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^vj»^ 0( n^ ^ Mariano de Aycínena (HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA) POR RAMÓN A. SALAZAR Volumen 22 EdKoríai del Minisierio de Educación Públicd

Salazar a. Ramon - Mariano de Aycinena

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    Mariano de Aycnena(HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA)

    POR RAMN A. SALAZAR

    Volumen 22

    EdKorai del Minisierio de Educacin Pblicd

    GUATEMALA CENTRO AMRICA'""""""""""'"Nb!

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  • MARIANO DE AYCINENA(Hombres de la Independencia)

    e^ memonca del mc^Ufto-

  • cBIBLIOTECA DE CULTURA POPULAR

    Volumen 22

    Impreso en los Talleres de la

    Editorul del Ministerio de Educacin Pblica

  • MARIANO DE AYCINENA

  • RAMN A. SALAZAR

    Mariano de iycnena

    (HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA)

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    ''^^*^

    Volumen 22

    BIBLIOTECA DE CULTURA POPULARMinisterio de Educacin Pblica Guatemala, C. A.

  • NOTA: La presente edicin esreproduccin de la de 1899, edi-

    tada por la Tipografa Nacional

    bajo el ttulo de Hombres de laIndependencia y que comprenda

    los estudios biogrficos sobre dos

    personajes de nuestra indepen-dencia: Manuel Jos Arce y Ma-

    riano de Aycinena, que nosotros

    publicamos separadamente, inte-

    grando lot volmenes 21 y 22 de

    la Biblioteca de r '' P-^ulnr

    20 de Octubre.

  • UNA de tantas anomalas histricosociales de la poca colonial de His-panoamrica fu la institucin de

    los cabildos a los que se dio en algunas ciu-dades de primer orden, el ttulo de muy no-bles Ayuntamientos.

    Y decimos anomalas, porque las muni-cipalidades o las comunas nacidas en el si-glo XII en Francia y establecidas por cartasque concedieron o se hicieron pagar los re-yes del antiguo pas de las Galias, fueron porsus tendencias y por el modo con que se or-ganizaron la consagracin de algunos dere-chos de los burgueses, en las ciudades, y el es-cudo legal contra los seores feudales tan ab-solutos y tirnicos durante la primera pocamedioeval.

    Lejos estaban, pues, de llevar aquelloscuerpos, tan simpticos e interesantes paralos demcratas, el ttulo de muy nobles en elsentido que a esas palabras les da la herl-dica.

  • 2 Ramn A. Salazar

    Las municipalidades fueron entonces ylo son aun hoy da, la reunin de los plebe-yos; slo que, en la poca en que se funda-ron, aquellos nuestros antecesores en la liber-tad iniciaban el gran movimiento que vinooperndose durante varios siglos y que signi-ficaba la lucha entre los burgueses y la no-bleza, lucha que, para orgullo de nuestra ra-za y dicha del mundo, hizo su gran explo-sin en el movimiento revolucionario fran-cs del 89 y 93 del pasado siglo.

    Pero, como en la Amrica latina todo de-ba ser anmalo, la cosa pas de muy distin-to modo resJDCCto de la fundacin de las mu-nicipalidades, de como hemos indicado.

    Calmados que fueron los horrores de laconquista y despus de haber sido saqueadoslos palacios y los templos del Inca y del Az-teca, se vieron en estas tierras otras escenasno menos tristes ni menos crueles.

    Una sed insaciable de oro se despert enel pecho de aquellos que se llamaban a s mis-mos los voceros de la je; y el indio fu some-tido a la ms dura esclavitud; fu herradocon hierro encendido al rojo; sus tierras lefueron arrebatadas y sus dueos repartidosentre los invasores, no quedndole a este nue-vo paria que vio hollado el suelo de su patria,derrocados sus dioses, talados sus campos ysus hogares y diezmada su raza, ni aun el

  • * Mariano de Aycinena 3

    consuelo de sentarse a llorar al borde de lastumbas de sus mayores, las desventuras de sutierra, pues, o tuvo que huir a los montes, oque suicidarse, o que plegar al fin l frentea la coyunda y trabajar con ella, y trabajarhasta morir exnime y as llenar las arcas desu seor.

    Pero la suerte no dej sin castigo aque-llas iniquidades.

    La mayor parte de los conquistadoresmurieron por la soga o por el cuchillo, y muypocos en sus camas.

    Aun los buenos no escaparon a esta suer-te implacable. Pedro de Valdivia, que fuuno de ellos, sufri muerte horrorosa en ma-nos de los araucanos; Nez de Balboa lahall en el cadalso levantado por su propiosuegro, el feroz Pedrarias Dvila.

    Ya se conoce la suerte de este ltimo, lade los Pizarros, la de Alvarado el Adelanta-do, la de Olid, la de los hermanos Contre-ras y la de otros tantos de aquellos hombres.

    La misma mano oculta, en sus cruelesirrisiones, salv la vida del grande Almiran-te y la de Hernn Corts, marqus del Va-lle, las principales y ms grandiosas figurasdel descubrimiento y conquista; pero no losdej gozar de sus riquezas ni de su gloria.Los que crean en un Dios implacable, debenreflexionar sobre estas tragedias: Coln mu-

  • 4 Ramn A. Salazar

    riendo en miserable lecho, con la vista fija enlas cadenas con que un da lo aherrojaron, yHernn Corts, agonizando de dolor por laingratitud del emperador su amo, quejndo-se de la miseria en que se le haba sumido,de la indiferencia con que se le vea y de lanulidad a que se hallaba reducido, despusde ser por cortos aos el seor de un granimperio y el dueo de las riquezas de la realcasa mexicana.

    Y mientras esto suceda con los principa-les hroes de la conquista, sus descendientesdesde la primera generacin se vieron pos-puestos u olvidados en Amrica por la cor-te de Espaa que deba a sus padres la po-sesin de un Continente que durante tres si-glos la llenara de orgullo y de riquezas, pe-ro que al fin y al cabo fu el motivo de suruina.

    Las leyes de Carlos V vinieron a llenaruna gran necesidad en Amrica, organizan-do el gobierno bajo el cual deban regirse lascolonias. Asunto es este de gran importan-cia que nos ha extraado siempre no verlotratado con extensin por nuestros cronistase historiadores, pero sobre el cual no nos de-tendremos por no ser de importancia capi-,tal en el asunto en que venimos ocupndo-nos. Slo s diremos que segn aquella or-ganizacin, en las colonias haba tres autori-

  • Mariano de Aycinena 5

    dades: la de los virreyes o capitanes genera-les, segn la importancia de aqullas; la dela Audiencia y la de las municipalidades.

    Los primeros representaban la autoridadejecutiva y tenan atribuciones bastante res-tringidas, las Audiencias eran una especie desenados con derechos y obligaciones de losms diversos y que no siempre marchabande acuerdo con la autoridad ejecutiva, comoen Guatemala se dieron casos muy ruidosos,tal por ejemplo, el sucedido el ao de 1700entre el conde de la Gomera, Capitn gene-ral del reino y los oidores don Pedro Ozaetay Oro y don Bartolom de Amzquita, asun-to muy interesante de leer por las sublevacio-nes y trastornos que caus en el reino y so-bre el cual nos proponemos hacer algn daun estudio histrico.

    Siguiendo nuestro asunto, las municipa-lidades representaban los intereses del vecin-dario; y a la verdad que en ciertos casos sa-ban defenderlos con valor y entereza comopuede leerse en las Actas de los cabildos, delas cuales don Rafael Arvalo, secretario dela municipalidad, paleo.s^rafi algunas muyinteresantes y que sera de desearse se siguie-ra haciendo lo mismo con las dems, por serde tanto inters para la historia de la pocacolonial.

  • 6 Ramn A. Salazar

    Ya desde el primer siglo de la Conquistase despert un antagonismo manifiesto entrelos oficiales que venan de Espaa para go-bernarnos y los criollos, o sean los hijos deespaoles nacidos en estas tierras, quienesno gozaban de las mismas prerrogativas quelos primeros, antagonismo que cada da fuen aumento, que ahond el desafecto entrelos nativos contra la Metrpoli, y que, porltimo, dio por resultado la independenciade las colonias de la madre patria que lasvea con tanta indiferencia. En vano loscronistas trataban de amortiguar aquellasdesavenencias y aquellos odios. Ximnez,que era espaol y que escribi la Crnicade su provincia, hace en algunas de sus p-ginas los mayores elogios de la gran nacincriolla. Fuentes y Guzmn, rebiznieto deBemal Daz y autor de la Recordacin flo-rida^ se indigna en su obra contra los es-paoles que hacan burla de los guatemalte-cos tan slo por haber nacido en este suelo.Hablando por ejemplo del nombramiento Mrecado en la clebre doa Beatriz de la Cue-va para gobernadora del reino, al saberseaqu la muerte de su esposo don Pedro de Al-varado, ocurrida en Mxico, dice estas tex-tuales palabras : . .

    .

    Y aunque este nombramiento hecho eadoa Beatriz, le han murmurado algunos ca-

  • Mariano de Aycinena 7

    balleros de Espaa, ignorando el nimo delCabildo, y que slo lo obtuvo esta gran seo-ra en el limitado trmino de un da, fisgan-do, ignorantes, de esta resolucin, y pare-cindoles que para los que nacimos ac esmateria de mucho pudor el que una mujerheroica gobernase un da este reino

    ;pero re-

    surte contra ellos el eco vehemente del gol-pe, pues los que gobernaron los discursos, ca-balleros eran de Espaa, paisanos suyos yninguno criollo como nos llaman, y que aque-llos prudentes y grandes hombres mirarancon atento desvelo, punto de tanto peso, yque seguiran, sin duda, tantos ilustres ejem-plos de las antiguas historias.

    El escritor para abonar aquel hecho poneejemplos de grandes naciones gobernadas pormujeres insignes; y como el diapasn de suclera o de su entusiasmo, se conoce que sele haba crecido, termina con estas palabrasque al lector ms serio no pueden menos deprovocarle cierta sonrisa inofensiva: Qumucho que en Guatemala, reino recin fun-dado, gobernara una mujer...? Guatemalatendr que contar entre sus blasones lo quelas monarquas de Francia, Inglaterra, Es-paa y Flandes a quienes gobern y mantu-vo el gobierno de mujeres; siendo ejemplaren nuestras Indias occidentales este acciden-te glorioso de Goathemala que, desde el prin-

  • 8 ^ Ramn A. Salazar

    cipio de su infancia, empez a correr parejascon las mayores monarquas de Europa. Y,en fin, a veqes es mejor ser gobernado de unamujer heroica, que de un hombre cobardey flaco.

    A fines del siglo pasado la ojeriza entreunos y otros haba crecido hasta tal puntoque en la Gaceta de Guatemala^ correspon-diente a 3 de abril de 1797, se pubc la car-ta de la que a continuacin copiamos algu-nos prrafos que prueban la exaltacin delos nimos. Dice as:

    Una de las causas de que no prospereeste pas, de que ninguna empresa patriticasurta los efectos saludables que surtir enotra parte, es el espritu de partido qpe rei-na entre europeos y criollos. Parece que hayuna rivalidad enemiga entre estas dos clasesde habitantes, cada una de las cuales ambi-ciona la preponderancia. Hay pandillas, haybandos, hay secretas parcialidades, no menosfunestas al bien pblico que la de los anti-guos gelfos y gibelinos en la Italia. Uncriollo en el hecho de nacer en Amrica, pa-rece que hereda la ojeriza, y el mirar de sos-layo a todo europeo. Un europeo, por la cau-sa de haber nacido en la Metrpoli, se creecon derecho de preeminencia sobre todo crio-llo: y esta rivalidad odiosa se echa de ver enlas cosas serias, en las frivolas, en los asimtos

  • Mariano de Ayginena 9

    pblicos, en los privados, en todo aquello enque intervienen criollos y europeos. Unos yotros desprecian todo lo que no es del pasdonde nacieron, se desprecian entre s, ycreen que es amor verdadero de la patria loque no es ms que un amor tonto de ellosmismos.

