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SOMOS LOS QUE HEMOS VIVIDO

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Sociedad Mexicana de Geografía y EstadísticaAcademia Nacional para el Desarrollo del Adulto MayorGRUPO EDAM MÉXICOEstudio de Diseño, Artes y Muralismo, A.C.El Taller de Creatividad Literaria a sugerencia del Lic. Luis Torres Terán, tomó forma a partir de julio y ha sido dirigido por la maestra en letras Haydeé Amézquita Barrera, quién dio las bases para escribir, cuentos, anécdotas e interpretar frases célebres y dichos populares. En un ambiente de convivencia, los participantes empezaron a manifestar sus temores ante la posibilidad de escribir, pues entre los integrantes del CEATED, hay personas que nunca imaginaron que alguna vez lo harían. Gracias a la dirección y motivación que impregnó en ellos la maestra Haydeé, quien también es integrante del CEATED, poco a poco, fueron perdiendo el miedo y así empezaron a llevar sus trabajos y a leerlos frente a sus compañeros. Como algunas anécdotas son personales, también han servido de terapias, al expresar experiencias que produjeron llanto y desahogo. Los Cuentos son muestras de la creatividad que están desarrollando y la interpretación de frases célebres y de las máximas, también demuestran la creatividad y la forma de impacto que han causado en quienes les dieron una aplicación filosófica de la vida. En este libro se presenta el producto de las vivencias, el ingenio, la creatividad y la sabiduría de cada participante; es el primero de otros más, habrá otros libros para el siguiente año, que demostrará el avance en el desarrollo de sus habilidades, aptitudes, actitudes y destrezas, frente a una vida llena de alegría y satisfacciones por los resultados obtenidos. Queridos lectores, ponemos en sus manos un libro elaborado con el entusiasmo, el llanto, el dolor, la emoción, el gusto y el orgullo de un grupo de personas que asistieron con alegría al CEATED, y que esperan recibir sus valiosos comentarios en vías de superar este primer intento, en muchos más.

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Nuestra Portada Árboles y Personas

Obra de Juan Carlos Garcés Botello Óleo sobre tela, Año: 1987

La vida está aquí y ahora, afortunados si es que la hemos logrado disfrutar, pero al cabo del tiempo, inexorablemente ha de terminar para todos. No así el tiempo, estuvo ayer, está ahora y estará siempre, hasta el infinito.

Un árbol es una vida, que al igual que el ser humano, nace, se desarrolla y finalmente muere, pero durante su vida, se reproduce creando otros seres vivientes que continúan el ciclo de vida y son parte importante de nuestro entorno. Nuestros viejos, nuestros queridos viejos, con la inmensa sabiduría que la vida y el tiempo mismo les han dado. Éste árbol, adulto mayor, siempre de pie y apuntando al infinito, ha visto pasar la vida de otros, ha vivido su propia vida, ha sido testigo de tiempos buenos, de tiempos regulares y de tiempos malos, y ha perdurado hasta el momento, hasta el momento histórico en que fue captado por el pincel del artista, quién lo ha tornado inmortal; inmortal el modelo, e inmortal el artista, extraña singularidad que logran dos elementos que se unen, para la concepción de una obra plástica.

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Se aprecian en el lienzo los colores de la naturaleza pródiga, los verdes, los ocres, el color de la tierra de donde emana parte de vida, se observan también otros árboles, tal vez los hijos del histrión principal de esta breve novela, conjunción de elementos, árboles y personas, vida y naturaleza, asentados en un hábitat de claridad, libre de la impureza mundana y del estrés cotidiano, remanso de paz y tranquilidad, obra que disfruté en lo personal por espacio de 15 años, hasta que fue adquirido –no sé si afortunada o desafortunadamente– por Fanny del Ángel, querida amiga y apasionada del arte, apenas, a principios de este año. Obra adolescente pues…, de 16 años, que continuará existiendo hasta siempre, obra que al igual que el artista ha logrado el anhelo de todo ser humano consiente busca:

LA TRASCENDENCIA Pero no nada más el artista plástico puede lograr esta trascendencia, hoy, nuestros queridos viejos, han concretado uno de tantos sueños que seguramente anhelaron por mucho tiempo, hoy nuestros viejos presentan el trabajo que por espacio de un buen número de horas los ha ocupado, y hoy, además de la trascendencia que su paso por la vida ha dejado, trascienden como artistas de la péndola, y aún más importante es, que no habrán de finalizar el día de hoy con esa labor creativa, seguirán, seguirán y seguirán, con ésta y otras disciplinas, hasta que Dios lo disponga.

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Y seguramente se preguntarán ¿Por qué?

¡Porque así debe de ser! Porque el humano fue creado para crear, fue creado para transformar, fue creado para soñar, pero también fue creado para consolidar sus acciones, para concretar sus proyectos, y para permanecer activo hasta el último instante de su vida. Hasta el momento, no he logrado encontrar, en el instructivo mental de mi persona o en el de algún otro, algún párrafo que especifique que la mente debe usarse solo hasta una determinada edad. A partir de este libro, que es la prueba fehaciente de que los sueños se pueden hacer realidad, tenemos el compromiso de seguir creando. El día de hoy, reitero mi compromiso de brindar todo el apoyo que me sea humanamente posible, para ser parte de este importante y singular equipo de trabajo. Que tiene como objetivo primordial el de alimentar el alma y el espíritu de nuestros viejos, a quién tanto debemos TODOS.

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Para terminar, como corolario, palabras que algún un día escribí: Los artistas tenemos el compromiso primordial e ineludible de:

Crear, lo más posible, crear, tal vez lo imposible y… crear, hasta que sea posible.

Es cuánto.

Juan Carlos Garcés Botello 2003

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Presentación Mtra. María del Carmen Mendoza Galicia

La Fundación Francmasónica Era de Acuario, A.C., surgió con un objetivo: “Unir a los hombres y a las mujeres libres y de buenas costumbres”, para fortalecer los eslabones de la cadena que juntos formamos al unir nuestras manos y estrechar nuestros corazones para latir al unísono en bien de la Orden y de la humanidad.

El primer programa que realiza la FFEAAC es el CEATED, Centro de Amigos de la Tercera Edad, que funciona ininterrumpidamente desde enero del año 2002 a la fecha. En el presente año mediante un programa calendarizado, ha otorgado a sus integrantes un sinnúmero de actividades dirigidas por especialistas entre los que cuentan los asesores del INAPAM, Instituto Nacional de los Adultos Mayores, profesionistas invitados, miembros de las familia fraternal y los propios participantes. Los integrantes del CEATED a lo largo del presente año han recibido conocimientos y experiencias sobre comunicación asertiva, conciencia de la prosperidad, diálogos constructivos, lectura de comprensión, actitud mental, ejercicios de ortografía, ley condominal, relaciones

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intergeneracionales, vínculos afectivos, cuidados de las articulaciones, nuestros pulmones, inteligencia emocional, geriatría I, II y III, electricidad doméstica, diabetes mellitus I y II, gerontología I y II, percepción social, importancia de la afectividad, tradiciones mexicanas, Tai Chi, optimismo y otras más. El día 15 de agosto, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (SMGE) y el CEATED, convocaron al Primer Foro Cultural del Adulto Mayor, el cual tuvo como lema: Hacia la Integración de la Sociedad Mexicana del Siglo XXI”, asistieron 300 personas de diversos clubes de la tercera edad ubicados en el Distrito federal. Dicho foro estuvo presidido por el Lic. Cuauhtémoc Cisneros Madrid, Presidente de la Junta Directiva Nacional de la SMGE, la Dra, Lilia Berthely, Presidenta de la Comisión del Adulto Mayor; estuvo también la Lic. Elvira Vega, Vicepresidenta de las Jefas de Familia del Organismo Nacional de Mujeres del PRI (ONMPRI) y la Mtra. María del Carmen Mendoza Galicia, Directora General del CEATED. Hubo cinco conferencias magistrales, de especialistas en diversos temas, la Lic. Luz Rosales Esteva, Directora General del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal, la Lic. Samara Vergara López Tristán, en representación del INAPAM; EL Lic. Carlos Pérez López, Subdirector General de Asistencia e Integración Social., presentó el DIF y los Adultos Mayores del DIF Nacional, el doctor en derecho Carlos Arellano García, habló sobre la Ley de los Derechos

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de las Personas Adultas Mayores y el Lic. Arturo Díaz Jiménez, Notario No. 46 del D.F., sobre el Testamento Público Abierto y Trámites Notariales. Se ofreció un lunch y hubo presentación de grupos de coro, poesía y baile fino de salón. El Taller de Creatividad Literaria a sugerencia del Lic. Luis Torres Terán, tomó forma a partir de julio y ha sido dirigido por la maestra en letras Haydeé Amézquita Barrera, quién dio las bases para escribir, cuentos, anécdotas e interpretar frases célebres y dichos populares. En un ambiente de convivencia, los participantes empezaron a manifestar sus temores ante la posibilidad de escribir, pues entre los integrantes del CEATED, hay personas que nunca imaginaron que alguna vez lo harían. Gracias a la dirección y motivación que impregnó en ellos la maestra Haydeé, quien también es integrante del CEATED, poco a poco, fueron perdiendo el miedo y así empezaron a llevar sus trabajos y a leerlos frente a sus compañeros. Como algunas anécdotas son personales, también han servido de terapias, al expresar experiencias que produjeron llanto y desahogo. Los Cuentos son muestras de la creatividad que están desarrollando y la interpretación de frases célebres y de las máximas, también demuestran la creatividad y la forma de impacto que han causado en quienes les dieron una

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aplicación filosófica de la vida. En este libro se presenta el producto de las vivencias, el ingenio, la creatividad y la sabiduría de cada participante; es el primero de otros más, habrá otros libros para el siguiente año, que demostrará el avance en el desarrollo de sus habilidades, aptitudes, actitudes y destrezas, frente a una vida llena de alegría y satisfacciones por lo resultados obtenidos. Queridos lectores, ponemos en sus manos un libro elaborado con el entusiasmo, el llanto, el dolor, la emoción, el gusto y el orgullo de un grupo de personas que asistieron con alegría al CEATED, y que esperan recibir sus valiosos comentarios en vías de superar este primer intento, en muchos más.

Mtra. María del Carmen Mendoza Galicia

2003

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Taller de Creatividad Literaria 2003

Después de los años que han

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Primera Edición, 2003

Serie: Somos lo que hemos vivido

Libro I Después de los años que han pasado Somos lo que hemos vivido Y lo plasmado aquí, Perdurará por siempre... © Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística © Centro de Amigos de la Tercera Edad © Fundación Francmasónica Era de Acuario, A.C. © Diseño de Libro y portada Juan Carlos Garcés Edición WEB

Serie: Somos lo que hemos vivido

Libro I Después de los años que han pasado Somos lo que hemos vivido Y lo plasmado aquí, Perdurará por siempre... © Academia Nacional para el Desarrollo del Adulto Mayor © Centro de Amigos de la Tercera Edad © Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística © Portada Juan Carlos Garcés © Rediseño libro web por GRUPO EDAM MÉXICO

Estudio de Diseño, Artes & Muralismo, A.C.

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Anécdotas

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Sueño, ensueño y vida Celia Flavia García Mota

Hoy quiero compartir un poco de mí con ustedes. Sé que la vida no siempre es fácil, que no siempre se ríe, pero también sé que si se lucha con tenacidad, se puede adquirir tranquilidad al paso de los años. Yo no hablo del bienestar material, sino del orgullo de haberme realizado como mujer en todas las facetas.

Hace muchos años siendo niña, era alegre y con muchas ganas de vivir a pesar de mis carencias económicas. Soñaba que podía alcanzar las nubes y hacer castillos y verlos flotar hasta desaparecer. Solía correr libremente por el campo, sí, aunque no lo crean, cuando niña, donde crecí, estaba formada por unas cuantas casas por aquí y por allá, sembradíos y pastizales.

De igual manera disfrutaba de la lluvia, viendo al sol resplandecer y al arco iris salir, pensaba que podía subir al él y resbalarme como si fuera resbaladilla ver las gotas de agua caer como si fueran de cristal, ráfagas de viento que me envolvían y me transportaban a una cama

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de hojas secas que crujían como arrullándome. Quería volar como mariposa, sentir que las flores me besaban con sus pétalos, perfumes de rosas que me adormecían, cantos de grillos y ranas que saltaban. Por la noche se presentaba ante mí, un espectáculo todavía más grande y majestuoso, el firmamento lleno de estrellas con infinitas posibilidades de viajar por todas ellas y en la tierra las luciérnagas que me invitaban a seguirlas en su baile elegante cual si fuese ballet. Comento con mis hijos y mis nietos que me gustó mi niñez a pesar de todo, ya que había que trabajar, que caminar mucho, tenía que alimentar a los animales, asearlos, recoger los huevos, ir por el carbón, etc.; pero disfrutaba mucho la temporada de vacaciones cuando mi padre preparaba el almuerzo con tortillas calientes y salsa. Pero llegaban los días de escuela y había que luchar y trabajar ya que nunca me gustó que me comparasen con nadie, ni con mis hermanos. También había que demostrarles a algunos maestros, que no era mediocre. A la hora del recreo jugábamos al avión, brincábamos la cuerda, cantábamos y reíamos.

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Llegaba diciembre y no podíamos faltar a ninguna posada, las letanías, los rezos, el ponche, la fruta, las piñatas, los amigos, algunos años. Logré entrar a la escuela de Corte y Confección en la Corregidora de Querétaro donde sufrí, luché y finalmente concluí mis estudios de profesora de Corte y Confección. Al iniciarme en el campo laboral tuve la oportunidad de dirigir un taller de costura en la Secretaria de Educación Pública, y en Singer no tuve oportunidad, ya que deseaban personas perfectas físicamente y hasta bellas. Eso no me detuvo y seguí adelante. Pasaron los años y tuve la dicha de enamorarme de un hombre maravilloso que me apoyó y me sigue apoyando, que me ha permitido seguir creciendo como persona y seguir preparándome. Nuca he dejado de enseñar lo que sé. Estoy cumpliendo treinta y cinco años de ser maestra de corte y confección. Tengo tres hijos nobles y buenos y seis nietos a los que disfruto. Gracias a mi salud, puedo gozar de mi tercera edad, conociendo y reconociendo mi México, disfrutando de sus paisajes y de su gente, artesanía y comida. Las

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tertulias me permiten evocar tantos recuerdos como canciones hay y sobre todo bailar a sus compases, por lo que doy gracias a la vida y a Dios, a sus retos y experiencias que me han permitido ser, llorar, reír y vivir plenamente y sobre todo seguir soñando.

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Los Cheneques

Consuelo López Martínez

Todo sucedió en el año de 1940 en los tiempos en que nos gobernaba el Revolucionario General Lázaro Cárdenas del Río, quién había ganado por abrumadora mayoría la elección para presidente de la República al candidato Don Antonio I. Villarreal, el lugar, mi natal terruño Teocelo de Díaz, el nombre proviene de la lengua

huatusca, que quiere decir "potrero de ganado y guayabal", y lo de Díaz por que el General Porfirio Díaz, quién inauguró el ferrocarril México - Xalapa, en este poblado, que antes de ser declarado Villa, fue la hacienda de Tuzamapan y el poblado de Monte Blanco, erigido por los pobladores de Santa Tetela, dicho poblado es de clima templado y con flora y fauna de bosque tropical y con gran variedad de animales silvestres de 54 Km. de extensión y colindando políticamente con los poblados Xico y Coatepec por su parte norte.

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Fue una tarde de mayo, cuando a mis escasos cinco años en unión de mis primas Teresa y Celia guiadas por mi abuela materna Nicanora, una viejecita, blanca esbelta de gran porte y que a sus 70 años mantenía una postura completamente recta, caminábamos todas entre cafetos platanares y naranjos, con el fondo del cantar de las chicharras, cortando leña, para calentar nuestro hogar, con dirección hacia el rió Frió, famoso por sus perros de agua, una especie de nutrias, y a pesar de conocer las veredas perfectamente, tres duendes conocidos con el nombre de cheneques le hicieron perder la orientación y rumbo, a mi abuela que conocía muy bien el camino: ¡Hasta a la mejor cocinera se le queman los frijoles! Los cheneques nos aventaban piedrecillas desde la peña, para espantarnos, por lo que no pudimos llegar al río y pasamos por una hermosa chocita hecha de tejamanil, de donde se escuchaba un hermoso canto de niñas, lo más raro es que nunca la habíamos visto, ni siquiera sabíamos de su existencia.

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Después nuestro abuelo Esteban, nos contó que era parte del bosque encantado, incluso cuenta la leyenda que el 24 de junio, día en que floreaba la hierba buena, y en el río aparecía una poza y en el fondo de ella una jicarita, que giraba e hipnotizaba a quién la viera. Pero… ¡No te cause nunca espanto, duende ni muerto ni encanto!

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La caída Georgina Adriana Nájera Martínez

A la edad de 10 años me caí del techo del gallinero. Estábamos mí hermano Jorge, un amigo de mi edad Beto y yo platicando. De pronto del patio de la vecina, se elevó una pequeña columna de humo, estaba saliendo de la cocina donde echaba las tortillas la señora Carmelita; me acerqué a la parte alta del techo, ya que estaba en

declive y escuché el palmear; empezaba a hacer sus tortillas, volteó a ver a mis colegas y sonreímos maliciosamente, la imito burlonamente, dos o tres veces; no contenta con eso, me propongo ver la cara que pondría al escuchar mis palmadas, arriba del techo del gallinero. Sólo con la intención de divertirme un poco; no alcanzo a verla. Ah! se me olvidaba comentar que había un pino grandísimo, hermoso; de su tronco sobresalía un tronquito, ya que habían cortado la rama para que no pegara en el techo del gallinero.

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Sólo que de eso ya había pasado mucho tiempo, así me estiré, me detuve del famoso tronquito y... para abajo! Si, alcancé a escuchar; ¡Jesús, se cayó Adrianita!, ¡Chonita! (mi mamá); Chonita, se cayó Adrianita del techo del gallinero! Para esto afortunadamente no me pasó nada no obstante que pasé cerca del filo de unas láminas, y al caer sólo se me doblaron mis piernitas y caí cuan pequeña era y sigo siendo, mis colegas saltaron del techo, me levantaron y preguntaron ¿no te pasó nada?, ¿estás bien? corrimos a escondernos atrás del lavadero. Mi mamá y la señora Carmelita me llamaban para ver que me había pasado.

Tenía miedo y vergüenza por eso no salía del escondite. Al fin tuve que salir y afrontar las consecuencias de mis actos; quizá con la preocupación sólo me revisaron y al ver que no me pasó nada, me dieron algo para el susto y ahí acabó esto. Realmente aprendí la lección; seguía trepándome a los árboles y a los techos pero ya no buscaba de quien burlarme y menos de mis mayores.

