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    Cinmas dAmrique latine18 | 2010:

    VariaIndpendances

    San Martn en el cine

    Representaciones del siglo XX

    CSARMARANGHELLOETDIANAPALADINO

    p. 29-34

    Traduction(s) :

    Les reprsentations de San Martn dans le cinma du XXesicle

    Rsums

    EspaolFranaisTodo personaje como San Martn permite un amplio abanico de significaciones. En su caso debeconsiderarse, adems del trabajo historiogrfico de legitimacin, la tarea de consolidacin llevadaadelante por la escuela y por el cine, tan relevantes en la construccin de su repre sentacinimaginaria. En el artculo se revisa cmo se conform su imagen en el cine argentino, q u aristasfueron priorizadas y cules se suprimieron en las sucesivas versiones biogrficas.

    Des figures telles que San Martn suscitent un large ventail de significations. Dans son cas, autravail historiographique qui lgitime le personnage viennent sajouter les travaux deconsolidation mens par lcole et le cinma, dterminants dans la construction desreprsentations imaginaires. Larticle examine de quelle manire limage de San Martn sestconsolide dans le cinma argentin, quels aspects ont t privilgis et lesquels ont t supprimsdans les versions biographiques successives.

    Entres dindex

    Mots-cls : histoire,Argentine - rvolution franaise, mancipation de lAmrique latine,biographie,bicentenaire, San Martn, indpendance, arme, rvolutionPalabras claves : historia,Argentina, revolucin francesa, emancipacin latinoamericana,

    biografa,bicentenario, San Martn, independencia, ejrcito, revolucin

    Texte intgral

    En Argentina existe la creencia popular segn la cual Gardel cada da canta mejor.Gardel muri en 1935 pero desde entonces las sucesivas generaciones han seguido

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    https://cinelatino.revues.org/539https://cinelatino.revues.org/1244https://cinelatino.revues.org/1245https://cinelatino.revues.org/1246https://cinelatino.revues.org/1252https://cinelatino.revues.org/1184https://cinelatino.revues.org/1184http://cinelatino.revues.org/http://cinelatino.revues.org/https://cinelatino.revues.org/1249https://cinelatino.revues.org/1248https://cinelatino.revues.org/1215https://cinelatino.revues.org/1193https://cinelatino.revues.org/1214https://cinelatino.revues.org/1247https://cinelatino.revues.org/1246https://cinelatino.revues.org/1245https://cinelatino.revues.org/1244https://cinelatino.revues.org/539https://cinelatino.revues.org/1258https://cinelatino.revues.org/1257https://cinelatino.revues.org/1256https://cinelatino.revues.org/1202https://cinelatino.revues.org/1226https://cinelatino.revues.org/1255https://cinelatino.revues.org/1254https://cinelatino.revues.org/1253https://cinelatino.revues.org/531https://cinelatino.revues.org/1252https://cinelatino.revues.org/1184http://cinelatino.revues.org/
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    Alfredo Alcn en El Santo de la espada

    descubriendo este milagro. A cada generacin Gardel le ha dado la nota justa o, mejordicho, cada generacin ha encontrado en l la nota que quera escuchar. Traemos esto acuento porque algo similar ocurre con el General Jos de San Martn (1779-1850).

    Aunque pareciera caprichosa la relacin entre el Zorzal criollo y el Padre de laPatria, poticamente expuesta en El exilio de Gardel (Fernando Solanas, 1985), suprincipal ligazn radica en la naturaleza polismica que tienen ambas figuras. Unapolisemia que sin ser totalmente abierta ofrece, no obstante, un abanico designificaciones lo suficientemente denso y amplio. En el caso de San Martn, debemos

    considerar adems del trabajo historiogrfico de legitimacin desarrollado por otrospopes del panten nacional, como son Domingo F. Sarmiento y Bartolom Mitre1 laimplacable tarea de consolidacin llevada adelante por el dispositivo escolar.

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    Otro dispositivo, casi tan relevante como la escuela en lo que refiere a la construccinde representaciones imaginarias, es el cine. En las pginas que siguen revisaremosalgunos aspectos de cmo se ha conformado la imagen de San Martn en el cineargentino, qu aristas de su figura fueron priorizadas y cules se suprimieron en lasdiferentes versiones biogrficas.