    Ese odio entre los peninsulares y los nati-vos de Amrica que llevaban la misma san-gre, no fu un accidente social exclusivo deGuatemala. Todas las historias de las demscolonias espaolas estn llenas de episodiosdel mismo gnero. Y, cosa notable, entre losantiguos pueblos que tuvieron colonias, pa-saban a stas las tradiciones de sus metrpo-lis. Cartago no reneg de Fenicia, y las co-lonias griegas de Asia menor, de Egipto y dela gran Grecia, mantuvieron vivas el amora su metrpoli rindiendo culto a los mismosdioses y cantando con orgullo las glorias desu hroes.

    Los espaoles por el contrario, trasplan-taron de la madre patria hombres, cosas ycostumbres, notndose que a la vuelta de va-rios aos el aspecto exterior de las poblacio-nes era muy parecido a la sociedad de don-de procedan y que en el interior de ellas rei-naban los mismos vicios y preocupaciones delas ciudades de la nacin conquistadora.

  • 10 Ramn A. Salazar

    Y la cosa no pas a ms; poco importque se bautizase a los reinos y ciudades fun-dadas en el Nuevo mundo con los mismosque tenan algunas clebres de la madre pa-tria; los nombres de los hroes de la antiguaepopeya espaola no tenan ninguna resonan-cia en el corazn de los criollos, pues negn-doseles obstinadamente el estudio de la his-toria del pas de su origen as como el de laconquista de este Continente, pronto pasaronesos adalides en su imaginacin a la catego-ra de seres fabulosos. La opresin de la Me-trpoli sobre los criollos entibi mucho en elcorazn de stos el amor a la que era su ma-dre patria; as es que se vio pronto un fen-meno bastante extrao y digno de considera-cin: un pueblo nuevo sin tradiciones, sinvnculos filiales, sin gran apego a sus mayo-res, incomunicado con el mundo y obede-ciendo casi siempre ciegamente por la fuerzadel hbito o por la impotencia.

    Tal fu el germen, que andando los tiem-pos deba dar por resultado el movimientode emancipacin relatado por tantos histo-riadores y cantado por tantos poetas.

    Ahora bien en dnde se incubara esemovimiento? Fu acaso espontneo y pro-videncial el aparecimiento de los grandeshombres que se levantaron en la primera d-cada de este siglo para protestar, al princi-

  • Mariano de Ayginena 11

    pi contra la invasin francesa en Espaa ydespus proclamar libres y soberanas a cadauna de las naciones que se extienden desdeel Ro Bravo del norte hasta los confines dela Tierra del Fuego?

    Nosotros creemos que Bolvar, San Mar-tn, Hidalgo y los dems hroes de nuestragran epopeya, fueron los ejecutores de lavoluntad del pueblo, representado por lasmunicipalidades que de tiempo atrs venan,quizs sin saberlo, preparando ese gran acon-tecimiento.

    Las municipalidades, los consulados decomercio y algunos puestos secundarios delejrcito eran los nicos puntos a que en laadministracin pblica podan aspirar loscriollos, antes de haberse emitido la 'Consti-tucin de Cdiz.

    Durante toda la Colonia no tuvimos msque un obispo nacido en Guatemala y muchafatiga cost el que se concediese que las pre-lacias de los conventos de religiosos fuesenocupadas alguna vez por los hijos de estastierras.

    Excusado es decir que habra sido en va-no el que algunos de nuestros mayores hubie-sen aspirado a ocupar los asientos de la realAudiencia y, mucho menos a la capitanageneral del reino.

  • 12 Ramn A. Salazar

    Las mismas municipalidades degenera-ron mucho de lo que fueran en su origen,pues se haban convertido en cuerpos privi-legiados ya no de eleccin popular sino he-cha sta entre ellos mismos y recada paralas funciones de alcalde y las dems de im-portancia entre los individuos de lo que, afine'del pasado y a principios del presentesiglo, se llamaban entre nosotros las familias.

    Mucho se habla en nuestras tradicionesy bastante en las historias, de las familias deGuatemala, que tanta preponderancia tuvie-ron a fines de la dominacin espaola y tandesgraciada influencia durante casi cincuen-ta aos de nuestro rgimen republicano.

    Ahora bien quines eran esas familias yqu han significado en nuestra historia pol-tica?

    Vamos a tratar de decirlo, protestandode antemano que en nuestras aseveracionesno nos guiar ms que lo que creemos ser lajusticia y la verdad. Fuera de nosotros enesta obra las preocupaciones de partido. He-mos luchado durante casi un cuarto de sigloen la tribuna, en la prensa, en el libro, nocontra esas familias sino contra lo que hanrepresentado. En esa lucha habr habidomucho de movimiento pasional, mucho deencono patritico, mucho de exaltacin tancomn en las horas revolucionarias. Al es-

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    cribir estos esbozos biogrficos hemos queri-do salimos del palenque de la poltica en elque puede que hayamos dejado mucho, me-nos las energas ni las convicciones.

    Y dicho esto, no para satisfaccin decrculo poltico alguno, sino para la de nues-tros lectores centroamerica*nos, pasamos adar a conocer lo que fueron y quines fue-ron las familias.

    Por este nombre se designaba modesta-mente a aquellas personas a las que, en sushoras en que se les sublevaba el finchamien-to quijotesco del criollo, se llamaban a s mis-mas nobles.

    Ha habido en, realidad nobleza en Gua-temala, en el sentido que se da a esa pala-bra en las cortes monrquicas de Europa?Va a contestar por nosotros uno que fu sujefe y admirador de ellas por algn tiem-po. Don Manuel Jos Arce, primer presiden-te de la Federacin, de cuyos hechos nos he-mos ocupado en la biografa anterior, diceen la pgina 5 de su Memoria lo siguiente:

    . . . Yo cre que era innecesario atacarla nobleza, porque propiamente dicho, aquno la hay: que el reino de Guatemala en to-da la Amrica espaola se salv de esa pla-ga: que todo lo que poda sealarse en estalnea era un nico marquesado, cuyo ttuloestribaba en una pensin apocada que tuvo

  • 14 Ramn A. Salazar

    su origen en la riqueza de su fundador, quelos acusados de nobles no podan citar en en-comio de su alcurnia que el de descender deespaoles, etc., etc.

    La negativa, como se ve sobre la existen-cia de esos entes imaginarios es rotunda y degran peso. Quiz no valdra la pena tratarms de ese asunto, porque en realidad hoypor hoy, bajo nuestro rgimen democrtico-republicano es un punto juzgado sin apela-cin. Pero como estamos tratando de escri-bir historia y en la poca a que hemos llega-do s exista esa preocupacin, fuerza nos se-r dedicarles algunas palabras, tanto ms ne-cesarias cuanto que esas jDcrsonas influyeronen nuestra revolucin, detenindola tantotiempo y siendo motivo de que nos hayamosretardado en el rgimen de la libertad ge-nuina y de la democracia, nica forma posi-ble de gobierno en estos pases de Amrica.

    Debemos confesar que esta antigualla ri-dicula no ha sido exclusiva de Guatemala:en toda la parte del Continente hispanoame-ricano, cundi la plaga, y los historiadoresque se han ocupado en ese asunto lo han juz-gado imparcial y severamente negando laexistencia de tales entes de razn.

    En otro escrito y, refirindonos a estemismo asunto, citamos al seor Alamn se-vero historiador mexicano, hacibndo ver de

  • Mariano de Aycinena 15

    qu medios se valan las personas que por eltrabajo de sus brazos o un casamiento conuna criolla rica haban logrado hacer fortu-na bastante para poder as comprar una en-comienda de Santiago o un marquesado queera a lo ms que podan aspirar los criollos.

    Ahora vamos a citar al que, en nuestroconcepto, es el ms grande, el ms correctoy el ms imparcial de los ^historiadores his-panoamericanos

    ;ya se comprender que nos

    referimos a don Rafael Mara Baralt, quienen su resumen de la Historia de Venezuela,dice a este respecto lo siguiente:

    La vanidad (del criollo) era efecto desu posicin, ms que de su carcter, pues alldonde hay distinciones no merecidas, existesiempre y con su ostentacin se consuelan losque no pueden alcanzar los objetos de unanoble ambicin. Es la yanidad vicio de lospueblos regidos por gobiernos absolutos, don-de la sociedad est dividida en clases; dondeel premio se reparte segn ellas, no por elmrito; donde el mayor favor, la ms brillan-te apariencia, la ms ilustre alcurnia son losnicos ttulos con que se adquieren la consi-deracin y el podero. Esto explica por quel americano, idlatra de su patria, mal ha-llado con el sistema de la metrpoli y celosode los peninsulares, se esforzaba, sin embar-go, en hacer derivar de ellos su prosapia y

  • 16 Ramn A. Salazar

    andaba siempre a vueltas con el rbol genea-lgico y otras bagatelas de nobleza heredi-taria ...

    Y ms adelante, refirindose al viciadosistema de la enseanza en las colonias, dice

    :

    Mas cul era el mtodo que se seguaen esas escuelas y quines eran los maestros?stos eran personas de la ms baja esfera, deninguna instruccin y que las ms vecesabrazaban esta profesin (la ms importan-te de todas) para procurarse una subsisten-cia escasa. El mtodo nos va a ser explicadopor el licenciado Miguel Jos Sanz, letradovenezolano a quien el gobierno espaol con-fi a principios del siglo el importante cargode formar las leyes municipales de Caracas.No bien adquiere el nio, dice, una vislum-bre de razn, cuando se le pone en la escue-la, y all aprende a leer en libros de consejosmal forjados, de milagros espantosos o deuna devocin sin principios, reducida a cier-tas prcticas exteriores propias slo para for-mar hombres falsos o hipcritas... Bajo laforma de preceptos se le inculcan mximasde orgullo y vanidad que ms tarde le incli-nan a abusar de las prerrogativas del naci-miento o de la fortuna cuyo objeto y fin ig-nora. Pocos nios hay en Caracas que nocrezcan imbuidos en la necia persuasin deser ms nobles que los otros y que no estn

  • Mariano de Aycinena 17

    infatuados con la idea de tener un abuelo al-frez, un to alcalde, u hermano fraile o porpariente a un clrigo. Y qu oyen en el ho-gar paterno para corregir esta perversa edu-cacin? Que Pedro no era de la sangre azulcomo Antonio, el cual con razn poda blaso-nar de ser muy noble y emparentado y jac-tarse de ser caballero : que la familia de Juantena tal o cual mancha y que cuando la fa-milia de Francisco entronc, por medio de uncasamiento desigual, con la de Diego, aques-ta se vio de luto. Puerilidad^ y miserias s-tas que entorpecen el alma, influyen podero-samente en las costumbres, dividen las fami-lias, hacen difciles sus alianzas, mantienenentre ellas la desconfianza y rompen los la-zos de la caridad, que es -a un tiempo el mo-tivo, la ocasin y el fundamento de la so-ciedad ...

    Nosotros asistimos a las escuelas antes delao de 1871 en que imperaba en la repbli-ca el rgimen pseudoaristocrtico que tan ru-do golpe sufriera en el ao de 24, en que sedio la famosa Constitucin federal que tuvofuerza de ley, con una pequea alternativa,desde aquella fecha hasta el infausto da enque fu derrocado el gobierno del ilustre pa-triota Dr. don Mariano Glvez suceso ocu-rrido en el ao de 37. Vino despus la reac-cin: Carrera se hizo dueo de Guatemala.

