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Serie CLA•DE•MA Filosofia SAMUEL WAI.LERSTEIN Las incertidumbres del tiempo SUEILA BEN HABIB Los dereclws de los otros Extranjeros, residcntcs y ciudadanos CORNELIUS CASTORIADIS Los dominios de[ hombre Las encrncijadas dcllaberinto ERNST TUGENDHAT Egocentridad y m{stica ERNST TUGENDHAT Problemas ERNST TUGENDIIAT Ser-verdad-acci6n. Ensayos filost'ificos ERNST TUGENDHAT Lecciones de etica ERNST TUGENDIIAT Diti/ogos en Leticia !VIA RIO BuNGE Crisis .v reconstrucci6n de Ia filosofia HANNAH ARENDT Tiempos presentes FINA (comp.) Hannah Arendt: El orgullo de pensar RICHARD RORTY Fi/osofia y futuro MARTIN HEIDEGGER lntroducci6n a Ia metafisica MoRIN lntroducci6n a{ pensamiento complejo GILES DEumzE Empirismo y i r ! " tl I I ; ELRESPETO 0 LA MIRADA ATENTA Josep M. Esquirol

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Serie CLA•DE•MA Filosofia

SAMUEL WAI.LERSTEIN Las incertidumbres del tiempo

SUEILA BEN HABIB Los dereclws de los otros Extranjeros, residcntcs y ciudadanos

CORNELIUS CASTORIADIS Los dominios de[ hombre Las encrncijadas dcllaberinto

ERNST TUGENDHAT Egocentridad y m{stica

ERNST TUGENDHAT Problemas

ERNST TUGENDIIAT Ser-verdad-acci6n. Ensayos filost'ificos

ERNST TUGENDHAT Lecciones de etica

ERNST TUGENDIIAT Diti/ogos en Leticia

!VIA RIO BuNGE Crisis .v reconstrucci6n de Ia filosofia

HANNAH ARENDT Tiempos presentes

FINA Bmuu~s (comp.) Hannah Arendt: El orgullo de pensar

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Josep M. Esquirol

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<D Josop M. Esquirol, 2006

Ilustraci6n de cubierta:] uan Santana a partir de una pintura de Jose Manuel Ruiz Cruz

Primcra rcimpresi6n: junio 2006, Barcdona Tercera edici6n revisada y con nuevo pr6logo del autor: septiembrc 2010, Barcelona

Dercchos reservJ.dos para todas las cdiciones en castellano

©Editorial Gedisa, S.A. Avda. dd Tibidabo, 12 3.• 2.' 08022 Barcelona, Espaiia Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 correo clcctr6nico: [email protected] http:/ /www.gcdisa.com

ISBN: 84-9784-130-l ·l ISBN 13: 978-84-9784-130,6 Deposito Legal: SE-6!42-2010

Impreso en Espafia por Publidisa Printed in Spain

Qucda prohibida la reproducci6n total o parcial par cualquicr media de impresi6n, en forma idCntica, extractada o modificada de esta versiOn en castdlano o en cualquicr otro idioma.

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Pr6logo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

I. Introducci6n: El sentido de Ia etica del respeto . . IS

II.

III.

I. Preguntas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IS 2. A partir de expresiones cotidianas . . . . . . . . . . . 17 3. Mirada atenta, mirada etica . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 4. No hay sociedad sin respeto . . . . . . . . . . . . . . . . 25 s. La oportunidad de Ia etica del respeto . . . . . . . . 29

Caracteristicas de Ia 6ptica tecnocientifica . . . . . 33

I. Un poder inediro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 2. Un sistema ............................... 41 3. Una revelaci6n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 4. Un lenguaje ......... :. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

Analitica del respeto y de Ia mirada atenta . . . . . 63

I. El movimiento del respeto . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64 2. La mirada atenta: esencia del respeto . . . . . . . . . 70

.

II

Caracteristicas de Ia optica tecnocientifica

( Cuales son los enfoques determinantes de Ia mirada tec-nociemffica? ·

£/ tierripo o Ia era de Ia tecnica, tal es Ia expresi6n con Ia que numerosos pensadores, fil6sofos, historiadores y escri­tores, ya desde comienzos del pasado siglo XX, han intenta­do dar cuenta de Ia especificidad de nuestro presente. Lewis Mumford, Bertrand Gille, Karl Jaspers, Martin Heidegger, Jose Ortega y Gasser, Ernst Jiinger; Jan Patocka, Jacques Ellul, Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Michel Foucault, Hans Jonas ... han visto en Ia tccnica Ia esencia de nuestro tiempo, el elemento que mejor expresa el marco y el fondo de Ia realidad que es Ia nuestra.

Por descontado que nunca debe de hab.,sr' sido facil res­ponder a Ia pregunta «(d6nde estamos?~· entendida como cuestionamiento sobre Ia especificidad de un determinado tiempo, de una determinada epoca. Y, sin embargo, es esta una tarea que no debemos eludir puesto que se trata preci­sameme de nuestra orientaci6n, es decir, del esclarecimien­to de Ia situaci6n; solo cuando uno comprende d6nde esta, y cuales son los rasgos mas relevantes de su contexto, se

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haec n1<is capaz de actuar, de decidir y, en definitiva, de vi­vir y con vi vir mejor. El primer paso para orientarse o para cambiar una situacion consiste en comprenderla y, consc­cuentemente, el mas esc! avo de todos los hombres siempre es el que ni tan siquiera sabe que lo es.

Es obvio que el esclarecimiento de las claves de nuestro ticmpo debe hacerse con prudencia, pues inevitablemente nos falra pcrspectiva; ocurre, sin embargo, que hoy Ia tccni­ca domina en Ia st!perficie yen el fondo de nuestro mundo. De modo que cuando los auto res antes citados hablan de «Ia era de Ia recnica» no esran diciendo nada raro o sorprenden­te; lo imeresante de su aportacion es que, despues de poncr cste rasgo en cl centro, logren explicar, mas alia de los topi­cos, el porque y las consecuencias de esta centralidad.

Siempre han existido tecnicas e instrumentos. El hom­bre primitivo taliaba las piedras de silex, y por eso, alii don­de las encontramos, adivinamos las huelias de los primeros hombres. Han sido muchas Ia tecnicas que desde los a! bo­res de Ia humanidad, pasando por las grandes civilizacio­nes antiguas (Mesopotamia, China, India, Egipto, Grecia, Roma ... ) hasta Ia revolucion industrial del siglo XIX, han acompaii.ado nuestras vidas. ( Por que, pues, hade ser es­pecialmenre la contemporanca la que reciba la calificacion de «era de Ia tecnica»?; (Cuales son las caracteristicas que Ia diferencian de las demis?

Pues bien, las CLiatro caractcristicas que, a mi juicio, me­jor justifican hoy esta denominacion epocal estan relacio­nadas, respectivamente, con un poder, un sistema, una reve­laci6n y un·lerzgu-aje,

Aunqpe mantenitn~o en este capitulo un enfoque prefe­rentemente descriprivo, sin embargo, no dejare de plantear tam bien algunos interrogantes y de expresar varias preocu­paciones. Yeo urgente recuperar el arte de preguntar; de mi­rar las cosas y de cuestionar, de empeii.arnos en asumir la responsabilidad que nos corresponde y que, sin embargo,

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se nos aleja. Y, en principia, para evitar prccipitadas lcctu­ras, me siento en Ia necesidad de subrayar una obvicdad: quien pregunta, pregunta; no cs ncccsario que, ya de an­temano, detras de la pregunta se esconda una posicion tan segura y definitiva que haga de la prcgunta un mero recur­so retorico.

