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I ~232J-1 I Juan Vicente González «s. 6 bt-j BIOGRAFIA DE JOSEFELIX RIBAS Prólogo, bibliografía y cronología CARLOSPACHECO ~ M ante A vila E ditares

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BIOGRAFIA JOSE FELIZ RIBAS

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  • I~232J-1 I

    Juan Vicente Gonzlez s.6bt-jBIOGRAFIA

    DEJOSEFELIX RIBAS

    Prlogo, bibliografay cronologa

    CARLOSPACHECO

    ~

    Mante A vila E ditares

  • l." edicin en M.A., 1990

    Ilustracin de portadaJos F/ix Ribas

    Oleo sobre tela (1861)MARTN TOVAR y TOVAR

    Col. Galera de Arte Nacional

    D.R. Monte Avila Editores, CA., 1990Apartado Postal 70712, Zona 1070, Caracas Venezuela

    ISBN: 980-01-0282-5

    Diseo de coleccin: Carlos Canudas - Vicky SempereRealizacin portada: Marisela Balbi

    Fotocomposicin/paginacin: La Galera de Artes Grficas

    Impreso en VenezuelaPrinted in Venezuela

    PROWGO'

    .. /lOS alegramos de ver al seor Gonzlei; tan lleno deerudicin, tan amante de la literatura y tan bien inspira-do siempre por la religin y la poesa, salir, y que sea pa-ra siempre, del carril de la diatriba poltica, quemado porel fuego de las ms enconosas pasiones, y que conduceinfallblemente a un estado del alma en que se encuen-tran siempre las dos saetas envenenadas, del odio ajenoy el remordimiento propio.

    Fermin Toro c. 1863

    Quin puede ir contra su naturaleza?

    F. Nietzsche c. /870

    dualidad tipolgica ApololDionisos, uno de los mejoresrt s de la intuicin nietzscheana al edificio espiritual de Oc-

    I nte, ha /legado a ser un paradigma psicolgica fundamen-, 1 1/ nuestro continuo ejercicio de interpretacin del mundo.

    purtlr de estas imgenes mitopsicolgicas maestras, conce-1/1/1 -n principio coma inclinaciones estticas, hemos ido or-

    ", Cilicio muchas otras categoras psicolgicas correspondien-, ", nt opuestas. De un lada, la razn ordenadora, la propor-I n l' la medida, el plan, la perseverancia metdica; de la otra

    , ". I genio intuieional, la pasin, fa inspiracin abrasada-" 1/1 '1/ stabilidad def temperamento. Yas, otras monedas de

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  • cara y cruz que responderan a semejante incitacin IJi)(Ilrlllo clsico y lo romntico, la inteligencia y el corazn, ('1 ronIrol y la espontaneidad, la rigidez y e! desorden.

    Hoy sabemos que la virtud, la belleza o la utilidad, no .1'11I11completamente en ninguno de {os dos lados de esa barrera eurtstica. Y que en cada hombre, en cada obra humana, alguna 11111'{la queda del Dionisos y el Apolo dibujados por el autor (/,El nacimiento de la tragedia. Es difcil, sin embargo, no cedea la tentacin de la nitidez clasificatoria. A veces las manifestaciones de una u otra tendencia son de tal manera evidentes,que difcilmente se logra escapar a la rigidez de esta caracteri-zacin.

    El de Juan Vicente Gonzlez; que hoy nos atrae, es uno deesos casos. Las imgenes del polemista enfebrecido, del panfle-lista prolfico y desordenado, del energmeno (1) del perio-dismo poltico, condimentadas con el descrdito de un anec-dotario pintoresco (una supuesta falta de coraje, su tendenciaa citar dejndose las comil/as en el tin tero. su aspecto fsico nadaagraciado), parecen haber cristalizado irremediablemente en tor-no suyo.

    En lo qe respecta a su obra, no se trata, por supuesto, deimgenes gratuitas. En muchos de sus escritos se percibe en efec-to -y de manera inmediata- el sobresalto y la urgencia dela lucha poltica cotidiana. Fue con ese mpetu de la coyunturainmediata como logr pginas memorables donde la belicosi-dad se uni al acierto literario; pginas que lo emparentan sindesventaja con Sarmiento, con Juan Montalvo; con Franz Ta-mayo o con Po Gil. El mismo impulso febril produjo tambinpginas perecederas. Y hasta en aquellas obras alejadas de pors del trfago de {a polmica diaria, son numerosos los frag-mentos marcados por el impulso irreprimible, por lo espont-neo, lo fragmentario y lo inconcluso.

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  • Gonztez pareca estar bien consciente de esta tendencia su-ya y es probable que no dejara de causarle angustia. Al pie,por ejemplo, del hermoso texto que dedica a Andrs Beffo al;conocer de su muerte, calza esta significativa nota: Dispnse-nos el pblico si damos a luz lo que hemos escrito precipitada-mente. Como varias de sus mejores mesenianas, sta se alojaen las pginas de la Revista Literaria (2), una de las ms im-portantes entre las numerosas publicaciones peridicas dirigi-das por l (3). Es alf precisamente, en esa serie de peridicosy revistas, que parecan el vehculo idneo para su productivi-dad feroz, tan variada, fragmentaria y discontinuo, donde apa-rece lo ms significativo de esta obra, incluyendo la edicin porentregas -en la mencionada Revista Literaria- de la Biogra-fa de Jos Flix Ribas. Sin embargo, como hace notar su con-tetnporneo Fermn Toro en las palabras que usamos como ep-grafe (4), Juan Vicente Gonzlez no es slo ese ardor y esetemperamento. Al presentar una seleccin de la obra humanis-tica del intelectual caraqueo, Pedro Grases defiende tambincon razn la necesidad de explorar al otro Gonzlez; el erudi-to, el esteta, el intelectual que aora el retiro, la profundidady la meditacin, el lector infatigable que conoce la cultura cl-sica hasta el punto de convertirla en paradigma frecuentisimoa lo largo de toda su reflexin, al prosista romntico cuya sus-tantiva produccin merece estudio ms detenido para escaparprecisamente a la unvoca imagen establecida:

