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Sustentación Teórica del Día por la Unidad de América Latina y el Caribe. Presentada ante el Dr. César Pina Toribio en Septiembre del 2011 por una delegación de ATLA.
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Acción Testimonial Latinoamericana27 de septiembre del 2011
D o c um e nto de s u s t e n t a c i ón t e ór ic a de l a prop u e s ta de
c onm e mor a c i ón de un d í a p or l a Un i d a d L a t i no a m e r ic a na
Por esta isla, donde en el 1492 se inició el proceso de colonización de lo que se
conoció como el nuevo mundo, tierra donde se dieron grandes testimonios de
humanismo como los de Fray Ramón Pané, quien convivió y comprendió a nuestros
indígenas taínos y ciguayos, el testimonio de Fray Antón de Montesinos, quien clamó en
un mensaje humanista por justicia y misericordia, así como las acciones heroicas de
Enriquillo, Fray Bartolomé de las Casas, Lemba y otros tantos que de igual forma
orientaron el destino de lo que es hoy Latinoamérica.
Por esta misma isla donde en 1804 se produjo la primera independencia de un país
latinoamericano, siendo Haití la primera república donde se declaró la abolición de la
esclavitud en la región y desde la cual se les ofreció apoyo a los diferentes líderes
independentistas como Francisco de Miranda, Simón Bolívar y José Martí.
Es por esta misma isla desde donde se debe relanzar el proceso de
acercamiento, unidad e integración de todos los países y poblaciones que componen la
región de América Latina y el Caribe mediante el apoyo a las iniciativas de
integración y sobre todo planteando nuevos proyectos que contemplen el ámbito
económico, político y social con la participación de los Estados y la Sociedad Civil
organizada en América Latina y el Caribe, anhelo histórico arraigado en el ideario
político y social de la región.
América Latina como una síntesis cultural entre aborígenes e inmigrantes
europeos y africanos originó un sentimiento de identidad común que permitió
desarrollar pueblos diferenciados de las metrópolis colonialistas europeas, lo que fue
asumido por una gran parte de los libertadores como un proyecto para gestar una
nación continental en Hispanoamérica, proyecto frustrado por las rivalidades entre los
caudillos locales y los intereses de Inglaterra y los Estados Unidos de Norteamérica en
la región.
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Francisco de Miranda, sin lugar a dudas el latinoamericano más universal, quien
combatió en la independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa, concibió
la propuesta de crear una gran nación cuya extensión abarcara desde el río Bravo hasta
Tierra del Fuego con el nombre de Colombia para establecer un contrapeso ante
el poder político y económico emergente de los Estados Unidos. Miranda promovió en
1797 la firma de un Acta de Unión Americana, en París, con el objeto de hacer realidad
dicho sueño.
Simón Bolívar en la Carta de Jamaica en 1815, expresa que "Es una idea
grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo, una sola nación con un solo
vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua,
unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; [...] ¡Qué bello sería que el
Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos! Ojalá que
algún día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de los
representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos
intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo.
Esta especie de corporación podrá tener lugar en alguna época dichosa de nuestra
regeneración..." ideal plasmado en el proyecto de la Gran Colombia desde donde se
convocó el Congreso Anfictiónico de Panamá, el cual se efectuó en 1826, con el
objeto de buscar la unión o confederación de Hispanoamérica, lo que antes fueron los
virreinatos españoles en América. Dicho congreso pretendía además una efectiva
integración comercial, el cese de las disputas territoriales y una alianza militar efectiva
como forma defensiva contra las tentativas de reconquista española.
De igual forma, José de San Martín combinó la lucha independentista y la
búsqueda de la unidad continental, planteando que no se podían comprender ni
desarrollarse la una sin la otra, convirtiéndose junto a Simón Bolívar en los impulsores
originales de la independencia y unidad continental.