I. Un poder inedito

Para este aspecto, tomo como punto de partida cl frag­mento de un texto que el filosofo Emmanuel Monnier pu­blico en 1949 (convicne, en estc caso, tcner muy prcsemc la epoca); un tcxto rcvclador de una expcriencia especifica­mente contemporanea: «Finalmente, acabamos de dar el giro decisivo. La ciencia y la tecnica iban metiendo cad a vez mas, como dijo Valery, el milagro en el comercio. Atisbar las mas lejanas estrellas, crear y dirigir la vida, vaciar los ma­res, alianar las montaii.as, cap tar la energia de las nebul-osas, retrasar Ia muerte ... : ya no hay conquista alguna de la que no sepamos afirmar sin presuncion que sea imposible a la humanidad, a poco que disponga de unos cuantos miles de aii.os. Por otra parte, la ciencia nos permite algunos biliones mas antes de la congclacion fatal de nuestros descendicntes. Mas he aqui que, puestos en camino, se nos prcsema una nueva sorpresa: un poder unico ya adquirido, comrario a todos los dem:is, el poder de haccr saltar este planeta y la humanidad que lo habita, asi como su mismo poder de crcar otros podcres. lnstante solemne. Hasra ahora no se podia decir de la humanidad que fuera ducii.a de su futuro, pues estaba aun condenada a un porvenir, mientras que cada hombre individualmente puede, lievando allimite negativo su libertad, practicar Ia autooccision. Ahora Ia huma­nidad como tal va a deber tener que autoelcgirse y sera nc­cesario, con roda evidencia, un esfuerzo heroico para no

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elegir Ia mala facilidad, el suicidio. Podemos decir que su madurez comienza justo en esta hora».''

Contenidas en este texto estan las expresiones y las ideas que ahora quiero resaltar: el «giro decisivo», dado gracias a Ia ciencia y Ia tecnica; un «poder unico» e inedito capaz de poner un pun toy final; un «esfuerzo heroico», es decir, una gran responsabilidad del conjunto de todos nosotros, mu­jeres y hombres, para orientar bien nuestro poder.

El texto es, en efecto, una muestra excelente de una ex­periencia, compartida por muchos intelectuales de Ia pri­mera mitad del siglo XX, consistente en advertir que Ia hu­manidad ha llegado a tener un poder tan grande que ya es capaz de llevar a cabo su propia autodestrucci6n. Las dos guerras mundiales, y las bombas at6micas sobre Hiroshima y Nagasaki, manifiestan inequivocamente tan enorme po­der. «Instante solemnc», dice Monnier, he aqui que, por pri­mera vez, es posible el suicidio de Ia humanidad entera. Las preguntas mas atinentes a Ia tragedia de las guerras; pre­guntas sobre si Ia civilizaci6n seria capaz de emprender otro camino, de to mar vias de compromise con Ia paz y Ia con­vivencia ... son preguntas l6gicamente afines a otra mas ge­neral: ( estaremos a Ia altura del enorme poder que tenemos entre manos? Y esto es Ia que, a finales de los aii.os sesenta, Hans Jon as formula en su libro El principia de responsabi­lidad:7 ( somos capaces de asumir una responsabilidad pro­porcional a nuestro poder? La pregunta no es en absoluto ret6rica; una autentica duda, nada abstracta, sino existencial y vivida profundamente, csta detnis de Ia formulaci6n. La bomba at6mica cs, sin duda, el mejor simbolo del poder destructor, y durarite [llliChos aii.os, Ia imagen mas eficaz de nuestros malos sueii.os.

6. Meunier, E., «El pequcilo miedo del siglo XX», en Obras, val. III, Salamanca: Slgueme, 1990, pp. 376-377.

?.Jonas, H., Elprincipio de responsabilidad, Barcelona: Herder, 1995.

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El poder que, de Ia mano de Ia ciencia y Ia tecnica, los hombres tenemos entre manos desde el siglo pasado es de tal calibre que, respecto a otras epocas, no supone un sim­ple aumento cuantitativo sino, por las cotas a las que ha lie­gada, un cambia verdaderamente cualitativo. En efecto, co­nocemos situaciones en las que algo se mantiene a lo largo del tiempo mas o menos de forma constante, asi ocurre por ejemplo con lo que percibimos como Ia duraci6n de los dias y las naches y las estaciones del aii.o; conocemos otras en las que anotamos unos cambios, como, por ejemplo, cuando estudiamos las formas de elaboraci6n del vino a lo largo de Ia historia; pero conocemos otras aun en las que las varia­ciones han sido tan importantes que han cambiado sustan­cialmente Ia situaci6n. En terminos politicos, a este tipo de cambios, cuando son mas o menos puntuales, se les llama «revoluciones». El cambia a! que me estoy refiriendo po­dria ser llamado «revoluci6n». Mas concretamente, en las ultimas decadas del siglo xx, se ha hablado de revoluci6n ci­bernetica, de revoluci6n informatica, de revoluci6n digital, y de Ia sociedad de Ia telematica o los «multimedia» (red matricial que incluiria las telecomunicaciones, Ia informati­ca y el mundo audiovisual). Aunque tam bien se ha adverti­do acerca de Ia banalidad de hablar de revoluci6n, de nueva era, etcetera,' lo cierto es que se han dado y se estan dando suficientes hechos y hay buenos argumentos para afirmar que, especialmente con Ia confluencia de las tecnologias de Ia informacion y Ia informatica y Ia biotecnologia, se esta ante un cambia social, politico, econ6mico y cultural de enorme relevancia. Hablar o no de «revoluci6n», utilizar o no el calificativo de «nueva era», no es lo mas importante, ya que, en este caso, el nombre no hace a Ia cosa.

Si reparamos en el poder tecnico del que los hombres han dispuesto a lo largo de Ia historia, del poder tecnico

8. Winner, L., La ballena y el reactor, Barcelona: Gedisa, 1987, p. 121.

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que unos pueblos han utilizado para luchar contra otros, o que han empleado para la defensa frente a las dificultades y las inclemencias de la naturaleza, o para la transforma­ci6n de la misma, constatamos, en efecto, que el cambia contemporaneo est:i siendo de proporciones ingentes. El punto clave se podria sintetizar recurriendo a una frase de Esquilo -el conocido au tor de numerosas tragedias en Ia Grecia cl:isica- y a otra de uno de los fil6sofos actuales mas atentos a la transformaci6n tecnica del mundo, Gilbert Hottois. La de Esquilo ref!eja Ia forma de concebir Ia rela­ci6n entre Ia tecnica y la naturaleza en su tiempo, Ia de Hottois, Ia manera como esta relaci6n aparece hoy en dia. Esta es Ia de Esquilo: «La tecnica es mucho mas debil que la necesidad».9 Y esta Ia de Hottois: «La tecnociencia tras­torna, hace esta!lar, fisica y conceptualmente, el mundo y el arden llamado naturab. 10 Parece como silas dos expre­siones indicasen e1 inicio y el final de un trayecto.

Aunque ya Ia mitologia griega se haec portavoz de Ia gran potencia de Ia tecnica (hasta concebirla, segun e1 mito de Prometeo, como algo que precede de los dioses), lana­ruraleza era para los antiguos griegos el referente mas im­portante para Ia vida. La palabra «necesidad» (ananke) que aparece en la frase de Esquilo se refiere obviamente a Ia na­turaleza. Es Ia necesidad que regula Ia naturaleza Ia que nin­gun proyecto humano puede transgredir y la que fija los li­mites de todo proyecto tecnico. La naruraleza es Ia norma (nomos) y sobre esta norma los hombres edifican sus !eyes (no­moi) y sus morales. La naturaleza es, pues, la orientacion de Ia vida humana y 6U limite. Las certezas y las creencias, los habitos y las costumb;es, tenian en la naturaleza su para-

9. Esquilo, Prometco encadenado, en Tragedias, Madrid: Gredos, 2002.

10. Hottois, G., El paradigma biotftico. Una t!tica para Ia teen aden­cia, Barcelona: Anthropos, 1991, p. 54.

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digma. Hoy esto ya no es asi. La naturaleza ha sido susti­tuida por Ia tecnica, por e1 universo tecnico, siendo sobre todo en el donde, desdc e1 nacimiento hasta la muerte, las personas y los colectivos recibimos protecci6n y pautas de comportamiento. La naturaleza ha cedido ante e1 poder de la tecnica, que ya se ha mostrado mucho mas fuerte que «lane­cesidad». He aqui el poder inedito.

