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Sawar revista mensual y digital sobre historia, patrimonio y turismo en el municipio de Murcia Mayo de 2013. número 3 De la DegraDación y la intervención en los centros históricos un proyecto de revitalización urbana basado en la historia y el patrimonio: santa eulalia M M urcia urcia se recupera se recupera a a MisMa MisMa

Sawar Murcia Número 3

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Número 3 de Sawar Murcia, revista mensual digital de historia, patrimonio y turismo del municipio de Murcia

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Page 1: Sawar Murcia Número 3

S a w a rrevista mensual y digital sobrehistoria, patrimonio y turismo

en el municipio de MurciaMayo de 2013. número 3

De la DegraDación y laintervención en loscentros históricos

un proyecto de revitalización

urbana basado en lahistoria y el patrimonio:

santa eulalia

MMurciaurcia

se recuperase recuperaaa sísí MisMaMisMa

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S a w a rrevista mensual, digital e independientesobre historia, patrimonio y turismo en

el municipio de Murcia

La cultura y el patrimonio histórico, artístico y naturalson el ajuar común, el conjunto de bienes materiales e

inmateriales que recogemos de nuestros antepasados yque debemos conocer, disfrutar, proteger, enseñar y

transmitir a las generaciones venideras.Es lo que nos une al pasado y al futuro.

Es de todos.

“La administración de los asuntos humanos ha quedado a la zaga

de nuestros avances tecnológicos, con el resultado de que la

autodestrucción física y moral de la raza humana es hoy día una

posibilidad. No es a la ciencia a donde hemos de volvernos en

busca de orientación, sino a las humanidades: a las diferentes

disciplinas que afectan al carácter social y moral de nuestros

semejantes. Tenemos que desarrollar los valores éticos, culturales

y filosóficos, y aprender de la historia y la literatura. Sólo así

forjaremos el espíritu de liberalismo y comprensión necesario para

vencer en la carrera contra las armas que el propio hombre ha

creado”.

D. S. Gottesmann (1947)

Prólogo a la 1ª edición de “Renacimiento y Renacimientos en el arte occidental”, de E. Panofsky

saWar Murciarevista mensual, digital,gratuita e independientesobre historia, patrimonioy turismo editada en laciudad de Murcia porPedro serrano solanaMayo de 2013

Page 3: Sawar Murcia Número 3

sumario

editorial

los centros históricos.viajes de ida y vuelta:

11 corazón degradadoEl abandono de los centros urbanos

15 en el quirófanoFondo y forma de las intervencionesen los cascos antiguos

Murcia se recuperaa sí misma:

30 un breve vistazo históricoal barrio de santa eulaliaPor Antonio Vicente Frey

32 un proyecto de revitalizaciónpara el barrio de santa eulaliaDe Francisco Guerao y Pablo López

opinión: La Murcia que se fue

-y se nos sigue yendo-Por Gregorio Sabater Navarro

así fue el número anterior

La cultura y el patrimonio histórico, artístico y naturalson el ajuar común, el conjunto de bienes materiales e

inmateriales que recogemos de nuestros antepasados yque debemos conocer, disfrutar, proteger, enseñar y

transmitir a las generaciones venideras.Es lo que nos une al pasado y al futuro.

Es de todos.

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ajuar: del árabe hispánico “assiwár” o

“asuwár”, y éste del árabe clásico

“sawar”

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ilustración página 48:“santa eulalia”

de Jaime Dengra uclés

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Page 5: Sawar Murcia Número 3

editorial

Hoy en día todo corre a una velocidad endiablada yparece que se suceden las eras una tras otra,aunque en realidad y en el conjunto de la existenciahumana, cada una de nuestras vidas no será másque un soplo. No pensamos que hay otras cosasque permanecen, que existían antes de nosotros yque seguirán existiendo después; puede que másdegradadas o puede que revitalizadas, pero ahíestarán. Una de ellas es la ciudad: todo lo que lehagamos ahora repercutirá en nosotros mismos,pero quizá lo hará de manera más intensa en lasnuevas generaciones, que alabarán o condenaránnuestros actos como nosotros bendecimos omaldecimos los actos de los que nos precedieron.

En estas mismas páginas digitales hemos tratadola transformación radical que experimentó Murcia amediados del siglo pasado. Con intereses más omenos puros, con mejor o peor intención –esosextremos los dejamos al buen juicio de los lectores-los cambios operados en la ciudad dieron comoresultado una ciudad nueva, con sus defectos y susvirtudes. Tal vez no se pensó con perspectiva, nihacia adelante ni hacia atrás, pero es indudable quela Murcia surgida del siglo XX irrumpió a codazossobre la Murcia de siempre, decidida y sin contem-placiones. Por supuesto que no se eliminó todo loantiguo, porque de haberlo hecho, ahora tendría-mos que iniciar el relato histórico del siguientemodo: “Murcia fue fundada a mediados del siglo XXsobre un primitivo asentamiento en el que habitaronmusulmanes, judíos y cristianos durante mildoscientos años, y del que nada se conservaporque no nos interesó conservarlo”. Afortunada-mente aún nos queda Murcia, la de siempre, porquelo antiguo y lo nuevo no son antónimos en susentido práctico aunque lo sean en el lingüístico.Son perfectamente compatibles y, de hecho, suunión armónica es la base de un desarrollo positivoen el que imperen el bien y el sentido común.

Para muchos murcianos que desconocen los anti-guos límites de la ciudad, de la próspera Múrsiyaamurallada, el casco antiguo se reduce al entornode las calles Trapería y Platería y está limitado alSur por la Catedral, al Norte por la plaza de SantoDomingo, y a Este y Oeste por la Gran Vía y por lallamada calle Correos; por los ejes centrales de lanueva Murcia. Pero no: el centro histórico es másgrande porque la Murcia medieval era más grande;fue una ciudad compacta, con unos límites biendefinidos por su muralla hasta el siglo XVIII, límitesque siguieron estando claros después aun sin dichocinturón defensivo. Murcia conservó su carácter,su fisonomía y personalidad hasta la ruptura delmolde, hasta que una gran tijera la surcó de nortea sur durante los años 50 dividiendo el centrohistórico en tres pedazos. Entonces Murcia también

perdió sus dimensiones humanas y el protagonismode sus habitantes en favor de los vehículos. Laciudad de los ciudadanos comenzó a degradarseporque sobre ella empezó a construirse la ciudadde los coches. Los espacios comunes y sus usoscambiaron porque hubo cambios en las prioridades,y las nuevas formas de vida se dejaron sentir tantoen el centro como en el perímetro urbano. A día dehoy, sesenta años después de aquellos hechos,¿cuál es la situación del casco antiguo de Murcia?¿Qué podemos hacer para evitar su deterioro?

El presente número de Sawar está dedicado alcentro histórico de Murcia, y a un plan de revitaliza-ción creado por los arquitectos murcianos FranciscoGuerao y Pablo López para uno de los barrios másantiguos de la ciudad, el de Santa Eulalia, cuyahistoria conoceremos gracias a la amable y valiosacolaboración de Antonio Vicente Frey. Pero antesde desvelar los pormenores del barrio, la propuestade Guerao y López y las ideas que la inspiran, nossituaremos, aunque de manera muy general, en elasunto de la degradación de los centros históricosy en el debate sobre las intervenciones llevadas acabo en las ciudades españolas durante los últimosaños, tema que ha dado mucho de sí y en el queno faltan las implicaciones políticas y económicas,la especulación y la confrontación de intereses.También podremos leer el interesante artículo deGregorio Sabater, historiador murciano preocupadodesde siempre por su ciudad, y que ha aceptado lainvitación de Sawar para colaborar en este número.

Un hecho importante a considerar a la hora deintervenir en un barrio concreto es su posible inci-dencia en las personas que lo habitan y en el restodel núcleo urbano, ya que la ciudad forma unconjunto y está sujeta a unas normas de funciona-miento comunes e invisibles. Hay que tener encuenta a las personas que viven ahora, y pensar enlas que habrán de vivir después en estas mismascalles. Por ese motivo, escucharemos lo quepiensan los ciudadanos, comerciantes y hostelerosdel barrio de Santa Eulalia: analizaremos cómo seve el barrio y cómo le gustaría verse, porque laciudad no sólo se vive; la ciudad también se hablay se imagina. La ciudad no se impone ni se hace dela noche a la mañana; la ciudad es un espaciosocial y de convivencia que hacemos entre todos.Para resolver los problemas de la ciudad, que sonlos nuestros, es imprescindible contar con la impli-cación ciudadana. Así, a todos nos compete velarpor la conservación de nuestro entorno más inme-diato y buscar soluciones que eviten su deterioro.La recuperación del centro histórico de Murcia pasaporque nosotros, sus ciudadanos, la recuperemos;la hagamos nuestra de nuevo. Hace falta másMurcia para que Murcia se recupere a sí misma.

Más Murcia

5sawar

Page 6: Sawar Murcia Número 3

los centros

históricos

viajes de ida y vuelta

os centros históricos de nuestras ciudades han sido especialmente sensibles a los cambios

producidos en la sociedad en los últimos 150 años, y con mayor intensidad durante los

últimos decenios del siglo pasado. sus características peculiares y su estrecha vinculación

con hábitos y modos de vida en vías de extinción, les han convertido en ecosistemas

frágiles, demasiado expuestos a las modificaciones sociales y económicas y a los vaivenes

políticos. resulta paradógico que el periodo en el que se han conseguido las mayores

conquistas laborales y sociales, en el que la educación es universal y el acceso a la

información es más fácil, sea también en el que hemos perdido más cantidad de patrimonio

natural e histórico-artístico que nunca. ¿Qué pasó en el corazón de nuestras ciudades a

mediados del siglo XX? o lo que es igual: ¿Qué nos pasó a nosotros? se puede decir que

las consecuencias del abuso son tan perjudiciales como las del desuso; que sobreexplotar

y abandonar conducen a la misma estación; y que en los ciclos que describe la historia,

quizá ahora estemos ante un nuevo florecer de los centros históricos, de los barrios y, sobre

todo, de los propios ciudadanos.

l

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Page 7: Sawar Murcia Número 3

la calle Fuensanta de Murcia ayer y hoy:sólo la figura imponente del campanario dela catedral permanece inalterado. el asfaltoy el hormigón han crecido alrededor de estavieja estampa.

Fuente: Archivo Histórico Municipalde Murcia (AHMM) y P.S.S.

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El catedrático de Geografía Urbana de la Univer-

sidad de Extremadura, y Doctor en Geografía e

Historia por la Universidad de Salamanca, Antonio

José Campesino Fernández, nos aproxima al

concepto en su artículo “Los centros históricos:

análisis de su problemática”* (Revista de geogra-

fía Norba, Nº 5. 1984, págs. 51-62): “Los centros

históricos son productos humanos, respuestas

sociales a estructuras económicas determinadas”.

Y prosigue: “Su lectura atenta permite distinguir la

identidad histórica de cada región, la yuxtaposi-

ción y sobreimposición de contenidos culturales

aportados por generaciones sucesivas hasta la

configuración de lugares-testimonio de la memoria

colectiva de la ciudad. Espacios urbanos con

valores propios para la reafirmación de la concien-

cia ciudadana donde el habitante no se pierde y

se siente persona”.

Aunque, en general, lo primero que nos viene a la

mente al pensar en un centro histórico es la impo-

nente presencia de palacios, catedrales y monu-

mentos de piedra, Campesino Fernández destaca

el componente humano. Después, completa la

conceptualización con la arquitectura, pero sin

alejarse del pueblo que la habita: “Los centros

históricos son mucho más que arquitectura de

singular renombre, proyecto y piedra labrada. La

vivienda popular, sin arquitecto, de alarife-propie-

tario anónimo, insignificante en sí misma, ejemplo

de lógica y racionalismo, geográfica y funcional

por su integración al medio y a la economía,

supone la plasmación de tipologías autóctonas

bastante más culturales que los diseños arquitec-

tónicos repetitivos de cada escuela. Las edifica-

ciones no son objetos únicos y singulares, es la

agrupación la que constituye el tejido urbano, la

ciudad”. De ese modo, para Antonio José Campe-

sino Fernández, “el conjunto de viviendas popula-

res codo a codo, apoyándose en la identificación

con el paisaje, organiza espacios medioambien-

tales reflejo de un modo de vida colectivo,

compartido y vivido”.

Si nos situamos en el escenario conceptual que

dibuja Campesino, lo que nos queda hoy de los

centros históricos españoles es bastante menos

de lo que el más pesimista pudiera pensar.

* http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=109700

Personas junto aldesaparecido arcodel vizconde.Murcia, c. 1950

Fuente: AHMM

Personas en lacalle traperíade Murcia,c. 1950.

Fuente: AHMM

¿Qué es un ‘centro histórico’?

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Page 9: Sawar Murcia Número 3

Personas junto aldesaparecido arcodel vizconde.Murcia, c. 1950

Fuente: AHMM

Personas en lacalle traperíade Murcia,c. 1950.

Fuente: AHMM

Para que definiciones como la de Campesino

Fernández fueran finalmente enunciadas, el

concepto de centro histórico hubo de nacer y

transitar a lo largo del siglo XX, al mismo tiempo

que las ciudades europeas se veían asaltadas

por grandes cantidades de nuevos habitantes, y

bombardeadas en guerras, y abandonadas por el

poder público, y replanteadas con salvajes inter-

venciones urbanísticas, y parcialmente destrui-

das y luego reconstruidas y ensanchadas. Desde

el último cuarto del siglo pasado, poco a poco se

ha ido poniendo el acento en los aspectos socia-

les y económicos de los centros históricos, es

decir, en los ciudadanos, en su forma de vida y

en sus actividades, como soporte y como parte

indisoluble de un entorno en el que no sólo se

levantan los monumentos más apreciados por un

pueblo, sino en el que también se desarrolla la

vida colectiva, las relaciones sociales y económi-

cas, bajo un equilibrio muy frágil que los gober-

nantes no siempre han sabido identificar y

proteger debidamente del ataque de otros intere-

ses.

Sin embargo, antes de estas consideraciones fue

la arquitectura monumental, la salvaguarda de los

monumentos de manera aislada y descontextua-

lizada, lo que focalizó la voluntad de los expertos

integrados en los primeros organismos interna-

cionales, que se crearon para tal fin. La Confe-

rencia de Atenas de 1931, convocada por la Ofi-

cina Internacional de Museos, quiso sentar las

bases de una legislación sobre la conservación

del patrimonio y dio como resultado la famosa

Carta de Atenas. En ella, tal y como nos cuenta

Alfredo J. Morales en su libro “Patrimonio Histó-

rico-Artístico”* (Historia 16. Madrid, 1996. Pág.

22), hay una primera y leve aproximación a lo que

entendemos por centro histórico, al establecer “la

necesidad de respetar el carácter y la fisonomía

de las ciudades, cuidando de las plantaciones y

las ornamentaciones vegetales y procurando la

eliminación de anuncios, conducciones telegráfi-

cas y eléctricas, etc”. Como vemos, no se trata

aún del centro o conjunto histórico, pero sí que

hay una primera preocupación por el entorno más

inmediato del monumento a preservar.

