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LEON TROTSKY in rímene N O S EDITORIAL

Stalin y Sus Crímenes. LEON TROTSKY. Traducción Directa Del Ruso

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  • LEON TROTSKY

    inrmene

    N O SEDITORIAL

  • STALTN Y SUS CRIMENES

  • LEON TROTSKY

    S T A L INy sus

    CRIMENES(T R A D U C C IO N D IR E C T A D E L R U S O )

    PROLOGO Y NOTAS DE

  • G r f i c a s V a l e r a . - L i b e r t a d , 2 0 . - M a d r i d

  • P R O L O G O

    Trotsky, a su pesar, es triaca contra el comunismo.

    La triaca, usada principalmente como contraveneno, era tambin ve

    neno. Hasta el siglo X V I I I , la ley prescriba que la triaca fuera conu-

    puesta ante las autoridades. A s suceda en Venecia y en otros puntos de

    Europa. E sa precaucin legal detalla el peligro de usar un veneno aun

    que sea como contraveneno.

    Trotsky es veneno. Un veneno mortal y, a la vez, muy sutil. P o r su

    rara sutileza, Trotsky, e l prim er anti-stalinista, slo por serlo, ha sido

    aceptado torpemente como anticomunista. E l libro que prologamos y otros,

    como E l gran organizador de derrotas , la R evolucin traicionada ,

    etctera, han podido venderse y leerse en pases considerados como tota

    litarios'y anti comunistas. L o estimamos un error peligrossim o; m ejor di

    cho, un hecho slo posible por falta de preparacin antimarxista cosa

    demasiado frecuente -, pues la ignorancia confunde el anti-stalinismo con el anticomunism o.

    E l comunismo stalinista es nefando, cruel y hasta macabro. S u mal

    dad absoluta provoca repulsas indignadas, rupturas totales, cismas continuos 3' hasta sinceros arrepentimientos. E l cisma de mayor importancia

    es el que acaudill Trotsky, arrastrando tras de s a toda la llamada vieja guardia bolchevique , excepto, claro es, a Stalin.

    H em os dicho que hasta sinceros arrepentimientos hubo; algunos, arrepentidos, regresaron a la idea de D ios y Patria; pero, en verdad, fueron los menos.

    La mayora de los que rompieron con Stalin fueron a engrosar las

    filas de la llamada oposicin, adjetivada como de izquierda , bolche~ v iq u e , leninista , etc., etc. E n su ataque, iniciado y dirigido por Trotsky,

    llaman siempre a Stalin traidor al comunismo.Trotsky se extasa llamndole bonapartista , termidoriano , sepul

    turero de la R evolucin de O ctu b re y C a n .

    Trotsky y la oposicin se proclaman a s m ism os la ortodoxia m arxis-

    ta-leninista, excomulgando a Stalin por heterodoxo, renegado, reprobo...Y esto lo hacen invocando a M a rx, el cual proclam ; m ejor, blasfem :

    " L a filosofa hace suya la fe de P rom eteo; odio a todos los dioses del

    cielo y de la tierra que no reconocen a la conciencia hum ana como divi

    nidad suprem a.

  • P R O L O G O

    Acatando los trotskistas, como todos los marxistas, a la Razn y a su

    propia conciencia como deidad suprem a , parece absurdo su anatema. S i

    la conciencia y la razn son divinas, razn tiene Stalin; por lo tanto.

    por qu la suya no ha de ser tambin divina ?S in duda, esa deidad ignota, la R azn humana , es para todo mar-

    xista la propia, y no la ajena. A s se explica que trotskistas y staiinistas, divinizando sus respectivas razones contrarias, se crean investidos de

    poderes, corno toda divinidad, sobre la vida del mortal. E n pura lgica,

    Stalin tiene razn para matar a Trotsky, y Trotsky la tiene para1 matar

    a Stalin. L a dual y adversa divinizacin de sus razones da origen auto

    ritario perfecto a sus decretos exterm ina dores.A s, pudo darse la irona ms macabra. E l ltimo libro de TrotSk$

    se titula S u m oral y la nuestra . E s decir, la moral de Stalin y la suya. E n l, al atacar a Stalin, establece la regla de moral prctica siguiente:

    L a moral slo es una de las funciones de la lucha de clases.S e comprender que es moral todo lo que vaya contra el enemigo de

    clase ; segn Trotsky, Stalin. E sto , naturalmente, tendra una fuerza dialctica decisiva para Trotsky. P ero da la casualidad que Stalin pudo

    razonar y ju stifica r moralmente su sentencia de muerte contra el propio

    T rotsky haciendo suyas, una por u n a to d a s las razones fabricadas por

    Trotsky en su libro postrero. L e bast considerar tambin al e x comisario de guerra enemigo de clase . Lo crey as, lo decret, y su .senten

    cia de m uerte tuvo como considerandos y resultandos morales y ju

    rdicos los mismos que, la vctim a escribi para sentenciar a su sentenh

    ciador y ejecutor.Jams la irona pudo llegar a extrem o, m s inaudito.

    P ero reconozcam os lgica en la m oral stalimama. S i Trotsky puede

    dogmatizar que Stalin es enemigo de clase, por qu no ha de poder dogmatizar Stalin que el enemigo de clase es T rotsk y ? ...

    E s as, porque ambos niegan todo principio de moral religiosa, tras

    cendente o abstracta, y, al negarla, ambos tienen razn igual, pero anta

    gnica. M as las razones iguales y opuestas, como las fuerzas, se destruyen

    en el equilibrio, hasta que lo ron:pe una razn de otro orden: la razn de

    la fuerza. Y Stalin tuvo ms razn, porque tuvo ms fu erza ...

    * * *

    Trotsky, que para Bernard Shan' es el rey de los polem istas ^ ha

    podido introducirse, embozado en su capa anti-staliana, en los m edios ms

    amurallados contra el comunismo, para encender all la llama comunista.

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 9

    N osotros, en 1934, advertimos este peligro y tratamos de fija r una

    idea clara y terminante sobre Stalin y Trotsky: S t a l i n y T r o t s k y : d i f e r e n c i a e s e n c i a l e n t r e a m b o s .

    A Trotsky y a Stalin no les separa en la poltica comunista ninguna

    diferencial doctrinal. Tanto da el comunism o de uno como el del otro. E sto est ya per-

    fectam ente demostrado. L a diferencia real es la siguiente:

    Stalin, ruso, desea el coiru>::'sno por el comunismo. Trotsky, judo, desea el comunism o para servir los designios impe

    riales de la judera. Y as, vem os que, desde que se le elimina del suceso revolucionario, las masas t'ibran slo al im pulso de sus propias fuerzas.

    L as palancas del materialismo capitalismo y comunismo opri

    m en al mundo con arritmia l:s f u ! s s. E l enemigo no puede afretar a placer su, manaza porque ha saltado el pivote. T r o ts k y ! (1).

    Dentro de la excesiva sntesis, 3' con todo su vigor polmico, en la

    cita est contenido por entero el problema y el drama universal del trots- kismo.

    E ste acontecimiento de la historia universal no slo rebasa el prrafo,

    sino que rebasara un libro. Hasta creem os que sera capas de llenar muy

    amplia bibliografa. Y no slo por su magnitud colosal, sino por ser el

    trotskism o la ms clara y. perfecta m anifestacin del problema de los

    probletnas de la intrahistoria universal.

    N o se deber exigir de nosotros que en un mero prlogo lo abarque

    m os en toda su dimensin universal. Ser sa una empr-esa que corona

    rem os algn da en obra que acariciamos y documentamos desde hace

    aos. L o posible aqu es trazar un esquema de toda su problemtica para

    situar en su adecuada posicin y sentido l obra de Trotsky.L o impone la necesidad de neutralizar prezamente su veneno y la

    necesidad de inmunizar contra l al lector. A s, quedar exclusivam ente

    su virulencia venenosa contra Stalin y el rgim en sovitico actual, que es la finalidad determinante de dar a la luz esta obra.

    Y nada m ejor que analizar al microscopio la anterior auto-cita.

    A n te todo, advirtase cmo al escribir Sta lin agregamos ruso. Y al decir T rotsk y , aadimos inmediatamente judo.

    Parecer, sin duda, una burla del destino que estos dos hombres, fo r

    mados dentro de un internacionalismo qumicamente puro, deban ser considerados por su determinante racial y nacional, si se quiere hallar e x plicacin racional y sentimental de su psicologa y su ambicin.

    (1) "E: Enemigo , pg. 179, 4.a edicin.

  • P R O L O G O

    E l m arxism o ha pretendido ser el asesino de la idea de nacin. Transform ada desde la R evolucin francesa la idea nacin en nacin-idea,

    M a rx hall ah la premisa necesaria para poder transformar esa nacin-

    idea en la nacin-idea universal. E lla fu e la secreta consecuencia a la que

    pretendieron llegar sus prim itivos inventores, y a ella lleg M arx.Stalin y Trotsky, form ados y educados dentro del m arxism o ms e x

    tremo, se declararon y se declaran intemacionalistas por excelencia. T n

    gase en cuenta que en el diccionario m arxista la palabra intem acionalista tiene el significado de antinacional ; negacin absoluta de la nacin.

    M as esto de negar la nacin, esto de desnacionalizarse, parece terica

    y dialcticamente algo demasiado! fcil. E n la realidad, to creem os haber

    hallado un solo hom bre normal que lo haya conseguido. Nada de menor

    altura que nuestra propia, sombra, nada menor obstculo para un salto; pero nadie se la salt an. Dirase que con la nacin ocurre algo sem e

    jante. N adie es capas de rom per consigo mismo ms que suicidndose,

    enloqueciendo. N adie rompe con su propia nacin que tambin es l

    mismo si no es en rapto de locura. Racionalmente y sentimentalmente,

    slo se destruye el sentimiento de nacin infundiendo en el hombre un

    nuevo sentimiento nacional. E s algo fatal. Para poder renunciar el

    hombre a la nacin tendra que transformarse en bestia o en D ios, dejan

    do de ser ente sociable. Y naciendo de lo sociable del hombre la nacin, ya es coz a la lgica pretender ser socialista renegando de ser nacio

    nal ... Y pensar que Lenin quiso hacer protomarxista al gran Peripattico !...

    Son Stalin y Trotsky las cspides ms destacadas del internacionalis

    mo, o sea de lo antinacional, en el panorama mundial. Verbalm ente, dia

    lcticamente, nadie podr superarlos. Pero nada importan las palabras en

    la H istoria cuando son contradichas por los hechos. A s, vem os revivir y con qu m petu ! en Stalin, no ya un nacionalismo limitado por la idea racial de tipo zarista, sino un imperialismo universalista, en eclosin

    planetaria, de su nacionalismo.

    N o es de ayer. E n los mismos albores de la Revolucin rusa, la sen

    sibilidad de Trotsky ya advirti el peligro. N o es mera casualidad que

    Stalin tuviera como prim er cargo estatal el de comisario de N acionali

    dades. l, georgiano ms propiamente, osseto , sinti la vocacin de

    ordenar y ensamblar el m osaico.de razas de la nueva Rusia. E sta inclina

    cin ya era bien elocuente. S u s antecedentes raciales pudieron errnea

    mente inducir a suponerle un secesionista o, por lo menos, un federalis

    ta. Tngase en cuenta que la primera Constitucin de la U. R . S . S .

    consagraba et principio de la autodeterminacin para todos los pueblos

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A

    rusos. P ero no; Stalin, apoyado en esto por el fer o z D zersjinsky, se lan

    z a forja r un centralismo estricto, radical, y a l se debe, sin duda, que

    en el pas de la autoseparacin no haya habido hasta hoy ms qu ane

    xiones. ..