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    De la escuela a la pantalla

    Alfredo Alcn y Evangelina Salazar enEl Santo de la espada.

    A comienzos de la dcada de 1910, la pantalla aport representaciones del Padre dela Patria en varias pelculas realizadas a propsito de los festejos del Centenario. As,

    ya enLa Revolucin de Mayo(1909, Mario Gallo), primera ficcin del cine argentino,aparece su figura. Un inslito anacronismo pues, durante los hechos de Mayo y hasta1812, San Martn permaneci en Espaa desempendose como oficial del EjrcitoReal. En el film, cuando el pueblo reunido en la plaza victorea a Cornelio Saavedra

    parado en el balcn del Cabildo, de improviso en la toma final, se sobreimprime a stela figura del Libertador, de uniforme y envuelto en una bandera argentina. La imagen es

    breve pero contundente. A la inexactitud histrica se le impone la intencin alegricacon la que Gallo, un inmigrante italiano llegado pocos aos antes al pas, pretendienlazar la grandeza del personaje con la futura gloria de la patria. Este mismorealizador propuso representaciones de la figura de San Martn en otros filmes: Lacreacin del Himno(1909), en la que hace su entrada en el saln de Mariquita Snchez

    y canta el himno nacional, La batalla de San Lorenzo (1910), y La batalla de Maip(1910). Por su parte, el pionero Julio Alsina represent aspectos de la campaa militaren Chile enPaso de los Andes(1910). Una vez terminado el clima del Centenario, el cinehistrico fue desplazado por representaciones atentas a las preocupaciones de una

    sociedad en vas de modernizacin. No obstante, el culto a San Martn continu y seprolong en otros mbitos. En la lnea propuesta por Mitre, en 1933, el escritor ypoltico Ricardo Rojas redefini al personaje, invistindolo de un valor moralinalcanzable enEl Santo de la espada. Ese mismo ao se fund el Instituto NacionalSanmartiniano. Poco despus, el francs Henri Martinent escribi y produjo Nuestratierra de paz (Arturo S. Mom, 1939), donde tambin interpretara a un personaje. Setrata de la primera biografa flmica de San Martn.

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    En el inicio de Nuestra tierra de paz una nia ve desde su ventana los festejosconmemorativos del Libertador. Curiosa, pregunta en francs a su padre (que es elpropio Martinent) sobre la persona homenajeada y, en tono didctico, ste comienza el

    relato biogrfico. Elflashbackintroducido por el hombre imprime una a una las escenascon las que la enciclopedia escolar confeccion la vida pblica del hroe: el nacimientoen Yapey, su paso por el ejrcito espaol, la presentacin ante el Triunvirato tras llegara Buenos Aires, la creacin del regimiento de Granaderos a Caballo, las batallas, elcruce de los Andes, la liberacin de Chile, el encuentro con Simn Bolvar en Guayaquil,

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    Pedro Tocci enNuestra tierra de paz.

    y los ltimos aos en Boulogne-sur-Mer. Hay tambin otros pasajes no evocados talescomo la representacin del rey Carlos IV y el juramento en la logia masnica, osimplemente improbables, como el pase de revista en el que San Martn (Pedro Tocci) sepresenta ante Napolen. En segundo plano, este rosario de imgenes se engarza en latesis sostenida por el film que supone a la Revolucin francesa como motor y matrizprincipal del proceso independentista americano (no es un dato menor que el film serealizara con aportes de la comunidad gala residente en Argentina). De all, el interspor remontar la historia a fines del siglo XVIII y de articular los escenarios de Francia y

