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E n la historia musical de México, únicamente dos compositores no han tenido competencia alguna: Francisco Gabilondo Soler (Cri-Cri, el Grillito Cantor), exponente de la canción infantil, y Salvador Flores Rivera (Chava Flores), compositor de crónicas musicales de la vida cotidiana de la capital del país y sus alrededores. Valgan estas líneas como reconocimiento y admiración para el personaje humilde de cuna y sencillo en su trato, pero de enorme riqueza espiritual y artística que las actuales generaciones de jóvenes prácticamente desconocen -pero deberían conocer y disfrutar-, a pesar de que el sentido de sus composiciones no se extravía en el tiempo: Chava Flores. Nuestra gran nación vivió un final de año 2013 con plenitud… de reformas. Esto viene a colación porque en este nuevo 2014 se cumplen 50 años de haber sido inaugurada la ampliación de la avenida Paseo de la Reforma, en el tramo que recorre de la Av. Juárez a la ex Glorieta de Peralvillo, vía que conecta a la Basílica de Guadalupe a través de dos calzadas muy importantes de la Ciudad de México: la de Guadalupe y la de Los Misterios. Salvador Flores Rivera, “Chava Flores”. Por: René H. Rébora Cotero México, D.F. 10 de Febrero de 2014 “Y la botella tuvo el final de Cleto: murió, murió, murió”. Chava Flores.

Salvador Flores Rivera, “Chava Flores”. · PDF fileEsparza Oteo, Gonzalo Curiel, Agustín Lara, Alfredo Núñez de Borbón, Gabriel Ruiz, Federico Baena, Luis Arcaraz, Miguel Prado,

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1“Y la botella tuvo el final de Cleto: murió, murió, murió”

En la historia musical de México, únicamente dos compositores no han tenido competencia alguna: Francisco Gabilondo Soler (Cri-Cri, el Grillito Cantor), exponente de la canción infantil, y

Salvador Flores Rivera (Chava Flores), compositor de crónicas musicales de la vida cotidiana de la capital del país y sus alrededores.

Valgan estas líneas como reconocimiento y admiración para el personaje humilde de cuna y sencillo en su trato, pero de enorme riqueza espiritual y artística que las actuales generaciones de jóvenes prácticamente desconocen -pero deberían conocer y disfrutar-, a pesar de que el sentido de sus composiciones no se extravía en el tiempo: Chava Flores.

Nuestra gran nación vivió un final de año 2013 con plenitud… de reformas. Esto viene a colación porque en este nuevo 2014 se cumplen 50 años de haber sido inaugurada la ampliación de la avenida Paseo de la Reforma, en el tramo que recorre de la Av. Juárez a la ex Glorieta de Peralvillo, vía que conecta a la Basílica de Guadalupe a través de dos calzadas muy importantes de la Ciudad de México: la de Guadalupe y la de Los Misterios.

Salvador Flores Rivera, “Chava Flores”.

Por: René H. Rébora Cotero

México, D.F. 10 de Febrero de 2014

“Y la botella tuvo el final de

Cleto: murió, murió, murió”.

Chava Flores.

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2“Y la botella tuvo el final de Cleto: murió, murió, murió”

Por aquellos tiempos -la década de los sesentas-, inspirado en la prolongación de la avenida más bella de la capital, Chava Flores compuso una canción titulada “Vino la Reforma”, que a pesar de tener casi medio siglo es prácticamente un retrato de nuestra vida actual. A través de sus rimas anuncia de manera irónica el acercamiento que tendrían las barriadas de Tepito, La Lagunilla y Peralvillo, con las “pomadosas” colonias Lomas de Chapultepec y Lomas Palmas (dejo esta liga para quien desee escucharla en voz del autor: Ver Video)

“Vino la Reforma, vino la Reforma,

vino la Reforma a Peralvillo;

ora sí, las Lomas, ya semos vecinos,

¡ya sabrás mamón lo que es bolillo!...”.

(Fragmento de la canción y, aclaración, mamón es un pan de huevo, pero también…).

Nuestro ilustre compositor nació en el Distrito Federal el 14 de enero de 1920, en las calles de La Soledad, barrio de La Merced. Dedicó su vida y su obra a retratar la personalidad de los habitantes de esta cada vez más populosa urbe. Nada se iguala al estilo de Chava Flores para dejar un testimonio indiscutible de las costumbres y las preferencias de sus contemporáneos, lo que le mereció el título de “Cronista musical de la Ciudad de México”.

Fueron sus padres Enrique Flores Flandes y Trinidad Rivera. Su vida transcurrió en sinfín de barriadas: La Merced, Peralvillo, San Rafael, Guerrero, Doctores, Roma, Romita, Santa María la Ribera. Pero también era asiduo visitante de colonias como la Santa Julia, la Pensil y de las elegantes Del Valle, Lomas de Chapultepec y San Ángel, de donde recogía experiencias ajenas para transformarlas en canciones, como la de “La criada”: Ver Video

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3“Y la botella tuvo el final de Cleto: murió, murió, murió”

A los 13 años perdió a su padre y tuvo que trabajar para ayudar en el gasto familiar y en la educación de sus hermanos: Trinidad y Enrique. Trabajó primero en una fábrica de corbatas a las que cosía las etiquetas; después, en la elegante tienda de vestir High Life, de cobrador, donde con el correr del tiempo ocupó el puesto de contador, con la ayuda de su mejor amigo, Eduardo Violante, quien lo estimuló para ingresar a la carrera de Contador Público en la Escuela Superior de Comercio y Administración del Politécnico, dejando truncos sus estudios.

