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PONENCIAS Seminario Justicia y violencia de género Un análisis legislativo y de la realidad socioeconómica Borja Jiménez Muñoz Carlos Enrique Serra Uribe Mª Isabel Martínez Martín PN06/12

Seminario Justicia y violencia de género Un análisis ... · la pena de alejamiento como obligatoria para esta clase de infracciones penales, la postergación de las faltas a las

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PONENCIAS

Seminario Justicia y violencia de género

Un análisis legislativo y de la realidad socioeconómica

Borja Jiménez MuñozCarlos Enrique Serra UribeMª Isabel Martínez Martín

PN06/12

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ÍNDICE 3 La violencia sobre la mujer: un análisis para el futuro

Borja Jiménez Muñoz. Fiscalía Provincial de Córdoba

21 Violencia de género: actuación policial y protección de víctimas

Carlos Enrique Serra Uribe. Cuerpo Nacional de Policía

36 Los costes económicos de la violencia contra las mujeres

Mª Isabel Martínez Martín. Abay Analistas Económicos

La violencia sobre la mujer:

Un análisis para el futuro

Borja Jiménez Muñoz Fiscal Delegado de violencia sobre la Mujer

Fiscalía Provincial de Córdoba

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1. Introducción

Cuando hablamos de volencia sobre la mujer, es difícil poner las cosas en claro dejando de lado los lugares comunes o la corrección política. Casi siempre se mezcla y confunde lo que se debe decir con lo que realmente hay que hacer. Esto crea confusión porque parte de la ciudadanía piensa que la legislación española es exagerada en cuanto a la protección penal dispensada a las mujeres, mientras otras sensibilidades consideran que no se ha hecho todo lo que se debiera. No obstante, corresponde a los juristas indicar desde nuestra experiencia y conocimiento que aspectos funcionan y que debería modificarse Quede claro que la exposición que se hace es desde el prisma jurídico-penal. Desde esa perspectiva, el legislador optó en un periodo entre 1989 y 2004 por, primero crear y después reforzar la dimensión penal de la violencia sobre la mujer,1 de modo que un periodo de quince años se pasó de la ausencia absoluta de tipos penales que castigasen la violencia de género y la violencia familiar, a contar con unos tipos penales y una legislación procesal que ha transformado en gran parte la administración de justicia, las funciones de los abogados, la visión de las víctimas etc… Además de la perspectiva penal, la Ley 1/2004, punto culminante de esta proceso, en su vocación de hacer gala de su título “ integral” pospuso los aspectos penales, procesales y tuitivos a los dos últimos títulos de la ley y dedicó sus tres primeros títulos a las medidas de sensibilización en el ámbito educativo, sanitario, de la publicidad, a los derechos de las mujeres en materia laboral, información etc…y en la llamada tutela institucional quizá queriendo indicar que la fórumla integral no podía descansar sólo en la vertiente represiva de la reforma. Sin embargo, por lo que más se conoce la ley es por la reforma penal y procesal realizada que ha cerrado, por ahora, el diseño de la política criminal en materia de violencia sobre la mujer

1 La LO 3/1989 introdujo por primera vez en el artículo 425 del Código Penal un tipo penal específico para castigar la violencia intrafamiliar, con la finalidad de reforzar la deficiente protección de los miembros del grupo familiar frente a conductas sistemáticamente agresivas de otros miembros del mismo, y desde esa muchas han sido las modificaciones sustantivas y procesales destinadas a aumentar la protección de las víctimas de los malos tratos. Se destacan en esa evolución legislativa la LO 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, la LO 11/1999, de 30 de abril, de modificación del Código Penal, la LO 14/1999, de 9 de junio, de modificación del Código Penal en materia de Protección a las Víctimas de los Malos Tratos y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la Ley 38/2002, de 24 de octubre, de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal sobre Procedimiento para el Enjuiciamiento Rápido e Inmediato de determinados Delitos y Faltas, la Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica, la LO 11/2003, de 29 de septiembre, de Medidas Concretas en materia de Seguridad Ciudadana, Violencia Doméstica e Integración Social de los Extranjeros, la LO 13/2003, de 24 de octubre, de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal en materia de Prisión Provisional, la LO 15/2003, de 25 de noviembre, de reforma del Código Penal, el RD 355/2004, de 5 de marzo sobre el Registro Central para la Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica, y por último la LO 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (en adelante LOMPIVG o LO 1/2004).

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2. Principales aspectos del diseño penal y procesal La conclusión que puede realizarse de la opción de política criminal del legislador español es que la respuesta penal a la violencia sobre la mujer debía erigirse en el centro sobre el que pivotara la respuesta del legislador al drama social de aumento de casos de violencia de género de los últimos años, y que su estructura no podía dejar dudas de la vocación de convertirse en una respuesta penal contundente. En el aspecto sustantivo, el diseño se funda tanto en la creación de nuevos tipos penales, como el art. 173.2 del Código Penal, que castiga la llamada violencia habitual, como en la transformación de muchas acciones de falta a delito, dando así forma a ua nueva estructura de la política criminal en estas modalidades delictivas. La agravación se produce en la mayoría de las conductas castigadas: citemos el art. 153, que castiga como delito la agresión con lesión que no requiere tratamiento médico-quirúrgico y, entre otras conductas , el maltrato de obra, el art. 171.4 que eleva la amenaza leve de falta a delito2, el art 172 que castiga como delito las coacciones etc..De otro lado, se delimitan los sujetos activo y pasivo de las infracciones penales, siendo autor de la infracción exclusivamente los hombres que fuesen o hubiesen sido maridos, ex maridos, parejas, ex parejas, novios o ex novios de sus mujeres/ parejas/ex parejas que son el sujeto pasivo, abriendo la puerta a situaciones intermedias de encaje complejo resueltas en la praxis por vía jurisprudencial y doctrinal3. No obstante a esto, el establecimiento de unos tipos penales en los que se castiga como delito o más gravemente las acciones de los hombres que las de las mujeres no significó la impunidad de las conductas de ellas hacias sus parejas o ex parejas, solo supuso considerarlos merecedores de menor pena o considerarlos faltas, tipos que han sido declarados conforme a la Constitución, entre otras, por las SSTC 59/2008, 45/2009 y otras posteriores El diseño se completa con algunos aspectos procesales de vital importancia. Algunos fueron pensados expresamente para los delitos de violencia sobre la mujer y familiar, como la conocida orden de protección prevista en el art. 544 ter de la LECr. introducida por la Ley 27/2003, de 31 de julio y otros, aunque ya habían sido previstos anteriormente, como los popularmente conocidos como juicios rápidos, introducidos por a Ley 38/2002, de 24 de octubre, se han convertido en el cauce procesal mayoritario para la tramitación de gran parte de los delitos de violencia sobre la mujer. Algunas otras cuestiones fueron también tenidas en cuenta por el legislador. Por ejemplo, determinadas particularidades en orden a la suspensión y a la sustitución de las penas privativas de libertad, sobre todo en cuanto que se determina de forma inexorable la revocación de la suspensión de la ejecución de la pena en caso de incumplimiento de las medidas acordadas, introducidos por la reforma del Código Penal realizada por la Ley 15/2003, la consideración de la pena de alejamiento como obligatoria para esta clase de infracciones penales, la postergación de las faltas a las vejaciones e injurias previstas en el art. 620 del Código Penal, y, como no, la creación de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, una apuesta relevante del legislador, con extensión universal a todos los partidos judiciales y con la característica de ser un juzgado de

2 Siempre cuando el que la profiere es el varón a la mujer y según si es la mujer al varón 3 Vid al respecto la Circular de la Fiscalía General del Estado 6/2011 que realiza un profuso análisis de la materia

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naturaleza mixta, penal y civil, alterando la tendencia a la separación de jurisdicciones que sucede en las ciudades medias y grandes. No son desdeñables tampoco otras disposiciones de naturaleza administriva o social. Basta atender a las Disposiciones Tercera a Novena de la Ley 1/2004 para comprobar como se modifica el Estatuto de los Trabajadores, la Ley General de la Seguridad Social o la Ley General de Publicidad. E incluso posteriormente, es importante destacar las reformas que de la Ley de Extranjería se realizaron por las leyes 2/2009, de 11 de Diciembre y 10/2011, de 27 de Julio, que en su art 31 bis establece que las mujeres extranjeras en situación irregular no se les incoará expediente de expulsión o se les suspenderá el incoado; sin duda, una de las medidas de naturaleza administrativa y social de más calado sin dejar de mencionar al menos toda la legislación autonómica, por ejemplo, en materia de renta activa de inserción para mujeres víctimas de violencia de género4 que arranca del art 27 de la Ley 1/2004 que establece estos pagos. Por lo tanto, no cabe duda que esta batería legislativa omnicomprensiva de muchas ramas del derecho era la traslación de una apuesta decidida para la prevención y represión de la violencia sobre la mujer 3. Resultados ¿Ha servido la legislación expuesta para prevenir estos delitos y disminuir la violencia sobre la mujer? A mi juicio no, pero ello no quiere decir que las medidas adoptadas, las leyes promulgadas y las reformas emprendidas no hayan merecido la pena. Cuando afirmo de forma tan rotunda que las reformas legales no han disminuido los delitos, lo fundamento en las estadísticas. De las variadas fuentes a las que podemos atender ( Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía General del Estado, Ministerio del Interior, Ministerio de Sanidad , Comunidades Autónomas etc.....) la conclusión a la que se llega es que ha aflorado un fenómeno delictivo de enormes proporciones. Un efecto inmediato de la legislación analizada y de la abundancia de información sobre la materia fue el aumento de las denuncias, los procedimientos y las condenas, que antes de 1989 eran inexistentes desde un punto de vista estadístico, teniendo en cuenta además la importancia de la puesta en funcionamiento de los juzgados de violencia sobre la mujer en junio de 2005 que asumieron la instrucción de todas estas conductas. Baste chequear cualquier indicador para comprobar como desde que existen estadísticas se ha producido un aumento considerable de denuncias, órdenes de protección, sentencias, hasta llegar a una no sabemos si definitiva estabilización5 de modo que un fenómeno delictivo que no tenía lugar en el Código Penal en 1989, se ha convertido en menos 4 Vid, por ejemplo, en Andalucía, la Orden de 25 de mayo de 2011 por el que se aprueban las bases reguladoras para la concesión de subvenciones por el Instituto Andaluz de la Mujer en régimen de concurrencia no competitiva 5 Vid Informe segundo semestre de 2012 del Observatorio contra la Violencia de Género en el que se indica como en el periodo 2007-2011 se ha producido un 6% de aumento de denuncias, aunque a la vez las muertes de mujeres en 2011 se redujeron en un 15% respecto a 2008, que es al año con más fallecidas, precisamente cuando ya se llevaban cuatro años de vigor de la ley 1/2004http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Violencia_domestica_y_de_genero/Actividad_del_Observatorio/Memorias/Memoria_del_Observatorio_contra_la_Violencia_Domestica_y_de_Genero_2012_Segundo_Trimestre

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de veinte años en uno de los delitos que – ahora sabemos- más frecuentemente se cometen. Los últimos datos conocidos confirman lo expuesto y se pueden resumir en tres flashes: los jueces españoles pusieron 52.294 sentencias durante 2011 en materia de violencia sobre la mujer, en el periodo entre 2007 y 2011 se produjo un aumento del 6% respecto a años anteriores, que fue muy superior y el número de denuncias de 2011, que fueron 134.002, supuso solamente un descenso del -0,1% con respecto a 2010. 6 O sea, la legislación de violencia de género no ha disminuido el número de asuntos, sino que los ha aumentado, al menos hasta el momento presente. Sin embargo, el hecho de que las estadísticas sean tozudas, no quiere decir, en absoluto, que las reformas emprendidas sean un fracaso. O lo que es lo mismo, si hay que repensar algunos aspectos de la legislación en materia de violencia no es por lo que digan los números, porque en ellos influyen otros factores: por ejemplo, no hay tradición de estadísticas a largo plazo y no puede compararse el fenómeno delictivo con perspectiva solo a medio plazo; además, es obvio constatar que unas reformas que han incidido en aumentar la respuesta penal, creando delitos o agravándolos, han producido una explosión de denuncias y un aumento de autores y de víctimas...por todo eso no se puede formular un silogismo en el que frente al hecho de la violencia como premisa mayor, la legislación como menor y el resultado el sabido, se diga que los datos desabaratan todo el diseño realizado. A mi juicio, era necesario realizar un diseño penal frente al fenómeno delictivo, pero entiendo que con la perspectiva de los años y la experiencia acumulada, es necesario modificar algunos aspectos, algunos de cariz político y otros de naturaleza técnica. A sabiendas de que no agoto todas las cuestiones, se pueden plantear las siguientes A) Disminuir la presión penal. O, en cualquier caso, no aumentarla, en contra, por tanto, del Anteproyecto de reforma del Código Penal que, por ejemplo, en su art 172 ter, incluye una nueva modalidad delicitiva, con agravación de penas en el caso de tratarse de violencia familiar, a mi juicio, forzando algunas conductas al calificarlas como delito, como la acción de quien “aceche” o busque la “cercanía física” de otra persona, o con inclusión de conductas como es la de atentar contra el patrimonio de otra persona “cercana” al que se sienta acosado o considerar delito el mero “ intentar establacer contacto” con ella, con lo que se demuestra, al menos en la fase que se encuentra el Anteproyecto, que se busca colmar penalmente una de las pocas acciones que, solo en cierto modo, no estaban expresamente recogidas en el código como delito, aunque podían subsumirse en modalidades de coacción o vejaciones. Desde mi punto de vista, la tendencia debería ser la contraria porque ya he planteado que en lo relativo a la estructura penal no se debe hacer más . Al contrario. Considero que algunas de las infracciones que ahora son delito deberían volver a ser falta. Me refiero al maltrato de obra del art. 153.1 y a las amenazas leves del art. 171.4. Y esta afirmación no es una propuesta con vocación de escandalizar. Considero que mi propuesta de degradación anuda mejor con la seguridad jurídica pues sólo pretende clasificar los hechos como delito o falta en función de la intensidad de afectación al bien jurídico o la dimensión de la lesión en vez de atender a un elemento tan difuso como es lo que de machista sea la agresión y propongo solo circunscribir la calificación como falta a las acciones que claramente sean de menor cuantía, dado un objetivo parte de lesiones y no concurriendo con otras infracciones. En el mismo sentido, y respecto a las