    En su ntima conviccin, en su ms preciado deseo, duer-me el reposado humanista que se ve convertido en paladn dela violenta discusin poltica (...) Si en breve recapitulacin- anu-damos ahora los rasgos que hemos sealado en la obra de JuanVicente Gonzlez, como latinista, gramtico, bigrafo, estilis-ta y traductor, qu lejos estaremos de la visin del personajelinftico, pelen, de una timidez bravucona, metido en aventu-ras polticas y protagonista de tantas ancdotas mediocres! Es

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    justo y necesario dejar de lado la versin corriente de un JuanVicente Gonzlez pintoresco, para adentrarnos en el noble men-saje que como hombre de letras slo pudo legarnos en parte.Le devolvemos la altura que tiene merecida, y hacemos honoral dramtico trance de su existencia (5).

    Yes que ambas facetas coexisten en el polgrafo caraqueo.Algunos de sus escritos, por supuesto, se inclinan ms clara-mente hacia uno de los polos. Los acrrimos artculos de ElDiario de la Tarde, por ejemplo, donde Gonzlez enfila todassus bateras de irona y sarcasmo en contra de Antonio Leoca-dio Guzmn, retratan adecuadamente al linftico polemista.Mientras, el otro Gonzlez refulge en su erudito Ensayo so-bre la literatura de la Edad Media (6). Lo habitual, sin em-bargo, es que sus textos exhiban marcas de ambas tendencias,que los planes ms ambiciosos apenas vayan poco ms all dellcido proyecto o el captulo inicial (7), que la cita erudita enlatn funcione como efectivo remache de un argumento polti-co de corta vida, o que brote la angustia por la situacin socialinmediata -vestida tambin de reminiscencias clsicas- al finde un homenaje elegaco. Leamos, como muestra, el final dela citada meseniana a la muerte de Bello, su maestro admi-rado desde la lejana: Ah! Por qu no dirigi sus pasos ala amada patria, hacia los sitios encantados que am nio, don-de la anciana madre le lloro.hasta ayer, donde le l/oran hoy sushermanos y deudos? Hace tiempo que habra descansado dela vida el gran poeta; sealado con el dedo mofador y objetode sacrlega risa, el generoso anciano habra mendigado comoHomero; habra sido proscrito como Dante; como Tasso, hu-biera sido preso por loco; como Camoens, habra perecido dehambre en hospital oscuro. Salvse el Nstor de las letras dela gloria del martirio! (8).

    Esa diversidad de intereses y orientaciones, tonalidades y ea-

  • lidades de escritura de la que Juan Vicente Gonzlez fue ca-paz, es la causa principal de la dificultad para alcanzar una va-loracin justa de su obra (9). Y ste es tal vez uno de los princi-pales valores de la Biografa de Jos Flix Ribas,que hoy sereedita. En sus pginas, en sus diferentes captulos y secciones,el/a ostenta gran parte de esta multiplicidad de formas y ca-lidades.

    La Biografa ... es uno de los textos fundamentales del escri-tor. Y esto, por varias razones, que nos llaman hoya estudiar-la. Dentro de una produccin tan fragmentaria y dispersa, queha quedado para la posteridad en mltiples selecciones y reco-pilaciones, es sta la obra de aliento ms sostenido, tal vez lanica que l mismo consider terminada y la nica poseedorade entidad como libro independiente (10). Por ello, a pesar dehaber aparecido originalmente en 22 entregas de la Revista Li-teraria, a lo largo de 1865, ha sido objeto de numerosas reedi-ciones en volumen independiente, como puede apreciarse en labibliografa final.

    Adems del seguimiento biogrfico y la ponderacin del ea-o rcter de uno de nuestros prceres fundamentales, segn se des-prende del ttulo, la Biografa ... constituye el testimonio, la cr-nica y la evaluacin de un perodo e/ave en el proceso de laindependencia venezolana (1810-1814),escrito por quien marcuna pauta en la prosa venezolana del diecinueve. Esta multi-plicidad genrica y temtica, que pareciera testimoniar una re-lativa inconsistencia del proyecto o al menos una irresuelto plu-ralidad de {menciones, es en s misma un aspecto atractivo parael estudio.

    La Biografa ... es relevante tambin porque ella manifiestaun drama de conciencia que hoy, en las circunstancias que elpas atraviesa, sigue siendo aleccionador. En ella, como en casitoda su obra, Juan Vicente Gonzlez es el atormentado, co-

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  • 1110 acertadamente lo llam Arturo Uslar Pietri en uno de losmejores ensayos sobre el polmico personaje (11). Es la obrade un hombre angustiado por el rumbo del acontecer nacionalen el momento que le toc vivir, la de quien no poda pensarni sentir la mediocridad y la degradacin de valores de su pro-pio presente, sino a la luz del contraste con la gloria pica tanreciente, con el destello moral y el sacrificio cvico de los liber-tadores y fundadores civiles de la patria.

