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Para la Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación Marina Puerto Velero es motivo de orgullo entregar a los barranquilleros, a los colombianos y al mundo un libro que reúne las voces, saberes e historias de quienes cada año ponen su alma para mantener y renovar el legado de nuestros ancestros y hacer realidad esa fiesta, patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, llamada Carnaval de Barranquilla.
Citation preview
FUNDACIÓN MARINA
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SOMOS CARNAVAL DE BARRANQUILLA
LA MIRADA DE SUS ARTISTAS
Editoras
Mariana Schmidt QuinteroMarta Ayerbe Posada
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somosgracias a ellos
Dedicamos este libro a quienes con sus aportes
engrandecieron el Carnaval de Barranquilla, nos
compartieron sus conocimientos y nos enseñaron a
valorarlo, respetarlo y gozarlo con hondura.
Abraham Cáceres
Alfredo de La Espriella
Antonio María Peñalosa
Apolinar Polo
Aquiles Escalante
Carlos Franco Medina
Efraín Mejía Donado
Esthercita Forero
Etelvina Dávila
León Caridi
Pacho Bolaños
Pedro Pablo Morales
Pedro Ramayá Beltrán
Pedro Vengoechea Gerlein
Ramón Moncho de Castro
Ray Silva
Roberto de Castro
Samuel Tcherassi
Wiston Valle
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Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas
Primera edición, 2015
© Grupo Argos
© Fundación Carnaval de Barranquilla
© Fundación Marina Puerto Velero
Fotografía carátula
Nivaldo Castro Castro
Diseño
Marta Ayerbe Posada
Corrección de estilo
Lilia Carvajal Ahumada
Preprensa
Marta Ayerbe Posada
Zetta Comunicadores
Impresión
Panamericana Formas
e Impresos
Tiraje: 2000 ejemplares
ISBN: 978-958-99788-2-5
Barranquilla, Colombia
Presentación
Para la Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación
Marina Puerto Velero es motivo de orgullo entregar a los barranquille-
ros, a los colombianos y al mundo un libro que reúne las voces, saberes e
historias de quienes cada año ponen su alma para mantener y renovar el
legado de nuestros ancestros y hacer realidad esa fiesta, patrimonio oral e
inmaterial de la humanidad, llamada Carnaval de Barranquilla.
Ellos son miles de artistas y este libro es un homenaje a la pasión que
los acompaña a lo largo del año, a su espíritu generoso e incansable, a la
sabiduría que han heredado y compartido, a su entrega y su compromiso
con las danzas y comparsas, la música, los versos y las rimas, las perso-
nificaciones, la indumentaria y las carrozas, que les permiten ser y hacer
sentir la fuerza y la grandeza de la alegría, del goce colectivo, y celebrar
la vida en esta fiesta para el disfrute de propios y extraños, donde nos
reencontramos con nosotros mismos y con otros, presentes y ausentes, en
nuestra profunda humanidad.
Conscientes de ello, los autores de este libro quisieron honrar
en estas páginas no solo sus propias vidas, las de los suyos, las de sus
maestros y las de sus hijos, sino también las de tantos y tantos artistas sin
quienes no sería posible el carnaval.
Desde hace algo mas de dos años, Fundación Carnaval de Barran-
quilla vio la importancia de un proyecto de esta naturaleza, que por su
enfoque y metodología contribuyera a exaltar y preservar la tradición, y
que con la mirada de los mismos artistas consiguiera darle visibilidad y
realce a la historia poco conocida de nuestra fiesta. Así, como podrán ver
los lectores en la introducción (págs. 16 a 21), los autores de este libro
trabajaron juntos un año no solamente recabando la información, sino, lo
más importante, reconociéndose como portadores de saberes y valorando
a quienes tenían a su lado como seres igualmente sabios. Dada la meto-
dología utilizada, sus vínculos se estrecharon y siguieron avanzando en la
consolidación de un colectivo de artistas que valora altamente su aporte
al Carnaval de Barranquilla. Además, este proyecto, que termina con la
presente publicación, se constituyó en un feliz encuentro de tres organiza-
ciones: Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación
Marina Puerto Velero, que se unieron para sacarlo adelante.
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Para el Grupo Empresarial Argos su participación es a la vez un
agradecimiento por el cariño y el compromiso de Barranquilla y los
barranquilleros con sus iniciativas, y una ratificación de su compromiso
con el desarrollo social de quienes habitan aquí. El Grupo Argos lleva
más de 70 años construyendo ciudad con los barranquilleros y proyec-
ta hacerlo durante mucho tiempo más, con la certeza de que caminará
siempre a su lado en busca de su progreso y bienestar.
Por otra parte, Marina Puerto Velero y su fundación han hecho
suyas las palabras del filósofo alemán Bert Hellinger, quien afirmó que
“el respeto y la honra hacia quienes estuvieron primero es la base para
la paz”. De allí que con el apoyo a esta iniciativa, continúe afianzando
este lema que desde siempre ha estado presente en su quehacer como
empresa y en su relación con el entorno. En el pasado, un proceso con
características similares a este, en su enfoque y metodología, con la pobla-
ción costera del municipio de Tubará, dio como resultado visible el libro
Ztupará, riqueza mokaná. Aportar a este proyecto es retribuir y agradecer
en alguna medida el cariño y acogida que Barranquilla y los atlanticenses
han tenido hacia Marina Puerto Velero.
El resultado de este proyecto es la prueba fehaciente de que juntos
hacemos más. Hemos sumado pasiones, experiencias y recursos y hoy, dos
años después del sueño inicial, pueden verse los resultados. Los invita-
mos a gozar este libro, a recrearse en sus intersticios, a descubrir en cada
página y cada vez que lo abran, algo nuevo del Carnaval de Barranquilla.
Pero igualmente los invitamos a que lo reconozcan como una
pequeña muestra de la inmensa, infinita o casi inagotable riqueza que hay
detrás de cada manifestación y de cada artista que hace presencia en el
carnaval. Ojalá que este ejemplo de patrocinio se multiplique por cientos
para que cada vez se oigan más las voces de los gestores de tanta riqueza,
y se reconozcan las historias y los valores de las personas que hacen
grande esta fiesta.
Carla Celia, directora de la Fundación Carnaval de Barranquilla
Piedad Monsalve, gerente de Sostenibilidad y Comunicaciones del
Grupo Empresarial Argos
Zoraida Martínez, directora de la Fundación Marina Puerto Velero
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11coautoresEste libro es una obra colectiva construida por los siguientes artistas del Carnaval de Barranquilla, quienes participaron en su concepción, producción escrita y revisión.
Adolfo Maury CabreraDirector del Congo Grande de Barranquilla
Alberto Arias RodríguezDirector de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero
Alcides José Romero CogolloDirector de Cumbiamberitos del Barrio Buenos AiresGestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval
Alfonso Fontalvo TorresDirector de El Torito Ribereño
Álvaro Bustillo SolanoDirector de El Garabato del Colegio Marco Fidel SuárezOrganizador del Encuentro de Comedias del Carnaval
Ángela Pedroza ArzuzaDirectora de El Paloteo Mixto
Armando Enrique Zambrano MoreloDirector de La Arenosa
Atala Ochoa TorrenegraBarriga de Trapo y directora de Carnavanimal
Brianne Lucía Velásquez CuestaDirectora de Garabato Unilibre
Carlos Rafael Cervantes MuñozDirector de El Mohicano Dorado y la Diosa y sus Guerreros de PlataDirector de Los Mohicanitos Dorados
Carlos Ramón Sojo GuzmánDirector de De Cuanta Vaina
Carmen Meléndez ValecillaDirectora de Palma Africana
César Martínez LaraInvestigador del Carnaval de Barranquilla
Clara Nivis Cáceres JulioDirectora de Renacer Mulato y de Soy Mulato
Daniela Cepeda TarudReina del Carnaval de Barranquilla 2013
Edaida Hanna Orozco OrozcoDirectora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo y subdirectora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano
Esther Hernández MorónDirectora de la Danza Infantil Congo Alegrías Asesora cultural de Cipote Alegría
Fernando David Ferrer FerrerCoordinador del Ceremonial de la Muerte
Gastón Polo PallaresDirector de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los Goleros
Giovanni Fontalvo OsorioDirector del Grupo Musical Tradición
Henry Barrios Castros Director de Calancho y su Zafarrancho
Hermes Padilla HernándezDirector fundador y mariscal de La Chiva Periodística
Hugo DíazgranadosCoordinador del Carnaval de los Niños
Humberto Pernett MontañoPresidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Isabel Cristina Muñoz VásquezDirectora de Las Negritas Puloy de Montecristo
José Francisco Llanos OjedaDirector de Selva Africana
Lucy Vengochea Directora de Perla del Caribe
Luis Orellano Director de Muertes y Diablos
Luz Elena Güette BorreroJefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa
Magaly Esther Salas GonzálezDirectora de El Garabato de la 8
Manuel Antonio Pérez HerreraDirector de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río
Maribel Egea GarcíaDirectora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval–
Marleny Cortéz OsorioDirectora de Son de Mar, de la Escuela de Artes Marleny y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab–
Martha Salas GonzálezDirectora de El Garabatico de la 8
Matilde Herrera HernándezDirectora de la Fundación Cultural Afrocolombiana Kumbé
Mónica LindoDirectora de Torito en Carnaval y de la Compañía de Danza Mónica Lindo
Monica Ospino Directora de Las Farotas de Talaigua
Orlando Barrios MendozaDirector de Las Ánimas Rojas de Rebolo
Óscar Barrios MendozaDirector de El Toro Grande de Rebolo
Rafael Fito SánchezMúsico
Rafael E. Morales CañasDirector de Indios Farotos de Villanueva, Indios Caribanos y El Cuarteto
Robinson Liñán RíosDirector de la Corporación Cultural Barranquilla
Rodrigo El Rodri PonceMiembro socio de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Rubiel Badillo RomeroProductor artístico y cultural
Soley Del Castillo RoblesDirectora de Del Carajo y de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa– (Carnaval de la Calle 84)
Ubaldo Mendoza RealDirector de La Revoltosa
Vitalia Díaz IglesiasVicepresidenta de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los goleros
Se agradecen los aportes de las siguientes personas
César Augusto Paragüita Morales MejíaDirector de las Marimondas de Barrio Abajo
Cindy González GutiérrezBailarina de Palma Africana
Edilsa BerdugoCosturera
Gabriel Enrique Pacheco MercadoMiembro de Diablos Arlequines de Sabanalarga
Hno. Yamil PaniaguaRector del Instituto La Salle
Julio Adán HernándezGestor del Carnaval de los Niños
Liliana Lara SalasInvestigadora del Carnaval
Lisandro Antonio Polo RodríguezDirector del Grupo Tambó, Noche de Tambó y del Festival de Música Tradicional “Carnaval de Barranquilla”
Luisa OrozcoDirectora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo
Luisa María PertuzArtesana
Merlys Berena GutiérrezCosturera
Orlando PertuzDibujante y carrocero
Yoneiro Flórez LagunaDirector de Costa Azul
Yuranis Caicedo QuinteroColaboradora de El Paloteo Mixto
Coordinación y edición de los textosMariana Schmidt Quintero
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Somos TRADICIón 14
La historia de este libro 16
1. Somos artistas del carnaval 22
2. Somos ciudad carnaval 116
3. Somos danzas 140
4. Somos comparsas 290
5. Somos Letanías 342
6. Somos disfraces 358
7. Somos artesanos 386
8. Somos joselito carnaval 402
9. somos patrimonio 406
NUESTROS RECONOCIMIENTOSQueremos expresar nuestros agradecimientos a las perso-nas que de manera especial contribuyeron a dar forma a este proyecto.
En primer lugar, nuestros reconocimientos a los artistas del Carnaval de Barranquilla que se entregaron sin reserva para hacer este libro, asistieron de manera dedica-da a los encuentros que se hicieron, fueron generosos en compartir sus conocimientos, escudriñaron en sus baúles materiales y con ahínco aceptaron el reto reescribir y re escribir muchas veces. Para ellos, los autores de este libro, nuestra venia.
Nuestra gratitud a Daniela Cepeda, quien estuvo a la cabeza como veedora de la tradición, lo cual sin duda fue un gran acierto al momento de conformar el equipo. Ella puso al servicio de este su afecto, su valoración por los artistas y su pasión por la tradición. Gracias a su capaci-dad de convocatoria los autores nunca desfallecieron.
Cabe destacar también el trabajo de Mariana Schmidt como conductora técnica del proceso de cons-trucción colectiva quien supo propiciar el diálogo entre tantos artistas velando por la escucha y el respeto a los saberes de todos, y su labor como editora, que hizo de manera conjunta con la diseñadora gráfica Marta Ayerbe. Ambas cuidaron la hechura de este libro de manera que fuera fiel a lo vivido en el proyecto con los artistas y se aseguraron de que sus voces, sus historias y su alma quedaran plasmadas aquí.
Gracias a Carmen Meléndez y a Édgar Rey por creer en este proyecto y por orientarnos con sus profundos conocimientos sobre el Carnaval de Barranquilla.
Agradecemos también a Marisella Quiroz, Leonardo Romero y David Luquetta por su acompañamiento a los equipos durante el proceso; al artista plástico Jorge Serrano por sus talleres de pintura y a Nivaldo Castro por sus talleres de fotografía y por haber hecho un registro gráfico del proceso.
Finalmente nuestros reconocimientos a Lilia Carvajal Ahumada, quien hizo una labor silenciosa pero muy importante: cuidar el lenguaje en este libro buscando el difícil equilibrio entre ser fieles a las voces de los autores y procurar un uso adecuado del idioma.
Contenido
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Somos tradiciónDaniela Cepeda Tarud
Carnavalera y conservadora parecen dos palabras
opuestas, pero en el mundo de Macondo pueden
convivir: así es la familia donde nací. En la casa
Cepeda Tarud era imposible esconder que el precar-
naval había comenzado. Desde las conversaciones
en la mesa hasta la decoración de los cuartos, todo
me indicaba, a mi corta edad, que algo divertido y
emocionante estaba pasando. Recuerdo lo que sentí
ese día, cuando llevé por primera vez un traje de
carnaval. Tenía tres años, vestida de garabato y de
la mano de mi padre, Efraín, miraba hacía arriba:
cientos de adultos bailaban una canción nunca
podré olvidar.
Yo quería estar ahí, cerca de los artistas que
veía desfilar en la Vía 40, quería entender esa
explosión de emociones que no cabían en mi racio-
nalidad, quería bailar y soñar, tanto, que cuando me
preguntaban, ¿qué quieres ser cuando seas grande?,
respondía: Reina del Carnaval de Barranquilla. El 23
de agosto de 2012, mientras esperaba el veredicto
de la junta, entró mi madre, Sonia, a mi cuarto y me
dijo: “Hola reina”, entonces me di cuenta de que ¡mi
sueño se había hecho realidad!
Para muchos fue una sorpresa que la joven que
se sentaba en primera fila en clase, que se sentía
éxtasis devorando libros y cuyo sueño era cambiar
el mundo, fuera la reina. Pero como soberana podía
y quería seguir haciendo lo que más me apasiona:
aportar a la construcción de una Barranquilla mejor;
y lo haría mediante la cultura, un gran motor para el
desarrollo.
Confieso que fue triste descubrir que muchas
expresiones tradicionales estaban en riesgo de
desaparecer y que el sentido de pertenencia hacia
estas por parte de la gente era poco. Pero como
nadie ama lo que no conoce, debía entender el
significado de cada una de ellas y lo que motiva a los
artistas del carnaval para poder contárselo a todos.
Por eso me vestí de farota, congo, caimán,
coyongo, cumbia, golero, son de negro, paloteo,
marimonda, india, diabla, cantora de letanías, tigre,
mapalé, guacamaya, negrita Puloy, muerte, torito,
vendedora de alegrías, gusano, María moñitos,
garabato y monocuco, y aprendí de ellos , en cada
uno de sus barrios, su baile, su música y su historia.
Así descubrí un universo de riqueza cultural, iden-
tidad e historia que le conté a todos invitándolos a
“Seguirme el Paso”. Ese fue el nombre de la estra-
tegia con la que llegué a Barranquilla, Santa Lucía,
Sabanalarga, Campo de la Cruz, Ciénaga, Bogotá,
Santiago de Cuba, Carolina del Norte y Washington,
entre otros lugares, la cual comprendió actividades
de baile colectivo, creación y difusión de videoclips,
documental y revista didáctica, grabación de música
tradicional y charlas. Quería que todos conocieran
la cultura de la fiesta, pero sobre todo a los seres
humanos que traen a la vida a estos personajes y
quienes con grandes esfuerzos nos brindan cada año
un espectáculo inolvidable, solo por amor, solo por
pasión, solo por convicción.
Como fruto de este trabajo fui invitada a
finales de 2013 por la Fundación Carnaval de Barran-
quilla a coordinar el proyecto que dio origen a este
libro, en el que tuve el privilegio de ver a cincuenta
artistas del carnaval discutir y escribir sus historias
más íntimas, más sinceras y aquellas que han reci-
bido como legado. Esto significó llegar a la esencia
más pura de nuestro carnaval y su cultura: a los cora-
zones y las vidas de los artistas que forman parte de
él. Y gracias a estas páginas todos podrán conocer-
los. Leerán de primera mano lo que les hace palpitar
más fuerte el corazón, las interesantes historias
de su cotidianidad y aquellas que han recibido por
tradición oral. Esa historia que ellos nos cuentan
aquí es también la nuestra, esa que nos corre por
la venas y que nos une como una sola familia. Esa
historia es nuestra tradición, la que gracias a los
artistas del carnaval está viva y nos hace vibrar y
exclamar con pasión desenfrenada: ¡Que viva el
Carnaval de Barranquilla!
Mi vestuario fue
diseñado por J ulie
de Donado.
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La historia de este libro
Todo empezó con una invitaciónFue a inicios de enero de 2014 cuando nos llegó esta tarjeta.
Lo reconocemos. Eso de que “lo que tú sabes
a otros les interesa y lo que otros saben
puede enriquecerte” fue muy seductor.
Un año reconociéndonosDurante cerca de un año, cincuenta artistas del
Carnaval de Barranquilla, representantes de las más
diversas expresiones (danzas, comparsas, disfraces,
comedias, artesanías, música) trabajamos en la
elaboración de este libro, y mientras lo hacíamos
cada uno pudimos reconocermos como portado-
res de muchos saberes, que no solamente nutren
nuestra cultura, sino que enriquecieron a quienes
teníamos al lado. Oírnos fue cautivador.
No es que no supiéramos medianamente quién
era el de al lado, pero conocernos, conocernos, no.
Es verdad, en varias ocasiones nos encontramos,
por lo general a propósito de asuntos organizativos
del carnaval, casi todos muy de su funcionamiento:
que este año hay esta normativa, que la solicitud de
la finaciación se hace así, que cambió la manera de
hacer esto o aquello...
Pero encontrarnos para hablar de nosotros
mismos, de nuestra versión del carnaval, de la huella
que los antepasados han dejado en nosotros, de
nuestras preocupaciones por el futuro del carnaval,
de la historia de nuestros grupos, de cómo forma-
mos a las nuevas generaciones, de las gratitudes que
tenemos con quienes nos marcaron, nada de eso
había sido hasta el momento tema de conversación
entre nosotros los artistas.
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Hacer este libro, una buena disculpa para conocernos Decidimos que queríamos ser llamados artistas, no hacedoresUna de las primeras actividades que
hicimos fue soñar con este libro.
¿Qué queríamos con él? Casi por
unanimidad lo dijimos: dar a conocer
el carnaval desde nuestra óptica,
desde aquella de quienes lo hacemos
posible. Mostrar la trasescena.
Entonces aventuramos posibles títulos,
a sabiendas de que en el camino este
podía cambiar. También pensamos en la
tabla de contenido y por supuesto en lo
que esperábamos lograr con él.
Con el mapa de navegación más o
menos claro, nos organizamos en
grupos para hacer indagaciones, para
buscar en los baúles del recuerdo,
para visitar a otros artistas que tenían
también ellos mucho que contarnos.
Así es. A través de la historia del
Carnaval de Barranquilla, quienes
compartimos nuestro mundo creativo
con propios y extraños a través de
la puesta en escena de las múltiples
manifestaciones del carnaval hemos
sido nombrados de diversa manera:
carnavaleros, actores y en el último
tiempo, con mucho ímpetu, hemos
sido llamados hacedores.
En varios momentos del proceso
que nos llevó a hacer este libro nos
preguntamos cuál era el adjetivo
con el que realmente queríamos
identificarnos, y apareció “artista”.
Fue Carmen Meléndez quien lo
propuso y todos estuvimos de acuerdo,
pues artista es quien imagina, crea,
diseña, recrea, contextualiza, observa
y reflexiona sobre su realidad, y todo
ello es lo que nosotros hacemos para
convertir en realidad ese acervo
fantástico, mágico, que hace posible la
existencia del carnaval.
Es cierto, somos artistas y como tal damos sustentabilidad creativa y tradicional al carnaval. No queremos más ser llamados hacedores, queremos ser llamados artistas del Carnaval de Barranquilla.
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Este libro, un regalo ¿Un regalo para quién?
Trabajamos en este libro con dedicación Tuvimos ocho encuentros generales de día y
medio cada uno, a los que asistimos los cincuenta
artistas. En ellos soñábamos el libro, compartíamos
los avances, recibíamos herramientas para las
indagaciones (como por ejemplo cómo hacer una
buena entrevista) y sobre todo hicimos un ejercicio
de oírnos atentamente, ponernos en el lugar del
otro, sustentar con argumentos nuestras posiciones
y siempre trabajar tomados de la mano en su
producción.
Daniela Cepeda, nuestra
reina de la tradición, y
Mariana Schmidt, bogotana
de nacimiento pero con
alma caribe, orientaron
nuestros pasos.
Tres profesionales expertos
en trabajo con grupos nos
acompañaron en nuestras
exploraciones: Marisela
Quiroz, Leonardo Romero y
David Luqueta.
Muchos de nosotros estuvimos en talleres de pintura y
de fotografía que nos dictaron dos grandes profesionales:
Jorge Serrano y Nivaldo Castro. Algunos descubrimos
nuestra vena artística en otro campo de las artes y otros
recordamos que la teníamos, pero que estaba dormida.
Algunas de las fotos y pinturas que aprendimos a hacer en
esos talleres están en este libro.
Durante cerca de cuatro
meses nos reuníamos en
pequeños grupos con
nuestros acompañantes
para planear cada paso que
dábamos.
Y muchas, muchas, muchas
horas las dedicamos a
Para nuestros miles de
compañeros artistas del
Carnaval, que sin saberlo
estuvieron con nosotros
en este proceso cuando
los nombrábamos, cuando
recordábamos sus huellas
y aportes al carnaval,
cuando decíamos que nos
hacían falta y para quienes
habríamos deseado hacer
un libro de un millón de
páginas donde tuvieran
cabida sus voces y sus
rostros.
Para los habitantes de los
pueblos de la costa y de
las riberas del Magdalena,
que reconocerán aquí, sus
bailes, esos que siguiendo
el cauce de las aguas
llegaron a Barranquilla
a encontarse con otros
y armar esta maravilla
festiva que llamamos
Carnaval de Barranquilla
y ahora patrimonio de la
humanidad.
Para los barranquilleros,
quienes aspiramos
ratifiquen su orgullo por
haber albergado y recreado
en sus entrañas desde
hace tantísimos años este
carnaval, un patrimonio
que les pertenece ya
no solo a ellos, sino a
toda la humanidad. Pero
también para que se
acerquen a la tras escena
del carnaval y puedan
conocer todo aquello que
no es perceptible a simple
vista cuando en los desfiles
y en las presentaciones
estacionarias nos
entregamos en cuerpo
y alma e irradiamos al
universo la fuerza de
nuestra identidad.
Para los colombianos y el
mundo entero, a quienes
deseamos transmitirles
en este libro nuestra
pasión, nuestra fidelidad
a los antepasados que nos
regalaron la identidad,
nuestro compromiso con
ellos y con las nuevas
generaciones a no dejar
morir una cultura de
riqueza infinita, que
sabemos alimenta el alma
de muchos habitantes de
este planeta.
escribir, revisar, volver
a escribir, recibir los
comentarios de nuestras
editoras (Mariana Schmidt
y Marta Ayerbe), buscar
más información, volver
a redactar, discutir los
ajustes hechos.
Cuando ya el libro estaba
diagramado, revisamos
cada una de sus páginas y
señalamos los ajustes que
era necesario hacer.
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SOMOS ARTISTASdel carnaval
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Soy Adolfo Maury Cabrera artista del carnaval
Director del Congo Grande de Barranquilla
En medio de los golpes del tambor y los rasgos de
la guacharaca, acompañado de los versos de mi
abuelo Ventura Cabrera a quien desde niño llamé
cariñosamente Pupua, tuve el privilegio de llegar
al mundo, y al mundo terrenal, mágico y pinto-
resco llamado carnaval. Fue el 6 de mayo de 1970
promediando las doce la de noche. Desde entonces
mi vida ha transcurrido ligada al carnaval y tuve en
mi abuelo Ventura un maestro en este caminar. Él
desde mi infancia me fue enseñando el amor y el
sentido de pertenencia hacia la danza. Para mí él
con su atuendo carnavalero era igual a esos
héroes de ficción como Superman: me
inspiraba el deseo de algún día llegar
a ser como él.
Mi bautizo carnavalero lo
recibí a la edad de dos años, lo
que es una tradición en nuestra
danza. Por primera vez participé
en un desfile de Batalla de Flores
a esa edad, cuando iniciaba el
desfile en la carrera 38 con 72 y finalizaba en el
Paseo de Bolívar. Así se fueron dando mis primeros
pasos aprendiendo a tocar el tambor, la coreografía,
los bailes y todo lo que tenía que ver con el carnaval.
Fui pasando por todos los cargos que se reque-
rían para ser un integrante destacado. Dividía mis
estudios compartiendo y disfrutando de toda esta
recocha carnavalera y de las constantes palabras
de mi abuelo: “Ponte pilas que algún día te tocará
ocupar mi lugar, ¡avíspate!”.
El verdadero placer de todo carnavalero, consi-
dero yo, es ver a toda la familia formando parte y
disfrutando de la danza. Ver a mis abuelos, padres,
hermanos, tíos y primos compartiendo todo este
cuento motiva a luchar y a perseverar para continuar
estas tradiciones.
Me convertí en el escudero de mi abuelo
Ventura a raíz de su problema de salud, y se dio la
situación de prepararme para asumir tan grande
responsabilidad. A la edad de veinte años conformé
mi hogar con Sandra Milena González Visbal, con
quien tengo el privilegio de compartir mi vida y la
dicha de ser padre de tres hermosos hijos: Dayana,
Kevin y Daniela, quienes se convirtieron en el canal
para trasmitir mis conocimientos, aprendidos de mi
abuelo. Ellos son mi motor para seguir adelante y
preservar este legado.
A los 21 años empecé a alternar mis estudios
en el Sena con un trabajo en el edificio Camacol.
Un día mi abuelo se enfermó y la danza dio un giro
y quedó a cargo de mi mamá, Gloria Cabrera de
Maury, y de mi padre, Adolfo Maury Medina,
quienes nombraron a mi primo Álvaro
Aquí voy detrás de mi
tío Guillermo, en la
Batalla de Flores de
1984, que iniciaba en la
calle 72 con carrera 38
y finalizaba en el Paseo
Bolívar.
Altamar Cabrera por un periodo de cuatro años
y a partir del año 2008 recibí la oportunidad de
ser nombrado director general de la danza. En ese
momento se cristalizó el sueño que un día inició con
la persistencia y la perseverancia de una persona
que me enseñó los valores y el sentido de pertenen-
cia a mi ciudad y a las tradiciones.
Hoy, cuarenta y cuatro años después, para que
esa dicha no se pierda y se puedan
ver los frutos, y para que el
Congo Grande de Barranquilla
siga adelante, pongo toda mi
¡Que viva el Congo Grande de B
arranquilla, nojoda!
A la edad de veinte años conformé mi
hogar con Sandra Milena González Visbal,
con quien tengo el privilegio de compartir
mi vida y la dicha de ser padre de tres
hermosos hijos: Dayana, Kevin y Daniela.
motivación, fuerza y salud para sacar adelante a mi
familia que es mi mayor inspiración, y mi preciosa
nieta Isabella Castro Maury, quien inicia con solo
dos años de edad este camino, representa la espe-
ranza y fe de que mi esfuerzo de guardar el legado
y las tradiciones no será en vano y que habrá Congo
Grande de Barranquilla para rato.
¡Que viva el Congo Grande de B
arranquilla, nojoda!
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Soy Alberto Arias ar tista del carnavalDirector de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero
A una calle de mi casa había un colegio donde ensa-
yaban danza, y cada vez que sonaban los tambores
la música me hipnotizaba. Yo tenía 9 años y unos
padres muy conservadores y estrictos, mucho más
con cosas que tuvieran que ver con la danza, pero
a mí me atraía tanto que esperaba un descuido de
ellos y ¡zaz! me volaba una paredilla del patio y me
iba a ver el ensayo montado en una ventana, hasta
que terminaban de tocar.
Luego de que la música callaba regresaba a
mi realidad, sabía que me esperaba una tunda bien
fuerte. Al llegar a la esquina de mi casa mi padre
estaba esperándome en la puerta con una correa y,
ni modo, me tocaba llegar, pero eso no me detenía,
seguía fugándome a buscar los golpes de tambora.
Como la correa no me detenía procedieron a
amarrarme a la pata de la cama, ahí sí que no pude
hacer nada, aunque mi pasión por la danza seguía
intacta.
Mi padre murió en un trágico accidente
cuando yo tenía 11 años. Mi madre era un poco más
permisiva, así que logré acercarme más a la danza,
pero con algunas limitaciones hasta que en 1996,
con 18 años y muchos sueños, decidí montar mi
primer grupo folclórico. Fue para unas Fiestas del
Caimán en Ciénaga. Por primera vez me enfrenta-
ría a los grupos tradicionales en mi municipio y mi
propuesta iba en contra de las ideas de los coreógra-
fos de la época. Introduje el faldeo en las mujeres,
cosa que antes no se hacía, pues en ese entonces
ellas palmoteaban como lo hacían los hombres.
Aunque tenía algo de temor, me podían más las
ganas.
En 1996 introduje
el faldeo en las
mujeres, cosa
que antes no se
hacía, pues en ese
entonces ellas
palmoteaban
como lo hacían los
hombres.
Al público le gustó mi trabajo artístico, aunque
causó mucha polémica y el rechazo de algunos,
quienes llegaron a decirme: “Si no dejas de faldear
nunca vas a ganar”, pero no era el premio lo que
yo buscaba, sino la satisfacción de que a la gente le
gustara, ese era mi mejor premio. Con los años el
faldeo empezó a ser adoptado por todos los grupos
del municipio, y hoy en día es incluido dentro de la
coreografía de la danza del caimán.
En 1998 decidí llevar a mi agrupación a parti-
cipar en el Carnaval de Barranquilla porque quería
experimentar lo que se vivía en él y mostrar la
danza del caimán cienaguero. Gracias a un grupo de
compañeros que apoyaron mi idea de presentarnos
a ver cómo nos iba, allí estuvimos y nos quedamos
amañados pues llevamos 18 años ininterrumpidos
participando con gran entusiasmo e, incluso hemos
ganado congos de oro, nueve hasta la fecha.
Nuestra danza, toda
una muestra de
alegría y jolgorio.
Mi pasión por la danza es de siempre y esta me ha llevado a hacer cosas inimaginables.
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Soy Alcides José Romero Cogolloartista del carnaval
Director de Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires
y gestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval
Nací el 11 de diciembre de 1968. Crecí, como buen barranquillero,
rodeado de las costumbres propias de nuestra región Caribe, comien-
do pescado frito con yuca, arroz de liza y sancocho de mondongo.
Compartía con mis hermanos la llegada de cada juego infantil como
la bolita’e uñita (canica), el baile del trompo, la carrucha, el juego de
dama, entre otros.
La alegría por la llegada de las fiestas de fin de año y en
especial las del carnaval era algo que no podíamos ocultar y nuestros
padres (Jesús Romero q. e. p. d. y Natividad Cogollo) generaban las
condiciones para que mis hermanos y yo pudiéramos asistir a la Batalla
de Flores y a la Gran Parada, desfiles que en ese entonces
se hacían por la carrera 43.
Era todo un placer recorrer las calles del
barrio y observar tanta diversidad de disfraces:
gorilas, descabezados, enanitos, indios. También
los grupos folclóricos nos llenaban de alegría, la
danza de los congos y las cumbiambas nunca
faltaban. Así fue mi infancia.
Pero fue en 1987 cuando se despertó en
mí toda la pasión por las fiestas de carnaval
y mi historia quedó ligada por siempre al
grupo infantil Los Cumbiamberitos del Barrio
Buenos Aires.
Soy abogado de profesión y me he
desempeñado en cargos públicos como director
de la Cárcel Modelo de Barranquilla y director
jurídico del Seguro Social, seccional Atlántico.
Además fui concejal del municipio de Soledad.
Como músico toco guitarra y el bajo electrónico
desde muy temprana edad.
Soy el creador e impulsor de
la campaña y del concurso
Fachadas en Carnaval,
una propuesta de cultura
ciudadana carnavalera,
reflejada en las decoraciones
de las viviendas, edificios,
locales comerciales, hoteles,
parques, calles, avenidas
y vehículos de la ciudad
con figuras alegóricas al
carnaval: congos, toritos,
cumbiamberos, marimondas,
monocucos.
Aquí estoy a la
entrada de la casa
de Andrea Jaramillo
Char, reina del
Carnaval 2012,
donde se hizo el
lanzamiento del
concurso Fachadas
de Carnaval de
ese año. Estoy
acompañado de
Baltazar Sosa, rey
Momo 2012 y los
reyes infantiles.
Soy padre de Ronald,
Karen, Alan y Justin;
ellos son mi mayor
orgullo.
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Soy Alfonso Fontalvoartista del carnavalDirector de El Torito Ribereño
Los Fontalvo somos una familia que nació del carnaval. Cuando fui
creciendo empecé a admirar la calidad de persona que era mi abuelo
Elías Fontalvo Jiménez, cuya historia me contaban mi padre y mi tío.
Él, junto con José Trinidad Barrios, Fulgencio Ebrat y el Indio Pediaña
crearon en 1878 El Torito Ribereño.
Más adelante, en los años 30, mi tío Campo Elías Fontalvo
fue quien sucedió a mi abuelo en la dirección de la danza. Él era un
hombre alegre y campechano, que mezcló el dinamismo social y políti-
co, lo que hizo posible que personalidades de la política, de la sociedad
y del turismo nacional y extranjero visitaran esta sede. Esto lo convirtió
en un hombre de respeto en la política y querido en la sociedad hasta
1962, año en que fue su partida al viaje sin regreso. En ese mismo año
mi papá, Marco Fontalvo de las Aguas, tomó la dirección de la danza
por derecho de sucesión y estuvo al frente de ella ocho años y así,
desde 1970, fui yo quien asumió la dirección.
Desde pelao me enfrenté a quienes querían hacer en la danza lo
que se les venía en gana y cuando fui creciendo la cosa fue más difícil,
hasta que un día dije: “Si no hay quien se haga cargo de la danza esta
no debería seguir”. Eso fue el martes 12 de marzo de 1969, en pleno
carnaval; eran las cinco de la tarde y estaba la plana mayor de El Torito,
que le llamaban “Los Doce Gigantes”, en la tienda El Pekín. Mi padre
ya estaba enfermo. Jamás olvidaré esta fecha. Ahí fue cuando alguno
de los monstruos de la época me gritó: “Y ¿por qué no te haces cargo
tú?”, a lo que respondí: “Sí, me hago cargo porque soy un hombre”.
Por ese entonces la Fundación Gases del Caribe se interesó en
fortalecer nuestra cultura y El Torito ganó ese privilegio y recibió como
donación la reconstrucción de la sede para beneficio de la comunidad
en general, y más que todo para los sectores vulnerables. Ahí inició la
etapa actual de la danza como símbolo del carnaval.
Nuestra sede es el punto de
encuentro y lo será hasta que
cerremos todos los ojos.
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El rey MomoA gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval.Agarra tu pareja que el millo va a sonar.A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval.Carnaval de Barranquilla, qué viva el carnaval.
A gozar, a gozar, el rey del carnaval (bis).
Carnaval de Barranquilla, fiesta sin igual, coge tu mochila y la abarca tres punta, agarra tu pareja, gozadera va a empezar.El sombrero vueltiao o el disfraz póntelo ya.Con el rey Momo a bailar, cumbia, congo o mapalé, Barranquillaen carnaval la tristeza no se ve, es símbolo de paz, patrimonio cultural.Que repiquen los tambores que la fiesta va a empezar.
CoroA gozar a gozar llegó el rey del carnaval.Agarra a tu pareja que el millo va sonar.A gozar a gozar llegó el rey del carnaval.Carnaval de Barranquilla, que viva el carnaval.
A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval (bis).
Qué vivan las danzas de todo el carnaval, los ritmos,los tambores, herencia cultural, el rey Momo te abre las puertas de Curramba porque Barranquilla en carnaval se convierte en tu casa.
A gozar, a gozar, nativo o extranjero, no importa de dóndevengas, pero ponte un sombrero, agarra tu pareja y pontea vacilar, qué viva mi Currumba, qué viva el carnaval.
Soy Álvaro Bustillo ar tista del carnavalDirector del Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez
Rey Momo 2014
Soy ciento por ciento barranquillero. Nací el 16 de julio
de 1955 en la calle El Carmen del barrio San Isidro, al
suroccidente de la ciudad, en medio del festejo de la
Virgen del Carmen. Mi abuela ofició de comadrona.
Todo era alegría. De pronto se oyó un ¡juepajé!, al
compás del millo que sonaba, mi madre pegó un grito y
yo lloré. Había nacido.
Cursé la primaria en la entidad educativa Javier
Sánchez; parte de la secundaria en el colegio Biffi-La
Salle y me gradué de bachiller en la Universidad Libre.
Soy maestro en Artes Escénicas (danza y teatro) con
tarjeta profesional 511. Hice una profesionalización
docente con énfasis en Arte en la normal superior.
También estudié Sociales en la Universidad del
Atlántico.
Llevo más de ventidós años vinculado al Colegio
Marco Fidel Suárez, con el cual, participo desde hace
veintiún años en el carnaval. Fue el primer colegio en
formar parte de esta fiesta. En las noches soy maestro
de Folclor en la Escuela Distrital de Artes de
Barranquilla de la Secretaría de Cultura.
Amo el arte, escribo poemas, soy
compositor, pintor, comediante y
en camino está mi libro Garabato,
una danza a la vida. En 2014 fui rey
Momo.
Estoy casado con María Busta-
mante, tengo tres hijos: Cristina,
Alfonso y Leonardo, y tres nietos,
James, Miranda y Mathías.
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Soy Ángela Pedroza artista del carnaval
Directora de El Paloteo Mixto
A la edad de ocho años salí por primera vez en el
carnaval de la mano de mi padre, Ángel Custodio
Pedroza Torres, creador del grupo El Paloteo Mixto.
Desde entonces seguí saliendo con él durante veinte
años.
Primero estábamos en la calle Esperanza, en
Rebolo, de ahí nos fuimos a la calle Caridad, callejón
de Bolívar donde se nos cayó la casa por una tromba
marina que se presentó a las dos de la tarde. Por
suerte las paredes cayeron pa’ fuera y no pa’ dentro,
si no, no estuviéramos nosotros, la familia Pedroza
hubiera desaparecido y con ella hubiera desapa-
recido el paloteo mixto. Fueron tiempos difíciles,
primero dormíamos al amparo de los vecinos, luego,
como mi papá era maestro de obra, albañil, nos hizo
dos piezas y ahí estuvimos hasta que nos fuimos a
Simón Bolívar donde hicieron casas para la gente
de Rebolo por cuenta de que ahí iban a construir la
zona franca. Yo di la cuota inicial. Luego me casé.
Tengo tres hijos. Los dos varones son músicos.
El mayor se llama Eberto Barrios, es químico
farmaceuta; en nuestro grupo él toca el acordeón.
El menor se llama Ángel, él no está con nosotros,
tiene su propia orquesta. La niña se llama Beatriz
Dolores, es psicóloga y por muchos años estuvo de
capitana de la danza con mi sobrino Roberto, ahora
me ayuda a dirigir el grupo. Ella tiene dos hijos, uno
tiene veinte y el otro quince. De pronto el de quince
sea quien se quede con el grupo. Mis sobrinas, al
igual que mis nietos, también salen con nosotros, así
todos van criándose libres de presión. La danza se
les va metiendo y la tradición se mantiene.
Yo ya estoy cansada, mi salud no me permite
estar al frente del grupo con el mismo ímpetu de
antes y ser director es muy duro, los integrantes
salen, gozan, parrandean, pero el director hasta
última hora sufre por conseguir todo. Ya casi es
hora de soltar responsabilidades, de que alguien me
releve.
Ser directora es muy duro, los integrantes salen, gozan,
parrandean, pero uno hasta última hora sufre por conseguir todo.
Muy a la expectativa en la
Plaza de la Paz mientras
esperábamos el turno para
nuestra presentación ante el
jurado el martes de carnaval
de 2015.
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Yo nací en el barrio Boston de Barranquilla hace 72
años. Soy hijo de cumbiamberos y, a mucho honor,
jefe de una tradición familiar: La Arenosa.
Tenía tan solo cinco años cuando mi padre me
entusiasmó para que entrara a la rueda de cumbia
que él y mi mamá habían fundado en 1947 y desde
esa edad la bailo. Con él dirigiendo la cumbiamba
aprendí muchas cosas que todavía tengo grabadas.
Antes de morir nos expresó su deseo de que la
rueda siguiera; es un recuerdo que siempre vivirá
en mi mente. Soy el jefe general de la familia, en mí
está mantener esta tradición y toda la familia está
enfocada en perseverar este legado cultural. Casi
todos lo hemos entendido así, y es parte de nuestra
vida.
Fuimos ocho hermanos y junto con nuestra
madre, que falleció al igual que mi padre en el
mes de agosto, todos hemos sido baluartes de la
cumbiamba y de la historia de La Arenosa. Tres de
ellos ya partieron, todos en el mismo mes (abril)
pero en años diferentes; quizás la despedida más
impactante fue la de mi hermana Ena Isabel, diosa
de la cumbia que falleció a poco tiempo de finali-
zados los carnavales de 1986. A los ocho días de su
sepelio comenzamos los ensayos para la inaugura-
ción del Estadio Metropolitano.
Fui rey Momo 2006, el primer rey Momo que
es elegido por la ciudadanía; un orgullo. Soy rey y
seguiré siéndolo hasta que me muera. Esto es un
compromiso personal. En 1980 creé La Noche de
Grandes Homenajes para hacerle reconocimiento
en vida a esas personas que han dedicado su vida al
carnaval.
Soy muy activo, a las cuatro y treinta de la
madrugada me levanto, le doy gracias a Dios por
el día que me brinda, desayuno, preparo la salida a
nuestro trabajo, el de mi señora, el de mi hija a la
universidad, y yo a mis diligencias cotidianas. Dicto
talleres en escuelas de primaria y secundaria, en
universidades y en empresas y hago asesorías cons-
tructivas de viviendas, ya que soy arquitecto.
Estoy casado y soy padre de diez hijos.
Amo el carnaval por encima de todas las fiestas y
encuentros culturales del planeta.
No he conocido jamás un ser más maravilloso y espléndido
que el ser caribe.
Mi tierra es el escenario que cada febrero se viste
de calor carnavalero con las ocurrencias de sus hijos curramberos.
Quiera Dios que mis hijos y los hijos de mis hijos
guarden con celo esta tradición
y entiendan un día que los seres humanos somos
elementalmente materia cultural
viva para no morir como pueblo.
Defendiendo esta fiesta y todo lo que ella envuelve,
podemos gritar a voz en cuello:
¡Quien lo vive es quien lo goza!
¡Viva Barranquilla!
¡Viva el carnaval!
¡Viva la Arenosa!
Fui el primer rey
Momo elegido por
la ciudadanía; un
orgullo. Soy rey y
seguiré siéndolo
hasta que me
muera.
Aquí estoy con mi hermana
Luz Marina, directora
desde 1987, quien se
encarga de organizar las
presentaciones, el vestuario
y los ensayos. Estamos en el
museo que construimos en
nuestra casa paterna; atrás
se pueden ver nuestros
padres a quienes honramos.
Soy Armando Enrique Zambrano Moreloartista del carnaval
Director de La Arenosa
Rey Momo 2006
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Soy Atala Ochoaartista del carnavalDirectora de Carnavanimal y desde hace unos años Barriga de Trapo
Nací en una población del sur del Atlántico, donde
el sol calienta como la furia de un volcán, y donde
las noches invitan al poeta a escribir bajo la luz
de las estrellas. Mis padres fueron mi guía y mis
modelos, sus consejos me llevaron a forjarme en
la vida con respeto y responsabilidad. Crecí entre
juegos, risas y travesuras con mis cuatro hermanos,
quienes siempre me apoyaron.
Terminé el bachillerato y me trasladé a
Barranquilla para iniciar mis estudios superiores en
docencia. Fue aquí, en esta hermosa ciudad, donde
conocí a mi gran amor, mi esposo Jorge con el que
tengo dos tesoros: Jorge Iván y Mary Pau, mis hijos
que nos han dado dos hermosas nietas: Sabina y
Sofía.
El carnaval es para volverse loco. Y esa locura
es la que recuerdo; locura con la que lo vivía al lado
de mis padres, especialmente con mi papá. Lo veía
hacer sus disfraces; buscaba en cuanto recoveco
había en casa telas, trapos, máscaras y demás cosas
que le fueran útiles, aun faltando un mes para la
fiesta. Todo era alegría, música. Mis padres nos
llevaban a mis hermanos y a mí a los salones, que en
esa época los llamaban Palitos de Carnaval.
Los sábados y los domingos de carnaval eran
los más esperados por mis hermanos y por mí. A eso
de las cuatro de la tarde era la hora en que los niños
se divertían viendo los disfraces y a los adultos bailar
esa música típica de carnaval. Recuerdo aún el cono-
cido disco de Aníbal Velázquez, “La brujita”, que
en vísperas de la fiesta era muy sonado y lo sigue
siendo. Desde ese entonces pensaba que cuando
grande también me disfrazaría como lo hacía mi
papá.
Fui creciendo con las vivencias de las danzas,
músicas, disfraces, letanías y otras expresiones del
carnaval. Nunca olvidaré la primera salida con mis
amigas, siendo aún menor de edad y con un disfraz
de monocuco que me alquiló una de ellas. En el
grupo iba una prima a la que se le había muerto
hacia cinco días su abuelo. Cuando regresamos del
baile ella comenzó a llorar y decía, ¡ay, abuelo!, ¡ay,
abuelo!, perdóname, yo te quiero mucho, pero me
quería disfrazar. Terminamos todas llorando y así se
dieron cuenta mis padres que nos habíamos ido sin
su permiso. Me gané unos buenos correazos.
Recién llegada a Barraquilla vivía en la calle 76
con 43, por donde pasaba en ese tiempo la Batalla
de Flores. Me emocionaba ver de cerca carrozas,
reinas, disfraces y cumbiambas. Recuerdo el carnaval
de bordillo, como se le solía decir, porque era muy
común ver a los grupos de familias y amigos senta-
dos a la orilla de la calle disfrutando de los desfiles.
Al terminar los estudios empecé a trabajar en
la docencia y desde entonces aprovecho esos espa-
cios pedagógicos para trasmitir a los estudiantes el
conocimiento y el amor por el carnaval. Actualmen-
te soy docente en la Institución Educativa Brisas del
Río y en la Universidad del Atlántico.
El ca
rnaval ha estado siempre en mí.
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Soy Brianne Velásquezartista del carnaval
Directora de Garabato Unilibre
negro y posteriromente salimos de nuevo en La
Pantera y bailando cumbia desfilamos en la Avenida
20 de Julio hasta el Paseo Bolívar donde nuevamen-
te nos presentamos en una tarima.
En 1998 nuestro grupo de la Universidad Libre
seccional Barranquilla salió por primera vez con la
danza del garabato. En este momento lejos estaba de
nuestros pensamientos conocer tantos países gracias
a ella.
Hoy en día soy coordinadora de Extensión
Cultural de la Universidad Libre seccional Barranqui-
lla, donde dirijo la comparsa el Garabato de Unilibre
de la mano del coreógrafo Ricardo Sierra Vásquez.
Durante unos años bailábamos cumbia, pero desde
1998 lo nuestro es el garabato y gracias a ella nos
hemos ganado trece congos de oro.
Otra de mis facetas en el Carnaval en Barran-
quilla es el trabajo de investigación. Soy estudiosa
de las diferentes manifestaciones, he escrito varios
ensayos y editado un libro sobre la danza del
paloteo. A su vez dicto talleres para el mejoramiento
escénico de los grupos del carnaval con el respaldo
de la Corporación Artística Cultural Atradanza del
Atlántico.
La fotografía es otra de mis pasiones; con
cámara en mano asisto a cuanto evento hay asociado
al carnaval y cuento con una buena colección de
imágenes que habla nde nuestros conocimientos.
En la Fundación Carnaval estuve en el comité
artístico por dos periodos. Hice muchos aportes
para el beneficio de los actores del carnaval, apoyé
los congos y los disfraces a través de una propuesta
de mejora continua, colaboré con grupos de otros
municipios a donde me desplazaba para hacer que su
trabajo fuera cada día mejor. Asimismo, mis aportes
como jurado fueron positivos y constructivos. En
la escuela siempre acompaño en la construcción de
saberes de los jóvenes para que nuestro carnaval viva
por siempre, y seguiré dando de mí hasta cuando
Dios le permita aguantar a mi cuerpo y a mi mente.
Batalla de Flores de
1976, Paseo Bolívar.
Al fondo se divisa
a Rubén Franco y a
la derecha Brianne
Velásquez.
D
esde
que me conozco he particip
ado
en e
l car
nava
l.
Desde 1963
puedo hablar de
mis recuerdos en las
fiestas que enriquecen
a nuestra bella Barran-
quilla. Son recuerdos que se
mantienen vivos, como cuando mi madre, Regina
Cuesta Moreno, amante del folclor y exbailarina del
grupo de danzas de Delia Zapata Olivella, me vestía
con blusa carnavalera y collares para disfrutar el
desfile que bajaba por la calle 72 en la esquina de la
carrera 54. Después de la emoción me montaba en
una carroza y me bajaba en la carrera 59.
Desde esa época es mi amor por la danza,
el tambor, la máscara y el disfraz. Cada carnaval
buscaba la pinta: collar de plástico multicolor y
blusa desflecada con bolitas de colores, el pote de
maicena y estaba lista. El carnaval era para mí una
fiesta que esperaba con ansias no solo para compar-
tir en familia y con los grupos folclóricos, sino para
lucir el disfraz que iba a crear con mi imaginación.
También me escapaba de mi madre para ir a
las casas de las reinas, recuerdo a Clarissa Lafaurie
(1971); Margarita Rosa Donado (1972);
Fedora Escolar (1973); Katia González Ripoll (1976);
Nohora Aduén Lafaurie (1977) y Patricia Abello
Marino (1978). Hoy día asisto a los eventos de
coronación y las invito a los actos de izada de la
bandera del Garabato de Unilibre que yo dirijo.
A los 12 años bailaba en el grupo de danzas
de la Universidad del Atlántico y de allí pasé al Real
Ballet del Atlántico de Yamile del Castillo, que sacó
una comparsa de Nueva York. Después de su partida
colaboré en el baile que se hacía en la caseta La
Pantera del Barrio Boston, donde se disfrutaba el
carnaval y se oía mucho la música del momento, los
temas de Aníbal Velásquez y canciones que sonaban
mucho como “El avión” y la “Murga de Panamá”.
Nos divertíamos sanamente y compartíamos con
amigos. En esa época las mujeres entraban gratis a
las verbenas y los hombres eran los que pagaban.
Recuerdo haber ido allí con la madre de Carlos
Franco, la señora Cenith Medina.
Años más tarde, con Carlos Franco sacamos
una danza en la que íbamos vestidos con kimono
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Nací el 24 de octubre de 1949 en el Hospital de
Barranquilla, criado en Barrio Abajo, Callejón de Las
Palmitas, sector carnavalero, hijo de Carlos Manuel
Cervantes Ariza y Ana Guillermina Muñoz (ambos
fallecidos). Tengo tres hermanos, Lilia Cervantes,
Gladis Martínez y César Guerra.. Soy pensionado
de la Empresa Distrital de Comunicaciones, pintor
de profesión, vitralista, screnista y muralista. Fui
marinero mercante y naval de la Armada Nacional y
vicepresidente de la Defensa Civil (seccional Concor,
Malambo). En la actualidad mi día a día es entrega-
do al hogar. Tengo tres hijos: Johanna, Juan Carlos y
Ana Karina.
Todo lo que he hecho me gusta, pero defi-
nitivamente lo que me hace sentir realizado
es ser gestor cultural y artista del carnaval
y expandir mis conocimientos a otros que
desean conocer mejor el escenario carna-
valero, y a mis hijos y nietos. Me proyecto a
Soy Carlos Cervantes artista del carnavalEl Mohicano Dorado
Rey Momo 2015
los que dejo. Sé que ellos mantendrán con orgullo y
responsabilidad la tradición para así irme tranquilo
al campo santo.
Si la vida me ha dado inteligencia, paciencia y
tolerancia creo que ha sido para alcanzar la cúspide
del éxito, siempre con la guía del Todopodero-
so. Ahora soy rey Momo y me siento pleno. En el
camino me he relacionado con muchas personas que
me han abierto las puertas. A todas les digo, gracias.
Desde que mi padre me llevó a la Batalla de
Flores por primera vez, estando yo enfermo con
bronconeumonía, surgió en mí el interés por los
disfraces al ver cómo los más raros y alegres recibían
aplausos y fotos. El primer personaje que me inventé
fue Herido por las Drogas con el cual quería enviar
un mensaje a la juventud. Hasta ahí todo bien, solo
que no informé en mi casa y me dieron una limpia
porque llegué tarde y borracho.
Después fui en el carnaval Shaka Zulú, Kunta
Kinte y Señorita Telefónica, hasta que creé el Mohi-
cano Dorado, que tantas satisfacciones me ha dado.
Desde hace más de siete años personifico, además,
y a mucho honor, a Joselito Carnaval con las mari-
mondas del Barrio Abajo.
Mi lema es: “Desfilar hasta el
cansancio, rendirse,
jamás”.
Soy artista del carnaval y me lo gozo sin agüero, que vivan los blancos y palenqueros que en estas fiestas mucho los quiero y recibo a los viajeros.
Soy artista del carnaval y me lo gozo sin agüero, que vivan los blancos y palenqueros que en estas fiestas mucho los quiero y recibo a los viajeros.
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Soy Carlos Ramón Sojoartista del carnaval
Director de De Cuanta Vaina
Lo mío se da por genética. Mis tías abuelas, las hermanas Paulina y
Carolina Sojo Palacio, fueron reinas del carnaval, lo mismo que la
prima de ellas, Isabel Elvira Sojo O’Byrne. Mi bisabuelo Carlos M.
Sojo Carmona, fue rey Momo del Club Barranquilla, además de
secretario, tesorero y presidente de la junta, cargos que también
ocupó su hijo José Francisco Sojo Palacio, es decir, mi abuelo.
En la lista de reinas aparecen además Regina Margarita
Sojo Sánchez, y por el lado Donado de mi abuela paterna están
Rebeca Donado Ucrós, Carmiña Navarro Donado, Margarita
Rosa Donado, Ana María Donado, María Cecilia Donado,
Daniella Donado y Mariana Schlegel Donado.
De muy niño me gustaba disfrazarme, asistía
a todos los eventos y desde 1978, siendo menor de
edad, ya estaba en la organizacion de la fiesta. Dirigí
bando, Gran Parada, Batalla de Flores, Festival de
Orquestas y luego fundé la comparsa De Cuanta
Vaina.
Soy gestor cultural y comercial. Madruga-
dor, amante del cine, la lectura, la música. Apoyo
actividades sociales y filantrópicas. Jamás descuido
la comunicación con Dios. Soy juniorista de verdad,
amiguero, frentero, sociable, intenso.
El carnaval es para mí fiel reflejo de Barran-
quilla, la vitrina más representativa de nuestra
ciudad, con sus mezclas étnicas, con su diario vivir.
Es la mayor escuela sociológica y la más productiva
terapia psicológica.
El carnaval es la mayor escuela sociológica y
la más productiva terapia psicológica
. Y un
gran sancocho social.
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Soy Carmen Meléndez Valecilla ar tista del carnaval
Directora de Palma Africana
Yo nací en Buenaventura, departamento del Valle
del Cauca. A los dos años me llevaron a Puerto
Berrío, Antioquia. No conozco el lugar donde nací,
pero me crié en un hogar en el que la identidad
cultural era fortalecida por mi papá y mi mamá. Él
trabajaba en Ferrocarriles Nacionales y cada vez que
le pagaban armaba una fiesta en mi casa; sacaban
pañuelos blancos y bailaban currulao del Pacífico.
Soy artista desde el vientre de mi madre, ella bailaba
siempre y cantaba arrullos. Mis primeras canciones y
poesías me las enseñó mi mamá. Luego estuve en un
internado con monjas y allí tuve la oportunidad de
que esa vena artística se fortaleciera.
Puedo decir entonces que mi identidad cultu-
ral es híbrida, porque así como asimilé la cultura
chocoana, la antioqueña también me marcó. El
gen del Pacífico está muy dentro de mí, tanto que
sin conocer los chontaduros un día en Bogotá los
vi y algo muy fuerte me llevó a probarlos, eso fue
delicioso. Yo digo que sin conocer mi tierra, aprendí
a comer chontaduros. Tengo de antioqueña la berra-
quera y mi capacidad para tomar decisiones, analizo
mucho lo que hay a mi alrededor, reflexiono, equili-
bro emoción y razón, y cuando tomo una decisión lo
hago sin miedo. Además me encanta la mazamorra
sin azúcar, los frijolitos con hierba, col y garrita, y la
arepa sin nada.
Y con todo eso adentro llegué a Barranquilla a
estudiar a los trece años y me encontré esta fiesta.
Vivía pensionada donde una señora de la iglesia
bautista central y hasta allá se oía la música típica
de carnaval. La atracción no podía ser mayor. A mi
Soy una luchadora de nuestro carnaval. Soy una luchadora de nuestro carnaval.papá le pareció que era muy peligroso el carnaval y
me llevó para Fundación, Magdalena, donde ellos
vivían, pero yo me di maña, me escapé y me vine
para Barranquilla porque quería vivirlo. No tuvo más
remedio que hacerle miles de recomendaciones a
la señora de la pensión. Ese fue mi primer carna-
val, vivido desde la esquina de la casa, mirando a la
gente entrar a un lugar cerrado, pero donde había
mucha música.
Mi ingreso al mundo de la danza fue un poco
traumático y por cuenta del atletismo, en tiempos
en que hacía el bachillerato. Yo era campeona nacio-
nal juvenil en bala, disco, jabalina, corría la posta
de cuatro por cien y hacía salto largo, y la Univer-
sidad del Atlántico quería que yo la representara,
pero como aún no podía hacer ninguna carrera me
metieron al grupo de danza. Llegué el primer día y
todo el mundo movía el tronco fuerte, lo que hoy
le llamamos el flexo superior, y yo no podía, así que
una niña me dijo: “¡Uy!, tú eres una varilla… cómo
eres de dura”. A mí eso me llegó al alma y la sangre
antioqueña salió a flote y me dediqué a aprender
solita. Llegaba a mi casa, me encerraba en el baño
y bailaba mapalé y cumbia. Carlos Franco, el gran
maestro Carlos Franco, era compañero mío en
atletismo y fue al único al que le compartí lo que
estaba haciendo. Recuerdo que me dijo: “Carmen,
yo también quiero ir”. Y esa fue la razón por la cual
Carlos Franco entró a la danza folclórica; él era
atleta conmigo.
Lo demás es historia. Nuestra directora se fue
a vivir a Venezuela y yo asumí el grupo. Llamamos
al grupo Palma Africana en homenaje al maestro
Roberto Palma a quien había tenido el honor de
acompañar en la grabación de un long play de
música africana y con quien jocosamente había-
mos dicho que nuestro grupo se llamaba así por su
apellido y por tener yo sangre africana. Con él parti-
cipamos en el Carnaval de Barranquilla desde 1976.
Soy de las que piensa que se podría tener
una mejor utilización y mayor impacto si hubiese
algunos niveles de equidad para quienes somos el
sostén de la fiesta. He trabajado duro en el Plan
Especial para la Salvaguardia y he hecho parte de
corporaciones orientadas a aportar a proteger este
patrimonio nuestro y de la humanidad.
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Soy César Martínez Larainvestigador del carnaval
Nací en Barranquilla y desde muy pequeño me
llamó la atención el carnaval. Recuerdo que mi
madre me disfrazaba de monocuco y de tigre.
Soy sociólogo, periodista, investigador, escri-
tor y conferencista de temas relacionados con el
carnaval. En 1993 ingresé a la Asociación de Grupos
Folclóricos del Atlántico (AGFA) donde comencé a
hacer un trabajo investigativo en torno a la historia
de cada una de las danzas, comparsas y disfraces del
carnaval. Fui directivo de 2000 a 2004.
Estoy convencido de la importancia de
formar a las nuevas generaciones como camino
para lograr la salvaguarda del carnaval, de allí que
haya diseñado la propuesta pedagógica Cátedra
Carnaval de Barranquilla, que lleva este patrimo-
nio de la humanidad a las aulas de clases de todas
las instituciones educativas de Barranquilla. Esta
capacitación se da todos los sábados del año y tiene
como sede permanente el Colegio Distrital Camilo
Torres Tenorio. A su vez, y con idéntico propósito,
creé la emisora Carnaval Estéreo Radio FM, y convertí
mi casa, ubicada en el barrio Lucero, en un centro de
documentación (Casa Museo), donde reposa toda la
historia del Carnaval de Barranquilla.
Soy autor del libro Danzas, comparsas y disfraces
del carnaval y terminé Cátedra Carnaval de Barranqui-
lla, que será articulado al área de Ciencias Sociales
en el currículo de preescolar, primaria, secundaria
y media. Asimismo estoy preparando cuatro textos
más con la historia de las danzas de congo, la histo-
ria del rey Momo en el carnaval, el origen histórico
de Joselito Carnaval y otro sobre los disfraces repre-
sentativos de esta fiesta.
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Nací en Barranquilla de padres palenqueros. Eso lo
llevo en la sangre. Desde niña estuve en el grupo de
danza Estampas Negras de Palenque. Al crecer me
di cuenta de que muchos jóvenes querían participar
y en 1994 tuve la idea de conformar un grupo y
llevarlo al Carnaval de Barranquilla. Desde entonces
participo en él.
Toda mi vida he estudiado. Mi educación
primaria y secundaria la hice en el Colegio Montes-
quieu, me gradué en Preescolar, cursé un diplomado
en Culturas Étnicas y he tomado talleres de danza
con prestigiosas folcloristas. También soy cantautora
del folclor.
En la actualidad dirijo dos grupos folclóricos,
Renacer Mulato y Soy Mulato, escribo cuentos
infantiles y soy vicepresidenta del comité de la Junta
de Acción Comunal del barrio Villa Estadio.
Como coreógrafa, directora de grupo y
por mi labor hacia la comunidad he obtenido
reconocimientos, trofeos y menciones de honor.
A su vez me siento muy honrada de haber sido en
Barraqnuilla la segunda reina de las palenqueras
en 1977 y en 2012 reina afro de los docentes. Soy
hermana de la primera reina negra, que se llamaba
Nelly M. Cáceres.
Soy Clara Nivis Cáceres Julioartista del carnavalDirectora de Renacer Mulato y de Soy Mulato
Soy feliz
y estoy muy orgullosa de mi sentir y de m
i col
or.
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Soy Edaida H. Orozco Orozcoartista del carnaval
Directora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo
Mis inicios en el Carnaval de Barranquilla fueron gracias a mi madre
quien me transmitió todo el conocimiento y el amor que tengo por
las danzas de paloteo y por el carnaval. Aprendí viéndola ensayar en el
Paloteo Mixto y en el Paloteo Reformado. También tuve la suerte de
que un día el señor Ángel Custodio Pedroza me oyera decir un verso
y me corrigiera; él me enseñó que los versos salen del alma, y que hay
que sentirlos para vocalizarlos bien. Años más tarde le oí las mismas
palabras a mi madre, y es que ella tuvo el mismo maestro.
Aunque ensayaba en los mismos grupos de mi mamá, no salí
con ellos en el carnaval sino hasta 1988 cuando el director del Paloteo
Atlántico, Marcos López, vio cómo yo le enseñaba a un muchacho de
su grupo a palotear y me preguntó dónde había aprendido y le dije
que con mi mamá, quien ya era conocida. Luego me
preguntó qué problema le veía al grupo y le contes-
té que la disciplina, entonces me propuso que me
integrara, pero le dije que no.
Pasaron los días y una noche me fue a buscar
para que saliera en el paloteo y no como una inte-
grante más, sino como capitana para mejorar la
disciplina del grupo, hasta habló con mi madre y
ella le dijo que esa era mi decisión, él insistió en que
aunque fuera lo ayudara a ensayar porque en verdad
tenía problemas graves con algunos de los integran-
tes y yo acepté. Él se dio cuenta de que todos me
respetaban, porque si algo he aprendido es que el
respeto se gana y para ser capitana de una danza no
puedes ser irrespetuosa, ni decir que todo lo sabes,
porque todo los días aprendes más, y hay que tratar
bien a las personas a tu cargo; una mirada es mejor
que un grito.
Nunca me he arrepentido de esa decisión.
He conocido muchas personas buenas que me han
ayudado y nunca las olvido aunque algunas ya estén
con papa Dios. Salí en el Paloteo Atlántico hasta que
desapareció, actualmente soy directora y en ocasio-
nes capitana. Fui una de las directoras más jóvenes.
A las nuevas generaciones les digo que todo
es posible, cuando uno quiere todo lo puede lograr.
Decepciones tendrán, pero las compensarán las
sonrisas de los integrantes y de los espectadores. Y
cuando los critiquen y los familiares de los que ya
partieron los traten de indolentes, recuerden que el
luto se lleva en el corazón y que durante el carnaval
más cerca estarán de ellos. Por eso antes del concur-
so voy a visitar a mi abuela universal y esos días la
tengo tan presente como en las fechas especiales, así
como he de llevar a mi madre cuando ya no esté, y si
parto primero, ella a mí. Tenemos que ponernos las
máscara para llevar alegrías, la vida es un carnaval y
el carnaval hay que vivirlo para sentirlo.
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Soy Esther Hernández Morónartista del carnaval
Directora de la Danza Infantil Congo Alegrías y
cofundadora de Cipote Alegría
salones de baile en la época de carnaval. Veo a mi mamá sentada en una banca
observándonos feliz (ella gozaba viéndonos, porque nunca aprendió a bailar)
y yo como siempre, la más bailadora y parlanchina, me disfrazaba de manera
diferente cada año.
En mi vida me he disfrazado de muchas expresiones: cumbiambera,
campesina colombiana, de charlestón y hasta de la muerte. También he inter-
pretado algunos animales como el ratón, el burro, el toro y la marimonda, entre
otros, y ya en mi edad madura, la Cucarachita Alegría, disfraz que con los años
se ha convertido en personaje del Carnaval de los Niños.
Siempre he disfrutado el disfraz y me he sentido muy feliz y libre. Por eso
creo que el Carnaval de Barranquilla es el único espacio donde podemos hacer
lo que queremos, ser creativos, jugar con colores y texturas, soñar, perpetuar
nuestras tradiciones a través de los niños y niñas y, lo más importante, ser feliz
con lo que hacemos.
Soy una maestra barranquillera nacida en el Hospital de Barranquilla en la Sala
Leopoldina de Santos. Estudié en la Normal de Fátima (Sabanagrande), hice
una licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad del Atlántico, y cursé una
maestría en Educación en la Universidad del Norte.
Estoy casada con Rafael Soto Mazenett y soy madre de
cinco hijos: Tulia Esther, Diana Margarita, Rafael Enrique,
Carlos Alberto y Jorge Sierra Soto. Este último es
sobrino de mi esposo, su madre murió al nacer
él y lo criamos y educamos Rafael y yo. También
soy abuela de tres niñas y un niño: María Esther,
Luciana Margarita, Stella Marie y Sebastián.
No me preparé para ser maestra de
danza ya que en mi época las escuelas de
danzas eran escasas. Desde mi niñez
sentí gusto por el baile, siendo muy
pequeña me iba escondida tras las
danzas que salían a recorrer las calles
de Barranquilla. Al regreso mi madre
me daba unos pencazos (correazos) por
arbitraria y desobediente, pero eso no me
importaba, para mí el goce era tanto que los
pencazos no me dolían.
No obstante, debo decir que el afecto
por el disfraz y el baile fue cultivado por mi madre,
Casta Morón. Ella acostumbraba a disfrazarme y
junto con mis hermanos nos llevaba a los bailes
infantiles que organizaban en los teatros de
Barranquilla. Muchos recuerdos fluyen a mi
mente: los teatros Granada, Chiquinquirá
y San Isidro, todos ellos convertidos en
Aquí estoy en el inicio del Carnaval de Suroccidente
con los niños del Congo Alegrías, disfrazados de
garabato, y con los jóvenes de la comparsa Cipote
Alegría. De izquierda a derecha, estamos Keriana
Borja, Marleidis Navarro, el director artístico César
Pérez, Kenwis Gómez, Mario Sierra, Dilia Rodríguez,
Santiago Ruiz (Muerte), Sharon Sandoval, Habib
Borja y Melanis Gómez.
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Soy Fernando Ferrer artista del carnavalCoordinador del Ceremonial de la Muerte
Cuando los vientos alisios llegaban y los matarratones se llenaban de flores era
el anuncio de que el carnaval estaba cerca. Entonces mi alma de niño se albora-
taba y como fuera empezaba a preparame para el carnaval. Junto con mi mamá
me mudaba a Barranquilla. Ella se trasladaba a casa de sus clientes para elaborar
lujosos vestidos a los Vásquez, los Gómez, los Vengoechea, los Char, los Carbo-
nel, los Tortabarriga.
De ese entonces tengo un recuerdo muy especial. Fue un sábado de
carnaval al medio día cuando el señor Hernando Barragán invitó al vecindario a
montarse en su camión ladrillero para ir a la Batalla de Flores de Barranquilla. Yo
contaba con seis años y nunca había pasado de la calle Murillo de la Arenosa.
Cuando llegamos a la calle 72, punto de partida de la Batalla de Flores, nos
bajaron y nos ubicaron a un lado del desfile. Yo estaba
con un primo mayor, pero se descuidaron de mí porque
iban detrás de la carroza de la reina de Soledad, que
estaba vestida de Cleopatra. Yo me perdí dentro de la
multitud con mi cara maquillada de payaso. Recuerdo
que bajé toda la carrera 43 llorando a cántaros
hasta cuando llegué al comando de Policía. Allí
me calmé y seguí disfrutando hasta cuando llegó
la negra noche. Luego me llevaron a mi casa en
Soledad donde me dieron una limpia de madre y
señora. Pero ni por esas dejé de ir cada año a la
Batalla de Flores y disfrazado; una tía me llevaba en
el carro de otro tío.
Cómo ha cambiado todo. Hoy en día el carnaval es más privado, la
gente no tiene afecto a los desfiles, aunque debo reconocer que hay otras
alternativas para vivir el carnaval. Mucha gente no puede disfrutar los desfiles
por falta de recursos, muchos tampoco pueden desfilar. Cada quien lo disfruta
con los recursos que tiene. Las calles y carreras de mi Soledad, como también
muchas de Barranquilla, se convierten en tiempos de carnaval, en grandes pistas
de baile. Uno celebra más cerca de la casa, más en familia. Sí creo que el carnaval
se ha vuelto más solidario, más cosa de amistad.
En lo que a mí respecta, vivo y gozo el carnaval a plenitud. Mis ratos libres
se los dedico a la investigación histórica.
Con orgullo digo que soy vigía de nuestro patrimon
io cu
ltura
l.
Soy caribe, orgullosamente soledeño, alegre
y que
rend
ón.
Soy caribe, orgullosamente soledeño, alegre
y que
rend
ón.
Con orgullo digo que soy vigía de nuestro patrimon
io cu
ltura
l.
Asalto de la Muerte
a la casa de la reina
de los carnavales
de Soledad el 20 de
enero de 2013.
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Soy Gastón Polo artista del carnavalDirector de Los Goleros y de Los Diablos Arlequines de Sabanalarga
Nací en Sabanalarga, Atlántico, el 8 de abril de 1966. Mi padre era
Apolinar Polo q. e. p. d. y mi madre Beatriz Pallares. Tengo dos herma-
nas (Tania y Maribel). Soy de religión católica. Me gustan las historias
que dejaron nuestros ancestros.
A la edad de diez años en los carnavales de Sabanalarga mi padre
me disfrazó en la comparsa Negros y Blancos, que era de una reina
popular que él apoyaba; esa fue mi primera vez en un espectáculo. De
ahí en adelante, año tras año, él me ponía disfraces, siempre diferentes,
hasta que me invitó a la danza de Los Goleros, la primera que formó,
en Sabanalarga en 1950 aproximadamente. Digo la primera porque
luego, en 1979, rescató la danza de los Diablos Arlequines. Siempre
me gustaba estar pendiente de lo que mi padre requería para sus
presentaciones o viajes Él me llevaba a todos los sitios donde sonaba
un tambor o donde había un festival. Fue él quien me enseñó a ser un
gestor cultural.
Como anécdota curiosa
recuerdo que a los ocho años me
compró un disfraz de toro, era
la primera vez que me compraba
uno. Era muy lindo, tenía una
máscara bien decorada y era
muy colorido, pero desafortuna-
damente no la disfruté pues mi
mamá me sacó a la calle y apenas
vi que venía un disfraz de negrito
salí corriendo y me encerré en mi
casa.