En 1945, los efectos devastadores de la Segunda

Guerra Mundial movilizaron a los organismos

internacionales, que en la Convención de la Haya

trataron de alcanzar un acuerdo internacional

para la protección del patrimonio cultural en caso

de conflicto armado. Sin embargo, todavía no se

puso la mirada en el centro histórico ni en las

personas que le dan vida. En 1968, en París y ya

bajo el auspicio de la UNESCO –Organización de

Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y

* https://www.libreriadelauned.es/doc/catalogo/ficha.aspx?ID=2320 9

Page 10: Sawar Murcia Número 3

la Cultura- se redactó la “Recomendación sobre

la conservación de los bienes culturales que

pueden poner en peligro la ejecución de obras

públicas o privadas”, en un momento en el que

según nos cuenta Alfredo J. Morales (Ibídem.

Pág. 25), “se asiste a la renovación de las

grandes ciudades y al desarrollismo europeo”. En

Murcia, sin ir más lejos, se pueden observar a la

perfección las consecuencias de dicha época.

De nuevo en París, en 1972, la UNESCO creó

una nueva figura de protección con las declara-

ciones de “Patrimonio Mundial Cultural y Natural”,

y entre ellas se reconoció a los “conjuntos”, defi-

nidos como “grupos de construcciones, aisladas

o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integra-

ción en el paisaje les dé un valor universal excep-

cional desde el punto de vista de la historia, del

arte o de la ciencia”. A partir de las primeras

declaraciones de la UNESCO, según señala

Alfredo J. Morales (Ibídem. Pág 19) comenzó a

apreciarse “un paulatino interés por los conjuntos

más que por las piezas o elementos aislados”.

Morales prosigue: “En ese sentido han alcanzado

singular relevancia las declaraciones de ‘Ciudad

Patrimonio de la Humanidad’, por más que los

criterios de valoración adoptados no siempre han

sido los mismos”. Y aquí el autor expresa una

crítica que, a la vista de los precedentes,

se entiende más que justificada: “Con relativa

frecuencia tal designación ha sido contemplada

sólo como un prestigio, sin considerar las obliga-

ciones que lleva implícita y los problemas adicio-

nales que reporta para cualquier ciudad, pudiendo

citarse al respecto los derivados de la presión

turística y la especulación inmobiliaria”.

En 1977 la UNESCO organizó en Quito (Ecuador)

el “Coloquio sobre la Preservación de los Centros

Históricos ante el crecimiento de las ciudades

contemporáneas”, y allí se definió, por primera

vez como tal, el concepto de ‘centro histórico’,

además de exponer la situación en la que se

encontraban los mismos y plantear propuestas de

ejecución de una política integral. La UNESCO

define los ‘centros históricos’ como “todos aque-

llos asentamientos humanos vivos, fuertemente

condicionados por una estructura física prove-

niente del pasado, reconocibles como represen-

tativos de la evolución de un pueblo”.

Al fin vemos plasmado el componente humano

del centro histórico, y un adjetivo a resaltar:

“condicionado”. La estructura física del centro

histórico, heredada de generaciones precedentes,

pone condiciones a la vida actual de sus habitan-

tes. La UNESCO añade que “los centros históri-

cos no sólo son patrimonio cultural de la

humanidad, sino que pertenecen en forma parti-

cular a todos aquellos sectores sociales que los

habitan”. Un año después del Coloquio de Quito,

el centro histórico de la capital de Ecuador fue el

primero que recibió la Declaración de ‘Patrimonio

Cultural de la Humanidad’.

Ya en 1985, la Ley del Patrimonio Histórico Espa-

ñol* definió en su artículo 15.3 el ‘conjunto histó-

rico’ como la “agrupación de bienes inmuebles

que forman una unidad de asentamiento (...)

condicionada por una estructura física represen-

tativa de la evolución de una comunidad humana,

por ser testimonio de su cultura o constituir un

valor de uso y disfrute para la colectividad”, y en

el artículo 20 instó a los municipios a redactar

planes especiales de protección de sus centros

históricos. El Plan Especial del Conjunto Histórico

Artístico de Murcia**, conocido como ‘PECHAM’,

se aprobó en 1996 y define unas normas elemen-

tales de actuación urbanística para las diferentes

áreas de protección de la ciudad.

en la primera mitad del siglo XX, el interés por la conservación del patrimonio arquitectó-nico se centró en la salvaguarda de los monumentos aislados de su entorno. Poco a pococomenzó a prestarse atención a los conjuntos históricos, primero debido a los efectosdevastadores de la segunda guerra Mundial, y más tarde a los de su abandono y degra-dación, agudizados por las nuevas políticas urbanas desarrollistas. Ya en el último terciodel siglo XX, a la definición del centro histórico se le unió al fin el componente social delmismo: los ciudadanos que lo habitan, su calidad de vida y las relaciones sociales yeconómicas que tienen lugar en sus calles y plazas, a la sombra de sus palacios ycatedrales. sin esa vida, los centros históricos no serían más que un decorado.

* http://www.mcu.es/patrimonio/docs/ley16-1985.pdf** http://urbanismo.murcia.es/upload/documento/texto_refundio_ordenanzas_pechas.pdf

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Page 11: Sawar Murcia Número 3

corazón degradadoEl abandono de los centros urbanos

“Este espacio urbano privilegiado ha sido reflejo del

equilibrio congruente, cargado de sentido común,

entre continente edificatorio y contenido social”,

decía el profesor Antonio José Campesino en el

artículo citado al inicio de este reportaje. Pero llega

el momento en el que el equilibrio se rompe.

¿Cuándo? ¿Por qué? En su opinión, “la estructura

urbana de los centros históricos vivos se apoya en

la estabilidad de este ecosistema forma-función,

porque el sentido de la economía tradicional se

traducía en soluciones racionales ajustadas sin

despilfarro”. Y al final, “estos centros históricos,

totalmente identificados con la ciudad tradicional,

entran en crisis a partir de la segunda mitad del

siglo XIX”.

En su artículo para la revista de geografía Norba,

Antonio José Campesino traza la progresiva degra-

dación de los centros históricos europeos con una

amplia perspectiva: en primer lugar, desde 1850 y

hasta 1950 se produjo la llegada a las ciudades de

una gran cantidad de población venida del campo

por la demanda de mano de obra industrial, lo que

inicialmente se pudo absorber con la elevación de

construcciones más altas y con el aprovechamiento

de los solares que quedaron liberados por las

desamortizaciones eclesiásticas; más tarde, entre

1950 y 1970, se produjo la anunciada “ruptura del

equilibrio forma-función”: las ciudades comenzaron

su expansión y una parte de la población se marchó

a los nuevos polígonos del extrarradio, especial-

mente los jóvenes. Por ese motivo, según Campe-

sino Fernández, “el envejecimiento poblacional de

los centros históricos, compuestos de jubilados y

perceptores de rentas pasivas, conlleva el aban-

dono y cierre de viviendas, y la acelerada degrada-

ción tecnológica de los edificios hacia la ruina con

el consiguiente deterioro ambiental”. En opinión del

catedrático de Geografía Urbana de la Universidad

de Extremadura, “este fenómeno de despoblación

se compensa en parte con la llegada de población

marginal con muy poca capacidad de renta que, al

amparo de los bajos alquileres, se cobijará en los

inmuebles hasta su ruina y expulsión definitiva”.

Con esos ingredientes llegamos a una de las

claves: “La baja capacidad adquisitiva de los resi-

dentes, el empobrecimiento de las relaciones

económicas con el abandono de actividades tradi-

cionales, y con la pérdida de una clientela de años

en la primera mitad del siglo XX, el interés por la conservación del patrimonio arquitectó-nico se centró en la salvaguarda de los monumentos aislados de su entorno. Poco a pococomenzó a prestarse atención a los conjuntos históricos, primero debido a los efectosdevastadores de la segunda guerra Mundial, y más tarde a los de su abandono y degra-dación, agudizados por las nuevas políticas urbanas desarrollistas. Ya en el último terciodel siglo XX, a la definición del centro histórico se le unió al fin el componente social delmismo: los ciudadanos que lo habitan, su calidad de vida y las relaciones sociales yeconómicas que tienen lugar en sus calles y plazas, a la sombra de sus palacios ycatedrales. sin esa vida, los centros históricos no serían más que un decorado.

sawar 11

Page 12: Sawar Murcia Número 3

para el minúsculo y polifacético comercio de barrio,

marca un nuevo y definitivo impacto en las relacio-

nes de equilibrio entre continente y contenido, entre

forma y función. En el instante de disolución de la

simbiosis (...), quedan establecidas las condiciones

físicas, sociales y económicas para la ruina del

centro y la vía franca a los especuladores”.

Y encima, según interpreta Campesino Fernández,

“los ayuntamientos abandonan el centro argumen-

tando el desajuste entre la escasa capacidad

contributiva y el mantenimiento municipal, acele-

rando la degradación de infraestructuras y equipa-

mientos”. En su opinión, “estos comportamientos

precipitan el desalojo y se autoalimenta la justifica-

ción de una intervención neohigienista para erradi-

car la pobreza y la miseria de tal cochambre”.

La degradación de los centros históricos durante el

siglo XX no sólo se produjo en España y en Europa;

también tuvo lugar en América Latina, y las causas

y efectos del deterioro son muchas veces extrapo-

lables a uno y otro lado del océano. En un artículo

titulado “El centro histórico: del concepto a la acción

integral”* (“Centro h”, Revista de la Organización

Latinoamericana y del Caribe de Centros Históri-

cos. Nº 1, agosto de 2008), la arquitecta cubana

Patricia Rodríguez Alomá ofrece algunas claves de

la degradación: “Por una parte, esquemas desarro-

llistas suplantaron construcciones antiguas por edi-

ficios altos debido al acelerado incremento del valor

del suelo y la especulación inmobiliaria, borrándose

la imagen urbana tradicional e imponiéndose una

imagen anónima de estilo internacional; en los

casos más brutales, la propia trama urbana es

alterada con ensanches de calles y autopistas para

facilitar el desmedido incremento del tráfico vehicu-

lar”. En este párrafo, Rodríguez Alomá parece estar

describiendo los avatares sufridos por Murcia a

mediados del siglo XX. Y prosigue: “Por otra parte

se acelera el proceso de marginalización, comen-

zado hacía más de un siglo con el desplazamiento

de las clases adineradas hacia los ensanches,

provocado por las masivas olas migratorias del

campo a la ciudad, apareciendo grandes bolsones

de pobreza en la periferia o en los centros históri-

cos previamente abandonados”.

Para Patricia Rodríguez Alomá, “con el crecimiento

de las ciudades primero, y con la emigración del

campo a las urbes después, se va produciendo una

paulatina marginalización de los centros históricos

que sobrevivieron al auge desarrollista”. De ese

modo, los cascos antiguos de las ciudades “van

transformándose como asentamiento del hábitat de

las clases más desfavorecidas, e inclusive

perdiendo en muchas ocasiones la propia vivienda

para convertirse en grandes centros comerciales

populares”. Para Rodríguez Alomá, las consecuen-

cias son el hacinamiento y sobreuso, o bien el

“vaciamiento y sustitución de la vivienda por comer-

* http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=115112534005

Page 13: Sawar Murcia Número 3

cio y almacenes, aunque paradójicamente conti-

núan conservando los principales símbolos del

poder”, tanto político como religioso.

En 1998, el Concurso de Buenas Prácticas para

un futuro más sostenible patrocinado por Dubai

seleccionó el proyecto “Programas para la mejora

del medio ambiente urbano en Málaga”, en cuyo

texto se podía leer lo siguiente sobre la capital de

la Costa del Sol: “La escasa inversión pública y

privada en el centro histórico produjo un estado de

degradación física, ambiental y social claramente

negativo respecto al resto de la ciudad. Al mismo

tiempo, el proceso de marginación y aislamiento

del centro como pieza urbana de la ciudad ha

provocado no sólo la perdida de población y el

de terioro físico de sus calles y plazas, sino el

abandono de sus capacidades funcionales y

simbólicas como área central de la ciudad”. Este

texto aparece destacado en el artículo* de

Francisco Puche Vergara, que junto a los de otros

investigadores, funcionarios del ayuntamiento

malacitano y expertos en patrimonio, se llevó al

papel en el libro “Viva la Calle”** (Ayuntamiento de

Málaga, 2010. Págs. 335-347) para celebrar los

quince años de intervenciones en la recuperación

del centro histórico de aquella ciudad. En su artí-

culo, Puche Vergara explica que el “intenso y

multifacético deterioro del centro histórico se hacía

ver en cuanto a pérdida de población, más de la

mitad si contamos des de 1975 a 1995; en cuanto

al deterioro físico de los edificios; y en cuanto a la

desaparición o deterioro inexorable y llorado de

referentes ciudadanos, como cines, librerías,

pastelerías, restaurantes, árboles, museos, tien -

das tradicionales, edificios protegidos, restos

arqueológicos...”. Puche Vergara continúa: “Y todo

esto era sustituido por Bancos y Cajas de Ahorros

en los lugares me nos deteriorados, terciarizando

el centro y privándolo de vida vespertina; por

plazas duras, sin bancos para sentarse y árboles

mutilados; por franquicias homogeneizantes,

implantando en una ciudad mediterránea y viva los

‘no lugares’; por una proliferación de aparcamien-

tos a instancias de los comercian tes y residentes,

que nunca eran suficientes, con lo que se inducía

más tráfico de coches; por unos privilegios otorga-

dos a las grandes superficies instaladas fuera del

casco histórico, contribuyendo con ello a ahondar

el declive comer cial y convivencial del centro...”.

Se dibuja así un panorama que aunque describe

al centro histórico de Málaga, es perfectamente

aplicable al de Murcia y otras ciudades españolas.

Todos estos hechos nos resultan familiares.

En este breve y general relato de la crisis de los

centros históricos, comenzamos a ver una serie

de consecuencias que, según el caso, podrían ser

interpretadas también como causas, como una

primera y deliberada intervención en los centros

históricos buscando un escenario que facilite

acciones posteriores, de manera planificada, y no

* http://www.programaseuropeos-malaga.com/subidas/archivos/arc_2099.pdf** http://www.programaseuropeos-malaga.com/subidas/archivos/arc_2185.pdf

sawar 13

Page 14: Sawar Murcia Número 3

precisamente con el ánimo puesto en el bien común,

ni en la recuperación efectiva del patrimonio histórico

artístico ni del tejido social que habita en esos espa-

cios. En el artículo de Campesino Fernández, el

profesor describe la forma en la que evolucionó la

situación de los centros históricos desde 1970 hasta

1984: “El nuevo centro de los ochenta se define por

una estructura poblacional dominada por la imperso-

nalidad: en los grandes núcleos urbanos, el centro es

de todos menos de los residentes, congestionado por

el automóvil hasta el colapso, lo que exige la rotura

de la trama para hacer viales más capaces y parkings

para almacenar vehículos”. En su opinión, en esos

años se produce “el desempolvamiento de los

centros históricos como áreas de valor, y se inicia el

asalto y la reconquista de estas zonas edificadas,

reservorios de suelo”. Según Campesino Fernández,

“se consuma de esta forma la transformación total de

la estructura económica de los centros históricos por

la apropiación elitista del espacio de mayor valor”.

