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Sybil Por Benjamin Disraeli

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Sybil

Por

BenjaminDisraeli

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LIBROI

Capítulo1

—YoapuestoporCaravan.

—¿Apuestaenponis?

—Hecho.

YlordMilford,unjovennoble,anotóensulibrolaapuestaqueacababadehacerconelseñorLatour,unmiembroveteranodelclubJockey.

EralavísperadelDerbyde1837.Enunsalóninmensoydorado,conunadecoración propia de Versalles en los tiempos del gran monarca, y cuyoesplendornohabríadesmerecido,sehabíanreunidomuchoscaballeroscuyoscorazonespalpitabanalpensareneldíasiguiente,ycuyasmentestrabajabanaúnparaintentarponerlasuertedesulado.

—Dicen que Caravan parece hinchado —ceceó un joven en voz bajamientras se repantigaba en el borde de unamesa demarquetería, que habíapertenecidoaMortemart,ybalanceabaconfingidaindiferenciaunbastónmuyadornadoafindeocultarsuinquietuddetodosexceptodelapersonaalaquesedirigía.

—Lasapuestasestánsieteadosensucontra—fue la respuesta—.Amímeparecebien.

—¿SabesqueanochesoñéconMango?—continuóelcaballerodelbastón,conunamiradadesupersticiosainquietud.

Suacompañantenegóconlacabeza.

—Bueno—continuó—.No sé nada de él. Estamañana ofrecí aCharlesEgremont que apostara con nosotros a favor deMango.Aceptó. Por cierto,¿quiéneselcuarto?

—PenséqueeraMilford—fue la respuestaenvozbaja—.¿Ustedesquécreen?

—MilfordvaairconSt.JamesyPunchHughes.

—Bien,entremosacenaryyaveremosalgoquenosguste.

Y diciendo esto, los compañeros, atravesando más de una estancia,entraronenunacámaraconunasdimensionesmásreducidasquelasdelsalónprincipal,peronomenos suntuosa.Losdestellos relucientesde las lámparas

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derramabanun torrentede luz suaveaunquebrillante sobreunamesadonderelucíaunavajilladeoro,ydelaquesedesprendíaunafraganciadeplantasexóticasembutidasenjarronesdeporcelanapococomún.Losasientosacadalado de la mesa estaban ocupados por personas que tomabanmanjares conescaso apetito y aire descuidado. Mientras tanto, la conversación generalconsistía enexpresiones rápidasque se referíanal inminente acontecimientodelgrandíaqueyahabíadespuntado.

—¿VienesdecasadeladySt.Julians,Fitz?—preguntóunjovendemuypocosaños cuyohermoso semblante era tanaterciopeladoy lozanocomoelmelocotón del que, con un ademán lánguido, acababa de apartar los labiosparahacerestapreguntaalcaballerodelbastón.

—Sí;¿porquénofuiste?

—Nunca voy a ningún sitio—respondió elmelancólicoCupido—, todomeaburre.

—Bueno,¿vendrásaEpsonconnosotrosmañana,Alfred?—preguntólordFitzHeron—.Llevo aBerners y aCharlesEgremont, y contigo formaremosunaexpediciónperfecta.

—¡Me siento tan hastiado! —exclamó el chico en un tono de refinadaangustia.

—Teservirádeestímulo,Alfred—dijoelseñorBerners—,yteharátodoelbiendelmundo.

—Nadamepuedehacerbien—dijoAlfred, apartandoelmelocotóncasisinprobar—.Estaríasatisfechosialgomepudieraherir.¡Camarero!,unvasodeBadminton.

—Yparamí otro—suspiró lordEugenedeVere, que era un añomayorqueAlfredMountchesney,sucompañeroyhermanoenindolencia.

Ambos habían agotado la vida en su adolescencia, y lo único que lesquedabaeralamentarsobrelasruinasdesusrecuerdoselaniquilamientodelaexcitación.

—Bien,Eugene,supónquevienesconnosotros—dijolordFitzHeron.

—CreoquevoyaacercarmehastaHamptonCourtajugaral tenis—dijolordEugene—,comoesdíadeDerby,nohabránadie.

—Pues yo voy contigo, Eugene —dijo Alfred Mountchesney—. Luegopodremoscenar juntosenelToy.CualquiercosaesmejorquecenarenesteinfernalLondresdehoyendía.

—Amímeparecebien—dijoelseñorBerners—.Nomegustacenarenlasafueras.Siempreteponenalgoincomestibleenelplato,yunpésimovino.

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—Amímegustaelmalvino—dijoelseñorMountchesney—;meaburretantoelvinodecalidad.

—¿No quieres apostar contraHibisco, Berners?—dijo un soldado de laguardia real alzando la mirada de su libro de apuestas, que había estadoestudiandoconmuchaconcentración.

—Lo único que quiero es cenar algo, y ya que tú no estás utilizando tulugar…

—Aquí lo tienes, si lo deseas. ¡Ah!Aquí estáMilford, él es el queva ahacermemillonario.

Y en ese momento entró en la habitación el joven noble que hemosmencionado anteriormente, acompañado por un individuo que tal vez seaproximaba al final de su quinto lustro de existencia, pero cuyo aspectogeneralrevelabaunaexperienciavitalaúnmenor.Eraalto,conunafigurabienproporcionadayunportedistinguido,yunrostrotocadoporunasensibilidadquesuscitabaafectodeinmediato.CharlesEgremontnosoloeraadmiradoporelotro sexo,cuyaaprobacióngeneralmentegranjeaa loshombresenemigosentresusiguales,sinoqueeraasimismoelfavoritoentrelossuyos.

—¡Ah,Egremont!,¡venaquíysiéntate!—exclamómásdeuncomensal.

—¡TehevistobailarelvalsconlapequeñaBertie,viejoamigo!—observólord FitzHeron—; y como pensé que te vería aquí, no me quedé a hablarcontigo.Teibaahacerllamar,porqueprecisodetuayuda.

—¿Cómonossentiremosmañanaaestahora?—dijoEgremont,sonriendo.

—El hombremás feliz delmundo en estemomento debe de serCockieGraves —dijo lord Milford—. Para él no hay suspense. He estadosupervisando su libro de apuestas, y ocurra lo que ocurra, seguro que nopierde.

—PobreCockie—dijoelseñorBerners—.Mehapedidoqueceneconélelsábado,enelClarendon.

—Cockie es un señor Cockie, dijo el señorMilford, y Caravan es muybuencaballo,ysicualquiercaballeroybuenperdedorseavieneajugarsietecontrados,aceptarésuapuestaporcualquiersumadedinero.

—Mi libro está completo—dijoEgremont—.Mi suerte está echada conCaravan.

—Ylamía.

—Ylamía.

—Ylamía.

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—Bien,anotamispalabras—dijounacuartapersonaconuntonomásbiensolemne—:ganaRatonera.

—Excepto Caravan—dijo lord Milford—, no hay otro caballo que seacapazdeaglutinarlasapuestasdelamayoría.

—Egremont,túsolíasapoyaraFósforo—dijolordEugenedeVere.

—Sí,peroafortunadamenteyahe salidodeeseembrollo.LedebounaaPhilipDormerporeso;yoeralatercerapersonaquesabíaqueestabacojo.

—¿Ycómoestánlasapuestassobreél?

—¡Ah!Dicenquecuarentaauna,comogustéis.

—Novaacorrer—dijoelseñorBerners—,JohnDaymedijoquesehabíanegadoamontarlo.

—CreoqueCockieGravespodríaganaralgosiFósforoentraraelprimero—dijolordMilford,riendo.

—¡Cómo huele a cerrado esta noche! —dijo Egremont—. Camarerotráigameunaguadesoda;yabraotraventana;ábralastodas.

Enesemomentolaentradadeungrupodeinvitadosenlasalasugeríaquela reunión en casade ladySt. Julians había terminado.Muchosque estabanreunidosalrededorde lamesase levantarondesus respectivosasientosy seapiñaroncercade lachimeneaoformaronvariosgruposparadiscutiracercadelgrantema.VariosdelosqueacababandeentraribanavotarporRatonera,layeguafavorita,yestabandispuestosadefendersusopinionesconvalentíaenvistadetodalainformaciónqueleshabíallegado.Ahoralaconversaciónsehabía abierto a otras personas y discurría animadamente o, más bien, elguirigay de voces era tan grande que apenas se distinguía nada salvo losnombresdeloscaballosyelmontantedelasapuestas.Enmediodetodoesteembrollo,loscamarerossedeslizabanllevandobandejasconincomprensiblesbrebajesdenombresaristocráticos,combinacionesmísticasdevinosfrancesesy aguas alemanas, bebidas aderezadas con el sabor de rodajas de frutasportuguesas, y enfriadas con hielos americanos, composiciones que habíainmortalizadoelgeniocreativodealgúnaltonombrepatricio.

—¡Por Jove! Eso es un relámpago —exclamó lord Milford cuando lallamarada de un rayo pareció bañar la estancia, y los haces de luz de loscandelabrossevolvieronblancosyespectralesconelresplandor.

Eltruenohizotemblartodoeledificio.Hubounsilenciodemuerte.¿Vaallover?¿Vaadescargarunatormenta?¿CaerásolamenteenlaciudadollegaráhastaEpsom?Faltaquecaigaundiluvioparaqueelhipódromoseconviertaenunaciénagaylafuerzaeclipselavelocidaddelacarrera.

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Otro rayo, otro deslumbramiento, el siseo de la lluvia. LordMilford secambiódesitio,recelosodequeotrosojosvieranlacartadeChifneyqueibaaleery,unospocosminutosmástarde,sebrindóaaceptarlaapuestaencontradePocketHercules.ElseñorLatourseacercóalaventana,escudriñóelcielo,y dijo en voz baja que no le quedaba tiempo para enviar a su lacayo hastaEpsomparaqueleinformaradesilatormentahabíaalcanzadolascolinasdeSurrey y, entonces, tomar las medidas oportunas para esa noche. Erademasiadotarde,asíquecogióunbizcochoyunvasodelimonada,yseretiróadescansarconlacabezafríayelcorazónmáscalmado.

Latormentadescargóconfuria.Losdestellosdeluzqueparecíanjugarenlosfrisospulimentadosalrededordelasaladabanuntonopálidoalasescenasde Watteau y Boucher que brillaban en los medallones colgados sobre lasdistinguidas puertas. Los rayos parecían caer sobre el tejado con granestruendoyconfusión.Hubounmomentodesilenciodemuerte,rototansoloporelgolpeteodelalluviaafueraenlacalle,oporeltamborileodelosdadosenunahabitaciónpróxima.Asípues, loscaballos teníansusapostadores, lasespadasestabanenalto,ynocesabanlasvocesdelosclientespidiendoalosatareadoscamareros, aquienesdistraían los rayosyatronabael fragorde latormenta, que llenaran a rebosar sus copas. Parecía una escena y una cenadignadelconvidadodepiedradedonJuanque,dehaberaparecido,sehabríaencontrado con corazones probablemente tan osados y con espíritus tantemerarioscomolosquehabíaencontradoenAndalucía.

Capítulo2

—¿Alguien va a hacer algo conHibisco?—dijo un señor en la zona deapuestasdelhipódromodeEpsom.

Unamultituddepersonasimpacientesseapiñabanalrededordelcentrodeapuestasalmismo tiempoque,cercade lapistamágica,ungrupode jinetesgritabadesdesussillaslasapuestasqueestabanpreparadosparadarorecibir,y los nombres de los caballos a los que estaban dispuestos a respaldar o aoponerse.

—¿NadiequiereapostarporHibisco?

—Yoapuestocincocontrauno—dijounaltoy estiradonobledeorigensajón,vestidoconungabánblanco.

—No,yoaceptoseisauno.

Elaltoyestiradonobledelgabánblanco,musitóalgoconellápizentreloslabios,yluegodijo:

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—Bien,apuestoseiscontrauno.¿QuémedecísconrespectoaMango?

—OnceadoscontraMango—gritóunhombrecillojorobado,conunavozaguda,peroconelaspectodealguienquedominabasuoficio.

—Desearíahaceralgúnpequeñonegocioconusted,señorChippendale—dijo lord Milford, con un tono persuasivo—, pero no puedo subir de seiscontrauno.

—Oncecontrados,yvasobreseguro—dijoeste tenedordeunacasadeapuestas de segundo orden, que, conocido con el halagador apodo deChippendale el Jorobado, rehusaba con brusquedad la apuesta al seguroherederodeuntítulodecondeinglés.

—Aceptolaapuestadeseiscontrauno,miseñor—dijoelcapitánSpruce,ungarbosopersonaje,ataviadoconunsombreroredondodeseda,ligeramenteladeado,uncorbatíndecoloresconunnudobienhecho,yelpelodelabarbatanbienpodadocomoloscontornosdeunsetovivo.

Spruce,quesehabíaganadosurangodecapitándelequipoenlascarrerasde Newmarket, donde durante muchos años habían sido testigos de sushazañas, sentía una debilidad por la aristocracia que premiaba su elegantefragilidad patrocinándole con una astuta condescendencia y acudiendo a éltanto en las carreras de Pall-Mall como en Tattersall, de todo lo cual él sebeneficiaba con algún punto más en su libro de apuestas. El jorobadoChippendalenoteníaningunadeestasamablesflaquezas.Éleraundefensordelademocraciaquedisfrutabadesplumandoalosnobles,yquepensabaquetodos los hombres nacían iguales; una creencia consoladora con la cual secompensabaasímismoporsudeformación.

«Sieteacuatrocontrael favorito; sieteadoscontraCaravan;onceadoscontraMango.¿QuépasaconBenedict?¿EsquenadievaaapostarporPocketHercules?TreintaaunocontraDardanelos».

—Apuesto.

—TreintaycincoponisaunocontraFósforo—gritóunpequeñohombrequenocesabadevociferar.

—Apuesto cuarenta —dijo lord Milford, pero no obtuvo respuesta. Nohabíatrato.

—¡Cuarentacontrauno!—murmuróEgremont,queseoponíaaFósforo.Yunpoconervioso,dijoalnobledelgabánblanco—:¿NocreéisqueFósforopuede,despuésdetodo,teneralgunaoportunidad?

—Yomismodeberíalamentarestartanensucontra—dijoelnoble.

Egremont,conellabiotembloroso,sealejó.Consultósulibro,reflexionó

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conciertaansiedad:¿deberíahacerunaapuestacompensatoria?Apenasvalíalapenaecharaperderel equilibriode sus futurasganancias.«Lecuadraba»tan bien tomar partido por todos los favoritos que no podía apostar a uncaballo que tenía en contra cuarenta a uno; no. Debía confiar en su buenaestrella.Noharíaningunaapuestaauncaballoperdedorparacompensarledesusposiblespérdidas.

—Señor Chippendale —susurró el noble del gabán blanco—, vaya ypresione al señorEgremont conFósforo.Nome sorprendería que obtuviesealgunagananciadeello.

En esemomento, unmuchacho de cara amplia y aspecto saludable, conunadeesasexpresionesdeserenaperoastutajovialidadquesevendevezencuandoenelladonortedeTrent,seacercóhastaelgrupomontadoenunajacaforniday,apeándosedeella,entróenelcírculo.Erauncarnicerodedespojos,alqueseconocíaenelmercadodeCarnabyporserelprincipalconsejerodeundistinguidonobleparaquienapostabaacambiodecomisiones.Susecretamisiónhoyeraapostarcontraelcaballodesunoblepatrón,asíqueenseguidagritó:«VeinteaunocontraRatonera».

Unhombre jovenqueapenasacababadesaliralmundoyque,orgullosode su antigua y cada vez mayor extensión de terrenos, se estrenaba en suprimera apuesta, al ver que Ratonera iba dieciocho a uno en el cómputogeneral,selanzóansiosamenteaporunagangaasí,almismotiempoquelordFitzHeron y el señor Berners, que estaban cerca, y cuyos nombres tambiénfiguraronensumomentoenellibrodelcarnicero,intercambiaronunasonrisadecomplicidadporhaberescapadoalatrampa.

—ElseñorEgremontnoacepta—dijoChippendale,elJorobado,alnobledelgabánblanco.

—Habéis debido de mostraros demasiado interesado —dijo su nobleamigo.

El hipódromo está lleno, se han anunciado las últimas apuestas, todoscorren en dirección a las tribunas. Unos pocos minutos más tarde, y elacontecimientoquedurantedocemeseshasidoejedetantoscálculos,objetode tan sutiles combinaciones y conspiraciones, y alrededor del cual se hancernidocomoáguilaselpensamientoylapasióndetodoelmundodeportivo,formarápartedelosanalesdelpasado,¡peroquéminutos!Sisecontaranporlasensación,ynoporlasfechasdelcalendario,cadamomentoseríaundíaylacarreratodaunavida.Hogarth,enuntoscoperovividoesbozohapintadodos estampas de la carrera: «Antes» y «Después». Un espíritu con unacreatividadmás refinadahabríapodido ahondar en la simplicidadde la ideaconcómplicesmássublimes.PompeyoantesdelabatalladeFarsalia,Haroldantes de Hastings, o Napoleón antes de Waterloo, podrían haber

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proporcionadoalgunossorprendentespuntosdevistaantelacatástrofequeseavecinaba en sus vidas o, lo que es aún mejor, el inspirado marinero queacabara de descubrir un nuevo mundo o el sabio que hubiera revelado laexistenciadeunnuevoplaneta.Ennadatendríaqueenvidiarlesel«Antes»yel«Después»deunacarreradecaballosdeprimeracategoría,porelgradodeemocióny,enalgunasocasiones,porlaspasionestrágicasquedespiertansusfinalesdecarrera.

Ensillan los caballos. Caravan parece estar en excelente forma, y unasonrisa despectiva asoma en el bello semblante de Pavis, cuando pone algalope a su caballo, con la digna divisa de su patrón, delante de susincondicionales admiradores. Egremont, en pleno éxtasis de patricio inglés,apenas ve a Mango, y ni siquiera piensa en Fósforo que, por cierto, es elprimercaballoqueaparececonsusdospatasdelanterasvendadas.

¡Yahansalido!

En los primeros compases de la carrera, Chifney corre pegado a PocketHerculesy,alaalturadelaCasadeCalcos,queeselúnicopuntoquealcanzalavista,élvaencabeza.EnloaltodelacolinaCaravan,Hibisco,Benedicto,Mahometano, Fósforo, Michel Fel y Ratonera están muy igualados en lasposicionesdelanteras,peroal llegara losnuevos terrenos,el fuerte ritmosedejasentirymediadocenadecaballosvanquedandofueradelacarrera.

Al alcanzar la cumbre, se altera la táctica: aquí Pavis rompe cinchas yazuza fuerte a Caravan. El ritmo a la altura de la esquina de Tattenham esendiablado:Caravanalacabeza,yFósforodespués,casiparejo,Mahometanotercero, Hibisco cuarto, Ratonera perdiendo posiciones, y detrás, Wisdom,Benedictyunpuñadodecaballos.AlllegaraestepuntoPocketHerculesyano puede más, y el grupo de cabeza aumenta la distancia que le saca. Elfavoritoestáfueradecombate,asícomoDardanelosyunpuñadodeltropeldecaballos.

Ahora ya solo quedan cuatro en la carrera y, de estos, dos, Hibisco yMahometano,vanvarioscuerpospordetrás.Ahora lavictoriase ladisputancabezaconcabezaCaravanyFósforo.Alaalturadelatribuna,Caravanocupalaprimeraposición,peroen la líneademetaEdwards,montandoaFósforo,levantalacabezadelcaballoy,conunextraordinarioesfuerzo,consigueentrarprimeroenlalíneametaporunacuartadeventaja.

—Parecesunpocodeprimido,Charley—observalordFitzHeronalllenarlacopadechampándeEgremontmientrasalmuerzanensucarruaje.

—¡Oh,SantoDios—dice lordMilford—,piensasolamenteen loquehaconseguidoCockieGraves!

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Capítulo3

Egremonteraelhermanomenordeuncondeingléscuyotítulonobiliario,queseremontabaacasitressiglosdeantigüedad,ledistinguíaentrenuestrosparesdemásaltorangoyabolengo,apesardequesusantepasadosproveníandeunacondiciónmásmemorablequeilustre.ElfundadordelafamiliahabíasidounodelosayudantesdecámaradeunodelosfavoritosdeEnriqueVIII,yselashabíaingeniadoparasernombradoentrelosencargadosde«supervisaryhacersecargode lacesiónde lasdiversascasas religiosas»,algunasde lascualesacabaroncediéndosevoluntariamenteparausoybeneficiodelhonestoBaldwinGreymount.Elreyestabaconmovidoporelceloyladiligenciadesucomisionado, pues no había ningún otro cuyos informes fueran tansatisfactoriosygenerososniquepudieradeslumbrar aun taimadoprior contanta destreza ni controlar a un orgulloso abad con más firmeza que él.Además, redactaba sus informes no solo de modo que el soberano pudiesedigerirlos fácilmente, sino acompañándolos de muchos objetos raros ycuriososconelfindeagradarelgustodealguienqueademásdereformadorreligioso era también un diletante: candelabros de oro, valiosos cálices, enocasiones un píxide con piedras preciosas; fantásticas cucharillas y patenas,sortijas para los dedos y pendientes para la oreja; y, en alguna ocasión, unmanuscritoprimorosamenteminiado,queeraelregaloadecuadoparaofreceraunmonarcaerudito.Greymountnopasabadesapercibido.Susservicioseranrequeridos y, pronto, ascendió dentro del escalafón de la casa real: fuenombradocaballeroy,sinduda,habríajuradosucargoenelConsejoy,asudebidotiempo,alcanzadoelpuestodeministro,perolasuyaeraunaambicióndiscretaqueaspirabamásalaacumulaciónderiquezasqueaocuparuncargo.Sirvió lealmenteal reyen todo tipodeasuntosdomésticosque requeríanunapoderadosinpasionesniescrúpulos;adaptósuscreenciasysuconcienciaalaimagen del modelo real, siguiéndolo en todos sus antojos, aprovechó elmomento adecuado para obtener diversas concesiones de las tierrasmonásticas, y se las ingenió para salvar su cabeza y su patrimonio en unosañostanpeligrosos.

LafamiliaGreymount,unavezestablecidaenlatierra,fuefielalapolíticade su fundador, y evitó exponerse a lamirada pública durante el turbulentoperíodoquesiguióalareformae,incluso,duranteelreinadomáspacíficodelareinaIsabel,intentóextendersusalianzasmásqueconseguirlosfavoresdela corte. Pero una vez conseguido que el valor de sus tierrasmonásticas semultiplicase hasta el infinito, y también el de sus arrendamientos, que sehabíanadministradoconprudenciadurantemásdesetentaaños,acomienzosdelsigloXVII, lefueconcedidoaunGreymount,porentoncesmiembrodel

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consejo regional, el título nobiliario de señor de Marney. Los heraldospregonaban su distinguido linaje y garantizaban al mundo que, aunque elrango elevado y las extensas posesiones que ahora ostentaba la familiaGreymountteníansuorigeninmediatoenlasgrandesrevolucionesterritorialesacaecidas recientemente, no debía suponerse ni por un momento que losremotosantepasadosdelComisionadoEclesiásticode1530fueranenabsolutooscuros. Por el contrario, su familia tenía, al parecer, un origen señorial ynormando,ysuapellidoauténticoeraEgremont,elcualhicieronconsignarensutítulonobiliario.

Durante las guerras civiles, los Egremont, aguijoneados por su sangrenormanda,fueronnombradoscaballerosylucharonbienenlasbatallas.Peroen 1688, alarmados por la impresión generalizada de que el rey JaimepretendíaapoyarlarestituciónalaIglesiadesuspropiedadesparadestinarlasa sus fines originales—a saber, la educacióndel puebloy la atención a lospobres—, el señor de la Abadía de Marney se convirtió en un partidarioacérrimodelalibertad«civilyreligiosa»,lamismaporlaqueHampdenhabíamuertoenelcampodebatallayRussellenelpatíbulo.Asípues,seunieronalresto de terratenientes whigs y a otros grandes propietarios de bieneseclesiásticosparaapoyaralPríncipedeOrangeyalejércitoholandésconelfindereivindicaresosprincipiospopularesque,deunauotraforma,elpueblonuncaapoyaría.Aprovechándosedeestaúltimaysignificativacircunstancia,elabadseculardeMarney,queenestecasoactuabacomoelrestodeseñoreswhigs, al mismo tiempo que reivindicaba la causa de la libertad civil yreligiosa,mantuvounadevota,lealy,noobstante,secretacorrespondenciaconlacortedeSt.Germain.

El rey y gran libertador Guillermo III, a quien lord Marney habíatraicionadosistemáticamente,otorgóeltítulodecondeinglésaldescendientedelComisionadoEclesiástico deEnriqueVIII.Desde esemomento hasta elperíodoenquetranscurrenuestrahistoria,auncuandoniunsolomiembrodelafamiliaMarneyhabíadestacadoporsuscapacidadesmilitaresocivilesnielpaíslesdebíaunsolohombredeestado,oradorosoldadonotable,niungranabogadoounautorinspiradooeminente,niuncélebrehombredeciencia,selas habían ingeniado, si no para acaparar una parcela sustancial de laadmiración y el cariño de la gente, almenos sí paramonopolizar una nadadespreciablecantidaddedineroycargospúblicos.Durantelossetentaañosdecasiininterrumpidogobiernodelpartidowhig,desdelallegadadelaCasadeHanover hasta la caída del señor Fox, la Abadía de Marney habíaproporcionado una cosecha indesmayable de secretarios privados lords,presidentes lords y tenientes lords. La familia había tenido su cuotacorrespondiente de concesión deOrdenes de la Jarretera, de territorios y dediócesis,dealmirantessinflotaodegeneralesdestinadosalucharsolamenteenAmérica.Habíanbrilladoenlasgrandesembajadascuandoteníanamano

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secretariosastutos,yunavezhabíangobernadoen Irlanda,cuandogobernaren Irlanda era distribuir entre unos senadores corruptos la cuota pública delexpoliorealizado.

Sin embargo, a pesar de este prolongado disfrute de prosperidadinmerecida,losabadessecularesdeMarneynoestabancontentos.Peronoerala saciedad la causade su insatisfacción,yaque la riquezade losEgremontpodía seguir creciendo, sino el hecho de anhelar más. No deseaban serprimeros ministros ni secretarios de Estado, pues eran un astuto linaje queconocíacuáleralamedidadelacorreaquelesataba,yapesardelalentadorejemploquelesofrecíaelduquedeNewcastle,lespersuadíalaconviccióndeque para un individuo que aspirase a un puesto de tanta responsabilidad yrelevancia tener algún conocimiento de los intereses y recursos de lasnaciones,algunacapacidadparaexpresarunaopiniónconpropiedad,unciertogradode respetopor elpuebloyporunomismo,noeranatributosdel todoprescindibles,nitansiquierabajounaconstituciónveneciana.Satisfechosconlasestrellas,mitrasysellosdeEstadoqueselesotorgabanperiódicamente,lafamilia Marney no aspiraba al desvergonzado puesto de administrar suriqueza;suaspiracióneraascenderenelescalafónsocial,yascenderhastaelpuestomás alto.Observaronquemásdeunade las familias«amantesde lalibertad civil y religiosa», las mismas que a lo largo de un siglo habíanexpoliadoa la Iglesiaparahacersecon laspropiedadesdelpueblo,yqueunsiglo después obtuvieron el poder de la corona con el cambio de dinastía,tenían su cabeza coronada por la orla de hojas de fresa. ¿Y por qué estadistinciónnopodíarecaertambiénenlosdescendientesdelviejoayudantedecámaradeunodelosrepresentanteseclesiásticosdelreyEnriqueVIII?¿Porqué no?Es cierto que un agradecido soberanode nuestros días ha estimadoquetaldistincióneslaúnicarecompensaqueadmitiríaporcincuentavictorias;yciertoestambiénqueNelson,despuésdeconquistarelMediterráneo,muriósinhabérseleconcedidomásqueeltítulodevizconde,perolacasadeMarney,quenuncahabíaascendidoaunaaltaposición,secontabaasímismaentrelanoblezadealcurniaymirabaconsoberbiaalosPratt,losSmith,losJenkinsony losRobinsondenuestrosdegeneradosdías,peseaquenuncahabíahechonadaporlanaciónniporsubuennombre.¿Yporquédebíanhacerloahora?No era razonable esperarlo. La libertad civil y religiosa que les habíaprocurado un generoso patrimonio y una rutilante corona nobiliaria, por nodecirnadadelamediadocenadeescañosdedominiofamiliarqueposeíanenelParlamento,deberíahacerlosduquessinmayorescontratiempos.

Perolasotrasgrandesfamiliaswhigsquehabíanobtenidoestadistinción,y que habían hecho algo más que expoliar su Iglesia y traicionar al rey,cerraron filas en contra de la pretensiónde losEgremont.LosEgremont nohabíancontribuidoennadaal trabajode losúltimoscienaños a favorde lamistificaciónpolítica,duranteloscualessehabíainducidoacreeraunpueblo

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quecarecíadeinstrucciónqueeralanaciónmáslibreeilustradadelmundo,yseleshabíainstadoadespilfarrarsusangreysupatrimonio,aversuindustriadebilitada y su fuerza de trabajo hipotecada, con el fin de mantener unaoligarquía que no podía fundar su usurpación sin precedentes ni sobre unamemoriaprestigiosanisobrelaprestacióndeserviciosenelpresente.

¿Cómohabían contribuido losEgremont a este prodigioso resultado?Sufamilia no había proporcionado ninguno de los hábiles oradores cuyaasombrosa retórica había cautivado la inteligencia de los auditorios, niningunodelosesforzadospatricioscuyaentregaalagestióndelosasuntosdeEstadohabíaconvencidoasusconciudadanossinprivilegiosdequegobernarera una ciencia y administrar un arte que exigía para su cumplimiento ysatisfacciónelceloydedicacióndetodaunaclasesocial.PerolosEgremontnuncahabíandichonihechonadadignodeserrecordadootenidoencuenta.Así que, cuando las grandes familias de laGranRevolución decidieron queellos no serían duques, la indignación del abad secular de Marney fueinmensa; contó los distritos cuya administración le había sido concedida,consultóasusprimos,ymusitóvenganzaentredientes.Prontoselebrindaríalaoportunidaddesatisfaceresedeseo.

AfinesdelsigloXVIII,lasituacióndel«partidoveneciano»estabaenunmomentoextremadamente crítico.Mientrasun jovenmonarcahacíagrandesesfuerzos,aunquesiempreinútilmente,porlibraralacoronadelastrabasqueleponíanlasmaniobrasdelosduxfacciosos,másdesesentaañosdegobiernoespecialmentecorruptohabíandistanciadoatodoelmundodelaoligarquía,ala cual nunca le había afectado demasiado lo que pensara la mayoría delpueblo.Yanosepodíaocultarque,mercedaunafórmularazonable,sehabíatraspasado el poder de la corona al Parlamento, cuyos miembros erandesignadosporunaclasesocialsumamentereducidayexclusiva,quenodebíaresponderanteelpaís,quedebatíanyvotabanensecreto,yquerecibíanunaremuneraciónperiódicadelpequeñonúcleodegrandesfamiliasque,medianteesta mecánica, se habían asegurado la posesión permanente del patrimonioreal. El whigismo se pudría ante las narices de la nación; estábamosprobablementeen lavísperadeuna incruentaaunque importante revolución.CuandoRockingham,unodelosaristócratasvirtuosos,alarmadoydisgustado,decidiórecuperaralgodelapurezacristalinaylaenergíaqueteníalaantiguauniónwhig,hizounllamamientoauna«nuevageneración»,atrajoasusfilasalos jóvenesmásgenerososde lasfamiliaswhigs,y tuvo lafortunadecontarparasucausaconelgenioinsuperabledeEdmundBurke.

Burke hizo por loswhigs lo queBolingbroke había hecho en una épocaanteriorporlostories:restaurarlaintegridadmoraldelpartido.Lesenseñóarecurrir a los antiguos principios de su fundación y les imbuyó todo elengañosoesplendordesuimaginación.Elevóeltonodesudiscursopúblicoe

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insuflóvidaalosactospúblicos.EnsumanoestabahacermásporloswhigsdeloquesanJuanhabíahechoporsupropiacausa.Cuandolaoligarquía,quehabía considerado conveniente acusar a Bolingbroke de ser el ministroasignado al príncipe inglés con quien mantenía una permanente y secretacomunicación, fue obligada por la opinión pública a dar su consentimientopara que se le restituyese en su puesto, añadió al indulto una cláusula, taninconstitucionalcomocobarde,por laquese ledeclaraba incompetenteparaocuparunescañoenelParlamentodesupaís.Burke,porelcontrario, luchóen labatalla al ladode loswhigs conun armadedoble filo: él eraungranescritor,perocomooradorera insuperable.Cuandoescaseabael talentoparahacer política, una distinción que los whigs llevaban a gala haber poseídosiempre,BurkerespondióaldesafíoyconsiguióqueganaranenelParlamentoyenelpaís.¿Yquérecompensaobtuvo?Tanprontocomoaparecióenescenaunjovenydisolutonoble,aquienalgunasdelasaspiracionesdeunCésarlehacíanadoptarconfrecuencialaconductadeunCatilina,yquepormediodeuna ignominiosa deformación de los hechos había llegado a ocupar suposiciónpolítica, le transfirieron a este el puestoque aquel sehabíaganadoconsusabiduríaysugenio,quehabíadefendidoconunapericiainigualable,yquehabíaelevadodecategoríagraciasaunaconsumadaelocuencia.Cuandollególahoradeltriunfoalcualélhabíacontribuido,nisiquierafueadmitidoenelGabinetedeMinistros,cuyapresidenciaostentabasu ingratopupilo,elseñor Fox, quien había encontrado los principios y la información paraatraerselaconfianzapúblicaenlasgenerosassugerenciasdesumaestro.

La cruel necesidad obligó al señor Burke a someterse al yugo, pero nopudoolvidarjamáslahumillación.Sinembargo,lanémesisfavorecealgenio,y el momento inevitable llegaría al fin. Una voz como la del ApocalipsisresonóportodaInglaterra,ysuecollegóatodaslascortesdeEuropa.Burkevertióelfrascodondehabíaguardadosuvenganzasobreelconvulsocorazóndelpueblo;estimulóelpánicodelmundopormediodelretratosalvajedesuinspirada imaginación; echó por tierra al rival que le había despojado de sugrandeza tanarduamenteconquistada;partióendosa laorgullosaoligarquíaquehabíaosadoutilizarlee insultarle;y,seguidoconservilismopor losmásarrogantes y losmás tímidos de entre susmiembros, colocó su pie sobre elcuellodelaviejaserpiente,enmediodelfuriosoregocijodesupaís.

EntrelosseguidoreswhigsdelseñorBurkeenestamemorabledefección,entre los Devonshire, los Portland, los Spencer y los Fitzwilliam, seencontrabaelcondedeMarney,aquienloswhigsnegaríaneltítulodeduque.

¿CuálerasuoportunidaddearrebatareléxitoalseñorPitt?

Si alguna vez la historia de Inglaterra fuese escrita por alguien quereunieseelconocimientoyelcorajesuficientes,cualidadesambasnecesariasparalaempresa,elmundoseasombraríatantocomocuandoleyólaHistoria

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de Roma que escribió Niebuhr. En términos generales se han distorsionadotodos los grandes acontecimientos, se han ocultado las causas másimportantes,nuncaaparecenlospersonajesmás importantes,y todos losquefiguransontanmalrepresentadosytanmalcomprendidosqueelresultadoesuncompletoengaño,ylalecturacuidadosadelrelatocasitanprovechosaparauningléscomolalecturadeLaRepúblicadePlatón,LaUtopíadeMoro,laspáginasdeGaudentiodiLucca,olasaventurasdePeterWilkins.

Lainfluenciadeloslinajesennuestrosprimerostiempos,delaIglesiaennuestraEdadMedia, y de los partidos políticos en nuestra historiamodernason tres importantes factores que hanmodificado nuestra historia.Antes dequepodamosconfiarenunrayodeluzquenosguíe,debemosemprenderelestudiodedichosfactoresconunespírituinfatigable,desapasionadoeintenso.Uno de los rasgos notables de las páginas de nuestra historia escrita es laausenciadealgunosdesusprotagonistasmásinfluyentes.Apenasunhombreentreunmillar,por ejemplo,haoídohablardeMajorWildmanque fue, sinembargo, el alma de la política inglesa durante uno de sus períodos másmemorablesdeestereino,desde1640a1688,yunode losmás interesantespara comprender esta época, ya que en ese espacio de tiempo hubo quereestablecermásdeunavezelequilibrioqueibaadecidir,desdeentoncesenadelante, la forma que iba a adoptar nuestro gobierno. No obstante, aquelhombrefuelíderdeunpartidopolíticoderrotado.Incluso,si locomparamosconnuestrostiempos,avecessealientaalmismomisteriosoolvidoaquesecebe lentamente en los personajes que destacan por su talla o importanciapolítica.

Después de 40 años de grandes acontecimientos, el nombre de estesegundoPittpermanecevivoenlamemoria.ÉlfueelChattertondelapolítica;el«geniodelalámpara».Algunostienenlavagaimpresióndequesuvidafuemisteriosamente forjadaporChatham, suabuelo,delcualhabíaheredadosugenio,elocuenciayhabilidaddeestadista.Sinembargo,elingeniodeestefuededistintocuño,suelocuenciadedistintaclaseysuhabilidadcomoestadistadeotraescuela.ParacomprenderalseñorPitt,hayquecomprenderaunodelos personajes que se han suprimido de la historia inglesa, y ese es lordShelburne.

CuandoelbuenjuiciodelmalogradoBolingbroke,elúnicopardesusigloquefueeducadoyproscritoporlaoligarquíaporquetemíasuelocuenciatantocomo«lagloriayeloprobiodesualcurnia»,fueexcluidodelParlamento,lordShelburne encontró desahogo a su ira poniéndose a escribir libros querecordasen al pueblo inglés las bendiciones inherentes a su antigua y libremonarquía,ydondesepintasenconpinceladasmemorablessuideadeloqueera un rey patriota. Ese espíritu al que él apelaba prendió en el corazón deJohnCarteret,unwhigdeorigenperoescépticodelasventajasqueentrañaba

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unaconstituciónpatriciaquehabíaconvertidoalduquedeNewcastle,queeraelmás incompetente de los hombres aunque también el líder elegido por elpartidoveneciano, en el virtual soberanode Inglaterra.LordCarteret poseíauna serie de brillantes cualidades: era intrépido, emprendedor, elocuente, yposeía un conocimiento considerable de la política del viejo continente.Además,eraungranlingüista,unmaestrodelderechopúblico,ypeseaquehabíafracasadoensuprematurointentodeterminarconelgobiernocorruptodeJorgeII,consiguiómantenersuinfluenciarelevanteaunquesubalternaenlavidapública.

EljovenShelburnesecasóconsuhija.Nodejadesorprenderquesesepamenos de él que de su suegro; pero a partir de los datos dispersos de quedisponemos cabe esbozar el retrato de uno de los ministros con mayorcapacidad y mejor gobierno que hubo en el siglo XVIII. Al parecer, lordShelburne,influidoprobablementeporelejemploylospreceptostradicionalesqueledabasueminentesuegro,sedistanciódesdeunprincipiodelaconexiónpatriciae ingresóen lacarrerapolíticacomoseguidordeBute, enelprimergranintentoquellevóacaboJorgeIIIpararescatarlasoberaníademanosdeloquelordChatthamdenominaba«lasfamiliasdelaGranRevolución».Conel tiempo llegóa formarpartede laúltimaadministraciónde lordChatham,unodelosintentosmásextrañosydesgraciadosdesocorreralnietodeJorgeIIensuluchaporlaemancipaciónpolítica.LordShelburneadoptódesdeunprincipio el sistema de Bolingbroke: una auténtica realeza, en vez de unamagistraturagobernante;unaalianzapermanenteconFrancia,envezdeseguirlasdirectricesde lapolíticawhigqueveíaenesepoderosopaísunenemigonatural de Inglaterra; y, sobre todo, un plan de liberalismo comercial, elgermendelcualpuedeencontrarseenlasnegociacionesdeUtrecht,cuyastesiscosecharontanmalascríticasdurantelargotiempo,peroalascuales,bajoladireccióndelordShelburne,ibanasumarseenunbreveplazodetiempotodala ciencia económica europea, un campo en el cual él era experto. LordShelburneparecehabertenidouncarácterreservadoy,enciertaforma,sagaz:eraprofundoyhábilalavezquevalienteydecidido;ysusconocimientoseranamplios, e incluso profundos. Era un gran lingüista; había llevado a caboinvestigacionescientíficasyliterarias;ysucasaerafrecuentadaporhombresde letras, especialmente por aquellos que habían destacado por suscapacidadespolíticas o sus logros económicos.Mantenía la correspondenciaprivada más extensa de cualquier hombre de su época; y recibía informesinmediatosyfiablesdetodoslostribunalesycortesdeEuropa.Tantoesasí,queerabien sabidoqueelministrode turnoacudíaaél enbuscadealgunainformación cuando el propio gabinete no era capaz de obtenerla. LordShelburne fue el primer gran ministro que comprendió la crecienteimportancia de la clasemedia, y anticipó que el poder que ostentaría en elfuturoseríaunbaluarteparadefendereltronofrentealas«familiasdelaGran

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Revolución». No se conserva registro alguno de sus cualidades comodiputado, pero hay razones para creer que su capacidad como gestor erainigualable. Sus discursos prueban que su dominio del arte de la oratoriaparlamentariaera,sinoinsuperable,cuandomenosnotable,yhacíangaladeuna riqueza y variedadde fuentes de información en los temas que debatía,que no podía compararse con la de ningún otro estadista de su edad, aexcepcióndelseñorBurke.

Así era el hombre que había elegido Jorge III como su adalid contra elpartido veneciano después del final de la guerra de la Independenciaamericana. Este partido opuso fuerte resistencia a la consecución de esaguerra,peseaquehabíasidosupropiapolíticaelorigendelamisma.CuandofuenombradoprimerministroenlaCámaradelosLores,Shelburneconfióelliderazgoen laCámarade losComunesasuministrodeHacienda,el jovialPitt.Duranteelgobiernodeesteúltimo,quefuebreveperonoignominioso,selogró la paz y, por primera vez desde laRevolución, se debatió lamodernacuestiónde cuáles eran los principios legítimosquedebíanguiar la prácticadelcomercio,perosucumbióantelafamosaCoaliciónconlaque«lasfamiliasde la Gran Revolución» comenzaron su último y más feroz embate paraconquistarelgobiernopatriciodelarealInglaterra.

En medio de la virulencia de aquel gran conflicto, el rey, haciendo porsegunda vez un uso peligroso de sus prerrogativas monárquicas, entregó laarriesgadajefaturadelgobiernoaPitt.PorquéserelegóalordShelburneenaquella ocasión seguirá siendo un misterioso episodio de nuestra historiapolítica,perotampocotenemosespacioenestaocasiónparaintentarahondarensuscausas.Quizá,elmonarca,sabiendoquePittdespertabaunacrecientesimpatíaentresupueblo,intuyóelmágicoascendentequeejercíasujuventudparallegaralcorazóndelanación.Sinembargo,aquellaconjeturanohabríasido inútil si, por un momento, nos detuviésemos a considerar quéconsecuencias habría tenido para nuestro país que el señor Pitt hubieseaccedido a dejar la Cámara de los Comunes al liderazgo de lord Shelburnedurante una temporada, y hubiese concedido a Inglaterra el conocimientoinigualabley lahabilidaddeeste estadistapara llevar las riendasdenuestroGobierno durante los convulsos vaivenes de la Revolución Francesa. LordShelburneera elúnicoministro inglés competentepara esa tarea,y elúnicohombre público que tenía el conocimiento previo necesario para extraerconclusionesacertadasenunacoyuntura tandifícil.Susdiscursossobreestetemaatestiguanlaamplituddesusconocimientosylaexactituddesuspuntosdevista.YenladerrotaqueinfligióenJena,oenlaagoníadeAusterlitz,nopuedeunoresistirsea imaginar lasombradeShelburnecerniéndosesobreelconsejo de ministros de Pitt, como se dice que hacía de vez en cuando elfantasma de Canning sobre la tribuna del orador, y sonreír sarcásticamentesobre la sartadeescrupulososmediocresqueescupían sobre susméritos tan

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duramenteconquistados.

Pero la influencia de las ideas de Shelburne puede rastrearse en toda lapolítica del señor Pitt durante sus años más afortunados. Fue la CasaLansdownelaquefamiliarizóaPittconeldoctorPrice,unministrodisidenteaquienlordShelburne,cuandoasumiólajefaturadegobierno,convirtióensusecretarioprivadoyquien,entreotrasimportantessugerencias,habíadadoalseñorPittlaideaparasuprimerproyectodecrearunfondodeamortizaciones.Los tratados comerciales del año 87 son del mismo cuño, y se les conocecomoelprimerintentoquerealizaungobiernoinglésparaemanciparalpaísdelapolíticaderestriccionesquehabíaimplantadola«gloriosarevolución».Fueunaépocamemorablequeintrodujoalmismotiempoenelpaísunaleydesubsidios a la exportacióndel granoyunFondodeDeudaPública.Pero enningúnotrotemafuemásevidentelamagnéticainfluenciadeldescendientedesirWilliamPetty comoen la resoluciónde sudiscípulode frenar al partidopatriciofavoreciendoelaccesode lasclasesmediasalgobiernodelpaís.DeahíelorigendelosfamososymalogradosplanesdereformaparlamentariadelseñorPitt.¿Erasincero?,sepreguntanaquellosquenopretendendescubrirlascausasnisoncapacesdecalcular losefectosde lagestiónpública. ¡Sincero!¿Porqué?Siestabaluchandoporsuvida.Ycuandosusplanessefrustran,enprimerlugarporlaoposicióndelPartidoVenecianoy,después,porelpánicoquesuscitabaeljacobinismo,notuvomásremedioquerenunciarasuobjetivoprincipal, pero se dedicó a intentarlo, en parte, mediante un procedimientoretorcido.Creóunaaristocraciaplebeyaylamezclóconlaoligarquíapatricia.Concedióeltítulodeparahacendadodesegundafilayaricosganaderosquereclutó en las callejuelas de Lombard Street y sacó de las contadurías deCornhill. Cuando el señor Pitt, en una época de restricciones financieras,declaróquetodohombreconunapropiedaddediezmillibrasalañoteníaelderechoaltítulodepar,doblaronlascampanasporlamismacausaporlaqueHampdenhabíamuertoenelcampodebatallaySydneyenelcadalso.

Si hubieran corrido tiempos normales, el discípulo de Shelburne habríaelevado el nivel económico de este país a un estado de gran prosperidad, yhabría evitado o solucionado muchas de las anomalías que ahora nosdesconciertan.Sinembargo,sudestinonoeragobernarenunperíodonormal.Sucapacidadparagobernareragrandeyposeíaunespíritudealtasmiras,perocarecía del talento creativo y de la pasión que requería una época derevoluciones.LaRevoluciónFrancesaerasubestianegra,ynoteníaformadesaberlosefectosquedesencadenaríaenEuropa,porquesuconocimientodelapolítica continental era reducido, y le asistía una diplomacia ineficiente. Sumenteseperdíaenmediodelasconvulsionessociales,delascualesélapenaspodíacomprenderlascausasnicalcularlasconsecuencias.Puestoqueestabaobligadoaactuar,nosoloactuóconviolencia,sinoexactamentealcontrariode lo que exigía el sistema político que supuestamente estaba llamado a

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combatir: apelóa los temores, a losprejuiciosya laspasionesdeunaclaseprivilegiada;hizorenacerlaviejapolíticadelaoligarquíaconlaqueélmismohabíaacabado,yse lanzóde llenoa todos losexcesos ruinososde laguerracontraFranciaydelasfinanzasholandesas.

Si estar atento a diferenciar la causa del pretexto fuera un principiosaludable de cualquier investigación que se lleve a cabo sobre losacontecimientoshistóricos,casinosepodríaencontrarningúnotroejemploenquelaaplicacióndeesteprincipioarrojaseresultadostanútilescomoeldelainvasiónholandesade1688.Lacausarealdeestainvasiónfuefinanciera.ElPríncipe de Orange había averiguado que, pese a ser considerables, losrecursosdeHolandanoeransuficientesparamantenerladestructivarivalidadquesosteníaconelgransoberanodeFrancia.Enunaauténticaconversaciónque ha llegado hasta nosotros entre Guillermo y uno de los principalesvaledoresdelainvasión,enlaHaya,elpríncipenoocultósusmotivos.Dijo:«Solo una constitución como la que tenéis en Inglaterra puede producir laconfianza necesaria para recaudar las sumas de dinero que exige una granguerra».Elpríncipevino,yutilizónuestraconstituciónparasupropósito:élintrodujoenInglaterraelsistemafinancieroholandés,basadoenhipotecarlaindustria a fin de proteger la propiedad.En teoría, apenas puede imaginarseuna medida más perjudicial, pero en la práctica sus resultados han sidoigualmentenocivosparaInglaterra.EnHolandaquees,dehecho,unanacióndebanquerosyposeeunapequeñapoblaciónunidaporlosmismosfines,estesistemaseadaptóa lascircunstanciasque lohabíancreado:sicompartíaneldeterioro del país entre todos, podrían hacer frente a las cargas económicasquelestraeríaelfuturo.YhastahoyHolandasesostienecasiúnicamenteporelgrancapitalquesecreóentonces,yqueaúnsigueociosoentresusdiques.Pero, aplicado a un país donde las circunstancias eran completamentedistintas,aunapoblaciónquecrecíaconrapidez,formadaporuncampesinadonumeroso y una incipiente clase media comerciante, el sistema financieroholandés que se ha aplicado durantemás de siglo ymedio ha provocado elempobrecimientodemultituddepersonascautivasyagobiadas.Tampocohansido menos claras las consecuencias desmoralizantes que este sistema hatenido sobre las clases más favorecidas: ha convertido la deuda en unacostumbrenacional,yalcréditoenelprincipalmecanismoreguladorenvezdeenunamedidaexcepcionaldelagestiónpública;haintroducidounespíritude riesgo, deshonestidad, ambigüedad y dudosa moralidad en la conducta,tanto de la vida privada como pública; y ha instaurado un espíritu derelumbrón, pero vil y ajeno a las consecuencias que acarreaba y, además,timoratoantelaresponsabilidad.Y,parafinalizar,hahechotantohincapiéenla capacidaddel pueblo para hacer frente a los compromisosmateriales quehabía contraído el Estado y la sociedad en su conjunto, que se ha perdidocompletamentedevistalacondiciónmoraldelpueblo.

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Unaaristocraciahipotecada,uncomercioexteriorfluctuante,unabalanzade pagos fundada en una competencia patológica, y un pueblo empobrecidoson la suma resultante del daño ocasionado, pero tal vez deberían versetambién como las grandes bendiciones que dieron pie a la libertad civil yreligiosa. Sin embargo, esta primera parecía depender, en ciertamanera, delprocedimiento judicial sajón, segúnelcualnuestrosparesdebían regirseporlasdisposicionesrecogidasenlasgrandescartasnormandas,porlaprácticaypor el estatuto de Habeas Corpus, que es un principio inherente a nuestroderecho común, pero establecido por los Estuardo. No cabe descubrir unaumentodenuestraslibertadescivilesnienunalecturaatentadenuestraCartadeDerechos,nienunexamenimparcialdelalegislacióndeaquellostiempos,dondehayqueconvenirquedisminuyeronnuestrasfranquiciaspolíticas.Paraaquellos que creen de verdad que la nación inglesa —que siempre fue unpuebloreligiosoycatólico,peroantipapistahastaenlosdíasdelosangevinos—seencontrabaenpeligrodevolveracaerbajoelyugodelPapadeRomaduranteelreinodeJaimeII,lalibertadreligiosafuetalvezaceptable,perodehechotomóelaspectodeunadoctrinaqueanatemizódeinmediatoaunagranpartedelanación,prácticamenteestablecióelpuritanismoenIrlanda,ypusoloscimientosdelosagraviosqueahoraponenenpeligroalimperio.

Hoy día es difícil creerse seriamente que las maniobras escasamentepolíticas de Jaime II, el último de los Estuardo, tuvieran otro fin que suimpracticable idea de unir las dos Iglesias. Ciertamente, fue culpable de laofensadeenviarabiertamenteaRomaunrepresentantediplomáticoquien,porcierto,fuerecibidoporelPapacongrandescortesía.PeroesqueSuMajestadlareinaVictoria,decuyoprotestantismonopuededudarse,puesesunadelasprincipalescausasde la admiraciónque leprofesamos, tieneactualmenteunsecretomensajeroenlamismacorte.Yenestoestribaladiferenciaqueseparaaambosmonarcas.Susembajadorestrabajan,sibieninfructuosamente,conelobjetivodequeterminenestasterriblesyerróneasinterpretacionespolíticasyreligiosas que han ocasionado tantomartirio y crímenes, de soberanos igualquedesúbditos.

SiJaimeIIhubieraintentadorealmentereestablecerelpapadoenestepaís,elpuebloinglés,quenotuvoparteensuderrocamiento,hubierafomentadoybuscado,almargendecualquierordenarbitrariadelextranjero,una«Iglesiacatólicayapostólica»,lamismaporlaqueaúnsuelenprofesarsufidelidad.Ysiendounpueblopráctico,esposiblequehubierapodidolograrsuobjetivoy,aunasí, haber conservado suspríncipes autóctonos, circunstancias talesque,dehaberserespetado,noshabríansalvadodelatriplebendiciónquenostrajola política veneciana: un sistema financiero holandés, y dos guerrasnapoleónicas. Contra estas, en sus días más felices y con el mayor de susempeños, lucharon los tres grandes estadistas ingleses: Bolingbroke,Shelburney,enúltimolugar,elhijodeChatham.

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En un trabajo anterior nos hemos dedicado a esbozar el carácter y lacarrera política de sus sucesores, esperamos que no sin algo de laimparcialidad que otorga el hecho de mirar al futuro. Desde la muerte deShelburne hasta 1825 la historia política de Inglaterra es una historia degrandes acontecimientos y de pequeños hombres.La ascensión al puesto deprimerministrodelseñorCanning,alquelaaristocraciaplebeyadelseñorPitthabíaconsideradodesdeunprincipiocomopocomásqueunaventurero,habíasacudidoalospartidospolíticosporeleje,perosurápidadesaparicióndelaescenapolíticadejóawhigsytoriesenunestadosimilardedesorganización.Los principios que caracterizaban a estas conexiones eran ahora difíciles derastrear.SerespirabaporentoncesenInglaterraeseperíododelasitudpúblicaquemediaentrelarupturadelospartidosylaformacióndenuevasfacciones.Unsensualistacansadoeneltrono,quesoloexigíareposoasusministros,unaaristocraciavoluptuosa,yunpuebloapático, secontentaban,ante la faltadetodaconvicciónpúblicaypasiónnacional, condejarelgobiernodelpaísenmanosdeungranhombre,cuyopoderdedecisiónaliviabaalsoberano,cuyosprejuiciosagradabanalosnoblesycuyoslogrosdeslumbrabanalasmasas.

El duque deWellington dio al cargo de primer ministro una reputacióninmortal,unacualidadtriunfantequecasipareceincluiratodaslasdemás.Suconocimientodelosasuntospúblicoseraelquecabíaesperardealguiencuyaconducta ya formaba parte importante de la historia de su país. Tenía unaproximidad personal e íntima con los principales monarcas y estadistas deEuropa,yteníaaccesoauntipodeinformacióndelquegeneralmentecarecíanlos primerosministros ingleses, pero sin la cual hubiera sido impensable lagestióndenuestrosasuntosenelexterior.Además,sustalentosparagobernarrayabanalmáximonivel.

Elperfildelaépoca,elcarácterdelpaís,lasgrandescualidadesyelfuertetemperamento del primerministro auguraban un gobierno largo y próspero.Sinembargo,laúnicapersonadesugabineteque,apartirdeunacombinacióndecircunstanciasynodeunasupremacíaintelectualsobresuscolegas,podíarivalizarconél,estaba,encambio,contentodesersusucesor.SetratabadelseñorPeel.Puestoque era unhombreque, pese a su juventud, yadirigía laCámaradelosComunes,nohayrazónparasorprendersedesumoderación:ensusmomentos demayor ambición no soñaba con un puestomayor. Era tangenerallaconviccióndequeelgobiernodelduquesoloterminaríaconelfinaldesucarrerapolítica,queenelmomentoenquetomóposesióndesucargo,loswhigsempezaronaverleconbuenosojos.Nosehablabadeotracosaquede conciliación política, y la fusión de partidos se convirtió en el objeto dechácharadetodoslosclubesyenelchismorreodetodoslossalones.

¿Cómo es posible que un hombre tan conspicuo, con una posición tanmagnífica, fracasara tan notablemente? ¿Qué ocurrió para que disolviese el

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gobierno,hicieranaufragar a supartido,ydestruyera totalmente suposiciónpolítica, de forma que, pese a estar respaldado por su gran trayectoriahistórica,solopudierareaparecerdesdeentoncesenlosconsejosmonárquicosenunaposiciónsubalterna,pornodecirambigua?

Junto a todas esas grandes cualidades que le auguraban un puesto en elcuadro de honor en nuestra historia, quizá no de menor rango que a unMarlborough,elduquedeWellingtonposeíaunafallaquefueelobstáculoquellevóal traste sucarrerapolítica.Alhacerconjeturas sobre la extraordinariainfluencia que ejerció lord Shaftesbury, y tratar de explicarse cómo unestadista de su talla, tan incoherente en su conducta y tan falso con suspartidarios, pudo haber controlado tan férreamente su país, Bishop Burnethace la siguiente observación: «Su fuerza radicaba en su conocimiento deInglaterra». Ese es exactamente el tipo de conocimiento que el duque deWellingtonnuncaposeyó.

Cuando el rey, al darse cuenta de que tenía en lordGoderich un primerministroqueenlugardedecidirrecurríaaélenbuscadeconsejo,ypensóenel duque de Wellington para que se hiciese cargo del gobierno, algunaspersonasquepodíanformarseunaopinióndeunasuntosemejante,percibieronuncambiodeorientaciónensumododeadministrarlosasuntosporpartedeSu Excelencia. Si nos atreviésemos a utilizar para un hombre como él unadjetivoquedefinierasuconducta,diríamosqueelduquesesintiódealgunaformaatemorizadodequeseeligieseparaesepuestoalseñorCanning.Estehecho decepcionó sus grandes esperanzas, frustró sus grandes proyectos ydisipóduranteun tiempo la convicciónque teníadequeél sería elpróximoelegido.Suexcelenciaelduquetuvolaconviccióndurantemuchotiempodeque,entantohombredesuépoca,sucarreramilitarnohabíasidomásqueunapreparaciónparaunanomenosilustrecarrerapolítica;yqueselereservabaelcontrol,duranteelrestodesuvida,delosdestinosdeunpaísqueledebíaennomenorgradosusupremacíaenEuropa.TraslamuertedelseñorCanningyladerrotadelordGoderichelduquepudorevalidarestasopiniones.

Napoleón, en Santa Helena, al conjeturar en una conversación sobre lafuturacarreradesuvencedor,preguntó:«¿QuéharáWellington?Despuésdetodo lo que ha hecho, no se contentará con quedarse quieto; cambiará dedinastía».Sielgranexiliadohubieseestadomásfamiliarizadoconelauténticocarácter de nuestra constitución veneciana, habría sabido que para gobernarInglaterra en 1820 no era necesario cambiar de dinastía. Pero el emperador,aunqueestabaequivocadoen loprincipal, acertabaen loaccesorio,pueseraevidenteque laenergíaque lehabía llevadoaentrar triunfantedosvecesenParís, con la que se había granjeado la confianza de los reyes, y le habíaservidoparamediar con lospríncipes enViena, no iba a replegarsebajouninsignificante manto de armiño. El duque comenzó pronto sus tácticas

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políticas.En el gabinete de lordLiverpool, especialmente durante su últimoperíodo, se urdieron muchas intrigas. Había, no obstante, numerososobstáculos,quedesaparecierongraciasa losdesigniosdeldestino,enelcualcreía su excelencia: las desapariciones de la escena política tanto de lordCastlereaghcomodelseñorCanningfueronigualdeinesperadas.ElduquedeWellington fueministrodurantemucho tiempo,ynuncahubo individuoqueocupasesucargosiendotanconscientedesupoderyestandotandecididoaejercerlo.

Noesestalaocasiónparaintentarhacerjusticiaauntemataninstructivocomo laadministracióndeSuExcelenciaelduque,aunquesi sehicieseconimparcialidadysuficiente información, seríaunacontribución inapreciablealosanalesdenuestroconocimientopolíticoydenuestraexperienciaentantopaís. A lo largo de su breve pero excéntrico y tumultuoso periplo se nosofrecen continuas pruebas de lo importante que es poseer ese conocimiento«enelqueradicabalafuerzadelordShaftsbury»,puesen24meseselduquese granjea la enemistad de la aristocracia sin haberse reconciliado con elpueblo; al mismo tiempo que ofende de igual modo, en dos ocasionesdistintas, primero a los prejuicios, y después a las pretensiones de la clasemedia. El pueblo estaba asombrado de oír que unos estadistas de largatrayectoriaparlamentaria,hombresentornoaloscualessehabíanconcentradodurante años con confianza o al menos con interés las inteligencias de lanación, eran expulsadosdel gobiernodeuna formano impropiadel coronelJoyce,siendosustituidosensuspuestosporsoldadosdesegundorango,cuyosnombres eran desconocidos para la gran mayoría de la gente, y que bajoningunacircunstanciahubieranaspiradoaunpuestosuperioraldelgobiernodeunacolonia.Esteperíodopolítico,quecomenzóconarroganciaterminóenpánico.Hubounintervalodedesconciertoduranteelcualsucedióunodelosmásridículosejemplosdeunintentodecoalición:sepromovióelascensodelos subordinadosmientras aún estabanpendientes las negociaciones con susjefes, y estas negociaciones, que tan torpemente se habían llevado,desembocaronenelresentimiento,detalmaneraquealadecepciónpolíticasesumó la ofensa personal.Cuando incluso sus parásitos empezaron a parecersombríos,elduque teníauna recetaqueera restaurarlo todo,pues trashaberpermitidoqueseescaparandesucontrol todosloshilosdelpoder,creíaquetodopodríarecuperarelequilibriosidictabaunaleydelacerveza.Seoyóelgruñido de la reforma pero no fue demasiado fiero. Sin embargo, aún teníatiempo de salvarse a sí mismo. Su Excelencia el duque desencadenó unarevoluciónquepodríahaberseretrasadomediosiglomás,ynoteníaporquéhaber sucedido de un modo tan grave. Prefirió huir a retirarse. Habíacomenzado a ejercer su ministerio a la manera del rey Breno y lo habíaterminadocomoaquelaltogaloque,enviadoaasesinaralrivaldeSila,tiróelarmaantelaimpertérritamiradadesuinminentevíctima.

