Sobre Arendt y El Mal Bernstein

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    La anterior afirmacin resultaespecialmente reveladora paraentender a Hanna Arendt

    como un pensador independiente.Sabemos que muchos de los incidentesque provocaron su pensamiento estu-

    vieron relacionados en forma directacon su intento de comprender lo quepareca tan atroz como inaudito: elevento indito representado por eltotalitarismo del siglo XX, especial-mente el totalitarismo nazi. La autoradeclara en el prefacio a Los orgenesdel totalitarismo: Si bien es cierto que

    en las fases finales del totalitarismoirrumpe un mal absoluto (absolutoen la medida en que ya no puedededucrsele de motivos humanamente

    comprensibles), tambin es cierto quesin el totalitarismo no habramos co-nocido nunca la verdadera naturalezaradical del mal (OT, IX). Ya habaafirmando en 1945 que el problemadel mal ira a constituir la cuestinfundamental de la vida del intelecto enla Europa de la posguerra (EE, 134).Dicho problema se convirti para ellaen tal cuestin fundamental, pese aque pocos intelectuales europeos dela posguerra se confrontaron directa-mente con l. Una y otra vez volvisobre el tema, y todava luchaba con

    ste al momento de morir.Si se toma con seriedad el epgrafede este texto, hay que preguntarse silas reflexiones de Arendt sobre el mal

    RICHARD BERNSTEIN

    Son relevantes todava hoy lasreflexiones de Arendt sobre el mal?

    Siempre he credo que, independientemente de cun abstractas

    puedan parecer nuestras teoras o cun consistentes puedan

    mostrarse nuestros argumentos, hay incidentes e historias tras

    ellos que, por lo menos para nosotros mismos, contienen enforma concisa el sentido completo de lo que tenemos que decir.

    El pensamiento en s mismo proviene de la realidad de los

    incidentes; los incidentes de la experiencia viva deben ser los

    indicadores en los cuales el pensamiento se apoye si no quiere

    perderse en las alturas a las que el pensar se eleva o en las pro-

    fundidades a las que debe descender (Hanna Arendt, 1962).

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    siguen siendo relevantes para nuestrosintentos de entender un mundo muydiferente. Podemos estar viviendo entiempos obscuros, pero no vivimosbajo el tipo de totalitarismo que ellaexperiment. Sostendr, sin embargo,que las reflexiones de Arendt sobre elmal tienen relevancia en la situacincontempornea y que pueden servircomo correctivo de algunas descuida-das formas de tratar el tema.

    Fijar mi atencin en tres pro-

    blemas. En primer trmino, pondren consideracin la advertencia de

    Arendt sobre la introduccin de ab-solutos (bien y mal) en poltica. Ensegundo lugar, quiero demostrar quesu inteligencia del mal radical (quehace al ser humano superfluo como serhumano) es relevante en la discusincontempornea sobre parias, refugiados

    e inmigrantes. Por ltimo, mostrarcmo sus reflexiones sobre la banalidaddel mal nos ayudan a entender el maly la responsabilidad en un mundoburocrtico globalizado.

    Antes de abordar la discusin prin-cipal, dir algo sobre Arendt como pen-sador independiente (Selbstdenker),

    en especial en lo que se refiere altratamiento que ella hace de la cues-tin del mal. Una de las ms grandesfuentes de malentendidos del pensa-miento de Arendt deriva de lecturasdesafortunadas que la hacen aparecerproponiendo teoras que presumible-mente tendran alcance universal. Elejemplo ms notorio es la manera

    en la que muchos de sus crticos ydefensores hablan de su teora de labanalidad del mal, como si sta fuera

    una teora que intentase explicar elmal nazi. Arendt no habl nunca deesta manera. Neg en forma explcitaque la banalidad del mal fuera unateora. Se trat, ms bien, de unfenmeno que no se poda ignoraren el juicio (a Eichmann) (JP, 287).Considerar a Arendt como una terica,es decir, creer que ella propona teorasexplicativas de aplicacin universal,conduce a perder los rasgos msdistintivos de su manera de pensar.