    Su, primer choque con Trotsky fu motivado por la poltica relativa a

    las nacionalidades. Trotsky , al parecer, consigui en un principio el apoyo

    de L enin, y nos da a conocer en su libro L a R evolucin, desfigurada

    varias cartas y notas del mismo. N o es cosa de traerlas aqu como docu

    m entacin; basten estas lneas:

    E s evidente que debe hacerse polticam ente responsables a Stalin

    y a D zersjin sk y de toda esta cam paa de verdadero nacionalismo ruso.

    (Carta de Lenin a Trotsky del 31 de diciembre de 1922.)

    E s de advertir que los nombres de M edivni, Makaradz,, de K a m e

    nev y el de Trotsky, adversarios en la cuestin de Stalin, que figuran en

    la correspondencia de Lenin referente al asunto, han sido suprimidos por

    el nacionalista .

    N o debe despistar el apoyo circunstancial de Lenin a Trotsky en la

    cuestin de las nacionalidades. L en in profesaba en un principio una teo

    ra que se llam entonces de liberalismo nacional , que le aproxim en

    la circunstancia a la/ tesis del entonces tan poderoso Trotsky, en detri

    mento del modesto Stalin ; pero debe suponerse que Lenin no debi apo

    yar a Trotsky y a K am enev a ultranza, porque, de haber sido as, muy

    otro sera el mapa de la U. R . S . S ., ya que Stalin careca de poder , en aquella fecha para triunfar sobre la trinidad omnipotente de Lenin,

    Trotsky, Kam enev. Tm ense las palabras de L enin como antecedente so

    bre el nacionalismo ruso de Stalin. Y a la luz de tal idea, verem os con

    m ucha claridad su trayectoria poltica ulterior.

    F ren te al unitarismo y centralismo staliniano, he aqu la idea de Trotsky, expuesta en su polmica contra Stalin:

    O rgan izar el socialismo en un solo pas es un procedim iento social- patriota.

    Com o vem os, de ah a llamar a Stalin nacionalsocialista no dis

    ta nada.

    Y Trotsky afirma seguidam ente:

    Con relacin al Estado de los Soviets, el patriotism o es un

  • P R O L O G O

    el proletariado se apodera del Poder, p e r o e s t e p a t r i o t i s m o d e b e s e rP A R TE IN TEG R A N TE DE L A IN T E R N A CIO N A L R E V O L U C IO N A R IA .

    H e ah a la Internacional convertida en patria; m ejor, en super-patria

    o patria nica.Queda, pues, demostrado que el patriotismo no desaparece en los re

    volucionarios intem acionalistas. E s la transformacin, suplantacin o abe

    rracin del sentimiento natural de patria.H asta tal punto que la traicin es elevada por ellos a la categora de

    deber; hasta la virtud. A s, agrega Trotsky:

    L a teora de la posibilidad de realizar el socialismo en un solo pasROMPE LA R E L A C I N IN T E R N A E X IS T E N T E EN TR E E L PA TR IO TISM O D E L PR O

    LE TA R IA D O VE N C E D O R (Rusia) Y E L DERROTISM O D E L PR O LE TA R IA D O DE

    l o s p a s e s b u r g u e s e s . (T rotsk y: E l gran organizador de derrotas ,

    pginas 13 1 y 132.)E s decir, que el derrotismo del proletariado es una traicin que sirve

    al patriotismo imperialista del Estado llamado proletario; en este caso,

    la U. R . S . S .E l ataque de Trotsky puede desorientar al lector. P uede creer que

    Stalin slo desea el socialismo (socialismo equivale a comunismo, en l

    xico trotskista y stalinista) en Rusia. N o ; Stalin se halla en esto p erfec

    tamente identificado con Trotsky. Leam os sus palabras:

    L a idea de la revolucin permanente no es una idea nueva. E l p ri

    m ero que la enunci fu M a rx, a fines de la dcada del 40,. en su cono

    cido M en saje a la L ig a C om unista (18 50 )... M a rx slo se propona,

    una vez instaurado el P od er del proletariado, encender la revolucin en

    todos los pases; concepcin que est en completa consonancia con todo

    lo que ense y llev a la prctica L enin en el transcurso de nuestra re

    vo lu cin ... P o r eso, el desarrollar y apoyar la revolucin en otros pases

    es una tarea esencial para la revolucin victoriosa. P o r eso, la revolucin

    del pas victorioso no debe considerarse como una m agnitud que se baste

    a s misma, sino como un puntal, como un medio para acelerar el triun fo

    del proletariado en los dems pases. Y agrega: Lenin expres este

    pensamiento en dos palabras, cuando deca que la misin de la revolu

    cin triunfante es llevar a cabo el m xim o de lo que puede realizarse en

    un pas para desarrollar, apoyar y despertar la revolucin en todos los pases. (O bras completas, tomo X X I I I , pg. 385.) Y termina diciendo:

    L a U nin de R epblicas Socialistas Soviticas es el prototipo viviente

    de la que ser la futura unificacin de los pueblos en una sola Econom a m undial. (D e l libro de Stalin L o s fundam entos del leninism o .)

    P ara derribar a la burguesa bastan los esfuerzos de un solo p a s . . . ;

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 13

    pero para que el socialismo' triu n fe definitivam ente... son precisos los

    esfuerzos de los proletarios de los pases avanzados."' (Stalin: Sobre L en in y el leninism o . E diciones del Estado. Seccin de M osca, 1924,:

    pginas 40-41.)

    N osotros vivim os, no en una isla, sino rodeados de un sistema de

    E stados que, en nm ero considerable, son hostiles al pas del socialismo

    y constituyen un peligro de intervencin... N osotros decimos abierta y

    honestamente que la victoria del socialismo en nuestro pas no es defini

    tiva. E ste problem a no est resuelto y es necesario reso lv erlo ...; pero

    nosotros no podemos resolverlo por nuestras propias fuerzas. S lo po

    dremos resolverlo uniendo los esfuerzos del proletariado m undial a los

    esfuerzos del pueblo sovitico. (Carta al K om som ol Ivanov, 15-2-938.)L a teora llamada de la revolucin perm anente de T rotsk y frente

    a la del socialismo en un solo pas , de Stalin, abandonaron a trotskis

    tas y stalinistas. Pero slo fueron un pretexto doctrinal, enmascarando m viles y fin es autnticos. F u una necesidad propia de la lucha. E n ella,

    cuando su motivacin es inconfesable, los comunistas, como los que no lo

    son, recurren a una escolstica de cualquier gnero.

    N o se nos pedir el paralelo doctrinal ni el de las biografas de ambos antagonistas. A l m enos documentado ha de bastar la claridad y elo

    cuencia de las citas precedentes como confirm acin de nuestras palabras

    de 1934: A Stalin y a T ro tsk y no les separa en la poltica comunista

    ninguna diferencia doctrinal.Queda mostrada y demostrada la identidad de ideas entre Trotsky y

    Stalin. Y , naturalmente, surge la interrogacin: E n qu disienten y por

    qu luchan?

    H e aqu nuestra respuesta:

    Stalin, ruso, quiere la Internacional al servicio de Rusia.

    T ro tsk y , judo, quiere R usia ai servicio de la Internacional.E l orden de factores S altera el residtado.L o desea as Trotsky, porque slo a travs de la Internacional, l,

    judo, y a travs de l, su secreta secta ju d a neom esianista, que comprende a una sorprendente seleccin de judos, que integra desde ban

    queros a terroristas, podra instaurar su, dominio mundial.

    Tal es la entraa intrahistrica del drama llamado trotskista. E s intra-

    histrica porque ambos antagonistas jam s aludieron directamente a este hecho decisivo y fenom enal. P ero, aunque jam s lo aludieron coy. sus

    palabras, probaron su existencia con los hechos. Una cadena de ellos so:-, los procesos que Trotsky analiza en este volume-n. Trotsky desr,:c;::

  • 4 P R O L O G O

    su acusacin. L a potente y aguda dialctica trotskista modelo para los m ejores abogados puede demostrar la falsedad y la mentira de la ju

    ridicidad de los tribunales stalinianos. P ero nunca llega a descubrirnos el verdadero m vil de la matanza fero z y permanente. N o puede aludir

    siquiera a la existencia de una conspiracin de su secta para la conquista

    del P od er mundial, previa la conquista del P od er sovitico. Not puede atribuir a Stalin, ni en hiptesis, que mata para im pedir que la secta

    conspiradora lo derribe y lo ejecute. P orque proz'ocara la demostracin de Stalin. Y aun cuando Stalin no pudiera o no quisiera, Trotsky es de

    masiada cauto para ser l quien ponga sobre la pista a la opinin mundial.P odr suponer el lector que si a Trotsky le conviene ocultar la ex is

    tencia de su secta, a Stalin le convendra evidenciarla. N o, aunque pa

    rezca paradoja o contrasentido. A Stalin no le conviene tampoco desenmascarar a la secta mundial judia porque es hoy el beneficiario de su

    gigantesca accin. Una accin objetivam ente revolucionaria.Con cierta lgica podr suponer nuestro lector que si a Trotsky le

    convena ocultar la existencia de su, secta, reduciendo su conflicto con

    el Dictad.or sovitico a un choque ideolgico, a Stalin le convendra des

    cubrir a la secta- como autntica organizadora del gigantesco com plot dirigido contra l.

    A s sucedera si se tratase de una organizacin o nacin cualquiera.

    P ero la secta es una organizacin singular. S i el triunfo mundial del comunismo llega un da, no ha de ser por el m petu y violencia revolu

    cionaria de las masas proletarias dirigidas por los partidos comunistas.

    E se momento triunfal es slo el eplogo de un drama con muchos actos

    precedentes. E l asalto1 fin al ha de ser precedido de otros, m enos espec

    taculares, ms inadvertidos, pero sin cuya realizacin y xito el triunfo

    fin al de la Revolucin sera imposible.S i repugna creer en la conspiracin tenebrosa y secreta de una secta

    cuya existencia es negada o puesta en duda, nadie negar la ezndenda del hecho bsico de toda la- teora revolucionaria m arxista: .

    E l sistema de produccin y acum ulacin capitalista supone el aniqui

    lam iento de la propiedad p rivad a.

    ... L a burguesa no ha forjad o solamente las armas que deben ma

    tarla ; ha producido tambin los hombres que m anejarn esas a rm s: los

    obreros modernos, los proletarios.

    E l rgim en burgus sem eja al m gico que no puede dom inar las

    potencias infernales que ha evocado.

    E l desenvolvim iento de la gran industria socava bajo los pies de la

    burguesa el terreno sobre el cual ha establecido su siftema de produccin

  • M A U R IC IO C A R L A V 1 L L A

    y apropiacin. A n te todo, produce sus propios sepultureros. (D e " E l Capital y del M anifiesto de M a rx.)

