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Número Uno Abril 2010 “Sola con tu amapola de carne como una niña bebiendo leche de la cabeza de su muñeca”

Revista La cuerva nº 1

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Revista cultural

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Número UnoAbril 2010

“Sola con tu amapola de carnecomo una niña bebiendo leche de la cabeza de su muñeca”

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PUBLICIDAD PACTO

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SUMARIO

EQUIPO DE REDACCIÓN. Silvia Guerrero RosaJose Alberto Arias PereiraAntonio Cuartero

JEFES DE SECCIÓN. María Victoria Partera, Esteban Espada, Javi Rueda Córdoba, Cristian Alcaraz, María Pedrosa Rivera, Marta Fernández Sereno.

COLABORADORES. Cristian Alcaraz, Julia González Calderón, María Coll Fernández, Esteban Espada,Eduardo Aceituno, Ramón Soto, Fran Tejero Sánchez, Raquel Silva, J.Carlos Jiménez Revuelta, Cristina Castro Moral, Victoria Castillo Ávila, María Pedrosa Rivera, Ana Castro Valero,Jose Alberto Arias Pereira, Silvia Guerrero Rosa, Ruth Rubio Fernández, Marta Fernández Sereno, Matea García Reinas, Daniel Espa-da, Hión, Bea Pavón.

DISEÑO GRÁFICO. Marta Fernández Sereno

PORTADASara Vallecillos Millera

TENEMOS CUENTO Página 6

LA 3ª CUERVA Página 15

REPORTAJE DE FONDO Página 19

TÚ PONES LAS PALOMITAS Página 23

LADRILLO Página 28

EN UN GLOBO LOS PÁJAROS Página 29

MISCELÁNEA Página 36

Depósito LegalCopyright

La revista no se hace responsable de las opiniones, imágenes y textos de los autores. Por tanto, serán estos los únicos responsables de su contenido y de las consecuencias que del mismo puedan derivarse.

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Cristina Castro MoralNació en Málaga en 1989, aunque estudia en

Sevilla Diseño Industrial. Ganadora de pre-

mios como el “Malaga Crea”, o el “IV Certa-

men Andaluz de Escritores Noveles”, entre

otros. En su tiempo libre escribe poemas y

cambia de color las sombras desde las notas

de una guitarra.

Ana Castro ValeroNace en 1990 en Córdoba, aun-que actualmente estudia perio-dismo en la Complutense de Ma-drid. Escribe poesía con un tono especial y muy directo. Le gusta

el cine, las películas y los calcetines de colores.

Victoria Castillo Ávila1997. Estudia 1º de la ESO en la capital malagueña. Con tan solo 12 años de edad lleva consigo una gran trayectoria de pre-mios y publicaciones (VI y VII Certamen Andaluz de Escritores Noveles, XIII Certamen de Poesía para escolares “Poetas del 27”, etc.) En su poesía encuentras un gran tono de madurez sin perder la inocencia de los 12 años.

Marta Fernández Sereno1986. Licenciada en Periodismo por la Uni-versidad Complutense de Madrid, donde reside actualmente, ganó el premio de poe-sía en el I Certamen Andaluz de Escritores Noveles. Nació en el Puerto de Santa Ma-ría (Cádiz), aunque su vida nocturna gira en

torno a las discotecas de la capital. No le gusta llorar, (aun-que no puede evitarlo) colecciona imanes para la nevera y es la encargada de maquetación de esta revista.

Jose Alberto Arias Pereira(Bélmez de la Morale-da, 1987). Vivo en Gra-nada. Soy un “traduc-tor” melenudo. Vivo por los libros. Muero por el cine y la coca-cola. Música. Viajes.

Amigos. Radio 3. No me gustan los be-sos. Me gustan las series de tv, el mar y Stephen King. Tengo dos novelas, varias en proceso y docenas de cuentos.

Ruth Rubio FernándezNuestra Juana de Arco onubense es un desvarío de recovecos. Toca el violín, canta como una sirena y tiene hoyuelos. Y está hasta los huesos por algún que otro poeta.

Va a la deriva entre la poesía y la música y el cine y la vida. Curioso: detesta que la llamen Ruzz.

Fran Tejero Sánchez(Alcalá de Guadaíra, 1991). Es Fran. Estudia Historia del Arte, escri-be distinto, habla dis-

tinto (con algo de acento). Ve cine raro, lee libros que nadie conoce, rueda cortos inspirados en cuentos de Cortázar. Ahora tiene el pelo corto. Es un genio. Como digo, es Fran.

María Pedrosa RiveraEstudiante de Física en Granada. Todos los miércoles (que se pueden), sentada en una butaca de cine, ante la gran pantalla y disfrutando, o sufriendo, una película de estreno. No solo amante del cine, sino

también de la literatura que siempre la acompaña, ahora mismo abrazada por “la soledad de los números primos” de Paolo Giordano.

Esteban EspadaNace en 1990 en Ojén (Málaga) aunque estudia Arquitectura Técnica en la Uni-versidad de Sevilla. Ha sido premiado en diferentes modalidades de diferentes certámenes (Cómic en el “Malaga Crea 2008” junto con su hermano Daniel Espada, que ha hecho algunas ilustra-ciones de “La 3ª Cuerva”, Cuento en el V Certamen Andaluz de Escritores No-veles, poesía en otros premios...) Siem-pre va con una guitarra colgada de la espalda.

Julia González Calderón

(Sevilla, 1989): Estudiante de Filología Hispánica

en la Universidad de Sevilla, ha ganado algún pre-

miecito literario y ha publicado algún cuento y al-

guna reseña. Entre exámenes y obligaciones mun-

danas, lee todo lo que puede. Fan hasta la muerte

de Dostoievski y David Foster Wallace.

Cristian Alcaraz

Nace en Málaga, (1990)

donde estudia Filología

Hispánica. Ha ganado

algunos certámenes de

poesía como el “Pablo

García Baena” que convoca el colectivo

cultural La Bella Varsovia o el “VII Cer-

tamen Andaluz de Escritores Noveles”.

No le gusta que le hagan esperar cuando

hace frío.

María Coll Fernándezno soy tan distinta a ti como crees. Me gustan los libros, el chocolate, las personas. Los lunes por la mañana también

me cuesta bajar al mundo. Desayuno, luego existo. Esos que nos descargamos canciones que nadie conoce, a veces te-nemos suerte, y escribimos un poema que nos cambia la vida.

María Victoria ParteraEs una estudiante de 2ª de Filología Hispánica de

la Universidad de Córdoba, ciudad donde vive.

Como la mayoría de sus compañeros de Pássim,

desde muy pequeña buscó la dulce-caótica-géli-

da-cromática sensación que los libros esconden,

derivado de esto le sobrevino el deseo de crear su

propio cajoncillo de sastre.

Antonio Cuartero(Málaga, 1988) estudia periodismo en la Universidad de Málaga. Ha colaborado en revistas como “Utopía” y como coordinador de Pássim! se ha encargado de poner orden a este cotarro. Además de echar a volar la imaginación y sus palabras, cultiva el gusto por la cetrería.

Eduardo Aceituno1990, cordobés. En 2008 gana en la

modalidad de poesía el VI Certamen

Andaluz de Escritores Noveles. Con-

fiesa que quiere impactar contra ti y

desviarte de una definida trayectoria

orbital.

Silvia Guerrero RosaMálaga, 1988. Es poeta y guitarrista al alba. Le gustan el cine y los concier-tos, desmitificar ídolos y crear y pre-ocuparse. No sabemos muy bien por qué estudia Derecho. Algún día, entre versos y bemoles, se confesará.

Javier Rueda CórdobaDescribirse es difícil sin conocer-se a uno mismo, pero habrá que intentarlo… Decir que me gus-ta leer y escribir está de sobra, teniendo en cuenta dónde me estoy presentando. Por tanto, me limitaré a decir que tengo 17 años, me cuesta bajar de las nu-bes y me encanta viajar. El resto, como quien dice, es historia.

Raquel SilvaTiene 18 años, es de Sevilla y se ríe de la vida. Estudia Traduc-ción, le gustan el cine y la música y a veces escribe. A veces; si no, lee.

Colaboradores

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editorial

QUE NADIE PIENSE que «La Cuerva» se llama así por esa moderna urbanidad que nos impele a dirigirnos a las cuervas y los cuervos por separado, porque la cuerva es una especie única, singular y diferente, tal como la defi nió el Diccionario de Autoridades, allá por 1729:

CUERVA: Ave mui parecida al Cuervo en el plumage, pies, y pico, pero menor de cuerpo. Tiene el pico ceniciento hasta la mitad de él. Se sustenta de langostas, lombrices, gusanillos de la tierra; y asimismo de semillas y de bellotas. Es especie de cuervo y tiene sus mismas condiciones. Lat. Avis corvo per similis.

Un respeto para la cuerva. Por lo tanto, «La Cuerva» también es una revista única, singular y diferente, porque sus colaboradores son jóvenes poetas y narra-dores que han crecido literariamente en torno a la Escuela de Escritores Noveles patrocinada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a través del Pacto Andaluz por el Libro.

Impartir un taller de narrativa en la Escuela de Escritores Noveles es lo me-jor que me ha ocurrido en años, porque he tenido el privilegio de compartir tiempo y lecturas con un grupo selecto y maravilloso de jóvenes creadores. Ellos me han devuelto una ilusión que creía perdida y de paso me han hecho un lifting literario, pues gracias a su simpatía y complicidad soy consciente de dónde estaba a su edad y desde dónde leía, así como dónde me encuentro ahora y desde dónde leo actual-mente.

No obstante, si la cuerva es similar al cuervo y “tiene sus mismas condicio-nes” (por algo se llama Avis corvo per similis), ¿en qué se diferencia en realidad? Muy sencillo: los cuervos son indoctos y las cuervas son las que leen. ¿Qué sería de los libros, la literatura y los escritores sin las benditas cuervas lectoras? El cuervo de Edgar Allan Poe repetía Never more!, pero la cuerva de nuestra revista exige Forever more!

Fernando IwasakiSan José de la Rinconada, enero de 2010

Forever MoreForever More

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tenemos cuento

¡Miradme todos! ¡Soy poeta y hablo de la luna!

La luna vino a la fragua con su Hombre que mira la luna Malva-luna-de-yelo Si no fuera porque tus ojos tienen color de luna…

Pues la luna es mentira. Vacío que traga vacíos. Un agujero incesto incelesto, un disparo rabioso produc-to de un coitus interruptus. Procreada a la una Pe-Eme, hora de no hacer nada. Nada de nada. Hora de los vivos murientes. Sí, la luna es una mirilla a la nada (la nada que se come a sí misma). Y la nada, como veis, es color blanco-roto-chicle-usado. Eso, la luna: el pinchazo del planeta que se desinfla y se desinfla…

Por eso las parejas se besan mirando a la luna. (Nada de platonismos en el cielo). Se roban las bocanadas de aire. Se besan. Se “besan”. Porque la tierra se desinfla y se desinfla…Y la luna lo recuerda. (Y se desinfla y nos desinfla…)

Ya se sabe que es inevitable intercambiar oxígeno de boca a boca cuando se mira a la luna. Y que yo sepa, eso no es romanticismo,

sino instinto de supervivencia.

por Ruth Rubio Fernández

De aedos y eurocopas

por Julia González Calderón

Vamos allá. Bien. Mi objetivo es demostrar que la literatu-ra (aunque este artículo aparezca dentro de la sección de narrativa, estoy hablando de todo el fenómeno literario) es más de lo que nos parece, incluso a los que la venera-mos. Que tiene un modo extraordinario de inmiscuirse en todos los ámbitos de la vida que, a primera vista, le dan la espalda. ¿Ven ustedes la tele a menudo? Yo prácticamente a diario, en el prime time. Y, por lo tanto, veo mucha pu-blicidad televisada. Me sé de memoria montones de anun-cios, tengo mis favoritos, recito sus slogans y canto sus canciones. Y luego les hago poco caso en general. Pero (he aquí el gran pero) he de admitir que algunos anuncios lo-gran impresionar, aun tratando de vender productos que, seamos sinceros, se la traen a una la mar de floja. ¿Les gusta a ustedes ver deporte? ¿Fútbol? ¿Ba-loncesto? A mí para nada. Me aburro soberanamente, y (los estereotipos salieron de algún lugar) en mi vida sabré qué es un fuera de juego (tampoco es una cuestión esta que me desvele). Sin embargo, cada vez que visiono un spot de la Euroliga, la Eurocopa o la Champions (aquí se acaba mi repertorio de campeonatos) me dan unas ganas locas de ver también el partido (pero se me pasan al poco rato, que no cunda el pánico). ¡Parece que se tratase de héroes y no de comunes mortales!, me digo. Y esa voz en off que arenga a los futbolistas como si de soldados glo-riosos se tratara, como si fuesen héroes en cuyas manos está el destino tambaleante de toda una comunidad (y así es, en cierto modo)… Todo se desliza y, de repente, no son futbolistas, son la encarnación de esos héroes clásicos cuyos nombres, al que más y al que menos, le suenan de algo. Son Héctor, el de tremolante penacho; son el Pelida Aquiles, de pies ligeros; son Agamenón, soberano de hom-bres; son Néstor Nelida, excelsa gloria de los aqueos… Y esa voz en off que los fustiga y los arenga y los ensalza y los impele y los eleva a la categoría de divinidades, que crea la ilusión de que su recuerdo será imborrable en la memoria de la masa… Esa voz en off que narra las haza-ñas de estos hombres de espíritu inmortal no es otro que el mismísimo Homero. El influjo de la literatura llega hasta límites insos-pechados. Y, así, miles de personas que quizás nunca tu-vieron muy claro quiénes eran todos esos, se emocionan con las palabras que escribió un creativo a imitación del primer gran best-seller del mundo occidental.

Narra

tiva

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¿Es así de verdad? ¿Sí? ¿Están seguros? ¿No será que una se pasa las horas y los días leyendo y ya no puede ni ver anuncios sin escuchar la voz de un lejano aedo recitando al ritmo de los golpes de su bastón, ya no puede escuchar en la parada del autobús a una mujer hablando por te-léfono sin traer a la memoria una historia de amor bien trágica al estilo de El gran Gatsby? ¿No será que yo ya me quedé tocada, y cuando salgo por las noches y veo a esas jóvenes, quién sabe si yo entre ellas, de mirada vidriosa y febril, de baile desenfrenado y sudoroso, de bocas rojas y lenguas puntiagudas reconozco en ellas por un instante a cientos de bacantes que gritan ¡evohé!? ¿Por qué cuando todo el mundo señala a una mujer y murmura a sus espal-das yo tengo que pensar en Carmen Jodra y lo que pasa cuando una tiene sangre de ramera? ¿No será eso, y que, al fi nal, les he liado la cabeza? Anden con cuidado, a ver si acaban como yo…

Alonso Quijano Jose Alberto Arias PereiraAlonso Quijano Jose Alberto Arias Pereira

2666 , ¿la Obra Hispanoamericana Defi nitiva?

por Jose Alberto Arias Pereira

Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento

Charles Baudelaire

2666. Aún no sé qué quiere decir este número, y eso que he leído la novela a conciencia, extrayendo da-tos, comparando con fuentes fi dedignas… Hace unos años salió este gran libro al mercado de habla his-pana y, poco a poco, la creación de Roberto Bolaño ha logrado un eco sin precedentes. Soy un moder-no, y como tal sigo la moda: ahora mismo todo el mundo habla de 2666 porque ha llegado al mercado anglosajón. Ya se puede obtener en los supermerca-dos (hito que sólo logran los best sellers), ha recibido póstumamente el National Books Critic Award, y fue nombrada novela de 2008 por la revista Times. Cierto es que Bolaño llegó después del boom lati-noamericano, pero 2666 supone por sí misma todo un boom de la literatura mundial, no ya sólo por las buenas críticas que ha recibido, por al aura de leyenda que gira en torno al recién fallecido autor

(nos dejó en 2003), sino por la polémica con la que sus detractores pretenden restarle relevancia a una novela que, desde el punto de vista de la relevancia literaria, se pone a la altura del Quijote o Rayuela. A falta de esas fi guras tan lustrosas con las que se desenvuelve la literatura anglosajona, Roberto Bola-ño se ensalza como autor mundial con esta novela póstuma. No tenemos Capotes, Poes ni Fitzgeralds, pero 2666, con su juego de géneros, cánones inven-tados y estilo tan particular está llamada a pasar a la historia ante los ojos de toda una generación.La parte de las partes. Mientras escribía su novela, Bolaño era cons-ciente de lo avanzado de su enfermedad, y aunque des-pués de escribir Los detectives salvajes se prometió no volver a escribir nada superior a 500 páginas, dejó paso a la explosión estilística y argumental de 2666 hasta el

2666 supone por sí misma todo un boom de la literatura mundial por la polémica con la que sus detractores pretenden restarle rele-vancia a una novela que se pone a la altura

del Quijote o Rayuela.