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LordMarneyseahorróeldolordelacatástrofe.Ascendidoaunpuestoderesponsabilidad en la administración, y esperando que, con la ayuda de supartido, aún le estuviese destinado el propósito que había heredado de sufamilia, murió creyendo plenamente en el ducado, venerando al duque yconvencido de que finalmente él debería convertirse en duque. Fue unaeutanasiadesdecualquierpuntodevista,puesexpirócomoinclinándosesobresuvaritamágica,ybalbuciendoalgoacercadelashojasdelfresal.

Capítulo4

—MiqueridoCharles—dijoladyMarneyaEgremontlamañanadespuésdel derby, cuando este le comentaba algunos de los incidentes de la carreramientras desayunaba con ella en su saloncito—, olvidemos a tu díscolocaballo.Teenviéunanotaestamañanaporquedeseabaverte, especialmenteantesdequetemarchases.

»Las cosas —siguió lady Marney, no sin antes mirar alrededor de lahabitaciónparaversihabíaduendesescuchandosussecretosdeEstado—,lascosasestándifíciles».

«De eso no cabe duda», pensó Egremont, mientras veía interponerse elhorrible fantasma del día-de-la-reconciliación entre su madre y él mismo.Pero,alnosaberrealmenteaquéserefería,sededicóasorberelté,yreplicóconinocencia:

—¿Porqué?

—SedisolveránlasCámaras—dijoladyMarney.

—¿Formaremosgobierno?

LadyMarneynegóconlacabeza.

—Con los hombres que tienen ahora no ampliarán su mayoría —dijoEgremont.

—Esperoqueno—dijoladyMarney.

—¿Por qué siempre dices que si se convocan otras elecciones generalesllegaremosalgobiernoseaquienseaquiendisuelvalasCámaras?

—Pero eso era cuando teníamos la corte a nuestro favor—replicó contristezaladyMarney.

—¿Esquehacambiadoelrey?—dijoEgremont—.Penséquetodoestababien.

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—Todoestababien—añadió ladyMarney—.Si viviese tresmesesmás,expulsaríaaestagentedelgobierno.

—¡Siviviese!—exclamóEgremont.

—Sí—afirmóladyMarney—:elreyestámuriéndose.

Egremont, dejando escapar lentamente una exclamación, se apoyó en elrespaldodesusilla.

—Puedequeaúnvivaunmes—dijoladyMarney—,peronollegaráalosdos.EsunodelossecretosdeEstadomejorguardados;sololoconocencuatropersonas,yyoteloconfíoati,miqueridoCharles,conlaabsolutaconfianzaqueesperosiempreexistiráentrenosotros,porqueesunacontecimientoquepuedeafectarenormementeatucarrera.

—¿Dequéforma,miqueridamadre?

—¡Marbury!YaheplaneadoconelseñorTadpolequetútepresentarásporeldistritocentro.Conelgobiernoennuestrasmanos,comoyapredijeenlaseleccionesgenerales,creoqueeléxitoesseguro.Conlascircunstanciasalasquenosenfrentamos,laluchaserádifícil,peropiensoqueloconseguiremos;yparamíseráundíamuyfelizcuandoteveaati,unodelosnuestros,denuevoenelParlamento,miqueridohijo.

—Bien, mi querida madre. Claro que me complacería mucho llegar alParlamento,especialmenterepresentandoaldistritoantiguo,perometemoquelacompeticiónserádelomásreñida—dijoEgremont,entonoinquisitivo.

—Oh, no me cabe ninguna duda —replicó lady Marney— de quetendremos algún bribón de la clase media, algún chapista o sastre, o unfabricante de velas, con sus grandes fondos, predicando la reforma ypracticando la corrupción, exactamente igual que hicieron loswhigs cuandogobernaba Walpole, porque el soborno no se conocía en la época de losEstuardo, pero ahora, como dice el señor Tadpole, tenemos un excelentecenso.Yunjovencandidatoconunapellidoconsolerapuededelatarse—dijoconuna sonrisa ladyMarney—,peroyovoyahacer campañapara solicitarvotos,ydebemoshacerloquepodamos.

—Tengo una gran fe en tu campaña electoral—dijo Egremont—, perotambién,almismotiempo,enlapólvoraylostiros.

—Sonesenciales—dijoladyMarney—.Losé,especialmenteenestosdíasde corrupción, peroMarney te los proporcionará, desde luego. Es lomenosquepuedehacerpararecuperaralgodelainfluenciafamiliarypoderirconlacabezabienalta.Leescribiréencuantoencuentreelmomentoidóneo.Talvezdeberíashacerlotútambién,Charles.

—¿Porqué?,considerandoquenohevistoamihermanodesdehacedos

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años,yquenonosseparamosenlosmejorestérminosposibles.

—Peroesoestáyatodoolvidado.

—Gracias a tus gestiones, queridamadre, que siempre se dirigen a buenpuertoy,sinembargo—continuóEgremont,despuésdeunmomentodepausa—,noestoydispuestoaescribiraMarney,especialmentesiesparapedirleunfavor.

—Bien, yo le escribiré—dijo ladyMarney—, aunque no puedo admitirque sea un favor. Tal vez sería mejor que lo vieras tú primero. No puedoentenderporquésigueconfinadoenlaAbadía.Estoyconvencidadequeenmiépoca loencontrabaun lugarmelancólico.Ojalá tehubieras reunidoallíconél,Charles,aunquesolohubierasidoporunosdías.

—Bueno,puesnolohice,queridamadre,yahoranopuedoir.Tengoqueconfiarenti,pero¿túestásseguradequeelreyvaamorir?

—Terepitoqueescierto—replicóladyMarneyenvozbaja,peroconuntono decidido—: cierto, cierto, cierto. Pero en este momento no bajes laguardiaporningunacircunstanciaenelmundo;nodigasniunasílabade loquesabes.

EnesemomentouncriadoentróyentregóunanotaaladyMarney,quienlaleyóconunasonrisairónica.EradeladySt.Julians,ycorrióhacianosotros:

MuyConfidencial

MiqueridaladyMarney:

Esuninformefalso:élestáenfermo,peronocorrepeligro.Setratadelafiebre del heno que suele tener siempre, nadamás. Se lo diré a su señoríacuandonosencontremos,peronomeatrevoaescribirlo.Lealegrarásaberlo,sigoconmicuadrilla.

Suyamuyafectuosamente

A.ST.J.

—Pobremujer,siempreseequivoca—dijoladyMarney,arrojandolanotaaEgremont—.Esebaileacuatronunca tendrá lugar, locualesuna lástima,puesconsistesolamenteenbellasmujeresehijosmayores.Deboresponderleconunanota—ysepusoaescribir:

MiqueridaladySt.Julians:

Quéamabilidadlavuestraalescribirmeyenviarmenoticiastangratas.Nodudodequevostenéisrazón;siemprelatenéis.Séqueelañopasadopadecióde fiebres de asma.Me alegro por vuestra cuadrilla, ¡sería encantador! Nodejéisdedecirmesioísalgomásdesuinnombrablecuarteto.

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Siempreafectuosamentesuya

C.M.

Capítulo5

LordMarneydejóvariosniños;suherederoeracincoañosmayorquesusiguientehijo,Charles,quienporlaépocadelamuertedesupadreestabaenChristchurchy acababade cumplir el últimoañode suminoríade edad.Alllegaraesafecha,recibiólasumadequincemillibras,queeralaasignaciónque le correspondía, un tercio de la cual ya había gastado anticipadamente.Egremontsehabíacriadoenmediode toda laclasedecomodidadesy lujosquepuedabrindarelrefinamientoyofrecerlariqueza.Eraelniñopredilectodesuspadres,quecompetíanentresíalahoraderodearledeatencionesydemimarle.Seleconsentíantodaslasextravaganciasyselesatisfacíaentodossus caprichos.Podíamontar los caballosque legustabany, si se rompía lasrodillas, lo que en otro habría sido considerado un error flagrante, en él setomaba como una prueba de su espíritu temerario. Si no era un completoegoístaytestarudo,sinomásbienlocontrario,noeraculpadesuspadres,sinomás bien el efecto de una naturaleza benevolente que le había otorgado unespíritugenerosoyuncorazónamable,aunqueacompañadodeunapeligrosasusceptibilidad que hacía de él una criatura a merced del impulso, y queparecía desafiar incluso al tiempo, incapaz de grabar en su ser cualquiernociónpróximaalaprudencia.ElniveleducativodeEton,duranteeltiempoque pasó en él Charles Egremont, no rayaba a la altura en que lo haceactualmente.Se tratabade losmesespreviosalgrancambio imprevistoque,fuese cual fuese su propósito o sus resultados inmediatos, al menos fue elprimer susto que sufrió la pseudoaristocracia de este país. Entonces, todoflorecíabajoelsolylosbuenosaromas,yniunabriznadeaireperturbabaelesplendordelpaísdelmeridianodeGreenwich.Entonces,elmundonosoloestabahechoparaunospocos, sinoparaunosmuypocos.Con losdedosdeunamanosepodíancontar las felices familiasque teníanasualcancehacercualquiercosayposeercualquiercosa.LaideaqueunestudiantedeentoncesteníasobrelaIglesiaeraquenadabaenlaopulencia;ysobreelEstadoqueeraun conjunto de circunscripciones electorales corrompidas. No hacer nada yobteneralgoacambioera la ideaque se formabacualquiermuchachode loque era la carrera de un hombre. No había nada en la suerte de CharlesEgremont,ypocoensutemperamento,quepudierahacerdeélunaexcepciónalainmensamayoría;alegreyconfiado,sedejaballevarporelesplendordelacorriente. Era popular en el colegio e idolatrado en casa; el presente no loinquietaba,porqueelfuturoleasegurabaunescañofamiliarenelParlamento

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en cuanto entrara en la carrera política, además de, a su debido tiempo, unpuestorutilanteenlacorte,consuslegítimasconsecuencias.Ladiversión,nola ambición, parecían el principio de su existencia. La contingencia de unamitra, la certidumbre de un ascenso no le reconciliaban con el sacrificiopersonalque,hastaciertopunto,seexigíaaunsacerdote,inclusoenaquellostiempos de erastianismo rampante. Dejó las colonias al cuidado de sushermanosmenores,porquelaideaqueélteníadeunaprofesiónselimitabaalhechodeformarpartedelregimientodeunparquedeLondres,alternadoconalgunasvisitas aWindsor.Perohabía suficiente tiempoparapensar en estascosas. Tenía que disfrutar de Oxford al igual que lo había hecho en Eton,dondelapensiónquelepasabasupadreeradeltodopuntoexcesiva,aunqueincrementada por el dinero para gastos imprevistos que le pasaba sumadreprocedente de los diezmos. Mientras proseguía sus estudios, cazando ymontandoenbarca,conduciendotándem,disputandocompeticionesacaballo,desfogándose en la vida crápula de las fiestas juveniles, y dilapidando sufortuna,ariesgodeperderladeltodo,enuntristeremedodevidadisolutaenlaurbe,elducado,quesesuponíaibaasereterno,deprontosederrumbó.

La Ley de la Reforma no ha colocado la administración de nuestrosasuntosenmanosmáscapacesquelasquelosgestionabanconanterioridadaestaley,yaque,conalgunasexcepciones,lamayorpartedelosmiembrosmáseficacesdelactualgabineteeranministrosantesdequeseestablecieselaLeydelaReforma.TampocoesteestatutomemorablehacreadounParlamentodemásprestigioporsuscualidades—asaber:lacapacidadpolítica,laelocuenciayelreconocimientodelpueblo—delqueyaofrecíaelantiguosistema.Porelcontrario, una de las cámaras del Parlamento ha sido degradadairremediablementeacumplir la funcióndemero tribunalde registro,y se lehan otorgado grandes privilegios a condición de que nunca los ejerza.Mientraslaotracámaraque,aprimeravista,ydeformasuperficial,muestrasíntomas de una vitalidad casi sobrenatural y ha acaparado bajo su mantotodoslosasuntosdelpaís,observadadecerca,haasumidodealgunamaneralas funciones de una junta de administración que desempeña funcionesmunicipalesenvezdenacionales.Estasituaciónhageneradoelclamorcríticodemillones de personas que no pueden comprender por qué se exige a unsenadoprivilegiadoyexclusivoquerealicefuncionesqueafectandecercaatodos pero que gestiona de forma extremadamente personalista, cuando haymuchas personas de ámbitos civiles que podrían cumplirlas de unmodo nomenossatisfactorio,aunquesindudamenosostentoso.

PeroaunquelaLeydelaReformanonoshayaproporcionadogobernantesmáscapacesounsenadomásilustre,puedehaberejercidoalargoplazounainfluencia benéfica. ¿Ha sido así? ¿Ha elevado el nivel de la concienciapública? ¿Ha cultivado las sensibilidades populares hacia fines nobles yennoblecedores?¿Hasupuestounmayordesafíoparaelrespetoylaconfianza

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en sí mismo del pueblo de Inglaterra cuya estima estaba completamentedegradadadesdelafatalintroduccióndelsistemafinancieroholandés?¿Quiénpuede creerlo? Si durante el último siglo y medio el vicio constante deInglaterra fue el espíritu de una codicia devoradora que arrasó todas lascualidadeshumanasdelavida,desdelaaprobacióndelaLeydelaReformalaadoración del resplandeciente vellocino de oro se ha multiplicado por tres.Adquirir,acumular,rapiñar,despojarseunosaotrosdelasriquezasmediantemáximas filosóficas, proponer una utopía consistente solamente enBIENESTARECONÓMICOyenTRABAJO,hasidolaincansabletareadelaInglaterra afrancesada durante los últimos doce años, hasta que el grito deprotesta de una intolerable esclavitud nos ha despertado de esta vorazrivalidad.

¿Podemosconcluir,entonces,queelúnicoefectodelaLeydelaReformahasidocrearenestepaísunomásdeesosinteresesdeclasealosqueahoraculpamos de haber sido impedimentos para una mejora general? Noexactamente.Nodebedespreciarse la influencia indirecta queha ejercido laLey deReforma, cuyas consecuencias pueden tener al final un gran calado.Con ella los hombres se pusieron a pensar, amplió el horizonte de laexperiencia política, hizo reflexionar de alguna manera al pueblo sobre lascircunstanciasdenuestrahistorianacional;destapóalgunasanomalíassocialescuyos comienzos no eran tan lejanos como podría pensarse y cuyas causaseranmuydiferentesdeloqueleshabíahechocreer laeducaciónquehabíanrecibido;ycreóypreparósutilmente laconcienciadeunpuebloparaquesepudiera apelar a ella, pero ya sin desesperación, con el fin de disipar losmisteriosconlosquedurantecercadecasitressigloslosescritoresdelpartidohan envuelto la historia nacional y sin cuyo esclarecimiento no puedeentenderseningunaposiciónpolíticaniremediarseningúnmalsocial.

Losacontecimientosde1830noprodujeronningúncambioenelmododepensarnienlavidadeCharlesEgremont.Sedejóguiarpolíticamenteporsumadre, que era su referencia constante. Lady Marney era una destacada«estadista»—como llamaron a ladyCarlisle en la épocadeCarlos I—,unagran amiga de lady St. Julians, y una de las más eminentes y declaradasvaledorasdelducado.SuprimerareacciónantelacaídadeWellington,queerasu héroe, fue la de quedarse desconcertada por la impertinencia de losadversarios de este,mezclada con algo de orgullosa lástima por su estúpidaambición y su breve carrera. A lo largo de una semana esperó a que SuExcelenciaelduquelellamara,einformóatodaslaspersonasdesuconfianzadeque«conestagentenosepodíaformarungabinete».Cuandosonóeltoquearebatodelapaz,lareformayelajusteeconómico,ellasonrióamargamente,seapenópor lordGrey,enquienhabíadepositadomejoresesperanzas,y lesconcedióunañodeplazo,altiempoqueañadíaconconsoladoramaliciaque«seríaunasuntoqueduraríatanpococomoeldeCanning».Alfinalseaprobó

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laLeydelaReformaynadieseriomásagustoqueladyMarney,nisiquieralaCámaradelosComunes,dondefuepresentadaparasuaprobación.

La ley no obtuvo el refrendo de la cámara, y ladyMarney dio una granfiesta para celebrarlo y para compensar a los tenderos de Londres por lapérdida de su futura franquicia. Lady Marney estaba a punto de dejar susobligaciones en la corte cuando, para su sorpresa, el fogonazo de un cañónanunció la disolución del Parlamento. Se quedó pálida, pues ella conocíademasiadobienlossecretosdeTadpoleyTaperparallamarseaengañosobrelasconsecuenciasdeeseacto;sehundióensusillón,ydenuncióalordGreyporseruntraidorasuclase.

Lady Marney, que había estado escribiendo a su hijo en Oxford desdehacía seis meses las cartas más encantadoras y divertidas ridiculizando alGobierno, comunicó aEgremont que la revolución era inevitable, que todaslas propiedades se confiscarían al instante, que se ajusticiaría al pobre reydesilusionado o, en el mejor de los casos, se le enviaría a Hanover, y sellevaría a la guillotina, sin excusa, a la totalidad de la nobleza y a losprincipales representantes de la alta burguesía y, por supuesto, a cualquieraquetuvierapropiedades.

ParaCharlesEgremont,tantosisusamigosteníanqueabandonarelpoderde inmediato como si sus propiedades iban a ser embargadas, la conclusiónprácticaeralamisma:CarpeDiem.Portanto,siguiósucarreraenOxfordsinalterar sus planes, y se licenció en 1833. Por ser el hijomenor tenía gustosextravagantes y hábitos caros; tenía reputación de ser un espíritu penetranteaunque aún sin cultivar —pues su formación en Eton había sido bastantepuerily,porconsiguiente,nohabía llegadoa fraguarcomoestudiante—,deposeer numerosas virtudes varoniles, y poseía un porte y un semblante quecautivabande inmediatoydespertaba el afectode la gente.Un fisiólogonohabríainferidodesuaspectoycomplexiónlacarreraquehabíaelegidonielcarácterque tenía.Ladisposicióngeneraldesusrasgosy laexpresióndesurostrocuandoseencontrabaenreposoerapensativa;sufrente,bientorneada,poseía un aire de exquisito refinamiento; su boca se movía de una formaamable,ysusvivosojosmarronesbrillabanconternura;unadisposiciónquearmonizabaconladulzuradesuvozalhablar.

Losdosañosquepasóenloscírculosmásdistinguidosdenuestrasociedadejercieron un efecto benéfico en la actitud general de Egremont, y puededecirsequeremataronsueducación.Tuvoelsentidocomúnyelbuengustodeno permitir que su inclinación por los deportes degenerara en el uso de unlenguajeespecializado,sinoquesededicóalprovechosoydelicadocultivodeltrato con lamujer que, como suele ocurrir, dulcificó susmaneras y afiló suingenio.Eraafortunadopor tenerunamadre lista,y él apreciabaeste tesoroinestimable.LadyMarneyconocíamuybienlasociedad,yentendíabastante

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delacondiciónhumana,delacual,secomplacíaencreer,habíadesentrañadohastasusúltimossecretos.Sejactabadesusentidodeltacto;y,enefecto,eramuyrápida,perotanenérgicaquesuartedesaparecíaaveces.Avezadacomoera en las cosas del mundo, no carecía de impulso, pues era una personaanimadayhubiera sido sumamente agradable, si no fuesepor su infatigablenecesidadde resultar ingeniosa; y, sin duda, su influencia social habría sidomuchomásdeterminantesinohubieseestadotandeseosadedemostrarlo.Sinembargo, sus muchos encantos personales —una franca y, sin embargo,cuando era necesario, consumada educación, una mente ágil, una lenguapenetrante,unespírituvigoroso,yunagranposiciónsocial—hacíandeladyMarney una mujer universal y extremadamente popular, a la que sus hijosadoraban,puesera,ciertamente,unamadreverdaderaymuyafectuosa.

Cuando Egremont cumplió veinticuatro años se enamoró con auténticapasión.Aligualqueotros,habíavoladodeflorenflory,aligualquelosotros,también se había imaginado que el último perfume era el más dulce para,luego,volardenuevo.Pero ahora estaba totalmente cautivado.Ladivinidaderaunanuevabelleza,elmundoenterosedeshacíaenelogioshaciaella,peroEgremont había avanzado: ladyArabella no solo era hermosa, sino que erainteligenteyfascinante;supresenciaerainspiradora,almenosparaEgremont.Ella condescendía a que él le gustase; lo distinguía con su atención, y susnombres eran pronunciados juntos. Egremont se abandonó a sus lisonjerossueños,aunquelamentabanohabersededicadoaunaprofesión,porquehabíaperjudicadoasuescasopatrimonio.Pensóenelamorenunacasitadecampo,o en arrendar un señorío, pensó en vivirmucho tiempo con sumadre y unpoco con su hermano; pensó en la ley y en la Iglesia; y una vez pensó enNueva Zelanda. Siendo un elegido de la naturaleza y de la elegancia, porprimera vez en la vida Egremont era consciente de que había algo en suposición social que, por debajo del brillo de su fachada, le pudiera estarreservando, para cuando la juventud se hubiera marchitado y se hubieraapagadoelbrillodelasociedad,undestinoamargoytemible.

Un cambio doloroso en el comportamiento de su adorada lo despertó desussueños.LamadredeladyArabellaestabaalarmada.Legustabaquesuhijafueseadmiradainclusoporloshijosmenorescuandoestoserandistinguidos,perosolosieraadistancia,yelnombredelseñorEgremontsalíaarelucirconfrecuencia asociado al de sus hijas, incluso en un periódico dominical. Eranecesariotomarmedidasurgentes,ysetomaron.Peseaestarsonrientecuandoseencontraban,yaunamablecuandoconversaban,parecía,poralgunaclasededestrezamágicaquedejabaperplejohastaaEgremont,quesusencuentroseran cada vez más espaciados, y las oportunidades para mantener unaconversación menos frecuentes. Al terminar la temporada, lady Arabellaseleccionó entre una multitud de admiradores igualmente cualificados a unjoven par con un gran patrimonio y perteneciente a la «antigua nobleza»,

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circunstanciaque,habidacuentadequesuabuelosolamentehabía llegadoadirectordeEastIndia,eramuygratificanteparalanovia.

Esta desafortunada pasión de Charles Egremont, junto con susmortificantes circunstancias y consecuencias, fue nada más que el primergolpedesuvida,elcual,comonosocurreatodos,lehizopensarporprimeravez. Todos hemos experimentado la descorazonadora catástrofe de verdesvanecerse nuestras ilusiones por primera vez, y escuchar cómo nuestradesengañada imaginación o nuestra castigada vanidad nos confiesan que nosomosniinfaliblesniirresistibles.Porfortuna,lasprimerasleccionesquenosbrindalaexperienciasedestinanaestaprimerafasedelajuventud,ypesealoamargo y doloroso que resulta el primer desengaño para nuestros jóvenessentimientos, el impulso vital de la primera juventud impide que nosamilanemos. Generalmente, nuestros primeros arañazos nos conducen anuestro primer viaje. La decepción requiere un cambio de aires, ladesesperaciónuncambiodeescenario.Egremontabandonóelpaísparavolvermásadelante,trasunañoymediodeausencia,convertidoenunhombremássabio.Trashaberdejado Inglaterraentristecidoyhaberprobadoya,conunatolerablelibertad,losplaceresylasfrivolidadesdelavida,suestadodeánimono era poco adecuado para observar, explorar y reflexionar. Los nuevosobjetos que lo rodeaban excitaban su inteligencia; se encontró con hombresnotables, que es uno de los principales alicientes de un viaje, cuyasconversaciones abrieron su mente, y valía la pena que se abriera. Seempezaron a despertar en él impulsos de los cuales no era consciente, y sucuriosidad recién despierta lo condujo a investigar y a leer; descubrió que,aunqueimaginabaquesueducaciónyaestabacompleta,enrealidadnohabíacomenzado; y aunque había ido a la escuela pública y a la universidad, enrealidad,nosabíanada.Peroserconscientedequeunoesunignoranteesungran paso para llegar al conocimiento.Ante un intelecto emancipado y unainteligenciaendesarrollo,elgransistemade lasbuenascostumbresyde losbuenossentimientosentrelosqueélhabíanacidoysehabíacriado,empezóavenirse abajo. La generosidad natural de su corazón retrocedió al volver allevardenuevounavidaarroganteyfrígida,desprovistaporigualdeauténticacompasiónygrandeza.

A principios de la primavera de 1837, Egremont volvió a entrar en elmundo donde había brillado con luz propia y que una vez concibió paraabarcardentrodesucircunferenciatodoloquepodíaocuparointeresaraunhombre. Su madre, encantada de acogerlo de nuevo bajo su techo, habíaacabado con algo de la antigua frialdad que existía entre él y su hermanomayor;suantiguaamigalerecibióconcordialidadylepresentóalosnuevoshéroes que habían surgido durante el tiempo que había durado su ausencia.Aparentemente, aEgremont no le desagradaba la idea de seguir, aunque sinvehemencia, la misma carrera en la que había participado. Frecuentaba las

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asambleasysedejabacaerporlosclubes;montabaacaballoenelparque,ysepaseaba perezosamente por los salones de la ópera. Pero en una cosa eradistintasuexistenciaantesydespuésdelosviajes:ahoraeraconscientedequequería algo; y siempre estaba meditando sobre la acción, aunque aúndesconocíacómoactuar.Talvezfueestedeseodequetiraranfuertementedeél,otalvezfueladistracción,loquelocondujodenuevoalascarreras.Eraunfinqueleparecíamásrealquelavidadelossalones,llenadeafectación,ideas pervertidas y pasiones sectáreas. Fuese lo que fuese lo que impulsó aEgremont, sin duda no era precisamente el Derby lo que le interesaba y,aunque no carecía en absoluto de conocimiento sobre los misterios de lahípica, confiaba tanto en sus informantes que, con su ardor habitual, apostóunaconsiderablecantidadporelcaballoquedebíahaberganado,peroque,sinembargo,llegóalametaensegundaposición.

Capítulo6

ApesardelacertezadeladySt.Julians,ydelacalidadinigualabledesuinformación,lasaluddelreynomejoraba;aunasíeraelasmaysolamenteelasma.SehabíapermitidoquesefiltraselanoticiaenlaCorteCirculardeque«SuMajestadhabíaestadoligeramenteindispuestodurantelosúltimosdías»,pero enseguida le siguió la confirmación de que la resolución preferida ylargamente madurada de Su Majestad de dar un banquete de Estado a loscaballeros de las cuatro órdenes nobiliarias, iba a llevarse a efectoinmediatamente. Lady St. Julians fue la primera en saber la noticia de estaimportantecircunstancia,queconfirmósuconvicciónoriginaldeseguirconsubaile cuatrillo. Egremont, que se jugaba también algo importante, se quedóasombrado al conocer la noticia y la inconmovible fe de lady St. Julians.Consultóasumadre;ladyMarneynegóconlacabeza.

—¡Pobre mujer! —dijo lady Marney—, siempre se equivoca. Y —colocandosudedoenellabiocontinuó—esetalpríncipeEsterhazyhaestadopresionandoparaqueseleconcedieselaGranCruzdesdehacetiempo,afindepoderasistircomoinvitadoaestamismacena,peroselecomunicóqueeraimposibleporquelasaluddelreynoloresistiría.Asíquecuandoesimposibleuna sencilla condecoración,menos probable aún es que sea posible celebrarunacenadeEstado.No;esungrangolpeparatodosnosotros,peronosirvedenada cerrar los ojos al hecho de que a nuestro pobre y querido rey no lovolveremosavervivo.

Y aproximadamente una semana después de suceder esto, apareció elprimer boletín. Desde ese instante, la ávidamultitud empezó a analizar los

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partesdiariosconpreocupadodetenimiento,ysusesperanzas,especulacionesy proyectos variaban de una frase a otra. Para los ya iniciados no habíasuspense,puestodossabíanquesehabíaterminado,yladySt.Julians,dejandoaunladosucuatrillo,empezóabuscarsitiosenelParlamentoparasushijos.

—Quétranquilidaddatenerunamadrelista—exclamóEgremontmientrasponderabalosingresosquelehabíadevueltosuagenteelectoral.

Lady Marney, debidamente advertida de la inminente catástrofe, sebeneficiaba de todas las ventajas de tener información con anterioridad. Leencantaba encontrarse con lady St. Julians cuando iba alocadamente en sucarruajedeunsitioaotrodelaciudad,llamandoalosclubes,reuniéndoseapuertacerradaconlosburócratas,haciendocombinacionesingeniosasquenoibanafuncionar,pormediodelascualesibaapresentaraalgunodesushijosencoaliciónconalgúnricoadvenedizo,conelfindenopagarningunodelosgastos, pero entrar los primeros. Y durante todo este tiempo, ladyMarney,serenaysonriente, teníaelplacercotidianodeconfiarlea ladySt.Julianselalivio que le producía que Charles hubiera asegurado su puesto. Lo habíanplaneadodurantelasúltimassemanas,«peroclaro,yasabes—concluyóladyMarney,conunavozdulceyunamiradalisonjera—,nuncamecreíelrumordequeteníaasma».

Entretanto, el inminente acontecimiento cambió la atmósfera de todo elmundopolítico.Unreyquemoríaantesdelosnuevoscensoselectoraleserauno de los mayores golpes que recibía el pseudotorismo desde que SuMajestad,trasllamaraunsimónparaquelellevasealParlamento,disolviólascámaras en 1831. Los Tadpole y Taper habían calculado que si sir RobertdisolvíaelParlamentodespuésdelcensoelectoralde1837obtendríaunaclaramayoría en las elecciones, tal vez no excesivamente amplia, pero suficientepara gobernar. Sería una mayoría manipulable que, con unos veinticinco otreintahombres,yunprobableliderazgodelanobleza,condosotrespersonasmoviendo los hilos,media docenade baronías, los derechos de aduanaparasusdiputadosylosbailesparaentretenerasusesposas,podríaserpersuadidadesalvaralEstado.¡Oh,Inglaterra,antiguoygloriosoreino,quéextrañossonlos destinos de tu política! La sabiduría de los sajones, el valor de losnormandos,elbuenhacerdeEstadodelosTudor, lapolíticamatrimonialdelosEstuardo, el espíritu de losGüelfos pugnando contra el cautiverio de susoberanía; estas son las nobles cualidades que durante mil años hangarantizado el progreso del país. Y, ahora, todas tus memorables dinastíasacabanenelgobiernopropagandistadeunostreintaanónimosydesconocidosmercachifles deshonestos. Al menos los Treinta de Atenas eran tiranos,hombres de carne y hueso, pero la oscura mayoría que bajo la presenteconstitución está llamada a gobernar Inglaterra es tan secreta como uncónclave veneciano. Sin embargo, todo depende de sus oscuras voces. ¿Por

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qué no provocar o impedir que se adopte alguna gran medida que puedaafectar losdestinosdemillonesdepersonasenelfuturo,yelfuturocarácterde las personas; digamos, por ejemplo, un plan de educación nacional? Elministrodeberepartirelexpoliorealizadoalclandelosanalfabetos,queeslaescoria que flota en la superficie de un partido político, y no ceder ante laperspectiva de recibir honores, que son de verdad honorables cuando, trastransmitirse el cargo, se recibe el brillo del reconocimiento, cuando son elobsequioquehonralavirtudejercidaenelserviciopúblico,yladistinciónquepremia la valía y el talento. Pero es imposible que el sistema de los treintapueda prosperar durante mucho tiempo en una época de búsqueda yconvulsionescomoeslaactual.Unsistemaasípuedeirbienalequilibriodeinteresesya laalternanciaperiódicadelasfaccionesrivalesdelaoligarquíaenelejerciciodelpoder,perosolopuedesubsistirsisesubordinaalsoberanoa dicho poder y se degrada a lamultitud; no puede funcionar en una épocacuyoespírituprontodemostraráqueelpoderyelpueblosonambosdivinos.

—Nopuededurardiezdías—dijoun secretario conservadordelTesoro,conunamiradatriunfantealseñorTapercuandoseencontraronenPallMall—.Ustedesvanadejarelpoderdetodastodas.

—No esté tan seguro de sus posibilidades —añadió desesperado elconsternadoTaper—.Quenosotrossalgamosnosignificaqueustedestenganqueentrar.

—¿Quéinsinúa?

—ExistenpersonascomolordDurhamenelmundo—dijoelseñorTaper,muysolemnemente.

—¡Bah!—replicóelsecretario.

—Lepareceráunatontería—añadióelseñorTaper—,perositenemosungobiernoradical,comoesperoydeseo,notendránenergíasparahacerloquehicieronenel31,yconlacuestióndelaIglesia,ladelgranoyladelareinaconsorte,yapodemosgritartanaltoalpaíscomootraspersonas.

—Yo voy a apoyar a Melbourne, contra lo que indican ahora lospronósticos—dijoelsecretario.

—LordDurhamcenóenKensingtoneljueves—dijoTaper—,ynohabíapresenteniunsolowhig.

—Ay, Durham habla muy bien a la hora de la cena —puntualizó elsecretario—, pero no tiene una auténtica intención de gobernar.Cuando seaPríncipedeGales,lordMelbournenombraráaDurhamjefedelaCasaReal,yesolomantendrátranquilo.

—¿Qué ha oído?—dijo el señor Tadpole, uniéndose a ellos—.Me han

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dichoquesehabíanburladodeél.

—Nosehagailusiones—dijoelsecretario.

—Bien, ya veremos lo que dicen en los discursos electorales—observóTadpole,conuntonoaudaz.

—¡Quién tienemiedo!—dijoel secretario—.No,no,miqueridoamigo,está cansado.Vale la pena luchar por el triunfo, y no crea que estamos tanabatidos que vamos a perder la carrera por falta de maniobras. Sus censosfraudulentosnoservirándenadaenestenuevoreinado.Ledigoquenuestrosgrandes hombres quieren llegar hasta el fondo; tenemos a Croucher,denunciaremosalClubCarltonyatodalacorrupciónquehayenelreinoy,sino es bastante, juraremos hasta que se nos caiga la lengua que el rey deHanoverestáimplicadoenunatramaparaderrocaranuestrajovenreina.

Yeltriunfantesecretariosedespidiódeloshonorablesparesdeseándolesunbuendía.

—Ciertamente la causa que defienden es noble—dijo Taper en un tonolúgubre.

—Despuésdetodo, loscensospodríanserpeores—confirmóTadpole—,peroaunasíesunabazamuybuena.

Lospartesdiariossehicieronmássignificativos.Evidentemente, lacrisisestaba servida. En cualquier momento la disolución del Parlamento iba acausar una gran agitación, pero si se combinaba con un nuevo reinado,inflamaríalaspasionesdetodaslasclasessocialesdelpaísentero.Inclusolospobres depositaron en él sus esperanzas, pues aún perduraba la vieja ysaludablesupersticióndequeelsoberanopodíaejercersupoder,ylasufrientemultitud estaba dispuesta a creer que en cualquier momento acabaríarevelándoselacondicióntaumatúrgicadelrey.Encuantoa laaristocracia, lallegadadeunnuevoreinadolahabíasumidoenunestadodeconfusión;unaasombrosavisióndepequeñascoronas,estrellasylazos,sonrisasycargosenlacorteselesaparecíaensusespeculacionesdemediodíayensussueñosdemedianoche.Enestecaso,nodebemosolvidarlasnumerosasinstanciasdondeseconsiderabaqueelacontecimientoinminenteibaabrindarlaoportunidad,largamente acariciada, de conseguir una distinción, o iba a confirmar ladecepción que se temía desde hacía tiempo. Se contaban por centenares, talvezpormiles, laspersonasquepretendíanentrarenelParlamento,pero tansolo unos pocos los que temían salir. Y es que ¡qué cambio tan brutalrepresentaba pasar de almorzar en la calle St. James a deambular por losmuelles de Boulogne, o que, tras haber cenado en Brookes y tomado elresopónenCrockfords,mercedaunaamistosa intercesión leenviasenaunoenmisiónoficialahacercompañíaalosmarsupialesdelríoSidneyodelrío

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Swan!

Ahora era el momento para que los hombres que tenían una queja queformular,dieranunpasoadelante,siquieraporhabergastadosudineroenlacausa del partido, aunque nadie se lo hubiese pedido.Nunca escribieron ennombredelpartidonihablaronennombredelpartidonidierona supartidoningúnotrovoto salvoelpropio,peroahora ibanaexigirque susquejas seatendieran, ya fuese por medio de la concesión de un comisionado decualquiercosaodeunconsuladoencualquier lugar,yaque,de locontrario,estaríandispuestosatomarseelasuntocomounaofensapersonal.PeseaquealgunaveztuvieroncomoobjetivoelConsejodelReinoahora,sinembargo,se contentarían con un cargo hereditario y, si no pudieran obtener ninguno,aceptaríanparasuhijoelpuestodeempleadoenelTesoro.Talvezconsiganeso en el futuro, pero en la actualidad les rechinan los dientes cuandoconsiguenarrancarunpuestocomooficialaduaneroocuandoaduraspenashancontribuidoatransformarsupuestodecobradordeimpuestosenunodeinspectordecobros.Yesquenohaynadacomopedir,salvorechazar.

¡Oíd! ¡Cómo doblan las campanas! Es el final. La gran campana de lacatedral de la ciudad anuncia la muerte del último hijo de Jorge III, cuyoreinadoperduraráenInglaterra.Éleraunbuenhombre,consussentimientosysussimpatías,conmáshabilidadquecultura,consentidodeldeber,yconunaideaaproximadadeloquedeberíaserelcarácterdeunmonarcainglés;¡quesuespíritudescanseenpaz!Ahorasomosconvocadosaotraescena.

Tiene lugar en el jardín de un palacio, no en un presuntuoso torreón,orgulloso de su reputación más oscurecido por el agravio del tiempo, nialrededordelapirafunerariadeunrey,iluminadaporelesplendordelacorteperocorrompidapor las intrigasdelascamarillasy loscortesanos.Endichojardíndepalaciosedancitalajuventud,lainocenciaylabelleza,porqueallíunadoncellaescuchalavozqueledicequevaaserreina.

ElConsejo de Inglaterra es convocado por primera vez en su residenciacampestre. Allí se han reunido los prelados, los capitanes y los principaleshombresdelreino;lossacerdotesdelareligiónqueconsuelaaloshéroesdelaespadaconquistadora;losfervientespartidariosdelmododeprocederquehadecididoeldestinodelosimperios;hombresencanecidosporelpensamiento,el prestigio y la edad, que son los fervientes partidarios de los misteriosdivinos,quesehanmedidoenlabatallaconlosejércitosdeEuropa,quehantrabajado en los gabinetes secretos, que han luchado en las más ingratasrefriegasdelasjuntasdirectivasconaspiraciones;hombrestambién,algunosdeellos,quesonseñoresdemilvasallosypropietariosdeprovincias.Nohayuno solo entre ellos cuyo corazónno tiemble ante la presencia, por primeravez,delajovensolteraqueahoravaaascenderaltrono.

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La estancia que es un mar de plumas, estrellas rutilantes y fantásticosvestidos se llena del murmullo de una conversación atenuada que intentadisimularlaemociónquesientenalgunosdelosmásgrandesdeestoshombresdesdequehanconocidolanoticia.¡Silencio!Elpórticodeentradaseabre.Elsilencio es tan completo como el de un bosque a medianoche ¡Ahí viene!VICTORIAsubealsolio,ayudadaporunmomentoporlareinamadreyporlasdamasdesucortejo,quehacenunareverenciay luegoseretiran.Esunajovenqueseencuentraporprimeravezysolaenmediodeunaasambleadehombres.

Conunavozdulceytrémula,yconunrostrososegado,queindicamáselsentidodeentregadesuaugustatareaquelaausenciadeemoción,laREINAtoma posesión del trono que ostentaron sus antepasados, y anuncia conhumildadsuesperanzadequeladivinaprovidenciaveleporelcumplimientodetanaltohonor.

Lospreladosyloscapitanesylosprincipaleshombresdelreinoseacercanaltronoy,arrodillándoseanteella,hacenvotosdefidelidadylejuranlealtadyhonra a su supremo cargo; lealtad a lamujer que va a gobernar sobre unosterritorios que no pudo conquistar el granMacedonio y sobre un continentecuyaextensiónnohabríasoñadoniColón;lealtadalareinadetodoslosmaresynacionesrepartidasportodosloscontinentes.

Masnohablaréaquídeestasnaciones,sinodeotraqueestámáscercadelescabelenelqueapoyaelpielareina,yqueenestemomentodirigesusojoshaciaellaconanhelo,conafecto,quizá,conesperanza.Estamujerdesprendeun aire de serena belleza, y tiene la sangre y la hermosura de los sajones.¿Podrásudignodestinotraeralfinelalivioquemerecenlosmillonesdeseressufrientesdeestepaís?;¿ysabrásudulcemano,queesfuentedeinspiraciónparalostrovadoresycaballerosenbuscadegalardones,liberaralossajonesdelosúltimoseslabonesdelascadenasquelesesclavizan?

FINDELLIBROPRIMERO

LIBROII

Capítulo1

Eledificioque todavía se llamabaAbadíadeMarney,aunvistodesdeellejano emplazamiento del antiguo monasterio, era una amplia estructuraerigidadurantelosúltimosañosdelreinadodeJaimeI,enelestiloseñorialypintorescodelaépoca,yubicadaenunelegantepromontorio,enelcentrode

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un extenso parque bien arbolado. De su fachada sobresalían dos alas deigualesproporcionesdemodoquesuplantaformabaundibujocuadrangularmenosenunadesusalas.Susantiguascelosíashabíansidoreemplazadasporlas actuales ventanas que, aunque útiles, no armonizaban mucho con laestructura original. No obstante, sí se había conservado la vieja puerta deentradaenelcentrodeledificio,unmaravillosoejemplardemadera labradadonde se habían tallado fabulosas columnas jónicas de roble negro,profusamente adornadas con frutas, flores, cabezas de venados y silvos. Eledificioestabacoronadoporunfrontóndeconsiderablesdimensionesque,aprimeravista,parecíauntrabajoimaginativoylibre,peroque,examinadomásdecerca,mostrabaenletrasgiganteselescudodelacasadeMarney.Elportalde entrada daba a un vestíbulo de los que ya apenas se encuentran; con elpabellón, la galería y el dispensario de bebidas, todo labrado enmadera deroble negro y en perfecto estado.El lujomoderno y el gusto refinado de laesposadelúltimodueñohabíanhechode laAbadíadeMarneyun lugar tanconocido por sus comodidades y su amable hospitalidad como por elesplendor con que se conservaba su antigüedad. Las habitaciones se habíanamueblado,engeneral,contodaladesenfadadanaturalidadyesplendordelasmodernas mansiones de los nobles, pero aún se conservaba el pabellónprincipaldelsigloXVII,queseutilizabaenlasgrandesocasionescomosalónpara recepciones oficiales. Para llegar a él había que subir por la escaleraprincipalyatravesarunlargocorredorqueocupabatodalalongituddeunadelasalasdeledificio.Medíaunostrescientosmetrosdelargoycientocincuentade ancho, y de sus paredes colgaba una colección de cuadros de temashistóricos; tenía alfombrasdeAxminster, secreteresymesas labradas, yunavariedaddesillasinformales,agrupadasconingenio,queleotorgabanaestacámarapalaciegaunairevivoyhospitalario.

PeseaquelordMarneyeravariosañosmayorqueCharlesEgremont,eratodavía un hombre joven y guapo.Ambos hermanos guardaban un parecidogeneral, pero la expresión de sus rostros era enteramente diferente.Compartían la misma altura y un aire de familia en sus rasgos, pero elparecidoacababaaquí.ElrostrodelordMarneyrevelabalanaturalezadesumente, pues era cínico, sin sentimientos, arrogante, literal, duro; carecía deimaginaciónyhabíaagotadounligerosentidodepertenenciaasutierra,peroera impresionable, problemático y firme hasta la obstinación. Aunque sueducación básica había sido muy imperfecta, había leído bastante,especialmente de literatura francesa. Su formación intelectual se la debía aHelvecio, cuyas teorías creía irrefutables, y era el único en quien confiaba.Armado con los principios de su granmaestro, creía quepodía pasar por laexistenciaconunblindajeinquebrantable,ysiempredabalaimpresióndeserunhombre consciente deque en los asuntos de la vida respetaba a quien leintentase engañar, aunquemás bien elmovimiento de su ojo frío y distante

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desaconsejabaintentarlo.

Nuncahubounaexcesivacordialidadentre losdoshermanos,ni siquieracuandoeranmuchachos,ypocodespuésdequeEgremontseemancipase,sehabíandistanciado.Ahoraibanaencontrarsedenuevoporprimeravezdesdeel regreso de Egremont del continente. Su madre había dispuesto lareconciliación.Ibanaencontrarsecomosi losmalentendidosnuncahubieranexistido entre ellos. LordMarney había estipulado expresamente que no semontaseninguna«escena».ApercibidodelainminentellegadadeEgremont,ese día lord Marney tuvo buen cuidado de demorarse hasta tarde en lostribunalesencausassinimportancia.Llegóacasaapenasunosminutosantesdequeseanunciaselahoradelacena,dondeencontróaEgremont,dispuestoaachicarelaguadecualquierdesbordamientosentimentalquepudiesesurgiren el vicario deMarney, y en compañía no solo de la condesa y una jovenseñoraquepasabaunosdíasconella,sinodeuntalcapitánGrouse.ElcapitánGrouseeraunaespeciedeayudadecampodelconde,quecazabapájarosylosdesplumaba, que jugaba al billar con él y perdía, y que tenía todas lascualidades que podían agradar a unamujer o serenar a un hombre, ya quesabía cantar, bailar, dibujar, hacer moscas artificiales, montar a caballo,supervisara losmayordomosyadministradores,yencargarsede todoconelfindehacerlavidaconfortableatodoelmundo.

LadyMarney había recibido a Egremont de un modo que expresaba laextremasatisfacciónqueexperimentabaalverlodenuevobajoeltechodesuhermano.Élhabríapreferidoquealllegarlohubiesenllevadodirectamenteasushabitaciones,perounmensajequelefueentregadoenseguidaexpresabaeldeseodesucuñadadeverlodeinmediato.Lorecibiócalurosamenteyasolas.Ellaerahermosaydulcecomomayo.Surostroirradiabaluzyeradelicadoaltiempo;teníaelpelocastañoysusojoserangrandesyazules;ypeseaqueaúnno era madre, tenía la dignidad de una matrona mezclada con la timidezvacilantedeunaniña.

Egremontsesentíacontentodevolverareunirseconsucuñadaenlasaladeestarantesdecenar.Sesentóasu ladoy,enrespuestaa laspreguntasdeella,lehizounrelatodesusviajes.Elvicario,queeradeunínfimoextractoclerical, movía la cabeza con displicencia hacia el joven amigo de ladyMarney, que se estaba explayando sobre las excelencias de los cuentos delseñor Paget, al mismo tiempo que, al fondo, el capitán Grouse, con unalzacuellos blanco muy rígido, pantalones muy ceñidos para resaltar suscelebradas piernas,medias transparentes y lustrosos zapatos, hacía posturas,conuncelopróximoalentusiasmo,afindeenseñaralperrodeaguasdeladyMarney a pedir las cosas.Cuando la puerta se abrió, entró lordMarney, noestaba solo; como si necesitase una doble garantía, iba acompañado de unmagistrado colega y vecino, sir Vavasour Firebrace, un baronet de los

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primeros,ydeunseñordegranfamiliaypropiedades.

—¡Bien,Charles!

—¿CómoestásGeorge?

Ylosdoshermanosseestrecharonlasmanos.

Eslamanerainglesa,ysihubieransentidolainclinacióndecaerunoenlosbrazosdelotro,probablementenohabríanhechomás.

Unos minutos después se anunció que la cena estaba servida y, así,confiadoenquenoseproduciríaningunaescena,conunapetitoconsiderable,y rodeadodeplatosquepodíansatisfacerlocondeleite,unvagosentimientofraternalempezóaagitarseenelpechode lordMarney.Realmentecontentodevolveraverasuhermano,recordólosdíasenqueambosmontabanenponiy jugaban al críquet. Su tono de voz se suavizó; sus ojos se encendieron y,finalmente,exclamó:

—Sabes, viejo camarada, me hace bastante feliz verte aquí de nuevo.¿Vamosatomarnosunvasodevinojuntos?

El corazónmás tiernoy el espíritumás susceptibledeEgremont estabansobreavisopara responderaestedesplieguesentimental,porsuperficialquefuese,puesciertamente,pormuchasrazones,volveraencontrarseunavezmásenMarney leproducíauna considerable emoción.Se sentó junto a sudulcecuñada, a la que parecía agradarle la inusitada cordialidad de su marido, yestaba deseosa de secundar cualquier indicio de buenos sentimientos de suparte,dispensándoletodaclasedeamabilidades.

ElcapitánGrouseeraextremadamenteperseveranteensusopiniones,yelvicario,queeradelosrespetuosos,estabadeacuerdoconladyMarneyenlaimportancia de los colegios para niños, pero retiró su opinión cuando lordMarney expresó su deseo ferviente de que nunca se crearan ese tipo deescuelas en su vecindario. SirVavasour eramás que demediana edad, bienparecido, caballeroso, pero en ocasiones tenía un aire ausente que apenascasaba con el talante franco y espontáneo que se adivinaba en su frentedespejada,sutezrojizaysusojosazules.Asípues,alordMarney,quehablababastante,aunquedeformadogmáticayargumentativa,leeradifícilencontrarunopositor,perosequedabaalaesperadecualquierhuecoenlaconversaciónparaintervenirconunaadmirableagilidad.NisiquieraelcapitánGrousepodíaescaparaélpues,sieranecesario,lordMarneypodíallegaraponerendudasus procedimientos para la fabricación de moscas artificiales. El capitánGrousecedió,aunquetardóenhacerlo,porqueeraconscientedequelapasiónde su noble amigo por la controversia iba a la par que su amor por laconquista. En cuanto a lady Marney, era evidente que, no careciendo detalentos considerables e, incluso, de una inteligencia extremadamente

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cultivada, el talento para la controversia de su marido había amedrentadocompletamentesusencantosconversacionales,ynuncahacíaunapropuestadelaquenopudieradesembarazarseprontoparaevitarasíelconflictoconunagraciosaaquiescencia.Porotraparte,elvicario,queeraunhuéspedhabitual,desaparecíarefugiándoseenelsilencio,peroelconde,especialmentecuandoestabasolo,conseguía«sacarlo»,comoéldecíay,unavezlapresafueradesuescondrijo, con un grupo tan habilidoso no había que temer ninguna malacaza.Cuandotodoshabíansidoreducidosalsilencio,lordMarneyrenunciabaa la controversia, y asumía un papel positivo. Elogiaba la nueva Ley dePobres,queafirmabaibaaserlasalvacióndelpaís,siempreque«seaplicase»siguiendoelespírituconquesehabíacreadoenelsindicatodeMarney,peroluego añadía que no había ningún distrito salvo en su sindicato en que secumpliesedicha ley.Teníaunapostura extremadamente combativa contra elarrendamientodetierras,yanalizabaelsistemacondespiadadosarcasmo.Nocarecía de información sobre las nuevas doctrinas de los economistas, einclusoestabaafavordeaplicarlasentodoslosterrenos,exceptoeneldelapropiedad de las tierras, cuyo estatuto en su opinión estaba claramente«fundadosobrebasesdistintas»a ladecualesquieraotros intereses.Exceptounarriendo,nohabíanadaqueélodiasemásqueuncazadorfurtivo.Aunqueen el catálogo de sus aversiones tenían también un lugar preferente susprejuicioscontraelclero;enestecasollegabanalaacritud.

Aunquenohabíaunsolohombresobrelatierraalquelerepugnasentantolas subscripciones de todo tipo, a lordMarney le encantaba ver su nombreentre los contribuyentesde todas las institucionesprotestantes.ElvicariodeMarney, al que se había presentado él mismo, era sumodelo de sacerdote,porque dejaba a todo elmundo en paz.Una vez, bajo la influencia de ladyMarney,el respetablevicariosehabíaentusiasmadoenunaenérgicadefensadel celo de los curas de base; iba a celebrarse una conferencia, las escuelasteníanqueremodelarseyseibanarepartiralgunaszonasdetierra,perolordMarneyatajótodoestoenseguida.

—No quiero maquinaciones clericales en Marney —dijo el noblepropietariodelastierrasdelaabadía.

—Deseabarealmenteveniryhacercampañapor ti—dijo ladyMarneyaEgremont—,peroaGeorgenoleparecíabien.

—Cuantomenosintervengalafamilia,mejor—dijolordMarney—.Porloque amí respecta,me alarmé cuando oí quemimadre había salido a hacercampaña.

—¡Oh, mi madre hizo maravillas! —dijo Egremont—, nos habríanderrotado sin ella, hasta el punto de que, a decir verdad, tiré la toalla en elmomento en que colocaron a su hombre. Antes de eso les llevábamos una

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ligera ventaja, pero en cuanto él llegó, todo cambió yme encontré con quealgunosdemismásfervientescolaboradores,eranmiembrosdesucomité.

—Lord Marney me dijo que tenías un formidable oponente —dijo sirVavasour—.¿Quiénera?

—¡Ah, era un hombre terrible! Un escocés, más rico que Creso, un talMcDruggy,reciénllegadodeCantónconunmontóndeopioenlosbolsillospero,esosí,denunciandolacorrupciónyabogandoporellibrecomercio.

—¿Peronolesimportamuchoellibrecomercioenelviejodistrito?—dijolordMarney.

—No,fueunerror—dijoEgremont—.Ycambiarondeesloganencuantomioponentecayó.Entonceslaciudadsellenóconcartelesqueponían«Votepor McDruggy y por nuestra joven reina», como si fueran a las urnas encoaliciónconSuMajestad.

—Mimadrehadebidodeestardesesperada—dijolordMarney.

—Nosotros sacamos inmediatamente un cartel con el eslogan «Vote anuestrajovenreinayaEgremont»,queeraalmenosmásmodesto,ysevolviómáspopular.

—Estoysegurodequeesofueunaideademimadre—dijolordMarney.

—No—replicóEgremont—;surgiódeunacabezamásexperimentada.Mimadre estaba en permanente comunicación con los cuarteles generales, y elseñorTaperlehacíallegarelesloganpormediodeunmensajerourgente.

—ConPeelosinél,vamosaapoyarlaLeydePobres—dijolordMarney,conbastanteaudacia,mientrassevolvíaasentarunavezsehubieronretiradolas mujeres—. Él debe hacerlo—y miró a su hermano, cuyo regreso a lapolíticasehabíaaseguradoenbuenamedidaabogandoporladerogacióndelaLeydePobres.

—Es imposible —dijo Charles, que acababa de salir de los últimoscomicios y hablaba por boca de Taper, ya que él no sabía nada sobre lasituaciónrealdelpueblo.

—Conseguiráquelaaprueben—dijolordMarney—.Yaloverás,porquedelocontrario,lospequeñospropietariosruralesnoloapoyarán.

—Eso deseo —añadió sir Vavasour—. Podríamos conseguir algunasenmiendassobrelabeneficenciapública.

—¡Unaenmienda!—exclamólordMarney—.Sinohemostenidomásqueenmiendas.Loquequeremosesrigor.

—La gente no lo soportará —dijo Egremont—. Tiene que haber algún

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cambio.

—No se puede volver a los abusos del viejo sistema—dijo el capitánGrouse,creyendoquehacíaunacerteraobservación.

—Mejor volver al antiguo sistema que modificar el nuevo —dijo lordMarney.

—Ojalálagenteseadaptaseaellaunpocomás—dijosirVavasour—.Enmiparroquiadesdeluegonolesgusta.

—La gente está muy contenta aquí, ¿no, Slimsey? —preguntó lordMarney.

—Mucho—dijoelvicario.

A partir de aquí tuvo lugar una conversación que principalmentesostuvieronelcondeyelbaronet,dondesepusierondemanifiesto todos losrecursosdelagranmentalidaddevíaestrecha;sediscutióampliamentesobredietas,bastardías, reglamentoscarcelarios, leyesdel juego;y lordMarneyseextendióenunaprolijadeclaraciónsobrelosmediosquehabíaqueponerparasalvaralpaís,queconsistíaprincipalmenteensubirlosprecioseirpocoalaiglesia.

—Si la soberana supiera a quién tiene realmente de su parte—dijo sirVavasour,conunsuspiro.

LordMarneyparecíaempezarainquietarse.

—Y evitar los errores fatales de su predecesor —siguió diciendo elbaronet.

—Charles,otrovasodeclarete—pidióelconde.

—Aún podría reunir un puñado de hombres en torno a la corona —continuó.

—Entoncesrecurriríamosalasmujeres—dijoelconde,incomodandoconsubrusquedadasuinvitado.

Capítulo2

Cuandovolvieronaentrarenelsalón,sonaba lamúsica.SirVavasoursecolocójuntoaEgremont.

—Es un gran placer para mí volver a verle, señor Egremont —dijo elrespetuoso baronet—. Su padre fue mi primer y más querido amigo. Le

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recuerdoaustedenFirebrace,demuyniño.Meagradavolveraverlo,señor,enunaposicióntaneminente;unlegislador,unodenuestroslegisladores.Suregresomehaproducidounasincerasatisfacción.

—Esmuyamable,sirVavasour.

—Peroesunaposiciónderesponsabilidad—continuóelbaronet—.¿Creequeleapoyarálagente?Supongoqueunamayoríasí,perodeduzcoqueconeltiempo. ¿Conel tiempoconseguiráderrotar a sirRobert?Nodebemos tenerprisa.Laprisanoesbuenaconsejera,diceelrefrán.Elpaísesdecididamentetory.Loúnicoquequeremosahoraesungobiernofuertequepongalascosasensusitio.Sielpobrereyhubieravividoparaverlo.

—Habría enviado a estos hombres por donde vinieron—dijo Egremont,dándoselasdejovenpolítico,orgullosodesusecretainteligencia.

—¡Ah,pobre rey!—dijo sirVavasour,moviendo la cabezadeun lado aotro.

—Estabaabsolutamentedenuestraparte—dijoEgremont.

—¡Pobrehombre!—recalcósirVavasour.

—Entonces,¿piensaqueerademasiadotarde?—dijosuacompañante.

—Ustedesunjovenqueacabadeingresarenlacarrerapolítica—dijoelbaronet,mientrascogíaamablementedelbrazoaEgremonty loconducíaalsofá—.Tododependedel primerpaso.Tieneunagranoportunidad; un soloindividuo no puede hacer nada. La institución más poderosa de este paísquiereuntriunfador.

—Pero¿sepuedeconfiarenPeel?—dijoEgremont.

—Esunodelosnuestros,deberíamospoderconfiarenél,perohehabladoconélduranteunahora,ynolehesacadonadaenclaro.

—Esprudente,peroleasegurodequetododependedesileapoyanonolospequeñospropietariosrurales.

—No estoy pensando en los pequeños propietarios rurales —dijo sirVavasour—, sino en gentemuchomás importante que tiene gran influenciasobre lospequeñospropietarios,ademásdeenotrasmuchascosas;ungrupodehombresqueestándispuestosaprestarsuapoyoa lacorona,yson,sisehiciera justicia con ellos, sus naturales valedores por título y herencia(Egremont lemiró con perplejidad). ¡Estoy hablando—añadió sirVavasourconvozsolemne—delosbaronets!

—¡Losbaronets!¿Yquéquieren?

—Susderechos;losderechosqueseleshannegadodurantetantotiempo.

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Elpobrereyestabaconnosotros.Élmehabíaexpresadoconfrecuencia,amíyaotrosdiputados,suvoluntaddehacernosjusticia,peroentoncesnoeraunhombrede firmedeterminación—dijo sirVavasour, conun suspiro—.Yenestos tiempos revolucionariosy levantiscos, la tareaque le tocódesempeñarfuetalvezdemasiadodura.Además,metemoquelospares,quesonnuestroscofradesyhermanos,estabancontranosotros.Perosiapesardelosministrosy de los pares el pobre rey hubiera vivido, al menos nos habrían otorgadonuestrainsignia—añadiótristementesirVavasour.

—¡Lainsignia!

—LehabríaagradadoasirGrosvenorleDraughte—dijosirVavasour—ylerespaldabaunpartidopolíticofuerte;élestabaafavordelcompromiso,perolodefenestraron,porquesupadreerasolounpartero.

—¿Yquémásquerría?—inquirióEgremontconunamiradareservada.

—Todoonada—dijosirVavasour—.Elprincipioessiempremilema,nola contingencia. Hice un discurso para mi orden en Clarendon, donde noshabíamosreunidocuatrocientosmiembrosyelsentimientodehermandaderamuyfuerte.

—Ungrupopoderoso—dijoEgremont.

—Yunaordenmilitar,señor,siseentiendebien.¿Quépodríadetenernos?La Reforma nunca habría prosperado si los baronets nos hubiésemosorganizado.

—Nomecabedudadequenospodríaproponerahora—dijoEgremont.

—EsoesexactamenteloqueledijeasirRobert.Quieroqueseasupropiaordenquienleproponga.Seríaunagrancosa.

—Nohaynadacomoelespritdecorps—dijoEgremont.