    El rasgo ms evidente de la obra en una lectura crtica es suinconsistencia genrica. Es cierto: la promesa biogrfica impli-cada por el ttulo se cumple fundamentalmente. La vida de Jo-s Flix Ribas (1775-1815), yen especial su desenvolvimiento p-blico a partir de 1810, se explicitan y constituyen el marcotemporal de la narracin. Su progenie, su evolucin infantil yjuvenil, y sobre todo su aporte a la gestacin de la patria comotribuno y como militar en la primera fase de la guerra, son re-cogidos y valorados. Pero la peripecia biogrfica de Ribas nollega a cristalizar como eje estructurador. Ella desaparece co-mo foco de atencin en numerosos y extensos pasajes, mien-tras la atencin del discurso se desplaza hacia un relato de co-bertura histrica mucho ms amplia o se distrae en los meandrosde la reflexin ponderativo del moralista.

    Pareciera, en efecto, que los intereses del historiador y delidelogo, las preferencias del maestro y hasta las del novelista,predominaran hasta entonces sobre los del bigrafo. A pesarde su ttulo, la Biografa ... puede ser leda tambin como his-toria social, crnica de guerra, alegato contra la barbarie, lacrueldad y la injusticia (en especial en su evaluacin polmicasobre el Decreto de Guerra a Muerte de 1813), relato de fic-cin, repertorio de ejemplos y contraejemplos de espritu pe-daggico, ensayo reflexivo, asomos de crtica literaria... As, coneste rostro plural, es presentada por Uslar Pietri en el mencio-nado ensayo:

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  • La biografia de Ribas da la medida de Gonzlez como es-critor. Es libro escrito sin sosiego y sin plan. Es, ms que labiografa de un hroe, una alucinada evocacin de la poca dela guerra a muerte. Es a ratos una gran novela romntica, a ra-tos una penetrante interpretacin histrica, por momentos unpanfleto poltico, y siempre una obra de poesa, un atormenta-do escorzo de luchas y de encabritadas pasiones, pintado conel encendido frenes de un Delacroix. Las pinturas de escenasy los retratos, en contrastado claroscuro, son otras tantasjoyasde la prosa hispano-americana (12).

    S existi un plan, sin embargo, aunque el temperamentalautor no lo haya desarrollado sino en una mihima parte y node manera ordenada y sistemtica. El conocimiento de este planresulta, adems, fundamental para la comprensin de la Bio-grafa ... y sus inconsecuencias estructurales y genricas. es-t formulado en dos textos: las Pginas para la historia de Co-lombia y Venezuela o vidasde sus hombres ilustres, insertoen El Heraldo en 1859, y el Prembulo a la Historia del po-der civil en Colombia y Venezuela por medio de las biografasde Martn Tovar y Jos Mara Vargas -r-Lttl reduccin del pro-yecto anterior=, incluido en la Revista Literaria en 1865. Es-tos documentos, y especialmente el primero, significan -comoreza el ttulo con el que se publican en la citada recopilacinde Grases- una Teora y plan de las biograflas histrico-literarias que proyectaba Gonzlez:

    Leyendo las Pginas ..., se comprende inmediatamente quela biografa de Ribas, ms que un texto interesado en esclare-cer la vida del hroe perse, viene a ser la nica parte realizadade un ambicioso programa historiogrfico. Este gran diseo in-clua en su primera versin la composicin de las biografasde Martn Tovar Ponte (13), Bolvar, Sucre, Toms Heres, No-nato Prez; Miguel Pea, Jos Francisco Bermdez; Andrs

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  • Bello, Jos Mara Vargas. Jos Manuel Alegra y Jos CeciliaAvila (14), Espinosa, Juan Manuel Cagigal, Fortique, Michele-na, J.~. Rojas y Jos H. Garcia. El conjunto de estas vidasde hombres ilustres representaba para Gonzle; una alterna-tiva a un proyecto de historia general de Venezuela que hubie-ra deseado realizar desde joven; pero que sinti imposible a cau-sa de la precariedad bibliogrfica y de la extrema cercana delobjeto de estudio. Las biografas, pensaba, resultaran un pro-grama ms factible y prepararan el camino del historiadorfuturo:

    Escribiendo con exactitud y candor los hechos importan-tes-de los varones que figuraron en la vasta tela de tantos suce-sos, los dividimos realmente para estudiar/os mejor y para ilus-trarlos,y preparamos materiales preciosos al escritor futuro deesta vasta epopeya (15).

    Las biografas son concebidas pues en este documento conun clarsimo carcter instrumental. Esto se hace an ms evi-dente cuando Gonzlez; al bocetear el desarrollo que tendranalgunas de ellas, utiliza expresiones como: La Biografa deMartn Tovar nos servir para describir la poca pacfica ... o.La vida de Jos Flix Ribas nos ofrecer la ocasin de pintarlos primeros aos de la guerra a muerte ... (p. /58). De habersedesarrollado en su totalidad, esta suerte de suma biogrfica delos protagonistas civiles y militares de la gesta fundacional ve-nezolana, probablemente habra cumplido su tarea historiogr- _fica. No sucede as, sin embargo, y el proyecto slo se concretaen la biografa de Ribas, en el Prembulo de un plan msmodesto sobre el perodo de la primera institucionalizacin re-publicana, (/830-/848: poca a la que llama del Poder Civily atribuye marcada importancia), que sera representado a tra-vs de las biografas de Jos Mara Vargas y Martn Tovar, yen un fragmento publicado de esta ltima.

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  • Resulta comprensible entonces que lo biogrfico como tal enla nica obra que /lega a desarrollarse por completo aparezcadesbordado por la informacin y la reflexin histricas. Hayen ella momentos, incluso, donde el autor, en uno de sus fre-cuentes apuntes metadiscursivos, llama l mismo la atencinacerca de la inconsecuencia entre el gnero biogrfico elegido,y sus otros objetivos:

    Cmo referir en el estrecho espacio de una biografa losnumerosos acontecimientos que llenan los cinco meses ltimosde 1813? Indiquemos a manera de cronistas los principales he-chos (....} (16).

