60

SALMÓN_REVISTA DE EXPRESIÓN CULTURAL

Embed Size (px)

DESCRIPTION

El Salmón es una revista de información alternativa,de debate, investigación y análisis que, desde el Tolima y gracias a la participación de decenas de personas y colectivos en diferentes partes de Colombia, se presenta como proyecto político en busca de un movimiento salmón que incorpore la dignidad negada.

Citation preview

Bumerán2 - 3 Matachín y Salmón

Anónimos4 - 6 Fantasmas Urbanos

Inframundo7 - 8 Los caminos de la uno

9 -12 Plaza de la 14 mágica y real

Náufragos13 -14 Belenia en cuatro patas

15 - 18 Un barrista de corazón

19 - 22 Junto al teléfono

Archivos X23 - 24 Manolito y sus figuritas

25 - 27 Oscurantismo [Fragmento]

28 - 30 Amor entre iguales

Humor31 Juan Pollo - Caricaturas

Efecto Mariposa 32- 34 ¿En qué estoy pensando? Me pregunta feisbuc

35- 37 Grito contra la censura a la juventud cajamarcuna

Grafos & Resonancias38 - 40 La danza de la oscuridad

41 - 43 El guerrero nunca retrocede

44 - 47 Entrevista a Diana Avella

48 - 52 Demencia:

Pioneros del Punk en Bogotá 53 -55 Del espejismo a la realidad

ÍNDICE <<Gracias por elegir la dirección contraria>>

En las ruinas de la ciudad con sello musical los arqueólogos del futuro encuentran extraños huecos en las calles, posteriores investigaciones revelan que las autoridades intentaban tapar estos huecos, pero legiones de salmones clan-destinos se encargaban todas las noches de romper cincel en mano, las gruesas capas de asfalto y hacer nuevos huecos, los llenaban con cerveza para poder ver las estrellas cruzando el cielo y oír a los grandes salmones cantando.

La ciudad de la música destruida en tiempos de la conquista, construida en la violencia y vuelta a destruir por bus-cadores de oro, finalmente desapareció como un salmón aguas arriba, sin saber-se nada de ella. Nadie sabe en dónde

estaba la antigua ciudad de la músi-ca pues lamentablemente el fuerte del Salmón nunca fue la geografía. No se sabe si se llamó Cajamarca del

Valle de las Lanzas o San Bonifacio de Cajamarca.

El Salmón, fiel a su naturaleza, vuel-ve a su origen, regresa al lugar en donde fue fundada la ciudad, al lugar en donde nació la música; El Salmón vuelve a Ca-jamarca a morir en un mar de cianuro, porque todo lo que nace tiene que mo-rir y el viejo Salmón sabe que no mien-ten los pasajes de ida y vuelta.

Con la seguridad democrática de que algún día la ciudad de la mú-

sica desaparecerá bajo las faldas de un volcán disfrazado de matachín, un sal-

món es enviado al futuro a naufragar en las ruinas de la ciudad musical después de la gran destrucción. ¿La revista hace la ciudad o la ciudad

hace la revista? Se preguntan los ar-queólogos del futuro al encontrar

un ejemplar del Sal-món mo-mificado gracias a las nubes de cenizas del gran

v o l c á n M a -chín,

pues todo que-dó como en la antigua Pompe-ya, congelado en el tiempo.

Matachín y Salmón

Bumerán2

Después de ese viaje al futu-ro los huecos del presente se vuelven interesantes, los huecos del presente son esos instantes y lugares en donde la mo-dernidad y la ciudad se rompen y aflora el vendedor de leche de chiva, la señora que vende gallinas criollas colgadas de las patas tercera arriba, los jeeps llenos de campesinos que se parquean siempre frente a la clínica Tolima, como si el To-lima tuviera cura, los vendedores ambu-lantes que corren a esconderse porque la policía los va a robar, los gritos de un vendedor de quesillos a la media noche, el museo del pan porque el otro museo ni es museo, ni es moderno, la plazoleta de la música en donde la música flota en el aire y tiene una aroma dulce, los olo-res de las carnicerías del centro y los dolores de saber que el volcán Ma-chín se está vistiendo con su traje de matachín.

“En la juega mi pez” dice un graffiti de la ciudad, “en el ping pong” advierte un ladrón en la esquina que el último en salir de la necrópolis debe apagar la luz, por-que nos cayeron los paracos, los chulavi-tas, los conquistadores, las aguilas calvas del Plan Colombia, los osos tyloristas de la Universidad, los chupasangre de la Anglogold, los soldados sin cabeza y no hay escapatoria. El Machín ya esta vesti-do de Matachín.

Así que lo mejor es ser un Rolling Sto-ne y salir a las calles, escoger un hueco que a uno le guste a primera vista, lan-zar a ese hueco la colección completa de las revistas El Salmón publicadas durante diez años, tirar al hueco una foto de una novia tetona o de un novio bien dota-do, una película futurista que uno nunca vio y después usted mismo debe lanzar-se al hueco, a encontrarse con los cantos de los grandes Salmones, hay que hacer-lo antes que los matachines empiecen a bailar porque después, todo será ceni-zas como en Pompeya y sólo seremos el eco del grito triste del vendedor de que-sillos, en medio del recuerdo de una ciu-dad que existió en una revista llamada El Salmón.

3 Bumerán

Fantasmas Urbanos:Notas quebradas de una sinfonía de paso en la ciudad musical de América.

Juan José Cardona Comunicación Social y Periodismo. UT

¿Cuántas veces ha pasado junto a ellos por la calle y aún así no los ha visto? ¿Cuántas veces ha

pensado en esas personas que tienen co-mo hogar las calles y como familia a na-die? ¿Cuántas veces los ha visto como la causa y no como la consecuencia de los problemas sociales? ¿Cuántas veces ha sido consiente de que en realidad se tra-ta de un ser humano con las mismas ne-cesidades que usted?

Desechable, gamín, indigente, loco, basuriego, cartonero, mendigo, habitan-te de la calle. Algunos huyeron de sus casas por el maltrato que recibían de sus familiares y desde muy pequeños ocupa-ron las calles. Otros llegaron desplaza-dos de varias regiones del país donde el conflicto armado es más agudo. Ningu-no tuvo el privilegio de tener una propie-dad para habitar la gran ciudad, como lo dictan los cánones excluyentes del capi-tal. Por el contrario, día por día deambu-lan por las calles tratando de recolectar algún dinero que les permita al menos mantenerse vivos.

Son los fantasmas urbanos. Los que duermen bajo la carpa de la panadería o en la banca del parque. Debajo de los puentes o, si están de suerte, en el cuar-to de un hotel barato por el que pagan cuatro mil pesos la noche. Visten harapos que les regalan otras disque “personas”.

Y digo disque, porque si fueran perso-nas, se reconocerían en aquellos a los que les dan esas ropas viejas y se darían cuenta de que ellos mismos no usarían jamás una prenda de vestir en semejan-te estado.

Comen cuando pueden y a veces se drogan para pasar el hambre. Son fan-tasmas porque en nuestro país, aunque suman más de 8 millones de personas las que habitan la calle, nadie parece haber-los visto nunca.

Aquellos humanos, tratados por otros menos humanos como de segunda, re-colectan cartón, chatarra y papel que venden en las chatarrerías para levantar-se lo del pan y lo de la bicha (bazuco). Ensamblan carros con balineras de viejos rodamientos y tablas para transportar su recicle. Se deslizan por las calles en sus ruidosos carros que producen ese sonido metálico y urbano mientras las balineras rosan el defectuoso asfalto al ritmo que les permita la pendiente. Otros prefieren sentarse en las calles principales del cen-tro, estirar su mano y pedir una dádiva. Dicen: “¿Me va a regalar una monea? ¿Me va a regalar cien pesitos pa´comprar un pan?, Mire que tengo hambre. ¡Que mi Dios lo ben-diga mono!”

Su mapa de ciudad se resume a los si-tios donde pueden ir a reciclar, a dormir,

4 Anónimos

Rezan para que no los mate el frío, el hambre, la soledad. Para que ojalá no lleguen los tipos de la moto, los tiras, los rayas, los paras, la mano negra ha-ciendo la limpieza. Para soñar de nuevo con la fortuna de que alguien les invite a comer, les preste atención, les dé una oportunidad.

Son fantasmas que existen y que na-die quiere ver. Que cruzan entre las ca-lles de la ciudad con un costal al hombro lleno de cartones, y sin embargo lo que

a parchar, a pedir. La calle es una selva de cemento como dijo don Héctor. Y todos saben que hay un parche que domina el sector. Sus imaginarios están atravesa-dos por los mapas que les indican dónde queda la frontera última para ir a pedir una moneda, para cuidar un carro, pa-ra recoger una caja de cartón, para pa-sar la noche, para no correr el riesgo de ser asesinado por otro que venga a re-clamar la propiedad del andén. Y es que en una ciudad hasta la basura tiene due-ño. Muchos mueren en la calle enfermos o de hambre. Mien-tras entre ellos se pelean por la mone-da que algún con-ductor les arrojó por la ventana, desde la calle pueden ver a la gente divertir-se en los bares, gas-tando varios cientos de miles en una so-la noche.

No son recono-cidos ni siquiera co-mo ciudadanos. Ni siquiera como per-sonas. Ni siquiera como seres vivos. Son sólo espectros en la ciudad. Son sólo una cifra pa-ra el gobierno. Son tan molestos como la mierda que se pe-ga en el zapato.

En las noches, cuando rezan, lo único que piden es amanecer con vida.

5Anónimos

vemos pasar es el montón de cartones. Que al sentarse en una esquina a des-cansar o a pedir monedas, dejan de ser hombres para convertirse en una cosa, en algo que intimida, que molesta, que estorba, que desordena nuestro asépti-co panorama citadino y provoca de in-mediato una corta llamada al 112 para que los muchachos de la moto, que en el día usan uniforme, retiren como sea ese elemento que perturba la tranquili-dad de “la gente de bien”.

La falta de conciencia de clase les im-pide ver que el verdadero culpable de que existan estos fantasmas es el Estado que jamás se ha preocupado por evitar que este fenómeno social ocurra. Que es responsabilidad del Estado garanti-zar la vida, la salud, una vivienda digna, educación gratuita y de calidad y opor-tunidades de trabajo que dignifiquen la existencia de los hombres. En eso radica la verdadera seguridad: en tener garan-tías gubernamentales en las que no exis-tan ciudadanos de segunda. No en más fuerza armada.

Sin embargo hay quienes piensan que erradicar la pobreza es igual a ex-terminar los pobres. O que el delito más grande que pudiera cometer un ser hu-mano fuera precisamente el de haber nacido pobre. O que la pobreza, como dicen los gringos, es una epidemia que se cura con máquinas, cemento y “desa-rrollo”. Y han olvidado que la pobreza es una consecuencia del exceso de acumu-lación de capital, y de la corrupción his-tórica de las familias que se rotan la casa de Nariño.

Nuestros pueblos de la Améri-ca del sur, han sido en su conjunto los

fantasmas del planeta. Hemos sido los recicladores de la tecnología obsoleta, de la teoría euro-céntrica, del discur-so de la democracia, del estigma tercer-mundista y de la idea de que si no nos globalizamos estamos en riesgo de que-dar desconectados de la deliciosa basura del primer mundo. Se lucha a diario para sentirse posmoderno porque la moderni-dad pasó a 20 cuadras de la choza más cercana. En el exterior, en Europa, per-siguen a nuestros hermanos latinos por ser morenos, cholos, indios, pobres. De-portan y encarcelan a nuestros familia-res en Estados Unidos por ser mojados, nacos, latinos, escorias. Para el “gran mundo civilizado” ser latino es sinónimo de ciudadano de tercera. Y sin embargo continuamos repitiendo el ejercicio dis-criminador con el señor que duerme en un local abandonado o bajo la carpa de la tienda de la esquina porque no tiene más a dónde ir. Como si no fuera suficien-te con vivir bajo la dominación económi-ca y política de un país que nos ve como un montón de salvajes que pueden po-ner en riesgo el futuro de la especie hu-mana al ser los “administradores” de las mayores riquezas naturales del planeta. Aun así, los fantasmas urbanos, compo-nen poesía mientras caminan y arrastran la fibra. Edifican melodías con cada mo-neda que cae en el vaso sucio que reco-gieron de la basura. Con la guitarra vieja y desafinada que llevan a los asaderos de pollo donde recolectan las sobras de gente más afortunada. Y mientras usted pasea por las calles mirando vitrinas an-tojado de comprarse cualquier baratija, aun cuando no se le antoje mirar, proba-blemente escuche una voz ronca que le diga: “Mono tengo hambre, ¿me va a rega-lar una moneda?”

6 Anónimos

El tiempo se detuvo por cortos e intermitentes segundos. La curva

traicionera no me dio tiempo para cam-biar mi destino. El hombre que he vis-to por tantas veces sentado al lado de una docena de escaleras apenas se in-mutó con el ruido del metal retorcién-dose. Mis pasajeros lanzaron gritos de horror que inundaron el silencio de esa noche naciente.

422 es mi nombre pero todos insis-ten en llamarme la 1, sin embargo no soy una 1 cualquiera. Soy como les digo la 422, de un color purpura, algo páli-do y desgastado, con asientos de plásti-cos duros y fríos y unos dados colgados en el espejo retrovisor. Mi día inicia a las 4:30 de la madrugada, mientras la brisa suave acaricia la mañana y un leve ro-cío cubre la ciudad. A esa hora y como siempre el hombre que me conduce, me despierta para iniciar el día y es así que con portazos, y el sonido del motor co-mo música de fondo, recorro una ruta que me sé de memoria.

Esta mañana desperté con un pre-sentimiento. Tenía la certeza de que se-ría un mal día; con hombres rayando mis asientos, soportando el peso exagerado provocado por el sobrecupo y uno que otro ser malhumorado que se desquita-ría de los errores de mi conductor gol-peando alguna parte de mi cuerpo.

Sin embargo me equivoqué. Mi pre-sentimiento anunciaba un infortunio mayor. Luego de varias vueltas monóto-nas viendo el mismo paisaje, las mismas casas, pasando por los mismos huecos y muchas veces recogiendo a las mismas personas, algo cambió. Primero se sin-tió en el aire, éste se llenó de un olor dulzón y húmedo. Luego la temperatura cayó varios grados para finalmente des-atarse una fuerte tormenta.

Los reductores de velocidad a esta al-tura del camino me recordaron dónde estaba. El colegio Niño Jesús de Praga daba término a otro día escolar y apre-surados sus estudiantes se colaban entre

Los caminos de la uno Ana María MedinaKarina SalcedoBrayan CaicedoAndrés AguirreComunicación Social y Periodismo UT

Los caminos de la uno Ana María MedinaKarina SalcedoBrayan CaicedoAndrés AguirreComunicación Social y Periodismo UT

7Inframundo

las callejuelas del barrio Jordán nove-na etapa. Recorrer este lugar me provo-ca sentimientos encontrados. No puedo evitar recordar lo sencillo que resultaría continuar por la avenida Guabinal. Sin embargo, deslizarme en medio de es-tas calles, con curvas incomodas y baja-das inoportunas me saca de la monoto-nía de una ruta sin retos.