    Para utilizar una metfora que ellaapreciaba, su manera de pensar consis-ta en series-de-pensamiento.1 Talesseries-de pensamiento, suscitadas porincidentes de la experiencia vivida,se entrecruzan y entrelazan. Algunasveces se refuerzan una a otra, pero enocasiones chocan entre s y no puedenreconciliarse con facilidad.2

    Quisiera comenzar mi discusincon las anotaciones de Arendt sobre elbien y el mal consignadas en Sobre larevolucin, un texto insuficientementevalorado puesto que se enfoca en temasmuy chocantes como el mal radical ola banalidad del mal. En el contro-versial captulo La cuestin social,

    Arendt presenta una breve discusinsobre Billy Budd de Melville y sobreEl gran inquisidor de Dostoievsky.Dice que si quisiramos conocer qupodra significar la bondad absolutapara el curso de los asuntos huma-nos lo mejor que podramos haceres observar a los poetas de quienespor lo menos aprendemos que la

    bondad absoluta difcilmente es menospeligrosa que el mal absoluto (SR,77). Entiende la bondad y el mal

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    absolutos como bondad y mal queestn ms all de la virtud y el viciocomunes y corrientes.

    A Claggart lo golpe un ngeldel Bien! El ngel debe pasar

    a la horca! La tragedia estri-

    ba en que la ley se hace para

    hombres y no para ngeles o

    demonios. Las leyes y todas

    las instituciones perdurables

    caen no slo por la arremetida

    del mal elemental sino tambin

    por el golpe de la inocencia

    absoluta. La ley, que se mueve

    entre el crimen y la virtud, nopuede reconocer lo que est ms

    all de ella; no tiene castigo

    para el mal elemental y no

    puede abstenerse de castigar

    la bondad elemental aun si el

    hombre virtuoso, el capitn

    Vere, reconoce que solamente

    la violencia de dicha bondad

    es adecuada para enfrentar el

    poder depravado del mal. Lo

    absoluto condena a todo el

    mundo cuando se introduce

    en el mbito de la poltica

    (SR, 79).

    Lo absoluto condena a todo el mun-do cuando se introduce en el mbito dela poltica. Esta frase podra adoptarsecomo epgrafe de la corrupcin de

    la poltica en los Estados Unidos apartir del 11 de septiembre. Desdeaquel infame da somos testigos deun abuso del mal, de una dicotomasimplista que divide el mundo enbien y mal absolutos. En mi libro,El abuso del mal, sostuve que estaprdica del bien y el mal desnudauna mentalidad peligrosa, atrada por

    los absolutos, por ntidas dicotomassimplistas y por pretendidas certezasmorales. En la denominada Guerra

    contra el terrorismo, el matiz, lasutileza y la falibilidad se convier-ten equivocadamente en signos dedebilidad e indecisin. Si pensamosque la poltica requiere de juicio,de formular opiniones reflexivas, dehacer cuidadosas distinciones y dedeliberacin, este discurso sobre elmal absoluto es entonces profun-damente antipoltico y corrompe lapoltica. La perorata de moda sobreel bien y el mal se utiliza como un

    arma poltica cnica para sofocar elpensamiento crtico y obscurecercomplejos temas de discusin. Hablary pensar de este modo, hablar comolo hacen tan frecuentemente nuestroslderes polticos sobre los malos, losesclavos del mal, el eje del mal,puede resultar altamente exitoso paradespertar miedos y ansiedades en la

    gente, pero corrompe la poltica.Las reflexiones de Arendt sobre la

    poltica nos recuerdan una potencia-lidad humana enraizada en la espon-taneidad, la natalidad y la pluralidad,y sirven como modelos crticos para

    juzgar la poltica realmente existente.Todo lo que aprendemos de Arendt

    sobre poltica nos ensea que sta in-cluye (o, mejor, debe incluir) el juicio,el debate y la clase de libertad pblicatangible que se genera cuando los sereshumanos actan y hablan como seresiguales. Arendt captura algo vital parauna concepcin genuina de la demo-cracia poltica, independientemente decualquier crtica que quisiramos hacer

    de las limitaciones de su concepcinde la poltica. La primera leccin quepodramos aprender de Arendt, en

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    consecuencia, consiste en ponernos enguardia cuando los absolutos el maly el bien absolutos- irrumpen en lapoltica. Samantha Power describe enforma elocuente el contraste entre lasms elaboradas respuestas de Arendtante el mal y la nueva oposicinrgida entre el mal (negro) y el bien(blanco).

