Upload
chubambamonka
View
315
Download
26
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Alejandro de Afrodisia,Sobre el destino,2009, México,UNAM,Bibliotheca Scriptorvm Graecorvm et Romanorvm Mexicana, intro-ducción, traducción y notas de José Molina Ayala y Ricardo Salles
Citation preview
OBRAS DE ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO
BIBLIOTHECA SCRIPTORVM GRAECORVM ET ROMANORVM MEXICANA
Direcci6n:
Ruben Bonifaz Nufio y Bulmaro Reyes Coria
FACT.~ _ _..::..,.;;___
COORDINACI6N DE HUMANIDADES
PROGRAMA EDITORIAL
AAESAN~POY A<I>PO~IliEQl IIEPI THl EIMAPMENHl
ALEJANDRO DE AFRODISIA
SOBRE EL DESTINO
Introducci6n, traducci6n y notas de
JOSE MOLINA AYALA y RICARDO SALLES
I ~
UNIVERSIDAD NACIONAL AUT6NOMA DE MEXICO
2009
~ - ~iA~\ii
8!8LI0TE CA CENTRAL
CLASIF _J' /' ] ; _. __
. ~; /~~- -~Lt~:_ ____ --
NtiM. 1\llQ .
Primera edici6n: 10 de agosto de 2009
DR© 2009, Universidad Nacional Aut6noma de Mexico Ciudad Universitaria, Delegaci6n Coyoad.n, C.P. 04510, Mexico, D.F.
COORDINACION DE HUMANIDADES
PROGRAMA EDITORIAL
Prohibida !a reproducci6n total o parcial por cualquier media sin Ia aurorizaci6n escrita del titular de los derechos patrirnoniales
Impreso y hecho en Mexico
ISBN 978-607-02-0655-9
72rJ356
PRO LOGO
Este volumen ofrece a todos los interesados en el pensamiento antiguo una traducci6n al espaiiol del De Fato (Sobre el desti
no) de Alejandro de Afrodisia. Alejandro fue el director de la escuela peripatetica de Arenas a finales del siglo II o comienzos del III d. C., gran aristotelico de la antigiiedad tardfa y pieza clave para entender uno de los problemas cLisicos de la
filosofia: ~nuestras acciones dependen de nosotros si existe el destino? Para situar al autor y el tratado en su contexto social, hist6rico e intelectual, en la Introducci6n nos referimos a su vida y obra, a su lugar en el debate amiguo sobre el determi
nismo y a su metodo argumentativo y ret6rico. El texto griego que aquf se publica corresponde ala edicion alemana de Zierl (1995), que reproduce lade Sharples (1983), aparrandose de este solo en algunos pocos lugares. Tanto nuestra traducci6n como el texto griego vienen acompaiiados de notas. En las notas al texto griego, nos limitamos a indicar las lecturas de los editores anteriores -en particular Bruns (1892), Sharples (1983) y Thillet (1984)- cuando la edici6n de Zierl se aparta de la de ellos. Las notas a la traduccion, a su vez, se limitan, casi todas, a ofrecer referencias cruzadas al interior del tratado, y a remitir allector a textos antiguos, en su mayoria de Aristoteles y de Stoicorum Veterum Fragmenta de Von Arnim, que pueden
arrojar luz sobre pasajes espedficos de Sobre el destino.
Este libra fue el resultado de un trabajo de colaboraci6n para el cual hemos recibido el apoyo no solo de nuestros res-
v
PR6LOGO
pectivos Institutos -el de Investigaciones Filologicas y el de Investigaciones Filosoficas de la Universidad Nacional Autonoma de Mexico- sino tam bien de proyectos financiados por el Programa de Apoyo a Proyectos de lnvestigacion e Innovacion Tecnologica de la misma Universidad, y por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologfa. En particular, nos hemos beneftciado de los proyectos PAPIIT IN401301 y IN407705 y CONACYT 40891-A. De todos ellos, el coordinador e investigador responsable fue Ricardo Salles y, la sede, el Institute de Investigaciones Filosoficas, nuestro principal Iugar de reunion. Deseamos agradecer a todas estas instituciones su apoyo decisivo para el desarrollo del proyecto y, en general, de la investigacion basica que se realiza en Mexico.
A lo largo de los afios, hemos recibido el consejo y las crfticas construcrivas de muchos colegas con quienes tambien estamos muy agradecidos: Marcelo Boeri, Alfonso Correa, Laura Gomez, Andrea Lozano, Carlo Natali, Robert Sharples, Hector Zagal y, muy especialmenre, Jesus Araiza, quien participo en la redaccion del primer borrador de la traduccion de los primeros catorce capftulos del tratado, Carmen Vega, quien nos ayudo a cotejar el texto griego con el original de Zierl y a verificar las referencias, y Paloma Hernandez, quien nos ayudo a revisar las pruebas.
Ciudad Universitaria, junio de 2008
VI
INTRODUCCI6N
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Poco y casi nada se sabe de Ia vida de Alejandro de Afrodisia. Segun el prologo de su tratado Sobre el destino, los emperadores Severo y Antonino lo pusieron al frente de Ia escuela peripatetica, lo cual debio de ocurrir entre los afios 198 y 209 d. C.2 Es probable que se hiciera merecedor de ese puesto gracias a Ia docencia, que lo habla llevado a comentar las obras del Estagirita, en lo cual destaco sobre sus colegas al punto de ser llamado El exegeta por antonomasia.
La escasez de datos se ha visto subsanada en algunos aspectos por el descubrimiento, relativamente reciente, de una inscripcion en la base de una estatua que el fil6sofo dcdic6 a su padre. Las conjeturas sobre cual de las ciudades que conoci6 Ia Antigi.iedad con el nombre de Afrodisia fue donde naci6 Alejandro, y las dudas de si habla estado al frente de la escuela aristotelica de Arenas o de alguna otra ciudad, y de si era el caso que la denominaci6n de su cargo era lade diadoco, titulo que se pensaba reservado al director de Ia escuela plato-
1 Los datos mencionados en esta seccion a proposito de Alejandro de Afrodisia, sino se hace otro seiialamiento, esran tornados de P. Thillet, 1984, y de Robert W. Sharples, 1987, pp. 1176-1243.
2 Septimio Severo goberno del 193 al 211 d. C. En 198 asoci6 al poder a su hijo Antonino "Caracalla", y en 209, a Geta, su otro hijo. Alejandro habria omitido a Geta en su dedicatoria, por haber escrito su obra Sobre el
destino antes del nombramiento de Geta como Augusto.
IX
INTRODUCCION
nica, tuvieron, gracias a esa inscripci6n, aclaraci6n y respuesta
certeras. La inscripci6n dice:
'l'llq>loallEVllS TiiS [3ovhiis Ka\ Tov oi)11ov TiTos Avpf)AIOS 1\M~avopos, <piAooocpos, Twv /\8fJvllolv 81a06xwv, T. Avpf)A1ov 1\AE~avopov, q>IA6oocpov, Tov naTEpa ...
Esto es:
habiendo votado el consejo y el pueblo, Tito Aurelio Alejandro, filosofo, de los diadocos en Arenas, a T. Aurelio Alejandro, filosofo, el padre .. . 3
De acuerdo con esa inscripci6n, su nombre era Tito Aurelio Alejandro. El nombre implica que su familia fue agraciada con Ia ciudadania romana bajo el emperador Antonino Pio (Titus Aurelius Fulvus Antoninus) o quiza cuando este fue goberna
dor de Asia (ca. 135-136 d. C.). El sitio del hallazgo conflrma que Alejandro naci6 en Afrodi
sia, en Caria. No debe sorprender que una ciudad en el oriente del imperio haya sido la cuna de un fll6sofo tan importante, pues ya desde hacia tiempo la hegemonia de la cultura, a pesar de que mas tarde Plotino prefiriera retirarse aRoma, se habia establecido en una pleyade de ciudades de esa region, pujantes econ6micamente, febrilmente activas en intercambios comerdales y culturales, y fecundas en su producci6n literaria, amen de que no pocos emperadores provenian de ella y no dudaron en favorecerla. En parte debido al parentesco mitol6gico de
3 Chanioris, 2004, pp. 79-81. Sobre Ia valoraci6n de esta inscripci6n, cfr.
Sharples, 2005, pp. 47-56.
X
INTRODUCCION
la diosa Afrodita con Ia familia Octavia,4 esta ciudad gozaba de privilegios politicos y econ6micos y de s6lidas alianzas con Roma, que llegaron a hacer de ella lamas importante de toda el Asia Menor. Grandes ediflcaciones levantaron sus acaudalados ciudadanos: un teatro, un estadio, un mercado, una escuela y, destacando sobre todo, el templo para el culto del emperador Augusto (2.:E[3aoTEiov). A ella pertenecieron igualmente el famoso novelista Carit6n5 y el fll6sofo peripatetico Adrasto.6
Esa inscripci6n tambien sefi.ala a Atenas como la ciudad cuya escuela peripatetica dirigi6 Alejandro con el cargo espedflco de "diadoco", despejando tambien las dudas que existian al respecto, pues se habian instituido escuelas de fllosoffa en distintos sitios del imperio.?
Tampoco se sabia mucho de su formaci6n. Alejandro mismo, en algunos de sus escritos, se reflere a sus maestros Hermino y Sosigenes; otros fll6sofos, como Aristocles de Mesina, Arist6teles de Mitilene o Adrasto de Afrodisia se han mencio-
4 La familia de Julio Cesar se ufanaba de rcncr entre sus ascendientcs al heroc rroyano Eneas, quien era hijo de Anquises (descendieme, a su vez, de Zeus) y de Ia diosa Afrodira. Ocravio Augusto promovio esa vinculacion de su linaje con el mito que Virgilio consagr6 en su Eneida.
5 Carit6n de Afrodisia es el mas antiguo de los novelisras griegos. Vivi6 hacia finales del siglo primero y principios del segundo despues de Crisw. Es autor de las Aventuras de Quereas y Calirroe.
6 Adrasto de Afrodisia vivi6 hacia Ia primera mitad del siglo II d. C.; su obra se puedc reconstruir a partir de Ia del maremarico Te6n de Esmirna y de Ia de Calcidio. Gracias a Adrasto, Sharples (2005, p. 53) puede arestiguar una rradici6n peripatetica en Mrodisia y, por ello, sugerir que el padre hom6nimo de Alejandro de Mrodisia tambien era un fil6sofo peripatetico.
7 De acuerdo con Ia Historia Augusta, Antonino Pio (II, 3) instituy6 catedras asalariadas para oradores y fil6sofos per omnes provincias.
XI
INTRODUCCION
nado como maestros de Alejandro, pero sin pruebas contun
dentes. 8 En to do caso, el disdpulo los super6, y todos ellos deben su posteridad a la importancia de Alejandro mismo; ademas, ahora se sabe, por la inscripci6n referida, que su padre, tambien frl6sofo, jug6 un papel determinante.9
La inscripci6n, como Sharples muestra, sirve de poco para fijar la fecha de nacimiento de Alejandro, 10 de modo que la noticia de su nombramiento como diadoco sigue siendo el unico indicio. Puede suponerse que ese puesto fue asignado a quien ya con anterioridad hubiese dado muestras de madurez de pensamiento. Sharples, indiscutible autoridad en el tema, ha
precisado mas sus conjeturas, sirviendose de la cronologia de otros autores de la epoca, de Hermino, maestro de Alejandro, de Arico y de Galeno, y de la ya citada inscripci6n, y establece que Alejandro naci6 entre 140 y 165 d. C. 11
La relevancia de estos pocos datos puede verse si se considera, al menos marginalmente, el contexto en que apareci6 un personaje de la talla de Alejandro, el frl6sofo mas importante de su tiempo, y, acaso, el ultimo aristotelico, 12 puesto que el
panorama de la frlosofia posterior habria de ser dominado por
8 Sharples, 1987, pp. 1177s.; Thillet, 1984, pp. VIII-XXXII. Ver tambien Sharples, 1990, pp. 86-89.
9 Yease el articulo de Chaniotis. Sharples (2005, p. 53) afirma que Ia actividad filosofica del padre de Alejandro de Afrodisia debia ir mas alia de una mera vida moral con ciertos intereses intelectuales.
10 Sharples, 2005, p. 50. 11 Ibid., pp. 49-52. 12 Alejandro de Afrodisia es el ultimo aristotelico en el sentido de estar
opuesto a Ia escuela platonica, a Ia que parece afin otro "ultimo aristotelico", o mas bien neoplatonico, Temistio (Sharples, 2002, p. 1, n. 2).
XII
INTRODUCCION
el neoplatonismo; pero, aun en esta corriente de pensamiento Alejandro tuvo influencia, pues, se sabe, por testimonio de Porfirio, que sus comentarios eran leidos en el drculo de Plotino. 13 Por lo demas, los autores posteriores, mas alia incluso de la antigiiedad, son quienes dan muestra de haber usado extensamente sus comentarios, y a ellos se debe la preservaci6n del material de que se dispone y de las noticias del que se ha perdido. 14
En primer lugar hay que to mar en cuenta el gran influjo sobre las artes y las ciencias de los emperadores adoptivos -Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pio, y particularmente Marco Aurelio, el mismo de inclinaciones frlos6ficas-, que no dej6 sin huella el trabajo frlos6fico posterior. Determinante fue la
decision de Marco Aurelio deponer en Arenas, a cargo del erario publico, las escuelas de las cuatro principales filosofias: el platon ismo, el aristotelismo, d estoicismo y el epicureism0 . 15
Ahora bien, no debe olvidarse que, tras los desajustes politicos y militares que hubo en el imperio romano tras el "gobierno"
de C6modo, Septimio Severo habia conseguido, en gran parte gracias ala velocidad de acci6n que le permitieron los caminos que ya por entonces comunicaban todo el territorio imperial,
ganar una guerra civil y restaurar cierto orden, aunque al pre-
1·1 Porph., Vita Plotini, 14.
, 1' Sharples, "Influence- Plotinus and others", en 1987, pp. 1220-1224.
El comenta con cierta amplitud Ia influencia de Alejandro en Plotino y da las referencias bibliograficas que pueden guiar a quienes deseen estudiar el tema de Ia influencia de Alejandro en comentadores griegos tardios, en Ia filosofia medieval arabe y judia, en Ia filosofia medieval occidental y en el Renacimiento.
15 Dion Casio, 72, 31.
XIII
lNTit< )I >I 1< :<:I< lN
ci" de urilit.ull,tl y h111111 Lltizar d g,ohit:mo. AI rdmaaurar las , .itnlt." dt" lilo.\oli.t, St·tHimio Severo tuvo, probablemente, Ia illtrta i<'llt de que ~u gobierno se asemejara al de Marco Aurelio, de quit-n se asumi6 como hijo adoptivo, pues esas catedras lo corroboraban simb6licamente como continuador del arden legftimo. De este modo, la inercia de la acci6n de Marco Aurelio lleg6 a Septimio Severo y, por ende, a Alejandro de Afrodisia, que, como se dijo, fue nombrado diadoco del perfpato de Arenas. 16 Por lo demas, cabe suponer que las distintas filosofias se influyeran mutuamente y que, al mismo tiempo, pugnaran por atraer hacia si los favores y las preferencias del emperador.
En segundo Iugar, se puede aquilarar Ia importancia de Alejandro de Afrodisia a partir de los pocos datos que se tienen de el, si se toma en cuenta que las notas sobresalientes de Ia filosofia de esos tiempos eran el eclecticismo y el dogmatismo, consecuencia, en gran parte, de cierta unidad cultural que se habia generado en el Mediterrineo gracias a Ia polftica imperial.
Me explico: el imperio romano habia caminado desde hada tiempo hacia una cierta homogeneizaci6n cultural. Augusto, tras la victoria de Accio, determin6 que el helenismo permeara el quehacer cultural del imperio, y a ello contribuyeron como catalizadores la red de caminos y el bilingiiismo grecolatino que la administraci6n romana se empeii6 en extender. Desde el punto de vista politico, es al menos emblematica de esta
16 No esri de mas recordar que Ia escuela a que fue asignado Alejandro como diadoco nada ten fa que ver con el Licea aristotelico, que dej6 de existir en el 86 a. C. (Sharples, 1990, p. 83, n. 2, que cita a Lynch, J. P. , Aristotle' School. A Study of a Greek Educational Institution, Berkeley-Los Angeles, 1972, pp. 192-207).
XIV
INTRODUCCI6N
tendencia universalizante la Constitutio antoniniana que, aun cuando sus efectos reales tuvieran corto alcance, en el 212 d. C. concedi6 el derecho de ciudadania a Ia mayor parte de los hombres libres del imperio.
Asi pues, el desarrollo natural dentro de ese contexto politico y cultural que aglurinaba los diferentes elementos constitutivos del imperio, fue el eclecticismo que, asimismo, caracteriz6 a Ia actividad fllos6fi.ca. Pero cabe subrayar que el termino "eclecticismo" para caracterizar Ia fllosofia de tiempos de Alejandro de Afrodisia, no debe ser usado, en absoluto, con connotaci6n negativa. Se trata mas bien de Ia busqueda original y razonada de encontrar soluciones propias, a partir de las distintas forma~ de pensar que convivian en ese tiempo, a los nuevas problemas de una sociedad mas compleja. 17 Pero, mas alia del desarrollo de las ciencias, a las que solo consideraban un preambulo de sus altas especulaciones, las escuelas filos6ficas se consagraron a ofrecer mas que una teoda una manera de vivir que, en sus propios terminos, garantizara Ia felicidad en esta vida y la inmortalidad en la otra. Quiza por tal raz6n en ese movimienro eclectico predomin6 el platonismo, dada su mayor capacidad de incluir en su seno, al mismo tiempo que Ia inmortalidad del alma, doctrinas de otras escudas: del aristotelismo, su 16gica y valoraci6n de las partes irracionales del alma; del estoicismo, su dogmatismo, que aun cuando fuera rechazada Ia doctrina del destino, considera importante la unidad de Ia virtud. Al mismo tiempo, el
17 Para una caracterizaci6n adecuada del "eclecricismo", o, mejor dicho, para ver lo inapropiado que resulta califlcar de "eclectica" a esta epoca, pueden leerse con provecho las reflexiones de Dillon, 1988.
XV
INTRODUCCION
platonismo media y el neopitagorismo18 paredan tam bien los mas adecuados para dar sustento te6rico a la eclosi6n religiosa
proveniente de distintos ambitos del imperi9. En este sentido merece especial menci6n el surgimiento de las literaturas hermetica, 19 caldaica20 y gn6stica, 21 pues en mayor o men or medida aceptaban los presupuestos del platonismo que estipu-
18 Neopitagorismo y platonismo medio suelen confundirse, siendo sus mas destacados exponentes Nicomaco de Gerasa y Numenio de Apamea, respectivamente; se trata, en el fondo, del mismo movimiento de renovacion del platonismo. Yease ellibro de Dillon, 1977.
19 La referenda mas antigua al Corpus Hermeticum es del siglo II d. c. No es seguro que contenga doctrinas antiguas egipcias, y parece mas bien que se trata de discusiones filos6ficas y teologicas, propias de la antigi.iedad tardia, en que se ofrecen los medios para la salvaci6n del alma. Cfr. Copenhaver, pp. 41-56.
20 Se trata de los escritos conocidos como los Ordculos caldeos: una serie de doctrinas, que influyeron a Numenio o fueron influidas por el, transmitidas en verso y atribuidas a un Juliano el teurgo. Datan del siglo 11 d. C. Estos Oraculos son una "construcci6n misteriosofica caracteristica de un periodo en el que el sincretismo se hacia presente en la religion y en la filosofia [ ... ] una combinaci6n de elementos plat6nicos, pitag6ricos y estoicos marcados por los signos de las creencias generales mas recientes, como la distincion entre un dios supremo y otro demiurgo (Pilon, Numenio, Corpus Hermeticum
y gn6sticos)" (Garda Bazan, p. 37). 21 Es dificil caracterizar de manera sencilla el gnosticismo y los escritos
gn6sticos. Se trata, como se sabe, de una secta o de un grupo de sectas, a menudo relacionadas con los cristianos y con los maniqueos, que predicaban la salvacion del alma de la maldad del mundo material, mediante el conocimiento, la gnosis. Menciono aquila literatura gn6stica, precisamente por su caracter edectico, pues se reconoce en sus escritos la influencia de todo tipo de literatura oriental filosofica y religiosa. Como se sabe, su pervivencia se extiende durante varios siglos, y el mismo Plotino los atac6 en sus Entfadas,
II, 9. Puede consultarse la gran obra de Jonas, 2000.
XVI
INTRODUCCION
laba como ideal la asimilaci6n con dios, ya fuese par medios morales o intelectuales, como requisito para liberarse de los
iterativos ciclos de encarnaci6n de las almas y para conseguir la prometida inmortalidad. Personajes como el neopitag6rico Nic6maco de Gerasa, el taumaturgo Apolonio de Tiana, el plat6nico Numenio de Apamea, sin dejar de lado a los cristianos Clemente de Alejandria y Origenes, pueden servir como tel6n
de fondo y preambulo, aunque altamente contrastante, de la aparici6n de Alejandro de Afrodisia. 22
Por otra parte, la veneraci6n del pasado result6 muy importante; gan6 terreno la idea de que debia conservarse alga pristino que estaba en el origen de las distintas escuelas, alga que, sin exageraci6n, se erda que habia sido revelado a los fundadores. De alii que a menudo la renovaci6n fuera entendida, parad6-jicamente, como un volver a las fuentes, y la consigna veteres
sequi, "seguir a los antiguos", se pusiera en boga. La consecuencia fue el dogmatismo, ciertamente artificial, en cuanto que se trataba de dar cierta coherencia, a veces inexistente, al desarrollo
de un pensamiento que hundia sus rakes en el pasado. Asi, en este entorno filos6fico, se explica y sobresale el
trabajo de Alejandro de Afrodisia, que se caracteriza por su fidelidad al pensamiento aristotelico. Met6dicos, rigurosos, perspicaces, sobrios y eruditos,23 los comentarios a la obra de
Arist6teles le ganaron a Alejandro su fama para la posteridad;
22 El asunto del desarrollo de la filosofia durante la epoca del imperio romano, en general, y en tiempos de Alejandro de Afrodisia, en particular, es, sin duda, mucho mas complejo que lo que aqui pudo describirse. Una buena introducci6n al tema es el articulo de Michel.
23 Segun la expresion de Dihle, p. 337.
XVII
INTRODUCCION
en ellos destaca, al parecer, la intenci6n de entender a Arist6teles a partir de Arist6teles mismo, y no de sus posteriores interpretes. Ademas de su labor docente y de su trabajo exegetico, la actividad fllos6fica de Alejandro parece haberse desarrollado en dos direcciones. La primera de ellas es la elaboraci6n de tratados a la manera aristotelica sobre temas que no surgirian sino tiempo despues y que, por lo tanto, no habian sido abordados (ejemplo de ello es precisamente el tema del destino, al que por cierto Alejandro considera un asunto mas propio de la fisica que de la etica),24 0 bien, la discusi6n de puntos tratados individualmente, mas que la exposici6n completa y sistematica de determinado t6pico. Es por lo menos sintomatico de su "ortodoxia" que haya sido considerado un "segundo Arist6teles", aunque debe tomarse en cuenta que Alejandro de Afrodisia oscila entre su lealtad hacia Arist6teles y su propia posicion.
La orra vertiente de su trabajo filos6fico es la discusi6n y confrontaci6n intelectual con los representantes de otras escuelas, cuya posicion a veces simplifica. 25 Y aunque discute
24 En el capitulo III, del rratado Sabre el destina, Alejandro de Afrodisia expone Ia doctrina arisrotelica de las causas y establece que el destino es una causa eficiente; en el capitulo IV, clasifica las causas eficientes, y en los capitulos V y VI ubica al destino entre las causas eficientes que se dan par un fin y lo idemifica con Ia naturaleza. No se niega, empero , que haya otras preocupaciones en el tratado, incluida Ia moral, pero, como sefiala Thillet (1984, p. LXXXI): "Ia cuesti6n del destino es, para Alejandro, una cuesti6n fisica, que se plantea de manera dialectica, y que tiene incidencias practicas, par tanto, morales" (subrayado de Thillet mismo).
25 Un ejemplo de ello es , precisamente, el tratado Sabre el destino, en que Alejandro, para exponer Ia doctrina "arisrotelica", Ia contrasta con diferentes posturas deterministas, que afirman que rodo sucede por destino, y entre las cuales se encuentran las de los estoicos. La simplificaci6n mas importante
XVIII
INTRODUCCION
tambien con fll6sofos del pasado, en ese caso no esta particularmente interesado en una perspectiva hist6rica, sino en la elaboraci6n de sus propias teorias fllos6ficas. Con respecto de sus contemporineos, es en especial memorable la oposici6n a Galeno, el medico, a quien Alejandro considera fil6sofo, por sus visiones encontradas respecto del alma. Tambien se puede pensar en el plat6nico Arico, con quien discuti6 acerca de los temas de la providencia y del intelecto, yen su tratado Sobre el destino, donde, entre otros, se enfrenta al determinismo de los estoicos, 26 algunos de los cuales ocupaban ala saz6n importantes puestos en el gobiernoY
Obras
No es aquf ellugar para exponer y discutir el pensamiento de Alejandro de Afrodisia, y la discusi6n del contenido de sus obras no forma parte de los objetivos de este trabajo, pero es posible hacerse una idea mas concreta, aunque sea superficial,
radica en el hecho de que Alejandro no distingue entre si a sus diferentes adversaries ni los menciona nunca por su nombre, pero como puede verse en nuestro apartado "Sabre el destino y el determinismo antiguo", hay al menos rres determinismos: 1) el megarico; 2) el fatalismo trascendente, y 3) el estoico. Ademas, de acuerdo con Alejandro, no puede sostenerse simultineamente Ia posicion determinista y Ia responsabilidad personal (capitulos XI-XV); sin embargo, los estoicos explicaban lo que puede llamarse el cornpatibilismo, que sostiene que puede haber destine y, a! mismo tiempo, atribuirse a los hombres responsabilidad sobre sus actos (las tesis compatibilistas se exponen en el tratado Sabre el destino en los capftulos XIII, XXXIII yXXXVI) .
26 Ver nota anterior. 27 Cfr. Thillet, "intention polemique", 1984, pp. LXXXII-XC.
XIX
., '
INTRODUCCION
de la actividad filos6ftca de Alejandro de Afrodisia a partir de la consideraci6n de los dtulos de sus obras. Ahora bien, de toda su producci6n escrita, solo se ha conservado una minima parte, algunas obras en griego y otras mas en arabe.28
28 Aunque debe ser sometida a Ia critica, par incluir titulos repetidos, ap6crifos o bien variaciones de titulos de otros textos conocidos, Ia lista que Ibn Abi Usaybi'a ofrece de las obras de Alejandro, puede dar una idea mas concreta de su actividad filos6fica (Thillet, 1984, pp. LIVs., n. 3): Co
mentario a las Categorias; Comentario a! De interpretatione; Comentario a los Primeros analiticos; Comentario a los Segundos analiticos; Comentario a los
T6picos; Comentario a !a Fisica; Comentario a! De Caelo; Comentario a!
De generatione et corruptione; Comentario a los tratados Meteorol6gicos; De
anima (I libra); De fa conversion de las premisas; De fa providencia; De fa
diferencia entre fa materia y el genera; Refutacion de quienes sostienen que nada
viene mds que de alguna cosa; Que la vision nose produce por rayos que vengan
del ojo, y rifutaciOn de los que sostienen esta tesis; Del color: su naturaleza segun
el Filosofo; Tratado de fa diferencia especifica: su naturaleza segun Aristoteles;
Tratado de !a melancolia (sic); De los generos y de las especies; Rifutacion de Galena, a! VIII libra de su tratado de !a demostracion; Rifutacion de !a critica
dirigida por Galena a !a tesis de Aristoteles de que todo rnovil exige un motor;
Refotacion de Galena sabre !a cuestion de lo posible; De las diferencias entre los
cuerpos; Del intelecto segun Aristoteles; Del mundo, y si sus partes tienen nece
sidad de persistencia y de continuidad para regir a otras partes; De !a Unidad; De los principios del Todo, segun Aristoteles; Opiniones de los filosofos sabre !a
Unidad; De !a genesis de las formas a partir de !a nada; Que las cualidades no
son cuerpos; De !a libertad; De los contrarios, y que ellos son los principios de las
casas, segun Aristoteles; Del tiempo; De !a materia, y que ella es eftcto y pasivi
dad; Que una rnisma potencia recibe los contrarios juntos, segun Aristoteles; De
!a diferencia entre !a materia y el genera; De la materia, de !a privacion, de !a
generacion. Solucion de las dificultades par los Antiguos que refotaban asi fa ge
neracion tal como !a expone ellibro de Aristoteles sabre la Fisica; De los cornunes
y de los universales, que ellos no son esencias eternas; Refotacion de quienes pre
tenden que los generos son compuestos de especies, ya que los generos se dividen en especies; Que las diferencias en que un genera se divide no deben necesariamente
encontrarse en este solo genera que dividen, pero que pueden dividir rnds de un
XX
INTRODUCCION
I. Comentarios a Arist6teles: 1) Comentarios que sobreviven:
a) Sobre la "Metaflsica" b) Sobre los "Primeros analiticos" c) Sobre los "TOpicos" d) Sobre el "De sensu" e) Sobre los "Meteorologica" f) Sobre "De Sophisticis Elenchis"
2) Comentarios que se perdieron: a) Sobre las "Categorias" b) Sobre el "De lnterpretatione" c) Sobre los ''Analiticos posteriores" d) Sobre la "Fisica" e) Sobre el ''De caelo" j) Sobre el ''de generatione et corruptione" g) Sobre el ''de anima" h) ? Sobre el ''de memoria" i) ? Sobre la ''Etica nicomaquea" j) Falsas noticias de comentarios a Ia Retdrica y ala Poeti
ca, y al pseudoaristotelico Physiognomica II. Otros tratados mayores:
1) De Anima
genera; De un extracto de Ia obra de Aristoteles intitulado en griego "Teologia"
-lo que significa fa unicidad de Dios; Que toda causa separada estd en todas
las casas, y no en una solamente; De Ia existencia de forrnas espirituales inmate
riales; De las enfermedades que sobrevienen a! corazon; Del genera; Tratado que
contiene un extracto del segundo libra de Aristoteles sabre el alma; Tratado sobre !a potencia que se ejerce a partir del cuerpo divino hacia el cuerpo sometido a fa
generacion y a fa corrupcion.
XXI
INTIU)l)UCCI6N
2) De Fato 3) De Mixtione
Ira. Tratados mayores preservados en traducci6n arabe: 4) De PrincipiiJ S) De J>rovidentia
6) Que la diferencia puede estar presente en varios generos que no estan subordinados el uno al otro
7) Refutaci6n del ataque de Galeno a la doctrina de Arist6teles de que todo lo que se mueve es puesto en movimiento por un motor
III. Compilaci6n de discusiones cortas:
Las obras atribuidas a Alejandro de Afrodisia incluyen cierto numero de discusiones COl'tas, esto es el Libro segundo del "de anima", llamado, por Bruns, "mantissa" (25 items); tres libros de Quaestiones naturales, y un libro de Problemas Eticos. Aunque no son todos de Alejandro mismo, reflejan en cierta medida la actividad de su escuela. Tambien existen una serie de textos traducidos al arabe atribuidos a Alejandro, que se relacionan con los textos griegos conocidos. Otros textos arabes, por el contrario, no tienen relaci6n alguna con los que se conocen en griego.
Traducciones al arabe de textos que aparentemente no se relacionan con ninguna de las obras que sobreviven en griego: Refutacion de fa afirmacion de ]en6crates de que fa especie es
anterior al genero
Que fa forma es fa actualidad del movimiento, de acuerdo con Aristoteles
Que actuar es una {expresi6n) mds amplia que mover, de acuerdo con Arist6teles
XXII
INTRODUCCI6N
Rejutacion de fa interpretacion de Galeno de lo posible Rejutacion de fa opinion de aquellos que afirman que cada
cosa puede solamente venir de otra cosa, y demostraci6n de que cada cosa puede solamente venir de nada
Que cada causa separada estd presente en todo tanto como en nada, de acuerdo con Arist6teles
Noticia de fa poesia de (;Sobre la poesia por?) el fil6sofo Aris-t6teles (De hecho se refiere a los TOpicos)
Sobre el tiempo Sobre fa (primera) causa . .. y el movimiento del universo Tratado sobre fa conversiOn de las premisas Sobre expresiones
IV. Fragmentos, otras obras perdidas y espurias: 1) Fragmentos (se trata de pasajes contenidos en las obras
ya mencionadas arriba) 2) Obras perdidas:
a) Contra el epicureo Zenobio b) Sobre el desacuerdo entre Arist6teles y sus asociados c) 'Scholia Logica' d) Explicaci6n y resumen de ciertos pasajes de [Arist6te
les], De sensu et sensato e) 'De Noi'29
f) Que lo que existe no es homogeneo con {o bien, no es el genero de) las diez categorias
29 Las aclaraciones de Sharples (1987, p. 1197) con respecto a este libra pueden resultar de interes. Dice el estudioso que este escrito es citado por Alberto Magno, y descrito como: de mente et Deo et materia prima, o bien como de principia incorporeae et corporeae substantiae. No se trata de una obra de Alejandro, ni debe confundirse con su obra De intellectu; tal vez sea considerado espurio por el mismo Alberto.
XXIII
INTRODUCCI6N
g) Sobre Los demonios; De magicis; Sobre los poderes de las piedras; lnterpretaciones alegoricas de historias persuasivas inventadas que conciernen a los dioses; Sobre la melancolia; Sobre las enfermedades del corazon; Sobre la generacion de formas a partir de nada
3) Espurios: a) Problemata30
b) Sobre Las fiebres31
c) Sobre la Unidad
30 No confundir con Problemas eticos.
31 Sharples (1987, p. 11 99) afirma que el tratado posiblemente es de Alejandro de Trales, pero conjetura (2005, pp. 53-56) que el autor probablemente sea el padre hom6nimo de Alejandro de Afrodisia.
XXIV
SOBRE EL DESTINO Y EL DETERMINISMO ANTIGUO
En Sobre el destino, la tesis principal que sostiene Alejandro es que el determinismo, entendido como la idea de que todo lo que ocurre y existe es necesario, es incompatible, en mayor o menor grado, con diversas convicciones que los seres humanos supuestamente tenemos en comun. Dicha incompatibilidad debe entenderse en el sentido de que tales convicciones serfan err6neas si el determinismo fuera cierto. Entre estas convicciones estin, por ejemplo, las de que existe el azar (caps. VIIVIII) , de que hay sucesos que ocurren de manera contingente
(cap. IX), de que tiene sentido deliberar acerca de que debemos o no hacer (cap. XI), de que somos responsables de nuestros actos (cap. XII), de que hay acciones que dependen de nosotros, siendo cstas las que somos igualmente capaces tanto de realizar como de no realizar (caps. XII y XIV), y de que ticnen sentido muchas de nuestras pd.cticas y sentimientos morales y religiosos, como el elogio, la censura, el arrepentimiento y la piedad (caps. XVI-XX, XXVI y XXIX). Todas estas convicciones, piensa Alejandro, sedan falsas si, por alguna raz6n , fuera
cierto que todas las cosas se dan segun destino y rodo lo que se da segun destino ocurre por necesidad. Pero como el error generalizado noes posible, 1 el determinismo tiene que ser fal
so. Este es el argumento general que sirve de eje al tratado, y
I Cf. muy panicularmente XII, 180, 24ss. Para mas referencias, vease Ia nota 26.
XXV
INTRODUCCION
de ei se desprende, por lo tanto, que la pregunta sobre que es el determinismo antiguo y de cuales son las razones que llevan a Alejandro a creer en su incompatibilidad con nuestras con
vicciones, es una pregunta clave para entender que es Sobre el destino.
En la antigiiedad, hubo diferentes defensores del determinismo y, por ende, diversos argumentos y razones que se ofrecieron a su favor. Aunque en este tratado Alejandro nunca se refiere a sus adversarios por su nombre y tampoco establece de forma explfcita y sistematica las importantes diferencias que existen entre las diversas formas de determinismo que el dis
cute, hay razones para creer que el conoda bien a los autores que critica y las diferencias que los separan entre si. Como veremos en lo que sigue, esto puede apreciarse, hasta cierto punto, a traves de las variaciones con que Alejandro formula el determinismo a lo largo del tratado, y de la diferencia entre los argumentos que el emplea para atacar cada una de sus formas.
De los multiples tipos de determinismo que Alejandro ataca en Sobre el destino, hay al menos tres que podemos identificar plenamente porque ocuparon un lugar fundamental en la historia del determinismo antiguo: el megarico, el fatalismo trascendente y el determinismo estoico. Los dos primeros son claramente distintos del tercero y, como veremos, hay buenas razones para creer que Alejandro no los confundio. A estos, conviene aiiadir un cuarto que, si bien no parece estar presente en el tratado, tuvo un lugar igualmente importante que los
otros tres en el debate antiguo: el plenismo de Diodoro Crono. El determinismo megarico, que, como veremos mas ade
lante, debe su nombre a Ia escuela megarica (ca. 320- ca. 260
XXVI
INTRODUCCION
a. C.),2 sostiene que todo lo que es el caso, siempre es el caso y no puede ser de otro modo y, correlativamente, que todo lo que no es el caso, nunca es el caso y tam poco puede ser de otro
modo. Por ejemplo, la nieve es fria expresa algo que siempre es el caso y no puede ser de otro modo porque Ia nieve siempre es fria y no puede ser caliente si continua siendo nieve. Por la misma razon, la nieve es caliente expresa algo que nunca es
el caso y no puede ser de otro modo. Segun el determinismo megarico, sin embargo, esto se aplica no solo a casos como
estos, sino a todo suceso y todo estado de cosas. Por ejemplo, si esto es rojo, siempre sera rojo y necesario que sea rojo. Asimismo, si mi candidato no gana las elecciones presidenciales que hoy se celebran, nunca ganara las elecciones presidenciales y sera imposible que las gane. Estos dos ejemplos indican un rasgo importante del determinismo megarico, a saber, la anulacion de Ia posibilidad de muchos cambios que observamos en el mundo. En efecto, para que ocurra un cambio, lo factico tiene que volverse contrafactico y viceversa. Por ejemplo, mi silla es
roja debe dejar de expresar algo que es el caso (mi silla debe
dejar de ser roja), y mi silla no es roja debe dejar de expresar algo que noes el caso. Si esto ocurre, lo primero expresara un contrafactico y, lo segundo, algo factico. Pero si, como sostie
ne el determinismo megarico, lo que es el caso, siempre sera el caso y no puede ser de otro modo y lo que no es el caso, nunca sera el caso y no puede ser otro modo, entonces no solo nunca habra cambios, sino que tampoco podra haberlos.
2 Sobre Ia escuela megarica y su relaci6n con Ia escuela llamada "dialectica", cf. Sedley, 1977, y Doring, 1989. Adoptamos Ia cronologia propuesta en Dorandi, 1999.
XXVII
INTRODUCCION
El cambia, como dijimos antes, serfa imposible, cosa que otros deterministas, entre ellos, los estoicos, jamas sostuvieron.
En ellibro IX, capitulo III de la Metafisica, Arist6teles atribuye este determinismo radical a Ia escuela megarica, a Ia cual adscribe, en 1074al4, Ia creencia de que, como consecuencia, el cambia es imposible. Uno de los ejemplos que el ofrece, y que quizas proviene de los propios megaricos, es bastante sugerente: puesto que "algo solo puede actuar cuando actua, y, cuando no actua, no puede actuar" (1046b29-30), "lo que esd de pie, siempre estara de pie, y lo que esta sentado,
siempre estara sentado, puesto que es imposible que se ponga de pie el que es incapaz de ponerse de pie" (1047a15-17). En el caso de Alejandro, el determinismo megarico figura en el capitulo IX de Sobre el destino. 3 En efecto, el blanco de sus crfticas en este capitulo es la idea de que los movimientos que realizamos "nunca pueden ser llevados a cabo por nosotros de manera distinta" (1 75, 13) y de que, mas generalmente, las cosas carecen de la "capacidad de cambia al estado contrario
del que se encuentran" (175, 16-17) . Si bien en este capitulo Alejandro no se refiere a los megaricos por su nombre, es muy probable que pretende referirse a ellos implicitamente, como puede sugerirlo el hecho de que alude exactamente a los mismos ejemplos que aparecen en Arist6teles cuando este discute explicitamente sus tesis: "asimismo tambien esto es posible:
que quien esta sentado, se ponga de pie, y que quien se mueve, se detenga, y que quien habla, calle" (175, 22-23).4
3 La acribuci6n de Ia teo ria que sirve de blanco a Alejandro en el cap. IX es ampliamente discutida en Sharples, 1975 .
4 Cf. Donini, 1977, pp. 183ss., quien argumenta a favor de que Alejan-
XXVIII
INTRODUCCION
El fatalismo trascendente es otro de los tipos claramente identificables de determinismo que aparece en Sobre el destino.
Su rasgo definitorio es la idea de que el futuro esta fijado de
modo tal que los sucesos y estados que ocurriran en el habran de ocurrir sin importar lo que de hecho ocurra en el presente.
Por ejemplo, si estoy enfermo pero he de convalecer, entonces convalecere tanto si acudo como si no acudo a un medico. En este sentido, son inevitables. Una consecuencia general de esta clase de inevitabilidad es que la realizaci6n de un suceso o un estado de cosas en un momenta dado no depende causalmente de los sucesos y estados que ocurren antes en el tiempo. El vinculo causal que parece existir entre pasado y presente, y entre presente y futuro , seria una ilusi6n. Ahora bien, esta idea admite dos lecturas distintas que conviene distinguir.
(A) Para to do succso presente P y to do suceso futuro predeterminado F tales que P aparentcmente ex plica por que ocurre F, F halmi de darse aun cuando P no sc diera, en el entendido de que Pes contigente (csto es, P puede no darse en el prcscnte), y de que siP no se diera, F se dada de todas formas.
(B) Para todo suceso presente Py todo suceso futuro predeterminado F tales que P aparentemente explica por que ocurre F, tanto P como F son neccsarios (ambos tienen que darsc),
pero F no se dara porque se da P, esto es, aun cuando es nccesario que ambos se den, no existe realmente una relaci6n explicativa entre F y P.
dro tiene en mente a los megiricos. Esta interpretacion ha sido criticada por Sharples (200 1, p. 541), quien argumenra que en el capitulo IX Alejandro pretende referirse a los estoicos y confunde su posmra con Ia de los megiricos.
XXIX
INTRODUCCION
En ambas lecturas, ningun suceso futuro predeterminado depender!a, en realidad, de que se den los sucesos presentes que ewin aparentemente relacionados con el de modo causal. En (A), hallamos, adem:is, la tesis de que, a diferencia de los sucesos futuros, los cuales son necesarios, los sucesos presentes son contingentes, pues pueden no darse. Los sucesos futuros estar!an subdeterminados por el conjunto de factores
causales que parecen explicar por que ocurren, en el sentido de que tales sucesos futuros ocurrir:in aun cuando no se den estos factores presentes y en el entendido de que dichos factores pueden no darse: Abel morir:i asesinado aun cuando no sea Cain quien lo asesine (y puede que no sea Cain quien lo asesine). Con ello, (A) tambien presupone que no hay una simetria modal entre el presente y el futuro: los sucesos presentes son
contingentes mientras que los futuros son necesarios. La lectura (B), en cambia, no acepta esta falta de simetr!a. Segun ella,
los sucesos futuros y los presentes son igualmente necesarios (el que Cain asesine a Abeles tan necesario como el que Abel muera asesinado). Por lo tanto, los primeros no est:in subdeter
minados por los segundos en el sentido anterior. Lo unico que afirma (B) es que, para el fatalista, la relaci6n entre ellos no es realmente explicativa: aunque ambos son igualmente necesarios, los sucesos futuros nose dan debido a los presentes.5
En su lectura (A), el fatalismo trascendente da lugar a un problema que en la epoca helenistica recibi6 el nombre de argos logos o "argumento perezoso", pero que, como veremos
en un instante, ya aparece en Arist6teles. 6 El problema puede
5 Para un estudio mas detallado de esta diferencia, cf. Salles, 2004. 6 Adem as de las referencias a Aristoteles y Alejandro que damos mas abajo
XXX
INTRODUCCION
resumirse asi: si el fatalismo trascendente es correcto y lo que tiene que ocurrir en el futuro habr:i de ocurrir independientemente de lo que ocurra en el presente (en cualquiera de los sen
tidos anteriores), entonces <que sentido tiene esforzarse?, <por que mejor no cruzarse de brazos y esperar a que suceda lo que tiene que ocurrir? En pocas palabras, el fatalismo trascendente alienta la inacci6n porque anula una de nuestras principales
motivaciones para actuar: la creencia de que el resultado de nuestras acciones se dagracias a nuestras acciones en el sentido
de que, sino fuera por elias y porque podriamos no realizarlas, su resultado tampoco se alcanzar!a.
La tesis de que el fatalismo trascendente alienta la inacci6n figura ya en Arist6teles. En el capitulo IX de su tratado De
Interpretatione (18b26-33), afirma que:
si para toda afirmacion y negacion [ ... ] es necesario que uno de los opuestos <ya> sea verdadero y el otro falso [ ... ] no harfa falta deliberar ni tomarse Ia molestia de hacer nada (en el supuesto de que si hacemos esta cosa, esta otra ocurrira, pero si no esta, Ia otra no ocurrira).
En otras palabras, si el fatalismo fuera verdadero, nuestras
deliberaciones y esfuerzos sedan superfluos porque las consecuencias que estos tienen ocurririan de todas formas, esto es, aun cuando no nos esforz:iramos ni deliberaramos. Pero entonces <para que deliberamos y nos esforzamos? En Arist6teles, sin embargo, no es claro cu:il de la dos lecturas, (A) o (B), el adopta.
sobre el fatalismo trascendente y el argos logos, cf. Eusebio, PE, 6.6.9-10, Ciceron, F, 28-29 y Origenes, C. Cel., 342, 62-71.
XXXI
I til I
INTRODUCCION
En Sobre el destino, Alejandro Iidia con este problema en varias ocasiones (XI, 179, 12-28; XVI, 186, 20-187, 9; XVII,
188, 1lss.). En todas elias, ei lo formula en terminos muy parecidos a los de Aristoteles. En el primero de estos pasajes, por ejemplo, Alejandro argumenta que, si nuestras acciones tuvieran una causa predeterminada anterior a nuestra decision de
realizarlas y a Ia deliberacion que llevamos a cabo para tomar esa decision, entonces, en ese caso, no obtendriamos "ninguna
ventaja'' de habernos tomado Ia molestia de deliberar, pues habriamos realizado las acciones de todas formas. En sus propias palabras,
seria necesario que hicieramos, incluso despues de haber deliberado, aquello que hubieramos hecho sin haber deliberado, de manera que, por haber deliberado, no obtendriamos ninguna ventaja del solo hecho de haber deliberado.
En estas lfneas tambien se insinua la versi6n (A) del fatalismo trascendente. En elias, en efecto, se sugiere que, cuando deliberamos, podemos no deliberar, como si, a diferencia de Ia
acci6n que realizamos, Ia cual es necesaria por tener una causa predeterminada, nuestra deliberacion -el realizarla o nofuera contingente. Por consiguiente, tendriamos en vano Ia capacidad de deliberar (178, 8-15). A diferencia del capitulo XI, el capitulo XVI (186, 20-187, 1) hace referenda de modo explicito a Ia idea de que tal teo ria alienta Ia inacci6n: si creyeramos en ella, afirma Alejandro, rehuidamos "cuantas cosas se
dan con algun esfuerzo y atenci6n". El determinismo estoico tambien esti presente en Sobre el
destino, y, segun se ha apuntado en la literatura especializada
XXXII
INTRODUCCION
reciente, representa, si bien no el unico, ciertamente el principal blanco de Alejandro en el tratado.7 La tesis central del
determinismo estoico es que todo suceso y todo estado de cosas que se da es causalmente necesario, en el sentido de que, dada su causa, este se da necesariamente. Esta tesis se infiere a partir de dos tesis mas espedficas sobre Ia naturaleza de Ia causalidad: (a) todo suceso y todo estado de cosas que se da tiene una causa y (b) toda causa es suficiente para que se de el efecto que produce. En palabras de Zenon de Citio (344-262 a. C.), fundador de Ia escuela estoica: "es imposible que este presente Ia causa y nose de aquello de lo cual es causa''. 8 El argumento sobre el cual se apoya Ia tesis (a) proviene de Crisipo (ca. 280- ca. 206 a. C.), tercer escolarca de la escuela, quien pretende inferir
esa tesis sobre Ia base de una defensa del principio de bivalencia ("toda proposici6n cs, o bien, verdadera, o bien, falsa'') y
su aplicacion a proposiciones que se refieren al futuro. Este no cs cllugar para desarrollar un estudio pormenorizado de este importantc argumento,'! pero cabe aqui resumir su idea recto
ra. Si las proposiciones que se refieren al futuro ya poseen un valor de verdad, como sosticne Crisipo, entonces los sucesos y estados futuros que elias afirman deben tener una causa en el presente, lo cual explica que dichas proposiciones ya tengan valor de verdad. Si Ia proposici6n es falsa, tiene que haber
7 Cf. muy especialmente Sharples, 1983, pp. 3-14; Narali, 1996, pp. 59-103; Bobzien, 1998a, cap. 8 y Salles, 2006, pp. 111-137.
8 Cf. Estobeo, E, 1. 138, 16-17 (SVF, 1. 89; LS, 55A). 9 Para ello se puede consulrar Salles, 2006, pp. 29-48. Uno de los estudios
recientes mas importanres sobre este argumento y sobre argumentos afines en Ia antigiiedad es Gaskin, 1995.
XXXIII
INTRODUCCI6N
en eL presence una causa de que no vaya a ocurrir el suceso o estado en cuesti6n, Ia cual explique por que no ocurrid.. Si
Ia proposici6n es verdadera, en cambio, tiene que haber una causa en el presence de que el suceso o estado vaya a ocurrir, Ia cual explica por que ocurrid.. Considerando, ademas, que en el
pasado el presente era futuro, todo suceso o estado que ocurre en el presence tiene que tener, a su vez, una causa en el pasado.10 Por esta raz6n todo lo que ocurre segun destino, piensan los estoicos, ocurre por necesidad. 11 Los estoicos identifican al destino con la red completa de causas que une a Ia totalidad
del presente con el pasado y a Ia totalidad del futuro con el presente. 12 Es una tesis que el propio Alejandro, al registrarla en un famoso pasaje del capitulo XXII de Sobre el destino ( 192, 3-11), parece identificar con Ia idea rectora del determinismo estoico. Con esra tesis, sin embargo, los estoicos esrablecen Ia profunda diferencia que existe entre su fatalismo y el faralismo trascendente que es objeto de las criticas del argos logos.
La tesis (b), en cambia, encuentra sustento en Ia doctrina
estoica del eterno retorno, pues de ella se deduce que toda relaci6n causal particular es necesaria en virtud de hallarse bajo regularidades estrictas, y esta tesis, a su vez, implica que todo efecto particular se sigue necesariamente de la causa particular que lo produce, que es lo que afirma (b). 13 En ocasiones, loses-
10 La principal fuente antigua de este argumento es Cicer6n, F, 26. Para referencias complementarias, cf. Salles, 2006, p. 32 nn. 8 y 9.
11 Este asunto se discute a fondo en Frede, 1982. 12 Cf. Cicer6n, F, 44 y Top. , 59, asi como Plutarco, SR, 1055F y Aulo
Gelio, NA, VII, ii, 7-10. 13 Sobre este asunto, cf. Salles, 2006, pp. 49-61.
XXXIV
INTRODUCCI6N
toicos recurren ala idea de dios y al concepto de co nacimiento anticipado para argumentar a favor del determinismo: dado que el conocimienco ancicipado de que un suceso o estado de cosas futuro va a darse, implica que este tiene necesariamente que darse, y dado tambier{ que dios es omnisciente, se sigue que es necesario todo lo que ha de darse en el futuro, y, mutatis mu
tandis, necesario tambien todo lo que se da en el presente. 14
El principal presupuesto de este argumento -la tesis de que dios conoce todo lo que sucederi en el futuro- tiene como fundamento la doctrina del eterno retorno. Segun los defensores de la version mas fuerte de esta doctrina, dios deriva su conocimiento de este cosmos y, en particular, de su futuro, a partir del conocimienro que tiene de los ciclos pasados. 15
Ademas de determinista, el fatalismo estoico es compatibilista, esto es, pretende ser compatible con la posibilidad de
acciones responsables y, en general, de acciones que dependen de nosotros o "cstin en nuestro poder" (E<p' iJJJiv) . En Sobre
el destino, aparecen por lo mcnos dos tcorias compatibilistas
esroicas. La primera es la que figura en el capitulo XIII y, posteriormente, en el XXXVI. Segun ella, "depende de nosotros
11 Cf. Crisipo ap. Calcidio, in Tim. citado en SVF, II, 943. Vease tambien Cicer6n, div., 2.17-18 (SVF, II, 944). Alejandro se refiere a esta tesis en XXX, 200, 12 ss. y XXXI , 201, 32 ss.
1' Cf. Nemesio, N, 111,26-112, 1. Se discute este aspecto de Ia teoriaen Salles, 2006, pp. 58-59. Para una reconstrucci6n completa del dererminismo estoico, aunque distinta de Ia que se esboz6 aqui, vease Bobzien, 1998a. Otros aspectos del determinismo estoico a los cuales Alejandro ram bien alude en el tratado son: Ia tesis de Ia identidad entre dios y destino (XXII, 192, 25-28) y Ia idea de que las demas entidades del mundo natural existen para bien del ser humano (XXVIII, 199, 25-28).
XXXV
INTRODUCCI6N
lo que sucede a traves de nosotros" (181, 14: eq> ' Ji11lv dva1
To YIVO!lEvov 81' iJ11wv), siendo que lo que sucede a traves de nosotros, segun lo aclara un escolio en uno de los codices, sucede por destino ('locus bel f..Eye1v Aeyovmv eq>' iJ11Iv dvm To
tm6 TE Tiis ei llOPilEVT)S YIVO!levov wl 81 ' iJ11wv) y, en consecuencia, por necesidad. El autor de esta teoria es muy probablemente Crisipo. 16 La raz6n que parece aducir a favor del compatibilismo no es del todo clara, pues en el texto en ningun momenta se indica de modo explicito ni que significa que algo suceda por destino "a traves de" nosotros ni por que depende de nosotros lo que sucede por destino a traves de nosotros. Pero algo que sf es claro es que, segtm esta teorfa estoica, la realizaci6n de cosas que dependen de nosotros no supone la capacidad de acciones alternativas. 17
Segun lo apunra el propio Alejandro, los defensores de esta teorfa "eliminan el poder que tiene el ser humano de elegir y de hacer cos as opuestas" (181, 13~ 14).
La otra teoda compatibilista claramente atribuible a los estoicos dentro del tratado, aparece en el capitulo XXXIII. En esta, se argumenta que dependen de un agente todas aquellas acciones y actividades que sedan segun sus impulsos (205, 3:
' 6 Cf. Salles, 2006, pp. 111-137. 17 Esra reoria rambien figura en el capitulo 35 del narado N de Nemesio
de Emesa de principios del siglo v d. C. Para una discusi6n pormenorizada del conrenido y el origien crisipiano de esta reoria, cf. Salles, 2006, pp. 87-137. En riempos recientes, Bobzien ha sostenido que esta teo ria debe atribuirse no a Crisipo sino a Fil6pator, fil6sofo estoico cuyo floruit se sinia entre los aiios SO y 140 d. C. y que, en general, seria el blanco de las criticas del narado en su conjunto (cf. Bobzien, 1998a, pp. 359-370 asi como, antes de ella, Theiler, 1946, pp. 65-67 y Frede, 1982, pp. 276-7 y 298 n. 38).
XXXVI
INT RODUCCI6N
Tiav To Ka8' op11f]v y1V611evov eTil Tots 6p11wmv elvm, y 8-9: Tiav To
Ka8' OPilfJV YIVO!lEVOV ElTt TOt) OlJTC.U) evepyovmv elvm). A diferencia de lo que observamos en la primera teorfa, se aiiade la idea
de que dichas acciones dependen de nosotros porque pueden, o bien, darse, o bien, no darse por nosotros (205, 10-11: To
TOIOVTOV e<p 'i]lltV, 8 8vvaTOV v<p'TJilWV yeveo8m TE KalllfJ). 18 Por lo
tanto, esperadamos de parte de los defensores de esta segunda teoda una explicaci6n de por que, contrariamente a lo que piensa Alejandro, esta doble posibilidad, equivalente ala capacidad de acciones alternativas, es compatible con el determinismo. No se nos ofrece esta explicaci6n, aunque Crisipo aduce en otro contexto -el de su teorfa de la modalidad- buenas razones para creer que las dos cosas son perfectamente compatibles. 1'
1 Esto podria apoyar la hip6tesis de que esta segunda rcoria tambien es crisipiana.
A estos trcs tipos de detcrminismo, megarico, trascendente y estoico, Alejandro dirije scndas objeciones apoyandose en ideas peripateticas e, incluso, como ahora veremos, en objecio
nes antideterministas que el propio Arist6teles habfa formulado. Contra el determinismo megarico, tanto Arist6teles (Met., IX, 3, 1047a18) como Alejandro (Sobre el destino, 175, 8) se
limitan a argumentar que es contrario a los hechos evidentes, esto es, a nuestra experiencia del mundo. En cierto sentido, el argumento carece de fuerza, pues los megaricos hubieran
18 Sin embargo, es posible que originalmente esta tesis no hiciera parte de Ia teoria aqui expuesta. Para una discusi6n derallada de este problema, cf. Bobzien, 1998, pp. 144-145 y Salles, 2006, pp. 139-162.
19 Para Ia teo ria modal de Crisipo, cf. Boecio, in Ar. int., 2, 234, 27-235, 4 y DL, 7, 75-76.
XXXVII
INTRODUCCION
podido responder, siguiendo a Parmenides y los eleaticos, que el cambio que vemos en el mundo es una mera ilusi6n.
La principal objeci6n de Alejandro contra el fatalismo trascendente es teleol6gica (XI, 178, 8-17 y XIV, 185, 2-7). Si fuera cierto, tendriamos en vano la capacidad de deliberar, esto es, no haria diferencia alguna que la tuvieramos o no, lo cual, sin embargo, es teleol6gicamente imposible. En efecto, argumenta
Alejandro, el hecho de que tengamos esa capacidad no es una mera consecuencia fortuita o concomitante de fines naturales,
sino un fin natural en sf mismo (que es como interpretamos Ia noci6n de "cosa principal" -Ta rrpoT]yovi-IEVa- en los pasajes antes mencionados); por lo tanto, dado que la naturaleza no produce ninguno de sus fines en vano, es imposible que tengamos en vano Ia capacidad de deliberar. Dada esta imposibilidad
teleol6gica, el fatalismo trascendente no puede ser cierto. Contrariamente a lo que han supuesto algunos estudiosos
contemporaneos de Sobre el destino, 20 es muy posible que, al
formular esta critica a! fatalismo trascendente, Alejandro no haya tenido en mente a los estoicos, sino a otros fil6sofos fa-
20 Esto va en contra de Ia interpretacion tradicional de Alejandro. Nos referimos sobre todo a aquellos estudiosos que tienden a identificar el blanco de las criticas del tratado en su con junto con los estoicos en general. Cf. muy particularmente Long, 1970, p. 247; Sharples, 1983, pp. 139-141 y 2001, pp. 517 y 540. Pero lo que sostenemos tambien va en contra de quienes argumentan que el blanco del tratado en su conjunto es algun estoico en particular, como es el caso de Schmekel, quien sostiene que ese blanco es Antipater de Tarso, disdpulo de Crisipo (Schmekel, 1946, pp. 273-284) y, segun ya lo apuntamos en nota anterior, el caso tambien de Theiler (1946, pp. 65-67), Frede (1982, pp. 276-7 y 298 n. 38) y Bobzien (1998a, pp. 359-370), quienes afirman que este blanco es Fil6pator, un estoico tardio desconocido del siglo 1 d. C.
XXXVIII
INTRODUCCION
talistas distintos de los estoicos y anteriores a ellos. El simple hecho de que Arist6teles (De lnterpretatione, IX) se refiera al fatalismo trascendente, implica que se trata de una forma de determinismo anterior, 0 por lo menos contemporanea, a el; por consiguiente, no es necesario suponer que, siempre que Alejandro piensa en el fatalismo, piensa en los estoicos: muy bien puede tener en mente a los adversarios de Arist6teles.
A Ia critica de Alejandro contra el fatalismo trascendente, cabe aiiadir otra que, si bien no esta presente ni en Alejandro ni en Arist6teles, nos parece contundente. Segun la lectura (A) a la cual nos referimos mas arriba, Ia principal debilidad del argos logos radica en Ia asimetria que establece entre presente y futuro. Esta asimetrfa conlleva una incoherencia porque, en el pasado, el presente estaba en el futuro, de lo cual se sigue que, en el pasado, el presente estuvo predeterminado del mismo modo en que ahora lo esta supuestamente el futuro. Por consiguiente, contra lo que supone la lectura (A), el presente no puede ser contingente si el futuro es necesario. La falta de
simetrfa modal entre presente y futuro que postula la lectura (A) del fatalismo trascendente, es una imposibilidad conceptual. Esto implica que esta lectura, la cual sirve de fundamento a! argos logos, es, por sf sola, l6gicamente inconsistente.
Contra el determinismo estoico, Alejandro formula diversas criticas. Una de las mas interesantes aparece en el capitulo XXI y tambien se aplica a otras formas de determinismo: por razones practicas relacionadas con como debemos conducir
nuestra vida, serfa preferible que, en un mundo determinista, creyeramos falsamente en el indeterminismo; que, en un mun
do indeterminista, creyeramos falsamente en el determinismo;
XXXIX
I,
'
,, ,.
INTRODUCCI6N
por lo tanto , argumenta Alejandro, aun cuando no pudiera establecerse con toda seguridad que el mundo es indeterminista, mas vale creer en el indeterminismo que en el determinismo.21
Tambien es importante la cdtica que Alejandro desarrolla en los capftulos XXX y XXXI a la idea estoica segun la cual, pues
to que dios tiene conocimiento anticipado del futuro, todo lo que sucedera, sucederi necesariamente. Segun Alejandro, una cosa no implica la otra.22 Pero, segun dijimos al principia, la principal crftica de Alejandro contra el determinismo estoico consiste en que, si este fuera verdadero, se cancelada la responsabilidad moral y legal. La tesis de que el determinismo en general, y el estoico en particular, es incompatible con la adscripci6n justificada de responsabilidad a otras personas o a uno mismo, figura en los capitulos del tratado dedicados ala teoda de la acci6n (XI-XV). 23 En ellos, en efecto, se argumenta que,
si todo sucediera segun destino y, por tanto, como afirman los estoicos, por necesidad, entonces nada dependerfa de nosotros, pues algo solo puede depender de nosotros si tenemos la capacidad de realizarlo o no, y dicha capacidad se anulada si es necesario todo lo que se da.24 Dada esta incompatibilidad,
2 1 Sobre esre argumenro y su parecido con el argumenro pascaliano de Ia apuesra. Weidemann, 1999, pp. 308ss.; Narali , 1996, p. 266 y Sharples, 200 1, p. 515. Para el rexto del argumenro de Pascal, Pensees, 418 (GouhierLafuma, 1980, pp. 550-551).
22 El argumento de Alejandro se discute ampliamente en Gaskin, 199 5. Yease tambien Sharples, 1983, ad. foe.
23 Aunque fuera de estos capitulos tambien haya referencias importantes a esta criticas. Cf. XVI, 187, 8-30; XVIII, 188, 22-189, 4; XIX, 189, 11-190, 19; XX, 190, 26 y XXVII, 198 , 24.
24 Cf. 180, 3-7; 181, 7-12; 182,20-31 y 183, 16-21.
XL
INTRODUCCI6N
si el determinismo estoico fuera correcto, se cancelada la responsabilidad que supuestamente tenemos por nuestros actos, pues solo somos responsables de aquellos actos que dependen de nosotros. Segun Alejandro, la cancelacion de la responsabilidad es una consecuencia inaceptable del determinismo es
toico y, dado que algo con consecuencias inaceptables es ello mismo inaceptable, el determinismo estoico, sostiene Alejan
dro, queda refutado. Pero 2por que piensa Alejandro que es inaceptable que no seamos responsables de nuestros actos? La razon que aduce es que, de hecho, creemos que lo somos, y, segun lo apuntamos al principia, Alejandro sostiene que una teorfa contraria a concepciones que son comunes a todos los seres humanos, solo puede ser falsa. 25 En general , Alejandro, para criticar a los dcterministas, recurre varias veces en Sobre el destino a lo que es comunmente aceptado y evidente. 26
Contrariamente a lo que han supuesto algunos estudiosos recientes de Ia etica antigua,27 la idea incompatibilista sobre la que descansa el argumento de Alejandro ya se halla en Aristoteles y, al defenderla contra los estoicos, Alejandro hace uso de ideas que Arist6teles ya habfa empleado.28 Una pregunta filosofica que cabe hacerse, sin embargo, es la de si Arist6teles
25 Cf por ejemplo XII, 180, 23-1 81, 7. 26 Comunmente aceprado: VII, 172, 4; XI, 178, 17; XII, 180, 24; XIV,
182, 20; XIX, 189, 11 y 190, 4; XXVI, 196, 13; XXXII, 204, 25 (cf Mantissa, 179, 26; 182, 6; 183, 1 y 186, 4) . Evideme: VII, 172, 1-3; IX, 175, 8; XII, 180, 23; XVI, 186, 22; XXII, 191, 28; XXVI, 196, 13-21; XXX, 20 1, 6; XXXVIII, 212,3 (cf. Mantissa, 175, 1 y 183,7 y 24).
27 Cf. muy particularmente Bobzien, 1998b. 28 Se desarrolla esta idea in extenso en Salles, 2007.
XLI
INTRODUCCION
y Alejandro tienen razon en sostener que la capacidad de realizar acciones alternativas que supuestamente se requiere para la responsabilidad moral es realmente incompatible con la necesidad causal. Es importance notar aqui que Aristoteles mismo parece haber dudado de su propio incompatibilismo al proponer en Met., IX, 5 (1048al3-24) un concepto de capacidad a
todas luces compatible con el determinismo causal. 29
Por ultimo, nos referiremos al plenismo de Diodoro Crono, lider de la escuela diahSctica y algunos afi.os mas joven que Arist6teles.30 A diferencia de los otros tres tipos de determinismo, no es clara la presencia de este en el tratado de Alejandro. Aun asi conviene mencionarlo en esta introduccion por su gran
importancia en la antigi.iedad. El plenismo es la tesis de que un estado actualmente contra
factico es posible solo si es o se vuelve factico en algun momento. Por ejemplo, Ia proposici6n Estoy en Corinto expresa algo posible solo si o bien estoy en Corinto ahora o bien estare en Corinto en algun momenta del futuro. Si nunca voy a Corinto en mi vida, la proposici6n expresa una imposibilidad. En efecro, segun eL plenismo, es imposible lo que es contrafactico en todo momenta (y, en consecuencia, necesario lo que nunca es contrafactico). Esta tesis, que deriva su nombre del fil6sofo A. Lovejoy,31 parece haber tenido en Arist6teles uno de sus
29 Sobre esce asunco, vease Salles, 2007. 30 Arist6teles muere en 322 a. C. y segun Sedley (1977) , a quien segui
mos, Ia accividad filos6flca de Di6doro Crono en Arenas y Alejandrfa se extiende de 315 a ca. 284.
