
indispensables se vendían en el almacén instalado en la Banda Norte. No había alumbrado
público y el tránsito a la noche se hacía con la utilización de faroles a kerosene. La leche la
suministraba de sus tambos don Carlos N. Paz. La mensajería se facilitaba precariamente y la
distribución y clasificación de correspondencia la realizaban varias de las hijas del fundador.
[…] Las tareas y arreglos diversos, la atención de calles y desagües por zanjas lo realizaban
cuadrillas de peones de la Estancia. La capilla construida también por don Carlos contaba
con el servicio irregular de sacerdotes vecinos que oficiaban los domingos y días de guardar.
Los bautismos se realizaban en esas circunstancias y los muertos se enterraban en el
cementerio de San Antonio que fue habilitado antes del año 1913. Los impuestos territoriales
se abonaban en la ciudad de Córdoba. La policía asignada al destacamento de "Los Troncos"
patrullaba alternadamente el pueblo. Como se carecía de servicios no se abonaban ni tasas ni
existía más autorización para comerciar que las disposiciones al respecto del fundador.22
Hacia fines de la década del ’20, pues, el territorio sobre el que hoy se asienta Villa
Carlos Paz estaba fragmentado en una serie de poblados independientes, aunque sus
habitantes se hallasen relacionados entre sí por vínculos sociales, económicos y
culturales. Al ser el dueño de la propiedad de mayor extensión territorial, y al estar ésta
atravesada por las más importantes vías de comunicación, Carlos N. Paz disponía de un
lugar clave en la suerte del futuro de la región, pues lo que acontecía en la misma tenía
hondas repercusiones en sus proximidades. Por ende, varios suponían que, ante la
nutrida descendencia que dejaría a su muerte, la declinación de las actividades
económicas rurales23 y el auge progresivo del turismo en la región, sería inevitable que
una vez que él ya no estuviera a cargo de la Santa Leocadia se produjese la
fragmentación territorial de ésta, la cual desembocaría –tarde o temprano- en el
auspicioso negocio inmobiliario turístico. 22 CABRAL, Carlos Hernán; TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., pp. 63-64. 23 Para una mayor comprensión del proceso de declinación progresiva de la importancia de las actividades agropecuarias en este período, ver: CASAS, José Antonio, “Turismo e Historia: el notable proceso de urbanización de Villa Carlos Paz (1930-1964)”, en: Cuartas jornadas de historia de los pueblos del Valle de Punilla, Publicación de la Municipalidad de Villa Carlos Paz, Mayo de 2006.
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Este hecho comenzaría a desencadenarse a partir del 13 de enero de 1930, cuando
Carlos N. Paz fallecía en la ciudad de Córdoba a la edad de 63 años. A partir de ese
momento la propiedad pasó a manos de la Sucesión Paz, en la que se encontraban su
esposa Margarita Avanzatto y sus numerosos hijos. Por entonces, la población del lugar
llegaba al medio millar de habitantes estables, cuya dedicación laboral pasaba en su
mayoría –tal como lo demostró el padrón electoral de 1928- por la realización de tareas
agropecuarias.
Sin Carlos N. Paz monopolizando el poder político y económico de la Santa Leocadia, y
ante la fragmentación por herencia de dicha unidad productiva, muy pronto la
ascendencia de los Paz sobre el presente y futuro de los pobladores de la misma
comenzó a debilitarse. En este sentido, vale señalar cómo, a partir de 1930, empiezan a
surgir una serie de instituciones civiles forjadas y protagonizadas por los vecinos de la
que, ya por esos años, se conocía como “Villa Carlos Paz”. Clubes deportivos como el
Atlético Carlos Paz (1930) y el Club Náutico Córdoba (1932), una nueva escuela
primaria situada en Villa Suiza Argentina (Escuela San Martín, 1936), otro hotel de
envergadura como el Carena (1937), los primeros autobuses de pasajeros de larga
distancia como las empresas Sudamérica, Zárate y CATI, que unían las localidades de
Punilla con la ciudad de Córdoba, etc., fueron el reflejo de un mayor protagonismo de
los vecinos en la búsqueda de organizar y planificar su propio destino. La muerte de la
Sra. Avanzatto (1937), sumado al inicio del proceso de ventas de tierras de la Santa
Leocadia por parte de sus hijos, terminó no sólo por poner fin al denominado “período
patriarcal” caracterizado por la hegemonía política y económica de Carlos N. Paz, sino
que abrió el camino para la construcción de un nuevo orden social en el que, bien
pronto, los sectores de la burguesía ligados al campo turístico buscaron imponer, como
actor en el camino de situarse en una posición dominante dentro del mismo, una nueva
matriz de apropiación de los recursos generados por este tipo de actividad.