Narrativa

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TENEMOS CUENTO

punto de escribir hasta cinco novelas en una. La partición trataba, más que de un motivo literario, de un motivo eco-nómico puesto que no tenía previsto publicar su obra en vida a falta de tiempo. De este modo, propuso a su editor la publicación de cada una de las partes de forma indepen-diente, aunque tras su fallecimiento se decidió que la re-levancia de la obra como ente tenía mayor trascendencia; aun así, no se descarta la publicación de los cinco li-bros por separado. Las cin-co partes que componen 2666 son las siguientes:

•La parte de los críticos: Bolaño retoma la figura del crítico, en este caso cuatro académicos expertos en la obra de un autor alemán desaparecido, Benno Von Archimboldi. La búsqueda del autor se prolonga a lo largo de los años por toda Europa hasta que las pistas conducen a tres de los crí-ticos al Nuevo Continente, concretamente a Santa Te-resa (México) donde se en-cuentran constantemente numerosos cadáveres de mujeres. Podría definirse como un folletín senti-mental, menage à trois de por medio, de lectura en-tretenida.•La parte de Amalfitano: Amalfitano ha sido compara-do con Bolaño por algunos rasgos autobiográficos: es chi-leno, se muda a Barcelona, donde se enamora y tiene una hija, y posteriormente se traslada a Santa Teresa, donde entra en contacto con los críticos en búsqueda de Archim-boldi. En esta parte es común el cambio de narrador.•La parte de Fate: existe en el comienzo de esta parte un

cambio de estilo al género policíaco, ya tratado en Los detectives salvajes. Fate es un periodista negro al que le encargan cubrir un combate de boxeo como sustituto de otro reportero muerto precisamente en Santa Teresa, ciu-dad donde conoce a una joven que investiga las muertes y violaciones de mujeres. Su trabajo se convierte en una huída de mafiosos mexicanos hasta la frontera con EEUU.•La parte de los crímenes: como una crónica o informe,

Bolaño describe uno a uno más de 100 crímenes. El exce-so cuantitativo es señal suficiente de la intención de de-nuncia de Bolaño, mostrar lo irracional de un hecho real, ya que Santa Teresa funciona como trasunto de Ciudad Juárez. Así pues, se exponen las torpezas de la investiga-ción, los impedimentos para descubrir al verdadero autor de los asesinatos, la labor de la prensa y la indiferencia

de la gente. Es quizá éste el Bolaño más crudo y menos cínico. Muestra el horror. La sangre. Las violaciones. Los asesinatos.•La parte de Archimboldi: po-dría ser la primera o la últi-ma, pues el autor no deter-minó el orden en que habrían de publicarse los cinco libros, y cuenta la vida de Hans Rei-ter, un prusiano llamado a filas por el ejército nazi du-rante la II Guerra Mundial que tuvo un temprano con-tacto con la literatura y se tuvo que alejar de su familia. Más adelante comenzó una nueva vida bajo el pseudó-nimo de Benno Von Archim-boldi, siempre con el apoyo de una señora que actuaba como mecenas y el recuer-do de sus allegados. De este modo, vaga por una Europa derruida mientras escribe la mayoría de su obra. Un giro del destino lo lleva a Santa Teresa.

Es imposible determi-nar si 2666 es una novela concluida o no, ya que su final abierto, característica de gran parte de la obra de Bolaño, siempre mantendrá la duda de si tal vez no tuvo tiempo suficiente para cerrar la historia de los dos hilos centrales de 2666, Archimboldi y la ciudad de Santa Teresa con sus crímenes sin resolver. Y es que Santa Teresa no es una elección casual en la novela de Bolaño. Bien es sabido que éste vivió toda su adolescencia, la época que lo marcó como persona y escri-tor, en México. De este modo, hay quien ha señalado el Macondo de García Márquez podría simbolizar el origen de Latinoamérica y Santa Teresa no sería más que el fin del mito, del realismo mágico, la antipoesía, y, en defini-tiva, el final de su historia. En la misma novela se puede leer: “la historia es una puta sencilla, no tiene momentos determinantes sino que es una proliferación de instantes, de brevedades que compiten entre sí en monstruosidad”. 2666 es tristemente real, no hay nada de mítico en ella, todo es real y violento, visceral: real visceralista. También es cierto que los temas que trata (la II Guerra Mundial, los asesinatos de Ciudad Juárez) no dejan lugar a la fanta-

2666 Jose Alberto Arias Pereira

Es imposible determinar si 2666 es una novela concluida o no, ya que su final abierto,

característica de gran parte de la obra de Bolaño.

Narra

tiva

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sía. Santa Teresa se encuentra en el límite del país, sumida en el desierto, cerca de la frontera. Y parece a su vez un sumidero hacia el que todos los protagonistas acabarán fluyendo. ¿Y por qué 2666 y no otro año? Eso en el caso de que se trate de una fecha, como apuntan evidencias en otras de sus obras. De hecho, en Amuleto (1999), la prota-gonista Auxilio Lacouture narra en 1975 hechos del pasado y menciona la cifra 2666 como una fecha mientras persi-gue a Belano y otro personaje: “la [avenida] Guerrero , a esa hora, se parece sobre todas las cosas a un cementerio, pero no a un cementerio de 1974, ni a un cementerio de 1968, ni a un cementerio de 1975, sino a un cementerio de 2666, un cementerio olvidado debajo de un párpado muerto o nonato, las acuosidades desapasionadas de un ojo que por querer olvidar algo ha terminado por olvidarlo todo”. Puede leerse aquí que Roberto Bolaño hizo de su obra un ente vivo e interrelacionado, lleno de premonicio-nes y conexiones sutiles entre los distintos libros o dentro de ellos. Y 2666, cifra siniestra y diabólica donde las haya, puede ser una imagen clave: el cementerio futuro de La-tinoamérica, de nuevo la muerte del mito, pero también

el cementerio de toda la humanidad. Y es que los dos hilos que articulan la novela no son más que un pretexto para acaparar todas las historias posibles, pues cada trama se ramifica en otra divergencia de personajes e historias por contar que a veces quedan marcadas a fuego en poco más de dos páginas. También cabe la duda de cuál era la intención de Bolaño con esta novela, aunque es evidente que sus as-piraciones eran ambiciosas. Presenta a un personaje que podría ser el mismo, o en este caso el conjunto de los per-sonajes, desde los críticos pasando por el chileno Amalfi-tano hasta Archimboldi, escritor que parece pronosticar el funesto (y efímero) futuro de Bolaño. La escritura de esta novela debió de suponer una actividad febril, a con-tratiempo, a expensas de un hígado que nunca llegó, y esto se nota en algunos pasajes casi proféticos, así como en el tono pesimista y desencantado de un escritor joven, porque como narrador Bolaño apenas llevaba diez años dedicado a esto. Pero es ante todo un nexo entre lo anti-guo y lo nuevo, entre dos continentes separados por un océano y por el tiempo, mas él consigue aunarlos y reba-jarlos al mismo nivel autodestructivo. Y en última instan-cia queda en 2666 ese anhelo por pasar a la eterni-dad como autor universal, una carrera contra la muerte y la limitación de las palabras. 2666 se sigue abriendo al mundo, aunque desde la perspectiva de un traductor que-

Post It

•El dador, Lois Lowry. Atípica utopía que nos re-cuerda a Un mundo feliz (A. Huxley). Un mundo perfecto en el que cada uno tiene asignada su ocupación y donde nada es lo que parece, sorpre-sa final incluida.•Rayuela, Julio Cortázar. Este libro es un juego de juegos, dos, mil historias en una con la bohème parisina y sus juegos de personajes que nos devo-ran. Una obra indispensable.•La carretera, Cormac McCarthy. La historia de amor más dura que hemos leído en mucho tiem-po. El Apocalipsis ha hecho estragos y la única esperanza que nos queda es el horizonte, más allá de la carretera.•La lluvia amarilla, Julio Llamazares. ¿Y si La fa-milia de Pascual Duarte se bañara en poesía? La historia de un pueblo abandonado en el pirineo y de su último habitante y los fantasmas que lo acompañan. Metafórica y preciosa.•El libro de arena, Jorge Luis Borges. Un libro de cuentos donde encontramos auténticas joyas de mano de uno de los maestros de la literatura mo-derna. “Ulrica” derretiría el corazón de cualquiera.

2666, cifra siniestra y diabólica donde las haya, puede ser una imagen clave: el cemen-terio futuro de Latinoamérica, de nuevo la

muerte del mito, pero también el cementerio de toda la humanidad.

da la duda de si es posible trasladar esta gran burla que es la novela sin perder la riqueza, los matices de un autor curtido por una misma lengua llena de variantes entre el español de Chile, México y España. Por último, cabe destacar la intertextualidad no sólo a nivel de la creación de varios cánones literarios, sino a la presencia de libros que cobran protagonismo, principalmente en la parte de Amalfitano, personaje que cuelga un libro de geometría en una cuerda de tender sin una razón coherente, como si fuera ropa o como si inci-tara al lector a hacer lo mismo con la novela que tiene entre las manos. ¿Qué puedo decir que no haya dicho ya? Que vale la pena mucho, que es fácil de leer y no te sen-tirás estúpido mientras digieres sus más de 1100 páginas. Además, si ves que no puedes con ella siempre tienes la opción de tenderlo entre los calzoncillos y braguitas. Des-pués de todo, las modas están para seguirlas, pero esto no es un Dan Brown, un Larsson o un Harry Potter. No será una moda pasajera. Por el bien de la buena literatura.

Narrativa

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Post It

•La flaqueza del bolchevique, Lorenzo Silva. Una historia de amor prohi-bido que nos hará reír y llorar in-distintamente. Porque un giro en la rutina diaria puede cambiar las vidas de muchas personas. Fácil de leer y profundamente emotiva.

•El guardián entre el centeno, J.D. Salinger. De lectura obligada para aquellos que crecen, que entran en la madurez sin saber lo que se esconde al otro lado.

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TENEMOS CUENTO

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los tomó por unos ojos normales hasta que la miraron di-rectamente a los suyos. Entonces, un sudor frío le recorrió la nuca, y sin saber muy bien por qué, salió de la habita-ción a un paso lento pero decidido, y no se detuvo hasta que estuvo al final del pasillo. Al día siguiente, los enfermeros le comunicaron al hombre de las cejas y manos feas que su padre había muerto. Ya nadie se acordaba de la vieja del chal morado.

La muerte es discreta, elegante pero discreta. Ca-mina entre la gente sin ser vista, se salta las colas del cine y de los hospitales y nadie lo nota. Los mimos y los men-digos buscan su mirada cuando les echa unas monedas en la gorra. Aunque nadie la vea, siempre está ahí: oculta y sonriente en una esquina oscura; andando altiva por la calle; de compras en Bershka o en Mango; sentada en la sala de espera de un médico, moviéndose entre la multitud en la discoteca; o en el último asiento de un autobús línea Granada-Madrid.

Cuando Edward J. Smith supo que el Titanic se estaba hundiendo, estaba pensando en su jubilación sentado tranquilamente en su camarote. Murdoch hizo todo lo posible por evitar la colisión, pero el barco quedó sentenciado, y fue a darle la mala noticia con un nudo en el estómago. Smith hizo detener y revisar el barco, aunque en el fondo sabía que ya era dema-siado tarde.-Hay que abandonar el barco. Preparen los botes salvavi-das. A pesar de sus intentos por no difundir el pánico, sabía que no había botes suficientes, y que moriría gente. Podría haber huido en un bote y salvarse, pero un buen capitán es el último en abandonar el barco. Se encerró en su camarote, y esperó lo peor. Los cristales estallaron, el agua empezó a inundar la habitación. Estaba tan asustado que apenas se dio cuenta de que había alguien más en el aposento. Era una mujer:

La vieja se colocó el chal y se levantó. Fue hacia la habitación, apoyándose en su paraguas gris como si de un bastón se

tratara.

Esquelas

por María Coll Fernández

Un sonido parecido al repiqueteo de las uñas contra la ma-dera, y el sondeo incesable de las agujas del reloj eran la banda sonora de la sala de espera del hospital a las tres de la mañana, un jueves. Solo que las uñas estaban comidas, los dedos rechonchos y rosados, con las almohadillas du-ras y encallecidas; sin olvidar los pellejillos alrededor de la uña, sangrados de tanto morderlos. No obstante, las ma-nos del hombre nervioso y cejijunto tenían un cierto en-canto; igual que sus cejas gruesas y fuertes, oscuras, muy cerca una de otra, bajas y de forma irregular, que dejaban ver unos ojos oscuros y de pestañas largas, y una nariz bulbosa y grande, también con cierto encanto. La frente parecía demasiado pequeña en comparación con el resto de su cara, de pómulos definidos y ojeras marcadas.

El hombre, que aunque de manos feas y unicejo, no acos-tumbraba a estar solo, creía estarlo en ese momento. Ya se había olvidado de la vieja del chal morado y el paraguas gris que estaba sentada en la esquina cuando él llegó. No hablaba, no se movía, solo esperaba. En algún momento había sacado un papel y había estado un rato anotando algo, el hombre supuso que sería algún pasatiempo. Al cabo de un rato, dejó de preocuparse por su presencia, ya ni siquiera recordaba que seguía ahí. Un rato después, un enfermero salió a decirle que su padre se hallaba dormido y muy débil ya que había per-dido mucha sangre, y que debían de realizarle una trans-fusión. La vieja se colocó el chal y se levantó. Fue hacia la habitación, apoyándose en su paraguas gris como si de un bastón se tratara. Nadie la detuvo, tal vez porque no se percataron de su presencia. Pasó desapercibida entre la gente y se quedó sentada junto al enfermo. Estuvo un rato a su lado, y nadie que entrase en el cuarto daba mues-tras de verla allí sentada. Hasta que entró una enfermera, que frunció el ceño cuando le pareció reparar en algo mo-verse en una esquina. Volvió a mirar, y descubrió a la vieja allí sentada, quieta, con la vista baja. Se preguntó cómo no la había visto entrar, y buscó su mirada.-Señora, ¿es usted pariente? No es horario de visitas.La vieja no respondió, solo levantó los ojos, unos ojos gri-ses, huecos y hundidos en la arrugada piel. La enfermera

Narra

tiva

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la cuerva

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-¿Quién eres tú? –murmuró tiritando, cuando el agua le

llegaba por las rodillas.La mujer sonrió y lo miró a los ojos. Los cristales restantes se rompieron y el agua inundó el camarote por completo.

Le gusta irse de marcha. Seguir a los jóvenes inconscientes y cegados por la adrenalina, colarse en los botellones, en los conciertos y las fiestas, mezclarse entre la gente. Darles la mano cuando se encuentran al borde del abismo, y soltarles luego. Por las tardes juega al parchís con el hambre y la mi-seria, y gusta dormir en un pabellón de reposo.

Había bebido unas copas de más, pero creía estar en per-fecto estado para conducir, a pesar de que Laura le pre-guntó varias veces si se encontraba despejado. Lo cierto es que las luces y la oscuridad lo confundían, y empezó a du-dar de sí mismo y de si Laura no estaría mucho mejor para llevar el coche en su lugar. Los niños empezaron a discutir por una tontería, y sonó el teléfono móvil. Lo cogió Laura, era su madre, que si habían salido ya. Ahora los niños no se ponían de acuerdo con la música. Se enfadó, y apagó la radio. La rabia le hizo acelerar quizás un poco de más. Un “no corras” de Laura le ayudó a recordar que debía ir con cuidado. Ocurrió demasiado rápido. Le pareció ver un movimiento en la carretera, y un momento de distracción bastó para que el vehículo se le fuera de las manos. Laura gritó su nombre. El coche volcó y todo se apagó. Lo últi-mo que vio fueron unos ojos grises y penetrantes mirán-dolo desde el cristal. Le pareció que sonreían.

La Muerte es silenciosa, va de la mano del tiempo, juega al ajedrez y al póquer, y escribe poemas en sus ratos libres.

-Por fin has venido… ya era hora.-Yo siempre vengo.-Ya. Uf, hace mucho frío aquí… ¿no?-Te acostumbrarás.-Supongo. Oye, dime una cosa, ¿duele mucho morir?-No te enterarás. Tal vez sientas un leve dolor de cabeza, pero para eso está el Frenadol.-Estas tecnologías… pero me dejas más tranquilo. ¿Una partida de ajedrez antes de irnos?-De acuerdo, pero una rapidita. Me pido blancas.-Como quieras… y dime, ¿no te aburres de ir siempre acompañado de fiambres?-Es entretenido, y además aprendo idiomas… buen mo-vimiento.-Gracias, te quedas sin caballo. Vaya, dicho así, suena in-

Lo último que vio fueron unos ojos grises y penetrantes mirándolo desde el cristal.

Le pareció que sonreían.

teresante.-Lo es. Jaque mate al rey.-¿Ya? Qué rápido, sí que eres buena… tantos años ya, ¿has pensado alguna vez en jubilarte?-Sí, me lo he estado planteando. Pero vámonos ya, que tengo mucho trabajo por hacer.-De acuerdo, de acuerdo…

Sonríe.

Estaba leyendo las esquelas en el periódico cuando oyó un ruido a su espalda. Un gélido aliento le chocó en la nuca. Dejó el periódico en la mesa, se quitó las gafas y se dio la vuelta. Oscuridad.

Se esconde.…

Raquel Silva

Narrativa

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TENEMOS CUENTO

Poesía eres tú Jose Alberto Arias Pereira

La Fiera

por Raquel Silva

Para Ángela, que hubiese hecho la foto perfecta de la niña en el árbol.

