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La maternidad en México Cifras y realidades de las madres trabajadoras Madres diversas Relaciones madres e hijas Año 2 No. 9 marzo-abril 2010 www.revistanosotras.com

Revista Nosotras #9

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Revista Nosotras - Edición #9

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La maternidad en México

Cifras y realidades de las madres trabajadoras

Madres diversas

Relaciones madres e hijas

Año 2 No. 9 marzo-abril 2010

www.revistanosotras.com

Contenido

Día de las Madres, la historia 3

Radiografía de las madres en México 4

Delito el incumplimiento de pensiones alimenticias 5

Madres solas, la exclusión 6

Mortalidad materna en México 8

Madres diversas 10

Mujeres sobreviviendo la doble jornada 12

Las genealogías: madres e hijas 14

Maternidad y discriminación 16

¡Es niña! 17

Interés superior: la niñez 18

Las académicas y los dilemas de sus trabajos 20

Madres en lucha 22

¿Quién figura en las noticias? 24

NOSOTRAS por una sociedad con equidad

Distribuida en el noreste de México en:Universidades, oficinas públicas, asociaciones civiles, empresas, centros culturales, museos, colegios, restaurantes, salas de be-

lleza, transporte público, gimnasios, clínicas y hospitales

Contenido

Día de las Madres, la historia 3

Radiografía de las madres en México 4

Delito el incumplimiento de pensiones alimenticias 5

Madres solas, la exclusión 6

Mortalidad materna en México 8

Madres diversas 10

Mujeres sobreviviendo la doble jornada 12

Las genealogías: madres e hijas 14

Maternidad y discriminación 16

¡Es niña! 17

Interés superior: la niñez 18

Las académicas y los dilemas de sus trabajos 20

Madres en lucha 22

¿Quién figura en las noticias? 24

NOSOTRAS por una sociedad con equidad

Distribuida en el noreste de México en:Universidades, oficinas públicas, asociaciones civiles, empresas, centros culturales, museos, colegios, restaurantes, salas de be-

lleza, transporte público, gimnasios, clínicas y hospitales

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Nosotras por una sociedad con equi-dad, invita a reflexionar sobre el senti-do que ha tenido la celebración del 10 de mayo, día en el que se festeja a las madres mexicanas mitificando la figura materna, sin reconocer las transforma-ciones que ha tenido en las últimas dé-cadas y su importante contribución a la sociedad.

En México, esta celebración tiene su origen en la exaltación del quehacer doméstico y la abnegación de las mu-jeres, buscando contrarrestar las inicia-tivas sobre educación sexual y partici-pación política de las mujeres que se gestaban en los movimientos feminis-tas en los años 20.

Preocupadas por el sentido mer-cantilista que se le da a la fecha en la actualidad, proponemos revisar las problemáticas que enfrentan las ma-dres en México en materia laboral, de seguridad social, de salud, de discrimi-nación.

Las mujeres resienten los obstácu-los de contratación que manejan mu-chas empresas, e incluso instituciones de gobierno, que ponen como requisito el examen de no gravidez para otorgar el empleo o se niegan a emplear muje-res si están casadas o tienen hijos.

Estos son sólo algunos de los pro-blemas ligados a la maternidad, que demandan políticas públicas y presu-puesto suficiente para resolverlos, y no sólo festejos que desvían la atención y son motivo de campañas populistas y comerciales.

Consideramos que la maternidad es una opción pero no la única aspiración de realización de las mujeres; como también es una opción y un derecho constitucional decidir el número de hi-jos o hijas que deseen tener y el espa-ciamiento entre ellos. Esto es algo que no debemos olvidar. Las madres son ante todo mujeres y ciudadanas sujetas de derechos.

Directora General Juana María Nava Castillo

Coordinadora editorial Yahdiel González

Consejo Editorial Sara Lovera / Guadalupe Cruz / Jackie Campbell / Maricruz Flores / Soledad Jarquín / Sonia López

Contenidos Irma Alma Ochoa / Jurídico Sylvia Puente

Diseño e Ilustración Aneth Sánchez / Joao Quiroz / Fotografía Itzel Ríos /Archivo Nosotras / Ilustración

Servicio informativo especial Agencias Cimacnoticias / SEMIac Colaboran en este número Graciela Ríos / Adriana Sánchez / Lídice Ramos / Liliana Martínez / Carolina Rodríguez / Guadalupe (testimonio) / Josefina Rodríguez.

Nosotras por una sociedad con equidad es una publicación bimestral, con distribución en el noreste de México. Certificado de Reserva de Derechos al uso Exclusivo (INDAUTOR) 04-2009-050615060000-102.

Las colaboraciones son responsabilidad de sus autoras/es. La reproducción total o parcial de su contenido requiere auto-rización de la editora.

Para comentarios y sugerencias dirigirse a Paseo de Granada 3901-4, Fracc. Las Torres, Monterrey, NL. CP 64930. Tels. (81) 17 74 00 84 y 17 38 23 52, correo: [email protected] www.revistanosotras.com

Juana María Nava Castillo

Directora General

10 DE MAYO

las Madres se instauró el 10 mayo de 1922 para contrarrestar el movimiento organizado de las mujeres de Yucatán que demandaban, entre otras cosas, políticas públicas para el control natal y la educación sexual para las niñas y los niños.

Pero “esos actos criminales en contra de la maternidad”, como fue-ron considerados por los sectores más conservadores, produjeron una cam-paña editorial del periódico Excelsior “para rescatar la más alta función de la mujer”, instaurándose así el Día de las Madres con el aval del entonces secre-

tario de Educación, José Vasconcelos, de grupos de beneficencia y de secto-res de la Iglesia católica

Actualmente el Día de las Madres es una fecha comercial que se utiliza para reproducir la idea de que las mujeres deben estar en su casa, cuidando de sus hijos y esposos, a pesar de que en la realidad cada vez más mujeres están insertas en el mercado laboral, en las escuelas y en la política.

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nosotras recordamos

Son diversas las versiones que circu-lan relacionadas al reconocimiento a las madres. Una de ellas, se remonta a la Grecia antigua, donde se realiza-ban festividades en honor a la diosa Rea. Según la mitología griega Urano, el Cielo, cubrió y fecundó con su bello manto estrellado a Gea, la Tierra. De su unión nació Rea “Magna mater” o fuente de la vida.

Rea, esposa de Cronos, es madre de Hera, diosa de los partos y del ma-trimonio; Zeus, dios del Olimpo; Po-seidón, dios del Mar; Hades, dios del Inframundo; Hestia, la diosa que cuida el fuego del hogar, y Démeter, diosa de la agricultura.

En la culturas preshispánicas, la maternidad era honrada con especial atención; las culturas mesoamericanas anteriores a la Conquista tomaban en cuenta esta maravillosa expresión de la mujer en todos sus conceptos cos-mogónicos. La Pachamama es la diosa de la fertilidad para los quechuas y los aymaras; Coatlicue reina en el imperio azteca.

Ya en estos tiempos, la maestra Ana Jarvis, inicia en Estados Unidos una campaña para que se celebre el Día de la Madre el segundo domingo de mayo, en el aniversario de la muerte de su madre (1905). En 1910 el Congreso de ese país presentó un proyecto de ley a favor de dicha celebración, la cual fue aprobada en 1914. Pero la fecha se mercantilizó y motivó a Ana Jarvis a presentar una demanda para que se eliminara esa fecha del calendario de festividades oficiales.

En el México moderno, el Día de

Día de las madres

Fuentes: Agencia Cimacnoticias, Comunicación e Información de la Mujer en Nuevo León, AC, Diccionario Enciclopédico UTEHA, Arthemisas

por la Equidad, AC

En el México moderno, el Día de las Madres se instauró el 10 mayo de 1922 para contrarrestar el movimiento organi-zado de las mujeres de Yucatán

la historiaCoatlicue es la diosa del faldellín de serpientes o la Tonantzin, nuestra venera-da madre. Rige la tierra y la fer-tilidad, la vida y la muerte. Ma-dre del dios Sol Huitzilopochtli y de Coyolxahuqui, la luna. Cuenta la leyenda náhuatl que Huitzilopochtli nació combatiendo a sus herma-nos, que instigados por Coyolxahu-qui querían asesinarlo para ocultar la deshonra de su madre Coatlicue, quien -madre soltera- se embarazó por una bola de plumas celestes que cayeron del cielo y se posaron en su seno.

El más representativo de los ri-tuales dedicados en su honor, es el celebrado a mediados de la prima-vera en el cerro del Tepeyac para honrar a la madre de los dioses aztecas.

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nosotras nos informamos

Radiografía de las madres en México

La posición en la estructura de parentesco de las mujeres que son madres de familia es la siguiente: poco más de la quinta parte son jefas de

hogar; 61.1 por ciento son cónyuges del jefe de

hogar, mientras que 8.5 por ciento son hijas del jefe.

Datos obtenidos de la Encuesta Nacio-nal de Ocupación y Empleo, 2008, y de la Encuesta Nacional de la Dinámica de

las Relaciones en los Hogares 2006

Al menos el 40.5 por ciento de las mujeres que son madres y que están unidas en pareja, han sido víctimas de algún tipo de violencia por parte de su pareja.

Del anterior porcentaje, el 32.4 por ciento de las madres han sufrido violencia emocio-nal; 23.3 por ciento han sido víctimas de violencia econó-mica; 10.4 han sufrido vio-lencia física, y 6.2 por ciento violencia sexual.

Entre las mujeres casadas

o unidas que no tienen hijos la violencia se presenta en el 31.7 por ciento de los casos según las cifras.

De los 28.3 millones de mujeres con descen-

dientes, el 42 % tienen entre uno o dos

hijos o hijas.

El 43% son parte de la Población Econó-micamente Activa en el

país.Más de 500 mil adolescentes de entre 12 y 19 años tienen al menos un hijo o hija.

Casi 75% de las madres mexicanas están unidas en pareja, ya sea

en matrimonio o en unión libre.

De acuerdo a los grados de estudio,

casi un 30 % tiene nivel primaria incompleta

30 % tiene nivel secundaria completo, lo que constituye el grupo más grande en nivel de

educación.

Sólo el 16 % tiene escolaridad de nivel me-dio superior y superior.

Más de 28 millones de mujeres

en México son madres. La mayoría de las madres de

familia en México tienen una edad de entre 20 y 49 años,

lo que ubica al país como una nación de

madres jóvenes.

Poco más del 8 % son madres solteras.

El 19 % se encuen-tran separadas o divor-

ciadas.

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nosotras nos enteramos

Sylvia Puente Aguilar

Para un gran número de mujeres en el país ha sido o es un verdadero calvario obtener el pago justo y oportuno de una pensión alimenticia para uno o varios hijos o hijas. A principios de este año se publi-có la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que estable-ce que es un delito el incumplimiento del pago de una pensión alimenticia.