Barrio de chueca, Madrid

Fuente: Google Earth

el hacinamiento primero, yel abandono y marginalización

después, provocaron laruptura del equilibrio entre

forma y función en los centroshistóricos e iniciaron el

círculo vicioso dedegradación-abandono

la degradación y laintervención en los centroshistóricos van en ocasiones

ligadas al concepto de‘gentrificación’ o elitización

sawar14

Page 15: Sawar Murcia Número 3

La apropiación elitista del suelo a la que alude

Antonio José Campesino Fernández, como

fenómeno urbanístico y social, fue identificada y

definida por primera vez en Londres en los años

60. Por eso se le aplicó una palabra que en

tiempos recientes se ha venido traduciendo de

manera literal: del ‘gentrification’ inglés al ‘gentri-

ficación’ español. Tal y como nos cuenta Luz

Marina García Herrera, profesora de Geografía

de la Universidad de La Laguna, en su artículo

“Elitización: propuesta en español para el término

‘gentrificación’”*, fue la socióloga británica Ruth

Grass la que creó el término a partir de la palabra

‘gentry’, que significa ‘aristocracia’ o ‘alta burgue-

sía’. Con ello explicó estos hechos:

“Uno a uno, muchos de los barrios obreros de

Londres han sido invadidos por las clases medias.

Míseros, modestos pasajes y cottages –dos habi-

taciones en la planta alta y dos en la baja- han

sido adquiridos, una vez que sus contratos de

arrendamiento han expirado, y se han convertido

en residencias elegantes y caras. Las casas

victorianas más amplias, degradadas en un

período anterior o reciente –que fueron usadas

como casas de huéspedes o bien en régimen de

ocupación múltiple- han sido mejoradas de nuevo.

Una vez que este proceso de gentrification

comienza en un distrito, continúa rápidamente

hasta que todos o la mayoría de los originales

inquilinos obreros son desalojados y el carácter

social del distrito se transforma totalmente”.

Aunque el término no aparece en el diccionario de

la Real Academia Española de la Lengua, la

Fundación del Español Urgente** lo reconoce

como válido y lo define de este modo: “Proceso

mediante el cual la población original de un sector

o barrio, generalmente céntrico y popular, es

progresivamente desplazada por otra de un nivel

adquisitivo mayor”.

Barrio de chueca, Madrid

Fuente: Google Earth

en el quirófanoFondo y forma de las intervenciones en los cascos antiguos

*http://www.ub.edu/geocrit/b3w-332.htm**http://www.fundeu.es/recomendacion/gentrificacion/

sawar 15

Page 16: Sawar Murcia Número 3

Tanto la degradación como la intervención en los

centros históricos van en ocasiones unidos al

concepto de gentrificación o elitización, es decir, a

este proceso en el que la población autóctona de

un barrio popular o histórico se ve forzada a aban-

donarlo, y es sustituida por personas de una mayor

capacidad económica. El barrio se elitiza, pero,

¿qué fue antes, la gallina o el huevo? La definición

del proceso es fácil de enunciar y de entender, pero

en la práctica se ve influida por múltiples factores y

matices.

En el peor de los casos, puede suceder que la

degradación sea planificada con vistas a la futura

elitización del lugar, y que el abandono de los

espacios públicos, el colapso del comercio tradicio-

nal y el aumento de la mendicidad y la delicuencia

escondan el deseo de crear un escenario que

fuerce a los habitantes ‘de siempre’ a dejar su

barrio. De ese modo, el contexto justificaría la

intervención ‘neohigienista’, tal y como la definía

Campesino Fernández en los años 80, y con ella

vendrían aparejadas la especulación del suelo, la

renovación y modernización de las viviendas y,

finalmente, la entrada de segmentos sociales con

mayor poder adquisitivo.

En otros casos el proceso se iniciaría al contrario,

aunque con el mismo fin; es decir, primero se inter-

viene para llevar a cabo la mejora en el centro

histórico, y con la intervención se elevan los precios

de la vivienda y de los locales comerciales en venta

o en alquiler, obligando también a la población

autóctona a abandonar su barrio por la imposibili-

dad de hacer frente al nivel de vida. En esos casos

existe una degradación previa de mayor o menor

gravedad, provocada más por la omisión que por

la acción municipal. Y aún hay otras opciones, por

ejemplo que la elitización o gentrificación surja de

manera espontánea, por el turismo o por la llegada

de personas ajenas al barrio o centro histórico que,

atraidas por el ambiente ‘auténtico’ y multicultural

de dichos espacios urbanos, terminen provocando,

sin pretenderlo, el mismo efecto ya descrito: la ele-

vación de los precios y la expulsión de las personas

con menos recursos, compensada con nueva

población adinerada. Se pueden encontrar ejem-

plos para todos los gustos y para cada una de las

casuísticas descritas.

La muestra paradigmática de este último caso, el

de la elitización espontánea, sería el barrio madri-

leño de Chueca: el espacio, fuertemente deterio-

rado por la prostitución, la delincuencia y el tráfico

de drogas entre los años 70 y 80, fue víctima de la

marginación y el abandono hasta que, poco a poco,

los locales de ambiente homosexual fueron

poblando sus calles y transformando el barrio. Las

personas con esta orientación sexual comenzaron

a alquilar, comprar y rehabilitar, hasta convertirse

en el barrio homosexual por excelencia. Se revita-

lizó el latir cotidiano y el comercio, pero también se

elevó el coste de la vida. En sus calles hoy existen

restaurantes ‘de diseño’ con precios que dificil-

mente podrían haber existido hace treinta años.

En un artículo sobre la elitización titulado “Espacios

para la miseria”*, escrito por Alba Méndez, joven

madrileña estudiante de arquitectura, su autora

afirma: “En parte, este proceso lo hemos iniciado

‘gentrificación’ es unconcepto acuñado en los 60

por la socióloga británica ruthgrass para explicar los

cambios sociales producidosen los barrios obreros de

londres durante esos años

*http://www.poppol.es/2012/04/espacios-para-la-miseria-gentrificacion.html

Page 17: Sawar Murcia Número 3

nosotros, los jóvenes de la izquierda política y la

cultura alternativa, pero hijos de familias acomoda-

das y, por tanto, con un poder adquisitivo mayor

que la población media de la zona. Atraídos por el

exotismo del cruce de culturas, el encanto de un

barrio obrero y migrante en el centro de la ciudad,

hemos contribuido a iniciar un proceso de subida

de los precios, lo que lo hará un lugar cada vez

menos habitable para su población original. Lo que

está ocurriendo en Lavapiés no es nuevo, es lo que

ha pasado con los barrios de Chueca y Malasaña

en Madrid, o el Soho en Londres”. Sin embargo,

luego matiza que “pensar que estos procesos de

gentrificación son casuales y están causados por

la acción inocente sería negar lo evidente. Y es que

los planes urbanísticos desde finales de los años

ochenta del siglo XX, dejaron de intentar diseñar

ciudades utópicas para empezar a responder a una

estrategia del neoliberalismo salvaje, para restable-

cer el poder de las clases dominantes”.

Aunque este fenómeno ha dado mucho de sí en los

últimos decenios, el debate sobre sus implicacio-

nes políticas sigue abierto, especialmente ahora

que la deriva económica lleva a reflexionar y

replantear muchas acciones presentes y pasadas,

públicas y privadas. Las intervenciones en los

centros históricos de muchas ciudades y la acumu-

lación del capital en su suelo, tanto en España

como en otros países, son objeto de estudio y a

veces también de juicio severo, como el del esco-

cés Neil Smith, profesor de la Universidad de

Nueva York fallecido el año pasado. Smith dedicó

buena parte de sus investigaciones a la transfor-

mación social y económica de las ciudades, y las

llevó al papel bajo títulos como “La nueva frontera

urbana: ciudad revanchista y gentrificación”*.

Ante este panorama, se puede caer en la visión

fatalista de que cualquier intervención para mejorar

la calidad de vida de los barrios céntricos y popula-

res, sea planificada o espontánea, llevará apare-

jada la elitización de manera irremediable; que los

precios subirán, y que el comercio tradicional y la

hostelería típica perecerán, como hasta ahora, en

favor de las grandes superficies, de los centros

comerciales del extrarradio y de las franquicias de

moda, complementos y comida rápida prefabri-

cada. Y cuando eso suceda, ¿qué diferenciará

unas ciudades de otras, salvo un par de monumen-

tos aislados y algún museo? Entonces, ¿es así?

¿Es inevitable?

Para evitarlo, de entrada, y aunque el estado de

muchos centros históricos de nuestro país es simi-

lar, hay que considerar que cada actuación debe

adecuarse al grado de deterioro físico, ambiental y

social de los barrios. Tampoco se trata de encap-

sular los centros históricos para que parezcan un

decorado sin vida y sin actividad real, de detener el

tiempo y sumergirlos en formol. Ya en 1984, Anto-

nio José Campesino Fernández ofrecía algunas

ideas para intervenir con tiento y tino en los centros

históricos: “La rehabilitación aparece como el

mecanismo de actuación más coherente frente a la

ruptura. El objetivo debe encaminarse a la recupe-

ración integral ‘sub conditione’ de usos, ambientes

y grupos sociales, para devolver a los centros

históricos su valor de utilidad pública y no de

consumo privado”. Sin embargo, después matizaba

que la tarea no es sencilla “porque faltan estímulos

a los propietarios con bajos niveles de renta para

revitalizar el parque residencial”. En su opinión,

“cualquier intento de mejora que afecte a la estruc-

tura o simplemente a la fachada, requiere de un

* http://www.traficantes.net/index.php/editorial/catalogo/coleccion_mapas/La-nueva-frontera-urbana.-Ciudad-revanchista-y-gentrificacion/

la ‘gentrificación’ oelitización se define como

el proceso mediante en cualla población original de unbarrio es progresivamentedesplazada por otra de un

nivel adquisitivo mayor

17

Page 18: Sawar Murcia Número 3

penoso procedimiento burocrático para la consecución

de la oportuna licencia, y estas limitaciones acentúan

el deterioro e inhiben la actuación”. Y a renglón

seguido, Campesino Fernández explicaba que el

futuro de los centros históricos debería estar sometido

“al criterio de áreas de utilización por toda la ciudad y,

por tanto, costeados por toda la comunidad para su

recuperación como espacios vivos y vividos”, y que

dicha declaración de intenciones debería apoyarse en

una serie de medidas concretas, algunas de las

cuales, desde nuestra perspectiva actual casi treinta

años después, nos llaman la atención. Por ejemplo,

Campesino hablaba de actuaciones directas del sector

público, como “la adquisición por parte del ayunta-

miento de solares y edificaciones para la constitución

de un parque residencial o patrimonial de reserva,

destinado a futuras implantaciones de nuevas vivien-

das sociales, más baratas que las construidas de

nuevo cuño en la periferia”, y añadía que no es posible

aceptar “el despilfarro de mantener casas cerradas

frente a la demanda insatisfecha de miles de ciudada-

nos para el acceso a su primera vivienda estable”.

Otras propuestas de Campesino Fernández para los

centros históricos en el lejano 1984, y que desprenden

un aire de total vigencia en la actualidad, eran las del

“control democrático de la gestión, a partir de una

información municipal exhaustiva tendente a despertar

la conciencia ciudadana y la participación”, y la “revi-

sión de las funciones actuales a la búsqueda del equi-

librio entre forma y función”. Añadía: “Es preciso

rejuvenecer el centro con actividades que mantengan

el dinamismo más allá del cierre de comercios y ofici-

nas; funciones de reposo, de encuentro, de relación a

pie, lúdicas, controladas sin impactos externos. En

suma, un espacio vivido y compartido que pueda

compatibilizar usos económicos, culturales y residen-

ciales”. Para acabar, Antonio José Campesino apun-

taba a otra acción esencial: “La peatonalización puede

contribuir al sosiego necesario, siempre que sea resul-

tado de estudios reflexivos sobre los efectos posterio-

res y consecuencia de la voluntad ciudadana”. 

Portada del libro “viva la calle”. ayuntamiento de Málaga.arriba: lavapiés, Madrid. abajo: cabanyal, valencia.Fuente: portales oficiales de sus planes de intervención.

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Page 19: Sawar Murcia Número 3

En el texto mucho más reciente de Francisco Puche

Vergara sobre el centro histórico de Málaga, al que ya

se ha aludido en este reportaje, su autor apunta que

“para dar vida a la ciudad, no en la ciudad, se necesita

recuperar población, tejido social, sentimiento de

pertenencia, cuidado de lo propio, estabilidad residen-

cial, pequeños comercios, seguridad ciudadana,

participación pública, tomar la calle, desterrar el coche

privado y sustituirlo por transporte público, dar priori-

dad al peatón y a la bici, eliminar los ruidos, negociar

la ‘movida’, no permitir más grandes superficies en

toda la ciudad, evitar la zonificación y por tanto llenar

el centro de actividades artesanales, educativas y

comerciales, evitar la terciarización y la franquiciación

multinacional, dar buena acogida a los inmigrantes,

llenarlo de árboles autóctonos que se vean crecer, dar

cabida a los presupuestos participativos y ocuparse en

serio de la sostenibilidad”.

Veinte años separan a las propuestas de Antonio José

Campesino de las de Francisco Puche, y resulta

evidente que antes existían, y ahora también, vías

alternativas para intervenir en los centros históricos y

corregir sus problemas sin perjudicar al tejido econó-

mico, social y patrimonial. Y no sólo en Europa. Si

retomamos el texto de la arquitecta cubana Patricia

Rodríguez Alomá, firmado aún más recientemente,

podemos leer lo siguiente: “Para actuar responsable-

mente en la recuperación de los centros históricos se

hace necesario el abordaje a partir de los conceptos

del pensamiento complejo, es decir, que ha de esta-

blecerse un salto cualitativo y cuantitativo que redunde

en la aceleración de la recuperación integral. Ello

implica el desarrollo de mecanismos que faciliten de

manera integrada la presencia de diferentes dimensio-

nes, destacando la cultural, la económica y la social;

la participación de múltiples actores representantes de

los diversos intereses presentes en tan multifacético

territorio, técnicos, políticos, inversionistas, residentes

y usuarios, en los procesos de toma de decisión y por

último, un enfoque que contemple todas las escalas

implicadas en la planificación del desarrollo”.

Portada del libro “viva la calle”. ayuntamiento de Málaga.arriba: lavapiés, Madrid. abajo: cabanyal, valencia.Fuente: portales oficiales de sus planes de intervención.

sawar 19

Page 20: Sawar Murcia Número 3

En ese mismo artículo, Rodríguez Alomá retro-

cede hasta finales de los 60 para hablar de los

primeros países que tomaron conciencia de la

riqueza patrimonial de sus centros históricos sin

olvidar su componente social, y entre ellos, como

no podía ser de otro modo, destaca a Italia: “Las

ciudades italianas constituyeron un ejemplo

pionero de esta nueva forma de enfrentar las

problemáticas de los centros históricos, encabe-

zadas por el Centro Histórico de Bolonia”. En

dicha ciudad, Benévolo y Cervellati llevaron a cabo

entre 1969 y 1972 un trabajo de catalogación y de

radiografía del centro histórico, “e introdujeron los

conceptos de restauración urbana y conservación

integrada, incorporando criterios no sólo de recu-

peración física sino también la incidencia en

aspectos sociales”.