31 Cf. Lovejoy, 1936, p. 52.
XLII
INTRODUCCION
defensores mas antiguos.32 Pero fue Di6doro Crono el primero en sistematizarla. La unica version completa que tenemos del sistema modal de Diodoro figura en Boecio (in Ar. int., 2, 234, 22-6):
Di6doro derermina que es posible lo que o bien es <verdadero> o bien sera <verdadero>; es imposible lo que, siendo falso, no sera verdadero; es necesario Io que, siendo verdadero, no sera falso , y no-necesario lo que 0 bien ya es 0 bien sera falso .33
Segun lo indican estas lineas, el sistema de Diodoro, a diferencia del estoico y del megarico, no afirma ni sugiere que todo lo factico (o toda proposicion verdadera) sea necesario. Puede haber sucesos o estados facticos que, no obstante, son contingences, a saber, aquellos que, siendo facticos en el presente (o habiendolo sido en el pasado), dejaran de ser facticos en algun momenta del futuro. Lo que el sistema de Diodoro prohibe es simplemente que existan cosas que son posibles a pesar de ser contrafacricas en todo momenta. Segun dijimos, una proposicion es posible si y solo si 0 bien es verdadera 0 bien sera verdadera. Contra los megaricos, quienes argumentarian que es imposible que yo vaya a Atenas si no estoy yendo a Arenas,
32 Hay pruebas claras de que, para Arist6teles, es necesario lo que siempre es el caso. Yease cael., I, 12, int. 19a9-18, Phys., 196b10-21, 203b30, 221b25-222a9 y GC, 335a33-b3, 337b7-13, 337b35-338a3. Este tema se discute ampliamente en Gaskin, 1995, pp. 75-78.
33 Diodorus possibile esse determinat, quod aut est aut erit, inpossibile, quod
cum falsum sit not erit verum; necessarium, quod cum verum sit non erit falsum, non necessarium, quod aut iam est aut erit falsum. Vease tam bien Cicer6n, F, 17; Plutarco, SR, 1055E; Epicteto, D, 2.19.1; Alejandro, in Ar. apr., 183, 34-184, 6; Boecio, inAr. int., 2, 412, 16-17.
XLIII
INTRODUCCI6N
Di6doro afirmaria lo contrario, pues para que sea posible que yo vaya aAtenas basta que yo vaya aAtenas en algun momento
de mi vida, el cual puede ser distinto del presente. Aun asi, el plenismo tiene al menos una consecuencia
determinista de gran peso, Ia cual se refiere a Ia posibilidad de actuar de otro. Esta posibilidad, piensan Arist6teles y Alejandro, es indispensable para la responsabilidad: solo puedo ser responsable de un acto que lleve a cabo si, al momento de realizarlo, pude acti.lar de otro modo. Pero si el sistema modal de Di6doro fuera correcto, esa posibilidad se cancela. Para tamar un ejemplo, del sistema de Di6doro se seguiria
que una proposici6n como Voy a mis clases el 16 de enero de 2009 expresa una imposibilidad si ese dia falto a mis clases,
pues, en ese caso, la proposici6n Falto a mis clases el 16 de enero de 2009 siempre es verdadera y Ia proposici6n Voy a mis clases e/16 de enero de 2009 siempre es falsa. Por lo tanto, si Di6doro tiene raz6n, el 16 de enero de 2009 no tengo otra opci6n mas que faltar a mis clases, lo cual me quitaria toda
responsabilidad por esa falta. A pesar de esta consecuencia determinista, el plenismo de
Di6doro no es objeto de discusi6n en Sobre el destino. Exceptuando una posible referencia indirecta a el en el capitulo X (177, 8-9), Alejandro no Iidia con ei en el tratado. Pero por las razones que acabamos de aducir, el plenismo de Di6doro seria claramente incompatible con la responsibilidad tal como Aristoteles y Alejandro Ia conciben.
Para terminar, es importante hacer hincapie en que, si bien
Alejandro es un antideterminista, en los capitulos II-VI de Sobre el destino se desarrolla y defiende la tesis de que, en cierto
XLIV
INTRODUCCI6N
sentido, existe el destino y que este rige nuestras vidas.34 No hay ninguna contradiccion entre esta teoria del destino, la cual
Alejandro presenta como la posicion oficial de los peripateticos sobre el destino (171, 16-17: i] mpl Etj..lapj..lEVTJS KaTa TOVS cnro
TOV Tiepmcnov Ml;a) y el ataque que el mismo dirige contra el determinismo en el resto del tratado. 35 En efecto, el blanco
de este ataque es el concepto de necesidad, el cual no figura en la teot·fa del destino que el defiende. En esto radica precisamente la principal diferencia entre el fatalismo peripatetico de Alejandro y otras formas de fatalismo antiguo, en particular el trascendente y el estoico. Segun lo afirma en su exposici6n, el que una actividad o acci6n ocurra segun destino solo implica que esta de acuerdo con la naruraleza propia del agente, pero en el entendido de que noes necesario que un agente actue de acuerdo con su propia naturaleza, pues, de modo general, piensa el, lo que se dade acuerdo con Ia naturaleza propia de algo nose da por necesidad ( 169, 29: Ta YlVOj..lEVa KaT a <pVOlV OVK es 6:vayKTJS
"4 Para una exposicion pormenorizada del faralismo de Alejandro en So
bre el destino, cf. Sharples, 2001, pp. 523-533. El propio Arisr6reles no riene una teoria del destino y, de hecho, el termino EillOPilEVT] (o derivados) solo figura en rres pasajes del corpus (Poet., 1455all ; Phys., 230a32 y Meteor., 352a29). Por otra parte, no parece haber sido Alejandro, sino, mucho antes, Teofrasto, el primer periparetico en desarrollar algun tipo de faralismo (cf. Sharples, 2001, pp. 528-529 nn. 122-128 yThillet, 1984, pp. civ-cv) .
35 En esto nos apartamos de Donini. Cf. Donini, 197 4, p. 171: "fa seconda parte del trattato esiste e si giustifica unicamente perche la dottrina esposita nella primera parte e da Alessandro abbandonata e contradetta", y Donini, 1987, pp. 1244-1247. Tanto Thillet como Sharples, a diferencia de Donini, piensan, por las razones que mencionamos, que no hay conrradiccion. Cf. Thiller, 1984, pp. cxv-cxxi y Sharples, 2001, pp. 529-530.
XLV
,i '' I . ~ ij
Jll
iii
ill 1' .:
:.·.'1 '·' I
INTRODUCCION
yivETm) .36 Por ejemplo, Ia constitucion natural de nuestro cuerpo y de nuestra alma puede fijar nuestro destino en el sentido de que determinan desde un principia el rango de acciones que para nosotros es natural realizar, as{ como el rango de ma
les y desgracias que para nosotros es natural padecer. Pero no requieren que actuemos necesariamente de cierto modo o que padezcamos necesariamente ciertas cosas. Esto deja abierto un
I . 1 37 margen para actuar inc uso contra nuestra prop1a natura eza. Desde este perspectiva, tendrfamos, por ejemplo, Ia capacidad de realizar acciones alternativas, Ia cual, piensa Alejandro, es indispensable para Ia responsabilidad. La teorfa peripatetica del destino pretende ser compatible con Ia responsabilidad justamente por el hecho de que, a diferencia de las teorias de sus adversarios a las cuales nos hemos referido antes, no se fundamente en el concepto de necesidad. Alejandro se aparta de forma nitida de las teorias deterministas respecto de aquello mismo que, segun el, impide a estas ultimas dar cabida a nues
tras convicciones eticas y religiosas mas basicas.
36 Al respecto, vease Thillet, 1984, p. cxvii: "Tout d' abord, cette fatalite
de Ia destinee individuelle est de l' ordre de 'plus souvent'- qui se distingue tout
a fait de Ia necessite".
37 Sabre este asunto espedfico, vease el ejemplo que se ofrece en 173. 23-25.
XLVI
ARGUMENTACION Y RETORICA EN SOBRE EL DESTINO
NATURALEZA DEL TRATADO
El tratado Sobre el destino de Alejandro de Afrodisia tiene como tema, segun el capitulo primero, "Ia doctrina que acerca del destino y de lo que depende de nosotros tiene Aristoteles" ,1
pero, como sefi.ala el autor mismo algunas lineas mas abajo, "no es facil en un solo libro hacer conocidas todas las cosas, tanto
las que nos propusimos como aquellos elementos que uno usa para explicarlas"; incluso, al final dellibro, precisa que se expusieron, solamente, "los principales elementos" (Kecpa!.ma).
Asf pues, no hay que esperar exhaustividad. Alejandro afirma que el tcma que va a tratar es importante, porque noes inferior a otros; que la utilidad de Ia doctrina aristotelica est:i en todas partes y se extiende sabre rodas las casas, por las consecuen
cias que se siguen de creer o no que todo lo que ocurre se da necesariamente, y tambien sostiene que descubrir Ia verdad de la doctrina es difkil, porque las distintas opiniones se ven impugnadas por los hechos.
Ellibro es Ia primicia de Ia gestion de Alejandro como diadoco de la escuela peripatetica, cuyo nombramiento fue otorgado por los emperadores. El respeto mostrado por el autor
1 Tambien en el ultimo capitulo, Alejandro conduye: "Estos son, para vosotros, divinlsimos emperadores, los principales elementos, segun mi opinion, de Ia doctrina de Arist6teles acerca del destino y de lo que depende de nosotros".
XLVII
INTRODUCCI6N
hacia sus patrones podda parecer exagerado, pues Alejandro los com para con la divinidad y a su libro con una ofrenda, pero Alejandro tambien ha dejado muy clara que su nombramiento no fue concedido sin merito, pues dice: "habiendo obtenido siempre rodo lo que juzgue digno merecer junto con la prueba de que era justo recibir tales cos as, cuando yo las pedfa".
Cabe mencionar que Ia com posicion de este tratado es inte
resante, por cuanto el asunto, en si mismo y como tal, estuvo ausente de las preocupaciones de Arist6teles. Al menos debe reconocerse que, aun compartiendo con Alejandro de Afrodisia el hecho de ser lector de Arist6teles; un fil6sofo aristotelico de hoy, si lo hubiera, quizas no saldria tan airoso en 1a empresa de escribir un tratado sabre un tema conremporaneo (o incluso sabre el mismo tema del destino), teniendo como base los trarados de Arisr6teles. A lo mas, ese fil6sofo aristo
telico podrfa decir que el estagirita diria tal o cual cosa sobre tal o cual tema, pero tal vez no se atreveria, por no parecer ingenuo, a decir como Alejandro: "a lo largo de todo mi discurso, intente mostraros que solo pareceremos estar hacienda
razonablemente todas las demas cosas que hacemos en Ia vida si explicamos sus causas siguiendo la doctrina de Arist6teles acerca de ellas".2 En todo caso, debe notarse que noes poco el mer ito de Alejandro de Afrodisia, en su empefio de escribir un
tratado aristotelico. Resulta extrafio que Alejandro considere a los emperadores
como personas dispuestas a inmiscuirse en reflexiones filos6-flcas, pues llega a pedirles en el capitulo primero: "Si, Ieyendo ellibro en su tiempo libre, algo os parece que deba decirse de
2 Alex. Aph., Fat., XXXIX.
XLVIII
INTRODUCCI6N
modo mas inteligible, juzgo merecido que vosotros me honreis tambien con este honor y que me escribais acerca de lo investigado"; al final dellibro, Alejandro llega a alabar a los emperadores como seguidores de la doctrina aristoteiica:
estaremos agradecidos -dice- tanto con vosotros como con gobernantes semejantes a vosotros, porque realizais estas cosas para nosotros ~e Ia m_anera en que os lleva a realizarlas la elecci6n que os ~s propta, hactendo las cosas que haceis, por optar por lo que es meJOr, y por reflexionar sobre su selecci6n, pero sin seguir ciertas causas antepuestas, a las cuales es necesario seguir a donde sea que elias conduzcan.3
Pero no seria raro que e] rnismo Alejandro tuviera Ia intenci6n de, siguiendo las formulas prescritas por el protocoio al dedicar su libra a sus patrones, atraer a Ia lectura de su libro
a otros destinatarios menos importantes politicarnente, pero mas avezados en fllosoffa, acaso sus propios disdpulos. La antiguedad tambien conoce otras obras dirigidas expresamente a los gobernantes, cuyos verdaderos destinatarios son colegas filosofos, disdpulos o adversarios. Sin negar valor hist6rico a Ia dedicatoria, resulta au·activo considerar la mendon de los emperadores como divisa retorica para atraer lectores; despues
de todo, lo que un filosofo prestigioso como Alejandro tendria que decide al emperador en turno, bien pudo despertar curiosidad, y noes dificil que ellector se sienta igualmente invitado a participar en el debate del que sera testigo.
Ahora bien, es un Iugar comun Ia oposicion, o mas bien dicho, Ia lucha por Ia prirnada entre filosofia y retorica, y al
3 Alex. Aph., Fat., XXXIX.
XLIX
II
II
I!
INTRODUCCION
decir de Marrou, Ia segunda vencio a Ia primera: "fue !socrates
y no Plat6n el educador de Ia Grecia del siglo IV y, despues de
ella, del mundo helenistico primero, y del romano mas tarde". 4
Cicer6n parece justiflcar Ia causa de esta supuesta "victoria'',
cuando dice:
Aunque, pues, tam bien algunos fll6sofos han hablado ornadamente (puesto que Teofrasto encontr6 su nombre en Ia divinidad de su hablar, y Arist6teles provoc6 a Is6crates mismo, y cuentan que las Musas como que hablaron por la voz de Jenofonte, y, por su suavidad y por su gravedad, Plat6n sobresali6, principe de todos, quienesquier que han escrito o han hablado), sin embargo Ia oraci6n de estos no tiene ni nervios ni aguijones oratorios y forenses. Hablan con los doctos, cuyos animos quieren mas sedar que incitar, y hablan de cosas apacibles y de ningun modo turbulentas, para enseiiar, no para cautivar, de modo que en esto mismo, en que pajarean alguna deleitaci6n en el decir, para algunos, parecen hacer mas de lo que es necesario. Por consiguiente, no es dificil apartar de este genera esta elocuencia, de Ia cual ahara se trata. La oraci6n de los fll6sofos, pues, es muelle y umbratil, y no construida por sentencias ni por palabras populaces, ni atada a numeros, sino suelta mas libremente; nada airado tiene, nada mal vista, nada atroz, nada miserable, nada astuto; casta, verecunda, virgen de algun modo incorrupta; y asi se dice platica mas bien que oraci6n.5
Sin embargo, como el mismo Cicer6n reconoce, parece que a
esa "oposici6n" entre ret6rica y fllosofia, Arist6teles trat6 de
llevarla a una sintesis. Cuando al principia de su Retorica, Aris
t6teles llama a la ret6rica "antistrofa'' de Ia dialectica, parece
estar pensando en una relaci6n no de confrontaci6n, sino de
4 Marrou, p. 96. 5 Cic., Or., 62-64. Tr. Bulmaro Reyes Coria.
L
INTRODUCCION
analogia.6 El mismo Cicer6n nos ofrece Ia prueba de que Aris
t6teles habria pretendido que el discurso fllos6flco admitiera,
a fin de escapar de su debilidad propia, llevar una cuesti6n de
una a otra parte, de lo particular a lo universal, procedimiento
que recibia el nombre de thesis. Dice Cicer6n, al conflgurar
lo que el considera al maximo orador:
Pues, ya que cuanto sea que se trate en controversia o en contienda, en ello se inquiere o si es, o que es, o de que calidad es; si es, con signos; que es, con deflniciones; de que calidad es, con las partes de lo recto y lo pravo. Para poder usar esto, el oradar, no aquel vulgar, sino este sobresaliente, si puede, siempre saca controversia desde las propias personas y los tiempos; pues es licito disceptar mas ampliamente del genera que de Ia parte, de modo que es necesario que se pruebe en Ia parte lo que haya sido probado en lo universo. Entonces, esta cuesti6n traducida desde personas y tiempos propios, a oraci6n de genera universo, se llama 8em<;. En esta, Arist6teles ejercit6 a los j6venes no segun Ia costumbre de los fllosofos de disertar tenuemente, sino segun Ia copia de los retores, hacia una y otra parte: que pudiera decirse mas ornada y mas uberrimamente; y el mismo transmitio los lugares (pues asi los llama) como notas de los argumentos, de donde se condujera toda oracion bacia una y otra parte.?
Asi pues, aunque no tenemos prueba epidictica de la educa
ci6n ret6rica de Alejandro, podemos conjeturar razonable
mente que tuvo una formaci6n ret6rica, ordinaria y natural en
los ambientes cultos de sus dias, y que fue Arist6teles mismo
quien lo hizo tamar en cuenta factores ret6ricos en la com-
6 Arturo E. Ramirez Trejo, en Arisroreles, 2002, p. CXXXI, n . l. 7 Cic., Or., 45s. Tr. Bulmaro Reyes Coria.
LI
' ·, INTRODUCCI6N
posicion de sus tratados. Pero en el caso concreto del Sobre el destino, no ha sido facil decidir si Ia ret6rica o Ia filosoffa tiene
preeminencia. Sharples afirma que el primer capitulo y el ultimo no debe
dan desorientarnos al punto de considerar el tratado como una obra ret6rica. Se trata, sin duda, dice, de una obra preeminen
temente filos6flca, 8 y es cierto. Sin embargo, creo que Sharples tambien estada de acuerdo
en aceptar que hay otros elementos ret6ricos que no se limitan al comienzo y al final de la obra, sino que se encuentran, como
se veri mas adelante, diseminados a todo lo largo del tratado. Ahora bien, como explica Alejandro mismo tras Ia exposi
ci6n del pensamiento aristotelico acerca de la eiiJapiJEVTJ, emprendera la KaTaoKevr'J, contrastando las doctrinas que se oponen a la aristotelica, porque de esa manera su verdad quedari
mas clara. Y es precisamente esa palabrita, Ia KaTaOKEvfJ, la que con
sume treinta y dos de los treinta y nueve capitulos de la obra. La exposici6n propiamente del pensamiento aristotelico sobre el destino, termina pronto en el capitulo sexto, y a partir del septimo hasta el trigesimo OCtaVO, hace esa KaTaOKEVrl, de la que nos ocuparemos en estas lineas, porque, ami juicio, es Ia que muestra el entrelazamiento ret6rico y filos6flco de la argumentaci6n de Alejandro. De hecho Thillet, con base tam bien en la
palabra KaTaoKevr'l, admite que el tratado pudiera tener, por su relaci6n metodol6gica con los T6picos, un caracter mas ret6rico
que fllos6flco. 9
8 Sharples, 1983, p. 17. 9 Thillet, 1984, pp. XCI-XCIII.
LII
INTRODUCCI6N
Existe, ademas, la cuesti6n de saber por que Alejandro habria omitido el nombre de sus adversaries o la referenda explicita a los estoicos. Sharples, que se pronunci6 por el caracter
preeminentemente filos6flco de la obra, atribuye esa omisi6n a la voluntad de querer aislar la tesis determinista. 10 Thillet, que admite una intenci6n polemica de la obra contra los estoicos, conjetura que Alejandro habria omitido mencionar a su adversario por no herir susceptibilidades del emperador. 11 La posicion intermedia Ia expresa Alejandro mismo:
emprendere mi argumentaci6n en contra de los que no han discurrido del mismo modo que el (sc. Arist6teles) acerca de estas cosas, a fin de que, en la comparaci6n con las cosas dichas por ellos, lo verdadero se vuelva mas clara para vosotros. Elegimos desarrollar nuestros argumentos, no por un afan de exhibici6n, sino por el de hacer mas exactos el examen y la enseiianza de las cosas que nos propusimos, lo cual puede verse que tambien vosotros perseguis con celo en todas las cosas que hact'is. 12
Se trata, pues, de poner a Ia ret6rica al servicio de la filosofia.
El objetivo es hacer Ia confirmaci6n (KaTaoKevr'l) de Ia doctrina aristotelica, aunque de manera concomitante se haga la refutaci6n (O:vaoKevr'l) de los adversarios. En realidad filosofia y ret6rica en esta obra no se excluyen, y mas bien comparten, siguiendo con ello tambien un rasgo aristotelico, el campo de la argumentaci6n. Ciertamente tambien el estagirita impidi6 que en Alejandro de Afrodisia la ret6rica se levantara con la
victoria sobre la filosofia.
10 Sharples, 1983, pp. 19-20. 11 Thillet, 1984, pp. LXXXII-XC. 12 Alex. Aph., Fat., I.
LIII
·J:I ,, i
INTRODUCCION
PRIMERA PARTE (CAPS . 11-VI): DOCTRINA ARISTOTELICA
ACERCA DEL DESTINO
En el capitulo II, Alejandro expone que todos, salvo Anaxagoras, aceptan que existe el destino, pero no concuerdan en que es. Condensa en tres las diferentes posiciones al respecto:
1) La de aquellos que "afirman que todas las cosas se dan segun destino", y que "suponen que el destino es cierta causa inalterable e ineludible". En esta posicion se encuentran los estoicos, pero no solo ellos. Alejandro reduce diferentes posiciones bajo este enunciado, por lo tanto no debe identificarse sin mas con la posicion estoica. Pero, siendo que estamos deficientemente informados del pensamiemo estoico, es natural considerar los parrafos concernientes a las tesis determinisras como los mas importantes y como una cantera de las tesis estoicas; desgraciadamente no es el interes de Alejandro ser purista en la exposicion de la tesis contraria, y no es raro que los interesados en los estoicos facilmente puedan tener reparos, por hallarlas incompletas o falsas, en las opiniones que Alejandro tiene de los deterministas.
2) La aristotelica propiamente sostiene: a) "que no todas las cosas que se dan, se dan segun destino"; b) "que hay tambien algunas otras causas de las cosas que sedan; c) "que el destino mismo [noes algo] solido e inalterable, sino que[ ... ] entre las cosas que por naturaleza se producen segun destino, algunas nose producen segun el, sino [ ... ] contra el destino".
3) La mas debil argumentativamente es lade quienes sostienen que todo se da segun destino si fracasan, pero defienden su participacion en los acontecimientos si tienen exito. Ale-
LIV
INTRODUCCION
jan do aborda esta postura solo tangencialmente, 13 de modo que la oposicion se reduce a la confrontacion de las dos anteriores.
En el capitulo tercero expone la doctrina aristotelica de las causas. Hay cuatro causas basicas: eficiente, formal, material y
final. Se da el ya conocido ejemplo de Ia escultura, y se afirma que el destino es causa eficiente, porque conserva la analogia con el escultor.
Una vez establecida Ia tesis de que el destino es causa eficiente, en el capitulo IV se clasifican las causas eficientes, mas
o menos bajo el siguiente esquema:
~ 0 u c: <U u ;::1
"C! 2 ""
que se dan sin objetivo (no tienen division razonable)
que se dan con un objetivo
Las que produce Ia naturaleza
{
de acuerdo con el arte Las que produce Ia razon de acucrdo con Ia elecci6n
Las que se producen por azar o espont:ineamente
13 En el cap. VII se menciona a los conscientes de no tener nada valioso en si mismos. Pero Alejandro dice que esta doctrina "ni est:i de acuerdo con hechos evidentes ni tiene ninguna demostracion fiable de que asi sean las cosas, y adem:is, elimina que haya algo que dependa de nosotros". En el cap. XVIII menciona a los que afirman que escribieron sus libros sobre La doctrina determinista, no por desrino, sino por filanrropia.
LV
~.' 1' ;I 1:
i
INTRODUCCION
Los capfrulos quinto y sexto ubican al destino entre las causas productivas que se dan por un fin y lo identifican con la naturaleza. Ademas distinguen destino de necesidad, pues las cosas de la naturaleza no se producen necesariamente, sino las mas de las veces, y tambien sucede que se produzcan cosas
en contra de la naturaleza.
LA KaTaOKEVf] (cAPS. VII-XXXVIII)
Si como hip6tesis, nunca apodfcticamente com probable, se pretende hacer una lectura retorica del tratado, conviene tener presente al menos la significacion tecnica del termino KaTaoKevf), y cual era ellugar que ocupaba dentro de las practicas ret6ricas.
El termino
La palabra en su acepci6n mas general significa "preparacion", "estructura", "mobiliario" . Tambien significa la "constitucion"
o el "estado" de una co sa, y con ese significado la usa Alejandro en el capitulo VI, cuando se refiere a la "constituci6n natural" del alma, o a las "constituciones y disposiciones naturales"
de los seres humanos. Pero en el capitulo segundo, donde la anuncia como el metodo que va a seguir en su tratado, y en el capitulo septimo, donde la comienza, no puede ser ese el sentido. Mas adelante, en el trigesimo cuarto, reprocha a sus opositores: "~Como no sera propio de quienes ignoran las cosas que se dan por ellos mismos, haber usado la verdad misma de las
cosas que se dan, la cual eliminan mediante su doctrina, para la KaTaoKevi] de Ia doctrina que la elimina?" Aquf sf parece tratarse del sentido que nos interesa. Se trata de la "prueba'' con
LVI
INTRODUCCION
la que se confirma una doctrina. En efecto, el Thesaurus Linguae Graeca14 admite como significados de KaTaoKevf): "Construccion': "Prueba': "Demostracion': "la parte constructiva de
esta': 15 pero, gracias a los retores, sigue diciendo el Thesaurus, la palabra admite un sentido triple: 1) Ia KaTaoKevf) aclara la estructura y la composicion, sea que ella se exprese o bien en palabras, o bien en sentencias yen el argumento del discurso; 2) se dice KaTaoKevf) donde debe significarse la construccion artificiosa del discurso, y 3) KaTaoKevi] "se dice simplemente de Ia confirmacion y de aquella disposicion del discurso mediante la cual se combate con argumentos y pruebas". 16 Para Herm6-genes, "las KaTaoKevai son las confirmaciones que se hacen por causas y !'azones". 17 Cicer6n refiere la KaTaoKevf) al esfuerzo de
confirmar y amplifkar, 18 y Hermogenes la considera tambien como "scgunda parte del exordia, esto es, exposici6n de causas, por las cuales los asuntos antes propuestos se confirman, a este discurso, Arist6teles lo llamo apodosis del discurso" .19 Este
" Thesaurus Graeca Linguae, s. v. KaTaoKevl). 15 Astructio, Probatio, D emonstratio, Pars ejus astructoria, ibidem [o como
dice el Liddell, "Razonamiento constructivo", en oposicion a Ia c'xvaoKevTj,
que es Ia parre "destructiva" (LSJ, s. v. KaTaoKevTj, V)]. 16 KaTaOKEvTj simpliciter de Confirmatione, et Ea orationis dispositione dici
tur, qua argumentis et probationibus pugnatur. Cfr. Thesaurus Graeca Linguae,
S. V. KOTOOKEV!). 17 KaTaOKEva[ sunt Confirmationes quae fiunt causis et rationibus. Ibidem. 18 Posteriora (sc. bnXEIPTlllOTa (Ev8vllr\llaTa) et KaTaoKevc'xs) ad confir
mandi amplificandique studium rettt!it. Cfr. ibidem. 19 Deinde KaTaOKEvf) etiam dicitur Hermogeni Altera pars exordii, h.
e. Causa rum expositio, qui bus res antea propositae confirmentttr [. . .}, quem Aoyo), h. e. Aoyov aTI6oootv, Aristoteles dixit. Cfr. ibidem.
LVII
i I
• 1 ~
INTRODUCCI6N
tercer sentido anadido por los retores a Ia palabra KaTaOKEVT),
parece ser el mas adecuado para aclarar el uso que Alejandro
hace del termino.
LA KaTaoKeui] Y LA RET6RICA
El manual de ret6rica de Lausberg, que recoge las doctrinas ret6ricas de Ia antigi.iedad, 20 tam bien se ocupa de Ia KaTaoKevr).
Mas o menos dentro del siguiente esquema: La "ejercitaci6n" (§§ 1092-1150) puede hacerse: I) escri
biendo; II) leyendo, y III) diciendo. Aqui solo interesa I). La escritura puede referirse a: 1) palabras singulares, es de
cir, a las cuestiones lexicales: sinonimos y tropos; o a 2) palabras unidas, esto es, ala composicion o redacci6n de textos. En este caso, solo interesa 2) palabras unidas.
La ejercitaci6n en Ia composicion de textos puede hacerse mediante: a) Ia traduccion de textos; b) la parafrasis de modelos literarios; c) el tratamiento distinto de la misma materia. Aqui solo es relevance c) el tratamiento distinto de la misma materia. Segun Lausberg este ejercicio, "practicado con materias sencillas, corrientes, secas, puede llevar a Ia perfecci6n; e inversamente las materias de por si interesantes pueden hacer que las debilidades y puntos flacos en su tratamiento pasen inadvertidos". Esta consideracion es importance, porque es precisamente lo que ocurre en Sobre el destino.
Ahora bien, existen varios modos de llevar a cabo Ia ejercitacion en Ia composicion de textos mediante el tratamiento dis-
2° Cfr. Lausberg, 1967.
LVIII
INTRODUCCI6N
tin to de una materia. Los asuntos se encuadran en los llamados rrpoyvJ..lvaoJ.,laTa o praexercitamenta, cuyos contenidos suelen ser pequenos, pero que pueden combinarse y hacerse mas complejos hasta llegar a ser un discurso completo, una disertacion (§ 1106). Los praexercitamenta son(§§ 1107-1139): a) fibula; b) narracion; c) xpela; d) sentencia; e) refutaci6n (avaoKevi});
f) Iugar comun; g) alabanza; h) comparacion; i) sermocinatio;
j) descripcion; k) 6ems; 1) legislaci6n. En este caso, son importantes para ubicar la KaTaOKEVJl en las practicas ret6ricas, Ia c) xpela, e) Ia refutaci6n (avaoKevr)), y k) la 8ems.
c) La xpela ("utili dad") (§§ 1117-1120) es "una sentencia (i. e. un pensamiento infinito) embutida en una forma finita" . Se trata del uso o de la utilidad concreta (quaestio finita) de algo expuesto como abstracto (quaestio infinita). La hay de tres clases: de dichos, de hechos y mixtas. Los modos de la xpela son: 1) arrayyeAia; interpretacion amplificadora de la chreia; 2) KA(ots ;
declinaci6n: la persona que aparece hablando o actuando en Ia xpela puede ponerse en todos los casos: nominativo, genitivo, dativo, etcetera; 3) l:m<pwvnats; calificaci6n aprobatoria de Ia xpela, como verdadera, hermosa, provechosa, coincidence con el juicio de otras autoridades hist6ricas; 4) arroAoyla; defensa del punto opuesto de Ia xpe(a; 5) ElTEKTElVEIVj elaboracion amplificadora y exornadora de Ia xpela, hasta convertirla en un comentario (arroJ..lVTJJ..l6vevJ..la), y, finalmente, el modo que nos interesa, 6) avaoKevi] Kal KaTaoKevr); prueba a favor o en contra de Ia exactitud de Ia doctrina expresada en Ia xpela.
Es frecuente, dice Lausberg (§ 1120), fusionar varios modos para formar una disertaci6n: 1) como proemio; 2) exposici6n amplificada de Ia xpela; 3) desde Ia causa; 4) desde lo contrario
LIX
u I
I'
! r
r
INTRODUCCION
(que parece ser el caso de Sobre el destino); 5) desde la compa
racion; 6) desde el ejemplo; 7) desde el juicio; 8) como exhortacion, porque conviene obedecer a aquel que dijo o hizo.
En el capitulo primero, Alejandro dice, refiriendose a Ia doctrina del estagirita acerca del destino y de lo que depende
de nosotros, que
Ia urilidad (xpeia) que se desprende de ella esd. en rodas partes y se extiende a todas las cosas (pues no se comportan del mismo modo los que han creido que rodo se da necesariamente y segun destino, y aquellos que creen que algunas cosas se dan aunque no tengan en absoluto causas antepuestas para existir).
Aqui se usa Ia palabra xpeia, pero no hay garantia mediante Ia cual pudieramos afirmar que el uso que hace Alejandro de ella es estrictamente ret6rico, pero es sabido que entre los discu.rsos retoricos, el epidictico, el judicial, y el deliberativo, este ultimo propane precisamente Ia utilidad o conveniencia de un asunto. Par lo demas, el parrafo citado se adapta perfectamente a lo que Ia obra desarrolla en su segunda parte, y se puede conjeturar verosimilmente que Ia KaTaoKevf] fue, como lo muestra el esquema retorico de Lausberg, el modo mediante el cual Alejandro se sirvio para demostrar la "utilidad" de su doctrina. Algo semejante puede decirse del siguiente procedimiento.
e) La refuraci6n, 0 avaoKevf], impugna un hecho historico o mitologico. Su opuesto es la confirmacion, o KaTaoKevf], que acepta el pun to de vista de los tradicionalistas y trata de defen
der Ia verdad de Ia tradici6n. Los modos de Ia refutacion son, desde lo incierto, desde lo imposible, desde lo inconsecuente (el mas usado por Alejandro), desde lo indecente, desde loin-
LX
INTRODUCCION
comodo. La confirmacion trabaja con los argumentos opuestos, y en Ia disertacion estos modos suelen fusionarse.
k) La 8ems elabora una quaestio infinita. Y se clasifican asi: 1) cuestiones filosofico-cientificas, que presentan una forma infinita del genera judicial. La critica de las sentencias pertenece tambien a Ia esfera de las cuestiones infinitas. Y atencion,
segun Lausberg: las cuestiones finitas del dominio cientifico encajan en la refutacion I confirmacion. 2) Cuestiones politico-practicas. Aqui solo interesan: 1) las cuestiones filosoficociendficas. La thesis, en el caso del tratado de Alejandro, se establece en Ia prim era parte (caps. II-VI).
Asi pues, ya sea que Ia KaTaoKevf] se trate de un modo de Ia xpe(a, ya sea que se trate de un procedimiento autonomo, y a su vez, como Ia confirmacion de Ia propia tesis, mediante
la refutacion de Ia tesis contraria, es posible entender el tratado de Alejandro como Ia composicion "retorica" de un tratado filos6fico.
LEcTURA RETORICA DE SaBRE EL DESTINO
Conviene ahara considerar que fue lo que de hecho llevo a
cabo en su tratado para saber que entiende Alejandro por KaTaoKevf], ya que no nos proporcion6 ninguna definicion al respecto. A1 inicio del capitulo septimo explica:
La confirmaci6n de lo dicho hasta aquf se hara mas clara, si yuxraponemos, allado de las precedentes demostraciones de los temas, los absurdos que se siguen de las teorfas que afirman que codas las cosas se dan segun destino. Pues, combinando de este modo Ia argumenraci6n con la oposici6n de las doctrinas entre sl, haremos
LXI
INTRODUCCION
mas inteligible lo verdadero y, ademas, no tendremos necesidad de estarlas recordando muchas veces.
De esta man era inicia su "conflrmacion", que no es otra co sa que demostrar lo absurdo de Ia posicion contraria. La posicion propia, la de Aristoteles, segun Alejandro no solo es verdadera, sino tambien es evidente y adaptada a la opinion comun. La argumentacion de Ia KaTacrKevf) de Alejandro es principalmente retorica por recurrir las mas de las veces al enthymema, procedimiento por el cual el orador, omitiendo una premisa, que supone esta en Ia mente de quien lo escucha, hace que este ultimo saque las conclusiones. La premisa oculta es que Ia tesis aristotelica se identiflca con la opinion comun y lo evidente, y ellector, mostrada Ia falsedad de Ia tesis determinista, concluye que la aristotelica es Ia correcta. Ahora bien, debe saberse que esta "conflrmacion" incluye una segunda parte que se inicia en el capitulo XXII y termina en el XXXVIII; al iniciar Ia segunda
parte, se puede leer lo siguiente:
Habiendo ya considerado estas cosas, es igualmente importante considerar que quienes alcgan las cosas dichas por aquellos accrca del destino, tambien vean si la fuerza que ticnen es tal que seria razonable, debido a su afinidad con la verdad, desdeiiar de esta forma incluso los hechos evidentes. En lo que a nosotros respecta, la exposicion de estos asuntos solo se extended en Ia medida en que sea util para los objetivos que nos hemos fijado.
La fllosoffa, desde hada mucho tiempo habia enseiiado a es
grimir Ia argumentaci6n como arma en contra de la evidencia de los sentidos. Alejandro tiene esto en mente, pues incluso
LXII
INTRODUCCION
trae a colacion las aporias de Zenon de Elea, que no demuestran Ia inmutabilidad del ser, sino argumentan en contra de la realidad del movimiento. Pero dice Alejandro en el capitulo XXVI:
tampoco el que no puede solucionar algunos de los argumentos de Zenon contra el movimiento ya por eso debe de eliminar el movimiento, pues Ia evidencia del hecho es una condicion mas suficiente para el asentimiento, que toda conviccion que elimina el hecho mediante argumentos.
En todo caso, Alejandro sabe que es mas facil atacar Ia tesis
contraria que probar Ia propia y, hay que decirlo, en retorica basta que lo aceptado por todos se pruebe mediante lo contrario. Esta segunda parte es tematicamente redundante con Ia primera, y desde el pun to de vista retorico, podria considerarse una peroracion, pero no lo es en sus procedimientos. Presenta Ia cosmologfa "estoica", y refuta los argumentos relativos a las
causas externas, seriadas, necesarias; no acepta que todo sea causa; ataca Ia identiflcacion del caracter con Ia naturaleza, y explica en que medida depende de uno Ia formacion del caracter; se opone a que los adversarios pretendan que se puede mantener la idea del destino, como ellos lo conciben, junto con otros presupuestos que la refutan, como la existencia y la utilidad de las !eyes; como Ia prudencia, que es una virtud humana, que supone Ia posibilidad de actuar de manera distinta,
como la piedad y la mantica, etcetera. A lo largo de la KaTaaKevf), Ia argumentacion no siempre
se realiza en el mismo sentido, esto es, en contra de Ia tesis determinista; por ejemplo, en el capitulo decimo quinto, Ale-
LXIII
'il
INTRODUCCI6N
jandro defiende la tesis "aristotelica'' utilizando, para establecer su propia posicion, Ia explicaci6n determinista, segun Ia cual,
por una parte, Ia libertad humana introduce un movimiento sin causa, y, por Ia otra, las causas solo pueden ser externas y
antecedentes. Tambien es algo desconcertante que Ia mayoria de las ar
gumentaciones no parecen propiamente filos6ficas, sino re
t6ricas, pues no se dirigen siempre a probar lo absurdo de las consecuencias de los adversaries, sino tambien lo impracticable y lo nocivas moralmente que resultan; es decir, las conse
cuencias de la tesis determinista suelen estar en el campo de la etica, porque se contraponen a lo que depende de nosotros. En el capitulo XXI, por ejemplo, se vuelve evidcnte el caracter ret6rico de Ia argumentaci6n, al asumir Ia falsedad de ambas tesis, de Ia determinista y de Ia aristotelica. Esta es preferible a aquella, porque, aun siendo equivocada, es mas segura y menos peligrosa. A veces es tan insistente y repetitivo, que no es facil escapar ala sensaci6n de que uno esra leyendo una
amplificaci6n ret6rica. No pocas veces, Alejandro se Ianza ad hominem, e ironi
za a sus adversaries, concediendoles que debe perdonarseles, porque no son culpables, si actuan bajo influencia necesaria del destino; los alumnos deben de perdonar a sus maestros,
porque lo que ensefiaron lo hicieron por destino; los acusa de que no saben de lo que hablan; de ser infantiles. Resulta
do: el adversario queda mal parado: es ignorante, es tramposo, es inconsistence, es malvado, es presumido, es gratuitamente
polemico, y un largo etcetera de razones por las cuales no hay
que creede.
LXIV
INTRODUCCI6N
Lo que hay que tener siempre presente es que, para el segundo Arist6teles, como se le llam6 a Alejandro, Ia KaTaoKev!l
muestra lo absurdo de las consecuencias y Ia debilidad de la argumentaci6n de la tesis contraria.
A pesar de lo abundante e intrincado de la KaTaoKevi), debe tenerse presente siempre que para Alejandro son dos las tesis que se contraponen. La primera de elias defiende una sola causa para todo: el destino, que tiene caracter de necesario y se debe a Ia concatenaci6n de causas externas; Ia segunda afirma que hay mas de una causa para explicar los sucesos, y el destino se refiere s6lo a una causa productiva, que tiene un fin, que se identifica con Ia naturaleza, y que admire sucesos aun contrarios a si misma. Pero allado del destino estan como causa lo racional, que induye al arte y a Ia elecci6n, y lo azaroso y esponraneo.
Hay que destacar que asi como para Arist6teles, tambi<:'n para Alejandro:
las causas se predican de muchas maneras, y es preciso, que quienes se ocupan ordenadamente del problema, capten antes que nada en cual de los tipos de causa es necesario clasificar al destino, pues no es cognoscible ninguna de las cosas que se predican de muchas maneras si se predica separadamente de su division propia.2 1
Es conveniente tenerlo presente, porque gran parte del desarrollo de Ia segunda parte del tratado, de Ia KaTaoKevr'], se puede entender adecuadamente como Ia confrontaci6n entre Ia
postura 1) que admire al destino como unica causa de las cosas
21 Alex. Aph., Fat., III.
LXV
INTRODUCCI6N
que sedan, y la postura 2), la aristotelica, que defiende Ia exis
tencia de varias causas. Las soluciones, en gran parte estribaran en hacer las distinciones pertinentes entre los diversos tipos de causa, a los cuales Ia tesis determinista tiende a confundir.
Ahara bien, tambien es pertinente sefi.alar que no deja de ser
atractiva para las ciencias, desde el pun to de vista metodol6gico, Ia explicaci6n de un gran numero de fen6menos mediante una causa {mica y mas general. Asi pues, quienes defiendan Ia tesis determinista, sean los estoicos o no, no dejaban de tener el prop6sito de reducir todo a una sola causa, como motor de sus elucubraciones, que, a juicio de Alejandro, parecen totalmente fantasiosas, por haber defendido su postura aun en contra de los hechos evidentes. Pero la fascinaci6n de haber encontrado
una causa para explicar todo, fue enorme, y creyendo que su postura era cientifica Ia convirtieron en ideologia.22 En distin
tos contextos, Alejandro dice de sus adversaries:
22 Esa misma fascinacion respecro de otras doctrinas o ideologlas se ha dado en orros contexros yen otras epocas con Ia misma o con mayor fuerza. Pueden mencionarse, por ejemplo, las leyes del desarrollo dialectico dentro del materialismo historico, y Ia fascinacion que ejerda en los ambiros universitarios de los anos sesen ta y setenta.
Por otra pane, Ia explicacion que apela a mas causas, como lo hace ver Alejandro, es mas compleja. El desarrollo de este amagonismo en Ia antigiiedad entre quienes postulan una sola causa (esroicos) y los que distinguen varios tipos de causas (platonicos, aristotelicos), no puede ser objero de estas lineas, pero el establecimiemo del neoplatonismo como posicion filosofica hegemonica de Ia antigiiedad tardla, demuestra que Ia posicion platonicoaristmelica se impuso como explicacion de Ia realidad, entre otras razones, porque favoreda Ia inclusion a distintos niveles de distintas corrientes de pensamienro, y Ia tendencia de Ia epoca era sincretica y eclectica.
LXVI
INTRODUCCI6N
se ven forzados a hablar de manera distinta por causa de ciertas opiniones previamente establecidas por ellos mismos y por querer salvar Ia coherencia con ellas. 23
Y ciertamente hubiera sido mejor, por mucho, y mas sensato eliminar los fundamentos por el absurdo de sus consecuencias, que apoyar tales absurdos a causa de los fundamentos. 24
Es decir, el esfuerzo de los deterministas radica en que creen metodol6gicamente deseable reducir todo a una sola causa, par creer que esta explica todos los sucesos o la mayor parte de ellos.
Si se tiene presente el esquema del capitulo IV (ver supra),
es facil ver que todos los capitulos de Ia KaTaoKEVrl se pueden entender como el esfuerzo de Alejandro por develar los argumentos que sus opositores esgrimen para reducir todas las causas expresadas en ese esquema a una sola, al destino, en ten dido como
fatalidad necesaria. Para ello, los adversarios han seguido varios procedimiemos, por ejemplo, se identifica el destino con lo azaroso o con lo espontaneo; se hacen malas definiciones, par ejemplo, se define el azar como una causa oscura; se elimina lo contingente; se define mallo posible; se niega Ia deliberaci6n, o se Ia identifica con el impulso; identifican lo que depende de nosotros con Ia naturaleza, a esta se Ia considera homogenea (los seres naturales, dicen los adversarios, no admiten estados contrarios), y se le atribuye una necesidad fatal; se confunde lo que ocurre las mas de las veces, con lo que ocurre necesaria
mente, etcetera.
23 Alex. Aph., Fat., II. 24 Alex. Aph., Fat., XXXI.
LXVII
!I
, i
INTRODUCCI6N
En este momenta, podemos recordar lo dicho por Cicer6n.25 De lo particular, el orador llevara la cuesti6n a lo uni
versal, pero es necesario probar en la parte lo que haya sido probado en lo universal. Por probar, puede entenderse hacer la Ka"TaaKevJi. Y eso hace Alejandro, comprueba en lo particular, como hace la xpe[a, que era la "sentencia embutida en forma flnita", mediante la refutaci6n de lo contrario. Por ejemplo, en forma flnita, el caso de Zopiro,26 demuestra que la naturaleza no tiene caracter de necesidad, porque Socrates de haber se
guido su naturaleza, manifestada por sus rasgos flsiognomicos, habria sido un vicioso, pero por su dedicacion ala filosofia, por sus elecciones, que son otra causa de lo que sucede, llego a la virtud. Existen naturalmente, en el tratado, otros ejemplos, pero todos llevan a lo mismo, ala refutacion en lo particular de la tesis del adversario, que busca reducir todo a una sola causa.
Asi pues, la KaTaoKevTi se presenta a menudo, por las consecuencias concretas absurdas de seguir la doctrina determinista: se elimina la utilidad de las leyes, de la mantica, de la deliberaci6n, y se omite lo posible y lo contingente. Son varios los capftulos donde la refutacion es que Ia tesis determinista elimina cosas aun mas espedflcas: alabanzas y censuras, premios y castigos, exhortaciones. Precisamente la mayoria de la KaTaaKevTi se dirige ala refutacion del destino como causa uni
ca valiendose de lo que es un asunto particular: lo que depende
de nosotros. Dentro de lo que depende de nosotros, deben incluirse los
temas de la virtud, del caracter, de los meritos 0 las culpas, de
25 Cic., Or., 45s. Ver supra, p. LI. 26 Alex. Aph., Fat. , VI.
LXVIII
INTRODUCCI6N
los premios y los castigos, de la deliberacion, de Ia libertad, de lo voluntario.
Si volvemos ahora la vista hacia el tratado, me parece que es posible comprender su estructura. La primera parte se ocupa de la tesis aristotelica sobre el destino; por su caracter universal, es razonablemente breve. La extension de la segunda
parte, se explica por el hecho de que la KaTaoKevTi refuta las objeciones y argumentos particulares de la tesis determinista, de man era especial los encaminados a negar lo que depende de nosotros. Todo esto, aunado al hecho de que la conclusion es un resumen positivo de Ia doctrina positiva de lo que depende de nosotros (aunque disfrazado como despedida a los emperadores) , y de que las dos veces que Alejandro menciona el tema de su tratado dice "el destino y lo que depende de nosotros", justiflca que Grotius haya incluido al destino y lo que depende de nosotros en el titulo de su traduccion latinaY
27 Philosophorum sententiae de Fato et de eo quod in nostra potestate. Cfr. Thillet, 1984, p. XC.
LXIX
l I !
Cael. C. Cel. CN D DA DI DK DL div. E EE EN F Fat. FDS GA GC fl. in Ar. Int. inAr. a. pr.
in Tim .
LS LS] M
Met.
ABREVIATURAS
Arist6teles, De Caelo Orfgenes, Contra Celsum Plutarco, De communibus notitiis Epicteto, Dissertationes ab Arriano Arist6teles, De Anima Arist6teles, De Interpretatione Diels & Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker Di6genes Laercio, Vitae Cicer6n, De Divinatione Estobeo, Eclogae Arist6teles, Ethica Eudemia Arist6teles, Ethica Nicomaquea Cicer6n, De Fato Alejandro de Afrodisia, De Fato Hi.ilser, Die Fragmente zur Dialektik der Stoiker Arist6teles, De Generatione Animalium Arist6teles, De Generatione et Corruptione Homero, !lias Boccio, In Librum Aristotelis De Interpretatione Alejandro de Mrodisia, In Aristotelis Analyticorum Priorum Librum I Commentarium Calcidio, Platonis Timaeus translatus commentarioque
instructus Long & Sedley, The Hellenistic Philosophers Liddell-Scott-Jones-McKenzie, Greek-English Lexicon Alejandro de Afrodisia, De Anima Liber cum Man
tissa Arist6teles, Metaphysica
LXXI
Meteor. Mixt. MM
N NA ND Od. Or. PA PE Phys. Poet. Pol. SR sv SVF Top. Tusc.
ABREVIATURAS
Arist6teles, Meteorologica Alejandro de Afrodisia, De Mixtione Arist6teles, Magna Moralia Nemesio, De Natura Hominis Aulo Gelio, Noctes Atticae Cicer6n, De Natura Deorum Homero, Odyssea Cicer6n, Orator ad M. Brutum Arist6teles, De Partibus Animalium Eusebio, Praeparatio Evangelica Arist6teles, Physica Arist6teles, De Arte Poetica Arist6teles, Politica Plutarco, De Stoicorum Regnantiis Epicuro, Gnomologium Vaticanum Von Arnim, Stoicorum Veterum Fragmenta
Cicer6n, Topica Cicer6n, Tusculanae Disputationes
LXXII
SOBRE EL DESTINO
TEXTOS GRIEGO Y ESPANOL
. '
! !
I /' ,,
II II' •!
11~ i'
'AA.c~avbpou 'A<ppobt<n£roc; Ilcpt ttflc; £tfl<XpJlEV1l<;
164 I ~Hv !lEV ot' euxiis llOl, iJEYlOTOl aUTOKpcnopes L:ej3ijpE Kat
ill. vTwvtve, I atJTCi:> yevollEVctJ nap' VlltV ioetv Te viJas KalTipooemetv
Kal Ka9oiJOAoyijoat I xaptv 6:v9' wv ena9ov EV Tiap' VllC:lV
noAAaKtS , aiel TvxC:.JV TiavTwv wv I i]~iwoa !lETa llapTvpias [Tis]
oiKatos eTvat Tvyxavetv TotavTa aiTmJilEvos. 'ETiel 1 oe E<pEtTat, Kal
ei llfJ lTapwv TIS TOtS \epots <TOtS Beots> BvElV ovvaTal, TO 8VElV
a0Tots ITiaVTax6Bev TE Kal TiavTaxov Kal lTEillTElV O:vaBf)!laTa,
a lliJ KOiJl/;ElV au- I TOS oT6s TE, eBapOT]Oa lTpos VllCXS Tlj TIPOS TO
10 8etOV e!;ovoict, Kai TlVa I cmapxi]v ViJtV TWV fJiJETEpwv KaplTWV
avaBT]Ila lTEilljJOl OlKElOTOTOV VlltV ava- I 8T]IlCxTWV CxlTCxVTWV. Ti
yap av oiKElOTEpov TOtS YVTJOlC:U) <ptAooo<piav TlllW- I o(v TE Kal
npoayovcnv 6:va8T]!la yevotTO [3t[3Aiov vmoxvoVIlEVOV Bewpiav
<ptA6- I oo<pov;
TieptEXEl TE TO !3t!3Aiov Ti)v oOI;av Ti]V Jl.ptOTOTEAovs , j)v EXEllTEpl
I TE EtllOPilEVTJS Kal Tov e<p' fJillV, ov TiiS <ptAooo<pias TipofoTaiJal
15 VlTO Ttl) I VllETEpas !lapTvpias OlOCxOKaAos auTij) KEKTJPVYilEVOS.
"EoTl OE ouoevos OEV- I Tepov TWV KaTa <ptAooo<piav OOY!lCxTWV
TOVTl TO o6ylla· ij TE yap an' au- I TOV xpeia lTaVTaxov TE Kal
eTil TiaVTa otaTEivet (ou yap 611oiws TIEpl Tas 1 Tipa~ets exov01v
Alejandro de Afrodisia Sobre el destino
I Era objeto de mi plegaria, si llegaba a estar yo mismo ante vosotros, excelsos emperadores Severo y Antonino, veros y saludaros y daros las gracias por el bien que muchas veces recibi de vosotros, habiendo obtenido siempre todo lo que juzgue digno merecer junto con la prueba de que era justo recibir tales casas, cuando yo las pedfa. Mas, dado que esd. permitido, incluso si alguien no puede sacrificar para los dioses porno estar presente
en los ritos, sacrificar para ellos desde todas y por todas partes y enviar las ofrendas que uno mismo no es capaz de llevar, me atrevf con vosotros, porIa libertad que se tiene ante lo divino, a enviaros tambien como cierta primicia de nuestros frutos, una ofrenda que fuera Ia mas apropiada para vosotros de entre
todas las ofrendas. Pues ~cual ofrenda serfa mas apropiada para los que honran y promocionan genuinamente Ia filosoffa, que
un libro que se ocupa del estudio filos6fico? Ellibro contiene Ia doctrina que acerca del destino y de lo
que depende de nosotros posee Arist6teles, de cuya filosoffa
estoy al frente, por haber sido proclamado maestro de ella por el testimonio de vosotros. Esta doctrina no ocupa un segundo lugar respecto de ninguna de las doctrinas filos6ficas; en efecto, Ia utilidad que se desprende de ella esta en todas partes y se extiende a todas las cosas (pues no se comportan del mismo modo los que han creido que todo se da necesa-
;I I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
o\ TE navTa e~ O:vayKT]S Kal KaB' Ei\.IOPI-IEVTJV yiyveo8m m- I
moTEVKOTES Kal oTs ooKeiyiveo8ai Ttva Kal!-li] Tov navTWS eoea8m
20 npo- I KaTa~e[3Arn1EVO) aiTias EXOVTa) , il TE evpEat) TfiS 6:AT]8Eias
Tij) EV avT0 I xaAElTWIOTT] T0 OOKEiV TWV oo~wv EKaTEP<;I noAAO:
t65 aVItl-lapTvpeiv Twv ev- 1 apywv.
'Enel OE eviwv ooy!-laTWV <Ti> KaTaOKEvi] OlCx Ti]v npos TOVS 1-liJ
611oiws 1 J..EyovTas avTtAoyiav yiveTm c.pavepwTepa (wv ev Tois
1-lclAlOTa Kal auT<) I TOtiT' eTvat VOI-lil,;w) , KOTCx Ti]v J\ptOIOTEAovs
o6~av EiTTtuV 1T0lrl001-lat TOV A6yov I npos TOVS ovx O!lOlWS
eKeiv~ nepl TovTwv eipTJKOTas, onws ev Tij Twv Ae- I yo11evwv
napa8EOEl c.pavepwTEpov VlllV TclAT]8i:s yEVT]Iat. "EoTl oi: Ti TWV
\6ywv 1 Twv Til-lETepwv npoaipems ov npos enioet~tv vevevKvia ,
aAAa npos E~ETaoiv TE I Kal OlOOOKaAiav TWV npoKEll-lEVWV
aKpl~EOTEpav , ilv Kal V!lCxS TTCxOlV oTs I npaoOETE opav EVEOTIV
E{,;T]AWKOTas. OvOE!llOV yovv npa~lV VI-IWV EOTIV evpEiv, I Tl Ti]v
c.pavTaoiav npo TfiS 6:An8eias oKOnov nenoiTJTat. Ei oe Tt KaTa
10 axo-1 Ai]v EVTvyxavovmv V!llV T0 [3t~A·~ oeia8m OO~El pT]8ijvat
yvwpl!lWTEpov, I a~lW Tl\.ITJ8fivat Kal TOUT!) Tij Tll-lij npos VI-IWV
Kal ypa<pijvai \.101 mpl TWV I sTJTOV\.IEVWV' ovoi: yap p<xotov lTOVTa
yvwpl\.10 1TOlfjOat ot' EVOS ~~~Aiov auTO: I TE TCx 1TpOKEl!1EVa Kal oTs
TIS XPfiTat npos TfJV llrlVVOIV aVTWV.
II To I-lEV oi'iv elvai Tt TfJV ei!lap\.IEVTJV Kal aiTiav eivm Tov
15 yivea8ai I TLVa KaT' OVTT]V iKavws Ti TWV av8pwnwv OVVlOTT]OlV
2
SOBRE EL DESTINO II
riamente y segun destino, y aquellos que creen que algunas casas se dan aunque no tengan en absoluto causas antepuestas para existir), y el descubrimiento de Ia verdad que existe en ella es el mas dificil por el hecho de que muchas de las casas evidentes parecen testificar en contra de cada una de estas doctrinas.
Ya que Ia confirmaci6n de algunas doctrinas se vuelve mas
clara a causa de Ia argumentaci6n que elias ofrecen en contra de aquellos que discurren de manera distinta (entre las cuales
pienso que se encuentra especialmente esta misma), hablando de acuerdo con Ia doctrina de Arist6teles, emprendere mi argumentaci6n en contra de los que no han discurrido del mismo modo que ei acerca de estas casas, a fin de que, en la camparaci6n con las casas dichas par ellos, Ia verdadera se vuelva mas clara para vosotras. Elegimas desarrollar nuestras argumentos,
no por afan de exhibici6n, sino por el de hacer mas exactos ei examen y la enseii.anza de las casas que nos propusimos, lo cual puede verse que tambien vosotros perseguis con celo en todas las casas que haceis. No es pasible descubrir ninguna acci6n vuestra que haya hecho de su objetivo Ia apariencia en vez de la verdad. Si, leyendo ei libra en vuestra tiempo libre, algo OS parece que deba decirse de modo mas inteJigible, juzgo merecido que vosotros me honreis tambien con este honor y que me escribais acerca de lo investigado. En efecto, no es facil en un solo libra hacer conocidas por entera tanto las cosas mismas que nos propusimos como los argumentos que uno usa para explicarlas.
II Pues bien, la preconcepci6n de los seres huma.t1os establece suficientemente el hecha de que el destino es algo y
2
ALEJANDRO DE AFRODISIA
np6ATJ'J'l) (ov yap I KEVOV ovo' aoToxov T!lATJ6oiis i] KOlVll TWV
c'xv6pwnwv <pVOl), Ka6' nv nepi I TlVWV Oj..IOOof;oiiotv aA.MA.ots,
0001 ye 0\JTWV l-lll OlCx Ttvas npoKaTa[3e[3ATJj..IE- I vas 06f;as v<p'
aVTWV Ola TO ow(,;etv [3ovAeo6at Ti)V npos avTCx) CxKOAOV- I 6iav
&Hws avayK6:(,;ovTat A.Eyetv· ot' nv aiTiav OVOE Avaf;ay6pas 6
zo KA.a- 1 ~oj..IEVtos, KaiTot TaAAa wv EV Tois Ti)v <pVotKi]v <ptA.ooo<piav
<plAOOO<pf}aaotv I OVK cmepptj..ij..IEVO), OVK c'xf;tolTlOTO) CxVTlj..iapTvpwv
Tfj Kotvfj Twv c'xv6pwnwv 1 nioTet mp\ eij..iapj..ievns · Aeyet yap
oi'iT6s ye j..ITJOEV TWV ytVOj..IEVWV yivw6at I Ka6' Eij..iapj..iEVTJV, aA.A'
eTvat KEvov TOiiTo Tovvoj..ia).
Ti OE lTOT' EOTtV i] ei- I j..iapj..iEVll Kal EV TlOlV, ovKe6 ' [ov yap
25 j..IOVOV OVK aAAf}AOl) anaVTE) , at..A ' I ovo€] i] TWV av6pwnwv
Kotvi] np6ATJ'J'lS iKavi] ToiiTo 1-111viioat. OvTE yap I aA.A.f)A.ots
anaVTE) , aU' OVOE a\JTO) avT0 Tl) mpl avTij) aiel [avT0] TO I
166 mha oof;a{,;Et. Tlpos yap TOV) Katpovs TE Kal TCx) mplEOTwaas
nixas Kat I Ti]V nep\ TiiS eij..iapj..iEVllS oqav j..IETa<pEpovow. "Oaot
!-lEV yap mhwv navTa 1 Ka6' ei!-lap!-!EVllV yivw6at A.Eyovmv, Ti]v
Ei!-lapj..iEVllV vnoAa!-l[3avovmv anapa- I [3aTOV TIVa aiTiav eTvat
Kal avanoopaaTOV, eiol o' oTs ov navTa TO ytv6- I !-lEVa yiveo6at
OOKEi Ka6' Ei!-lapJ..tEVllV, aAt.' eTvai T!VOS vnoAaJ..t(3avovmv TWV
I ytVOJ..lEVWV Kal &Has aiTias· aAA ' OVOE TfJV EiJ..tapJ..lEVllV avTi]v
TO m1yt6v TE I Kal anapa[3aTOV EXElV Ti6EVTat, CxAAa yiveo6ai
Ttva Kal Twv Ka6 ' eij..iapj..ie- 1 VllV yiveo6at ne<pvK6Twv ov KaT'
a0f}v, aA.A.a napa j..loipav, ws oi notllTai I q>amv, Kal napa Ti]v
3
SOBRE EL DESTINO II
es causa de que sucedan ciertas casas de acuerdo con el (en efecto, no es vacua ni desatinada la naturaleza comun de los seres humanos con respecto a lo verdadero, segun la cuallos seres humanos concuerdan en sus opiniones los unos con los otros acerca de ciertas casas, al menos cuantos de entre ellos no se ven obligados a hablar de manera distinta por causa de cierras
doctrinas antepuestas por ellos mismos y por querer preservar la coherencia con elias; por ese motivo, ni siquiera Anaxagoras de Clazomene, a pesar de no ocupar, en cuanto a lo demas, un lugar deleznable entre los filosofos de Ia filosofla natural, es digno de credito por testificar en contra de la creencia comun de los seres humanos sabre el destino. En efecto, el dice que ninguna de las casas que sedan, se da segun destino, y que este termino es vacuo). 1
Sin embargo, ya no basta la preconcepcion de los seres humanos para revelar que es el destino y en que casas se da. En efecto, acerca de el, ni todos entre si opinan las mismas casas ni siquiera una misma persona opina siempre lo mismo, pues
las personas, segun las ocasiones y circunstancias fonuitas, modifican su opinion incluso acerca del destino. De hecho, cuantos de entre ellos afirman que todas las casas sedan segun destino, suponen que el destino es cierta causa inalterable e ineludible.2 Sin embargo, hay quienes piensan que no todas
las casas que se dan, se dan segun destino, sino que suponen que hay tambien algunas otras causas de las casas que se dan; pero estos tampoco establecen que el destino mismo sea firme e inalterable, sino suponen que, aun entre las casas que por naturaleza se producen segun destino, algunas no se producen
segun el, sino "contra la fa tali dad" ' como afirman los poetas,
3
.,
! '
ALEJANDRO DE AFRODISIA
eh.lap\.lEVllV. "EoTt o' oTs lTOTE lHlVTa yivea8at Ta ytv6- I !lEVa OOKEt
10 Ka8' ei I.IOPI-lEVllV Kall.laAtoT' &v miTots Ta TiiS TVXllS aVTt- I lTllTTlJ,
KaTop8ovvTES oE: i:v TOtS TTpoKEtl-lEVotS atJTovs aiTiovs eTvat Twv
KaTop- 1 8w11chwv vnoAa\.l~avovmv, ws ovK &v aTTaVTT]OOVTwv
TWV CxTTT]VTllKDTWV, I ei 1-lft avTol TOOE l.liiAAOV ETTpa!;av aVTl
Twvoe, ws EXOVTES Kal Tov 1-lTJ TTpaT- I TEtv avTa TTJV i:!;ovoiav.
Llt' ilv Otacpwviav avayKaia TOtS cptA.ooocpovmv i] I L/JTT]CJIS i] mpl
15 TiiS Ei\.lapi.IEVT]S , OVK ei EOTIV , aAAa Ti lTOT' EOTtV Kal EV I TLCJIV TWV
ytvo11evwv Te Kal ovTwv i:oTlv i] TotavTll cpvots.
III "OTt !lEV oilv I aiTiav Ttva TTJV Eil-laPI-lEVT]V Tols ytvopevots
[wv] eTvat A.Eyovotv TTaVTES oi I mpl Eil-laPI-lEVllS A.EyovTES Tt,
yvwptl-lov · TatrrllV yap aTToot86aaiv TE Kai cpamv I aiTiav ETvat
Tovyivea8m Ta ytv611eva ov TpoTTov yivETat. 'Eml OE TTAeovaxws I
MyETat Ta ahta, c'xvayKalov Tols i:v Ta!;et TO TTpo~AT]I.la 1-lETtovmv
zo npwTov I Aa~elv, uno Tiva Tp6nov Twv aiTiwv XPTJ Tt8€vat TTJV
eil.lap\.lEVllv· ovoE:v 1 yap Twv TToHaxws !.eyo1.1€vwv yvwptpov
xwpls TfiS olKeias Olatpeoews Aey6- I I.IEVOV.
LltatpEITat of] TO TWV ytvopevwv ahta ei<; TpOTTOVS aiTiwv
Teooapas , 1 Ka8ws [aiTias] AptoToTEAllS oeoetxev. Twv yap aiTiwv
Ta 1-lEV i:aTt TIOtllTtKa , 1 Ta OE VAllS ETTEXEI A.6yov, EOTt 8€ TIS i:v atrrols
25 Kal i] KaTa TO eToos aiTia· 1 TTapa oE Tas Tpels Tm1Tas atTias i:oTlv
ahtov EV avToTs Kat TO TEAOS, ov I xaptv Kat TO ytVOilEVOV yivETat.
Kal TooavTat !lEV ai Twv aiTiwv otacpopai. I "OTt yap &v ahtov
D TIVDS, t/TTO TO\JTWV Tl TWV atTiwv ov evpe8r\oETa\. I Kal yap Et
4
SOBRE EL DESTINO III
esto es, contra el destino. Hay otros a los cuales a veces les parece que todo lo que se da, se da segun destino, sobre todo silas cosas del azar les son adversas. Pero cuando tienen exito en sus proyectos, suponen que ellos mismos son los causantes de sus exitos, en la creencia de que no hubieran encontrado las casas que encontraron, si ellos mismos no hubieran realizado
unas cosas en vez de otras, en el supuesto de que tambien tenian el poder de no realizarlas. Por esta falta de coherencia,3 es necesaria para los fil6sofos Ia investigaci6n en torno al destino, no Ia de si existe, sino la de cui! es yen cuiles sucesos y entidades se da tal naturaleza.