No se deben olvidar los esfuerzos llevados a cabo por los chilenos Juan Egaña y
Juan Martínez de Rozas quienes desarrollaron propuestas confederativas en sus textos
de Monteagudo de 1824 donde expusieron la necesidad de una Federación de Estados y
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las propuestas del también chileno Pedro Félix Vicuña sobre la necesidad de un
Congreso General de todas las repúblicas.
La línea de pensamiento expuesta por José Martí, en sus ensayos de profundo
sentimiento latinoamericanista lo llevaron a enfrentarse desde sus orígenes a las
manipuladoras doctrinas panamericanistas y a ratificar la tesis de la integración de
Nuestra América como parte del equilibrio indispensable para el mundo ante la
emergencia del imperialismo estadounidense.
Para Martí, Nuestra América en contraposición a la América Anglosajona
quedan irrefutablemente diferenciadas y bajo el concepto de que “Patria es humanidad”
este territorio que comprende continente e islas, pueblos que comparten comunidad de
intereses, etnias, tradiciones, culturas e historia, han de unificarse en un proyecto
orgánico como propósito realizable en favor de las masas más humildes y populares.
Durante el proyecto independentista cubano prevaleció una visión antillanista de
unidad y hermandad, puertorriqueños y cubanos, incluyendo al dominicano Máximo
Gómez, lucharon por una causa común, mientras José Martí escribía, cuando preparaba
la guerra que él llamó necesaria, que Patria es Humanidad, el gran pedagogo
Eugenio María de Hostos, en su peregrinación por el continente, iba articulando el
ideario de su proyecto, el de la Confederación de las Antillas.
La visión integradora de la "americanidad" involucra a ambos dentro del
pensamiento fundacional de América Latina, junto al ideario de Miranda, Bolívar,
Hidalgo y San Martín, alentados con las inmortales palabras de Lola Rodríguez de Tió
“Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas; reciben flores o balas sobre el
mismo corazón.”
Los esfuerzos comunitarios han seguido incansables y ejemplo de ello han sido la
Carta de Quito, firmada en 1948 entre los antiguos integrantes de la Gran Colombia
(Colombia, Ecuador y Venezuela), en donde reconocieron los “vínculos especiales que
unen entre sí a los Estados hispanoamericanos por su comunidad de origen y cultura”
con el objeto de dar nacimiento a la Organización Económica Grancolombiana.
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Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua, sintiéndose partes
disgregadas de una nación, firmaron la Carta Fundacional de la Organización de
Estados Centroamericanos en 1951. Chile y Argentina constituyeron su proyecto de
Unión Económica en 1953.
En 1969 se firma el Acuerdo de Cartagena que desembocó en la creación de la
Comunidad Andina de Naciones. De igual forma, Argentina y Brasil firmaron el Acta de
Integración Argentino-Brasileña, en 1986, hasta organizar en 1991 el Mercado Común
del Sur.
En el Caribe, en especial en el angloparlante, se ha gestado desde 1973 la
Comunidad del Caribe (CARICOM) como una iniciativa vital que permite el desarrollo de
los diferentes pueblos que habitan en las islas y territorios continentales caribeños y que
en muchos casos por la pequeña dimensión geográfica y la reducida población tienen
dificultad para organizar un verdadero Estado-Nación.
En el 2008 se constituyó la Unión de las Naciones del Sur (UNASUR) y
recientemente en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe se creó La
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en el 2010.
Frente a la constante amenaza de quedar excluidos del mercado internacional y
acrecentar vertiginosamente la situación de pobreza extrema y producir irreversibles
daños ecológicos y ambientales, la mejor opción no son los tratados de libre
comercio, sino la consolidación de la unidad de América Latina y el Caribe, lo cual se
convierte más que en un anhelo, en una necesidad imperiosa e impostergable.
La alta concentración de los medios de comunicación por parte de las grandes
cadenas informativas han sido históricamente un limitante para el flujo de información
entre los diferentes pueblos de América Latina y el Caribe, provocando un
desconocimiento y separaciones infundadas que acrecentan la dependencia de
Estados Unidos y Europa, razón por la cual iniciativas como la de Telesur deben ser
fortalecidas, siempre y cuando conserven la ética profesional y la suficiente imparcialidad
informativa.