Soy una persona pacífica,
colaboradora, sencilla, alegre y
de cultura. Soy comerciante y
trabajo independiente. Durante
todo el año estoy metido en el
carnaval. Gastón Polo: ese soy yo.
Durante todo el año estoy metido en el
carnaval.
En cuanto a cultura y tradición mi padre puso el nombre
de Sabanalarga en alto a escala nacional e internacional sin
ningún interés. Él lo sabía, como también de su trayectoria
en el Carnaval de Barranquilla y de allí que hubiera
anhelado ser rey Momo.
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Soy Giovani Fontalvo Osorio artista del carnaval
Director del Conjunto Tradición
Yo nací el 25 de mayo de 1969 en Barranquilla. Soy
psicólogo, especialista en Pedagogía de las Ciencias,
maestro en Educación con énfasis en investigación,
docente, músico y carnavalero de tiempo completo.
Como familia barranquillera que se respete,
desde que tengo uso de razón a nosotros nos
llevaban religiosamente al carnaval como especta-
dores. Cuenta mi madre que desde los cinco años
no dejaba de tocar cuanta superficie encontrara
(mesas, baños, sillas, neveras, etc.) tratando de
sacarle ritmo, lo que ocasionó que me dieran una
que otra nalgada.
Pero dicha costumbre tuvo sus frutos: a los
11 años conformé mi primera agrupación musical,
recuerdo que era de vallenato y fue bien recibida
por el público así que empezaron a surgir compro-
misos, pero mi padre me prohibió seguir con esta
actividad dado el estigma que en ese entonces
teníamos los músicos. Pasaron siete años hasta
cumplir la mayoría de edad y retomar la música.
Claro que antes de retomar la música, bailé
cumbia y en 1986, animado por mi amiga Juana,
la gran cumbiambera del Barrio Abajo, y otros
amigos, asumí el rol de bailador, pero el sonar
de los tambores me llamó de nuevo y a ellos
debo gran parte de mis logros personales.
Ellos me han permitido vivir experiencias
inigualables y con ellos estoy dispuesto a
compartir el resto de mis días.
Desde 1989 he participado sin falta
en cada una de las versiones del Carnaval
de Barranquilla, acompañando diferen-
tes comparsas y cumbiamberas que se
dan cita en nuestra fiesta. De ser un
actor pasivo pasé a ser activo, y de ello
han pasado ya 28 años que prometen
ser muchos más y, por qué no, hasta que
nuestro Padre Celestial haga el llamado.
Esta fotografía corresponde a mi grupo el Conjunto Tradición conformado desde 1993
y activo en la actualidad. Los integrantes son: Néstor Fontalvo, Julio Campo, Leidys
Camargo, Fredy Barriga,Carmen Antolínez, Jhony Castilla y Joaquín Pérez.
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Soy Henry Barrios Castrosartista del carnaval
Director de Calancho y su Zafarrancho
Me dicen Calancho porque soy el único pendejo que lavo, barro, cocino, tr
ap
eo y
plan
cho.
Mi nombre completo es Henry Barrios Castro, pero en el ámbito
carnavalero, en el ámbito artístico, soy más conocido como
Calancho.
Me dicen Calancho
porque soy el único pendejo
que lavo, barro, cocino,
trapeo y plancho.
Tengo cuatro pelaos,
en la casa hago los mandaos,
la mujer me tiene hasta dominao.
Yo creo que hasta agua de maranguango me habrán dao,
porque con mi suegra vivo arrecostao.
Y esa vieja me tiene amenazao,
que si la hija me pega cacho,
¡me tengo que quedá callao!
Nací en una familia de doce hermanos el 15 de agosto de 1967
en el hospital de Soledad. Traía la chispa del humor y lo irreverente.
Desde niño me he disfrazado. Ingresé al primer grupo de letanías en
1996 (Ánimas de Soledad). Actualmente soy director y fundador del
grupo Calancho y su Zafarrancho.
Las Ánimas de Soledad fue mi gran escuela. Desde muy niño me
gozaba verlos salir con su particular atuendo y llegar a las casas del
barrio El Ferrocarril donde nació el grupo. Cuando tuve la oportunidad
de ingresar, fluyó como por arte de magia ese gran don que me regaló
el Todopoderoso. Todos los integrantes de aquel entonces, y muy en
especial Ascanio Barrios Frías, conocido cariñosamente como el Viejo
Truco y el compañero Saúl Cueto, conocido también como el Negro
Chancle (q. e. p. d.), me brindaron su confianza, apoyo y conocimiento
por lo que hoy en día vivo muy agradecido con ellos. Nos hacíamos
llamar Los Tres Magníficos de la Letanía.
Compartimos muchas vivencias durante años hasta ese fatídico
día de la muerte de nuestro hermano y amigo Saúl Cueto. Dos meses
antes, como a la una de la mañana, veníamos de hacer una presen-
tación; bajábamos por la calle 72 con carrera 43 y nuestro amigo y
líder (banderista) nos hizo detener para confesarnos lo mucho que
amaba este carnaval y nos hizo hacer un pacto que consistía en que
el día en que muriera alguno de nosotros lo sepultaríamos disfrazado
y cantando letanías. Recuerdo que muy en el fondo le pedí a mi Dios
misericordia y perdón para que mis amigos nunca se fueran de mi lado,
pero como si esa hubiese sido su despedida, a los dos meses ya yo
estaba cantándole estos versos en su tumba:
Hoy quisiera que fuera un sueñopero es una realidad muy dura.Amigo pediste versos ¡En el día de tu sepultura!
(Coro)Aquí estamos con el capuchóny llora nuestro corazón.
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Soy Hermes Padilla Hernándezartista del carnaval
Directivo fundador y mariscal de La Chiva Periodística
Mi espíritu carnavalero obedece a que en la cuadra
donde aún vivo se sentía en la sangre el Carnaval de
Barranquilla. Mi padre, un pescador de Magdalena,
trabajador de la cervecería Bavaria, y mi madre,
campesina de Sabanalarga, nos permitían divertir-
nos sanamente en estas fiestas. Recuerdo que en esa
época los bailes de carnaval los vivíamos en toda la
ciudad.
Yo incursioné en el goce del carnaval, no
recuerdo en qué año, pero sí el recorrido: calle 72,
carrera 44, bajando hasta el Paseo de Bolívar donde
terminaba el desfile de la Batalla de Flores. En ese
entonces permitían aún que grupos de jóvenes, por
no decir adolescentes, salieran en fila hasta la direc-
ción antes mencionada. De allí partíamos dándoles
vivas al carnaval, a la reina y a Barranquilla.
Estudié Comunicación Social-Periodismo en la
Universidad Autónoma del Caribe e hice una espe-
cialización en la Universidad del Rosario en Bogotá.
Pertenezco a la Asociación de Comunicadores Socia-
les del Atlántico y al Colegio Nacional de Periodistas
de Colombia.
Trabajo en radio, soy profesor de la Academia
de Estudios Técnicos Especializados. Fundé la Chiva
Periodística.
Llevo veinte años participando en el carnaval
como artista. Mi reto, seguir disfrutándolo hasta el
final de mis días.
Para mí el carnaval es goce, alegría y f esta para disfrutar.
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Soy Hugo Alberto Diazgranadosartista del carnaval
Coordinador del Carnaval de los Niños
Soy barranquillero, juniorista, parido en la Clínica de
la Asunción en el año 74, orgullosamente egresado
de la Escuela Normal la Hacienda (antiguamente
Normal para Varones), licenciado en Psicoorien-
tación de la CUC y técnico laboral en danza de la
Escuela Distrital de Artes. Actualmente trabajo
como docente del Distrito en la IEDC “Octavio
Paz”. Estoy casado con Mónica Sandoval y soy padre
de dos niños muy especiales, Luis Carlos y Samuel
Andrés.
Desde que mi papá y mi mamá me llevaban de
niño a la carrera 43 a ver la Batalla de Flores y a la 70
con 38 a ver la Gran Parada, se me despertó el amor
por la fiesta. En esa época nos disfrazaban o usába-
mos las camisetas chinas estampadas con la canción
pícara de moda, que era el éxito de la temporada.
Inicié mi participación en el carnaval de forma
activa como bailarín en la Gran Cumbiamba del
Club Palmito en 1992 y en 1994 ingresé a la Chiva
Periodística, comparsa integrada por periodistas y
comunicadores.
Gracias a esta comparsa participamos en el
musical dirigido por la maestra Gloria Peña, titulado
El esplendor del carnaval, que se presentó en el
año 2004 en la Unesco en París, en la Plaza Mayor
de Madrid, en Sevilla, en Berlín y en los Carnavales
Culturales de Valparaíso en Chile, además de varias
ciudades del país.
En el año 2000 mi hermana Vera Judith me
presentó a Betty Hernández y al profe Julio Adán
Hernández, y les conté de mi interés en participar en
la organización Carnaval de los Niños.
Mi primera función: escolta de los
reyes infantiles.
En el año 2004 se le ocurrió al
profesor Julio Adán darle vida al evento
Paco Pacos en el Parque, entonces
nació Joselito el Paco Paco, personaje
del Carnaval de los Niños, encargado
de trabajar la campaña Carnavaleros,
Pilas con los Carnavalores.
En el año 2009 entré a participar
directamente como coordinador del
Carnaval de los Niños, en el depar-
tamento de Eventos de la Empresa
Carnaval de Barranquilla S. A.
En el año 2014 fui exaltado con la
medalla Barrancas de San Nicolás por la
excelente trayectoria en la personifica-
ción de Joselito el Paco Paco, por parte
del Concejo Distrital de Barranquilla.
Trabajar en la
organización del
Carnaval de los Niños
lo convierte a uno
en un “niño de edad
cósmica”, nunca nos
ponemos viejos.
Siempre he sido carnavalero, me gusta
baila
r
y estar con los pela
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Soy Humberto Pernettartista del carnaval
Presidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato
Nací en Barranquilla, el 2 de marzo de 1949, un
lunes de carnaval. Debe ser por eso que soy amante
de la vida, amo todo lo que es mi tierra, vivo orgu-
lloso de haber nacido en ella.
Mi enseñanza fue católica, estudié en el
Colegio Biffi La Salle y en el Colegio Barlovento.
Soy arquitecto de la Corporación Universitaria de la
Costa. He ejercido mi profesión en Colombia, Vene-
zuela y Panamá. Actualmente trabajo independiente
como constructor, evaluador y auxiliar de la Justicia.
Pero me sobra tiempo para hacer lo que más me
gusta: ser presidente de la Corporación Grupo
Folclórico Cipote Garabato.
Mi amor por el carnaval es inmenso, nunca
me verán quejarme, aunque eso sí reclamo por
cualquiera injusticia o derecho que me violen. La
filosofía de la danza de garabato es mi filosofía:
la alegría vence a la tristeza. He llorado, sí, pero
de alegría viendo a mi grupo bailar bien. Soy muy
estricto en mi convicción sobre la tradición, por eso
en el Cipote Garabato, como guardián de la tradi-
ción de nuestra danza, soy el único que lleva medias
rojas. Gozo y sufro por mi grupo, lo considero el
mejor garabato del mundo, el que marca pautas,
el que merece estar siempre en lo más alto del
Carnaval.
Estuve casado con Linda Pastrana quien me
hizo padre de unos hijos maravillosos, a quienes
crié agradecidos con Dios y con visión optimis-
ta de la vida. Humberto José, el mayor, músico
por excelencia, cantautor, lo manifiesta en una
canción compuesta por él cuando dice: “la vida no
es pa’llorá” o incluso a través de toda una canción
denominada “Óptimo positivo”. Vive en Cali y está
casado con Jessica Bueno, quien es su mánager y
me dieron una belleza de nieto llamado Emanuel.
El segundo hijo se llama Hinder Jesús, psicólo-
go, también amante de la música, metódico; vive
en Barranquilla, está casado con María Carolina
Guerrero y juntos aportaron a esta hermosa familia
otra belleza, mi nieto Alejandro. La tercera hija, es
mi adorada Heidi María, diseñadora gráfica, artista
por excelencia; actualmente reside en Estados
Unidos donde trabaja como diseñadora, lo cual
es su pasión. Todos han formado parte del Cipote
Garabato.
No solamente soy su padre, sino su mejor
amigo, llave de todos sus combos, el que va en su
compañía a un paseo, una rumba, un concierto, el
que está presto a un consejo o el que es capaz de
cualquier sacrificio por ellos… También soy capaz de
acudir a ellos cuando lo necesito, he aprendido que
yo soy humano y también me equivoco y los veo con
la capacidad para aconsejarme. Somos muy felices,
el triunfo de uno es de todos, esto es muy hermoso.
Aunque estemos distantes siempre estamos muy
unidos.
No me preocupo por el futuro, porque ese no
existe, existe es el presente, el hoy, por eso viviré
siempre agradecido con mi Dios por todo lo que me
ha dado. Por la mañana muchas veces me despierto
y veo que puedo mover mis manos, abrir mis ojos,
moverme y grito: gracias mi Dios por este nuevo
día. De qué me puedo quejar si Dios me ha dado lo
que para mí merece la pena: tener una familia mara-
villosa y feliz. Lo demás es cuento.
En la amistad soy muy franco, respeto mucho
a mis amigos, sus ideales y forma de ser y a ellos los
disfruto, eso me da para comprenderlos y quererlos
como si fueran parte de mi familia. Mis amigos son
seres muy valiosos, nunca trato de ser dominan-
te, solamente sé que son mis amigos, y
acepto que piensen distinto a mí,
pero tenemos algo siempre en
común: la música, el carnaval,
la familia, algo que nos une.
Me jacto de ser el amigo
que oye y da consejos,
mis amigos saben que
Humber, como me dicen
muchos, esta allí cuando
lo necesitan.
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Soy Isabel Cristina Muñoz Vásquezartista del carnaval
Directora de Las Negritas Puloy de Montecristo
Soy Isabel Cristina Muñoz Vásquez, hija de
Marceliano Muñoz y Olga Vásquez, quienes en
su juventud se gozaron y vivieron el carnaval. Mis
primeros años de vida los pasé en casa de mi abuela
materna, en el barrio Montecristo. La primaria
la estudié en el colegio de la seño Cornelia y el
bachillerato en el Sagrado Corazón de Barrio Abajo.
Empecé a ser carnavalera desde muy niña.
Mi madre y mi abuela trabajaban en los salones
de baile, cuando existía el Salón Las Obando, El
Platanal y los salones burreros. Como no tenían con
quién dejarme en la casa, me llevaban. Mi mamá me
disfrazaba siempre. Nada me gustaba más que bailar.
Ya mayorcita se me dio por bailar cumbia y
entré a la cumbiamba El Cañonazo; ahí conocí a mi
esposo Luis Altamar, también de familia carnavalera,
con quien bailamos por muchos años en esa
cumbiamba. Tenemos dos hijos, Luis y Luzzani, y
somos abuelos de Simón Andrés, quien ha venido a
llenar mi vida de alegría y bendición.
Desde el Miércoles de Ceniza hasta septiembre
soy una persona dedicada a mi hogar, a mis hijos, a
mi familia; una persona del común. En octubre me
transformo, en mi casa dicen que pierdo la cabeza.
El carnaval marca mi corazón, lo llevo en el alma. El
día que me muera quiero que en mi tumba pongan
“Negrita Puloy hasta la muerte”.
Mi canción favorita es “Te olvidé”; escucharla
me transporta a aquellos años mozos cuando
fui Reina del Agua y capitana del baile Juventud
Desordenada del barrio Montecristo.
Mi hermana Martha ha estado conmigo desde
el inicio de Las Negritas Puloy de Montecristo. He
estado cogida de su mano siempre y ha sido mi
apoyo. Ella se desaparece cuando me ve organizar
y en los momentos críticos me dice que no vuelva
a sacar la comparsa. A mí se me sube el azúcar,
mi azúcar es emotiva, y cuando llega el Miércoles
de Ceniza y las deudas me agobian, me dice que
para qué saco la comparsa si no me deja nada. Sin
embargo siempre me ayuda y está a mi lado.
Nuestra comparsa ha recibido varios congos
de oro y como su directora he obtenido diversas
menciones gracias al apoyo de muchos. Mi sueño
es ver mi comparsa con doscientos integrantes
desfilando en la Vía 40 con música en vivo en
un tráiler, ir a la Feria de las Flores en Medellín,
pasearnos por otras regiones del país y viajar más al
extranjero.
Doy gracias a Dios por ser tan bendecida.Aquí estoy en 1989, muy orgullosa, con Esthercita Forero cuando el programa
Tambores del Carnaval de la emisora La Libertad nos hizo a ella y a mí un homenaje.
Mi hermana Martha
ha estado conmigo
desde el inicio de
Las Negritas Puloy
de Montecristo. He
estado cogida de su
mano siempre y ha
sido mi apoyo.
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Soy José Francisco Llanos Ojedaartista del carnaval
Director de Selva Africana
Rey Momo 2013
Esta es una de mis primeras
máscaras y de las favoritas,
se puede decir que fueron
las primeras que elaboré.
Uno la hacía y cuando la
persona se la ponía, uno
veía dónde quedaban los
ojos para abrirle ahí. Hoy
en día lo que se hace son
tocados con el fin de que la
persona pueda ver y bailar.
Nací en Galapa, un municipio de tradición artesanal.
Estudiaba en la jornada de mañana y tarde, así que
debía ir a la casa a almorzar y hacer el recorri-
do cuatro veces al día. En ese ir y venir veía a los
artesanos de la época y me gustaba pararme en
las cercas de los patios a verlos trabajar. Recuerdo
que me generaba mucha curiosidad el material que
usaban los que se dedicaban a hacer máscaras. En
esa época, las máscaras se hacían en barro y ese era
el molde que después se empapelaba y se cobaba.
Tendría unos siete años cuando pasado el
carnaval me fui pal’ arroyo y solito busqué barro.
Ahí empecé a ensayar. Eso era para mí un gusto,
nunca pensé que a través de la elaboración de
máscaras recibiría un día la medalla a la maestría
otorgada por Artesanías de Colombia y el Ministerio
de Desarrollo y Turismo, como efectivamente me
la dieron en 2006; competí con ciento veinticuatro
expositores de todo el país.
A mí toda la vida me gustó disfrazarme. Yo
veía la gente adulta y le decía a mi mamá, este
año me voy a disfrazar de gorila, y ella me hacía
el vestido y yo confeccionaba la máscara; el año
siguiente me voy a disfrazar de burro, yo hacía la
máscara y ella me hacía el mameluco y así todos
los años cambiaba hasta que fui creciendo y entré a
participar en las danzas de ese tiempo que iban para
Barranquilla, en representación del municipio de
Galapa, hasta que un día quise salir con lo mío que
eran las máscaras. Fue entonces cuando creé Selva
Africana, una comparsa de tradición popular
que me ha traído muchas satisfacciones.
Estoy casado con Farides Meola
Marchena y tenemos tres hijos con
quienes trabajo prácticamente
durante todo el año: Luis D. que
es artista plástico y director
artístico de la comparsa, él es
quien diseña y dice, “esto va
aquí, esto es así”, también es
el encargado del maquillaje
de los artistas que salen en
nuestro grupo; le da la forma,
las características del animal
en el maquillaje. Javier es
publicista y diseñador, y también participa en la
comparsa. José, el segundo, se metió a la Policía y
vive ahora en Bogotá, él personificaba a la cebra y
hacía una puesta en escena muy bonita.
He sido instructor para la elaboración de
máscaras en el Colegio María Auxiliadora en la Paz,
de Ciudad Modesto, aquí en Galapa, y de Artesanías
de Colombia. Así fui juntando plata y compré la
casa donde vivo y donde funciona también el taller.
He hecho varios cursos, entre los cuales recuerdo
con especial cariño uno sobre memoria ancestral
y manejo de espacios alternativos, dictado por la
Fundación Carnaval de Barranquilla en 2006, y otro
sobre gestión y construcción de carros alegóricos en
Río de Janeiro, Brasil.
Siem
pre he dicho que carnaval sin máscaras no es carnaval.
Siempre h
e dicho que carnaval sin máscaras no es carnaval.
He recibido varios premios
y reconocimientos, entre
ellos el más anhelado
por los artistas hombres
del carnaval: en 2013 fui
elegido rey Momo del
Carnaval del Bicentenario.
ALEGRíA TOTAL EL DíA DE MI CORONACIÓN COMO REY MOMO CON LA
COMPARSA SELVA AFRICANA.
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Soy Lucy Vengoecheaartista del carnaval
Directora de Perla del Caribe
Soy docente en ejercicio, licenciada en Español y
Literatura y especializada en Pedagogía del Folclor.
Nací y vivo en el municipio de Soledad. Desde muy
niña aprendí a valorar la danza folclórica a través de
mis padres, razón por la cual me gusta y la difundo.
Gracias a mi experiencia en el campo de la
educación inicié mi proceso para formar a los estu-
diantes no solo en lo cognitivo, sino también en la
danza, y creé Perlas del Caribe, que incursionó por
primera vez en el Carnaval de Barranquilla en 1981.
Durante estos 34 años de participación en
el carnaval he fortalecido mi sentido de perte-
nencia e identidad cultural y lo he aplicado en
los talleres teórico-prácticos en la institución
educativa donde laboro y con los integrantes
de Perla del Caribe.
La formación es uno de los pilares
relevantes para los niños, niñas y jóvenes,
de ahí también nació la idea de llevar a
cabo en 1994 el Carnaval de los Niños
interbarrios, intermunicipal y regional
para compartir todas las manifestacio-
nes representativas del carnaval.
¡Alegría, color y sabor! Orgullosamente soledeña
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Soy Luis Orellanoartista del carnaval
Director de Muertes y Diablos
Nací en Galapa en 1958, en la misma casa en la que
vivo actualmente y donde siempre he vivido. Aquí
vivieron mis papás y mis abuelos. Mi madre era
cumbiambera, bailó en el Congo Grande de Galapa,
que tiene 129 años, ella era de tradición. De niño
me levanté en eso, viendo a los demás disfrazarse, y
a mis padres apoyando a los grupos y seguí los pasos
de ellos.
A los nueve años participé como integrante
en una danza de tigre que hubo en Galapa. A los
veinte años formé parte del grupo Afrigalapongo y
después pasé a los Indios Apaches de Galapa, una
comparsa muy grande que ganó muchos premios,
todavía existe, no está participando en Barranquilla,
pero participa en nuestro municipio. Luego seguí a
Selva Africana hasta 1993 cuando decidí rescatar el
disfraz de la Muerte que había desaparecido de mi
pueblo.
Cuando niños íbamos a Barranquilla, por
allá en los setenta. No existían los desfiles que hay
ahora, ni el de la Vía Cuarenta, ni el de la cuarenta y
cuatro. Antes uno desfilaba en el Paseo Bolívar, ahí
mismo era la presentación. Me acuerdo que concer-
tábamos un camión, en esa época era camión, y
paseábamos a Barranquilla. En las casas nos daban
plata y ahí recogíamos fondos.
Tengo cuatro hijos a los que he educado con
sacrificio. Ha sido duro porque yo no tuve ayuda
económica para salir adelante, pero uno saca
fuerzas. Tengo un negocio de tapicería que funciona
en mi casa. Me moriré feliz y tranquilo. Mi hija
mayor se llama Diana Cecilia y ya está terminando
Ciencias Sociales, le sigue Luis Alfonso que es arqui-
tecto y trabaja en la Alcaldía de Barranquilla, el otro
es Delvis que estudió en el Sena y trabaja en una
empresa de ascensores, y la última es Yolanis que
está estudiando en la universidad. Mis hijas hembras
y los nietos siguen con la tradición y me ayudan en
todo.
A mucho honor soy indígena mokaná, fui
gobernador del cabildo indígena durante tres años
y presidente de la acción comunal de mi barrio. Me
gusta trabajar por la comunidad. Estoy en contra
de la inequidad y la injustica, y siempre lucho por la
igualdad. El medio ambiente también me preocupa,
soy promotor ambiental.
Hoy soy reconocido popularmente como
Lucho la Muerte.
Mis hijas hembras y los nietos siguen con la tradición.
Mis hijas hembras y los nietos siguen con la tradición.
Algunos de los integrantes
del grupo son parte de
la familia. Antes de salir
nos ponemos a ensayar.
Normalmente citamos a las
nueve de la mañana para
que se vayan maquillando,
luego se les brinda
sancocho tradicional con
costilla, pollo y cerdo
para que tengan fuerza y
puedan danzar. Cuando
reposan, se hace un ensayo
frente a la sede con música
para tener una buena
presentación en el desfile.
WILKI CARRILLO.
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Soy Luz Elena Güetteartista del carnavalJefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa
Me hice artista del carnaval a los trece años cuando
comencé a bailar con mi papá quien pertenecía al
Congo Campesino. Él no era director en ese entonces,
pero nos inculcó desde niños eso de bailar y querer esta
danza. Alcancé a bailar en ella unos siete años hasta
que dejaron caer la tradición.
Por fortuna el 16 de febrero del noventa y
cuatro, mi papá decidió rescatar el congo. Yo no pude
salir con él porque estaba recién parida de mi primer
hijo, pero mis hermanos salieron junto con otras siete
personas y una sola bandera nada más, una banderita y un
solo tambor. Al siguiente año sí fuimos una multitud, yo saqué a mi
hijo de un año, me disfracé con ellos y empecé a seguirle la pista al
carnaval, hasta hoy en día cuando sigo vestida de congo.
En el día a día soy madre comunitaria, esto desde que tenía
diecisiete años. Trabajo con el ICBF de ocho a cuatro, tengo a mi cargo
trece niños; con ellos hago actividades relacionadas con el carnaval y por
supuesto con el Congo Campesino.
En todo lo que puedo le ayudo a mi padre, estoy pendiente de qué
hay que llevar a la Casa del Carnaval, qué es lo que se necesita aquí en
Galapa y en la Gobernación del Atlántico.
En el universo de los congos, soy la única mujer que usa pantalón. Todo
empezó un año en el que mi papá no tenía jefe de cuadrilla que organizara
todos los congos, entonces dije, “yo me pongo un pantalón y los organizo, y
bailo como congo”, y así fue. Recuerdo que el primer año le dije a todos los
señores: “Cuando subamos a la tarima de carnaval, eso va a ser candela
porque vamos a hacer esto y esto y esto, ustedes me van siguiendo
en todo lo que yo haga”, y ellos me siguieron. Ese año ganamos el
primer Congo de Oro, de eso hace cuatro años. Hoy en día dirijo
todos los congos y mi hermana la mayor dirige a las mujeres.
Tengo tres hijos, dos varones y una niña. Los niños salen
conmigo en el congo.
En el universo de los congos, soy la única mujer que usa pantalón.
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Soy Magaly Esther Salasartista del carnaval
Directora del Garabato de la 8
Esta foto es en
el bus rumbo al
desfile Carnaval
de los Niños 2015,
acompañados por
los padres de apoyo.
Nací el 9 de junio de 1962, en el hogar de una
familia hermosa, unida y parrandera. Desde pequeña
me llevaron a los desfiles de carnaval disfrazada.
Estudié la primaria en el Colegio María
Auxiliadora, el bachillerato en el Instituto
Pestalozzi y soy enfermera egresada de la
Universidad del Norte. Actualmente trabajo en
el Centro Regulador de Urgencias, Emergencias y
Desastres (Crued) del departamento del Atlántico.
Estoy felizmente casada con José Sanjuán
Gordon y somos padres de un hermoso tesoro
que se llama María José, quien con mi familia y mi
hermana Martha son los pilares fundamentales
para el éxito del Garabatico y Garabato de la 8 en el
Carnaval de Barranquilla. Desde hace cinco años mi
hija es la coreógrafa del grupo.
Junto con mi hermana, Martha Salas, elabora-
mos el vestuario y los accesorios de cada año. De esa
forma ayudamos a los bailarines.
Vivo agradecida de Dios, del apoyo de mi
familia, de mis padres, de mis amigos y de mis
bailarines porque sin ellos no hubiéramos logrado
catorce congos de oro hasta la fecha con los dos
grupos.
Con mucho orgullo he sido elegida por los
directores de todos los grupos infantiles como su
representante ante el Comité Artístico del Carnaval;
allí he apoyado el evento Semillero del Carnaval
2014 y 2015, en el que más de ochenta grupos
demuestran que la tradición y los niños son el futuro
y la salvaguarda del patrimonio de nuestro carnaval.
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Soy Manuel Antonio Pérez Herrera artista del carnaval
Director de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río
A mí me formó el maestro José Evangelista Merito
Mendoza. Recuerdo que cuando niño nos transmi-
tía sus saberes de canto y los golpes de tambores y
la guacharaca para acompañar la música de son de
negro, son de pajarito, bullerengue y los ritmos de
sexteto, conocimientos que a su vez he trasmitido
a muchos niños y jóvenes de la localidad y de la
región, como por ejemplo a mi hermano Reynaldo,
un gran músico de quien me siento muy orgulloso.
De muchacho en Santa Lucía, formé con él mi
primer conjunto, de nombre Toño y sus Brillantes, y
en Manatí, con mis compañeros de colegio, creamos
el conjunto Los Muele Maíz. Esas agrupaciones
musicales se conservaron y producto de ellas hoy
se conoce el Sexteto Son de Negro, grupo musical
con el cual hemos hecho infinidad de grabaciones,
escuelas de formación y nos hemos paseado por
toda la geografía colombiana y visitado a muchos
países de las Américas y de Europa.
Mis estudios primarios los hice en Santa Lucía
y recuerdo con orgullo a mi profesor César Ospino
Andrade, ilustre forjador de hombres de bien. Los
estudios de secundaria los cursé en el Colegio San
Luis Beltrán de Manatí, de donde salí con el título
de Bachiller Académico, con cédula de ciudadanía y
libreta militar. De allí recuerdo con orgullo al sabio
Aristóbulo Henríquez y a Jaime Mercado Orozco,
ilustre profesor y amigo, entre otros.
Soy doctor en Ciencias de la Educación,
magíster en Educación y Cognición, especialista
en Evaluación Educativa y licenciado en Educación
Musical. Me he desempeñado como docente de la
Normal La Hacienda, en Barranquilla y como profesor
investigador en la Universidad del Atlántico. Soy músico
profesional (cantante y compositor), escritor, productor
musical y documentalista. Fundé y dirijo desde el año 2000
el grupo de investigación Música, Cultura y Tradición, de la
Universidad del Atlántico.
En 1996 fundé el Festival Son de Negro y en 2011 la Fundación
Festival Nacional Son de Negro, ambos escenarios en el municipio Santa Lucía,
Atlántico. En 1997 creé la Corporación para la Investigación Etnomusical Son de Negro
y en 2011 en calidad de egresado del Colegio de Bachillerato San Luis Beltrán de Manatí,
Atlántico, logré materializar la idea de crear la Fundación Festival Nacional Son de
Pajarito, trabajo de gestión e investigación para promocionar, divulgar y salvaguar-
dar los lenguajes artísticos culturales y la tradición oral de las localidades de
la región del Canal del Dique, el Bajo Magdalena y el Caribe de Colombia.
Recibí el IV Premio Andrés Bello Somos Patrimonio y he obtenido once
congos de oro con las danzas Son de Negro y Son de Pajarito.
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Soy Maribel Egea Garcíaartista del carnaval
Directora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos
y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval–
Soy barranquillera de pura cepa, abogada y profe-
sional en danza, de padre y madre barranquilleros,
Orlando Egea Fábriga y Lilia García de Egea. Siendo
niña mi madre me llevaba a la Batalla de Flores y
gozaba con los disfraces que veía transitar por las
anchas calles de mi barrio San Felipe. Para mí era
delirante ver levantarse el polvo cuando marchaban
las danzas de congo, que despertaban en mí respeto
y admiración. Recuerdo también a los negros
tiznados, que llevaban una cuerda para acorralar a
la gente y pedirle plata, y a los disfraces de gorila
hechos de flecos, que cuando se me acercaban me
emocionaban y a la vez me llenaban de miedo,
entonces salía corriendo a esconderme detrás de la
falda de mi mamá. Mi madre nos vestía de colores
vivos, nos ponía penachos en la cabeza y maquillaje
exagerado. Algunas veces nos disfrazaba de indias
o de payaso, esto último para imitar a un tío que
usaba ese disfraz con nariz grande.
Recuerdo bailar a solas en la terraza al ritmo
de la música estruondosa de un pick up ubicado al
frente de mi casa. En el barrio solía mirar las verbe-
nas, escondida, y bailar entre las palmeras viendo a
la gente grande bailar, porque no era permitida la
entrada a menores de edad.
Mi vida transcurrió entre mi escuela secun-
daria en el Colegio INEM y la Escuela de la Danza
Folclórica del maestro Carlos Franco Medina.
Participé por primera vez en una de las comparsas
de tradición popular que él dirigió llamadas ¡Y del
agua qué! y El apagón, cuya intención era protestar
porque en esa época nos quitaban constantemente
el agua y la luz. Desde entonces he sido bailari-
na, coreógrafa, investigadora, maestra de danza y
dirigente.
A mucho honor puedo decir que además
de la escuela mencionada, he estado vinculada a
actividades de las más prestigiosas academias de
Barranquilla como lo fue el Real Ballet del Atlántico,
que dirigió la maestra Yamile del Castillo, y como
bailarina asistí al acto de entrega del premio nobel a
Gabriel García Márquez en Estocolmo en 1982. He
representado la danza y el Carnaval de Barranquilla
en giras nacionales e internacionales por Francia,
Martinica, España, Venezuela, Perú, Cuba y Corea
del Sur. He tenido cargos de responsabilidad en
agrupaciones de artistas del carnaval entre ellas
Folkcarnaval, Corporación para la Salvagauardia
de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval
de Barranquilla, he sido investigadora y jurado de
este por más de quince años. Desde 2010 dirijo uno
de los más importantes proyectos de mi vida: la
cumbiamba Las Tres Colombias donde formamos las
nuevas generaciones y trabajamos para preservar la
cumbia.
Soy feliz siendo quien soy. Entre anécdotas,
risas, llantos, alegrías, tristezas, éxitos y fracasos he
conquistado el mundo y sobrellevado mi vida como
artista del Carnaval de Barranquilla.
Soy madre de tres hijos: Alejandra, Luis
Eduardo y Henry Nicolás , y abuela de Luis Ángel.
Iván Lasprilla Reatiga fue mi esposo, mi eterno
amor y el mejor padre. Asistí al acto de
entrega del premio
nobel a Gabriel
García Márquez en
Estocolmo en 1982.
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Soy Marleny Cortés Osorioartista del carnavalDirectora de Son de Mar y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab—
Soy colombiana, barranquillera de adopción,
amante del arte y de la vida. Estoy totalmente
convencida de que en el encuentro del carnaval
tenemos la mejor opción de vida armoniosa, pues
aunque este se ve como una locura, como un derro-
che, casi como un desfase, inmerso en ese desfase
está el encuentro, el arte, la creatividad, el amor, la
amistad, la vida, el goce.
Siempre he creído, y así lo transmito a mis
estudiantes, que el sentido principal de la vida, casi
único, es ser feliz y las rutas para llegar son el hogar,
el estudio, el trabajo, el amor, el respeto.
Como docente y como artista siento que he
encontrado la felicidad con mis hijos, mis alumnos,
mi escuela y el carnaval.
Mi primer contacto con el Carnaval de
Barranquilla fue como espectadora en los desfiles,
luego asistí con mi esposo a bailes de carnaval,
después empecé a dirigir comparsas en los clubes
Italiano, Unión Española, Colonia China, Alemán y
Campestre. Así se empezó a conocer mi trabajo
como coreógrafa y cualquier día alguien de La
Casa Carnaval me dijo: “Tú no quieres el
carnaval, eres coreógrafa y no tienes
una comparsa”. Me dejó pensando. En esos días
regresó mi hija Carmenmá de Hawái, a donde había
ido a hacer un curso de folclor de las islas y cuando
le comenté lo que me habían dicho, me dijo:
“Hagamos una”. El tema de Hawái estaba fresco
entre nosotros, lo pensamos y todo el año 1996 fue
planear, organizar y armar. Así nació Son de Mar en
el carnaval de 1997.
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Soy Martha Salasartista del carnavalDirectora de El Garabatico de la 8
Mi nombre es Martha Cecilia Salas González. Fui hecha en los carnava-
les. Nací el 11 de noviembre de 1968, así que mi amor por el carnaval
es desde siempre. Mis padres me llevaban a todos los eventos, me
enseñaron a vivirlo. Fui creciendo con esa vena hacia el carnaval. Orgu-
llosamente lo digo, soy cien por ciento costeña y carnavalera.
Soy emprendedora, echada pa’ lante, íntegra, excelente
ama de casa, esposa y madre, muy colaboradora, sencilla,
católica y con carácter fuerte a la hora de dirigir a mis
bailarines en los ensayos y eventos. Dios me ha dado
mucho talento.
Trabajo como decoradora de eventos socia-
les. Diseño el vestuario de mis bailarines (vestidos,
zapatos, tocados y accesorios). Comparto y transmito
mis saberes de manualidades y decoración de las capas
de los vestidos de los hombres y les enseño a decorar sus
sombreros, y a las chicas sus tocados y vestidos.
Para mí el carnaval es amor, goce, alegría y derroche
de imaginación.
Mi nieto
Santiago Ortiz
aquí luce un
vestido y capa
decorados por
mí. Participa en
la danza desde que
tenía cinco meses e
iba en coche.
Aquí estoy haciendo en
miniatura el vestido, el
arreglo de cabeza y la
capa del garabato que
aparecen en esta página.
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Soy Matilde Herrera artista del carnavalDirectora del Sexteto Kumbé
Nací en Palenque. Soy licenciada en Ciencias Socia-
les y Económicas. Trabajo en la IED Costa Caribe
de Barranquilla. Tengo tres hijos: Denia, médica
internista; Esther, ingeniera, e Isaac, músico. Estoy
felizmente casada con José Piñeres Warf.
Mi fortuna fue haberme encontrado con el
maestro Carlos Franco Medina; él cambió mi vida y
me convirtió en la persona que soy. Trabajo como
profesora de danzas. Me gusta mucho lo que hago,
soy muy feliz y por eso trabajo sin sueldo para el
Carnaval de Barranquilla tratando de enseñar y
dejar un legado a los jóvenes afrocolombianos y,
en general, dar a conocer la cultura palenquera.
Me gusta trabajar con la comunidad cuidando a los
jóvenes para que le puedan prestar un buen servicio
a la sociedad y para que a través del arte consigan la
felicidad.
Tengo la Fundación Cultural Afrocolombia-
na Kumbé, que me permitió viajar por el mundo.
En 1982 acompañé al premio nobel de literatura
Gabriel García Márquez a Estocolmo, esto me dio
mucha seguridad y orgullo; luego estuve en las
ferias internacionales de Madrid, Berlín, Londres,
Argentina, Brasil, China, y en África (en Zambia y en
Congo).
Trabajo con las casas distritales de cultura en
los barrios Las Flores, La Playa y Paraíso.
En 1982 acompañé
al premio nobel de
literatura Gabriel
García Márquez a
Estocolmo.
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Soy Mónica Lindoartista del carnaval
Directora de Torito en Carnaval
Para mí el carnaval
es un espacio de
encuentro, de
fraternidad y tolerancia,
es la desconexión total
de una rutina que sume
a los seres humanos en
preocupaciones
y estrés, y las convierte en
alegría y tranquilidad.
este gran maestro que supe qué era prepararse,
desfilar y concluir el sueño de estar en una compar-
sa, vivir la experiencia de organizar vestuarios,
utilerías, coreografías e interactuar con los integran-
tes que formaban parte de la agrupación.
Con cada participación en desfiles aprendí de
dónde brotaba la alegría y el entusiasmo colectivo,
pero también conocí la tristeza tras un carnaval en
el que los recursos económicos fueron invertidos sin
medida y se perdió de vista que la vida el Miércoles
de Ceniza vuelve a la realidad.
Me hice artista del carnaval primero bailando,
es decir, como integrante de una agrupación, luego
ayudando a organizar, después coreografiando y
hoy día dirigiendo y proyectando producciones
artísticas.
En la escuela de Carlos Franco conocí a Robin-
son, el compañero de vida, de trabajo y de andanzas
con quien sostuve ocho años de amores a escondi-
das porque estas relaciones entre compañeros de
grupo no eran permitidas. En 1994 formalizamos
nuestra relación de la cual surgió Moisés, quien
me transformó y se volvió el centro de nuestro
universo.
Hoy la danza se ha convertido en mi amante,
trabajar para el carnaval es mi pasión y enseñar
mi adicción, por eso comparto mi tiempo entre la
Universidad del Atlántico, mi compañía y la escuela
de danzas. Sueño cada día con que el oficio del
bailarín sea valorado como una profesión, con
que el carnaval siga siendo la cuna en la que se
arrulle la tradición sin perder su vigencia.
Soy una ciudadana del universo, carnavalera, madre,
esposa, hija, maestra. Fui bautizada con el nombre
de Mónica Patricia Lindo de Las Salas, nacida a la
orilla del río Magdalena en la ciudad de Barran-
quilla, en el seno de una familia poco carnavalera,
criada por abuelos maravillosos que me enseña-
ron el valor de la palabra y la responsabilidad y a
quienes su religión no les permitía deleitarse
con las mieles de las fiestas llamadas por
ellos “mundanas”.
Llegue a la danza en el último año de
bachillerato cuando una alumna del que sería
también mi maestro de la danza, Carlos Franco,
llegó a enseñarme el mágico mundo de
ese arte. Fue de la mano de
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Soy Mónica Ospinoartista del carnavalDirectora de Las Farotas de Talaigua
Soy Monica Ospino Dávila, La Farotica. Soy una mujer
de cuna y de estirpe ancestral caribe. Las fiestas,
las tradiciones y el danzar de este baile mile-
nario que constituye Las Farotas de Talaigua
forman parte de mi ser y de mi sentir.
Pertenezco a una gran familia nacida
al pie del río Magdalena, fui criada con base
en buenos valores y crecí con las notas de
las cantoras naturales del Bajo Magdalena, que
oía cuando cruzaba las calles alumbradas con mechones bajo el
embrujo de los sonidos melodiosos de la carrucha y los golpes del
tambor.
La mía es una herencia que he recibido con orgullo, que deseo
mantener como guerrera de raza que hace honor a Etelvina Davila,
La Farota Mayor, mi madre, y por la satisfacción de realzar un legado
que ha hecho historia en una tierra lejana donde sucedieron los
hechos que hoy día contamos a través de la danza.
Soy fisioterapeuta, con especialidad en Salud
Ocupacional, ferviente enamorada de todo lo que
tenga impregnado la cultura farotera de
corazón, esposa de Roberto y
madre de Víctor y Samuel.
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Soy Orlando Barrios artista del carnavalDirector de Ánimas Rojas de Rebolo
Lo que más me gozo es cuando yo estoy
rezando y el público se ríe a carcajadas al escuchar
mis versos. A veces la gracia no está en el rezo, sino
en el coro.
Mi profesión es albañil y artista del Carnaval de
Barranquilla, proveniente de una familia que tiene
136 años de tradición en él.
Como artista deseo seguir adelante entre los
mejores del carnaval, y estar siempre en la cima, allá
arriba.
La fiesta del carnavalpara mí es una gran pasión,la disfruto y la gozo legal,con alegría de mi corazón.
Pregonando mis letaníaspa’ que el pueblo se ría.
Con esas tremendas carcajadasmi alma se llena de alegría,porque las letanías cotizadaslas hago yo con mi sabiduría.
Con una grandiosa satisfacciónporque soy de la tradición.
Hoy me siento orgullosopor cincuenta años gozados,las menciones que me han hecho famosoy con los premios que he ganado.
De entidades gobernantescon mi disfraz de comediante.
Me llamo Orlando Barrios Mendozadirector de las Ánimas Rojasen el carnaval que se gozapor donde quiera que lo coja.
Soy el director de las letanías Ánimas Rojas, antiguas
Ánimas Negras de Rebolo, fundadas el sábado
de carnaval de 1930 por José Dolores Gutiérrez.
Recuerdo que de niño yo me iba detrás del grupo y
él siempre se daba cuenta y decía, a este pelao le van
a gustar las letanías. Y así fue.
En 1964, siendo fanático de las Ánimas Negras,
mi hermano José Barrios decidió pasarse a las
Ánimas Azules y yo entré a empuñar la bandera de
ese grupo. Así pasaron varios años; mi hermano me
daba el libro para que rezara en las casas a las que
llegábamos. En esa época ya hacía versos de letanías,
claro que con una rima, hoy en día la mayoría de los
grupos de letanías hacemos con dos rimas.
En 1974 mi hermano se fue para el Torito Ribe-
reño y entonces yo quedé como director del grupo.
Hoy en día me encuentro muy orgulloso de
ser el director de Las Ánimas Rojas de Rebolo, que
tienen 84 años de tradición. Gracias a José Dolores
Gutiérrez hemos recibido muchas menciones por
parte del Gobierno, por eso hoy resalto el nombre
de este señor:
El famoso José Dolorescomo pregonero fue el primerohaciendo versos de mil colorespal carnaval barranquillero.
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Soy Óscar Barrios artista del carnavalDirector de El Toro Grande de Rebolo
Nací el 17 de octubre de 1952 en el barrio Rebolo
de Barranquilla. En la actualidad tengo cinco
hermanos absolutamente carnavaleros. Pertenezco
a la familia Barrios que representa a mucho honor
El Toro Grande desde 1875. Es una tradición que
heredé de mis antepasados, más exactamente de
mi abuelo paterno José Trinidad Barrios Orozco, a
quien apodaban “Manotrini”.
Yo me inicié en 1968 con Las Ánimas Rojas de
Rebolo (letanías). En 1974 comencé como cumbiam-
bero en La Revoltosa, que reapareció ese año y
estuve ahí hasta 1979. El difunto Bernando Guzmán,
quien fue rey Momo me invitó a formar parte de la
disfrazado de congo, le respondí, pero con
los calores del trago le dije: Vamos a hace
una vaina, yo salgo, pero llevo la misma
tela que llevas tú y José Barrios. Yo no voy
a salir menos que otro. No hay problema,
me contestó. Le dije, además, salgo el domingo,
el sábado no. A todo me dijo que sí.
Llegó el día y yo no pensaba sino en la
salida. Me fui pa’l cuarto con una botella de
ron blanco… Tenemos la costumbre de
que a las siete de la mañana ya la gente
está cambiada, disfrazada, y sale por el
vecindario a rebuscarse. Yo vistiéndome,
me afanaban… disfrazándome de congo.
Salí con todo, gafas y turbante puesto.
Carlos nunca me había visto de congo, sí,
de congo, empecé ahí, le cogí la maña
y hoy en día soy el director de la danza
y ahí estaré hasta que las fuerzas me
acompañen. Por el gen carnavalero no
pude escaparme de hacer carnaval, esto en
mi familia es sagrado.
cumbiamba El Gallo Giro. Ledis Muñoz y mi persona
fuimos los primeros capitanes de ese grupo; estuve
con ellos hasta 1986, año en el que se inauguró el
Estadio Metropolitano y donde nos presentamos
ante cien mil espectadores. Ese fue mi último acto
con El Gallo Giro.
En agosto de 1986 con unos compañeros
fundamos la cumbiamba Ritmo Rebolero, que
duró hasta 1991. En 1992 la Universidad Autónoma
formó una cumbiamba, yo trabajaba allá, pero no
quería hacer parte de ella, veía que los movimientos
no eran los tradicionales, y a mí me gusta bailar la
cumbia tradicional. Me fueron a visitar: “Sabemos
que eres cumbiambero, para que
hagas parte de la cumbiamba”.
Acepté. Salimos en la Batalla de
Flores y la Gran Parada.
Un domingo de carnaval en
1992 me encontré con Armando
Zambrano en la Gran Parada
en la Vía 40, y le dije que no
salíamos ni lunes ni martes. Él
me propuso que me presentara
a La Arenosa de cumbiambero, y
bailé martes de carnaval con La
Arenosa.
En diciembre de 1992,
tomando con un compadre,
Carlos Romero, él empezó a invi-
tarme para que saliera en El Toro
Grande. Yo era el único que no
salía en el congo. Nunca me he
El congo pelea
con el toro, que
representa la
fuerza. Es un rito
tradicional del Toro
Grande de Rebolo.
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Soy el típico hombre caribe, esquinero, carnavalero, jugador de bola de
trapo, sincero, amable, amigable. Soy amante del fútbol —en especial
del equipo Junior—, de la música folclórica, de la salsa, del bolero, la
balada y la música clásica. Soy músico empírico.
Estudié Trabajo Social y en la actualidad estudio música en la
Escuela de Arte Distrital –EDA–. Trabajo en el Plan Nacional de la
Música para la Convivencia –PNMC– del Ministerio de Cultura con lo
cual pretendemos aportar al fortalecimiento de la música tradicional
en los municipios del departamento del Atlántico.
Como buen barranquillero el carnaval siempre ha estado en mí.
Llegué a participar activamente en él en 1979 con la comparsa Estam-
pas Negras de Palenque, dirigida por el maestro Abraham Cáceres
donde desfilé durante cerca de cuatro años.
Al independizarme creé un grupo musical y comenzamos a desfi-
lar con diferentes cumbiambas: La Sabrosa, Ciclón del Norte, Cumbión
Ñero, La Gigantona, entre otras. Con humildad puedo decir que
aportamos nuestro granito de arena en la música del carnaval. Además
rompimos el esquema de los uniformes blancos pues por primera vez
en la Batalla de Flores se presentó un grupo musical vestido de color
caqui. Fuimos evolucionando musicalmente creando un estilo nuevo de
música tradicional.
Luego llegó la etapa de integrar las orquestas. Comencé tocando
en el Hotel el Prado, de planta, luego pertenecí a la orquesta de Juan
Piña. Introduje los tambores típicos de nuestra región. Así trabajé en
las diferentes orquestas de Barranquilla. Luego grabé un LP. Cree el
ritmo de la canción “La tumbacatre”.
Siempre he resaltado nuestra música tradicional, la he grabado en
acetato y CD y he tocado en diferentes países como Aruba, Venezuela,
España y Alemania. Mi deseo es seguir aprendiendo para continuar
difundiendo nuestra amada música.
Vivo con mis padres en el barrio Olaya. Estuve casado, de dicho
matrimonio hay una hija, Pilar Sánchez Rodríguez, que tiene 26 años y
vive en Cali.
Soy mar, río, música, carnaval. ¡
Soy ca
ribe
!
Soy Rafael ‘Fito’ Sánchezartista del carnaval
Músico
Aquí estoy con Sandra
Navas, capitana en ese
entonces de la cumbiamba
El Gran Carajo.
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Soy Rafael E. Morales Cañasartista del carnaval
Director de Indios Farotos de Villanueva,
Los Indios Caribanos y El Cuarteto
Soy natural de Zambrano, Bolívar, donde nací el 10 de octubre de 1949.
Viví unos años en Pinillos y estoy radicado en Barranquilla desde 1976.
Soy carnavalero de pura cepa. La historia de cómo me hice
carnavalero es esta. Cuando yo tenía diez años de edad, en Pinillos,
mi pueblo, los ensayos para el carnaval iniciaban en octubre. Danzas,
comedias y disfraces poblaban las plazas del pueblo las noches de
sábados y domingos.
Los Indios Farotos ensayaban en el Barrio Abajo a las siete de
la noche. Yo no me perdía un ensayo. Su capitán se llamaba Torcuato
Obregón y antes de iniciar prácticas revisaba si estaban completas las
parejas o faltaba alguien. Fue una de esas noches cuando empecé a
bailar. Como faltaba un parejo, Torcuato me preguntó: “Rafa, ¿quieres
danzar? Ven que falta uno”. Sin pensarlo le dije que sí, entré a la fila,
pero le dije que tenía que hablar con mi mamá. Yo sabía cómo era ella.
Yo contento porque estaba bailando. Antes de que se terminara
el ensayo mis amigos corrieron y le contaron a mi mamá que estaba
bailando indio, así que cuando llegué a la casa ella ya sabía y me dijo:
“¿Que estabas bailando de indio? Ya me contaron. Que tu capitán
hable conmigo, yo no tengo plata para las telas”.
El domingo antes del ensayo estuvieron en la casa el capitán
Torcuato Obregón y la capitana Sixta Mejía y dialogaron con mi mamá.
Yo escuché todo. Luego ella me preguntó si yo quería bailar, le dije
que sí y me dio permiso. Yo más contento que cachaco en playa, salí
corriendo a contarle a mis amigos.
Desde entonces estoy en el carnaval. Mi papá era gaitero y mi
mamá, muy alegre, no se perdía un carnaval. Me apoyaron mucho en
todo lo que hacía. Desde el domingo que hacíamos el desembarque en
canoas a las seis de la mañana, hasta el martes de carnaval, recorríamos
las calles. El domingo salíamos al rebusque en los pueblos vecinos y
regresábamos el Miércoles de Ceniza. Esta es la historia que me hizo
carnavalero hoy hace 53 años de alegría y folclor.
El goce del carnaval es algo que se siente, que se vive con
alegría y armonía familiar los 365 días del año. Cuando se va el carna-
val con la muerte de Joselito ya estamos pensando en el siguiente y
en la innovación del grupo, cómo vamos a salir, cómo van a ser los
vestidos, los disfraces, los colores, el calzado, la danza, y le pedimos
a Dios que nos dé salud para iniciar de nuevo las actividades. Nuestra
vida es carnaval, nuestra pasión es carnaval, nuestro goce es carnaval.
En la actualidad estoy casado, tengo cinco hijos y dieciséis nietos.
Soy licenciado en Humanidades y Educación Básica con énfasis en
Lingüística e Idioma Extranjero. No trabajo. Colaboro con la
Regia de Barranquilla y con la Arquidiócesis. Soy presidente
de Praesidium María Madre del Buen Consejo, Legión de
María, corresponsal por la Regia en Magdalena (Bolívar) y
catequista en la U. O. San Nicolás de Tolentino en el centro
y en mi comunidad.
Presido Foculremoc y soy director de los Indios
Caribanos, de los Indios Farotos y de la comedia
El Cuarteto. Bailo todo el año muchas músicas
y ritmos de mi país. Escribo versos, canciones
folclóricas, poemas y tengo nociones de
canto.
En el Carnaval de
fa
ltar una buena peluca.
Barranquilla no puede
Con el gorro
del Joe Arroyo
y mi atuendo
carnavalero estoy
listo para gozar en
una presentación.
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Soy Robinson Liñán Ríosartista del carnavalDirector de la Corporación Cultural Barranquilla
En 1994 Mónica Lindo y yo finalmente nos casamos después
de diez años de un amor clandestino. Ambos bailábamos en
la Escuela de Danza Folclórica de Barranquilla que dirigía el
maestro Carlos Franco, ahí nos conocimos y enamoramos, pero
él tenía prohibido amoríos en el grupo y como no queríamos
retirarnos ni de la danza ni de la música, vivimos un amor
escondido. Tras la muerte del maestro nos casamos. Lo hicimos
de noche y vestidos de cumbiamberos, en vez de bailar vals
bailamos cumbia, todos los invitados estaban vestidos de
cumbiamberos y de carnaval, fue algo muy especial.
Soy artista del carnaval, esa es mi vida.
Siempre que tomo mi flauta y mi tambor, el corazón me palpita con
mayor intensidad. Momentos vividos en este andar de carnaval se
arremolinan en mi mente y vuelvo a sentir esa felicidad desbordante
que experimento entre aplausos y vivas ante cada movimiento, cada
una de las figuras que con mi cuerpo y mis instrumentos brindo a un
público ávido de emociones.
La magia de la Noche de la Guacherna, desfile con el que
empiezo a vivir al máximo el carnaval, es siempre un torbellino de
emociones. Grupos van y vienen. Disfraces, faroles, música, en fin,
todo es goce. El público me anima, me vitorea y ello me contagia más
y más. Cada instante es más candente, el público baila y mi ímpetu
avasallador se eleva cada vez más. Entro en éxtasis. Oigo aplausos y
también yo aplaudo. Recuerdo aquella vez que un niño acompañado
de su madre preguntó: ¿Qué siente usted vestido así? ¿Por qué baila?
No supe qué responder en ese momento. Quizás he debido decirle: el
carnaval es mi vida.
Con mi flauta y mi tambor también he ido lejos, a escenarios
en el exterior a donde llevamos la magia musical de nuestra amada
Barranquilla. Una que jamás podré olvidar fue aquella calurosa
función en Maracaibo, primer sitio del exterior donde hice una gala.
Esa noche la Plaza Baralt se colmó. Había unas diez mil personas. Yo
estaba presuroso, nervioso, tenía a cargo varias intervenciones como
solista y solo pensaba en el público, y en cómo recibirían mi puesta
en escena. Recuerdo muy bien lo que sentí cuando anunciaron que
Danzatlántico, agrupación folclórica de la Universidad del Atlántico,
daría inicio al espectáculo. Tuvimos hora y media para hacer sentir
nuestro carnaval en tierras lejanas, darlo a conocer, brindar colorido,
gozo, sensaciones múltiples de esa mágica fiesta que nos transforma.
La presentación comenzó a calar entre la multitud, que a cada paso
y sonar de la caña elevaba su frenesí. Nos habíamos posesionado del
escenario. Los nervios quedaron atrás. Lo había logrado, con mis inter-
venciones había contagiado a esos miles de espectadores.
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Soy Rodrigo Ponceartista del carnaval
Danzante de Cipote Garabato
Es difícil identificar qué me llevó a reconocerme hoy en día como un artista
del carnaval. La formación recibida en el grupo folclórico del colegio militar
Asociación Colombiana de Suboficiales de las Fuerzas Militares de Colom-
bia en Retiro –Acoolsure–, donde estudié primaria y bachillerato, sembró
muchas inquietudes que me han acompañado en este camino; ahora que
lo pienso, creo que fue allí donde me hice danzante gracias a Matilde
Herrera, “mi Mati”.
¿Cómo no agradecer el afortunado destino que me llevó a salir
en 2007 por primera vez al carnaval, y la suerte de conocer a Daniela
Donado Visbal, reina del carnaval, a cuyo lado descubrí la enorme
riqueza que encierra este patrimonio, ya no solo nuestro, sino de la
humanidad? Casi sin darme cuenta llegaron mis primeros pasos en
la cumbiamba El Gran Carajo y con ella mi primer desfile en Bogotá,
escenario totalmente ajeno a los carnavales.
Pero sin duda, lo que marcaría por siempre mi existencia carnesto-
léndica serían Las Noches de Cheo, hoy
llamadas Viernes de Tambores
en Barrio Abajo, a donde
llegué una noche de 2009, y
que se convirtieron para mí en
una verdadera escuela. La cumbia
me había coqueteado, pero fue
allí donde caí rendido a su pies
gracias a un personaje de un
metro y medio de alto llamado
Germán Álvarez Cabrera, a quien
con el tiempo bautizaría “Caballero
de la Cumbia”. A él le debemos la
resurrección de un icono del
carnaval, la cumbiamba
La Gigantona, grupo
que dirige hace
14 años. Las respuestas a las preguntas del pasado
no se hicieron esperar para armar ese rompeca-
bezas que había quedado inconcluso; la cumbia se
apoderó de mí y La Gigantona me hizo suyo.
Más adelante otro gran ser humano marcaría
mi camino. Su nombre, Humberto Pernett, cofun-
dador de una leyenda del Carnaval de Barranquilla
en los años ochenta, la cumbiamba Cipote Vaina,
actualmente director de Cipote Garabato. Él me
mostró su grupo y yo me sentí en el Olimpo. La
danza del garabato era un enigma para mí, así que le
hice un millón de preguntas que me contestó hábil-
mente, y decidí gritar a los cuatro vientos: ¡Qué viva
la capa roja! ¡Ha nacido el Rodri Ponce, el garabato
que llegó para ser siempre grande!
En 2010 y 2011 el lente fotográfico de un
carnavalero me puso en la mira de toda la ciudad
y del mundo; Samuel Techerassi Barrera compar-
tía ese sentimiento que percibí en Germán y en
Humberto. Sammy me llevó en un viaje sin retorno
y en ese punto sentí que ya era parte de esto.
Los cumbiamberos que habían lamentado
que dejara la cumbia, cuando me vieron conver-
tido en garabato lo celebraron de una forma que
La cumbia y el
garabato son mis
danzas madre,
forman parte de
lo que soy y seré
dentro y fuera del
carnaval.
El espíritu de la
cumbia me siguió
todo el tiempo.
Hoy en día asesoro
grupos folclóricos,
especialmente
cumbiambas,
trabajo con ellas
con el fin de que
encuentren sus
fortalezas y crezcan
año tras año.
jamás olvidaré. Uno a uno pusieron botones de sus
grupos sobre mi capa; era como una forma de decir,
“que la cumbia que vive dentro de ti, te acompañe
siempre, así sea como garabato”. En un parpadeo
tenía botones y otros elementos ofrecidos por la
cumbiamba El Gallo Giro, La Revoltosa, Del Carajo,
El Gran Carajo, La Gigantona, El Cumbión de Oro,
El Golpe Currambero y La Arenosa.
El espíritu de la cumbia me siguió todo el
tiempo. Hoy día asesoro grupos folclóricos, espe-
cialmente cumbiambas, trabajo con ellas con el fin
de que encuentren sus fortalezas y crezcan año tras
año. Mi meta es que mantengan la esencia de la
cumbia y la proyecten hacia el futuro.
Mis estudios en gestión cultural me ha dado
herramientas para tejer un futuro entregado de
lleno a este mundo, pues soy de los que piensa
que la danza y la cultura son bases importantes de
nuestra identidad como caribeños. Por fuera del
carnaval ocupo parte de mis días como avalua-
dor de bienes inmuebles y auditor en Jave Licores
S. A., empresa que fabrica y distribuye ron blanco
y demás productos de la desaparecida Fábrica de
Licores del Atlántico.
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Soy Rubiel Badilloartista del carnaval
Diseñador y constructor de carrozas
Soy artista plástico y como tal me he vinculado al carnaval, aunque
bailo cumbia desde que me conozco. Soy padre de una hermosa prince-
sa llamada Carolina, quien es portadora de genes artísticos: baila, canta
y dibuja de lo lindo. Empecé elaborando tocados, disfraces individuales
y colectivos y otros pedidos especiales destinados a comparsas que me
encargaban amigos del medio cultural y artístico. Como me iba bien
y mi trabajo era valorado, me presenté a Carnaval S.A. para diseñar y
construir tráileres musicales. De eso hace cuatro años.
Mi primera carroza fue un homenaje a Joe Arroyo, un año
después de su fallecimiento. Me siento muy afortunado de haber
tenido la oportunidad de hacerlo siendo él uno de los máximos expo-
nentes de nuestra música del Caribe. Alguna vez le oí decir en una
entrevista que en un sueño se vio como un príncipe africano, así que
concebí la carroza inspirado en ello, y el tráiler musical, hecho por el
equipo creativo de Carnaval S. A., tuvo como base mi diseño.
Desde entonces he construido de a dos carrozas por carnaval,
sobre todo de carácter monumental, y decoraciones de gran formato
para estas fiestas, lo que le ha abierto las puertas a mi empresa, que
lleva mi nombre, para hacerle trabajos de este tipo a varios almacenes,
así como para diseñar y construir carrozas de ferias y fiestas en otros
lugares del país y encargarme de escenografías y decoraciones de gran
formato.
Aquí estoy a los
pies de mi carroza
Raíces Congolesas,
ganadora del
segundo puesto en
2015.
Técnica de corte en
diagonal en icopor.
Una sola pieza se
convierte en varias
capas para dar el
volumen deseado.ESTE ES MI EQUIPO DE TRABAJO, JÓVENES APRENDICES DE MI LABOR EN EL MUNICIPIO DE DONDE SOMOS ORIUNDOS, GAPALA.
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Soy Soley Del Castillo Roblesartista del carnaval
Directora de Del Carajo y
de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa—
Desde muy niña en la ciudad de Santa Marta viví de cerca
el festejo del Carnaval de Barranquilla. Mi tía Neovis fue
reina de un carnaval en los años cincuenta, cuando tenía
14 años, y este era tema de veladas familiares en las que
se recordaban paso a paso los distintos momentos de una
vivencia hermosa, el lindo trono dorado al que se llegaba por
alfombra roja, su cetro y corona, y luego la gran fiesta del barrio,
donde se juntaron directivos de la ciudad y el pueblo en un goce
inolvidable.
Recuerdo también los lunes de carnaval cuando mis
padres hacían en nuestra casa del barrio Municipal la fiesta
que llamaban “canitas” en razón a que asistían muchas
personas mayores. Yo tendría unos siete años. Con palme-
ras hacían el encierro y disponían unos tanques con hielo
donde se enfriaba la muy conocida cerveza Águila. Esa
era la manera de celebrar el carnaval en Santa Marta,
con bailes en los barrios. Para festividades en grande nos
desplazábamos a Barranquilla donde no nos perdíamos
por nada del mundo una Batalla de Flores.
Barranquilla linda, ciudad que me acogiste a los
17 años cuando vine a estudiar Psicología. Aquí conocí
a mi esposo, Leisle Guzmán Pernett, barranquillero de
pura cepa que vivía en el Barrio Abajo, barrio con tradi-
ción carnavalera. Era estudiante como yo y pertenecía a
la famosa cumbiamba “Agua Pa’mí” que dirigía la señora
Paulina Bilbao; él era subcapitán. Su obsesión fue siempre
el desarrollo de una cultura carnavalera muy ciudadana,
que lo llevó a idear e impulsar el Carnaval de la 84. Sus
pasiones eran las mías y siempre caminamos juntos.
Tenemos tres hijos: Leisle Jr., Harold y Katherine,
quienes se engendraron, nacieron y crecieron rodea-
dos de cumbia; la aman, y vincularon a sus parejas,
de manera que todos los carnavales salimos juntos.
En 2000 Leisle tuvo que trasladarse a los
Estados Unidos en busca de mejoramiento econó-
mico para nuestra propia familia y en ese momento
yo empuñé las dos banderas asumiendo la dirección
de la cumbiamba “Del Carajo” y de la Fundación de
Arte y Folclor del Atlántico Fayfa, que organiza el
Carnaval de la 84. Esta es una labor que hago en las
noches y los fines de semana ya que trabajo como
psicóloga en la Universidad del Norte hace 25 años.
A mucho honor puedo decir que soy
cumbiambera, vibro con el sonar de una flauta de
millo, pero también sufro el carnaval cuando veo
que nuestra fiesta carnestoléndica está en peligro y
que los artistas no son respetados. Soy una conven-
cida de la importancia de trabajar por el desarrollo
humano propio y de mis compañeros, de allí que
forme parte de varias organizaciones donde pongo
al servicios de todos mis conocimientos sobre
cultura, desarrollo social y psicología.
Participo en Corcarnaval, organización que se
preocupa por conocer, caracterizar y buscar el mejo-
ramiento de la calidad de vida de los artistas del
carnaval a partir de la investigación y el conocimien-
to científico, y usar la pedagogía como herramienta
de crecimiento permanente.
Fundecumbias, es otro de mis grandes amores,
allí nos preocupamos por defender y preservar
nuestro patrimonio cultural, su majestad la cumbia.
Junto con Gabriel Marriaga Tejada, cumbiambero
mayor, hemos organizado muchos eventos alrede-
dor del monumento a la cumbia en Siete Bocas, en
el barrio Recreo, donde expresamos a nombre de la
cumbia reconocimientos en vida a nuestros baluar-
tes de la tradición y estimulamos a los intérpretes
y a los bailadores con el apoyo de la Secretaría de
Cultura Patrimonio y Turismo de Barranquilla.
También me siento muy orgullosa de poder
trabajar por la defensa de los artistas del Carnaval
de Barranquilla desde la directiva de nuestra organi-
zación de organizaciones llamada Unicarval, y ahora
en la Corporación Nuestro Carnaval, Patrimonio
Cultural, Orgullo de Barranquilla.
Vibro con el sonar de una flauta de millo, pero también sufro el carnaval cuando veo que nuestra festa carnestoléndica está en peligro y que los artistas no son respetados.
Le doy gracias a
Dios y a la vida por
permitirme hacer
lo que siempre
deseé. ¡Oh, mi
lindo carnaval,
cómo te quiero!
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Soy Ubaldo Mendoza artista del carnavalDirector de La Revoltosa
Rey Momo 2004
Soy sastre desde 1956, esa es mi principal ocupa-
ción, aunque también trabajo como gestor cultural,
pintor, escultor, hago talla en madera, soy meló-
mano y colecciono música de todo género (clásica,
popular, folclórica, etc.).
Como director de La Revoltosa desde 1969 he
recibido muchas satisfacciones y reconocimientos,
entre otros varios congos de oro, pero la mayor
satisfacción fue ser escogido como el rey Momo
del Carnaval de Barranquilla en 2004 cuando este
fue declarado patrimonio de la humanidad por la
Unesco.
Era la primera vez que este evento se proyec-
taba a colegios, universidades, asilos, cárceles,
etc. Tuve la idea de llegar a esos espacios y hablar
del carnaval. Tengo muchas placas otorgadas por
estas instituciones. Gocé por tener la oportunidad
de difundir lo que yo sentía. La gente me recibía
con mucho cariño y conocí personas de todos los
estamentos sociales, de las cuales recibí muestras de
aprecio y nunca he olvidado lo vivido.
Mostrar en Europa nuestro Carnaval fue
motivo de gran orgullo. En París bailé en el esce-
nario de la Unesco y en Berlín en la Casa de las
Culturas del Mundo. Allí me entregaron una gran
medalla. También estuvimos en Madrid, en Sevilla
y en Venezuela. Nunca soñé que llevaría mi baile a
semejantes lugares. Esto me dio mucha más claridad
acerca del valor cultural de nuestra fiesta, es de
reconocimiento universal, lo que me obliga a traba-
jar por la defensa de nuestra identidad cultural, y
por la salvaguarda de nuestros ritos ancestrales.
Así como he recibido satisfacciones en estas
lides, también he soportado momentos aciagos: la
desaparición de algunos miembros del grupo me
ha causado pesar; a algunos incluso me ha tocado
sepultarlos en días previos al carnaval. En año y
medio me tocó sufrir la pérdida de mi madre,
Magdalena Reales, de 102 años; de mi hermano
menor, Enrique; de mi hermano mayor, Efrén; de mi
sobrino Ómar Sandoval Mendoza, y de mi esposa
Virginia Niebles, compañera de toda una vida y
persona importante en la cumbiamba, pues era
la encargada de todo lo que se necesitara en los
desfiles.
Pero el carnaval se debe a los artistas y no
podemos parar, es la única oportunidad que tiene
el pueblo de mantener vivas sus raíces, así que pase
lo que pase trabajo sin descanso por la salvaguarda
de nuestra identidad cultural, no solo de la cumbia,
sino también de las demás expresiones que sobre-
viven en el Carnaval de Barranquilla. De allí que
haya creado y dirigido Líderes de la Tradición, soy
fundador de AGFA con otras personas, y director de
la Casa de la Cultura de Sabanilla. Tengo once hijos.
Todos han sido bailadores de La Revoltosa.
El valor cultural de
nuestra fiesta es
de reconocimiento
universal, lo que me
obliga a trabajar por
la defensa de nuestra
identidad cultural,
y por la salvaguarda
de nuestros ritos
ancestrales.
Mi mayor satisfacción fue ser
escogido como el rey Momo
del Carnaval de Barranquilla
en 2004 cuando este fue
declarado patrimonio de la
humanidad por la Unesco.
som
os
ca
rn
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som
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ar
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s
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Soy Vitalia Díaz artista del carnavalVicepresidenta de la Fundación Cultural Danzas
Tradicionales Diablos Arlequienes de Sabanalarga
Fotógrafa
Mi vida está irradiada de muchas vivencias. Mi
abuelo paterno fue mi maestro, él me enseñó a vivir
el carnaval; participé y gocé con él estas enseñan-
zas. Mi corazón se llena de alegría y nostalgia con
el recuerdo de esos tiempos cuando empecé a ser
partícipe de danzas, bailes y grupos.
Hoy y toda la vida he vivido el carnaval y formo
parte de él. Pertenezco a danzas y a escuelas de
danza a las que aporto mi granito de arena de lo
que he vivido. ¡Me siento orgullosa de ser de esta
tierra caliente donde se vive, se siente y se goza el
carnaval! Me encanta el carnaval. Siempre digo, es la
mejor época del año.
Tengo una maravillosa familia conformada
por mi esposo y dos hermosas hijas, Luisa Fernanda
y Natalia. Soy artesana, me encanta pintar, hacer
tocados y bisutería, pero lo que me identifica es mi
alegría, el entusiasmo de hacer realidad todo lo que
me propongo. Brindo mi amistad incondicionalmen-
te. Soy responsable y me gusta enseñar, valoro el
trabajo de todos los que me rodean. Todos los días
le doy gracias a Dios por ser la persona que soy.
¡Me
sient
o o
rgullo
sa de ser de esta tierr
a ca
lient
e don
de se
vive, s
e siente y se goza el carnaval!
Los Diablos
Arlequines de
Sabanalarga, una
danza tradicional
inmortalizada en un
cuadro que pinté.
Vivo agradecida con los
diferentes talleres en
los que me identifico
como fotógrafa, que
es una de mis labores
actualmente.
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SOMOS ciudad carnaval
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S uenan los tambores, los pitos, las gaitas. Los
grupos de danzas y comparsas se toman
las calles para hacer sus ensayos. Toda
Barranquilla se decora por fuera y por dentro. Las
familias disponen el alma para vivir el carnaval y
cada quien empieza a pensar cuáles serán sus atuen-
dos. El comercio, formal e informal, ofrece todo
para esos días. Vestimos nuestros cuerpo, como
también nuestras casas, las calles, los carros. La coti-
dianidad se transforma.
Se desborda la alegría. Nos sacudimos la
tristeza.
En este ambiente no hay distingo social, no
importa de qué raza se es, el color de la piel, la
herencia o la religión. Todo habita, todo convive.
Nuestro carnaval es diverso, colorido, multicultural.
Hablar de Barranquilla y del carnaval es
transportarse a muchos de los escenarios y
senderos transitados por Gabriel García Márquez
y que alimentaron la construcción del universo
macondiano. Es Barranquilla una ciudad feliz, de
alegría desbordante, cálida, acogedora, de barrios
tradicionales producto de la llegada de gentes de
diferentes partes del mundo, que trajeron con ellas
sus costumbres y tradiciones. Y son esas costum-
bres las que hoy permiten a propios y extraños el
disfrute sin igual de un escenario donde es posible el
encuentro entre añoranzas de distintos lugares del
Caribe colombiano.