  • 18 Ramn A. Salazar

    Los aristcratas regresaron del destierro ; fue-ron perseguidos los liberales, quienes parasalvar la vida tuvieron que tomar el caminode la emigracin. Las leyes coloniales fueronrestablecidas y la escuela primaria volvi aser lo que haba sido en otro tiempo. A esasescuelas nos toc asistir de nios; pues bien,all omos lo que el seor Sanz refiere quepasaba en las de Caracas hace ms de un si-glo: all contemplamos las mismas neciaspretensiones de nobleza, las mismas aspira-ciones de ciertos nios, quienes por tener porpadres a ciertos seores alcaldes, consejeroso diputados se crean de alta alcurnia y su-periores a los nios plebeyos que asistan jun-tos con ellos a la misma aula, y que por logeneral, aunque ms pobres y de ms humil-de origen, eran ms estudiosos e inteligentes.

    Se ve, pues, que estas ridiculeces son dela raza y de la educacin.

    Pero vengamos a nuestras cosas.Preguntamos de nuevo quines eran esas

    familias que all se llamaban nobles? Vamosa decirlo.

    El 7 de julio de 1729 naci en cija, lu-gar del valle de Bastan, en el reino de Nava-rra, un infante a quien en la pila bautismalse dio el nombre de Juan Fermn Aycinena.

    La familia era pobre y su educacin fuhumilde. Como suceda en aquella poca y

    I

  • Mariano de Aycinena 19

    aun en el da, el joven navarro que era fuer-te y ambicioso, se decidi a abandonar el ho-gar paterno encaminndose al reino de laNueva Espaa en busca de mejor fortuna.De la casa de sus padres sac unos trescien-tos pesos que, juntos con otros setecientos conque lo auxili un hermano suyo, fueron labase del caudal que formara con el tiempoy que en la poca colonial fu uno de los ma-yores de Guatemala.

    Lleg a Mxico en donde se ocup en lastiendas de comercio y en algunos otros ofi-cios muy humildes. Era trabajador y no re-hua ninguna ocupacin con tal de que fuesehonrada. Hizo viajes al interior de aquelreino y al puerto de Acapulco, segn parece,como dueo de un gran hato de muas.La fortuna le fu propicia, y con los fondosadquiridos en aquel trfico pudo trasladarsea Guatemala en donde la suerte le fu toda-va ms favorable, logrando hacerse dueode varias haciendas de ganado y de jiquilite^tanto en esta provincia como en la de El Sal-vador. Junto con otras personas se dio al res-cate de la plata de los mineros de Tegucigal-pa y a la habilitacin de las cosechas de ail,en lo que, como en los otros negocios, obtu-vo pinges ganancia^s. Abri casa de banco enla Antigua, de la que fu cajero el padre denuestro clebre fabulista Rafael Garca Go-

  • 20 Ramn A. Salazar

    yena. Dicen de l que era un acreedor nadaexigente; que prestaba a moderado precio yque saba proteger al hombre trabajador.Las virtudes que lo adornaban eran la hu-mildad y la caridad.

    Un retrato hemos visto de l, hecho pornuestro famoso miniaturista, Francisco Ca-brera, en que est representado de mediocuerpo y alargando con su diestra unas cuan-tas monedas a la mano de una persona ocul-ta que las implora.

    No sabemos en qu fecha compr el ttu-lo de marqus; pero s que se, como se hadicho, fu el nico ttulo de Castilla, queexisti en Guatemala.

    Tales son los datos personales que posee-mos sobre este sujeto y que hemos tomadodel Sermn panegrico que a su muerte pre-dic en el colegio apostlico de esta ciudadel P. Fr. Jos Mariano. Vidaurre.

    Nos parece interesante para el estudio quevenimos haciendo el hacer una relacin delos entronques del fundador de la clebre ca-sa de Aycinena.

    Don Juan Fermn cas en primeras nup-cias con doa Ana Carrillo y Glvez, de cu-yo enlace nacieron:

    Don Vicente, segundo marqus de Ayci-Don Jos, doctor 'y coronel de milicias,

    nena.

  • Mariano de Aycinena 21

    Cas en segundas nupcias con doa Mi-caela Njera y Meneos, de cuyo enlace na-cieron :

    Doa Bernarda que cas con don TadeoMuoz y Pinol.

    Doa Josefa que cas con don Juan B.Marticorena.

    Doa Micaela que cas con don JosManuel Pavn y Muoz.

    Cas en terceras nupcias con doa Mi-caela Pinol y Muoz, con quien procre a laclebre madre Teresa de la Santsima Tri-nidad.

    Al padre don Miguel de Aycinena, pro-vincial de Santo Domingo.

    A don Juan Fermn, coronel de milicias.A don Ignacio, muerto en 1815.A don Mariano^ objeto de este estudio

    biogrfico, casado con doa Luz Batres, her-mana del clebre ministro de Carrera.

    A don Jos Mara, muerto en 1816.

    *

    Don Vicente, segundo marqus, cas en1786 con doa Juana Pinol y Muoz, herma-na de su madrastra y tuvo a

    Doa Manuela, casada con don ManuelBeltranena.

  • 22 Ramn A. Salazar

    Don Vicente, muerto en 1813.Dr. don Juan Jos, obispo de Trajanpo-

    lis, autor de tres folletos clebres publicadosen New York, conocido uno de ellos, por el'color del papel con que estaba empastado,con el grfico nombre de Toro amarillo.

    Don Pedro, casado con doa DoloresAycinena y Micheo. Fu ministro de Estadodurante gran parte de la administracin delgeneral Carrera y toda la del general Cerna.Muri hace poco tiempo, cargado de aos yacompaado del respeto de sus conciudada-nos; por ltimo,

    Don Jos Ignacio, casado con doa An-tonia Pinol, fu corregidor de este departa-mento.

    Hemos hecho la sucinta relacin queprecede por creerla necesaria para contestara la pregunta : qu se entiende por familiasde Guatemala? Con slo mirar los apellidosde los entronques quedar satisfecha 'esa cu-riosidad, si alguno la tiene.

    Esas /zm/zfl constituyeron lo que en sutiempo form la oligarqua guatemalteca.

    Qu concepto se tena de ellas antes dela independencia, no lo diremos nosotros, si-no el procer Dr. don Pedro Molina, quien enLa Miscelnea publicada en 1827, dice:

    Los nobles de Guatemala ms tiranosque los reyes de Espaa en tiempo de su go-

  • Mariano de Aycinena 23

    biemo, se acostumbraron a tratar las clasesoprimidas, como a seres que haba producidola naturaleza slo para sus comunidades:ocupaban todos los empleos que los espao-les europeos no llenaban :' slo ellos tenan de-recho de cultivar sus talentos, desarrollar susfacultades naturales y recibir una educacinfina y decente. Aun el orden sagrado lo hi-cieron un bien patrimonial contra la ley evan-glica, que no separa de l a ninguna clasede hombres: vendan la justicia y los provin-cianos jams, jams ganaban un solo pleitocontra ellos, por claros que fuesen sus dere-chos, despus de gastar inmensas sumas.Compraban los ailes al precio ms bajo,mandando al efecto un agente o apoderado,para que como nico comprador, los tomasea su antojo, porque no siendo libre el comer-cio, no era lcito vender a todos. ^

    Lo mismo suceda con las partidas deganado que precisamente deban de vender-se en Cuajiniquilapa, para que las prdidasy gastos de la conduccin fuesen de cuentade los hacendados ganaderos, que por no vol-verse con sus partidas, daban al precio quequeran los monopolistas de Guatemala. Ams de esto, se obligaba a los que compra-ban ganado, a venir a matarlo a Guatemalapor cierto nmero de das, en proporcin conel que se compraba, a fin de surtir de carnes

  • 24 Ramn A* Salazar

    este mercado y ellos repastar el suyo, paradespus venderlo a precios ms subidos; demodo que si un salvadoreo compraba, de-ba ir a Guatemala a matar su ganado.

    Respecto a la aseveracin de que esas fa-milias llenaban la mayor parte de los em-pleos que los espaoles no ocupaban, es inte-resante de leerse un estado que en el ao de1821 public don Jos Cecilio del Valle enEl Amigo de la Patria, en el cual se manifes-taba que los individuos de la indicada oligar-qua, llenaban ellos solos, sesenta y cuatrodestinos, percibiendo por sueldos asignadosa ellos la suma de ochenta y nueve mil vein-ticinco pesos, suma que, para aquellos tiem-pos y para una sola familia, no puede menosque calificarse de escandalosa.

    Como pudiera tachrsenos de inexactoso de exagerados, publicamos como anexo,al fin de este trabajo el estado en referencia.

    Pero no era slo esto. En el corsulado decomercio, el espritu de la misma familia eraomnipotente.

    El que se tome el trabajo de leer el ar-tculo XXIX de la Real cdula de su ereccinencontrar que los individuos que lo compo-nan eran la mayor parte miembros de la fa-milia privilegiada.

  • Mariano de Aycinena 25

    Y aun no hemos acabado : ellos se habanhecho dueos de la Municipalidad convir-tindola, en cuerpo aristocrtico. No somosnosotros los que lo decimos : son los conocidoshombres pblicos del tiempo de la indepen-dencia, Dr. don Mariano Larrave, licenciadodon Venancio Lpez y don Jos Ignacio Fo-ronda, quienes en un papel pblico que viola luz por aquel tiempo, decan:

    En poca anterior, cuando el pueblo notena ekderecho de elegir que le ha dado laConstiti^n (la de 1812), todos los ojosvean en el Ayuntamiento sucederse los her-manos a los hermanos, los primos a los pri-mos, los sobrinos a los tos, los parientes a losparientes. Y agregaban: don Jos Victo-rio Retes, don Juan Antonio Araujo, donMauro Castro, levantaron el grito contra elespritu de la familia: manifestaron que ho-norficos o gravosos los oficios concejiles, elhonor no deba estar estancado y la cargadeba pesar sobre todos los hombres. El sn-dico del Ayuntamiento don Sebastin Meln,confes la justicia en los estrados del Realacuerdo: ste, reconocindola, tambin con-sult que ya era tiempo de dar nueva formaal Ayuntamiento y hacerse la primera elec-cin por el mismo acuerdo o por el gobiernocon voto suyo; y elevado el asunto al Conse-jo de indias, se expidi Real cdula mandan-

  • 26 Ramn A. Salazar

    do cumplir las leyes que, designando huecosy fijando parentescos, oponan algn obstcu-lo a la irrupcin del espritu de familia.

    Tales eran las acusaciones que se lanza-ban sobre la oligarqua guatemalteca que ha-ba cerrado, a lo que pudiramos llamar laclase media del pas, todo acceso a los des-tinos de importancia.

    Y cuenta que entre esta clase haba per-sonas \ie importancia de la categora de losMolinas, Larraves, Lpez, llenas de mrito,y que rio pudiendo hallar lugar de aficin en-tre sus compatriotas, o tuvieron que doblarla cerviz, aceptando puestos venales muchasveces, entre los espaoles, como Valle porejemplo, o qu refugiarse en los claustrbs pa-ra cultivar la ciencia de la poca, no siem-pre vista con buenos ojos por aquellos incul-tos e insolentes hidalgos, o qu vegetar en es-pera de un porvenir desconocido.

    Pero se acercaban los buenos tiempos. Losrevolucionarios de Francia haban abierto losodres de Eolo y los vientos de libertad se sin-tieron refrigerantes, hasta en estas playas.