    El inters de Gonzlez por la biografa de Ribas forma asparte de la atencin que le merece el pasado inmediato en tan-to medio para comprender y transformar el Indeseable presen-te. Por haber vivido el perodo de transicin entre colonia yrepblica, por percibirse =genercional y personalmente- co-mo h.eredero de una misin bolivariana de continuidad y con-solidacin nacional, siente sobre sus espaldas la responsabili-dad de ser testigo, explorador e intrprete de ese pasado reciente.La multiplicidad genrica, la variedad de tonos y acentos, lamasa de argumentaciones y extenssimas citas documentales dellibro, responden a este proyecto historiogrflco y a ese ejerci-

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    reserva, sin alteraciones culpables, ni omisiones que seran unacomplicidad, apunta (BJFR, 214). Sin embargo, su tempera-mento apasionado, la situacin poltica y personal que le tocvivir y la inmediatez del fenmeno, le impidieron el cumplimien-to de esta suerte de voto de objetividad (18). Gonzlez no dejade sentirse poseedor del equilibrio y la verdad, de proponersecomo juez y no cmplice, como rectificador de los errores, .inexactitudes e injusticias histricas, cuando es en realidad unode los actores del drama y est muy involucrado emocional eideolgicamente con su objeto de estudio. Lo que nos entrega,por tanto -y esto es bastante valioso por ser tan intenso yhonesto- es su perspectiva cabal, su sentir sincero, ms orien-tados por la voluntad de edificar que por el rigor metodolgi-co y una documentacin meticulosamente compulsada.

    Juan Vicente Gonzlez no slo pretende ser historiador, si-no tambin maestro, orientador. Esta es una nueva razn paraentender su eleccin del gnero biogrfico. Se trata de una vi-da ejemplar. De manera perfectamente coherente con la pers-pectiva romntica dominante, en el proyecto de las biografasy en la de Ribas concretamente, el hroe no se concibe slo co-mo agente de la causalidad histrica, sino tambin como para-digma moral para el ciudadano. La vida del hroe no solamen-te permite entender la evolucin de un pueblo, el espritu deuna poca, sino tambin contribuir, como modelo positivo onegativo, a la educacin moral, religiosa y patritica de la po-blacin.

    Tambin para cumplir con esta misin pedaggica, la bio-grafa nuevamente ser considerada instrumento y no fin en s.Esta combinacin entre el deseo de comprender como histo-riador a la Venezuela en trance de hacerse nacin y la necesi-dad de ensear el recto proceder a sus ciudadanos se hace ex-plcita -aunque con la marca dolorosa de s!-, acendrado

  • pesimisma- en las palabras can que disea la biografla de Mar-tn Tavar:

    En el estudio de ese hombre vamos a buscar el profundomisterio de nuestra vida social y dar, tal vez, can la inextingui-ble centella, arigen del poder de la idea. Aunque su luz no ha-ya de guiar nunca a las generaciones que viven; aunque la san-gre vertida por conquistarla no dar jams la libertad; aunqueel haber agotado, el espanto, la muerte, para salir del caminode la servidumbre, no. nos haya trada a un aire ms respirabley puro, la contemplacin de esos esfuerzos, de esas luchas, esprovechosa e instructiva, aunque sea tambin dalarosa y amar-ga (19).

    Esta respansabilidad edificante le hace a menudo dibujar asus personajes con recargadas rasgos positivos o negativos. Co-ma las del Facundo de Sarmiento, El matadero de Echeverrao la Amalia de Mrmol, romnticos como l y sus contempo-rneos, se trata de hroes o antihroes consumados en tantomodelos de la virtud o la abyeccin. Para ella se sirve de lospatrones cannicos que conoce bien, principalmente los del ima-ginario clsico o medieval. As, segn su plan de biografas,Bolvar deber ser pintado como el Aquiles y Ulises de estaepopeya, Sucre cama Reinaldoy Tancredo de esa afortuna-da aventura (p. 159) y Bermdez como el Ayax1Te la inde-pendencia (p. 160). Un procedimiento. de estilizacin igualmen-te retrica se aplica en la Biografa .. a las antihraes: JosToms Boves, Juan Bautista Arismendi o Antonio Nicols.Bri-ceo; aparecen retratadas cama las monstruos ms abomina-bles. Y es que el estila del historiador; segn Gonzlez; debeadecuarse no. slo. al espritu -heroica a utilitarista, brillanteo decadente- de la poca estudiada, sino tambin a la posi-cin, a las inclinaciones y propsitos del escritor (20).y no se trata slo del estilo. La concepcin misma del relato

    biogrfico, su esttategia composicional y narrativa, esa con ti-

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  • nua serie de' decisiones que constituye en esencia el acto de es-critura, dependen de aquel objeto, de aquella posicin, de aque-lla perspectiva. El texto mismo de la Biografa ... exhibe abun-dantes marcas de ese trabajo de elaboracin literaria, de ese con-junto de estrategias discursivas, que aproximan por momentoslo biogrfico y lo histrico al relato de ficcin.

    Aunque Gonzlez no ceja en proclamar su objetividad y cri-tica algunas obras histricas como romances que no resistenal examen, donde nombres, datos, hechos, casi todo es inexac-to, falso, impudentemente cargado de ficciones (BJFR, 306)su propio texto -apartando toda imputacin de inexactitudhistrica, que no me corresponde juzgar- implica un claro ejer-

    , cicio de imaginacin, constituye una elaboracin narrativa cu-yas tcnicas en ocasiones difieren muy poco de las novelescasy emplea sin cesar recursos retricos idneos para el cumpli-miento de sus objetivos. proselitistas o moratizantes.