En España en los últimos 20 años se ha interve-

nido en algunos centros históricos y barrios popu-

lares, con intenciones, planteamientos de partida

y resultados desiguales. Por citar sólo algunos de

ellos, podemos hablar de El Cabanyal* en Valen-

cia, Lavapiés** en Madrid o Ciutat Vella*** en

Barcelona, lugares que han sido sometidos a

planes de intervención más o menos profundos y

ambiciosos que todavía siguen en proceso en

nuestros días, y en los que se ha de abordar cada

caso con atención a muy diversos ámbitos: patri-

monio histórico-artístico, comercio y economía,

tejido social, vivienda, equipamientos, sostenibili-

dad, movilidad...

En su libro “Patrimonio Histórico-Artístico” (Pág.

26), Alfredo J. Morales nos cuenta que en el

“Coloquio sobre la preservación de los centros

históricos” organizado por la UNESCO en Quito

en 1977, ya citado en este reportaje, se propuso

“la conservación integral de los centros históricos”

y se estableció que ésta “no sólo debe destinarse

a la revitalización de los inmuebles, sino que

primordialmente tiene que buscar la calidad de

* http://www.plancabanyal.es/objetivos.php** http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=PVIV_Generico_FA&cid=1142499776415&language=es&pageid=1207574902578&pagename=PortalVivienda%2FPVIV_Generico_FA%2FPVIV_pintarGenerico *** http://www.fomentciutatvella.net/c_v_tranformacio_revitalitzacio.php?idioma=1

el centro histórico de Barcelona en una imagen desatélite. en esas calles hay monumentos históricosy viven y conviven personas. Fuente: google earth.

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Page 21: Sawar Murcia Número 3

vida de la sociedad que los habita”. Entre las

medidas que se propusieron como conclusión del

documento, las hubo de carácter legislativo,

económico y formativo, “finalizando con la nece-

sidad llevar a cabo una amplia campaña de

concienciación acerca no sólo del valor cultural,

sino del carácter social y viviente de los centros

históricos”.

Desde 2009, la UNESCO viene trabajando con

un nuevo concepto, el de “Paisaje Urbano Histó-

rico”. En el 12º Seminario del Forum UNESCO

Universidad y Patrimonio*, celebrado en Hanoi,

lo definió así: “El concepto de Paisaje Urbano

Histórico (PUH) aborda el contexto paisajístico y

territorial más amplio y, por tanto, va más allá de

los centros o conjuntos históricos. Esto refleja y

ha propiciado la configuración de una sociedad

moderna y consecuentemente resulta ser de gran

valor para la comprensión de nuestra actual

forma de vida, integrado por elementos definito-

rios incluidos los usos del suelo y patrones, orga-

nización espacial, relaciones visuales, topografía

y tierras, vegetación, y todos los elementos de la

infraestructura técnica, e incluyendo objetos a

pequeña escala y detalles de construcción como

bordillos, pavimento, canales de desagüe, luces,

etc.”. La UNESCO añade que “es crucial enten-

der el paisaje urbano histórico antes de llevar a

cabo cualquier proyecto arquitectónico contem-

poráneo”, y matiza que “el impulso de la moder-

nización es legítimo, pero es crucial reflejar

primero su impacto en la identidad de la ciudad y

en los estilos de vida de las comunidades”.

En este breve repaso a la historia del concepto

‘centro histórico’ y a los avatares sufridos por

nuestras ciudades, se puede apreciar la evolu-

ción en el sentido de protección, que ya no sólo

se ciñe al patrimonio sino que también abarca a

la sociedad, a los ciudadanos y a su espacio de

vida y convivencia. Y al mismo tiempo, podemos

reflexionar sobre lo mucho que hemos perdido a

lo largo del siglo XX. Hoy ya entendemos que el

centro histórico no es un decorado de cartón-

piedra como aquellos que flanquean las calles

ficticias de los parques temáticos. Los que viven

y trabajan en los centros históricos no son actores

que al caer la noche, bajan la persiana de sus

franquicias de comida rápida o de sus tiendas de

souvenirs y se marchan a casa, mientras los

turístas se dirigen al aparcamiento y montan en

los autocares. Los centros históricos no son

escenarios con horario de apertura, son espacios

de vida real habitados por ciudadanos reales que

mantienen una actividad laboral y de ocio. Los

ciudadanos deben ocupar sus calles y plazas y

disfrutar de una adecuada calidad de vida en un

contexto de integración social. Se trata de un

equilibrio que no es tan difícil como puede pare-

cer, siempre que la ciudad cuente con gobernan-

tes decididos y con ciudadanos implicados, para

identificar los problemas y trazar planes de actua-

ción que aborden todos los aspectos, como

medioambiente y movilidad, sociedad, economía,

patrimonio, equipamientos y servicios.

* http://universityandheritage.net/SIFU/XII_Hanoi_2009/es/presentation.html

sawar 21

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Page 25: Sawar Murcia Número 3

Murcia

se recupera a sí mismala degradación de los centros históricos obliga a plantear soluciones en las que se conjugue la

mejora de la calidad de vida con el respeto y la puesta en valor del patrimonio histórico, pero sin

perder el carácter peculiar de los barrios antiguos ni desplazar a sus vecinos tradicionales.

¿es posible? veremos qué se ha hecho en Murcia y qué se puede hacer, y analizaremos un ejemplo:

el plan de los arquitectos guerao y lópez para revitalizar el barrio de santa eulalia 

a gran carga histórica de la ciudad no ha sido siempre reconocida en el cuerpo urbano de Murcia”,

nos dice Roselló en su libro “Evolución urbana de Murcia” (Roselló y Cano. Ayuntamiento de Murcia,

1975. Pág. 44). Y añade que “la traza islámica y medieval persiste con extraordinaria vigencia hasta

nuestros días: dos siglos de reformas, modestas pero insistentes, no han podido acabar todavía con

una ciudad nacida musulmana”. Es decir, que según afirmó el profesor Vicens Roselló a mediados

de los 70, aún nos queda Murcia a pesar de las traumáticas intervenciones en el centro histórico

unos años antes: nos queda parte de su esencia como una fortaleza, como un activo todavía por

aprovechar o por poner en valor, como se dice desde tiempos recientes. Los ingredientes están ahí,

y en su libro, Roselló enumera algunos de ellos: “Las calles rectas o más próximas a la regularidad

en su traza eran, o son, pocas en Murcia; unían las puertas del recinto murado heredando el caña-

mazo de viejos caminos confluentes hacia el puente principal y en las cercanías de la mezquita

mayor: estas calles eran preferidas por el comercio, mientras que las callejuelas intermedias,

estrechas y sinuosas, donde apenas entraba el sol, eran tranquilas y silenciosas” (Ibídem. Pág. 26).

Prosigue: “La irregularidad de las calles y sus muchos encuentros permitían la formación de

numerosas plazoletas, de veinte a treinta, y rinconadas propicias al descanso, a la conversación y al

cuchicheo”. En el mes de mayo de 2013, un milenio después, ahí siguen esas calles sinuosas e

irregulares de Murcia dispuestas a desorientarnos un poco en nuestro caminar; ahí sigue su principal

arteria medieval para volver a unir los antiguos barrios del Este –Santa Eulalia y San Lorenzo-, con

los del Oeste –San Pedro y San Nicolás-, hoy separados por las ‘modernas’ avenidas del siglo

pasado; ahí siguen esas plazas, esperando unos árboles que den sombra. Y quizá una fuente que

alegre con el sonido del agua. Y un banco para detenernos, sentarnos y respirar. ¿Cómo está hoy el

centro histórico de Murcia? ¿Qué podemos hacer para recuperarlo y que se recupere?

“L

sawar25

Page 26: Sawar Murcia Número 3

La degradación del centro histórico de Murcia, en

cuanto que espacio arquitectónico y patrimonial,

resulta evidente. Desde las intervenciones desarrollis-

tas de mediados del siglo XX se observa que la arqui-

tectura tradicional murciana se ha reducido al mínima

expresión, y lo que nos queda de aquella otra que

revestía un carácter más simbólico, ya fuera religioso

o civil, se concentra en torno a determinados espacios

y ejes y a veces parece naufragar entre cables,

contenedores, carteles, coches, zonas de carga y

descarga y los impersonales bloques de viviendas que

se apiñan en las calles estrechas de la Murcia medie-

val. De hecho, incluso en el imaginario colectivo de los

propios murcianos, el concepto de ‘centro histórico’ se

difumina sin saber exactamente dónde se encuentran

sus límites, o entendiendo como tales la Gran Vía y la

calle Correos. El casco antiguo de Murcia adelgazó

tanto durante el siglo XX, que terminó siendo el espa-

cio más próximo a la catedral y a las calles de Trapería

y Platería, mientras el ‘big bang’ inmobiliario desgajaba

de su núcleo a los barrios de San Nicolás, San Pedro,

San Lorenzo y Santa Eulalia, convirtiéndolos en peri-

féricos sin serlo.

La degradación física del centro histórico de Murcia es

fácilmente apreciable, pero no alcanza el mismo grado

de deterioro social que otras ciudades. Si bien la

lectura de intervenciones urbanísticas como la irrup-

ción de la Gran Vía en pleno casco antiguo, se puede

aproximar a lo que hoy definimos como ‘elitización’, las

tensiones provocadas por la delincuencia, la prostitu-

ción o la droga aún no dejan huella en el centro histó-

rico.

Ahora bien, si queremos ser precisos, cabe hablar de

de otro espacio urbano que sí sufre esos problemas

sin haber formado parte del cinturón amurallado

medieval, aunque sí que figura incluido en el Plan

Especial del Centro Histórico Artístico de Murcia; o al

menos, una parte del mismo. Nos referimos al barrio

del Carmen, cuyos vecinos llevan ya unos años

enfrentándose a la degradación de su entorno. El

pasado 9 de febrero, el grupo municipal de Izquierda

Unida en el ayuntamiento de Murcia hizo una compa-

recencia pública para denunciar el estado en el que se

encuentra el Carmen, y afirmó que la gentrificación

“planea claramente al sector del barrio ubicado frente

a la estación ferroviaria”. Su concejal Nacho Tornel

explicó ante los medios* que dicho proceso “se inicia

con el abandono de la zona urbana en cuanto a servi-

cios, vida comercial y atractivo cultural, de manera que

su capacidad de generar vida ciudadana se anula, y

ello arrastra una depreciación material, cierre de

pequeños comercios y abandono de residentes”.

Tornel también denunció que los plenos de la Junta de

Distrito del Carmen “se han convertido en una doble

sesión”, de forma que una parte se dedica “al orden

del día previsto”, y la otra a escuchar las quejas de los

vecinos que “protestan de manera insistente refirién-

dose siempre a las mismas carencias”. Según Nacho

* http://iuverdesmurcia.es/02/iu-verdes-propone-un-plan-de-trabajo-para-abordar-los-problemas-del-barrio-de-el-carmen/

Page 27: Sawar Murcia Número 3

Tornel, aunque la Junta no tiene capacidad resolutiva

directa sobre estos problemas, “sí puede y debe inter-

venir representado el sentir de la ciudadanía”, pero en

lugar de eso, se está convirtiendo en “una institución

poco fiable para los ciudadanos y escasamente reso-

lutiva; un muro al que golpear en lugar de ser un

instrumento para canalizar la participación y la demo-

cracia”.

Enrique de Andrés, profesor de Urbanismo de la

Universidad Politécnica de Cartagena, trató el asunto

del Carmen en un artículo* en el que explicaba que

ante los problemas del barrio, “las demandas por parte

de los vecinos son de mayor vigilancia y control poli-

cial, cuando las decisiones para solucionar esto son

de tipo político”. Sin embargo, en su opinión, “no inte-

resa que desaparezcan estos colectivos porque están

ejerciendo una función de crear incomodidades que

hagan insoportable la vida en el barrio, y fuercen a sus

vecinos al abandono y al desplazamiento a otras

zonas, despejando y abaratando sus viviendas habi-

tuales”.

En el anterior apartado de este reportaje, Sawar ha

expuesto algunas ideas para intervenir en los centros

históricos de las ciudades de forma armónica, tratando

de dinamizar y recuperar estos espacios en beneficio

del interés general y no en el de unos pocos. Para el

caso de Murcia, Enrique de Andrés explicaba en su

artículo que “las decisiones para implementar solucio-

nes no son técnicas, son políticas”. Y añadía que

“ejemplos de buenas prácticas en regeneración de

barrios los hay a cientos: peatonalización de calles,

adecuación de espacios públicos, mejor mobiliario

urbano, facilitar la estancia de los vecinos en la calle,

adecuación de fachadas y locales, accesibilidad...”. De

hecho, según Enrique de Andrés, “la simple ocupación

de la calle por los vecinos, por sí sola, ahuyenta todos

los malos usos urbanos”. En su opinión, “intervencio-

nes de este tipo son habituales en planes de regene-

ración urbana; incluso en Murcia en otras partes de la

ciudad podemos ver ejemplos claros de obras de este

tipo”.

A la explosión inmobiliaria de los años 60, que desató

la construcción de obra nueva en los solares del centro

histórico, se ha unido en los últimos tiempos de

bonanza económica la de los centros comerciales del

extrarradio. Dicho fenómeno, unido hoy a la crisis

financiera generalizada, sí que ha afectado al tejido

económico, al comercio céntrico y pequeño, al cine y

a la tienda de barrio. El asociacionismo de comercian-

tes y de hosteleros ha servido para unir esfuerzos y

poner en común sus problemas, que en el caso del

centro de la ciudad, son los mismos que afectan al

casco antiguo. Si en la evolución del concepto de

centro histórico hemos podido comprobar el creciente

peso otorgado al soporte social del patrimonio artístico

y arquitectónico, actualmente también se observa la

importancia de dicho patrimonio como reclamo y

* http://fricciona2.blogspot.com.es/2013/03/gentrificacion-en-el-barrio-del-carmen.html sawar 27

Page 28: Sawar Murcia Número 3

fortaleza de los pequeños comercios. Y aunque

resulte paradójico, también es usado por los

grandes centros comerciales de la periferia, que

de ese modo buscan generar un sentido de

pertenencia a la ciudad en cuyo entorno se

encuentran: la elección de nombres relacionados

con la historia de Murcia, o la colocación de

grandes carteles y fotografías antiguas o de

monumentos reconocibles por los murcianos,

como la Catedral o el Casino, son recursos

empleados por las grandes superficies.

Volviendo al pequeño comercio, un rápido

vistazo a la Web de la Asociación de Comercian-

tes de Murcia Centro*, basta para volver a leer

conceptos muy ligados a los centros históricos y

repetidos en este reportaje. Reproducimos algu-

nos fragmentos: “Murcia es un centro comercial

natural en la que sus 300 días de sol al año nos

permiten disfrutar de una experiencia comercial

al aire libre, a través de su centro histórico y sus

animadas calles y plazas (...). Nuestro casco

histórico posee una de las mayores zonas

peatonalizadas de España, así que comprar en

él conlleva disfrutar de sus calles sin coches ni

contaminación, y dejarse sorprender por la

cultura urbana al aire libre (...). La dinamización

comercial de los barrios de nuestras ciudades

permite el equilibrio de la economía doméstica,

que se establezca un flujo circular en el que el

dinero se reinvierte en la comunidad, lejos de ir

a parar a las grandes multinacionales (...). Acer-

carse al centro de compras, ya sea andando, en

bici o autobús, es una experiencia de vivir el

corazón de la ciudad, disfrutar de su patrimonio

arquitectónico y poder terminar de tapas en

cualquiera de sus animadas plazas”.