    El Consejo de regencia en 1810 haba di-cho a los americanos:

    Desde este momento, espaoles america-nos, os veis elevados a la dignidad de hom-bres libres: no sois ya los mismos que antes,encorvados bajo un yugo mucho ms duro

  • Mariano de Aycinena 27

    mientras ms distantes estabais del centro delpoder; mirados con indiferencia, vejados porla codicia, y destruidos por la ignorancia.

    Desde el principio de la revolucin de-clar la patria esos dominios parte integran-te y esencial de la monarqua espaola. Co-mo tal le corresponden los mismos derechosy prerrogativas que a la Metrpoli. Siguien-do este principio de eterna equidad y jus-ticia, fueron llamados esos naturales a to-mar parte en el gobierno representativo queha cesado: por l la tienen en la Regenciaactual; y por l la tendrn tambin en la re-presentacin de las Cortes nacionales, envian-do a ellas diputados segn el tenor del decre-to que va a continuacin de este manifiesto.

    El decreto deca: . . . Vendrn a tener parte en la repre-

    sentacin nacional de las Cortes extraordi-narias del reino, diputados de los virreinatosde la Nueva Espaa, Per, Santa Fe y Bue-nos Aires, y de las capitanas generales dePuerto Rico, Cuba, Santo Domingo, Gua-temala, provincias internas, Venezuela, Chi-le y Filipinas.

    Estos diputados sern unq por cada ca-pital cabeza de partido de estas diferentesprovincias.

    Su eleccin se har por el Ayuntamien-to de cada capital, nombrndose primero tres

  • 28 Ramn A. Salazar

    individuos naturales de la provincia, dota-dos de probidad, talento e instruccin, y ex-entos de toda nota; y sortendose despusuno de los tres, el que salga a primera suer-te ser diputado en Cortes.

    El capitn general de Guatemala, quepor entonces lo era don Antonio Gonzlez deMollinedo y Saravia, mand con fecha 4 dejunio del mismo ao que se guardase, cum-pliese y ejecutase ese real decreto, como co-rresponda a los preceptos soberanos; y enefecto, hizo que se publicase por bando so-lemne en todo el reino en los lugares acos-tumbrados, y remiti un ejemplar de l a losprelados seculares y regulares, cabildos ecle-sisticos, Real universidad, tribunales y de-ms cuerpos y jefes que deban estar entera-dos de su tenor; y muy especialmente lo co-munic al muy noble y leal Ayuntamientode esta ciudad y a los de San Salvador, Len,Comayagua, Ciudad Real y Cartago de Cos-ta Rica, como capitales en que segn el sen-tido literal del decreto deba sin perder mo-mento procederse a la eleccin y cortes dedichos diputados.

    De dos vicios graves adoleca la convoca-toria de la Regencia, pues ni el pueblo tenaparte directa en la eleccin, ni la Amricauna representacin proporcionada a la queenviaban juntas las nrovincias de Espaa.

  • Mariano de Aycinena # 29

    El clebre escritor don J. Blanco White,asilado por entonces en Londres, haca sobreese decreto, en El Espaol^ peridico muy im-portante que redactaba por aquella poca,reflexiones muy juiciosas respecto de ese do-cumento, calificando las promesas conteni-das en l como vanas arteras con las que lospueblos de Amrica se indignaran, poraquello de que ya conocan que el sistema deEspaa durante los ltimos tiempos para lascolonias, haba sido el hacerles promesas va-gas de mejoras, cien veces repetidas y otrasciento olvidadas.

    As y todo el decreto fu recibido en Gua-temala con muestras de* jbilo y satisfaccinpor los criollos.

    Y este es el momento histrico en que laaristocracia guatemalteca se levant a imaaltura a que nosotros, que no pecamos porserle afectos, nos la hace en cierto modo sim-ptica. '

    El 24 de julio de 1810 hubo una granreunin en el Ayuntamiento de esta capital,a la que asisti el Excmo. seor presidente,gobernador y capitn general del reino. Setrataba de elegir diputado a Cortes por laprovincia de Guatemala; y al efecto se pro-cedi a aquel acto con toda la blemnidaddel caso, conforme al decreto referido, resul-tando electos a pluralidad de votos el seor

  • 30 ' Ramn A. Salazar

    Dr. don Jos de Aycinena, coronel de mili-cias, el regidor don Antonio de Juarros, te-niente coronel de dragones y el doctor donAntonio Larrazbal, cannigo penitenciario,provisor, vicario capitular y gobernador delArzobispado. Se procedi al sorteo, confor-me al real decreto y sali favorecido este l-timo personaje con general satisfaccin delvecindario, segn dice La Gaceta,

    Aquel da fu de regocijo pblico paraesta ciudad. Se cant te deum solemne en laiglesia metropolitana en presencia de todaslas autoridades; las calles estaban llenas deun pueblo que al paso de las corporaciones ydel que la 'suerte haba favorecido para quenos representase en las Cortes, prorrum-pa en estruendosos y repetidos vivas y aplau-sos. Durante varias noches hubo luminariasen la ciudad, msicas y otras muestras dealegra, por aquel feliz acontecimiento.

    Tambin en las provincias se procedi ala eleccin de diputados, obteniendo los vo-tos: por la de Comayagua, don Jos EstebanMilla; por la de Len, el licenciado don Jo-s Antonio Lpez

    ; por la de Cartago, el Pbro.don Florencio del Castillo; y por la de SanSalvador, don Jos Ignacio vila.

    Prevena el decreto de convocatoria que,verificada la eleccin del diputado en cadaciudad capital, se extendiese a ste el testi-

  • Marano de Aycinena 31

    monio de ella, as como las instrucciones queel Ayuntamiento que lo eligiese quisiera dar-le sobre asvintos de inters general y particu-lar que creyeran deba promover en Cortes.

    Larrazbal era miembro de las familiasde que hemos hablado y haba sido electopor el influjo de ellas.

    Componan la Municipalidad por aquelentonces las siguientes personas, cuyos nom-bres debe recoger nuestra historia : Jos An-tonio Batres, Lorenzo Moreno, Jos MaraPeinado, Antonio Isidro Palomo, el marqusde Aycinena, Luis Francisco Barrutia, Mi-guel Ignacio lvarez de las Asturias, Antoniode Juarros, Jos de Isasi, Sebastin Meln,Miguel Gonzlez, Juan Antonio Aqueche yFrancisco de Arrivillaga.

    Estos seores concejales, comisionaron alregidor perpetuo y decano del mismo Ayun-tamiento don Jos Mara Peinado para queformase las instrucciones que deban darse alseor Larrazbal, sobre la Constitucin fun-damental de la monarqua espaola y su go-bierno.

    Y en efecto, aqul escribi unas muy no-tables que constan en un folleto de ochentay ocho pginas que despus de haber sidoimpresas en la isla de Len, fueron reimpre-sas en esta capital el ao de 1811 y que te-nemos a la vista.

  • 32 Ramn A. Salazar

    No nos hemos equivocado al afirmar enanteriores pgiias que nuestra libertad se in-cub en el Ayuntamiento de Guatemala. Allen sus salones reson por vez primera el sa-crosanto nombre de libertad; all algunos deaquellos aristcratas de quienes tanto hemostenido que quejarnos despus, iluminados porla luz del siglo tuvieron por un instante lasvisiones de una patria regenerada por las nue-vas ideas. Los manes de los convencionalesi^anceses deben de haberse regocijado en sustumbas al ver que sus doctrinas se habanabierto paso por entre los bosques de Amri-ca, y que, en la capital de esta Colonia igno-rada hallaban eco muchas de las que se ha-ban proclamado desde la tribuna del 89.

    Por supuesto que aquellos seores con-cejales, no eran republicanos, ni mucho me-nos. No eran ni siquiera demcratas; no te-nan fe, o no les convena la eleccin de losayuntamientos por el voto popular; no pen-saban siquiera en que estos cuerpos se reno-vasen peridicamente, sino que opinabanporque las dos terceras partes de los regido-res de cada Municipalidad fuesen vitalicios.

    Era que queran encastillarse en la casade la ciudad, y dominar desde ella la situa-cin de su patria.

    Queran que a los ayuntamientos se lesdiese el ttulo de grandeza y a los regidores

  • Mariano de Aycinena 33

    perpetuos el tratamiento de seora^ a quejustamente son acreedores, decan, los quetienen la representacin pblica y que son lacolumna del Estado.

    Eran monrquicos, mas no absolutistas.En los poderes concedidos a su- diputado aCortes le daban instrucciones para que no re-conociese a otro monarca ms que a Fernan-do vii^ y en su falta, a sus legtimos sucesores,con la condicin expresada de" que paraevitar que el despotismo deshonre en tiempoalguno a la majestad, y oprima a los pueblosse instituya y elija Constitucin formal en que,restablecindose los derechos de stos, tengasiempre la nacin parte activa en las delibe-raciones y materias de Estado, en la forma-cin de las leyes y en los dems asuntos gra-ves del gobierno; y que en esto y en todo lodems, sin la menor limitacin sean las Am-ricas consideradas y tratadas como partesesenciales de la monarqua, guardndole susderechos y libertad civil como a la Pennsu-la, sin diferencia alguna, y con toda la ex-tensin que corresponde conforme les compe-te por derecho natural que les est justa-mente reconocido.

    No se haban desligado aun de muchaspreocupaciones sociales y religiosas, por msque en el fondo se conoce que eran discpulosde Rousseau y de los enciclopedistas.

  • 34 Ramn A. Salazar

    Ellos queran que la religin de Jesu-cristo crucificado, catlica, apostlica, roma-na se co^servase inviolablemente en toda lamonarqua como la nica verdadera; y nocontentos con eso, deseaban se impetrase dela Santa Sede el que se declarara el Misteriode la concepcin sin pecado y que la nacinse acogiese bajo el patrocinio de la Virgen;sin perjuicio de que Guatemala siguiese re-conociendo al apstol Santiago y a SantaTeresa como patronos especiales.

    .

    Deseaban que se celebrasen concilios prp-vinciales a fin de mantener la disciplina ecle-sistica y velar sobre la pureza de la fe.

    Para la provisin de empleos queran quel mrito personal fuese preferido al heredi-tario; pero el individuo que reuniese ambos,sera atendido de preferencia.

    Por ltimo, en lugar de las Cortes anti-guas deseaban que se crease un Consejo deEstado que se denominara Consejo supremonacional^ compuesto de individuos de todoslos reinos de la monarqua espaola, tanto enEuropa como en Asia y Amrica, eligiendocada reino una persona que ocupase tan in-teresante puesto en calidad de diputado.

    Pero la parte ms interesante y por lacual nos hemos detenido en este asunto es ladeclaracin de los derechos del ciudadano.

  • Mariano de Ayginena 35

    He aqu los axiomas sociales que aquelloscolonos sentaban como inconcusos:

    V El objeto de la sociedad es el mejorestar de los individuos que la componen.

    2^ La religin es el mejor y principalapoyo del gobierno.

    3- El gobierno es obra del hombre. Seestableci para su conservacin y tranquili-dad. La conservacin mira a la existencia;y la tranquilidad al goce de sus derechos na-turales e imprescriptibles.

    4- Estos derechos son: la igualdad, lapropiedad, la seguridad y la libertad.

    5* La igualdad consiste en que la leydebe ser la misma para todos, ya proteja, yacastigue: no puede ordenar sino lo que es jus-to y til a la sociedad; ni prohibir sino lo quela es perjudicial.

    6- La libertad es la facultad de hacercada uno todo lo que no daa a los derechosde otro. Tiene por principio, la naturaleza:por regla, la justicia: por garanta, la ley. Sulmite moral se comprende en esta mxima:No hagas a otro lo que no quieras que tehagan.

    7- La justicia natural se viola cuandouna parte de la nacin pretende privar a laotra del uso de sus derechos de propiedad,libertad y seguridad.