La niña escala los árboles como en una película de super-héroes mala, de esas en las que se nota que el tío es un doble y lleva arnés: con una naturalidad forzada. Dos ni-ños pasan patinando ruidosamente por la acera y no se percatan de la niña en el árbol y yo sentada en la sombra de éste. La niña me mira un momento y se agazapa como un animalillo entre las hojas. Pero la niñita es grande y ya se va notando el otoño, así que queda ridículamente escondida, como cuando mi hermano y yo nos tapábamos la cabeza con un pañuelo y nos creíamos invisibles. De vez en cuando levanto la vista del papel por-que su mirada ya me cosquillea entre el pelo. Si puede la esquiva, pero si nuestras miradas se cruzan hay una alta

probabilidad de que se quede muy quieta hasta que yo sonrío y entonces, por fin libre de tensión, corretea rom-piendo [ Me levanto y voy dentro a pedir un boli – qué extraña amabilidad la de la mujer que me atiende- y cuan-do salgo, me encuentro con un conocido. Hablo con él sin dejar de mirar el árbol – a sus ojos parecerá un gesto pensativo- y pensando si advertirle o no sobre la presen-cia de la niña. Se despide sin darme tiempo a resolver el dilema] hojas y ramitas que caen sobre los dedos de mis pies. En una de ellas viajaba una hormiga de las grandes. Se ha quedado muy quieta entre mis dedos. Quizás recién infartada por la caída libre. Pero la muy pamplina se recu-pera y me muerde. Yo también tengo hambre, y si fuera El Último Superviviente te comería sin remordimientos; le digo justo antes de aplastarla con el puño. La niña, que lo ha visto todo con sus ojos de búho, se ríe con una risa extraña y ronca. Qué raro que aún no haya aprendido a saltar de árbol en árbol. Mamá sale de la reunión y del edificio diciendo “Bueno, pues ya podemos irnos. Al fínanla no he tardado tanto, ¿eh?”. La niña se baja del árbol y le da la mano. En el coche me siento y enciendo la radio mientras mamá sienta a la niña en el asiento de atrás. Por el retrovisor la veo sacudirle las hojillas del pelo y darle un beso en la frente.

Narra

tiva

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la cuerva

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por Julia González Calderón

Autor: Jeffrey Eugenides

He investigado por la red para inspirarme al escribir esta reseña, pero sólo he logrado encontrar artículos de gente mucho más instruida que yo, de modo que olvidaré todo lo que he leído, salvo esta novela, Middlesex, una de esas que nunca deseas que acabe, y cuando lo hace te deja un vacío dentro, un hueco, una orfandad que sólo puedes re-mediar con otra lectura de igual calibre, y en este caso es difícil. Cuando uno lee el encuentro amoroso, con una guerra que calienta motores de fondo, entre dos jóvenes hermanos, ya no puede parar, y escapará con la incestuosa pareja de los turcos cruzando un océano en busca de una tie-rra donde tendrán que sobre-vivir a la vida del inmigrante, al celoso marido de su prima homosexual, Lina, y al peso sideral de su oscuro secreto. A través de cuatro décadas so-mos testigos del deslizamiento de una mutación genética por la cadena de ADN de la familia Stephanides, propulsada por una suerte de consanguinida-des, hasta salir a la luz en el protagonista y narrador. ¿O debería decir narradora? No es fácil concretar… ¿Ustedes creen en la determinación cromosómica o en la cultural? Yo, tras leer esta novela, sólo creo en el ser humano. Cal Stephanides (nacido Calíope, nombre de la musa griega de la poesía épica) crecerá en la De-troit de los años 60 en el seno de una familia griega pero acomodada, y un día también habrá de decidir entre cultura y genética… A veces, la decisión más importante de tu vida es la más fácil, ¿eso dicen, no? Y asombra por el gesto tan natural, ineludible para el personaje, de forma que el lector ni duda en que lo más correcto sea la huida y la transformación de Calíope en Cal, que en su vida adulta, ya hombre (¿o es que no es bastante con tener barba, voz grave y fuerza para ser hombre? ¿Qué más se necesita?) lu-chará contra su pasado narrándolo, reafirmándose en él mientras mantiene en la cuerda floja un floreciente romance con una asiática en Berlín. Por cierto, que

Eugenides también nació en Detroit en el 60 en una fa-milia griega y, actualmente, vive en Berlín con su esposa asiática y su hija… Una se pregunta qué diría Freud de todo esto, o ante qué clase de secreto nos hallamos, pero cuento con una extensión limitada para esta reseña. Ha-brá que dejarlo para otro día Recorremos la historia del siglo XX, el amor, el tacto que tiene la vida, pero sobre todo vivimos las expe-riencias de unos personajes tan humanos que parecen ten-dernos las manos a través de las páginas. Y todo ello na-

rrado con un humor dulce y tierno, como con temor a romper una historia de-masiado delicada como para que la cuente cual-quiera. Porque pese al su-frimiento, al trauma, a la duda y al miedo (o tal vez precisamente por ello) se nos narran una infancia y una adolescencia comple-tas, con comidas familia-res los domingos, un her-mano con el que pelearse, la tortuosa búsqueda de la belleza, el primer amor, tan dulce y torpe como el nuestro propio… Eugenides consi-guió volver a demostrar un talento difícil de igua-lar. Y digo volver porque quien no conoce la novela

Las vírgenes suicidas cono la película homónima, que atrae tanto a jóvenes (Josh Harnett, sangre, chicas rubias…) como a adultos (Sofía Coppola a la dirección). ¿Pero qué más da que su primera novela haya sido llevada con cla-moroso éxito al cine tras obtener otro clamoroso éxito editorial? ¿Qué más da que Middlesex fuese ganadora del Pulitzer? ¿Qué más da lo que yo o gentes más instruidas podamos decirles? Hay alguien que tiene la última pala-bra, y son ustedes. Hagamos una apuesta, dos páginas, sólo eso, y lo que quieran a que llegan hasta el final. Lo que quieran. Y para que vean que no voy de farol, ahí les dejo el principio. Ya me dirán: “Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974.”

Middlesex Jose Alberto Arias Pereira

Middlesex, una apuesta ganada de antemano

Narrativa

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TENEMOS CUENTO

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Sigbjörn Hreidarsson: sus logrospor Fran Tejero Sánchez

Que nadie haya oído hablar de él no significa que no exista. Una o dos veces cada dos o tres décadas algún suplemento cultural lo menciona, de pasada, o publican cualquiera de sus tres cuentos breves. En 1935 Silvina Ocampo escribió un artículo en el que aseguraba haber oído el nombre de Sigbjörn en una conversación entre Borges y Bioy Casa-res. La verdad es que Silvina no oyó mal. Pero no se referían a nuestro Sigbjörn, posiblemente se referían a un Sigbjörn del que nunca vamos a tener mayor conciencia. En 1935 Hreidarsson no había sido traducido al castellano. En 1935 Hreidarsson solo tenía escrito un libro, y ese libro no había sido traducido a ningún idioma, porque aún no había sido publicado. El libro en cuestión se titulaba Las cinco estaciones de Islandia y viajaba en el macuto de Hreidar Hjálmarsson, padre biológico de Sig-björn, que el 12 de abril de 1935 (fecha que Sigbjörn nos dará treinta años después en su novela El abrigo) había abandonado a su familia en un barco con destino a los Es-tados Unidos de América. Por qué se llevó la novela que su hijo único había tardado seis años en escribir es un inte-rrogante que a menudo asalta a su hijo único en fragmen-tos autobiográficos. Por qué, puestos a preguntar, envió a doce editoriales el manuscrito de Las cinco estaciones de Islandia como si fuese suyo, nada más llegar a Estados Unidos, es un interrogante que muy bien nos da una res-puesta a la pregunta anterior. La falta de dinero hace al ladrón, la falta de moral al que estafa. Sigbjörn Hreidarsson no tuvo más noticias de su primera novela, que creía perdida, ni de su padre, al que nunca perdió el respeto, hasta que en 1948 leyó el primer libro de un autor americano desconocido, Joseph Blore; libro que llegó a la Biblioteca de su pueblo “en formato de bolsillo” (El abrigo, pág. 85). La novela se titulaba Visión islandesa, y no era otra que su propia novela, la novela de Hreidarsson. En 1935, Joseph Adam Smith, auténtico nombre de Joseph Blore, editor de varias novelas de Frederic Dan-nay y Manfred B. Lee, trabajaba como lector en una edi-torial a la que llegó un libro en islandés con el título Las cinco estaciones de Islandia. Joseph rechazó el manuscri-to, pagó para que lo tradujeran al inglés, y lo publicó con otro título y bajo pseudónimo. Sigbjörn Hreidarsson (1902-1999) se sirvió de este material autobiográfico, para dar comienzo a una de las mejores novelas, y una de las más desconocidas, estram-bóticos, y humorísticas, que el siglo XX, ese siglo de bús-queda de la identidad, nos ha ofrecido. De Sigbjörn Hrei-darsson, aunque existe, nadie ha oído hablar, nadie sabe nada, y por ello, solo la lectura de El abrigo puede resca-tárnoslo.

Su obra deja abierta ciertas incógnitas, ciertas la-gunas para el lector medio. Y de alguna manera, esas la-gunas no hacen más que dilatar el entusiasmo, desmedido por mi parte, que despierta la novela. Una de esas lagunas es el personaje de Joseph Blore, una presencia tangible a lo largo de todo el libro, uno de los múltiples cimientos sobre los que se apoya El abrigo, pero a la vez alguien des-conocido, alguien del que nunca llegamos a oír su discur-so, un Kurtz islandés, sin Congo y sin horror. ¿Quién es Joseph Blore? Hasta donde sé, no conozco a ningún per-sonaje real con ese nombre. Pero, ¿ha podido Hreidarsson utilizar un nombre y un pseudónimo falsos con el fin de proteger sus derechos de autor? Como el propio Hreidars-son escribe en su libro “…que Blore tenga publicada una novela mía, tan sana, tan inocente, no significa que Blo-re haya cometido ningún delito contra mi persona, muy al contrario ha cometido un delito contra un hombre, mi padre, que en su día cometió un delito contra mi perso-na, lo cual no dice mucho a favor de Blore, pero tampoco me pone en su contra”. Y, de haber existido Blore, ¿dónde está ese libro que plagió? ¿En qué librería hay que buscar para encontrar el plagio de una ficción? ¿Quién es, y per-donen una pregunta tan indiscreta, Sigbjörn Hreidarsson? Poco es lo que se puede decir, ciñéndonos a datos fiables, sobre él. Su propia muerte no es más que una fecha que he deducido leyendo un artículo que el escritor barcelonés Vila- Matas publicó hace unos años sobre Hreidarsson. Como Vila-Matas inventa más que dice, no me fio de él ni un pelo. Yo, para ser fiel a la verdad, solo puedo recomen-dar su libro; poca cosa más: lean a Sigbjörn Hreidarsson. No me malinterpreten: léanlo si les es posible, si lo en-cuentran, si dan con El abrigo en alguna librería, en al-guna biblioteca; y luego coméntenlo, plágienlo, háganlo suyo, háganlo llegar a todos nosotros.

Post it

•La ofensa, Ricardo Menéndez Salmón. Se trata de la historia de un hombre que deja de sentir en me-dio de una guerra. Unos capítulos cortos pero in-tentísimos, algunos párrafos son preciosos y ver-dades como puños. No, no es otra histora sobre la II Guerra Mundial. •La hermandad de la uva, John Fante. El dis-cípulo de Bukowski nos ofrece la historia de una familia italoamericana en la mejor tradi-ción de Los Soprano, desmitificando la familia y los tópicos. Irresistible.

•Cien años de soledad, Gabriel García Már-quez. Probablemente la mejor muestra de realismo mágico de la Historia. Per-sonajes que nos acompañarán más allá de la muerte. Soledad. Incesto. Siete generaciones de la familia Buendía. Una y mil historias fundamentales.

Narra

tiva

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Dublineses

por Jose Alberto Arias Pereira

O “Los hombres que estremecían a las mujeres”, según los suecos. Voy a hablar de dos cantantes, ambos buenísimos, ambos irlandeses, que comparten no pocos puntos en co-mún. Pero no os voy a hablar de recomendaciones de dis-cos o cosas así. Voy a hablar de cada uno tal y como yo los conocí, que me parece el mejor modo de conocerlos. El primero, por decir uno y seguir mi peculiar cronología, es Damien Rice. Un día, hace tres años, buscaban en un foro de escritores la canción más triste que existe (¡hala, los escritores son unos tristes!) y alguien había propues-to una tal Elephant de un tal Damien Rice. No sabía de qué hablaba, pero la primera vez que la oí me llegó donde llegan pocas cosas. Después descubrí que la canción más triste de este señor es Accidental babies, de su segundo disco de estudio, 9 (2006). Y que el primero se llamaba 0 (2002) y contenía maravillas como una canción que aca-ba con una voz soprano (Eskimo) o Cannonball, de la que aprendimos cosas cursis, de acuerdo, pero perfectas en su cursilería: “las piedras me enseñaron a volar, el amor me enseñó a mentir, la vida me enseñó a morir”. Y si este dis-co inicial contenía duetos, 9 parece un disco ideado para lucimiento de Damien y de la chica que le hacía los coros, Lisa Hannigan. Cuando dos meses después de oír por pri-mera vez Elephant fui al concierto de fi n de gira del hom-bre, no había ni rastro de Lisa. Su relación había acabado y Damien Rice sabe defenderse muy bien por sí mismo en un escenario. Se vuelve roquero, simpático, divertido y de su boca no sale una voz, sale un torrente. Qué por-tento. Y echadle violoncelos, guitarras, baterías, violines, piano… Mientras esperamos su ya grabado y anunciado tercer disco, podemos consolarnos con los temas que ha sacado a modo de single (imposible no mencionar su Un-played piano, dedicado a Aung San Suu Kyi, ganadora del Nobel de la Paz, que vive bajo arresto en casa desde 2002 por apoyar a la oposición birmana contra la dictadura), o con otro dublinés de pro: Glen Hansard. Hace dos o tres años, también, el Oscar a la mejor canción lo ganó una modesta producción irlandesa (el musical Once, para más señas) gracias al tema Falling Slowly, un dueto precioso de Glen y su partenaire, la checa Markéta Irglová. Ambos ya habían cantado juntos en la banda irlandesa The Fra-mes (Damien Rice era a su vez vocalista de Juniper), don-de se desarrollaron algunas de las canciones del musical. Glen es más feo que guapo, pero en su papel de busker nos enamora con la primera canción que se atreve a cantar con nocturnidad y alevosía, Say it now (de nuevo música de chico atormentado, e insisto, para nada impostada esa actitud). Empieza, como Rice, casi todas sus canciones a

capella y acaba gritando entre guitarras y pianos desata-dos. También se atreve a reírse un poco de sí mismo con temas como, y atentos al título, Broken Hearted Hoover Fixer Sucker Guy. Si hay alguna canción que valga la pena Say it now, un grito desesperado para hacer despegar una película que no es original, pero tiene números musicales de los que uno no se puede despegar como se quita una calcomanía, como Lies, otro himno sincero sobre amores imposibles. En cualquier caso, si os gusta el rollito cantau-tor, el rollito melancólico, la MÚSICA como tal, no dejéis pasar la banda sonora de esta película. Vale la pena com-prarla, como valen los dos discos de Rice (con sus cubier-tas en cartón con dibujitos preciosos en los libretos) o, ya que seguimos con los dublineses, vale la pena la mitiquí-sima Sinéad O’Connor. Si alguien tiene algo que objetar, say it to me now.

Música

Bea Pavón

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la 3ª cuerva

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por Esteban Espada

Estoy en lo que me acostumbro.

Al contrario que pasa con la música mala, la música buena es responsable del hombre hasta el punto de subordinarlo o volverlo inofensivo.El silencio está al borde de la acción. En la acción el silen-cio es también música. El desnudo es acción y silencio.La música buena es un desnudo, una vuelta a la experien-cia, una tregua a la moral y a la memoria: un retorno a la barriga. La música es sin ninguna duda un error de la inteligencia.Crear algo nuevo de verdad es como darle una paliza a la memoria

La música es la única manera de que una persona que no sabe leer te convenza de algo. Y aunque esto no subordina a la literatura (pero podría hacerlo), es mágico.

La música es un sabio hábito de inconsciencia.Sin embargo no enseña ni corrompe.Ni ella me engracia ni yo la engracio.Lo que yo a la piedra.Es un arte y como todo arte bueno un despropósito.El imbécil será el imbécil aún escuchando buena música.

Por otro lado, algunos padres saben que para educar a sus hijos basta con llenar estanterías de libros y discos. Las personas inteligentes que conozco tienen un número considerable de una u otra cosa.

Si la gente dejara de aplaudir por costumbre en los con-ciertos el mundo de la música no sería por desgracia muy diferente. En la música de humilde no se pierde el respeto, en todo lo demás, de humilde te joden; por eso tengo más fe en la música que en el hombre.Que se pueda admitir no sentirse responsable de la mú-sica que uno hace es una de las mayores virtudes de la música; dejándola sostenida en su eterno papel honesto al margen de nuestras irregularidades.

La buena música es criba de expectativas.Sin ella sería menos llevadero y más difícil estar triste.