A los comerciantes les conviene un casco anti-

guo y un patrimonio cuidados, y por ese motivo

apoyaron la iniciativa de la Asociación de Jóve-

nes Murcianos por los Derechos Humanos, que

elaboró un proyecto para revitalizar la imagen del

centro histórico. El proyecto, que pudieron

presentar directamente al alcalde de Murcia el

26 de diciembre de 2012, está disponible para

su consulta y descarga en la Web** de dicha

asociación, y consiste en una serie de medidas

puntuales –y estimables- para adecentar la ima-

gen del centro histórico, comercial y turístico. Sin

embargo, plantea unos límites de actuación que

vuelven a remitirnos a la idea minimalista del

centro histórico de Murcia, la que dejaron en el

imaginario colectivo las nuevas avenidas del

siglo XX con sentido norte-sur: un casco antiguo

reducido al entorno de la Catedral y los ejes de

Trapería y Platería, las calles Jabonerías y

Sociedad, y las plazas de Santo Domingo y

Romea, con el añadido de las de Santa Catalina

y las Flores, cuyo poder culinario es capaz de

superar la barrera de la Gran Vía y atraer a la

gente.

sawar28 * http://www.acmurciacentro.es/asociacion.php** http://jmderechoshumanos.wordpress.com/

Plano incluido en lapropuesta de la asociaciónde Jóvenes Murcianos porlos Derechos humanos,para la revitalización de laimagen del centro históricode Murcia

Page 29: Sawar Murcia Número 3

El proyecto de la Asociación de Jóvenes Murcia-

nos por los Derechos Humanos comienza seña-

lando los problemas más palpables del espacio

comprendido en el mismo, que son los mismos

que en el resto del centro histórico, y va ofre-

ciendo algunas propuestas para resolverlos:

ante la apabullante presencia de pintadas en las

fachadas, proponen la limpieza y el tratamiento

‘anti-grafiti’, así como la concienciación de la

población sobre el tema; ante la suciedad que

origina la gestión de las basuras y el impacto de

los contenedores en superficie, proponen el

soterramiento de los mismos y también la

concienciación ciudadana en el depósito de las

basuras dentro del horario apropiado; en cuanto

a la presencia de medicidad, no se propone

ninguna medida pero constatan que “se ha

convertido en una actividad profesional” y que

ofrece una “mala imagen para la ciudad y el

turismo”; en cuanto al descuidado aspecto de los

bajos comerciales y de las fachadas de edificios

en obras, cuyas vallas afean el centro, proponen

la cubrición con grandes carteles y telas que

reproduzcan monumentos murcianos; el docu-

mento termina con dos ideas más: la decoración

de los ejes de Trapería y Platería, y la unificación

en el diseño de las terrazas de bares y restau-

rantes del centro.

La propuesta de la Asociación de Jóvenes

Murcianos por los Derechos Humanos fue bien

acogida por el consistorio y, de hecho, algunas

de sus ideas han sido llevadas a la práctica en

los primeros meses de 2013: la limpieza de

pintadas en la confluencia de las calles Trapería

y Platería, la cubrición más cuidada de los edifi-

cios en obras de ambas calles y la instalación de

47 maceteros en Trapería, han sido tres accio-

nes del ayuntamiento que formaban parte del

mencionado proyecto. En el caso de los mace-

teros, el diario La Verdad de Murcia anunciaba

su instalación el pasado día 18 de abril con el

siguiente titular: “El casco histórico se pone

guapo”*. Teniendo en cuenta la amplitud física

del casco histórico de Murcia y la cantidad de

problemas aún por resolver, el titular para esa

acción del ayuntamiento se antoja quizá grandi-

locuente. Y no es la primera vez que el entu-

siasmo desequilibra la mesura a la hora de dar

cuenta a los ciudadanos de algunas iniciativas

municipales**.

El centro histórico de Murcia no es sólo Trapería

y Platería. Y menos: no es sólo la Trapería,

aunque la recorran todos los turistas que visitan

la ciudad. Al día siguiente de la noticia de La

Verdad sobre los nuevos maceteros, en el

mismo diario, un comerciante de la Platería se

quejaba de que el ayuntamiento no hubiera

adornado también su calle: “Nosotros también

pagamos impuestos”. Pero una cosa es la

imagen que los murcianos tengan de su ciudad,

y otra la que tengan los turistas. En ocasiones,

el ojo local se acostumbra a un paisaje, y tiene

que ser el ojo del foráneo el que llame la

atención sobre ciertos defectos. Y eso también

ha llegado a la prensa***.

Hay más problemas, más formas de identificar-

los, de conocerlos, más maneras de aportar

soluciones, y hay más Murcia. Ahora, en Sawar,

vamos a situarnos en el barrio de Santa Eulalia

para conocer el plan de los arquitectos Guerao

y López, que se han basado en la historia y el

patrimonio para revitalizar este área urbana,

pero antes haremos un viaje en el tiempo: nos

situaremos en el siglo XII, bajo el gran arco que

describía la Puerta de Orihuela, al Este del

recinto amurallado; al atravesar las imponentes

defensas de Murcia, iniciaremos el camino por

la calle principal de la ciudad, la más bulliciosa,

la que conduce hasta la mezquita mayor. Esa

calle, el eje comercial medieval, sobrevive en

nuestros días con dos nombres distintos,

Mariano Vergara y San Antonio, en el barrio de

Santa Eulalia, y nos lleva hasta la Catedral. En

la página siguiente de Sawar Murcia, el relato lo

prosigue Antonio Vicente Frey.

sawar 29

Plano incluido en lapropuesta de la asociaciónde Jóvenes Murcianos porlos Derechos humanos,para la revitalización de laimagen del centro históricode Murcia

* http://www.laverdad.es/murcia/20130418/local/murcia/maceteros-traperia-201304181655.html** http://www.laverdad.es/murcia/v/20130322/murcia/casco-historico-resplandece-puesta-20130322.html

*** http://www.laverdad.es/murcia/v/20130207/murcia/turistas-castellon-nuestro-casco-20130207.html

Page 30: Sawar Murcia Número 3

El bellísimo, abigarrado y complejo barrio de Santa Eulalia hunde sus raíces en la temprana

Edad Media. Entonces, por hacer una breve descripción paisajística, el río Segura era un

vecino más, casi fluyendo a las puertas de la Iglesia que da nombre al barrio: el río ocupaba

–más o menos- la actual Ronda de Garay y Calle Obispo Frutos para torcer en dirección al

este a la altura de la Universidad.

Aunque los datos arqueológicos obligan a ser cautos es muy posible que el barrio tuviera su

origen entre los siglos X y XI. El núcleo de la ciudad de Murcia, fundada en 825, estaba

todavía alejado del actual barrio por donde, entonces, discurría lo que se supone era la anti-

gua vía romana que provenía de Orihuela y moría –en confluencia con otros caminos- en un

puente a la altura de nuestro actual Puente Viejo. Así, alejado del centro los habitantes árabes

de Murcia lo emplearon como zona cementerial hasta que por el crecimiento de la propia

ciudad a lo largo de sus vías principales (camino hacía Orihuela, camino hacía Molina, camino

hacia Lorca) se convino en amurallar su perímetro a mitad del siglo XII. Al dotarla de una

muralla, los cementerios desaparecieron bajo las nuevas edificaciones y los espacios de

inhumación fueron trasladados extramuros quedando algún mausoleo particular aislado como

el documentado en la calle Polo de Medina o, recientemente, frente a la Iglesia de Santa

Eulalia; además los antiguos caminos quedaron contorneados por las puertas de Orihuela

(Bāb al-Uriula), del Zoco (Bāb al-Sūq) y Vidrieros. Hacia el emirato de Ibn Mardanīš (1156-

1172) los datos arqueológicos hasta ahora publicados hacen ver que todo el espacio se

hallaba urbanizado existiendo, fuera de sus murallas, parcelas de cultivo y, como suponen

algunas investigaciones, en el lugar donde se ubica el barrio de San Juan, un pequeño em-

porio de comerciantes catalanes y italianos con los que aquel emir tenía buenas relaciones.

La Reconquista supuso transformaciones estructurales en el barrio que podrían sintetizarse

en tres hechos significativos e históricamente documentados: por un lado entre 1243 y 1265

la ubicación del primer asentamiento castellano de Murcia entorno a la Iglesia de San Juan

Bautista, lo cual supuso la total urbanización del espacio comprendido entre la muralla y el

río y la definitiva singularización de esa área de la zona de influencia intramuros del futuro

barrio de Santa Eulalia; la presencia de los judíos en el barrio entorno a su sinagoga habida

en la actual Plaza Sardoy; y la construcción de una nueva puerta, en el siglo XIV, para sustituir

a la antigua del siglo XII cuyos restos pueden apreciarse en la Plaza de Santa Eulalia y de la

que no se conoce su nombre árabe. El asentamiento castellano implicó, además, el cambio

de fisonomía edilicia de las viviendas domésticas fruto de una nueva organización antropo-

lógica que sustituía la familia oriental árabe de tipo tribal por la europea cristiana nuclear; la

sustitución de la mezquita de barrio por una iglesia que se llamó de Santa Eulalia de los

catalanes; y, el establecimiento de nuevos grupos sociales como los eclesiásticos frailes

mercedarios y trinitarios.

Un breve vistazo al histórico barrio de

santa eulalia

sawar30

antonio vicente Frey sánchez

Page 31: Sawar Murcia Número 3

Finalizada la Edad Media y extinguida la judería, el barrio de Santa Eulalia acogió a nuevos habi-

tantes entre los que destacaron familias nobiliarias que erigieron entre los siglos XVII y XVIII

palacios todavía identificables entre sus callejuelas. También, la época del barroco murciano vio,

como ocurría en otras partes de la ciudad, el notable crecimiento de los espacios conventuales

como el de la Orden de los Trinitarios (desde 1592) y la proliferación de hornacinas que contenían

santos y vírgenes hoy todas desaparecidas. Avanzada la Edad Moderna la fuerza del río amenazó

la ruina de los restos de la muralla medieval que no había sido amortizada por las viviendas o

los conventos lo que movió al Concejo en 1684 a estrangular el meandro del río para acabar con

su amenaza. Como anécdota hay que señalar que dado que la acequia de Condominas –cuyo

heredamiento era vecino de Santa Eulalia y San Juan- se servía de agua de la acequia mayor

Alquibla, al pasar el heredamiento al otro lado del río hubo de construirse un sifón sobre éste (que

perduró hasta bien entrado el siglo XX) para regar sus correspondientes tierras.

Antes del siglo XIX, salvo la construcción del desaparecido Oratorio de San Felipe Neri anexo a

la Iglesia de Santa Eulalia y algún convento de órdenes femeninas, pocos cambios sufrió el barrio.

Fue, entonces, pasada la Guerra de Independencia cuando el fenómeno de las desamortizaciones

y subsiguientes exclaustraciones alteró un tanto su paisaje por varios factores: en primer lugar

porque el solar del abandonado convento de los Trinitarios pasó a ser el Museo de Bellas Artes a

principios del siglo XX y, sobre todo, por la fundación e instalación de la Universidad de Murcia

anexo a Iglesia de La Merced. Otros hitos como la construcción de la Plaza de Toros y el estadio

de la Condomina contribuyeron a dotar de mayor dinamismo a la zona. En la actualidad, tabernas,

bares y restaurantes pueblan sus calles y dotan de una singular personalidad estudiantil y bohemia

al barrio extendido más allá de sus antiguas murallas.

sawar 31

Page 32: Sawar Murcia Número 3

un proyecto derevitalización para

el barrio de

santa eulalia

sawar32

hace unos años, los arquitectos Francisco guerao y Pablo lópez diseñaron un

nuevo edificio para un solar con fachada abierta a la plaza de santa eulalia y a las

calles Marengo y cánovas del castillo. en la excavación arqueológica previa a la

construcción, aparecieron, como ya estaba previsto, nuevos restos de la muralla y

antemuralla medievales, catalogadas como Bien de interés cultural y a cuya

conservación obliga la ley. Pero además, surgió de la tierra otra sorpresa: dos

necrópolis islámicas de época andalusí. una de ellas, más humilde; la otra, con

carácter de panteón aristocrático. ambos tesoros, junto con las murallas de Murcia,

condicionaron el proyecto del nuevo edificio y la cimentación de la obra se planeó

para respetar los restos y para facilitar su posterior contemplación. Más tarde,

guerao y lópez sintieron la necesidad de resaltar lo hallado y de involucrarlo con

su entorno más inmediato, el barrio de santa eulalia, y con el resto del centro

histórico de Murcia, y al mismo tiempo se despertó la idea de que los nuevos

hallazgos de la vieja muralla sirvieran para revitalizar el barrio; que fueran el gene-

rador de una serie de actuaciones planificadas para la mejora de la calidad de vida

de los ciudadanos, el cuidado del patrimonio, la dinamización del comercio y la

potenciación de turismo. a continuación conoceremos un poco mejor el estado

actual de santa eulalia y el plan que han ideado los arquitectos.

Page 33: Sawar Murcia Número 3

Como decía Enrique de Andrés, hay muchos

buenos ejemplos de revitalización urbana, y

todos pasan por el protagonismo y la implicación

de los ciudadanos. Francisco Guerao y Pablo

López son ciudadanos, y en el discurrir de su

actividad profesional dedicada a la arquitectura,

quisieron pensar la ciudad, imaginarla. El último

objeto de su imaginación es el barrio de Santa

Eulalia, pero, ¿cómo es dicho espacio urbano y

social a día de hoy?

De entrada, Santa Eulalia cuenta con algunas

ventajas: su carácter de barrio antiguo y peculiar,

su patrimonio arquitectónico y su céntrica ubica-

ción; su atmósfera tranquila, todavía, y su pací-

fica convivencia social; su pequeño comercio,

tradicional y familiar, que aún sobrevive... Se

podrían añadir otros ingredientes, como su

aire de barrio estudiantil, artístico y literario, así

como la reciente integración de colectivos mino-

ritarios, tales como el inmigrante o el homose-

xual. Este último aspecto quizá tenga más de

imagen ilusoria que de realidad, aunque se haya

plasmado en la prensa* escrita con gran opti-

mismo. En cuanto a su población, según el

Padrón Municipal de Habitantes de Murcia**

(2011), Santa Eulalia tiene unas dimensiones

humanas, como de pequeño pueblo en mitad de

una ciudad: en él viven 3328 personas, de las

que 1787 son mujeres (54%) y 1541 son hom-

bres (46%). Si observamos su distribución por

edades, vemos que tampoco presenta el enve-

jecimiento que caracteriza a otros barrios de

áreas históricas: el 68% de sus habitantes tiene

entre 19 y 65 años, un 16% tiene menos de 18

años y otro 16% tiene más de 66.

