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SEPTIEMBRE Abanico con su caja, 1800-1809 Por: Elena Vázquez Sala: Ilustración y casticismo Domingos: 12:30 h. Duración: 30 min. Asistencia libre y gratuita

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SEPTIEMBREAbanico con su caja, 1800-1809

Por: Elena VázquezSala: Ilustración y casticismo

Domingos: 12:30 h. Duración: 30 min. Asistencia libre y gratuita

Texto

Elena Vázquez pertenece al Cuerpo Facultativo deConservadores de Museos desde el 2008 y trabaja enel Departamento de Colecciones del Museo del Traje.Actualmente es responsable de la colección de com-plementos de indumentaria.

Coordinación Mª José Pacheco

Corrección de estiloAna Guerrero

MaquetaciónAmparo García

** Todas las imágenes de este folleto corresponden a piezas de lacolección del Museo del Traje CIPE son imágenes de dominiopúblico o están liberadas bajo licencias libres.

NIPO: 030-14-006-3

ABANICO CON SU CAJA, 1800-1809

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La palabra abanico deriva del latín vannus,un instrumento que servía para aventar elgrano. La definición actual ofrecida por laReal Academia de la Lengua Española lodescribe como un 'instrumento para hacer ohacerse aire, que comúnmente tiene pie devarillas y país de tela, papel o piel, y se abreformando un semicírculo'. Sin embargodicha descripción se refiere tan solo a unatipología de abanico, la del abanico plegable,la más conocida y empleada en la actuali-dad, pero en absoluto la única.

Existen dos grandes grupos de abanicos: losde estructura rígida y los plegables. Los pri-meros poseen una empuñadura rígida quepuede estar realizada en diferentes materia-les (plata, madera, palma, etc.) y, fijadaa la misma, una parte más flexible, bien abase de plumas, bien con una pantalla demarco rígido y de distintos materiales ytécnicas (seda pintada o bordada, cartón,papel…). Popularmente se denominanpaipay. Respecto a los plegables, estánconstituidos por unas varillas unidas en suextremo inferior mediante un clavillo y unavirola, a las que se fija en el superior el país, osuperficie plana que recoge y mueve el aire.Los abanicos plegables se clasifican a suvez en otros subtipos: de baraja (sin país,

solo con varillas más o menos gruesas uni-das en la parte superior por una cinta) (fig. 1),escarapelas (con solo dos varillas o guardascon una apertura de 360 grados) (fig. 2),cabriolet (con el país dividido en una doblefranja separada por el varillaje visto), deesqueleto (con las varillas separadas entre sí),pericones (de gran tamaño) (fig. 3).

Las partes del abanico, tomando comomodelo el abanico del que nos ocupamoshoy, son las siguientes:

Varillaje: conjunto de varillas que conformanla estructura del abanico. Pueden estar fabri-cadas de distintos materiales: madera, astarubia, nácar, hueso, carey, etc. En ocasionespresentan decoraciones pintadas, recortadas,a base de calados, dorados, embutidos, etc.(fig. 4). A diferencias de otros países, los aba-nicos españoles suelen llevar varillajes máselaborados y decorados, y confieren a esta

Fig.1:Abanico, ca. 1850. Museo del Traje, Madrid

(MT017769)

Fig. 2:Abanico, ca. 1800. Cantón (China).

Museo del Traje, Madrid (MT015984)

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parte estructural mayor protagonismo en elresultado estético de la pieza. La parte visibledel varillaje se denomina fuente y la parteoculta por el país son las espigas o guías, másestrechas en general que la parte inferior de lavarilla y cuyo rebaje se le conoce además porhombro.

Guardas: son las dos varillas exteriores, nor-malmente de mayor anchura que el resto, ytienen la función de proteger el interior delabanico cuando este está plegado y ofrecermayor solidez a su estructura una vez que sedespliega (fig. 5). Suelen presentar mayorbarroquismo en la decoración que el resto delas varillas. La parte que va unida al país sedenomina pala y en la inferior se distinguen elguardapulgar, o zona donde descansa estededo al manipularlo, y el cuello, que es el lugardonde se produce un estrechamiento más omenos pronunciado y donde suele situarse elclavillo.

