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8/4/2019 Sobre Arendt y El Mal Bernstein
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La anterior afirmacin resultaespecialmente reveladora paraentender a Hanna Arendt
como un pensador independiente.Sabemos que muchos de los incidentesque provocaron su pensamiento estu-
vieron relacionados en forma directacon su intento de comprender lo quepareca tan atroz como inaudito: elevento indito representado por eltotalitarismo del siglo XX, especial-mente el totalitarismo nazi. La autoradeclara en el prefacio a Los orgenesdel totalitarismo: Si bien es cierto que
en las fases finales del totalitarismoirrumpe un mal absoluto (absolutoen la medida en que ya no puedededucrsele de motivos humanamente
comprensibles), tambin es cierto quesin el totalitarismo no habramos co-nocido nunca la verdadera naturalezaradical del mal (OT, IX). Ya habaafirmando en 1945 que el problemadel mal ira a constituir la cuestinfundamental de la vida del intelecto enla Europa de la posguerra (EE, 134).Dicho problema se convirti para ellaen tal cuestin fundamental, pese aque pocos intelectuales europeos dela posguerra se confrontaron directa-mente con l. Una y otra vez volvisobre el tema, y todava luchaba con
ste al momento de morir.Si se toma con seriedad el epgrafede este texto, hay que preguntarse silas reflexiones de Arendt sobre el mal
RICHARD BERNSTEIN
Son relevantes todava hoy lasreflexiones de Arendt sobre el mal?
Siempre he credo que, independientemente de cun abstractas
puedan parecer nuestras teoras o cun consistentes puedan
mostrarse nuestros argumentos, hay incidentes e historias tras
ellos que, por lo menos para nosotros mismos, contienen enforma concisa el sentido completo de lo que tenemos que decir.
El pensamiento en s mismo proviene de la realidad de los
incidentes; los incidentes de la experiencia viva deben ser los
indicadores en los cuales el pensamiento se apoye si no quiere
perderse en las alturas a las que el pensar se eleva o en las pro-
fundidades a las que debe descender (Hanna Arendt, 1962).
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siguen siendo relevantes para nuestrosintentos de entender un mundo muydiferente. Podemos estar viviendo entiempos obscuros, pero no vivimosbajo el tipo de totalitarismo que ellaexperiment. Sostendr, sin embargo,que las reflexiones de Arendt sobre elmal tienen relevancia en la situacincontempornea y que pueden servircomo correctivo de algunas descuida-das formas de tratar el tema.
Fijar mi atencin en tres pro-
blemas. En primer trmino, pondren consideracin la advertencia de
Arendt sobre la introduccin de ab-solutos (bien y mal) en poltica. Ensegundo lugar, quiero demostrar quesu inteligencia del mal radical (quehace al ser humano superfluo como serhumano) es relevante en la discusincontempornea sobre parias, refugiados
e inmigrantes. Por ltimo, mostrarcmo sus reflexiones sobre la banalidaddel mal nos ayudan a entender el maly la responsabilidad en un mundoburocrtico globalizado.
Antes de abordar la discusin prin-cipal, dir algo sobre Arendt como pen-sador independiente (Selbstdenker),
en especial en lo que se refiere altratamiento que ella hace de la cues-tin del mal. Una de las ms grandesfuentes de malentendidos del pensa-miento de Arendt deriva de lecturasdesafortunadas que la hacen aparecerproponiendo teoras que presumible-mente tendran alcance universal. Elejemplo ms notorio es la manera
en la que muchos de sus crticos ydefensores hablan de su teora de labanalidad del mal, como si sta fuera
una teora que intentase explicar elmal nazi. Arendt no habl nunca deesta manera. Neg en forma explcitaque la banalidad del mal fuera unateora. Se trat, ms bien, de unfenmeno que no se poda ignoraren el juicio (a Eichmann) (JP, 287).Considerar a Arendt como una terica,es decir, creer que ella propona teorasexplicativas de aplicacin universal,conduce a perder los rasgos msdistintivos de su manera de pensar.