6 Vid ídem

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amenazas, se constata en muchas sentencias que cuando se vierten expresiones de naturaleza vejatoria junto a amenazas, en un mismo contexto, es lógico, ateniendo al dolo del autor, considerar que se trata de una acción subsumible en unas vejaciones o injurias siempre que se detecte que la intención del autor era fundamentalmente la de menospreciar, vejar o despreciar. Se llega incluso por lagunos tribunales a degradarlos a una falta de amenzas que no existe en el ámbito familiar (SAP Murcia 12 de julio de 2012) calificación que en absoluto comparto, a no ser previa reforma legislativa. Debo dejar claro que mi posición no es la que se propugna por gran parte de la jurisprudencia de las audiencias provinciales y juzgados de lo penal de España. Muchos tribunales interpretan de una manera que supera al legislador algunos tipos de la violencia de género: así, se impone interpretar el art. 153 o el art 171.4 en relación con el art 1 de la Ley 1/ 2004 , de modo que se degrada a falta una agresión incardinable en el art. 153 cuando no se aprecia que ésta se haya realizado en clave de machismo, o falte el elemento subjetivo de la dominación o no se aprecie relación de superioridad, ( SAP Murcia, 12 de julio de 2012) e igualmente esta interpretación está mucho más extendida cuando se trata de agresiones mutuas hombre-mujer, ( las más recientes SSAAPP Guadalajara, 19 de septiembre de 2012, Pontevedra 31 de julio de 2012 o León, 16 de Julio de 2012) criterios que por otra parte fueron apuntados en el voto particular a la Sentencia del Tribunal Constitucional 59/2008, de 14 de mayo, presentado por el Sr. Delgado Barrio que consideró que el Tribunal Constitucional debió, en vez de avalar la constitucionalidad del art 153 interpretarlo exigiendo que la conducta delicitva estuviese presidida por el ánimo descrito en el art 1 de la Ley 1/2004 Ciertamente no es esto exactamente lo que propongo. Entiendo que no es misión del juzgador superar al legislador y considero que tras las sentencias del Tribunal Constitucional arriba citadas que avalaron la constitucionalidad delos art 153 y 171.4 del Código Penal en su redacción literal vigente, sin someterlo a ninguna clase de interpretación, no es prosible reinterpretar los tipos en relación con el art 1 de la Ley 1/2004, porque quedó claro que el machismo o la dominación estaban insertos en las conductas sin necesiadad de una especial apreciación, a lo que se opuso el Voto del Sr. Delgado Barrio. De hecho, dichas sentencias se pronuncian muy claramente cuando indican que el diseño de la política criminal es una facultad que le corresponde al legislador quien goza de un amplio márgen de libertad para considerar que conductas son delitos y cuales no. Por lo tanto, si dichos tipos no son inconstitucionales no corresponderá a los jueces reiterpretar lo ya interpretado por quien es el Intérprete de la Constitución modificando la voluntad del legislador. En ese sentido, resulta muy ilustrativo atender al informe de Expertos/as del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial de enero de 2011, cuando proponen en el apartado II.5.17 que para evitar esta disparidad jurisprudencial se introduzca en los art 153, 171.4, 172 y 148 del Código Penal, la expresión “ con cualquier fin” o similar para evitar las degradaciones a falta, lo que significa que la propuesta intenta reducir el margen de discrecionalidad interpretativa a los tribunales por mor de la absoluta confusión y asimetría de criterios en el que nos encontramos. Sin embargo, el Anteproyecto de reforma del Código Penal no acoge esta pretensión. 7 http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Violencia_domestica_y_de_genero/Grupos_de_expertos/Informe_del_Grupo_de_Expertos_y_Expertas_en_Violencia_Domestica_y_de_Genero_del_Consejo_General_del_Poder_Judicial_acerca_de_los_problemas_tecnicos_detectados_en_la_aplicacion_de_la_Ley_Organica_1_2004

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Mi propuesta tiene, además del fundamento de atemperar la respuesta penal a la gravedad del hecho, otro de índole eminentemente práctico: sostengo que la víctima que se decide a denunciar necesita que la respuesta penal sea aún más rápida y exige una estricta proporcioalidad a la gravedad del hecho. El sistema del enjuiciamiento inmediato de estos delitos es muy adecuado a la mayoría de estas infracciones, pero en las muchas ocasiones en la que el acusado no presta su conformidad con la acusación en el juzgado de violencia sobre la mujer, (JVM) el asunto se dilata hasta unos días, o meses después, dependiendo de la localidad, lo que genera, en ocasiones, que la víctima o caiga en la influencia del acusado o su familia, o se arrepienta al prever las consecuencias de su denuncia, o no pueda soportar la presión por muy variadas circunstancias, de modo que cuando llegue el día del juicio se acoge a su derecho a no declarar, en los casos en los que tenga este derecho, de modo que todo el sistema se da de bruces con una realidad que supone, en gran medida, que la proporción de sentencias condenatorias sea en 2011 del 50’16% condenatorias, frente al 49’84% absolutorias, como indican los datos del Observatorio contra la Violencia de Género8. En otras palabras, que la realidad y la jurisprudencia demuestran que es necesario repensar la respuesta penal. A mi juicio, si las infracciones mencionadas se residenciaran como juicio de faltas, probablemente adecuando el hecho a una penalidad de mayor intensidad que la media de las faltas, unido a un alejamiento que pudiera ser superior a los seis meses hoy previstos para tales infracciones, el sistema podría ser más efectivo. Téngase en cuenta, además, que muchas víctimas afirman que su voluntad es avisar o escarmentar al agresor, pero se oponen de manera rotunda a que el hecho se enjuicie como delito o que pueda llevar aparejada una prisión preventiva9. Ni que decir tiene, que la voluntad de la víctima no puede condicionar el proceso más aún cuando su voluntad puede estar algo más que viciada, pero lo cierto es que si a la víctima la dejamos sóla después de la denuncia, y el sistema se sostiene fundamentalmente en su solo testimonio, o se institucionaliza un apoyo social de primera divisón que ahora no existe, al que volveré luego, o todo el trabajo realizado de apoyar e invitar a denunciar cae en saco roto. Y quizá si la respuesta penal estuviese más y mejor ajustada a la gravedad del hecho, con consecuancias penales más razonables cuando el hecho así lo requiera, la efectividad del derecho penal sería mucho más alta y se evitarían derivas jursiprudenciales imprevisibles. B )Establecer como potestativa la pena de alejamiento. Este planteamiento, asumido en el informe de Expertos/as del Observatorio de Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial10 de Enero de 2011 establece en su apartado II.2 una reflexión que sostengo: en ocasiones, el automatismo del alejamiento impide al juzgador hacer una ponderación adecuada

8 Al respecto, vid http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Poder_Judicial/Noticias_Judiciales/Estadistica_Judicial_2011___El_numero_de_denuncias_por_violencia_de_genero_se_mantiene_en_134_000_casos 9 Vid al respecto “El silencio de las víctimas: un análisis jurídico y social” Osuna Rodriguez, M. Genovés García, A. Jiménez Muñoz, B. Consejería par la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía Instituto Andaluz de la Mujer, 2011 ISBN 978-84-7921-145-5 donde se realiza un muestreo fruto de entrevistas a mujeres de la provincia de Córdoba y se indagan sobre las causas de su silencio. 10 Vid http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Violencia_domestica_y_de_genero/Grupos_de_expertos/Informe_del_Grupo_de_Expertos_y_Expertas_en_Violencia_Domestica_y_de_Genero_del_Consejo_General_del_Poder_Judicial_acerca_de_los_problemas_tecnicos_detectados_en_la_aplicacion_de_la_Ley_Organica_1_2004.

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de las circunstancias concurrentes para adoptar la medida más adecuada al caso concreto, que, en ocasiones, puede ser no acordar un alejamiento como pena, cuando las circunstancias económicas, sociales o familiares lo impidan. Contra esta reflexión es muy fácil alegar que se pretende echar a las víctimas en brazos de los maltratadores, dejando a su voluntad el alejamiento; pero la propuesta es más profunda: no son ellas las que deben decidir, es el juez, ponderando las circunstancias en liza el que debe razonar si ese alejamiento obligatorio implica un quebrantamiento consentido desde el minuto cero y sus consecuencias, lo cual es muy distinto. En cualquier caso, el Anteproyecto de Reforma del Código Penal, aprobado en octubre de 2012 en el Consejo de Ministros, mantiene el alejamiento obligatorio C) Resolver la dispensa de la obligación de declarar. Este derecho es un asunto tan debatido como dificil de resolver. Son muchos los trabajos doctrinales y la jursiprudencia que se ha ocupado de ello11. Incluso la Cátedra Leonor de Guzmán, de la Universidad de Córdoba, en un trabajo socilógico en el que particpé intentó ahondar en la sociología de las víctimas que se niegan a declarar contra sus agresores12. No debo, por tanto, ahora ahondar en el origen del derecho reconocido a determinadas mujeres en el 416 de la LECr, solo constatar que su ejercicio cercena, de manera absolutamente legal, la posibilidad de completar el círculo que comienza con la decisión de denunciar, de modo que el informe de Expertos/as del CGPJ indica en su apartado III. 3 que esta regulación ha otrogado de hecho la disposición del proceso por parte de la víctima consagrando la impunidad de muchas conductas. El problema es que todas las reformas que se plantean torpiezan con una evidencia: si la víctima no quiere o no se atreve a declarar contra su agresor, en vez de esta fórmula de la dispensa tendremos más imputaciones por falso testrimonio o denuncias falsas. La citada propuesta de Expertos/as propone eliminar la dispensa cuando quien vaya a declarar sea víctima del delito, anundada a la garantía legal de impunidad por falso testimonio, y, alternativamente, que la declaración de la víctima pueda ser introducida en juicio oral reformando el art 730 de la LECr. D) Clarificar la competencia civil de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. A este respecto, son muchas las cuestiones que podrían ser objeto de crítica pero me centraré en la delimitación del momento inicial y final de la competencia de estos juzgados13. Como premisa previa debe quedar claro que la distribución competencial no es un asunto de mera trascendencia técnico-jurídica, sino de importante enjundia política y social porque no es lo mismo que un divorcio se residencie en un juzgado de familia que en uno de violencia. En esta materia, el legislador optó en 2004 por entender que los procesos de separación, divorcio o disolución de parejas de hecho, siempre que entre ellas hubiese mediado un acto de la llamada violencia de género, debían residenciarse en los JVM, con la finalidad de que el juez que conozca de la instrucción de la causa penal sea el mismo que proceda a disolver la unión existente proveyéndolo de la más completa información y posicionamiento para ese cometido. Esta previsión, sin embargo, en

11 A destacar la Circular de la Fiscalía General del Estado 6/2011 que dedica todo el apartado III a esta cuestión, con análisis detallado de la jurisprudencia más relevante 12 Cit supra 8 13 Para una más completa visión del tema, vid mi artículo “Diez palabras para el conflicto: el inicio de la llamada fase de juicio oral del art 49 bis de la LEC en El Derecho de familia ante los nuevos retos legales Ed. Dykinson, Madrid 2012, pp 55-72 ISBN: 978-84-15454-69-. Lo que se expone a continuación es una visión actualizada y recortada de este artículo

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ocasiones por culpa de una redacción atormentada de un precepto o en otras por la propia complejidad que las inhibiciones y rechazos produce en los órganos judiciales (pronunciamiento del superior, molestias a los litigantes, confusión…) ha dado mas quebraderos que soluciones. No alcanzo a responder si las competencia civil de los JVM han contribuido a la finalidad de la ley, cual era la respuesta integral ante la violencia de género y la lucha contra su erradicación o si es una cuestión que podía haberse obviado. En cualquier caso, los datos no apuntan en un efecto claro. Quizá si se hubiese limitado la competencia civil de los JVM a las medidas civiles de la orden de protección, dado que ya existen especialidades sustantivas cuando existen actos de violencia, como el previsto en el art. 92.7 del Código Civil y se hubiese mantenido la competencia universal a los juzgados de familia, nada hubiera pasado en aras a la finalidad de todo el sistema, cual es la lucha contra la violencia de género, porque el argumento de que un solo juez conozca de todos los aspectos de la relación, penales y civiles, quiebra ahora en numerosas ocasiones, como vamos a ver, de modo que en la práctica un juez de violencia puede conocer de un proceso civil de disolución cuando ya no tiene competencia penal o de una ejecución o liquidación de gananciales pese a existir una sentencia absolutoria o archivo del proceso penal. Los art 87 de la Ley Orgánica del Poder Judicial ( LOPJ) y 49 bis de la LEC estructuran el sistema competencial de los JVM. El diseño realizado presenta un catálogo de procedimientos en los que los JVM “podrán” tener competencia (art. 87.2 LOPJ) y unos presupuestos que han de concurrir para tener competencia en esos procedimientos (art. 87.3 LOPJ ). Los presupuestos del art. 87.3 deben darse en su totalidad para que se atribuya objetivamente esa competencia. O sea, que además de ser uno de los procedimientos previstos en el art. 87.2 (entre los que están los procesos de separación, divorcio y de uniones de hecho), una de las partes ha de ser víctima y la otra autor, cómplice o cooperador necesario, y se han tenido que iniciar actuaciones14 por delito o falta ante el JVM o dictado una orden de protección. Se trata de un criterio de determinación de la competencia objetiva por razón de la materia. Por su parte, el art 49 bis LEC establece unas reglas para articular la pérdida de competencia de los juzgados de familia cuando concurran los requisitos del art. 87 LOPJ. Y entre estas reglas nos interesa en especial la última frase del primer apartado del art 49 bis; y es que el legislador, dispone que el juez de familia se inhibirá al JVM cuando tenga conocimiento de la iniciación de un proceso penal o una orden de protección “salvo que se haya iniciado la fase del juicio oral”. La frase se sitúa en el apartado que regula uno de los supuestos de inhibición de los juzgados de familia y parece que de alguna forma lo acota o condiciona temporalmente con esa frase. De este modo, si el juez de familia tiene conocimiento de que concurren los requisitos del art. 87 LOPJ debe inhibirse, pero ¿hasta cuando? ¿y referido a qué procedimiento ? Es decir que se

1. 14 La Circular 4/2005 de la Fiscalía General del Estado ( FGE) “relativa a los criterios de aplicación de la ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género” indica al respecto que lo que presupone que se haya dictado el oportuno auto de incoación, admitiendo a trámite la denuncia o la querella, pero, a diferencia de lo que ocurre con el proceso civil respecto del que se establece como límite para la pérdida de competencia del Juez civil que no se haya iniciado la fase del juicio oral, para el proceso penal que atrae la competencia de aquél no se prevé ninguna limitación equivalente en su íter procesal.