La resolución de la SCJN se deriva de un divorcio voluntario solicitado por los cónyuges en el año 2001. De éste resulta el convenio que estableció la pensión ali-menticia a favor del hijo, y se firmó ante un Juez de lo Familiar. Sin embargo, transcu-rridos cuatro años el padre de familia no había pagado aún lo que le correspondía para la manutención del hijo, por lo que la madre tuvo que tramitar un incidente so-bre ejecución de sentencia para obtener el pago de las pensiones adeudadas, tras la cual se condenó al deudor a cubrirla, pero no lo hizo, y al incumplir por segun-da ocasión, en el 2007 recibió una nueva condena de pago.

Es común en nuestra sociedad en-contrar este tipo de comportamiento en los obligados a pagar una pensión ali-menticia, en ocasiones sólo por molestar a la ex cónyuge y, en otros, por una de-cisión arbitraria de no pagar. Casi siem-pre el cónyuge deudor es asesorado por profesionales del Derecho que le siguen el juego y le ayudan a continuar actuando irresponsablemente.

El caso particular que nos ocupa es un divorcio voluntario, por ello la pensión fue fijada por mutuo acuerdo de las par-tes al suscribir el convenio que dio por terminado su contrato matrimonial. En el caso de un divorcio necesario, es el Juez de lo Familiar el que determina quién de los cónyuges conserva el derecho a re-cibir alimentos, cuyo monto deberá ser fijado posteriormente a través del trámite del juicio oral de alimentos.

Delito

Directora Jurídica de Arthemisas por la Equidad, AC

el incumplimiento de pensiones alimenticias

Cansada del continuo incumplimiento del pago de la pensión alimenticia que por derecho le corresponde al hijo y des-pués de mucho batallar, la madre decidió denunciar al deudor por el delito de aban-dono de familia previsto en el artículo 280 del Código Penal para el Estado de Nuevo León, logrando que un Juez dictara sentencia de for-mal prisión al deudor, por lo que fue privado de su libertad.

El padre desobligado se amparó y ganó el jui-cio. A su vez, el Ministe-rio Público promovió una revisión en contra del Amparo y la ganó. Esto es lo que dio lugar a una contradicción de Tesis y originó que se emitiera la resolución mencionada.

Cabe señalar también que la resolu-ción favorable obtenida fue el resultado de la lucha constante y continua de una madre de familia (quien murió durante el proceso, en 2008), el profesionalismo y

eficiencia de un abogado y una abogada que con pericia manejaron el caso, y la valiosa participación del Ministerio Públi-co del Estado que promovió la revisión del amparo interpuesto por el cónyuge deudor.

No todas las mujeres pueden contar con el apoyo legal y de las au-toridades, como sucedió en este caso. Por eso consideramos de cru-cial importancia difundir esta información, a fin de que se promuevan mejores prácticas en la operación del Derecho y las leyes y se agilice y convierta en realidad el reconocimiento de los derechos de niñas y niños a recibir manuten-

ción en forma oportuna e integral por par-te de sus padres y/o madres que hayan convenido en divorcio voluntario o hayan sido condenados/as dentro de un juicio.

La Tesis de la Corte es el más alto y pleno recono-cimiento por parte de las

autoridades judiciales fede-rales al derecho que tienen

los hijos e hijas a recibir alimentos por parte de sus padres. Esta Tesis es fun-

damental para que muchas otras madres de familia que se vean en situaciones simi-lares logren que se cumplan los acuerdos de alimentos.

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nosotras reconocemos nosotras reconocemos

Graciela Ríos

Son las 6 de la mañana y digo en voz alta “Buenos días, amores. Ya es hora de levantarse”. Mi hijo responde somnolien-to: “Buenos días, pollita, ¿cómo amaneciste?, ¿dor-miste bien?”, e inmediata-mente, mi hija, batallando aún más para modular su voz, dice: “Buenos días mamita linda, ¿sabes que soy tu fan número uno, preciosa?”. “Te amoooo” dicen los dos al mismo tiempo y sus vocecitas se escurren por mi torrente san-guíneo impregnando cada una de mis células.

Cierro la puerta y siento que ésta y todas las madrugadas, ésta y todas las amarguras y las desveladas, éste y todos los días y todos los cansancios, y los problemas y los enormes retos y cada uno de los segundos que he vivido junto a ellos, han valido la pena, de manera extraordinaria.

Ser madre sola de uno o varios ni-ños no es tarea fácil aún y cuándo la decisión haya sido propia, voluntaria, cuidadosa, planeada, deseada.

Poco se ha escrito sobre el mejor pa-trón a seguir para la educación de niños cuando solamente uno de los padres se hace cargo. Cuando el otro no existe o existe de manera fantasmal.

Escaso es el apoyo que se recibe

porque en el fondo la mayoría pien-sa que la elección fue personal y por tanto, que se deben asumir las conse-cuencias de manera individual. “Que-rías bicicleta, pues pedaléale, chula”, han llegado a decir, increíblemente, algunos.

Sin embargo, lo que más duele no tiene nada que ver con eso, sino con aquello que daña el alma de nuestros pequeños.

La ignorancia, la suspicacia, el miedo a lo diferente, los falsos ideales, provocan en los padres tradicionales una actitud crítica hacia las madres

solas que al trasmitirla a sus hijos, és-tos no dudan en repetir a través de

bromas hirientes, que vuelcan so-bre los inocentes que están sien-do educados solamente por sus madres, dañándolos en oca-siones de forma permanente.

“Muero de ganas por visi-tar la ciudad donde nació mi papá para ver si puedo co-nocerlo”, dijo mi hija. “Ay, ya deja de soñar y métete en la cabeza que tú nunca sabrás

quién es tu padre”, le respon-dió su “amiga”.

Es como si los integrantes de las familias de estructura tradicio-

nal separaran en su mente dos es-cenarios opuestos y paralelos, como

lo son la luz y la sombra.Por un lado configuran el ideal de

lo que “debe” ser la familia, e imaginan y proclaman un mundo en donde no falta nadie y en donde todos cumplen con sus roles eficientemente. Está el padre proveedor que brinda seguridad y la madre amorosa que cuida y pro-tege. Una familia ideal en donde todos se quieren, se respetan y se aman y, todos unidos avanzan por el destino, casi casi tomados de la mano, ven-ciendo los obstáculos que se les pu-dieran presentar.

Por otra parte, desdibujan a la familia real que poseen y fingen no darse cuenta que el padre ha teni-do una o varias amantes, que el tío

Madres solas, la exclusión Los soportes escolares son insufi-

cientes. Ni directivos ni maestros sa-ben cómo tratar estos temas. Ofre-cen el mismo porcentaje de apoyo en becas a una madre sola con varios hijos, que el que le dan a un hijo que tiene a sus dos padres. Y los maes-tros siguen enseñando que el mode-lo familiar, sostén de la sociedad, es el que incluye madre, padre e hijos y, todos los ejemplos sobre roles fa-miliares se basan en el padre fuerte, protector y proveedor y la madre su-misa, amorosa, dulce y tonta.

Un profesor se burló de mi hijo frente a la clase porque cuando le preguntó el nombre de su padre, éste le dijo que no lo sabía. “Ni eso…”, le res-pondió en tono hiriente.

Las instituciones, todas, aún no tie-nen contemplado otras posibilidades distintas a las que por décadas rigieron en la sociedad. Basta con fijarse cómo están elaboradas las ofertas para tomar alimen-tos en un restaurante o para adquirir un viaje de re-creo. En ellas, se requiere siempre de dos adultos que

acompañen a los niños para que éstos “sean” gratis. Mientras que hay miles de familias en donde su cons-titución es de dos o más niños bajo el cuidado de un sólo adulto y justo ahí, es en donde más se necesitaría un descuento.

levanta la falda de las muchachas del servicio, que el abuelo abusa del alcohol, que se sube la voz y la mano frecuentemente, y lastiman y golpean. Parece que no saben, no miran, no recuerdan, que al primo aquel lo metieron alguna vez a la cárcel, que la tía tal es adicta a los casinos y al juego, que ese otro so-brino es homosexual, que, en resu-men, son una familia integrada por

seres de carne y hueso que sufren, se equivocan, se traicionan, se las-timan, se aman, se distancian, tie-nen defectos y se unen, como cual-quiera.

Las mujeres solas, las que deci-dieron tener un hijo por reproducción asistida, las que fueron abandonadas por una pareja que no soportó la idea de madurar a través de la paternidad, las viudas, las divorciadas, las solteras

que resolvieron adoptar para entregar su amor a niños tirados en la basura o en las calles, anhelamos lo mismo para nuestros hijos que lo que cual-quier madre o padre pudiera desear: verlos felices.

¿Por qué resultará tan difícil com-prender esto y al menos, no estorbar?

Licenciada en Administración de Empresas, Psicóloga, Maestra en Desarrollo Humano

Enfrentando la insensibilidad social

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nosotras reconocemos nosotras reconocemos

Graciela Ríos

Son las 6 de la mañana y digo en voz alta “Buenos días, amores. Ya es hora de levantarse”. Mi hijo responde somnolien-to: “Buenos días, pollita, ¿cómo amaneciste?, ¿dor-miste bien?”, e inmediata-mente, mi hija, batallando aún más para modular su voz, dice: “Buenos días mamita linda, ¿sabes que soy tu fan número uno, preciosa?”. “Te amoooo” dicen los dos al mismo tiempo y sus vocecitas se escurren por mi torrente san-guíneo impregnando cada una de mis células.

Cierro la puerta y siento que ésta y todas las madrugadas, ésta y todas las amarguras y las desveladas, éste y todos los días y todos los cansancios, y los problemas y los enormes retos y cada uno de los segundos que he vivido junto a ellos, han valido la pena, de manera extraordinaria.

Ser madre sola de uno o varios ni-ños no es tarea fácil aún y cuándo la decisión haya sido propia, voluntaria, cuidadosa, planeada, deseada.

Poco se ha escrito sobre el mejor pa-trón a seguir para la educación de niños cuando solamente uno de los padres se hace cargo. Cuando el otro no existe o existe de manera fantasmal.

Escaso es el apoyo que se recibe

porque en el fondo la mayoría pien-sa que la elección fue personal y por tanto, que se deben asumir las conse-cuencias de manera individual. “Que-rías bicicleta, pues pedaléale, chula”, han llegado a decir, increíblemente, algunos.

Sin embargo, lo que más duele no tiene nada que ver con eso, sino con aquello que daña el alma de nuestros pequeños.

La ignorancia, la suspicacia, el miedo a lo diferente, los falsos ideales, provocan en los padres tradicionales una actitud crítica hacia las madres

solas que al trasmitirla a sus hijos, és-tos no dudan en repetir a través de

bromas hirientes, que vuelcan so-bre los inocentes que están sien-do educados solamente por sus madres, dañándolos en oca-siones de forma permanente.

“Muero de ganas por visi-tar la ciudad donde nació mi papá para ver si puedo co-nocerlo”, dijo mi hija. “Ay, ya deja de soñar y métete en la cabeza que tú nunca sabrás

quién es tu padre”, le respon-dió su “amiga”.