Quien tiembla no ríepero de esto me guardo un pedazopara cuando no tenga. La conciencia es en gran parte expresión de una vida que no se puede llevar, por eso la música. Porque el movimiento físico es en soledad (la primera conciencia) la consecuencia más accesible. Y lo demás es ruido Probablemente la conciencia (donde la música se anula) esté en la precisa línea que separa una y otra. Y lo demás es ruido Reconozco perfectamente la música de ida de la música de vuelta. Quien se sienta responsable sabrá que no es vanidad sino razón lo que llevamos. Quien aprecia la música sabe cuál es la mejor lápida o cuando termina la noche. Los instrumentos son también buena cosa. La esperanza es una manera de acostumbrarme.

“La cociencia es en gran parte expresión de una vida que no se puede

llevar, por eso la música”

Si la gente dejara de aplaudir por costumbre en los con-

www.myspace.com/jazztease

Mús

ica

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la cuerva

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Jazztease, o la broma del jass it up!

por Silvia Guerrero Rosa

Justice. Pocos son de verdad justos con lo que dicen o ha-cen en la vida. Encontrar entonces justicia en lo que se toca puede ser tan casual como sorprender una aguja en un vaso, fruto del azar o de un pinchazo incontenible de sonido. Durante 58 minutos me desinfl o con Jazztease, una atmósfera de guasa, sentimiento y jazz frenético que Adrián, Ana y Nacho crean como si el humo que sobre los

años 20 forjara a Jelly Roll Morton en su banqueta hubie-ra tornado en un spanish time como ingrediente del buen gusto por la música. Jazz con escapadas, o su propuesta de huida (saxo, voz y piano a cuestas, respectivamente). Lo bueno se demora en forma de lunes por la mañana y decidimos compartir un desayuno basado en sus experiencias al borde de la nota; “Buenos días (sic) y buena suerte” (también el jazz como hilo o halo). “El café del desayuno es un manjar creado por los dioses”, asegura Ana, que unta mantequilla en las tostadas de su hija con el mismo ímpetu suave con que se desvive en “Maybe this time”, con Björk o Renato Carosone. Como abogada, Ana demandaba por febrero

Silvia Guerrero Rosa

Música

Sepa quien para el público trabaja, que tal vez a la plebe culpa en vano; pues si en dándole paja, come paja,

siempre que le dan grano, come grano”.

Tomás de Iriarte, Fábula del asno y su amo

de 2008 (a) algunos músicos con los que poder llevar a cabo la oportunidad de participar en el IV Ciclo de Músi-ca Popular del Conservatorio Superior de Música de Má-laga. Nacho Doña, profesor de improvisación, análisis y acompañamiento, responde a la llamada y pronto Adri, informático y estudiante de saxo y fl auta, se ilusiona también con la propuesta. “A veces una actuación supone un esfuerzo muy grande en relación con una compensa-ción económica pequeña”, pero pronto se miran y por un momento intuyo que la música que se comparte reposa, además de en el pentagrama, sobre la complicidad de tro-pezar con distinto ruido a un mismo tiempo, o viceversa. “Nos gusta lo que suena, como suena”. Encontrar un trío

sin un golpe de percusión no suele ser frecuente e las formaciones dedicadas al jazz, pero su sonido ralentiza el pensamiento y enciende el cuerpo como si un inbeat-sible nos retara al escondite. Como todo buen plan, que no ha de cumplirse (ya lo demostró el cine negro), lo acordado en cada concier-to acaba modulando a una conversación de preguntas y respuestas (com pases libres) donde los tres marcan el tono del tiempo y el espacio, según Nacho: “Un tema concreto siempre es distinto en cada directo. Depende de lo que encontremos y cómo nos encontremos. Juga-mos con los silencios entre nosotros mismos, lo que al-

guna que otra vez provocó que lo que para mí fuera un momento (en) blanco, para Ana y Adrián formara parte de otra de las jugadas que gastamos en concierto”. El swing de Jazztease se mueve en furgoneta ha-cia la próxima puesta en escena, ”¡Put it on the ritz!, me recortan los solos”. Un saxofonista siempre querrá más, como cuando reconoces su versionado “Welcome to the jungle” y te sientes bienvenido sin haber pedido permiso para saber dónde estás, hasta que llegue el si-

guiente tema. “Repertorio de entre los años 20 y 40 nos da buenos resultados. En músicos como Fats Waller o Cab Calloway puedes percibir ese sentido irónico y fi no en el que nosotros nos centramos. Al jazz hay que quitarle tras-cendencia”. Cuando Ana dice “I love to singa”, tema de la primera película grabada sobre un disco sonoro, “El cantor de jazz”, uno perpetúa las palabras y durante unos segun-dos se es más consciente de que a la música la envidia un verbo en movimiento. Quizás las ciudades que conoció Miles Davis no encerraran instrumentos en un ascensor para elevarlos hasta el cadalso, pero caminar por las calles del s. XXI y encontrar un derroche de BUEN despropósito en forma

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Barbara Monk Feldman

LA 3ª CUERVA

de cuerda es casi un hallazgo inmejorable. “No hay cultu-ra musical y todo nos molesta. Deberíamos aprender de lugares en los que caminas y hay un músico en cada esqui-na”. El riesgo del busker que se muestra a la intemperie es luchar contra la disputa deciBÉLICA! de ser considerado ruido. Así, Jazztease conoció a los Swing Trotters en una paseo por Málaga: “¿Tocar en la calle es precisamente lo que hace daño?”. Uno espera no esperar nada del tiempo y así todo no es tan diferente: “La gente escucha lo que se le ofrece. Los cánones se repiten durante años y siempre es más fácil echar mano de lo que ya ha triunfado. La gente no sabe en ocasiones que lo más inesperado o aquello que no co-nocen puede gustarles mucho. Es una mezcla de ambas cosas”. Y Adrián rememora con su saxo las peripecias que

La angustia Vibra

por Ramón Soto

Morton Feldman. For Samuel Beckett.

«El compositor hace planes… la música sonríe» (Morton Feldman)

¿Dónde ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora? Sala vacía, escenario desnudo. La naturaleza como telón siniestro. Música callada. En el silencio no se sabe, hay que seguir. Lo humano como obstáculo en un concierto sordo. Un caos solitario de sonidos esperando a conver-

tirse en lenguaje, vivencia muda, anterior a toda voz. La elongación hasta el paroxismo del instante previo al grito, cuando el silencio se impone a fuerza de tensión. La imposibilidad de decir como fundamento para seguir hablando sin decir ya nada. Un remolino de palabras que solo tiende hacia su propia disolución. A pesar de todo yo no. Temeroso, tremulante el presagio. Va a ocurrir algo. El refl ejo de la propia duda arroja una sombra que recon-forta. La esperanza depositada en cualquier variación mí-nima, en ese cambio que ovala las superfi cies circulares de la incertidumbre, asidero único. Una inquietud inmóvil tras constatar que los muros de signifi cado estaban hue-

pueden crearse más allá del viento. Nacer con un instrumento bajo el brazo debe-ría formar parte del designio humano de ser, antes que todo, persona. Charles Bukowski reparó en la fealdad del océano a través de un genio que resultó tener seis años. “Debería ofrecerse la posibilidad de aprender de la música desde muy pequeño. Es y será un visión ante la vida”. Ana conserva el espíritu de aquello que no se enseña en los conservatorios. En un instituto de Finlandia suena el timbre que remite a clase: las notas al piano de una balada de Erik Sa-tie. Una diferencia o deferencia. Axl Rose hubiera dicho: “you learn to live like an animal, in the jungle where we play...!”.

Mús

ica

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la Cuerva

«beauty has replaced itself with evil[…]

it always loathed containmentbeasts

I love evil»

[Frank O’Hara. Wind (to Morton Feldman)]

cos. Entonces me pregunto si debo continuar. No hay tra-ma. Una necesidad arbitraria, la del vínculo con un bucle. Referencias cruzadas en una farsa de recursividad. Riso-tadas perplejas para un éxtasis del desconocimiento. Lle-gar finalmente a un comienzo inundado de cotidianidad anómala. Una persistencia inútil por transitar la maraña de lo semejante, entre catedrales de balbuceos inermes. Fatigar el error como quien se abandona a un capricho. Neutralidad insoportable en el trabajo, terrible, de olvi-dar. Difuminado de los contornos pese a que todo sigue aferrándose a la estrechez del límite. Sospecha de una presencia que haga posible la reduplicación del monólo-go. Otra vez. La insustancialidad de lo profundo. Mañana. Tal vez. Peor. Fiesta de la contradicción entre la plenitud y un asco que deviene afirmación. El mismo tono monótono. Fuiste una vez. Nunca fuiste. ¿Fuiste alguna vez? Oh, ¡no haber sido nunca! Sé de nuevo. Sala vacía, escenario des-nudo. La naturaleza como telón siniestro. Música callada. Un sol nocturno igual que un hilo ciego. A pesar de todo todavía tú. La destrucción de la voluntad como forma de dominio. Dictadura de la forma en prisiones categoriales. Quería. Estragos de juventud. Diagnosis estrecha. En oca-siones como esta también. Ojalá fuera mentira. Intentos sucesivos. Un solo fracaso. Regocijo en el desaliento. No poder salir de la escapatoria. La sonrisa como secreto ín-timo, bajo las coartadas. El recuerdo del futuro, síntoma de la invención ajena. No debe de ser difícil. Hay que con-

vertirse en ojo. Sufrimiento por la insensibilidad. Aquí sí. Enjaular lo vivo en unos manchurrones, escupir un océa-no de lascivia. Piel colgada en una esquina. Más ruido. Equivocación ininteligible. Y si tuviera. Sueño de una ani-quilación. No saber era demasiado. Parcialidad neutra, en un sucederse las afinidades. Un tropiezo deliberado para estrellarse contra la libertad. Esa pretensión explicativa, la ingenuidad más abyecta. Nada es más divertido que la infelicidad. Permitir la pregunta como certeza suponía abismarse en la conmiseración. Aún tarde. Preocuparse ante tanta tranquilidad. Permanecía de pie. Desencajar las piezas solo por estar perdido. Obcecación ilusoria del signo. Una malevolencia que se contagia de alegría. Su-jetarse a lo inadmisible. Acumulaba con la facilidad del idiota. Letanía de lo novedoso, el rito nauseabundo. Vigi-lan. El descuido de la lucidez. Juicio de tela. Palabras como vómito. Logorrea. No veía. Un murmullo interminable en la oscuridad. Disparaba a los parloteos. Tentación del abandono, puerta por cerrarse. Despertar estéril. Seguía siendo. Desprecio de la posibilidad de una salida. Bastaba. Eso no era allí. Espesar la densidad mientras llega la con-signa. La dificultad fluctúa. Ensimismamiento hacia una destrucción. Demasiado. Atrás, el final. Al transmutarse en tiempo, el espacio se convierte en cárcel de lo abierto. El presente como paraíso del tedio, erigido en valor, en una circularidad absurda. El aburrimiento como salvación de la eternidad. No hay nada que hacer.

(Nota: Los fragmentos en cursiva son citas de las obras de Beckett mencionadas en la bibliografía)

Discografía:

FELDMAN, Morton. For Samuel Beckett. Kammerensemble Neue Musik Berlin, Roland Kluttig. CPO Records.FELDMAN, Morton. Neither (Ópera en un acto para soprano y orquesta con libreto de Samuel Beckett). Sarah Leonard, Frankfurt Radio Symphony Orchestra. HatArt.

Bibliografía:BECKETT, Samuel. Compañía. Barcelona: Anagrama.BECKETT, Samuel. El innombrable. Madrid: Alianza.BECKETT, Samuel. Esperando a Godot. Barcelona: Tusquets.BECKETT, Samuel. Fin de partida. Barcelona: Tusquets.BECKETT, Samuel. Malone muere. Madrid: Alianza.BLANCHOT, Maurice. El libro por venir. Madrid: Trotta.FUBINI, Enrico, La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX. Madrid: Alianza.ROSS, Alex. El ruido eterno (Escuchar el siglo XX a través de su música). Madrid: Seix Barral.SUBIRATS, Eduardo. «Antinomia de la desolación», en ID., Figuras de la conciencia desdichada. Madrid: Taurus.

Música

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reportaje de fondo

No voy a ser objetivo, no puedo. Porque quie-ro considerar a Fernando como a un amigo más que como un colega o escritor. Consigue que en la situación más patética sueltes una carcajada, pero también logra ‘helarte de amor’, o incluso juguetea con tus miedos más profundos, esos que aún residen bajo la cama. Fernando Iwasaki es una de las plumas más versátiles de la literatura actual, listo para un roto o un descosido. Su propia vida es una mezcla poco creíble: ¿qué hace un peruano de ascendencia japonesa impartiendo clases de fla-menco en el corazón de Sevilla? Pues la respues-

ta es clara, escribir cuentos. ¿Escribir? ¿Y eso qué relación tiene con todo lo anterior? Es senci-llo, prefiere la ficción a la literatura histórica, su especialidad académica. Un momento… ¿Histo-riador? Aquí lo único claro es que algunos pac-tarían con el diablo para alcanzar sus logros: es capaz de obtener la esencia concentrada de las historias, y trabajar con ella hasta conseguir sus frasquitos de literatura, breves, intensos, cauti-vadores. Las historias de Iwasaki son un ejemplo de fuerza y concisión, y os invito a degustarlas tanto a paladares sibaritas como a aquellos que quieren pasar un buen rato.

por Javi Rueda Córdoba

La experiencia es la madre de la ciencia, dice el refrán, y no le falta razón. Tenemos buena intención, ganas y energía: somos jóvenes. Pero todo esto no sería nada si no parásemos de vez en cuando a escuchar a aquellos que ya han padecido esta etapa de la vida y están curados de espanto. Aprender de los expertos nos ayuda a crecer. Con la intención de que nombres conocidos del mundo de la literatura compartan un frag-mento de cada uno con todos nosotros, surge esta sección. En cada número será tratado un tema a fondo a manos de alguno de los que ya consideramos ‘maestros’ en este univereso. Esperamos que disfrutéis todo lo posible las aportaciones de estos maestros de la actualidad y, al mismo tiempo, os sirvan de ayuda tanto como a nosotros.

FERNANDO IWASAKI

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Reportaje

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Noche de Brujas en Baltimore

por Fernando Iwasaki

Llegué a la estación de Baltimore después de casi cuatro horas a bordo del Amtrack que cogí en New Brunswick, un soñoliento pueblo de New Jersey famo-so por sus mapaches, poetas y equilibristas. Baltimore tiene del norte algunas manzanas erizadas de rascacielos, y del sur unos cuantos subur-bios encrespados de navajas. A pesar de la distancia con Nueva Inglaterra, las copas encarnadas de los ar-ces me recuerdan el otoño espléndido de Providence, Boston y Cambridge. Estoy alojado en Broadview, en los alrededores de Johns Hopkins University, un reco-leto barrio residencial que nada tiene que ver con los barracones por donde pastorea la canalla de Baltimore, célebre por su bohemia marinera, lírica y musical. Poco más de cien años atrás los esclavos fugi-tivos se asentaron en Fellspoint -un arrabal próximo al puerto-, creando así unas zahurdas que cobijaron a la cimarronería americana. Melville en Moby Dick (1851) elogió el arrojo de los arponeros bozales de Fellspoint, quienes preferían el salario del miedo de los ballene-ros a las carimbas de los negreros. Ahora el antiguo territorio liberado es una pintoresca zona de pubs y restaurantes caros que vive de su leyenda criminal, aunque algunos fi gurantes disparen todavía balas de verdad. Recorro Lancaster street buscando un lugar para comer y deploro mi aprensión hacia los cangrejos, que adi-vino exquisitos bajo sus caparazones colorados. Las cartas de los escaparates ofrecen el cangrejo soft shell que tanto

conmovió a Julio Camba en Nueva York, y apabullado por la destreza quirúrgica de un comensal me inhibo de ha-cer la prueba. Desguazar crustáceos es cosa de médicos o de escritores fi nísimos como Josep María Sagarra, y con el propósito voraz de aprender a comerlos antes de cumplir los cincuenta, enfi lo hacia Little Italy porque la pastaciutta es más proletaria. Desde mi mesa percibo las caricias de la brisa ma-

rina y pienso en el ritual que me ha traído hasta Baltimo-re. En las páginas del Sun, uno de los periódicos más anti-guos de los Estados Unidos, leo que el famoso Yo-Yo Ma interpretará las seis suites para violonchelo de Bach en el auditorio del Peabody Institute. Habría sido un agradable programa si aquella noche no hubiera coincidido con Ha-lloween, el día de las brujas. En 1832, cuando Baltimore no era más que una madriguera de hampones, libertos y bucaneros; María Clemm -una modistilla indigente y viuda- arrendó una casucha para instalarse con sus hijos Virginia y Henry Clemm, su madre Elizabeth Cairnes, y sus sobrinos Edgar y Henry Poe. Edgar Allan Poe vivió en Baltimore de 1832 a 1835, frecuentando a los más insignes borrachines y sablis-tas de la localidad hasta aventajarles con creces. Los vicios portuarios engolfaron tanto a Poe, que el 29 de setiembre de 1849, tras una escala en Baltimore camino a Philadel-phia, desapareció para siempre entre los garitos y cantinas de la ciudad. Desde entonces su tumba se ha convertido en lugar de romería y peregrinación. Salgo de la trattoria y me recreo en el malecón del Inner Harbor, nostálgico de balandros y chalanas. Paso de-lante del AVAM -que no es un museo valenciano- y subo por Pratt street, que tampoco es una calle catalana. En el camino veo las anaranjadas calabazas de Halloween y a los niños bien disfrazados y subidos en coches inmensos como hidroaviones. Una nota del Sun recomendaba a los

Jose Alberto Arias Pereira

Los vicios portuarios engolfaron tanto a Poe, que el 29 de setiembre de 1849 desapareció

para siempre entre los garitos y cantinas de la ciudad.

