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Primer número de la revista de la histórica Colonia Guerrero.

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La escuela Ignacio Manuel Altamirano(Héroes y Mina)así era en 1945...

... y así es ahora

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La prensa en México es instrumen-to del poder, para difundir sus in-tereses e ideología, disfrazados de “información”. La ciudadanía ape-nas ve reflejarse en dicho medio –y cuando es así, caricaturizada- su propia forma de vida y cultura.

A pesar de ello, surgen me-dios ciudadanos de prensa, y al-gunos sobreviven; pero la mayoría –hoy apenas existe alguno- desa-parecen al poco tiempo; debido quizás a que respondían más a la buena fe de pocos, que a la organi-

zación de muchos.

La Guerrero, identidad y pa-labra nace hoy, con la ventaja de estar respaldada por –y poder apo-yarse en- una organización vecinal. Nace alentada por el esfuerzo de los propios vecinos, de conocerse y reconocerse como tales; y obtener una condición de vida basada en la unidad.

Este medio, que se quiere expresión de la colonia y no sólo de un grupo, está abierto desde

ahora a las narraciones, reflexión, demandas y todo tipo de expresión plástica de la gente, referidos de preferencia a su vida aquí. Por ello, la permanencia de La Guerrero… dependerá del vecindario. Si la población lo adop-ta como su medio de expresión, apoyándolo con el testimonio es-crito o plástico –y difundiéndolo-; llegará a ser un vehículo más de identidad: si no, se perderá como otros. Ojalá suceda lo primero.

Editorial 2

Paseo ciclista (Comite 140 años) 3

Los orígenes de la colonia Guerrero 4

Sobre Iguala y Tlatlaya 6

¡No tirar basura! 8

Reflexión 9

Por que en la Guerrero volvamos a ser comunidad (Comite 140 años) 10

Dizque poesía 13

Casa Rivas Mercado 14

Un 2 de agosto del siglo XX 16

Recorrido fotográfico 18

Aquella lucha inquilinaria 20

Salvador Romo, José Luis Macías, Marco Antonio Ríos, David G. Velazquez, Ricardo Terán y Raúl de la Torre.correo electrónico: [email protected]

Diseño: Carlos A. Cameras.Fotografía: Taller de fotografía documental Uni-dad de Vinculación Artística, CCUT-UNAM.

Editorial

Contenido

Comisión Editorial

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Fue en realidad un paseo de buenos resultados para el Comité*, pues asistimos 50 personas entre ciclistas y otros con auto. El recorrido fue el siguiente: Comenzamos desde el parque Abasolo a la iglesia de San Miguel Arcángel, de ahí hacia el salón e iglesia de Los Ángeles, seguimos hacia la iglesia del Inmaculado Corazón de María, para pasar al mercado Martínez de la Torre, luego a la iglesia de Santa María la Redonda y lo que fue el panteón de Santa Paula cerca de ahí, seguimos al templo Santa Vera cruz en el 2 de abril, y de ahí a San Hipólito. Terminamos finalmente en el panteón de San Fernando, donde se culminó con una sabrosa comida entre los participantes. Todo mundo muy contento, en un domingo que me pareció perfec-to para el Comité.

*Paseo organizado por el Comité ciudadano y vecinal el pasado 31 de agosto

Salvador Romo CárdenasRecorrido del paseo ciclista*

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Raúl de la Torre

Los orígenes de la Colonia GuerreroSegún libro de la UNAM

Reseña

Un hermoso libro ilustrado que publicó la Unam en 1981*, describe la peculiaridad urbano-arqui-tectónica de las “colonias” fundadas en el Porfiria-to, entre ellas la Guerrero, que nació como tal en 1874. De entrada, el apelativo –con dos acep-ciones- se aplicó en la ciudad a terrenos usual-mente ex de la Iglesia, adquiridos y lotificados por especuladores, que gestionando la introducción de servicios urbanos, procedían a la venta de los solares. Esta colonia habría nacido de esa mane-ra, trazada sobre huertos del ex convento de San Fernando, y también sobre caseríos con siglos de existencia previa ahí. Los caseríos, con “una red de plazuelas y callejones intrincados y sin salida, formando pasadizos…inmundos y sombríos…” que se ubicaban uno por Los Ángeles y otro “en el ángulo sureste”, fueron parcialmente destruidos para abrir las nuevas calles.