    Espaa con el del Ro de la Plata: Y, ms tarde, mientras en Pars el pueblo se lanzabaa las calles y a la Bastilla, en Espaa, dice el padre a su hija. Breves elipsis van desde1800 (una sombra se extiende por el mundo contina el relato del padre la niaextasiada primer plano/contrapicado exclama: Napolen!), a 1806, 1809 y,finalmente, 1810 en Buenos Aires. La narracin se detiene en la histrica Semana deMayo y recorre los clichs de la jornada: el Cabildo Abierto del da 22 el bando callejeroque anuncia una junta encabezada por el virrey Cisneros las discrepancias entreMariano Moreno y Cornelio Saavedra el pueblo con paraguas esperando frente alcabildo French y Beruti repartiendo escarapelas. Los personajes tienen la conviccin deestar construyendo la Historia: Maana, 25 de mayo, ser una fecha gloriosa paranuestra Patria, ser libre, dice Moreno. En parte, esta certeza queda justificada por laconviccin de estar transitando las huellas de la exitosa revolucin de 1789: Lalibertad que Francia proclam y lanz contra la tirana tambin nuestro pueblo [laaclama], concluye el lder jacobino.

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    La ascendencia francesa que sealamos en el guin encuentra, adems, su correlatoflmico en el tratamiento plstico de la imagen. Es notoria, en este sentido, la influenciadeLa Marsellesa(Jean Renoir, 1937). El arco superior que enmarca a la Plaza de Mayose corresponde con el encuadre de la muchedumbre en el patio exterior de la Bastilla.Del mismo modo, los planos en escorzo y contrapicado de los parisinos subiendo por laescalera interior de la Bastilla se repite, a menor escala, en el interior del Cabildo (unaescena sin ms asidero que el irrefrenable afn por sobreimprimir una revolucin en

    otra). Procedimiento similar se utiliza en la prolongada secuencia del cruce de losAndes, donde se superponen las imgenes del perfil de San Martn, la bandera y lascolumnas del ejrcito sobre el fondo de las montaas, imagen claramente inspirada enla campaa a Italia deNapolen (Abel Gance, 1927). Por otra parte,Nuestra tierra de

    pazdenota tambin una esforzada bsqueda esttica, inusual para el cine argentino dela poca. Abundancia de cmara subjetiva movimientos panormicos fluidostravellings (formidables en la secuencia de la batalla de San Lorenzo) marcadoscontrapicados y primersimos planos como el de los ojos de San Martn sosteniendofirme la mirada ante Napolen. En el aspecto narrativo, el guin se vale de metforasconceptuales como la de las dos mujeres (una encarnando a Amrica, otra a la Gloria) yla sugerencia de la muerte de Remedios, esposa del Libertador, mediante una flor que se

    marchita. Entre los recursos ms eficaces estn el travellingde los pies (calzados conbotas, zapatos y hasta en ojotas o descalzos) que describe las distintas clases sociales enla fila de voluntarios para incorporarse al Ejrcito de los Andes, y la imagen de cuatropuertas que se abren a medida que San Martn avanza para reunirse con Bolvar. Entanto, una leyenda recuerda: tan pesado secreto detrs de la puerta cerrada Se

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    Pedro Tocci y Daro Cossier enNuestra tierra de paz.

    supone que y a continuacin el desarrollo de un dilogo posible entre ambosgenerales.

    En la ltima parte del film, con ajustada elipsis, la narracin se focaliza en el exiliofrancs del Libertador. Remite, entonces, a una miseria noble y silenciosa de veinteaos. El tono es desencantado y melanclico. Poco antes de morir, por la mente delprotagonista desfilan flashes de sus acciones militares, su relacin con Remedios, elencuentro con Amrica. En su agona se lamenta: Buenos Aires todava en lucha.Hubiera deseado verla cumplir el destino por el cual lo he sacrificado todo. Resulta

    interesante confrontar esta imagen con la del San Martn, tambin anciano, que apareceen El exilio de Gardel, realizada en plena apertura democrtica, aunque la ficcintranscurre en el trecho final de la dictadura militar. Aqu, San Martn se ve cansadopero tiene una actitud menos pesimista acerca del futuro del pas y manifiesta susansias por volver: Siglo y medio que espero poder ver la Patria que soamos Grande,unida... Volver! Una expresin que en ese momento interpretaba el deseo detantsimos argentinos exiliados en Europa.