Al doblar en la esquina de la pana-dería “Caramelos” el olor del alimen-to fresco sacó a flo-te las sensaciones más placenteras y mis deseos más pro-fundos, como el olor a gasolina que pro-viene de la estación diagonal a la pana-dería. Sería imposi-ble resistirme de no ser por el estricto manejo de mi con-ductor y el nulo dominio propio del que soy capaz.

Dejando atrás esa esquina y con el recuerdo del sabor que no fue deslizán-dose en mi interior, continué mi camino, ésta vez por una rápida calle inclinada en la que me deslicé como en una montaña rusa. Sin embargo pronto fui interrumpi-da por otro pasajero. Este joven se sal-tó la registradora pues no tenía el dinero para pagar el pasaje completo. Como él muchos se la saltan. Yo prefiero los que lo hacen para cantar pues me alegran por un buen rato.

Un poco más adelante por los lados del polideportivo un grupo de jóvenes se interponen en el camino. Ellos piden irse "gangueados" pero pronto mi conductor se percata de que es una broma. Algo disgustado por la pérdida de tiempo, acelera. La velocidad hace que la brisa

mezclada con lluvia se estrelle contra mí con una fuerza que me intimida. Aho-ra las llantas levan-tan el agua de los charcos y los pasaje-ros le piden al con-ductor que tenga cuidado. Los saltos producidos por los huecos en el cami-no me revuelven y el miedo invade ca-da centímetro de mi carrocería.

Desde allí podía ver al hombre de las escaleras. Siempre está allí sentado en

una silla de plástico, esperando quizás, soñando tal vez. A veces tomando algo en un vaso rojo y en ocasiones acom-pañado por una mujer. Por verlo a él no me percate de lo que sucedía. No vi co-mo mis llantas mojadas por la lluvia fue-ron incapaces de frenar a tiempo. Sólo fui consiente cuando el tiempo se detu-vo y los gritos anunciaron el fin.

Ahora un poco más consiente puedo ver los hierros retorcidos de mi parte de-lantera y por primera vez extraño conti-nuar mi ruta; continuar rodando por las calles de esta ciudad viviente.

8 Inframundo

Como mini mundos en el mun-do de la plaza de la 14 pare-cen ser las zonas y personajes

de la misma. Este texto es para aquellos exploradores que se atrevan a entrar al mundo de formas, colores, olores, sabo-res y sensaciones que es la plaza de la 14. Querido explorador, al iniciar tu ca-mino hacia la plaza de la 14 debes tener en cuenta que no te persigan los finfin.

Los finfin son aquellos seres peque-ños, pero poderosos que te crearan ilu-siones y te cegarán, sin dejarte vivir la experiencia de la plaza de la 14. Si em-piezas a sentir asco, si crees que eres mejor que los seres narrados, si no te quieres untar, cuidado. Debes tener unos

cuantos sobre tu cabeza. Algunos otros los conocen como prejuicios, y si los tie-nes será el fin de tu viaje. Claro está que algunos están radicados de manera per-manente en este mundo.

La entrada más grande que hay para ingresar en las tierras de la 14, la vas a encontrar cuando el río de asfalto quin-ce, se encuentre con el primero. Por estos dos ríos navegan numerosos ma-rineros asfálticos. Tienen barcos de color rosado, azul, naranja, amarillo.

Los rosados son conocidos como los expresos y tienen marcas que les se-llan su destino por siempre como la 6, la 9, la 11, entre otras. Los azules, los

Plaza de la 14 mágica y real David Santiago Sanabria Orjuela

Comunicación Social y Periodismo UT

9Inframundo

cotrautoles tienen su destino marca-do con la 35, 40, 37, sólo son algunos. Las naranjas conocidas como las logalar-zas con destino 19, 20, 17 y hasta más. Los hepatianos que navegan en sus arte-factos color amarillo, y que debido a su tamaño un poco más pequeño, logran adentrarse del todo en la 14. Todos ellos están condenados a deambular por los ríos de asfalto del reino Ibagué.

La fortaleza conocida como CAI. Es la que se verá en el centro del río de asfalto quince, después que pase por el río pri-mero. En esta fortaleza se coordinan las operaciones de la 14 por parte de los ver-des. Estos últimos son sujetos con mu-cho finfin es su cabeza, pero que de una u otra manera son necesarios para dar-le equilibrio a la fuerza del lugar. En oca-siones pueden llegar a ser algo celosos, cuando se trata de artilugios fotográfi-cos. Ya que creen, que al ser capturados en una de estas imágenes, les pueden robar su color verde y dejarles uno páli-do de civil. Pero los buscarás cuando los tres pisos se aparezcan.

Los tres pisos son personajes que se-gún los habitantes de la 14 provienen desde un río de asfalto conectado con el sector Combeima. Estos sujetos sue-len cazar a su presa desde una cuadra de distancia. Cuando sea el momento preci-so atacarán. Te despojarán de los bienes más lujosos que tengas. Pero la venta-ja es que los batas rojas, batas amarillas, batas plateadas, los artefrutos, los che-fveres, los identifican inmediatamente. Tienen por costumbre avisar al forastero, con frases como “no de papaya”, “guar-de eso que ya lo tienen fichado”.

Los artefrutos son la mayoría de los

seres que encontrarás esparcidos por to-da la 14. Ellos llevan consigo el carruaje de dos ruedas conocido como carretilla, que al mismo tiempo tiene un escudo protector multicolor, que los proteja de las espadas filosas del sol centellante, y balas de agua disparadas desde cañones grises que flotan en el cielo. Exponen variedad de frutos, verduras, y especias utilizadas para preparar múltiples pocio-nes. Ellos realizan ritos para hipnotizar a los sujetos que pasan por el lugar quie-nes finalmente dejan sus riquezas a cam-bio de mercancía.

El hechizo de forma consiste en aco-modar de manera simétrica cada fru-ta, vegetal, y especia según su silueta geométrica. Podemos ver filas de papas tan uniformes como una formación mili-tar. Bananos creando manos que atrapan naranjas entre ellas. Tomates formado torres rojas ovaladas. Pirámides de fre-sas apuntando directamente al sol indi-cando que si comes una de estas, tal vez llegues al cielo. Que si llegas a quedarte viéndoles por más de un tiempo deter-minado, cuando menos lo esperes, ten-drás un paquete de fresas en tus manos y un poco más en tu boca.

El hechizo de color consiste en la ma-nipulación de los colores. El color zapo-te de la zanahoria, el rojo del tomate, el verde del brócoli y el morado del repo-llo. Se fusionan con la luz de esa lámpa-ra que señalan las fresas. Logrando que al final el zapote, verde, rojo y morado, queden pintados en ese plato exquisito preparado en tu guarida. Algunas veces son criticados y molestados por los re-presentantes del reino Ibagué. Entre los cuales están el grupo Infiibaguè apoya-dos por los verdes. Afirmando que el río

10 Inframundo

de asfalto no tiene espacio para las ca-rrosas de color y forma. Aun así los ar-tefrutos no hacen caso tan fácilmente ya que tienen pocos finfin en sus cabezas.

Los chefveres son los encargados de preparar los diversos platos y pociones, que le dan energía a todos los seres del lugar, ya sean los artefrutos, los verdes, los tres pisos, los batas rojas, amarrillas o plateadas, van a consumir dichos platos. Le tienen nombres a sus pociones, como el tamal, la lechona, el viudo de pesca-do, el sancocho, el sudado, hasta llegar a la poción sencilla pero poderosa, el tinto. La base de estos personajes es conocida como el planchón. Sabrás que es este lu-gar porque te encontrarás con los her-manos willis.

Los hermanos willis son personajes que cuando los veas se notarán como autos camperos inertes. Pero realmen-te estos sujetos descansan de su jornada de ejercicio matutino de trote y escala-da por las cuestas y caminos destapados de las cordilleras, veredas y fincas aleda-ñas a Ibagué. Aumentan su exigencia fí-sica cargando consigo toda la mercancía que es combustible de la vida diurna en la plaza de la 14.

El hechizo de aroma es el que los che-fveres utilizan. Es impulsado por el calor de sus hogueras que funde el sabor del pollo, con el de la papa, el plátano, el ci-lantro y la cebolla. Y agarra a la persona que está alrededor desde sus bronquios como si fuese una mano invisible, de una manera violenta, haciéndolo sentar en el lugar para que consuma la poción.

El hechizo del sabor, si te toca, lo po-seerás por siempre, ya que es producto

11Inframundo

de la energía condensada que se en-cuentra en todos los elementos de las pociones de los chefveres. Dicha energía da vida a los sazonienses. Los sazonien-ses viven en dichas pociones. Ya sean frías o calientes, liquidas o solidas, es-tarán ahí. Al momento que tengan con-tacto con tu boca, ellos se engancharán para siempre a tus papilas gustativas, y debido a que los sazonienses son nos-tálgicos, te van hacer desear aquel plato que una vez comiste en la plaza de la 14. Y así no vuelvas jamás, siempre lo vas a tener presente, y lo vas a querer repetir. Pero la esencia fundamental de las po-ciones de los chefveres, alguna de ellas denominadas levanta muertos, es la pro-teinus animalus, que es suministrada por los batas.

Los batas estos seres se dividen en sus especialidades. Los rojos se dedican a las vacas y cerdos. Los amarillos espe-cialmente a los pollos. Los plateados a los peces. Utilizan sus técnicas ancestra-les para vender la porción, corte y presa precisa. Ya sea con un mazo de madera y un tronco como mausoleo de una cabe-za de pescado entera, logrando dejar los

restos del bagre en cuatro par-tes iguales. Con-virtiendo el corte con cuchillos en un arte. Es se-guro que el rito del fin de sema-na conocido co-mo asado, va ser sublime.

Si te tomas un jugo de man-go montado en un dirigible de

cemento color rojo, comes una docena de mandarinas con tus amigos, sincro-nizando la apertura de tus párpados con el arcoíris disfrazado de edificio que se cae a trozos; o te tomas un café en le-che con empanada observando los últi-mos 7 pisos del castillo agrario, que deja ver sus manos de alambre que atrapan y responden mensajes banales, al ritmo de bombillos rojos y ondas invisibles, man-dándose mensajes en código morse con las manos de alambre de la bella dama llamada Martinica; que desde el segun-do piso de la 14 deja ver sus pantorrillas, llamadas comuna 12 y 13, está claro que sólo por estar en el mundo mágico de la 14 no lo podrás sentir en otro lugar.

Autor: Plaza de la 14

Las ideas e historias no pertenecen a la persona que las plasma en un papel o producto comunicacional; las ideas son del entorno que las inspira, que permite a una mente alimentarse para que cree un rom-pe cabezas, compuesto por fichas que en-cajan sin forma predeterminada, ¡Abajo el derecho de autor!

12 Inframundo

Belenia en cuatro patasDaniel Padilla. / Escritor

Cierta madrugada los chillidos de dos pichones caí-

dos de un nido a poca altura, y el inconfundible aroma agridulce

de comida en descomposición lo guiaron a él y a su grupo directo a los primeros bocados de la jornada. Otra noche apro-vechó el sueño de un vagabundo para hurtar una bolsa con sobras recogidas de los restaurantes cercanos. Tal es el filo de su instinto.

Arriba, entre las ramas, una presencia se complace con la calma que esta noche es más densa y tangible, como si el tiem-po no sólo se hubiera detenido, sino que además estuviera enredado entre los de-dos callosos de la muerte.

El agua que cae sobre la superficie de la fuente crea ondas concéntricas que chocan en el borde y regresan en una in-cesante agonía. Por momentos se des-prenden de las ramas diminutos pétalos

Los faroles del parque

iluminan el silen-cio mientras el agua de la fuen-te multiplica la agonía de los insectos. Todos los árboles están ocupados en su meditación, concentrados en el perfec-to ejercicio de la indiferencia. El edifi-cio blanco es una lluvia de algodón endurecido en medio de la bru-ma. Al fondo la iglesia preside la noche; el arco principal seme-ja dos manos unidas en ferviente invo-cación al cielo, como queriendo atrapar a Dios. A esta hora ningún humano in-terrumpe con sus pasos el murmullo de la brisa; hace rato que los grupos de an-cianos han abandonado las bancas pa-ra regresar a sus refugios particulares de remordimiento.

Un grupo de perros atraviesa la pla-zoleta, chacales de ciudad. La luna lle-na baila en sus ojos ansiosos de carroña. Hay tres medianos, dos perras y el líder, que no es muy grande pero ha pelea-do varias batallas contra el hambre, la muerte y los hombres; de todas emer-gió victorioso aunque no intacto: en su cara la luna danza de un solo lado, pe-ro sus colmillos que parecen de cuarzo y el lomo siempre erizado compensan el resplandor que la patada de un ebrio le robó para siempre. Gracias a su oído y olfato infalibles ganó el derecho de guiar a sus compañeros.

13Náufragos

que a pesar de no tener un color del to-do luctuoso, tampoco sugieren una ce-lebración de la vida. La época del año en que las calles se adornan con el flo-recimiento de los ocobos ha pasado ya, y estas hojas en descomposición forman sobre el agua un efímero mapa del oca-so sembrado en el destino de todos los seres.

El frío es inusual; hasta las plantas or-namentales sembradas por los niños de la escuela parecen recogerse para buscar dentro de sí un poco de la tibieza acu-mulada antes del crepúsculo. Los perros jadean y copulan con esfuerzo y en des-orden; hay un breve lance de gruñidos que zanja el líder con una dentellada ta-jante. Súbitamente cesa toda actividad. Olfatean con el hocico levantado, exi-giendo una respuesta a los ecos de luz que dejaron las estrellas en el apogeo de

su destrucción; olfatean la hierba empa-pada y la brisa, se yerguen tiesos ante la caricia eléctrica del miedo.

De inmediato el líder empieza a co-rretear poseído por oscuros presagios, intentando alertar con la presión de sus colmillos al resto del grupo. Ha com-prendido el sosiego anormal del parque, ha sido capaz de anticipar la ominosa ur-gencia que baja de la silueta purpúrea y alargada posada en el árbol más frondo-so. Empieza a ladrar con desesperación inútil, pues ya sus compañeros caen ful-minados por un cántico que llega desde las alturas y revienta en medio de la os-curidad de sus cráneos como un arpón lanzado por alguna deidad pecaminosa y vengativa puesta en evidencia; o me-jor, como un coro de niños histéricos. El primero en rodar con la mandíbula to-talmente doblada hacia afuera es el se-gundo en fuerza, un pastor escapado tal vez de alguna casa adinerada, que ya-ce en oposición a los otros cuerpos aba-tidos en posturas menos grotescas, pero con los ojos, los oídos y el esfínter reven-tados en sangre. La última de las perras aún se estremece.

Una melodía llegada desde los estra-tos más profundos de la fatalidad intenta abrirse paso dentro de su ser con la fe-rocidad de un bicho atrapado en un re-cipiente de cristal, pero el líder corre en dirección a la montaña perseguido por un aleteo perverso, dejando tras de sí un rastro de aullidos y masas inertes.

Cuando el cielo se aclara, los faroles sueñan arrullados por el griterío de los humanos.