La Guerrero acogería sobre todo a po-blación modesta, que expulsaron los viejos edifi-cios virreinales del centro de la ciudad, y a traba-jadores del ferrocarril y de la estación Buenavista, inaugurada en 1873. A diferencia de Los Arquitec-tos y parte de Santa María la Ribera, aquí fue muy escasa –“y pronto huyó”- la clase acomodada de “pretencioso afrancesamiento en la vivienda”.

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Nombrada originalmente Bellavista, esta colonia alojó “en su límite noreste” –dice el autor- al Baratillo, sórdido mercado de baratijas, que parece haber sido trasladado después a Tepito. Su perímet-ro original –también según el autor- se extendería hacia San Juan de Letrán, la estación de Buenavista (perteneciendo de Guerrero hacia esta última a

distinto “cuartel”), Avenida Juárez, y por el norte, “(sin) limitación definida”. (Aunque el libro no lo explicita, esos límites incluyeron mansiones y construcciones eclesiásticas virreinales, construidas sobre la hoy avenida Hidalgo, al lado del entonces acueducto de Santa Fe).

* Martín Hernández, Vicente: “Arquitectura doméstica de la ciudad de México (1890-1925)”. Universidad Nacional Autónoma de México, Escuela Nacional de Arquitectura. 1981.

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La Redacción

Sobre los hechos ocurridos en Iguala y Tlatlaya

Es imposible soslayar los acontecimientos que están ocurriendo en el país, ojalá fueran sucesos de los cuales nos pudiéramos enorgullecer como mexicanos, como ciudadanos, trabajadores o como estudiantes, campesinos, amas de casa o como habitantes de la colonia Guerrero, pero no es así y más aún surgen cuestionamientos al respecto, la pregunta inevitable es hacia dónde vamos como nación, qué les espera a las gener-aciones nuevas, qué lugar para habitar estamos dejando a nuestros hijos y qué nos toca hacer como sociedad.

El recuento de lo que ha sucedido, lo podemos comenzar con los acontecimientos del municipio de Iguala el 26 y 27 de septiembre del año en curso, en donde fuerzas policiacas munic-ipales y civiles armados, agredieron con armas de fuego de grueso calibre en tres ocasiones y ase-sinaron a 6 personas (3 normalistas, un menor jugador de futbol soccer, un chofer y una mujer que se encontraba en un vehículo) y por último desaparecieron a 43 normalistas de Ayotzina-pa; los responsables materiales de esta acción homicida y de desaparición forzada actuaron bajo el gobierno y responsabilidad del Presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca Velázquez.

actualidad

NacioNal

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José Luis Abarca, es el mismo sujeto que en junio del año pasado fue denunciado (y se mantuvo impune) por uno de los sobrevivientes del secuestro de 8 integrantes de la Unidad Popular de Iguala y el asesinato de tres personas más, que respondían a los nombres de Arturo Hernández Cardona, Félix Rafael Bandera Román y Ángel Román Ramírez, todos miembros de Unidad Pop-ular y militantes del PRD, como también lo era José Luis Abarca, el alcalde de Iguala.

En otro hecho que parece aislado, pero que no lo es, corre-sponde al 30 de junio en el munic-ipio de Tlatlaya estado de México; una patrulla militar hizo contacto con un grupo de personas, que a decir del ejército, “estaban arma-dos, y que en el interior de una bo-dega mantenían a algunas perso-nas secuestradas”, allí perdieron la vida 22 individuos, el parte militar señaló que hubo enfrentamiento y las fuerzas armadas repelieron el fuego causándose todas esas bajas durante dicha acción con el grupo criminal.