Para utilizar una metfora que ellaapreciaba, su manera de pensar consis-ta en series-de-pensamiento.1 Talesseries-de pensamiento, suscitadas porincidentes de la experiencia vivida,se entrecruzan y entrelazan. Algunasveces se refuerzan una a otra, pero enocasiones chocan entre s y no puedenreconciliarse con facilidad.2
Quisiera comenzar mi discusincon las anotaciones de Arendt sobre elbien y el mal consignadas en Sobre larevolucin, un texto insuficientementevalorado puesto que se enfoca en temasmuy chocantes como el mal radical ola banalidad del mal. En el contro-versial captulo La cuestin social,
Arendt presenta una breve discusinsobre Billy Budd de Melville y sobreEl gran inquisidor de Dostoievsky.Dice que si quisiramos conocer qupodra significar la bondad absolutapara el curso de los asuntos huma-nos lo mejor que podramos haceres observar a los poetas de quienespor lo menos aprendemos que la
bondad absoluta difcilmente es menospeligrosa que el mal absoluto (SR,77). Entiende la bondad y el mal
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absolutos como bondad y mal queestn ms all de la virtud y el viciocomunes y corrientes.
A Claggart lo golpe un ngeldel Bien! El ngel debe pasar
a la horca! La tragedia estri-
ba en que la ley se hace para
hombres y no para ngeles o
demonios. Las leyes y todas
las instituciones perdurables
caen no slo por la arremetida
del mal elemental sino tambin
por el golpe de la inocencia
absoluta. La ley, que se mueve
entre el crimen y la virtud, nopuede reconocer lo que est ms
all de ella; no tiene castigo
para el mal elemental y no
puede abstenerse de castigar
la bondad elemental aun si el
hombre virtuoso, el capitn
Vere, reconoce que solamente
la violencia de dicha bondad
es adecuada para enfrentar el
poder depravado del mal. Lo
absoluto condena a todo el
mundo cuando se introduce
en el mbito de la poltica
(SR, 79).
Lo absoluto condena a todo el mun-do cuando se introduce en el mbito dela poltica. Esta frase podra adoptarsecomo epgrafe de la corrupcin de
la poltica en los Estados Unidos apartir del 11 de septiembre. Desdeaquel infame da somos testigos deun abuso del mal, de una dicotomasimplista que divide el mundo enbien y mal absolutos. En mi libro,El abuso del mal, sostuve que estaprdica del bien y el mal desnudauna mentalidad peligrosa, atrada por
los absolutos, por ntidas dicotomassimplistas y por pretendidas certezasmorales. En la denominada Guerra
contra el terrorismo, el matiz, lasutileza y la falibilidad se convier-ten equivocadamente en signos dedebilidad e indecisin. Si pensamosque la poltica requiere de juicio,de formular opiniones reflexivas, dehacer cuidadosas distinciones y dedeliberacin, este discurso sobre elmal absoluto es entonces profun-damente antipoltico y corrompe lapoltica. La perorata de moda sobreel bien y el mal se utiliza como un
arma poltica cnica para sofocar elpensamiento crtico y obscurecercomplejos temas de discusin. Hablary pensar de este modo, hablar comolo hacen tan frecuentemente nuestroslderes polticos sobre los malos, losesclavos del mal, el eje del mal,puede resultar altamente exitoso paradespertar miedos y ansiedades en la
gente, pero corrompe la poltica.Las reflexiones de Arendt sobre la
poltica nos recuerdan una potencia-lidad humana enraizada en la espon-taneidad, la natalidad y la pluralidad,y sirven como modelos crticos para
juzgar la poltica realmente existente.Todo lo que aprendemos de Arendt
sobre poltica nos ensea que sta in-cluye (o, mejor, debe incluir) el juicio,el debate y la clase de libertad pblicatangible que se genera cuando los sereshumanos actan y hablan como seresiguales. Arendt captura algo vital parauna concepcin genuina de la demo-cracia poltica, independientemente decualquier crtica que quisiramos hacer
de las limitaciones de su concepcinde la poltica. La primera leccin quepodramos aprender de Arendt, en
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consecuencia, consiste en ponernos enguardia cuando los absolutos el maly el bien absolutos- irrumpen en lapoltica. Samantha Power describe enforma elocuente el contraste entre lasms elaboradas respuestas de Arendtante el mal y la nueva oposicinrgida entre el mal (negro) y el bien(blanco).