III Asf pues, es sabido que todos aquellos que se pronuncian acerca del destino, dicen que el destino es cierta causa de las cosas que sedan; pues afirman y explican que este es causa de que las cosas que se dan se den del modo en que se dan. Pero, dado que las causas se predican de muchas maneras, es preciso, para quienes sc ocupan ordenadamente del problema, captar antes que nada en cu<il de los tipos de causa cs necesario clasificar al destino, pues no es cognoscible ninguna de las
cosas que sc predican de muchas maneras si se predica separadamente de su division propia.
Ahora bien, las causas de las casas que suceden se dividen en cuatro modos de causa, segun lo ha mostrado Arist6teles: de las causas, algunas son productivas, otras apuntan al principio material, y tambien una de ellas es Ia causa segun Ia forma. 4
Pero, entre las causas, ademas de estas tres, tambien es causa el fin, en vistas del cual tam bien se dan las cosas que se dan. Estas son las divisiones de las causas, porque, en efecto, si algo fuera causa de algo, por ser una de las causas, sera hallado bajo una
4
I , <
·I :l '!:
! !
, I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
~n rravTa TCx YIVO~EVa TOOOlrrG:lV aiTtG:lV OEtTat, aAAa TCx ye
rrA.eiOTG:lV oe6~eva ovx vmp[3aiVEI TOV o:p~B~ov TOV eiprwevov.
167 lvwpq..lG:lTEpa I o' &v a\JTwV i] Otaq>opa yiyvoiTO, ei errt
rrapaoeiyl..laTOS TIVOS TWV YIVO- I ~EVG:lV 6pa8EtT]. "EaTG:l on err'
avopiCxVTO) iJiltV i] TWV aiTtG:lV OEIKVV~EVT) I Otaipems . Tov OE
avoptaVTO) ws ~EV rro1TjTIK6v ahiOV 6 rron\aas TEXVtTTjS , I ov
avop!aVTOrrOIOV KaAOV~EV, W) OE i] VATj 6 vrroKEl~EVOS xaAKOS il A.iBos I i]oTI &v iJ TO vrro TOV TEXVlTOV axn~aTI{,;O~EVOV KaTa Tnv
TEXVTJV· ahtov 1 yap Kat TaCiTa Tau yeyoveva1 TE Kat eTva1 Tov
avoptaVTa. "EaTI OE Kal TO I eToos TO EV TctJ vrroKEI~EV<:p TO\lT<:p
yevo~EVOV vrro TOV TEXVlTOV Kai aUTO I TOV avoptaVTOS ahtov, 01'
8 eaTIV eToos OIOKEVG:lV il aKOVTil;wv il err' 0:::\Aov I TIVO) wpta~EVOV
axiJ~aTO). Ov ~6va OE TaCiTa Tijs TOV avoplllVTOS yeveoews
10 I ahta EOTIV' OVOEVOS yap TWV aiTtG:lV Tijs yeveoews 0\lTOV
OEVTEpov TO TE- I A.os, ov xaptv yeyov6s EOTl, il Tl~rl TlVOS il eis
6eovs Evoe[3eta Tl). 'l\vev I yap TOlaVTTJS aiTias ova' &v Tnv apxnv
6 avopta) eyEVETO. "OvTWV TOlVVV I TOOOliTG)V TWV aiTiwv Kai
Tnv rrpos aAATjAa Otaq>opav ex6vTWV yvwpt~OV I Tnv e\~ap~EVTjV
ev TOtS rrotT)TlKOt) aiTtOlS OlKaiws &v KaTapt61..lOll..lEV avaA.o- I
IS yiav ow!;ovaav rrpos TO ytVOI..lEVa KaT' avTnv TctJ TOV avoptaVTOS
OTJ~tovpyQ I TEXVlTTJ.
IV TovTOV o' OVTG:l) EXOVTOS aK6Aov6ov &v ern rrepi TWV
1TotJlTIKwv 1 aiTiwv rrotr\aao6at Tov A.6yov. OvTws yixp eoTat
yvwptl..lov, e'i TE rravTwv Twv I ytvo~evwv xpi] Ti]v eil..lap~evnv
aiTtaoBat, e'i TE oeT Kal aAAOlS TlOtV rrapa I Tr\VOE ovyxwpelv ws
20 ovmv rrotT]TlKOt) TlVG:lV aiTtOl). ArraVTG:lV on TWV I ytVOI..lEVG:lV
5
SOBRE EL DESTINO IV
de estas divisiones. De hecho, si bien no todas las casas que se dan requieren tantas causas, las que requieren de muchas no exceden el numero antes referido.
La diferencia entre elias se haria mas inteligible si se observa en un ejemplo de lo que se da. Mostremos entonces la division de las causas en el caso de una estatua. De la estatua, funciona como causa productiva el artista que la produjo, al cualllamamos escultor; en cambia, como la materia, funciona el bronce o la piedra subyacente o lo que sea configurado par el artista segun su arte. En efecto, esto tambien es causa de que la estatua haya llegado a darse y de que exista. Tambien es·causa de la estatua la forma que lleg6 a darse gracias al artista en esto que subyace, par la cual tiene forma de un lanzador de disco, de un luchador o de cualquier otra figura definida. Sin embargo, estas no son las unicas causas de la generaci6n de la estatua, pues, con respecto de ninguna de elias, es secundario el fin en vista del cual se ha dado: honrar a alguien o cierta piedad hacia los dioses. En efecto, sin tal causa, para empezar no se habria dado la estatua. Asi pues, siendo estas en numero las causas y conociendo tambien la diferencia entre unas y otras, podriamos enumerar justamente al destino entre las causas productivas porque en el se preserva la analogia entre las cosas que sedan segun destino y el artista creador de la estatua.
IV Siendo esto asi, seguiria hacer la exposici6n acerca de las causas productivas. De esta manera se hara inteligible si es preciso hacer responsable al destin a de todas las casas que se dan, y si es necesario conceder que, ademas de este, hay algunos otros factores que son supuestamente causas productivas deal-
5
I : !
ALEJANDRO DE AFRODISIA
:AplOTOTEAT]<; lTOlOVIJEVO) TfJV Otalpemv Ta IJEV atrrwv TlVO) xaplV I
ylvea8at Aeyet OKOTI6v TlVa Kal TEAos TWV ytvo~-tevwv TipOKEliJEVOV
EXOVTO) I TOV lTOlOVVTOS avTa, Ta OE o05ev6s. "Ooa yap ov
KaTa rrp68ea\v TlVa \mo I TOV nOlOVVTO) yiVETal ovo' en\ TEAO)
wplOIJEVOV EXEl Ti]v avacpopav, TOlaVTa I onola eOTl Kapcpwv TE
25 TlVWV OlaKpan]oEl) Kal neptoTpocpal Kal TPlXWV ena- I cpa\ TE Kal
eKTclOEl) Kal ooa TOVTOl) 01-lolW) ylvnm, [&] OTlllEV yiVETal I Kal
ama yvwpl!lOV , ov IJTJV EXEl TTJV KaTa TO TEAO) Kal TlVO) xaplV
aiTiav. I
Ta IJEV oilv o\hws ytVOilEVa aoK6nws TE Kal 6:nl-ws ytv611eva
OVOEIJlOV EV- I Aoyov EXEl owlpemv, TWV OE en\ Tl TTJV avacpopav
EXOVTWV Kat TlVO) ytvo- I IJEVWV xaptv Ta IJEV KaTa TTJV cpvmv, Ta
OE KaTa TOV Aoyov y\vnm. T a I TE yap cpvmv aiTiav EXOVTa Tij)
YEVEOEWS KaTa Ttvas apt81JOV) Kal TOSIV I wplOilEVfJV np6ElOlV ds
Tl TEAo<;, ev c;J yev611Eva Toil ylvea8m navnm, ei I 1-lrl Tl mhols
evaTaV E!,mo8wv yeVOlTO Tfj KaTa cpvmv at.ITWV en\ TO lTpOKEl- I
llEVOV TEAO<; ooy, aAAa Kal TaKaTa A6yov YlVOllEVa EXEl Tl TEAO).
Ovoi:v I yap W) ETVXEV TWV KaTa A6yov ytVOllEVWV y(vnm, ahA'
en\ TlVa OKOnov I i] avacpopa namv aVTOt) . "EoTl OE KaTa A6yov
YlVOIJEVa , oaa lllTO TWV TTOl- I OVvTWV auT a yiVETal Aoyt~OIJEVWV
TE nepl avTwv Kal ovvTt8evTwv Ka8' ov I &v Tp6rrov yevotvTo.
0\hws yiveTat TaTE KaTa Ta<; Texvas ytv611eva rravTa I Kal <Ta>
KaTa rrpoalpemv, a Ola<pEpEl TWV YlVOllEVWV cpvoEl Ty TO !lEV tpVOEl
I YIVOIJEVa EV atrrols EXEIV TTJV apxiJV TE Kal aiTiav Tij<; TOIOVTT]<;
yeveoews 1 (TotovTov yap i] cpvms · Kal yivETm 11i:v KaTa Tal;tv
6
SOBRE EL DESTINO IV
gunas cosas. Asi pues, Aristoteles, haciendo Ia division de todas las cosas que sedan, dice que algunas de ellas sedan en vista de algo, teniendo proyectado el que las produce cierto objetivo y fin de las cosas que se dan; otras, en cambio, no se dan en vista de nada. 5 En efecto, de cuantas cosas ni se dan de acuerdo con cierto prop6sito de quien las produce ni se remiten hacia un fin determinado (tales como asir y doblar unas pajas o tomar y estirar los cabellos o cuantas cosas se dan de manera parecida a esto), se sabe que elias tambien sedan pero carecen de causa final, esto es, de Ia causa "para que".
Pues bien, las cosas que se dan de esta forma, dandose sin meta y sin mas, no tienen ninguna division razonable. Sin embargo, entre aquellas que se remiten a algo y se dan en vista de algo, unas se dan de acuerdo con Ia naturaleza, y ou·as, de acuerdo con Ia raz6n. En efecto, las cosas que tienen su causa natural de generaci6n proceden secuencialmente y con un orden definido hacia algun fin, y alllegar a este cesan de darse, a menos que algo, erigiendose contra elias, obstaculizara su camino natural hacia el fin proyecrado; pero tambien las cosas que se dan de acuerdo con Ia raz6n tienen un fin . Porque ninguna de elias se da como por azar, sino que todas ellas se remiten a alguna meta. Se dan de acuerdo con la razon todas las cosas que sedan por los que las producen razonando sobre ellas y disponiendolas segun la manera en que han de darse. De esta manera se dan todas las cosas que se dan de acuerdo con las artes y las que se dan de acuerdo con la elecci6n, las cuales difieren de las que lo hacen por naturaleza, por el hecho de que estas tienen en si mismas el principio y la causa de tal generaci6n (pues asi es Ia naturale-
6
:lli
I! II
I j;; :q :.: I; 1 :1
,,,
J •.:I 1>:
!!J'
] '
1
11
15
20
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TlVCx, ov , . .n']V TfiS 1TOI- I OVOT]S aVTa <pVOEWS Oj.10lWS Tats TEXVats
AOYIOilc;J mpl a\JTwv XPWilEVT]S), I Ta 8e ytVO!-lEVa KaTa TEXVTJV
TE Kal npoa[peotv E~w6ev EXEl TfJV apxrw TfiS I KlVT\OEWS Kal TfJV
aiT[av Ti]v 1TOIOVOaV 6:/..A' OVK EV aUTOtS , Kal Tfjs yeve- I crews
avTwV <ahtov 6> TOV 1TOIOVVTOS y[vETai1TEpl a\JTwv AOYIO!-lOS.
"Eon 8' I EV TOtS EVEKCx TOV ytVOj.1EVOIS Kal TO am) TVxTJS TE Kal
TaVTOilCxTOV y[vecr6at I 1TE1TIOTEVIlEVa TaVTIJ Twv npoT]yOVIlEVWS
EVEKCx TOV YIVOj.1EVWV 8ta<pEpovTa, I 1] en' EKElVCUV llEV nav TO npo
TOV TEAOV!) YIVOilEVOV TOV TEAOVS xaptv y[- I VETat, E1TL 8e TOVTWV
Ta !-lEV YIVOilEVa rrpo TOV TEAOVS aAAov xaptv y[vETat, I aTTaVTt7
8' aVTOtS &At.ov xaptv ytVOilEVOIS ws TEAOS TO aVTOilCxTWS TE Kal
I cmo TVxTJS y[vm8at AEYOilEVOV.
25 VTmhwv 8' o{hws exovTwv Kal rravTwv Twv I ytvol-levwv Eis
TOVTOVS TOUS Tp01TOV!) VEVEI-lT]I-lEVWV aK6Aov8ov ETTl TOVTOI!) I i8etv,
ev no[<1J Twv notT]TtKwv alT[cuv xpi] Tt6€vm Ti]v Ei!-lap!-lEVTJV. ~Apex
I ye EV TOtS ou8evos YIVOilEVOIS xaptv; "H TOVTO llEV TTaVTCx1Taotv
169 aAoyov· aiel I yap ETTl TEAOVS TIVOS Tc;J TfiS Eii-WPilEVTJS OVOj.1aTI
XPW!-1E6a Ka6' ei!-lapllEVTJV I avTo MyovTES yeyovevat. Ll1o ev Tots
EVEKCx TOV ytVOj.1EVOIS avayKatOV Tt6evat I TfJV Eil-lOPI-lEVT]V' Kal ETTEl
Twv eveKa Tov yivo1-1evwv Ta 11ev ylveTm KaTa 1 A.oyov, Ta 8e
KaTa <jliJOIV, il EV Cxll<jlOTEpOIS aVTOtS TfJV Etl-lOPilEVT]V avayKatOV I
ElVa! T[6eo6at, WS 1TCxVTa TCx yiyVOilEVa Ka6 ' Etj.1apj.1EVT]V y[vecr6at
Myetv, I fl ev 8aTEP<1J·
7
SOBRE EL DESTINO V
za: se dade acuerdo con cierto orden, pero no hace las cosas de manera semejante a las artes, usando un razonamiento sobre ellas). En cambio, las cosas que sedan de acuerdo con un arte y una elecci6n tienen en el exterior, pero no en ellas, el principio de su movimiento y la causa que las produce, pero , de su generaci6n, el responsable resulta ser el razonamiento sobre ellas del que las produce.
Entre las cosas que se dan en vista de algo, tambien esd.n las que se cree que sedan tanto por azar como espontaneamente, las cuales difieren de las · cosas que primariamente suceden en vista de algo, en cuanto que, en el caso de estas ultimas, todo lo que se da antes del fin se da en vista del fin; mientras que en el caso de las primeras, las cosas que sedan antes del fin, se dan en vista de otra cos a. 6 A todas las cosas que se dan en vista de otra cosa, les ocurre como fin lo que se dice que se da de manera espontinea y por azar.
V Siendo esto asi y estando clasificadas todas las cosas que se dan en estos modos de darse, sigue a continuaci6n ver en cual de las causas productivas conviene situar al destino. ~Acaso en aquellas que no se dan en vista de nada? ~0 es esto completamente absurdo? En efecto, cuando decimos que algo se ha dado segun destino, siempre empleamos el termino "destino" con referencia a algun fin. Por esta raz6n, es necesario situar al destino entre las cosas que se dan para un fin, y, puesto que, de entre las cosas que se dan para un fin, unas se dan segun la raz6n, otras segun la naturaleza, o bien es necesario que sea establecido que el destino este en ambas cosas (de modo que se diria que todas las cosas que sedan lo hacen segt'm destino), o bien, que este en una de las dos.
7
II I'
I II
ALEJANDRO DE AFRODISIA
'A"A"Aa Ta !lEV KaTa "A6yov ytv61-1eva TOVT<fl ooKel yivw6m KaTa
I "A6yov Ti;) TOV lTOIOVVTa at/Ta Kal TOV 1-lfJ lTOIElV EXEIV ei;ovoiav.
Ta TE yi:xp I vm) TWV TEXVITWV YIVO!-IEVa KaTi:x TEXVT]V OVK ES
avayKf)S {m' a0Twv yive- I o8m OOKEl (OilTWS yovv EKaOTOV
10 lTOIOVOIV aVTWV ws Kal TOV !-Ill lTOIElV I avTa TfJV 'lof)V EXOVTES
E:sovoiav· ETI TE lTWS OVK aTOlTOV TfJV oiKiav Kal TT]V I KAlVT]V
Ka8' EliJOP!-IEVfJV Myetv yeyovevm fl TfJV Mpav i)p!-16o8m Ka8' Ei- I
!-IUP!-IEVT]V ;), a"AAO: 1-liJV Kal wv lTpoaipEOIS Kvpia (TavTa 8' EOTtV
oaa KaT' I apnl\v TE Kal KaKiav lTpaTTETOI) Kal TavTa E:cp' Jl!-llV
eTvm ooKEl. Ei E:cp • 1 Jl!-ltV OE TauT a, wv Kal Tov TipaxSfivm Kal Tov
IS l-ID Tipax8fivm Til-leis ETvm I ooKovllEV Kvptot , TovTwv OE ovx oT6v TE
AEyEIV aiTiav TJlV El!-IOPilEVT]V OVOE I apxi:xs ETvai TIVOS Kal aiTias
esw8ev 1TpOKaTa[3e[3ATJilEVas TOV lTUVTW) fl I yeveo8m Tl UVTWV
fl1-1iJ yEVeo8at (ovKETI yap &v dTJ Tt TovTwv E:cp' iJ11iv, I si yevotTo
TOVTOV TOV TPOTIOV) , VI AEllTETOI oi] AOllTOV Ti]v El!-IUP!-IEVTJV EV
Tols 1 cpvae• ylvol-levo•s ETva1 "Aeys1v, ws eTvm TavTov ei11ap1-1EVTJV Ts
20 Kal cpvmv. 1 T 6 TE yap Ell-laPI-IEvov KaT a cpvmv Kal To KaTi:x cpvmv
Eli-IOPI-IEVOV.
Ov yi:xp I KaTi:x cpvmv !-lEV EOTIV av8pWlTOV ES av8pwlTOV Kal
llTlTOV ES llTlTOV yivw8m, I ov Ka8' El!-IUPI-IEVfJV OE, aAAa OVVOOEVEI
TO ahla TavTa aAAT\AOIS ws &v I EXOVTU KaTa TOVVOilO llOVOV TTJV
otacpopav. /::..to Kal Ta TipwTa Tfis KaTa 1 cpvmv EKaoTo•s yeveoews
2s ahta (eonv OE TavTa < Ta> Bela Kal i] TovTwv I evTaKTOS TIEptcpopa)
8
SOBRE EL DESTINO VI
Ahora bien, las cosas que se dan segun la raz6n parecen dar
se segun la raz6n por esto, porque el que las produce tambien tiene el poder de no producirlas.? Pues las cosas que son hechas por los artesanos segun el arte, no parece que sean hechas por ellos por necesidad ( cierramente, producen cada una de elias como si por igual tuvieran tambien el poder de no hacerlas; ademas, 2c6mo no seria absurdo que la casa y la cama hayan sido producidas segun destino o que la lira este aflnada segun destino?) sino que tambien son cosas sobre las cuales la elecci6n tiene el control (estas son cuantas se realizan segun virtud o vicio) y estas parecen depender de nosotros. Pero si
dependen de nosotros aquellas cosas sobre las cuales parece que tenemos el control tanto de que se hagan como de que no se hagan, no es posible decir que el destino es causa de ellas, ni que existan, antepuestos y externos, principios y causas del hecho de que alguna de ellas se de o no se de neccsariamente, pues ya no dependeda de nosotros ninguna de elias, si se diera de esta mane~·a; VI por ultimo, nos resta decir que el destino
se halla en las cosas que se dan por naturaleza, de modo que destino y naturaleza son lo mismo. En efecto, lo que esra destinado es segun naturaleza, y lo que es segt'm naturaleza esti destinado.
Pues no es posible que el ser humano surja del ser humano, H
y el caballo del caballo, segun naturaleza mas no segun destino; al contrario, estas causas concurren entre si, como si solo diflrieran por el nombre. Por esta raz6n dicen que incluso las causas primeras de la generaci6n de cada una de las cosas que sucede segun naturaleza (dichas causas son las entidades divinas y su revoluci6n ordenada), son tambien causas propias del
8
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Kal Tiis ElJ..lUPIJEVT]) ahta Myovmv. nclOT]) yap yeve- I OEW) apxi)
i] TWV Beiwv KaTa Ti]v KlVT]GlV lTOla oxems npos Ta TfjOE.
Ovl OT]S OE Tij) EliJUPJ..lEVT]) EV TOVTOlS TE Kal TOlaVTT]) avayKatOV
ws &v EXlJ 1 Ta ytv611eva KaTa cpvmv o\/Tws exetv Kal Ta Ka8'
170 KaTa cpvow, OV J..lDV ei; avayKT]) [EXElJ. Xwpav yap EV I aVTOt) EXEl
Kal To napa cpvmv Kal yiveTat, vn6 Ttvos aiT[as €1;w8ev EJ..llTO- I
Oto8e[oTJs TiiS cpvoews eis TO €pyov TO E:avTfis. l'lto OVTE el; avayKT]S
&v- I Bpwnos ei; av8pwnov, a/../.. ' W) en\ TO lTAEtOTOV, OVTE Kal
cpvmv EKaOTOV TWV othws ytvo- I IJEVWV ael y[vETat .
"OvTO) OE EV TOtS ytVOIJEVOlS KaTa cpvmv Kal <Tou> napa I
cpvotv, wonep Kal EV TOt) KaTa TEXVTJV, xwpav &v EXOl Kal EV TOt)
Ei xwpav EXEl I TO napa cpvmv Kal llD KEVOV EOTlV OVOJ.la, EXOl
10 Kal /..eyot Tl) 8:v evA6yws Ti)v OtKELaV I cpvmv apxi)v EKOOTOV Kal
aiT[av dvm Ti\S Twv ytvo!levwv ev avTci) KaTa cpvmv 1 Tal;ews.
9
SOBRE EL DESTINO VI
destino. La relaci6n espedfica que las entidades divinas, segun su movimiento, guardan respecto de las cosas de este mundo,
es el principia de toda generaci6n. Dado que el destine se halla en tales cosas yes de tal tipo,
es necesario que, as! como estin dispuestas las cosas que sedan segun naturaleza, asi tambien esten dispuestas las que se dan segun destine. Ahora bien, las cosas que se dan segun naturaleza
ciertamente no surgen por necesidad, sino que la generaci6n de las cosas que sedan de ese modo se halla a veces impedida, raz6n por la cual las cosas que se dan por naturaleza, se dan
las mas de las veces, pero ciertamente no por necesidad. En efecto, en elias hay Iugar tambien para lo que es y sucede contrariamente a la naturaleza, al ser Ia naturaleza impedida por cierta causa externa en Ia realizaci6n de su funci6n propia. Poe esta raz6n, tampoco es poe necesidad, sino solo las mas de las
veces, que de un ser humano surja un ser humano, de modo que cada uno de los seres que se dade ese modo siempre se de de acuerdo con el plazo que parece haber sido definido para las cosas que se dan segun naturaleza.
Puesto que en las cosas que se dan segun naturaleza tambien existe lo que es contrario ala naturaleza, as! como sucede en el caso de las cosas que se dan segun el arte, habda Iugar,
en las cosas que se dan segun destino, incluso para lo que es contrario al destino. Por tanto, si tiene Iugar lo que es contrario a la naturaleza y su nombre no ha de ser vacuo, tambien lo que es contrario al destino tendra Iugar en las cosas que se
dan. Tambien por ello alguien podria afirmar con raz6n que la naturaleza propia es principia de cada cosa y causa del orden
de las cosas que se dan en ella segtm naturaleza. En efecto,
9
I II
I,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
A no Tmhns yap ws E1Tt TO 1TAET<JTOV o'i TE (3iol TWV av8pw1TC.0V
1 Ti]v Tal;1v Kal a\ KaTaoTpo<pa\ Aa~(3avovmv. 'Opw~ev yovv iht
Kal TO ow~a I T<fl TOTov ~ TOTov eTvat Ti]V <pvmv Kat EV VO<JOIS Kal
i:v <pBopaTs aKof..ovBws I Tfj <pvmKij ovoTaoel yivETat, ov ~i]v £1;
15 avayKns · \Kava\ yap EKKpovoat I Ti]v TOIOVOE TOSIV E1Tl~EAE1ai TE
Kal aepwv {maf..f..ayal Kal 1Tp00TOSEIS I iaTpwv Kal ov~(3ovf..al
Bewv. KaTa OE TC)V aUTOV Tp6nov Kal E1Tt TtlS \jiVXiiS I evpol TIS
&v napa TftV <pvmKi]v KaTaoKevi'tv 01a<p6povs y1vo~evas eKaoTcp
Tas 1 n npompeoets Kal Tixs npal;e1s Kal Tovs (3iovs. THBos yap
avBpwm:..:>v oai- I ~wv KOTa TOV 'HpaKAElTOV, TOVTEOTl <pvms.
20 'Ws £Til To nf..eToTov yap TaTs 1 <pvmKaTs KaTaoKevaTs TE Kal
01a8eoea1v Tas TE np6f;e1s Kal Tovs (3iovs Kal I Tas KaTaoTpo<pas
aUTWV aKoAovBeTv ioeTv EOTl. T 0 ~i:v yap <jllAOKIVOVVctJ I Kal BpaoeT
cpvoe1 (3im6s TIS Kal o BavaTos ws ion\ To nAetoTov (avTn yap 1 i}
TfiS cpvoews ei~ap~evn), T<fl OE ye aKOAa<JTcp TftV <pVOIV TOTE EV
i}oo- I vats TOiaVTatS KaTai;fiv Kal 6 TWV aKpaTwV (3ios, &v ~r\ Tl
25 KaAAlOV EV avT<fl I yevo~EVOV EKOElO\] TOV KaTa <pvmv <(3iov, T<fl
oi: KapTEp1K0> al Twv n6vwv vno~o- I val Kal al KaKonaBEiat Kal
t7I <ai> £v TOTS TOIOVTOIS TOV (3iov KaTaOTpo<pa\ I naf..tv eio\ KaB'
ei~ap~EVT]V. Kal TOtS aveAevBepots OE Ti]V <pvmv Kal I CxlTArlOTOIS
mpl KTijotv XPn~aTWV Kal TCx TfiS ei~ap~evns ovvcpoa· EV act- I
Kims yixp ws i:nl To TIAEioTov o Twv TolovTwv (3ios , Kal i} Tov
(3iov OE KaTa- I OTpo<pi] TOtS KaTa TavTa npaTTOVOIV aKof..ovBos
10
SOBRE EL DESTINO VI
es a partir de ella que se ordenan, las mas de las veces, las vidas de los seres humanos y sus cat:istrofes. En todo caso, vemos que incluso el cuerpo, por ser tal o cual su naturaleza, se comporta consecuentemente con su constituci6n natural tanto en las enfermedades como en su destrucci6n, aunque cierramente no por necesidad. En efecto, son suficientes para romper semejante orden los cuidados, los cambios de aire, las prescripciones de los medicos y los consejos de los dioses. En el mismo sentido, tambien en el caso del alma, alguien po
drla encontrar que, en contra de la constituci6n natural, las elecciones, acciones y vidas se dan de modo distinto en cada una. Pues el car:icter es el hado del hombre, segun Her:iclito,9
esto es, su naturaleza.
En efecto, es posible apreciar que, las mas de las veces, sus acciones, vidas y carastrofes son consecuentes con sus constituciones y disposiciones naturales. En efecto, asf como para quien ama el peligro yes naturalmente audaz, tambien las mas de las veces la muerte es algo violento (pues este es el destino propio de su naturaleza), asimismo, a quien es por naturale
za descarriado le pertenece la vida de los debiles de voluntad y desperdiciar su vida en tales placeres, a menos que algo mejor, sucediendole, lo sacuda de su vida natural. Para la persona firme de caracter, su resistencia a las aflicciones y a las calamiclades, y las cat:istrofes en tales casos de la vida, son, una vez mas, segun destino, y las cosas segun destino tambien esd.n en consonancia con quienes son mezquinos por naturaleza e
insaciables con respecto ala adquisici6n de bienes materiales, pues su vida transcurre en su mayor parte en las injusticias, y los inforrunios de la vida son consecuentes con quienes actuan
10
1
il I!'
f ,,,
r 10
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TOVTOI). Kai hni.Eyetv I eiw8acnv TOl) TOIOVTOI), chav EV TOl)
aKOAOV601) TE TOV ~(ov <Kai> Ka6 ' Ei- I ~ap~EVllV TTEptaTCxOEOIV
wmv, G:ls eavTois yeyov6mv aiTtOI) TwV TTap6vn:uv I avTois
KOKWV.
Kai TouT' &v TIS rrapioTao6at !3ovll6~evos Tois Ta) ~aVTEias
eTTayyeiiA.o~evots Tov ~n rravTws avTovs emTVyx6:vetv <pepot
TO ahtov, ~i] I TTaVTa TTJV <pVOIV EKaaTov Kal TTJV ei~apj..lEVTJV
EVOOEiV, aXA.a y(vm8a( Ttva I Kal TTap' OliTllV, eTvatOE TOV) j..lCxVTEI)
llTJVVTas Twv ytvo~evwv Ka8' Ei!lap~e- I vnv, woTTep oi'iv Kal Tovs
<pvotoyvwj..lovas. EiTT6vTos yovv Zwnvpov Toil I <pvmoyvwj..lovos
mpl 2:wKpaTovs Tov <ptlloo6<pov il:Torr6: Ttva Kai TTAEioTov I
Cx<jlEOTC::JTa Tij) TTpoatpEOEW) Ol/TOV Tij) KaTa TOV ~(ov Kat ETit
TOVTOIS VTTO Twv I TIE pi TOV 2:wKpaTT] KaTayellw~evov ovoev eTmv
1s 6 :LwKpaTJls e~.JJevaem Tov Zw- 1 TTvpov· ~v yap &v TotovTos ooov
btl Tij <jlVOEI, Ei llTJ Ola TTJV EK <jJIAOOO- I <pi as aOKT)OIV Cxj..lElVWV Tij)
q:>VOEW) eyEVETO.
Kai a\hT]IlEV i) mpi eij..lap!JEVTJS I ws eni KE<pafla(wv eiTTeiv KaTa
TOV) CxTIO TOV nepmaTOV 06!;a.
VII 'H OE KaTaaKEVTJ Twv eipT]~Evwv EOTat <pavepwTepa
rrapaTt6evTwv i]~wv I TaTs TTpoT)youj..levms Twv KEt~evwv
2o 6:rrooe(!;emv Ta ETTOj..lEVa ihoTTa ToTs TTaVTa I Ka6' eij..lapj..lEVT]V
y(vea6at t.Eyovmv· lliYVVvTE) yap o\hw TOV 116yov Tij I TWV oo!;wv
rrap' 6:A.Ai]A.as Semt yvwptj..lwTEpov Talln6es TToti]oo~ev Kai TTpos I
TOVT~ ovx e!;o~ev 6:vayKTJV ~e~vija8at Twv avTwv rroAAaKt) .
Evll6yws yap 1 &v TIS 6:rropi]om, rrws <ptAooo<peTv Ttves
lleyovTEs Kai Ti]v 6Ai]8Etav Ti]v ev 1 ToTs oi'imv ~ETepxeaBat
11
SOBRE EL DESTINO VII
segun estos habitos. Ademas, se suele reprochar a tales personas cuando se encuentran en las circunstancias consecuentes con su vida y segun destino, porque se han hecho a si mismos causa de sus males presences.
Asimismo, alguien, queriendo ayudar a quienes dan los oraculos, atribuirfa Ia causa de que estos no necesariamente acierten a lo siguiente: la naturaleza de cada cosa no coincide con su destino en todos los casos, sino que algunas cosas incluso se dan en contra, mientras que los adivinos solo revelan las cosas que sedan segun destino, como tambien lo hacen los fisionomistas. En todo caso, habiendo dicho Zopiro el fisionomista, acerca de Socrates el filosofo, ciertas cosas absurdas y muy alejadas de su eleccion de vida, y, ademas, habiendo sido ridiculizado por los disdpulos de Socrates, Socrates dijo que Z6piro no dijo nada falso, pues hubiera sido tal en cuanto respecta a la naturaleza, si, por el ejercicio de la filosoffa, no hubiera llegado a ser mejor que su natt1-raleza. 10
Y esta es, en efecto, para decirlo sumariamente, Ia doctrina sobre el destino que proviene del Peripato.
VII La confirmacion de lo dicho hasta aqui se had mas clara, si yuxtaponemos, al lado de las precedences demostraciones de los temas, los absurdos que se siguen de las teodas que afirman que todas las cosas se dan segun destino. Pues, combinando de este modo Ia argumentaci6n con Ia oposici6n de las doctrinas entre si, haremos mas inteligible lo verdadero y, ademas, no tendremos necesidad de estarlas recordando muchas veces.
Pues bien, alguien podra razonablemente preguntarse como ciertas personas que dicen que hacen filosoffa, que persiguen
11
II '
I!
!
i
II 1:
11 .
· '.
~~~, l[i
f .1 I:; : I ; '
25
172
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Kal TOVTT}V TWV aAAc.:>V avSpwTic.:>V TIAEOV EXEIV [TOVS I
qnAooocpoi:ivTas] lJTIOAOI-I~ciVOVTES Kal Ola TOVTO Kal TOVS aAAovs
eorl TovTo I orpoTpETIOVTES ETIEOooav avTovs Tl] OOSlJ Tl] TiciVTa
ES avayKT]S TE Kal Ka8' I Eil-IOPI-IEVT}V yivea8at AeyoVOl], E<p' f\v
116vovs 6pwJ..lEV KaTacpeliyovTas Twv 1 iotc.:>Twv Tovs ovoev aliTots
OVVEIOOTas OESIOV ETil TTJV ELI-IOPJ..lEVT}V acp' av-1 TWV TTJV aiTiav
Twv orepteaTwTwv avTovs KaKwv J..lETa<pEpovTas, o6s1J ovTe I Tots
evapyEol avvaOOVOl] OVTE TIVCxS moTa) CxTIOOEtSEIS TOV oihws
EXEIV I EXOVOl] orpooETI TE avatpou01] TO eTvai Tl ecp ' TiJ..ltV, oi'i
TIIOTEV8EVTOS TlS av I a hAT} J..lEtl,;c.:>v EK A.6ywv YEVOITO SllJ..lta;
"OTt l-IEV yap orapo TO evapyi'j , ofjAov I EK TOV TIETIIOTEV08at
J..lEV oxeoov VTIO TiciVTc.:>V iOtc.:>TWV TE Kal <piAOOO<pc.:>V I TO yivea8ai
Ttva Kal aVTOJ..l<ITc.:>S Kai aoro TVXflS, eTvat OE Ttva TWV ytVOIJE- I
Vc.:>V Kal EVOEXOiJEVc.:>S ytVOiJEVa Kal EXEIV TIVCx xwpav EV TOt) civmv
Kai TO I l-lf]OEV J..laAAov TOOE TOVOE, TOVTc.:>V OE I-IT]OEV owl;ea8at
KaTa TOVS ES avay- I KT]S TI<XVTa yivea8at A.EyoVTa) , e'i ye awl;et
10 J..lEV avTa TO ecp' oTs OT]J..laLVOiJE- I VOIS Ta OVOiJaTa TavTa KEto8at
TIETilOTEVTat, TOVTa I-ITJ KIVETV· ovyap TO I aAAa TIVCx VTIO~aAAOVTa
OT}iJatVOiJEVa ToTs 6v6J..tamv 010 Tov J..lEVEIV EKEtva I J..lEVEIV i]yeto8at
Kai Ta TipOEIPfliJEVa awi;ovTc.:>V EOTi TO KeliJEVa. Ovyop I awi,;ETat
To yivea8ai Ttva aoro TVXflS, <av> aveA.wv TIS TTJV Twv oilTws
YIVO- I 1-lEVc.:>V cpvmv OVOIJO 8i'jTat TOtS YIVOiJEVOIS ES avayKT}S TTJV
12
SOBRE EL DESTINO VII
la verdad que esd. en las casas y que suponen que la poseen en mayor grado que los demas hombres (raz6n par la cual incluso exhortan a los demas hacia la filosofia), se entregan a si mismos
a la doctrina de que todo se da por necesidad y segun destino, hacia Ia cual vemos que huyen solo aquellos individuos que
estin consciemes de que en ellos no hay nada valioso, y que transfieren, desde ellos al destino, la causa de los males que los rodean. Esta doctrina ni esta de acuerdo con los hechos evidentes ni tiene ninguna demostraci6n fiable de que asi sean las casas, y, ademas, elimina que haya algo que dependa de nosotros. Si
alguien llegara a fiarse de ella, NUC~ daiio mas grande podrfa hacersele mediante argumentos?
En efecto, a partir de que casi rodo individuo y tambien los tll6sofos creen que algunas cosas sedan espontaneamente y por azar, que algunas de las casas que se dan, se dan contingentcmcntc, y que entre los seres tambien tiene Iugar el "en nada mas esto que esto otro", es manitlesto que aquella doctrina va en contra de los hechos evidentes. Pero, de estas
casas, ninguna se preserva, segun quienes atlrman que todas las cosas se dan por necesidad, si, en todo caso, no cambiar las palabras las preserva cuando se cree que se establecieron para las cosas signitlcadas por elias. En efecto, noes propio de quienes preservan las cosas establecidas, pensar que, asignan
do a las palabras distintos referentes, gracias a que aquellas se preservan, tambien permanecen los referentes previos. Pues no se preserva que algunos seres se den por azar, si alguien, eliminando la naturaleza de los seres que se dan de esta ma
nera, le pone a las casas que se dan por necesidad el nombre mismo "azar", pero si se preserva, si se mostrara que pueden
12
ALEJANDRO DE AFRODISIA
15 TUxnV, &.A/.. ' &v aV.a I oeii;l) ovv6:wva crwseo8at, e<p' wv TO TiiS
TVxTJS ovoJ..la KaTT]yope!cr8at mni- I crTEVTat. I
VIII AeyETat of] npos c':maVTWV av8pwnwv KOtval<; TE Kal
<pvmKals !:vvoiats 1 EJ..l!-(EVOVTwv TavTa <':mo TVXTJS TE Kal Toil
aVTOJ..lOTOV yiveo8at, a aiTiats I aAAwv TIVWV lTOIT]TtKals
20 npoT]yOVJ..lEVWS emyivETat. "OTaV yi:xp aAAOV TIVO) I xaptv
ytVOJ..lEVcp Ttvl 1-lll TOVTO aTiaVTf]Ol) ov x6:ptv eyevETo, aAAO OE, 8
TTJV I apxi]v J..IT]OE i]lm(sETO, TOUT' alTO TVXTJS MyETat yeyovevat
w8' a\JTo j.lEV I yeyovos avatTiws , KaTa 0VIl(3E(3TJKOS o' EOXTJKOS
ahtov TO yeVOJ..lEVOV En' aAAOV I yeveoet Ttv6s. Kal OTl TOIOVTOV
Tl Myovmv lTOVTE) TO YIVOJ..IEVOV alTO TV- I XTJS ofjAov !:I; wv
25 \mo(36:/,/,ovmv OT]IlatVOJ..lEVWV oTs &.no TVXTJS <paolv yive- I o8at.
8T]oavp6v TE y6:p <pamv &.no TVxTJS evpT]Kevat Ttv6: , oTav
O:A/..ov xa- I ptv 6pvoowv TiS TlVOS, aAA' ov TOV 8T]cravpov evpelv
8T]aavp4) mpllTEOlJ I (o J..IEV yap TOVTOV xaptv 6pvoowv OVK alTO
TVXTJS" ov yap xaptv wpvaOEV, I TOVTO anf]VTT]OEV avT4)" c;J OE
llf)OEV TfiS evpEOEWS TOV 8f)cravpo0 EllEAE, I lTOIOVVTl OE aAAov TlVOS
30 xaptv i] EVpEcrt) anf]VTT]OEV ws TEAO) EKElVOV, TOV- I TOV alTO TVXTJS
TOV 8T]oavpov EVpT]KEVat lTOVTES Myovatv), aHa Kal TO apyv-1
173 ptov alTO TVXfiS KEKOJ..ll08at TtVa Myovatv, <hav eis Ti)V ayopav
npoeA8wv I aAAov TIVOS xaptv apyvptOV EXOVTI mpmeowv T4)
XPEWOTIJ TO 6<pEIAOj..(EVOV I avT4) Aa(31J. T 4:1 yap <TOV> npoeA8elv
eis Ti)v ayopav aAAO Tl TIPOTJYOVj.lEVOV TE- I AOS EXOVTI TO TO
npoo<petAOJ..lEVov Aa(3eTv anf]VTTJOEV ws TeAos KaTa ov11!3E- I !3TJKOS
avT4) yeVOj.lEVOV" [To j.lEV lTOif)TIKOV ahtov TO OE TOVTOV TEAos ·]
ov yi:xp 1 ano TVXTJS ETt Aeynai TIS To 6<petA6J..levov eiAT]q>Evat, ei
13
SOBRE EL DESTINO VIII
preservarse aquellas cosas de las cuales se acepta que se predica el nombre "azar".
VIII Entre todas las personas que se mantienen firmes en las nociones comunes y naturales, se dice que se dan por azar y por espontaneidad aquellas cosas que son concomitantes con las causas eficientes de que principalmente se den otras cosas. 11
En efecto, cuando en algo que se da en vista de otra cosa, no ocurre aquello en vista de lo cual iba a darse, sino otra cosa, la cual en principia nose esperaba, se dice que eso ·se ha dado por azar. Eso, por si mismo, se ha dado sin causa, pero, por accidente, ha tenido como causa lo que, en su origen, se dio
para otra cosa. 12 Y que algo asi es lo que todos dicen que se da por azar, es manifiesto a partir de los significados sugeridos por
quienes afirman que se dan por azar. Pues afirman que alguien ha encontrado por azar un teso
ro, si, al escarbar en vista de otra cosa y no para encontrar un tesoro, se encuentra de pronto con un tesoro (en efecto, quien escarba con esta finalidad no lo hace por azar, pues aquello en vista de lo cual escarb6, le sucedi6; en cambio, a quien no tuvo la intenci6n de descubrir el tesoro, obrando en vista de otra cosa, el descubrimiento le cae por casualidad como su
fin: todos dicen que esto es haber descubierto el tesoro por azar). Asimismo dicen que alguien ha recobrado por azar su dinero cuando, habiendose dirigido bacia el agora en vista de otra cosa, encontrandose de pronto con su deudor, que trae dinero consigo, recupera la deuda. En efecto, para quien tiene
como fin principal de ir al agora alguna otra cosa, recuperar la deuda es algo que, por accidente, le sucedi6 como fin. Pues uno ya no dice que la deuda se recobr6 por azar, si la persona
13
!
' ~ ., .,
I!
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TO\JTOV xaptv eis I TllV ayopav rrpoij:\8ev , OTl TO lTpOKEillEVOV
mhc;J TEAOS i] rrp6o5os ecrxev. I Kal 6 l1T1TOS OE avTOI-!CxTWS Ttcrlv
AEyETat oecrc0o8at, OTOV Tpocpijs !lEV EAlTiOl I fl O:AA.ov TlVOS xaptv
10 alTO<pVYIJ TOVS KaTEXOVTOS avT6v, alTOVTJlOlJ OE OVTOV I Tfj cpvyfj
Kat T0 op611c.p To Tols 5earr6Tats mpmeaelv. Kai Ti oel TllltV I
1TAELW rrapaoe[y!laTa KaTaTi8ea8at fl aKpt[3oAoyeio8at rrep\ Tc0V
lTpOElPTl!lE- I vwv; 'IKaVOV yap ws rrpos Ta rrpoKEillEVa TO oeTI;m
ecp' wv OfJ!lalVO!lEVWV I Ta OVOI-!OTa KaTnyOpEITat Ta eipnllEVa.
"OvTWV oi] TWV alTO TVXfJS TE Kal I OVTOI-!ClTWS ytVOilEVWV
ts Tmm1Twv, ws lltl yivea8m KaTa rrponyov11evnv aiTiav I (Tc0v yap
orraviws ElTt TOtS rrpo avTc0V yeyov6mv CxlTOVTWVTWV TOTE avT6-
I 1-!0TOV Kat i] TVXfJ ), lTWS av awl;o!TO Tl Tc0V rrpoElPfJilEVWV Ka8'
ovs m:lvTa I rrponynoai-!EVOIS Ttolv aiTiots Kal rrponyov11evms E:s
avayKfJS EOTl TE Ta OVTa I Kal Ta YlVOilEVO yivETat EKCxOTOV Tc0V
ytVOilEVWV aht6v Tl rrpoKaTa[3e[3Arwe- I vov exovTos , oi'i ovTos fl
20 yeyov6TOS avayKn Kal aUTO fl elVa! ij yeveo8at; I TO <DE> llfJOEV !lEV
awl;ovTas Tc0V rrpoetpfJilEVWV, KaT' aAAov oe TlVOS TO Tf\S I TVXfJS
VOI-!08ETJ1oavTas OVO!la, T0 lltl avatpelo8at EKElVO VTIO TOV TICxVTa I
es avayKTJS yiveaem Tl8Ej.IEVOV llfJOE TfJV TVXfJV avatpelo8at :\Eye tv,
oocptl;o- 1 11evwv i:oTlv 611oiws avTovs TE Kal Tovs aKOvovTas
avTc0v· oi.hws !lEV yap I OVOEV KWAVOEl Myetv TaVTOV EillOPilEVfJV
25 TE ElVOl Kal TVXTJV Kal TOOOVTOV I clTIOOElV TOV TfJV TVXfJV avatpelv,
ws Kal rr6:vTa Ta YIVO!lEVa yiveo8at Aeyetv I [ovK] arroTl!xns . 'AAA. '
OVK ETil T0 TOVVOj.la owl;ElV TO Tf\S TVXTJS ETxov I TfJV aiTiav, a A.A. '
14
SOBRE EL DESTINO VIII
se dirigi6 al agora en vista de eso, porque su viaje tuvo el fin que se habia propuesto. Y algunos dicen que el caballo se ha salvado espontaneamente, cuando, esperando encontrar alimento o en vista de alguna otra cosa, huye de sus captores y, en su fuga y carrera, le ocurre encontrarse de pronto con sus duefi.os. y ~que necesidad tenemos de dar mas ejemplos 0 de tratar con mayores precisiones de las cosas dichas anteriormente? En efecto, es suficiente, para lo que nos propusimos, mostrar que las palabras en cuesti6n se predican de las cosas significadas por ellas.
Dado que las casas que se dan por azar y espontaneamente son tales que no se dan de acuerdo con una causa principal (pues lo espontaneo y el azar estan entre las casas que resultan ocurrirle raramente a las que se dieron antes que ellas), ~como alguna de ellas podria preservarse segun quienes dicen que todas las cosas que existen y sedan, existen y sedan por necesidad dcbido a ciertas causas que fueron y son principales (pues cada una de las casas que sedan tiene una causa antepucsta y, al existir o darsc, ram bien es necesario que exista o se de)? Es
propio de quienes dirigen sofismas a si mismos y a sus oyentes por igual, aflrmar que quicnes habiendo estipulado que el termino "azar" se aplica a otra cosa no preservan nada de lo que se dijo antes, no por ello eliminan el azar (porque el termino no es eliminado por quien sostiene que todas las casas se dan por necesidad). De este modo, en efecto, nada impide decir que destino y azar son lo mismo, y esran tan lejos de eliminar el azar que incluso llegan a decir que todas las casas que se dan, se dan por azar. Sin embargo, no eran culpables por haber preservado el termino "azar", sino por eliminar el hecho de que
14
II I !
j
I ~ '
I
f
ALEJANDRO DE AFRODISIA
174 err\ Tel) avatpEtV TO 0\lTW) yivecr6ai TlVa, wv TO OTTO TVXfJS I TE Kal
TO avTO~<lTW) yivecr6at KOTfJYOPEiTal.
10
15
Ti yap aAAo TTOIOVOIV oi Ti)v I TVXfJV Kal TO avT6~aTOV
6ptl;61-!EVOl alTiav OOfJAOV av6pwrrivcp Aoyto~cl), <il> I TVXfJS Tl
OfJ~atv6~wov Yotov eloayovoiv TE Kal vo1-1o6novmv: To yap eis
I Ti]V TOVTOU OVOTaatv xp"fioao6at Tel) AEyEtV Ttvas aVTOI-ICxTW)
VOOElV, chav I OOfJAO) -Q aVTOl) i] aiTia Tij) v6aou, ljJEVOO) . Ov yap
ws OVOfJ) I-lEV TlVO) I aiTias , aor\Aov OE aVTOl) o\hw Myovatv,
aAA' E<p' wv CxVatTlW) yeyovevm mi- I 6ouatv at!TOV), ETTl TOVTWV
TO aVTOI-IOTOV KOTfJyopoOotv· ovoels yoOv, E<p' oi'i I SfJTOVOlV
Ti]v alTiav W) OVOfJ), aVTOI-ICxTW) aUTO yeyovevat AEyEt, aAA'
ova' I 8 TTETTElOTai Tl) OVTOI-ICxTW) yeyovevm TOVTOV SfJTEl Ti)v
aiTiav. 1'1to O\JKE6' I oi iaTpo\ rrep\ TO\hwv o\hw Myoumv, K&v
Tvyxavwmv 0\lTWV ETl Ta) aiTias I ayvoovVTE). Ov yap E<p' wv rrpoetpi]Kai-IEV W) \mo TTCxVTWV alTO TUxfJS yive- I o6at AEYOI-IEVWV,
aAA' ETT' &A:\wv TIVWV KVplWTEpws 6 TOIOVTO) A6yos Tij) I TVXfJS
&v KaTfJYOPOITO, mpl wv ovoels ws CxTTO TVXfJS ytvo~evwv ETTTEV
TTOTE. I
Tijs I-lEV yap evpeoews TOV 6fJoavpov Kal TOV TO O<JlEIAO~EVOV
Aa[3eiv OVK I OOfJAa av6pwrrivcp Aoylo~cl) Ta ahta, aAAa
<pavepa Kal TTpOOfJAa. Ti'is 1-lEV I yap evpeaews TO 6pv!;at, TOV OE
TO O<J>EIAO~EVOV Aa[3elv TO EiS Ti]v ayopav I rrpoeA6eiv. 0\.iTe yap
&v EKeivos . ~n 6pvoowv ei'ipev o\he oihos 1-1iJ rrpo- 1 e:\6wv To
O<JlEIAO~EVOV EAa[3ev, aAA' OTII-Ii] TTPOfJYOV~EVa TOVTWV ahla <Ta>
TTpOElpfJ~Eva, aAAa aAAou TIVO) xaplv eyivno, Ola TOVTO alTO
15
SOBRE EL DESTINO VIII
algunas cosas sedan de tal modo, que de ellas se predica que se dan por azar o espond.neamente.
Pues ~que otra cosa hacen los que definen el azar o lo espontaneo como una causa oscura para el entendimiento humano, 13 sino introducir y establecer cierto significado particular para "azar"? En efecto, para demostrar lo anterior, es un
error valerse del hecho de que algunos dicen que se enferman espont:ineamente cuando la causa de la enfermedad les es oscura. Porque hablan asi no en la idea de que, habiendo alguna causa, esta les sea oscura, sino que predican lo espontaneo en el caso de cosas que ellos mismos se han persuadido de que se han dado sin causa. En todo caso, nadie dice que se ha dado espontaneamente aquello de lo cual se busca la causa (en Ia
creencia de que existe), asi como tampoco se busca la causa de aquello que se cree que se ha dado espontaneamente. Por eso, los medicos nut1Ca hablan asf sobre estas cosas, aun cuando de hccho resulta que ignoren las causas de las mismas. En efecto, tal definicion de azar no se predicaria de las cosas a las que nos hemos referido antes (a saber, aquellas de las cuales todos dicen que suceden por azar), sino, en sentido mas estricto, de otras de las cuales nadie dijo nunca que se dan por azar.
Las causas del descubrimiento del tesoro y de la recuperacion de la deuda no son oscuras para el entendimiento humano, sino rnanifiestas y evidentes: del descubrimiento es haber escarbado, y de la recuperacion de Ia deuda es haber ido al agora, pues ni aquello habria encontrado, sin haber escarbado,
ni este habria recuperado Ia deuda, sin haber ido. Mas bien, porque las cosas antes dichas no eran causas principales de tales acciones, pues estas se produjeron en vista de otra cosa,
15
, ..
I J
1 I
, \
:,
II :.I
ij I
I'
I
II ,j
!
!I Jllil
II! I
ll·l Iii
ALEJANDRO DE AFRODISIA
20 TVXTJS yive- I oBm rrpoeiAT]TITal. 'l\oT]AO OE TCx ahta avBpu.:mivy
A.oyrol10 EKElVWV IJaAAOV I & KOTCx TlVOS avTmaBeias yivwBat
1TE1TlOTEVTOl ayvoOVIJEVT]S TiiS alTias at' I -Av yivETat, 6nola
rrepiaTITCx TE T!Va npooeiAT]TITOl OVOEIJlOV evAoyov KalmBa- I vi]v
alTiav TOV TOVTa lTOlelV exovTa, ETIOE erraotoal Kai TlVES TOlOVTOl
I ~Jayyavela!. TovTWV yap OIJOAoye!Tat IJEV vrr6 lTCxVTWV aOT]AOS
25 elVa! i] al- I Tia, 010 Kal ava!TloA6yT]TO Myovmv a\JTCx. Ovoels OE
6:rr6 TVXTJS TOVTWV <Tt> I rrotelv Myet, OTI rrerrioTevTal KaT a Ttva
WplOIJEVT]V aiTiav & TIOlEl lTOIElV, I ws TWV alTO TVXTJS OV Ola TO
TiiS aiTias OOT]AOV o\hws yivwem AEY011E- I vwv, aAAa OlCx TO
avaiTlOV TfiS TIPOTJYOVIJEVTJS TE Kal KVpiws aiTias. I
30
175
IX Kal TOtaiiTa 11EV TCx nepl Tiis TVXTJS vrr' aUTWV AEYOilEVa Kal
o\hws 1 ToTs KEliJEVots ovvqoovTa· oTt OE Kal To evoex611ev6v TE
Kal TO 6n6Tep' I ETVXEV yivwBai TlVa VlTO TWV lTCxVTa el; avayKT]S
yivwBal Aey6VTWV avat- I pe!Tat , auT6Bev rrp60TJAOV, e'l ye
TaiiTa IJEV KVpiws evoexollEVWS yivwBm AE- I yETat, e<p ' wv Kal
TO evoexeoBm llTJ yeveoBat xwpav EXEI , ws Kal aUTO I TO 6rr6Tep'
hvxev Aey611EVOV lTOIEl yvwpt~JOV, TCx o' el; avayKTJS ytVOIJEVa I
OVK EVOEXETOl llTJ yevf.aBar. /\f.yw OE TO avayKaTov OVK errl TOV 1319
ytvo- I 11EVOV llTJOE KOTCx TO\lTOV TIS evBvvf.Tw TOVVOIJa , aAA' enl
TWV <pVOEl ytvo- I 11EVWV VTIO TlVWV, wv TCx CxVTlKEliJEVa aovvaTOV
<iiv> e'IT] yivwBar.
KaiTOllTW) I OVK (horra Kalrrapa TCx evapyij KOLIJEXPI TOVTWV
TTJV av6:yKT]V rrpoEAT]AV- I Bf.vat Myetv, ws llrlTE KIVT]Bfjvai T!Va
16
SOBRE EL DESTINO IX
por ello se ha supuesto que aquellas cosas sedan por azar. Mas que estas, son oscuras al entendimiento humano las causas de aquellas cosas que se cree que se dan por ciertas antipadas cuando se ignora la causa por la cual se dan, tal como se cree de algunos amuletos, encantamienros y hechizos semejantes, que no constituyen la causa razonable y crdble de que ellos produzcan que estas se den. En efecto, es reconocido por todos que la causa de estas cosas es oscura, y por ello la gente las designa como cosas a las cuales no es posible asignar una causa. Pero nadie afinna que alguno de esros subterfugios produzca
algo por azar porque crea que produce lo que produce segun una causa definida (en el supuesto de que lo que se dice que se da por azar se dice ser tal no por lo oscuro de la causa), sino
debido a que la causa principal y soberana no es causante. IX Y tales son las cosas dichas por ellos sobre el azar y con
cuerdan con ~u~ propios fundamentos. Es evidente por si mismo que quienes dicen que todas las cosas se dan por necesidad eliminan incluso lo contingente, es decir, lo que resulta de una u otra manera; al menos si se afirma que estas cosas se dan de
manera contingente en un sentido propio -esto cs, que se admite respecto de ellas que tambien pueden no darse-, como tambien lo pone de manifiesto Ia expresion "lo que resulta de una u orra man era'' . En cambio, las cosas que se dan por necesidad no admiten no darse. Llamo "necesario" no a lo que se da por fuerza -y, en esto, que nadie corrija el termino- sino a aquellas cosas que sedan naturalmente por obra de otras y de
las cuales lo opuesto seria imposible que se diera. Sin embargo, ~como no seria absurdo y contrario a lo evi
dente afirmar que Ia necesidad ha avanzado a tal punto que
16
i
.I II:
i
'·' I
I I
' ,,
f . ' ~ .!11111
liilll 1:'1·!
II ~ ~ r I'll
ALEJANDRO DE AFRODISIA
10 ovvao6m KLVT]OlV TIVa 1-lflTE Ktvfjoa[ I Tl Tc;:lV atJTOV !JEpwv, ilv
KlVT]OlV Kal 1-lfJ KlVETo8at TOTE oT6v TE i'jv, aAAa I TTJV Tvxovoav
Tov Tpaxr'JA.ov neptoTpo<pi]v Kal TTJV oaKTVAov Ttvos EKTamv I Kal
TO enapat TO f3A.E<papa il Tl TWV TOIOVTVJV npoT]yOV!-IEVOl) Ttolv
aiTtUI) I ETTOI-IEVOV aAAW) v<p ' Tl!lWV !-Ill ovvao6at y[vea8a[ TTOTE,
Kal TavTa 6pwv- I TO) EV TOt) ovo[v TE Kal YlVO!-IEVOl) TTOAATJV
15 ovoav Ola<popixv TWV npay~-ta - I TWV, es Tis pc;totov i'jv ~-ta8eTv C>Tl
1-lfJ navTa evoEOETm Tals TotavTatS aiT(- I ms ;
20
25
'Opwi-!EV yovv Twv ovTwv To 1-1ev Ttva ovoell(av ExovTa ovvalltV
TfiS eis I TO aVTlKEliJEVOV TOV EV (\) EOTl 1JETaf3oA.fis, TO o ' OVOEV
!lUAAov atrrwv EV I Tc\) aVTlKElllEVctJ il EV (\) EOTIV eTvat OVVOIJEVa.
Tivp !lEV yap ovx oT6v TE 1 5ei;ao8m '+'vxpoTT]Ta, T\TtS eoTlv
EVOVTla aVTOV Tij OVI-l<pVTctJ 8Ep1JOTT]Tl, I a A.A.' OVOE XlWV oei;alT' &v
8Ep!JOTT]TO XlWV IJEVOVOa, vowp OE KCxV u \.jJVXPOV I OVK aovvaTOV
ano[3aA.6v TOVTT]V 5ei;ao8at TllV EVaVT(av aVTij 8Ep!JOTT]Ta· I
OIJOlW) OE [Kal] TOVTctJ ovvaTOV Kal TOV Ka8E~OIJEVOV OTfjvat Kal
TOV Ktvov- I 1-!EVOV llPEIJfjOat Kal Tov A.aA.ovvTa myfjoat Kal En\
llVPlWV eupot Tl) &v I OVVOIJlV TlVQ evvnapxovoav TWV evavT(wv
OEKTlKrlV, wv, ei TO ES avayKT]) I OVTa EV 8aTEPctJ OVK EXEl OVVOI-llV
TOV oei;ao8at TOV EV (\) EOTl TO evav- I TlOV, OVK ES avayKT]) &v
e'(T] EV oTs EOTl TO Kal TOV EVOVTlOV aVTOl) I OEKTlKa. Ei OE !-Illes
17
SOBRE EL DESTINO IX
nadie puede moverse ni mover alguno de sus miembros con un movimiento que hubiera podido no realizarse en ese momento, esto es, afirmar que la vuelta casual del cuello y el estiramiento de algun dedo y el levantamiento de los parpados, o alguno de tales movimientos sigue a ciertas causas principales, 14 y que nunca pueden ser llevados a cabo por nosotros de manera distinta, y esto a pesar de que ellos ad
vierten que hay una gran diversidad en los hechos, tanto en las cosas que son como en las que se dan, diversidad a partir
de la cual era mas facil inferir que no todo se encuentra atado por causas de ese tipo?
En todo caso, vemos que de los seres, unos no tienen ninguna capacidad de cambio al estado contrario del que se encuentran, mientras que otros en nada son mas capaces de estar en el es
tado contrario al que esran. 15 En efecto, no es posible que el fuego reciba la frialdad, la cual es su contrario debido a su calor connatural, pcro tampoco la nieve podria recibir el calor y seguir cxistiendo como nieve; en cambio, el agua, aunque este fria, no es inca paz, habiendo rechazado esta frialdad, de recibir
el calor conrrario a la misma. Del mismo modo que esto, es posible que quien esra sentado se ponga de pie, que quien se mueve, se detenga, y que quien habla, calle. Yen muchisimas cosas uno podria descubrir que, en ellas, existe cierta capacidad
de recibir contrarios. Si los seres que por necesidad estan en uno u otro de dos estados contrarios, no tienen la capacidad
de admitir el contrario del estado en que esran, los seres que pueden admitir el estado contrario, no estarian por necesidad en los estados en que esran. Pero, sino por necesidad, entonces
contingentemente.
17
,. I
' i
I·
i I·
I \
1
.1 i ;I
ll!
1'1 ·II .1 ,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Ta oe evoexo~Jevws ev Ttvt 1 o{hws eoTlv i:v a(m;J ws ovK
EVOEXOIJEVW) yeyovos EV TlVl Kal llTl yeyoveval EV avT0 I oT6v TE
ijv. "EoTt IJEV yap eKaoTov Kal TOihwv i:v ~ ov Tvyxavet, ot6Tt I
ijv EV 8aTEP'+l aUTO T0::JV CxVTlKEllJEVWV eTvat, EV ~ o' EOTl vilv , OVK
OVVUJ.llV. 'Af..f..a J.lfJV I Ta othws OVTa EV TlOlV ov ot' aiTias TlVa)
lTpOKaTa(3e[3f..rwevas [TE] ES I 6:v6:yKilS eis TavTa ayovoas EOTtV
oeKTtKa i:voexo~Jevws TE EoTtv i:v ols i:oTtV Kal I ovK eoTtv i:v ots
OVK EOTl, ]..lvpla av e'ln Ta EVOEXOJ..lEVW) OVTa TE Kal yt- I VO]..lEVa.
"ATOTfOV yap O]..lOlW) ES 6:v6:yKilS d vat f..Eyetv EV TlVl TCx TE avml- I
w oeKTa Twv i:vavTiwv TOVTots ev oTs eoTt Kal Ta J..lflOEV ]..laf..f..ov Ka8'
OVTlV- 1 ovv xpovov TOVTWV il TWV EVaVTlWV aVTOl) OEKTlKCx. Ei
yap TO ES 6:v6:yKfl) I OVTa ev TlVl UVElTlOEKTa TOV EVaVTlOV avTc;J,
Ta ETflOEKTlKCI TOV EVUVTlOV OVK I ES 6:v6:yKilS av EV ~ EOTlV E'lfl . I
X To oe /..Eye tv J..lTl 6:vmpe!o8at TiaVTwv ytVOJ..lEVWV Ka8'
15
eTvat yeveo6m TovTo 8 {m' 1 ovoevos KwAvETm yeveo6m, Kav J..lTl
18
SOBRE EL DESTINO X
Sin embargo, las cosas que estan contingentemente en un estado, estan en el de tal manera que no por necesidad sino contingentemente esran en el. Tambien era posible que lo que esta contingentemente en un estado llegara a no estar en el. En efecto, es perfectamente posible que cada una de estas cosas este por casualidad en el estado en que se encuentra, raz6n por la cual era posible que la misma cosa estuviera en cualquiera de los estados opuesros, contrario al estado en el cual esta ahora. Y no esta en ese estado por necesidad simple, debido
a Ia capacidad de recibir los contraries. Mas bien, las cosas que esdn de esta manera en ciertos estados, no esran en ellos debido a ciertas causas antepuestas por necesidad, las cuales las conducen a estar en ellos. Por tanto, si es contingente que
todas las cosas que son capaces de recibir por igual a los contrarios, tanto esten en los estados que estan como no esten en los que no estin, ser;in muchfsimas las cosas que existen y se dan contingentemente.
En efecto, es absurdo decir que estan por igual necesidad en algun es tado, tanto las cosas que son incapaces de recibir
estados contraries a aquellos en los cuales estan, como las casas que son capaces de recibir, en elias y en cualquier tiempo, no mas estos estados que sus contraries. En efecto, si las cosas que esdn por necesidad en algun estado son incapaces de recibir el estado contrario a el, las cosas que son capaces de recibir el contrario no estarian por necesidad en aquel estado en que esran.
X ~Como no seria hacer gala de infantilidad en argumentos en que no debe de jugarse, afirmar estas cosas: que si todo lo que se da es segun destino, no se elimina lo posible y lo contingente, debido a que lo que es posible es aquello que,
18
,,
20
25
177
i '
10
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Tix 6:vTIKEi!-!EVa yevEoElat (01o KaiTm 1-ltl ytVOI-lEVa I OI-!WS l:cnl
ovvaTa), Kal TOV 1-ltl KEKWAvoElat yeveoElat aliTix CxlTOOEL~LV cpEpELV
I TO iJI-lTV TCx KWAVOVTa auTO: [&v] &yvwaTa elvat TTaVTWS !-lEV
Ttva ovTa (a 1 yap l:oTIV ah1a TovyivmElat Ta avTIKEl!-!EVa aliToTs
Ka8' Ei!-lap!-!EVflV, TavTa I Kal Tov 1-ltl yivmElat TOVTOIS ahta, e'{
ye ws cpamv aovvaTOV TWV at!TWV I mplEOTC:nwv yivm8at TCx
avTIKei11eva· aA.A.' aT• 1-1t1 iJ11Tv l:oT• yvwpq.ta 1 Tlva a l:oTt, o•ix
TOVTO CxKWAVTOV a\lTWV TO [1-ltl] yivw8at A.eyovmv), TO I of] TavTa
:.\Eyetv nws ov Tiats6vTwv l:oTlv l:v ov 1Tat01as A.6yo•s oeo1-1evo•s; I
T oyixp T\!15:S ayvoeTv, ov8E:v npos TO elVa! fll-ltl eTvat TCx lTpay!-laTa·
ofjAm 1 yap eimv oi :.\EyovTES o{hws ws Tl] iJI-lETEp<;t yvwpioet To
ovvaTov £oTal KaT' 1 avTovs. ToTs yap yvwpise•v aliTwv To ah1a
OVVa!-lEVOlS (OVTOl 8' &v Elev I oi 1-!CxVTElS) OVK EOTaL ovvaTa < Ta>
OVTa ovvaTa TOtS eio6mv 1-!EV a\lTO KEKWAVI-lEVa, I ayvoovmv OE
vcp ' wv KWAVETal. :LwsOVTE) OE TfJV TOV ovvaTOV cpvatv I o{hws
ws eipi)Ka!-!EV 81a TovT6 cpaatv 1-!TJOE Ta ytyv611eva KaEl' Ei!-lap!-lE- I
VflV KatTOl cmapa{3aTW5 YlVO!-lEVa 1:~ avayKllS yivmElat, OTlEOTtV
aUTOl) I ovvaTOV yeveo8at Kal TO CxVTlKEll-lEVOV, ovvaTOV OVTWS
ws npoeipf]Tat. 'AAAa I TavTa 1-1i:v Tiats6vTwv wonep EITI6v l:oTIV,
6:/.A.' oil TiaploTallEVWV 86y11aTt. I
"0!-lOlOV OE TOVTcp Kal TO A.Eyetv, TO al;iw!-la TO 'eoTat avptov
vavl-laxia ' 6:Af]- I 8i:s !-lEV eTvm 8vvao8at, ov 1-lEVTOI Kal avayKaTov.