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plantean dos cuestiones: una, si juicio oral es una expresión referida al procedimiento penal o al civil, y otra, qué se entiende por iniciación de la fase de juicio oral. Lo primero, debemos indagar en las razones por las que el legislador introdujo tal expresión. Sin embargo, no será fácil descubrirlo. El Proyecto de Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, presentado en el Congreso el 1 de julio de 2004 introducía en su art 45 el mismo texto que hoy es el art 57 de la Ley, y que no es otro que el art. 49 bis de la LEC con la frase final incluida. Durante la tramitación parlamentaria, el Grupo Popular presentó las enmiendas nº 275 al art. 87.2 de la LOPJ, para reducir las competencias civiles de los JVM a las medidas civiles de la orden de protección y la nº 283 de supresión del art. 45 del Proyecto, de modo que se pretendía pura y simplemente eliminar el art. 49 bis de la LEC15 como parte de una visión global de no concesión a los JVM competencias de naturaleza civil. Esas enmiendas fueron rechazadas, y no hubo ninguna que cuestionase desde un punto de vista técnico la aludida expresión, de modo que la misma redacción del Proyecto pasó a la Ley 1/2004 meses después. La exposición de motivos de la Ley 1/2004, de Medidas de Protección Integral sobre la Violencia de Género tampoco descubre lo que el legislador quiso disponer; se limita a aludir a cuestiones generales sobre la necesidad de que la ley produce una reforma importante en el ordenamiento jurídico y sobre que, debido a la ausencia de respuesta integral, la legislación civil, etc..carece de una respuesta global y multidisciplinar. Dado lo anterior, con la puesta en marcha de los JVM comenzaron a sucederse los conflictos entre juzgados de violencia y familia por cuestiones competenciales y a renglón seguido, la búsqueda de una interpretación coherente que vino por vía doctrinal16 y fundamentalmente jurisprudencial. La primera cuestión que se planteó fue si el concepto “juicio oral” se refería al proceso civil o al penal. Caso de que aludiese al proceso penal, habría de entenderse que la inhibición del juzgado de familia se podría producir en un momento no precisado del proceso civil, pero siempre que no se hubiese decretado la apertura de juicio oral en el JVM que, sabido es, comienza en el Procedimiento Abreviado bien con el art. 800.1 caso de tratarse de la modalidad de juicios rápidos, art. 783 caso del Procedimiento Abreviado tipo, art. 649 tratándose del Sumario, (aunque en este último caso quien decreta la apretura de juicio oral es la Audiencia Provincial,) y no existe este trámite como tal en el juicio de faltas, de modo que según el procedimiento aplicable se dilataría mas o menos este trámite y por tanto, habrá mas o menos tiempo para la inhibición. Esta postura tuvo eco en algunas resoluciones judiciales, sobre todo la Sección 22º de la Audiencia Provincial de Madrid ( Autos AP Madrid 213/2005, 3 de octubre, 30 de julio de 2008, entre otros ) Sección 23° de la Audiencia Provincial de Madrid, auto de fecha 9 de octubre de 2005, AP Salamanca Auto 19 de febrero de 2009, Tarragona Auto( secc 3ª) 22 de junio de 2006 y todas ellas con un argumento bastante similar que reitera la que

15 Vid al respecto, Boletín Oficial de las Cortes Generales serie A proyectos de ley, 24 de septiembre de 2004, La explicación de estas enmiendas enlaza con la nº 273 que pretendió que el Capítulo V del Título I del Proyecto se denominase “ de los Juzgados de Violencia de Género” y que los mismos tuviesen solo competencias civiles aparejadas a la orden de de protección. De ahí que el resto de las enmiendas citadas tengan por objeto suprimir todos los artículos relativos a la competencia en materia civil. 16 Fundamentalmente criterios de reuniones de magistrados o fiscales especialistas, como, por ejemplo, las conclusiones aprobadas en el seminario “implicaciones civiles de la ley 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género” (madrid, 21 a 23 de junio de 2.006) que se refiere al problema en la Conclusión nº 15

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probablemente es la última resolución judicial antes del cambio de criterio que se dirá, el Auto AP Madrid 183/2009, de 22 de Junio ( Secc 22º) que señala que la expresión juicio oral en ese artículo o es un lapsus o error de transcripción del legislador necesitado de rectificación o debe residenciarse en el ámbito procesal penal y no en el civil, donde existen fases de alegaciones, prueba etc…pero no juicio oral. De este modo, si se interpreta el art. 49 bis LEC en conjunto, se observa como todas las alusiones al JVM se hace a la fase de instrucción, única en la que tiene competencia este juzgado, salvo las conformidades, y ello obliga a entender con lógica lo que el legislador quiere decir. Por ultimo añade que para atender al momento en que el juez de familia se puede inhibir habrá de aplicar el criterio lógico de la providencia, hoy diligencia, de citación para juicio y así de este modo- añado yo- se concreta el momento final de la inhibición de familia y el momento final de la aceptación del JVM, creando un ámbito de certeza. Otras audiencias, sin embargo, entendieron que juicio oral se refería a juicio civil y que desde la providencia para citar a las partes a la vista ya no se podía producir la inhibición (Autos AP Vizcaya, 648/2006, 27 de septiembre, que cita otros anteriores) AP Asturias 21/2009, de 26 de febrero, entre otros. En el mismo sentido, la Fiscalía General del Estado, como se verá, la Guía del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial del año 2004 y los criterios adoptado por Magistrados de Audiencias Provinciales con competencias exclusivas en violencia de genero en reunión celebrada en Madrid los días 30 de noviembre a 2 de diciembre de 2005, o el Seminario “implicaciones civiles de la ley 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género” (Madrid, 21 a 23 de junio de 2.006) acogen la interpretación vista y entendieron a todas luces que el concepto juicio oral había de entenderlo como la vista civil del art 773 LEC. El Tribunal Supremo acogió la interpretación de que “juicio oral” se refiere a la vista civil. El Acuerdo para la unificación de criterios y coordinación de prácticas procesales del TS, del día 16 de diciembre de 2008, dispone lo siguiente: "El conflicto planteado en relación con la pérdida de competencia del Juez Civil a favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, en aplicación del art. 49 bis LEC , en relación con el artículo 87 ter LOPJ , tras la reforma operada por la Ley Orgánica de Medidas de Protección integral contra la violencia de Género, se resuelve interpretando que la limitación temporal para la inhibición del Juez Civil, cuando se haya iniciado la fase del juicio oral, debe entenderse referida al juicio civil, esto es, a la vista del artículo 443 LEC". Este criterio había sido ya asumido por algunas resoluciones como el ATS de 4 de febrero de 2008, conforme al cual: "Asimismo, el procedimiento civil de divorcio no se encuentra en fase de juicio oral, ni siquiera se ha iniciado su tramitación (Art. 49 bis 1. LEC), debiendo entenderse iniciada la fase del juicio oral, cuando el procedimiento haya llegado a la celebración de la vista prevista en el artículo 443 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, tras la cual el Juez debe dictar sentencia, salvo que quede pendiente prueba que no haya podido practicarse en el acto del juicio oral". En la misma línea coincidían los AATS 19 de enero y 18 de octubre de 2007, 24 de septiembre de 2008 y otros como los autos de 19 de enero de 2007, 24 de septiembre de 2008 de 25 de marzo de 2009 o 23 de marzo de 2010 (107/2010). Dicho posicionamiento jurisprudencial provocó la reunión de Magistrados de las Secciones 22 y 24 de Familia de la Audiencia Provincial de Madrid, el 16 de junio de 200917, acordando modificar su anterior

17 ACTA DE REUNIÓN DE LOS MAGISTRADOS DE LAS SECCIONES 22 Y 24 (FAMILIA) DE LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE MADRID En Madrid a 16 de junio de 2009.

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criterio, asumiendo el establecido por el Alto Tribunal. Solo resta añadir que los argumentos utilizados por los autos del TS se remiten, básicamente, a la Circular de la FGE 4/2005, reproduciendo alguno de sus párrafos, a la que a continuación se aludirá. Y esta postura se consolida, por ejemplo, en el Informe de Expertos/as del CGPJ que entienden que la expresión juicio oral se refiere al proceso civil ( Ap VII.1) En teoría quedaba así resuelta la primera derivada de la famosa frase, aunque a mi juicio el debate se cerró en falso y tal es así que lo que está ahora vivo, es decir la segunda derivada que nos lleva a preguntarnos en que momento procesal empieza el llamado juicio oral civil, ha provocado una enorme confusión, precisamente por no resolver adecuadamente la primera. En efecto, la segunda cuestión es precisar cuando exactamente comienza esa fase de juicio oral civil, que como hemos dicho no existe como tal en la LEC. Algunos consideran sin dudarlo mucho que se refiere a la citación mediante decreto para acudir a juicio oral18 Sin embargo, nada mas lejos de la unanimidad. Así, el apartado 11.8 de las Conclusiones sobre” Las reformas del Derecho de Familia”19 concluye “ El inicio de la fase de juicio oral, Se somete a deliberación de los reunidos el criterio a seguir en el futuro sobre la distribución de competencias entre los Juzgados de Familia, o de Primera Instancia ordinarios, y los de Violencia sobre la Mujer para conocer de los procedimientos a que se refieren los artículos 44 y 57 de la Ley Orgánica 1/2004, y ello a la vista de la posición al efecto sentada por el Tribunal Supremo, mediante Autos de 19 de enero, 18 de octubre y 24 de septiembre de 2008 y 25 de marzo de 2009. Las referidas Secciones han venido hasta ahora sosteniendo, sobre la base de la redacción de la referida Ley Orgánica, que el inicio de la fase de juicio oral, como frontera temporal para delimitar dichas competencias, venía referida al procedimiento penal. Pero el Tribuna Supremo considera, en dichas resoluciones, que el artículo 49 bis de la Ley de Enjuiciamiento Civil, al mencionar que "se haya iniciado la fase de juicio oral", en cuanto límite temporal para el deber de inhibición del Juez civil a favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer, ha de entenderse referida al juicio civil, que no al penal. Por lo cual, en estricto y obligado cumplimiento de las ineludibles previsiones del artículo 1-6 del Código Civil, los Magistrados integrantes de las referidas Secciones de la Audiencia Provincial, acuerdan, por unanimidad, modificar su anterior criterio, asumiendo el establecido por el Alto Tribunal. Igualmente acuerdan remitir la presente a la Presidencia de la Audiencia Provincial, para su difusión entre todos los Órganos judiciales de la Comunidad de Madrid a los que ha de afectar al cambio de criterio. Con lo que se da por terminada la presente, que firman los intervinientes en la misma 18 Santos Requena, Agustín Alejandro “Comentarios a la LEC. Art 45 a 49, competencia objetiva” en http://www.indret.com/pdf/427_es.pdf fecha de consulta: 10/1/12 19 Correspondientes al II Encuentro Institucional de Jueces y Magistrados de Familia, Fiscales y Secretarios Judiciales, con abogados de la Asociación Española de Derecho de Familia”, Madrid, 23 a 25 de Noviembre de 2005 en “Revista Baylio” ( Ed. Electrónica) http://www.icace.org/pdf/b03-jueces-familia.pdf fecha de consulta: 18/1/12

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enunciado controvertido que contiene el artículo 49 bis 1) de la Ley de Enjuiciamiento Civil, se entiende que se refiere a la fase de juicio oral del procedimiento civil; este momento inicial de la fase del juicio oral, coincide con el inicio de la comparecencia de medidas previas, de las medidas provisionales o, en su caso, de la vista del pleito principal”

El ATS de 19 de enero de 2007 tiene, a mi juicio, mucho interés, porque resolvió una cuestión de competencia entre un juzgado de familia de Bilbao y el de violencia de Castro Urdiales en el que el juzgado de familia se inhibió a favor del de violencia cuando tuvo conocimiento de la denuncia en Castro Urdiales, y lo supo por en la documental presentada una vez iniciada de la vista, pero antes de la práctica de la prueba. Por eso, dice el TS que “ en ese momento procesal se encontraba iniciada la vista, por lo que no era procedente la inhibición acordada” correspondiéndole a Bilbao y algo antes señala que “debe considerarse iniciada la fase del juicio oral cuando se haya llegado a la vista del artículo 443 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , criterio similar al seguido por la Guía del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial y al adoptado por Magistrados de Audiencias Provinciales con competencias exclusivas en violencia de genero en reunión celebrada en Madrid los días 30 de Noviembre a 2 de Diciembre de 2005”. Es decir, que parece entenderse que el límite de la inhibición puede ser hasta algún momento anterior ( y ciertamente no precisado) al del la iniciación de la vista