    Sin duda es un escritor dotado para la narracin ficcional.Como lo ha hecho notar Angel Insausti, en el prlogo de losartculos de El Diario de la Tarde que recoge bajo el ttulo sig-nificativo de Guzmanillo de Alfarache, estas punzantes diatri-bas contra el viejo Guzmn representan el germen, lamenta-blemente no desarrollado y fragmentario, de una novelapicaresca (21). Su Bolvar en Casacoima, por otra parte, unode los textos que integran el homenaje literario de Gonzlez 'alLibertador; pueder ser ledo y apreciado perfectamente comorelato de ficcin, como cuento de referente histrico (22).

    Pero no tenemos que ir muy lejos para encontrar esas mar-cas de ficcionalidad en la escritura de Gonzlez: La Biografa ..las muestra ostensiblemente. Su lectura comienza con el relatodel ajusticiamiento de Jos Mara Espaa el 8 de mayo de 1799.Este episodio dramtico, elegido como gancho inicial delli-bro, permite ficcionalizar la apertura de la biografa al en-tregar, desde la perspectiva de un narrador testigo, una descrip-

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  • cin viva de Caracas en la colonia tarda y su poblacin, en-vuelta ya en la polmica-libertario.

    La narracin es aqu enriquecida por la transcripcin (o in-vencin verosmil?) de la sentencia condena,toria contra Espa-a proclamada por el pregonero- oficial (pp. 86-87) Y del es-pontneo homenaje fnebre del sacerdote que lo ayud abienmorir (pp. 88-89). Estos dos discursos, de-/enguaje yacen-to bien diferenciados y contrastantes a su vez con los de/na-rrador principal, inauguran una constante retrica de la Bio-grafa. ..: la presencia de (autnticas-o forjadas) voces y escrituras,ajenas a las del bigrafo, que tocan al libro, por la va del ejer-cicio intertextual, de un acentuado realismo.

    Pero el ms claro rasgo de ficcionalidaden estas pginas ini-ciales es la inclusin como testigo de estos acontecimientos, dequien pronto se convertira en protagonista. En efecto, alter-minar de or la triste voz del religioso, el lector descubre entrela audiencia a Jos Flix adolescente, descrito mediante rasgosntidamente positivos, en el momento de enfrentarse al drama-tismo de la muerte violenta y despertar as a una terrible reali-dad poltica'

    La turba fue disipndose, despus de estas palabras elocuen- _tes y patticas (...) Slo un joven de ademn resuelto, despusde haber odo con profunda atencin al doctor Vicente Eche-verria (.:.), asisti en la plaza, con su aparente estoicismo, a labrbara carnicera del verdugo, en cumplimiento de la sentencia.

    Estaba el mozo cm la flor d sus aos; era de gallarda estatu-ra, de figura marcial y seductora. A veces se amontonaba unatempestad sobre su frente encapotada y sus ojos lanzaban re--lmpagos. Al fin pareci turbarse, fij la vista sobre el desnu-do suplicio y, como agitado de funesto presentimiento, soltlas riendas de su caballo y corri sombro por las solitarias ca-lles de Id ciudad (p. 89).

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  • ~ --

    Estasprimeras cinco pginas resultan el magnfico comien-zo de una novela histrica. El bigrafo-novelista imagina (o eligede su fuente referencial y elabora) la ocasin propicia, no slopara introducir al lector en un ambiente y un medio social alen-tados.por un acontecimiento dramtico inusual, sino tambin'para presentar a su hroe en la flor de sus aos, motivadopor esta experiencia aguda y capaz de fecundarsu pasin li-bertaria. La situacin es Intensa tambin y ficcionalmente pro-duetiva por su valor de presagio: el funesto presentimientodel personaje halla su correlato en la crudelsima muerte de Ri-bas, quien en 1815 rendira tambin su vida ejecutado en con-diciones similares (23).

    Despus de conseguido este primer efecto ficcional, despusde justificado este recurso narrativo como testimonio deun sobreviente, el relato salta al pasado para hacer partir el re-cuento biogrfico desde su comienzo natural. Se principia asla construccin gradual, premeditada en sus elecciones y susnfasis, de la personalidad radiante del hroe (24). A lo largode la Biografa ...r sin embargo, lafigura de Ribas, como hemosdicho, cede a menudo el proscenio a la representacin histri-ca de comps ms amplio o a la discusin conceptual. Volvera aparecer, de manera intermitente, como imagen del ms pu-ro entusiasmo libertario en la fase inicial delproceso indepen-dentista (25) o, ms adelante, cuando la sangre haya teido lagesta de cruento realismo, como esforzado militar y compae-ro de Bolvar, capaz' como ste d decisiones extremas y hastaticamente discutb/es, cuando la salvacin d la patria est depor medio.

    En su esfuerzo por evocar en su lector impresiones definidasy efectivas de esos momentos histricos que siente cargados designificacin y de enseanzas, Gonzlez utiliza con marcada efi-cacia dos recursos narrativas: el retrato y la dramatizacin deepisodios. El prime~o de ellos le permite en ocasiones enrique-

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  • cer el relato con una serie de mini-biografas de los princi-pales participantes en una u otra coyuntura. As sucede, porejemplo, cuando nos entrega esa secuencia de breves y anima-das fichas biogrficas de los tribunas del primer Congreso ve-nezolano (Cfr. pp. 112-114).