País: la superficie que se pega a las varillas.Se emplean diferentes materiales para su con-fección: textil (seda, algodón, encajes), papel,vitela, plumas, etc. Puede estar decorado abase de pintura; serigrafía; y aplicación de len-

tejuelas, bordado, dorados, etc. Su propor-ción en cuanto a la superficie total del abanicovaría en función del diseño del mismo, y gene-ralmente está condicionado por la moda delmomento. El borde exterior se denominaribete; la parte superior, garganta mayor; y lainferior, garganta menor.

Ojo o clavillo: clavo con o sin virola que uneentre sí todas las varillas.Boleta: extremo inferior del varillaje quequeda tras el ojo.Aro o anilla: anilla que suele estar fijada aambos extremos del clavillo y que se puedeadornar con borlas o sirve para ser atado aalgún tipo de cordón para permitir su suspen-sión para portarlo.

Breve historia

El empleo de artefactos para mover el aire esde origen remoto. Además de su utilidad prác-tica evidente, han poseído un notable caráctersimbólico en diferentes culturas, normalmenterelacionados con el poder y autoridad. Porejemplo, en el mundo asirio los gobernantesse hacían acompañar de dos portadores (nor-malmente eunucos) de grandes abanicos en

MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE

Fig. 3:Abanico, ca. 1880 - 1899. Valencia.

Museo del Traje, Madrid (MT080982)

Fig. 4:Abanico, ca. 1850. Valencia.

Museo del Traje, Madrid(MT008091)

ABANICO CON SU CAJA, 1800-1809

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forma de platos circulares decorados con sím-bolos astrológicos que fueron adoptadoscomo divisas heráldicas, práctica que hereda-ron civilizaciones posteriores como la griega ola romana. Modernamente este tipo de gran-des abanicos-parasoles ha permanecidohasta fechas recientes en algunas celebracio-nes litúrgicas, como en el caso del flabelumcatólico. Se trata de dos grandes abanicos deplumas de avestruz con mango rígido que seportaban tras el papa cuando este era llevadoen procesión en la silla gestatoria (fig. 6).

Sin embargo, los abanicos portátiles depequeño tamaño que han lucido hombres1 ymujeres en diferentes momentos de la histo-ria han sido utilizados con una variedad ampliade propósitos: demostrar la posición social yla capacidad económica, el estado civil2 ofamiliar3, las ideas políticas, como forma pro-tocolaria de relación4, o incluso como instru-mento para un lenguaje "secreto" entrepersonas de diferente sexo.

Estos abanicos llegaron de Oriente en el sigloXV de mano de las primeras rutas comerciales

Fig. 5:Abanico, ca. 1900.

Museo del Traje, Madrid (MT015994)

1 Enrique III, hijo de Catalina de Médicis, incluyó en su indumentaria regia un abanico blanco de vitela. Así mismo, en el siglo XIX existían los demomina-dos abanicos masculinos, que eran de menor tamaño que los femeninos, generalmente lisos, con varillas de madera y tonalidades oscuras.2 En el Renacimiento, en la ciudad de Venecia, las matronas o mujeres maduras utilizaban abanicos muy elaborados y coloridos frente a las donce-llas o recién casadas que aún no habían sido madres, que los exhibían de encaje blanco.3 Los abanicos de luto en el siglo XVIII se distinguían por la temática de la decoración. Un siglo después ya sí adoptaron el color negro como sím-bolo del luctuoso trance.4 Por ejemplo, en la corte francesa del siglo XVIII ninguna mujer podía abrir su abanico en presencia de la reina, solo ella podía lucirlo de esaforma. A veces sus damas podía ofrecerle pequeños objetos sobre sus abanicos ligeramente abiertos, a modo de bandeja.5 Vasco de Gama inicia sus expediciones marítimas para llegar a Oriente rodeando África en 1497, y en 1517 llegan los primeros occidentales a Japón.