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padres llevar a sus hijos a pedir golosinas en los malls y grandes almacenes, para evitar así los envenenamientos que algunos desaprensivos provocaron el año anterior. Mi primera parada es en el 203 de Amity street, un pequeño chalé de dos plantas y media que a pesar de los cristales impecables y las relucientes cerrajerías, no consigue disimular los verdugones de un pasado menes-teroso y barriobajero. Ahí renqueó Edgar Allan Poe y allí tiene su sede la E.A. Poe Society of Baltimore, institución fi lantrópica que mantiene el inmueble y destina parte de sus fondos a socorrer a los homeless, esos pordioseros y vagabundos que brinda-ron con Poe hasta morir. La casa es real-mente minúscula: los bajos consisten en un recibidor que debió hacer las veces de salón-comedor-cocina. Por unas estrechas y empi-nadas escaleras de madera llegamos a la primera plan-ta, donde apenas caben dos habitaciones que con toda seguridad fueron las de Muddie Clemm y las demás mujeres de la familia. Sólo queda la asfi xiante buhardi-lla que Edgar y su hermano tuberculoso compartieron hasta la muerte de Henry en 1833. Dentro de aquel hórrido sotabanco Poe ma-nuscribió poemas y relatos que aportan pistas sobre sus miserias y necesidades; cuen-tos que hablan de enfermedades irreversibles como «El Rey Peste» y de obsesivas angustias como «Sombra». De aquella buhardilla salieron también «El Visionario», «Manuscrito hallado en una botella», «La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall», «Leones» y esas joyas de su espíritu enamoradizo y necrofílico: «Morella» y «Bere-nice», esta última inspirada en su prima Virginia. El cielo empieza a teñirse del mismo color de los arces y dejo la mustia casa de Poe para dirigirme a su tumba, adonde quiero llegar antes que comience la ver-bena de las brujas. La tumba de Edgar Allan Poe está en la vieja igle-sia de Westminster, en una esquina sucia en la que con-fl uyen Greene street y Fayette avenue; donde los negros pobres hacen la cola de la sopa y todavía huele a musgo por las mañanas. Desde los chapiteles de los campanarios los arces tienen que formar una gran calabaza de Ha-lloween, con sus copas rojas y sus dientes de lápidas. El cementerio de Westminster tiene trazas de convención de muertos insolventes. A Poe lo enterraron

gracias a una colecta de los niños de una escuela vecina, quienes dieron un penny para costear el funeral. Fue una buena inversión: la tumba del escritor sigue en su sitio y en cambio la escuela ha desaparecido. Los epitafi os y exergos funerarios son los retazos de una crónica social que a veces reserva sorpre-sas. Al lado de Poe me topo con la cripta de los Watson y más cerca del baptisterio yace la familia Holmes. Jane Holmes murió a los tres años en abril de 1790, y cin-

co meses más tarde falleció su madre Anne. Tal vez fue la misma enfermedad, acaso Anne no soportó la ausencia de la niña o quizá les mató el hambre, como algún día les

ocurrirá a los negros de la sopa. Me seduce fantasear que Conan Doyle visitó estos jardines cuando se enroló en la tripulación del ba-llenero Hope en febrero de 1880, recorriendo Terrano-va, Groenlandia y otros parajes árticos antes de fondear unas semanas en Boston y luego emprender el regreso hacia Edimburgo en octubre del mismo año. El joven Co-nan Doyle veneraba a Edgar Allan Poe y pudo embarcar-

Jose Alberto Arias Pereira

En la tumba de Poe hay fl ores muertas como murciélagos de colores, devotos que se

amontonan para celebrar un aquelarre en el cementerio y turistas con los gatillos engra-

sados de sus cámaras.

REPORTAJE DE FONDO

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se a Baltimore para rendir un discreto homenaje al crea-dor del detective Auguste Dupin. Entonces, barruntando fi cciones policiales bajo los árboles Conan Doyle vería las sepulturas de los Watson y los Holmes. El resto es elemen-tal. Seguro que nunca fue así, mas sería hermoso que fuera cierto. En la tumba de Poe hay fl ores muertas como murciélagos de colores, devotos que se amontonan para celebrar un aquelarre en el cementerio y turistas con los gatillos engrasados de sus cámaras. Cada noche de brujas los melancólicos y algunos curiosos recitan poemas, tocan jazz y derraman brandy sobre el sedien-to túmulo. Este año han representado «El corazón de-lator» y «El tonel de amontillado», y regado su lápida con una botella de Jack Daniel’s etiqueta negra. Nadie sabe cuándo comenzó el ritual y nadie desea ponerle punto fi nal. Todos hemos sido muy decentes y nos vamos del cementerio con la música a otra parte. La cita es en el Buddy’s, uno de los últimos reductos del jazz «jondo» de Baltimore y taberna de pensionistas, trile-ros, fulanas, progres in progress y algún que otro nerd. Los parroquianos me explican que el Buddy’s tiene solera dentro del jazz, y para persuadirme descuelgan una foto dedicada por Ethel Waters, quien debutó como profesional en Baltimore. “Billy Holiday también nació aquí”, me ilustra un fan escuchimizado. “Tenía punch”, apuntó uno. “Tenía swing”, terció otro. Y yo concluí que aquel boliche melancólico tenía un viento a peña fl amenca o tertulia taurina. A la mañana siguiente decido distraer mis úl-timas horas en Baltimore haciendo de antropólogo: quiero ver la barriada de Hampden, un típico american white ethnic enclave. Algo así como el negativo de Har-lem o un corral de vecinos con avenidas propias.

La visión de esas hileras de casas de madera con sus balaustres y toda la parentesca apoltronada en mecedoras, me transporta a las películas de John Waters, divulgador empedernido de los aspectos más cutres de la vida de Baltimore. Ahí están las chillonas estampas de Pink Flamingos (1972), Polyester (1981) y Hairspray (1987), por citar algunas de las producciones más conocidas de su vasta fi lmografía. Y mientras desayuno en un tenderete vege-tariano y naturista que despacha un hippie reciclado, me digo que Edgar Allan Poe sólo podía morir en una ciudad como Baltimore, a caballo entre los sueños gloriosos del norte y las peores pesadillas del sur. Ya en el autobús camino a Washington DC rememoro la espirituosa charanga del cementerio, y me fi guro que a esa hora de la mañana el musgo ya habrá embriagado a los caracoles y que los arces ha-brán conocido una dulzura nueva. Cuento las monedas que me quedan y caigo en que la entrada me costó cinco dólares, y no me convidaron ni whisky ni sopa ni nada. Edgar Allan Poe sigue bebiendo a costa de todos.

Jose Alberto Arias Pereira

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Sesión doble Jose Alberto Arias Pereira

Sesión Doble

por Clea Granados Nikolaidou

Ayer hice sesión doble. Desde que no vivo con mi madre nunca lo había hecho. Todo el mundo sabe que el cine es caro, pero me he permitido el capricho. Guardo muy buen recuerdo de esas dobles sesiones de cine, en las que el en-chufe de la realidad se desconecta y la suma de las dos películas te traslada a un tercer sitio en stand by. Quisimos ver El secreto de sus ojos, que dicen que es muy buena a pesar de lo cursi del título, pero mi mala previsión nos hizo llegar tarde. Cola, decepción, prisa, disculpas, enfados: Woody Allen. Acabamos en Si la cosa funciona, nunca mejor dicho, porque funcionó, y después de todo, nos reímos bastante. A la segunda solo se quedó conmigo Raquel, que tiene el mismo recuerdo familiar de las dobles sesiones. Me contó que su madre les preparaba unos bocadillos de tortilla de patatas a su hermana y a ella. Nada que ver con la mía, que le daba por la hambur-guesa, ¿deseo reprimido que solo podía satisfacer en la oscuridad de la sala? No, se la hubiera comido cualquier otro día, pero se la comía entonces porque también era un día especial para ella. El cine para mí no es algo especial, es algo necesario, aunque nunca haya sabido por qué. Hay quien llora con una canción y hay quien con los olores re-cuerda. Bueno, yo también, está claro, pero el cine, el cine es mi verdadero calendario. Es algo que presume de ser ajeno a ti, pero que cuando se acaba, sientes que te per-tenece, o que se queda contigo para siempre. Me gustaría hablar de mi peli favorita, pero me temo que es imposible, lo he intentado muchas veces y solo consigo decidir que esta fue favorita tal día, y esa tal otro, porque cada día tie-ne su película, y si me viene un recuerdo, entonces, en ese

momento mi película favorita será la de ese día. También tengo pelis favoritas de las que no sé ni el título, o favori-tas que no he acabado de ver, o favoritas que no he visto pero que quiero ver. Pero esto no significa que me confor-me con todo, de hecho, creo que cuanto más cine ves, más te fastidian las malas, y más son las que te lo parecen. Hoy mismo le pregunté a mi padre, ¿y te gustó Ágora? Bueno, sí, no está mal. Una mierda, papá. ¡Oye! ¿por qué dices eso? Después tuve que pedir disculpas; fui un poco exage-rada, es verdad, pero el caso es tuve que pedírselas a él y al resto de la familia, uno por uno, pues todos me pedían explicaciones. La sensación que me dejó Ágora, me recordó a la de Tetro este verano, muchas expectativas y poca chicha. Yo iba emocionada a ver a Vincent Gallo, de quien estaba enamoradísima desde que vi Buffalo 66 aquel día de sol, de primavera o de otoño. El día que vi a ese chico. Lo recuer-do bien, un chico negro de unos treinta, o muchos menos, tirado en el portal de mi casa, con la boca abierta y un montón de moscas revoloteando por ella. Me impresionó mucho. Después de Buffalo 66 fue Bully, y después de Bully fue Boys don’t Cry, y después Gritos y Susurros, El tiempo de gitanos, La mirada de Ulises y después… Todas, unas más unas menos, me las iba dando Lucía, en peque-ñas dosis de pen drive. Pequeñas dosis que me ayudaban a sobrevivir los últimos días de junio, cuando la primera toma de contacto con la vida adulta, la inseguridad, los exámenes, la amistad… se iban haciendo más afilados.Qué feliz fui el día que volví a ver Persépolis en los jardines del Museo Picasso, aunque no sin cierta amargura, pues se proyectaba porque cerraban la única cinemateca de Má-laga, el cine Albéniz. El cine de mis sesiones dobles. Pero fui feliz de esa manera que dice mi padre que dice Borges: «la felicidad consiste en muchos pequeños instantes de 15 segundos». Ese día viví uno de ellos, el instante en que Marjane vence la apatía que la mantenía en cama, y con «The Eye of the Tiger» de fondo, enseña unos puños más temibles que los del propio Rocky I, II, III, y IV. Al ritmo de la intro, los puños que había visto en el cómic cuando era pequeña, salieron de la pantalla y se pusieron a hablar conmigo. Nadie de los presentes se dio cuenta, pero du-rante esos breves 15 segundos, Marjane estuvo totalmen-te manca. Sus dos puños me dieron un buen consejo y se disculparon por no poder quedarse más tiempo conmigo, estaba claro que tenían que volver a escena antes de que la gente se empezara a extrañar. De todas formas, no hizo falta más tiempo, pues sigo teniendo muy presente lo que me dijeron y espero no olvidarlo. Eso solo depende de mí y del cine que vea. Si te ha gustado esta película, también puedes ver estos otros días de mi vida: Las vírgenes suicidas, La soga, Ocho mujeres, El jefe de todo esto, María Full of Grace, Las noches de Cabiria, Olví-date de mí, La ceremonia, 24 Hour Party People, Manufac-turated Landscapes, Habana Blues, EEUU vs John Lennon, Caramel, In the Mood for Love, Ronda de Noche, Los pája-ros, La encajera, Bonnie and Clyde, 2001: Una odisea del

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¿Conoces a Rodrigo García?

por Jose Alberto Arias Pereira

De todos es sabido que Gabriel Gar-cía Márquez es un narrador excep-cional, como atestigua el hecho de estar galardonado con el Nobel de Literatura. Para cualquier cinéfi lo tampoco es novedad la afi rmación de que las adaptaciones de sus nove-las no han tenido demasiado acierto en la gran pantalla. Si tenemos en cuenta esto, ser hijo del escritor no ha de ser fácil, menos como director de cine. Rodrigo García ha conse-guido quitarse de encima el lastre (por muy bueno que sea su padre, el prestigio de éste no hace sino crear expectativas o hacer hablar a las malas lenguas) y diferenciarse mediante un estilo propio en el panorama cinematográfi co (¿televisivo?) contem-poráneo. He aquí un recorrido a su fortuita trayectoria hasta el momento; no se la pierdan, no tiene desperdicio. García se dio a conocer en 2000 con una película intimista y femenina de tan sugerente título como Cosas que diría con solo mirarla. En este trabajo narra las histo-rias de varias mujeres, en apariencia sin relación alguna, para dejar al espectador refl exionando sobre trozos de vi-das y problemas de hoy en día, todo ello sin artifi cios aun-que con un reparto más que interesante. Tenemos nom-bres tan conocidos como Glenn Close, Cameron Diaz o la desaprovechadísima Calista Flockhart, entre otras. Con-sigue que olvidemos papeles anteriores y extrae de ellas interpretaciones sobresalientes, medidas, reales, sinceras. Como curiosidad, en un momento del fi lme un personaje menciona una de las novelas de Gabo. Cinco años más tarde volvió al ataque con otro proyecto no menos personal y arriesgado, Nueve vidas. En este caso consistía en nueve historias distintas, esta vez

completamente independientes entre sí salvo por el tono relajado, rodadas a modo de cortometrajes en, atención a esto, planos secuencia. No se puede negar que la comple-jidad de la propuesta no hace sino hacer más dependiente el resultado del buen hacer de los actores, que de nuevo hacen un ejercicio de teatro (esto es lo más parecido a tea-tro que se puede encontrar en el cine si obviamos el traba-jo de Lars Von Trier) espectacular. Naturalmente, algunas historias funcionan mejor que otras, como sucedía con su anterior fi lm; no obstante, la base seguía siendo el guión. A destacar en este caso la parte que cerraba la película, protagonizada por Glenn Close y Dakota Faning.

Para el que escribe, la barrera entre cine y televisión cayó hace bastante. De hecho, he dejado para el fi nal el trabajo más desta-cado de Rodrigo García en varias producciones para la HBO (una reverencia… ¡ya!), nada más y nada menos que A dos metros bajo tierra, Los Soprano, Carnivàle, Big love y la reciente In treatment. Con el trabajo de directores me-tódicos, artesanos, se rinde honor a un medio denostado como es la televisión. Yo siempre digo que como en todo hay que saber dón-de buscar. En las tres primeras series ejerció como director de varios episodios demostrando su buen hacer en un producto que apostaba por la ca-lidad, pero donde realmente des-taca su talento es en In treatment, creada y escrita por él (aunque basada en la producción israelí Be Tipul). In treatment es una terapia

no sólo para los protagonistas, sino también para el espec-tador. Con un novedoso estilo de emisión que simulaba la agenda real de un especialista, podemos asistir a las sesio-nes de terapia de un psicólogo con varios pacientes. Todos los lunes la misma joven, todos los martes el mismo hombre… así sucesivamente hasta el viernes, cuando es el propio psicólogo el que va a consulta de una colega. Simplemente maravilloso, grandioso, un ejerci-cio de guión e interpretación sin precio. Y digo sin precio porque dicha serie sería imposible en España no sólo por la propuesta innovadora, sino porque no hay intérpretes que aguanten el pulso de la cámara durante veinte mi-nutos. Hasta ahora, el proyecto más personal de Rodrigo García se ha llevado todas las alabanzas de la crítica y de un público minoritario, y además consiguió la renovación por una segunda y tercera temporadas. En 2008 llegó a las carteleras de medio mundo su proyecto más hollywoodiense, que no por ello signifi ca de peor resultado. En el drama Passengers retomó la fi gura femenina como protagonista absoluta, en este caso una

entre cine y televisión cayó hace bastante. De hecho, he dejado para el fi nal el trabajo más desta-cado de Rodrigo García en varias producciones para la HBO (una reverencia… ¡ya!), nada más y nada menos que bajo tierra, Los Soprano, Carnivàle, Big love y la reciente In treatment.Con el trabajo de directores me-tódicos, artesanos, se rinde honor a un medio denostado como es la televisión. Yo siempre digo que como en todo hay que saber dón-de buscar. En las tres primeras series ejerció como director de varios episodios demostrando su buen hacer en un producto que apostaba por la ca-lidad, pero donde realmente des-taca su talento es en creada y escrita por él (aunque basada en la producción israelí

Espacio, El Club de la lucha, Un tranvía llamado deseo, Buena Vista Social Club, Stranger Than Fiction Azulos-curocasinegro... Lila dice, Los amantes del Círculo Polar, El club de los poetas muertos, Bailando en la oscuridad, Diarios de motocicleta, El marido de la peluquera, Mon Oncle, Trainspotting, Requiem por un sueño, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Hable con ella, Vidas pri-vadas, V de Vendetta, Matrix, Locos en Alabama, Martín (Hache), Desayuno en Plutón, Al otro lado, Garage, El jardinero fiel, Diamantes de sangre...