    E l desarrollo de la produccin y la acum ulacin capitalista supone el aniquilamiento de la propiedad privada. (L en in .)

    E l apogeo de las contradicciones internas del capitalismo, que con

    ducen al estallido' de guerras y al desarrollo del m ovim iento revoluciona

    rio en todos los pases del planeta, tienen por consecuencia, no slo la posibilidad, sino la necesidad del triu n fo del com unism o. (Stalin .)

    D e mayor autoridad no podran hallarse otros textos. E n mayor can

    tidad s, porque su nmero es inmenso sobre esta cuestin capital de la estrategia revolucionaria.

    E n sntesis: el triun fo del comunismo se subordina estrictamente al

    suicidio capitalista. E s todo.Pero un problema histrico, psicolgico y hasta patolgico se plantea:

    E l permanente, acelerado y creciente suicidio del capital es un he

    cho natural y fatal o um fenm eno provocado? ...

    M a rx y los m arxistas nos dicen que tal suicidio es un hecho natural

    y fatal. Para demostrarlo han de convertir la H istoria en Zoologa; el hom bre es animal. E l darvinism o es el fundam ento del m arxism o ,

    proclama Engels.

    Ser necesaria una refutacin a fo n d o ? N o s parece que no. E l mar

    xism o, cuyo fundam ento es'la fatalidad del evolucionism o animal y ma

    terial, apela, contradicindose, a la inteligencia humana para convertir en

    realidad su teora; recurre, precisamente, a lo que en el hombre no es animal. Para qu la filosofa dialctica? Para qu organizacin y propaganda? Para qu la- misma R evolucin? N o ha de llegar un da en

    que la fatal evolucin haga plena realidad la teora?...

    S in analizar ms: todo el m ovim iento proletario marxista) tiende a limitar la ganancia y, por lo ta n to ,. la acumulacin del capital. Esto es

    antim arxista; es una contradiccin; porque la proletariarizacin nace de

    ah, de la acum ulacin... E lla forja- las armas que \mn de matar al ca

    pital, ella crea las masas que las ha de manejar y ella las' convierte en los sepultureros que lo han de enterrar...

    L a realidad del marxism o contradice la teora. N adie como los que

    inventaron el sofism a fa laz saben de su mentira. Sabiendo que no es na

    tural ni fatal la evolucin, fan a la tcnica y a la violencia el convertirla en realidad.

    P o r lo tanto, no fian el triunfo a nada natural ni fatal, sino a una accin voluntaria y racional.

    Y si la voluntad, la voluntad revolucionaria, es lo decisivo para el

  • i 6 P R O L O G O

    triunfo final, esa misma voluntad revolucionaria, no ha de hallarse presente en todo el proceso del suicidio capitalista, ya que l es premisa absolutam ente necesaria del triunfo com unista?...

    A q u el m arxismo calla; calla el m arxism o y ccdlan sospechosamente

    los ms agudos fil so fo s y economistas del Capitalismo.

    M as, por excepcin, tcner.ws a mano un cita preciosa; cuando un sectario, como Trotsky o D israeli, es a la vez literato, su vanidad ret

    rica le suele hacer venderse...

    L o s magnates de los trusts americanos, los grandes plantadores, los

    petroleros, los explotadores, los m ultim illonarios, cumplen irresistiblem en

    te, aunque involuntariam ente, su misin revolucionaria.

    L a Internacional Com unista es actualm ente una institucin casi

    conservadora, com parada con la form idable B olsa de N u eva Y o r k . (T rotsk y .)

    Inconscientem ente? Inconscientes tod.os esos hombres que han de

    mostrado inteligencia maravillosa en la epopeya de sus v idas?...

    A h , s ! . . . M a rx les acusa por padecer el despotismo de la ganan

    cia como fin n ico .E xactam ente, ah se halla el centro vital de ese suicidio capitalista; de

    su contradiccin, premisa del infalible triunfo comunista.

    P ero es ello fatal y natural?... P o r qu la ganaiicia fin nico es hoy suprema y universal ley ?

    F u necesaria la R evolucin religiosa (R eform a ) para escindir a los

    hombres en el conocimiento de D ios, provocando su fundam ental disen

    timiento. Ella di a la conciencia y ciencia humana categora para con

    ceder o condicionar el Valor In fin ito, D ios, incurriendo en la primera y

    capital inversin del Orden de Valores, por esa subordinacin de lo in

    fin ito y absoluto a lo fin ito y limitado.

    Y roto el orden del sistema deo-cntrico, lo centrfugo se inicia en lo

    religioso, poltico y social.L a Revolucin poltica estalla, como primera consecuencia. L a nation

    es deificada, como suprema Razn. M as no acaba de triunfar cuando ya

    se inicia la tercera revolucin: la R evolucin social.

    D irase que la R evolucin, al igual que los cuerpos, para lograr ple

    nitud, realidad, ha de llegar a ser tridimensional. A s, en su negacin radical y total ha de tener las tres: la dimensin religiosa, poltica y eco

    nmico-social.E n esquema infinitesim al hem os encerrado el todo revolucionario.

    P ero fuera queda lo que para nosotros es, en el m om ento, lo principal. P orque, sin discurrir ms, la R evolucin parecera un hecho energtico.

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 7

    Sera tan slo la eclosin de una idea, de un error, llegando por s a su

    tremenda y catastrfica consecuencia final.

    E vidente resulta que esa, como dijo M a rx, dictadura de la ganancia

    como fin n ico es fundam ental. P ero para llegar a ser nico f in de

    los ms, aun siendo suicidio, necesario fu que triunfaran dos revolucio

    nes, la religiosa y la poltica, provocando una total subversin de valores.

    N i una idea, ni toda una sofstica y geniales las hubo en la Historia ,

    jam s por s solas consiguieron llevar a la H um anidad al borde del sui

    cidio colectivo. L a idea por s sola no engendra y hace triunfar una re

    volucin. L a idea es necesaria, pero tambin algo ms, porque no hay-

    revolucin sin conjuracin y conspiracin.

    L a H istoria es- bastante prdiga en detalles relativos a las revolu

    ciones triunfantes. S i disienten los autores en cuanto a hombres y fu er

    zas conjuradas, si su valoracin es varia, ninguno niega la conjuracin y

    la conspiracin. E n cambio, es parca, y su, silencio aturde, en cuanto a

    conjurados y conspiradores de la revolucin contempornea. Y *es que

    quienes dicen ser historiadores slo son m eros cuentistas, repiten los re

    latos de los protagonistas y de los espectadores. N o son casi nunca in

    vestigadores. D e siem pre, la deduccin y la induccin se las vedaron a

    s mismos. S i nos cuentan de las conspiraciones precedentes es porque los conspiradores, ya triunfantes y sin miedo, se ufanaron de sus hechos

    inditos. Y aunque los deform aron, mintiendo m viles y moralizando sus reprobables m edios, para engrandecer y sublimar sus figuras en la H is

    toria, un algo de verdad y de horror trasciende a travs del relato que

    los historiadores nos brindan con su firm a, cual obra original, cuando

    slo es repeticin, plagio v il o eco pisttico perfectam ente huero.

    S i conjura y conspiracin hubo en las dos revoluciones triunfadoras,

    conjura y conspiracin ha de haber en la tercera, su continuacin y su apogeo. Tampoco es un, secreto. D esde 19 17 ya se ufanan de ellas los bolcheviques en R usia triunfadores. P ero calla, sumido en sombra, *el

    resto de los conspiradores.

    D eberem os esperar a su triunfo total y universal para historiar ul

    teriormente sus conjuras y hazaas?

    N i tan siquiera se nos permitir afirm ar que la revolucin ascen

    dente actual, como las precursoras, de las cuales ella es continuidad y

    consecuencia, la sostiene y alienta una conjuracin y una conspiracin universal?

    N adie niega la existencia de uno de sus pblicos y estrepitosos fren

  • i8 P R O L O G O

    tes: el bolchevista. P ero negada es hasta la obstinacin la existencia de

    su segundo frente.

    S e acepta la existencia y accin internacional del bolchevism o; pero

    la existencia y accin de quien lo crea la niegan, aun cuando el propio

    M a rx afirm e que no nacen por generacin espontnea los enterradores .

    S e acepta la existencia y accin de la Internacional Comunista. Pero

    aunque Trotsky y la H istoria autntica lo afirm en, nadie acepta la accin

    genuinamente revolucionaria de la B o lsa ..., ms propiamente, de quien

    en las Bolsas m undiales m andan...

    S i Trotsky agrega que la misin revolucionaria de la Finanza es cum

    plida irresistiblem ente, inconscientem ente..., en esto miente. A sabiendas,

    miente. H e aqu una prueba, irreprochable:

    D O C U M E N T O D E L S E R V I C I O S E C R E T O A M E R I C A N O

    I . E n febrero de 1916 se supo por primera vez que se preparaba

    unctj revolucin en R usia; se descubri que las personas y las razones

    sociales aqu mencionadas estaban comprometidas en dicha obra de des

    truccin: 1 Jacob S c h if f (personalm ente), ju d o ; 2 L a Banca K u hn ,

    L oeb y Ca., juda, con Jacob S c h if f , ju d o ; Serom e I. H enauer, judo;

    3 Guggenheim , ju d o ; 4 M a x Breifung, judo. (P o r tanto, no hay nin

    guna duda de que la revolucin rusa, que estall un ao despus de la

    fecha de sem ejante inform acin, fu promovida y fom entada por una evidente influencia juda. E n efecto, en abril de 1918, Jacob S c h if f tuvo

    que declarar pblicamente que gracias a su apoyo financiero se logr la revolucin.)

    11. E n la primavera de 19 17 Jacob S c h if f empez a comanditar al ju d o Trotsky para hacer en Rusia la revolucin social; el diario de N u eva Y o rk Forw ard ( A d ela n te ) , peridico judeo-bolchevique, contribuy

    por su parte a tal fin . A l mismo tiempo, en Estocolm o, el judo M a x Varburg, comandi

    taba la empresa juda de Trotsky y compaa; sta estaba comanditada

    igualmente por el Sindicato w estfalo-renano, empresa, juda, as como por otro judo , Olar A schberg, de la N ya B an ken , de 1E stocolm o, y

    por el ju d o Givotovsky, con cuya hija contrajo matrimonio Trotsky. D e

    esta form a se establecieron las relaciones entre los judos midtimillona- rios y los judos proletarios.

    I I I . E n octubre de 19 17 tuvo lugar en Rusia la revolucin social y, en virtud de esta revolucin, ciertas organizaciones del Soviet se apropia

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A

    ron de la direccin del pueblo ruso. E n estos Soviets figuraban en primer

    plano los siguientes individuos, todos ellos judos, a excepcin de L en in

    (aunque, no obstante, es h ijo de una m ujer de raza ju d a ). Dam os su$ nombres d.e guerra y, entre parntesis, sus nom bre propios:

    L en in (U lia n o ff) , Trotsky (B ron stein ), Abram ow itsch (R e in ), S te-

    k lo f f ( Nakahm es) (Z ed erb eu m ), U ritzky (P adom ilsky), Larin (L u rg e ), B ohrin (N athansohn), Ganetzky (F u erten berg ), M a rtin o ff (Z ib a r), K a-

    m en eff (R o se n fe ld ), G ogdan off (Z ilberstein) (G a rfe ld ), S u ch a n o ff (G i- m el), K a m n e ff (G oldm ann), Sagerky (K rochm a nn ), R ia za n o ff (G ol-

    denbach), ... ( J o ffe ) , S o ln za ff (B leichm an n), P iatnizky (Z iw in ), A x e l-

    rod (O rth o d o x), G la su n off (S ch u ltze ), Parvus (G oldfant, o tambin

    H elphand), Zw iesdin (W ein stein ), Z in o v ie ff (A p telbaum ), Lapinsky

    (Loew ensochu) y D an ( Gurew itsch) .