Esa multiculturalidad, representada en mani-
festaciones tradicionales con carácter folclórico, y
Soley Del Castillo R.
Carmen Meléndez
Rafael Morales
Dicen que muchas manifestaciones del Carnaval
de Barranquilla llegaron por el río de Magdalena.
Así se lo imaginó Fernando Ferrer.
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con ellas otras expresiones artísticas contemporá-
neas, producto de la globalización, acuñadas en la
conciencia de sus participantes, llámense artistas
o espectadores, impregnan todo de goce y alegría.
Estas nuevas tendencias hacen vibrar los colores de
ese arcoíris llamado Carnaval en Barranquilla.
Con el correr de los años el carnaval se ha
constituido en un escenario antropológico en
permanente movimiento y transformación en el que
a la vez que expresamos nuestro ser cultural, recrea-
mos y actualizamos la tradición.
Ese gran público acude a pesar del calor sofo-
cante a las calles para apreciar la puesta en escena
de las danzas tradicionales, de las comparsas con
elementos tradicionales y de fantasía, así como a
disfrutar con los versos picarescos de los letanieros
y los disfraces individuales y colectivos, que son la
esencia del carnaval. Es este público el que en su
goce se involucra de tal forma en los eventos que
termina siendo parte de estos.
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El carnaval de todos Hno. Yamil Paniagua
Rector del Instituto La Salle
E l Carnaval de Barranquilla es una clara
manifestación de lo que significa vivir en
armonía y compartir con el otro todo lo
que somos y tenemos como seres humanos; es una
demostración de que sí es posible construir espacios
donde lo esencial es hacer sentir a la otra persona
importante y que vale.
En Barranquilla la alegría no es retórica, es
la razón de ser de sus habitantes, es lo que nos
da sentido, lo que nos identifica. El carnaval no
es solamente del barranquillero, es la oportuni-
dad de integrar toda una región, es sentirse parte
antiguas danzas de los congos, con los bailadores de
cumbia y los soldados del siglo XVIII de las danzas
del paloteo, como muestra de lo real y maravilloso
del carnaval.
Esta es una de las experiencias colectivas más
significativas de la cuidad y del país, las calles se
convierten en un espacio para el derroche creativo y
son escenario lúdico y festivo de participación, en el
que al igual que en las danzas africanas e indíge-
nas, matriz de las danzas mestizas, el espectador se
convierte en bailarín de la fiesta.
El carnaval cala en el corazón de cada barran-
quillero y permanece en el tiempo hasta las nuevas
fiestas. En él se logra entender a cabalidad eso de
“quien lo vive es quien lo goza”. Definitivamente
esto lo puede decir quien lo ha vivido a plenitud,
no es de anécdota, de escritos, de palabras, es una
experiencia que de alguna manera nos transporta a
una de las dimensiones del ser humano: la felicidad,
por esta razón digo que nos transporta a una dimen-
sión trascendente.
Los niños y los jóvenes son la garantía que
tiene Barranquilla para que el carnaval permanezca
como manifestación de lo más íntimo y puro de su
gente. Cuando un niño o un joven oye un tambor
todo se trasforma a su alrededor, deja atrás los
odios, las rencillas las enemistades y da paso a la
fraternidad y a la pasividad de vivir en un mundo de
amabilidad y de respeto.
El Carnaval de Barranquilla es pluricultural,
diverso y rico. Es la oportunidad para reconocer
al otro como diferente y convivir y compartir sin
hacerse daño.
importante de la ciudad y darse a conocer en todo
el país y en el mundo con algo autóctono, original y
que lo diferencia de todos los demás.
El Carnaval de Barranquilla es una de las
riquezas que tiene Colombia para el mundo. Es una
fiesta de cumbias, porros, mapalés, gaitas, chandés,
puyas, fandangos y fantásticos merecumbés, sones y
danzones. Una fiesta que recoge tradiciones basadas
en la creatividad de nuestros pueblos expresada
en la danza, en la música, en las artesanías, en los
disfraces y en las formas de festejar. El Carnaval de
Barranquilla es único por su diversidad y porque
en él todos somos protagonistas. Cada danza, cada
grupo folclórico, cada disfraz participa para hacer
de la fiesta el mejor espectáculo del mundo, pero no
solo para mostrarlo, sino, y muy especialmente, para
gozarlo.
El Carnaval de Barranquilla es indígena, blanco
y negro. Pero también es mulato, zambo, mestizo.
Sus danzas y expresiones, así como su música,
recogen el sentir de todos los pueblos del Caribe
colombiano. Es la confluencia de corrientes llegadas
por el Magdalena, o por el inmenso mar Caribe;
bajadas de la sierra, o provenientes de la sabana. Su
diversidad lo hace mágico, inigualable e insuperable.
Es propiedad de todos y se manifiesta en un modo
de ser y de sentir diferente.
En los tiempos del carnaval todo cambia en
la ciudad, no se sabe si la verdad es mentira o la
mentira verdad, surgen monstruos del mar, de la
tierra y de las galaxias creados en la cabeza de los
protagonista de la fiesta, que se juntan con los
tradicionales toritos de las máscaras de madera, las
El Carnaval de Barranquilla
es pluricultural, diverso
y rico. Es la oportunidad
para reconocer al otro
como diferente y convivir y
compartir sin hacerse daño.
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Sin música no hay carnavalRafael Fito Sánchez Llano
Giovanni Fontalvo
Lisandro Polo
¿ Sería posible un carnaval sin música? Sin
lugar a dudas que no. Al sonar los instru-
mentos de las agrupaciones en vivo o los
amplificadores de sonido que invaden la ciudad en
estas fechas, todos vibramos y empezamos a bailar, a
saltar, a gozar.
La música del campo con referencias vitales a
nuestra gente caribe, espontánea, pacífica, llega a la
ciudad para convertirse en el alma de nuestro carna-
val y alegrar los corazones de propios y foráneos,
generando catarsis emocionales que se revientan en
los desbordes de alegría durante las carnestolendas.
El Caribe colombiano cuenta con una gran
diversidad musical; existen más de doscientas
posibilidades de interpretación entre los ritmos y
sus variantes. Algunos de los más difundidos son la
cumbia, la puya, el garabato, el mapalé, el fandango,
la música de congo y el merecumbé. Todo ello ha
hecho que desde siempre se den en la ciudad una
gran cantidad de eventos, además de los tradiciona-
les desfiles de la Vía 40 o de la 17 o de Suroccidente,
que ponen de presente toda esa riqueza cultural.
Incluso días antes del inicio del carnaval música de
todo tipo se oye por doquier. Y es que sin música no
hay carnaval.
Aunque es indiscutible que el progreso trae
consigo ciertos riesgos, entre ellos el desplazamien-
to silencioso de nuestras costumbres y la pérdida
paulatina de la identidad cultural, en buena hora la
Administración distrital, instituciones educativas
públicas y privadas, escuelas de arte y personas
naturales nos hemos puesto en la tarea de buscar
herramientas a través de componentes académicos
para mantenerla, así como para disfrutar, y proyec-
tar nuestras músicas tradicionales, y los músicos de
esta región estamos comprometidos a salvaguar-
darlas como una de las mayores expresiones del
Carnaval de Barranquilla.
Las ruedas de cumbiaEn esencia existen las ruedas de cumbia porque la
cumbia siempre se baila en círculo, alrededor de
una fogata, alrededor del grupo musical; de allí, de
la forma de bailar cumbia, surge el nombre ruedas
de cumbia que en tiempos de carnaval, aunque
no exclusivamente, se arman en algún lugar de
la ciudad o de nuestros pueblos caribeños y nos
recuerdan la tradición, a la vez que constituyen
lugares de esparcimiento para todos.
Para quienes tenemos amor por la tradición,
las ruedas de cumbia son el desahogo, el escenario
donde canalizar esa necesidad imperiosa de tocar y
bailar cumbia. Ellas mantienen la vigencia del ritmo
y de los músicos, son también el trampolín para
muchos que pueden mostrar sus habilidades, sus
condiciones al interpretar.
La Rueda de TambóLa iniciativa de hacer un evento previo al Carnaval
de Barranquilla que acogiera a quienes llegan a la
ciudad en los días antes y en el que la cumbia fuera
el elemento principal fue de Lisandro Polo y del
Grupo Tambó. La Rueda de Tambó ha ocupado un
lugar muy grande en el Carnaval de Barranquilla, ya
la Plaza de la Paz se le queda pequeña.
El caribe colombiano
cuenta con una
gran diversidad
musical; existen
más de doscientas
posibilidades de
interpretación entre
los ritmos y sus
variantes.
GRUPo BASáN TAMBó
GRUPo AIRE CALIENTE
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Un evento que no excluyera a nadie era lo que
se quería y así ha sido. A la Rueda de Tambó llega
todo el mundo a bailar cumbia, a bailar gratis, las
mujeres no tienen que llevar sino la pollera y los
hombres el sombrero vueltiao y las ganas de bailar.
Allá llega el que quiera. En ella baila el que tenga
plata y el que no la tenga, el intelectual, el banal, el
marihuanero, el barranquillero y el extranjero.
Al inicio, se armó una cumbia gigante alre-
dedor del Grupo Tambó y otros grupos musicales
locales; después se empezaron a traer invitados que
habían obtenido un reconocimiento durante el año,
pero la verdad es que en la Rueda de Tambó toca el
músico que quiera tocar.
El Festival de Orquestas Anteriormente el Congo de oro ganado en este
festival tenía una connotación muy, muy, muy
grande, era como decir un Grammy, pero ya ha
perdido un poco ese valor. En los años ochenta
participaban todas las orquestas nacionales e
internacionales de renombre y el festival duraba
dos días: el lunes eran las orquestas y el martes los
vallenatos. Al principio nada más era un día porque
en Barranquilla no se oía vallenato, pero este llegó
después y por eso se amplió. Cuco Valoy, Pastor
López, Rufo Garrido, Los Hermanos Martelo, Los
Billos Caracas Boys, Alfredo Gutiérrez, Juan Piña,
estuvieron en el Festival de orquestas. Después
fue la época de Joe Arroyo, Juan Carlos Coronel y
Adolfo Echavarría.
El lunes de carnaval se esperaba ansiosamente
pues allá se podrían ver a todos los duros juntos,
porque de lo contrario si uno quería ir a ver a Cuco
Valoy tenía que ir a tal caseta, pero en otra estaba
Wilfrido, por poner un ejemplo, y en otra el Gran
Combo, entonces tenías que ir cambiando si las
querías ver a todas. Esa es la característica del
Festival de orquestas. Incluso anteriormente existía
una ley que grupo de afuera que venía de otro país
tenía que tocar en el Festival de orquestas.
Ahora el impacto es más comercial, las cadenas
radiales y de televisión se han vuelto asesoras de
los festivales de orquestas, el interés es meter al
artista que ellos están impulsando porque eso es
como un trampolín, es una vitrina, tú vas a salir
ahí y si te ganas el Congo te ganaste un premio en
Barranquilla que es importantísimo, uno de los
mejores carnavales de Sudamérica, pero noso-
tros como músicos que estamos ahí en el día a día
sabemos que ha perdido interés.
Noche de Río La Noche de Río nació en 2004 de la necesidad
de involucrar a grupos ribereños y rianos en el
carnaval. Este evento tiene lugar días antes del
inicio del carnaval y no es propiamente parte de él,
pero es una manera de hacer ver a estos grupos.
Es organizada por el Parque Cultural y lo principal
son los aires cantados, que son géneros musicales
en los que el instrumento principal es la voz, entre
ellos está el bullerengue, la tambora, el sexteto, las
chalupas y el son de negro.
Carlos Franco tuvo mucho que ver con
la presencia de los bailes cantados aquí en
Barranquilla, así como la Universidad del Atlántico
y Carmen Meléndez con Palma Africana. Gracias
a ellos se ha venido dando a conocer más y más la
música del interior del Caribe. Aquí antes, cuando
iban a montar una danza de bullerengue, ponían
“Josefa Matías”, que no es un bullerengue.
En la Noche de Río no solo se presentan
artistas nacionales o regionales, sino que se traen
artistas internacionales, y aparte de la música
tradicional, allí hay fusión, hay jazz, traen grupos de
rock de otros países. Este es un espacio que se está
abriendo a otros géneros porque entre el público
hay diversidad de gustos. La Noche de Río es un
evento gratuito y con mucha variedad.
La CarnavaladaLa Carnavalada también es un espacio con mucha
variedad. En ella se encuentran obras de teatro,
espacios dedicados a la literatura, la poesía y la
música. Vienen agrupaciones de otros municipios
con música tradicional, orquestas o fusiones, pero el
énfasis está en el teatro. La Carnavalada toma lugar
los cuatro días del carnaval, antes era solo dos días.
Los organizadores son los hermanos Marta y
Darío Moreu. Al inicio, ellos tenían una proyección
hacia el teatro y traían compañías de otras ciudades,
incluso de otros países, para que el público tuviese la
oportunidad de ver teatro. ¿Qué pasó? Fue ganando
interés y público y quisieron mostrar variedad,
entonces empezaron a traer grupos musicales como
gancho para que la gente también pudiera tener un
espacio de expresión musical en el evento, y esto
fue creciendo tanto, que comenzaron a darse cuenta
de que necesitaban volverlo un evento mixto, que
GRUPo TAMBó
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tuviera la parte teatral, pero también las expresiones
musicales y comenzaron a invitar inclusive orques-
tas. Por ejemplo, el lunes hay rueda de fandango, y
antes era un día o dos, ahora son los cuatro días de
carnaval.
Festival de Músicas TradicionalesA diferencia del Festival de orquestas, el Festival de
Músicas Tradicionales es mucho más abierto e inclu-
yente. La gracia es que en él se presentan grupos
que se han formado en escuelas y que no tienen la
capacidad de competir o de hacerse notar. Como el
Festival de orquestas es el famoso, la gente muchas
veces no tiene cabida allí, así que el Festival de
Músicas Tradicionales se creó para darles voz a esas
personas que interpretan música tradicional.
Este evento es gratuito, tiene lugar entre la
calle 70 y la 72 en la Prorrovía. Es un festival con
énfasis en los jóvenes. Empezó como un concurso,
pero hace dos años se cambió y ahora es un espacio
solo para tocar y participan los grupos invitados. La
desventaja de este tipo de funcionamiento es que
cada vez se va volviendo más selectivo, entonces
menos agrupaciones nuevas tienen la capacidad de
hacerse notar.
Las verbenas Las verbenas son pequeñas fiestas que realizan los
barrios en época de carnaval. Se cierran las calles y
quien quiere entrar tiene que comprar una boleta.
Hace unos años, era característico de las verbenas el
pick-up, lo raro era la música en vivo. Se desocupaba
toda la casa y en los cuartos ponían la regadera (el
monitor) y unos parlanticos. Había varios escena-
rios: la calle, pero también los cuartos, unos más
alumbrados y otros oscuritos. Cuando uno sacaba la
pela a bailar se iba para el cuarto oscuro y le decía,
vamos a bailar aquí.
El que no tenía para pagar una orquesta en
vivo iba al pick-up, que eran los de barrio. Cuando la
Batalla de Flores y la Gran Parada terminaban en el
Paseo Bolívar, allí estaban instalados en unas carpas,
algunos eran medianos, porque tienen su tamaño
y cada carpa tenía cierta medida y vendían cerveza,
licor y la gente iba allá a bailar, era hasta familiar. La
competencia entre los pick-up era el que trajera la
mejor canción extranjera, por lo general de Francia,
de Inglaterra y de áfrica. Ver bajar ese aparato era
un espectáculo. Eran muy grandes, todo un camión.
Las casetas Estos eran espacios acondicionados en un patio;
una primera forma de los salones de eventos de
hoy. Entre las primeras casetas están Mi Kioskito
y el Hotel del Prado. Mi Kioskito era, como por
utilizar el término, para la gente del sur y el Hotel
del Prado para gente del norte, y traían grupos
en vivo, después fueron saliendo casetas como La
Saporrita, La Tremenda y Pleno Sol. La Piragua, ahí
en la 59 con 43, quizá fue la primera donde vinieron
Ricardo Rey y Bobbi Cruz, y también hubo La Torta y
Los Cuatro Duros, La Fogata, Machetero, Te Espero
Entre Palmeras y La Pantera Rosa. En las casetas
nunca hubo pick-up, siempre era música en vivo.
Músicos en carnavalAnteriormente los músicos tenían más trabajo en los
días de carnaval, porque eran muy pocos los grupos
que había en Barranquilla, por lo tanto la demanda
era mayor, no había tanta competencia. Para conse-
guir un millero había que ir a Soledad porque en
Soledad siempre ha habido ejecutantes de flauta de
millo. Ahora hay dos mil quinientos milleros.
La rutina de un músicoUno se levanta a las siete el sábado de carnaval, entonces si
trabaja en música tradicional, en música folclórica, se alista para
la Batalla de Flores. Si está tocando para una comparsa, para una
cumbiamba eso es desde temprano. Te citan a las nueve de la
mañana en la sede de la organización en la que vas a tocar pa’
esperar el turno, si es bueno, salís por ahí a las tres de la tarde,
si te toca en lo último salís por ahí a las seis, pero estás todo el
tiempo en función del desfile de ese día, después de eso tienes
contrataciones en fiestas privadas, sigue la rutina, te cambias
nada más de ropa y dele, te acuestas tipo cuatro de la mañana
para levantarte otra vez a las siete para la Gran Parada.
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¡La importancia del carnaval
Para el pueblo barranquillero.
Qué lindo seria rescatar
Aquellos salones burreros!
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¡El carnaval va tan rápido
Con ese gran jolgorio
Y a su vez va cambiando
A causa del desarrollo!
Calancho
El carnaval comienza por casaAlcides Romero
D efinitivamente Barranquilla, y en especial
su gente, contiene el ingrediente único
para mostrarse y decirle al mundo que no
tenemos igual; ¿o acaso hay otra ciudad que tenga
la magia y el encanto que ofrecemos los barranqui-
lleros? Ver durante el pre– y el carnaval disfraces,
danzas, desfiles, bailes tradicionales, casas decora-
das, locales comerciales, edificios, hoteles, parques,
calles, avenidas y hasta vehículos con figuras carna-
valeras son escenas propias de una ciudad caribe
como la nuestra.
Definitivamente el barranquillero a todo le
pone el toque perfecto, solo bastó que a alguien se
le ocurriera decir, vamos a quitar los trineos, Papá
Noel, guirnaldas, pesebres y a poner marimondas,
congos, monocucos y cumbiamberos para recibir el
nuevo año y mantener así el ambiente festivo en la
ciudad para que la idea fuera acogida de inmediato
con gran entusiasmo y espontaneidad por nuestra
gente currambera. Hoy no es extraño ver niños,
padres y abuelos trabajar en la sala, el patio o la
terraza de sus casas creando sus propias figuras de
carnaval, hechas en icopor, tela, madera, cartulina,
etc. Definitivamente, esto es una locura colectiva.
Cuando se me ocurrió presentar esta iniciativa
cultural en la ciudad, por allá en el año 2000, pensé
en una simple actividad orientada a poner en las
ventanas y puertas de las casas pequeñas figuras
que rindieran homenaje y tributo a nuestras más
representativas insignias del carnaval barranqui-
llero, pero debo reconocer que me quedé corto
ante la extraordinaria imaginación que caracteriza
a nuestra gente, pues hoy vemos grandes figuras y
adornos que ambientan los frentes de las residen-
cias, hoteles, centros comerciales, parques y hasta
vehículos, y toda una verdadera obra de arte que
contagia no solo a propios sino a turistas que se
dan cita para participar de la magia y el encanto de
nuestra diversidad cultural.
Al observar las fachadas con pequeñas y
grandes figuras de carnaval, el espíritu carnavalero
se siente con mayor fuerza vinculante en la ciudad y
esto por supuesto involucra a todo el mundo, hasta
el punto de que artesanos y trabajadores de artes
plásticas ofrecen su maravilloso trabajo para ser
exhibido en cualquier lugar que escojamos.
Nuestra ciudad es hoy por hoy como esos
teatros donde se cambia de un momento a otro de
escenografía, es decir, se abre el telón y vemos una
cosa, se cierra y se vuelve a abrir y aparece otra. Y
claro, esto es posible gracias a la perfecta condición
y privilegio que tenemos los barranquilleros como
es la de despedir el año con el ambiente festivo navi-
deño y recibir el nuevo con el retumbar de tambores
que anuncian la llegada del carnaval. ¡Qué cosa más
maravillosa!
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Todos hacemos el carnavalSoley Del Castillo R.
Carmen Meléndez
E l Carnaval de Barranquilla no son solo
los cuatro días centrales, hay eventos
numerosos y variados en calles y avenidas,
organizados la mayor parte de las veces por asocia-
ciones y fundaciones de artistas del carnaval, cuya
gran misión es “mostrar y trabajar por perpetuar
la esencia festiva que se trasmite de generación en
generación y con esto salvaguardar nuestra tradi-
ción cultural”.
Estas organizaciones han nacido por la nece-
sidad de los artistas y las comunidades, de incidir
protagónicamente en el desarrollo de la fiesta
popular por considerarse el ADN del carnaval, y a
partir de sus saberes se unen para alcanzar el pleno
goce, el disfrute de la fiesta y la sienten tan propia
como el río Magdalena y el mar Caribe.
Existen organizaciones que enfatizan sus
esfuerzos en los desfiles, en lo pedagógico, en las
artesanías o en la investigación y de esa forma
contribuyen a engrandecer la fiesta tradicional y
popular más grande de la región Caribe colombiana.
La Alcaldía Distrital de Barranquilla por medio de su
Secretaría de Cultura Patrimonio y Turismo convoca
a estas organizaciones a que participen anualmen-
te en la bolsa concertada de estímulos a partir de
proyectos para desarrollar iniciativas ciudadanas en
pro de la cultura.
He aquí nuestro reconocimiento a estas
organizaciones.
PREPARACIóN PARA EL DESFILE DE SURoCCIDENTE
• Asociación de grupos folclóricos del departamento del
Atlántico —AGFA—
• Asociación Cultural Ay Macondo
• Asociación de Artesanos del Carnaval Ponte la Máscara
• Asociación de Artistas del Caribe —ARCA—
• Asociación de Grupos Letanieros del Carnaval de Barranquilla
—Asoglecab—
• Asociación de Músicos de Bandas del Atlántico —Asomuba—
• Asociación de Músicos del Atlántico —Asomuatlan—
• Asociación Movimiento Cívico Todos por Barranquilla
• Corporación Autónoma del Carnaval Gay de Barranquilla y
del Atlántico —Corpogay—
• Corporación del Carnaval Tradicional —Corpotradición—
• Corporación Folclórica de Actores del Carnaval
—Corcarnaval—
• Corporación para la Salvaguarda de Grupos Folclóricos y
Actores del Carnaval de Barranquilla —Folkcarnaval—
• Corporación Unidos por el Carnaval —Unicarnaval—
• Fundación Carnaval Comunitario del Atlántico —Funcarcat—
• Fundación Carnaval del Suroccidente
• Fundación de Arte y Folclor del Atlántico —Fayfa—
• Fundación de Cumbias del Atlántico —Fundecumbias—
• Fundación de Danza de Congos y Paloteos del Atlántico
—Fundecopas—
• Fundación de Disfraces del Carnaval —Fundicarnaval—
• Fundación de Disfraces del Carnaval de Barranquilla
—Fundicaba—
• Fundación de Líderes de Tradición del Carnaval de
Barranquilla —Tradicarnaval—
• Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla
—Funfocab—
• Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la
Educación Especial —Fides—
• Fundación Tambó
• Rumberos en Carnaval —Rumacar—
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135
Carnaval de antañoOrlando Barrios Mendoza
Hagamos un lindo recuento
de los carnavales de antaño
pa’ que lo leas muy contento
en el famoso libro del año.
Con Daniela a la cabeza
esta historia sí pesa.
Recordando el siglo XX
hoy en letanías se escribe,
en cumbia bailaba la gente
en los clubes A. B. C. y Caribe.
Muchas familias en masa
celebraban en casa.
La primera presidenta
fue Julia Pochet de Obregón,
reemplazando costumbres incorrectas
de coronar un rey faltón.
A finales del siglo pasado
por una mujer fue reemplazado, 1899.
En el año de 1900
llegó la Guerra de los Mil Días,
no hubo disfraces incompletos
ni tampoco letanías.
Pasaron el uno, el dos y tres
hasta el año 1903.
En el año 1904
un general barranquillero
organiza con gran impacto
un desfile carnavalero.
Primera Batalla de Flores,
y con bastantes colores.
Ese fue Heriberto Vengoechea
que lo hizo con mucho deseo
pa’ que el disfraz de pea pea
gozara al estilo europeo.
Con carroza qué desfile bello
terminando en el camellón Abello.
En el año 1918
se restauró la monarquía
por primera vez con sancocho
se eligió reina de la fiesta mía.
Alicia Lafaurie se llamó
y el pueblo la aclamó,
se consagró la soberanía
pa’ que el pueblo pudiera gozar,
y nuevamente se elegía
reina por voto popular.
Por votación ganó la pelea,
esa fue Toñita Vengoechea, 1923.
Bailó con las danzas
Congo Grande y El Torito.
Con tremenda confianza
lo hizo con el paloteo y sus palitos.
Cumbiambas y Toro Grande
tenían el mande que mande.
La primera orquesta extranjera,
que vino a Barranquilla,
fue Panamá Jazz carnavalera
pa’ inaugurar en forma sencilla,
el majestuoso club A. B. C.,
que no lo pudimos conocé, 1921.
Los salones burreros
fueron cambiados por corralejas,
donde entregaban a los forasteros
pagando su entrada por pareja.
En otros bailes se gozaba:
La Quinta, El Carioca y Granada, 1929.
En las décadas de los treinta
no había desfiles ni Gran Parada,
y la gente quedaba contenta
con los disfraces que admiraba.
De Rebolo sobresalía
Enrique Salcedo y compañía.
Con el correr de los años
el pueblo celebraba con alegría,
con disfraz de todo tamaño
y de paso salen las letanías.
Ánimas Negras de Rebolo
saliendo con el primer bolo.
El famoso José Dolores
como pregonero fue primero,
haciendo versos de mil colores
pal’ carnaval barranquillero.
Los pregonaba con swing
en la famosa Plaza de Abril,
pasaban y pasaban los años
y la gente se divertía,
con los grupos de antaño
y escuchando las letanías.
Rebolo siempre presente
con su folclor excelente.
Hablemos del 20 de enero,
día de fiesta patronal,
pero para los barranquilleros
comenzaba el carnaval
en mi linda Barranquilla
con su bando de maravilla.
También apareció Joselito
como el símbolo del carnaval,
su nombre suena muy bonito
en nuestra fiesta tradicional.
Con tronco de borrachera
a nivel carnavalera,
murió un martes de carnaval
borracho y lleno de alegría,
y resucita en su fiesta anual
pa’ acompañarnos los cuatro días
pa’ que la reina y viudas lloren
en su sepelio con honores.
En la Calle de las Vacas
su nombre suena con buen tono,
por su plaza de armas se destaca
con la coronación del rey Momo.
Un artesano con manto de fique
y flores de papel sin repiques,
luciendo sus jerarquías
por las calles de la arenosa,
collar de huevo de iguana lucía
con su apellido De La Rosa.
Por corona una lata cualquiera
de cetro una cañandonga ronera.
Muchos años se disfrazó
como rey o dios Momo,
y después desapareció
como cualquier colono.
Lo rescató sin mucho afán,
ese fue Bernardo Guzmán, 1995.
En el año de 1942
entra la Sociedad de Mejoras,
partiendo el carnaval en dos
eligiendo reinas hasta ahora.
Lolita Obregón Benjumea
también ganó esa pelea.
Pa’ las reinas populares
ese fue su año afortunado,
las escogieron a los azares
en ese carnaval organizado.
De Rebolo, Las Nieves, San Roque,
Lucero, San Felipe, San Isidro, Centro
Rosario y Barrio Abajo, 1942.
La fiesta sigue creciendo
de una forma triunfal,
hasta que la fueron reconociendo
con el reinado internacional.
En 1956
Carmiña Moreno fue la ley.
En 1959
el Congo de Oro fue creado,
para el grupo que se mueve
con su baile bien organizado.
Cumbiamba, disfraces y comparsas
paloteo, letanías y danzas.
Continuaban los grupos
en la parranda más cotizada,
con desfiles llevando el bulto
hasta que llegó la Gran Parada.
Famoso nombre sin pelea
que se lo dio Pedro Vengoechea, 1967.
Para todos los presentes
esa fiesta es tradicional,
ya estaba Junta Permanente
después Corporación del Carnaval.
Ahora en la actualidad
lo dirige Carnaval S. A.
Para hacer estas letanías
me costó un cipote trabajo,
pero las hice con armonía
porque estudié en colegio pago.
Colegio de muchas leyes,
ese fue el de la seño Reyes.
CARNAVAL DE 1908. MUSEo RoMáNTICo DE BARRANQUILLA. MUSEo RoMáNTICo DE BARRANQUILLA.
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En el municipio de Galapa
E n nuestro pueblo, Galapa, se oyen desde las 7 de la mañana
los gritos carnavalescos. Los bailes más frecuentados son:
La Tanquita Roja en el barrio San Martin, Déjala Llorar en el
barrio Libertador y el del barrio Mango Centro.
Luz Elena Güette
Barrios de carnaval
Disfraces, bailes, verbenas, casetas, todo es un rego-
cijo en los barrios de Barranquilla en tiempos de
Carnaval. Aunque hay cosas que antes se vivían y ya
no existen, no decimos que se han perdido, es que
nos vamos transformando permanentemente.
L os barrios más tradicionales en épocas ante-
riores eran Rebolo, Los Pinos, Las Nieves,
Carrizal, El Bosque, Lucero, La Monga, San
Felipe, Barrio Abajo, Las Flores, Simón Bolívar.
Carlos Cervantes
L os bailes de carnaval en el Barrio Abajo
integraban a la comunidad, los palenqueros
organizábamos colectivas para los gastos y
esperábamos con mucho amor a nuestras familias
que llegaban de Palenque.
Matilde Herrera
R ebolo nunca ha perdido su amor por el
carnaval. Ha sido sede de muchos grupos
folclóricos, donde conviven con la pasión
por el fútbol y cualquier reunion familiar la trans-
formamos en carnaval gracias a la alegría propia del
barranquillero. Los reboleros nos sentimos compro-
metidos con ese don natural que tenemos, Toro
Grande y Animas Rojas nunca desapareceremos.
Óscar Barrios Mendoza
E l carnaval de antes eran más pequeño
que el de ahora. Se pagaban doscientos
pesos con derecho a comida y baile bien
amenizado. Cuando llegábamos de los desfiles de la
Batalla de Flores y la Gran Parada reposábamos un
ratico y nos íbamos a seguir gozando en los distintos
bailes que se organizaban en Rebolo y Las Nieves.
Recuerdo especialmente La Macumba, Ponte en
Algo, Boinas Rojas, Camellón, Merecumbé, Bailando
con María, Los Piratas de las Nieves. Es una lástima,
todos esos bailes desaparecieron. En Simón Bolívar
estuvieron Derroche Juvenil y Las Camaleonas,
que también desaparecieron. En olaya, Bambú; en
Magdalena, Sin Sombrero; en Bosque, La Garra No
Se Me Cae; en Nueva Granada, Amaneciendo y en
Unión A Pleno Sol. Ahora nadie se le mide a organi-
zar bailes.
Orlando Barrios Mendoza
H oy en día el carnaval se encuentra en
todos los lugares de Barranquilla de
sur a norte y de occidente a oriente,
porque hemos comprendido que todos hacemos
el carnaval, pero también hay que reconocer que la
apertura de nuestra fiesta a un mundo globalizado
orienta muchas veces los haceres carnestoléndi-
cos. Yo pensaría como dice el refrán: que no nos
volveremos a bañar en la misma agua del río porque
ella corre sin detenerse. Solo podemos no olvidar
lo vivido y aprender a recrearlo en nuestras nuevas
actuaciones y así perpetuar lo anterior que fue
hermoso y bien vivido y produjo mucho goce.
Soley Del Castillo
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C uando bailo en la Vía 40 me emociona
mucho el público. Todo mi danzar se
lo brindo con el corazón a quienes nos
esperan y acogen con mucha alegría y espontanei-
dad. Son maravillosos. Yo los saludo con color y
calor, con sudor, debajo de un esplendoroso sol.
¡Que viva Barranquilla y su carnaval, carajo!
Rafael Morales
A preciado público: Eres tan protagonista
de esta fiesta como yo. Sientes mi ritmo
al danzar y yo siento tu goce y disfrute al
verme bailar para ti. Me apasiona que juntos cele-
bremos el entusiasmo que despierta la música y el
movimiento de mis caderas.
No te imaginas qué se siente cuando nos dicen
que ya el desfile arrancó. Es algo mágico, inigua-
lable, intangible, indescriptible; algo que solo mi
espíritu puede vivir y disfrutar, es como entrar en un
mundo nuevo y romper con la rutina, el pecado, la
intolerancia, para envolvernos de magia en un lugar
donde solo se permite la felicidad, la risa, el entu-
siasmo, el movimiento de los hombros, el guepaje,
¡ay, hombe!…, uuupa…, y solo con oír la música nues-
tras almas se elevan y nuestro cuerpos levitan bajo la
mirada del mundo de diversas culturas.
Ese encuentro de los dos: tú, espectador; yo,
actor; tú, actor, yo, espectador, nos permite comple-
mentarnos y celebrar el carnaval. Gracias por estar
aquí, porque eres parte de mí, por conectarnos una
y otra vez en ese río de emociones, de intercambiar
el goce y el disfrute de mi carnaval.
Maribel Egea
¡Q ué día tan radiante! Este es mi sol
caribe, contagiado de alegría y del
retumbar del carnaval. Me he levan-
tado como siempre, con las gracias a Dios, y más
alegre porque es carnaval. Hoy con el bando damos
inicio a la fiesta más bella, más hermosa, más signifi-
cativa para la ciudad y para mí.
Querido amigo que vives esta fiesta como
espectador, deseo que te la goces y la sientas igual
que yo que soy un artista del carnaval. Es tuya, ámala
y respétala. Si en una calle cualquiera o desde un
palco ves algún artista, aprécianos y valóranos como
nosotros lo hacemos contigo.
Eres importante para nosotros, tus vivas y
aplausos nos transforman y elevan, y así te brinda-
mos lo mejor para que te sientas feliz y olvides los
problemas. Amigo barranquillero, colombiano o
extranjero, te aprecio como hermano amante de la
cultura, del arte, del carnaval, contágiate del goce
pagano sin violencia, que el radiante sol siempre
ilumine tu mente y tu camino en cada evento que
vayas a ver.
Aprecia no solo el jolgorio, lo lúdico, sino
también interésate por conocer la historia de cada
manifestación y de cómo se hace o cómo hacemos
para llevar a cabo la fiesta más importante de
Colombia para el mundo.
Esta es tu casa, este es tu carnaval. Regresa
siempre y quédate aquí.
Álvaro Bustillo Solano
U stedes, señores y señoras del público, son
para mí, óscar Barrios Mendoza, el crítico
número uno de mis presentaciones. Son
ustedes los que ven lo bueno y lo malo. Los escucho,
quiero recoger sus observaciones pues ellas me
ayudan a corregir lo que sea necesario.
Yo digo que los artistas del carnaval debemos
ser humildes y prestarle atención a ese gran crítico
que constituye la masa de espectadores que esperan
de nosotros lo mejor. Creo que quienes hacemos
el carnaval tenemos una obligación con nosotros
mismos y con ustedes, el público, para que quienes
van a vernos y a gozar se sientan satisfechos y nos
sigan recordando cuando regresen a sus casas y los
días después. Sí, yo lo que quiero es que en la retina
de ustedes los espectadores quede fijado el desfile
de El Toro Grande de Rebolo con sus hermosos
vestidos y su buena coordinación coreográfica.
Cada vez queremos ser mejores, por eso sus
críticas y observaciones son muy importantes para
nosotros. Nunca dejen de hacérnoslas por favor.
Solo así saldrán siempre sintiendo que valió la pena
ir a vernos y que griten con nosotros: ¡que viva el
Carnaval de Barranquilla!
Óscar Barrios Mendoza
Cartas al público
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SOMOS danzas
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Historia de danzasUbaldo Mendoza
E n los años cincuenta en Rebolo, en temporada de carnaval, mi casa era
un compendio de colores; satines rojo, blanco, amarillo, azul, verde;
trencillas, mostacillas, soutaches y toda clase de abalorios estaban por
doquier. Mi mamá era la costurera del barrio y hacía los disfraces a diferentes
miembros de danzas, de congos, burros, torito y capuchones. En medio de todo
esto recuerdo a mi mamá sentada frente a su máquina escuchando música de
Matamoros, del Cuarteto Flores, Casino de la Playa y la Sonora Matancera.
Para ese tiempo Rebolo se dividía por sectores: el del Matadero en donde
estaba situado el Matadero Municipal (calle 17 carrera 33); el de la Capilla
del Carmen; y el sector de la Gota de Leche, porque por ahí se encontraba el
dispensario municipal, aunque también se le decía Monigote en razón a que allí
estaba el Colegio José Hilario López y en su parquecito había un busto de él; el
plantel educativo desapareció y hoy se encuentra una cancha de bola de trapo
cuyo torneo se llama Gota de Leche.
También estaba el sector de La Luz, llamado de esta manera por su acerca-
miento al caño de La Luz o caño De La Ahuyama, primera invasión que existió
en Barranquilla, formada por los inmigrantes de la ribera de río y que llamaron
Las Tablitas. Estos habitantes fueron desplazados y se ubicaron entre la carrera
20 hasta la 28, y desde las 11 hasta la 8.
La llegada de estos pobladores vino a enriquecer folclóricamente a Rebolo,
pues eran portadores de diferentes expresiones culturales, propias de su sitio de
origen. Fue así como aparecieron danzas que después pasaron a ser un patrimo-
nio de la ciudad. De eso puedo dar fe pues lo viví.
Los Villa y la danza de los diablosOriunda de Remolino, Magdalena, llegó la familia Villa, que se ubicó en la calle
10 (El Sol) entre carrera 21 y 22. Estaba compuesta por el padre, la madre, y dos
hijas, (América y Herlinda), y un varón (Eduardo). Esta familia trajo la danza de
los diablos. Eduardo tocaba el tambor pequeño en forma de tam tam, ritmo que
siguieron Herlinda y América quienes ejecutaban una danza brincando sobre
unas botellas puestas en el suelo, una delante de la otra, y luego una sobre otra.
Esto lo hacía cruzando las piernas. Lo que llamaba la atención era que formaban
una espuela con unos cuchillos que afilaban delante del público.
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El señor Ventura Villa, que así se llamaba el papá, era el Diablo Mayor,
ofrecía el espectáculo más arriesgado, hacía lo mismo que sus hijas pero sus
cuchillos eran más largos y terminaba su actuación brincando con un banco
entre los dientes.
Esta danza no utilizaba el fuego como las actuales, su atuendo era una
camisa con capirotes y mangas largas rematadas en puntas con cascabeles,
pantalones bombachos a media pierna, medias rojas, rabo y caretas con espejos.
Todos los atuendos eran rojos.
En la temporada previa al carnaval frente a la casa de los Ventura Villa
nos reuníamos los vecinos a disfrutar el espectáculo de los ensayos; luego
desapareció de los carnavales a raíz de que el señor Ventura al ejecutar la danza
se cortó el talón de Aquiles.
Todavía existen testimonios de esta danza, pues muchos vecinos de
aquella época aún viven por ahí: los Díaz, los Carcamos, los Ríos, los Mazas, los
Rodríguez.
Los Rodríguez y los Doce Pares de FranciaLos hermanos Rodríguez vivían ahí cerca (calle 10, carrera 21 esquina). José y
Manuel eran unos emboladores zapateros del Paseo Bolívar que participaban en
Los Doce Pares de Francia y que algunas veces ensayaban en esa dirección.
Recuerdo que ahí quedaba una pila de la que se abastecía el pueblo que no tenía
comercio de agua.
Los Berdugo y El Imperio de las AvesPara esta época se instaló en Rebolo la familia Berdugo, vivían en la calle
Maturín 21. En la Manga de Obregón. El carnaval estaba en pleno auge y así lo
vivíamos. En un principio Pedro Berdugo organizó una cumbiamba, pero él era
portador de una danza de la ribera de río, de mucho colorido, como los pájaros,
y con versos alusivos a las cualidades de cada una de las aves de la región. Así
nació El Imperio de las Aves que aún subsiste y es dirigido por su hija Carmen
Berdugo. Los personajes son el jardinero, el cazador y muchos pájaros.
Los Villalba y la danza del garabatoCerca de los Berdugo, carrera 22 con calle 21 y 22 (Maturín con Callejón de la
Ceiba) vivía Adolfo Villalba, quien por algún tiempo dirigió la danza del garabato
y tiempo después como director del grupo Villalba y Sus Muchachos pasó a
ser el músico de la danza del garabato del Country Club que dirigía Emiliano
Vengoechea. En el sector donde vivía Adolfo Villalba residen aún vecinos de la
época que son testimonio de esta información.
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Rufino Orozco, Custodio Pedroza y Ana Hincapié y la danza del paloteoOtra danza de Rebolo en el carnaval, el paloteo, llegó a Barranquilla traída
de Gaira, Magdalena, por el señor Rufino Orozco quién vivía en la calle 11
(Esperanza) con carrera 25 (Independencia) cerca de la casa de una matrona
popular en aquella época llamada Cruz Barragán, y al lado de la familia Hincapié.
Andrés Donado y Eloísa, quién a su vez era hermana de Ángel Custodio Pedroza,
hicieron parte de ella desde sus inicios allá por los años treinta.
En principio el paloteo era bailado únicamente por hombres, pero a raíz de
que cuando estaban borrachos manejaban el simulador de combate con alguna
violencia lo que originaba accidentes con resultados lamentables, Custodio
Pedroza quiso humanizarlo y le incluyó mujeres y así nació el paloteo mixto.
Esta danza ensayaba en la calle 14 (Caridad) con carrera 23 Callejón de
Bolívar) en un enorme patio donde residía la familia Pedroza. Desde las siete de
la noche nos reuníamos los vecinos, sentados en el suelo para ver los ensayos,
asombrados con su vibrante coreografía, y nos reíamos con los versos jocosos
qué decían.
La danza tiene versos a las banderas, que identifican a cada uno de sus
miembros según el país que representa, y versos llamados de palos, que dicen
antes de empezar el combate. Las gracias de la danza consisten en que el ritmo
es ejecutado por una violena o un acordeón, acompañado por un redoblante, y
seguido por los golpes de los palos que usan en el combate. Los palos y el redo-
blante deben ir acompasados.
El paloteo participa en el Carnaval de Barranquilla desde hace más de
setenta años y no solo se ha mantenido, sino que dio pie para que aparecieran
otras similares. En 1959, Manuel López en unión de Maritza Hincapié, baila-
dores del Paloteo Mixto fundaron su propio grupo al que llaman El Paloteo de
Barranquilla. Se ubica en la calle 25 (Santa Isabel) con carrera 22 (Ceiba) y toma
el mismo formato de la danza de los Pedroza.
Dilia Meléndez y la danza de los indios de trenzasOtra danza que se paseaba por la calles de Rebolo era los indios de trenzas,
fundada en 1935 por Dilia Meléndez, quien le legó la responsabilidad de dirigirla
a su hija Dora Thomas cuando esta contaba apenas con 15 años. El origen de
esta danza son las comunidades chimilas ubicadas en la ribera del río Magdalena
en regiones como El Copey, Fundación, Plato Gamarra, Mompós y otros de la
Depresión Momposina.
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somoscongo
Óscar Barrios Mendoza
Luz Elena Güette Borrero
Esther Hernández Morón
N uestra danza viene de muy lejos. Fue traída
por los negros esclavizados que provenían de
África, por eso decimos que es parte del legado
ancestral africano. Esta fue la danza de resistencia de los
cabildos negros de Cartagena colonial, forma organizativa
estimulada por los españoles para mantener divididos a
los esclavos. La fantasiosa capa, la pechera y el turbante
evocan el atuendo usado por los portugueses en la época,
en sus colonias africanas.
Tras conformarse los palenques en la zona del Canal
de Dique, parte de esta cultura se trasladó a Barranquilla a
través del río Magdalena y se concentró en Barrio Abajo,
epicentro del Carnaval de Barranquilla, lugar de origen de
muchas danzas presentes en el carnaval de hoy en día.
La danza de congo es una de sus expresiones más
representativas y una tradición que se transmite de gene-
ración en generación. Por eso decimos que la danza de
congo se lleva en la sangre.
Estamos organizados en diferentes cuadrillas y al son
de la música y de manera acompasada vamos marchan-
do de izquierda a derecha, agarrados unos a otros (de
a cuatro), hombres y mujeres en cuadrillas separadas.
Juntos vamos haciendo figuras a la manera de culebrillas o
caracoles.
Nuestra actitud es guerrera y para acentuarlo los
hombres levantamos nuestros brazos a lado y lado, y
solemos llevar en una mano palos o machetes. Las mujeres
están organizadas también en cuadrillas y agarradas unas
con otras como los hombres. Sus cuerpos están ligeramen-
te doblados hacia delante, mueven los hombros y baten la
falda con sus manos.
Siempre vamos acompañados de músicos que tocan
tambor, guacharaca y palmas, junto con un coro y un
cantador que vocea los versos. Cada grupo elabora sus
propios versos y estos van cambiando año tras año.
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ÁNGEL ALMANzA, ALFONSO FONTALVO Y VENTuRA CABRERA.
ALFONSO FONTALVO
Y MIEMBROS DEL
CONGO GRANDE DE
BARRANquILLA.
El Torito de los años cuarentaUbaldo Mendoza
En la temporada del carnaval, por allá al final de los años 40,
los jóvenes nos reuníamos temprano en la sede de las danzas
para verlas salir, principalmente la danza de El Torito, y algunos
nos íbamos detrás en su recorrido. Recuerdo cómo El Torito
desfilaba por las calles: primero iba Canchana que portaba
la bandera, seguido por los músicos; Sandoval el tamborero,
Enrique Castelbando y Pablo Padilla. Los cantantes y los coros
con un golpe de calle entonaban un verso que decía: “El torito
ronca y brama cuando llega al arenal”.
Adelante iban parejas de homosexuales vestidos de
reinas, seguidos de los disfraces de toros, burros y perros,
guiados por uno disfrazado de yegüita; este era un disfraz de
faroleador que parecía fuera montado en una yegüita; desafor-
tunadamente este disfraz desapareció de las danzas de los
congos. Luego seguían los disfraces de los congos con su gran
colorido, con hermosos turbantes adornados con flores y en
las pecheras a veces con prendas de oro.
Cuando llegaban a la casa del parroquiano donde iban a
bailar, Canchama instalaba la bandera, se ubicaban los músicos
y los disfraces de animales empezaban un combate simulado
entre ellos; la yegüita los jardeaba. Luego aparecían los congos
desfilando en figuras de mariposa o eses o culebras para hacer
después un círculo en cuyo centro bailaban de uno en uno con
las reinas, que como ya se dijo eran gais. Para hacer el cambio
de bailarines, quien deseaba entrar al centro gritaba ¡cierra!
y la pareja que estaba bailando se salía del círculo; así seguían
hasta que bailara la mayoría, mientras que por fuera del círculo
el resto del personal seguía jugando con el público mostrándo-
le muñecas, culebras o golpeando con vejigas de puerco.
La danza tenía dos golpes de tambor, golpe de baile y
golpe de calle, cuando se acababa el baile el cantante ento-
naba un verso que decía: “Alevantá tambolero, alevantá y
vámonos”, y todos salían a ocupar sus puestos y comenzaba la
marcha a otro sitio, cantando versos.
El día que todos los congos se juntaronMónica Lindo
Esto que les contaré ocurrió el año en el que la empresa organizadora del carnaval me delegó
la apertura de la Batalla de Flores. Yo siempre había soñado con reunir todas las danzas
de congo, porque se decía que entre muchas de ellas no se podían ni ver, así que trabajé
incansablemente por cumplir el sueño de verlas juntas haciendo culebrillas y mariposas.
Concentré a todos los músicos en un tráiler con micrófonos y un gran amplificador
para que sus versos pudieran oírse. Fue emocionante ser testigo de su alegría por el gran
impacto que entre todos suscitó estar allí juntos, y disfrutar sus versos compuestos espe-
cialmente para la ocasión, que solo hacían referencia a la fraternidad, al compañerismo
y a la tolerancia en carnaval. Estaban plenos, eso me llenó de inmensa satisfacción. Es un
maravilloso recuerdo; una experiencia muy especial.
Quiénes integran los congosHace muchos años la mayoría de los integrantes
de los congos eran trabajadores, vendedores del
mercado, estibadores del terminal, miembros de las
familias del barrio. Los grupos no eran tan nume-
rosos como lo son hoy en día. Entonces era fácil de
reunir cuarenta o cincuenta personas. Hoy en día
se han integrado abogados, ingenieros, médicos y
políticos.
Las familias que mantenemos la tradiciónGracias a una tradición familiar nuestra danza aún
pervive en el centro de nuestro carnaval. Las fami-
lias que la hemos mantenida viva, las que somos
el corazón y el pulmón del congo, del verdadero
congo, el autóctono, el popular, somos los Barrios,
los Noguera, los Fontalvo, los Acosta, los Guette, los
Cabrera y los Maury.
Ha sido necesario mucho tesón para mante-
nerla tal cual es y nos duele que algunos estén
distorsionando la tradición.
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Vestuario de la mujerSe trata de un vestido que lleva en el escote (en
bandeja, con los hombros libres y sin mangas) varios
volantes de distintos colores. La falda con volantes
iguales a los de la blusa. Los colores de los vestidos
de las mujeres coinciden con los de los hombres e
identifican a cada grupo. Además llevan en la cabeza
flores de colores y accesorios llamativos.
CONGO CARRICEñO
DuRANTE EL DESFILE DE
LOS NIñOS.
Nuestro vestuarioPara nosotros, la danza del congo es la más elegante
en su vestuario. Antiguamente se caracterizaba por
llevar en su indumentaria pieles animales y eso era
algo que distinguía un grupo de otro; hoy en día, en
razón a las leyes de protección de los animales en vía
de extinción, está prohibido.
El turbante lo elaboramos hoy en día con cartón y va
adornado con flores artificiales de colores vivos. También
les ponemos espejos y otros elementos que lo hagan
vistosos. Cada congo tiene su turbante y algunos pasan
de generación en generación. Los cuidamos mucho y los
reparamos con esmero cuando se estropean. El director
de la danza no lleva turbante sino sombrero adornado con
cintas de colores.
La faunaMuchos animales nos acompañan, andan por ahí, juegan y
pelean; los niños son quienes suelen representarlos y llevan
vestidos con telas que los asemejan (por ejemplo de cebra,
tigre o elefante) y máscaras elaboradas hoy en día en papel
maché.
Vestuario del hombre
La penca o cola sale de la parte de atrás del turbante y
va hasta los talones. También es muy representativo de
nuestra danza y pasa de generación en generación. Es de
satín de colores fuertes y va adornada con lentejuelas,
canutillos, encajes y cintas.
Los pantalones son de satín y cada grupo los usa de colores
diferentes; en las rodillas llevan unos parches grandes y en
la bota arandelas de diferentes colores; también a los lados
llevan encajes.
La gola es una pieza muy importante. Lleva arandelas,
encajes, lentejuelas y canutillos.
La capa suele ser
de satín y en un
color fuerte, y
lleva superpuestas
distintas figuras
al gusto de cada
congo; usualmente
son figuras de
animales, máscaras
y otros elementos
representativos
del carnaval. Junto
con el turbante
y la penca son
distintivos de la
danza.
La camisa es de
manga larga, con
pechera o peto de
la misma tela de
la capa; se decora
con figuras de
animales hechas con
lentejuelas.
La cara la llevamos
pintada con círculos
rojos en las mejillas.
Además usamos
gafas oscuras.
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Congo Campesino de Galapa
Luz Elena Güette Borrero
CONGO CAMPESINO
DE GALAPA. EN
PRIMER PLANO MI
PADRE JOSé VICENTE
GÜETTE Y TODOS LOS
INTEGRANTES DuRANTE
EL DESFILE EN GALAPA.
Nuestro grupo fue fundado en el año 1925 por don
Mercedes Acosta con el nombre de Torito. Tres años
más tarde pasó a manos de don Alberto Barrios
Patiño y en 1929 cambió de nombre por el de
Congo Campesino de Galapa. Debido a los quebran-
tos de salud de su director, el grupo estuvo caído
muchos años y casi desaparece. En 1994 mi padre,
José Vicente Güette, que había pertenecido al grupo
desde 1970, se puso al frente y lo levantó. En ese
momento tenía tan solo siete miembros y hoy en día
salimos 81 personas, sin contar los músicos.
El respeto y el amor a sus patrones tradicio-
nales es algo que nos caracteriza y se ve reflejado
en cada detalle; el colorido y el machete no le
puede faltar a un buen representante del Congo
Campesino, así como la decoración carnavalera de
su casa. A su vez, somos el único grupo de congo
que tiene una mujer como jefe de cuadrilla que va,
además, vestida de congo, esto es con pantalón. Esa
soy yo.
Durante todo el año gestionamos la conse-
cución de recursos económicos para cubrir los
gastos: vestuario, maquillaje, músicos, refrigerios,
transporte y otros. Para ello hacemos bingos y rifas,
y recibimos aportes de familiares y amigos, lo mismo
que de la Fundación Carnaval S. A., la Alcaldía de
Galapa y de la Fundación Adoptemos La Tradición.
En el carnaval participamos en la tarde de
danzas y comparsas en el Romelio Martínez, la
Gran Parada de la Tradición el lunes de carnaval
en Barranquilla, el desfile de Galapa, así como en
el Festival del Congo en nuestra población, y en
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Luz Estela Güette Borrero
Cuando estaba pequeña, yo siempre me sentaba con los
músicos atrás de ellos y terminaba improvisando versos.
Cuando mi papá quedó sin un músico que se fue para
Venezuela, hace ya cinco años, él me dijo que cantara, pero
yo le decía que no, que no podía, pero gracias a Dios me me
atreví y ese año nos ganamos el primer Congo de Oro. Soy la
única mujer verseadora de congo aquí en la costa Atlántica.
José Vicente Güette, director del Congo Campesino
de Galapa
Mis inicios en las fiestas carmestoléndicas fueron desde
muy temprano con mi disfraz de burro y toro hasta cuando
llegué a ser miembro de la Danza Congo Campesino de
Galapa en 1970. Amo el carnaval y he trasmitido mis
conocimientos para preservar la danza. Nuestra juventud
está comprometida con la danza de congo y eso me da
mucha alegría. La tarea la he logrado hacer gracias al apoyo
de mi familia y amigos que han nutrido durante décadas
esta legendaria danza.
SOMOS TRES MúSICOS:
EL LLAMADOR, CRISTóBAL
FIGuEROA; LA GuACHARACA,
AGuSTíN PADILLA; LA
VERSEADORA, Luz ESTELA
GÜETTE, Y DOS CORISTAS,
RENé GÜETTE Y KATHERINE
FIGuEROA.
El viernes antes de
carnaval, reunimos
al personal para
estar unidos
y organizar
bien nuestras
presentaciones de
esos días. Mi padre
se levanta muy
temprano a revisar
los accesorios y el
maquillaje. Después
disfrutamos un
buen sancocho
y comenzamos a
prepararnos para
la Batalla de Flores
que es el sábado,
la Gran Parada que
es el domingo y el
Festival del Congo
que se hace el lunes.
El martes, último
día de Carnaval,
recorremos las
calles de mi pueblo
llevando la danza a
la casa del antiguo
dueño (ya fallecido)
para que su esposa
la vea y confirme
que la tradición
no va a morir por
muchos años.
diferentes eventos a lo largo y ancho del departa-
mento del Atlántico.
Gracias a nuestro compromiso, el relevo
generacional ha mantenido su identidad; hijos,
nietos, yernos, primos, vecinos e incluso personas
que residen en el exterior y que vienen en época
de carnaval a participar con nosotros han sido un
factor multiplicador y de mucha esperanza, porque
sabemos y reconocemos la importancia que implica
salvaguardar nuestro patrimonio.
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El Toro Grande de Rebolo
Óscar Barrios Mendoza
Mi abuelo paterno, José Trinidad Barrios
Orozco, fue quien inició a la familia en el
congo. Claro que la vida dio vueltas antes
de que el nombre de la familia Barrios
se asociara al Toro Grande de Rebolo del
cual nos sentimos tan orgullosos.
Nuestro grupo fue fundado en el año
de 1875, en el barrio Rebolo, por el señor Luis
Rodríguez nativo del municipio de Soledad. En esa
época el Toro Grande de Rebolo tenía una rivalidad
con el Congo Grande y libraban grandes batallas en
las que se disputaban el gran trofeo; la señal de
triunfo era quitarle la bandera al contrincante
que era derrotado si la perdía, entonces el
ganador la mostraba a los presentes. Ese era el
Congo de Oro de esa época.
Los grupos eran conformados
por personas adultas y no permitían
participar a menores de edad, así que
mi abuelo, junto con Elías Fontalvo
(abuelo de Alfonso Fontalvo),
el Chino Pediaña y Fulgencio
Ebrat decidieron fundar el 20
de enero de 1878 su propia
danza y la bautizaron El
Torito Ribereño, Torito
porque la mayoría eran
adolescentes y Ribereño
por la cercanía del río.
Por razones que
desconozco, el Toro Grande
de Rebolo dejó de aparecer en el carnaval durante
varios años, hasta 1939 cuando volvió a presentarse
y con mucha fuerza. El músico era ni más ni menos
que Francisco Pacho Bolaños, llamado el “Poeta
de los Negros”, y músico del Ballet de Colombia
dirigido por esa gran artista llamada Sonia Osorio.
La gran mayoría de sus integrantes eran trabajado-
res del mercado y se disfrazaban de toro, gorila y
tigre; la minoría salían con el vestido de congo, lo
contrario a hoy en día donde sobresalen los congos
y entre los integrantes del grupo hay profesionales
y miembros de familias prestantes de Barranquilla.
Luego el grupo volvió a salir de la escena hasta el 16
de julio de 1986 cuando mi hermano mayor, José
Trinidad Barrios Mendoza, tomó la iniciativa de
sacarlo al ruedo.
Todo ocurrió por un malentendido con
Alfonso Fontalvo, porque nuestra familia para ese
entonces seguía saliendo con el Torito Ribereño. De
hecho el viejo mío era adolescente cuando entró
a ese grupo y con Pablo Mercado (ambos falleci-
dos) eran jefes de cuadrilla. Con ellos salían mis
hermanos mayores José, Teobaldo, Atenógenes y
Orlando, todos muy respetados por las otras danzas
del carnaval. El último año que el viejo mío salió fue
en 1970, murió el 1 de julio de ese año.
Desde el primer momento, mi hermano
quiso darle al Toro Grande de Rebolo el don de los
grandes grupos tradicionales de nuestro carnaval y
contó con el acompañamiento de familias como los
Noguera, los Arzuza, los Castro, los Carrillo y los
Padilla. Desde esa época hasta la presente hemos
EL TORO GRANDE DE
REBOLO CONCuRSANDO
EN EL ROMELIO MARTíNEz.
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ganado 20 congos de oro y hemos obtenido el
reconocimiento de la Cámara de Representantes, de
la Secretaría de Cultura, de la Cámara de Comercio,
del Círculo de Periodistas del Atlántico y de distintas
entidades educativas.
Algo que nos ha caracterizado es que todos
salimos muy bien presentados, con los vestidos
impecables y toda la parafernalia completa; somos
muy organizados en nuestras cuadrillas y nos gusta
seguir de manera estricta la tradición.
Nuestros rituales Todos los sábados de carnaval la familia Barrios y El
Toro Grande de Rebolo asistimos religiosamente al
cementerio para visitar a nuestros parientes falleci-
dos que aportaron mucho a nuestro carnaval, para
pedirles su protección divina y que todos nuestros
actos en carnaval salgan sin ningún problema.
Celebramos este ritual desde hace cuarenta
años. Visitamos tumba por tumba para hablarles
a nuestros parientes y pedirles su protección. De
paso le echamos un trago a las tumbas y recordamos
cuando ellos estaban en este mundo de alegría, goce
y disfrute carnavalero.
A su vez el domingo de carnaval, el gran
domingo de calificación como se llamaba antigua-
mente, antes de irnos para la Vía 40 recorremos la
calle 17 para mostrársela a nuestro barrio Rebolo,
cuna del carnaval. Al terminar ese recorrido
sabemos si vamos bien o mal y hacemos unas
últimas recomendaciones. Bendito Dios todo nos ha
salido sin ningún problema. Este rito me da paz en
el corazón para conducir adecuadamente el grupo
y saber sortear los imprevistos y las situaciones que
se presenten. Cuando estoy en el desfile soy el más
orgulloso de todos los directores de grupo, razones
me asisten, el mío es el Toro Grande de Rebolo.
ARCHIVO Y MEMORIA
DE LA DANzA EL TORO
GRANDE
LA CuADRILLA TRADICIONAL DEL TORO GRANDE LuCE Aquí TODA LA PARAFERNALIA. LAS CABEzAS SON MI HIJO óSCAR FARíAS
Y MI SOBRINO BORIS BARRIOS; ELLOS LLEVAN 25 AñOS EN EL GRuPO.
Yo en particular antes de salir de la casa
hago plegarias al dueño de la vida para que
me proteja a mí y a todos mis familiares
que disfrutan el carnaval, y a todos los
integrantes de El Toro Grande de Rebolo.
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El Torito RibereñoAlfonso Fontalvo Torres
Como danza guerrera, los congos portamos
lanzas o garrocha de madera en la mano derecha.
Y además de ir ataviados con un disfraz vistoso y
lujoso, acostumbramos a llevar una serpiente, un
muñeco o una vejiga de cerdo en la mano izquier-
da como símbolo totémico protector de las tribus
congolesas a las que les debemos nuestra existen-
cia. En consonancia con los elementos míticos,
la serpiente puede considerase como un símbolo
fálico, viril, mientras que las flores son símbolo
maternal, de fecundidad.
Distingue, además, a la danza El Torito la insig-
nia de la máscara de toro y la presencia de disfraces
Desde 1930 empezamos a aceptar niños y mujeres en
la danza, pues antes se presentaban enfrentamientos
crueles de palo, piedra y trompada.
Nuestro atuendo y elementos míticosEl atuendo que llevamos los congos es de extraordi-
naria belleza y decoración: turbante adornado con
borlas de lana de diversos colores, caras de muñecas
de caucho o flores artificiales; penca que pende del
turbante por la parte trasera; gola o capa decorada
con figuras de animales confeccionadas con lente-
juelas; pechera adornada con abalorios y símbolos
distintivos de la danza; pantalón y camisa. El direc-
tor lleva sombrero para distinguirse de los demás
intengrantes y señalar autoridad. Las mujeres usan
blusas sin mangas y una falda de diversos colores
con adornos en el ruedo y flores en la cabeza.
El Torito Ribereño fue fundado por mi abuelo Elías Fontalvo
Jiménez y tres amigos más, José Trinidad Barrios Orozco, Santiago
de Alba y Luis Gutiérrez conocido como el Indio Pediaña, cuando
apenas eran unos adolescentes de doce años; fueron cabeza de
danza Pedro Rudas y Fulgencio Ebrat.
Eso ocurrió el día 20 de enero de 1878 en la calle del
Comercio (hoy 34) entre las carrera Concordia y Hospital (hoy 33
y 35). El sitio exacto fue en la parte de atrás del Hospital General
de Barranquilla, que había sido inaugurado hacía poco. Este sector
era conocido como Barrio Abajo, hoy Centro, San Roque y Rebolo.
La idea de fundar la danza nació al no habérseles permitido
participar en la danza El Toro Grande por ser menores de edad,
aduciendo la violencia existente en esa época entre las danzas de
negro (congo). De ahí su nombre en diminutivo de Toro Grande. A
principio de siglo una cruel batalla sostenida entre dos grupos en
la calle California (hoy Medellín o 42) que dejó numerosos heridos
a palo, puño y machete, demostró la bondad de las medidas de no
aceptar menores.
Años más tarde mi abuelo se casó con mi abuela Rita de las
Aguas y se trasladaron a vivir en la calle de la Cruz (hoy 29) con
carreras Concordia y Hospital, donde nacieron sus nueve hijos,
entre ellos mi padre Marco que vino al mundo en 1900. Esa casa
sigue siendo hoy en día la sede de El Torito Ribereño.
En 1930, por enfermedad de mi tío Campo Elías, mi padre
quedó a cargo de la danza. Fue el tercer sucesor en la dirección
del grupo y estuvo en ese lugar hasta 1970 cuando me la entregó.
Falleció al año siguiente. Desde ese entonces me desempeño como
director.
Esta máscara fue
creada en 1878 con
la fundación de la
danza y es catalogada
como la más antigua
del Carnaval de
Barranquilla.
En nuestro taller las
máscaras se trabajan
en madera y son
elaboradas por los
mismos participantes.
EN EL TORITO SALEN FAMILIAS POR TRADICIóN: ESPOSAS, HIJOS, SOBRINOS.
Nuestros trajes hoy
en día están llenos
de color, pero en
tiempos de mi padre
predominaba el
blanco y negro.
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de diversos animales como tigres,
perros, burros y gorilas.
Música y baileEn la danza del congo son fundamen-
tales los elementos del baile cantado:
tambor, coros y palmas. El baile es
acompañado por la percusión rítmica
del tambor, el batir de las palmas y la
guacharaca. Los versos son improvi-
sados o por un solista o hacen parte
de la tradición oral mantenida en la
memoria de la danza.
ENSAYO DEL GRuPO EN
LAS CALLES DEL BARRIO
DE REBOLO MINuTOS
ANTES DE SuBIRNOS
AL BuS quE NOS
CONDuCE A LA VíA 40.
Una anécdota que con frecuencia recordamosCon una trayectoria de 136 años ininterrumpidos de
esta danza, son muchas las anécdotas que hay. una muy
graciosa que me gusta recordar es esta. Ocurrió el lunes
de carnaval de 1957; en el grupo había un señor de
nombre Nicolás Gutiérrez a quien apodaban Colaco y
tocaba la guacharaca. En ese entonces la danza pasaba por
la Calle de la Cruz, hoy 29, con Callejón de Buen Retiro,
hoy 32. Las calles no estaban pavimentadas, eran puro
caliche y se asomaban unas puntas de piedra. El señor
Colaco tocando la guacharaca iba cantando este verso:
Que viva Simón BolívarQue nos dio la libertad.
Estando en esas metió el pie en una piedra de caliche,
cuando en aquel tiempo se usaba la abarca cotiza, y ese
hombre del dolor tiró la guacharaca por allá lejos, se
agarró el pie —se había volado la uña del dedo cabezón
del pie derecho— y exclamó: “¡Maddito Simón Bolívar y la
mae que lo parió, nojoda!”.
Ya llegó la fiesta bravaEl Torito empezó a bramarpor su hijo y por su famala que alegra el carnaval.
Alégrate Barranquillano te pongas a pensarporque fiesta como estatenemos que gozar.
Ya saben a quién les cantacon versos tan bonitosles canta Mañe Herrerala leyenda de El Torito.
Mañe Herrera
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Congo Grande de Barranquilla Adolfo Maury
Esta aventura nació para mí el 6 de mayo de 1970
cuando llegué al mundo en un hogar regido por la
tradición del carnaval. Mi abuelo, Ventura Cabrera
de La Ranz, hombre del carnaval durante toda su
vida, fue el encargado de darle la bienvenida a los
miembros de la familia. Entusiasmado imponía la
orden: “Apenas cumpla el año lo bautizamos en el
Paseo de Bolívar en la Batalla de Flores”. De inme-
diato se daba a la tarea de preparar todo (turbante
de varillas de guadua, machete de madera, gola,
penca, pantalón y camisa) para el ritual que anuncia-
ba el ingreso de un miembro más de la familia a las
entrañas de un patrimonio cultural llamado Congo
Grande de Barranquilla.
Luego se daba a la tarea de transmitir lo apren-
dido como artista del carnaval, conocimientos que
recibió de grandes maestros como Teobaldo de La
Ranz y Dionisio Muñoz Guerrero, miembros activos
de la danza desde cuando el Congo Grande fue
fundado el 22 de diciembre de 1875 por un señor
llamado Joaquín Brachi. Mi abuelo me sentaba en
sus piernas a aprender los golpes y sones musicales
de la danza, lo que hacía de esos momentos algo
único, pese al enojo de mi abuela materna, quien
influenciada por su tradición católica de la época
entraba en discusión porque consideraba eso algo
de locos.
Pero además, toda la familia recibía entusias-
mada sus enseñanzas, que se les transmitían a los
niños y jóvenes de la casa. Cada núcleo familiar
aprendía de manera constante cómo bailar, y cada
paso era explicado detalladamente para que los
niños se fueran apropiando de ellos, y así en cada
ensayo los ponían en práctica con todo lujo de
detalles. En la actualidad la danza sigue siendo fiel
a esas enseñanzas. Observamos cómo el grupo está
conformado por familias completas cuyo mayor
privilegio es lucir con orgullo el imponente vestua-
rio de congo.
Cada niño crecía con la consigna y el entusias-
mo de algún día ser miembro de la danza. Durante
los ensayos en las décadas de los ochenta y noventa
crecieron a la sombra de “Papúa”, como cariñosa-
mente llamaban a mi abuelo Ventura.
Durante el comienzo de las actividades de
la danza a partir de la izada de bandera el 22 de
JOSé OSPINO Y
ALEJANDRO ORTEGA,
CABEzAS DE CuADRILLA,
ESTÁN LISTOS PARA
INICIAR EL DESFILE EN LA
GRAN PARADA.
diciembre, la cual anunciaba el inicio del jolgorio,
cada sábado la cuadra se engalanaba y era insufi-
ciente para albergar a todos los vecinos que querían
ver el ensayo. Este iniciaba a las siete de la noche
con la llegada de los travestis encabezados por dos
muy populares de la época a quienes cariñosamen-
te llamaban Barranquilla y Julieta. uno se ganaba
la vida en labores domésticas y el otro vendiendo
frituras en la Calle de las Vacas (actual calle 30 con
la Paz).
El entusiasmo crecía con la llegada del resto
de comitiva “de candidatas y reinas” transformistas
procedentes de Venezuela, Puerto Rico y Curazao,
Aquí EN LA IzADA DE
BANDERA CuANDO
CELEBRAMOS LOS
138 AñOS DEL CONGO
GRANDE CON DANIELA
CEPEDA, REINA DEL
CARNAVAL EN 2013.
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ataviadas con sus majestuosos disfraces, que repar-
tían dulces y confetis a la multitud. Así empezaba
el baile callejero, señal de que el ensayo iniciaba
con el frenético baile de Barranquilla en el que
cada danzante cambiaba de pareja con la palabra
“ciérrala”. Esto ocasionaba problemas ya que todo
el mundo quería seguir bailando con Barranquilla,
quien molesta terminaba el baile y se sentaba en el
tambor con lo que finalizaba la función. Aquí cabe
destacar el valioso aporte del Congo Grande a la
cultura como pionero en la inclusión de los trans-
formistas y travestis, que actualmente participan de
manera organizada en el carnaval.
De inmediato se armaba la cuadrilla para
iniciar el recorrido. No podía faltar la cuadrilla de
los niños y jóvenes, compuesta por vecinos, hijos y
nietos de los integrantes adultos, y que solo podían
llegar hasta la carrera 20 con calle 63 (barrio de los
Colonos), donde las cuadrillas del Congo Grande
y el Congo Reformado competían por ser el grupo
más numeroso. Cada ensayo finalizaba con el reco-
rrido por distintos barrios de Barranquilla hasta la
sede de la calle 63 con carrera 21, a las cuatro de
la mañana, luego de las batallas campales entre
las danzas del Torito, Toro Grande, Perro Negro y
Congolandia, entre otros.
Al otro día se organizaban sancochos con el
tradicional ron blanco y el relato de personajes
célebres como Gilberto Altamar, Rafael de Moya,
Benigno Hernández y los populares Perro Pingón y
el Chispas, quienes eran los peleoneros del grupo
encabezado por Dionisio Muñoz. Este último era
considerado el terror de los congos por su porte
y estatura, y por su fama de trompeador. Todo el
domingo era un constante compartir escuchando
relatos, presentes todavía en la memoria de quienes
vivieron esos tiempos en los que verdaderamente
ser congo era un orgullo y una gran responsabilidad.
Por su avanzada edad y la desaparición de esos
célebres integrantes que marcaron toda esa época,
Ventura Cabrera y su cuñado Gilberto Altamar, en
su afán por preservar las tradiciones, nombraron
a Álvaro Altamar, Gloria Cabrera de Maury y a mí,
Adolfo Maury Cabrera, para seguir en la tarea de
mantener vivo el legado y los primeros lugares
dentro del carnaval. De inmediato se inició la tarea
con los niños y jóvenes con un enfoque diferente
por los consabidos cambios generacionales, y así fui
yo quien comenzó un trabajo pedagógico a base de
talleres y ensayos de bailes para fortalecer el grupo.
La idea no era hacer un trabajo y ya, sino fortalecer
las enseñanzas y el amor por la danza. Se permitió
el ingreso de los niños al grupo adulto, lo que en el
pasado no era posible por las constantes batallas de
la época. La idea captó la atención de cada miembro
y de los vecinos del sector, quienes entusiasma-
dos inscribieron a sus hijos para formar parte de
la danza, y ya con un grupo compacto de niños
y jóvenes se hizo realidad la conformación de la
danza Congo Grande Infantil “Nueva Generación”,
compuesto en su mayoría por hijos, nietos, sobrinos
y primos de los integrantes del Congo quienes
con pasión y amor crecen al compás del tambor, la
guacharaca y los versos.