Un claro ejemplo de la búsqueda de este sector por definir la identidad turística de la
“villa” fue la creación de la Asociación Turismo Sierras de Córdoba, tras una reunión de
los más importantes hoteleros y comerciantes de la región en Villa Carlos Paz en 1931.
[...] el 12 de junio de 1931, se realiza una reunión de hoteleros, propietarios y comerciantes
con la idea de fomentar el turismo en las Sierras de Córdoba. A la reunión concurrieron
representantes de la prensa, de la industria de Córdoba, Buenos Aires y Rosario, y la mesa
directiva quedó constituida con la presidencia provisoria de Roberto Runcimann. Luego el 7
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de agosto se constituyó la comisión definitiva en el Bristol Hotel, que presidió el Dr. Gastón
Fontaine Silva. La Asociación de Turismo Sierras de Córdoba obtuvo la personería jurídica
ese mismo año.24
Este hecho, sumado al notable crecimiento conseguido por aquellos emprendedores
inmobiliarios que, desde fines de la década de 1930 y con más empuje a partir de las
décadas siguientes, obtuvieron grandes ganancias con las compras y posteriores ventas
de las tierras que habían sido parte de las viejas estancias del lugar,25 posibilitó no sólo a
este sector de la burguesía comercial constituirse progresivamente como grupo social
dominante de la localidad, sino que también fue definiendo las bases de un modelo
societal donde la acumulación y distribución de la riqueza generada por el turismo
serían determinadas por los mecanismos del mercado capitalista previsto para ello.
Sin embargo, y tal como lo hemos analizado en un trabajo anterior,26 hasta mediados de
la década de 1940 este pueblo de las serranías cordobesas no había adquirido aún la
suficiente fuerza para terminar por consolidar el paso de su centro de gravedad
económica de las actividades agropecuarias hacia el área de los servicios turísticos.
Todavía a principios de dicha década, una importante cantidad de pobladores dependían
de las tareas rurales para su supervivencia, e inclusive la estancia La Quinta aún se
mantenía en pie como espacio de producción del sector primario. Por ello, y pese a la
evidencia de una clara redefinición del perfil socioeconómico que estaba tomando el
lugar, hablamos de un período de transición en el proceso de urbanización de Villa
Carlos Paz.
Al hablar de urbanización, estamos haciendo referencia a una etapa histórica donde el
espacio físico y social carlospacense se transformaba para adaptarse a las nuevas
exigencias de la demanda turística. Ésta, que desde el advenimiento de las políticas
sociales y económicas del peronismo iba adoptando un carácter cada vez más masivo,
fue requiriendo de una infraestructura física que respondiese a las necesidades de unos 24 TÁNTERA, Edgardo, 1913-2003. Carlos Paz. 90 años en la memoria, Quo Vadis, Córdoba, 2003, p. 156. 25 “En el año 1938 llegan a la Villa los hermanos Ricardo, Miguel y José Muñoz y adquieren de la sucesión [Paz] una gran extensión de tierras en la zona céntrica del pueblo. […] El primer loteo que realizan los hermanos Muñoz es el que se denominó con el nombre de uno de ellos: Miguel Muñoz. […] Luego surgieron los loteos de don José Muñoz en las secciones A y B, […] dotando a los terrenos de agua, luz y en algunos lugares de pavimento, como en la Av. Gral Paz. Siguió con los loteos en Costa Azul y luego en Villa del Lago, […].” CABRAL, Carlos H.; TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., pp. 76-77. 26 CASAS, José Antonio, “Turismo e Historia: el notable proceso de urbanización de Villa Carlos Paz (1930-1964)”, en: Cuartas jornadas de historia de los pueblos del Valle de Punilla, Publicación de la Municipalidad de Villa Carlos Paz, Mayo de 2006.
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visitantes que, a partir de entonces, no provenían de un solo sector de la sociedad.
Nuevos hoteles y barriadas, edificaciones para la gastronomía, el comercio y las
actividades de recreación, entre otros, cambiaron radicalmente la fisonomía de la
comunidad serrana, la cual entraba de esta forma en plena trayectoria de expansión y
consolidación de su estructura urbana-capitalista.