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Un buen trago Georgina Adriana Nájera Martínez

En una ocasión cuando la familia estaba reunida comentando los sucesos de años atrás, escuché que yo había tomado aguarrás cuando apenas tenía dos o tres años, las cosas sucedieron así. Andaba con mi hermano Jorge, quien es mayor solo dos años, en el patio de la casa en Ciudad Mendoza, Veracruz. Había un enorme tambo y encima de él un envase de refresco de manzana, que contenía aguarrás pero eso no lo sabíamos. Mí hermano dijo: Mira manita manzanita ¿quieres? seguramente fue por una silla para poder bajar el envase, éste estaba tapado con estopa, se la quita y amablemente me ofrece, toma tú primero, yo dí un buen trago y grité tratando de escupir, mi mamá salió al patio, en ese momento me cargó, me llevó a la clínica del Seguro Social, que quedaba a dos cuadras, ella, excuso decirles como iba de preocupada. Al atenderme el doctor, dijo: ¡señora no se asuste! lo único que le pasa a su hija es que pescó una borrachera tremenda, dele algo para que vomite y se le pasará... Ví el anuncio en televisión en el cual recomienda que para evitar accidentes, nunca se utilicen envases de refrescos para guardar sustancias t6xicas, porque nunca faltarán niños... capaces de empinarse la botella.

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Bueno, para mi anécdota fue un poco tarde la prevención, pero para los niños de esta época, aún es tiempo de poder evitar situaciones de peligro. Ojalá que los papás y las mamás escuchen y atiendan esta recomendación, que les evitará muchos sustos y disgustos.

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Un montón de aguacates Georgina Adriana Nájera Martínez

Esta anécdota trata aunque ustedes no lo crean, de sólo un montón de aguacates... En junio del año 2001, mi hermano Jorge, viaj6 de Saltillo, Coahuila a Ciudad Mendoza Veracruz, para firmar los documentos necesarios de la cesión de derechos de la parte que le correspondía de la casa en donde nacimos 6 de los 7 hermanos que formábamos la familia, la menor había nacido en un hospital de Orizaba Ver. Acudimos dos veces a Córdoba, Veracruz para la presentación, identificaciones y la firma de dichos documentos. Al cuarto día Jorge tenía que regresar a Saltillo, así que se compraron las cosas que se iba a llevar: eran frutas, verduras, etc. ¿por que esto?, pues porque eran sabores, olores y colores de la niñez vivida felizmente. El día del regreso estábamos desayunando y planeábamos que era penoso, no habernos quedado más tiempo para bajar algunos aguacates, para que se pudiera llevar más de los que se habían recogido cada

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mañana antes de las 8:00, después ya no caían más, total que lo curioso fue que nos llamó la atención un ruido extraño en el patio, salí a ver qué había pasado, miré hacia arriba y al acercarme más al árbol de aguacate me sorprendí, al ver un montón de aguacates juntos, de verdad juntos, no había soplado viento y ahí estaban, ¿c6mo?, ¿quién los había bajado? solo eran un montón de aguacates del árbol que nuestro padre había sembrado y cuidado los últimos años de su vida. Es sorprendente porque muchas veces hemos estado nosotros en la casa y si no bajamos más aguacates sólo esos nos traemos, nunca han caído así de repente, un montón o esa cantidad extra. Son sabrosos y el hecho de tenerlos a la mano nos da gusto y satisfacción porque los árboles del patio de la casa forman parte de nuestra niñez.

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El Circo Margarita Rosas

Un domingo siendo pequeña, mí mamá me llevó al CIRCO y primero nos pasaron con la demás gente a ver los animales, mi mamá había invitado a unos primitos míos y andábamos muy felices. Mira, le decía a mi prima, que se llamaba Blanca Rosa; ve el elefante: qué grandote, mira, mira el tigre se ve feroz ¿verdad? pero mira los changuitos, me decía ella unos negros otros cafés ¡mira! como esa changa abraza a su changuito, bebe. Mi otro primo nos llamaba, vengan aquí hay un león y mí primo decía vean qué cabezota tiene tan peluda ¡Ah! pero aquí hay una jirafa y mí otro primo que se llamaba Rodolfo, nos decía: - miren los caballos que hermosos están, y le decía a mí Mamá -¿me dejaran subir a un caballo tía? –No, decía mi Mamá, esos caballos son para que trabajen con los señores del CIRCO. Que contentos acabamos de ver a los animales. Y ya entramos al CIRCO, estábamos todos esperando sentados cuando de repente salieron los payazos; que bonitos sus vestidos de colores muy vistosos y brillantes, porque tenían unas lentejuelas; le decía un payaso el otro -oiga Ud. porque se pinta tanto la cara, para trabajar y divertir a los niños ¡Ah! entonces todas esas señoritas que nos están viendo, que vengan a

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trabajar con nosotros porque vea que pintarrajeadas están. ¡Bravo, bravo! gritaba la gente mientras los otros payasos salían dando marometas, y brincando con la reata, estuvo muy bonita la función que vimos en el CIRCO, salimos muy contentos contando todo lo que vimos, los malabaristas y todo lo que pasó. Haciendo memoria de esta maravillosa vivencia compuse esta cancioncita:

El domingo fui al CIRCO Y entre otras cosas vi A un lindo payasito

Que me hizo mucho reír Lara ra, lara ra, lara ra

Yo soy ese payasito

El que tanto te gustó Y he venido a hacer mis gracias

Para divertirte hoy Lara ra, lara ra, lara ra

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Recordando Margarita Rosas

Mamá era una niña de doce años, que quedo huérfana, porque su mamá murió de la epidemia que llegó aquí a México, que se llamo la influenza española, así me dijo mi mamá. Como la hermana de mi abuelita no se podía hacer responsable de mi mamá, se la entregó a su madrina, esta señora era la esposa de un señor que tenía una cadena de pulquerías, en 5 de Mayo, en Venustiano Carranza, en Tacuba etc, en varias calles del centro eran las primeras pulquerías de México, donde iban los catrines, y para distinguirlas las adornaban con unas esferas grandísimas. Al poco tiempo de vivir con ellos mi mamá, se murió el señor y como la señora., tenía la idea de ir a Estados Unidos, vendió todas las pulquerías, y se fueron para allá, buscaron trabajo, y como mí mamá era todavía una niña, su madrina la contrato con un matrimonio como cocinera, porque decía mi mamá que ya sabia que quería ser. Su madrina al poco tiempo empezó a estar mala, con lo que le pagaban a mi mamá, le compraba sus medicinas, porque su madrina le decía que no tenía dinero, total la Sra. se puso muy grave y le dijo a mi mamá, Luchita no vayas a tirar este colchón aquí hay un dinerito que dejo para ti.

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Cuando su madrina falleció, se llevo mi mamá algunas cosas de ella entre esas cosas el colchón. Quedo muy triste y sola mi mamá. Un día le entro la curiosidad, y empezó en descoser el colchón y así lo hizo, su sorpresa fue mayúscula cuando leyó una carta que estaba ahí adentro y decía: Luchita este dinero es el que me pagaron por las pulquerías y es tuyo lo he guardado nada más para ti. Gran alegría y susto a la vez, decía mi mamá, que llevó, fue corriendo a decirle a la Sra. su patrona, también para ella fue una gran sorpresa, porque era mucho dinero, hasta centenarios y muchos billetes, que barbaridad y mira tu madrina decía que no tenia para sus medicinas, no quiso gastar por dejarte todo a ti. Pues que Dios la bendiga. Pero vamos a decirle a mi Esposo, para poner este dinero en el Banco. Y así lo hicieron.

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Un sueño de amor Margarita Rosas

Éramos novios (Pepe y margarita). Un romance tan bonito, me decía Pepe: que bonitos ojos tienes, desde que te conocí, fue lo primero que me gustó de ti, una mirada dulce y cariñosa. Cuando no te veo siento que todo obscurece, en cambio cuando estás conmigo parece que tengan luz tus ojos que me iluminan. Era muy romántico, tocaba el piano y como mis primos cantaban, tenían piano para enseñar, y Pepe iba a afinar el piano y les arreglaba una que otra cosa que se les descomponía (porque también era mecánico de pianos), así fue como conocí a Pepe, porque iba a la casa. Desde un principio nos gustamos, era un muchacho fornido, moreno claro, con bigotito y para mí era guapo. Cuando llegaba a afinar el piano, yo corría a abrirle la puerta, me encantaba verlo, llegaba con su traje negro y su abrigo, muy elegante se veía. Un día hasta me regañó mi tío, -que le ves a ese muchacho prieto, te vuelvo a ver que te alocas y te alborotas y te voy a encerrar cuando venga.

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Pero empezó nuestro noviazgo, ¡que hermoso!, yo me salía a escondidas en las noches y no íbamos a un parque que estaba cerca de la casa, ¡que bonito jardín!. Tenía muchos árboles de limón pero llenos de azares, ¡que hermoso olían! ¡Que hermosos se veían! Y nosotros abrazados íbamos por los caminitos, en el fondo del jardín, una reja lo dividía llena de flores, y entre besos y abrazos nos jurábamos eterno amor, ¡que lindo, yo era feliz! El siempre alabando mis ojos y besándolos, me decía: te amo. Yo sentía que mi corazón se quería salir. Contemplábamos la luna y las estrellas, con ese olor de los azares sentíamos que estábamos soñando, platicábamos y me decía: ojalá que cuando nos casemos tengamos muchos hijos, yo sueño con ellos y mi esposa que eres tú, que sean míos, que diga yo: son mis hijos, mi esposa y mi hogar. Seguramente su entusiasmo por tener familia e hijos provenía de su orfandad, cuando él nació, murió su mamá y al año murió su papá, por lo que repartieron a sus tres hermanitas y a él con sus padrinos; les repartieron sus herencias, mi suegro era dueño de casi todo Texcoco y una vez que lo repartieron, esos padrinos que todos eran médicos, se vinieron a México

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y cual más, puso su negocio, el doctor Narvarte era el padrino de mi esposo, el Dr. Barragán de mi cuñada Mary, el Dr. Vértiz era el padrino de la otra hermana Rosita y el Dr. Balmis de conchita. Estos doctores famosos fueron los padrinos de estos niños huerfanitos, pero como Dios es muy grande, salieron adelante, después contaré esos detalles más profundos, porque a mi esposo le decían sus padrinos, tú vive aquí como si fuera tu casa, tú eres nuestro igual, pero no lo dejaban ir a la escuela, era el gato de la casa y el pilmamo. Por eso él decía: quiero mis hijos, mi esposa, mi hogar, pero míos.

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Como Conocí el amor Haydeé Amézquita Barrera

Iba a cumplir cuatro años cuando el amor me mostr6 un rostro diferente al que yo cocía. Amaba a mis padres, a mis familiares, a mí manita pero ese sentimiento afectuoso, no aceleraba los latidos de mi corazón, ni alteró mis hábitos de conducta. Fui hija única y criada entre

adultos y considero que eso moldeo mi personalidad pues aunque no participaba de manera activas estaba al tanto de las pláticas de los mayores. Hago esta aclaract6n porque en mi relato verán como influyó, eso en mi conducta. Una tarde estaba yo haciendo equilibrios en el barandal del corredor de mi casa y mi madre al verme exclam6: -Bájate de ahí, india del Bacatete, ¡te vas a caer! En ese preciso momento apareció en el patio, el Ing. Reyes, amigo íntimo de mis padres quien llegaba a la

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tertulia que casi diariamente habla en el estudio de mi padre. Al escuchar lo dicho por mi madre, dijo: -Pero, Lupita cómo le dice usted india del Bacatete, a esta preciosa sevillana. El milagro se hizo. Al oír aquello de "preciosa sevillana" mi corazón latió con fuerza, mis ojos se abrieron a lo máximo y baje con rapidez del barandal. Mi madre y el ingeniero cambiaron algunas frases que no registré. El entró al estudio a encontrarse con el grupo de amigos. Mi madre le encargó a mi nana que me cuidara de mis acrobacias y yo seguí sintiendo por largo rato, que me faltaba el aire. A partir de entonces mi conducta cambió. Yo me tiraba en el piso y con frecuencia mi nana decía: que tenía las rodillas como tablillas de chocolate; que se me iban a poner duras como de arriero. Pues bien deje de revolcarme por el piso y delante, acabando de comer pedía que me lavaran la cara, las manos, los dientes y que me peinaran bien. Revisaba mi vestido y si le encontraba una pequeña manchita, pedía que me lo cambiaran. Cuidaba de estar perfectamente limpia y exigía que me pusieran loción, como veía a mi madre y tías ponerse.

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Luego me estacionaba cerca del zaguán, para estar presente cuando llegara el ingeniero Reyes. El siempre me saludaba y me daba un beso en la mano y decía: -¿Aquí estás, sevillanita? Calculen como me sentía con ese saludo. Luego entraba al estudio. Yo no tenla permiso para entrar a la reunión, pero frecuentemente me colaba. Me ponía al lado del ingeniero y me dedicaba a cuidar que su taza de café no estuviera vacía y de que siempre tuviera un cigarro encendido. Cuando mi padre notaba mi presencia, llamaba a mi nana y ordenaba que me llevaran. Entonces sacaba un cochecito con una muñeca y me dedicaba a pasear el corredor, vigilando el momento en que el ingeniero salía y rápidamente lo acompañaba a la puerta. El se despedía con el consabido beso en la mano. Algunas veces al llegar me entregaba una bolsita con dulces. ¡Como me halagaba! ¡Como estimaba el regalo! A nadie le convidaba, me los comía yo sola.

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Yo sentía deseos de hacerle también un regalo y concebí la idea de regalarle un anillo. A una de mis tías, la hablan pedido en matrimonio y el novio le regaló un anillo en señal de compromiso y ella lo lucía muy orgullosa. Buscando el anillo compraba diariamente cinco sorpresas. Eran unos tubitos de cartoncillo envueltos en papel de China que tenían unos pequeños caramelitos y juguete; casi siempre eran soldaditos de plomo o planchitas, pero yo me habla sacado un anillo que perdí y esperaba tener la suerte de sacar otro, para poder regalárselo al ingeniero. No salió nunca el anillo y yo solo junte casi un regimiento de soldados y muchísimas planchas. Un día, a la hora de la comida, me enteré que el ingeniero había recibido una comisión muy importante en la ciudad de México, se iban a instalar unos aparatos para regular el tránsito, su nombre era semáforos. El tenía que ir a conocer todo a fondo en Estados Unidos. Se iba por varios meses. Sentí ganas de llorar ya no lo iba a ver, pero me tragué las lágrimas. Nadie notó mi tristeza.

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El día que partió fui con mi padre a despedirlo a la Estación Buena Vista. En el andén me dijo: -Sevillana, te voy a traer una bonita muñeca. Empezó mi desilusión. ¿Una muñeca? Nunca fui muñequera, tenía muchas muñecas pero no jugaba con ellas. Ahora, al paso del tiempo me pregunto: ¿Qué quería que me trajera? ¿Acaso, el vestido de novia? Yo estaba totalmente loca. Ahora, que lo recuerdo me da mucha, mucha risa. La idea del ingeniero coincidió con mi entrada al "Jardín de Niños" y con eso mis intereses cambiaron. Cuando volvió, me trajo la muñeca prometida era en verdad preciosa. Al recibirla como niña educada le di las gracias y hasta un beso; pero mi corazón ya no saltaba. Por el fraude a mis ilusiones tomé una pequeña venganza cuando me preguntaban cómo se llamaba la muñeca, contestaba: -No tiene nombre.

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Aparentemente todo quedó en el olvido. Pero, cuando a los veinte años fui a Europa y estuve en Sevilla; el recuerdo del ingeniero cobró vida con fuerza y oí su voz: -Sevillana, sevillanita! Y mi corazón latía otra vez muy fuerte y una sensación de escalofrío me recorrió. Por la separación de mis padres y el segundo matrimonio de mí madre perdí todo contacto con la familia paterna. Supe accidentalmente que el ingeniero murió. Pero lo supe muchos años después de que eso había sucedido. Debo hacer una confesión: Nunca volví a sentir mi corazón tal agitado como cuando me llamó él: "Preciosa sevillana", ni siquiera cuando me pidió que nos casaremos, el que fue mi esposo. Hay detalles que lo marcan a uno para siempre y aquello de: "sevillanita" me marcó para siempre.

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Mi hermano Manuel Marina Ochoa Zúñiga

A mediados de 1946 vivíamos en Nopala, Hgo de donde somos originarios, Mi mamá estaba embarazada de su cuarto hijo. Ese año hubo un eclipse, las señoras que estaban embarazadas se alarmaron mucho, decían que la luna se come a los niños que están por nacer y que para que esto no suceda se tiene que colgar

algo metálico en su ropa, así como, seguros, clavos o algún otro objeto que este a su alcance, también ponen las tijeras en forma de cruz atrás de las puertas de sus casas. Así llego el 15 de febrero de 1947, como a las 11.00 de la mañana mataron a un hermano de mi papá, era lunes día de plaza. Le dieron la noticia a mi mamá y desde ese momento se puso mal, por la impresión. Se la llevaron con doña Clara la partera del pueblo y en la noche nació mi hermano Manuel, con la mala

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noticia de que sí se lo comió la luna, nació con el conducto auditivo tapado y sin el pabellón. Eso cambio mucho la vida de la familia, todos estábamos muy triste, sobre todo mi mamá; lloraba mucho, no teníamos los medios económicos para atender a mi hermano. Nos vino una mala racha “nos calló el chahuistle” como dicen en mi tierra. A mis hermanos les dio la tos ferina a mi tifoidea, mi abuela paterna se volvió loca y para acabarla, nuestra vaca se murió de fiebre aftosa, que día tan triste, todos llorábamos alrededor de nuestras vaca, me acuerdo y se me hace un nudo en la garganta. Así paso el tiempo, mi hermano Manuel ya tenia más de tres años y no podía hablar, todo fue consecuencia de la impresión que sufrió mi mamá el día que nació a pesar de todo, Manuel siempre fue un niño feliz, juguetón, travieso. Como la hermana de mi mamá tenia muchos hijos siempre teníamos primos con quien jugar, Manuel siempre trato de hablar, se daba a entender a señas o como podía, toda la familia y los amigos lo tratábamos en una forma normal que se nos olvidaban sus limitaciones. Mi mamá animó a mi papá a buscar trabajo en México, así que dejo de ser agricultor y se volvió ferrocarrilero.

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Las cosas en el pueblo no se componían, mi mamá vendió sus gallinas para tener dinero y no tuvimos mas remedio que emigrar a México. Nos vamos para atender a Manuel, que mis hijos estudien y que mis hijas no se casen con un tlachiqero. Así fue como llegamos a la Colonia Guerrero.