Ahora vemos las nuevas generaciones de
familias de tradición dentro del grupo como los
Cabrera, los Altamar, los Maury, los Pardo Maury,
los Llanos, los Castro y los Hernández, encabezados
por Hernán Altamar, Bayron y Jesús Pardo, Kevin y
Dayana Maury, Freddy Hernández y sus hijos. Esto
nos da la seguridad y convicción de que la tradición
no morirá y el Congo Grande seguirá recibiendo y
dando lo mejor en aras del Carnaval de Barranquilla.
Dedico nuestra historia al barranquillero puro,
ese que vive en fiesta los 365 días del año, amante
de la vida y sus placeres, ese al que lo mismo le
resulta Semana Santa, fiesta patronal, Navidad y fin
de año, y toda celebración habida y por haber, pero
que cuando resuenan los tambores anunciando con
sus brisas la fiesta más entusiasta de Colombia su
corazón se alborota con más brío, pues sabe que ese
es el legado que le dejaron sus ancestros y el que
le dejará a sus hijos y nietos. Y porque sabe que lo
mejor que puede recibir una persona es la herencia
y las raíces de algo mágico y alegre como los carna-
vales, un disfrute, un estilo de vida
que se lleva en lo más profundo
del corazón y que sale a flote
con todo su esplendor para
perpetuar la herencia de nues-
tros antepasados.
BENIGNO HERNÁNDEz
ES, A SuS 81 AñOS, EL
CONGO MÁS ANTIGuO
DE LA DANzA.
NANCY ALTAMAR
Y ALEJO ORTEGA
ENCABEzAN LA
CuADRILLA DEL
CONGO GRANDE DE
BARRANquILLA, Aquí,
EN PLENA BATALLA DE
FLORES.
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Que viva el Congo Alegríasy también su directora.Que viva Francisca Gómez, nuestra buena fundadora.Carnaval de Barranquilla Patrimonio cultural.Aquí está la educación fomentando el Carnaval.
La Danza Infantil Congo Alegrías fue creada en 1984
por Francisca Gutiérrez, a quien cariñosamente le
decimos Pachita, con el propósito de preservar la
tradición a través de los niños, ya que las danzas del
congo, a pesar de ser el símbolo del Carnaval de
Barranquilla, estuvieron en riesgo de desaparecer.
Para mí la Danza Infantil Congo Alegrías es la
oportunidad que me da Dios y la vida de contribuir
a la preservación de la cultura del carnaval en los
niños, niñas y jóvenes de la ciudad. Cuando Pachita
me pidió que asumiera la dirección de la danza me
dio temor, pero después la recibí como una misión
que debía cumplir con cuidado.
Desde que comencé a dirigirla en 1991, ella
se constituyó para mí en un espacio pedagógico
sin igual para enseñarle a los niños y jóvenes de
nuestra ciudad valores culturales presentes en
nuestras danzas ancestrales. De manera frecuente
visito escuelas y colegios del suroccidente de la
ciudad para invitar a los estudiantes a vincularse a
nuestras agrupaciones folclóricas; además aprove-
cho para hacerles un llamado sobre lo importante
que es para ellos participar en el carnaval, ya que
las danzas forman parte de nuestra cultura, de la
historia de la ciudad. Mis propuestas didácticas las
fundamento en mis experiencias como maestra.
La Danza Infantil Congo Alegrías ha sido para
mí un espacio de pasión, alegría y compromiso. Me
siento la mujer más feliz del mundo. Siempre que
estoy con los niños todo se me olvida y vivo para
eso y para el carnaval.
Danza Infantil Congo AlegríasEsther Hernández Morón
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somoscumbia
Maribel Egea
C umbia, ritmo de mi tierra. Cumbia caribe
que se riega como la verdolaga por las
riberas del río Magdalena. El sonar de
la flauta y de los tambores hace presencia en las
plazas de nuestros pueblos y en los barrios de mi
Barranquilla. Ruedas de cumbia se arman por aquí
y por allá. Inmersa en la trietnia de nuestros ante-
pasados, signos y símbolos identitarios del indio,
del blanco y del negro, se revitaliza en cada paso de
los danzantes, en cada sonar de los tambores y de
la flauta: es la cumbia madre mestiza, ¡que viva la
cumbia!
¡Güepa je, güepa güepa je! Suena el llamador;
es la cumbia que invita a los danzantes al coqueteo,
al enamoramiento que se vive con el retumbar de
los tambores que calienta la sangre y pone nuestros
corazones a palpitar. Mi cuerpo danzante se encien-
de al sonido de la flauta de millo que enmarca el
ritual del hombre para conquistar a la mujer. Ella,
muy coqueta y sonriente se aleja y se acerca en un sí
y un no, ven, conquístame, hasta que decide aceptar
la vela que el hombre le entrega y este inicia, por fin,
el galanteo, que no termina durante el recorrido en
la rueda de cumbia. Con sus velas la mujer ilumina
el camino de los dos y avanza con paso lento y
cadencioso, mientras con su faldeo le permite al
hombre acercarse o lo aleja, y este, en su incesante
enamoramiento, mantiene viva la llama de esta
pasión danzaria.
Cumbia de mi tierra, ritmo y danza sin los
cuales no habría carnaval. Los bailadores desfilan;
el latir de sus corazones se confunde con la alegría
y el jolgorio. Flautas, tambores alegres, llamador,
maracas, guache y músicos nos regalan los sones de
cumbia, y al paso, en un solo conjunto denominado
cumbiamba, la del barrio, la del amigo, la del vecino,
mi cumbiamba, damos al carnaval ese inagotable
sabor que es transmitido de generación en genera-
ción y se extiende en el tiempo.
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Cuando cumbia, religión y fútbol convivíanUbaldo Mendoza
A ntes de hacer presencia en el carnaval, la
cumbia acompañó por años a los devotos
de muchos santos a festejar en nombre de
ellos. Y de la mano de la cumbia estaba el fútbol.
El origen de muchos de los grupos veteranos
de cumbia es Barrio Abajo y Rebolo. De este último
salimos varios como La Revoltosa. una parte de lo
que voy a contar lo viví yo y otra me la contaron los
mayores de mi familia con tanta claridad como si lo
hubiera vivido yo.
Corrían los años cuarenta cuando en
Barranquilla se hacían las novenas de san Roque,
las fiestas religiosas más importantes y de grata
recordación. En la Calle de las Vacas (calle 30), de
aproximadamente un kilómetro, entre callejones
Vesubio y Ricaurte (carreras 29 y 30), en los alre-
dedores de la Alcaldía, se congregaba el pueblo a
gozar de esta gran fiesta. Allí se gozaba del boxeo y
los juegos de azar, pero también de la cumbia. En la
carrera 29 instalaban una rueda de cumbia y en la
carrera 38 otra, mientras que en la carrera 30 con
calle 30, en la parte de afuera del teatro Boyacá, se
instalaba un telón de lona y se proyectaban películas
al aire libre.
Otra de las fiestas religiosas en Rebolo se
hacía en la calle Soledad (calle 17), donde ahora
está ubicado el colegio Don Bosco; había carreras
de saco, varas de premios y, por supuesto, no podía
faltar la rueda de cumbia.
San Martín de Loba era homenajeado con una
rueda de cumbia en la casa de mi tía, la matrona
Rosa Reales, ubicada en la calle Soledad con Bolívar
(calle 17 con carrera 23), mientras que se hacía otra
en la casa de Esancio de Las Salas, ubicada en San
Francisco con Vesubio (calle 26 con el callejón 29).
También en la calle 28 con la carrera 26, en casa de
un señor que apodaban Cara e’ Perro, había otra, lo
mismo que en casa de Luisa Mercado, en Esperanza
con La Ceiba (calle 11 con el callejón 22), quien la
organizaba con motivo religioso.
Luego estas manifestaciones pasaron al carna-
val como cumbiamba y tomaron nombres como
La Revoltosa, qué Va Gallo, qué Va, La Mompo-
xina, El Talego y El Páramo de las Nieves.
El barrio de Rebolo siempre se distinguió por
la cumbia, el fútbol y el carnaval. A principios de
los años cincuenta en Rebolo el templo del fútbol
era el Estadio Moderno, que luego fue abandona-
do y el torneo pasó a jugarse en la cancha Bavaria
(donde hoy está el barrio Trujillo) y en la cancha
Barranquilla, situada en las calles 11 y 14 entre
callejones 22 y 23. El Estadio Moderno después
fue abierto como plaza de toros, pero no resultó,
luego en unos carnavales fue adaptado como salón
de baile, que de cuatro a seis de la tarde era para
menores de edad y de seis en adelante para adultos.
Recuerdo que por aquel entonces en la carrera
21 con la calle 22, vivía un radio técnico llamado
Luis Barrios, quien todas las tardes sintonizaba las
emisoras cubanas Radio Progreso, CMq Radio y
Cadena Azul, y allí jóvenes y mayores se reunían
en los sardineles a oír a Daniel Santos, Bienvenido
Granda, Miguelito Valdez, en fin, todos los artistas
de la época. Casi todos los seguidores de esta
música eran amantes del fútbol y bailadores de las
cumbias que se hacían con motivos religiosos.
Eran los tiempos
de éxitos musicales
como Pugilato,
El feo, El cuento
del sapo, y época
de oro de la Sonora
Matancera, la
orquesta Casino
de la Playa y
el Conjunto
Matamoros, entre
otros.
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“Y si se trata de enseñar a interpretarla musicalmente,
enseñar cumbia es enseñar a amar los sonidos de
los tambores y las melodías de la gaita y la flauta
de millo. Solo con música puedo expresar los sentimientos que
genera en mí su majestad la cumbia”.
Fito Sánchez
“E nseñar a bailar la cumbia es ratificar
que el baile y la música hacen parte de
nuestra esencia, son expresión y sentir”.
Alcides Romero
Suena la flauta de millo
“S uena la cumbia. Las mujeres con sus faldas anchas y zapatos
planos se deslizan sobre la arena en forma continua sin levan-
tar los pies. La emoción se palpita: el parejo brinda unas velas
encendidas y se inicia un coqueteo, pero las faldas se sacuden y queda
avisado de que no puede pasar los limites. él intenta acercarse y con la
vela es retirado. En ese momento el parejo debe dar la vuelta buscando
contentar a su pareja; una a la derecha y otra a la izquierda. De nuevo es
retirado por su intimidación. La magia cumple su cometido; ella le brinda
una sonrisa: la conquista se ha logrado”.
Armando zambrano
“S uena la cumbia y la pasión por ella
nos invade. Juego amoroso de pareja.
La rueda de cumbia es la rueda de la
vida. Imposible no enamorarse y contagiarse con
la magia de esta danza. Cuando niños y jóvenes
la conocen, jamás dejarán de vivirla y de sentirla.
Enseñar a bailarla es sumergimos en el calenta-
miento de nuestros cuerpos, en un sentir de pies
y caderas. Es conocer su origen, es comprender el
sentido de su vestuario y parafernalia”.
Maribel Egea
“Siempre que oigo un tambor me transformo y así sea con el
pensamiento, bailo, y cuando lo hago me entrego al ritmo. Si
estoy en un espectáculo no espero aplausos, no pienso en eso,
estoy entregado a la danza. El ritmo de la cumbia es expresión caribe.
Para mí representa todo lo que somos: río, mar, nuestro carácter, nuestros
sentimientos. La cumbia es un rito en el que se expresa amor por uno,
por la pareja, por el ritmo. El instrumento que más me marca y con el que
muevo los pies es el tambor. él me da el contenido, los pasos, la elegancia,
el compás. Los movimientos de la mujer me inspiran a hacerle elogios. Sin
hablar se da un diálogo entre los dos. Con su sonrisa me invita a bailar, es
una mutua atracción que se refleja en movimientos sensuales”.
ubaldo Mendoza
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179
Por el respeto a los patrones de la cumbia
Armando Zambrano
La cumbiamba siempre ha sido un baile en rueda.
Conviene hacer distinción entre el ritmo y la rueda
de cumbia. Los bailadores pueden estar disper-
sos, pero cuando hacen la rueda se convierten en
cumbiamba. La música y el baile en rueda, juntos, es
lo que hace una cumbiamba.
Cumbia es aquello que se genera cuando se
interpreta ese ritmo que enloquece con el sonar
de los tambores, de los guaches y de la flauta. Son
pocos los instrumentos que encierran lo que es la
cumbia. Hay un tambor grande, llamado tambora
o bombo, que lleva cuero por dos lados y tiene un
diámetro aproximado de ochenta centímetros. Lo
acompañan dos tambores: el alegre y el llamador,
que es pequeño y de un solo cuero. Se le dice llama-
dor porque con un solo golpe comienza a llamar:
llama a la flauta, llama al alegre, llama al tambor,
llama al guache y llama a la gente, porque un solo tin
le llega a uno, y el otro prapapapa prapapa va relle-
nando y ahí shhuk sshhuk y suena la flauta de millo,
la reina la llamamos y ahí empieza todo.
Es importante saber que la cumbia práctica-
mente no tiene coreografía. En la rueda de cumbia
no hay cabeza ni hay cola. Todos están en el mismo
círculo. La mujer siempre va por fuera porque le
da vistosidad al baile, y el hombre siempre va por
dentro, aunque a veces da la vuelta para quedar al
lado de la pareja, que es el galanteo. El hombre trata
de llegar a ella, buscarle el lado a ver si de pronto se
descuida y puede uno agarrarla, pero lo que pasa es
que ella no se deja y con su falda mantea al hombre
o, si ya es de noche, lo espanta con la vela. Al final
la mujer queda enamorada y se rinde. Al principio
es altiva, no determina al hombre, pero con todas
esas morisquetas que uno hace, con ese galanteo, se
doblega, y ya se le ve esa sonrisa; la cara va cambian-
do su aspecto.
Lo que sí debe pasar es que la cumbia y la
cumbiamba deben compaginarse. La cumbia neta es
aquella que nació de los instrumentos artesanales
como fueron los tambores y la flauta de millo. Ahora
interpretan una cumbia instrumental y la tocan con
clarinete, con saxofón, esa para nosotros no es una
cumbia.
Hay un aspecto que no es parte ni patrono
de la cumbia, me voy a referir al sombrero y a su
galanteo. El bailador neto de cumbia permanece
con su sombrero encima, por una parte porque
es su protector del sol, y por la otra porque tiene
una connotación muy grande de respeto. Para los
viejos, por ejemplo, su sombrero es sagrado, nadie
le puede tocar el sombrero ni cogérselo, si lo pone
en algún lado, de alguna manera está reempla-
zando la presencia de su dueño. Resulta que han
llegado muchos coreógrafos que han interpreta-
do el sombrero en la cumbia como un elemento
foguiador y ponen al hombre a quitarse y ponerse el
sombrero, a moverlo.
Lo más sagrado es ver el sombrero en la cabeza
del hombre. Si yo me lo quito es porque me llené
de sudor, entonces tomo el pañuelo, me limpio la
cabeza y listo. Puede pasar también que mientras él
está bailando, por alguna circunstancia, el sombrero
cae al suelo, caso en el cual la muchacha se percata
y con su falda trata de retirárselo para quitarle la
vista y alejarlo, cosa que ella siempre está pendiente
de hacer, pero el hombre siempre mirándola busca
la manera de cogerlo, hace sus maromas, lo toma y
vuelve a su sitio, o le da una vuelta a la pareja. Ese
es el baile típico para coger el sombrero porque se
le cayó, pero no que lo tiró. El manejo del sombrero
lo han desfigurado y hasta feo se ve, porque hay
veces que la muchacha va con su falda y comienzan
como si estuviesen prendiendo un fogón juntando
el movimiento de la falda y del sombrero. Ese no es
el baile.
A su vez la apertura de la falda en la mujer
debe ser para marcar espacio, marcar la distancia.
Así se usa cuando es de día, porque cuando es de
noche es con su vela que va manteando al hombre,
así es como lo tiene a raya.
Otra cosa que conviene aclarar es que los desfi-
les de cumbia son una presentación que se hace ante
un público, y ante un jurado, que la gente ve alegre,
pero hay que saber que los desfiles de cumbiamba
no tienen nada, porque ahí no hay rueda de cumbia.
Se escucha la música de cumbia sí (si lleva los instru-
mentos tradicionales), pero su baile no lo es.
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181
Manual para aprender a bailar cumbiaUbaldo Mendoza
La coreografía
• La cumbia es un baile en parejas; el desplazamien-
to se hace en círculo, girando en contra de las
manecillas del reloj, es decir de derecha a izquier-
da. En el centro se ubica la música. La mujer se
sitúa en la parte de afuera del círculo y el hombre
en la parte de adentro. Pueden hacer giros sobre
sí o entre sí, pero siempre regresarán a la posición
inicial.
• Los giros los harán entrando por el hombro
izquierdo lo que les ayudará en el desplazamien-
to. La mujer puede hacer movimientos suaves de
faldas y cadera sin mover los hombros; el hombre
la solicitará con el sombrero, sin tocarla, y ella,
altiva, le responderá con coquetería, pero siempre
esquiva. La cumbia es un rito al amor y eso se
refleja en los movimientos de ambos bailarines.
Los movimientos del hombre
• Igual que la mujer, debe ponerse de pie, erguido,
repartir el peso en ambas rodillas y flexionarlas.
• Cuando haya controlado el peso debe adelantar
el pie derecho un poco, luego inclinar un poco el
torso, y ya tiene la posición inicial para empezar
a bailar. El pie derecho le sirve de apoyo para que
avance con el izquierdo, igual que en el del despla-
zamiento de la mujer. El hombre avanza paso a
paso, pero con el talón del pie derecho levantado,
lo que le permite hacer todo tipo de movimientos,
girar, avanzar, retroceder.
• Los movimientos del hombre son más libres que
los de la mujer, pues ella es el aporte indígena, su
baile es más sinuoso, calmado, elegante.
El hombre según su etnia es más versátil, la mezcla
india, negra y mestiza le permite expresar en el baile
elegancia, sensualidad y erotismo.
Como la cumbia es un baile de parejas la mujer estará pendiente de los coloquios de su parejo: él será lanzado y ella esquiva.
Los movimientos de la mujer
• Póngase de pie, erguida, soportando el peso
del cuerpo en ambas rodillas; levante la barbilla
y saque el pecho, las plantas de los pies deben
estar totalmente sobre el piso. Para comprobar
que tiene el control del peso del cuerpo hay que
flexionar rápidamente las rodillas y ya puede
empezar a practicar movimientos de avanzada.
Los pies deben estar casi juntos.
• Con el golpe del llamador avance un pie sin
levantarlo —debe ser con un tranco corto—, luego
el otro pie y repita uno tras otro siguiendo el
compás del llamador.
• Cuando consiga esto empiece a avanzar de
forma zigzagueante. Para ello gire un poco hacia
la derecha y luego a la izquierda. Este desplaza-
miento debe darle un movimiento de cadera,
sin brusquedad. Ponga la mano izquierda entre
la cintura y la cadera y la derecha álcela como
si llevara un paquete de velas en la mano. Para
conseguir más elegancia la aprendiz puede poner
sobre su cabeza un libro o algo un poco pesado, lo
que la obligará a guardar equilibrio para no dejarlo
caer; este ejercicio es muy efectivo.
• Cuando ya pasó por este proceso viene el círculo.
Avance girando en contra de las manecillas del
reloj, es decir, de derecha a izquierda. La posición
inicial incluye esta vez tomar con la mano izquier-
da una punta de la falda (que debe ser larga), y
al avanzar lanzarla un poco hacia abajo y en el
giro levantarla, lo que le da una hermosa figura al
desplazamiento.
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La RevoltosaUbaldo Mendoza
La Revoltosa nació en 1956 al mando de Euclides
Cabrera, un dirigente deportivo. La historia es esta.
En ese entonces, en la cancha Barranquilla, situada
en lo que hoy en día es las carreras 22 y 23 entre
calles 11 y 14, se jugaba el torneo de fútbol que nos
convocaba a quienes vivíamos en ese sector de la
ciudad. Entre ellos había participantes de las ruedas
de cumbia que entonces se hacían por doquier
para celebrar esto o aquello. Casi siempre los que
ganaban en fútbol eran los de Rebolo y quienes
tenían una cumbiamba de carnaval, llamada Los
Patulecos, eran los de San Roque. Pero resulta que
los muchachos de Rebolo quisieron competirles
también en danzas y participar en carnavales; fue así
como apareció La Revoltosa. Esto sucedió en casa de
doña Emma Cabrera, sede del equipo de fútbol Los
Embajadores.
El nombre del grupo fue sugerido por Luis
Noguera, luego se eligieron a quienes harían parte
del grupo, cuya base era el equipo Los Embajadores,
y se invitó a los muchachos de mejor compor-
tamiento del sector. Empezó la inscripción y se
conformó un grupo de cien parejas. Se acordó que
cada integrante costearía su vestido. Aparte, los
hombres pagarían una cuota de doscientos pesos,
lo que serviría para pagar la música y el sancocho de
guandul con carne salada que se repartiría antes de
salir.
Con el grupo formado nos dimos cuenta de
que casi todos bailábamos en las ruedas que se
hacían con motivos religiosos, lo que ya nos daba
una identidad cultural. Sin proponérnoslo había-
mos creado un grupo folclórico que expresaba
En La Revoltosa han participado músicos de muchas regiones: el
maestro Loncho (Lorenzo Valencia) de Polonuevo; Benito Cera,
de Rebolo; Carlos Camargo y Juan Miranda, de Malambo; Mane
Arrieta, Virgilio de Chorrera, José Ospino y Santiago Ospino,
de Evita Mahates, y Baldomero Acosta, de Baranoa, entre otros.
Tienen muchos estilos, interpretan flauta de corozo, de millo, o de
carrizo, y siguen tocando cumbia.
JONOLYS GuTIéRREz Y SuS
MuCHACHOS DE NuEVA COLOMBIA
NOS ACOMPAñARON SIN
DESFALLECER uN MINuTO EN EL
DESFILE DE LA VíA 40 EN 2015.
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185
un sentimiento autóctono. Desde ese momento
se decidió que todo el que quisiera ingresar al
grupo tenía que aprender a bailar cumbia de la
“verdadera”.
Después de ser fundada en Rebolo, pasar a
las Nieves y estar en el Country Club Las Villas,
podemos decir que este es un auténtico grupo del
Carnaval de Barranquilla pues sus integrantes son de
muchas partes de la ciudad y de pueblos vecinos.
Por la salvaguarda de nuestra identidadTodos los años se inscriben nuevos integrantes,
algunos nunca han bailado cumbia y toca explicarles
la posición básica, lo del talón del pie derecho levan-
tado, las mujeres muy serenas, lo de desplazarse casi
sin levantar los pies y sin movimientos bruscos al
mover las caderas. Se debe saber que los movimien-
tos del bailador están sujetos a su región de origen o
su etnia, ya sea negro, indio o blanco, pero existe un
patrón cultural básico que mantener.
En fin, es todo un proceso para enseñarles el
patrón cultural de la cumbia, su origen indígena,
cómo se da la mezcla étnica, cuál es la función del
grupo en el carnaval, cuál es nuestro comportamien-
to en el grupo, en el carnaval y con el público.
Existe una responsabilidad con la salvaguarda
de la identidad cultural de la cumbia, por eso a cada
nuevo integrante se le informa todo lo concerniente
a nuestra cultura popular. Se le enseña cuáles son los
instrumentos que le acompañan hasta el punto de
que algunos que llegaron como bailarines termina-
ron siendo músicos.
Entre los fundadores de La Revoltosa están
Chando Bustillo, Eduardo Vásquez, Germán
Villareal, Horacio Romero y Pedro zambrano
Morelos, quienes años después pasaron a fundar la
cumbia La Arenosa. Mis hermanos Carmen, María,
Efrén y Enrique empezaron como yo en 1956 con La
Revoltosa. Sea también la oportunidad de nombrar
a algunos miembros antiguos que permanecen en
el grupo como Ronny urrego, Mimi Canchila y la
famosa Juanita del Barrio Abajo, así como otros
personajes que han dejado su sello en el grupo como
Lola Salcedo Castañeda, Rafael Salcedo y su esposa
Sara Harb. Finalmente cómo no nombrar a mi
esposa Virginia Niebles (q. e. p. d.), quien terminó
siendo una figura importante en la organización
junto con mis once hijos, que hacen parte hoy en día
de esta. De hecho, Virginia Leonor es la encargada
de la dirección del grupo al lado de Ingrid, Patricia y
Mónica. Debo también mencionar la participación
de mis quince nietos, mis yernos y nueras.
Lo mejor de los grupos de carnaval es la inte-
gración. En la cumbiamba La Revoltosa estamos en
Izar la bandera, un
acontecimiento
En La Revoltosa izar
la bandera es todo un
acontecimiento. Se hace
el domingo más próximo
al 20 de enero, ese día
se congregan los vecinos
a ver la llegada de las
diferentes reinas y reyes,
los disfraces, las danzas,
los grupos folclóricos,
las cantadoras y la
presentación de La
Revoltosa. Todo esto
con ron y sancocho a
bordo.
El mejor pagoHace mucho tiempo los grupos folclóricos salían a la calle y cobraban
por la bailada. Cuando llegué a la dirección de La Revoltosa dije que
no lo haríamos por plata, solo bailaríamos en las casas donde nos
invitaran y esto solo lo hacían los amigos.
una vez que estaba bailando en casa de don Pedro
Vengochea Gerleing se presentó un tipo preguntando con
mucho apuro quién era el director; alguien le señaló que era
yo, se me acercó y me pidió de manera contundente que
bailáramos en su casa. Me da pena —le dije—, pero solo
bailamos en la casa de los amigos. usted me cobra y yo le
pago —dijo—, es que tengo una situación, mi mamá está
enferma, está en una silla y cuando oyó la música, está
a cuatro casas, me pidió que llevara la cumbiamba. Eso
es otra circunstancia, vamos, le contesté. Me preguntó,
¿cuánto me vas a cobrar?, le respondí, nada, vamos.
Le dije a Gabriel: haz una rueda y la plantas donde se va
a poner la bandera. Me fui, llevé un par de parejas, entré a la sala,
conocí a la mamá y bailamos delante de la señora. Al terminar el señor
volvió a preguntarme, ¿cuánto te debo? No me debes nada, le contesté,
para mí ha sido una satisfacción haberle dado ese gusto a la señora.
Eso fue muy grato, además, el hombre invirtió más en atenciones de
lo que yo le hubiera podido cobrar. La enseñanza de esta experiencia fue
haber complacido a la madre de este señor, realmente ella tuvo que haber
amado mucho la cumbiamba cuando solicitó que se la llevaran a cualquier
costo. Verla aplaudir, verla reír fue el mejor pago.
comunicación permanente pues hay que preparar
ensayos para nuevos integrantes, someterlos a una
escuelita de aprendizaje y marcar el patrón cultural,
hay que diseñar el vestuario, el maquillaje, etc. Todo
esto se hace con camaradería, siempre hay sanco-
cho, música y diversión. Es un trabajo que hacemos
con amor para llevar el espectáculo al carnaval como
expresión que nos identifica ante el mundo. En La
Revoltosa defendemos la cumbia como el tesoro
más preciado.
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187
La ArenosaArmando Zambrano
Director
A los pocos años de mi nacimiento, el 16 de julio
de 1947, mi padre Pedro Alejandro zambrano
Hernández, y mi madre Olga Irisina Morelo Ferrer,
fundaron en Caracolí, un corregimiento del munici-
pio de Malambo (Atlántico), una rueda de cumbia
que denominaron La Arenosa, en homenaje a su
pueblo, que es completamente arenoso.
Hoy en día es la más antigua y activa del
carnaval; llevamos 67 años participando de manera
ininterrumpida, por eso somos líderes de la
tradición. La permanencia de nuestra cumbiamba,
creemos, le ha dado fuerza a la cumbia y ánimo a
otros grupos para sostenerse pues seguramente
dirán, “si ellos vienen de tantos años, ¿por qué noso-
tros no vamos a hacer el esfuerzo de llevarla?”.
Hay algo indispensable para el sostenimiento
de una cumbiamba, vivir la cumbia como un acto
cultural, como un algo que se siente todo el tiempo.
Vivirla solo durante un mes porque va a llegar el
carnaval es limitado. En La Arenosa todo el año
vivimos la cumbia y todos los días hablamos de ella.
La cumbia no se enseña, se aprende Somos arte y parte de la tradición en el sentido de
que respetamos mucho los patrones de la cumbia. Al
que quiere entrar a La Arenosa le decimos cuáles son
esos patrones y luego ya se trata de ver si la persona
siente o no siente en su interior el deseo de bailarla,
porque la cumbia no se enseña, se aprende.
Hay que buscarse gente con amor a la cumbia;
no fantocheros. El fantochero viene a desarmar la
cumbia, a bailar lo que no es. Eso se sabe quien sí es
para la cumbia y quién no. Se nota en la expresión.
Al que lo está haciendo con esfuerzo se le nota. Si se
baila con esa pareja, uno lo siente en la piel, es parte
de la sensualidad que le da la cumbia, la vibración,
ese sabor que el alma percibe o no percibe, no es
algo que se ve, pero sí se siente.
un bailador de cumbia no se desprende
jamás de la cumbia, cuando oye sonar ese ritmo, el
corazón le palpita, lo siente con alegría, lo siente
con emoción y siente unas ganas infinitas de bailar.
El calentamiento en el ensayo es fundamental
porque el cuerpo necesita que se desvanezca toda la
pesadez para estar liviano y dedicado únicamente al
ritmo. Ensayamos donde caiga, en el patio de la casa
museo que tenemos, en la calle, en los sitios donde
haremos las presentaciones. Como la mayoría de
los muchachos de La Arenosa trabajan, ensayamos
un domingo o un sábado en la tarde. Ya cuando se
acerca el carnaval, ensayamos dos o tres días, puede
ser sábado, puede ser domingo. Lo hacemos con
música en vivo, de lo contrario no se siente la auten-
ticidad, la tradición.
Todos los años salimos, pero ahora somos menosEn estos últimos carnavales hemos salido con
cincuenta parejas, aunque hubo años en que
salíamos con el doble. Pero es difícil. El presupues-
to se duplica, y no más en los músicos eso es una
barbaridad de plata, se necesitan cuatro grupos y
cada grupo cobra su buena plata, y lo que aporta
Carnaval S.A. es prácticamente un diez por ciento
de lo que gasta la cumbiamba. El resto lo ponemos
nosotros, hacemos reuniones para que la gente haga
sus aportes, organizamos paseos y así, de a poquitos
vamos juntando. uno lo hace por la devoción que
tiene por el carnaval.
Los rituales
Por tradición y
pasión antes de
presentarnos
recordamos a
nuestros seres
queridos, porque
siempre fueron
ellos los que en
vida iniciaron la
invocación: “¡Oh!,
padre, madre,
hermanos, ustedes
iluminaron este
acontecimiento.
Padre Nuestro,
amén, amén”.
EL uSO DE LA CALILLA EN LA CuMBIAMBA LO INTRODuJIMOS
NOSOTROS EN HOMENAJE A LA COSTuMBRE DE LAS MuJERES DE
ANTAñO quE LA FuMABAN MIENTRAS LAVABAN EN EL RíO, HACíAN
EL SANCOCHO, PLANCHABAN, ARREGLABAN LA CASA. A Su VEz LOS
HOMBRES uSAN EL TABACO.
Puerta de Oro, la cumbiamba infantil que nos proyectaLa idea fue de mis hermanos Ena Isabel, a quien
llaman la “Diosa de la Cumbia”, y de Jaime, director
de la cumbiamba, ambos fallecidos. En un princi-
pio la inquietud surgió porque varias parejas de
La Arenosa terminaron casándose y obviamente
querían llevar a los hijos para inculcarles el amor a
la danza. El semillero fue una respuesta a ello y en
1982 la cumbiamba Puerta de Oro salió por primera
vez a desfile.
De alguna manera esta es la cumbiamba de
los hijos de todos los que participan en La Arenosa,
pero también de los vecinos, de los amigos, de los
que desean unirse a la fiesta de nuestra mano. Hoy
en día tiene 33 años. una biznieta mía de año y
cinco meses sale en un cochecito diciendo “adiós”.
Mis hijas ahora mismo dirigen a los pequeños,
ellas también son cumbiamberas. Poco a poco van
tomando las riendas de esto. En nuestra familia
tenemos hijos, y sobrinos que siempre han estado
aquí y ahí les vamos enseñando para que mantengan
con altura la tradición.
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Cumbiamba Del Carajo
Soley Del Castillo Robles
¿Quién es la primera?… Del Carajo.¿Quién es la que baila?... Del Carajo.
¿Quién es la mejor?... Del Carajo.
Nuestra cumbiamba fue fundada en el año 1989
por importantes personajes que se han destacado
en participar como buenos barranquilleros en los
carnavales de curramba, entre quienes se desta-
can Leisle Guzmán Pernett, Luis Madariaga, Carlos
Gómez y Mónica Oliveros. También yo tuve la
fortuna de estar en su origen. Todos veníamos de
la gran cumbiamba Cipote Vaina y por esta razón
hemos conservado en el vestuario el color blanco,
con encajes dorado, plateado o rojo e inclusive el
cuadrito rojo, y con aplique de cayenas, nuestra flor
de tradición.
Somos un grupo homogéneo de cuarenta
parejas, unido para participar en cuanta fiesta haya
con alegorías carnestoléndicas donde suene una
flauta de millo, ya sea en Barranquilla, en otras
regiones del país o fuera de este. Siempre estamos
dispuestos a llevar en alto los valores de la alegría,
el respeto y el compañerismo, características que
distinguen a todo buen carnavalero.
La sede de nuestra cumbiamba está en el
barrio Boston, donde todos los carnavales se iza su
hermosa bandera con la presencia de la reina del
carnaval, el rey Momo y reinas populares, integran-
tes del grupo, invitados de otros grupos folcloricos y
de la comunidad.
Formamos parte de la Fundación Arte y Folclor
de Atlántico —Fayfa—, que organiza el desfile en
la calle 84; pertenecemos a Fundecumbias, somos
miembros de unicarnaval, estamos vinculados a
Carnaval de Barranquilla S. A. y actualmente somos
miembros de la Corporación Nuestro Carnaval,
Patrimonio Cultural-Orgullo de Barranquilla.
Hemos sido ganadores en el Reinado del Millo
en Juan de Acosta y ocupado primeros puestos
en varias noches de Guacherna. Representamos
al Atlántico en el Reinado del Bambuco al lado
de Martha Carolina Acevedo Moreu, reina por el
Atlántico y Barranquilla, quien ganó esa corona en
2003, y acompañamos a Norella Jubis, candidata
por el Distrito de Barranquilla al mismo reinado en
2004.
En 2005, de acuerdo con el plan de desarrollo
de interactuar con otras costumbres y culturas de
nuestro país, viajamos a Calarcá para acompañar a
la candidata del Distrito de Barranquilla al Reinado
del Café. Durante los años 2003, 2004 y 2005 parti-
cipamos en la Fiesta del Mar en Santa Marta y en las
fiestas del 11 de noviembre en Cartagena. Con gran
entusiasmo recorremos las festividades de pueblos
del departamento del Atlántico como Santo Tomás,
Sabanalarga y Baranoa.
Hemos recibido premios al mejor farol en
Noche de Guacherna, congos de oro de las mejores
cumbiambas de manera consecutiva desde 2003
hasta este año (2015) y hemos sido evaluados en la
categoría Excelencia.
En el ámbito internacional hemos participado
en festivales como el de La Chinita en Venezuela,
el Carnaval de la 8 en Miami y el Gran Desfile de la
Hispanidad en Nueva York, con excelentes recono-
cimientos. Varios de sus participantes hemos sido
integrantes de representaciones internacionales
ante la unesco cuando se presentó el Carnaval de
Barranquilla para su nominación de patrimonio
cultural de la humanidad, en Chile y Panamá, entre
otros.
Comprometidos con la tradiciónContamos con un semillero y desde 2001 creamos
la Cumbiamba Infantil Del Carajo que participa en
el Carnaval de los Niños, en novenas navideñas,
grupos culturales y festivales escolares, y en desfiles
de salvaguardia de la tradición.
VESTuARIO DISEñADO
Y CONFECCIONADO
POR DIANA ROLANDO,
ExPERTA EN TRAJES DE
LA TRADICIóN Y DE
COMPARSAS.
LA MAYORíA DE LOS NIñOS quE CONFORMAN LA CuMBIAMBA INFANTIL DEL CARAJO SON HIJOS
DE LOS PARTICIPANTES EN LA AGRuPACIóN DE ADuLTOS.
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Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires
Alcides José Romero Cogollo
En octubre de 1987 el señor Luis Hernández (q. e.
p. d.), gran coreógrafo y director de la cumbiamba
Ritmo Costeño del barrio El Santuario, nos visitó
en nuestra residencia para solicitarle a mi padre
que le permitiera a su grupo ensayar en el patio de
nuestra casa, ubicada en el barrio Buenos Aires, ya
que era bastante amplio y le brindaría privacidad y
seguridad.
Mi padre, quien se caracterizó por ser una
persona abierta, espontánea y entusiasta con
el baile y la música, no dudó en brindarle esa
colaboración. Fue así como a partir de ese momento
esta cumbiamba conformada por jóvenes y adultos
de distintos sectores de los barrios populares del
sur de la ciudad, inició sus ensayos tres días a la
semana con el fin de prepararse para participar en
los carnavales. Esto despertó un gran entusiasmo en
la vecindad y con cada ensayo aumentaba el número
de observadores.
Para esa época yo había culminado mis
estudios secundarios y como joven me llamaba la
atención esta clase de relajos; además, había apren-
dido a ejecutar la guitarra y el bajo electrónico y con
mis hermanos habíamos organizado una agrupa-
ción vallenata que denominamos “Los Hermanos
Romero”, grupo con el que tuvimos el grato placer
de amenizar muchos eventos sociales dentro y fuera
de la ciudad: casetas, ferias, discotecas, quinceañe-
ros, etc. Y como quiera que ya corría por nuestras
venas la música, no tardamos mucho en involucrar-
nos en los ensayos con los músicos que integraban el
grupo de millo que acompañaba la cumbiamba.
Debo admitir que no existía en ese momento
en mí ninguna inclinación por vincularme como
integrante o bailarín de la cumbiamba, que por
cierto en aquella época se encontraba recibiendo
nuevos integrantes, más bien comencé a fijarme en
las muchachitas hermosas del grupo. una de esas
jovencitas al ver mi interés por ella me propuso
que fuera su pareja en la cumbiamba, cosa que no
me agradó mucho, pero que al final tampoco pude
evitar pues me había enamorado, y como dice el
dicho: “El hombre enamorado es como un chivo
loco, coge pa’ donde sea”; pero una vez se me pasó
el enamoramiento dejé de ensayar con ella y, claro
está, ella tuvo que buscar otro.
Así transcurrían las cosas, ensayos iban,
ensayos venían. El entusiasmo era generalizado, y
tanto los integrantes del grupo como los obser-
vadores y la vecindad en general disfrutaban cada
momento. Pero sucedió algo que con los días se
comenzó a notar y era la presencia de muchos
niños, que no solo se conformaban con observar el
baile de los adultos, sino que trataban de imitar la
coreografía, el uso de la pollera, el sombrero, etc.
Fue así como muchos de ellos, con el aval del direc-
tor y del coreógrafo, fueron admitidos en las filas
cumbiamberas únicamente con el propósito de no
desanimarlos.
Fue tan grande la motivación de los niños por
la cumbia, que unos padres tomaron la iniciativa de
organizarlos y comenzaron a desarrollar su propio
taller antes del ensayo de los mayores. Esto motivó
al coreógrafo del grupo a brindarles su orienta-
ción. Con el transcurrir de los días había más de 25
parejas de niños.
A mi padre le llamó poderosamente la atención
ver a tantos pequeñines ofreciendo tan hermoso
espectáculo, al punto que la gente mostrarba mayor
interés por sus ensayos que por el de los grandes,
así que se preguntó si en los desfiles del carnaval
podrían participar los niños; algunos le manifestaron
que sí, pero él quiso confirmar esa información y me
envió a hacer la consulta.
Recuerdo que fui a las oficinas de Mejoras
Públicas en el barrio Montecristo, donde funcio-
naba para entonces la Corporación Autónoma del
Carnaval, que estaba encargada de organizarlo,
presidida por don óscar Fernández. Allí recogí toda
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Los gritos de Ramiro y Sabrina Allá por el año 1988 ya existía el evento llamado “Noche de
cumbia”, que tenía lugar en el bulevar del barrio Simón Bolívar al
suroriente de la ciudad. Este era organizado por la Asociación de
Grupos Folclóricos del Atlántico –AGFA–, presidido por el señor
Enrique Salcedo (fallecido), rey Momo del Carnaval de Barranquilla
en 1995 después de setenta años de no haber sido elegido algunos.
Allí todas las cumbiambas que participaban en el Carnaval de
Barranquilla hacían su presentación en tarima ante un jurado. Esa
era nuestra primera salida y presentación en las fiestas de carnaval.
Nuestra cumbiamba, como todo grupo infantil, tenía una pareja
que era la más pequeña en estatura y edad y a la que cariñosamen-
te bautizamos como nuestra mascota. Estaba conformada por dos
encantadores niños: Ramiro y Sabrina, criaturas que definitivamen-
te eran un espectáculo a la hora de bailar.
Aproximadamente a las nueve de la noche le correspondió
el turno a nuestro grupo. Ramiro y Sabrina iban adelante como
una manera de llamar la atención del jurado. Cuando hacíamos la
entrada al escenario apareció de repente un disfraz, que con una
mano sostenía un machete y con la otra su cabeza ensangrentada.
No se imaginan ustedes los gritos de estos dos niños, que corrieron
en diferente sentido hacia la multitud, lo que ocasionó que padres,
acompañantes y los mismos integrantes saliéramos en su busca.
Terminamos bailando sin mascota.
la información y efectivamente, ya para esa época
en los eventos del carnaval tenían participación los
grupos infantiles entre los que cabe mencionar:
Currambita la Bella, Cumbiamberitos de San José y
Cumbiamberitos del Gallo Giro, entre otros grupos.
Regresé a casa acompañado de un formulario
de inscripción. Nos encontrábamos a mediados de
recolectar dinero, además él buscaría ayuda con
algunos amigos políticos para costear la compra de
telas, alpargatas, tocados y pagar la música de millo
para el grupo.
Viendo el interés de mi padre y el deseo de los
niños y de sus padres tomé la iniciativa de repre-
sentar al grupo. Para la inscripción, y sabiendo que
los nombres de las cumbiambas infantiles hacían
homenaje a sus barrios de origen, consideramos
pertinente mantener esa tradición, pues de esta
manera incentivábamos la labor cultural en el
sector y dábamos a conocer el aporte que cada
barrio hacía al carnaval. Así entonces lo llamamos
Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires y su
sede sería, como lo es aún hoy en día, nuestra casa
paterna.
Lo digo con humildad, allí comenzó la historia
de uno de los grupos folclóricos más reconocidos
en la modalidad de cumbia infantil en el Carnaval
de Barranquilla, un semillero para formar cumbiam-
beros y carnavaleros y para engrandecer nuestro
bello folclor.
octubre, es decir, tiempo en el cual en la ciudad se
empieza a respirar ambiente de carnaval, época en
la que muchas danzas, comparsas, cumbiambas y
disfraces, prenden motores e inician sus actividades
con miras a participar en las fiestas del carnaval del
nuevo año.
Cómo conseguiríamos recursos para dotar con
lo indispensable a esos muchachitos era mi principal
preocupación, pero no la de mi padre. él sabía que
contábamos con el entusiasmo de las familias para
llevar a cabo rifas, bingos y otras actividades para
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Cumbión de OroHomenaje de Humberto Pernett a Gabriel de Jesús Marriaga
y pregunté, ¿cómo hace uno pa’ entra a esta vaina? Llamé a la señora Natividad, que en paz descanse, y me dice, ¿a ti te gustaría bailar acá? Sí, claro, le contesté. Faltaban solo doce días para la Batalla de Flores cuando me llamaron y fui con mi mujer y nos hicieron la prueba y nos aceptaron. quedé en la piña, en el puesto once.
Allí duré como nueve años bailando, hasta que hubo unas cosas que no me gustaron y me separé. Me invitaron a conformar Candela Viva, lo hicimos con Paragüita y León Martínez, quien la maneja actualmente. Ahí bailé solo dos años, porque de verdad a mi me chalequearon, sí, sí, me chalequearon, mi hermano. Tú sabes que esto lo hace uno pa gozá y pa disfrutarlo. Yo tenía como 25 mujeres todas familia mía, cuñadas, primas de las cuñadas, todas eran familia, y como doce hombres, los otros eran de Barrio Abajo, bueno, nos fuimos pa’ Siete Bocas.
Yo me acababa de mudar al frente de la glorieta y allí fundamos La Gran Candela. El nombre se debía a que el vestido de las mujeres, diseñado por Edgar Pérez, llevaba unas llamas
grandes que pintó Orlando Lascarro, gran amigo mío, pero ese fue un craso error, la gente se confun-día, había La Candela Viva, La Gran Candela y La Candela, entonces dijimos, esto no puede seguir así. Me fui y hablé con óscar Fernández y le hice la consulta para que nos respetaran el tiempo, me dijo, haz un documento y se te aprueba. Apenas le pusimos Cumbión de Oro enseguida empeza-mos a ganar, y no es pecar de inmodestia, pero el Cumbión pega y pega fuerte, el Cumbión siempre ha estado ahí, porque es bueno. El Cumbión es una familia, nos gusta y vivimos para gozarla y nos ha unido mucho”.
El Cumbión de Oro siempre tendrá contra-
dictores, pero todos los jurados le dan una alta
calificación. Gabriel no le da importancia a las envi-
dias, es todo un señor, siempre tiene presente que
los recursos que reciben los grupos son muy escasos
para lo que hacen, y trata de arreglar esta situación.
Sin Gabriel el carnaval sería distinto, porque sin él la
cumbia no sería cumbia.
A Gabriel de Jesús Marriaga Tejada, director del
Cumbión de Oro, lo conozco desde niño porque
estudiábamos en el Colegio Biffi. Cuando hablo de
él hablo del Calvo y del Cumbión de Oro, ese grupo
tan peculiar que todos parecen familiares; su amor
por la cumbia los ha llevado a unirse como herma-
nos. Esas pautas de amistad vienen de Gabriel. El
Cumbión irradia cumbia porque su director la
irradia también.
Cuando se les ve bailar se nota una diferencia
con las otras cumbiambas, porque ellos no bailan
para que los vean, bailan para ellos, porque aman
la cumbia. Gabriel se trae de la sabana de Bolívar
a los músicos acompañantes, los aloja en una casa
durante los precarnavales y los une por completo
al grupo. La comida de estos señores también la
compra El Cumbión.
En sus propias palabras, esta es parte de su
historia.
“Mi primera vinculación al carnaval fue como bailador y la razón principal para participar en él es el amor hacia la cumbia, heredado de mi abuelita, una fiel descendiente de los mocaná. Yo soy de Barrio Abajo, pero mi abuela es porteña, mi mamá es porteña, y mi esposa Cira es porteña, y yo iba a Puerto Colombia en vacaciones desde niño, y en las Fiestas de la Virgen del Carmen y en la Fiesta del Mar, participaba en las ruedas de cumbia en las que se danzaba con velas encendidas hasta las cuatro o cinco de la mañana.
una vez con Cira pasamos por el Parque de Los Fundadores, eso nunca se me olvida, estaba ensayando El Cañonazo, qué vaina tan bacana dije,
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Cipote VainaHomenaje de Soley Del Castillo
Cipote Vaina nació en 1978 de una reunión de
amigos representantes de núcleos de familias
amantes de la cultura y el folclor barranquillero,
recuerda Guillermo Rivera Citarella, su fundador.
Su vestuario era blanco, dice, adornado
con rojo en honor a los colores de la bandera del
Atlántico, con hermosos tocados para el cabello
recogido, y con maquillaje esplendoroso. Los
hombres igual vestían un atuendo blanco, impe-
cable, llamado liquilique, y rabo’e gallo rojo. Este
vestuario rompió los esquemas anteriores de faldas
floreadas o de cuadritos y en los hombres el color
caqui, fajón ancho y camisa por dentro. El nuevo
atuendo impactó favorablemente a la comunidad
barranquillera que percibía en él mucha armonía
y elegancia. Eso lo sabemos quienes amamos la
cumbia, se aportó aún más donaire en la inter-
pretación de la cumbia. Tal como nos lo relata
su fundador, este grupo estaba conformado por
jóvenes profesionales y estudiantes universitarios de
toda la ciudad de Barranquilla, que compartían sus
Gran Cumbiamba el CañonazoHomenaje de José Llanos a Rafael Altamar López
valores y principios inspirados en la dinámica de una
familia unida. En efecto Cipote Vaina se constituyó
en una gran familia que creció año trás año.
óscar Fernández, Alfredo de La Espriella y
Sonia Osorio, entre otros, fueron pilares funda-
mentales para la creación del grupo, así como los
empresarios Ángel Carrillo con Distribuidora San
José, y su gerente comercial la señora Faride Cure,
persona sensible que buscaba a los grupos para
brindarles algún apoyo. “Ellos manifestaban gran
respeto por el folclor y jamás opacaron el grupo
en función de su propaganda publicitaria”, dice
Guillermo con algo de nostalgia. A su vez guarda
gratitud a empresas como Coltejer y Fabricato que
obsequiaban rollos de tela blanca deseosos de que
estas fueran usadas en el Carnaval de Barranquilla.
Años más tarde, en 1990, el grupo decidió
bailar garabato el sábado de carnaval en la Batalla
de Flores y desfilar como cumbiamba el lunes en el
evento de la Gran Parada. Después siguió solo como
cumbiamba.
Guillermo Rivera relata cómo esa gran matriz
pudo engendrar multiplicadores de la cultura
con valores como la disciplina, la organización, el
emprendimiento, la creatividad y el amor por su
ciudad. En todas ellas se conserva la elegancia tanto
en el vestir como en la interpretación dancística,
reafirman los mismos valores y viven el eslogan de
cipoteano que dice: “Por mi Barranquilla y por mi
pueblo me uno más a mi ciudad”.
En este momento la gran madre no está activa,
pero los integrantes que la sobreviven mantienen
relaciones comunicativas estrechas.
Hoy en día son hijos
de Cipote Vaina los
grupos folclóricos
El Gran Carajo,
Del Carajo,
El Cipote Garabato,
El Garabato del
Norte y las más
recientes: La Misma
Vaina y la Pollera
Colorá.
Sobre la vinculación de las familias Altamar, López y
Ortega al Carnaval de Barranquilla, Rafael Altamar
nos cuenta:
“Mi papá Luis y mi mamá Natividad (q. e. p. d.), fueron carnavaleros siempre. Mi papá participó en el carnaval como integrante de grupos como la Danza de la Burra Mocha y la cumbiamba El Huracán, y en 1949 sacaron en la calle 69 carrera 49 esquina una cumbiamba a la que llamaron Las Sardas de Boston.
Luego en 1963, con mi mamá, sacaron la cumbiamba infantil Estrellitas de Barrio Abajo, enseguida ganaron el primer puesto y quedaron fuera de concurso al año siguiente. No confor-mes con el grupo infantil, en 1965 convocaron a todos sus familiares, grandes y chicos, y fundaron la cumbiamba El Cañonazo, inicialmente con 25 parejas. Por esta han pasado cuatro generaciones y hoy se cuentan en sus filas ochenta parejas, siendo ganadores de más de cuarenta premios represen-tados en Congo de Oro, segundo puesto, tercer puesto y fuera de concurso en dos ocasiones.
Por ser una cumbiamba tan tradicional y conservadora del baile autóctono de la cumbia, fuimos invitados por los presidentes colombianos Alfonso López Michelsen y Misael Pastrana Borrero, y por el general Omar Torrijos, de la República de Panamá”.
Estos son momentos especiales del Carnaval de
Barranquilla que Rafael Altamar guarda en su
memoria:
Guardo dos momentos, el primero en 1965 cuando participamos como Cumbiamba Grande junto a cumbiambas de renombre y con muchos años de
antigüedad como El Tanganazo, La Arenosa, La Gigantona, Agua Pa’ Mí y La Sin Fin. El segundo recuerdo que tengo fue cuando me eligieron rey Momo 2010.
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Somos
danzasde indios
Ubaldo Mendoza
N uestro carnaval es triétnico, lo español y
lo afro tienen en él tanta presencia como
lo indígena. Es una suerte que así sea. Por
eso es tan rico, tan multicolor, tan sonoro. Lo indí-
gena nos hace vibrar, nos recuerda ancestros que
convivieron con la naturaleza, adoraron sus dioses,
lucharon y sobrevivieron. Fueron valientes como lo
han sido quienes han traido y mantenido las danzas
de indios en nuestro carnaval. Sin ellos esta fiesta
quedaría mocha.
La danza Indios de Trenza, de origen chimila,
traída a Barranquilla por Dilia Meléndez en 1935,
fue la primera danza indígena que participó en el
Carnaval de Barranquilla. Desde 1950 la dirige su
hija Dora Thomas.
Después llegó una danza de la región
Momposina: Las Farotas de Talaigua, dirigida por
Etelvina Davila. De esa zona han llegado también,
primero desde Pinillos, los Indios Mansos, dirigi-
dos por Baltazar Sosa, y algo después Los Indios
Caribanos y la Danza de los Indios Farotos, estas dos
últimas dirigidas por Rafael Morales.
Antes hubo participación indígena, pero no
como danza, sino como disfraces individuales.
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Indios CaribanosRafael Morales
Esta es una danza guerrera que representa las tribus
de la etnia caribe desde los tiempos de la Colonia.
Su origen está en las entrañas de nuestros aboríge-
nes campesinos originarios del corregimiento de
Palomino, municipio de Pinillos, en el sur de Bolívar,
justo en la Depresión Momposina a orillas de los
ríos Magdalena y Chicagua.
La danza Los Caribanos hizo su primera
aparición en el Carnaval de Barranquilla en 1999
por iniciativa de mi padre con el objetivo de acom-
pañar a una candidata a reina popular del barrio
Villanueva. Desde entonces nos hemos dedicado
a investigar sobre ella y a cuidarla por lo hermosa
que es. Cada dos años innovamos, sin que se pierda
su esencia, para ello mantenemos los colores que
la caracterizan, los versos y los cantos. quienes nos
hemos esmerado por mantenerla viva somos los
Morales Hernández, y Natividad y José Benavides.
Mantener viva esta expresión es nuestra
fuerza y lo hacemos desde el corazón. Gracias a esta
danza hemos tenido alegrías y tristezas y lo uno o
lo otro lo vivimos unidos. quienes la practicamos
—niños, jóvenes y adultos—, sabemos que tenemos
la responsabilidad de representar nuestra cultura
caribe y rendir un homenaje a nuestros ancestros y a
los primeros pobladores; la vida nos lo ha retribuido
con dos congos de oro, recibidos uno en 2010 y otro
en 2012.
Nuestro vestuario
Los colores del vestuario
son el rojo y el amarillo.
El hombre usa pantalón
y camisa con adornos,
y la mujer un vestido
entero adornado también.
Ambos usan como calzado
abarcas, también llamadas
cotizas aguaireñas,
con los colores del
vestuario. Costureras de
la comunidad los elaboran
en sus talleres caseros.
Nuestros símbolos
La bandera, el arco y
la palma son nuestros
símbolos, así como los
colores rojo y amarillo
propios de la bandera
española.
Nuestra coreografía
Representamos las
maravillas del universo
mediante formas que se
trenzan en filas, círculos y
zigzags.
La música
La caja vallenata, la violina
o dulzaina y las maracas
marcan el compás de
los danzantes; es un son
indígena de ritmo rápido
en su marcación.
Homenaje a mi hijoMi hijo Rafael Enrique Morales Hernández nació el
28 de julio de 1981. A los 6 años ya formaba parte
de la vida artística de Barranquilla. En el hogar
comunitario, en la escuela, en la comunidad, no
conocía la pena. Absorbió de mí la espontaneidad y
la alegría folclórica.
Fue mi alumno en sus primeros pasos. Así
fuera enfermito no se perdía las actividades, esos
fueron sus primeros pasos. Junto con sus herma-
nos Biron y Maricarmen formaban parte de las
presentaciones que los grupos de música hacían en
las escuelas. Bailaba en campeonatos, fiestas patrias
y culturales.
A los 18 años, en 1999, integró mi grupo de
danza los Indios Caribanos y por varios años bailó
con nosotros. Tuvo la destreza de aprender a bailar,
danzar, dirigir y decorar en varios talleres, se hizo
bailarín y coreógrafo. Era mi mano derecha, su
ayuda era muy importante para mí.
Siguió mis pasos y trabajaba por la comunidad,
se hizo comunero. Formó grupos de niños y jóvenes
al frente de “Sonrisas del Carnaval”, que participa-
ban en el desfile del Carnaval de los Niños.
Además, se identificó con las raíces de palen-
que y bailó con Matilde Herrera en su grupo y fue
comediante en mi grupo Bella Flor. Por su carisma y
habilidad se hizo conocer por muchos en el ámbito
carnavalero.
La vida tiene muchos contrastes, Rafa me dejó
el 4 de abril de 2014. Dios propuso esa partida.
Somos aves de paso, somos prestados por un
tiempo. Ahora sus dos hijos, Irianis Danays y Verder
Stevan de 11 y 9 años están conmigo bailando en
mis danzas.
Aquí Rafa tenía 29 años de vida.
La foto se la tomé yo en 2010.
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Indios e Indias de Trenza Chimilas
César Martínez Lara
Liliana Lara Salas
Ubaldo Mendoza
La danza indios de trenza es de tradición familiar.
Fue fundada por la señora Dilia Meléndez el 10 de
noviembre de 1935 en Isla del Rosario, un pueblito
ubicado cerca de Ciénaga en el departamento del
Magdalena. Es una representación de los indios
chimilas, descendientes de los caribes, quienes
poblaron la margen derecha del río Magdalena
desde el frente de Tamalameque, Cesar, hasta Sitio
En los actuales momentos Dora
Thomas tiene 85 años de edad,
70 años dirigiendo la danza
y 65 años participando en el
Carnaval de Barranquilla.
Nuevo, Magdalena. En ella se reinterpretan los ritos
y ceremonias religiosas o festivas que los chimilas
ofrecían a sus dioses, durante las cuales danzaban
alrededor de una vara o tronco hueco que era
golpeado con un palo. El ritmo producido por esta
acción servía para marcar la cadencia del baile.
Esta danza inicialmente participaba en los
carnavales y festividades de Santa Marta, pero
al desaparecer dichas fiestas dejó de salir por un
tiempo. El 15 de noviembre de 1945 la señora
Dilia Meléndez le entregó formalmente la danza
a su hija Dora Thomas cuando esta tenía 15 años
de edad; desde entonces es su directora. En 1949
Dora se vino a vivir a Barranquilla y decidió orga-
nizar el grupo Indios de Trenza en el barrio Simón
Bolívar; participó por primera vez en el Carnaval
de Barranquilla en 1950, y de paso montó en el
mercado una venta de guineo verde, plátano, yuca,
ñame y verdura.
La danza está integrada por cuarenta personas
(veinte parejas) cuyas edades oscilan entre los
dieciocho y veinte años.
Esta danza se ejecuta al compás de los tambo-
res que acompañan la melodía de una gaita y unas
maracas. Parejas de hombres y mujeres la bailan
trenzando en una vara dieciséis cintas de diversos
colores, que van atadas en el extremo superior y
tienen una medida de cuatro metros de largo. De
allí que se les llame indios de trenza porque ese es
el principal movimiento de esta danza, elaborar una
trenza entre todos en una vara que está ubicada en
el centro.
De la vara penden tanta cintas como bailarines
haya; cada bailarín toma una cinta y al compás de la
música giran alrededor de la vara. Entremezclándose
y desplazándose en forma de S o culebrillas y círcu-
los, van tejiendo la trenza en la vara; cuando está
terminada, ejecutan los movimientos en sentido
contrario para deshacer la trenza. Es maravilloso,
nadie se equivoca en el camino andado, pues no se
podría deshacer la trenza. Mientras bailan emiten
unos sonidos guturales que le dan ritmo acercando
y alejando la mano de la boca.
El vestuario de las mujeres está compuesto
por una falda corta que termina en flecos, la blusa
con un hombro descubierto, pulsos, collares, flecos
en las pantorrillas, y calzada con una especie de
alpargatas.
Los hombres con el torso desnudo, llevan
brazaletes, un pectoral enjaezado, un taparrabos,
encima un faldillín, flecos en las pantorrillas, turban-
tes con plumas y un arco adornado con plumas.
La música que acompaña la danza en los
desfiles y presentaciones es de origen indígena y
está interpretada con una gaita hembra, una gaita
macho, una tambora, un tambor llamador y un
tambor alegre.
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Indios FarotosRafael Morales
Director
Esta es una danza indígena proveniente de las
poblaciones ribereñas de los ríos Magdalena, Brazo
de Loba, y Chicagua en la Depresión Momposina, en
los departamentos de Bolívar, Magdalena y Cesar.
La primera vez que presentamos esta danza
en el Carnaval de Barranquilla fue en 2005. Tuve la
iniciativa pues la había visto bailar en el municipio
de Pinillos, sur de Bolívar, y me gustaba mucho por
sus movimientos y su colorido vestuario.
La coreografía se caracteriza por el trenzado
de unas cintas, que las parejas de hombres y mujeres
hacemos mientras bailamos en rueda al ritmo de
una música de origen indígena interpretada por
tambores, maracas o guaches, y gaitas —una o dos
como macho y hembra—. El maquillaje también
está inspirado en nuestros ancestros indígenas con
figuras de caracoles, rafas y xixas entre otras.
Los hombres llevamos pantalón a media pierna
adornado con flecos, peto, capa, delantal, tocado,
calzados, guaireñas chilenas o cotizas. Las mujeres,
vestido capa, delantal, peto, corona de flores,
espejos, cintas y otros elementos. Llevan un arco
y trenzas, accesorios, aretes, joyas como collares,
anillos, etc.
En agosto iniciamos los ensayos. Nuestros
niños aprenden en las calles mirando a los adultos
que se reúnen de día o de noche a practicar la
danza. Es muy grato ver cómo después ellos montan
su propio ensayo en los patios de las casas y utilizan-
do un pote, una caja o una olla boca abajo logran
sacarle el son de la danza.
Pedro Pablo Morales Ospino, mi padreNació el 29 de junio de 1916 en el Carmen de
Bolívar, departamento de Bolívar. Su oficio
fue la agricultura, que aprendió de sus padres.
Gaitero de generación y decimero de la zona,
recorrió muchas partes de la costa Caribe y del
interior. Por su experiencia fue músico de la
danza de Indios Farotos desde el año de 2005.
Disfrutaba el carnaval los cuatro días,
salía de casa y regresaba el Miércoles de
Ceniza. Nunca dejaba su instrumento, la
gaita, y formaba en las ruedas de cumbiamba
en las calles de los pueblos. Su oficio era la
agricultura.
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Indios MansosYoneiro Flórez Laguna
Esta danza es un homenaje a aquellas tribus que en
tiempos de la Conquista no ofrecían mayor resisten-
cia y cambiaban sus valiosas pertenencias, muchas
en oro, por baratijas como espejos y telas. Dicen que
los españoles los llamaban indios mansos, pero en
realidad no eran tan mansos.
Como danza, la nuestra tiene mucho de
mestizaje, tiene del indio, del negro y del blanco.
El vestuario corresponde al blanco, al español, es
una remembranza de lo que usaban en la época;
el danzar como tal es del indio y la percusión del
negro. La danza de los indios mansos tienen una
serie de pasos que demuestran la armonía con la
naturaleza. El trenzado hace mención a los tejidos
que hacían los indios para las diferentes actividades:
mochilas, hamacas, cubrelechos.
Nuestro grupo se llama Costa Azul y somos del
corregimiento Playa Blanca del municipio de Guamal
en el departamento del Magdalena. Existimos
hace 26 años, pero en el carnaval estamos saliendo
apenas desde el año 2000. A nosotros esta danza
nos la ensayó Tomás Cortez, hijo del señor Rafael
Cortez que era de la tribu que habitó esa zona, los
que llamamos indios chimilas, de la familia de los
caribes.
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Alberto Arias Rodríguez
C ada veinte de enero, día de san Sebastián,
se celebran en el municipio de Ciénaga
las fiestas del Caimán Cienaguero, que
no giran en torno a la leyenda del Hombre Caimán,
de Plato, pues sus temáticas son diferentes; además,
la de Plato no tiene coreografía.
Los maestros Adalberto Acosta Melo e Ibsen
Díaz Viloria fueron quienes pusieron la primera
piedra para que esta danza del caimán cienaguero
se empezara a conocer en muchos lugares. A su vez
varios historiadores e investigadores la han estu-
diado y difundido hasta convertirla en una danza
reconocida; tal es el caso de Darío Torregrosa Pérez,
Ismael Correa Diazgranados, Guillermo Henríquez,
Clinton Ramírez, Javier Moscarella, Martín Orozco
Cantillo y algunos otros.
La participación de mi grupo en el Carnaval de
Barranquilla fue iniciativa mía; quería experimen-
tar lo que se vivía allí, y gracias al apoyo de varios
compañeros llevamos 18 años ininterrumpidos
asistiendo con gran entusiasmo.
Esta danza ha tenido algunos cambios tanto en
su vestuario como en la música y en la coreografía.
Antiguamente hombres y mujeres palmoteaban, se
acompañaba con caña de millo y el ritmo era más
lento. Luego se acudió al acordeón y por último al
clarinete. A su vez en su ejecución yo introduje el
faldeo en la mujer, que simula un oleaje del mar;
lo hice para diferenciar los movimientos de unas y
otros, y que esa falda amplia no se perdiera.
Los bailarines hacen líneas, círculos, diagona-
les, giros, vueltas, ochos, etc. En el centro un bailarín
lleva consigo un caimán. En tiempos pasados se
hacía con guadua y papel periódico, hoy en día es
Versos especiales para el 2015Estos versos fueron hechos por el señor Edgar Orellanos para
nuestra presentación en el Festival de Danzas de Relación, evento
del Carnaval de Barranquilla 2015.
ICarnaval que acaba guerrasY la paz que aquí se añora (bis)Que las balas sean danzantes Y los fusiles tamboras.
IISi lográramos la pazDe un pueblo lleno de afecto (bis)Viviríamos orgullosos Colombia sería perfecto.
IIIDe regalo a BarranquillaA este pueblo curramberoNuestra danza salitrosaLa del caimán cienagüero.
IVAy de ciénaga es TriétniaEste grupo popularLe regaló a BarranquillaNuestra danza del caimán.
VHoy los diálogos de pazSe discuten en La HabanaSi se logra ganaríaNuestra patria colombiana.
VICuánto te amo BarranquillaHermosa Puerta de OroBendita tu gran banderaHoy tu más alto tesoro.
LA TRIETNIA ExPRESA TODA SU ALEGRíA Y JOLGORIO EN LA DANZA DEL CAIMáN CIENAGUERO.
más sofisticado; se usan varillas y esponja, así como
madera y tela. El danzarín caimán se balancea en
el centro y el resto del grupo danza a su alrededor
en señal de tributo. Luego el baile se suspende para
que improvisadores bailarines, en este caso la pareja
central, entonen versos relacionados con los proble-
mas cotidianos y con sucesos de actualidad, que son
alternados con el coro: “El caimán se la comió, el
caimán se la llevó”.
Somos
El caimán cienaguero
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211
Cómo nos preparamos en TrietniaLa preparación de nuestro grupo empieza desde
inicios de año cuando participamos en las Fiestas
del Caimán Cienaguero el veinte de enero. Este
trabajo dancístico nos sirve para presentarlo en el
Carnaval de Barranquilla. El punto de partida es la
convocatoria que se hace a los bailarines; la difusión
la lleva a cabo cada integrante antiguo entre sus
amigos y conocidos; luego iniciamos los ensayos en
el patio del Instituto Nacional de Formación Técnica
Profesional (Infotep), donde cada uno le dedica
tiempo, esfuerzo e inversión. La suma del trabajo
de todos para ponerle corazón a esta danza queda
reflejado en las percusiones que no cesan, como un
corazón no puede dejar de latir.
Además de practicar arduamente para presen-
tar un montaje que al público le guste y se deleite
con él, cada uno da ideas para la teatralización de
la tragedia de Tomasita, a quien un caimán se tragó
mientras jugaba con su hermana, según cuenta la
leyenda. De igual manera preparamos los versos que
son elegidos de acuerdo con algún suceso de moda
o algo que haya sucedido en el año, como la muerte
de un artista reconocido, un problema político, etc.
Después inicio el montaje, primero con talleres del
movimiento de la danza (para todos los bailarines,
nuevos y viejos), manejo del sombrero y movimiento
de la falda en las mujeres.
Nuestros rituales Cuando salimos de Ciénaga para Barranquilla,
bajamos la cabeza y hacemos una oración para que
todo nos salga bien y que no tengamos tropiezo
alguno, ni en el viaje, ni en la presentación. Ya a
la hora de salir hacemos un círculo con todas las
personas que conforman el grupo y ponemos nuestro
trabajo y esfuerzo en manos del Señor.
La movida para conseguir el dineroEs toda una logística la que debemos montar para
conseguir los recursos necesarios para el vestuario y
el transporte, hospedaje y alimentación de nuestra
agrupación en Barranquilla. Así, durante los meses
previos al carnaval, llevamos a cabo actividades para
sufragar los gastos, por ejemplo presentaciones en
diversos escenarios, asados y ventas de comidas
típicas de nuestra región como hayacas y pasteles.
Con los recursos que conseguimos hacemos una
bolsa común y, según resulte, cada uno debe aportar
de su propio bolsillo para llegar al tope de los gastos
que demanda el viaje a Barranquilla. Son tantas las
ganas de mostrarnos que no nos importa la inversión.
REPRESENTACIóN
DE LA MuERTE DE
TOMASITA EN EL
CARNAVAL DE 2014.
Aquí JuAN DAVID LASSO MARTíNEz REPRESENTA AL CAIMÁN.
La leyenda del caimánCuenta la leyenda que Tomasita cumplía el 20 de enero, día de san
Sebastián, y que su papá acostumbraba a celebrarle una fiesta con
un sancocho típico y una parranda en su casa. El año de la tragedia,
él mandó a su mujer a comprar la vitualla (yuca, plátano, guineo) al
mercado que quedaba a orillas de la laguna, que llamaban Puerto
de las Mercedes. En su recorrido por el mercado, la mamá tuvo un
descuido y la niña cayó al agua. Todos en el mercado empezaron a
buscarla; de pronto un pescador llegó con la fatal noticia de que un
caimán se había comido a Tomasita. Su papá, con gran pesar y lágri-
mas en los ojos, terminó el festejo.
La primera noche del velorio, al salir de la alcoba hacia la
sala, el pescador Bojato se encontró con su hija e hizo esta triste
exclamación:
Hoy día de san SebastiánCumpleaños de Tomasita ese maldito Caimán se ha comido a mijitica.Mijita linda, ¿dónde está tu hermana?Y Juanita contestó: el Caimán se la comió, papá.
Los niños forman
parte importante de
la danza y participan
con mucho
entusiasmo en las
fiestas. Con ello
se asegura que la
tradición no muera.
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somosel Imperiode las Aves
César Martínez Lara
Liliana Lara Salas
E l 7 de febrero de 1930 en la Calle de la
Esperanza con callejón El Porvenir y Buen
Retiro, hoy calle 11 con carreras 30 y
31, barrio Rebolo de Barranquilla, el señor Pedro
Barreto constituyó un grupo folclórico que denomi-
nó Los Pájaros para interpretar la danza de las aves
que se practicaba en épocas de fiestas en Ciénaga,
Magdalena, y que según dicen era en homenaje a
los pájaros tropicales. Cuando enfermó, en 1935,
se la entregó a su amigo el señor Pedro Berdugo
Villarreal, quien como él era comerciante de pláta-
nos en el mercado de Barranquilla y le cambió el
nombre al grupo por el Imperio de las Aves, hoy en
día uno de los colectivos más importantes y repre-
sentativos del Carnaval de Barranquilla.
Tras la muerte de Pedro Berdugo, en 1978, su
esposa zoila Campis quedó encargada hasta su falle-
cimiento, cuando Carmen Berdugo la única hija de
este matrimonio y quien salía con su padre desde los
siete años haciendo el papel de jardinera y de dueña
de estancia, asumió la dirección y abrió la participa-
ción a las mujeres. En la actualidad esta danza está
integrada por cerca de treinta hombres y mujeres,
cuya edad oscila entre diez y dieciocho años.
La trama del conjunto es muy sencilla: los
integrantes interpretan diferentes especies de aves
tropicales de notable colorido. Participan pájaros
como la alondra, el turpial, el canario, el sinsonte, el
azulejo, la cotorra, el toche, el chupaflor, el cardenal,
la paloma y el rey. Su disfraz es un bombacho de
varios colores con gola y pechera, con las alas en
las mangas; además, llevan caretas o máscaras que
representan las caras de estas aves, pero no sobre-
puestas, sino colocadas en la cabeza. Los acompaña
un cazador con sombrero, botas y una escopeta, un
jardinero que lleva pantalón adornado con cintas
de color a los lados, camisa de vivos colores, un
sombrero y una regadera, y la dueña de la estancia,
que lleva un vestido largo muy lujoso, adornado con
collares, aretes, un sombrero y canastilla.
La música que los acompaña en sus desfiles y
presentaciones está conformada por un acordeón,
una guacharaca y un tambor macho con los que se
interpretan ritmos musicales diferentes como la
marcha cuando entran aleteando los pájaros, y el
baile con el que los pájaros representan su coreogra-
fía. Para ello forman un círculo del que van entrando
y saliendo y más adelante cada ave recita un verso.
Los versos de esta danza vienen desde 1930Fueron inventados por un señor de apellido
Bolaños, junto con los señores Pedro Barreto y
Pedro Berdugo. Su significado es sencillamente
el canto melodioso de cada ave, porque el trino y
demás gorjeos en conjunto son un poema que la
danza asimila. Después el cazador recita su verso
y comienza a dispararles a los pájaros y estos van
cayendo uno a uno. Con sus versos el grupo Imperio
de las Aves hace historia en el pasado y presente.
