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U n amigo me explicó hace unos meses una forma de dar muerte a los galgos cuando dejan de ganar carreras que me recordó de inme- diato a la situación actual de nuestro sistema de ciencia.Aunque desagradable, y probablemente co- nocido por los lectores, es notorio que práctica- mente todos los años muchos galgos en nuestro país son ahorcados por el sistema del "pianista", es decir, tocando el suelo con las puntas de las patas traseras, para alargar su agonía y sufrimiento. La ex- cusa para esta macabra práctica parece ser que es dotar de una muerte “digna” a estos antaño cam- peones. Es evidente que estos animales intentan sobrevivir estirándose todo lo que pueden para no morir ahorcados, un triste y cruel final. La situación de la Ciencia en España, a mi en- tender sigue una trayectoria parecida y, aunque la metáfora sea atroz, intentaré demostrar la si- militud existente entre los pobres galgos y los científicos de nuestro país con aquello con lo que los científicos nos sentimos más cómodos, a saber, los datos. El gasto total en I+D en España en el 2014 (úl- timo año del que se ofrecen datos en el Instituto Nacional de Estadística, INE) fue de 12 821 m(mi- llones de euros), lo que supuso la séptima anualidad consecutiva con disminución de nuestra inversión desde que en el año 2008, con 14 701 m€, alcanza- mos nuestro techo histórico,y por tanto una pér- dida acumulada desde entonces del 12,8 %.Y ¿cuál ha sido la respuesta de los científicos españoles a esta disminución de la inversión? Pues, como los gal- gos, hemos respondido intentando sobrevivir, es decir, aumentando nuestra producción.Así, nuestra productividad científica medida como “Citable documents” ascendió en 2014 a 78 049 documen- tos, según recoge el SJR (Scimago Journal & Country Rank), lo que supone un incremento del 138,9 % si lo comparamos con los 56 197 docu- mentos publicados en el año 2008. En otras pala- bras, y como puede verse claramente en el gráfico, respondemos a los recortes en inversión alargando nuestra agonía para no “morir ahorcados”: Dado que nuestros responsables de Política Cien- tífica son conocedores y manejan toda esta informa- ción deben de pensar que, como colectivo, los cientí- ficos españoles somos poco avispados, puesto que todo esto pasa sin que haya demasiada movilización y las quejas,nuestras quejas,se quedan en algunas cartas o artículos anecdóticos en prensa escrita o entrevistas en algunos medios de comunicación. Pero en estos datos se vislumbra un pequeño cambio que, aunque deberemos esperar unos años para ver si se confirma, empieza a ser preocupante, ya que, como puede observarse en el gráfico ante- rior, nuestra productividad científica muestra una primera disminución en el año 2015, en el que los documentos (“citables”) publicados fueron “solo” 70 620, lo que representa una reducción del 9,5 %. Como digo, no podemos saber si esto va a signifi- car una inversión de nuestra tendencia positiva, pero mi impresión es que puede que así lo sea. Cada vez son más los investigadores que “tiran la toalla”. Después de intentar conseguir financiación sin éxito en dos o tres convocatorias de nuestros Planes Nacionales, pocos son los grupos que lo si- guen intentando, y aunque a todos nos queden al- gunos resultados en los cajones que podamos ela- borar e ir publicando a corto plazo, el volumen en general probablemente tenderá a disminuir. En la práctica, lo que está ocurriendo es que si cruzamos estos datos para analizar la productivi- dad científica en función del dinero que como país se invierte en I+D, conseguimos encumbrar el fa- moso “más por menos”, es decir, producimos más 7 Virología | Volumen 19 - Número 2/2016 SIN CIENCIA NO HAY FUTURO

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Un amigo me explicó hace unos meses unaforma de dar muerte a los galgos cuando

dejan de ganar carreras que me recordó de inme-diato a la situación actual de nuestro sistema deciencia.Aunque desagradable, y probablemente co-nocido por los lectores, es notorio que práctica-mente todos los años muchos galgos en nuestropaís son ahorcados por el sistema del "pianista", esdecir, tocando el suelo con las puntas de las patastraseras, para alargar su agonía y sufrimiento. La ex-cusa para esta macabra práctica parece ser que esdotar de una muerte “digna” a estos antaño cam-peones. Es evidente que estos animales intentansobrevivir estirándose todo lo que pueden para nomorir ahorcados, un triste y cruel final.