—¡Y vaya hermandad! —exclamó sir Vavasour, con aire animado—.Imagínese por un momento a usted mismo desfilando en procesión hastaWestminsterparacelebraruncapítulodelaorden,porejemplo.Quinientososeiscientos baronets vestidos con su atuendo verde oscuro, el traje quecorrespondealosequitesaurati.Cadaunodeelloscondecoradonosoloconsuinsignia,sinoconsucollardeinicialesS.S.,envueltosconlafajayelchal;yunaestrellabrillando, suestandarte flameandoalviento, susombreroconelpenachodeplumasblancasy,desdeluego,laespadaylasespuelasdeoro.Ysosteniendo en lamano, sin olvidar el anillo con el sello de la orden en elpulgar,unapequeñacoronadedospuntas.

Egremont miraba con irreprimible asombro a este ser humano queapretaba, sin darse cuenta, el brazo de su compañero, mientras hacía esterápido esbozo de las distinciones que tan inconstitucionalmente le habían

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arrebatado.

—Unespectáculomagnífico—dijoEgremont.

—Evidentementeeslaordendestinadaasalvaraestepaís—continuóconvehemencia sir Vavasour—. En él se congregan las simpatías de todo elcuerposocial;delacorona,delacualellossonsusmásfirmesdefensores;dela nobleza, de la cual son su representaciónmás popular; y del pueblo, quereconoceenellosasuslíderesnaturales.Perolaimagennoestaríacompleta,si a ellos no se unieran también un número igual de gallardos caballeros ynuestroshijosmayoresque,cuandotenganlaedadsuficientetendránderechoa reclamar de su soberano el rango de caballeros; además de susmadres yesposas que no se verían degradadas a ser denominadasmujer del alguacil,sinoquepodránrecuperarlostítulosquelescorrespondenporderecho,yserconsideradasporelprotocolocomo«honorablesbaronetesas»,consucoronay su vestido, u «honorables caballeras», con su collar dorado de S. S. y sucorona o toca de flores, y podrán acompañar a la procesión o contemplarladesdeelpabellón,enunadecorosaposición.

—Estoyafavordequevayanenlaprocesión—dijoEgremont.

—La cuestión no está tan clara—dijo sirVavasour solemnemente—.Y,por supuesto, aunque hemos sido inflexibles a la hora de definir cuáles sonnuestros derechos en nuestras reclamaciones, por lo que se refiere a«nombramientoshonorarios,títulossecundarios,condecoracionespersonalesyel aumentode subvenciones a nuestropatrimonio», no tengo claroque si elgobierno estableciese alguna disposición con un enfoque liberal de estacuestión,yonomepronunciaseafavordeunaadhesiónnodemasiadoestrictaa cada punto. Por ejemplo, yo estoy incluso dispuesto, pormuy grande quefueraelsacrificio,arenunciaralapeticióndetítulossecundariosparanuestroshijosmásmayores,sisedieseelcasodequenosgarantizasenlaconcesióndenuestrapequeñacorona.

—¡Qué vergüenza, sir Vavasour! —dijo Egremont muy seriamente—,recuerde,antesquenadaelprincipio,sincontingencia,sincompromiso.

—Tiene razón—dijo el baronet, sonrojándose un poco—.Y sabe, señorEgremont,ustedeselúnicoindividuoqueheconocidofueradelaordenquetiene un punto de vista sensible respecto a este gran tema que, después detodo,eseltemadelmomento.

Capítulo3

La ubicación de la pequeña ciudad rural deMarney era una de lasmás

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encantadoras que cabe imaginar. Era un valle que se extendía junto a lasmárgenes de un río de aguas claras y bulliciosas, rodeado por prados yjardines, y protegido por altas montañas alfombradas de bosques que semecían con el viento. El viajero que pasaba por la ladera opuesta del vallesolíadetenerseaadmirarestealegrepaisaje,quelerecordabaelsobrenombretradicionalquerecibíasupaís.

¡Qué bonita ilusión! ¡Pues tras ese sonriente panorama, la penuria y laenfermedadsecebabanenlasvidasdeunapoblaciónqueestabasumidaenlamiseria!

El contraste entre el interior de la ciudad y su aspecto externo era tanllamativo como doloroso. Con la excepción de una aburrida calle principal,que tenía las características normales en una pequeña localidad agrícola ymercantil —algunas mansiones sombrías, una posada sucia y una pequeñalonja para intercambios comerciales—, Marney consistía principalmente enuna variedad de callejuelas atiborradas de gente, formadas por casitas decampoconstruidasconmamposteríaoconpiedrasbrutassincementoque,acausa de la edado de lamala calidad de losmateriales, parecía que apenaspodíanmantenersejuntas.Lasabismalesgrietaspodíanreventarencualquiermomento y las chimeneas inclinadas habían perdido la mitad de su alturaoriginal; las vigas maestras estaban claramente fuera de lugar, al mismotiempoquelasbardasdepaja,queenalgunaspartesseabríanparadejarpasarel viento y la humedad, eran incapaces de cumplir su propósito original deofrecer protección de las inclemencias del tiempo, y se parecían más a lacumbredeunmontóndeestiércol.Antelaspuertasdeestascasas,yamenudoen torno suyo, por los sumideros abiertos fluían los desechos endescomposición de animales y vegetales donde se incubaban enfermedades.Algunas veces, al desviarse de su recorrido, estos depósitos de inmundiciasinundaban las hediondas cárcavas, se diseminaban hasta formar ciénagas oimpregnabandetodaclasederesiduosconcentradoslatotalidaddelasparedesyelsuelocolindante.

Estas desdichadas viviendas consistían en apenas dos habitaciones. Pormuynumerosaquefueseunafamilia,estabaobligadaadormirenunasoladeellas,sindistincióndecuálfuesesuedad,sexoogradodesufrimiento.Enesteespacio, donde el agua cae a chorrospor las paredes, la luz se filtra por lasrendijasdeltecho,ynohayfuegoparacalentarsenisiquieraeninvierno,unamadre,quemantienesudignidadeneltrancesagradodelosdoloresdelparto,debedaraluzaotravíctimadenuestrairreflexivacivilizaciónrodeadadetresgeneracionescuya inevitablepresenciaesmásdolorosaque los sufrimientosquehabrádesoportar.Mientrastantoelpadredelhijoporvenir,enotrorincónde la sórdida habitación, yace enfermo por ese tifus que su propia casainfectadahaintroducidoensusvenas,ycuyapróximapresaquizáseasuhijo

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reciénnacido.

Estos espacios atestadosno teníanni puertasni ventanasque aguantasenlas inclemenciasdel tiempo,quedejaranpasarel soloqueofreciesenalgúntipodeventilación.Eltechohúmedoypútridodepajaolíaamalariacomoelrestodematerialesvegetales endescomposición.Losespacioshabitablesnoestaban ni entablados ni pavimentados, y situados normalmente muy pordebajodelniveldelacarretera.Latierranoeramásqueunmontóndearcilla,yyafueseporqueestoslugaresestabansituadosenlugaresbajosyhúmedos,queaveces inundaban lascrecidasdel río,yaporque lasaguas, comosuelesuceder, irrumpían a través del suelo de barro, en ocasiones podían versecanalillosexcavadospordebajodelaspuertasamododedesagües,ylapuertafueradesusgoznes.Estaschozascarecían,enlamayoríadeloscasos,delasnecesidadesmáselementalesquemandanlasmástoscasordenanzaspúblicas.Con el fin de disponer de abono, se podía ver al lado de cada puerta unmontóndeestiércolenelqueseacumulabantodaclasedeporquerías,detalforma que cuando el hombre pobre abría su estrecha habitación con laesperanzadeairearlaconunabrisadeairefresco,loqueseencontrabaeraunamezcladegasesfétidosprocedentesdelasemanacionesdelestiércol.

EstaciudaddeMarneyeraunaciudadagrícola.Duranteelúltimosigloymedio, los propietarios de las tierras de la comarca habían destruidosistemáticamente todas las casas de campode sus propiedades con el fin dequedar exentos de la obligación de mantener a sus habitantes. Obligados aabandonar las casas, sushabitanteshabían emigradomasivamente aMarneyencuya industriamanufacturerahabían encontradoalgode aliviodurante laguerra. Sin embargo hacía ya tiempo que las ruedas de los telares habíancesadoderemoverlasaguasdelríoMar.

Sinesterecursoalqueagarrarse,lagentehabíaidodispersándosepocoapoco por toda la comarca que de alguna forma los había rechazado paraofrecerles, a cambio, una mezquina subsistencia en su agreste regazo. Esteretorno a las comarcas vecinas había levantado enormes suspicacias, y seinventaron toda clase de maquinaciones para oponerse. Los que sebeneficiabandesumanodeobraseguardabandequenoseinstalarancomoresidentes en sus tierras; y aunque había pocos condados en todo el reinodondesepagaransalariosmásbajosqueallí,aquellosqueteníanlafortunadeobtener tanexigüa remuneración teníanquesoportar, ademásdel trabajo,unfatigosoviajedeidaparallegarasupuestoyotrodevueltahastasusórdidavivienda, cuyoambienteprofanaba el nombredehogar.Despuésde cultivarlosextensoscamposdelafelizInglaterra,elaudazcampesinobritánicovolvíaaestehogaralqueacechabalamalariayenelqueconvivíanotroshuéspedesademásdelafamiliaagotadaporeltrabajo;lafiebre,entodassusformas;latuberculosis, la fiebresinocal,yel temblorosopaludismo.Yvolvíaaellano

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soloparalibraruncombateinútilcontralapeordelasenfermedades,sinoparahacerloconelmásfrágildeloscuerpos,porqueelesfuerzoalquesesometíannolocompensabanconnutrientesdeorigenanimalporquecuandolescalabalatormentanopodíancambiarsesusharaposmojados,yporquelaescasaleñadelaquedisponíandependíadelasuertequelesdeparasenlosbosques.

Los ojos de esta infeliz estirpe se habrían elevado a cualquier solitariopúlpitoquehubierasurgidoanteellos,perolaSantaIglesiadeMarney,queenotros tiempos fue la depositaria de un consuelo, la precursora de una futuraigualdad,habíaolvidadosusagradocometido.Yahemospresentadoelvicarioal lector; un hombre disciplinado que creía cumplir con su tarea al predicarcada semana dos sermones y al alentar en sus feligreses la humildad y lagratitudporlasbendicionesdelavida.Lacalleprincipalyalgunagentebieneducadadelosbarrioscercanosrepresentabanelgruesodesusoyentes.Lordylady Marney asistían a ella con meritoria regularidad cada mañana dedomingo,precedidosporelcapitánGrouse.Alllegar,selesacomodabaenunrecóndito gran banco corrido que ocupaba la mitad de la galería y estabatapizado de color morado carmesí, y flanqueado por sillas sencillas yreclinatoriosbienacolchadosporsi losnecesitaban.ElpueblodeMarneyserefugiaba en las capillas que abundaban en la iglesia. Eran pequeñasestructuras sencillas de ladrillo visto donde se habían pintado encima losnombresdeSion,Bethel,Bethseda,queerannombresdeuna tierradistante,escritosen la lenguadeuna razaperseguidayantigua,perocuyanaturalezadivinaejercíatalmisteriosopoderqueinspirabanconsueloalasatormentadasalmasyalosvejadoscuerposdelcampesinadosajónenplenosigloXIX.

Sinembargo,pormuyconsagradoqueestuvieseasusfeligreseselvicariodeMarney,losdesvelosporsubienestarselimitaban,pasaseloquepasase,alconsuelo espiritual. Por su condición de hombre casado y padre de familiarecibía los pequeños diezmos que producía la parroquia, los cuales leasegurabanunos ingresosqueno llegabana igualar,bajoningúnconcepto,alosdeundependientedebancooalosdeuncocinerodeungranprestamista,porque los grandes diezmos deMarney, que podrían contarse por miles delibras, engrosaban laselevadas sumasqueextraíande la comunidadcon susimpuestos,losafortunadosduquesquellevabansuapellido.

A la mañana siguiente de la llegada de Egremont a la abadía pudoobservarseunararaagitaciónenlacallemayordelaciudad.Enelporchedeentrada a la hospedería y posada comercial El Dragón Verde, charlabananimadamente un grupo de personalidades, entre las que se encontraba elprincipalabogadodelaciudad,elcervecero,elpropiovicario,yvarioscotillasqueabundanenlasciudadesdelcampo,yquesuelenperteneceralasfilasdeloscaballerosretirados.Alpocotiempo,unsirvientevestidoconlalibreadela abadía llegó galopando a lomos de un caballo hasta el mismo porche y

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entregó una carta al vicario.Esto no hizo sino aumentar el revuelo.Al otrolado del camino, en el lado opuesto del punto donde se había reunido esteimportantegrupodehombres,otrogrupo,máselevadoennúmerodepersonaspero de muy inferior rango social, se habían alineado y permanecíanboquiabiertoseintrigados,pornodecirinquietos.ElalguacilcaminóhastalapuertadeElDragónVerdey,peseaquenopretendíaunirsealgrupoprincipal,sequedóenunaactituddeevidenteespera.Enelrelojsonaronlasonce;yuncarretónyuncochedetirodeuncaballerodecaminoasucasasedetuvieronparacontemplarloquesucedía.

—¡Aquíestán!—dijoelcervecero.

—LordMarneyenpersona—añadióelabogado.

—YsirVavasourFirebrace,simisojosnomienten.Mepreguntocómohallegado hasta aquí—dijo un noble retirado, que había sido comerciante develasdeseboenHolbornHill.

El vicario se quitó el sombrero y se quedó sin cubrir totalmente. LordMarneyysuhermano,elmagistrado, llegaronrápidamenteensuscochesdetirohastalaposadaybajaronrápidamente.

—Vaya, Snigford —dijo su señoría el lord en un tono apremiante—.Bonitoespectáculoeste.Haréquesedetengadeinmediato.

Siconsiguierahacerloseríaunhombreafortunado,porquelaantorchadelincendiario ya se había introducido por primera vez en la comunidad deMarney.Lanocheanteriorsehabíaprendidofuegoalosalmiaresdelagranjade la abadía, y sus llamas habían iluminado el corazón de una comunidadagitada.

Capítulo4

—No es tanto el fuego, señor, sino el carácter de la gente lo que meinquieta—dijoaEgremontelseñorBingley,delagranjadelaabadía—.Sabe,señor,hahabidocuarentaosesentadeesosfuegosporaquíy,aexcepcióndemis propios trabajadores, ni uno de ellos echó una mano para apagar losfuegos,conloútilesquehubieransido,teniendoaguatancerca.

—¿LehadichoestoalordMarney?

—¡Ah,perosiestoyhablandoconelseñorCharles!Asuservicio,señor;mealegrodeverleausteddenuevoporaquí.Hacetiempoquenoteníamoselplacer,señor.¿Heoídoquehaestadoviajandoportierrasextranjeras?

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—Algo así; pero me alegro de estar otra vez de vuelta en casa, señorBingley,aunquelamentoquelabienvenidaconsistaenunalmiarenllamasenlagranjadelaabadía.

—Bueno, ya sabe, señorCharles, entre usted y yo—y el señorBingleybajóeltonodevozymiróasualrededor—,lascosasestánmuymalporaquí.Noquieronipensarloquehapodidoocurrirenlacomarca.Yanoeslamismatierra a la queusted solía venir a cazar liebres en losmarjales con su señorpadre.Estoysegurodequeseacuerdadeeso,¿verdad,señorCharles?

—Elbuendeportenoseolvidafácilmente,señorBingley.Consupermiso,voy a dejar el caballo a su cuidado durantemedia hora.Me apetece dar unpaseohastalasruinas.

—Las va a encontrar pero que muy cambiadas —dijo el granjero,sonriendo—. ¡Cuántas cosas han visto ya! Pero ¿el señor Charles querráprobarnuestracerveza?

—Cuandovuelva.

Noobstante,elhospitalarioBingleynoibaaaceptarunnoporrespuesta,asíqueapenashaberdeclinadosu interlocutorelofrecimientoyentraren laposada,elgranjerollamóaunodesusmozosparaquesellevaraelcaballodeEgremont,yseapresuróaentraréltambiénparallenarhastaelbordelacopa.

—¿Yquépiensadeestefuego?—preguntóEgremontallabriego.

—Creoquesonmalostiemposparalospobres,señor.

—Peroquemarlosalmiaresnoharáquemejoren,amigomío.

Elhombreno replicó, pero con el ceño fruncido se llevó el caballo a suestablo.

AunkilómetrodeMarney, el camino seestrechabayel cursodel río sehacía más sinuoso al atravesar los prados rebosantes de una vegetaciónapacible y colorida, flanqueados en ambos lados por tupidos bosques, einterrumpidos solamenteporalgunaocasionalexcavaciónqueconsu siluetaabruptaytostadarompíaelverderegazodelasmontañas.Lacombinacióndelapiedra, lasexplotacionesdemaderay lacorrientedeagua fresca, juntoalenclave silencioso y recoleto, a salvo del azote amenazante del viento,formaban el lugar sagrado que la Iglesia había escogido para erigir sushermosas y perdurables construcciones. Incluso un forastero que, tras haberdejadolaciudadvariasmillasatrásyhaberpasadoporlagranjayelmolino,llamadosgranjadelaabadíaymolinodelaabadía,habríaestadopredispuestoaencontrarseconlagratificantevisióndeunasruinasmonásticas.Porloquerespecta a Egremont, que había nacido entre las ruinas de Marney Abbey,algunos de cuyos vestigios habían quedado asociados a sus primeras ymás

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inocentestravesuras,cadapasoeratanfamiliarparaélcomolopodríahabersido para los antiguos monjes y, sin embargo, nunca contemplaba sinemocionarseestosrestosdeunodelosgrandesconventosreligiososdelnorte.

Aúnpodíanobservarselosrestosdelagranabadíaoriginalrepartidosporuna superficie de nomenos de cuatro hectáreas, en cuyos alrededores habíavestigiosdeloslugaresdondesehabíanlevantadolascocinasydependenciasy se habían diseñado los jardines aterrazados de los antiguos propietarios,sobrelosque,engeneral,amarilleabaelmusgo.Aúnsepodíarastrearaquílavivienda del abadmayor y allí, aúnmás nítidamente si cabe, porque estabaconstruido con materiales pensados para durar a perpetuidad, un espaciosohospital,cuyonombrenodesignabalamoradadelaenfermedad,sinounlugardonde se practicaban todas las ceremonias propias de la hospitalidad.Cualquierviajero,yafueseunengreídobarónounsolitarioperegrino,podíaacudir allí a solicitar abrigo y socorro, que nunca le era negado; y a suspuertas,conocidascomoelPortaldelosPobres,podíanllamarloscampesinosquetrabajabanenlastierrasadjuntasalaabadíacuandotuvierannecesidadderopaoalimento.

Peroeraenelcentrodeesteconjuntoderuinas,ocupandounespaciodenomenosdeunahectárea,dondeseerigía,conunafuerzaquehabíadesafiadoaltiempoyconunabellezaquehabía sobrevividoa la iradelhombre, enunaformayestado,sinoperfectos,admirables,unodelosmásmajestuososlogrosdelartecristiano:laiglesiadelaabadía.Desucubiertaprimitivaloúnicoquequedaba ahora era la bóveda de verano, de sus magníficas ventanas lagrandezasimétricadesuarquería,ydesufantásticafachadalabradaalgunosfragmentosqueeltiempohabíaretorcido,peroelrestoestabaintacto.

Desdelaventanadeloeste,cruzandoeltranseptodelaVirgen,queestabaadornadoconpilaresdemármolyalabastro,elojoseperdíacaminodelagranluzdeoriente,atravésdeunanavedecasicienmetrosdelongitud,atravésdeunmagníficopasillohechodeparedesydeunhazdecolumnasintactasqueseagrupaban hacia el cielo.A ambos lados de la capilla deNuestra Señora seelevaban sendas torres: la primera, que eramuy antigua y de un estilo quesuele denominarse normando—pequeña, sólida y de planta cuadrada—, seelevabanomuyporencimadelpórticodel ladooeste;pero lasegunda torreera muy distinta, pues era alta y luminosa, de un estilo gótico más puro yrefinado,ysehabíaconstruidoconunapiedradeuncolor tan luminoso—einclusobrillante—queparecíareciénacabada.Aprimeravistaparecíaquelatorrecillaquelacoronabaestabasin terminar.LosobrerostrabajabanenestamismatorreeldíaqueelviejoBaldwinGreymountllegó,comocomisionadoreal,aindagarsobrelagestióndeestacasareligiosa.Alosabadeslesgustabaconmemorarcadareinadoconalgunaobrapúblicaquesesumasealabellezadesusedificiosoquecontribuyesealbienestardeloshombres.Elúltimode

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los señores de Marney, un hombre de gusto exquisito y un arquitecto contalento, habíamandado erigir este campanario para sus hermanos cuando seproclamóeldecreto.Conélcesóelsonidodelascampanas,sedejódecantarelhimnoen lacapilladeNuestraSeñora,noseencendieronmásvelasenelaltarmayor y la puerta de los pobres quedó cerradapara siempre, de formaqueelvagabundonopudoyaencontrarunhogar.

Lanaveprincipaldelaiglesiaestabacubiertaporunavegetaciónsalvajey,enalgunasdesuspartes,parecíaabultadaacausadelaszarzas.Eldíahabíasidotórrido,yelcalorabrasadordemediamañanatodavíainflamabaelaire.Algunasvacashabíanestadopaseándosepor las arquerías rotas enbuscaderesguardo más que de sustento, y yacían sentadas a la sombra de la nave.Egremontestabaestremecidoporlaprofanacióndeunlugarqueunavezfuesagradoperoqueaúnconservabalabellezaylasolemnidaddeantaño.Suspiróy,dándoselavuelta,siguióuncaminoquetrasunospocospasoslollevóhastaelclaustrodel jardín.Elclaustro,que teníauna formacuadrangular, albergóantañoelplacenterojardíndelosmonjes,delcualapenasquedabamásqueunsolitariotejoenelcentro—alparecer,elúnicoárbolquepodíavivirbienallí— y que, de acuerdo con la tradición, eramás antiguo que losmurosmásvenerablesdelaabadía.Alrededordeestecuadránguloseerigíanelrefectorio,la libreríay lacocinay, encimadeellos, lasceldasy losdormitoriosde losmonjes.Una escaleramal construida, y que no carecía de peligro, conducíahasta estas habitaciones sin techar, pero Egremont, que estaba familiarizadoconelcamino,nodudóensubirhastaellas,yprontoseencontróenunlugarelevadodesdeelquesedominabaeljardíny,unpocomáslejos,losgrandesclaustrosdelosmonjes, juntoa loscualesestabaelcementerio,queunavezestuvocerradoycomunicadoconelclaustrodeljardín.

Eraunodeesosdíasdeveranoque son tan tranquilosquepareceque lanaturaleza se hubiera tomado un descanso. El fatigado viento dormía enalguna caverna reconfortante y los rayos del sol pacían en alguna lomaardiente;el río fluía lentae imperceptiblemente; lahierbanoondulabay lasramasnosemovían.

Eratanprofundoelsilencioenmediodelasolemnidaddeestasruinasqueofrecía laperfeccióndelasoledad.PeroenlamentedeEgremonthabíaunainquietudqueleindisponíaparasumergirseenella.

Laspocaspalabrasquehabíaintercambiadoconelgranjeroyelayudantelohabíandejadomeditabundo.¿PorquénoeraInglaterralamismatierraqueen los días de su alegre juventud? ¿Por qué eran tiempos difíciles para lospobres?Sequedódepieentre las ruinasque,comobienhabíaobservadoelgranjero,habíanvistonumerososcambios;decredos,dedinastías,deleyes,decostumbres. En el país habían surgido nuevas sociedades, se habían abiertonuevas vías de riqueza, que habían conducido necesariamente a nuevas

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distribucionesdelpoder.Supropiacasa,supropiaclasehabíansurgidodelasruinasdeestegranmonumento,cuyosemblemasdemagnificenciaypoderlerodeaban ahora, pero ahora su orden nobiliaria estaba amenazada. ¿Y quéhabían conseguido los millones de trabajadores del pueblo sobre cuyosesfuerzos inconscientes todo había descansado durante estos siglos decambios?¿Guardabaalgunarelaciónlamejoradesurangosocialenlanacióny el progresode sus gobernantes? ¿O, por el contrario, todohabía revertidoprincipalmente en el enriquecimiento de una clase social reducida que sevanagloriabadeserlaprimeranacióndelmundo,lamáspoderosaylibre,lamásilustrada,lamásmoralylamásreligiosa?¿Sequemabanlosalmiaresentiemposdelosabades?¿Ysinolohacían,porquénolohacían?¿Yporquéhabía que destruir los almiares de los condes de Marney, y no los de losabades?

Mientrasmeditaba sobre estas ideas, lo distrajeronunas voces. Se dio lavueltayobservóquehabíadoshombresenelcementerio;unoestabadepiejuntoaunatumbaquesucompañeroparecíaestarexaminando.Elprimerodeelloseradegranestaturay,aunquevestíaconsencillez,nohabíanadaensuaspecto que resultara innoble. Su atuendo no daba ninguna pista sobre suposiciónenlavida,puesuntrajeoscurodepanayunosbotinesdecueroloshabría podido llevar desde un hacendado al guarda de su coto. CuandoEgremontadvirtiósupresencia,eldesconocidoarrojabaelsombrerodecampodealaanchaalsuelo,mostrandounrostrovaronilyfranco,peroempalidecidopor el paso del tiempo y por el pensamiento y la pasión que suelenacompañarlo. Su pelo castaño, deslucido pero no gris, aún se arremolinabasobresufrentedespejada.Teníaunosrasgosbienproporcionadosyhermosos;unanarizbienformada,unabocarectaydientesblancos,ysusojosdecolorgris claro convenían a su aspecto. Por su constitución atlética se diría queestabamáscercadeloscuarentaquedeloscincuentaaños,máspróximoaunaedad en el hombre donde la flexibilidad y ligereza que acompañan a lajuventudhandejadopasoalvigordelamadurez.Alestirarsusfuertesbrazosal aire ymostrar conuna exclamaciónde alivioque se encontraba cansado,rompióelsilencioyexpresóasucompañerosuintencióndedescansarbajolasombradel tiloenel jardínpróximo.Luego, invitóasucompañeroaque losiguiera,recogióelsombreroysepusoaandar.

HabíaalgoenelaspectodeaqueldesconocidoqueinteresabaaEgremont.Esperóaquesehubieraasentadoenellugarquehabíaelegidoparadescansary,trasdescenderalclaustrodeljardín,Egremontsedirigiódirectamentehaciaél.

Capítulo5

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—Se está apoyando contra un tronco antiguo —dijo Egremontdespreocupadamentealtiempoqueavanzabaendirecciónaldesconocido.

Estelomirósinexpresiónalgunadesorpresay,luego,replicó:

—Dicenqueeselárbolencuyasramas losmonjesse refugiaroncuandollegaron a este valle para edificar su monasterio. Fue su casa hasta queconstruyeronsuabadíaconlamaderaylapiedradelosalrededores,ademásde con su trabajo y su talento. Pero después fueron expulsados de ella y, alfinal,haquedadoreducidaaesto.¡Pobreshombres!¡Pobreshombres!

—Noleshabríanenajenadosuresidenciasihubieranmerecidoconservarla—dijoEgremont.

—Eranricos.Penséqueeralapobrezaloqueerauncrimen—contestóeldesconocidoconuntonodesencillez.

—Perohabíancometidootroscrímenes.

—Puedequefueseasí;todossomosdébiles.Perosuhistorialahanescritosus enemigos. Fueron condenados sin ser escuchados. El pueblo se levantóvariasvecesparadefenderlos.Ysupropiedadselarepartieronlosmismosquehabíanelaboradolosinformesquesirvieronparaenajenarla.

—En cualquier caso, fue una desamortización lo que dio lugar alnacimientodelacomunidad—añadióEgremont—.Sonhombresactivosynozánganosquienesposeenlastierras.

—Un zángano es aquel que no trabaja—dijo el desconocido—.Me esindiferente que lleve una cogulla que una corona pequeña. Supongo quealguien debe ser propietario de la tierra, aunque he oído que esta posesiónindividualnoesunanecesidad.Comoquieraquesea,noseréyoquienpongaobjecionesaunlord,siemprequeesteseaamable.Todoscoincidenenquelosmonjes eran señores complacientes. Exigían arriendos bajos y, en aquellosdías, concedían préstamos. Además, sus arrendatarios podían renovar sucontratoantesdequeexpiraraelplazo.Asípues,eranhombresdeespírituydepropiedad.Eranpropietariosrurales,señor.Porentonceselpaísnoestabadivididoendosclases,señoresyesclavos,sinoquehabíaunlugarintermedioentreelboatoylamiseria.Poraquelentonceselbienestareraunacostumbre,nosimplementeunapalabramásdenuestralengua.

—¿Yustedcreedeverdadqueeran señoresmásmoderadosque losquetenemosahora?—preguntóEgremontentonoinquisitivo.

—Eso nos lo dirá la naturaleza humana, aunque la historia no nos loconfiese. Losmonjes no podían poseer propiedad privada; no podían hacerdonaciones ni testamento. Vivían, recibían y gastaban en común. El

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monasteriotambiéneraunpropietarioquenuncamoríaynuncadespilfarraba.Elgranjeroteníaentoncesunseñorquenomoría,nounvigilanteseveroniunacreedorhipotecarioqueloexprimía,niunmaestroenelartededemorarlosjuicios.Elfeudatarionoteníaquetemeruncambiodelords,nilosnoblesdelaheredadtemblaranteelhachadeunherederoderrochador.¡QuéorgullososnossentimosaúnenInglaterradeunaantiguafamilia,aunqueDiossabequees raro ver una hoy día! Pese a todo, a la gente le gusta decir: «Fuimosarrendatarios de aquel hombre, y antes de él, de su padre y de su abuelo»,porque saben que poseer así la tierra les beneficia. El abad era siempre elmismo.Losmonjeseranafindecuentasaquienesrecurríanentodaspartesquienesbuscabansocorro,consejoyprotección;ungrupode individuosqueno sepreocupabande símismos, con la sabiduríanecesariaparaguiar a losinexpertos,conriquezasparaaliviaralossufrientesyconpoderparaprotegeralosoprimidos.

—Defiende su causa con vehemencia —dijo Egremont, no sinconmoverse.

—Eslamía.Elloseranhijosdelpueblo,comoyo.

—Pensabaqueestosmonasterioseranlacausaquedefendíanlosjóvenescachorrosdelaaristocracia—dijoEgremont.

—En vez de las listas de pensiones—replicó su interlocutor sonriendo,aunque no con amargura—. Bueno si tenemos que tener una aristocracia,preferiría que las jóvenes generaciones fueran monjes y monjas antes quecoronelessinregimientos,oamasdecasadepalaciosrealesquesoloexistenenlosnombres.Además,pienseenloventajosoqueseríaparaunministrosialguien se encargase de la endeudada aristocracia. No tendría, como ennuestros días, que confiar la gestión de los asuntos públicos a personasnotoriamenteincompetentes,niquedirigir lasexpedicionesdegeneralesquenunca han visto un campo de batalla, ni que nombrar gobernadores de lascolonias a hombres que nunca podrían ni gobernarse a sí mismos, ni quenombrar embajador a un dandy sin blanca o a un protegido ya acabado. Esverdadquemuchosdelosmonjesymonjaserandenoblecuna,pero¿porquénotendríanqueserlo?Tambiénloshabíaenlaaristocracia;peronomásqueellos. Al igual que las demás clases sociales, se habían beneficiado de losmonasterios,perolalistadeabadesdemonasterioscuandofueronsuprimidosmuestra que la mayoría de los superiores de los monasterios procedían delpueblo.

—Bueno,pordiferentesquepuedanserlospuntosdevistaenestostemas—dijoEgremont—,hayunoenelquenohaydesacuerdoposible:losmonjesfuerongrandesarquitectos.

—¡Ah! ¡Eso es tan cierto! —dijo el desconocido con un cierto tono

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quejumbroso—; ¡si al menos el mundo supiera lo que ha perdido! Estoysegurodeque,porlogeneral,nosetienelamenorideadelaspectoqueteníaInglaterra antes y después de aquella desamortización, porque solo enInglaterra y Gales, señor, había bastantes más de tres mil de estasinstituciones; quiero decir entremonasterios, capellanías, capillas y grandeshospitales.Todosellosdedistintostamañosperotodosbuenosedificios,ylamayoríadeellosdeunaexquisitabelleza.Encadacondadohabíaunamediadealmenosveinteedificacionescomoesta,peroenestegrancondadohabíaeldoble;edificacionesqueeran tangrandes,majestuosasyhermosascomo losBelvoir, los Chatsworth, losWentworth y los Stowes. Trate de imaginar elefectodetreintaocuarentacastilloscomoeldelosduquesdeChatswortheneste condado cuyos propietarios no se ausentasen nunca. Los monjes eranresidentes permanentes. Gastaban sus ingresos entre aquellos que habíantrabajado para producirlos. Además, estos hombres construían, plantaban yactuaban en general pensando en la posteridad: sus iglesias eran catedrales;sus colegios, universidades; sus bibliotecas y paraninfos eran estancias queatestiguabanlaexistenciadeunreino;susbosques,ríos,granjasyjardinesseproyectaban y disponían según una escala y un espíritu que ya handesaparecido, porque contribuían a la belleza del país y a que el pueblo sesintieseorgullosodeperteneceraél.

—Sinembargo, si losmonjeseranbenefactorespúblicos,¿porquénoselevantóelpuebloparaapoyarlos?

—Lo hicieron, pero demasiado tarde. Lucharon durante un siglo, perolucharon contra los propietarios y fueronderrotados.Mientras existieron losmonjes,siseagraviabaalpueblo,esteteníaalospropietariosdetierrasdesuparte.Pero,ahora,todohaterminado—dijoeldesconocido—,ylosviajerosvienenycontemplanlasruinas,ysecreenmuysabiospormoralizarsobrelahistoria.Son loshijosde laviolencia,nodel tiempo.Es laguerra laquehacreadoestasruinas,laprimeraguerracivil,detodasnuestrasguerrasciviles,lamás inhumana, pues se hizo contra los que no ofrecían resistencia. Losmonasterios se tomaron por asalto, fueron saqueados, destruidos, demolidosconarmasdeguerra,voladosconpólvora.Aquí,enlatorrenueva,sepuedenver lasmarcas de las explosiones. No se había visto un expolio semejante.Duranteunsigloelpaístuvoelaspectodehabersidoinvadidoporunenemigosin escrúpulos; fue peor que la conquista de los normandos. No sé si lostalleres sindicales conseguirán borrar de Inglaterra la huella de esadevastación,porquealfinseestáconstruyendoalgoparaelpueblo.Despuésde un experimento de tres siglos, que ha llenado vuestras prisiones, y hadesgastadolaantiguaeficaciadevuestrasruedasdemolino,noshabéisdadounsustitutoparalosmonasterios.

—Ustedlamentalapérdidadelaantiguafe—dijoEgremont,enuntono

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respetuoso.

—Noveoesteproblemacomounacuestiónde fe—dijoelextranjero—.Según lo veo yo, no es un tema de religión, sino de derecho, de derechoprivado y de felicidad pública. Podría cambiar de opinión si pensase quecambiar la religión de los obispos hubiese convenido a la religión de losabades; pero no tenían derecho a quitarles su propiedad a esos hombres y,especialmente, la propiedadque, bajo su administración, tanto contribuyó albienestardelacomunidad.

—En cuanto a la comunidad —dijo una voz que no procedía ni deEgremontnidelextranjero—,con losmonasterios sehaextinguido laúnicaclasederelacióncomoesaquehaexistidoenInglaterra.NohaycomunidadenInglaterra; hay un agregado de personas, pero un agregado que, bajo lasactuales circunstancias, funcionamásbiencomounprincipiodedisociaciónquedeunión.

Era una voz calmada la que pronunciaba estas palabras y, sin embargo,teníauntonopeculiar;eraunadeesasvocesqueconvocaninmediatamentelaatención; amable y sin embargo solemne, vehemente pero desprovista depasión.Conunpasotanmisteriosocomosutonodevoz,elhombrequehabíaestado arrodillado junto a la tumba se había unido inadvertidamente a suamigoyaEgremont.Apenasllegabaaunaalturamedia,peroteníaunafigurabien proporcionada y delgada. Su rostro pálido, ligeramentemarcado por laviruela, estaba libre de fealdad alguna gracias a una frente sumamenteintelectual y a sus ojos oscuros y grandes, que sugerían una profundasensibilidadyunagran rapidezde comprensión.Aunqueera joven,ya teníauna incipiente calva. Vestía completamente de negro, pero la nobleza deltejido,elcortelimpiodesubarba,susguantesdesgastadosporeluso,aunquecuidadosamente remendados, sugerían que el hecho de que sus prendas devestirestuvierandesteñidassedebíamásalanecesidadquealdescuido.

—Veo que usted también lamenta la disolución de estas instituciones—observóEgremont.

—Haytantoquelamentarenelmundoquevivimos—dijoelmásjovendelosdesconocidos—quenomereservoningúndolorporelpasado.

—Y, sin embargo, usted aprueba el fundamento de aquella sociedad.Digamosqueloprefierealnuestrodehoydía.

—Sí,prefierolaasociaciónalgregarismo.

—Esaesunadistinción—dijoEgremont,entonomeditativo.

—Lasociedad laconstituyeunacomunidadde fines—continuóel jovenextranjero—. Sin ella, los hombres pueden ser instados a la contigüidad de

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unosconotros,peroenlaprácticaseguiránestandoaislados.

—¿Yesesalaenfermedadquepadecenlasciudades?

—Esunaenfermedadqueestáen todaspartes,peroqueseagravaen lasciudades. La densidad de población implica una lucha más dura por lasupervivenciay,porconsiguiente,unamutuarepulsióndelosindividuosqueentran en estrecho contacto. En las grandes ciudades los hombres se venimpelidos a trabajar juntos por el deseo de ganar dinero. No viven en unestadodecooperación,sinodeaislamiento,conelfindehacerfortuna;porlodemás, poco les importan los vecinos.El cristianismonos enseña a amar alprójimo como a nosotrosmismos, pero la sociedadmoderna no reconoce aningúnprójimo.

—Puessí,vivimostiemposextraños—dijoEgremont,impresionadoporlaobservación de su interlocutor, y dejando ver en su vulgar comentario unestadodeperplejidad,queamenudodenotaquehaymásefervescenciaenlamentede laque sedeja traslucirode laque seescapazdeexpresarenesemomento.

—Cuando el niño empieza a andar, también piensa que vive en tiemposextraños—añadiósuinterlocutor.

—¿Aquéserefiere?—preguntóEgremont.

—A que la sociedad está aún en una etapa infantil, pero aún no haencontradosucamino.

—Estamosenunnuevoreino—afirmóEgremont—ytalvezenunanuevaépoca.

—Creoquesí—dijoeljovenextranjero.

—Esperoquesí—dijoelmásmayor.

—Bien,puedequelasociedadestéenunaetapainfantil—dijoEgremontligeramentesonriente—,pero,digaloquediga,nuestrareinaessoberanadelanaciónmásgrandequehayaexistido.

—¿Qué nación?—preguntó el joven desconocido—, porque reina sobredos.

El extranjero hizo una pausa. Egremont permanecía callado, pero miróinquisitivamente.

—Sí—resumióeljovenextranjerotrasunmomentodepausa—,sondosnaciones entre las cuales no hay ni relación ni entendimiento, que ignoranhastatalpuntolascostumbresylasformasdepensardelaotraqueparecequevivieran en distintas zonas delmundo o que habitaran en distintos planetas;que se han criadode formadistinta, comendistintas clases de alimentos, se

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rigenporcostumbresdistintas,ynoestángobernadasporlasmismasleyes.

—Hablade…—dijoEgremontdubitativo.

—DeLOSRICOSYLOSPOBRES.

Enesemomento,unasúbitaluzrosáceainundólasruinasgrisesyvieronqueelsolacababadeponerse.Atravésdelvanodeunarcoquedominabaelpromontorio,aparecióenelcieloresplandecientelaestrelladelcrepúsculo.Lahora, el escenario, la solemne quietud y la dulce belleza apaciguaban lacontroversia e invitaban al silencio. Las últimas palabras del extranjeroresonaban aún en el oído de Egremont, en cuyo espíritu meditabundo seagolpabanpensamientosymuchasemociones,cuandodelaIglesiadeNuestraSeñorasurgióunhimnonocturnoalaVirgen.Eraunaúnicavoz,peroconuntono rayano en una dulzura sobrenatural; tierno y solemne y, sin embargo,dúctilyemocionado.

Egremontdespertódesuensueño.Habríahablado,perosediocuentaqueelmayordelosdosdesconocidossehabíalevantadodellugarenqueestabadescansando y se había arrodillado con los ojos hacia el suelo y los brazoscruzados.Elotroseguíadepie,enlamismaposturaquehabíaadoptadodesdeelprincipio.

Lamelodíadivinacesó.Eldesconocidodemayoredadselevantó.EnloslabiosdeEgremontaflorabanlaspalabras,perojustocuandoibaapedirqueleexplicasendedóndesurgíaestedulceysagradomisterio,percibiólasiluetadeunafigurafemeninaenelvanodelarcodondeanteshabíavistoencenderselaestrella.Aparentementevestidaconunhábitoreligioso,aunqueesdifícilquesetratasedeunamonjaporquesuvelo,siesqueeratal,lollevabacaídosobresushombrosydejabaver lasgruesas trenzasdesuhermosopelo largo.Unahonda emoción brillaba en su semblante que, pese a su extrema juventud,estaba impresocon lamarcadeunamajestadcasidivina.Porotro lado, susojososcurosysuslargaspestañas,quecontrastabanconlaluminosidaddesurostroylaexuberanciadesusbuclesdorados,formabanunacombinaciónqueproducía un efecto de belleza tan raro como distinguido. Era unamujer tanextrañaqueEgremontpodríahabersidoperdonadoporcreerquesetratabadeunserafín,quehabíasidoalumbradoenestaesfera,oel inmaculadoespíritudealgunasantaqueregresabaalasruinassagradasdesusantuarioprofanado.

Capítulo6

—Ya entiendo —dijo lord Marney a su hermano, mientras estabansentados conversando aquella misma tarde en el salón—. Entiendo que, de

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hecho, no has pagado nada, y que mi madre te dará mil libras. Eso no teayudarámucho.

—Conesono tendrásniparapagar losgastosdelpaseoen la sillade lavictoriaelectoral—dijoEgremont—.Larestauracióndelainfluenciafamiliarsecelebrósinrepararengastos.

—Hay que apoyar el ascendente familiar —dijo lord Marney—, y mimadretedarámillibras.Pero,comodigo,noteservirándemucho,aunquemegustaelgesto.UnescañoenelParlamentoesalgomuycaroy,noobstante,aprueboloquehashecho,sobretodoporquehasganado.Enestosdíasenquelaconcesióndelderechodesufragiocuestadiezlibrasesungranlogrohaberconseguido tu primera victoria electoral. Muestra una gran capacidad decálculo,porquenoexisteesoquesellamasuerte,créeme.Sisiguescalculandoasí, tendráséxitoen lavida.Lapreguntaahoraes, ¿quévasahacercon tuscuentaselectorales?

—Exactamente.

—Túquieressaberloqueharéportio,mejor,loquepuedohacerporti,esaes lacuestión.Miintencióndesdeluegoeshacer todocuantoestéenmimano,perotendréqueestudiarmisrecursos,puespuedequemeencuentrequedesmientenamisintenciones.

—Estoyseguro,George,dequeharástodocuantoestéentumano,ymásdeloquedeberías.

—Estoyextremadamentecontentoporlasmillibrasquevasarecibirdemimadre,Charles.

—Esungestoadmirabledesuparte,¡peroellaessiempretangenerosa!

—Suusufructopor lapropiedadse lehapagadocon todaregularidad—continuó lord Marney—. Sé siempre exacto en tus pagos, Charles. Lasventajas son ilimitadas.Ahorabien, si yonohubiera extremadoel celo a lahora de pagar regularmente a mi madre su derecho de usufructo, con todaprobabilidadellanotehabríapodidodarlasmillibrasy,portanto,hastaciertopunto,esconmigoconquienhascontraídoladeudadelasmillibras.

Egremontseincorporóunpoco,peronodijonada.

—Estoyobligadoapagaramimadresuderechodeusufructo,tantosisequemanlosalmiarescomosino—dijolordMarney—.Esmuyduro,¿nolocreesasí?

—PeroesosalmiareserandeBingley.

—Peronolosteníaasegurados,yquerráalgunareducciónensuarriendo,yno creo convenientepermitírseloni se lopermitiréprobablemente, porque

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debía haber calculado estas cosas. Tengo almiares de mi propiedad quecualquiernochepuedenarder.

—Pero,porsupuesto,túsíestásasegurado.

—No,noloestoy.Calculoquees«mejorcorrerelriesgo».

—Me pregunto por qué se queman ahora los almiares, y no en épocaspasadas—dijoEgremont.

—Porqueelreinoestásuperpoblado—dijolordMarney—,ynotenemospolicíaruralenelcondado.

—Perohablabasdelaselecciones,George—dijoEgremont,quetrashaberrotoelhielo,ynosinreticencias,deseabaqueelasuntollegaraabuenpuerto.

Antes de las elecciones, lord Marney había escrito, en respuesta a laconsultaque lehabíahechosumadre sobreelpaso siguientequedebíadar,una carta que a esta le había gustado mucho, pero que Egremont habríadeseadoquefuesemásexplícita.Sinembargo,conlaemocióndelaesperadeuna primera contienda en las urnas, e influido por la persona cuyo juiciosiemprepesabaensuánimo,especialmentetratándosedeunacuestióncomoesta,aplacósusescrúpulosyseconvencióasímismodequeerauncandidatolegítimoydequecontabanosoloconelrefrendodesuhermano,sinoconsuapoyo.

—Perohablabasdelaselecciones,George—repitióEgremont.

—Acerca de las elecciones, Charles. Bien, sin entrar en detalles, loprincipalesquedeseoverteenunaposicióncómoda.Pasarapurosacausadeldinero es una de las circunstancias más desagradables de la vida; agria elcarácter, baja lamoral, perturba el descanso y, finalmente, quiebra la salud.Siempre que puedas, mantén tus cuentas saneadas. Y si por casualidad teencuentrasenalgúnmomentoenquetienesquerascartelosbolsillos,acudeamí; en esas circunstancias, no hay nadamejor que el consejo de un amigosereno.

«Tanvaliosocomolaayudadeunoinsensible»,pensóEgremont,aquiennolegustabamuchoeltonoquetomabalaconversación.

—Perohayalgoconloquedebestenerespecialcuidado—continuólordMarney—,queespeor inclusoqueencontrarsecondificultades:encubrirlas.Encubriresunmalsistema.Tardeotempranofalla;nuncateaclaras.Bien,loquequierohacercontigo,Charles,esayudaraqueteprepares;quieroverteenuna posición financiera equilibrada, ymás que equilibrada, en una posiciónqueteprotejadecualquierinconvenientedeestetipo.

«Despuésdetodo,esunbuenhombre»,pensóEgremont.

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—Esasmillibrasdemimadrevienenmuyapropósito—dijolordMarney—.Supongoquesonunregaloparadescargartedepresiónhastaquehayamoshechonuestrosplanes.

—Oh, no tengo tal presión—dijoEgremont—.Si veomi camino, y lesescribo,desdeluegoestaránsatisfechos.

—Excelente—dijolordMarney—.Ynadapodríavenirmemejorporque,entrenosotros,mibalanceesmuybajoenestemomento;¡mantenerestelugarocasiona gastos terribles! ¡Y, además, conlleva una cantidad espantosa degravámenes!

—¡Gravámenes,George!¿Porqué?Penséquenoteníasninguno.Nohabíaniunasolahipotecasobrelacasa.

—No,lashipotecasnoimportan;telasencuentras,teacostumbrasaellasytomasmedidas al respecto;pero seolvidan laspartes correspondientes a loshijosmásjóvenes.

—Sí,perotúhabíasprevistounmontóndedineroparahacerfrenteaesosgastos.

—Y tuve que pagarlos —dijo lord Marney—. Si no lo hubiera hecho,podríahabercompradoGrimblethorpeconesedinero;unaoportunidadasínovolveráapresentarsenunca.

—Perohablabasdegravámenes—dijoEgremont.

—¡Ah,miqueridomuchacho!—dijolordMarney—,túnosabesloqueesmantenerunpatrimoniocomoeste;ytienesmuchasuerteporello.Sueñasconunavidaquenoesfácil.Estánlosedificios;¡losedificiossonunaruinaparamí!,yesoquenuestropobrepadrepensóquemedejabaMarneysinunsologravamen,peronohabíaniunsolograneroentodalahaciendaheredadaqueofreciese protección delmal tiempo, ni una sola granja que no estuviera enruinas. ¡Lo que yo he gastado en restaurar las casas!, ¡y en cañerías!, puesaunquehagomispropiosatanores,notieneslamenoridea,queridomuchacho,deloquepuedencostarlascañerías.

—Bueno—dijoEgremont, deseosode reconducir a suhermanohacia loque le interesaba—, entonces, crees que seríamejor que les escribiera y lesdijera…

—¡Ah, vamos a tu asunto!—dijo lordMarney—.Te voy a decir lo quepuedohacerporti.LaotranochehablabadeelloconArabella,yellaapruebamiidea.¿RecuerdasalosDeMowbray?Bien,vamosapasarunosdíasenelCastillodeMowbray,ydeberíasacompañarnos.Eslaprimeravezquerecibenvisitas desde su gran pérdida. ¡Pero claro, en esa época tú estabas en elextranjero y no sabes de qué te hablo! Fitz-Warene, el único hijo de lord

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Mowbray,unmuchachotremendamentelisto,murióhaceunaño,enGrecia,acausa de una fiebre. ¡Fue un golpe durísimo! Está previsto que sus doshermanas,ladyJoanyladyMaud,seanlasgrandesherederasdelreino,peroconozcobienaMowbray,yquerráunhijomayorparasuhijamayor.Ellalovaaheredartodo,esunadelasamigasmásqueridasdeArabella,ytúvasacasarteconella.

Egremontmiróasombradoasuhermano,quelediounaspalmaditasenlaespaldaconungestodeinsólitaamabilidad,yañadió:

—MiqueridoCharles, no tienes ni idea del pesoquemehas quitadodeencima.Estaba tanpreocupadopor ti,especialmenteen losúltimos tiempos.CuandoteveaconvertidoenlorddelCastillodeMowbrayseveránrealizadosmis sueños más queridos. Es una posición adecuada para un hombre, y noconozcoaningunoquevalgatantocomotú,aunqueseatuhermanoquienlodiga.AhoravenconnosotrosyvamosahablarconArabellaalrespecto.

Tras decir esto, lord Marney, seguido con ciertas reticencias por suhermano,sedesplazóhastaelotroextremodelsalón,dondesuesposaestabaocupadaconsulabor,ysesentójuntoasujovenamiga,laseñoritaPoinsett,que jugabaal ajedrez conel capitánGrouse,miembrodel clubde ajedrezyunodelospracticantesmásconsumadosdedichojuego.

—Bien,Arabella—dijo lordMarney—, todo está decidido;Charles estádeacuerdoconmigoacercadelavisitaalCastillodeMowbray,yyocreoquecuanto antes vayamos,mejor. ¿Qué te parece pasadomañana?Amíme vaperfectamente.Seríamejorquelodecidiéramosya,asíquelaconsideraremosunacitahecha.

Lady Marney parecía avergonzada y un poco alterada. Nada podíaparecerle tan insólitocomoestaproposición,ynada tan inconvenientecomoestos planes. Era cierto que lady Joan Fitz-Warene los había invitado aMowbray,yundíauotroellateníalavagaintencióndeconsiderarsidebíanaceptarsuamablegestoono,perotomarladecisióndeir,ydecidirlotandeinmediato, sin la menor deliberación, sin la menor consideración sobre laoportunidaddedichosplanes,porejemplo,sindetenerseaponderarelhechodequeestaabruptadecisiónpusierafinalavisitadelaseñoritaPoinsett,todoello le parecía irritante y embarazoso; un modo de hacer las cosas quecontribuía a extraer de losmás sencillos incidentes de la vida doméstica unciertogradodeperplejidadymolestia.

—¿No crees, George —preguntó lady Marney—, que sería mejor quehabláramosunpocosobreello?

—Enabsoluto—respondiólordMarney—.SiCharlesquiereiryamímevabien,¿quénecesidadhaydeconsultarnada?

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—¡Oh!SiCharlesytúqueréisir,nohayduda—dijoladyMarneyenuntono dubitativo—; solo que me va a apenar perder el placer de vuestracompañía.

—¿Quéquieresdecirconperderelplacerdenuestracompañía,Arabella?Desdeluego,túvendrásconnosotros.Yoespecialmentedeseoquevengas.TúereslaamigamásíntimadeladyJoan;nocreoquehayanadiequeleagradetantocomotú.

—Yonopuedoirpasadomañana—observóladyMarney,hablandoconunsusurro,yconaspectodeestarenormementedisgustada.

—Nopuedohacer nada—dijo lordMarney—deberías habérmelo dichoantes.Acabode escribir unanota aMowbraydonde ledigoque llegaremospasadomañanaparapasarconellosunasemana.

—Pero no me habías comentado nada —objetó lady Marney,ruborizándoseligeramenteyutilizandountonodeamablereproche.

—Me gustaría saber cuándo voy a encontrar tiempo para comentar loscontenidosdecadacartaqueescribo—dijolordMarney—,especialmentecontodos los fastidiosos asuntos que he tenido enmismanos hoy. Pero así es,cuantosmásproblemastrataunodeahorrarte,másdescontentatepones.

—No,noestoydescontenta,George.

—No sé a qué llamas tú estar descontenta, pero cuando un hombre hahecholosplanesnecesariosparaagradarasuesposayatodoelmundo,yveque son obviados simplemente porque el día que uno ha fijado no coincideexactamenteconsusdeseos,siesonoesestardescontenta,megustaríasaberloquees,Arabella.

LadyMarney no respondió. Era siempre tan sacrificada y complacientequecadavezque intentabaexpresarunaopiniónparecíaasumir laposición,nodelagraviado,sinodelqueagravia.

Arabellaeraunamujercontalentos,queellamismahabíacultivado.Teníaunsentidocomúnexcelenteyposeíamuchasotrascualidadesadmirables.Nocarecíaenabsolutodesensibilidad,perosutemperamentodulceseacobardabaante el conflicto, y la naturaleza no la había dotado de un espíritu que ellapudieradirigirycontrolar.Seplegabasin luchara lavoluntadarbitrariayalcapricho irracionaldeunmaridoque rarasveces la igualabaen inteligencia,queestabamuypordebajodeellaenmuchasde lasgrandescualidadesquetieneelserhumano,peroquelagobernabamercedasuegoísmodehierro.

LadyMarney carecía de voluntad propia. Un ser preciso, literal, agudo,trabajador envolvía su existencia, dirigiendo, planificando, disponiéndolotodo.Suvidaeraunaseriedepequeñossacrificiosydealegríasfrustradas;si

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su carruaje la esperaba a la puerta de su casa, nunca estaba segura de si notendría que despedirlo; si invitaba a su casa a algunos amigos, era probablequetuvieraqueaplazarelencuentro;siseencontrabaleyendounanovela,lordMarneylepedíaquelecopiaseunacarta;sipensabairalaópera,depronto,lordMarney le comunicaba que había reservado entradas para ella y algúnamigoenlaCámaradelosLores,esperando,además,queellasedeshicieseenexpresiones de gratitud y satisfacción para con él por su inoportuna y nosolicitada amabilidad. Lady Marney había luchado contra su tiranía en losprimeros días de su unión. ¡Pero ladyMarney era tan inocente e inexperta!¡Comosifueseposibleparaunaesposalucharcontraunmaridoegoísta,queposeíaalavezunainteligenciaagudayuncorazónromo!Lehabíasuplicado,incluso lehabíaparticipadosus reproches;había lloradoy,unavez,hastasehabía arrodillado, pero a lord Marney estas manifestaciones le parecíanproductodelosdesórdenesdelasensibilidaddeunamuchachaqueaúnnosehabía acostumbrado al matrimonio y que ignoraba la sabia autoridad quetenían los maridos, entre los cuales él se consideraba a sí mismo como unejemplo a seguir. Por tanto, una vez terminado el curso de iniciación, ladyMarneydesapareciódurantedíasysehundióenensoñacionescompungidasenlosmisteriosdesualcoba,mientrassumaridosededicabaacenarenelclubyacudiralospequeñosteatros.Lacondesasehabíaroto,ysehabíaconvertidoenlaperfectaesposadeunperfectomarido.

LordMarney,queeraaficionadoalajedrez,retóalcapitánGrouse,quien,muygalantemente,propusoterminarantessupartidaconlaseñoritaPoinsettquien,conociendotantodelajedrezcomodelordMarney,pusobuencuidadoenperderrápidamenteconelfindequesuseñoríaellordpudieraencontraruncontrincante a su altura. Egremont se sentó junto a su cuñada, deseoso decalmar con palabras amables la irritación que había suscitado su hermano,entablóunaconversaciónfluidaconellay,despuésdealgúntiempo,dijo:

—Piensoquehatenidolabondadsuficienteparaforjarmidestino.

LadyMarneypareciósorprenderseunpocoy,luego,dijo:

—¿Aquéserefiere?

—Segúnmehandicho,ustedhadecididosobreelpasomásimportantedemivida.

—Medejaasombrada.

—LadyJoanFitz-Warene,suamiga…

Lacondesaseruborizó;aquelnombreeraunapistaqueellapodíaseguir,peroEgremont sospechaba, sin embargo,queaquella ideanunca se lehabíapasado por la cabeza. Describió a lady Joan como una mujer que no erahermosa, ciertamente nada hermosa; nadie podría considerarla hermosa;

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muchos incluso pensarían que era justamente lo contrario; y, sin embargo,teníaunaspecto,unaspectodeterminadoque,deacuerdoconladyMarney,lahacían más que hermosa, pues era una mujer muy lista, realmente mucho,extraordinariamentelista.

—¿Culta?

—Oh, ¡mucho más que eso!; he oído decir incluso a los hombres queningunosabíatanto.

—¿Esunadeesaspedantesliteratas?

—Noesparanadapedante.Noesesalaclasedeconocimientosqueposee,sinomás bien de lenguas y libros cultos. Lee árabe, hebreo y otras lenguasantiguas;ytiene,además,unobservatoriodesdeelquefuelaprimerapersonaque descubrió el cometa; el doctor Buckland da fe de ello; y mantienecorrespondenciaconArago.

—Ysuhermana,¿esigualqueella?

—LadyMaudesmuyreligiosa.Nolaconozcotanbien.

—¿Esguapa?

—Algunaspersonaslaadmiranmucho.

—YonuncaestuveenMowbray.¿Cómoeseselugar?

—¡Ah!Esmuygrande—dijoladyMarney—,perocomotodosloslugaresenlosdistritosfabriles,muydesagradable.Nuncavesuncieloazul;elmantelde lamesade la comidaestá cubiertodemanchonesnegros, los ciervosdelparqueparecequesehanbañadoenunlagodetintaindia;y,encuantoalasovejas,esperaríasquesuspastoressehubieranconvertidoendeshollinadores.

—¿Ydiceenserio lode irel jueves?—preguntóEgremont—.Creoquedeberíamosaplazarlavisita.

—Debemosir—dijoladyMarneyconunaespeciedesuspiroymoviendolacabezadeunladoaotro.

—DéjemehablarconMarney.

—¡Ohno!,debemosir.MefastidiapormiqueridaypequeñaPoinsett.Havenido para quedarse conmigomás tiempo, y solo ha estado aquí tres días.Cuandovuelvaaentrar,quieroquelepidaquecante,Charles.

Poco después, la pequeña Poinsett estaba cantando, muy agradecida dehaber sido invitada a hacerlo por el señor Egremont, quien durante algunosminutossequedóinmóvilescuchándolay, luego,hechizadoporsuformadecantar, caminabadeun ladoaotrode lahabitación sin cesardepedirlequecontinuasesusencantadorasactuaciones.LadyMarneyestabaabsortaconsu

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bordado,ysuesposoyelcapitánconlapartida.

¿Y en qué pensaba Egremont? EnMowbray, sin duda alguna. ¿Pero enlady Joan o en ladyMaud?No exactamente.Mowbray era el nombre de laciudadencuyaabadía sehabía encontradocon losdesconocidos.Esaera laúnicainformaciónquehabíapodidoobtenerdeellos,yporcasualidad.

Cuandolamujerquehabíavistoenelarcoestrellado,apuntodereunirseconsusdosamigos,percibióqueestosconversabanconundesconocido,dudóun instante y desapareció de pronto. Luego, el mayor de los viajeros, trasintercambiarunamiradaconsuamigo,sedespidiódeEgremont.

—Nuestrocaminoestalvezelmismo—dijoEgremont.

—Nolocreo—dijoeldesconocido—;además,tenemoscompañía.

—Ydebemosponernosenmarchaya,porquenosesperaunlargocamino—dijoelhombrequevestíadenegro.

—Mi camino es muy corto —dijo Egremont, haciendo un desesperadoesfuerzoporcontinuarlaconversación—;¡yvoyacaballo!

—Y nosotros a pie —dijo el mayor—. No vamos a parar hasta quelleguemosaMowbray.

Yconunlevesaludodedespedida,dejaronaEgremontsolo.HabíaalgoenlamaneradeactuardeldesconocidodemayoredadqueanulabacualquierposibilidaddequeEgremontlosiguiera.Mientrassalíadeljardíndelclaustroenotradirección,esperabaverlosfueradelaabadía.PasójuntoalacapilladeNuestraSeñora.Lahermosafigurareligiosanoestabaallí.Diolavueltahastael lado oeste; no se veía a nadie. Echó un vistazo rápido a cada lado de laabadía, pero no se veía un alma. Se figuró que debían de haberse dirigidohacia lagranjade la abadía, aunqueeraposiblequehubieranproseguido sucaminoporelvalle.Desconcertado,perdióelsentidodeltiempo.Finalmente,sedirigióhacialagranja,peronoconsiguióalcanzarlos;llegóhastaella,perono se les había visto por allí; y de estemodo llegó a casa de su hermano,invadidoporunaextrañaaunquedulceconfusión.