Los podemos observar en toda su plenitud el martes
de carnaval en el Festival de Danzas de Relación y
Especiales. Este espectáculo de baile y coreografía
ha sido tradicional en la fiesta más entusiasta y
autóctona de Barranquilla.
Por tradición
generacional y
hereditaria Carmen
Berdugo es la
máxima exponente
de la citada danza.
Ella, con sus hijos y
amigos ha logrado
conservarla e irla
modernizando
manteniendo un
conjunto alegre,
cordial y expresivo.
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somosEL GUSANO
Cindy González Gutiérrez
Con el apoyo de
Carmen Meléndez
C on solo oír mencionar la danza del gusano
nuestras piernas se empiezan a mover de un
lado a otro con mucha fuerza, el tronco se
inclina y de nuestra boca salen estos cantos:
¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¿Quién baila gusano? ¿Quién goza gusano? Gusano a bailar,y ¿cómo es que dice el gusano?¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¡Guuuuusaaaanoooo!
Cuando todos decimos esto a una sola voz es
¡guau!, emocionante, y hace erizar la piel.
Una danza que llegó a nosotrosEn 1980 una agrupación de Tamalameque, Cesar, inter-
pretó la danza del ciempiés en un festival organizado
por la Escuela de Danzas Folclóricas Palma Africana,
entonces todos nos enamoramos de ella. El maestro
Gabriel Villa Billón, que laboraba en la Flota Mercante
Grancolombiana y había recorrido el mundo amplia-
mente, ya nos había contado que en la cuenca del
Caribe se interpretaba una danza festiva con el nombre
de “serpiente emplumada”, y siempre que podía nos
motivaba para que la sacáramos en carnaval.
Aunque nos llamaba la atención, no estábamos
seguros de interpretarla pues no le encontrábamos
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fundamento identitario con nuestro folclor caribe
colombiano. Pero cuando vimos a ese grupo bailar la
danza del gusano, nos llamó podero-
samente la atención y decidimos
investigarla. Así supimos que proviene
del departamento del Magdalena, que
en algunos lugares la llaman “danza
del ciempiés” y en otros “danza del
gusano”; también estudiamos similitudes
y diferencias en sus ritmos musicales,
exploramos sus diversos movimien-
tos y analizamos su vestuario.
Como actuantes del folclor,
como nos denominan algunos
teóricos, nos dimos a la tarea de
transformar algunos elementos
contextualizándolos con el fin de
que nuestra interpretación de esta
danza tuviera una verdadera correspon-
dencia con la realidad que vivimos en la costa Caribe
colombiana. En fin, tomamos el gusano y lo contem-
porizamos sin que perdiera su esencia folclórica,
y desde 1984 la interpretamos con mucho amor y
dedicación en el carnaval dentro de la categoría de
danza especial.
Todos los años hemos recibido con mucho
agrado el Congo de Oro, pero igualmente sentimos
gran responsabilidad pues sabemos que está en
nuestras manos aportar a la preservación de esta
danza, por ello vemos con gran satisfacción que
actualmente otros grupos la interpretan.
Así nos convertimos en un gran gusanoOrganizados uno detrás del otro, en orden de
estatura, representamos un gran gusano. quien
encabeza la danza usa máscara de cabeza de gusano
(elemento que introdujimos nosotros) y lleva en
cada mano un ojo. Es la persona más alta del grupo
y la que nos comanda, mientras que la más bajita va
de último.
Todos somos jóvenes o niños en honor a la
tradición de la danza del ciempiés. Llevamos un
enterizo verde, imitando el gusano del árbol de
matarratón, propio de Barranquilla.
La mayoría de los pasos son de derecha a
izquierda y se representa el ondulamiento del
gusano. Antes se simulaba la quema
del gusano, pero ya no por respeto al
ecosistema. La danza va acompañada
de los cantos en los que una persona
empieza y el resto responde:
EjéeeAjáaaAjáaaEjéee
¿Quién baila?¡Guuuusaaanooo!¿Quién goza?¡Gusaanooo!Gusaanoo¡A baaiiiilaarrr! Gusanoooo¡A gozaaaaarrrr!¿Y cómo es que dice el gusano?Eéje, ajáaa, ajáaa, ejéeee.
Todo esto lo decimos mientras baila-
mos cuantas veces sea necesario o
queramos repetirlo. Cuando todos
gritamos ¡guuuusaaanooo! indica que
viene un cambio de movimiento. Para
la musicalización de esta danza se
utiliza la base del ritmo de la tambora
de la Depresión Momposina acompa-
ñado de melodías en el clarinete.
¿que si no cansa estar todo
el tiempo es esa posición? El que te
canse depende de ti, en un comien-
zo cuando se están aprendiendo
los movimientos es normal porque
no es nuestra costumbre, pero una
vez conocemos todo y sentimos los
tambores dentro de cada uno y empe-
zamos a disfrutarlo nos olvidamos de
todo dolor o cansancio.
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Somosel Paloteo
ángela Pedroza Arzuza
Con el apoyo de Yuranis Caicedo quintero
Edaida H. Orozco Orozco
Luisa Elvia Orozco Solano
E l paloteo es una de las expresiones más tradicio-
nales en la modalidad de danza de relación por
sus versos, y hace parte de las danzas guerreras
por simbolizar el enfrentamiento de soldados en batalla.
Su contenido dancístico, teatral y literario la hacen única.
Los versos son en rima, décima o cuarteto, y poéti-
cos, lo que le valió el título Oral en la unesco. Estos se
dividen en:
• Saludo: lo dice el director o los capitanes del grupo.
• Himno: lo dicen todos los integrantes al unísono.
• Verso de bandera: es individual y es la exaltación a
un país, región, ciudad o en honor a un prócer.
• Verso de palo: es individual, los integrantes
contestan los versos con los palos de forma unísona
y pueden ser satíricos, de valor o picarescos, para
estimular a los integrantes a la batalla.
PALOTEO REFORMADO. WILLIAM PEDROzA ARzuzA, DIRECTOR.
Versos De apertura:
Señor, con gran deseo
A esta casa hemos venido
Para bailar complacidos
La danza del paloteo
Para llevar con deseo
A todos los concurrentes
De este público tan decente
Qué bien les puedo observar
Con cariño singular
Y es con clave decente.
Y casi todos los grupos incluyen
los versos de palos que dicen:
Todo el que esté presente
Que se me parte un poquito
Porque se me suelta un palito
Y a alguno se le va en la frente.
Haciendo la media luna
Bailando con gran deseo
La danza del paloteo
Se recuerda con fortuna.
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Estos versos son creados por el director o por
los integrantes y son producto de un hecho o una
vivencia.
La parte teatral es la simbolización de la
batalla: el integrante lleva las banderas para decir
los versos, portan los palos que simbolizan armas
o espadas, y que son parte de la coreografía. Estos
MuY CONCENTRADOS, LOS HIJOS DEL PALOTEO BOLIVARIANO INICIAN Su PRESENTACIóN.
palos son sometidos a un tratamiento de fermenta-
ción para que no se rajen, pulirlos y afinarlos.
La historia de esta danza es muy vieja y son
varias las versiones de cómo llegó a nuestro país.
Hay quienes consideran que la danza del paloteo
tiene sus orígenes en los bailes empíricos de Grecia;
otros piensan que proviene más del centro de
Europa. De su llegada a Colombia hay dos teorías:
la primera dice que fue traída por unos misione-
ros para evangelizar a los indígenas, de allí que en
sus versos mencione a Dios, y dicen que se bailaba
dentro de las iglesias en las fiestas del Corpus
Christi. La otra afirma que al municipio de Gaira,
en el actual departamento del Magdalena, llegó un
barco alemán y que fueron ellos quienes se la ense-
ñaron a los pobladores.
De su historia reciente se sabe que en 1916 en
Santa Marta, los señores Luis Miguel Rivas, Vicente
Angulo, Santo Narváez y José Redondo crearon una
danza con el nombre de paloteo para representar
a los españoles “chapetones” peleando contra los
patriotas, y que en lugar de espadas usarían palos.
Acordaron que estaría conformada por seis parejas,
todos de hombres. Hay que anotar que aunque
se dice que fue una creación de ellos, se sabe que
hay danzas de paloteo en Centro y Sudamérica, de
manera que quizás lo que elaboraron fueron los
versos, el himno y el vestuario.
Este baile, cuando llegó al barrio Rebolo y al
carnaval, era animado con dos instrumentos: un
redoblante y una armónica; los integrantes, exclusi-
vamente hombres, llevaban diferentes colores en los
vestidos; la forma de ejecución era ruda, y los palos
eran gruesos y más largos que los de ahora.
Las danzas de paloteo tradicionales mantienen
los patrones originales en música, instrumentos
musicales, baile, versos, coreografía, y el diseño del
vestido del primer paloteo que se fundó mixto. En
lo que innovan los directores de las danzas es en las
telas y los adornos que pueden utilizar para darle
más realce al vestuario, al igual que en las aplicacio-
nes y adornos del turbante.
El carnaval es vivo y acepta los cambios en las
telas y en ciertos adornos que se pueden mezclar
con el vestuario, sin embargo por desconocimiento
algunas escuelas de danzas han transformado la
música, el baile, la coreografía, la parafernalia y los
versos.
En la actualidad hay seis grupos de paloteo,
dos de ellos líderes de la tradición, como el
Paloteo Mixto, uno de los más antiguos, dirigi-
do por Ángela Pedroza Arzuza y el Paloteo de
Barranquilla de Donaldo Aguirre. Asimismo están
el Paloteo Reformado (de William Pedroza); el
Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo (de
Edaida Orozco); la única danza infantil en esta
modalidad Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur
Oriental de Rebolo (de Luisa Elvia Orozco); Danza
de Paloteo Talento Juvenil de Sabanalarga (de
Arelis Coronado), y el Paloteo de Gaira, dirigido por
Leopoldo Giménez.
Recordamos también algunas ya desaparecidas
como el Paloteo Pirata de Manuel Polo (fallecido)
y el Paloteo Pirata Infantil, que dirigió Avilét Polo,
así como el Paloteo del Atlántico de Marco López
(también fallecido).
Nuestros ancestros mantuvieron estos conoci-
mientos para que nosotros los recordemos, por eso
es único y además patrimonio de la humanidad, por
lo tanto debemos ser sus salvaguardas para que siga
existiendo mañana. Y el mañana está aquí ya que lo
que hagamos ahora será lo que marque el futuro,
por eso en los dos grupos que aquí presentamos les
enseñamos a los integrantes a guardar los patrones
originales y lo que se puede hacer en las coreo-
grafías, dejando clara la responsabilidad que ellos
tienen de conservar nuestras tradiciones cuando
escojan lo que van a mostrar.
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El Paloteo Mixtoángela Pedroza Arzuza
Con el apoyo de
Yuranis Caicedo Quintero
este trabajo lo hacía en las noches, porque de día
hacía las labores domésticas.
Cuando mi padre sacaba la danza en el carnaval
lo acompañaban sus hijos, sus nietos y sus sobrinos
como Guadalupe, Miguel y Gladys Hincapié.
Para mí el paloteo es mi vida. Desde mi niñez
apoyé a mi padre y fui siguiendo sus pasos para
hacer de esta danza lo que es hoy en día, algo muy
alegre, divertido, espontáneo, que se caracteriza por
sus versos y los colores del vestuario que representa
el pabellón colombiano.
Quiénes somosHoy en día dirijo el grupo, y junto con mi hija
Beatriz Barrios Pedroza somos las encargadas de la
coreografía. Los ensayos están a cargo de ella. Como
sicóloga que es, prepara a todos orientándolos en
cómo dirigirse a las personas, cómo decir los versos
de la bandera y los palos.
Mi hijo mayor, Everto Barrios, es músico y es
quien toca el acordeón. Los vecinos Armando Pérez
y Didier Ferrer Piña tocan los redoblantes y Matilde
Barrios se encarga de llevar la bandera de la danza.
Las modistas son muy importantes en nuestro
grupo. Rosario Hoyos confecciona el vestuario de
hombres y mujeres, y Gladis Piña elabora las golas,
las pecheras, los fajones y las pañoletas. A su vez el
señor Rafael Mantilla corta los palos que llevan los
integrantes. Finalmente, cómo no hacer mención a
Jorge Ahumada y Julianis Niebles Donado, integran-
tes de la danza, quienes se encargan del maquillaje.
Antes la danza del paloteo tenía muchas difi-
cultades para salir en los días del carnaval porque no
contaban con ningún recurso económico y no todos
los integrantes tenían para sus vestidos. Entonces
buscamos patrocinadores porque las empresas casi
no apoyaban esta danza, y las que sí lo hacían eran
las licoreras, pero con el licor de los cuatro días del
carnaval, no son un soporte económico para el tras-
porte ni otros asuntos. Por esa razón quiero resaltar
el nombre de la Fundación Adopte la Tradición,
que nos ha sido de mucha ayuda para las telas de
los vestuarios. También para los zapatos recibimos
apoyo de Promigas.
Este año no salgoCuando llega el mes de noviembre y ya se habla
de carnaval en las radios, digo que no voy a sacar
más el paloteo mixto y mis amistades me dicen que
siempre digo lo mismo, y es verdad, porque cuando
llega el mes de enero ya me emociono, me entra
una alegría y pienso: “el Paloteo no puede dejar de
salir en el carnaval ya que es una danza tradicional
muy querida por el público, en algún momento
cuando ya no pueda sacarlo se lo entregaré a alguien
de la familia para que no se pierda la tradición”.
ÁNGEL BARRIOS
PEDROzA, RENYA Y
JOHAN ACOMPAñAN A
NuEVOS INTEGRANTES
DuRANTE uN DESFILE
EN 2015.
En 1936, más exactamente el veinte de enero, el
señor Ángel Custodio Pedroza Torres, mi padre,
decidió continuar con el Paloteo Samario danza a
la que él pertenecía; era solo de hombres y todos
llevaban pantalones blancos, mochila y palos. En
1935 no vino al carnaval el señor Rufino Orozco,
ni Santos Narváez ni otro señor que la hacían
posible, entonces mi padre habló con ellos
en 1936, les propuso asumirla y la volvió
mixta, porque él dijo: “Si el paloteo es
una danza que hace honor a la guerra
del Libertador contra los españoles,
y la ganó Colombia gracias a la
participación de Manuelita Sáenz
y Policarpa Salavarrieta, ajá, yo
puedo también darle participación
a la mujer” por eso es que sale mixto el
paloteo.
Pero a su vez él me decía:
Hice el paloteo con hombres y mujeres para llamarlo mixto ya que se veía mejor todavía con la participación de la mujer. Al principio lo hice con ocho parejas, o sea con 16 personas; la música era la misma del paloteo de Santa Marta, pero cambiamos los vestidos, todos llevarían colores, esos los
ingenié yo.
Durante el tiempo en que estuvo mi
padre en la danza, mi madre Beatriz Arzuza
(ya fallecida), lo acompañó y lo apoyó con la
decoración de los gorros, capas y pecheras;
Cuando es domingo de carnaval y llego a
la Vía 40 con mi grupo es algo emocionante, un
sentimiento que no puedo explicar, es algo único,
algo que me llena de alegría, y cuando estamos
en el recorrido de la Gran Parada me siento muy
feliz porque a pesar de las adversidades y todos los
obstáculos que se nos presentan siempre seguimos
adelante y logramos salir triunfantes. Cuando los
periodistas extranjeros me hacen una entrevista me
emociono mucho porque siento que mi grupo es
importante para el carnaval.
GraciasMe siento muy orgullosa del recorrido hecho por mi
padre y de ser su actual directora. Con tesón hemos
puesto en alto El Paloteo Mixto, y no en vanos
hemos ganados 49 congos de oro, placas, medallas,
diplomas; por todo son 51 trofeos los que hemos
recibido. Le doy gracias a Dios por tenerme todavía
en pie para seguir apoyando al carnaval, y le pido
que me dé muchas fuerzas y sabiduría para seguir
haciéndolo hasta el final de mis días. Es una bendi-
ción que mi familia me haya apoyado tanto, al igual
que mis vecinos y demás personas allegadas. Todos
ellos han hecho parte de esto.
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Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo
Edaida H. Orozco Orozco
Luisa E. Orozco Solano
con el Paloteo Atlántico del señor Marcos López,
como capitana.
Los integrantes fundadores del Paloteo
Bolivariano eran vecinos del sector de escasos recur-
sos; algunos habían estado en el Paloteo Atlántico y
después de que su director decidiera no participar
más en el carnaval y se fuera de la ciudad, le insistie-
ron a la señora Luisa Orozco, quien desde siempre
había ayudado a algunos jóvenes con el vestuario,
pese a que no pertenecieran a su grupo, que fundara
una nueva danza, cosa que hizo el 13 de junio de
1993. El Paloteo Bolivariano se inscribió por primera
vez en el Carnaval de Barranquilla en 1994.
Los primeros años la financiación del grupo
(telas, costuras, adornos, parafernalia, música, trans-
porte, alimentación) estuvo a cargo de la directora
Luisa Orozco y de mí. Los integrantes aportaron
parte de los adornos y zapatos reciclando cartones y
botellas. Actualmente seguimos poniendo dinero y
contamos con auxilios del Ministerio de Cultura, de
Carnaval S. A. y de la Fundación Adopte la Tradición.
Lo que no sabe el público del paloteoEl público desconoce muchas cosas tanto del
contenido de la expresión como de las vivencias
de integrantes y directores. un desconocimiento
para los observadores es la puesta en escena de la
danza ya que el tiempo que dan para ejecución no
permite mostrar todo su contenido, su coreografía,
su importancia y lo que significa en la tradición. El
Nuestra danza fue fundada por Luisa Elvia Orozco
Solano el 13 de junio de 1993 en la celebración de
su cumpleaños. La creó por el amor que le tiene a
las danzas de relación y especialmente al paloteo,
puesto que desde pequeña, cuando apenas tenía
diez años, participó en El Paloteo Mixto del señor
Ángel Custodio Pedroza. Años más tarde participó
en El Paloteo Reformado del hijo del señor Pedroza.
Por mi parte, debo decir que yo no hice parte
de ninguno de esos dos grupos, pero tuve el honor
de que el señor Pedroza me enseñara a decir los
versos. Mi primera participación en una danza fue El vestuario del paloteo
adulto e infantil es similar a
los demás paloteos, aunque
tiene más adornos, su
turbante es diferente y la
falda tiene dos colores.
Turbante: En la parte
de abajo es azul y en la
parte superior blanco. Se
diferencia de los demás por
tener dos colores y cinco
puntas en forma de corona.
Cada punta representa una
nación libertada por Simón
Bolívar. Está adornado con
piedras, collares y trencilla.
Pañoleta roja: Representa
la sangre de los criollos,
héroes de la patria.
Gola o capa amarilla:
Simboliza la riqueza de
nuestro país, adornada con
animales en lamé, escarcha,
trencilla y lentejuelas.
Camisa roja: Con ella
hacemos referencia a la
sangre de los patriotas;
tiene en la parte de
adelante y en las mangas
una franja vertical que
significa esperanza.
Pechera o peto blanco: Este
es en forma de corazón,
adornado con trencilla o
piedras; representa la paz.
Bombacho de los hombres
y niños: Lleva una faja
adornada, blanca y ancha
en la cintura, y es azul en la
parte de abajo.
Falda de las mujeres y niñas:
Tiene una faja blanca ancha,
que abarca la cintura y la
cadera, adornada en la
parte inferior. El resto es
azul, con pliegues y borde
en encaje.
Bombacho de las mujeres
y niñas: Es azul corto con
elástico.
Medias: Son largas de color
blanco.
Zapatos: Son cotizas
blancas.
Para la danza su significado
es: Blanco, la paz; azul,
los ríos y océanos, y rojo
la sangre derramada por
nuestros héroes.
El nombre de nuestro grupo
Es en primer lugar un homenaje a Simón
Bolívar, gran héroe, libertador de cinco
naciones; pero además nuestra sede está
ubicada en la carrera Bolívar (carrera 23)
con la calle Oriente (calle 19), al suroriente
de Barranquilla, en el barrio Rebolo, de ahí
su nombre: Paloteo Bolivariano Sur Oriental
de Rebolo.
Vestuario del Paloteo Bolivariano
Lo que nos
caracteriza
Nuestra coreografía
es única por la
forma como
es ejecutada la
danza. Los cuadros
semejan la lucha
de las naciones, los
versos, el baile y la
marcha hacen que
esta sea una danza
muy especial.
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Este grupo infantil
obtuvo su primer
congo de oro
en el Festival
de Danzas de
Relación, Especiales,
Comedias y Letanías
en 2005, y luego
en 2012, 2013 y
2014. Además, en
2007 obtuvo un
reconocimiento
especial de la
Fundación Carnaval
de Barranquilla
por participar y
contribuir a la
continuación del
carnaval.
Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo
público no ve cosas que solo nosotros sabemos,
ejemplo de ello es que muchas veces llegamos al
desfile trasnochados porque la máquina de coser
se dañó y tuvimos que terminar los uniformes con
costura hecha a mano, y para colmo de males las
mujeres no sabían coser y quienes cosieron fueron
los hombres. Otras veces es la angustia porque el
músico no llega, o los zapatos no llegan.
Anécdotas muchas, todos los años algo nuevo
pasa, pero hay unas que marcan. Este 2014, por
ejemplo, visitamos las escuelas para hacer talleres
de transmisión de saberes, y nos encontramos con
lugares donde había niños que no conocían las
danzas del carnaval, y con escuelas que no tenían
dónde hacer una presentación.
PremiosDesde 1996, cuando obtuvimos el tercer puesto en
el Carnaval del Sur, hemos recibido varios reco-
nocimientos, entre ellos un diploma de honor de
la Fundación Carnaval de Barranquilla en 2005, y
un congo de plata y siete de oro en el Festival de
Danzas de Relación, Especiales, Comedias y Letanías.
El Paloteo Bolivariano Infantil se creó porque había muchos
niños que querían participar en el paloteo adulto, algo
que no podían hacer por su edad, entonces ellos pedían
prestados los palos y se ponían a practicar. Luego les fuimos
enseñando en los ratos libres de ensayo. Los niños lo llama-
ban paloteo callejero, luego le pusieron el nombre de Los
Hijos del Paloteo Bolivariano. Luisa Elvia Solano Orozco
la fundó formalmente el 13 de junio de 1998, día de su
cumpleaños y del paloteo adulto, y ese mismo año la inscri-
bió por primera vez para participar en el carnaval de 1999.
Sin embargo tuvieron que afrontar un reto para esa
primera participación, y es que un músico no quería que
ellos estuvieran en el carnaval y puso como condición, para
tocar, que los niños no participaran. El paloteo adulto decidió
por votación que participarían los dos grupos o ninguno. En
las horas de la noche, cuando pensábamos que todo estaba
perdido, uno de los niños le enseñó a otro la música jugando
y este niño, al cual conocíamos como Mesita, interpretó los
sonidos del redoblante. La alegría fue inmensa, participaron
los dos grupos, y fue aún mayor cuando ganamos el primer
Congo de Oro de la danza adulta. Por eso los niños represen-
tan la continuación de una tradición.
El grupo infantil sigue los patrones de la danza adulta
y es el semillero de las danzas de paloteo. Actualmente es la
única danza infantil en esta modalidad.
Las telas, costura, adornos, parafernalia, música, trans-
porte y alimentación son financiados por la directora, Luisa
Orozco, y por la subdirectora Edaida Orozco; los padres de
familia no le aportan al grupo por ser de bajos recursos. En
la actualidad recibe auxilios de Ministerio de Cultura, de
Carnaval S. A., y de la Fundación Adopte una Tradición.
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Dicen que en fiestas de la Candelaria, cuando
a los esclavos les era permitido hacer jolgo-
rio, la muerte quiso llevarse a más de un
negro bailarín. Dicen que llevaba una gran guadaña,
pero a ciencia cierta no se sabe nada. De lo que sí
se puede dar testimonio es de la lucha que año tras
año sostenemos con ella varios artistas del carnaval
y de cómo la derrotamos a punta de tambor y
guacharaca.
Esto ocurre hace mucho en nuestra ciudad y se
dice que es una danza en homenaje a los negros que
representaban todos sus infortunios. unos afirman
que vino de Ciénaga, Magdalena, otros que de
Cartagena.
Según se sabe, fue en 1871 cuando el gara-
bato hizo su primera aparición en el Carnaval de
Barranquilla. Se habla de que Sebastián Mesura del
barrio Rebolo bailó garabato a principios del siglo
xx con su grupo y que José Terán Meza dirigió el
grupo desde 1929 hasta 1944 cuando la muerte
le ganó la partida en la puerta de su mismísima
casa donde fue asesinado una semana antes de
carnavales.
Posteriormente asumió la dirección Rodolfo
Villalba, quien era músico de la agrupación, y este a
su vez la facilitó a Emiliano Vengoechea y su familia
para que mostraran una danza popular en el Club
Barranquilla, y ellos la engalanaron con los colores
alusivos a la bandera de Barranquilla.
Hoy en día los hijos de Emiliano, en cabeza de
Luis Fernando Vengoechea González llevan a cabo
el Gran Desfile de Emiliano en honor a su padre,
SOMOS garabato
álvaro Bustillo
Brianne Velásquez
Humberto Pernett
Magaly Salas
que en muchas ocasiones fue el Gran Garabato de
Country Club en el carnaval.
El garabato desapareció de la calle y solo se
veía en el Club Barranquilla y luego en el Country
Club, pero volvió a esta con Cipote Garabato. Más
tarde se creó el Garabato del Norte, luego el del
Colegio Marco Fidel Suárez y el de la universidad
Libre y posteriormente el Garabatico de la 8.
Actualmente se han vinculado otros garabatos
como el de Barrio Abajo, el garabato Ritmo de mi
Tierra, de Soledad, el de Baranoa y el de Galapa.
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231
Cómo nos vestimos las mujeres
La blusa tiene escote amplio y arandelas
con los colores tradicionales. Como
accesorios llevamos flores en la cabeza y
zapatos negros en paye de lentejuelas.
La falda es negra en payé de lentejuelas.
En la parte inferior llevamos volantes de
organza en los colores de la bandera de
Barranquilla. La camisa es de mangas
largas y el color va de
acuerdo con el grupo; es lo
que lo identifica. Lucimos,
además, pechera con
encajes alrededor.
Los hombres llevamos
una capa, elemento
muy importante en
nuestro vestuario;
esta lleva motivos del
carnaval bordados con
lentejuelas. La bandera
de nuestro amado
Junior también suele
estar en ella. El garabato
consagrado borda él
mismo su capa.
Cómo nos vestimos los hombres
Nuestras caras van
maquilladas con rojo
y blanco, símbolo de
la vida y la muerte.
Mientras en unos
grupos los hombres
cubren toda su cara
con blanco, en otros
solo una parte. Esta
es una discusión que
está en curso, pues
los más tradicionales
abogan por la
primera práctica.
Usamos medias blancas
altas y pantalón bombacho
negro hasta la rodilla,
adornado con encaje a lo
largo por la parte exterior y
en los bolsillos.
Los zapatos son negros,
algunos en payé de
lentejuelas.
Como accesorios llevamos
un sombrero blanco
adornado con flores
artificiales y cintas.
Portamos un
garabato, adornado
con cintas de
colores.
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233
El personaje que hace
de muerte se somete a
un maquillaje especial. Por
lo general se elige entre los
mejores actores a tal punto
que sus representaciones
parecen muy reales, tanto
que una tarde el actor
que hacía de muerte,
emocionado por la ovación
que recibió y porque era
la primera vez que estaba
en tarima ante tanto
público se desmayó, y sus
compañeros creyeron que
eso hacía parte de
su actuación.
La Muerte está representada
por un hombre que lleva
enterizo negro de la cabeza
a los pies, con un diseño del
esqueleto pintado sobre la
tela del vestido. Algunas
veces lleva la cara pintada
de blanco o bien con una
careta en forma de calavera,
y porta una guadaña
larga en su mano.
La marcación del ritmo está
a cargo del grupo musical
que acompaña la danza y
está compuesto por una
tambora, el tambor alegre,
el guache y la flauta e´ millo
o el clarinete. La canción
que se ha tomado como
emblema para este baile
es el tema “Te olvidé”,
grabado en 1954 por la
Sonora Curro con arreglos
musicales del maestro José
María Peñaloza.
Nuestra coreografía es bien
particular. Nos desplazamos
siguiendo los toques del
tambor, haciendo culebras,
abanicos, túneles o el
movimiento de las olas.
El baile sigue el paso de la
marcha.
ÁLVARO BuSTILLO
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Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez
álvaro Bustillo
interdisciplinario y participativo enfocado en el
desarrollo humano en general.
Todos los que participamos en esta actividad
(maestros, estudiantes, padres de familia), adquiri-
mos sentido de compromiso, de responsabilidad, de
pertenencia, de amor por nuestra institución, por la
comunidad, por Barranquilla y por nuestro carnaval,
orgullo de Colombia para el mundo.
Somos pensamiento cuerpo y corazónPara nosotros el carnaval, en especial nuestra danza,
es fuente inagotable de vivencias. Con ella reímos,
gozamos, aprendemos, luchamos, sufrimos, llora-
mos. Así el carnaval satisface nuestras necesidades
personales y comunitarias y gracias a él incluso supe-
ramos problemas.
A su vez, al garabato le debemos el fortaleci-
miento de nuestra espiritualidad, la valoración de
la cultura en la que nacimos y crecimos, el sentido
de pertenencia a nuestra ciudad, el desarrollo de
valores humanos, la integración, la capacidad de
solucionar diferencias de manera dialogada, la disci-
plina y por supuesto saber ganar y saber perder.
Cuando bailamos todos nuestros sentidos y
sistemas orgánicos entran en juego, desde el muscu-
lar hasta el sensorial. El carnaval para nosotros es
un excelente medio físico, orgánico y mental, para
nuestra vida cotidiana, que nos aleja de sustan-
cias dañinas para la salud. Y como si fuera poco,
adquirimos muchos conocimientos de historia,
de economía, de lenguaje, como también del arte
pictórico, escénico y musical.
Por él y por nosotros trabajamos sin descansoEl carnaval en muy importante en nuestra vida,
tanto de estudiantes como de profesores y de
padres de familia. También nosotros somos impor-
tantes para el carnaval.
En época de vacaciones el horario es superexi-
gente: de dos de la tarde a siete u ocho de la noche
de lunes a viernes, y los sábados y domingos de diez
de la mañana a seis de la tarde. En época de clase los
ensayos van de seis y media de la tarde a nueve de
la noche y los sábados de dos a seis de la tarde. Los
domingos se descansa si no hay función.
Lo hacemos con tanto sentimiento que ni
hambre sentimos. Hasta enfermos asistimos a los
ensayos y presentaciones, esto muchas veces nos
ayuda a superar esas dificultades.
Las puestas en escenas del pre- y carnaval
propiamente dicho son un corre-corre en procura
de que todo salga perfecto. Sufrimos porque el
vestuario esté impecable, que los músicos lleguen
puntuales, que los accesorios estén completos, que
el zapatero no falle con el pedido, que el personal
llegue puntual para el maquillaje (desde las cinco de
la mañana comienzan a maquillar), que la solicitud
del agua y el suero que no falte, que los conductores
de los buses no se retrasen, que los padres colabo-
ren para llevar el líquido, que los abanderados estén
con sus uniformes al ciento por ciento, y sobre todo
que el público goce y vibre de emoción con nuestra
propuesta escénica.
Después de las presentaciones nos relajamos
porque quedamos extenuados, pero con la alegría
de haber cumplido con el carnaval y sobre todo con
ese público que espera lo mejor de cada agrupación,
en este caso del Colegio Marco Fidel Suárez.
En 1994 participó por primera vez en el carnaval
un colegio, el nuestro, y lo hicimos con una de
las danzas más tradicionales de Barranquilla, el
garabato. La idea fue de Astrid Coronado
Pérez, la rectora de ese entonces y fue
así como yo llegué para encargarme
del trabajo cultural dancístico en
la institución. Ella y yo, acompaña-
dos de una veintena de estudiantes
somos, a mucho, honor los fundado-
res del ahora denominado Garabato del
Colegio Marco Fidel Suárez , cuyo rector
actual es óscar Marriaga.
Han pasado veinte años
y a pesar de los contratiem-
pos y dificultades hemos
mantenido el compro-
miso de apreciar,
valorar e identificar-
nos con nuestra
cultura, por
interme-
dio de una
propuesta
pedagógica
e innovado-
ra, que se ha
constituido en
modelo educativo
alternativo carac-
terizado por su
sello investigativo,
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237
Vivencias y puesta en escena en Colombia Las oportunidades que nos ha brindado Dios, el
carnaval y la vida han sido gratificantes y esplen-
dorosas. En Colombia con nuestra danza hemos
llevado e impregnado de carnaval a muchas ciuda-
des y poblaciones del país.
Esos jóvenes se han hecho sentir intensamente
en el escenario, vibran con cada golpe de tambor,
a más de uno he visto llorar de la emoción, de la
alegría por el público con sus vivas y aplausos.
Hemos recorrido la geografía colombiana
desde el Caribe hasta el sur (San Agustín, Huila) y
de Cali a Pamplona; hemos estado en el eje cafetero
(Manizales, Pereira, Armenia), en Medellín, Bogotá,
Tolima y Santander del Sur. En un aprendizaje
mutuo brindamos y nos brindan conocimientos
mientras afianzamos más ese sentimiento patrio,
lo maravilloso de nuestra diversidad cultural y
la inmensidad de nuestra majestuosa fiesta, el
carnaval.
También hemos estado en el exteriorEn 2008 fuimos escogidos para representar a
Colombia en el Festival Viva América en Madrid,
España. Viajamos una delegación de treinta perso-
nas a este encuentro dedicado al arte, la música, la
gastronomía y creatividad iberoamericana. Fue un
desfile que nos hizo sentir más colombianos que
nunca. Esos vivas de compatriota no se pueden
olvidar. El recibimiento del embajador Carlos
Rodado Noriega fue grandísimo y en un acto de
humildad incomparable nos dijo: “Esta es su casa,
esta es su Colombia, esta es su tierra en España,
siéntanse orgullosos de su país como yo me siento
orgulloso de ustedes carnavaleros, yo soy también
carnavalero, viva Barranquilla, viva Colombia”, y a
llorar de emoción se dijo.
La puesta en escena fue fantástica, maravillosa.
Algo muy similar nos ha sucedido en otros países en
América donde hemos hecho presencia carnavalera
con el garabato: Venezuela, Ecuador, Perú, Panamá
y Chile. Se vibra y se siente más la nacionalidad, y
siempre decimos: ser colombiano, ser barranquille-
ro vale la pena. Hierve la sangre, el corazón palpita
intensamente cuando el millo empieza a sonar.
ReconocimientosEn la actualidad nos invitan a desarrollar confe-
rencias y talleres sobre el carnaval y el folclor, en
la ciudad, la región y Colombia. Durante todo el
año estamos en actividad haciendo presentacio-
nes en diferentes festivales y en entidades públicas
y privadas que nos han otorgado un sinnúmero
de distinciones, exaltaciones, reconocimientos,
premios, etc.
Muchos egresados continúan estudios profe-
sionales en entidades superiores: como la Facultad
de Bellas Artes, la Escuela Distrital de Cultura, así
como en academias de artes y cultura. Otros traba-
jan la danza en colegios o en forma independiente
como instructores o artistas.
Una experiencia de vida y de muerteálvaro Bustillo
En 2005 estuve en estado de coma por una peritonitis,
pasé el precarnaval y el carnaval en la clínica. Eso es algo
muy duro cuando uno ha estado en todos los carnavales,
así que aunque fuera para estar cerca de lo que pasaba, le
pedí a mi esposa que me llevara un televisor para ver el
desfile. Yo tenía prohibido ver televisión, sin embargo me
lo trajeron con una camiseta oficial del carnaval. Me puse
la camiseta y cuando llegaron la enfermera y el médico se
echaron una carcajada y dijeron: “¡Oiga!, ¿usted se está
muriendo y está festejando el carnaval?”.
Cuando comenzó el desfile la cámara enfocó a los
muchachos del colegio. Ellos comenzaron a bailar y los
músicos a tocar una canción en versos alusivos a mí; qué
sentimiento tan fuerte, yo me fui lágrima seguida. Me
emocioné mucho y muchas cosas se me revolvieron por
dentro, tanto que en la noche me tuvieron que llevar de
nuevo a cuidados intensivos pues me puse grave. Cuando
me desperté en la mañana no supe de mí, ahí sentí el gara-
bato encima. Lo que es el personaje de la muerte lo sentí.
Vinieron los médicos y me vieron bien… Gracias a Dios
ganó la vida.
Eso fue una de las vivencias que me hicieron sentir
que esta fiesta es mía, que no puede ser de nadie, sino de
uno que tiene el corazoncito en la fiesta y no pueden dejar
que se la lleven, que nadie se la pisotee, no puede dejar
que se diga, como a veces pasa, que allá ya solo piensan en
el carnaval. Ojalá que toda Colombia estuviera pensando
en carnaval porque habría mucha más paz.
Nuestro ritual
Cada vez que vamos
a subir a un escena-
rio, damos gracias a
Dios por brindarnos
esa oportunidad.
Hacemos un círculo,
una persona inicia
la oración y después
cada integrante o
algunos espontá-
neos expresan sus
agradecimientos y
peticiones.
Igualmente, previo
al carnaval, vamos
a una misa y a la
semana siguiente
de que este termine
asistimos a otra de
acción de gracias. CAMILA ANDREA PéREz JuLIAO REPRESENTA LA MuERTE EN EL GARABATO DE PRIMARIA. EL GRuPO PARTICIPA EN EL CARNAVAL DE LOS NIñOS Y HA GANADO VARIOS CONGOS.
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Cipote GarabatoHumberto Pernett
Cuando muchos de nosotros formábamos parte de
la cumbiamba Cipote Vaina, decidimos participar
en el carnaval, más exactamente el sábado en la
Batalla de Flores, con la danza del garabato, mien-
tras seguíamos bailando cumbia en la Gran Parada
el domingo. Lo hicimos con el deseo de aportar al
fortalecimiento de nuestro patrimonio devolvién-
dole al garabato su origen popular, origen que se
perdió en los setenta cuando esta dejó la calle y
empezó a presentarse solamente como espectáculo
arraigarnos más en la tradición, hicimos un cambio
en lo que se refiere a la música: decidimos que los
músicos de la cumbiamba procedentes de Soledad,
Atlántico nos montaran la música del garabato con
tambora, lo cual fue aceptado por su sonoridad
en los desfiles callejeros. En la actualidad, todos
los grupos que representan el garabato tocan este
instrumento.
Hoy participamos en el Carnaval de
Barranquilla con más de doscientas parejas. En 25
años hemos ganado 23 congos de oro y represen-
tado nuestra cultura en eventos de diversa índole
en múltiples regiones del país, así como en España y
Venezuela.
Como aporte a la salvaguarda de las mani-
festaciones populares y tradicionales del carnaval,
nocturno primero en el Club Barranquilla y luego en
el Country Club, y en época de precarnavales toda
vez que sus integrantes decidieron dejar la ciudad
en tiempo de carnaval motivados, por supuesto, por
una crisis de valores muy fuerte.
Después de representar cumbia y garabato,
sesenta parejas decidimos dedicarnos exclusivamen-
te a la danza que representa la lucha entre la vida y
la muerte y fue así como creamos nuestra agrupa-
ción Cipote Garabato. Con la firme intención de
En 2015 Cipote Garabato cumplió 25 años, algo
que me hace feliz y orgulloso de mi grupo.
CADA AñO LA MuERTE
HACE Su APARICIóN,
PERO SIEMPRE GANA LA
ALEGRíA, LA VIDA.
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Gracias, Emiliano VengoecheaHumberto Pernett
A Emiliano Vengoechea me lo imaginaba diferente por lo que comentaba
la gente, pero su sencillez era muy impactante. A él lo contactamos tanto
cuando íbamos a montar el garabato en Cipote Vaina como después
cuando fundamos Cipote Garabato.
Muchas cosas del grupo se basan en sus enseñanzas; las medias
amarillas las usan los caporales y las rojas el que lleva la tradición del
baile. Nos ayudó a que Kurtis Buitrago fuera miembro del grupo y con él
se montaron las primeras coreografías. Después del deceso de Emiliano
sus apuntes y fotos me llevaron a conservar el rito de pintarnos toda la
cara de blanco. él decía que eso era un rito porque el garabato es danza,
no comparsa. Cuando metimos la tambora en la danza fue el primero
que nos criticó, pero sus hijos se han dado cuenta de que además de los
motivos propios, la Vía 40 la debe tener.
hacemos investigación sobre la danza del garabato,
propiciamos espacios de encuentros culturales que
favorezcan una mirada integral del Carnaval de
Barranquilla y tenemos un semillero donde incul-
camos a las nuevas generaciones el conocimiento y
respeto a los valores culturales.
Nuestro grupo tiene su sello propio, no solo
en el vestuario y la manera como bailamos, sino
en lo que caracteriza a quienes hacemos parte de
él. Nuestras relaciones se basan en el respeto por
la dignidad y esencia particular de cada persona.
Permanentemente nos preocupamos por estimular
el pensamiento creativo y vivimos valores como el
compromiso, la cooperación, la honestidad y el espí-
ritu de servicio. Sabemos que solamente trabajando
en equipo somos capaces de superar los obstáculos
cotidianos y asumir los retos de un carnaval que está
en permanente movimiento y transformación.
PARTE FuNDAMENTAL DEL GRuPO SON MIS HERMANOS HERNÁN Y TITA, quIENES SE OCuPAN DE
LA PARTE INTERNA, SIN ELLOS EL CIPOTE GARABATO SERíA uN CAOS. ESE TRABAJO MuCHOS NO LO
VEN, PERO PARA Mí ES IMPRESCINDIBLE.
Muchos de los ensayos
los hacemos en la noche,
frente a la sede del grupo
en el barrio Prado.
Desde nuestra fundación,
hace 25 años, nos
acompañan el grupo
de música Soneros de
Soledad, compuesto
por Fernando de La Hoz
(director), Erick Rodríguez,
Andrés Jiménez, José
Vargas y Papita.
uN ESquELETO DESLuMBRANTE
VIGILA LA IzADA DE BANDERA EN
NuESTRA SEDE.
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El Garabato de la 8 y Garabaticos de la 8
Magaly Salas
con un grupo infantil. Finalmente el 3 de enero de
1999 creamos los Garabaticos de la 8.
La decisión de qué danza representar se
debatió en familia. Martha deseaba que organizára-
mos un grupo que se llamara Cumbiamberitos de la
8 y yo propuse que escogiéramos el garabato como
danza por representar la lucha entre la vida y la
muerte, situación que yo viví cuando mi hija María
José nació de apenas cinco meses y medio de emba-
razo. Martha vivió de cerca cómo las dos tuvimos un
Carta a quien nunca nos ha visto
Martha Salas
A todos les digo que vengan al Carnaval de Barranquilla a gozar de la
diversidad de muestras culturales y folclóricas que tenemos, y a disfrutar
de su calor humano, de su gente, de la gastronomía y los sitios de interés
público como el Parque Cultural zoológico, la Avenida del Río, el Estadio
Metropolitano y la Catedral Metropolitana.
En 1999 los vestidos fueron
elaborados en tela de satín,
posteriormente en raso y hoy
en payé de lentejuelas la cual
hace más vistoso el vestuario.
Nuestro barrio no tenía ningún grupo folclórico
infantil que lo representara en el carnaval del sur,
que recorría toda la carrera 8 desde la calle 40
hasta el bulevar del barrio Simón Bolívar, así que mi
hermana Martha y yo decidimos un buen día fundar
un grupo infantil. Siempre nos han gustado este
tipo de actividades. Juntas organizábamos la novena
de Navidad en vivo en nuestra casa paterna, que
quedaba justamente en la carrera 8 y poco a poco
empezamos a soñar con participar en el carnaval
duelo con la muerte en unidades de cuidados inten-
sivos, así que estuvo de acuerdo en que creáramos el
grupo Garabaticos de la 8. Lo que nunca se imaginó
era que justo en la primera presentación se extra-
viara su hijo de apenas seis añitos. Para nosotras
fue traumático, pero supimos afrontar esa situación
con calma y madurez. Menos mal fue solo un susto;
el niño se quedó mirando a un lado de la tarima a
otros niños bailar.
Luego conseguimos un coreógrafo, nos reuni-
mos con los padres de los niños y visitamos la Casa
del Carnaval donde nos entregaron el libro escrito
AuRORA HERRERA Y GABRIEL DE MOYA LIDERARON EL SEMILLERO INFANTIL EN EL CARNAVAL DE 2015.
Antes de cada
desfile y ya en el
bus, es tradición
que directoras
y danzantes
agradezcamos
a Dios y nos
encomendemos a
Él para que todo
nos salga bien.
También este es el
momento en el que
damos las últimas
instrucciones a los
bailarines. ¡Vamos
por otro congo, que
sí podemos!
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por Mirtha Buelvas. Fue así como empezamos a
aprender de la danza del garabato. Con rifas, bazares
y bingos conseguimos recursos y logramos partici-
par ese mismo año con 104 niños, 52 parejas. Todos
estos niños venían de participar en diciembre en la
novena del Niño Dios en nuestra casa. Nuestra fe en
Dios, el respaldo de nuestra familia y el apoyo de los
padres, personas de escasos recursos económicos,
pero donde la voluntad y la alegría es fantástica,
lo hicieron posible ese año y los siguientes. Desde
entonces participamos todos los años y hemos
alcanzado, junto con la agrupación El Garabato de
la 8 que creamos más adelante para que pudieran
participar adultos, catorce congos de oro con los
dos grupos.
El garabato es una danza muy represen-
tativa de nuestro carnaval, además el vestuario
de las mujeres lleva los colores de la bandera de
Barranquilla, lo que nos hace sentir muy orgullosos
cuando vamos a otros lados. Llevar tu folclor, tus
raíces a otra parte lejos de tu ciudad, donde todo
el mundo está pendiente de ti y de tu grupo, es lo
JuLIÁN MORA PERSONIFICA LA MuERTE EN LOS GARABATICOS DE LA 8.
máximo, es una experiencia única. Para nosotros es
lo más hermoso que hemos vivido.
A mucho honor hemos estado en dos ediciones
del Reinado del Bambuco en Neiva; en tres del
Reinado del Mar en Santa Marta, y durante diez años
hemos hecho presencia en la Batalla de Flores del
Concurso Nacional de Belleza en Cartagena, acom-
pañando a la señorita Atlántico, y después hacemos
una presentación a todos los huéspedes en el Hotel
Hilton. En nuestro departamento hemos participado
en la Gran Parada de Puerto Colombia y de Galapa
y en la Batalla de Flores de Santo Tomás. Además
apoyamos el desfile del ceremonial de la muerte
en Soledad y la noche de garabato en Baranoa. Hoy
capacitamos jóvenes en los municipios de Santo
Tomás y Baranoa en todo lo relacionado con el gara-
bato y varias parejas de allá participan con nosotros
en los desfiles del Carnaval de Barranquilla.
Mi hermana Martha ha sido muy importante
en el grupo, coordina los ensayos, toma las medidas
y hace mucha gestión para que el Garabatico de la
8 pueda participar en eventos como el semillero
del carnaval, la coronación de los reyes infantiles, la
Guacherna, la Batalla de Flores, la Gran Parada de
Tradición, el Carnaval de los Niños y el desfile de la
84. me apoya en la recaudación de fondos. Participar
en el carnaval es difícil, los costos para poder desfilar
son altos y es necesario gestionar recursos econó-
micos con rifas y bazares y tocar las puertas de la
empresa privada.
Hoy en día mi hija es la coreógrafa de la danza y
el pasado carnaval alcanzó dos congos de oro. Era de
esperarse, a esa niña desde pequeña se le agitaba el
corazón cuando escuchaba un tambor.
Ambos grupos, el Garabato y los Garabaticos
de la 8 son unas de las más entusiastas de nuestro
querido Carnaval de Barranquilla, compuesta por
niños y jóvenes de todas las edades, los más talento-
sos en la marcación de este ritmo cadencioso, alegres
y bullangueros.
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Ricardo Sierra Vásquez, coreógrafo
del grupo desde sus inicios. Fue
alumno mío de danza desde 6°
hasta 11° en el Instituto Pestalozzi.
Luego siguió su trabajo de
formación dancística en el grupo
de la Universidad del Atlántico
con Carlos Caballero mientras
estudiaba en la Facultad de
Arquitectura. Igualmente estudió
Danza Contemporánea y Folclor
en el Real Ballet del Atlántico con
Yamile Borrero, y Danza y Teatro
en la Universidad Antonio Nariño.
Hoy día es uno de los coreógrafos
más reconocidos de la ciudad.
También se destaca en su papel de
Muerte que ha personificado en el
ámbito nacional e internacional.
Como amigo siempre me ha
acompañado en la danza y aquí
deseo hacerle este pequeño
homenaje.
Cada uno de
nuestros bailarines es
importante, sin ellos
no seríamos el grupo
que somos. A ellos y a
sus familias que nunca
nos abandonan les hago
un reconocimiento.
Gracias por su respaldo
irrestricto, por su apoyo
con rifas, bazares e
incluso recursos propios.
Ustedes siempre le han
puesto la cara a nuestra
agrupación.
Garabato Unilibre Brianne Velásquez Cuesta
Directora
En Garabato unilibre docentes, estudiantes,
trabajadores, hermanos, primos, amigos y vecinos
gozamos en hermandad. Lo importante es bailar.
La danza mueve el espíritu, nos hace sentir y darle
al público solo alegrías hasta el cansancio. Al día
siguiente iniciamos de nuevo con el mismo entusias-
mo y nunca pensamos en qué pasó ayer, vivimos el
momento y el momento es danzar, danzar para vivir
con éxtasis el carnaval, es un momento que se siente
intensamente. Cada año tiene su afán, cada montaje
es una nueva expresión que le damos al público,
nuevos amores que se inician y viejos amigos que
se van mientras otros vuelven. El carnaval es único,
quien lo vive, lo disfruta, lo goza, lo llora y hasta se
muere para que el año siguiente vuelva a vivir.
El Garabato unilibre ha sido por el sector
privado y en especial por la universidad Libre,
seccional Barranquilla, de la que soy empleada y
a la cual he podido proyectar positivamente en el
ámbito local, nacional e internacional.
Cuando se inició el grupo algunos estudiantes
firmaron una póliza de cumplimiento para poder
tener los vestidos elaborados por Luz Serna de
Castañeda (q. e. p. d.), que aguantó más de un año
para recuperar su inversión. Juan Carlos Currea y
Glenda Pava elaboraron la letra que firmaron. Ellos
formaban parte del grupo y el carnaval los unió por
siempre como esposos, esto ha dado como resul-
tado que muchas parejas se unan en matrimonio y
actualmente sus hijos son el semillero del grupo.
En 1998, después de haber inscrito la danza en
la Fundación Carnaval en la modalidad de cumbia,
cambié al grupo a la de garabato, porque esta acti-
vidad tenía mayor probabilidad de recibir un Congo
de Oro. Y fue acertado, a la fecha hemos ganado
trece por nuestra dedicación y trabajo dancístico.
Gracias a la orientación, acompañamiento y
presencia amorosa de Ricardo Sierra, que es nuestro
coreógrafo y representa a la Muerte, esta danza ha
recorrido el mundo. En muchas ocasiones participá-
bamos en el carnaval como Garabato Libre, ya que
no contábamos con el apoyo ni del sector privado ni
de la universidad Libre, solo con el esfuerzo propio
de los intérpretes, del coreógrafo y de su directora.
Hoy en día Garabato unilibre cuenta con el
apoyo institucional de la universidad, que ve en la
danza una proyección suya hacia la comunidad.
En nuestro grupo es muy importante el núcleo
familiar. Muchos de nuestros integrantes forman
parte de la danza desde su misma creación y parti-
cipan con mucho amor y dedicación. Lo vivimos y
gozamos pues lo llevamos no solo en la sangre sino
en el corazón.
En la Vía 40 a la espera
de desfilar en la Batalla
de Flores con nuestra
iguana garabatera,
símbolo de nuestra
danza y de la institución.
Los niños inmersos
en la magia de
la danza, sus
accesorios y
vestuario, se
vinculan de manera
maravillosa al
grupo: siguen el
ritmo danzando
o acompañan a
sus padres desde
recién nacidos y
van creciendo con
ella, con su danza El
Garabato Unilibre.
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Las Farotas de Talaigua
Somos
Mónica Ospino
L a danza las farotas de Talaigua encierra un
alto contenido burlesco debido a que es una
parodia de un evento histórico acontecido
en 1610 en época de la Colonia. En ese tiempo, los
colonizadores españoles acostumbraban a abusar
sexualmente de las mujeres indígenas, aprovechan-
do que quedaban solas en sus hogares mientras sus
maridos salían de cacería por las noches.
Los hombres, cansados de estos abusos y como
forma de venganza, idearon un plan para hacer
pagar a los españoles por esta ofensa, así como por
la ocupación de sus tierras. Observaron cómo se
vestían las españolas, luego, usando la malicia indí-
gena, elaboraron vestidos semejantes y organizaron
una trampa.
Cierto día un grupo de soldados españo-
les, reconocidos como abusadores, vieron desde
lejos unas “mujeres españolas” y eso les llamó la
atención. Estas les hacían toda clase de morisque-
tas y coqueterías y ellos cayeron en la trampa. Acto
seguido, los 13 mejores guerreros farotos, vestidos
de mujeres, atacaron y dieron muerte a los soldados
españoles. Ese día la victoria fue celebrada con
parrandas, bailes y borracheras. Desde entonces la
población de Talaigua Nuevo, ubicada en el depar-
tamento de Bolívar, celebra y recuerda este hecho
histórico mediante esta danza.
En 1800 el señor Efraín Chica, natural de San
Fernando, rescató la danza. Después de su muerte,
hacía 1887 el señor Domingo Carrera, más conocido
como Mingo Chechere, natural de Talaigua Nuevo,
tomó la dirección y esta se ha mantenido viva a
lo largo del tiempo con la ayuda de las familias
talaigueras. En 1982 Etelvina Dávila Turizo, la Farota
Mayor, tomó la dirección de la danza y la llevó por
primera vez al Carnaval de Barranquilla. Desde
esa época Las Farotas de Talaigua han marcado
una tradición, que nos llevó a ser incluidas en el
dossier presentado a la unesco para que el carnaval
fuera declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la
Humanidad.
Las Farotas de Talaigua hoyEl grupo está conformado por veinte integrantes
entre faroteros y músicos, liderados por el director
artístico Manuel Joaquín Matute, que se desempeña
dentro de la coreografía como “la mama”.
Hace años Las Farotas tomamos la iniciativa de
inculcar en los jóvenes y niños el valor cultural de la
danza. Para formar parte de ella hay que pasar por
un proceso artístico en el grupo infantil compuesto
ALBEIRO PANzA EN
uNA DE LAS VARIAS
DEMOSTRACIONES
EN EL CARNAVAL
DE BARRANquILLA,
quE INCLuYEN LA
BATALLA DE FLORES,
LA GRAN PARADA DE
TRADICIóN Y LA TARDE
DE ENCuENTRO DE
DANzAS ESPECIALES Y
DE RELACIóN.
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251
La mejor forma
de trasmitir los
saberes es contar la
historia generación
tras generación.
Preservar las
costumbres
ancestrales de las
Farotas de Talaigua
es un deber que
tenemos los
descendientes de
aquellos hombres
y mujeres que
decidieron convertir
en arte su historia.
por los hijos, nietos y sobrinos de los faroteros
mayores, que luego pasan al juvenil y de ahí a los
mayores.
La trasmisión de los saberes se da de los
mayores a los niños mediante charlas y anécdotas.
Además en Talaigua, como parte del currículo se
transmiten estos saberes en las aulas de clase.
Todo el año la población talaiguera vive en
función de la danza. Las esposas de los faroteros
prestan mucho cuidado a los uniformes. Las flores
que llevan en el sombrero las elabora Patricia Castro
Amador, una artesana de tradición.
Además formamos parte activa de la orga-
nización del Encuentro de la Cultura Anfibia,
que tiene lugar a mediados del mes de julio. En
estas fiestas se dan cita agrupaciones ribereñas de
otras regiones y de fuera del país. Allí las personas
encuentran, además de muestras folclóricas, talleres
y conversatorios.
La interpretación de la danzaEn la coreografía intervienen trece hombres, inclu-
yendo la ninfa, que representa a la niña y quien
también era abusada por los españoles, y se ubican
en dos filas de seis cada una. La mama es quien
dirige la coreografía. Es importante resaltar que
los integrantes bailan con el cuerpo inclinado hacia
adelante, levantando la barbilla. Sus posturas y
ademanes son totalmente masculinos. Los pasos del
baile se denominan: son farota, de frente, entresa-
cada faroteando, saludo, de dos en dos, sombrilleo,
lavada y perillero. Estos van acompañados de los
sones farota, lavada y perillero.
La danza rinde honor a Chigua, dios de la
comunidad farota, jefe supremo de la naturaleza, al
que se le agradece por las siembras y cosechas, las
tierras, los matrimonios y las mujeres.
LAS FAROTAS uSAN
FALDA FLOREADA CON
POLLERíN Y MALíN A LA
uSANzA DE LA MuJER
ESPAñOLA.
El vestuarioEl vestuario de las farotas es una muestra de la mezcla triétnica
que la danza representa. Los integrantes van vestidos de mujer
con faldas floreadas a la usanza española. Debajo llevan un
pollerín con encaje, el sombrero lleva flores llamadas rosalindas,
propias de la Depresión Momposina. El amansa loco o buzo es
una tradición de la raza negra. La gola representa la Depresión
Momposina, va adornada con fantasía de oro y piedras preciosas
que representan lo adineradas que eran las mujeres españolas
de la época. Las abarcas trespunta representan al indígena, la
sombrilla es de origen español, pero se usa como lanza y sirve
para escenificar cómo peleaban y cazaban los indígenas. Los
pañuelos remplazan las cabecitas de animales pequeños que se
ponían en la cintura para defenderse de las brujas.
El vestuario guarda los patrones tradicionales desde los
inicios de esta danza, y varía de acuerdo con el colorido y calidad
de las telas que se encuentran en el mercado. De esta actividad
me encargo yo por ser la directora, y dos integrantes de la danza,
todo bajo mi supervisión.
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Jan Carlos Mancera
Farotero de 34 años de experiencia.
Dirige la categoría juvenil.
“Desde niño anhelé pertenecer al grupo y ahora estoy muy orgulloso porque soy baila-dor, portador de la tradición de mi pueblo, y en la actualidad soy multiplicador de mis conocimientos en los niños talaigüeros. Esto me da mucha tranquilidad porque de bailador pasé a ser un líder y esto lo aprendí de mis abuelos. Es un gran honor”.
Etelvina Dávila TurizzoFue la directora y representante legal de la danza
desde 1982 hasta 2011, año de su fallecimien-
to. Siempre se caracterizó por su carisma y
habilidades para el teatro, la comedia y las
manualidades. Profesora, secretaria, artesana,
conferencista, esposa y madre, fue escogida
como una de las veinte mujeres sobresalientes
de Colombia y del departamento del Atlántico.
Recibió reconocimiento de la Cámara de
Representantes por su valioso apoyo cultural al
Carnaval de Barranquilla. Organizó el Encuentro
de la Cultura Anfibia y dictó varios talleres. En el
2003 fue escogida para formar parte del dossier
presentado a la unesco para que el carnaval
fuera declarado patrimonio oral e inmaterial
de la humanidad. La Gobernación de
Bolívar la condecoró como una
reconocida gestora cultural que
promovió nacionalmente la
danza.
Etelvina Dávila se destacó
por ser un pilar fundamental
del desarrollo de la cultura y las
artesanías en Colombia, y dejó
un semillero para mantener vivo el
sentimiento cultural en las genera-
ciones venideras.
Etelvina falleció a la edad de 71
años. Recibió homenajes póstumos de
la Fundación Carnaval de Barranquilla y la
Secretaría de Cultura de Barranquilla. Ella fue la
Farota Mayor y vivirá por siempre en su danza y
en el corazón del pueblo colombiano.
Manuel Joaquín Matute
Comenzó como bailador en 1962 al lado
de Gabriel Panza, Germán Robelo, Miguel
Castaño, Florencio Núñez, Catalino Guerrero,
Maximino Galindo, Gustavo Núñez, Abraham
Vides, Andrés Herrera, Alzomiro Ardila y el
millero José del Carmen Polo.
“Bailar en las Farotas es para mi un gran orgullo. Aún estoy activo, soy la mama del grupo desde 1982 cuando Etelvina Dávila me propuso ir a Barranquilla para mostrar nuestra cultura. El ser farotero lo llevo en mi sangre, me estremece oír los sones de la música de farota, siento que llevo a mi pueblo dentro de mí”.
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somos Los Coyongos
C arnaval de Barranquilla sin Los Coyongos
no es carnaval. Desde que llegaron a
nuestra fiesta, a inicios del siglo xx, se
han hecho notar. Es fácil identificarlos pues sobresa-
len en los desfiles con sus cuellos altos y unos picos
de madera que a la manera de clave sonora marcan
el ritmo musical.
Los Coyongos representan diversas aves que
se encuentran en las orillas de lagunas y ciénagas
de nuestra región Caribe, como el coyongo rey, el
pato cúcharo, las garza gris, blanca y morena, y el
pisingo, entre otros. Con su danza van reproducien-
do el vuelo de estas aves y las faenas que tienen para
capturar los peces. Dicen también que esta danza es
una alegoría a los combates vividos entre españoles
e indígenas; de hecho, su origen se remonta a 1812
o 1813, después de la independencia de Colombia,
y se le atribuye tanto a los cartageneros como a
los habitantes de las poblaciones ribereñas de la
Depresión Momposina. Otros afirman que la danza
es un homenaje de los cazadores y pescadores de
Mompox y a sus formas de sustento.
La coreografía incluye también un cazador y un
pez (cuyos trajes los identifican), y mientras danzan,
un pasito adelante y otro para atrás, hacen diversos
movimientos suaves—tejido, trenza, hilo, rueda y
círculo— para encerrar el pez.
El vestuario de Los Coyongos es muy sencillo.
Se trata de una estructura piramidal liviana hecha en
madera o alambre, forrada en tela de colores y tiene
a ambos lados unas pequeñas aletas. En la parte
de arriba sobresalen los picos de madera que son
accionados desde dentro mediante un mecanismo
y logran producir un sonido característico. Basta
Yo soy la garza morena
que vengo del otro lao,
traigo el pico lucio
de tanto comer pescao.
con oírlo a lo lejos para saber que andan cerca unos
coyongos.
El danzante, que siempre es un hombre, se
mete dentro de la estructura y con dificultad los
espectadores logran verlo. Los zapatos y las medias
son negras con lo cual se quiere representar las
patas llenas de barro por cuenta de su presencia en
las orillas de ciénagas o lagunas.
Mientras bailan, de manera alternada, los
danzantes narran cortas historias mediante versos
que son acompañados por un grupo musical que
ejecuta música del Magdalena Grande (son valle-
nato) compuesto por un acordeón, una caja y una
guacharaca. Como se ha dicho, esto va al unísono
del sonido producido por el cerrar y abrir de los
picos de madera que cumplen la función de ser el
instrumento marcador del ritmo.
La agrupación de
Los Coyongos que
hoy pervive fue
fundada en 1910
por las familias
Sossa, Noguera y
Beleño. Hoy en día
es conducida por
Baltazar Sossa y
la sede del grupo
está en el barrio Las
Flores.
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somos los diablos arlequines
Gastón Polo
Con el apoyo de
Vitalia Díaz
E n los años treinta, en época carnestolén-
tica, el folclorista y bailador empedernido
Marcial Lavalle Romero, salía en su oriunda
Sabanalarga vestido de diablo, con máscara que
llevaba espejos, traje multicolor, castañuelas, espue-
las de cuchillo y botaba bocanadas de fuego que
lograba al prender un fósforo y acercarlo a la boca
donde tenía gasolina, igual como se hace ahora.
Al principio salió solo, por allá en 1935, pero
años después se hizo acompañar de los señores
Constantino Ariza y Máximo Albon, con lo cual
se convirtieron en un disfraz colectivo. Desde
pequeño, a mi padre le gustaba salir e ir detrás de
estos tres personajes. De tanto mirar cómo bailaban
y hacían sus demás malabares, estos se le queda-
ron grabados en su mente. Hacia el año cincuenta,
y debido a la muerte de uno de ellos, los diablos
empezaron a desaparecer poco a poco hasta no
volver a salir.
Muchos años más tarde, en pleno ensayo de
Los Goleros, grupo que dirigía, mi padre, Apolinar
Polo Morales, él les propuso a los muchachos que
formaran parte de este grupo que rescataran la
danza de los diablos. Fueron seis los primeros perso-
najes que salieron al ruedo. Como existían otras
danzas de diablos, mi papá le agregó el remoque-
te de “arlequín” por llevar varios colores, la cara
pintada y hacer piruetas. Fue mi papá quien bautizó
el grupo como Diablos Arlequines de Sabanalarga.
En esa época él tenía una dulzaina, así que la
incluyó junto con los instrumentos musicales con los
que empezó: un tambor pequeño y una guacharaca,
tres instrumentos no más. Primero se presentaron
en Sabanalarga, donde fueron muy bien acogidos
por el público y se llevron muchos premios. A raíz de
eso mi papá decidió participar al año siguiente, en
1980, en el Carnaval de Barranquilla. Yo tenía unos
doce años y me acuerdo bien. Mi papá inscribió la
danza en la Batalla de Flores y en la Gran Parada.
Dentro de 250 grupos que iban ellos fueron la atrac-
ción ese año y se trajeron el congo de oro. Además,
la Cámara de Comercio les dio un reconocimiento y
fueron invitados a Mompox la Jornada Regional de
Cultura Popular organizada por Colcultura y el PNR
en 1989. Ese año salieron en la portada del libro
Aluma. De ahí para acá hemos sido galardonados
siempre, año tras año, e invitados a distintos países.
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El vestuario
Lleva diferentes
colores vistosos con
un diseño original
y auténtico con
alas negras, rabo,
y máscara roja con
dientes, colmillos
y espejos. Además
de capucha usamos
accesorios tales
como espuelas,
cuchillos, cascabeles
y castañuelas que
hacemos sonar con
los movimientos.
Llevamos también
uñas largas de hoja
de lata.
Los ensayos
acostumbramos a
hacerlos de noche
en la cancha de
fútbol Las Torres
de Sabanalarga de
donde todos somos
oriundos. Este se
ha convertido en
un escenario de
encuentro de varias
generaciones que
se dan cita allí para
vernos practicar.
Danzar entre
las botellas sin
tumbarlas demanda
gran destreza; para
lograrla debemos
practicar mucho.
La máscaraSegún cuentan, la danza de los diablos es de origen
religioso, esta la representaban en las procesiones de
Corpus Christi. Fue introducida por los españoles en la
época de la Colonia para atemorizar a los indígenas con la
máscara ya que tenía espejos que brillaban con el sol y ellos
salían corriendo.
Las primeras máscaras las hizo José Llanos, de Galapa.
Fueron costeadas por cada uno de los bailarines, lo mismo
que el vestuario. Las espuelas las hizo un muchacho
que sabía soldar y él las obsequió cuando salieron para
Barranquilla la primera vez.
La coreografía Esta se divide en dos partes, en la primera los
bailarines demuestran destreza y agilidad saltan-
do las botellas al compás del tambor y la flauta.
La segunda parte cambia el ritmo a son de puya;
los movimientos son en parejas (hoy en día ocho,
antes salían solo tres), lo que exige más destreza
para evitar lesiones con las espuelas o los cuchillos.
Además en este momento es cuando se empieza
a botar candela por la boca. Aquí la danza es más
auténtica y vistosa.
CASTAñuELAS quE SE LLEVAN EN LAS
MANOS AL COMPÁS DE LA DANzA.
ESPuELAS quE LLEVAN LOS
DANzANTES EN LOS zAPATOS
PARA quE Su SONIDO SE
ACOPLE CON LA MúSICA.
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Los muchachos
se maquillan
ellos mismos,
han aprendido a
hacerlo y para ello
usan los espejos
de sus propias
máscaras. Los niños
aprenden eso desde
pequeños.
HEYNER ORTEGA DíAz
Para que esta danza nunca muera
Mi nombre es Gabriel Enrique Pacheco Mercado,
pertenezco a la danza Diablos Arlequines de
Sabanalarga hace aproximadamente diez años. Me
siento muy orgulloso de estar en una de las mejores
danzas que tiene el Carnaval de Barranquilla.
Cuando yo era niño, la danza ensayaba en un
parquecito que se llama Parque de los Estudiantes.
Yo vivía por ahí cerca y me gustaba mucho verlos
ensayar, me gustaba el baile, la coreografía y me
llamó mucho la atención el fuego. una vez me dije,
pues yo tengo aptitud y me gusta, quiero hacer
parte de esa danza. Fui donde el señor Apolinar, le
comenté que yo quería pertenecer a su grupo y me
dio la oportunidad. Tenías diez años. Era el único
niño. El señor Apolinar me enseñó muchas cosas,
acostumbraba a hacerme preguntas y a que yo se las
hiciera. Me enseñó a no quedarme ignorante. Por
eso es que estoy acá.
Yo le debo mucho a esta danza. Por ejemplo
gracias a ella conocí Japón. Eso fue una experiencia
maravillosa. Fuimos invitados por la embajada de
Colombia en Japón, duramos allá veinte días y dos
en Canadá. éramos veinticuatro representantes
del Carnaval de Barranquilla, dos integrantes de la
danza diablos arlequines.
A nosotros nos interesa que esta danza no
se muera, por eso involucramos a los niños. Para
empezar, ensayamos en una cancha abierta donde
todos vienen a vernos. Eso se llena de niñitos que
se van metiendo en la danza para hacer los mismos
pases de los más viejos, entonces nosotros los ubica-
mos a un ladito y uno de nosotros los va orientando.
Si dicen que tienen compañeritos que quieran bailar,
les decimos que los traigan. Eso es lo que hacemos
para que la tradición no se pierda.
Los nuevos diablos arlequinesComo deseamos que esta danza nunca muera, que
siempre haga presencia en el carnaval y que sigamos
aportando a ese sabor costeño que transforma el
mundo entero, contamos con un semillero.
Los niños llegan por su propia voluntad.
Ven bailando a los grandes y a otros niños y se
me acercan y me dicen: “Señor Gastón, yo quiero
integrarme a la danza, quiero ensayar”. Yo a todos
los pongo a ensayar para ver si de verdad le jalan
al baile, si cogen la coreografía; los que son muy
buenos de una vez la siguen. Si yo veo que ese niño
tiene aptitudes para bailar le pregunto quién es el
papá, quien es la mamá, dónde vive y le digo que
necesito hablar con uno de los dos. Me gusta reunir-
me con los papás para que sepan qué hacemos,
dónde estará su hijo en los ensayos, y cuando
hacemos presentaciones por fuera con más veras,
a dónde va a salir y con quien. Además necesito
que traigan fotocopia de la tarjeta de identidad,
carné del Sisbén, dos fotos y sobre todo un permiso
escrito de los padres. Tenemos niños de los seis años
en adelante, más o menos.
Este año por primera vez sacamos en
Sabanalarga a los diablos infantiles. Eso fue mara-
villoso. Los vestuarios los hicimos a partir de varios
juegos de uniformes adultos que teníamos de
sobra gracias a un patrocinio de este año que nos
obsequió vestido nuevo para estrenar el sábado en
la Batalla de Flores. Recogimos todos los vestidos
viejitos y los padres de familia se encargaron de
arreglarlos. Para las máscaras mandamos hacer
unas cuantas con el molde de ellos, pero como no
alcanzaron a terminarlas, usaron las máscaras de los
muchachos grandes con esponjas para que no se les
salieran. En eso colaboraron los grandes. Todos nos
apoyamos aquí.
En mi casa siempre
he tenido el apoyo
de mi mamá, de
mi papá, de mis
hermanos. Eso
influye bastante
para que uno le meta
más ganas a lo que
quiere.
pendiente foto
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somos los goleros
Gastón Polo
Con el apoyo de
Vitalia Díaz
E sta es una danza tradicional oriunda de
los pueblos ribereños. Se sabe que quien
empezó a interpretarla en Sabanalarga en
época de carnaval, hace unos cien años, fue el señor
Pablo Palmera (q. e. p. d.) y que su interpretación era
reconocida en la región; además del señor Palmera,
a quien le gustaba disfrazarse, intervenían bailarines
que actuaban de goleros y gallinazos como si fuese
una obra de teatro.
Con el correr del tiempo esta danza se fue
extinguiendo y gracias a mi padre, el folclorista
Apolinar Polo, que valoró su riqueza cultural, fue
rescatada en 1979. Así, le dio vida a cada personaje
que la caracteriza.
La danza representa la historia de un burro que
es abandonado por su amo en un paraje solitario
y ya casi moribundo es rodeado por lo goleros
amenazantes. Su amo al ver la triste situación de su
burro les azuza a su perro de nombre Sarampión,
que corre velozmente hacia los buitres o goleros
dispersándolos.
Originalmente los únicos personajes eran los
goleros. Actualmente cuenta con tres adicionales: el
burro, el perro y el cazador, quienes forman parte de
los versos de la danza.
La danza va acompañada de música de cumbia,
de sones lentos y de puya, interpretados con flauta
de millo, tambores y maracas.
La coreografía y los versosLuego de dar infinitas vueltas presididas por
el cazador, el perro, el burro y el rey golero se
detienen. A paso lento avanza el burro hacia el
frente del escenario y se echa pronosticando su
suerte, luego el perro llega hasta él. Seguidamente
se acerca el rey, que es el primero que toma parte
en el festín; se nota el respeto de los demás hacia
él ya que ningún golero puede acercarse hasta
que el rey termine. Este se come solo el ojo del
mortecino. Luego sigue el aguacil, la Laura y
continúan los goleros y los pichones. Cada quien
expresa su debido verso. Al final aparece el cazador
azuzando al perro quien ahuyenta o dispersa a los
goleros, uniéndose de nuevo en rondas danzando
alegremente.
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LAS MÁSCARAS DE
CADA GOLERO LAS
HACEMOSNOSOTROS
MISMOS. JOSé LLANOS
FuE quIEN LAS DISEñó.