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    Volvamos a 1939 y Nuestra tierra de paz. Era evidente que el discurso final de unhroe amargado por las luchas internas sera rechazado. Por lo tanto, en la ltimasecuencia, Martinent retoma la narracin y esboza una apologa de la Argentinapresente como tierra de progreso y sensatez para el mundo (recordemos el fuerteclima preblico). Los fragmentos documentales de paisajes tursticos (los hielos del sur,las Cataratas del Iguaz) y las escenas del mundo del trabajo (fbricas, usinas, rebaos,

    vendimia) se alternan con imgenes de despliegue armamentista (infantera, aviones ybarcos de guerra). El mensaje es contradictorio. Finalmente, el podero del pas semanifiesta en un gran desfile militar y una leyenda que dice: Es tierra de trabajo y depaz.

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    En los aos que siguieron y hasta 1970, no se realizaron biografas flmicas dedicadasa San Martn. Sin embargo, en 1950, fecha del centenario de su fallecimiento, la figuradel Libertador se convierte en centro de homenajes e cono del peronismo. Segn EstelaErausquin se trata de unir de manera explcita a ambas figuras [San Martn y Pern],para que se vuelvan presentes como ejemplo a las nuevas generaciones. En el cine, elDecreto Ley 16688/50 oblig a anteponer a los estrenos nacionales la leyenda: Pelcularealizada en el ao del Libertador General San Martn. Del mismo modo, toda pelculacon escenarios ambientados en una institucin pblica (aulas escolares, oficinas delEstado, comisaras, etc.) cont en sus paredes con un retrato del General.

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    Cordillera y censura

    Rubn Stella y Licia Tizziani enEl general y la fiebre.

    En 1969, encarar la vida del General San Martn era todo un riesgo. Si bien laempresa encajaba a la perfeccin en los intereses del gobierno militar de laautodenominada Revolucin Argentina (empeada en consolidar la cultura nacional

    y afianzar nuestras tradiciones), luchara, tambin, con los preconceptos de lospropios militares, las restricciones de grupos ultraconservadores de la Iglesia y laspresiones del Instituto Sanmartiniano. Pese a todo, el prestigioso Leopoldo Torre

    Nilsson encar el proyecto. En razn de esta coyuntura, l y Ulyses Petit de Murateligieron basarse en fuentes tradicionales como son Pacfico Otero, Busaniche y Mitre,aunque la base principal fueraEl Santo de la espadaescrito por Rojas.

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    La pelcula comienza con el final de la campaa libertadora y muestra a un SanMartn (Alfredo Alcn) decidido a abandonar su carrera militar. La primera escena lodescubre en la cordillera cuando regresa de Guayaquil y sostiene que no quiereintervenir en las luchas internas de la patria. Inmediatamente, la voz en off delprotagonista introduce al espectador en un extenso flashback, que constituye el ncleodramtico del film. La voz regresa recurrentemente, pues opera como una sutura de laselipsis necesarias para narrar una historia de doce aos de duracin (desde la llegada aBuenos Aires en 1812 hasta su partida a Europa en 1824). Petit de Murat seal que la

    utilizacin del relato en offfue para humanizar al prcer: Y si l mismo se contara?No lo hara todo el tiempo. Estara ms flexible, como lo est en las cartas que manddespus de retirarse2 Los dilogos, en cambio, conservan su carcter literario y,especialmente en las escenas con otros militares, suenan sentenciosos, acartonados ydeclamatorios.

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    En parte para reforzar la humanizacin del personaje y en parte para aprovechar lapopularidad de la coprotagonista (Evangelina Salazar), se desarrolla abundantementela relacin con su mujer a travs de una vida cotidiana que, de todos modos, estsiempre al servicio de la gesta pblica. El mismo esquematismo se observa en lapresentacin de personajes como Belgrano, Gemes o fray Beltrn. Esta vez, la IglesiaCatlica tiene un papel ms preponderante que en otras versiones, lo cual se observa enescenas como la de la boda con Remedios, las del convento de San Lorenzo o en losplanos en que un crucifijo escolta al protagonista en sus dichos. En consonancia conesto, se silencia toda relacin del personaje con la masonera, restndole as perspectivaideolgica. Tampoco se hace referencia al contexto internacional ni a los propsitoscolonialistas del enemigo. As, los godos representan la amenaza, el peligro, la