y con el, 0 debido a el, estas otras experiencias decisivas: la de la fragilidad, la del peligro y la de la responsabilidad. Es este poder inedito el que provoca fascinaci6n por una parte y por otra miedo. Algunos mundos posibles, creados por nosotros mismos, se descubren en el horizonte, y si­tuaciones bastante preocupantes, incluso desastrosas, se dibujan como abismos bajo nuestros pies. De ahf las ape­laciones ala responsabilidad; las llamadas a asumir una res­ponsabilidad proporcional al poder. ,se estara a Ia altura?; csabremos emplear bien Ia potencia transformadora que tenemos ?; ~ vamos a convertirnos, como parece, en nues­tros propios artifices?; y, entonces, (que vamos a hacer de nosotros mismos?; ,hasta que punto explotaremos este pe­queiio planeta llamado Tierra?; <al servicio de que modelo de persona estamos dirigiendo el progreso ciemffico y tec­nol6gico ?; i que tipo de sociedad y de mundo queremos construir ?; i estamos siendo ya ahora mismo suficien­temente responsables? ... Estos son algunos de los interro­gantes que expresan nuestra inquietud y nuestra preocu­paci6n.

Probablemente uno de los campos en los que mas se re­fleja la novedad del poder tecnico sea e1 de la ingenieria ge­netica, y la posibilidad de modificarnos nosotros mismos que con ella se empieza a abrir. Es evidente que, desde sus origenes, el hombre ha modificado su entorno con los ins­trumentos de los que ha dispuesto; desde los silex que le servfan como punta de Ianza y como uti! para cortar, has­ta las naves espaciales al servicio de nuestra avidez para ver

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mundos que todavfa no conocemos, o nucstros multifun­cionales y polifaceticos ordenadores personales, la tecnica ha ido modificando el medio. Hemos transformado nues­tras viviendas, y nuestras ciudades, y las man eras de via jar y de comunicarnos, y Ia produccion de alimentos ... He­mos ido controlando los «elementos» del mundo o, por lo menos, con las paredes y los tejados, los Lirmacos y la uti­lizacion de energfas ... hemos aprendido a resistir, incluso con comodidad, las inclemencias de algunos de estos elementos. Sf, ciertamente, en todo este camino, tambien nosotros mismos nos hemos ido cambiando. Pero normal­mente estas modificaciones eran lentas, a veces indirectas, y tambien, la mayorfa de las veces, modestas. Ahora, en cambio, es otra cosa la que ya empezamos a tener entre manos. No es exactamente un presente, pero sf un futuro que empieza a vislumbrarse en el horizonte. Parece que podremos modificarnos nosotros mismos, convertirnos en artifices del futuro humano o de lo que haya de suce­dernos en el camino de la «evolucion». La biotecnologfa es la expresion maxima de este nuevo panorama; palabra llena de posibilidades y de riesgos, de esperanzas y de an­gustias ... que nos convicrte en autocreadores, es decir, en una especie de dioses. Despues de haber obtenido consi­derables victorias -aunque nunca absolutas ni definitivas­en la lucha contra el medio, el hombre se dispone ahora a dominar su pro pia constitucion. Y del mismo modo que el dominio sobre el medio ha ido acompafiado de una cierta desacralizacion de la naturaleza, tambien el incipiente do­minio sobre la vida va a comportar el progresivo abando­no de su misterio. ·f

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2. Un sistema

La TCcnica no tiene bastante con ser y, en nuestro mundo, aun siendo yael factor princi­pal o determinante, incluso se ha convertido en Sistema. 11

(Como debemos concebir la tecnica hoy en dia? y ( cual es Ia relacion entre ciencia y tecnica? Creo que para res­ponder a ambos interrogantes es muy util-y necesario- re­currir a la nocion de sistema.

Una breve rcferencia ala labor de los enciclopedistas del siglo XVIII nos puede servir de contraste y de ayuda. Propongo una ojeada a algunas de las mas de trescientas planchas de Ia Encyclopedie ou dictionaire raisone des scien­ces, des arts et des metiers, dirigida por Diderot y D' Alem­bert; se trata de grabados que representan de forma meticu­losa las diversas actividades humanas: desde los trabajos agricolas a la actividad del carnicero o la del fabricante de baules y maletas; desde las artes militares a los molinos de viento y a las fabricas de tabaco ... La calidad de estas repre­sentaciones es extraordinaria, cada una es una pequcfia obra de arte. Con elias no se pretendfa un simple complemento a las explicaciones escritas, sino una parte perfectamente consistente, que procedfa de la conviccion de sentido co­mun, compartida por Diderot, de que «Una mirada sobre la representacion de la cosa dice mucho mas que una pagina de discurso». Diderot y D' Alembert se propusieron elabo­rar un repertorio completo y «razonado», es decir, en el que se pusiera de manifiesto para. cad a dedicacion, cad a oficio y cada arte Ia relacion entre saber y actividad. El trabajo que llevaron a cabo se hizo acercandose lo mas que pudieron a

11. Ellul,J., Le Systerne technicien, Paris: Calmann-Levy, 1977, p. 7.

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cada una de esas realidades («a las cosas mismas», que se di­ria en fenomenologia); de ahi que no escatimaran tiempo para visitar los distintos ta!leres, ni para los encuentros y conversaciones con los protagonistas de aquellas activida­des, verdaderos dcpositarios de los distintos sabcres y artes. «Hay cosas que solo pueden aprenderse en los tallercs», es­cribia D' Alembert. Estos saberes, no necesariamente eso­tericos, estaban vinculados a !a tradicion familiar, a los gremios y a !a pnictica misma, por lo que su riqueza y di­versidad estaban aseguradas.

A partir de esta referencia, hagamos dos observaciones, y Ia primera sobre Ia idea del conjunto. La finalidad de los enciclopedistas era ordenar los materiales, clasificarlos y ofrecer una vision global; pero el resultado por ellos obteni­do no da Ia imagen de sistema tecnico, lo cual, evidentemen­te, no supone ningun defecto de su labor. Aunque no falta en su trabajo algun tipo de unidad, es obvio que no presen­ta Ia fuerte unidad y el dinamismo propios de Ia tecnica con­temporanea, respecto a Ia cual si que es adecuada Ia nocion de sistema tecnico. (Entiendo por «sistema» el con junto de interrelaciones entre las distintas tecnicas y elementos pro­ximos a las mismas que configura una especie de entrama­do dinamico con cierta tendencia a Ia autonomia, es decir, a moverse y desplegarse por si mismo.)

Y segunda observacion: en el paisaje tecnico y artistico descrito por los enciclopedistas, (donde estan los interro­gantes eticos?, (donde los conflictos? A diferencia de· nuestra actual situacion, en Ia que los problemas son ex­plicitos y de gran relieve, alii no se ve, si es que !a hay, problematica algU:ba: ( Cual es Ia diferencia entre un die­ciochesco taller de curtido de pieles y cualquiera de nues­tros actuales laboratorios de ingenieria genetica? (Puc­de esa diferencia proporcionarnos alguna pista sobre por que surge tan persistente en nuestros dias !a problemati­ca ftica?

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La nocion de sistema es, sin duda, bastante amplia como para que se Ia pueda utilizar de multiples formas y sirva para calificar realidades muy distintas. Asi, historiadores de Ia tecnica de Ia talla de Mumford y Gille" han hablado de los sistemas tecnicos de las diversas epocas. Tornado esto al pie de Ia letra y sin ninguna aclaracion mas, habria que rectifi­car lo que pocas lineas arriba hemos dicho a proposito de Ia Encyclopedie, lo de que no se observa alii ningun sistema, como si Ia realidad de Ia que hablaban no diese para ello. Sin embargo, sf ocurre a veces que un cambia cuantitativo de­termina otro cualitativo, y, a mi entender, !a realidad siste­mica actual, precisamente por su intensidad, poco o nada tiene ya que ver con las realidades sistemicas de otro tipo, como sin duda eran aquellas a las que se referfan Mumford y Gille. A Ia pregunta: (que es hoy Ia tecnica?, nadie que este emerado dejara de responder que es un complejo y po­tente sistema. Y un sistema noes un simple con junto de dis­tintos escenarios y elementos.