  • 36 Ramn A. Salazar

    8- La seguridad consiste en la protec-cin concedida por la sociedad a cada uno desus miembros y a sus propiedades.

    9- La propiedad personal est bajo laproteccin de la ley inviolable al ciudadano,al magistrado y al rey. Slo las acciones con-trarias a la ley la allanan.

    10 Todo procedimiento del magistra-do contra un ciudadano fuera del caso de laley y sin las ritualidades de ella, es arbitrarioy tirnico.

    11 La legislatura es propiedad de lanacin; no debe confiarla sino a una asam-blea o cuerpo nacional.

    12 La ley no debe establecer sino pe-nas tiles y evidentemente necesarias. Las pe-nas deben ser proporcionadas a los delitos yprovechosas a la sociedad.

    13 El derecho de propiedad real esaqul por el que pertenece a todo ciudadanoel goce y la libre y absoluta disposicin desus bienes y rentas, del fruto de sus trabajos,y de su industria.

    14 Todo individuo de la sociedad seacual fuese el lugar de su residencia o de sunaturaleza, debe gozar una igualdad perfec-ta de sus derechos naturales, bajo la garan-ta de la sociedad.

  • Mariano de Aycinena 37

    15 La garanta social consiste en la ac-cin de todos, para asegurar a cada uno enel goce y conservacin de sus derechos.

    16 La opresin de un ciudadano ofende,al cuerpo social y la sociedad debe reclamar-lo. Cualquier individuo de la sociedad tienederecho a esta reclamacin, porque la opre-sin de un ciudadano atenta a la seguridadde los dems.

    17 La garanta social no existe si los l-mites de las funciones pblicas no estn de-terminados por la ley y la responsabilidad detodos los' funcionarios no est asegurada.

    18 No puede establecerse contribucin,sino por la utilidad general.

    19 Todos los miembros del Estado, decualquier clase o sexo, tienen obligacin decontribuir para su conservacin, aumento ydefensa. Esta obligacin tiene por principiola sociedad

    ;por medida, la necesidad del Es-

    tado: y por regla, las facultades del ciuda-dano.

    20 Ninguno puede ser privado de lamenor porcin de su propiedad sin su con-sentimiento.

    21 Todo estanco es una violacin delderecho natural. Debe pues declararse abo-lido para siempre.

  • 3J Ramn A. Salazar

    Hemos consultado varios historiadores deAmrica, y en ninguno de ellos encontramosque se haga relacin a las instrucciones co-municadas por los cabildos a sus diputados aCortes.

    Creemos que debe ser motivo de legtimoorgullo para los guatemaltecos el poder mos-trar que nuestros municipales de principiosdel siglo, profesasen principios tan avanzadosde derecho pblico; y si es verdad que se-guan siendo monrquicos, tambin lo es queno poda exigirse ms de ellos, dada la edu-cacin que haban recibido y las preocupa-ciones de que no haban podido despren-derse.

    Los das de la repbhca y de la democra-cia estaban todava lejanos. Se necesit deuna dcada de luchas, de persecuciones y dedesengaos, para -que el elemento democr-tico entrara en accin y que rasgando las li-gas que nos unan a Espaa y a Femandovn_, el ms ingrato y ms torpe de los reyesde la casa de Borbn, nos declarsemos in-dependientes y los proceres proclamasen larepblica.

    Larrazbal parti para Espaa, y en lasCortes de Cdiz, de las que alguna vez fupresidente, dio muestras de energa y de in-teligencia, figurando al lado de los liberalesy hacindose notar por sus ideas que no e^an

  • Mariano de Ayginena 39

    Otras que las contenidas en las instruccionesde que acabamos de hablar.

    Tambin el seor Castillo, representantede Cartago, se hizo notable por sus discursosy proposiciones, pidiendo la abolicin de lasmitas o mandamientos y exigiendo en ltimotrmino que, en caso de sostenerse stos, fue-ran obligados al trabajo forzoso los mestizos,los negros y los espaoles. Defendi con ca-luroso entusiasmo los interese americanos yprotest contra la esclavitud.

    No entra en nuestro propsito el detener-nos en los trabajos de las famosas Cortes deCdiz. El que conozca la historia desgraciadade Espaa en 1814, sabr que al ser restable-cido Femando vn en su trono pag con ne-gra infamia los sacrificios de sus subditos es-paoles y americanos, aboliendo la Constitu-cin y persiguiendo con saa cruel a los msilustres de aquellos constituyentes.

    A don Antonio Larrazbal se le condena seis aos de reclusin en el convento que elarzobispo de Guatemala le sealase, segndice el historiador Lafuente. Mientras esareclusin dur, hubo prohibicin de propor-cionarle libros y de que le hablase personaalguna.

    Tambin en este reino se sinti el contra-golpe de las iras de Femando; y el capitngeneral don Jos de Bustamante extrem to-

  • 40 Ramn A. Salazar

    da clase de rigores contra aquellos que se ha-ban manifestado afectos al sistema constitu-cional.

    Lanzse contra los criollos una caterva deespiones y de delatores que iban sembrandoel espanto y la desconfianza entre el pueblo.Se invent la existencia de un emisario fran-cs, al que nos hemos referido en las prime-ras pginas de la biografa de Arce, para po-derse echar sobre los ciudadanos pacficos aquienes se incomunicaba en las mazmorras.Como un miserable loco fijase por aqueltiempo papeles, que contenan groseras blas-femias, en las puertas de las iglesias, se au-ment el espionaje y se ejecutaron prisionesescandalosas que trajeron mayor consterna-cin a la ciudad.

    Unos tres estudiantes de genio alegre yburln, se imaginaron formar un regimientoque denominaron de los panduros con el ob-jeto de divertirse, como lo acostumbran losdel gremio aun en nuestros das, y Bustaman-te viendo sombras en todo, lanz a sus seidessobre esos jvenes, los redujo a prisin y lossometi al tormento, resultando al final quenada haba de serio en aquel juguete estu-diantil. En fin, el feroz Bustamante hizo qureinase en la ciudad un silencio sepulcral,marcando su gobernacin como una de lasms atroces que recuerda la historia de la Co-

  • Mariano de Aycinena 41

    lonia. Ocho aos dur en el mando este hom-bre de carcter de hierro, dejando en los gua-temaltecos el recuerdo de una poca que seconoce con el nombre de terrorismo busta-mantino,

    Al restablecerse la Constitucin espaolael ao de 1820, merced al grito dado en LasCabezas de San Juan, por Riego y Nez,nuevo aliento de esperanzas sopl sobre estaabatida Colonia. Aquellas antiguas rencillasentre los criollos y los espaoles se haban re-crudecido y aumentado. Por desgracia, al la-do de los segundos figuraban algunos hijosdel pas de tanta importancia como don Josdel Valle y l Dr. don Mariano Larrave, ene-migos de novedades, y que aparentaban elhallarse bien con el rgimen espaol. Estosseores halagaban a los artesanos con la ideade que se suprimira la ley sobre el comerciolibre, que los haba arruinado, sobre todo alos tejedores, cuya industria se haba venidoal suelo con la competencia que les hacan losgneros ingleses importados de Belice, puesde mil telares que existan en la Antigua aprincipios del siglo, que daban ocupacin aotros tantos trabajadores y ponan en movi-miento ms de un milln de pesos, se habanreducido a menos de la tercera parte dejan-do sumidos en la indigencia a multitud deproletarios que no estaban contentos con las

  • 42 Ramn A. Salazar

    Cortes que tales males les haban causado, nipodan ver con buenos ojos los conatos de in-dependencia en que se hablaba de libertad,palabra para ellos tanto ms temida cuantoms ignorada en su significacin y sus resul-tados.

    Del lado opuesto se hallaban tres grandespatriotas, don Pedro Molina, don Jos Fran-cisco Barrundia y don Francisco Crdoba,caracteres fogosos que se adelantaban a sutiempo en ideas, y tenan ya las visiones deuna repblica democrtica, emancipada delas leyes espaolas y regida por institucionesliberales. Fu aquel un momento particularque no es extrao en los das de revolucin.Los demcratas, directores de las gentes delos barrios, o sea de lo que entonces se llama-ba plebe, que no tena entrada ni aun en losgremios, linen sus fuerzas con la aristocracia,de la que en aquel momento don Mariano deAycinena era corifeo como miembro mayorde su familia por entonces y sndico de laMunicipalidad de esta capital.

    Las pasiones estaban sobreexcitadas y co-mo no tenan desahogo ni surgidero, se lan-zaban unos partidarios y otros, denuestos delos que la tradicin nos ha conservado algu-nos recuerdos.

    Comenzaron por denigrarse unos a otros,por dirigirse feos apodos que aun se conser-

  • Mariano de Aycinena 43

    van en la clasificacin de los antiguos par-tidos.

    A Valle y a los individuos que formabanel suyo, se les denomin, segn don PedroMolina el partido del gaSy para dar a enten-der que se compona de borrachos. Por re-presalia este ltimo, llam al otro, el partidode Caco, con intencin de darle las cualida-des de este famoso ladrn de la fbula. Locierto es, dice el indicado seor Molina, queni todos eran borrachos en el uno, ni todosladrones en el otro.

    Pero la lucha no era tan slo de palabras

    ;

    pues haba llegado la poca en que aquellasideas, por largo tiempo comprimidas sobreindependencia y libertad, y que apenas po-dan expresarse a media voz en los corrilloso entre los tenebrosos muros donde se reunanlos conspiradores iban a tener ms noblesrespiraderos.

    Establecise por ese tiempo en la capital"del reino una Tertulia patritica cuyo puntode reunin era la casa del Dr. Jos MaraCastilla, contando entre sus principales sociosal Dr. don Pedro Molina, a don Jos Fran-cisco Barrundia, a los seores Montfar y adon Vicente Garca Granados. Se proyecten esa tertulia la redaccin de un peridico,y efectivamente, en el mes de julio de 1820,vio la luz el primer nmero de El Editor

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    Constitucional^ dirigido por el clebre publi-cista Dr. don Pedro Molina y en el que co-laboraron el Dr. Castilla, el seor Barrundiay don Manuel Montfar.

    Las ideas netamente liberales defendidasen ese estimable papel, cayeron como unabomba entre los espaolistas y las gentes delgobierno que no ocultaban su inquina y abo-rrecimientos contra sus valientes redactores.

    Valle salt luego a la palestra con otroperidico que denomin El Amigo de la Pa-tria, cuyo aparente propsito era tratar delas ventajas de la civilizacin y de la impor-tancia de las materias cientficas, sobre todode la' Economa poltica, estudios a los cua-les estaba entregado por aquella poca aquelhombre notable que pasaba entre sus compa-triotas por sabio y hombre de letras. Pero locierto del caso es que el fin principal delilustre hondureno fu el de combatir las ideaspolticas de Molipa quien no quera contem-placiones ni miramientos, tratndose de laindependencia, ni ocultaba los agravios infe-ridos a las colonias por la Metrpoli, cuando,como con la Constitucin de 1812 se las ha-ba engaado con las promesas de una repre-.sentacin en las Cortes que por lo raquticaera mentida y ridicula.

    Muy ligeramente han tratado los escrito-res nacionales sobre aquellos notabilsimos

  • Mariano de Ayginena 45

    peridicos que para la mayor parte de nues-tros conciudadanos son enteramente desco-nocidos.

    No es este el lugar de hacerlo de la mane-ra extensa que nos proponemos; y as es quenos reservamos para cuando, prximamen-te, publiquemos la biografa del Dr. don Pe-dro Molina.