En cuanto al peso de la inmigración, según un

estudio*** de Martínez Medina, Gil Meseguer y

Gómez Espín (Universidad de Murcia. Papeles

de Geografía, 2007. 45-46; págs. 115-138), la

población inmigrante de Santa Eulalia en 2005

era del 18%, sólo superado en la ciudad por San

Antolín (19%), Buenos Aires (21%), Barriomar-

La Purísima (24%) y Catedral (48%). Para expli-

car el elevado porcentaje de la zona de la

Catedral, hay que tener en cuenta que a los

inmigrantes que no podían acreditar un domicilio

de residencia, se les empadronaba en el ayun-

tamiento, en la Glorieta de España. En cuanto a

Santa Eulalia, el estudio señala que las naciona-

lidades más presentes en el barrio son las de

Ecuador, Ucrania y Marruecos, alojados sobre

todo en la zona que linda con San Juan.

* http://www.laverdad.es/murcia/20080610/sociedad/santa-eulalia-barrio-amigo-20080610.html** http://www.carm.es/econet/sicrem/PU_padron/p11/pdf/sec62_sec33_25.pdf*** http://revistas.um.es/index.php/geografia/article/view/43151

Page 34: Sawar Murcia Número 3

sawar34

Por otro lado, el barrio cuenta con numerosos locales

de ocio y restauración, con comercios de todo tipo y

con la presencia del campus universitario de la

Merced, la Plaza de Toros, el antiguo Estadio de la

Condomina, el Museo de Bellas Artes y el Centro de

Visitantes de la Muralla, por citar algunos lugares de

interés, junto con edificios religiosos como el antiguo

convento de San Antonio, la iglesia de Santa Eulalia

y la Capilla de San José. Y eso por no hablar de sus

calles, como las de Mariano Vergara y San Antonio,

formando la vía comercial más importante de la

Murcia medieval, y sus plazas, como la de Sardoy,

antiguo centro de la judería. Sin embargo, y tras

considerar todos estos hechos, ¿cómo se ve el

propio barrio a día de hoy? ¿Cómo lo ven sus habi-

tantes?

Durante la preparación de este reportaje, Sawar

Murcia distribuyó un cuestionario entre vecinos y

comerciantes de la zona para conocer su opinión

sobre el estado del barrio. Y los resultados son

bastante concluyentes por la gran coincidencia en la

apreciación de los ciudadanos. A la pregunta de

cuáles son los principales problemas de Santa Eula-

lia, la respuesta es unánime: El abandono, la falta de

mantenimiento y la suciedad –basuras, pintadas en

fachadas y excrementos de perro-, seguidos a

distancia por la creciente mendicidad y el ruido. Otras

deficiencias recogidas en los cuestionarios son las

molestias del tráfico y de las áreas de carga y

descarga, las peleas y la pérdida de patrimonio. En

cuanto a las propuestas para solucionar esos proble-

mas, la gran mayoría de vecinos demanda mayor

presencia policial y más limpieza, y luego se da el

mismo peso a las sanciones y a la concienciación

ciudadana en los asuntos reacionados con el

depósito de basuras, los grafiti y los excrementos

de perro. Los ciudadanos también proponen aumen-

tar la peatonalización y piden más color y más

vegetación para sus calles y plazas.

En cuanto a los aspectos positivos, también hay una

amplia coincidencia: lo que más valoran los vecinos

de Santa Eulalia es el ambiente familiar del barrio,

seguido por la variedad de comercios, su céntrica

ubicación y su carácter histórico y patrimonial. Algu-

nos lo describen como “tranquilo y alegre”, y también

aluden a la solera de algunos de sus pequeños

comercios: una vecina nos recuerda que la primera

farmacia de Murcia fue la de la plaza Santa Eulalia,

y otros nos hablan del popular Tostadero Solano o

de la pastelería Antolinos. Los hay que nos recuer-

dan la importancia del barrio como nudo de comuni-

cación hasta tiempos recientes, cuando existió en su

plaza principal una parada de autobús muy concu-

rrida, de la que partían importantes líneas hacia otros

puntos de la región.

A la pregunta de si los vecinos creen que existe

conocimiento de la riqueza patrimonial de Santa

Eulalia, y, por ejemplo, de si sus habitantes saben

que las calles Mariano Vergara y San Antonio fueron

durante muchos siglos la ‘Gran Vía’ de la ciudad,

existe una división casi al 50% entre el sí y el no. Y

preguntados sobre si se saca suficiente partido a sus

espacios públicos, a sus calles y sobre todo a sus

plazas, la respuesta es practicamente unánime: no.

Sawar también ha preguntado a los vecinos: ¿Qué

se puede hacer para aprovechar esos espacios

urbanos? Los ciudadanos demandan mayoritaria-

mente un aumento de la vegetación, así como más

promoción sobre la historia del barrio. Piden que se

tenga en cuenta sus opiniones, que se lleven a cabo

actividades lúdicas en las plazas, como proyecciones

de cine u otros eventos, que se adornen las fachadas

y los balcones, que se mejore la iluminación, que se

aumente el área peatonalizada, y que se unifiquen y

embellezcan los toldos y carpas de bares y restau-

rantes. A la vista de las respuestas, los ciudadanos

reclaman un mayor protagonismo en su propio

barrio y en su ciudad, y hasta ofrecen frases como

reclamo a estas acciones de regeneración urbana:

“Sácale los colores a Santa Eulalia”.

santa eulalia carece de la problemáticasocial de otros barrios de Murcia yde otros centros históricos, pero

su creciente deterioro físico preocupaa los vecinos y transmite una

sensación de abandono

los ciudadanos coincidenmayoritariamente en señalar lasdeficiencias del barrio y en laspropuestas para corregirlas, y

demandan un mayor protagonismoen la toma de decisiones

Page 35: Sawar Murcia Número 3

sawar 35

Francisco Guerao y Pablo López imagi-

naron el barrio a partir de los hallazgos

arqueológicos aparecidos bajo el edificio

que proyectaron en Santa Eulalia. En

una primera etapa, su escala se amplió

del espacio concreto de los restos

arqueológicos a su entorno más inme-

diato, y después, al resto del centro

histórico de Murcia.

El 30 de enero de 2012, en el Museo de

Bellas Artes de Murcia, los arquitectos

presentaron su plan de intervención con

una conferencia bajo el título “De un

proyecto arqueológico y arquitectónico

a la regeneración urbana de un barrio:

el caso de Santa Eulalia”. Tras relatar la

forma en la que habían integrado las

necrópolis y las murallas medievales en

su nuevo edificio, Pablo López explicó

que aunque el proyecto de musealiza-

ción de dichos restos tenía suficiente

interés por sí mismo, quisieron “ampliar la escala a

su entorno, a la plaza de Santa Eulalia, para dotarlo

de más contenido”, mediante la conexión subterrá-

nea con el Centro de Visitantes de Santa Eulalia,

donde se conserva el primer fragmento excavado de

las murallas de Murcia y una necrópolis islámica del

siglo XII. De ese modo, una vez conectados los dos

espacios, se configuraría una superficie museística

de unos 1200 metros cuadrados y una longitud de

recorrido alrededor de la muralla de unos 103

metros. En ese espacio cultural se podría contem-

plar la mayor longitud conservada de las murallas

medievales de Murcia y tres cementerios islámicos,

que nos pondrían frente a varios siglos de la historia

de la ciudad desde su mismo nacimiento.

Así pues, esta idea lleva implícito el aprovecha-

miento del patrimonio y de la historia para recuperar

el latir del barrio. Si bien desde principios del siglo

XX, tal y como hemos visto en este número de

Sawar, se consideraba al patrimonio de los centros

históricos como elementos independientes de la

sociedad y de su entorno, en este caso vemos ya

íntimamente ligados a los ciudadanos con sus

monumentos histórico-artísticos, y vemos a éstos

como una oportunidad de mejorar de manera efec-

tiva y directa la vida de las personas. En el plan de

Francisco Guerao y Pablo López subyace la conve-

niencia de tomar esos recursos, que en Murcia

parecen hoy desaprovechados, minusvalorados y

aislados, y de ponerlos todos juntos en el mástil,

como la vela que ha de impulsar al barco.

Guerao y López comienzan señalando los elemen-

tos urbanos negativos, y que, por tanto, hay que

corregir, para luego citar los elementos positivos que

se deben fomentar. Entre los elementos negativos,

afirman que “en la apreciación de la ciudad, del

barrio o de un determinado entorno urbano, lo

primero que llama la atención al extraño es el estado

de cuidado o abandono de los espacios”, motivo por

el cual resulta de gran importancia “poner todo el

empeño en crear un ambiente cuidado y limpio”

antes de llevar a cabo cualquier intervención. En lo

relativo a la gestión de las basuras, Guerao y López

hablan de la necesidad de concienciar a la población

De la muralla al barrio

Page 36: Sawar Murcia Número 3

en el uso de los contenedores dentro del horario

establecido para depositar los residuos, de la

conveniencia de soterrarlos en lugares de interés o

de especial impacto visual por su cercanía a monu-

mentos, y de la obligación municipal de recoger las

basuras todos los días, de limpiar el entorno de los

contenedores y de instalar suficientes papeleras.

Dentro del mismo ámbito de la limpieza, Guerao y

López citan las pintadas o grafiti, para cuya elimi-

nación debe haber una brigada municipal especia-

lizada, además de imponer sanciones ejemplares a

los actos de vandalismo y deterioro de los espacios

públicos, y dar publicidad a dichas sanciones. Otro

tanto sucede con los excrementos de los perros o

con la contaminación acústica, para cuya solución

se debería exigir el cumplimiento de la normativa

vigente.

Guerao y López también citan algunos aspectos

relacionados con el tráfico como elementos urbanos

negativos a corregir, y en este caso hablan de

“reducir o eliminar el número de aparcamientos de

vehículos en entornos históricos o junto a edificios

de interés”, y de la “adopción de medidas para

controlar la reducción de velocidad y la contamina-

ción acústica y de gases”. Y siguiendo con la

contaminación, en este caso, la lumínica, afirman

que la iluminación viaria es “inadecuada, contami-

nante y está mal ubicada”, y que “la ambientación

nocturna debe ser cuidada con especial atención”.

En cuanto a los elementos positivos que hay que

fomentar, Francisco Guerao y Pablo López argu-

mentan que hay que valorar los monumentos y

edificios histórico-artísticos cuidando de su entorno,

iluminándolos de manera especial y poniendo infor-

mación exterior sobre su uso e historia. También

proponen colocar “placas identificativas en los

edificios que contengan restos arqueológicos visita-

bles, ya sean públicos o privados”, y añaden que

“en el caso de establecimientos comerciales u

hosteleros con restos integrados en la decoración

de los mismos, esta placa sería como una distinción

concedida a su esfuerzo en defensa del patrimonio”.

En cuanto al tráfico, Guerao y López afirman que

hay que “mantener la convivencia entre tránsitos

rodados y peatonales, pero con prioridad para el

peatón”, y que “en el casco histórico se debe priori-

zar el uso peatonal”. Una forma de darle protago-

nismo al peatón es peraltar el nivel de los pasos de

peatones, y así, “que sea el coche el que tenga que

subir una rampa, no el peatón el que tenga que

salvar un peldaño bajando a la calzada”. En ese

particular también entraríamos en el campo de la

integración y la movilidad de las personas con

alguna discapacidad física, y de la dificultad que

supone para dichas personas el espacio urbano de

un centro histórico.

Entre las propuestas básicas para iniciar la interven-

ción en el barrio de Santa Eulalia, y en cualquier

espacio del centro histórico, Guerao y López inclu-

yen la renovación del mobiliario urbano, la ilumina-

ción viaria apoyada en la energía solar fotovoltaica

y el cuidado de jardinería y arbolado. Con estos

primeros pasos, queda abierto el camino a la expo-

sición del espíritu que sustenta el plan.

Francisco Guerao y Pablo López reconocen que

“debido a la precariedad económica actual, debe-

mos de partir con los medios de que disponemos,

utilizar como base los elementos existentes, elimi-

nar aquellos que sean negativos o lesivos para el

sawar36

Page 37: Sawar Murcia Número 3

fin que se pretende, y conservar y potenciar los

positivos”, aunque a renglón seguido aseveran que

“la revitalización económica y social del barrio debe

ser un elemento de máxima prioridad, por lo que este

aspecto ofrece de calidad de vida y disfrute del

tiempo libre en el espacio público mas próximo”. En

su exposición de motivos, también afirman que ese

disfrute del barrio se ha olvidado, que los vecinos lo

han relegado a un segundo plano “considerando su

estado actual como un mal menor con el que hay que

convivir”. Por ello, declaran con firmeza que “hay que

actuar, tomar medidas de choque y recuperar o

actualizar algunas reglas elementales que han

quedado olvidadas”. En opinión de los arquitectos, y

de muchos vecinos y comerciantes a los que ha

consultado Sawar, “el barrio tiene espacios residua-

les o abandonados, infrautilizados, que pueden

convertirse en áreas inhóspitas y poco acogedoras”,

y que “a través de actuaciones puntuales” se puede

“mejorar su aspecto y su vivencia”. La idea global

está clara: “Tratamos de recuperar el barrio tradicio-

nal, lleno de matices, lleno de vida y actividad, que

nos devuelva el sabor del recuerdo, del comercio de

barrio. Este objetivo, con la participación de todos,

es posible”. Y no se quedan ahí, porque “igual de

importante que revitalizar la vida en el barrio, es

conectarlo con el resto de la ciudad evitando las

líneas fronterizas y posibilitando los pasos y la

permeabilidad”.

Guerao y López condensan en una frase la conve-

niencia de actuar en este espacio: “Residimos y

trabajamos en el barrio, vivimos el barrio, disfrutamos

el barrio”. Y prosiguen: “Queremos habitar una

ciudad pensada para vivir, rediseñar el espacio

público y humanizarlo; queremos más vegetación,

Plaza de santa eulalia:De cómo estropear el

patrimonio y el espaciourbano. lo comprobamos

al bajar la vista.

sawar 37

Page 38: Sawar Murcia Número 3

más naturaleza sostenible y estándares clásicos de

recorridos con sombra; queremos una ciudad

calmada, con lentitud y belleza, porque la lentitud es

el secreto de la felicidad. La ciudad amable, alegre,

colorista y limpia con espacios atractivos, acogedores

y sostenibles. Queremos favorecer la permanencia en

el lugar en oposición al tránsito, y entender la calle

como el espacio de representación de la ciudad”. En

ese sentido, Guerao y López entienden la plaza como

el ágora: “Lugar de encuentro, de relación, de ocio, de

intercambio y de debate”. En su opinión, debemos

“pasar del modelo de ‘todo para el automóvil’, al

modelo de ‘casi todo para el peatón’”.