Si hoy quisieramos hacer una labor equivalente a Ia de Diderot, (COmo procederfamos?; (COmo podria elaborarse hoy una enciclopedia de las tecnicas?; (tendria Ia apariencia de un repertorio? Si se nos encargara un proyecto asi, en se­guida advertiriamos que, para comprerider nuestra realidad, Ia parcelacion y !a descripcion aislada de cada una de las tec­nicas no tienen demasiado sentido. Hoy, no solo es necesa­ria una vision sinoptica, sino que asistimos, por ejemplo, a una interesantisima confluencia de las tecnicas informaticas con las de las telecomunicaciones y con las de Ia ingenieria genetica, lo cual supone, por una parte, homogeneizacion y,

12. Cfr.lvlumford, L., Ttfcnica y civilizaci6n, Madrid: Alianza, 1997. Gille, B., Histoire des Teclmiques, Pads: Gallimard, 1978. De esta Ulti­ma hay una traducci6n parcial en espaii.ol: Gille, B., lntroducci6n a Ia historia de las tt!rnicas, Barcelona: Critica, 1999.

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por otra, una progrcsiva extension de las distintas partes de este entramado.

Y, (que laminas dibujariamos? La realidad sistemica, pese a su enorme potencia y efectividad, es algo un tanto abstrac­to e intangible. Piensese, si no, en lo que llamamos «sistema economico»: sus efectos son evidentes, pero, de hecho, el sis­tema no se deja ver. (Como, pues, dibujar a! go que adquic­re consistencia sistemica y que se interrelaciona con orros sistemas, igualmente complejos y abstractos? Pues tam bien esta dificultad de dibujarlo nos dice a! go sobre !a entidad sis­temica, y sobre el caracter necesariamente mas abstracto de una hipotetica actualizacion de !a Encyclopedie. El sistema tecnico actual tiene a! go de «invisible», y, sin embargo, esta ahi, con toda su fuerza, con tada su enorme potencia; su pre­sencia se hace natar par todas partes.

Esta canstitucion sistemica explica tambien el que !a tec­nica contemporanea sea un universum, un englobante. Esta por todas partes, y alii impone sus condiciones; em papa las relaciones sociales y determina formas de pensar y de imagi­nar. Es el universo del hombre, lo que lees inmediato y lo que mediatiza todo lo demas. Su inmediatez se nos pasa desaper­cibida: cuanda alargamos !a mano es para agarrarnos a !a tec­nica: en casa, en !a calle, en el trabajo, en los lugares publi­cos ... Es una inmediatez tan natural que resulta irreflexiva, sin distancia. Es un medio tan inmediato y evidente como lose­rian el bosque y las montaiias para el hombre del Paleo!itico.

Ahora bien, si admitimos !a pertinencia de !a nocion de sistema para hablar de Ia tecnica y de !a ciencia actualcs, hc­mos de preguntarnos ante todo en que relacion emin hoy !a ciencia y !a tecnica: l\fo por nada hable antes como si se tra­tara de un solo sistema (el sistema de !a tecnociencia). Pero csto, de ser asi, merece una explicacion.

Tradicionalmente se ha venido distinguiendo entre ciencia y tecnica y estableciendo una relacion de dependencia de Ia segunda con respecto a Ia primera: los descubrimientos cien-

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tificos se consideraban el punto de partida posible para apli­caciones y desarrollos tecnicas; entendida asi, !a tecnica sig­nificaba aplicacion de Ia ciencia o ciencia aplicada." Pero du­rante el siglo XX y muy especialmente en su segunda mitad se fue praduciendo una progresiva anulacion de Ia frontera y de Ia jerarquizacion entre ciencia y tecnica. De ahi que haya hecho fortuna Ia expresion <<tecnociencia», puesta en circula­cion sobre todo a partir de las obras de Gilbert Hottois. 14

Que exista una ciencia desinteresada (heredera de Ia thea­ria griega) y que el campo de Ia tecnica venga definido por !a aplicabilidad de dicho saber teo rico, no es efecto de nin­guna alucinacion pasajera; responde a una clasificacion se­cular (perfectamente sistematizada ya en Aristoteles cuan­do distinguia tres tipos de actividad: theoria, poiesis y praxis, y sus correspondientes saberes: sophia, techne y phr6nesis), y responde tambien a una realidad historica y a unas actitu­des personales siempre posibles. Tambien es cierto que pro­blematizaciones de esta linea o propuestas distintas no cia­tan solo de los ultimos aiios. En este sentido, se dieron, por ejemplo, ciertos planteamientos de caracter marxista, y hay que reconocer algo tan elemental como que !a genealogia de mucbas teorias nos retrotrac a! mundo de los prcigmata y de !a experiencia. Pero una discusion sobre este pun to nos llevaria demasiado lejos de lo que ahara nos ocupa. Limite-

13. Como puede verse, he optado en general par utilizar Ia palabra ••tCcnica», a pesar de que, Ultimamente, se ha extend ida mucho cl usa de «tecnologfa)>, De hccho, se utilizan a menudo con cl mismo signifi­cado. Evidentemente, son muchas mis las matizaciones que podriamos hacer. Rcmito a! lector a la imroducci6n dellibro de Jean-Pierre SCris (La technique, Paris: PUF, 1994) y tam bien al apartado sobre este pun­to que Agazzi dedica en su libro (£/bien, el mal y Ia ciencia, Madrid: Tecnos, 1996).

14. Cfr., e.ntre otras, Hottois, G., Le signe et Ia technique, Paris: Au­bier, 1984; El paradigma bioitico. Una etica para Ia tecnociencia, op. cit.; Essais de philosophic bioCthique et biopolitique, Paris: Vrin, 1999.

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monos, pues, a lo que ocurre con Ia ciencia rnoderna, y deje­mos tarnbien aqui de lado retlexiones, por lo dernas tan inte­resantes como Ia que versa sobre el hecho de que no lees ex­trafia a Ia ciencia Ia intenci6n de dorninar el mundo, Ia aspiracion a que su conocer sea tam bien poder,t 5 u otras rela­tivas a lo que Husser! ha llarnado «proceso de tecnificacion de Ia ciencia rnoderna». 16 Limiternonos aqui a considerar algo mas cercano y de otro nivel de abstraccion. Hoy los intentos de trazar una estricta linea de demarcation entre ciencia y tec­nica resultan un tanto forzados pues lo que en Ia inmensa rna­yoria de los casos se nos rnuestra es siernpre una misma cosa. La ciencia ha sufrido una transforrnacion muy profunda: en Ia organizacion de Ia investigacion, en Ia politica cientifica, en Ia dependencia de Ia inversion econornica, etcetera, y toda esta transforrnacion tiene rnucho que ver con su intcrrelacion con Ia tecnica. Por ejernplo, respecto a Ia politica cientifica, el orn­nipresente I+D noes una simple etiqueta, y que los pararne­tros de l+D se irnpongan en todas las universidades y centros de investigacion (jcientifica!) tampoco es ninguna broma.

La relacion entre ciencia y tecnica nose establece ya solo en un sentido. Cierto es que aun puede afirmarse que Ia investigacion cientifica es el motor del desarrollo tecnol6-gico, pero es obligado afiadir que el propio desarrollo tec­nologico es Ia condicion sine qua non del progreso de Ia investigacion cientifica. U n caso emblematico de tal con­dicionamiento lo tenemos en Ia investigacion sobre el ge­noma: solo mediante las modernas tecnicas de Ia informati-. ca fuc posible lograr Ia primera seriacion. En general, Ia

i 15. Entre Ia numerosa\ibliografia que aquf puede citarse, destaco

las conocidas obras de J. Habcrmas: Cr!encia y ticnica como ideologi'a y Teoria y praxis, dondc ex pone su tcsis del predominio de la racionali­dad instrumental.