La situación de la Ciencia en España, a mi en-tender sigue una trayectoria parecida y, aunquela metáfora sea atroz, intentaré demostrar la si-militud existente entre los pobres galgos y loscientíficos de nuestro país con aquello con lo quelos científicos nos sentimos más cómodos, asaber, los datos.

El gasto total en I+D en España en el 2014 (úl-timo año del que se ofrecen datos en el InstitutoNacional de Estadística, INE) fue de 12 821 m€ (mi-llones de euros), lo que supuso la séptima anualidadconsecutiva con disminución de nuestra inversióndesde que en el año 2008, con 14 701 m€, alcanza-mos nuestro techo histórico, y por tanto una pér-dida acumulada desde entonces del 12,8 %.Y ¿cuálha sido la respuesta de los científicos españoles aesta disminución de la inversión? Pues, como los gal-gos, hemos respondido intentando sobrevivir, esdecir, aumentando nuestra producción.Así, nuestraproductividad científica medida como “Citabledocuments” ascendió en 2014 a 78 049 documen-tos, según recoge el SJR (Scimago Journal &Country Rank), lo que supone un incremento del138,9 % si lo comparamos con los 56 197 docu-mentos publicados en el año 2008. En otras pala-bras, y como puede verse claramente en el gráfico,respondemos a los recortes en inversión alargandonuestra agonía para no “morir ahorcados”:

Dado que nuestros responsables de Política Cien-tífica son conocedores y manejan toda esta informa-ción deben de pensar que, como colectivo, los cientí-ficos españoles somos poco avispados, puesto quetodo esto pasa sin que haya demasiada movilización ylas quejas,nuestras quejas,se quedan en algunas cartaso artículos anecdóticos en prensa escrita o entrevistasen algunos medios de comunicación.

Pero en estos datos se vislumbra un pequeñocambio que, aunque deberemos esperar unos añospara ver si se confirma, empieza a ser preocupante,ya que, como puede observarse en el gráfico ante-rior, nuestra productividad científica muestra unaprimera disminución en el año 2015, en el que losdocumentos (“citables”) publicados fueron “solo”70 620, lo que representa una reducción del 9,5 %.Como digo, no podemos saber si esto va a signifi-car una inversión de nuestra tendencia positiva,pero mi impresión es que puede que así lo sea.Cada vez son más los investigadores que “tiran latoalla”. Después de intentar conseguir financiaciónsin éxito en dos o tres convocatorias de nuestrosPlanes Nacionales, pocos son los grupos que lo si-guen intentando, y aunque a todos nos queden al-gunos resultados en los cajones que podamos ela-borar e ir publicando a corto plazo, el volumen engeneral probablemente tenderá a disminuir.

En la práctica, lo que está ocurriendo es que sicruzamos estos datos para analizar la productivi-dad científica en función del dinero que como paísse invierte en I+D, conseguimos encumbrar el fa-moso “más por menos”, es decir, producimos más

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SIN CIENCIA NO HAY FUTURO

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con menos dinero, como puede observarse en elsiguiente gráfico:

Ahora bien, el incremento en la productividadcientífica no es una característica genuina de nues-tro país, sino que más bien la producción científicaha aumentado en general y especialmente en algu-nos países con poca tradición científica. Por elloesta productividad debe analizarse en el contextode la ciencia global en el que vivimos. Así, Españaocupaba una meritoria novena posición en elranking de países del SJR hasta 2009, pero bajó unpeldaño en el trienio 2010-2012 al ser superadapor India, y descendió un segundo escalón en 2013al adelantarnos Australia. En la actualidad (datos2015) ocupamos la undécima posición seguidosmuy de cerca por Corea del Sur con 69 469 publi-caciones, país que dedica al I+D un astronómico4 % de su PIB (Producto Interior Bruto), si lo com-paramos con nuestro pírrico 1,22 %, por lo que,muy probablemente, en breve descenderemos otropeldaño.

Evidentemente existen otros factores, aparte delos económicos, que repercuten negativamente ennuestro sistema de Ciencia, pero si no consegui-

mos convencer a nuestros gobernantes de que hayque detener esta destrucción de recursos y volveral menos a los parámetros del 2008, difícilmentepodremos ni siquiera abordarlos.