El primer verso lo dice el perro:
Sarampión me llamo yo,
perro de cacería,
tengo la mala maña
de andar en el fogón todo el día,
y mi amo me anda patiando,
porque me le como la comida.
Después viene el burro:
Soy el burro manco,
que no puedo caminar,
mi amo me ha soltado
porque lo intenté matar,
aquí me voy a echar
y este será mi destino,
a que venga el rey primero,
a comer de mi cocino.
Luego sale el rey, que es el que guía a
los demás goleros negros, y dice:
Como rey estoy sentado
en estas tierras nevadas,
a mí no me amedrenta nada,
pues mi orgullo es ser el rey,
a pesar de ser el rey,
el hambre me está matando,
yo soy el que ordeno y mando
delante de este burrito,
y que nadie meta su pico,
mientras que yo esté picando.
Sale posteriormente el alguacil:
Como alguacil,
después del rey quien los guía
yo con mi pico de acero
rompo la línea primero,
y empiezo la cirugía.
Oh, qué bella la fantasía,
la carne de este fermento,
observo a ver si está primero
muerto el anca que el ojo,
porque mi tío burro cojo,
puede andar en un sueño
despierto.
Después viene la laura:
Soy la laura veranera,
que anda a diario en el playón,
ando en busca de un platón
para mi almuerzo decente,
pero miré de repente
una culebra colgada,
yo le tiré una agarrada
y ella se me escapó,
no hay hermosa como yo,
de cabeza colorada.
Después ellos salen de la escena y
llegan los goleros negros. uno dice:
Como soy negro y jediondo,
nadie me quiere tener,
vuelo de rama en rama
sosteniendo mi poder,
sin pena y con gran orgullo
vuelo de Francia a Roma,
porque como de todo el mundo
y de mí no hay quien coma.
Sale otro golero que dice:
Soy golero nuevo
que me elevo a la inmensa altura
me hizo una nube oscura
recorrer esa distancia,
los montes blancos de Francia
me faltan por conocer,
la mosca con su poder
me ha dado la razón,
que ya murió el garañón,
compañeros, ¡a comer!
Otro golero negro dice:
En las trojas de Aracataca
donde estuve esta mañana
ha llegado una mosca de fama
a visitarme, que se ha muerto una
vaca,
he salido de Aracataca lleno de
satisfacción
y que empiece la función
a cual estoy invitado,
quiero probar un bocado,
de la parte del corazón.
Después de que salen los goleros
negros vienen los pichones, que son
por lo general dos pichoncitos. un
pichoncito dice:
Entre todos los pichones,
a mí el hambre me atormenta,
qué más hago de mi cuenta
en algunas ocasiones
no se prestan mis cañones
para remontar el vuelo,
pero brinco por el suelo
hasta llegar al muladar,
para ver si puedo alcanzar,
aunque sea del lomo un pelo.
Y sigue el otro pichón:
Como inocente pichón
me pongo a pensar la vida,
cómo hallar la comida
para mi alimentación
porque sé que en este pelotón
tengo la pelea perdida.
Cuando ya todos dicen los versos
se hace una ronda donde el rey va a
picar al burro y ahí entra el cazador
que dice lo siguiente:
Fo, fo, fo,
por aquí me hiede este lado,
será un burrito muerto
con los cagajones cuajados.
Corre, corre Sarampión,
cógete estos negros golosos
que no me le dan reposo
a mi pollino garañón.
Era brioso y garañón
cuando estaba en el potrero,
el perro es mi compañero
y se llama Sarampión.
¡Cógetelo, Sarampión!
Y ahí es donde empieza la música.
Personas que han marcado la danzaEn primer lugar hay que nombrar obviamente al señor Pablo
Palmera, bailador de cumbia, que apoyó danzas de la época y por
su esmero fundó la danza de los goleros.
un reconocimiento especial al poeta Bonifacio Salazar, quien
dio vida a la danza con los versos que dice cada uno de sus inte-
grantes, y al señor Carlos Orozco, que compuso el ritmo musical.
Entre los bailarines y actores merecen nuestro reconocimien-
to los señores Julio Pacheco Alcántara (en el papel de alguacil) que
se entregó totalmente a esta danza; Manuel Vizcaíno (con el perso-
naje de laura), y Esteban zambrano (cuyo personaje era el pichón).
Gracias a sus aportes la danza de Los Goleros es lo que es hoy
en día. Ellos han dejado una huella imborrable en nuestro sentir y
en su nombre buscamos ser fieles a la tradición. Nuestro deseo es
que cada año sea más y más nutritiva la escuela semillero y que la
nuestra sea la mejor danza de las costa entera.
DENNIS MÁRquEz
YANDRY MÁRquEzEL REY, PEDRO HERNÁNDEz.
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somosmapalé
Lucy Vengochea
E l mapalé, danza que hace vibrar nuestros
corazones, que nos lleva al éxtasis de la
alegría y la nostalgia. Danza explosión de
movimientos, fiel reflejo de esa riqueza interior que
nos identifica.
Nuestra alma y nuestro cuerpo se conjugan
para expresarnos a plenitud y tener la fuerza nece-
saria para aportar a la construcción de un mundo
posible. El mapalé es un reencuentro con lo ances-
tral a través del lenguaje del movimiento, que reúne
el sentir, la imaginación, la creatividad y el desborde
emotivo.
El mapalé es una danza de movimientos
fuertes heredada de los africanos, que no posee
coreografía definida, pero sí pasos básicos que
deben mantenerse durante su ejecución. Está
cargada de rituales y simbolismos profundos de
lucha, rebeldía y victoria.
Ni el sol, ni el cansancio impiden que en los
recorridos y en las presentaciones en sitios estables
se pierda la alegría y el interés de bailar el mapalé.
Baluartes en la preservación del mapalé Todo nuestro agradecimiento a Abraham Cáceres,
Luz Marina Cañete, Jairo Cáceres, José Miguel
Pérez, Angélica Herrera y Neli Cáceres, reconoci-
dos folcloristas que se han dedicado a fortalecer y
preservar este ritmo y danza.
Y cómo no mencionar aquí a los grupos
pioneros del mapalé en Barranquilla: Nacimiento
de Palenque, Kinini, y Renacer Mulato, así como a
grupos que en la actualidad han dejado muy en alto
esta danza: Mezclas Afrocolombianas y Mestizaje.
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Perla del CaribeLucy Vengochea
Somos una corporación conformada por jóvenes
que mantienen viva la danza del mapalé desde el
año 1981, y que han aprendido a reconocerla y
valorarla como una de las expresiones folclóricas de
mucha acogida por parte de chicos y grandes por su
contenido de simbolismos profundos y su riqueza
gestual.
Para quienes la integramos, cada momento
vivido es una experiencia significativa y nos prepa-
ramos con mucho entusiasmo para dar lo mejor con
pasión, alma, vida y corazón; cada gota de sudor
derramada en los ensayos y presentaciones es la
prueba de todo ese esfuerzo y entrega por la danza,
para que el público que espera con ansia vernos
bailar pueda disfrutar de un gran espectáculo.
Perla del Caribe posee un repertorio variado,
pero es reconocido en el medio por la danza del
mapalé, al cual le dimos un vuelco total en el vestua-
rio, accesorios y maquillaje, que, como también ha
sucedido con nuestra coreografía, han sido replica-
dos por algunos grupos. En los festivales de danza
folclórica nacionales e internacionales donde hemos
tenido la oportunidad de representar al departa-
mento del Atlántico y a Colombia, el mapalé tiene
un gran impacto entre el público, que aplaude con
frenesí la muestra folclórica.
Para nosotros el mapalé es reencuentro ances-
tral, sensualidad de los cuerpos danzantes, regocijo,
es alegría, nostalgia.
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Nuestra preparación para salir en escenaEl mapalé requiere una buena preparación física y
mental para ser llevada a escena. Sin ella no tendría-
mos la gran acogida entre el público.
Lo primero que hacemos cada año, más o
menos hacia el mes de octubre es abrir la convoca-
toria a los jóvenes interesados en participar; luego
les hacemos una prueba de marcación del ritmo
lento y rápido y se hace la selección.
El proceso de formación supone preparación
física a través de ejercicios y movimientos corpo-
rales para manejar la respiración, la fuerza y la
resistencia. A su vez se orienta el desarrollo y manejo
de la gestualidad en cada movimiento, así como el
aprendizaje del significado de la danza, de los pasos
básicos acompañados de esquemas coreográficos, y
de los movimientos entre las parejas para que cada
una muestre su talento y capacidad para bailar el
mapalé.
La motivación es la base para mantener el
entusiasmo y poner alma, vida y corazón en cada
una de las presentaciones, que han sido premiadas
por los aplausos del público.
Creación del vestuario, bocetos y coreografíasEl vestuario contribuye a enriquecer la expresión
folclórica, porque es el primer impacto visual que
permite vender la imagen de la danza. El diseñador
se reúne con el director y los bailarines y propone
varios modelos. Después de analizarlos se hacen
recomendaciones y se escoge el vestuario final y los
accesorios que se van a utilizar.
En lo referente a la coreografía se tienen en
cuenta los pasos básicos y luego se practican los
Nuestras presentaciones en el carnavalLa primera de ellas la hacemos en la tarde de
danzas en el Estadio Romelio Martínez donde nos
la jugamos por obtener el sesenta por ciento del
puntaje. Luego seguimos sin descanso los ensayos
para pulir la segunda parte del cuarenta por ciento,
que presentamos el domingo de carnaval en la Gran
Parada Folclórica. Es gratificante cuando llega el
martes de carnaval cerrar con broche de oro nuestra
participación en el Desfile de la 84 donde el público
premia a los jóvenes con sus aplausos, comentarios
favorables y toma de fotos para el recuerdo.
El maquillaje tiene
mucha incidencia,
de ahí la necesidad
de formar a los
bailarines en el
manejo de colores,
formas y técnicas
para maquillarse y
brindar al público
una imagen de lo
que representa
esta danza y su
simbología.
esquemas de acuerdo con el tiempo, los escenarios
y los sitios de presentación.
En la parte musical se utiliza lo básico, pero
también se crean nuevos temas con base en el
esquema coreográfico.
uno de los momentos más interesantes
son los talleres en los que participan no solo los
bailarines, sino también padres de familia que
intercambian conocimientos sobre la elaboración
de accesorios como collares, pulseras, tobilleras
y turbantes para usarlos en la presentación de la
danza y como elementos etnoculturales.
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Renacer MulatoClara Nivis Cáceres
En los alrededores de mi casa, ubicada en el barrio
Carlos Meisel, había muchos jóvenes en el ocio.
un día pasé cerca de un billar del sector y les dije
a algunos de ellos que los invitaba a conformar un
grupo y que los llevaría al carnaval. Pensé que así
evitaría que entraran al billar ya que eran menores
de edad. Además, los niños del grupo infantil se
me habían crecido y no quería sacarlos, aunque ya
estaban grandes para el infantil.
Comencé por motivar a estos muchachos con
concursos de fisicoculturismo, canto, baile y hasta
con un reinado para las niñas. También hice bailes de
integración y con todo esto me gané la confianza y
el cariño de muchos niños de escasos recursos de los
barrios Nueva Colombia, La Manga y Meisel. Esto
fue en 1997.
Con los consejos de Abraham Cáceres, los
talleres que recibí de prestigiosos coreógrafos y
de mi investigación sobre mis orígenes y la cultura
(bailes, cantos, costumbres), organicé en 1998 el
grupo Renacer Mulato. El “renacer” por los niños
que crecieron dentro del grupo, y “mulato” porque
aquí no importa el color de piel sino el conocimiento
de la cultura. Yo los aprecio y mi mayor deseo era
sacarlos del billar, mantenerlos ocupados, hacerlos
sentir importantes como realmente son.
En 1999 participé en el Carnaval de Barranquilla
y quedé en el grupo B. En 2000 los llevé nuevamente
y ganamos el gran congo de oro, y así ha sucedido
desde entonces con ambos grupos. También nos
hemos presentado en el municipio y en diversos
lugares del país. Por falta de apoyo no hemos salido
del país, pero tenemos mucho interés en hacerlo.
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somos son de negro
Manuel Antonio Toño Pérez
C uentan los depositarios de la tradición
que la danza son de negro nació en los
antiguos cabildos negros cartageneros
y su mayor influencia la recibió de la cultura de la
región del Congo (África). En su nuevo contexto
sociohistórico y cultural la danza se desarrolla en las
riberas del Canal del Dique donde se dieron algunos
de los primeros asentamientos de esclavos.
Para quienes crecimos en el seno de esta
expresión, el son de negros es una danza guerrera y
libertaria, auténtica, llena de ritualidad, expresión
facial, corporal, estética y espiritual. Con nuestro
cuerpo tiznado, los gestos que hacemos y los movi-
mientos de nuestras extremidades, ingeniamos una
sátira a la manera de un teatro callejero, de goce y
dolor, que viene acompañado de música a ritmo y
juego de son de negro.
Nuestros instrumentos son el tambor alegre,
el llamador, las tamboras, las maracas, las tabli-
tas (gallitos) y la guacharaca de palo de corozo.
Conviene advertir que en la música son de negro no
intervienen instrumentos melódico-armónicos. Esto
se logra solo con el canto que interpreta la voz líder
y el coro que responde.
Vestuario y parafernaliaEl son de negro es una danza del contexto y como
tal se enfatiza la cotidianidad en cada uno de sus
elementos musicales, versos, accesorios, vestuarios,
símbolos y demás, que compendian las distintas
formas de subsistencia de la comunidad: la minería,
la pesca, la agricultura y la ganadería. La bandera
de color rojo representa el contexto de liberación y
patriotismo en el sentido de una danza libertaria.
El color negro que nos untamos en el cuerpo quienes la interpretamos, y que resulta
de mezclar polvo mineral y aceite, es un ritual que significa pureza de una raza, sello
característico de cabildo negro, así como condición de fuerza vital para el trabajo.
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Nuestros reconocimientos a…Las familias que crearon el son de negros en Santa Lucía: los Mosquera
Carrillo, Mendoza Mosquera, Olivo Rojano, Escorcia Mosquera, Vida
Escorcia, Olivo Pérez, Pérez Villa, Mier Arroyo, Caicedo Mosquera,
Mendoza Mosquera, Mayo Mosquera, Niño Mosquera, y los Gómez,
entre otros.
Los juglares que recogieron de sus progenitores los saberes y
prácticas de son de negro: Eutimio Mendoza Páez (tamborero), José
Manuel Olivo Rojano (tamborero), Orlando Olivo Ortiz, Catalino
Vásquez, Tomasito Vásquez ,Tomás Mosquera Carrillo (versador-
tamborero), Roque Villa Escorcia (versador), Eliut Olivo Mosquera
(cantante y tamborero), Reynaldo Pérez Herrera (cantante y percusión),
Marelis Olivo Mosquera (cantante), Rafael Olivo Mosquera (tambo-
rero y líder de danza), César Olivo Niño (cantante y guacharaquero),
César Carat Niño (cantante y guacharaquero), Manuel Antonio Pérez
Herrera (compositor y cantante), Alexander Jordan Martínez y Roberto
Luis Carat Ariza (coréografos), José Vásquez Viloria y Lilibeth Cantillo
Caicedo.
Etelvina Escorcia, matrona de son de negro, que se destacó por su
baile y el canto y quien con empeño, en compañía de su esposo bailarín y
jefe de cuadrilla, sembró una semilla que ha dado muchos frutos.
CoreografíaCada una de sus representaciones escénicas nos
demuestran la gran versatilidad del danzarín.
Algunos elementos como el machete, el garabato,
la lanza y otros, la ubican como danza guerrera de
fuerza y de liderazgo grupal.
La coreografía incluye por lo general dos filas
rivales de bailarines, cada una comandada por un
capitán, que al ritmo del tambor ejecutan una serie
de figuras muy espontáneas que han hecho de esta
danza una de las más expresivas de la región.
Las principales figuras son:
• Desfile de cuadrilla en filas
• Culebreo
• Círculos
• Entrecruzamiento
• Entradas y abertura de filas
• Enfrentamiento
• Relevos de parejas libres
Estos movimientos se pueden observar en la gran
mayoría de danzantes de negros, pero lo primordial
es el golpe rítmico. Aquí el cuerpo está un poco
inclinado, las rodillas flexionadas, y solo alzan los
pies en la medida en que marchan.
La música son de negroSu música y danza tiene tres momentos: el primero
es el son de negro callejero (cabildo abierto, preám-
bulo a la fiesta). En él la canción es “La rama del
tamarindo”, acompañada del ritual del fuego de son
de negro.
El segundo es el son de negro casero (llegada
o reposo). Aquí se manifiesta toda la diversidad
de sones de negro: ritmo de negrito, vulgarín,
pordebajero, senta’o, congolés y de puya. En algunas
localidades a lo que se conoce como son de negro
se denomina porro negro, danza de negro, ritmo
negro, danza negra, entre otros.
El tercer momento es la despedida forzosa
(salida, recogida y final de la fiesta). La danza se
encarga de regresar a sus lugares a la comunidad
que participó de la fiesta, con la interpretación
nuevamente de “La rama del tamarindo”.
En el son de negro se presentan versos de
ocasión, históricos, sátiras, piquerias y algunas veces
se recurre a diversos autores, aunque la mayoría de
las veces lo que se canta es de la tradición oral.
Canción “La rama del tamarindo”Esta canción compuesta por María de Jesús
Palomino Rodríguez es emblemática del son de
negro. Basta con escuchar sus primeras notas para
para entender por qué quienes la vivimos sentimos
un vibrar profundo que nos liga a los ancestros.
Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)
Vámonos pal Barrio AbajoQue hay bastante que comerPlátano maduro y quesoY aguardiente pa’ beber.
Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)
En Zato se perdió un hombreEl hijo de SalvadorLa mamá lo anda buscandoEl diablo se lo llevó.
Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)
En el bajito e’ la lataMatica de dividiviPetrona la rompe trancaCorazón de coralibe.
Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)
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Son de Negro de Santa LucíaManuel Antonio Toño Pérez
Somos una agrupación de artistas oriundos de Santa
Lucía, Atlántico, y por más de cuatro décadas hemos
sido promotores de la coreografía, música y literatu-
ra que conforman esta expresión multicultural.
El Son de Negro de Santa Lucía se constitu-
ye en un escenario de aceptación, participación y
goce. En él se integran familias, amigos, vecinos y
gente del común sin distingo de ideales políticos,
religiosos, sociales, culturales, ni de edad. En el
compendio de lenguajes artísticos de son de negro,
los niños son semillas trasmisoras de la expresión
artística o baile “cantao” son de negro. Solo se
necesita la disponibilidad y el deseo por querer
pertenecer a esta danza, que también es música,
literatura, oralidad, expresión, ritualidad, vivencia,
placentera y sabiduría popular.
El tetafríaRitmo Son de Pajarito
Manuel Antonio Pérez Herrera
Coro: Olé olé las mujeres decían
Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).
I
Vamos pajaritos de Santa Lucía
Pa’ la orilla el dique a bailar el tetafría (bis)
Esa herencia fiestera que me dejó mi tía
Chiquita Mosquera con baile y armonía (bis)
El pajarito de Santa Lucía
Cantaban en coros versos y poesías.
Coro: Ole ole las mujeres decían
Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).
II
El baile el tetafría es fiesta de verdad
Y lo fundó mi tía con mujeres quedá (bis)
Solteras y parias también abandonás
En la plaza al cementerio se ponían a rumbear (bis)
El pajarito de Santa Lucía
Cantaban en coros versos y poesías
Coro: Olé olé las mujeres decían
Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).
III
Recuerda Rita Escorcia prendiendo el tetafría
Treinta y uno de diciembre en Santa Lucía (bis)
Al son de pajarito entonaban melodías
Con guachernas y ritos Año Viejo despedían (bis)
El pajarito de Santa Lucía
Cantaban en coros versos y poesías.
Coro: Olé olé las mujeres decían
Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).
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El sexteto: un son de negroMatilde Herrera Hernández
El sexteto es un son de negro. Se practica en San
Basilio de Palenque y su principal exponente es el
señor Rafael Casiani Casiani. Se originó en los años
treinta cuando un grupo de campesinos y palenque-
ros que trabajaban con el Incora cantaban y tocaban
algunos instrumentos caseros en sus ratos libres.
Luego lo utilizaban para despedir a los muertos; hoy
en día se ha convertido en danza de salón.
Como danza especial en el Carnaval de
Barranquilla la introduje yo y mi grupo Kumbé con
el deseo de mostrarle a Barranquilla y al mundo
parte de la cultura palenquera, pues hasta entonces
nuestras presentaciones las hacíamos en escenarios
pequeños como colegios y teatros de barrios.
Mi esposo me decía que eso solamente le
gustaba a los palenqueros, pero yo me mantuve
en la idea, seguí adelante e inscribí el grupo en el
carnaval. Las que más nos apoyaron en nuestro
primer desfile fueron las palenqueras mismas que
venden sus frutos cerca de la Vía 40. No se cansaron
de aplaudir y de bailar. Además me gritaban: “¡Así
es que se hace, Maty!”. Y qué sorpresa la que me
llevé cuando entré a la vía, todos los que estaban allí
se integraron a bailar con nosotros y se formó un
desorden. El gobernador y el alcalde, y las personas
que estaban en el podio también bailaban. Sentí
mucha alegría de estar aportando al Carnaval de
Barranquilla y eso me dio confianza. El miedo que
tenía por lo que me decía mi esposo desapareció y
fui muy feliz al ganar Congo de Oro. Desde entonces
siempre lo hemos ganado.
Motivo de satisfaccionesHoy en día colegios y universidades hacen investi-
gaciones sobre el sexteto y se han presentado en
carnaval. Por ejemplo, Las Matildes del colegio de
Malambo mostraron una obra sobre su origen con
coreografía de Ángelis Escobar, quien la practica en
Barranquilla. Actualmente en el Colegio Enrique
Niblen sesenta niños la danzan.
Hemos viajado por todo el mundo divulgando
nuestra cultura. Estuvimos en Estocolmo acom-
pañando a nuestro nobel de literatura a recibir
el premio; en Europa también hemos estado en
Madrid y en Berlín, y en África nos presentamos
en zambia y Johannesburgo. A su vez dimos una
muestra de quiénes somos en Dalián y Chongquing,
China, y pisamos tierra argentina y brasilera.
El vestuarioEs muy sencillo, talle bajo con tres
sallitos con colores vivos. En mi
caso prima el color amarillo, flores
rojas y azules y sollita azul cielo
lisa.
El primer año hicimos el vestido
con retazos de diversos colores
de telas que me regalaron, luego
Marta Moreu, a través de la
Fundación Adoptemos la Tradición,
me consiguió las telas con la
textura y colores que yo soñaba. Y
así salió el vestido que usamos hoy
en día, teniendo en cuenta el traje
típico de las fiestas y los velorios
que usan los palenqueros.
La músicaEs una composición
del sexteto Tabalá
de San Basilio de
Palenque, que
nos acompaña
en el carnaval.
Los instrumentos
musicales son
la marimba, los
bongoes, las
maracas, la caja y
los versos.
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Somos
son de pajarito
Manuel Antonio Pérez Herrera
E l son de pajarito es una danza ances-
tral denominada popularmente “baile
canta’o”. Se practica en las riberas del
río Magdalena y según la historia, forma parte
del legado sociohistórico colombiano, influen-
ciado por los pueblos de la América colonial, de
las regiones del Congo, y con mayor arraigo de la
cultura andaluza (española). Es un legado primitivo
que constituye una expresión artística triétnica,
impregnada de diversidad de lenguajes y formas de
transmisión de sus prácticas y saberes populares.
La subregión del Canal del Dique es la zona
hídrica del Bajo Magdalena en el Caribe colom-
biano, en donde se concentra mayoritariamente la
danza son de pajarito, cultura de tradición oral con
la cual se identifican sus comunidades, y en la que
hombres y mujeres desarrollan su pensar y sentir a
través de escenarios que se traducen en goce, capa-
cidad creativa, social, cognitiva, afectiva, emocional,
física anímica y comunicativa, y por ende punto
de encuentro de producción de cuentos, poesías,
versos, tonadas, piquería, bailes, parafernalias,
coreografías, etc.
El son de pajarito en la región del Bajo
Magdalena, desde su aparición y durante muchas
décadas, se constituyó en estandarte coreográfico
y musical de las fiestas del río, y en recorridos de
guachernas, berroches y polvorines, se desarrollan
rituales con su canción insigne: “Vámonos cami-
nando”, y otros cantos ancestrales que muestran la
presencia de pájaros cantores y picoteros cazado-
res en las ensenadas, ciénagas, el río y el Canal del
Dique. Producto de esos rituales son las fiestas del
Pío-pío-pío Gavilán, que aún se celebran el 28 de
diciembre en muchos pueblos del Bajo Magdalena,
al igual que las múltiples rondas de “merengues”
(lugar de la fiesta) al pie de la rueda de pajarito o
fandango de lengua, denominación que también
recibe esta danza.
Todos los accesorios que utiliza la danza
provienen de los ámbitos pesquero, agrícola,
ganadero y minero, como una forma de expresar el
sentido de pertenencia y la identidad del contexto
natural y cultural.
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La coreografía incluye pequeños saltos de
pájaros canoros y está provista de figuras que
imitan el desplazamiento estético y gracioso de
aves domésticas. Igualmente, se realizan escenas
de galanteos representados en juegos amorosos,
lúdicos y recreativos, así como figuras en círculos,
trenzas, caracoles y en forma de paraguas.
Marco de celebraciónDesde pequeño me he interesado por escuchar y
comprender las historias que me transmiten los
sabedores de la tradición oral y de esta forma me he
FAIVER VALENCIA OLIVO
(TAMBORA)
CéSAR OLIVO NIñO
(CANTANTE)
CéSAR CARAT NIñO
(CORO Y GuACHARACA)
YASENquI VALENCIA
OLIVO (TAMBOR
ALEGRE)
inspirado a manifestar cómo en el tiempo se desa-
rrolla el sentido mágico-religioso en la danza desde
tiempos remotos, de conformidad con el calendario
católico. Así, al son de pajarito lo denominan “el
pajarito de María”, es decir, se oye durante todo el
mes de mayo, igual en la fiesta de san Juan y san
Pedro, en lo que se conoce como el veranillo de san
Juan. Cuentan los abuelos depositarios que también
existe el pajarito pascuero o el de la natividad del
Niño Dios. De esta manera se puede comprender lo
que significa lo mágico-religioso en esta danza.
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Somos lo que nos dejó
la danzade negros
campesinos
Homenaje de Ubaldo Mendoza a Jesús María Pérez Sarmiento
E l Carnaval de Barranquilla es un emporio
de ingenio, alegría, colorido, música y
poesía. Todo se congelaba para hacer de
estas fiestas la más grande expresión cultural del
Caribe. uno de los personajes de nuestro carnaval
que merece ser recordado es Jesús María Pérez
Sarmiento, más conocido como uña de Puerco.
En sus años mozos fue un afamado futbolista de
Rebolo, y uno de los mejores poetas costumbristas
de nuestra región. Debe el apodo con el que se hizo
popular, y que le acompañó toda la vida, a que en un
partido de fútbol, al castigar un tiro libre el balón se
reventó en el aire.
uña de Puerco era un zapatero remendón que
tenía su puesto de trabajo frente a la puerta de El
Heraldo, cuando este quedaba en la Calle Real 33
entre la Paz 40 y Progreso 41, por lo que era conoci-
do y estimado por todos los habitantes de la ciudad.
Estuvo en su puesto de trabajo hasta que la edad y
la salud se lo permitieron.
uno de los aportes al carnaval, después de
participar en congos, garabatos y pilanderas fue
la creación de una danza que mostró su ingenio y
que mereció ser llevada a la escuela como medio
de ilustrar a los estudiantes de primaria para que
supieran cuántos municipios y corregimientos tenía
el departamento del Atlántico. En ella hace un reco-
rrido en verso por el Atlántico. Se llama danza de
negros campesinos del Atlántico, y tristemente está
desaparecida pues ningún grupo la representa.
Eran diez o doce personas vestidas a la manera
campesina: sombrero raspafrente, un machete,
mochila ordinaria de majagua, pantalones arreman-
gados y abarcas de tres puntas pintadas de negro.
Llevaban un personaje que simbolizaba al cazador y
un disfraz de burro.
En verso citaba todos los municipios y corre-
gimientos del departamento. Se decía que Jesús era
casi analfabeto, pero con el contenido de esta danza,
su verso bien llevado demostró una inteligencia
innata.
Al momento de presentarse, uña de Puerco
decía:
Me llamo Jesús María,lo digo con sentimiento, por mi papá yo soy Pérez y por mi mamá Sarmiento,y ahora que llegó el momento, no quiero perder la calma, mi papá es de Baranoa mi mamá de Sabanalarga.Allá por la charca larga donde la inteligencia brillay yo tuve el gran honor de nacer en Barranquilla.
La danza estaba acompañada con un tambor
pequeño y palmas. Los versos eran los siguientes:
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I
Este espléndido homenaje
que brindo a la agricultura
con donaire y con dulzura
con alegría y con coraje.
Esto no es un ultraje
para el buen agricultor,
que trabaja bajo el sol
porque así quiso el destino.
Reciba este mensaje
de los negros campesinos.
II
Las Barracas de San Nicolás,
según nos cuenta la historia,
yo lo guardo en mi memoria
porque la mente me da,
y nadie me puede quitar,
que fue un indio galapero
ese que vino primero
a estar en esta tierra tan hermosa
que le llaman Barranquilla
y la apodan La Arenosa.
III
A un kilómetro está
una población tan vieja,
que su nombre se refleja.
Hablando de Soledad,
tiene gran potestad
en un momento preciso
con su aeropuerto Cortizo,
con orgullo y con empeño
que viva mi Soledad
y el campesino costeño.
IV
Malambo y Sabanagrande
lo mismo Santo Tomás,
quién me lo puede quitar.
Que me corren por las venas,
mi corazón está que arde,
con el Palmar de Varela,
con toda su gratitud,
el Suan, Santa Lucía
y el Campo de la Cruz.
V
Hibacharo, Cascajal,
Bohórquez con tanto brillo,
también tenemos a Martillo
en la parte oriental.
En ambiente general,
Colombia el corregimiento,
lo digo con sentimiento,
que es orgullo para mí
la gran ciénaga de Guájaro
y el pueblo de Manatí.
VI
Baranoa que fue primero,
Pital y Pitalito,
por eso es que yo me explico,
pasando por Polonuevo,
y por eso es que yo me atrevo
aunque me digan que no,
Juan de Acosta y Juan Mina
y Tubará se presentó,
siendo gente campesina.
VII
Arriba de un pedregal
está un pueblo muy querido,
que lo tienen en olvido
teniendo aguas termales,
su gente que es tan afable
con una gran figura,
háblame de agricultura,
que es orgullo para mí,
allí donde murió el poeta Flórez
el pueblo de Usiacurí.
VIII
Sabanalarga querida
nunca te puedo olvidar,
allí puedo cosechar
lo más grande de mi vida,
que tu nombre siempre viva
tierra de agricultores
también buenos doctores
que respetan su doctrina,
qué tienen un puesto de honores
en su gente campesina.
Ix
Puerto Colombia, Salgar,
los mismos que la playa
si la mente no me falla
están cerquita del mar,
se lo puedo comprobar
con todo mi sentimiento
en todo el departamento
que es toda una maravilla,
que viva Colombia entera
el Carnaval de Barranquilla
La danza tenía también versos jocosos.
Vecinos
El que llega a la ciudad
dejando la agricultura,
con un poquito de cultura
al momento vuelve más,
después nos quiere atropellarcon chaqueta y con corbata,ya no se acuerda de la abarcaque en un tiempo fue su ley, como ahora se baña en pluma no se acuerda del enjuague.
Y siguen más.
¡Gracias uña de Puerco por tu danza de negros campesinos!
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SOMOSCOMPARSAS
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Mónica Lindo de las Salas
H acer referencia a una comparsa es evocar
el espíritu creativo de sus líderes, es
mirar la trascendencia de su historia
en un carnaval que cada año se alimenta de la
majestuosidad, belleza, colorido y creatividad de sus
protagonistas. Son las comparsas las que nos recuer-
dan que además de un maravilloso legado ancestral
e intangible, representado en danzas y disfraces,
también es posible deleitarse con la novedad, con
lo actual, con un hoy que nos muestra que en la
fiesta carnavalera hay cabida para todo y todos. Solo
así se logra sublimar y convertir una fiesta en una
obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la
humanidad.
Es la comparsa un colectivo de personas
alegres y espontáneas, que reunidas alrededor
de un propósito común, construimos cánones de
movimientos, músicas, vestuarios y parafernalias
a partir de una idea, un sueño, una temática, un
disfraz, un personaje o cualquiera fuente de inspira-
ción. Estos cánones se materializan en los cuerpos
que no solo se mueven, sino que comunican al
ritmo de melodías y músicas propias de la región
Caribe colombiana (comparsas de tradición), o de
sonoridades provenientes de otros contextos inter-
nacionales, de otras culturas foráneas (comparsas
de fantasía), cuya riqueza y aporte es tan grande y
generan tal impacto, que entran en el espacio lúdico
y festivo llamado Carnaval de Barranquilla.
Debajo de máscaras misteriosas, de rostros
pintados de belleza, de cabezas adornadas con
plumas y lentejuelas se encuentran cuerpos sudoro-
sos y anónimos, cuerpos irreverentes y arriesgados
de miles de comparseros que, a ritmos de porros y
fandangos, de batucadas o ritmos africanos bailan,
seducen, se zarandean, provocan, saltan, se trepan
y atrapan al transeúnte desprevenido llenándole de
color el alma y de brillo su mirada.
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Atala Ochoa
Somos Carnavanimal
E n el desarrollo de una clase con niños
de 5 años inicié una hermosa aventura
que dio origen a esta comparsa. Todo
empezó cuando Frank Kevin, un pequeñito de
ojos negros y brillantes, con mirada penetrante
se me acercó y me dijo: Profe, yo quiero salir
como tú en la Vía 40. ¡Cómo me conmovió!
¿Qué decirle? Lo abracé y le di muchos besos y le
dije, papi, los niños no pueden desfilar en la Vía
40, ustedes desfilan en el Carnaval de los Niños.
Él se fue a su puesto con carita triste, me quedé
sin aliento y con dolor en todo mi ser.
Al día siguiente cuál sería mi sorpresa
cuando este mismo pequeño sacó de su morral
un pantalón de jean cortado en tiritas, se lo
puso por encima y empezó a bailar mapalé. Al
tiempo que se movía como experto bailarín me
dijo: Mira, seño, para que veas que yo sí sé bailar
como tú. Lo tomé entre mis brazos sintiéndome
comprometida ante esta petición.
En esos días estábamos con el proyecto de
los animales y su relación con el ser humano. Les
había pedido a los niños que dijeran los nombres
de los animales que más les llamaba la atención
y al ver lo emocionados que estaban de hablar
de sus favoritos y del conocimiento que tenían
de estos se me vino a la cabeza la maravillosa y
estupenda idea de crear una comparsa en la que
mis estudiantes participaran con disfraces de
animales. Así nació Carnavanimal. Esto pasó en
septiembre, y muy entusiasmada le comenté a
la señora rectora del colegio sobre el proyecto y
ella apoyó con mucha alegría la idea.
El Carnaval de
Barranquilla,
patrimonio de
la humanidad, es la
fiesta del Caribe en la que
se conjugan diferentes
expresiones culturales
como disfraces, comparsas,
danzas, comedias y muchas
expresiones de las gentes
de esta región, por eso
tenemos que velar por
salvaguardarlo.
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Gracias a ello empezamos a organizar la
comparsa, pero pronto iniciaron los contratiempos.
No todos los padres estuvieron de acuerdo, veían
casi imposible tener a niños de 5 años desfilando en
el carnaval; además, entraron en juego las diferentes
creencias religiosas, la parte económica, el diseño
de los disfraces. Como si fuera poco, el tiempo
no era mi mejor aliado, se acababa el año escolar,
¿cómo mantener a los niños y padres en contac-
to?, ¿y quién ensayaba con ellos? Les juro que me
encontraba desquiciada, en mi casa me decían, no
puedes hacerte responsable de esos niños, mira la
responsabilidad que eso tiene, además, ¿cómo vas
a hacer con tus disfraces? No puedes estar en todo,
me decía mi buena madre y al final me alcahueteaba
en esa gran aventura.
De verdad ahora que escribo estas líneas no
sé de dónde saqué energías y a que días les añadí
horas para hacer vestimenta. Algo muy hermoso
de este invento fueron las máscaras, que aprendí a
hacer en papel maché. No tenía ni idea de cómo se
hacían, pero Diosito Santo me regaló un progra-
ma de televisión en el que explicaban paso a paso.
Si ustedes hubieran visto mis primeras máscaras,
parecían monstruos, pero seguí practicando hasta
que quedaron con el atractivo y el parecido a cada
animal. Hoy las hago hasta con los ojos cerrados, y
son lo llamativo de la comparsa.
Recuerdo mucho a dos mujeres madres de
familia, por cierto muy guerreras y trabajadoras,
Patricia y Vicenta; ellas fueron el apoyo incondicio-
nal en esta aventura. El día del desfile estuvieron
al tanto de todos los niños para que no les faltara
nada y que sus disfraces estuviesen impecables y
listos para mostrar, mientras que yo me encargaba
de dirigir el baile que llevaban al son de la papayera.
Patricia y Vicenta día a día se presentaban en mi
salón con una idea nueva para apoyar la comparsa:
Seño, vendamos dulce, cocadas, mangos, bocadillos,
pidamos colaboración y hasta un bingo.
Todo esto era más que necesario. Disfrazar
veinticinco niños, darles refrigerio a ellos y a ocho
madres, el transporte y la música requería una
gran inversión. Al saber de tantos gastos se sumó
la profesora Ener, a quien le gustó mucho la idea y
decidió apoyar la comparsa, pero pedía para ella un
disfraz de iguana, “una iguana y bien verde para que
me vean todos y recordarle a la ciudadanía que la
iguana es un animal hermoso y que está en vía de
extinción”, me decía.
Recuerdo también que mi amigo y colega
Ezequiel Álvarez Cuesta, amante del carnaval y
quien venía desarrollando con los niños de tran-
sición un proyecto de lecto-escritura, se unió a la
causa y contagió a sus estudiantes con su alegría y
saber. Gracias amigo.
Todo esto me daba fuerzas y energía para
seguir luchando por este proyecto. Y es que había
días que me bajaban de nota con expresiones como,
¡ya está Atala con su carnaval, ella cree que así van
a aprender a escribir y a leer los niños! Les aseguro
que aprendieron más rápido de lo que se pensó,
ellos investigaban en sus casas junto con sus padres
sobre las diferentes manifestaciones del carna-
val y sobre cada animal; su hábitat, alimentación,
crecimiento y cuidados. Luego algunos en el aula
leían, otros explicaban lo que habían investigado
y dibujado y los que no leían con fluidez con la
práctica diaria se convirtieron en pequeños lectores
y escritores.
Llegó el día del desfile y los niños alegres
corrían de un lado a otro para lucir sus disfra-
ces, y ver los de sus compañeros que les causaba
admiración. Se les hicieron nuevamente las reco-
mendaciones del caso y nos fuimos bailando por
toda la calle. Durante el desfile recibieron muchos
aplausos, los llamaban para fotografiarse con ellos,
atrajeron la mirada de los medios de comunicación,
desfilaron sin sentir calor, sed o cansancio. Parecían
no notar el inclemente sol, por el contrario bailaban
¿Cómo puede la escuela contribuir a la salvaguarda del Carnaval de Barranquilla?
•Rediseñando el PEI para desarrollar proyectos que preserven el
carnaval y formen futuros ciudadanos actores y garantes de él.
•Desarrollando procesos de oralidad para fortalecer la transmi-
sión de saberes de generación en generación.
•Llevando a cabo festivales musicales y dancísticos para conocer,
identificar, proteger y difundir nuestras manifestaciones
culturales.
•Incrementando las actividades folclóricas durante el año escolar
para divulgar las diferentes expresiones culturales presentes en
el Carnaval de Barranquilla.
•Creando espacios de reflexión en la comunidad educativa
con temas que giren en torno al carnaval y su influencia en la
formación de un ciudadano capaz de convivir en espacios multi-
culturales y multiétnicos.
sin cesar como si fueran expertos. Al final del reco-
rrido se sintieron tristes porque ya había terminado.
Para los pequeños danzantes fue una experiencia
maravillosa, que les abrió las puertas de varios
programas de televisión dedicados al carnaval.
Este proyecto se fue creciendo cada día más,
surgieron talleres para los padres y estudiantes
sobre la elaboración de máscaras, flores, collares,
antifaces y otros accesorios propios de la cultura
caranavalera, y se multiplicaron las invitaciones a
diferentes colegios; lo que comenzó con 25 danzan-
tes de 5 años es hoy un desfile de 86, que van desde
los 5 hasta los 16 años de edad.
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Esther Hernández Morón
L a alegría es un dulce que fabrican las palen-
queras con crispetas de millo, trocitos de
coco y miel de panela. El nombre de esta
comparsa viene de ahí. Es un homenaje que se le
hace a la etnia afropalenquera. La alegría de las
palenqueras, y también la de las personas, de lo que
uno puede desplegar cuando va bailando, cuando
está en estas actividades.
La comparsa la creamos en 1998 Rubén
Sandoval Estren y yo porque los niños del Congo
Alegría se nos fueron creciendo, y llegó un
momento en que ellos preguntaban, “¿Y qué? ¿Para
dónde vamos ahora, seño?”, porque ya no los podía
tener en el congo, ya eran grandes, y no querían
irse. Así, para darle cabida a esos niños que querían
continuar en ese trabajo dancístico, pero también se
crea con el fin de brindar un espacio de participa-
ción, de crecimiento personal, de construcción de
paz e identidad cultural a los jóvenes que termi-
nan su etapa infantil en el grupo folclórico Congo
Alegría. Otro propósito es hacer de la comparsa
un espacio lúdico, que proporcione a los maestros,
padres de familia, estudiantes y comunidad en
general la oportunidad de apropiarse de la cultura
del carnaval. También pretendemos sensibilizar en
el sector educativo la implementación de la cátedra
afrocolombiana. La idea es que tanto los niños como
las niñas, los jóvenes y los padres de familia puedan
conocer la cultura del carnaval.
Recreamos los elementos de la tradición de
la etnia afrocolombiana con el vestuario dándole
un toque de contemporaneidad. Las palenqueras
usan vestidos de colores con delantal. Nosotros no
somoscipote
Alegría
le ponemos delantal ni nada, sino que le ponemos
volantes. Porque generalmente los vestidos de ellas
no son pegados, son siempre amplios; entonces
le ponemos volantes al vestido y usamos colores
porque el carnaval es color.
En la comparsa las niñas que van en bloque
representan a quienes forman parte de las orga-
nizaciones afropalenqueras. Las que llevamos un
vestido largo con volantes bailamos libremente,
como representando a la palenquera que vende sus
alegrías por las calles de la ciudad.
Como comparsa de tradición popular retoma-
mos pasos de las diferentes danzas y los llevamos a
comparsa. Ya no es el paso común y corriente, sino
ya metido en la comparsa para poder manejar eso
con rapidez y con todos los elementos coreográfi-
cos. La comparsa te da la libertad, la libertad que no
te da en su totalidad la danza.
Llevamos música de banda pelayera; los temas
los cambiamos cada año, pero el ritmo es de fandan-
go, porque el fandango es música de banda, es más
rápido y permite los desplazamientos. Y tenemos un
tema propio de nosotros, “Cipote alegría”, escrito
por Argemiro Arteaga. Él es de San Pelayo y tiene
toda esa riqueza folclórica de la región. Es director
de la banda Los Zenúes y profesor universitario.
La comparsa Cipote
Alegría participa
en los diferentes
eventos del
carnaval, como la
Batalla de Flores de
la 17, la Gran Parada
de laTtradición, la
Fiesta de Comparsas
y el Carnaval de
Suroccidente.
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Hermes Padilla Hernández
C orría el año 1996. Un grupo de comuni-
cadores sociales y periodistas estábamos
reunidos tertuliando en la sala de prensa
de la Alcaldía de Barranquilla, ubicada en el Paseo
de Bolívar, edificio donde funcionaba el antiguo
Banco de la República. Era un viernes de precarna-
val. De pronto alguno de nosotros dijo: “La reina
del carnaval ordena el inicio del desfile y el goce
de la fiesta; reinas, disfraces, comparsas, letanías,
cumbias, música y quien la toque y quien la baile.
Puede ser envidia, pero ¿y nosotros qué? ”. “Pues
participemos activamente”. “¿Cómo?”.
Las ganas de dejar el micrófono, la mesa de
trabajo, la cabina de sonido, el computador, la
cámara, se apoderaron de nosotros. El sueño había
que hacerlo realidad y decidimos buscar unos
padrinos que nos apoyaran. Ramón de Castro, en
ese entonces gerente de la Corporación Carnaval
de Barranquilla, nos puso en contacto de inmedia-
to con el doctor Marciano Puche, presidente de la
Fundación Mario Santo Domingo, a la que le gustó
nuestro proyecto y como un ángel caído del cielo no
vaciló en brindarnos el apoyo en la logística, la parti-
cipación en los eventos del carnaval como comparsa
de fantasía, los invitados especiales y, como si fuera
poco, nos consiguió los servicios coreográficos de
Mónica Lindo, quien de inmediato nos citó para
comenzar a trabajar en esta ardua tarea.
Recuerdo que Mónica nos citó en su escuela
de danza en donde comenzamos a trabajar con un
grupo de apreciados periodistas quienes pensaron
que el asunto era fácil. Pobre Mónica, los alumnos
Somos
con quien trabajó nuestra profesora de coreo-
grafía éramos toda una gama de personajes: Diva
Luz Acuña, Fanny Sosa, Vera Judith Díazgranados,
Aldira Chamorro, Luz Mery Lugo, Nelly Romero,
Rita Álvarez, Karina Rolales, Martha Cantillo,
Beatriz Morello, Marqueza Romero, Omaira
Sandoval, Nelly Romero, Margarita Mendoza,
Hermes Padilla H., Carlos Toncel, Tony Lemus,
Julio Adán Hernández, Carmelo Tabuada, Carlos
Londoño, Ramón Mosquera, Edmundo Ortega,
Juan Carlos Jiménez, Alfredo Martínez, Hugo
Díazgranados. Estos son algunos de los comunica-
dores sociales periodistas con quienes iniciamos la
“Chiva Periodística” y nuestro aporte al Carnaval
de Barranquilla. La lista es larga porque también
incursionaron familiares que se decidieron a acom-
pañarnos en el proyecto.
Nos fue tan bien con Mónica, que logramos
aprender a ejecutar la coreografía, tanto así que
nos animamos a comunicarnos con los artistas de la
televisión nacional Vicky Hernández, Sandra Reyes
y otros, quienes hicieron presencia para gozarse el
Carnaval de Barranquilla con la “Chiva Periodística”
en plena Vía 40 donde los artistas se la llevaron
toda.
Comenzaron las invitaciones a la Vía 40 y
a participar en los distintos eventos de nuestra
cuidad: Carnaval del Sur, Carnaval de la 84, partici-
pación en actividades de precarnaval, Palco Quillero,
Carnaval su Música y sus Raíces, este último en el
Estadio Romelio Martínez. También fuimos invita-
dos al carnaval de Santo Tomás (Atlántico), al de
Directivas La Chiva
Periodística
Fanny Sosa, presidenta
Diva Luz Acuña, directora
Vera Judith Diazgranados,
tesorera
Alvira Chamorro, secretaria
Luzmery Lugo, vocal
Hermes Padilla, vocal
BORDADO DE EDILSA BERDUGO
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Puerto Colombia y al Festival del Hombre Caimán
en Plato, Magdalena.
Los ensayos los iniciamos en la escuela de
danza de Mónica Lindo, pasamos a Casa Estrella
y al Parque Bellavista. Durante un tiempo corto
estuvimos en la vieja Casa del Periodista (calle 55
entre las carreras 46 y 50) y de allí fuimos a dar
a la casa de don Hugo Díazgranados y su señora
Judith Armenta, padres de Vera, Hugo y su esposa,
integrantes de la comparsa. Con el consentimiento
de ellos (Dios los tenga en su santo reino), esa fue la
sede de la comparsa (carrera 39 calle 73).
En el año 2000 llegamos a la escuela de danza
de la prestigiosa artista Gloria Peña, quien nos
enseñó nuevas coreografías y corrigió fallas. Esto
nos permitió cualificar nuestras actuaciones, lo que
ha sido valorado y reconocido por quienes asisten a
nuestra presentaciones.
Gloria Peña fue convocada en 2001 a dirigir
a un grupo de doscientos actores del carnaval que
llevarían un espectáculo a la Unesco en París, donde
el Carnaval de Barranquilla recibió el título y reco-
nocimiento de “Salvaguardia del Patrimonio Oral
e Inmaterial de la Humanidad”. Cuatro integrantes
de La Chiva Periodística formaron parte de ese
grupo y se presentaron en otras ciudades de Europa
como Berlín, Madrid y Sevilla; tres años más tarde,
en 2004, el espectáculo se presentó también en
Viña del Mar (Chile). De igual manera tenemos que
recordar la presentación del esplendor del carnaval
que se llevó a cabo en el Teatro Amira de la Rosa,
donde también actuaron los cuatro miembros de
nuestro grupo.
Muchos han sido nuestros aliados: la
Fundación Santo Domingo y Carnavalcoop (coope-
rativa de comunicadores), nos dieron un apoyo
financiero para la creación del programa radial
“Costumbres y tradiciones” en la desaparecida
emisora Radio Reloj de Caracol. En él tratábamos
temas relacionados con las actividades del Carnaval
de Barranquilla, e invitábamos a artistas, gestores,
investigadores, directores de grupo y organizadores
de eventos.
Carnavalcoop y la Fundación Carnaval de
Barranquilla también nos han brindado su apoyo
en la producción de una revista donde se publi-
can noticias, reportajes y entrevistas relacionadas
con nuestro carnaval y sus protagonistas. También
hemos contado con el valioso respaldo de la
Secretaría Distrital de Cultura de Barranquilla y el
Fondo Mixto de la Cultura de la Gobernación del
Atlántico.
En los eventos de izada de bandera, La Chiva
Periodística le hace un homenaje a los intérpretes
de la música de la temporada de carnaval, como por
ejemplo a Juan Piña, el maestro Francisco Zumaque.
Hace poco la comparsa fue homenajeada
por el cantautor Miguel Fernando Sánchez con
una exclusiva composición musical. Finalmente
tenemos que darle los agradecimientos a Carlos
Bolívar, administrador del Parque el Sol, ubicado en
la carrera 39 con calle 74, por permitirnos llevar a
cabo allí los ensayos y la izada de bandera durante
los últimos años.
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Isabel Muñoz
L as Negritas Puloy son todo para mí, un
aliciente, una terapia, la oportunidad para
conocer y compartir con muchas personas.
Una como que no es la misma, no es fácil explicar lo
que se siente cuando llega el carnaval.
Al pisar la Vía 40 se me olvidan las penas, las
angustias, y todo el estrés de los días previos se me
van. Interactuar con el público, regalarle alegría
y recibir sus aplausos me hace vibrar. Lloro de
emoción al ver el resultado de tanto esfuerzo y me
digo, valió la pena.
Todo empezó por un disfraz individualLas que hoy en día llamamos Negritas Puloy comen-
zaron como un disfraz individual que mi suegra,
Natividad López de Altamar, junto con sus herma-
nas Beatriz, Nora, Gladys y Sonia, y las hermanas
Peña, del barrio Boston, se inventaron para gozar
los carnavales y que impidiera ver su identidad. En
esa época las mujeres no podían entrar a las casetas
y menos si iban sin marido, así que decidieron crear
un disfraz coqueto y sexy inspirado en el logotipo
de un detergente de ese entonces, pero que les
cubriera la cara.
Ellas lo tomaron como el vacile y resulta que
a muchas amigas y a otras mujeres les gustó y se les
unieron. Con este disfraz muchas descubrieron de
carnaval en carnaval amoríos secretos de amistades
y de vecinos, incluyendo a veces los de sus mismos
maridos. Con el tiempo algunas de ellas conforma-
ron sus hogares, otras se fueron a vivir al exterior y
dejaron de disfrazarse de esta manera.
Somos
Las negritas
Puloy
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En los años 80 la señora Yennis Orellano de
Altamar, casada con un hermano de mi marido,
decidió retomar la idea del disfraz del que tanto
nos hablaba nuestra suegra Natividad. Es aquí
cuando junto con un grupo de amigas y familiares
lo bautizó las “Negritas Puloy”, con la aspiración de
que como con el detergente, tuvieran mucho brillo.
Ella le agregó al disfraz canastas con frutas, alegrías,
cocada y bollos en honor a las mujeres palenqueras
que recorren las calles de la ciudad ofreciendo sus
productos.
De disfraz a comparsaEn 1984 mi cuñada Yennis abandonó la ciudad de
Barranquilla y yo, carnavalera neta y bailadora de
cumbia, decidí organizar el grupo, al que se nos
unieron otras mujeres. Éramos veinte y cumplíamos
diferentes roles. Nos declaramos comparsa y parti-
cipamos por primera vez en los desfiles del Carnaval
de Barranquilla. En esos momentos no seguíamos
coreografía, el baile era libre, a ritmo de una banda
papayera.
El vestido fue elaborado por la señora Nieves
Vázquez. Estaba compuesto por una máscara,
medias negras, babuchas, pañoletas, un vestido de
color rojo con bolas blancas, delantal y la canastas
de productos.
El vestuario ha sufrido varios cambios.
Empezamos metiéndole camello a la careta y se le
agregaron elementos como pestañas, simulación de
maquillaje y zapatos de tacón; se le quitó el delantal,
las frutas, la canasta, las alegrías y las cocadas, giro
dado a la comparsa para homenajear a aquellas
mujeres de color, emprendedoras, que han logrado
salir adelante a escala profesional y personal.
En 2003 innovamos con la coreografía gracias
a la dirección artística de la barranquillera Gloria
Peña, con lo cual aportamos al esplendor del carna-
val y empezamos a participar en eventos en diversas
partes del país y del continente: la Caminata de la
Solidaridad por Colombia en Bogotá, la Feria de las
Flores de Medellín, el Congreso Internacional de
Turismo en Cartagena, los Carnavales de San Andrés
Isla, viajes en cruceros y eventos en Chile.
También en 2003 hicimos variaciones en
el vestuario y eliminamos la careta, que se había
prestado a confusiones. Muchos creían que éramos
gais, decían “ahí va uno camuflado”. Muchos
periodistas que venían a entrevistarnos nos lo
preguntaban, incluso un gay pidió entrar al grupo.
Hasta propuso dar dinero por salir. Decía, déjenme
salir, yo les aseguro que nadie va a saber. Después
vinieron como cinco de Soledad, querían salir en la
comparsa. Nosotros les dijimos: “No, están equivo-
cados, en la comparsa no salen gais. En la comparsa
todas somos mujeres”. A una sobrina le pasó algo
molesto, ella es muy alta, y un gay se le pegó y la
seguía y seguía hasta que ella, muy molesta, se quitó
la máscara y le dijo: “No joda… ¿No ves que somos
mujeres? No soy hombre…”. Ese fue el último año,
dijimos, no más máscaras.
De ahí en adelante el disfraz tuvo cambios
importantes, se probaron otros colores, modelos,
zapatos, y se introdujeron las pelucas afro. También
empezamos a usar maquillaje artístico, aunque el
primer año que lo hicimos las bailarinas tuvie-
ron dificultades, ya que con el sudor se corrió y a
algunas les dio alergia. Al siguiente año consegui-
mos a los maquilladores Richard y Carlos, quienes
nos guiaron en ese aspecto y en cuanto al vestuario,
este adquirió más brillo y fue más social. El maqui-
llaje ha tomado un curso notable, se utilizan piedras
y pinturas especiales, lo que hace ver a nuestras
niñas más hermosas, además ellas han aprendido a
En 2013 la reina del
Carnaval de Barranquilla,
Daniela Cepeda Tarud,
adoptó entre sus disfraces
favoritos el de Negrita
Puloy, eso hizo que el
público se apoderara de
todo lo que fuera de fondo
rojo y bolitas blancas,
cintillas, blusas, camisas,
zapatos y accesorios
correspondientes a la
comparsa. Fuimos el boom.
La negrita Puloy que no dejó verse la cara
Había una señora de edad, no muy bonita, eso sí con un cuerpo especta-
cular. Cuando se ponía el vestido se veía muy bien. Desde que venía de su
casa, llegaba disfrazada con su careta puesta y no se la quitaba para nada.
A un músico del grupo le gustaba mucho y a cada rato decía: “Ay, a mí sí
me gusta esa negrita Puloy…”, e iba a todos los desfiles.
A ella también le gustaba, o le gustaba que ella le gustara a él, así
que siempre iba de últimas porque detrás venían los músicos. Un día él
dijo: “Esta es la noche que me llevo la negrita Puloy”. Y entonces la invitó
y ella le dijo que sí. El músico feliz, se fueron a comer, pero la negrita no
se quitó la careta, ¡comió con la careta! Al día siguiente él vino a hablar-
me: “Isabel, pero ¿por qué ella no se quita la careta?”, y yo, “ay, no sé”.
Después de que pasaron los carnavales él vino a mi casa buscán-
dola de nuevo. “Isabel, dame la dirección de tu amiga, que yo la quiero
conocer”. Y bueno, yo le di la dirección. Cuando fue a preguntar por ella,
salió la señora, señora que era, y para él fue una decepción enorme.
Anteriormente las señoras buscaban ese tipo de disfraces para
poder salir y mantener su anonimato. Aquí había una que venía de allá
arriba. Ponía el carro aquí en la puerta de la casa, se vestía y el marido no
sabía que ella salía en la comparsa.
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aplicárselo y se colaboran mutuamente al hacerlo.
Gracias a nuestro empeño por hacer cada vez
mejor la comparsa conseguimos la excelencia en los
carnavales de Barranquilla y llevamos alegría a cada
rincón donde nos invitan. Hemos participado en los
carnavales departamentales con el patrocinio de la
Gobernación del Atlántico; hemos hecho presencia
en los municipios de Santo Tomás, Usiacurí y Palmar
de Varela.
Asimismo participamos en muchos progra-
mas de radio y de televisión y en algunos videos
de artistas reconocidos. Además en 2006 fuimos
galardonadas en el Día de la Mujer por ser la única
comparsa conformada solo por mujeres.
Hasta el momento hemos conseguido muchos
triunfos. En el año 2000 alcanzamos el segundo
lugar en los carnavales de muebles Jamar y recibi-
mos una exaltación de parte de la Gobernación por
la labor de las Negritas Puloy a favor de la protec-
ción de nuestras raíces culturales.
Aunque en 2011 el grupo se lució en el
carnaval a la fiesta de comparsas llegaron nuevas
integrantes, entre ellas algunas estadounidenses
y venezolanas que querían gozar y vivir nuestras
fiestas, en 2012 el grupo sufrió un bajón y quedó en
la categoría B, lo cual trajo mucha tristeza ya que
habíamos hecho muchos sacrificios; nuestros senti-
mientos e ilusiones estaban comprometidos.
En el carnaval de 2014 no hubo un lugar donde
no se vio algo referente a nuestro disfraz. Estamos
felices. Sin embargo, a pesar de la acogida y del
cariño que le tiene el público a la comparsa, y del
gran esfuerzo por lograr la excelencia, no alcan-
zamos ningún Congo de Oro. Volvió la tristeza, el
descontento y la frustración al grupo.
Pero pronto nos levantamos y seguimos prepa-
rándonos. Esperamos con ansiedad que Joselito
resucite para ver qué es lo que pasa en el próximo
carnaval.
Hace seis años quisimos darle más brillo y
elegancia al vestido, así que introdujimos
una arandela en lamé dorado y se le
puso dorado también al paraguas. Al
maquillaje se le adicionaron piedras.
Hace seis años quisimos darle más brillo y
elegancia al vestido, así que introdujimos
una arandela en lamé dorado y se le
puso dorado también al paraguas. Al
maquillaje se le adicionaron piedras.LOURDES DE LA HOZ ESTÁ EN LA COMPARSA DESDE SU INICIO.
NO SE HA PERDIDO NINGúN CARNAVAL.
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Somos marimondas
Carlos Sojo
D icen que no es tanto el disfraz de
marimonda como los brincos que hay
que pegar. Morisqueteras, gozonas y
bailadoras, así son las marimondas, así somos los
barranquilleros.
En su origen, a comienzos del siglo pasado,
el disfraz llevaba un pantalón al revés, amarrado
con una pita como fajón; camisa y hasta saco con
remiendos. Corbata, medias rotas como guantes,
y una careta elaborada con funda de almohada y
retazos para darle forma.
Las marimondas, traviesas y burlonas, comple-
mentan su atuendo —hoy símbolo del carnaval— con
un pito, el pea pea, que hacen sonar mientras
esgrimen su dedo del corazón en alto en señal de
respuesta a quienes las miran.
Y claro, llevan costalados de alegría, que
irradian en cuanto lugar hacen su aparición. Danzan
porros y fandangos, se ríen de todo, se meten con
todos, y derrochan picardía en cada uno de sus
movimientos. El cuento es burlarse de todo.
He aquí las marimondas, uno de los símbo-
los más representativos de nuestro Carnaval de
Barranquilla.
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Las Marimondas de Barrio AbajoCésar Morales Paragüita
Y o nací el veinticinco de enero, cinco
días después de la lectura del bando. Mi
madre, con el culo de barrigón se fue a
ver la lectura del bando el 20 de enero, día de san
Sebastián, porque podía caer lunes, martes, miérco-
les o domingo, pero el 20 de enero se leía el bando.
Ella con el tronco bolonchón estuvo allí, por eso yo
recibí todo ese tamborileo, todo ese bullicio, toda
esa vaina, por ende y por barranquillero, nací vincu-
lado al carnaval. Yo creo que a mí no me pusieron
cascabeles, sino maraquitas.
Mi madre era antioqueña, de Segovia, y mi
padre de Toro, Valle del Cauca. Se conocieron aquí
en Barranquilla, se casaron y me tuvieron solo a
mí. Cuenta mi tía Mercedes, que desde que nací
se sabía que yo iba a ser terrible, a mí me cortaron
el ombligo ahí en mi propia casa y el frasco con el
ombligo en merthiolate se cayó y yo voltee para allá,
por eso ella dice que yo iba a ser la cagada.
Empecé a hacer mis primeros pinitos como
a los cinco o seis años. Mi mamá, a pesar de ser
cachaca, me disfrazaba de payaso y me ponía esas
caretas de antes que vendían en el centro, y me
ponía cortinas de baño de antes que eran como de
tela. Yo salía a asustar a los pelaitos. No sé cómo,
pero mi mamá se enamoró de Barranquilla, pero con
todo eso, murió hablando cachaco, ella no perdió su
modo de hablar, yo le decía: eche, mami, ¿cuándo
vas a dejar ese modo de hablar? Y ella me decía, ¿y
es que ustedes hablan muy bonito?
En mi casa mandaba mi madre, es decir, que
que en ese gallinero cantaba la gallina, no sé, mi
papá era callao, caminaba por donde ella dijera. Mi
mamá era muy bonita y mi papá nomás rallaba el
fósforo en una misma caja. ¿De qué vivían? De una
miniempresa de confites: bolitas de coco, dulces,
chicles, palitos.
Así fui creciendo en Barrio Abajo. En ese
entonces lo lúdico estaba en la calle, no había televi-
sión, ni computador, ni celulares, entonces tú tenías
que jugar bola uñita, a batear la chequita, a volar
cometa, a tirar el trompo, a jugar bola e’trapo, por
la nochecita a las 4, 8 y 12, y, a la penca escondía.
En el barrio me llamaban Chichibamba, ese era un
personaje de una tira cómica. Allí empezó la vaina
del carnaval.
En ese entonces la Batalla de Flores pasaba por
Olaya Herrera; salía del Parque Suri Salcedo hasta
el Paseo Bolívar, y mi mamá me llevaba a la esquina.
Allí iniciaba la mamadera de gallo, yo con el disfraz
de marimonda. Una vez me le perdí a mi mamá, yo
tenía como doce ruedas, me subí hasta allá donde
salía, y me encontré, no recuerdo si era el Torito o
el Congo Grande, me les pegué y uno de ellos me
dio un trago de ron blanco. Esa vaina sabía a cobre.
Primera vez en mi vida, yo no había tomado nunca,
me enchapeté en seguida e iba bailando dando
tumbos, cuando me cogió mi mamá y me dijo, ven
acá, pelao e’ mierda, y me llevó pa’ la casa.
Fui creciendo. Uno empieza a sentir cosqui-
llitas, ya las pelas empiezan a gustarle a uno y me
zafaban cuando yo llegaba a invitar a un bollito
a bailar con el disfraz de marimonda. Todos los
bollitos bailaban en las cumbiambas Agua Pa’mí y El
Tanganazo. El Tanganazo fue la primera cumbiamba
en 1939, de los Rivaldo, así que me fui pa’lla a buscá
los bollitos y adiós el disfraz de marimonda.
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A mi me gustaba la recocha y también me
disfrazaba de negro y me rebuscaba la plata, yo no
era huevón. Una vez me disfracé de puerco, todo
lleno de barro, y lo amarraban a uno a una cabuya y
decía juin, juin, como puerco. Así era yo, me disfra-
zaba de todo.
Yo solo veía a comparsas de fantasías. ¡Eche!,
ya no veía marimondas en el carnaval y de pronto
me cae la nostalgia, ese fue el primer disfraz que yo
me puse, el disfraz más auténtico del barranquillero,
mamador de gallo, entonces pensé, voy a revivir ese
disfraz. Le comenté a una llave y me dijo, no joda,
¿ese disfraz tan perrateado?, y le dije, no hombre,
lo voy a pulir y a darle decencia. Me entusiasmé y
me fui a consultar con los cancamanes del carna-
val, Enrique Salcedo, Armando Zambrano, Alfonso
Fontalvo y El Muñeco. El proyecto les pareció
bueno. Recuerdo que Abraham Cáceres fue el que
me diseñó el primer disfraz, con chaleco, corbata,
todo bacano, nojoda y se me iluminó mi mente,
voy a sacar es una comparsa y así fue como creé Las
Marimondas de Barrio Abajo.
31 años saliendoEn 1984, salimos por primera vez con cincuenta
marimondas y ganamos el Congo de Oro. Recluté
gente en el mismo Barrio Abajo y con verbenas y
rifas, recogimos fondos. Me acuerdo que bailamos
en la plaza del Paseo Bolívar y esa vaina estaba mojá
y una marimonda se resbaló y se cayó en plena
presentación; dos marimondas lo cogieron y esos
carajos estaban convencidos de que era coreografía
y ganamos.
Nosotros bailábamos porro y fandango,
con papayera. Recuerdo que el primer porro fue
“Carmen de Bolívar” de Lucho Bermúdez, y “La
butaca”, que es como el himno de las marimondas,
y tocamos “El cebú” y “El perro negro”. Yo creo
que hemos bailao todos los porros habidos y por
haber. Esta vez, en 2015, bailamos “Tolú” y “Cuándo
¿De dónde Paragua o Paragüita?En Barrio Abajo había una loca a la que le decían la Loca Carmen.
Ella tuvo su marido y decían que cuando parió, la familia del marido
le quitó el hijo y se enloqueció. Resulta que esa loca cogió el tema
de que yo era el marido y un día que estaba tomando refajo en una
tienda entre San José y Primavera, llegó a decirme que ahora sí se iba
a arreglar el problema. Ella tenía un paraguas de esos viejos, era solo
varillas, y me dio un paraguazo en la frente, cipote chichón que me
salió, y me coge esa loca y me tumba, tenía fuerza. No sé cómo logré
salir de ahí y la loca detrás. Los hijueputas del barrio solo gritaban,
¡dale, dale!, y yo corra, hasta que me le perdí. Luego siempre que yo
salía me la montaban, me decían de todo y que me iban a dar con
el paraguas. Como yo me emputaba les decía, “dile a tu mamá que
agarre el paraguas”. Mi mamá me decía, “¿te das cuenta?, tú antes le
ponías sobrenombre a todo el mundo y ahora a ti te lo ponen y entre
otras cosa no está mal, Paragua o Paragüita”. Y bueno, me resigné a
llevar ese nombre.
volveré a la ciudad”, cipotes porros. Ya tenemos
montada la coreografía, eso es lindo.
Los primeros años cambiábamos de disfraz difí-
cilmente. No había plata. En el año 91 conocí a León
Caridi. Yo estaba con unos amigos en un evento en el
Simón Bolívar, en un festival, La Conquista. Don León
se sentó al lado mío y se puso a hablar conmigo. De
pronto sale y me dice: “Oye, esa comparsa tuya me
gusta, ¿cómo hacen ustedes para salir?”. Yo le digo:
“No joda loco, hacemos maravillas, rifas, bailes, de
toda vaina”, y me dice: “¿Te gustaría que te patro-
cinara 120 marimondas? Yo me quedé mirándolo,
empecé a medirlo y pensé: “Este carajo, mono, ojos
verdes, con colita caballo, me está mamando gallo”,
y me volteo y le digo a Roberto Ferro: ¿Este carajo
quién es?, ¿un político hablador de mierda, o qué?”.
No, él es León Caridi, el dueño de Industrias Canon,
el de las toallas. Y bueno, ahí empezamos a hablar.
Cada vez salíamos con más marimondas, él
siempre nos apoyó, si hasta en el testamento puso “y
cuidado me descuidan las marimondas”. Este año ya
tenemos novecientas, y diez papayeras que cuando
están frente al jurado tocan juntas “El 20 de enero”.
Son 64 músicos. Eso es contundente.
¿Cómo logramos esto? Yo creo que es por el
sentido de pertenencia que tenemos, sobre todo
respeto, decencia, aquí cachaco, santanderea-
no o el que sea tiene que respetar el carnaval y a
Barranquilla. A Barranquilla no la irrespeta nadie.
Aquí no te puedes emborrachar, porque el que se
emborracha la caga en el desfile, moderado, cuando
termine tómate el ron que quieras, pero el desfile
me lo respetás.
Hay quiene me preguntan que después de mí
quién sigue, y yo les contesto: las herederas son
las pelás, Cuchi Emili y Lesly, ellas están volando.
Muchas veces no las llevo a presentaciones porque
piensan que ya pueden mandar y esa vaina no es así.
Aquí el que manda soy yo, pero ellas son las que me
seguirán.
Paragua, mi llave Humberto Pernett
Paragua, mi compañero, mi llave, mi pana.
Has demostrado ser un líder nato, ojalá la gente pudiera
comprender la magnitud de tu trabajo; manejar más de nove-
cientos locos en carnavales, ponerle disciplina a quienes solo
quieren gozar, preparar la logística para ese cúmulo de personas
con diversas aptitudes, personas tan distintas que lo único que
los une es el goce, eso es muy grande.
Tienes un carisma único: tu personalidad, tu manera de
ver la vida, tu memoria, tu lucha por nuestra querida ciudad, y
ese amor por ella que te catapulta a cosas cada vez más grandes.
Paragua, en sí, tú eres carnaval, no tendrás igual por muchísimos
años, es difícil encontrar alguien así. Junto con Gabriel Marriaga
te llaman rey Momo sin corona, te lo mereces hace rato.
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Las huellas que mi abuelo dejó en mí Vitalia Díaz
Mi abuelo paterno, Marcial Díaz Buelvas creó la primera comparsa de marimondas en la cual
yo participé. Él era un señor muy alegre, le gustaba cantar y bailar. Era tan expresivo con sus
movimientos que a cada uno le tenía un nombre para identificarlo. Él marcó mi vida y lo llevo
en mi corazón.
Actualmente estoy en una comparsa de marimondas y saco a relucir cada una de las ense-
ñanzas que mi viejo amado me dejó. Lo recuerdo en cada ensayo, y en los momentos cuando
estoy triste es mi fortaleza. Siempre tenía una sonrisa y decía: ¡La vida es un baile que hay que
bailar para no llorar!
“Las marimondas y su ritmo” fue
creado en Gapala hace quince años.
Hoy en día cuenta con 40 integrantes
y es dirigido por Luz Mila Lasso.
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Álvaro Bustillo Solano
L a imaginación y creatividad del sector
popular social son imprescindibles en las
carnestolendas barranquilleras. Los disfraces
y las máscaras, nota predominante en los carnavales
del mundo, también lo son en el nuestro y entre
ellos los capuchones se han destacado y han tenido
varias transformaciones.
Hay quienes dicen que este disfraz fue traído
al Carnaval de Barranquilla por Cristobalino
Zedeño, oriundo de San Bernardo del Viento, pero
otros afirman que los capuchones son mucho más
antiguos y que aparecieron en poblaciones como
Ciénaga, Riohacha o Mompox como una alegoría
a los monjes nazarenos de la Semana Santa. De allí
su nombre de capuchones. A su vez, en los archivos
históricos del Museo Romántico aparece un escrito
y una fotografía de monocucos, con rabo y máscara
parecida a los micos. Seguramente de allí deriva
el nombre de monocuco. El vestuario era similar a
los juglares de las comedias de arte Con el tiempo,
este disfraz desapareció como tal, pero se mantuvo
el de capuchón al que se le puso mucho colorido y
terminó llamándose monocuco.
Como disfraz, este fue superpopular durante
mucho tiempo, pero por el homicidio de una niña
disfrazada de capuchón, en 1942, se dejó de usar.
También hubo otros delitos cometidos por personas
que lo utilizaban para ocultarse, por lo que los entes
policiales solo permitían usarlo a quienes sacaran un
permiso.
El monocuco de nuestra tradición festiva es
divertido, juguetón, mamador de gallo; un vacilón
o pereque chistoso, que asimiló todas esas virtudes
jocosas y se convirtió en el auténtico disfraz de la
Somos¿monocucos o capuchones?
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vieja Barranquilla. El monocuco guayabero era un
disfraz molestoso, y su actor era difícil de identifi-
car porque hasta su voz fingía. Este disfraz también
desapareció.