16. Cfr. Husser!, E., La crisis de las cienci,:zs europects y Ia fenomeno­logia trascendental, Barcelona: Cdtica, 1991.

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investigacion cientifica actual requiere importantes plata­formas e innovaciones tecnicas junto con las gigantescas in­versiones economicas que estas necesitan.

De modo que investigaci6n es una palabra que ya no casa unicamente con Ia de ciencia, sino tam bien con Ia de tecni­ca. La informatica y Ia biotecnologia son campos de desa­rrollo tipicamente tecnocientificos, en los que confluyen di­versas ciencias (fisica, matematicas, biologia) e ingenierias. Lo cual no quiere decir que no existan ambitos y personas que ejemplifiquen lo de Ia investigacion fundamental y el saber desinteresado, aunque, incluso en estos casos Ia in­vestigacion cientifica est:i tam bien muy condicionada por los desarrollos tecnicos. Hasta el punto de que el autentico motor del progreso cientifico mas que los descubrimientos aislados es el trabajo tecnico en equipo y disefiado como tal. En este sentido, el premia Nobel de fisica Jack Steinberger comentaba en una entrevista: «La investigacion ya no es asunto de pioneros como mi gran maestro, Enrico Fermi. Hoy en mi campo solo se hacen grandes descubrimientos con grandes equipos humanos de cientos de investigadores y con aparatos increiblemente costosos».

Asi pucs, Ia estrecha relacion entre ciencia y tecnica, tecnificacion de Ia ciencia y cientifiiacion de las tecnicas, justifica sobradamente el uso de los conceptos y corres­pondientes neologismos de «tecnociencia» y de «sistema tecnocientifico» (pese a las tampoco menospreciables argu­mentaciones que puedan hacerse en contra, como las que expone Jean-Pierre Seris)Y La tecnociencia !leva ya en su intencionalidad Ia modificacion del mundo; es operatividad y productividad. Por ello, las cuestiones eticas no solo tie­nen que ver con aplicaciones, sino con Ia misma base de Ia investigacion tecnocientifica.

17. SCris,]-P., La technique, op. cit.

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Pero, asi como las tecnicas no deben concebirse aisla­damente, tam poco los sistemas. Se dan, en efecto, interac­ciones intersistemicas y posiblemente Ia mas decisiva de todas sea, hoy en dia, Ia interrelaci6n entre sistema tecno­cientifico y sistema econ6mico. Ambos sistemas estan siendo los protagonistas principales de nuestra sociedad. Incluso hay quienes quieren ver en Ia relaci6n entre gene­tica y economia Ia clave del futuro: los genes seran -segun dicen- el oro del futuro. Son numerosos los bi6logos mo­leculares -contratados muchos de ellos por empresas mul­tinacionales- que se dedi can a investigar con finalidades comerciales los mapas geneticos de plantas, microorganis­mos, animales y tambien el del ser humano. Es algo sor­prendente como, en este nuevo campo, se patenta todo lo que se puede. Se empez6 patentando organismos geneti­camente modificados y ahora Ia practica habitual es ya que, cuando se marca un gen, su descubridor solicite de in­mediate una patente, incluso antes de conocerse Ia funci6n que ese gen desarrolla. De esta manera podria acabar su­cediendo que gran parte de los cien mil genes de Ia cspecie humana fuesen patentados y pasasen asi a ser exclusiva propiedad intelectual de empresas farmaceuticas, quimicas o biotecnol6gicas. Y lo mismo podria ocurrir con los ge­nes de otras especies. 18

El caso es que no podemos dejar de tener muy en cucnta cl intima ncxo que se da entre biotecnologia y sistema eco­n6mico. Todos sabemos que son cada vez mas los rccursos

18. Me parccc que a4.uf~hay una grave cuesti6n, yes la siguiente: los genes, las cClulas, los tejidos, los 6rganos ... sometidos a ingenierfa gc­nCtica, cpueden scr considerados realmente como invenciones o, mils bien, son dcscubrimientos del patrimonio natural sabre cl que cvcn­tualmentc los hombres hemos conseguido imervenir? Si el genoma hu­mane es Ia herencia comUn de Ia aventura humana sabre Ia Tierra, (C6mo cs que a un particular se le permite patcntar un trozo?

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nccesarios para Ia investigaci6n puntera y, naturalmente, na­die puede suponer que Ia financiaci6n privada -e incluso Ia publica- sea desintercsada. i Que areas de investigaci6n son las prioritarias, y por que estas y no otras? Las gran des empresas del sector contratan a los mejores cientificos, y muchos grupos de investigaci6n de organismos publicos de­penden de proyectos de investigaci6n costeados por cmpre­sas privadas. La financiaci6n de Ia investigaci6n, las estrate­gias comerciales de las grandes companias, el mercado y las necesidades de los consumidores ... todos estos factores ha­cen que nose pueda creer ingenuamente que Ia investigaci6n biotecnol6gica y sus aplicaciones form en parte de una hipo­tetica neutralidad de Ia ciencia y Ia tecnologia.

Resumire en tres afirmaciones lo dicho hasta aqui:

- Es oportuno hablar hoy de sistema tecnocientifi­co para referirse al potente entramado entre ciencia y tec­nologia.

- Se da, a su vez, una muy estrecha relaci6n entre siste­ma tecnocientifico y sistema econ6mico.

- Si asumimos Ia noci6n de sistema tecnocientifico, hay que revisar a fondo Ia tesis de Ia neutralidad ( ctica) de Ia tecnica.

Tradicionalmente se ha venido considerando que Ia tec­nica es un mero instrumento en manos del hombre: este esta en el centro, es el protagonista, yen funci6n de sus objeti­vos encamina Ia utilizaci6n de Ia tecnica en una direcci6n o en otra. Asi, el «sentido comun» mantiene Ia idea de que Ia tecnica no es sino un conjunto de instrumentos (y, co­mo tales, eticamente neutros) y de que el desarrollo tecno­cientifico esta guiado y dirigido por proyectos humanos (eticamente significativos). Pero si hoy admitimos esta con­sistencia sistemica de Ia ciencia y Ia tecnica, no cabe ya ver tal sistema como un mero instrumento.

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3. Una revelacion

Hablar aqui de «revelacion» quizas parezca al principia algo extraiio, pero no tardara en comprenderse que puede ayudar mucho, porque prepara el terreno para plantear el contraste entre Ia «revelacion tecnocientifica» y Ia «rcvela­cion del respeto».

Hoy, Ia ciencia y Ia tecnica son una revelacion; una reve­lacion en senti do literal, es decir, una forma de mostrar, de manifestar, de hacer presente.

U n simple instrumento contribuye aver las cos as de ma­nera distinta de como se las veia cuando aun no se contaba con el. El telescopio o el microscopio son ejemplos privile­giados y evidentes: inventado el microscopio se empezaron aver con el estructuras de Ia realidad cuya existencia nisi­quiera se sospechaba antes. Pero lo mismo acontece con otras casas no tan evidentes a primera vista: cualquier tec­nica trae consigo una mirada diferente sabre el mundo. Los instrumentos agricolas fueron mostrando Ia tierra como alga cultivable; las barcas y los bates -las tecnicas de Ia na­vegacion- revelaron el mar como navegablc. Es muy posi­ble que el mar fuera antes visto como lo inmenso y espe­cialmente poderoso, como el infranqueable limite del mundo conocido, pero con Ia construccion de barcos Ia vi­sion cambio; perduraria sin duda alga de Ia antigua manera de verlo -y quizas se mantiene todavia- pero, con los bar­cos que lo navegan, y cada vez a mas velocidad y casi sin · ningun peligro de naufragio, nuestra vision del mar, es de­cir, Ia revelacion .del mar, lo que del mar se nos muestra, es

·i ya otra cosa. Que Ia tecnica es una manera de mostrar, de revelar, com­

prendese tam bien en seguida si reparamos en las tecnicas ar­tisticas. La escultura, Ia pintura, Ia musica ... son formas de revelar, de sacar a Ia luz: Ia figura humana que aparece es­culpida en Ia piedra, el paisaje que aparece sobre Ia tela, Ia

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melodia que llega a nuestros oidos. Pero no solo eso: un tipo de cscultura, un tipo de pintura, un tipo de musica ... in­ciden, luego, en nuestra manera de vcr y apreciar otras rea­lidades, otras parcelas del mundo. Todas las tecnicas com­parten con el arte el ser vehiculos de revelacion.