Es como si los integrantes de las familias de estructura tradicio-

nal separaran en su mente dos es-cenarios opuestos y paralelos, como

lo son la luz y la sombra.Por un lado configuran el ideal de

lo que “debe” ser la familia, e imaginan y proclaman un mundo en donde no falta nadie y en donde todos cumplen con sus roles eficientemente. Está el padre proveedor que brinda seguridad y la madre amorosa que cuida y pro-tege. Una familia ideal en donde todos se quieren, se respetan y se aman y, todos unidos avanzan por el destino, casi casi tomados de la mano, ven-ciendo los obstáculos que se les pu-dieran presentar.

Por otra parte, desdibujan a la familia real que poseen y fingen no darse cuenta que el padre ha teni-do una o varias amantes, que el tío

Madres solas, la exclusión Los soportes escolares son insufi-

cientes. Ni directivos ni maestros sa-ben cómo tratar estos temas. Ofre-cen el mismo porcentaje de apoyo en becas a una madre sola con varios hijos, que el que le dan a un hijo que tiene a sus dos padres. Y los maes-tros siguen enseñando que el mode-lo familiar, sostén de la sociedad, es el que incluye madre, padre e hijos y, todos los ejemplos sobre roles fa-miliares se basan en el padre fuerte, protector y proveedor y la madre su-misa, amorosa, dulce y tonta.

Un profesor se burló de mi hijo frente a la clase porque cuando le preguntó el nombre de su padre, éste le dijo que no lo sabía. “Ni eso…”, le res-pondió en tono hiriente.

Las instituciones, todas, aún no tie-nen contemplado otras posibilidades distintas a las que por décadas rigieron en la sociedad. Basta con fijarse cómo están elaboradas las ofertas para tomar alimen-tos en un restaurante o para adquirir un viaje de re-creo. En ellas, se requiere siempre de dos adultos que

acompañen a los niños para que éstos “sean” gratis. Mientras que hay miles de familias en donde su cons-titución es de dos o más niños bajo el cuidado de un sólo adulto y justo ahí, es en donde más se necesitaría un descuento.

levanta la falda de las muchachas del servicio, que el abuelo abusa del alcohol, que se sube la voz y la mano frecuentemente, y lastiman y golpean. Parece que no saben, no miran, no recuerdan, que al primo aquel lo metieron alguna vez a la cárcel, que la tía tal es adicta a los casinos y al juego, que ese otro so-brino es homosexual, que, en resu-men, son una familia integrada por

seres de carne y hueso que sufren, se equivocan, se traicionan, se las-timan, se aman, se distancian, tie-nen defectos y se unen, como cual-quiera.

Las mujeres solas, las que deci-dieron tener un hijo por reproducción asistida, las que fueron abandonadas por una pareja que no soportó la idea de madurar a través de la paternidad, las viudas, las divorciadas, las solteras

que resolvieron adoptar para entregar su amor a niños tirados en la basura o en las calles, anhelamos lo mismo para nuestros hijos que lo que cual-quier madre o padre pudiera desear: verlos felices.

¿Por qué resultará tan difícil com-prender esto y al menos, no estorbar?

Licenciada en Administración de Empresas, Psicóloga, Maestra en Desarrollo Humano

Enfrentando la insensibilidad social

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nosotras en la salud

Yahdiel González

En México, durante el 2009, el 86 por ciento de las muertes maternas en los hospitales fueron producto de la falta de capacitación de los médicos encargados de emergen-cias obstétricas, lo que significó la muerte de mil 229 mujeres, cifra mayor a la registrada en 2008, se-

gún el informe más reciente del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Repro-ductiva de la Secretaría de Salud.

Esto significa que México está muy lejos aún de lograr

la meta establecida en los Ob-jetivos de Desarrollo del Milenio

que establece, en el Objetivo 5, reducir para el año 2015 en tres terceras partes la cifra de muer-tes maternas anuales. En el mismo apartado se señala la necesidad de mejorar los servicios obstétricos con personal especializado.

De acuerdo con los datos emitidos por la dependencia federal a finales del pasado mes de marzo, la falla en el

personal médico fue identi-ficada principalmente en el Estado de México, Vera-cruz, Chihuahua, More-los, Nayarit y el Distrito Federal.

El incremento de las muertes maternas en México durante el año 2009 tiene relación con las

enfermedades respiratorias graves que se registraron a raíz

del brote de influenza, según infor-mó la Secretaría de Salud.

De este modo, durante 2009 hubo mil 229 decesos, mientras que en el año 2008 fueron mil 119, y en el 2007 mil 097.

Situación en Nuevo León

En Nuevo León en el 2009 se re-gistraron 25 muertes maternas, de las cuales 11 fueron causadas por complicaciones obstétricas di-

rectas como preeclamsia severa y eclamsia; 8 por complicaciones in-directas como choque séptico, in-suficiencias respiratorias, hiperten-sión arterial, entre otras; y 6 más por padecimientos no relacionados con el embarazo como cardiopatía isquémica, leucemia y tuberculosis pulmonar.

Las edades de las víctimas, os-cilan entre los 18 y 44 años, regis-trándose el caso de una menor de 15 años que perdió la vida por com-plicaciones obstétricas indirectas.

materna en MéxicoMortalidadLejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Obstétrica directa: Relacionadas al embarazo.

Obstétrica indirecta: Causas que no son provocadas por el embarazo pero que si afectan la vida del bebé y la madre.

No obstétrica: Situaciones ajenas al embarazo.

Mortalidad materna:Se le llama Mortalidad Materna al deceso de la mujer du-rante el embarazo, el parto y/o el puerperio. Y se clasifica de 3 formas:

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En el marco del Día Internacional de la Mujer, alre-dedor de mil 500 mujeres de Guadalupe tuvieron la oportunidad de escuchar el testimonio de vida de Adriana Macías, quien ha “Abrazado el Èxito sin meter las manos”.

Ante las mujeres, Adriana Macías relató su historia, de cómo desde que nació sabía que ningún obs-táculo la detendría, y que no se de-jaría vencer por nada, ni por nadie.

Ivonne Álvarez, alcaldesa de Guada-lupe, acompañó a Adriana Macías durante la conferencia.

Para Adriana, el no tener brazos no ha sido un obstáculo para ser licen-ciada en Derecho, tener un postgra-do en administración de recursos humanos y ser una exitosa confer-encista de temas motivacionales, quien ha llevado su testimonio de vida a empresas, instituciones, foros, escuelas, fundaciones y di-versas organizaciones en toda la República Mexicana.

Adriana Macías ha escrito el libro “Abrazar el Éxito”, donde cuenta la historia de su vida, y cómo fue aceptarse con su discapacidad, sin los dos brazos.

A raíz del Éxito de ese volumen, nació “La fuerza de un Guerrero”, donde narra la historia de un héroe fantástico, que en su camino conoce a per-sonajes singulares: un joven que escucha con el corazón, a otro que lee con las manos, uno que se mueve entre sombras y a una niña que hace magia con los pies.

Abrazar el éxito sin meter las manos

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nosotras reflexionamos

Adriana Sánchez

Ahora sufro y enfrento una contienda legal y social por mantener la custodia de mis hijos, educar a la sociedad y quienes me rodean, ¿en qué?: en ha-cerles saber qué significa el amor de una madre, mujer y lesbiana. Les con-taré todo.

Mi vida fue rápida a partir de la adolescencia, pues al cumplir los 16 años ya tenía a la persona con quien iba a casarme cuando tuviera 18.

Costumbres, tradiciones para las mujeres: casarse y tener hijos, ob-vio, con el hombre a quien tus pa-dres aprueben, y no buscar algo que apruebes tú. ¿Cómo alzar la voz, cómo pedir algo más, cómo hacerlo y para qué? ¿Cuál sería la finalidad en ese momento inmaduro de la vida de muchas mujeres?

Finalmente me casé, tuve a mis tres hijos, y para mi fortuna, yo ya había comenzado a trabajar desde antes de mi matrimonio, y con mucho, mucho esfuerzo, terminé mi carrera.

Me separé del padre de mis hijos por incompatibilidades personales. Siempre fue violento,posesivo, ma-chista. Podrán imaginar que no era una buena vida, ni para mí, ni para mis hijos.

Años después de mi separación, mantuve muy buena amistad con una mujer excepcional durante más de ocho años. Ella, lesbiana asumi-da desde su adolescencia, yo mujer “creída heterosexual” que comenzaba a detectar un sentimiento especial por aquella mujer, y al tiempo, sencilla-mente supe que era algo más que un gran cariño, ¡yo la amaba!

No batallé para aceptar mis sen-timientos y no me interesó que fuera hacia una mujer, yo nunca lo había ex-perimentado, pero sentía y sabía real-mente lo que en mi corazón pasaba.

Hablé con ella y comenzamos a hacer planes de vida juntas, mis hijos estaban encantados, no pasó mucho

tiempo para cuando ya hacíamos vida en familia, sí en familia.

Mis hijos estaban enterados de cuál era la nueva situación en casa re-ferente a mí y mi pareja. Preguntaron cómo la debían llamar, ella les contes-tó con tanta dulzura, que los amaba y que eso lo tenían que decidir ellos. Mis hijos pensaron, platicaron y decidie-ron tenerla como una mamá más en casa, y yo feliz.

Curiosamente en la primaria de los niños, preguntaban que quién les lle-vaba por las mañanas, siendo mi pa-reja quien lo hacía, mis hijos contesta-ban “ah es mi mamá”. Cuando yo iba a recoger las calificaciones, les pre-guntaban quién era yo, y ellos contes-taban de nuevo “ah es mi mamá”, tan

naturalmente como lo vivían en casa.La autoridad de mi pareja en casa

con mis hijos se la di yo, igual que la mía, porque así como yo los quería, ella también, así como yo los alimen-taba, ella también, así como yo los mimaba, ella también, y así como me preocupaba por ellos y recibía sus be-sos, ella también.

Al principio no fue fácil por mi fami-lia, la cual no aceptaba que yo pudiera tener una preferencia diferente des-pués de años de vivir con un hombre; pero así resulto mi vida y soy muy feliz con mi pareja y nuestros hijos.

Ella es madre por opción de los pequeños, que ya son adolescentes, y aparte de haber aprendido una lec-ción de vida en cuanto al respeto al

Madres diversas

11

nosotras reflexionamos

Madres diversas

Integrante de la Comunidad de Madres Lesbianas de Monterrey (Comales)

derecho ajeno, nuestros hijos ahora son personas más sensibles, respe-tuosas y de mente abierta, con valo-res basados en el amor y el respeto, el apoyo y la unidad que se da en nuestra familia.

Por desgracia, la felicidad para no-sotros cinco no fue para siempre como dice el cuento. El padre biológico de mis hijos, después de estar desapare-cido por años, se enteró de mi nueva vida y se puso en nuestra contra, al grado de llegar a las amenazas con arma de fuego.

Comenzó la contienda legal entre nosotros por la custodia de mis hijos, se ha valido de argucias legales y co-rrupción para hacer el proceso más

largo aún, y acusándome de corrup-ción de menores, abandono y descui-do, logró que el DIF me quitara a mis hijos “provisionalmente” para hacer una investigación.