Arendt emple la expresin
mal radical para describir el
totalitarismo, y la idea ha sido
puesta de nuevo en circulacin.Arendt no permiti que esta
etiqueta le impidiera continuar
explorando las fuentes de dicho
mal, pero mentes menos sutiles
que invocan el concepto hoy en
da lo hacen para silenciar la
crtica a sus respuestas. (En
ltimas, Quin puede estar en
contra de combatir el mal?).
Pero hacerse fuerte detrs
de caracterizaciones en blanco-y-negro- no slo es cuestionable
por razones morales o epistemo-
lgicas. En trminos prcticos,
esa rgida oposicin plantea un
problema puesto que enceguece
nuestro entendimiento y socava
a largo plazo nuestra habilidad
para prevenir y superar lo que
desconocemos y ms tememos.
La mayor parte de las veces
enfrentamos el mal, radical
o banal, sin imaginacin. La
amenaza del terrorismo exige
un complejo y elaborado es-
fuerzo para distinguir a los
simpatizantes de los militantes
y para reducir al mnimo a
los conversos. El terrorismo
tambin requiere entender de
qu manera polticas del pasado
pudieron contribuir a acunaruna protesta tan maligna.3
Si bien los absolutos resultan
desastrosos cuando se introducen enla esfera de la poltica, de ah nose sigue que debamos despreciar elcarcter del mal en nuestra poca.
Arendt pensaba que el mal era in-evitable. Yo estoy de acuerdo conella, pero creo que debemos volver apensar con esmero lo que queremossignificar con el trmino mal. Eraesto lo que ella buscaba hacer en subatalla por dominar conceptualmenteel mal radical sin precedentes del
totalitarismo.Estimo que Arendt sigue en rea-lidad varias series de pensamiento ensus discusiones sobre el mal radical,pero me concentrar en el fenmenoque ella ubica en el centro del malradical, el hecho de convertir a losseres humanos en seres humanossuperfluos.
Antes de que Los orgenes apare-cieran en librera, en 1951, Arendtle envo un ejemplar a Karl Jasperspara que llegara a Alemania a tiempopara el cumpleaos de ste. Jaspers,complacido con recibir la obra, leyrpidamente el prefacio y la conclu-sin, e hizo una anotacin crptica:No desapareci Jehov muy rpida-
mente de la escena? Arendt escribi,en su siguiente carta a Jaspers, queesta pregunta Ha estado en mi mentedurante las ltimas semanas sin quehaya sido capaz de encontrarle unarespuesta. La pregunta de Jaspersindujo la siguiente reflexin sobre elmal radical:
El mal ha llegado a ser msradical de lo esperado. Los cr-
menes modernos, en trminos
objetivos, no figuran en los
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Diez Mandamientos. La Tradi-
cin Occidental est afectada
por el preconcepto de que las
peores cosas que los humanos
podemos hacer derivan del vicioo del egosmo. Sabemos ahora
que el mal ms atroz, o mal
radical, no tiene nada que ver
con aquel mal humanamente
entendible, motivado por el
pecado. No se en qu consista
el mal radical, pero me parece
que se relaciona con el fen-
meno de convertir a los seres
humanos en seres humanos
superfluos (no usndolos comomedio para un fin, lo que deja
intacta su esencia como huma-
nos y atenta nicamente contra
su dignidad humana, sino ms
bien transformndolos en su-
perfluos como seres humanos).