Asf mismo, el sistema de Ia tecnociencia nos revela el mundo de un determinado modo, nos proporciona Ia cos­movision que hoy en dia es hegemonica. Lo cual explica que una opinion de Ia que se diga con razon que «no es cienti­fica» pierda toda credibilidad.

Ahara bien, (de que man era Ia tecnociencia revela el mundo?, i cuales son las especificidades de Ia vision tecno­cientffica del mundo? Para responder a estas preguntas hay que hacer por lo menos una breve referencia al origen de Ia ciencia moderna y al cambio que supuso en Ia revelacion del mundo, de las cosas, de la naturaleza. La ciencia moderna, que se va iniciando entre los siglos xv y XVII, se basa en el presupuesto de que todo es determinable. Un sujcto cog­noscente, ante un mundo objetivo, puede ir descubrien­do -determinando- lo verdadero de ese mundo. Tal tarea se vera como inacabable, debido precisamente a nuestros limites, pero es una tarea con un sentido perfectamente de­finido. Asi, por ejemplo, Laplace opinaba que una inte­ligencia divina -sin limitaciones- pod ria deducir, a partir del conocimiento completo de una determinada situacion del mundo, situaciones pasadas o futuras.

En este presupuesto filos6fico, Ia matematica jugo un papel decisivo. Asf, por ejemplo, Galileo entiendc que la matematica y, en especial, la geometria pura, constituye el metodo de conocimiento. del ser del mundo, que es de naturaleza matematica. En principia, Ia aplicacion de lama­tematica se haec sobre el campo de las estructuras espacio­temporales, pero luego se proyecta inclusive a las llamadas «cualidades sensibles», que a primera vista no parecen cal­culables con exactitud (el color, el olor, la dureza ... ). De he-

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cho, una de las consecuencias importantes de Ia matemati­zacion de Ia naturaleza cs Ia supresion de las cualidades sen­sibles, consideradas meras derivaciones del mundo en sf matematico. La segunda consecuencia importante es Ia su­presion, o por lo menos Ia abstraccion, del sujeto en su vi­da personal y espiritual (pues esta no ataiie a Ia determi­nacion cientifica del mundo). La tercera consecuencia es el creciente poder que empieza a desplegarse. El hombre del «conocer es poder» es a Ia vez el hombre del poder tecnico. Como vieron y celebraron autores tan diversos como Ba­con y Descartes, el nuevo conocimiento del mundo es tam­bien dominio del mundo. La operatividad forma parte esen­cial de Ia ciencia moderna y nos pone en el camino de convertirnos en maestros y poseedores de Ia naturaleza: «[ ... ]En Iugar de Ia filosofia especulativa, enseiiada en lases­cuelas, es posible encontrar una pnictica, por medio de Ia cual, conociendo Ia fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los demas cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conoce­mos los oficios varios de nuestros artesanos, podriamos aprovecharlas del mismo modo, en todos los usos para los que sean propias, y de esta suertc hacernos como duciios y poseedores de Ia naturaleza». 19 Esta idea de Ia posesion se podr:i plantear con m:is o menos fuerza, pero, en cualquier caso, ya no se separara nunca del progreso cientifico; dicho de otro modo: Ia dimension operativa forma parte indiso­luble de Ia ciencia moderna. Por eso, en el apartado anterior argiiimos sobre Ia conveniencia de ver Ia estrecha relacion que se da hoy en >lia entre Ia ciencia y Ia tecnica y sobre Ia oportunidad de habl'ar de tecnociencia. Ya sea que Ia tecni­ca haya fagocitado a Ia ciencia y esta haya pasado a ser un

19. Descartes, R., Discurso del mhodo, Madrid: Espasa-Calpe, 1981, p. 85.

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simple medio de aquella, o que Ia ciencia se desarrolla ya siempre con miras a dominar y manipular el mundo.

Pero volvamos a Ia pregunta inicial: (que tipo de mundo noses revelado porIa tecnociencia? Por de pronto diriamos que un mundo desencantado y manipulable, que vienen a ser dos caras de lo mismo.

El primero de estos aspectos es lo que Max Weber comentaba asi: «La intelectualizacion y racionalizacion crecientes no significan, pues, un creciente conocimiento ge­neral de las condiciones generales de nuestra vida. Su signi­ficado es muy distinto; significan que se sabe, o se cree que en cualquier momento en que se quiera se puede llegar a sa­ber, que, poi tanto, no existen en torno a nucstra vida pode­res ocultos e imprevisibles, sino que, por el contrario, todo puede ser dominado mediante el calculo y la prevision. Esto quiere decir simplemente que se ha excluido lo m:igico del mundo».20 Aunque desde luego e1 desencantamiento del mundo es un proceso nunca del todo acabado y siempre minado por nuevas reencantaciones, ha sido y est:i siendo un proceso muy eficiente y, por lo menos en parte, irreversible, ligado al desarrollo de Ia ciencia y Ia recnica, que lleva a una progresiva desaparicion de las fuerzas ocultas, de los pode­res magicos y de lo divino (asi como tambien ha supuesto una disolucion de lo simbolico). El mundo desencantado es un mundo menos enigmatico, menos temible, menos miste­rioso, menos propenso a Ia imaginacion y a las fabulas y mas de raciocinio y de exploracion cientifica. Adem:is, el con­junto de Ia realidad se ha unificado, se ha homogeneizado; Ia realidad es una y Ia misma, pero con menos misterios.

Ademas de desencantado, el mundo revelado por Ia ciencia moderna es un mundo manipulable. Heidegger ha

20. Weber, M., El politico y el cientifico, Madrid: Alianza, 1991, pp. 199-200.

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usado muy acertadamente Ia palabra «existencias» para re­ferirse a este aspecto.21 Como cuando va uno a comprarse unos zapatos y a! pedir el modelo preferido y decir el nu­mero que calza, Ia persona que le atiende le dice que va aver si todavia quedan existencias. Estas esran almacenadas y disponibles en Ia trastienda, esperando su venta y su uso posterior. En efecto, las existencias no estan alii para ser contempladas, o para conservarlas y preservarla~ durante mucho tiempo; estan para ser vendidas y usadas. Esta es su unica razon de ser. Tienen «poca» consistencia y una vida efimera. No estan concebidas, ni son vistas, como algo que tenga que durar. Precisamente por eso, cuando se acumulan (y nose gastan), hay que hacer a! go como, por cjemplo, re­bajar su precio, devaluarlas, para favorecer asi su paso a Ia fase del uso y consumo.

La conversion en recurso de casi todo lo que nos ro­dea es obra del sistema moderno de Ia tecnociencia, en com­plicidad con un sistema economico basado muy especial­mente en el consumo. De modo que hoy el mundo tiende a aparecersenos (a revelarse) como un cnorme almacen de existencias.

Para poner esto de rcalcc y no hacer un planteamiento simplista ni maniqueo en el que se hable de la tecnica en ge­neral sin ninguna precision, aducire algunos ejemplos que nos muestren entreveradas distintas situaciones tecnicas y distintas formas de Yer.