Una semana después de los hechos personal de medios de comunicación, peritos espe-cializados y el testimonio de una sobreviviente, pusieron en en-tredicho la versión oficial y salió a la luz pública que sólo uno de los

supuestos delincuentes había sido abatido en la primera refriega con el ejército, y que las 21 personas restantes se habían rendido y enseguida, sin miramiento alguno, fueron ajusticiadas a quemarropa por el personal militar.

En ambos casos, la situ-ación común que está presente es la falta de credibilidad y la desconfianza por parte de la población hacia instituciones del Estado (gobierno municipal, policía municipal, ejército mexica-no, comisión nacional de derechos humanos, entre otras), el otro elemento común fue la presencia de la delincuencia organizada y de sus intereses económicos y políti-cos, en el primer caso, enquista-dos en el gobierno y en la policía municipal, en el segundo, y a decir de los militares, en el grupo que se encontraba en la bodega de Tlatlaya y seguramente entre los mandos castrenses que orden-aron esta sangrienta acción que atenta contra el derecho a la vida y el derecho a un proceso jurídico.

Existen además, cuando menos, tres factores adicionales en común en estos hechos, en primera, el uso de la violencia “legitima” desde las instituciones (policías y militares) se llevó a cabo pasando deliberadamente por encima de los derechos humanos, concebidos y plasmados en la

Constitución de este Estado de derecho, generando con ello una condición de excepción que atenta contra todos los mexicanos.

Por otro lado, en ambos casos se observó una reacción tar-día de las diferentes autoridades (únicamente actuaron por presión de medios de comunicación extranjeros e instituciones de derechos humanos internaciona-les), en teoría estas instituciones y la representación jurídica del Estado, es decir, el Presidente de la República, tienen por obligación garantizar la protección, la seguri-dad y libertades de la ciudadanía en general.

Y el tercer factor cor-responde a la impunidad de los re-sponsables intelectuales de estos hechos, pues, para el caso de Igua-la, únicamente fueron detenidos 36 policías y algunos civiles más como responsables materiales, pero ni el presidente municipal, ni el jefe de la policía municipal, ambos están huyendo y con ello evaden su responsabilidad directa; en el caso de Tlatlaya, detuvieron a 25 elementos del ejército y se ha ejercido acción penal contra un teniente y 7 soldados, pero nada se sabe de los mandos que ordenaron el fusilamiento, ni de las razones que dichos mandos tuvieron para cometer esta acción.

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Ernestina López Mayo

Llamado a los vecinos y autoridades delegacionales¡No tirar basura!

ciudadaNía

La colonia es nuestro espacio inmediato, asumir este principio nos debe llevar a responsabili-zarnos de los espacios privados, como es nuestra casa, pero también de los espacios abiertos y comunes, como es la calle.

Cuidar nuestra colonia significa cuidar nuestra salud, la de nuestros hijos y demás seres cercanos, evitemos la contaminación provocada por acumulación de basura, promovamos como disciplina la recuperación de la colonia, hagamos de la calle, como antes lo hicimos, la extensión de nuestra casa.

¡Por una colonia limpia y saludable, haz concien-cia, no dejes basura en la calle!

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JorgeOración amiga

ReflexióN

No llores por lo que ya perdiste, lucha por lo que aún tienes.

No llores por lo que está muerto dentro de ti, lucha por aquello que nació en tu corazón.

No llores por quien te abandono, lucha por quien sigue a tu lado.

No llores por quien te odia, lucha por quien te quiere ver feliz.

No llores por tu pasado, lucha por tu presente.

No llores por tu sufrimiento, lucha por tu felici-dad.No llores si tienes una enfermedad difícil de cuidar, lucha por no darte por vencido y seguir de frente en la vida.

No es fácil ser feliz, tenemos que abrir mano de muchas cosas, tomar decisiones y tener el coraje de aceptar las cosas buenas y malas para ser feliz.

Con el tiempo vamos aprendiendo que nada es imposible de solucionar, solo es necesario seguir adelante, no darse por vencido, tener fe, saber y entender que cada paso en tu lucha por triunfar y ser feliz es un logro consigo mismo.

No hay un motivo para estar tristes cuando nadie se da cuenta que hicimos alguna buena acción por nuestros semejantes.