    Esta tcnica del retrato adquiere mayor importancia estils-tica y narrativa cuando la pluma de Gonzlez se mueve sabia-mente para dibujar, con gran economa y precisin, los rasgosdistintivos -exagerados a veces, a la manera del caricaturista-de aquellos personajes que entrarn en la escena de su textoa desempear papeles de relieve como hroes o como villanos.As -entre otras- quedan establecidas, en significativo y alec-cionador contraste, la bizarra de Bolvar (pp. 117-118), el sa-dismo de Arismendi (pp. 199-200), lafra barbarie de Boves (pp.201-202), la tenacidad guerrera de Ribos (p. 225) o la sed desangre de Rosete, a quien los cuervos (...) seguan por el olor(p. 240).

    La mejor entre estas caracterizaciones fsicas y morales es pro-bablemente la de Coto Pal, con quien el bigrafo =podriaasumirse- se sentira identificado, dada la conjuncin en am-bos de aspecto grotesco y grandeza moral. As se nos entregaeste retrato del tribuno en un momento cumbre de su interven-cin como orador republicano:

    Un hombre se levanta y usurpa la palabra; pero no es unhombre ese cclope, con dos agujeros por ojosrafeado por laviruela, de cabeza enorme, cubierta de erizadas cerdas, de ideasfebriles, servidas por una voz de trueno. El desorden presidesu espritu, que se exhala en gritos de clera y exclamacionessbitas (pp. 119-120).

    Llama la atencin tambin el marcado inters del escritor,en su afn caracterizador; por los diferentes registros del len-guaje, tanto en los escritos que cita, como en el habla misma

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    de sus personajes. Estos discursos, forjados a veces por el vir-tual novelista que es, se integran a la Biografa .. con efectosnarrativos e ideolgicos de importancia. As sucede, por ejem-plo, cuando, con intencin marcadamente despectiva, nos en-trega la supuesta transcripcin, tomada de la prensa, del hablapopular de su odiado Arismendi, en una indiscriminada con-vocatoria a la guerra, hacindolo decir: Siudadanos: toiticosdebemosir a Ocumare. Ansina, ansina se ha de jacer. Hasta losflaires han de ir (p. 239).

    Yes que, en muchos momentos, Gonzlez busca -como todobuen narrador- vivificar el hecho que est relatando. Se en-tiende as fcilmente que a menudo, recurra a la dramatizacinde episodios. A partir de una informacin histrica general, seinteresa por encontrar o imaginar el detalle concreto, el dilo-go directo, la situacin humana, capaces de impresionar al lec-tor, de interesar/e, de dejarle una imagen perdurable. As lo hacecuando narra esas situaciones clave, donde pareciera definirsela suerte de la nacin venezolana. Al relatar los acontecimien-tos del 19 de abril de 1810,por ejemplo, el narrador nos invitaa entrar en la sala donde se renen los partidarios de la inde-pendencia, nos hace sentir la atmsfera de inquietud, nos pre-senta, con su habilidad descriptiva, a los principales actores,y transcribe parte .de sus inflamadas intervenciones. Pero nole basta. Necesita descender de la seriedad de los discursos ofi-ciales a la trivialidad y al humor, tambin presentes, y as lohace al incluir varios dilogos -seguramente imaginarios- en-tre algunas damas circunstantes. (Cfr. pp. 166-125).

    El comienzo del Captulo IV ofrece un caso especialmenteinteresante de este nfasis, porque la historia se hace all con-creta, cotidiana, palpable,' abandona el intento abarcador -tambin presente en algunas partes de la Bi

  • protagonistas). El bigrafo se desmonta all de la historia ofi-cial y acadmica, predominantemente masculina, interesada sloen lo trascendente, para internarse en la historia menuda,anecdtica, domstica, sentida y vivida tambin por las muje-res. Aparecen de esta manera la percepcin de la guerra quepuede haber tenido el ciudadano annimo; el miedo y el ham-bre que-pueden sentirse en las casas de la gente comn; los con-flictos entre familias emparentadas, amigas o vecinas, que seven de sbito enfrentadas por el comienzo de la guerra. As loexpresa ntidamente:

    Quedara nuestra historia profundamente oscura si, conten-tos con revelar los actos exteriores, desdesemos el hogar delos grandes sentimientos, el seno de las familias, el santuariode la mujer (p. 209).

    Yes as como ese hbil narrador penetra, no slo en et m-bito domstico, sino tambin en la conciencia de algunos desus personajes, para hacerlos ms reales y vivientes. Y cuandose permite ofrecer el dilogo angustiado del ama y su esclava(p. 211), relatar historias de traiciones y penas sentimentales (26)o transcribir las cartas ntimas cruzadas entre un condenadoy su esposa (27), Gonzlez est novelizando productivamen-te la Biografa ...

    El narrador conduce as su historia. A travs de una frecuenteintervencin metadiscursiva que modera en alguna medida sufragmentariedad y su carencia de una lgica narrativa estricta,va introduciendo nuevos temas o distintas modalidades de de-sarrollo que le permiten lograr sus fines histricos pedaggicos.

    As, encontramos esta voz ductora del relato que nos invit,despus de terminada la discusin sobre la proclama de la gue-rra a muerte, diciendo: Pero distraigamos nuestro espritu si-guiendo el impetaaso vuelo de la guerra en la fabulosa campa-a de 1813 (p. 166); o que nos anuncia, ms adelante la

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    necesidad de bifurcar el relato para atender a todos sus ob-jetivos:

    El historiador tiene que trazar aqu dos cuadros paralelos,igualmente grandes y patticos, pero triste el uno, y sombro,heroico y de desesperados esfuerzos el otro. AlIado de las ba-tallas tiene que contar la postracin moral de todo un pueblo;al-lado del ardor frentico que mil peligros inspiran, la descon-fianza, el desaliento, el dolor que cunde y se dilata (28).