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    Pedro Tocci y Emperatrz Carvajal enNuestra tierra de paz.

    agresin externa como un todo informe. No se expresan sus mviles polticos y,siguiendo con los propsitos del gobierno de Ongana de vigorizar las tradicionalesrelaciones con la Madre-Patria3, tampoco se ahonda en las referencias sobre Espaa.En contrapartida, San Martn reiteradamente despotrica contra el gobierno central deBuenos Aires que no lo respalda ni lo ayuda envindole dinero se queja de lo que dicende l en las calles (Me llaman ambicioso, cruel, ladrn) y reniega de los honores que seempean en tributarle (No busco la gloria militar. No ambiciono el ttulo deconquistador.). Pareciera que toda la campaa libertadora se halla atravesada por un

    profundo malestar, que el personaje soslaya apenas cuando Remedios le dice que va aser padre o cuando invoca el deseo (tambin reiterado) de terminar sus das comolabrador.

    Por otra parte, se suceden una a una las batallas (San Lorenzo, Chacabuco, CanchaRayada, Maip) siguiendo el periplo establecido por la Historia y haciendo uso de losrecursos aportados por el Ejrcito Argentino. Pese a ello, el estratega y su plan deoperaciones estn desdibujados.

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    En el verano de 1970, Ongana quiso ver la pelcula antes de su estreno. La funcin serealiz en la Casa Presidencial de Olivos y una vez concluida la proyeccin precis aNilsson la realizacin de algunos cortes. Entre ellos, los momentos en que Remedios sediriga a su esposo llamndolo Jos a secas. Deba llamarlo mi general,cariosamente. Tambin deban eliminarse las tomas, en el cruce de los Andes, cuando

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    Pedro Tocci y Daro Cossier enNuestra tierra de paz.

    Al fin el hombre

    Rubn Stella enEl general y la fiebre.

    San Martn apareca doblegado por sus dolores de estmago y las impiadosasconvulsiones. Los hroes no vomitan, fue la frase de Ongana que resume el criterio deque los prohombres de la patria eran qumicamente puros y saludables. Mnica Martnseala que, adems, le pidieron [a Nilsson] que rehiciera el cruce de los Andes filmado a 3.100 metros de altura con helicpteros, cuatro unidades de cmara y cientosde soldados, mulas y caballos para eliminar la escena en la que Bernardo OHigginsizaba un pabelln chileno. Le exigieron que en la escena de Guayaquil, San Martn no

    bajara la vista ante Bolvar, porque el gesto poda ser interpretado como una

    humillacin ante el extranjero. Mucho menos iban a permitir que Remedios deEscalada se mostrara embarazada4.Al momento del estreno, la crtica fue entusiasta pero los seguidores de la obra de

    Nilsson reprobaron duramente la visin escolarizada del prcer. El director, en cambio,pareci conforme: Ese San Martn solemne y broncneo, el que nos ensean en laescuela, es el nico que conozco. No soy revisionista5, dijo en 1971. El pblico as loentendi y acept masivamente la pelcula convirtindola en la ms vista de la historiadel cine argentino. Las escuelas de todo el pas llevaron a sus alumnos a ver el film y,

    justo es decirlo,El Santo de la espadahoy constituye parte del imaginario patritico devarias generaciones.

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    Simultneamente, y en la anttesis de este cine, tambin se desarrollaba en Argentinaun cine poltico-militante que filmaba en la clandestinidad, debido a la censuraimpuesta por el gobierno de facto. As, con una perspectiva revisionista, el grupo CineLiberacin, que lideraban Fernando Solanas y Octavio Getino y que adscriba alperonismo revolucionario de izquierda, estableci una mirada diferente de San Martnal incluir enLa hora de los hornos(1968) el facsmil del Orden del Daque dict a suejrcito al inicio de la campaa a Chile en 1817. Con respecto a esto dice Tzvi Tal: Lautilizacin del Orden del Dade San Martn legitima la representacin del general comofue acuada en el discurso hegemnico y coloca a Pern como su igual, recurriendonuevamente a la estrategia practicada en tiempos de su presidencia para fortalecer elculto a su personalidad.6El film, que tambin tuvo una circulacin clandestina, tomde San Martn y de la concepcin americanista de su lucha revolucionaria justamentelos aspectos que la pelcula de Nilsson desechaba.