    I V . A l mismo tiempo, el judo P a u l W arburg, que estuvo antes en

    el Com it F ederal R eserve B oard , se destac por sus relaciones activas

    con ciertas personalidades bolcheviques en los Estados Unidos. Unida

    esta circunstancia a otras inform aciones, le vali un fracaso en la reeleccin para el susodicho Comit.

    V . E n tre los amigos ntimos de Jacob S 'ch iff se encuentra el ra

    bino Judas M agnes, su, amigo ms adicto y su agente ms fie l. E l rabino

    M agnes es un enrgico propagandista del judaism o internacional; el ju do Jacobo B illik o ff lleg a declarar un da que M agnes era un profeta.

    A l principio de 1917, el referido profeta judo organiz la primera aso

    ciacin verdaderamente bolchevique en este pas, con el nombre de Consejo del P u eb lo . E l peligro de esta asociacin no apareci hasta ms

    tarde. E l 24 de octubre de 1918, Judas M agnes declara que era bolche

    vique y que estaba en completo acuerdo con la doctrina y el ideal de los bolcheviques.

    Esta declaracin fu hecha por M agnes en una reunin del Com it Judo de Am rica, en . N ueva Y ork. Jacobo S c l i i f f conden las ideas de

    Judas M agnes, y ste, para engaar a la opinin pblica, present sic di

    misin como miembro del antedicho Com it Judo Am ericano. M as, por

    otra parte, S c h i f f y M agnes continuaron en perfecta armona como m iem

    bros del C onsejo de Adm inistracin de la K eh illah juda. V I. Judas M agnes, comanditado por Jacob S c h iff , est, por otrfl

    f arte, en relaciones ntimas con la organizacin sionista universal P oale

    Zion, de la que en realidad es el director. S u objetivo fin al es establecer la supremaca internacional del partido obrero judo . A h tambin se pre

    cisa la unin entre los judos multimillonarios y los judos proletarios.

    V II . A penas hubo estallado en Alem ania la revolucin social, la

  • 20 P R O L O G O

    juda R osa L uxem burgo tom automticamente la direccin poltica de la

    mism a; uno de los principales je fe s del movimiento bolchevique internacional fu el judo Haase. E n aquel m omento, la revolucin social en A le

    mania se desarroll bajo las mismas directivas judas que la revolucin

    social en Rusia.

    V I I I . S i observamos el hecho de que la entidad juda K h u n , L oeb

    y Ca. se halla en relaciones con el Sindicato W estfalo-renano ( empresa

    juda de Alem ania), con los hermanos Lzard (sociedad juda de P a

    rs) y con la banca Gunsburg (razn social juda de Petrogrado, Tokio

    y P a r s ); si, adems, nos fija m o s en que las susodichas empresas judas

    estn en ntima unin con la casa juda Speyer y Ca., de Londres, N u e

    va Y o rk y Francfort-sur-M ein, as como con la N ya B anken , sociedad

    judeo-bolchevique de Estocolm o, se ver claramente que el movimiento

    bolchevique, en su calidad de tal, es, en cierto modo, la expresin de un

    gran movimiento general judo, y que ciertos bancos judos estn inte

    resados en la organizacin de este m ovim iento.'

    N o sera justo exigirnos en un prlogo vasta exgesis y mayor docu

    m entacin histrica. B aste para demostrar la conjuracin y conspiracin.

    Para quien su cabeza sea algo ms que percha de un sombrero ser su

    ficiente lo expuesto; pero hay algo m ucho ms abrumador y convincen

    te: los hechos. N o los pretritos y viejos> sino los actuales, por todos v istos, por todos conocidos. H echos de fabulosa envergadura mundial.

    N o so jam s tener Stalin el mgico poder de levantar al mundo en

    armas tan slo para salvarle... Seam os exactos, no para salvarle a l,

    p a ra salvar al Comunismo.S i algo era terminante y claro en la decisin de H itler y Alem ania

    era su ataque a la U. R . S . S . Un arte mgico supo hacer que el rayo

    hitleriano descargara sobre Varsoz ia, La Haya, Bruselas, P ars y L o n

    dres, desvindolo de M osc.

    Si\ Alem ania comete la agresin polaca es en conjura y en comn

    agresin staliniana. M as slo contra H itler la guerra los aliados de P o lonia declaran.

    S i H itler a Holanda, Blgica, N oruega y Francia las conquista, Sta-

    lin se apodera de parte de Finlandia y de Rumania, y de Lituania, E s

    tonia y Letonia enteras. H ay guerra contra H itler y para Stalin rendidas

    embajadas...

    Queda sola Inglaterra frente a Italia y Alem ania y a su, lado slo los

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 2 1

    gobiernos fantasmas de las naciones invadidas. A u n siendo inminente su

    invasin, nadie en el mundo declara l guerra en su favor.

    E s necesario que H itler ataque a Stalin para que las esferas mundiales se conmuevan... y las naciones, una tras otra, se lancen a la hoguera

    de la guerra, inmolando a sus hijos en holocausto a M osc...

    Q u e hubo agresin nipona? ... Tcnicam ente hubo agresin. M as, pre

    guntamos: por qu precisamente entonces y no antes se puso el dogal

    econmico estrangulador en el cuello del Japn?... y, como no era bas

    tante, por qu se le sirvi en bandeja P earl H a rbour?...

    Dirase que no era suficiente el m gico poder de la Bolsa neoyorqui

    na para llevar a la m agnfica juventud americana a 'm orir para salvar al Comunismo y fu necesario organizar la derrota de P earl H a rbour... ( i ) .

    Tal fu el principio. E l fin al a la vista est. B erln tomado por los

    H unos de Z u k o ff , gracias a la mgica orden de R oosevelt que c lavara en

    el sitio, sin enemigo frente a ellos, a los ejrcitos americanos e ingleses.

    M edia Europa esclavizada totalmente al K rem lin y el resto de las nacio

    nes vencedoras o vencidas con la quinta columna comunista en sus centros vitales insertada, sin excluir los m inisteriales...

    Y slo esto, porque en el supremo instante la insondable y providencial

    decisin D ivina hizo caer a R oosevelt fulm inado...

    P ero aun frustrado el tenebroso plan, si queremos hallar al autntico

    vencedor de esta guerra universal deberemos buscar al nico beneficiado.Slo hay uno: el Comunismo.

    A hora bien... todo fu slo casualidad; acaso, m agia... no?

    Magia o casualidad, no hay otro dilema para quienes obstinados han

    de negar la existencia de un sujeto, de la Secta , aunque su accin mueva entero el universo y su fin se muestre como evidencia meridiana.

    Contra la casualidad, nosotros afirmamos la causalidad. H ay accin, !:ay hombre. H ay adecuacin entre accin y -fin , hay orden, inteligencia.

    A utor, quin? E l beneficiado.N o hay nacin beneficiada por las guerras actuales. N o hay pueblo

    beneficiado por la revolucin. Q u in es el beneficiado?

    (i) El 27 d enero de 1941, el embajador Grew inform a la Secretara de Estado que uno de sus colegas diplomticos le haba dicho a un miembro del cuerpo de la Embajada que haba informes, procedentes de muchas fuentes, incluso de una de origen japons, al efecto de que las fuerzas militares japonesas preparaban un ataque en masa, por sorpresa, contra Pearl Harbour, en caso de dificultades con los Estados Unidos.

    Paz y Guerra. La Poltica Exterior de los Estados Unidos, 1931-1941, pginas 127 y 128. Imprenta del Gobierno de los Estados Unidos. Washington, D. C.

  • P R O L O G O

    S lo contesta yo Stalin, y para ver que es verdad, basta mirar el

    mapa poltico planetario. M as si Stalin mismo se ufanase de ser autor exclusivo de la victoria comunista, habra que contestar: N O .

    Sin la conspiracin de una poderosa fuerza , que a los pueblos llev

    a una guerra, con m entidos objetivos ideales, guerra provocada y empe

    zada por .M osc ayudando a H itler, y como l invadiendo a naciones

    para que acabase por ir en ayuda del agresor Stalin el Universo entero,

    y o h sarcasmo!... hasta los polacos, a cuya patria invadi y esclaviz...

    Sin todo eso, sin una fuerza capaz de tal prodigio..., lo lgico y humano

    hubiera sido que H itler y Stalin se hubieran mutuamente destruido.Todo es indescifrable, catico, insensato, a la luz de una razn sana y

    normal. L as historias hoy vigentes son incapaces de conciliar cualquiera de las contradicciones que anonadan a la razn ms f uerte.

    M as s i apoyndonos en textos, docum entos y hechos, aunque sea en

    hiptesis, la existencia se acepta de una fuerza secretamente articulada

    con la especficam ente comunista, cuyo fin es el humansimo fin de dominar al mundo, ya no hay enigma y las contradicciones ms agudas tie

    nen explicacin y , adecuacin con ese fin .

    D e ah la enorme importancia y significacin de Trotsky.. E l fu un

    da el e je que articul las dos palancas, la del Capitalismo y la del C o

    munismo. L a mquina de la fuerza dual, capaz de realizar los ms grandes prodigios. .

    L a H istoria laica y atea registrar cmo Stalin aplast a Trotsky, sin aadir siquiera en un inciso a su calidad seera la de ser el e je de Ca

    pitalismo y Comunism o. H ace bien esa llamada H istrica en abstenerse

    de aludir a ese acontecimiento. N o fu Stalin quien rompi el e je decisivo. F u la Providencia misma. Desde entonces...

    L as palancas del materialism o Capitalism o y Com unismo opri

    men al mundo con arritm ia en los pulsos... ha saltado el p ivote T ro tsk y

    U n hecho tuvo m s im portancia que la batalla de V arsovia , la ren

    dicin de Crostand o el asalto al Palacio de Invierno.

    E 1 hecho ingente era t e : T ro tsk y se haba m ojado los pies! ( i) . E l tr o no poda enfrentarse conm igo en n ada... L a campaa pre

    parada por el tr o (S ta lin -Z in o vief-K am en ef) para llevar a un rem ate

    victorioso, necesitaba que L enin estuviese deshauciado o embalsamado ya

    en el mausoleo. M as tam poco esto bastaba. H aca fa lta que yo me alejase

    del frente de com bate m ientras duraba la campaa. Tam bin esto lo consiguieron en otoo de 1923.

    (1) M. K a r l: E l enemigo.