El sol, hace un gran espectáculo al nacer día tras día, nos da luz, alegría, calor e ilumina nuestras vidas y aun así, la mayoría de los seres humanos se mantiene durmiendo y no disfrutan ni recono-cen su bondad.

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José Luis Macías Guerrero

Por que en la Guerrero volvamos a ser comunidad

Seguramente para muchos de los que habitamos la colonia Guerrero sentimos cierto arraigo y algo más que se puede definir como pertenencia a este espacio físico y social, es evidente que la colonia es el producto de una construcción col-ectiva, para bien o para mal, hemos sido actores co-responsables de su transformación, diferen-ciación y reproducción, aunque valga decir que, también existen factores externos ubicados en la política y la economía general que se aplica en la ciudad y en el país, que tienen relación directa y determinante con la definición de lo que es ahora la colonia.

La colonia Guerrero, de un tiempo a la fe-cha, ha comenzado a observar un debilitamiento en cuanto a las relaciones sociales generadoras del concepto de comunidad, es claro que el in-dividualismo y el miedo ha trastocado las rela-ciones que se desarrollan a través de la conviven-cia vecinal, es decir, hoy día cada vez es menos común que se dé la relación cordial y solidaria, aunque aún existen las visitas reciprocas entre vecinos, por supuesto que en la colonia existen vínculos afectivos y todavía hay fiestas religiosas y sociales, que a su vez son considerados como elementos que ayudan y fortalecen las relaciones sociales existentes.

A pesar de todo y debido a las condi-ciones que objetivamente existen en la colonia, muchos de nosotros hemos asumido una actitud de incertidumbre respecto a la vida social e indif-erencia para con el otro, en buena medida creo que esto es debido a la oleada masiva que llega por los medios de comunicación electrónicos e impresos, en donde la inseguridad y el miedo que existe más allá de la colonia, y que incluso observamos cotidianamente en el país entero, es causa real para dejar de ejercer plenamente

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la apropiación de las calles, de los entornos y el equipamiento urbano, con lo cual se experimenta frecuentemente una sensación de individualismo que ha llegado a afectar la lógica de la construc-ción y consolidación de pertenencia y vínculo, así como de la ocupación y uso cotidiano del espacio público, sobre todo del que se caracteriza como abierto (plazas, jardines, explanadas, calles, etc.).

En este contexto, un grupo de vecinos hemos decidido, desde el año pasado, agrupar-nos en torno al reciente aniversario 140 de la fundación de nuestra colonia, poco a poco este mismo colectivo ha definido llamar a todos los vecinos que quieran adherirse a este proceso de celebración y simultáneamente comenzar a pensar cómo rescatar juntos todo aquello que

Fotografías: Ruy Sánchez, Claudio Puente, Daniel Benitez, Rosa María Olguín, Rosaura García, Car-los A. Cameras, Cristiam Camilo Guerrero.

Taller de fotografía documental, Unidad de Vincu-lación Artística, CCUT-UNAM.

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hemos producido y consumido, culturalmente hablando, como habitantes del barrio a lo largo del tiempo, con el objeto de ofrecer y ofrecernos formas novedosas de convivencia barrial, que nos provoquen el reencuentro que en estos tiempos de inseguridad y miedo ha contribuido aguda-mente al debilitamiento de toda acción colectiva, tenemos en mente reforzar el sentido y el con-cepto de comunidad.

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El concepto de comunidad debemos entender-lo no sólo como el espacio físico, sino como un espacio social en donde se desarrollan una serie de acciones y relaciones sociales que muestran ciertas especificidades propias de la localidad, en donde a través de la experiencia y de la acción cotidiana se establecen símbolos y significados que esbozan formas individuales y colectivas de ser.

(La comunidad dicen los sociólogos, ofrece certeza, es generadora de sentido, identi-dad, pertenencia, y sobre todo brinda seguridad; justo en un contexto de devastación en todos sentidos, provocado por el modelo de capitalismo vigente que prevalece en nuestro país y permea en nuestra colonia).