El Tribunal Supremo dice claramente que la inhibición ha de hacerse antes del hecho material de iniciación de la vista, pero parece no poner el límite en la diligencia de ordenación citando para la vista, por lo que intentando integrar los distintos matices de la redacción de los autos citados, parece que puede hacerse hasta un momento inmediatamente anterior a que se inicie esa vista, quizá antes de la grabación, como cuestión previa, y no parece que pueda producirse cuando se presente la prueba documental en ese acto ( art. 443.4)20. No obstante, si atendemos al tenor literal del art. 443 LEC, éste comienza diciendo “la vista comenzará…” y a partir de ahí – y no antes- se permite un haz de alegaciones (entre ellas las relativas a “cualquier otra circunstancia que pueda obstar a la válida prosecución y término del proceso 20 Vid, por ejemplo, El ATS de 24 de septiembre de 2008 ( ya citado, porque es uno de los primeros que considera el concepto de juicio oral referido al proceso civil) entiende que debe entenderse iniciada la fase del juicio oral, cuando el procedimiento haya llegado a la celebración de la vista prevista en el artículo 443 de la LEC, tras la cual el Juez debe dictar sentencia, salvo que quede pendiente prueba que no haya podido practicarse en el acto del juicio oral (ATS 18/10/ )". En la misma línea el ATS 23 de marzo de 2010 dice que ha de “entenderse iniciada la fase del juicio oral, cuando el procedimiento haya llegado a la celebración de la vista prevista en el artículo 443 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, tras la cual el Juez debe dictar sentencia, salvo que quede pendiente prueba que no haya podido practicarse en el acto del juicio oral". En la misma línea se han pronunciado los Autos de 19 de enero y 18 de octubre de 2007 y e 4 de febrero, 24 de septiembre y 22 de julio de 2008

El ATS de 16 de noviembre de 2010, sin embargo, coloca el límite temporal a la inhibición el momento de en "que se haya iniciado la fase del juicio oral” y ATS de 26 de abril de 2011, ( tuvo el juez de familia conocimiento en el momento de la vista ) entiende que la competencia es del juzgado de familia y no del JVM porque aquel se había inhibido en el momento de la vista y entiende que no cabe la inhibición al JVM en el momento de iniciación de la vista civil

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mediante sentencia sobre el fondo”), pero todo dentro de esa vista ya iniciada. Entonces, ¿donde está ese momento? Si descendemos a otros tribunales tampoco se avanza mucho más enrocándose el problema en una cuestión que, a simple vista, parece baladí con algunos matices21.

Las Circulares de la FGE no siguen estrictamente el criterio del Tribunal Supremo, sobre todo la 6/201, que supera a la 4/2005 y no tanto la rectifica, como indica Pérez-Ollero22 de modo que lo que hace es precisar al detalle los distintos supuestos.

En efecto, la Circular 4/2005 “relativa a los criterios de aplicación de la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género” indica expresamente que la fase de juicio oral civil comienza cuando el procedimiento haya llegado a la celebración de la vista prevista en el art 443 de la LEC, tras la cual el Juez debe dictar sentencia, salvo que quede prueba por practicarse, criterio acogido y reproducido por los autos citados. Sin embargo la Circular 6/2011 de la Fiscalía General del Estado “Sobre criterios para la unidad de actuación especializada del Ministerio Fiscal en relación a la violencia sobre la mujer” se pronuncia expresamente en el apartado II.2.2 bajo el título “interpretación de la expresión “ fase del juicio oral” contenida en el art. 49 bis de la LEC” y da una vuelta de tuerca a lo qué debe entenderse por iniciación de juicio oral. Dicha Circular indica que si aludimos a los procedimientos de medidas provisionales (previas o coetáneas) y cautelares, desde la presentación de la solicitud no hay más trámite que la citación para la comparecencia prevista en el apartado siguiente, por lo que no hay inconveniente en que se considere que el inicio de la fase de juicio no comience hasta el inicio de dicha comparecencia. Sin embargo, como en el procedimiento principal contencioso, entre la demanda y la convocatoria de la vista puede pasar tiempo y sobre todo, muchas incidencias a resolver por el juez: traslado para contestación ( art.770.2, por diez días), eventual reconvención y contestación, admisión e inadmisión de pruebas, citaciones para testigos etc… pueden adoptarse decisiones relevantes para la celebración del juicio y para el fondo del asunto de las que debe conocer el mismo juez y, por tanto, debe interpretarse la expresión juicio oral con la diligencia de citación para la vista que hará el Secretario Judicial. Lo anterior sería aplicable al procedimiento principal de modificación de medidas definitivas del art. 774 de la LEC en cuanto que se remite al trámite del juicio verbal de familia del art. 770, aunque la modificación provisional de las medidas definitivas debería correr la suerte de las

21 El Tribunal Superior de Justicia ( TSJ) de Andalucía en Auto 18/2009, de 19 de junio, entiende que el concepto de juicio oral se refiere a la iniciación de la vista y no a la citación; por ello entiende que inhibirse a un JVM después de la diligencia de citación “no solo es pertinente sino obligado”, con lo que, al menos, aclara algo. El Auto AP Madrid ( Secc 22º) 175/2010, de 19 de mayo, habla de inicio de la fase de juicio oral de modo que si el Juzgado de Primera Instancia no ha celebrado la vista o el juicio civil, vigente el proceso penal, sea cual fuere el trámite del mismo, es lo procedente declarar la competencia a favor del Juzgado que entiende en el ámbito penal. Existen resoluciones de otros tribunales de diverso sentido. Por su interés, destacamos el Auto 5/12 de 13 de enero de la AP Córdoba en el que se acoge de manera textual el criterio seguido por la Circular 6/2011 de la FGE, que se expondrá a continuación y al tratarse de un procedimiento principal, entendió que la expresión inicio de juicio oral ha de entenderse para el proceso principal desde la fecha del dictado de la diligencia de ordenación convocando a juicio. 22 Pérez-Ollero Sánchez-Bordona, Javier, en Denuncia que algo queda en http://www.aeafa.es/pdf/2012_01_22_COMPETENCIA_OBJETIVA_DENUNCIA_Q_ALGO_QUEDA.pdf fecha consulta: 23 /1/12

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medidas provisionales al remitirse la tramitación al art. 773. De este modo, la Fiscalía General del Estado vuelve a situarse en la vanguardia del debate, provocando ya alguna resolución judicial al respecto, en cuanto a que no contradice frontalmente a la jurisprudencia del TS. Me refiero al Auto 5/12 de 13 de enero de la AP Córdoba que reproduce los argumentos de la nueva Circular y que puede abrir este criterio a otras resoluciones futuras. No obstante a esto, el informe de Expertos/as del CGPJ de enero de 2011 considera que dicha fase comienza con la “resolución judicial” (sic) convocando a la vista.

Analizada la problemática del inicio de la competencia civil del JVM habremos ahora de aludir al final de la competencia. Es decir, ¿hasta cuando podrá un juzgado de familia inhibirse al JVM? Gracias a la interpretación del art 49 bis LEC de que el juicio oral es un momento civil y no penal, el juzgado de familia puede inhibirse al JVM en cualquier momento en que se encuentre el proceso penal, siempre que se den los requisitos del art 87 bis 3 de la LOPJ. Es decir, que salvo que en el momento de la inhibición conste el archivo o la absolución, el juez de familia se puede inhibir al JVM esté la causa penal en instrucción, fase intermedia, fase de enjuiciamiento, en ejecución o ya definitivamente ejecutada, siempre que no se haya extinguido la responsabilidad penal conforme al art. 130 del Código Penal, independientemente de que el JVM haya perdido desde hace tiempo (incluso años) el conocimiento de la causa. Además de la insoportable extensión de la competencia civil al JVM, a la que luego aludiré, otro aspecto a tener en cuenta es la inhibición al JVM desde un juzgado de familia cuando la causa está sobreseída provisionalmente o haya recaído sentencia absolutoria no firme. La cuestión a plantear es si es necesario el sobreseimiento libre del art. 637 de la la LECr, basta con el provisional del art. 641 y, en cualquiera de los dos caso, si ha de admitirse la inhibición cuando el archivo o la sentencia absolutoria no son firmes.

La Circular 4/2005 de la FGE nos da una pauta al respecto, que no ha sido modificada por la Circular 6/2011. En ella se viene a decir que si en el procedimiento penal ha recaído sentencia absolutoria o ha sido sobreseído o archivado conforme a los art. 637.1 y 3, 641, 779.1 y 789.3 de la LECr. se plantearán diversos supuestos: si se ha dictado sentencia absolutoria, se ha archivado porque no existen indicios racionales de la comisión del hecho o se ha sobreseído provisionalmente porque no está debidamente justificada la perpetración del delito o porque no hay motivos suficientes para acusar a quien es parte en el procedimiento civil, en estos casos no cabrá la inhibición del pleito civil a favor del Juez de Violencia sobre la Mujer (aun cuando la resolución no sea firme por hallarse pendiente del recurso planteado contra dicha decisión), pues faltaría uno de los presupuestos del art. 87.3 de la LOPJ.

Sin embargo, se ha sobreseído porque el denunciado, no ha podido ser citado o se encuentra en rebeldía, procederá la inhibición, si bien el procedimiento civil, a diferencia del penal, podrá continuar su tramitación en rebeldía del demandado.

En este sentido la Circular, en apoyo de su planteamiento, se remite al art. 10.1 del R.D 335/2004, de 5 de marzo, regulador del Registro Central para la Protección de Víctimas de Violencia Doméstica cuando dispone que el encargado del registro procederá a cancelar los datos anotados en relación con los procedimientos penales en los que se dicte auto de archivo o sobreseimiento, o su finalización por sentencia absolutoria, aunque como bien indica Serrano

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Hoyo23, la interpretación del artículo no es fácil porque del juego con los art 4.3 e), 10. 5 y la distinción que se usa en el Real Decreto entre cancelación y cancelación definitiva en el art. 9,si bien el sobreseimiento o la sentencia absolutoria permite cancelarlo, le hace concluir que pueden mantenerse las anotaciones hasta que la resolución sea firme.

En cualquier caso no parece muy lógico se perpetúe la competencia civil de un Juzgado de Violencia, habiendo recaído una resolución judicial que archive una causa, por no apreciar o no quedar debidamente acreditado un delito, o habiendo un juez o tribunal no declarado probados unos hechos como subsumibles en un delito, solo ante la eventual posibilidad de una sentencia condenatoria o reapertura de la causa, porque no puede olvidarse que en el momento de la inhibición está claro que el JVM no es formalmente competente. En este sentido, el informe de Expertos/as ya aludido aboga por clarificar este punto proponiendo que el JVM deberá perder su competencia cuando antes de la citación para la vista haya recaído sentencia absolutoria, no dice si firme, o auto de sobreseimiento definitivo ( Ap VII.3)

Por todo lo expuesto, considero que la articulación de la competencia objetiva de los JVM presenta deficiencias y urge su resolución.

La principal, que condiciona todo lo demás, es la frase “salvo que se haya iniciado la fase del juicio oral” como límite temporal para que el juzgado de familia se inhiba al JVM. He tratado de analizar con cierto detalle el contexto de la frase y, vistos todos los elementos concurrentes, coincido con la opción perdedora de esta interpretación y creo que la expresión juicio oral debió entenderse referida al juicio oral en el proceso penal, por las siguientes razones:

1. Por lo que exponen las resoluciones que lo apoyan. El concepto juicio oral no existe en el proceso civil de familia y sí es un momento temporal en el proceso penal, perfectamente delimitado. Es cierto que entendido así se hubiesen generado zonas de incertidumbre, como por ejemplo, qué se ha de entender por juicio oral en el Juicio de Faltas, donde no existe un trámite de apertura o resolver el hecho de que el juicio oral en el sumario ordinario se realice ante la Audiencia Provincial y no ante el JVM, pero en la práctica considero que tendría menor impacto que la solución actual

2. Porque, interpretando la norma en relación con el contexto y la finalidad, las reglas de competencia objetiva introducidas en el art. 49 bis de la LEC tienen como finalidad dar cobertura a lo que se indica en la exposición de motivos: que un mismo juzgado conozca de toda la controversia de la pareja, pero si atendemos a la justificación que allí se da, ello se fundamenta en las garantías del imputado y en el respeto a los derechos fundamentales que le son inherentes. Pues bien, si se hubiese entendido por los tribunales que el juzgado de familia se podría inhibir al JVM hasta que se hubiese iniciado la fase de juicio oral en el proceso penal, ello hubiese determinado un límite temporal de certeza indubitado, sobre todo a favor del imputado, porque ese límite temporal/procesal reduciría enormemente el periodo de tiempo de posibilidades de inhibición, permitiéndolas solo mientras el proceso penal se encuentre en fase de instrucción. De este modo, nunca se admitiría la inhibición durante la llamada fase intermedia, de enjuiciamiento o incluso de ejecución del proceso penal, como sucede ahora, ya 23 Serrano Hoyo, Gregorio Sobre la inscripción de la orden de protección, medidas civiles y/o penales, penas y medidas de seguridad en el registro central para la protección de las víctimas de la violencia doméstica en “ Anuario de la Facultad de Derecho” Vol. XXVI,2008, 103-111 Universidad de Extremadura

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que gracias a la interpretación vigente de la repetida frase, hasta que se extingue la responsabilidad penal conforme al art 130 del Código Penal cabe la inhibición al JVM y ello conduce a la conclusión más nefasta: se producen muchas inhibiciones a los JVM cuando ya el juez de violencia no conoce el procedimiento ni sabe que sucedió con él, con lo que se desvirtúa de forma evidente la finalidad de la ley.