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A >3

    E s decir, que mientras se desarrollaba toda la discusin en torno al

    trotskism o, durante el ao 23, yo tena que estarm e atado en cama. Puede

    uno prever las revoluciones y las guerras. E n cambio, no es tan fcil

    prever las consecuencias que pueden derivarse de una excursin de caza

    a los patos de otoo. (T ro tsk y : M i vida. C ap . L os epgonos conspi

    ra n .)Y nosotros agregbamos:

    L a Providencia no ha tenido necesidad de las cataratas del diluvio

    para hacer cam biar de rumbo la poltica de Rusia. E n W aterloo le bas

    taron unas gotas de agua para derrotar a N apolen. E n la hora presente,

    con haber m ojado los pies a T ro tsk y , impuso el v ira je del blido sovi

    tic o '.(1).Ya cuentan esas palabras ms de doce aos. Y an tienen hoy la m is

    ma vigencia con puntos y comas.Toda la lucha trotskista, los dramticos procesos, ejecuciones, enve

    nenamientos, asesinatos, atentados, se reducen al intento de articular de

    nuevo la palanca capitalista de la secta judia con la comunista.

    Stalin no fu , ni es, ni ser jam s el e je de su articulacin.Toda la conspiracin trotskista tiende a suprim ir a Stalin para su

    plantarlo.

    L o s hechos pueden antojarse paradojas. P o r qu ha mentido Stalin

    en los procesos; por qu, si la conoce, no acus la existencia de la Secta y el fin de su conspiracinf .

    Fijm onos bien. L a Secta tiene decidido acabar con Stalin. N o le im

    portan los m edios. Slo una cosa condiciona la sentencia: que la sup re

    sin del D ictador sovitico no tenga por consecuencia el fin del estado comunista. M atar a quien se piensa heredar es criminal, pero tiene una

    lgica perfecta; pero es absurdo matar al poseedor si con su m uerte la

    herencia se destruye. Y la Secta eleva la Lgica a suprema ley; si alguna pasin la domina es la pasin dialctica . Tard ms de dos siglos, de

    rrochando ingenio, hombres y dinero en guerras, revoluciones, atentados,

    envenenamientos, asesinatos, huelgas, jugadas de bolsa, libros, prensa...

    en lograr que triunfase el Comunism o en el pas zarista. Y con su triunfo

    instal su poder en esa inmensidad amurallada de hielo, barro y espacio.

    A s, pudo mandar sobre la mayor agrupacin homognea de hom bres dotados de calidad blica; lina grey sumisa, pasiva, esclava, pero sin

    tiendo en su entraa brbara el impulso del galope loco al conjuro del

    (1) De E l E n e m i g o .

  • 24 P R O L O G O

    mando... sin preguntar ni preguntarse a qu ni dnde va su alud. A su disposicin logr un continente inexplotado, con el combinado de pri

    meras materias de guerra ms completo y gigantesco; con una poblacin en crecim iento dem ogrfico tremendo, en contacto y engrose acelerado

    con las dos mayores reservas humanas del planeta, India y China.

    Seguirem os?... N o es preciso ms para sugerir que si ya la U. R . S . S .

    es una potencia blica tremenda, sus posibilidades en brevsimo tiempo

    pueden llegar a ser de espanto... Sobradas para lograr el sueo de la S ec

    ta, la conquista del p lanea... con m uy poco que su traicin en E uropa y

    A m rica le a yu d e...Un sueo pico, loco, alucinante: ni A lejandro, Csar, Napolen o

    H itler pudieron gozar de u em briagues con ms m otivo... S i capaces

    fueron esos Csares de imaginar que poda ser una realidad su Im perio

    Universal, fram ente juzgados, habr que cteerlos en delirio. Para esa empresa gigantesca, el que ns, H itler, cont con 8o m illones de sbditos.

    Reconozcam os que la Secta, si lograra volver a su mando la U. R . S . S ., los pases ya bolchevizados y sus quintas columnas en las retaguardias enemigas, no padecera alucinacin si con tal fuerza se juzga capaz de

    conquistar el Universo... sobre todo, si no se olvida que tan gigantesca

    fuerza material y su afortunado dispositivo estratgico tendra por ayuda

    decisiva la traicin. Una traicin perfecta, insospechada, metida en la

    raz de los centros vitales nacionales. Una traicin tan sutil, sabia y ma

    ravillosamente fraguada que la cometen y la cometern millones de hom

    bres sin sospecharlo ni saberlo, hasta creyendo que a su patria o clase

    sirven... Q u e tal arte sera sobrehum ano?... Creerlo es ingenuidad est

    pida; la H istoria nos brinda ejem plos abundantes. A h est la M asonera

    universal; ah estn la mayora de los sindicatos obreros...

    L o s masones tienen por sino histrico provocar la R evolucin y m orir

    a manos de la Revolucin por ellos provocada. S u accin fu decisiva en la R usia zarista. L a salvacin del gobierno bolchevique a los masones del

    exterior a los americanos principalmente se debe... Y dnde hay

    hoy una logia o un masn en Rusia?... L o s troskistas dirigentes spa

    se eran judos o masones o ambas cosas a la vez. L a M asonera man

    daba sistemticamente sus hom bres adiestrados a la U. R . S . S . en refu erzo de la conspiracin trotskista. Un caso, N in , el chueta asesinado;

    Otro, el de ese Arnold, cuyo dilogo con V ichnsky tan edificante es...

    Podram os citar mil... A n te un hecho de asombro como el caso masnico-

    staliniano y viendo a los masones de todas las naciones reincidir, hemos

    llegado a la conclusin de que todo masn es un suicida.

    Y si el masn es capaz de su estpida traicin insospechada, supe-

  • M A U R IC IO C A R L A V IL L A 25

    rundo la perspectiva del balazo en la nuca y las torturas de la checa, el

    sindicado, el que ha hecho del Sindicato patria, tambin es capaz de cometer inconsciente la traicin, llegando hasta el hambre y la extenuacin.

    L a huelga es una contradiccin proletaria tan estpida como las capi

    talistas. Creer que un aumento de salario es posible o real aunque se

    obtenga disminuyendo la produccin y encarecindola, es cometer la

    estupidez econmica m s evidente. E s un contrasentido tan- tremendo como

    si se pretendiera aumentar el cociente disminuyendo el dividendo. E l se

    creto para el aumento de la distribucin es aumentar lo d istribu b le: la

    produccin. Quebrantando esta bsica razn directa y hacindola inversa,

    como en toda huelga ocurre, ya pueden economistas y estadistas recurrir

    al milagro; otro recurso no tienen para burlar la matemtica econm i

    ca... M as decamos traicin..., no est olvidado. L a huelga slo tiene una

    funcin nefasta en pura economa; slo es beneficiara la traicin. L a in

    terdependencia de las distintas ramas econmicas es perfecta. L atente

    mente, permanentemente, todas confluyen en una: en la ram a blica. L a evidencia es total en caso de guerra. Una disminucin, por leve que sea,

    en el acerbo del capital nacional repercute automticamente en la potencia blica estatal. E s una verdad absoluta. Esas huelgas de hoy en A m rica

    son cada una un blitz de aviacin enemiga. S e necesitara lanzar muchas

    bombas en un raid para igualar con su destruccin la disminucin de potencial que provoca cualquier huelga. N o aludiremos otros efectos eco

    nmicos y sociales de las huelgas proyectados hacia el paro y la desespe

    racin de masas. Slo interesa en el momento su sabotaje a la potencia

    nacional. E s decir, su traicin, y he ah cmo pueden darse, no una, sino

    dos traiciones, insospechadas, gigantescas, y sin entecarse en su mayora los traidores de su propia traicin. .

    Quede ah trazada esa enorme panormica de fuerzas. L a Secta em

    plea sus inm ensos 'y maravillosos recursos polticos y financieros para

    i'olver a disponer de la potencia sovitica, en vanos de Stalin desde la eliminacin de Trotsky.

    Fragu atentados, conspiraciones y sabotajes desde entonces; es cier

    to; pero, fijm onos, el xito de la maquinacin supona la entronizacin de Trotsky, y con ella volver a dominar en Rusia. N o supona en abso

    luto destruir ni el Estado ni la Internacional Comunista.

    Cuando H itler se lanza, en un rapto de locura genial y providencial, a

    destruir a Stalin, la m agia de la Secta levanta contra l al universo entero..., no por salvar a Stalin, sino porque su derrota supona el fin del Comunismo.

    Comprndase que siendo as Stalin jam s denunciar la existencia y

  • P R O L O G O

    el fin de la Secta. S u genio policaco le salv la vida de atentados y

    conspiraciones fraguados por ella, pero del gran peligro de una cru

    zada mundial, contra la cual nada podra su genio, sabe bien que es la Secta quien le ha salvado y la nica que la salvar en el futuro,

    no por salvarlo a l, cuya muerte tiene decidida, sino para que no fenezca el Estado comunista, su ambicionada herencia. T a l es la razn primera

    de su silencio; pero tambin hay otra tan poderosa o ms. L a Secta es quien dicta en la Finanza mundial. E s ella quien llev a la propiedad y

    al capital a su estado aberrativo, al Capitalismo universal. E l Capitalism o

    es objetivam ente Comunismo. D e c: la frase de Trotsky: L a Interna

    cional Com unista es una entidad casi conservadora com parada con la fo r midable Bolsa de N ueva Y o r k ." L a Bolsa de N ueva Y ork su exponen-

    te m xim a es para Trotsky smbolo de todo el Capitalismo. P u es bien,

    si ese Capitalismo es objetivam ente Com unism o, y quien tal objetividad le impone es la Secta, se comprender que Stalin, hoy beneficiado por su

    accin, no cometer la estupidez de denunciarla. Sabe muy bien que des

    cubrir su arcano designio sera tanto como destruirla, y con el f in de la:

    Secta terminara la m agia que le salv y le salva. S e limita a defenderse

    y a beneficiarse de la Secta, su aliada-enem iga.P o r ello, cuando Stalin defendindose mata, miente condenando a los

    conspiradores de la Secta por traidores al Comunism o, por espas fascis

    tas... E s la suprema irona!

    jJ ;jc :{c

    Inadvertidam ente, m etidos en el tema, llevbamos escritas ciento cin

    cuenta cuartillas, que seguan al prrafo precedente. Estbam os en ca

    mino de dar a la introduccin mayor volum en que al libro. Y as era, hasta con el cercn de todo fleco literario. N os hizo incurrir en

    desmesura la magnitud ingente del problema suscitado por Trotsky. Un problema radical, de m xim a profundidad intrahistrica y con altura

    de soberana m etafsica; porque la Providencia tiene presencia evidente

    en muchas de sus ecuaciones, potenciando y trasmutando sus valores.

    Y ni esquemas ni sntesis pueden meter en tan menguadas pginas

    ese intramundo, cuyo lm ite ni el autor v e; porque all, en la profunda

    y abismal lejana, sinceramente, slo el caos del mal advierte. S in un rayo

    de fe , que cual espada taja tenebrosidades inauditas, y nos muestra la

    Eternidad triunfal de D ios remontando' la nada, donde a s mismo se aniquila el mal, ni estas pginas, ni cien m il ms, nos daran la ms dbil visin.

    Queda un solo recurso al autor frente al im posible 'que lo cerca. R e-

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A

    currir a lo concreto, al hecho de todos conocido, por ser de l testigos, y,

    con el hecho, hacer apelacin al imponderable de la sugerencia. Lim itarse

    a sugerir, y as tratar de potenciar nuestras pocas razones y los pocos

    hechos aducidos, lanzando la inteligencia de nuestro lector a la induccin...