    Lo cierto del caso es que despus de unao de existencia de ambos peridicos, enque blandieron sus armas los dos campeones,en que Valle tuvo momentos de mal humor,de salidas vanidosas y ridiculas, que fueroncontestadas con fina irona por Molina; enque el primero luci sus conocimientos nadacomunes en las ciencias abstractas y el segun-do manifest que no era inferior a su adver-sario en las polticas y sociales, el triunfo fude Molina y de los liberales, y ste pudo ex-clamar el da 15 de septiembre de 1821 enese mismo peridico, tan duramente ataca-do, las siguientes palabras que tienen toda laentonacin de un himno:

    Es posible, amada patria ma que misojos os hayan visto independiente? Oh pla-cer soberano! Oh gloria incomparable aotra cualquiera gloria!

    Tena razn el buen patriota en cantaras la independencia de su pas.

    ramos independientes.

  • 46 Ramn A. Salazar

    El 15 de septiembre Ganza y las autori-dades del pas haban proclamado la separa-cin de Guatemala de su Metrpoli, como yahemos dicho en otra ocasin, por temor alpueblo que la peda a gritos y que amenaza-ba a los espaoles y espaolistas que se la ne-gaban.

    Qu secreto resorte haba movido a estepueblo tmido y sumiso para obrar as? Unomuy sencillo: el del patriotismo. Relatemosligeramente lo que haba pasado.

    A las primeras horas de la maana elCapitn general y las autoridades se reunie-ron en el saln principal del palacio. La ma-yor parte de las autoridades era opuesta a laindependencia, unas por miedo y otras por-que no queran ser desleales al pas de su ori-gen. Se entabl una discusin seria sobre tanimportante acontecimiento en que la voz delms implacable enemigo de la independen-cia americana, la del seor Casaus y Torres,se hizo or con todo el desborde de sus pasio-nes exaltadas. Tambin se escuch la del li-terato Valle, quien como alguno ha dicho,como buen americano era amigo de la inde-pendencia, pero como hombre prudente sa-ba ocultar sus tendencias. Los ms atrevidosde los independientes, que no formaban par-te de la junta, se asomaban a la sala en quese discuta negocio tan importante, aplau-

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    diendo a los que hablaban en favor de la in-dependencia, como el seor Castilla que fuel primero que lo hizo y mostrando en mur-mullos su descontento contra los que emitanvotos contrarios.

    En la Plaza de armas haba poca gente, yel asunto marchaba, amenazando tener immal resultado. Entonces se les ocurri a donBasilio Porras y a doa Dolores Bedoya, es-posa del Dr. Molina, una salvadora idea: lade reunir una orquesta y disparar variasgruesas de cohetes; y tan feliz fu aquellainvencin que a los pocos momentos ocurriun inmenso concurso de gente en el que figu-raban muchas personas opuestas a la inde-pendencia y que creyndola ya declarada, sefingan sus partidarias.La junta al or el inmenso clamor del pue-

    blo se resolvi ms pronto, y as fu acorda-da nuestra emancipacin.

    Recuerde, pues, la historia los nombresde Pedro Molina, Jos Francisco Barrundia,Basilio Porras y Mara Dolores Bedoya comoinstigadores en aquel memorable da de tanventuroso suceso.

    Tambin en la noche anterior el sndicode la Municipalidad don Mariano de Ayci-nena anduvo por los barrios de la capital ins-tigando a los vecinos para que asistiesen elsiguiente da a la Plaza de armas a formar

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    cuerpo y contribuir con sus compaeros alacto a que tantas veces nos hemos referido.Merece, pues, que se recuerde su nombre,pues hombrendose ese da con la plebe con-tribuy tambin a la libertad de su patria,aunque con la mira y por los motivos quepronto expresaremos.

    El acta de aquella fecha, de que ya he-mos hablado en la anterior biografa,^ dispu-so entre otras cosas, que se formase una Jun-ta provisional consultiva para ^que aconseja-se en cuestiones de gobierno a Ganza y quesera compuesta de la Diputacin provincialestablecida por la Constitucin espaola y dedos diputados ms por cada provincia, to-mados entre los oriundos de ellas, residentesen esta capital.

    La indicada junta celebr al principio sussesiones en pblico, y el sitio en que se reunase vio muy pronto lleno de gente de toda cla-se, que ocurra a presenciar aquel espectcu-lo tan nuevo para ella, cual era el de las dis-cusiones de los asuntos de la naciente patria.Los individuos que'la componan eran perso-nas graves, con humos de nobleza y les asus-taba encontrarse en contacto con el pueblo

    * Se refiere al libro Manuel Jos Arce (Los hombresde la Independencia) que integra el volumen N' 21 de laBiblioteca de Cultura Popular 20 de Octubre (N. de la E.)

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    entusiasta y que no guardaba, segn ellos de-can, los respetos y miramientos que les erandebidos a sus personas y a su alta categora.

    Don Jos Francisco Barrundia, el Dr. Mo-lina y don Francisco Crdoba, eran los jefesde la faccin popular y no teniendo asientoen la junta, concurran al frente de los pa-triotas a hacer algunas peticiones de interspblico.

    En una de stas proponan que desde lue-go se hiciese de Guatemala un Estado inde-pendiente sobre las bases de la libertad, laigualdad y la justicia; que se formase en vezde la Junta consultiva, otra con el carcterde gubernativa, cuyo objeto sera afianzar laindependencia, remover a los empleados queno hubiesen sido adictos a ella^y reemplazar-los por hombres liberales y patriotas; convo-car al pueblo peridicamente para darlecuenta de las operaciones practicadas por lajunta en su favor y or el voto de los ciuda-danos que tuviesen algo que decir en el deese mismo pueblo, y las medidas ms oportu-nas para el gobierno de la nacin; convocarun Congreso constituyente para organizardefinitivamente la repblica, etc. etc.

    Se ve por lo anterior cmo iniciaba sustrabajos el Partido liberal guatemalteco. Pe-ro aquello no era del agrado de los seores

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    que componan la Junta consultiva, en sumayor parte monrquicos.

    Por primera providencia se fijaron carte-lones en las puertas del Congreso, por los quese daba cuenta al pblico de que la Junta ha-ba acordado celebrar en secreto sus sesiones,pretextando que sta se vea embarazada pa-ra el despacho por causa de la concurrenciadel pueblo. Tal cosa pasaba el 29 de sep-tiembre de 1821, es decir, catorce das des-pus de declarada la independencia.

    Desde aquel momento comenz a preva-lecer entre los gobernantes la idea de unir aGuatemala al imperio mexicano, que s^gnlos tratados de Crdoba dispona que se ofre-ciese el trono de Anhuac a Femando vn oa uno de los prncipes de su familia.

    Tan pocos das haban bastado para que

    la aristocracia guatemalteca pusiese de ma-nifiesto cules haban sido los mviles de suconducta el 5 de septiembre de 1821!

    Ellos se dijeron evidentemente en sus co-rrillos: que sea Guatemala independiente;pero bajo nuestra direccin y para nuestropropio provecho, para que podamos seguirmedrando en lo material y que el gobiernonos pertenezca en todas sus esferas y forme-mos as una oligarqua imperante. Pero oye-ron la voz de la democracia que se agitaba,

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    vieron que el pueblo tena sus tribunos quelo iluminaban y lo encaminaran a la revolu-cin, si era preciso, y temblaron.

    El marqus de Aycinea que era miem-bro de aquella Junta consultiva, y que fu elorculo de su partido, como don Mariano fuel brazo fuerte, deca en el ao de 1834, enun opsculo clebre, publicado en New York,lo que vaiios a transcribir:

    En 1821, lo digo con franqueza, no creaaplicable el rgimen republicano a mi pas.Mi opinin por una monarqua moderada sefundaba en la excelencia de esta forma de go-bierno, elogiada como la mejor por los mis-mos republicanos ms sabios de la antige-dad, por escritores modernos, y cuya bondadha sido comprobada por el ejemplo prcticode Inglaterra.

    En el ao de 1861, en im discurso religio-so pronunciado con motivo de nuestra inde-pendencia, el mismo marqus, no curado desus ideas monrquicas ni de su odio al consrtitucionalismo, deca : Hay no pocas nacio-nes tanto en el antiguo como en el nuevomundo que tienen el prurito desenfrenado deexpedir leyes tumultuosas e inconsiderada-mente sobre todas las materias, sin exceptuarlas que conciernen a la religin.

    l marqus, ya por entonces obispo deTrajanpolis, califica de frenes y de epide-

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    mia mental que ha cundido por el mundo aese sistema de legislar, entrando en santo fu-ror porque merezca los aplausos del pueblo.El no cree en las constituciones que se handado los pueblos de Europa o de Amrica.Qu bienes han hecho? pregunta. Oidlo.Despus de enormes sacrificios para plan-tearlas, y despus de haberse derramado mu-chsima sangre humana para sostenerlas, hoyestn en absoluto descrdito, conculcadas ytenidas no slo como hojarasca intil, sinocomo doctrinas perniciosas.

    El que quiera convencerse de que enAmrica, en la segunda parte de este siglo sehayan expresado tales doctrinas, puede leerel opsculo que contiene ese sermn, pgina6 y siguientes, que se encuentra, entre otraspartes, en la Biblioteca nacional de estaciudad.

    Ahora preguntamos cmo 'se explicanestas ideas anticonstitucionales del seor mar-qus, cuando sus parientes dieron en el aode 1811 aquellas instrucciones al cannigoLarrazbal, de las que tanto se envanecan ypor las que* tanto sufrieron?

    Pues se explica muy fcilmente. En aque-lla poca no eran ms que unos mseros crio-llos, sin derechos sociales, sujetos a una co-yunda dura y pesada, despreciados en su mis-ma tierra por los peninsulares, ocupando

  • Mariano de Aycinena 53

    siempre los segundos puestos cuando se creancon derecho a obtener los primeros; en fin^^cosas ms que personas, colonos y no ciuda-danos.

    Entonces s, queran patria y Constitu-cin. Entonces s suspiraban por la igualdady la libertad. \

    Pero cuando el pueblo hizo la indepen-dencia ; cuando oyeron la voz de la democra-cia que por medio de sus corifeos clamabapara todos los mismos derechos, entonces te-mieron la repbfca,* se agarraron a la plo-mera rama que encontraron y, con todo y sertan dbil y ridicula la figura de Iturbide,siendo emperador, aunque traidor y advene-dizo, se declararon subditos suyos contra lavoluntad nacional.

    El seor don Alejandro Marure, historia-dor tan verdico como concienzudo, describeen varias pginas de su Bosquejo histrico to^das las escenas que tuvieron lugar en aque-llos das, tan memorables como angustiosos,que precedieron a la incorporacin de estospases al imperio mexicano.

    Tambin el Dr. don Pedro Molina en susMemorias^ tan poco conocidas, nos hace unarelacin sucinta sobre el mismo asunto, y delas cuales nos valemos para escribir estos ren-glones.

  • 54 Ramn A. Salazar

    Los corifeos del partido antianexionistaeran don Jos Francisco Barrundia, don Ma-nuel Ibarra, el licenciado don J. Franciscode Crdoba, el doctor Pedro Molina y algu-nos otros de menor importancia.

    El marqus de Aycinena con toda su fa-milia se encontraba a la cabeza del partidocontrario.

    Ganza, ya inclinado en sus veleidades ala anexin, determin perseguir las reunio-nes de los libres; y sucedi que el 30 de no-viembre de 1821 se hallaban congregadosunos diez y seis individuos en una junta, tra-tando del asunto angustioso que amenazaba '

    a la patria. Dispusieron stos hacer ima ma-nifestacin pblica, y al efecto se lanzaron ala calle dando los gritos de viva Guatemalalibre! La noche era de luna y el grupo ibapor las inmediaciones del templo de San Jo-s, cuando dos alcaldes reunidos, ambos an-tiindependientes y por lo tanto partidarios dela anexin a Mxico, aparecieron con unaescolta de soldados del batalln Fijo y ungrupo numeroso de paisanos bien armados.