Capítulo7

En un país comerciante, como es Inglaterra, cadamedio siglo surge unanueva y gran fuente de riqueza pública, que llama la atención de la naciónsobreunanuevaypoderosaclase social.Haceunparde siglos, elmarineromercanteturcofueelgrancreadorderiqueza.AestelesiguióelcolonodelasIndiasOccidentales.Amediadosdelsiglopasadoaparecióelnababuhombre

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enriquecido en la India. Todos estos personajes en su momento álgido sefundieron con la gente del país y se convirtieron en aristócratas ingleses.Ahora, una vez caído el Levante, agotada la riqueza de las IndiasOccidentales, y expoliada la península del Indostán, se ha extinguidolentamentesulegado,yyasolamenteexistenenlascomediasinglesasquehanescritodesdeWycherlyyCongrevehastaCumberlandyMorton.Elgastodelaguerrarevolucionariaprodujolafiguradelprestamista,quefueseguidaporladelnabab.Peroconlaaplicacióndelacienciaalaindustriasecreólafiguradelindustrial,quien,además,aspirabaaposeer«grandesterritorios»,undeseoque siempre podrá tenermientras contemos con una constitución territorial,queparaelpredominiodeloshacendadosesmejorgarantíaquecualquierLeydelGrano,yaseafijaofluctuante.

Detodosestospersonajes,elque,engeneral,hizomayorfortunayde laformamásrápida—ynoolvidamos lasmaravillasdelpréstamoWaterloo,olosmilagrosdeManchesterduranteelbloqueocontinental—fueelpersonajeangloindioporlaépocaenqueHastingsfuenombradoelgranvirrey.Noerainsólito que hombres como estos, que hasta entonces habían ocupadoposicionestandiscretasquesusnombreserandesconocidosparaelpúblicodeestepaísaunquenosehubieranausentadodesutierranativaporunperíodomáslargoqueelqueduróelasediodeTroya,regresasenaellaconvertidosenmillonarios.

UnadelasmayoresfortunasdeestegénerodeoscurosaventurerosfueladeuntalJohnWarren.UnospocosañosantesdequeestallaselaguerracivilamericanatrabajabacomocamareroenunconocidoclubdelacalleSt.James.Era un muchacho rápido pero a la vez perseverante, discreto y muyrespetuoso.Mientrasdesempeñabaestepuestolecayóengraciaaunhombrequehabía sidodesignadogobernadordeMadrás,yquedeseabaunasistentepersonal.Aunqueeraunhombreprudente,Warreneratambiénunaventurero,yaceptóelempleoquelafortunalebrindaba.Fueunadecisiónclarividente,porqueenaquellosdíasenqueelviajedurabaunosseismesesWarren tuvotiempo de congraciarse aúnmás con su patrón.Al contrario que este, teníabuenamanoparaescribir,yposeíauntalentonaturalparalacontabilidad,queerauntipodeinstrucciónmuyútilparasujefe.CuandollegóaMadrás,yanoerasuasistente,sinoquesehabíaconvertidoensusecretariopersonal.

Supatrónconsiguióhacerfortuna,peroeraindolente.Exceptoporsugranposición no gozaba de ninguna de las cualidades que requiere el éxito,mientras que Warren tenía todas las cualidades excepto esa. Es fácilcomprendercuáleralabasesobrelaquesecimentabaestaalianza:elinterésmutuo y la ayuda recíproca. El gobernador concedía monopolios a susecretario a cambio de que este, su socio secreto, le diese una cuotacorrespondiente. Pero surgió una de esas hambrunas tan frecuentes en el

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Indostán. La famélica población de la provincia pidió a gritos el arroz quehabíadesaparecidodurantemesesdelosyadeporsíbastantedesabastecidosalmacenes. La administración aducía que había invertido el dinero de losimpuestosencomprarlo.Cuandolahambrunaerayatangrandequeinclusosepreveíanbrotesdepestebubónica, losacaparadoresmonopolistassalieronalrescatedelapoblacióncuyodestino,enrealidad,habíantenidosiempreensusmanos; y, al mismo tiempo que alimentaban a millones de personas se losmetieronenelbolsillo.

Esta fue la gran campanada del instinto financiero de Warren. Estabasatisfecho. Soñó una vez más con ver la calle St. James y convertirse enmiembrodelclubdondeunavezhabíatrabajadocomocamarero.Peroélerael chicomimado de la fortuna, y esta no iba a dejar que se le escapase asícomoasí.El gobernadormurióynombróalbaceaúnicodel testamento a susecretario,noporquesuexcelenciaconfiaseespecialmenteensuagente,sinoporquenoseatrevíaaconfiarlaadministracióndesusnegociosanadiemás.EltestamentoeratancomplicadoqueWarrenpidióalosherederosunabuenasumadedineropordescargarlesaellosdeltrabajodegestionarlaherenciaypor la cancelaciónde las deudas en sunombre.Con la India tan lejosy lostribunalestancerca,losherederosaceptaronlaproposición.EntoncesWarrenliquidó sus propiedades en venganza por las provincias expoliadas por elgobernador,ydeesemodo infligióuncastigo tanseveroquenohabríasidodecretadoniporlapropiaCámaradelosComunes,encabezadaentoncesporloslíderesdeambospartidos,BurkeyFrancis.

EstemismoseñorWarren,dequienapenassesabíamásquesetratabadeun nabab que había regresado recientemente de la India, compró una granpropiedad en el norte de Inglaterra y entró en el Parlamento comorepresentante de uno de los distritos donde había comprado tierras. Era unhombre tranquilo, de mediana edad, modales educados, y sin opinionespolíticas concretas, una cualidad muy solicitada en una época en que lospartidosseparecíanmucho.Eraelmomentoenquecomenzabanlosdoloresdel alumbramiento de la administración de lordNorth, y el primerministroinvitóaestenuevomiembroaquecenaseconél.VioqueelseñorWarreneraunhombresingularmentelibredeprejuiciospartidistas;unodeesosdiputadosque mostraba su determinación para escuchar los debates y regirse porargumentos.Todos le dedicaban cumplidos y hablaban con él.El señorFoxdeclaróquesetratabadeunhombresuperior;elseñorBurkedijoqueeradeesoshombresquepodíansalvaralpaís;ysedejómimarporlaseñoraCrewe,lamásbrillantedelasduquesas,aceptandosuinvitaciónacenar.

Coneltiempollegaríaunadeesasterriblespruebasdefuegoqueprecedenalacaídadeunministro,peroquealgunasveces,debidoalapeculiaridaddelascircunstancias,comoenloscasosdeWalpoleylordNorth,noproducenun

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resultado inmediato. La gran pregunta era: ¿qué iba a votarWarren? El díaanterioraldebatehubounarecepciónrealalaqueasistióelseñorWarren.Elsoberanosedetuvoparahablarconél, lesonrióylehizomuchaspreguntas;acerca de sí mismo, de la Cámara de los Comunes, de qué le parecíaInglaterra.Huborevueloenelcírculodeinvitados;habíaunnuevofavoritodelacorte.

Tras el debate, tuvo lugar la escisión. El señorWarren votó a favor delprimerministro.Burkeloreprobó,yelreyleconcedióeltítulodebarón.

ElseñorWarrenestablecióunagranalianza,almenosparaél.Secasóconlahijadeuncondeinglésyseconvirtióenunodelosamigosdelrey.ApoyóalordShelburne, y abandonó a lordShelburne; tuvo la temprana intuición dedescubrirqueelseñorPitteraelhombrealquedebíaarrimarseysearrimóaél. Y así, el señor John Warren pudo comprar más tierras y ganarse otrodistrito político. Se convirtió en un personaje público con rapidez.Mientrasduraronlosdebatessobre laIndiasemantuvoextremadamentecallado.Soloen una ocasión en que salió al paso en defensa del señorHastings, a quienadmiraba tanto, se arriesgó a corregir al señor Francis en una cuestión dehecho que conocía personalmente. Pensó que con esa observación no corríapeligro, pero no volvió a hablar. Sin embargo, desconocía los recursos queteníaelinstintovengativodeBurkeolospoderesdesumalvadaimaginación.Burkedebíaunaalnababporelvotoencontraque lehabíavalidoaeste laconcesión de su baronía, así que el orador aprovechó aquella pequeñaoportunidad para inquietar secretamente la conciencia del aventurero indiomediantealusionesveladasysufatalfamiliaridadconeltema.

Sinembargo,otrapropiedadyotrodistritoledieronalgúnconsueloporsupequeño desliz, y con el tiempo la Revolución Francesa, para alivio de sirJohn,apartóparasiemprelaatenciónpúblicadelosasuntosindios.LalealtaddelnababalseñorPittlehabíangranjeadosuamistadpersonal.Esverdadquelas pullas de Burke habían revelado que había sido camarero —unacircunstanciaquehabíaocasionadonumerosísimosepigramasdeFitzpatrickybromasdeHare—;sinembargo,alseñorPittnoleimportabanadaelorigendesuspartidarios.Porelcontrario,el señor Johneraexactamenteel tipodeindividuoconelquecontabaelministerioparaformarsuaristocraciaplebeya.Así,utilizandoasuamigocomocobayaantesdeaventurarseenempresasmásaltas,setransformóalnababenbarónirlandésdelanochealamañana.

ElnombrequefigurabaeneltítulodelnuevobaróneralordFitz-Warene,de origen normando y descendiente de los antiguos barones de este nombreque se habían descubierto en el Instituto de Heráldica. Fue un sabrosodescubrimiento para Fitzpatrick y Hare, pero el público se acostumbra acualquiercosa,yhabíaasumidolacostumbredelafe.Alnuevobarónnoleimportaba nada el ridículo, porque él trabajaba para la posteridad, y ante

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cualquiermolestialecompensabaelhechodesaberqueseríarecordadocomoel camarerode la calleSt. Jamesqueascendióal rangodenoble,yque sushijos aún ascenderíanmás en el escalafónde la noblezade supaís.De estemodo obtuvo el permiso real para recuperar el apellido y el escudo de susancestros,asícomosutítulo.

CirculabalamalévolahistoriadequesirJohndebíasupromociónahaberprestadodineroalprimerministro,peroestaeraunacalumnia.El señorPittnunca pidió prestado ningún dinero a sus amigos.De hecho, para salvar subiblioteca en una ocasión pidió mil libras a un individuo a quien habíafavorecidoconunacarrera fulguranteyuncargode importancia.CuandoelseñorPittmurió,este individuoque tenía la fianzadelpréstamo, reclamósuderecho y dedujo las mil libras del patrimonio insolvente de su generosopatrón.Peroel señorPitt siempreprefirióunusureroaunamigo,yhastaelúltimodíadesuvidapidióprestadodineroalcincuentaporciento.

El nabab dejó esta vida antes que el primer ministro, pero vivió losuficiente para ver realizado su sueño más anhelado: dos años antes de sumuerte,elbarónirlandésfuenombradodiscretamenteparinglés.Sinllamarlaatención, y bastante olvidadas ya todas las pullas de Fitzpatrick y todas lasbromasdeHare,elcamarerodelclubdelacalleSt.Jamestomoposesión,delaformamásnaturalposible,desuescañoenlaCámaradelosLores.

Las grandes propiedades del difunto lord Fitz-Warene se ubicaban enMowbray, un pueblo que le pertenecía casi en su totalidad y cerca del cualhabíaerigidouncastillogóticoalaalturadesuapellidoydesusantepasadosnormandos.Mowbrayeraunodeesoslugaresque,eneltranscursodelagranguerra,habíapasadodeserunpueblocasidesconocidoaunaprósperaciudadmanufacturera, una circunstancia que, como observaba ladyMarney, podríahaber deteriorado la atmósfera de su espléndido castillo, pero que, por elcontrario,nohabíahecho sinoduplicar elvalordel arriendoquecobraba suseñor.AlpadrelehabíasucedidoeneltítuloAltamontBelvedere(queeraelapellido de la familia de la madre) Fitz-Warene. No tenía el talento de supadre, pero no carecía de habilidades, aunque su educación excedía suinteligencia,unadesgraciahabitual.ElnuevolordFitz-Wareneeraelsermásaristocráticoquecabeimaginarse.Creíatancompleta,enterayciegamenteensupedigríquesuescudodearmasblasonabaencadaventana,habíamandadobordarloencadasillaygrabarloencadaesquina.Pocodespuésdelamuertedesupadre,seunióalahijadeunacasaducal,quelediounhijoydoshijas,quefueronbautizadosconnombresqueautorizabanlosantiguosregistrosdelafamiliaFitz-Warene.Suhijo,queprometíacualidadesqueharíanrealmentedistinguidaalafamilia,sellamabaValence,ysushijas,JoanyMaud.Loqueparecíafaltara lagloriadelacasaeraunagrandistinciónqueunnoblericocon seis escaños en la Cámara de los Comunes no podía renunciar a la

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esperanza de conseguirlo. Lord Fitz-Warene aspiraba a un puesto entre loscondesdeInglaterra.PerolossucesoresdelseñorPitteranfuertes.Pensaronque los Fitz-Warene ya habían medrado demasiado rápidamente. Serumoreabaquealreynolegustabaestehombre;queSuMajestadpensabaqueerapomposo, llenodepretensiones, en resumen,un idiota.Pero, aunque lossucesoresdelseñorPittselasingeniaronparagobernarelpaísduranteveinteañosy,por logeneral,gozarondeunaposiciónfuerte,huboinevitablementeocasiones durante ese intervalo de tiempo en que, por buena que fuese sugestiónopormuchasuertequetuvieran,sevieroninmersosendificultades,yfue necesario conformar a los tibios y recompensar a los partidarios. LordFitz-Warene entendió bien cómo sacar provecho de estas ocasiones; fueasombrosoloconscienteyescrupulosoquesehizocuandolasexpedicionesalaisladeWalcheren,lasmasacresdeManchester,olaspruebasquehubodesuperarlareina,puescadaarañazoquesufríaelgobiernoeraunpeldañoenlaascensióndeestegran traficantededistritoselectorales.SehizofavoritodelPalacio del Príncipe, porque el viejo rey también había desaparecido deescena, y la grandeza deslucida del gran par normando le iba mejor a lapersonalidaddelpríncipeJorgeIV.EllosqueríanlosseisvotosdeFitz-WareneparaCanning,peroélqueríaalgoacambio;demodoqueunodelosmotivosporlosquetuvimoscomoprimerministroaunhombredetalentofuegraciasaqueseelevóalordFitz-WareneenelescalafónnobiliarioaltítulodecondedeMowbraydelCastillodeMowbray.

Capítulo8

Ahoradebemosvolverporunmomentoalosextranjerosdelasruinasdelaabadía.Cuandolosdoshombresseunieronalabellareligiosacuyaapariciónhabía conmocionado a Egremont, los tres abandonaron la abadía por uncaminoquerodeabaeljardíndelclaustropordetrás,yseguíanoventametrosmás por la ribera del río hasta encontrarse con el cauce seco de un valleestrecho y encerrado. Al poco tiempo llegaron al final de esta hoya, dondehabíaunadestileríadecerveza.Estelugarestabaprotegidoporunosenormesálamosdelvientodelvastopáramoque,salvohaciaMardale,seextendíaentodas las demás direcciones que abarcaba la vista. Aquí se detuvieron loscaminantes, la hermosamonja se sentó en un banco de piedra detrás de losárboles,mientrasqueelextranjerodemayoredadavisóaldueñodelacasadesullegadaysedirigióauncobertizopróximodedondesacóunpequeñísimoponiconunatoscasillademontar,queobviamenteestabapreparadoparaunaamazona.

—Menos mal, Stephen —dijo el más alto de los hombres— que no

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pertenezcoaningunaasociaciónenprodelaabstinenciacomotú,porquemeseríadifícilrecompensaraestebuenhombreporelcuidadodenuestrocorcel.Ahoramevoyatomarunajarradeestebrebajedelosreyessajones.—Luego,acercandoelponihasta lamujer, la invitóamontarloconsuavidadymuchanaturalidad,diciendoalmismotiempoconvozdulce—:Ytú,¿deseasquetetraigaunvasodelvinodelatierra?

—HebebidodelafuentedelaSantaAbadía—dijolareligiosa—yningúnotrolíquidodebetocarmislabiosestanoche.

—Vamos,debemosemprenderlamarchadeinmediato—dijoelmayordeloshombresmientrasdevolvíalajarraalanfitriónyseponíaacaminaralladodeStephen.

Aunque el sol había caído, aúnquedaban los rescoldosdel crepúsculo e,incluso en esta amplia lengua de tierra, el aire permanecía quieto. La gransuperficieonduladadelmarjaldecolorpardoymorado,salpicadaporalgunasrocasfantásticas,brillababajolaluzcambiantedelatardecer.Héspero,queerala única estrella que aún podía verse, parecía ir por delante de ellos,indicándoleselcamino.

—Espero, padre mío —dijo la religiosa, dirigiéndose al extranjero demayor edad— que si alguna vez volvemos a conquistar nuestro derecho, ypodemossalvarnosporlaintercesióndelagraciadivina,algoquemepareceamídetodopuntoimposible,nuncaolvidesloamargoqueesqueleobliguenaunoamarcharsedesupropiatierra,paraquetraigasdevueltaalpuebloalaquelecorresponde.

—Nopor otra causa lucharé—declaró el padre—.Después de siglos depenalidadesymiserias,quenosedigajamásquenotuvimoscompasiónporlostristesylosoprimidos.

—Después de siglos de penalidades ymiserias—añadióStephen—, quenosedigajamásqueconseguistetuderechosoloparaserbarónohacendado.

—No,puedesestarseguro,Stephen—añadiósucompañerosonriendo—,si alguna vez llega la hora. Tendrás tanta tierra como desees para tu nuevaJerusalén.

—Llámalacomoquieras,Walter—replicóStephen—.Perosialgunaveztengo la oportunidad de llevar a cabo completamente el principio de laasociación,cantaré:«Nuncmedimittas».

«Nunc me dimittas», cantó la monja en una voz melódica, y siguiócantando el himno celestial durante algunos minutos. Mientras tanto, suscompañeros la miraban fijamente con devoción; las estrellas brillaban cadavezmás,yelpáramoseibaoscureciendo.

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—Ahora, dime, Stephen —dijo la religiosa volviendo la cabeza paramirarlos con una sonrisa— ¿no piensas que sería una soluciónmás sensatarecalarestanocheenalgúnamablemonasterio,envezdeapresurarseahoraallugarmenosatractivodelacreaciónqueesunaestacióndeferrocarril?

—Lostrenesharánporlahumanidadtantocomohicieronlosmonasterios—dijoStephen.

—Sinohubierasidoporelferrocarril,nuncahabríamosrealizadonuestravisitaalaAbadíadeMarney—dijoelmayordelosviajeros.

—Ni habríamos visto la tumba del último abad —dijo la religiosa—.Cuando marqué tu nombre en la piedra, ay de mí, padre mío, me apenórealmentequetuviésemosqueserlosdenuestrasangreaquienestocaserendiresasagradaencomiendaantehombressinescrúpulos.

—Elabadnuncaserindió—dijoelhombre—,fuetorturadoyahorcado.

—Yahoraestáenlacomunióndelossantos—dijolareligiosa.

—Si pudiésemos ver una comunión de Hombres —dijo Stephen—,entoncesnohabríamásviolencia,porquenohabríamáspillajes.

—Debéis recuperar nuestras tierras para nosotros, Stephen —dijo lareligiosa—;siesoocurrealgunavez,meheprometido,padre,quefundaréunconventoparamujerespiadosas.

—Noolvidaremosnuestraantiguafe—dijosupadre—; laúnicacosadeaquellostiemposquenohemosperdido.

—Nopuedocomprender—dijoStephen—,¿porquéteníasqueperderdevistaesosdocumentos,Walter?

—Sabes,amigo,nuncalostuveenmiposesión;nuncafueronmíoscuandolosvi;erandemipadre,yélsecuidabadequenohubieseintermediarios.Élera un pequeño propietario rural que se levantó en tiempos de guerra parahacer elbienenelmundo,pero siempreconel anhelode recuperar laviejatradición que reconocía nuestra propiedad legítima sobre las tierras. Un talHatton se ganó su confianza; y tengo entendidoquehizobien su trabajo, sibienesciertoquemipadrenoseahorrónada.Hoy,fiestadesanMartín,haceveinticincoañosquetrajosutítulodepropiedad;yaunquedesconcertado,noestaba derrotado. Cuando murió, sus papeles estaban muy confusos; habíahipotecadosutierraconeltítulodepropiedad,yyanoregíanlospreciosquese habían pagado durante la guerra. Había deudas que no podía pagar. Yocarecía de capital para comprar una granja, y no quería rebajarme a hacerpeonadasenla tierraqueunavezhabíasidonuestra.Meacababadecasaryera necesario hacer un gran esfuerzo; había oído hablar de los salarioselevadosquesepagabanenlanuevaindustria,yabandonélatierra.

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—¿Ylosdocumentos?

—Nuncapenséenellos,openséenelloscondisgusto,comolacausademiruina.Luego,cuandotúllegasteelotrodía,ymemostrasteenellibroqueelúltimoabaddeMarneyfueuntalWalterGerard,renacióenmíaquelviejosentimiento; y no pude evitar decirte que mi padre había luchado enAzincourt,aunqueyosoloeraelsupervisordelostelaresdelseñorTrafford.

—Bendito sea el nombre de la bendita fe—exclamó la religiosa—; queDioslobendiga.

—Tenemosmotivosparabendecirlo—dijoGerard—.Penséentoncesqueera algoque servía a un caballero; y, en cuanto ami hija, ella se crio en elinteriordeaquellosmurossantosquelahanconvertidoenloqueahoraes.

—Lanaturalezalehahechosercomoes—dijoStephenenvozbaja,peronosinemoción.Después,siguiódiciendoenun tonomásaltoyenérgico—.PeroesteHatton,¿sabesalgodesuparadero?

—Noheoídonadadeéldesdeentonces.Unañodespuésdelamuertedemipadremepuseabuscarlo,peroyahabíaabandonadoMowbray,ynadiemesupodar noticias sobre él.Creoquehizo fortunagracias a nuestro título depropiedad,peroelcasoesqueconélsefueronnuestrasesperanzas.

Después de esto, hubo un silencio. Cada uno de ellos se encerró en suspensamientos,pueslainfluenciadelasuavenocheydelcieloestrelladoaesaahorainducíanalacontemplación.

—Oigoelmurmullodeltren—dijolareligiosa.

—Eseltrenquesube—lecontestósupadre—;aúntenemosuncuartodehora;llegaremosatiempoparacogerlo.

Trasdeciresto,dirigióalponihaciaellugardondealgunaslucesindicabanque estaba situada la estación de ferrocarril que en este punto cruzaba elpáramo.Lacampanilladeltrensonóconeltiempojustoparadevolverelponialapersonadelaestaciónaquienselohabíanpedidoprestadoycomprarsusbilletes.Enpocosminutos,lareligiosaysusdosacompañantesseencontrabaneneltrencaminodeMowbray,adondellegaríantrasuntrayectodedoshoras.

Faltaban dos horas para lamedianoche cuando llegaron a la estación deMowbray,queseencontrabaaunadistanciademediokilómetrodelpueblo.Lasfábricasestabancerradasdesdehacíatiempo.Uncieloespléndido,claroysereno,envolvíalaciudaddelhumoylafatiga.Portodaspartesserecortabancontra el cielo púrpura las columnas de humo de las fábricas. De vez encuando, una estrella centelleante alumbraba detrás de la silueta de sus altastorresescalonadas.

Los viajeros se dirigieron hacia los suburbios, y llegaron junto a una

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altísima tapia de un gran jardín.Amedida que se aproximaban, la luna ibaelevándose en el cielo hasta inundar de luz los árboles, y revelar al fin unpórticoaltoycentrado.Gerardllamóaltimbresituadoaunladodelportillodeentrada.Laportezuelaseabriórápidamente.

—Me temo, hermana —dijo la religiosa—, que llego más tarde de loprometido.

—Losquevienenennombredenuestraseñorasonsiemprebienvenidos—fuelarespuesta.

—HermanaMarion—dijoGerarda laportera—,hemosestadovisitandounlugarsagrado.

—Todosloslugaressonsagradossilosonlospensamientos,hermano.

—Querido padre, buenas noches —dijo la religiosa—, que te bendigantodoslossantos;yati,Stephen,aunquenotearrodillesfrenteaellos.

—Buenasnoches,miqueridaniña—dijoGerard.

—Podría creer en la existencia de los santos cuando estoy contigo —murmuróStephen—.Buenasnoches,Sybil.

Capítulo9

CuandoGerardysuamigodejaronelconvento,sedirigieronapasorápidohaciaelcentrodelaciudad.Lascallesestabancasivacíasy,conlaexcepciónde algún alborotoo explosiónde júbiloprocedentesdeuna cervecería, todoestaba en calma. La calle principal de Mowbray, llamada Castle Street enrecuerdodelasruinasdelantiguobastióndelosbaronesqueseencuentranenlas proximidades, era tan representativa de la actual comunidad civil comodicho alcázar lo había sido de sus antiguos defensores. Las dimensiones deCastle Street no desmerecían la importancia de la ciudad; la anchura de lacalle, que recorría de un lado a otro una gran parte de la ciudad, eraproporcionalaltamañodeesta.Teníaampliasacerasydeslumbrantesfarolesdegasquemostrabanlaexistenciadeunordenyunaprosperidadmodernos.Aambosladosdelacallehabíatiendasmagníficasyenormesalmacenes,quesibiennoerantanhermososcomolospalaciosdeVenecia,asumaneranoeranmenosadmirables.Aquíy allí surgíanalgunas fábricas antiguas, construidasenmediodelcampoporalgúnpropietarioquenotuvolaenergíanielespírituempresarial de sus conciudadanos, para prever que, en el futuro, elemplazamiento de sus fábricas ofendería la vista de las generacionesposteriores.

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Después de seguir su trayecto a lo largo de Castle Street durante unoscuatrocientos metros más, Gerard y Stephen doblaron por una calle yatravesaronunaseriedecallejasycallejuelassinuosashastallegaraunadelaszonas de la ciudad que daban a campo abierto. Era un distrito dondedesaparecíanlascalles,lasplazase,incluso,loscallejones,ydondeseveíanportodaspartes,engruposaislados,altaschimeneasyedificiosconaspectodebarracones que les anunciaban que ese era uno de los principalesemplazamientos industriales de Mowbray. Tras cruzar este descampadollegaronhastaunsuburbio,peroeraunodemuydistintaclaseallugarenquese situaba el convento al que habían acompañado a Sybil. Este otro erapopuloso, ruidoso y alegre. Era sábado por la noche y las calles estabanatestadasdeungentíoquebullíasincesar,entrandoysaliendodelospatiosydeloscallejonessinsalidaquecomunicabanconlascallesprincipalesatravésdeestrechosarcosque,comosifuesenentradasacolmenas,erantanbajosquehabía que agacharse para cruzarlos. Subiendo a estas mismas calles porestrechasescalerasdesdesuslientasylúgubrescasas,estanaciónsubterráneasalíaaborbotonesdesussótanosparadisfrutardelafrescuradelanochedeveranoydelmercadoensudíadedescanso.Lasalegresyluminosastiendasestabanllenasdegente,ylosgruposdecompradoresseapiñabanalrededordelos puestos, donde se mostraba el género con la ayuda de lámparas detungstenoydeostentosaslinternas.

—Vamos,vamos,esunapiezadeprimeracalidad—gritabaunamujerdeaspectobonachón, apoyada sobreunpuestoque, pese ahaberyamenguadobastanteporlosanteriorescompradores,aúnofrecíanumerosastentacionesamuchosquenopodíancomprarlas.

—¿Deverdad,viuda?—dijounhombrecillopálido, conmásdeseosqueesperanza.

—Vamos,vamos,quesehacetarde,ysuesposaestáenferma;ustedesunalmabuena,seladejoporcincopeniqueslalibra,yledoyunhuesodeovejaderegalo.

—Noqueremoscarne,viuda—dijoelhombre.

—¿Y,porquéno,vecino?Contusalario,deberíasvivircomounboxeadorprofesionalo,almenos,comoelalcaldedeMowbray.

—¡Salario!—dijo el hombre—. ¡Quién lo tuviera!, Shuffle y Screwmehanbajadodenuevoelsueldo,¡yademásunabuenacantidad!

—¡Ay,esospelarruecas!—exclamó laviuda—.¡Ya llegaráeldíaenquelesdenestopaaesosbribones!

—¡Ytambiénpara losquesisan! ¡Lahorcapara los ladronzuelos!Dime,viudaCarey,¿esquesoyyountipoquesisaríaporunpingomalcosido?

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—¿A ti por descuidero? Te conozco, John Hill, desde que eras unmuchacho,haceveinteprimaveras,ynuncahabíaoídounapalabramaladetihastaqueentrasteenlostelaresdeShuffleyScrew.¡Oh,esosdosnosondebuenpaño,John!

—Nos están engañando a todos, viuda. Dicen que nos pagan con losmismossalariosquealresto,perotodoloarreglanconlosbonosesos.Puedesentrar, y puedesmarcharte, pero el bono te cae igual. Los salarios son unamiseria, pero además te quitan de la paga. He oído quemantienen todo sunegociograciasalosbonossalariales.

—Estaránvivos,peroesosShuffleyScrew tienenelalmacorrompida,ysonunparderufianesfilateros—dijolaseñoraCarey—.Sí,señora,siustedquiere,se lodejoacincopeniques la libra;no,señora, resyanonosqueda.Señora —siguió diciendo la señora Carey en voz baja mientras su clientaperdidaseempezabaaalejar—,ustedsíquetienepintadecarnívora.Quesehacetarde—dijolaviuda—;lléveseestehuesoacasaparasuesposa,vecinoHill,yahablamosdelrestoelpróximosábado.¿Yquédeseausted,señor?—dijoconexpresióndecididaaun jovenqueacababadedetenerse frenteasupuesto.

Tenía unos dieciséis años, una figura elástica, y un rostro bien parecido,pálidoyatrevido.Vestíaconlargospantalonesblancosysueltosquelehacíanparecer alto.No tenía chaleco, pero sí un pañuelo de seda rosa que llevabacuidadosamente anudado en torno al cuello, y abrochado con un granimperdibleque,fuesecualfueseelmaterialdelqueestabafabricado,ledabaunaspecto imponente.El restodesuatuendoconsistíaenuna levitaamplia,hechadeunpaño toscode colorblanco,que llevabaabrochadaconun solobotón a la altura de la cintura, y un sombrero de copamarrón oscuro, quealigerabasuaspectoyacentuabaelefectodesusengañososojosazules.

—Bueno,nohacefaltasertanagresiva,MadreCarey—dijoeljovenconafectadoairededesprecio.

—Nomellamesmadre—dijolajovialviudaconunresplandorenlosojos—; díselo a tu propia madre, que se muere en un sótano oscuro sinrespiraderos,mientrasquetúvivesenunsegundopiso.

—Nosemuere,solamenteestáborracha—dijoeljoven.

—Y si solamente está borracha—replicó la señoraCarey con pasión—,¿porquébebesinoesporquenoparadeapencardesdelascincodelamañanahastalassietedelanoche,yporelbiendegentecomotú?

—Esa sí que es buena—dijo el joven—.Megustaría saberquéhizomimadre por mí, aparte de darme melaza y láudano cuando era chico pararefrenar mi lengua y llenar mi estómago; y por ese motivo, como dice mi

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mujercita, se jorobó el crecimiento de uno de los mejores palmitos deMowbray.—Y, al decir esto, el joven se irguió, y metió las manos en losbolsillosdesupelliza.

—Peronuncaenmivida—dijolaseñoraCarey—,nuncaheoídounacosasemejante.

—Quévaaoírusted,madre,sivendechuletasdeasnocomosifuerandeternera.

—Refrenatulengua,bribón—dijolaviudaCarey—.Todoelmundosabequenoerescristiano,asíque¿quiénvaacreerteloquedices?

—Es bien sabido que yo soy un hombre que paga sus deudas—dijo elmuchacho—,ynounchalánquevendecarroñaensupuestuchoalaluzdelasestrellas.Soyuntipoqueviveenunsegundopiso,tienemujeryfamiliaoloquesea.

—¡Ah, diablillo! —exclamó la viuda desesperada, impotente paradescargar su venganza sobre quien gozaba de una posición segura, y cuyosmovimientoserantanágilescomosulengua.

—Pero ¿qué le ha hechoDandyMick?—dijo una voz con buen humorprocedentedeunadelasdoschicasquesedetuvieronalpasardelantedesupuesto. Vestían con desenfado, con un pañuelo fino atado por debajo de labarbilla, el pelo cuidadosamente arreglado y llevaban cadenas de coral ypendientesdeoro.

—¡Ah,perosierestú,hijamía!—dijolaviuda,queeraunacriaturabienintencionada—. El Dandy me ha estado obsequiando con alguna de susdiabluras.

—Pero no pretendía nada malo, señora—dijo Mick—. Era una broma,solounabroma.

—Bien, olvidémoslo —concedió la señora Carey—. ¿Y dónde te hasmetidotodoestetiempo,hijamía?¿Yquiénestuamiga?—añadióenuntonomásbajo.

—Esquemehemarchadode la fábricadehiladosdel señorTrafford—dijolamuchacha.

—Malasunto—dijolaseñoraCarey—,porqueesosTraffordsonamablesconlagente,yesunagrancosaparaunajovencomotútrabajarensufábrica.

—Así es —dijo la chica—, pero luego era tan aburrido… no puedosoportarlavidaenelcampo,señoraCarey.Megustalacompañía.

—Bueno, amí tambiénme gusta un poco de charla—replicó la señoraCareycongranfranqueza.

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—Y, luego, no me gusta estudiar —añadió la muchacha—, y no meacostumbroalaescuela.YesquelosTraffordteníantantasescuelas.

—Aprenderesmejorquecuidarlacasaylatierra—dijolaseñoraCarey—,aunqueyotampocopaséporlaescuela;porqueentonces,enmiépoca,lascosaserandistintas;losjóvenes…

—Puesyo—dijoMick—nocreoquepudierasoportarundíaenterosiniranuestroInstituto.

—¿Ycuálesese?—preguntólaseñoraCareyconungestodespectivo.

—ElCírculoLiterarioyCientíficoShoddy-Court,paraserexactos—dijoMick—;somoscincuentamiembros,y tenemoselcontrolde tresperiódicoslondinenses:primero,LaEstrelladelNorte,yelsegundo,Mundosmorales.

—¿Ydóndeestásahora,muchacha?—siguiópreguntandolaviuda.

—Estoy enWiggins yWebster—contestó la muchacha—; y esta esmisocia.Compartimoscasa;tenemosunabonitahabitaciónenArbourCourtn.º7;tienebuenaventilación.Vengaatomarunatazadetéconnosotrasmañana;esperamosaalgunosamigos.

—Acepto,muyamable—dijolaseñoraCarey—;¡asíquecompartíscasa!Todos los muchachos comparten casa en estos días. ¡Los tiempos hancambiado!

—Y nos encantaría que vinieras tú también,Mick; y Julia, si no tenéisotroscompromisos—siguiódiciendolamuchacha,queinmediatamentemiróa su amiga, una guapa muchacha de aspecto reservado, que se apresuró adecir,convozalgovacilante:

—¡Puesclaroquenosencantaría!

—¿Yquévasahacerahora,Caroline?—dijoMick.

—Bueno,nohabíamosplaneadonada;pero lehedichoaHarrietque,yaquehacetanbuenanoche,demosunpaseotanlargocomopodamosymañananosquedemosenlacamahastalatarde.

—Esoestábieneninvierno,cuandofloreceeltabaco—dijoMick—,peroen esta época del año amíme gusta la diversión.En cuanto salí,me di unbaño en el río y, luego, me fui a casa y me vestí —añadió en un tonosatisfecho—;yahoramevoyaElTemplo.Semeocurreunacosa.Juliasehapinchadohoyconlalanzaderadeltelar;noesgrave,peronopuedesalir.¿QuéosparecesiosinvitoatiyatuamigaaElTemplo?

—Bueno, eso suena bien—dijo Caroline—. No hay nadie que sea tangentilcomotú,DandyMick.Siemprelodigo,¡meencantaElTemplo!¡Esunsitiotanurbano!AyernocheselodecíaaHarriet;ellanohaestadoahínunca.

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Lepropusequefuésemosjuntas,perodosmuchachassolas…túmeentiendes;anadielegustaquelaveanenesoslugaressincompañía.

—Tienesrazón—dijoMick—.Y,ahora,deberíamosmarcharnos.Buenasnoches,viuda.

—Acuérdesedenosotrosmañanaporlanoche—dijoCaroline.

—¡Mañanaporlanoche!¡ElTemplo!—murmurólaseñoraCareyparasímisma—.Creo que elmundo se ha vuelto loco por aquí.Un imbécil comoMickRadleyqueviveenunsegundopiso,consumujerysufamilia,oloquesea,comodiceél,¡yestachicaquemeinvitaatomaruntéasucasaconellaylaamigaconlaquecompartepiso!Lospadresylasmadresyanovalennada—siguió diciendo la señora Carey, mientras cogía un poco de rapé paraesnifarlo, y se quedaba absorta—; son los niños los que pagan el pato—añadióellatrasunapausaprofunda—yasívanlascosas.

Capítulo10

MientrastantoGerardyStephensedetuvieronanteunacasaalta,esbeltayestucada, conbalaustraday friso, conmucha luzpordentroypor fueray, ajuzgar por los sonidos que salían de ella y por las personas que entraban ysalían,obviamenteunlugardegranjolgorioybullicio.UncartelconeltítulodeElGatoyelViolinistaindicabaqueeraunlugarpúblicodeentretenimientoy diversión, regido por alguien que respondía al nombre de John Trottman,aunque ese no era más que su apelativo vulgar, ya que era mucho másconocidoporelotromerecidoyafamadosobrenombredeJackelBurlón.

Loscompañerosentraronenelespaciosorecintoyseabrieronpasoporelbar lleno de gente. Stephen, con una mirada grave pero con una adecuadafamiliaridad,vioaunamujerbienparecidaqueoficiabaenlosmisteriosdelacalleylepreguntóenvozbaja:

—¿Hallegadoya?

—EstáenElTemplo;elseñorMorleyhapreguntadoportiytuamigomásdeunavez.Creoqueseríamejorquefueses.Séquequiereveros.

StephensusurróalgoaloídodeGerardy,trasunmomentodepausa,pidióalregentedelmesónunpardeentradasporcadaunadelascualespagótrespeniques,unasumaque,aunquesegúnelmensajeimpresoenlaentradapodíacanjearseporposibles refrescos,nosuponíaunagrancompensaciónparaunmiembromuyestrictodelaSociedaddeAbstinenciadeMowbray.

Unahermosa escalera conbarandilla demetal brillante los condujo a un

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ampliovestíbuloenelquehabíaunapuertaqueahorapermanecíacerrada.Unmuchachosentadoenlaentradarecogíalosbilletesdetodoslosquepasaban.El pórtico tenía unas dimensiones considerables y pretensionesarquitectónicas; estaba pintado de un color verde brillante y decorado conpaneles de oro. En el dintel, escrito con letras de fuego, podía leerse: «Eltemplodelasmusas».

GerardyMorleyentraronenunasalamuyalargadaybastantealta,aunqueestrecha para esas dimensiones. El techo estaba, además, profusamentedecorado,ylasparedesestabanpintadasconbrochazosenérgicos.CadapanelrepresentabaalgunaescenaconocidadeShakespeare,ByronoScott,dondesereconocíafácilmentealreyRicardo,aMazeppaoaLaSeñoradelLago.EnunpanelHubertamenazabaaArturo;enotroHaideerescatabaaJuan;ymásalláJeanieDeanshacíaunareverenciaantelareina.Lahabitaciónestabaarebosarde gente; unas trescientas o cuatrocientas personas se habían sentadoformandogruposdistintosenmesasdistintas,comiendo,bebiendo,hablando,riéndosee,incluso,fumando.Unaprácticaque,peseadañarlaspinturasylascapasdeoro,habíasidoimposibledeprohibiraunqueseinstabaaevitarlo.Laconducta de toda la gente, la mayoría de ellos obreros, no podía ser máscorrecta.Loscamarerossemovíanconunaágileleganciaentreunosyotroscomosiestuvieransirviendoanobles.Engeneral,elruidoerafuerte,aunqueno desagradable. Algunas veces sonaba un timbre y se hacía un relativosilencio, mientras se levantaba el telón en uno de los extremos de lahabitación, en el lado opuesto al de la entrada, donde había un teatrillo.Alescenario,situadoaunaalturanormalyadornadoconpinturasenlosflancos,salíaunasvecesunamujer,conunbonitovestido,quecantabaunabalada;yotras,unseñorvestidoconunelaboradotrajedegranjerodelaviejacomedia,conunapelucacortadaalotazón,botonesyhebillas,ypolainasazules,yquedeleitaba a la concurrencia con una efusión melancólica llamada cancióncómica.Algunasnocheshabíamúsicaenelescenario;unamujerjovenvestidaconuntrajeblancoyunarpadorada,alaqueayudabaunhombreconbigotenegro.EstosucedíacuandolaprincipalarpistadelreydeSajoniaysuprimerviolinistapasabanporMowbraycasualmente,oenviajedeplacerodetrabajo,paraverlasfamosasestampasdelaindustriabritánica.Cuandonoeraasí,elauditoriodelGatoyelViolinista,queremosdecir,delTemplodelaMusas,secontentaba con cuatro hermanos de Bohemia, o igual número de hermanassuizas. Las atracciones más populares eran, sin embargo, los recitales deTespis, a cargo de aficionados o principiantes que deseaban convertirse enprofesionales. Ellos probaban su talento con una audiencia que podíacriticarlos.

Unperspicaz camarero, que noquitaba ojo a los invitados que entraban,recibió al instante a Gerard y a su amigo con abundantes muestras dehospitalidad, sin dejar de preguntarles si querían refrescos, si no se sentían

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hambrientos,sedientoseinsistiendoenque,sinoteníanhambre,debíanpediralguna bebida que les abriese el apetito; o en que, si no querían beber,entonces comieran algo que les diese sed. En medio de estas agobiantesatenciones,sujefeloapartóaunladodiciendo:

—Mira,ahíarribanecesitanunamano;haydoscaballerosamericanosdeLowell que no dejan de pedir jerez Cobler. No sé qué es, pero dales laespecialidad de la casa. Si se quejan, asegúrales que es el mejor licor deMowbray,yquenoseequivocan.Perohayquedarleunnombre,¿noescierto,señorMorley?Mire loqueocurrió conElTemplo, si lohubiera llamadoElSalón, nunca se habría llenado, y tal vez los jueces nunca me hubieranconcedidolalicencia.

Quien así hablaba era un hombre corpulento que había sobrepasado lamadurez,peroaúntanactivocomounarlequín.Teníaunrostroagradable,yera agradable y con buen humor, pero muy socarrón. Vestía como elmayordomojefedelaTabernadeLondres,ycuidabatodoslosdetallesdesuatuendo,desdeelchalecoblancohastasusmediasdesedanegra,meticulosohastaenlashebillasdelarodillaoensuimperdibledediamantesquellevabaconorgullocuandotrabajabaenElTemplo.

—Suamantenosdijoquepodríamos encontrarlo aquí—dijoStephen—,quedeseabavernos.

—Tengomuchoquecontarles—dijo suanfitrión llevándoseeldedoa lanariz—. Cuando se desea información en esta parte del mundo, me gustadarla; venga, señorGerard, aquí hay unamesa, ¿qué le pido? ¿Un vaso delaguardientedeMowbray?Nohaynadamejor.Mifamiliatienelarecetadesdehacecincuentaaños.¿Hadichounatazadeté,señorMorley?Agua,soloagua.Estábien,peroes raro.¿Hayalgúnchico libreporahí?,¿nomeoís llamar?Agua, unvasode aguapara el secretariode laLigapor laAbstinenciay laModeración.Gritaelpedido.Hoytenemoscompañíadealtura.¡Muévete!

—Entonces,¿puededarnosalgunainformaciónalrespecto?

—Ahora mismo vuelvo —exclamó su anfitrión. Y con un movimientorápidoyprecisoque loalejóa travésdeun laberintodemesassincausar lamenormolestiaasusocupantes,regresódenuevoasusillaunmomentomástarde—. Les pido disculpas, señor Morley, pero he visto a uno de esoscaballeros americanos blandiendo su cuchillo de caza contra uno de miscamareros,quelollamócoronel.Lohecalmadoalinstante;¡unhombredesurangonodebería fanfarronear con ese tipode instrumentos! ¡Claroqueno!;¡esinadmisible!Aquínoqueremostrifulcas;podemosperderlalicencia.

—Estabadiciendo…—reanudóMorley.

—¡Hombre,sí!Acercadeesehombre,Hatton.Lorecuerdoperfectamente

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bien.Harácosadeveinteoquizádiecinueveañosquedesapareció.¡Extrañohombre! Vivía con nada; solo bebía agua. Y, además, sin motivo, porqueentoncesnoexistíatodavíalaLigadelaAbstinenciaylatemplanza.Lepidoperdón, señorMorley. Espero que no se ofenda, pero no puedo impedir lasbromas. Pero las sociedades respetables que no beben, se dedican a hacerdiscursos,alquilarlacasadeuno,oadirigirteelnegocio.

—YesteHatton…—dijoGerard.

—¡Ahsí,pobrehombre!Ledejéunbilletedeunalibra,ynuncalovolvíaver;siemprelorecuerdo,elúltimobilletedeunalibraquetuve.Acambiomeofreció un viejo libro, pero no era de mi estilo. A mi esposa le dio unaporcelanachina.Teníaunatiendadecuriosidades,siemprerecorriendoelpaís,rebuscandoentreloslibrosantiguosyenlosviejosmonumentos;sellamabaasímismoanticuario;extrañotipo,eseHatton.

—¿Yhavueltoaoírhablardeél?—dijoGerard,algoimpaciente.

—Niunapalabra—contestósuanfitrión—.Tampocoheconocidoanadiequelohayavisto.

—Creíqueteníaalgoquedecirnosdeél—dijoStephen.

—Y lo tengo.Lospuedoponer en la pista de suparadero.Hevivido enMowbraydeniñoydeadulto.Laconozcodesdequeeraunaaldeay,ahora,que es una gran ciudad llena de instituciones de primera categoría y deestablecimientos como este—añadió su anfitrión contemplando El Temploconunamiradadesatisfechaadmiración—,digoyoquenohabrévividoaquíniconozcoatodaestagentedesdehacetantotiempoparanada.

—Bien,somostodooídos—dijoGerardconunasonrisa.

—¡Silencio!—dijosuanfitrióncuandooyósonarunacampana,ydiounrespingo—.Ahoraseñoras,caballeros,sihacenelfavor,guardensilencioparaescucharunacancióndeunadamapolaca.Lasignoracantaeningléscomounbebéreciénnacido.

Yeltelónsealzóenmediodelasvocesdelauditorioquemandabancallar,yelalborotoamortiguadodecuchillos,tenedoresyvasos.

LaseñorapolacacantóCherryRipeaindeciblesatisfaccióndelauditorio.El jovenMowbray, por supuesto, al igual queDandyMick y algunode susseguidores y admiradores, insistieron en que cantase una más. Mientras seretirabadeescena,laseñorahacíareverenciascomounaprimadonna,peroelanfitriónsiguiódepie,abriendosucasacadeparenparysaludandoconunareverenciaalauditorio,queconsuaplausoexpresabalomuchoqueaprobabansurecital.Alfinalvolvióasusitio.

—Es incluso demasiado—dijo— el entusiasmo de esta gente. Creo que

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mevencomoaunpadre.

—AsíquepiensaquetienealgunapistasobreesteHatton—reemprendióeldiálogoStephen.

—Dicenquenotienefamiliares—señalósuanfitrión.

—Esoheoído.

—¿Otro vaso de la especialidad de la casa, Maestro Gerard? ¿Cómo lahemos llamado? ¡Ah, el coscorrón, el coscorrón de Mowbray!; así se leconocíaentiemposdemiabuelo.¡Perohoyyano!EsinútilpreguntaralseñorMorley,yalosé.¡Agua!,bien,debodecir,inclusocomotrabajadordelgremio,quebeberaguanoesunacosatanrara.

—¿YHatton?—dijoGerard—,asíquedicenquenotienefamiliares,¿eh?

—Lo dicen, y se equivocan. Tiene un pariente, un hermano; y le puedodecirdóndeencontrarlo.

—Bien,esopareceinteresante—dijoGerard—;¿ydóndepuedeestar?

—Aquíno—dijosuanfitrión—.NuncaponeunpieenElTemplo,porloque yo sé; y vive en un lugar donde tienen tanta idea de las institucionespopularescomounturcoounpagano.

—¿Ydóndepodríamosencontrarlo?—preguntóStephen.

—Pero¿quéeseso?—gritósuanfitrióndandounsaltoygirandoelcuerpo—.¡Aquíchicos,frotadaquí!Eseamericanoestá tallandoconelcuchillosunombreenlamesanuevadecaoba.Llevadleeltablónconlasnormasparaelclientequesecuelganalaentradadelossitiospúblicos,ymultadleconcincochelinespordañarelmobiliario.Siseresiste(diciendoquehapagadoporsubebida), llamad a la policía.X,Zn.º 5 está en el bar, tomando el té con suamante.Ahorafrotad.

—Yesesitioes…

—En la tierra de lasminas y losminerales—dijo su anfitrión—; a tresmillasdeaquí.Tieneuntallerdemetalesdesupropiedad.¿Haoídohablardeun lugar llamado Corral del Infierno? Bueno, pues él vive allí; y se llamaSimon.

—¿Y piensa que mantiene alguna relación con su hermano?—presentóGerard.

—No, no sé más; al menos por ahora —respondió su anfitrión—. Elsecretario me preguntó acerca de una persona ausente sin permiso duranteveinte años y que no tenía parientes. Os he encontrado una, y una muycercana.Oshepuestoenlaestaciónyoshecompradounbillete.Elcaballero

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americano es violento.Aquí llega la policía.Debo imponer orden.—Yconestaspalabras,JackelBurlónsemarchó.

Mientras tanto, no debemos olvidar a DandyMick y a sus dos jóvenesamigas,aquienesgenerosamentehabíainvitadoaElTemplo.

—Bueno, ¿qué te parece?—preguntóCaroline aHarriet con un susurromientrasentrabanenlaespléndidasala.

—Pensaría que aquí vive la reina—dijoHarriet—; pero estoy hecha unmanojodenervios.

—Bueno,puesquenosetenote—dijosuamiga.

—Síganme, amigas —dijo Mick—. ¿No tendrán miedo, verdad?Sentémonosenestamesa.Bueno,¿quévamosacomer?¡Camarero!¡Poraquí,camarero!

—Síseñor,dígame.

—¿Por qué no viene en cuanto le llamo?—dijoMick, dándose aires deimportancia—.Leheestadollamandodesdehacediezminutos.Quierounpardevasosdelabebidadelacasaparaestasseñoritasyuntragodeginebraparamí.Y,otracosa,camarero;espere,notengatantaprisa.¿Esquecreequelosclientespuedenbeber sincomer?Traiga salchichaspara tres;y,maldita sea,asegúresedequenolasquemanenlaplancha.

—Sí,señor,enseguida,enseguida.

—Así hay que hablar con estos tíos—dijoMick, con una expresión deautosatisfacción, y perfectamente pagado de sí mismo por la mirada deadmiraciónquehabíadespertadoensuscompañeras.

—Es bonito, señorita Harriet —dijo Mick mirando al techo, con airedescuidadoypocoadmirativo.

—¡Ah,esprecioso!—exclamóHarriet.

—¿Nohanestadoaquíantes?Nohayotrositioigual.EsaeslaSeñoradelLago—añadió,señalandounapinturaenlapared—.Lahevistoenelcirco,conaguadeverdad.

Lestrajeronlassalchichas,queestabantancalientesquesilbaban,encimadeunamontañadepurédepatatas;losfrágilesvasoslargosconlabebidadelacasaparalaschicas,yelvasodepeltre,queeramásviril,parasuamigo.

—¿Estánmuycalienteslosplatos?—preguntóMick.

—Mucho,señor.

—Unosplatoscalientessonyalamitaddelavictoria—dijoMick.

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—Esoes,Caroline; aquí tiene, señoritaHarriet, no retire el plato, esperequelepongapuré;aquíaplastanlaspatatasconelegancia.

Hacíanungrupomuyfelizydivertido…Mickestabaencantadodeayudarasusinvitadas,ydebrindarasusalud.

—Bien—dijo,cuandoelcamarerosehabíallevadolosplatosyloshabíadejado con otras sustanciasmenos lujosas—.Bien—dijoMick, bebiendo asorbos de un vaso de ginebra y apoyándose sobre el respaldo de la silla—,diganloquedigan,nohaynadamejorquelavida.

—ConlosTrafford—dijoCaroline—lamayordiversiónquetuvimosfueunaclasedecanto.

—Compadezco a los trabajadores del campo —dijo Mick—. Tenemosalgunos en Collinson, dicen que vienen de Suffolk. Son lo que se llamaagricultorestrabajadores,unagentemuyrara,deverdad.

—¡Ah! Esos son inmigrantes —dijo Caroline—. Se les vende comoesclavos,yselesmeteencarromatosparaenviarlosalmercadodetrabajoypoderbajarnoslossueldos.

—Lesenseñaremosuntrucoodosantesdequehaganeso—seapresuróadecirMick—.¿Dóndetrabajausted,señoritaHarriet?

—EstoyenWigginsyWebster,señor.

—Ahí es donde limpian lamaquinaria durante la hora de la comida, nofuncionará—dijoMick—.Ahí veo a uno de tus socios entrando—observóMick, haciendo muchas señas a una persona que se les unió enseguida—.Vaya,Devildust,¿cómoteencuentras?

Esteeraelnombrefamiliardeun joven,queno teníarealmentemásqueese nombre, ni por bautismo ni por título. Dos semanas después de que sumadre lo trajesealmundo,volvióa la fábricaydejóasuniñoenmanosdeuna nodriza para que lo cuidara. Esto suele significar que se pagan trespeniquesalasemanaaunamujermayorparaquesehagacargodelosreciénnacidosduranteeldía,ylosdevuelvaporlanocheasusmadres,queregresanatodaprisadesulugardetrabajoalamadrigueraocavernaque,porcortesía,suelellamarsecasa.Elgastonoesexcesivo;láudanoymelaza,administradoen forma de elixir popular, que proporciona a estos inocentes una pizca delsabor de los goces de la vida y losmantiene en calmamientras les preparaparaelsilencioquelesesperaenlatumba.ElinfanticidioesunaprácticalegaltangeneralizadaenInglaterracomoen lasorillasdelGanges,unhechoque,aparentemente,aúnnohacaptadolaatencióndelaSociedaddePropagacióndel Evangelio en el Extranjero. Pero el instinto vital es un don del Artistainmortaly,enalgunasocasiones,frustra,inclusoensufasemástemprana,las

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maquinacionesdelasociedadparaextinguirlo.Hayniñosquesuperaninclusoelhambre,elveneno,lasmadresnonaturalesylasnodrizasmalvadas;estefueel caso del niño sin nombre del que hablamos. No podemos decir queprosperara, pero no murió. Así que a los dos años de edad, sin madreconocida,ysinpagasemanalalguna,seleenviabaalacalleajugarconelfinde que muriese aplastado por los carros o los caballos. Pero incluso esterecurso falló. Juggernaut salvó al más joven y más débil de este grupo devíctimasde ser sacrificado anteMoloch, pero el resto de sus compañeros sífueron inmolados. Tres meses «jugando» en la calle descalzos, mediodesnudosydespeinados,acabaronconestostiernosretoñosdeentrelosdosycinco años de edad. Algunos perecían arrollados por los carros, otros seextraviaban,otros se resfriabanocogían fiebres; entonces,volvíanagatasasus buhardillas o a sus sótanos, se les administraba el jarabe deGodfrey, ymoríanenpaz.Peroelniñosinnombrenodesapareció.Siemprese libródemorir aplastado bajo las ruedas de los carros y las patas de los caballos ynunca se extravió. Cuando no le daban comida, él mismo la buscabaafanosamente,ycompartíalabasuradelascallesconlosperros.Peseatodo,vivió, e incluso pálido y enflaquecido desafió a la fiebremortal, que era elúnicohabitantedelsótanodondevivíaquenolodejabaniasolniasombra.Ycuando dormitaba por la noche en un camastro de paja húmeda, que era suúnicaproteccióncontraelsuelollenodecharcosdesutugurio,conunmontóndeestiércolporalmohadayuna letrinaa suspies,nodejabadeagarrarsealúnicotechoqueloprotegíadelatormenta.

Coneltiempo,cuandoesteniñosinnombrehabíacumplidosuquintoañode edad, la peste, que nunca se marchaba del todo de los sótanos de susconciudadanos,resurgiócontalrabiaenelbarrioqueamenazóconextinguirasuyaesquilmadapoblación.Visitóconfrecuencialacasaytodoslosinfantessalvoélenfermaron.Unanoche,cuandovolvíaacasa,seencontróasuviejanodriza muerta y rodeada de cadáveres. Antes de suceder esto, el niño yahabía compartido camastro de paja con un cadáver, pero en aquella ocasióntambiénhabíaestadorodeadodeseresvivosquerespiraban;ahorabien,pasarunanoche,solo,concadáveresleparecíayaunaespeciedemuerte.Saliódelsótano,sealejódelbarriodondehabíapestey,trasvagarmucho,setendióadormirjuntoalapuertadeunafábrica.Lafortunalohabíaguiadobien.Pocodespuésdeamanecer,lodespertóelsonidodelacampanadelafábrica,yseencontróenmediodeungrupodehombres,mujeresyniños.Laspuertasseabrieron, ellos entraron, y el niño los acompañó. Se pasó lista, y alguienobservó que su presencia no estaba autorizada; se pensó en echarle, pero elniño llamó la atención de todos por su astucia. Se necesitaba un niño enWadingHole,unlugardondesetrabajabaytransformabaelalgodónsobranteo en mal estado que rechazaban las fábricas para convertirlo en colchas ycubrecamas.Seeligióalniñoparaelpuestovacanteyse ledio, incluso,un

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salario. Y lo que es más, se le dio hasta un nombre. Puesto que no teníaningunoselebautizoalinstante,sellamaríaDevildust.

Devildustsehizomayortanprontoquealosdiecisieteañoscombinabalaexperienciadelamadurezconlaenergíadelajuventud.Erauntrabajadordeprimeracategoríay se lepagabaunsalarioalto.Sehabíabeneficiadode lasventajasqueofrecenalgunasfábricas,yprontoaprendióaleeryaescribirconfacilidad;enelmomentodenuestrahistoria,eraelhombremásinfluyentedelCírculoLiterarioyCientíficoShoddyCourt.Sugranamigo,suúnicoamigoíntimo, era Dandy Mick. Tal vez se debía a que sus cualidades ypersonalidadeserantotalmentecontrarias;esaessindudaunadelasbasesmássólidas de la amistad. Devildust era oscuro y melancólico, ambicioso ydescontento, lleno de ideas y con tanta capacidad para la paciencia y laperseverancia que hacían de él un espíritu especial. Mick era tan brillantecomo su aspecto; alegre, irritable, frívolo e inestable.Mick disfrutaba de lavida mientras que su amigo solamente la soportaba. Sin embargo,Mick sequejaba siempre de lo bajo que era su salario y de lomucho que trabajaba,mientrasqueDevildustnuncaprotestaba, sinoque leíaymeditaba sobre losderechosdelostrabajadoresyaspirabaareivindicarlos.

—HeestadopensandoenafiliarmealaLigadelaAbstinenciaTotal—dijoDevildust—. No se me ha ido de la cabeza desde que leí el discurso deStephenMorley.Nuncaobtendremosnuestrosderechoshastaquedejemosdeconsumirartículossujetosaimpuestos;ylamejorformadeempezaresconelalcohol.

—Bien, yo me las podría arreglar sin alcohol—dijo Carolina—. Si yofueseunaseñora,nobeberíaotracosaquelechefrescadevaca.

—Yoprefieropagarporelté—dijoHarriet—.Quierodecirquesisetratade buen té, no escatimo nada; y ahora guardo siempre en casa para poderbeberdelmejor.

—Aún no has pedido nada, Dusty —dijo Mick—. Qué te parece sipedimosunpocodeginebraycharlamossobreesteasuntodelaabstinencia.

Devidust, que eramanipulable en las pequeñas cosas, especialmente porMick,accedióysesentóconellosasumesa.

—Supongo,Dusty,quehasoídohablardelaúltimaartimañadeShuffleyScrew—dijoMick.

—¿Dequésetrata?

—Estanocheatodoslostrabajadoresleshandadolallavedeunacasaenalquileracambiodedescontarlesmediacoronaalasemanadesusalario.JimPlastowleshacontestadoqueélpreferíaalojarseconsupadreyquenoquería

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ningunacasa,ylehandichoqueteníaqueaceptarla.

—Ya les llegará su día—dijo Devildust pensativo—. De verdad piensoque esos Shuffle y Screw son aún peores que los Truck y Trett, porque almenosconaquellossabíasdóndeestabas,pueseraunveinticincoporcientodededuccióndelsalarioacambiodemuymalascondicionesdevida.PeroconestosShuffleyScrew,consusbonosdeeconomatoysusllaves,unhombrenosabe nunca lo que tiene para gastar. Venga —dijo, llenando su vaso—,hagamosunbrindis,¡porlaconfusióndelcapital!

—Esaestuelección—dijoMick—.Venga,Carolina,bebamosalasaluddetuamiga,laseñoritaHarriet.Eldineroeslaraízdetodomal;esoesalgoque nadie puede negar.Lucharemos por los derechos de los trabajadores; lajornadadediezhoras,elfindelosbonossalarialesylaprohibicióndetrabajarparalosmenoresdedieciséisaños.

—No,quince—dijoCarolinaconvehemencia.

—Lagentenovaa soportar tantasquejasdurantemuchomás tiempo—dijoDevildust.

—Creoqueunadelasgrandesreivindicacionesdelagente—dijoCarolina— es luchar contra la obligación que los jueces le han impuesto a Jack elBurlóndecerrarElTemplolosdomingosporlanoche.