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que abrieron los portugueses con China yJapón5. Su escasez y rareza pronto los con-virtió en artículos lujosísimos y exclusivos deuna élite privilegiada de damas. En esosmomentos se usaban tanto en su forma ple-gable como rígida, estaban confeccionadosde materiales "raros" (plumas exóticas,madreperla, maderas perfumadas, seda,carey), adornados con metales preciosos yguarnecidos de joyas. Los más famosos eranlos ital ianos, con diferencias de estilo entrelas diferentes ciudades estado.

La forma que triunfaría de modo contundenteen Occidente sería la del abanico plegable,que se extendió por Europa en el siglo XVI

siguiendo la ruta Italia-Francia-Inglaterra, pro-bablemente de mano de Catalina de Médicis,que, cuando en 1549 se desposa con el reyde Francia, se lleva consigo a la corte, entreun numerosísimo personal, a sus propios per-fumistas, gremio encargado por entonces dela confección de abanicos.

El siglo XVII trajo consigo cambios importantesen la industria abaniquera. Italia dejó de ser lapotencia preeminente en este tipo de produc-ciones para pasarle el testigo a Francia, quedurante ese siglo y el siguiente fue, al igual queen otros aspectos de la moda, quien marco latendencia y dominó el mercado. Inglaterracopió modelos galos, con alguna variantelocalista; Prusia realizó soberbios ejemplarespero sin innovación propia; España respondióa su demanda nacional casi totalmente impor-tando de Francia; y los Países Bajos se convir-tieron en los grandes importadores de losmodelos asiáticos de la mano de suCompañía de las Indias Orientales Unidas(1602-1800). Estos trajeron tanto los abanicosterminados como materias primas exóticaspara confeccionarlos a la manera occidentalen el viejo continente.

En el siglo XVII triunfaron sobre todo los abani-cos de vitela (a veces también de piel de ave)con decoración pintada. Normalmente contemas copiados de obras de caballete de laépoca con motivos alegóricos extraídos de lamitología clásica y de la Biblia, en especial delAntiguo Testamento, aunque también algunosrecogían acontecimientos políticos contempo-ráneos (coronaciones, triunfos bélicos, etc.).Eran de un tamaño medio (unos 30 cm) 6, debordes cargados y varillaje liso. Los fondossolían ser más o menos oscuros y los artistasno los firmaban. En torno a 1680 Madame dePompadour puso de moda otra tipología quesobreviviría en el tiempo hasta llegar a nues-tros días, el abanico brisé o de baraja. Sealcanzaron altísimas cotas de maestría en su

MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE

Fig. 6:El papa Pablo VI conducido en la Silla Gestatoria

6 Salvo los ingleses, que llegaron a los 55 cm.

ABANICO CON SU CAJA, 1800-1809

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realización. Aunque la dama francesa sentíadebilidad por los de marfil (de colmillo de ele-fante, diente de hipopótamo o hueso deballena), lo cierto es que fueron muchos losmateriales empleados en estos elaboradísimostrabajos de calado: ámbar, madera, plumas,concha de tortuga...

En el siglo XVIII el gusto y la diversidad de tipo-logías evolucionó. Aparecen curiosos artefac-tos como los abanicos máscara (en el paístenían pintada una máscara con la aberturacorrespondiente en la zona de los ojos), losabanicos dominó (solo distinguible de uno nor-mal por tener recortados dos agujeros para losojos) u otros con cajitas de música, impertinen-tes u objetos pequeños similares incorporados.