1) El ocaso pintaba al horizonte de eternidad

2) Rítmica golpea la lluvia contra mi ventana: ¿telegrafía?

3) Caminante solitario; limosnero de murmullos

4) Al amanecer, incendiada entre nubes huyó la luna

Lector; remítanos su sentir vecinal, lo publicaremos:¿Qué le significa a usted vivir –o haber vivido- en la colonia Guerrero? (extensión libre)

Dejar colaboración con su voceador, o al correo de la revista: [email protected]

Raúl de la Torre

Cuatro a manera de hai kus

Dizque Poesía

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cRóNica

David G. Velázquez

Casa “Antonio Rivas Mercado”Restauración

Me es grato dirigirme a ustedes para hablar un poco sobre esta gran colonia Guerrero, la cual esta rodeada de cultura, anécdotas, leyendas, personajes y sobre todo, de sabor a un México tradicional, se dice que “aquel que es mexicano es guerrero“, pues es cierto, somos mexicanos y por orgullo somos de la Guerrero. Caminando por la calle de Héroes me detuve frente al número 45, vaya edificación de la época porfirista, rodeada de una atmosfera color sepia, la cual me hizo remontarme a finales del siglo XIX y principios del XX, en aquellos tiempos que se iniciaba el fraccionamiento de la colonia, cuando el proyecto era albergar a las familias más adineradas y renombradas de la época, cuando el pregonar de los marchantes formaba un canto cotidiano. Desde el 2007 esta casona se dio en cus-todia a la Fundación Conmemoraciones 2010, AC, para su reconstrucción, esta mansión es consid-erada por los institutos nacionales de Bellas Artes (INBA) y de Antropología e Historia (INAH) como inmueble artístico y monumento histórico, ejem-plo arquitectónico del Art Nouveau, emblema de la cultura porfirista. Su original propietario el Arq. Antonio Rivas Mercado, aquel que inmortalizó su nombre en el proyecto de la “Columna de la Independen-cia” y padre de Antonieta, aquella mujer bene-factora del arte y amante de José Vasconcelos Calderón, aquella que selló su muerte con un tiro, con la misma pistola de su amado, la que vició el olor de incienso de la Catedral de Notre Dame por el de la pólvora, quien rompió el murmullo

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de los rezos por el estruendo del un tiro. Qui-en diría que aquel aposento, nunca serviría de reposo a la familia, en un ir y venir de viajes y exilios al extranjero; Antonieta aún siendo niña vivió el estallido de la Revolución, tras el enrejado de su morada, sobrevivió al resonante sonido de los cañones durante la decena trágica, aquella que forjó su carácter, al abandono de su madre Matilde Cristina Castellanos; tanto hay que hablar de ella, de su pasión por el arte, de sus amores y desamores, que prefiero dedicarme a hablar de ella en otro espacio.

Volviendo al tema, con una inversión inicial de 30 millones de pesos, la Fundación Con-memoraciones 2010, AC, restaura la lujosa resi-dencia de mil 567 metros cuadrados, destaca de ella por la riqueza de su decoración, conformada por elementos clásicos, moriscos y característicos del art nouveau, que el propio Antonio Rivas Mercado diseñó. É sta cuenta con 15 habita-ciones, en la que construyó según sus palabras, su ‘’torre del porvenir”, en esta mansión Antonie-ta, acogía artistas, arquitectos, políticos de la épo-ca porfiriana, entre los que destaca el arquitecto Adamo Boari que por cierto fue quien construyó el edificio de correos ubicado en San Juan de Letrán (hoy Eje Central Lázaro Cárdenas) frente al Palacio de Bellas Artes, de igual forma Antonieta apoyó una joven generación de artistas que dejó un legado importante en México, entre ellos de-staca Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Sal-vador Novo, Gilberto Owen, Celestino Gorostiza, María Teresa Montoya, Roberto Montenegro, Julio Castellanos, Lupe Medina de Ortega, Clementina Otero, Carlos Luquín, Jiménez Rueda y el pintor Manuel Rodríguez Lozano, sobre esta mansión se distribuyeron tres construcciones,: la casa de los Rivas Mercado, lo que fue el Instituto Washington edificado hacia la década de los 40 del siglo XX y el cual cerró sus puertas tras los sismos de 1985 y una casa habitación abandonada.