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actriz joven pero muy, muy talentosa, Anne Hathaway. La acompañan ni más ni menos que Patrick Wilson (Juegos secretos) y Dianne West, otrora musa de Woody Allen y coprotagonista de In treatment. La película pasó bastante desapercibida entre el público y su recibimiento entre la crítica fue excesivamente duro. Vale que esperaban otra cinta indie, pero no siempre es posible contentar a todo el mudo. La historia de una psicóloga (y van…) que sobre-vive a un accidente de avión y emprende la terapia con el

resto de supervivientes fue tachada de tramposa, excesiva en algunos puntos, pero oigan, a mí me gustó, y con ese reparto yo digo sí con los ojos cerrados. En cualquier caso, si Rodrigo mantiene su toque personal, si sigue apostando por el guión y la interpreta-ción, se seguirá llevando a sus seguidores de boca. Y pare-ce que con Madre e hijo, de estreno previsto para este año, se cumplirán las expectativas…

Pétalos

Poco a poco, pétalo a pétalo Mena Suvary se desnuda como la neololita de Kevin Spacey. Con esa secuencia me enamoré defi nitivamente del cine. A partir de ahí las cosas sólo podían ir a peor, pero de cuando en cuando resplan-dece un nuevo pétalo al que aferrarse…

•Olvídate de mí. Jim Carrey comedido y Kate Winslet desatada. Esta fábula sobre la deconstrucción del amor gana con cada visionado y nos permite recrearnos visual y emocionalmente con una de las mejores historias de amor-desamor que ha ofrecido el séptimo arte. •Cadena perpetua. Porque nadie sabe que la historia es de Stephen King. Por Tim Robbins y Mor-gan Freeman. Por la tristísima historia del anciano preso. Por la emoción que desprende y porque me trae a la mente buenos recuerdos. •La vida secreta de las palabras. Es cursi y boni-ta. Tiene a Tim Robbins devastado y a Sarah Polley a punto de naufragar. Habla de la guerra y no aparece un arma. La banda sonora es tan excesiva como su aspecto publicitario. La película más emocional de la Coixet esconde el cameo de una preciosísima Leonor Watling.

•Kill Bill. Porque la gente habla sin saber, y se trata de una apología del amor en lugar de una apología de la violencia. Y para qué negar-lo, las historias de venganza son las mejores (ahí tenemos Sin perdón). Tarantino y Uma Thur-man forman aquí su tándem sobresaliente. •Hable con ella. No es lo que parece. ¿Tramposa? Puede, pero nadie nos ha narrado una historia de folletín con tanto estilo propio. La fuerza visual del Almodóvar en la que es, has-ta la fecha, su cinta 10. Y sí, tenemos a Leonor Watling y “El hombre menguante”. Y Caetano Veloso. Y el teatro dentro del cine, y un Javier Cámara que es un monstruo entrañable. •Algo en común. Natalie Portman junto al prota de Scrubs en una peli escrita y dirigida

por él. Siempre nos han encantado las historias de amo-res imposibles, más si tienen una banda sonora de aúpa. Tú dices pretenciosa, yo digo ambiciosa. Tú dices cursi, yo digo romántica. •Memento. Lo segundo del señor que remo-vió Hollywood con su nueva visión de Batman es un thriller con tintes de ciencia fi cción narrado de fi n a principio. Una película única que, una vez vista, no deja indiferente. •Up. Magia, amor, aventura, amor, generacio-nes, amor. Y Pixar. ¿Quién iba a decir viendo el tráiler que esta gran aventura nos tocaría tanto+ la fi bra? Los dibujos animados dejaron hace mucho de ser cosa de niños. Y nos enseñan a crecer. •Salvador. Puig Antich va a morir en el garro-te vil. Lo sabemos, no podemos cambiar la Historia. Aún así queremos ver a Daniel Brühl metido en la piel del anarquista en sus últimos días en medio de un proceso que trascendía lo personal para suponer un lamentable revés político. •Soñadores. Mayo del 69. Tres jóvenes que no corren, juegan. Juegan a la vida, a la muerte, al cine, al arte… La atípica e imprescindible última cinta de Bertolucci. Y Eva Green… Bajo los adoquines, la playa.

•y se trata de una apología del amor en lugar de una apología de la violencia. Y para qué negar-lo, las historias de venganza son las mejores (ahí tenemos Sin perdón). Tarantino y Uma Thur-man forman aquí su tándem sobresaliente. •¿Tramposa? Puede, pero nadie nos ha narrado una historia de folletín con tanto estilo propio. La fuerza visual del Almodóvar en la que es, has-ta la fecha, su cinta 10. Y sí, tenemos a Leonor Watling y “El hombre menguante”. Y Caetano Veloso. Y el teatro dentro del cine, y un Javier Cámara que es un monstruo entrañable. •

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La noche del cazador (1955)El más malévolo y atrevido cuento de hadas de

la historia

por José Carlos Jiménez Revuelta

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son como lobos”, na-rra la Sra. Rachel Cooper (Lilliam Gish) en la evocadora es-cena inicial de esta primera (y última) película del gigante del cine de los cincuenta, Charles Laughton. Charles, que encontró la fama como actor traba-jando con grandes como Billy Wilder, Stanley Kubrick, John Huston y David Lean entre muchos, que fue conside-rado por muchos de ellos como el mejor actor con el que habían tratado, unificó todo su talento en este innovador filme, que a pesar de no tener éxito en su estreno se ha ido revalorizando con el tiempo hasta considerarse una autentica obra maestra de la historia del cine. La noche del cazador, situada en plena gran de-

presión, narra la historia del predi-cador asesino Ha-rry Powell (Robert Mitchum) encar-nación del mal y la misoginia, y de los hermanos Harper, Pearl y John, que deben guardar el secreto que costó la vida de su padre. El

predicador Powell es un hombre atrayente y astuto, caracterizado por llevar ta-tuado en la mano izquierda (con la que Caín mató a Abel) la palabra HATE y en la mano derecha, LOVE. Mientras pasea en su coche, se produce una magnifica presentación del personaje en base a un monólogo dirigido a Dios, en la que se justifica afirmando: “Sé que a ti, señor, no te mo-lesta que mate a esas mujeres” y en la que le agradece cómo el destino le pone en bandeja las jugadas para seguir subsistiendo. Es una de estas jugadas la que da contenido a la historia y es que, en una de las múltiples incursiones del predicador a la cárcel, este comparte celda con Ben Harper, condenado a la horca por el robo de diez mil dó-lares. Ben le revela a Harry en sueños que la localización de su dinero solo la conoce su hijo John. Así, Harry Powell viajará hasta el pueblo de John y Pearl y tratará de embau-carlos para conseguir los diez mil dólares que ocultan. Unos primeros planos que centran tu atención en los personajes, la magnifica banda sonora de Walter Schumann, una imagen tiznada de un blanco y negro me-tálico que se queda grabada en la retina, un manejo de

cámara y escena que aporta un ambiente onírico y poético durante los 93 minutos y un guión moralista escrito por James Agee (La reina de África) adaptación de una novela de Davis Grubb. Con unas características tan envidiables, la opera prima de Charles Laughton se ha convertido en la actualidad en uno de los más recomendables clásicos que nos enseña, entre muchas otras cosas, la poca credibilidad otorgada por la visión adulta a la infancia o que el mal lo encarnará aquel del que menos se sospeche. Pero, hay una tercera enseñanza que permanece entre líneas para aque-llos que desconozcan la personalidad del propio Charles Laughton. En la última escena la mirada al vacío de Rachel Cooper no pertenece al personaje, sino al propio Charles, reconocido por su aversión hacia los niños, que como úl-timo guiño ridiculiza la visión adulta que ve en la infancia una época de ilusión. Esta película no presenta a la niñez como una período de esperanza, sino más bien un inevita-ble tiempo de desarrollo.

El Imaginario Del Doctor Parnassus

por María Pedrosa Rivera

¿Qué pensarías si en un aislado aparcamiento te encon-traras un pequeño escenario de aspecto ruinoso, que pare-ce a punto de derrumbarse, con cuatro personajes estrafa-larios encima? ¿Qué pensarías de esas personas si fueran un enano disfrazado de monstruo volador, una muchacha vestida con un traje dorado, un joven con la cara plateada y un viejo meditando con los ojos cerrados? ¿Y si éstos te invitaran a vivir una experiencia inolvidable a través del espejo? ¿Y si…? Muchos se acercarían con curiosidad, pero pocos se atreverían a subir y asomarse tras el espejo, y es que el escenario del Doctor Parnassus no es lo que se dice acoge-dor, llamativo ni moderno. Algo de lo más normal tenien-do en cuenta que un anciano de casi mil años no entiende de marketing ni de lo que busca el público actual. Lo que no saben esas personas, que sólo observan y huyen, es que realmente se están perdiendo una gran experiencia, pues el viejo Doctor tiene la capacidad de hacer realidad el mundo que hay en la imaginación, el mundo de tus sue-ños. He aquí una breve presentación de una película llena de escenarios inimaginables y de efectos visuales que llenan la vista. Una película un tanto descabellada y de argumento intrincado; en resumen, una película de Te-rry Gilliam. Este director es destacable ya que no muchos lo comprenden; es más, invito a todos aquellos que beben los vientos por la imaginería burtoniana a curarse en salud visitando el rico universo del otrora Monthy Python. Es más, yo no veo mucha objeción en una película que nos muestra cómo la imaginación descabellada que todos em-pezamos teniendo se acaba, prefiriendo así la vida normal, sin aventuras, y cómo seria necesario un espejo que nos

Cristian Alcaraz

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Tú PONES LAS PALOMITAS

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enseñara ese mundo mágico al que todos, aunque no nos demos cuenta, queremos volver. El recurso del portal a un universo imaginativo se ha explotado con mayor o menos acierto desde el clásico de Lewis Carroll, al que tanto le deben los creadores postreros, hasta el moderno Harry Potter o el excelente fi lm de animación Los mundos de Coraline (2008). Pero si hablamos de El Imaginario del doctor Parnassus no podemos olvidar que ésta es una cinta dedicada al actor Heath Ledger (Brokeback mountain), que falleció durante el rodaje, un eslabón más en la cadena de desastres y mala suerte que suelen acompañar a Terry Gilliam, como se puede apreciar en el documental Lost in la Mancha. Resulta irónico que, de no haber expirado Ledger, probablemente la película que nos ocupa habría pasado sin pena ni gloria. No obstante, a raíz del incidente Gilliam se propuso acabar como fuera su fábula sobre la imaginación para, a su vez, honrar la memoria del actor australiano. Así hallamos un mundo de la imaginación donde la cara de tu acompañante cambia desde Heath Ledger a Johnny Depp, pasando por Jude Law y Colin Farrell, todos actores que aceptaron la invitación de Gilliam para honrar la memoria de su amigo (lo poco que cobraron fue donado a la hija del fallecido). Una película entretenida tanto argumental como visualmente que, en mi opinión, decae en calidad conforme el fi nal se va acercando, pues el exceso de imágenes estrafalarias y de imaginaciones entremezcladas puede llevar a un pequeño caos. A pesar de todo, el cuarteto de actores logra hacernos olvidar las carencias de un fi lm 100% gilliamesco y podemos disfrutar de la presencia de Tom Waits como Señor del Averno, así como de la última composición de un actor que, siendo como era lo mejor de su generación, prometía una interesantísima carrera interpretativa. To Heath Ledger!

Buscando un beso Jose Alberto Arias PereiraBuscando un beso Jose Alberto Arias PereiraBuscando un beso Jose Alberto Arias Pereira

En busca de un beso a medianocheCuando el amor encontró a Facebook;

l’amour independiente

por Jose Alberto Arias Pereira

Todos los años ha de surgir una cinta independiente que sobresalga entre las demás y llene el cupo en los festivales y carteleras de todo el mundo. Aunque la repercusión y distribución de ésta no sea comparable a las ya míticas Pequeña Miss Sunshine o Juno (otrora considerada una joya y ahora menospreciada por tanto gafapasta), Buscando un beso a media-noche llena ese cupo con éxito, y es que sus logros no son pocos. Parece la película espontánea, como si un día unos amigos hubieran tomado la decisión de contar a través de imágenes la historia que llevaban fraguando cierto tiempo. Esta sensación casi nunca se transmite en el cine (personalmente, me recordó a Eternal Sun-shine of the Spotless Mind- Olvídate de mí) por la idea romántica que desprende el conjunto, porque acerca la historia al espectador y la trae a este lado de la pantalla, por la química y carisma de sus prota-gonistas, porque es ternísima… Wilson es un joven solitario que vive en Los An-geles con su mejor amigo y la novia de éste, pero que se siente vacío, como toda generación Y. Además, está cerca de la treintena y siente que se le acaba el tiempo para en-contrar a alguien con quien pasar su vida o, como mínimo, el fi n de año. Así pues, a un día de Nochevieja, utiliza una red social para buscar a su media langosta y empezar el año o acabar el día juntos, con el ansiado beso a media-noche. De este modo, escribe un mensaje que es toda una declaración de intenciones junto a su número de teléfono: “Misántropo busca misántropa”. Y responden, vaya si responden. En este caso Vivian, una joven atractiva y des-

lenguada con la que pasa toda la tarde en busca de aven-turas, secretos compartidos y esperanzas con respecto a esa noche y a la vida en general. Como buena indie, tiene momentos desbor-dantes de humor y personajes estrafalarios o tiernos; los actores son naturales, podrían vivir entre tú y yo. Es asimismo un homenaje a la ciudad y a todo lo que representa: recordemos, Los Angeles, Hollywood, de modo que ella es actriz y va en busca de sus sueños, aunque a veces en la ciudad de los sueños la vida da giros inesperados. Son estos los que hacen de la película una caja de sorpresas, además de una banda sonora sugerente y bien escogida. Y como no podía ser de otra manera, no se trata de un producto edulcorado hasta la saciedad, sino tierno en su justa medida, con pasajes amargos y la incertidum-bre de si la relación prosperará en el tiempo (¿estamos ante la nueva Antes del amanecer? ¿Secuela?) Sí, por fa-vor. Una historia tan real e irreal al mismo tiempo que te encantará si te gustó 500 días juntos.

Cine

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Por Fran Tejero Sánchez

Entrevista a mi compañero de piso, músico de hecho y escri-tor de pensamiento.

“Quien se dispone a efectuar grandes obras procede con lentitud” Sófocles

Responde bien, Esteban. Hola.

Buenas tardes. (risas)

Creado el clima idóneo procedo a entrevistarte. Como los gatos a las gatas.

¿Por qué crees que existen obras maestras en el arte?(risas; después de esta pregunta mi compañero de

piso ya no se recupera en el resto de la entrevista, pierde su tono, adquiere uno muy solemne) Todavía no creo en las obras maestras. Hay muchas ahí fuera, pero no creo en ellas. Algún día creeré (risas)Tengo la esperanza.

¿En qué crees que debe diferenciarse una obra maestra de la Belleza, con mayúsculas?

En las dos hay mujeres de por medio, donde hay una mujer de por medio hay una u otra cosa. La mujer debe de es-tar por encima de los grandes temas, por encima de la muer-te, la vida, ¿sabes? Por encima de la muerte todavía la mujer. Ahora respondiendo a tu pregunta: la Belleza es algo estático y la obra maestra tiene movimiento, hay movimiento, en una obra maestra hay movimiento, la Belleza es estática. La Be-lleza es inmejorable. La obra maestra sirve, se justifi ca, tiene argumento, es ejemplo de algo bien hecho como diríamos en occidente; la belleza es algo mucho más salvaje, algo mucho menos domesticado.

¿Entonces qué es para ti la Belleza, con mayúsculas? La Belleza es la Belleza; no lo sabría decir muy bien. Soy joven, no me preguntes qué es la Belleza.

¿En qué medida crees que llevas razón en tus certezas? ¿Has metido a mis certezas ahí en la entrevista? Me estás poniendo en duda. Tú sabes que lo mejor es ponerme en duda, porque yo no creo ni lo que digo, yo continuamente estoy engañándome, yo aún intento conocerme.

No tienes certezas No.

Tres cosas que te conmuevan. La mujer, la poesía y la amistad.

¿Qué considerarías necesario antes de empezar a es-cribir tu novela?

Yo creo que antes de empezar a escribir mi novela hace falta un gran cambio en mi vida.

LADRILLODe haber conocido a Dostoievski, ¿qué le hubieras di-cho?

Si hizo el amor alguna vez con dos mujeres a la vez. Eso. Le preguntaría a Dostoievski si alguna vez hizo el amor con dos mujeres.