    Arendt emple la expresin

    mal radical para describir el

    totalitarismo, y la idea ha sido

    puesta de nuevo en circulacin.Arendt no permiti que esta

    etiqueta le impidiera continuar

    explorando las fuentes de dicho

    mal, pero mentes menos sutiles

    que invocan el concepto hoy en

    da lo hacen para silenciar la

    crtica a sus respuestas. (En

    ltimas, Quin puede estar en

    contra de combatir el mal?).

    Pero hacerse fuerte detrs

    de caracterizaciones en blanco-y-negro- no slo es cuestionable

    por razones morales o epistemo-

    lgicas. En trminos prcticos,

    esa rgida oposicin plantea un

    problema puesto que enceguece

    nuestro entendimiento y socava

    a largo plazo nuestra habilidad

    para prevenir y superar lo que

    desconocemos y ms tememos.

    La mayor parte de las veces

    enfrentamos el mal, radical

    o banal, sin imaginacin. La

    amenaza del terrorismo exige

    un complejo y elaborado es-

    fuerzo para distinguir a los

    simpatizantes de los militantes

    y para reducir al mnimo a

    los conversos. El terrorismo

    tambin requiere entender de

    qu manera polticas del pasado

    pudieron contribuir a acunaruna protesta tan maligna.3

    Si bien los absolutos resultan

    desastrosos cuando se introducen enla esfera de la poltica, de ah nose sigue que debamos despreciar elcarcter del mal en nuestra poca.

    Arendt pensaba que el mal era in-evitable. Yo estoy de acuerdo conella, pero creo que debemos volver apensar con esmero lo que queremossignificar con el trmino mal. Eraesto lo que ella buscaba hacer en subatalla por dominar conceptualmenteel mal radical sin precedentes del

    totalitarismo.Estimo que Arendt sigue en rea-lidad varias series de pensamiento ensus discusiones sobre el mal radical,pero me concentrar en el fenmenoque ella ubica en el centro del malradical, el hecho de convertir a losseres humanos en seres humanossuperfluos.

    Antes de que Los orgenes apare-cieran en librera, en 1951, Arendtle envo un ejemplar a Karl Jasperspara que llegara a Alemania a tiempopara el cumpleaos de ste. Jaspers,complacido con recibir la obra, leyrpidamente el prefacio y la conclu-sin, e hizo una anotacin crptica:No desapareci Jehov muy rpida-

    mente de la escena? Arendt escribi,en su siguiente carta a Jaspers, queesta pregunta Ha estado en mi mentedurante las ltimas semanas sin quehaya sido capaz de encontrarle unarespuesta. La pregunta de Jaspersindujo la siguiente reflexin sobre elmal radical:

    El mal ha llegado a ser msradical de lo esperado. Los cr-

    menes modernos, en trminos

    objetivos, no figuran en los

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    Diez Mandamientos. La Tradi-

    cin Occidental est afectada

    por el preconcepto de que las

    peores cosas que los humanos

    podemos hacer derivan del vicioo del egosmo. Sabemos ahora

    que el mal ms atroz, o mal

    radical, no tiene nada que ver

    con aquel mal humanamente

    entendible, motivado por el

    pecado. No se en qu consista

    el mal radical, pero me parece

    que se relaciona con el fen-

    meno de convertir a los seres

    humanos en seres humanos

    superfluos (no usndolos comomedio para un fin, lo que deja

    intacta su esencia como huma-

    nos y atenta nicamente contra

    su dignidad humana, sino ms

    bien transformndolos en su-

    perfluos como seres humanos).