Para Francisco Guerao y Pablo López, “es mejor

rehabilitar que reconstruir”, y en ello se incluye el

“mantenimiento de los espacios públicos y la amorti-

zación de las obras realizadas”. Afirman que “hay que

estudiar cada uno de los lugares captadores de inte-

rés, plazas, calles y espacios singulares, sus conexio-

nes y sus fugas visuales”. Con todas estas acciones

se puede lograr el llamado contagio positivo: “El buen

aspecto y el cuidado se contagian”. Los arquitectos

explican que “lo contrario es el síndrome del edificio

con cristales rotos: su mera existencia y permanencia

en el tiempo incita a provocar más destrozos”. Conti-

núan argumentando que “este es un hecho compara-

ble en nuestros días a la fachada manchada con

pintadas o carteles: la falta de mantenimiento produce

un efecto llamada hacia el vandalismo”. Por ese

motivo hay que buscar la “generación centrífuga”, y

“desde el núcleo, irradiar por contagio positivo”.

Tal y como ya hemos visto en este número de Sawar

Murcia, en relación a otros ejemplos de deterioro y de

intervención en centros históricos, la participación

ciudadana es fundamental. Así lo estiman también

Guerao y López: “Hay que facilitar y fomentar la

correcta utilización de los espacios y mobiliario públi-

cos, y volver a identificar el espacio próximo como algo

propio”. Para ello, es preciso “que la regeneración del

barrio parta de cada uno de los vecinos y comercian-

tes; cada uno de ellos ha de considerar su calle, su

plaza, como algo propio, y como tal defender el buen

uso de estos espacios o denunciar aquellos otros usos

que considere lesivos al interés general, tanto en

referencia a la imagen como a la convivencia en el

barrio. Calle a calle, plaza a plaza, cada vecino cuida

su puerta y cada comunidad mantiene su fachada”. Y

sobre la institución más próxima a los ciudadanos, la

Junta de Distrito, Francisco Guerao y Pablo López

creen que “tiene que funcionar como un verdadero

transmisor de las sugerencias y quejas de los vecinos,

y transmitirlas con fuerza y rapidez a los responsables

municipales”.

Barrio de Santa Eulalia,Plazas de San Blas y de la Candelaria:

espacios inhóspitos e infrautilizados; ni unbanco para sentarse, ni un árbol que dé

sombra, ni una farola clásica que embellezcao una fuente que amenice. Y eso que en el caso

de la candelaria, cuenta además conuna bella perspectiva. Quizá es que en

Murcia no tenemos más ‘plazas de las flores’porque no queremos.

Page 39: Sawar Murcia Número 3

“Queremos que este proyecto se inicie en el barrio y

luego eclosione hacia el resto de la ciudad”. Así se

expresaba Francisco Guerao durante la presentación

pública de su plan en el Museo de Bellas Artes, en

enero de 2012. Para ello, a la intervención en los

nuevos restos de la muralla aparecidos junto a la plaza

de Santa Eulalia, su inserción en el barrio y la regene-

ración del mismo, Guerao y López unieron la idea de

crear unos itinerarios turísticos. Dichos itinerarios, que

irían acompañados de una serie de acciones, tienen

como base el trazado urbano medieval aún vigente, y

como fin la unión física y emocional de Santa Eulalia

con el resto del centro histórico de Murcia, facilitando

con ello la dinamización del turismo y del comercio

local.

El proyecto de itinerarios propuesto por Guerao y

López, con diversas intervenciones de adecuación a

pie de calle y de plaza, forman parte de la propia

rehabilitación del barrio de Santa Eulalia, porque

contribuirían a impulsar a su comercio y su hostelería,

y mejoraría la calidad de vida y el disfrute de los espa-

cios públicos con la propia mejora de los mismos. Los

itinerarios de Guerao y López toman y aprovechan lo

que la historia ha dejado en la ciudad, y por eso, la

justificación histórica del plan cobra especial importan-

cia. En su exposición de motivos, los arquitectos argu-

mentan que “si nos descuidamos, el tiempo puede

llegar a borrar nuestra historia”.

Para evitarlo, su proyecto “trata de recuperar la historia

de una ciudad cuyo trazado urbano, dentro de su

recinto amurallado, prácticamente no ha variado en

ocho siglos: si comparamos el plano de la ciudad del

siglo XIII y el actual, comprobaríamos su gran simili-

tud”. Guerao y López afirman que “la impronta de su

callejero, sus recorridos quebrados, ha pervivido; sólo

hay que rescatar su sabor y ambiente y ponerlo en

valor”. Continúan: “Para ese fin, nos vamos a valer

como línea argumental de la muralla árabe. Se trata

varias imágenes del mismo espacio, en la confluencia entre las calles cánovas del castillo y nicolás ortega, junto a laplaza de santa eulalia y el centro de visitantes de la Muralla: varios contenedores, maceteros desordenados, suciedad...

Del barrio a la ciudad

sawar 39

Page 40: Sawar Murcia Número 3

de recuperar la unidad, aunque sea virtual en algunos

puntos, del elemento arquitectónico más antiguo que

tiene Murcia”. Y aunque, matizan, “pueden existir otros

vestigios de esta época, algunos de ellos más brillan-

tes, ninguno como éste representa el concepto de

unidad y homogeneidad”. Y no sólo será la muralla la

que unifique lo que el urbanismo del siglo XX logró

dividir, sino también otro elemento histórico que discu-

rre en paralelo al frente sur de la muralla medieval: la

calle del Zoco. Así lo explicaba también Guerao en el

Museo de Bellas Artes: “En el callejero de Murcia

vemos una línea que aparece destacada en sentido

Este-Oeste. Se trata de la calle del Zoco, que entrando

por la Puerta de Orihuela, discurría hacia el Oeste en

paralelo a la muralla y atravesaba toda la ciudad, hasta

que se bifurcaba hacia el Norte y el Sur en San Pedro”.

A esa arteria principal se abrían importantes edificios

y comercios en época andalusí, además de la propia

mezquita mayor, cuya ‘qibla’ estaba orientada hacia el

Sur-Sureste, a lo que hoy es la calle y plaza de los

Apóstoles. Y esa arteria no ha variado; Francisco

Guerao explica que “las únicas tres vías que se han

abierto son la Gran Vía, la calle de Correos y la calle

Obispo Frutos en sentido Norte-Sur, pero la calle del

Zoco pervive, y sobre todo, prevalece la muralla como

elemento definitorio de la ciudad”. El plan de itinerarios

de Guerao y López se propone usar ese eje para

conectar su actuación con el resto de Murcia: “El

barrio de Santa Eulalia, que actualmente es como una

isla, se tiene que comunicar con el resto de la ciudad

mediante estos elementos, que ya nos vienen desde

la Murcia del siglo XIII”. Para Guerao y López, con esta

intervención se podría distinguir “entre el eje vertical

moderno, comercial y actual, y el eje horizontal histó-

rico, tradicional, popular, marcado claramente por los

barrios de Santa Eulalia y San Pedro”. Prosiguen:

“Esos son los dos grandes barrios de la ciudad medie-

val actuando uno frente al otro, como contrapesos de

una balanza, situados en los extremos del eje Este-

Oeste del recinto amurallado y unidos por el Zoco”.

Para Francisco Guerao y Pablo López, “en herencia

de este legado, nos encontramos actualmente y sobre

el eje descrito con edificios de gran interés artístico,

arquitectónico y cultural, y uniéndolos como cordón

invisible, la muralla”. “Esa herencia olvidada es la que

queremos rescatar y valorar, para disfrute y enriqueci-

miento cultural de nuestra ciudad, de sus habitantes y

de sus visitantes”, argumentan, y añaden: “Queremos

atraer a la gente hasta el barrio de Santa Eulalia

pisando la muralla”.

sawar40

Page 41: Sawar Murcia Número 3

Además de ir unir los barrios de San Pedro y Santa

Eulalia entre sí y con el núcleo del centro histórico de

Murcia, cosiendo lo que el siglo XX separó, conec-

tando pequeñas plazas, y canalizando y guiando a los

visitantes de un extremo a otro de la ciudad antigua al

tiempo que se descubren los fragmentos de muralla

que aún conservamos, Guerao y López también

proponen recrear las puertas que jalonaron el frente

Sur de la misma: Santa Eulalia, Puerta del Toro, Puerta

del Sol, Puerta del Puente y Portillo de la Aduana. Y

no sólo eso, sino también remarcar los otros edificios

de interés y plazas que se encuentran en el camino:

“Todos esos espacios se ofrecen como lugares estra-

tégicos para completar el discurso narrativo del itine-

rario de la muralla. En ellos, utilizados como etapas

del recorrido, debidamente ambientados y señaliza-

dos, se desarrollarían actividades temáticas y de

contenido que enriquecerían y enlazarían el trazado”.

En cuanto a las actuaciones a desarrollar en algunos

de esos espacios, Francisco Guerao y Pablo López

explican que “los espacios por los que transcurran los

itinerarios deben poseer un tratamiento y ambientación

común que los distinga”. Para ello “se requiere una

intervención urbana capaz de dotarles de unas carac-

terísticas que actualmente no poseen, con un trata-

miento continuo y homogéneo, personalizándolos y

dotándoles de unos rasgos comunes que los identifi-

quen como parte de un recorrido”.

Ponemos un ejemplo de actuación incluido en el

proyecto de itinerarios de Guerao y López: el de la

Puerta de Santa Eulalia. Los arquitectos explican que

actualmente se trata de un “espacio abierto residual,

en la confluencia de dos calles y la prolongación de la

plaza de Santa Eulalia, ocupado por una zona de

carga y descarga, contenedores de residuos y una

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Page 42: Sawar Murcia Número 3

zona pavimentada sin un uso específico. En su

subsuelo, y frente al edificio destinado a Centro de

Visitantes, se encuentran los restos de la llamada

Puerta de las Siete Puertas, que pueden ser visitados

en el sótano del propio edificio”. Para destacarlos y

mejorar el entorno, proponen “proyectar a nivel de

pavimento, a cota de calle, la huella de los restos exis-

tentes en el subsuelo: muralla, antemuralla, barbacana

y puerta”. Continúan explicando que “lo primero sería

elevar el nivel de la calzada enrasándola con la acera

existente y creando un nivel de pavimento continuo, y

en este plano se dibujarían con sus dimensiones y

proyección reales las distintas partes de la muralla

enterrada”. Otras acciones en este área serían la

eliminación de la zona de carga y descarga, y el

desplazamiento y soterramiento de los contenedores,

pero además, “la intervención se complementaría con

el mobiliario urbano y la plantación de palmeras”, y “la

señalética y cartelería apoyaría la información e histo-

ria del lugar y de los restos del subsuelo”.

En este caso, como en el resto de las intervenciones

en lugares históricos y estratégicos del barrio de Santa

Eulalia y de los itinerarios, Guerao y López proponen

que se permita el tráfico rodado, “pero estableciendo

normas que manifiesten que se trata de un espacio de

primacía peatonal”.

Dos intervenciones más, de gran calado físico y emo-

cional, serían las que tienen como fin dignificar las

calles relevantes del proyecto. Hablamos de la calle

Cánovas del Castillo, la que hoy se eleva sobre el

antiguo Val de San Juan o foso de la muralla; y de la

calle San Antonio, que formaba parte del principal eje

de Murcia en época medieval, el que conectaba la

Puerta de Orihuela con el entorno de la Catedral.

La calle Cánovas del Castillo, tal y como explican Gue-

rao y López, “une el Centro de Visitantes con la Puerta

del Toro”, y las fachadas de los edificios de su lado

norte se apoyan sobre el trazado de la muralla medie-

val, conservándose algunos de sus fragmentos en el

subsuelo. “Un caso muy notorio es el sótano del hotel

Rincón de Pepe, en el que se puede visitar y contem-

plar un gran tramo de muralla, antemuralla y torres”,

nos cuentan los arquitectos. Sin embargo, en su

opinión, la calle Cánovas del Castillo “actualmente es

una calle carente de carácter, con un vial de tráfico

rodado, aparcamientos en cordón en una de sus

fachadas y aceras de un metro”. Además, y como

motivo que justifica la intervención planteada, añaden

que “una de las características destacables es la ocu-

pación de la mayoría de sus locales de planta baja por

establecimientos hosteleros”. Tras todo lo dicho, “la

propuesta de actuación urbana consistiría en el enra-

Propuesta de intervenciónde guerao y lópez paradestacar en superficie laantigua presencia de laPuerta de santa eulalia, yotras actuaciones paramejorar el entorno de laiglesia y del barrio.

a la izquierda, imagen actual de la calle cánovas del castillo; a la derecha, imagen de la intervenciónque Francisco guerao y Pablo lópez proponen para dicha calle. en la actualidad, además de estar de

espaldas a la historia de la ciudad, de no informar de su condición de antiguo foso ni de la presencia de lamuralla, la calle cánovas del castillo plantea barreras a personas con movilidad reducida y aumenta el

peligro de caídas y atropellos, por la estrechez de sus aceras y el distinto nivel con la calzada.la calle de la derecha se presenta como más amable, más estética y más lógica.

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Page 43: Sawar Murcia Número 3

sado de la calzada con la eliminación del desnivel de

las aceras, con diferenciación de pavimento en la zona

de rodadura y la protección de bolardos para la zona

exclusiva peatonal”. La intervención prosigue con la

eliminación de la zona de aparcamiento, y en su lugar,

la plantación de arbolado, además del soterramiento de

los contenedores de residuos. Para Francisco Guerao

y Pablo López, a presencia de árboles proporcionaría

“la sensación de frescor de la ribera del río, evocando

la imagen que esta calle debía tener cuando era foso

de la muralla”. Para terminar con la calle Cánovas del

Castillo, Guerao y López apuntan que “la iluminación

se adaptaría a la ambientación que se pretende conse-

guir, se controlaría el nivel lumínico, el tipo de lámpara

y su altura, y la señalética apoyaría la información e

historia del lugar”.

En cuanto a la calle San Antonio, nada menos que una

parte del eje central y neurálgico de Murcia durante

siglos, Francisco Guerao y Pablo López señalan que

“en los últimos años se está produciendo un auge en

esta zona por la apertura de locales destinados al

pequeño comercio, joven y alternativo, propiciado por

la oferta de ocio y hostelería”. Con ello “se están

abriendo nuevas posibilidades para la reactivación y

regeneración del barrio, sin olvidar el comercio tradicio-

nal que se mantiene y es tan valorado”. “La propuesta

de actuación se centraría inicialmente en el tramo de

calle que une la plaza de Santa Eulalia y la plaza de los

Propuesta de intervenciónde guerao y lópez paradestacar en superficie laantigua presencia de laPuerta de santa eulalia, yotras actuaciones paramejorar el entorno de laiglesia y del barrio.

a la izquierda, imagen actual de la calle cánovas del castillo; a la derecha, imagen de la intervenciónque Francisco guerao y Pablo lópez proponen para dicha calle. en la actualidad, además de estar de

espaldas a la historia de la ciudad, de no informar de su condición de antiguo foso ni de la presencia de lamuralla, la calle cánovas del castillo plantea barreras a personas con movilidad reducida y aumenta el

peligro de caídas y atropellos, por la estrechez de sus aceras y el distinto nivel con la calzada.la calle de la derecha se presenta como más amable, más estética y más lógica.

otra imagen delentorno de lacalle cánovasdel castillo:

sin sentidoestético y

sin sentidocomún

Page 44: Sawar Murcia Número 3

Arriba a la izquierda, laactual calle San Antonio,mirando en dirección albarrio de Santa Eulalia.