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    M: Los Generales hacen las revoluciones?

    S.M.: La revolucin la hacen los pueblos, los jefes estamos para organizar a esepueblo con inteligencia y con dignidad.

    Si enNuestra tierra de paz la historia narrada abarca toda la vida de San Martn, yEl Santo de la espada desarrolla slo el perodo que vivi en Amrica, El general y lafiebre (Jorge Coscia, 1993), en cambio, se concentra en un nico episodio: el de suestada para restablecer la salud en la estancia de Saldn (Crdoba), antesala del crucede los Andes. Indudablemente, el recorte temporal beneficia a la perspectiva con la queCoscia concibe al personaje. No es ste el San Martn uniformado, montando a caballo,guerreando y despertando la admiracin de las mujeres en las tertulias. Es un SanMartn (Rubn Stella) enfermo, que transpira la fiebre en el camisn y depende de unaadolescente para sostenerse en pie hasta llegar a la cama. Es un hombre que por lasnoches transita entre la pesadilla onrica (siempre vinculada al pasado, los reproches

    paternos por haber traicionado al Ejrcito Real) y las alucinaciones provocadas por lafiebre y la morfina, bajo cuyo efecto pergea el cruce de los Andes. Paralelamente, el SanMartn diurno recibe amigos, escapa a las montaas, tiene sentido del humor y atiendea los movimientos de la casa. A diferencia de la representacin monoltica de los

    Sanmartinesprecedentes, el encanto de ste radica precisamente en la dicotoma quetensiona al personaje: el pasado a las rdenes del rey frente al futuro de la liberacinamericana los remordimientos por contradecir los mandatos familiares frente a lacerteza de saber que esta tierra remota es su verdadera patria. En este sentido, eldilogo imaginario con Bolvar resulta concluyente: Usted tena su tierra [] pero qutena yo? Apenas el incierto relato de mi madre sobre un pueblo arrasado por losportugueses. No haba en mi recuerdo ms que sombras, dbiles sombras de un lugar

    lejano. Eso era mi patria. Y esa vaga idea tuvo para m la verdad incontrastable de unsilogismo o de una locura.

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    No es casual que se mencione a la locura, pues confrontando con las representacionestradicionales de racionalidad y autodominio del hroe, aqu se explora a travs de lossueos, el humor y el juego una amplia dimensin del inconsciente. As, a mediasentre el desvaro y la lucidez, surgen fabulosos sinceramientos: Muchas veces hedudado. Quin sabe si estara mejor como burcrata del rey en algn cuarteluchoandaluz. Pero lo cierto es que ni eso haba para un criollo. Por otra parte, la relacinque entabla con Milagros sirve al guin para dar cuenta de su pensamiento ideolgicode modo llano y evitando el tono didctico:

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    En trminos narrativos, la convalecencia en la estancia se presenta como un tiempoentre parntesis. En el fuera de campo quedaron Remedios, el ejrcito y las pujas

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    Rubn Stella en El general y la fiebre.

    Notes

    1 Bartolom Mitre escribi Historia de San Martn y de la emancipacin sudamericana en 3volmenes, en los aos 1887, 1888 y 1890.

    2Ulyses Petit de Murat, Si San Martn se contara, RevistaArgentoresn 1, Buenos Aires, otoo1969.

    3Acta de asuncin(28706/66)de Juan Carlos Ongana, golpe militar de 1966.

    4 Mnica Martn, El gran Babsy. Biografa novelada de Leopoldo Torre Nilsson, Ed.Sudamericana, Buenos Aires, 1993.

    polticas de Buenos Aires. En la intimidad de la casa, el hombre descansa la fiebre enbrazos de la joven Milagros el estratega estudia los caminos, calcula los pertrechos, lasmulas y los soldados que necesitar para realizar la liberacin de Chile.