Digo provisionalmente porque a pesar de que no se comprobó nada, esta muerte en vida que llevamos des-de ese día en que mis hijos durmieron fuera de casa, lleva ya tres años, y no se ve la hora en que la autoridad se decida a asumir su responsabilidad e imparcialidad para favorecer la verdad, justa y legal de una ciudadana, mujer, madre que además es lesbiana.

No siempre nosotras, madres, les-bianas, tenemos el apoyo de nuestras familias de origen, no siempre somos

solteras con hijos antes de encon-trar a nuestra pareja mujer que sea la elegida para compartir nuestra vida, no siempre tenemos esa decisión de vida, firme y segura desde jóvenes. Por desgracia no estamos bien infor-madas y preparadas para el futuro, y en muchos casos existe un padre biológico de esos pequeños que hace miserable la vida de esas mujeres que deciden tomar y asumir su sexualidad o seguir a su corazón en su vida fu-tura, trayendo a estas familias, muje-res e hijos, años de tragos amargos, problemas legales que sólo merman la salud física y emocional.

Es mucha la preocupación de no sentirse respaldada por las leyes, y más aún no poder garantizar a nues-tros hijos, seguridad social, médicos, escuelas, tutoría, patrimonio.

Exhorto a las autoridades a que realmente dejen vivir en armonía a nuestras familias, las cuales están ba-sadas en amor y no en prejuicios, en inclusión y no excluyendo a sus miem-bros; el amor verdadero no sólo se da o se recibe de quien lleva tu misma sangre.

Veamos las realidades y verdade-ras necesidades de una familia: respe-to y amor. Dejémosles vivir en paz y felices.

La sociedad ahora afronta el nue-vo concepto de familias, el cual ha existido siempre, con y sin hijos, solo que en la actualidad estas fa-milias diversas somos más visibles y menos temerosas de ser encontra-das, vistas en público, y tal vez ser señaladas, claro, pero estamos en un punto en donde saldremos, en-cararemos al mundo por defender lo que es real, lo que es existente y constante en nuestras vidas y la de nuestros hijos: nuestras familias.

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nosotras analizamos nosotras analizamos

Redacción Nosotras

Me llamo María Liliana Martínez Abrego, tengo 38 años de edad, soy de Nueva Ita-lia, Michoacán. Llegué a Monterrey desde los 15 años, quería estudiar, pero por cir-cunstancias económicas me tuve que ca-sar a los 18.

Mi primer bebé lo tuve a los 20 años; tengo 4 hijos hombres. Me puse a estudiar secretariado cuando ya tenía a los tres pri-meros, me los llevaba a las clases; antes nada más había estudiado la secundaría. Cuando terminé, busqué trabajo y fue muy difícil porque no te aceptan con tres hijos, o simplemente por estar casada. Duré un tiempo sin trabajar, rentamos en algún lu-gar hasta que después conseguimos la casa que estamos pagando, en Apodaca. Tuve otro bebé. Las edades de mis hijos son 18, 16, 14 y el más chiquito de un año nueve meses.

Trabajo desde hace más de dos años como operaria en reparación eléctrica en el ensamble de teléfonos celulares en una empresa que está en el Parque Estiva, rum-bo al aeropuerto. Inicialmente estaba en el turno nocturno para poder atender a mis hijos que iban en la escuela. Trabajaba de 7 de la noche a 7 de la mañana, más que nada para poder llevarles el lonche y estar en la casa cuando ellos llegaran. Hasta que quedé embarazada me cambiaron de día en turnos de 12 horas, iba los miércoles, jueves, viernes y sábado, los domingos eran uno si y uno no. Cuando regresé de la incapacidad ya estaban fijos los turnos diarios de 8 horas.

Mujeres, sobreviviendo la doble jornada

Mi rutina normal empieza a las 4 de la mañana. Me levanto, me baño, me arre-glo, a veces preparo el lonche. Salgo de mi casa a las 5 de la mañana para caminar cuatro cuadras y llegar a las 5:05 a espe-rar el transporte que pasa alrededor de las 5:08 o 5:10 de la mañana.

El horario de entrada es a las 6:30. Che-co, me pongo taloneras, una bata, unos hilos especiales que sirven para proteger, una pulsera que se usa en la muñeca y está atada a la mesa de trabajo, que a la vez tiene unos tapetes que protegen contra las descargas eléctricas. No permiten pantalo-nes con bolsas, nos proporcionan un pants con elástico. No se puede usar brasier con varilla, ni aretes, collares, broches en el ca-bello, anillos, nada, sólo puedo usar la mar-ca de celular que se fabrica y hacer llama-das o recibirlas en mi tiempo libre.

Nos piden metas de celulares: 150 pie-zas por hora. Eso en ocasiones resulta ser mucha presión porque nos exigen que sa-quemos la meta, a veces son menos, se-gún el pedido que el cliente hizo, pero en

promedio son alrededor de 70 piezas las que hacemos cada hora.

La jornada laboral es de 8 horas, con media hora para el lonche; comemos de 9:30 a 10:00, hasta las 3:30 que es la sa-lida. Cinco minutos antes nos detenemos para limpiar el área de trabajo y entre-gar las taloneras, la bata y la pulsera. El transporte me regresa y llego a mi casa a las 4:25.

Inmediatamente hago de comer, ali-mento al bebé, y comemos mi hijo el de 16 años, (que es quien me cuida al bebé) y yo, y el grande, si su turno se lo permi-te. Llega el niño de 14 años que trabaja de “paqueterito” y come con nosotros; recojo la mesa, barro y lavo los trastes. Después juego un rato con el chiquito, lo llevo los columpios. Más tarde preparo la cena y dejo hecho el almuerzo del si-guiente día. Me baño, baño a bebé y me acuesto más o menos es como a las 9:30 de la noche.

El sábado por la tarde lavo la ropa, por-que por las mañanas, de 8:40 a 3:30, tomo

Presentamos el testimonio de una joven mujer, trabajadora, madre, que como muchas otras mujeres de nuestra comunidad luchan a diario por la subsistencia de su familia, sin los apoyos necesarios para salir adelante. Ella nos narra cómo es su rutina diaria, a qué se ha enfrenta-do, sus carencias, sus necesidades y sus demandas.

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nosotras analizamos nosotras analizamos

Mujeres, sobreviviendo la doble jornada

un curso de electrónica en la Universidad (UANL), por parte del trabajo. Entre se-mana, cuando necesito lavar algo, lo hago a mano. Si mis hijos necesitan ropa, ellos mismos planchan.

El domingo es cuando Miguel, que no trabaja, ni estudia, me ayuda a lavar el baño. Él ahorita no estudia porque dejó pendiente una materia pero nada más teniendo con qué pagar va a volver para terminar la secundaria, pero realmente ahorita es quien me cuida al bebé, pues batallo mucho para encontrar a una per-sona que me ayude con eso. Antes me lo cuidaba una vecina, ella pasaba por el niño antes de que mis hijos se fueran a la secundaria y lo cuidaba hasta que yo regresara de trabajar.

Cuando tienes un bebé te das cuenta de las necesidades. Si tuviera carro sería más fácil, así lo puedo llevar a la guardería y después ir por él, pero eso es sólo en los horarios de oficina, pero en mi caso es más difícil con los horarios de la fábrica, o cuan-do hace frío, hace viento o está lloviendo.

Hay estancias en el centro de Apodaca pero quedan muy lejos de mi casa y de mi trabajo, eso me complica los tiempos.

En la fábrica alrededor del 90 por cien-to somos mujeres y el resto son hombres, y eso de las guarderías es una necesidad para muchas.

En las finanzas sí tenemos compli-caciones, porque estamos pagando la casa y por semana separamos mil pesos, pues el pago al mes son 4 mil pesos. En el caso de mi esposo batallamos porque le retienen el sueldo por varios días. Mi hijo mayor me da a veces 200 pesos por semana porque él junta para sus gastos. El menor trabaja para sus propias cosas. Con lo que yo gano pagamos los servi-cios y la comida.

La verdad es casi imposible hablar de distracciones. Mis hijos ya están grandes y no los puedes llevar a un parque. Salir a algún lugar como el Bioparque es pensar mínimo en mil pesos, y el cine muy rara vez se puede. La última vez que yo fui al cine fue hace un año y medio.

Vacacionar no son cosas que estén a nuestro alcance. La última vez que me com-pré ropa la verdad no recuerdo, quizá fue hace dos años. Lo que si me compré en diciembre fueron unos tenis para el trabajo, pero en rea-lidad prefiero darles a los niños, los más gran-des se prestan la ropa entre ellos.

Mi sueldo diario es de 145 pesos y al día me gasto como 100 pesos en la pura comi-da. Procuro comer carne 1 o 2 veces a la semana, el resto de los días cocino pollo o algún guiso con papas o sopa. Mi despen-sa básica es arroz, frijol, azúcar, papel de baño, pastas, consomé, harina, que com-pro cada mes, y en la semana surto papa, tomate, cebolla, a veces alguna fruta, como manzana; la carne más bien la compro por día, unos 40 pesos.

Mi esposo me da por semana 2 mil pesos, de estos con mil completo para la despensa y algunos servicios y los otros mil son para la casa. Lo que pago por los servicios: el gas son 200 pesos y llega por mes, el agua 80 pesos, la luz 300 pesos bi-mestral, el teléfono son 300 por mes.

A veces para ahorrar yo misma hago las tortillas de harina para echar lonche, pero no siempre hay tiempo porque llego cansada del trabajo, pues el que te estén presionando provoca mucho estrés, luego siento como “bolas en la espalda” y pienso que debería tener un día en el que no haga nada, pero eso es imposible.

Si en mi trabajo hubiera una guardería sería lo máximo, así llevo a mi bebé y lo regreso conmigo. Yo quise meter a mi hijo a una estancia de Sedesol cuando tenía apenas unos meses, pero me dijeron que hasta que tuviera un año y supiera caminar. Pienso que cuando son recién nacidos es más dificul-tad encontrar una guardería, además que los horarios de una fábrica no favorecen, las guarderías están muy lejos, se complica más el transporte y el sueldo no es mucho como para estar pagando. Lo que yo sí pediría a las autoridades sería apoyo con guarderías para las mujeres trabajadoras.

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nosotras nos relacionamos

Irma Alma Ochoa Treviño

Los lazos afectivos son el núcleo alrededor del cual nos movemos en todas las etapas de la vida, desde el nacimiento, infancia, adolescen-cia, adultez y vejez. Dada la fragili-dad, dependencia y desamparo de mujeres y hombres en sus primeros años de vida, los vínculos aseguran y fortalecen las relaciones interper-sonales.

Al vincularnos con las y los otros les manifestamos nuestras emociones como el amor, el temor y la ira. El amor hacia la madre es nuestra primera ex-presión social en la que se conjugan los elementos comunes de todo nexo afectivo: atención, dar y recibir apoyo, entendimiento mutuo, compañía, pro-tección y aprobación.

Esa mirada es buscada incesan-temente por la hija, como seña de aprobación de la madre. Mirada que la madre no puede darle porque no la tiene, puesto que ella misma no es aprobada ni reconocida, no es sujeto en la cultura.