    La colisin era segura. Alguien lanz elquin vive! y sin esperar contestacin, eldoctor don Mariano Larrave que era uno de

    ,

    los alcaldes, mand hacer una descarga defusilera quedando muertos don Mariano Be-doya y don Remigio Maida.

  • Mariano de Aycinena 55

    Esta fu la primera sangre derramadaen nuestras revoluciones; sangre de vctimasindefensas; sangre de liberales que queranque su patria no dependiera de ninguna na-cin extraa

    Nada sabemos de particular sobre Maida.De don Mariano Bedoya tenemos estos

    datos : que padeci cinco aos de prisin porinsurgente y que cuando se promulg el de-creto de independencia de Espaa, este pa-triota pidi por favor que se le concedieseel pregonarlo, el cual obtuvo con gran satis-faccin. Setenta y seis das despus, caamuerto por las balas de los imperialistas gua-temaltecos.

    Fu aquel triste accidente'un aconteci-miento debido nicamente al estado de em-briaguez en que se hallaban los seores La-rrave y licenciado don Antonio Robles queeran los alcaldes que dirigan a aquella ban-da de asesinos? Creemos que no, pues ya ha-ba un plan preconcebido para amedrentar alos patriotas.

    Desde luego se opusieron obstculos in-vencibles para que no se publicase ms El Ge-nio de la Libertad que redactaba el doctorMolina, y desde Cuyas colunmas se haca orla voz de los pueblos que rechazaljan laanexin. Pero eso solo no bastaba.

  • 56 Ramn A. Salazar

    Al da siguiente del doloroso suceso queacabamos de relatar, don Mariano de Ayci-nena a la cabeza de varios hombres del ba-rrio de San Sebastin, simul un tumulto po-pular, y se fue a la Plaza de armas a pediral capitn general la expulsin de diez y ochode los individuos ms notables que resistanla unin a Mxico, cosa a que no se atreviel tmido Ganza por ms que lo azuzasenlos que lo manejaban casi a su antojo.

    Concluyamos.La declaratoria de la anexin se hizo el

    5 de enero de 1822 y ya sabemos que tristesresultados tuvo para nuestro pas ese crimi-nal atentado que se debe exclusivamente a losmanejos maosos de la aristocracia guatemal-teca. Centroamrica fu entregada por es-ta al emperador sin procurarle ventaja algu-na, sin reserva de algunos fueros ni garantala ms mnima de que se respetaran los de-rechos de los guatemaltecos.

    Indignado el doctor don Pedro Molinacon tanta infamia, dice:

    Una piara de puercos no se enajenaratan de balde

    ;pero los ambiciosos de empleos

    y distinciones as lo queran, y los necios lossecundaban.

    Y de ese modo sucumbi el pas.Pero hubo algunos que s sacaron bene-

    ficio: tal fu el marqus de Aycinena que

  • Mariano de Aycinena 57

    fu condecorado por el emperador con laGran Cruz de Guadalupe de M:?tico.

    Don Mariano de Aycinena, que como he-mos visto, tanto se haba afanado por el triun-fo de su causa, que hasta anduvo en esta ca-pital de casa en casa recogiendo votos parala anexin no obtuvo desde luego todo lo queapeteciera. Parece que por ese tiempo no lesatisfaca la cruz con que fu agraciado susobrino; pero es lo cierto que con fecha 20de febrero de 1823 escribi la siguiente car-ta a uno de los ministros de S. M. imperial yque la copiamos ntegra para recreo de nues-tros lectores: -

    Guatemala, febrero 20 de 1823.Seor don Jos Manuel Herrera.

    (Reservadsima).Mi querido amigo y seor:Me acuer-

    do de haber renunciado la gran cruz con queS. M. bondadosamente me honr, y tambinde los motivos sinceros que expuse para ello.

    Me es hoy tanto ms sensible hallarmeen la precisin de quebrantar aquellos pro-psitos, o sean fundamentos de mi carrerapblica : pero he pesado las cosas detenida-mente, me he hecho la reflexin de que la ca-ridad bien ordenada comienza por uno mis-mo, y que no debo ser tan severo que me quie-ra hacer desgraciado para siempre por slodar ensanche a los principios de delicadeza.

  • 58 Ramn A. Salazar

    que deben ceder a los de honor bien enten-dido. Por otra parte, S. M. el emperador,por una casualidad ha venido a conocermeen los das de nuestra gloriosa independen-cia: me favorece como no merezco: lamuerte cruel, que a nadie perdona, pudieraarrancrnoslo, as como a Ud., que igual-mente me distingue, y en tal desgracia (queDios no permita) me fuera muy difcil ende-rezar una suerte, tan triste como la quepreveo.

    Yo, seor don Manuel, vine a abrir losojos cuando la fortuna de mi. casa se veaamenazada all por el ao de 1811, que delos dos hermanos mayores, que manejabanlos negocios, el uno se fue a Espaa de con-sejero empendola en mayores gastos; y elotro que era el marqus, muri agobiado depesares pblicos y domsticos.

    Posedo yo siempre de unos sentimien-tos de honor y de cario a toaa mi familia,form el propsito de sacrificarme por ellay porque la casa conservase su reputacin.

    Mi hermano Juan Fermn, que muri elao pasado, llevaba aqu la direccin de losnegocios y yo me conden a vivir como cua-tro aos en las haciendas por proporcionarlerecursos, para que pudiese cubrir muchos cr-ditos que nos atormentaban, sin faltar al man-tenimiento regular de los,dems interesados.

  • Mariano de Aycinena 59

    Puede Ud. hacerse cargo de lo penosoque habr vivido con semejantes empeos, yslo me queda la satisfaccin de que, aun-que por la fatalidad de los tiempos y del sis-tema opresor de la Espaa, no hemos podi-do desembarazar del todo a la casa, s la he-mos conservado en regular reputacin, por-que Dios seguramente quiso premiar nues-tras buenas intenciones, no porque en el es-tado que tenan las cosas, pareca imposibleatender a tantos deberes.

    Habiendo fallecido por los aos de 17 y19 otros dos hermanos, que ya nos ayudabanal sostn de la casa, y ltimamente Juan Fer-mn el ao pasado, he quedado solo, paramantener al hermano de Madrid y su fami-lia, la marquesa y sus hijos, la viuda de JuanFermn y su chiquilla, con otras hermanas,que aunque ya no son partcipes en el cau-dal, tienen familias y me es preciso auxiliar-las en algo.

    He vivido y vivo siempre en apuros demucho tamao, aun cuando no existan losmotivos del trastorno de las provincias. Memantengo en la casa paterna, que por razndel ttulo es de mi sobrino el marqus, as co-mo las fincas que le son propias.

    ^Aunque por mi estado soltero y las di-versas acciones que reno en el caudal comn,soy acaso el ms interesado, yo no hago gas-

  • 60 Ramn A. Salazar

    to ninguno por saber como andan las cosas, yme esfuerzo porque las viudas tengan lo pre-ciso para mantenerse con decoro. En una pa-labra, para no fastidiar a Ud., yo en mis cir-cunstancias, aunque muy amado y respetadode mis familias, que me ven sacrificarme porellas, parezco un peregrino o un arruinadoen la misma casa de mi padre, que fu el pri-mer marqus. As es que, deseando casarmecon una seorita de mi esfera, ms ha decinco aos no lo he podido efectuar, por nohallarse el caudal con el desahogo que con-vena, a pesar de mis continuados esfuerzos,y porque no hago el nimo de contraer unanueva obligacin, que me haga desatenderlas que ya Dios me ha puesto de estas fami-lias que miro con tanto amor y compasin,como que en ellas recuerdo a mis hermanos.

    Yo no quiero empleo pblico ninguno,porque no es esto de mi genio, y de otra par-te es incompatible con mis obligaciones y ma-nejo de la casa, que no hay otro que la go-bierne. Deseara que S. M., por un efecto desu munificencia me sealase una pensin vi-talicia de cuatro a cinco mil pesos, que norecayese sobre las tesoreras de estas provin-cias para alejar odiosidades, Con esto podryo ponerme en estado; y asegurado de queno tengo por este motivo, que afligir ms ala casa comn mientras los negocios se pre-

  • Mariano' de Ayginena 61

    senten tan difciles, se enderezar mi suerteno menos que la de aqulla, y yo lograr lonico a que aspiro. Mantendr frugalmenteuna familia propia y tendr la satisfaccin deque vean lo hago sin desatender a las dems,cosa que no se ofrezcan disgustos domsticos.

    Nunca hubiera llegado la vez de pare-cer interesado. No lo soy, mi buen amigo ; si-no que Ud. se pondr en mi lugar y conoce-r que sta es una necesidad, una precisinpara no verme condenado al celibatismo, me-nos hoy que S. M. graciosamente me tieneelevado al rango de gran cruz. Me descu-bro, pues, con mi padre, que no tengo otroque el Emperador, y con un amigo que tan-tas pruebas me ha dado de su cario.

    No alego mritos pblicos; porque lo po-co que he podido hacer lo deba la patriay a la razn. Me hago el cargo de las apu-raciones pblicas, y no quiero aimientarlassi no es que se considere mi situacin, cuandobuenamente lo permitan las circunstanciasdel Estado.

    Por ltimo, advierto a Ud., que conce-dindoseme esta pensin, bien sobre fondosde la orden de Guadalupe o sobre piezas ecle-sisticas de mitras o canonjas^ como lo ha-can en Francia en la poca del Abate Bar-telemi, que se haga de manera, que no se en-tienda haberla yo pedido, y menos que se di-

  • 62 Ramn A. Salazar

    vulgue demasiado, ocurrindome para lo pri-mero el arbitrio de decir, que entre todos losagraciados con la gran cruz, parece que sloyo no tengo renta alguna y es preciso parasostener el decoro, etc.

    Mi juventud hasta la edad que tengo de33 aos, ha sido de trabajos no buscados poruna conducta irregular y deseara algn des-canso.

    Tenga Ud. la bondad de poner en cono-cimiento de S. M. esta disposicin, que yo es-pero de su fineza haga propio el negocio;quedando tambin satisfecho, de que si notuviera efecto ser por algn inconvenientede justicia, cuyos lmites no me he propuestotraspasar.

    Soy de Ud. con la mayor cordialidad,apasionado y obediente servidor, que atentob. s. m.Mariano de Aycinena.

    Esa no vendi tan barata su progenitu-ra ; al menos recibi en pago un plato de len-tejas.

    Los Aycinenas no recibieron ms que dosgrandes cruces de la orden guadalupana, por-que esta carta que nos da rubor publicar porhaber sido firmada por una mano guatemal-teca, no obtuvo ni aun contestacin. Bue-no estaba Iturbide para pensar en dar pre-mio a los traidores, sus compaeros!

  • Mariano de Aycinena 63

    A Ganza, el famoso capitn general, queera segn las personas que lo conocieron, unviejo verde, alto, flaco y muy metido en susentorchados, lo nombr S. M. edecn de suestado mayor, cosa que caus general hilari-dad; y obtuvo su merecido muriendo de mi-seria en Mxico, algunos aos despus de lacada de Agustn I.

    La anexin dur cerca de diez y seis mesescon toda su cohorte de calamidades a que noshemos referido en nuestro escrito anterior"^y sobre cuyo interesante asunto puede encon-trar quien quiera estudiar a fondo detalles dela mayor importancia en el 2- tomo del Bos-quejo histrico del seor Manir.