Esto ocurre cuando se elimina
la impredecibilidad, que en los
humanos es el equivalente de
la espontaneidad. Todo esto, asu turno, deriva de (o, mejor,
se produce junto a) el delirio
de omnipotencia (no simple-
mente con el apetito de poder)
de un hombre individual. Si
un hombre individual fuera
omnipotente, no habra razn
de hecho para que debieran
existir los hombres, en plural
(CO, 166).
Arendt presenta un modelo ana-ltico de la lgica de la dominacintotal, que difcilmente podra sersuperado dada su penetrante agudeza,compuesto de tres etapas. Afirma quelos campos de concentracin y exter-minio constituyen la consecuenciainstitucional ms acabada de la regla
del totalitarismo (OT, 441). Esoscampos sirven de laboratorio en don-de se verifica la creencia fundamental
del totalitarismo segn la cual todoes posible (OT, 437).
El primer paso, esencial en elcamino a la dominacin total, consisteen matar en el hombre a la persona
jurdica (OT, 447). Este proceso co-menz mucho antes de que los nazisestablecieran los campos de concentra-cin. Arendt se est refiriendo en estepunto a las restricciones legales quedespojaron de sus derechos jurdicosa los judos (y a otros grupos como
los homosexuales y los gitanos). Unsistema arbitrario apunta a destruirlos derechos civiles de toda la po-blacin, la cual, en ltimas, llega aestar proscrita en su propio pas alestilo de los grupos de parias y de losque no tienen un techo bajo el cualvivir. La destruccin de los derechosdel hombre, el asesinato en ste de la
persona jurdica, es un prerrequisitopara dominarlo por completo.
El siguiente paso decisivo en lapreparacin de cadveres vivienteses el asesinato de la persona moralen el hombre (OT, 451). Las SS,que supervisaban los campos, fueronperversamente brillantes en su prop-sito de hacer colapsar la solidaridadhumana.
Cmo puede decidir un hom-
bre cuando enfrenta la alter-
nativa de traicionar y de este
modo asesinar a sus amigos o
enviar a la muerte a su mujer
y a sus hijos, por quienes es
responsable en todo sentido?
Cmo puede decidir cuandoincluso el suicidio podra traer
consigo el asesinato inmediato
de la propia familia? Las alter-
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nativas ya no son entre el bien
y el mal sino entre asesinar y
asesinar. Quin podra resolver
el dilema moral de la madre
griega a quien los nazis lepermitieron escoger cul de sus
tres hijos iba a ser asesinado?
(OT, 452).
Pero lo peor est por venir. Hayun tercer paso en el camino a ladominacin total donde nos encon-traremos frente a frente con el malradical.
Tras el asesinato de la persona
moral y la aniquilacin de la
persona jurdica, la destruccin
de la individualidad es casi
siempre exitosa ya que destruir
la individualidad es destruir
la espontaneidad, el poder del
hombre para comenzar algo
nuevo a partir de sus propios
recursos, lo que no puede ser
explicado en trminos de re-acciones al ambiente y a los
acontecimientos (OT, 455).
Los campos sirvieron para elespantoso experimento de eliminarcualquier vestigio de espontaneidady pluralidad humanas. Buscabantransformar a los seres humanosen algo que ya no es humano, en
seres que eran a la vez humanos yno-humanos. Esto es lo que Arendttom por la forma ms extrema delmal radical sin precedentes. A esto serefera con la expresin convertir alos seres humanos en seres humanossuperfluos. Arendt tena en menteaquellos Musselmnner, los cadveres
vivientes que ms tarde iba a describirtan grficamente Primo Levi.
Su vida es corta pero su nme-
ro es infinito; son los Mussel-
mnner, los ahogados, forman
el espinazo del campo, una
masa annima, continuamente
renovada y siempre idntica,de no-hombres que caminan y
trabajan en silencio. La chispa
divina muri en ellos y ya estn
demasiado vacos para poder
sufrir realmente. Uno vacila
en llamarlos vivos. Uno vacila
en llamar muerte a su muerte,
ante la cual no sienten miedo
porque estn muy cansados
para entender.