'AvayKai'OV llEV yap TO I ae\ aAfl8E), TOVTO OE OVKET' 6:AT]8ES !-lEVEl,
ETTE!Oav i} vavl-laxia YEVflTUl. I Ei OE 1-ltl TOVTO avayKai'ov, ov8E:
TO lilT' aVTOU Of]llaiVOilEVOV 1:~ avayKT]) TO I EOEOElal VOVI-laxiav.
19
SOBRE EL DESTINO X
aunque no se de, nada impide que se de (las cosas opuestas a las que se dan segun destino no estin impedidas de darse: por esta raz6n, las primeras, aunque no se den, son sin embargo
posibles); y que el hecho de que las cosas que las impiden, silas hay, son totalmente incognoscibles para nosotros, aporta una prueba de que no estan impedidas de darse (pues las cosas que son causa de que se den los opuestos de aquellas que se dan
segun destino, tambien son causas de que no se den las que se dan segun destino, si es que es imposible, como afirman, que
cosas opuestas se den en las mismas circunstancias; pero por el hecho de que no son cognoscibles para nosotros ciertas cosas que son, ellos afirman que no puede impedirse que esas cosas se den)? 16 Porque, que ignoremos los hechos, nada tiene que ver con que existan o no; pues quienes discurren de este modo
manifiestan que, segun ellos, lo posible existira en virtud de nuestro conocimiento. Porque, para los que pueden conocer sus causas (y estos sedan los adivinos) no seran posibles las
cosas que son posibles para quienes saben que estas estan impedidas, pero ignoran por que causas estin impedidas. Preservando la naturaleza de lo posible tal como lo hemos dicho, por esta raz6n afirman que ni siquiera las cosas que se dan segun destino, aunque se den inalterablemente, sedan por necesidad, porque lo opuesto de estas cosas tambien es posible que se de, posible en el sentido en que se ha dicho antes. Sin embargo, estas cosas son propias de nifios, como dije antes, y no de quienes sostienen una doctrina.
Tambien es semejante a esto decir que la pro posicion manana habrd una batalla naval puede ser verdadera, pero que cierta
mente no es necesario que lo sea. 17 Necesario es lo que siempre
19
·I
i I
I
I,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Ei of: lioTm ~Ev ovK e~ 6:v6:yKf)S 8e, 6:J.n8ovs I ovTos Tov 1iom8at
vav~axiav, OVK el; 6:v6:yKTJS OE, EVDEXO~EVWS OTJAOVOTL. I Ei OE
EVOEXO~EVWS , OVK avatpEITat TO EVOEXO~EVWS TLVa yEveo8at VTIO
Tov 1 n6:vTa yivw8at Ka8' Ei~apl-LEVTJV. D6:f.tv yap Kal TovTo I
15 01-lOV ~EV natl,;6vTWV 01-lOV OE ayvoOVVTWV TIEpl wv Myovmv.
0VTE yap TIOV TO I el; avayKTJS ytyvo~EVOV avayKalov, E'l YE TO
I-LEV avayKaiOV aiotov, TO OE el; I 6:v6:yKT]S ytvo~EVOV {m' allTOV TOV
yivw8at TotovTov dvat KEKWAVTat, ovTE I To ci:l;iwl-la To TOVTO
Myov avayKalov, E'l YE 1-lfJ TO {m' UVTOV GT]IlaLVOl-lEVOV I TOLOVTOV.
Ov yi:xp nov ci:l;iw~a, EV c:;J TO avayKaiov TIEplEXETUl, avayKaiov
20 I i)DT] AEYOI-LEV" ov yap TUVTIJ TO avayKaiov O:l;iw~-ta KpivETal,
6:;\Aa Tc\) l-LTJ I 1-lETUTilTITELV 8vvao8at Eis YJEVOOS el; aATJ8ovs. Ei
Toivvv 1-lfJ 6:vayKaiov, OVOEV I KEKWAVTat aAT]BES ETvat ws TO 'EaTat
avptov vav~axia'. Ei yap ws I avayKaiov AEYOl-lEVOV 8ti:x TfJV TOV
6:vayKaiov npoa8ftKTJV OVK aAT]8Es, Ei I 1-LTJ yivotTO avayKaiov T1J
EOTat, EVGTCxOTJS TiiS avptov, a~lWI-lU TO ·e~ 6:v6:yKTJS YEYOVEVat
vav- 1 ~axiav'. Ei oe e~ ci:vayKTJS, ovK evoEXOI-lEvws. Ka\ yap Ei
20
SOBRE EL DESTINO X
es verdadero; sin embargo, esto deja de ser verdadero cuando se da Ia batalla naval. Si esto no es necesario, tampoco se dad. por necesidad lo significado por esto, a saber, que habra una batalla naval. 18 Y si se dara, pero no por necesidad, entonces, siendo verdadero que habra una batalla naval pero no por necesidad, es claro que se dara de manera contingente; y si se da de manera contingente, entonces, que ciertas cosas se den de manera contingente no se elimina por el hecho de que todas se den segun destino. En efecto, tambien esto, a su vez, es propio, al mismo tiempo, tanto
de quienes juegan con lo que dicen como de quienes lo ignoran. Pues ni todo lo que se da por necesidad es necesario -si es verdad que lo necesario es eterno y lo que se da por necesidad est:i impedido de ser tal por el mismo hecho de llegar a ser-, ni rampoco es necesaria la proposici6n que
afirma esto, si es verdad que lo significado por ella no es asi. En efecto, no decimos de toda proposici6n en que esra contenida lo necesario, que ya es necesaria, pues Ia proposici6n necesaria no se distingue de esta manera, sino por no poder cambiar de verdadera a falsa. Asi pues, si no es necesaria, en nada esta impedida de ser verdadera la pro posicion manana habrd una batalla naval: pues si lo que se afirma
como necesario no es verdadero por el hecho de aiiadirsele "necesario" y si no se vuelve necesario por aiiad!rsele "por necesidad", permaneceria verdadero de man era semejante a lo que se afirma sin esta adici6n. Pero si esto es verdadero, sera verdadero, cuando se haga preseme el dia de manana Ia
proposici6n por necesidad se ha dado una batalla naval, y si es por necesidad, no sera de manera contingente. En efecto,
20
li ' I I
I
'·· I I .,
I
I !I . ~I ,,·. i I i
I
~- ~- l
I
178
10
15
20
ALEJANDRO DE AFRODISIA
c'x:hn6es eoTt To 1 'avptov eoTat vav11axla', c'xel yeveo6at vav11axiav
Ka6' eillapllevnv eoTat, e'l ye l navTa Ta ytv611eva Ka6' EillaPilEvnv.
'A:h:h' ei Ka8' eillapllevnv, c'xnapaf>a- I nus, ei d)'> c'xnapaf>anus,
ovK evoexETat llfJ yeveo8at, 8 oi: ovK evoexETat I llTl yeveo8at, TovTo
aovvaTOV llfJ yeveo8at, 8 OE aowaTOV llfJ yeveo8at, I nws oT6v TE
TOVTO Myetv evoexeo8at Kal llTJ yeveo6at; T 0 yap aovvaTOV I llTJ
yeveo6at avayKatOV yeveo6at. navTa apa Ta Ka6' EtllapllEVnv
ytv6- l !lEVa es avayKnS EoTat KaT' aVTOVS , aAA' ouxl Kal
evoexollEVW), ws na[- I (,oVTES Myovotv. I
XI 'AKO:hov8el oe Ti;) navTa Ta ytv611eva npoKaTa[3e[3:hnllevats
Kal wpto- I llEVats Kal npovnapxovoats Ttolv aiTtat) Eneo8at TO
Kal f>ovAeveo8at Tovs 1 c'xv6pwnovs 11aTnv nepl Twv npaKTewv
auTOl). Ei OE TO !3ovAeveo6at 110- I Tnv, llOTnv <ixv> 8:v6pwnos
eYn [3ov!.evTtK6<;. KaiTot ei 11noev 11aTnv i] 1 <pvms note! Twv
nponyovllevwv, TO oi: [3ov:hevTtKov eTvat (,c;:>ov Tov O:v- I 6pwnov
nponyoVIlEVW) uno Tiis <pVOEWS, aAA' ov KaT' enaKOAov6nlla I Tt
Kal OVIlnTWila TOl) nponyovllEVW) ytVOilEVOt) y[votTo, ovvayotTO
av <To> llfJ I eTvat llOTnv TOV) av6pwnovs [3ovAEVTtKOV).
"OTt 81: To f>ovAeveo6at llaTnv I naVTwv ytVOilEvwv £1;
avayKnS, p~OtOV yvwvat TT]V TOV [3ov:heveo6at xpe[av I ei86otV.
'OilOAoyeiTat ol'j npos cmaVTWV TO TWV aAAWV (,c.\lwv TOV 8:v6pw
l nov TOVTO napa Tij) <pvoews exetv nA.Eov TO llfJ OllOlW) EKElVOt)
Tais <pav- I Tao[ats Eneo6at , aAA, EXEtV nap' auTij) KptTfJV TWV
npoomnTovowv <pav- I Taotwv nep[ Ttvwv ws aipETwv TOV
21
SOBRE EL DESTINO XI
si tambien es verdadera la proposici6n manana habrd una batalla naval, siempre sera segun destino que se de una batalla naval, si es verdad que todas las casas sedan segun destino. Sin embargo, si se dan segun destino, se dan inalterablemente; y si sedan inalterablemente, noes contingente que nose den; y lo que no es contingente que no se de, es imposible que no se de; pero en cuanto a aquello que es imposible que nose de, ~como es posible decir que es contingente que tambien eso no se de? , porque lo que es imposible que nose de, es necesario que se de. Por lo tanto, segun ellos, todas las casas que se dan segun destino seran por necesidad, pero no tambien de manera contingente como infantilmente aflrman.
XI Que los seres humanos tambien deliberen en vano acerca de las cosas que ellos deben hacer, se sigue del hecho de que todas las casas que se dan habran de seguir a ciertas causas antepuestas, determinadas y preexistentes. Y si deliberar fuera vano, el ser humano serfa en vano capaz de deliberar. Aunque, si la naturaleza no hace en vano ninguna de las casas principales, y si el ser humano es principalmente un animal capaz por naturaleza de deliberar (y no como mera consecuencia fortuita de casas que sedan principalmente), se sigue el hecho de que los seres humanos no son en vano capaces de deliberar. 19
Ahara bien, que sea vano deliberar, si todas las casas se dan par necesidad, es ficil saberlo para los que conocen Ia utilidad de la deliberaci6n. Todos estan de acuerdo en que el ser humano es par naturaleza superior a los demas animales en que, a diferencia de elias, no es arrastrado par sus impresiones, sino que tiene, por ella, un razonamiento critico de las impresiones que le acaecen acerca de ciertas casas que deben elegirse,
21
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Myov, 0 xpwwvos, Ei IJEV e!;nai,;61JEVa I Ta <paVTaoBeVTa, oTa
TT]V apxr]V E<pOVT], Kai EOTl, ovyKaTaTi8nai TE Tlj I <pavTaoiq:
Kai o{hws IJETElOlV atJT6:, Ei OE 6:1-.1-.oia <paiVETal il &.Ho Tl av
I aipETWTEpov, EKEtVO aipEtTal KaTaAEhrwv TO TTJV apxiJv ws
aipnov atnc:;J 1 <pavev. Dol-.1-.a yovv Tais npc.0Tms <paVTaoiats iJIJiv
25 ai-.Aoia oQ!;aVTa OVKET' I EllElVEV ETTi TiiS npoAi]\I)EW) eMy!;aVTOS
avTa TOV l-.6yov. !:::.tonpaxBeVTa I &v OaOV ETii TlJ avTWV YEVOIJEVIJ
<pavTaoiq: [YEVOIJEVTJ], ota To [3ovAE\Joao8m I mp\ avTwv ovK
enpaxBTJ, n11wv Tov TE [3ovl-.evoao8at Kai TiiS aipeoEws I Twv EK
TfiS [3ovMis oVTwv Kvpiwv.
!:::.to TovTo yovv ovTE TIEpi Twv O:toiwv 1 [3ovl-.ev611e8a ovTe mp\
30 TWV OIJOAoyOVIJEVW) ytVOilEVWV e!; O:vayKT)) , C>Tl I llf)OEV iJIJiV EK
Tov mp\ aliTwv [3ovl-.evw8m neptyivnm nMov. 'AI-.1-.' ovoi: I nepi
Twv e!; O:vayKT)S 111:v 1-1iJ ytvo11evwv, en' &.1-.1-.ots oe Ttmv ovTwv
[3ov- I AEVOilEBa, OTt llT]OE alTO TiiS mp\ EKEivwv [3ovl-.fis O<pEAO) Tl
TJIJlV" an· I oval: mp\ TWV TJillV !lEV npaKTWV, napEAT)AVBOTWV
179 oi: [3ovAEVOIJE8a, OTt I llT]OE Tlj mp\ TOVTWV [3ovAl] TIAEOV Tl
TJillV yivETal. BovAEVOilEBa 51: I mp\ llOVWV TWV v<p' fJilWV TE
TipaTTOIJEVWV Kai llEAAOVTWV, oijl-.ov ws I Ei,;OVTE) Tl Ota TOVTOV
nl-.eov Eis Tftv alpwiv TE w\ npa!;tv avTwv. Ei yap, I ev oTs ovoi:v
fJIJtV ni-.Eov EK Tov [3ovAEVE08at <Tov [3ovl-.evoao8at> avTov 116vov I
TIEptyivnm, ov [3ovAEVOIJE8a, oijl-.ov ws, i:v oTs [3ovAEVOIJE8a, ni-.Eov
22
SOBRE EL DESTINO XI
usando el cual, si, al ser examinadas, las casas que causaron sus impresiones parecen tal y como le parecieron al principia, y lo son, asiente a la impresi6n, y de este modo sigue a las casas que Ia causaron; en cambia, si le parecen distintas, 0 alguna otra cosa le parece mas elegible, elige esta, abandonando lo que al principia le pareci6 elegible. 20 En todo
caso, muchas cosas que nos paredan distintas en primeras impresiones, una vez que el razonamiento las refut6, ya no permanecen en nuestra preconcepci6n. Por eso, si bien ha
brfan sido realizadas en la medida en que se dio la impresi6n que de elias se tiene, no se realizaron por haber deliberado acerca de elias, si es que nosotros tenemos el control tanto de haber deliberado como de la elecci6n de aquellas casas que proceden de Ia deliberaci6n.
En todo caso, por esto no deliberamos acerca de las casas eternas ni de las que, de comun acuerdo, sedan por necesidad, porque no nos surge ningun beneficia del hecho de deliberar acerca de ellas. Pero tampoco deliberamos sabre las casas que, no cLi.ndose par necesidad, dependen de otras personas, porque no obtenemos ninguna ventaja de Ia deliberaci6n sobre elias. Asimismo, tampoco deliberamos acerca de las casas que podemos realizar una vez que han ocurrido, porque tampoco
conseguimos ninguna ventaja de la deliberaci6n sabre ellas. Deliberamos solamente acerca de las casas futuras y realizables por nosotros, siendo daro que obtendremos alguna ventaja de su elecci6n y realizaci6n. En efecto, si no deliberamos sabre las casas de las cuales, del solo hecho de haber deliberado, nada obtenemos por haber deliberado, es evidente que, sobre las casas que deliberamos, deliberamos acerca de elias si obte-
22
ALEJANDRO DE AFRODISIA
n E~OVTES I EK Tov l3ovJ..eveo8m napa Tol3ovAevoao8at 13ovJ..ev61Je8a
mpt avn0v, ETTEt aUTO I ye Tol3ovAEvoao8at neptyivETal Kat nept
TWV aAAv.:>V 13ovAEVOIJEVOIS nept I wv npoetpJ1Ka1JEV.
Ti noT' ovv TO TTEptytVOIJEVOV EK Tijs 13ovAfis: To EXOV- I
Ta) tlllOS E~ovoiav Tij) aipeaews TWV npaKTEv.:>V, 8 OVK av 10 enp6:i;a1JEV llTl I 13ouAEVOCxiJEVOI Tc\) aAAO npa~at av OICx TO eTI;at
Tfj npooTTEOOVOlJ <paVTaoic;t , I TOVTO aipeTc:nepov uno J\6yov
<pavev aipeio8ai TE Kat npaTTEtv np6 i:Kei- 1 vov· 8 yivotT' &v, ei
l.ltl ml:vTa npaTTOJ.lEV KaTT)vayKaOIJEVv.:>). Ei oi; e'in- 1 IJEV n6:vTa
a npaTTOIJEV npaTTOVTE) Olcl Ttvas aiTias npoKaTaj3ei3AT)!lEVa)
ws I !ll)OE!liav EXEIV i:~ovoiav TOV npa~at TOOE Tl Kat lltl, aAA'
15 a<pv.:>plOIJEVv.:>) I EKaOTOV npaTTEIV wv npaTTOIJEV, napaTTAT)Olv.:>)
Tc\) 8ep1Ja[vovTt nvpt Kat I Tc\) Ai8C¥ Tc\) KaTv.:> <pepOIJEV<+J Kat Tc\)
KaTa Toii npavovs KvAtOIJEVC¥ KvA[v- 1 opC¥, Tt n>-.Eov iJiliv eis
TO npaTTEIV EK TOV 13ovAevoao8at nept TOV npa- I x8T]OOIJEVOV
yivETm: "0 yap &v brpa~a!lev llTl j3ovJ..evoa1Jevot, ToiiTo Kal 1 !lETa
TO j3ovAEVOao8at npaTTEIV avayKT], WOT' OVOEV tllllV TIAEOV EK TOV
20 I l3ovJ..evoao8m avToii Tov l3ov.Aevoao8at neptyivETat. 'AAAa lltlV
TOVTO Kal I ETTl TWV <OVK> E<p' iJiliV OVVcliJEVOITTOIElV ws axpTJOTOV
ov nap!JTOVIJE8a. I "AxpTJOTOV &pa TO 13ov.Aevoao8at Kat e<p' wv
avTc\) ws Tl XPJlOIJ.lOV tllllV I TTOPEXOIJEV<+' XPWI.IE8a.
~w, e\'nno To IJciTT]v iJ1-1iv uno Tfis <pvoews To l3ov- 1 .AevTtKois
eTvat oeo6o8at. ~w. npooTE8EVTOS TOV avTois ye TOVTOIS Kat KOI- I
25 vws naotv oxeoov TOt) <piAOOO<J>OVOIV OOKOVVTOS, TOV ).lf]OEV VTTO
23
SOBRE EL DESTINO Xl
nemos una ventaja del hecho de deliberar y aparte de haber deliberado, pues el hecho mismo de haber deliberado resulta mas provechoso para quienes deliberan acerca de las otras cosas que hemos dicho antes.
~Que venraja se obtiene, pues, de la deliberaci6n? Que tengamos el poder de elegir las cosas que debemos realizar pero que no hubieramos realizado sin haber deliberado, porque hubieramos realizado, por parecerse a Ia impresi6n acaecida, una cosa que hubiera parecido a la raz6n preferible de elegirse y de hacerse distinta de aquello que se darfa si no realizamos rodas las cosas necesariamente. Pero, si hicieramos todas las cosas que hacemos por ciertas causas antepuesras sin tener ningun poder para realizar esto o no, sino hacienda de una manera definida cada una de las cosas que hacemos, de man era semejante al fuego que calienta y a Ia piedra que es llevada hacia bajo y a! cilindro que rueda cuesta abajo,2 1 ~que ventaja obtendrfamos, en cuanto al actuar, de haber deliberado acerca de lo que habrfa de hacerse?, pues serfa necesario que hicieramos, incluso despues de haber deliberado, aquello que hubieramos hecho sin haber deliberado, de manera que, por haber deliberado, no obtendrfamos ninguna ventaja del solo hecho de haber deliberado. Ademas, pudiendo hacer esto aun en el caso de las cosas que no dependen de nosotros, lo rechazadamos puesto que seda inutil hacerlo. Por tanto, es inutil haber deliberado aun en los casos en que utilizamos el deliberar como algo que nos proporciona cierta utilidad.22
De esto se seguirfa que en vano nos habda sido dado por la naturaleza el ser capaces de deliberar; a lo cual, si se afiade el parecer de ellos mismos y, en general, de casi todos los fil6-
23
1•.
i •
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TiiS <pvoews yivea8m IJCxTT]V, O:vatpoiTo &v, ~ e'ITIETO To IJClTTJV
1so TliJCxS eTvm ~ovA.evTtKovs .1 E\'mTo oe TovTo Tel:> Twv TipaTTOIJEVwv
aVTIKEliJEVa. I
XII AvmpoVIJEVOV ol: ws eoeix8n TOV ~OVAEVOao8m KaT' aVTOIJS
Kal Tov Tipax8ii- I vm Kal Tov IJTl TipaxBfivm Kvptot, ovx ETIOIJEVoi
TlOIV e!;w8Ev TliJCxS mpt- I OTOOIV aiTlOl) OVOE EVOIOOVTES avTois, i5
eKeiva &ye1. Kal i] Tipoaipwts , To I Yotov Epyov Twv 6:v8pwTiwv,
mp\ TavT6· i] yap ETil To npoKpt81:v EK Tf\S I ~ovA.fis IJETa 6pei;ews
10 OPIJTl npoa(pEOl). f..to 0\JOE ElTt Tois avayKaiws ytvo- I j..lEVOlS i]
lTpoa(pmts oihe ElTt TOtS 1-liJ O:vayKaiws j..lEV, 1-lTl ot ' Tll-lWV <Ob, I
ot' 1 iJIJwV, wv iJIJETS Kal Tov Tipal;m Kai Tov 1-lTl Tipal;m KvptoL
'0 yap ~ov- I AEVOj..(EVOS TIEpi TlVOS ijTOl lTEpi TOV oeiv a\JTO
TipaTTEtv i] IJTl TipaTTEtv 1 ~ovA.evnat , il oTiovoal;wv ws mpl
15 aya86v Tl SllTEi, ot' wv &v TOVTOV TV- I XOJ• KOV IJEV 6:ovvaTctJ
TWV ovvaTwV IJEV, OVK OVTWV OE en' avTc;>, j..(EVEl OE EV TTJ I mpl TOV
npoKElj..(EVOV STJTTlOEl, EWS &v EVTVxlJ TlVl, oil Ti]v ei;ovoiav aUTOS I
24
SOBRE EL DESTINO XII
sofos, de que nada se da por naturaleza en vano, se eliminarfa aquello de lo cual se seguiria que fueramos en vano capaces de deliberar. Esto se seguiria de no tener nosotros tal poder sobre las cosas realizadas por nosotros, a saber, ser capaces de realizar cosas opuestas.
XII Es perfectamente manifiesto, como se mostr6, que, eliminandose la deliberaci6n como ellos dicen, tambien se elimi
na lo que depende de nosotros. En efecto, todos aquellos que no esdn sujetos a una postura, aceptan que lo que depende de nosotros es lo siguiente: aquello sobre lo cual tenemos el control tanto de que se haga como de que no se haga, no siguiendo a cicrtas causas cxternas que nos circundan ni tampoco cediendo a ellas del modo en que ellas nos conducen. Asimismo, la elecci6n -funci6n propia del ser humano- atafi.e a lo mis
mo. En efecto, es elecci6n el impulso acompafi.ado de deseo hacia lo que sc ha preferido a partir de una deliberaci6n.23
Por csta raz6n, la clccci6n no atafi.e ni a las cosas que se dan necesariamente, ni a las que se dan no necesariamente pero no a traves de nosotros. Pero ni siquiera se da en todas las cosas
que ocurren a traves de nosorros, sino en aquellas que se dan a naves de nosotros y sobre las cuales tenemos el control de hacerlas o no hacerlas.
En efecto, quien delibera sobre algo, o bien delibera sobre si es preciso hacerlo o no, o bien, en relaci6n con algun bien en particular, busca dar afanosamente con las cosas por medio de las cuales lo conseguiria. Ademas, si, en Ia busqueda, encuentra
algo imposible, se aparta de ello, asf como tambien se aparta de las cosas posibles pero que no dependen de el, y permanece en la busqueda en torno a lo que se propuso, hasta que se encuen-
24
ALEJANDRO DE AFRODISIA
EXEIV TIETIElOTat, !-lEe' 8 navoa 1-lEVO) TOV [3ovAeveo8at W) avayaywv
TfJV I SrlT'lOIV i:<p' [ avT6,] 8 EOTIV apxi] TWV npa!;ewv, &pXETal
20 TfiS npos TO npo- I KEll-lEVOV npa!;ews. rivETat OE Kal n srlT'lOl)
avn;:> W) i:sovo(av EXOVTl TOV I npaTTElV Kal Ta clVTlKEl!JEVa.
Ka8 ' eKaoTov yap Twv uno Ti]v [3ov:\f]v r) I srJT'latS [3ov:\evo1JEV~
y(vETat, n6Tepov TovTo f\ To avTtKEt!JEVov miT(\lnpa- I KTeov !JOt,
Kav navTa A.Eyl] yiveo8at Ka8' Ei~-tap!JEVrtv. 'EA.Eyxet yap r) i:v TOt) I
npaKTOt) aAr]Beta Tas mpl aUTWV fJI-lOPTTtiJEVaS M!;as· ilv lT AOV'lV
25 KOIVW) nav- I Tas av8pc.0novs VTIO TfiS <pVOEWS TIETIAavijoBat TIWS
OUK aTOTIOV Myetv;
"OTt I yap TaVT'lV exetv TfJV i:!;ovoiav i:v TOtS npaKTOtS
npoEtAr]<paiJEV, W) ovva- I o8at aipetoBat TOclVTtKEliJEVOV, Kat l-ID TICxV
8 aipov!-leBa exetv npoKaTa- I [3e[3:\rwevas aiTias, ot' O:s ol!x oT6v
TE fJIJCxS 1-tiJ TOVTO aipEt08at, iKavl']l OEti;at Kat fJ ETit TOtS aipe8EtotV
3o ytvo~-tevrt noAAaKtS IJETavota. 'Ws yap i:vov 1 n~-tTv Kal~-tiJ l]pfio8at Kal
1-lfJ TIETipaxevat TOVTO IJETaVOOVIJEV TE KOtiJEI-l-1 <pOIJE8a avTOt) Tf;)
nepl TfJV [3ov:\i]v 6:\tywpias. 'AHa Kuv &Hovs '{ow~-tev I 1-lfJ KaAws
lSI nepl Twv npaKTEwv OtaAaiJ[3avovTa), KaKeivots i:mKaAOv!JEV ws
I Cx!lapTavovotv, astOVIJEV OE OV!l[30VAOt) TOlOVOOE xpfio8at Ws
i:q>' rll-ltV ov 1 To TE napaAa!-l[3avetv allTots ov~-tf3ov:\evoavTas ill-In
napaAallf3avetv Kal To 1 npa!;at &v Ota Ti]v Twv TotoliTwv napovoiav
Kal &Ha Ttva Kal1-1il TavTa 1 8: npaoooi-IEV.
25
SOBRE EL DESTINO XII
tre con algo sabre lo cual el este convencido que tiene poder. Despues de esto, habiendo cesado de deliberar, puesto que, segun el, ha reconducido la busqueda a aquello mismo que es el principio de las acciones, inicia la acci6n hacia lo que se propuso. Sin embargo, el realiza la busqueda en la creencia de que tiene poder de hacer tambien las cosas que son opuestas. En efecto, para quien delibera, y aun cuando afirmara que todo sucede segun destino, la busqueda es, en torno a cada una de las cosas que caen bajo su deliberaci6n, la de si "debo hacer esto o su opuesto". En efecto, la verdad en las cosas practicables refuta a las opiniones err6neas sobre elias. <Como noes absurdo afirmar que rodos los seres humanos en comun han cometido por su naturaleza este error?24
En efecto, que suceda muchas veces que cambiemos de idea respecto de las casas que elegimos, es prueba suficiente de que asumimos de antemano que en las casas practicables renemos el poder de ser capaces de escoger lo opuesto, y que no rodo lo que escogemos tiene causas antepuestas por las cuales no es posible que no escojamos tal cosa. En efecto, nos arrepentimos de nuestra negligencia en la deliberaci6n, y nos Ia reprochamos, porque suponemos que esta en nosotros no haber escogido eso y no haberlo hecho. Sin embargo, cuando vemos que otros no distinguen correctamente acerca de las casas que deben hacerse, tambien a ellos les reprochamos que se equivocan, y consideramos que tales personas se valen de consejeros, bajo el supuesto de que depende de nosotros adoptar o no a quienes nos aconsejaron realizar, debido ala presencia de tales personas, no las cosas que de hecho realizamos, sino otras distintas.
25
ll
il II
I. I \ill
ALEJANDRO DE AFRODISIA
'A "'A/..· <:STt !JEV TO e<p • fJIJIV brt TO\JTWV KaTflyopeTTat, wv i;v I fJIJIV
n i;sovo(a TOU EAE08at Kat TO clVTIKEliJEVa, yvc0pt!JOV ov Kates av- I
Tov, iwva vTio!Jvf\oat Kat Ta Tipoetpfl!JEVa.l
XIII TototJTou 8' OVTO) m1Tov, TO I IJEV DEtKVVVat TOVTO
crwi:,;61JEVOV KaTa TOV) m1vTa MyovTa) y(vm8at Ka8 ' I Ei!Jap!JEVflV
OVDE ETIIXEtpovmv n']v apxi]v ('iaamv yap EYXElpi]ooVTE) a8vva-l
10 Tots) , ws DE eTit Tfis TVxfls &t..t..o Tl ofjl..latv6J,levov vTToBevTEs T0 Tfis
TVXflS I 6v6J,laTl TiapayEtV TTEtpwvTat TOV<) aKOVOVTa<; aVTWV ws
crc01:_;ovTE<) Kat aVTOt I TO cmo TVXflS y(vm8a( T!Va, o\hws DE Kat
ETil Toil e<p' fJIJIV Tiotovotv. 1 'AvatpovvTE<; yap TO €f;ovo(av exetv
TOV &v8pwTIOV Tij<; aipEOEWS TE Kat Tipa- I sews TWV clVTlKEl!JEVWV
Myovmv E<p ' fJIJIV eTvat TOytVOIJEVOV [Kat] bt ' fJ!lWV. I
15 'ETIEt yap, <paoiv, TWV OVTWV TE Kai ytVO!lEVWV a\ <pVOEl<) ETEpa(
TE Kat I Dta<popot (ov yap ai avTat TWV E!l\jJlfxWV TE Kat TWV
cl\jJVXWV, at..A' OVDE I TWV EIJ\jJVXWV cmaVTWV ai avTat TiclAIV" ai
yap KaT' eT8o<; Twv ovTwv 8ta- I <popat Ta<; Twv <pvcrewv avTwv
Dta<popas DEIKVVOVatV), yivETOIDE Ta v<p' I EKclOTOV ytVO!lEVa KaTa
20 Ti]v oiKe(av <pvmv, Ta IJEV vTio /..i8ov KaTa Ti]v I /..(8ov, Ta 8 ' t.mo
Tivpos KaTa Ti]v 1rvpo<; Kat Ta v1ro l:_;~ov KaTa Ti]v 1 [v1ro] l:_;~ov ,
OVDEV !lEV TWV KaTa TfJV oiKeiav <pVOIV v<p' EKCxOTOV ytVO!lE- I vwv
5Vvacr8a( <pamv aAAWS EXEIV, a/../.. ' EKaOTOV TWV ytVO!lEVWV vTI '
aVTWV I y(veo8at KaTfjvayKaO"!lEVW<), KaT' avayKflV OV Ti]v EK
26
SOBRE EL DESTINO XIII
Siendo algo evidente por si mismo, tam bien las cosas dichas aqui bastan para recordar que lo que depende de nosotros se predica de aquellas cosas sobre las cuales tenemos el poder de elegir tambien las opuestas.
XIII Siendo esto asi, ellos no intentan, ni siquiera en prin
cipia, demostrar que lo que depende de nosotros se preserva por quienes afirman que rodo se da segun destino, pues saben que emprenderian cosas imposibles. Mas bien, asi como en el caso del azar postulan para el termino "azar" un significado distinto y, en la creencia de que ellos preservan el hecho de que ciertas cosas se dan por azar, buscan desorientar a sus oyentes,
asi tam bien proceden en el caso de lo que depende de nosotros. Pues eliminando el poder que tiene el ser humano de elegir y de hacer cosas opuestas, aflrman que depende de nosotros lo que se da a traves de nosotros.
En efecto, aflrman, puesto que las naturalezas de los seres y de las casas que se dan son distintas y diversas (en efecto, no son las mismas las naturalezas de los seres animados y las de los inanimados, pero a su vez tampoco son las mismas las de todos los animados, pues las diferencias espedflcas de los seres revelan las diferencias de sus mismas naturalezas),25 las cosas
que sedan por cada uno de los seres, sedan segun su naturaleza propia: las que sedan por la piedra, segun lade la piedra,
las que se dan por el fuego, segun la del fuego, y las que se dan por el animal, segun la del animaJ.26 Dicen que ninguna de las
casas que se dan por cada uno de los seres de acuerdo con su naturaleza propia, puede ser de otro modo, sino que cada una de las cosas que se dan por ellos se da necesariamente, pero de acuerdo con la necesidad que procede, no de la coacci6n, sino
26
ALEJANDRO DE AFRODISIA
f3ia<;, aAi\' EK TOU llfJ I owaa6at TO oi) lTE<pVKO<; OVTWS (OVTWV TWV
25 lTEpteaTC::>TWV T0\0\JTWV < ws> I aovvaTOV aunt> 11TJ lTEplEOTavat)
TOTE aAAWS lTWS Kal 1-lfJ OVTWS KIVfJ8fivat. I Mf}TE yap TOV Ai6ov,
ei alTO \Aj.lovs a<pe6eifJ TIVOS, ovvaa6at 1-lfJ <pepea6at I KaTW llfJOEVOS
El-lTiooi/;oVTos · T0 <yap> f3apvTfJTa I-lEV exetv auTov ev atJT0,
I TaVTfJV o' eTvat <Ti)v> TfiS TOiaVTfJS Ktvf}oews KaTa <pvotv
<aiTiav>, OTav Kal Ta I et;w6ev ahta Ta npos TfJV KaTa <pVOIV
30 KlVfJOIV T0 AlB(;) OUVTEAOVVTa napij, I es avayKfJS TOV i\i6ov ws
182 lTE<pVKEV <pEpE08at· (mxvTWS o ' aUT0 Kal es I avayKfJS napelvat
Ta0Ta Ta a'iTta, ot' 8: KlVEITat TOTE) ou 1-lOVOV 1-lfJ I OVVCxl-lEVOV 1-lfJ
KIVETo6at TO\lTWV [1-ln] nap6vTwv, aAAa Kal et; avayKfJS Kl- I velo6at
TOTE, wl yivea8at TfJV TotaVTfJV KlVfJatV vno TfiS El!-lapiJEVfJS ota I
TOV Ai6ov· 6 o' aUTOS Kal en\ TWV aAAWV A6yos. 'Ws OE en\ TWV
cli.JIVXWV I EXEl, OVTWS OE Kalen\ TWV ~;c.;:,wv EXEIV <paaiv . ETval yap
TlVa Kal TOT<; I ~;c.;:,ots KlVfJOIV KaTa <pvmv, TaVTfJV o ' eTval TfJV Ka8 '
6p1-1r\v· m:Xv yap I /;0ov ws l;c+>ov KlVO\JIJEVOV Ktvela6m < TiJv> Ka6'
6p1-1nv KivT]mv vno TfiS 1 eliJapl-lEVfJS ota l;c.;:,ov ytvol-lEVfJV.
Ol!Tws OE TOVTWV EXOVTWV, Kal ytVOI-lE- I vwv vm'nfis Eti-IOPI-IEVT]S
10 Ktvf}oewv TE Kal evepyetwv EV T0 KOOI-IC;J TWV I I-lEV Ola yfis, &v
o{hw TVXlJ, TWV OE ot ' O:Epos, TWV OE Ola nvpo<;, TWV OE I ot' aAAov
Ttv6s, ytVOI-lEvwv oe Ttvwv Kal ota l;c.;:,wv (TotavTat oe al Ka6' I
27
SOBRE EL DESTINO XIII
del hecho de que lo que esta naturalmente constituido de determinada manera no es capaz de ser movido en ese momenta de alguna otra manera y no de esa, al darse ciertas circunstan
cias, las cuales es imposible que no se den en elY Ni siquiera la piedra, en efecto, si es tirada desde cierta altura, es capaz de no moverse hacia abajo cuando nada se lo impide, pues, en virtud de que tiene peso en sf misma (y esta es la causa natural de este tipo de movimiento), cuando tambien estan presentes los factores causales externos que cooperan con la piedra para su movimiento natural, es necesario que la piedra se mueva cual debe por naturaleza. Es absolutamente por necesidad que estan presentes en ella estas causas por las cuales se mueve en ese momenta: no solo no es capaz de no moverse estando estas presentes, sino que tambien es por necesidad que se mueva en ese momenta, y que tal movimiento se de por el destine a traves de la piedra. ZH El mismo argumento tam bien se a plica a
las demas casas. Tal como es en el caso de los seres inanimados, afirman, asf tam bien lo es en el caso de los animales. En efecto, tambien los animales tienen cierto movimiento natural , y este
movimiento es segun el impulse, pues en todo animal que se mueve como animal, el movimiento segun el impulse es pro
ducido por el destine a traves del animal. Siendo las casas de esta manera, y siendo que de los mo
vimientos y las actividades que se dan por el destine en el cosmos, algunos resultan darse a traves de la tierra, otros a
traves del aire, otros a traves del fuego , y otros a traves de alguna otra cosa, mientras que otros mas tambien se dan a traves de los animales (tales son los movimientos segun el impulse), afirman que los movimientos que sedan par el destine
27
I I
I '!
15
20
25
ALEJANDRO DE AFRODISIA
ElTt I IOlS S~OIS ElVal Aeyoumv, 01-lOlWS 8e ws npos 10 avayKaiov
Kat KaB' 6pl-lfJV KlVT)OIV es avayKT)S I othw TIWS evepyeTv. cht 8e
ai<lav, IUVIT)V I-lEV en\ lOtS l;;~OIS AEyoumv, OVKEII 81: EKElVWV I
XN"EVEOII 8' 6pav, I ei <av<a AEyovns owi;;oumv <as KOtvas
lTEpt IOU f:<p ' iJI-ltV naVIWV I av8pwlnwv npoAft\jJEIS. 01 yap
yap 10 IOIOVIOV eTvat 10 E<p' iJI-ltV 1TE1TIOIEV06al evBwoumv IOU)
ES I avayKT)S TiaV<a ylvea6al AEyonas. Ol 8e 8eov av<68ev 1-lfJ
owi;;eo6at AE- I yetv Kat IOU 1-lfJ owi;;ea6al l;;nnTv IE KatnapexeaBat
<as al<las , ElTEt I IOVIO ewpwv nav<anaatv 8:8ol;6v II OV Kat
28
SOBRE EL DESTINO XIV
a traves de los animales dependen de los animales, y que estos movimientos se relacionan con lo necesario del mismo modo
en que lo hacen todos los demas, en virtud de que tambien en el caso de estos movimientos las causas externas deben por necesidad estar presentes en ese momenro, de manera que los animales, de algun modo parecido, Bevan a cabo por necesi
dad el movimiento a partir de si mismos y segun el impulso. Dado que estos movimientos se dan a traves del impulso y del asentimiento, mientras que, de aquellos, algunos se dan a
causa del peso, otros a causa del calor y otros segun alguna otra causa, ellos afirman que estos dependen del animal, pero que cada uno de aquellos ya no depende: uno, de Ia piedra, y, el otro, del fuego. Y tales su doctrina sobre lo que depende de nosotros, por decirlo en pocas palabras.29
XIV Es posible percibir si, al afirmar estas cosas, ellos preservan las preconcepciones comunes de todos los seres humanos sobre lo que depende de nosotros. Porque, quienes les
reprochan como, si rodas las cosas son segun destino, es posible preservar lo que depende de nosotros, se lo reprochan no solo considerando el termino "lo que depende de nosotros", sino tambien aquello que es significado por el termino "lo que
esra en nuestro poder". En efecto, gracias a que creen que lo que depende de nosotros esra en nuestro poder, ellos corrigen a quienes afirman que todo se da por necesidad. Pero, debiendo
ellos decir inmediatamente que nose preserva lo que depende de nosotros, y debiendo buscar y exponer las causas de que no se preserva, cuando vieron que esto es alga absolutamente paradojico y que muchas de las cosas que ellos sostienen correrian Ia misma suerte que lo que depende de nosotros, mos-
28
ALEJANDRO DE AFRODISIA
aTOTia, I ooa ETIETal TOt) !-l118EV E<p' Tll-llV ElVal J..Eyovmv.
TavTa 8E J..EyovTa) av- I TOV) TIPWTOV !-lEV &v CxiTUITT'joat
183 Tl) evA.6yws, Ti 8i} TIOTE &A.A.wv 8t' &A.A.wv I ytVO!-lEVWV ViTO Tiis
Ei!-lap!-lEV11S , Kal 8ta Tfis oiKeias cpvoews Twv ovTwv I i:KaoTov
Tfj) Ell-lOPI-lEV11) 6vepyov011) , ETil !-lEV TWV &A.Awv ov8evos TO ETI"
I avTois eTvat KaT11yopoiimv, ETit 8E TWV s~wv 1-lOVOV. !1t ' a yap
A.eyovmv I ETit Tc:1J S~ctl TO 8ta TOV s~ov ytVOI-lEVa, TaiiT' EVEOTL
Kal e;r\ Twv &A.Awv 1 i:KaoTov A.eyetv. 'Em\ yap ovK &A.A.ws <av>
yevotTO Ta 8ta TOV s~ov ytVO!-lEVa , I i\ OPI-lfJOaVTO) TOV s~ov,
6:A.Aa 8ta TO ovyKaTaTi8w8at !-lEV TO s0ov Ka\ I OPI-lfioat yivETat,
ES c'xvayK11) !-lEV EOO!-lEVa v;r' aVTOV (ovyap oT6v TE &Hws), I T0 81:
10 1-lTl 8vvao8at8t' &.A.Aov TIVO) ij 8ta TOVTOV yeveo8at, 1-1118' aAAc.:J) I i\
'AA.Aa ToiiT6 1 ye Ka\ e;r\ Twv &A.Awv i:KaoTov J..Eyetv EoTtv. 0\.ITe
yap TO 8ta TOV ;rvpos I ytVO!-lEVOV vn' &A.A.ov TIVO) &v yevotTO
o\h' aAAW) 8ta TOV ;rvpos ij I 8ta TOV 8Epl-lfiVa1, waT', em\ 1-1118'
&A.A.ws yevotTO Ta 8ta TOV nvpos I ytVOI-lEVO i\ 8Epl-liJVaVTOS TOV
15 ;rvp6s, Ka\ 8Epl-liJVaVTO) !-lEV aVTOV eoTat, I 1-lTl 8Epl-liJVaVTO) 81: OVK
29
SOBRE EL DESTINO XIV
traron que esto concurre con Ia teoria del destino. Asimismo tienen Ia creencia de que, mediante Ia homonimia, engaiian a sus oyentes de que escapan de las consecuencias absurdas de lo que dicen quienes afirman que nada depende de nosotros.
Pero, a! afirmar ellos estas cosas, en primer Iugar, alguien podria redamarles razonablemente por que, entonces, dandose por destino cosas distintas a traves de cosas distintas, y actuando el destino a traves de la naturaleza propia de cada uno de los seres, aseveran que lo que depende de ellos nose aplica en los demas casos, sino solo en el de los animales. En efecto, es posi
ble decir que los motivos por los cuales afirman que las cosas que sedan a traves del animal dependen del animal, tambien se aplican en el de cada uno de los demas seres. Dado que las cosas que sedan a traves del animal nose darian de otro modo, si el animal no hubiera tenido un impulso, sino que sedan a causa de que otorga su asentimiento y de que tuvo un impulso (pero no habiemlo otorgado su asentimiento, no se dan),30
dicen que estas cosas dependen del animal y que por necesidad se daran por Cl (pues no cs posible que se den de otra manera), y creyendo ellos que aquellas casas depcnden del animal en vircud de que no son susceptibles de darse a traves de alguna otra cosa, excepto a traves de el, y de que tampoco son susceptibles de darse a traves de el de otra forma mas que de esta.
Sin embargo, es posible decir que esto tambien se aplica a cada uno de los demas seres. En efecto, tampoco lo que se d'\
a craves del fuego podria darse por otra cosa ni puede darse a traves del fuego de otro modo mas que a traves del calentar; por lo tanto, dado que no pueden darse de otro modo las cosas que se dan a traves del fuego a menos que el fuego caliente (y
29
ljl
I. ·rll I' I: I' I
.I ,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
EOTal, e'ln &v err\ T~ rrvp\ TavTa. T a 5' atrra I Kal E<p' EKOOTOV TWV
ityEio6at T!AEOV Tt ToTs l;~ot<; btbovat ev ToTs ytvo~(vot<; bt' mhwv
T!apa I TaAAa, 5t ' wv Tl Kal a\JTWV y[vETat, ~T]OEV T!hEOV TOV err'
a\lTWV cmaTW~EVWV 010 TTJV I TOV 6vo~aTO<; KOIVwv[av, ii ws TO
aAAovs anaTaV rrpoatpov~EVWV.
'Err\ 1 TOilTctJ oE EKEivo &v TIS auTwv 8av~aoEIEv , Tl na8ovTE<;
EV TQ op~tj TE I Kal ovyKaTa8EOEI TO E<p' i]~iv <paotv dvat , ot ' 0
Kal 6~olws l:v namv 1 ToTs l;~ot<; TT]povmv auTo. Ou yap To l:<p '
25 i]~iv l:v T~ <pavTaolas rrpooTIE- I OOVOT]<; Eisa[ TE ES eaVTWV TlJ
Toil eKovo[ov KaTaOKEvaoTtKov TE Kal oetKTtKov. Ou I ~i]v TauTov
ToTe eKOvmov Kal To e<p' i]~iv. 'EKOvmov ~Ev yap ToES 1 6:[3taoTov
KaTa f..oyov TE Kat Kplotv ovyKaTa6Eoew<;. ll.to e'( Tt ~Ev l:<p" i]~iv ,
3o TovTo 1 Kal eKOvotov, ou 1 .. n'1v rrav To eKovmov e<p' i]~Tv. 'EKOvolws ~Ev
yap Kat TO I &A.oya l;~a ooa KaTCx Ti]v op~r)V TE Kal ovyKaTa8EotV
Ti]v EV aUTOi<; I lTOIEl, TO OE err' aUT~ Tl efvat TWV ytvo~EVWV vn'
30
SOBRE EL DESTINO XIV
calentando el, se daran, y no calentando, no se dad.n), estas cosas dependerfan del fuego. Tambien sera posible decir las mismas cosas en el caso de cada una de las demas entidades. 2Por que, pues, es preciso extenderse, si ya esra comprendido lo anterior? Acerca de su uso de los terminos no hay reproche. Mas bien, creer que se otorga, en las casas que se dan a naves de ellos, alguna ventaja a los animales sabre las demas entidades a traves de las cuales alga que les es propio tambien se da, sin conservarles ninguna otra ventaja mas que el termino "depende de ellos", eso es lo que debe reprocharseles, o bien
porque se engaiian a si mismos, porque el termino es comun, o bien porque eligen engaiiar a los demas.
Mas aun, alguien podrfa extraiiarse de la siguiente carac
teristica de su postura: 2por que dicen que lo que depende de nosotros se da cuando nos vemos afectados en el impulso y en el asentimiento, por lo cual preservan asimismo lo que depende de nosotros en todos los animales? En efecto, lo que depende de nosotros no radica, al ocurrir una impresi6n,
en ceder o en tener, por la impresi6n, un impulso a partir de sf mismo hacia lo que aparece; mas bien, esto seria quiza preparative e indicative de lo voluntario. Pero ciertamente no es lo mismo lo volunrario y lo que depende de nosotros. 31 En
efecto, voluntario es lo que se da a partir de un asentimiento
no forzado, pero depende de nosotros lo que se da con el asentimiento que va de acuerdo con la raz6n y la selecci6n.32 Por
ello, si alga depende de nosotros, eso tambien es voluntario, pero, ciertamente, no todo lo voluntario depende de nosotros. En efecto, acn!an voluntariamente incluso los animales
irracionales que actuan segun el impulso y el asentimiento que
30
.I.
·'' I
' .. '1
184
10
15
ALEJANDRO DE AFRODISIA
a0Tov '{o1ov c'xv8pwnov. l TovTo yap eoT1V a~ht;> To ETva1 A.oytK0
TO EXElV ev avTy A.6yov TWV npoom- I TITovowv <pavTaatwV Kat
oA.wr; Twv npaKTEWV TE Kat 1-lfl Kpmiv TE Kat I evpniJv. bto Ta !lEV
&A.A.a ~4>a , & E'IKEt Talr; <paVTaoiatr; 116vatr; , KaT' I mhas EXEl Twv
ovyKaTa6EOEWV TE Kat TWV KaTa Tar; npai;El) opj..twV ai- I Tias, 6
OE &v6pwnor; EXEI TWV npoonmTOVOWV e!;w6EV <paVTOOlWV atJT0
nEpl Twv npaKTewv Kpnnv Tov A.6yov , c:';l xpw!lEVOS EKaOTTJV
atJTWV esn6:- I (,Et, llfl jlOVOV Ei <palVETOl TOlOVTT], 6noia <patVETOl,
aAA.a Kat Ei EOTI. K&v I EVPlJ (,TJTWV KOTO TOV A.Oyov 6:AA.olov atiTllS
TOV <pa[vE06at TO elvat, ov OlOTl I TOlclOE TIS <patVETal ovvexwpT]OEV
a\.;Tij , aAA, ' OTlllfJ Kat EOTl TOlOVTT], I ev[oTaTatlTpos aVTfJV. OVTWS
yovv Kat i]oewv TlVWV <patVOjlEVWV noA.A.6:- I KIS aTIEXETOl, KatTOl
opE!;tv <Exwv> a\nwv , C>Tl 1-lll TOV A.6yov EOXEV TY I <patVOjlEV4J
ovv<xoovTa, 611oiwr; OE Kai OVI..l<pEpovTa <pavevTa Ttva napl]TfJ- I
OOTO, T4> AOY4J TOVTO oQ!;av.
Ei oe To e<p' Jilllv eoTt ev Tij A.oytKij ovyKa- I Ta8eoEt, iiTtS 01a
TOV (3ovAEVE06at yivETat, o\ OE EV Tij ovyKaTa6EOEl TE I Kat opj..tij
<paOlV ETvat , OTl Kai aA.6ywr; y[vnat, oijAOl 01 ' wv A.Eyovatv p<;t6V- I
!lOTEpov nEpi Toil e<p ' n111v otaA.a!l(36:vovT£r; , <oTt> ovTE oTt noT'
EOTtV I avT6, o\hE EV TlVl yivnat, A.Eyovmv. To yap ETVat A.oytK4>
OVOEV &AA.o EOTlV, I n TO apxi]v npai;,EWV eTvat. 'Wr; yap OAA4J
EV aAA4J TO ETvat, Ty 1-lEV scl:>4l I EV T4> opjlT]TlK4>, T4> OE nvpi EV
TY 6.EPil4> TE Kat 6Epj..taVTlKY, UAA4J OE I EV aAA4J, o{hwr; OE T4>
31
SOBRE EL DESTINO XIV
esta en ellos, pero es propio del ser humano que dependa de el alguna de las cosas que suceden por el. En efecto, para el ser humano, el ser racional consiste en tener en sf mismo a la raz6n como discriminadora y descubridora de las impresiones que se forman y, en general, de lo que debe hacerse o no. Por ello, los demas animales, quienes ceden a las solas impresiones, tienen en ellas las causas de los asentimientos y de los impulsos en
cada una de sus acciones. Pero el ser humano tiene a la raz6n como discriminadora de las impresiones que le vienen de fuera,
acerca de las cosas que deben hacerse, usando la cual examina cada una de elias, no solo si aparece de tal modo, sino tam bien si es real. Si en la busqueda racional se da el caso de que descubri6 que su ser es distinto de su aparecer, no cedi6 a ella porque es de este modo, sino que se opone a ella porque no es realmente de tal clase. En todo caso, es de esta manera que a menudo rehu
ye incluso ciertos placeres aparentes, a pesar de que tenga deseo de ellos, porque no tuvo una raz6n que concordara con lo aparente. Asimismo rechaz6 incluso algunas cosas que le parecieron convenicntes, habiendose opinado esto por la raz6n.
Si lo que depende de nosotros radica en el asenrimiento racional, el cual se produce a traves de la deliberaci6n, y ellos afirman que radica, mas bien, en el asentimiento y el impulso, entonces, puesto que tambien se dan irracionalmente, es
manifiesto, mediante las cosas que ellos dicen, al analizar muy descuidadamente lo que depende de nosotros, que no dicen ni que es, cuando se da, ni en que se da. Porque la esencia de lo racional no es otra cosa sino constituir un principia de acciones. En efecto, asi como la esencia de algo diverso esta en algo diverso (la del animal est:i en ser una entidad capaz de tener
31
ltlliOTECA CENTIW. U.N.A.M.
' '
'' i' ' ;
I J
' I
20
25
30
·li ': 185 : i:
,I i
I ,! ,, I ~
:!!
]Iii llij'l
ALEJANDRO DE AFRODISIA
av8pc:m~ EV Tel) AoytKcl), 0 'ioov EOTt TclJ ev avTcl) l apxnv EXElV TOV
Kal EAEa8at Tl Kal ~T'] · Kal TO a\lTO a~<pW , WOTE 6 I TOVTO avatpwv
avatpEI TOV &v8pc.vlTOV.
'EoiKaOlV OE napaAEAOllTOTES TOV I }..6yov ev Tfj op!lfj TO ecp'
fJIJLV Ti8eo8at, on ~TJKET' ev Tel) f3ovf..eveo8at I Myovotv mhols
TO ecp' i]~lv ETvat TIPOXWPEL TO a6cpta~a. 'ETil ~EV yap I Tij) 6p~fis
EXOVOIV AEyEtV TO ETil TOLS S~OlS ETvat Ta YlVOIJEVa Ka8' op!JT']V , I
iht ~n ola TE xwp\s 6p~fis TU ot' a\lTWV ytv6~EVa TIOlELV, Ei o' EV
TC}l I f3ovAEVE08at TO E<p ' T']~!v , EV8EV OVKET' avTOLS ElTIETO TO ~n
ovvao8at Ta I ot ' av8pc:.nrov ytVOIJEVa aAAWS yEvea8at TclJ TOV
&v8pwTIOV OVTa f3ovAEVTl- I KOV ~i] lTClVTa TU ytv6~EVa ot ' aVTOV
f3ovAEV6~evov TiotEiv. Ovyap navTa, 1 & notov~Ev, f3ovAEVaa~Evot
TIOlOVIJEV, CxAAa lTOAAaKlS ~EV , ov ovyxwpovv- I TOS TOV Katpov
TWV npax8fivat OEOVTWV TclJ f3ovAEvaaa8at xpovov , Kal ~n I
f3ovAEVOUIJEVOi TlVa lTOlOV~EV, lTOAAaKlS OE Kal ot' apyiav il Ttva
aAAT]V I a\Tiav. Ei OE Ta IJEV f3ovAEVOUIJEVWV i]~wv , Ta OE Kal llfl
f3ovAEVOUIJEVWV I yivETat, OVKETl xwpav EXEl TO MyEtV TO TU Ola
TOV f3ovAEvE08at ytv6~eva I ElTt TC}l av8pwn~ El Vat TclJ ~n ovvaa8at
aAAWS Tl ot ' a\lTOV yivea6at. I "WaT' , Ei TU ~EV f3ovAEVOa~EVOl ,
Ta OE ~n f3ovAEVaa~EVOl TIOlOV~EV , OVKE8' I othws Ta ot ' i)~wv
32
SOBRE EL DESTINO XIV
impulso, Ia del fuego, en lo calieme y en ser una entidad capaz de calentar, y Ia de otra cosa, en algo distinto), asf tambien Ia del hombre esd. en ser una entidad capaz de razonar, lo cual
es equivalente a tener en sf mismo un principio tanto de elegir algo como de no elegirlo. Y ambos son lo mismo, de modo que quien elimina esto elimina al ser humano.
Sin embargo, al dejar de lado lo racional, parecen ubicar lo
que depende de nosotros en el impulso y, puesto que dicen que para ellos lo que depende de nosotros ya no radica en Ia deliberaci6n, el sofisma tiene exito. En efecto, en lo tocante al impulso estan dispuestos a decir que las cosas que suceden segun impulso dependen de los animales. Porque es imposible que, sin impulso, hagan las cosas que sedan a traves de ellos. Pero si
lo que depende de nosotros radica en deliberar, entonces ya no se sigue de lo que dicen que no sea posible que las cosas que se dan a u·aves del ser humano se den de otro modo, en virtud de que, siendo capaz de deliberar, el ser humano no hace deliberadamcnte todo lo que se da a traves de el. En efecto, no todas las cosas que haccmos, las hacemos habiendo deliberado, sino
que, en muchos casos, no concediendo la ocasi6n el tiempo para deliberar sobre las cosas que deben hacerse, hacemos ciertas cosas sin haber deliberado, mientras que en muchos otros casos, actuamos por pereza o por alguna otra causa. Si algunas cosas se dan habiendo nosotros deliberado sobre elias, y otras, en cambia, incluso sin haberlo hecho, ya no queda Iugar para
decir que dependen del ser humano las cosas que se dan a traves de deliberar, en virtud de que no es posible que algo se de de orro modo a traves de el. Por ende, si hacemos unas cosas habiendo deliberado y, otras, sin haberlo hecho, las cosas
32
' '
~ I 1,i l., I
: I'
i \'
ALEJANDRO DE AFRODISlA
YIVOIJ€Va cnrA.ws yivnat, ws Tix YIVOil€VO 81ix TWV ~y- I wv i\ Olix
TOV nvpos i\ Olix TWV [3apewv ova OWilClTWV. Ei 8" EXOIJEV Kal I TOV
(3ovAEVOCxi1EVOt Tl nOIElV napa Tij') cpVOEW') TTlV Ei;ovotaV, OijAOV
ws 1 EXotiJEV <av> £f;ovoiav Kal Toii 01a -rov [3ovA.evoao8at &./../..o
Tl npal;a1, Kal !Jll 1 nav-rws -rov-ro 8 Kal <llil> (3ovA.evo6:1JEVor
<ll<XT>I]V <yap> ilv [3ovAEVOli1E8a.
XV To 8' £noxov- I IJEVOVS ·~ 'ei oi] TWV atrrwv 1T€p1EOTWl"WV
6-rE IJEV OVTWS 6-rE OE aAAWS I EVEpyr]oEI TIS, avaiTtoV KlVflOIV
10 eioayeo8al' Olix -roiJTO AEYEIV llll ovva- I o8at ov npai;EI TIS
npasat -ro clVTIKEl!JEVOV, llrllTOlE Kal auTo TWV 6i10l- I ws -roTs
npoEIPTJilEVOIS napopw!JEVWV. Ov yap lTOVTWS a€\ TO YIVOi1€VO
Ka-rix I ai-r[av ei;w8EV EXEI TOV y[veo8al TJlV aiT[av . .61a yixp TJlV
TOtaVl"flV £1;ov- I o[av EOTl Tl ecp' iJiltV, Ol"l TWV OVTWS ytVOIJEVWV
DllEl') EOilEV KVpiOI, 0::\/..' I OVK ef;w8ev TIS aiTia . .610 <ovK> CxValTlW')
15 -rix o\hwytvoiJEvayivnat, nap' I iJilwvTi]vai-riavexov-ra.'Oyap
&.v8pwnos apxil Kal at-ria -rwv ot' av-rov I YIVOIJEVWV npai;ewv,
Kal Tov-r6 EOTl TO eTvat avepwTICtJ TO -rov npa-rTElV ov-rws I TJlV
apxrJV EXEIV EV av-r~, ws Tl] ocpa[pq: TO KaTix TOV npavovs KVAlOilE-
1 VlJ <pEpeo8at . .6t6 TWV iJEV &A.A.wv EKaOTOV ETIETal Tal) ei;w8ev
av-r~ nepl- I EO-rwoal') aiTtat'), 6 8' &v8pwnos ovx, OTl EOTtV
20 av-r~ -ro eTvat EV ·~ I EXEIV apxr]v -rE Kal aiT[av EV auT~, <ws> IJll
naVTWS ETIE08at -roTs 1TEp1EOTWOIV I ef;w8ev av-r~.
33
SOBRE EL DESTINO XV
que se dan a traves de nosotros ya no se dan tan sencillamente como las que se dan a traves de los animales, a traves del fuego o a traves de dos cuerpos pesados. Asimismo, si tenemos ademas el poder de parte de la naturaleza de hacer alga habiendo deliberado, es maniflesto que tambien tenddamos el poder de hacer otra cosa por haber deliberado, y no en absoluto aquello que habriamos hecho incluso sin haber deliberado. En efecto,
habriamos deliberado en vano. XV El hecho de que, dejandose llevar por la tesis de que 'si
uno actua algunas veces de esta man era y otras de otra dadas las mismas circunstancias, se introduce un movimiento sin causa', digan que uno, por esa raz6n, no es capaz de hacer lo opuesto de lo que hace, quizas sea tambien de las cosas que, como las anteriores, han sido pasadas por alto. Pues no siempre las casas que se dan por una causa tienen en todos los casos una causa externa de que se den. En efecto, es debido a tal poder, que hay algo q uc dcpende de nosotros, pues nosotros tenemos, y no una causa externa, el control sobre las cosas que as! sedan. Por esta raz6n, las cosas que se dan de este modo no se dan sin causa, pues tienen su causa de parte de nosotros. El ser humano es, pues, principio y causa de las acciones que se dan a traves de el,33 e, incluso, del mismo modo que la esencia de la esfera es dejarse ir cuesta abajo cuando rueda, la esencia del ser humano es esto: tener en sl mismo la causa de actuar de una manera determinada. Por ello, cada una de las demas cosas se sigue de las causas que desde fuera la circundan, pero el ser humano no, porque su esencia radica en tener e1 principia y la causa en si mismo, de manera que no necesariamente sigue a las cosas que desde fuera lo circundan.
33
ij
I'
'i .
I ' ! . ;
li ',
I I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Kal yap <Ei> Tiv iJilTV Ji mpl TWV npaKTEWV Kpims npos I eva
Y1VOi1EVT] aKOnov, '(aws <av> eTxe T1Va Aoyov TO aEl lTEpl TWV
a\JTci:JV I O!lOias TilliV yivw8at Tas KptOE1S. 'Enel o' ovx o{hws EXE1
(aipm111e8a 1 yap, 0: aipov11EBa, noTE !lEV o1a To KaA6v T1, noTE
zs oe o1a To r']ov, noTe 1 oe o1a To crviJ<popov, Kat ov TavTa TovTwv
lT01llT1Ka), EVOEXETa1 vov J..IEV I enl TO KaAov K1VT]8EVTOS rlJ..lOS TaOE
TWV mp1EOTC:JTWV npoKpiVE1V, av81S I OE aHa, npos TO nov fl TO
crvJ..l<pEpov TJlV O:va<popav Tiis Kpicrews no1ov- I llEvovs.
'Ws yap OV /,;T]TOUilEV aAAT]V T1VCx aiTiav, 01' i]v KaTa ~apVTT]Ta
TJlV I EV avTij Ti yi'j <pEpETal KOTW, fl 01 ' i]v aiTiav, & np6ooE1 TO
3o l,;c.i:Jov, np6:crcre1 1 Ka8' op1Jr)V, Tc.i:J TaVTllV EKacrTov m1Twv Ti)v
aiTiav es aVTOU npos Tix y1- I VOIJEVa OVVTEAETV, T010UTOV ov Ti)V
l SG <pVOIV, o{hws ovo' en\ TWV iiAAoT' I iiAAws v<p' iJJ..lWV Y1VOJ..IEVWV
enlnEp1EOTWOl TOtS auTOtS aAAT]V T1Va aiTiav I CllTalTT]TEOV nap'
avTOV TOV av8pwnov. TouTO yap T}v TO 6:vBpC:m~ eTva1, I TO yap
O:pxi) Kal aiTia ETvat TWV 01' aVTOU Y1VOJ..IEVWV npasewv.
To oe 1 AEyetv Kal Tovs ~ovAevoaiJEvovs Tc.i:> <patVOilEV~
crvyKaTaTi8w8at, Kal 01a I TOVTO Kal Tfj <pavTacriq Olloiws
TOtS aAA01S I,;~01S E:moBat, OVK aAT]BEs. I Ov yap <paVTacria TO
<pa1VOi1EVOV TiiiV. 'H !lEV yap <paVTacria c':mMj TE Kat I xwpls
Aoyov uno Tci:Jv Esw8ev npocrmnTovTwv yivnm, eo1Kvia Tais
aicrBT]- I T1Kais evepyeiat<; , 010 Kat Ti)v icrxvv EV Tois 6:A6y01S
34
SOBRE EL DESTINO XV
En efecto, si para nosotros fuera el caso de que la selecci6n de las acciones que deben realizarse se hiciera en relaci6n con una sola meta, quizas hubiera habido una raz6n de que
nuestras selecciones acerca de las mismas fueran similares. Pero dado que esto no es asi (pues elegimos las cosas que elegimos, a veces por algo bello, ocras veces por algo placentero, y orras por algo convenience, y no son las mismas las cosas que las producen), es posible que nosocros, movidos ahora hacia lo bello, prefiramos, de entre las cosas que nos circundan, a unas, y, por el contrario, a otras, cuando remitimos la selecci6n a lo
placentero o lo convenience. Asi como no buscamos una causa distinta por la cual la
tierra es movida hacia abajo conforme al peso que esca en ella, ni una por la cual el animal hace conforme al impulso
lo que hace, en virtud de que concribuye desde sf mismo con es ta causa a que se den las cosas, siendo tal cosa su nacuraleza, del mismo modo no debe exigirse una causa discinca aparte del ser humano mismo, en el caso de las cosas que en las mismas circunstancias se producen por nosocros, a veces de
una manera, y a veces de ocra. En efecto, la esencia del ser humano es esta: ser principia y causa de las acciones que se dan a traves de el.