—Esunainfamia—dijoMick—.¿Esquenopodemosyanidivertirnos?Para eso vivamos en Suffolk, donde, según dicen los inmigrantes, quemancarbónvegetalparapasareltiempo.

—Ypor loquerespectaa losderechosdelos trabajadores—dijoHarriet—,contantamáquinalaspersonasyanovalennada.

—Acabadeabrirlabocaparadecirunacosamuysensata,señoritaHarriet—dijoMick—.Perosidurante48horasyofuese lordParamount,arreglaríaesteproblemaenseguida.Loprimeroqueharíaseríadispararunaandanadadepasquines contra sus buques enseña. Sería como la batalla de Navarone enMowbray, catorcepasquines disparados almismo tiempodesde el barcodelalmirante.

—Lostrabajadorespuedenserdébiles,peroelcapitalesaúnmásdébil—dijoDevilsdust—.Sucapitalestodopapel.

—¿Sabéis lo que creo? —dijo Mick, con una mirada de saber de quéhablaba,yentonobajo—;queloúnicoquepuedesalvaraestanación,amigosmíos,esunabuenahuelga.

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Capítulo11

—SuExcelencia, la cena está servida—anunció el ayuda de cámara delorddeMowbray; y el noble lord saliódetrásde ladyMarney, seguidosdelrestode los invitados.AEgremont lohabíanacomodado juntoa ladyMaudFitz-Warene, la hija menor del conde. Casi en el lado opuesto estaba ladyJoan.

LashijasFitz-Wareneerandosmujeresconelcabellocolordearena,másbienaltas,configurasbastanteestilizadasyunporteelegante.Lamayoreramuyfea,y lapequeñamásbienguapa,peroambasseparecíanmucho,pueslasdoseranmuybuenasconversadoras,aunquededistintaforma.LadyJoanera doctrinal, mientras que lady Maud era curiosa; la primera dabainformaciónquesuinterlocutornormalmentenoposeía;laotrasugeríaideasque su interlocutor ya tenía previamente, pero que estaban latentes en sucabezaoquelehabíanpasadoinadvertidashastaqueella,consuverboágilyameno, las había despertado a la vida. Ambas poseían un grado notable desangrefría,peroaladyJoanlefaltabadulzura,mientrasquealadyMaudlefaltabareposo.

Este fue el resultado de una rápida observación de Egremont, que nocarecíadeexperienciaenelmundo,yeravelozalahoradeverelestiloyelcarácterdelaspersonas.

Lacenafuemajestuosa,comocorrespondealaaltanobleza.Habíamuchosinvitados,perolamesanoeramásqueotromagníficopuntoenlaespaciosacámaradondeseencontraban.Losaparadoresestabanrepletosdejarronesdeplata y de oro dispuestos en anaqueles de terciopelo morado. Las paredesestaban cubiertas con retratos de antepasados de los Fitz-Warene, los DeMowbrayy losDeVere.Los camareros se deslizabandeun lado a otro sinhacer ruido y con la precisión de una disciplinamilitar; atentos a satisfacertodoslosdeseosdeloscomensalesconunairealtivodesuntuosadedicación.

—¿Habéisvenidoentren?—preguntótristementelorddeMowbrayaladyMarney.

—DesdeMarham,aunasdiezmillas—contestósuseñoría.

—Quégranrevolucióneltren,¿verdad?

—Metemoqueconélvieneunamuypeligrosatendenciaalaigualdad—dijo su Excelencia, negando con la cabeza—. Supongo que lordMarney seoponedecididamentealostrenes.

—NohaynadietanradicalmenteencontradelferrocarrilcomoGeorge—dijoladyMarney—.Nohaynadaquenohagaparaoponerse;organizóatoda

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nuestraordenencontradelalíneaaMarham.

—Yocontabaconél—dijolordMowbray—paraquemeayudaseafrenaraestapartidadeadmiradores,peromesorprendiósaberquesehabíarendido.

—¡Nohastaqueseacordóunacompensación!—observóladyMarneyconinocencia—. George nunca dejó de oponerse a ellos después de eso.AbandonósurechazoalalíneaMarhamcuandoaccedieronasuscondiciones.

—Y, sin embargo—dijo lord deMowbray—, si lordMarney mirase elcasodeformadistintaytuvieseencuentalasconsecuenciasmorales,talvezcambiaría de opinión. La igualdad, ladyMarney, la igualdad no es nuestrooficio. Si nosotros los nobles no nos oponemos al espíritu igualitario de laépoca,nopuedoimaginarmequiénlucharáporesabatalla.Puedeestarseguradequeesostrenessonaparatosmuypeligrosos.

—Nomecabedudadeello.SupongoquehabráoídohablardelviajedeladyVanilladesdeBirmingham.¿Nohaoídonada,deverdad?VinosentadaalladodeladyLauraydedosdeloshombres,segúnella,máscaballerososquehayaconocido.EnWolverhamptonlerogóaunodeellosquelecambiasesuasientoporeldeella,yestecomplaciósudeseocon lamayorcortesía, soloque para ello era necesario que su compañero semoviese de sitio, ¡pues elproblemaeraqueestabanencadenadosentresí!ErandoscarteristasdeguanteblancoquellevabanpresostrashabersidocogidosrobandoenlascarrerasdeShrewsbury.

—Una condesa junto a unmalhechor. Así que esas son las ventajas deltransportepúblico—ironizólordMowbray—,peroladyVanillaesunadeesaspersonasquehablancontodoelmundo.

—Esmuydivertida—dijoladyMarney.

—Me atrevería a afirmarlo —dijo lord de Mowbray—, pero créame,queridaladyMarney,especialmenteenestostiempos,unacondesatienealgomásquehacerqueserdivertida.

—¿Nocreequealigualquelospropietariostienensusobligacionesysusderechos,tambiénelrangodebetenersuscargasysusplaceres?

LordMowbrayreflexionaba.

—¿Cómoestá,señorJermyn?—dijounaalegreseñoradeojospequeñosynegros como cuentas chispeantes, y con una tez muy amarilla, aunque derasgos muy finos—. ¿Cuándo ha llegado al Norte? He estado luchandosutilmenteporsusbatallasdesdequeleconocí—añadiósacudiendolacabeza,másconunaexpresiónadmonitoriaquedecomprensión.

—Ustedsiempreestáluchandoporlasbatallasdeuno,ladyFirebrace,esmuyamabledesuparte.Sinofueseporusted,ningunodenosotrossabríalo

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mucho que nosmaltratan—replicó el señor Jermyn, un jovenmiembro delParlamento.

—Dicen que ha hecho promesas de lo más radicales —comentó ladyFirebraceconunavehemencianoexentademalicia—.Heoídodecir a lordMuddlebrains que si él hubiera tenido la menor idea de cuáles eran susprincipios,nohabríaobtenidoustedsuapoyo.

—Muddlebrains no puede exigir ni un solo voto —respondió el señorJermyn—.Élesunpolíticoimpostor,elmayordelosimpostores;unhombrequevafanfarroneandoportodoslosclubesdeLondres,yqueconsultaaunosyotros,consolemnidad,sobresuinfluenciaenelpaís,cuandoparaelpaísélyaesunapersonainexistente.

—Bueno,esalgoquenopuededecirsedelordClarinel—volvióalacargaladyFirebrace.

—¿HaestadodefendiéndomedelosataquesdelordClarinel?—preguntóelseñorJermyn.

—No, perovoy aWemsbury, así queno tengoningunadudade que allítendréoportunidaddehacerlo.

—YotambiénvoyaWemsbury—dijoelseñorJermyn.

—¿Yquépiensa lordClarineldesupeticiónsobre laspensiones?—dijoladyFirebracecontimidez,peromaliciosamente.

—Nomelohadichonunca—dijoelseñorJermyn.

—Tengoentendidoqueustednohacumplido lapromesaquehizoen laselecciones—indagóladyFirebraceconunaafectadacuriosidad.

—Esuntemasobreelquehayquereflexionar—contestóelseñorJermyn—.Deboconsultaraalgunapolíticaagudacomousted,ladyFirebrace.Porelmomento usted dijo a mi madre que los tories obtendrían la mayoría conquincediputados.¿Creequetendrántantos?—preguntóelseñorJermynconexpresión inocente, pues ya era notorio que la administración whig habíaobtenidolamayoríaconeldobledeesosdiputados.

—DijequesegúnelseñorTadpoleobtendríamoslamayoríaconquince—respondió ladyFirebrace—;pero sabíaqueestabaenunerror, porquehabíavistolalistaquelordMelbourneconfeccionóhastaelúltimomomentoyquedaba al gobierno una mayoría de sesenta. Aunque solo se la enseñó a tresmiembrosdelgabinete—añadióenuntonodemisteriosavictoria.

LadyFirebraceeraunagranestadistadelasfilasdelostoriesqueestabaorgullosadetenerporadmiradoraunmiembrodelgabinetewhig.Eraeltipodepersonaamenaalaquegustainvitaraunacasadecampo,queposeebuena

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información y mantiene amplia correspondencia con ambas faccionespolíticas.Tadpole,quesesentíahalagadoporhabercaptadosuatenciónyqueestaba encantado con cualquier compañía femenina que hablara su propiolenguaje y que entrara con entusiasmo en sus sucios manejos y estérilesmaquinaciones, era reservado en los informes que le daba.Mientras que sucaballerowhig,queeraunindividuodesenvueltoquehacíaelamorsindejarde hablar o de escribir sobre política, se entregaba sin reservas e instruíaregularmente a ladyFirebrace después de cadaConsejo deMinistros. TaperveíaconpreocupaciónestarelaciónentreTadpoleyladyFirebrace;ycuandoperdíanunaselecciones,oelpartidoquedabarelegado,dabalaseñalconunaafirmacióndecabezayunmonosílaboy,alinstante,elgrupoconservadorqueinfectaba los clubes charlando sobre temas de los que era imposible quesupieran nada, empezaba a ladrar y a gritar, a denunciar a los traidores, y apreguntarsecómoeraposiblequeloslíderesestuvierantanciegoscomoparanoverloqueeratanevidentealrestodelmundo.Si,porotrolado,laventajaparecía decantarse del lado del Club Carlton o de las filas de la oposición,entonceseranlossabuesoswhigyliberalesquienesaullaban,sehacíancrucesy se explicaban todo por la indiscreción, infatuación y traición de lordViscountMasque,yapuntabanalcírculodeidiotasiniciadosquelosrodeaban,comosiunpartidopudierallegaralavictoriaentorpecidoporhombrescomoesoseinfluidosporesosmedios.

Lomejor de todo era que, durante todo este tiempo, ni lordMasque niTadpoledejaronde referirunsolodetalleo incidentea ladyFirebracesinelexpresodeseo,intenciónypremeditadavoluntaddequeestaselocomunicaseasurival.

—DebointentarqueustedganealorddeMowbrayparanuestracausa—dijosirVavasourFirebraceasuvecinaladyJoan,conunavozinsinuante—.Leheenviadoungruesofardodedocumentos.Ustedsabequeélesunodelosnuestros,todavíaesunodelosnuestros;unavezqueeresbaronet,loeresparasiempre.Elrangosedesvanecegradualmente,peronocesa;y,peseaquemehacefelizveraalguienhonradoporunaaltadistinción,habiéndosehechotanmerecedordeella,nopuedodejardeconfesarosquevuestropadremeinteresano tanto en cuanto conde de Mowbray, como por su indudable carácter ycapacidadentantoquesirAltamontFitz-Warene,unbaronet.

—Supongoque losdatosenquesebasa los tienebienasimilados—dijoladyJoan,atentaperonointeresada.

—Elcasoestáclaro,yporloquerespectaasulegitimidad,esinapelable;hastaelpuntodequeeldifuntoreyloconsideróasí.Perohágameelfavordeleernuestroinforme.

—Lapropuestanoseadaptaanuestracivilizaciónactual—dijoladyJoan

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—.Labaroníasehaconvertidoenuntítulonobiliarioparalasclasesmedias.Losmédicos,elnuestrosinirmáslejos,sonbaronets;ymeatrevoadecirquetambién nuestro tendero, los cerveceros y gente de ese nivel. El intento deelevarles al rango de orden nobiliaria, por menor que sea, tiene algo deridículo.

—¿Ysehalibradoelduquedesuataquedegotaesteaño?—preguntóconcuriosidadlordMarneyaladydeMowbray.

—Solo ha tenido uno pequeño. Nunca lo he visto tan bien. No meextrañaríaqueseloencontraseaquíhoy.Locuidamosadiario.

—Meencantaría.EsperoquevenganaMarneyenoctubre.Guardoelcotodellazoazulparaél.

—Lo que sugiere es muy justo—le dijo Egremont a lady Maud—. Sinosotroshacemoselesfuerzoennuestropropioámbito,elefectogeneralseríagrande.Creoque laAbadíadeMarney,porejemplo,queesunadenuestrasmejoresruinasmonásticas,nopococodiciada,porcierto,sedeterioraañotrasaño, y el ganado campa a sus anchaspor la nave.Simihermanono aceptapreservarlaorestaurarla,almenoscualquiermiembrodelafamilia,einclusoyo mismo, sin grandes gastos sino, digamos, con algo de cuidado, podríaevitareldañooalmenosevitarlademolición.

—Si estemovimiento eclesiástico pretendiese solamente el renacimientodel gusto por la arquitectura cristiana —dijo lady Maud— no lo habríanprohibido,¡yesquehahechomuchomás!Peromesorprendequelasantiguasfamiliassean tan insensiblesanuestropatrimonionacional,quedebe tantoanuestrosantepasados,asushazañas,asumentalidad.Y,pordescontado,señorEgremont,niustedniyomismatenemosexcusaparatantaindiferencia.

—Ynocreoquenuncasemevuelvaaacusar tan justamentedealgo—replicóEgremont—.Defiendesucausaconmuchadiligencia,pero siquierequeledigalaverdad,heestadopensandoúltimamentesobreestascosas,sobrelosmonasteriosyeso,sobrelainfluenciadelantiguosistemaeclesiásticoenlafelicidadyelbienestardelpueblo.

—Y también en el temperamento de los nobles, ¿no lo cree así?—dijoladyMaud—. Sé que es costumbre criticar las cruzadas, pero ¿no cree quetuvieronsuorigenenungranimpulsoespiritualyque,enciertomodo,graciasaellasseconsiguierongrandes logros?Perdónemesihabloconpasión,peronopuedoolvidarmedequesoyunahijadelosprimeroscruzados.

—El temperamentomoral de la sociedad esmás bajo que antaño—dijoEgremont—. Es fácil decir que vemos el pasado a través de un medioengañoso.Sinembargo,tenemosbastantespruebasdequeloshombressientencon menos profundidad ahora que en otros tiempos y actúan con menos

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entrega. Pero ¿en qué medida eso se debe a la postura actual de nuestraIglesia?Esaeslacuestión.

—Debe hablar con el señor Lys sobre eso —dijo lady Maud—. ¿Loconoce?—añadióenvozmásbaja.

—No;¿seencuentraaquí?

—Cercademimamá.

Y, mirando en esa dirección, sentado a la izquierda de lady Mowbray,Egremontsefijóenuncaballeroquerozabayaelúltimoañodelajuventud,siesquelajuventud,deacuerdoconeldictamendeHipócrates,cesaalostreintay cinco añosde edad.Poseía labellezaqueotorga el hechode tener sangrenoble, de la cual quedan ya pocas muestras en nuestros días; el normandotempladoporelsajón,elfuegodeconquistamoderadoporlaintegridad,yunespíritu sereno pero inflexible. Las cadenas de la convención, una vidasuperficialquehaperdidocualquier relaciónconelcorazóny lacabezahandestruido la dignidad de esa belleza.De hecho, ya no existe aristocracia enInglaterra,pueshadesaparecidolasuperioridaddelinstintoanimalqueesunacualidad esencial de la aristocracia. Pero existió alguna vez, como atestiguacualquiercolecciónderetratosdelsigloXVI.

AubreySt.Lyseraelhijomásjovendeunodeloslinajesnormandosmásantiguos de Inglaterra. Guillermo el Conquistador les había concedido laspropiedades gracias a las cuales vivían en la actualidad y que, pese a losmuchosconflictoscivilesyreligiosos,selashabíantransmitidodegeneraciónengeneraciónduranteochosiglos.AubreySt.LyseraelvicariodeMowbray,y había sido el tutor universitario del difunto lord Fitz-Warene, en cuyasmanoshabíaestadosuformación,elcultivodesusbrillantescualidades,yqueleadoraba.Graciasaesecontacto,gozabadeunaligerapredilección,queeratodo lo que él deseaba; un obispado no le habría tentado a alejarse de supeculiarcargo.

En el centro de la ciudad de Mowbray, donde se apiñan miles detrabajadores,sealzaunedificioquenadateníaqueenvidiaramuchasdelascatedrales de nuestro país. ¡Qué bellas son sus solemnes torres, su pórticooeste lleno de esculturas; qué hermosas sus columnatas y su esbelta navecentral, su brillante relicario y su altarmayor; y qué preciosa es la luz queentraaraudalesporsusventanalesdesdeelladooriental!

Estamagnífica iglesia,construidapor losmonjesdeMowbrayyqueunavezestuvounidaasufamosoconventodelquenoquedayarastroalguno,fueen su tiempo la iglesia parroquial de una oscura aldea cuya población nohabría bastado ni para llenar una de sus capillas laterales. Estas extrañascircunstancias de los edificios eclesiásticos no son raras en el norte de

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Inglaterra.

La iglesia de Mowbray fue durante siglos la maravilla de todos loscampesinosquepasabanporallí,ylagloriadelashistoriasdelcondado.Perolosedificioshermosostienenunamagiaqueejerceunairresistibleinfluenciasobre la mente del hombre, y una de las razones que se adujeron para ladestruccióndelosmonasteriosdespuésdeladispersióndesusmoradoresfuela perniciosa influencia que ejercía la solemne y majestuosa forma de susedificiossobrelamemoriaylaimaginacióndeaquellosqueloscontemplaban.Era imposible vincular el crimen sistemático con los creadores de estosmaravillosos edificios.Y así sucedía con la iglesia deMowbray.Cuando secrearon las manufacturas en la región, donde abundaban los recursos paraponerlas en pie con éxito, se eligió a Mowbray, que ofrecía las mismasventajas,peronomás,quecualquierotrolugar,«porqueposeíaunaiglesiatanhermosa». El espíritu de los monjes deMowbray sobrevolaba el lugar quehabíanelegidoparaengalanarlo, santificarloyamarlo;yasí, indirectamente,sehabíanconvertidoenautoresdesuactualgrandezayprosperidad.

Desafortunadamente, durantemucho tiempo los vicarios deMowbraynofueronmuyconscientesde sumisión.Unapoblación inmensaseagolpabaalasafuerasde laciudadela sagrada, repartiéndosepor todas suspartesenunradio de varias millas. Pero cuando la población de la ciudad superó ennúmeroaladealgunascapitaleseuropeas,laiglesiaparroquialsiguiósiendola única enMowbray.Y en ella donde incluso seguía predominando la fríainfluenciadelaautocomplacenciadelerastianismo,secongregabanlosfielesmás por guardar las formas que influidos por un sentido de grupo o porsentimientoselevados,porqueiralaiglesiaseconsiderabamáselegantequeira una reunión. Los principales comerciantes de las grandes familias de laciudad lo consideraban un actomás «aristocrático», por utilizar uno de susadjetivos favoritos más repetidos, con el que no hacían sino expresar suservilismo. Por la época en que se crearon las Comisiones Eclesiásticas, lacongregación de Mowbray se había extinguido casi por completo. Durantealgúntiempocirculólaideadeconvertirlaensededeunnuevoobispado,paralo cual se acondicionó la catedral, que era otro ejemplode la influencia delbuenarte.Peronosehabíaprevistoningunaresidenciaparaelfuturoprelado,yunobispocorruptodelacomisióntemíaqueletocaseaélconstruiruna,asíquelaideasefueabandonando.Ensulugar,envezdeunobispado,ypuestoqueestabavacantelaplazaenesemomento,sedesignóaunhumildevicarioen la persona deAubrey St. Lys, que llegó aMowbray para predicar a suscientosdemilesdepaganosal«DiosDesconocido».

Capítulo12

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—¿Y cómo encuentras a la gente por aquí, Marney? —dijo lord deMowbraysentándosejuntoasuinvitadoenelsofá.

—Muybien,muybien,milord—replicóel conde,que siempre tratabaalord de Mowbray con una cierta ceremoniosidad, especialmente cuando eldescendentedeloscruzadosadoptabauntonofamiliar.

Habíaalgodeduendemaliciosoenel temperamentodelordMarney,queserevelabaensunotabletalentoparamortificaralaspersonasconpequeñosdetalles; con un gesto, una expresión, unamirada, revestidos amenudo contodalapompadeunprofundorespeto.Laantiguanoblezaespañolagustabadeutilizar solamente los nombres para tratarse entre ellos. Así, cuando seencontraban en presencia de un flamante grande de la nación, se llamaban«Infantado», «Sidonia» u «Osuna» para, a continuación, cambiar a untratamientodealtorangoyllamarseMuyNobleMarquésdelaEnsenada.

—Empiezanaestarunpocoinquietosporaquí—dijolorddeMowbray.

—Notenemosnadadequequejarnos—replicólordMarney—.Seguimosreduciendolosimpuestosy,mientraslohagamos,elpaísmejorará.Lodicelapruebadelostelares.Elotrodíatuvimosuncasodeincendiarios,queasustóamuchagente,peroheestadoinvestigandoelasuntoymealegrasaberqueseprodujo por circunstancias meramente accidentales o, al menos, que nadateníanqueverconlossalarios.Yodeberíasereljuezdelcaso,pueselhechoocurrióenmipropiedad.

—¿Y cuál es la media de los salarios en vuestra zona del mundo, lordMarney?—preguntóelseñorSt.Lys,quepermanecíadepiejuntoaellos.

—¡Ah,sonbastantebuenos!,aunquenotantocomoenlosbarriostextiles,perolagentequetrabajaalairelibre,envezdeenloshornos,noesperaesascantidadesynonecesitatanto.Gananochochelinesalasemana,almenos,engeneral.

—¡Ochochelinesalasemana!—dijoelseñorSt.Lys—.¿Acasopuedeuntrabajadorconuna familia,quizádeochohijos,vivirconochochelinesa lasemana?

—Ah,enrealidad—dijolordMarney—,tienenmásventajas,porquehaybonificacionesparacomprarcerveza,queesunaprácticabastanteextendida,conlaqueyonoestoydeacuerdoperoquesumaunchelínmásalasemana;y,además,aalgunosse leshaasignadounpequeño lotede tierraparacultivarpatatas,aunqueyomeopongototalmenteaesesistema.

—Pues con eso y todo —dijo el señor Lys—, me sigue pareciendoincreíblecómoselasarreglanparavivircontanpocodinero.

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—Bueno, en cuanto a eso —dijo lord Marney—, siempre me heencontrado con que cuanto más altos son los salarios, peores son lostrabajadores.Solamentegastansudineroencerveza.Ellossonlamaldicióndeestepaís.

—Peroquévaahacerunpobrehombre—dijoelseñorLys—despuésdesujornadadetrabajo,sivuelveasuhogarynoseencuentrahogaralguno;elfuegoestáapagado,lacomidasinpreparar,sucompañera,agotadadetrabajarenelcampooenlafábrica,aúnnohallegado,oquizáseencuentraenlacamaexhausta o sin muda para cambiarse porque ha llegado empapada hasta eltuétano.Hemosalejadoa lamujerdesuámbitonatural.Puedequehayamosreducido los salarios por su introducción en elmercado de trabajo, pero enestas circunstancias lo que llamamos vida doméstica es un fin imposible derealizarpara lagentede estepaísy,por ello,nome sorprendequebusquensolazo,másbienrefugio,enlascervecerías.

LordMarneylevantólosojosparamiraralseñorSt.Lysconunamiradadearistocrática impertinenciay, luego,comosinprestarlemuchaatención,ysindirigirseaél,dijo:

—Quediganloquequieran,perotodoesunacuestióndedemografía.

—Yocreo,másbien,queesunacuestiónderecursos—puntualizóelseñorSt. Lys—; lo importante no es la cifra de habitantes, sino de qué recursosdisponemosparasumanutención.

—Ambassereducenalamismacosa—dijolordMarney—.Nadapuedeayudaraestepaíssalvolaemigraciónagranescala,ycomoelgobiernonohatomadocartasenelasunto,lohehechoyoporcuentapropia.Mevoyaocuparpersonalmentedequelapoblacióndelacircunscripciónquemecorrespondenoaumente.Noconstruiréningunacabañaydestruirétodaslasquepueda;ynomeduelenprendasnimeavergüenzadecirlo.

—Entonces,hadeclaradolaguerraalascabañas—dijosonriendoelseñorSt.Lys—.Aprimeravistanoesungritotansorprendentecomoelde«guerraalcastillo».

—Pero¿creequepuededesembocareneso?—dijolordMowbray.

—Meencantanoserunprofetadelmal—dijoelseñorStLys.

LordMarneyse levantódesuasientoysedirigióa ladyFirebrace,cuyomaridoenotrapartedelaestanciahabíacogidoporbandaalseñorJermyn,yse sinceraba con él sobre la «cuestión del día». Lady Maud, seguida deEgremont,seacercóalseñorSt.Lysydijo:

—El señorEgremont tiene un gran talento para la arquitectura cristiana,señorSt.Lys,ydesearíavisitarespecialmentenuestra iglesia,de lacualnos

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sentimostanorgullosos.

Unosmomentosdespuésyaestabansentadosjuntosyenfrascadosenunaconversación.

LordMowbray se había sentado al lado de ladyMarney que, a su vez,estabajuntoalacondesa.

—¡Oh,cómoenvidiolavidaenMarney!—exclamóél—;sinfábricas,sinhumo, viviendo en medio de un precioso parque y rodeada de campesinoscontentos.

—Es muy agradable —dijo lady Marney—. Pero, también, es muyaburrido;nisiquieratenemosvecinos.

—Creo que eso es una gran ventaja—dijo ladyMowbray—.Tengo quedecirquemegustanmisamigosdeLondres.Nuncasédequéhablarcon lagentedeaquí.Songenteexcelente,lamejorgentedelmundo.Quéformadecomportarse con el pobre y querido Fitz-Warene cuando quisieron querepresentara al condado, nome puedo olvidar de eso. Pero, luego, ellos noconocenalagentequeconocemosnosotros,nihacenlascosasquehacemosnosotros;ycuandohaspasadopor la rutinadehablar sobre la región,yhasagotadoeltemadelclimaydelosdistintosvientos,miqueridaladyMarney,estás realmente hasta la coronilla. Pero ellos piensan que estás orgullosa,cuandoenrealidadloquepasaesqueunaesunaestúpida.

—Yosoymuyamigadeltrabajo—dijoladyMarney—.Habloconellosdeeso.

—Ah, es afortunada. Yo nunca pude trabajar. Tampoco Joan y Maudtrabajan. Una vez, Maud bordó una enseña para su hermano; está en elvestíbulo.Creo que es preciosa, pero de una formau otra, nunca cultivó sutalento.

—De todo lo que ha ocurrido o puede ocurrir—dijo el señor St. Lys aEgremont—,yosoloculpoalaIglesia.LaIglesiaabandonóalpueblo,ydesdeesemomentolaIglesiahaestadoenpeligroyhaempobrecidoalagente.Enun principio, la religión se dedicó a satisfacer los nobles deseos de lacondiciónhumana,yconsusfestejosaliviabaladolorosafatigadeltrabajo.Eldía de descanso se consagraba si no a pensamientos elevados, al menos asentimientosdulcesynobles.Paracelebrarestasfiestas,laIglesiacongregabaatodoelpueblocristianobajosusenodecasicelestialesplendor,enalgunosde losmejoresmonumentos artísticos que lasmanos del ser humano hayanlevantado,puesallí,enpresenciadeDios,todoséramoshermanos.Entretodoscompartíanporigualsuoración,suinciensoysumúsica,susagradaliturgiaylosmáselevadosplaceresquelasartespudieranofrecer.

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—Entonces¿creeenlaeficaciadelosritualesylasceremonias?

—Loquellamasritualesyceremoniasrepresentanlosinstintosdivinosdenuestra naturaleza.Lleva su aversiónpor los rituales y las ceremonias hastauna conclusión legítima, y preferirá arrodillarse en un granero antes que enunacatedral.Susprincipioschocancon laexistenciamismadel arte,queesesencialmenteespiritual.

—Nohablodeformaabstracta—dijoEgremont—,sinoquemerefieroalaconexiónindirectadeestosritualesyceremoniasconotraIglesia.Lagentede este país los asocia con el yugo de una superstición y con el dominioextranjero.

—ConRoma—puntualizóelseñorSt.Lys—;sinembargo,laliturgiaylaceremoniaexistíanantesqueRoma.

—Pero en la práctica —cuestionó Egremont—, el hecho de que, ennuestrosdías,loshayarecuperadonuestraliturgia¿noesunatendenciahacialarestauracióndelsistemaromanoenestepaís?

—Es difícil asegurar cuál puede ser el efecto práctico que ejercendeterminados hechos sobre los no instruidos—dijo el señor St. Lys—. LaIglesiadeRomadebeserrespetadapueseslaúnicaIglesiajudeo-cristianaqueexiste: todas las demás Iglesias fundadas por los apóstoles judíos handesaparecido,pero ladeRomapervive.Ynodebemospermitirnuncaqueacausa de la postura exagerada que adoptó en la EdadMedia, olvidemos sucarácter apostólico original cuando acaba de llegar de Palestina con lafraganciadelParaíso.LaIglesiadeRomasesostienepormediodelasucesiónapostólica,peroestanoesunainstitucióncompletaensímisma.Formapartedeun todo.Sino lo fuese,no tendría fundación.Losapóstolessucedieronalos profetas.NuestroMaestro se anunció a símismo como el último de losprofetas.Ellos,asuvez,fueronlosherederosdelospatriarcas;hombresqueestaban en comunicación directa con elAltísimo.La revelación del caráctersagradodeesaliturgiayesasceremonias,alascualesnuncaharenunciadolaIglesiadeRoma,sehizoahombresnomenosdotadosquelosapóstoles.PeronopodemosconcederaRomasupretensióndesupremacía,yaquelaprácticadedichaliturgia, laobligaciónquehanderespetar todaslascongregaciones,no se la inventó ella. Pues, acaso ¿podría sostener usted que la Iglesia noexistíayaen tiemposde losprofetas?,¿queMoisésnoerayaunhombredeiglesia y queAarón no era un sumo sacerdote? ¡Ay, ymás grande aún queningúnPapaoprelado,yaprocedandeRomaodeLambeth!

»En todas estas discusiones doctrinales, podemos olvidar que el NuevoTestamentonoesmásqueunapéndice.Jehová-Jesúsvinoacompletarlalaborde“laLeyylosprofetas”.Elcristianismoeslaculminacióndeljudaísmoonoesnada.Elcristianismoesincomprensiblesineljudaísmodelamismaforma

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queeljudaísmoestáincompletosinelcristianismo.¿QuétienequeverRomaconesaculminación,yquétienequeverconsucomienzo?LasTablasdelaLey no se escribieron a fuego en elmonte Capitolio ni la redención divinatuvolugarenelMonteSacer.No.Ladoctrinadenuestrosacerdocioprocededirectamente de Jehová, y la liturgia y los rituales de su Iglesia son loscánones de Su suprema inteligencia. Roma presume que la autenticidad delSegundoTestamentodependedel reconocimientodesu infalibilidad.Pero laautenticidad del Segundo Testamento depende de su congruencia con elPrimero. ¿Es que Roma ha preservado esto? Reconozco profunda,sinceramenteque la Iglesia esuna institución católica, es decir, extensible atodos los climas y a todas las épocas, pero no acepto la necesidad de unacabezavisibleenun lugardeterminado,ysiquisierabuscaruna,noseríaenRoma.Pormuymemorablequeseasuhistoria,noencuentroenellaningúntestimonioomisióntansublime.CuandoelOmnipotente,elVerboInefablesedignó a encarnarse, no eligió el cuerpo de un romano; los profetas no eranromanos;losapóstolestampocoloeran;ynuncaoíqueaquellamujerbenditaentre todaslasmujeresfueseunadoncellaromana.No,yomiraríahaciaunatierramáslejanaqueItalia,aunaciudadmássagradainclusoqueRoma.

Capítulo13

Eraunamanecernubosoquedestilabaunaluztenue.Unvientosecoyfríoque soplaba desde el este barría las silenciosas calles de Mowbray. Lossonidosdelanochesehabíanextinguidoparadarpasoalasvocesdeundíaquenohabíacomenzado.Reinabaunaquietudcompletaycautivadora.

Depronto,surgeunavozyunmovimiento.Seoyelaprimerapisadadelanueva semana de trabajo. En el pavimento aparece la silueta de un hombreembozadoenunabrigogruesoque llevaen lamanoloque,aprimeravista,pareceuncayadodepastor,soloqueconunpuñomuchomáslargo.Conpasorápidovatocandoenloscristalesdetodaslasventanas,queresuenanconunchasquido.Elmotivodeusarunaempuñaduratanlargaesqueconellapuedealcanzar a golpear en las ventanas más altas de las viviendas a cuyosinquilinostienequelevantar.Estosinquilinossonlaschicasdelafábrica,quesehanabonadopordistritosalserviciodeestosheraldosdelamanecersinloscualesnopodríanescapara lamultaquese imponea todosaquellosquenolleganalapuertadelafábricaantesdequelacampanadejedesonar.

Tras salir de las calles y agacharse para pasar por uno de los pequeñosarcosdelosquehemoshabladoanteriormente,elserenollegóaunpatio.Aquívivíaunabuenapartedesusclientes,yellargocayadoparecíasonar,comosi

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fueseun juegodeprestidigitación, en ambos ladosy enmuchasventanas almismotiempo.Cuandollegóalfinaldelpatioysedisponíaatocarlaventanadel piso superior de la última vivienda, la ventana se abrió y apareció unhombrepálidoyagobiadoquesedirigióaélconunavozmelancólica:

—Simmons—dijoelhombre—,aquíyanohaynadieaquienlevantar;mihijanoshadejado.

—¿SehamarchadodeWebster?

—No, pero se ha marchado de aquí. Llevaba tiempo quejándose de susuerte, trabajando como una esclava y no para sí misma. Y, ahora, se hamarchadoaunacasaparaellasola,comotodos.

—Qué mal asunto —dijo el sereno, en un tono no desprovisto decompasión.

—Escasitanmalocomoparalospadreselvivirdelsalariodesushijos—replicóelhombretristemente.

—¿Ycómoestátubuenamujer?

—Malamente,puesnolequedamásremedio.Harrietnoestáencasadesdelanochedelviernes.¿Notedebíanada?

—Nimediopenique.Eratanconstantecomounaabejaypagabatodosloslunesporlamañana.Lamentoquetehayadejado,vecino.

—Siesaeslavoluntaddelseñor…Sontiemposdifícilesparaalgunosdenosotros —declaró el hombre y, dejando la ventana abierta, se retiró a suhabitación.

Era una única estancia en la que vivía como inquilino. En el centro,colocada como para aprovechar la mejor luz posible pese a la lúgubresituación del espacio, había una máquina de hilar. En cada esquina de lahabitación se había extendido un colchón en el suelo, con una cortinaseparadora colgada de una cuerda por si era necesaria la intimidad. En elprimeroestabasumujerenferma;enelotro,tresniñospequeños;dosniñas,lamayordeunosochoañosdeedady,entreellas, suhermanopequeño.Enelhogar había una tetera de acero, y en la repisa, algunas velas, unas cuantascerillas,dos jarrasdehojalata,unpocodesalenunpapelyunacucharadeacero.Enunrincónmásalejado,juntoalapared,habíaunaparadorquehabíaestadoallídesdehacíatiempo,asícomolabancaqueestabasujetaaél.

Elhombre,sentadoantesumáquinadehilar,comenzabasutrabajodiario.

—Trabajodocehorasaldíaa razóndeunpenique lahora; ¡yhastaestetrabajoestáhipotecado!¿Cómovaaacabaresto?¿Oesquenotienefin?—Ymirabaasualrededor,asucasasinrecursos,sinalimento,sincombustible,sin

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muebles,yconcuatrosereshumanosquedependíandeél,yquedebíanestartodoeldíaacostadosensusinmundoscatresporquecarecíanderopas—.Nopuedo vender mi máquina de hilar —continuó— al precio de leña vieja,cuandomecostóuna fortuna.Noesningúnvicio loquemeha traídohastaaquí,nilaindolencianilaimprudencia.Nacíparatrabajar,yestabapreparadopara trabajar.Queríaamimáquinadehilaryellamequeríaamí.Graciasaella tuve una cómoda cabaña en mi aldea natal, rodeada de un jardín quecuidaba con celo sin que ellame lo echase en cara, pues había tiempoparaambascosas.Medioporesposaalachicaqueyosiemprehabíaamadoymepermitió reunir,conabundanciaypazamishijosen torno.Estabacontento;nobuscabaotrasuerteque laque tenía.Noes laadversidad loquemehacemirarhaciaatrásconternura.

»Entonces,¿porquéestoyaquíyo,ademásdeseiscientosmilsúbditosdela reina, honestos, leales y productivos?; ¿por qué nosotros que nos hemosesforzadodurante años, por quédesciendenuestrobienestar un escalónmáscadaaño?;¿porquésenosalejadenuestraspequeñasyfelicescasuchas,denuestras queridas casas en el campo, para que aguantemos en las ciudadescerradassincomodidadespara,pocoapoco,quedarconfinadosensótanos,opara encontrar una sórdida madriguera como esta, que carece de lascomodidades más elementales de la existencia, mientras vemos cómo seesfuman de nuestra vista, primero, las necesidades más básicas de la vida,luego,lavestimentay,finalmente,elsustento?

»Yesqueelcapitalistahaencontradounesclavoparaerradicarelesfuerzoy la sinceridad del hombre. Primero fue artesano; ahora, en todo caso, solotienequevigilarlasmáquinas,einclusoesetrabajoyalohacenlasmujeresylosniños.El capitalistaprosperayamasauna inmensa riquezamientrasquenosotros nos hundimosmás ymás abajo que las bestias de carga, porque aellasselasalimentayselascuidamejorqueanosotros;yesoesjusto,puesdeacuerdo con el sistema actual, ellas son más valiosas que nosotros. Y, sinembargo,nosdicenquelosinteresesdelcapitalydeltrabajosonidénticos.

»Si una sociedad creada para y por el trabajo de repente se haceindependientedeél,entoncesesasociedadmantendráprobablementeellinajecuya propiedad reside en el trabajo a partir de las ganancias que le reportadichapropiedad,quenocesadeserproductiva.

»CuandoseacabóconlosnoblesenFrancia,estosnosuperabanunterciodelnúmerode tejedoresamanodehoydía.Sinembargo, todaEuropa tuvoqueentrarenguerraparavengarsusdesatinos,todoslosestadosunieronsusfuerzasparaapoyarlesante la adversidady,unavezhubieron recuperado supaís, su propia tierra les compensó abundantemente por los perjuiciosocasionados.Pero¿aquiénleimportamosnosotros?Hemosperdidonuestraspropiedades.¿Quiénalzaunavozennuestronombre?Sinembargo,somosal

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menostaninocentescomolofuelanoblezaenFrancia;noshundimossinquenadiesuspirepornosotrossalvonosotrosmismos.Ysinosdansucompasión,¿dequénossirve?Lasimpatíaeselsolazdelospobrespero,paralosricos,hayunacompensación.

—¿EsHarriet?—dijosuesposamientrassemovíaenlacama.

El tejedorfuerequeridoparaquedejarasuspensamientosyatendiera lasnecesidadesdelamiseriaquelerodeaba.

—No—contestórápidayásperamente—,noesHarriet.

—¿PorquénovieneHarriet?

—¡Novaavenirmás!—replicóel tejedor—.Yatelodijelaotranoche;ellanosoportaestelugar,ynomesorprende.

—¿Cómo vamos a conseguir comida, entonces?—volvió a preguntar suesposa—.Nodeberíashaberladejadomarcharse.Nohacesnada,Warner;noconsiguesunsalarioy,encima,dejasqueseescapelamuchacha.

—Sivuelvesadecireso,yomismomemarcharé—dijoeltejedor—;llevotres horas levantado terminando esta pieza de paño que debería haberseentregadoelsábadoporlanoche.

—Pero te hanpagadopor adelantado.No consigues nadapor tu trabajo;¡unpeniquealahora!¿Porquéclasedetrabajotepaganunpeniquealahora?

—Un trabajo que tú solías admirar,Mary, y que antes solía tener valor.Perosinotegustaeltrabajo—dijoelhombre,dejandolamáquinadehilar—,no importa. Con esta pieza podíamos haber roto el ayuno; sin embargo, noimporta,porquetardeotempranonosmoriremosdehambre.Asíquecuantoantesempecemosmejor.

—¡No,noPhilip!,trabaja.Peroquepodamoscomeralgo,sealoquesea.

—Entonces,nomeridiculicesmás—dijoeltejedorvolviendoasusitio—oeslaúltimavezquecojolaaguja.

—Ya no me burlaré de ti. Me he equivocado, lo siento—reconoció suesposamásamablemente—,peroesqueestoymuyenferma.Nohablopormímisma.Noquierocomer.Notengoapetito,mislabiosestántanresecos.Perolosniñossefueronalacamasincenar,ysevanalevantarpronto.

—Madre,noestamosdormidos—dijolamuchachademásedad.

—No,nodormimos,madre—dijosuhermana—,hemosoídotodoloqueledijistealpadre.

—¿Yelpequeño?

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—Estádurmiendotranquilo.

—¡Estoytemblando!—dijolamadre—.Hoyhacefrío.Porfavor,Warner,cierra laventana.Miracómocaen lasgotasenelquiciode laventana.Estálloviendo.Mepreguntosilaspersonasdemásabajonosprestaríanunciscodecarbón.

—Yaleshemospedidomuchoúltimamente—recordóWarner.

—Ojalá no existiera el carbón —replicó su esposa—, porque así lasmáquinasnofuncionarían,ynosotrosrecuperaríamosnuestrosderechos.

—¡Amén!—dijoWarner.

—¿No crees,Warner—siguió diciendo su esposa— que podrías venderesapieza a algunaotrapersonay seguir debiendoaBarber el dineroque teprestó?

—¡No!—exclamósumaridonegandoconlacabeza—.Soyhonrado.

—Ydejasquetushijossemuerandehambre—volvióalacargasuesposa—, cuando podías tener cinco o seis peniques ahora. ¡Pero así has hechosiempre! ¿Por qué no temarcharías a aprender a trabajar con lasmáquinashaceaños?

—Aestasalturasyamehabríansustituido—dijoWarner—,¡porunachicaoporunamujer!¡Yhabríasidoigualdemalo!

—Ahí tienes a tu amigoWalterGerard, él era lomismo que tú y,mira,ahoraélganadoslibrasalasemana;almenos,esoesloqueteheoídodecirati.

—WalterGerardesunhombredealtacunay,sihubieraquerido,aestasalturasyatendríaelgradodemaestro.

—¿Yporquénolotiene?

—Porque no tenía ni mujer ni hijos —dijo Warner—. Dios no lo haquerido.

Elniñosedespertóyempezóallorar.

—¡Ah, pobrecitomío!—exclamó lamadre—. ¡Esamalvada deHarriet!Toma,Amelia; tengounmendrugodepan.Loguardé anocheparaminiño;mójalo en el agua y envuélvelo en este calicó. Que lo chupe, así se irácalmando.Puedocontodomenosconsullanto.

—Eltrabajoestaráacabadoparamediodía—dijoWarner—.Y,luego,Diosmío,tendremosalgoquellevarnosalaboca.

—Aúnquedandoshorasparamediodía—dijolamujer—.Estoysegurade

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queBarbernovaaadelantartedinerodenuevoporquenolellevasteeltrabajoacasaelsábadoporlanoche.Siestuvieraentulugar,llevaríaahoramismolapiezasinterminaraunadelastiendasdeoportunidades.

—Todamividahesidohonrado—dijoWarner.

—Y mira de lo que te ha servido —apostilló su esposa—. ¡Mi pobreAmelia! ¡Cómo tiembla! El sol nunca entra en esta casa. ¡Qué lugar tanmiserable!

—Notendrásquesoportarlomuchomástiempo,Mary—añadiósumarido—.Yanopuedopagar el alquiler, ymepregunto cómonohanvenidoya acobrareldeestasemana.

—¿Yadóndevamosair?—dijosuesposa.

—Aunlugarenelquenosevenuncaelsol—dijosumaridoconunpocodemaliciaensumiseria—;¡aunsótano!

—¡Másmevalieranohabernacido!—exclamósuesposa—.¡Aunquefuitan feliz un día! Y no es culpa nuestra. No podemos con lo que tenemos,Warner, ¿por qué no puedes ganar tú dos libras a la semana comoWalterGerard?

—¡Bah!—dijosumarido.

—Dijistequeno tenía familia—continuódiciendo sumujer—.Creíqueteníaunahija.

—Peroellanoesningunacargaparaél.LahermanadelseñorTraffordeslasuperioradelconvento,yellaacogióaSybilcuandomuriósumadre,ylacrio.

—¡Ah,entoncesesmonja!

—Aúnno,peromeatrevoapensarqueloserá.

—Bien, creo que antesmemuero de hambre—replicó su esposa—quedejarquemishijassemetanamonjas.

En esemomento se oyó que llamaban a la puerta.Warner se bajó de sumáquinadetejeryfueaabrir.

—¿ViveaquíPhilipWarner?—preguntóunavozclaradepeculiardulzura.

—SoyWarner.

—VengodepartedeWalterGerard—siguiódiciendolavoz—.Sucartalellegóayermismoporlanoche.Lachicaencuyacasasuhijadejólacarta,hadejadoestasemanapasadalafábricadelseñorTrafford.

—Leruegoqueentre.

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YSybilentróenlacasa.

Capítulo14

—¿Sumujerestáenferma?—dijoSybil.

—¡Mucho!—replicó la mujer deWarner—. Nuestra hija se ha portadovergonzosamente con nosotros. Nos ha abandonado sin decir adónde o conquiénsemarchaba.Ysusalarioeracasielúnicoingresoqueteníamos.PhilipnoescomoWalterGerard, sabe,noganados librasa la semana,aunquenoaciertoacomprenderporquéno.

—¡Calla,calla,mujer!—dijoWarner—.EntiendoquehabloconlahijadeGerard.

—Asíes.

—¡Ah! Es usted buena y amable, igual que lo eraWalterGerard en losviejostiempos,porqueéleramiamigo,cuandoyonoeraexactamentecomosoyahora.

—¡Esoesloqueélmedice!Élmeenvióunmensajeroayerporlanocheparaquelevisitaseestamañana.Sucartalellegóayermismo.

—Harriet teníaquedárselaaCarolina—apostilló suesposa—.Esaes lamuchachaquelehahechounamalajugada,yquelahaengatusado.Yellahaabandonadolos talleresdeTrafford,¿verdad?Entonces,apuestoaqueellayHarrietcompartenunacasaamedias.

—¿Sufreusted?—dijoSybil,moviéndosealpiedelacamadelamujer—;demesumano—añadióconvozsuaveydulce—.Estácaliente.

—Tengomuchofrío—dijolamujer—.Warnerhatenidolaventanaabiertahastaquehaempezadoallover.

—Yme temo que usted se ha empapado—dijoWarner, dirigiéndose aSybil,einterrumpiendoasuesposa.

—Un poco. Pero no tienen fuego. Bueno, he traído algunas cosas paraustedes,peronocombustible.

—Siélpidiesealapersonadelpisodeabajo—instósuesposa—unciscodecarbón…;yoledigoqueseguroquelosvecinosnosenegarían;peroélnoquierehacernada;dicequeyahapedidodemasiadoamenudo.

—Ya se lo pediré yo—dijoSybil—.Pero primero, tengo un compañeroahífuera—añadióella—quetraeunacestaparaustedes.Entra,Harold.

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Elniñoseechóallorarencuantounperrograndeentróenlaestancia;eraunjovensabuesodeunaantiguaraza,deesosqueyanoseencuentranporahía no ser que sea en los antiguos cortijos y casas señoriales del norte deInglaterra.Sybilabriólacestaylediounterróndeazúcaralbebéquelloraba.Sumiradaeraaúnmásdulcequesuremedio.Elniñolamiróatentamenteconsusgrandesojosazules,primeroasombradoy,luego,sonriendo.

—Ay,quéniñotanguapo—exclamóSybil;ycogiódelcolchónalniñoenbrazosylobesó.

—Esustedunángeldelcielo—exclamósumadre—Dicequeeshermoso,peropiense tambiénque esunavergüenza cómonosha abandonadoasí esamuchacha,Harriet.

Sybil sacó los contenidos de la cesta del convento y se los enseñó aWarner:

—Bien,coloquetodoestocomoledigo,quevoyabajaryhablarconellos.Haroldtúquédateaquí—yelperrofueatumbarsealaesquinamásalejada.

—¿ConqueestaeslahijadeGerard?—dijolamujerdeltejedor—.Piensaloquedebeserganardos librasa lasemanaypodercriara tushijasdeesaforma,ynocomoaesapícaratunantadeHarrietquenoshasalido.Conesesalario se puede hacer cualquier cosa. ¿Qué tienes ahí,Warner? ¿Es eso té?¡Vaya!Cómomegustaríatomarté;creoquemesentaríabien.Warner,bajaypregúntalessinosdejanunatetera;hiervemejorelaguaquetodoelfuegodelmundo.Amelia,querida,miratodoloquenoshantraídoparacomer.DíseloaMaría.Soisbuenaschicas.NuncaseréiscomoesadesvergonzadadeHarriet.Cuando ganéis dinero, se lo daréis a vuestra pobre madre y a vuestrohermanito,¿verdad?

—Sí,madre—dijoAmelia.

—Yapadre,también—dijoMaría.

—Y a padre, también—dijo sumujer—.Ha sidomuy buen padre paratodosvosotros.Ynuncapodréentenderporquéalguienquetrabajatandurocomo él tenga que ganar tan poco, pero creo que la culpa la tienen esasmáquinas. La policía debería suprimirlas, y así todo el mundo se quedaríacontento.

SybilyWarnervolvieronaentrar,elfuegoestabaencendidoyeltéhecho;compartieron la comida. Toda la casa se llenó de una sensación de alivio,inclusodeplacer,peseaqueunosminutosantesdominabaladesolaciónyladesdicha.

—Bien—dijolamujeralincorporarsedelacama—.Escomosieseplatodetémehubierasalvadolavida.Amelia,¿hastomadoté?¿YMaría?Veislo

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queesserbuenaschicas,elseñornuncaosabandona.YavendráeldíaenqueesaHarriet,consusalarioytodo,seenteredeloqueeseldeseodeunplatodeté.Estoysegura—añadió—.Tupadrebienmerecelasuertequetiene,conunahijacomotú.

—Lasuertedemipadrenoesmuchomejorqueladesusvecinos—dijoSybil—,perotienepocasnecesidades,y¿quiénsimpatizaconelpobre,sinoelpobremismo?¡Esunalástima,peronadiemáspuedehacerlo!Además,eslasuperioradelconventoquienlesenvíaestosvíveres.Loquemipadrepuedehacer por usted, se lo he dicho a sumarido, es poco, pero con el favor delcielo,puedeservir.Cuandolagenteseapoyaentresí,nofaltalabendicióndelcielo.

—Estoysegurodequelabendicióndelcielonuncalefaltaráausted—dijoWarnercongranemoción.

Se hizo el silencio; la presencia quejumbrosa de la esposa fue haciendositioalavozdeSybil,quetraíaasumenteelpresenteyelpasado.Losniñossiguieroncomiendodebuenaganasuinsólitoalmuerzo.LahijadeGerard,pornointerferirensuocupación,seacercóalaventanaparaverdesdeelpatiolahendidura que se abría en el cielo turbulento. Ráfagas de viento y lluviagolpeabancontraelcristal.Pocodespués,alguienllamóalapuerta.Haroldseincorporógruñendoysaliódesuretiro.Warnerselevantódiciendo:

—Vienenporelalquiler.GraciasaDiosquelotengolisto—yfueaabrirlapuerta.

Doshombresseofrecieronaentrarconcortesía.

—Somosdesconocidos—dijoelquellevabalainiciativa—,perocomosinolofuésemos.¿TengoelgustodehablarconWarner?

—Asímellamo.

—Soysupastorespiritual,siserelvicariodeMowbraymedaderechoaesetítulo.

—ElseñorSt.Lys.

—Elmismo.Unadelaspersonasquemásaprecioentremisfeligreses,ylapersonademayorinfluenciaenestedistrito,mehaestadohablandomuchodeustedestamañana.Ustedtrabajaparaél.Nosuponadadeustedelsábadoporlanoche,ytemíaquehubiesecaídoenfermo.ElseñorBarbermehahabladodesuzozobra,asícomodesubuenadisposición,yhevenidoaofrecerlemisrespetosymisimpatía,ybrindarlemiayuda.

—Esustedmuybueno,señor,yelseñorBarber,tambiény,porsupuesto,haceunahoraestábamosenungranaprieto.

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—Y así seguimos, señor —exclamó su esposa interrumpiéndolo—. Heestadopostradaencamaduranteunasemana,ypuedequenuncamevuelvaalevantar;losniñosnotienenropaporqueestáempeñada;todoestáempeñado.Estamañananoteníamosnicombustiblenicomida,ypensábamosqueveníanacobrarelalquilerquenopodemospagar.Sinoesporunplatillodetéquehemos tenido gracias a la caridad de una persona casi tan pobre comonosotros,queyaesdecir,yquevivedesutrabajo,aunquesusalarioesmuchomásalto,dos librasa lasemana,ustedsecree,quenoentiendocómopuedeser porquemimarido trabaja docehoras al día y gana solo unpenique a lahora;puessinoesporeso,yoyaseríacadáver.Yyave,mimaridodicequehemossalidodeapurossimplementeporquelahijadeWalterGerard,queleaseguro que es un ángel del cielo, ha venido en nuestra ayuda. Pobres queayudan a los pobres es, como dice el dicho, ¡ganas de atar lamosca por elrabo!

Durante este arranque, el señor St. Lys había estado estudiando elapartamentoyreconocióaSybil.

—Hermana—dijocuandolaesposadeWarnerhabíaparadodehablar—,estanoeslaprimeravezquenosencontramosbajoeltechodelaaflicción.

Sybilsemantuvoquietaensilencioy,después,semoviócomosiestuvieseapuntodemarcharse.Elvientoylalluviaazotabanloscristalesdelaventana.ElcompañerodelseñorSt.Lys,queestabavestidoconungranabrigorojo,ysesacudíalalluviadeunsombrerodehule,denominado«sueste»,seacercóaellayledijo:

—No es más que un chubasco, pero pega fuerte. Le aconsejaría que sequedaseunosminutosmás.

—Creo—continuódiciendoelcompañerodelseñorSt.Lys—quenoeslaprimeravezquenosencontramos.

—Norecuerdonuestroencuentroanterior—dijoSybil.

—Y, sin embargo, no han pasadomuchos días, aunque el cielo tenía unaspectotandistinto,quecasicreeríaunoqueseencontrabaenotratierrayenotroclima.

Sybillomirócomosilefuesenadarunaexplicación.

—FueenlaAbadíadeMarney—dijoelcompañerodelseñorSt.Lys.

—Yoestabaallíy,recuerdoque,cuandoestabaapuntodevolverconmiscompañeros,viquenoestabansolos.

—Y usted desapareció. Muy súbitamente, me pareció, pues yo memarchaba de las ruinas casi en el mismo momento que sus amigos. Y, sinembargo,nolesvolvíavermásaningunodeustedes.

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—Seguimosnuestrocamino,unomuyescarpado;talvezustedsiguióotromásllano.

—¿ErasuprimeravisitaaMarney?

—Fue la primera y la última.No había lugar que yo ansiase vermás nilugarquealverlomepusiesetantriste.

—Sugloriasehadesvanecido—añadióEgremontcontristeza.

—No es eso—replicó Sybil—.Yo estaba preparada para la decadencia,pero no para el abandono absoluto. La abadía parece una exposición deherramientasdeobra,ylanaveunestabloparaelganado.¡Quéclasedegenteodefamiliasacrílega,serálapropietariadeesastierras!

—Ejem—dijoEgremont simulando una tos—.Desde luego, no parecentenergransensibilidadparaelartesacro.

—Ni para mucho más, según nos han contado —dijo Sybil—. Aquelmismodíaqueestábamosallíhubounfuegoenlagranjadelaabadíay,porloquesupimos,lagenteparecíatanpococonmovidaconelloscomolosmurosdelaabadía.

—Tal vez tienen algunas dificultades para emplear a su población enaquellaspartes.

—¿Conocelaregión?

—En absoluto. Viajaba por los alrededores y tomé un desvío con laintencióndeverlaabadíadelaquehabíaoídohablartanto.

—Sí,fuelamayordelasCasasdelNorte.Peromedijeronquelagentedelosalrededoresdelaabadíaeradelomásdesdichada.Noencuentrootracausaparasudesgraciaquelamezquindaddeesafamiliapropietariadelastierras.

—Se preocupa de verdad por la gente —dijo Egremont sin dejar demirarla.

Sybilledevolvióunamiradaqueexpresabaalgodeasombro,yluegodijo:

—¿Yustedno?Supresenciaaquíasímeloconfirma.

—Yosolosigohumildementeaunoqueconfortaalosinfelices.

—TodosconocenlacaridaddelseñorSt.Lys.

—Yusted;ustedtambiénesunaservidoradelcielo.

—Mi conducta no tiene mérito, porque no entraña ningún sacrificio.Cuandorecuerdoloquefueunavezestepuebloinglés,elmásverdadero,elmáslibreyelmásvaliente;elmásbondadosoyconmejoraspecto;hasidolarazamás feliz y religiosa que puebla el globo terráqueo. Pero piense en él

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ahora,loscrímenesyabyectossufrimientosquepadece,suespíritudesabridoysudesarrollotruncado;unpuebloquetieneunavidasingoceyunamuertesinesperanza.Inclusoaunquenofuesehijadesusangre,mecompadeceríadeellos.

Yalterminardehablar,susmejillasseruborizaronconesasangre,susojosnegrosbrillaronconemociónyunaexpresióndeorgulloycorajelerondóporlafrente.EgremontretirólosojoscuandoSybillomiró;sucorazónsehabíaturbado.

St.Lys,quehabíaestadocharlandoconeltejedor,seacercóalacamadesuesposa.WarnerseaproximóaSybilyleexpresólaestimaqueteníaporsupadre, por sumodo de velar por ella.Al ver que el chubasco había cesado,Sybilledijoadiósy,despuésdellamaraHarold,abandonólaestancia.

Capítulo15

—¿Dónde has estado toda la mañana, Charles? —dijo lord Marney alentrar en la habitación de su hermano unos minutos antes de la cena—.ArabellahabíaplaneadounagradablepaseoacaballoparatiyparaladyJoan,y no había manera de encontrarte. Si sigues así, no tiene sentido intentarrelacionesafectivasniningunaotracosa.

—HeestadocaminandoporMowbray.Hayqueverunafábricaalmenosunavezenlavida.

—No veo la necesidad—dijo lordMarney—, nunca he visto una y nopiensoverla.Aunquesinduda,cuandoescuchoelalquilerqueMowbraycobraporsutierradebodecirqueojalálostalleresdeteladelanapeinadahubiesenrecaladoenMarney.Ysinohubiesesidopornuestropobrepadre,lohabríanhecho.

—Nuestrafamiliasiemprehaestadocontralasfábricas,lostrenes;contratodo—dijoEgremont.

—Lostrenesestánmuybien,sisepagaporellosunaaltacompensación—dijolordMarney—;ylasfábricasnosontanmalassilosalquileressonaltospues,despuésde todo,sonempresaspara lachusma,y lasodiocon todamialma.

—Perodantrabajoalagente,George.

—Lagentenoquieretrabajo.Eseeselmayorerrordelmundo.Todoestetrabajo esun estimulantepara el pueblo, peronopienses en eso.LoquehevenidoadecirteesquetantoArabellacomoyomismopensamosquehablas

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demasiadoconladyMaud.

—Eslaquemásmegusta.

—¿Quétieneesoqueverconelasunto,queridoamigo?Losnegociossonlos negocios.El viejoMowbray encontrará un yerno para su hijamayor.Elcompromisoestáarreglado,losédebuenatinta.HablarconladyMaudesunatontería,porqueaellatantoledaqueFitz-Warenehubieramuerto.Denoserasítirarásporlabordaelgranacontecimientoquedeberíaserlafundacióndetufortuna.Enelmejordeloscasos,ladyMaudnoesmásquelapromesademil libras de renta y una vida acomodada.Además, ella está comprometidaconeseclérigo,St.Lys.

—St. Lys me ha dicho hoy mismo que no tiene ninguna inclinación acasarse.Prefierepracticarelcelibato,aunquenolodisfrute.

—¡Cómodisfrutasconlastonterías!¿Cómoesposiblequehablesconunimpostor beato; y creo que, pese a toda su retórica, también un completoradical?Tediréloquedebeshacer,Charles:debesavanzarconladyJoan.Suabuelo,elviejoduque,hallegadohoycontodosucortejofamiliar.Tienentanbuenaspecto.Nosevaapresentarunaoportunidadsemejante.Yhasdeserastuto,porqueesejovenJermyn,consusojosmarronesysusmanosblancas,nohavenidohastaaquí,enplenomesdeagosto,paranada,ynoesbroma.

—LediréaladyFirebracequeseocupedeél.

—Ellaesbastanteamigatuya,yunamujermuysensibletambién,Charles,yunaaliadaquenoteconvienedespreciar.LadyJoantieneunaaltaopinióndeella.Ahíestálacampana.Bien,lediréaArabellaquepongalosmotoresatodamarcha,yqueladyFirebraceseocupedemanteneraJermynadistancia.Y quizá, aunque al principio no te muestres muy interesado, no hay quedespreciarelcastillodeMowbray,queridoamigo,peseasusfábricas.Conunpoco de firmeza puedes impedir que la gente entre en tu parque, algo quepodríahacerMowbray,soloqueaéllefaltadecisión,porquetienemiedodequelagentedigadeélqueeselhijodeuncriado.