14 Náufragos

Un barrista de corazónAndersson RoblesLicenciatura en Lengua Castellana. UT

Salir, ganar, golearSudar la camiseta amando a mi Tolima

Las penas se hacen buenas y alegra el existir

Todavía recuerdo con especial interés el día en que llegó mi hermana a la casa en mis cha-

parrales con un botón de la Revolución Vinotinto Sur (R.V.S.) Venía de la Universi-dad del Tolima después de haber acaba-do uno de sus semestres de enfermería. En la casa ya era costumbre escuchar lo

que contaba respecto de lo vivido en Ibagué, la ciudad musical, la ciudad don-de juega y vive mi equipo del alma: El Súper Deportes Tolima.

Quedé estupefacto cuando mi que-rida hermana, contó que un compañe-ro de ella (el loco) había creado la barra

15Náufragos

que alienta al “Vinotinto” en todos los es-tadios de Colombia, que la barra se ubica en la lateral sur para despertar al pueblo tolimense, alentar al equipo y contagiar a la hinchada en general con tambores, platillos, trompetas y cánticos. “Por qué será que te sigo a todas partes campeón, por qué será que no sé vivir sin vos, aunque ganes aunque pierdas Tolima sos mi pasión, si no te veo se me para el corazón”

Con aquellas palabras ya quería in-gresar a la familia “R.V.S.” Por eso deci-dí investigar todo sobre la barra. Fueron muchas horas de internet leyendo da-tos importantes y relevantes en páginas oficiales, donde descubrí que la crea-ción del equipo fue el 18 de diciembre

de 1954, que empezó a jugar profesio-nalmente al año siguiente, que el estadio “Manuel Murillo Toro” antes llamado “Ro-jas Pinilla” y “San Bonifacio” fue construi-do en junio del 55 y se inauguró el 20 de julio del mismo año enfrentando al Boca Junior de Cali, en aquel encuentro mi equipo del alma perdió 3 goles por 2. También, que antes de que existiera la “R. V. S.” había varias barras –que son un grupo pequeño de hinchas que se reco-nocen bajo un nombre o un trapo- co-mo 1280 Almas y Manicomio Pijao quienes eran las encargadas de alentar al equipo. Asimismo descubrí que las personas que quieran ingresar a la barra son bienve-nidas desde que demuestren “pasión” y “huevos” dentro de la cancha, que luzcan

16 Náufragos

la camiseta con orgullo así gane el “com-bo” o pierda por goleada. Además de lo anterior descubrí que el nombre de la barra y la barra como tal, nacen en las aulas de la Universidad del Tolima hacia el año 2000, bajo la iniciativa de unos cuantos estudiantes que querían unifi-car todas las barras, todas las voces que alientan en una sola, en la voz de la Re-volución, como lo dice la letra del bunde que se canta por todos los barristas con el corazón en la mano antes de empe-zar cada juego de local. Por otro lado, el nombre “Revolución” fue porque los ini-ciadores de la barra tenían en ese mo-mento un pensamiento revolucionario –como lo afirma Andrea- y lo que qui-sieron hacer fue transportarlo al estadio, exactamente a la tribuna sur, donde ca-da domingo todos los barristas hacemos la revolución, la fiesta, el carnaval para apoyar al equipo.

Entre consulta y consulta llegué a comprobar que la “Revo” es un ente or-ganizado. Por lo tanto, si quería hacer parte de esta increíble organización ten-dría que empezar primero de abajo co-mo un peón, parafraseando a Andrea. Porque la barra tiene sus líderes -aunque ninguno es indispensable- que se ganan el respeto y el reconocimiento de todos los barristas por las gestiones que pro-mueven. Por eso en la Revolución no hay una sola persona que tenga la última pa-labra, porque la “Revo” es una sola voz, una sola fuerza compuesta por cantidad de voces que se unen para alentar con “huevos y aguante” al campeón.

De los 25 parches que existen aproxi-madamente todos son muy llamativos y significativos dentro de la ciudad musi-cal, entre parches viejos y nuevos están

La Peste Salado, Parche Gaitán, Parche Fe-rias, Defensas, El proletariado, Los parias. Todos me llamaron la atención para in-gresar a la gran familia “Vinotinto”, pero cuando me di cuenta que ser barrista no era sólo ir al estadio, entrar a la tribuna lateral sur y corear los cánticos saltando con aguante, comprendí que el barrismo no era como yo pensaba, que ser barris-ta no es fácil, que hay que trabajar duro para gestionar recursos para los trapos, las banderas, el papel, los rollos, la pól-vora, hacer bazares y actividades socia-les. En ese mismo instante me hice a la idea que hay dos tipos de barristas: los de corazón (como es mi caso) y los gue-rreros (que son cerca de 1.000 personas entre adultos y jóvenes, donde el 95% son hombres).

Un barrista de corazón

Fue un golpe bajo todo aquello que había descubierto para mis aspiraciones de ser un verdadero guerrero, de asis-tir siempre a todos los estadios de Co-lombia con “aguante y huevos” a gritar los goles del equipo, porque como lo dijo Andrea, para el guerrero el “combo” es-tá primero, está por encima de la familia, el trabajo, el estudio y demás deberes “y vamo, vamo, vamo, vamo, vamos vinotinto…dejé el trabajo la familia y todo por volverte a ver…ésta es la hinchada que te sigue siem-pre a todos lados, ésta es la hinchada que en la mala siempre viene a alentar…vamos To-lima no podemos perder, vamos Tolima tenés que ganar, daría la vida por un campeonato la vuelta quiero dar…” Fue un golpe muy, muy bajo, para un guerrero no hay fron-teras, no hay límites, no hay nada que impida alentar al campeón –esa es la única diferencia que tenemos- lo único

17Náufragos

Soy un barrista de corazón, no un guerrero Pijao

Tal vez nunca llegue a ser un barrista de verdad, un guerrero Pijao incansable. Pero de algo si estoy seguro, y es que con la Revolución hasta el final, con la banda musical hasta que mi cuerpo no tenga más aguante, porque a pesar de que en mi billetera no tenga un carné que me acredite como barrista de la “Revolución Vinotinto Sur”, sí soy un barrista de co-razón que siempre luce con orgullo los colores del equipo del alma, y que no va dejar de apoyar desde la lateral sur a pe-sar de los comentarios mal intenciona-dos de otro tipo de personas que ven en el barrismo una peste social, a pesar de las peleas y las discriminaciones. Porque cuando juega el Tolima se olvida quién es el gamín, el gomelo, el ñero, el es-tudiante, el trabajador, el que fuma y el que no, el parcero y el enemigo, se olvi-da todo, ya que sólo se vive para cantar y apoyar al Vinotinto como lo dice uno de los cánticos que se entonan “desde la cuna, hasta el cajón, hasta el cajón… ”

que no permite llegar al estadio al gue-rrero: es la muerte. Y aún así, desde el cielo estarán alentando, ya que el amor que demuestra un barrista en incompa-rable y por eso siempre serán recordados a través de trapos o por medio de can-tos: “mira mira que tristeza, mira mira que dolor…los guerreros no vinieron, a alentar al campeón”.

Nunca pensé que ser barrista guerre-ro implicara tanto trabajo y dedicación. Sólo imaginé que la cita era cada domin-go en el “MAMUT” (Manuel Murillo To-ro) y entonar con gran voz los cantos, y saltar, saltar, saltar hasta alcanzar el cie-lo con aguante. Pero NO. Esos que des-cribo son los barristas de corazón (como yo) los que llegamos al coloso de la 37 movidos por un mismo amor: al equipo, a los colores Vinotinto y Oro, a la ciudad, a la región, es lo que nos une a todos co-mo hinchas del fútbol en general, pero lo que a la vez nos diferencia fuertemen-te de la cultura de las “barras bravas”, que más que una cultura es una forma y es-tilo de vida.

18 Náufragos

Junto al teléfono

Juan Andrés Romero Prada.Comunicación social y periodismo. UT.

EEl reloj marca las tres de la maña-na. Una cobija de lana se extiende

por encima de mis piernas dispuesta a en-frentar el frío de la madrugada. Mientras tanto mi mirada enfoca sin distracción alguna, aquel teléfono de vestido negro que se encuentra estático sobre una me-sa en silencio. Hace algunos meses mi hi-jo fue raptado mientras deambulaba por las angostas calles de mi Ibagué del al-ma. Aquella ciudad minúscula de pe-queños espacios y altas montañas, por la que mi muchacho transitaba junto a su parche de amigos en un día cualquiera, mientras intentaban enamorar la vida.

Según las palabras de mi hijo, la no-che era joven y las mujeres bellas. Los

cuerpos de fuego bailaban sedientos. El alcohol se volvía protagonista de la noche y empezaba a surtir sus prime-ros efectos, sobre aquellos improvisados hombres. El éxtasis del momento se con-jugaba con el arco endemoniado de Cu-pido, que empezaba a herir los primeros corazones.

La música se desbordaba furiosa por los ventanales de aquel salón, donde se festejaban los quince años de la hija de doña Dolores. La chica por la cual, es-taba allí mi hijo, aquella trágica noche. El reloj seguía su ciclo mecánico escla-vizando el tiempo y la vida de los hom-bres. Mientras mi pequeño, tomaba un poco del néctar que emanaba de los dul-ces labios de la quinceañera. De pronto, algunos gritos de terror se tomaron el re-cinto… El ejército había llegado para ce-gar los sueños de nuestros muchachos.

Los hombres corrían despavoridos sin encontrar salida, las bellas doncellas gri-taban asustadas, mientras la pobre de doña Dolores intentaba calmar los áni-mos del recinto. Mi hijo, como todos los jóvenes estaba preocupado. El reloj pa-recía detenerse ante la incursión de un militar de varias medallas y ningún sen-timiento, que entró rápidamente con su

19Náufragos

suelo, se levantó con gallardía y volvió al ruedo. El general le envió un gancho de aquellos que les enseñan para acabar, mi infante lo esquivó y con un sólido fron-tal volvió añicos la nariz del militar. Tres meses de incapacidad y cinco puntos de dolor le costaron al general volver a los campos de sangre. Pero mi hijo se me-tió en un grave problema: Dos soldados arrodillaron su orgullo a punta de cacha-zos, para luego obligarlo a firmar su sen-tencia de guerra.

Todos los jóvenes fueron obligados a recostarse contra la pared, con las ma-nos arriba fueron requisados y ul-trajados. Los mili-tares se tornaron más violentos que de costumbre y empezaron a gol-pear a los infantes que no contaban con la libreta mili-tar. La gran mayo-ría de los jóvenes fueron dirigidos hacia la guarni-ción central, como nuevos integran-tes inconscientes de la guerra.

Mi pequeño sólo tuvo dos op-

ciones: Pagar el costo de la tarjeta mili-tar y los agravios causados al militar o en su defecto, ser una estadística más del conflicto. La primera opción fue abolida por nuestra cruda situación económica y la segunda fue el camino “fácil” ante la falta de oportunidades. Mi muchacho

cobardía al hombro, miró frente a frente a mi hijo y exclamó: “Todos los hijos de puta mayores de 18 años contra la pared y con papeles en mano”.

Al otro lado del salón se encontra-ba el “Rolo”, el mejor amigo de mi hi-jo, que soñaba con comprarle una casita a su vieja. Este, al verse acorralado por el fantasma de la guerra, decidió empren-der la huída. Camino cinco pasos hacía la puerta, tumbo por el suelo al militar cen-tral, saltó a otros dos soldados y corrió hacía su libertad; mientras otro hombre de camuflado des-enfundaba su co-bardía y gritaba fuertemente “pa-rás o te mato mal-parido”. En menos de tres segundos dos ráfagas de fu-sil terminaron a quema ropa con la vida del Rolo y los sueños de su vieja.

Mi hijo sabía que no podía es-capar como lo ha-bía hecho en otras ocasiones, pe-ro se armó de va-lor y quiso vengar al Rolo. Miró de frente al general y lo retó a un duelo sin armas; hombre a hombre, cara a cara. El general con-fundido, en medio de su egocentrismo, descargó su cobardía, se desprendió del camuflado y sin mediar palabra cogió a traición a mi muchacho y le rompió el alma, quien duró cinco minutos en el

20 Náufragos

nunca había cogido un arma, no le gus-taba matar ni las moscas que abordaban su comida y su único sueño era construir una cálida casa entre las montañas que separan al Tolima del Quindío, en la cual pudiera criar a sus hijos, acariciar a su es-posa y cuidar a sus padres. En el colegio nunca fue buen estudiante, pero aún así, le hubiera gustado ir a la universidad.

El entrenamiento de mi hijo empezó con constantes madrugadas, implacables ejercicios y penosas humillaciones. Ago-tadoras jornadas que en menos de un mes lo habían convertido en un ser ca-si irreconocible. En las noches no dormía cuidando sus pocas pertenencias apete-cidas por otros militares, que se desve-laban en los quehaceres de la droga. Se

ocupaba orándole a Dios: Le solicitaba que nunca lo mataran, ni le tocara matar. En menos de seis meses, tuve que asis-tir a su ceremonia de graduación junto a los vecinos del barrio que también veían como sus hijos se convertían en “hom-bres de guerra”.

Mi hijo, salió a los campos dos sema-nas después. El recorrido fue extenuante, un viaje amenazado por hostigamientos guerrilleros que terminaron con el des-embarco en Planadas, un alejado mu-nicipio del sur del Tolima. Una de las localidades más “calientes” del departa-mento por su clima cálido y su ambien-te violento. En la última carta que me envió mi muchacho me contó, que to-das las noches se encomendaba a Dios

21Náufragos

y le pedía al Rolo que desde arriba hi-ciera algunas gestiones, para que al otro día pudiera amanecer sin ninguna bala incrustada en su cuerpo. Dormía con un ojo abierto y otro cerrado, debido a que los centinelas descansaban más que él. En su mano derecha ponía su camándula y en la izquierda recostaba su fusil.

En un mes, los combates le habían arrebatado a más de diez compañeros. En la última contienda, caminaban en la noche por los barrizales, mientras discu-tían porque los hijos de los altos dirigen-tes tan “comprometidos con la patria”, no se integraban a las filas del ejército colombiano. De pronto un sonido atra-vesó la acalorada discusión. El lancero cayo doblado por el suelo con su ca-beza en mil pedazos. Una granada de mortero había segado sus sueños y de paso abierto su cabeza. “Boom” fue la siguiente nota de la sinfonía de guerra. Un contingente de cinco soldados vola-ron por los aires como expertos malaba-ristas de un circo improvisado.

Recostado contra un tronco caído se encontraba mi muchacho asustado. Su fusil había volado unos metros ade-lante después de varias explosiones de granada. De pronto, escuchó unos pa-sos que se acercaban crujiendo hojas,

hizo un vistazo de viento, levanto ligera-mente su mirada por encima del tronco y lo rozó un fuerte silbido, que por po-co rompe su cabeza. Su instinto de su-pervivencia lo llevó a rodar unos metros, hasta el lugar donde descansaba virgen su arma. La recogió con propiedad, ro-do de nuevo al tronco, quito el segu-ro y sin mediar palabra se levantó para apuntar a su blanco. Se observaron cara a cara, como un par de exploradores de rostros y mi hijo descubrió en la mirada de aquel ser, un niño que no sobrepasa-ba los trece años. Momento de paz, que fue roto por una guerrillera que salió por el costado derecho de mi muchacho dis-parando como desquiciada. Mi hijo al-canzo a doblar su torso pero una bala se ancló en su brazo izquierdo y sin pen-sarlo, apretó tres veces el gatillo atinan-do en la cabeza de la guerrillera, que al verse herida dejó caer su fusil en el piso disparándose accidentalmente en el pe-cho del pequeño guerrero.