Sin embargo, noes verdad decir que incluso quienes delibe
raron asienten a lo que aparece, y que, por esco, tambien siguen a la impresi6n del mismo modo que los demas animales. En efec
to, no todo lo que aparece es una impresi6n.34 La impresion
se da simple y separadamente de la raz6n por las cosas que desde fuera nos afectan, de manera semejance a las accividades
sensoriales (por lo cual, cambien, tiene fuerza sobre codo en
34
II
I
• I
!
I I.
I,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
/;~OIS EXH 1-laAtoTa, 1 q>alvnm oe Ttva Kat eta 1.6yov TE Kat napa
10 ovf.f.oyto!lOV Ti]v aiT(av TOV I q>alvw8m Aa!l[36:vovTa, & ovKh' &v
TIS cpavTaolas t.Eyot. ·o yap eta Tov 1 ytv61-1evov nap' al!Tois ev Tc;'>
[3ovf.evw8at crvf.f.oytcrl-loV crvyKaTaBEI-IEVOS TIVI I auTos atnc;'> Ti\S
ovyKaTa8ecrews ahtos . I
XVI 'AH' iht!lEV o\he OW~OVOI TO eq>' TJI-llV oi t.EyovTE ') navTa
Ka8' ei- 11-laPJ.IEVTJV <ylvw8m> (ovyap mpt ov~TJTOV!lEV, ei ow~ nat
15 KaT' mhovs , 1 TovTo ow~ovmv ol ye Kat aiTiav 6:noot86vm
1TElpwvTal TOV 1-lf)OE Ti)v apxi]v I ovvaTOV eTval TO npay!la) , OVOE
nv 6:noDIOOaatv aiTiav en' avatpEOEI Tij<; I TOiaVTTJ ') E~ovcrlas,
6:An8ns , 1-lTl exovoa Tl EUAoyov, EK TWV eipf)J.IEVWV I yvwpiJ.IOV.
'AAAa 1-ltlV TOTS avatpovatv TO eTvai Tl OVTWS Eq>' TJI-llV enETat I TO
ovyxeiv TE Kat avaTpEnEIV, oaov en' avToTs, TOV TWV 6:v8pwnwv
[3\ov. I
2U Ei yap, EXOVTWV I-lEV OVTWS TWV npayl-lclTWV W') EXEI (ovoe
yap al/TWV TIVa I neloat5vvaTOV 1-lfJ npaTTEIV, & npaTTOVOIV, ws
iixovTas Tov KalnpaTTEtv I mha Kat llfJ npaTTEIV Ti)v e~ovcriav,
llTl Tl ye TWV aAAwv Ttva· TOCJaVTf)V I icrxvv EXEI TUAf)8es Kal Ti]v
napa TWV YIVOI-IEVWV ) . .lOpTvp(av evapyij) , ei I on TOVTWV o\hws
25 EXOVTWV icrxw al!Twv n 86~a TOCJaVTf)V 1.6:[301, ws n6:v- I Ta)
6:v8pwnovs lTIOTEVOal, iht Til-lEl) J.IEV ov5evos KVplOI, EnOl-lEBa DE TOt)
I nEplEOTWOIV ae(, TOVTOIS ev5t56vTES TE Kat ovyKaTaTt8EI-IEVOI,
Kat npaTTO- I I-lEV TE & npaTTOI-IEV Tc;'> naVTW) ocpeiAEIV TavTa
npaTTetv (1-liJ yap ETvm 1 5vvaTov iJ1-1iv ovTwv Twv nepiEOTwTwv
35
SOBRE EL DESTINO XVI
los animales irracionales); en cambio, aparecen algunas cosas -a las cuales ya nadie Hamada impresiones- que reciben la causa de su aparecer, tanto a traves de la raz6n como de parte
del razonarniento. En efecto, el que asiente a alguna de ellas debido al razonamiento que se da en la deliberaci6n, es el mismo causa para si mismo del asentimiento.
XVI Sin embargo, a partir de lo que hemos dicho, se com
prende que ni preservan lo que depende de nosotros, quienes afirman que todo se da segun destino (pues no preservan
esto sobre lo cual investigamos, al menos si se preserva segun aquellos que intentan ofrecer una explicaci6n de que, desde un principia, el hecho en cuesti6n no es posible), ni es verdadera la causa que ellos ofrecen de que se anule tal poder, puesto que no tiene nada de razonable. Ahora bien, quienes
anulan el hecho de que exista algo que dependa de nosotros de esta manera, consecuentemente confunden y perturban, en la medida en que depende de ellos, la vida de los seres
humanos. '15
En decto, siendo las cosas como de hecho son (pues tan
fuerte es la verdad y evidente el testimonio de las cosas que se dan, que ni siquiera es posible convencer a alguno de ellos de no hacer las cosas que hacen en la creencia de que tienen el poder tanto de hacerlas como de no hacerlas, y rnenos aun a alguna de las demas personas), si la opinion de ellos cobrara tal fuerza que todos los seres humanos creyeramos que no tenemos el control de nada y que seguimos siempre a las circuns
tancias, cediendo y asintiendo a elias, y que hacemos lo que hacemos por estar necesariamente obligados a hacerlo (pues no nos es posible, siendo tales las circunstancias, hacer algo
35
II
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Totovnuv &IIIIo Tl Tiotelv) , ov lTpaTTo- 1 11ev TE nallw 611oiws eta
30 TO 1-!Tl ovvao8at cXVTt[3aiVEIV TOt<; TIEplEOTWCJIV oil- I CJIV TOIOVTOI<;,
Tl aAAO fl CJV11[3r1oETal navTa<; av8pwnovs 010 Ti]v TOiclVOE I
TTlCJTIV TO 1-!EV ooa 1-!ETO lTOVOV TIVO<; Kal <ppOVTlOO<; yivETal,
187 TOVTOI<; 1-!EV I xaipElV A.Eyetv, aipelo8m OE TU') 1-!ETa paOTWVTJS
i)oovas, ws TiavTws eoo- 1 11£vwv Twv 6<petll6vTwv yeveo8m,
<Kixv> 1-!TJOEV mho\ nepl 0\lTWV <not>wmv KaA6v; I Othws o'
cxvTwv 8taKEt1-!EVwv Kcxl Twv npaTTOI-!Evwv aKoAov8ovvTwv TaT<; I
cxipemmv a\lTWV (ouyap oi] OIU Ti]v TTEpl aUTWV E\jJEVCJI-lEVT]V TilCJTIV
aAAw<; I TIW<; ESEI To lTpayiJaTa <il> W<; EXEI) aAAo Tl il TWV 1-!EV
KcxAwv rrcxpa I TTCtVTWV 6Atywpia TIS ECJTOI (naVTWV yap i] KTfjois
TE KalTiapovo(a Twv I TotovTWV 1-!ETa Kal-laTov rreptyivETat) , Twv
OE KCXKWV a\'pems aTE ytVOI-!EVWV I 1-!ETO paoTWVTJS TE Kal i)oovfis ;
flpos ovs Ti<; &v 6 napa TOVTwv e'iTJ "A6yos, 1 wv neto8evTE<;
TOtS 86yl-!aCJIV i'jA8ov enl TavTa; t\eyotEV &v yap OIKaiw<; I
10 npo<; auTov<; , Ei aiTI~VTO CXIJTOV<; , iht 11ft ol6v TE i'jv auTo!<; TWV
TTEplEOTW- I TWV OVTWV TOIOVTWV aAAoT6v Tl lTpcXTTEIV. Ols
TTW<; ElTITII-lrlCJOVCJIV EUA6yw<; I oi Ota TWV ooyi-!C'r:TWV TOVTWV
auTo!<; 8t8aoKaAot yeyov6Te<;; MaAAov oe o\he I ElTITII-lrlOEt<; ovTE
KOAaOEIS OVTE 1TpoTp01Tft OVTE Tll-lft OUT' aAAo Tl TWV I TOIOVTWV
TftV oiKEiav CJWCJEI KaT' auTOVS <pvmv, aAA' ECJTOI Kal TOVTWV I
15 ,eKaCJTOV ytVOI-!EVOV KCXTTJVayKaCJI-lEVW<;, wonep KOKEiva, E<p ' oTs
TaiiTa yive- I Tat.
nws yap <ixv> ETI AA.El;av8po<; 6 Tiptcli-!OV EV aiTit;~ e'{TJ W<;
Olal-!apTWV Imp\ TftV TfiS 'EAEVT]S aprrcxyr'jv; Tiws o' &v 1\yai-!EIJVWV
EUA6yw<; aiJTOV I KaTO\jJTJ<pii;otTO A.Eywv 'ouo' aUTO) ava(VOI-!01';
36
SOBRE EL DESTINO XVI
disrinto), y, asimismo, por el contrario, que no hacemos lo que no hacemos por el hecho de que no podemos oponernos :t las circunstancias que son de tal tipo, entonces 2que podrfa suceder sino que todos los seres humanos, debido a tal creencia, rehuirian a cuantas cosas sedan con algun esfuerzo y atencion, y elegirian, en cambia, los placeres faciles, puesto que necesariamente se dara lo que debe darse aun cuando
~.:llos no hicieran nada bello al respecto? Estando ellos asi dispuestos y siendo consecuentes con sus elecciones (pues
ciertamente noes a causa de su creencia falsa sobre los hechos que estos seran distinros de como son), 2que otra cosa se dara sino cierto menosprecio de parte de todos por las cosas bellas (pues la adquisici6n y el cui dado de todas las cosas de ese tipo implica un trabajo constante) y la eleccion de las cosas malas que se dan con facilidad y placer?
2Cual seria el argumento de ellos en contra de aqudlos que llegaron a esto por creer en sus docrrinas? Pues si fueran a responsabilizarlos, dirian justificadamente contra ellos que no les era posible, siendo tales las circunsrancias, hacer algo distinto.
2Como seria razonable que los censuraran los que, gracias a cstas doctrinas, llegaron a ser sus maestros? Mas bien, ni cen~uras, ni castigos, ni exhortacion, ni honra, ni ninguna de esa
dase de cosas conservara, segun ellos, su naturaleza propia, ~ino que cada una de elias, y tambien aquellas en las cuales se dan estas, sera algo que se da necesariamente.
En efecto, en el caso del rap to de Helena, 2c6mo podria Alejandro, hijo de Priamo, al haberse equivocado, ser culpable? Y ~como podria Agamenon condenarse razonablemenre a si Ill ismo afirmando 'ni yo inismo lo niego'?36 En efecto, hubiera
36
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Ei !lEV yap ETxEV ei;ovoiav I VTTEplOEIV i]I\A.EI;avopos TWV TOTE
20 TTEplEOTWTWV aVTOV KalTiapaKaAOVvTWV I ElTl Tf]V apTiayr]V [il
MeveAaos TWV ayavaKTElV ElTatp6vTwv] i]l\yai.IE!l- I vwv, E<p' oTs
ws &v a!lapTT]oas avTov KaTaTpexet, ev!.6yws &v i'jaav ev I aiTi~.
Ei o' i'jv lT<lAal KalTipOTiaAat Kal Tipo TOV Ti]v apxnv Ttva aVTWV
1 yeveo8at aATJBes Tiepl EKaoTov Tipo!.ey611evov Tothwv ifKaoTov,
e<p' oTs TTOl- I r'!oas ev8vvnat, TTWS &v E-r' avTwV TWV yEVO!lEVWV
25 Ti]v aiTiav EXotEv; Tiws I oe TtS ESllYrlOETat Kal TO E<p ' iJiliv dvat
TCxS TE apETas Kal Tas KaKias; I Ei yap o\hws EOTl ot' iJilWV, TIWS
h' &v evA6yws oi !lEV eTev EV ETTalVOlS, I o\ OE EV ~6yOts; Ovoev
yap aAA' il OVVT]yopiav Tols KaKOl) TO 06y!la I TOVTO Tipoi;evel.
'OpW!lEV yovv TWV !lEV ayaewv TE Kal KaAwv Tipai;ewv I ovoeva
TT]V EillaPilEVT]V OVOE Ti]V avayKT]V aiTlWI.IEVOV, TOVS OE KaKOU)
30 ot' I EKElVT]V TOlOlrrOVS ETvat A.EyovTa). "0 TIIOTEVOaVTES Kal TOV)
188 <ptAoa6<povs AE- I yetv TIWS ov !lETa rrappT]oias avToi ye err\ TaCiTa
EAEVOOVTat TOVS TE aAAOVS I TIPOTpe~ovmv;
XVII Tiws o' &v owl,;otEV TOtavTa A.EyovTE) Ti]v VlTO TWV
8ewv 1 ytvo!JEVTJV Twv 8vT]Twv Tip6votav; Ei yap ai' TE Twv
8ewv em<pavetal, as I <paatv yivea8ai TlatV, KaTa TtVa yivovTat
TipoKaTa!3ej3!.rwevfJV aiTiav, ws Tipo 1 Tov yeveo8at Ttva avTwv
aAT]8ES dvat TO TOVOE j.IEV Eow8ai TlVa EK 8ewv I KT]OEIJOViav, TOVOE
oe 1-lrl, TiwS &v ht TovTo rrp6votav TtS otKaiws A.Eyot, I Ti]v ov KaT'
ai;iav ytVOIJEVT]V, aAAa KaTa TtVa avayKT]V 1TpOKaTaj3ej3AT]IJEVT]V;
37
SOBRE EL DESTINO XVII
sido razonable que fueran culpables, si Alejandro hubiera tenido el poder de desdenar las circunstancias de entonces, que lo invitaban al rapto, o Agamenon el de desdenar aquellas cosas que se reprocha en la creencia de haberse equivocado. Pero si desde hace mucho tiempo, o aun antes de eso, e incluso antes de que se diera el comienzo de estos sucesos, era verdadera cada una de estas cosas dichas mas arriba acerca de cada uno de estos sucesos, por los cuales, habiendolos hecho, se les reprende, ~como, aun asf, podrfan tener la culpa de los sucesos mismos? ~Como explicara alguien que tanto las virtudes como los vicios tambien dependen de nosotros? Porque, si es asf, a traves de nosotros, ~como serfa todavfa razonable que unos fueran objeto de alabanzas, y otros, de censuras? En efecto, esta doctrina no hace sino proveer una defensa a los malos. Pues en todo caso no vemos que nadie culpe al destino ni a la necesidad, ni de las acciones buenas ni de las bellas, pero si a los malos que alegan que son tales por aquel. Creyendo que incluso los filosofos lo afirman, 2c0m0 no correran ellos mismos hacia estas cosas con toda libertad, y como no exhortaran a elias?
XVII ~Como preservarian quienes dicen semejantes cosas la providencia hacia los mortales que se dade parte de los dioses? En efecto, si las manifestaciones de los dioses, que se dice que se producen para ciertas personas, ocurren segun una causa antepuesta, de manera que, antes de que nazca cualquiera de ellos, es verdadero el hecho de que, de alguno, habra cierta proteccion por parte de los dioses, pero no de otro, 2como se justificaria Hamar a esto "providencia'' si se da, no por merito sino por una necesidad antepuesta? ~Como se preservarfa, ade-
37
i I I I I
I I
I ' II I
I, ~I
10
15
ALEJANDRO DE AFRODISIA
I Dws o' O:v owl;otTO Kal iJ npo<; TOV) 8EOV) EVoE[3Eta TWV EVOE[3ETV
ooKOvv- I TWV, ot6Tt ~i] en' avToT<; Tjv TO TOVTO ~i] notETv, ovTw<;
notOVVTwv: li- I VOLTO o' &v Kal napa TWV 8Ewv, Ei<; OV) yivETai
Tl napa TOV) &A.A.ov<; I nA.Eov, cht Kal TO\lTWV Tjaav ai apxal Kal
npo Tov Tothov<; ETvm npoKaTa- I [3Ef3All~Evat.
Dw<; o ' OVK avatpoTEV O:v Kal ~aVTIKrJV, Tij<; alTO ~aVTLKij<;
XPEta<; avatpov~EVll<;: Ti yap &v il ~6:8ot il Ota TO ~a8ETV napa TWV
1 ~avTEwv c:pvA.asmT' &v Tt<;, Ei ~6va TavTa iJ~Tv TE ~a8ETv EKEivot<;
TE I ~llVVOOI ovvaT6v, wv TO ~a8ETV iJ~a<; Kal lTO!ijoat il ~i] lTOLijoai
Tt EKaoTov I Tjv Kal npo Tij<; iJ~ETEpa<; yEvEoEw<; KaTllvayKao~Evov,
Tov TE E~~EVEtv ToT<; I vno Twv 8Ewv npoayopEVo~Evot<; ovx i]~ET<;
Kvptot T4J TWV EOO~EVWV vc:p' I iJ~wv 1TpOKaTa[3E[3Aijo8at Ta<;
aiTias:
XVIII 'AAA' iht ~EV TO o6y~a TOVTO ava- I Tponijs ahtov TiaVTO)
TOV TWV av8pw1TWV [3iov, navTi lTOV ~a8ETV pqotov, I C>Tl OE Kal
20 ~Evoos, iKavov ~apTvptov To ~118' avTovs Tovs npooTcnas 1 avTov
ovvao8at nEi8w8at TOt) vc:p' atJTWV AEYO~EVOL). OvTw yap EV naot
1 ToTs 'A6yots c:pvA.aooovmv To EAEv8Ep6v TE Kal avTEsovmov, ws ~i]
aKovoav-1 TE) noTE nap' &A.A.ov TOLOVTOV TLVO) o6y~aTO), TOVTO
~£v npoTpEnEtv 1 Ttvas nEtpw~Evot, ws Tov TE notETv il ~i] notETv
189 TOVTO Ti]v Ei;ovoiav I EXOVTE) auTo[, Kal TWV npoTpEnO~EVWV
O!a TOV) nap' aVTWV 'A6yovs I aipETo8ai TLVa ovva~EVWV
<wv> enpasav &v TavavTia avTwv mwnwvTwv, 1 TovTo 8£
ETILTt~wvTE<; Kal emn'Ar]TTOVTES Ttotv ws ov Ta npoor]KovTa I
38
SOBRE EL DESTINO XVIII
mas, la piedad hacia los dioses de quienes tienen fama de ser piadosos, puesto que, al actuar de esta manera, no dependia de ellos no hacerlo? Quienes tuvieran una ventaja sobre los de
mas, tambien ella provendria de los dioses, puesto que incluso los principios de estas ventajas estarian antepuestos antes de que ellos existan.
Y ~como no anularian tambien la mantica cuando anulan
su utilidad?37 ~Que podria uno aprender, o de que podria uno prevenirse por haber aprendido de los profetas, si las t'micas cosas que nosotros podemos aprender y ellos revelar son tales,
que el hecho de que aprendamos cada una de elias y de que las hagamos o no, seria necesario incluso antes de nuestro nacimiento, y si no esti bajo nuestro control atenernos a las
predicciones de los dioses en virtud de que han sido antepuestas las causas de lo que llegara a ser por nosotros?
XVIII En cierto modo, para cualquiera es facil comprender que esta doctrina es causa de perturbacion de toda la vida humana. Y de que es falsa, prueba suficiente es el hecho de que ni siquiera sus propios defensores son capaces de atenerse a las cosas que ellos mismos afirman. En efecto, as£ preservan en sus discursos lo libre y la autodeterminacion, como si
nunca hubieran escuchado de otra persona alguna opinion de ese tipo: por una parte, intentan exhortar a algunas personas
a hacer algo bajo el supuesto de que elias tienen el poder de hacerlo o no hacerlo, pudiendo, las personas que se persuadieron, gracias a los argumentos que reciben de ellos, elegir
ciertas cosas cuyos opuestos elias habrian hecho aunque ellos hubieran permanecido callados; pero, por otra, castigan esto y reprenden a algunas personas, porque, segun ellos, no hacen lo
38
ALEJANDRO DE AFRODISIA
rrpaTTovmv. 'AA.A.a Kal avyypa~~.taTa rrA.dw KaTaAeirrovoiv TE
Kai avyypa- I cpovmv, ot' wv Cx~lOVOIV TTatOEI.JE08at TOVS veovs , o0<
ws KEKWAV~EVOl I TOVTO <~n> avyypaq:>ElV Ola TO TO TTEplEOTWTa
miTols ElVa! TOlOVTa, 6:'AA.' ws I 8v ~EV err' allTOtS avyypaq:>ElV TE
Kai ~iJ , aip01i~evot oE To ypaq:>etv I eta q:>tAav8pwrriav. I
XIX 'EnavaaVTO o' av TfiS ev TOtS A.6yots q:>lAOTl~ias Kai
10 avvexwpnaav Tct> I ElVa! TO e<p' n~tV eA.ev8ep6v TE Kai aUTE~OVOlOV
Kat Kvptov TfiS TWV ciVTl- I KEl~EVWV aipeaews TE Kal rrpa~EW) en\
TTEplEOTwatv <TOtS aVTOLS , Et TOtS napa naVTWV w~oAoyf)~EVOlS
12 rrpooeaxov. "EaTl yap vo~os> ci:v8pwnOis OtKatOS I yivmem
rremaTEv~evos 6~oiws lotwTats TE Kal vo~o8hms. "EoTt OE TovTo
1 To ovyytvwoKea8at ~iov 6:~iovs eTvm Tovs ci:Kovoiws TotovT6v
Tl rrpa~avTas , I ovx ws en\ Tct> ytyvo~ev~ npay~aTl TfiS
IS KOACxOEWS 6ptl;o~EVTJS , 6:AA. ' enl I Tct> TpOlT~ TfiS npai;E<:vs · OTTEP
oihe TWV aAAWV TIS OVTE aliTwv TOVTWV I ws ov KaAws exov
alTlCITOl. KaiTOl Tt TWV ot' &yvotav [rrpaTTO~Evwv] a~apTa- I
VOVTWV il (3iq: i'jTTOV av eTev ovyyvw~f)S a~lOl <oi> EtOOTES ~EV
& npaTTOVOIV, I OVK EXOVTES OE EV at!TOL) Ti]V e!;ovoiav TOV,
TovTwv avTots rreptEOTWTWV, I & navTws auTots Kale~ 6:vayKTJS
20 TTEplEOTCxVai eel, aAAo Tl rrap ' & rrpaTTOV- I mv <npaTTEIV> Tct>
Ti]v <pvmv avTwv eTvat TotavTf)v , Kal eTvm TO KaTa Ti]v I oiKeiav
avTols <pvmv EKaoTa npaTTElV wv npaTTovmv Ka8' ei~ap~evnv ,
ws I TOtS (3apemv 6:<pe8eimv avw8ev TO <pepea8at KciTW, Kal
Tots mpt<pepem To 1 KaTa Tov npavovs, el ci:<pe8eiev, ci:<p ' avTov
Ktveio8m; "O~owv yap TouT~ 1 Tov '{rrnov KoAai;etv 6:~tovv, oTt ~n
39
SOBRE EL DESTINO XIX
que deben. Sin embargo, incluso siguen escribiendo muchos libros y los dejan a la posteridad,38 por los cuales pretenden educar a los j6venes, pero no en la creencia de que, debido a que eran tales sus circunstancias, han estado impedidos de no escribirlos, sino en la creencia de que depend{a de ellos escribir o no, eligiendo escribir por filantrop1a.
XIX Habrian puesto fin a esta ambici6n en sus discursos, y concedido que lo que depende de nosotros es libre, autodeterminado y tiene el control sobre Ia elecci6n de opuestos y sobre la acci6n en las mismas circunstancias, si hubieran puesto atenci6n a las cosas en las cuales todos estan de acuerdo. Pues hay una ley que se considera justa por los hombres, tanto particulates como legisladores, y es esta: 'quienes involunrariamente han hecho algo de tal tipo, son dignos de merecer el perd6n' dado que el castigo se define, no en referenda al acto que se realiza, sino al modo de la acci6n; a esa ley ni ellos mismos ni nadie mas impugnan, en la creencia de que no es noble hacerlo. Sin embargo, quienes saben lo que est:in hacienda, pero, por hallarse en circunstancias en las cuales deben hallarse por necesidad, no tienen en s{ mismos el poder de hacer algo distinto de las cosas que hacen, en virtud de que su naturaleza es de tal tipo y de que por destino se hacen las casas que se hacen segun la naturaleza propia (como en el caso de las cosas pesadas que se arrojan es segun destino ser llevadas de arriba abajo, y, en el caso de las casas redondas, moverse por sl mismas en un plano inclinado, si son empujadas), ~por que sedan estos menos dignos de perd6n que quienes yerran ya sea por ignorancia o a la fuerza? En efecto, parecido a esto, es considerar justa castigar a un caballo porque no es un ser
39
' .. I
' ''
.)1
ALEJANDRO DE AFRODISIA
25 EOTIV av8pwnos, Kal TWV aAAWV l,;~wv I EKaOTOV, C>TI Tatrrfls Tiis
TVXTJS Kat l.lTl [3eATiovos TETVxtlKaoiv TIVO). 'At-A' I ov8els <Da!.apl)
o\hws WilDS TE Kal avoT]TO), ws l:ni TIVI TWV o\hws YIVO- I l.lEVWV
Kol.al,;e1v Tov no1f]oavTa. 'En\ Tiotv ovv ai Kol.aoe1s ev!.oyo1; OvK
I en' aAAOI) TIOlV, il l:n\ TOt) napa TT,v atJTWV l.lOX8npav a'(pEOIV
19o YIVOI.lEVOI). 1 'Ecp ' wv yap allTo\ Ti]v l:sovoiav TfiS aipeoews
EXOVTE), KaTaAilTOVTE) TOV I OKOTTOV TWV npaTTOI.lEVWV vcp' aVTWV
no1Eto8al TOTE KaAOV Kal TOV v6- I l.lOV, KEpbovs xaplv il i)8ovfis
Ttvos , vnepopwvTes eKdvwv, npaTTovol Ta 1 cpav!.a, TovTovs
asiovs i)yovvTal KOAaoews naVTE) &v8pwnol, ovyyvWI.lf)V I
biOOVTE) TOt) OVX o\.hws Cxl.lapTaVOVOIV.
"Wpa 8T, nao1v Tots KaKots To 1 8avl.laoTov 86yl.la TOvTo napa
Twv cp1f.oo6cpwv l.la8ovmv 81oaoKe1v Tovs 1 o18aoKovTas, oTI Eiol
Kal allTol ovyyVWI.lf)S < af;IOI>, ov8€v EAaTTOV TWV clKOV- I oiws
Cxl.lapTaVOVTWV. Ov yap vn6 TIVO) esw8ev KaTavayKa/;;oVTO)
aVTOV) I noiOVOIV a noiOVOIV, oTov '{ows l:vfiv avTOt) Kal
10 cpv!.asao8at, clAA' ano TfiS I cpvoews TfiS EV avTOt) OVOEV oT6v
T' EOTtV AV8EVTO) nolfjOat Kal aiTias I OVOEV ovo' UVTOt) TOt)
Cx~-tapTaVOI-lEVOI) af;IOV. Ei 8' o\JT' &t-Aos TIS ova' oi TOV I 86yl.laTO)
TO\lTOV KVpiOI ovyyvw~-tf)V OOtEV TIVI TaVTf)V TWV Cx~-tapTaVOI-lEVWV
I cpepoVTI TT,v aiTiav ws \j!Ev86s Tl [Kal \jiEVbel] MyoVTI, ofj!.ov ws
uno TOVTWV I Kal uno TWV OAAWV anaVTWV Ol.lOlWS nenioTEVTal
15 TO dval TO ecp' fJI-ltV I ovx oTov vno TOVTWV nAaOOETat, OTaV eis TO
np6[311rwa l.lEAETWVTE) Myw- I OIV , aAA' OlctJ dvat avn:;:> [eel] Cia
TWV epywv OVToi TE avTol KalnavTES I av8pwnol l.lapTvpovotV.
Ei yap ijoav o\hws EXEIV nemoTEVKOTES, ovveyi- I yvwoKov &v
nao1v Tots <'xl.lapTavovolv ws ovK exovmv Tov l.lTl navTa npaT- I TEIV l:!;ovoiav.
40
SOBRE EL DESTINO XIX
humano, y, a cada uno de los demas animales, porque les ha tocado esta suerte y no una mejor. Sin embargo, ningun Falaris es tan cruel e insensato que, en alguno de los casos que se diode este modo, castigue al agente. 39 Ahora bien, ~en que casos son razonables los castigos? No en otros sino en aquellos que se dan a causa de su propia elecci6n malvada. En efecto,
en los casos en que ellos mismos tienen el poder de elecci6n, dado que dejan de lado que el objetivo de las cosas que hacen es hacer lo noble y Ia ley, y que, pasandolos por alto en vista de ganancia o de algun placer, hacen cosas indignas, todos los hombres consideran que ellos merecen el castigo, dando su perd6n a quienes no yerran de esta manera.
Ya es bora de que todos los malos que aprendieron esta doctrina desconcertante de parte de los fil6sofos, ensefien a sus maestros que tambien ellos son dignos de perd6n, no me
nos que quienes yen·an involuntariamente. Pues no hacen lo que hacen por algo externo que los obligue, tal que les fuera posible incluso precaverse de ello, pero no es posible que algo los libere de la naturaleza que esta en ellos, y nada hay digno de culpa, ni siquiera en las cosas en que yerran. Pero si nadie mas, ni siquiera los que detentan esta doctrina, perdonada a
quien se disculpa de sus yerros diciendo algo que es falso, es manifiesto que ellos e igualmente todos los demas han crefdo que lo que depende de nosorros noes como ellos lo presentan cada vez que se ocupan del problema, sino del modo en que, a traves de sus actos, estos mismos y todos los seres humanos lo demuesti:an. Pues si hubieran creido que esto es asi, hubieran
perdonado todas las cosas a los que yerran porque no tienen el poder de no hacer ninguna.
40
!II; I I I
r,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
20 XX 'AA.f..' i:\Tt IJEV Kal eoTt Tt i:<p' iuii'v 6vowJ:om, Kal ov eta I TTJV
ESOVOlaV TaVTT]V CxVatTlWS" Tl y(vETat, Tc;l TWV OtlTWS ytVOIJEVWV
ahtov I TOV &v8pwrrov ElVat, apxrJV avTOV OVTa TWV YlVOIJEVWV
v<p' aVTOV, iKava I IJEV OETI;at Kal Ta eipT]IJEVa, iKavws o' &v
i:rreio8T]oav Kal oi c'xvTtAEyetv 1 rrpos auTo rretpc0~-tevot, ei Kav rrpos
OA(yov TTClVTa a rrpaTTOVOLV tiTTEIJElVOV I rrpal;at ws CxAT]8EVOVTES
25 rrepl wv f..Eyovotv, moTEvoavTES Tc;liJT]OEV TWV yt- I VOIJEVWV tm6
TlVOS o{hws yiveo8at, ws Kal TOV 1-ltl rrpaTTElV a\lTO Tt']v e!;ov- I
aiav exovTos ToTE. T c;J yap TovTo rremoTEVKOTt ovK emTt~-tfioai
TlVl, ovK I i:rratveom Ttv6:, ov ov~-t!3ovAevoa[ Ttvt, ov rrpoTpEYJao8a(
TlVa, OVK ev!;ao8at I 8eols, ov xaptv aVTOlS yvwvat TTEp( TlVWV,
OVK aAAO Tl TTOlElV oT6v TE TWV I o<pElAOIJEVWV evl\6yws y(vea8at
191 VTTO TWV Kal TOV <~-tt1> TTOlELV EKaOTOV wv I TTOlOVOLV TtlV u;ovo(av
<Exetv> TTETTlOTEVKOTWV. 'AAACx IJtlV e!;w TOVTWV a!)[wTOS 6 TWV I
c'xv8pc0rrwv <!3ios> Kal OVOE Tt']v apxt']v c'xv8pc0rrwv ETl.
XXI MT]OE EKelvo oE: fJIJlV I c'xvel;haoTov rrapal\ef.Ei<p8w, e'l TIS
fJIJElS TE ai;tOVIJEV Kal i] TWV rrpay~-taTWV <pV- I OLS EXElV ~-tapTvpel,
Tov rraVTa i:l; c'xvayKTJS TE y[vea8m Kal Ka8' Ei~-tap~-te- I VTJV, 6:\f..'
eTvat ETT' 'lOT]) EKclTEpov il TTlOTOV il OOT]AOV avTwV, TTOTEpq: OOSlJ
I rrei8ea8at TOtS c'xv8pc0rrots c'xo<paAEOTEp6v TE Kal aKlVOVVOTEpov,
Kal rroTov I YJE0oos aipETwTepov, TTOTEpov TO rravTwv ytvo~-tevwv
41
SOBRE EL DESTINO XXI
XX Ahora bien, lo dicho hasta aquf tambien basta para demostrar que es posible aplicar a algo el termino "lo que de
pende de nosotros", y que no existe nada que se de sin causa debido a este poder, por el hecho de que el ser humano sea el causante de las cosas que se dan de este modo, siendo el el principio de las cosas que se dan por el. Suficientemente se hubieran convencido tambien los que intentan argumentar en contra de ello, si hubieran perseverado, aunque sea por poco tiempo, en realizar todas las cosas que hacen creyendo estar
en lo cierto acerca de lo que dicen, habiendo confiado en que ninguna de las cosas que se dan por alguien se dan como si tambien tuviera el poder de no hacerla en ese momento. En efecto, para quien esti convencido de esto, no es posible que censurar a alguien, alabar a alguien, aconsejar a alguien, exhortar a alguien, implorar a los dioses, reconocerles algun favor
acerca de algo, o cualquiera de las otras acciones que deben hacerse, sean cosas hechas de manera razonable por quienes estan convencidos de que tienen el poder de no hacer cada una de las cosas que hacen. Ahora bien, sin estas cosas, la vida
de los humanos es insoportable y, para empezar, ni siquiera es propia de humanos.40
XXI Tampoco dejemos sin examinar esto: si alguien supusiera que el que exista algo que dependa de nosotros, como nosotros lo pensamos y la naturaleza de los hechos lo atestigua, en nada es mas verdadero que el que todo se de por necesidad y segun destino, sino que cada una de estas opciones es, en igual
medida, o digna de creencia o no evidente, ~a cual opinion es inas seguro y menos peligroso para los seres humanos atenerse, y cual falsedad es preferible? ~Acaso, dandose las cosas segun
41
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Ka8' eh..tapiJEVfjV [ill I llfJ ot'hws EXEIV llTTOAal1[3aVEIV, aAA, eTvat Kai
10 TJililS TOV Tl npal;at fllliJ I npa!;at Kvpiovs, f1 OVTOS TIVOS Kal ecp'
iJIJIV o\hws, ws npoetpi]Ka11EV, TIE- I nelo8at To TovTo 11EV \jJEvoos
eTvat, lTcXVTa OE Kal TCx v<p' TJI1WV TTpaTT6- I IJEVa KaT a TfJV fJIJETEpav
ei;ovo(av y(vea8at KOTf)VayKaOIJEVWS.
"H yvwpt11ov 1 oTt oi IJEV cmavTwv ytvo11evwv Ka8' ei11ap11EVf)V
avTovs mi8ovTES ws e!;ov- I criav exovTas Ttvwv Tov TE npaTTEtv
15 auT a Katj.lfJ OVOEV av napa Tr)voe I TfJV lTlOTIV EV TOtS npaTTOIJEVOIS
CxiJCxPTOIEV, TctJ!lT]OE TfJV apxi]v TWV ytvo- I IJEVWV TIVO<; vcp ' at/TWV
eivat Kvptot, waS' 6 Kivovvos TfiS KOTCx TOVTO Ota- I llOPTias np6etatV
IJEXPI PfJIJCxTWV. Ei OE ye, OVTOS TIVOS Kai ecp' fJillV Kai I llll lTcXVTWV
ytvo11evwv es O:vayKf)S , mi8ea8at <!lEAAO>!lEV IJT]Oevo<; iJ11as ETvat
KV- I pious , lTOAACX napaAElljl011EV TWV OEOVTWS av npax8eVTWV
20 v<p' TJIJWV Kai I Ota TO [3ov/..evoao8at mpl a\lTWV Kai Ota TO
TOVS enl TOtS npaTTOilEVOtS I KallaTovs npo8VIJWS v<pioTao8at ,
apy6Tepot yeV011EVOt1Tpo<; TOot' OVTWV I TllTOIElV Ota TfJV lTlOTIV
Tov, Kai IJfJOEV iJIJwV npay!laTEVO!lEVWV nep\ I Twv npaKTewv,
To 6cpe1/..ov <av> yeveo8at. 0\hws 81: TovTwv exoVTwv np60T]Aov
1 ws aipeTc~:nepov To!<; <ptAooocpovmv, Ti]v aKtvovvoTepav 6oov
25 aUTOVS TEal- I pelcr8at Kai TOVS aAAovs ayetv. l
XXII Ov xelpov OE, TOVTWV npoTE8EWPTJ11EVWV Kai a0a Ta
nepl TfiS ei- I 110P11EVfJS vn' aUTWV AEYOilEVa napa8E11EVOVS ioelv,
e'l Ttva TotaVTTJV exet I [3iav, ws evAoyov eTvat 8ta Ti]v npos To
6:/..nBes oiKEIOTT]TO Kai TWV Evap- I ywv ot'hws vmpopav. "EoTat
42
SOBRE EL DESTINO XXII
destino, suponer que no se dan de ese modo sino que nosotros tenemos el control de hacer algo 0 de no hacerlo, o, mas
bien, habiendo algo que tambien depende de nosotros (de la manera en que hemos dicho), creer que es falso y que todas las cosas que se dan por nosotros segun nuestro poder se dan necesariamente?41
0 es claro que, dan dose todas las cosas segun destino, los que se convencen a sf mismos de tener el poder sobre ciertas cosas de hacerlas o no, no se equivocarfan respecto de esa creencia
en nada de lo que hacen, por el hecho de que ni siquiera desde un principia tenfan poder sobre alguna de las cosas que sedan por ellos. Por consiguiente, el riesgo de equivocarse en esto se queda en las palabras. Pero si, en todo caso, vamos a atenernos a que, habiendo algo que tambien depende de nosotros y no dandose todas las cosas por necesidad, no tenemos el control de nada, dejaremos de lado muchas de las cosas que hubieramos debido hacer, ya sea a causa de haber deliberado acerca de ellas, ya sea a causa de haber sufrido animosamente las penas asociadas a las acciones, habiendonos vuelto mas perezosos respecto de hacer algo mediante nosotros mismos, a causa de la creencia de que lo debido se darfa, aunque nosotros no ha
gamos nada respecto de lo que debe de hacerse. Siendo asf las cosas, es evidente que es preferible para los fil6sofos elegir el camino menos peligroso y conducir hacia ei a los demas.
XXII Habiendo ya considerado estas cosas, es igualmente importante considerar que quienes alegan las cosas dichas por aquellos acerca del destino, tambien vean si la fuerza que tienen es tal que serfa razonable, debido a su afinidad con la verdad, desdeiiar de esta forma incluso los hechos evidences.
42
ALEJANDRO DE AFRODISIA
30 5e TllllV Kal 6 mpl TOilTWV 116yoc; E1Tl TOOOV- I TOV, ecp' oaov EOTl
xpnoq..1oc; npoc; Ta rrpoKei11eva.
<Dacrtv 51'] TOV KOOilOV I T6v5e, eva OVTa Kal 1TclVTa TO OVTa
EV aunt> 1TEplEXOVTa, Kat VTTO cpvcrews I bLOLKOVIlEVOV l,;wTtKfiS TE
192 Kal lloytKfic; Kat voepac;, exetv TTJV Twv ovTwv I 5totKT]otV 6:i5tov
KaTo eip1-16v Ttva Kat Tal;tv rrpotovoav, Twv npwTwv Tole; I
!-!ETa TaVTa ytVOJ..lEVOL) aiTlWV ytVOJ..lEVWV Kat TOilT~ T4> Tp01T~
OVVbEOiJEVWV I 6:Alli)llotc; cmaVTWV, KOLI-ITlTE othwc; TLVO) EV avT4>
ytVOilEVOV, we; llll n6:v- I TW) ETTaKOAovfleiv avT4> Kal ovvficpflat we;
aiT(cp eTep6v Tl, IJTlT' au TWV I emytVOJ..lEVWV TIVO$ CxTTOAEAVOflat
5vvallEVOV TWV rrpoyeyov6TWV, ws 1-lrl TLVL I e!; avTWV CxKOAovfleiv
wcrnep ovv8e611evov, 6:lllla rravTi Te T4> yevo1-1ev~ 1 hep6v Tt
E1TaKOAovfleiv, fJPTTJI-IEVOV <E~> aVTOV E~ 6:v6:yKT]<; we; aiTiov, Kat
1 rrav To ytv61-1evov exetv Tt npo avTov, ~ ws aiTi~ ovvr'jpTT]Tat.
M118ev 1 yap 6:vatTiws IJTlTE eTvm llrlTE yiveaflat Twv ev TQ
10 KOOil~ 5ta TO llT]bEV I eTvat TWV EV avT4> Cx1TOAEAVI1EVOV TE Kat
KEXWPIO!-!EVOV TWV rrpoyeyov6TWV I cm6:vTWV. ~taorraaflat yap
Kal Olatpeiaflat Kat!-IT]KETI TOV KOOilOV eva llE- I VEIV aiei , KaTa lliav
Ta~tv TE Kal oiKOVOI-Iiav ototKOVIlEVov, ei 6:vaiTt6c; TIS I eio6:yotTo
KlVT]atc; · ilv eio6:yea8at, ei llll rr6:vTa To ovTa TE Kat ytVOJ..lEVa I EXOI
Ttvo ahta rrpoyeyov6Ta, oTs e~ 6:v6:yKT]S E1TETat· O!-IOt6v TE eTvai
15 cpaotv Kat 611oiws 6:5vvaTov To 6:va1Tiws T4> yiveaflai Tt EK llTJ
43
SOBRE EL DESTINO XXII
En lo que a nosotros respecta, Ia exposici6n de estos asuntos s6lo se extended. en Ia medida en que sea uti! para los objetivos que nos hemos fijadoY
Afirman, ciertamente, que este cosmos, siendo uno y conteniendo en si mismo a todos los seres, y siendo administrado por una naturaleza viviente, racional y pensante, lieva a cabo Ia administraci6n eterna de los seres, que avanza segt'm una cierta concatenaci6n y seriaci6n, siendo causas las cosas que se dan primero, de las que se dan despues, y, en este sentido, estando unidas todas las cosas entre elias. Ni hay nada en el que se de de modo que alguna otra cosa no lo siga necesariamente y este en contacto con el como con una causa, ni, a su vez, ninguna de las cosas que sobreviene es capaz de liberarse de las cosas que la han precedido, de forma que no siga a ninguna de elias, como si no estuviera unida a elias. Por el contrario, a toda cosa que se da le sigue alguna otra, atada esta a aquella por necesidad como a su causa, y todo lo que se da tiene algo que le precede, con lo cual est:i enganchado como con su causa. De las cosas que se dan en cl cosmos, nada es ni se da sin causa, debido al hecho de que, de las cosas que se dan en el, no hay ninguna que este liberada o separada de todas las cosas que le han precedido. En efecto, el cosmos se despedazaria y se dividiria, y dejaria de permanecer siempre uno, administrado segun un ordenamiento y una unica seriaci6n, si alguien introdujera un movimiento sin causa, el cual seria introducido si todos los seres y todas las cosas que se dan no tuvieran determinadas causas que los precedieran y a las cuales siguen por necesidad. Afirman que lo que se da sin causa es semejante a, e igualmente imposible que lo que se da a partir del no ser, y que, siendo
43
'I I i'
1 lj :! ! I '
: l[i I, II II!
il
I
I' ,,
t 'li '' 'I'
'l il l
I!
II
II
I
I 20
ALEJANDRO DE AFRODISIA
OVTO(). Tot- I aVTT]V OE ovoav TJlV TOV TIOVTO() OlOlKT]OlV E~ c'xmipov
Ei() &mtpov l:vepyws I TE Kal aKaTaOTPO<JlW() y[vw8at.
OvoT]() oe TtVO() ota<popas l:v To\<; aiTtot<;, I flv EKTt8evTE() Ollf\vos
[yap] aiTiwv KaTaMyovmv, Ta !lEV npoKaTapKTtKa, I Ta OE
ovva[Tta , Ta OE EKTlKCx , TO OE OVVEKTlKCx , Ta OE af..f..o Tl (ovoev yap
1 eel TOV f..6yov llTJKVVElV navTa Ta f..ey61-!EVa napaTt8EilEV<ov,
c'xf..f..>a TO f3ovAT]IlO av- I TWV oel~al TOV mp\ Tf\S EtllOPilEVT])
o6yllaTO<;), OVTWV oi] TIAEIOVWV aiT[wv, I ETI' 'tOT]() ETil TICxVTWV
avTwv c'xf..T]8E<; <pamv eTvm To c'xovvaTov ETvm, Twv I miTwv
anavTwv neptEOTT]KOTWV nep[ TE TO ahtov Kal i;) l:oTtv ahtov,
OTE I !lEV 81'] llll ovTwo[ nws OVIlf3a[vEtv, OTE OE ovTW(). "EoEo8at
25 yap, ei ov- I TW) y[votTO, 6:va[Tt6v TlVa KlVT]OlV.
Ti]v OE EillOPilEVT]V miTi]v Kal Ti]v <pv- I mv Kal TOV f..6yov , Ka8'
OV O!OlKElTOl TO nav, 8Eov eTva[ <paotv, ovoav l:v I TOt) ovo[v TE Ka\
ytVOilEVOl) anaotv Kal OVTW) XPWilEVT]V CxTICxVTWV TWV I OVTWV
Ti] oiKEtq: <pVOEt rrpos Ti]v Tov navTo() oiKovoll[av. Kal TOtaVTTJ
193 !lEV I W) Ola !=)paxewv ElTIElV n TIEp\ Tfj<; ElllOPilEVT]() vrr' aVTWV
KaTa!3Ef3ATJilEVTJ I 56~ a.
XXIII "EoTt oe To \jJEVOO() Twv AEYOilEVWV ov f..6ywv Ttvwv ovOE
1:/..eyxwv I E~W8Ev OEOilEVOV, c'xf..f.. ' avT68Ev yvwplllOV. Tis yap
i:f..eyxos f..6yov cpavE- 1 pwTepos Tov l-ID l:cpap1-16~etv TOihot<; mpi
wv f..EyETat; Toyovv npwTov 1 eipTJilEvov ws navTwv Twv ovTwv
ai Tiwv Ttvwv ytVOIJEVwv TWV IJETa TavTa I Kai TOVTOV TOV Tp6nov
EXOilEVWV c'xf..f..r'jAwv TWV rrpayiJCxTWV Tc:;'l OlKT]V aAV- I OEW) TOl)
44
SOBRE EL DESTINO XXIII
de tal tipo la admistraci6n del todo, esta se da desde siempre y para siempre, activa e incesantemente.43
Habiendo cierta diferenciaci6n entre las causas, a! hablar de Ia cual se refieren como a un 'enjambre' de causas, unas siendo desencadenantes, otras coadyuvantes, otras constitutivas, otras cohesivas, y otras de otro tipo44 (en efecto, no se debe alargar
el discurso presentando todas las cosas que dicen, sino indicar el espiritu de su doctrina acerca del destino); siendo pues numerosas las causas, ellos afirman que es cierto, de todas elias por igual, que es imposible que, siendo las mismas todas las circunstancias en torno tanto a Ia causa como a aquello para lo cual es causa, en un caso el efecto no ocurra de este modo pero, en otro, si.45 En efecto, si esto sucediera, habria un movimiento sin causa.
Ellos afirman que el destino mismo, esto es, Ia naturaleza y Ia raz6n de acuerdo con Ia cual se administra el todo, es dios y que csta presente en todos los seres yen todas las cosas que se dan, y que, de este modo, usa a Ia naturaleza propia de todos
los seres para Ia organizaci6n del todo.46 Tales, en pocas palabras, Ia doctrina que ellos tienen acerca del destino.
XXIII La falsedad de estas afirmaciones no requiere de ningun argumento o refutaci6n externa, sino que puede captarse por si misma. En efecto, NUe refutaci6n mas clara hay de un discurso, que el hecho de que nose a justa a aquellas cosas acerca de las cuales habla? En rodo caso, la primera afirmaci6n de
que rodos los seres son causa de determinados seres que se dan despues de ellos, y, en este sentido, esos hechos son continuos entre si en virtud de que los segundos esran enganchados con los primeros, lo cual ellos postulan como esencia del desti-
44
ALEJANDRO DE AFRODISIA
1T(JWTOI) OVVTJpTfio8at Ta OEVTEpa , 0 W01TE(J ovoiav Tfj) ei}.Ja(JI.IE-
1 VTJS vno,.[8evTat, 1TW) ou cpavepws an~OEI TWV npayl.la,.c.uv;
Ei yap TWV I TeKvwv oi naTepes ahtot Kal oet KaT' oiKEIOTTJTa
10 TO) aiTias CxlTaiTEtV, I ws av8pwnou IJEV av8pwnov ahtov eivat,
l1T1TOV 8' Ymrov, TlVO) ahtol TWV I !JET' av,.ovs oi TT]V apxrJV I.ITJOE
yr)!-laVTES, Tivos oe oi natoes oi npo ,.Tis I i]AtKias owcp8apevtes ;
n oAAi:r. yi:r. p lWV ytVOI.IEVWV, V1TO ,.Tis Ka,.i:r. lO 1TOOOV I EKAEl\jJEWS il
lliJ KIVT]8EVlO il cp8apevta np6TEpov, ovoevos ecp8T] yeVOIJEVa I [TctJ J KOla Ti]v vnapxouoav OVvOIJIV alilots ahta. Tivos OE i:povmv
15 a'iTta I Ta ev llotv I.IEpemv Tov ow!-laTos cpv61Jeva neptT,.WI.la,.a;
Tivos OE TO TEpa- I T6: TE Kal ytVOI-IEVa napa cpvmv, a Ti]v apxi]v
ovoi: OLOIJEVELV oT6: TE; ei I o' 6 IJEV [Ei] cpAOLOS EV TOtS CjlUTOtS EVEKa
TOV neptKapniov, TO oi: 1TEp1- I Kapmov TOV Kapnov xaptv, Kal
apOE\JETat IJEV 'iva TpEq>TJTaL, TpEq>ETat OE I 'iva Kapnocpopij , aAA.
20 EOTLV ye noAAa EV aUTOlS evpetv Kal l.liJ TOVTOV ytv6- I IJEVa TOV
Tp6nov. Tivos yap av TIS El1TOL TO OEOTJ1TOTa Kal TO ~TJPO TWV
I Kapnwv ahta TWV IJETCx TaUTa; Tivos oi: Tr)v TIVWV cpvAAwv
OLOVIJOTTJTa; I 'E~ wv q>avepov Tots 6pav TaATJ8fi (?>ovAoiJeVots TE
Kal OUVOIJEVOLS , OTI, wonep I ov nav TO OVVOTOV i:vepyet, o\hws
ovoi: nav, 8 av yeVOITO ahtov, Kal I EOTIV ahtov T\OTJ il yeyovev
25 il yevrjoETOI. 'AAA' OVOE nav TO yeyovos ev8vs TctJ I eTvat T\OTJ Kal
aht6v EOTIV i:oo1Jevou Ttv6s.
To o' OI.IOOE xwpovVTOS <ahta> I.IEV I AEyEIV Kal TOUTa,
KOTOCjlEVyEIV OE i:nl TO aOT]AOV eTvat, Tivos ahta (wcrnep I Cxi.IEAEI
45
SOBRE EL DESTINO XXIII
no, ~c6mo noes manifiesto que desentona con los hechos? En efecto, silos padres son causa de los hijos yes preciso indagar las causas segun Ia afinidad, de modo que un ser humano sea causa de un ser humano, y un caballo de un caballo, ~de quien posterior a ellos son causa quienes para empezar ni siquiera han tenido relaciones sexuales? Y, ~de quien son causa los ninos que han fallecido antes de Ia madurez? Porque muchas de las cosas que se dan, por una inrerrupci6n en su crecimienro, o no desarrollandose o muriendose antes, no lograron volverse causa de nada conforme a Ia potencia que hay en ellos. Sin embargo, ~de que dirin que son causa las excrecencias que se producen en determinadas partes del cuerpo? ~ Y de que son causa los monstruos y las cosas que se dan conrra natura (las cuales, para empezar, no pueden ni siquiera sobrevivir)? Si bien en las plantas la vaina se da en vista de Ia cascara, y Ia cascara para bien del fruto, y se riega para que se nutra, y se nutre para que produzca fruto ,47 tambien es posible, sin embargo, encontrar en elias muchas cosas que no se dan de esta manera. Pues ~de que cosas subsecuentes a estas dirfa uno que son causa los frutos podridos o secas? ~y de que es causa la geminaci6n de ciertas hojas? A partir de lo anterior, es manifiesto para quienes quieren y pueden ver Ia verdad, que, asf como no todo lo posible se actualiza, asf tam bien no todo lo que puede ser causa ya es, ha sido o sera causa. Pero ni siquiera todo lo que se ha dado, inmediatamente por el hecho de ya existir, es tarnbien causa de algo que sera.
Sin embargo, decir, dirigiendose al adversario, que incluso esas cosas son causa, pero recurrir a la tesis de que no es evidente de que cosa son causa (como sin duda seven obligados
45
.:i I I I: i
I I
' I
!I I
i'J II :
f; j' t,:
I' ,llil • II
~ :iII' .: .rl
j!,
q, illll
I~ ~ ~~. II,
''i i u ;1'1 ''I:
lili I ;1
1ij
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Kat err\ TfiS rrpovo[as Tfj) KaT' 0\JTOVS avayKa{,;ovTat lTOlEtV rroAAa-
1 KlS) EVTTop(av E<JTl TOtS arr6pots 1-lfJXOVWI-lEVWV. ToVTctJ yap
XPWI-lEVovs 1 eveaTat TTEpl rravTwv Twv aTorrwTaTwv Myetv ws
30 Kal OVTWV Kal evA6yovs I EXOVTWV TlVas aiTias, ill-ltV OE aof]Aovs
194
10
l!n
XXN /\p ' ow TOVTWV OVTWS ex6v- I TWV CxVatTlWS Tl yevf)aETat
Kai Tov8' iJI-lwV 6 A6yos TTPOSEVEt; "H OVvOTat I awl,;w8at TO 1-lfJOEV
avalTLW) TWV YlVOl-lEVWV yivw8at Kal TOVTOV TOV Tp6- I lTOV
ex6vTwv ws iJI-lets Myo11ev Twv TTpay!-laTwv. 'Av yap TTavaal-lEVot
TfiS I aAvaews TWV aiTiwv Kai TOV TOL) rrpwTOlS YEVOI-lEVOlS
Myetv el; avayKfJS I ETTE08at TO aiTtOlS q>V<JEl 6cpe(AEIV yivw8al W)
EV Tij ova(q: aVTWV TO a'{- I TlOV lTEplEXOV<JlV, arr6 TWV YIVOI-(EVWV
TE Kal vaTepwv TTJV aTT6oomv Twv I aiTiwv ITOlWI-lE8a ETl TE
TWV YlVOl-lEVWV Kvpiws sfJTWI-lEV Tas aiTias, OVTE I aVatTlW) Tl
TWV YlVOl-lEVWV yevf)aETat o\he Ola TOVTO el; avayKfl) Ka6' ei-
1-lOPI-lEVfJV TotavTfJV rrav TO ytv611evov eaTat.
OvK ES avayKfJ) !-lEV yap 6 I :LwcppoviaKO) Tcj:l ElVa! i\OfJ Kal
rraTf)p eaT! Kal a'iTt6s TlVl Twv !-lET' avT6v. I Ei 1-lEVTot :LwKpCcTfJS
ElfJ, el; avayKfJ) avTcj:l Tfj) yeveaews :LwcppoviaKO) [el; I avayKfJS]
ahlO). 'Ws yap 8El-lEAiov !-lEV OVTO) OVK avayKalov oiKiav yeve- I
a8m, oiKias OE OV<JfJ) TTpoKaTa(3ef3Afia8m TOV 6El-lEAlOV avayKfJ,
ovTws exElv 1 tmoAIJTTTeov Kai iov Tols ytvo11evots cpvaet Ta a'iTta iol;
avayKfJ), ov TOLS I rrpWTOl) ES avayKfJ) ETTOI-lEVOV TO aiTlOl) elvai
46
SOBRE EL DESTINO XXIV
a hacer reperidamente en el caso de la docrrina de la providencia que ellos sostienen), es una salida a las dificultades propia de quienes usan artilugios. Pero, valiendose ellos de esto, es posible que digan, acerca de todas las cosas mas absurdas, que existen y que tienen ciertas causas razonables, aunque todavfa nos sean desconocidas.
XXIV Por consiguiente, si esto es asf, ~acaso se clara algo sin causa? ~ Y acaso nuestro argumento recomienda esta conclusion, o, mas bien, si las cosas son como decimos que son, aun as{ es posible rescatar la tesis de que nada de lo que se da carece de causa? En efecto, si, desistiendo de la cadena de causas y de
afirmar que, de que ocurran ciertas cosas primeras, se sigue que por naturaleza elias debao de ser causas (en la creencia de que el ser causa esta implicado en su esencia), hacemos la atribuci6n de causas partiendo de lo que se da o se clara subsecuentemente, y buscamos las causas en sentido estricto de lo que se da, entonces ninguna de las cosas que sedan :;e dara sin causa, ni, por esta raz6n, todo lo que se da se clara necesariamente segtm estc tipo de destino.
En efecto, no es necesario que Sofronisco, por el hecho de existir, ya tambien sea padre, esto es, causa de alguien que viene despues de el. Sin embargo, si Socrates existiera, entonces, por necesidad, Sofronisco serfa para Socrates causa de su nacimiento. Pues, asf como no es necesario que exista una casa si existen los cimientos, pero si existe una casa es necesario
que se hayan puesto antes los cimientos, as£ debe suponerse necesariamente que tambien hay causas para las cosas que por naturaleza se dan por necesidad, no siguiendose por necesidad que las cosas que sedan primero sean causas de otras, sino que
46
1!11.'
I
·I ·I r !!!;
I
15
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TlVVJV, at..Aa TOl} VOTEpOl} I ytVOI-lEVOlS TOE~ avayKT]S EXElV Tl TWV
rrpo a0Twv ahwv.
"EoTt oe Ttva I TWV ytVOI-lEVVJV Kal TOtavTa, ws EXElV !-lEV aht6v
Tl, ov 1-lTlV oiKElOV OVOE I rrpOTJYOVI-lEVOV, at..A' ws fJIJlV e8os AEyElv
KaTa ov~-t{3E{3TJK6s. ·o yap Ev- 1 pE8els 8TJoavpos \irro Tov ota To
q>VTEVElV OKcllTTOVTOS EXEl IJEV TO OKcllTTElV I ahtov, a/..71.' OVK
zo oiKeiov ovoE: yEVOiJEvov ot' avT6v. Ta IJEV yap Kvpiws I ahta il €~ avayKT]S IJOVOV, ws TOVTOl} OOKEI, <il> Kal ws ElTL TO lTOAV ElTOI-lEVOV
1 EXEl To aiTtaT6v, Ta oio KaTa ov1J{3E{3TJKOS olhws ahta orraviws
yivETat Twv 1 TotovTwv ahta. "Won Tois TOVTOV Tov Tp6rrov
f.Eyovotv aj..la IJEV ETTETat I TO 1-lT]OEV avatTiws yiveo8at f.Eyetv, 01-lO
OE TO ow(;ElV TOTE alTO TVXTJS Kal I aVTOIJClTWS yiveo8ai TlVa Kai
25 dvat Kal TO ecp' fJIJIV Kal TO EVOEXOI-lEVOV I EV TOIS rrpayj..laotv (x'}..'}.. '
ov cpwvi]v iJOVOV.
XXV nws yap ov q>avEpws l.jJEVOO} TO AEyEtV I TTOV TO
ETTOIJEVOV TlVl E~ EKEivov Ti]v aiTiav TOV dvat EXElV Kai I rrav To
rrpoT]yov!-lEv6v Ttvos ahtov vrr6:pxetv eKEiv~; 'Opwl-lEV yap i:ht Ta
I E<pESfiS (x'}..'}..fJ/..ots OVTa T0 xp6v~ ov lTCxVTa Ola Ta El-l1Tpoo8Ev
Kalrrpo av- I TWV yEyov6Ta yivETat. 0\hE yap TO {3aoioat Ola TO
30 avaoTi;Val, OVTE vv~ I Ola Ti]v fJIJEpav, OVTE 0 TWV 'loBI-liWV aywv
195 ota Tov Twv ·ot..v~Jrriwv, a.t..t..· 1 ovoE: eta Tov XEtl-lwva To eepos.
"08Ev Kal Bavj..laamv &v TlS atJTovs Ti]v I Twv aiTiwv arr6oomv
TovTov notOVIJEvovs Tov Tp6rrov ws aiel TO rrpwTov ye- I yovos
aiTI6:o8at Tov IJETa TOVTO Kalnotelv emavvoea[v TlVa Kal OVVEXEtav
I TWV aiTiwv, Kal TaVTT]V TOV 1-lT]OEV avatTiws yiveo8at cpepovTas
Ti]v aiTiav. I
47
SOBRE EL DESTINO XXV
las casas que se dan despues tengan por necesidad como causa algunas de las antecedentes.48
Pero hay, de las casas que se dan, algunas tales, que tienen
una causa, pero ciertamente no propia ni principal, sino, como solemos decir, accidental. En efecto, el resoro encontrado por el que cava con vistas a plantar, tiene el cavar como causa, pero ni propia ni por si misma. Pues las casas que son causa en sentido estricto, tienen lo causado como algo que se sigue, o solo por necesidad, como ellos piensan, o las mas de las veces. En cambia, las casas que son causa accidental raramente resultan ser causa de las casas causadas. De manera que se sigue que
quienes hablan de esta manera, tanto afirman que nada se da sin causa como rescatan que algunas casas se den por azar y espontaneamente, y tambien que exista en los hechos y no solo de palabra lo que depende de nosotros y lo contingente.
XXV Pues, <como no seria evidentemente falso decir que todo lo que se sigue de alga recibe de ella causa de su existencia, y que todo lo que antecede a algo existe como su causa? En efecto, vemos que no rodas las casas que se suceden tempo
ralmente la una ala otra se dan por lo que se ha dado precedentemente y antes de elias. Pues ni caminar se produce por ponerse de pie, ni la noche por el dia, ni los juegos istmicos por los olimpicos,49 pero tampoco por el invierno , el verano.
De all! que uno tambien pudiera sorprenderse de que ellos, hacienda la atribucion de las causas de manera que lo que se
ha dado primero sea siempre causa de lo que se da despues y de lo que produzca una determinada concatenacion y continuidad de causas, adscriban a esta causa la responsabilidad de que nada se de sin causa.
47
ii I'
11!,: I.,
ALEJANDRO DEAFRODISIA
'Opw!lEV yap ElTL Tio;\f..wv <To> mho Kat TOTS TipG:lTOlS Kat
ToTs V<JTEpOlS yt- I VOilEVOlS ov ahtov. T ov yovv avaoTijVat Kal
TOV lTEpmaTij<Jat TO mho a'(- I TlOV, ov yap TO avaoTijVat TOV
TIEpmaTij<Jat, aAA' CxllcpOTEpwv 6 6:vaoTas I KalmpmaTwV a'tTlOS
Kal iJ Tmhov npoa[pwts. 'OpwllEV 8' oTt Kal vvKTos I Kal JlllEpas
TclSlV TlVCx EXOVOWV np6s aAAr\Aas EV Kal TOVTC>V ahtov, OllOlWS
10 I 81: Kal TilS Twv Katpwv llETa(?loAijs· ov yap 6 XEtllC..w ahtos Tov
8Epovs, I 6:"A"A' EKE!vwv TE Kal TO\JTWV <iJ> Tov 8eiov <JWilaTOS
KlVTJ<JLS TE Kalmpt- I cpopa Kal iJ KaTa Tov "Aoi;ov KVKAov EYKAtms,
Ka8' ilv 6 i]Atos KlVOVIlEVOS I cmavTwv Olloiws Twv npoEtPTJilEVwv
ahtos. Kal <ov lliJv> iht lliJ <iJ> vvs Tfjs JlllEpas I ai Tia i\6 XElllWV
15 TOV 8Epovs WJ8E E!11TE1TAEKTal TOVTO aAAr]Aots aAVOEWS I 8iKTJV,
avmTiws TavTa yivETm, i] ei 11iJ othws yivolTo, 8taoTiao8r]oETat iJ
TOV I KOO!lOV TE Kal TWV EV avn~ ytVOI-lEVWV TE Kal OVTWV evwms.
'I Kava yap 1 Ta SeTa Kal iJ TovTwv mptcpopa Ti]v Twv ytvo11Evwv
EV T4J KOO!l~ OVVE- I XElaV cpvAao<JElV. 'AAA' ov8i: TO TIEpmaTETV
avaiTlOV, ETIELiliJ EK TOV ava- I <JTijVat Ti]v aiTiav EXEl. "WoT' ovx 6
20 TWV aiTLWV ELPilOS vn' aVTWV AE- I YOilEVOS EVA6yws &v TOV!lTJ8Ev
avmTiws yivw8m cpEpotTo Ti]v aiT[av. 'Ws I yap al Ktvr]oets Kal ol
xp6vot Exovm !lEV Ttva aiTiav (ov 11iJv o{he iJ Kt- I VTJ<JtS Ti]v npo
aVTfjs OVTE 6 xp6vos TOV Tipo aVTOV xp6vov), othws EXEl I Kal Ta
EV avToTs TE Kal Ta 8t' avTwV ytVOilEVa npay!laTa. Tijs IJEV yap I
ovvexelas Twv ytVO!JEVwv EoTi TlS aiTia, 8t' ilv 6 KO<JJJOS ETs TE Kal
48
SOBRE EL DESTINO XXV
En efecto, vemos que en muchos casos lo mismo es causa tanto de las cosas que se dan primero como de las que se dan despues. En todo caso, de ponerse de pie y de caminar, la causa es la misma, pues ponerse de pie no es causa de caminar, sino
que de ambas cosas es causa el que se pone de pie y camina, esto es, su elecci6n. Y vemos tambien que tanto de la noche como del d1a, porque tienen cierto arden entre ellos, la causa
es una y la misma, y asimismo del cambia de las estaciones. En efecto, el invierno no es causa del verano sino que de este
y de aquel es causa el movimiento y la revoluci6n del cuerpo divino, as{ como la inclinaci6n conforme a la ecl1ptica, moviendose de acuerdo con la cual el sol es causa de todas las cosas antes mencionadas por igual. Ciertamente no es porque la noche no es causa del d1a o el inverno del verano ni tam poco
porque estas cosas no se entrelazan entre elias a la manera de una cadena, que ell as se den sin causa, y, si las cosas no se dan de este modo, tampoco se despedazari la unidad del cosmos y de todas las cosas que se dan y existen en el. Pues bastan los seres divinos y la revoluci6n de estos para asegurar la continuidad de las cosas que se dan en el cosmos. 50 Pero tampoco caminar carece de causa porque no tenga su causa en ponerse de pie. Por consiguiente, no recae en la cadena de
causas que ellos afirman la responsabilidad de que nada se de sin causa. As£ como los movimientos y los tiempos tienen una causa (pero ciertamente el movimiento no tiene como causa el movimiento anterior, ni el tiempo, el tiempo anterior), as{ tam bien tienen una los hechos que sedan en ellos y a traves de ellos. En efecto, existe una causa de la continuidad de las cosas, por medio de la cual el cosmos es uno y eterno, administrado
48
ALEJANDRO DE AFRODISIA
25 aiotos I KaTa TO 0\JTO TE Kat WaaVTWS aet OlOlKOVI-IEVOS, Kat OEt
TaVTT]V l)lTEtV TE I Kat <1-liJ> TiapaAimtv Ti]v aiTiav, ov 1-1i]v XPiJ
TOlaVTT]V tilTOAal-lf36:vetv, ws I EK Toil Tipea[3vT€pov yiveo8m To
vewTepov, ws 6pw1-1ev ytv61-1evov ETil TfiS I Twv l;c\lwv yev€oews.