Como de costumbre mi hermano Manuel, fue el primero en tener amigos que hasta la fecha lo siguen siendo.

Cuando Manuel cumplió la edad para entrar a la primaria no lo recibieron en ninguna escuela pues todavía no podía hablar bien; mi mamá fue a un escuela de monjas que estaba en la calle del Sol (La Marchena) lo inscribió, nos costo mucho dinero, solamente un día lo tuvieron ahí, las monjas lo expulsaron, dijeron que mi hermano le pegó a un niño y así fue, pues se burlaron de él y eso nunca lo ha permitido, aunque las pinches monjas no quisieron regresarle nada de dinero a mi mamá y hasta la fecha no tenemos un buen recuerdo de ellas, por crueles y abusivas, Cuando fuimos por mi hermano nos dijeron cosas muy feas que es mejor no recordar.

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En ese tiempo mi mamá ya tenia seis hijos y no podía llevar a Manuel a que lo atendieran, solamente que alguien le ayudara. Yo ya había terminado la primaria, mi papá me dijo que no tenia caso que siguiera estudiando; para tener hijos no es necesario estudiar. Que yo iba a ser la criada de la casa, la más fea y la más pendeja es la que se queda a ayudarle a su madre. Así me quedé con la responsabilidad de mi hermano Manuel. Fuimos al centro de Rehabilitación y de ahí nos mandaron a una escuela de lenguaje, donde le enseñaron, a mi hermano, a entender con el movimiento de los labios, hacer muchos ejercicios con la lengua; en la casa los hacia todo el día, y avanzó mucho muy rápido. Fuimos al Hospital Infantil, a audiología y cardiología, ahí nos tocó con un otorrinolaringólogo, el Dr. Bustamante, qué buenos recuerdos. Todo el personal nos trataba con mucho cariño, rayos X, Recepcionistas, el Dr. hasta nos invitaba a desayunar, me decía mamá chiquita. El Dr. Bustamante le hizo muchas operaciones a mi hermano para reconstruirle el conducto auditivo, le pusieron una prótesis.

En el Hospital le dieron a Manuel un reconocimiento por su valentía, aprendimos a tomar camiones y conocimos muchos lugares de la Ciudad de México.

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Cuando nos atendían rápido en el Hospital nos íbamos a un parque donde había entrenamientos de béisbol que ahora me imagino que era el parque “Delta“ en la equina de Lerdo y Nonoalco estaba la “ Cuchilla “ y también se jugaba béisbol al cual nos aficionamos mucho y nos escapábamos para ver los partidos. Manuel empezó la primaria cuando tenis 9 años para entonces ya oía mejor y se daba a entender, ahí lo querían mucho los niños sobre todo los que tenían alguna discapacidad, pues si se burlaban de ellos, mi hermano los defendía. Se hizo muy peleonero aunque no buscara pleitos pero a todos los ponía en su lugar.

Siguió estudiando pre-vocacional y vocacional; en esa época jugaba mucho fútbol y básquetbol., le gusta mucho bailar y lo hace bien; participó en juegos universitarios en atletismo, en el Casco de Santo Tomas. Lo fuimos a ver, me emocione muchísimo.

Entró a la E.S.C.A. aunque no terminó su carrera, sus amigos lo respetan mucho y lo tratan bonito.

Se casó con Alicia Ávila tiene un hijo y dos hijas; tiene una familia bonita y feliz, actualmente radica en Nopala.

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Con este relato hago un reconocimiento a mi hermano Manuel por valiente, nos enseñó a querer a la gente tal como es, a ser felices y a no fijarnos en pendejadas (como dice mi hermano).

Estoy orgullosa de tener a un hermano así. El tío consentido de mis hijos.

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Yo creo en los milagros José Rojas Trejo

Pienso que milagro es un hecho inexplicable por las leyes naturales y lógicas y que su realización se atribuye a la intervención sobrenatural de la Divinidad. Voy a contar a ustedes tres sucesos que tengo en mi experiencia, y que a mi juicio son maravillosos y

extraordinarios; ellos me han permitido escapar de grandes peligros. He aquí lo sucedido: Manejaba un camión de volteo con cinco toneladas de material para carreteras. Iba con rumbo a Iguala, Guerrero. Corría a mucha velocidad y yo no conocía bien esa carretera. De pronto llego a una curva muy cerrada tanto, que tuve que salirme de mi carril y quedé en sentido contrario y a punto de irme al voladero. Pude darle dos

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jalones al volante y pude tomar mi derecha. Me había salvado de un doble peligro: irme a la cuneta y caer en el precipicio, o chocar de frente con algún vehículo que viniera en sentido de frente. Mi impresión fue terrible; el haberme salvado lo considero y lo sigo considerando como un milagro. Le di gracias a Dios y se las sigo dando. Nada me pasó y puedo contarlo ahora. En otra ocasión, tenía 18 años y estaba en las playas de Veracruz; me vestí para nadar, me sentía feliz al sentir el agua en mi cuerpo. De pronto oí unos gritos... ¡auxilio!, ¡auxilio!... Yo no sabía nadar muy bien, pero me lancé a prestar ayuda. Eran dos muchachas. Una de ellas, que estaba más cerca de mí me alcanza y se abraza de mi cuello, con una desesperación y una fuerza que yo quedé inutilizado. Íbamos a ser tres los ahogados. El momento era, espantoso. De pronto vi llegar a dos hombres. Eran salvavidas que nos sacaron con rapidez. De no haber llegado los salvavidas a tiempo, no lo estaría contando, como mi segundo milagro.

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Al volver a la playa di las gracias a los salvavidas, pero sobre todo a Dios. Ahora contaré el tercer milagro. En el tiempo en que todavía circulaban tranvías, yo manejaba un taxi, no se usaban los taxímetros. Circulando por el centro de esta ciudad, tomé un pasajero. El me indicó a donde quería ir. Eran las 12:30 de la noche. Yo arranqué en línea recta, de pronto, sentí un ajuste raro en el volante; prendí las luces enteras y me di cuenta que las vías del tren estaban en reparación y que avanzaba sobre las vías del tren. Encomendándome a Dios seguí de frente, recorrí dos cuadras hasta donde pude salir. El pasajero ni siquiera se dio cuenta de lo sucedido. Lo considero un milagro, porque de haber caldo de las vías el accidente hubiera sido terrible y hasta fatal, pues la volcadura al chocar con los durmientes levantados, y en desorden, hubiera sido inevitable. Ustedes estarán de acuerdo conmigo en que yo crea en los milagros.

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Recuerdos de mi infancia José Rojas Trejo

Cuando era pequeño oía contar cuentos de aparecidos y brujas. Seguramente ustedes también oyeron relatos semejantes. Voy a recordar algo que me impresionó y hasta llegó a quitarme el sueño. Se decía que por el Cerro del Peñón se aparecía un charro sin cabeza, si alguien iba a verlo y por la noche, le diría donde estaba enterrado el oro que tenía escondido y se haría rico. Nunca supe de alguien que hubiera ido; pero como me desvelé pensando si sería cierto el relato. Otros relatos que me impresionaban, eran los que hablaban sobre brujas y duendes. Las brujas volaban montadas en una escoba y así se transportaban por los aires a lejanos lugares. Yo miraba atento el cielo, esperando ver pasar siquiera a una bruja en su escoba. Fue inútil, nunca la vi.

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Los duendes eran personajes pequeños que se dejaban ver en lugares arbolados. Algunas veces hacían travesuras, otras cosas malas y otras cosas buenas. Los quería ver, pero no lo conseguí y me quedó la duda si eran: buenos, malos o maliciosos. Ahora, con tantos años vividos resulta divertido recordar esos momentos en que nuestra ingenuidad nos mantenía admirados y estupefactos ante estos relatos ¿no es cierto?

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Recordando mi vida José Rojas Trejo

Yo considero que mi vida es muy especial. Por principio soy hijo natural, pues mis padres nunca se casaron. Desgraciadamente perdí a mí madre cuando tenía entre cinco y seis meses. Cuando tenía cinco años, la hermana de mi abuela quiso ser mi tutora y así lo hizo hasta que murió, cuando yo tenía 28 años. A falta de una madre Dios me proporcionó cuatro. Estas madres fueron mis tías con las que pasaba temporadas en casa de cada una: mamá María, mamá Amparo, mamá Lupe y mamá Margarita quién fue mí tutora. Mamá Margarita fue una santa, crió a ocho niños más. Ella nos llenó del amor que no pudieron darnos nuestros padres naturales; cuando me casé, con mi esposa María de los Ángeles, mamá Margarita me entregó en el altar. Una cosa que considero extraordinaria es mi memoria. Pues tengo recuerdos de antes de cumplir un año. Recuerdo que antes de caminar me arrastraba sentado en el suelo y me impulsaba con la mano izquierda, pues la derecha la ocupaba para chuparme el dedo gordo.

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Cuando estaba sentado junto a unas personas le tomaba la oreja por el lóbulo; si estaba solo me tomaba la mía. Recuerdo con claridad una de mis primeras travesuras. Tendría ocho meses, veo un reguero de garbanzos que estaban en un traste que yo tiré; veo un plumero de palo largo y un barril de pulque, pues mi abuelo vendía y entregaba esa bebida en las pulquerías. Lo recuerdo todo con claridad. ¿Era travieso? Debo haber sido muy, muy travieso. Fue cuando tendría cinco o seis años que me enteré que mi madre murió de un dolor, del que no se supo su nombre; en esa época no se manejaban los nombres de muchas enfermedades, simplemente fue un dolor. A partir de entonces fue cuando mis tías madres se responsabilizaron de mí. Tengo un hermano y una hermana mayores que yo. Mi nombre es José Rojas; pero pienso que debe aparecer el segundo apellido que es Trejo. Estoy tramitando ante el Registro Civil que en mi acta de nacimiento se ponga mi nombre completo: José Rojas Trejo.

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Un bello recuerdo María de los Ángeles López Álvarez

Un día del mes de enero llegó mi hija Martha para que fuéramos a Ensenada a ver el paso de las ballenas que cada año hacen el recorrido desde el Polo Norte hasta el Mar de Cortés, para tener a sus ballenatos en aguas más cálidas. Así llegamos al puerto de

Ensenada en Baja California y nos embarcamos en un pequeño yate, para hacer el recorrido que dura aproximadamente cinco horas. Llegamos a un lugar que se llama "La Bufadora". Es un espectáculo maravilloso, pues en este lugar hay una cueva donde entra el mar con mucha fuerza y sale por un orificio. Cuando sale se escucha un ruido muy fuertes como un bufido. En tiempo de lluvia la marea es muy alta y entonces el ruido es más fuerte tanto que se oye a varios kilómetros de distancia. Haciendo el recorrido, más adelante vimos a las ballenas. El yate se acercó todo lo posible y ellas al

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sentir el ruido de la embarcación se hundían en el mar y levantaban su cola en una forma espectacular. Era maravilloso ver aquello. De pronto, nos dimos cuenta que varias docenas de delfines iban alrededor de la embarcación, completando la escena impresionante. Los delfines brincaban, perecía que caerían dentro de la embarcación. Me causo gran emoción ver a las ballenas y a los delfines, las horas transcurrieron causándome gran placer.

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El Pozo Bertha Salazar Fonseca

En el año de 1943 a 1945 cuando se declaró la guerra con Japón, mi papá era obrero de una fábrica textil, de articela, era una fibra importada del extranjero y por lo mismo se cerró esa empresa y no solo esa, sino que muchas más y hubo desempleo muy fuerte, y mi papá le dijo a mi mamá, - oye Elvira si seguimos en la

ciudad, aquí en el Distrito Federal, no va a ser posible sobrevivir, nos tenemos que ir a provincia pues ahí hay aunque sea hierbas, raíces o se pueden criar pollos o sea que hay más posibilidades de supervivencia. Y así; nos fuimos, mi mamá, mi papá y yo a vivir en San Andrés Tetepilco por donde ahora está el metro Nativitas, eran milpas y puros jacales. Ahí había una casa de campo como quinta, era de un doctor estaba sola,, ahí trabajaba mi abuelita cuidándola, tenía mucho terreno y una huerta, toda llena de hierba muy crecida, y ahí jugaba yo, corriendo y explorando, fue cuando

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estando por ahí, de repente se me acabó el piso, me caí en un pozo que no tenía pretil, nada más unas tablas podridas tapadas con hierbas, al caer me agarré de la hierba y veía hacia abajo y veía la ruedita del espejo de agua, me puse a gritar pero sabía que nadie me iba a oír, en esa soledad, entonces pensé en callar y esperar a que me buscara mi abuelita y al rato que, por cierto se me hizo una eternidad, me gritó mi abuelita, - ¡Berta!, ¡Berta!, ¿dónde estas?, - ¡aquí abuelita!, contesté, pero ten cuidado, estoy en un pozo no te vallas a caer tu también. Cuando me encontró se asustó mucho y me dijo: - no te sueltes hija, voy por ayuda, no tardo con la ayuda, pusieron unas tablas buenas y me sacaron. No podía abrir los puños de tan apretados que los tenía, agarrando la hierba y tenía las manos muy moradas. No se me quitó la manía de jugar por ahí, pero me fijaba más, de esa fecha en adelante le tenía miedo al agua, a los pozos y a la profundidad. Ya lo superé, pero a veces en sueños se repite la aventura.

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Por alguna razón me salvé, tal vez para valorar más la vida y ver lo bella que es, aunque a veces tengamos “pozos” en ella.

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Yo y la montaña Elisa Maya Romero

Siendo mujer y joven con pensamientos muy hermosos, me enamoré. El era un estudiante de arquitectura y nuestro entendimiento fue maravilloso, siempre soñé con formar una familia y lo logré; nos casamos y vino mi primera hija; se llama Virginia.

A mi esposo le costó mucho trabajo terminar su carrera porque ya estábamos casados, después, a los diez años tuve a mi segunda hija Alexandra Lariza. La forma en la que empecé a excursionar y a escalar fue así: mi esposo un buen día compró una revista llamada "Tiempo Libre". En esta revista; venía información sobre un Club de Exploraciones. El me dijo que tenía una sorpresa sobre unas exploraciones y que iba a ir a una de ellas para ver como era el ambiente e ir todos en familia. Un domingo después, mi esposo fue a una excursión. Regreso

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maravillado y me dijo: "Esto es lo que quiero para mi familia". Después salimos por primera vez en familia al "Valle de las Monjas" en la carretera a Toluca, y así domingo a domingo seguimos excursionando como familia en excursiones pequeñas y en excursiones largas, solo mi esposo y yo, para ir adquiriendo condición y así fuimos escalando varias montañas como el Xitle, Pico del Aguila, Telapon, Tlaoc y Tepoztlán. Un diciembre se organizo una excursión al volcán Popocatepetl ese fue mi primer ascenso a la montaña más importante en México. El segundo fue al Ixtaccihuatl donde nos bautizaron a mi esposo y a mí como excursionistas de alta montaña. La tercera fue al Pico de Orizaba. Llegamos a lo alto de la montaña a la una de la tarde; nos tomamos la foto del recuerdo en la cima y nos quedamos por un momento maravillados ante el paisaje y decidimos bajar lo más rápido posible porque no es conveniente descender cuando ya es de noche. En esa época mi hija Virginia cumplía quince años, y en el club al que pertenecíamos, la nombraron candidata a

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reina y para ser coronada tenia que escalar las tres montañas más altas de México: Popocatepetl, Ixtaccihuatl y el Pico de Orizaba. Cuando subió al Popocatepetl y a los otros dos volcanes su papá y yo la acompañamos para estar con ella y cuidarla. Fue coronada como Reyna de Exploraciones de México en la última montaña, en el Pico de Orizaba y hasta la fecha es la única niña que ha escalado tres montañas a sus quince años. Hasta 1985 dejamos de excursionar como familia por una temporada. Aunque mi esposo y yo nos divorciamos, eso sin duda, no afectó mis deseos de seguir escalando. Subí al Nevado de Colima y a La Malinche. He seguido excursionando, aunque ya no igual, pero lo sigo haciendo, es un deporte que me apasiona, que sin duda, me ayuda a liberar el miedo de estar sola y a salir de una depresión muy fuerte. Al estar en la montaña abrazo a un árbol, tratando de liberarme de toda la tristeza, dolor, rencor, etc., que tenga en ese momento y allí me cargo de toda la energía positiva que emana la naturaleza, con esto sigo viviendo llena de ilusiones y de cosas por hacer y con valor para seguir adelante.

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cuando estoy en la montaña, una satisfacción muy grande y me inyecta las ganas de seguir haciendo lo que amo y lo que me gusta hacer.

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Vacaciones Inolvidables Ana Dinorah Gómez de Lassé

Mi hermana Yolanda trabajaba en una compañía aérea junto al edificio de la Lotería Nacional. Su relación con varios Estados de E.U.A. era muy estrecha, tanto por teléfono como por carta. Varias veces compañeros de E.U.A., que pasaban sus vacaciones en el D.F. y Acapulco la habían invitado a conocer Dallas, San

Francisco, Detroit o Chicago.

Era el año de 1955 cuando mi hermana y yo nos alborotamos para ir de compras a Dallas, Texas y conocer un estado de E.U.A. Después de muchas recomendaciones mi papá nos dio el permiso. Pensamos ir por 6 días que mi hermana tenía de vacaciones de la empresa en la cual trabajaba. Antes de salir mi hermana mayor me dijo: Dame todo tu dinero para que yo lo guarde y así lo hice. Llegamos felices al Hotel Adolfus, desempacamos e inmediatamente nos fuimos a caminar y a visitar las tiendas. Como hacía

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bastante calor y nosotras no estábamos acostumbradas a esas temperaturas salimos de una tienda y corríamos a la siguiente para gozar de clima artificial y decidimos comprarnos inmediatamente pantalones cortos y blusas de manga corta. Estábamos pagando los pantalones cortos cuando yo le dije a mi hermana mira ese vestido de enfrente, por unos segundos mi hermana dejó en el mostrador la cartera y volteó a ver el vestido y en unos segundos también se esfumó la cartera, le preguntamos a las señoritas que nos estaba empacando en una bolsa los pantalones cortos y ella contestó “ yo no vi su cartera, estaba envolviendo sus compras después de que le di la boleta de compra e inmediatamente comentó: “cerca de ustedes pasó un muchacho“ efectivamente nosotras lo vimos pero él había pasado muy retirado del mostrador así que solicitamos ver al gerente de la tienda y le explicamos la situación. Después de estar en su oficina cerca de una hora y tomar tres cafés para la bilis, el gerente nos dijo: “Que su departamento de seguridad había ya buscado alrededor y que no habían encontrado nada y que la señorita que nos había atendido no estaría en su tienda trabajando si ellos no supieran que era una persona honesta. Así que con las lágrimas en los ojos mi hermana habló por teléfono a su empresa en Dallas y comentó lo sucedido. Su jefe le dijo: “No se muevan de la tienda que voy a mandar a dos personas por

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ustedes”. Cuando llegaron ellos también hablaron con el gerente de la tienda pero todo fue inútil.