El combate concluyó con muchas ba-jas de bando y bando. Mi hijo terminó confundido y triste llorando con el niño guerrillero en sus brazos, preguntándo-se el porqué de la guerra. Mientras tanto yo sigo aquí en vela, al lado del teléfo-no, esperando tener buenas noticias de mi muchacho.

22 Náufragos

Manolito y sus figuritasSebastián Mateus

Comunicación Social y Periodismo. UT

Sucedía que a Manolito las no-ches le aburrían. Ya no eran atractivos los programas de te-

levisión nocturnos, ni cerrar los ojos y perderse durante horas en algún uni-

verso paralelo que generalmente era un fiasco y la prueba fehaciente de lo molesto que es pasarse largo

tiempo tendido en sosiego. Además, no le parecía correcto eso de que un

ser humano se pase la mitad de la vida durmiendo y la otra mitad soñando des-pierto. Por eso, Manolito optó por la ra-dical decisión de no volver a dormir y en lugar de ello, pasarse todas las noches haciendo retratos calcados en el firma-mento, con la única intención de formar

figuritas icónicas, uniendo las estrellas con lí-

neas de suspiros igual a los jue-gos para niños que suele llenar en los periódi-cos dominicales.

Noche a no-che, Manoli-to intenta darle un único senti-do al cielo. No se da cuenta de que éste es infi-nito. El niño re-belde, pretende que cada no-che, las figuritas

23Archivos X

que ha dibujado en el firmamento, per-manezcan en el mismo sitio. Unas veces imagina leones comiendo almanaques, otras, grandes hombres con cinco ojos por donde les es posible comer, eso sin contar las mil y un hormigas azules for-mando grandes ciudades. Lo malo, lo realmente malo, es que Manolito no quiere que sus figuritas desaparezcan a causa del amenazante día y del odioso sol, pues cuando el magnánimo es ven-cido por su amada noche, tiene que re-construir punto por punto sus dibujos y eso es tedioso. Aunque al principio, la idea de hacer marañacos en el cielo cada noche lo mantenía enérgico por sema-nas, ahora había llegado a aburrirle.

Ya es seguro que Manolito no vol-verá a dormir en toda su vida. Si pu-do aguantar meses, es porque ya esas patrañas no son para él. Entonces, Ma-nolito, como ya es costumbre, opta por una solución extrema, radical, decisiva: Eliminará el día en todas sus facetas y manifestaciones. De este modo, Mano-lito pasa noches enteras reconstruyendo su caprichoso ideal y días largos pensan-do cómo destruirá el día en absoluto.

Durante una de sus veladas diurnas de razonamientos e invenciones fraca-sadas, un foco, ¡no!, una bombilla, ¡no! Una gran antorcha se prende en su ca-beza de niñito consentido. Toma su abri-go de piel de cucaracha y sale en busca de su idea. Se dirige al centro comercial más cercano y pregunta a un viejo an-drajoso y maloliente dónde queda una relojería.

Afanoso, ingresa en la relojería: “El tiempo en tus manos” y pide por favor al tendero un reloj ártico con un sistema

horario como el de los militares y que sólo marque: desde las dieciocho horas hasta las cinco horas, -el lapso normal de la noche en esta parte del mundo-. El relojero, extrañado pero codicioso, en-trega a Manolito el reloj con tales carac-terísticas y el niñito sale dando saltitos de felicidad, durante todo el trayecto hasta su casa.

Con un contento más grande que su imaginación, Manolito procede a sincro-nizar su reloj de manera que todos los relojes del mundo funcionen de la mis-ma forma, es decir, que sólo marquen las horas nocturnas. De esta manera, nin-gún reloj del mundo marca las horas diurnas y el día y el sol, tristes y recha-zados, dejan de salir a dañarle las figuri-tas a Manolito.

En esa medida, Manolito es un ni-ñito alegre en demasía, porque su león comealmanaques, sus hombres de ojos-bocas y sus hormigas azules y arquitec-tas ya no serán víctimas del desorden. Empero, lo que Manolito en su multico-lorida cabecita nunca logró concebir, es: ¿qué haría si todos los días fueran no-che y si sus figuritas siempre estuviesen como él deseaba que permanecieran? Ahora Manolito, pasa todas las noches de su vida aburrido, contemplando sus dibujos a base de estrellas y sin nada por hacer.

24 Archivos X

Oscurantismo [Fragmento]Carlos A. Castillo M

Escritor. / Artes Plásticas y Visuales. UT.

Tras haber pasado toda la tarde en uno de sus habituales paseos que

por lo general concluían con la frustrante sensación de viejos paisajes que no de-paran ninguna sorpresa, Alvear comenzó a bajar por la calle 22, hasta adentrarse en las calles torcidas del barrio de tole-rancia. Se trataba del camino más corto a su casa y a esa hora, temprano toda-vía, recién caída la noche, no resultaba demasiado peligroso pasar por allí. La otra posibilidad era hacer un rodeo por la calle 26, pero en esta ocasión no se sentía de humor como para tomar la ru-ta más larga. Deseaba llegar, encerrarse, tumbarse en el catre y quedarse un buen rato mirando el techo de su pieza.

Y lograba su objetivo, en apariencia y a pesar de las actitudes hostiles, na-die se fijaba en su paso. Por esta calle, se decía Alvear, se camina seguro. ¿Qué importancia tienen los asesinos y putas

llenando las tabernas? ¿Qué importancia tienen los violadores reunidos en grupos en las esquinas o bajo los árboles, fren-te a las casas?

Se decía Alvear que en esta calle no podía sentir esa angustia que por ejem-plo sentía al transitar por barrios de gen-te acomodada. Algunas cuadras más al norte comenzaba a brillar el lujo de los baldosines, la amplitud de los garajes y las casas cercadas con gruesos muros de piedra; bien conocida es la táctica de los asaltantes nocturnos que consiste en tre-par a las ramas de los árboles y esperar allí horas y hasta días enteros, camufla-dos, ansiosos, consumidos por el tiempo de la espera, sin comer, dormir o beber, hasta que el primer desgraciado de bue-na apariencia y quizá, también borracho, transite por el lugar exacto previsto pa-ra caerle encima y despojarlo así de sus pertenencias.

25Archivos X

Estos delincuentes son meticulosos en la planeación de su trabajo; prefie-ren los árboles frondosos y no muy altos. Con ello se re-ducen las po-sibilidades de fallar en el sal-to, circuns-tancia que además de bochornosa y depresiva, era sobre todo pe-ligrosa para la integridad físi-ca del ladrón, al correr el riesgo de romperse un bra-zo con una mala caída o sencillamente matarse. Lo más importante en cuanto a la situación geográfica del árbol esco-gido era que estuviera en un barrio del norte y no en uno del sur. No eran tara-dos los ladrones para decidirse por la úl-tima alternativa (complicada además por la conocida escases de árboles en los ba-rrios de suburbio) y suponiendo que el ladrón, en un ataque de desesperación, tuviera que ha-cerlo, las vícti-mas de turno no garantiza-rían ninguna ganancia. Por eso abundan los ladrones en los sofisti-cados barrios del norte, en donde a pe-sar de la sole-dad paranoica de las calles, los clientes si son de fiar, no como esos otros arrancados que por mucho llevan algunas monedas en el

bolsillo, demasiado poco para esperar tanto tiempo.

Es por eso que Alvear camina sin apa-rente duda por esa calle que en la ma-drugada destila una especie de violencia contenida, cuyos personajes habitua-les casi siempre están bajo la influencia del sopor alcohólico. A pesar de las mira-das de desprecio o los movimientos im-previstos que surgían en las esquinas, no había ninguna razón para temer. Es de-cir, allí estaban los ebrios en sus mise-rables tabernas y podrían verlo pasar o podrían no verlo. En el primer caso, la

obstinación los llevaría al lími-te y las conse-cuencias serían graves. ¿Sos-pechaban aca-so esos ebrios que por deba-jo de la apa-rente calma de Alvear se ocultaba una nerviosa cua-lidad, una sen-

sación de fragilidad, el sentimiento de estar destinado a vivir alguna sangrienta circunstancia?

Suponiendo que en determinado

momento los ruidos vomitados por la rocola, las luces de neón que llenaban el ambiente, la sordidez de las circuns-tancias, en fin, provocaran que uno de aquellos ebrios, en un momento de par-ticular insensatez, de repente se levanta-ra de la mesa y con su voz pastosa dijera, como la cosa más normal del mundo: "vamos a darle su merecido a ese tipo que camina mirando el piso. No quiere

26 Archivos X

llamar la atención. Tiene miedo...", a continuación se encaminaría decidido afuera de la taberna, con un cuchillo en la mano y Alvear estaría expuesto a un gran peligro. A pesar de todo sería po-sible que otro ebrio, por el simple ca-pricho de llevar la contraria, se opusiese con sus toscos medios a llevar a cabo tan inútil acción: "prefiero ignorar su miedo y seguir bebiendo. No tiene sentido...", de cualquier modo su oposición fracasa-ría, sin importar los argumentos lógicos o humanitarios que estuviese en condi-ción de hilvanar.

No. La obstinación prevalecería. El pri-mer ebrio impondría su fuerza para llevar a cabo la tarea e iniciaría una aparato-sa persecución a través de la calle, has-ta provocar una pelea con Alvear, quien en este caso no tendría la más mínima posibilidad de salir con vida de tan des-dichado encuentro: garrotes, pedradas, cuchillos, navajas, le reducirían en un instante a poco menos que un guiñapo, un perro desfigurado bajo la punzante llovizna de la noche. Contribuirían a tan lamentable suceso todos los ebrios de la taberna y con más furor incluso aquellos iniciales opositores, quienes se habrían dejado arrastrar por el instinto asesino después de beber apresurados los restos de la botella de aguardiente que había quedado olvidada en la mesa.

Y si esto hubiera sucedido, quizá Al-vear no se quedaría aletargado esperan-do a que lo mataran. Nada de eso. Los insultos de las putas, los berridos de los gamines, la algarabía a sus espaldas ha-brían terminado por alertarlo de lo que estaba a punto de ocurrir. En ese caso ¿para qué tenía esas dos piernas flacas? Frente a los ebrios gordos tenía mejor

estado físico, era casi seguro. Podría pa-recer desmañado, incluso acabado, pero al menor signo de peligro una buena ca-rrera de atleta bastaría para mantenerlo a salvo. ¿Entonces por que aquella opre-siva sensación, la inminencia del golpe de puñal en su espalda no lo dejaba en paz mientras seguía caminando?

En noches así se sentía como un fan-tasma desgarrado por el viento de la ca-lle, disuelto en la más leve perturbación: surgía, desaparecía y volvía a emerger sin ninguna causa, pero sin dejar tampoco consecuencias importantes. Su rastro era una sensación descompuesta, algo fugaz pasando por la vieja calle torcida, igual que un sueño o a lo mejor una visión de pesadilla. Una distorsión sobreimpresa al paisaje en decadencia, una sombra eclip-sada en los múltiples ojos gastados en las alucinaciones del alcohol.

Allí estaba, la gregaria reunión de fin-gidas alegrías y miradas naufragas en la borrachera tenaz:pensamientos apaga-dos, sensaciones dormidas y el humo embotante acumulado en estrechos re-cintos. En realidad eran montones de carne, entes, manchas o bultos despla-zados de un lado para otro, que noche tras noche trataban de encontrar el pla-cer a cambio de hundirse más y más en la nada comunitaria. No era la primera vez que rondaba la calle, pero esa noche en particular era como si la brisa de la lo-cura soplara con fuerza desde el oriente, desde los cerros, y era posible, según Al-vear, definir a partir de los patéticos sig-nos, el fracaso general de la existencia. Tal reflexión le hizo sonreír un instante, pero pronto disimuló su gesto, ya que podría ser malinterpretado: una invita-ción al placer clandestino.

27Archivos X

Es lunes en la noche y, como es cos-tumbre, hace más o menos una

semana Lucía llama a ‘Jose’ para inter-cambiar un par de palabras, aunque esta vez quiso ir un poco más allá e invitarle a comer un helado; la respuesta positi-va dio pie para que ella, a pesar de llevar poco tiempo hablando y no tener sufi-ciente confianza, pensara que era posi-ble ir más allá.

Lucía está en quinto semestre de eco-nomía en una reconocida universidad de la ciudad, pese a su corto recorrido en la carrera se destaca por ser una estudiante brillante, que mantiene un promedio de 4.7, el mejor entre sus compañeros de clase; hace parte de un grupo de inves-tigación y se desenvuelve en diferentes espacios dentro de su facultad; si bien no es amante de la adulación, a diario se tiene que enfrentar a los constantes

reconocimientos y felicitaciones por su capacidad intelectual y destreza.

Dos de la tarde del martes, Lucía va camino a su clase de economía III. A di-ferencia de otros días, hoy no logra con-centrarse en las explicaciones de su profesor, en cambio bota empeño en que el dibujo que hace para ‘Jose’ sea perfecto, este comportamiento, extraño en Lucía, llama la atención de su compa-ñera y amiga María, por lo cual decide preguntarle qué pasa.

‘Jose’ es estudiante de artes plásti-cas en la misma universidad, pero es-tá en segundo semestre, se dedica por completo a su carrera y aunque no per-tenece a un grupo de investigación, ni desarrolla actividades extracurriculares, es una persona conocida por su gran talento para el dibujo y la actuación,

Amor de iguales Jennifer García Saldarriaga

Programa de Comunicación Social / Universidad Santiago de Cali.

Amor de iguales Jennifer García Saldarriaga

Programa de Comunicación Social / Universidad Santiago de Cali.

28 Archivos X

habilidades llamativas para muchos de sus profesores.

Luego de un rato, Lucía confiesa lo que pasa, le cuenta que por primera vez tendrá un acercamiento con esa persona que le interesa. Frente a esto María re-acciona de manera tranquila y se alegra porque al parecer su amiga había cono-cido a alguien que le gustaba y no sólo por su físico.

Rápidamente pasaron las tres horas de clase, y el momento del encuentro se acercaba, son las 5:30 p.m. ‘Jose’ coge su celular, abre su lista de contactos y se-lecciona el nombre de esa persona en-cantadora con la que compartirá el resto del día. Lucia lleva una blusa roja con un estampado de corazón, que ella misma diseñó, jean azul y zapatos del color de la camisa.

Después de la conversación era cla-ro ya el lugar donde se verían, la fuen-te central de su universidad, un sitio hermoso que se caracteriza por el colorido ver-de de toda la vege-tación

que está a su alrededor, además de las mariposas que como betas tiñen el aire cual ligeros pincelazos.

A las 6:30 p.m. emprendieron cami-no rumbo a un centro comercial. En el camino no hubo motivo que no permi-tiera salir de sus bocas grandes carca-jadas por cualquier chiste, parecía que se conocieran de toda la vida, o en su destino estaba escrito que se tenían que conocer.

A pesar de ser una tarde genial, ‘Jo-se’ conservaba un gesto de desilusión y dolor, pues lo más seguro por esos días era que tendría que cambiarse de uni-versidad, ya que sus padres así lo desea-ban, ellos sentían que estaban perdiendo su capacidad de control, y además sus hermanas colaboraban para que fuera pronto su regreso.