Ev.f..oyov OE Kal apxrw TlVa EV TOtS aiTlOlS elVa! AE- I yetv, OVKET'
OAATIV lTpO CXVTiiS apxi]v Kat aiTicxv exovocxv. Ovyap, ei [TiaVTa] I
3o Ta ytv61-1eva TiavTa ahta exet, fioTJ KalTiavTwv eTvcxi Ttvas cxiTias
196 avayKT] . Ov I yap lTUVTa Ta OVTa yivnat. nws yap OVK OTOlTOV
To Myetv eTI' aTietpov 1 eTvcx1 Ta ahta Kat Tov eip1-1ov avTwv Kat
Ti]v emovv8emv ws 1-lrJTE Tipw- 1 Tov T1 eTvm 1-lrJTE EoxaTov: To
yap 1-lf]OEV eTvat lTpwTOV ahtov MyetV avm- I pEtV EOTI TO ahtov·
avatpOVI-IEVTJS yap apxiis O:vatpEto8at Kat TOI-lET' I a\lTfJV O:vayKT].
1\vmpotTO 8' av Kat ElTIOTrJI-IT] KCXTa TOV )..6yov TOVTOV, eY I ye
ElTIOTrJ!-1111-lEV EOTI Kvpiws n TWV TIPWTWV aiTiwv yvwms, OVK EOTI
oe I KaT' a0Tovs ev Tots aiTiots TOTipwTov.
Ov lTOOCX OE Tal;,ews Tiap6:[3ams I avatpETIKfJ TWV EV oTs
yivnm· yivea8m yap EV1a Kal Tiapa TfJV Toil [3am- I Mws Tal;,tv
OVK 0:8VvaTOV, a ov lTUVTWS TiiS [3am.f..eias fiOTJ yivETat <p8apT1- I
10 Ka , OVOE e'{ Tl TOlOVTOV EV Tc;'l KOOI-l<f:l yiVOITO, lTUVTWS fjOT] TOVTO
.f..ve1 TfJV 1 ev8at1-1oviav Toil K6o1-1ov, Ka8aTIEp ovoe Ti]v Toil o'iKov
Kat TfJV TOV OEOlTOTOV I n TVXOVOa TWV oiKETWV pq:Otovpyia.l
XXVI'/\ 81: aTiopovmv Tipos To eTva1 TotoilTov To e<p ' nl-ltV,
cmotov n I KOIVJl lTpOAT]Ij11S TWV av8pwlTWV lTElTlOTEVKEV, CxlTOpEtV
49
SOBRE EL DESTINO XXVI
siempre segun lo mismo y de Ia misma manera. Es preciso buscar y no dejar de !ado esta causa, pero no hay necesidad de suponer que es tal que lo mas reciente se da a partir de lo mas antiguo, como vemos que se da en el caso de Ia generaci6n de los animalesY
Tambien es razonable decir que existe un principia en las causas que ya no tiene otro principia y otra causa que le sea anterior. En efecto, no es el caso de que, si todas las cosas que se dan tienen causa, ya por eso tambien existen necesariamente causas de todo, pues no todos los seres se generan.
En efecto, 2c6mo no seria absurdo decir que las causas y su cadena y concatenaci6n avanzan al infinito de manera que no exista ni una primera ni una ultima? Decir que no existe una causa primera es eliminar Ia causa, y, eliminado el principia, necesariamente tambien se elimina lo que viene despues de el. Asimismo, segun esta doctrina, se eliminaria incluso Ia ciencia, si efectivamente Ia ciencia es principalmente el conocimiento
de las causas primeras, y si no existe, segun ellos, lo primero en las causas.52
De Ia misma manera, no toda infracci6n del orden elimina las cosas en las cuales se da el orden. Pues noes imposible que
algunas cosas se den incluso contra Ia ordenanza de un rey, y no por eso se vuelven absolutamente destructivas del reino. Asimismo, no es el caso de que, si algo semejante se da en el cosmos, ya por eso se disuelve absolutamente Ia felicidad que hay en el cosmos, como tampoco Ia pereza ocasional de los
servidores disuelve Ia de una casa y la de su dueiio. 53
XXVI No es absurdo polemizar sobre las cosas que ellos polemizan en torno a! hecho de que lo que depende de noso-
49
j;
'.;ill!: ! il.
' 1111
''.'I I,
)
ALEJANDRO DE AFRODISIA
15 llEV OVK &f...oyov, I TO OE TOtS cmopOVIJEVOIS ETTOXOVIJEVOVS w<;
OIJOAoyoviJEVOI) avatpeiv IJEV, I a oihws i:vapyij, OKtaypmpiav
OE Ttva Kal TTOIOiaV arro<paivetv TOV TWV I av8pwrrwv [3iov
Kal avvaywvi~eo8at Tois arropovllEVOIS Ka8' ainwv, I nws ov
rravTcmamv &f...oyov; Ovoe yap T~ 11n ovvallEV<fl Me tv Ttva Twv 1
Zf]vwvos f...6ywv TWV KaTa TiiS Ktvf]aews flOfJ KlVfJOIV avatpETEOV.
20 'IKa- 1 vwTepa yap i] ToO rrpayllaTos i:vapyeta rrpO<; ouyKOTa8eatv
TTOOfJS TiiS I Ota A6ywv avatpOVOfJS aUTO m8aVOTfJTO) .
IJOAtoTa 8appovatv, TavTa rrpoxetptaallE- I vovs i:!;ETaam, rrws
EXEt. "lows yap OVOE &yav <paveiTal ovaAvTa. "EaT! on I Tl TWV
anopOVIlEVWV vrr' 0\lTWV Kat TOIOVTOV. ' Ei', <paa[v, 'TaVTO EOTIV
25 i:<p' I rliJlV, wv Kal TO aVTIKElllEVa OVVOilE8a, Kal i:rrl TOt<; TOIOVTOI<; oY
TE ETTat- I vot Kal oi 1j16yot, rrpoTporrai TE Kal 6:rroTporrai , Kof...6:aet<;
TE Kal TlllOl, OVK I EOTal TO <ppOVlllOL<; eivat Kal Ta<; apETa<; EXELV
i:rrl TOL) EXOVOIV, C>TI llfJKET' I eialv TWV aVTIKEIIlEVWV KOKIWV Tal<;
apETal<; OEKTIKOl , OllOlW<; OE 0\JOE ai I KaKiat i:rrl TOt<; KaKols · OVOE
197 yap i:rrl TOVTOI<; TO llfJKET' efvat KOKOL)' 6:Af...a I lli}V OTOTTOV TO lln
Kal Tov<; 1j16yovs bl T01JTWV yiveo8m ovK &pa To i:<p ' iJiliV Tot- I
OVTOV'.
50
SOBRE EL DESTINO XXVI
tros sea tal como se ha creido en la preconcepci6n comun de los seres humanos. En cambia, ~como · no serfa completamente absurdo el hecho de que quienes se aferran a ideas polemicas, como si estas fueran aceptadas por todos, eliminen lo que es tan evidente, y declaren que la vida humana es un juego
de sombras y de nifios, y que incluso peleen por estas ideas polemicas contra sf mismos? En efecto, tampoco el que no puede solucionar algunos de los argumentos de Zenon contra el movimiento ya por eso debe eliminar el movimiento, pues Ia evidencia del hecho es una condici6n mas suficiente para el asentimiento, que toda conviccion que elimina el hecho mediante argumentos.
No estarfa mal, quiza, que tambien nosotros, discutiendo
sobre las cosas sobre las que ellos polemizan, examinemos como son aquellas en que su osadia a! sostenerlas es mayor. En efecto, parece que quiza no sean demasiado diffciles de refutar. Una de las casas sobre las que ellos polemizan es la siguiente: "Si dependen de nosotros aquellas casas de cuyos contraries tambien somas capaces, y en tales casas -afir
man- se dan las alabanzas y las censuras, las exhortaciones y las disuasiones, los castigos y las recompensas, entonces, ni ser sabio ni tener las virtudes depended. de quienes las tienen, porque ya no pueden recibir los vicios opuestos a las virtudes, y
asimismo tam poco los vicios dependerin de los viciosos, pues tampoco depende de estos el ya no ser viciosos. Ahora bien,
es absurdo no decir que las virtudes y los vicios dependen de nosotros y no decir que las alabanzas y las censuras se dan en estos casos. Por tanto, lo que depende de nosotros no es de este tipo". 54
50
ALEJANDRO DE AFRODISIA
XXVII OTs avyxwpi)aavTES civano[3Ai)Tovs Tas cipnas TE Kat
Tas KaKias eT- I vat, Yaws npoxetp6TEpov Aallf3av611evov t..EyotllEV
&v KaTa TOVTO Tas E~ElS I ETit TOtS exovmv eTvat, Ka86aov npo
Tov A.a[3eiv mhas i:n' mho!s fiv Kal I lltl A.a[3Eiv. 01 TE yap Tas
apETas EXOVTES aVTl TOV TWV [3EATIOVWV I cillEAElV EAOilEVOl Ta
[3eATiw avTols ahtot TfiS Twv cipnwv i:yevovTo KTi)- I aews, ol
TE Tas KaKias EXOVTES TTapalTAT]Oiws. '0 o' mhos Kat en\ TWV I
TEXvwv t..6yos · Kat yap Twv TEXVtTwv EKaaTos Tipo 11i:v Tov Ti]v
10 TEXVT]V I EXElV ElXEV Kat TOV lltl yeveo8at TtlV e~ovoiav , yEVOilEVOS
oi: ovKh' EoTat I Kvptos Toil lltl yEyovevat TE Kat dvm TotoilTos.
Ai yap yeveaets Twv Tot- 1 ovTwv i:<p ' Tilliv, Kat eta ToilTo ovx
OllOlOV TO aAT]8i:s ETil TE TWV 11EAA6v- I TWV Kat ETTt TWV OVTWV
TE Kat yeyov6Twv, OTl <TO> llEV ov TE Kat yeyovos I ovx oT6v TEn
15 lltl elVa! n lltl yEyOVEVaJ , TO OE llEAAOV yivea8aJ EVOEXETaJ I Katlltl
yiveo8at. b.to lTpO llEV TOV TtlV cipni]v EXElV TOVOE TlVa aAT]8i:s I
i'iv TO ev8exea8at Katlltl yevea8at TOIOVTOV, 8 OE TOIOVTOV yivETat,
TOilTo I Kal yev611Evov af..T]Bi:s m:hws Myetv yeyovevm. I
Ei 11i:v o0v i'jv EK yevnfis 1 6 <pp6vt11os TotoilTos Kal TOilTo Tipos
TOlS aAAOlS Tois VTTO TfiS <pvaews au- I TctJ OEOOilEVOlS eTxev nap'
20 EKELVT]S t..a[3wv, ov8' of..ws &v fiv i:n' avTci) TO I elva! TOlOVTcp,
wamp OVOE TO ElVa! OllTOOl n A.oytKci), ova' &v ElTlJVEiTO I ETl ElTt
TctJ TotoGTos eTvat, cit..!..' i:8av116:/,;ETo ws excuv Tiapa TfiS Beias
<pv- 1 aEcus 8wpov TTJAtKovTov. 'Ws yap Twv 1}ytatv6vTcuv, oaot
llEV 6:o8eveis ov- I TES Ti]V <pvmv Ola TfiS oiKEias ElTlllEAEias eiat
51
SOBRE EL DESTINO XXVII
XXVII A estos, habiendoles concedido que las virtudes y los vicios no pueden perderse, quiza podriamos decir, de manera mas facilmente captable, que las disposiciones dependen de quienes las tienen, en la medida en que antes de haberlas adquirido dependia de ellos tam bien no adquirirlas. 55 En efecto, quienes tienen las virtudes, habiendo elegido lo mejor para si mismos en vez de descuidarlo, se han vuelto causa de la adquisici6n de las virtudes, y de manera semejante los que tienen los vicios. El mismo argumento se aplica tambien en las artes. En efecto, cada uno de los artesanos, antes de tener el arte, tenia tambien el poder de no volverse artesano, pero habiendose vuelto uno, ya no tendra el control de no haberse vuelto uno ni de no serlo, En efecto, las generaciones de tales cosas dependen de nosotros y, por eso, no es iguallo verdadero en las cosas que van a ser, las que son y las que se han dado, porque noes posible que lo que es y lo que se ha dado no sea o no se haya dado, pero lo que va a ser admire darse y no darse. Por eso, antes de que determinada persona tuviera la virtud, era verdadero admitir tambietl que no se volviera de tal tipo, pero del que se vuelve de tal tipo, habh~ndose vuelto de tal tipo, es verdadero decir que se volvi6 de ese tipo.
Por consiguiente, si el sabio fuera tal de nacimiento, y si, ademas, de las otras cosas que le fueron dadas por naturaleza, hubiera adquirido de ellas ser sabio, no dependeria de el en absoluto ser asi, como tampoco depende de el ser bipedo o racional. 56 Ademas, tam poco seria alabado por ser asi, sino que uno se admiraria de que el tuviera de parte de la naturaleza divina un don tan grande. En efecto, asi como, de entre aquellos que estan sanos, alabamos a quienes, siendo debiles por
51
I '
! i I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TOIOUTOI , TO\JTOVS !lEV enat- I VOVI-lEV ws EaVTWV np6votav Ti)v
25 npooi)Kovoav TIOIOVJ..lEVOVS, ot' T]v np6votav I OVK Eimv EV T4> VOOEtV,
TOVS OE EK <pV<JECU) VyiEIVOVS Kal ov VOOOUVTas I avEV npay!laTEtas
Kal <ppOVTiowv OVKETI J..lEV ETiaiVOUJ..lEV, J..laKaplsoJ..lEV OE I ws xwpls
KaJ..ltlTCUV TOVTO EXOVTa') , 0 Kal TOtS aAAOIS ayaTifJTOV, Ei Kal I J..lETCx
KUJ..lCITOU napEtf], TOV OVTOV Tp6nov [Ei] Kal ETI J..laAAov enl TWV
apE- I TWV brotOVJ..lEV &v, Ei T'joav EK <pVOEWS TIOIV napovoat, OTIEP
30 ai-IEAEI TIOI- I OUJ..lEV enl TWV 8Ewv. 'Eml OE aovvaTOV ftl-ltV TOUTO,
Kal OVOEV aovvaTOV I OEt napa TfiS <pVOECUS cmatTEtV (aVTfJ yap
198 ovvaT4J TE Kal aOUVCxTt+J J..lETpov· I TEAEIOTTJS J..lEV yap ft apni-] Kal
[i]] aKpOTTJS TiiS oiKEias <pVOECUS EKa<JTOU, I aovvaTOV OE aTEAES Tl
ov EV TEAEIOTTJTI Efval, aTEAES OE TO yEVOJ..lEVOV E1J8v I T4> YEVE08at),
OVOE Ti"]V apni-]v oT6v TE TOV av8pwnov <ExovTa> <pUVal.
Ov I J..lTlV aOVI-If3oAos ft cpvms mhct> npos Ti-]v KTfjmv avTfiS, a :\A'
EXEI nap' av- I Tfj) OVVa!liV TE Kal ElTITfJOEIOTfJTa OEKTIKi-]v avTfiS,
T]v OVOEV TWV aAAcuv I sc\:Jcuv EXEI. Kal OICx TTJVOE Ti-]V OVVaJ..liV 6
av8pwnos TWV &Hwv sc\:Jwv I <pVOEI Ola<pEpEI, KalTOI no:\Awv
sc\:Jwv ClTTOAEITTOJ..lEVOS EV TOtS OW!laTIKOtS TIAEO- I VEKTfJJ..laOIV. Ei
I-lEV oi'iv OVTCUS E'lxoJ..tEV nap' avTfiS Ti-]V OVVaJ..llV Ti]V TWV apnwv
1 OEKTIKi]v, ws npot6VTES Kal TEAEIOVI-lEVOI Kal TaVTfJV AaJ..t[3avEiv,
10 ws TO lTEpma- I TEtV, ws TO 6o6vTas, ws TO yEVEia <pVEIV, ws aAAo
Tl TWV bnytVOJ..lEVCUV TJJ..ltV I KaTa <pVOIV, ova' OVTWS &v E<p' ftJ..ltV
52
SOBRE EL DESTINO XXVII
naturaleza, son sanos debido al cuidado de sf mismos (porque son precavidos respecto de sf mismos, gracias a lo cual no se enferman), y, en cambio, a los que son sanos por naturaleza, y no se enferman sin esfuerzo ni preocupaciones, ya no los alabamos sino que los felicitamos porque tienen sin esfuerzo aquello que tambien es deseable para los otros, aunque les venga con diflcultad; del mismo modo e incluso en mayor grado, haria
mos eso en el caso de las virtudes, si por naturaleza estuvieran presentes en ciertas personas, lo cual hacemos ciertamente en el caso de los dioses.57 Ya que esto es imposible para nosotros, y es preciso no pedicle nada imposible a Ia naturaleza (pues ella es Ia medida de lo posible y de lo imposible: en efecto, Ia virtud es la perfeccion y la cima de la naturaleza propia de cada uno, yes imposible que algo sea imperfecto estando en Ia
perfeccion, pero lo que se da es imperfecto por el mero hecho de darse), tampoco es posible que el ser humano tenga naturalmente la virtud. 58
Por cierto, Ia naturaleza no contribuye con el en nada para Ia adquisicion de Ia virtud, aunque eJ tiene de parte de ella una
capacidad y una aptitud para recibirla, las cuales ninguno de los demas animales tiene. Por esta capacidad, el hombre se dis
tingue por naturaleza de los demas animales, aunque sea dejado atras por muchos animales en las ventajas corporales. Por consiguiente, si tuvieramos de parte de Ia naturaleza Ia capacidad de recibir las virtudes de manera que tam bien Ia adquirieramos
progresando y perfeccionandonos, como de hecho adquirimos Ia capacidad de caminar y de que nos crezcan los dientes, Ia barba y cualquiera otra de las cosas que nos sobrevienen por naturaleza, de esa manera no dependerian de nosotros las vir-
52
' ]:
ii II i
ALEJANDRO DE AFRODISIA
i'joav a\ apeTal worrep OVOE TWV npoetpTJ- I IJEVWV Tl. 'Em\ OE llfJ
TOVTOV TOV Tp6nov avTas KTW!-IE8a (ei yap i'jv worrep TCx I aAAa
OlfTWS (5£) Kat <ppOVT]OlS TE Ka\ apETfJ TOt) av8pwnOIS ovyyevij,
ml:VTE) &v I i] oY ye nAEtOTOI, wonep TWV aAAWV <TWV> KaTa
15 <pVOlV avTois Tvyxav6vTWV, omws I OV TfJV OVva!-IIV TfJV TWV
apETwV OEKTlKfJV [.IOVTJV, aAAa Kal TCxS apETas I avTCxS nap' EKelVTJS
&v eYxo~-tEV Kal OVOEV ovo ' OVTWS &v EOEI enaivwv i] I \I'OYWV fl
TlVOS TWV TOIOVTWV en\ (oe) Tai) a pETals TE Ka\ KaKlatS 8EtOTEpav
I np6qmo[v TE Kal ovo[av TiiS napovo[as avTwV exovmv), enel
of] ovx ov- I TWS EXEl (ov yap TOVS lTCJVTas OVOE TOVS nAelOTOV)
20 6pw1-!EV TCxS apETas I EXOVTa) , 8 TWV KaTa cpvmv YIVOI-IEVWV
OTJI-!Ei6v EOTIV, aAA' ayanf]TOV EVa I nov Aa[3eiv TOIOVTOV, 8s 01'
aoKi)OEWS TE Kat O!OaOKaAias OElKVVOlV TfJV I TWV av8pwnwv
np6s TCx aAAa ~c;Ja <pVOIKT]V nAeove!;iav, 5t' aVTOV npooTl- I 8ets
TO avayKaiws EVOEOV Jii-IWV Tij <pVOEl) , Ola TOVTO E<p' Jil-liV TE EOTIV I
i) TWV a pETwV KTijms Kat OVK axpTJOTOl OVOE I-ICxTTJV o\he oi EnatVOI
25 o\he I oi \jJOYOl o\he <ai> npos [3eATlW npoTponat ov8' i) OlCx TWV
[3eATIOVWV e8wv I KaTa TOVS VO!-IOVS 6:ywyi).
T wv I-lEV yap <pVOEl Ttolv vnapxovTWV OVOEV oT6v TE vn6
TIVO) Eeovs aAAoiov yevso8at (ov5' OVTWS noAACxKlS TO [36:pos I
EXOV 6:vapptcp8i)oETat, ws e8to8ijvat KaTa TfJV aVTOV cpvatv &vw
cp£peo8m), 1 Ta o£ fl8TJ Twv 6:v8pwnwv Toia Kat Toia 5ta Twv
199 Olacpep6VTWV e8wv y[ve- I Tal. Kat ent!-IEV TWV cpvoEl npwTas TCxS
53
SOBRE EL DESTINO XXVII
tudes, como tampoco depende de nosotros ninguna de las casas antes mencionadas. Dado que no las adquirimos de esta manera (en efecto, si fueran as{ como las otras capacidades, y tanto la sabiduria como la virtud fueran congenitas a los seres humanos, entonces, as{ como les tocan las demas capacidades naturales, asi tambien todos, o al menos muchos, tendriamos de parte de ella no solo la capacidad de recibir las virtudes, sino tambien las virtudes mismas, y asimismo tampoco se necesitada en absoluto ni de alabanzas ni de censuras ni de nada por el estilo con respecto a las virtudes y a los vicios, porque tienen, de su adquisici6n, una causa y una raz6n de ser mas divinas), dado pues que ese noes el caso (en efecto, vemos que no todos ni la mayoria tienen las virtudes, lo cual es signo de las cosas que sedan de acuerdo con la naturaleza, pero debe bastarnos que las haya adquirido al menos una persona que, mediante el ejercicio y el aprendizaje, muestre la ventaja natural de los seres humanos respecto de los demas animales, supliendo esa persona por sf misma aquello de lo cual necesariamente carecemos por naturaleza), por ello depende de nosotros la adquisici6n de las virtudes y no son inutiles ni vanas ni las alabanzas ni las censuras ni las exhortaciones hacia lo mejor, ni la educaci6n mediante las buenas costumbres de acuerdo con las !eyes.
En efecto, ninguna de las propiedades que determinados seres poseen por naturaleza puede alterarse por una costumbre (tampoco lo pesado se arrojara hacia arriba tantas veces como para que se acostumbre a subir de acuerdo con su propia naturaleza), pero los caracteres de los humanos si se vuelven tales o cuales mediante las costumbres. Y en el caso de las cosas que tenemos por naturaleza, habiendo adquirido primero las
53
ALEJANDRO DE AFRODISIA
e!;et<; KTf]OC!IlEVOl oihw<; evepyoii- I JlEV KaT' atm'xs (ou yap i06vTE<;
noAAaKl<; TfJV 6paTlKfJV e!;tv KTWJlE8a, af..A' I EXOVTES aUTfJV OtlTWS
OpWJlEV), en\ OE TWV ouq:nJOEl EK TWV evepyetwv Ta<; I e!;et<; KTWJlE8a.
Ou yap aAAW<; TEKTWV TIS &v yEVOlTO llll noAAaKl$ evepyf]- I oas
Ta<; TOV TEKTOVOS evepyeias KaTa Ta<; vno8f]Ka<; TOU OlOOOKOVTO<;.
"WoT' I em\ Kal Ta<; apETa<; OtlTWS KTWJlE8a (evepyoiiVTE<; yap
Kal TO ow<ppOVlKO I ytVOJlE8a ow<ppOVE<;) , OUK &v iJJltV vnapxotEV
<pVOEl.
XXVIII Ol ol: <paOKOVTE<; I:!; I avayKf]<; iJJlas eTva[ TE Kal y[veo8m
TOlO\fTOV<; , Kal llll KaTaAllTOVTE<; TilltV I Ti]V e!;ovo[av TOU TaiiTa
10 npaTTElV TE Kal llll, ot ' wv &v TOlOUTOl yEVOlJlE8a, I Kal Ola
TOVTO llftTE TOtS KaKOt<; ytVOJlEV01<; ESElVal llfJ TaVTa npaTTEIV,
8 I np6:TTOVTE<; y[vovTat TOIOUTOI, llTlTE TOt<; aya8ot<; , nws oux
Ol.lOAoyf]oovmv I KCxKlOTOV yeyovEvat Twv l;~wv anavTwv vn6
Ti'j<; q>VOEWS TOV av8pwnov, ot ' I ov q>amv n6:vTa TOAAa yevEa8m
ws avVTef..EoavTa npos Ti]v TovTov awTn- I plav; Ei yap Ti 11i:v
15 apETr\ TE Kal Tj KaK[a llOVal KaT' at/TOVS Ti !lEV aya- I 86v, Ti ol:
KaKOV, Kal OVOEV TWV aAAWV s~wv OVOETEpov TOVTWV EOTtV ElTI- I
OEKTIKOV, TWV OE av8pwnwv oi TTAEtOTOl KaKO[ , JlUAAOV ol: aya86s
!lEV eTs I ii OEVTEpo<; vn' aUTWV yeyovEVal JlV8EVETal, wonep Tl
napaooi;ov /;4Jov Kat I napa <j>VOlV onaVlWTEpov TOU <j>OlVlKOS TOV
nap' Ai8tO\jJlV, oi ol: naVTES I KaKol Kal en[ons af..Mf..ot<; TOlOVTOl,
20 ws llfJOEV Ola<pEpElV aAAOV af..Aov, Jla[- I veo8at ol: OllOlWS n6:VTa<;
54
SOBRE EL DESTINO XXVIII
disposiciones de esa manera, actuamos de acuerdo con ellas (en efecto, no porque vemos muchas veces poseemos la disposici6n visual, sino porque la tenemos, en esa medida vemos).
Pero en el caso de las cosas que no tenemos por naturaleza, adquirimos disposiciones a partir de actividades. En efecto,
nadie se volveria carpintero de otro modo mas que ejerciendo muchas veces las actividades del carpintero de acuerdo con las instrucciones del maestro. Por consiguiente, ya que tambien las virtudes las poseemos de este modo, pues tambien nos volvemos temperantes llevando a cabo las actividades relativas a la temperancia, no las tendriamos por naturaleza.
XXVIII Quienes afirman que somos y nos volvemos de determinado tipo por necesidad y no nos dejan el poder de hacer o no hacer aquellas cosas a traves de las cuales podrlamos volvernos tales, y que, por esto, ni a los que se han vuelto malos ni a los que se han vuelto buenos les es posible no hacer estas cosas que por hacerlas se vuelven tales, <como no reconoceran que el ser humano, por causa del cual ellos afirman que todas las demas casas se generan con vistas a contribuir a su
preservaci6n, 59 se ha convertido por su naturaleza en el peor de todos los animales? En efecto, si, segun ellos, solo la virtud y el vicio son, la primera, algo bueno y, el segundo, algo malo, y ninguno de los demas animales es susceptible ni de la una ni del otro, y si, en su mayoria, los seres humanos son malos o, mas bien, segun ellos cuentan, solo una 0 dos personas se
han vuelto buenas como si fueran un animal extraordinario y contrario a la naturaleza, mas raro que el Ave Penix de los
etiopes,60 y si todas las personas malas son tales por igual, de modo que ninguna difiere en nada de la otra y todos los que
54
25
30
200
ALEJANDRO DE AFRODISIA
0001 J.lll ao<poi, TTWS OVK &v aSA.tC.::naTOV ~c\)OV I CxlT<lVTWV 6
8:v8pwrros E'iT], exwv TriV TE KaK[av Kat TO llaivw8al OVIl<pVTa
a\nw Kat ovyKEKATJPWilEva; 'AA.A.a To 11E:v Tas rrapaoo!;oA.oyias
atJTWV TO) I EV TOtS 06yllaOlV ESETO~ElV, Ol' wv TTpos TCxATJ8fi
ota<pwvovmv, TTAEtOTOV 1 rrapalTT]TEOV TOV vvv, i:rravlTEOV 81: 88ev
E:!;eTpan61lE8a.
XXIX 'EodsallEV 81: em I o\hws i:rr' m1Tc() Tc\) <ppovill0 To eTvat
TOIOVT0, OTl TfiS TOlaVTT]S esews I Kat TfiS KTriaEWS avTfiS a\JTO)
a'lTlOS Tc\) Kat TOV llll yevEa8m TOIOVTOS I EXEIV rrp6Tepov Ti]v
i:sovoiav. Tl']v llEV oi'iv l!l;tv llTJKET' EXEIV OVK i:rr' av- I Tc\) (worrep
OVOE Tc\) a\JTOV CxTIO v~ovs a<pEVTl TO OTfjVal KalTOl TOV pt~ai
I TE Kal llll Ti]V i:!;ovoiav EXOVTl), i:rr' auT(\) OE TWV EVEPYEIWV
wv Ti]V l!l;tv I exwv EVEpyEt Kal llll TIOlfioai TlVa. Ka\ yap Ei OTl
llclAlOTa evA.oyov TO TOV I <ppOVlllOV <Tas> KaTa TOV A.6yov Kal
TTJV <ppOVT]OlV i:vepyeias i:vepye!v, rrpwTOV I llEV ovx wplOilEVWS
a\'OE TlVES TOIOVTal il llEXPl TOVOE i:vepyoVIlEVal, aA.A.' I EOTIV i:v
TIAclTEl TlVt rravTa Ta YlVOilEVa TOVTOV TOV Tp6rrov, Kal TO napa
lllKpov EV TOVTOl) OVK avmpEt TO rrpoKElllEVOV" ETIE!Ta OE ov
KaTT]VayKaOI-!E- I vws 6 <ppOVlllOS wv alpEtTai Tl rrpaTTEl, aA.A.' ws
Kal Toil J.lll npal;ai Tl 1 TOVTWV auTos wv Kvptos. EvA.oyov yap &v
o61;m TIOTE Tc\) <ppOVll-10 Kat I vrrep TOV OEtl;al TO TWV EVEPYEIWV
i:A.ev8epov Kal llTJ TIOlfioa[ TTOTE TO yt- I VOilEVOV &v evA.6yws vn'
55
SOBRE EL DESTINO XXIX
no son sabios, son igualmente precipitados,61 ~como no seria el ser humano el mas patetico de todos los animales, teniendo al vicio y a la precipitaci6n como cosas connaturales que le han sido asignadas por azar? Pero tenemos que dejar de lado por ahora el examen de las paradojas que se hallan en sus doctrinas, por medio de las cuales pierden consonancia con la verdad,62 y retornar al punto de donde nos desviamos.
XXIX Mostramos que ser de determinado tipo depende de la persona prudente de esta forma: porque ella misma es responsable de esa disposici6n y de su adquisici6n, en virtud de que tuvo tambien antes el poder de no volverse de ese tipo. Por consiguiente, no depende de ella ya no poseer esa disposici6n (del mismo modo en que detenerse ya no depende de quien se avent6 desde las alturas, aunque si tuvo el poder de haberse aventado o no), pero si depende de ella tambien no realizar algunos de los actos que realiza y para los cuales tiene la disposici6n de realizarlos. En efecto, si bien es sumamente razonable la tesis de que la persona prudente realice los actos que van de acuerdo con la raz6n y la prudencia, en primer lugar, algunos de los actos realizados por ella no son de ese tipo ni definidamente ni hasta un pun to determinado, sino que todas las cosas que se dan en ese sentido tienen un cierto rango de variaci6n, y el que en elias sea muy pequefio no anula lo que uno se ha fijado como meta. 63 En segundo lugar, la persona prudente no hace necesariamente nada de lo que elige, sino que actua en el supuesto de que tiene bajo su control hacer o no hacer alguna de esas cosas. 64 Pues en alguna ocasi6n podria parecerle razonable, para mostrar la libertad de sus actos, no realizar en tal ocasi6n lo que se realizaria por ella de modo razonable, si
55
ALEJANDRO DE AFRODISIA
OVTOV, Ei TTPOEllTOl Tl) a\lTc{) llCxVTl) 1:1; 6:vayKT]) aVTOV TOVTO
TTpai;ElV. T OVTO TOl Kal o'i j1CxVTEl) ETvm AEyova[ v v<popw- I llEVOl
<pE\JyovTE) Tovs Trap a TT6oas I:Myxovs ovol:v TotovTo TTpo:\eyovmv
TOt) I I:Myl;m OVVaj1EVOl), aH' wamp TO TOV) xp6vovs 6pi{,;Elv
ro TWV TTpOAEYOilEVWV I UTI' avTwv W) EOOilEVWV ws EVEAEyKTov
cpv:\aaaovTm, 011Tw <pE\Jyovmv Kal I To :\eyEtV Tl Kal j1aVTEVEa8at
TOt) OVVOilEVOl) lTapaxpiilla TO aVTlKElj1EVOV I lTOlijOOl TOV
llOVTEVIlOTO).
XXX To 81: MyEtv Ev:\oyov ETvm Tovs 8EOV) Ta l:a6- I !lEVa
TipoEtoevm (ihoTiov yap To AEyEtv eKEivovs 6:yvoEtv Tl Twv
E0011EVWV) I Kal TOVTO Aaj1!3avovTa) KaTaOKEVai,;ElV 1TElpaa8m ot'
r5 avTov To TiavTa 1:1; I 6:vayKT]S TE yivm8m Kal Ka8' EtllOPilEVT]V ovTE
aAT]8E) OVTE EVAoyov. Tijs I llEV yap <pVOEW) Tij) TWV 1Tpayj1aTWV
TOVTO xwpoVOT]), OVOEVa [llO:AAov] I EVAOYWTEpov Eioevm llUAAOV
TWV 8EwV Ta llEAAOVTa, CxOVVCxTOV o' OVOT]) I Ti]V TOlaVTT]V
1Tp6ppTjatV Kal 1Tp6yvwmv oexm8m, OVOE TOV) 8EOV) EVAoyov I
ETl yivETm [To] Eioevm Tl TWV aOVVCxTWV. Ta yap 6:ovvaTa TlJ
20 aVTWV <pV- I GEl Kal Tiapa TOt) 8EOt) Ti]v avTi]v <pVACxTTEl <pValV.
1\ovvaTov yap Kal 1 Tols 8EOtS f1 To Ti]v otallETpov Tiotijaat TlJ
lTAEVp(,X OVIlllETpov i1 TO ols I ovo TTEVTE ETvm i1 TWV YEYOVOTWV
Tl llTl YEYOVEVOl. Ovoe yap Ti]v apxi]v I !3ovAOVTOl ElTL TWV
6:ovvaTWV OVTW). <AvTOt)> yap i'jv l:v TOt) AEYOilEVOl) ovoxwp[a.
I OTs Oj10LW) 6:ovvaTOV Kal TO EV TlJ oiKEiq: <pVOEl EXOV TO owaa8m
56
SOBRE EL DESTINO XXX
un adivino le hubiera predicho que ella iba a hacer esto mismo por necesidad. 65 Ciertamente esto lo sospechan tambien quienes dicen ser adivinos al no predecir nada de tal clase a quienes son capaces de refutarlos, evitando asf una refutaci6n inmediata. Mas bien, asf como se cuidan de no definir los tiempos de las cosas que ellos predicen que habran de darse, por ser esto facilmente refutable, asf tambien evitan decir y vaticinar algo a quienes son capaces de hacer inmediatamente lo opuesto de lo vaticinado.
XXX Afirmar que es razonable que los dioses tengan conocimiento anticipado de las cosas futuras (pues es absurdo afirmar que ellos ignoran alguna de las cosas futuras) y, bajo ese supuesto, intentar probar por medio de ello la tesis de que todo se da por necesidad y segun destino, no es ni correcto
ni razonable.66 En efecto, si la naturaleza de los hechos diera cabida a esto, serfa sumamente razonable que nadie mas que los dioses conociera las cosas que van a darse. Pero cuando ella es incapaz de admitir esta clase de predicci6n y pron6stico, ya no es razonable ni siquiera que los dioses conozcan algo imposible. En efecto, las cosas imposibles retienen, por su propia naturaleza, ese mismo caracter ante los dioses. 67 Pues es impo
sible, incluso para los dioses, tanto hacer que la diagonal sea conmensurable con el lado como que sea el caso de que dos por dos sean cinco, o bien que no se de algo que se ha dado. De hecho, para empezar, en el caso de las cosas que son imposibles de este modo, los dioses ni siquiera desean hacerlas, pues
la dificultad se halla en sus formulaciones mismas. De modo similar, incluso les es imposible saber por anticipado si lo que tiene en su pro pia naturaleza la capacidad de darse o no, es tal,
56
I
'I
II
i'f I
Ill 'I !
II ,II
,I
I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
zs yeveo8at I TE Kal l.lTl ws eo611evov mxvTc.us ij ws l.lTl eo611evov o{hc.us
rrpoEIOEVat. Ei I yap i] mpl aliTWV rrpo atm:ilv rrp6yvc.ums avatpEt
TO EV atiTots EVOEXOilEVOV, I oijAov ws, ei ow(; otTO TOVTO, CxOVvaTOS
&v Ti rrep\ m1Twv rrp6yvc.ums e'in. I
"OTt yap Kal [ei] KaTa TO\lTOVS TOVTO OVTC.US EXEL, oijAov EK TOV
Aa[36vTas I atiTovs, oTt oi 8eo\ rrpoytyvwoKovmv Ta llEAAovTa,
201
30 8t' a\lTOV KaTaOKEva(;etv I TO E~ avayKf]S allTO yiyvea8at, ws
ouK 8v ei l.lTl o{hc.us yiyvotTo rrpoyvc.u- I OO!levc.uv. Ei o£ TlJ Twv
8ewv rrpoyvwoet TE Kal rrpoayopEVOEl TO avayKatOV I ElTETat
[Kal] KaT' 0\lTOVS, El llfJ TO avayKatov EV TOtS YLVOI.lEVOLS E'if], ouo'
&v KaT' I atiTovs oi 8eo\ rrpoytvwoKotEV Ta llEAAovTa. "WoTE Kal
auTo\ TfJV auTi]V I CxOVVa!liav TOtS 8eots <pvA6:oaovmv, E'i ye KaT'
aOVVa!liav XPTl Kat ao8e- I VEiaV AEyetv yiveo8at TO TO aovvaTa llfJ
8vvao8at. Ou of] Ti;) 8eic.u I rrAEov Tl ovvao8at 8ta TfiS rrpoppr]oec.us
CxVcllTTOVOLV, aAAa 8ta TOV rrpo- I Aa!l[36:vetv TOVTO Ti]v <pVOLV Ti]V
TWV rrpay!lcXTC.UV TOLOVTT]V eio6:yovmv ou- I Oa!lws aK6Aov8a Kat
ovv~8a TOtS ytVOilEVOLS TE Kal evapyemv AEyovTES. I
10
T 0\lT<p yi:xp rrpooxpc.ul.lEVOVS EVEOTat lTclVTa TCx aovvaTa
<ovvaTa> OELKVVVat I Ti;) evAoyov elVa! l.lfJ ayvoEtV aUTO TOVS
8eovs. L':..vvaTat yap TIS Aa[3wv I TO aTOlTOV eTvat TOVS 8eovs
llTl ei8evat To &rretpov rr6oc.uv EOTt [8E1.1Evos] l.lE- I Tpc.uv TovTo
rrpooAa1.1[36:vetv TO ovvaTov elVat ytyvc0oKm8at To I &rretpov
rr6oc.uv EoTl l.lETpc.uv. Ei o£ TOvTo, ovvaTov elVat To &rretpov
wpLOilE- I vwv TLVWV llETPC.UV. Ei yap llTl ijv, ouo' 8v oi Seot ijoeaav
atiTo lTOOC.UV I EOTt llETpc.uv.
57
SOBRE EL DESTINO XXX
que o bien necesariamente se dad., o bien no se dad. de ese modo. En efecto, si el pron6stico que hacemos sobre elias antes de que se den elimina en elias lo contingente, es maniflesto que, si esto se conservara, seria imposible su pron6stico.
Que tambien, segun elios, esto sea as{, es manifiesto por el hecho de que, suponiendo que los dioses pronostican las
cosas que van a darse, prueban con base en esto que esas cosas se dan por necesidad, en la creencia de que, si no se dieran de ese modo, no serian pronosticadas. Pero si, segun ellos, la
necesidad se sigue del pron6stico y de la predicci6n de los dioses, pero no existiera en las cosas que se dan, entonces, segun ellos, ni siquiera los dioses pronosticarian las cosas que van a darse. Por consiguiente, tambien ellos retienen la misma incapacidad para los dioses, al menos si debe decirse que obedece a una incapacidad y debilidad no ser capaces de cosas imposibles. Ciertamente no es debido a la predicci6n que ellos atribuyen a lo divino un mayor poder, sino es debido a que presuponen este mayor poder de dios, que postulan semejante naturaleza de las cosas, hablando de manera que no se sigue de, ni es consistente en nada con como se dan los hechos y las cosas evidentes.
En efecto, usando esta tesis, sera posible demostrar que todo lo imposible es posible en virtud de que es razonable que los dioses no lo ignoren, pues, presuponiendo alguien que es absurdo que los dioses no conozcan cuanto mide lo ilimitado, puede aiiadir que es posible conocer cuanto mide lo ilimitado, y, si este es el caso, que es posible que lo ilimitado este compuesto de ciertas medidas definidas. Pues, si no fuera ese el caso, ni siquiera los dioses sabrfan cuanto mide.
57
II
:I
'.1.1 .. . , I
I I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
'Em\ bE [ei] TO npoyiVWOKElV TCx l.lEAAOVTCx EOTI TO onoT6: EOTI
Toim:iTa mha yvwpil;e1v ovTa (aAAo yap To npoyivwcrKEIV
15 Tov no1eTv) 5ijA.ov 1 oTI <o> Ta evoex61.leva npoyiVwoKwv ws
ToiavTa npoyvwoeTm. Ov yap I np6yvwms To To ev5ex61.levov
ws EOOi..!EVOV avayKaiws Ecrw8al AEyEIV. "WcrTE Kal I oi 8EO\ TCx
EVOEXOI.lEVa &v ws evoexol.lEVa npoyiyvwoKOIEV, c;l ov TiaVTW) aKo-
1 AovSf]oEI TO avayKaTov OICx Ti]V TOlOVTT]V np6yvwmv. 0\hws OE
Kal npo- 1 A.ey6vTwv aKOVOi..!EV. Oi yap l.lETa Tov ovl.l[3ovA.evetv
20 TIVa aipeio8a[ TE Kal I TipaTTEIV a XPrl npoAEyovTE) ovx W) E~
avayKT]) EOOl-!EVWV nep\ wv <npo- I AEyovmv> AEyovcrtv.
Ka86A.ov oe ei l.lEV navTa TOTS 8EOT) 5vvaT6: cpamv eTvat,
EOTOl OE Kal Ta aovvaTa EKElVOI) ovvaTa, ov l.lTlV bEIX8JioETat Ota
Til> eKEivwv 1 mp\ Twv l.lEAAovTwv npoyvwcrews To navTa e~
O:vayKT]) TCx YlVOilEVO yive- I cr8at. Ei OE ovyxwpovcrtv TCx aovvaTa
25 Kal ToTs 8EOi) eTvat TomvTa, npw- I Tav l.lEV avTovs XPTl bEIKvvvat
5vvaTi]v eTvm Ti]v Totav5e np6yvwmv, eTS' I othws avTi]v
avaTI8evat TOt) 8eois. OvTE yap evapyi:s OVTE VlTO TWV YlVO- I
l.lEVwv Ol.loAoyovl.levov To TOiaVTTJV Ti]v nep\ Twv llEAAovTwv
np6yvwmv not- I eTo8m Tovs 8eovs.
'Hi..!ETS llEV ow OVTE avmpOVI.lEV llOVTtKi]v OVTE Ti]v lnp6yvwmv
Twv 8ewv, ws EXEI cpvmws Ta np6:y11aTa ovTws mhovs nep\ I
30 avTC0V npoAEyEtV AEyovTE) , XXXI aliA' OVOE acpatpOVI.lE8a TWV
av8pw1TWV TO CxlTO I llOVTIKij) XPTiOil-!OV, 8 yivETat TctJ ovvao8a[
Ttva Kal <pvA6:~ao8a[ TI, l-!Tl I cpvAa~allEVOV &v llTl ov11[3ovAevoaVTOS
58
SOBRE EL DESTINO XXXI
Sin embargo, puesto que pronosticar las cosas que van a darse es tener conocimiento de que tipo son tales cosas (pues pronosticar es distinto de hacer), es evidente que quien pronostica las cosas contingentes, las pronosticara como tales. En efecto, no es pron6stico decir que lo contingente se dara como si fuera a darse necesariamente, de manera que tambien los dioses pronosticarfan las cosas contingences como contingentes, de lo cual no necesariamente se seguira por tal pron6stico lo necesario. Asf tambien escuchamos a los que predicen. En efecto, los que predicen, al mismo tiempo que aconsejan a
alguien elegir y hacer lo que se debe, no hablan acerca de las cosas que predicen como si fueran a darse necesariamente.
Sin embargo, en general, si afirman que todo es posible para los dioses, entonces, aunque en ese caso lo imposible sera posible para ellos, ciertamente no se admitira que, mediante el pron6stico que hacen los dioses de las cosas que van a darse, todas las cosas que se dan, se dan necesariamente. Pero si
reconocen que las cosas imposibles tambien son tales para los dioses, en primer lugar deben ellos mostrar que ese tipo de pron6stico es posible, para enseguida, de este modo, atribuirlo a los dioses. En efecto, no es ni claro ni de acuerdo con los hechos que los dioses realicen ese tipo de pron6stico acerca de las cosas que se van a dar.
Nosotros, por tanto, no eliminamos ni la mantica ni el pron6stico de los dioses al decir que los hechos de la naturaleza se dan del modo en que ellos los predicen, XXXI pero tampoco privamos a los seres humanos de la utilidad de la mantica, Ia cual se da en virtud de que alguien sea capaz incluso de precaverse de algo, siendo que no se habrfa precavido si dios
58
:I I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
202 TOV 8eov· oi OE VIJVOVVTE) TT]V J.laV- I TIKJlV Kai KaTa TOV amwv
A.oyov J.lOVov crwl;ea8a1 A.EyovTES aim')v, Kal Tau- I TlJ TitOTEI
Tov TiaVTa Ka8' eiJ.lapJJEVTJV yivea8m XPWJ.lEVOI 11pos TctJ J.lTJOEv I
aAT]Bi:s A.Eye1v 11pooeT1 Kal ihoTia TIVa Kal 6:A.A.6Tpla TiavTaTiamv
8ewv lTEpi I a\lTWV TOAJ.lWOI AEYEIV. nws yap OVK ihoTia TO lTEpi
TOVTWV UTI' aUTWV I AEYOIJEVa; ATiopovVTWV yap TIVWV lTpos
aliTovs , Ti ol')TioTE, ei TiaVTa Ta y1- I v611eva ei; O:vayKTJS yivETm,
ai 11apa Twv 8ewv 11aVTEim !lEV yiyvovTal av11- I ~ovAais EOIKVTm
ws ovva11evwv 01 ' 8 f\Kovaav Kal q>vAai;aa8ai Tl Kat 1101- I fjam
TWV cXKOVOOVTWV, Kal oi) Kal TOV TctJ Aa·ictJ oo8evTa XPTJOilOV
Tiapexo- 1 llEvcuv, o1 ' oil A.Eye1 11pos atJTov 6 Tlv810s mpt Toil llll
oeiv 1TOI001TOIEl08al I
10 ' e[ yap <pVTEVOEI) Tiaioa, CxlTOKTEVEl a ' 6 qJV)
KatTICi:S oos oTKo<; ~fJOETal 01 ' a'tllaTo<; ', I
q>amv, W<; KT]pVTTEI Ta ovyypa>.~llaTa a\lTWV , <OVX> o\hw<;
aVTOV xpfiam I ws OVK ei06Ta OTI llJllTEIOB{joeTal (TiaVTO) yap
llOAAov T:\OEI ), aAA' OTI I J.lT]OEV !lEV aUTOV TOIOVTOV xpfJaaVTO)
15 OVOEV EJ.lEAAEV TWV KaTa Ti)v lTEpl- I lTETEiaV TfJV lTEpi TOV AaiOV
TE Kat TOV OioiTIOVV yeVOilEVCUV yivea8al. 0\he I yap &v ei;e8T]KEV
6 AaiOS TOV yeVOilEVOV at!Tct'J Tiaioa, ws ei;E8T]KEV, o\h' I avmpe8Els
6 Tiais VlTO TOV ~OVKOAOV Kal oo8els Tipos EtOlTOtT]OIV TctJ Kciplv- I
BictJ TloAV13ctJ, avopw8el<; KatlTEpiTvxwv TctJ Aa"ictJ KaTa TfJV 6oov
ayvowv I TE KalayvoOVJ.lEVOS OlTEKTEIVEV aVTOV. Ovyap &v lTOTE
20 w<; vios EVOOV Tiap' I amwv TpE<pOilEVOS i)yv6T]OE TOVS yoveTs ,
ws TOV !lEV aliTwv CxlTOKTElVOI, TfJV I OE ayayecr8m lTpos yaJ.lOV.
59
SOBRE EL DESTINO XXXI
no le hubiera aconsejado.68 Ellos, por su parte, celebrando la mantica, y diciendo que esta solo se preserva en su propio discurso, y utilizando esta como indicio de que todo se da segun destino,69 ademas de no decir nada verdadero, osan incluso decir acerca de los dioses ciertas cosas absurdas y totalmente ajenas a ellos. En efecto, ~como no serian absurdas las cosas que ellos dicen acerca de los dioses? Algunos objetan en contra de ellos por que, entonces, si todas las cosas que se dan, se dan necesariamente, los vaticinios por parte de los dioses resultan semejantes a consejos, como si los que los escucharon pudieran, por causa de lo que escucharon, haberse precavido de algo y hacerlo. Y asimismo ellos aducen el oraculo que se le dio a Layo por el cual Apolo le habla acerca de que no debe
engendrar hijos:
si engendras un hijo, te matara el que engendraste y toda tu casa caminara por Ia sangre?0
Ellos aflrman, como lo pregonan sus escritos, que el no da su oraculo como sino supiera que no sera obedecido (pues hade saberlo mas que cualquiera), sino porque sabe que, sino hubiera vaticinado nada semejante, nada se hubiera dado de las cosas que se dieron en la peripecia de Layo y Edipo. Pues ni hubiera Layo dejado exposito, como lo hizo, al hijo que le nacio, ni hubiera sido recogido el niiio por el boyero, ni tampoco hubiera sido dado en adopcion al corintio Polibo, ni, habiendose hecho hombre y habiendose encontrado a Layo en el camino, desconociendolo y siendo el desconocido, lo hubiera matado. En efecto, nunca habria desconocido a sus padres a! grado de matar al uno y de desposar a Ia otra, si hubiera sido criado en
59
ALEJANDRO DE AFRODISIA
"Onws ow TiaVTa TavTa ow6ij Kat TTAT)pw6ij I To Tiis ei11aPI1EVT))
op6:11a , <paVTaoiav 6 Beos Ola TOV XPf10110V Tcfl Aa"i~ I napeoxev
w<; OVVallEV~ cpvAal;aoBm TO Aey611EVa, Kat ElTEtl-lEBVoBet<; hrm- I
OOlTOlllOaTO, E/;E6T)KEV TO yeV011EVOV TTat8iov w<; 8ta<p6epwv, T\Tl)
25 EKBEOl) I aiTia TWV avooiwv i-(V6wv eyevETo.
Eha Tl<; TavTa Aeywv lTW) il owl;et I i-(aVTtKf)v, i]TIEpt Bewv
evoei3eTs OlOOOKEl lTpOAi)l.jiEl), il xpl'Jati-(OV Tl oei- I KVVO"lV €xovoav
Ti]v j.laVTtKf)v; 'H 1-1ev yap i-(aVTtKi] 8oKeT Twv l-lEAA6VTwv 1
203 npoay6pevms eTvat , o\ OE TOV ATI6AAw TIOlT)TfJV wv Tipoayopevet
TIOlOVOIV. I "0 yap OVK &v othws eyEVETO 1-lTJ TOVTOV TOV Tp6nov
xpr'JoaVTO) TOV eeov I (Kat8ta TOVTO o{hws EXPT)OEV, OlTWS YEVT)Tal
TO Elf' atJTOl) yevoi-(EVa) , TIWS I OVK Epya TOV xpf)oaVTO), aAA'
ov 1-lfJvvms TWV EOOi-(EVWV; AAA' El Kat OET I nMov Tl TWV aAAwv
i-(avTewv EXEtv Tovs Beovs, ws Kat ovi-(npaooetv ToTs 1 eooi-(evms,
1Tpos TO yiveo6at <aya66v Tl aVTOV)> ovvepyelv evAoyov (Kat
yap o\ TIOtT)Tat TovT6 ye 1 TIEpt 6ewv vi-(vovvTes otaTeAovotv, oTt
apa eiot owpT)Tfipes eawv)· KaTa 8e I TO UnO TO\JTWV Aeyoi-(EVa
eis ayaBov i-(EV OVOEV 0 nvews TctJ Aa"i~ OVVTE- I AEI, aywvi/;ETat
10 8io KatTiavTa TipaTTEt npos To 1-lT)OEv Twv avootwTaTwv TE 1 Kat
aoe[3EOTOTWV TiapeABeTv TOV OlKOV aVTOV. ~wv CxKOVOa) Tl) OVK &v
ev- I oe[3eoTEpav ehrot TfJV Aeyoi-(EVT)V vTio Twv nept 'EniKovpov
cmpoVOT)OlaV Tfi) I TOlaVTT)) npovoias ;
nws bE ovv~M aAAf)Aots TO 01-lOV i-(EV Beov Aeyetv TfJV
Eti-(apj.!EVT)V Kat xpfio6at TOL) ovoiv TE Kat ytVOi-(EVOI) EV TctJ KOOI-l~
60
SOBRE EL DESTINO XXXI
casa allado de ellos como hijo. Entonces, para que todas estas cosas se preservaran y se cumpliera el drama del destino, dios indujo, mediante el oraculo, una impresion en Layo de que podia precaverse de lo dicho, y cuando, embriagado, engendro a un hijo, dejo exposito a su hijo nacido para destruirlo , y este abandono se volvi6 causa de los mitos impios.
Entonces, si alguien dice estas cosas ~como puede o bien preservar Ia mantica, o bien enseiiar concepciones piadosas acerca de los dioses, o bien mostrar que la mantica tiene alguna utilidad? En efecto, se considera que Ia mantica es prediccion de las cosas que van a darse, pero ellos hacen de Apolo el productor de las cosas que predice. Pues lo que nose hubiera dado asf, si dios no lo hubiera predicho de este modo, y es por eso que asf lo predijo, para que se dieran las cosas que dependen de ellos, ~como eso no seria obra de quien predice pero no indicacion de las cosas futuras? Sin embargo, si es preciso que los dioses tengan alguna ventaja sobre los demas adivinos, al punto de que incluso ayudan a que se den las cosas del futuro, entonces es razonable que contribuyan a que se de algo bueno (pues incluso los poetas continuamente celebran de los dioses aquello de que 'son dadores de cosas buenas').71 En todo caso, de acuerdo con las cosas que dicen, en nada Apolo coopera con Layo para ningun bien, sino que se enfrenta con ely hace todo para que ninguna de las mas impfas y mas sacrilegas cosas se alejen de su casa. Habiendo escuchado lo cual, ~quit~n no diria que la Hamada por los epicureos 'improvidencia' es mas sagrada que semejante providencia?72
~Como son consistentes entre sf, por una parte, decir que el destino es dios, esto es, que, para Ia preservacion del cosmos
60
::;;
II
I
:I I i '
i'' !!r:l
!II :II
il ll
ALEJANDRO DE AFRODISIA
hrl I CJWTTJPl9 a\JTOV TE TOV KOO~OV Kal Tijs TWV EV avn;J Tai;ews,
15 6~ov oE: Tot- 1 avTa mpl aliTijs f..Eyetv ws rrapaAa~[3avetv rrpos Tas
rrpai;EtS TO) avomw- I Tchas Ola Ti]v mp\ aVTCx OTTOVOi]v Kat TOV
nvStov ovvepy6v; 'Err\ TlVWV I yap OWTTJp[c;c epovat xpijo8at Ti]v
el~ap~EVTJV TTaTpos VTTO TTatOO) avatpEOEl I Kal yc'x~C+J ~TJTPOS Kal
TTatOO) clVOOlC+J Kal YEVECJEl rra[owv aOEA<pwv Kal I TTaTp[; T[ Tij)
20 ev KOOIJC+J OtotKr\oews EK TOtJTWV EXElV evAoyov Ti]v CJWTTJp[- I av,
ws Kal TOV Arr6AAW <po[3etcr8at ~rl Tl rrapeA81] TOliTWV aTTpaKTov;
TI6- I TEpov E~TTOOta ~i] YIVO~EVa Tij TWV av8pwTTWV KaTa
TTOAEtS TE Kal v6~ovs I oiKf]crEt, i] Tij Twv crTmxeiwv Toil K6cr~ov
TlVl TWV et; c:)v TOV KOCJ~OV CJVVECJTCxVat TE I Kat Ol01KEtCJ8at KaTa
25 A6yov OVIJ[3E[3TJKEV; b.ijAOV o' (ht, Kav aAAOV TlVCx ~v- I Sov TTCxAlV
30
204
UKOVCJWOIV rrapa TIVOS TWV TpayC+JOOTTOlWV, oTs epyov TO TOtavTa
I TTACxCJ~aTa, il yvvatKCx T!Va Ota sTJAOTVTTtaV em[3ovAEvcracrav ~EV
aAAOTpiots I TEKVOIS, OTTOKTEtvaoav OE TO EaVTij), i]8vEOTTJV TlVCx
OVCJTVXfl yepovTa TWV I crapKwV TWV TTaiowv 0\JTOV eo8iovTa
ATpEWS TlVO) aOEA<pOV TOIOVTTJV rrapa- I 8EVTOS aVTclJ Tpaml;;av,
TTICJTEVOVOl TE TOt) ~v8ot) W) yeyov6m Kat Ti]V I Ei~ap~EVTJV TE Kat
rrp6votav 01, aVTWV KaTaOKEval;;ovmv, WCJTTEP epyov TTOl- I OV~EVOl
& [3ovAOVTat KaTaCJKEVCxi;;EtV Ot' aVTWV TWV KaTaCJKEVWV avatpEtV.I
KatTOl !JaKpc;J [3EATIOV i'jv Kat EVyVW~OVECJTEpov avatpEtV TO)
VTT08ECJEIS Ota I Ti]v TWV ETTO!-lEVWV avTats aToTTiav, il TOtS OVTWS
61
SOBRE EL DESTINO XXXI
mismo, y del orden que hay en el, el destino utiliza las cosas que existen y que se dan en el cosmos, y, por otra, decir sobre el destino cosas como, por ejemplo, que incluso abarca, respecto de las acciones mas impfas y en su afan de que elias ocurran, a Apolo en calidad de colaborador? En efecto, 2para la preservaci6n de que cosas, diran que el destino se vale de la destrucci6n de un padre por su hijo, y del matrimonio impio de madre e hijo, y del nacimiento de hijos que son hermanos incluso de
su padre? 2Que elemento de la administraci6n del cosmos es razonable que tenga su preservaci6n a partir de estas cosas, de manera que incluso Apolo tema que alguna de estas, siendo impracticable, se omita? De no haberse dado, 2acaso habrfan sido impedimentos para la vida humana civilizada y conforme ala ley, o para la preservaci6n de los elementos del cosmos, o para la rotaci6n bien ordenada y eterna de lo divino?, o bien,
2para cual de las cosas a partir de las que el cosmos resulta haberse constituido y organizado de acuerdo con la raz6n, habrfan sido impedimentos? Aunque escuchen de nuevo otro
mito de parte de los dramaturgos, cuya funci6n es elaborar tales ficciones (ya sea cierta mujer que, habiendo conspirado contra hijos ajenos, a causa de los celos, mat6 a los propios, o cierto anciano desafortunado, Tiestes, que come las carnes de sus propios hijos, habiendole ofrecido semejante comida un hermano suyo, Atreo), es evidente que creen a los mitos como si hubieran ocurrido y, a traves de ellos, confirman el destino y la providencia, emprendiendo, como si fuera su funci6n, eliminar, a traves de las cosas mismas que ellos confirman, las
cosas que quieren confirmar. Y ciertamente era mejor, por mucho, y mas sensato eliminar los fundamentos por el absurdo
61
ALEJANDRO DE AFRODISIA
cXT61Tots otix Tixs V1To8e- 1 oets 1TapioTao8m. Oi OE Ka\ lTtoTevovmv
ToTs aTolTwTchots pc;rolws Ka\ Tov 1 KaTix :\6yov m1Tix yeveaem
aiT[as nvas AEYEIV OVK OKVOVOIV.I
XXXII 'AHa TWV I ~EV TOIOVTWV aAI) (\Kavov yap Eq> '
EKaaTov To lovoei!;aaem Ti]v TiiS Msns I aTon[av ) , iKavws 8'
oT1-.tat oEOTJAwoem, nws :\eyETm To ETil T4) q>pov[~CiJ I ETvm To
<ppovelv KaLTOI ~Ti ovva~EVCiJ ~Ti q>povelv· ovyixp OTt v\iv , OTE I EOT\
q>p6vt~O) , ElT' am4) TO ETvat TOIOVTCiJ (Tjv yap &v Ka\ TOV vvv ~i] I
10 <ppovelv Kvptos ), at.!.' oTt TTpo Tov Toto0Tos yeveoem ETxev woTTep
[oE] Tov 1 yEVeoem o\.hws oE Ka\ Tov ~i] yEVeoem TotovTos TfJV
s!;ovo[av, ot ' i)v <ob npo- I Etpi]Ka~EV aiT[av npos TO yeveoem
TOIOVTO) avvi]pynaev atJT4). 'ETT\ OE TWV I eewv OVKET' &v <e'in ETT'
atJTols> TO eTvat TOIOVTOIS (oTTEP Tjv w\ auTo EV TOt) (m' avTwv I
anopov~EVOIS), OTI napEOTIV avTWV EV TlJ <pVOEt <TO> TOIOVTOV,
15 OVOEV OE I TWV OllTW) VTTapxovTWV ETT ' avT4). L'l.ta TOVTO yap
Ta ~EV EKELVWV ayaea I Tl~ICx TE Ka\ ~aKaptoTa, ~ET/;6v Tl TWV
ElTatVETWV ayaewv EXOVTa, OTI I TfJV apxi]v iJ q>VOIS aliTWV <TOV
xelpovos> CxVETTlbEKTO) EOTtV, fJ~El) OE sTT\ Tfj KTT'jOEI TWV I apETWV
snmvovlleea, oTt, TiiS q>vaews iJ~wv ElTIOEKTtKfiS ovCJT]S Ka\ Tov I
xe[povos, OVK wKvi]oa~EV TTpos TO [3eATLW, Ka\ TWV ~EV XEtp6vwv
20 avtopwT\ I Ka\ xwp\s KOI-lCxTWV TTEpty[vwem OOKOVVTWV, Tij) OE
apETiiS 1-lETa TTOVWV TE I Ka\ ~ETa KOilCxTWV Ka\ TTOAAWV iopwTWV.