    Creemos que nuestros lectores nos agrade-cern la insercin del siguiente prrafo de lasMemorias del doctor Molina, que nos cuentacmo pas nuestra separacin de Mxico, ya qu papel tan triste se vieron reducidos losserviles que tanto haban aguardado medrary adquirir gracias bajo la proteccin de sudolo mexicano.

    El brigadier don Vicente Filsola (quegobern a Guatemala durante, la anexin)era un hombre de 43 aos, de mediano cuer-po y robusto, italiano de origen, soldado fran-

    * Se refiere a la biografa sobre Manuel Jos Arce(Nota de la E.).

  • 64 Ramn A. Salazar

    ees en Espaa, espaol en Mxico, mexicanoen Centro-Amrica, pareca que su malasuerte lo haba conducido siempre a servir :bajo los opresores, y que sus principios leobligaban a cambiar de bandera. Restabaque a la cada de Iturbide abrazara los inte-reses del Reino de Guatemala : el ms peque-o impulso podra inclinarlo a hacerlo. Enestas circunstancias, don Fernando AntonioDvila, que haba sido un diputado liberal yjde nombre en las segundas Cortes de Espa-1a, don Jos Francisco Barrundia y el doctor jMolina, proyectaron presentar a Filsola unaexposicin demostrativa de la inconvenienciade la unin del Reino de Guatemala ^ deMxico, y los derechos y motivos que tena,en el caso, para separarse y recobrar su inde-pendencia. La exposicin se hizo y fu firma-da por los que la proyectaron y por don Ma-nuel Palacios. Don J. Francisco de Crdoba,ntimo amigo y compaero de stos, se neg prestar su firma

    ; y con esto ya no se solicitla de otros. Crdoba haba cambiado de opinin sin que supieran sus compaeros por qu,y no quisieron experimentar otro reproche.El P. Dvila fu a presentar la exposicin aFilsola; ella caus tal impresin al generalmexicano, que le produjo un ataque de cle-ra nostra, sin que por esto estallara en mane-ra alguna contra sus autores. Ocho das des-

    i

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    pues dio un decreto, en que declaraba sepa-rado el Reino, y convocaba a las provinciasa mandar los diputados a una Asamblea ge-neral constituyente.

    Los partidarios del Imperio callaron;los chapetones, porque Iturbide les haba da-do un quid pro quo ponindose en lugar deun infante de Espaa; los frailes porque lavariacin no tocaba sus capillas; los^ llama-dos nobles porque vean eclipsada ya su es-trella polar; y en fin, el bajo pueblo, porqueno haba recibido ms que ultrajes, sablazosy la muerte de manos de los mexicanos. Noomitiremos decir que el seor Iturbide, quetan prematuramente haba aspirado al go-bierno absoluto, haba dispuesto el modo mssencillo de gobernar el Reino de Guatemala.Lo dividi en cinco comandancias militares. Qu ms poda hacer en beneficio de los quese le haban entregado a discrecin? Moh-nos y abochornados quedaron esta vez los par-tidarios del imperio mexicano, escondiendosus cruces guadalupanas los que las habanobtenido y excusndose como podan de ha-ber cado en un error tamao, como habasido el de renunciar y hacer renunciar al pue-blo guatemalteco la independencia reciente-mente adquirida, buscando un nuevo amo,que no poda ser mejor que el antiguo.

  • 66 Ramn A. Salazar

    Y ya que hemos llegado a este punto bue-no ser conocer la figura fsica y moral delseor don Mariano de Aycinena. Era un se-gundn de su familia. Su educacin fu bas-tante descuidada como suceda generalmen-te en las grandes casas en donde haba mu-chos hijos, y en las cuales, el mayor, que erael heredero del mayorazgo, gozaba de todaslas prerrogativas debidas a la fortuna de ha-ber llegado el primero al mundo entre sushermanos. No asisti siquiera a las aulas, nidej recuerdos en ellas, como su hermanoJuan Fermn, quien sostuvo a fines del siglopasado en el claustro de la Universidad deSan Carlos una tesis de derecho, explicandolo que eran las Cortes durante la antigua rrio-narqua espaola anterior a la casa de Austria.

    Se conoce que en los planes de su familia,l estaba destinado a los trabajos del campo,a ser, por decirlo as, el administrador de loscuantiosos bienes de su casa ya ocuparse deesas labores que mantendran la riqueza delos suyos, mientras el primognito luca en laCorte su ttulo y las prerrogativas a steanexas, y el segundognito ilustraba su nom-bre con su espada como coronel del ejrcitoque era.

    Dicen que don Mariano fu intachableen su vida moral, muy moderado v hasta t-

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    mido; que era afable en el trato familiar yno envanecido por las riquezas de su casa.

    Posible es que si se le hubiese dejado ro-lar en la esfera a que sus aspiraciones y sunaturaleza lo inclinaban, hubiera sido un ciu-dadano estimable.

    Gustaba mucho de la iglesia y era muyapegado a las minuciosidades del culto.

    Una cosa que le alababan mucho sus pa-rientes era el que asista devotamente a lasfestividades de las iglesia^, frecuentaba lossantos sacramentos y concurra a las funera-les de ricos y pobres.

    Su padre, el primer marqus, haba sidosndico del colegio de Cristo crucificado; ycomo l no heredara el ttulo nobiliario de sucasa ni vistiera el traje militar que su segun-do hermano, quiso al menos seguir las tradi-ciones de su familia, protegiendo el conven-to de recoletos de esta capital, compuesto porel tiempo de que venimos ocupndonos deuna especie de carlistas recalcitrantes que senegaron a jurar la Constitucin de la repbli-ca y levantaron la masa popular de aquel ba-rrio clebre, bajo el pretexto de que dichaConstitucin atacaba las santas leyes d laiglesia y era contraria a nuestra religjin.

    Don Mariano tuvo para su fortuna unahora propicia, y fu cuando, en la tarde del14 de septiembre de 1821, anduvo por all

  • 68 Ramn A. Salazar

    por el barrio de San Sebastin animando alpueblo medroso a que se uniese a los patrio-tas y coadyuvase con su presencia a llevar acabo el acto trascendental que se verific elsiguiente da.

    Ese solo acto le ha valido el que se le re-cuerde entre los hombres inmortales de nues-tra independencia.

    Pero l, como todos los suyos, crey ha-berse equivocado y entonces cambi de rum-bo llegando hasta donde lo hemos visto, has-ta entregar su patria a la dominacin de untirano extranjero.

    Hablando de este asunto, don ManuelFrancisco Pavn que fu su panegirista dice:

    Partidario sincero y ardiente de la inde-pendencia, tuvo mucha parte en este aconte-cimiento, renunciando a la buena posicinque tena su familia bajo el gobiemo espa-ol. Sndico del ayuntamiento en 1821, fuel primero que pidi se proclamase la inde-pendencia, y uno de los que suscribieron elacta memorable del 15, de septiembre.

    Entonces le rodeaban y aplaudan loshombres que despus fueron sus adversariospolticos, y su casa era el centro del movi-mientQ de independencia. Pero cuando setrat de establecer el gobiemo, combati conmucha firmeza las ideas demaggicas y des-organizadoras, que por desgracia prevalecie-

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    ron y causaron la ruina general. Quera laindependencia y la haba promovido desin-teresadamente bajo las bases proclamadas enel Plan de Iguala por el general Iturbide, ycuando el pas se uni al imperio mexicano,espantado de las. ideas exaltadas y anrqui-cas de nuestros liberales, el seor Aycinenavio volverse contra l a sus aliados polticos

    y se uni al capitn general y a la Junta pro-visional para sostener el imperio y la conser-vacin del orden. Su notoria adhesin al im-perio mexicano, por la que haba sido conde-corado por el Emperador con la gran cruz deGuadalupe, se vio entonces como un baldn,y l qued retirado y sin intervencin algunaen las cosas pblicas; de manera que, no obs-tante su decisin por la independencia, nin-guna parte tuvo en los actos de la primeraAsamblea nacional constituyente.

    Tal era el hombre que en concepto de je-fe de Estado, entr a gobernar a Guatemalael 1- de marzo de 1827.

    Durante cerca de cuatro aos haba esta-do a la sombra despus de la derrota que su-frieron los imperialistas.

    Veamos qu haban hecho los fiebres y qumritos haban contrado ante la historia.

    En primer lugar emitieron la clebreConstitucin del ao 24, de la que en otraoportunidad nos hemos ocupado, y la que,

  • 70 Ramn A. Salazar

    con todo y sus defectos, es un gran monumen-to del liberalismo centroamericano.

    Despus de tantas bajezas como las quehemos visto por parte de los serviles, causainmensa satisfaccin y aun legtimo orgullocontemplar desde lejos a nuestros procereshaciendo patria.

    Con fecha 30 de mayo del ao 24 se pu-blic en la Gaceta del gobierno un decretopor el cual se prometa una medalla de oroal que presentase una cartilla en que se con-tuviesen los principios del sistema republica-no imperante en el pas.

    El 17 de abril del mismo ao, se declarla libertad de esclavos, siendo los principalesartculos de aquella memorable disposicin:VDesde la publicacin de esta ley en ca-da pueblo son libres los esclavos de uno yde otro sexo y de cualquiera edad que exis-tan en algn punto de los Estados federa-dos del centro de Amrica, y en adelanteninguno podr nacer esclavo. 2-Ningunapersona nacida o connaturalizada en estos Es-tados, podr tener a otra en esclavitud porningn ttulo ni traficar con esclavos dentroo fuera, quedando aqullos libres en el pri-mer caso; y en uno y otro perder el trafi-cante los derechos de ciudadano; no se ad-mitir en estos Estados a ningn extranjeroque se emplee en el enunciado trfico.

  • Mariano de Aycinena 71

    En mayo se dirigi una circular a los rec-tores de las universidades, directores de cole-gios y prelados de los,conventos de regularespara que informasen sobre el estado de laenseanza que les estaba encomendada, paraque a vista de esos informes el gobierno pu-diese formar un plan de instruccin general.

    En junio se cre una escuela militar bajola direccin del coronel de ingenieros donManuel de Arz.

    En julio se fundaron un jardn botnicoy una escuela de agricultura.

    En septiembre se acordaron ochocientospesos para gastos de viaje de un, profesor demineraloga.

    En diciembre se tomaron en cuenta lasbases de una compaa angloguatemaltecapara el fomento de las minas de los Estadosfederales de Centroamrica.

    En marzo de 1825 se establecieron unaclase de arquitectura bajo la direccin de donSantiago Marqui, que hizo su nombre cle-bre por haber construido la iglesia catedralde esta ciudad, y otra de qumica, dirigidapor don Juan Bautista Fauconier que pocoantes se haba hecho ciudadano guatemalteco.

    En agosto se dispuso el establecimientode una Escuela de artes y oficios, segn lasbases propuestas por Mr. J. L. Voidet de Be-aufort, declarando libres de derechos las m-

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    quinas, instrumentos y modelos que se intro-dujesen para el uso de aquel establecimiento.

    En septiembre se form una Comisin deestadstica

    ; y en fin, se dictaron algunas otrasmedidas de tan capital importancia como lasanteriores, tendentes todas a la organizacinde la repblica, al desarroUlo de sus rique-zas naturales y al mejoramiento intelectualde los hijos del pas.

    Pero aquellos hombres iban ms all:queran poner a Guatemala en contacto conel mundo, hacerla conocer del extranjero yaprovecharse de los conocimientos y expe-riencia de las naciones civilizadas.

    Con ese fin nombraron tres ministros ple-nipotenciarios, uno para Sudamrica, otropara la del Norte y otro para Europa con re-sidencia en Londres. Sus instrucciones eranms o menos las siguientes : Proponer una ex-pedicin cientfica, compuesta de astrnomos,gegrafos y naturalistas, costeada por las na-ciones de Amrica para estudiar este Cont