Entonces el Sr. Smith y la señorita McMillan nos invitaron muy amablemente a almorzar con ellos en un restaurante muy bonito para que se nos olvidara el incidente y pudiéramos platicarles nuestros planes. Cuando terminamos el almuerzo les comentamos que el dinero que teníamos para comprar y comer lo habíamos perdido, por lo cual al día siguiente tomaríamos el avión de regreso a casa. En aquella época no se usaban los cheques de viajero. Nos vieron tan deprimidas que nos invitaron a conocer las oficinas esa tarde y a conocer al jefe de mi hermana. Al presentarnos con todos sus compañeros todos estaban tan mortificados por el penoso incidente que habíamos tenido. El jefe de mi hermana llamó a su esposa y nos invitaron a cenar ese día a su casa así que aceptamos ir a conocer a su familia. Cual no sería la sorpresa que nos llevamos que antes de irnos de la empresa se levantaron todos los compañeros de mi hermana y una chica agradable tomó la palabra y en nombre de todos, nos dijo: “Antes de que se vayan queremos decirles que todos nosotros estamos muy apenados por el incidente de esta mañana en su primer día en la ciudad de Dallas así que entre todos hicimos una colecta para que se queden hasta que les alcance lo que les juntamos para que

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ustedes y su familia no tengan tan mala impresión de nosotros los americanos y no esperamos un NO de parte de ustedes pues todos lo hemos hecho de todo corazón!”. Fue entonces cuando ella nos dio un sobre lleno de dólares! Dimos de todo corazón y muy emocionadas las gracias a todos, y los invitamos también a conocer México (el México de antes) y así lo hicieron varias compañeras de mi hermana nos vinieron después a visitar a México. Al día siguiente una de las chicas pasó a recogernos y nos invitó a desayunar al terminar fuimos a hacer unas compras con la condición que les habláramos de donde estuviéramos para que a las 6 PM otras 2 compañeras nos invitaran a cenar. Al día siguiente fue igual, pero siempre diferentes compañeros de la oficina de mi hermana. Eso nos dio la oportunidad de comprar regalitos para la familia y lo necesario para nosotras. Al tercer día les dimos las gracias y tomamos el avión de regreso a casa. Fue entonces cuando le contamos a papá y mamá lo que nos había sucedido. Mamá tristemente dijo: “En donde quiera se cuecen las habas! Pero que afortunadas fueron y les estoy muy agradecida a todos tus compañeros de la oficina en Dallas por este gesto”. Siempre Papá y Mamá los recibieron en casa ( a los que pudieron venir) con los brazos abiertos.

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Anécdota Ana Dinorah Gómez de Lassé

En 1955 fui a conocer mis tíos que vivían en Chicago. Ellos me habían inscrito en un curso para practicar mi inglés. Su hija una gringuita que masticaba el español me invitó a una fiesta recién que llegué. Al presentarme a un amigo del grupo me preguntó: “¿Así que tu eres la mexicanita recién llegada?”, yo le contesté “Si” e inmediatamente volvió a preguntar: “Cómo te sientes usando zapatos?” No tuvo tiempo de oír mi respuesta pues se zarandeó del cachetadón que le puse. Mi prima al darse cuenta de la situación me sacó de la fiesta y me pidió disculpas en nombre de su amigo. No lo volví a ver nunca más.

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Angangeo, Michoacán Francisco Ortega

Esto que les cuento son vivencias de cuando yo era chico, allá en el siglo pasado, y ocurrieron en temporadas de vacaciones que pasé en un pueblo minero de Michoacán, llamado Angangueo, un pueblo metido entre cerros verdes y húmedos. En ese pueblo la calle principal es de subida, bueno,

por ahí para todos lados se sube o se baja por sus calles empedradas, en donde “se extraña la parejura” como decía mi tío Rodolfo, un primo de mi padre. Cuando iba, me gustaba ver las casas de adobe con sus techos de tejas y sus pequeños portales, también había casas rústicas de madera y en todas ellas se miraban macetas o botes con hermosas flores de colores. La continuación de la carretera es la calle principal y al llegar al pueblo la cruzan las vías de la estación del tren. Hacia arriba se ven casas, tiendas, la escuela, el cine, la casa de mi tío Joaquín, primo de mi padre, después el

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jardín y el quiosco que están rodeados de arcos. Ahí estaban la tienda de mi tío y la tienda más grande del pueblo que fue de doña Refujito Corcuera, una ancianita encantadora que fumaba carmencitas o delicados sin filtro. Aquí junto al jardín estaba la parroquia, no la conocí por dentro pues permanecía cerrada. Más arriba estaba la farmacia que era del esposo de mi prima y médico del pueblo. Seguía el templo al que íbamos a misa los domingos y también visité varias veces entre semana. En ese templo se celebró la misa de cuerpo presente de mi padre. A un costado del templo, del otro lado de la calle, estaba el mercado y un poco más arriba la casa de mis tías, que estaba a espalda del templo. Más arriba la escuela de monjas y un rato después se llegaba a las papas, el bosque a donde llegan las mariposas monarca. El pueblo se divide o está integrado por barrios, como el barrio de pareceres. Cuando íbamos al pueblo llegábamos a la casa de mis tías, hermanas de mi padre, las hijas de don Miguel, como oí decir a alguien. Entrábamos por la tienda y sorprendíamos a mi tía Lupe, a quien creo le daba mucho gusto vernos llegar.

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Mis tías se encargaban entre otras cosas, una de lavar, almidonar y planchar los manteles del altar y las cortinas del sagrario. La otra, de cortar y coser la ropa de las imágenes, de los santos del templo y también de los gastos del material. A mis tías siempre las vi viejitas, con las mejillas rosadas, una con chongo, cabello blanco y ojos verdes y la otra con cabello corto, gris y ojos azules. Muy de mañana y tardeando el día, usaban capitas sobre el suéter para cubrirse del frío. En ese pueblo en esa casa nació mi padre. Quiso mucho ese lugar, yo creo porque olía a pueblo, porque los relojes caminaban más despacio, olía a leña quemada en los hogares cuando cocinan, olía a humedad de bosque, y olía a recuerdos que mi padre siempre tenía presentes. Lo que yo recuerdo con agrado es que en otoño y en invierno, sentía el viento frío en las orejas y a veces me calaba hasta los huesos. En todo el frente de la casa había un gran portal, una tienda grande, de pueblo, con dos entradas. Las puertas de la tienda eran de dos hojas, altas y de madera maciza; seguía la ventana de la oficina de mi tía y el portón de la entrada principal.

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En esa tienda se vendían, hilos, semillas como fríjol y maíz, zapatos, velas, comestibles, juguetes, ropa, misales, rosarios, jabones, lazos, y muchas otras cosas, como por ejemplo, unos chocolates que me gustaban mucho, había mentitas, pastillas, cigarros, cerillos, cervezas, refrescos y otras cosas. Entre la tienda y la oficina había un pasillo que daba a la puerta de entrada de la casa. Tenía una cerradura tal, que usaba una llave muy pesada, como las de San Pedro. La oficina de mi tía tenía acceso por el pasillo de la tienda y por la casa. En la oficina había un secreter grande y muy bonito que fue de mi abuelo. También llegué a ver juguetes en diciembre. En la casa había un jardín pequeño con varios caminitos y llegaban todos al centro del jardín en donde se formaba una especie de glorieta. Yo los recorría varias veces para pasar el tiempo, pero lo hacía durante la mañana porque en la tarde las bodegas se veían muy oscuras. Toda la pared del lado izquierdo colindaba con el templo y la pared del fondo de la casa colindaba con el río. En el fondo estaba el baño de abajo, tenía tina y las llaves de la tina, de la regadera y del lavabo me gustaban mucho, ese baño era muy frío, sobre todo lo

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sentía al bañarme; yo siempre pasé frío. También estaban los lavaderos, una piletota con agua helada, un bañito para la servidumbre y una bodeguita con paredes de madera. Recuerdo unas palomas muy bonitas y delgadas, tenían un añillo de plumas negras en el pescuezo, cantaban muy triste, se oían como nostálgicas. Del lado derecho estaban las bodegas. Había dos escaleras de madera a cada lado de la casa y no tenían descanso por lo que estaban muy empinadas, así que nunca se me ocurrió bajarme por el barandal. Una daba al corredor a un costado de la recámara designada para el obispo y la otra entre la puerta que comunicaba al curato y las puertas de la recámara más grande. En la planta alta el corredor abarcaba tres lados de la casa, era ancho y a lo largo de todo el corredor había una bardita de mosaico como de 40 centímetros de ancho y lo mismo de alto y sobre esta, macetas con unas enormes flores que brillaban, como de cera, de varios colores que mi tía Lola llamaba papas y después me enteré que son begonias. Sobre el portal estaba el balcón o corredor que daba a la calle, muy ancho y alto. En el barandal había unos círculos de hierro donde también ponían macetas con

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begonias y geranios. Pasaba mucho tiempo ahí, pues mi tía Lupe me prestaba su pupitre de cuando era niña, lo sacaba al balcón y me ponía a escribir y ver hacia el cerro que estaba a tiro de piedra, cerro que parecía nacimiento porque las casitas se veían estaban separadas entre sí y se veían como que estaban colocadas sobre musgo bien fresco, de tan verde que se veía el cerro. El balcón comunicaba con tres enormes recámaras, la de mi tía Lola, la de mi tía Lupe y con la más grande de la esquina. Yo me quedaba en esa recámara. Tenía dos puertas que daban al balcón --todas las puertas de la casa eran dobles o de dos hojas, mitad de cristal y mitad de madera. En la parte superior tenían sus cortinitas sujetas de arriba y de abajo y las puertas que daban al balcón tenían contrapuertas—otras comunicaban con la recámara siguiente y otras daban al corredor, entre la puerta del curato y la escalera. En esa enorme recámara, había dos camas de latón altas y también había imágenes tan grandes como las del templo, de la Purísima Concepción, la virgen del Carmen, la del perpetuo Socorro y un féretro de cristal con Jesucristo acostado, muerto y lleno de sangre y era del tamaño de una persona.

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En invierno mi tía planchaba la sábana de la cama y yo entraba rápido para que no se enfriara pues hacía tanto frío, que las sábanas se sentían húmedas. Después apagaban la luz y quedaba como boca de lobo y al poco rato alcanzaba a percibir los bultos de las imágenes y se oía el ladrido de los perros. Todo eso era un suplicio para mí, era el peor momento del día. Después seguían las recámaras de mis tías, el comedor, que por cierto me gustaba pues tenía dos paredes de madera y grandes ventanas por las que se alcanzaba a ver el cerro y ese estaba más cerca que el otro pues la casa colindaba con el río y después del río seguía el cerro. El comedor tenía dos puertas, una hacia la cocina y otra hacia la parte más ancha del corredor. Ahí sacábamos las sillitas después de comer y platicábamos un buen rato, mientras mi tía tomaba su siesta y era la hora de abrir la tienda. Seguía la cocina que era un buen lugar para platicar antes de la cena, pues estaba calientito por la estufa. El tapanco abarcaba la cocina y la bodega de leña y ahí estaba una estufa muy bonita de fierro y se veía muy pesada, era la estufa de leña. La puerta de la bodeguita daba al corredor en la parte donde había un filtro de piedra para agua, y de esa agua le gustaba beber a mi papá, siempre estaba fresca. Después la escalera, una

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salita, la recámara para el obispo, otras recámaras y en el fondo la ventana que daba al río. Disfrutaba mucho abrirla y permanecer ahí mirando el río, era un lugar muy alto. El río en época de lluvias, era caudaloso. Casi frente a la puerta de la última recámara estaban la puerta de la capilla que estaba a un lado de la ventana que daba al río. Aquí mi tía ponía un nacimiento muy grande y bonito, con varios pasajes de la biblia. En esta capilla fue velado mi padre. A un costado de la capilla, seguía el baño de arriba, y el corredor que terminaba en la pared del curato. Casi siempre nos levantábamos temprano, mi tía iba a misa de seis de la mañana y después venía el desayuno. Huevos revueltos a la mexicana, frijolitos refritos con manteca, atole blanco, chocolatito, pan de dulce, bolillo y con frecuencia, mi padre se atravesaba la calle al mercado, compraba barbacoa, aguacates tortillas y a desayunar muy bien. A la hora de comer, mi tía cerraba la tienda y subía cervecitas para ella y su hermano. En la noche, cuando estaba muy frío, mi padre encendía la estufa de leña, ¡ha Qué rico calorcito!, parece que todavía percibo esos olores de castañas. Tengo bellos recuerdos de ese lugar, que me gustaba, entre otras cosas, porque mi padre se la pasaba feliz y

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no había regaños. Visitaba a su primo quien le regalaba fruta de su huerta, platicaba con sus hermanas, con algún amigo de la infancia. Estaba en su casa, en su pueblo tan amado por él. Durante las comidas los hermanos platicaban sus anécdotas. Que si tenían que esconder a mis tías en el tapanco durante la bola, que mi abuelo regalaba juguetes a los niños en la navidad, las fechorías de mi padre y su mejor amigo cuando niños, como cuando se subieron a una tina para navegar por el río puerco (así se llama) y don Chava y él ya se andaban ahogando, o cuando por irse a fumar al cerro para que no los cacharan, encendieron las hierbas y se espantaron tanto que trataron de apagarlas orinándose en ellas, como ellos contaban, a mía..., o que mi tía Lupe cuando niña, se escurría en una de las bodegas donde había barricas con chiles encurtidos, levantaba la tapa con cuidado, metía la mano y sacaba un puño de chiles para hacerse una rica torta de chile, o que otro de sus hermanos jugando de niño les decía que ya se iba y cuando le preguntaban a donde, les contestaba, ya me voy a la .....,-esto contestaba porque oía a los arrieros en el portal, y escuchaba muchas anécdotas. La gente preparaba conservas, de higos, calabazas, tejocotes, camote y todas las hacían con piloncillo, tan oscuro que parecía petróleo, pero eso sí, comiéndolas con leche o nata eran deliciosas.

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Mi tía Lola nos contaba muchos cuentos, leyendas, anécdotas. Era muy simpática, pintaba, sabía tocar el violín y era tranquila. Su hermano y su hermana se parecían mucho entre ellos en lo hiperactivos y en otras cosas. En ese pueblo el panteón está en lo alto, tiene una vista muy bonita, donde se juntan un cielo azul oscuro y varios tonos de verde de los cerros. Un lugar apacible en donde se respira un aire limpio y fresco. Un bonito lugar para descansar, para descansar en paz. Ahí sepultamos a mi padre hace treinta años. Se salió con la suya, se quedó en el lugar que más amaba. En fin, en ese lugar de donde extraían plata, vi muchas cosas, disfrute otras, aprendí muchas más. Eso me pasó en un pueblo minero de Michoacán llamado Angangueo.

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Una vida de lucha Leonardo Ramírez Monroy

Fuimos una familia que vivíamos en una casa de vecindad pagando renta en una colonia del Distrito Federal, la familia la integrábamos mi madre, mi padre y seis hermanos de los cuales yo soy el mayor, somos cuatro hombres y dos mujeres. Mi padre trabajaba como obrero en una fábrica de

aceites y grasas vegetales, ganando un sueldo bajo, por lo que vivíamos en una situación muy precaria; sobre todo tomando en consideración que los hijos nos encontrábamos en edad escolar; por lo tanto, ayudaba vendiendo lo que podía. Por el año de 1956 mi padre adquirió un terreno en Ciudad Nezahualcoyotl, al cual nos trasladamos dos años después, donde construimos de momento dos cuartitos con techo de lámina de cartón y si digo construimos fue porque hasta yo tuve que colaborar con el albañil como peón o “chalán”. Vivíamos ahí una serie de penurias y calamidades por lo agreste del lugar

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donde había mucho salitre y sin vegetación, aunado, a la falta de servicios como son: agua, luz, drenaje, transporte, etc. y otro tanto por la situación económica tan raquítica en la que nos encontrábamos, llevando así una vida con muchas limitaciones. Años después cuando tenía catorce años aproximadamente y mis hermanos doce, diez, ocho y tres, mi padre nos abandonó, habiéndose ido con otra señora, por lo que era de esperarse mi madre y yo batallamos para sobrevivir, mi madre vendiendo diversas cosas y yo trabajando de ayudante en lo que fuera. Como seis años después mi madre conoció a un pretendiente a quién le creyó todas las promesas y halagos que éste le prometió, por lo que al poco tiempo ella se fue con él, con la idea o el propósito de llevarse a mis hermanos más chicos, cosa que ellos nunca aceptaron quedándose en la casa conmigo, por lo que expresé ¿que hago yo con este cargo que no me corresponde? Con muchas carencias y sacrificios alcancé a estudiar la secundaria, hice mi servicio militar y enseguida ingresé a la Secretaría de Seguridad Pública, como única opción momentánea en virtud de que mi idea era la de

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mantenerme ahí un corto tiempo mientras encontraba posteriormente algo mejor, pero ese mientras, duró nada menos que 35 años de antigüedad habiéndome jubilado en esta corporación hace un poco más de tres años. Hago notar que durante la mayor parte de ese periodo pude mantener a mis cinco hermanos menores proporcionándoles al menos educación media, siendo apoyado por quién ahora es mi esposa desde hace 34 años, la señora Eva Silva, misma que sin tener ninguna obligación me ayudó tanto a educarlos, atenderlos en lo que se refiere a vestuario, comida y todas las necesidades que los niños tienen durante su desarrollo, observando con satisfacción que ellos adquirieron cuando menos el aprendizaje de un oficio lo que les permite vivir decorosamente con sus esposas, esposos e hijos, ya que siguieron por el buen camino que les inculcamos. En lo que se refiere a mi madre me es desagradable decir que a ella le fue como en feria, muy mal, de lo bueno que le prometieron nada resultó cierto, porque continuamente vivía mal, tanto por su salud como económicamente a tal grado que casi se muere de hambre, tanto ella como los tres hijos que procreó en aquella unión, de hecho uno de esos hijos efectivamente

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falleció por falta de alimentación, atención médica y cuidados, ya que careció hasta de lo más indispensable, entonces acordamos rescatarla de las manos de aquel individuo, que aparte de no mantenerla, seguido la golpeaba, de no haberlo hecho, seguramente habría muerto en forma dramática. Actualmente mi mamá vive en una de las habitaciones de la casa que 33 años antes abandonó, vive ahí junto con una hermana y un hermano; por lo ocurrido mi madre perdió la autoridad, el cariño pleno y la admiración de todos nosotros, por haberse creído de un patán, ignorante y falto de escrúpulos. Mi padre nunca regresó a la unión familiar, vivió en Tijuana, Baja California pero eso sí, ocasionalmente llegaba a venir de visita para, según el, ver como estábamos, con su otra esposa procreó otros seis hijos. Falleció allá hace aproximadamente 25 años, en donde quedo sepultado. Esta es la historia de mi vida. La cuento con agrado porque considero que si bien hubo momentos amargos, también hay compensaciones: mi hogar feliz, mi amada esposa, mis hijos bien orientados y mis hermanos que a pesar de todo, supieron construir hogares completos que hoy disfrutan con gran satisfacción, son la mejor

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muestra de que por grandes que sean los obstáculos, podemos vencerlos con constancia, buena voluntad y teniendo un objetivo claro, SUPERARNOS con felicidad.

