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SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR. Por: Javier Peña D. Abril 21 de 2013 Liceo de Cervantes, Barranquilla. Docente de Filosofía. “Porque hablar es saber que el pensamiento debe hacerse extraño a sí mismo para decirse y aparecer.” Feuerbach. Contribución a la crítica de la filosofía de Hegel. El ejercicio de aprender a escribir implica un mosaico de variables. En lo que sigue a continuación ensayaré, espero que con el agrado y la venia de mis estudiantes, una interpretacion sobre la motivación teológica que se esconde, dormida, en la acción de producir un texto, de “abrirle paso a” la palabra, de dejarnos guiar por la palabra. Quien domina el arte de escribir aprende a nombrar sus emociones, aprender a medir y delimitar lo que siente. Y eso es un logro estupendo y profundo porque intensifica la fuerza de su subjetividad. El que escribe intenta liberarse del dominio de la emoción en estado puro para llegar a situarse en la esfera de lo consiente. Es una acción desafiante ante el misterio, ante todo aquello que nos envuelve o nos seduce o nos domina. Es, en el fondo, el deseo de mantener a toda costa, un terreno de independencia desde el que podamos contextualizar, observar, ver a lo que nos determina; a aquello que nos mantiene; a aquello que no podemos cambiar, con la secreta esperanza de que al nombrarlo, al menos, lo hayamos identificado o vislumbrado y, ello nos dé alguna grandeza, alguna victoria. Esta es una manera de darle una secreta dignidad a la singularidad del individuo en una época en la que las influencias sociales han crecido en tal

Sobre El Arte de Escribir

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Se plantean algunas ideas sobre el significado teologico y cultural de la escritura.

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SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR.

Por: Javier Pea D. Abril 21 de 2013Liceo de Cervantes, Barranquilla.Docente de Filosofa. Porque hablar es saber que el pensamiento debe hacerse extrao a s mismo para decirse y aparecer. Feuerbach. Contribucin a la crtica de la filosofa de Hegel.

El ejercicio de aprender a escribir implica un mosaico de variables.En lo que sigue a continuacin ensayar, espero que con el agrado y la venia de mis estudiantes, una interpretacion sobre la motivacin teolgica que se esconde, dormida, en la accin de producir un texto, de abrirle paso a la palabra, de dejarnos guiar por la palabra.Quien domina el arte de escribir aprende a nombrar sus emociones, aprender a medir y delimitar lo que siente. Y eso es un logro estupendo y profundo porque intensifica la fuerza de su subjetividad. El que escribe intenta liberarse del dominio de la emocin en estado puro para llegar a situarse en la esfera de lo consiente. Es una accin desafiante ante el misterio, ante todo aquello que nos envuelve o nos seduce o nos domina. Es, en el fondo, el deseo de mantener a toda costa, un terreno de independencia desde el que podamos contextualizar, observar, ver a lo que nos determina; a aquello que nos mantiene; a aquello que no podemos cambiar, con la secreta esperanza de que al nombrarlo, al menos, lo hayamos identificado o vislumbrado y, ello nos d alguna grandeza, alguna victoria. Esta es una manera de darle una secreta dignidad a la singularidad del individuo en una poca en la que las influencias sociales han crecido en tal magnitud que tienden a provocar vidas montonas e inconscientes.Ello produce que estemos alertas y despiertos, como Josu, quien luch toda la noche contra la fuerza de lo desconocido, y en ello encontr una notable porcin de dignidad.Quiz es Dios quien, secretamente, nos impela a escribir y azota nuestro espritu con la fuerza de tempestades sociales y espirituales para provocarnos a la escritura, para rozarnos con su esencia, para que sintamos la necesidad de pensar y resolver problemas y al resolver problemas usemos la palabra y, con ella nombremos y conceptualicemos y con ello sintamos la responsabilidad de saber que estamos creando, que estamos constituyendo y experimentemos, parcialmente, humanamente, la fuerza de la renovacin que genera la palabra.

En el principio exista aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todo fue hecho por l y sin l nada se hizo. (1) Nuestra tradicin, la occidental y, con ella la mayora absoluta de todas las tradiciones de los pueblos del mundo dice que el abrirle paso a la palabra, con devocin y respeto, es un acto divino por naturaleza y quiz Dios nos haya dado el don del lenguaje, el don de la palabra para despertar en nosotros la esencia, dormida, que tenemos de l. Cabe recordar aqu el testimonio del pensamiento de Aristteles cuando seala que la naturaleza del hombre es la inmortalidad porque l posee inteligencia y, a travs de ella comparte la naturaleza de Dios. (2) En la historia del pueblo hebreo, de ese pueblo que es y seguir siendo el precedente de nosotros observamos muchos episodios de Dios, la escritura y miembros de esta comunidad. Y desde all, con la fuerza de la historia parece advertirnos: levntate y escribe.Kierkegaard y Schopenhauer, dos filsofos de fecunda y poderosa imaginacin nos invitaron desde sus obras a ser valientes y confiar en el valor de la experiencia humana bsica, concreta, particular y situacional. No hizo lo mismo Jess con sus discpulos? No enfrent l mismo la tremenda prueba de cuestionar a la tradicin eclesistica de su tiempo?Atrvete a explicarte a ti mismo lo que sientes, lo que piensas. Lleva ante el estrado de tu conciencia lo que piensas, an lo ms oscuro y peligroso y, por supuesto, con mayor nfasis, lo ms bondadoso. No dejes que tus intuiciones las ahogue el peso del miedo o de las tradiciones. Ponte en pie de lucha.Si Dios nos ha regalado el poder de pensar y usar nuestro lenguaje ello conlleva una responsabilidad con l y con el destino de nuestra sociedad. Rehusarnos a ello es rehusar nuestro destino. Pensar y escribir. Escribir y pensar. Llevar a concepto lo que vivimos y sentimos es un ejercicio humanamente sublime, es un ejercicio codivino.

Notas:(1) La Biblia. Evangelio de San Juan. Prologo. Ed. Verbo Divino. 1980.(2) Acerca del alma, Aristteles. I, 4, 408 b, 25-30.Gredos, Biblioteca Clsica Gredos, 1988