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aRchivo

Un 2 de agosto del siglo XIX*En la plaza de Los Ángeles

“En la madrugada del 2 de agosto, los vecinos del barrio han sido despertados por el estallido frecuente de los petardos y por los repiques del alba. Algo como un inmenso murmullo se levanta del lado de los Ángeles, antes de que los primer-os rayos de un sol alegre después de una noche de lluvia, iluminen las construcciones cenicientas que se levantan en el lado noroeste de la gran ciudad. La muchedumbre comienza a dirigirse desde muy temprano de todas partes hacia la plazuela en que se levanta el templo que encierra a la milagrosa imagen.

Amanece, y las calles que conducen a ese lugar, bastante retirado del centro, se inundan de gente (…), un ejército de peregrinos llevando grandes cestos con manjares y botellas. Un mun-do de artesanos con sus mujeres y una lechigada de chicuelos se dirigen devotamente a pasar el día en el lugar santo. Por el rumbo del norte y por las vías de Guadalupe y Nonoalco, han llegado ya numerosos romeros de los pueblos indígenas.La virgen de los Ángeles es rigurosamente la ma-dona de los pobres de México, y en esa calidad, su culto es menos universal que el de la otra (la Virgen de Guadalupe), que puede llamarse nacio-nal.

Subimos a un vagón de los ferrocarriles del distrito. El tren que parte de la Plaza para los Ángeles está compuesto de veinte coches y todos se ocupan inmediatamente; hay cuarenta pasaje-ros, donde no caben buenamente sino dieciséis.

Llegamos a la plaza de Concepción y allí hay una multitud esperando los vagones; suben los que pueden y quédanse los otros aguardando un nuevo tren. Además, todos los abominables

La Guerrero, identidad y palabra es una revista mensual editada por y para los vecinos de la colonia. En ella tiene cabida toda expresión de amor al barrio, que procure fortalecer los lazos de unión e identidad en el mismo.

Por ser un órgano plural, La Guerrero… impul-sa abiertamente el diálogo, sin obcecación ni sectarismo alguno.

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coches de alquiler que hay en México cruzan con la velocidad de que son susceptibles los desgra-ciados jamelgos que los arrastran, conduciendo a centenares de per-egrinos rumbo a Santa María.

El tren continúa su marcha tortuosa caracoleando por entre un laberinto de callejones angos-tos, llenos de fango y flanqueados por casas de vecindad estrechas, húmedas, verdaderas huroneras si no estuvieran alumbradas pro-fusamente por el sol que inunda los pequeños patios.

Son los callejones de Ma-gueyitos, y las calles de Hidalgo, 1ª, 2ª y 3ª de Lerdo. Además de las casas de vecindad en que se aglomera una población misera-ble y harapienta, hay por allí cien tendajos, fruterías, pulquerías y figones que han sacado a relu-cir sus enseñas chillantes y que se han adornado de tules para mostrarse a los peregrinos.

El tren desemboca por fin en la antigua plazuela de los Ángeles,

que hoy se llama plaza de Juárez (actualmente, Plaza de los Ánge-les: Revista La Guerrero), en donde se levanta el venerable santuario. Las calles que se avecinan a esta plaza, llevan nombres modernos, nombres de la Reforma, lo cual es altamente simpático. Una de esas calles se llama de Escobedo, otra de Riva Palacio, otra de Miguel López, en honor de aquel patriota maestro de obras que vivió por aquí, cuya casa está allí cerca, y que abandonó hogar y famil-ia para ir a combatir al invasor francés y morir gloriosamente en San Lorenzo, en la desdichada acción que perdió Comonfort.