    Finalmente, una vez recuperado y con el proyecto en marcha, se va. Milagros, que esel personaje relator de esta historia, concluye: Todo hombre llega con su suerte y se vacon su destino. Volvemos as al presente de la narracin, 1835. Milagros, ahora mujermadura, le habla a otro general. No se lo nombra la cmara, incluso, escamotea surostro. Es Facundo Quiroga, el caudillo riojano, que va de paso. Su punto siguiente, lo

    sabemos, es Barranca Yaco donde ser asesinado.

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    En lo que refiere a la produccin, esta pelcula tiene la virtud de hacer de la debilidadsu fortaleza. Sin los miles de extras y el equipamiento provedos por el ejrcito, Elgeneral y la fiebre se plantea como un film de cmara. En su alcoba, San Martnfantasea con el cruce de los Andes, supone entre las sbanas los picos ms altos ydispone con las velas la maqueta de los pasos cordilleranos. Es que ese hombre estabaloco!, exclama jocoso Quiroga subrayando el carcter demencial y al mismo tiempoldico de las imgenes.

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    sta ha sido la ltima pelcula que se ha hecho sobre San Martn. En 2007 unprograma televisivo que se propuso buscar el gen argentino cont con ms de dosmillones de llamadas. Faltaban 15 das para las elecciones presidenciales y all se dijo:Es importante que la sociedad le d un mensaje a todos [los dirigentes] y San Martn esel portavoz de ese mensaje. Trascendiendo las divergencias sociales y polticas delmomento, los televidentes impusieron a San Martn como el argentino ms grande.

    Ahora, el Bicentenario traer otras miradas y, seguramente, nuevas generacionesencontrarn en su figura las claves para descifrar o simplemente pensar un aqu y ahoradiferente.

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    5Panorama, Buenos Aires, 23/03/1971, citado en Mnica Martn, El gran Babsy. Biografanovelada de Leopoldo Torre Nilsson, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1993.

    6Tzvi Tal,Pantallas y revolucin. Una visin comparativa del Cine de Liber acin y el Cinem aNovo, Ed. Lumiere, Argentina, 2005.

    Table des illustrations

    Titre Alfredo Alcn en El Santo de la espada

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-1.jpg

    Fichierimage/jpeg, 1,1M

    Titre Alfredo Alcn y Evangelina Salazar enEl Santo de la espada.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-2.jpg

    Fichierimage/jpeg, 1,6M

    Titre Pedro Tocci enNuestra tierra de paz.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-3.jpg

    Fichierimage/jpeg, 508k

    Titre Pedro Tocci y Daro Cossier enNuestra tierra de paz.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-4.jpg

    Fichierimage/jpeg, 688k

    Titre Rubn Stella y Licia Tizziani enEl general y la fiebre.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-5.jpg

    Fichierimage/jpeg, 548k

    Titre Pedro Tocci y Emperatrz Carvaja l enNuestra tierra de paz.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-6.jpg

    Fichierimage/jpeg, 568k

    Titre Pedro Tocci y Daro Cossier enNuestra tierra de paz.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-7.jpg

    Fichierimage/jpeg, 2,3M

    Titre Rubn Stella enEl general y la fiebre.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-8.jpg

    Fichierimage/jpeg, 548k

    Titre Rubn Stella en El general y la fiebre.

    URL http://cinelatino.revues.org/docannexe/image/1243/img-9.jpg

    Fichierimage/jpeg, 134k

    Pour citer cet article

    Rfrence papier

    Csar Maranghello et Diana Paladino, San Martn en el cine , Cinmas dAmrique latine,18 | 2010, 29-34.

    Rfrence lectro nique

    Csar Maranghello et Diana Paladino, San Martn en el cine , Cinmas dAmrique latine[En ligne], 18 | 2010, mis en ligne le 29 septembre 2015, consult le 03 juillet 2016. URL :http://cinelatino.revues.org/1243

    Auteurs

    Csar Maranghello

    Pediatra e historiador de cine argentino. Codirector del documentalAqul cine argen tino(1984). Autor de Hugo del C arril(1993), El cine argentino y su aporte a la identidad nacional(1999), La epopeya trunca(2002) y Breve historia del cine argentino(2005). Coautor, entreotros, de Fanny Navarro(1997), Cine argentino, industria y clasicismo(2000) y Cine argentino,

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