    Esto ocurre cuando se elimina

    la impredecibilidad, que en los

    humanos es el equivalente de

    la espontaneidad. Todo esto, asu turno, deriva de (o, mejor,

    se produce junto a) el delirio

    de omnipotencia (no simple-

    mente con el apetito de poder)

    de un hombre individual. Si

    un hombre individual fuera

    omnipotente, no habra razn

    de hecho para que debieran

    existir los hombres, en plural

    (CO, 166).

    Arendt presenta un modelo ana-ltico de la lgica de la dominacintotal, que difcilmente podra sersuperado dada su penetrante agudeza,compuesto de tres etapas. Afirma quelos campos de concentracin y exter-minio constituyen la consecuenciainstitucional ms acabada de la regla

    del totalitarismo (OT, 441). Esoscampos sirven de laboratorio en don-de se verifica la creencia fundamental

    del totalitarismo segn la cual todoes posible (OT, 437).

    El primer paso, esencial en elcamino a la dominacin total, consisteen matar en el hombre a la persona

    jurdica (OT, 447). Este proceso co-menz mucho antes de que los nazisestablecieran los campos de concentra-cin. Arendt se est refiriendo en estepunto a las restricciones legales quedespojaron de sus derechos jurdicosa los judos (y a otros grupos como

    los homosexuales y los gitanos). Unsistema arbitrario apunta a destruirlos derechos civiles de toda la po-blacin, la cual, en ltimas, llega aestar proscrita en su propio pas alestilo de los grupos de parias y de losque no tienen un techo bajo el cualvivir. La destruccin de los derechosdel hombre, el asesinato en ste de la

    persona jurdica, es un prerrequisitopara dominarlo por completo.

    El siguiente paso decisivo en lapreparacin de cadveres vivienteses el asesinato de la persona moralen el hombre (OT, 451). Las SS,que supervisaban los campos, fueronperversamente brillantes en su prop-sito de hacer colapsar la solidaridadhumana.

    Cmo puede decidir un hom-

    bre cuando enfrenta la alter-

    nativa de traicionar y de este

    modo asesinar a sus amigos o

    enviar a la muerte a su mujer

    y a sus hijos, por quienes es

    responsable en todo sentido?

    Cmo puede decidir cuandoincluso el suicidio podra traer

    consigo el asesinato inmediato

    de la propia familia? Las alter-

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    nativas ya no son entre el bien

    y el mal sino entre asesinar y

    asesinar. Quin podra resolver

    el dilema moral de la madre

    griega a quien los nazis lepermitieron escoger cul de sus

    tres hijos iba a ser asesinado?

    (OT, 452).

    Pero lo peor est por venir. Hayun tercer paso en el camino a ladominacin total donde nos encon-traremos frente a frente con el malradical.

    Tras el asesinato de la persona

    moral y la aniquilacin de la

    persona jurdica, la destruccin

    de la individualidad es casi

    siempre exitosa ya que destruir

    la individualidad es destruir

    la espontaneidad, el poder del

    hombre para comenzar algo

    nuevo a partir de sus propios

    recursos, lo que no puede ser

    explicado en trminos de re-acciones al ambiente y a los

    acontecimientos (OT, 455).

    Los campos sirvieron para elespantoso experimento de eliminarcualquier vestigio de espontaneidady pluralidad humanas. Buscabantransformar a los seres humanosen algo que ya no es humano, en

    seres que eran a la vez humanos yno-humanos. Esto es lo que Arendttom por la forma ms extrema delmal radical sin precedentes. A esto serefera con la expresin convertir alos seres humanos en seres humanossuperfluos. Arendt tena en menteaquellos Musselmnner, los cadveres

    vivientes que ms tarde iba a describirtan grficamente Primo Levi.