Cuando Lucía supo esto, su corazón automáticamen-

te aumentó los latidos y

pensó l o

Amor de iguales Jennifer García Saldarriaga

Programa de Comunicación Social / Universidad Santiago de Cali.

29Archivos X

peor, porque por fin encontró la persona que siempre había soñado y en cualquier momento se podría ir. A raíz de esto, ella no se contuvo y le pregunto a ‘Jose’, ¿Si vos conocieras a alguien que te mueva el piso, te quedas? Una sonrisa afloró de su boca y respondió, “no sé, podría ser”. Aunque no más tranquila, pero sí ansiosa por hacer lo imposible para que su amor no se fuera, decidió conquistarle.

‘Jose’ viene de una ciudad del sur del país, hace parte de ese gran núme-ro de estudiantes en dicha universidad que viene de fuera de Cali, quiso entrar allí porque su carrera no la ofrecen en muchas instituciones y los contenidos le convencieron. A sus 18 años se aventuró y sus padres, aunque aterrorizados por lo que podría pasar, le dieron la oportu-nidad, pero al ver que a lo largo de un año se habían distanciado tanto, prefi-rieron que volviera con ellos.

Luego de una larga tarde juntos, Lu-cía dijo: “Me tengo que ir ya, acompá-ñame a coger el bus”, ‘Jose’ sonrió y empezaron a caminar hacía el parade-ro. Cuando llegaron allí, se sentaron y en medio de un ataque de cosquillas, sus cuerpos quedaron más juntos, al punto de que ella podía sentir su respiración en la cara.

Por un segundo Lucía le vio e incons-cientemente le besó, la reacción de ‘Jose’ no fue la mejor, se quedó en shock y mi-rándola. Ella le preguntó: “¿Qué pasó, no te gustó?” A lo que respondió: “Es la primera vez que me besa una persona de mi mismo sexo”.

Cuando Lucía supo esto su mundo se volteó inmediatamente, ella pensó que

la necesidad de ‘Jose’ de tener contac-to físico, era la puerta abierta para que pasara algo más, ella se soltó sobre su amor, le abrazó y le ofreció disculpas por hacer algo que no era habitual en su vi-da; ‘Jose’ no dijo nada sobre el tema, en cambio, a pesar de su estado, le pidió a Lucía que se quedara en su casa, pues ya era muy tarde.

Ella no se quiso arriesgar, se despidió y abordó un taxi, prefirió esperar para hablar al otro día.

El miércoles en la mañana iba Lu-cía en el bus, eran exactamente las 7:15 A.M. pasaron cinco minutos cuando su celular timbró, era ‘Jose’ que la llama-ba para decirle que se vieran, que que-ría hablar con ella, Lucía asintió y cuando llegó a la universidad la buscó.

Ahora en uno de los edificios de la universidad, ellas quisieron sentarse a hablar sobre lo que sucedió, Lucía pro-metió no volver a besarla, la sensación de vergüenza fue más fuerte que sus propios sentimientos, ‘Jose’ sonrió y le dijo, bueno.

Otra vez después de jugar a las cos-quillas, sus cuerpos volvieron a quedar muy juntos, pero esta vez quien quiso besar a la otra fue ‘Jose’, confirmándole a Lucía que había encontrado la persona que le movía el piso.

Después de cuatro meses siguen jun-tas, ahora como novias oficiales, ca-da una conoce los grupos sociales de la otra y al igual que en las relaciones he-terosexuales, aunque tengan problemas son felices e intentan vivir su relación sin restricciones.

30 Archivos X

Ernestico el capitalista

El yerno del carnicero

31Humor

¿En qué estoy pensando? Me pregunta feisbuc: ¡en cancelar mi perfil! respondo con ira. Rodolfo García

Estoy pensando en lo sumamen-te inútiles que pueden verse en algún momento estas mierdas

de feisbuc o tuiter, empezando porque en realidad a nadie le importa lo que dicen los demás, sólo son espacios pa-ra mostrar egos a través de frases de cajón recicladas entre los miembros de una “comunidad virtual”, siguiendo por la evidente pérdida de nuestra identidad latina al usar estas redes de nombres y orígenes anglosajones, sin olvidar la re-ducción del lenguaje escrito a palabras incompletas y mal escritas. En este sen-tido feisbuc y tuiter promueven la igno-rancia, pereza y mediocridad de nuestro pensamiento actual.

No deja de ser curiosa la asimilación de la imagen de los usuarios a una foto que evidencia su mejor perfil y ángulo pero que oculta el defecto, sugiriendo quizás un nivel de baja autoestima en cuanto a la imagen propia, lo cual re-afirma que casi nadie está conforme to-talmente con el reflejo de sí mismo. Si se piensa en ello, es irritante la falacia del mecanismo de feisbuc para entablar amistades, según la cual se requiere en-viar una invitación de solicitud que debe ser aceptada para que la relación quede pactada dando clic y todo se resuelve en el risible enunciado: “fulano y mengano ahora son amigos", pero en la realidad que circunda el micro universo virtual del computador quizás algunos ya son amigos y tal vez algunos jamás lo serán, una amistad no depende de que feisbuc

la declare existente. Estas redes sociales son un espacio perfecto para la disolu-ción del comportamiento antisocial ca-muflado de normalidad, el engaño y la mentira reinan en esta espacialidad vir-tual, y aunque poco la he habitado me cansé de exponerme como un ciudadano de cristal, ¿por qué tengo que dejar ver a cualquiera mi información personal y lo que me gusta o no? Y es que sería ingenuo creer que el usuario corriente, como yo, pueda controlar los accesos a su perfil, ¿a quién le favorece esto?

Es indignante todo el uso politiquero de estas redes, disfrazado de estrategia innovadora (por otro lado engañosa, pues la altísima ola verde en feisbuc se transformó en desierto en las eleccio-nes), ya que hasta la izquierda, que al menos en un momento se resistía al de-terminismo tecnológico, en las recientes elecciones, con la excusa de que todos están en la red, han caído patéticamente en las frases de cajón en tuiter y feis-buc, olvidando la máxima de Marcuse de la necesidad de transformación en lugar de la transformación de las necesidades, sólo se hace necesario algo cuando nos sumamos a la mediocridad de la falta de esfuerzo, ¿por qué tomar el camino fácil? Con esto se demuestra que todos los políticos son iguales, como sugie-re la secuencia de imágenes que suele acompañar a la canción de Pink Floyd, Brain Damage (“Los lunáticos están en mi hall…”), es la misma lógica del poder con apariencias distintas.

32 Efecto Mariposa

También es preocupante la creciente dependencia de aparatos tecnológicos para poderse relacionar y "jugar", simi-lar a lo que ocurre en Un mundo feliz de Aldous Huxley, donde están prohibidos los juegos al aire libre y que no impli-quen una relación con un artefacto. Es patética la sensuali-dad que se mane-ja en feisbuc, pues las imágenes esco-gidas siempre quie-ren ocultar o falsear la imagen real. Son horribles esas fotos que muestran a la gente en sus salidas o eventos, mos-trando sus risas fal-sas, promoviendo la banalidad, estimu-lando falsos prota-gonismos, en un espacio adecuado para el desahogo de los fracasados que creen que por fin tendrán sus quin-ce minutos de fa-ma, fenómeno más evidente en yutuv, en donde miles de anónimos cometen actos peligrosos o de violencia sin otra razón distinta que obtener un regis-tro visual destinado al ojo voyerista de otros miles de per-sonas ¿pero a qué precio y qué piensan los dueños del capital de este comporta-miento pueril?

Y es que este tipo de pendejadas se-rían aceptables como juegos infantiles pe-ro es inaceptable que (Tu actualización de estado es demasiado larga. El máximo permitido es de 420 caracteres y tu esta-do tiene 3306.) los adultos…pero no, qué

va, no recorda-ba que ahora los adultos quieren vivir y verse co-mo jóvenes, pros-peridad para los cirujanos, ¿creci-miento de la frus-tración sexual?, es tancamiento del pensamiento que necesita más sabiduría y menos ciencia, pues has-ta un niño pue-de ser científico pero la sabidu-ría sólo deviene de una larga ex-periencia. Feisbuc atenta contra la universalización de la actitud ilus-trada, parece co-mo surgida de la mente del je-fe de bomberos de Fahrenheit 451, quien profesaba que todos deben ser igual de igno-rantes, porque el conocimiento só-

lo trae infelicidad a las personas. Hay que pensar de manera simple, hay que reducir el lenguaje, hay que olvidar lo importante y recordar lo irrelevante.

33Efecto Mariposa

Estoy furiosamente de acuerdo con John Zerzan en sus ideas expresadas en la película Surplus, de cuán mejor sería el mundo destruyendo una tecnología que separa en lugar de unir, y lo peor es que todos caemos en la trampa, enunciando a quién queremos pero no a quién odia-mos, poniendo nuestro ladrillo en el muro que nos separa de una posible felicidad. ¿Tiene feisbuc la autoridad para declarar quién acepta como amigo a otro? Ob-viamente es una cuestión de lenguaje, pero es que el lengua-je es nuestro puente con el mundo, determina nuestra manera de ver, sino por qué no utilizan la expresión “colega” en lugar de “amigo” o aun-que sea “conocido”. Se-gún esta cosmovisión si hay “amigos” necesa-riamente debería haber “enemigos”.

Algunos defienden a internet y a estas comu-nidades virtuales porque supuestamente la red es libre y democrática, que es horizontal en sus rela-ciones, que no discrimina, y especialmen-te que permite expresar a los anónimos, pero no hay que olvidar aquel principio según el cual toda expresión renovado-ra se muta en esclava de las clases he-gemónicas que la vuelven mercancía (en este caso la mercancía es la ideología de los paraísos de la comunidad virtual). Además internet surgió del pensamien-to tecnológico-científico-capitalista-uni-versitario, aliado con el aparato militar en Estados Unidos, (esto no es como el circo o el blues). Aparte de los negocios

de la guerra y la industria farmacéutica, son las industrias de la información, el entretenimiento, y las comunicaciones, las que más hacen fructificar al capital hoy en día. La supuesta libertad que go-zamos en la red es como la carnada en un anzuelo, igual estás atrapado en ella a menos que seas una araña, o el que la recoge, llena de peces agonizantes.

¿Por qué se volvieron tan altruistas

los capitalistas de vanguardia?, ¿desde cuándo son los mis-mos humanistas?, ¿por qué están tan in-teresados en generar más relaciones socia-les y amistad entre las personas del mundo?, ¿los mueve un inte-rés de unión entre los pueblos y las naciones o el de crear una so-la nación, consumis-ta y estandarizada, de uniformes pintorescos y variados? La prác-tica creciente de ver el mundo a través de una pantalla genera cambios profundos a

nivel individual y social, uno de ellos la disolución de las fronteras entre lo real y sus representaciones. Este presente ca-si anticipa al futuro, la ignorancia de los humanos extraterrestres en Wall-E, quie-nes nunca vieron la tierra realmente, se parece a nuestra ignorancia presente de pretender confundir experiencia real con experiencia vicarial, haciéndonos indife-rentes cómplices vitalicios de la degrada-ción social y ambiental del planeta. Por todo esto y lo que aún no he pensado, voy a eliminar mi perfil de feisbuc.

34 Efecto Mariposa

Cuando aún éramos niños, ha-ce algún tiempo, salíamos a jugar con todos los amigos en

las calles de Cajamarca desde muy tem-prano hasta altas horas de la noche. Eran tiempos felices, llenos de sueños com-partidos. Todavía recordamos cuando rompíamos las ventanas jugando futbol, o cuando cada fin de semana o por lo menos una vez por mes salíamos a echar charco en Chorros blancos o al Charco del Gato, nunca pensamos en el mañana que nos tocaría enfrentar.

Al paso del tiempo llegaron los cam-bios, empezamos a crecer, a escuchar la música que normalmente no se oye en las cantinas del pueblo, a dejar crecer nuestro pelo o a pararnos la cresta, a ves-tirnos al estilo de los pocos videos y pelí-culas que nos llegaban como la conocida

Rodrigo D No Futuro o videos musicales de los Skatalites, Ramones, Sex Pistols, Prince Buster y cuanto artista nos llega-ra; a usar mochilas con parches y boto-nes mal pegados, a usar camisetas con logos y mensajes mal estampádos.

Por esos días empezamos a jugar me-nos y salir más por las noches a discutir de todo un poco y hacer nuestros prime-ros gritos de resistencia, a sacarle pro-vecho a nuestra música muchas veces conectando una grabadora en la calle o en una esquina, lo importante era que hubiera de dónde sacar corriente para la grabadora y así sonaban todos los géne-ros, sin distinción de “subculturas”, por-que todos éramos y seguimos siendo un solo parche de amigos, eso sí, con gustos musicales distintos pero todos mirando para el mismo lado, empezamos a pensar

Grito contra la censura a la juventud cajamarcuna

Colectivo Socio-Ambiental Juvenil Cajamarcuno

35Efecto Mariposa

en las futuras luchas pero no nos imagi-namos lo que nos tocaría enfrentar.

Cuando por fin llegó el mañana que pasó a ser el hoy, se nos presentó el ma-yor reto que hemos tenido hasta ahora, no nos echamos hacia atrás y empeza-mos a irnos más de las ideas a las ac-ciones, sin intentar ganar protagonismo, ni con ganas de diversión, sino porque sentimos que es un deber sagrado de-fender lo que alguna vez defendieron nuestros antepasados armados sólo con palos e ideas de libertad. Desde nuestra cotidianidad no guardamos silencio ni actitud complaciente con Anglogold As-hanti (A.G.A.), multinacional minera la-tifundista y explotadora encargada de llevar a cabo el ecocidio de nuestra re-gión. Nuestra denuncia constante no só-lo logró sensibilizar a otros habitantes de Cajamarca, sino que también desató una estrategia de A.G.A. para desvirtuar a los jóvenes y hacernos ver como la mier-da del municipio, como jóvenes droga-dictos, revoltosos y delincuentes, siendo que ellos si son la verdadera mierda, que como dicen nuestros abuelos, vienen a acabar hasta con el nido de la perra.

La vida en nuestro pueblo ha cam-biado, ya no es como el ayer que hoy extrañamos, la estrategia represiva de A.G.A. ha permeado casi todos los es-pacios culturales, ahora si nos sentamos en una esquina de nuestro parque nos hacen salir corriendo ciertos persona-jes de armas, violencia y nada de ideas en sus pobres cabezas, visten de hara-pos verdes y bolillos negros que parecen o más bien son esclavos de los nuevos colonizadores. Los que hacen “seguri-dad” ciudadana con fines privados han instalado cámaras de punta a punta en

el pueblo las cuales están cerca a las es-cuelas y colegios y además no se sabe dónde terminan sus grabaciones, inclu-sive aprovechan nuestros eventos para repartir revistas o comunicados con su propaganda mentirosa; los colonizado-res nos gritan, nos insultan y nos humi-llan pero cuando es “nuestro turno” nos callan como pueden, y ya cuentan has-ta con programa en un canal local en el cual aprovechamos para hacer pregun-tas sobre los impactos negativos sociales y ambientales pero siempre responden lo mismo: “eso es mentira, nosotros so-mos una empresa responsable.”