"Exe• J..IEVTot Ka\ 6 <pp6VtllOS sn\ I Twv Ka8eKaoTa TTpa!;ewv Tov Ka\
62
SOBRE EL DESTINO XXXII
de sus consecuencias, que apoyar tales absurdos a causa de los
fundamentos. Pero ellos tambien creen facilmente en las cosas
mas absurdas, y no tardan en decir que hay ciertas causas de
que elias se dan conforme a la raz6n. XXXII Pero basta de tales asuntos (pues es suficiente en
cada caso revelar lo absurdo de la doctrina). Pienso que ha sido
puesto suficientemente de manifiesto en que sentido depende
de la persona prudente ser prudente, aunque no pueda no ser
prudence. En efecto, no es porque ahara, cuando es prudente,
dependa de el ser tal (pues tambien estaria bajo su control el
no ser prudente ahara), sino porque, antes de volverse tal, asi
como tuvo el poder de ser tal, tambien tenia el poder de no val
verse tal, raz6n antes mencionada por la cual hemos dicho que
la persona contribuy6 consigo misma para volverse tal. En el
caso de los dioses, ya no depende de ellos ser de determinado
tipo (lo cual, por cierto, tam bien se hallaba entre las objeciones que ellos formulaban), porque el ser tales se halla en su propia
naturaleza, y nada de lo que existe de este modo depende de
uno. Por esta raz6n, las casas buenas que ellos tienen son ho
norables y sumamente afortunadas y alga superior a los bienes
que son objeto de elogio, porque, para empezar, la naturaleza
de los dioses no es susceptible de admitir lo que es menos
bueno. A nosotros, en cambia, se nos elogia por la posesi6n
de las virtudes, porque, siendo nuestra naturaleza susceptible de
admitir tambien lo pear, no vacilamos en realizar las casas bue
nas, siendo que las casas malas parecen darse sin trabajo ni es
fuerzos, mientras que las virtuosas sedan con penas, esfuerzos
y muchos trabajos. Ciertamente, incluso la persona prudence posee tambien, respecto de las acciones particulares, el poder
62
''· ·;
'i: :i
II II!
l:i i I I
·;I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
1..1Ji npaTTEtv miTas Ti']v e~ovo(av, <Exovot oe Ka\ oi 6eo\ TaVTr)li
TfJV ef;ovo(av,> e'lnoTE 1 KaKE(vots npaf;ets TtVES y(votvTo nep\ Ta
EVOEXOI..IEVa Ka\ &J..Aws EXEIV. Ov I yap aqnjpT]Tal Ti']V ef;ovo(av o\he
25 6 Dv6tos TOV Tc;J avTc;J xpfioa( TE Kat I llTt, o\he 6 AoKAT]m6s TOV
nap(oTa06at. n OVTES yovv oxeoov &v6pwnot I KaTa<pEVyOVOIV
En' aVTOV, ev6a &v em<paVE<JTaTOS 1], nelTIOTEVKOTES OTI TOtS I
onovoasOVOIV a\JTOV EXEIV iaTpOV llCxAAov TWV ovonovoas6vTWV
emoiowmv I airr6v. l
205 XXXIII T 0 OE A eye tv ey;evo6at TOVS ovx i]yOV!lEVOVS EV Tc;J
10
owseo6at TfJV I Ka6' OP!lf]V TWV s~wv evepyetav i\OTJ owsw6at
Ka\ TO E<p ' iJiliV Tc;J [1-liJ] I nav TO Ka6' OPI..lfJV ytVO!lEVOV Eni TOtS
6pi..IWOIV eivat Kat OICx TOVTO epw- I TCxV, ei 1-lft EVEPYTJilO Tl TO E<p '
lll..llV EOTl, Ka\ Aa[36VTas en\ TOVT<tJ naAlV I epwTaV, ei l..lfJ TWV
Evepyrwcnwv Ta !lEV eTvat ooKeT Ka6' 6p11itv, Ta 8' I ov Ka6' 6p11itv,
8 Aaj36VTas lT<lAIV npooTt6EVat TOVT<tJ TO!lfJ TWV evepyT]- I !lOTWV
!..lEV, I..ITJ Ka6' 6p1..1itv olo eTvai Tt e<p ' iJilTV, oi'i Ka\ m1Tov ovyxw- I
pOV!lEVOV en\ TOVTOJS Aa!l[3aVEIV TO nav TO Ka8' OPilftV ytVOI..IEVOV
en\ TOtS I o{hws evepyoi:iotV eTvat, ElTElOfJ ev !lT]OEVi TWV &J..J..ws
evepyOVI..IEVWV EOTt , I Kai OICx TOVTO AEyEIV owsw8at KaT' aVTOVS
Ka\ TO TOIOVTOV E<p' lliJlV' 8 I ovvaTOV v<p' lliJWV yeveo6at TE Ka\ l..lrl,
emtoit Ka\ Ta o{hws ytVOIJEVa I ev ToTs Ka6' op11T1v ytVOIJEVOIS eoTi ,
nws ov navTanamv O:yvoovvTwv TauT a , l npos & notovvTat Tovs
A6yovs ;
63
SOBRE EL DESTINO XXXIII
de no hacerlas, y los dioses tambien poseen ese poder, si en verdad para ellos algunas acciones relativas a lo contingente tam bien pudieran ser de otro modo. En efecto, ni Apolo esta privado del poder de vaticinar o no para la misma persona, ni Asclepio del de ayudar o no. En todo caso, casi todos los seres humanos se refugian en el en aquellos casos en que mas se manifiesta, confiando en que el se entrega mas a quienes
buscan con fervor que el sea su medico que a quienes no lo hacen.
XXXIII Decir que se equivocaron quienes no piensan que preservar la actividad de los seres vivos segun impulso ya es preservar tambien lo que depende de nosotros (en virtud de que todo lo que es segun impulso depende de quienes ejercen el impulso); y, por esa raz6n, preguntar si acaso no es una actividad lo que depende de nosotros; y, suponiendo esto, preguntar nuevamente si acaso no parece que, de las actividades, algunas son segun impulso mientras que otras no; y, suponiendo lo cual, aiiadir a esto que lo que depende de nosotros no es algo que, si bien se cuenta entre las actividades, noes segun impulso; y, siendo esto concedido, suponer, ademas, que todo lo que se da segun impulso depende de quienes actuan de ese modo (puesto que lo que depende de nosotros no se cuenta entre las actividades que sedan de otro modo); y decir que, por esto,
segun ellos, se preserva lo que depende de nosotros, entendido como aquello que puede darse o no debido a nosotros (puesto que tambien las cosas que se dan de ese modo estan
en las que se dan segun impulso), 73 ~como no es todo esto propio de quienes desconocen por completo aquellas cosas de las que hablan?
63
',ll 1.1' ~ "
ALEJANDRO DE AFRODISIA
Ovyap Ei EV TOt) KaB' 6p~.U1]V evepyovJjE- I VOL) TO Eq>' fJI-ltV ETvat
crvyKEXWPTJTal, Ola <TOilTOV> TOV !.6yov f\OTJ nav TO KaB' I opJjT]V
evepym1~-tevov eq>' i}JJtV. TavTa yap ~-t6va Twv KaB' 6pJJTJV ytVOIJE- I
o ' I EGTlv OPIJTJ <i)> EV TOt) f3ovAEVTlKOt) TE Kal npoatpETlKOt)
ytVOIJEVT] , TOVTEGTIV I i) TWV avBpwnwv, ihav ETTl TOVTOl)
YlVTJTal. Twv yap aAAWV t;;~wv a\ I KaB' OPIJTJV EVEpyetal ov
TOtavTm, i:\Tt 1-lTJKET' ev EKEtVOIS e~ovcr[a Toil Kal I 1-lfJ notijcrat TO
KaB' OPIJfJV EVEpyoVJjEVOV. /::,to EV Tat) KaB' OPIJTJV evepye[- I at) TO
a(mj npos- 1 KEXpficrBm npos KaTacrKevi]v Toil c'xvmpovvTos avTi]v
o6yl-laTOS; /\af36VTES I yap TO EKaGTOV TWV OVVEOTWTWV q>VOEl
KaB' ei~-tapl-lEVTJV eTvm TotovTov, I 6noT6v EOTt, ws TavTov OVTOS
KaTa TfJV EiJJapJjEVT)V Kal aiaBi]crETat Ta si\:Ja Kal I OPIJTJOEl, Kal Ta
IJEV TWV t;;~wv evepyi]OEL IJOVOV Ta OE npa~El Ta AoytKa , I Kal Ta
IJEV aJjapTTJOETat Ta OE KaTopBwcret· TavTa yap TOVTOl) KaTa q>v-
30 OlV. MeVOVTWV OE Kal aJjapTTJIJOTWV Kal KaTopBWJJOTWV Kal
64
SOBRE EL DESTINO XXXIV
En efecto, si se ha concedido que lo que depende de nosotros esta en las actividades que son segun impulso, no por esa tesis ya es el caso de que toda actividad segun impulso depende de nosouos, pues, de las actividades que son segun impulso, dependen de nosotros solo aquellas que se realizan segun un impulso racional. Sin embargo, racional es el impulso que se
da en los asuntos que requieren deliberacion y eleccion, esto es, el impulso de los seres humanos cada vez que este se da en dichas circunstancias. En efecto, las actividades de los demas animales que son segun impulso no son de este tipo, porque, en su caso, no existe tambien el poder de no realizar Ia actividad segun impulso. Por esta razon, lo que depende de nosotros esta en las actividades segun impulso, pero ciertamente no por ello toda actividad que se da segun impulso, contiene a lo que depende de nosotros.74
XXXIV 2Como no sed. propio de quienes ignoran las cosas que se dan por ellos mismos, haber usado Ia verdad misma de las cosas que se dan, la cual eliminan mediante su doctrina, para la confirmaci6n de la doctrina que la elimina? En efecto, habiendo presupuesto que cada una de las cosas que se constituyen por naturaleza es tal cual es segun destino, yen Ia creencia de que son lo mismo lo que es por naturaleza y lo que es segun destino, afiaden la tesis de que "por tanto, los animales
percibiran y tendran un impulso segun destino, y mientras que algunos de ellos solo actuaran, otros ejerceran acciones racionales, y mientras que algunos acruaran erroneamente, otros, en cambio, actuad.n correctamente. En efecto, estas cosas se dan en ellos naturalmente, y manteniendose tanto las acciones erroneas como las correctas, y no eliminandose tales naturale-
64
' ,.
ALEJANDRO DE AFRODISIA
206 TWV TOIOliTWV <pUaEWV Kat lTOIOnlTWV lliJ CxVOipOVI.IEVWV, Kat
E1TOIVOI llEVOV<OI> Kal 1j16yol Kal KOAaaEIS I Kal TII.IOL TauT a yap
011Tws exe1 aKoAov8ias TE Kat Tal;ews'.
Ou 11i]v 1 aKoAov8el TavTa h1 TovTov yiveo8m TcJV Tp6rrov
Tots Ti]v <pvmv TE Kat Ta 1 y1V611eva KaTa <puo1v eis Ti]v EillaPilEVr]V
TE Kat Ti]v avayKT]V llETa<pepovmv. I KaTa <pUOIV llEV yap TOt)
rrpaKnKols TE Kat P.oy1Kols l;~o1s TO Kal a1.1ap- I TaVEIV Kat
KaTop8oiiv ovvao8a1 Ty llT]OETEpov aUTWV lTOIEtV KaTT]vayKaOI.IE-
1 vws, Kat TouT' aAT]8ES eon Kat TovTov EXEI Tov Tp6rrov. Ov
llfJV TOl) I 1TcXVTa a lTOIOVIlEV i:l; c'xv6:yKT]S JillilS TIOIElV Myovmv
E1TETOI TOVS llEV KOTop- I 8ovv TWV AOYIKW) evepyouVTc.:>V, TOV) o'
10 0:1.1apT6:ve1v. 'EE; c'xvayKTJS 1 oi: navTa TIOIOVI.IEV Ka8 ' ovs c'xouvaTov
11 i;v Twv8e Tlvwv mpleoTw- 1 Twv 11iJ np6:ooe1v Ji11as, Ta 8' es c'xvayKT]S fJilOS c'xe\ 1TEp1oTJioeTal I TaiiTa 01 ' a npaoOOilEV. Ovyap
TOV 6rrwcrovv xapiev <TI> TIOIOVVTa Ka8op- I Sovv TIS AEYEI, 6:;\P.'
ova' CxllapTaVEIV TOV OTIWOOVV <paiiAOV Tl npaTTOVTa, I O:P.P.' ei
OTIWOOVV EV ef;ovcrit;t TIS wv TWV XEIPOVWV aipEtTOI Kat np6:oOEI
15 I [Ji] Ta !3EATiw TOVTOV AEYOilEV KaTop8ovv. Tov yovv Ta aVTa
TavTa c'xrro 1 TVXTJ> no1r')cravTa oVKETI MyollEV KaTop8ovv ws
Tov KaTop8ovv TTJV Kpimv 1 ovK a no Twv rrpaTTOilEVc.:>V exovTOS
116vov, O:P.P.a rroM rrp6Tepov cmo TfiS 1 £E;ews Te Kat 8vv6:11ews c'x<p'
iis npacroeTal. Kat 6 auTos A.6yos i:nt Twv I al.lapTTJilUTc.:>v.
65
SOBRE EL DESTINO XXXJV
zas y cualidades, tambien se mantienen tanto las alabanzas y las censuras como los castigos y los honores. En efecto, estas cosas tienen tal secuencia y tal orden". 75
Ademas, que estas cosas se den en este sentido, ciertamente nose sigue de lo que dicen quienes transforman en destino y necesidad la naturaleza y las cosas que se dan naturalmente. En efecto, que los animales que actuan y son racionales, tengan por naturaleza ser capaces de actuar tanto err6nea como correctamente (en virtud de no hacer necesariamente ninguna de las dos cosas), es correcto, y lo es en ese sentido.
Ciertamenre no se infiere a partir de lo que dicen quienes afirman que hacemos por necesidad todo lo que hacemos, que algunos de los que actuan racionalmente lo hagan correctamenre, y otros, incorrectamente. Y hacemos todo por necesidad segun quienes, dadas ciertas circunstancias, es im
posible que nosotros no actuemos, y las cosas que siempre nos circundaran por necesidad son aquellas por las cuales
actuamos. En efecto, nadie dice que quien hace cualquier cosa agradable actua correctamente, y tampoco que quien realiza cualquier cosa de clase inferior actua err6neamente; sin embargo, si alguien, teniendo de algun modo el poder de hacer las peores cosas, elige y hace las mejores, decimos
que este actua correctamente. En todo caso, si alguien hizo estas mismas cosas por azar, ya no decimos que haya actuado correctamente, en la creencia de que no se tiene el discernimiento de actuar correctamente solo a partir de lo que se ha hecho, sino mas bien, a partir de la disposici6n y de la capacidad por la cual se actua. Y el mismo argumento se aplica al caso de las acciones err6neas.
65
ALEJANDRO DE AFRODISIA
20 Twv o€flef;ova[a TOV npaTTElV aAAa TIVa nap' 8npaTTOV- I OIV
uno TWV mplEOTG:JTc.JV CxCJ>DPf]Tal <Kal> OVOEV avTol OVVTEAOVOIV
ei~ TO <Taii>Ta I avTOl~ neplEOTCxVUI 01' 8 npaTTOVOIV, nw~ av h• TovTou~ Tl~ il a>JapTa- 1 vetv i] KaTop8ovv My01; Oihe yap
Til~ TOiaVTll~ ef;ew<;, acp ' Tis TWVOE Tl- I Vc.JV neplEOTG)Tc.JV nep\ TO
TaOE TIVO npaTTEIV 6p~-tn yivETm, miT6s eOTIV I ev esouai<;t oihe
25 TOV Ta neptEOTw'Ta TOiaUTa eTval. Llta TOVTO yap TWV I aA6ywv
l;c.}Jwv OVOEV TOI.JTWV KaTnyopeTTal. Ay6!1EVOS Oft en\ TO npaTTEIV
I vn6 TE ESEWS Kal neptOTOOEWV TIVc.JV >JllOE wv KVptos aUTO~ TOV
1-lil TOVTOV I EXEIV TOV TpOTTOV, ovo' &v a~-tapTaVEIV ETI il KaTop8ovv
en\ ToTs oihw<; I npaTTOI-lEVOI~ MyotTO. 'Ene\ OE ol TE EnatVOI
Kal \jJOyot, KOAOOEI~ TE KC:ll I Tl~-tal en\ TOll) Cxl-lOPTTl!laO[V TE Kai
30 KaTop8c0~-tamv, w~ Kal aVTOi Myovmv, I oi'jAOV WI) avmpOUI-lEVWV
TO\lTWV O:vmpoTT' av KCxKElVWV EKaOTOV.
To OE I KaTop8ovv en\ TWV 8ewv ov KVptw<; O:v f.EyotTO, O:H'
207 w~ Yaov Tci':> TO aya8a I TTOIElV, e'{ ye ev oT~ !-lEV TO KaTop8ovv,
EV TOtJTOIS Kai TO a~-tapTaVEIV , [i:v I TOilTOI<;] CxVETTtOEKTOV OE
a>JapTTJ>JaTwv To 8eTov. Llta ToiiTo yap avo€ i:nmvov- 1 11ev Tov~
8eovs, oTt KpEtTTovs eialv i] KaT' i:naivov<; Kai Ta i:cp' oT~ ol I Enmvot
KaTop8c0>JaTa.
XXXV Mf]oE i:Kelvov oe napaAinw~-tev Tov Aoyov, ~ 8ap- I povmv
w~ OEIKVVVal OVVa>JEVOV TWV TTpOK€11-lEVc.JV Tl. Aeyovatv yap 'ov
66
I ,
.l \
-
SOBRE EL DESTINO XXXV
Sin embargo, en el caso de aquellos en quienes se anula el poder de hacer ciertas cosas opuestas a las que se hacen par causa de las circunstancias, y en nada contribuyen ellos al hecho de que los rodeen las circunstancias por las cuales acttian, ~como podria alguien todavia decir que estos 0 actuan err6-nea o correctamente? En efecto, Ia misma persona no tiene el
poder ni de que exista aquella disposici6n a partir de Ia cual, dandose estas determinadas circunstancias, se de un impulso de hacer estas determinadas cosas, ni de que las circunstancias sean de tal tipo. En efecto, por esta raz6n, ninguna de estas cosas se dice de los animales irracionales. Entonces, llevado este animal a actuar por cierta disposici6n y ciertas circunstancias, y no teniendo ei mismo control de que su actuar no sea de un modo determinado, ya no podria decirse que actua ni incorrecta ni correctamente, respecto de las cosas que se hicieron de ese modo. Dado que alabanzas y censuras, castigos y honras radican en las acciones err6neas o en las correctas, como incluso ellos mismos lo afirman, es evidente que, eliminadas estas, se eliminaria tambien cada uno de aquellos.
Actuar correctamente no se dida en sentido propio en el caso de los dioses, sino en un sentido igual a decir que hacen casas buenas, al menos si en quienes se da el actuar correctamente, tambien se da el actuar err6neamente. Pero lo divino no es suceptible de admitir acciones err6neas. En efecto, por esto, tampoco alabamos a los dioses, porque son superiores a las alabanzas y a las acciones correctas a las cuales se dirigen las alabanzas.
XXXV Tampoco dejemos de lado aquel argumento por el cual confian que son capaces de demostrar uno de los supuestos que se han hecho manifiestos de su doctrina. En efecto,
66
1·11;
I
ALEJANDRO DE AFRODISIA
yixp 1 eoTtl-lev TotavTTJ iJ eil..taPI-IEVTJ, ovK eoTt oe mlTpw~.tevTJ , <ovoe
EOTt I.IEV lTE1Tpc.:>I.IEVll> ovK EOTt I oe aToa, ouoe eoTti-IEV aToa, ovK EOTt
OE VEI.IEOI) , OVOE EOTI I-lEV VEI.IEOI), I OVK EOTI OE VOI-IO), ova' EOTI I.IEV
v61-1os , ovK eoTtv oe A6yos 6p86s I npooTaKTtKO) I.IEV wv lTOtllTEov,
10 CxlTayopEVTIKO) OE wv ou 1TOillTEOV. 'A'A'Aix I anayopevETat I-lEV
Tix a~.tapTaV61.1eva, npooTaTTETat OE Tix KaTop8w- I 11aTa. OvK
&pa EOTI I-lEV TOtaUTll ri EillaPilEVll, OVK EOTI OE Cxl-laPTrll.laTa I Kal
KaTop8w!-laTa. 'A'AA' ei eoTtv a~.tapTrll.laTa Kal KaTop8w~.taTa , eoTtV
I apETi] Kal KaKia, ei OE TavTa, EOTI KaAov Kal aioxp6v. 'AAAa TO
I.IEV Ka- I AOV E1TatVETOV, TO OE aioxpov ljJEKTOV. OvK &pa EOTI I-lEV
t5 TotavTTJ iJ ei1.1ap- 1 1-lEVTJ, ouK eoTt oe enatvETov Kal IJ'EKT6v. 'AAAa
TO I.IEV brat VETa Tll-ltl) I al;ta, TO OE ljJEKTO KOAaOEc.:>) . OvK &pa EOTI
I.IEV TOtaVTll ri Ei~.tapi.IEVll , OVK I EOTI OE Tll.ltl Kal KOAOOI), aAA' EOTIV
I.IEV Tll-ltl yepws c'xl;ic.:>at), ri OE KOAaOI) I enav6p8c.:>at). OvK &pa
EOTI I.IEV TOtaVTT] Ti ei~.tapi-IEVT] , OVK EOTI <OE> yepws I al;iwms Kal
enav6p8c.:>Ot). Ei oe TavTa <1.11l> c'xv!JpTJTat, I.IEVEt Kal nc'xvTc.:>V ytvo-
20 1 1-lEVc.:>v Ka8' ei~.tapi-IEVTJV KaTop8w~.taTa TE Kal allaPTrll.laTa Kal
Ttllal Kal KoAa- I oets Kal yepws c'xl;twoets Kal enatvot Kal 1jJ6yot'.
XXXVI 'AAAa TavTa ye ei I.IEV tm6Tt- 1 vwv aiTiwvneptEOTWTc.:>v
atiTOl) OVTc.:>) c'xvayKM;ovTat Myetv, ovyytVWOKEIV au- I TOl)
al;tov, Kal OVOEV OEl ov8' tll-10:) mp\ TWV {m' EKElVc.:>V KaT' c'xvayKT]V
Aeyo- 1 1-lEVc.:>V no'AvlTpay1.1ovelv oihe EKeivovs 1rep\ Twv oux
25 OI.IOlc.:>S aUTOl) 'Aey6VTc.:>V I (EKCxOTOIS yap TWV AEyOI.IEVc.:>V TE
67
SOBRE EL DESTINO XXXVI
dicen: "no es el caso de que el destino sea de tal tipo, pero no exista fatalidad, ni el caso de que exista fatalidad pero no el hado, ni el caso de que exista el hado pero no la retribuci6n, ni el caso de que exista retribuci6n pero no ley, ni el de que exista ley pero no exista una recta raz6n prescriptiva de lo que debe de hacerse, y disuasiva de lo que no debe de hacerse.76 Sin embargo, se disuade de lo que se hace err6neamente,
y se prescriben las acciones correctas. Por consiguiente, no es el caso de que, si el destino es tal, no existen ni acciones err6-
neas ni correctas. Sin embargo, si existen acciones err6neas y correctas, existe virtud y vicio, y si estos existen, existe lo noble y lo vergonzoso. Sin embargo, lo noble es alabable, y lo vergonzoso, censurable. Por lo tanto, no es el caso de que si el destino es tal, entonces no existe lo alabable y lo censurable.
Sin embargo, las cosas alabables son dignas de honra, y las censurables, de castigo. Por lo tanto, noes el caso de que, si el destino es de tal tipo, no exista honra ni castigo, sino que la honra sea reconocimiento de honor, y el castigo, correcci6n.
Por consiguiente, no es el caso de que el destino sea tal y no exista reconocimiento de honor ni correcci6n. Pero siestas ca
sas no son quitadas, dandose todas segun destino, permanecen tambien acciones correctas e incorrectas, y honras y casrigos, y reconocimientos de honor, y alabanzas y censuras.
XXXVI Ahara bien, si por algunas causas circunstanciales a ellos esran obligados a decir estas casas de esta manera, vale
la pena perdonarlos, y no es preciso en absoluto ni que nosotros hagamos mucho caso de las cosas que por ellos se predican por necesidad, ni que ellos hagan mucho caso de quienes no hablan semejantemente a ellos (pues cada una de las casas
67
ALEJANDRO DE AFRODISIA
ovo/;v oel Tov<; MyoVTa<; aiTtacr8at ouo/;v sis To ovTw<; A.eyetv I
ovvnA.ovvTa<;, EY ye 1-lrlTE Twv neptEOTWTc..:JV 1-lrlTE TfiS ef;ew<;, Ka8'
f]v uno 1 1wv TIEptEOTWTc..:JV OVIc..:J) av1ols Ktvelo8at OV!-l(:)E(:)T)KEV,
Ti]v aiTiav exovmv EV I avTOt).
Ei OE ef;ovoiav EXOI-lEV Kal xelp6v Tl Kal (:)EATIOV elmtv, Tl) OVK
208 I av aVIWV 8aV!lUOat Ti)V ovv8wtv IOV A.6yov W) aTIEptTTOV Kal
ef; O!lOAO- I YOV!lEVc..:JV Kal evapywv ovvayovoav; <"H> 10 1-lT)OEV
WVT)VTO &pa TfiS mpl I TOV) ovA!..oytOi-(OV) aoxot..ia<; j.laKpas;
8£~-tevot yi:xp To Ti]v el~-tap~-tEVTJV xpfi- I o8at namv Tots yeyovoot
avTfi) ytVOIJEVc..:JV evepyetav OVTc..:l) ws yeyovev EKOOTOV av- I TWV
ws I s04l, ei OE W) ~0c.p, Kal <ws> OpiJT)TtKc';l, EV Tc;l Tt8EVat TO
xpfio8at avTi]v Tc;l I ~c.!:lc.p W) s04l TE Kai OPilTJTIKc';l Kai yiveo8at TO
10 (ETIOi-(EVc..:JV Kai TO\lTc..:JV TOt) ef; avay- I KT)) 1TEptEOTWOIV aUTO TOTE
aiTiot<; aTtva &v 1]) i]yov~-tevot oto Tov TO I Ka8' 6p11i]v evepyelv TO
l;;c;Ja TT]pEtV EV Tc;l anavTa yiveo8at Ka8' el~-tapi-(EVT)V I Kal TO ecp'
Ji~-tlv eTvai Tt TT)pelv, Tovs Te &At..ovs [oils] epwTwmv A.6yovs Kal
68
...... - - T
SOBRE EL DESTINO XXXVI
que se dicen y se opinan tienen como causa Ia fuerza de las
circunstancias);77 tampoco es preciso en absolute culpar a los hablantes porque no contribuyen en nada al hecho de que hablan de tal manera, al menos si no tienen la causa en ellos ni de las circunstancias ni de la disposici6n de acuerdo con la cualles sucedi6 accidentalmente haberse movido de ese modo
debido a las circunstancias. Pero si tenemos el poder de decir tanto algo peor como algo
mejor, ~quien nose admirarfa de la composici6n de su discurso habida cuenta de su sencillez y de que realizan sus inferencias a partir de cosas acordadas y evidentes? ~0 acaso no sacaron ningun provecho del enorme tiempo libre de que disponen para elaborar sus razonamientos? En efecto, al establecer ellos que el destino utiliza todas las cosas que se han dado y las que
sedan de acuerdo con el, para la realizacion sin impedimentos de las cosas que se dan por el, de la manera en que cada una de ellas se ha dado y es por su naturaleza (ala piedra como piedra, ala planta como planta, al animal como animal, pero si como animal, tambien como capaz de impulso), al establecer que el destino utiliza al animal como animal y como capaz de impulso, y que las cosas que se dan por el destino a rraves de los animales, se dan de acuerdo con el impulso de los animales (si
guiendo tambien estos a las causas, cualesquiera que sean, que en ese momenta por necesidad los circundan), y al considerar que por conservar la tesis de que los animales actuan de acuerdo con el impulso cuando todo se da segun destino, tambien
conservan la tesis de que lo que depende de nosotros es algo, 78
proponen los demas argumentos y, me parece que rambien el anterior, no tanto porque en verdad crean en el cuanto porque
68
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TOOOVTOV atJT0 oaov Ota llfiKO) TE Kat nAT;8os OVO!lCxTWV Kal
15 aoacpfi ovv8emv napa- I !;etv i]yOV!lEVOl TOV) aKOVOVTa).
"IOW!lEV OE TO AEYO!lEVOV TJ!lEt) ot' aVTOV I Ta not.Aa TWV
KEI!lEVWV oVO!lCITWV napatTT]OCx!lEVOt To vvv, TfJV oe nenpw- I
!1EVT]V Kal TTJV aTaav Kat TTJV VE!lEOlV V<pEAOVTE), oTs OVO!laOIV ecp'
wv au- I TOt) OOKEl OT]!lalVO!lEVWV XPWVTat, en\ TWV aAAWV
ESETCIOWIJEV. 'AI;tov yap I !la8etv TfJV avayKT]V Tfi) aKOAov8ias Tfi)
20 'ouyap EOTl!lEV TOtaVTT] i] ei- I !lap!lEVT], OUK EOTl OE VO!lO)'. Ei yixp
Tix !lEV ytVO!lEVa Ka8' El!lap!lEVT]V I EnETat TOt) es avayKT]) aUTa
mptEOTWOlV aiTtOl) Kal 0\JX oT6v TE TOV Ka8' I OPIJTJV evepyovvTa
llfJ aKOAov8etV TOVTOl) TOt) aiTtOl) TTJV aiTiav TTJV e!; au- I TOV
naVTW) EKElVOl) ovvanTOVTa, W) OVOE TOV ano VYJOV) acpe8EVTa
Ai8ov 1 llTJ K<hw cpepeo8m il TTJV ocpatpav KaTix Tov npavovs llTJ
25 KVAieo8at aq>E- I 8etoav KaT' aUTOV, Tl) ETl xpe[a VO!lWV; 'Ws yixp 6
AiBos OUK &v vm) TOV I MyovTO) llfJ oelv KCxTW q>Epeo8at KWAV8etT]
noT' av Tcfl aUTO) TE TTJV <pV- I OlV elVa! TOIOVTO) TCx TE ESWflev
zo9 exetv ahta ovvepyix npos TovTo, ovTws ouoi: I iJ11wv Tt) neto8eiTJ
noT' &v A6y~ il VO!l~ aAAWS astoVVTl lTpaTTElV napa I TTJV TWV
lTEptEOTWTWV avayKT]V. Ouyix p 1T Mov Tl TJ!ltV EK TOVOVVIEVat I TWV
npooTaOOO!lEVWV vno TWV VOilWV exovmv npoKaTa(3e(3AT]!1EVas
aiTias, I aTs lTEplEOTWOal) aKOAOV8EtV TTJV OP!lfJV avayKT]. OvTW)
OE avatpoiT' &v I TO EK TWV VOIJWV XPTlOl!lOV, e'{ ye ol !lEV VO!lOI
npooTaKTIKOl !lEV elm TWV I lTOlT]TEWV, anayopEVTlKOl OE TWV
ov notT]Tewv, ovx ElTETat oe Ti] Twv v6- I !lWV npooTai;et To Ka8'
OP!lfJV TJilU) evepyelv, OTaV Ta neptEOTWTa ahta I e!; avayKT])
69
SOBRE EL DESTINO XXXVI
consideran que, por longitud y por multitud de palabras y por composici6n oscura, engafiaran a los que escuchan.
Veamos nosotros lo que se dice a traves de ella, pasando por alto en este momento muchos de los terminos establecidos, sustrayendo "fatalidad", "hado" y "retribuci6n", terminos que usan para nombrar los significados que les place. En efecto, vale la pena entender la necesidad de la inferencia "no es el caso de que el destino sea tal pero que no exista la ley'', pues si las cosas que se dan segun destino siguen a las causas que por necesidad las circundan y no es posible que quien actua segun impulso no siga estas causas (dado que conecta necesariamente a estas con la causa que proviene de el), asi como tampoco es posible que una piedra que se deja caer desde lo alto no sea llevada hacia abajo o que una esfera a lo largo de una pendiente no ruede habiendose dejado en ella,79 2cual es todavia la utilidad de las leyes? En efecto, asi como la piedra no seria nunca impedida por quien dice que no es preciso que sea llevada hacia abajo, por el hecho de que ella es asi por naturaleza y tiene a lo exterior como causa que colabora a esto, asi tam poco ninguno de nosotros jamas se atendria al argumento o a la ley que juzgan conveniente actuar de otro modo, contra la necesidad de las circunstancias. Pues no sacamos ninguna ventaja para nosotros a partir del cumplimiento de lo prescrito por las leyes, si tenemos causas antepuestas, a las cuales, cuando nos circundan, es necesario que el impulso siga. De este modo, se eliminaria la utilidad de las leyes, al menos si las leyes son prescriptivas de lo que debe hacerse, y disuasivas de lo que no debe hacerse, y si no se sigue de la prescripci6n de las leyes, que nosotros actuemos segun impulso, cuando las causas que por
69
10
! S
II i!;
20
I
II
I ,.
I', 2S
II
1!:
:I
li li.,
ALEJANDRO DE AFRODISIA
TJI.!Cx~ E1T' aAAa TlVa KlVij TE Kat q>EplJ. AvatpOVI.IEVOV OE Ola Ti]v
TOlaVTT]V ELI.IOPI.IEVT]V TOV cmo TWV VOI.IWV XPllOLI.IOV, O:vatpOtVT'
&v Kal 1 <oi> v61.1o1. Ti yap ocpeAo~ v61.1wv, ol~ mi8ea8at Ti]v
OvK apa Tc';) TOlaUTT]V ETvat Ti]v Etl.lapi.IEVT]V E1TETat TO
VOI.IOV Efvat. 'EvavTia yap Eti.IOPI.IEVT] TE Kal v61.1os, e'l ye 6 I.IEV
VOI.IOS I rrpocnaKTtKO) EOTt TWV TipaKTEWV TE Kal l.lft, ws Twv
TipaTTOVTWV ovvai.IE- I vwv mhc;J 1TEi8ea8at KEAEVOVTl (oto Kal
TOV~ l.ltl rret8ol.levovs ws 6:1.1apT6:- I vovTa) STJI.IlOt, Tli.IWV TOV)
mt8o1.1evovs ws KaTop8ovvTas) , i] oe eil.lapi.IEVll I mivTa Ta
ylVOI.IEVa O:vayKaiws TE Kal ot ' Ol.loias aiTias q>T]al yivea8at, Twv
I oe 5t' OI.IOLO) ytVOI.IEVWV aiTias ovx o16v TE Ta I.IEV OI.IOPTfti.IOTa
Myetv, Ta 1 5e KaTop8w1.1aTa.
Ei yap AEyot TIS Kal Tov v61.1ov iov Tots O:vayKaiots TE Kal
1TpoKaTaf?>ei3Alli.IEVOl) VTIO Tfj) ELI.Iapi.IEVTJS aiTiots ETvat, bfjAov
w~ Kal I TOt) 1Tp6:aaovatv Ka8' OPI.ItlV Ta KaT' aVTOV EV TOt)
1TEpiEOTwatv aiTLOl) I Kal mhos EOTat KaTf]VayKaOI.IEVW), ov
1TEptOTftOETat bE TOt) rrp6:TTOVatV Ta I l.ltl KaT' avT6v. Oi 51:
TaVTTJV Tov 1-ltl rrp6:aaetv Ta KaTa Tovs v61.1ovs 1 i!xovTes Ti]v
aiTiav rrp6o11Aov ws ovK &v \jiEyotvTo. Tiws yap &l;tot \jl6yov, ei
I EV TOt) 1TEplEOTWOlV KaT' av6:yKT]V aiTIOl), oTs 1-ltl E1TE08at Ti]v
OPI.ItlV ovx I o16v TE, OVK Tjv EK TWV VOI.IWV aiTia, KaT' av6:yKT]V
Ttva Kal eil.lapi.IEVTJV 1 Tiapetvm KEKWAVI.IEVTJ; AAAa othws ye
70
i "
SOBRE EL DESTINO XXXVI
necesidad nos circundan nos mueven y conducen hacia otras acciones. Eliminandose la utilidad de las !eyes por esta clase de destino, tambien se eliminarian las !eyes, pues ~cual es el provecho de aquellas !eyes a las cuales quitamos, por el destino, el poder de ser obedecidas?
Por tanto, del hecho de que el destino sea de tal clase, nose sigue que haya ley. En efecto, contrarios son el destino y la ley, al menos si Ia ley es prescriptiva de las casas que deben hacerse y de las que no, bajo el supuesto de que los que actuan pueden obedecer ala ley que les ordena (por eso tambien penaliza a los que no obedecen, porque actuan err6neamente, mientras que honra a los que la obedecen, porque lo hacen correctamente); y el destino afirma que todo lo que se da, se da necesariamente y por causas semejantes, y de las casas que se dan por causas semejantes, no es posible decir que unas son errores y que otras son aciertos.
Ahara bien, si alguno dijera que tambien Ia ley existe en las causas necesarias y antepuestas por el destino, es evidente que tambien ella estari necesariamente, para los que hacen segun impulso las casas que se hacen de acuerdo con ella, entre las causas que los circundan, pero no circundari a quienes no hacen las casas de acuerdo con ella. Sin embargo, es evidente que no podrian ser censurados quienes tienen esta causa de no hacer las casas de acuerdo con las !eyes. ~Como, pues, podrian merecer censura, si en las causas que los circundan necesariamente, a las cuales no es posible que no siga el impulso, no hubiera ninguna causa que viniera de las !eyes, dado que esta impedida de presentarse, segun ciena necesidad y segun destino? Pero de este modo, en todo caso, ya no serfa una
70
ALEJANDRO DE AFRODISIA
ovo ' &v VOl-lOS ETI E'IT] i!xwv Kal I <TOV)> lTEI80IJEVOV) a\JT4J, e'{ ye
XPTJ TO\lT<{J mi8eo8at AEYEIV, E~ avayKT]) ElTOIJEVOV) I Kal TOV)
llfJ TIEI80IJEVovs tmo 6:v6:yKT]) TIVOS TIEi8eo8at KEKWAV!JEVOV).
"Wcne I TIOAv &v aAT]8EoTepov ElTJ OVVTJIJIJEVOV To 'ei EOTI TOiaVTTJ
30 Ei1Jap1JEVT], I OVK EOTI VOIJOS' · AvatpOVIJEVOV OE VOIJOV Kal ow avT4J
CxllOPnliJOTO) TE I Kal KaTop8wiJaTO), 6:va1p0tT' &v, ws Kal avTol
2 10 510 Tiis aKOAovBias EAaj..lj3a- I vov TfiS KaTO TOV A6yov, apETTj TE
Kal KaK(a Kal TO elva( Tl EV avBpWlTOIS I aioxp6v TE Kal KaAOV Kal
ETialvET6v TE Kal 'JlEKTOV Kal TIIJiiS TE Kal KOA6:- I oews &~1ov.
Ov5i:v &pa IJEVEI Twv tmo Tov IJETo TooavTTJS TEXVTJS i]pwTTJ
!Jevov t.6yov KaTEOKEVOOIJEVWV, cXKOAov8r]oEI OE avTois
O:psallEVWV K6:Tw8ev I <i)> aKOAov8(a, i]v emo8at Myovmv TOl)
O:vatpeiv lTEIPWIJEVOlS TO E<p . fJj..llV I <TI> eTvat ws avTol TTJPOVVTE)
o~oAoyovj..lEVW) aUTo 510 TOV lTpOAaj36VTES I aAAOIS ElTl<pEpEIV
aiTiav T4J !Jtl 5oKEtV exeo8at Kal avToi Ola<pEVyEIV i)yov- I iJEVOl.
Ei yap !Jrl EiOl TIIJal llTJOE KOAclOEIS , ovoi: ElTOIVOI ov51: 'JlOYOI, ei
I 51: lltl TavTa, ov51: KaTop8WIJaT6: TE Kai CxiJOPTrliJOTa, ei 51: llfJ
10 TOVTa, ov- I OE apETf] Kal KaKia, ei OE lltl TaVTa, cpaolv chi IJT]OE
8eoi. At..Ao IJtlV To 1 TipwTov To 11n eTvm llrlTE TIIJOS llrlTE Kof.6:oe1s
ElTETat T4J ml:vTa yiveo8a1 I KaB ' Ei!Jap!JEVTJV, ws OEOEIKTat. <Kal>
TO TEAEVTalov apa, 8 ClTOlTOV Kal I aOVvaTOV. AvatpETEOV <apa>
TO ml:vTa yiveo8a1 Ka8' ei!Jap!JEVTJV, 0 ToiiT' I EllTETO.
XXXVII "15WIJEV 51: Kal <Tov> ETil TOVT<{J A6yov i]pwnwevov,
15 ei 11iJ Tixs o1Joias 1 O:v6:yKas exet. J\eye1 oe o{hws· 'Ov TiaVTa IJEV
71
SOBRE EL DESTINO XXXVII
ley que tuviera a quienes se atienen a ella, si es necesario decir que se atienen a ella quienes necesariamente la siguen, y que nose atienen a ella quienes esd.n impedidos de hacerlo por alguna necesidad, de manera que serfa mucho mas verdaderamente comprendida la inferencia "si el destino es tal, no existe la ley". Anulada la ley, y con ella el error y el acierto, se anularfan, como tambien ellos mismos comprendian, a traves de su inferencia 16gica, virtud y maldad, y se anularfa que en los hombres haya algo vergonzoso y algo noble, y encomiable o censurable, y digno de honra o de castigo.
Por tanto, nada permanece de las cosas establecidas por un argumento propuesto con tanto arte y, habiendo comenzado desde las mas basicas, se deducira de ellas la inferencia anterior, Ia cual ellos dicen que se sigue de la postura de quienes intentan anular que lo que depende de nosotros sea algo, como si reconocidamente ellos lo conservaran por el hecho de que, adelantindose, atribuyen la causa de anularlo a otros, y pensando que escapan de los problemas en virtud de que no creen estar sujetos a ellos. Pues sino existen honras ni castigos, tampoco alabanzas ni censuras, y si no existen estas, tampoco aciertos ni errores; y si no existen estos, tampoco virtud ni vicio; y si no existen estos, dicen que ni siquiera dioses. Ahora bien, lo primero, a saber, que no hay ni honras ni castigos se sigue de que todo se de segun destino, como se ha mostrado. Por lo tanto, tambien lo ultimo, lo cual es absurdo e imposible. Por tanto, hay que anular que todo se da segun destino, de lo cual esto se sigue.
XXXVII Consideremos tambien si acaso el argumento propuesto a conrinuaci6n de este no tiene consecuencias nece-
71
ALEJANDRO DE AFRODISIA
EOTl KaB' Ei!lap!lEVT"JV, OVK I EOTL OE CxKWAVTOS Kal CxTTUPE!lTTOOLOTO)
n Tov Koo11ov 8wiK11ms. ov8E eoTt 1 !lEv TovTo, ovK eaTt oE Koa!los,
ovoi: EOTlllEV KOO!lO), OVK Eialv oi: 8EOi.l Ei OE Eiot 8EOi, Eialv aya8o\
oi 8Eoi, aAAa Ei TOUTO, EOTIV apETT'), af..f..' Ei I EOTLV apETT'), EOTl
20 <ppOVT"JOLS, aAA' Ei TOUTO, EOTIV [f)] ETTLOTTlllll TTOLT"JTEWV TE I Kal ov
TTOIT"JTEWV. 'AAAo TTOLT"JTEa !lEV EOTI To KaTop8w!laTa, ov TTOLT"JTEa 8E
1 Ta a!lapritllaTa. OvK &pa TTi'xv !lEV yivETm Ka8' EillaPilEVT"JV, oliK
eoTt 8io 1 ix!lapTnlla Kal KaT6p8wiJa. 'AAAo To !lEV KaTop8wiJaTa
KaAa, TO 8E CxiJap- I TT')iJaTa aiaxpa, Kat Ta iJEV KaAo ETTatvETa ,
Ta oe KaKix \1-'EKTa. OvK &pa 1 TTavTa !lEV eaTt Ka8' Ei!lap!lEVT"JV,
25 ovK eoTt 81: eTTmvni:x Kat \I}EKTa . 'AAA' I Ei TovTo, Eiotv ETTatvot Kal
\l-'6yot· aH • 8: 11Ev i:TTmvoviJEV TtllwiJEv, a: oe 1 \l-'eyo11Ev Kof..al,;oiJEv,
Kat 6 !lEV TlllWV yEpaipEL, 6 8E KoAal,;wv ETTavop8ol. I OvK &pa
TT<lVTa 11EV yivETat Ka8' Ei!-lap).!EVT)V, ovK EOTL OE yEpaipEtV Kal ETTa-
l vop8ouv'.
Kal OVTO) of) 6 A6yos OTTO TiiS avTij) TTaAa(aTpas wv 8i;f..ov
W) I Ota TWV avTwV &v l.jJEVOftS wv EAEYXOLTO. n pwTOV iJEV
3o yap [&v] Tis ovyxw- 1 pf)oEt TTPOXEipws Tc\:1 'ov TTaVTa !lEV i:oTt
2!l Ka8' EliJap!lEVT"JV, OVK EOTL OE I OKWAVTO) Kal CxTTapEiJTTOOlOTOS f)
TOV KOOiJOV 8toiKnats' [l:v] Tc\) y(vEOBat I Ta !lEV E~ avayKT)) , TO
81: l:v8EX011Evws, Kat Tothwv Ta 11EV KaTix <pvatv, 1 To oE KaTo
TTpoa(pw(v TE Kat A6yov, TO 8E Ka8' DPI1ftV, Tao' OTTO TVxflS I TE
Kat avToiJaTws; 'AvatpEi"Tm OE TTavTa Ta O:Af..a vTToTfiS Ei!lapiJEVT"JS.
OvK I O:p ' <av> <':mapE!lTTOOLOTOS ovoe aKWAVTOS Ti TOU KOOiJOV
72
SOBRE EL DESTINO XXXVII
sarias similares. El argumento reza asi: "No es el caso de que
todas las cosas sean segun destino, pero la administracion del
cosmos este obstaculizada o impedida. 80 Pero no hay cosmos, si
tampoco esto es el caso; ni hay dioses, si tampoco hay cosmos.
Y si hay dioses, los dioses son buenos, pero, si esto es el caso,
existe Ia virtud y, si existe Ia virtud, existe la pruden cia, 81 y, si
esto es el caso, existe conocimiento de lo que debe de hacerse y
de lo que no debe de hacerse. Ahara bien, las acciones correctas deben de hacerse, mientras que las acciones incorrectas no
deben de hacerse. Por consiguiente, no es el caso que todo se
de segun destino pero no existan ni la accion correcta ni Ia in
COITecta. Ahora bien, las correctas son nobles, y las incorrectas,
vergonzosas, y las nobles merecen el elogio, mientras que las
malas, la censura. Por lo tanto, noes el caso que todas las ca
sas sean segun destino pero no existan ni casas elogiables ni
casas censurables. Pero, si esto es asi, existen elogios y censuras.
Ahara bien, honramos las cosas que elogiamos, y castigamos
las que censuramos, y quien honra, recompensa, y quien
castiga, corrige. Por lo tanto , noes el caso que todo se de segun
destino pero no exista ni recompensar ni corregir".
Ciertamente, es manifiesto que tambien este argumento,
que proviene de la misma palestra, podria, por ser falso, re
futarse mediante las mismas premisas. En efecto, en primer
Iugar ~quien podria compaginar sin reservas que algunas cosas se dan por necesidad, y otras, contingentemente, y que, de
estas, algunas sean segun naturaleza, otras conformes tanto a
Ia eleccion como a Ia razon, otras segun impulso, y otras mas,
por azar y esponra.neamente, con la tesis de que "no es el caso
de que todas las cosas sean segun destino, pero la administra-
72
I·
I,
1
.1
~ il:
,I
i_,_· -.' 1!
II
1_.11_11
r n[l
''!I I_.:· I '~'' i l ' i~l' ,,
(' \ .
~ ~· f
ALEJANDRO DE AFRODISIA
dvat Kai KOOI-!OV OVTO') I 8eovs, KaiTot KaT' 'EniKovpov EKTO) ovTa')
aVTOV') , Kai TOU) 8EOV) aya8ovs I eTvat, e'ln CE Kai TO apETT]V ElVOl
TOt) 8eot) ETIOI-!EVOV, TIW') T4'J Ti]v TWV I 8ewv apeTi]v ElVa! ETIOIT'
Ti]V TWV Sewv apETi]v ElVa!, TIW') &v ETI ETIOITO Tfj TWV 8ewv apETfj
I q>p6vnms, 6:v8pwnwv ovaa apETri; Ov yap Tas avTa') apETas
oT6v TE AEYEIV I eTvm TWV TE av8pwnwv Kai TWV 8ewv. O(he yap
npos OVTWV TTEpi OVTWV AEYOI-lEVOI A.6yot I evA.oy6v Tl EV OlJTOt)
EXOVOIV.
/w8pw;rov CE Ti cpp6vnms a pETri, Ti EOTIV, I W') cpamv, emaTril-lll
rrotnTewv TE Kai ov rrotnTewv. 'Ev oTs yap oT6v TE I npax8fivai Tl
Kai TWV <ov> TIOlflTEWV, EV TOVTOIS i) TWV TIOiflTEWV TE Kai OV TTOl-
20 I T]TEWV ETTIOTTJI-lll xwpav EXEl. 'AA.A.a 1-liJV TTaVTWV ytVOI-lEVWV Ka8'
Eil-lOPI-lE- I VT]V axpnaTOS Ti yvwms TWV TTOlflTEWV TE Kai J.lri. Ti
~ - ~-.:,!'l -...,,~ - ~ ., __ .-L~.-._y --_.,~_.::_· r. _- 1{ . •. :~~-~,-~~t . r;- :-~ ... ·: :~- ~~------: - -- ...
. )~;t ~~· -=j~-~ ... , ~::~:t. ~ .. ).
73
724356
SOBRE EL DESTINO XXXVII
ci6n del cosmos este obstaculizada o impedida''? Pero todas
las demas cosas se eliminan por el destino. Por consiguiente, la administraci6n del cosmos no quedaria ni obstaculizada ni impedida. Pero, aun cuando se compaginara esto con que el cosmos existe, y con que, existiendo el cosmos, tambien los dioses (aunque para Epicuro estos sean externos), y con que
los dioses son buenos (y tambien el hecho de que hay virtud se siguiria de que hay dioses), ~c6mo se seguiria, de Ia existencia de la virtud de los dioses, que exista la prudencia? En efecto,
~cui! es la necesidad de esa inferencia? Pues si lo que se presupone fuera Ia existencia de la virtud de los humanos, de esto se seguirfa que tambien la prudencia existe. Pero, dado que a partir de las premisas se supuso la existencia de la virtud de los
dioses, ~c6mo la prudencia, siendo ella una virtud propia de los humanos, aun asf se seguiria de la virtud de los dioses? En efecto, no es posible decir que las virtudes de los humanos y las de los dioses son las mismas. Pues rampoco es correcto decir que las perfecciones y virtudes de seres que estin tan apartados los unos de los otros por naturaleza, son las mismas, ni tienen
nada razonable en sf mismos los argumentos que se enuncian de su parte acerca de elias.
Sin embargo, Ia prudencia es virtud del ser humano, Ia cual, como ellos sostienen, es conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 82 En efecto, en aquellos
casos en los cuales es posible que se haga algo que es tambien una de las cosas que no debe hacerse, en ellos tiene lugar el conocimiento de las cosas que deben hacerse y de las que no deben hacerse. 83 Ahora bien, si todas las cosas que sedan son segun destino, es inutil el conocimiento de las cosas que deben
73
ltiUOTECA CEHTtu.l U.N.A.M .
ALEJANDRO DE AFRODISIA
yap lXpEllo~ TfiS Tot- 1 alfrns yvwa£w<; ToTs 11118ev wv npaTTovm
<JlVAO~aoBm CVVO\.IEVOl); Ei OE \.IT]- I OEV n TO\JTWV ElTlOTrJ\.IT]
XPrlOl\.IOV, avatpoiT' &v n <JlPOVT]Ol'), W') ETvat TfJV I CxKOAov6[av
25 aAT]6EOTEpav Ti]v £i EOTlV El\.IOP\.IEVT], \.lfJ eTvm <pp6vT]otV. KaB' I ov
yap Aoyov 0 V0\10') CxVl:JpElTO KEl\.IEVT]') Tfj<; El\.IOp\.IEVT]'), KaTa TOVTOV
a vat- I peBr]oETat Kal <n> <ppOVT]OI'), Tis avatpOV\.IEVT]') cfjAOV W) Kal
TWV aAAWV EV I EKOOTOV avatpoiT' &v TWV KaTa TfJV aKOAov6[av
TfJV npos Ti]v <JlPOVT]OlV Tl- I BE\.IEVWV.
XXXVIII "OTt of: \.ITJOE [oi] EK Toii oetKVVVat TfJV KaB' 6p\.lfJV
KtVT]otV ToTs I s~ot<; \.IEVovoav m1vTwv ytVO\.IEVWV Ka6' El\.IOP\.IEVT]V
30 owsovotv TO E<p ' iJI-liV, I ei 1-lll [3oVAOlTO Tl') CllTAW) TO vn6 TlVO)
KaTa TfJV oiKe[av ytVO\.IEVOV <JlVOlV I en' EKEtVcp Myetv aAAO Tl
OTJ!latv61JEvov Toil E:<p' iJ11Tv Eioaywv napa To 1 nemoTEV\.IEvov TE
Kal rrpOElAfl\.IIJEVOV, 8 <Jl0\1EV Efvat ClCx TO EXElV iJilas es- I ovolav
TWV EV TOlS npaTTO\.IEVOl') aVTlKEl\1EVWV, <p66:vet5ta TWV npwTWV
212 1 TIAEOVaKt~ e[pfjo8a[ TE Kal 5eoelxBat. Dapanllr']mot OE TOVTOt<;
Kal OOOV') I aAAOVS ei<; OVOTOOlV TOVCE TOV 56y!1aTOS ll6yov<;
napaTI8evTat E:rr\ rrl\Eov I Kal \.IEXPl PTJ\.IOTWV TfJV K0\1\I'E[av
EXOVTES, aliA' OVK EK Tfis npos Ta rrpay\1a- I TO TIEpl wv MyovTal
OV\1<JlWVta<; TfJV n[oTtV Aa!1[36:vovTE'). I
XXXIX T aiiTa V\1lV, w 8et6TaTOl avToKpaTOPES, Tfj)
1\ptoTOTEAOV) 56i;TJ<; TIEp[ TE I El\10P\.IEVT]S Kal Toii E:<p' iJ11iv KaT'
E\1fJV 861;av Ta KE<paAata, Ka6' flv oo!;asovTE') I eYs TE Beov<;
74
SOBRE EL DESTINO XXXIX
hacerse y de las que no, pues 2en que beneficia tal conocimiento a quienes son incapaces de prevenirse de cualquiera de las cosas que hacen? Pero si el conocimiento de estas cosas no fuera uti! en nada, se eliminaria Ia prudencia, de modo que la inferenda mas correcta es la de que "si hay destino, la prudencia no existe". En efecto, segun este argumento, la ley se elimi
naria, si se postulara el destino, y, segun este otro, tambien se eliminaria Ia prudencia, y, eliminandose esta, es evidente que tambien se eliminarla cada una de las demas cosas que se postularon como conclusiones que se infieren en relacion con la prudencia.
XXXVIII Se ha dicho ya y demosrrado varias veces a naves de los argumentos anteriores que ellos no preservan lo que depende de nosotros ni siquiera mostrando que el movimiento
segun impulso se conserva en los animales, si todas las casas suceden segun destino, a menos que uno quiera decir sin mas que depende de algo lo que se da por obra de el segun su naturaleza pro pia, introduciendo asi otro significado del termino "lo que depende de nosotros", ademas del aceptado y precon
cebido, el cual aceptamos en virtud de que tenemos el poder de realizar opuestos en las cosas que hacemos. 84 Y todos los
demas argumentos de los cuales echan mano para establecer esta doctrina son similares a estos, gozando de mucho ingenio en lo que respecta a las palabras, pero sin adquirir plausibilidad de una concordancia con los hechos de que hablan.
XXXIX Estos son, para vosotros, divinisimos emperadores,
los principales elementos, segun mi opinion, de Ia doctrina de Aristoteles acerca del destino y de lo que depende de nosotros. Si opinamos conforme a esta doctrina seremos piadosos con
74
I I
I
1 I
I, I' I
l'i ,
1:
:~
ALEJANDRO DE AFRODISIA
eucre[3{]cro!lEV, Ta !lEV eio6TES a\lTOlS xaptv 6:v8' wv <p8aVO!lEV I tm'
avTwv ev nerrov86TES, Ti:x OE atTOilllEVOI nap' avTwv WS OVTWV
Kal TOV I oouvat Kal TOV 1-ln Kvpiwv· EOO!lE8a OE <Kal mpl Vilas>
10 Kal nepl TOVS VlllV O!lOlOVS O:pxovTas I euxaptcrTOI, <oi'> TavTa
npaTTETE eis iJilas Ka86rrep ti V!lwV oiKeia I rrpoaipems npaTTetv
v1Jas <ayet> a ipecret Tau [3e!..Tiovos Kal T(i) mpi TfJV Kpimv a0Tou
I <ppovTii;etv TTOIOUVTUS & TTOIElTE, aAA' ou npoKaTa[3e[3A111-lEVOIS
Ttcrlv aiTiots I ETTO!lEVovs , oTs 6:vayKalov l!necr8at -Q &v EKE'iva &yl].
TiotT]OO!-lE8a ol: Kal I apETfiS ETTI!lEAElaV ws OVTES avTol KVplOl TOV
15 [3ef..Tiovs i1 xeipovs yevecr8at. I To0Twv yap !lOVWV KVpt6s TIS , wv Kal TOV 1-ln npaTTEIV a{m)s EXEl TfJV I u;ovoiav. Kai Ti:x &!..:\a OE
oaa npaTTO!-lEV KaTa TOV [3\ov OTI llOVWS I ev:\6yws npaTTElV
&v OOKOlllEV, ei KaTa Ti]V AptOTOTEAOVS o61;av nepl au- I TWV
aTTOOIOOlT]I.IEV Ta<; aiTiac; , Ota naVTOS E1TEtp6:8T]V VlllV napaoTfiOal
I TovMyov.
75
SOBRE EL DESTINO XXXIX
los dioses, sabiendonos agradecidos con ellos por ciertas cosas buenas que ya hemos experimentado por su obra, y pidiendoles otras dado que ellos tienen el control de darnoslas o no. Es
taremos agradecidos tanto con vosotros como con gobernantes semejantes a vosotros, dado que vosotros realizais estas cosas para nosotros de Ia manera en que os lleva a realizarlas Ia elecci6n que os es propia, haciendo las cosas que haceis, por optar por lo que es mejor y por reflexionar sobre su selecci6n, 85 pero sin seguir ciertas causas antepuestas, a las cuales es necesario seguir a donde sea que elias conduzcan. Tambien tomaremos cuidado de Ia virtud dado que nosotros mismos tenemos el
control de volvernos mejores o peores. En efecto, alguien tiene control unicamente de aquellas cosas sobre las cuales tiene
tambien el poder de no hacerlas. A lo largo de todo mi discurso, intente mostraros que solo pareceremos estar haciendo razonablemente todas las demas cosas que hacemos en Ia vida si explicamos sus causas siguiendo Ia doctrina de Arist6teles acerca de elias.
75
I I
l·. ~
Notas al texto griego
I
164, 4 al'm:;) Thillet
6 ~-tapTvpias <Totmh>ns oiKmos Thillet
7 iepols Bvetv Bruns, Thillet
9 oT6v Bruns, Sharples
19 Twv mxvTwv Thillet
20 aiTias [exovow] Thillet Tfjs ev atm] Bruns, Thillet
165, 2-3 (c:Jv ev Tols llCxAtaTa KaT' miTov *** TE Efev llEi~w f\ KaTa TTlV AptaTOTEAOVS 86!;av Einelv) , noniao~-tal Bruns c:Jv ev Tols ~-t6:AtaTa KaT' al!Tovs oT6v T' e'ln Tl llEi~w f\ KaTa TJiv AptaTOTEAOV) o6!;av eimlv, lTOlrlOOilal Thillet
II
165, 24-25 Kat EV Timv; OVKETI" ovyap llOVOV OVK CxAArlAOl) anaVTE) (OVIl<pWVOVatV) , aAA' OVOE ri TWV av8pwnwv KOIVT'j
np6"An~ts Thiller
III
166, 23 6 Belos AptaTOTEATJS Thiller
I67, 1 yap &v Thiller
2 eoTw yap Thiller
3 Tov 8i] Thillet
14 TOt) TOIOVTOIS aiTiots Thillet
LXXV
I r ' !