    En lo que toca. al estilo, la obra de Gonzlez y particular-mente la Biografa.. exhiben una multiplicidad deformas y ca-lidades, semejante a la encontrada en otros aspectos. Se trata,por supuesto, de una prosa regida por el canon dominante dela poca. La escritura se deja guiar por los patrones retricasde la oratoria poltica o sagrada. Es frecuente, por ejemplo, lareiteracin efectista de palabras o construcciones sin tcticas, ola bsqueda de un ritmo que corresponda al perodo dec/ama-torio. Este ritmo, esta rotundidad sin tctica -y tambinconceptual- es lograda con frecuencia a travs de la secuen-cia de trminos o frases en combinaciones de parejas o temas.Los adjetivos abundan, por supuesto; especialmente cuando pre-domina en el discurso una funcin evaluadora.

    Tambin en lo estilstica, el juicio se hace difcil, como pro-pone Carrera Damas (29). Y esto explica la gama tan extremade opiniones, desde la de Felipe Tejera, para quien Gonzlezno es, por cierto, modelo de estilo, pues por lo comn es in-correcto y galicano (30), hasta la de Pedro Grases, quien lopostula como autor de la mejor prosa romntica que se escri-bi en Venezuela durante el siglo XIX (31). Yes que la escri-tura del caraqueo tiene momentos y momentos. En el textode la misma Biografa .. se advierte la disparidad. Hay frag-mentos muy trabajados, donde a fuerza de precisin y densi-dad, el lenguaje adquiere una extraordinaria potencia. En otroscasos, ste cumple una funcin ms limitadamente comunica-

  • ti va; se limita a ser instrumento para el registro de aconteci-mientos. Estos dos casos, de mxima intensidad o de casi ausen-cia de preocupacin estilstica coinciden explicablemente conel mayor nfasis narratlvo-literario o histrico-documental.

    Al final de esta exploracin, la personalidad y obra de JuanVicente Gonzlez rechazan, en efecto, el encuadre en una pers-pectiva simple. Es una produccin heterognea en sus temase intenciones, en sus procedimientos y tonalidades. Tambin enu calidad literaria. Se manifiesta como el fruto de un espritucomplejo y contradictorio, que posey el mpetu para concebiry comenzar numerosos proyectos, pero que cas nunca lleg aplasmar/os en forma continuada y sistemtica. Por contrastecon Andrs Bello, a quien admir y respet siempre, y quien,de acuerdo a la binariedad nietzcheana que nos sirvi para abrirestas pginas, sera magnlfico modelo de lo apolneo, Gonz-tez no pudo hacer libros serenos y reposados, como dijo Ma-riano Picn Salas (32).

    Aun la Biografa .., la obra ms completa de todas las queescribi, muestra claramente esta impetuosidad, esta pasin, estapreeminencia incuestionable de lo dionisaco (33).

    Tal vez all residi su drama y su angustia. Tal vez por esono ha podido ser reconocido en su justo valor. Pero por sobreesa inestabilidad y ese mpetu incontrolado se yergue la cons-tancia de su voluntad venezolanista; en medio de la fragmen-tariedad, la prisa y el desorden surge y se impone el texto per-durable. Su legado como ciudadano y como artista bien mereceser rescatado del estereotipo. Yes Mariano Picn Salas, ese otromaestro de la prosa de ideas, quien nos pide leer hoy de otramanera a Juan Vicente Gonztez: Dejemos que sus sabias pa-labras cierren estas pginas:

    El polemista poltico no se separ del artista literario. (...)Tiene que advenir una generacin que ya de las stiras de ayer

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  • Carlos Pacheco

    no mire sino la 'eloquentia sermonis'; extraiga el arte de esosprrafos de prosa combativa, ponga donde debe estar entre loscinco o seis grandes nombres de la tradicin literaria hispanoa-mericana =-menos correctoque Bello, pero mucho ms inquieto,menos clsico que Bara/t, pero mucho ms ea/oreado, menosabundante que Sarmiento, pero ms artista- a Juan VicenteGonzlez ... (34)

    Este trabajo, al igual que la bibliografa, fue incluido originalmente en laedicin de la Biografa de Jos Flix Ribas, publicada como libro institu-cional de 198! por !'etr61eos de Venezuela.