Aunque no se abandonó el abanico pintado delsiglo anterior, el tamaño disminuyó, la paleta decolores se aclaró y la temática se adecuó a lostiempos, haciéndose eco de los gustos delRococó -por las escenas galantes o los paisa-jes bucólicos- primero y del Neoclasicismo des-pués. El varillaje fue tomando másprotagonismo y fue en este siglo cuando serealizaron los trabajos más finos en este sen-tido. Calados, bajorrelieves, dorados, embuti-dos, pintados… son algunas de las técnicasempleadas. El clavillo suele ser de madreperla omarfil y no presenta apenas boleta.

De igual manera, aparecieron nuevos soportespara los países y técnicas decorativas. En 1720aparecen en Inglaterra los primeros abanicosimpresos. Rápidamente se extenderían aFrancia y de ahí, al resto de Europa. Se hacíanen calcografía sobre papel y se coloreaban amano. Al principio su calidad era bastante defi-ciente, pero fue mejorando con el paso deltiempo. A finales de siglo, con el invento de lalitografía, alcanzarían mucha popularidad. Larapidez de ejecución, la posibilidad de reprodu-cir una gran cantidad de ejemplares iguales (lospaíses se montaban en cadena a varillajes de

madera sencillos y baratos) los convirtieron enel soporte ideal para efémeras o celebracionesde carácter político. De igual forma, su bajoprecio sirvió para que el uso de este comple-mento se extendiera a otras clases socialesdiferentes de la nobleza, que hasta entonceshabía tenido la exclusiva. Hay que destacar laimportancia de estos abanicos durante laRevolución Francesa, cuando sirvieron comovehículo de transmisión de ideas y de posicio-namiento político (tricolores, con artículos de laconstitución, etc.).

Otra de las novedades de este siglo es la apa-rición en escena de los abanicos textiles, reali-zados en gasa, seda o encaje. Eran menoscostosos que los de vitela y permitían otro tipode decoraciones: bordados, aplicaciones delentejuelas, etc. A esta categoría pertenece elabanico al que dedicamos este mes de sep-tiembre en el Museo. Su tamaño era menorque los anteriores y, a medida que avanza elsiglo, se reduce tanto que fueron conocidosbajo el apelativo de "imperceptibles". Se aco-modaba perfectamente a la moda femeninageneral del momento, el denominado estilo

Fig. 7:Abanico, 1889. Escuela Tipográfica del Hospicio de

Madrid. Museo del Traje, Madrid (MT012691)

imperio, ya que la verticalidad de las siluetas yla liviandad de telas y la falta de grandes volú-menes habrían otorgado un protagonismoinnecesario al abanico que, por otra parte, sedestaca como un complemento imprescindi-ble, puesto que, al igual que los guantes, erainconcebible que una mujer en esa época semostrase en público sin alguno de estos.

En el siglo XIX la presencia de nuevos materia-les en la confección de los países de los aba-nicos determinará en numerosas ocasiones sudiseño. Es el momento del terciopelo, el algo-dón, la gasa y todo tipo de técnicas a base deseda: satén, crep, etc. El bordado, las aplica-ciones metálicas y las labores de aguja soncomunes en la decoración. No obstante,

estos continúan conviviendo con los abanicosgrabados sobre papel y mixtos, con una delas caras de vitela y otra de papel. A mediadosde siglo resurge el gusto por el abanico pin-tado, pero en esta ocasión con temas resca-tados del Rococó por una parte y floraleso cotidianos por otra. El fenómeno del aba-nico efémero que surgió en el siglo anteriorse generaliza en este: conmemorativos deexposiciones universales, ferias regionales,carteles y corridas de toros… Se producen engrandes cantidades y con poca durabilidad(fig. 7). En el siglo XX se convertirán en soportepublicitario (fig. 8).