:II !i'·
1. ~ .. 1/· I .[ Ll
167, 24-25
168, 6
12
14
15
17
17-18
18
SOBRE EL DESTINO
N
6noi6: - y[vETat, & Thillet
a0Tois TioT' &v EllTioowv Thillet
Kai KaTa rrpoa[pemv Bruns
(TotovTov yap i) <pvms) · Kai yiveo8m Thillet
Tiepi avTwv XPWI-IEVTJS, Thillet
TrlV lTOlOVOaV, af.A' OVK EV auTois Kai Bruns
yeveoews avTwv Tov TiotovvTos Bruns, Thillet
J.oytoll6s. "EoTt 81: Thillet. T piTov oe EOTIV Bruns, Sharples
v
169, 8-12 OVK el; avayKT]S {m' aUTWV y[veo8at OOKei· o{hws yo\iv EKaoTov rrowvmv - f\ Tr']v J.vpav i)p!-16a8m Ka8'
ei!-lap!lEVT]V; af.M 1-lrlV Thillet
169,
170,
17-18 llll yeveo8at, OVKETl yap &v E'IT] Tl TOVTWV e<p' fJI-llV, ei yevotTo TovTov Tov Tp6nov. Thillet
22
24-25
30
31
3
21
22-23
VI
Ka6 ' eil-laPI-IEVT]V OE ov, Thillet
(EoTl OE TOTE Ta Bela Kai n TOVTWV EVTaKTOS mptq>opa)
Thillet
EI-ITiootl;oi-IEVTJ toto TioTi: 1-1E:v ws eTii Bruns EI-ITiooti;oi-IEVTJ TioTE- oto Thillet
ov 1-liJV es avayKT]S EXEl. Thillet
woTe Kai KaTa Bruns
aKof.ov8ws Bruns, Thillet
ws ETTi TO lTAEtOTOV, aVTTJ yap n TiiS <J>VOEWS Eii-IOPI-IEVT]' Thillet
25 yev61-1evov EI-ITTo8I1;1J, <Tci> 51: KapTeptKci>> KaTa <pvmv
LXXVI
171,
NOTAS AL TEXTO GRIEGO
ai TWV Bruns yev61-1eVov EKTTEOij TiiS Ka<Kias · Kai Tois KapTeptKois Ka>Ta <pvmv, ai Twv Thillet
26 ai KaKorra8etat· Kai I-lEV TOtS TOlOVTOlS TOV [3[ov KaTaoTpo<pai Thillet
4 KaT' a0Ta Bruns
5 Tov [31ov Ka8' Thillet
VII
171 , 23 rrws <plAOOOq>EiV TlVES MyovTal Thillet
24-25 TIAEov EXEtv Tovs q>tf.ooo<povvTas vrroAa!l[3avovTes Thillet
24-26 (Kai TaVTT]V TWV &J.J.wv av8pw1TWV lTAEOV EXElV TOVS <ptf.ooo<povvTas vno/.aJJ[3avovTe<; , Kai ota TovTo Kai TOU) aAAOVS ETTi TOVTO npoTpETTOVTES) Thillet
172, 13 &v avef.wv Thillet
13-14 Tl'jv Twv o{hws ytvoJ.levwv q>vmv <61-1oiws> ovo1-1a 8ijTat Thillet
14-15 es avayKT]S Ti}V TVXTJV, CxAA ' avTa oeism Bruns e!; avayKT]S <avTl']V> TJlV TVXTJV, O:AJ.' <6> avTa oeisat ovval-levos Thillet
VIII
172, 19 TTPOTJYOVIlEVatS ETTiytvETat Bruns, Thillet
24-25 o't' alTo TVXTJS <paoiv Ttva yiveo6m Thillet
25 KOV aAAOV Bruns, Thillet
28 TOVTO aTTf]VTT]OEV atJTc;:>· ell OE TTUAIV 1-lT]OEV TiiS evpeoews Tov Snoavpov <xaptv> Thillet
173, 3 a0Tc;:> Bruns, Sharples Tci> yap npoeA66vTt Thillet
LXXVII
,, 5
173, 10
17
19-20
21
24
24-25
26
SOBRE EL DESTINO
TO ~i:v TTOIT]TIKOV a'(TIOV TO OE TO\lTOV TEAos · ovyap Thillet v~iv Bruns, Sharples (Kal rrpoT]yov~evo1s i:~ 6:vayKTJS) Thillet
efvm i] yeveoem, [To] ~TJOi:v Bruns eTvm il yeveo8m, Tct'>
~TJOEV Thillet
ovo1-1a: <To> yap T4> llTl 6:vmpeio8m Bruns ovo1-1a: To yap ~i] avmpeio8m Thiller
ovoi:v KwMoavTE<; Mye1v Thiller
Kal TocroiJTov c'mooei]oavTES Thillet
[ovK] 6:rroT\lxTts, [al-.l-.'] hl Thiller
174, 1 TO avToj..laTov yivea8a1 Bruns
2-3 Aoylollct:>, i] TVxTJS Thillet
to Kav <TolailTa> Tvyxavwmv Thiller
11 ws i:rrl rravTwv Bruns, Thillet
12 KVplc;Hepos Bruns, Sharples
18-19 ah1a rrpoelpT]~eva Thillet
25 ovoels oi: aTTO TVXTJS TOVTa TTOIElV Myel Thillet
IX
175, 13 &/..A' ws vcp' liiJWV Thillet 22 Kal TOVTcp Bruns Kal TOVTO Sharples
176, 2-3 OIOTI i'iv i:v 8aTepcp a\rrct:> aVTIKEI~EVcp dval Bruns OIOTI <aOVvaTOV> J'jv EV 8aTepcp a\rrwv aVTIKEiiJEVWV efvm
Thillet
X
176, 16-18 (Twv oi: Ka8' eillapllevnv YIVOilEvwv ov KEKwAvo8m Ta 6:vnKElllEVa yeveo8a1· 010 KaiTOI llTl y1v6~eva OI-IWS i:oTl ovvaTa) Bruns
LXXVIII
NOTAS AL TEXTO GR1EGO
17 KEKWAVTal Thillet
19 Ta KWAVOVTO avTa &v &yvwoTa ElVa\ Thillet
19-21 (&yap EOTIV ahla TOV yivea8al TO aVTIKElj..IEVa aVTOlS Ka8' Etj..lapj..IEVTjV, TaiJTa Kat TOV llfJ yiveo8a1 TOVTOIS ah1a), ov yap ei , ws cpamv Thillet
23 To llTl ylveo8m Thillet
177, 1 KEKwAvo8m Sharples
178,
2 \mo Tivwv KwAvovTal Sharples
1-2 OVK EOTOI ovvaTa tovTa ovvaTOlS ei86mv ~EV avTa KEKWAVKEVOI ayvoovOIV OE vcp' i]~wv KWAVOVTES Bruns OVK EOTOIOUVaTa OVTO ovva<Ta> TOtS ei860IV j..IEV 0\lTO KEKWAU08m, ayvooiJOIV oi: vcp' wv KWAVOj..IEVa Thillet
10 TOE~ avayKTlS Bruns, Thillet
11 ei OE EOTOI j..IEV OVK E~ 6:vayKTjS 6:l-.n8es Bruns, Thillet
13 TIVa yiveo8a1 Sharples
14-15 rr6:ll1v yap Kal ToilTo <o1-1o1ov T4> rrpoEIPTlllEVcp>· 61-1ov yap rrml;6vTWV Bruns, Sharples TTCxAIV oi: Kal TOVTO OiJOV 11i:v rrml;ovTwv Thillet
18 TO TOVTO Myov avayKalov, ov TE TO vrr' OVTOV Thillet
20 floTJ te'l ye llfJV· ov yap TavTlJ Bruns fl8Tt , e'( ye iJTJ TaVTlJ Thillet
22 [ ws] Bruns, Thillet
24 iJTl AEYOITO avayKalov Bruns
25 ei ToT' aAT]8ES Bruns
XI
9 TIOtV aiTfms eoeoem TO Kal [3ovAeveo8m Bruns, Thillet
n j..laTnv &vepwrros Thillet
14 ovvayoiTO &v llTJ Thillet
LXXIX
' 11~11 "~"I .1,1''
II
SOBRE EL DESTINO
26 brl Tfj avTC7:JV rrpwTlJ yeVOj..(EVI) Thillet
179 , 1 Tfj rrep\ Tothwv (3ov/.lj 8eov Tl Jll-llV yiveTm Thillet
4 EK TOV (3ovAEI.JEG8at <TOV (3ov/.evea8at> avTOV Bruns EK Tov (3ov/.evm8m allTov Thillet
6-7 aVTwv terr' miT6 TE TO (3ov/.evcracr8at Bruns aVTwv, em\ Kal TOTE TO (3ov/.evcracr8m Thillet
21 errl TWV E<jl, fJIJlV Thillet
22 (3ov/.evcracr8at, Kal Bruns, Thillet
25 ooKOvvTo) , TO 1-lfJOEV vrro TfiS <pvcrews Thillet
XII
180, 19 e<p' aUTO, 0 EOTIV c'xpxi] Bruns i:rrl TOVTO 0 EOTIV apxi] T hillet
27 8tmpeicr8at To avTtKEil-levov Bruns
181, 2 tTotoiaoe Bruns Tatoiaoe Thillet crvl-lf3ov/.evaovTas Sharples
3-4 avTOVS OVIJ(30VAOV) OVTas ii 1-lti rrapaAa).I(36:VEIV Tovs rrpal;m Bruns avTovs ov).l(3ov/.ovs oVTas ii llti rrapaAa).l(36:vEtv, <ws exovTeS i:!;ovcriav> Tov rrpal;m Thillet
4 aAAa [Kal] TIVCx Bruns
6-7 e!; OVTOV Bruns
XIII
181, 9 eyxetprjaavTES Bruns, Thillet
14 TO ytVO).IEVOV Kal ot ' Jl).IWV Bruns
23-25 yivm8at KaTT]VayKaoj..(EVWS (KaT' avayKT]V ov Ti)v EK [3ias, c'xM' EK TOV J.ITl ovvao8at TO 1-lTl TIE<jlVKO) o\hws, OVTWV TWV TIEPIEOTWTWV TOIOVTWV) c'xowaTOV auTC'\)
LXXX
NOTAS AL TEXTO GRIEGO
TIEpiEOTCxVal TOTE aAAW) TIW) , Kal 1-lTl OVTWS KIVT]8ijvm. Thillet
24 To 1-lTl TIE<pVKOS o\JTws Bruns
27 EIJTiaoil;ovTos - Tc'\) (3apvTT]Ta Bruns
27-30 EIJTiaoil;ovTos (Tc'\) (3apVTT]Ta ).lEV exetv avTov i:v allTw, TaVTT]v 8' efvm Tfis TotaVTTJS Ktvrjaews KaTel <pvmv, oT~v Ka\ Tel ESW8EV ahta Tel Tipos Tr)V KaTa <jlVOIV KiVTJOIV Tc'\) Ai8C;J OVVTEAOVVTa rraplj , e!; c'xvayKf)) TOV Ai8ov ws TIE<JlVKEV <pepea8at) TICxVTWS Thillet
182, 7 Ktveio8m Ka8' op1Ji]V KiVf)OIV Thiller
13 oj..(oiws !-lEV Sharples
14 Tc'\) oeiv Kal TOl) 1:!; c'xvayKf)) Bruns
Is KaT' &1./.T]v Ttv6: ***, TaVTfJV ).lEv i:rrl Tois l;;c;:>ots MyovTES Bruns KaT' aAAf)V TIVel <jlVOIV, TaVTT]v IJEV errl Tois l;c;:>ots MyovTEs Thillet
XIV
182, 25 TIETIIOTEV08at, <Ota TOuT'> ev8vvovotv Thillet
26 oi oe, oeov Sharples
28-29 &ool;ov TE ov Ka\ rro/.;\0: Twv Kal allTois t Toii e<p' llJ..IiV rracrav TE TaVTo OEIKVVS OVVOOEVOV Bruns &ool;ov Tl OV
Kal TIOAACx TWV Ka\ avTois TOV E<p ' fJ).IlV <OVTa>, rrav <ToiiTo> TaVTo oetKvW ovvooevov Thillet
30 !lyovvTat Bruns, Thillet
32 aAAOV Ot' aAAWV Bruns
183, 4 err\ TWV l;c;:>wv Bruns, Thillet
5 ovK &1./.ws yevotTo Bruns, Thillet
6 IJTl OP!-lr\oaVTos Bruns
10 il o\hws, 8ta TavTo eTvm Thillet
LXXXI
I·
.I
184,
185,
SOBRE EL DESTINO
21 TOV aAAovs Bruns TOVS aAAovs Thillet
31-32 Ti)V EV aUTOl) <TTOlEi>, TTOlEi, TO ee en' aunt) Tl ETvat Bruns, Sharples TfJV EV auTois TTOlEi, TO ee en' aunt)
Tt8evm Thillet
33 a0Tc\) 1c';) elvat Bruns
14 otm on Thillet
16 ws yap at..Aws &At.~ TO eTvat Thillet
22 A.Eyovotv auToi TO E<p' TU.liV e\vat Thillet
6 EXOl~EV e~ovcriav Thillet
7 TOvTo 8 Kai !)ovf.evcr6:~evot t i'jv &v !3ovA.evoi~e8a Bruns TOvTo o Ka\ f3ovA.evcr6:11Evot f\en &v !3ovA.evoi11E8a Thillet
XV
185, 7-10 T 0 o' ETTOXOVIlEVWV Tc\) '<eta TO EV TOt) Tc\) au>Tc\) e'(oet, TWV auTC:lV mpteoTc.:nwv, CJTE iJEV OVTWS OTE ee aAAWS EVEpyf)OEl Tt) , avaiTtOV KiVflOIV e[oayeo8at, <Ka\> eta TOVTO Myetv llil ovvao8at ov np6:1;et TlS npal;at TO aVTtKEillEVOV' Thillet
14 010 avatTiws Thillet
17 ws *** Tij mpaipq: Bruns
20-23 1-lil TTCxVTW) ETTE08at Tois lTEptecrTC:latv ei;w8ev auTc\) <a iTiots>, Ka\ yap i'jv il11iv i) mp\ TC:lv npaKTewv Kpiots npos eva ytVOiJEVfl OKOTTOV 'laws , ei ee TtVa A.6yov <eTxe> TO ae\ mp\ TWV aVTWV O!lOias lliJlV yivea8at Tas KpiOEl) Thillet
26 i)!lii<; *** Ta ee Bruns
26 TC:lv nepteoTc~nwv npoKeiiJeva Bruns, Thillet
186, 1 TOl) aAAOlS Bruns, Thiller
3 To [yap] apxn Thiller
LXXXII
NOTAS AL TEXTO GRJEGO
XVI
186, 13-14 m1vTa Ka8' ei!lap!levnv (ou yap Thillet
187,
188,
189,
189,
14-15 ei crw{,;eo8at KaT' 0\JTOV), TOVTO OW/,;OVOIV Ol ye Kat aiTiav Thillet
15 ow/,;ETat Sharples 21 exovTe<; Bruns, Sharples, Thillet 21 TaVTTJ TipaTTEtv Thiller 2 llfleEV auTo\ mp\ aUTWV t WCJlV KaA6v Bruns 1-lf]OEV
auTo\ nep\ a\JTwV <lTOl>WotV KaA6v Thillet
5 ws exet Thillet 16 nws yap ht Thiller 20 apnayi'JV il MeveA.aos TWV ayavaKTElV ETTatp6vTWV il
Thillet 21 ws aVa!lapTi]cras Thillet 26 ei yap o\hws t ETl ot ' llllWV Bruns ei yap OVTWS ht et'
i!1-1C:lv; Thillet ei yap ouTw<; ex6VTwv i!11wv Sharples
XVII
12 Ti yap &v fl1-1a8Eiv Bruns, Thillet 13 <pVACx~atT ' av Tt<; ; fli16Va Tai1Ta T hillet 14 Tov iJa8eTv Bruns, Thillet 15 TovTo EiJilEVEtv Thillet
XVIII
2 TtVa evvaiJEVWV ElTpa~av Thillet
6 KEKAflPWilEVOt TOVTO ovyypO:q>etv Thillet
XIX
9 ovyxwpnaavTwv eTvm Bruns ovyxwpnoav Tc\) eTvat Thillet
LXXXIII
II
II \: ' ' SOBRE EL DESTINO
11 npa!;ews *** E1Tt 1TEptEOTWOIV av8pwlTOI) oiKatO) Bruns npa!;ews <el npoaeaxov C>TI Tl) aOIKO) wv> ElTt 1TEptEOTWOIV aiTLOI) oiKatO) Thillet
16 ot' &yvotav npaTTOVTWV <TE Kal> CxllapTaVOVTWV Thillet <Twv> npaTTOI-IEVwv Sharples
17 &!;tot, ei06Tes Thillet 18-20 TDV e!;ovaiav TOV (TOIJTWV allTOl) 1TEptEOTWTWV a
lTCxVTW) a\lTOl) Ka[ ES avayKT]) lTEptEOTaVat OET) af.Ao Tl <npaTTEIV> nap' a npciTTOVOIV, Tc;'> Thiller
23-24 To [Tov] Tov i'nnov Bruns 27 KOAai;:EtV <&!;tot> TOV lTOt{jaavTa. enl TLOIV oliv ai
KOAaoets euJ.oyov; Thillet
19o, 5 opa 8r'J Bruns
190,
191,
9-10 c:Jv 'laws evfjv a\lTOl) Kal cpvAa!;ao8at, OAA. VlTO Tfj) <jlllOEW) Tfj) EV avTOl) OVOEV oT6v T' EOTlv Aa86VTa) lTOtfiaat Bruns wv 'laws evfjv aVTOl) Kal cpvAa!;aa8at, aH' VTIO Tfj) cpvoews Tfj) EV aUTOl) ov8i:v oT6v T' EOTlv 11a86vTa) notfjcrat Thillet
10-11 Kal TLS OVK O:v t avTOl) TOt) CxllapTaVOI-IEVOI) ahtov. el o' OUT' aAAO) Tl) oOT' oi TOV Bruns Kal Tis OVK O:v aUTOl) TOt) Cx!lapTaVOIJEVOI) ahtos E'lll; Ei o ' OUT' aAAO) Tl) ovo' OVTOI Thillet Kal aiTlas ovoi:v ovo' EV Sharples
13 Tt Kall.!!evoeT J.eyovTt Thillet 16 miTe;'> eel bta TWV epywv Thillet
XX
25 vn6 Ttvwv ovTW) ylvea8at Thillet 26 exovTEs ToTE. Tc;'> yap TovTo mmoTEv11ev~ T hiller
29 Tov notelv Bruns, Thillet
TrlV e!;ova[av lTElTIOTEVKOTWV Bruns, Thillet
LXXXIV
191,
192,
5-6
6
12
18
20
23
24-25
NOT AS AL TEXTO GRIEGO
XXI
cpvms OOKEl llapTvpeTv TOV lTOVTa e!; avayKT]) Thillet il OOT]AOV auTO Bruns, Thillet KaTT]VayKaOI-IEVW); Thillet nei8ea8at1JEV Bruns, Thillet Kal eta Tov Tovs Thillet To 6cpETAov yeveo8at Thillet ooov aUTOV) ena[peta8at Kal TOV) aAAOV) <eta TDV TotaVTT)V> aye tv Thillet
XXII
7 rlPTTJI-IEVov mhov Thillet 8 npo mhov Thillet
15 TO avatTiws <yivea8a[ Tl c.Jonep TO> yivw8ai Tl EK llrl ovTOS Thillet
16 evapyws Bruns, Sharples 18-21 (OilfiVO) yap atTIWV KaTaAEyovatv, Ta I-lEV
npoKaTapKTtKa, Ta oe avvaiTta, Ta ISe eKTtKa, Ta 81: OVVEKTIKO , Ta OE aAAO Tl· ovlSEv yap ISeT TOV J.6yov llTJKVVEtv navTa Ta A.ey611eva napaTtBEI-IEVa TO jjovAlllla avTwV oeTI;at TOV mpl TfiS Ei!1ap!1EVT]S 86y!1aTos) Bruns (allfivos yap aiTiwv KaTaAEyovmv, Ta I-lEV npoKaTapKTIKCx, Ta ISe avva[Tta, Ta OE aKTIKO, Ta lSI: OVVEKTIKCx , Ta lSI: aAAO Tl" OVOEV yap eel TOV Myov I-ITJKVvEtv navTa Ta J.ey611eva napaTtBEI-IEVa TO !3ovAT]Ila a\rrwv oell;at TOV mpl TfiS EillaPI-IEVllS ooyj..laTos) Thillet
XXIII
193, 12-13 KaTa To noaov eJ.Xeil.!!ews Thillet
16-17 ouoe Otaj..IEVEIV oTa TE e'IISoj..IEV · ei <I-lEV 6> q>AOIOS Thillet
LXXXV
SOBRE EL DESTINO
23 oil nav "TO ovvaTOV evepyelv <evepyel> Bruns ou TT<lVTa ovvaTOV evepyelv Thillet
25 TOo' OJ..lOOE xwpovVTa<; !lEV Bruns, Thillet
26 enl TO iioT)Aov elva[ Ttvos ahta Bruns
XXIV
194, 2-3 TfiS c'xvaMaews Twv aiTiwv Thillet
8 mxVTo8ev ytVOI-lEVOV Thillet
20 E~ avayKTJS !lOVOV ws TO\lTOlS OOKEI Kal ws enl TO noM EnOI-lEVOV Bruns E~ avayKT)S !lOVOV , ws TOilTOlS OOKEI, Kat ws ElTt TO noM EnO!-lEVOV Thillet E~ avayKTJS <En6>!-lEVOV ws TolTOlS OoKEi Kat ws enl TO noAv [en6!-levov] Sharples
21 TO ahtov Bruns
XXV
194, 25-26 TO AEyEtV \jJEVOOS Bruns, Thillet
195, 4 <pepoVTat Bruns, Thillet
10-11 Tfis Twv Katpc0v l-lETa[3oAfis (oil yap 6xet11wv ahtos Tov Bepovs) aAA' EKElVWV Thillet
11 eKeivwv TE Kal TOihov <n> Bruns
13 Kal iht 1-lfJ <n> Bruns, Thillet
15 t &v l!ws Bruns t av l!ws Thillet
19 wcrT' ovx t o\hws aiT(wv Etp!-lOS Bruns wcrT' 6 TO\lTWV
Twv aiT(wv eip11os Thillet
196, 7 oil nacr6: TE Ta~ews nap6:[3ams Bruns
XXVI
196, 15-16 ws 0!-lOAoyOVI-lEVOlS , avatpelv !lEV Ta o\hws evapyfj crKtaypa<p(av TE Ttva Thillet
LXXXVI
! -
L
197,
198,
199,
199,
NOT AS AL TEXTO GRIEGO
17 crvvaywvii;;ea8al OE TOtS anopOVI-lEVOlS Ka8 ' at/TWV EaTl oi] ws lTaVTanamv 6A(yov. Thillet
20 n TOV np6:y!-laTOS evepyeta Thillet
23 <paVEiTat t eis ailTa Bruns <paVElTOl eis 0\lTcl Thillet
XXVII
3 oi avyxwpr]craVTES Bruns [ oi] crvyxwpr]oavTES Thillet
6 exovTE<; Kal Tov Twv [3eATt6vwv Bruns
25 [Kal Tovs vocrovvTas] Bruns Kal Tovs OoKovvTas Thillet
28 Tov ailTov Tponov Kal ht 1-lilAAov Thillet
4 npos TfJV KTfjatV apeTfis Thillet
13 o\hws oE: Bruns, Sharples
14 wanep TWV aAAwv KaTa cpvmv aUTOlS Tvyx6:vovmv Bruns wanep TWV aAAWV KaTa <jlVOIV aUTOlS Tvyx6:vovmv <o\hw Kat ToiJTwv> Thillet
14-15 o\hws oilv Thillet
16 &v EXWI-lEV Thillet
17 ij TlVOS TWV TOlOVTWV· ent OE Tats a pETal's Thillet
23 avayKalov Bruns
27 oilx o\hws Bruns
XXVIII
24 napatTEtTat TOV vvv· Thillet
XXIX
27 EXEl ws Bruns, Sharples EXElV ws Thillet
29 en' ailTwV OE TWV evepyetwv Thillet
31 <pp6vtl-lOV KaTa Tov A6yov Thillet
200, 7 AEyovalv ye Bruns
7-8 V<JlOPWI-lEVOl <TE Kat> <pEVyOVTES Thillet
LXXXVII
I
II
II: i ! I I
I!
200,
SOBRE EL DESTINO
XXX
19 eTt yivETat To eioevat Thillet
23 [3ovAOVTat t en\ TWV aovvaTWV othws yap Bruns [3ovAOVTat en\ TWV aovvcnwv. OVTWS yap Thillet
25 TE Katl.lfJ <il> ws EOOI.lEVOV Thillet 32 Kal KaT' at!TOVS Bruns, Sharples ovK &v Bruns ovol: Thi
llet
201, 4-5 npocr!..a1-1[3avetv Bruns
7 TO aMvaTa OEIKVVVat Thillet
9-10 1-iETpwv, 6El-IEVOS Bruns, Sharples 1-iETpwv, [6El-IEVOS] Thillet
13 em\ OE, ei TO npoytVWOKEIV Bruns, Thillet
15 OTt Ta evoex61-1EVa Thillet 20-21 npot..Eyovotv <AEyovcrtv> Bruns t..Eyovotv npot..Eyovotv
Thillet
XXXI
201, 32 l-ITJ OVIl[3ov/.evoavT6S Ttvos Thillet
202, 1-2 Tatrn:J <Tij> nioTet Bruns Tatrn:J i] nioTet Thillet
203,
204,
3 nept Bruns 12 <ov> <paotv Bruns, Sharples aVTwv, omws Bruns, Shar
ples
12-13 TO ovyypal-11-lOTa, a0T4J o\hws atJTOV xpficrat <lliJ> ws OVK ei06Ta oTt [I-Ii]] netoSTjoETat Thillet
26 ilmpl 6ewv evoe[3eias Thillet
6 yivea8at t crvvepyovllevov (Kal yap Bruns yivea6at <aya86v Tl avTovs> ovvepyelv <evAoyov> (Kat yap Thillet <TO aya8ov mhois> Sharples
7 KaTa ye Bruns
2 Kai Tot llaKpctJ [3eATtov <av> Bruns, Sharples
LXXXVIII
204, 11
13
14
17
22-23
24
25
NOT AS AL TEXTO GRIEGO
XXXII
Ot' iiv npoetpf]Kal-IEV Bruns, Thillet
ovK e'ln &v To eTvat Bruns
OTt yap eOTIV aVTWV ev Tij <pVOEI <To> TOIOVTOV Bruns oTt yap eoTtv a0Twv ev Tij <pvoet TotovTov Thiller
atiTWV aveniOEKTOS Bruns, Thillet
TTJV ef;ovoiav, e'tlTOTE KaKElVOI) Bruns TTJV ef;ovcriav, e'lye KaKeivots Thillet
TOV aVTctJ xpfio6ai Thillet
Tov npoioTao6at Thillet
XXXIII
205, 1 To 81: !..eye tv t Tjyelo6at Bruns To 81: !..Eye tv <Af]povs> nyelo6at Thillet
2-3 TctJ [l-ITJ] nav Bruns, Thillet
4 Tt [To] e<p' ti1-1iv Thiller
205, 7 eTvat Tt e<p' Jil-llvThillet
11 eTvat oi] Kal Ta o\hws ytVOI-IEVa Bruns, Thillet
12 ytVOI-IEVots [ecrTt] , nws Bruns, Thillet
14 ota Tov A.6yov Bruns, Thillet
17 eoTlv OPilfJ ev Tols [3ov!..evTtKols T hillet
XXXIV
205, 23-24 avTij [npos TO] KEXpfio8at Bruns
30 I-lEV, ovTwv Bruns, Thillet
206, 1 lTOIOTTJTWV lliJ ayvoOVl-IEVWV, Kal ElTatVOI Kal l.jJOyot Bruns lTOIOTTJTWV l-ITJ ayvooVl-IEVWV, <llEVOVot> Kal enatvot Kal 1.j16yot Thillet
LXXXIX
.1.:1, 1•,
'··
I,
!:
i I
207,
SOBRE EL DESTINO
5-6 AoytKOl') (,c.i:Jot<; ElTETal a~apTaVEIV Thillet
7 i:oTt Kai <KaTa> TovTov Thillet
8 i]~as rroteTv f.Eyovotv· £mtTa Thillet
12 xapiev lTOtOVVTa Bruns
20 acp!JpnTat, OVOEV avToi OVVTEAOVOIV El') TO [Ta] Bruns acp!JpnTat, ovoi:v avTois OVVTEAOVOtV El') TO TavTa Thillet
26 Ttvwv I..ITJOEVO') Bruns
XXXV
4 rrapaf.eirrw~Ev Bruns
6 rrenpw~EVT], *** ovK £oTt Bruns
8 ovo' EOTtV OE Myos 6p8os Bruns, Thillet
14 i:oTi Bruns, Sharples
19 Ei ol: TavTa, <ovK> alTEtpf)Tal ~l:v eTvat lT(lVTWV Bruns Ei OE TavTa amp E'ipT]Tal, ~EVE I Kai lTOVTWV Thillet
XXXVI
208, 1 ws &v TIEptTTi]v Thillet
2 ovvayovoav TO l-liJ OETV t ~v Tiv Toapa Bruns ovvayovoav; Mnoev WVT)VTO apa Thillet
3 aoxof.ias ~aKpa<; . Bruns, T hillet
s omw<;, w<; Bruns
8 Ta vcp' aliTwv Bruns, Thillet
9-10 KaTa Ti)v TWV (,c.i:Jwv op~i]v ElTO~EVWV Kai TOUTWV TWV 1:1.; avayKf)') lTEplEOTWTWV am a TOTE aiTiOt') aTtVa &v *** i]yov~evot Bruns
12 aAAOV') OV') i:pwTC001V Myovs Thillet
13 w<; ovK Bruns, Thillet
XC
209,
210,
23
7
9-10
13
23
26
26-27
i7
29
3
4
5
6
6-8
NOTAS AL TEXTO GRIEGO
EKEivot<; ovvanT6v Thillet
Ta Ka8' 6p~i]v Thiller
Kai v6~ot Thillet
Twv npaTTOI..IEVWV Bruns, Thillet
nws yap &!;tot; To yoOv Bruns, Thillet
KEKWAV~EVT). aAAa Bruns, Thiller
Kai 1TEt80J..IEVOV') Bruns, Thillet
E'l ye XPiJ TOUT~ mi8E08at f.EyEtV €1.; avayKf)S ElTOJ..IEVOV') , Bruns, Thillet
ovvetAf)~J..IEVov Bruns
ToO uno ToO Bruns, Thillet
KaTEOKEVaoj..IEVOV Bruns TE avToTs api.;aiJEVWV Bruns ol: avToTs apl;a~EVOt') Thillet
KaTw8ev aKoAov8ia Bruns, Thillet
t eTvm Bruns [ETvm] Thillet
TOO npof.a[36vTa<; &Hot<; €mcpepE1V avTa TO lliJ OOKETV £xm8m To Kai ToTs otacpEVyEtv i]yov~evots Bruns ToO rrpoAa[36vTa<; &Hots i:mcpepEtV allTCx [To] l-liJ OOKETV EAEo8at <TavTo> Kai TOT<; Ota<pEVyEtV i]yov~evot<; Thillet
10 cpaoiv, em Bruns, T hillet
12 To TEAEvTalov Thillet
13 avatpETEOV, TO lTOVTa Thillet
XXXVII
210, 14 Kai eni TOUT~ A6yov Thillet
19 EoTtV iJ €moTT'HHl Bruns, Thillet
24-25 aAA' Ei [TOVTO] Eioiv ElTUIVOI Kai \j/Oyot; Thillet
29-30 &v TIS ovyxwprpm Bruns, Thillet
XCI
2ll,
2ll ,
212,
SOBRE EL DESTINO
1 n Toil KOOI-IOV otoiKT]OtS ' ev Tc';) yiveo8at Thillet
5 &pa <OVK av> cmapqm6otOTOS Bruns 8:pa cmapEI-1-
TIOOIOTOS Thillet
18 oT6v TE <1-1iJ> Bruns
19 Twv rrotT]TEWV Bruns <1-liJ> Twv lTOITJTEWV Thillet
26 Kal cpp6vnotS Thillet
XXXVIII
28 llTJOE o'l EK TOil oetKVVvat Thillet
XXXIX
9 eo611e8a OE Kalmpl Tovs t'tlliV Bruns, Thillet I ' < - ' t \ *** 10 EVXcXPIOTOl t TQVTa lTpaTTETal EIS f)I-IOS TE Kat fJ TIEpl
VI-IWV oiKeia Bruns, Thillet
11 rrpaTTEtv v~-tas aipEoet Toil j3ef..Tiovos Kal Toil Bruns,
Thillet &yet Vl-lilS Sharples
16 ef;ovoiav *** Kal TCx aAAa Bruns
18 Tas ai-rias , <as> Bruns TaS aiTias, <ilv> Thillet
XCII '· .r._
.......__
Notas al texto espaiiol
1 Alejandro parece ser Ia {mica fuente que le atribuye a Anaxagoras esta tesis (cf. DK, 59A66).
2 Para Ia tesis de que el destine estoico es "inalterable" (a napa !3aTos) e "ineludible" (avarr6opcioTos), cf. SVF, II, 528; II, 917; II, 918 y II, 1000.
3 Sobre este concepto (ota<pwvia) y su Iugar en Ia estrategia argumentativa de Alejandro, cf. cap. XXXVIII y Mansfeld, 1988.
4 Esta division ya aparece en Phys., II, 3, 194a14ss.; II, 7, 198a14ss.; Met., I, 3, 983a26ss y 5.2, 1013a24ss. En Aristoteles, no todo lo que se da, se da conjuntamente por las cuatro causas. Cf. Met., VII, 17, 1041a28ss y VIII, 4, 1044b7-15.
5 Para esta division en Aristoteles, cf. Phys., II, 4, 196b17ss.; II, 5, 196b21; Met., VII, 7, 1032a20ss. yEN, III, 3, 1112a31bss.
6 La inclusion de los sucesos azarosos en el conjunto de lo que se da en vistas de algo ya figura en Aristoteles (cf. Phys., 2.5), quien argumenta que dichos sucesos, si bien no se dan de hecho en vistas de algo, se definen por haberse podido dar en vistas de algo y por depender ontologicamente de sucesos y procesos que si se dan en vistas de algo propiamente dicho.
7 Sobre esta relacion entre Ia racionalidad y Ia capacidad de realizar acciones (o elecciones) opuestas, cf. Met., IX, 2, 1046b4ss. y IX, 5, 1048a8ss. Como lo revela esta oracion, Alejandro acepta esta relacion y sostiene que esa capacidad es efectivamente constitutiva de Ia racionalidad. Cf. XI, 178, 17ss.; XIV, 183, 30ss.; 184, 18s.; XXXIII, 205, 16-20.
8 Este ejemplo, que vuelve a aparecer mas adelante en este capitulo (170, 2) y mas adelante en este tratado (XXIII, 193, 8-10 y XXV,
XCIII
SOBRE EL DESTINO
195, 26), proviene del propio Aristoteles (Phys., II, 2, 194b13; Met., VII, 7, 1 032a25 y XII, 4, 1 070b343) .
9 OK, 22Bll9. 10 C£ Ciceron, F, 10 y Tusc., 4. 80. 11 Para el significado del termino "principal" (rrpoT]yOvl-levos) y
sus cognados, claves en este capitulo (c£ 172, 19; 173, 3, 14, 17; 174, 18, 28; c£ XI, 178, 12 y XXV, 194, 27), c£ Sharples, 1983, pp. 132-133.
12 El modo como Alejandro define aquf el azar coincide con el de Aristoteles (cf. Phys., II, 5-6 y Met., V, 30) y los ejemplos que ofrece mas adelante coinciden con los que el propio Aristoteles desarrolla (cf. Phys., II, 5, 196b33, 6, 197b15; Met., V, 30, 1025a15 yEN, III, 3, 1112a27).
13 Esta definicion parece haber sido aceptada por algunos estoicos, entre ellos Crisipo (cf. SVF, II, 965; II, 971 y II, 973), pero no tiene su origen en ellos, sino en deterministas anteriores a Aristoteles (cf. Phys., II, 4, 196b5ss.).
14 Contrariamente a lo que parece sugerirse aqui, algunos estoicos sostuvieron que no hay causas principales (lat. principales) de cosas triviales. Cf. Ciceron, F, 9 (SVF, II, 950).
15 Segun lo indica Sharples en su aparato cdtico ad 175, 17 (1983, p. 242), uno esperaria que Alejandro dijera ovoE:v i'jTTov ("mientras otros en nada son menos capaces de estar en el estado contrario al que esran"), contrariamente ala lectura de los mss. (ovoE:v 1--!CXAAov).
16 Este pasaje parece ser la (mica fuente que le atribuye a los estoicos esra concepcion epistemica de posibilidad (algo es posible siempre y cuando no conozcamos nada que impida que se de). Cf. SVF, II, 201 y II, 202.
17 El texto clasico al que se refiere aquf Alejandro es el capitulo IX del tratado De Interpretatione de Aristoteles (Ia "batalla naval"). La postura de Aristoteles sobre el problema de la verdad futura
XCIV
NOTAS AL TEXTO ESPANOL
(~tienen los enunciados sobre el futuro un valor de verdad ya en el presente?) es sumamente oscura. Para una presentacion detallada del complejo debate contemporaneo acerca de este asunto, cf. Gaskin, 1995.
18 Una traduccion alternativa de esta oracion seda: "Si esto no es necesario, tampoco se clara lo significado por esto, a saber, que habra una batalla naval por necesidad", pero cf. 177, 17-18.
19 Aristoteles ya habfa sostenido que no hay nada que la naturaleza haga en vano (Cael., I, 4, 27la33; II, 11, 291b14; PA, II, 13, 658a9; III, 1, 661b24; GA, II, 5, 741b5; II, 6, 744a36; Pol., I, 2, 1253a9 y I, 8, 1256b20). Este argumento vuelve a figurar en M, 182, 25, obra en la cual tambien vuelve a mencionarse la distincion entre fines primarios y secundarios (183, 26). La terminologia que se emplea para expresar Ia distincion es estoica. Cf SVF, II, 1156; II, 1157 y II, 1170 asf como Epicteto D, 2.8.6.
20 Para la tesis de que Ia deliberacion entendida en estos terminos es el rasgo distintivo de Ia especie humana dentro del genera animal, cf. XIV, 183, 30-184, 11; XXXIII, 205, 16ss. y M, 172, 19-28. No es en estos terminos, sin embargo, que el propio Arisroteles parece enrender Ia deliberacion. Segun EN, III, 3, i 112b 15 y EE, II, 10, 1227al2 esta es un proceso que consiste, no tanto en seleccionar impresiones (aunque cf. DA, 3, 11, 434a5ss.), sino en determinar los medios idoneos para alcanzar un fin determinado. Notese tambien que el uso de las nociones de "asentimiento" e "impulso" como nociones clave de la teo ria de la accion proviene de los estoicos. Cf. SVF, I, 158; II, 458; II, 499; II, 714; II, 844; II, 988 y III, 178.
2 1 El uso del ejemplo del cilindro que rueda cuesta abajo para ilustrar en que medida algunas de las actividades que realizamos dependen de nosorros, aparece en Crisipo ap. Ciceron, F, 43 y Gelio, NA, 7 .2.11. El ejemplo del cilindro vuelve a aparecer en el capitulo XIII como pieza clave del argumento. Cf. tambien XIX, 189, 22 y XXXVI, 208, 24.
XCV
lj
SOBRE EL DESTINO
22 Esta es una de las multiples versiones del Argumento perezoso que aparecen en este tratado. C£ XIV, 186, 30ss. y XVII, 188, 11ss. Segun lo apuntamos en "Sobre el destino y el determinismo antiguo", el argumento que sostiene que lo que hacemos o no hacemos en el presente no afecta en absoluto lo que esta destinado a suceder (c£ Cicer6n, F, 28-29), tiene su origen en Arist6teles (c£ DI, 18b30-31).
23 Una definicion muy parecida de la elecci6n figura en Aristoteles (c£ EN, III, 3, 1113a10 yVI, 2, 1139b4),perolanocion deimpulso, usada en el senti do en que se emplea aqui (a saber, como un genero del cualla eleccion es una especie), es estoica. C£ SVF, III, 169 y 173.
24 La fuerza de este argumento radica en que un error masivo o universal parece chocar con la existencia, en la cual los estoicos solian creer, de un dios providencial y benevolente. Cf. muy particularmente SVF, I, 537 y II, 1126. Vease tambien Ciceron, ND, 2.37-39 y 75-76.
25 En Sobre el destino, Alejandro atribuye varias veces a los deterministas la definicion de un tipo caracteristico de comportamiento para cada uno de los distintos seres en la scala naturae. C£ XI, 179, 15ss.; XIX, 189, 21ss.; XXXVI, 208, 6s. y 23ss. Sobre esta definicion, vease tambien SVF, I, 158; II, 458; II, 499; II, 714; II, 716; II, 988; II, 989 y II, 1013.
26 El termino l,;Qov, que tradujimos por "animal", se emplea aqui como sinonimo de EIJI.f'VxWV, "animado" (c£ 185, 16-17) y esa es justamente la razon por la cual tradujimos I,;Qov por "animal" (y no por "ser vivo", por ejemplo), pues para los estoicos las plantas son seres vivos que, sin embargo carecen de alma: los unicos seres vivos que tienen alma son los animales. Al respecto c£ SVF, II, 708-713. ·
27 Sobre este principio de la regularidad de la experiencia, usado nuevamente lineas mas abajo (183, 13-16), cf. XXII, 192, 23-24 y Nemesio, NH, 105, 18-21.
28 En esta oraci6n, figuran dos usos de la preposicion 016:. El primero es con acusativo en un sentido no instrumental, sino causal:
XCVI
1. j
I :I I ;:
NOTAS AL TEXTO ESPANOL
"las causas por las cuales" (182, 1: TCx ahta ot' 8:. Cf. 182, 17: Ola j3apvTfJTa y eta 8EpiJOTTJTa). El otro es con genitivo en un sentido daramente instrumental: "a traves de la piedra'' (182, 3-4: eta Tov l\Leov), que es el uso mas difundido de esta preposicion a lo largo de este capitulo (cf. 182, 8, 10, 11, 12, 16, 20). Los dos usos estin relacionados el uno con el otro, pues, segun la teoria estoica a la cual Alejandro se refiere aqui, la idea de que lo que hacemos sucede "por destino a traves de" (uno Tfj) EiiJapiJEVTJ) eta) nosotros es perfectamente compatible con que nosotros seamos causa de lo que hacemos.
29 Alejandro vuelve a referirse a la doctrina que expone en este capitulo, aunque de forma abreviada, en el capitulo XXXVI (cf. 208, 3-15), la cual parece ser la misma que figura en Nemesio, NH, XXXV, 105, 6-14; 106, 1-4 y 10-11 (SVF, II, 991), y que Nemesio atribuye a Crisipo y Filopator, un estoico tardio del siglo n d. C.
30 En este capitulo, Alejandro atribuye a sus adversarios Ia creencia (que el mismo parece aceptar) de que los animales en general- incluyendo los irracionales - tienen la capacidad de dar asentimiento. Si bien algunas fuentes parecen coincidir con Alejandro en Ia atribucion de esta creencia a los estoicos (cf. SVF, II, 72; II, 74; II, 115 y II, 991), otras afirman que, para los estoicos, el asentimiento (avyKaT6:8Eat)) es exdusivo del ser humano. C£ SVF, II, 714 y III, 169.
31 La distincion trazada aqui entre estos dos conceptos (c£ XXXIII, 205, 15ss.) es, en cierto sentido, parecida ala trazada por Aristoteles entre el concepto de accion deliberada y el de accion voluntaria en EN, III, 2, llllb8 y EE, II, 8, 1223b28; II, 10, 1226b34 y MM, I, 17, 1189b1: en ambos casos, el segundo concepto tiene un dominio que incluye al del primero siendo, sin embargo, mas amplio que el.
32 Aunque el termino Kptat) tambien puede significar, en ciertos contextos, "juicio" entendido como el acto de emitir una opinion (cf. LSJ, s. v. 1), este termino suele significar, en contextos donde se
XCVII
SOBRE EL DESTINO
discute espedficamente la psicologia de Ia acci6n en el estoicismo y ei aristotelismo tardio (como es el caso aquf, cf. n. 20 mas arriba), noel acto de emitir un juicio, sino un proceso crftico de discriminaci6n y de selecci6n de estfmulos. Al menos, asi lo sugiere el propio Alejandro en este mismo capitulo ( 184, 3-5), en ei siguiente (XV, 18 5, 21-27) yen el final del tratado (XXXIX, 212, 9-13). Cf. tambien SVF, II, 714 y II, 988 y Epicteto, D, 1.20.7. Vease tambien Arist6teles, Met. , II, 995b2-4 y LSJ, s. v. 11.1 y 2.
33 Esta tesis se remite a una discus ion iniciada en XIV, 184, 15ss. La tesis de que el ser humano es causa y principia de sus propias acciones viene de Arist6teles (cf. EN, Ill, 3, 1112b31; VI, 2, 1139b5 y EE, II, 6, 1222b15ss.), quien, ademas, sostiene que solo son volunrarias aquellas acciones cuyo principia es intrfnseco al agente (EN, III, 1, 1110a17 y EE, II, 8, 1224b10). El uso de esta tesis para sostener que Ia negaci6n del determinismo no implica aceptar un movimiento sin causa, que es el uso que pretende darle aqui Alejandro (cf. 185, 7-11), ya flgura en Carneades ap. Cicer6n, F, 23-25.
34 La distinci6n entre "impresi6n" (<pavTaaia) y "lo que aparece" (To <patVO!lEVov) no proviene de los estoicos pues Alejandro parece reservar ei primer rermino para referirse a representaciones que se formaron a traves de los sentidos sensoriales mientras que, para los estoicos, hay impresiones (<pavTaaia~) que se forman, no a traves de los sentidos, sino a traves de las operaciones de Ia mente independientemente de los sentidos. Cf. SVF, II, 61; II, 83; II, 223; III, 72 y Epicteto, D, 1, 6, 10.
35 Con esta observaci6n inicia una discusi6n que abarca los capirulos XVI-XXI. Un supuesto err6neo en muchos de los argumentos que Alejandro desarrolla en ellos es el de que nuestras acciones no pueden afecrar e1 futuro si este ya esra predererminado. Esre es el supuesro basico del Ilamado "argumento perezoso". Veanse mas arriba nuestras notas al capitulo XI.
36 Cf. Homero, fl., IX, 116.
XCVIII
NOT AS AL TEXTO ESPANOL
37 Sabre esta objeci6n, cf. el capitulo XXXI y M, 188, 11. Algunos estoicos, y muy particularmente Crisipo, recurrieron al concepto de mantica para intenrar demostrar el determinism a ( Cicer6n, F, 11-16 y SVF, II, 912; II, 939 y II, 943), mientras que aqui parece argumen" tarse que este anularfa Ia urilidad de la primera. Alejandro regresa al tema de Ia mantica y el determinismo, desarrollandolo mas detenidamenre, en los capirulos XXX-XXXI.
38 Esta es posiblemente una alusi6n encubierta (e ir6nica) a Crisipo, quien tenia fama, en Ia antigiiedad, de ser un escritor sumamente prolffico. Cf. SVF, II, 13-18.
39 Sobre Falaris, tirano de Acragas, cf. Arist6teles, EN, VII, 5, 1148b24 y SVF, III, 535.
40 Este capitulo parece limitarse a resumir lo dicho en los capitulos XVI-XIX.
41 Cf. nuestras observaciones al respecto de este argumento en "Sobre el destino y el determinismo anti guo". Hay un cierto parecido entre esre argumento y el argumento de la apuesra de Pascal (Pascal, Pensees, 418. Cf. Gouhier-Lafuma, 1980, pp. 550-551).
42 En lo que resra del trarado, Alejandro se ocupa de refurar argumentos dererminisras basados en Ia causalidad (caps. XXII-XXV), en ei caracrer moral (caps. XXVI-XXIX y XXXIII), en el conocimiento anticipado y la profeda (caps. XXX-XXXI) y otros (caps. XXXIIIXXXVIII).
43 Esre pasaje (191, 30-192, 17) es el principal testimonio antiguo sabre la tesis estoica de la unidad fisica del cosmos. Vease tam bien SVF, II, 441; II, 447; II, 470; II, 473; II, 475; II, 533; II, 546 y II, 1013.
44 Esta es una de las listas antiguas de los tipos de causa en el estoicismo. Orras listas pueden encontrarse en otras fuentes. Cf. SVF, II, 346; II, 351; II, 352; II, 354; II, 974; II, 994 y II, 997.
45 Sabre este principia de la regularidad de la experiencia, veanse nuestras notas a la traducci6n del capitulo XIII.
XCIX
SOBRE EL DESTINO
46 Otro testimonio importante del propio Alejandro sabre el dios de los estoicos figura en su tratado Sobre la mezcla (Mixt., 225, 3-8 =
SVF, II, 310). Cabe tambien mencionar el de Cicer6n en ND y, muy particularmente, el pasaje que figura en 1. 36-7 (= SVF, I, 161, 165, 167, 378, 530 y 534). Yease tambien SVF, I, 102; I, 534; I, 537; II, 1021; II, 1027; II, 1077 y III, 246.
47 Sabre estos ejemplos, cf. Arist6teles DA, II, 1, 412b2; Phys., II, 8, 198bll y 199a25.
48 Sabre esta distinci6n entre dos tipos de necesidad, cf. la noci6n de necesidad "hipotetica" en Arist6teles y su distinci6n entre esta noci6n y lade necesidad material en Phys., II, 9 y GC, II, 11 (cf. PA, 639b11-640a8). En este pasaje, Alejandro parece estar confundiendo dos tesis: lade que (1) si bien todo riene una causa eficiente, no todo es causa eficiente de otra cosa (ejemplo de Sofronisco) y Ia de que (2) si bien Ia existencia de Ia materia de algo noes suftciente para que ese algo se produzca o se genere, Ia producci6n de algo necesariamente presupone la existencia de su materia.
49 Cf. Aristoteles, Met., II, 2, 994a22.
50 Sabre esta explicaci6n de Ia unidad del cosmos (alternativa a Ia de los estoicos, quienes, para explicarla, como se ha vista al final del capitulo XXII, recurren mas bien ala idea de que dios se difunde al interior del cosmos y actua sabre el por contacto), cf. Mixt., 223, 9. Yease tambien 226, 24ss. (= SVF, II, 1048). Sin embargo, las dos explicaciones no son excluyentes, pues los estoicos tambien recurrieron a! movimiento de los astros y, en particular, del sol, para explicar ciertos procesos naturales. Cf. SVF, II, 693.
51 N6tese que, mientras que en los capitulos XXIII y XXIV, Ia principal objecion de Alejandro contra la teoria estoica de la causalidad es que no todo lo que se da es, por ello, causa de otra cosa, Ia objeci6n aqui, complementaria de la primera, es, prefigurando ideas que se had.n famosas mucho mas tarde a traves de la ftgura de David
c
NOT AS AL TEXTO ESPANOL
Hume en el siglo xvn, que la mera sucesi6n temporal no implica por si sola causalidad. En general, en el aristotelismo Ia causalidad no es necesariamente una relaci6n de algo anterior con algo posterior en un sentido temporal, sino muchas veces una entre casas simulraneas aunque espacialmente separadas, como es el caso con la actividad causal que el primer motor ejerce sobre las esferas celestes y el mundo sublunar. Cf. Arist6teles, Phys., VIII, 5, 256a4ss. y Met. , XII, 7, 1072a23-26.
5Z El argumento desarrollado en este parrafo es parecido en cierto sentido a! que ftgura en Arist6teles, Met., II, 2, 994a16-20. Vease tambien Phys., VIII, 5, 256a3-b13 y Met., XII, 7, 1072a23-26. Sin embargo, no es claro que los estoicos hayan negado, como se les reprocha en este capitulo, Ia existencia de una primera causa, pues el dios estoico es, sin duda, Ia causa primera (por lo menos en el arden temporal) del cosmos. Cf SVF, I, 102; I, 527; II, 1024 y II, 1027.
53 Cf. Aristoteles, Met., XII, 10, 1075al9ss. 54 Es dudoso que el autor de este argumento sea estoico, pues Ia
doctrina estoica si permite que una persona mala o viciosa deje de serlo (cf. SVF, III, 662; III, 666-668), y al menos algunos estoicos aceptaron que la virtud tambien puede perderse (cf SVF, I, 568).
55 Esta tesis (que reaparece en XXIX, 199, 27-9) se apoya en el argumento desarrollado a continuaci6n, el cual tiene su origen en Arist6teles. Cf EN, III, 5, 1114a12-21 y Cicer6n, Tusc., 4, 41.
56 Esta distinci6n entre lo natural y lo que depende de nosotros ya esta presente en ellibro II de Ia EN (11 03a18ss). Regresamos a este asunto en nuestra proxima nota.
57 Para Ia tesis de que no debe ser objeto de alabanza ni censura el modo en que estamos naturalmente constituidos, cf. Arist6teles, EN, III, 5, 1114a23ss. y MM, I, 9, 1187a23ss. Sobre Ia idea de que los dioses no deben ser objeto de elogio sino de admiracion, cf. EN, I, 12, 1101bl8ss.
58 Cf nuevamente Arist6teles, EN, II, 1, 1103al8ss.
CI
I
' :II
SOBRE EL DESTINO
59 Para esta teleologfa antropocentrica, Ia cual algunos estoicos tempranos sf defendieron, cf. SVF, II, 1152-1153; II, 1156-1157 y II, 1162. Sin embargo, una concepcion distinta, mas bien pesimista, parece surgir en algunos estoicos tardfos. Vease por ejemplo Epicteto, D, 1.1.10-12 y 21-23.
60 Para Ia tesis dentro del estoicismo de que Ia verdadera sabidurfa es un fen6meno que se da muy raramente entre los humanos, cf. SVF, III, 662; III, 666 y III, 668. Esta tesis tam bien se encuentra en Aristoreles. Cf. EN, X, 9, 1179b7ss.
6 1 Para esta tesis, tambien estoica, cf. SVF, III, 657; III, 659; III, 662-6 y III, 668. Es posible que con el termino To ~aivw8m (que tradujimos por "ser precipitado"), Alejandro se este reflriendo, no a Ia locura, sino al fenomeno de Ia precipitacion en el asentimiento, el cual, segun los estoicos, es comun entre todos aquellos que no son sabios (esto es, Ia mayorfa de los seres humanos). Cf. Epicteto, D, 1, 28, 33 y SVF, II, 131 y III, 548.
62 Sobre el concepto de Sta<pwvia, o falta de "consonancia" (o "coherencia"), que se emplea aquf, cf. el capitulo II y Mansfeld, 1988.
63 Arist6teles deflende una tesis parecida en EN, II, 9, 1109b18ss. 64 En el capitulo VI (169, 28-31), Alejandro habfa sostenido una
tesis similar respecto de Ia naturaleza propia de cada ser (si bien cada ser suele comportarse de acuerdo con su naturaleza propia, no lo hace por necesidad).
65 Esta misma tesis vuelve a flgurar en M, 174, 33-35. 66 Esre capitulo y el proximo, dedicados a Ia mantica, forman una
unidad que se relaciona tematicamente con las ultimas lfneas del capitulo XXIX (200, 7 -12) y se remiten a! problema de Ia verdad futura discutido en el capitulo X. La discusion sobre el tema del determinismo y el caracter, iniciada en el capitulo XXVI y suspendida en XXIX, 200, 7, se reanuda en el capfrulo XXXII.
67 Esta tesis, que aparece algunas veces en las obras de Alejandro
CII
..
NOTAS AL TEXTO ESPANOL
(cf. Sharples, 1983, p. 164), tambien se halla, en alguna medida, en el estoicismo. Cf. SVF, II, 1183.
68 En Alejandro, Ia objeci6n de que el determinismo elimina Ia utilidad de Ia mantica ya habia aparecido en XVII, 188, 11ss. ( cf. M, 182, 28).
69 Cf. nuestra nota al capitulo XVII. 7° Cf. Euripides, Ph., 19-20. 7 1 Cf. Plutarco, CN, 1 065E con comentario de Cherniss ad foe.
en Cherniss, 1976. 72 Cf. Homero, Od., VIII, 325. 73 Para el estudio detallado de este argumento y de su origen
probablemente estoico, cf. Bobzien, 1998, pp. 389-394. En todo caso este argumento ref1eja una postura similar a Ia de Ia teorfa que Alejandro describe en los capftulos XIII y XXXVI en Ia medida en que, en ambos casos, dependen de nosotros aquellas actividades que obedecen a nuestros impulsos. Asimismo, en el presente capitulo (cf. Ia siguiente oraci6n), Alejandro formula, contra este argumento , Ia misma objeci6n del capitulo XIV contra Ia teoria expuesta en el XIII: solo dependen de nosorros aquellas actividades que obedecen a nuestros impulsos racionales.
74 Aqui Alejandro retoma las distinciones que ya habia trazado en el capitulo XIV (cf. 183, 24ss.).
75 No debe confundirse esta teoria con Ia expuesta en el capitulo XIII. Esta ultima partia de una distincion entre tipos de entidades basada en Ia scala naturae, segun Ia cual el genero humano es indivisible, mientras que la teorfa expuesta aqui, parte, en el caso de los humanos, de divisiones en el interior del genero humano, a saber, entre personas buenas y malas.
76 En Ia construcci6n ovK eaTt ~ev ... , ovK eaTt &e ... hemos interpretado el primer ovK como una negacion que rige a toda la oraci6n; esto es, "no es el caso que ... exista, pero ... no exista''. Se sabe que
em
SOBRE EL DESTINO
Crisipo separ6 Ia forma 16gica de esta clase de oraciones de Ia de oraciones condicionales del tipo "si ... , enronces ... " con el prop6sito de distinguir casos de relaciones causales (para expresar las cuales se necesita el segundo tipo de oraci6n) de casos en los cuales lo segundo se infiere a partir de lo primero sin que, por ello, tenga su causa en el (para expresar lo cual basta Ia negaci6n de una disyunci6n). C£ SVF, II, 954.
77 Para un argumento similar a este en Ia antigiiedad, cf. En6mano ap. Eusebio, PE, 6.7, y Epicuro, SV, 40.
78 Esta doctrina es, a todas luces, Ia que ya apareci6 en XIII. Veanse nuestras notas a ese capitulo.
79 Sobre estos ejemplos, cf. capitulo XI y nuestras notas a el. 80 En otras palabras: si todas las cosas son segun destino, Ia admi
nistraci6n del cosmos no esra obstaculizada ni impedida. Sin embargo, sobre Ia forma 16gica de esta tesis (y de las demas premisas de este argumemo), cf. nuestra nota a! capitulo XXXV
81 Cf. 211, 18. Para el concepto estoico de prudencia, cf. SVE I, 375; III, 262 y III, 268.
82 Cf. SVE I, 375; III, 262 y III, 268. 83 En orras palabras, el ejercicio de Ia prudencia, en cuanto cono
cimiento de lo que debe y lo que no debe hacerse, presupone el poder de no hacer lo que de hecho hacemos, el cual, segun Alejandro, es incompatible con el determinismo causal de sus oponentes. Para Ia idea de que Ia prudencia (cpp6vll01S) presupone este poder o capacidad, cf. Arist6teles EN, VI, 5, 1140b2 y VI, 7, 1141a20.
84 Esta tesis, clave en el tratado, se argumenta en los capirulos XIII, XIV, XXXIII y XXXVI, 208, 3-13.
85 Sobre esta tesis, cf. XIV, 184, 3-5 y XV, 185, 21-27. Nos hemos referido a este senrido del termino Kpims (que tradujimos como "selecci6n") en nuestras notas al capitulo XIV
CIV
BIBLIOGRAFfA
A cominuaci6n listamos las obras a las cuales nos referimos a lo largo de Ia Introducci6n y de las Notas al texto espaftol. Nuestra Bibliograffa no pretende ser exhausriva. Para mayor informacion sabre Alejandro de Mrodisia,
puede consu!tarse Sharples, 1987, asi como Natali, 1996.
Ediciones modernas del texto griego de Sobre el destino
BRUNS, 1., Alexandri Aphrodisiensis praeter commentaria scripta minora, en Supplementum aristotelicum II, Berlin, Akademie Verlag, 1892.
SHARPLES, R. W, Alexander of Aphrodisias. On Fate, London , Duckworth, 1983.
THILLET, P., Alexandre d ' Aphrodise. Traite du Destin, Paris, Les Belles Lettres, 1984.
ZIERL, A., Alexander of Aphrodisias. Ober das Schicksal, Berlin, Akademie Verlag, 1995.
Obras de referencia
DIELS, H. (ed.), Doxographi Graeci, Berlin, Akademie Verlag, 1879 (reimpr. 1958).
DIELS, H ., & W KRANZ (eds.), Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlin, Akademie Verlag, 1952 (sexta edici6n).
GLARE, P. G . W (ed.), Oxford Latin Dictionary, Oxford, Oxford University Press, 1996.
Hi.iLSER, K., Die Fragmente zur Dialektik der Stoiker, 4 vols., Stuttgart, Fremmann-Holzboog, 1987-1988.
cv
BIBLIOGRAFIA
LoNG, A. A., & SEDLEY, D. N., The Hellenistic Philosophers, 2 vols., Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
LIDDELL, H. G., & ScoTT, R. (comps.), Greek-English Lexicon, edicion revisada y aumentada por H. S. Jones y R. McKenzie, Oxford, Clarendon Press, 1968.
VoN ARNIM, H. (ed.), Stoicorum veterum fragmenta, IV vols. (el IV contiene los indices por M. Adler, editado en 1924) , Leipzig, Teubner, 1903-1905.
Obras antiguas
ALEJANDRO DE AFRODISIA, In Aristotelis analyticorum priorum librum I commentarium, ed. M. Wallies (en Commentaria in Aristotelem Graeca 2.1), Berlin, Akademie Verlag, 1883.
-,De Anima Liber cum Mantissa, ed. I. Bruns en el suplemento de Commentaria in Aristotelem Graeca 2.1, Berlin, Akademie Verlag, 1887.
AuLO GELIO, NoctesAtticae, ed. R. Marache, Paris, Les Belles Lettres, 1978.
ARISTOTELES, Analytic a priora et posteriora, ed. W D . Ross, pref e incl. L. Minio-Paluello, Oxford, Oxford Classical Texts, 1964.
-,De Arte Poetica Liber, ed. R. Kassel, Oxford, 1965.
-,De caelo, ed. Paul Moraux, Paris, Les Belles Lettres, 1965.
-, De Generatione et Corruptione, ed. M. Rashed, Paris, Les Belles Lettres, 2005.
-, Ethica Eudemia, ed. R. R. Walzer & J. M. Min gay, Oxford, Oxford University Press (Scriptorum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis), 1991.
-, Ethica Nicomachea, ed. I. Bywater, Oxford, Oxford University Press (Scriptorum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis), 1894.
- , Magna Moralia, ed. F. Dirlmeier, Darmstadt, Wissenschaftliche B uchgesellschaft, 19 58.
CVI
BIBLIOGRAFIA
-, Metaphysica, ed. W Jaeger, Oxford, Oxford University Press (Scriptorum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis), 1957.
-, Meteorologica, ed. P. Louis, Paris, Les Belles Lettres, 1982.
-, Physica, ed. W D. Ross, Oxford, Oxford University Press (Scrip-torum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis), 1950.
-, Ret6rica, intr., trad. y nts. Arturo E. Ramirez Trejo, Mexico, Universidad Nacional Autonoma de Mexico (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romano rum Mexicana), 2002.
BoECIO, In librum Aristotelis de interpretatione- secunda editio, ed. K. Meiser, Leipzig, Teubner (Bibliotheca Scriptorum Graecorum er Romanorum Teubneriana) , 1880.
CALCIDIO, Platonis Timaeus trans latus commentarioque instructus, ed. J. H. Waszink, London y Leiden, Brill, 1962.
C!CERON, De Fato, ed. R. W Sharples, Londres, Aus & Philips, 1991.
- , De divinatione, De foto, Timaeus, ed. W Ax. Leipzig, Teubner (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Rom;morum Teubncriana), 1938 (reimp. Stuttgart, 1966).
- , B orador perfecto, intr., trad. y nts. Bulmaro Reyes Coria, Mexico, Universidad Nacional Autonoma de Mexico (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1999.
-, Topica, ed. A. S. Wilkins en su edicion de Rhetorica, t. II, Oxford, Oxford University Press (Scriptorum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis), 1903.
- , Tusculanae Disputationes, ed. M. Pohlenz, Leipzig, Teubner (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana) , 1903.
DIOGENES LAERCIO, Vitae Philosophorum, ed. H . S. Long, Oxford, Oxford University Press, 1964.
EPICTETO, Dissertationes ab Arriano Digestae. Fragmenta. Enchiridion. Gnomologiorum Epicteteorum Reliquiae, ed. H. Schenk!, Leipzig,
CVII
I
I
I
' ,j ,, 'I
BIBLIOGRAFfA
Teubner (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum
Teubneriana), 1894. EsTOBEO, Anthologii libri duo priores qui inscribi solent Ecfogae physi
cae et ethicae, ed. K. Wachsmuth, 5 vols. Dublin I Ziirich, Gesy Olms Verlag, 1974. Reimpreso en Berlin en 1999.
EusEBIO, Praeparatio evangelica, ed. K. Mras en Griechischen christlichen Schriftsteller der ersten drei jahrhunderte, vols. 43, 1-2, Berlin,
Akademie Verlag, 1954-1956. NEMESIO DE EMESA, De natura hominis, ed. M. Morani, Leipzig,
Teubner (Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Teubneriana), 1987.
ORfGENES, Contra Celsum, ed. M. Borret, Paris, Les Belles Lettres,
1967-1976. PLUTARCO, De Stoicorum repugnantiis, ed. H. Cherniss en Plutarch.
Moralia. Volume 13, Part 2, Cambridge (Massachusetts) y London, Harvard University Press , 1976.
Obras modernas
BoBZIEN, S., Determinism and Freedom in Stoic Philosophy, Oxford, Oxford University Press, 1998. (a)
-, "The iandvertent conception and late birth of the free-will problem", Phronesis 43.2 (1998), pp. 133-175. (b)
CoPENHAVER, BRIAN P., Corpus Hermeticum y Asclepio, tr. Ja~me P6rculas y Cristina Serna, Madrid, Ediciones Siruela (El Arbol del Paraiso, 20), 2000.
CHANIOTIS, ANGELOS, "Epigraphic evidence for the philosopher Alexander of Aphrodisias", en Bulletin of the Institute of Classical
Studies47 (2004), pp. 79-81. DIHLE, ALBRECHT, Die griechische und lateinische Literatur der Keiser
zeit. Von Augustus bis Justinian, Miinchen, C. H. Beck, 1989.
CVIII
BIBLIOGRAFIA
DILLON, J. M., The middle Platonists. A Study of Platonism 80 B. C to A. D. 200, Bristol, Duckworth, 1977.
-, "'Orthodoxy' and 'Eclecticism' Middle Platonist and Neo-Pythagoreans", en John M. Dillon and A. A. Long, The Question oj''Eclecticism': Studies in Later Greek Philosophy, Berkeley I Los Angeles I London, University ~£California Press, 1988, pp. 103-125.
DoNINI, P. L., Tre Studi sull' Aristotelismo nel II secolo d. C., Torino, G. B. Paravia, 1974.
-, "Stoici e Megarici nel De Fa to di Alessandro di Afrodisia?", en G. Giannantoni (ed.), Scuole socratiche minori e filosofia ellenistica,
Bologna, II molino, 1977.
-, "II De foto di Alessandro di Afrodisia: questioni di coerenza", en Aufitieg und Niedergang der romischen Welt II.36.2 (1987), pp. 1244-1259.
DoRANDI, T., "Chronology", en K. Algra, J. Barnes,]. Mansfeld & M. Schofield (eds.), The Cambridge History of Hellenistic Philosophy, Cambridge, Cambridge University Press, 1999.
DoRING, K., "Gab es eine Dialektische Schule?", Phronesis 34 ( 1989), pp. 293-310.
FREDE, D., "The Dramatization of Determinism: Alexander of Aphrodisias' de foto", Phronesis 27 (1982), pp. 276-98.
GARciA BAZAN, FRANCISCO, Ordculos caldeos. Con una seleccion de
testimonios de Procfo, Pselo y M. !tdlico. NUMENIO DE APAMEA,
Fragmentos y Testimonios, Madrid, Gredos (Biblioteca Clasica Gredos, 153), 1991.
GASKIN, R., The Sea-Battle and the Master Argument. Aristotle and Diodorus Cronus on the Metaphysics of the Future, Berlin, Walter de Gruyter, 1985.
GouHIER, H. & L. LAFUMA (eds.), Pascal. Oeuvres Completes, Paris, Seuil, 1980.
jONAS, HANS, La religion gn6stica. El mensaje del Dios Extrano y los
CIX
I
I
I ~I ~I
BIBLIOGRAFfA
comienzos del cristianismo, pr6l. Jose Montserrat Torrents, trad. Menchu Gutierrez, Madrid, Ediciones Siruela, 2000.
LAUSBERG, H., Manual de retorica literaria. Fundamentos de una ciencia de la literatura, Madrid, Gredos (Biblioteca Romanica Hispanica), 1967.
LoNG, A. A., "Stoic determinism and Alexander of Aphrodisias De Fato (I-XIV)", Archiv .for Geschichte der Philosophie 52 (1970), pp. 247-268.
LoVEJOY, A., The Great Chain of Being, Harvard, Harvard University Press, 1936.
MANSFELD, J., "Diaphonia: the argument of Alexander, de jato chs. 1-2", Phronesis 33 (1988), pp. 181-207.
MARROU, H. I., Historia de La educacion en !a Antiguedad, Buenos Aires, Eudeba, 1970.
MICHEL, ALAIN, "La filosoffa en Grecia y Roma des de el 130 a. de C. Hasta el 250 d. de C.", en Brice Parain (dir.), Del mundo romano a! islam medieval. Roma - Bizancio - EL neoplatonismo - La filosofta judia medieval- La filosofta is!dmica, trad. Pilar Munoz, Jose Ma. Alvarez y Pilar Lopez Maiiez, 1 Oa. ed., Mexico, Siglo XXI (His toria de Ia Filosofia, 3), 1990, pp. 1-97.
NATALI, C., Alessandro di Afrodisia, Milano, Rusconi, 1996.
SALLES, R., "Categorical possibility and incompatibilism in Alexander of Aphrodisias' theory of responsibility", Methexis 11 (1998), pp. 65-83.
- , "Bivalencia, fatalismo e inacci6n en Crisipo", Critic a, vol. 36, num. 106 (2004), pp. 3-27.
-, Los estoicos y el problema de Ia Libertad, Mexico, Universidad Na-cional Aut6noma de Mexico, 2006. ·
- , "Arist6teles, Moore y el problema de las acciones alternativas desde una perpectiva determinista", en J. M. Zamora (ed.), La inj/.uencia de las eticas griegas en La filosofta contempordnea (en prensa).
ex
• BIBLIOGRAF1A
SEDLEY, D., "Diodorus Cronus and Hellenistic Philosophy", Proceedings of the Cambridge Philological Society 23 (1977), pp. 74-120.
SCHMEKEL, A., Forschungen zur Philosophie des HeLlenismus, Berlin, Weidmann, 1938.
SHARPLES, R. W, "Alexander of Aphrodisias: Scholasticism and Innovation", Aufstieg und Niedergang der riimischen Welt II, 36, 2, (1987), pp. 1176-1243.
-, "Aristotelian and Stoic conceptions of necessity in the De Fato of Alexander of Aphrodisias", Phronesis 20 (1975) , pp. 259-267.
-,Alexander of Aphrodisias, On Fate, London, Duckworth, 1983.
-, "The School of Alexander?", en R. Sorabji (ed.), Aristotle Trans-
formed: The Ancient Commentators and their Influence, London, Duckworth, 1990, pp. 83-111.
-, "Schriften und Problemkomplexe zur Ethik", en J. Wiesner (hrsg.), Der Aristotelismus bei den Griechen 3. Band: Alexander vonAphrodisias, Berlin, Walter de Gruyter, 2001, pp. 511-616.
-, ''Alexander of Aphrodisias and the End of Aristotelian Theology", en Theo Kobusch und Michael Erler, Metaphysik und Religion. Zur Signatur des spdtantiken Denkens, Akten des Internationalen Kongress vom 13.-17. Marz 2001 in Wi.irzburg, Mi.inchen/ Leipzig, K. G. Saur, 2002, pp. 1-21.
- , "Implications of the new Alexander of Aphrodisias Inscription", en Bulletin of the Institute of Classical Studies 48 (2005), pp. 47-56.
THEILER, W, "Tacitus und die antike Schicksalslehre", en Phylloboliafur P. von der Miihl. , Basel, 1946, pp. 35-90, reimp. en sus Forschungen zur Neuplatonismus, Berlin, Walter de Gruyter, 1966, pp. 46-103.
Thesaurus Graecae Linguae, ab Henrico Stephana constructus, Graz, Akademische Druck-U. Verlagsansta!t, 1954.
THILLET, P, "Introduction", en r Thillet, Alexandre d'Aphrodise, Traite du Destin, Paris, Les Belles Lettres, 1984.
CXI
BIBLIOGRAFfA
WEIDEMANN, H., "Wetten, dass ... ? Ein antikes Gegenstiick zum Wenargument Pascals", Archiv for Geschichte der Philosophie 81
(1999), pp. 290-315.
CXII
Pr6logo
Alejandro de Afrodisia Vida Obras . . .
IN DICE
INTRODUCCION
Sobre el destino y el determinismo antiguo Argumentaci6n y ret6rica en Sobre el destino
Naturaleza del tratado Prim era parte (caps. II-VI): doctrina arist6telica
acerca del destino . . . . La KaTaOKEvi] (caps. VII-XXXVIII) .
El termino La KaTaOKEvi] y la ret6rica . . Lectura ret6rica de Sobre el destino
Abreviaturas . .
TEXTOS GRIEGO Y ESPANOL
'AAESavi5pou 'A<ppoOtcrtErot; IlEpt tfts Elf.tapJ.!EVtlS .
Alejandro de Afrodisia, Sobre el destino. .
CXIII
v
IX IX
XIX XXV
XLVII XLVII
LIV LVI
LVI LVIII
LXI LXXI
1
Notas al texto griego . Notas al texto espaiiol Bibliografia
CXIV
LXXV
XCIII
cv
Sobre el destino de Alejandro de Afrodisia, editado por el Programa Editorial de Ia Coordinaci6n de Humanidades de Ia UNAM, se termin6 de imprimir el 30 de diciembre de 2009 en Ediciones Corunda. Av. Pante6n num. 209 bodega 3, Col. Los Reyes Coyoacin, 04330, Mexico, D.P. Su composici6n se hizo en tipos Adobe Garamond Pro de 11:13.2, 10:12 y 9:11, y New Athena Unicode de 9 y 10 puntos. La edici6n, impresa en Offset en papel Unibond marfil de 90 g., consta de 1000 ejemplares y esruvo a! cuidado de Jose Molina Ayala y Ricardo Salles.
La formaci6n tipografica estuvo a cargo de ELIZABETH OLGUIN MARTINEZ.
Apoyo tecnico editorial y de c6mputo: SERGIO REYES CORIA.
Daniela Toledo Garcia, judith Aleyra Olvera Morales, Pablo Martinez Calvo, estudiantes de Ia licenciatura en Lengua y Lireraturas Hispanicas, y Mariana Selina Aragon Camarasa, de Letras Modernas lnglesas, ayudaron en Ia lectura de
pruebas, en calidad de servicio social.