Los nombres de esas calles humildes, las construcciones enteramente nuevas, la bandera nacional que flota arriba de la iglesia, todo da a estos lugares un aspecto liberal y patriótico. No será con el beneplácito de los clérigos, pero lo cierto es que aquí la Iglesia y el Estado viven furtiva-mente, quizás, en amable consor-cio. Y es que aquí el pueblo lo hace todo; la fiesta es más bien secular

que eclesiástica (…). La Virgen de los Ángeles es la madona de los pobres y nada más. Su fiesta es una especie de orgía que dura ocho días y en que se emborracha el populacho con pulque rojo de tuna cardona. En la plaza, la bacanal. Cuarenta pulquerías y cinco mil personas almorzando barbacoa y bebiendo tlamapa (pulque de Tlamapa, en el Estado de México), bajo los rayos de un sol abrasa-dor. La fruta de los puestos, deliciosa. Las muchachas de los barrios limpias y risueñas; los relojes en peligro; los gendarmes a caballo hechos unos Argos (en la mitología griega, un gigante con cien ojos). No ha habido muertos en este año, y eso me decía un amigo que hace años es asistente a la fiesta. -Ha estado triste… ¡esta vez no ha habido ni un matado!”

*Publicado el 15 de agosto de 1880 por el liberal Ignacio Manuel Altami-rano, en el periódico La República, fundado por él ese mismo año.

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expResióN

Recorrido fotográfico

El jueves 16 de octubre alumnos del taller de Fotografía Documental de la Unidad de Vincu-lación Artística del Ccut-Unam, encabezados por el maestro Carlos Cameras, recorrieron calles de la colonia Guerrero, con el fin de captar escenas de la vida cotidiana de esta colonia. Retrataron lo mismo al deportista, que al artesano o el ama de casa, captando lo singular de su personalidad y del propio barrio. Aquí publicamos parte de su trabajo.

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Ruy Sánchez, Clau-dio Puente, Daniel Benitez, Rosa María Olguín, Rosaura García, Carlos A. Cameras, Cristiam Camilo Guerrero.

Taller de fotografía documental, Uni-dad de Vinculación Artística, CCUT-UNAM.

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MeMoRia

José Luis Macías Guerrero

Un recuento familiarAquella lucha inquilinaria (I)

En el siglo XVI, de entre los volcanes precisa-mente, en el hoy mencionado “Paso de Cortés”, apareció el grupo de conquistadores y, al frente de ellos, Hernán Cortés, quien al vislumbrar el gran Valle de Tenochtitlan, se deslumbró por su gran belleza, por su transparencia y por la ima-gen poli-cromática de este nuestro gran vestigio; hoy, 500 años después, los Calpullis existen, nuestras raíces permanecen, aunque, algunas veces ocultas; el arraigo siempre está presente, el barrio es parte de nuestra cultura, el barrio se quiere y se defiende, en el barrio también se ofrece la vida, hay jerarquía, orden, organización, ley y también, por qué no, violencia; cosa natural hoy en día, aunque la bravura del barrio no radi-ca allí, ya que de alguna manera nuestros gober-nantes nos la han impuesto. En la zona centro del Distrito Federal, hacia el lado norte de la Plaza de la Constitución, en donde existe mucho y nada, se encuentran una serie de colonias populares de donde han surgido personajes importantes los cuales han forjado con su sangre y su sudor nuestros bar-rios. La colonia Guerrero, de la cual y durante mucho tiempo se ha alimentado la nota roja y los noticieros amarillistas, una colonia bullanguera, allí es donde vive Rodrigo.*** Rodrigo Rivas, quien fue llevado a la colonia Guerrero cuando niño por sus padres, quienes durante toda su vida han vivido en esta barriada - excepto durante los primeros años de la vida de Rodrigo -, y decidieron que sus hijos crecieran en ese mismo lugar. Las vecindades, que lentamente han ido desapareciendo, fueron en esencia parte im-portante de cómo se dieron las cosas; y aunque