¿Qué te hace bostezar? Que me mientan, que me defrauden, que me hagan perder el tiempo. Quien me miente me hace perder el tiem-po.

¿Qué te hace reír? Jugar al furbito. Me encanta. Hay más cosas, sé que las tengo en la cabeza.

¿A qué cosas nunca les harías una fotografía? Es una contradicción enorme, porque todo lo que me causa recelo, todo lo que me resulta muy desagradable, me parecería un logro enorme fotografi arlo. Es una contra-dicción: lo que más odio me encanta, ¿sabes? ¿Qué separa la admiración del asco? En foto van cogidas de la mano

Entonces no hay nada que no fotografi ases. Creo que no; vaya, de eso estoy casi seguro (risas).

¿Por qué escuchas ópera en la ducha? ¿Ópera mientras me ducho? (sorprendido) Es ver-dad, buena pregunta. ¿Por qué me encanta escuchar música cuando me ducho? Y me suelo duchar por la mañana. ¿Por qué me encanta escuchar música por la mañana? Estoy ce-rrando, cercando tu pregunta para pensarla. Hay preguntas difíciles que están ahí en la cabeza. No me las he hecho nun-ca. Pero están ahí. Ésta no. Esta la tengo que crear ahora, en el momento (silencio). Espera, me la estoy inventando (silencio). Iba a decir: cuando estoy desnudo es que creo en la ópera, pero es demasiado inventado. Ahora que intento descifrarlo es que no sé por qué me gusta por la mañana. Es cuando me lavo. Yo no sé por qué lleno ese tiempo; el tiempo de ducharme, ¿por qué lo tengo que llenar de algo? ¿tú me sabrías responder?

“Todo arte es como un ladrillo. Con muchos ladrillos se puede construir un edificio, poco más”.

Laurence Sterne

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Entrevista

Hión

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En un globo los pájaros

“CON EL CUADERNO A CUESTAS” ENTREVISTA A ELENA MEDEL

los médicos son necesarios, los científicos en según qué materias son necesarios, etcétera. Pero el día a día de mi vecina, de mi madre, no se modifica para mejor por un poema mío, y sí por una nueva vacuna, un nuevo tratamiento...

"Vacaciones", ¿un escritor tiene vacaciones? Imagino que un escritor debe vivir bolígrafo y libreta en mano, por si surgieran temas, ideas... A mí me cuesta horrores activar-me, así que no me queda otro remedio que ir con el cuaderno a cuestas.

¿Crees que la poesía llega a todo el mundo? Si se presenta de forma adecuada, sí. Existen prejuicios por par-te de lectores y oyentes, creencia de que se trata de un género intelectual, alejado de la vida... E interés por parte de muchos poetas, por qué no decirlo, al condenar a la poesía a un altarcillo sagrado, sólo para expertos exquisitos. Necesitamos una revi-sión de los planes de fomento de la lectura en los centros de en-señanza (primaria y secundaria, sobre todo), una vuelta al valor oral de la poesía, al recitado, a la música... Porque la poesía, lo que cuenta, cómo lo cuenta, sí que llega a todo el mundo.

En un lugar de la Mancha...Escucho a Madonna. Para mí es como la magdalena para Proust.

¿Qué circunstancias de tu vida te llevaron a ser escritora?

Aprendí a leer muy pequeña, antes de lo normal, aunque en mi familia ni se leía ni se lee. Me gustaba imitar los libros que leía, inventar mis propias historias... Para mí resulta más sencillo ex-plicarme por escrito que charlando. Imagino que todo comenzó así.

¿Piensas que la tristeza constituye una "Tara" del ser humano?

Todo lo contrario: estoy a favor de la tristeza. Cuando soy feliz no escribo: me dedico a ser feliz. Sin tristeza, ¿qué sería de mí?

Un libro. De nuevo "Poeta en Nueva York", de Federico García Lorca.

Un referente.Mi abuela materna.

Un lugar lejos de todo.El salón de casa, los libros, la televisión. Tres cerraduras a la puerta de la calle, y listo.

Para terminar, la frase que nunca se olvida.Temo no ser de citas... Me puede la mala memoria.

Elena Medel nació en Córdoba en 1985, aunque vive y trabaja en Madrid. Ha publicado los poemarios Mi primer bikini (Premio Andalucía Joven 2001; DVD, 2002), Vacaciones (El Gaviero, 2004) y Tara (DVD, 2006), así como los cuadernos Un soplo en el corazón (4 de Agosto, 2007) y En los demás (El Club de los Negocios Raros, 2008). Su obra ha sido parcial-mente traducida al árabe, esloveno, inglés, italiano y portugués, así como incluida en numerosas antologías. Es una de las coordinadoras del proyecto de agitación cultural y editorial La Bella Varsovia.

por Cristian Alcaraz

Entre viajes de negocios, vacaciones, y vía Internet, Elena nos contesta:

"Mi primer bikini", ¿por qué no bañarse desnudo?La poesía, supongo, es algo parecido a eso: bañarse desnudo, tropezar y caer ante alguien que te importa. En todo caso, el decoro exige un mínimo de tela, al menos un bikini.

¿Cuales son las lecturas que han influido en tu obra y en tu vida personal?

"Poeta en Nueva York", de Federico García Lorca, me zarandeó: tras leerlo escribí mis primeros poemas. También releo de vez en cuando "Ariel", de Sylvia Plath, y "Habitaciones", de Louis Ara-gon, no sé si como pistas vitales, sí desde luego para activar las metáforas.

¿Qué piensas de la literatura de hoy en día? ¿Está todo hecho?

Quizá a nivel temático resulte más complicado decir algo nuevo, pero me parece que la clave reside en el cómo: el tono que se uti-lice, la forma de decir... Contaminarse con otros géneros, perder el miedo a experimentar. Y equivocarse, ¿por qué no?

¿Por que "separado" se escribe todo junto y "todo junto" se escribe separado?

Y por qué el grifo de la cocina se rompe justo antes de salir de viaje. Todo eso me pregunto yo.

¿Quién es la Irène Némirovsky del siglo XXI?Conociendo su vida difícil, de paradojas y sufrimientos, ojalá su caso no se repita...

¿Es necesario escribir?Supongo que no. En muchas ocasiones se otorga a la escritura, y a la literatura, y al arte en general, un valor infinito del que carece o que, al menos, no resulta tan decisivo para los demás:

Poes

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Poesía

la cuerva

Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías de poesía española reciente. A continuación puedes encontrar algunas de sus publicaciones:

Bellum JeansHoy, por fin, descubro que tengo buena suerte.

Que cada vez es más sencillo que las yemas de mis dedosviajen, intuitivas, por los túneles de mi torso.Que mi estómago ha aprendido del mito de Narcisoy ya silencia él sólo su grito desgarrado:la desgracia de la hermosura ansío para mí.Que mis dedos escarban y consiguen rescatar lo inútil,o lo útil que yo sé —o creo— que no sirve.

Por merecer la más bella envoltura rezo cada noche.

Por ser la vencedora en la batalla diaria de Zara:la guerra de los pantalones vaqueros más estrechos,de colores, con dibujos, los de marca, los más caros,porque cada vez es más sencillo que las yemas de mis dedosviajen, intuitivas, por los túneles de mi torso.Por liderar el ranking de los cuerpos más apetecibles,más llamativos, por una cosa u otra, a la cabezade las sedas varoniles, los mentones perfectos,el vello hermoso enmarcando sus labios.

Aunque no sea alta ni melancólica ni mis manos expertas.Insignificante, sonriente e ingenua como soyacumulo mandatos de porcelana en el cubo de basura.Y cada vez es más sencillo que las yemas de mis dedosviajen, intuitivas, por los túneles de mi torso.

Magnífica estrella la mía. Hoy, por lo menos,después de la austeridad de ya no hay llave,tan sólo me duele la habitación número trece.

Y es un lujo morir habiendo prescindido del desayuno.

de Mi primer bikini (DVD, 2002)

Desde el fondo del cieloEn el interior del automóvilella imagina nubes, semáforos, zapatos.La luna -hoy color afl uente- guiña sus cráteres,entrecerrando su luz.Junto a ella, él piensa en regalarle

el corazón de un oso de peluche,brillante como una vela derrumbándose.Y eso les recuerdael calor de las gominolas en su bolsillo,ya descalzos.

de Vacaciones (El Gaviero, 2004)

Pelecanus

Una mujer entra en mi casa. Camina con pesadez, forman-do tras de sí un camino de arena, vestíbulo de baldosas amarillas. Se sienta frente a mi escritorio. El contacto con el respaldo de la silla transforma a la mujer en una catarata: de sus brazos, de sus piernas, mana el agua con olor a estanca-do, quién sabe si venida de la orilla del mar. Mi espía: uñas como lunas menguantes, quiero saber qué estás buscando en mí. Durante un rato observo sus rasgos conocidos, jue-go a trasladarlos a mí misma, me fi jo en su vestido blanco manchado de rojo a la altura del pecho. Golpe. Sé lo que buscas en mí. Y ella responde: soy el pelícano, te beberás mi sangre, te comerás mi carne cuando no tengas nada.

de Tara (DVD, 2006)

Juanka Campos

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Creación Joven: Poesías de Escritores Noveles

Por Cristian Alcaraz

CREAR (Del lat. creaāre): Producir algo de la nada.POESÍA (del griego creación): Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.

Según la Real Academia de la Lengua, poesía es crear, y crear es producir de la nada. De la nada no salen poemas. De la nada sale humo, arbitrariedades, casualidades que nadie ve, y espasmos. En mi opinión la poesía sale de las cicatrices o de un beso sucio. De la nada no se produce nada. Antes hay que vivir y sufrir, probar y romperse. Un grupo de jóvenes se rompen, aquí, entre tus manos: Victoria Castillo Ávila de 13 años con su forma de ver el mundo y las alturas. Contorsionismo. Eduardo Aceituno, primer premio del VI Certamen Andaluz de Escritores Noveles, y sus impactos. Cristina Castro Moral entre premios, sombras y acordes de guitarra. Ana Castro, percha periodística y naufragios por Madrid. Demuestran que la nada existe, pero es eso, nada, y no poemas.

A lomos de un soplo de viento

Yo vine al mundo a lomos de un soplo de viento en cual-quier día gris.¿Que cuándo?

En nuestros tiempos, hace unos días, dentro de unas miles de décadas

o en el más profundo y lejano nunca jamás.¿Que dónde?

En la boca de una cueva, en la soledad y la más oscura negrura

de una repentina explosión de la nada,o de un punto de luz en la infinitud de mi propio universo.

Y ahora, la pregunta más evidente:

¿Qué?¿Qué soy yo?

¿Y tú?

Yo me llamo todo y soy tu propia existencia.Nadie sabe lo que somos cada uno de nosotros.

Trabajo día y noche creando, pedacito a pedacito, vuestra historia.

Su principio y su fin.

Yo soy todo,soy el origen de todo,

pero a su vez el fin del mundo.Soy un libro de adivinanzas;

escucho y anoto en mi infinita memoriacada minuto de vuestras vidas, cada respiración.

Soy un ser milenarioy observo con grandes ojos las tareas de la naturaleza.

Yo soy el responsable del hambre pero no fui su creadory aunque parezca extraño o una gran carga,

tú decides qué serédentro de unos minutos.

Victoria Castillo Ávila

Where everithing changesNadie quiere ser fiel en un mundo donde todo cambia.Todo atascos y contaminación en esta ciudad.Una agresiva campaña de publicidad; lo último en moda.Disminución de ingresos este mes, más recortes.Ya no es suficientecon hacer las cosas bien, tiene que ser rápido, ya,ahora mismo. Porque todo cambia, todoestá cambiandoy evoluciona la genética y la informática.¿Sabías que han descubierto agua en Marte?Pronto nuevas drogas, más superproducciones de cine ame-ricano,subidas de impuestos, corrupción de nuevo, violencia de género,abandonos de mascotas.Titulares sensacionalistas a años luz de la realidad. Menos zonas verdes.Aumento de la esperanza de vida y déficitde la memoria histórica privada –y colectiva-.Amor caduco.Nadie quiere prestar atención al dolor en un mundo donde todo cambia.Tampoco nosotros.Por eso cuando estoy en la cama, justo antes de cerrar los ojos,me digo que da igual,que no importa la velocidad de producción de noticias, que por hoyya es bastante. Y tiro el periódico a la basura y dejode ser una ciudadana responsableporque nadie quiere ser fiel en un mundo donde todo cam-bia,nadie quiere prestar atención al dolor.Y yo aquí, como salida de otro planeta,sin parar de dar vueltas por el macroespacio de sábanas y mantas,porque, en cuanto a lo de ser fiel,quería comenzar conmigo.

Ana Castro

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Poesía

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LA CUERVA

Summer Nigths

Mi mano encuentra el acero.La tuya se atranca.

Saca una piedra.A veces nos hacemos daño

pero paramos antes de la herida profunda.Lo que en realidad nos gusta

es batir las alas para evitar el desgarro.Volar por encima del humo

y que los muertos se lleven nuestros nombres.Mordernos civilizadamente.

Arañar las palabras más sucias.Sabernos a oscuras.

Cristina Castro Moral

El artista nuevo

Se hace entrega del don a un nuevo artista.Junto a la lamparilla el cuentacuentosolvida los zags que llueven violentos

en cubos con fregona en vez de arista.

Perros rabiosos te pierden la pista,ladran al lector por todo argumentoal compás de esa coral de portentosque emocionan a la última revista.

Venéralos, sacrifi ca a algún viejo.Escala al micrófono encantador,

ara en tu frente un surco muy complejo.

Pues qué no brotará del interiorde una feliz guitarra ante el espejo.Busca como el humo viento a favor.

Eduardo Aceituno

Félix MorenoPost it

•Las afueras, Pablo García Casado. Lo narrativo dentro del poema. La vida, la noche, los polí-gonos, y sus historias, la piel, la sinceridad, el salón y las marcas de detergente. Obligatorio para leer.

•Colegio de Monjas, Alejandra Vanessa. Una niña que observa el mundo con un cuaderno, y apunta sus miedos, el día a día, todas las du-das... Un libro honesto y coloquial, con sentido del humor y ternura.

•Discurso del método, María Rosal. Para encon-trarse con la ciencia, el amor, el idioma, y todos los héroes (con capa roja y defectos). Unas pá-ginas cotidianas y preciosas.

•Poesía Urbana, Luis García Montero. Antología de su poesía de la experiencia dentro de un avión, en un anuncio por palabras y escondi-do en cualquier canción desalojada. Aquí en-cuentras un mundo en verso muy especial.

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En un globo los pájaros

Cristian Alcaraz

Opinión y crítica

Opinas. Dices lo que quieres. Eres el dueño de la palabra. Conoces el poder, las malas lenguas, el idioma. Ahora la práctica, los suspensos, la crítica, el ego, la duda. Opinas y nadie te corta en pedazos, tú cortas en pedazos: los argumentos, los dedos, las teclas, el número acertado de Bits. El mundo te pertenece. Las

consecuencias y su perspectiva en tu cabeza.

“ Yo n a c í u n d í aq u e D i o s e s t u v o e n f e r m o ”

Espergesia, César Vallejo

por Silvia Guerrero Rosa

Deberían tener nombre las calles en Costa Rica, para que el pan de tu carne te mienta a la vueltay nos llueva la sed por decir alguna es-palda... La conciencia de lo insulso, o el dolor

por lo inhumano. “Los heraldos negros” (Lima, 1919) te despiertan con el hedor de la rutina o el niño sin padre. Llueve y ya existe Dios en el sexo o en el verso. La fruta se rompe y el poeta se acrecienta, como volviendo a nacer o “in plorando” hacia dentro. Desnudo mori-rás por la mañana. Gritarás en el “Trilce” (Lima, 1922) la muerte prematura de no saberte responsable. Lo simple es lo sencillo con un auge de mal gusto. Vallejo sucumbe ante la conciencia del tiempo, el barrote de guano donde tú no respondes. “Poemas humanos”, la prosa de saliva o un cráneo mutilado en la almohada. Es el valor de lo social sin ves-tiduras. La fraternidad tendría que escribirse desnuda. El asno, la cuerva, un conejo de elefante, o esta ¡España (derrochándose a cántaros), aparta de mí este cáliz! La ley que nos cobija es la misma que nos riñe.