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Encuentro con el nagual Luis Torres Terán

Una mañana de regreso del molino de Xoquitzingo, Luis Chaguero hijo de la maestra rural de ese pueblo, caminaba con su paso de prisa por la vereda entre milpas y magueyes. Cargaba un bote de masa en la espalda. A pesar del frío de la mañana sintió sed. Buscó con la vista, a medida que avanzaba, una milpa con hojas doradas, jilote tostado y elote

pequeño; su jugo sería muy dulce. Localizó una entre las numerosas plantas que sobrepasaban su corta estatura de niño de nueve años, la deshojó, la dobló y con un jalón repentino la quebró. Prosiguió su camino masticando la caña. Al llegar a la Barranca de don Mateo descendió con precaución por el empinado terreno. A trechos enterraba los tacones para no resbalar. Cruzó por el fondo arenoso con cautela. La claridad del día se filtraba entre el follaje de los árboles que crecían en las escarpadas laderas.

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Ascendió despacio, sudaba por el esfuerzo. Ya afuera reacomodó su bote en la espalda y empezó a caminar por la angosta vereda a través de tupidos arbustos. Avanzaba con la vista clavada al piso. De pronto, una extraña sensación le hizo levantar la mirada. Frente a él, a pocos metros de distancia, se encontraba un extraño e imponente perro, totalmente negro, de pelo corto y brillante. Le observaba fijamente con sus ojos oblicuos y rojos, misterioso, parado con mucho aplomo sobre sus cuatro largas patas. Por un instante el niño quedó paralizado con una mueca de espanto. Sintió que el sudor se le congelaba produciéndole un estremecimiento convulsivo.

Cuando se recuperó de la impresión primera, con un rápido e instintivo vistazo buscó en el suelo alguna piedra; pero no encontró. De un manotazo, sin dejar de vigilar a la bestia, cortó algunas plantas del camino y las arrojó con fuerza contra el animal gritando con todo su miedo y coraje para asustarlo: - ¡Perro!

La bestia no se inmutó. Permaneció como estatua, inmóvil, mirándolo fijamente.

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La tensión aumentó. Parecía que ninguno de los dos retrocedería. Estaban encajonados en la angosta vereda. Se observaban con indefinible propósito. Era un momento de los que parecen dilatarse en el tiempo. El niño, aunque atemorizado, sentía que debía mantenerse firme, cualquier intento por huir propiciaría el ataque del animal. El perro reaccionó, sin dejar de observarlo se encogió con la cabeza baja, como dispuesto para el ataque, dio un brinco hacia delante y un gran salto hacia los arbustos. Se escuchó su veloz carrera abriéndose paso entre la maleza con gran ruido de la hojarasca. Por algún lugar bajó a la barranca y desapareció en silencio. Luis Chaguero quiso saber quién era el dueño de tan raro animal. En la escuela preguntó a sus compañeros contándoles lo sucedido, pero nadie supo de su existencia. Su madre le secundó en las indagaciones con la gente adulta sin obtener la respuesta esperada, hasta que don Nacho, que tenía su casa a la orilla de una de las barrancas del pueblo, le dijo: - No le busque más Profe: ¡Fue el Nagual! Yo a veces lo oigo correr en las noches por la barranca.

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- ¿Y quién es el Nagual?, preguntó la profesora.

- El Nagual, respondió don Nacho, es un brujo. Puede convertirse en animal cuando quiere. Unos dicen que pa’ escapar de quienes le quieren hacer daño y otros que pa´ hacer el mal. Dicen que si un Nagual muere cuando está como animal, luego-luego se hace otra vez persona.

La noticia de que al hijo de la profesora se le había aparecido el nagual en forma de perro corrió por todo Xoquitzingo. Conchita la curandera se presentó con la profesora para convencerla de la necesidad de hacerle una limpia al niño y sacarle cualquier mal consecuencia del encuentro.

La profesora terminó de cocinar el arroz con leche que tenía sobre la hornilla, lo retiró del fuego y llamó a Luisito para explicarle la amable presencia de Conchita. Preparados para la limpia madre e hijo siguieron a la curandera.

Conchita tomó de la hornilla, algunas brasas en un incensario y se dirigió a la recámara que le habían indicado. Ya en el interior prendió una cera y quemó copal. Echó humo por los rincones y cubrió con él al

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niño envolviéndolo en el delicioso aroma. El movimiento agigantado de las sombras proyectadas por la luz de la cera en techo, paredes y piso acompañaban la ceremonia.

De un bolso de ixtle sacó un manojo de hierbas frescas compuesto de ruda, romero, hinojo, albahaca, jarilla, pirú, flores de Santa María y otras rojas y blancas, lo sumergió en el agua de una cubeta, lo sacudió y empezó a rociar y a frotarlo en el cuerpo del niño, de la cabeza a los pies, pronunciando palabras graves e incomprensibles en voz baja, como si hablara con alguien invisible. Al terminar depositó las hierbas en la cubeta.

Enseguida sacó de su bolso un huevo de gallina. Musitó algunas palabras y lo frotó igual que las hierbas. A continuación pidió a Luisito sostener el huevo en las manos mientras agregaba sal en un vaso con agua hasta la mitad.

Sin dejar de hablar en voz baja tomó el huevo, con él tocó sobre el canto del vaso en orientación a los cuatro puntos cardinales, lo cascó y le virtió su contenido. Observó con detenimiento... Después de un momento exclamó:

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- ¡Aquí están, Luisito y el Nagual!

El niño y su madre se acercaron inquisitivos a observar el vaso contra la luz de la cera. La curandera les explicó:

- Estas bolitas, señalaba dos pequeñas burbujas que flotaban a igual altura en la clara del huevo separadas la una de la otra, son las cabezas de Luisito y el Nagual. Los velos que les cuelgan son sus cuerpos, se refería a la clara más espesa que parecía descender de ellas. - ¡Están a la orilla de la barranca!

Las figuras se balanceaban fantasmagóricamente tras haber sido puesto el vaso ante la flama. Los tres observaban absortos su movimiento. El niño recordó el instante cuando intercambiaba miradas con el perro.

De repente, Conchita salió a toda prisa rumbo a la cocina pronunciando palabras incomprensibles y arrojó el contenido del vaso sobre la lumbre. Se produjo una reacción chisporroteante. De las brasas ascendió una fétida columna de vapor y ceniza.

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- Luisito, ya se te ha salido el mal aigre que cogiste, dijo, sudorosa, Conchita, con esta limpia quedarás libre de cualquier mal que te haiga echado el Nagual.

El niño, pensativo, dio las gracias y fue corriendo a reunirse con sus amigos que lo esperaban para jugar.

La profesora, por su parte, agradeció a la curandera y la invitó a tomar arroz con leche. Conchita se sentó a la mesa y con mucho misterio mientras comía comenzó a platicar sobre apariciones y casos sobrenaturales.

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El fuerte en el mar Georgina Adriana Nájera Martínez

Estas eran tres personas, Luis hombre joven que le agrada divertirse, disfrutar la vida con sus sobrinos Beto y Roge; como los tres son incansables, emprenden esta nueva aventura. Durante el largo viaje a San Luis de la Loma, los niños soñaban en todo lo que iban a realizar al establecerse por unos días en casa de su tía Juana, el carro devoraba el camino con las mismas ansías de todos sus pasajeros por llegar a su destino. ¡Que hermosos paisajes! en realidad diferentes, ahora pastizales con uno que otro árbol, o bien montañas que en vez de árboles le brotan rocas de diferentes tamaños, al fin vamos llegando, el sol empieza a declinar, pausadamente cambia de colores naranja, coral, amarillo, mil colores... Llegan a San Luis como hace mucho calor deciden bañarse en el ancho río pues este lleva poca corriente, así bajo la luz de la luna los niños se refrescan y disfrutan del agua, pero de repente se apresuran a vestirse, sienten los piquetes de los mosquitos que no

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son tan amigables, rápido llegan a la casa, meriendan y platican; sin embargo, pronto se quedan dormidos. Al otro día antes de que despunte el sol se levantan pues su tío ya los había entusiasmado a visitar la playa, preparan sus trajes de baño y muchas otras cosas necesarias ya que van a acampar en la playa. Ahora en el recorrido hacia ella, ven los paisajes; palmeras y árboles frutales, grandes extensiones con matorrales y ¿nopales? sí, nopales muy raros en este lugar pero con grandes espinas, rocas y árboles, muchos árboles más de pronto su vista tropieza con el mar azul -¡qué bonito! -, -¡qué hermoso! -¡qué fresco! La sorpresa fue ver el roquedal de la playa pero con razón se le daba el nombre de la Piedra. Hicieron un recorrido y en él comparaban las piedras con formas de animales gigantescos, una ballena, un dragón, un elefante, las tortugas asoleándose, el caballo, en fin muchas otras; se trepaban a ellas, brincaban de una a otra, se montaban y acomodaban todos, las olas se estrellaban y les mojaban los pies; Roge se cayó, los gritos se unían al ruido del choque de las olas. El llanto se mezclaba con el agua y..., de repente una carcajada de Roge, que vio las caras de afligidos de los demás.

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Corrieron y se treparon, se mojaron y rieron recordando la caída de Roge. Después fueron por el otro lado del roquedal pues hasta ahí había playa. En ese tramo la arena y el agua aparentaban un desierto, vieron un árbol seco y en él un buitre, el aire que se levantaba como sábana cuando se tiende la cama, huesos de animales, -qué calor-, -qué sed-, los pies se les quemaban y aún les faltaba mucho para llegar al final, el sudor convertido en gruesas gotas recorría sus frentes angustiadas pues el buitre desplegaba sus alas y afilaba el pico, no se sentía la brisa del mar, arrastrando los pies y apoyándose uno en otro caminaban, los víveres que llevaban no podían comerlos porque si se detenían se achicharraban, -vamos, un esfuerzo más – pesadamente levantaban los pies y movían el cuerpo con dificultad que terminaron cayéndose en la arena pero una ola también traviesa llegó hasta sus cuerpos, al sentir lo frío del agua se incorporaron inmediatamente espantados -¡Brrr que fría!. Siguieron caminando, la otra sorpresa, en esa playa iba a ser el Fuerte que está formado por un par de rocas, una grande y la otra mediana. Ahora eran indios

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dispuestos a asaltarlo y tomarlo en propiedad, se formaron en fila y con mucha calma y astucia se internaban al agua y, el enemigo en forma de olas, los movía, haciéndoles perder el equilibrio. - Vamos en retirada a preparar un plan - De acuerdo yo podré ser el jefe entraré primero - ¡Vamos al ataque! Valiente Beto, entra de lleno, se tambalea, cae, se levanta y va adelante, de pronto el enemigo toma más armas, se hace grandote y dando tumbos se abalanza contra el jefe, lo envuelve y él por más que manotea y patalea se lleva una revolcada de miedo. Sus compañeros lo rescatan del enemigo, - !Buscaremos otra manera de vencerlos! Se dan cuenta que por cada tres olas suaves, sigue una que se divierte revolcando a la gente y cuando vuelve a entrar por el hoyo y se rompe, parece que suelta una gran carcajada junto con las demás personas, como si fueran grandes camaradas que le soportan sus bromas y juegos. - Ahora sí en tres tiempos lo logramos. Tomados de la mano y pisando con cuidado las piedras llegan a la puerta, ahí Beto grita - ¡los tenemos rodeados, dense por vencidos!, logran entrar y ven que

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la roca casi está hueca y que ahí el agua no se mueve tanto. - Roge dijo, -¿verdad que valió la pena, que me revolcara la ola? Así se lanzan y nadan un buen rato muy a gusto - Al fin es nuestro. En ese momento de abrazos y gritos de triunfo no se dieron cuenta que una ola los sacó y otra la cuarta siempre más grande los aventó y revolcó, su tío tomándolos del brazo los saca de ahí, - Nos duró poco el susto pero nos lo dimos, - Bien niños, vámonos a la choza, - Como está en lo alto de la loma domina el paisaje. Ahí sentados en la terraza contemplan el atardecer. En la lejanía los niños veían pasar una ballena con su chorro de agua, después dos delfines jugueteando y atrás gran tiburón con cara de enojón, más cerca iban los peces de mil colores nadando alegremente. Despierten, tenemos que armar la tienda antes que se haga más tarde. Rápido se pusieron de pie y corrieron al terreno donde iban a colocarla, sin mucho esfuerzo la levantaron y

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prepararon la leña para la fogata, los trastes los colgaron. Mientras, la noche dejaba caer los mantos oscuros con puntos luminosos y la luna preparaba sus largos brazos para mover las aguas de los mares con más fuerza, así jugaban todas las noches. Los niños, ya acostados, oían el ruido de las olas que iban y venían. Poco a poco la arenita de sus pestañas se iba haciendo más pesada hasta cerrarles los ojos. En la oscura noche cuando todo descansa cautelosamente se acerca un gato que vivía en la choza, husmea y trepa hasta donde están los trastes, con sus garras desata uno de los extremos, como está bastante alto al chocar unos con otros arman tremendo escándalo, el gato emite gruñidos, los niños asustados gritan, lloran. Luis grita tratando de calmarlos, el gato, en su huída se mete a la tienda, al verlo todos se callan, momento que aprovecha el gato para escapar, se miran los sobrinos y el tío y terminan riéndose del susto que se llevaron.

Pronto amanece. Los niños tienen tiempo de ir a nadar un rato, regresan y levantan la tienda, las cosas ya están empacadas, es media mañana, hora de emprender el regreso, pasan a despedirse de la tía Juana y de todo lo que conocieron en el camino de ida.

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Ahora sus sueños serán: recordar con alegría y placer las aventuras que pasaron en la playa de La Piedra.

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... y Corsario esta en el cielo Haydée Amézquita Barrera

Una agradable tarde del mes de abril sentada en un banco del jardín, una señora de cierta edad leía un libro. Se notaba que la lectura era grata pues la expresión de su rostro lo indicaba. De pronto llega hasta ella, un pequeño como de seis años y abrazándola le dijo: - ¡Que bueno que estás aquí! Quiero que me cuentes algo, porque estoy muy triste desde que se murió mi conejito... ¿Si? La señora cerró su libro y le indicó que se sentara a su lado. - Escucha: te voy a contar una historia que seguramente te dará alegría Era una señora que estaba llorando sin consuelo estaba sentada, y a sus pies, había una caja de madera nueva de la que salía un pedazo de seda azul. La señora la miraba y lloraba más, gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.

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Llamaron a la puerta y la señora empleada abrió. Entraron varias señoras jóvenes; todas con caras angustiadas y acercándose a la señora le dijeron casi en coro: - ¿Que pasó madrina?... ¿Cómo sucedió?... No llores... ¡Pobre Corsario! La señora con voz conmovida y triste dijo: - Ayer al mediodía Tomasita lo notó triste y con ruidos extraños, como si quisiera toser. Llamamos al médico; vino y lo revisó. Dijo que tenía bronconeumonía. Yo me asusté mucho. El doctor lo inyectó y le hizo tomar una cápsula. Dijo que volvería por la noche pues lo encontraba grave. Que se acostara en su tapete y lo cubriéramos con un sarapito. Yo notaba que apenas abría su ojo. Le hablé y le pedí que se aliviara. Lo estuvimos cuidando y apenas se movía. Cuando en la noche volvió el médico lo examinó muy detenidamente y me dijo: - Corsario, no está respondiendo. Tal vez no pase la noche. Vendré muy temprano. Tomasita y yo lo velamos. Se oía un ronquido en su garganta y su respiración era muy débil.

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A las siete de la mañana lleg6 el doctor. Lo vio y me dijo: - Venga, Anita, póngale la mano en su cuerpo y despídase de él. Hice lo que me indicó y con lágrimas en los ojos le dije: ¡Adiós!, le agradecí su compañía y la alegría que me dio. La señora no pudo más hablar; un copioso llanto, con hondos sollozos se adueñó de ella. Las ahijadas, que eran muchas, empezaron a recordar. - Yo, dijo una de ellas, la acompañé a la granja de Tlalpan a recoger a Corsario; era pequeñito y muy vivo. Desde antes de nacer se lo habían ofrecido, a mi madrina. Los dueños pensaban que tal vez ya no lo iba a querer porque, a los tres días de nacido, un gallo se coló a la perrera y le picó un ojo y lo perdió. Pero a mi Madrina no le molestó, lo vio tan gracioso, que ella, en ese mismo instante le llamó "Corsario". Otra ahijada intervino: - Era monísimol ¿recuerdan cómo esperaba que uno se sentara y luego daba la mano para saludar?

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Otra agregó: - Cuando se tocaba el piano si la melodía no le gustaba, aullaba con discreción y si seguía la misma música subía el tono. Así protestaba e indicaba su preferencia. - Cuando mi madrina ofrecía, dulces, él, primero se acercaba y aspiraba el aroma. No los tocaba, sólo los olía. Siguieron haciendo recuerdos y luego una de ellas propuso: - Vamos todas a desearle un buen viaje; mientras vivió, hizo feliz a mi Madrina, justo es que sepa que sentimos su partida y le deseamos que en el cielo sea feliz. Se tomaran de las manos e hicieron una rueda. En el centro colocaron la caja abierta, en que se veía Corsario, su piel café rojiza todavía tenía brillo descansaba sobre el edredón azul. Luego se oyó decir a coro:

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- Gracias Corsario, mientras viviste diste felicidad y alegría. Te deseamos un buen viaje y que seas feliz, que los ángeles te reciban en el cielo. La madrina lloraba conmovida; todas las ahijadas la abrazaron. Tomasita, anunció: -Llegó el coche para llevarlo también Don Luis. Entró Luis, el hijo de la Madrina; saludo al todas las ahijadas; se notaba verdaderamente triste. Se cerró la caja; Corsario iba bien envuelto en el edredón de seda azul. Con cuidado subieron la caja al coche de Luis; luego junto a la caja se sentó la madrina, Luis se sentó al volante. Las ahijadas tomaron sus coches, eran muchas y algunas dejaron su carro y se fueron acompañando a otras. Se formó una larga fila de vehículos y tomaron rumbo a la carretera a Toluca. Llamaba la atención la larga caravana de automóviles; Al frente iba el carro de Luis con el cuerpo de Corsario y la madrina que seguía llorando. Llegaron al lugar donde el doctor Piña tiene establecido el sanatorio para animales, la guardería y el cementerio.