Del disfraz a la comparsaEn 1992 el monocuco retornó a la fiesta, no como
disfraz, sino como comparsa de carnaval. La nostalgia
por el disfraz tocó la idiosincrasia barranquillera de
los vecinos de los barrios Buena Esperanza, Cevillar
y La Victoria y me invitaron como coreógrafo a darle
un nuevo rumbo. Armamos entonces la compar-
sa “Reviviendo el Monocuco” y a mucho honor
ganamos ese año el premio a los valores folclóricos
del carnaval, otorgado por la Cámara de Comercio. El
disfraz no perdió su peculiaridad: el goce, lo bacano,
el buen genio, la mamadera de gallo, pues decir
“mono” en Barranquilla significa “todo está bien”.
Decidimos ponerle música de papayera,
como decimos en Curramba. Luego aparecieron
otras comparsas de monocucos: Los Auténticos
Monocucos de las Nieves, Los Monocucos de
Chiquinquirá, etc. “Aquel monocuco guayabero
saca presa del caldero, toma leche y embustero hay
por miles hoy. ¡Yo te conozco!, ¡yo te conozco!,
es el estribillo utilizado por el personaje con voz
impostada”.
Coreografía de los monocucosComo toda comparsa la coreografía depende del
coreógrafo, eso significa que no posee ni patrones,
ni pasos, ni figuras básicas. Algunos trabajan en
bloques, círculos, movimientos laterales, sube y
baja diagonales. Otros trabajan o bailan tomados de
antebrazos, manos, dan brincos o hacen desplaza-
mientos deslizándose con los pies pegados al piso.
En otros casos bailan con pasos de música o danza
del momento, y nunca se dejan ver la cara de perso-
nas distintas a su grupo. Normalmente la música
que usan es de viento o banda.
VestuarioSe mantiene el vestuario utilizado antes, parecido a los naza-
renos de las procesiones de Semana Santa en Mompox y otras
poblaciones. Es de un colorido enorme, tiene una máscara que
cubre toda la cara, guantes, zapatos de variados estilos y colores
y en la mano lleva una varita con la cual molesta y se defiende
cuando intentan desenmascararlo.
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Luis Orellano
G alapa, municipio en el que orgullosamen-
te nací, crecí y donde he vivido siempre,
tiene una tradición carnestoléndica muy
fuerte y arraigada a la vida de quienes habitamos
aquí. Todos los veinte de enero, desde que yo era
niño, la Muerte salía en la noche para asustar a
grandes y pequeños, quienes presas del temor pero
atraídos por la curiosidad, corríamos por las calles
polvorientas de nuestro pueblo siguiéndola en su
recorrido. Pero un día falleció Andrés Cotero, que se
disfrazaba de Muerte, y con él se perdió esa tradi-
ción de más de cincuenta años.
En un diciembre, mientras departíamos a
propósito de las tradiciones de nuestro pueblo con
el señor José Llanos, reconocido artesano y folclo-
rista que vive al frente de mi casa, hablamos de esta
pérdida y recuerdo que me dijo:
— La tradición no se debe perder. Vamos a
rescatarla.
—¿Verdad? —le respondí.
—Ajá, ¿tú sí eres capaz?
—Sí, yo soy capaz.
—Bien, entonces yo te hago la máscara, tu
mandas a hacer el disfraz y sales.
Y así fue, él me hizo la máscara y el veinte
enero de 1993 salí por primera vez. El señor Jorge
Leiva, que es sastre, me elaboró el vestido, un
sobrino mío que es diseñador, Roberto Orellano, y a
quien le gusta mucho el arte, me pintó el esqueleto
y el gancho ese sí se consiguió en el monte. Con
todo eso salí por las calles de Galapa y desde enton-
ces todos los años salgo.
Eso fue un impacto, hacía muchos años que
la Muerte había desaparecido. Cuando yo salí, la
Somos Muertes y Diablos
LA MUERTE, EN POSICIóN
DE ATAQUE, JUNTO A LAS
FESTIVAS DIABLESAS EN
EL CARNAVAL DE 2015.
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gente que estaba sentada en la puerta de su casa
refrescándose corría de miedo y algunos me tiraban
la puerta. Ese veinte de enero, me acuerdo, está
aquí en la historia que tengo en las manos, se murió
un señor al que le decían la Fragua, muy popular,
moreno él, que arreglaba neveras y estufas. Yo
pasé por la calle de su casa en el momento en que
él se murió, entonces me decían, “tú mataste a la
Fragua”. Pura cosa ocasional.
Salí el veinte de enero, y ya después salía
todas las noches. A las siete de la noche ya estaban
los jóvenes al frente de mi casa esperando a que
yo saliera y los niños en la esquina listos para salir
corriendo. Eso se convirtió en algo grande y muy
pronto me gané el apodo de Lucho la Muerte.
De disfraz individual a disfraz colectivoEn el Carnaval de Barranquilla salí ese año disfra-
zado de la Muerte, participé con Selva Africana. La
máscara era muy linda, en papel maché. Esa máscara
se vendió allá en la Vía 40, a alguien le gustó mucho
y se hizo el negocio.
Al año siguiente ya se sumaron tres personas
más; un amigo mío, Edison Salcedo, se disfrazó de
muerte cachona, la gente le decía, “a ese lo mató
el cacho, el cacho”. Ahí nació el colectivo. A un
comerciante de Barranquilla le gustó tanto nuestro
disfraz que le encargó al señor José Llanos que nos
hiciera tres máscaras de muerte para nosotros, una
era cachona, le pusieron cachos de vaca grandes. En
esa época, en el año noventa y cuatro, le costaron
setenta y cinco mil pesos las tres máscaras, veinticin-
co mil cada una.
Al año siguiente se sumaron diez personas
más, entonces ya a los niños les gustaba el disfraz
de Muerte principalmente por la cuestión de que
con el gancho uno coge a las personas en la calle, les
pone el gancho en el cuello, o en la pierna y jala: “Si
tu no me das quinientos pesos yo te llevo”. Eso a los
niños les gusta.
Un año, a uno de mis amigos, Jorge Escobar,
que salía de Muerte, le dio por disfrazarse de diablo,
y entonces lo cogíamos entre todos, cruzábamos
los garabatos y acostábamos al diablo. Ahí nació ese
nombre de Muertes y Diablos. Hoy las bailarinas son
puras diablas.
Actualmente ya no somos danza colectiva sino
comparsa con elementos de la tradición. La idea es
que rescatemos y trabajemos para recuperar danzas,
disfraces, comparsas con elementos de la tradi-
ción. La comparsa de fantasía es muy bonita, pero
también acaba con la tradición. La Unesco declaró
el Carnaval de Barranquilla como patrimonio inma-
terial de la humanidad, eso a raíz de las tradiciones,
eso es lo que nosotros somos: nosotros somos tradi-
ciones populares.
Nuestra comparsa hoy en díaNuestra comparsa se compone de setenta inte-
grantes. Vamos acompañados con música de millo,
música de garabato. En nuestra comparsa hay
integrantes que ya tienen doce años y yo les digo
que tendré que pensionarlos. Pero también tenemos
niños de ocho, nueve años y jóvenes de catorce,
quince y hasta más años. A la gente le gusta mucho
esta comparsa y quiere pertenecer a ella. Mis nietas
también forman parte del grupo, una que tiene seis
años y la otra siete.
Nos empezamos a preparar desde el mes de
noviembre o diciembre. Depende de cuándo sea
el carnaval. Yo convoco a las reuniones y ellos van
llegando. Me gusta preparar bien y con tiempo. Por
ejemplo, para la presentación en el Romelio Martínez,
que es en tarima, duramos un mes ensayando todos
los días; los integrantes se preparan con el coreógrafo
Remberto Arévalo. Y para participar en el carnaval de
aquí de Galapa tenemos todo listo como mínimo una
semana antes. Incluso el sancocho que hacemos para
brindarles a los integrantes y a las personas que llegan
se empieza a preparar con tiempo.
¡Un abrazo de
Muertes!
LAS DIABLAS SON LAS
QUE HACEN EL BAILE
CON SU COREOGRAFíA.Nuestra comparsa
es ciento por ciento
de Galapa y nos da
gusto trabajar a
favor del carnaval,
porque en todo el
Caribe lo vivimos.
Todo lo que
hacemos es para
que no se pierdan
las tradiciones
populares.
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José Llanos Ojeda
S elva africana es una comparsa de tradición
popular que creé hace 39 años cuando
quise salir al carnaval representando lo que
mejor sé hacer, máscaras. Antes de eso yo salía en
las demás agrupaciones del municipio. La idea de
la fauna africana me la dio don Pedro Vengoechea,
quien por los años setenta era uno de los duros del
carnaval, de los cancamanes en esa época, de los
que manejaba la parte administrativa del Carnaval
de Barranquilla.
Cuando salí con Selva Africana , el impacto fue
grande. Éramos poquitos y todos amigos. La jirafa,
la cebra, los hipopótamos, los cocodrilos, los ñus, las
avestruces, toda esa maravilla de animales personifi-
cados acá con amigos del municipio de Galapa gustó
mucho.
Para diseñar los disfraces me apoyé en la
revista Geomundo que circulaba por esa época y
que trataba con detalle cada animal, lo mostraba
de perfil y de frente, y hablaba de su tamaño, sus
sonidos, lo que comía y el entorno donde vivía. Yo
estudiaba bien esa revista para transmitirle los cono-
cimientos a los muchachos; además, me ayudaba
a ingeniar cómo hacer los vestidos y las máscaras.
Representarlos también en su comportamiento era
importante; recuerdo que hasta trataba de producir
los sonidos de cada uno, por ejemplo me busqué
las chubas, esos caracoles grandes, para producir el
barritar del elefante, o cachos de toro a los que les
cortamos las puntas; con ellos practicamos y practi-
camos hasta que nos salió el rugir de los leones.
Don Pedro Vengoechea me sugirió que
incluyera un Tarzán delgado, lo opuesto al que salía
somos
Selva africana
en ese entonces en la serie de este personaje. Me
conseguí uno bien delgado y esa fue la atracción
porque todo el mundo se burlaba del Tarzán, eso era
la chispa del carnaval. Él peleaba con los animales,
les hacía picardías, llamaba a Chita, se montaba en el
elefante… Gustó mucho.
Yo solamente quería salir al carnaval con algo
distinto y elaboré toda una fauna a partir de másca-
ras, incluyendo indios y Tarzán, porque eso era lo
que se veía en las películas. Éramos un disfraz colec-
tivo, nada más, pero por cuestiones de la junta del
carnaval que decía, “aquí tiene que haber un patrón
JOCEPH DOMíNGUEZ
EN LA PIEL DE LA
CEBRA, UN DISFRAZ
CONFECCIONADO POR
AíDA GUTIÉRREZ.
UN ANCESTRO
AFRICANO
PERSONIFICADO POR
NUESTRO DIRECTOR
ARTíSTICO LUIS
DEMETRIO LLANOS
MEOLA.
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de presentación”, fuimos metiendo música y con
un tambor imitábamos los sonidos de la lucha entre
un animal y Tarzán. Después, por cuestiones de
antropólogos que dicen, “la comparsa de tradición
tiene que hacer una presentación ejecutando ritmo
y coreografía”, introdujimos más cambios. Todo lo
que nos han dicho lo hemos hecho y ahí estamos
bien ganando congos de oro.
Lo que nos caracterizaCada año nos renovamos. Escojo un animal que
estará representado en los tocados de los danzantes,
en los escudos, en los báculos, y son los que siempre
van adelante. Por ejemplo, un año nos fuimos con
tocados de mandril, otro con tocados de tigre, este
año decidí hacer toda la fauna en los tocados de los
bailarines, lo que impactó mucho.
La lado de los danzantes , van los ancestros,
que son los mayores del grupo que alguna vez
fueron jóvenes y quienes también llevan tocados de
animales, pero envejecidos, sus movimientos son
más lentos y hacen ademanes propios de los viejos,
incluso van haciendo sus rituales. Atrás van anima-
les, según la temática de la comparsa; usualmente
son niños y jóvenes que usan vestuarios completos
representativos de toda la fauna.
La primera vez salimos unos pocos, ahora
somos cincuenta parejas, cien personas entre baila-
rines, fauna, ancestro y música, y unos cuantos de
comité de apoyo que van para la cuestión de darles
el agua, el refrigerio a los bailarines y todo eso.
Nuestras máscarasLas máscaras de la comparsa las hacemos en nuestro
taller familiar. Todas las hago con mis hijos, claro
que cuando nos hacen pedidos grandes nos apoya-
mos en personas de nuestro municipio que conocen
el arte de empapelar, dar base, lijar, y que han apren-
dido viéndome a mí como yo aprendí viendo a los
artesanos de aquí.
Nuestra músicaNuestra música, que es afrocaribe, también varía
año tras año. Todos nuestros instrumentos son del
Caribe, tenemos el yembé africano, la tambora, la
flauta y la alegre de aquí de la costa.
Nuestro vestuarioTodos los vestidos nos los hacen unas costureras de
aquí de Galapa. Hoy en día las telas las conseguimos
en los almacenes de Barranquilla. La oferta ha mejo-
rado mucho. Anteriormente para hacer un disfraz
de animal, había que comprar una tela y teñirla con
anilinas con las figuras del animal que se quería, un
tigre, una cebra, un rinoceronte. Se usaba un fondo
naranja o café y se le pintaba las manchas del tigre.
Hoy ya no, las telas vienen estampadas y se le pasan
a la modista. Si la tela no se encuentra, como es
el caso de los gorilas que diseñamos este año, se
encarga a Bogotá.
Algunos han intentado copiarnos, pero no
hay lo que hay aquí, que es arte. El hijo mío ya me
superó, todos ya me superaron. Yo siempre les he
dicho: “Si eres albañil, que seas el mejor, si eres
médico, que seas el mejor, ya ustedes están en esto y
lo hacen bien. Cada año debemos ser mejores”.
POR LAS CALLES DE
GALAPA DESFILA
PARTE DE LA FAUNA DE
ÁFRICA, GRACIAS A LOS
DISFRACES ELABORADOS
POR AíDA GUTIÉRREZ.
EL OJO VERDE DEL ANTíLOPE RESALTA EN EL PROFUNDO
AZUL DEL DISFRAZ QUE LLEVA GREGORY BARROS.
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Cómo nos preparamosEn septiembre iniciamos los ensayos. Con los baila-
rines, jóvenes entre los veinte y los treinta años,
ensayamos tres días a la semana. Sus movimientos
coreográficos son, por supuesto, acordes a la temá-
tica. Somos muy exigentes en los ensayos y el que
no responda, no entra.
A los de la fauna se les cita aparte y ya más
cerca del carnaval, para darles orientaciones sobre
lo que van a hacer, trátese de un desfile, de una
presentación estacionaria, de la noche de comparsa
o la presentación, porque los animales y los bailari-
nes no tienen el mismo movimiento.
Cómo nos financiamosLa Alcaldía de Galapa da un aporte, la Junta del
Carnaval también, pero eso no es suficiente para
pagar el maquillaje, la música, el transporte, el
refrigerio, todo eso, así que como a mí me gusta y
me gusta representar a mi municipio y que se hable
bien de Galapa, yo invierto plata de la que me gano
haciendo máscaras.
Esto del carnaval en vez de mejorar tiende a
empeorar. No hay patrocinio, no hay aporte, y eso
llevará a que las danzas y los grupos desaparezcan.
Todo esto va cambiando.
A la gente del
grupo yo siempre
le comunico lo que
decide la Junta del
Carnaval y así están
enterados todos
de los días que nos
presentaremos,
el puesto que nos
asignan, la hora,
etc.
KAREN GUTIÉRREZ, BAILARINA DE LA COMPARSA MAUREN FOLGOSO LLANOS, DEL SEMILLERO DE LA COMPARSA
LUIS DEMETRIO LLANOS MEOLA, ANCESTRO AFRICANO
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somosson
de mar
Marleny Cortés
O currió un sábado de febrero de 1997. Allí
estábamos, en la calle 17 con carrera 38
de Barranquilla, listos para iniciar nuestro
primer desfile del Momo. Éramos 86 personas entre
músicos y bailarines. Atraíamos todas las miradas
pues los vestuarios no eran los tradicionales.
Músicos y bailarines llevaban una especie de
pañal gigante de alegres colores, el torso desnudo,
en la cabeza corona de hojas y en los pies sandalias
muy sencillas, collares y pulseras de caracolitos y
conchas.
Las bailarinas por su parte tenían faldas largas
de flecos blancos, borlas y flores de colores en la
cadera, top en licra con cayenas estampadas, corona
de flores en la cabeza y el tradicional lei de Hawai
o collar de flores. En los tobillos y en las muñecas,
sonoras pulseras de conchitas.
Era la primera comparsa en el Carnaval de
Barranquilla con tema alusivo al folclor de las
islas de Hawai. La impaciencia crecía esperando
el momento de actuar, aunque nuestra presencia
en ese lugar era de por sí ya una puesta en escena.
Entre orgullosos y sorprendidos aceptábamos los
piropos y respondíamos las preguntas: ¿Quiénes
son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se llama la
comparsa?
Finalmente llegó el momento e iniciamos
el desfile, quizá el mejor de todos los que hemos
participado en Colombia: bailamos, no corrimos,
gozamos, no sufrimos.
Al iniciar el desfile, el calor era insoportable.
Miré a los bailarines y estaban radiantes, el clima
no les afectaba, bailaban con tanto entusiasmo que
me contagiaron y caminé con ellos hasta el final.
Nunca sentí cansancio y al terminar me pareció que
el trayecto había sido muy corto. Así fue mi primera
experiencia directa en el Carnaval de Barranquilla,
con la Comparsa Son de Mar, así de absorben-
te y contagioso es participar en él. La acogida
del público fue excelente, fueron respetuosos y
amables. Ganamos el momo de oro, que es la visa
para la Vía 40, donde solo desfilan “ganadores” en
la Batalla de Flores y en la Gran Parada de Fantasía.
Hemos evolucionadoEn los ya casi veinte años que venimos saliendo
hemos evolucionado, o mejor, nos hemos ido
moviendo. El número de bailarines ha variado.
El tercer año, por ejemplo, salimos doscientos
cincuenta. Yo me angustié, nunca había visto una
comparsa así tan grande, pero fue… un¡guau!
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Los vestidos también han evolucionado. En
el 97, aunque sencillos fueron una sensación. Algo
que no me gusta es que ahora deben llevar “una
carroza” encima para que se vean. Tienen que ir
en unos andamios de tacones para poder lucirse.
Tienen que tener lentejuelas y brillantes. Tienen que
tener colas y plumas. Todo para poder mostrarse. Se
ha acentuado lo superficial, y lo emotivo y la técnica
han pasado a un segundo plano.
A los tacones yo no les juego, porque me
parecen una tortura. A las plumas tampoco, pero
mis estudiantes me lo imploran: “Mira, por favor,
que todos llevan unos tocados…”. Y terminamos
usándolos. Organizan todo y al final me llegan
con que “todos están de acuerdo y dispuestos a
pagarlo”. Se ponen su mamotreto, se lo aseguran
muy bien y lucen, pero terminan con dolor.
A los desnudos tampoco les juego. En nuestra
comparsa hay muchas niñas de trece y catorce años,
que son altas y pareciera que son adultas, pero son
niñas. La verdad es que a mí no me gusta que salgan
destapadas, me escudo en que a los papás no les
gusta, cosa que es cierta, pero es que a mí tampoco
me gusta. Pero el desnudo artístico es diferente al
desnudo espectáculo; y hay un desnudo espectá-
culo hermoso y un desnudo espectáculo grotesco.
Trabajar eso no es fácil y menos con jovencitas.
Todos caben en nuestra comparsaLa nuestra es una comparsa absolutamente
incluyente, en ella hemos tenido integrantes con
síndrome de Down, niñas barrigudas, familias
completas de papá, mamá e hijos, niños, jóvenes
y adultos. Es emocionante ver a las familias plenas
haciendo la misma actividad con sus hijos, todos con
el mismo entusiasmo y alegría. Los padres se rejuve-
necen y los niños se sienten felices de que sus papás
le den importancia a algo que a ellos les gusta.
Así son las comparsas de Barranquilla. Un
panal laborioso y alegre en la cotidianidad.
Las deudasYo no tengo dinero, tengo deudas, las que quiera,
pero me siento bien, tengo una armonía así con mis
hijos, con mis nietos, mis nueras, mi yerno.
Cada desfile vale mucho. No más mover mi
comparsa en un desfile, estando ya maquillados,
vestidos, etc., vale cinco millones de pesos: que
el carro, que la carroza, que la amplificación (que
deben ir dos por si falla alguna) y la planta eléctrica,
más todo el equipo de apoyo que son unas quince
personas, entre los técnicos que manejan eso, el
mecánico del carro, el chofer, etc. Y son tres, cuatro
desfiles, eso es pesado. Eso de la financiación y
los patrocinadores hay que ordenarlo. Ganan los
grandes.
Los trajes (vestido, zapatos, accesorios y
tocado) y el maquillaje los financian los papás. Es
bastante económico para todo lo que incluye y
cada quien lo va pagando a lo largo de los ensayos.
Eso apenas da y a veces hasta produce pérdidas.
Esas son mis deudas. Ese es mi desfase. Y ese es a
veces el contrapunteo con mis hijos. Pero a la final
me apoyan y se burlan de mí. Dicen: “Nosotros le
decimos a mi mamá que ni uno más y ella nos mete
más de cuarenta”. Y es que una vez así fue.
Deseos de cambiosUna de las cosas que debemos hacer es acortar
los desfiles para que el artista se goce de principio
a fin el espectáculo. Nosotros sufrimos los desfiles,
son muy largos. ¡Y con tacones! Eso es una tortura.
Y con tanto peso encima. No tendríamos que poner
a sufrir a los bailarines.
Lo otro es la música. Salimos con una orquesta
arriba de la carroza, pero es tal el ruido que hay en
el ambiente, que si no lleváramos esa monstruosa
amplificación no podríamos oírla. Entre los que
van adelante y atrás y lo de los balcones, es muy
difícil. Eso es una cosa ilógica. Para mí eso se debería
normatizar con exigencia, que nadie lleve amplifica-
ción, pero que tampoco haya música en los palcos.
Nuestra temática es básicamente de percusión,
tenemos pianos y teclados, que incluyen algo de
melodía, pero lo de nosotros es más percusión que
melodía.
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Una clase en la Escuela Son de Mar
Nos caracterizamos por una concepción universal
de la danza. Se baila con el cuerpo y ante estímu-
los sonoros aquí y en la Conchinchina. De hecho
tenemos una obra que se llama Por los caminos de
nuestra historia folclórica en la que aparece un vasco
en escena, todo de blanco y con su faja, pañoleta y
boina vasca rojas. Empieza la narración y el hombre
se quita la boina, se pone un sombrero vueltiao, una
pañoleta, se quita la faja ancha y se pone la fajita
y queda de cumbiambero. Y luego le quitamos el
sombrero vueltiao, le ponemos uno de paja y un
poncho y queda un andino de tierra caliente. Así
vamos pasando por nuestro folclor y por la universa-
lidad de la danza. Igual que hacemos folclor de aquí
de la costa, hacemos bunde, torbellino, bambuco,
currulao, joropos… Cuando uno descubre que la
danza no es exclusiva, surge la libertad. ¿Por qué nos
gusta lo moderno, lo contemporáneo? Porque es
más permisivo, pero ello no significa que no valore-
mos la tradición.
¿Cómo empieza una clase con nosotros?
Obviamente con un calentamiento, algo muy corto
y sencillo en las barras y luego suena la música,
puede ser una cumbia. Las niñas comienzan a
moverse y empezamos a corregir; no, los pies van
de tal manera; no, las manos van de tal otra, y
hacemos por lo menos siete u ocho minutos con el
ritmo elegido para ese día. Luego hacemos algo más
fuerte, y empezamos a movernos, a hacer de pronto
mapalé o un fandango o algo así. Y les vamos dicien-
do cómo se llama lo que están oyendo y bailando,
“esto es tal cosa, esto se llama así”, y les damos
una hojita con una síntesis del ritmo y sus principa-
les creadores e intérpretes. Valoramos mucho los
folcloristas colombianos, pero no nos encerramos
ni en Barranquilla, ni en Colombia. Al ladito de Totó
la Momposina, puede estar Alicia Alonso; y al ladito
de Efraín Mejía, Piotr Tchaikovski.
Lo teórico también nos importa. Desde los tres
años las niñas llevan su libreta, no saben escribir,
pero se les dan las figuritas de las primeras posicio-
nes del ballet. Nos guiamos por la escuela francesa.
También se les da un dibujo del árbol del folclor
colombiano: sus tres raíces, sus cuatro ramas y las
niñas chiquitas ya saben qué es lo demosófico, lo
literario, lo musical, lo coreográfico; de una forma
muy elemental nuestros estudiantes van conociendo
la teoría.
Cada clase es diferente, es única. Siempre
hay momento para lo vivencial. Por ejemplo, les
decimos:
No vamos a bailar, vamos a movernos, pero vamos a movernos como nos dé la gana, como sintamos que queremos movernos. Vamos a tener unos estí-mulos sonoros, no los llamemos música, vamos a oír algo y ese algo nos va a mover. Sientan ese algo allá dentro, cómo nos mueve, cómo nos hace sentir. Escoja cada una un personaje y va a sentir como él, a pensar como él, a moverse a su manera.
Mis estudiantes terminan haciendo cosas
maravillosas que me sorprenden. Esa fase expresiva
de las clases me encanta. Yo no soy de las que en el
desfile les digo, “sonrían”, eso no se puede imponer.
Yo les digo “sientan, sientan que están bailando”.
Después pasamos a la técnica. Llevamos a las
bailarinas a las barras y trabajamos con rigor los
pasos del ballet. Nuestros estudiantes saben lo que
es un jeté, un chené, un cambré, los plie, los tandi. El
ballet con sus normas y sus reglas aporta mucho a
desarrollar las capacidades físicas de un bailarín.
De la técnica pasamos a hacer un montaje
de los bailes que se van a presentar en el teatro a
finales de noviembre y terminamos invariablemente
con lo que yo llamo “devolución”. Nos sentamos en
círculo y hacemos consciencia de lo vivido. Nosotros
les enseñamos a verbalizar lo que han sentido, lo
que han hecho. Eso es muy importante. Hay quienes
se mueren de vergüenza las primeras veces y no
quieren hablar porque ocurre que lo que más las
impacta es la parte de la expresión libre.
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Mónica Lindo
Robinson Liñán
T orito en Carnaval es un homenaje a la
máscara y a la danza de “El Torito”, ambas
muy representativas del carnaval. Al ser
comparsa y no danza tradicional, tenemos la liber-
tad de innovar, así que hemos recreado el vestuario
y los diversos accesorios que utilizan los compar-
seros. Si bien usamos lentejuelas y otros objetos
brillantes, no hemos querido introducir plumas o
elementos estrambóticos provenientes de afuera.
A su vez hemos querido conservar elementos del
carnaval como la música en vivo a ritmo de fandan-
gos y porros. No usamos amplificadores.
La coreografía involucra los tres bloques
propios del congo: toritos tradicionales, bloque
principal y comparseros.
Torito en Carnaval es de todosEl número de personas que salimos varía cada año.
Hemos llegado a ser cuatrocientos. Un grupo de
planta de la escuela ensaya todo el año, esa es la
compañía de danzas de Mónica Lindo. En noviem-
bre y diciembre empezamos a reunir la gente para
el carnaval y como la mayoría trabaja o estudia,
hacemos ensayos en la noche dos o tres veces a la
semana.
El elenco del grupo base, que son de Soledad,
de Ciudadela, del norte, del sur, traen a personas
interesadas, de manera que nuestra comparsa no es
de barrio, es de toda Barranquilla y del Atlántico,
lo que es poco usual ya que la mayor parte de las
agrupaciones están conformadas por gente de un
mismo sector; ese no es nuestro caso, en el Torito
en Carnaval participan personas de diversas partes
Somos
torito en carnaval
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de la ciudad, y también de Bogotá; tenemos muchos
amigos del interior y de fuera del país.
A raíz de los viajes que hemos hecho, en los
que invitamos al público a participar en el carnaval,
varios extranjeros se han unido a nuestra comparsa,
de manera que no es extraño encontrar en ella cinco
japoneses, dos franceses, y así. Gracias a la tecnolo-
gía, se les manda un video con la coreografía para
que la practiquen en su país y llegan unos días antes
de los desfiles y ensayan con nosotros.
Cada año los que quieren participar pagan una
inscripción que cubre transporte, refrigerio y parte
de la música. El vestuario cada uno lo costea; el
precio varía dependiendo del diseño, que cambia-
mos cada dos años. Cuando vemos a alguien con
mucho interés, que baila muy bien, pero que no
cuenta con los recursos, buscamos ayuda. A veces
logramos conseguir una especie de patrocinio y
subsidiarle, incluso hasta el cien por ciento del gasto
del vestuario, a quienes no pueden costearlo. Todo
depende, hay años en los que contamos con suerte,
hay años que no. A veces nos prometen un patroci-
nio y a última hora nos dicen que no, y no siempre
dan razones.
La formación de nuevas generacionesEn la escuela tenemos varios niños que formamos
a lo largo del año, y para temporada de carnaval
se vinculan otros que quieren formar parte de la
comparsa; ellos se preparan con tiempo, se les
dan unas clases, se les explica la planimetría, o sea
por dónde caminar, por dónde hay que coger, y se
trabaja la coreografía. Los ensayos con los pequeños
son normalmente en las tardes.
RitualNuestra comparsa está untada todo el tiempo de
lo ritual. Un ritual que se basa en creer, creer que
podemos hacer maravillosas cosas juntos, creer que
nuestra energía se conecta con la espiritualidad,
creer que las sonrisas y el movimiento se trans-
forman en exposición de colores que transitan en
medio de multitudes expectantes y deseosas de
gozar.
Conocernos, calentar, crear en equipo y esta-
blecer compromisos ensayo tras ensayo es la base
de nuestra rutina, de nuestro ritual. Y este, cuando
nos preparamos para entrar en escena, al igual que
en muchas otras comparsas, es también ritual de
belleza. Madrugamos, nos disponemos a preparar
nuestro cuerpo, a maquillarlo, vestirlo, embellecerlo,
sublimarlo y pensarlo en el marco de una colectivi-
dad de danzantes que tendrá la responsabilidad de
brillar con luz propia para dar de cada uno lo mejor.
Siempre nos imaginamos como estelas brillantes que
resplandecen cada vez que subimos a un escenario o
que simplemente transitamos por la Vía 40.
Siempre hay alguien que llega de primero, por
lo general es nuevo en el carnaval, por eso se hace
acreedor del primer turno para el maquillaje, se
hidrata, lleva curitas, le pone toallas sanitarias a los
zapatos, se unta todo el cuerpo de bloqueador solar,
y siempre atiende todas las recomendaciones de
quienes llevan muchos años gozando de la fiesta.
Hay ansiedad, el tiempo pareciera no avanzar
cuando de pronto ya estamos sentados en el
bordillo de la Vía 40 esperando el gran momento.
Deleitarse viendo a todos los disfrazados pasar,
tomarse fotos con famosos, retocarse, reír, compar-
tir son el conjunto de cosas que todo comparsero
vive antes de que empiece a experimentar el vibran-
te sudor que emana de los poros de un cuerpo que
En sus veinte años,
Torito en Carnaval
ha sido merecedora
de 17 congos de
oro en la categoría
“Comparsa de
Tradición Popular”
y hemos obtenido
un segundo puesto
y dos fuera de
concurso por
participar en la
Batalla de Flores y la
Gran Parada.
reclama de cierta manera libertad, una libertad que
se traduce en alegría desbordante e inagotable.
Pero mi ritual es otro. Soy la última en maqui-
llarme, en vestirme y, a veces, justo cuando voy a
subir al bus me doy cuenta de que los elegantes
zapatos altos que el zapatero me diseñó y me regaló,
me aprietan; que el vestido de plumas y lentejue-
las que mi modista confeccionó con dedicación y
esmero me resulta incómodo, entonces regreso a
mi cuarto y termino poniéndome las mismas suaves
cotizas de todos los años, y el sencillo vestido de
pantalón y blusa con su toro estampado en el frente,
que completo con un sombrero divino (con el
que me encanta desfilar), brillantes aretes y labios
carmesí para regalar sonrisas por doquier a todo
el que se me atraviese por delante. Así es mi ritual
juepajisístico de cada carnaval.
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SOMOS
Letanías
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Henry Barrios
Orlando Barrios
En este verso que te digo
Enseguida te detallo
La letanía es un verso
Con mamadera de gallo.
L as letanías son una forma de expresarnos con burla, exage-
ración y picardía a propósito de hechos que acontecieron
durante el año o en vísperas del carnaval, relacionados con la
política, el deporte, personajes de la vida pública, noticias de impacto
nacional e internacional o situaciones vividas en la familia, el barrio
o la comunidad, y que son contadas en versos de doble rima con un
coro que refuerza el rezo. A manera de plegaria decimos la verdad.
El objetivo de las letanías es divertir, estimular la risa, sacarle al
público carcajadas. Las letanías son la chispa del carnaval, un disfraz
de mamadera de gallo.
La letanía tiene importancia en el carnaval
Te lo digo de verdad
Aunque a veces nos tachaban
De vulgares nada más.
Ser letaniero es un gran honor. El público siempre lo aclama a uno y
ver esos grupos de personas y palcos atiborrados gozando al oír cada
pregón es una sensación muy linda.
Las letanías son versos con rima
En carnaval siempre presente
Con nuestra lengua viperina
Podemos criticar hasta el presidente.
La letanía es muy solicitada
Por todo extranjero que viene al carnaval
Por eso nos gustaría
Que nuestros versos sean llevados
a nivel mundial.
Con un verso bien picante Te lo digo en este díaCuando llega el carnavalCon sabor y alegríaEmpiezan nuestros versosLos grupos de letanías.
Henry Barrios
Hablemos de las letaníasQue son la chispa del carnavalLas pregonamos durante cuatro díasNuestro patrimonio cultural.
Orlando Barrios
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Los grupos de letanías tienen entre seis y doce inte-
grantes. Tenemos un director, unos compositores,
los coristas y los rezanderos.
Cada grupo tiene su coro
Conocidos como letanieros
Pero hay uno que es el principal
Es llamado el rezandero.
En el carnaval nos presentamos en el Festival de
Letanías que se lleva a cabo el último día, el martes.
Pero también nos buscan para presentarnos en
eventos, almacenes, escuelas, universidades y actos
empresariales.
En nuestras presentación utilizamos libretos
con los versos en estrofas. El libro de cada grupo es
sagrado, si se nos pierde es un problema.
Las letanías son una forma de rebusque en
el carnaval. Luego de rezarlas se pide al público un
aporte y se hacen improvisaciones para animarlo a
que colabore. Cuando alguien no da o da poquito es
objeto de una letanía…
Cuando viene el carnaval
Con su sabor y alegría
Nos rebuscamos pa la comida
Muchos grupos de letanías.
Y con esta me despido
Y espero que nadie se ofenda
Pero se les puede morir la “picha”
El que no colabore con la ofrenda.
Los letanieros vivimos pendientes de lo que sucede
en la comunidad, los escándalos, las desgracias.
Estamos atentos a ver si alguien “da papaya” por ser
protagonista de un bullicio, sea persona pública o
corriente y de cualquier estrato.
Todo lo que sea noticia en radio, prensa o
televisión, es lo nuestro. Eso sí, necesitamos de la
inventiva, en especial para improvisar sobre temas
que nos pide el público.
Los versos que nosotros hacemos
Son producto de la imaginación
En cualquier momento
La plasmamos con burla y exageración.
Ahora les quiero decir
Los temas en que nos inspiramos
En deporte y en política
Y hasta el cacho lo criticamos.
Las letanías son de ingenio y creatividad,
Buena vocalización y dicción,
Manejo de temas de actualidad,
Hechos cotidianos en sus versos.
Nuestros vestidos son llamativos. Usamos túnica
de colores vistosos, brillantes. Algunos llevamos un
sombrero acorde con el vestido y el calzado por lo
cual marcamos la diferencia. CArTEL dE LOS SAPOS
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Somos los que somos y los que hemos sido
Orlando Barrios
El famoso José dolores
Como pregonero fue primero
Haciendo versos de mil colores
Pal carnaval barranquillero.
Los pregonaba con swing
En la famosa Plaza de Abril.
Hagamos un reconocimiento
a las Ánimas de Soledad
que pregonan con mucho aliento
los problemas de la sociedad.
de memoria su rosario
con su líder Ascanio Barrios.
Siguen los reconocimientos
pal compañero Henry Barrios
que desplaza su pensamiento
con letanías sin diccionario.
En la grandiosa tarima
sin importarle la rima.
También es nuestra modalidá
hay un grupo que se mantiene
son Los repelentes de Soledad
reconocidos por Milton Jiménez.
Ganadores de varios premios
por su valioso genio.
El Testamento de Joselito
dirigido por Wiston Valle
merece estar en el librito
que pronto saldrá a la calle.
Sus rezos son atrevidos
con sus coros entendidos.
El rezo Estrafalario
que viene de Soledad
con sus lindos comentarios
para alegrar a la comunidad.
Homenaje a su sabiduría
en el encuentro de letanías.
Tenemos que recordar
a Las diosas de las Letanías
mujeres que supieron pregonar
al lado de las veteranías.
Fueron muy valiosas
en el carnaval de la Arenosa.
Por último las debutantes
las Chismosas del Carnaval
que salieron muy campantes
con su genio y entusiasmo oral.
Siguiendo la tradición
de Ánimas rojas con emoción.
Para hacer estas letanías
me costó mucho trabajo
pero las hice con armonía
porque estudié en colegio pago.
Colegio de muchas leyes
ese fue el de la seño reyes.
Ya con esta me despido
con mi cerebro cansado
espero que hayan entendido
letanías de los homenajeados.
Ameeeeén
Con El Correo de las Brujas
las que mueven la aguja.
Las letanías son reconocidas
por paradójicas y burlescas
y que sean bien entendidas
humorísticas y grotescas.
Cínicas, eróticas, insólitas
irreverentes, irónicas.
Seguimos con los honores
de la linda fiesta mía
para reconocer a José dolores
como líder de las letanías.
En el primer escalafón
nos dejó la tradición.
Los Criticones de La Esmeralda
lo mismo que Las Malas Lenguas
este homenaje los respalda
y también Los Siete Lenguas.
Las Lenguas Mochas de Montecristo
su nombre suena favorito.
directores Esmeralda, Jorge Escorcia
lengua mocha Ernesto Watts.
Ánimas Blancas y recocheros
junto con Ánimas Camperas
por reconocimiento sincero
por gozar la fiesta carnavalera.
Acompañado por Los Turpiales,
que ya son tradicionales.
Ánimas Blancas, Fredy Cervantes
director recochero, José Charrís.
El Gavi y sus rezanderos
y el Cartel de los Sapos
siempre están entre los primeros
por sus valiosos contactos.
A Saúl Cueto de su amigo Calancho
Quiero hacerle un homenaje
A mi compañero con respeto
Lo recuerdo en carnavales
A nuestro amigo Saúl Cueto.
Él amaba los carnavales
Y en sus venas corría ese capuchón
Hasta que vino un vil cobarde
Y lo mató de una puñalada en el corazón.
Cuando Saúl Cueto falleció
Para el grupo fue noticia dura
Porque él en vida nos pidió
Que le rezáramos letanías en su sepultura
Saúl Cueto lo llevo en el corazón
A lo largo y ancho
Yo quiero hacer este homenaje
de parte de su hermano, el popular Calancho.
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La letanía es liber tinaHomenaje de Soley Del Castillo a Wiston Valle
Yo en cambio, como directora de la Cumbiamba
del Carajo, no podré olvidar sus dotes exquisitas
para la danza. A muchas nos encantaba bailar con él.
Nos hacía sentir las reinas de la fiesta. Sabía hacer
lucir su pareja. Mucho departimos en el rancho
Currambero.
Pero también mucho reflexionamos y traba-
jamos en pro de comprender y buscar solución a
los problemas de nuestro carnaval. Por eso hoy
quiero contarles la gran oportunidad que me dio
la vida de poder oír sobre su vida, pensamientos y
su transcurrir en el carnaval de Barranquilla en su
última entrevista, realizada mes y medio antes de su
partida.
Sabíamos que era cumbiambero y también
amaba las letanías. La cumbia fue su origen dentro
del carnaval, ahí aprendió a gozarlo desde los ocho
años. Hace dos lo dejó porque se cansaba. Hacer
letanías para él fue inicialmente un producto de
su desorden, de su andar carnavalero, más que un
deseo o una afición. Luego se entusiasmó y empezó
a dedicarse también a ellas. Por eso cree que fue
algo fortuito. “La letanía no ha desplazado a mi
cumbia”, afirmaba. Ya siendo director de las letanías
salía dos días de cumbia y dos de letanías, y cuando
se formaron las marimondas salió un día de cumbia,
marimonda y letanía. Así duró como tres o cuatro
años.
Cada carnaval lo vivió intensamente, su familia
lo aceptaba porque toda la vida fue así.
En mi casa sabían que era muy raro verme llegar temprano —contaba—. Oficialmente llegaba a las seis de la mañana o iba a desayunar, asearme y
salir de nuevo. Y es que desde los ocho años el viernes antes de carnaval salía de mi casa con una bolsita de ropa para la casa de mi tía, la dueña del Tanganazo y regresaba el Miércoles de Ceniza con la misma bolsita sin usar, pues me colocaba ropa de carnaval solamente. Se que no es positivo pero era una realidad.
Cuando hablamos de sus sentimientos para las
dos expresiones nos decía: “La cumbia la bailas en
cualquier momento, sitio y hora, y hay disfrute al
máximo de tus sentidos, el vivir lo que te produce
la música dentro de ti”, en cambio las letanías las
consideraba más exigentes.
Aun cuando la letanía debe ser inmediatista, la noticia del ya, ahora, lo que está pasando, eso no quiere decir que no tenga que pensarse. Quienes escribimos letanías en el carnaval tenemos una preocupación y estamos pendientes de las cosas que pasan. A veces no desarrollamos los temas enseguida, luego vemos si persiste la situación, miramos su importancia en el mundo cotidiano y si vale la pena hacerle el trabajo. Eso lo hacemos todo el año.
Si le preguntábamos sobre los sentimientos encon-
trados de algunas personas sobre las letanías, ya que
a unos les parece vulgar, a otros picaresca, a otros
divertidas, él nos decía:
Así como hay discriminación e indiferencia por lo folclórico, las letanías han tenido una persecución, no han sido bien tratadas. Yo tengo mis creencia y teorías. Como eran repudiadas debieron ser clandestinas, y sin material investigativo no hay dónde recurrir para decir es esto y esto. La letanía tuvo que hacerse, luchar en un medio obligado, creció en cantinas y, lógico, inicialmente se refiere al lenguaje de la cantina que es más libre y relajado.
Hay quienes pretenden de la noche a la mañana hacer de la letanía un dechado de pulcritud y una corriente de verbos encantadores, pero eso no es
posible. Inclusive el mismo hecho de haber crecido dentro de la clandestinidad le ha dado una propie-dad que es el libertinaje, y ella es libertina porque es repudiada y eso no se le puede quitar. Lo que sí se puede hacer, y nosotros estamos en ese proceso en estos momentos, es acostumbrarnos a que hay diferentes auditorios, y como tal leer estas según aquellos. Hay letanías para cada clase y tema.
Afirmar que la letanía es esto… O sentar cátedras, hablar del régimen literario, de ella, de su confor-mación de manera dogmática es una falacia. Lo que sí vemos es que los versos no solo son sextetos, octavos, endecasílabos heroicos, realmente son los que se te ocurren, eso sí deben tener sentido común y tú los debes organizar bien. Está suce-diendo un fenómeno interesante: hoy en día los constructores de letanías recurrimos al clásico de la literatura como antes, lo que no sucede con la poesía; hoy la poesía es moderna, ya no tiene armo-nías, ni métrica, y el sentido hay que escudriñarlo y no se le encuentra.
Sabes, hay diferentes criterios sobre las letanías. Nosotros mismos quienes las construimos y somos directores tenemos conceptos diferentes. La letanía que hacemos en el carnaval no tienen una definición. Los interesados en esta expresión hicimos un foro y quedamos en solicitarle a la real Academia que adicionen en la palabra letanía una acepción con referencia a: “Expresión folclórica del Caribe colombiano”, con eso nos basta para darle una explicación o sentido y podemos aclarar sobre ella. Pero solo cuando haya una palabra dentro del diccionario que signifique y refiera a lo que hacemos podremos empezar nuestro proceso formal de existir.
Al preguntarle por su legado al carnaval, Wiston se
reía y honesta y sabiamente contestaba:
“Al carnaval ya uno no puede dejarle nada,
porque él es tan rico y a los ricos no les hace falta
nada. Solo recuerdos a las personas cercanas”.
W iston vivió como quiso vivir. Luis
Marriaga, cumbiambero de tradición
—Lucho, como él le decía—cuenta que
tenía aproximadamente siete años de edad cuando
lo conoció, pues era amigo de su hermano mayor
y ellos estaban metidos en la organización de las
famosas verbenas de Boston que se hacían entre
las calles 60 y 62 con la carrera 44. Lucho también
recuerda:
Wiston comenzó a bailar en la Cumbiamba Tanganazo de sus primos rivaldo en el Barrio Abajo y luego pasó a la del Cañonazo, entonces muchos coincidíamos con él donde hubiese eventos de carnaval. Luego, cuando se creó la unión de un gran grupo de personas partícipes del carnaval con los mismos ideales de defensa de los derechos de los artistas del carnaval, Wiston se convirtió para todos en el gran consejero por su liderazgo natural, trans-parencia, objetividad y juicio equilibrado.
Mente brillante,
consejero, buen
compañero, líder
natural, eximio
bailador e icono
del carnaval. Ese
fue nuestro amigo
Winston Valle (izq.).
Aquí rememoramos
momentos felices
vividos con él en la
Plaza de Bolívar de
Bogotá.
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somos
las Ánimasrojas de rebolo
Orlando Barrios
L as Ánimas rojas de rebolo se fundaron
el veinte de enero de 1930, sábado de
carnaval, en la calle 17 con carrera 22,
Calle Soledad con Callejón de Ceiba. Estaban José
dolores Gutiérrez, Isaac Morón, Juan Escorcia, Juan
de Las Salas y Enrique Lobelo, todos muchachos
de esa época, entre los dieciocho y veinte años,
albañiles y zapateros. Como se les había acabado el
ron, José dolores les dijo, vamos a sacar cualquier
disfraz. Isaac Morón le contestó: Yo sé de un disfraz
que es un capuchón negro con versos improvisados.
Consiguieron lápiz y cuaderno e hicieron como
veinte versos acompañados con la botella de ron
blanco. Entre estos había uno que decía:
Dicen las malas lenguas,
entre ellas las de mi tío,
en esta calle vive una vieja,
que tiene siete marío.
Ya con el libro terminado, Isaac Morón les
dijo a sus compañeros, como esto es un disfraz de
letanías, mañana domingo nos encontramos aquí a
las ocho de la mañana. Isaac Morón le dijo, hey, falta
el coro, José dolores le contestó, como esta vaina es
un rosario, el coro puede ser:
Pague este rosario con media botella de ron.
El coro lo mantuvieron 32 años, con los versos
de una sola rima y con el capuchón negro.
Para 1931 se integraron los señores Sabas
Cuestas, Eugenio García, Clemente Ibáñez, Salomón
Noriega y Catalino Gutiérrez. A medida que
pasaban los años se iban metiendo más integran-
tes a las Ánimas Negras: César Gutiérrez, Pablo
Ballesteros, Joaquín Pérez, Tomás Ahumada,
Alfonso Escalante, Tomás Villanueva, rafael
Villanueva, Francisco Gutiérrez, Pedro Ceras y otros
más.
Esa fue la primera generación de las Ánimas
Negras, hoy Ánimas rojas de rebolo, porque el
señor José dolores, como era demasiado liberal, con
la muerte de Jorge Eliécer Gaitán decidió sacarlas de
color rojo en los años cuarenta y nueve y cincuenta.
La mayoría de esos integrantes ya fallecieron,
menos dos: Alfonso Escalante y Tomás Ahumada. La
segunda generación continuó con Gustavo Pedraza,
Aldemar Conrado, Luis Noguera (fallecido), Hugo
Bolívar, daniel Villarreal, Gabriel ramírez, Mayo
Sierra (fallecido), Óscar Solano y Julio Noriega.
Esa fue con el capuchón azul y con el blanco, desde
1962 hasta 1964.
La tercera generación la comandó José Barrios
Mendoza (fallecido), con Teobaldo Barrios, Orlando
Barrios, César Viloria, Juan José Acosta, Juan Carlos
Arango, robinson Martínez (fallecido), Carlos
Arturo Gameros, Genebaldo Noriega, diógenes
Charriz, Pedro Herrera y Teobaldo rodríguez. Esa
fue hasta 1974. En ese año comencé yo como direc-
tor del grupo. Pero primero recorrí las calles de mi
linda Barranquilla como abanderado por espacio de
diez años.
La cuarta y quinta generación de las Ánimas
rojas de rebolo estuvieron comandadas por
Orlando Barrios Mendoza, con Jorge de La rosa,
Francisco Ybarra, Wilson racedo, Wilfran Ybarra,
rafael ribera, Alfredo Guette (fallecido), Wilson
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Bermejo, Teobaldo Barrios Mendoza y otros que
ya se han retirado y salieron con el capuchón rojo
como sucede hasta el presente. Somos Líderes de
la tradición por tener más de cincuenta años en el
Carnaval de Barranquilla.
Lo que más me gusta es que el público se
ría cuando estamos pregonando los versos en los
desfiles o en alguna residencia. A veces a noso-
tros nos da pena cuando pregonamos las letanías
vulgares. Quienes más piden las vulgares son las
mujeres y nosotros les decimos que son del ombligo
para abajo, y ellas nos dicen que no importa porque
estamos en carnaval.
A mi compañero Orlando Barrios
siempre le manifiesto mi admiración
Que dios le mantenga con nosotros
Pa’ que siga siendo líder de la tradición.
Cincuenta años en Carnaval
Con su letanía siempre presente
Comencé con diente de leche
y ahora ya uso puente.
Henry Barrios
Percances de un letanero
En 1977, más exactamente el martes de carna-
val, las letanías Ánimas rojas de rebolo vivimos
un momento amargo en el barrio Hipódromo de
Soledad. Estábamos pregonando en un billar a
donde nos habían llamado, y cuando terminamos de
rezar, un agente de la policía se me acercó con cara
de molestia y me pidió el permiso. de inmediato le
mostré la inscripción de carnaval que en esa época
la otorgaba la Corporación Autónoma del Carnaval.
Su incomodidad era porque habíamos tirado unos
versos plebe, es decir, colorados del ombligo para
abajo, y en el sitio había una niña oyendo todo ese
mondongo, que resultó ser hija del policía.
Ese fue el motivo por el cual nos metió presos
en el cuartelillo del barrio Hipódromo donde
duramos dos horas encanados, aunque tomando
ron. Apenas nos soltaron fuimos a rescatar el libro
de letanías que habíamos dejado encargado a una
vecina del cuartelillo. Eso fue otro problema que
tuvimos porque la vecina ya había desbaratado el
libro, se quedó con el fólder de pasta y regaló las
hojas coloradas. A la final recuperamos lo que era
nuestro, aunque solo en parte, porque eran diez
hojas y nada más nos entregaron ocho. Además, por
esa encanada perdimos dos sancochos tradicionales.
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SOMOSCALANCHO
Y SU ZAFARRANCHO
Henry Barrios
E n el año 2013, con la clara visión de mante-
ner la tradición oral, me desvinculé de las
Ánimas de Soledad y el 15 de agosto fundé
Calancho y su Zafarrancho. Participé por primera
vez en el encuentro de letanías que se lleva a cabo
los martes de carnaval y obtuve la más alta puntua-
ción y el Congo de Oro, máximo galardón, con lo
que me gané la admiración y el respeto de otros
grupos por mi particular picardía y el contenido de
mis versos, además de la parafernalia.
Actualmente soy el presidente de la Fundación
diles —directores de Letanías de Soledad— y en
compañía de mi amigo Willton Jiménez, diente
Perra, trabajamos todo el año en actividades para
aportarle a nuestro patrimonio inmaterial, el
Carnaval de Barranquilla.
Los integrantes que conforma Calancho y su
Zafarrancho son, de mayor a menor, Jairo Mendoza
el Nacho, Hugo Escorcia Comesaña, Manuel
Vásquez el Jicho, david Chapulín, y el primo de
david, el Fito. Yo, además del ser el fundador, soy el
director.
desde el mes de septiembre comenzamos a
hacer reuniones. de esta manera, cuando llega el
carnaval, salimos bien afilados y hacemos un buen
trabajo, que se ve plasmado en las risotadas que
brotan en cada palco donde llegamos y obviamente
en los ingresos que generan las ofrendas recibi-
das (dinero) por el público presente, repartidas
por partes iguales al terminar el día en la sede
del grupo, ubicada en la calle 31 n.º 24-32, barrio
Ferrocarril.
Cabe destacar que el
atuendo de mi grupo
fue inspirado, con
todo el respeto, en
los cardenales y el
papa. Fue elaborado
por la “querida
suegra mía”, Sonia
Salas Arroyo,
excelente modista-
sastre.
El famoso “Calancho”
Hoy lo quiero felicitar
Porque me ha tratado
Como muchacho
Y me dan ganas de llorar
Sigo con la inspiración
En el pregón de las letanías
Que me salen del corazón
Para “Calancho” y su picardía.
Con esa improvisación
Parece una metralleta
Cuando la lengua la suelta
A cualquiera le puede dar en la jeta.
Orlando Barrios
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SOMOS disfraces
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Somos disfraces
Hoy por hoy
diríamos que no
hay carnaval sin
Hugo Chávez, Joe
Arroyo, Cantinflas,
Barriga de Trapo,
Raúl Reyes, María
Moñitos, por
nombrar apenas
unos disfraces
individuales, o
sin El Mohicano
Dorado, la Diosa
y sus Guerreros,
Comando Especial,
Los Cabezones,
Los Descabezados,
Las Gigantonas,
El rey León
y las Negras
Bullangueras,
entre muchos más
en la categoría de
disfraces colectivos.
Esther Hernández Morón
E l disfraz es primordial, básico en el carna-
val. Sin disfraz este no es posible. Es el
elemento más importante, es lo que nos da
vida. Cuando nos lo ponemos, nos transformamos,
entramos en un trance a la manera como lo hacían
nuestros antepasados indígenas y afros con los
tambores que tocaban en sus ceremoniales.
En el mundo moderno el disfraz cumple esa
función: nos permite soñar, transformarnos, sentir-
nos otro, hacer lo que queremos. El disfraz nos hace
felices, olvidamos cualquier molestia que tengamos.
Si durante el año tuvimos un duelo o estamos con
algún problema, con el disfraz lo olvidamos. Uno no
lleva el disfraz, el disfraz lo lleva a uno.
Y cuando nosotros los artistas de carnaval
somos el disfraz irradiamos un no sé qué que lleva
a los espectadores a entrar en nuestro sueño. Debe
ser el goce, la alegría, el entusiasmo que los atrae.
Muchos hasta se meten en el espacio donde uno
está, se sacan fotos, se ríen, se burlan y bailan con
uno si llevamos música. Aun en la Vía 40 con los
palcos, con las vallas que intentan separarnos del
público, la gente se contagia, alza los brazos y se
mueve y baila, se pone de pie, muchos se ríen, se
la gozan también. Y en un carnaval como el de
Suroccidente, el de la 17 o el de la 84, donde no hay
palco ni vallas, la gente se mete a participar. Si pasa
una cumbia, la gente baila. Si pasa un fandango,
también. Si es una comparsa, el público te hace los
pasos de la comparsa. Si es un disfraz individual o
colectivo la gente se quiere tomar la foto con uno,
lo llaman, hasta carga uno a los pelaos para hacerle
la foto. En fin, el disfraz genera todo un estado de
ánimo que se irradia y logra que la gente se relaje y
se ponga a tono con ese momento.
En tiempos pasados, la gente se disfrazaba con
lo que tenía en su casa y salía así, sin más, pero eso
ya no se da tanto. La gente de pronto se disfraza
para ir a un baile, y entonces uno los ve en la calle,
pero eso que pasaba antes que la gente rebuscaba
en sus armarios y armaba como fuera un disfraz, ya
no se da. Hay sectores en donde se hacen eventos
especiales, como por ejemplo en La Magdalena; allí
el 1.° de enero que hacen la apertura del carnaval
se ve mucha gente con disfraz, se ponen su pollera
y salen a bailar. Lo que sí viene ocurriendo en los
últimos tiempos es que la gente usa muchos acceso-
rios alusivos al carnaval, aunque no podríamos decir
que es un disfraz.
También es verdad que el carnaval se ha masi-
ficado y hoy en día hay muchos eventos a los que la
gente va, antes los disfraces iban a la casa de uno,
ahora la gente va hacia donde están los disfraces,
hacia la Vía 40, hacia la 17, hacia Suroccidente.
Antes los grupos se desplazaban por las calles, pero
Barranquilla ha crecido, ya no es la ciudad chiquita
de otros tiempos.
Si hablamos de disfraces en el carnaval,
debemos decir que la organización en la actuali-
dad, para efecto de sus presentaciones y premios,
diferencia los disfraces individuales de los colectivos.
Muchos llevan años saliendo y grandes y chicos los
esperan.
GiSELLE MASSArD, DEL DiSfrAz CoLECTiVo DiSfrázATE CoMo qUiErAS
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SoyLa barriga de trapo
Atala Ochoa Torrenegra
¡Y qué decir de los periodistas y medios de
comunicación! En todo momento la Barriga de
Trapo era de su interés. En el recorrido del desfile
no tuve un momento de descanso porque el público
la reclamaba en escena. Terminó el desfile y qué
odisea, no hubo un vehículo para volver a mi casa,
nuevamente empecé a caminar acompañada de
las personas que se sumaban muy entusiastas al
disfraz. Pasan los años y el disfraz toma más fuerza y
simpatía.
El día que conocí a Barriga de TrapoEn un paseo con mi familia por las playas de
Cartagena, se acercaron dos jóvenes a ofrecernos
masajes y trencitas. Me quedé mirando detenida-
mente a una de ellas y al rato le dije, tú te pareces a
la Barriga de Trapo. Sonrió y me miró, al tiempo que
la compañera dijo, “si fuera ella le daría un puño”.
Le pregunté, “¿por qué le harías eso?”. Muy segura
contestó, “porque es boba, allá en Barranquilla hay
una mujé que está haciendo plata a costillas de ella,
le dije que la demandara y no quiso”. Pregunté, “¿y
quién es esa mujer?”. respondió jocosamente, “¡ay, la
Barriga de Trapo!”. Entonces le dije, “¿eres la verda-
dera Barriga de Trapo?, ¿eres Liliana?”, y de inmediato
le dije, “esa mujer no te ha hecho nada, ella solo saca
el disfraz para mofar esa idea maravillosa que tuviste
para retener a tu marido”. En el diálogo me narró con
detalles cómo había hecho semejante barriga sin que
la descubrieran, al final le conté que yo era esa mujer
que saca ese disfraz, ella se alegró, nos tomamos fotos
y me dijo que le averiguará por la periodista que le
había ofrecido una casa.
SoyLa barriga de trapo
U n buen día, sentada en la sala de mi casa
viendo televisión, me sorprendió mucho
lo que oí: “Noticia de última hora: mujer
embarazada de ocho hijos, ocho hijos de trapo”.
De inmediato me levanté y pensé, “aquí está mi
disfraz”. fui corriendo a mi cuarto, busqué una bata
de dormir, cogí dos almohadas y me las puse sobre
mi barriga. Caminé a buscar a mi mamá y al verme
comenzó a reírse y a reírse, luego exclamó: “Y
¿ahora tú qué? Eres la Barriga de Trapo”. “¡Ahí estás
tú pintada!”.
Les conté mi intención sobre el disfraz, les
gustó y me apoyaron. Comencé a buscar detalles:
pelucas, chaquiras, almohadas, vendas y todo lo
necesario para caracterizar bien al personaje.
Llegó el sábado de carnaval y todos los vecinos
estaban a la expectativa. Cuando me vieron forma-
ron una algarabía, me aplaudieron y entonces me
dije: “Atala, todo está bacano”. A la Vía 40 me tocó
ir caminando porque no cabía en ningún taxi. ¡Y qué
trayecto! Todas las personas se tomaban fotos con
mi disfraz y lo más curioso eran los señores posando
y agarrando con orgullo la barriga de trapo, algunos
decían: “¡Nojoda, así quisiera preñar a mi mujer!”.
Cuando llegué al cumbiódromo, qué sensación
tan inmensa, no podía creer cómo ovacionaban a
la Barriga de Trapo, y desde los palcos y andenes
muchos señores apuestos al lado de sus señoras
decían: “¡Ey, Barriga de Trapo, esos pelaos son míos,
me los cuidas”. Algunos lograban posar con rapidez
con ese machismo que sacaban para sentir suya esa
barriga. El recorrido fue espectacular. Niños, jóvenes
y adultos se alegraban con el nuevo disfraz.
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Carlos Sojo
L os barranquilleros de antaño se disfrazaban
“de cuanta vaina” para disfrutar las fiestas.
De allí surgió la idea de conformar una
comparsa que llevara ese nombre y fuera la oportu-
nidad de reunirnos unos cuantos compas a disfrutar.
De a poco fui convocando gente y reunimos cuaren-
ta personas disfrazadas “de cuanta vaina”. Pasado
el carnaval de 1996, cuya reina fue María Cecilia
Donado, tomé la decisión de sacarla al ruedo.
Congos, marimondas, arlequines, negritas
puloy, garabatos, son de negros han sido los disfra-
ces que usamos en las actividades y desfiles, con el
acompañamiento musical de orquestas, bandas y
amplificación grabada.
Durante muchos años concursamos por el
Congo y dejamos de hacerlo del 2008 al 2014. Por
nuestro grupo han pasado miles de gocetas de
Barranquilla, del resto del país y del exterior, que
han vivido y sentido la adrenalina carnavalera en su
máximo esplendor.
Por filosofía, en De Cuanta Vaina acogemos
con cariño a quienes pese a algunas limitaciones,
desean sentir la vivencia de gozar el carnaval.
Muchos han formado parte de nuestra agrupación
donde sienten que son uno más.
Nuestro grupo es de todos. Propios y extraños
pueden formar parte de él.
SOMOSDe cuanta
vaina
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El Soñador
Suenan los bre… y nos comienza la piquiña… Se
acerca el carnaval… cuenta regresiva. Ese senti-
miento de estirpe currambera nos va acercando,
buscamos nuestro grupo folclórico y con ello la
consabida pregunta: ¿cuándo empezamos ensayos?
El Soñador sintió una punzada de frustra-
ción: quería participar y rogó a Dios para que se le
cumpliera ese deseo. Por esos azares de la vida nos
encontramos y el sueño no parece tan lejano. Tal
como habíamos acordado, un día llegó a nuestro
ensayo con la camiseta verde que es la que usan las
marimondas. En De Cuanta Vaina lo recibimos como
uno más. Su rostro era todo felicidad.
Pero algo le incomodaba, hasta que un buen
día lo dijo. Nos confesó que no quería llevar la
careta, quería verlo todo; además, temía que el calor
lo agobiara. Los retos nos encantan, así que todos
nos fuimos a casa con la pensadera.
En el siguiente ensayo, ¡oh, sorpresa! Todas las
marimondas decidieron que era buena idea llevar
el rostro destapado. Además, valía la pena hacerle
el dos a este soñador. Entonces nos ingeniamos una
cachucha con los símbolos de las marimondas que
llevaríamos todos, incluído él, en el desfile anhelado
por tantos: Batalla de flores.
El día llegó. Eran las cuatro de la mañana del
sábado de carnaval. La ansiedad, como tantas veces,
como cada año, me dominaba. Soy el director y
quiero que todo salga a la perfección. Pensaba en El
Soñador, “seguramente está igual que yo”, me digo.
Llegé al despuntar el día a la Vía 40 a revisar la logís-
tica, a organizar todo. Poco a poco se fue armando
un rompecabezas hermoso y colorido.
Bajo un sol canicular nos encontramos, él, los
demás miembros del equipo, y yo. Pronto nos sumer-
gimos en la algarabía propia del predesfile: carrozas,
disfraces, grupos, sonido, música, sed. No veíamos
la hora de comenzar. Al fin nos dieron la orden
de salida y arrancó nuestro grupo. retumbaron
los primeros acordes musicales y la calzada se fue
llenando con los personajes de De Cuanta Vaina. Una
hermosa policromía invadió el asfalto: el rojo de las
Puloy, el verde de las marimondas, el amarillo de los
capuchones. El público respondía, bailaba y brincaba
a nuestro paso. Todo eran gestos de admiración,
sonrisas, aplausos, cámaras, flashes. Ellos y nosotros
vivimos una indescriptible gozadera. ¡Lo estamos
pasando bien!, nos decíamos. Trabajamos y ensaya-
mos mucho y la respuesta de los espectadores era
nuestra recompensa.
“Te olvidé”, “La guacherna” y demás melodías
propias del carnaval invadieron la Vía 40. Son notas
musicales que nos electrizan a todos. Sin saber a qué
hora, devoramos los 4700 metros de recorrido y no
sentimos el cansancio. Pasamos con tranquilidad la
zona de jurados. Nuestro grupo no bailó, ¡levitó!
Al terminar vino lo mejor: en el punto de
reunión donde nos dejaron los buses, una frase nos
caló en lo más profundo: “¡No hay nada que hacer,
quien lo vive es quien lo goza!”. quien la dijo no
bailó, estaba en su silla de ruedas en el tráiler
cumpliendo un sueño: estar en el carnaval.
Santiago, el Soñador, a su corta edad y antes de
que se lo llevara una enfermedad, nos ratificó lo que
nos lleva año tras año a estar allí: que en la vida es
mejor ser protagonista que espectador.
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Soy El Mohicano Dorado
Carlos Cervantes
M i disfraz es un homenaje a la leyenda
indígena de El Dorado, una alegoría a
la casta de valientes indígenas que por
la labor depredadora de los colonizadores quedó
reducida a la imaginación.
Dice la leyenda que el cacique del pueblo indí-
gena muisca del altiplano cundiboyacense, cubría
todo su cuerpo de oro y junto con varios sacerdo-
tes llevaban ofrendas a sus dioses en la laguna de
Guatavita, en medio de una ceremonia en la que
danzaban al son de la flauta, los tambores y los
caramillos.
No obstante, el nombre “mohicano” no
pertenece a la cultura indígena colombiana, lo
tomé de una película basada en la novela histórica
El último de los mohicanos, escrita en 1826 por James
fenimore Cooper. En ella se muestra una tribu de
algonquinos de los Estados Unidos, pertenecientes
al tronco de los iroqueses, que se tatuaban y ador-
naban con plumas. Sus armas eran las lanzas y la
tomahawk (hacha) que portaba el chingachgook (jefe
mohicano).
La historia de cómo inicié este personaje
fue así. Un Miércoles de Ceniza, hace ya 34 años,
descansando de la larga jornada de precarnava-
les y carnavales, me senté frente al televisor y me
capturó la serie de Televisa El último de los mohi-
canos. Después me dirigí al baño y en mi paso por
el comedor me di cuenta de que en la mesa había
una enciclopedia que estaba leyendo mi hermana
y me sorprendió mucho al ver el título y el dibujo
de lo que estaba allí plasmado: la Leyenda de El
Dorado. De inmediato se me iluminó la mente, se
me desorbitaron los ojos, había encontrado lo que
quería. Antes ya me había disfrazado de caníbal
africano, de Shaka zulú y de Kunta Kinte y, aunque
me habían traído triunfos, alegría, familiaridad y
compañerismo, deseaba un cambio. Decidí que
haría un disfraz que resultara de la combinación
de una cultura indígena norteamericana y una de
las nuestras. Adapté los personajes poniéndoles en
todo el cuerpo los colores dorado y plateado y agre-
gándole collares, escudo, lanzas y con una marcha
ritual. Como mohicano voy de dorado y los acom-
pañantes van plateados para darle más colorido y
emotividad al disfraz, así deleitamos el gusto visual
y brindamos alegría a los espectadores. Esto lo vivo
como la expresión profunda del corazón y el sentir
de mi disfraz.
Cuando ingresé al desfile por primera vez mi
disfraz fue la sensación. Camarógrafos, fotógrafos
y periodistas no me dejaban circular. El público fue
muy generoso con sus expresiones de admiración.
fue tanta la acogida, que clubes, hoteles y discotecas
me llamaban para contratos de animación en horas
locas, para matrimonios, cumpleaños y conven-
ciones en Cartagena, Medellín y Bogotá. A su vez
fui invitado especial a la Caminata Solidaridad por
Colombia y me he presentado en teatros como el
Amira de la rosa. Grandes fotógrafos de revistas me
han sacado en periódicos y en videos con cantantes
como Tito el Bambino, Baby rasch, Marala, Checo
Acosta, Pedro ramayá y álvaro ricardo.
Hoy en día me siento transportado a las alturas
en cuerpo y alma por haber logrado convertir el
mohicano, producto de un capricho, en un símbolo
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del carnaval. Tanto mi familia como yo nos sentimos
orgullosos por esta creación, que han heredado mis
hijos y nietos, quienes le siguen dando vida y logra-
rán mantenerlo después de que el Todopoderoso
me llame a rendirle cuentas.
Gracias, gracias a todos los que me han
apoyado.
Un disfraz que cada año se renuevaTodos los años a partir de noviembre empiezo a
meditar qué cosas nuevas puedo ponerle a nuestro
disfraz. Gracias a Dios en la actualidad cuento con
patrocinadores que año tras año me colaboran en
lo económico y recibo el auxilio que nos ofrece la
fundación Carnaval de Barranquilla.
Al principio yo mismo me costeaba, con la
prima de diciembre, todos los gastos de maquilla-
je, telas, refrigerios y transporte, ya que nunca he
acostumbrado a que mis integrantes tengan que
pagar cuotas o comprar su atuendo. Todo para ellos
es gratis.
Mis hijos Juan Carlos y Johana son los encar-
gados de hacer realidad todo lo concerniente a lo
nuevo que vamos a hacer en nuestros desfiles.
Nuestra preparaciónLos ensayos empiezan en diciembre. No tengo nece-
sidad de hacer convocatoria pues los que quieren
pertenecer a nuestro grupo espontáneamente se
presentan desde diciembre hasta inicio de carna-
vales. Son tantos, que tengo que hacer selección;
lógico que los antiguos tienen prioridad.
La transmisión de saberes y la preparación se
hace por grupos. Hoy en día tenemos los siguientes:
• Mohicano Dorado, la Diosa y sus Guerreros:
Somos 17 integrantes, entre ellos dos mujeres
adultas.
• El último Mohicano, la Leyenda Continúa:
Dirigido por mi hijo Juan Carlos, quien desfila
conmigo desde 1985 y actualmente lleva sobre
sí la responsabilidad de seguir con la tradición.
Está conformado también por 17 integrantes,
3 de ellos son mujeres jóvenes.
• Auténtico Semillerito, Mohicanitos Dorados:
Grupo infantil dirigido por mi hija Jobana
Patricia Cervantes M., conformado por 12
niños entre los 5 y los 15 años. El mohicano es
personificado por mi nieto Allan, quien parti-
cipa en el desfile desde 1992 cuando tenía tres
años; siempre me ha admirado, lo mismo que
a su tío. En este semillero se les enseña a los
niños el origen del disfraz, qué significa, qué
quiere expresar, quién lo creó y cuándo. Se han
presentado en Medellín, en varios municipios
del Atlántico y han participado en el Carnaval
de los Niños, la Batalla de flores y la Gran
Parada.
Los ensayos son periódicos y cortos. En ellos se
les enseña las formaciones militares guerreras,
la preparación de los atuendos (collares, lanza,
escudos, peinados, guayuco), cómo preparar el
maquillaje y cómo aplicárselo uno a otro. También
hacemos ensayos corporales de gesticulación y de
preparación de los pies descalzos. Nuestra práctica
de movimientos en el escenario del carnaval es muy
importante, pues todos los integrantes del grupo
son responsables de ejecutar con profesionalismo
todos los movimientos y gesticulaciones, siempre
con respeto hacia el público. El valor de ser artista
del carnaval es algo a lo que le damos mucha impor-
tancia en la formación.
Para que los padres de familia, los hijos, novios
o hermanos apoyen a los artistas durante su presen-
tación a lo largo de la Vía 40 y ante el jurado y el
público, hacemos reuniones con ellos. Así, además,
se sienten partícipes y están pendientes de lo que les
pueda faltar a sus allegados. También contamos con
un cuerpo logístico (enfermera, aguatero, costurera,
tesorera, encargado de los niños, familiares y
vecinos) con el que nos reunimos con anticipación,
asignamos responsabilidades, y debatimos qué está
bueno y qué está malo.
Mi mayor trofeoLos aplausos del público, las entrevistas, los diálogos
con artistas famosos y con modelos a los que les
causa curiosidad mi disfraz, los halagos del público
—principalmente de la población infantil—, son
mi mayor trofeo. Me siento muy feliz cuando los
padres de familia me llaman para que pose en una
foto con sus niños. También he recibido muchos
reconocimientos. Este año fui bendecido al ser
nombrado rey Momo 2015 y me siento muy orgu-
lloso. A la fecha llevo en mi haber 18 congos de oro,
premio otorgado a aquellos que logran ubicarse
entre los mejores por su imagen, por parafernalia,
por no salirse del contexto, por su responsabilidad y
entrega total al carnaval. También llevo varias placas
otorgadas por ocupar el segundo y tercer lugar, más
innumerables menciones honoríficas de la Alcaldía
y la Secretaría de Cultura, de colegios, y de grupos
folclóricos que han seguido nuestros pasos usando
maquillaje dorado como la diosa del Mohicano.