Ante el fenomenal crecimiento de las oportunidades que generaban los recursos
turísticos, era inevitable que la burguesía comercial impulsara la llegada de una
corriente inmigratoria que aportase, además de nuevos capitales para consolidar este
proceso, la mano de obra necesaria para los trabajos que requerían los sectores ligados,
fundamentalmente, a la hotelería, la gastronomía y la construcción. De esta forma, la
localidad iba adquiriendo rápidamente un neto sesgo urbano, con un ritmo de
crecimiento demográfico y edilicio sólo comparable a las grandes urbes de la época.
El siguiente cuadro muestra gráficamente la evolución demográfica entre 1930 y 1970:
Mientras el viejo pueblo rural dejaba paso a una incipiente urbe turística, la vida tal
como se había desarrollado en los tiempos de la campaña iba siendo cada vez más un
recuerdo. Nuevos barrios, comercios, pequeñas industrias y un parque vehicular en
incremento hacía más difícil, para algunos, seguir viviendo bajo un orden social carente
de una estructura institucional formalmente instituida, la cual garantizase la seguridad
material y personal de los habitantes. Esto era sobre todo evidente en el pueblo de
Carlos Paz, donde la ausencia del viejo patriarca y la división de su propiedad por
medio de herencia había dejado en manos de los vecinos ligados, principalmente, a la
actividad comercial-turística, el manejo de ciertos temas de interés público. Un notorio
ejemplo de este proceso de erosión del poder patriarcal de la familia Paz fue la
construcción del Monumento a la Cruz, el cual se inauguró en 1934 sobre la cima del
cerro que domina el paisaje en esta parte del valle. El mismo fue fruto del esfuerzo de
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5000
10000
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1930 1947 1960 1970
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un puñado de hombres de la villa, entre los cuales se encontraban los Dres. Manuel A.
Ferrer y Luis E. Molina. La obra, emplazada en terrenos donados por la Sucesión Paz,
fue financiada e impulsada por vecinos de destacada vida social en el pueblo, muchos
de ellos profesionales y comerciantes pertenecientes a esa burguesía que,
progresivamente, iba asomando como el sector más elevado de la sociedad
carlospacense.
Incluso, si se llegaban a proyectar determinados emprendimientos desde el poder
provincial que a criterio de este sector pusiese en peligro la base de su poder económico,
sus integrantes no dudaban en organizarse y luchar por defender sus intereses, tal como
quedó evidenciado con la construcción del puente Carretero.
La necesidad de mejorar la infraestructura comunicacional que atravesaba el pueblo de
Carlos Paz llevó a que se proyectara y se empezara a construir en el año 1939 un nuevo
puente sobre el río San Antonio. Entre los motivos de llevar adelante esta obra se
encontraba la necesidad de dotar al pueblo de un puente sólidamente construido y que
estuviera a seguro de las crecidas del río. Todavía estaba fresco en el recuerdo aquel 7
de febrero de 1931, en el que una gran crecida se llevó la parte principal del puente
Central, único acceso que por entonces comunicaba ambas orillas del río San Antonio, y
cuya reconstrucción quedó a cargo de las fuerzas militares. Con el fin de establecer un
paso más seguro para una arteria vial que tenía ni más ni menos que un carácter
nacional se emprendió la construcción de un nuevo puente, más seguro y libre de
cualquier peligro de crecida del río, ya que se elevaba por encima de la cota 42. Sin
embargo, no faltaron cuestionamientos a la obra, ya que se argumentaba que la misma
apartaba la ruta de tránsito del pueblo de Carlos Paz, afectando el desarrollo comercial y
turístico de la villa. Tal argumento lo exponía claramente Don Bernardo D´Elía:
O sea desde Diciembre de 1938 al 10 de Julio de 1943, sostuve ampliamente la defensa de
Villa Carlos Paz para que no se apartara de la Ruta Nacional número 20, e intervinieron
todos los diarios del país en nuestra defensa.
Repito, quería precaver que nuestra Villa quedara fuera de la Ruta número 20 y también
pedía se hiciera otro puente aguas arriba del Puente Viejo; así se hubiese evitado la merma
de un 70 por ciento del turismo que hoy pasa de largo sin entrar en el pueblo, ya que al
mismo se lo dejó fuera de la Ruta al hacer el puente antes de llegar a la villa.27
27 TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., pp. 38-39.
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Imagen del puente Carretero. Década de
1950. Gentileza del Club de Pesca de Villa Carlos
Paz.