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  • NOTAS

    (1) En peridicos que funda y cuyas columnas llena desordenadamentese pintan da a da la vida, los aconteceres importantes de un pueblo, comoUna gorda brocha regida por la mano de un energmeno. Rafael AngelInsausti: Juan Vicente Gonzlez, en JVO: Guzmanillo de Alfarache.Artculos del Diario de la Tarde. Caracas. Publicaciones de la Presidencia.de la Repblica, 1962. p. 13.(2) Revista Literaria. 1865. Edicin fascimilar con prlogo de Pedro Ora-ses. Caracas. Tipografa Vargas. 1956.p. 309.(3) El Liberal, 1842;El Venezolano. 1842;Cicern a Catilina, 1845-1846;El Diario de la Tarde. 1846;La Prensa, 1846-1848;El Foro. 1858;El Heral-do, 1859-1861;El Nacional, 1864; y, por supuesto, la Revista Literaria,1865-1866.(4) Tomamos la cita del comentario crtico de Toro al Manual de HistoriaUniversal, publicado por Gonzlez por primera vez en 1863. Viene repro-ducido en: Fermn Toro: Pginas escogidas. Barcelona. Los Libros de Plon.1979. p. 91. .(5) Pedro Orases: Prlogo a Juan Vicente Gonzlez. Academia Venezo-lana de la Lengua. Coleccin Clsicos Venezolanos. Caracas, 1962. pp.XVIII y XXV.(6) Recogida en la seleccin de textos de JVG citada en la nota anterior,pp. 124-144.(7) Ese mismo Ensayo ... apenas mencionado, se public en 1852comofascculo inicial de una serietitulada Curso de Literatura Espaola prece-dido de un Ensayo sobre 1(1 literatura de la Edad Media. Vase la nota yel facsimil de la portada en la citada seleccin de la Academia, pp. 124-126.Algo similar ocurri, entre otros, con el proyecto de refutacin a la Vidade Jess, de Ernest Renan (Cfr. lbid. pp. 195-204)Ycon el de las biogra-fas de ilustres venezolanos, del que hablaremos ms adelante,(8) 24 de Noviembre. En la Revista Literaria, Loc, cit., p. 309.(9)Vanse: Pedro Orases, Prlogo a Juan Vicente Gonzlez, Loc. cit.,

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    '-

  • pp, XI YXXV;Germn Carrera Damas: Juan VicenteGonzlez. En JVG:Seleccin histrica. Caracas. Monte Avila Editores. Coleccin. El Dora-do. 1979. p. 8.(lO) Para Pedro Grases, la Biografa ... es ...sin duda la obra ms logradade cuantas escribi. Nota a Dos Biografas, en Juan Vicente Gonz-tez. Loc. cit., p. 6l.(11)Arturo Uslar Pietri: Juan Vicente Gonzlez, el atormentado, en susLetras y hombres de Venezuela. Madrid. EDIME, 1978. pp, 156-177(1"cd. 1948).(12) Arturo Uslar Pietri. Op. cit., p. 175. El nfasis es mo.(13) Parte de esta biografa se publica. por entregas. en la Revista Litera-ria, pero Queda inconclusa.(14) Las biografas de los doctores Avila y Alegra haban aparecido ya,en forma independiente; la primera en 1856y la segunda en 1858.Ambasson recogidas en la seleccin citada de la Academia Venezolana de la len-gua, pp. 61-69 Y70-1lO.(15) Pginas ...Loc. cit., p. 158.(16) Lo que sigue a estas palabras es, en efecto, una cronologa relativa-mente escueta de. hechos de guerra, que contina -con algunainterrupcin- por casi diez pginas (pp. 173-182).El mismo procedirnien-te-de enumeracin cronolgica es elegido como modo de estructuracinde todo el brevsimo captulo siguiente, el lll, titulado Principales suce-sos del ao 14.Juan VicenteGonzlez: Biografkrde Jos Felix Ribas (Epo-ca de la guerra a muerte). Caracas. Editorial Gonzlez, 1956. p. 173. Pr-logo de R. Banco-Fornbona. En adelante se citar de esta edicin,identificndola, de ser necesario; por medio de las iniciales BJFR, segui-das de la pgina correspondiente.(17) Pginas ... Loc. cit., p. 154.(18) Op. cit., 9.(19) Prembulo. Loc. cit., p. 168. El nfasis es mo.(20) Vanse sus proposiciones en las Pginas ... Loc. cit., pp. 156-157Y164,as como en la propia Biografa ... , p. 233.(21) Op. cit., p. 14.(22) El relato aparece en Mis exequias a Botivar; en 1842, pero ha sido pu-blicado en varias oportunidades junto a la Biografa de Jos Flix Ribas.(23) As se narra en la misma Biografa ... pp. 340-342.(24) Para ello. por ejemplo, se remonta nueve siglos, extendiendo las racesde los Ribas hasta los normandos que acompaaron a William el Conquis-

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  • tador en la clebre invasin de Inglaterra en 1066. Para ello propone tam-bin la vocacin franciscana de Jos Flix adolescente como ... el piado-so fervor de sus primeros aos [cuando) necesitaba su corazn las absti-nencias y luchas de la soledad y del claustro o los peligros y combates dela guerra (p. 92).(25) Es el momento de idealismo adolescente, exaltado por Gonzlez des-de un identificado nosotros de reiteracin casi coral. Vase p. 97.(26) De particular inters es el episodio romntico de la bella Antoniay su novio el espaol Tejada, enamorados vctimas de la guerra y el abusode poder (v, pp. 211-214).(27) Me refiero al caso de Antonio Nicols Briceo y su esposa DoloresJerez (p. 159).(28) BJFR, 233. Similares intervenciones pueden hallarse en las pp. 182,253, 258, etc.(29) Op. cit., pp. 11-12.(30) Felipe Tejera: Perfiles Venezolanos o Galera de Hombres Clebres deVenezuela en las Letras, Ciencias y Artes. Caracas. Tip. de Rmulo A. Gar-ca, 1907, (2' ed.), p. 51, cit. por Carrera Damas. Op, cit., pp. 11-12.(31) Prlogo citado, p. XXIV.(32) Prlogo a las Pginas escogidas de JVG. Caracas. Monte Avila Edi-tores, 1985. p. x. (1" ed. 1921).(33) Ntese la desproporcin en la longitud y el tono de los captulos, sloalgunos de los cuales van titulados, y la carencia de un critrerio uniformey lgico de organizacin, que por momentos abandona la secuencia accio-nal al azar de la memoria y las asociaciones (p. ej., pp. 220-223).(34) Mariano Picn Salas: Prlogo citado, pp. Xl\I-XIV.

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