El duque, que era el padre de la condesa de Mowbray, era también elgobernadorde laregión.Peseasuavanzadaedad,seguíasiendosumamenteguapo; poseía don de gentes y tenía modales agradables y gracejo. En sujuventudhabíasidounlibertino,peroahoraparecíael representante idealdeuna vejez afable y virtuosa. Su popularidad era inmensa; le admiraban losjóvenes, leadoraban lasmujeres,y lorddeMowbray lehonrabacon lamásalta consideración. Era lógico. Por muy malévolamente que se hablase delorigendesupropiopadre,nadiepodíaprivarledeungranhechoensuvida:supadrastro había sido duque, el duque de una gran familia que durantegeneraciones había establecido alianzasmatrimoniales con grandes familias,

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con una perteneciente a la antigua nobleza y con otras incluso demás altaalcurnia.

La regiónquevionacer al gobernador estabamuyorgullosade su títulonobiliario; y, ciertamente, con la Abadía de Marney en un extremo y elCastillo de Mowbray en el otro, su causa era legítima. Pero ambas casasilustrescedíanenimportancia,sibiennoenposesiones,anteelgranparqueeraelgobernadordelaprovincia.

Érase una vez una actriz francesa lista, como suelen serlo las actricesfrancesas,quepersuadióaunafablemonarcadeestereinodequeelniñoquellevaba en su vientre era un honor del que Su Majestad podía sentirseorgulloso. El rey no la creyómucho, pero era un hombre sensible y nuncadiscutíaunproblemaconunamujer.Asípues,cuandonació lacriaturaysevioqueeravarón,lobautizóensupropiacunaconsunombreyleotorgóelrango de noble con el título de Duque de Fitz-Aquitania y Marqués deGascoña.

Suaugustopadrenolehabíapodidootorgarningunapropiedad,pueshabíagastado todosudinero,habíahipotecado todossus recursosy sehabíavistoobligado a endeudarse por la compra de las joyas del resto de sus amantes.Pero hizo lo que pudo por el joven par, como correspondía a un padreafectuosoy aun amante entregado.Cuandoel jovencumplió lamayoríadeedad,lonombrócustodioyusufructuariodeunpalacioqueposeíaenelnortedeInglaterra,yestolegarantizabaeldisfrutedeuncastilloyunparque.Allípodíahacerondearsubanderaymatarciervos.Ysi,además,hubieratenidolapropiedad de alguna tierra, habría conseguido una posición tan acomodadacomosihubieraayudadoaconquistarelreinojuntoalreyGuillermo,ocomosi hubiesedespojado a la Iglesia de sus bienes a favor deEnriqueVIII. Sinembargo, había que encontrar una fuente de ingresos para el duque deFitz-Aquitania,algoqueseconsiguiógraciasalParlamento,que intervinocon lahabilidadfinancierapropiadeesaCámara,enquienrecaelaobligación—ynoenelmonarca—deresponderantelosciudadanosporelgastopúblico.Elreyotorgó al duque y a sus herederos una pensión a perpetuidad a cargo delServiciodeCorreos,unimpuestosobrelosarancelesdelcarbónimportadoaLondresyundiezmodelasgananciasobtenidasdelapescadegambasenlacosta del sur, una fuente de ingresos, esta última, que con el tiempo y eldesarrollodelosbalnearios,seríasumamentelucrativa.Todolocual,unidoalos puestos en los tribunales y en las colonias del extranjero para los hijosmenores,contribuyóamantenermuyrespetablementeladignidadhereditariadeestegranpar.

ElactualduquedeAquitaniahabíaapoyadolaLeydelaReforma,perolehabía afectado el artículo relativo a la apropiación. Profesaba una granadmiración por lord Stanley, y estaba preparado para entender que si aquel

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caballerohubierasidoellíderdelpartidoconservadorniélmismosabíaloquehabría podido hacer. Pero el duque era un antiguo whig, había vivido conwhigstodasuvida,temíalarevolución,peroaúnmáslanecesidaddequesunombre no figurase en el registro del restauranteBrookes donde había sidovisitanteasiduodesdequehabíacumplido lamayoríadeedad.Asípues,singustarle lo que estaba sucediendo y, no obstante, sin importarle tampocoabandonarasusamigos,seretiró,comosueledecirse,delavidapúblicao,loquees igual,dejóde irpor laoficina,nodioa lordMelbourneelpoderquehabíasidoconfiadoalordGreyynombrómagistradostoryenunaregión,lasuya,cuyogobernadoreraunmiembrodelpartidowhig.

Cuando hicieron recuento de sus fuerzas, y los Tadpole y los Taper sedignaronahacerconjeturassobreelfuturo,ambosmencionaronelnombredelduquedeFitz-Aquitaniaconunamiradacómpliceyuntonomisterioso.EntreTadpoleyTapernoeranecesarianingunaotraseñal.Soloenelcasodequealgúnneófitode tresalcuartosehubieseencontradopresenteen lacharlayhubiera deseado sin reservas que se le hiciese partícipe de los chismes,siempreycuandoestetuvieseunareverencialadmiraciónporlosdosgrandeshierofantes de losmisteriosmenores y se arriesgase amostrar ante ellos sudeseo de ser iniciado en tales misterios, entonces se le habría confiado elsecreto de que, en efecto, todo estaba en orden, que su excelencia soloesperaba su oportunidad, que estaba tan profundamente cansado de loshombresde supartidoque sehabría cambiadoalpartidode lordStanleyen1835 si un ataque de gota no le hubiese impedido venir desde el norte. Yaunque seguramente su hijo y su hermano iban a votar contra el orador, sedebía a un error. Si se hubiese enviadouna carta queno se llegó a escribir,habríanvotadoen sentidocontrarioy, talvezahora, sirRobert estaríaahoramismoenelpoder.

ElduquedeFitz-Aquitaniaeraelgrantemacentraldelacorrespondenciaquemantenía ladyFirebrace conel señorTadpole.Su inteligencia adoptó laidea de que «sumisión comomujer» era ganarse la confianza del duque afavordelosconservadores.EnestatarealefuedegranayudalainformaciónquetanhábilmenterecogiódelingenuoeincautodelordMasque.

En la cena aEgremont lo sentaron junto a lady Joan, unamaniobra quearregló ladyMarney sinqueél lo supiera.Laacciónde lamujer ennuestrodestino es incesante. Egremont no tenía el mejor de los ánimos para laconversación. Estaba meditabundo, más bien ausente; sus pensamientosestaban ciertamente en otras cosas y en otras personas distintas de las quehabíaasualrededor.Sinembargo,ladyJoannonecesitabamásqueunoyente.No hizo preguntas como ladyMaud ni hacía pasar sus propias impresionescomosifuesenlasopinionesdesuinterlocutor.LadyJoanrefirióaEgremontunrelatosobrelasciudadesaztecas,sobrelascualeshabíaestadoleyendoesa

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mismamañanay sobre lasdistintas teoríashistóricasquehabía suscitado sudescubrimiento. Luego expuso su propia opinión, que difería de todas losdemás, pero que parecía claramente la apropiada.México la llevó aEgipto.LadyJoanestabatanfamiliarizadaconlosfaraonescomoconloscaciquesdelNuevoMundo. Por el camino hizo mención del sistema fonético, habló deChampoleón; luego, de París y de todas sus celebridades literarias y,especialmente, científicas; después, de la carta deArago que había recibidopor la mañana y de la carta del doctor Buckland que esperaba para el díasiguiente.Estabaencantadadequeunolehubieseescritoysepreguntabaporqué el otro no lo había hecho. Finalmente, antes de que las señoras seretirasen, invitó a Egremont a unirse a lady Marney en una visita a suobservatorio,dondeibanacontemplarunastroqueellahabíasidolaprimeraendescubrir.

LadyFirebrace,sentadajuntoalduque,sededicóadecirfrusleríassobrelasituación de los partidos políticos. También ella se había carteado, y habíarecibido o esperaba cartas. Tadpole había dicho esto; lord Masque, por elcontrario, había dicho aquello, pero la verdad se encontraba probablementeentre ambos, una conclusión a la que la clara inteligencia de ladyFirebracehabía llegado después de valorar los datos que le habían facilitado ellosmismos. El duque escuchaba con una emoción serena las trascendentalesrevelacionesdeestaEgeria.Nadaparecíahurtárseleaestamujer,nisiquieralamenterecónditadelsoberano.Nohabíaunsoloprejuiciorealquenohubiesecatalogado en su inventario. Y tenía el «ábrete sésamo» para todos losconsejosde loswhigsyclubesde los tories;sirFulanitonoaceptóelcargo,aunqueparecíaquesí;ysirMenganitoqueríaelcargo,aunqueparecíaqueno.Ungranhombrepensóquelaperanoestabamadura;otroqueestabapodrida;pero,después,elprimerosalíaalapalestra,mientrasqueelotroseretirabadeella. Al estimar la exactitud de una opinión política, uno debería tener encuentalaposicióndequienopina.

Enelmomentojusto,cuandoestabaseguradequenoselaoíamal, ladyFirebracesacabasucartamarcadadelabarajaquepreviamentehabíacortadoelseñorTadpole.

—¿YaquiéncreequevaaenviaraIrlandasirRobert?—dijoellamirandodirectamentealacaradelduquedeFitz-Aquitania.

—Supongoquealapersonaqueenvióantes—dijoSuExcelencia.

LadyFirebracenegóconlacabeza:

—LordHaddingtonnovolveráaIrlanda—replicóellamisteriosamente—.Y lordDeGrey no quiere ir; y, si quisiese, habría objeciones. El duque deNorthumberland,no irá.¿Yquiénmásestáallí?Debemos tenerunnobledemáximo rango en Irlanda; uno que no se haya mezclado en los problemas

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irlandeses, que siempre haya estado a favor de la emancipación, unconservador, no un orangista. Ya me entiendes. Esa es la persona que sirRobertvaaenviarallí,aquiensirRobertquiera.

—Nolevaaserfácilencontrarunapersonaasí—dijoelduque—.Sinosehubiese cometido el craso error de 1834, y las cosas hubieran ido por sudebido cauce, si hubiéramos visto a un hombre como, por ejemplo, lordStanleyhacerse cargode los asuntos, o dirigir ungranpartido, entonces tusamigos los conservadores, pues todos los hombres sensibles deben serconservadores en el sentido correcto de la palabra, habrían estado en unaposiciónmuydistinta,peroahora…—ySuExcelencianegóconlacabeza.

—SirRobertnuncaconsentiráformargobiernodenuevosinlordStanley—puntualizóladyFirebrace.

—Talvezno—dijoelduque.

—¿Sabe qué nombre he oído mencionar en un cierto barrio como lapersonaaquiensirRobert legustaríaverenIrlanda?—siguiódiciendoladyFirebrace.

SuExcelenciaacercóeloído.

—ElduquedeFitz-Aquitania—sentencióladyFirebrace.

—Es bastante improbable—dijo el duque—. Yo no soy un hombre departido.Sisoyalgo,esunpartidariodelgobierno.Esciertoquenomegustalaformaenqueestánhaciendolascosasyquedesapruebotodaslasmedidasquehan tomado pero, lady Firebrace, debemos estar codo con codo junto anuestros amigos. Sin duda, si el país corriese peligro y la reina en personatuviesequeelegiruncandidato,yelpartidoconservador fuese realmenteunpartido conservador y no una facción local reinventada y convertida a ladecencia,unopodríadetenerseyponerseapensar.Peromesiento libreparaconfesar que tendría que ver las cosas muy distintas de como son en laactualidad para que pudieran contar conmigopara dar ese paso.Debover ahombrescomolordStanley…

—Séloquemevaadecir,miqueridoduquedeFitz-Aquitania.LevuelvoadecirquelordStanleyestáconnosotrosalcienporcien;yestoyconvencidadequenopasarámuchotiempoantesdequeveaaSuExcelenciaenelcastillodeDublín.

—Estoy muy mayor; al menos temo estarlo —dijo el duque de Fitz-Aquitaniaaflojandoensurostrounasonrisa.

Capítulo16

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Cercadetresmillasantesdellegaralaciudad,elríoMoweserpenteaporunallanura.Elescenario,aunquenomuypintoresco,esgozosoyvivificante.Unpuentedepiedracontresarcosdeconsiderablesdimensionesunelasdosorillas,encuyasriberasabundanlospradosdecoloresbrillantesoloshuertosque abastecen de verduras a la población de los alrededores y cuyas variasformasdotandevidayligerezaalatierrasobrelaqueseasientan.Lallanuraaambosladoslindaprincipalmenteconbosques,porencimadecuyascolinasseextiendeenunadirecciónelregazoparduscodeunpáramo.Laspocascasasdecampodiseminadasporlosalrededores,construidasenpiedraydeespaciosamplios, contribuyen a formar una impresión de bienestar y plenitud en elviajero quien, en un dulce día de verano y con un cielo sereno, asociagustosamenteconesteescenario.

TaleraelcieloylaestacióndelañoenlaqueEgremontaparecíaenestelugar, pocos días después de los incidentes registrados en nuestro últimocapítulo. Había estado pescando en los bosques del parque de Mowbraysiguiendo el cauce del riachuelo. Tras varias revueltas sus aguas salían delrecintodelparque,seinternabanporunsotobosquepedregosoytrasbañarlafaldadelascolinasdelpáramoquehemosseñaladomásarriba,desembocabanfinalmente en una llanura donde se fundía con las aguas de la corrienteprincipaldelrío.

Egremont no se había divertido mucho. A decir verdad, su mano habíamanejado despreocupadamente la caña. Aunque era diestro en el arte de lapesca cuando estaba de humor, esta vez la había llevado consigomás biencomounaexcusaparaestarsoloquecomounmododedivertirse.Hayépocasenlavidaenquelasoledadesnecesaria;yasílosentíaelespíritudelhermanodelordMarney.

La imagendeSybilGerardsehabía impresoensucerebro.Semezclabacon todos sus pensamientos y planeaba sobre todas las cosas. ¿Quién eraaquellachica,distintaalasdemásmujeresqueélhabíaconocido,quehablabacon tandulcegravedadde cosasde tanta importanciaquenunca antes se lehabían cruzado por lamente, y que con una especie demajestuosa tristezadeploraba la degradación de su pueblo? Pese a ser hija de alguien humilde,estabaorgullosadesunacimiento,ynohabíaningunaseñoradenoblecunaquepudierajactarsedeunsemblantetanperfectonideposeeruntalentoasínitampocodeposeer la fascinantesencillezque impregnabacadagestoycadatonodelahijadeGerard.

¡Sí!EralahijadeGerard,lahijadeuntrabajadordeunafábrica.DespuésdelapartidadeSybil,nohabíasidodifícilsacarinformaciónacercadeellaala gárrula mujer del tejedor. Y su padre no era alguien desconocido paraEgremont.Suporteorgullosoysugenerosogestoaúnpermanecíanvivosenla

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retinadenuestroamigo,peronomenosquesudiscursodeliberativo;¡llenodeconocimiento, reflexión y apasionado sentimiento! Cuántos de aquelloscomentarios aún resonaban en el espíritu y aparecían en las cavilaciones deEgremont.Yquédecirtambiéndesuamigo,deaquelhombrepálidodeojoschispeantesquehablabasinafectaciónysinpedantería,conlocontrariodelaingenuidadperoconuna intensahonradez,yquecontemplaba losprincipiosmás altos de la ciencia política desde la perspectiva de un maestro de lafilosofía.¿Tambiénélerauntrabajador?¿Y,entonces,estoshombreseranELPUEBLO?Y,siesasí,pensabaEgremont,¿nodeberíavivirmásentreellos?Comparadaconlasuya, lacharladenuestrossalonestieneensímismaalgodehumillante.Noes soloquecarezcade calidez, deprofundidadydebrío,quesiempresehableenelladepersonasynodeprincipios,yquedisfracesucarencia de pensamiento cuando sigue miméticamente los dogmas, y suindigencia de sentimiento en las banales habladurías sobre los demás; no setratasolamentedeunamerafaltadeimaginación,nideideas,sentimientosoconocimientos,sino,enmiopinión,inclusoporloqueserefieretambiénalasmanerasyalaexpresión,esinferiorensurefinamientoyretórica;unacharla,endefinitiva,banal,desprovistadeinterés,estúpida,realmentevulgar.

A Egremont le parecía que, desde el día en que había conocido a estaspersonas en las ruinas de la abadía, el horizonte de su experiencia se habíaexpandidoimperceptiblemente;másqueeso,habíavetasdeluzabriéndoseenladistanciaqueyaempezabanadarunnuevoaspectoabuenapartedeloqueyaconocíayque,quizá,ibanarevelarmuchodeloqueahorapermanecíaenla totaloscuridad.Nopodíaevitar la conviccióndequedesdeesemomentosussimpatíassehabíanvueltomáspenetrantesyextensas;quesumentehabíasufridounimpulsomasculino;queahorateníalatendenciaaverlascuestionespúblicas bajo un prismamuy diferente de cómo las había visto hasta hacíaunassemanas,desdela tribunapúblicadeoradoresdurante laseleccionesdesudistrito.

Mientrasreflexionabasobreestascosasdesembocó,comohemosdicho,enelvalledelMowe,y siguiendoel caminoque acompañabaal caucedel río,llegó hasta un puente cuyo aire de cuento invitaba a cruzarlo. En el centrohabíaunhombreinclinadosobreelpretilmirandolasaguas.Elruidodesuspisadassorprendióalcaminante,quesevolvió;yEgremontsediocuentadequeeraWalterGerard.

Gerardledevolvióelsaludo,ydijo:

—Sevequelasprimerashorasdelatardedeunsábadonosconviertenatodosenpaseantes.

Y luego, como seguían elmismo camino, se pusieron a caminar juntos.ParecíaquelacabañadeGerardnoquedabalejos.EstepreguntóaEgremont

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porlapescayrecibióporrespuestaelregalodeunalerchaconunatrucha,laúnicaque,porcasualidad,estabaenelmorraldeEgremont.Despuésdeestolomenosquepodíahacerera invitarasuacompañanteaquedescansaseensucasa.

—Ahí está mi hogar —dijo Gerard señalando la cabaña que habíaconstruido recientemente, y en un estilo grato a la vista. La piedra tenía elcolorparduscofrecuenteenlascanterasdeMowbray.Enunladodelamplioporche se enroscaba una trepadora carmesí. Las ventanas eran dobles,perfectamenteenrejadasydivididaspormaineles.Lacasasehabíaedificadosobreunjardíndedimensionesnadadespreciables,perodondenoquedabasincultivarniunmacizoniunrincón.Abundabanlasfloresyhortalizas,yhabíaun huerto que prometía variedad de frutas, desde peras maduras hasta lasfamosascamuesasdelnorteociruelasde todas lasformasymatices.Eraunhuerto que servía también para frenar al viento, de cuyo azote no ofrecíanprotecciónlosárbolesqueestabanensegundoplano.

—Québonitavivienda.Sujardínlehonra.

—Soy lo suficientementehonestopara reconocerquenobuscoelhalago—dijoGerard—.Solamentesoyunmuchachovago.

Entraronenlacasa,dondeunarobustaseñoralesdiolabienvenida.

—Ellaesdemasiadomayorparasermimujer,ydemasiadojovenparasermimadre—dijoGerardsonriendo—,peroesunabuenaseñora,ycuidademídesdehacetiempo.Vamos,señora—dijoél—,tráiganosunatazadeté;esunabuenabebidaparaelatardecer—añadióvolviéndosehaciaEgremont—,yloque tomo siempre a esta hora; y si tiene el gusto de encender una pipa, sehabráganadoustedunamigo.

—Hedejadoeltabaco—dijoEgremont—;eltabacoeslatumbadelamor.

Y entraron en una habitación perfectamente amueblada, que tenía eseaspectohabitablequesueleofrecerlamejorhabitacióndeunacasadecampo.En vez de losmuebles sucios, charros y deslucidos de otros lugares, de lassillasfalsasdepalisandroylasmesaspulidasdecolorcaoba,habíaunamesaderoble,unassillascampestresenmaderadehayayunrelojholandés.Peroloque sorprendió a Egremont fue ver varios estantes llenos de libros bienalineados.Sucontenido,vistodecerca,eramuyinteresante,porqueindicabala presencia deun estudiante de alta categoría.Egremont leyó los títulos deobrasqueélsoloconocíadeoídas,peroquetratabanalgunasdelascuestionesmás sutiles y demayor altura de la filosofía social y política.Mientras lesechabaunvistazo,suacompañantedijo:

—¡Ah,yaveoquepiensaquesoyungranestudiantecuandonosoymásqueunjardinero!;enjusticiahayquedecirqueestoslibrosnosonmíos.

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—Aquien quiera que pertenezcan—dijo Egremont—, a juzgar por estacolección,tieneunacabezabastantebienamueblada.

—Ay, ay—suspiró Gerard—; el mundo aún tiene que oír hablar de él,aunquenoesmásqueuntrabajadorehijodeuntrabajador.Nohaestadoenlas escuelas ni en las universidades de ustedes, pero puede escribir en sulenguamaternaaligualquelohicieronShakespeareyCobbett;yesoesalgoquehayquehacersideseasinfluirenlagente.

—¿Ypuedoatrevermeasabercómosellama?—preguntóEgremont.

—StephenMorley,amigomío.

—¿LapersonaconlaquelevienlaAbadíadeMarney?

—Lamisma.

—¿Yviveconusted?

—Bueno, compartimos la casa, si puede llamarse así. Stephen no damuchos problemas en ese sentido. Bebe solamente agua y come solamentehierbasyfrutas.Éleseljardinero—añadióGerardsonriendo—.Nosécómonosvamosadespedircuandosemarchedeaquí.

—¿Ysevaamarchar?

—Bueno, de alguna manera ya lo ha hecho. Se ha alquilado una casamediokilómetromásarribadelvalle;yloúnicoquesehadejadoaquísonsuslibros, porque se marcha a Shire dentro de uno o dos días a arreglar unosnegocios que le podrían llevar una semanao así. Por elmomento los librosestánmás seguros aquí. Stephen vive solo y pasa bastante tiempo fuera decasa, porque edita un periódico enMowbray que hay que supervisar. Va aseguirsiendomijardinero.Seloheprometido.

»Bien hecho, buena señora —dijo Gerard, al ver entrar a la mujer—;esperopor elhonordeesta casaquehayapreparadouna tisana rica.Ahora,camarada,siéntese, leharábiendespuésdesu largopaseo.Deberíacomerseesatruchasuyaporsitienequedemorarse.

—Deningunamanera.Meparece que echará demenos a su amigo, ¿nocree?

—Noloperderemosdevista,nolequepaduda,conloquetienequehacereneljardínyenlosalrededores;además,enciertomodo,esunmaestrodesupropiotiempo.Suformadetrabajarnoescomolanuestra;yaunqueeltirónqueejercesucerebroesavecesfuerte,hedeseadoamenudoteneresetalento.Esmuyfatigosohacerlamismacosaalamismahorasiempreenlavida.Peroyonuncapodríaexpresarmisideasmásqueconmilengua,yenesomesientobastantecómodo.

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—Será una pena ver esta habitación sin los libros —dijo Egremont,animándoleaunaconversaciónacercadetemasdomésticos.

—Asíserá—dijoGerard—.Tengomuypocosquesonmíos,peroconeltiempomihijaserácapazdellenarlosestantes,selogarantizo.

—¿Suhija?¿Esquevaavenirseavivirconusted?

—Sí, esa es la razón de que Stephen semarche. Él se ha quedado aquíhastaqueSybilpuedacuidardemicasa,yesedichosodíayaestácerca.

—Esa será una gran compensación por la pérdida de su amigo —dijoEgremont.

—Y, sin embargo, ellahabladepasarymarcharse—dijoGerardconuntono más bien melancólico—. Ella anhela volver al claustro porque en elconventohallevadounavidadulceytranquilay,además,porquelasuperioraeslahermanademijefeyunaauténticasantaenlatierra;ySybilnoconocenadadelmundorealmásquesussufrimientos.Peroesonoimporta—añadiómás alegremente—, yo no la voy a dejar que tome los hábitosprecipitadamente, pero si la pierdo, quiero que sea para bien. La vidamatrimonial de unamujer de nuestra clase social en la actual situación quevivenuestropaísesunbilleteparaunamiseriasegura—añadióélmoviendola cabeza—, ¡esclavos, y esclavos de esclavos!Ni siquiera el espíritu de lamujerpuedesoportartantascalamidades,yesoqueellaspuedenaguantarmásquenosotros,maestro.

—Suhijanoestáhechaparasoportarlasdificultadeshabitualesdelavida—dijoEgremont.

—Nohablemosmásde ellas—replicóGerard—.Sybil tieneun corazóninglés,yesonose rompe fácilmente.Yusted,camarada,¿esunviajeroquerecorreestoslugares?

—Unaespeciedeviajero;hagoalgosimilaralodesuamigoMorley,perorelacionadoconlaprensa.

—¡Claro! Un periodista, ¿verdad? Ya me había fijado que usted teníaaspectodesaberalgomásquelosprovincianoscomonosotros.

—Sí,soyunperiodista.EnLondresquieren informaciónsobrecuáleselestadorealdelpaís,ycomoenestaépocadelañoelParlamentonosereúne…

—Ah, ya entiendo, lo han enviado enmisión urgente y en viaje estival.Bien,ojaláfueseyounescritor,peronuncapudehacerlo.Leotodoslosdíasloquehagafalta,peroescribir,esonoesparamí.MiamigoMorleytienemuchamano para eso. Su periódico circula mucho por aquí. Como yo le digo amenudo,siabandonasesufilosofíadealtosvuelosysededicasealapolíticainglesa,haríaunafortuna.¿Legustaríaconocerlo?

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—Mucho.

—¿Yquélehaatraídodelaprensa,simepermitepreguntarle?

—Bueno,mipadrefueuncaballero—dijoEgremontenuntonodubitativo—,yyoerasuhijomenor.

—¡Vaya!—dijoGerard—,esoestanmalocomoserunamujer.

—No tenía patrimonio —siguió diciendo Egremont—, así que me viobligado a trabajar. Creo que no tenía cabeza para las leyes; la Iglesia noestabaexactamenteenmilíneay,encuantoalejército,¡cómoibaaprosperarsin dinero ni contactos!Tuve la oportunidad de recibir cierta educación, asíquepenséqueseríamejorquelesacaraalgodepartido.

—Muybienhecho.Ustedpertenecealasclasestrabajadoras,yesperoquesealisteenlagranluchacontralosparásitos.Losamigosnaturalesdelpueblosonloshijosmenoresdecadafamilia,aunquegeneralmentesuelenalinearseen el bando contrario. Es peor para ellos, porque dedican sus energías almantenimiento de un sistema que se funda en el egoísmo, que conduce alfraudeydelcualellossonlasprimerasvíctimas.Perocadahombrepiensaqueélvaaserunaexcepción.

—Y, sin embargo—dijoEgremont—, se considera que una gran familiaenraizadaensutierraesunfactordefuerzapolítica.

—Déjemedecirle—dijoGerard—queenestepaíshayunagranfamilia,ymuy arraigada en él, de la cual hemos oído hablarmuchomenos de lo quemerece,perodelaquesospechoquemuyprontooiremoshablarparaquenoshagareflexionaratodos.

—¿Enestepaís?

—Enestepaísyentodoslosdemás.MerefieroalPUEBLO.

—¡Ah!—dijoEgremont—.Esafamiliahaexistidodurantemuchotiempo.

—Pero está llamada a aumentar rápidamente, amigo mío, ¿cómo puedollamarle?

—MellamanFranklin.

—Ese es un buen nombre inglés de una buena clase social que ya hadesaparecido.Bien,señorFranklin,estésegurodelosiguiente:elcrecimientodemográficodeestepaísesunalecturamuyinstructiva.

—Puedoimaginármelo.

—Meconvertíenhombreadultocuandoempezabanlosmalostiempos—dijoGerard—;yomismohepasadopormuchosañosdepenalidades.Eraelhijodeunfrankliny,porloquerecuerdo,durantemuchotiemponovivimos

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peorenestaisladeloquevivimosahora.Peroesonosignificanada.Noestoypensandoenmímismo.Dealgúnmodo,amímesonríelafortuna;piensoenlos siervos entre los que vivo.Bien, a lo largo de los años he oído algunosremediospara este empobrecimiento constantedel pueblo: algunapersonaoalgunacosaquedebíacambiarsedesitio;y,pormiparte,heestadodispuestoaapoyar algunas propuestas o a seguir a algunos líderes. Hemos tenidoreformas,dinerodepapel,abogadoporlasupresióndelasmáquinasymilesdeotrosremedios;yhemostenidodemagogosdetodalaya,algunostanmaloscomoyomismoyotrosconsangretanvaliosaensusvenascomolaquecorrepor las venas de nuestro gran vecino, el conde deMowbray; y siempre heescuchadoquesetratabadeunaauténticaalternativa.Pero,francamente,voyadecirlequenuncatuvemuchafeenningunadeesaspropuestasoproponentes,perosuponíanuncambio,yesoyaeraalgo.Últimamentemeheconvencidode que hay algo en este país con mayor eficacia, y con un mayor podercurativo,creo,einapelable.Pero,tantosiconsiguesolucionarlascosascomosino, seráunpoderquecureoque loeche todoaperder. ¿Mecomprende?Hablo de la llegada anual demás de trescientosmil extranjeros a esta isla.¿Cómoselesvaaalimentar?¿Cómoselesvaavestir?¿Cómoselesvaadaralojamiento? Ya se les ha suprimido la carne, pero ¿podrá suprimírselestambiénelpan?Yencuantoalavestimentayalalojamiento,sehanacabadolos andrajos del reino y las sentinas y sótanos se desbordan ya como lasmadriguerasdelosconejos.

—Esunaterribleidea—dijoEgremontpensativo.

—Terrible—dijoGerard—.Es lacosamásgravedesdeeldiluvio.¿Quéreino puede oponerse a ello? Consulte si no su historia, usted que es unestudioso,yveacómofue lacaídadelgran ImperioRomano;¿quéocurrió?Cada cierto tiempo salían doscientos o trescientos mil extranjeros de losbosquesycruzabanlasmontañasylosríos.Lleganhastanosotroscadaañoyson cada vez más numerosos. ¡Qué son las invasiones de los bárbaros, losgodosyvisigodos,loslombardosyloshunos,comparadosconelcrecimientodemográfico!

FINDELLIBROSEGUNDO

LIBROIII

Capítulo1

Losúltimosrayosdelsolpugnabanconlasnubesdehumoqueelviento

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arrastrabadeun ladoaotrodelpaísparaderramaramediassu luzsobreunpaisaje singular. Excepto por una cadena montañosa de piedra caliza queformabaalolejosunafronteranatural,laregiónestabasituadacompletamenteen un llano. Hasta donde alcanzaba la vista, una multitud de cabañas opequeñasviviendasqueapenasmerecíanserllamadasasísedispersabanporlallanuraenunradiodemuchoskilómetros.Algunasdeellasestabanseparadas,otras ordenadas en hileras, otras amontonadas en grupos, pero raramenteformaban calles continuas, sino que se entremezclaban con los hornosllameantes,conlaspilasdecarbóndehoguerayconlosmontonesdemineraldehierrohumeante;confraguas,chimeneasdefuellequerugíanyresoplabanentodasdireccionesyqueindicabanlafrecuentepresenciadelabocadeunamina y de un yacimiento de carbón. Pese a que todo el conjunto podíacompararse con una gran madriguera de conejos, había canales cruzándoseentresíavariosnivelesy,peseaquelasexcavacionessubterráneassehabíanllevadoa cabocon tanta fuerzaquenoera extrañoobservar filas enterasdecasas torcidas debido a los corrimientos de tierra y a los desmontes, aúnpodrían reconocerse aquí y allí, entreverados con los cúmulos de gangamineral o con la escoria delmetal fundido, retazos de la superficie originalcubiertaporhierbaytrigoque,comosifueseunsimulacro,parecíaremedaraloshijosdeaquelloscaballerossobrelosquesolíamosleerennuestrajuventudcuando, tras ser raptados por los deshollinadores, revelaban algunasintimidadesdecómohabíansidocriadosdetrásdelasmugrientascaballerizas.Pero una existencia así era desconocida para un árbol o un arbusto en estaregiónmássuciaquetriste.

Era la hora del crepúsculo. A esa hora, en latitudes más al sur, elcampesino se arrodilla ante la imagen de la bendita doncella hebrea; lascaravanas hacen una pausa en su largo recorrido a través de los vastosdesiertos, y el viajero con el turbante puesto se inclina sobre la arena pararendircultoalapiedrayalaciudadsantas.Eslahora,nomenossagrada,enquecesaeltrabajodelobreroinglésyelmineroyelcarbonerosalenarespirarelairedelatardeceryacontemplarlaluzdelcielo.

Todossalenalasuperficie;delamina,lascuadrillasdebraceros,ydelospozos,lossiervos;lafraguasequedaensilencioylosmotoressedetienen.Unenjambre de hombres fornidos, corpulentos y musculosos cubre la llanura,chorreandodesudorymásnegrosquelosniñosdelostrópicos.Songruposdejóvenes —¡qué pena da verlos!— de ambos sexos, aunque ni en suindumentaria ni en su lenguaje pueda detectarse la diferencia. Las mujeresvisten ropa de hombre y de sus labios, nacidos para llenarse la boca dedulzura,surgenblasfemiasqueniloshombresseatreveríanapronunciar.Sinembargo, ellasvana ser—yalgunas lo sonya—¡lasmadresde Inglaterra!Pero¿podemoscensurarlasporladeplorablerudezadesulenguajecuandonosponemos a pensar en la brutalidad de sus crueles vidas? Durante doce y, a

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veces, dieciséis horas al día estas chicas inglesas, desnudas hasta la cintura,conunbraguerodehierroatadoauncinturóndepielyconunospantalonesdelonaenlaspiernas,empujanyacarreanatodaprisabaldesdecarbónporlostúneles oscuros, empinados y resbaladizos de la mina. La Sociedad para laAbolición de la Esclavitud del Negro parece haber pasado por alto estascondiciones de vida. Estos caballeros también parecen haber hecho oídossordos de los sufrimientos de los pequeños «atrapados», algo que merecemencionarse,yaquemuchosdeellosestabanempleadosasuservicio.

¡Vedtambiéncómoemergenestosniñosdelasentrañasdelatierra!Tienenentrecuatroycincoañosdeedad,ymuchosdeellossonniñas,guapas,aúntiernasytímidas,sobre lasqueharecaídolaresponsabilidaddecumplirconarduasobligaciones,muchasdelascualesllevanconsigolanecesidaddeserelprimeroenentrarenlaminayelúltimoensalir.Sutrabajonoes,obviamente,severo,porqueesoseríaimposible,perohandehacerloensoledadyaoscuras.Han de soportar un castigo que la filantropía filosófica ha inventado paraaplicárseloaloscriminalesmáspeligrosos,yqueellosmismosconsideranunapenamás terribleque la propiamuerte a la que reemplaza.Lashoraspasanunatrasotra,ytodoloquealos«atrapados»lesrecuerdaelmundoquehandejadoporeseotroenelquevivenahoraeselpasodelasvagonetas.Ellossonlosencargadosdeabrirlosportonesdelasboquerasdelasgaleríasque,menosenesemomento,handeestarconstantementecerradas,yaquelaseguridaddelaminaylavidadelaspersonasquetrabajanenelladependencompletamentedeello.

SirJoshua,unhombredegenioyunartistadecorte,impresionadoporelsemblanteangelicaldeladyAliceGordoncuandoeraunaniñademuypocosaños, pintó su rostro celestial en varias actitudes en el mismo cuadro, ydenominóaestegrupodecarasdivinas:¡ángelesguardianes!

Diríamosquealgúngranmaestrodelpincel,elseñorLandseer,oelseñorEtty,¡fueseaveraestospequeñosatrapadosehicieranlomismo!

Unpequeñogrupodeminerosseacercóaunacasaconelaspectodetenermáspretensionesquelasdemásviviendas,yquesedistinguíaporunvistosocartel con el nombre de Sol Naciente. Entraron en ella como si fueranparroquianos habituales, y la mujer de la barra los saludó con sonrisas ymuchaspalabrasamables,ylespreguntómuyalegrementequéselesofrecía.Enseguida encontraron acomodo junto al mostrador de la taberna, en sustabureteshabituales, porquepese ano estar totalmentedesocupados, todoelmundo parecía estar de acuerdo en que ellos gozaban de un derechopreferente.

Conunashogazasdepanensusmanosnegras,ysonriendoconsusdientesmarfileñosysusrostrossombríos,realmenteparecíanunapartidadenegrosen

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unanochedeparranda.

Lajarrasdecervezacorrierondemanoenmano,seencendieronlaspipasysedieronlasbocanadasdehumopreliminares.Alfinalsehizoelsilencio.Elhombre que parecía el líder, sentado en una especie de silla presidencial, sequitólapipadelabocaypronunciólaprimerafrasecompletaqueseoíaenvozaltaenlasala:

—Elhechoesqueconlodeloseconomatosnosestánasfixiando.

—Eslomásciertoquehasdichonunca,maestroNixon—dijounodesuscompañeros.

—Firmaríaunaporunaesaspalabras—dijootro.

—Y la cuestión es—siguió diciendo elmaestroNixon—, ¿quévamos ahacer?

—Ah,claro—dijounminerodelcarbón—;eseeselmeollo.

—Sí,sí—afirmaronotros—;eseeselmeollo.

—Lacuestiónes—dijoNixonmirandoalrededorconaspectodeimpartirmagisterio—,¿quésonlossalarios?Yodigoquenosonelazúcarnielténieltocino. No creo que sean las velas, pero desde luego lo que no son, sonchalecos.

—Aquíhuboungruñidodeacuerdogeneral.

—Camaradas —continuó Nixon—, vosotros sabéis lo que ha pasado;sabéisqueJugginspidióqueledieransusaldodespuésdeliquidarsuscuentaseneleconomato,yesetacañoredomadodeDiggslehaobligadoaaceptardoschalecoscomopago.Entonces,lapreguntaes:¿quévaahacerunmineroconloschalecos?SupongoqueempeñarlosenlatiendadelyernodeDiggs,juntoala tienda de su padre, y vender el resguardo por seis peniques. Entonces lapreguntasiguesincontestar.Hayqueceñirsea lacuestión, loschalecosyeleconomato;primeroloschalecosy,luego,eleconomato.

—Heestadoganandounalibraalasemanadurantelosdosúltimosmeses—dijootro—peroosjurocomoquesoyunpecadorredimidoqueaúnnohevistoniunaperragorda.

—Yyohetenidoquepagaraldoctorenespecieporatenderamimujer—dijootro—.Doctor,ledije,medavergüenzadecirlo,perosololepuedopagarconcosasdeleconomato;¿quéprefiere,pancetaoqueso?«¿Quesodeadiezpeniqueslalibra»,contestóél,«cuandoyolocomproaseispeniquesparamiscriados?No,gracias,olvídalo»,dijoél,queesuncristianodeley.«Mequedoconelpreciodelartículoquepagáiseneleconomato».

—Juggins tienequepagar sualquilery tienemiedode losbuitresde los

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administradores—dijoNixon—,¡ytienedoschalecos!

—Además—añadióotrohombre—,eleconomatodeDiggssoloabreunavez a la semana, y si no estás allí a tiempo, tienes que volver siete díasdespués.Y está tan lejos y hay tal lío de gente allí dentro que es un día detrabajoperdidocadavezquevamimujer,yesopornohablardeloquehayque esperar, aguantar de pie y soportar los insultos del señorDiggs, quenocesadeazuzara lasmujerescuandosedisputanel turno; ¡esparaecharseatemblar!

—Dicenqueesunauténticocerdo.

—Elmaestro Joseph esmuy violento, pero no hay nadie como el viejoDiggs para chuparle la sangre a uno. ¡Le encanta! Y, luego, siempre andadiciendoquenunca te faltarádenada,quepuedesencontrarde todobajosutecho. Me gustaría saber quién va a remendar nuestros zapatos. ¿Tiene elcapatazDiggsunazapatería?

—¿Ynospuedevenderuncuartodepatatas—dijootro—;ouncuartodeleche?

—No; así que no nos queda más remedio que ir y comprárselo aleconomato,porpocoqueunorecibaacambio.PorquelalibradepancetaquevendeDiggsanuevepeniquesunbuhoneroteladaríaaseis;y,portanto,lapodríasconseguirpormenosdecuatropeniques.Poresemotivoeleconomatodenuestrafábricanoscortalasgananciasalamitad.

—Y esto que dijo es tan cierto como lo que oís en la iglesia, maestroWaghorn.

—EsteDiggs parece ser un opresor del pueblo—dijo una voz desde unrincóndistantedelasala.

ElmaestroNixonsegiróparamirar,fumódesupipa,diounasbocanadasdehumoy,luego,dijo:

—Creo que es el intermediario con el corazón más podrido que me heechadoalacaranunca.

—¿Peroenquéclasedenegociosetieneunintermediarioparallevarunatienda?—preguntóelextranjero—.Laleyselepuedeecharencima.

—Megustaríasaberquiénselevaaecharencima—dijoNixon—.Yonoconozcoanadie.Paraellosloseconomatossonartículosmuypreciados;ynovanatolerarqueselesestropeeelnegocio;telodigoyo.

—Pero él no te puede obligar a comprar artículos de consumo—dijo elextranjero—.Tienequepagartecon lamonedaencursodelpaís, si tú se lopides.

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—Solo nos pagan una vez cada cinco semanas —dijo un hullero—, yentretanto, ¿con qué vive un hombre?Y suponed que tuviésemos que hacerturnos de unmes o de cinco semanas, y recibiéramos todo el dinero, y notuviésemos economatos, ¿qué me diría el intermediario? Pues me diría:«¿Entoncesquieresqueteechen?».Ysiyolecontesto«pues,no»,entoncesélmediría:«Aquíyanotevanallamarmásparatrabajar».Yesoesloqueyollamodejarteenlaestacada.

—Ay,ay—dijootrohullero—;pedidquelospatronesaflojenlamosca,yyaveréiscomoosquitanelmonoyosmandanp’arriba.

—Sonsuscálculoslosquenosobliganatenerqueacudiraloseconomatos—dijo otro hullero—, y si un intermediario te rechaza porque te niegas aleconomato,eresunhombremarcadoparaelresto.

—Puede que existan los economatos esos —dijo un hullero que habíapermanecido en silencio hasta esemomento— y los intermediarios, pero loque sucede en lamina solo lo sabenDios Todopoderoso y losmineros.Hesidounmetodistapracticantedurantemuchosaños,meheesforzadoporhacerelbien,ytodoeldañoqueleshehechoalosintermediarioshasidodecirlesquesusactosnoprevaleceráneneldíadelJuicio.

»Seguramente,porquesonactosdelastinieblas,puessonmuchoslosdíasquetrabajamosparanada,porlarazónquesea,yesmuchoelbuenoficioquedesprecian.Ysonmuchaslasjarrasdecervezaqueunotienequebeberseconellosparaqueledenaunoalgodetajo.Ysi lareinapudierahaceralgopornosotros,losmiserables,ojaláquefueselabendicióndedarnosuntrabajo.

—Seguramente no hay un tirano más carroñero sobre la tierra que unintermediario —dijo otro hullero—; pero los hombres pobres no tienenoportunidadderesarcirse.

—Pero¿porquénoexponestusquejasalospequeñospropietariosruralesyalosarrendatarios?—dijoelextranjero.

—Señor, supongo que es usted un extranjero en esta zona, porque de locontrariosabríaqueesigualdefácilparaunminerohablarconsujefecomoparamípicarcarbónconestapipaquetengoaquí.Señor,lesseparaunmaralos dos.Yo empecé en lamina con cinco años, y llevo cuarenta años en eloficioconMartinmas,queyasonañosparaunhombrequehacesutrabajo;asíquesédequéestoyhablando.Despuésdecuarentaaños,señor,aunhombreque no se mueve de su puesto y se mantiene atento, no lo tratan mal. Encuarenta años he ido varias veces a la huelga, y he asistido a los mayoresdesplantesquesehanvistoenestepaís.Hevistoalagenteunirseparahacerhuelgadurantesemanas,avecesaguantandodossemanassinunapatataniunpocode sal que llevarse a la boca.Dice de los economatos, pues eso no es

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tareafácil,peroestábamosluchandopornuestrosderechos,yesoesalgoquecaeporsupeso.Yoaúnnohevistounahuelgaaquí,ylediréunacosa,señor,silostrabajadoresylosresponsableshubierancruzadounaspalabras,seguroque no se habría convocado. Pero entre los pobres y los caballeros no hahabidodiálogonunca,yeseeselpeorerrordeestepaís.

»Esciertoestoquedigo,señorNixon,yporesemotivo,cuandofuimosala huelgan en el 28, los jefes dijeron que nos recibirían; pero lo único quehicieron fue marear la perdiz y negociar con los intermediarios. Losintermediariossonsusoídos.

»Silosjefeshablaranconlagente,nonecesitaríamossoldadosaquí.Perover a unminero es un susto pa’ un caballero, y cuandovamos a hablar conellos,siempreseechanacorrer.

—Sonlosintermediarios—dijoNixon—.Nosonnicontablesnipatrones.

—Lagentenovaaobtenersusderechos—dijoelextranjero—hastaqueconozcaelpoderque tiene.Supónqueenvezdeenfrentarseaellosyhacerhuelga, cincuenta de vuestras familias vivieran bajo un mismo techo; túviviríasmejor que vives ahora; os alimentaríaismejor y el alojamiento y laropaseríanmásconfortables;yosahorraríais lamitaddevuestrosueldo;osconvertiríais en capitalistas; podríais arrendar vuestras minas y pozos a lospropietariosypagarlesunamejorrentade laqueahoraobtienenporellos,yvosotrosganarmásytrabajarmenos.

—Señor—dijoelseñorNixonquitándoselapipadelabocaysoltandounabocanadadehumo—,hablaustedcomounlibro.

—Es el principio de la asociación —dijo el extranjero—; es lo quenecesitanlostiempos.

—Señor —dijo el señor Nixon—, nuestra época quiere una grannegociación, pero lo que principalmente quiere es que nos paguen nuestrossueldosenlamonedacorrientedelpaís.

Pocodespuésdeestaspalabrasempezaronanotarse los síntomasdequelasjarrasyasehabíanquedadovacíasylaspipasdefumarsintabaco,asíquelos asistentes empezaron a salir. El extranjero se dirigió a Nixon parapreguntarleaquédistanciaestabaWodgate.

—¡Wodgate!—exclamóelseñorNixonconaspectodenosaber.

—El caballero quiere decir la Casa del Infierno —dijo uno de susacompañantes.

—Estoyenmitierranatal—dijoelseñorNixon—,peroestaeslaprimeravezqueoigoquesellamaaWodgatelaCasadelInfierno.

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—Asísellamaenjografía—dijoJuggins.

—¡PeroustednoiráalaCasadelInfiernoaestahoradelanoche!—dijoel señorNixon—.PreferiríaqueBobelBorrachínmebajase alpozoconelmalacate.

—Esenoesviajeparauncristiano—dijoJuggins.

—Inclusoalaluzdeldía—dijootro.

—¿Yestálejos?—preguntóelextranjero.

—Unavezhiceelcaminohastaallíentreshoras—dijounhullero—,peroesoeraalamanecer.Siquiereveralosdemoniosencarneyhuesovayaaestahora.Estoysegurodequenosonotracosaquepaganos.Lamentaríaverquenuestro intermediario está entre ellos, porque él solo es cristiano cuando setomaunvasodecerveza.

Capítulo2

Dosdíasdespuésde lavisitadeEgremonta lacabañadeWalterGerard,acabólavisitadelafamiliaMarneyaMowbray,yregresaronalaabadía.

Hayalgo tristeen la separacióndeungrupoarmonioso,y sonpocos lostechos bajo los que uno pernocta de los que no se vaya con un ciertosentimiento de desasosiego. El cese repentino de todas las emociones queprocuraunaalegreybiendispuestamansiónenelcampodebilitael sistemanervioso.Duranteunasemanaodosnohemoshechonadaquenoseaamenonioímosnadaquenoseamotivodeagrado.Seharespetadonuestroegoísmo,las preocupaciones insignificantes han cesado, y hemosgozadode todos losplaceresdellugarquenosacogesinningunodesusafanes.Hemosvistosoloelaspectofavorabledelacivilización,yhemosdegustadosoloelladosoleadodesusfrutos.

En ocasiones, nuestra visita va acompañada del trato con personas cuyocarácter hace que el lugar sea aún más dulce y amable, mas no podemosprolongarnuestraestancia.Cualquieraqueseaelmotivo,yaseapormiradasque no pueden olvidarse, por tonos de voz que permanecen en el oído, porsentimientos que conmueven el alma o por coqueteos que agitan laimaginación,confrecuenciaseabandonaunacasadecampoconlacongojaenelpecho.Elremedioqueseempleaamenudoesbuscarinmediatamenteunanueva, pero algunas veces esta receta no está a nuestro alcance y debemosconformarnos con volver a nuestros dioses domésticos que han adoptado laformadeunanodriza.

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AunquenoeraestalaformaquehabíantomadolosdiosesdomésticosdelordMarney,estenecesitabaunapresenciaasí;lapresenciaensuvidadeunapersona tan importante y tan incansable. El tiempo que su señoría habíapasadoenMowbrayhabíasidoplenamentesatisfactorio.Habíapodidohacertodoloquelehabíavenidoengana.Suegoísmonohabíasufridoniunsolocontratiempo. Había humillado a la ley sin que nadie se lo echara en cara.Había dogmatizado y llevado la contraria cuanto había querido, susafirmaciones habían tenido un aceptable éxito y sus doctrinas se habíanaceptadocomo la tesisortodoxa.LordMowbray loquería,yaél legustabaque un personaje de tanta importancia le tuviera en consideración. A lordMarney también legustaba lapompa,unamesabienprovistayunavidadelujos,perolegustabanencualquiercasamenosenlasuya.Noesquefueraunavaro o, mejor dicho, no es que fuera simplemente un avaro, sino que erasagazyavieso.Unsolovistazolebastabaparacatalogarelvalorylaposiciónsocialdecualquierpersona.Nosoportabamalgastarsusvinosescogidosnisuscarasviandasengorronesyaduladoresservilesaunque,almismotiempo,nohabía hombre que alentase y necesitase tanto la presencia de gorrones yaduladorescomoél.

LordMarney tenía todos los pequeños vicios sociales y ninguna de esasdebilidadesqueatenúan lacrueldado la fealdaddeaquellos.Sedeshacíaenatencionescuandorecibíalavisitadeunpríncipedesangrerealodeungranpar de Inglaterra. Si tenía que cumplir con algunas de las obligacionespúblicaspropiasde suposición, suactitudacallabacualquier crítica,peroalvicariodeMarneyoalcapitánGrouselegustabadarlesdebeberalgúnclaretede baja calidad, o alabar una botella de vino de borgoña que él sabía queestabapicada.

Las pequeñas cosas afectan a las mentes pequeñas. LordMarney no selevantó de muy buen humor. Esperar en la estación había agravado sumelancolía. Durante el viaje en tren habló poco y, aunquemás de una vezintentó suscitar algún tipode polémica, fue incapazde hacerlo, porque ladyMarney,quesentíapavordelaburrimientoqueleesperabaencasaynoestabacon el ánimo como para alegrar la presencia del pequeño Poinsett ycompensarle por la pérdida del círculo de brillantes amistades deMowbray,contestabaconamistososmonosílabos;inclusoEgremontlohacíaconuntonolacónico, pues no dejaba demeditar sobre Sybil y Gerard ymil cosasmásigualdeexcitantesydulces.

Todosaliómalaqueldía.NisiquieraelcapitánGrouseestabaenlaabadíapara esperarlos a su llegada, porque jugaba un partido de críquet; MarneycontraMarham.Ningunaotraocupaciónpodíahaberle apartadodeello.Asípues,lostresviajerostuvieronquecenarjuntos,profundamentefatigadosdesímismos y de los demás. Nunca se había echado tanto de menos al capitán

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Grouse.Dehaberestado,habríaentretenidoa lordMarney,habríaaliviadoasuesposayasuhermano,leshabríainformadodetodoloquesehabíadichoohechoenlosalrededoresdurantesuausencia,yhabríacambiadoeltonodelaatmósfera con una feliz ocurrencia. El hecho de tener que abandonarMowbray, de demorarse en la estación, de no contar con la presencia deGrouse,larecepcióndealgunascartasdesagradables,oconsideradastalesporun hombre irritado, parecían anunciar un clima de tensión. Lord MarneyordenóquesesirvieralacenaenunpequeñosalóncontiguoalsalónenelqueladyMarneypasabalanochecuandoestabansolos.

La cena fue silenciosa y sombría. Por suerte, también fue breve. LordMarneyprobóvariosplatosynoseterminóninguno.Aunqueelmayordomolehabíadadoaescogerlabotella,encontróquesuclaretenoestabaasugusto.Alabó, en cambio, los vinos de lord Mowbray, y se preguntó dónde losadquiriría, pues todos los vinos de Mowbray estaban bien. Luego, porundécimavezsepreguntóquépodríahaber inducidoaGrousea fijar lacitadelpartidodecriquetjustoelmismodíaqueélvolvíaacasa,aunqueprefiriónorecordarquenuncalehabíacomunicadonisiquieraeldíadesuprobableregreso.

EncuantoaEgremont,tenemosqueadmitirquetampocoélestabaconunestadodeánimomuchomáselevadoquesuhermano,aunqueélnocarecíademotivos suficientes para estar de mal humor. Abandonar Mowbray habíasupuesto para él algo más que dejar sencillamente un agradable círculo deamistades;habíanocurridosuficientescosasduranteesavisitacomoparaquequisiesehurgarenloslugaresmásapartadosdesucorazónlaexplicaciónasusreaccionesylascausasdesuestadodeánimo.Asullegadadelaabadíahabíaencontradounacartaquenohabíadisipadoprecisamenteestossentimientos,en cierta forma insanos, que albergaba; se tratabadeuna carta de su agentedondeleurgíaasaldarsusgastoselectorales,elprincipalmotivodelavisitaasuhermano.

LadyMarneydejólasaladeestar.Loshermanossequedaronsolos.LordMarneysesirvióunvasodelicorhastaelborde,quesebebiódeuntrago,lepasóbruscamentelabotellaasuhermanoyvolvióadecir:

—¡QuémalditofastidioquenohayavenidoGrouse!

—Bueno,yonopuedodecir que echedemenos lapresenciadel capitánGrouseespecialmente—replicósuhermano.

LordMarneymiróaEgremonthostilmenteyluegoobservó:

—Grouse es un tipo impecable; no se aburre uno nunca cuandoGrouseestáaquí.

—Bueno,por loqueamírespecta—insistióEgremont—,noadmiroese

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tipodediversiónquedependedelosesfuerzosdelosgorrones.

—Grousenoesmásgorrónquelosdemás—dijolordMarneyconbastanteanimosidad.

—Tal vez no—concedió Egremont tranquilamente—; no tengo opiniónsobreestetipodepersonas.

—Megustaríasabersobrequétienestúopinión;ciertamentenoparacaerbienalasseñoritasjóvenes.Arabellanopareceespecialmenteencantadaconel resultado de tu visita aMowbray, a juzgar por lo que dice lady Joan, laamigamásíntimadeArabellaactualmente.Aunquesolohubierasidoporesemotivo,deberíashaberleprestadoalgomásdeatención.

—No puedo prestar atención a menos que me sienta atraído —dijoEgremont—.No tengo el talento siempre-en-guardia de tu amigo el capitánGrouse.

—No sé a qué te refieres cuando dicesmi amigo el capitán Grouse. Elcapitán Grouse no es más amigo mío que tuyo. Hay que tener en casa apersonasquehaganlasmilyunatareasqueunonopuedehacerporsímismo,yquenopuedesconfiaraloscriados;yesolohaceGrouseperfectamente.

—Exacto.Esoesjustamenteloquees,unperfectogorrón,siquieres,perogorrónalfinyalcabo.

—Bueno,ysifueseasí,¡qué!Supontequeélesungorrón,¿esqueyonopuedotenergorronescomotienenlosdemás?

—Porsupuestoquepuedes;peronoseréyoquienlamentesuausencia.

—¿Quiéndicequetengasquehacerlo?Peroyosíquepuedolamentarsuausencia,siasílodeseo.YlamentolaausenciadeGrouse,lalamentomucho.Y, digo yo, que si ha tenido que comprometerse irremediablemente en esedesafortunadopartido,niégamelosilodeseas,teníaquehabertraídoaSlimseyacenaraquíparaquemecontaseloquehabíaocurrido.

—Mealegrodequenolohayahecho—dijoEgremont—;prefieroGrouseaSlimsey.

—Ya lo creo—conjeturó lord Marney mientras se llenaba su vaso conaspecto irritado—.Nome cabe duda de que tú hubieras preferido a uno deesossantoscaballeros,comotuamigoelseñorSt.LysenMarney,quepredicaporlascabañas,infundeeldescontentoentrelagente,mesermoneaamísobrelos bajos salarios almismo tiempo queme solicita que le done tierras paraconstruir nuevas iglesias; y engatusa a Arabella para que firme a favor depintarlasventanas.

—CiertamentedesearíaverenMarneyaunhombrecomoAubreySt.Lys

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—afirmóEgremonttranquila,perobastanteobstinadamente.

—Ysiestuvieseaquí,yavelaríayoporquesesupiesequiéneselanfitrión—replicólordMarney—.NoibaasucumbirasusencantoscomoMowbray.Preferiríateneraunjesuitaenmicasa.

—MeatrevoadecirqueaSt.Lysleimportaríabienpocoseronorecibidoentucasa—dijoEgremont—.SéquevinoalcastillodeMowbraymuyasupesar.

—Yalocreo.Muyasupesar;porsupuesto.Ymuyasupesar,nomecabeduda,sesentó juntoa ladyMaud.MepreguntocómonovolómásaltoynopredicóaladyJoan;aunqueellaesdemasiadosensibleparaesasartimañasdefanático.

—St.Lyspiensaquesudeberesconocertodoslosestratosdelasociedad.Por ese motivo va tanto al castillo deMowbray como a los patios y a lossótanosdelaciudad.Velaparaquelosquevistenconpúrpuraytejidosfinosconozcanenquéestadoseencuentransusvecinosyasí,almenos,nopuedenalegar ignoranciaenel incumplimientodesusdeberes.AntesdelaépocadeSt.Lys,lafamiliadelcastillodeMowbraypodíanohaberexistido,porloqueserefiereaayudarconsusbeneficiosalagentedelosalrededores.Seríaunabuenasoluciónparaotrosdistritos, talvezno tanempobrecidosyparaotrasfamilias tan importantes y conocidas como losMowbray, si hubiera allí unseñorSt.LysenvezdeunseñorSlimsey.

—Supongo que diciendo eso pretendes cortarme—dijo lord Marney—,peroojalálagentegozaradetantobienestarenotraspartesdelpaíscomoenmispropiedades.Aquíselespagansusochochelinesalasemana,sieteseguroque siempre y, actualmente, no hay nadie sin empleo, excepto un grupo depícaros que prefieren robar lamadera y ratear, y que lo seguirían haciendoaunque les duplicaras el salario. Sin embargo, el nivel de los salarios noimporta,laseguridadesloimportante.YtodosloshombresdeMarneysabenquerecibiránsussietechelinesalasemanadurantealmenosnuevemesesalaño. Y en cuanto a los tres restantes, pueden ir al taller, que es un lugaradecuado para ellos, nene calefacción y goza de todas las comodidades. Nisiquiera laAbadíadeMarney tienecalefaccióndeairecaliente.Lopiensoamenudo,algunasvecesmeenfurecepensarenesoslacayosengreídosquesepasanlavidaconlaespaldaarrimadaaungranfuegorestallante,perotengomiedodecogerunafiebre.

—Me pregunto, hablando de fuegos, si no te da más miedo quemaralmiares—dijoEgremont.

—Esaesunamentirainfernal—saltólordMarneyviolentamente.

—¿Elqué?—preguntóEgremont.

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—Quehayaincendiariosenestacomarca.

—Perohubounfuegoeldíadespuésdequeyollegara.

—Noteníanadaquevercon lossalarios, fueunaccidente.Meocupédeellopersonalmente,y también lohicieronGrouseySlimsey,que recorrieronpalmoapalmo toda la comarca.Lesdijequeestaba segurodequeel fuegohabíasidounmeroaccidenteyquefueranacomprobarlo.Ycuandovolvieronestabandeacuerdoenquehabíasidounmeroaccidente.

—Ya lo creo que estaban de acuerdo—dijo Egremont—. Pero nadie hadescubiertocómoseprodujoelaccidente.

—Por mi parte, creo que fue una combustión espontánea —dijo lordMarney.

—Esaesunasoluciónsatisfactoria—dijoEgremont—;peropormiparte,apartedelaccidentedelfuego,esunhechodolorosamenteobvioqueelpueblodeMarney…

—Vaya, señor mío, «el pueblo de Marney»—acotó Su Excelencia conferocidad.

—…essinlugaradudaslacomunidadmásmiserabledetodoelcondado.

—¿EsotelohadichoelseñorSt.Lys?—interrumpiólordMarney,verdederabia.

—No,noelseñorSt.Lys,sinoalguienqueconocemejorqueélalpueblo.

—Sabréelnombredetuinformante—dijolordMarneyconenergía.

—Miinformantefueunamujer—corrigióEgremont.

—LadyMaud,supongo;lamanoderechadelseñorSt.Lys.

—Mi informante fue una mujer, pero una mujer del pueblo —añadióEgremont.

—Habrá sido la ramera de algún cazador furtivo.Nome importa lo quediganlasmujeres,yaseanaltasobajas,porquesiempreexageran.

—Apenaspuedeexagerarselamiseriadeunafamiliaqueviveconsieteoinclusoochochelinesalasemana.