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Ya estaba lista la fosa y una lápida de decía: "Corsario, siempre te recordaremos. Gracias por la felicidad que nos diste." Luis y Ana. 1945- 1962. La abuela dijo: - Pero aquí no termina el cuento. Pasaron los días y cuando le preguntaban a la madrina ¿cómo estaba? siempre respondía: - Estoy muy triste. Pero un día sonó el teléfono, había transcurrido casi un mes de los funerales de Corsario. Era la madrina que deseaba dar una buena noticia; llamó a cada una de sus ahijadas y como eran tantas, se tardó más de cuatro horas en la comunicación, y eso que procuró dar la noticia en la forma más breve y rápida. - Hija, estoy feliz. Corsario ya está junto a Dios, en el paraíso que EL tiene para los animales. Tú sabes que Nuestro Señor tiene un lugar en el Cielo, donde viven todos los animales, allí todos son felices, ninguno hace daño, hay víboras, arañas, leones, elefantes, loros, gatos, gallinas, en fin, todos, todos. Pues Corsario ya está ahí. Anoche lo soñé. Yo llegaba a un lugar extraño. Vi muchos animales y de lo más variado. De pronto vi, un ángel que traía a un perrito salchicha en los brazos; lo puso en el suelo y el perrito

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corrió hacia mí, lo reconocí, me saludó con su cariñoso ladrido y estiraba sus manitas. Lo tome en mis brazos, lo apreté y le di un sonoro beso. Levant6 su cabecita y con alegría vi tenía sus dos ojitos. Dios le repuso el que había perdido. Lo volví a besar y desperté. Estoy feliz, Corsario ya está en el cielo y tiene sus dos ojos. ¿No es maravilloso? - Y ahora sí, este cuento se acabó. ¿Te gustó? Sí, abuelita, me gusto tanto que ahorita mismo me voy a dormir para ver a mi conejito en el paraíso, brincando feliz. Un sonoro beso se estampó en la mejilla de la abuela.

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Aventura amorosa y pensión alimenticia Pedro Quevedo Maldonado

Un delegado estatal de una secretaría, recibe en su despacho a Cornelio Amador Pérez, comisionado por la dirección de supervisión; en el oficio con que se presenta, se menciona que "estará bajo sus órdenes hasta nueva comunicación al respecto". En el convivio celebrado para recibir al nuevo compañero,

los supervisores comentan a Cornelio, que el trabajo que tienen es apropiado para solteros, ya que cuando salen de comisión se les presentan aventuras y diversiones de todo tipo, Cornelio por su parte les dice que como él es casado, como precaución para evitarse problemas familiares, cuando esté comisionado en alguna población en la que haya hospital de la Secretaría de Salubridad aprovechará para que le hagan la operación de la vasectomía; lo que posteriormente hizo con aprobación del Delegado para suspender provisionalmente su comisión.

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Se presentó la ocasión de encontrarse en la Delegaci6n, y entonces Cornelio platicó a sus compañeros que cuando visitó una oficina, conoció a una chica que le gustó mucho, se enamoraron, el regresó varias veces para verla; terminando por casarse con ella. Ambos estuvieron de acuerdo en que ella siguiera trabajando hasta que él se la pudiera llevar. En otra reunión en la oficina de la Delegación, se hizo saber a los supervisores que el asunto a tratar era la presentación de un nuevo compañero, que llegaba en sustitución de Cornelio Amador Pérez, quien por motivos personales había solicitado su cambio a otra Delegación, durante el convivio para recibir al nuevo supervisor, se supo que en una ocasión que Cornelio regresó a la población para reunirse con su "esposa", esta lo recibió con la nueva de que "ya estaba embarazada”, y que como él había tardado en regresar, ya había presentado en el juzgado la demanda por la pensión alimenticia.

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Temblor regresa a casa Pedro Quevedo Maldonado

Un barrendero de los conocidos como "mandarinas" por el color del overol que usan, se encuentra acomodando las bolsas de basura, así como los cachivaches que los vecinos le entregan para deshacerse de ellos. Junto al carrito que también es de color mandarina, se encuentra parado un perro de orejas largas y pelo color café, es un labrador joven. De repente se detiene una camioneta tipo guayín, de la que se baja un sujeto que al grito de ¡éste me lo llevo y hazle como quieras!, mete al perro en el vehículo y se lo lleva. Pancho el barrendero, no es dueño de "Temblor", pero ambos se simpatizan. "Temblor" vive con sus amos en una de las casas de la manzana todos los días lo dejan salir, después que lo han bañado y dado de comer. Cuando ya está en la calle, lo primero que hace "Temblor" es buscar a Pancho; le da vuelta a la manzana corriendo desesperadamente, e incluso se mete en las calles privadas y callejones hasta encontrarlo, va acompañando a Pancho mientras hace su trabajo; en el recorrido se les incorporan otros perros, que no todos tienen el aspecto de ser callejeros. Cuando el camión recolector de basura se estaciona en lugar determinado de la manzana, mientras Pancho

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entrega su cargamento, "Temblor" y sus amigos juguetean y después todos reanudan el recorrido. Cuando llega la hora de la comida Pancho deja el carrito en una unidad habitacional, encargado con el portero, pero antes de irse se despide de "Temblor", quien apoya las patas delanteras en el pecho de Pancho entonces este le acaricia la cabeza, pero sobre todo las orejas, ya parado "Temblor", Pancho le pasa repetidamente la mano por la espalda, después el perro levanta una pata trasera y Pancho se la estira y hace lo mismo con la otra pata. Pancho se va a comer y "Temblor" permanece sentado junto al carrito. Cuando Pancho regresa de comer, saca el carrito de la unidad habitacional; salen juntos, "Temblor" regresa a su casa y Pancho se dirige al depósito en que el carrito queda guardado hasta el día siguiente; los días que Pancho descansa "Temblor" no acompaña al barrendero que lo sustituye. Después de que fue robado "Temblor", varios vecinos le preguntaban a Pancho por él y entonces les narraba lo que había ocurrido. Transcurridos ya varios meses todavía algunas personas le preguntan al barrendero por el perro, Pancho les comenta que de pura suerte "Temblor"

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regresó a su casa; pero que ahora ya no lo dejan salir solo la calle.

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Sucede en el Siglo XXI Anna Dinnorah Gómez de Lassé

Este es un matrimonio común y corriente que vive a la carrera debido a que los dos tienen que trabajar. Ellos tienen 12 años de casados y las mañanas para María siempre eran muy agitadas. Cuando sonaba el despertador a las 5:30 A.M., Juan lo apagaba y seguía durmiendo. En cambio María saltaba de la cama a poner una lavadora, hacer el desayuno, hacer el almuerzo y despertar a Miguelito, para que se bañara y se vistiera. No paraba de gritarles a Miguelito y a Juan que se apuraran. Mientras tanto ella, se arreglaba y empezaba a gritarle a Juan que sacara el coche y la basura, etc. El pobre de Juan todavía dormido mientras se bebía una taza de café, le decía a María "Ya voy mujer, ten calma". María al ver el reloj le gritaba: ¡Juan eres un flojo, otra vez te levantaste tarde, todavía no te bañas! ¡Vamos a llegar tarde a la escuela y al trabajo!" "Ay, si tan sólo llegaras más temprano de la oficina y sin copitas no tendríamos tantas carreras en la mañana. Una mañana salieron tan a la carrera que en una vuelta chocaron con un camión y desgraciadamente Juan murió. Después del funeral, las amistades de María fueron a su casa y ella en su llanto les platicaba lo bueno

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y cariñoso que Juan era, lo acomedido y cariñoso y lo mucho que se amaban. Afortunadamente, él ya era feliz y estaba descansando en el cielo. María se había dado cuenta que Miguelito la escuchaba con atención, María le pidió a su abuela que lo acompañara a la cama y Miguelito dijo que no quería irse. María molesta le dijo: "te tienes que acostar temprano, mañana tienes que ir a la escuela y ahora vas a hacer tu tarea", lo cual a Miguelito no le pareció, se enojó y entonces María lo llevó de la oreja. Al día siguiente, María recibió una llamada de la maestra y le dijo a María que por favor fuera urgentemente a la escuela; María angustiada preguntó: "¿Cómo está mi hijo?", la maestra le contestó: - Miguelito ahora ya está bien aquí conmigo, pero venga usted por favor. Cuando María llegó a la escuela, la maestra le comentó: - A la hora del recreo, Miguelito subió a los salones del tercer piso y se salió por la ventana. Yo lo vi y subí rápidamente y le pedí que me diera su manita con cuidado, se la tomé y lo sujeté fuertemente. Le dije ven conmigo Miguelito yo te quiero mucho y tu mamita también. Que no ves que si te caes de aquí te puedes morir. Miguelito con mucha calma le contestó: - Si eso

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es lo que yo quiero maestra, morirme como mi papá para ir a descansar al cielo y volverme bueno y que mi mamita me quiera mucho como ahora quiere a mi papá. María que llenaba siempre de improperios a su esposo y les gritaba diario, abrazando y llorando besaba a su hijo y le decía delante de la maestra que la perdonara y que le prometía que todo ya iría a estar bien que ella lo quería mucho que no tenía que morirse para que lo quisieran. Que ella lo amaba mucho igual que su maestra, sus compañeros y sus abuelos y tíos. La maestra les sugirió a los dos que tomaran una terapia y ahora María y Miguelito llevan una feliz y armoniosa vida, llena de amor.

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Historia breve de conejos Anastasio Apolonio Castro

En un valle muy hermoso, por su arboleda, su paisaje y la cercanía de una cascada que incrementaba su belleza, vivía una familia de conejos; mamá coneja, papá conejo y cuatro hermanitos conejos. Como en todas las familias siempre existe el hermano menor, éste era un conejito muy travieso y juguetón.

En una ocasión este conejito le pidió permiso a su mamá para que lo dejara salir de su cuevita para jugar, a lo que la mamá coneja accedió, no sin antes advertirle, que no se fuera muy lejos porque había animales más grandes y lo podrían lastimar y hasta comérselo. El conejito dijo a su mamá que no se iría lejos, que solo iba por su amiguita, la cual vivía muy cerca y que ahí iban a jugar. Ya en pleno juego se fueron alejando a tal grado que cuando se dieron cuenta ya no sabían como regresar, al tiempo que empezaba a obscurecer. Los conejito atemorizados lloraban y se escondieron en un matorral,

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cuando de pronto, oyeron un ruido y pensaron que era un gran animal peligroso, afortunadamente eran papá y mamá que lo andaban buscando, cuando los encontraron los reprendieron por desobedecer la ordenes de mamá coneja, llevaron a la amiguita a su casa, a quien también sus papas reprendieron. Ambos conejitos prometieron no volverlo a hacer, finalmente todos los conejitos contentos se metieron a sus cuevitas. El los seres humanos y en los animalitos, la desobediencia siempre causa problemas, a veces mortales. Había una ves un conejito que tenía a su papá conejo y a su mamá coneja, además tenía hermanitos y él era el menor de todos pero el más travieso, una vez le pidió permiso a su mamá que lo dejara salir a correr al campo y su mamá le dijo que si, pero le recomendó que no se alejara de la casa, porque había otros animales de mucho mayor tamaño y se lo podían comer o cuando menos lastimarlo y el conejito aseguró a su mamá que tendría cuidado y se fue a buscar a su amiguita conejita y estuvieron jugando mucho rato y como se retiraron más de lo debido, se perdieron.

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Como sus papas conejos se alarmaron porque no regresaba el conejito travieso, lo buscaron por mucho rato casi al anochecer y los conejitos perdidos ya estaban llorando porque no sabían regresar a sus casas; cuando el conejito travieso escucho muchos ruidos les dio mucho miedo, pero el conejito se asomó por un agujerito y vio que eran su papá y su mamá y le dio gusto al conejito travieso, a su amiguita la pasaron a dejar a su casa y sus papás la regañaron, igual que al conejito travieso. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Se perdieron por desobedecer a su mamá coneja.

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Frijoles saltarines Pedro Quevedo Maldonado

Es sábado, Rosita, Beto y su papá, caminan por la calle Cinco de Mayo con rumbo a la Alameda Central, van por la acera derecha, y al pasar frente a una tienda de artículos para jardinería Rosita descubre un anuncio y lee "se venden frijoles saltarines”, - ¿Como son papá – vamos a verlos, dice Beto, entran a la tienda y Beto pregunta si tienen frijoles saltarines, el joven que está atrás del mostrador responde que no, pero que le van a llegar en unos días. Transcurre la semana, es sábado, Rosita y Beto caminan por la acera derecha de la misma calle Cinco de Mayo, con dirección al Zócalo, Rosita al ver la tienda dice vamos a ver si ya llegaron los frijoles saltarines, cruzan la calle y antes de entrar Beto le dice: - ahora te toca a ti, y Rosita pregunta ¿señor ya tiene los frijoles saltarines? - No, todavía no los traen, le contesta. - Todavía no hay, ¡ni modo!, dice Rosita. El viernes de la semana siguiente, Rosita se acuerda y le dice a Beto acuérdate que mañana es sábado, hay que decirle a mi papá que como no trabaja, si quiere vamos a la tienda a ver si ya llegaron los frijoles saltarines.

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Es sábado, Beto y Rosita van al centro acompañados de María, su mamá, pasan a la tienda y Beto entra a preguntar, mientras María y Rosita lo esperan, el empleado le contesta que ya le avisaron que pronto se los van a traer, Rosita entra y le pregunta a Beto ¿que pasó?, al reconocerla el empleado le pregunta, ¿tu ya habías venido verdad? Si, quiero saber como son los frijoles saltarines contesta Rosita. El empleado estira el brazo, de un costal saca una semilla, se la enseña a Rosita y le dice: - mira niñas este es un fríjol pero no es saltarín, pero hay otros frijoles en los que adentro nace un gusanito, ahí mismo se alimenta y crece, para él es como una casita, cuando el gusanito se hace de lado, la semilla se mueve. Continúa diciendo el dependiente: - cuando tenemos los frijoles saltarines, vienen los vendedores ambulantes, los compran y se los llevan para revenderlos; por ahí los vas a ver. María que ya se había acercado comenta: - yo recuerdo que cuando era niña, paseando con mis papás, vi que los estaban vendiendo en la banqueta, nos acercamos y los

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frijoles estaban saltando unos sobre otros, quise agarrar uno pero sin querer toqué la lámina y sentí que estaba caliente, el vendedor me vio y se molestó, mi papá se dio cuenta me tomó de la mano y dijo ¡vámonos! el empleando de la tienda únicamente sonrió; se despiden y salen de la tienda. Empiezan a caminar y es Beto quien comenta: - Es que ponen una veladora encendida debajo de la lámina, ésta se calienta, entonces los gusanitos se irritan demasiado por el calor, y se retuercen con tanta fuerza que hacen saltar las semillas; les llaman tanto la atención a los niños que piden a sus papás que se los compren. Rosita camina de las manos de sus papás, pensativa, pero llega un momento en que, los suelta, se para y les dice: ¡que bueno que no le traigan a la tienda los frijoles saltarines!

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La Media Cobija Autor Anónimo

Colaboración de María de los Ángeles López Álvarez

El siguiente relato tiene como objeto hacernos reflexionar sobre, nuestra conducta y sobre la firmeza de nuestros valores. Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años había trabajado con ahínco para sacar adelante a su familia. Su mayor deseo fue ver a su hijo convertido en un hombre de bien respetado por los demás y a eso dedicó su vida y su escasa fortuna. A los setenta años, Don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, ahora brillante profesionista le ofreciera su apoyo y comprensión; pero veía pasar los días sin que el hijo apareciera. Decidió, por primera vez en su vida, pedirle un favor. Don Roque tocó la puerta de la casa de su hijo. - ¡Hola papá! ¡que milagro que vienes por aquí!

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- Ya sabes que no me gusta molestarle, pero me siento muy solo; además estoy cansado y viejo. -Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que ésta, es tu casa. - Gracias hijo sabía que podría contar contigo, pero temía ser un estorbo. Entonces, ¿No te molestaría que me quedara a vivir con ustedes? ¡me siento tan solo! - ¿Quedarte a vivir aquí? Si,... claro,... pero no sé si estarías a gusto, tú sabes... la casa es chica... mi esposa es muy especial... y luego los niños... - Mira hijo, si te causa muchas molestias olvídalo. No te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano. - No padre, no es éso. Solo que... no se me ocurre dónde podrías dormir. No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo perdonarían... Sólo que no te moleste... - ¿Qué? - Dormir en el patio... - ¿Dormir en el patio? Está bien.

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El hijo de Don Roque llama a su hijo Luis, niño de doce años. -Dime papá. - Mira hijo tu abuelo se quedará a vivir con nosotros; tráele una cobija para que se tape en la noche. - Si con gusto ¿y dónde va a dormir? - En el patio no quiero que nos incomodemos por su culpa, - Luis subió por la cobija; tomó unas tijeras y la cortó en dos. En eso llegó su padre. - ¿Que! haces, Luis? ¿Por qué cortas la manta de tu abuelo? - Sabes papá... estaba pensando... - ¿Pensando en qué?

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- En guardar la mitad de la cobija para cuando tú seas viejo y vayas a vivir a mi casa y tengas que dormir en el patio.