Para acabar me gustaría enlazar lo aquí ex-puesto con una conversación que prácticamentetodos hemos tenido con algún amigo o conocidoque no se dedique a la investigación y que me su-cedió recientemente. A mis quejas por la insufi-ciente financiación para la investigación de mi labo-ratorio, un amigo que sabe que soy funcionario mepreguntó:“pero, si te dan esa financiación que pides,¿tú cobrarás más?”, a lo que yo lógicamente le ex-plique que no, que en realidad necesitamos la finan-ciación para trabajar más y que, como yo, funcionade la misma forma todo nuestro colectivo. Me mirócon cara de sorpresa y me dijo:“pero ¿estáis tontoso qué?, la gente pide dinero para ganar más, ¡nopara trabajar más!” Creo que después de un buenrato conseguí convencerle de que no, de que noestamos tontos, de que lo que ocurre es quesomos galgos y que, igual que a ellos les gusta co-rrer, a nosotros nos apasiona hacernos preguntasy buscar respuestas, y quizá en el fondo eso es loúnico que sabemos hacer y por eso estamos comoestamos. Esperemos que nuestros responsables enmateria de Política Científica no consientan queacabemos como los pobres galgos.

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Ismael [email protected]

Catedrático de Bioquímica y Biología MolecularMiembro de la Junta Directiva de la SEBBM

Secretario de la Escuela de DoctoradoUniversidad de Valencia

La victoria del partido popular (PP) en las eleccio-nes del pasado 26 de junio permite albergar la

esperanza de que se reactiven líneas de actuaciónque parecían peligrar tras las elecciones del 20 dediciembre de 2015. La estabilidad que garantiza elpartido ganador reforzará el flujo de turistas hacianuestro país, aumentando los puestos de trabajo.Muchos contratos pasarán de ser de horas o días

a semanas o meses. Incluso podrán reiniciarse con-versaciones con el Sr. Sheldon Anderson (u otrosprominentes emprendedores) para instalar en tie-rras castellanas un Eurovegas de grandes dimensio-nes. De hecho el proyecto Barcelona World (queprobablemente tendrá otro nombre) ya ha reci-bido el apoyo de muchos políticos catalanes tantode derechas como de izquierdas. No podría ser de

Se abre un sinfín de posibilidades

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otra manera ya que están en juego miles de pues-tos de trabajo. Lástima que parece que van a cons-truirse solamente dos casinos en vez de los seisprevistos inicialmente. Las tierras de Tarragona, si-guiendo la estela exitosa de Port Aventura, queserá ampliado con el Ferrari Land, podrían ser elpunto de nucleación de un tapiz de macrocentrosde ocio que cubrirían España garantizando puestosde trabajo a distintos niveles. Los universitarios congrados en economía o ciencias empresariales po-drán ocupar puestos de gestión mientras que otrosciudadanos, dependiendo de su grado de forma-ción, podrán acceder a distintos niveles de trabajoen bancos, comercios, hoteles, balnearios, restau-rantes, bares, ferias, romerías, garajes, conducciónde taxis y autocares, espacios turísticos, parquesacuáticos, casinos, cines, espás, campos de golf, clubsnocturnos, fiestas populares, mercadillos, etc. Nues-tras universidades y escuelas de formación deberánrevisar sus planes de estudio para centrarse enaquellas materias que demandan las nuevas pers-pectivas económicas como son arquitectura, inge-niería, informática, construcción, gastronomía, etc.Habrá que minimizar o prescindir de materiascomo Filosofía, Humanidades, Ciencias, etc. Posi-blemente será necesario construir algunos aero-puertos y líneas de AVE adicionales para acomodarla avalancha de visitantes.Ya no será necesario quenuestros jóvenes emigren al extranjero, salvo ex-cepciones. Un objetivo realista sería tener el terri-torio español tapizado con macrocentros recreati-vos en el año 2050.

Esta brillante perspectiva no finaliza con esteplan de reactivación económica. La confianza recu-perada animará a nuestros dirigentes a agilizar pri-vatizaciones en sanidad, enseñanza, cuerpos de se-guridad del Estado o transportes públicos, lo quepermitirá un ahorro al Estado, bajar impuestos yatraer más iniciativas lucrativas. Se podrán mante-ner las pujantes compañías eléctricas sin disipar es-fuerzos con energías renovables. Leyes sobre lasque parecían existir dudas como la LOMCE, la Leyde Seguridad Ciudadana, la reforma laboral o la delCódigo Penal, podrán revitalizarse debido a la con-formidad de los españoles con la nueva situacióneconómica. La LOMCE, más allá de españolizar a

jóvenes catalanes, transmitirá a toda nuestra juven-tud que la bondad del nuevo orden económico en-caja perfectamente con nuestra historia y realidadgeográfica.