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En la región se observa como los organismos de las Naciones Unidas y de la
Organización de Estados Americanos (OEA), copian textualmente modelos jurídicos y
leyes válidas para Estados Unidos y Europa para implantarlas como camisas de
fuerza en Nuestra América a través del condicionamiento de proyectos y préstamos,
provocando la desnaturalización y desorientación jurídica, lo que constituye un reto para
que nuestra intelectualidad, partiendo del análisis del derecho comparado, produzca
un ordenamiento jurídico acorde con las tradiciones, costumbres y valores propios de la
cultura latinoamericana.
América Latina y el Caribe requieren de una profunda reflexión y reordenamiento del
modelo de Estado-Nación excluyente de las poblaciones autóctonas y de organizaciones
y estructuras de la sociedad civil para dar origen a nuevas fórmulas integradoras que
contemplen las diferentes realidades y reduzcan las rivalidades y descalificaciones
entre pueblos hermanos que en gran medida poseen un mismo origen, lengua, cultura
y un mismo destino.
El sueño de la unidad latinoamericana no se ha realizado, pero las iniciativas de
integración regional, como las mencionadas anteriormente han demostrado ser un paso
significativo hacia una unidad continental, que lenta, gradualmente y olvidando
prejuicios, se abre paso en la empresa de forjar una comunidad.
Han surgido las prometedoras propuestas del Banco del Sur y del oleoducto
latinoamericano, como nuevos pasos en la marcha hacia la integración de Nuestra
América.
El mejor recuerdo y homenaje a nuestros próceres independentistas, propulsores de
la unidad latinoamericana, es luchar cotidianamente por la creación de una patria
latinoamericana independiente. Hoy con los avances tecnológicos poseemos los
recursos para afianzar la integridad regional y con ella defender nuestra cultura en este
mundo interdependiente que trata de ahogar las identidades e idearios regionales de
múltiples maneras. El proceso de globalización debe constituir un desafío para
descubrir la riqueza política y cultural de la Región Latinoamericana y estrechar los
vínculos de todos los pueblos que la habitan.
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Preocupados por las limitadas relaciones comerciales, políticas y sociales que
existen entre los países y poblaciones de la región de América Latina y el Caribe y
concientes de que somos un mismo pueblo, un grupo de jóvenes hemos iniciado una
campaña para declarar un día conmemorativo de la unidad latinoamericana el cual
podría ser:
a) El 3 de agosto de 1806, día en el cual Francisco de Miranda llegó al puerto de
La Vela de Coro, Venezuela, donde fue izada por primera vez la bandera de la Gran
Colombia, proyecto para la consolidación de un gran imperio independiente, que
consistiría en todos los territorios que estaban en poder de los españoles y
portugueses comenzando con los territorios al margen del Río Misisipi hasta la Tierra del
Fuego,
b) el 5 de julio de 1811, coincidiendo con la conmemoración de la Independencia
de Venezuela donde se planteó con suficiente claridad la necesidad de la integración de
todos los países de América Latina, o
c) el 22 de junio de 1826, cuando se instala el Congreso Anfictiónico de
Panamá, convocado por Simón Bolívar, con el objeto de buscar la unión o
confederación de Hispanoamérica, lo que antes fueron los virreinatos españoles en
América.
La iniciativa de dedicar un día para conmemorar los hechos y aportes al
proceso de unidad e integración de América Latina debe servir para fortalecer la
identidad cultural mediante el conocimiento de la región y para poder reflexionar y
evaluar los avances y retrocesos que se han producido en el anhelo de forjar la Patria
Grande Latinoamericana-Caribeña sueño de todos nuestros próceres libertadores.
Si bien es cierto que en la época de las independencias
la unidad política y económica era más posible,
no es menos cierto que hoy es más necesaria.
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