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El Círculo María de la Paz Martínez Pérez

Él era un pequeño niño de provincia, era un niño triste, un niño sufriente; su abuelo era como el decía un viejo duro, trabajaba de mecánico, el igual que todos sus tíos y su abuela, era una vieja trabajadora, amorosa, todas los días se levantaba a las cinco de la mañana para ir al templo. Su recuerdo más agradable es verse sentado en el quicio de la puerta y esperar el regreso de la abuela por la mañana, al verla a lo lejos por esa calle que venía del centro, corría a su encuentro para abrazarla. Recuerda los riquísimos frijolitos con huevo que le preparaba y el amor con que lo trataba. Todo era bonito en el pueblo, el campo, los chivos. Un buen día le preguntó a dónde iba por las mañanas y le pidió que lo llevara. Al otro día a las 5 de la mañana se levantó muy contento viendo el amanecer, sintiendo el viento fresco y de la mano de su abuela, se encaminaron al templo, y al llegar la abuela hincada y el mirando todo alrededor; junto a él, un hombre muerto y sangrante, qué miedo, qué horror a sus cinco añitos; le pregunta a la abuela, -¿quién es?, -es Dios, -¡No! Contesta horrorizado el niño, -este no es Dios, Dios es aquel, señalando a lo alto, hasta

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la bóveda del templo, Dios es ese, el que está rodeado de angelitos; -No, dice la abuela, Dios es éste. El niño sale corriendo horrorizado y nunca más vuelve a querer entrar. Por la noches esa visión lo acosa, el miedo, el horror, suda, le da fiebre, -¡No! Ese no puede ser Dios, -recuerda como lo miraba, y no podía con esos ojos, no podía con esa mirada, -¡no; ese no es Dios, ese es el Dios de la pobreza, es el Dios de la desolación. No quiero nunca saber de Dios. El tiempo pasa y vienen a vivir a la Gran Ciudad de México, el niño recuerda como su madre y su padre seguían acostados cuando él y su pequeña hermana debían caminar por una gran avenida para ir a recoger la leche a la Conasupo en aquella época, como su padre se alcoholizaba, como su madre trabajaba lavando todo el tiempo ropa, para cubrir las necesidades básicas, como lo golpeaba neurótica por tanta pobreza y dolor. Dos veces estuvo en el hospital como consecuencia de los golpes y quemaduras que su madre le propinaba. Creció como pudo, amparado en el grupo de jóvenes mayores que en la calle le enseñaron todos los vicios, todos los horrores que más tarde repetiría, tomando su

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fuerza al humillar a los demás, creciendo menospreciando a los demás, alcoholizándose, drogándose, robando, violando, incluso quitando la vida, siempre arrebatando, lastimando y lastimándose. En el extremo del odio, golpeando a su madre, odiando todo y a todos; a su esposa a sus hijos y a él mismo. Un buen día muere lo único que representaba amor para él; la abuela se fue, y ahí, por tercera vez frente a ese féretro gris rompe un crucifijo, -te odio Dios, porque te llevaste lo único bueno que había en mi vida. Estacionado en ese dolor y sin entender nada se sigue hundiendo en el vicio y el dolor, vive en el hospital psiquiátrico y cada vez más mal, más dañado por los electroshocks, pesando 45 kilos, lo desahucian y lo mandan a morir a su casa, ¿cuál casa?. Nadie lo quiere recibir, ha hecho tanto daño; se intenta suicidar pero también en eso falla. Los remordimientos comienzan, ya no puede dormir, ve las caras de esas pobres mujeres, escucha sus palabras. Ya no puede vivir, ya no quiere vivir. Un buen día escucha que Dios es AMOR, no es Dios lo que yo creía, si es amor, me ama, piensa en mí, aún me

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ama a mí, tiene que hablar, tiene que vaciar su alma de tanto dolor, tiene que pedir perdón y se da cuenta de que él no es nada, nada, que todo lo que hizo era una forma desesperada de tratar de ser algo, pero no sirvió de nada, después de todo el daño que hizo y de todo lo material que atesoró, sigue sin ser nada; y empieza a entender que lo que siempre lo movió fue un gran miedo, miedo de no ser nada; y ahora, que canta, pesa 90 kilos, es alto, fuerte y trata de ser feliz. Porque encontró al Dios del Amor y todavía le falta entender algo, porque le pusieron Fernando, si supiera que quiere decir: “el que hace todo lo posible por conservar la paz”.

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Máximas Frases Célebres

Refranes y Varios

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Mente sana en cuerpo sano María del Carmen Mendoza Galicia

El niño nace libre de ataduras, pero apenas empieza a conocer su mundo, los mayores le roban su autenticidad enfermando su mente con miedos, rencores, peleas, envidias, celos, etc. Desde entonces al enfermar su mente, enferman también su cuerpo y empieza la cadena dé

eslabones de malestares y depresiones en los diversos ciclos de su vida, sin percatarse cuál fue el inicio. Cuando llega la edad adulta, ya ha acumulado un sinnúmero de actitudes y hábitos, no siempre positivos, producto de sus pensamientos negativos, que van tejiendo una gran telaraña que amarra su personalidad, impidiéndole libertad para ser y actuar, en detrimento de su creatividad. El estrés se apodera de él y le provoca enfermedades; los taoistas opinan que los órganos del cuerpo se enferman con los pensamientos negativos; así el odio y la impaciencia enferman al corazón, la preocupación

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enferma al bazo, la tristeza y la depresión enferman a los pulmones, el miedo enferma a los riñones y el enfado y la frustración enferman al hígado. Los taoistas recomiendan acariciar mentalmente a los órganos del cuerpo, con suavidad y amor, revitalizándolos con energía y sonriéndoles con alegría y felicidad. Si la mente desarrolla pensamientos positivos, los resultados del cuerpo también serán positivos. La mente reclama tranquilidad, que se puede lograr practicando la meditación, el yoga, el tai - chi diversas técnicas de sanación como el reiki. La actividad física como: caminar, correr, saltar, bailar y hacer deporte ayuda a mantener la mente ocupada y el cuerpo sano. Es importante tener conciencia del daño tan grande que se le hace al cuerpo, con pensamientos y actitudes negativas, por lo que se recomienda que a manera de aspiradora se puede hacer una verdadera limpieza en la mente, borrando lo doloroso del pasado, los sentimientos y actitudes negativas y a cambio se llene la mente de sentimientos de amor y comprensión, de respeto, de gratitud, de reconocimiento, de optimismo, de seguridad, de altruismo, de protección, de apoyo, de amistad, de autenticidad, viviendo el presente con

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intensidad y atención como si fuera el último día de la vida.

Si se enferma al cuerpo, con pensamientos negativos, de hoy en adelante sólo tendrán cabida en la mente pensamientos positivos y lo que hará posible que haya MENTE SANA EN CUERPO SANO.

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Lo cortés no quita lo valiente María del Carmen Mendoza Galicia

El cultivo del ego lastima mucho, actitudes como “sólo yo puedo, sólo lo que digo vale, nadie sabe como yo, sólo yo lo sé todo, y lo que digo es lo único importante”. Esto lleva al traste cualquier crecimiento que provenga del interior del ser humano. Rencores, envidias, odios, soberbias, prepotencias, intolerancias, “falta de memoria”, por ende de reconocimiento y gratitud hacia quien o quienes contribuyen al desarrollo y progreso personal y profesional de algunas personas, impiden la nobleza de saber pedir perdón y disculpas y sobre todo el avance en el desarrollo personal. Siempre será grato que el corazón humano de cada persona se manifieste con atención, con amabilidad, sencillez, cortesía, honestidad, lealtad, sinceridad, veracidad, complacencia, caballerosidad, respeto y con buenos modales, puesto que estos atributos lo hará más humano y tendrán mayores elementos para realizar una convivencia real en cualquier grupo de personas. La vida diaria es una gran oportunidad para practicar los “buenos modales”; la cortesía en el trato, califica a la

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persona, la distingue y la ubica en un ámbito más humano y de mayor calidad. El desarrollo del ego, impide poner los pies en el suelo, y contribuye al desarrollo de la soberbia y la petulancia. Esta reflexión pretende que cada ser, sea consciente de manifestar su YO noble, sencillo, que sabe respetar, reconocer y agradecer a quien le apoye; manifestarlo siempre le colocará en un nivel de grandeza personal sin que pierda sus características de valentía por lo que se dice que: LO CORTÉS NO QUITA LO VALIENTE.

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Dame un punto de apoyo y moveré al mundo

María del Carmen Mendoza Galicia

El amor es un sentimiento muy grande, capaz de mantener la seguridad y ecuanimidad en la persona, como el mejor punto de apoyo. La seguridad se cultiva desde el inicio de la vida, por el amor de los padres, de los hermanos y demás familiares cercanos. La relación social con otros niños va creando vínculos de amistad a veces tan intensos que se convierten en lazos de amor. El buen trato, la comprensión, el diálogo asertivo, las palabras y conceptos motivadores impregnados de alegría y felicidad constituyen un punto de apoyo importante en el crecimiento físico y espiritual de los niños, en su paso por los diversos ciclos de la 1ª., 2ª. Y 3ª. Infancias, después como púberes, como adolescentes y por último cuando llegan a la edad adulta. Qué importante es contar con ese punto de apoyo, llamado amor, que empieza en el propio ser. Si desde

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siempre se cuenta con ese amor, las personas se aman a sí mismas, se respetan, se quieren y motivan permanentemente, siempre tendrán el punto de apoyo que les permita crecer internamente día a día, sin penas, ni dolores, libres de sentimientos y pensamientos negativos y con una gran ilusión de ser cada día la persona más segura, porque cuenta con el mejor punto de apoyo que es el AMOR.

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Carta a mi amiga Dora Alicia Terán Manssur

María del Carmen Mendoza Galicia

Deseo que de lo más profundo de mi ser, salgan mis sentimientos de cariño, amistad y hermandad que me unieron a tí en los once años que tuvimos la dicha de compartir. Desde diciembre del 2002 te busqué afanosamente, insistí en enero y febrero del 2003 y fueron inútiles mis llamadas porque no tuve respuesta a ellas. Y fue hasta el 21 de abril, que José de la Peña, regresó de Saltillo, Coahuila. Cuando me enteré que habías partido a ocupar tu lugar en el Eterno Oriente. Fue tal mi desconsuelo que de inmediato busqué a tus hermanos quienes me informaron que efectivamente el 21 de marzo a las 12:00 horas, habías hecho el viaje que no tiene retorno. Evoqué mis actividades de ese día y esa hora y fíjate que estaba con Margarita García Flores precursora del voto de la mujer a quien tanto admiraste y fundaste en su honor el “Reconocimiento” que lleva su nombre “Margarita García Flores”, que tantas mujeres importantes han recibido y cuya entrega se hizo también en el Auditorio Libertador Miguel Hidalgo y Costilla de la tan querida Sociedad Mexicana de

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Geografía y Estadística de esta ciudad de México, Distrito Federal. Margarita y yo, compartimos un lugar en el presidium en el homenaje por el CXCVII Aniversario del natalicio de Benito Juárez, gran liberal de férreo carácter, estadista y gobernante firme y seguro de sus convicciones. Allí nos encontrábamos los liberales, emulando su pensamiento y reflexionando el qué hacer, en estos tiempos tan difíciles. Después nos trasladamos al panteón de San Fernando y qué crees, hubo 7 oradores y yo fui la única mujer. Expresé mi enérgica protesta contra quienes no permiten que la mujeres estemos en los talleres de trabajo, por todos conocidos, hice referencia a la compañía y apoyo, que Benito Juárez, siempre tuvo de Margarita Maza, mencioné las leyes de la Reforma y la trascendencia del Registro Civil, así como la separación de la iglesia del Estado y concluí exhortando a todos, a fajarnos bien el mandil y con los instrumentos de trabajo asumir la actitud de ser liberales a la altura de Juárez. Los aplausos fueron nutridos y recibí muchas felicitaciones, hubo quienes dijeron que fue el mejor discurso; y yo mi querida Dora, me sentí satisfecha por

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ocupar una vez más una tribuna en defensa de nuestro género. Ya se acerca el 17 de octubre y cumpliremos cincuenta años de contar con la oportunidad de elegir a nuestros gobernantes y de ser elegidas y lamento profundamente ya no verte correr y preocuparte por todos los detalles de la conmemoración y entrega del “Reconocimiento Margarita Flores” se encuentren en su punto; ya no más llamadas telefónicas, para platicar nuestras inquietudes y nuestros anhelos, ya no más tristezas y alegrías que compartir, te fuiste muy pronto cuando aún tenías mucho que cumplir. Hoy estás con tu mamá y tu papá, - el gran liberal que trascendió en su labor- y desde allá seguramente seguirás observando los pasos de quienes permanecemos aún por la tierra. Querida Dora; ten la plena seguridad de que guardo de ti los más bellos recuerdos por nuestra hermosa amistad. Reconozco en lo que vale tu férrea lealtad, tu invaluable compañía, de ocho días, en la muerte de mi hermano Edgar, el 11 de abril de 1995. Estuvimos juntas en diversas tareas políticas y masónicas, en los estados de Monterrey, Coahuila, Puebla, Tlaxcala, Morelos, Estado de México y otros más y fueron innumerables los ratos de convivencia al

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platicar de nuestras emociones y proyectos en la vida política y social. Te recuerdo con enorme cariño siento una gran nostalgia por tu ausencia física, sin embargo tu presencia espiritual aquí está presente en todo momento, tu risa, tus bromas, tus chascarrillos, tus protestas, todo lo guardo como una película que repito en mi mente y en mi corazón. “Toda la raza”, como solías decir, sintió tu partida, todos mis sobrinos añoran a la “Tía Dora” y mi mamá también lamentó mucho la partida, de su querida sobrina. Aquí estamos quienes te queremos, resaltando tu presencia y tu recuerdo, en todo momento. Esta es la primera carta que te escribo y no será la última, me seguiré comunicando contigo y te tendré al tanto de cuanto ocurra, por ahora te estrecho fuertemente y nuestros corazones seguirán palpitando juntos con una gran hermandad, ¡hasta pronto Dora!. Fraternalmente “Kary” como tú me llamabas.

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Máximas Georgina Adriana Nájera Martínez

Leyendo El Rey Lear de Shakespeare, en las líneas donde éste reparte sus propiedades a dos de sus tres hijas, ya que la menor no acepta lo que le corresponde porque sí ama a su padre, además no es ambiciosa ni malvada. El bufón le dice estas máximas a su rey: Ten más de lo que aparentas Di menos de lo que sepas Presta menos de lo debas Aprende más de lo que puedas entender Juega menos de lo que ganes Deja el jarro y la manceba Estate en tu casa y te saldrán las cuentas Estas palabras encierran grandes verdades, nos enseñan lo práctico y neto de nuestra conducta con las personas que convivimos, con los amigos y con la familia; son verdades que si no las olvidamos y tomamos en cuenta y las cumplimos; podremos conservar con bastante tranquilidad nuestro bienestar, superarnos día con día y gozar, disfrutar y realizar nuestros propósitos. Podremos dejar que las

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apariencias no nos dominen y ser auténticos, depender económicamente de nosotros mismos y no andar mendingando o quitando a los demás lo que quizá no nos quieran o no puedan compartir. Nos invitan a superarnos, no a costa de los demás, sino con nuestro propio esfuerzo o quizá, hombro con hombro con los demás.

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No hagas a otro lo que no quieras para tí Haydée Amézquita Barrera

Máxima

NO HAGAS A OTRO, LO QUE NO QUIERAS QUE TE HAGAN A TI, PERO TAMPOCO PERMITAS QUE LOS DEMAS TE HAGAN ALGO QUE TU NO LES HARIAS A ELLOS Esta máxima conocida como: "La Regla de Oro", marca, a mi juicio, una línea de conducta de extraordinario valor. Es una luz que alumbra un camino de justicia y dignidad. Desde el momento en que se adquiere la categoría de ser humano se adquiere la dignidad; esa cualidad que hace vivir a las personas con un comportamiento que indica, el respeto que se guardan a sí mismas y a las demás. Por ese sentido de dignidad hablamos y tratamos a nuestros semejantes con mesura, nos solidarizamos con ellos para brindarles nuestra ayuda, y con delicadeza, pero con absoluta firmeza marcamos cuál es el trato al que tenemos derecho, pues así lo exige nuestra propia dignidad.

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El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas y El que nace pa’ maceta del

corredor no pasa Haydée Amézquita Barrera

Con lenguaje pintoresco y metafórico, la sabiduría popular ha expresado que tenemos un destino trazado de antemano y no podemos salirnos de é1. En cierto modo, esta expresión fatalista es cierta. Un innumerable conjunto de individuos pertenecemos a la gran masa de la población; somos parte del grupo que en apariencia no tenemos nada extraordinario. No tenemos la luz radiante que hace brillar a los líderes, a los hombres que descollan por sus acciones heroicas, ya sea por la patria o por el bien de sus semejantes como es el caso de los científicos e investigadores o los que dan mensajes trascendentales para el progreso humano. Todos tenemos luz, modesta, pero la tenemos y es importante que la usemos, ya seamos "tamal" o "maceta". Haciendo uso de las metáforas yo soy una maceta y estoy en un corredor. Soy una maceta de barro común y corriente. Con frecuencia llegan personas se sientan junto a mí y me platican sus problemas, sus penas, sus preocupaciones yo las oigo con toda atención y procuro

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darles confianza para que desahoguen todo lo que traen dentro de ellas y que les causa dolor. Hablo poco, recuerden que las macetas no hablan, ellas sienten que de alguna forma yo comparto su dolor, su preocupación y que en lo poco que les digo ellas encuentran consuelo, esperanza y sienten que sí tienen ganas y fuerzas para luchar y obtener cosas buenas. Con frecuencia; dicen: "Vengo a contarte algo y quiero que me des ánimos". Entonces yo me digo: "Qué bueno que soy una humilde maceta y por eso me tienen confianza y yo puedo compartir su pena y desearles buenas cosas, les comunico valor y fe". ¡Qué lindo es ser maceta! Ahora, soy un tamal. Comida típica que agrada a muchos y que es un rico alimento. Me colocan en un platito limpio y llego a la mesa. Ahí hay personas que necesitan alimento algunas veces material y otras espiritual. Mientras me comen, sí tienen hambre en el estómago empiezan a sentir una agradable sensación que las pone felices. Si su necesidad es de alimento espiritual entonces, yo las hago reflexionar acerca de a través de las cosas sencillas se pueden obtener sentimientos, pensamientos y hasta energía para realizar acciones justas prácticas útiles y así encontrar solución a problemas que parecían imposibles de solucionar.

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Ahora dirán: Qué bien me caen los tamalitos cuando tengo hambre. Toda mi persona se llena de bienestar cuando los como. Es el mejor alimento. También dirán: "Los tamales fueron como una fuente de inspiración, mientras me deleitaban tuve la impresión de que me dijeron cosas muy útiles, muy ciertas y el pensamiento se me despejó. Yo digo: Qué bueno es ser tamal y dar fuerzas, al cuerpo y al espíritu, ¡estoy contenta con ser un humilde tamal!.

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El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija

Marina Ochoa Zúñiga

Señala que de las personas valiosas aprendemos buenas costumbres. Su influencia hace que nos enfrentemos con más valor a los problemas que se nos presenten. En diferentes etapas de mí vida se me han presentado momentos difíciles y siempre he encontrado un buen árbol que me ha dado buena sombra; gente que hay que aplaudirle por su generosidad y paciencia. He intentado con todas mis fuerzas comprender lo bueno de ellas y encontrar la herramienta que me permita ser útil, y aportar lo mejor de mí y dejarles un legado a mis hijos de responsabilidad, de buenas costumbres, alegría y amor y aunque por mis limitados conocimientos se me ha hecho difícil, siempre lo seguiré intentando.