El tiempo pasó y estableció una tienda de ropa para caballeros en las calles de Madero, la que tuvo que cerrar por incosteable. De aquí en adelante: vendió cuadros, calcetines, zapatos; administró una ferretería en quiebra y cuando la acreditó, la vendieron. Su hermano Enrique le dio dinero prestado y abrió una salchichonería que también fracasó, y con el dinero que pudo recuperar compró un camión repartidor de carne. Tuvo problemas y se metió a trabajar en una imprenta, donde inició su creatividad intelectual. Imprimió la portada del Álbum de Oro de la Canción y esto le permitió relacionarse con el medio bohemio de los compositores.

En diciembre de 1951 surgió su primera canción-corrido: “Dos horas de balazos”, inspirado en sus héroes del oeste norteamericano: Tom Mix, Bull Jones, Bill Boy y Tim McCoy: Ver Video

No faltó quien dijera que esa creación era “pocha” y sin valor comercial, esto molestó a Chava e hizo una canción muy mexicana: “La tertulia” (interpretada magistralmente por Pedro Infante), que quedó grabada junto con “Dos horas de balazos” el 11 de enero de 1952 por la compañía RCA Víctor.

A estas composiciones siguieron: “La boda de vecindad”, “La Bartola”, “La interesada”, “Un chorro de voz”, “El gato viudo”, “Ingrata pérjida” y “Llegaron los gorrones”. En un año, logró trece éxitos y en el Hit Parade de los Estados Unidos llegó a tener cinco de los diez primeros lugares de popularidad.

Su vida artística transcurrió entre carpas, cabarets y cine, donde participó en seis películas: “Mi influyente mujer” (1955), “La esquina de mi barrio” (1957), “Rebeldes sin causa”,” Bajo el cielo de México”, “El correo del norte” y “La máscara de la muerte”. “Puros churros”, decía el mismo Chava Flores.

Viajó por varios países de América Latina, lo que le llevó a comentar que “la única estupidez son las fronteras, porque todos pensamos de una manera similar. La prueba es que nos traen folclor argentino y la gente queda con los ojos cuadrados, por lo hermoso que es, no por extraño. ¿Por qué? Porque a usted le tocan un bambuco colombiano y le parece música yucateca, y le tocan música venezolana y se parece a la veracruzana. Entonces, todos los jóvenes se identifican con el sentimiento latino”.

La observación incisiva y penetrante de la cotidianidad capitalina alimentó la capacidad creadora de Chava Flores para componer más de 200 canciones (música y letra), además de interpretarlas con su no poderosa voz (El chorro de voz), pero sí con su estilo típico del ingenioso alburero de barriada.

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Para 1976 llevaba ya grabados cinco discos con marcas diferentes y dos para la grabadora de su propiedad: Algeleste, compuesta de las iniciales de los nombres de sus ocho hijos –en sus tiempos no era tan común tener televisión e internet, ni en sueños-: Alejandra, Gabriela, Eugenia, Luisa, Enrique, Salvador, Teresa y Elena. Su máximo anhelo era tener una grabadora con los últimos adelantos electrónicos, lo cual logró parcialmente.

Su pasatiempo y pasión –además de…, por aquello de los hijos- era la antología de música popular mexicana; en su repertorio contaba con piezas de la época romántica: María Grever, Alfonso Esparza Oteo, Gonzalo Curiel, Agustín Lara, Alfredo Núñez de Borbón, Gabriel Ruiz, Federico Baena, Luis Arcaraz, Miguel Prado, Consuelo Velázquez, José Alfredo Jiménez, Álvaro Carrillo y Chucho Monge. Se manifestó en contra de los compositores “que sólo hablan de paz y amor, porque no saben lo que significan esas palabras y sólo son compositores que buscan la publicidad, no por el contenido de su creación; a ellos sólo les preocupa vender, se desdibujan, se niegan a sí mismos”, decía.

No sólo fue un gran retratista y caricaturista musical. Es muy digno de elogio el uso que hace del lenguaje que, sin dejar de ser coloquial y auténtico, consigue hallazgos armoniosos y sonoros por el mero uso de rimas sabrosas e ingeniosas. Basta escuchar “Sábado Distrito Federal”, “Voy en el Metro” o “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”, para identificarse con una realidad y problemática citadina vigente.

La obra de Chava Flores está henchida de humorismo y picardía. Revela una actitud inteligente y grandes dotes de observación para retratar a sus semejantes sin contemplaciones y con enorme acierto. Porque no sólo el contenido o la anécdota de sus canciones cumplen el cometido que se propuso, sino que también se da el lujo de dominar la forma, que va del típico albur de quinto patio en “El chico temido de la vecindad”: Ver Video y “Los frijoles de Anastacia”: Ver Video , hasta la exquisitez del lenguaje romántico en “Cachito de retrato”: Ver Video y “Calendario de amor”: Ver Video

Solamente Chava Flores ha sido capaz de dibujar, delinear y describir el concepto de economía de nuestras clases media y baja, de los problemas del desempleo, el subempleo y las deudas económicas, con una tonalidad sarcástica que nos lleva a reír y hacer burla de nuestras situaciones apremiantes.

Falleció el 5 de agosto de 1987. Su filosofía popular es aquella de los dichos de las abuelas: “Al mal tiempo, buena cara” o “No hay mal que dure cien años…”. Porque inevitablemente, a todos, ricos y pobres, nos llega el mismo final que el de “Cerró sus ojitos Cleto”: Ver Video

“Y la botella tuvo el final de Cleto: murió, murió, murió”.