Mientras el padre es valorado por-que produce lo inmanente, la madre es idealizada; la función social de gestar a un ser de carne y hueso, a un mor-tal, o su importante papel del cuidado de la vida, es invisible, no se valora ni

reconoce.La madre no existe en la cultura, no

se la nombra, pues no forma parte de las ideas ni de los símbolos que tras-cienden. Está constreñida a un lugar secundario, desde donde le imponen la tarea de amoldar a las hijas en el es-tereotipo tradicional femenino al que, involuntariamente, ella misma está adscrita.

Prodiga a sus hijas e hijos vida, ternura, calidez, caricias. Darse y ab-negarse son la identidad social de las madres, están conformadas en ser un ser para los otros, como lo apuntó en su obra cumbre, Simone de Beauvoir, este darse a los otros, las aniquila, les impide trascender.

Como resultado de las consignas culturales que establecen las diferen-

madres e hijasLas genealogías:

“El amor que nos ama, no aparta de nosotros ni un instante

la mirada”.Rosario Castellanos

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nosotras nos relacionamos

Las presiones culturales contribuyen a fragmentar la relación madre-hija. Por lo común, la buena madre prepa-ra a su hija para aceptar una posición de inferioridad y la enseña a suprimir sus emociones y las conductas que debe seguir para encontrar marido y casarse, no hacerlo equivale a ser

mala madre. Mi única flor es la obe-diencia oscura, escribe Rosario Cas-tellanos, en el poema “El resplandor del ser”.

En su papel de transmisora de las reglas culturales, la madre enseña a su hija a someter su cuerpo a las exi-gencias de la sociedad en que viven.

El peligro de la abnegación de la ma-dre, es que las hijas sean educadas para ser presa dócil de quien se les imponga, previene Graciela Hierro. De ahí podemos deducir las desigua-les relaciones entre los géneros y los diversos problemas que aquejan a las mujeres.

Directora de Arthemisas por la Equidad, ACBibliografía:

Castellanos, Rosario. Poesía no eres tú. Fondo de Cultura Económica, México, 2004

Ochoa, Irma y Lídice Ramos. Madres e hijas, hijas y madres:

amor y ambivalencia. Facultad de Filosofía y Letras, UANL Monterrey, 1998

La mujer en la cultura social

otros problemas: la discriminación, la intolerancia, la violencia hacia las mu-jeres, el feminicidio, el abuso sexual, la pederastia, el incesto, la trata de personas, la explotación comercial, sexual y laboral, la exposición sexista del cuerpo femenino, la desigual valo-ración del trabajo y la invisibilidad.

En su interrelación inicial las hijas perciben a la madre con poderes. Re-paran en que da vida, nutre, mantiene la vida y atiende las necesidades afec-tivas. La madre idealizada es fuerte, valiosa, reconocida, respetada.

Pero la realidad rompe el concepto inicial que la hija se formó de su pro-genitora, trastocando su apreciación primigenia de la madre todopoderosa y valiosa en sí misma, al tiempo que ad-vierte que heredarán el sitio social se-

cundario que ahora ocupa su madre. Las hijas notan que las educan en

el sometimiento, en la postergación de proyectos de vida, sueños, deseos y metas personales, e instaladas en la frontera entre el amor y la ambiva-lencia, se rebelan y preguntan: Madre ¿por qué no te libraste de un destino tan estático?, señala Celia Ruiz.

Aunque seguramente habrá di-versas respuestas a este destino, se anota la difundida por el grupo femi-nista Las Reinas, quienes proponen instaurar las genealogías femeninas para marcar simbólica y socialmente el género femenino, dándole valor y visibilidad a la relación madre-hija.

Para crear una nueva forma de ser mujer: visible, valorada y reconocida, Las Reinas sugieren concertar otra ma-

nera de relacionarnos que nos permita expresar y gratificar deseos propios, pasar sin rupturas de las relaciones familiares y afectivas a la vida social y política. Impulsar las genealogías fe-meninas y derribar los mitos existen-tes de la buena y la mala madre.

Lo anterior presupone refrendar los lazos afectivos en la relación madre-hija, en la que impere el apoyo y el respeto mutuo, y se fortalezca y man-tenga la autoestima, cuya esencia es amarse a sí misma.

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nosotras observamos

Mi nombre es Guadalupe. Tengo 26 años, soy madre soltera, tengo un bebé de 3 años, y vivo en Monterrey. Desde que yo tenía 3 años de edad y mi hermano Luis 6, fuimos criados por mi tía María, quien dedicó su soltería a cuidarnos; nos apoyó con los estudios y a salir adelante, con los gastos y el esfuerzo que eso repre-sentaba. Mi madre decidió casarse y te-ner otra familia.

En agosto del 2000, cuando tenía 17 años, me recibí de una preparatoria téc-nica en la que estudié Ejecutiva en In-formática. Dos meses después entré a trabajar a una parroquia, con el propósito de poder comprar lo que me gustaba, y además porque tenía que apoyar con los gastos de la casa.

Mis actividades eran llevar la adminis-tración del lugar (contabilidad, recepción, facturación, compras, nóminas). Esta-ba encargada de un grupo de misiones. En Semana Santa salíamos a diferentes lugares para compartir de la palabra de Dios a personas que no conocían del Evangelio.

Organizaba visitas a asilos, orfana-tos, comunidades de bajos recursos. A los grupos de la parroquia los trataba de juntar para motivarlos a seguir haciendo estas obras. Me fascinaba hacerlo por-que hacíamos felices a las personas. Me gustaba mucho todo lo que hacía.

Tenía una relación de noviazgo con Omar. Nos llevábamos muy bien, nos amábamos, procurábamos la comunica-ción y sobre todo había confianza. Decidí que quería experimentar la maternidad y mi novio me apoyó. En enero del 2007 me di cuenta que se había cumplido mi pro-pósito: ya tenía dos meses de gestación. Mi novio y yo éramos los más felices del mundo. En ese momento planeamos que vivir en unión libre.

Aproveche la confianza que tenía con mi jefe, que era el sacerdote, para comen-tarle la situación. Le dije “estoy embara-zada”, a lo que me preguntó “y ¿te vas a casar?”. Le dije que no, y él se molesto y me dijo que no podía trabajar así en ese

Maternidad y d iscr iminación

Guadalupe es el nombre que escogió la autora, quien no revela su identidad por temor a ser estigmatizada y

poner en riesgo su empleo

Sandra, una amiga, me comentó de una vacante como auxiliar administrativa. Nunca mencioné que estaba embarazada por temor a que no me fueran a contra-tar. Me dijeron que llenaba el perfil y me contrataron el mismo día. Pasados unos meses tuve que decirles sobre el embara-zo, aunque se molestaron por no decir la verdad desde el inicio, me apoyaron se-

lugar, que iba a buscar a alguien más.Pienso que su reacción fue, quizá, por

sus costumbres, o tal vez porque yo no iba a cumplir con las reglas católicas, o no casarme no iba con sus principios o simplemente se sintió defraudado.

gún lo indica la ley.En mi casa son de creencias antiguas;

el salir embarazada y sin casarte es una falta de respeto hacia ellos y para nuestra religión. Hasta que tenía 5 meses le dije a mi tía y a mi hermano, lo tomaron con tranquilidad, su reacción no fue de enojo como yo esperaba, al contrario me dije-ron “pues si es tu decisión…”.

Cuando se llegó el momento del parto, Omar no pudo estar debido a que andaba trabajando fuera de la ciudad. Algo pasó, porque él había cambiado su actitud para conmigo, se portaba agresivo, además de ser celoso y posesivo. A los 6 meses de nacido el bebé, los problemas conti-nuaban y optamos por seguir cada quien rumbos diferentes. Él se deslindó de sus obligaciones.

Por dos años vi muy complicada mi situación, pero mi familia me apoyó en todo momento. En marzo del 2009 con-seguí un trabajo temporal, en el que duré hasta el mes de julio. En ningún lugar me contrataban, puedo decir que me discri-minaban por tener un hijo pequeño, pues me imagino que pensaban que no iba a cumplir con mis labores.

Hoy ya tengo un trabajo estable y sigo sacando adelante a mi hijo. De una u otra manera siempre libré los obstáculos, cada uno los iba superando. Si fue difí-cil, pero cuando se tiene iniciativa y no te sientes derrotada, vences los inconve-nientes. Ahora veo por mi hijo, por mi tía y cubro los gastos de todo.

Lo que me queda claro es que como mujeres tenemos el derecho de decidir en nuestras vidas, de escoger lo que mejor nos convenga. Debemos defender nues-tros derechos, y superarnos cada día para nuestro bien. Nosotras como muje-res somos astutas y sabemos controlar cualquier cosa. Lo mejor es ser así para que nos valoren por lo que somos: mu-jeres.

Las cosas comenzaban a verse como una bola de nieve que crecía cada vez más. Las personas con quienes convivía en las actividades de la parroquia dejaron de hablarme, se apartaron de mí. Me sentía derro-tada, incluso tuve resentimiento ha-cia el sacerdote porque yo esperaba una respuesta positiva de él, o que me apoyara, que me alentara, pero la realidad fue otra. Me cerró las puer-tas.

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nosotras visibilizamos

Nora Carolina Rodríguez

Nadia tiene cinco meses de embarazo aunque había postergado el momento de “encargar un niño a la cigüeña” pues no estaba segura de querer ser madre, pero…la presión social: lo que la suegra decía, lo que su propia madre decía o las amigas preguntando, y tú, ¿para cuándo?

Una vez, su suegra le mostró varias chambritas que ella misma tejió y le dijo: me da mucha pena, pero… ¿no están bien bonitas?, son para mi nieto. Nadia se quedó pensando… ¿cuál nieto?, pre-guntó ¿quién va a tener bebé?, la suegra recalcó: son para cuando tú me des un nieto.

Julián, su hermano, puso la muestra. En un acuerdo con una chica danesa, Marie, tuvieron una niña, y Nadia decidió que era el momento. ¿A poco nomás Ju-lián podía tener hijos?

Las condiciones sociales y económi-cas actuales ponen a pensar -a más de tres- en las ventajas o desventajas de te-ner hijos. Es evidente para la mayoría que tener hijos implica una responsabilidad económica, y algunas personas saben del compromiso ético que esto conlleva.

Pero en la cultura mexicana, la asocia-ción afectiva que se da a la reproducción obliga a algunas parejas a tener hijos sin te-ner resuelta la situación económica, ni te-ner muy claro qué harán más adelante con esos hijos o saber cómo se les educará.

Nadia espera su primera hija, que sabemos es niña a los cinco meses de embarazo y gracias al avance tecnológi-co; hemos visto las fotografías, ¡va a ser niña!, dicen, yo digo: ¡es una niña!