Así, por tanto, mientras que hasta fines de la década de 1930 Villa del Lago y la
estancia La Quinta permanecían bajo el control de sus principales administradores
(Enrique Zárate y Antonio Font, respectivamente), los habitantes de los nacientes
barrios de Villa Carlos Paz debían tratar de buscar alguna forma de organización vecinal
que les sirviese para resolver distintas problemáticas en común. Teniendo en cuenta el
marco legal existente, la salida pasaba por la creación de una comisión de fomento.
[…] la Constitución y la ley orgánica de municipalidades del año 1889, nada prescribían para
las colonias y centros de población que no podían, por su número de habitantes, establecer
municipalidades. Este hecho primario impedía atender necesidades básicas como la higiene,
el alumbrado público, la vialidad, la pavimentación de las calles, la instrucción primaria y el
sostenimiento de las instituciones de caridad encargadas –entre otras cosas- de los asilos,
hospitales o dispensarios. Para salvar el silencio de la Constitución y de la ley, a través de
decretos y para cada caso en particular, se crearon comisiones de fomento, con funciones
análogas a las de las municipalidades.28
Ante la ausencia del jefe político y la fragmentación patrimonial de la Flia. Paz, surgió
en 1940 la Comisión Vecinal de Fomento, “[…] presidida por el médico Dr. Armando
Avila, casado con una hija de don Carlos. Integraban esa comisión los vecinos Cortina,
Fernando Fosatti, Manuel Rodríguez, Luis Yob y Ezio Armando Carena.”29
28
MOREYRA, Beatriz, Cuestión social y políticas sociales en la Argentina. La modernidad periférica. Córdoba, 1900-1930, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, Buenos Aires, 2009, p. 147. 29 CABRAL, Carlos H.; TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., p. 64.
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Como vemos, esta comisión de vecinos estaba integrada por reconocidas personalidades
de la villa, quienes por su mayor capital social, económico y/o cultural habían sido
elegidos por aquellos que, con sus aportes, sostenían el limitado alcance que este tipo de
organización civil tenía en la práctica.30
[…] si bien la Comisión Vecinal de Fomento no podía cobrar contribuciones por servicios
prestados, se manejaba económicamente con las asignaciones que facilitaban los
comerciantes, hoteleros y personas pudientes.31
Quedaba claro, pues, que la expansión urbano-capitalista de Villa Carlos Paz sostenida
por la burguesía comercial serrana a nivel de su infraestructura socioeconómica iba
necesitando, a medida que se expandía su base material y humana, de una
superestructura política-jurídica que le asegurase el mantenimiento y seguridad del
orden social impuesto.32 Por aquellos primeros años de la década de 1940, la
inestabilidad política del país iba en desmedro de esta necesidad, la cual todavía no
contaba aún con las suficientes fuerzas sociales y políticas para hacer realidad la misma.
El pueblo de Carlos Paz no superaba, por entonces, los dos mil habitantes, y aunque
venía sostenidamente creciendo en su base demográfica y urbana, todavía combinaba
parte de su pasado rural con los nuevos aires de la modernidad turística. Habría que
esperar, pues, el advenimiento de un profundo cambio a nivel nacional, donde los
lineamientos políticos, económicos y sociales del nuevo régimen potenciarían,
definitivamente, la identidad turística y urbana de la localidad. Ese nuevo fenómeno
político fue el peronismo, el cual marcó, con su política de desarrollo y fomento del
mercado interno, el destino de la mayor parte de los poblados de las serranías
cordobesas, entre ellos, por supuesto, el de Villa Carlos Paz.
Continuará…
30 “[…] estas comisiones carecían de facultades –según la Constitución- para arbitrar con autonomía sus recursos financieros. Podían proyectar ordenanzas de impuestos –fundamentalmente indirectos, que gravitaban sobre el consumo de bienes y servicios-, pero debían ser sometidas a la aprobación de la Legislatura provincial, instancia de no rápida resolución y sin la sanción legislativa se reducían a nada.”, en: MOREYRA, Beatriz, ob. cit., p. 147. 31 CABRAL, Carlos H.; TÁNTERA, Edgardo, ob. cit., p. 64. 32 “[…] la lenta, dificultosa e ineficiente implantación del Estado [provincial] y la difícil transición de la community a la state law condujo a que la vida en las zonas rurales transcurriera en medio de constantes y recurrentes riesgos, que afectaban a personas y propiedades, envolviendo la existencia cotidiana en una atmósfera de inseguridad.”, en: MOREYRA, Beatriz, ob. cit., p. 151.
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