    Y com o humanamente otro recurso no hay, sea.

    H asta este punto hem os expuesto una generalizacin, tratando de

    abarcar el total del problema. S i hem os aducido hechos concretos, ha sido

    como punto de partida para inducir la causa, porque hem os debido alter

    nar el mtodo inductivo con el deductivo. A m b os resultan sobradamente

    necesarios para romper la pereza mental y el escepticismo en el cual est

    sumida la mayor parte de la opinin mundial, vctima de una propaganda

    sabia, sutil, cientfica y poderossim a; propaganda hecha durante m s de

    dos siglos con el nico f in de negar la existencia de la poderosa Secta.

    Q ue no en vano, su f uerza y peligrosidad, como la de todo morbo,, ra

    dica en el desconocimiento de su existencia y accin.

    E n lucha con la estrechez del espacio, creem os haber suscitado en la

    m ente de nuestro lector un concepto, aun cuando esquemtico, bastante

    radical y completo.

    Acaso sea insuficiente por su aparente lejana. L o s hechos y el problema total han sido situados premeditadamente a gran distancia. A s

    era necesario, dada su dimensin universal; porque lo desmesurado y gi

    gantesco slo puede ser abarcado y comprendido cuando se sita en gran perspectiva.

    Ahora, ya con una visin general, es oportuno traer al primer plano

    la narracin histrica concreta, apreciable para el hombre espaol a sim - pie vista.

    A un hecho espaol, inolvidable, horroroso y resonante, recurrim os

    para suscitar en la mente sugerencia.

    M as, antes de citarlo, se im pone describir el panorama de su contor

    no internacional. Veamos si podem os vencer en el empeo de meterlo en

    muy pocas lneas.

    E l Tratado de Versalles fu , sin que los privilegiados cerebros eu

    ropeos lo advirtieran, la ley internacional que puso en vigencia las pre

    misas polticas y econmicas de la Revolucin comunista mundial. Stis

    tremendos errores , sus inauditas contradicciones, por los m ism os firm n- tes denunciadas, tenan una lgica, una intencin y un fin bajo su m on

    taa de retrica diplomtica.

    E l Tratado y su creacin, la Sociedad de N aciones, eran objetivam ente la Revolucin.

    Im posible es aqu ni siquiera ensayar el exam en crtico de su conte

  • 28 P R O L O G O

    nido econmico y poltico, en demostracin de que sus consecuencias no

    convenan a nacin alguna y todas tenan convergencia en la Revolucin.

    A falta de la ms ligera exposicin de razones, que el espacio veda, dos hechos, consecuencias directas y seeras del Tratado:

    Prim ero. Acum ulacin, maqumismo, standardizacin y... deshumani

    zacin m xima, d-el Capitalismo.

    Segundo. Consecuencia del anterior, P aro obrero.

    E sto es, en ciencia econmica y poltica, accin objetivam ente revolu

    cionaria.Y es Alem ania, la vencida, donde la acumulacin y el paro se agu

    dizan, Jams hubo premisa m s perfectam ente revolucionaria. M s de

    siete m illones de parados supona som eter al hambre y a la desesperacin

    a ms de treinta m illones de alemanes. E ra fabricar una mayora revolucionaria. Y era, precisamente, en Alem ania; en la nacin que la es

    trategia de Lenin seal como la nacin que, sovietizada y unida con la

    U. R . S . S ., sera el factor decisivo para imponer el Comunismo al mundo.M as no dejo de atender el argumento que silencioso llega: N o triun

    f en Alem ania la revolucin comunista. E l hecho evidente y el argu

    mento de fuerza.H ay certera explicacin. N o triunf, a pesar de ser una realidad to

    das las premisas de la R evolucin, porque sus fautores vieron su plan frustrado por designio Providencial. T rotsky haba sido ya eliminado

    cuando las premisas podan abocar a su lgica consecuencia.

    L a eliminacin de Trotsky, el hombre de la Secta, le hizo incurrir

    en una situacin paradojal.

    S i la poltica de Versalles era objetivam ente comunista, eliminado

    Trotsky, el objetivo personal faltaba. S e inaugur un perodo con su au

    sencia de objetividad sin objetivo; autnticamente paradojal. A l suplantar Stalin a Trotsky, careca de sentido facilitar nuevas conquistas a la

    U. R . S . S ., porque su nuevo seor jam s obedecera a la Secta y se re

    sistira denodado a transferirle la U. R . S . S .Una tregua se impuso, en espera de que Stalin pudiera ser asesinado,

    suplantado o se muriera. Y em pez la colosal conspiracin trotskista.

    E sto en cuanto a Rusia. E n el mundo exterior, si la continuacin de

    la poltica de Versalles acreci las fuerzas de la R evolucin, por todos

    los medios, se consigui que se m antuviese en estado potencial. F u ne

    cesario hasta eliminar a incontrolados impacientes; la Secta los mat o

    los dej matar, por la justicia o la contrarrevolucin. P o r todos los m e

    dios impuso el statu quo. P o r acuerdo tcito, la Secta y Stalin respetaron

    un rea vital. L a ms vital y de mayor tensin: Alem ania. La Secta la pre

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A

    serv, para evitar el triunfo definitivo de Stalin, y Stalin hasta organiz

    la derrota de la revolucin en Alem ania (T rotsk y-K riv itsky ) para no

    provocar una guerra general contra l. A lg o infalible si, salindose de los

    lm ites de Rusia, intenta dominar a Alem ania, cobrando-as fu erza para

    el asalto fin al universal.

    Ignoramos si habremos logrado explicar aquella situacin paradojal.

    S u explicacin, aun sinttica, ocupaba en las cuartillas eliminadas unas

    cuarenta o cincuenta, y no sobraban palabras. Encerrarla en una o dos

    ahora se nos antoja una empresa tan imposible como la de intentar ense

    ar Algebra sin ensear antes elementos de Aritm tica. E n fin , confia

    m os en la sagacidad e inteligencia del lector, y prosigamos el galope...

    Y la paradoja se bifurc, hacindose doble.

    D o s fuerzas revolucionarias en oposicin entran en equilibrio. P or

    decisin ocasional, sus je fe s imponen el reposo a la revolucin. Reposo y revolucin son dos estados antagnicos; un im posible moral. L a mquina

    de la revolucin social se carga con la ms alta presin; pero es imposi

    ble la revolucin marxista internacional. L as premisas y las fuerzas de]

    la R evolucin, ya en suprema tensin, llegan a sus ltimas consecuencias

    y se, desatan. Y si la revolucin social de tipo internacional es imposible,

    el pueblo alemn hace la revolucin social de tipo nacional. E l N acionalsocialismo adviene. N o es creacin de H itler. E s la consecuencia de un

    determinismo marxista, voluntaria y temporalmente frustrado por haber

    se dualizado su direccin y su fuerza. A H itler lo crea una situacin dada. N o levanta las masas, que ya estn levantadas; no les da impulso

    para su m ovim iento, que ya estn en marcha; no le siguen, es l quien

    se pone en vanguardia, cuando la doble decisin sectario-staliniana barra

    a la R evolucin su espacio natural y vital: el internacional. Slo por con

    vertirse la R evolucin en nacional halla en H itler el hombre adecuado,

    por ser l, sobre todo, arquetipo de lo alemn. Y hasta ese impulso in- contenido e incontenible al salto exterior de la revolucin N acion alsocia

    lista, virtual y radicalmente, no es suyo... L e viene de aquel impulso fru strado de la Revolucin marxista. L a guerra del N acionalsocialism o es

    el sucedneo de la R evolucin internacional: su ersatz.Con el triunfo de H itler se agudiza la contradiccin en el drama. S e

    ha expuesto el doble y contrario dilema que a la Secta y a Stalin plantea

    la eliminacin de Trotsky, que tuerce la prevista y premeditada lnea de

    la R evolucin ascendente.

    A m b os dilemas estaban en vigor, sin solucin, por ser contrarios en

    tre s, en alternada y automtica oposicin. Con el triunfo nazi la sita-

  • 30 P R O L O G O

    cin de equilibrio se rompe. N o en favor de cualquiera de los trminos

    de tales dilemas, sino porque aparece un trilem a.H itler surge como tercera solucin inesperada. A la R evolucin, de

    tenida por una disputa subjetiva, le amenaza el peligro de ser derrotada

    en lo sustancial y objetivo; en lo que es comn al sectarismo y al stali

    nism o: su internacionalismo, su antinacionalism o. P u es H itler es lo nacional, potenciado por lo social, que le hace llegar a su natural superlativo:

    a lo imperial.E n su esencia, el N acionalsocialism o es una reversin del internacio

    nal o antinacional-socialismo.

    L a proyeccin del triunfo de H itler sobre las fuerzas intemaciona

    listas de la Revolucin la registramos rauda y gilmente en el mismo ins

    tante. A l hecho le dedicamos nuestro principal captulo de "E l enemigo ,

    el titulado: M asonera y Comunismo en 1934 3' a ! nos remitimos. A q u

    slo su ndice.

    1 -E l cerco moral y poltico de la U. R . S . S . se rompe como por

    encanto. Precisam ente por Norteam rica. R oosevelt estrecha la mano de

    L itvin ov; un tratado se firm a y los prim eros em bajadores de los E sta

    dos Unidos y la U. R . S . S . se instalan en W ashington y M osc. N adie

    negar importancia al hecho y . menos an, se podr negar la fecha, tan inmediata a la del triunfo hitleriano.

    2 Trotsky puede abandonar su aislamiento de Prim kipo. E l gobier

    no francs le a'a so y ::: asilo. Dnde est T r o ts k y ? , preguntbamos al glosar a: " E l enem igo" !os acontecimientos, y en la pregunta ponamos avidez y ar.custia. T rotskx estaba en Francia. U n exceso de celo

    policial descubri al poco su escondite a dos pasos de Pars, causando

    gran disgusto al M inisterio :auel rompimiento del misterio.T rotsky es-.:'a en Francia; porque deba estar all. E n el momento

    que algo comn una ce nuevo a! Com unism o dividido - al comunismo

    de la Secta y al de Stalin . como suceda con el triunfo del N acionalsocialismo. Trotsky asuma de nuevo su histrico papel, volviendo a ser

    e je articulador de Capitalsimo y Comunismo. S i no, como del 19 17 al 1923, personal y directo eje, inspirador y director incgnito. Secre

    tamente, porque, puesta su personalidad en evidencia, Stalin se retraera

    y desconfiara, por rosadas que fueran las perspectivas de los pactos.

    Para l estaba el peligro donde estuviera Trotsky.

    3 A o 1934 y 35. E l frente nico, como primeramente se llama, es forjado. E n Espaa hace su primera prueba en la revolucin de O c

    tubre. Y en agosto de 1935 se consagra el F ren te Popidar en el mbito

    mundial, acordado en el V I I Congreso de la Internacional.

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 3

    M a s la conjuncin forzada de la Secta y Stalin lleva en su entraa

    la doble y opuesta ambicin, riendo sorda, pero tremenda batalla.