3. Por último, por un elemental criterio de minimización de la estigmatización que un proceso civil ante el JVM produce, no solo para el imputado, sino para los hijos y el entorno familiar. Ello exige que las competencias civiles de los JVM tengan -caso de entenderse que deben existir- el menor desarrollo posible, y en todo caso se busque la certeza total en el momento inicial y final. Por ello, a mi juicio, ya que hay que interpretar la frase “salvo que se haya iniciado la fase de juicio oral” en clave procesal civil, habrá que entenderse que es mas cierto fijar el límite de la inhibición en la diligencia de citación del secretario antes que al inicio de la vista, porque, si entendemos que la inhibición es hasta el inicio material de esa vista, tendremos que diseccionar cada momento con un bisturí para llegar a una solución incierta : es decir si antes de iniciarse la vista del art. 443 LEC en el juzgado de familia, se alega como cuestión previa la existencia de un proceso penal en el JVM cabrá la inhibición, pero si ya se ha iniciado y entonces se propone en el trámite de proposición de prueba, no cabrá esa inhibición, según entiendo de una interpretación global de las resoluciones analizadas, ello sin tener en cuenta ni el tenor literal del art 443 LEC que no prevé nada antes del inicio de la vista, sino en ella, ni la interpretación de la Circular 6/2011 que distingue entre medias provisionales y procedimiento principal. Es decir, que nos movemos en un terreno resbaladizo, que determina la atribución competencial según se plantee un segundo antes o uno después, y ello, a mi juicio no es compatible con la necesidad de certeza y seguridad jurídica que se predica del ordenamiento jurídico. Quizá hubiera sido mejor entender que, una vez un juez civil haya dictado medidas provisionales o cautelares no cabrá inhibición en el pleito principal por razones de seguridad jurídica, economía procesal y conocimiento del asunto, pero integrando en esta postura la Circular 6/2011: es decir, que en medidas pudiera plantearse la inhibición hasta unas alegaciones previas ya iniciada la vista, pero en el pleito principal no cabría la inhibición, aunque se produzca un acto de violencia, siempre que hubiese medidas acordadas, y , caso de no existir, cabría inhibirse pero nunca después de la diligencia de citación.

E) Reformar las políticas sociales y de atención a víctimas. Se impone repensar globalmente esta cuestión: he apuntado como el diseño de la lucha contra la violencia de género no puede sostenerse de manera principal solo en la respuesta penal, pero, en todo caso, establecer un sistema con una legislación de naturaleza penal tan relevante, que provoca que gran parte de la población puedan eventualemnte ser autores o víctimas de estos delitos, exige que al lado de la actividad represora funcionen a máximo nivel los mecanismos reparadores o paliativos de naturaleza social, de atecnión a víctimas, apoyo etc...y ello debería implicar que se incluso se situasen física y jurídicamente vinculada a los juzgados de violencia sobre la mujer. Es imprescindible atender a la víctima no tanto en la información para que denuncie, o en los recursos de emergencia o casas de acogida. A mi juicio, existe una bolsa de desprotección inasumible en el periodo de tiempo desde que se denuncia y se concede una orden de protección hasta que se celebra el juicio oral. Ese periodo es, a mi entender, letal para la estima de la víctima. Piénsese en el esfuerzo y valor que supone denunciar cualquier infracción penal, someterse a un sistema que obliga a rememorar una y otra vez con detalle todo lo sucedido, que en menos de veinticuatro horas se produce un trasvase de un drama privado a un asunto en el

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que intervienen bastantes personas de diversa condición ( policías, médicos, abogados, fiscales, jueces...) y que puede culminar, en ese primer estadío, con una orden en la que se anticipen de manera urgente unas medidas penales y civiles ( alejamiento, alimentos para hijos, régimen de visitas...) y una citación para un juicio de modo que en menos de un día el mundo es otro para ellas. Si bien formalmente todos los recursos están disponibles, no existe de oficio un sistema al estilo de las " Justice Houses" en el que se agrupen y refundan las competencias de los institutos de la mujer y los servicios de asistencia a víctimas, con una autoridad y cualificación reconocida para cooperar directamente – y en directo- con los jueces y fiscales , anejos a los juzgados, en las que se pueda otorgar a la víctima un acompañamiento o asistencia ambulatoria, que pueda amortiguar el desarraigo que provoca una casa de acogida, y que unifique todo lo relativo a la asitencia y protección: policías de acompañamiento, asistencia jurídica y psicológica, gestión de recursos, información del proceso, incluyendo por supuesto aspectos como la gestión de tratamientos a maltratadores, o hacer posible por ejemplo la real efectividad del alejamiento, facilitando al agresor desaparecer del entorno de la víctima, y todos estos aspectos son esencialísimos en muchos casos para lograr conformidades, facilitar la paz familiar y dar una salida ordenada a quien ha podido delinquir por su dependencia a alcohol o drogas.... Es cierto que casi todo esto existe, pero repartidos entre las competencia de dos o tres administraciones, y cada recurso además, se gestiona en un momento distinto por personas distintas, de modo que en la mayoría de las ocasiones no es posible lograr una solución global, sólo superficial, insuficiente y frustrante para los que operamos en este entorno. Las cosas vienen funcionando- cuando funcionan- gracias a la relación y compromiso de los que trabajan en esto, pero depende en muchas ocasiones del voluntarismo, porque un juez no tiene por qué preocuparse si la orden de protección que otorga provoca que la expulsión del maltratador de la vivienda deja sin recursos a los miembros de la familia o de si la víctima no va a tener la capacidad de autoorganizarse para eliminar la dependencia de un plumazo y los policías de acompañamiento tienen por queé todos los detalles de la problemática social; pues bien, este tipo de institución podría englobar la importantísima dimensión social de la violencia de género. Y esto, definitivamente, sí es dar una respuesta integral a la violencia sobre la mujer.

Violencia de género:

Actuación policial y protección de víctimas

Carlos Enrique Serra Uribe Doctor en Derecho Constitucional e Inspector Jefe de la Policía Nacional

Servicio de Atención a la Familia

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1. Introducción. La violencia de género como un problema universal de derechos humanos La igualdad entre hombres y mujeres es un derecho fundamental y un valor común de la Unión Europea, consagrado en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea y en la Carta de los Derechos Fundamentales. Así mismo, nuestra Constitución española lo consagra en su artículo 14. Por otro lado, hay que señalar que la violencia contra las mujeres sigue constituyendo, aún hoy y en nuestras sociedades, no sólo un fenómeno delictivo extendido, y en mucha ocasiones incluso oculto, sino también una verdadera transgresión a los derechos humanos y a la dignidad de la mujer. La violencia en el ámbito familiar no es un fenómeno nuevo en cualquiera de las sociedades democráticas de nuestro entorno, si bien sí podemos señalar que existe una mayor sensibilización social e institucional hacia el mismo y que ha derivado en un acervo legislativo con el consiguiente aumento de las garantías jurídicas y de los servicios de atención a las víctimas. Como señala el Manual de Buenas Prácticas en materia de Violencia de Género editado por la Secretaría de Estado de Seguridad, en las sociedades actuales la violencia de género se manifiesta como un signo de la desigualdad real consecuencia de la violencia ejercida por una afirmación de superioridad que “se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”, excediendo el ámbito privado, para convertirse en un delito reprobable por la colectividad y que provoca una clara alarma social, desechando su expresión en términos exclusivos de violencia física y sexual. La violencia contra la mujer tiene una naturaleza universal, sin fronteras, afectando a todas las mujeres independientemente de la cultura, raza, clase social y religión, razón que justifica la intervención del Estado y la sensibilización de la sociedad, con la adopción de medidas reparatorias ante la comisión de actos de violencia de género, erradicando normativas y políticas de carácter discriminatorio. El legislador español ha recogido todas las inquietudes de este fenómeno en diversas iniciativas legislativas como la Ley Orgánica 11/2003, de 29 de septiembre, de Medidas Concretas en Materia de Seguridad Ciudadana, Violencia Doméstica e Integración Social de los Extranjeros; la Ley Orgánica 15/2003, de 25 de noviembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, o la Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica; y, finalmente, la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.

En el ámbito de la Unión Europea, con la entrada en vigor el día 1 de mayo de 1999 del Tratado de Ámsterdam, se inició una nueva etapa en el proceso de construcción europea y especialmente en materia de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, constituyendo una de las prioridades la eliminación de desigualdades.

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De este modo el Consejo de Europa adoptó la definición de violencia contra las mujeres, establecida por las Naciones Unidas. La Carta de Derechos fundamentales de la Unión Europea, adoptada en diciembre de 2002, recoge medidas apropiadas para combatir la discriminación por razones de sexo, especialmente en el capítulo III, Igualdad, en donde el artículo 23 recoge el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Como dato decir que según la Recomendación número 1450, del año 2000, de la Unión Europea dice que se estima que cada año mueren o son heridas de gravedad más mujeres, en la Unión Europea, a causa de la violencia doméstica que por cáncer o accidentes de tráfico.

Actualmente, la Comisión Europea ha situado el problema de la violencia contra las mujeres en un lugar destacado, dentro del programa político de la Unión.

En este sentido, hay que citar los programas de acción comunitarios Daphne para combatir la violencia ejercida sobre los niños, los jóvenes y las mujeres, y proteger a las víctimas y grupos de riesgo. Estos programas se han desarrollado durante tres periodos:

- Daphne I (2000-2003) - Daphne II (2004-2008) - Daphne III (2008-2013)

En dicho programa se considera que los efectos de esta violencia están tan extendidos en la Comunidad que constituyen un auténtico azote sanitario y un obstáculo para el disfrute de una ciudadanía en condiciones de seguridad, libertad y justicia. En España, desde 1984 se empiezan a dar las primeras respuestas institucionales, al publicar el Ministerio del Interior las cifras relativas a denuncias por malos tratos en las comisarías y crearse la primera Casa de Acogida para mujeres maltratadas. Dos años después, la Comisión de Derechos Humanos del Senado crea la Ponencia de Investigación de Malos Tratos de Mujeres, que elaboró un informe sobre el tema en 1989. En marzo de 1997, el Consejo de Ministros aprueba el III Plan para la Igualdad de oportunidades entre Mujeres y Hombre que incluye un área dedicada exclusivamente a la violencia. En septiembre de ese mismo año, la Conferencia Sectorial de la Mujer acuerda celebrar una Conferencia Sectorial Extraordinaria sobre Violencia, que se llevó a cabo en el mes de noviembre, donde se toma el acuerdo de elaborar un Plan de Acción sobre la Violencia contra las Mujeres para finales de marzo o principios de abril de 1998. Estos antecedentes derivarán en los siguientes Planes y normativa fundamental:

- Dos Planes de Acción contra la violencia doméstica puestos en marcha en 1998 y 2002.

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- Ley 27/2003, de 31 de Julio, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica.

- Ley Orgánica 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de

género. Entre sus objetivos esenciales figuran la mejora de la eficacia y resultados en los campos educativo, legal, asistencial y de coordinación entre los diferentes organismos y organizaciones que trabajan en la prevención y eliminación de la violencia. La ley lleva a cabo una profunda reforma del ordenamiento jurídico para adaptar distintas normas vigentes relacionadas con este tema, como por ejemplo las relativas a la legislación educativa, publicitaria, laboral, de función pública, etc. Uno de los aspectos de especial preocupación, a mi juicio, es la ausencia de denuncia aún en muchos casos de violencia de género que permanecen ocultos. Según los datos oficiales, el 74 % de las 62 mujeres muertas por violencia de genero en 2011 no interpuso denuncia. La edad media en el año 2011 de mujeres víctimas de violencia machista en cualquiera de sus formas, es de 42 años. En cuanto al lugar frecuente de tales hechos es un 72% el domicilio Según los datos aportados por la Secretaría de Estado de Igualdad, el número total de denuncias en España primer semestre 2011 fue de 66839. Y concretamente en Andalucía, de 14128. Según el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, hay un aumento denuncias del 5,9 % en el segundo trimestre de 2012 (mas de 30.000, una media de 359 denuncias diarias, de las que un 36 % la víctima es extranjera). Por otro lado, en el segundo trimestre 2012 se han solicitado mas de 10.000 órdenes de protección. Así, desde enero de 2007 tenemos mas de 600.000 denuncias. Cuando confrontamos datos con países de nuestro entorno, podemos extraer conclusiones como que España es de los países de la UE con menor violencia de genero. No obstante, al abordar y comparar experiencias y sistemas en dicho ámbito europeo vemos que aún hoy hay dificultades para encontrar concepciones comunes en torno a lo que es violencia domestica y violencia de género. Por todo ello, hay que seguir trabajando en la necesidad de que las víctimas tengan la confianza necesaria en el sistema para que interpongan la oportuna denuncia. En este recorrido introductorio, también quiero reflejar la especial preocupación por el aumento de la violencia de género en edades más tempranas y en la juventud. Es necesario incidir en los ámbitos familiares y educativos para una correcta formación en una igualdad real y efectiva. Finalmente, quisiera desterrar los falsos mitos existentes en materia de violencia de género, señalando que los casos de Violencia de Género no son situaciones aisladas, ni un problema exclusivo de clases sociales bajas, ni producto de un trastorno mental o de abuso de drogas y/o alcohol y que la violencia psicológica en muchas ocasiones es tan grave como la violencia física.

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2. Delimitación conceptual VIOLENCIA DOMESTICA: El concepto de violencia doméstica hace referencia al amparo de aquellas personas que se encuentran en una situación de especial desprotección frente a los actos violentos realizados por otro miembro de grupo familiar, lo que justifica una especial atención por parte de los órganos públicos competentes:

- En primer término, suele tener lugar sobre sus miembros más vulnerables, esto es, quienes se encuentran más desprotegidos frente a la conducta violenta de los más fuertes físicamente: la esposa, o la mujer con la que el agresor está ligado de forma estable por una relación de afectividad análoga al matrimonio; los hijos menores frente a los progenitores; y los ancianos frente a los hijos o descendientes.

- En segundo lugar, el riesgo de reiteración de la conducta violenta, física o psíquica, es significativamente mayor cuando agresor y víctima conviven en el mismo domicilio.