Infortunios en carnavalSon muchas las situaciones difíciles que vivimos
los artistas, momentos espinosos de los cuales
el público ni se da cuenta. recuerdo aquella vez,
un sábado de carnaval en la Vía 40, cuando tuve
que desfilar con ampollas. ocurrió así. frente a
la empresa Celanese, un carrotanque con ácido
sulfúrico tuvo un escape en una de las tuberías y lo
regó en el pavimento. Los bomberos lo lavaron, pero
quedaron residuos. Cuando pasé por ese lugar no
me percaté, sino hasta cuando uno de los bomberos
que se encontraba allí me llamó y me hizo lavar los
pies. Después sentí piquiña y se me fueron forman-
do ampollas; poco a poco fui reventándolas con una
nodriza y pese a esto así terminé el desfile y ocupé
el primer puesto.
Liseth Meza, hija de mi
prima Jomaira García
Cervantes y del cardiólogo
Hugo Meza, está radicada
en España con su esposo
canadiense a quien se
lo levantó en un desfile
de la Batalla de Flores
personificando a la
mohicana. A través del
lente de su cámara quedó
enamorado de ella.
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somosEl ceremonial de la muerte
E l ceremonial de la muerte fue un produc-
to del sincretismo mágico religioso que
se consolidó en Soledad en el siglo XiX,
cuando formábamos parte del Bolívar Grande. Se
llevaba a cabo todos los veinte de enero, día de san
Sebastián, uno de los patronos de Cartagena de
indias, preludio de Nuestra Señora de la Candelaria,
que se celebra todos los dos de febrero.
El ceremonial consistía en que los disfraces
alegóricos a la muerte a partir de ese día salían por
las noches a recorrer las oscuras y arenosas calles
de la ciudad, para asaltar el palacio de los presiden-
tes, que más tarde fue el palacio de la reina de los
carnavales.
Todo era un jolgorio colectivo en el que los
niños eran los que más se divertían. Las muertes
salían de los cuatro puntos cardinales de la ciudad
con sus respectivas garrochas, al son de flautas
de millos y tambores. Esa tradición duró hasta los
sesenta cuando desapareció ese patrimonio, que
solo se presentó en Soledad , Atlántico.
Actualmente volvió a florecer el ceremonial
de la muerte a partir de 1998, cuando junto con
Arnulfo del Valle, fruto de una investigación cultu-
ral, decidimos rescatar esa tradición. En esta nueva
etapa se contó con la actuación de una sola muerte,
con el acompañamiento de la danza reino Bestial de
Giovani osorio y el grupo de cumbia de Alejandro
Ganzabalo.
Se hizo la recuperación del ceremonial con un
recorrido corto por las calles de Soledad, en donde
la Muerte con su guadaña correteaba a los niños y a
los desprevenidos y se finalizó con el combate entre
esta y la reina de los carnavales. La reina vence a la
Muerte cuando grita, ¡qué viva el carnaval!
Hoy el ceremonial arranca con un desfile
multitudinario por las calles principales de la ciudad.
Más de cincuenta disfraces de Muerte y decenas de
danzas de garabato asaltan el palacio de la reina de
los carnavales, y culmina con un soberbio combate
entre la vida y la muerte en la Plaza de San Antonio
de Padua de Soledad.
somosEl ceremonial de la muerte
Fernando Ferrer
La muerte no es macabra, es un paso a la vida eterna.
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La Pilandera de mi PuebloVitalia Díaz Iglesias
M anuel Padilla Morales nació en
Sabanalarga el 28 de marzo de 1957
en el hogar de Pablo Padilla Hurtado y
Andrea Morales. A su mamá le gustaba disfrazarlo y
desde niño participó en comparsas. Ese entusiasmo
fue creciendo y a la edad de 11 años lo invitaron a
participar en una comedia de Candelaria Hurtado,
que lleva como título Ofelia la bailadora con la que se
dio a conocer.
Desde entonces empezó a darle vida a su
primer disfraz individual de mujer, con la colabo-
ración de su madre. La primera vez que salió de
su casa sintió pena, pero ese sabor que lleva en la
sangre le dio valor para la contienda; a cada lugar
que llegaba lo aplaudían y le daban dinero, lo cual
lo emocionaba cada vez más y opacaba cualquier
asomo de vergüenza que pudiera tener. Luego vinie-
ron otros disfraces: La Pilandera de Mi Pueblo, La
Cordobesa, La Pescadora, La Yegua Tradicional con
ruedas, entre otros. Cada disfraz lleva un mensaje y
todos los tiene muy presentes.
Uno de sus recuerdos más preciados es haber
participado en el reinado de la Ganadería en
Córdoba donde ocupó el primer puesto. Su vestido
fue elaborado con la trenza del sombrero vueltiao
y cuando salió a la tarima el apoyo del público fue
total. Aún hoy al hablar de ello su emoción se deja
sentir.
Y es que Manuel es un sentimental. recuerda
con mucha nostalgia que sus padres le contaban
historias de fiestas de carnaval de años pasados en
los que nadie se quedaba en casa y participaban
en diferentes danzas, que con el paso de los años
se fueron extinguiendo, tales como las iguanas, los
indios bravos y las ovejas. En su memoria y en su piel
quedaron grabadas desde ese entonces canciones
como La pollera colorá, El gallo giro y Te olvidé.
Con mucha gratitud recuerda a su primera
maquilladora, la señora rosa Gómez, y cada salida
suya con disfraz es un homenaje a Mercedes rivera,
quien diseñó y elaboró sus trajes, lo que lo ha hecho
merecedor de reconocimientos de la fundación
Carnaval de Barranquilla por participar con vestidos
bien diseñados, coloridos y con brillos despampa-
nantes. Con orgullo dice que ella fue su primera y
única novia. Con ella se casó. infortunadamente
murió hace unos años. El vacío es grande, pues
Mercedes siempre estaba pendiente de los tocados
y de los accesorios de cada vestido.
Los aplausos y el calor del público son su mejor
premio para continuar representando y aportando
a cada uno de los eventos en los que participa en
Barranquilla, Santo Tomás y Sabanalarga. También
se ha presentado aproximadamente en 28 eventos
departamentales, haciendo carnaval y mostrando su
gran amor a la cultura. Está inscrito en el Carnaval
de Barranquilla desde hace 18 años; allí ha ganado
varios congos de oro en la categoría de disfraz
individual. A su vez ha participado en comedias
y letanías con su tío Luis Padilla Hurtado y con
Guillermo Morales Cervantes.
Actualmente tiene una escuela de danzas,
trabaja con niños de entre 8 y 12 años. Es director
también de una comparsa que lleva por nombre
“Los Potros Locos”, conformada por pequeños
cuyo vestuario es parecido al del congo (pero con
diferentes colores), quienes llevan un caballito de
madera con cabeza movible y silla de colores, e
interpretan una hermosa coreografía al ritmo de la
canción “Se encogió mi caballito”. Una de sus metas
es organizar una comparsa con niños especiales y
que llevaría por nombre: “Signos del Mundo”, en
la que cada uno portaría una insignia de un país
distinto. otra meta casi por culminar es publicar sus
poemas.
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Amigos de disfraces, ¡gracias!Carlos Cervantes
Carlos Castro es CantinflasLo admiro como persona, como amigo y como artista.
Forjador de la tradición cantinflesca, actor y panadero de
profesión.
Jairo Meza es Joe ArroyoJairo Meza es un técnico en refrigeración que los fines de
semana y en carnaval se dedica a imitar a su ídolo musical,
el Joe Arroyo. Lo hace desde 1987 cuando unos familiares
de Estados Unidos vinieron de visita y les cantó la canción
“Echao pa’ lante”. Un primo que era el agasajado le dijo
que lo hacía muy bien, y que debía tomar con seriedad esa
mamadera de gallo. En dos ocasiones ha sido ganador del
Congo de Oro.
En el barrio Ciudadela 20 de Julio lo reconocen como
el Joe, con quien tuvo la fortuna de encontrarse el 16 de
noviembre de 2006 en el último concierto de Shakira en
Barranquilla. En ese tiempo trabajaba en el máster de
iluminación del estadio y aprovechó para acercársele a
saludarlo. De paso le pidió que le regalara unos trajes y él
le dijo que contara con ellos, palabras que cumplió más
adelante y hoy en día a mucho honor usa sus prendas.
Ana Carmela Barrios es Celia CruzLa popular Celia Cruz, bailarina, fonomímica, recochera,
compañera inseparable de todos los que pertenecen al clan
de los disfraces. Al lado de ella no hay momento triste.
Todos la queremos.
Libardo Luna es Mario BarakusPersonaje muy
solicitado y
compañero
de muchas
presentaciones en
Medellín, Bogotá,
Pereira y en fiestas
y aniversarios. Es
servicial y presto
a ayudar en todo
lo referente al
carnaval. Aquí
acompañado
del famoso Jonh
Hannibal Smith.
Eduardo Aldana Rada es Popeye el Marino En época de Carnaval suele vérsele con su disfraz
vendiendo Bon Ice en el Paseo Bolívar, por los lados de la
Plaza de la Paz y cerca a la casa de la Casa del Carnaval.
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Víctor Cantillo es Dios AfricanoCreador de los disfraces colectivos Dios Africano y Gorila
de Fantasía. Obtuvo varios congos de oro. Otro personaje
más que se gana el cariño del público con sus lindos
atuendos.
Serio, muy ordenado y celoso con sus disfraces. He
compartido mucho con él en presentaciones y es muy
estricto con el horario, el maquillaje y la puesta en escena.
Luis Carlos Estrada
Mogollón es Indio
PielrojaExcelente disfraz. Me
siento orgulloso de haber
compartido con él varias
presentaciones. Vistoso,
bastante colorido. La
seriedad que le impone a
su caracterización le valen
ser llamado artista del
carnaval. Con él discutimos
ideas nuevas para los
disfraces, nos enfocamos
principalmente en el
maquillaje.
Euclides Ahumada Villarrea, la Negra SoledadEstilista, decorador, maquillador. Artista completo,
entregado a su disfraz con responsabilidad y
profesionalismo. Hombre católico, aguerrido y excelente
compañero perteneció al Esplendor del Carnaval. Fue
reconocido a escala nacional, participó en la Caminata
Solidaridad por Colombia y en el Festival de Verano.
Euclides, dejaste un gran vacío en el carnaval, amigo.
Te extraño mucho.
Armando Ibáñez es Raúl Reyes Edgar Estrada es Mono Jojoy
Emil Castellanos (q. e. p. d.)
era María MoñitosCompañero, sé que desde los
cielos te diviertes y nos envías
energía positiva. Te recuerdo
permanentemente. Me sentía
completamente orgulloso de hacer
el recorrido en los desfiles al lado
tuyo. Tu amigo, Mohicano.
Hoy Iván Varela, con un enorme
parecido a Emil Castellanos, le da
vida nuevamente al personaje.
Juan Ruiz es Hugo Chávez
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Manuel Rodríguez, es El DecapitadoGanador de varios congos. Llama mucho la atención
porque la gente mira y mira para ver cómo es el cuento de
la cabeza en el azafate.
Los descabezados, director Wilfrido EscociaIsmael Escorcia fue el creador en 1954 del disfraz del
descabezado, como recuerdo del tiempo de los chulavitas,
cuando decapitaban a los opositores de uno de los partidos
políticos, y llegaban los cuerpos flotando por el Canal del
Dique.
Siguen la tradición el hijo de Ismael, Wilfrido Escorcia
Salas y su nieto Wilfridito Escorcia, rey Momo 2008.
Los CabezonesLos primeros
cabezones fueron
patrocinados por
Cafetería Almendra
Tropical. Hoy en día
hay muchos porque
se hicieron iconos
del carnaval; si no
están ellos se ve
un vacío porque la
ciudadanía ya los
tiene en mente.
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Fantasía Cabaret de Gabriel MarzánGanador de muchos congos. Ha viajado llevando nuestra
cultura caribeña a casi todo el país.
Edith Caro Martínez es La FruteraSeñora muy alegre, incansable en sus presentaciones, no se sienta, en
todo momento baila con alegría y entusiasmo. Su presencia le da un
toque especial al carnaval. Edith también ha personificado a Esthercita
Forero.
Miguel Fernando Herrera es Cara SucitaJunto con su padre José Fernando Herrera –Carasucia– han sido
ganadores de varios congos. Ahora los acompaña el pequeño Ángel
Gabriel Herrera. En el día a día Miguel Fernando es vendedor de libros
didácticos.
Mario Tarud es @papaquilleroEstando en el Salón Burrero de su sobrina
Daniela Cepeda Tarud, la Reina del Carnaval del
Bicentenario, una persona se le acercó le dijo
tres veces la palabra Francisco. Él y quienes le
acompañaban no entendían qué quería decirle,
hasta que dijo: Sí, tú, te pareces al Papa Francisco.
Todos se voltearon y consintieron con la mirada y la
expresión: Ñerda, sí, es igualito. Desde su primera
aparición en el Carnaval fue aclamado y ahora
esperado por el público.
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Negra Bullanguera Alejandro Arrieta es su
director. En compañía del
difunto Euclides Ahumada,
es decir la Negra Soledad,
fueron los fundadores de
Las Negras Bullangueras.
Lo de ellos es la elegancia
en el vestuario, cada año
buscan sobresalir con él
y en la decoración de la
ponchera.
Las Negras BollongasDisfraz colectivo dirigido por William Rafael
Fernández Solano. Muy representativo en
el carnaval, año tras año sientan buenos
precedentes. Las caracteriza la coquetería y la
alegría.
Las Negritas del Swing
o Negras GanzúasSudirector es Luis Miguel Freyle. Usan
máscaras que ocutan su identidad a la manera
como hace años ocurría con las Negritas Puloy.
Con su coquetería seducen al público.
En homenaje a las mujeres palenqueras
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SOMOS ARTESANOS
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César Martínez
Liliana Lara
José Llanos
Rafael Morales
¡C arnaval sin máscaras no es carnaval!
Y no lo es porque sin ellas deja de
estar presente el elemento juguetón
de ser y no ser: del anonimato, de pasar frente a los
conocidos sin que estos sepan de quién se trata, de
ver sin ser visto, de preservar la intimidad en medio
de miles de personas que aplauden y disfrutan de
la fiesta y, a la vez, de ser otro por unas horas, lo
que cada quien quiera, de ponerse otra piel y actuar
distinto, de salirse de lo cotidiano y de las normas
sociales y dar rienda suelta a la creatividad, a la
burla y a la alegría protegido por la máscara.
Ponerme una máscara es cambiar por un
momento mi personalidad.
Maricarmen Morales
La máscara, propia de muchas culturas, tiene en
el Carnaval de Barranquilla un espacio donde se
mezclan aquellas de los pueblos aborígenes de
América con las que trajeron los africanos y los
europeos, lo que ha derivado en una rica tradición.
Para la máscara, el carnaval es su escenario predilec-
to, llegó a él y se posesionó.
La máscara es la esencia del Carnaval de
Barranquilla, es la mejor representación y
es ancestro de las danzas y de los disfraces.
Baltazar Sosa
Somos
máscarasEs el elemento indispensable, es la identidad
de un disfraz o de una danza. Sin las
máscaras se pierde la esencia del
carnaval, es un elemento
imprescindible del disfraz o
de la danza que lo identifica
el público.
Gastón Polo
Para el carnaval, hábiles artesanos,
muchos de ellos autodidactas,
recurren a una gran variedad
de materiales que transforman
con ingenio y creatividad en sus
talleres para dar vida a múltiples personajes:
toritos, pájaros, monos, caimanes y lo que la
imaginación requiera.
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Con las máscaras mantenemos una tradición culturalLuisa María Pertuz
Mis máscaras hablan de GalapaJosé Llanos
L a máscara ha venido a tomar auge hace poquito, anteriormente pasaba
el carnaval y ya, se guardaban para el año entrante, pero hoy no, la
máscara ha ocupado un lugar especial en distintos escenarios, en otras
festividades, en fiestas particulares y como objeto de decoración en casas, ofici-
nas, centros comerciales, hoteles.
Nuestro taller es familiar, y cuando llegan grandes pedidos acudimos a
personas de nuestro municipio que conocen el arte para que ayuden a empape-
lar, dar base, dar lija. Aquí han aprendido porque yo les he enseñado; y algunos
llegan aquí y aprenden viendo, de la misma manera como aprendí yo en los
tiempos aquellos de cuando veía a los artesanos.
Me financio con un aporte de la Alcaldía de Galapa; la Junta del Carnaval
da una ayuda también, pero no es suficiente. Yo invierto bastante dinero y
dedicación en mis máscaras. Las renuevo constantemente. Siento pasión por mi
oficio y me gusta hacerlo bien. Aparte, sé que mis máscaras hablan de Galapa,
municipio cuna de muchas manifestaciones folclóricas y siempre aporto a que su
nombre quede muy en alto.
M i nombre es Luisa
María Pertuz y
tengo diecisiete
años. Soy hija del artesano de
Galapa Luis Alberto Pertuz. Él tiene
veintiocho años de experiencia. Aprendió
viendo a mi abuelo, Miguel Pertuz. Mi abuelo
ya no vive, yo no alcancé a conocerlo, pero fue
una persona muy creativa; en su finca, empezaba
a tallar figuras y formas con los trozos de madera
que caían. Todos sus hijos veían su creatividad y la
tomaron como inspiración, tanto así que la mayoría
de mis tíos se dedican a esta labor.
Mi padre aprendió solo. Él veía a mi abuelo
tallar y se iba a lo profundo de la finca y con la
madera empezaba a tallar de forma empírica. De esa
misma manera lo aprendí yo, aunque mi mamá, que
es diseñadora de modas y hace bocetos y dibujos,
dice que eso va en la sangre. Mi abuelo lo hacía con
machetillas y pintaba con extractos vegetales. Antes
de 2000 las máscaras eran robustas y no tenían la
simetría que tienen ahora ni los colores tan vivos.
Al comienzo mi padre trabajaba con mi tío
Manuel El Toro Miura en una empresa que él creó,
pero después mi papá ya había afianzado las técni-
cas y decidió fundar su propio taller. Comenzó en un
patio, donde recibía a estudiantes del Francisco de
Paula que quedaban en el aire y sin nada que hacer,
para que tuvieran algo en qué ocupar su tiempo.
Los trabajadores antiguos saben cómo hacer
todo el proceso (tallar, lijar y pintar) en cambio a los
de ahora se les enseña secciones específicas. Desde
que el taller empezó, cuando yo tenía tres años,
me iba allá y cogía las máscaras para
lijarlas o pintarlas. Siempre he sido muy
exigente conmigo misma y me propongo
hacer varias cosas a la vez para probar
que puedo dar mucho más.
Ahora voy a estudiar Comunicación
Social en la Autónoma del Caribe y también
Administración de Empresas para ayudar a mi papá,
aunque él me dice que no quiere que estudie algo
por él sino por mí misma, pero yo siempre me
he sentido motivada a ayudarlo. En mi familia no
vemos la artesanía solamente como una manera de
enriquecernos, sino como una forma de mantener
la tradición cultural de Barranquilla y sobre todo
de Galapa. Nuestra tradición artesanal viene de
los mokaná, que se asentaban acá en Galapa en
tiempos de sequía porque es una tierra muy fértil y
llena de pozos naturales de agua.
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I mpresionantes, monumentales, llenas de fanta-
sía, así son las carrozas que desfilan todos los
años en el Carnaval de Barranquilla. Todos los
años los diseñadores damos rienda suelta a nuestra
creatividad y manos expertas (talladores, pintores,
carpinteros, empapeladores, entre otros) concretan
esos sueños, a veces a partir de un plano, a veces
simplemente a partir de la idea. Muchos hemos
aprendido mirando a los maestros trabajar, pero
cada vez más los jóvenes se profesionalizan en
escuelas de diseño y de artes y trabajan ya no solo
en esta época, sino durante todo el año en diversos
lugares del país.
Yo soy de los que escolto mis carrozasLas carrozas vienen de los princesados, de las
monarquías. Como nuestro carnaval tiene una reina
y tiene un rey Momo, pues se empezaron a coger
carros y a ponerle flores, a decorarlos. Desde ese
mismo momento ya se crea el tema de carrozas. De
ahí en adelante empieza un proceso de evolución
desde la carroza que era solamente un carro con
sus cuatro llantas y fue evolucionando hasta lo que
hoy por hoy son: plataformas de cuatro ruedas con
chasis de madera, mucho más grandes, con mayores
complejidades, jaladas por montacargas también
decorados de acuerdo con el diseño. Hasta hace
unos cinco o seis años se trabajaban carrozas de tres
y cuatro metros de alto, ya hoy estamos haciendo de
hasta siete u ocho metros por cinco, por nueve, por
diez de fondo.
A nosotros nos contrata Carnaval S. A. Ellos
tienen un equipo creativo que diseña las carrozas.
Somos
carrozas
Yo ahora no participo en eso. Cuando ingresé lo
hice por convocatoria; como artistas participába-
mos con alguna de nuestras obras o con alguna
pintura y decíamos “esta puede ser una propuesta
para una carroza” y ellos seleccionaban de acuerdo
con el eje temático. Ahora el departamento de
Diseño Creativo me entrega un diseño, a veces nos
entregan planos, a veces no. Muchos con nuestra
experiencia, incluso sin planos sino sobre la misma
figura, comenzamos a buscar y a crear las dimensio-
nes, la configuración y el volumen.
Rubiel Badillo
Hasta hace unos
cinco o seis años se
trabajaban carrozas
de tres y cuatro
metros de alto,
ya hoy estamos
haciendo de hasta
siete u ocho metros
por cinco, por
nueve, por diez de
fondo.
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En una carroza trabajamos varias personas: el
carpintero, un herrero, empapeladores y talladores.
Yo tallo la mayoría de las piezas y del mismo equipo
el que es carpintero y herrero o empapelador a
mí me sirve de asistente, porque yo tallo algo, lo
pulo con el cepillo de alambre y después le digo,
líjalo y hazle este corte y así voy delegando cosas.
Trabajamos por equipos. Cada equipo tiene una
sección y ellos van repartiendo sus funciones. Pero
en mi caso yo funciono prácticamente con todo,
yo soy el que doy la idea de la madera, o las figuras
son estas, todas las especializaciones, pero funciona
así, el carpintero, el herrero, el empapelador, los
talladores y ya después los pintores. Pero también
tengo que ser muy disciplinado, muy organizado
tanto en las compras y los materiales, como en su
uso. Y evolucionar. Ahora, por ejemplo, se está
buscando sustitutos para el icopor por ser este muy
contaminante.
Yo trabajo con una connotación mucho más
empresarial, estoy haciendo escuela y estoy hacien-
do empresa. Aquí somos cinco contratistas. Cada
uno en su profesión. Hay unos que son arquitectos,
los otros son herreros, los otros dibujantes… Trabajo
carrozas todo el año o hago producciones, puede
ser de carrozas, de escenografías o de eventos
culturales, en fin. Yo formo a mis empleados como
artistas integrales, porque ellos están en esto
porque les gusta, les gusta el arte, tienen alguna
noción de empapelar, de pintar, de las figuras del
carnaval, entonces son inquietos en el arte, dicen,
yo quiero aprender a tallar o a pintar, o a empapelar.
Hay quienes son expertos empapeladores que no
saben pintar, o quienes pintan que no son expertos
empapeladores. Cada uno se va especializando en
un campo, pero me interesa que sepan de todo.
Yo soy de los que escolto mis carrozas. Así
como las carrozas salen caminando todo el desfile,
yo desfilo con ellas. Salen a la Vía 40 separadas, de
manera que yo acompaño la primera y me devuelvo
para ir analizando y viendo cómo se comporta cada
una de ellas. Y más porque en cada una normalmen-
te monto a dos o tres de mis operarios porque hay
que generar los movimientos y son ellos los que los
van haciendo. Es una forma de desestresarnos y de
sacar todo ese cansancio, toda esa energía, de sentir
esa satisfacción y decir, esto lo hice yo, y sentirse
feliz, inclusive con el personaje que pueda estar
encima de la carroza, con la gaseosa, con la cerveza,
en fin, ya es un disfrute.
Amo mi trabajo y siento profunda tristeza
cuando dejo ir una carroza, ahí es el final de mi
Y
o formo a mis empleados como arti
stas i
nteg
rale
s
Cada uno se va
especializando en
un campo, pero me
interesa que sepan
de todo.
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Un buen carrocero es un visionario Orlando Pertuz
labor. Pero sobre todo se siente tristeza por cómo
terminan. Me pregunto por qué no poder ofrecerle
todo este trabajo posteriormente a la comunidad,
independiente del desfile en el que hayan estado
las carrozas. He sido una de las personas que he
planteado este problema. A veces las dejan estacio-
nadas en la parte baja de donde termina el desfile,
y cuando la turba de gente viene bajando empieza
a deteriorarlas, le pegan patadas, las desmantelan
y cuando vienen a ver, no hay carroza, están deshe-
chas totalmente. Yo he puesto en el ojo del huracán
esa preocupación. ¿Por qué no se genera un dispo-
sitivo de seguridad para que las carrozas también
se puedan guardar, o resguardar? Dios permita que
muy pronto la cosa cambie.
Soy dibujante. Comencé decorando vitrinas de
almacén y dibujando, haciendo cuadros, después
me pasé a decoración de carrozas. Tengo veintio-
cho años en esto. He elaborado para Solidaridad
por Colombia; en Cali haciendo carrozas de noche,
con luces; en Manizales, en Pereira, en Armenia, en
Cartagena, en Medellín de silletero, mejor dicho, yo
trajino por todo el país.
La creatividad de uno nunca se cansa ni se
agota. Antes yo hacía la carroza y dejaba las energías
ahí; cuando se iba, perdía la ilusión, pero ahora que
estoy más viejo no dejo que se me vaya la nostalgia.
Los más jóvenes sienten que se les va un pedazo de
ellos y se llenan de nostalgia.
Un buen carrocero es un visionario. Le mues-
tran una idea y el tipo, si le gusta, ya la ve terminada,
el color, la estructura. Pero hay que quererla para
hacerla bien y para que guste. Es como hacer una
comida, si a usted le gusta esa comida, a todo el
mundo le va a gustar. Usted la hizo con cariño, con
amor. Yo he rechazado bocetos, una vez me negué
a hacer la carroza de una de reina porque no me
gustaba a pesar de que el papá dijo que yo la tenía
que construir y que era él el que dirigía el trabajo.
El arte siempre deja una huella. Nosotros debe-
ríamos tener talleres para transmitirle a las nuevas
generaciones los conocimientos producto de la
experiencia. De esa manera se enriquecería este arte.
Cuando yo veo a los niños en el carnaval, pienso,
ese es el futuro. Si el niño está alegre y los papás lo
disfrazan, ¿cuándo muere el carnaval? Jamás.
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Somostrajes y
bisuteríaD
iSEñ
o D
E JU
LiE
DE
Do
NA
Do
P arte esencial de las danzas, las comparsas,
las letanías, las comedias y los disfraces
es el traje y los adornos. Y es ahí donde
costureros y artesanos del vestuario desempeñan
un papel fundamental no solo para que quienes lo
llevan luzcan lo mejor posible, sino para que tengan
facilidad en sus movimientos, para que tocados y
adornos no incomoden y resistan el trajín a que
están expuestos. Ellos están presentes todo el
tiempo: desde cuando eligen las telas, los canutillos,
las lentejuelas y otros adornos, hasta momentos
antes de la presentación cuando hacen a toda prisa
ajustes para que todo esté perfecto. Detrás de cada
artista del carnaval hay otro artista que permanece
en el anonimato y sin el cual el carnaval no sería
carnaval.
DiSEño DE JULiE DE DoNADo
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401
A mí nadie me enseñó a coser, yo
aprendí mirandoEdilsa Berdugo
S oy de Pailitas, un pueblo en el
Cesar. Desde que me acuerdo
venía a Barranquilla a ver
el carnaval, desde siempre lo llevo
conmigo. Me venía temprano a coger
puesto en los bordillos, porque no exis-
tían los palcos ni las sillas. Traía a mi hija
que era pequeña, yo estaba soltera, me venía
sola con ella.
Antes de trabajar en los disfraces del carnaval
era ama de casa. Todo empezó cuando mi hija se
metió al grupo del Cipote Garabato y después mi
sobrino. A él le hice la capa y desde ahí la gente
empezó a ver mi trabajo y me encargaban más
capas. A mi hija con el tiempo se le fue desgastan-
do el vestido, entonces empecé a hacerle todos los
adornos que se caían y la gente comenzó a ver que
también era buena en ese trabajo. Llevo diez años
en esto. Hago las marimondas, los moncucos, las
negritas Puloy, y el toro que no puede faltar. A mí
nadie me enseñó a coser, yo aprendí mirando. Los
vestidos los hago uno a uno con mucha paciencia,
escojo cada pieza, las mostacillas, las lentejuelas y
todos los adornos. A veces coso hasta las dos de
la mañana. Cuando son cosas grandes, encargos
grandes, necesito más tiempo porque son trabajos
que llevan mucho.
Soy mala dibujante, entonces los moldes los
busco en internet o los saco de revistas donde
ya están hechos y parto de ahí, pero el centro de
la capa cada quien lo pide a su manera; es una
representación de la personalidad de cada uno.
Los apliques los hago yo, todos, pero la confección
no, yo no soy modista, espero serlo algún día. No
trabajo con nadie porque me gusta que todo quede
perfecto, a mi manera, y hay gente que viene y
va… unos años venden otros no y yo no soy así. Yo
estoy acá siempre, vivo por el Cipote Garabato; no
importa si me tengo que quedar hasta las dos de la
mañana. Como es con tanto cariño no me canso, el
descanso vendrá después.
A veces siento que mi trabajo no está bien
remunerado, es decir, tengo precios más altos de
los comunes pero es porque compro materiales de
mejor calidad porque me gusta mi trabajo, me gusta
que quede bonito. Para que algo quede de mejor
calidad hay que comprar buenos materiales, es que
no vale la pena comprar lentejuelas que se pelan a la
primera pasada. Los encargos me los hacen cuando
voy a los ensayos, llevo mi cajita con todo lo que he
hecho en el año y la gente va diciendo, “hágame uno
como este, pero más grande o más pequeño”.
En mi familia esto es tradiciónMerlys Berena Gutiérrez
S oy de Magangué, ahí estudié toda la prima-
ria y el bachillerato. Hice diseño de modas
en la Universidad Autónoma del Caribe, y
me iba muy bien porque en mi familia eso es tradi-
ción. Mi mamá y algunas de mis tías cosían y me
habían enseñado. Aunque cuando llegué a la univer-
sidad, yo decía que no sabía para que me volvieran
a explicar. Luego era de las mejores, ayudaba a las
profesoras a enseñar a las otras estudiantes.
Después de terminar mis estudios, mis
sobrinas se metieron a bailar en el grupo de Álvaro
Bustillo y mandaron a hacer conmigo sus vesti-
dos. Le hice uno de garabato a mi sobrina y todo
el mundo quería ese vestido. Así fue como me
hice conocer y desde entonces le confecciono a
Álvaro, ya llevo como cinco años con él. Para que
los vestidos queden bien hay que ponerles muchas
arandelas, para que se vea bien esponjoso. Yo prefie-
ro comprar las telas porque sé cuáles son buenas;
las compro en un almacén que se llama El Encanto,
ahí venden de todo. Mi sello es mi acabado, mis
vestidos no se van a descoser o romper, son seguros.
También mi puntualidad, que la aprendí porque la
vida me lo puso; yo tenía diecinueve años cuando
me vine a vivir acá y me tocó ser responsable de mí
misma.
Cada vez que entra un nuevo miembro al
grupo, ya sea hombre o mujer, yo le confecciono
su vestido. A veces mi mamá me ayuda cuando no
tengo mucho tiempo. Ambas somos felices cosien-
do y cuando no podemos coser nos da una tristeza
enorme, es una vocación más que una profesión.
Yo también les hago ropa a mis hijos, sobre
todo a mi niña. Cuando estamos en época de carna-
val, en enero, empiezo desde las siete de la mañana
y a veces me toca quedarme hasta las dos o tres de
la mañana. Mi compañero me apoya en mi trabajo,
me dice que si eso me hace feliz, que lo haga.
Quisiera poder
hacer un vestido
de plumas, como
esos de fantasía que
a veces veo en el
carnaval. También
sueño con tener mi
propio taller, donde
trabajen muchas
personas y yo les
pueda decir cómo
es lo que tienen que
hacer y yo no tener
que coser.
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SOMOS joselitoCARNAVAL
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405
Carlos Sojo
D icen que Joselito existió, que se llamaba
José Nicolás Barros Ariza, que era un
auriga, un conductor del tranvía de
mulas de la ciudad, algo así como lo que
es hoy un chofer de Transmetro.
Dicen también que era alegre, bonachón, que
no se perdía fiesta ni verbena ni desfile y siempre iba
acompañado de su botella de ron. Pedía vacaciones
desde el lunes antes de carnaval hasta el primer
viernes de cuaresma.
Dicen que en alguna ocasión Joselito no
regresó a la casa. Lo encontraron un martes de
carnaval tirado en la calle, abrazado a su botella. Lo
intentaron reanimar, le administraron los primeros
auxilios, pero nada. ¡Joselito estaba muerto!
Su viuda y sus amigos, estaban muy tristes,
aparecieron las sucursales con los hijos extrama-
trimoniales, y entre todos organizaron el velorio
y llevaron el cortejo fúnebre por las calles de
Barranquilla con evidentes muestras de dolor. La
viuda lloraba a lágrima viva, se lamentaba, gritaba,
hasta cuando Joselito despertó. ¡No estaba muerto,
estaba de parranda!
Desde entonces la muerte de Joselito cada
año simboliza el terminar del carnaval, de su frenesí,
y mediante este ritual cómico y teatral los barran-
quilleros muestran su dolor por un jolgorio que
termina y la alegría de saber que una nueva carnes-
tolenda resucitará en poco menos de un año.
Joselito simboliza ese gozón que tiene el
barranquillero, ese reaparecer anualmente para
adentrarse en el maremágnum festivo. El sepelio
de Joselito es el entierro de la fiesta más que el del
personaje, es el fin del exorcismo a la tristeza, a la
rutina, a esa libertad que se da a partir del bando
cuando comienza la rumba, y que termina cuando
Joselito, el carnaval, baja a la tumba.
Olé la Joselito el Borrachón,
olé la Joselito está borracho.
La muerte de
Joselito simboliza el
final del carnaval,
de su frenesí.
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ciudad carnaval SOMOS
patrimonio
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409
S omos patrimonio, ¡eso lo sabemos!
Nuestra alma tiene el sello del Carnaval de
Barranquilla, patrimonio de la humanidad,
y así como nos sentimos orgullosos de ser artistas
y gestores de esta manifestación cultural recono-
cida en el mundo entero por su riqueza, asumimos
hasta los tuétanos la responsabilidad de ser sus
salvaguardas.
Cada una de nuestras actuaciones los 365
días del año dan fe de ello. Ha sido claro en
este libro que para los artistas del carnaval, esta
responsabilidad no se limita a los días estable-
cidos para las fiestas carnestolendas. A lo largo
del año, los autores de este libro y miles de otros
artistas, trabajamos indagando más y más sobre el
origen de nuestras expresiones, ideamos nuevas
coreografías, diseñamos vestuarios, preparamos
nuestros cuerpos, cualificamos cada uno de nues-
tros movimientos, gestionamos recursos y quizás
lo más importante: dedicamos incansables horas a
formar a las nuevas generaciones que garantizarán
la pervivencia del Carnaval de Barranquilla.
Así, en nuestras sedes y escuelas, seguimos
dando vida y revitalizado nuestro patrimonio
acogiendo a niñas, niños y jóvenes que crecen
amando nuestras manifestaciones y respetando
a las generaciones que nos precedieron y nos
dejaron como legado de identidad y de gozo
danzas, comparsas, letanías, disfraces, música,
máscaras, trajes y artesanías.
La riqueza de nuestro carnaval es inconmen-
surable. Basta fijar la mirada en alguno de esos
chiquitines que en días de carnaval se toman las
calles de Barranquilla y cuyos corazones palpitan
más que el de nosotros sus maestros, para darnos
cuenta de que esta fiesta estará presente en
nuestra ciudad y para el mundo durante muchísi-
mos años más.
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El Carnaval de los Niños se constituye en un ámbito de aprendizaje
y espacio de enriquecimiento en el que niñas, niños y jóvenes gozan
prospectivamente su propia fiesta, con autonomía y libertad.
Su misión apunta a la participación activa y al mejoramiento
personal de niñas, niños y jóvenes en el carnaval, con principios y
valores de un contexto cultural propio.
Esther Hernández Morón
Hugo Díaz Granados
E l 1 de julio de 2014 el profesor Julio Adán
Hernández y su señora Ana María Rúa de
Hernández nos recibieron en su casa para
recordar los inicios del Carnaval de los Niños. El
fundador de la Voz Infantil-Hola Juventud habló de la
intimidad del que hoy en día es uno de los eventos
más esperados de las fiestas carnestoléndicas. Esto
fue lo que nos compartió.
Gracias profe por sus enseñanzas,
por creer en los pelaos, por aportar a la
salvaguarda del Carnaval de Barranquilla.
Voz infantil, la semilla del Carnaval de los NiñosComo familia Ana María, mis hijas Betty y Ayda
y yo no teníamos contacto con el Carnaval de
Barranquilla, salvo ir a un baile o disfrazarnos de
indios pintándonos la cara y armando con lo que se
encontraba en la casa un atuendo alusivo.
Nuestra vinculación se dio por el afán de abrir
más y mejores espacios de participación del niño
en la sociedad. Ya veníamos haciendo encuentros
artísticos de niños en los diferentes municipios del
Atlántico: Juan de Acosta, Puerto Colombia, Santo
Tomás, Palmar de Varela, Tubará, Manatí, Soledad.
Empezamos en los pueblos en 1983, cuando se
cumplió el bicentenario del nacimiento de Bolívar
en Soledad. Cada vez que íbamos a un pueblo
llegaban delegaciones de otras partes, yo sabía a
qué hora empezaba, pero no a qué hora terminaba;
eso fue adquiriendo tanta importancia que tenían la
carnaval
DE LOS NIños
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sede se reunían con los representantes de las casas
de la cultura de los otros municipios para escoger
la sede del año siguiente y ellos se encargaban de
gestionar recursos para atender a los niños.
Pero después del sexto o séptimo encuentro
empezamos a ver que se preocupaban más de los
recursos para ellos, que eran del concejo o de la
alcaldía, y la atención para los más pequeños no
era suficiente; aportaban a un gran evento para
los niños, pero estos eran los menos atendidos.
Entonces tomamos la decisión de entregárselo a
la Asociación de Casas de la Cultura del Atlántico,
que se reunía en la Biblioteca Departamental, y los
mismos pelaos entendieron. Recuerdo que dijimos:
Esto por naturaleza le corresponde a ustedes.
Seguimos haciendo las reuniones de Voz
Infantil. En aquel tiempo teníamos la costumbre
de compartir la experiencia con Martín Orozco,
Rafael Soto, con Esthercita Forero, Chacuto, Carlos
Franco, Isaias Lobo y con otras personas que nos
iban nutriendo. Yo les conté que los pelaos me
decían que por qué no hacíamos un evento de toda
Barranquilla. En una de esas reuniones Isaías Lobo
nos habló de la libertad, y de cómo los muchachos
nos podían responder con ideas libertarias.
Uno de los primeros en mostrar interés fue
Carlos Franco. Le comenté el proyecto que tenía de
armar una escuela donde los niños aprendieran a
tocar los instrumentos de música folclórica. En las
reuniones se planteó esto y Carlos me dijo, profe,
hágalo, yo lo acompaño. Martín y Rafa con las
investigaciones que venían adelantando siempre
nos motivaron para que siguiéramos prestándole
atención a los pelaos.
El inicio del Carnaval de los Niños En 1990, Ana María hizo una prueba porque los
niños querían participar. Aquí se formó una discu-
sión, William Guerrero decía, hagamos un carnaval
a nuestra manera; Margarita Salas decía, cómo
vamos a hacerlo si el carnaval es para los borrachos,
mira cómo tiran la maicena. Era la época cuando se
tiraban huevos. Entonces Ana María dijo: “Vamos
a participar del carnaval y vemos qué tanto nos le
podemos medir a esa propuesta”.
Un señor de apellido Álvarez se disfrazó de
paloma —era la época de Belisario Betancur con el
cuento de la paloma de la paz—, en el pecho llevaba
un mensaje relacionado con la paz, la armadura
la hizo él mismo. Los niños de Voz Infantil iban
acompañándolo vestiditos de blanco. Antes se había
hecho algo con ocasión del bicentenario de Bolívar
en Soledad. Ana María iba dentro del desfile y yo
seguía la ruta con el carro Suzuki. Cuando íbamos
por la Universidad del Atlántico ella me hizo ver que
eso no era fácil, que era mejor salirse, y en efecto
nos salimos y sacamos a los pelaos. En la siguiente
reunión se evaluó la participación, los niños seguían
con la idea de que había que tener un espacio
propio para ellos.
Ya en enero de 1991 empezamos a gestionar
apoyos con la Secretaría de Gobierno, con Tránsito
y con la Alcaldía. Esto lo hacían los mismos pelaos,
por ejemplo Hugo Leonardo de Lavalle se iba
donde la esposa del alcalde a gestionar el cuerpo
de bomberos; William Guerrero, el permiso para
utilizar la 72. El mismo William cuando se formó
la discusión de cómo lo íbamos a hacer le decía a
los compañeros: “Tú eres del barrio San José, te
traes una reinita, tú eres de la Ciudadela, nosotros
vivimos por allá, nos traemos a mi hermana”. Así, de
los diferentes barrios salieron 14 niñas, todas eran
reinas, no había reina central. Cuando abrimos el
desfile cogimos la carrera 44 con calle 72, segui-
mos por la 72 y se finalizó en el Parque Olaya, en
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donde había un acto central. De pronto vimos que
Joselito (José Pérez) venía bajando con su grupo,
y a Carlos Franco con una bandera disfrazado de
diablo. Creo que fue la última participación de él en
un evento de carnaval, ya que le dejó esta responsa-
bilidad a Mónica y a Robinson Liñan, y usted (Esther
Hernández) participó con el Congo Alegrías. Se
armó el desfile, esa experiencia fue interesante.
Los niños se vincularon al carnaval desde 1990,
más que todo por ese afán de abrir espacios y de
alcahuetearlos a ellos, y desde 1991, porque parti-
cipamos en la Batalla de Flores ya de una manera
formal.
Podemos decir que nos vinculamos con las 14
reinitas, con la Escuela Experimental de la Danza
Folclórica de Carlos Franco, con Robinson Liñán y
Mónica Lindo, con los dos grupitos —uno de diabli-
tos y cucambas y uno de payasitos—, con el Congo
Infantil Alegrías, Cumbiamberitos de San José,
Fantasía Porteña y Mestizaje.
En 1992 la primera reina fue Lorena Heredia,
para esa fecha se hizo el recorrido por la carrera 8,
saliendo del Parque Tayrona y continuando por la
Murillo hasta el estadio de béisbol.
La inscripción de las reinas y de los grupos
folclóricos se hacía aquí en la casa, la gente acudía
con una gritería diciendo: ¡Esta es la reina, la reina!,
y ahí empezó el lío. La oficina era aquí.
¿Cuál era el propósito? Seguir haciendo
eventos donde el niño fuera la figura principal, y
alrededor de todo lo que se hacía se pensaba en su
formación, es decir, éramos conscientes de que en la
medida en que le concediéramos importancia como
sujeto, como ser activo, en esa medida podían dar
más. Veíamos que los pelaos convocaban a través de
los programas de La Voz de la Patria y la gente venía
cuando se abrían las inscripciones.
Otro evento que me mostró lo importante
que es atender y oír a los niños fue el siguiente:
Trabajando en el Colegio Americano me llevaron
un pelao a la oficina y yo le dije que me trajera a
su mamá y a su papá. El pelao comenzó a llorar y
le pregunté, ¿y tú por qué lloras tanto? Me dijo:
“Es que mi papá murió hace dos meses”. Yo como
maestro no lo sabía.
A raíz de eso, de entender más la problemática
de la niñez, pensé en cómo los muchachos podían
intervenir también en la solución de problemas que
se vivían en la ciudad.
Un muchacho fue quien me dio la idea del rey
Momo; era del Congo Infantil Alegrías; después de
varios años me lo encontré ya grande y con hijos, se
llama Jairo Molina. Me preguntó, ¿usted se acuerda
de mí?, yo no me acordaba, me dice, yo fui el que
dio la idea del rey Momo, que el primer rey Momo
fue Jeison Payares que era sordo.
Siempre hemos escuchado las ideas de los
pelaos. Esa idea nos la dio el niño durante un foro,
se acercó y me dijo: Profe, tengo una idea. Todas las
reinas proponen algo.
El Carnaval de los Niños fue idea de William
Guerrero. Eso fue un debate, unos decían, nos tiran
huevos podridos, y William decía, hacemos el carna-
val a la manera de nosotros.
Los pelaos en esa época eran echaos pa’ lante,
el mismo Carlos Soto era un inalcanzable siendo
un pelao. Llegó aquí al proceso siendo chiquito, un
niñito, fue edecán de la reina y mire que se pasaban
el cargo de uno a otro, primero fue Jaime, después
Leonardo, después Carlos Soto, hasta que llegó
el Momo. Aquello de que el carnaval era un solo
relajo, una tiradera de agua, comenzó a cambiar. A
Ana María le consta que me iba detrás de los pelaos,
les llamaba la atención y me iba hasta sus casas y
hablaba con los padres. Ana María me decía, te vas
a ganar un problema.
Reflexionábamos mucho sobre esa situación.
Posteriormente, dada la experiencia que tenían mis
hijas Betty y Aydita en Voz Infantil, poco a poco se
fueron vinculando al carnaval.
El aporte del Carnaval de los Niños al Carnaval de BarranquillaModestia aparte considero que el aporte más signi-
ficativo de finales de siglo y comienzo de este es el
Carnaval de los Niños, porque se hizo cuando efec-
tivamente era necesaria una garantía para conservar
y proyectar el Carnaval de Barranquilla. Incluso ya
había un discurso elaborado en torno al Carnaval de
los Niños, ya había una figura central, en este caso
diría que los reyes de este se constituyen en líderes
de una manifestación.
Hoy en día se puede decir, sin llamarnos a
engaños, que este es el evento que más convoca,
después de la Batalla de Flores y de la Guacherna.
En las estadísticas que lleva la Carnaval S. A. aparece
así. Ellos captan recursos que de otra manera no
SEBASTIÁN FLóREz GIRALDO, REY MOMO DE LOS GARABATICOS DE LA 8.
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podrían conseguirse, y con ellos hicimos una alianza
estratégica. Nosotros éramos los que organizába-
mos, los que promovíamos, los que convocábamos
y ellos nos apoyaban. Yo me quedaba sorprendido
cuando Amira Rey le decía a Betty, dime qué más
necesitan. A la manera de los grandes, ¿quieres en el
Estadio Municipal?, bueno lo hacemos y cobramos
la entrada y que eso sea para ustedes. Betty decía,
no, no, no cobramos la entrada, eso debe ser gratis,
entonces Amira Rey respondía, ¿y tú qué estás
pensando, que no se le puede sacar a esto?
Recuerdo que el último evento del Carnaval
de los Niños se hizo frente a la iglesia del Carmen, y
el padre Mackenizie salió a pedirnos que por favor
bajáramos porque iba a comenzar la eucaristía a
las seis de la tarde. Por eso digo que el Carnaval de
los Niños merece una mejor suerte. Analizamos
las grandes dificultades y las oportunidades y
encontramos que este no es solamente el desfile
y la coronación. En la página 35 del dossier que
mandan a la Unesco está como la bandera que
garantiza la salvaguardia del carnaval, entonces
yo digo, qué bien, por ahí es, esto es entender el
sentido pedagógico del Carnaval de los Niños
como ese ideal nuestro de una escuela abierta a la
vida. Porque incluso siguiendo las orientaciones
de Martín Orozco, de Rafa Soto y del mismo Edgar
Rey Sinning de esa otra vida, es el único momento
donde el pelao es centro de atención. Creo que el
Carnaval de los Niños es el evento de mayor tras-
cendencia en el Carnaval de Barranquilla.
El apoyo que hemos recibido de la Administración distritalAl comenzar la administración de la doctora Elsa
Noguera, yo observaba el desfile del Carnaval de los
Niños, acá en la Casa del Carnaval. De pronto desde
atrás veo a Amira Rey que le está diciendo algo a la
doctora Noguera, ella dijo, quiero conocer al profe-
sor Hernández, y entonces Amira se levantó y me
llamó, profesor, venga, venga. Cuando me acerqué
la alcaldesa me dijo, necesito hablar con usted este
miércoles, o sea el Miércoles de Ceniza, y enseguida
le dijo al doctor Afif Siman (secretario de Cultura
del Distrito de Barranquilla) que se pusiera en
contacto conmigo. Cuando fui donde el doctor Afif,
él me dijo que la doctora Elsa Noguera quería hablar
conmigo para ver cómo incorporaba a los niños a su
plan de gobierno. Listo, dije, bueno va pa’ esa.
Unos días después me llamaron para mostrar-
me el proyecto, Una Ciudad Imaginada por Niños.
Cuando lo leí dije, alguien se copió de mí, aquí está
plasmado mi pensamiento. Al poco tiempo, no fue
en ese mismo momento, dije, vamos a apoyarlo, y
en efecto se dio y con esto Barranquilla ganó en
Bogotá un premio nacional por parte, creo, del
Instituto de Bienestar Familiar.
Un día cualquiera llegué donde William
Guerrero y le pregunté quién hizo ese proyecto.
Se echó a reír y contestó: yo, profesor. William
fue quien propuso hacer el Carnaval de los Niños
cuando era un adolescente. Él es consciente de
que con esa estampa del Carnaval de los Niños
la doctora Elsa Noguera quedaría impresionada
y enseguida comisionó a Afif para ello. Desde
entonces efectivamente la doctora Elsa Noguera y
el doctor Afif han tenido muy en cuenta a los niños,
sobre todo en las casas distritales de cultura.
Cuando tenía 14 años de
edad, William Guerrero,
propuso un evento en
el que los niños fueran
los protagonistas.
Esta idea fue acogida
por sus compañeros
y por el profesor
Julio Adán Hernández , y
acordaron organizar el
Carnaval de los Niños
atendiendo las razones
expuestas por William:
“Los pelaos siempre vamos
en la cola de los desfiles
de los grandes y es bueno
que alguna vez los niños
vayamos de primeras o
hagamos nuestro propio
carnaval”.
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Hugo Díaz Granados
Esther Hernández Morón
somos Paco Paco
y Cucarachita
Alegría
E n su libro Carnaval de los
Niños el profe Julio Adán
dice que a inicios del siglo
pasado, en tiempo de carnaval se hacían actividades
para los niños en el Teatro Emiliani (ubicado en la
calle 30, también llamada la Calle de las Vacas). Para
los que tenían entre cuatro y cinco años se hacían
las fiestas de mosquitos; para los más grandecitos,
entre siete y nueve, las fiestas de paco pacos, y para
los juveniles las fiestas de las langostas. Los adultos
tenían las fiestas de los salones burreros y luego
las verbenas. La historia es que con el tiempo esas
fiestas para los niños desaparecieron.
En el 2003, la niña Daniela González Montoya,
que era la reinita del Carnaval de los Niños, tras
estudiar el libro del profe Adán le propuso: “Profe:
¿por qué no le damos vida otra vez a las fiestas de
los niños? ¿Por qué no hacemos los paco pacos?”.
Listo, ¿dónde? En un lugar sinónimo de niños y de
alegría: en una parque. Así, en 2003 nació por lo
grande el evento Paco Pacos gracias a las gestiones
hechas por la niña y su papá, que trabajaba en una
empresa privada. Por eso yo digo que Paco Pacos en
el Parque nació como un niño grande, con todos los
juguetes: patrocinio, tarimas, sonido, refrigerios. Se
contrataba hasta una empresa de recreación y había
inflables… era una locura, una gran fiesta para niños.
Mientras unos estaban jugando, grupos infantiles
hacían sus presentaciones de carnaval en la tarima.
Que quede claro, el
creador del personaje
fue el profesor Julio
Adán. Yo siempre
he sido el que lo
interpreto, pero él
fue el de la idea.
La historia de Paco PacoPaco Paco, el personaje que represento, nació de
los paco pacos en el parque. Ya yo estaba vincula-
do al Carnaval de los Niños y desde el año 2000
mi misión por ser grueso, gordo y forzudo era de
escolta de los reyes, así que aquí cumpliría una
función similar con los niños: cargarlos, subirlos,
ayudarles a bajar, etc. Para darle un toque infantil a
mi función y no estar con la cara brava o ser impru-
dente, se me ocurrió llevar mi disfraz de payaso. En
ese entonces yo era el payaso Chocolatín y le daba
un toque de alegría. En ese trasegar, el profe Julio
Adán, que inventa las cambambas, las ideas, me
dijo: “Hugo si a ti te gusta disfrazarte, ¿por qué no
le damos vida al nombre? Vamos a hacer un paco
paco”.
Listo. Eso fue en 2004. Con la claridad de que
un paco paco es el saltamontes, no el grillo blanco
que representó Walt Disney, empecé a diseñar el
disfraz. Primero fue el maquillaje, para lo que usé
unos maquillajes de mi mamá y de mi hermana, y
me hice unos ojos muy saltones. ¿Y qué me pongo
si no tengo disfraz? Me zampé un monocuco y me
puse unos zapatos tenis. Y le expliqué a los niños
que yo soy el paco paco, y que le hacía un homenaje,
que cuál era este disfraz, y comenzamos a hacer la
pedagogía del disfraz: qué era el monocuco, qué
decía el monocuco, cómo bailaba el monocuco. Me
agarré de ahí, y comencé a meterle la pedagogía al
Carnaval de los Niños.
La primera vez que salió a escena Paco Paco
fue en el Parque Olaya, eso estaba teteado. Yo
siempre he sido carnavalero, me gusta bailar, y
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además soy técnico en danza, así que armamos
una carnavalteca y pusimos a los pelados a bailar.
El objetivo era mostrarles a los niños que podemos
divertirnos con nuestra música. Pasamos por el son
de negros y las marimondas. Todo con alegría, con
broma, con humor. A raíz de esto al profe Adán,
de nuevo el profe Adán, se le ocurrió años más
tarde meterle una función a los personajes, los
carnavalores para trabajar los valores con los
niños. Entonces los personajes, tanto cucara-
chitas como paco-pacos, trabajan la campaña
“Carnavaleros, pilas con los carnavalores”.
Todos los años el Carnaval de los Niños escoge
un valor y enfoca la fiesta hacia ello.
Al segundo año de Paco Paco, la
mamá de un rey Momo del Carnaval de
los Niños, Annie de Araujo, se le ocurrió
la idea de hacer el disfraz. Una amiga suya
me hizo el sombrero vueltiao, las antenitas y me
bordó el nombre. Las antenas se convirtieron en un
elemento incómodo para mí, no se agarraban, me
estorbaban y así fuimos transformando el sombrero.
A raíz de la catástrofe invernal que hubo en la zona
de Santa Lucía, se me ocurrió hacerles un homena-
je y llevar un gorro de son de negros. Así el gorro
verde y el de colores que ahora uso son hechos por
artesanos de Santa Lucía. El vestido también ha
cambiado. Ahora utilizo zapatos grandes, hacien-
do homenaje a ese payaso Chocolatín que fui y de
donde nació la idea del Paco Paco.
En un principio el personaje nació como
Joselito el Paco Paco, por tomar el Joselito Carnaval,
pero para darle una connotación diferente al
Joselito Carnaval que es borrachón y mujeriego este
sería otro Joselito.
Ya hay niños
que son Paco
Paco y niñas que
son Cucarachita
Alegría. Creemos
que está llegando
el momento de
que nosotros
vayamos tras
bambalinas
y los niños
asuman
más y
más esto.
Casi en la misma época apareció el
personaje de Cucarachita Alegría, también
con un espíritu pedagógico, pero dejemos
que sea ella quien cuente la historia.
La historia de Cucharita AlegríaDesde 1991 cuando asumí la dirección de El Congo
Alegría me he ocupado de que los niños no sola-
mente aprendan a bailar, sino también que conozcan
qué hay detrás de la danza, de dónde proviene el
congo, los diversos significados que esta encierra y
el porqué nos llamamos Congo Alegría.
Como soy maestra, lo pedagógico es muy
importante para mí, así que diseñé un plegable con
toda la historia de la danza. Cuando me invitaban
a una conferencia siempre iba acompañada de
algunos niños y ellos a veces hablaban incluso más
que yo. Recuerdo a Jaime Molina, un niño pilo que
hablaba con mucha propiedad del congo, de por
qué nuestros grupos se llamaban así, del vestido, de
su significado.
En el año 2003, cuando salió un afiche con un
par de paco pacos disfrazados, me dije, “debo inven-
tarme algo así y no presentarme en las conferencias
como la seño Esther, sino de otra forma”, y pensé
que debía ser un animal. Al comienzo se me ocurrió
que podía ser la María palito, porque la María palito
ya ni se ve en los árboles, y yo de niña jugaba con
ellas y con los cocuyitos, pero para representarla
se necesitaba tener una figura muy delgada y fue
entonces cuando se me ocurrió que podría ser una
cucarachita, en homenaje a Rafael Pombo y su
Cucarachita Martínez.
Con la idea en mente me fui a conversar
con el profe Adán y él y su esposa me ayudaron
a redondear la idea. Yo usaba en ese entonces un
enterizo y una licra negra, una faldita y un turbante
porque toda la vida me han gustado los turbantes,
pero también pensando en que la cucarachita fuera
lo contrario de la Cucarachita Martínez, y me dije,
“bueno, la Cucarachita Alegría será alegre, risueña
para que le llegue a los niños y nos acompañe a las
escuelas”.
El vestido inicial era rudimentario y fue la
mamá de Víctor Araujo, que había sido rey Momo,
quien me elaboró uno nuevo, que he seguido
usando. En ese tiempo el enterizo era marrón,
porque las cucarachas son marrones; ahora
le ponemos adornos, lentejuelas, colores. Lo
hemos ido mejorando.
Al comienzo hacíamos las presentaciones
en prosa; después, en cualquier momento de
mis andanzas en esto, se me ocurrió que debería
ser en verso, con la estructura que se utiliza en el
congo, de tal manera que cada elemento de la danza
esté en verso. Así los niños los aprenden y yo lo que
hago es animarlos e impulsarlos a que los digan.
Yo hago el saludo: “¡Hola, amiguitos! Soy
Cucarachita Alegría! Reciban un saludo entusias-
ta de mis ancestros africanos, y en especial de
Cucarachita Alegría”. Entonces de pronto va una
niña y dice: “Hola amiguita. Soy Cucarachitica
Alegría, hija de Cucarachita Alegría”. Entonces yo le
digo: “Quieres jugar?”, “Sí”. Hay diferentes juegos
tradicionales a los que les hemos insertado la histo-
ria de Cucarachita. Esa es mi manera de aportar a
que los saberes no se pierdan y se puedan trasmitir
de generación en generación.
Ya después el profe Adán decidió juntarnos a
Hugo y a mí y Cucarachita Alegría salió al público
por primera vez en 2004. La cucarachita estaba dise-
ñada para estar en el micromundo de la escuela, no
como nos ha tocado, en los paco pacos del parque.
Tanto es así que yo me quedo un poquito timidona,
porque Hugo tiene más manejo, él es animador. Él
pone a la gente en sintonía y de pronto me llama:
“¿Dónde estás Cucarachita?”, “¡Aquí estoy, Paco!”.
Y entonces ahí me meto yo, pero el manejo lo
tiene él.
Yo me meto con la muestra
didáctica. Con los mismos niños que
yo convoco a través de mi trabajo en las
escuelas o en los barrios. Ya no trabajo en el
aula como maestra, yo ya no soy la seño Esther en
las escuelas, soy la Cucarachita Alegría.
En 2005 el profesor
Adán decidió
sacar una cartilla
para niños sobre
el Carnaval de
Barranquilla ¡y los
personajes éramos
nosotros! Ese fue
el lanzamiento al
estrellato de Paco
Paco y Cucarachita
Alegría.
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Marleny Cortés Osorio
Directora de Fundación de Grupos Folclóricos del
Carnaval de Barranquilla
C arnaval es fiesta en todos los niveles, en
todos los sentidos. Es baile, es disfraz, y
no se puede excluir a su más importante
componente literario: las letanías. Seguramente por
su picardía, sátira y vocabulario de alto calibre, las
letanías fueron consideradas por mucho tiempo “no
aptas para menores”.
Recuerdo que en una reunión de junta direc-
tiva de la Fundación de Grupos Folclóricos del
Carnaval de Barranquilla –Funfocab–, en el año
2004, Renny Padilla Rolong, director del grupo de
letanías Los Turpiales, propuso crear un encuentro
de letanías entre jóvenes y niños estudiantes, con
el argumento de su potencial para la enseñanza
de la literatura y de la lengua española. La acogida
fue total y así surgió el Encuentro Intercolegial de
Letanías “La Fiesta de la Palabra” como homenaje
carnavalero al Día del Idioma en abril de 2005, y
en 2015 llegamos a su décima primera edición con
participación de colegios públicos y privados.
Con mucho orgullo podemos decir que cada
año movilizamos más y más jóvenes que son felices
participando como letanieros o como público y
con ellos sus profesores que los guían y estimulan a
continuar en esta agradable tarea de hacerle letanías
a todo lo que se les ocurra.
La Fiesta de la Palabra se ha constituido en un
creciente semillero de letanieros que ha inyectado
a esta expresión de carnaval un frescor de juventud
y de actualidad aportando a su preservación. Es
importante acotar que el evento ha sido replicado
por dos instituciones que también lo llevan a cabo::
Asoglecab (Asociación de Grupos de Letanías del
Carnaval de Barranquilla) que lleva unos tres o
cuatro años realizándolo, y la Institución Educativa
José María Córdoba, de Palmar de Varela, que inició
en 2014 y convoca a colegios de los municipios
aledaños.
Funfocab divide su proyecto en tres etapas:
convocatoria, formación y proyección. Es gratuito
y abierto a todo público. En la etapa de forma-
ción un equipo de docentes de la Fundación dirige
talleres de Historia y Construcción de Letanías,
de Estímulo al Desarrollo de la Creatividad, de
Expresión Corporal Cotidiana , para la Convivencia y
la Tolerancia, y de Expresión Corporal Escénica, para
el mejoramiento de la proyección de los grupos.
En la última etapa se muestra el resultado de
todo el trabajo en un evento, que generalmente se
hace en el Teatro Municipal Amira de la Rosa. Allí se
presentan todos los grupos que se han preparado;
las letanías son autoría de los niños, es un espacio
muy divertido y de mucha emotividad, un pequeño
carnaval que hace honor a la Fiesta de la Palabra.
El cierre es un foro evaluativo titulado “Tu Palabra
Tiene Poder”, en el que los niños y docentes verba-
lizan libremente lo que ha sido el evento, su proceso
y resultados. Cada vez se congrega allí más público,
lo que resulta muy gratificante para los miembros
de Funfocab.
Imposible dejar sin destacar la presencia
especial de un grupo que se ha ganado el afecto y el
aprecio de todos los asistentes: los niños sordos del
Centro de Educación y Rehabilitación de la Audición
y el Lenguaje —CERAL—, que nos han enseñado
mucho de los valores humanos, de los universos
diversos, y del amor que nos debemos unos a otros.
Estamos seguros
del valor de nuestra
labor para el
carnaval, para su
preservación y para
la vida misma.
somos
La Fiesta de la Palabra
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cartas alas nuevas generaciones
A los futuros hacedores de música costeña para el Carnaval de Barranquilla
A las nuevas generaciones musicales quiero pedirles
que mantengan vivo nuestro legado de música tradi-
cional y con ello aportar a preservar el carnaval pues
nuestro patrimonio no lo sería sin su música.
Es muy importante saber quiénes somos y para ello
conviene averiguar los orígenes de nuestra música. Dar un
vistazo hacia atrás, conocer su historia, nos permite valorar y
amar nuestra identidad cultural. ¿A qué vinimos? ¿Para qué
estamos? Estas son preguntas que todo músico debe hacerse.
Es bien sabido que las nuevas tecnologías influyen en el
aprendizaje de otras culturas, y se corre el riesgo de darle más
valor a lo foráneo que a lo nuestro. No hay que estar ajeno a
la globalización, pero hay que saber aprovechar todo esto para
realzar nuestra identidad.
Un abrazo musical
Rafael Fito Sánchez Llanos
M ás que una exhortación, a las nuevas generaciones
quiero pedirles que se abran a conocer este tipo
de manifestaciones musicales que dan vida al
carnaval; denles una oportunidad de entrar en sus vidas y les
aseguro que en adelante harán parte de sus gustos. Junto con
ellas vienen historias hermosas que cobran vida una y otra vez,
relatos que actualizamos y vivimos en cada oportunidad en la
que los interpretamos.
Esa es la responsabilidad de ustedes, niños y jóvenes. Por
eso les digo: desarrollen sus talentos a través de la interpreta-
ción de nuestras músicas tradicionales, estoy seguro de que sus
familias, municipios, regiones y el país se lo agradecerán.
Con ello no solo contribuyen a la salvaguarda de estos
géneros, sino que nos permite recordar quiénes somos y de
dónde venimos. La identidad cultural enaltece y engalana, por
su permanente presencia, nuestra fiesta reina, el Carnaval de
Barranquilla.
Giovani Fontalvo
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Q uiero dejar plasmado todo el sentimien-
to, la emoción y la alegría que he vivido
al disfrutar de las mejores fiestas del
Carnaval de Barranquilla.
En un comienzo lo gocé al lado de mi esposo,
de su padre, su abuelo y su tío en la cumbiamba de
su familia, donde bailamos alrededor de siete años
hasta que un día decidí organizar mi propio grupo,
la comparsa Negritas Puloy, que tiene ya treinta
años.
Son treinta años de mi vida, de entrega agoni-
zante, de ilusiones, decepciones, júbilo, alegría,
goce, de compartir pérdidas y ganancias, en fin,
todo lo que encierra vivir.
Mi comparsa como todos ustedes saben es mi
vivir, es respirar, por esto los 365 días del año para
mi es carnaval. En medio de dolores y problemas
familiares el carnaval para mí es un aliciente, es
una terapia que me ayuda a afrontar cualquier
adversidad.
Yo les pido que hagan del carnaval una parte
importante en sus vidas, quiero regalarles este
patrimonio para cuando no sigan viviendo conmigo,
y cuando yo ya no esté no dejen apagar esa llama
del goce y el disfrute del carnaval. Porque “quien lo
vive es quien lo goza, siga la tradición”.
Isabel Muñoz
D efender una tradición ancestral como lo es El Toro Grande de
Rebolo no es fácil; es una responsabilidad que se asume con
amor, es perseverante hasta fin de nuestra vida, irradia cariño
al carnaval e implica sensatez con uno mismo.
Mi presencia en el carnaval es una tradición que viene de generación
en generación desde 1878 gracias a mi abuelo paterno, José Trinidad
Barrios Orozco. En 1968 hice mío este legado y lo he mantenido hasta el
presente superando muchos obstáculos, pero también viviendo alegrías
carnavaleras. El paso del tiempo es implacable y ustedes son los llamados
a perpetuarlo para que siga siendo parte de sus vidas cuando yo no esté
en ese paraíso.
Es mi deseo que continúen con el mismo entusiasmo con el que lo
vienen haciendo. La familia Barrios es y seguirá siendo un firme estan-
darte en el Carnaval de Barranquilla y mantendremos siempre en lo alto
la bandera del Toro Grande de Rebolo. Hijos, nietos, estoy seguro de que
ustedes serán dignos reemplazos de su padre y de su abuelo, y que por
ningún motivo dejarán de salir en este bello carnaval.
Eso es lo que yo quiero de ustedes, queridos herederos.
Óscar Barrios Mendoza
A mis hijos y a sus amigos les pido que
siempre demuestren el amor por nuestra
tierra y sus ancestros, para que aprendan
el valor de la tradición. Que cuando escuchen una
melodía de nuestra tierra, sientan y valoren ese
trabajo que les dice: soy suyo.
Nunca se aparten de nuestra tradición y folclor
porque eso es negarse a sí mismo. Nuestros genes
siempre nos llevarán a encontrar en los valores
tradicionales lo más sagrado de nuestra identidad. A
esa nueva generación, o como yo les digo, genera-
ción de relevo, solo le pido que luche por nuestros
valores ancestrales.
Humberto Pernett
Carta a mis hijos y nietos
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Somos Carnaval de Barranquilla.Esta es nuestra mirada.
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FOtOGRAFíAS
Ángel Álvarez: Pág. 61
Archivo Fundación Carnaval de Barranquilla: Págs. 147b,
198-199, 203, 207b, 252a, 379a, 379b, 379c.
Archivo personal de Daniela Cepeda, fotografías de Harold
Perez: Págs. 14a, 14b, 14c, 15a, 15b, 15c, 35b, 73a, 241a, 255a,
255b, 261b, 307, 360, 405.
Archivos personales de los artistas: Págs. 25b, 29a, 40a, 40b,
45, 51, 61, 57, 59a, 71b, 90b, 100, 105, 112b, 127, 131b, 150a,
166, 190, 191, 201, 202, 205a, 224, 226a, 226b, 227, 270a,
270b, 272a, 272b, 272c, 273, 294, 295, 297, 306, 319b, 350,
363, 372.
Brianne Velásquez: Págs. 223b, 246, 247a, 247b
David Britton: Págs. 126, 129
Dino Manco Acosta: Pág. 383b
Encho Barranquilla: Pág. 80
Fabián Romero: Págs. 107, 399b
Helena Schmidt Quintero: Págs. 52a, 86, 349, 356, 390d
Josefina Villareal: Pág. 378b
Marta Ayerbe Posada: Págs. 6, 8, 9a, 13, 26a, 30, 31b, 33, 38,
44a, 44b, 50, 53, 54, 55, 58a, 60a, 62, 65a, 66, 67, 70, 72, 73b,
76a, 78, 79a, 79b, 89, 97, 103b, 104, 106a, 108a, 108b, 108c,
109, 120a, 120b, 122, 123, 124, 125, 131c, 132, 135, 136a, 136b,
137b, 139a, 140-141, 147a, 148, 149, 150b, 151, 152a, 152b,
153b, 153c, 156a, 156c, 157a, 158, 160a, 161a, 161b, 162a,
162b, 163, 164, 165a, 165b, 165c, 165d, 170, 171b, 172, 174,
176a, 176b, 177a, 177b, 177c, 177d, 182, 184a, 184b, 188, 194,
195a, 195b, 196, 207a, 210, 211, 216b, 216a, 217b, 218-219, 220,
221, 226c, 228, 229, 230a, 230b, 231a, 231b, 232, 234, 237,
240b, 241b, 242, 243a, 243b, 244, 245, 249, 252b, 254, 258a,
258b, 258c, 258d, 259a, 259b, 259c, 260a, 261a, 264a, 266,
275, 276, 277, 279, 286, 288, 289, 292, 293a, 293b, 293d, 298,
299, 300, 301, 303, 304, 305, 308, 309, 310, 311a, 311b, 312,
315, 316, 319a, 321, 323, 324, 325, 326, 330a, 332, 333, 334,
335, 336, 337, 339, 340, 346, 347, 352, 358-359, 364, 365a,
365b, 376a, 376b, 377a, 377b, 377c, 378a, 378c, 378d, 381a,
382a, 382b, 384a, 384b, 385, 386, 387, 388, 389a, 389b, 390a,
390b, 390c, 392, 393, 394a, 394b, 394c, 394d, 395, 396a, 397,
400a, 400b, 401a, 401b, 402-403, 404, 406-407, 408-409, 410,
411, 412a, 412b, 413a, 413b, 413c, 413d, 414b, 415, 416b, 417,
419, 422, 422, 425a, 425b, 425c, 426b, 427, 428-429, 430 y
contracarátula.
Mariana Schmidt Quintero: Pág. 21b, 21c, 26b, 29b, 35a, 37a,
41, 47a, 47b, 58b, 59b, 71a, 77, 81a, 82, 83a, 83b, 88a, 91, 92,
94a, 95, 102, 103a, 110, 114a, 121, 128, 131a, 133, 137a, 138,
139b, 145a, 154-155, 156b, 157b, 157c, 169a, 169b, 171a, 178,
179, 183b, 185, 186, 189, 192b, 200, 204b, 205b, 206, 208,
214-215, 223, 225, 233a, 235, 236, 239a, 239b, 240, 248,
250b, 250-251, 253a, 253b, 278, 280, 281b, 281c, 284a, 294b,
284c, 284d, 285, 313, 322, 327, 328, 329, 330b, 331, 354, 355,
362, 367, 375, 380, 381b, 383a, 396b, 414a, 416a, 418, 421,
426a, 432.
Nivaldo Castro Castro: Págs. 2-3, 4, 9b, 10-11, 16a, 16b, 18a,
18b, 19, 20a, 20b, 20c, 21a, 24, 25a, 27, 28, 31a, 32, 34, 36,
37b, 42, 52b, 56, 60b, 63, 64, 65b, 68, 69a, 74, 75, 76b, 81b,
84, 85, 87, 88, 90a, 93a, 93b, 96a, 96b, 98, 99, 101, 106b, 111,
112a, 113, 114b, 145b, 153a, 159, 160b, 161c, 167, 168, 173, 238,
271, 274, 293c, 317, 338, 341, 344, 348.
Rodrigo Ponce: Pág. 368
teófilo Vargas: Pág. 69b
Vitalia Díaz: Págs. 43, 48, 49, 130, 143, 183a, 187, 192a, 193,
197, 204a, 212, 216a, 222, 256, 257, 260b, 262, 263, 264b,
265a, 265b, 267, 268-269, 281a, 282, 283, 357, 371, 374, 397b,
398, 399a.
PINtuRAS
Alex Henao: Págs. 290, 291
Álvaro Bustillo: Págs. 22-23
César Martínez: Pág. 318
Fernando Ferrer: Págs. 119, 373
Hermes Padilla: Pág. 320
Martha Salas: Pág. 314
ubaldo Mendoza: Págs. 180-181
Vitalia Díaz Iglesias: Págs. 115, 342-343
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Este libro se terminó de imprimir
en el mes de diciembre de 2015
en los talleres de Panamericana Formas e Impresos S.A.
en Bogotá, Colombia.