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Poesía

LA CUERVA

De cangrejos ladradores y perros poco mordedores

por Julia González Calderón

Para cuando este articulito vea la luz, la cuarta tempo-rada de Las noches del Cangrejo. Poetas en el Perro habrá concluido o estará a punto de hacerlo, y durante otros ocho meses el bar El Perro andaluz (calle Bustos Tavera, 11, Sevi-lla) habrá vivido un nuevo, pero nunca original, desfile de los más indigestos ripios y los más estrafalarios looks (se ha ali-mentado mucho el gusto por los sombreros que pasaron de moda hace varias décadas, tal vez para desviar la atención de las creaciones de los per-fopoetas) y se habrán dado cita los poetastros que con-forman la crème de la crème de los círculos literarios sevi-llanos, cada uno de los cuales, a modo de ciberjugador, se ha rebautizado con el nombre más llamativo que ha podido encontrar (quién sabe si para que nadie pueda encontrar sus números en la guía y, así, no verse acosados por hordas de gruppies). Así pues, hace ya cua-tro temporadas que Antonio Villarán, más conocido como el Cangrejo Pistolero, y uno de los fundadores de Edicio-nes Cangrejo Pistolero (que nace en 2005 para satisfacer las ansias de ser publicados de sus mismos fundadores, quienes, todo hay que decir-lo, han sabido llevar su pro-yecto hacia delante haciendo frente a la maraña de pequeñas editoriales que nacen y mueren diariamente) decidió, con unos cuantos amigos, desempol-var algunos versos y sacar a la poesía hasta los bares, a ras-tras si era necesario (que es como parece que ha sido), pri-mero en el Platea (Alameda de Hércules, s/n, Sevilla) y, más tarde y hasta hoy, en El Perro andaluz, donde han contado con la ayuda y colaboración del dueño y señor del territorio: Pepe Quero, actor cómico de sonada andadura y uno de los mejores perfopoetas cuyas creaciones se han recitado en su escenario. Si bien la familia del Cangrejo es amplia (citemos a algunos de sus íntimos colaboradores, como Dalton Trom-pet, Inestable, Siracusa Indigesta, Vicio, Yellow Ping, Vicky, el Hombre Adiabático, Chivi; Laura Rosal, fotógrafa oficial de los eventos; y Javi Gato, el presentador de los eventos, que tiene la mala costumbre de arrancarse a cantar haciendo gala de una voz y un sentido del ritmo no concebidos para exhibirse demasiado en público), su elenco no es nada varia-do, y cuando uno se acerca al Perro varios jueves seguidos tiene la impresión de estar dentro de Atrapado en el tiempo, escuchando las mismas fórmulas arrítmicas repetidas has

ta la saciedad por unos creadores que se creen de vuelta de todo y se quedaron atascados en las lecturas de vanguardis-tas y bohemios que murieron antes de que sus padres fueran concebidos. Sin embargo, hay que reconocerle al Cangrejo y sus secuaces que lleven a cabo una iniciativa encomiable y, lo que es más, que la lleven a cabo con éxito, reuniendo a cierto número de espectadores cada jueves noche. Otro punto a

su favor es la labor editorial que realiza, creando libros de lectu-ra tal vez aburrida, pero de muy hermosa factura y a un precio asequible. De este modo, todos sus cangrejitos pueden comprar-se sus libros los unos a los otros para alabarse dentro de un círcu-lo vicioso en el que son los que están y están los que son, ob-viando a cualquier creador que no: a) tenga un sobrenombre, a ser posible anglófono; b) ado-re llevar sombreros; c) guste de desgañitarse en un tablado alar-deando de su vida de maldito. Claro que se han visto algunos visitantes relativamente ilustres en El perro, como María Eloy-García, Héctor Arnau, Elena Medel y su camarada en La Bella Varsovia, Alejandra Vanessa… Lástima que sus visitas sean des-aprovechadas para, por ejemplo, ahogar a la poesía en un mar de salmorejo para celebrar The Pata

Negra II (30 de octubre de 2008). Otras noches uno desearía direc-

tamente estar en la cama, estar leyendo, estar viendo Gran Hermano y estar prácticamente ocupado en cualquier otra actividad, como es el caso de la noche en que hubo que sufrir a un individuo que hacía sonar continuamente la frase “Allí donde huele a mierda, huele a ser” (Antonin Artaud, escritor francés, 1896-1948) grabada previamente en un megáfono probablemente adquirido en la anterior Feria de Abril. Pero todo puede empeorar (siempre puede empeorar), y a conti-nuación tuvo lugar un homenaje a Panero en el que el artista encargado del homenaje se atragantó literalmente (que no literariamente) de pan, en un derroche de plurisignificación, belleza y sutiles matices de poesía (mentira). En fin, que si la poesía, como lo entiende una servido-ra, está para mordernos la piel y desangrarnos en ella, para agredirnos allí donde más duele y para mostrarnos aquello que no se ve, para rellenar los groseros huecos que ostenta la realidad… Puede decirse que, a pesar de ser una propuesta animosa y entusiasta y, en un primer momento, muy pro-metedora, el Cangrejo ladra mucho y El perro muerde muy poco. Alguien tenía que decirlo.

Cristian Alcaraz

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MISCELÁNEA

Internet es la clavepor Jose Alberto Arias Pereira

Internet es la herramienta de moda, el soporte mediante el cual los jóvenes contactamos con el resto del mundo. Hay diver-sos (demasiados) organismos que se echan las manos a la cabeza ante este autismo cibernético que se extiende a velocidad alarmante. Ponen el acento en la pornografía, violencia gratuita, empleo de un mal lenguaje e incluso de mala influencia de carácter moral. No estaría de más que estos críticos echaran un vistazo a la amplia oferta cultural que ofrecen personas, que no máquinas, con un extenso bagaje cultural. No voy a hablar de las versiones online de periódicos o instituciones de carácter oficial, sino de sitios web en los que jóvenes que adoran distintos ámbitos de la cultura se devanan los sesos por contentar a su público:

-Cinempatía: se trata de una revista de cine en la que encontrar noticias actua-lizadas a diario, críticas de todos los estrenos, artículos, clásicos, fantásticas… todo un festival de cine. Muy recomendable. www.cinempatia.com

-El Cuentacuentos: con la proliferación de los blogs hace 5 años nació la inicia-tiva Cuentacuentos. Dirigido por un anónimo Señor de las Historias, en esta pá-gina dan una frase cada lunes y cada participante escribe una historia completa-mente distinta con esa frase como comienzo. Lazos de amistad y buena literatura. www.elcuentacuentos.com

Y cómo no, os invitamos a en-contrarnos en Facebook para debatir lo que os gusta, lo que no, qué cambiaríais de nuestra sección, qué no… Revista La Cuerva No dudéis en enviar to-das esas sugerencias, críticas, halagos a nuestro correo: [email protected]

-Flickr: vamos a poner que a alguien le gusta la fotografía pero no quiere ser otro niñato que escribe con MiNuScUlAs y MAYUSCULAS indistintamente. Te gusta la imagen y pasas de las parrafadas. Pues hazte un álbum online, fácil, rápido y gratuito en www.flickr.com

-La bella Varsovia: colectivo y asociación cultural donde se dan cabida sobre todo buenos y jóvenes poetas. Premios literarios, jó-venes creadores, música, narrativa, cine, poesía… www.labellavarsovia.com Y todo eso con sede en Córdoba.

-Jenesaispop: ¿blog? ¿revista? Simplemente web musical donde un grupo de modernos desgranan lo que se cuece en el panorama musical más alternativo e independiente, aunque a veces les sale la vena fans/placeres culpables y se vuelven condenadamente di-vertidos. www.jenesaispop.com

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Notic

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Noticias

LA CUERVA

Dudas. Secretos. Miedos. Sueños. La lucha con neveras vacías, una vida de esperas, los yo_también, monstruos bajo la cama, la lavadora, bocas, sucedáneos de confianza, momentos teletienda, músculos. La Familia. Los Crematorios. Cristian Alcaraz, malagueño de 19 años, deja atrás su última inocencia en Turismo de interior, su primer poemario, ganador del III Premio de poesía Pablo García Baena concedido por La Bella Varsovia. “Y que a mis versos caigan/ rendidas la estrellas”- nos diría el poeta que da nombre al premio. Pero esta vez se han rendido a los versos de Cristian o, puede que más bien, sea él el que las haya hecho frenar con un tono sugerente, extremadamente sincero, lleno de frescura, con la valentía de llamar a las cosas por su nombre, permitiendo que sean las hormonas y la edad las encargadas del manejo del lenguaje, un lenguaje cotidiano, que trata de otorgar materialidad a los sentimientos.Rodeados de incongruencias, “parece un simulacro estar vivo” y Cristian hace todo un esfuer-zo por “subsistir”, “sobrevivir sin instrucciones”. Emprende un viaje -de vacaciones, obvia-mente- hacia el interior de sí mismo, donde los secretos se convierten en turistas que deciden quedarse para que, al fin, un joven se dé la bienvenida a sí mismo, a su “sistema operativo”, donde todo lo que cuenta es la vida underground, de debajo de la piel. Sin embargo, no se

trata sólo de un autodescubrimiento, sino que éste viene acompañado del encuentro con la muerte en forma de crematorios e, irremediablemente, con el amor, porque al amor hay que llegar de la mano, aunque a veces se quede sin gasolina y los trayectos sean largos. Todo ello cargado de un alto contenido sexual apto para todos los públicos.Sin ninguna duda, no podríamos encontrarnos ante “el asiento de atrás” o “los restos del amor” de Cristian Alcaraz sin Las afueras, de Pablo García Casado. También es la voz de otros poetas, como Elena Medel o Antonio Portela, la que se atisba entre verso y verso. Y es que, en época de crisis, nos encontramos con un balance positivo en los turistas que pernoctan en la ciudad interior de Cristian Alcaraz y, lo más importante, que él se queda consigo mismo “emocional sexualmente activo 18 años”.

Ruta turística por el interior de Cristian Alcaraz

Cristian Alcaraz y Ana Castro

Ana Castro.-Turismo de Interior ¿Es de algún modo una autobiografía inacaba-da?Cristian Alcaraz.-No lo sé. El poemario se divide en tres partes y creo que Síndro-me de Diógenes es la que se parece más a mi biografía. Pero no, no creo que sea una autobiografía.

A.C.- ¿Te sientes más mayor tras termi-nar el poemario?C.A.- (Risas) Me siento más mayor por-que hace una semana que fue mi cum-pleaños (risas de nuevo).

A.C.- Aún así, ¿siguen dando miedo los monstruos de debajo de la cama?C.A.- Me dan miedo los monstruos de-bajo de la cama, dentro del armario, del desagüe y, sobre todo, del váter. Me dan miedo todos los monstruos que apa-rezcan en la vida. Pero supongo que mi forma de enfrentarme a ellos es escri-biendo.

A.C.- Después de tanto turismo por el in-terior de uno mismo, ¿decide uno que-darse o buscarse una vida nueva?C.A.- Buscarse una vida nueva (risas). Definitivamente. Pero yo creo que eso depende de cada uno. Yo me he busca-do una vida nueva después de escribir esto y estoy muy contento, la verdad.

Ya me he encontrado a mí mismo y eso es algo que la parte autobiográfica afir-ma. Creo que a veces hay que parar, decir “esto no va conmigo” y empezar otra vida.

A.C.- Si tuvieses que definir este viaje con una palabra te quedas con…C.A.- Calzoncillos (muchas risas). A.C.- El amor es uno de esos Factores Comunes, como denominas la segunda parte de tu poemario. ¿Se indigesta el amor entre verso y verso y por eso hay que buscarse un corazón antiadherente?C.A.- Sí, hay que buscar un corazón

antiadherente, pero yo todavía no sé en qué tienda lo venden. Creo que el amor es un Factor Común. Si debié-semos ser dos, que sea antiadherente, pero no sólo el corazón, también la ca-beza y el sexo. A.C.- ¿Qué tal es tener un Pablo García Baena entre las manos?C.A.- Es escuchar a mi madre 24 horas al día hablar por teléfono. A.C.- ¿Y lo mejor de esa sorpresa?C.A.- La gente que me está agregando al Facebook. A.C.- ¿Ganas de constituirse en todo un cosmopoeta emergente?C.A.- Hay ganas y ganas de emborra-charme también. A.C.- Hablando de lugares, se habla de New York City, Brooklyn, París, del under-ground londinense, ¿es que a Cristian se le queda pequeño el mar de Málaga o que en Málaga aún no hay metro?C.A.-(Risas) En Málaga están constru-yendo el metro, pero el metro no llega a París y eso me ha afectado bastante. Creo que Málaga se queda un poquito pequeña pero éste es mi sitio. Todavía no he encontrado mi lugar verdadero pero sí, viviría aquí. Ahora, me encanta-

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miscelánea

Ser nobel o ser novel

por Matea García Reinas

Ciertos libros maestros tendrían que figurar en las estanterías más ge-néricas con reseñas de un autor desconocido, como si siguiendo el curso natural de las causalidades, las palabras que nos cuidan o nos destrozan (o en buena parte de los casos, nos dejan indiferentes) se hubieran dado nombre a sí mismas, más allá de esa mano tangible que, en ocasiones, con su respectivo rostro, no tendríamos que haber conocido. Los galardones encierran a la literatura en un trofeo de connotacio-nes que difuminan el sentido intrínseco de toda obra. La palabra premio nos remite a un vocablo más latino denominado praemium. Si construi-mos un muro etimológico entre ambos orígenes (y destruimos aquellos otros que ha levantado la Historia en su conciencia), nos queda un prae (antes) y la raíz em (coger). Lo que se aprehende antes que otros, podría decirse. Llegó tarde James Joyce, por tanto, como si su Ulyses hubiera alcanzado con retraso las puertas de la academia sueca en la entrega de los premios Nobel. ¡En busca del tiempo perdido!, o aquello que se propondría Marcel Proust si levantara la cabeza y distinguiera su nombre en la lista de propuestas a tal premio. “A la persona que haya producido la obra más sobresaliente de ten-dencia idealista”, es el patrón o corte que marcó Alfred a la hora de seleccionar a esos rostros que esconden las palabras más “valiosas”. El mundo (de la Literatura) es un mar de tendencias que criba todo a su paso, o mejor, las olas de un temporal que encierra miles de corrientes subyacentes a pocos metros de la orilla. Nadie quiere ser el realista Emile Zola cuando los peores telediarios necesitan acolcharse con uto-pía, ni por supuesto, ser un Borges políticamente incorrecto ante el res-to de caretas. Ser Nobel siendo novel es la mayor aspiración de aquel que espera vivir de sus letras o que estas lleguen a la arena. Definitiva-mente, entre la persona y la palabra se nos escapa algo.

Notic

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Noticias

LA CUERVA

Aquellas pequeñas cosas

por Jose Alberto Arias Pereira

Hace un año, exactamente un año, oí hablar por primera vez de un poeta antequerano. Tocayo mío. Después des-cubrí que ya tenía (yo) algún amigo de Antequera y nunca me habían hablado de este nombre. La gente no habla en las calles de poesía salvo cuando está la política de por medio. Al cabo de unos me-ses me llegó una antología de José Antonio Muñoz Rojas, revisada por él mismo con noventa y tantos años. Todo un ejemplo a seguir. Es más, el pasado verano tuve la ocasión de conocerlo, pero los achaques de la edad se interpusie-ron. Ya no puede ser, ya no será.

José Antonio Muñoz Rojas falleció el pasado 29 de septiembre a unos días de cumplir 100 años. Considero que un homenaje póstumo no hace justicia a un buen ar-tista. Sin embargo, creo que este señor ofreció la obra de toda una vida, obtuvo la consideración que merecía (qui-zás menos) en vida, y os animo leer su poesía, la “poesía de las pequeñas cosas”, como muchos la han llamado. Y digo yo, ¿no es difícil exprimir los pequeños detalles para hablar de la vida en general? Denle una lectura. Se la merece.

La literatura está de fi esta

por Marta Fernández Sereno

Desde hace siete años Kosmópolis revoluciona el panora-ma literario desde la Ciudad Condal. Un festival donde la literatura se convierte en protagonista confi gurándose a través de las ciencias y las artes como un gran aconteci-miento donde el espíritu innovador del festival es la base de todo. Cinco días dedicados en exclusiva a la palabra oral, la palabra escrita y la palabra electrónica. De carác-ter bienal, con una edición especial en 2005 concedida al año del Libro y la Lectura, se prepara para su edición de 2010, donde de nuevo se busca ese contagio interdiscipli-nar entre escritores, artistas plásticos, cineastas y actores, arquitectos, músicos y demás miembros de la comunidad cultural. Bernardo Atxaga, Alfredo Bryce Echenique, Ro-berto Bolaño, Quim Monzó y Elena Medel son algunos de los nombres que se han dado cita en Kosmópolis 02, 04, 06 y 08. Cuatro ediciones que hacen cada vez más plausi-ble que la literatura tiene una tradición experimental, vi-sionaria y ante todo lúdica. Desde esta fi esta-laboratorio de las palabras se pretende que los lectores evolucionen, que los géneros rompan barreras y que las tradiciones, identidades y lenguas sean patrimonio de todos. Ansiosos de nuevas noticias sobre la quinta edi-ción que se celebrará en el Centro de Cultura Contemporá-nea de Barcelona, Kosmopolis volverá a poner en el pun-to de mira a la literatura como mecanismo precursor del cambio de formatos y géneros de las letras globalizadas.

La literatura está de fi esta

año del Libro y la Lectura, se prepara para su edición de 2010, donde de nuevo se busca ese contagio interdiscipli-

arquitectos, músicos y demás miembros de la comunidad cultural. Bernardo Atxaga, Alfredo Bryce Echenique, Ro-

06 y 08. Cuatro ediciones que hacen cada vez más plausi-

sionaria y ante todo lúdica. Desde esta fi esta-laboratorio de las palabras se pretende que los lectores evolucionen, que los géneros rompan barreras y que las tradiciones,

Ansiosos de nuevas noticias sobre la quinta edi-ción que se celebrará en el Centro de Cultura Contemporá-

Imagen cedida por el Centro Andaluz de las Letras

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