Junto con el viejo arado tirado porIa mula, se daba una experiencia de la tierra: dureza y grandeza en comparacion con Ia pequei\ez de lo humano. El campesino muy a duras penas, con mucho e~fuerzo, lograba sacar provecho de Ia tie­rra, Ia cual ai\o tras ai\o seguia mostrandosele con Ia misma

21. Heidegger, M., «La pregunta porIa tCcnica», en Conferencias y articulos, Barcelona: Serbal, 1994, pp. 18-19.

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faz exigente de arduos trabajos. Gracias a! arado y a Ia ayu­da de sufridos animales domesticados, se iba entonces so­breviviendo. La tierra, tan inmensa y tan fuerte, soportaba a los hombres sin ni siquiera notar su presencia. Y los hom­bres vivian sobre Ia tierra y de Ia tierra a Ia que, a pesar de su dureza, recababan el sustento. La tierra les permitia vivir, y les acogia a! morir. El arado es un instrumento de modifica­cion superficial de Ia que Ia tierra apenas se resiente. Y el hombre es consciente de que solo interviene ligeramente en Ia epidermis temiquea y de que, aun asi, el esfuerzo reque­rido para ello gasta todas sus energfas cotidianas. A traves del arado tradicional de Ia tierra el hombre veia el mundo y a sf mismo de una determinada manera. El arado no era un mero instrumento, sino, tambien, algo que conrribuia, con los demas instrumentos agricolas, a una forma de ver las co­sas, de revelarse el mundo. (Que pasa, en cambio, hoy con los modernos instrumentos agricolas? Con las potenres es­cavadoras, se allanan los campos o incluso se crean otros nuevos alii donde antes habfa pequefios, o no tan pequei\os relieves; con los abonos artificiales se da a la tierra Ia com­posicion que se cree adecuada para el tipo de cu!tivo previs­to; con los potentes tractores hodiernos se labra en pocas ho­ras lo que antes era tarea de semanas enteras. y otro tanto digamos de Ia siembra y de la cosecha. Pero no se trata solo de si hoy es mas o menos ficil el trabajo agricola. Lo impor­tante es fijarse en como seven actualmente las cosas a traves de estos nuevos instrumentos. En los paises industrializados, Ia tierra, lo que se labra y sc cultiva, ha perdido parte de su dureza y su inmensidad, para convertirse en lo disponible, un recurso a nuestro alcance, una existencia. Obviamente, no es que solo podamos ver la tierra de esta manera. Toda­vfa cabe aproximarnos a ella con los ojos del poeta, o del ca­minante, o del pinror ...

Otro ejemplo lo podemos obtener de lo que esta ocu­rriendo con las energias fosiles. Resu!ta especialmente ex-

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trafio que cuando se habla de esta energfa se utilice a menu­do Ia expresion evidentemente de lo mas inadecuada «pro­duccion de energfa». El petrol eo no se produce, esta ahf, y, simplemente, lo hemos convertido en -lo vemos como­existencia de almacen. Y lo extraemos de donde esta alma­cenado. Y casi sarcasticamente hablamos de «reservas ener­geticas» que, eso sf, jDO tendrfamos que agotar!

Pero esta forma de revelacion alcanza al hombre mismo y hay expresiones que reflejan ya este dominic: «capital hu­IT!ano», «recursos humanos» ... Parece que tam bien nosotros mismos nos vemos como existencias, lo que se pone perfec­tamente de manifiesto en las guerras: los hombres son sim­ples elementos del «contingente» armada ... (que se «desapa­rccen», y hay que «reemplazar» ... ). Pero, mas sutil todavfa, en Ia normalidad democratica de los pafses occidentales, los votantes tambien son concebidos como recursos (en parte como recursos, en parte como consumidores). El predomi­nio de las estadfsticas es una muestra de esta mentalidad. Las estadfsticas son como los recuentos y los inventarios de las existencias del almacen; responden a Ia pregunta de cuanto queda disponible.

Sobre todo en estos dos ultimos ejemplos, es practica­mente imposible evitar un tono de queja y desagrado ante las situaciones que reflejan. Pero no pasa lo mismo con el ejemplo de las tecnicas agrfcolas, en el que Ia situacion es mas ambivalente. Y.para dejar clara que lo que interesa aquf es describir una forma de revelarse de las cosas y no ya emi­tir en este mom en to una valoracion moral, acaban! ponien­do un ultimo y tambien significative ejemplo de esta reve­lacion tecnocientffib. <Acaso no es otra consecuencia de esta revelacion que en el ambito medico, y desde haec ya bastante tiempo, se proceda a Ia acumulacion de reservas de sangre y de otros elementos del cuerpo humano? Y <no su­pone esto que Ia sangre se haya mostrado como un recurso, como una existencia? En tales casos, y afortunadamente, va-

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loramos mucho el que Ia genre sea donante y que haya tcc­nicas para Ia correcta acumulacion de Ia sangre y su trans­fusion o implante en todas aquellas situaciones en las que se requiera eso para curar o para salvar a alguien.

4. Un lenguaje

Ya algunas de las consideraciones del apartado anterior nos situaban de lleno en el terrene dellenguaje. A un tipo de revelacion de las cosas corresponde un tipo de lenguaje. De hecho, para poder explicar que se da un determinado tipo de manifestacion de las cosas, hemos recurrido a ex­prcsiones como: existencias, recursos, reservas, acumulaci6n, disponibilidad, deposito, almacen, consumo ... con las que se nos dibuja una familia semantica bastante significativa.

Antes de hacer aquf un comentario general sobre ellen­guaje de Ia informacion, convendra anadir una palabra mas a esta familia semantica: Ia palabra <<explotacion». En mu­chas ocasiones se denuncia Ia explotacion masiva e indis­criminada de los recursos naturales ( jcomo si los recursos no estuvieran precisamente sino para. ser explotados!). Se explotan los recursos naturales, y se explota tambien a los humanos al verlos y tratarlos como meros recursos dispo­nibles con los que producir energfa y sacar un rendimien­to. (Por desgracia, tambien hoy y en demasiados lugares del planeta hombres, mujeres y ninos son literalmente ex­plotados.)

<Que significa con exactitud «explotar»? En cierto mo­do, para explicar su significado es imprescindible enlazar con Ia familia semantica de los recursos y las existencias. A pesar de Ia apariencia, explotar tiene poco· que ver con explosion; mientras esta palabra nos remite a Ia idea de esta­llido, explotar viene de explicitar (explicitare), es decir, des­plegar, llevar a termino, aprovechar hasta el fondo y sacar

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fuera; explotar es un sacar fuera y aprovecharse de lo saca­do. Solo es explotable aquel o aqucllo que tiene alguna cosa dentro (y a rcsguardo). Salta a Ia vista Ia relacion de esro con Ia tematica marxista de Ia alienacion. Los obreros, condi­cionados por Ia logica de Ia (ir)racionalidad tecnocapita­lista seven forzados a dar algo de si que ya nunca se les de­volver;i, a sacar fuera algo que van a perder definitivamen­tc, a alienarse. Pero, mas alia del analisis marxista, lo que aqui nos interesa ahora es dejar clara Ia relacion entre Ia idea de explotacion y Ia cosmovision tecnocientifica. (Como no va a tener cabida Ia explotacion en esta, el sacar lo de den­tro afuera para aprovecharlo? (Y ahora no hablo en to no de denuncia.)

Parece que no hay nada que no pueda explicitarse (y, por lo tanto, explotarse). No existe ni lo oculto ni lo secreto. Lo que esta dentro, en el interior, puede sacarse fuera, a Ia luz del dia, para hacer con ello lo que haga falta. Sacar lode den­tro afuera: los minerales y los fosiles de dentro de Ia tierra, Ia cnergfa de los atomos, los genes del «interior» del hom­bre. Se trata siempre del mismo proceso: de explicitar, sa­car, lo que esta dentro. No digamos Ia pura y simple devas­tacion, que tiene otras causas, pero lo cicrto es que Ia explotacion es una explicitacion, un desplegar o poner al descubierto, un sacar lo que hay dentro de las cosas. Aquf, como en el tema de los recursos, seria muy f:icil aducir cjemplos, unos que.a buen seguro censurariamos -y de he­cho ya.censuramos- y otros que Ia mayoria calificariamos de muy positivos, como los relacionados con aquella expli­citacion que posibilita el prevenir o el curar determinadas enfermedades. Pero( por el momento, demos por afiadido el significado del termino explotaci6n a lo ya dicho a partir de Ia idea de existencias.