Arriba a la derecha,imagen propuesta por

Guerao y Lópezpara intervenir en

dicha calle.Abajo, calle San Antonio

cortada por la calleCorreos, y al fondo, la

Catedral. Esa es laimportancia y la

dignidad que Murciaconcede hoy al quefue su eje principaldurante siglos, con

el olvido y los obstáculosfísicos y visuales

Apóstoles”, y consistiría en el enrasado de la calzada con

la eliminación del desnivel de las aceras, igual que en el

caso de Cánovas del Castillo, diferenciando el pavimento

de rodadura del peatonal y protegiendo este último con

bolardos. Guerao y López añaden que en las zonas más

anchas de la calle se podría plantar arbolado, y que en el

espacio que se abre mínimamente ante la fachada del

antiguo convento de San Antonio, habría que remarcar su

presencia, que en la actualidad pasa totalmente desaper-

cibida en mitad de una calle con las aceras demasiado

estrechas como para detenerse a mirarlo.

Guerao López completan su propuesta con otros dos

itinerarios alternativos y complementarios que, de forma

singular, recorrerían los límites de la Murcia amurallada y

conectarían diversos hitos arquitectónicos y artísticos que

hoy aparecen desconectados, aislados y casi invisibles

para los murcianos y para los visitantes. Todos los ingre-

dientes descritos facilitarían una intervención que, apo-

yada por los vecinos y por el ayuntamiento, planificada

con sentido común y llevada finalmente a la práctica,

tendría todas las probabilidades de ser un éxito, daría un

impulso comercial, turístico y cultural a la ciudad y, ade-

más, reconciliaría a la Murcia de hoy con aquella Murcia

de ayer a la que la modernidad obligó a renunciar.

Francisco Guerao afirmaba en el Museo de Bellas Artes,

hace poco más de un año, que su plan no era sencillo, y

que quizá pecaban de optimistas o de ambiciosos, pero

que tanto Pablo López como él pensaban que era el

momento de exponerlo, “y después se puede fraccionar

y hacer las fases que sean necesarias”. En su opinión,

“hay que hacer un plan director general, y después esta-

blecer las fases que haga falta; hay que iniciarlo y tener

un fin concreto”. Es decir, pensar a largo plazo y, además,

involucrar a los vecinos, a los comerciantes y hosteleros

y a las diferentes administraciones. Como el mismo

Guerao exclamó en su presentación: “¡Casi nada!”

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Page 45: Sawar Murcia Número 3

Más sobre el proyecto de guerao y lópez

arriba: Propuesta de logotipopara el llamado “Paseo de la

Muralla”. a la izquierda,propuesta de intervención en

el entorno de la glorieta de españay plaza Martínez tornel

Derecha: Propuesta de intervenciónen el entorno de la calle correos,

en la antigua Puerta del toro.abajo: Propuesta de jardineray de hito luminoso informativo

Francisco guerao y Pablo lópez afirman que “el recorrido por los itinerarios no debe ser un mero deambular porsus espacios; tiene que ser dinámico y participativo”. Para ello, proponen desarrollar una serie de actividades calle-jeras, artísticas, exposiciones, actuaciones, recreaciones históricas... además, “no tienen por qué ser en espacioscerrados, hay que potenciar los espacios abiertos para actividades culturales y de ocio”. Y añaden otra propuesta:“los establecimientos hosteleros podrían adherirse con la elaboración de platos o tapas relacionadas con el itinerarioy su temática”. Y hay un buen número de ellos que probablemente estarían encantados de participar*.

un plan directorguerao y lópez proponen y animan a crear un Plan

Director para ejecutar su propuesta debido a sucomplejidad, que en parte viene impuesta por la gran

cantidad de agentes involucrados en la misma.Por ese motivo, aconsejan dividirlo en fases para

controlar su ejecución y su inversión, y exponen lospasos necesarios a ir tomando: primero, la planifica-

ción general, que incluiría la elaboración delpropio plan director, la definición del contenido delitinerario, el análisis de los espacios y elementos

urbanos existentes, el establecimiento y control delas distintas fases y subfases del proyecto, la defini-

ción de otras áreas de actuación, la coordinaciónentre los agentes implicados, la financiación del

proyecto y, por último, la ejecución del plan.

* http://www.laverdad.es/murcia/prensa/20070505/cultura_murcia/ocio-arte-alian-para_20070505.html

Page 46: Sawar Murcia Número 3

sawar46

la Murcia que se fue–y se nos sigue yendo-

opinión

greogorio sabater navarro

Murcia. La siete veces coronada. La que fuera capitaldel reino del mismo nombre, sede episcopal y ciudadcon voto en las Cortes castellanas. La vieja Mursiyade Ibn Arabí, el Rey Lobo y la heroica resistenciacontra los almohades. La Murcia cristiana donde quisoenterrarse Alfonso X, donde llegaron a residir losReyes Católicos, donde se sublevaron las comunida-des, donde floreció el comercio de la seda gracias asu fértil vega, la que hizo suyo el barroco de Salzillo,la que cantara Pedro Guillén, la que viera publicar losprimeros versos de Miguel Hernández… Se podríanseguir enumerando incontables hitos históricos en unaciudad que incluso ha dado nombre a una región, perola historia no sólo se enumera, no se limita a los libros,a lo narrado, la historia también se ve, se hacepresente, se siente, y en esa dualidad de la experien-cia histórica es cuando nuestra Murcia sale perdiendo.Murcia es más histórica hoy día en el papel que enla calle, y eso sólo puede ser explicado desde unaexperiencia urbanística y arquitectónica claramenteanti-histórica.

El modelo urbano desarrollado que fundamenta estasituación nunca ha tenido en su eje primordial laconservación del patrimonio de la ciudad –y de esaslluvias estos lodos-. Podríamos matizar que la preocu-pación por el patrimonio no ha sido un valor presenteen nuestra sociedad hasta hace relativamente poco.Eso explica las innumerables pérdidas producidas a lolargo y ancho de la geografía española, hasta en lasciudades hoy en día mejor conservadas. Pero lo quemarca la diferencia en Murcia, lo que la hace triste-mente especial, es la intensidad de la pérdida y sucontinuidad en el tiempo. Durante el desarrollismoeconómico franquista de los 60 tuvo lugar el primer‘boom’ inmobiliario precedente de otros muchos queestarían por venir y que hoy resultan de tremendaactualidad. Pequeñas y grandes ciudades sufrieronincontables transformaciones en su impronta urbana,mayor cuanto más potente era el ansia de modernidad(o de beneficio) de sus promotores. Murcia por enton-ces era una capital de provincias un tanto anticuada;el peso de su sector agrario circundante y la ausencia

de una industrialización durante las últimas décadasdel XIX y principios del XX que le supusiera unaprimera transformación ‘modernizadora’ de suimpronta urbana en un sentido burgués, afectó de talmanera a sus acomplejadas clases dirigentes y a susociedad en general, que tan pronto se tuvo la ocasiónde abrazar la ‘modernidad urbana’ que brindaba elmomento, ésta se produjo sin contemplaciones.¿Deseo de modernidad o ansia de beneficio sin corta-pisas? Nunca sabremos la cantidad exacta de cadacomponente en la ecuación, pero lo que está claro esque para el caso concreto de Murcia, ambas fueronletales para el mantenimiento y siquiera la misma exis-tencia de su Casco Antiguo.

Posteriormente, una parte de la sociedad murcianalamentó la desaparición de tal o cual palacio, el derribode aquella casona o la fulminación de unos Baños Ára-bes que jamás debieron dejar de existir. Pero pocosrepararon y reparan hoy en que si –por ejemplo- sólose hubiera acabado con la totalidad de los palaciosnobiliarios de la ciudad, el daño al centro histórico nohubiera sido tan grande como el que finalmente seprodujo. Y es que en un Casco Antiguo es casi másimportante el conjunto de viviendas e inmuebles queconsiguen definir la estética y el ambiente de un áreaque un determinado edificio protegido o monumentoaislado. En nuestro centro histórico manzanas enterasfueron arrasadas para levantar lo que se tenía por‘moderno’ en aquellas fechas. Barrios seculares pasa-ron a contar con la misma apariencia que zonas urba-nas de nueva planta. ¿Qué diferencia hoy a SanAntolín o San Andrés de Vistalegre o San Basilio? Elcentro histórico quedaba así reducido a las zonaspróximas a la Glorieta, Catedral y Trapería y unaspocas plazas aisladas más. Una mínima expresión delo que fue.

La otra especificidad murciana, la de la continuidad enel tiempo, nos muestra que la lista negra de desapari-ciones nunca ha contado –lamentablemente- con unpunto y final que la diera por acabada, haciéndosemás y más grande hasta llegar al mismo momento

Page 47: Sawar Murcia Número 3

sawar 47

la Murcia que se fue–y se nos sigue yendo-

actual. Basta con recordar los tristes casos del Pala-cete Ponce, el Gobierno Militar, la Casa de la horna-cina de la Calle Peligros o los clamorosos abandonosde edificios protegidos. Cierto es que importantesrestauraciones y rehabilitaciones han venido suce-diéndose a partir de que la conservación patrimonialse fuera asentando en nuestra sociedad y la adminis-tración que la rige, pero aún así el motor de la piquetanunca ha dejado de rugir por completo en nuestrascalles. Se sigue primando más el derribo y posteriorrecreación –casos del Palacio Meoro o los edificiosdel Puente Viejo- que una rehabilitación en condicio-nes (la primera resulta más barata y permite un mayornegocio inmobiliario que la segunda).

Pero si éste ha sido el panorama con las edificacionesprotegidas, qué decir de las viviendas antiguas sinninguna protección que se mantenían en pie en nues-tras calles. Por parte de las autoridades la respuestaha sido clara, todo lo que no cuente con protecciónespecífica puede ser derribado y en su lugar sepermite levantar edificaciones con cualquier diseñoarquitectónico. Esto, lejos de constituir una forma derecuperación de lo perdido o de mero mantenimientode los espacios conservados que nos quedaban enel Casco Antiguo, ha supuesto la mejor forma decontinuar con la dinámica anterior. Arterias del centroque mantenían hasta hace dos días una cierta esté-tica han visto como al calor del último ‘boom’ inmobi-liario pasaban a engrosar la interminable plétora deintrusiones urbanísticas desafortunadas –la Calle SanPedro, Alfaro o Simón García dan buena muestra deello-.

El caso concreto de la Calle Simón García resultaparadigmático. Sufrió por igual las embestidas de laespeculación que supuso la desaparición de vivien-das tradicionales sin protección. Sin embargo, en lasnuevas edificaciones efectuadas en décadas másrecientes parece que se intentó una especie de pla-nificación mínima con un límite de altura en lasnuevas viviendas, al igual que la utilización en todoslos inmuebles de un elemento constructivo netamentemurciano –el ladrillo visto- consiguiendo una ciertaunidad estética en la intervención urbana y matizandosu impacto en la antigua calle.

El caso de Simón García demuestra cómo conposterioridad al ‘boom’ de los 60 y 70 se intentó untipo de urbanismo en el Casco Antiguo menos agre-sivo que el anterior. Aunque tampoco constituyera unproyecto conservacionista en sí mismo, mostró unanueva sensibilidad como consecuencia de la consta-tación ciudadana de la gravísima pérdida que ya sehabía producido en la ciudad. Sin embargo, inclusoestas prácticas incipientes se han visto mermadas enel marco de la última ola constructiva. Recientementeuno de los últimos edificios originales de la arteria –eledificio del Perro Azul- fue derribado para dar paso auna construcción de innovador diseño que rompía

incluso la unidad con las intervenciones anteriores enladrillo. El Perro Azul, con su típico revoco en azulete,era una vivienda tradicional sin protección, pues noconstituía en sí mismo un edificio patrimonial, sinembargo permitía mantener los lazos de ese espaciourbano con el pasado. En ciudades como Madrid,edificios de la misma tipología son conservados yrehabilitados aunque constituyan inmuebles sinprotección. En Murcia sin embargo, ese escenarioresulta poco menos que una quimera cuando preci-samente la práctica desaparición de su Casco Antiguomerecería igual celo conservador. De esta forma,paulatinamente, barrios que todavía mantenían enalgún grado su aspecto antiguo, su estética ancestral,han acabado de igual forma que San Andrés o SanAntolín en los 60.

El estado en el que se encuentra el Casco Antiguo deMurcia tras décadas de desafortunadas prácticasurbanísticas y arquitectónicas habría necesitado yano sólo de políticas mucho más activas de conserva-ción en las que –aunque hemos mejorado en algúngrado con respecto a décadas anteriores- se fueramás allá de la mera protección de los inmueblesespecíficamente protegidos. Así, cualquier edificaciónantigua que todavía no haya sucumbido a la piquetadebería mantenerse y favorecer su rehabilitación paradetener de una vez la incesante pérdida de espaciosurbanos que llega hasta el mismo momento en el quese escriben estas palabras. Además, resultaría deltodo necesario apostar por una recuperación de áreasque en su momento sufrieron actuaciones urbanísti-cas desafortunadas, como una forma de corregir loserrores cometidos aprovechando la propia degrada-ción que ya presenta la arquitectura desarrollada enlos años 50 y 60.

Sólo así podríamos empezar a revertir el triste tratoque Murcia ha brindado desde hace demasiadasdécadas a su historia sensorial –a la que se contem-pla y se siente- expresada en su centro histórico y elpatrimonio que en él todavía se guarda. Un cambioen el modus operandi urbanístico resulta imprescin-dible en un momento de replanteamiento del modeloeconómico y de planificación como el actual. Elbalance de lo realizado hasta hoy debe de llevarnosa una reflexión que permita una nueva forma de tratarel patrimonio y la significación que éste trae consigo.Salvar elementos tan consustanciales a la identidadde lo murciano como el Casco Antiguo o la huerta–para ésta última hay ya camino recorrido de la manode Huermur- debe de aparecer en cualquier agendapolítica que pretenda la regeneración del municipioen un momento de especial trascendencia como elque vivimos. Sólo de esta manera evitaremos que senos siga yendo una Murcia que ya ha perdido dema-siado de sí misma en aras de la modernidad –o delnegocio- y en la que hoy nos resulta demasiado difícilidentificar la que ha sido su riquísima historia.

Page 48: Sawar Murcia Número 3

Plaza de santa eulaliaJaime Dengra uclés

tinta china. 1984

Page 49: Sawar Murcia Número 3

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saWar Murciaquiere dar las gracias por la ayuda en

la elaboración de este número a:Francisco Guerao y Pablo López; Antonio Vicente Frey; GregorioSabater; Enrique de Andrés; Centro de la Mujer de Santa Eula-lia; Centro de Mayores de Santa Eulalia; vecinos y comerciantesdel barrio de Santa Eulalia que quisieron colaborar aportandosus opiniones en el cuestionario; Asociación de JóvenesMurcianos por los Derechos Humanos; Jaime Dengra Uclés;María Manzanera, y a todas aquellas personas que de un modou otro han orientado y colaborado en este reportaje; también alos autores de los textos usados como fuente documental ycitados en el mismo.

Gracias también a Tete López y a Intermón Oxfam por volver aincluir un anuncio de su admirable labor en esta revista. SawarMurcia ofrece todo su apoyo a la ‘Tasa Robin’.

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