Su perfil se dibuja claramente, sus rasgos son definidos, pensamos: se pa-

rece a su papá. Aún no tiene nombre, no está registrada, no ha nacido. Sin embar-go, ya la persigue el estigma social que señala a las mujeres…la niña va a ser el gran amor de su papá o el gran amor de algún hombre. Va a ser muy buena niña o -tal vez- muy buena madre…

A Nadia ya le hicieron un baby shower. ¿Adivinan qué le regalaron?, vestidos ro-sas, calcetas rosas, zapatitos rosas, ca-misetitas rosas, baberitos rosas, paña-leros rosas…una despistada trajo unas sabanitas amarillas… y exclamó: ¡ay!, es que no sabía que era niña. Otra le rega-ló un abrigo negro, porque está de moda

vestir de negro a las niñas, dijo. La moda europea nos llega a través de Zara, y lo negro está in para las niñas.

Desde antes del nacimiento, se em-piezan a definir los rasgos de la persona. Las características que debe tener una niña ya están definidas por la sociedad, por la cultura de cada grupo social.

La niña de Nadia no lo sabe aún, pero va a ser vestida como una niña debe ves-tir, según los cánones: ropa suave y deli-cada, mallas, vestidos, calcetas, moños. Así queremos que sea la niña: suave, deli-cada, cuidadosa, limpia, obediente, aten-ta, graciosa, pero sobre todo, bonita.

¿Qué pasaría si en lugar de atribuirle esas características empezáramos a atri-buirle otras? ¿Por qué no decir: esta niña va a ser muy lista, muy inteligente, muy valiente, muy luchona, muy honesta, muy buena persona, muy trabajadora, va a es-tudiar mucho, va a ser capaz de hacer lo mismo que hace un hombre y va a ser libre, digna, incorruptible, va a llegar muy lejos, no va a permitir que pisoteen sus derechos, va a defenderlos y va a ayudar a otras mu-jeres a que defiendan los suyos, va a ser solidaria, va a ser una gran mujer?

Es un buen momento para replantear-nos la forma en que asignamos caracte-rísticas a niñas y niños aún antes de nacer, y, si ya contamos con la tecnología para identificar el sexo que tienen los bebés y las bebas antes de nacer, bueno sería asignar a unos y a otras, características más igualitarias, más equitativas. Estoy segura que las relaciones entre hombres y mujeres cambiarían mucho.

Licenciada en Pedagogía. Especialista en Estudios de Género en Educación

¡Es niña!

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nosotras demandamos

Josefina Rodrõguez Corona

En el estado de Nuevo León se han dado pasos importantes en materia legislativa para proteger los derechos de la niñez. Sin embargo faltan el diseño de regla-mentos y modificaciones acordes con los lineamientos internacionales para garan-tizar de manera integral una vida digna a las niñas y niños.

El ejemplo más reciente es la reforma de la Constitución del Estado de Nuevo León, del pasado mes de febrero, cuando se adicionan los términos de: todos los derechos y el interés superior de la niñez, consolidando con ello las garantías so-ciales de esta parte de la población.

También fue el primer estado del país que consignó, en marzo de 1982, los derechos del niño en su Constitución, es-tableciendo una garantía social para la ni-ñez, que finalmente se consolida en junio de 2004, al adicionar los términos: libre de violencia y acceso pleno.

Aprobada en diciembre de 2005, la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Es-tado de Nuevo León, es-tablece en qué consiste cada derecho y qué autoridades tienen la obligación de res-petarlos y vigilar su observancia, así como las san-ciones a que se hacen re-

sponsables en caso de incumplimiento.Por lo general, en México se ha leg-

islado a la inversa, razón por la que las leyes no se aplican en forma plena e in-tegral. En este tema se legisla en lo que toca a la Constitución pero se olvidan de las leyes reglamentarias o secundarias, lo cual deja incompletas las leyes aproba-

das y sin aplicación práctica. Falta aún transversalizar esta garantía social en toda la legislación estatal.

Nuevo León tiene la gran oportunidad de construir un marco jurídico integral para la protección de los derechos de la niñez, dado que con la reciente reforma al artículo Tercero de la Constitución es-tatal, cuenta con una estructura sólida y completa para hacerlo.

Con la finalidad de visualizar la magnitud del impacto de la tarea legislativa en mate-ria de niñez en Nuevo León, es oportuno señalar que las personas menores de edad representan el 33 por ciento del total de su población, y que por múltiples circunstan-cias de desprotección, abandono, falta de servicios básicos, entre otros, este grupo aún es considerado como vulnerable.

Interés superior: La niñez

Directora de Niñez Siglo XXI, AC

Para hacer realidad la aplicación de todos los derechos y el interés superior de la niñez, corresponde al Poder Legislativo realizar las siguientes tareas:

Incluir en la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el • Estado de Nuevo León, todos los derechos contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño.

Dar cumplimiento • a lo establecido en el artículo segundo transitorio de la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado de Nuevo León, (2006), revisando todas las disposiciones legales estatales y, con base en el resultado, promover las reformas requeridas, dándole prioridad a los Códigos Civil y Penal, Códigos de Procedimien-tos Civiles y Penales, Ley Estatal de Educación y Ley Estatal de Salud.

Vigilar el • cumplimiento de la Constitución y demás leyes, especialmente las que garantizan la seguridad de las personas y sus propiedades, en lo que concierne a las personas menores de edad.

Todo ello con el afán de garantizar el interés superior de la niñez de Nuevo León.

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Josefina Rodrõguez Corona

En el estado de Nuevo León se han dado pasos importantes en materia legislativa para proteger los derechos de la niñez. Sin embargo faltan el diseño de regla-mentos y modificaciones acordes con los lineamientos internacionales para garan-tizar de manera integral una vida digna a las niñas y niños.

El ejemplo más reciente es la reforma de la Constitución del Estado de Nuevo León, del pasado mes de febrero, cuando se adicionan los términos de: todos los derechos y el interés superior de la niñez, consolidando con ello las garantías so-ciales de esta parte de la población.

También fue el primer estado del país que consignó, en marzo de 1982, los derechos del niño en su Constitución, es-tableciendo una garantía social para la ni-ñez, que finalmente se consolida en junio de 2004, al adicionar los términos: libre de violencia y acceso pleno.

Aprobada en diciembre de 2005, la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Es-tado de Nuevo León, es-tablece en qué consiste cada derecho y qué autoridades tienen la obligación de res-petarlos y vigilar su observancia, así como las san-ciones a que se hacen re-

sponsables en caso de incumplimiento.Por lo general, en México se ha leg-

islado a la inversa, razón por la que las leyes no se aplican en forma plena e in-tegral. En este tema se legisla en lo que toca a la Constitución pero se olvidan de las leyes reglamentarias o secundarias, lo cual deja incompletas las leyes aproba-

das y sin aplicación práctica. Falta aún transversalizar esta garantía social en toda la legislación estatal.

Nuevo León tiene la gran oportunidad de construir un marco jurídico integral para la protección de los derechos de la niñez, dado que con la reciente reforma al artículo Tercero de la Constitución es-tatal, cuenta con una estructura sólida y completa para hacerlo.

Con la finalidad de visualizar la magnitud del impacto de la tarea legislativa en mate-ria de niñez en Nuevo León, es oportuno señalar que las personas menores de edad representan el 33 por ciento del total de su población, y que por múltiples circunstan-cias de desprotección, abandono, falta de servicios básicos, entre otros, este grupo aún es considerado como vulnerable.

La Jornada Nacional de la Secto-rial de Mujeres del Partido de Trabajo, celebrada los días 8 y 9 de marzo en la ciudad de Monterrey, se desarrolló con gran éxito con la asistencia de delegaciones de los 32 estados de la República.

El acto inaugural consistió en un colorido y simbólico evento la mañana del día 8, frente al Palacio de Gobier-no, con la presencia de Andrés Manuel López Obrador, quien hizo un llamado a las más de mil 500 mujeres congr-egadas a organizarse mejor, desde las fuerzas progresistas de izquierda, para trabajar en la transformación de los grandes males que aquejan al país como la pobreza creciente y la inse-guridad.

Por la tarde, dieron inicio los diál-ogos con las senadoras Yeidckol Polevnsky y Rosario Ibarra, y la so-cióloga Alicia Olivares, acompañadas en todo momento por la maestra Lu-pita Rodríguez y el senador Alberto Anaya.

La senadora Polevnsky abordó el tema del calentamiento global como uno de los problemas más graves que enfrenta la humanidad, con una inte-resante respuesta de las mujeres re-unidas, quienes coincidieron en que

hay que tomar conciencia y participar en el cuidado del medio ambiente.

La inseguridad fue el tema de la catedrática Alicia Olivares, quien dijo que los problemas que subyacen a la inseguridad son la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción y la ineptitud de las autoridades. Las mu-jeres manifestaron que nadie está ex-ento de padecer hechos violentos.

La senadora Rosario Ibarra habló de su lucha por más de 35 años en busca de su hijo desaparecido, de los nulos resultados que han tenido, de

las pérdidas de muchas otras madres del movimiento que se adelantaron en el camino. Sus palabras levantaron al auditorio que le manifestó su ad-miración a su liderazgo y a su ejemplo de lucha.

La maestra Guadalupe Rodríguez dijo que el éxito de la Jornada Nacio-nal de la Sectorial de Mujeres fue pro-ducto del trabajo y participación de las 32 delegaciones, y que todas las propuestas vertidas en el encuentro serán base de las líneas de acción del Partido del Trabajo.

Directora de Niñez Siglo XXI, AC

Para hacer realidad la aplicación de todos los derechos y el interés superior de la niñez, corresponde al Poder Legislativo realizar las siguientes tareas:

Incluir en la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el • Estado de Nuevo León, todos los derechos contenidos en la Convención sobre los Derechos del Niño.

Dar cumplimiento • a lo establecido en el artículo segundo transitorio de la Ley de Protección de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado de Nuevo León, (2006), revisando todas las disposiciones legales estatales y, con base en el resultado, promover las reformas requeridas, dándole prioridad a los Códigos Civil y Penal, Códigos de Procedimien-tos Civiles y Penales, Ley Estatal de Educación y Ley Estatal de Salud.

Vigilar el • cumplimiento de la Constitución y demás leyes, especialmente las que garantizan la seguridad de las personas y sus propiedades, en lo que concierne a las personas menores de edad.

Todo ello con el afán de garantizar el interés superior de la niñez de Nuevo León.

Jornada Nacional por el Día Internacional de la Mujer

Sin la participación de las mujeres no hay progreso. Para que el cambio sea efectivo, no basta con la pres-encia de mujeres en los diferentes ámbi-tos, lo importante es que se las incluya en la toma de decisiones, en la familia, la comu-nidad, el trabajo, los partidos políticos y los gobiernos”.

Lupita RodríguezFundadora y lider estatal PT

De las mujeres sólo se habla el Día Inter-nacional de la Mujer, lo usan mucho los políticos, pero en los hechos no veo qué se haga. Se sigue abusando de ellas, se les sigue marginando en el empleo, se les paga menos, sigue habiendo violencia en todos los ámbitos, aún cuando hay leyes, no se respetan”.