Pasemos ahora al tema dellenguaje de Ia informacion, lenguaje cuya importancia cobra continuo auge en nuestro entorno lingiifstico. Claro que esto noes casual, pues ellen-

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guaje que corresponde a Ia era de Ia tecnica es precisamen­te ellenguaje de Ia informacion.

Hablamos de «estar informados» en el sentido de <<tener noticia de ... ». Informar coincide con dar noticia de las co­sas que pasan, de forma rapida, <<objetiva» y clara. En cier­to modo, <<dar noticia» es <<asegurar» las cosas, fijarlas, no dejar Iugar para lo vago o lo no susceptible de un determi­nado nivel de fijacion y de seguridad. Evidentemente, el pe­ligro que conlleva ellenguaje informativo no es un peligro que dependa de algo intrinseco a este lenguaje, sino mas bien de su hegemonia y de Ia dificultad con que tropiezan otros lenguajes para ser igualmente valorados y disfrutar de igual prestigio. Lo cierto es que Ia hegemonia dellenguaje de Ia informacion aminora no solo las posibilidades de uso de los demas lenguajes sino el reconocimiento que puc­dan obtener.

Ellenguaje de Ia informacion es el mas propio y carac­teristico de Ia era de Ia ciencia y Ia tecnologia porque fija y determina las casas, y porque es ellenguaje exportable -precisamente- al mundo de Ia informatica. Ya quedo antes indicado que el presupuesto fundamental de Ia ciencia mo­derna consiste en Ia idea de Ia determinacion universal (de que todo puede ser finalmente deterrninado). Ellenguaje informativo es el que mejor acompafia a esta determinabili­.dad de todo lo que es. Pero esta determinacion es yael ini­cio mismo del poder. Informar es dar forma, no solo a aque­llos a quienes se informa, sino, ya antes, a las cosas de las que se informa (yen esto late ya un germen de dominacion). De hecho, que <<Ia informacion es poder» se ha convertido en un t6pico. A lo ya dicho, cabria afiadir que Ia informa­cion acerca de algo permite desde luego actuar con mas efi­cacia sobre ello. Mas concretamente, cuanta mas informa­cion se tenga, mejor podran manejarse los hilos del poder. En general Ia idea, extensiva a todos los seres vivos, es que Ia informacion sobre el mundo circundante permite organi-

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zarlo de tal suerte que se I ogre sacar de el el maximo prove­cho posible. Informacion significa, pues, control, dominio, poder.

La actual hegemonfa del lenguaje de Ia informacion es obviamente constatable. i Acaso se habla por casualidad de las tecnologfas de Ia informacion? Hay bastantes canales de television y sintonfas de radio dedicadas exclusivamcn­te, las veinticuatro horas del dfa, a Ia informacion; hay el in­mensa mundo de Internet, por el que navegamos en busca de informacion, y al que ya se esta enseiiando a los esco­lares a habituarse desde el parvulario; hay periodicos, re­vistas ... Todo son conexiones y flujos de informacion que se desplazan de un !ado a otro de forma practicamente ins­tantanea. Con lo cual se produce una extraiia paradoja: si bien por un !ado el lcnguaje informativo fija y asegura las casas, por otro !ado, Ia enorme masa de informacion que se reproduce y multi plica dia tras dia haec que Ia informacion sea muy evanescente: todo en ella caduca muy pronto; los titulares de Ia semana pasada son hoy prehistoria o ya no son nada; el flujo sustituye incesantemente al flujo, Ia informacion va siendo sustituida fluidamente por nueva in­formacion.

Pero quizas lo mas preocupante sea que ahara estemos ya entendiendo Ia informacion como Ia forma mas elevada de lenguaje, precisamente debido a su univocidad, a su se­guridad y a Ia rapidez con que pucde comunicarse. El en­tenderla asf conllev'a un menoscabar Ia importancia de otros modos de lcnguaje, como el natural que, lleno de giros y de tonalidades, poco tiene que ver con ellen­guaje informativo'. J:illenguaje familiar, ellenguaje de los sentimientos y, sobre todo, de lo que unicamente se vehi­cula a traves de Ia lengua materna, tiene muy poco que ver con ellenguaje informativo. Mediante ellenguaje mater­no-familiar, o meditando a partir de el, nos acercamos a lo que casi no puede decirse, a lo que no puede ser objeto de

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informacion, a lo que no podemos dominar, dado que tam­poco esta disponible.

Que «fuera del dominio de Ia tecnica» significa aquf fue­ra dellenguaje de Ia informacion, est<i bien clare. (NO re­sulta bastante significativo que solo ellenguaje informativo sea exportable a las maquinas, sea «informatizado»? (Sin que ignoremos, desde luego, que tambien se encuentra poe­sfa por Internet, lo que aquf digo es que las maquinas no pueden trabajar con ella ni con ellenguaje natural, y sf con ellenguaje informativo. En el caso de que las maquinas tra­bajasen con los poemas, los tratarfan como informacion.)

El ciudadano conectado se siente muy informado, casi solo por el hccho de que tiene disponible tan enorme canti­dad de informacion que, ademas, se actualiza dia a dia. Pero · incluso a qui hay algo que fall a. ( Acaso noes evidente que no es lo mismo una informacion elaborada y pensada que un dato? (Hemos olvidado ya que el juicio necesita de madura­cion y que no es lo mismo disponer de informacion que te­ner juicio? Ademas, como tenemos tanta informacion, pare­ce como si ya no hubiera que pensar, que ya todo estuviese dado y establecido. Pero el juicio, el pensamiento, Ia refle­xion ... son palabras con las que se ha intentado describir ese proceso, nunc a rapido y facil, por el que el hombre se va for­mando.

En fin, recordemos lo dicho en este apartado: que ellen­guaje especifico de Ia era de Ia tecnociencia es el que tiene que ver, por un !ado, con las existencias y Ia explicitaci6n, y, por otro, con Ia informacion. (A modo de a pend ice, cab ria aiiadir Ia cuestion de los lenguajes tecnicos y especializados. Para lo cual habrfa que estudiar no solo en que consisten Ia especializacion y Ia consiguiente fragmentacion del conoci­miento en ciencias experimentales -tematica esra amplisima y diffcil- sino tam bien que son las denominadas «ciencias humanas ysociales». Aqui, a veces, las situaciones frisan en lo ridiculo cuando bajo terminos tecnicistas algunos «ex-

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pertos» esconden no solo su falta de experiencia y de senti­do comun, sino su desfachatez. Ojala el numero de los cre­dulos no fuese tan elevado y Ia gente supiese advertir, tras esos lenguajes aparentemcnte de expertos, todo el vacio que esconden.)

Este capitulo tenia por objetivo caracterizar Ia ciencia y Ia tecnica como vision predominante del mundo y de Ia vida. Para ello hemos hablado del sistema de Ia tecnocien­cia, de su poder, del modo en que este sistema nos «revela» el mundo y dellenguaje que acompai'ia a esta revelacion. Todo lo cual hade servirnos para, mediante el contraste, va­lorar mejor lo especffico de Ia mirada atenta ode Ia etica del respeto.

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III

Analitica del respeto y de Ia mirada atenta

[ ... ] desde niiios, aprendemos [que] algunas cosas que hay en el mundo, y que nos fascinan, no deben tocarse, y enseguida comprobamos que es asi par experiencia propia; pongamos por caso con las amapolas y las mariposas. El esplendor maravilloso de las alas de esta se deshacfa, al ser tocado, en un polvillo de ocre rojizo como hcrrumbre, y, en la amapola, la pequeiia huella de los dedos infantiles era como una mancha negra. No se si hay ex­periencia mas lacerante de la devastaci6n de Ia hermosura que esta conciencia de niiio asf desolada [ ... ] Porque la condici6n de podcr acercarnos a Ia hermosura es un estado de deli­cadeza, como una rcspetuosa atenci6n y des­calcez.

Pr6logo de Jose Jimenez Lozano al libro de versos de Juan Massana, Catedrales del Agua.

El analisis separa solo provisionalmente y en orden a es­clarecer lo que luego recibira todavia mas luz a! volverse a unir. Con este proposito, el presente capitulo consiste en una

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