- Asimismo hay que tener presente la frecuente existencia de una dependencia económica, social y/o psicológica de la víctima que suele generar un incremento de la capacidad de resistencia a la violencia

VIOLENCIA DE GÉNERO: CONCEPCIÓN AMPLIA: La violencia de género se refiere a todo acto de violencia que se ejerce contra la mujer como consecuencia de elementos socioculturales que despliegan efectos sobre el género femenino y sobre el género masculino, determinando una situación de desigualdad entre mujeres y hombres en los diferentes ámbitos de la vida social; y que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada. Puede tener, entre otras, las siguientes formas:

- La violencia física, sexual y psicológica en la familia, incluidos los golpes, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan contra la mujer, la violencia ejercida por personas distintas del marido y la violencia relacionada con la explotación;

- La violencia física, sexual y psicológica al nivel de la comunidad en general, incluidas las violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la intimidación sexuales en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros ámbitos, la trata de mujeres y la prostitución forzada;

- La violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.

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CONCEPCIÓN ESTRICTA (Ley Integral): Protección de la mujer frente a la violencia ejercida por el hombre dentro de la pareja (artículo 1.1: “la presente Ley tiene por objeto actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombre sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”) TIPOS DE VIOLENCIA FISICA: La violencia física es aquella que deja huellas externas y es percibida objetivamente por las personas que rodean a la víctima. Actos que forman parte de la violencia física son: empujones, mordiscos, patadas, puñetazos, etc, causados por el agresor utilizando su fuerza física o haciendo uso de algún objeto o arma. Es el tipo de violencia más visible y que es mayoritariamente reconocida en la sociedad y jurídicamente PSÍQUICA: La violencia psíquica aparece inevitablemente siempre que hay otro tipo de violencia. Supone amenazas, insultos, humillaciones, desprecio hacia la propia mujer desvalorizando su trabajo, sus opiniones… Implica una manipulación en la que incluso la indiferencia o el silencio provocan en ella sentimientos de culpa e indefensión, incrementado el control y la dominación del agresor sobre la víctima, que es el objetivo último de la violencia de género. Dentro de esta categoría podrían incluirse otros tipos de violencia que llevan aparejado sufrimiento psicológico para la víctima, y utilizan las coacciones, amenazas y manipulaciones para lograr sus fines. SEXUAL: “Se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación indefensión” (Alberdi y Matas, 2002). Aunque podría incluirse dentro del término de violencia física, se distingue de ella en que el objeto es la libertad sexual de la mujer, no tanto su integridad física. ECONÓMICA: En éste tipo de violencia el agresor hace todo lo posible por controlar el acceso de la víctima al dinero, impidiéndola trabajar de forma remunerada u obligándola a entregarle sus ingresos, para hacer él uso exclusivo de los mismos. En algunos casos, el agresor abandona su empleo y gasta el sueldo de la víctima de forma irresponsable. Como consecuencia, la víctima recurre a sus familiares o a los servicios sociales para solicitar ayuda económica SOCIAL: También es habitual la violencia “social”, en la que el agresor limita los contactos sociales y familiares de su pareja, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo importantísimo en estos casos 3. Efectos sobre las víctimas En este punto, no exento de discusión, señalar que desde un punto de vista psicológico y según diversos estudios en la materia, la mujer maltratada pudiera presentar algunos de los siguientes rasgos fruto de la exposición al terror a que ha sido sometida:

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- Ha aprendido a someterse a la voluntad del hombre, representado por la figura paterna autoritaria y punitiva; por ello adoptan un rol pasivo, de sumisión y sometimiento en sus relaciones. Sometimiento, subordinación

- Está acostumbrada a conductas violentas pues éstas han sido su medio de vida y las ve como normales.

- No se valora como persona a causa de esa infancia traumática, e intenta adaptarse a una vida perpetua de malos tratos.

- Tiene baja autoestima y la desvalorización como persona (y como mujer en la mayoría de los casos), conducen a una vida de sumisión y obediencia.

- Tiene un concepto del amor que la lleva al sacrificio y a la dependencia absoluta de su pareja; en las relaciones de pareja, la víctima lo da todo por el otro miembro. Es altruista y está dispuesta a sacrificarlo todo por el otro.

- Necesita la aprobación de su pareja, no tienen autonomía. Viven para hacer felices al otro miembro de la pareja.

- No tolera la idea del fracaso. Debido a su desvalorización y baja autoestima, tiene una visión irreal de su situación y no percibe como tal la humillación a la que está siendo sometida; así mismo, entiende el sufrimiento como desafío e intenta, engañándose a sí misma, convertir a su agresor en su pareja ideal, a pesar de que esto suponga culpabilizarse ella de todos los problemas.

- Como mujer se siente inferior al hombre, física y psicológicamente - Si su pareja está presente permanece silenciosa y se presenta como “anulada”. Se

siente incapaz, incompetente y carece de poder real para solucionar el problema (impotencia).

- Confronta continuamente sentimientos ambivalentes de odio y amor respecto a su pareja.

- Temor a la futura soledad - Sobrevalora el rol masculino y su importancia para la familia. - Apoyo social escaso debido al aislamiento social que le impone el maltratador. - Presenta problemas de salud recurrentes : somatizaciones, dolores de cabeza,

dolores de espalda y articulaciones, trastornos del sueño, agotamiento, trastornos alimentarios severos (bulimia, anorexia), amenorrea, dismenorrea, ansiedad, estrés, angustia, depresión.

- Sentimientos de culpa, tristeza, lástima, vergüenza, falta de iniciativa, temor generalizado, arrepentimiento de no abandonar al maltratador

Otra de las cuestiones a reflexionar es el por qué se mantiene una situación de malos tratos y la víctima no presenta denuncia. Pudieran incidir los siguientes factores:

- Por dependencia emocional y baja autoestima. - Por dependencia económica - Por falta de apoyo familiar y social - Por miedo a las represalias - Por esperanza de cambio - Por la presencia de hijos menores - Por justificaciones irracionales (“en todas las parejas sucede, fui yo quien le

provocó, no tengo otra cosa mejor...”) - Por falta de información sobre los derechos de la mujer y sobre como proceder en

caso de sufrir una agresión

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- Por dificultad para presentar pruebas y temor al sistema judicial En cuanto a los agresores, Echeburúa y Fernández- Montalvo (1998), han establecido un perfil del hombre potencialmente violento en el, y son señales de alerta:

- Es excesivamente celoso. - Es posesivo. - Se irrita fácilmente si se le ponen límites. - No controla sus impulsos. - Culpa a otros de sus problemas. - Experimenta cambios bruscos de humor - Cuando se enoja actúa con violencia y rompe cosas. - Cree que la mujer debe estar siempre subordinada al hombre. - Ya ha maltratado a otras mujeres. - Tiene una baja autoestima

También se habla de tres tipos de maltratadores: El psicopático, con absoluta carencia de sentimiento de culpa. Además de agredir a sus esposas tienen un historial de violencia más generalizada. El hipercontrolado (alrededor del 30%) con un perfil de evitación y agresión pasiva. Su ira responde a una acumulación progresiva de frustración. Dentro de ellos se encuentra el subtipo activo caracterizado por un exceso de control perfeccionista y el subtipo pasivo que suele vivir distanciado emocionalmente de la pareja. Ambos extienden una amplia red de control sobre la vida de sus parejas. El cíclico o emocionalmente inestable, con una intensa dependencia hacía sus parejas al tiempo que se observa también un temor irracional a ser absorbidos por ella. Pasan invariablemente por una etapa de acumulación de tensión, que finaliza con algún tipo de maltrato. Posteriormente le sigue una fase de arrepentimiento y reconciliación, hasta que de nuevo vuelve a darse una acumulación de tensión y se reinicia el ciclo. 4. Respuesta del Estado La violencia contra las mujeres es un problema de Estado. Y éste está constituido por los ciudadanos, los diferentes poderes, la sociedad civil y las distintas administraciones, es decir, todos los estamentos sociales. En consecuencia, a todos atañe la resolución de este grave problema. La respuesta del Estado debe ir encaminada en tres ámbitos: Prevención, Represión y Protección. PREVENCION: En el ámbito de la prevención, se deben distinguir TRES niveles: a) Prevención primaria o intervención general: Las estrategias preventivas se dirigen directamente a toda la población, no se circunscriben a ningún factor de riesgo específico o grupos de población. Su objetivo principal es reducir la incidencia (aparición de casos nuevos) de

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situaciones violentas. Van dirigidos a la divulgación de prácticas educativas no violentas, sensibilización de la población ante las consecuencias negativas de las prácticas violentas, programas preventivos del abuso sexual, o incluso campañas para reducir la violencia en la televisión. Los objetivos son:

- Sensibilización - Educación - Publicidad y Medios de comunicación

b) Prevención secundaria o intervención selectiva: Son estrategias preventivas dirigidas a poblaciones vulnerables identificadas como de alto riesgo de exposición a aquellos factores más conocidos dentro del fenómeno de la violencia. La intervención estaría orientada específicamente a grupos de población más expuestos a situaciones de violencia. Son elementos fundamentales de actuación:

- Ámbito sanitario (detección precoz) - Capacitación de profesionales

c) Prevención terciaria o intervención inmediata: Este nivel se dirige a la prevención de las consecuencias y a la reducción de los casos ya manifestados. Se intentaría reducir las secuelas que conllevan los actos violentos sobre las víctimas, al igual que evitar las posibles reincidencias de los casos. REPRESIÓN

- Derecho penal material - Derecho Procesal Penal - Derecho Orgánico - Derecho Penitenciario

PROTECCIÓN

- Asistencia: Urgente Continuada (integral y multidisciplinar)

- Seguridad 5. Unidades de las FCSE implicadas. Tratamiento a víctimas y sensibilización Respecto a la actuación de las FCSE en la materia, señalar la constante formación y especialización inicial y continua en materia de Igualdad entre hombres y mujeres y de violencia de género de todos los efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad. Así mismo, se han elaborado materiales formativos de referencia que contribuyan a una formación de calidad en la materia en la formación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad así como una Guía de buenas prácticas para Cuerpos Policiales en violencia de género, tanto en la atención de la víctima como en la respuesta frente al agresor.

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La actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad habrá de tener en cuenta el Protocolo de Actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de Coordinación con los Órganos Judiciales para la protección de las víctimas de violencia doméstica y de género Uno de los aspectos esenciales es el adecuado tratamiento a la víctima, y así al respecto señalar que:

- La labor policial no ha de centrarse únicamente en las funciones de investigación y protección de la victima, sino que debe dirigirse a la práctica de actuaciones de detección y prevención de conductas violentas antes de que lleguen a producirse.

- En las dependencias policiales se darán máximas facilidades para la presentación de la denuncia.

- Debemos Garantizar y Preservar la dignidad e integridad moral, de la victima. - Debemos Evitar que la victima comparta espacio físico con su agresor, y atenderla

fuera de la presencia de otros comparecientes - Proporcionar apoyo. - Suministrar orientación. - Asegurar la confidencialidad. - Establecer un lugar tranquilo y privado para la toma de declaración. - Creerla. - Darle su tiempo. - Respetar sus decisiones. - Ponerla en contacto con Servicios Sociales - Trato especialmente respetuoso y preferente a la victima en atención a sus

circunstancias personales. - Atención por personal especializado, que asistirá desde el principio a la victima,

facilitando la información sobre todos los derechos que le asistan. - Recogida la denuncia, se realizaran con la mayor rapidez y exhaustividad, los actos

de comprobación, investigación, Inspección Ocular y adopción de Medidas cautelares, que procedan

El artículo 31 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. está dedicado específicamente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, estableciendo que, en su actuación, habrán de tener en cuenta:

- El Protocolo de Actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y de Coordinación con los Órganos Judiciales para la protección de las víctimas de violencia doméstica y de género.

- La Ley 27/2003, reguladora de la Orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica.

- La Ley 35/1995, de Ayudas y asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual.

- La Ley 11/2003 de medidas concretas en materia de violencia doméstica. - La Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. - La Instrucción número 14/2005, de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre

actuación en dependencias policiales en relación con mujeres extranjeras víctimas de violencia doméstica o de género en situación administrativa irregular

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- La Instrucción 11/2006 de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre el nuevo modelo de solicitud de la orden de protección de las víctimas de la violencia doméstica.

- La Resolución de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre el Protocolo de actuación y coordinación de FCSE y Abogados ante la violencia de género regulado en la Ley Orgánica 1/2004.

- Las Instrucciones números 10/2007, 14/2007 y 5/2008, de la Secretaría de Estado de Seguridad, por la que se aprueba el Protocolo para la Valoración Policial del Nivel de Riesgo de violencia contra la mujer en los supuestos de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de Diciembre, y su comunicación a los órganos judiciales y al Ministerio Fiscal.

- La Instrucción 2/1998 de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre Adopción de Medidas relativas a la Prevención, Investigación y Tratamiento de la Violencia contra la Mujer y Asistencia a la misma.

- La Instrucción 14/05, de la Secretaría de Estado de Seguridad sobre actuaciones policiales con víctimas de violencia doméstica/género en situación Administrativa Irregular.

En cuanto a las Unidades Especializadas, dentro del Cuerpo Nacional de Policía, nos encontramos con: Los SERVICIOS DE ATENCION A LA FAMILIA (SAF) adscritos a las Brigadas Provinciales de Policía Judicial, así como un SAF CENTRAL encardinado en la Comisaría General de Policía Judicial; Las UNIDADES DE PREVENCION ASISTENCIA Y PROTECCION (UPAP) adscritas a las Brigadas Provinciales de Seguridad Ciudadana, a su vez, con un Servicio central adscrito a la Comisaría General de Seguridad Ciudadana. Los SERVICIOS DE ATENCION AL CIUDADANO EXTRANJERO (adscritos a la Comisaría General de Extranjería y fronteras, que se ocupan de asistir a las mujeres víctimas de las redes de inmigración ilegal, obligadas a ejercer la prostitución y sometidas a la explotación de delincuentes que trafican con seres humanos). Al margen de tales unidades, también participan las Oficinas de Denuncias y Atención al Ciudadano así como todos los servicios de emergencia coordinados por las Salas de 091. Dentro del ámbito de la Guardia Civil se crearon los EMUMES (Equipos Mujer Menor). Los SAF tienen dos ámbitos de actuación específicos: los SAM (Servicios de Atención a la Mujer) y GRUME (Grupo de Menores). Entre sus competencias figuran la investigación de delitos de violencia doméstica y de género, los delitos contra la libertad e indemnidad sexual y los cometidos por menores. Por tanto, es una unidad especializada en la recepción de denuncias e investigación de todos aquellos hechos delictivos relacionados con los entornos familiares y específicamente en los casos de Violencia de Género.