El tamaño en general aumenta para acoplarsecon mayor coherencia a la silueta femeninadel momento, con las grandes crinolinas demediados de siglo y los polisones posteriores.Es el momento de los denominados enEspaña abanicos "pericones" (ca. 1870), quealcanzan longitudes de hasta 55 cm.Comienzan a montar anillos junto al clavillo ya sujetarlos mediante cadenitas colgantes, yaque la numerosa panoplia de complementoscon los que una mujer ha de mostrarse enpúblico en las diferentes circunstancias querequiere la sociedad de la época hace difíciltenerlos en la mano todos a la vez (bolso,sombrilla, pañuelo, guantes). Muchos ejem-plares antiguos son reformados en estemomento.

Con el fin de siglo y el movimiento modernistala morfología de algunos abanicos se trans-forma aumentando el dinamismo del perfil. Elorientalismo se hace patente en los diseños,gracias por una parte a la apertura de los mer-cados chinos de exportación y por otra al"descubrimiento" de Japón por Occidente,debido a las exposiciones universales.También hacen furor los abanicos de plumas,especialmente de avestruz o marabú (fig. 9).Esta moda se mantendrá en los primerostiempos del siglo XX.

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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE

Fig. 8: Abanico publicitario, 1925. Rivadeneyra S. A. Madrid.

Museo del Traje, Madrid (MT058966)

ABANICO CON SU CAJA, 1800-1809

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En lo referente a la producción, esta se diver-sifica. España por fin crea un tejido industrialabaniquero importante, y centraliza su pro-ducción sobre todo en Valencia. Aun cuandola moda sigue estando dictada desde París,nuestro país, que siempre había tenido ungusto particular en cuanto al aspecto y al usodel abanico, lo continúa en el siglo XIX. Inclusoen siglos anteriores, cuando eran exportados,se fabricaban para nuestro territorio deacuerdo al gusto nacional. Este se asientasobre todo en un uso casi "indiscriminado" delabanico, ya que, a diferencia de otros países,en los que se empleaba como signo de distin-ción en ambientes muy formales, en nuestropaís se empleó en toda ocasión: dentro yfuera de casa, en la iglesia, en los toros, en laópera… Siempre fueron un poco más gran-

des que la media, de varilla ancha, de ungusto especial por un varillaje recargado ymuy adornado, de cierta desproporción entreeste y el país, de más peso y reversibles, pen-sados para abrir y cerrarse rápidamente, conbrío y sonido, como forma de expresióngenuinamente española.

De hecho, mientras que en las cortes y en losambientes de la alta sociedad europea seabandona el uso del abanico en torno a 1914,ya de por sí reservado desde hacía décadasa los momentos de mayor solemnidad yempaque, en nuestro país continúa su uso,extendido a todas las capas sociales, en con-textos diversos (cotidianos o de celebración)hasta hoy mismo.

Fig. 9:Abanico, ca. 1890-1914. Austria. Museo del Traje, Madrid (MT015988)

MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE

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Bibliografía

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MODELO DEL MES. CICLO 2014

En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e inter-pretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entregarágratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.

Domingos: 12:30 h.Duración: 30 min.Asistencia libre

ENERO Vestido de Manuel PiñaConcha Herranz

FEBREROCierre de pulsera. París, 1775-1781Mª Antonia Herradón

MARZOVestido de Jeanne Lanvin, ca. 1930Lorena Delgado

ABRIL Vestido de Jean Paul GaultierJuan Gutiérrez

MAYOVestido Madame GrèsRodrigo de la Fuente

JUNIOVestido de Jacques HeimMaría Azcona

SEPTIEMBREAbanico con su caja, 1800-1809Elena Vázquez

OCTUBRETraje con polisón, ca. 1870-1875Lucina Llorente

NOVIEMBREPeto de Montehermoso (Cáceres)Ana Guerrero y Américo Frutos

DICIEMBRE(Pieza por determinar)Elvira González

Descubre más sobre la progra-mación del Modelo del mes. Si tienes un teléfono compati-ble, descárgate un lector decódigos QR.

MUSEO DEL TRAJE. CIPE

Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040

Tel. 915504700 Fax. 915504704

Dpto. de Difusión: [email protected]

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/MT95446-95447/