    Su vida es corta pero su nme-

    ro es infinito; son los Mussel-

    mnner, los ahogados, forman

    el espinazo del campo, una

    masa annima, continuamente

    renovada y siempre idntica,de no-hombres que caminan y

    trabajan en silencio. La chispa

    divina muri en ellos y ya estn

    demasiado vacos para poder

    sufrir realmente. Uno vacila

    en llamarlos vivos. Uno vacila

    en llamar muerte a su muerte,

    ante la cual no sienten miedo

    porque estn muy cansados

    para entender.

    Estos no-hombres se ape-uscan en mi memoria con su

    presencia sin rostro. Si pudiera

    encerrar todo el mal de nuestra

    poca en una imagen, escogera

    una imagen que me es familiar,

    la de un hombre macilento con

    la cabeza gacha y los hombros

    curvados en cuyo rostro y en

    cuyos ojos no se ve huella de

    pensamiento.4

    Por merodear en el horror Aren-dt pudo llegar a la chocante percepcinde que el no oculto propsito deltotalitarismo consiste en hacer de losseres humanos de manera deliberadaseres humanos superfluos, en trasfor-mar seres humanos para eliminar enellos la humanidad, en destruir supluralidad, espontaneidad, natalidade individualidad. De este modo, seacerc a comprender el mal radical,un fenmeno nuevo, sin precedentes,que nos confronta con su realidadapabullante y rompe con todos losmodelos que conocemos. Asesinatosen masa, genocidios, tortura y terror

    han tenido lugar antes en la historia.Pero el objetivo del totalitarismo noes la opresin, ni siquiera la domi-

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    nacin total si se entiende sta comola dominacin total de seres huma-nos. El totalitarismo, como Arendtlo entiende, lucha por erradicar lahumanidad de la gente.

    Si puede entenderse as la ideade Arendt sobre el mal radical, surgeentonces la pregunta de si dicho con-cepto es relevante para nosotros en laactualidad. Hemos vivido en mediode genocidios, asesinatos masivos ytorturas sdicas desde los tiempos de

    Shoah. Pero tales atrocidades no soniguales al intento sistemtico de trans-formar la naturaleza humana en algono-humano, esa situacin que analiza

    Arendt y que Primo Levi describetan grficamente. El mal radical es elestadio final del proceso de convertira los seres humanos en superfluos. Eltema de la superfluidad recorre Los

    Orgenes como un hilo rojo. Arendtlo retoma en La decadencia del es-tado-nacin y el fin de los Derechosdel Hombre donde nos dice que lasituacin de paria es el ms recientefenmeno de masas en la historiacontempornea, y donde afirma quela existencia de una creciente clase de

    gente conformada por personas quecarecen de reconocimiento por partedel estado es el hecho ms sintomticode la poltica contempornea (OT,277). Arendt hace la perturbadorapero muy perspicaz observacin deque si consideramos los diferentesgrupos incluidos entre los parias sepuede apreciar que cada suceso poltico

    desde la primera Guerra Mundial havenido aadiendo inevitablemente unanueva categora entre las personas que

    viven fuera de los lmites de la ley(OT, 277). Lo que Arendt escribihace ms de cincuenta aos es anms relevante en nuestro propio tiem-po. Arendt, que fue un paria durantediez y ocho aos, subraya en formapunzante los apremios del ser humanoparia (la no-persona superflua) quecarece de legitimidad legal o de estatuspoltico. Un paria es una persona noprotegida por ninguna ley especficani por ninguna convencin poltica.

    Arga que la emergencia de masas derefugiados fue uno de los problemasms inmanejables del siglo XX. En elsiglo XXI se est convirtiendo en algoquizs an ms inmanejable. En laspginas finales de Los orgenesvaticinaque las soluciones totalitarias puedensobrevivir a la cada de los regmenestotalitarios bajo la forma de fuertes

    tentaciones que se pueden presentardoquiera parezca imposible aliviar lamiseria poltica, social y econmicade una manera digna del hombre(OT, 458).

    La recurrente creacin de masasde refugiados y de parias no-personasest en el centro de la aguda crtica

    de Arendt a las apelaciones a losDerechos del Hombre abstractos,esos derechos inalienables que porhiptesis tiene el ser humano por elhecho de ser hombre. (...)

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