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Mi sentir Fernanda Cervantes García

No dejaría pasar esta oportunidad tan importante para dejar constancia de que ser adulto mayor es una dicha inmensa pero ser un adulto en plenitud es no tener límites, para una completa realización.

Por eso es que les digo:

¡Qué feliz es este día como palpita mí corazón brilla en nuestros rostros la alegría calma y salud, nos da el señor

que no desoiga nuestro acento gozo y felicidad nos da, sin fin con la ventura y contento años de vida mil y mil.

Que la felicidad, ducha y prosperidad, sean nuestros eternos compañeros.

¡Salud, amigos míos!

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La experiencia de su vida en mi vida Laura Reyna Morales Cervantes

Soy coordinadora de eventos socio-culturales del CEATED y esto me ha dado la oportunidad de formar parte de un gran grupo, o mejor dicho de una gran familia con quién convivo dos veces a la semana, hace ya más de un año. Todo aquel que viene a este

grupo encuentra: amor, aprecio, amistad, conocimiento, tranquilidad, alegría, diversión, pero sobre todo sabiduría, que da la experiencia y aquí se han vertido innumerables episodios de vidas, que nos han llenado de reflexiones y conocimientos dignos de ser recordados. No obstante nuestras diferencias de edad, he logrado integrarme a este maravilloso grupo, en el que he compartido, sus risas, sus inquietudes, sus malestares, sus llantos y sus expectativas.

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En mi nueva familia, tengo presente la energía de Haydeé, en sus clases de español, a Bertha Salazar detallando la ley condominal, a marina Ochoa, contando siempre chistes, Andrés impartiéndonos electricidad doméstica, Anastasio manifestando sus deseos de instalar su taller mecánico, margarita cantando y escribiendo sin para, José y Angelita ejemplo de matrimonio duradero, siempre presentes, Elisa contando como escala las montañas, Celia, activa y feliz, buena escritora, Flor, excelente cocinera, Esthela buena fotógrafa y Luis Torres también correteándonos para aprovechar los eventos de la programación de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a los que invariablemente asiste acompañado de Pedro quié buena cuenta da de ello, Georgina, seria y formal asiste con otros compañeros como Consuelo y Francisco, puntualmente a las clases de Tai-chi con el buen instructor Jorge Ortíz. Espero no haber omitido a nadie, antes de concluir, también menciono la participación de María de la Paz, aplicando la técnica del biomagnetismo, salvó la vida de Angelita y margarita. Que afortunada fue su intervención, gracias por tenerte entre nosotros. Diré también que el CEATED, existe por el entusiasmo y conducción de Carmina, nuestra directora y juntos constituimos el centro de Amigos de la Tercera Edad.

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En este momento cuento con dos grandes amigos que son mis queridos padres, a los que admiro respeto y quiero, no solo por que me han facilitado la forma de crecer y de aprender a vivir, sino porque me han dado la vida: Gabriel Morales y Fernanda Cervantes. A ellos debo haber tenido una infancia feliz, sana, alegre y sin barreras y sobre todo me enseñaron a respetar y entender a las personas mayores y ahora la vida me coloca con un hermoso grupo de ellos; tuve la suerte de, conocer y convivir con José Fidencio y Francisca mis abuelos paternos, y Moisés y Loreto mis abuelos maternos de quien guardo muy gratos recuerdos y enseñanzas; enseñanzas que siendo muy pequeña supe valorar y que a lo largo de mi vida me han servido en la conducción de mi familia, mi esposo y nuestra hija Gaby. Por eso, aquÍ en el CEATED rodeada de gente tan maravillosa e inteligente, vuelvo a vivir y a recordar esos grandes momentos de antaño, cuando mis abuelos se preocupaban por una pequeña que debía crecer aprendiendo con las experiencias que se empeñaron en transmitirme.

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Aunque ellos ya no están, su recuerdo me alienta, a entender y a preocuparme por los integrantes de este grupo a quienes admiro y respeto con cariño, deseo ocupar un huequito en su corazón. Fraternalmente

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Las Abuelas Autor Desconocido

Aportación de Anna Dinnorah Gómez de Lassé

Mamá decide en tu niñez lo que más te conviene. La abuela decide lo que más te divierte. Abuelas y nietos viven al día. Abuelas y nietos gustan detenerse a observar las mariposas y hablar con los gatos. Las abuelas pasan de tu plato al suyo la verdura que no te gusta. Las abuelas "están de acuerdo" con las madres, pero consiguen cambiar un poco sus ideas. Una buena abuela deja que le cuentes todo el argumento de la película que también ella vio por televisión. Y además revela su sorpresa. A una buena abuela no le importa que subas a su cama a las dos de la mañana. Con tal de que no te muevas. Una buena abuela nunca te besa si no quieres.

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La abuela escucha cuando nadie prestaría atención. Las abuelas están dispuestas a decir: "No importa cariño, ya se te pasará, de verdad" Lo que hace a una abuela tan especial es que siempre está allí por nosotros. Siempre. Los nietos piensan que es raro que las abuelas tengan piel y huesos tan viejos cuando, evidentemente, por dentro son de la misma edad que ellos. Es increíble que, de la mañana a la noche, una dama madura aprenda a sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, a tocar un tambor de hojalatas, graznar como un pato, cantar villancicos, hacer flores de papel, dibujar cerditos y coser ositos de peluche gravemente dañados. Las abuelas vienen en docenas de formas, racimos de arrugas, idiomas, vestidos, pieles, y grados diversos de envejecimiento. Pero siempre tienen el mismo amor en el centro. Las abuelas saben lo que es seguir adelante, crear un hogar y dar a los chicos un empujón en la vida.

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Las abuelas te dan un sentido de la proporción. Deseo que en el mundo cada niño asustado, solitario, enfermo o desconcertado tenga una abuela hacia la que correr. La abuela tiene en su cabeza un mundo que nunca conociste. Ahora te lo entrega para que lo guardes con tus propios recuerdos, y para que, a su vez, lo entregues a tus nietos. Trátalo con cuidado.

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Una tarde de domingo Anna Dinnorah Gómez de Lasse

Una tarde de domingo fui un rato a visitar a Dios. Sentí ese deseo de decirle tantas cosas, El me miró y dijo: Yo también necesito ser escuchado, como tú; pues observo a todos ocupados. Sin dignarse a acercarse a mí. Todos viven pensando en hacer su propia voluntad y descuidan ese regalo tan grande que les di, que se llama Vida, Amor...

Pasaron los minutos y noté, como caían al suelo esas lágrimas que no hallaban consuelo. Al verlo llorar le dije cuánto lo amaba y no tenía más que ofrecerle que mi amistad.

De repente volteó y me sonrió

No te preocupes, dijo, tu dolor y tus luchas han sido duras, en eso nos parecemos pero recuerda: que yo dí la vida por ti, y tu has sabido corresponderme - yo me quedé callada, no sabía que decir.

Sólo sé que esa tarde de domingo pude sentir ¡Cuanto nos ama Dios!

Y nosotros ni siquiera nos acercamos a él.

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Soy Libre El Sentido de la Libertad

Autor Desconocido Aportación de Elisa Maya Romero

Ser Libre nos da la opción de decisión y deberemos asumir sus consecuencias SOY LIBRE para elegir mi destino; cualquiera que éste sea. Yo soy el único responsable de la calidad de vida que poseo. SOY LIBRE para buscar permanentemente mí superación y soy responsable de mi estancamiento y mediocridad. SOY LIBRE para dedicar mis talentos al trabajo que elija, y responsable si vivo en la frustración renegando de lo que nunca quise hacer. SOY LIBRE para producir los bienes materiales que deseo poseer, y único responsable por la frustración de no tenerlos. SOY LIBRE para elegir a la pareja con la que deseo compartir mi vida, y soy responsable de su felicidad y realización.

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SOY LIBRE para decidir traer a otro ser humano al mundo, pero soy responsable de su formación y desarrollo.

SOY LIBRE para compartir la amistad, y soy responsable de la lealtad y sinceridad que le debo a mis amigos.

SOY LIBRE para disfrutar plenamente todos los bienes de la creación y el único responsable de mi insatisfacción y saciedad.

SOY LIBRE de soñar y dejar volar mi imaginación, y único responsable de la frustración de tener una vida vacía, sin estrellas que alcanzar.

SOY LIBRE para hacer crecer mi espíritu a su plena realización, responsable de la estrechez de su horizonte.

SOY LIBRE para elegir los ideales por qué luchar, y responsable de la calidad del mundo en que yo decidí vivir.

SOY LIBRE para amar a Dios, y único responsable de no cumplir con la misión histórica de mi creación.

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Veinte buenas acciones María de los Ángeles López Álvarez

¡Lucha! ¡Alcanza! ¡Siente!

¡Encuentra! ¡Aguanta! ¡Piensa!

¡Consuela!

¡Habla! ¡Sufre!

¡Entiende! ¡Olvida! ¡Goza!

¡Escucha! ¡Enfrenta!

¡Calla!

¡Decide! ¡Perdona! ¡Sonríe!

¡Aprende! ¡Ama!

¡Practícalas, se arreglarán muchas cosas y serás feliz!

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Comentario a una frase célebre Por María de los Ángeles López Álvarez

NUCA CONSIDERES EL ESTUDIO COMO UN DEBER, SINO COMO UNA OPORTUNIDAD PARA PENETRAR EN EL MARAVILLOSO MUNDO DEL SABER.

Albert Einsten

Comentario: Si meditamos con detenimiento, nos damos cuenta cabal que gracias al estudio tenemos conocimientos que nos sirven. Tal vez pensamos que algunos conocimientos son por haber vivido y que la vida nos lo dio, pero hay que considerar que, hay muchas formas de estudiar, no solo mediante un libro impreso, un cuaderno y una pluma. Todos sabemos que la vida es una escuela, que desde que nacemos estamos aprendiendo y que entre más atención y entusiasmo prestemos mejor podremos vivir. Cuando tenemos la seguridad de saber, somos más valiosos y nos realizamos plenamente como seres humanos.

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A mí padre José Luis Rocío Oñate Carlín

Yo no sé si Dios acepte como oración unas cuantas oraciones gramaticales, pero escribo y me alivio y me ilusiono al aventurar que orar es hablar desde el corazón. Si esto es así, quisiera que mis oraciones se confundieran con todas las de los buenos hombres y mujeres que han orado por los que se nos han adelantado en el camino. Los individuos aún con tanto y tanto amor, tienen la mala costumbre de morirse, pero la llama débil, frágil, casi invisible, pero invencible, no se extingue.

Tú querido padre, sigues tan presente y tan actual en nuestras vidas corno si nunca hubieras partido, porque tu inmortalidad es cuestión de todos nosotros que te recordamos día a día al compartir el pan, al externar una sonrisa, al sentir tu presencia cuando los problemas nos agobian. Tu resurrección la garantizan las flores, el aire, el aroma del mar.

Alguien dijo:

Al final de la batalla y muerto el combatiente, vino hacia él, un hombre, y le dijo: !No mueras, te amo tanto…!

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Pero el cadáver !ay¡ siguió muriendo

Pero tú, el hombre, el hijo, el hermano, el padre, el esposo, el abuelo, la flamita azul, la lágrima de Dios, la tibia caricia, la invencible terquedad, la secreta playa, el dueño de todo, el amistoso y el manso río decidiste visitar a Dios.

De repente y en forma tan cercana vivimos algo que a todos en algún momento de nuestra vida nos ha tocado enfrentar, y es cuando pensamos en los que ya partieron y en el dolor que nos provocó su partida. A pesar de creer que en todo este tiempo hemos tramitado la resignación de tu partida, ese hueco que dejaste fue como quedarse sin el cántaro de su propia sangre, sin la alacena de los recuerdos y de los juegos infantiles, sin los oídos y la voz que tramitaba con nosotros las largas pláticas que se iban noche adentro y que certificaban que éramos tan iguales, tan distintos y tan extrañados; ya no estás para observar la consolidación de esa familia que formaste con tanto amor y esfuerzo, ya no estas para seguir viéndonos crecer juntos, para consolarnos de los errores que cada quien vamos cometiendo por nuestra cuenta, ya no estás para compartir esa sopa humeante, para observar el paso de esa juventud que a cada quien le fue llegando y que cada uno a su manera fue dilapidando; nos dejaste con esa súbita congoja de saber que estabas

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enfermo, pero ingenuamente creímos que solo con nuestra cercanía te podríamos consolar, o incluso aliviar, luchaste hasta el fin, la parca te arrancó de nuestro lado no sin darle mucho trabajo, tu entereza y dignidad la demostraste hasta el último momento, pero desgraciadamente al final tuviste que cumplir con la fecha que todos en nuestro calendario tenemos destinada; partió entonces ese rival, tan cómplice y tan amigo anterior, a los amigos que fue nuestro padre.

Los verdaderos padres son unos cuantos y se distinguen por el poder terrible que adquieren sobre nosotros. Del odio del enemigo hay mil maneras de defenderse; frente al amor de un padre estamos derrotados. No nos es fácil perdonar tu muerte, ni tolerar nuestra supervivencia.

Pero mientras aquí sigamos nosotros paliaremos nuestros llantos, para sofocar nuestro dolor, para hablar de nuestros muertos y para seguir encontrando los motivos que nos hagan seguir evocándote. Sigue protegiéndonos y guiándonos como lo hiciste en vida. Cúbrenos con tu luz y vitalidad. Te queremos.

Tus hijos.

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Un mexicano ejemplar José Rojas Trejo

Sin temor a equivocarme, el mejor presidente de aquella época, tan agitada para México, fue Don Valentín Gómez Farías.

Fue diputado, senador y desempeñó varios cargos de mucha importancia para el país. Todo lo que hizo, lo hizo con todas las ganas para que México mejorara en todos los sentidos.

Las Leyes de reforma recibieron todo su empeño, en el grupo Juarista, fue el cerebro que inspiraba el grandioso proyecto. El día que fue firmada y jurada la Constitución Mexicana de 1857, triunfo del Grupo Liberal Mexicano, la salud de Don Valentín era muy delicada. Fue llevado en brazos de sus hijos, para estampar su firma en el documento. Don Guillermo Prieto, que estaba muy cerca de él, le oyó decir, en el momento de firmar: “ESTE ES MI TESTAMENTO”. El cerebro de la Leyes de reforma, murió el 5 de julio de 1858.

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Nos dejó a los mexicanos una herencia de dignidad, honradez intachable. Es nuestro deber, ineludible, ser dignos de esa herencia que señala el destino luminoso de la Patria.

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INDICE

Nombre de la obra Autor Página

Nuestra Portada Juan Carlos Garcés Botello 3 Presentación María del Carmen Mendoza Galicia 7

ANÉCDOTAS

Sueño , ensueño y vida Celia Flavia García Mota 14 Los Cheneques Consuelo López Martínez 18 La caída Georgina A. Nájera Martínez 21 Un buen trago Georgina A. Nájera Martínez 23 Un montón de aguacates Georgina A. Nájera Martínez 25 El circo Margarita Rosas 27 Recordando Margarita Rosas 29 Un sueño de amor Margarita Rosas 31 Como conocí el amor Haydeé Amézquita Barrera 34 Mi hermano Manuel Marina Ochoa Zúñiga 40 Yo creo en los milagros José Rojas Trejo 46 Recuerdo de mi infancia José Rojas Trejo 49 Recordando mi vida José Rojas Trejo 51 Un bello recuerdo Ma. de los Ángeles López Álvarez 53 El pozo Bertha Salazar Fonseca 55 Yo y la montaña Elisa Maya Romero 58 Vacaciones inolvidables Ana Dinorah Gómez de Lassé 62 Anécdota Ana Dinorah Gómez de Lassé 66 Angangueo, Michoacán Francisco Ortega 67 Una vida de lucha Leonardo Ramírez Monroy 77

CUENTOS

Encuentro con el nagual Luis Torres Terán 83 El fuerte en el mar Georgina A. Nájera Martínez 90 ...y Corsario esta en el cielo Haydeé Amézquita Barrera 97 Aventura amorosa Pedro Quevedo Maldonado 104 Temblor regresa a casa Pedro Quevedo Maldonado 106 Sucede en el siglo XXI Ana Dinorah Gómez de Lassé 109 Historia breve de conejos Anastasio Apolonio Castro 112 Frijoles saltarines Pedro Quevedo Maldonado 115 La Media Cobija Anónimo 118 El Círculo María de la Paz Martínez Pérez 122

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INDICE VARIOS

Mente sana en cuerpo sano

María del Carmen Mendoza Galicia

127

Lo cortés no quita lo valiente

María del Carmen Mendoza Galicia

130

Dame un punto de apoyo y moveré al mundo

María del Carmen Mendoza Galicia

132

Carta a mi amiga Dora Alicia Terán Manssur

María del Carmen Mendoza Galicia

134

Máximas Georgina A. Nájera Martínez 138 No hagas a otro lo que no quieras para ti

Haydeé Amézquita Barrera 140

El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas y el que nace pa’ maceta del corredor no pasa

Haydeé Amézquita Barrera 141

El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija

Marina Ochoa Zúñiga 144

Mi sentir Fernando Cervantes García 145 La experiencia de su vida en mi vida

Laura Reyna Morales Cervantes 146

Las Abuelas Ana Dinorah Gómez de Lassé 150 Una tarde de domingo Ana Dinorah Gómez de Lassé 153 Soy libre, el sentido de la libertad

Elisa Maya Romero 154

Veinte buenas acciones Ma. de los Ángeles López Álvarez 156 Comentario a Frase Ma. de los Ángeles López Álvarez 157 A mi padre José Luis Rocío Oñate Carlín 158 Un mexicano ejemplar José Rojas Trejo 161

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Después de los años que han pasado

Somos lo

Que hemos

Vivido Y lo plasmado aquí,

Perdurará por siempre...

Academia Nacional para el Desarrollo del Adulto Mayor

Mtra. María del Carmen Mendoza Galicia Presidenta

Tiraje 1ª. Edición: 300 ejemplares

Se terminó de imprimir en noviembre de 2003 A cargo del Sr. Julio Gutiérrez Vera

En la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística Justo Sierra No. 19, Centro Histórico de la Ciudad de México

Diseño original Juan Carlos Garcés Botello

Rediseño versión web por Estudio de Diseño, Arte & Muralismo, A.C.

Juan Carlos Garcés Botello Jesús Cristóbal Flores Carmona

Verónica Hill Iturriaga de la Fuente