—¿Quésabestúdeeso?¿Esquehasvividoalgunavezentuvidaconsieteuochochelinesalasemana?¿Quésabestúdelagentesipasastusratoslibresen los clubes de Londres o en las elegantes casas de campo? Supongo quequieresquelagentevivacomolohacenenlascenasdelBoodle.Yodigoqueuna familiapuedevivirconsietechelinesa la semana,yconochochelines.Lospobresestánmuybien,almenoslospobresdelcampo,muybien,desde

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luego. Sus salarios son seguros; ese es un gran punto y no tienen nipreocupaciones ni presiones. Siempre les queda el recurso de ir a labeneficencia.Lagentequeno tienepreocupacionesnonecesitanalimentarseigualque losque las tienen. ¡Mira lomuchoqueviven!Comparasu tasademortalidad con la de losdistritos fabriles. ¡Claro, están los incendiarios! ¡Sihubieraunaverdaderapolicíarural,nooiríamoshablardeesosincendiarios!

Sehizoelsilencio.LordMarneysebebióotrolicordeuntrago.Egremontdabasorbosasuvino.Alfinal,dijo:

—George,conestadiscusióncasipasoporaltoelmotivoprincipaldequemealegreporquehoyestemossolosaquílosdos.Sientofastidiarte,peroyomismo estoy fastidiado.Al llegarme he encontrado una carta demi agentedondemeexigeliquidarlascuentasdelaselecciones.

—¿Cómoeseso?¡Penséqueestabanyaliquidadas!

—¿Quéquieresdecir?

—Creíquemimadretehabíadadomillibras.

—Asíes,perohaceyatiempoquegastéesedinero.

—EnmiopiniónesdinerobastanteparapagarunescañoenelParlamentoennuestrosdías.Envezdepagarporello,deberíapagarseaquienocuparaelescaño.

—Puede que tengas razón en lo que dices—dijo Egremont—. Pero esdemasiado tarde para pensar así de este asunto. El hecho es que ha habidounosgastosyhayquesufragarlos.

—No loentiendo—dijo lordMarney—.Hemospagadomil librasyhayunbalancedecuentassinsaldar.¿Esquehahabidoeleccionesalgunavezenquelascuentasquedaransaldadas?Recuerdooírdeciramipadrequecuandoélsepresentóporestecondado,nuestroabuelopagómásdecienmillibrasy,por loqueyosé,hastaeldíadehoyaúnquedanalgunasde suscuentas sinsaldar.CadaañoreciboregularmentecartasanónimasamenazándomeconuncastigoterriblesinopagocientocincuentalibrasquesedebendeundesayunoenelJollyTinkers.

—Bromeas,perocreoqueesteasuntorequieretomárseloenserio.Quieroliquidaresascuentascuantoantes.

—Me gustaría saber de dónde voy a sacar los fondos.No tengo. ¡Estoyconstruyendounabarbaridaddegraneros!Y,luego,estáesamaníadedesecarlos terrenos. A mí sí que me secan los bolsillos. ¿Y qué me dices de losmillones de tejas de este año?Y de las rentas; ¡los sacrificios que estamoshaciendo por mantenerlas, y ahora resulta que son meramente simbólicas!Nuncavanaestar satisfechoshastaque sehagancon la tierra.Eso lo tengo

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claro. Estoy preparado para una reducción de un veinticinco por ciento siconsiguenqueseapruebenlas leyesdelgrano;nopuedesermenosqueeso.Mimadredeberíatenerloencuentayreducirproporcionalmentesuusufructovitalicio.Peromeatrevoadecirquenolohará,lagenteestanegoísta…Mirasin irmás lejosesasmil librasque tehadadoyque,dehecho, salendemibolsillo.

—Todo esto me lo has dicho antes. ¿Qué significa? He luchado en esacontiendaelectoralapeticióndemifamilia,nopormipropiointerés.Túereselcabezadefamiliayseteconsultóantesdedarelpaso.Amenosqueyonohubieseentendidoquecontabacontuaprobación,nomehabríapresentadoalaseleccionesprimarias.

—Estoysumamentecontentodequelohicieras—celebrólordMarney—.ElParlamentoesungranlugardereuniónparalaspersonasdenuestraclasesocial.Especialmenteenestaépoca,másinclusoqueenlosviejostiempos.Yoestabaverdaderamenteencantadocontuéxito,yesohumillabaaloswhigsensuodiohacianosotros.HuboquienpensóquenuestrafamiliaeralaúnicaenelmundoquedebíatenerlosdistritosRichmondyMalton,peroquetúfueseselegidoparaelviejodistritofuerealmenteungolpedemano.

—Puesbien—dijoEgremont—,pagar rápidamentenuestrosgastoses laformamáseficazdevelarpornuestrosintereses,créeme.

—Tequedanseisaños,quizásiete—dijolordMarney—,yantesdeeso,esperovertecomomaridodeladyJoanFitz-Warene.

—Nodeseovincularambascircunstancias—dijoEgremont.

—Soninseparables—dijolordMarney.

—¿Quéquieresdecir?

—Quiero decir que pienso que este pedante pago de las deudas de lacampañaelectoralesdetodopuntoridículo,yqueyonopuedointerferirenél.Dicesque losgastos legalesestánpagados.Sino loestuvieran,yomeveríacomprometido como cabeza de familia a sufragarlos, pero no puedo hacermucho más. No puedo obligarme a aprobar un gasto que, además deciertamenteinnecesariotiene,muchometemo,unpropósitoilegalybastanteinmoral.

—¿Esesarealmentetudecisión?

—Después de haber reflexionado seriamente, y guiado por un sincerointerésentubienestar.

—Bien, George, siempre lo he sospechado, pero ahora estoy bastanteconvencidodequeereselhipócritamásgrandequehaexistidojamás.

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—Elinsultonoesunargumento,señorEgremont.

—Noeresdignodeinsulto,porquenoeresdignodeotrosentimientoqueelqueahoramismomeembarga—yEgremontselevantódelamesa.

—Puedesatribuirloa tupropiaobstinaciónyengaño—dijo lordMarney—.YotehetraídoalcastillodeMowbray,yhastenidoentusmanoslascartasparajugarlasatucuentayriesgo.

—Es la segunda vez que me pones la zancadilla con este tema, lordMarney—dijoEgremontconlosojosbrillantesylasmejillaspálidasderabia.

—Mejornorepitasesodenuevo—dijolordMarneyentonodeamenaza.

—¿Porquéno?—preguntóEgremontfuriosamente.

—Porquesoysuhermanomayor,señor,ysurelaciónconmigoessuúnicotítuloparapresentarseensociedad.

—Maldigo la sociedad que ha inventado semejantes títulos —exclamóEgremontconuntonodevozelevado—.Sontítulosfundadosenelegoísmo,la crueldad y la mentira, y que no conducen sino a la desmoralización, lamiseriayelcrimen.

—Sontítulosqueleharérespetar,almenosenestacasa,señor—dijolordMarneylevantándosedeunsaltodelasilla.

—Nome toques—exclamóEgremont— u olvidaré que eres hijo demimadreytedejaréseco.Hassidoelazotedemivida;primeromerobasteaminovia,yahoraquieresrobarmeelhonor.

—¡Mentirosoyvillano!—gritólordMarneysaltandohaciaél.

Peroenesemomentoirrumpiósumujerenlasalayleagarró:

—¡PoramordeDios!—exclamó—.¿Quéestodoesto?,George,Charles,¡queridoGeorge!

—Déjame,Arabella.Déjamequele…

Pero lady Marney dio un grito desgarrador, y apartó con los brazosseparadosalosdoshermanos.Elgritotraspasólapuertadeservicio.ComonohabíanadaenelmundoquelordMarneytemiesetantocomoquesuscriadospresenciaran una pelea doméstica, salió disparado hacia la puerta paraimpedirlescruzarla.Entreabriéndola,dijoqueladyMarneynosesentíabienyque deseaba que viniese su doncella.Al volver, ¡se encontró aArabella sinsentidoenelsuelo,yaEgremontdesmayado!

Capítulo3

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Eraunamañanahúmeda.Lalluvia,quenohabíacesadodecaerdesdelamadrugada,empujadaporlafuerzaracheadadelvientodelsuroeste,azotabaaungrupodemujeresyniñasquesehabíancongregadoantelapuertadeunatiendaaúnabierta.Algunasseprotegíanconparaguas;otrasbuscabanrefugiodetrásdeunahileradeviejosolmosquecrecíana lo largodelcanalsituadoenfrentedelacasa.Apesardelmaltiempo,nodejabadecharlar.

—Mehaparecidoverlospostigosdelaspuertasdelcorralabiertos—dijounamujer.

—Tambiénamí—dijosuvecina—.Perosehancerradoenseguida.

—Era el maestro Joseph —dijo una tercera—. Le gusta ver cómo nosempapamoshastaeltuétano.

—Sialmenosnosdejaraentraralcorralparabuscarrefugiodebajodeunodeloscobertizosdeltaller,comohacenenlacasadeSimon—dijootra.

—Heestadoaquídesdelascuatroymedia,señoraGrigsby,todoeltiempoconestecríoenbrazos.Tengoquecaminarcincokilómetrosparallegarhastaaquíyotrostantosdevuelta.Y,amenosqueconsigaelprimerturno,¿quiénvaatenerlespreparadalacenaamispobresmuchachoscuandoregresendelamina?

—Tienerazón,señoraPage.Yporesomismo,eljuevespasadovinealasonce y media, desde luego antes de las doce del mediodía y, para cuandolleguéacasa,sindetenermeporelcaminomásqueparallamaramisuegra,yaeran más de las ocho de la noche. ¡Ah, es una crueldad venir a loseconomatos!

—¿Cómoestá,vecinaPrance?—dijounadamabienvestidaconunagrancesta blanca—. ¿Y cómo está sumarido?Dicen que Belfy ha cambiado dedependientes. He oído que hay un nuevo empleado en el campo del señorParker,peroqueelanteriorsigue.Siemprehepensadoqueerasu favoritoyquedabaunasracionesgenerosas.¿Sabequehaytocinoenlaciudad?Mehandichoquevaleseispeniquesyqueestácuradoartesanalmente.MepreguntosiDiggs tendrá todavía lacarade seguirlovendiendoanuevepeniques, ¡ydelrancio!Mire, por ahí viene la señorita Toddles, ¡qué bien va vestida! ¿Quéhaces por aquí, jovencita? Tú eres muy joven para venir a comprar a loseconomatos.Ah,yaveo,vienesacogersitioenlacolapara tumadre,¿no?,¡buenachica!Haríabienenvenirpronto,porquecreoquelahuelgaempiezaalasocho.Diggsloestáponiendoenunpasquínamarillomuyterrible.¿Quétepiensas?¡Ah,vanaabrirlaspuertas!No,eraunafalsaalarma.

—¿Cómoteva,vecina?—dijoalaseñorabienvestidaunamujerjovenypálidaquellevabaunniño—.Estoestáhastaeltopedegente.Lasmujeresvan

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apelearseyadespedazarseparaentrar;estoyasustada.

—Yasabes,«laprimeraque llega, laprimeraquedespachan», ¡asíesentodaspartes!—sentenciólaseñora—.Hayqueponerbuenavoluntady,luego,atarselosmachos.Calculoquenohaymenosdedoscientaspersonasaquí.Yasabescómoeselgrandíadeleconomato.Y,pormiparte,nomeimportatantounbuenachuchónenmediodetantagenteconocida.

—Elquesodeseispeniquesaquínoestámal—dijounaancianadecrépitaasucompañera—,peroenlaciudadlopuedesencontraracuatropeniques.

—Deloqueyomequejoesdelpeso—replicósucompañera—.Elúltimodía de economato pesé en casa la libra demantequilla, ymehabían pesadomásdeloqueera.¿Puedescreerlo?Hecompradoentodaslastiendasdelosalrededores,peronuncahabíavistouneconomatotanmalocomoeste.Tengodos hijos en casa enfermos por la harina de trigo, y yomisma he estado apuntodecaerenferma.Yesquesepuedeunaacostumbraraunpocodearcillablancaderelleno,perocuandosepasan,esmuyserio.

—¿Trabajansushijasenlamina?

—No,intentamosmantenerlasfuera,ymimaridosehaquedadomontonesdedíasapanyaguaporesemotivo.Sinotuviéramosquetragartantacomidadeeconomato,noslaspodríamosarreglar,peroeleconomatopuedecontodo.Lasaludesloprimeroy,después,lahonradez.

—Yo, por mi parte—prosiguió la anciana decrépita—, me quejo de lacarne.Losmejores trozosvanpara los tenderosdestajistas, y laspiezas conhuesosonlasquesecortanparalasmujeresdelosmineros.

—Señora,¿cuándovanaabrir?—preguntóunniñoconlacaramuypálida—Llevoaquítodalamañanaynohecomidonadaaún.

—¿Yquéquieres,pequeño?

—Quierounabarradepanparamimadre,peronocreoquepuedavolveracasa;mesientounpocomareado.

—LizaGray—dijo unamujer de ojos negros, nariz roja y voz chillonaacercándose precipitadamente hacia una mujer bastante desaliñada con unsombrerodepajaconunlazosucio,yunniñoenbrazos—;yasabesaquiénvengobuscando.

—Es usted, señora Mullins, ¿qué tal está? —replicó ella con un tonolisonjero.

—Ah,sí,¿cómoestáusted?¿Cómovaaestarnadieenestostiempostanmalos?

—Síquesonduros,señoraMullins.¡Sipudieravermilibrodecuentasdel

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economato!¡Cómomegustaríasaberdecuentas!ElbribónesedeJoeDiggssepusoahacérmelaseljuevesporlanoche.Mediounsablazoporaquíyotroporallíhastaquemelametiódoblada.Estoyseguradequenomeenterédenada.Yamimaridoselehaacabadolapaciencia;dicequellevolacasapeorqueunemigrante.

—Mimaridoquiereveral tuyodesdehacedías—dijo laseñoraMullinsconlosojosbrillantes—,yyasabesparaqué.

—Como es natural —dijo Liza Gray—. Pero, señora Mullins, ¿cómovamosapagarleeldineroqueledebemosconunlibrodecuentascomoeste,buenavecina?

—Nosotros somos tan pobres como ustedes, señora Gray. Y si no nospagan, tendremos que pedir prestado. Es una pena tener que ir a la casa deempeñoporque una amiga no te devuelve el dinero que una le ha prestado.Ustedlonecesitabaantes,yahoralonecesitamosnosotros.Yyacreoquelotendré,LizaGray.

—¡Calle,calle!—dijoLizaGray—.Nodespiertea lapequeña;seasustapornada.

—Loscincochelineslosvoyarecuperardeunaformaodeotra—dijolaseñoraMullinsvisiblementeirritada.

—Calle, calle, vecina.Ya le digo que se los voy a pagar, pero denos unpocomásdetiempo.Esteeseldíadeleconomato,yarreglamoscuentasporcinco semanas;peropuedequeamimarido leentrencincochelinespasadomañanaylepuedadarlamitad.

—¿Ylaotramitad?—preguntólaseñoraMullins.

—¡Ah, la otra mitad! —dijo Liza Gray, con un suspiro—. Entonces,tendremosunmuertoprontoenlafamilia,porqueestepequeñoyanoaguantamucho más. Le hemos inscrito en tres montepíos funerarios. Si muere,recibiremos tres libras de cada uno y, tras pagar los gastos del funeral,tendremossuficienteparasaldarnuestrasdeudasycuadrarlascuentas.

LaspuertasdeleconomatodelseñorDiggseabrieron.Lagenteentróentropel,comocuandoterminaunaobradeteatroytodoelmundoseapresuraasalir del patio de butacas precipitadamente, abriéndose paso a empujones,luchandoygritando.Enunabutacasituadaenalto,protegidoporunarejadelcontactoconelexterior,estabasentadoelseñorDiggs,padre,conunasonrisablandaensusemblanteinmaculado,conunlápizenlaoreja,yrecomendandopaciencia y orden en un tono melifluo a sus apretados clientes. Detrás delmostradordelacaja,queeraunafortalezainexpugnable,estabasuconocidohijo,maestro Joseph, un hombre de baja estatura, vil y repulsivo, y con los

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rasgosdeundéspotachabacanoyunperversomalhechorgrabadosenlacara.Teníaelpelonegro, lacioygrasiento, lanariz respingona,yunacaravulgarconcolmillossalientesquecontrastabaconelsemblanteamableyalargadodesupadre,queseparecíabastanteaunloboconpieldecordero.

Durante los primeros cincominutos,maestro JosephDiggs no hizo otracosaqueblasfemarymaldecir a sus clientes.Devez en cuando se apoyabasobreelmostradoryabofeteabaalasmujeresqueestabanenprimerafilaoledabatironesdelpeloaalgunachica.

—Yoestabalaprimera,maestroJoseph—dijounamujerávidamente.

—No,erayo—replicóotra.

—Yoestabaaquí—replicó laprimera—cuandosonaron lascuatroenelreloj,ymequedésentadaenlosescalones.Tengoqueestarencasatemprano.Mimaridosehahechodañoenlarodilla.

—¡Sihassidolaprimera,seteatenderálaúltima—dijomaestroJoseph—pararecompensarteportusesfuerzos!—yempezóaatenderalaotramujer.

—¡OhDiosmío, ten piedad demí!—dijo la decepcionadamujer—. ¡Yquemehayalevantadoenmitaddelanocheparaesto!

—¡Porqueeresestúpida!Ytampocosémuybienparaquéhasvenido—añadiómaestroJoseph—,porque tienesunacuentabastante largaquepagar,esoteloaseguro.

—Jurosolemnemente…—empezóadecirlamujer.

—Nomearmescamorraaquí—dijomaestroJoseph—osaltoelmostradory te doy una paliza como no las has visto. ¿Qué has dicho, mujer? ¿Estássorda?¿Quéhasdicho?¿Cuántotéquieres?

—Noquieronada,señor.

—Nuncaquieresdeestetédelamejorcalidad,debesllevartetresonzasdeté o no te llevarás nada. Si dices una palabramás te pongo cuatro. Tú, esachica alta de ahí, ¿cómo te llamas?Quédate ahí atrás, o te vas a ganar unatajadaquetevasaquedarencasahastaelpróximoarreglodecuentas.Malditovejestorio,¿creesquemevasahaceresperartodoeldíamientrastequedasahímurmurando?¿Quiénempujadesdeahíatrás?Laestoyviendo,señoraPage.¡Aversilepongounamarcanegra!¡Ah!EslaseñoraPrance,¿verdad?Padre,apuntea la señoraFlourquese llevaunsacodeharina.Poraquí tengootropedido. ¿Así que cree que la última panceta que se llevó tenía demasiadagrasa? ¿En serio, señora? Procuraré que quede satisfecha en el futuro. Megustasatisfaceramisclientes.Hayunabuenalonjadetocinocolgandoenlasalademáquinas.Loshombresqueríanalgodetocinorancioparalubricarlamaquinaria. Puedo darle una loncha de eso por, digamos, diez peniques la

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libra,muycurado,ymuyenjuto¿quéleparece?

»Pidanporahí,pidan;malditasmujeres,pidanosevanaenterar.Quesisaltoestemostrador,voyarepartiraderechayaizquierda.¡Hablen, idiotas!¿CreenquepuedooírlasgritandoenestaBabel?¡Queoslleveeldiablo!Voyahacerlascallar—ydiciendoesto,tomóunavarademediry,apoyándosesobreelcontador,lablandióaderechayaizquierda.

—Ah, ¡monstruo!—exclamóunamujer—¡lehaspegadoenelojoaminiñita!

Hubounmurmullo;casiunrugido.

—¿Dequiéneselcríoherido?—preguntómaestroJosephenuntonomásamable.

—Mío,señor—dijounavozindignada—.MaryChurch.

—¡Oh, conqueMary Church!—exclamó el malvado vástago—. Bueno,puesvoyaapuntarmedialibradelmejorarrurruz,queeselmejorremediodelmundoparaloscríos,yasíaprenderéisatraeraquíavuestrosmalditosmonos,comosinuestratiendafueseunjardíndeinfancia.

»¿Dóndeestátulibro,SusanTravers?¡Telohasdejadoencasa!Pues,yapuedes ir a buscarlo. Si no hay libro de cuentas, no hay comida.Tú eres lamujerdeJone,¿verdad?Tienesunbonodetreschelinesysesentapeniquesadeducirdetusalariodedieciochochelines.¿Eselúnicoquehastraído?Aquíestá tu dinero; y puedes decirle a tu marido que no necesita quitarse lachaqueta para bajar a nuestro pozo. ¡Igual piensa que somos unosmalditosidiotas!DilequeesperoqueconsigamuchodineroparaviajaraGales,porqueaquíenInglaterranovolveráaencontrartrabajo,comoquemellamoDiggs.¡Quién está empujando por ahí?Os vais a enterar.Voy a cerrar la tienda y,comoagarreaalgunadevosotras,malditas,osvaisaacordarparasiempre.Sialguienmedicequiénestáempujandoporahíatrás,ledoyeltocinoporsietepeniques.¿Esquenadiequiereeltocinoasietepeniques?Oshabéisasociado,¿eh?Entonceselpreciodeltocinoparavosotrashasubidoadiez.Aquívamosa jugar todos.Volvedaempujaryosvaisaenterar—dijoelpequeño tiranoenfurecido.

Perolamultitud,impacienteymolestaporlosacontecimientos,nocesabade moverse de un lado para otro y no era fácil poner orden ni serenar lasconvulsiones del tropel de gente. La tienda entera estaba conmocionada.Maestro JosephDiggs perdió la paciencia, se puso encima delmostrador y,entre los gritos de las mujeres, saltó sobre la gente. Dos mujeres sedesmayaron; otras clamaron por sus sombreros; otras gimieron por susmandiles.PeronadadetuvoaDiggs,quedabapatadasybofetadasymaldecíapor todaspartes.Al final,hubounalaridogeneraldehorror,yalguiengritó

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«hanmatadoalchico».

ElabueloDiggs,quedesdesuposiciónprivilegiadahabíacontempladolaescenaconunainconmoviblecomplacenciayque,dehecho,extraíadeestasnada insólitasexhibiciones lamismaagradableexcitaciónqueunemperadorromano habría experimentado ante los combates del circo, empezó a pensarque las cosas estaban poniéndose feas, y se levantó para aconsejar orden eimponer algunasmedidas amistosas. Hastamaestro Joseph se apaciguó conaquellavoz templadaquepodríahaber sidodel propioAugusto.Parecía serverdadquehabíamuertounniño.Eraelchavalalquesumadrehabíaenviadoaporunabarradepan,elquesehabíaquejadoantesdequeabrieralatiendadelaspocasfuerzasquetenía.Durantelarefriegasehabíacaídoalsueloy,alparecer, para utilizar la frase de la dama elegante que había intentadorescatarle,«sehabíaasfixiado».

Losacaronde la tienda.No teníapulsoyestabaempapadodesudor.Noteníaningunaamigaallí.

—Mequedaréjuntoalcuerpo—dijoladamaelegante—aunquepierdamiturno.

En ese momento, Stephen Morley, pues el lector habrá, sin duda,averiguadoqueelextranjeroqueconversabaconlosmineroseraelamigodeWalterGerard,llegóaleconomato,queseencontrabaamitaddecaminoentrelacasadondehabíapasado lanocheyWodgate.Sedetuvo,preguntóy, trasexaminar al pobre chico, siendo él un hombre de ciencia y con algunosconocimientos,decidióqueaúnestabaconvida.SellevóalviejoDiggsaparteyledijo:

—SoyeditordelMowbrayPhalanx.Novoyahablarconusteddelantedeestagente,peroledigoqueustedysuhijosonclaramenteparamíopresoresdelpueblo.Nosésimecorresponderáamíinformardeestamuerteyescribirunartículo.Confíoenqueno,porqueaúntenemostiempoyesperanza.

—¿Quépodemoshacer,señor—preguntóalarmadoelseñorDiggs—,paraayudaraestacriaturaenesteestado?

—Calle y actúe—dijo Morley—. No hay tiempo que perder. Vamos allevaralchicoarribayacostarloenunacamacaliente,enunadesusmejoreshabitaciones, con todas las comodidades. Tengo que resolver unos asuntos,peroesperaréylecuidarémientraspasalopeor.Venga,vayausteddelanteyyo lo cogeré enbrazos, y lo llevaré al pisode arriba a travésde suoficina.Cadaminutoesprecioso—ydiciendoesto,MorleyyelviejoDiggsentraronenlacasa.

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Capítulo4

Wodgate,oWogate,comolodenominabaelmapa,eraundistritoqueenlaantigüedad se había consagrado al dios sajón Woden y que, a lo largo deépocas sucesivas, parecía estardestinadoa conservar su carácterpagano.Alprincipiodelaguerrarevolucionaria,Wodgateeraunazonadecasuchasparalos trabajadoresde lagran regiónmineracolindanteyenél seestablecieronlos primeros aventureros de la industria que empezaba a desarrollarserápidamente. Pues, aunque las grandes vetas de carbón ymineral de hierroafloraban,comodicen,antesdellegaraestatierradespobladayyerma,y,portanto, aquí se carecía de las fuentes de minerales y metales que habíanenriquecidoalaspoblacionesvecinas,Wodgateteníasuspropiasventajasquehacíanvolarlaimaginacióndelosanarquistas.Eraunatierrasinpropietario;nadiereclamabasuderechodeseñoríosobreellaysepodíaconstruirsinpagarrenta.Además, puestoque era undistrito queningún arzobispado reconocíacomosuyo,noexistíannilosdiezmosnilosentrometidosquesupervisarananadie.Poseíareservasabundantesdegasquenocostabannadaporque,aunquenovalíalapenaexplotarlasparalaminería,lasuperficiedelsuelodeWodgateseparecíaa ladelas tierrasdelosalrededores.Asípues,fuecongregándoseunapoblaciónquecreciórápidamenteentornoallugarmásfeodeInglaterra,un paisaje al que ni la naturaleza ni el arte habían contribuido ni con unadarmedeencanto;dondenoseveíaunárbol,noseconocíaunaflor;dondenoexistíaniuna torreniuncampanario,niunsolosonidoo imagenenquepudierareposarelcorazónosehumanizaraelpensamiento.

Sea cual sea la causa, ya fuera porque las primeras barriadas trajeronconsigoalgunosdelostrabajostradicionales,algonoimprobable,oporquesuexistenciaaisladaydesaforadaloshizoconcentrarsusenergíasenlaartesanía,lo que es cierto es que los habitantes de Wodgate pronto se ganaron unareputacióndetrabajadoresexpertos.Sufamacreciótantoyllegótanlejosquedurantemásdeuncuartodesiglo,tantoporsudestrezacomoporlospreciosde su trabajo, no han tenido rival en todo el país. Como fabricantes dequincalleríasellevanlapalmadetodoeldistrito;comofundidoresdemetalytrabajadoresdelhierro,nolosaventajanadie;ycomofabricantesdeclavosycerrajeros, su fama ha llegado incluso hasta los mercados europeos, dondealgunos de sus trabajadores más cualificados han sido invitados confrecuencia.

¡Perohansidoinvitadosenvano!Porquenohaysalarioquepuedasacaraltrabajador de Wodgate de su tierra natal, ese arrabal de casuchas queenseguidaadoptólaformadeunpueblograndey,llegadoelmomento,crecióaúnmáshastaconvertirseenunaciudad;yunaciudadcuyoshabitantes,queenlaactualidadsecuentanporcientosdemiles,sealojanenlasviviendasmás

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miserablesdelburgomásodiosodelpaísmásfeodelmundo.

Esunaregiónqueconserva,sinembargo,sumagia.Apesardequesehahecho próspera, no ha perdido ninguna de las características de su sociedadoriginaria, sino que, por el contrario, las ha preservado celosamente. EnWodgate no existen los señores ni los amos acéfalos, los patrones ni losdestajistas.Nosehalevantadoaúnelpináculodeningunaiglesiay,comosielcelosoespíritudeWodenaúnvagaraporsuantiguotemplo,apenashayalgúnqueotroconventuchoqueseatreveaasomarsufachadaenalgunaesquina.Nohay municipalidad, ni magistrados ni actos locales ni capillas anexas niescuelas de ningún tipo. Las calles no están nunca limpias, cada hombrealumbrasupropiacasaynadiesecuidadenadaexceptodesusnegocios.

Perohaymás.EnWodgatenoseconocefábricaoestablecimientoalguno.Aquíeltrabajoeselmonarcasupremo.Aquíladivisióndeltrabajoserealizaenfuncióndelascostumbres,perosefrenalainterferenciaolainfluenciadelmero capital. El negocio de Wodgate lo llevan a cabo trabajadoresexperimentadosensuspropiascasas.Cadaunoposeeunnúmeroilimitadodeloqueellosllamanaprendices,sobrelosquerecaeelpesoprincipaldeltrabajoyalosquetratancomolosmamelucostratabanalosegipcios.

Estostrabajadoresformanunaaristocraciatanpoderosaquenoesposibleconcebir una aparentemente más despótica. Son tiranos despiadados queinfligencastigosmásdurosasussúbditosquelosquetuvieronquepadecerlosesclavos de nuestras colonias. No contentos con darles palizas o confustigarlos con cuerdas de nudos, acostumbran también a derribarlos conmartillosoaabrirleslacabezaconunlimatónounacerradura.Sinembargo,el castigo más habitual o, más bien, el estímulo para incrementar suproductividades tirar aunaprendizde lasorejashastadesgarrárselas.Estosjóvenestrabajandieciséiso,incluso,veintehorasaldía;amenudounmaestrose los vende a otro; se alimentan de carroña y duermen en sótanos obuhardillas. Sin embargo, ya sea porque están embrutecidos y no sonrealmente conscientes de la degradación y los sufrimientos a los que estánexpuestos, ya sea porque losmantiene la creencia de que el día en que lestocará a ellos ser maestros u opresores llegará pronto, la aristocracia deWodgate no es ni mucho menos tan impopular como la aristocracia de lamayoríadelosdemáslugares.

En primer lugar, es una aristocracia real que posee privilegios, pero quehacealgoporganárselos.Sedistinguedelcuerpoprincipaldelasociedadnosolamenteporelnombre,sinoporqueeslaclasequeposeelamayorpartedelos conocimientos de Wodgate. De alguna manera, posee un conocimientocompletoeimparteasumodounabuenapartedeélalrestodelapoblaciónala que guía. Así pues, hay una aristocracia dirigente y eso es un hecho.Además, el sistemasocialdeWodgatenoesunprocedimiento invariablede

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trabajosindescanso.Suplanes trabajarduro,peronosiempre.Pocasvecessobrepasanloscuatrodíasdetrabajoalasemana.Losdomingos,losmaestroscomienzan abeber, y para los aprendiceshay luchasdeperros sin límite deriesgo; los lunesy losmartes toda lapoblacióndeWodgate, seacual sea suprocedencia,edadysexo,seemborracha.Hastaalosniños,quedeberíanestarmamando, se les da una pizca del jarabe deGodfrey. Aquí hay descanso yentretenimiento. Si hay menos vicios de los que podría pensarse a primeravista,hayquerecordarquelosexcesosestánlimitadosporladebilidaddelasangreyelagotamientoconstante.Lacomidaescasayeltrabajoduroson,asu manera, si no exactamente una política moralizante, sí tolerablementebuena.

No hay nadie más en Wodgate que predique o controle. No es que elpueblo sea inmoral, ya que la inmoralidad implica una premeditación o unaignorancia,yestaesrelativa,sinoquesonanimalesinconscientes;susmentesestán en blanco y sus peores acciones son solo el impulso de un instintoobscenoy salvaje.Haymuchaspersonasdeestaciudadquedesconocen suspropiosnombresymuypocosquepuedandeletrearlos.Esraroencontrarseauna persona joven que sepa la edad que tiene y aún más raro encontrar almuchacho que ha visto un libro o a la muchacha que ha visto una flor. Sialguien les pregunta el nombre de su soberano, se le quedaránmirando sinentender;silespreguntaraelnombredesureligión,seecharíanareír;quiéngobiernaenlatierraoquiénpuedesalvarlosenelcielosonmisteriosigualesparaellos.

Así era la gente con la que iba a mezclarse Morley. Wodgate tenía elaspectodeunenormesuburbiosórdido.Amedidaqueunoseadentraenélyva dejando atrás las largas filas de viviendas cochambrosas, de niñostumbadosenlacalle,seesperaalgúntipodecorrespondenciaeneltamañooenlascomodidadesconelgentíoconsiderablequeabarrota lacalle, inmersaensusocupaciones.Nadadeeso.Nohabíaedificiospúblicosdeningúntipo,niiglesias,capillas,ayuntamiento,institutosoteatros;ylascallesprincipalesde la ciudad en el que estaban emplazadas las toscas ymugrientas tiendas,pese a estar formadas por casas de mayor altura que las anteriores, eranigualmenteestrechasy,simeapuran,mássucias.Cadacuatroocincobloques,encallejonesdeapenasunmetrodeanchoyllenosdeinmundiciasquedabana la calle se agolpaban viviendas de varios tamaños. También del patioprincipal solían derivarse una serie de pequeños callejones o pasajesestrechísimos tan cerrados, oscuros y sórdidos que es difícil imaginar algoigual.Durantelosdíaslaborablesaquínuncacesabaelruidodelmartilloydellimatón, entre los desagües de excrementos, las inmundicias amontonadas ylos residuos estancados de mugre; eran fuente de lepra y plagas, cuyasemanacioneseransuficientesparacontaminarlaatmósferadetodoelreinoyllenarelpaísdefiebresypestilencias.

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Un muchacho joven, flaco y harapiento, raquítico y ennegrecido por elhumo,sehabíasentadoenelumbraldeunmíserocobertizoatrabajarconlalima. Detrás de él había una muchacha delgada y deforme, con la espaldacomounsaltamontes,atrofiadaporeldesplazamientode laescápula,queesunadeformidadcomúnentre lasmuchachasdeWodgatedebidoa laposturaretorcida que se veían obligadas a adoptar para trabajar con su herramientahabitual.Surostromelancólicoyalargado,y lamiradaperdidaquedirigióaMorleymientras estepasaba atrajeron su atención.Puestoque la ocasión sepresentabaconveniente,aprovechólaoportunidadparapreguntaralgoacercadelindividuoquebuscaba.Sedetuvoysedirigióaltrabajador:

—¿Amigo, no sabrá usted por casualidad dónde para una persona queatiendealnombredeHatton?

—¡Hatton! —dijo el joven mirándole con una amplia sonrisa, pero sindejardetrabajar—,¡creoquesí!

—Québien;soyafortunado;¿puededecirmealgosobreél?

—¿Veestodeaquí?—dijoeljovenaúnsonriente,dejandoellimatóndesudeformadaynudosamanoyseñalandounacicatrizprofundaquecruzabasufrente—.¡Élmelohizo!

—¿Unaccidente?

—Algo parecido. Un accidente que ocurría con frecuencia. Me gustaríahaberrecibidounacoronaporcadavezquemehaabiertolacabeza.Enunaocasiónmelaabrióconunallave,yendosconunacerradura;dosvecesmegolpeóconlaesquinade lacerraduraenlacabeza;unaconlafallebayotraconel trinquete,yyasabequéeseso, lapiezaqueentraen laarmella.Otravezmegolpeóenlacabezaconunmartillo,¡conesosíquemedejoseco!,caíredondo.Cuandorecobréelsentido,elmaestromehabíaparadolasangreconalgodel fieltrodesusombrero.Tuvequeseguir trabajandode inmediato.Elmaestromedijoquedebíaterminarmitrabajohastalasdocedelanoche.Sonmuchaslasvarasdefresnoquemeharotoenlascostillas,algunasveceslosverdugonesme duraban una semana.Una vezme cortó el párpado con unavara de castaño, me hizo un corte en el ojo del que salió tanta sangre quemanché los limatones con los que estaba trabajando. Algunas veces me hatiradotantodelasorejasqueparecíaquemelasibaaarrancaryaquedárselasenlamano.Perotodoesonofuenadacomparadoconestecorte.Estosíquefuegrave,ysinosalgodeaquelladicenquehayunainvestigación,aunqueyocreo que eso son patrañas, porque también lo dijeron cuando lo del viejoTugsford con uno de sus aprendices y nunca se encontró el cuerpo que yosepa.¿AsíquemepreguntasiconozcoaHatton?¡Yalocreoquesí!—Yeljoven flacoyharapiento se echó a reír alegremente, como si hubiera estadohablandodesusaventurasmásfelices.

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—Pero¿esquenohaycompensaciónparaunaopresióntandespiadada?—dijoMorley,quehabíaestadoescuchandoasombradoesterelatocomplaciente—,¿esquenohayunjuezanteelquepoderdenunciaresto?

—No, no —añadió el limador con obvio orgullo—, no tenemosmagistradosenWodgate,pero tenemosunalguacil.Unavezqueunmaestrodiounapalizaasuaprendizconelpalodeunasilla,estefueaRamborough,obtuvo una orden de detención, hizo la demanda él mismo y se la dio alalguacil,peronosirviódenada.Paraesosirveunalguacilaquí.

—Mepesa—dijoMorley—tenerasuntosqueresolverconunhombretandespreciablecomoesteHatton.

—Yaveráqueesungrantragón—dijoellimador—.Siesquenoempinaelcodo,porqueentoncesseponealborotado,peroustedengáñeleytráteledemaestro,yyaverácómoirámáslejosymejorconél.

—¡Quédices!¡Aesemonstruo!

—QueDios le bendiga. Encárguele una cerradura y ya verá cómo no lerobannunca.Tambiéneragenerosoconlosalimentos.Mientrasestuveconélnunca levi comer carnede caballo; ynohayotra cosa enTugsford.Nuncacomiódeningunavacaenferma,salvocuandolacarneeramuytierna.Ysolíaarrimarlacaraalasternerillasreciénparidas,porquedecíaquelegustabaquesusmuchachoscomierancarnequenacíavivaymoríaviva.Poresemotivonuncasevendióningunaovejaquehubiesesidogolpeada.Y, luego,algunasveces,sielpescadollevabacuatroocincodíasenelmostradorynosehabíavendido,nosinvitaba.Aldiabloloqueessuyo,comodigoyo.Nuncafaltabadenadacuandocomíamosconelobispo,exceptotiempoparacebarse.

—¿Yporquélellamasobispo?

—Ese es su nombre y su cargo, porque él es el gobernador de todosnosotros.YsiempreharesultadoqueenWodgategobiernaunobispo,porquecomonotenemosiglesia,tenemosalgoquehacelasveces.Yporesemotivoélmecasóconestaseñorita.Ellaesde la religiónbaptistayqueríaquenosuniesesupárroco,peroatodosloschavalesquetrabajaronconmigoloshabíacasadoelobispoyamuchosmás,ynoveía razónparahacerotracosa.Asíqueélmeechóunpocodesalenunaparrilla,leyó«elPadrenuestro»alrevés,yescribiónuestronombreenunlibroyfuimosunidosenmatrimonio.Peronolo he hechomal del todo, ¿verdad? Suky y yo nos hemos hecho compañíadesdehacedosaños,ynohayunachicaentodoWodgatequemanejelalimacomomiSue.

—¿Ycómotellamas,mibuenamigo?

—Me llaman Tummas, pero no tengo apellido. Ahora que estoy casado

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voyatomareldemimujer;ellahasidobautizada,asíquetienedos.

—Sí, señor —dijo la chica con la cara vacía y la espalda como unsaltamontes—.Yosoycristianaymimadreloeraantesqueyo,yesoesalgoquenopuedendecirmuchaschicasaquíenelpatiodelinfierno.Thomaslovaaadoptar cuandoaflojeel trabajo,yélyacreeennuestroSeñorySalvadorPoncio Pilato que fue crucificado para salvarnos de nuestros pecados; y enMoisés,Goliatyelrestodelosapóstoles.

—¡Ah,Diosmío!—pensóMorley—. ¿No podrían reservar uno de esosmisioneros que envían a Tahití para evangelizar a sus propios paisanos deWodgate?

Capítulo5

Elcrepúsculodeveranosehabíaidodesvaneciendogradualmenteparadarpaso a una encantadora noche. La luna joven, siempre cortejada por lasestrellas,brillabacomounahozen labóvedacárdenadelcielo.De todaesamultitudluminosadeastroselúnicovisibleeraHéspero;yunabrisaquetraíael último abrazo de las flores al sol soplaba lánguida y caprichosamenteacariciandolatierraquietayperfumada.

La luzde la luna sederramaba sobre el tejadoy el jardíndeGerard.Suresplandorinundabatodalacabaña,exceptoelemparradodelporchedondelaprofundaoscuridad le negaba la entrada.Los alrededores de la casa estabancubiertosdemacizosdefloresydehierbasbiendispuestosyresplandecientes,deformaquepodíarastrearsehastalamáspequeñohuellaodistinguirsecasitodas lashojas.Devezencuando,soplabaelviento,y losguisantesdeolorsusurrabandesdesusueñoo las rosas temblabancomosi tuvieranmiedodeserdespertadasdesuplacenterasiesta.Unpocomáslejos,losárbolesfrutalesrecogíanelesplendorde lanochecomoungrupodesultanasenjoyadasquetomaran el aire en el jardín, cuando ya no puede profanarlas la mirada deningún hombre. Había manzanas que rivalizaban con los rubíes, peras delcolordeltopacio,unramilletedeciruelas,algunasmoradascomolaamatista,otras azules y brillantes como el zafiro; aquí una esmeralda, ymás allá unagotadeoroquerefulgíacomoeldiamanteamarillodeGengisKhan.

¿Y dentro de la casa, el momento era menos grato? Una única lámparaproyectaba sobre la estancia una luz suave pero suficiente. La biblioteca deStephenMorleysehabíatrasladadoya,peroloslibrosnohabíandesaparecidoen su totalidad, porque los estantes distaban de estar vacíos. Habíadevocionarios, algunos libros de historia de la Iglesia, uno o dos sobre arte

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eclesiástico, varias obras de nuestros últimos dramaturgos, algunasreimpresionesdenuestrascrónicas,ymuchospergaminosdemúsicalitúrgica,que formaban inclusounanotable colección.Sin embargo,nohabíaun soloinstrumentomusical,yelúnicocambioenelmobiliariodesdequevisitamoslahabitacióndeGerarderalapresenciadeunasilladerespaldoaltodeestiloantiguo,preciosamentelabrada,yunretratodeunasantaencimadelarepisade la chimenea. En cuanto aGerard, estaba sentado con la cabeza apoyadasobresubrazo,yesteextendidoencimade lamesa,mientrasescuchabacongran interés la lectura de un libro en voz de su hija, a cuyos pies se habíatumbadoelfieroylealmastín.

—Así que ya ves, padre mío—dijo Sybil con entusiasmo, poniendo ellibrosobrelamesasinacabardesoltarlo—,nisiquieraentoncesestabatodoperdido.Elobstinadocondese replegómásalláde la líneadel ríoTrento,ypasaríanañosyreinadosantesdequeenestapartedelaislaseaceptaransusleyesycostumbres.

—Ya veo—dijo su padre—y, sin embargo, no puedo evitar desear queHarold…—yaquíelmastín,alescucharsunombre,sepusoenpiederepenteymiróaGerard,quienlesonrióylediounaspalmadasenellomodiciendo—:quenoestábamoshablandodeti,nobleseñor,sinodetuexcelsohomónimo;aunqueolvídalo,unperrovivobienvaleunreymuerto.

—¡Ah! ¡Por quéno tendremos ahoraunhombre—exclamóSybil—queproteja a la gente! Si yo fuese príncipe, ninguna misión me parecería tandigna.

—Pero Stephen dice que no—replicóGerard—; dice que estos grandeshombres no nos han usadomás que como herramientas; y que la gente notendrá nunca sus derechos hasta que los líderes competentes surjan de suspropiasfilas.

—PeroentoncesStephennoquiere recordarelpasado—adujoSybilconunsuspiro—;éldeseacrearelfuturo.

—Elpasadoesunsueño—contestóGerard.

—¿Ycuáleselfuturo?—preguntóSybil.

—¡Aydemí!Nolosé;peroamenudodeseoquesedeclarasedenuevolabatalladeHastingsparaqueyopudieraecharallíunamano.

—¡Ah, padre mío!—dijo Sybil con una sonrisa triste—. Otra vez a lacarga con tu remedio fatal de aplicar la fuerza física. Incluso Stephen, contodassusextrañasfantasías,estácontralafuerzafísica.

—Esoescierto—dijoGerardsonriendodebuenagana—;cuandovolvíaacasahaceunosdías,ymeparéduranteunratoenelpuenteyporcasualidad

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mevireflejadoen lacorriente,nopodíaesperar imaginarmequeelHacedorhubieseforjadoestosmúsculosparasostenerunalanzaoestirarunarcoenvezdeparasupervisarunalanzaderaounhuso.

—Y,noobstante,conunalanzaderayunhusopodemosredimiranuestragente —dijo Sybil con entusiasmo—. Si al menos pudiésemos mover lasmentes quemueven esas felices armas. ¡Oh, padremío! Creo que el podermoralesirresistible,o¿dóndevamosabuscarlaesperanza?

Gerardnegóconlacabezaconsuhabitualsonrisa.

—¡Ah! —dijo él—. Qué podemos hacer, ellos tienen la tierra y lospropietariosdelatierragobiernansobreelpueblo.Elreynormandosabíaeso,Sybil, como acabas de leer. Si al menos tuviésemos los derechos que noscorresponden, podríamos hacer algo, pero no sé; me atrevo a decir que sirecuperáramosnuestratierra,yoseríatanmalocomolosdemás.

—¡Claro que no, padre mío! —exclamó Sybil con energía—, ¡nunca,nunca!Tupensamientoseríatanprincipescocomotudestino.¡Seríasungranlíderparaelpueblo!

Haroldselevantóderepenteyempezóagruñir.

—¡Chis!—atajóGerard—,alguienllamaalapuerta—yselevantóysaliódelahabitación.Sybilescuchólasvocesyalgunosfragmentosdelasfrases:«Vosmeperdonaréis»,«loaceptodebuengrado»o«asíquesomosvecinos».Yluegosupadrevolvióaaparecerporlapuerta,anunciandoaunapersonaydiciendo—: aquí está mi amigo el señor Franklin, Sybil, de quien estabadiciéndote antes que va a ser nuestro vecino. ¡Abajo, Harold, abajo! —ypresentóasuhijaaaquelcompañerodelseñorSt.LysenlavisitaacasadeltejedorcuandoellamismahabíaconocidoalvicariodeMowbray.

Sybilselevantó,dejandocaersuavementeellibrosobrelamesa,yrecibióaEgremontconunacomposturayunagracianaturales.

Eslacivilizaciónlaquenoshacetorpesynosimpulsaaadoptarposturasinseguras. Nosotros, perplejos, nos refugiamos en la vanidad, y si estamosavergonzadosrecurrimosalaafectación,peroelbeduinooelindioamericanonuncapierdenelsentidodesímismos.Así,cuandoseentraenlacabañadeuncampesino, su esposa lo recibe a uno con una dignidad en el porte quecontrastacon la jactanciaqueexhibeunagrandamacuando,conocasióndeunagranrecepción,dalabienvenidaasusinvitadosconunremedodecortesíaounaexageradaydesdeñosamuestradedominiodesímisma.

—Meatreveríaaasegurar—dijoEgremontinclinándoseanteSybil—queusted ha vuelto a ver a nuestro pobre amigo el tejedor después de que nosencontrásemosallí.

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—El día quememarchaba deMowbray—dijo Sybil—. No carecen deamigos.

—¡Ah!Yaconocíaamihija.

—Enunamisióndebeneficencia—contestóEgremont.

—Y supongo que no ha encontrado la ciudad muy de su agrado, señorFranklin—siguiódiciendoGerard.

—No, no la podía soportar, las noches son tan cerradas. Además, heacumuladounagrancantidaddenotas,ymefiguréquepodíaconvertirlasenun informe más preciso si encontraba un relativo aislamiento. Así que healquiladounahabitacióncercadeaquí,conunpequeñojardín,notanbonitocomoelsuyo,peroalgoesalgo;ysideseomásinformación,siempretengoaMowbrayaunpasodeaquí.

—Dicebienyhahechobien.Además,enLondresseacuestaunotantardeysetrabajatanto.Unpocodeairedelcampolesentarámuybien.Esagaleríadeperiodistasdebedesermuyfatigosa.¿Utilizalataquigrafía?

—Unestilode taquigrafíapropio—concretóEgremont—.Dejomuchoamimemoria.

—¡Ah!,peroustedesjoven.Mihijatambiéntieneunamagníficamemoria.Pormiparte,haymuchascosasquenolamentoolvidar.

—Estoyde acuerdoconusted, vecino—dijoEgremont—.Cuando sehaestadotrabajandotodoeldía,alllegarlanochesesienteunounpocosolo.

—Muycierto.Ymeatrevoadecirquealgunasvecesencuentraeltrabajodedespachounpocoaburrido.Yomismono le encuentro interés.Megustaleerunlibro,siestábienescritoytocatemasquemeimportan,peroprefieroescuchar a leer —declaró Gerard—. Tanto es así que me gustaría quevolvieranlostiemposdeljuglarodelcontadordecuentos.Despuésdeundíadetrabajoseríabonitotenerunniño,ahoraqueyoyanolostengo,queleleaaunounlibro.

—¿Este libro?—preguntó Egremont acercando la silla hasta la mesa ymirandoaSybil,quehizounaseñalafirmativaconlacabeza.

—¡Ah!Esteesunbuenlibro—dijoGerard—,aunquesobreuntematriste.

—La historia de la conquista de Inglaterra por los normandos —leyóEgremont en la portada del libro, donde también estaba escrito «DeUrsulaTraffordaSybilGerard».

—¿Loconocéis?—preguntóSybil.

—Soloheoídohablardeél.

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—Talvezeltemanoosinteresetantocomoanosotros—dijoSybil.

—Deberíainteresaratodoelmundoyatodosporigual—afirmóelpadre—puesnosdividimosentreconquistadoresyconquistados.

—Pero¿nopensáis—dijoEgremont—queyanoexistetalseparación?

—¿Hastaquépunto?—preguntóGerard—.Pocoapocohandesaparecidomuchasdelascircunstanciasqueconducíanalaopresión,peroestehechosedebealcambiodecostumbres,noalreconocimientopolíticodesuinjusticia.El mismo curso del tiempo que ha cambiado muchas atrocidades, máschocantessinembargoparanuestrossentimientosmodernosqueparaaquellosque las crearon y padecieron, ha alterado simultáneamente muchascircunstanciasquealiviabanesossufrimientos.Puedequelagarradelbarónyanosea tandespiadada,pero tampocoencontramosen la Iglesiaaunvaledortan presto como antaño. El espíritu de la conquista se ha adaptado a lascambiantescircunstanciasde laedady,aunquecambiensus resultadosen laforma,enelfondosonmuyparecidos.

—Pero¿cómosemuestranasímismas?

—En muchas circunstancias que conciernen a muchas clases, pero yohablodeaquellasquetocanamipropiagentey,portanto,lodigodeunavez,aladegradacióndelpueblo.

—Pero¿estáelpueblotanempobrecido?

—HaymásservidumbreenInglaterraahoradelaquehahabidoenningúnotromomento histórico desde la conquista.Hablo de lo que ocurre a diariodelante de mis ojos; los trabajadores tienen ahora tan pocas opciones decambiarodeescogerasuspatronescomocuandonacíansiendoesclavos.Haygrandessectoresdelasclasestrabajadorasdeestepaísqueestánmáscercadelacondicióndebestiasqueloquelohanestadoenningúnmomentodesdelaconquista.Tantoesasíquenoveonadaquelosdistingadelasbestias,exceptoque sumoral es inferior. El incesto y el infanticidio son tan comunes entreellos como entre los animales inferiores. El orgullo de Inglaterra vadebilitándosecadaañoquepasa,yesalgodeloquenopodemosextrañarnoscuandonoexistelaalegríaparaconfortarnosnielsentimientodeveneraciónporunhogarpatrio.

—Elotrodíaestabaleyendounlibro—dijoEgremont—dondeseprobabaestadísticamentequelascondicionesgeneralesdelpueblosonmuchomejoresahora de lo que lo que han sido nunca antes en ningún otro período de lahistoria.

—¡Ah sí! Conozco ese estilo de especulación —dijo Gerard—. Esecaballeroquelerecuerdaaunoqueuntrabajadoractualmenteposeeunparde

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calcetines de algodón, y que ni el propio Enrique VIII gozaba de tantobienestar. En cualquier caso, la condición de las clases trabajadoras ha dejuzgarse por la época y por la relación de unas con otras. No es necesariodetenerse en eso. Niego las premisas. Niego que la condición de la mayorparte de la sociedad sea mejor ahora que en cualquier otro período de lahistoria.Yodigoqueestanmalacomohasidoenotrasépocas.Porejemplo,la gente estabamejor vestida, gozaba demejores viviendas y se alimentabamejor justo antes de la guerra de las Rosas que en la actualidad. Sabemoscómovivíauncampesino inglés enaquellos tiempos; comíacarne todos losdías, nunca bebía agua, poseía una vivienda digna y vestía con robustasprendasdelana.Noesnecesarioacudiralascrónicasparasaberesto.EnlasactasparlamentariasdesdelosPlantegenethastalosTudornosenseñantantoelpreciode lasmercancías comoelnivelde los salarios;y seve enseguidaque los salariosdeaquellosdíasofrecíanel sustentoy lacomodidadqueunhombresensatopodíadesear.

—Séloprofundamentequesienteestetema—dijoEgremontvolviéndosehaciaSybil.

—Esefectivamenteelúnico temaquemantieneocupadomipensamiento—replicóella—,exceptouno.

—¿Ycuálesese?

—Vera lagente arrodillarsedelantedenuestrabenditaSeñora—replicóSybil.

—Observecuáleslamediadeesperanzadevida—dijoGerard,quesalióinvoluntariamente al socorro deEgremont, que estaba un poco avergonzado—.Laesperanzamediadevidaenestedistritoentrelasclasestrabajadorasesdediecisieteaños.¿Quéleparece?DelosniñosnacidosenMowbraymásdelamitadmuerenantesdeloscincoaños.

—Y,sinembargo—replicóEgremont—,enelpasadolesasolabanpestesterribles.

—Peroafectabanatodosporigual—dijoGerard—.Tenemosmáspestesahora en Inglaterra de las que hemos tenido nunca, pero solo afectan a lospobres.Nuncaoímoshablardeellas.EnlascapasdeartesanosycampesinoseltifusporsísolosiegalavidadeunnúmerodehabitantesigualaldetodoelcondadodeWesmoreland.Estoseproducetodoslosaños,peronoafectaalosrepresentantes de los conquistadores; las víctimas son únicamente losdescendientesdelosconquistadores.

—Avecesmeparece—dijoSybildescorazonadoramente—quetansoloeldescensodelosángelespuedesalvaralagentedeestereino.

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—Algunasvecesmepareceoírunpajarito—dijoGerard—quecantaqueellargodeshieloacabadecomenzar.Tengounamigo,esedelqueoshablabaelotrodía,quetienesusremedios.

—PeroStephenMorleynocreeenlosángeles—dijoSybilconunsuspiro—,yyonotengofeensuplan.

—Él cree que Dios ayudará a aquellos que se ayuden a sí mismos —replicóGerard.

DurantetodoestetiempoEgremontestuvosentadojuntoalamesa,conellibroenlamano,mirandocaprichosamenteyconunaireausenteeltítulodelaportada, donde estaba escrito el nombre de su propietaria. De pronto, dijo«Sybil».

—Sí—contestólahijadeGerardconciertoasombro.

—Le ruego que me perdone —dijo Egremont ruborizándose—. Estabaleyendo su nombre. Pensé que lo leía para mí. ¡Sybil Gerard! ¡Qué bonitonombreesSybil!

—Es el nombre demimadre—dijo Gerard—, y el demi abuela, y unnombre que lleva rondando por estas tierras tanto tiempo como nuestraespecie,yesoesmuchotiempo,porque—añadiósonriendo—,segúnheoídodecir,fuimoshombresaltosduranteelreinadodelreyJuan.

—Lasuyaes,desdeluego,unafamiliaantigua.

—Ay, la sangre inglesa corre por nuestras venas, aunque somoscampesinosehijosdecampesinos.AunquehubounodenosotrosquedisparóunarcoenAzincourt,yheoídohazañasmásgrandes,peroyocreoquesoncuentosdeviejas.

—Almenosnonosquedaotracosa—añadióSybil—quenuestraviejafe;esaalaquenoshemosagarradotantocuandolascosasibanbiencomocuandoibanmal.

—Y bien, buen vecino Franklin—dijo Gerard—, yome levanto con laalondra.Peroantesdequesevaya,Sybilnosvaacantarunréquiemqueamo;calmaelespírituantesdehundirnosenelsueñodeestanochequepodríasereldelamuerte,yquealgúndíasindudaloserá.

Capítulo6

Una florescencia se extendió en el cielo de la mañana. Una suave luzdoradabañóconsusprimerosrayoselregazodelvalle,salvounlugardonde

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unafinaneblina,quenollegabaabruma,aúnflotabasobreunapartedelríoque,sinembargo,devezencuandoespejeabaconlosdestellosdelaluzdelsol.Unaespeciedefulgorsombríobañabaelpaisaje,cuyoscontornos,aunquenítidos,sedifuminabanenlosbosqueslejanos,enlamasadealtosárbolesquese erguían junto al puente gris, las chimeneas de las casas de campo cuyohumo subía hasta mezclarse con el aire azul y quieto, entre los huertosamontonadosylosjardinesdefloresyplantas.

¡Ah!Nohaynada tanalegreygozosocomounamañanadeverano.Esahoraenqueeldíaselevanta,cuandolamenteestáalertayelcorazónlateconímpetu;eselmomentodelaaudaciaylaesperanza,¡lahoradelarenovación!

El hermano de lord Marney salió de su cabaña para sentir la pujanzadichosadelavidaenmediodelosjardinessoleadosydelmurmullodeabejasypájaros.

¡Ah, esto es delicioso!, se dijo. ¡Esto es vida!Gracias aDios que estoyaquí,queheabandonadoparasiemprealcruelyconvencionalMarney.Sinofuese por mi madre, seguiría siendo el señor Franklin para siempre. Ojaláfuera periodista de verdad, y tuviera unamisión que cumplir en el valle deMowbrayocualquierotracosadeformaquesiempretuviesequeestaraquí.Estaspersonassoncomoamigos,independientementedecualquierotracosa,superioresanadiequehayaconocidoantes.¿Porquémeinteresan?Piensanyhablan, dos hábitos que han pasado bastante demoda, si es que alguna vezexistieron entre mis amigos. Acaso esas formas cultivadas, ese estudiado yartificialrefinamientoquepretendecompensarlacrueldadolaestupidezalaque estamos abocados, ¿acaso mi anfitrión de ayer noche carece de esacortesía?Siesverdadquenoposeenuestraconvencionaldisciplina,sutalantenaturallocompensaconcreces.Observoquenohaypalabraniactosuyosquenobrotendeesetactoqueeslafuenteciertadelbuengusto.EsteGerardsemeantojacomounhombreauténtico,llenodeconocimientosquesehanforjadoen su propia cabeza; con una gran, pero también, saludable compasión; ybastantemejoreducadoquelorddeMowbrayoquemihermano;yquedevezencuandoabreunlibro,unhábitoquenoescomúnentrelosdemiclase.

Ysuhija,¡ah,suhija!Hayalgocasisublimeenesajovenquees,además,extrañamentedulce,unacualidadtanaltaquecombinadaconunasencillezasíseencuentrararamente.Porquenohayunaafectacióndelentusiasmoenella,nadaexagerado,nadainusitado.Mecautivansusojososcurosbrillandoensurostro iluminado, y la solemne dulzura de su voz emocionada; me hancautivadodesdeelprimerinstantequemeencontréconella,vagandocomounespírituentrelasruinasdenuestraabadía.Yyosoyunmiembrode«lafamiliadelsacrilegio».¡Siellalosupiera!Ysoyunodelosdelaclaseconquistadoraqueelladenuncia.¡Sitambiénsupieraeso!¡Ah!¡Haytantoquesaber!,sobretodo,elfuturo.Elárboldelconocimientoeselárboldelamuerte.Notendré

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ningún pensamiento que no sea tan brillante y amoroso como los de estamañana.

SaliódesupequeñojardínysepusoacaminarporelsenderoendirecciónalacabañadeGerard,queestabaatrescuartosdemilladedistancia.Conlavistasepodíaalcanzaraverelcaminosoleadoserpenteandoyelevándoseporuna ligera cuesta coronada por la cabaña que se ocultaba entre los árboles.MientrasEgremontcavilabaaúnsobrelaspersonasquelahabitaban,divisóalolejosaSybil.

Veníacaminandoapasorápidoygarboso,conunvestidoquedestacabasufiguraelásticaycontorneada.Suspequeñospiessedespegabandelsueloconun aire alegre.Un largo rosario le caía por un costado, y su cabeza parecíaestar cubierta parcialmente con una caperuza que le colgaba sobre loshombros. Parecía contenta, porque Harold no paraba de corretearadelantándoseaellaconunaspectocómicopara,acontinuación,volverjuntoasudueña,danzaralrededordeellaycasiabrumarlaconsuscabriolas.

—Salvasea,benditahermana—dijoEgremont.

—¿No es una encantadoramañana?—exclamó ella con una cara feliz yluminosa.

—Asímelopareceamítambién.¿Yhaciadóndesedirige?

—Voyalconvento,avisitarporprimeravezanuestrasuperioradesdequelasdejé.

—No hace tanto de eso —dijo Egremont con una sonrisa, y girándosehaciaella.

—Asíparece—dijoSybil.

Siguieroncaminando.Sybilcontentacomolahoraquevivían,mirandolosmilyun lugareshermososquedivisaba;hablandoconsuperroconunavozcantarinamientrasestepegababrincosasualrededorolaagarrabadelvestidoconlabocapara,enseguida,alejarsecorriendoyregresaramirarsienlacaradesudueñaveíasignosdehaberleechadodemenosensuausencia.

—Esuna penaque su padre se interne por el caminodel valle todas lasmañanas—dijoEgremont—.ÉlseríaunbuencompañeroparairaMowbray.

—¡Ah! Pero yo estoy tan contenta de que no tenga que trabajar en laciudad—replicóSybil—.Noestáhechoparaestarenjauladoenuna fábricacalurosaenunacallellenadehumos.Almenostrabajaentreárbolesyríos.¡YlosTraffordsontanbuenagente!Muyamablesconélycontodoelmundo.

—Quieremuchoasupadre.