Yeidckol PolevnskySenadora

Hay muchos gobier-nos que no les inte-resa que las mujeres evolucionemos, que cambiemos, que tengamos parte en las luchas que di-cen que son para los hombres. Pero somos tan capacitadas para la lucha como ellos, así que yo creo que seguimos luchando y vamos a seguirlo ha-ciendo”.

Rosario IbarraSenadora

Diálogo por la paz, la democracia e igualdad

20 21

nosotras en la educación nosotras en la educación

Lídice Ramos Ruíz

Desde los años setenta el movimiento feminista mexicano ha tenido presen-cia, si bien no de masas, si con una voz propia y con una capacidad de llamar la atención sobre “la condición de la mujer” que destaca la subordi-nación social de las mujeres y la nece-sidad de una toma de conciencia de que “la condición”, no es un asunto personal sino colectivo.

Fueron mujeres de la clase me-dia principalmente ilustradas, las que sembraron las semillas de la concien-tización en los “espacios de reflexión autónomos” de partidos políticos, de sindicatos, o de colectivos mixtos y organizaciones de varones. En esos momentos, se construía una agenda, unos principios, tácticas y estrategias que debían ser cuidadosamente re-flexionadas y articuladas para coordi-nar acciones a favor de una vida sin opresión de género.

Coincidiendo en tiempo, tenemos una expansión de los puestos acadé-micos en las universidades del país, algunas mujeres ya estudiadas logran incorporarse en ellas. Sin embargo, en esos momentos, la actividad acadé-mica de las mujeres, no significó un tema de análisis para captar rasgos de la trama social y cultural que estaba complejizando la actividad profesional universitaria.

Desde entonces los dilemas entre el trabajo asalariado y el doméstico, que se presentaban en otros espa-cios laborales, ahora son vividos por las diversas mujeres en la academia de distintas formas. De acuerdo a los escenarios de acción donde el mun-do laboral de la comunidad universi-taria abre espacios, su incorporación se había concentrado en la docencia en la modalidad de profesoras horas clase con bajos niveles de categoriza-ción.

Paulatinamente las tareas univer-

Las académicas y los dilemas de sus trabajos

sitarias se amplían y algunas pueden combinar la docencia con ser asis-tentes en proyectos de investigación o bien con alguna responsabilidad administrativa de acuerdo a sus tra-yectorias académicas. Los casos particulares son moldeados por rela-ciones personales, por sus saberes, experiencias, frustraciones y segrega-ciones laborales.

Por fortuna, los estudios feministas han intensificado la discusión en torno al concepto de trabajo, que las disci-plinas sociales restringen inicialmente al realizado para el mercado donde se recibe un salario, pero la diversidad y complejidad de las experiencias de trabajo femenino sobrepasa este es-trecho concepto.

Para darle claridad a la óptica re-

productiva, se introduce en la econo-mía feminista de los años noventa el análisis de que las familias se repro-ducen y subsisten combinando tres tipos de ingresos: los de salarios, las aportaciones o subsidios desde el Estado y el trabajo doméstico. Esta visión revela la importancia de lo do-méstico en la reproducción social del sistema humano y brinda una opor-tunidad para entender y aquilatar las jornadas de trabajo de las “amas de casa” y las formas en que hombres y mujeres participan de los trabajos en el seno de los hogares.

Con más exactitud se expresa aho-ra en los círculos académicos, cuando las conversaciones entre mujeres so-bre la división sexual del trabajo do-méstico y el cómo se interiorizan los

procesos de socialización sexual di-ferenciados entre hijas e hijos, o bien cómo se construyen las normas de esta división sexual que van a incidir en la vida adulta de las personas y que por ahora restringen la participación femenina dadas las exigencias de los Reglamentos del Personal Académico que a partir del año 2000 presentan las universidades públicas mexicanas.

En la conciencia de muchas aca-démicas dentro de sus actividades de aula o de laboratorio, se muestra la necesidad de autoafirmarse como profesionistas y como personas. Con mayor claridad se atreven, hoy día a manifestar cómo han vivido sus dile-mas entre el trabajo productivo y su trabajo reproductivo. Cómo la vida doméstica se monitorea a través del

celular y cómo ellas tienden a llevar al trabajo los valores del hogar, y a la inversa, los varones tienden a traer a casa los valores del ambiente de tra-bajo.

Existe el reconocimiento, desde muchas de las académicas, de que los patrones de reproducción del capital emocional de los hogares inciden y se reflejan en el hacer cotidiano laboral y que sigue siendo una responsabilidad culturalmente aceptada como femeni-na. Para algunas, hay un deslinde de esta responsabilidad y ostentan una imagen más cercana al mundo mas-culino.

Las entrevistadas con motivos de esta nota, formulan el desafío de pro-yectar una sociedad más humana, una ambiente académico donde los viejos

valores de amabilidad, comprensión, colaboración, igualdad y justicia vivan en el acontecer diario. Expresan la franca desconexión entre los procesos pedagógicos y las necesidades actua-les de entender la vida en sociedad. Se percibe la falta de calidad vinculan-te entre los sistemas productivos, so-ciales y educativos de los y las nuevas generaciones.

Se siente la fatiga y la frustración por los escasos avances de la meta-morfosis de la vida privada y social que elimine la opresión de género y otras manifestaciones que permitan construir sistemas sociales incluyen-tes.

Muy probablemente es hasta que las demandas de la Con-ferencia Mundial sobre Educación Superior de UNESCO en 1998, donde cobran particular interés las exigencias de la Tercera Revolución Tecnológica, y se reconoce como indis-pensable que las mujeres participen con su capital humano en todos los aspectos educativos de las IES (Instituciones de Educación Superior), es cuando las académicas, vuel-can la mirada sobre sí mismas y sus trabajos.

El desempeño profesional de las académicas contiene un saber formal de acuerdo con la rama científica donde se instruyen, y se expresa en las prácticas que realizan para obtener un salario; pero a su vez, estos saberes están constituidos por relaciones intersubjetivas que reflejan calificativos morales, emocionales y afectivos, ligados a las funciones culturales de la reproducción social.

Coordinadora del Centro Universitario de Estu-dios de Género. Facultad de Filosofía, UANL

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nosotras en la educación nosotras en la educación

Lídice Ramos Ruíz

Desde los años setenta el movimiento feminista mexicano ha tenido presen-cia, si bien no de masas, si con una voz propia y con una capacidad de llamar la atención sobre “la condición de la mujer” que destaca la subordi-nación social de las mujeres y la nece-sidad de una toma de conciencia de que “la condición”, no es un asunto personal sino colectivo.

Fueron mujeres de la clase me-dia principalmente ilustradas, las que sembraron las semillas de la concien-tización en los “espacios de reflexión autónomos” de partidos políticos, de sindicatos, o de colectivos mixtos y organizaciones de varones. En esos momentos, se construía una agenda, unos principios, tácticas y estrategias que debían ser cuidadosamente re-flexionadas y articuladas para coordi-nar acciones a favor de una vida sin opresión de género.

Coincidiendo en tiempo, tenemos una expansión de los puestos acadé-micos en las universidades del país, algunas mujeres ya estudiadas logran incorporarse en ellas. Sin embargo, en esos momentos, la actividad acadé-mica de las mujeres, no significó un tema de análisis para captar rasgos de la trama social y cultural que estaba complejizando la actividad profesional universitaria.

Desde entonces los dilemas entre el trabajo asalariado y el doméstico, que se presentaban en otros espa-cios laborales, ahora son vividos por las diversas mujeres en la academia de distintas formas. De acuerdo a los escenarios de acción donde el mun-do laboral de la comunidad universi-taria abre espacios, su incorporación se había concentrado en la docencia en la modalidad de profesoras horas clase con bajos niveles de categoriza-ción.

Paulatinamente las tareas univer-

Las académicas y los dilemas de sus trabajos

sitarias se amplían y algunas pueden combinar la docencia con ser asis-tentes en proyectos de investigación o bien con alguna responsabilidad administrativa de acuerdo a sus tra-yectorias académicas. Los casos particulares son moldeados por rela-ciones personales, por sus saberes, experiencias, frustraciones y segrega-ciones laborales.

Por fortuna, los estudios feministas han intensificado la discusión en torno al concepto de trabajo, que las disci-plinas sociales restringen inicialmente al realizado para el mercado donde se recibe un salario, pero la diversidad y complejidad de las experiencias de trabajo femenino sobrepasa este es-trecho concepto.

Para darle claridad a la óptica re-

productiva, se introduce en la econo-mía feminista de los años noventa el análisis de que las familias se repro-ducen y subsisten combinando tres tipos de ingresos: los de salarios, las aportaciones o subsidios desde el Estado y el trabajo doméstico. Esta visión revela la importancia de lo do-méstico en la reproducción social del sistema humano y brinda una opor-tunidad para entender y aquilatar las jornadas de trabajo de las “amas de casa” y las formas en que hombres y mujeres participan de los trabajos en el seno de los hogares.

Con más exactitud se expresa aho-ra en los círculos académicos, cuando las conversaciones entre mujeres so-bre la división sexual del trabajo do-méstico y el cómo se interiorizan los

procesos de socialización sexual di-ferenciados entre hijas e hijos, o bien cómo se construyen las normas de esta división sexual que van a incidir en la vida adulta de las personas y que por ahora restringen la participación femenina dadas las exigencias de los Reglamentos del Personal Académico que a partir del año 2000 presentan las universidades públicas mexicanas.

En la conciencia de muchas aca-démicas dentro de sus actividades de aula o de laboratorio, se muestra la necesidad de autoafirmarse como profesionistas y como personas. Con mayor claridad se atreven, hoy día a manifestar cómo han vivido sus dile-mas entre el trabajo productivo y su trabajo reproductivo. Cómo la vida doméstica se monitorea a través del

celular y cómo ellas tienden a llevar al trabajo los valores del hogar, y a la inversa, los varones tienden a traer a casa los valores del ambiente de tra-bajo.

Existe el reconocimiento, desde muchas de las académicas, de que los patrones de reproducción del capital emocional de los hogares inciden y se reflejan en el hacer cotidiano laboral y que sigue siendo una responsabilidad culturalmente aceptada como femeni-na. Para algunas, hay un deslinde de esta responsabilidad y ostentan una imagen más cercana al mundo mas-culino.

Las entrevistadas con motivos de esta nota, formulan el desafío de pro-yectar una sociedad más humana, una ambiente académico donde los viejos

valores de amabilidad, comprensión, colaboración, igualdad y justicia vivan en el acontecer diario. Expresan la franca desconexión entre los procesos pedagógicos y las necesidades actua-les de entender la vida en sociedad. Se percibe la falta de calidad vinculan-te entre los sistemas productivos, so-ciales y educativos de los y las nuevas generaciones.

Se siente la fatiga y la frustración por los escasos avances de la meta-morfosis de la vida privada y social que elimine la opresión de género y otras manifestaciones que permitan construir sistemas sociales incluyen-tes.

Muy probablemente es hasta que las demandas de la Con-ferencia Mundial sobre Educación Superior de UNESCO en 1998, donde cobran particular interés las exigencias de la Tercera Revolución Tecnológica, y se reconoce como indis-pensable que las mujeres participen con su capital humano en todos los aspectos educativos de las IES (Instituciones de Educación Superior), es cuando las académicas, vuel-can la mirada sobre sí mismas y sus trabajos.