En algunas ocasiones cuando se or-ganizan eventos para el disfrute de la comunidad en general, muy a pesar de contar con los permisos de la ley para el uso de los escenarios públicos, los ami-gos de nuestros enemigos cancelan los eventos de manera unilateral, siendo es-to otra forma del cierre injustificado de los espacios para la libre expresión de los otros distintos, nosotros, aquellos que no aceptamos el cianuro ni en las venas ni en los ríos de nuestra región. La do-ble moral está a la orden del día, cuan-do se trata de eventos que sirven para la veneración de las mascotas de A.G.A., los permisos son entregados sin contra-tiempos en bandejas de oro, listos pa-ra que los colonizadores sigan traficando sus mentiras, tergiversando mentes y co-razones y comprando conciencias, mien-tras a los jóvenes no nos dejan asomar ni en la esquina que alguna vez fue propie-dad colectiva de los habitantes de a pie.

¿Acaso la censura logró callar nues-tra voz de protesta? A pesar de las es-trategias selectivas o encubiertas contra quienes no congeniamos con A.G.A.,

36 Efecto Mariposa

seguimos resistiendo con todas las fuerzas de nuestras mentes y cuerpos, logramos conformar el Colectivo Socio-Ambien-tal Juvenil en el que participan Rocke-ros, Intelectuales, Teatreros, Estudiantes, Filósofos, Músicos, Poetas, Dibujantes, los que ejercemos nuestros talentos y nuestras ganas de luchar para defender a “Ca-jamarquita del Alma” y hacerle frente a los pro-blemas, no sólo ambientales sino también sociales de nuestro muni-cipio. Desde este espacio demos-tramos que en manada es más fácil resistir y que nuestro grito si-gue siendo justo más aún cuan-do lo que está en juego es la vi-da de los hom-bres y mujeres que luchan y tra-bajan en la des-pensa agrícola de Colombia.

Sin importar la propaganda negra contra los amantes de la vida y la liber-tad, seguiremos cantando, gritando, marchando, estampando, soñando, rien-do, jugando y haciendo canezalos entre amigos para calentar la noche y sobre todo resistiendo por la justicia de nues-tros sueños. Seguiremos luchando y or-ganizando más eventos para sensibilizar sobre los daños ambientales y sociales

que generan los proyectos mineros en Colombia y en el mundo, crearemos una comunidad de amigos y amigas con sue-ños, alegrías y experiencias compartidas. Desde ya quedan todos y todas invita-dos/as a unirse a esta justa causa que pretende defender nuestros pueblos y

el espíritu vi-tal y sagra-do de nuestra tierra, todos y todas serán bienvenidos, ya sean or-ganizaciones ambiental is-tas, animalis-tas, sindicales, sociales, indí-genas, cultura-les, juveniles, musicales.

Nuestra lu-cha es contra un enemigo que pretende sacarle la san-gre a la tierra y arrasar los re-cursos, nuestra lucha en por la vida y requiere mentes y co-

razones capaces de construir un tejido con sensibilidad social y ambiental. No somos una lucha individual ni aislada de otras, somos hermanos de lucha y debe-mos encontrarnos en un sueño colecti-vo que permita lograr los objetivos y los verdaderos cambios por los que día a día hemos entregado nuestras vidas.

37Efecto Mariposa

BUTOH:La danza de la oscuridad en IbaguéHugo Manuel Barrero Director de Teatro

38 Efecto Mariposa

El pasado 18 de febrero de 2011, en el Aula Múltiple de la Uni-

versidad del Tolima, se presentó un es-pectáculo de Danza Butoh que por sus características rompió con la monotonía cultural y teatral del claustro universita-rio y de la ciudad. Se trata de la obra: “Agua tierra”, creación de Tatiana Mo-reno, joven teatrista ibaguereña, bailari-na y coreógrafa, atraída por la danza de la oscuridad.

Lo primero que llama la atención al espectador es encontrarse una estética chocante, con movimientos extraños pa-ra los referentes que tenemos de la dan-za occidental. La obra transcurre en una increíble lentitud que se rompe con gran fuerza, cuando menos se espera y sin perder el contacto de los pies con el sue-lo. La gestualidad es exagerada; hay con-torsiones intensas de espalda y dorso; el cuerpo está en inmutable acción desde el interior, y en un tiempo alterado e impre-decible. El centro de gravedad bajo, pro-voca una fluidez de ritmos y movimientos al compás de respiraciones profundas, bramidos universales, hasta desplomarse repetidas veces, con una concentración de energía liberada al instante.

En su aprendizaje, Tatiana acoge las acciones solitarias de los danzantes de Butoh, con una actitud que pregona au-tenticidad. Es cierto que esta danza po-see ya una codificación compartida, a tal punto que han proliferado proyectos de inspiración japonesa, meramente forma-les y ocasionales. No es el caso de Tatia-na, y eso es lo abonable en su búsqueda con este trabajo, pues ella crea una sim-biosis del Butoh de acuerdo a sus propias raíces culturales, asentadas en la cosmo-gonía del Cañón del Combeima.

A partir de contrastes extremos, la actriz se arriesga a seguir los preceptos establecidos por: Hijikata y Ohnno, fun-dadores de esta manifestación, quienes se oponen al virtuosismo técnico y a uti-lizar el cuerpo como una herramienta expresiva de ideas o sentimientos; y es aquí, donde la obra “Agua tierra”, tam-balea en su concepción, al tratar de “Re-presentar” una historia, cuando por el contrario la Danza del Butoh, no narra una historia, no representa nada; sino más bien, presenta el cuerpo despoja-do de su contenido dramático, narrativo y estético. El cuerpo debe ser observa-do como un micro-universo conectado al universo y por ello regenerado a par-tir de su fuerza vital primaria, a través de la creación de un lenguaje de la percep-ción profunda de la vida.

Por otro lado, la obra penetra en una simbólica dimensión femenina, apuntan-do a una visión esencial, lejos de los ar-quetipos que rodean a la feminidad y muy cerca de la sensibilidad de la intér-prete. No hay caracterización por parte de la bailarina, sino identificación plena con un sentir hondo.

El Butoh, nace en el Japón de la post-guerra a finales de los años cincuenta, tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki que devastaron el país y don-de las imágenes dantescas de los sobre-vivientes que deambulaban por las calles con sus cuerpos quemados y con los glo-bos oculares reventados y colgando sobre las mejillas, llevaron a Kasuo Ohnno y Tat-sumi Hijikata, a la búsqueda de un nuevo cuerpo que lo redefiniera en el tiempo y en el espacio, creando un movimiento hacia la búsqueda de una nueva identidad, que le diera sentido a una sociedad derrotada y en

39Grafos & Resonancias

tránsito, para rescatar el sentido de la vida frente a la muerte y la destrucción. De es-ta premisa nace el Ankoku Buto-ha (Danza de la Oscuridad) entendiendo por oscuri-dad como lo que está en la sombra, lo des-conocido. “Ankoku”, significa lanzar negro u oscuridad absoluta. “Bu”, significa bailar, “To”, paso o pisar. Y “Ha” significa gru-po o partido. En su proceso evolutivo como arte ha hecho que muchos de los objetivos iníciales se hayan ido transformando y por ello actualmente es difícil tener una defi-nición global para la estética, la concepción de cuerpo y otros aspectos del Butoh.

Es considerada una forma contem-poránea de danza, donde se pueden observar influencias de las artes escé-nicas tradicionales japonesas. Junto con la improvisación del Kabuki, se toma el adoptar una pose o acción suspendi-da; del Noh el caminar deslizándose co-mo si flotara en el aire; del Ningyon los

movimientos y gestos a modo de mario-neta, sin restringir la significación de sus movimientos como los que se realizan en los convencionalismos de estas técnicas. Igualmente tiene influencias de la dan-za moderna y la danza expresionista ale-mana como del teatro de la crueldad, de Lorca, de Genet y el Marqués de Sade.

El Butoh, es un arte con una con-cepción crítica sobre el establecimiento social, político, cultural y sobre la con-dición del ser humano. Es una rebelión del hombre moderno que en crisis tras la destrucción masiva de sus congéneres, busca liberarse a través de la verdad de su cuerpo. La Danza Butoh, es una res-puesta radical a los esquemas estereoti-pados de la danza, rompe los patrones establecidos, sirviéndose de elementos no convencionales.

El Butoh propone una poética del cuerpo que se caracteriza por estar car-gada de una profunda filosofía que cues-tiona la existencia del ser humano y sus costumbres. Evita ser un método de ex-presión fijo o establecido y rechaza lo acabado y la estabilidad frente al movi-miento llevado al límite, de ahí que se aparte del realismo y del simbolismo en la danza.

La Danza Butoh trascendió su trage-dia originaria y su contexto social y polí-tico, para intentar pertenecer al hombre de cualquier raza, nacionalidad o cre-do. La obra “Agua tierra”, enriquece el panorama de las artes escénicas en Iba-gué y se articula a otras experiencias su-ramericanas hacia la recuperación del sentido primigenio de la danza escénica, difundiendo con libertad y convicción la posibilidad de una daza Butoh andina.

40 Grafos & Resonancias

El guerrero nunca retrocede

____________________

1. Boletín de estadística no. 437 año 1989: la población en Colombia

a partir del censo de 1985 por Colombia. departamento administra-

tivo nacional de estadística. DANE.

Efraín Rendón ArdilaPaulo Mario Cortes

Transcurrían los mezquinos años 90 en Colombia y la situación socio-

cultural y política fecundaba en las calles a Carlitos Way y a Rodrigo D, encintaba las películas sobre sicarios y narcotráfico; tra-maba las leyendas del cartucho, y de Ro-

sario Tijeras. Aunque, el país se jactaba de tener una Consti-tución de las más avanza-das del mundo, en materia de derechos humanos y participación democráti-ca, el conflicto interno y la corrupción, corroían el Estado y la víctima eterna seguía siendo el pueblo. Uno de sus heridos más notables fue la juventud, fiel estampa de la impo-table realidad que les to-có a unos 18 millones de

jóvenes colombianos, cer-ca del 44% de la población

nacional.1

La ciudad con avenidas de Ocobos florecidos, participaba

también en ésta realidad tan ci-nematográfica. Por sus es-

quinas habitaban rostros jóvenes que guardaban

un profundo desánimo frente a las

41Grafos & Resonancias

expectativas de vida que les ofrecía es-ta sociedad, en la que tal vez no hubie-ran querido nacer, pero que les tocó. Los habitantes de los barrios más alejados y de los cercanos al río Combeima, eran testigos del abandono por parte de los gobernantes, al estilo de las favelas lati-noamericanas donde la batalla diaria es sobrevivir.

En estas comunas de sobrevivientes, cualquiera sin importar la edad, portaba una navaja e incluso un arma de fuego. El ambiente era pesado, en algunas ca-lles noctámbulas donde no se podía ca-minar con tranquilidad, no se sabía en qué momento sonaría un disparo, o sería herido un compañero. En las fiestas no faltaba quien mostrara su fierro para in-timidar; al parecer, las armas y el hecho de pertenecer a una pandilla, concedían un reconocimiento negado por la socie-dad a los hijos de la clase obrera y a los desposeídos. Había un camino: las rum-bas, la droga, los parches, las “broncas”, sobrevivir, burlar una justicia parcializa-da, vivir la soledad criminal, hacer lo que fuera para llevar un bocado de pan a la casa, como a muchos les apremió. Pero en medio de la brumosa y tétrica escena,

se comenzó a agitar una fuerza impe-tuosa, una molotov social que marcaría vidas y sembraría conciencias.

Floreció en medio del cemento una Revolución Artística Popular, una alternativa para manifestarse. El Hip Hop se conver-tiría en el vehículo de toneladas de ex-presión artística, sería el arma con que muchos inconformes harían parte de la cultura urbana, no sólo se apreciaría si-no que se empezaría a crear Hip Hop en Ibagué. La batalla apenas comenzaba, era de valientes tomar al Hip Hop co-mo un estilo de vida, algunos, encontra-rían en él esa salida que tanto estaban buscando. Los cuatro elementos del Hip Hop, serían los frentes de combate y marcarían su capacidad para abarcar di-versas expresiones artísticas. El Rape-ro o Mc, capaz de rimar al instante con su Freestyle2 y hacer batería humana ó Beatbox; el Graffittero, perseguido por transformar los muros grises de la ciudad en arte; el Dj, animador de las fiestas y conciertos con su tornamesa, quien en los inicios del Hip Hop creaba las pistas ____________________

2. El Freestyle se refiere a un estilo en que se hacen las líricas del rap, crea-

do en el momento de la ejecución, improvisando a la vez que se rapea.

42 Grafos & Resonancias

con una grabadora; y los B boys3 o bai-larines de breakdance quienes en la pista de baile enfrentan la gravedad como en-frentan su realidad.

Cuando el Hip Hop tomó auge en los barrios populares y en los guetos, los jó-venes que estaban en los parches y en las bandas que delinquían desearon estar también sobre una tarima y demostrar lo que estaban aprendiendo, otros talentos para obtener reconocimiento, ya no co-mo bandidos sino como artistas. Bailar, escribir, dibujar, crear, eran opciónes di-ferentes a las que el contexto ofrecía y eso permitía alcanzar nuevas oportuni-dades. Pero muchos se quedaron en el camino porque el ajuste de cuentas con el pasado no perdona. Algunos siguie-ron con su vida de gánster; otros desis-tieron por ausencia de apoyo económico y formativo para su arte reciente. Posi-cionarse en los círculos excluyentes del arte civilizado era desigual y sus produc-tos eran clandestinos para la industria.

De otra parte, la corrupción, el ham-bre y la guerra de territorios continuaban. Muchas veces a estos guerreros les tocó llorar a sus amigos y familiares, abando-nar la esquina, y defenderse del enemi-go sin su mejor aliado: el arte. Debido a su apariencia fueron señalados y se vol-vieron objetivo militar de los que contro-lan el pensamiento único. pues las letras de sus canciones narraban las vivencias que omitían los noticieros, denuncian la limpieza social, el narcotráfico y siguen siendo testimonios de vida, historias rea-les que nacieron en la calle; aunque hoy

muchos hoppers progresistas, renieguen ese origen. El guerrero nunca retrocede en su lucha pero tampoco debe olvidar el camino que abrieron las viejas escue-las. Para muestra de ello hoy podemos ver a: Gotas de Rap, La Etnnia, Cali Rap Cartel, Zona Marginal, Asilo 38, Las Se-pia, Laberinto ELC, Sociedad FB7, Fondo Blanco, todos ellos visionarios que toma-ron el estandarte del Hip Hop y que lu-chando, “guerreando”, lograron llegar donde se encuentran.

Los primeros indicios del Rap en Iba-gué datan de los años 90 en la comuna 8, una de las más convulsas de la ciu-dad, dentro de la cual se tejían y todavía se tejen historias de vida y muerte, de desplazamientos, historias de calle. “La-lo”, llegó a esta comuna a sus 14 años con algunos habitantes de las laderas del río Combeima que el gobierno municipal reubicó en la urbanización Nuevo Com-beima. Allí, en las reuniones de la Fun-dación Social conoció a Charry Vargas primer gestor del movimiento Hopper, y al “Vago Villa”, quien años después creó Terreno Urbano, el primer programa ra-dial especializado en Hip Hop para la au-diencia ibaguereña. Alguien les regaló un casete de Rap y se conectaron con su ritmo y su contenido. Desde entonces, siguiendo la intuición del Son Pijao, em-puñaron el micrófono hasta conformar Tormenta Rap y emitieron su rap con es-tilo propio hasta evolucionarlo y demos-trar que en los barrios hay verdaderos artistas capaces de impulsar movimien-tos culturales insospechados. No ha sido para nada fácil, pero su lucha incansable les da la satisfacción de creer y persistir en contra de la adversidad de su tiempo, porque el guerrero nunca retrocede.