Pero hay algo todavía más profundo que loscambios económicos o legislativos. Se trata de re-conocer que cada país tiene una misión en estemundo y que debe permanecer fiel a ella. La misiónno es algo propio de una legislatura, ni tan siquierade un régimen político. Es algo que se sedimenta ygraba históricamente en el saber colectivo de cadapaís y que acaba impregnando un modo de ser yde actuar.No se me ocurre nada mejor para expre-sar este concepto (nada fácil) sino decir que cadapaís tiene una unidad de destino a la que no deberenunciar. En un mundo globalizado, la misión deEspaña debe ser aprovechar las características per-sonales de los españoles (altruismo, amabilidad, ex-troversión, lealtad) y su entorno (sol, tierra, mar yaire) para atender a personas del mundo más in-dustrializado, necesitadas de cambios revitalizado-res, casi terapéuticos. Ellos, porque su misión así selo impone, deben abordar monótonas jornadas: decasa al coche (o transporte público) hacia el tra-bajo, y de ahí de nuevo al coche y a casa otra vez,siempre lo mismo, bajo un cielo gris y monotoníade lluvia sobre los cristales. Su misión hace que an-síen periódicamente un cambio al sol, viveza, fiesta,calor y coloridos como los que ofrece España. Lafeliz complementación de unidades de destinoentre ellos y nosotros tiene un valor incalculableque se ha reafirmado con el resultado de laselecciones del 26 de junio.

Solo hay un pero que, aunque improbable, po-dría interferir con la deseada continuación y culmi-nación de la unidad de destino de España en elsiglo XXI. Podría ocurrir que, desde algún partidopolítico de la oposición (en el momento de escri-bir este artículo todavía no se sabe cuál va a ser lacomposición del nuevo gobierno), se planteara sinuestra unidad de destino es realmente la ade-cuada para afrontar un futuro con garantías. Po-drían decir que hay otra economía posible basadaen el conocimiento y que su implementación po-dría permitir otros Presupuestos Generales delEstado con mayor atención a las necesidades so-

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ciales. Quizás podrían reclamar más inversión eneducación, ciencia, sanidad y cultura, fundamentán-dose en que los países más prósperos se han sus-tentado en estos cuatro pilares y que muchos deellos han conseguido menos desigualdad y pobrezaque España y que su nivel de paro no exceda del5 % de la población activa. Quizás podrían argüirtambién que la unidad de destino de España se fra-guó en monarquías absolutistas y fascismos quedeben dejarse atrás.

No parece probable que el PP atienda a estetipo de razonamientos y renuncie a la misión deEspaña. Hay poderosos argumentos para pensarque inversiones en educación y cultura pudieranhacer cuestionar a parte de la sociedad españolala solidez de nuestra unidad de destino. La educa-ción debe ser uniforme, planificada y rigurosamentecontrolada. Se dice que cuando Madame Curie vi-sitó Andalucía en el año 1931 afirmó que de vivirallí no hubiera podido hacer las investigaciones quele dieron sus dos Premios Nobel. Pues claro.Madame Curie pertenecía a otra Europa con otraunidad de destino. Esta diferencia fundamental tam-bién la reflejó D. Pablo Casado (prominente y mi-

nistrable figura del PP) el pasado 23 de mayocuando dijo que los recortes del PP habían sido di-rigidos a evitar el despilfarro. Está claro cómo sevaloran la educación, ciencia, sanidad y cultura.Nosotros debemos tener clara nuestra misión ylos otros la suya. La nuestra es tan cautivadora queno queda empañada ni por corrupciones que em-pezando con el caso Bárcenas (que instaló al Pre-sidente del Gobierno en el disimulo) siguió con unaretahíla de casos con variopintos nombres comoGürtel, Taula, Púnica, etc. que siguen aumentando.Tampoco puede quedar empañada por prácticaspropias de un estado policial o por una informaciónpública que se revela indisimuladamente manipu-lada. Se nos seguirá enseñando que de ninguna ma-nera debemos dudar de nuestra unidad de destino,que debemos caminar hacia ella con tranquilidad ycon sensatez (como a menudo menciona el Presi-dente) pero también con paso firme y mirando alfrente. Las posibilidades que se nos abren son infi-nitas.

Esteban [email protected]

Profesor “ad honorem” del CSIC

y expresidente de la SEV

Cuando escribimos estas líneas seguimos conun gobierno en funciones llevando las riendas

del país. No sabemos quién gobernará, pero muchotendrían que cambiar las cosas para que la PolíticaCientífica tenga en la futura legislatura la importan-cia que le corresponde. Muy probablemente habrá

que seguir luchando en los despachos y en las ca-lles, para convencer a todos los actores implicadosde que la generación de conocimiento es clave parael futuro del país, que en ciencia no se gasta sinoque se invierte.