El desempeño profesional de las académicas contiene un saber formal de acuerdo con la rama científica donde se instruyen, y se expresa en las prácticas que realizan para obtener un salario; pero a su vez, estos saberes están constituidos por relaciones intersubjetivas que reflejan calificativos morales, emocionales y afectivos, ligados a las funciones culturales de la reproducción social.

Coordinadora del Centro Universitario de Estu-dios de Género. Facultad de Filosofía, UANL

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nosotras en acción

Juana María Nava

Históricamente en el mundo se han registrado movi-mientos de mujeres cuyos hijos e hijas han padecido las injusticias e impunidad de los sistemas políticos, y que, organizadas han demandado justicia, muchas veces sin ser escuchadas.

A la mente vienen las Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, quienes continúan aún cada jueves apostándose en el Obelisco del corazón de Buenos Aires demandando la aparición de sus hijas e hijos desaparecidos desde 1974, que se cuentan por más de 30 mil.

En México, una de las prin-cipales luchas las ha dado doña Rosario Ibarra, a quien se su-maron muchas más madres que buscan como ella la presenta-ción de sus hijos e hijas des-aparecidos en la década de los 70, por la represión de que fuera objeto en ese tiempo cualquier movimiento político contrario o cuestionador del sistema guber-namental.

Los hechos de 1968 son el parteaguas de la represión hacia las luchas sociales en nuestro país, en esa ocasión encabe-zadas por estudiantes pero in-tegrada por otros sectores de la población. Ya conocemos el desenlace del día 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Esta situación dio origen a otros movimientos que tuvieron como respuesta del gobierno la tortu-ra, la desaparición, la muerte.

En abril de 1975, desaparece en Monterrey el es-tudiante de medicina Jesús Piedra Ibarra, pertene-ciente a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Desde entonces y tras 35 años, su madre, la actual sena-dora Rosario Ibarra, continúa la búsqueda y la lucha por la justicia.

Ella y otras madres con la misma exigencia, for-man en 1977 el Comité Pro Defensa de Presos Per-seguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México, mejor conocido como Comité Eureka. En 1978 las mujeres organizaron una huelga de hambre y lograron con ello la amnistía de los presos políti-cos, la cual se concretó al año siguiente.

Hasta la fecha se han liberado 148 personas, pero de acuerdo con los datos del Comité, aún hay 557 desaparecidos, entre los que se encuentra Je-

sús Piedra, por lo que doña Rosario Ibarra sostiene que seguirá en la lucha hasta encontrarlo.

Muchas mujeres del movimiento se han adelan-tado en el camino, dijo recientemente, pero todavía quedamos otras que no descansaremos hasta que nos los entreguen. “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, es el lema desde hace 35 años.

En años recientes se han suscitado otros hechos de violencia y de impunidad en México que han me-recido la organización de las mujeres, tras la desapa-rición, muerte o detención de sus hijos e hijas. Tal es

el caso de las jóvenes asesinadas y desaparecidas en Ciudad Juárez, cuyas madres siguen clamando justicia y castigo a los responsables.

De Ciudad Juárez también se han manifestado frente a las autoridades de diferentes niveles las madres de los jóvenes y niños asesinados cuando estaban en una fiesta. Lo han hecho también ma-dres y padres de los niños y niñas que murieron en la guardería ABC de Hermosillo; las mujeres de Atenco cuyos hijos fueron detenidos y torturados y sus hijas violadas; las mujeres viudas y madres de los 65 mineros muertos en la mina Pasta de Conchos.

Todas ellas, y muchas más, han sufrido en carne propia la negligencia de las autoridades, la corrup-ción, los abusos, los oídos sordos e insensibles de quienes deben en este país impartir justicia.

Madres en lucha

24

nosotras en los medios

Solamente 24 por ciento de las personas que aparecen, dan su opinión o sobre las cuales se lee en las noticas son mujeres.

Éste es uno de los hallazgos importantes de la cuarta versión del Proyecto de Monitoreo Global de Medios 2010 (GMMO, por sus siglas en inglés), cuyo informe pre-liminar se presentó el pasado 2 de marzo en la 54 Sesión de la Comi-sión de Naciones Unidas sobre el Estatuto de la Mujer.

El monitoreo se llevó a cabo el 10 de noviembre de 2009 en 130 países, con el objetivo de observar, analizar y registrar los hallazgos en indicadores específicos referentes al género en los medios noticiosos, radio, prensa y televisión. La meta de largo alcance del proyecto es conse-guir una representación justa y equi-librada de género en y a través de los medios de comunicación.

Los resultados del informe preli-minar están basados en una mues-tra de 42 países de África, Asia, América Latina, el Caribe, islas del Pacífico y Europa. Los hallazgos comprenden 6 mil 902 notas y 14 mil 044 sujetos de la noticia, inclui-das personas entrevistadas en las noticias mismas.

El Proyecto de Monitoreo Glo-bal de Medios se lleva a cabo cada cinco años y es coordinado desde

¿Quién figura en las noticias?

Informe preliminar del Proyecto de Monitoreo Global de Medios 2010

hace 15 años por la Asociación Mun-dial para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés), una ONG internacional que promueve la comunicación para el cambio social, y es la primera ocasión que incluye

a México en el monitoreo. Los infor-mes finales mundial, regionales y na-cionales estarán listos en septiembre de 2010.

Información proporcionada por Teresia Mutuku, Communication Officer and Web

Manager de la WACC.

Entre los hallazgos clave se encuentran:

24 por ciento de las personas entre-vistadas, sobre las cuales se escucha o son vistas en los noticiosos que se transmiten o sobre las cuales se lee en la prensa escrita son mujeres.

16 por ciento de las noticias se enfo-can específicamente en las mujeres.

Menos de una de cada cinco perso-nas expertas entrevistadas son muje-res.

48 por ciento de las noticias refuerzan los estereotipos de género, mientras que sólo el 8 por ciento de las noticias los cuestionan.

En las noticias se identifica a las mu-jeres a través de sus relaciones fami-liares (esposa, madre, hija) cinco ve-ces más que a los hombres.

En general, el número de noticias a car-go de reporteras es mucho menor en comparación con el número de noticias a cargo de reporteros. Las noticias a cargo de reporteras contienen consi-derablemente más mujeres como su-jetos de la nota, y cuestionan casi dos veces más los estereotipos de género en comparación con las noticias de sus homólogos masculinos.

Las mujeres siguen seriamente sub-representadas en la cobertura de las noticias en contraste con los hom-bres. Muestra una escasez de pers-pectivas y opiniones de las mujeres en comparación con las perspectivas masculinas que aparecen en los no-ticieros, lo que resulta en una visión del mundo centrada en lo masculino donde las mujeres están, en gran me-dida, ausentes.

Entre los hallazgos clave se encuentran:

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN

Tal como lo viene haciendo desde 2005, y a propósito del Día Internacional de la Mujer, la Universidad Autónoma de Nuevo León hizo un alto en su camino para celebrar la trayectoria de cinco mujeres representativas del empuje femenino, a las que entregó el Recono-cimiento UANL “Flama, Vida y Mujer”.

María Elena Chapa Hernández, en Desarrollo Gubernamental; Gabriela Vargas de González, en Desarrollo Empresarial; María Cristina Rodríguez Padilla, en Docencia e Investigación; Florencia Infante de Garza, en Asistencia Social, y Denise Eugenia Dresser Guerra, en Vinculación Internacional, fueron las damas que la Máxima Casa de Estudios distinguió la tarde del 9 de marzo en el Teatro Universitario.

El Rector de la UANL, Jesús Ancer Rodríguez, acompañado de los secreta-rios de la Universidad, presidió la ceremonia en la que las homenajeadas coincidieron en que aunque la mujer ha ganado espacios en los distintos ámbitos de la vida nacional, aún hay tarea por hacer en materia de equidad de género.

“Tengo la firme convicción de que las mujeres se encuentran destinadas a vivificar, desde dentro, todas las profesiones dignas, en absoluta paridad que los varones, con las mismas perspectivas, posibilidades y oportuni-dades, al igual que con idéntica forma-ción humana y profesional, y que se encuentran mucho más preparadas para desplegar su inigualable potencia en el desempeño de un amplio número de estas tareas”, dijo el Rector.

“Ayer, 8 de marzo, el mundo entero celebró el Día Internacional de la Mujer, pero antes y después de esa conmemo-ración, la comunidad universitaria respe-ta, admira y reconoce día a día el valor, importancia y grandeza de las mujeres, que enriquecen con su presencia, generosidad, entusiasmo, belleza, alegría, fortaleza e inteligencia, nuestros centros de trabajo, nuestros hogares y nuestros sueños”, subrayó Ancer Rodríguez.

El Reconocimiento UANL “Flama, Vida y Mujer” consiste en la entrega de una estatuilla de cristal —con forma de mujer sosteniendo la flama de la verdad— elaborada por el artista Ricardo Bojórquez Alfaro, además de un diploma. Esta distinción fue aprobada en agosto de 2004 por el H. Consejo Universitario, a fin de premiar a las mujeres que a través de su labor trascienden en el plano nacional e internacional

En su sexta edición, la Máxima Casa de Estudios entregó el Reconocimiento UANL "Flama, Vida y Mujer" a cinco mujeres con trayectoria de vida ejemplar.

Distingue UANLa MUJERES exitosas

NUEVO LEÓN

imiento ejemplar.

Profesora universitaria, funcionaria pública, diputada, senadora. Ha sido presidenta del Consejo Consultivo del Programa Nacional de la Mujer y del Internacional Women´s Forum Capítulo México. Actualmente preside el Instituto Estatal de las Mujeres en Nuevo León.

María Elena Chapa

Docente e investigadora de la UANL. Jefa del Departamento de Microbiología e Inmunología y del Laboratorio de Inmunología y Virología de la Facultad de Ciencias Biológicas. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y a la Academia Mexicana de las Ciencias.

Cristina Rodríguez

Filántropa. Ha creado la Fundación Muró y Unidos por el Arte contra el Cáncer Infantil (UNAC), proyectos a los que se han sumado intelectuales, artistas e instituciones de nivel internacional

Florencia Infante

Empresaria y comunicadora. Fundadora de las empresas Diseño Facial e Imagen Ejecutiva Empresarial. Publica semanalmente su columna de opinión en 17 periódicos. Autora de diversos libros.

Gaby Vargas

Profesora de Ciencias Políticas en universidades mexicanas y extranjeras. Columnista de la revista Proceso y editorialista del periódico Reforma. Autora de diversos libros.

Denise Dresser

La escritora Gaby Vargas ofreció el momento emotivo de la ceremonia al recordar a su padre, quien, lejos de regañarla ante una mala nota en sus estudios básicos, la motivó a seguir luchando por sus sueños.

El Rector, Jesús Ancer Rodríguez, encabezó la entrega del Reconocimiento UANL “Flama, Vida y Mujer” en su sexta edición.