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La generalización de estas unidades policiales especializadas y la instauración de los Servicios de Atención a la Familia en todo el territorio nacional, ha supuesto un gran avance en la atención personalizada a las personas que padecen malos tratos Respecto a las UPAP su competencia se centra en:

- PREVENCIÓN (actuaciones tendentes a evitar la comisión de actos violentos contra la mujer cuando la víctima empieza a perder el miedo y se atreve a interponer denuncia)

- ASISTENCIA (la actuación policial tendrá una finalidad asistencial y de apoyo, por lo que dada la indefensión de la víctima, se procederá a labores de información y asesoramiento, gestión de traslado a un centro de acogida, sanitario y policía)

- PROTECCIÓN (la actuación policial requiere una especial atención a la defensa de la víctima derivada del conocimiento del agresor a la presentación de la denuncia, así como su reacción ante la prueba testifical en el juicio). Y más concretamente en la detección de situaciones de riesgo y hacer un seguimiento de la evolución del mismo y adopción de medidas de protección, el contacto permanente con la mujer víctima de malos tratos, la protección a la mujer amenazada, la actuación como policía enlace entre la víctima y los restantes servicios policiales especializados, el asesoramiento, auxilio y acompañamiento en el trámite procedimental caso que fuese necesario y el adecuado control de las áreas de vida cotidiana de la mujer y desarrollo de funciones de vigilancia en zonas de exclusión en ejercicio de la función preventiva.

Son objetivos de las Unidades de Prevención, Asistencia y Protección contra los malos tratos a la mujer los siguientes:

- Mejorar la actuación policial preventiva en materia de violencia de género. - Dotar de mayor eficacia a las medidas de protección a la mujer contra posibles

agresiones, controlando la ejecución de las medidas judiciales adoptadas. - Optimizar la respuesta policial de atención inmediata a las víctimas mediante la

asignación adecuada de las mismas a cada funcionario adscrito a las UPAP. - Promover y desarrollar entre las víctimas medidas de prevención y autoprotección

contra la violencia de género. - Crear un clima de confianza entre las víctimas que permita alentar la denuncia de

cuantas conductas criminales sean objeto en materia de violencia de género. Todo esto hace que aumente la sensación de seguridad en la víctima de tales delitos 6. Sistema de seguimiento integral de la víctima de violencia de género. Valoración de riesgo Uno de los grandes avances en la materia es la implantación del Sistema de Seguimiento Integral de la Víctima de Violencia de Género. Las Administraciones implicadas en el sistema son:

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MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES: Delegación Especial del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer. MINISTERIO DEL INTERIOR: Dirección General de Instituciones Penitenciarias y Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil. MINISTERIO DE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS: Unidades de Coordinación contra la Violencia sobre la Mujer y Unidades de Violencia sobre la mujer. MINISTERIO DE JUSTICIA: En fase de integración está el Ministerio Fiscal y el Consejo General del Poder Judicial. La Junta de Seguridad de Cataluña: Cuerpos de Mozos de Escuadra y la Administración Penitenciaria de la Generalitat FEDERACION ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS: a través de la aprobación de los protocolos de coordinación con las Policías Locales El objetivo del mismo es aglutinar bajo un único sistema a todas las Instituciones que en nuestro país, intervienen en la protección y seguridad de las víctimas de Violencia de Género: · Integrar en una sola base de datos toda la Información de las circunstancias que rodean a las víctimas de Violencia de Género, de tal forma que se pueda explotar y distribuir adecuadamente. · Realizar “Valoración del riesgo” para predecir el nivel de riesgo de la víctima a sufrir una nueva agresión adoptando las medidas de protección necesarias. · Implantar un subsistema de alertas informativas y alarmas, que permita reaccionar a las diferentes partes implicadas (incluida la víctima) de forma rápida y eficaz para evitar que la víctima pueda sufrir una agresión Así, el 23 de julio de 2007 entró en vigor la instrucción 10/2007 de la Secretaria de Estado de Seguridad, aprobando el “Protocolo de Valoración Policial de Riesgo de Violencia contra la Mujer, en los supuestos de la Ley Orgánica 1/2004 de 28 de Diciembre, y su comunicación a los Órganos Judiciales y a Ministerio Fiscal, modificada por la Instrucción 14/2007, con la finalidad de una mayor eficacia en el proceso de revisión de las valoraciones. La Instrucción 5/2008 en la misma línea de mejoras y una vez realizadas las validaciones técnicas, modifica el Anexo de la Instrucción para incorporar al Protocolo una nueva gradación de nivel de riesgo apreciado “ El Nivel de Riesgo Extremo “ y adaptar las medidas policiales de protección a la nueva escala de riesgo. La actividad policial se dirige a determinar:

- los factores referidos a la violencia sufrida por la víctima. - si existen denuncias anteriores.

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- agresiones físicas o psíquicas. - el quebrantamiento de las medidas de protección. - las relaciones mantenidas con el agresor. marido, pareja, expareja, - las circunstancias familiares sociales, económicas y laborales de la víctima y

agresor. - la retirada de denuncias, reanudación de la convivencia y renuncia de la víctima a la

orden de protección u otras medidas En la Instrucción de Diligencias Policiales por violencia de género, se podrán efectuar al menos dos valoraciones, una en el momento de la toma de declaración de la víctima con el fin de disponer las medidas de protección necesarias de forma inmediata y otra cuando el instructor considere que tienen información suficiente, usando en ambos casos el formulario VPR (Valoración Policial del Riesgo). Posteriormente se procederá a una revisión del mismo conforme a los siguientes parámetros, utilizando el formulario VPER en los siguientes casos:

- Cuando existan cambios significativos en las circunstancias y/o conducta de la víctima o del agresor que pueda modificar el nivel de riesgo inicial.

- Cuando lo solicite la Autoridad Judicial o el Ministerio Fiscal. - Si no existen circunstancias excepcionales, se realizará un control con la siguiente

periodicidad:

Situación de riesgo extremo: cada tres días. Situación de riesgo alto: cada siete días. Situación de riego medio: cada treinta días. Situación de riesgo bajo: cada sesenta días

A cada una de dichas situaciones de riesgo le corresponderán unas medidas concretas y especificas de protección policial, que atendiendo a la gravedad van desde el asesoramiento y contacto inicial y habitual con la víctima hasta acompañamientos en situaciones de riesgo, control domiciliar e incluso la vigilancia permanente. 7. Orden de Protección Respecto a las Ordenes de Protección, reguladas en la Ley 27/2003, de 31 de julio, reguladora de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica, señalar que la citada Ley tiene pro finalidad unificar los distintos instrumentos de amparo y tutela a las víctimas de estos delitos y faltas. Pretende que a través de un rápido y sencillo procedimiento judicial, sustanciado ante el juzgado de instrucción, pueda obtener la víctima un estatuto integral de protección que concentre de forma coordinada una acción cautelar de naturaleza civil y penal. Esto es, una misma resolución judicial que incorpore conjuntamente tanto las medidas restrictivas de la libertad de movimientos del agresor para impedir su nueva aproximación a la víctima, como las orientadas a proporcionar seguridad, estabilidad y protección jurídica a la persona agredida y a su familia, sin necesidad de esperar a la formalización del correspondiente proceso matrimonial civil. La orden judicial de protección supondrá, a su vez, que las distintas Administraciones públicas, estatal, autonómica y local, activen inmediatamente los instrumentos de protección social establecidos en sus respectivos sistemas jurídicos. En ello consiste, precisamente, su elemento más innovador.

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Señalar que la puede solicitar la víctima, el Ministerio Fiscal, o bien el propio juez de oficio. También las entidades u organismos asistenciales que tuvieran conocimiento de situaciones de violencia de género deberán ponerlas en conocimiento inmediato al juez de guardia o el fiscal. Se solicita ante el Juez, el Ministerio Fiscal, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, las oficinas de atención a las víctimas o los servicios sociales y otras instituciones asistenciales dependientes de las distintas administraciones públicas. La Orden es dictada por el Juez de instrucción de guardia, en un plazo máximo de 72 horas y después de escuchar a las partes por separado. El juez de instrucción dictará orden de protección para las víctimas de violencia doméstica en los casos en que, existiendo indicios fundados de la comisión de un delito o falta contra la vida, integridad física o moral, libertad sexual, libertad o seguridad de alguna de las personas mencionadas en el artículo 153 del Código Penal resulte una situación objetiva de riesgo para la víctima que requiera la adopción de alguna de las medidas de protección reguladas en este artículo. El tipo de protección de protección que establece son:

- Penal: Las medidas cautelares de carácter penal podrán consistir en cualesquiera de las previstas en la legislación procesal criminal. Sus requisitos, contenido y vigencia serán los establecidos con carácter general en esta Ley. Se adoptarán por el juez de instrucción atendiendo a la necesidad de protección integral e inmediata de la víctima.

- Civil: Las medidas de naturaleza civil deberán ser solicitadas por la víctima o su representante legal, o bien por el Ministerio Fiscal cuando existan hijos menores o incapaces, siempre que no hubieran sido previamente acordadas por un órgano del orden jurisdiccional civil, y sin perjuicio de las medidas previstas en el artículo 158 del Código Civil. Estas medidas podrán consistir en la atribución del uso y disfrute de la vivienda familiar, determinar el régimen de custodia, visitas, comunicación y estancia con los hijos, el régimen de prestación de alimentos, así como cualquier disposición que se considere oportuna a fin de apartar al menor de un peligro o de evitarle perjuicios. Las medidas de carácter civil contenidas en la orden de protección tendrán una vigencia temporal de 30 días. Si dentro de este plazo fuese incoado a instancia de la víctima o de su representante legal un proceso de familia ante la jurisdicción civil las medidas adoptadas permanecerán en vigor durante los treinta días siguientes a la presentación de la demanda. En este término las medidas deberán ser ratificadas, modificadas o dejadas sin efecto por el juez de primera instancia que resulte competente.

- Ayudas de carácter social.

Los costes económicos

de la violencia contra las mujeres

Mª Isabel Martínez Martín Socia

Abay Analistas Económicos

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En los últimos años, el término de violencia contra las mujeres se ha sustituido por el de violencia de género, al considerar el factor social y cultural como determinante en su existencia, y no tratarla como un fenómeno connatural o biológico del hombre. Esta violencia es sufrida por las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, y se traduce en maltrato físico, psíquico y sexual.

En el año 1979, ciento cincuenta países ratificaron la Convención CEDAW de Naciones Unidas (España lo hizo en 1984), en la cual se afirmaba que la violencia de género está incluida en el concepto de discriminación contra las mujeres. Un año después se reconoció que la violencia contra las mujeres es el delito encubierto más frecuente en el mundo y, en 1996, la ONU reconoce que la violencia contra las mujeres es asimilable a la tortura y, por lo tanto, debe ser legalmente penalizada.

En España, se han realizado avances muy notables en la toma de conciencia de las instituciones y, en la última década, se han desarrollado actuaciones específicas contra la violencia de género, inicialmente en el marco de los Planes de Igualdad de Oportunidades y más recientemente a través de Planes Integrales contra la Violencia contra las mujeres.

En Andalucía, el Primer y Segundo Plan de Igualdad de Oportunidades, aprobados respectivamente en 1990 y 1995, recogieron ya acciones contra la violencia de género, entre ellas el desarrollo inicial de la actual red de servicios de atención, información, asesoramiento y ayudas a las mujeres que sufren violencia. En 1998, se aprueba el Plan de Actuación del Gobierno Andaluz para avanzar en la erradicación de la Violencia contra las Mujeres que, desde una visión integral, refuerza notablemente las actuaciones específicas a través dos pilares: la concienciación de la sociedad con el problema y la consolidación de los servicios, recursos y programas de atención a las mujeres víctimas de violencia, así como a sus hijas e hijos. En la actualidad, está vigente el Plan de Acción del Gobierno Andaluz contra la Violencia hacia las Mujeres (2001-2004) cuyo objetivo fundamental es la erradicación de la violencia de género. El Plan cuenta con un presupuesto de 38 millones de euros, que se asignan a medidas preventivas, de sensibilización, asistenciales en temas jurídicos y sociales y de coordinación institucional.

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1. La dimensión de la violencia contra las mujeres en Andalucía

El número de mujeres mayores de 18 años víctimas de violencia doméstica supera las 400.000 mujeres1 (el 13,6% de las mujeres mayores de edad), según datos referidos al año 2002. De ellas, más de 300.000 (el 10,1%) son víctimas de violencia ejercida por su pareja o ex pareja; aunque sólo unas 75.000 (el 2,5%) se autoclasifica como mujeres maltratadas.

En Andalucía, 6.578 mujeres presentaron denuncias por malos tratos contra su pareja o ex pareja en el año 2002; el 80% por faltas y el resto por delitos. Atendiendo a las estimaciones del párrafo anterior, estas cifras indican que sólo denuncia en torno a un 2,2% de las víctimas. A pesar de que la cifra es muy baja, ha experimentado un ligero incremento respecto a los dos años anteriores y es superior a la media nacional.

En los últimos cuatro años (1998-2002), 43 mujeres han muerto a manos de su pareja o ex pareja en Andalucía. Al año, mueren entre 3 y 4 mujeres por cada 100.000 víctimas de violencia contra las mujeres ejercida por la pareja.

2. Los costes económicos y sociales de la violencia contra las mujeres en Andalucía

Desde las distintas disciplinas implicadas en la comprensión de la violencia contra las mujeres se ha realizado un importante esfuerzo para conocer sus causas y sus efectos y para mejorar la eficacia de los programas paliativos y preventivos.