Un día para el optimismo

Posdata:

1.- “Si los españoles fuésemos dinosaurios votaríamos al meteorito”

Frase atribuida a Manuel Corvega que circula por las redes sociales y que me dio a conocernuestro compañero Carlos Briones

2.- En línea con lo transmitido en este artículo, el día 30 de agosto de 2016 el periodista IñakiGabilondo terminó su comentario sobre la actualidad de España diciendo en la cadena SER:

“España va camino de convertirse en un gigantesco bar de copas”

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La opinión pública parece apoyar siempre unamayor financiación de la ciencia. Nosotros nos pre-guntamos si ese apoyo es real. Para la mayoría dela gente, los científicos somos unos seres extrañosencerrados en el laboratorio e implicados en in-vestigaciones tan complejas que no podemos expli-car. ¿Se puede apoyar convencido aquello que nose comprende? Difícilmente.

En la Universidad tenemos alumnos que nos so-licitan estancias temporales en el laboratorio por-que quieren contestar una pregunta.Tan sólo una.Esta es: ¿en qué consiste hacer experimentos? Estoconstata el hecho indiscutible de que nuestros es-tudiantes llegan a las carreras de ciencias sin cono-cer lo más básico del método científico, lo másatractivo, aunque con ideas muy claras de todo lonegativo, las dificultades para conseguir financiación,los sinsabores administrativos, las jornadas exte-nuantes con sueldos poco competitivos.Todo estohace que hayamos perdido aquello que nos podríagenerar una ventaja en la negociación: la vocaciónde nuevos científicos.

Durante mucho tiempo se ha hablado de lo im-portante que es divulgar los resultados de investi-gación. Pero esto es tan sólo parte de la solución.Hay un problema de base, un problema de escuela.Podemos esperar que aparezca, como si fuera laVirgen de Lourdes, una nueva ley educativa que so-lucione este problema, o podemos actuar.Nosotros abogamos por lo segundo.

Hace poco fuimos a una clase de tercero de Pri-maria, con alumnos de 8 o 9 años. Llevamos connosotros unas pocas placas Petri de LB-agar, un ro-tulador, un frasco con etanol al 70 %, y una caja decartón para usarla como “estufa”. Les hicimos unabreve introducción de lo que es la Microbiología, yterminamos diseñando un experimento que con-testaba tres simples preguntas:

1. ¿Hay microbios en esta clase?2. ¿Dónde están?3. ¿Podemos acabar con ellos?

La experiencia fue inolvidable. No nos dejabanterminar de explicar las cosas porque a cada fraseque decíamos, les asaltaban ideas que querían co-municar a los demás. Utilizaban los conocimientosque tenían para abordar aquellos nuevos que lesestábamos proporcionando. No se paraban a pen-sar, sus mentes volaban.Y así, entre todos, hicimosuna clase única, una experiencia que su profesorafue la primera en agradecer y disfrutar.

Tres días después fuimos a leer el experimento.Recordaban todo lo que habíamos contado y ha-bían aprovechado el tiempo para acumular nuevasdudas. Contestaron a las preguntas sin pestañear y,lo que es más importante, sin asomo de vergüenza.Entonces lo vimos claro, el futuro son ellos, los te-nemos que conseguir. Hay que ir a por ellos.

¿Cuántos científicos somos en España? Bastaríacon que cada uno de nosotros eligiera un centro,una clase, y se fuera allí a plantar la semilla. Una vezal año. Durante años. No se puede obligar a nadiea hacerlo, pero se puede convencer a bastantes deque el proyecto es ilusionante. La mayoría de loscientíficos españoles tienen poca experiencia endocencia, seguramente les parecería una experien-cia grata y estimulante. Sería una manera útil detomar las calles y las aulas. Un proyecto cuyos re-sultados sólo pueden ser positivos.

Lo podemos considerar un nuevo experimento.Comenzaremos a recoger los resultados en 10-15años.

Es un pequeño esfuerzo que puede cambiar lascosas. Ahora nos invade una corriente pesimistacuando pensamos en el futuro de la ciencia enEspaña.Viremos hacia el optimismo. Sólo podemosganar.

11� �Virología |Volumen 19 - Número 2/2016

María del Rosario [email protected]

Antonio [email protected] de Medicina

Universidad de Castilla-La Mancha

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