___________________

3.Ver en: http://www.youtube.com/watch?v=IDywhTnzqws // STYLE

FORCE BBOY CREW 2009 (Promo).

43Grafos & Resonancias

Intro: La alianza de la protesta fe-menina y sus acciones cotidianas en ám-bitos domésticos, laborales o escolares, son la lucha por vivir con equidad y de-fender la tierra o el territorio amado. Si Malena con su Actitud Maria Marta, Alika, y Ariana Puello, la Estreya More-na: Moyenei, con sus Rimas Femeninas sobre la Tarima; Apolonia y su Conexión; Las Krudas de Alamar, “la ciudad del Rap en Cuba”; han impactado a Latinoamé-

rica y al mundo, con sus líricas in-surrectas; en Colombia: Melissa

del legendario grupo Go-tas de Rap, Las Esfinges

y Sepia desde su Co-lonia, Por Razones

de Estado,

Cynthia Montaño, Mary Hellen, Dah-yana Ríos, y muchas raperas, maestras del micrófono o de la tarima de cuatro ruedas, han fundado una escena nacio-nal del Hip Hop Femenino, con sentido social y conciencia revolucionaria; dis-tante al bling bling de muchos niñitos y niñitas que juegan a ser hoppers só-lo por moda o para ser aceptados en el gueto. Ibagué, también se une a la re-volución femenina del Hip Hop con Las Profecías de la comuna 11, Mildreth y Yirly de Esencia Verbal, Jenny y Yekaleta de Libertad Mental, Diana: “La Mona”, Bruma, Azhly, Tana, y “La Rola de Área 89, quienes han dejado su huella en el movimiento, animando a otras mujeres a manifestarse.

A pesar de las trampas que la indus-tria cultural interpone a las expresiones anti-globalizantes, Diana Avella, siempre despierta en las lomas surorientales de la ciudad más fría, levanta su grito com-bativo contra la exclusión o subestima-ción que las mujeres han vivido, incluso dentro de su misma cultura Hip Hop, y trabaja para incidir en la formación ideo-lógica de otras mujeres de la periferia y de su propia comunidad. Desde las cua-dras que se defienden con la palabra, extendiendo las tarimas y las fronteras del barrio, saludamos a todas las rape-ras que posicionan sus rimas en los es-cenarios urbanos. Presentamos aquí, la

Desde la cuadra de una poetacallejera: Entrevista a Diana Avella www.myspace.com/dianaavellarap Fotografía:Guillermo Orjuela

Enigma Gánster

44 Grafos & Resonancias

entrevista a Diana Avella, invitada por el colectivo: “La esquina del barrio”, al ter-cer Festival Hip Hop la comuna, que se realiza en el sur de Ibagué.

¿Por qué el Hip Hop es su camino y su fuerza? Porque todas sus expresio-nes son combativas. Su lenguaje urbano y diverso, está más cerca de la realidad que se vive en la periferia de la ciudad; es lo bastante explícito para romper el si-lencio; además, puede transformar pen-samientos o tomarse cualquier espacio. Hago parte de un sector de este movi-miento cultural, comprometido con la resistencia y con la posibilidad de ir más allá de un género musical, hasta comu-nicarme con toda persona que también

sienta inconformidad. El rap, es la con-ciencia de la calle, es la voz de los gue-rreros anónimos y de los guetos.

¿Quiénes son las y los guerreros ur-banos que siembran la resistencia en las ciudades suramericanas? Creo con certeza que se trata de personas de ori-gen y opción popular, que conocen en carne propia el problema de la desigual-dad, y que por el compromiso manifies-to y sentido con sus ideales, luchan por una vida más digna.

El sistema ha instruido al ig-norante en el arte de vender has-ta su madre para alimentarse…La empleada doméstica, el celador,

45Grafos & Resonancias

el barrendero,el ambulante ven-dedor, el ladrón, son la única ins-piración para estos versos, son los héroes del gueto… El hambre de la calle: es la ciencia… Son vi-vencias de calle, de guerra diaria. (Diana Avella, 2007)

¿Cuál es el sello personal que im-prime en su proyecto musical para hacerlo diferente a otros? Entiendo el arte como clave para hacer resisten-cia y cultura popular, ese es el sentido de ser artista y pensar en colocar una imagen y unos recursos en pro de ge-nerar conciencia. Si no se tienen bases o argumentos coherentes para hablar de revolución, terminamos siendo una ma-rioneta del marketing artístico. Mi base es la docencia y el activismo, mi for-ma de movilizarme es el arte. Algo que siempre me ha caracterizado, es mi sen-tido ideológico, trabajo para fortalecer la

conciencia crítica de quien me escucha. En "Juntos Por la Vida" participé como activista, marchando y presente como se debe estar, como es necesario: mo-vilizándose. Esa es mi identidad, mis le-tras son directas, muestran una posición política clara y enfocada, siempre fren-te al hecho de ser mujer. Con Lucía, en nuestro grupo: Por Razones de Estado, cantamos muchos años gratis cuando las organizaciones sociales nos llamaban, ahí continuamos apoyando sus eventos, por convicción. Pero ahora dedico más tiempo a profesionalizar mi arte, produ-cir y gestionar mi música con el apoyo de mi Manager Duvian González y uti-lizar plataformas para su promoción, sin renunciar a mi esencia.

¿Cuál ha sido el proceso del Co-lectivo Distrital de Mujeres Hip Ho-ppers que usted lidera? Nace en el año 2007. Al principio, nuestro fin era la

46 Grafos & Resonancias

visibilización artística de mujeres y jóve-nes provenientes de barrios de escasos recursos. Entonces, un impulso impor-tante fue la poca o nula presencia de mujeres en las escuelas de Hip Hop y su participación en los eventos, sólo co-mo un adorno. Luego sentimos que no bastaba con hacer conciertos, hacía falta "tallerear" para mejorar las letras. Aho-ra nos interesamos más por una forma-ción política contextual; aunque eso implique dis-minuir nuestro poder de convocatoria. Así lo asu-mimos; preferimos re-flexionar sobre qué problemáticas y alterna-tivas podemos trabajar y cómo articularnos con otros colectivos de muje-res aquí en Bogotá. Cla-ro, es difícil mantenerse activas, cuando se asume el rol de madres, obreras, estudiantes, amas de ca-sa, artistas; y es por eso mismo que una rapera o una grafitera, encarnan la supervivencia en la sel-va de cemento.

¿Por qué se unió al Ma-gazíne “La Cuadra”? Porque comparti-mos el interés de retratar la actualidad del Hip Hop, en el ámbito político, social y económico del país y de Suramérica. Esta publicación da a conocer el trabajo de artistas con un claro mensaje frente a situaciones de injusticia en su contexto. El Hip Hop es nuestro campo de militan-cia, nuestra labor es facilitar unas pági-nas para que la voz de muchos rompa el silencio.

¿Qué denuncia Diana Avella en sus rimas? La violencia, la estigmatización, la criminalización en nuestros propios hogares, las indicaciones sociales acerca de lo que significa ser una buena mujer o ser una bruja, todo tipo de discrimina-ciones y silenciamientos que se reprodu-cen a cada segundo. El Hip Hop no es la excepción, es un movimiento profun-damente machista, que se encuentra en

transformación, pero mientras existan con-diciones para que per-viva el machismo, será una labor complicada.

"Pero mujer nací, aprendí a resistir, el rap es mi argumento, tengo algo por decir… Vamos que nada nos detenga, la lucha continúa, la victoria espera. Vamos que mujer representa: la vida, el argumento, el amor y la fuerza… Mujer nace cuando sabe, qué es lo que en el mundo hace, mujer nace cuando ama la lu-cha incansable, cuando

se aferra al pensamiento, cuando estudia la injusticia para encon-trar lo correcto, en el momento que se-para la belleza del cuerpo, encontrando en su interior, la estética de lo perfecto: Dignidad… Pues somos todo el dolor que alimenta, la movilización desde la perife-ria. …Nací mujer, orgullosa del Hip Hop y de mis ideas."

(Nací Mujer, Diana Avella, 2010)

47Grafos & Resonancias

Demencia: Pioneros del Punk

en Bogotá Diego Sánchez González

Salmón – Bogotá

48 Grafos & Resonancias

En los ochenta Bogotá adquirió un aire de metrópoli monótona, ya no era esa ciudad cruzada por

un frío de cuchillos y vientos antárticos a la sombra de un cielo sombrío unido a tierra por largos hilos de lluvia eterna. Ahora la ciudad era en verdad dos ciu-dades. Al norte una urbe que codiciaba parecerse a los bulevares plateados de Miami, o a los suburbios de Malibú con chalets californianos de palmeras y ena-nos de Walt Disney en el jardín; mientras que al sur, se extendía otra que arreme-daba las favelas de Rio de Janeiro.

En medio de ese cambiante caos ur-bano de smog y ciclo-vía, de vendedo-res ambulantes, de parabólicas, de buses rojos y amarillos, de Mercedes blinda-dos y “zorras” haladas por caballos mo-ribundos, nos llegó el punk a Bogotá. El punk adoptó la velocidad de las calles y la convirtió en música, entonces brota-ron una vorágine de bandas con una ba-se minimalista de tres acordes rápidos, bases fuertes de guitarra, un bajo que no buscaba arreglos tremendistas, la batería fuera de control y de fondo, un alarido de chicos arrinconados contra la pared. Un sonido de capital dura e insensible. "Bogotá sucia, Bogotá fría, Bogotá sucia y fría, se te acabó la calma, llegó el bru-talísimo punk a tus calles y se va quedar de por vida."

Junto con Beto, un “vieja guardia” del punk bogotano, uno de esos músi-cos independientes y bravos, capaces de demostrar que la vida no siempre gi-ra en torno a lo establecido, nos dimos a la tarea de evocar recuerdos y armar una breve historia del punk capitalino. Beto ha sido un espíritu inquieto, mú-sico, artesano, viajero, “un animal del

centro de Bogotá”, como el mismo se define. Con Roció fundaron Demencia al-guna noche del 89. Se notaba a las claras que no sabían tocar ningún instrumento y no entonaba dos notas seguidas, pe-ro el público juvenil los descubrió y los convirtió en sus ídolos. Así que por va-rios años fueron la banda más recono-cida de los espacios subterráneos de la ciudad. Por este tiempo los “toques” se hacían en azoteas, patios, garajes o lotes vacíos y terminaban en monumentales tropeles, donde los músicos levantaban a patadas al público y estos los retribuía generosamente lanzándoles botellas. Eran conciertos realmente interactivos. Esta es la historia contada por el funda-dor de de Demencia.

Me llamo Alberto Gómez y fundé y formé parte de la banda bogotana de punk Demencia, desde 1989 hasta el 2002 cuando se disolvió en Alemania. Soy de una generación donde hubo un vacío en el rock metropolitano, un momento en que no teníamos bandas que nos marcaran un camino, una etapa que vino cuando se acabaron: Flippers, Speakers y Génesis, y antes de de: Ship, Crash, Traphico y Kokoa. Éramos una minoría que a duras pe-nas llenábamos un teatro. Los escasos rockeros nos congregábamos en un ritual de media noche a ver películas en cines como: El Coliseo, El Imperio, La Comedia, La Carrera, San Carlos, El Americano, etc1.

Allí, en la oscuridad de la sala y acompañados de un buen bareto, veíamos a esas estrellas tan lejanas

1. Salas de cine hoy transformadas en sedes de iglesias evangélicas o

centros comerciales de segunda categoría.

49Grafos & Resonancias

para nosotros, ojeábamos una y otra vez las mismas películas: Janis, Santana – Soul to soul, Woodstock, Tommy, Le it be, El Submarino Amarillo, Joe Cocker y su banda de perros rabiosos, La Canción es la misma de Led Zeppelin. Hasta cuan-do llegó The Wall de Pink Floyd y ese tema de las películas se desvaneció por unos años.

En los ochenta Bogotá era una pichurria, no estamos en el calenda-rio de ninguna banda importante, para esa época había frustración, uno quería ver sus estrellas y aquí nunca venía nadie. En tiempos muy lejanos vinieron: Santana, James Brown y Ravi Shankara quien se presentó en la Luis Ángel Arango, (esto último me lo contó el Doctor Rock). Entonces uno se rodaba por las casetas de la Ave-nida 19 donde empezaron a vender joyas como: Never Mind the Bollocks de los Sex Pistols2, escuchando a los Pistols uno decía !uy que chimba de música pelado¡ entonces los mandaba grabar en casetes y así rodaba la melodía por todos los parches.

Ya la radio se daba por enterada de los nuevos gustos del personal y Radio Tequendama en los 610 AM y Radio Fantasía en los 1550 FM, emitían uno que otro sonido pesado. Igualmente empezó a llegar la revista española Vi-braciones que nos entreabría la ventana

para echar un ojo a la escena mundial. Por el año 85 un amigo que tenía una caseta en la 19 (Néstor Flórez), trajo varios álbumes de Motörhead: Bomber, Ace of Spades, y particularmente No Sleep 'til Hammersmith, desde Slayer yo no había escuchado nada tan pe-sado. El man me vendió un casete que fue toda una sensación, tenía ese case-te como una joya, hasta que en Radio Fantasía radiaron a Verdum, unos man-citos de Medellín. ¿Pero qué es esto? Se preguntaba uno. Que sonido papá

____________________________

2. Por esta misma época llegan a las casetas de la Av. 19 los prime-

ros ejemplares de las revistas españolas Viejo Topo y Ajo Blanco, que se-

rán fundamental en la construcción de una tendencia anarquista entre la

izquierda bogotana, importadas por Posada (joven trotskista que se suici-

do en los inicios de los ochentas) y Enrique Romero Cano.

50 Grafos & Resonancias

y eso fue una revelación para mí. A la caseta de John Vargas, otro vendedor de música de la 19, llegó el thrash y el mejor punk a Bogotá, por esa caseta caía Héctor Buitrago (fundador de la Pestilencia y luego de Aterciopelados) y traía discos que le mandaban de Eu-ropa. El otro legendario distribuidor de música: José MortDiscos “El Sastre”, llegaría meses después, aún no tenía el local del Centro Comercial Cristales que sería el sitio donde se iba a ofrecer el mejor rock del mundo.

En Medellín en 1982 la banda Complot ya andaba tocando covers de The Sex Pistols y The Clash y por ahí en 1983 surgen parches de punke-ros en Aranjuez, Castilla, Moravia y Villa Hermosa. Para el 84 la escena de medallo ya era muy sólida, bandas como: Restos de Tragedia, Mortikans, Pe-ne, Podrida Sociedad, Sociedad Violenta y Mierda; tocaban seguido y los pelados las seguían. Los hijos del proletariado paisa ahora usaban cabello largo, bo-tas de obrero, pantalones entubados, chaquetas negras en cuero y correas de taches. Éramos metaleros, punke-tos, hardcoreros al mismo tiempo, así que cuando aparecieron discos como: Crucificados pelo sistema, Descanse em paz y Cada dia mais sujo e agressivo de Ratos De Porão, me di cuenta de que ellos unen el punk y el metal con nuestro sonido suramericano de una forma muy bella, descubrí que eso de las tribus era una maricada sin sen-tido, una mierda sembrada por los capitalistas para dividir a los pelados. Desde el principio tuvimos claro que las diferencias entre nosotros no eran de géneros, el problema en este país era de clases.