La dimensión económica del problema ha venido a sumarse a otras perspectivas, aportando nuevos argumentos a favor de la prevención y de los programas de apoyo a las víctimas. Las estimaciones del coste económico de la violencia de género, y más concretamente de la violencia doméstica, referidas a diferentes países han arrojado cifras elevadísimas, a pesar de contemplar sólo una parte de los efectos, aquellos de más fácil cuantificación.

¿Por qué es importante conocer los costes de la violencia de género? Más allá del alcance que tiene contar con un primer orden de magnitud, ya que las estimaciones son sólo aproximativas, de su coste social, el esfuerzo de la cuantificación ofrece resultados adicionales: la cifra es un argumento poderoso a favor de los programas preventivos, cuyo coste es muy bajo en comparación con el coste social de la violencia; mejora el conocimientos de los efectos y de los agentes implicados; y, por tanto, favorece el diseño de programas de prevención y atención más eficaces; favorece la difusión de la importancia del fenómeno como problema social y pone de manifiesto las lagunas estadísticas y la carencia de información adecuada para su seguimiento y valoración.

3. Aproximación metodológica

A lo largo de la última década, se han realizado una docena de estudios que aproximan los costes socioeconómicos totales de la violencia contra las mujeres en distintas áreas geográficas (barrios, regiones y naciones). Se ha avanzado también en la estimación de costes parciales,

1 Estimaciones realizadas a partir de Instituto de la Mujer (2000): “La violencia contra las mujeres. Resultados de la macroencuesta”.

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sobre todo en el ámbito de la salud, y algunas investigaciones sobre los costes económicos de la actividad delictiva en Estados Unidos y el Reino Unido han aportado las primeras cifras de costes intangibles asociados al sufrimiento de las víctimas y de sus familias.

La metodología desarrollada en esta investigación se ha apoyado en los estudios internacionales realizados hasta la fecha y en los avances teóricos hacia una metodología de estimación de costes comprensiva del fenómeno, especialmente de los realizados en el Institute for Women’s Policy Research. Sin embargo, difiere de las investigaciones internacionales en que parte de una perspectiva diferente, vinculada al itinerario vital de las víctimas, de aproximación a los costes.

Una vez delimitado el ámbito de estudio, que en este caso se ciñe a la violencia contra la mujer ejercida por su pareja o ex pareja, y de obtener una aproximación a la población afectada, la metodología se ha adentrado en una identificación exhaustiva de los efectos de la violencia sobre la vida de las víctimas: la mujer y los hijos e hijas (víctimas de la violencia presenciada, contra la madre, y, en un porcentaje notable, víctimas directas también de la violencia del agresor).

El complejo proceso a través del cual los efectos de la violencia doméstica deterioran la vida de las víctimas se ha descompuesto en seis itinerarios teóricos (social, de salud, jurídico, psicológico, laboral, socioeducativo) que sintetizan, desde seis perspectivas complementarias, los caminos que las víctimas recorren durante su relación de violencia, en el momento de la ruptura y en las fases inmediatamente posteriores a ésta. Estos itinerarios se han completado con una aproximación, realizada desde el ámbito del “trabajo social”, a los recursos destinados a la atención de las víctimas. Cada itinerario se ha elaborado, con una metodología homogénea, por un especialista y ha aportado una detallada identificación de efectos de la violencia sobre las víctimas.

Con objeto de medir la prevalencia, o generalización, de los efectos identificados, se ha realizado una encuesta2 a trescientas mujeres víctimas de malos tratos ejercidos por su pareja o ex pareja. Este trabajo de campo ha sido una aportación decisiva a la metodología de estimación por cuanto ha permitido contar con información idónea y primaria, obtenida de las propias víctimas.

Finalmente, con la información de la encuesta como pieza clave y la utilización de fuentes secundarias se ha realizado la estimación de los costes asociados a los distintos efectos de la violencia sobre la vida de las víctimas y, por agregación, de los asociados a los distintos itinerarios en los que, de forma artificial, se ha descompuesto su realidad.

Los resultados obtenidos con esta metodología han permitido también el desarrollo de un sistema de indicadores sobre la violencia contra la mujer. El sistema cuenta con más de 100 indicadores estructurados en torno a seis bloques: gravedad y prevalencia del fenómeno, impacto sobre las víctimas, factores de riesgo, respuesta institucional y social, acceso y utilización de los servicios dirigidos a las víctimas y percepción y actitudes sociales.

Además de aportar una consistente estimación de los costes, esta metodología ha contribuido, y este es seguramente su principal valor añadido, a identificar con detalle los efectos de la violencia sobre las víctimas, las interrelaciones entre los planos en los que se agrupan los efectos y los agentes que soportan los principales costes. En definitiva, la visión integral en la

2 La muestra se ha seleccionado entre las mujeres que acuden a los centros públicos de información y atención a la mujer y entre las que se encuentran en los Centros de Acogida (casas de acogida, centros de emergencia y pisos tutelados). El trabajo de campo se ha realizado por las trabajadoras sociales del Instituto Andaluz de la Mujer.

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que se apoya, desvela el proceso de exclusión social en el que la violencia sumerge a las víctimas y la importante capacidad de propagación del fenómeno; que se extiende tanto horizontalmente (a terceros agentes de la esfera económica y social) como en el tiempo, a través de la dinámica de numerosos efectos y de la transmisión intergeneracional de la violencia.

4. Resultados

La violencia doméstica contra las mujeres, ejercida por su pareja o ex pareja, tiene un coste anual para la sociedad andaluza de 2.356,8 millones de euros (Cuadro 1). Este importe recoge tanto los costes directos (recursos, específicos o no, utilizados por las víctimas) como algunos costes indirectos (el valor de los bienes y servicios perdidos por la violencia, la pérdida de bienestar de la víctima y de la sociedad en su conjunto).

El coste anual vinculado al itinerario laboral de las víctimas representa el 30% del coste total (707 millones de euros); le siguen en importancia el itinerario social, que asciende a 628 millones de euros (27% sobre el total) y el itinerario de los hijos e hijas (590 millones de euros, el 25% del coste total). Los costes del deterioro de la salud física y mental de las mujeres se cifran en 371 millones de euros anuales (16% del coste total) y los costes jurídicos son los menores, 60,7 millones de euros (3% del coste total).

La distribución del coste por agentes implicados indica que las víctimas soportan la mayor parte de este coste (1.000 millones de euros, 43% del coste total). La partida principal de este importe es la valoración de su sufrimiento. Los costes relacionados con su vida laboral, con su salud física y mental y con los efectos de la violencia sobre la vida de sus hijos e hijas son también importantísimos: 196, 98 y 92 millones de euros anuales, respectivamente. Los costes jurídicos ascienden 16,3 millones de euros anuales.

Los familiares y amigos soportan un coste estimado en 18,4 millones de euros (1% del coste total) que procede del itinerario social de las víctimas. No obstante, en este agente, la mayor parte de los costes identificados no se han cuantificado por falta de información y metodologías adecuadas.

El coste soportado por las empresas y los empleadores se estima en 385,3 millones de euros anuales (16% del coste total). Este coste procede de las repercusiones que el resto de itinerarios tiene en la vida laboral de la víctima.

El sector público (administración central y autonómica) es el segundo agente en importancia en cuanto a la distribución del coste total. Se estima que el coste para el sector público es de unos 947 millones de euros anuales (40% del coste total). Los efectos sobre los hijos e hijas y sobre la salud de las mujeres son las fuentes principales de este coste.

Por último, el coste soportado por el tercer sector se cifra en 0,6 millones de euros (0.02% del coste total).

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Cuadro 1. COSTES ECONÓMICOS Y SOCIALES DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA

TOTAL ANUAL

Itinerario socialItinerario

salud física y mental

Itinerario jurídico

Itinerario laboral

Itinerario hijos e hijas

TOTAL %

VICTIMAS 602.944.911 98.173.149 16.299.845 195.876.678 92.089.947 1.005.384.529 43

FAMILIARES Y AMIGOS 18.463.850 n.d n.d n.d n.d 18.463.850 1

EMPLEADORES n.d n.d n.d 385.302.088 n.d 385.302.088 16

SECTOR PÚBLICO 6.173.897 272.784.914 44.363.664 125.950.234 497.765.676 947.038.384 40

TERCER SECTOR 315.996 131.718 67.662 3.369 66.129 584.874 0,02

TOTALES 627.898.654 371.089.780 60.731.170 707.132.369 589.921.751 2.356.773.724 100

Porcentaje sobre el total 27 16 3 30 25 100

Fuente: Elaboración propia

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La distribución entre costes directos e indirectos pone de manifiesto que las pérdidas de bienes y servicios debidas a la violencia y la pérdida de bienestar de las víctimas (costes indirectos), son muy superiores3 a los recursos específicos o generales que utilizan las víctimas como consecuencia de la violencia (costes directos) (Cuadro 2). Los costes directos, que recogen principalmente los costes de los servicios de salud física y mental utilizados por las víctimas (mujeres, hijos e hijas), los costes del itinerario jurídico y los servicios específicos del sector público y del tercer sector dedicados a la violencia doméstica) se estiman en 834 millones de euros (35% del total). Los costes indirectos, que básicamente incluye los costes del dolor y el sufrimiento, del itinerario laboral y la pérdida de recursos en el ámbito educativo, se estiman en 1.521,9 millones de euros (65% del total).

Algunas ratios pueden ayudar a entender la magnitud de estos costes. Los costes directos estimados representan un 0.9% del PIB de Andalucía a precios de mercado4, en torno a 113 euros por habitante y año. El coste directo por víctima (mujer, hijos e hijas) y año se cifra en 835 euros. Y el coste directo por hogar afectado en 2.764 euros por año.

Cuadro 2. COSTES ECONÓMICOS Y SOCIALES DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA

TOTAL ANUAL

Costes directos totales

Costes indirectos totales

Costes totales

VICTIMAS

Valor absoluto (euros) 177.054.127 828.330.401 1.005.384.529

Porcentaje sobre el total 18 82 100

FAMILIARES Y AMIGOS

Valor absoluto (euros) 6.432.600 12.031.250 18.463.850

Porcentaje sobre el total 35 65 100

EMPLEADORES

Valor absoluto (euros) 385.302.088 385.302.088

Porcentaje sobre el total 100 100

SECTOR PÚBLICO

Valor absoluto (euros) 650.791.144 296.247.240 947.038.384

Porcentaje sobre el total 69 31 100

TERCER SECTOR

Valor absoluto (euros) 584.874 584.874

Porcentaje sobre el total 100 100

TOTALES

Valor absoluto (euros) 834.862.745 1.521.914.349 2.356.773.724

Porcentaje sobre el total 35 65 100

Fuente: elaboración propia

3 Este resultado es similar a los obtenidos en todos los estudios en los que se han valorado los costes indirectos. 4 Referido al año 2002.

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5. Conclusiones

Los resultados obtenidos en este estudio desvelan, desde una nueva perspectiva, la dimensión social de la violencia doméstica contra las mujeres. Sus efectos trascienden ampliamente el ámbito familiar y se extienden, como una sombra, al conjunto de la sociedad. En este avance, consume importantes recursos públicos y privados, que podrían tener usos alternativos; provoca pérdidas materiales a las víctimas, a las personas de su círculo más próximo, a las empresas y al sector público; y deteriora el bienestar individual y social. El camino de la sociedad andaluza hacia mejores niveles de desarrollo humano, hacia una sociedad en la que sus individuos puedan contar con más opciones para desarrollar su potencial humano y productivo, está lastrado por la importante privación de oportunidades en la que viven un número importante de sus ciudadanos, las mujeres víctimas de violencia y sus hijas e hijos.

La lectura de los resultados pone de manifiesto también otros aspectos a considerar en la reflexión sobre las políticas de lucha contra la violencia contra las mujeres. En primer lugar, las políticas específicas dirigidas a la prevención y a la atención de las víctimas son una parte muy pequeña de los costes de la violencia; baste señalar que las actuaciones del “Plan de Acción del Gobierno Andaluz contra la violencia a las mujeres” representa el 1,1% de los costes directos anuales de la violencia contra las mujeres que soporta la sociedad andaluza. Dado que estas políticas combaten la prevalencia del fenómeno y contribuyen a paliar sus efectos, deberían aumentarse de forma notable los recursos asignados a ellas. Más allá de los principales argumentos, relacionados con la atención a las víctimas, su aumento está también justificado en términos de eficiencia económica, como estrategia para reducir los costes totales de la violencia.

En segundo lugar, la metodología aplicada en este trabajo ha hecho posible conocer el impacto de la violencia en distintos ámbitos económicos y sociales. La envergadura de los costes obtenidos en los distintos itinerarios, que se apoyan, recordemos, en la extensión de los efectos, apuntan nuevas líneas de desarrollo en la política de lucha contra la violencia de cara a aumentar su eficacia. Al menos dos deberían de ser los ejes de reflexión: (1) La ampliación del ámbito efectivo de las políticas y (2) la diversificación de sus actuaciones. El ámbito efectivo de las políticas debe incluir a las víctimas ocultas, que son la gran mayoría. No es una tarea fácil, pero es necesario hacer llegar actuaciones específicas al conjunto de mujeres que no ha denunciado su situación ni ha roto su relación con el agresor. En relación con la diversificación de políticas, los resultados señalan que es necesario abordar los efectos sobre el ámbito laboral, aspecto muy poco trabajado en nuestro país, pero con actuaciones muy interesantes en otros; e intensificar las actuaciones en el ámbito sanitario y las dirigidas a los hijos e hijas, especialmente desde el ámbito educativo.

Por último, la elección de políticas debe incorporar los recientes esfuerzos por cuantificar los costes “intangibles” del fenómeno, mucho mayores que los costes directos. Sin su consideración se infravalora su envergadura y se incurre en el riesgo de optar por unas u otras opciones de política con información parcial.

Abay Analistas Económicos S.L. www.abayanalistas.net; mail:[email protected]