    Stalin, por boca de Dim itrov, advierte al P leno de la Internacional:

    A ca so no podemos tratar de unir a los comunistas, socialistas, cat

    licos y dems o b rero s?... C am arad as! Recordad la v ie ja leyenda de la

    toma de T ro ya. A quella ciudad era inexpugnable para los ejrcitos que la

    atacaban; pero con el ardid del caballo de T r o y a el ejrcito atacante

    logr penetrar en el corazn mismo de la plaza enemiga. Y o creo que

    nosotros, revolucionarios, no debemos rechazar el empleo de la misma

    tctica.

    L a Secta, como siempre, calla. N o parece haber odo tales palabras.

    A l contrario, los Frentes Populares se form an. Socialistas y masones se

    abrazan con los comunistas; parecen aventados los rencores, olvidados los

    insultos; enterrada para siem pre la memoria de los asesinatos... L itv in ov

    pontifica en Ginebra su pacifism o antifascista. L o s antiguos espas, trai

    dores y saboteadores entran en los Parlam entos como diputados com u

    nistas, gracias a los votos m asnico-burgueses..

    Stalin anuncia la nueva Constitucin sovitica como la ms liberal y

    dem ocrtica del mundo. A la vez, refuerza ms y ms su dictadura personal y absoluta.

    Y as entramos en el ao 1936. Em pieza este ao decisivo con el triunfo del F ren te Popular en Espaa y Francia. N adie dira que dentro

    de tan estrecha y firm e alianza se preparaba una fero z batalla.

    L a Secta, callada, sigilosa, diestra, organizaba en la U. R . S . S . el ms form idable complot. L a V ieja Guardia bolchevique se agrupaba

    frente a Stalin ; el A lto M ando del E jrcito entraba en la conspiracin

    y hasta la Polica, con su je fe supremo a Ja cabeza, el judo Jagoda,

    conspiraba y asesinaba con la ms depurada tcnica, preparando el golpe

    de estado anti-staliniano. Slo un autntico genio policaco se poda sal

    var de una conspiracin en la cual entraba la misma Polica. A Stalin

    lo vemos por un momento reducido a la sola fuerza de poseer el sello del Partido, a poder hacer nombramientos y destituciones; pero con suma

    cautela y tino. M as a su genio la sola fuerza de la legalidad le basta para mantener el equilibrio.

    3 Reaccin staliniana: Cuando en el V I I Congreso Stalin construa

    su m etfora del caballo de Troya , sospechamos que an estaba lejos

    de suponer que la Secta, en complicidad con ciertas naciones, sus alia

    das. le haba introducido otro caballo de Troya; dentro del bien am u

    rallado recinto del Estado Sovitico. Creem os que, al advertirlo y consi

  • 32 P R O L O G O

    derar lo grave de su situacin, puso su cerebro a la ms alta presin, tra

    tando de salvar l poder y la vida.

    Reconozcam os que su genio policaco-criminal jam s ray' a mayor

    altura. L o crtico de aquel instante debi convencerle de que no bastaba

    la defensiva para salvarle del peligro y, en pura tcnica blica, decidi

    que la m ejor defensiva era la ofensiva.

    V i que an poda estrangular la form idable conspiracin trotskista

    si la privaba de todo apoyo exterior. Y sera l imposible si las naciones

    aliadas y obedientes a la Secta entraban en una situacin de peligro, real

    o supuesto, para ellas. S u propio peligro las imposibilitara para intentar

    la defensa de los conspiradores tritskistas...

    L a situacin real del momento no era esa. E l peligro material del N a

    cionalsocialism o en la primera mitad del 36 era slo potencial. N o poda

    preocupar al O ccidente, y m enos a Inglaterra. A n te tal realidad, el pro

    blema que se le plante a Stalin fu as: Cm o hacer actual y real el

    peligro potencial del N acionalsocialism o alemn:

    Y o invitara en este instante a los polticos ms agudos y, desde lue

    go, a los lectores, a retrotraer su m ente al mes de ju lio del ao 36 y

    colocarse frente a la situacin internacional y a las ecuaciones de las fu er

    zas en presencia. Y fren te a tal conjunto de factores inalterables, in

    dependientes, dados a que inventasen un medio de resolver el problema. Cm o hacer actual y real el potencial peligro alemn? __

    N o creem os ofender a nadie si afirm am os que su ingenio fallara.

    M e fun do para ello en a ei"idencia de que, habiendo Stalin logrado una solucin que '. ejecute extensin y resonancia universal, an est por denunciar y . . N adie o ha hecho, aunque la solucin staliniana

    cost la vida j : kcs de seres y ya es pura evidencia. N o esperamos

    que quienes no supieron hacer lo elemental, ver y describir, sean capaces

    de lo genial: inventar.H e aqu la "solucin" del problema que a s m ismo se plante

    Stalin: L a sntesis ochga; pero tienen tal elocuencia los hechos, y tam

    bin las palabras ajenes, que las nuestras sern slo accesorias y casi

    vanas.

    D a 9 de agosto de 1936.

    Largo Caballero declara a la prensa de Londres: Y a no hay E sta

    dos neutrales. D e un lado est R usia y el F rente P opular de los pases

    democrticos, y de otro, las dictaduras de derechas. E spaa es miembro

    de la Sociedad de N aciones y perm anecer leal al P acto ; pero si fracasa

    la Sociedad de N aciones, no seremos neutrales. No. Serem os los aliados

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 33

    de los enem igos del fascism o. ( N ew s Cronicle ; reproducido en E l S o l , de M adrid.)

    Esas palabras, inesperadas, pronunciadas por el i L en in espaol y je fe del partido ms fu erte del F ren te Popular, dueo del Estado E s

    paol analcense , son una declaracin de gu erra a Italia y Alem ania.Declaracin de guerra intil, absurda... explosin demaggica del pe

    lele masnico d Largo Caballero, disfrazado de L en in . M eras pala

    bras, gratas al Frente Popular en su "apogeo , sin trascendencia..., as

    las debieron creer amigos y adversarios, y hasta el mismo fantoche las creera, vanas. N o as los agentes de Stalin, N egrn , su orculo, y la si

    bila N elken, que se las dictaron, transmitiendo rdenes del K rem lin.

    N osotros ya veremos toda su fenom enal trascendencia; mas ahora pa

    sem os a la primera incgnita del problema.

    S u solucin la plante en Espaa. E l deba saber bien que un m ovi

    miento nacional, frustrado el 10 de agosto, burlado en las elecciones de

    I933 y traicionado en octubre de 1934, estaba latente. L o impona fatalm ente esa necesidad, que siente todo ser de luchar por seguir siendo quien

    es... y a que Espaa ya no fuera Espaa tenda su desristianizacin y su m arxistizacin aceleradas. L a desnacionalizacin del Estado y la sece

    sin de la N acin, provocada por l, tenan a nuestra Patria en trance

    de ser muy pronto la R epblica Sovitica nmero 2 . L a R evolucin

    poda triunfar, eliminando las ltim as reservas del espritu cristiano y nacional, en plazo brevsimo. S in mayor preparacin, un golpe de fuerza

    que instaurase el terror estatal, poda imponer cualquier madrugada el

    Comunism o. Tentadora era la oportunidad al Kom intern. M as, en reali

    dad, M osc no prepar ese golpe de estado para fecha inmediata. N o

    intent saltar la invisible raya trazada por la Secta , que segua vetando la implantacin de nuevas repblicas soviticas fuera de las fronteras de

    la U. R . S . S .; veto que se perpetuara tanto tiempo como durase la dic

    tadura staliniana, hasta que un hombre suyo mandase de nuevo sobre Rusia y la Internacional. Y esto Stalin lo saba bien.

    Con otro fin , al m enos de momento, deba utilizar las posibilidades

    que le brindaba Espaa. E n ella v i con aguda visin la posibilidad de

    transform ar el peligro potencial alemn en peligro real y actual.Stalin esper, un da y otro da, un alzamiento militar del E jrcito

    espaol, que no llegaba.

    L a situacin espaola se pareca m ucho en todo a la rusa, cuando

    Lenin planeaba el golpe de Estado bolchevique, despus de ser vencido el m ovim iento militar de K ornilov.

    Todos los je fe s bolcheviques aconsejaban a L en in esperar. Tem an

  • 14 P R O L O G O

    ser vencidos, como en febrero, si tomaban la iniciativa. L a facilidad con que, unidos a K erensky, vencieron a K ornilov les haca, con razn, votar

    qu se esperase otro nuevo alzamiento militar para, una vez vencido, con

    las armas mismas dadas por K erensky, derribar a ste y aduearse del

    P oder. L a opinin de los je fe s bolcheviques era prudente, acertada y se

    ajustaba en un todo a las reglas tcticas de la Revolucin. L en in les di la razn terica; pero decidi hacer lo contrario, por razn prctica; pero

    antes les dirigi este sarcasmo:

    P ero em pezar n osotros... P o r qu exponernos a un fra ca so ? ... Ah si los m ilitares kornilovianos em pezarar.! ; Q u magnifica estrategia re

    vo lu cion aria! Cm o se parecera esto a m uvete segn mi conveniencia!A s les deca L enin, sarcstico, y aada:

    Y si por casualidad los m ilitares hubieran aprendido a lg o ? ... Y

    si ellos esperasen los m otines... y no comenzasen hasta ese mom ento?

    Q u ocurrira entonces?... S e nos propone a justar nuestra tctica a la

    eventual repeticin de los antiguos errores cometidos por los militares

    korn ilovian os!L en in impuso su opinin. S e corri el mayor riesgo; pero se lanzaron

    a la Revolucin.M as, aunque la Revolucin triunf, a Stalin to se le ocult cunto

    tuvo de aventurerismo v oportunismo la decisin de L enin. A n te una situacin idntica en Espaa, su genio policaco-criminal supo hallar el

    medio para que los "kornilovianos espaoles se movieran segn su conveniencia ...

    D os palabras figurar, as primeras en las tcnicas del arte policial y

    del arte criminal.

    E n el arte policial: "provocacin .

    E n el arte criminal: asesinato

    Stalin a la vez criminal y polica conjug en una sola ecuacin ambos trminos, y as hadamos el proceso racional que le llev a vencer

    en Espaa la dificultad que Lenin en O ctubre no supo superar.

    H e aqu la ecuacin:

    A S E S I N A T O - P R O 1 'O C A C I O N .Asesinato y provocacin fu la muerte de Calvo Sotelo. A q u e l crimen

    por Stalin planeado con un "arte" no soado por Quincey, fu cometido

    con la intencin de que l fuera un Sarajevo-1936.

    S e olvida por los ms que los nacionales no elegimos el momento de

    la guerra. L a guerra estall por una provocacin. S o y testigo excepcional.D e doce a una del da 13 de ju lio , hablaba yo al general San jurjo

  • M A U R IC IO C A R L A V IL L A 35

    ante un solo testigo, el comandante D oval del riesgo de tomar la iniciativa en un movimiento militar contra el Gobierno. L e daba ra

    zones, porque su entusiasmo y valor personal le hacan olvidar el 10 de agosto. Reincidiendo en la misma tesis ( que no logramos hacer triunfar en octubre del 34) de dar el golpe de estado inmediatamente despus de

    vencer un movim iento revolucionario al cual ninguna fuerza se opondra, porque ninguna al Gobierno restara , yo aconsejaba, al general

    San jurjo que debamos ser nosotros quienes provocsem os el alzamiento

    extremista. Naturalm ente argumentbamos , un alzamiento de la iz

    quierda socialista, de comunistas y anarquistas, no tendra por nica meta la represalia del hecho provocador. Desde el prim er instante, el Gobierno

    vera que la R evolucin triunfante tambin lo barrera. Y a eran p erfec

    tamente pblicas las disputas a muerte entre las distintas fracciones del Frente Popular. E n evitacin de ser lanzado del poder por la R evolucin,

    el Gobierno apelara al E jrcito . E l E jrcito an era capaz de vencer a

    la Revolucin, si tena, como en octubre, el fantasma de la legalidad gubernamental a su espalda.