A Bogotá llegó el punk a medidos de los ochenta de la mano de algunos pelados que se habían pegado el vuel-to por “medallo” y se habían pillado la escena de allá. Y empieza a llegar el sonido de Parabellum y todas esas cosas que estaban haciendo, una ex-plosión de sonidos muy áspera. Uno de esos paisas que vino, resultó con la idea de hacer una banda de punk en Bogotá y le hizo un casting a Rocío, el man quedó admirado con los gritos

51Grafos & Resonancias

de esa nena, era una mujer que gritaba de una manera fantástica. Final-mente el man se va y no organiza ninguna banda ni nada. Yo dije aquí fue, esa es la voz que yo estaba buscando y le propuse a Rocío formar una banda. Yo me sabía cuatro acordes de guitarra y nos unimos con un paisa que le daba a la batería dos porrazos y ya, con ese chorro de voz, con la gritería de esa nena, teníamos suficiente. A la banda le pusimos De-mencia por un tema de Desconcierto que me gustaba mucho, compusimos cuatro temas y los metimos en un casete muy bien grabado y lo rodamos. De un momento para otro nos volvimos el grupo subterráneo de moda.

Por Demencia pasó mucha gente que tocaba batería, pero abandona-mos la idea de tener más músicos y la banda se redujo a Rocío que can-taba y tocaba la batería y yo en la guitarra. A partir del 90 los conciertos salieron un poco del anonimato de los barrios o los garajes y se hacían en bodegas y lotes vacíos. Por ejemplo, el man que vendía la ganya en la 22 con 7º, tenía un lote grande al sur y allá montamos un toque y rodá-bamos la bola del sitio y llegaron 50 o 60 punkis, era una escena de ese tipo, pero sin duda que el toke mas grande que realizamos fue el Fusa Rock en 1997. De un momento para otro la música empezó a llegar a borbotones: de España: R.I.P, La Polla Records, Eskorbuto, Kortatu, Barricada, Soziedad Alkoholica, Ostia Puta o Los Muertos de Cristo, bandas de Perú como Leucemia, Narcosis, de Argentina: Todos tus Muertos, Ataque 77.

Nuestras letras mantuvieron una línea de protesta, mi papá había sido miembro del Partido Comunista y yo crecí comprometido contra el ca-pitalismo, la explotación de los trabajadores, yo me sentía un aliado de las gentes del sur, de los más pobres de la ciudad, una diferencia con La Pestilencia que eran niños de clase media, gente que tenía resuelta la vida. Un factor que nos fortaleció mucho y difundió nuestra música fueron los fanzines que nosotros elaborábamos y mandábamos a varios países y los que nos llegaban desde Inglaterra, México, España, Finlandia, Estados Unidos, etc. Otro suceso que permitió difundir nuestra música fue el hecho que mi papá comprara una casa en el sector del Cartucho, por ahí paso gente de todo el planeta: españoles, franceses, alemanes, venezolanos, mexicanos, gringos, peruanos, pelados de Medellín y Cali. Nuestra fama se extendió. Esto nos permite establecer relaciones con grupos alemanes y por allá viajamos en el 2002 donde finalmente se di-suelve la banda. Rocío se casó y se quedó en Europa y yo empecé a tener obligaciones y había que responder.

Hoy uno mira hacia atrás y se da cuenta que nos quedó una historia y el honor de ser pioneros del punk en Bogotá.

52 Grafos & Resonancias

Los ojos de Alberto Pérez, lu-cen brillantes, aunque alrede-dor suyo hay marcas del paso

de los años. Su mirada continúa firme y por ello, no menos sensible a la de un niño que ve pasar el dulce que anhela. Ahora centra su atención en las perso-nas que deambulan por la carrera tercera de la ciudad de Ibagué, pues cualquiera de ellos puede ser su cliente. Sí, su clien-te, porque su profesión según el informe del DANE al periódico Nuevo Día, el 3 de enero del presente año, es uno de “los fe-nómenos más latentes en la ciudad: el em-pleo informal, que llega a ser más del 30 por ciento de la población ocupada”. Son cerca de 300 vendedores ambulantes, cuyo lu-gar de trabajo se circunscribe a la carrera tercera; el rebusque se convirtió en una alternativa de trabajo, una lucha diaria.

Frente a la biblioteca Darío Echandía y el Teatro Tolima se encuentra Alberto. Los eventos culturales y el espectáculo no sólo están en estos dos lugares tan concurridos en la ciudad, también se en-cuentran afuera, en la realidad, en don-de se ubica este hombre cuyas líneas de expresión se hallan bien definidas en-marcando sus ojos, revelando su edad, 52 años, 35 de ellos trabajando “de sol a sol” como él lo manifiesta. Su jornada laboral inicia cuando las agujas del reloj

marcan las 8:00 AM, sin horario estable-cido para el regreso al hogar. Tal vez el retorno podría ser cuando los colombia-nos cantamos tímidamente las 2 estrofas del himno nacional o cuando nos dispo-nemos a descansar: 9:00 pm; “todo de-pende de las ventas. En algunas ocasiones el día parece tener más de veinticuatro horas” enuncia Alberto.

Sin embargo, aquel lugar que para él y sus colegas es un sitio de trabajo, pa-ra la Administración Municipal es un es-pacio público que según el artículo 82 de la sentencia T-398-97 “Es un deber del Estado velar por la protección, la integrabi-lidad del espacio público y por su puesto su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular”. Con esta regla-mentación, los militares asumen la tarea de hacer cumplir lo establecido, “esa es mi función, mi trabajo”. Es la posición que adoptan frente a la problemática. “El res-peto a la autoridad debe primar en la ciuda-danía, el espacio es público, el tránsito por las calles no se puede obstaculizar, los transeún-tes concurren la carrera tercera y los comer-ciantes de la zona, reclaman sus derechos”.

Al respecto, el artículo 297 de la or-denanza 018 de 1971 especifica que “La policía garantiza el uso permanente de las vías públicas, atendiendo al normal y correcto

Del espejismo a la realidadYurany Marcela Ramírez Peña

Lic. Lengua Castellana UT

53Grafos & Resonancias

desarrollo del tránsito y evitando todo acto que pueda perturbarlo”. Al parecer los ven-dedores informales, son una barrera que hay que sobrepasar. Pese a lo planteado en el artículo 25 de la constitución polí-tica “El trabajo es un derecho y una obliga-ción social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en con-diciones dignas y justas”. Derecho no des-conocido por Alberto, quien asevera que “el trabajo debe abarcar a todos los ciudada-nos, sin discriminación”. Con tales palabras hace alusión al artículo 26 que dictami-na: “Toda persona es libre de escoger profe-sión u oficio”.

De ahí surge una pregunta que in-directamente fue formulada por Alber-to Pérez, ¿Qué hacer cuando en casa hay siete personas esperando que el jefe de hogar les lleve que comer, refugiados a la esperanza de que el día haya sido bueno, con sus ojos expectantes? ¿Qué hacer cuando debido a la falta de forma-ción educativa no es posible acceder a otro trabajo? No hay otra alternativa, dice aquel hombre, sus ojos brillan más que al inicio del encuentro, parecen más segu-ros y con más ánimo de seguir adelante. En ellos se refleja el brillo expectante de la venta. Un comprador se acerca a cu-riosear, a probar los artículos que ofrece y se retira exclamando que “no sabe uti-lizar los encendedores y que no le iba a ser-vir de nada la compra”. La ilusión de venta se ha ido; sin embargo el resplandor de sus ojos continúa audaz, aguardando al próximo en acercarse a fisgonear.

El sitio en mención es el corazón de esta ciudad y el de los vendedores infor-males; quienes “en el rebusque” encuen-tran una válvula de escape frente a la

difícil situación con la que se ven cara a cara. En él hallan la posibilidad de pa-gar sus gastos diarios. Aunque los ingre-sos varían “dependiendo de la temporada del año, oscila entre 15.000 ó 20.000 pesos, de los cuales se debe presupuestar el gasto en transporte hasta mi casa y el almuerzo, el corrientazo que llaman comúnmente”.

Tras la obligación que pesa en sus es-paldas, día a día se levanta con el ánimo de tener mejores ventas, compitien-do con el sonido de los carros, el de las autoridades que de manera imprevista, cual presencia fantasmagórica aparece y desaparece en un abrir y cerrar de ojos, el sonido que hace la gente al andar y para colmo tratando de alzar la voz en medio de las otras que se escuchan: la del “limosnero”, las personas que hacen parte del desfile de esta calle y la de sus compañeros ofreciendo productos.

Nosotros, afirma Alberto Pérez, nos enfrentamos también a disimiles com-pradores, “hay quienes respetan mi oficio, así como hay quienes nos menosprecian y son un poco drásticos al hablar, recuerdo una ocasión en la que un cliente al ver que la pie-dra para afilar no le funcionaba, me la tiro casi por la cara”. Mientras recordaba es-ta anécdota, sus ojos se hacían vidriosos, frágiles, humanos. Pese a ello, “persisto con la humildad que requiere mi profesión, ofrezco un espectáculo a los deambulantes, con la mayor diversidad posible: CD’s, libros, zapatos, pelucas, maletines, entre otros. Ellos me ofrecen a cambio el dinero que me ayuda con los gastos diarios”.

En medio de estas dificultades exis-te otra opinión al respecto. César Rodrí-guez, investigador que hace parte de los columnistas de la revista Semana, en la

54 Grafos & Resonancias

publicación del 24 de octubre de 2007, cuestiona sobre el auge del comercio en la ciudad musical de Colombia y el au-mento de vendedores en las calles que ha hecho que las autoridades competen-tes establezcan medidas para el orden. ¿Pero quién o quiénes le venden la mer-cancía a los vendedores informales? Esta es una pregunta que fue establecida por el investigador citado.

Quienes venden la mercancía a los vendedores informa-les deben ser quienes tienen acceso a ella y señalan cual jueces, es decir, los comer-ciantes que se sor-prenden al encontrar los mismos produc-tos que tienen en sus bodegas, en las calles con una mayor ofer-ta y un menor precio. Pero no les desdeña venderlos y benefi-ciarse a costa de otros que tienen que esme-rarse para conseguir un cliente, sin exi-gir los provechos que recibe un asalariado normalmente.

Sin embargo, la ley permite la econo-mía informal, en aquellos sitios adjudica-dos por ellos, por lo cual han reubicado algunos vendedores como Alberto Pérez “quien goza de este beneficio”. La pro-puesta fue realizada por Arcesio Sterling, director de Derechos Colectivos “trasla-dar a 230 ambulantes al centro comercial Andrés López de Galarza calle 19 con carrera

tercera. Esta opción a simple vista es via-ble. No obstante, si se conoce la fama y la realidad de aquel lugar se sabrá que no es seguro y mucho menos rentable; pues en la zona reina la delincuencia co-mún, las mujeres de la noche y el mal olor que expiden todavía las paredes que no hace mucho eran el retrete de los ha-bitantes de la calle.

El rostro de Alberto es-tá curtido, herencia de largas jornadas de traba-jo. Con su rostro fuerte afirma “Las medidas han sido arbitrarias, habían pro-metido préstamos con inte-reses cómodos para acceder a la compra de mercan-cía, el arriendo del alma-cén iba a ser considerable, dependiendo de su tama-ño. Además, la ubicación de los locales es insegura”. Volviendo al corazón de Ibagué, el carnaval que se vive allí, crea un pa-norama acogedor don-de logran mezclarse las diferentes clases socia-les: estratos altos, me-dios, medio bajo y muy bajo. Todos con el fin

de comprar algún artícu-lo que sea el “boom” de la temporada. Hay todo un desfile y cual si fueran par-te del paisaje están los vendedores infor-males, sus vidas, sus productos, sus risas y la realidad misma inundando toda la calle. Si los vendedores informales no es-tuviesen ubicados allí, tal vez la inseguri-dad aumentaría, las calles lucirían tristes. El paisaje sería desolador…

55Grafos & Resonancias

Año X – Número XVIII – Semestre A / 2011 Enero - Marzo de 2011

Cajamarca / Líbano / Ibagué / Girardot / Armenia / Bogotá /

Neiva/ Cali / Medellín / Manizales / Santa Marta / Bucaramanga

… Colombia. Universidad. El mundo.

COMITÉ COORDINADORMaría Fda Botero / Fernanda Galvis / Adriana Pacheco /

Oriana Llanos / Jorge Montañez / Manuel Saavedra / Manuel Reyes /

José Rubio / Fabián Pulido / Alex Duarte / Silvia Gamba

COMITÉ EXTERNOFrank Valbuena / Yenny García / Carlos Gamboa /

Pedro Narváez / José Díaz /

INVESTIGACIÒN URBANACarlitos Rojas / Argemiro Rojas

TEJIDO DIGITAL

José Rubio

FOTOGRAFÍA URBANA/ ILUSTRACIÓNWilson Reyes / Hugo Barrero / Guillermo Orjuela /

Margarita Cuadros /María Fda Botero/ Carlos RojasCarlos Castillo / Camilo Toro /

Carlos Castaño / Fernando Caicedo

COORDINACIÓN INTER-REGIONALU. TOLIMA: Manuel Saavedra /

V. LIBANO: Salmón con SodaU. CUNDINAMARCA: Mindrey Rivera,

Jennifer Bello / Jorge UribeU. DISTRITAL: Milena Galvis / Luís A. Castaño /

Carlos Castaño / Juan Perdomo.UNAL: Diego Sánchez / Julio Cortés

USCO: Marthika Barrero / Oscar JaimesU. QUINDIO: Daniel Moreno /

Mónica Murillo / Adriana Quiroga.U. CALDAS: Sonia Hernández / Ariana Raad / Jean Paul /UDEA: Frank Valbuena / María Munera / Esteban Munera

UIS: Colectivo de Cine Foro MetrajeU. MAGDALENA: Luz Nelly Pérez / Zailly HernándezUNIVALLE: Andrés Echeverry / Stephany Collazos /

Santiago Salazar / Marlon Bedoya / Vladimir Rojas / Sandra V. Sánchez /

Marisol Perdomo / David Valencia

CARÁTULAFrontal: CIUDAD FRAGMENTADA

Trasera: BIENVENIDOS AL PASADO[Composición José Rubio]

[Fotografías -Margarita Cuadros]

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y ARTES UTDecano (E) Dr. Miguel Antonio Espinosa

CONTRAINDICACIONES

¡Aquí estamos y estaremos siempre, en el fragor de la lucha o en la quietud de la muerte!

GRACIAS A TODOS / AS

«Toda felicidad en la tierra está, amigos, en la lucha. Sí, para llegar a ser amigos es menester el humo de la pólvora, tres veces

están unidos los amigos: hermanos, ante la miseria; iguales, ante el enemigo; libres, ante la muerte»

(La Gaya Ciencia. F. Nietzsche)

El Desove XVIII de El Salmón fue financiado por :

la Secretaria de Apoyo a la Gestión y Asuntos de la Juventud de la Alcaldía Municipal de Ibagué

http://[email protected]