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Rodrigo no estaba acostumbrado a vivir en comunidad, tuvo que adaptarse y luchar por conquistar un lugar entre los niños del “con-vento”; esa vieja vecindad llamada así por su fachada que en apari-encia eso era lo que asemejaba. Pronto, y ya con cierta jerarquía Rodrigo se mezcló y relacionó con los demás. Aprendió la ley del barrio, la costumbre y hasta peleó físicamente no sólo por su dignidad y orgullo, sino también por insertarse y pertenecer a ese colectivo social. (Mientras transcurría el final de la década de los 60 y prin-cipios de los 70’s, Rodrigo asistía al kinder y aunque estudiante tam-bién, le pasaron desapercibidos los acontecimientos de octubre de 1968. Aquella terrible masacre perpetrada por Echeverría como secretario de gobernación, y Díaz Ordaz en la presidencia, en la Pla-za de las Tres Culturas de Tlatelol-co)*** Raúl, padre de Rodrigo y tres hijos más, todos los días y a toda hora comentaba con ellos sobre la importancia de sobrevivir en el barrio.-“Cada persona debe enfrentar cada situación por cruda y violenta que esta sea”-, decía una y otra y otra vez. -”Aquí así se resuelven las cosas, y quien no lo hace así, pos no más no cabe aquí”. Carpintero por tradición, Raúl se entregaba en cuerpo y alma a su trabajo; Celia, esposa de Raúl, trataba en todo momento de formar a sus hijos: Juan, Rodrigo, Lucía y Adriana que era la más pequeña de la familia. El ambiente

que predominaba en la colonia no siempre era el mejor, y ante esta situación habría que luchar día tras día. La cosa empeoraba ya que la vivienda que habitaban era en renta, y por esos años - los 70’s -, la voracidad, la apatía y la negligencia de los caseros se com-paginaba con la necesidad de un lugar en donde vivir. Esta situación no tenía mayor importancia ni relevancia para los hijos, ya que ese problema era responsabilidad directa de los padres. Mientras todo esto ocur-ría, Rodrigo estaba en la época de transición de la infancia a la ado-lescencia, contaba con 11 años y su preocupación fundamental era compartir todo momento con sus amigos y compañeros en la vecin-dad, fundamentalmente, existía preocupación por los “cremas” del América, por los paradones de “Pajarito” Cortés, por los goles de Enrique Borja, por la muerte del “Centavo” Muciño, por el aprender a fumar, por el vello púbico, por la información sexual siempre bus-cada, encontrada y distorsionada por ellos, los niños de la vecindad. Entre 1976 y 1978, la familia Rivas, como muchas otras familias, se ven impactadas por la decisión del dueño de la vecin-dad, quien era bien temido por todos los inquilinos. La situación era subir estratosféricamente la renta o desocupar la vivienda. No existían alternativas. A razón de esto, mes con mes, los niños eran mandados por sus padres a pagar la renta; el casero en el patio de la vecindad era rodeado por todos ellos, recibía las rentas, extendía recibos y pedía a cada uno volver al patio acompañado de sus pa-

dres. Desde luego, todos decían:-”Ahorita regreso”. Y el patio del “convento” parecía un desierto, y así permanecía durante varias horas. En toda la colonia la situ-ación no era diferente. Se vivía un estado de psicosis generalizado; las viviendas, por el poco man-tenimiento o por falta de este, comenzaban a derrumbarse y no faltó mucho, ya que en una de las calles del barrio, en la de Sol, la primera víctima de esto murió aplastada por el techo de su vivi-enda. Raúl, acompañado de toda su familia, se disponía por las tar-des a buscar una nueva vivienda, entonces deambulaban por toda la colonia; en una ocasión llegaron a la calle de Arteaga, y todos se in-trodujeron en una vieja vecindad.-”Aquí vive la ‘tía’, dijo Raúl, quien era una anciana que vendía pepi-tas y cacahuates en el interior de la vecindad durante el día. Por las noches, ella misma vende “hojas” (infusión de algunas hierbas con tequila). -”Mucha gente del barrio viene por aquí y no falta quién le haya comentado de alguna vivienda”.Arteaga era una de las últimas calles empedradas que existían entonces; Raúl y Celia comentaban a sus hijos que así era la colonia treinta años antes. A los niños no les cabía en la cabeza que su colo-nia se haya visto así algunos años antes, pues se preguntaban cómo es que se podía jugar y patinar sobre las calles empedradas.***(Continuará…)

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