Estos no-hombres se ape-uscan en mi memoria con su
presencia sin rostro. Si pudiera
encerrar todo el mal de nuestra
poca en una imagen, escogera
una imagen que me es familiar,
la de un hombre macilento con
la cabeza gacha y los hombros
curvados en cuyo rostro y en
cuyos ojos no se ve huella de
pensamiento.4
Por merodear en el horror Aren-dt pudo llegar a la chocante percepcinde que el no oculto propsito deltotalitarismo consiste en hacer de losseres humanos de manera deliberadaseres humanos superfluos, en trasfor-mar seres humanos para eliminar enellos la humanidad, en destruir supluralidad, espontaneidad, natalidade individualidad. De este modo, seacerc a comprender el mal radical,un fenmeno nuevo, sin precedentes,que nos confronta con su realidadapabullante y rompe con todos losmodelos que conocemos. Asesinatosen masa, genocidios, tortura y terror
han tenido lugar antes en la historia.Pero el objetivo del totalitarismo noes la opresin, ni siquiera la domi-
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nacin total si se entiende sta comola dominacin total de seres huma-nos. El totalitarismo, como Arendtlo entiende, lucha por erradicar lahumanidad de la gente.
Si puede entenderse as la ideade Arendt sobre el mal radical, surgeentonces la pregunta de si dicho con-cepto es relevante para nosotros en laactualidad. Hemos vivido en mediode genocidios, asesinatos masivos ytorturas sdicas desde los tiempos de
Shoah. Pero tales atrocidades no soniguales al intento sistemtico de trans-formar la naturaleza humana en algono-humano, esa situacin que analiza
Arendt y que Primo Levi describetan grficamente. El mal radical es elestadio final del proceso de convertira los seres humanos en superfluos. Eltema de la superfluidad recorre Los
Orgenes como un hilo rojo. Arendtlo retoma en La decadencia del es-tado-nacin y el fin de los Derechosdel Hombre donde nos dice que lasituacin de paria es el ms recientefenmeno de masas en la historiacontempornea, y donde afirma quela existencia de una creciente clase de
gente conformada por personas quecarecen de reconocimiento por partedel estado es el hecho ms sintomticode la poltica contempornea (OT,277). Arendt hace la perturbadorapero muy perspicaz observacin deque si consideramos los diferentesgrupos incluidos entre los parias sepuede apreciar que cada suceso poltico
desde la primera Guerra Mundial havenido aadiendo inevitablemente unanueva categora entre las personas que
viven fuera de los lmites de la ley(OT, 277). Lo que Arendt escribihace ms de cincuenta aos es anms relevante en nuestro propio tiem-po. Arendt, que fue un paria durantediez y ocho aos, subraya en formapunzante los apremios del ser humanoparia (la no-persona superflua) quecarece de legitimidad legal o de estatuspoltico. Un paria es una persona noprotegida por ninguna ley especficani por ninguna convencin poltica.
Arga que la emergencia de masas derefugiados fue uno de los problemasms inmanejables del siglo XX. En elsiglo XXI se est convirtiendo en algoquizs an ms inmanejable. En laspginas finales de Los orgenesvaticinaque las soluciones totalitarias puedensobrevivir a la cada de los regmenestotalitarios bajo la forma de fuertes
tentaciones que se pueden presentardoquiera parezca imposible aliviar lamiseria poltica, social y econmicade una manera digna del hombre(OT, 458).
La recurrente creacin de masasde refugiados y de parias no-personasest en el centro de la aguda crtica
de Arendt a las apelaciones a losDerechos del Hombre abstractos,esos derechos inalienables que porhiptesis tiene el ser humano por elhecho de ser hombre. (...)
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