    Sosten er el E jrcito a ese Gobierno m alvado? m e argy.

    S contest ; sostenerlo... como sostiene la cuerda al ahorcado.

    Estrangulndolo.

    M arch, prometiendo' regresar despus del almuerzo. P ero volv a los

    pocos momentos. E n las carteleras del R oco le la desaparicin de Calvo Sotelo. V olv, comunicando la noticia al general. S u alarma fu grande.

    D e nuevo baj a la plaza lisboeta. Pas cierto tiempo y una pizarra me hizo conocer el crimen. V ol a dar la tremenda noticia al general. N o he

    de narrar su, emocin. Tan slo su reaccin cuando la domin.

    A u n lo veo, cual si hubiera rejuvenecido treinta aos. L as manos en

    los bolsillos del pantaln y saltando cual un m uchacho, y dicindome a cada salto:

    V e usted, cmo no, se puede esperar!...

    Y o saba muy bien que de S an ju rjo dependa el A lzam iento y Id

    fija cin de su fecha; y comprend que la guerra se haba declarado en aquel instante.

    Ignoro si ser necesario explicar por qu la guerra espaola converta en real y actual el peligro potencial hitleriano. N o lo creemos nece

    sario para quien no haya olvidado que el 9 de ju lio , cuatro das antes

    del asesinato-provocacin de Calvo Sotelo, y ocho das antes de estallar el provocado M ovim iento nacional, Largo Caballero declar la guerra a Italia y Alem ania.

    Una lgica elemental hizo deducir a Stalin que a H itler y a M ussclin i

  • 3'6 P R O L O G O

    les interesara que hubiera en Espaa un Gobierno que no fuera ene

    migo. Un Gobierno, ya que no aliado, guardador de aquella neutralidad

    a la que por anticipado renunciaba el L enin espaol . Y con intuicin

    certera del encadenamiento fatal de los acontecimientos, vi que si A le

    mania e Italia ayudaban al enemigo de su enemigo, Francia, la ms in

    teresada en llevar a los espaoles a morir en sus fronteras, para suplir

    su falta de coraje y hombres, sera la primera en sostener al gobierno del Frente Popular, que le brindaba dos m illones de senegaleses> blancos.

    M ucho era esto; pero an haba ms. E n las ms obtusas cancilleras

    es de antiguo sabido que una de las constantes histricas de Inglaterra

    le ha dictado y le dicta, el hacer la guerra, si una prim era potencia se sita en posicin de cerrar el estrecho de Gibraltar. Y esto poda creerlo

    Inglaterra en la confusin de la guerra espaola, si apariencias y propagandas simulaban que Alem ania e Italia podan seccionar la arteria

    vital del Im perio...

    Tan seguro se hall Stalin del xito de su provocacin que, apresuradamente, mont el prim er gran proceso, el de Tos diecisis , figurando

    a la cabeza aquellas dos primeras figuras de la Secta, los ju d os Zinoviev

    y Km enev.

    Repitam os los hechos con sus fechas:9 ju lio 1936; Declaracin de guerra de Largo Caballero a Italia y

    Alem ania.

    13 ju lio 1936: Asesinato-provocacin de Calvo Sotelo.

    1 7 ju lio 1936: Estalla la provocada guerra espaola.

    6 agosto 1936: Fusilam iento de Z inoviev y Km enev.N aturalm ente, nosotros no somos los autores de esos hechos, ni tam

    poco los liemos colocadlo por tal orden en las pginas de la Historia.

    N o s limitamos a evidenciar la razn, relacin y efecto de los cuatro

    acontecim ientos, que form an entre todos un solites perfecto. Dem ostrando cmo Stalin supo, por su encadenamiento, T R A N S F O R M A R E N

    R E A L Y A C T U A L E L P O T E N C I A L P E L I G R O A L E M A N .

    Y cuando as consigue poner frente a frente al O ccidente europeo,

    se atreve a destruir el caballo de Troya trotskista que la Secta le in

    trodujo dentro del K rem lin.N adie advirti la correlacin providencial entre nuestro Alzam iento y

    el Proceso. P ero nosotros a travs de nuestro concepto sectario-staliniano vim os en la coincidencia el ndice divino. A u n qu e los factores

    materiales fueran an adversos; aunque la guerra por su planteamiento,

    correlacin de fuerzas y situacin internacional estuviese perdida, aque

    llos fusilam ientos nos hicieron creer en la posibilidad d la victoria.

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 37

    L as balas que perforaron la nuca juda de K m enev y Zinoviev, no

    slo cortaron dos vidas, sino que saltaron de nuevo el eje que articulaba

    en el F ren te Popular a Capitalismo y Com unism o...

    D ios los divida D ivide y vencers. Y o lo vea.

    A s pude escribir (13-3-938, en D om ingo ):

    A h , si no tuvieran pendiente este su com n asesinato de E sp a a !... N o se ha dado el hecho decisivo. L a ruptura es m oral... y la dispersin de fuerzas y a s e r e f l e j a e n d e b i l i d a d e s d i p l o m t i c a s , d e q u e p r o n t o

    h a b r c o n s t a n c i a . (Subrayado en el texto.)

    A n faltaban dieciocho m eses para que se firm ase el pacto germano- sovitico...

    E l asombroso Pacto evidenci como jam s pudim os imaginar hasta

    dnde llev aquella ruptura entre Secta y Comunismo.

    N adie supondr que adivinamos el nonato Pacto ni que H itler y S ta

    lin nos dieron una noticia que ni ellos entonces saban. A inducir la fatal ruptura entre Stalin y sus aliados del F ren te Popular y del internacional

    nos llevaron los hechos, analizados a travs de nuestro concepto sectario-

    staliniano de la H istoria, y nada ms. Y si aducimos la auto-cita y nues

    tro acierto a dieciocho m eses fecha, no es por vanidad, crase; slo es

    afn de incrustar en los cerebros ese concepto-clave1 de la H istoria,

    pues si l es capas de induccin tan maravillosa metido en un cerebro

    tan modesto como el nuestro... qu no se obtendra si el concepto-clave sirviese a un cerebro privilegiado?...

    Hasta que lo acepten polticos e historiadores de ms alta calidad,

    aunque sea torpemente, nosotros lo usaremos, poniendo en ello, si no ta

    lento, valor y voluntad...Como Trotsky analiza luego extensam ente los fam osos procesos, nos

    otros nos limitaremos a estudiarlos en su fun cin histrica.

    Ya hem os dicho que los procesos y purgas destrozaron el caballo

    de Troya que la Secta introdujo en la U. R . S . S . para destronar y

    reemplazar a Stalin con un hombre suyo. E n suma, fu , en prim er tr

    mino, una lucha por el poder. L a colosal purga tuvo su apogeo en los

    aos 1936, 37, 38 y 39; es decir, en los aos que preceden la guerra

    mundial. Precisam ente, al mismo tiempo qxie se luchaba en Espaa.

    La doble maniobra de Stalin tiene un agudo exponente en Espaa.

    A yud a los rojos desde los prim eros instantes de la guerra; pero, en los

    primeros m eses, bajo el disfraz y el cam ouflage de ficticias sociedades

    comerciales. K rivitsky, su je fe de espionaje militar en Europa occidental,

    lo describe con todo detalle. Trataba Stalin, al ocultar su mano, aparentar

    no intervencin y neutralidad , evidenciando as la ayuda francesa, avi

  • 38 P R O L O G O

    vando as los m otivos para un choque franco-alemn. P ero cuando vi

    Stalin que la guerra europea, aunque amenazaba, no estallaba, y que

    produca un largo equilibrio, preado de peligros y tensiones, impidiendo

    al Occidente toda posible intervencin en Rusia, se lanz al asesinato de

    millones. Y a la vez, vuelca en la zona roja enormes cantidades de material

    y hombres, que galvanizan a las fuerzas rojas derrotadas. A s, consegua

    prolongar el perodo de tensin entre fascistas y demcratas y, a la vez,

    tomaba sigilosamente posiciones polticas y estratgicas en Espaa. Y

    consigui tan absoluto dominio del supuesto Estado republicano, que si

    la guerra europea estalla por un hipottico dominio alemn de Espaa,

    ingleses y alemanes hubieran sufrido la sorpresa de ver a Stalin permane

    cer neutral en la contienda entre ellas y alzarse con la presa de la pen

    nsula Ibrica... Con imaginar el factor ibrico en poder de Stalin cuan

    do, en el 39, la guerra estalla, se puede apreciar perfectam ente cul hu

    biera sido el panorama estratgico para las democracias... Conven

    cido de que la guerra mundial no estallaba por Espaa, Stalin se re

    tira, y con ello nuestra guerra termin. Y no estall la guerra, europea

    y mundial, porque Inglaterra, sorprendida y confusa en los primeros

    tiempos de la nuestra, fu convencida por las purgas y procesos, y tam

    bin por el creciente poder staliniano en la zona roja, de que el peligro

    alemn sobre el E strecho era ms lejano e hipottico que el peligro so

    vitico: Y no se enga, como se ha visto; Espaa fu neutral y no un feu d o alemn.

    Con pesar, debemos caminar a saltos, sin poder detenernos en aconte

    cim ientos intermedios. L o s cuatro procesos, el de Z inoviev-K am enev, agos

    to del 36; el de Rad.ek y Piatakov, febrero del 3 7 ; el de Tujachesky y

    los generales, junio1 del 37, y el de Jagoda, B ujarin , R ikov , en m arzo de

    1938, son los cuatro m omentos apotesicos de la inmensa tormenta del

    Terror. Cada ejecucin de Un nuevo grupo de je fe s de la oposicin abre

    profundas fisuras en el Frente Popular y agrieta las alianzas y pactos antifascistas en toda el rea internacional. B a jo las conferencias,'discursos

    V frases que provoca la guerra espaola, con creciente vigor, late la co

    lisin entre la Secta y Stalin. D e nada sirve que l acuse a los trotskistas

    fusilados de agentes del fascism o alemn. L o s enemigos del fascism o, masones y socialistas, defienden a los espas de H itler y el M ikado...

    Y a es fenom enal paradoja!...

    Tal fu la confusin de la Secta, o su deseo de vengar a sus m ejores

    hombres, que, por un m omento, la creim os en trance de ser in fie l a su

    designio secular. S u s hechos parecieron enderezados a destrozar a Stalin,

  • M A U R IC IO C A R L A V I L L A 39

    aunque con l se deshiciera la U. R . S . S ., su prototipo" del Estado

    dictatorial, que ella qiere ampliar hasta integrar en l al universo.

    Slo a un viraje tan absoluto y repentino se puede atribuir lgica

    mente la poltica internacional que tuvo su pice en M unich... E l no ha

    cer la guerra