Ella lomiróunpocosorprendiday, luego, sudulcey serio semblante se

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tornóenunasonrisa,ydijo:

—¿Yesoestanraro?

—Creoqueno—dijoEgremont—.Yomismolovoyqueriendo.

—¡Ah,meganaelcorazóncuandoloalaba!—exclamóSybil—.CreoqueesaeslaverdaderarazóndequemegusteStephenque,porotrolado,siempreestádiciendocosasconlasquenoestoydeacuerdo,quedesapruebo,¡peroestanbuenoconmipadre!

—HabladelseñorMorley…

—¡Ah!,nosotrosnolellamamos«señor»—dijoSybilcasiriéndose.

—MerefieroaStephenMorley—dijoEgremontrecuperandosuposición—,aquienconocíenlaAbadíadeMarney.Esmuylisto,¿verdad?

—Esungranescritoryestudiamucho.Ysehahechoasímismo.Heoídoqueustedmismopersigueeseobjetivo—dijoSybil.

—Pero yo no soy ni un gran escritor ni un gran estudiante —dijoEgremont.

—Sealoquesea,confíoenqueusted—dijoSybilconuntonomásserio—nuncaemplearácontraelpueblolostalentosquelehadadoDios.

—He venido aquí para aprender algo de su modo de vida —contestóEgremont—.EsonoesalgoquesepuedahacerenunaciudadcomoLondres.Todos vivimos bastante confinados en círculos. Usted me ayudará, estoyseguro—añadióEgremont—.Suespíritumeinfundiráaliento.Ustedmedijoanochequenohabíamásqueuntemaqueocuparasupensamiento.

—Así es —dijo Sybil—. He vivido bajo dos techos, solamente dos, elconventoylacabaña;ydecadaunodeellosheaprendidounagranidea.Unomehaenseñadoladegradacióndemife;elotrolademipueblo.Nodeberíatener duda, por tanto, de quemi corazón se concentra en la Iglesia y en elpueblo.

—Pero hay otras ideas —replicó Egremont— que podrían merecer suatención.

—Siento que estas son ya suficientes —dijo Sybil—, porque son yademasiadograndesparamimente.

Capítulo7

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AlfinaldeunaplazadeWodgatehabíaunacasadedimensionesmayoresquelashabitualesenlaciudad,conmuchasventanasyvariospisosdealtura,quesehabíanidoañadiendocadaciertotiempo.Estabaenunestadobastanteruinoso.Laparteprincipaldeledificiosehabíadedicadoa la fabricacióndeclavos, y estaba llena demaquinaria pesada de acero que funcionaba en lasdistintas salas de los pisos. El edificio estaba tan destrozado que elmovimiento de lasmáquinas lo hacía vibrar y crujir por entero. Los suelosestabantandesgastadosqueenmuchoslugaressepodíamiraratravésdelosabismalesboquetesdelentarimado,mientrasquelospisosdearribasehabíanidoreforzandodevezencuandoconpuntales.

EsteeraelPalaciodelObispodeWodgateyaquí,consusbrazosdesnudosy ennegrecidos, trabajaba un hombre en esas cerraduras que desafiaban acualquier llave que élmismo no hubiese fabricado. Era un hombre de bajaestatura, corpulento, de vigorosa hechura, con brazos musculosos,desproporcionadamentecortosaunparasuestatura,yconunaexpresiónenlacara que, en la medida en que podía adivinarse detrás de la mugre que lecubría el rostro, eramás animal que salvaje. Los aprendices que trabajabanpara él, llenos de admiración y de terror, eran jóvenes harapientos yenflaquecidos que no habrían osado levantar ni por un instante sus carasmugrientas y sus ojos sin brillo de su absorbente tarea. A cada lado de sumaestro, sentados en un taburete más alto que el resto, había un par derapazuelos de nomás de cuatro o cinco años de edad, serios y reservados,comosiestuvieranorgullososdesuposicióndesuperioridadotrabajaransindescansoconsupequeñalima;eranloshijosdelobispo.

—Así,chicos—dijoelobispoconunavozásperayronca—,dadleahídefirme,vamos.Porahíhayunalimaquenocanta;quemioídonomeengaña,conozco todas sus voces. Nome hagáis que lo averigüe yomismo, que yasabéisquenoosvoyadarunpremio.¡Quésuertetenéisdeteneruntrabajoregular como este, rapaces, y con elmejor de los ranchos! No tuve yo esasuerte,oslojuro.Tú,Trompacharro,pásameeltrinqueteese,¡mueveelculo!Hazteellistoqueyotemuevo,¿queno?¡Así,firmes,así!¡Muybien!Esoesmúsica. ¡Dónde oiréis la música de veinte limatones trabajando a la vez!Deberíais estar contentos ¿verdad? Y cuando acabéis, os espera pescado,seguro.Tú,sabandijapelirrojo,¿quémemiras?Treschicosvigilando,¿quéesesto? Ahora vais a ver—y dio un salto y agarró de las infelices orejas alprimeraprendizquepudocoger,yselasretorcióhastaquelesaliósangre.

—Por favor,obispo—gritóelchico—,noesculpamía.Hayunhombrequelobusca.

—¿Quiénmebusca?—dijoelobispomirandoentornosuyohastaqueviolafiguradeMorleyqueacababadeentrarenlatienda.

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—Bien,¿quéqueréis?,¿cerradurasoclavos?

—Nada—dijoMorley—.DeseoveraunhombrequesellamaHatton.

—Bueno,aquítenéisaunhombrequesellamaHatton—dijoelobispo—.¿Quéqueréisdeél?

—Megustaríadecirleunaspalabrasasolas—continuóMorley.

—¡Vaya!¡Megustaríasaberquiénvaaterminarestacerradura,yquiénvaacuidardeloschicos!Perosiesunpedido,dígameloenseguida.

—Noesunpedido—dijoMorley.

—Entonces,noquierosabernadadeello—dijoelobispo.

—Esunacuestióndefamilia—añadióMorley.

—¡Ah!—dijoHattonansiosamente—,¿esquevienedesuparte?

—Puedeser—contestóMorley.

Aloíresto,elobispo,levantandolavistahaciaeltechodeltallerenelquehabíavariasgrietas,empezóallamarvivamenteaunainvisiblepersonaenelpisodearriba.Inmediatamenteseoyólaincrepacióndeunavozchirriantequele pedía con palabras terminantes una explicación sobre qué quería. Surespuestacalmóasuinvisibleinterlocutor,queenseguidaaparecióeneltaller.Se trataba de la terrible presencia de la señora Hatton, una alta y bigotudavirago,conunlimatónenlamano,puesesaparecíaserelarmadistintivadelacasa,yconlosojosechandochispasconfuriadesatada.

—Vigilaaloschicos—ledijoHatton—,queyotengonegocios.

—¿Quevigile?—dijolaseñoraHatton,yunescalofríodeterrorrecorrióalospresentes.Todosloslimatonesempezaronamoverseaunritmoregular;ynadie se atrevió a levantar la cabeza, hasta el punto de que sus dos hijospequeñossequedaronaúnmásseriosyreservadosqueantes.Yantelaamableesposadelobispo,atodolomásqueaspirabanaquellascriaturasnoerayaano provocar con un solomomento de desatención un estallido de aquel ser,que era el terror no solo del taller sino de todo Wodgate, sino a desearfervientementequenofueseningunodeelloslapróximavíctimaescogidaporellaparadescerrajarlelacabeza,golpearleenelojooarrancarlelasorejasdecuajo.

Mientrastanto,elilustrepersonaje,conduciendoaMorleyaunahabitacióndondenohabíaningunamáquinafuncionandoexceptolasqueestabanhechasdeacero,dijo:

—Bien,¿quétieneparamí?

—Enprimerlugar—dijoMorley—lequierohablardesuhermano.

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—Esoyalosuponía—contestóHatton—,pueshadichoqueeranasuntosdefamilialosquelehantraídoaquí.Éleselúnicoparientequemequedaenestemundo,asíquenopuedetratarsemásquedeél.

—Sí,setratadeél—dijoMorley.

—¿Envíaalgoparamí?

—¡Ejem! —dijo Morley, que era diplomático por naturaleza y quecomprendióalinstantequeelotrolotanteabaaligualqueéllohacía.Decidiónoprecipitarse—.¿Hacemuchoquenotienenoticiasdeél?—lopreguntó.

—¿Porqué?Supongoqueyalosabe—contestóHatton—.Lohabitual.

—¿Desdesulugarhabitual?—preguntóMorley.

—Yame gustaría amí saber dónde está ese lugar—afirmóHatton concuriosidad.

—¿Porqué?¿Esqueleescribeausted?

—Cartasvacías.Exceptounavez,yesofuehacemásdedoceaños,nomeha escrito nunca ni una línea.Me envía un billete de veinte libras todas lasnavidades;yesoestodoloquesédeél.

—Entoncesesrico,ylevabienenelmundo—inquirióMorley.

—¿Por qué, no lo sabe usted?—dijoHatton—. ¡Pensé que venía de suparte!

—Vinea recabar información sobreél.Quería saber si estabavivo,ydeesome ha podido informar; quería saber dónde estaba, y de eso nome hapodidoinformar.

—¡Perocómo!¡Ustedesuncompletomajadero!—dijoelobispo.

Capítulo8

Unospocosdíasdespuésde supaseomatutinoconSybil estabaprevistoque Egremont, que había expresado su deseo de inspeccionar la fábrica delseñor Trafford, fuera a visitarla. Gerard siempre dejaba su cabaña con lasprimeras luces del alba y, puesto que Sybil no había visitado, comoacostumbraba, a su amigo y patrón, que era el jefe de su padre, habíanacordadoque fueseEgremontquien laacompañaradespués,aunahoramásconvenientedelamañana,conelfinderegresarluegotodosjuntos.

La fábrica estaba a una milla de distancia de sus casas, que en efecto

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pertenecíanalseñorTrafford,yqueélmismohabíaconstruido.Éleraelhijomásjovendeunafamiliaestablecidaenlatierradesdehacíasiglos,peroque,no satisfecho con la sectárea consideración conque la sociedad compensa alos miembros más jóvenes de una casa territorial por la pobreza que sucondiciónentraña, sehabía aprovechadode algunasoportunidadesque se lehabían brindado solas, y había dedicado sus energías a trabajar en aquellasfuentes de recursos que sus antepasados desconocían. Al principio, susmaniobras, al igual que su fortuna, habían sido extremadamente limitadas;perocuandotuvoalgodedinero,aunquesusgananciasnoeranconsiderables,ganóenexperiencia.Graciasalasangregentilquecorríaporsusvenas,yasusensibilidad de viejo ciudadano inglés, desde los comienzos de su carrerahabíaasimiladounaconcepcióncorrectade lasrelacionesquedebíanprimarentreunpatrónysus trabajadores.Sentíaqueentreellosdebíanexistirotroslazosdistintosqueelpagoylarecepcióndesalarios.

Enunmomentoenqueseabríangrandesoportunidadesparaelcapitalylamanodeobraenlasfábricas,unparientelejanoysinhijosquelehabíahechounavisita,complacidoporsuenergíayespírituempresarial,yemocionadoporel progreso de su visión social, le dejó una considerable suma de dinero.Trafford,que sehabíacriadoen laescueladelpuñocerrado,yque sehabíaformado en la lucha cuando no en la adversidad, estaba maduro paraaprovechar laocasión,ehizohonora lamisma.Seconvirtióenunapersonamuyrica,ynotardóenaplicaralavidayllevaracaboelproyectoquehabíaestadomadurando a lo largo de los años en que sus cavilaciones se habíanlimitadoal territoriodelossueños.EnlariberadesuMowenatalconstruyóunafábricaqueeraahoraunadelasmaravillasdelacomarcay,casisepodríadecir,quedelpaísentero.

Eraunespacioúnicoqueseextendíaalolargodemásdeunahectáreayqueposeíamásdedosmiltrabajadores.Eltejadodelasbóvedasvaídasestabailuminadoporcúpulasventiladasconunaalturadecincometros, soportadasporcolumnashuecasdehierrocoladoquehacían lasvecesdeconductosdedesagüedel tejado.La alturanormal de las habitaciones en las que se sueletrabajarenlasfábricasnosuperalostresmetrosotresmetrosymedio,yenestecasosuelenestarsituadosenpisosquesecomunicanentresítambiénelcalorylasemanaciones,ycuyasdificultadesdeventilaciónsoninsuperables.EnlafábricadelseñorTrafford,medianteunprocedimientoingeniosonomuydiferente del que se ha practicado en la Cámara de los Comunes, se haninstalado conductos de ventilación desde abajo, de tal forma que todo eledificiosemantieneaunatemperaturaconstanteybastanteindependientedeloscambiosatmosféricos.Lasventajasfísicasdequetodoeltrabajoselleveacaboenunúnicoespaciosongrandes:mejoralasaluddelagente;aumentalaseguridadfrentealosaccidentespeligrososparamujeresyjóvenes,yreducela fatiga porque no es necesario subir y bajar escaleras transportando

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materiales a las habitaciones superiores. Pero no son menores las ventajasmorales que se derivan de poder estar supervisados y controlados: el niñotrabaja bajo la mirada de su padre, el padre bajo la supervisión de untrabajador de mayor rango, y el inspector o jefe puede controlar a todos agolpedevista.

Cuando los trabajadores del señor Trafford dejaban la fábrica, no eranolvidados.Mucho había él reflexionado sobre la influencia del patrón en lasalud y el contento de sus trabajadores, porque conocía las virtudes que sederivande la existenciadeuna casa; por eso, unode susprimeros intereseshabía sido construir un pueblo donde cada familia pudiera alojarse encondiciones.Aunqueéleraelprincipalpropietario,yestabaorgullosodeello,animaba a sus trabajadores a que comprasen casas en propiedad. Habíaquienes habían ahorrado suficiente dinero para poder hacerlo. Estabanorgullososdesucasaydesupequeñojardín,ydelasociedadhorticultoraquesehabíaformadoparaqueconsuproducciónpudierancompetiranualmente.Encadacallehabíaunpozo,ydetrásdelafábricaestabanlosbañospúblicos.Las escuelas estaban bajo la dirección del curador perpetuo de la iglesia,iglesiaqueelseñorTraffordhabíaerigidoyalacualhabíadotadodebienes.Enmediodelpueblo,rodeadadepreciososjardinesqueservíandeestímuloalasprácticashorticultorasde lacomunidad,estabasituada lacasadelpropioTrafford.Este,quecomprendíademasiadobiensuposicióncomoparahacergaladevulgaridada lahoradediferenciarsede susempleados,habíahechohonor,sinembargo,alrangodesubaronía,perorevividodeunanuevaformay adaptado a lasmanerasmás suaves y a las circunstanciasmás honorablesqueexigíanlostiempos.

¿Ycuáleralainfluenciadeunpatrónasíydeunsistemadeempleocomoesteenlamoralyenlascostumbresdelosempleados?Grande,infinitamentebenéfica.Laconexióndeun trabajadorconsu lugarde trabajo,yaseaenelsectoragrícolaoindustrialesporsímismaunfactordegranimportancia.Laproximidad con el patrón genera limpieza y orden como resultado de lanecesidad de prestar atención y de los estímulos que conlleva. En elemplazamientodeTraffordelcrimensedesconocíaliteralmente,ylasofensaseranmuy leves.No había ni una sola persona en el pueblo con un carácterreprobable. Los hombres estaban bien vestidos; las mujeres tenían unafrescura desbordante; el alcoholismo se desconocía, mientras que lapreparaciónmoraldelsexodébileraproporcionalmenteelevada.

La inabarcablesiluetade la fábrica, los tejadosy jardinesdelpueblo, laschimeneasTudorde la casade losTrafford, elpináculode la iglesiagótica,conelríocentelleanteyelpaisajebucólicoquelosrodeaban,aparecierondeprontoantelavistadeEgremont.Yaseencontrabandentrodelbonitopuebloindustrialantesdequepudieradarsecuentadequeibaaentrarenél.Algunos

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niñossalierondelacasaalencuentrodeSybilgritando«¡lareina,lareina!»;unoseagarróasuvestido,elotrolacogiódelbrazo,yeltercero,demasiadopequeñoparaluchar,lehizopucherosparaqueloalzaraenbrazos.

—Missúbditos—dijoSybilriéndose,mientraslossaludabaunoporunoatodos,hastaquesemarcharoncorriendoparaanunciaralosdemásquelareinahabíallegado.

Llegaronlosdemásmuchachos,hermososyjóvenes.AmedidaqueSybilyEgremont andaban, de cada cabaña parecía brotar gente que, demasiadoafectuosacomoparaseguirtrabajando,deseabadarlabienvenidaa«sureina».Las visitas de esta habían sido menos frecuentes últimamente, pero no seolvidaban nunca. Tenían su repercusión en las crónicas de los niños delpueblo,algunosdeloscualesconocíanporlatradiciónlaedaddeoroenqueSybilGerardvivíaenlacasagrandeysedejabacaerporsuscasasrepartiendobendicionescomounespírituquelessonreíayalquesonreían.

—Y,aquí—ledijoellaaEgremont—,debodespedirmedeustedydeestepequeño—acariciandosuavementelacabezadeunrapazmuyserioquenosehabía apartado de ella ni un momento y que, orgulloso de su posición, laagarrabade lamanocontodassusfuerzas—.Estepequeñoserásuguía.Noestániacienmetros.Ahora,Pierce,debesacompañaralseñorFranklina lafábrica,ypreguntarallíporelseñorGerard.—Yellasiguiósucamino.

NosehabíanseparadonicincominutoscuandoaEgremontlosobresaltóelestruendodelasruedasdeuncarruajequeseaproximabaagranvelocidad.Al volverse, vio toda una cabalgata que, con gran pompa, se acercabarápidamente; señoras y caballeros a lomos de sus caballos, un gran carruajeparaelequipaje,postillonesycuatrocaballosmás,uncortejodecriados,etc.Egremont se echó a un lado. Los jinetes y las amazonas lo esquivaronhaciendo unas vistosas caracolas, el brillante birlocho le pasó rozando y losimpertinentescriadoscorvetearonasuscaballosdelantedeél.Losseñoritosyseñoritas de la partida no le eran desconocidos. Reconoció, ligeramenteconsternado,laslibreasy,después,elescudodearmasdelorddeMowbray;yatisbóelsemblanteimpasibleyorgullosodeladyJoany,luego,elrostrodúctilde lady Maud, ambas a caballo y escoltadas por un grupo de admiradorescaballeros.

Egremontseenorgullecíadequenolehubieranreconocido.Despidióasupequeño guía y, en vez de ir directamente a la fábrica, se desvió hacia ladireccióncontrariayentróavisitarlaiglesia.

La esposa de Trafford abrazó a Sybil una vez y luego otra. Parecía tancontentacomo losniñosdelpueblodeque laalegríadesucasa,yde tantasotras,hubieseregresadoaverles,aunquesolofueseduranteunaspocashoras.Sumarido—dijoella—acababadesalirdecasa.Sehabíavistoobligadoaira

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lafábricapararecibiraungrupodedistinguidaspersonalidadesquelehabíanescritoconvariosdíasdeantelaciónparasolicitarunavisitaalafábricaestamañana.

—Los esperamos después para almorzar aquí—dijo la señora Trafford,unamujermuy sofisticada, pero poco habituada al trato social y a quien elprotocolo le inspirababastante respeto—.Por favor,Sybil,quédeseconmigopararecibirlos.

EstaconfesiónalarmótantoaSybilquetanprontocomolefueposibleselevantó y, aduciendo que tenía que hacer algunas visitas más en el pueblo,prometióvolvercuandolaseñoraTraffordtuvieramenoscompromisos.

Pasóunahora.Seoyósonarfuertelacampanillaenlapuertadeentrada;las personalidades habían llegado. La señora Trafford se preparó para elencuentro, y simulómucha compostura cuando se abrieron las puertas y sumarido escoltó y presentó a sus excelencias lord y lady deMowbray, a sushijas,aladyFirebrace,alseñorJermyn,queaúnestabaenelcastillo,yalosseñores Alfred Mountchesney y lord Milford, que eran meros invitados depasohaciaEscocia,peroqueensucaminodeseabanexplorarlasheredades.

Lord de Mowbray se extendió en sus loas y alabanzas. Su Excelenciaestaba preparada para ser demasiado cortés, y es que el pedigrí asomabaalgunas veces. Hoy parecía casi el camarero de la cafetería. De todo hacíaencomio: de las máquinas, de los trabajadores, del algodón procesado y elbruto,yhastadelhumo.PerolaseñoraTraffordnoestabadispuestaadefenderel humo, así que Su Excelencia dejó el tema, aunque solo fuese paracomplacerla. En cuanto a lady de Mowbray, estaba tan cortés ycondescendiente como siempre, con una especie de sonrisa latente en suagradable rostro aquilino, que parecía comunicar a medias su placer y amedias su sorpresa ante los desconocidos entre los que se encontraba.LadyJoanutilizóuntonomáselevadoycientíficoensusapreciaciones.Leparecíanbienmuchascosas,peroaprobabasobretodoelsistemadeventilación,sobreel cual formuló varias preguntas que dejaron bastante perpleja a la señoraTrafford,quesesonrojóligeramenteymiróasumaridoenbuscadesocorro.Sin embargo, él estaba muy ocupado con lady Maud, que rebosabaentusiasmo, participaba en todo con el buen gusto de la comprensión, seidentificaba con el sistema que empleaba la fábrica casi tanto como con lascruzadas,deseabapoderenseñarenlasescuelasdecanto,yencontrabaquelosjardinespúblicos favorecíaneldisfrutede lagente, asíquehacíavotosparaquelasfuentesnosesecarannunca.

—Creo que los talleres son magníficos —dijo lord Milford mientrascortaba un trozo de pastel de carne—. Aquí es todo tan encantador, señorTrafford.Peroloquemásmehafascinadodellugarhasidounajovencitacon

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laquenoshemosencontrado,queeslamáshermosaquehevistoenmivida.

—Ibaconunperromuybonito—añadióelseñorMountchesney.

—¡Ah,esadebedeserSybil!—exclamóelseñorTrafford.

—¿Yquién esSybil?—preguntóLadyMaud—.Tieneunnombre comolosdenuestrafamilia.Atodosnosparecióqueerabastantehermosa.

—Esunajovencitadellugar—dijolaseñoraTrafford—o,másbien,fue,porquelamentodecirquehacetiempoquenosdejó.

—¿Es monja? —preguntó lord Milford—, porque su atuendo tenía unciertoaireconventual.

—Acaba de salir del convento de Mowbray —dijo el señor Trafforddirigiendo su respuesta a lady Maud—, pero bastante a pesar suyo. Le hacogidogustoalvestidoreglamentarioquesolíallevarallí.

—¿Yahoraresideconusted?

—No, yme daría una alegría si lo hiciera.Casi puedo decir que se criobajoestetecho,peroahoraviveconsupadre.

—¿Yquiénesesepadreafortunado?—inquirióelseñorMountchesney.

—Su padre es el supervisor de mis talleres; la persona que nos haacompañadoestamañanaennuestrorecorrido.

—¡Cómo! ¿Ese hombre apuesto que me causado tanta admiración —exclamó lady Maud— y con un aire tan aristocrático? Papá —dijo ella,dirigiéndose a lord de Mowbray—, el inspector de los talleres del señorTrafford del que estamos hablando, esa persona de aspecto tan aristocráticoqueteseñaléestamañana,éleselpadredelahermosamuchacha.

—Parecía una persona muy inteligente —dijo lord de Mowbray conmuchassonrisas.

—Sí—coincidióel señorTrafford—,esunhombredegran integridadytalento. Le confiaría cualquier cosa y cualquier cantidad. Lo único quedesearía—añadió él, con una sonrisa y con la vozmás baja, dirigiéndose aladydeMowbray—,esquenofuesetanapasionadodelapolítica.

—¿Es muy impetuoso? —preguntó la hija de Su Excelencia con vozdulzona.

—Demasiado impetuoso —dijo el señor Trafford—; y con ideas muyradicales.

—Y,sinembargo,supongo—dijoelseñorMilford—,quedebedegozardeunaposiciónacomodada.

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—Bien, debo decir a su favor que no es el egoísmo el impulso de sudescontento —dijo el señor Trafford—. Su queja se debe a las malascondicionesdevidadelpueblo.

—A juzgar por lo que vemos aquí, hay poco que lamentar sobre lascondiciones de vida del pueblo—dijo lord deMowbray—. Pero temo queejemploscomoestosnoabundentantocomodesearíamos.¿Nohasupuestounfuertedesembolso,señorTrafford?

—Bueno—contestó el señorTrafford—, siempre he consideradoquenohabía nada tan caro como una población viciosa. Espero haber tenido otrosfines en la cabeza que el interés pecuniario. Se dice que todos tenemosnuestrospasatiempos;elmíofuesiempremejorarlascondicionesdevidademis trabajadores, velar para que tuvieran buenas viviendas, unas buenasescuelas, y para que se les pagaran salarios justos, porque de ese modoelevaría su naturaleza moral. Me siento recompensado con creces por elsentidomoralylafelicidadmaterialdeestacomunidad.Asípues,vistodesdeunpuntodevistapecuniario,lainversióndecapitalqueherealizadoaquíesunadelasmásrentablesquehehechonunca.Lesaseguroqueniporeldobledeesacantidadcambiaríaamistrabajadoresporlascadenasdemontajequesehaninstaladoenotrasfábricas.

—La influencia de la atmósfera sobre las condiciones de trabajo es untemaquemereceinvestigarse—dijoladyJoanalseñorJermyn,quemirabayasentía.

—¿Yaustednolealarmateneraunapersonaconesasopinioneshostilescomosupervisorde su fábrica?—preguntó ladyFirebraceal señorTrafford,quesonreíaamododerespuestanegativa.

—¿Cómose llamaese inteligente individuoquenoshaacompañado?—preguntólorddeMowbray.

—SunombreesGerard—dijoelseñorTrafford.

—Creoqueesunapellidocomúnporestastierras—dijolorddeMowbrayconaspectodeestarunpococonfuso.

—Nomucho—dijoelseñorTrafford—.Esunapellidoantiguo,perosehaextendido.CreoquetodoslosGerarddicenperteneceraunlinajecomúny,alparecer,misupervisoresdesangrenoble.

—Tieneelaspectodetenerla—dijoladyMaud.

—Todaslaspersonasconbuenosapellidostienenbuenasangre—dijolorddeMowbray.

Luego,volviéndosehacia laseñoraTrafford,empezóaabrumarlaconuncatálogodeexpresionesdecortesía.Volvióahaceralabanzasdetodo,primero

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engeneraly,después,aldetalle.Alafábricaque,alparecer,élpreferíaasucastillo;alacasa,quealparecerpreferíainclusoalafábrica;yalosjardinesdelosquepreveíaextraerinclusomássatisfacciónquedelapropiacasa;porúltimo, todo desembocó en que esperaba su visita. Así que, a su debidotiempo, terminó el almuerzo. La señoraTraffordmiró a sus invitados, huboalgo de agitación y movimiento, y todo el mundo decidió salir a ver losjardinesquelorddeMowbraytantohabíaalabado.

—Yoestoyafavordeacogerbajomicuidadoaesahermosamonja—dijoelseñorMountchesneyalordMilford.

—Creo que voy a pedir al respetable industrial que me la presente —replicósuexcelencia.

Mientrastanto,EgremontsehabíaunidoaGerardenlafábrica.

—Deberías haber venido antes—dijoGerard—y te podrías haber dadounavueltacongentefina.Havenidoavisitarnosunbuengrupodelcastillo.

—Mehaparecidoverles—dijoEgremont—ymeheapartado.

—¡Ah!Noibanporsucamino,¿eh?—dijoélconunasonrisaburlona—.Bueno, sonmuy condescendientes.Almenos para ser unas personas de tanaltacuna.¡Unconde!ElcondedeMowbray,supongoquevendríaaestepaísconGuillermoelConquistador.ElseñorTraffordhaceunespectáculodeestelugar, y a los visitantes les divierte ver una rareza. Pues bien, había uncaballerojovenconellosquenocreoquesupieramuchodenada;tambiényotengoderechoadivertirmeconél.Eigualmentemelopasébienviendocómounode ellosmiraba lasmáquinas a travésde sumonóculo.Yhabíaun tipoatrevidoquepenséqueibaaponerseadarvueltasenlaruedavolante,perolediunaruecaquecreoquesalvósuvida,aunqueprincipalmenteloquehizofuemirar.Eraunlord.

—Dicen en Mowbray que sus hijas son grandes herederas —dijoEgremont.

—Déjeme decirle—dijoGerard— que hace un año este conde tenía unhijo,unúnicohijo,asíquesushijasnoerangrandesherederas;perosuhijomurióyahoralestocaaellas.Ytalvezundíaseaelturnodeotrapersona.Siquieres entender las subidas y bajadas de la vida, no hay nada como lospergaminosdeun títulodepropiedad. ¡Tanprontoeresdueñocomohombrecorriente!Aquelquehaservidoenunacasaseñorial,deprontoesdueñodeella.Y,confrecuencia,elhijoilegítimooelplebeyocambiasulibreaporunacoronapequeña,peroelpatriarcanoblenohadejadonadasalvodeudasy…sueños.¿Nocree,maestroFranklin?

—ParecequeconocelahistoriadelorddeMowbray.

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—Desde luego que un hombre ha de aprender bastantes cosas de sutiempo.Y,viviendoporestazona,haypocossecretosdelosnotablesquenose conozcan. No es la primera vez que se cuestiona su título de propiedadsobresusvastastierras,queridoamigo.

—¿Enserio?

—Sí. No podía dejar de pensar en ello hoy mismo —dijo Gerard—,cuandomehacíapreguntasconsuvozremilgaday tirabade la lanaconsusmalditas manos blancas para enseñársela a su dama, que la tocaba con sudedito; y sus hijas, lady Joan y ladyMaud, que movían sus cabezas comohembrasdepavoreal.¡LadyJoanyladyMaud!—repitióGerardconuntonodeamargosarcasmo—.Nomeimportaelresto,peronopodíasoportaraesasladyJoanyladyMaud.MepreguntosiSybillasvería.

Entretanto, el señor Trafford había mandado buscar a Sybil. Ella habíainferidodelmensajequelosinvitadosyasehabíanmarchado,yelcolordesusmejillasmostrabaelalivioconquerecibiólanoticia.Consucorazónllenodeagradecimiento, lo cual nohacía sino añadir brillo a la luz trascendentequedesprendía, se encontródepronto enmediodel jardín con ladyMaudy susamigos.LahijadelorddeMowbray,quenopodíapensarenotromotivoquelahumildadcomocausadelgestodealarmaquepuso,tratódetranquilizarlacon su condescendiente capacidad de adaptación, volviéndose de vez encuandoasusamigosparaalabarconexclamacionesdeadmiraciónlabellezadeSybil.

—Noshemosaprovechadodesuausencia—dijoladyMaudhaciendogaladesutoscaingenuidad—paraaveriguartodosobreusted.Quépenaquenolahayamosconocidocuandoestabaenelconvento,porquepodíahaberestadoconstantemente en el castillo. Desde luego, yo habría insistido en que asífuese.Encualquier caso,heoídoque somosvecinas.Debeprometermequevendráavisitarme;tienequevenir,desdeluego.¿Noespreciosa?—añadióenuninconfundibleaunquemásbajotonodevozasuamiga—.Sabesquecreoquehaymuchabellezaenlasórdenesinferiores.

El señor Mountchesney y lord Milford soltaron algunos insípidoscumplidos, acompañados de elocuentes miradas que no dejaban lugar aequívocos. Sybil no dijo una palabra, pero respondió a cada andanada defraseshechasconunafríareverencia.

SindesanimarseporlaactitudalgohoscadeSybil,queladyMaudatribuíaasureciénestrenadalibertad,asuignoranciadelmundo,alavergüenzaqueleproducía la abrumadora condescendencia que ejercía sobre ella, lavoluntariosa y melindrosa hija de lord de Mowbray trató de ganarse laconfianza de Sybil. Intentaba transmitirle que descender, como ella estabahaciendo, desde su superioridad no era una mera cortesía pasajera del

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momento,sinoqueobedecíaaunsentimientodefavoryprotecciónhaciaellaenelquepodíaconfiarrealmente.

—Tienequeveniraverme—dijoladyMaud—.Noestarécontentahastaquemehayavisitado.¿Dóndevive?Iréabuscarlayomismaenmicarruaje.Vamosafijarunacitainmediatamente.Déjemever;hoyessábado.¿Quémedicedelpróximolunes?

—Se loagradezco—dijoSybilconmuchasolemnidad—,peroyonuncasalgodecasa.

—¡Qué encanto!, ¿verdad?—exclamó ladyMaud volviéndose hacia susamigas—. Sé perfectamente cómo se siente. Pero realmente no tiene queavergonzarselomásmínimo.Seguramentesesentiráextrañaalprincipio,peroluegoyoestaréallí.Yustedsabequelaconsiderocomoprotegidamía.

—¡Protegida!—dijoSybil—.Vivoconmipadre.

—¡Querida!—dijo ladyMaud volviéndose paramirar a lordMilford—.¿Noescándida?

—¿Es usted la persona que se encarga de cuidar estas bellas flores?—preguntóelseñorMountchesney.

Sybilhizoungestonegativoyañadió:

—ElseñorTraffordestámuyorgullosodeellas.

—Tienequever las floresdel castillodeMowbray—dijo ladyMaud—.No hay nada igual ¿verdad, señor Milford? El otro día dijo que eran casiigualesalasdelaseñoraLawrence.Meencantaqueseaamantedelasflores—siguió diciendo lady Maud—. Mowbray le parecerá tan delicioso. ¡Ah!Mamánosestállamando.Ahorafijemoslafecha,¿ellunes?

—Deverdad—dijoSybil—,nuncasalgodecasa.Pertenezcoaunaordeninferior,yvivosolamenteconellos.Hoyhevenidoúnicamenteapasarunaspocashorasyrendirtributoamibenefactor.

—Bien, entonces iré a buscarla yo misma—dijo Maud encubriendo susorpresaymortificaciónconunasalidaairosaquenosignificasederrota.

—Tambiéniréyo—sesumóMountchesney.

—Yyo—dijodesdeatrás,envozmásbaja,lordMilford.

El grupo de personajes distinguidos había desaparecido. Su birlochoreluciente,suscaballosquehacíancorvetas,susalegrescriados,todosehabíadesvanecidoyyanoseoíaelruidodelasruedasdeloscarruajes.Eltiempohabía volado. Una campana anunció que el trabajo de la semana habíaterminado.EnlafábricadelseñorTraffordsedabasiempremediodíadefiesta

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elúltimodíadelasemana;ycadatrabajadorytrabajadorarecibíasusueldoenla gran sala antes demarcharsede la fábrica.De esta forma se evitaban loscaros y perjudiciales hábitos que se derivaban de pagar los sueldos en lastabernas.Este sistema tenía, además,otragranventajapara los trabajadores,porquerecibíansussalariosconbastanteantelaciónparaacudiralosmercadosdelacomarcayhacersuscompras.Noteníanquecorrerapagarsusdeudasalostenderos,yganabanmuchoencomodidadyenbienestar.ElseñorTraffordpensaba que junto al nivel del salario que se pagaba, lomás importante eraprestaratenciónalmétododepago;yaquellosdenuestroslectoresquepuedanhaber leído o recuerden las imágenes, en nada exageradas o falseadas, quehemoscontadoenlaprimerapartedeestevolumensobrelasdistintasformasen que se paga a las clases trabajadoras por su duro esfuerzo, estaránprobablemente de acuerdo con el sensible y virtuoso magisterio de WalterGerard.

A esta hora, Walter Gerard, acompañado de su hija y de Egremont, vacamino de su casa.Es una agradable tarde de verano; los rayos del sol aúndoran el sosiego del paisaje, los pastos verdes donde pacen las vacas, losbosquesdonderesuenaelcantoalegredelzorzalydelmirlo,yenladistancia,todavíailuminadoporelsol,elregazoelevadodelpáramodecolorcárdeno.Porfinunavistaagradableyunossonidosrenovadoresdespuésdeundíadetrabajoentrelasparedesyelincesanteymonótonoruidometálicodelhusoyla lanzadera.AsíescomolosentíaGerardmientrasestirabasusmúsculosalairelibreyrespirabasufragancia.

—Yoestoyhechoparaesto,Sybil—exclamóél—,peroolvídalo,miniña,olvídalo;cuéntamemáscosasdetusvisitantesdistinguidos.

A Egremont el paseo se le antojaba demasiado corto. Afortunadamente,desde la curva del valle no se divisaba la cabaña hasta que el caminante seencontrabaamenosdecienmetrosdeella.Cuandolavieron,unhombresaliódeljardínpararecibirlos.Sybildioungritodesatisfacción,eraMorley.

Capítulo9

Morley saludó a Gerard y a su hija con gran calidez y luego miró aEgremont.

—EstuvoconnosotrosenlasruinasdelaAbadíadeMarney—dijoGerard—. Nuestro amigo Franklin y tú deberíais conoceros, Stephen, porquecompartís una misma vocación. Es periodista como tú y va a ser nuestrovecino,yeltuyo,durantealgúntiempo.

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—¿Puedopreguntarleparaquéperiódicotrabaja?—inquirióMorley.

Egremontsesonrojó,confundido,yluegocontestó:

—Nomemerezcoeldistinguido títulodeperiodista.Nosoymásqueunreportero,ytengounatareaespecialquehaceraquí.

—¡Vaya!—dijoMorley, y luego, cogiendo a Gerard del brazo, se alejóandandoconél,dejandoatrásaEgremontyaSybil.

—Loheencontrado,Walter.

—¿Aquién,aHatton?

—No,no,alhermano.

—¿Yquésabeél?

—Poco,peroalgo.Nuestrohombreviveyprósperamente.Esoesloúnicoquesé.Dóndeoquéhace,deesonohaypistas.

—¿Ysuhermanonopuedeayudarnos?

—Al contrario, buscaba información a través de mí. Él es un bárbaro,bastantepeordeloquepodamosimaginarquees ladegradacióndelpueblo.Loquesíesseguroesquenuestrohombreexisteyquelevabienenelmundo.Leenvíaunaaportacióndedineroasuhermano,ynopequeña.Heexaminadolos matasellos de sus cartas y cambian de lugar, evidentemente con laintencióndedespistar.Metemoquepensarásquenohehechograncosa,peroteaseguroquemehacostadolosuyo.

—Nolodudo.Yestoyseguro,Stephen,dequehashechotodoloquehaspodido.Meimaginabaqueibaasaberdetihoy.¿Sabesquéhaocurrido?Elpropio Milord, su familia y cortejo han estado en la fábrica visitando lostalleres, y yo tuve que enseñárselos.Extraño, ¿verdad?Cuando terminé,meofreciódinero.Cuánto,nolosé,porquenoquisemirarlo,aunqueseguramenteseríalomismoqueyolepagoporelarriendo,¿verdad?Peroyoleseñaléconeldedolacajadebeneficenciayél,consuexquisitamano,depositóeldineroallí.

—Esmuyextraño.¿Yhasestadocaraacaraconél?

—Cara a cara. Si me hubieras traído noticias de los papeles, habríapensado que lamano de la providencia tenía algo que ver en ello, pero talcomoestáahoralasituación,seguimosperdidos.

—Seguimosperdidos—repitióMorleymusitando algo—;pero él viveyprósperamente.Yaveráscómoaparecerá,Walter.

—¡Diosteoiga!Desdequetehashechocargodeesto,Stephen,esextrañolomucho que siento el deseo de que este viejo asunto se solucione. Y, sin

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embargo,arruinóamipadre,ytalvezhagalomismoconsuhijo.

—Nopensemos en ello—dijoMorley—.Ahora vamos a pensar en otracosa.Ya tepuedes figurar locansadoqueestoy.Creoquemevoyadormir;tienesvisitas.

—No, de ninguna manera, hombre. Este Franklin es un tipo simpático.Creoquetevaacaerbien.Teruegoqueentres.ASybilnolevaagustarquetedespidasasí,despuésdeunaausenciatanlarga,yamíestatesegurodequetampoco.

Asípues,losdosentraronjuntos.

La velada la pasaron charlando de distintos temas, aunque a menudodesembocabaneneltemarecurrentedelasconversacionesencasadeGerard:las condicionesdevidadel pueblo.LoqueMorleyhabíavisto en suúltimaexcursiónproporcionabamaterialparahacermuchoscomentarios.

—Elsentimientodeorgullonacionalestádesapareciendoentre lasclasestrabajadoras de este país—dijoGerard—.Ha dejado de ser algo grande, lanaciónyanoexiste.

—Pero hay formas de hacerlo revivir—replicó Egremont—.Las hemosvistohoy.Démoslealagentehogares,ytendránunaideaamableybondadosade que su hogar es la nación. Si todos los hombres hicieran como el señorTrafford,cambiaríalasituacióndelpueblo.

—PeronotodosloshombresactúancomoelseñorTrafford—dijoMorley—. Requiere un sacrificio de uno mismo que no puede esperarse, que esantinatural. No es la influencia de un individuo lo que puede renovar lasociedad, es gracias a un nuevo ideal como debemos reconstruirla. Túlamentasladesaparicióndelaideadehogar-nación.Noestaríadesapareciendosi mereciese la pena conservarla. El principio de una nación-hogar hacumplidosupropósito.La irresistible leydelprogresopidequesecreeotro.Llegará,puedeadelantarseoretrasarse,peronosepodráimpedirquellegue.Vendráindefectiblementeigualquesecreaunorganismonatural.Enelestadoactualdelacivilizaciónyconlosmedioscientíficosdeprogresomaterialquetenemosanuestroalcance,lanocióndehogarhaquedadoobsoleta.Lanocióndehogar-naciónesunaideacruel,queeraútilenunaépocamásinhumana.Laideadehogarentrañaaislamientoy,portanto,esantisocial.Loquequeremoseslacomunidad.

—Estámuybien—dijoGerard—.Ymeatrevoadecirque tienes razón,Stephen,peromegustasaliraestirarlaspiernasenmipropiohogar.

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Capítulo10

Eltiempotranscurredeunmodopausadoymemorableduranteelprimerperíododenuestraestanciaenunnuevolugar,entrenuevaspersonasynuevoshábitos.Cadapersona,cadaincidente,cadasentimientoconmueveymovilizalaimaginación.Lamenteinquietacreayobservaalmismotiempo.Haypocosdichospopulares tanerróneoscomoesequedicequecuandoel tiempopasalentamente, lavidaesaburrida.Con frecuencia sueleocurrir locontrario.Sivolvemoslavistaatráshaciaesospasajesdenuestravidaquemáshuellahandejado en nuestra memoria, comprobaremos que son períodos brevespresididosporlaacciónylasnuevassensaciones.AsílesucedióaEgremontdurante los primeros días de su nueva residencia enMowedale. La primerasemanalepareciótodounsiglo.Alfinaldelprimermes,empezóadeplorarlasuavidadconquepasabaeltiempoycasiamoralizarsobrelabrevedaddelaexistencia.Descubrióque llevabaunavidacompletamentefeliz,perodeunanotablesencillez.Deseabaquenoacabaranunca,perosentíadificultadesparacomprendercómolosprimerosdíasquevivióallí leparecierontanextraños,casitanextrañoscomodulces.Sieldíacomenzabatemprano,loempleabaenleer—librosquesolíaprestarleSybilGerard—,algunasvecesendarunpaseocon ella y conMorley, que disponía de su propio tiempo, hasta algún lugarespecialde losalrededores,oenpracticar lapescaenel río,undeportequeEgremontdominaba.PorlanocheibainvariablementeacasadeGerard,bajocuyohumildetechoencontrabatodoelencantofemeninoquelefascinaba,ytoda la conversación que estimulaba su inteligencia. Gerard era siempre elmismo: apasionado, sencillo, con una profundidad de sentimiento y unaoriginalidadensumaneradepensarsobrelostemasqueabordaban,conunagrandezadeespírituydeideasquecontrastabanconsuposiciónsocial,peroque pertenecían a su manera de ser. Sybil hablaba poco, pero se quedabaabsorta escuchando a su padre.Sin embargo, unay otra vez sus palabras locautivabanyreforzabanenéllaconviccióndequesuvivainteligenciaeratannotable como el casi sagrado sosiego de su semblante y de sus gestos. AMorley al principio Egremont lo veía con frecuencia. Le dejaba libros anuestro amigo sobre las cuestiones que siempre le habían interesado, y queesteleíacongrandeseodeilustrarseydereflexionarsobrelasnuevasteoríassumamente interesantes que contenían. Pero, a medida que pasó el tiempo,bien porque aumentaron las ocupaciones de Morley, bien porque suscompromisos le dejabanmenos ocasiones para dedicárselas a las relacionessociales,aMorleyseleveíamenos—exceptoenlacabañadeGerard,dondeeraposibleencontrarlodesemanaensemana—yapenasibayaapasearconél.

EnsusoledadEgremontmeditabamuchosobrelahijadeGerard,perosus

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sueños, lejosdeserprecisosydefinidos,eranmásbienplacenterosyvagos.Todoloquesepreguntabaerasilavidaquellevabaahoraibaadurarsiempre,porque no deseaba que nada cambiara. Y, al igual que los hombres que sesolazanalsoldeveranorodeadosdecosaspreciosasybrillantesseresistenacreerquelasestacionestienenquecambiar,quealgúndíalasresplandecienteshojasdelosárbolessepondránatemblarysecaerán,queelhielocubriráloqueahorasonespumeantesaguas,oqueelcieloahoraazulyserenoseteñirádetristezaymelancolía,tambiénEgremontseaferrabaalaconviccióndequenoibanaproducirsecambiosconeltiempo.

Sumidoenestospensamientos,yunavezquelosprimerosdíasdeoctubrehabían pasado sin que él se diese cuenta, ocurrió un incidente que vino asacarlo de su retiro, ya que le obligaba a dejarlo inmediatamente.Egremonthabía confiado el secreto de su lugar de residencia a un criado fiel que secomunicabaconélcuandoeranecesariobajounnombresupuesto.Pormediode este conducto recibió una carta que sumadre le escribía desde Londres,adondeacababadellegar,enlaqueselerogabaquesereunieraconellaconurgencia para un tema de la mayor importancia para ambos. Una peticiónformuladaenestostérminos,delapersonaquesiemprehabíasidoamableconél y de la amiga leal, no podía desoírla ni por un momento. Egremontlamentabaqueyahubierapasadounciertotiempodesdequesehabíaemitidoel mensaje, así que decidió abandonar Mowedale con premura, sin poderconsolarse con la perspectiva de un retorno inmediato. El Parlamento iba areunirseelmessiguiente,yconindependenciadelacausadesconocidaqueleconvocabasindilacióna laciudad, sabíaacienciaciertaque leesperabaunasuntomuydesagradablequenoadmitíademora.Habíadecididoquenoibaatomarposesióndesuescañosinhabersatisfechopreviamentelosgastosdesucampaña electoral. Pero como no esperaba la ayuda de su hermano y nopretendíabajoningúnconceptorecurrirdenuevoalaayudaeconómicadesumadre,elfuturoselepresentababastanteoscuro.TantoesasíquesolograciasalafrecuentepresenciaylaconstanteinfluenciadeSybilhabíaalejadodesumentelainnoblemelancolíaqueacompañainvariablemente,sinoloremedialaimaginación,alosapuroseconómicos.

Yahoraélibaaalejarsedeella.Elhecho,másbienlacatástrofe,queyanopodíaposponersebajoningunacircunstancia,ibaaprecipitarse.Caminóhastala cabaña para despedirse de ella y decir unas palabras amables a su padre.Sybilnoestaba.LaviejaseñoraquecuidabadelacasaleinformóqueSybilseencontraba en el convento, pero que volvería por la noche. Era imposiblemarcharse de Mowedale sin ver a Sybil, pero era igualmente imposibledemorar su partida. Solo si viajaba por la noche podría recuperar las horasperdidas.Así pues, Egremont hizo los preparativos del viaje y se dispuso aesperarconansiedadeimpacienciasuúltimanocheallí.

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Aligualquelesucedíaasucorazón,lanochenoestabaencalma.Habíadesaparecido el dulce viento que durante tantos días los había acompañado,comounvisitanteestivalreacioapartirpesealallegadadelotoño.Soplabaunviento frío y áspero que congelaba el cuerpo y crispaba los nervios.En susráfagas había desdicha y en su gemido aflicción. Egremont se sentíainfinitamentedesanimado.Elpaisajealquehabíamiradoconamoryalegríaera ahora duro e insípido; los árboles estaban abatidos, las plomizas aguas,inmóviles, las lejanas colinas, hoscas y ásperas. ¿Dónde estaba ese cielotransparente que una vez resplandeció como su sueño de amor, dónde losbosquecillosquebullíanconelcalorde losaromaspor losque leencantabadeambularymeditar; dónde ese ríode luz suavey centelleante cuyas aguasfluían y refulgían como el curso de sus horas mágicas? Todo se habíadesvanecidoaligualquesussueños.

SequedódepiedelantedelapuertadelacabañadeGerard.Seacordabadelanochequehabíavistoporprimeravezaqueljardíniluminadoporlaluna.¡Qué desenfrenados y locos pensamientos cruzaron por su mente entonces!Ahorasehabíanmarchadocomolaluzdeaquelmomento.Lanaturalezaylafortuna habían cambiado al unísono. Presintiendo el dolor, con un instintoprofético delmal, abrió la puerta y la primera persona que se encontró fueMorley.

Egremontnolohabíavistoenalgúntiempo,ysuformacordialdesaludaresa noche a Egremont contrastaba con la frialdad, por no decir con ladistancia,queparadesdichay,enocasiones,perplejidaddeEgremont,habíaidocreciendoentreellospocoapoco.Sinembargo,nohabíamomentoenquehubiesedeseadomenossupresenciaqueaquel.CuandoEgremontentróenlacasa, Morley estaba hablando con gran resolución. Tenía en la mano unperiódico,ysehabíadetenidoacomentarunpárrafodeunartículo.AloírelnombredeMarney,Egremontsequedóalgopálidoydubitativoenelumbral.Sin embargo, la bienvenida despreocupada de sus amigos le devolvió laconfianzaensímismoy,unmomentodespués,hastaseatrevióapreguntarlessobreeltemadesuconversación.Morleyhizoreferenciainmediatamentealoqueacababadeleerenelperiódico:

EXTRAORDINARIACACERÍAENELCOTODEMARNEY

El miércoles, en una pequeña colina, llamada Los Cuernos, cerca de laAbadía de Marney, el ilustrísimo duque de Fitz-Aquitania, el conde deMarney, el coronelRippe y el capitánGrouse, durante las cuatro horas queduró lacacería,secobraronelextraordinarionúmerodesetecientas treintaycinco piezas; concretamente, trescientas treinta y nueve liebres, doscientosveintiún faisanes; treintay cuatroperdices, ochentay siete conejos; y al díasiguienteserecogieronmásdecincuentaliebres,faisanes,yotraspiezas(quehabían resultado heridas el día anterior). El conde de Marney y el capitán

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Grouse estuvieron ausentes una hora y media, de las cuatro que duró lacacería,debidoasuparticipaciónenunaconvenciónagrícolaqueteníalugaren la comarca. El noble conde, con su habitual generosidad, se ofreció aentregar personalmente los diversos trofeos a los agricultores cuya buenaconductaleshabíahechomerecedoresdetalesgalardones.

—¿Qué piensas de eso, Franklin? —dijo Morley—. Ese es nuestrorespetableamigodelaAbadíadeMarney,dondenosencontramosporprimeravez. No conoces esta parte del país, porque de lo contrario te reirías de laconsiderablecondescendenciaconquetrataalagenteelpeorterratenientedeInglaterra. Parece ser, además, que un día después de su batida, como lallaman,estabayaocupadoenotrosasuntos.—YMorleypasólapágina,yleyóotropárrafo:

EnlasSesionesdelaAudienciaquehantenidolugarenlaposadaGreenDragon,enMarney,viernes,octubre,1837.

Magistradospresentes;elcondedeMarney,elreverendoFélixFlimseyyelcapitánGrouse.

ElfiscaldenunciaaRoberHindportraspasarlaslindesdelapropiedaddesir Vavasour Firebrace, de Bart, durante la persecución de una pieza de lacaceríaquetuvolugarenBlackrockWood.Entrelaspruebasencontradas,serequisaron varios cables en el bolsillo del acusado. El acusado fuemultadoconlacantidadmáximadecuarentachelinesysietechelinesconveintemásparapagar las costasdelproceso.Laopinióndel jurado fuequenoexistíanatenuantes,yaqueHindtrabajaregularmentecomoagricultoryganabasietechelinesalasemana.Puestoqueeldefendidonohapodidohacersecargodelpagode lamulta,se lehaenviadoa laprisióndeMarhamparacumplirunacondenadedosmeses.

—¡Vaya,quélástima!—dijoMorley—.CreoqueRobertHind,envezdededicarsearobarlaliebre,habríahechomejorencogerunadelasheridasquese arrastraban por el campo un día después de la batida.Habría sidomejorparaély,teniendomujeryfamilia,tambiénparasugente.

—¡Oh!—dijoGerard—,dudoquenofuesenrecogidastodasporelpolleroque han contratado para eso, ni siquiera los normandos vendían las piezascazadas.

—Lacuestiónes—siguióMorley—siespreferiblesercruelomezquino,esa es la alternativaqueofrecen la realezay lanoblezapseudonormandadeInglaterra. Donde he estado últimamente, hay un comerciante de la calleBishopsgate al que se ha investido, sin motivo público aparente, con lacategoría de conspicuo barón. Ni siquiera Bigod y Bohun aplicaron elreglamentodemontescontantaseveridadcomoestecomerciantedealgodóne

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índigo.

—Esunacuestióndifícildetrataresteasuntodelasleyesdecaza—dijoEgremont—. ¿Cómo atajar el problema? ¿Le absolveríais de la ofensa deallanamiento de la propiedad?Y, si es así, ¿entonces como se protegería lapropiedad?

—Lacosasereduceaunúnicopunto—dijoMorley—,losvaledoresdelderecho territorial deben entender que no pueden beneficiarse al mismotiempodelasventajasdetenerunagranjaydelosplaceresdeunacacería.

EnesemomentoentróSybil.Alverla,elrecuerdodequeestabaapuntodemarcharsecasiabrumaaEgremont.Elpodersoberanoqueejercíaellasobresuespírituselerevelóalinstanteynada,salvolapresenciadeotraspersonas,lehubieranimpedidodeclararlelapasiónqueleprofesaba.Sumanotemblóaltocar la de ella, y su mirada inquieta pero buscando sus ojos, hubierapenetradoensualmaserena.GerardyMorley,algoapartados,prosiguieronsuconversación.Mientras tanto, Egremont, que se encontraba muy próximo aSybil, intentó reunir elvalorparaexpresarle su triste adiós.Fueenvano.Sihubieseestadosolotalvezlehubierasalidounadespedidaapasionada,perosesentía atenazado por la presencia de los demás y le venció la vergüenza.Empezóaactuaralmismotiempotiernaydesconcertadamente,preguntandopor temas y repitiendo cuestiones que ya se habían respondido. Suspensamientos vagaban lejos de su conversación, pero no de ella, con quiendeberíahaberconversado.Unavez susojos seencontraron,ySybilobservóque los de él estaban inundados de lágrimas; en otromomento, él se dio lavueltayadvirtió lamiradadeMorley,queapartóde inmediato,perono fuefácildeolvidar.

Poco después de esto, pero antes de lo que hubiera deseado,Morley selevantóylesdeseóbuenasnoches.LediolamanoaEgremontysedespidiódeélconciertabrusquedad.Harold,queparecíamediodormido,deprontoselevantódelladodesudueñaysepusoaladrarnerviosamente.HaroldnuncaeramuyamistosoconMorley,quealverlointentótranquilizarlo,perofueenvano.Elperrolomiróconfierezayvolvióaladrar,perodespuésdehabersemarchado Morley, Harold volvió a su postura habitual de orgullosaamabilidad, y acercó su nariz a la mano de Egremont para que este loacariciaseconcariño.

Egremont se sintiómuyaliviadounavezqueMorleysehubomarchado,aunque la tarea que quedaba pendiente era aún un doloroso esfuerzo. Selevantóysepusoaandarporunmomentodeunladoaotrodelahabitación,comenzóunaoraciónsin terminar,seacercóa lachimeneayseapoyóen larepisa y, luego, extendiendo su mano hacia Gerard, exclamó con una voztrémula:

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—Misqueridosamigos.DeboabandonarMowedale.

—Lolamentomucho—dijoGerard—;¿ycuándo?

—Ahoramismo—dijoEgremont.

—¡Ahora!—dijoSybil.

—Sí, al punto. Me requieren urgentemente algunos asuntos. Deberíahaberme marchado esta mañana. Vine para despedirme de ustedes —dijomirandoaSybil—,yexpresarlescuánprofundaesladeudaquehecontraídoconsugenerosidad. ¡Cómovoyaextrañarestosdías, losmásfelicesqueheconocido!—ysuvozsequebró—.Tambiénvineparadecirle,amigomío,queesperoquenosvolvamosaencontrarpronto,perosuhijanoestaba,ynopodíamarcharmedeMowedale sinveraningunodeustedes.Asíquemehevistoobligadoaalargarmipartidahastalanoche.

—Bien,vamosaperderaunvecinomuyagradable—dijoGerard—.Lovamosaechardemenos,sinduda,¿verdad,Sybil?

Pero Sybil había girado la cabeza. Inclinada hacia delante, parecía estaracariciandoaHaroldensilencio.

Cuánto habría deseado Egremont haberle propuesto que se escribieran,haberleofrecidosusservicioscuandosepresentaselaocasión;haberledichoosugeridomuchascosasquehubieranalimentadosurelaciónosuamistad,peroavergonzadoporsusecretoyporsuconsiguienteengaño,nopodíahacermásque expresarle lo mucho que sentía tener que partir y hablarle vaga y casimisteriosamentedesudeseodeunnuevoyprontoencuentro.TendiódenuevosumanohaciaGerard,quelaestrechóafectuosamente.Luego,aproximándoseaSybil,Egremontdijo:

—Mehamostradosugentilezaenmilyunaocasiones,queyoatesoro—yañadió en voz baja— por encima de todo. ¿Aceptaría que este libro que leentregoreposaseensumesa?—yleofrecióaSybilunatraducciónalinglésdeThomasdeKempis, ilustradaconalgunosgrabadosqueeranobrasmaestras.Ensufrontispiciohabíaescrito:«ParaSybil,deunamigoleal».

—Lo acepto—dijo Sybil con la voz trémula y con el rostro más bienpálido—en recuerdodeunamigo.—Le tendió lamanoaEgremont,que laretuvouninstantey,luego,inclinándoseanteella,lallevóhastasuslabios.Atodaprisa,yconelcorazónenvilo,sedisponíaacruzarelumbralparasalirdela cabaña cuando sintió que algo le tiraba desde atrás. Se dio la vuelta. Elsabueso lo había agarrado por el abrigo y lo miraba desde abajo con unaexpresión de afectuosa reconvención para que no semarchase.Egremont searrodilló,acaricióaHaroldysesoltódesusdientes.

Cuando Egremont se marchó de la cabaña una espesa capa de niebla

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blanca envolvía el paisaje y, si no hubiese sido por las enormes sombrasnegrasqueaélseleantojabancopasdeárboles,hubierasidodifícildistinguirla tierra del cielo. A medida que avanzaba, la niebla ganaba en espesor, einclusoesasreferencias improbablesamenazabancondesaparecer.TeníaquecaminarhastaMowbrayparacogerallíeltrennocturnoaLondres.Nopodíaperderunmomento,perolainesperadaoscuridadquecrecíaacadapasohacíamás pausada y arriesgada la marcha. La proximidad del río lo obligaba ameditarcadazancadaquedaba.Deacuerdoconsuscálculoshabíaavanzadohastacasilaalturadesuantiguaresidenciay,pesealaosadíadelajuventudyal hechode que a esa edad se hace intolerable lamolestia de abandonar unesfuerzo,considerabalaconvenienciaderenunciaresanocheasuintentodellegar a Mowbray y volver a su refugio. Se detuvo, al igual que se habíadetenidovariasvecesanteriormente,para reflexionarmásqueparaobservar.Lanieblaeratanespesaquenoalcanzabaaversenisupropiamanoextendida.Noeralaprimeravezquesentíaquealguienoalgoloseguíapordetrás.

—¿Quiénandaahí?—exclamóEgremont.Peronadierespondió.

Semovióunpoco,peromuydespacio.Estabasegurodequeoíapisadascerca.Volvióahacer lamismapreguntamásalto,peronoobtuvorespuesta.Denuevosedetuvo.Deprontoalgoloagarrópordetrás,unazarpadehierrolecogiópor lagargantayunamanodeacero leatenazóelbrazo.Elataquerepentinolehizocaminaratodaprisa.Laviolenciadelsonidodelasaguasleavisabadequeseaproximabaaunazonadelríoconraudalesqueformabaunbancaldeafiladaspiedras,Confuerza,yaladesesperada,Egremontcayóalsuelocomounanimalacosadodemuerteporunabestiaquehahechopresaenél, pero sus pies se agarraron a la tierra como sostenidos por alguna fuerzamagnética. Con el brazo libre luchó cuerpo a cuerpo con su misterioso einvisibleenemigo.

Eneseinstanteoyóelaullidoprofundodeunmastín.

—¡Harold!—gritó.

El perro, invisible, saltó hacia delante y agarró al asaltante. Fue tanviolentoelimpulsoqueEgremonttropezóy,alcaeralbancal,seliberódesuoscuroenemigo.Pasóunratohastaque,aturdidoyexhausto,volvióaserélmismo.Ladireccióndelvientohabíacambiadorepentinamente,yunafuerteráfagahabíadisueltolanieblaque,enalgunaszonasdejabaentreverdenuevolasiluetadelpaisaje.AsuspiescorríanlosrápidosdelríoMowe,enlosqueuna luna acuosa proyectaba una luz débil e intermitente. Egremont yacíatumbadoa laorilladelbancaldel río,Haroldsehabía tumbadoencimay lomiraba jadeante, lamiéndolodevezencuandoconsu lenguaque,peseanoestarpreparadaparaarticularpalabra,habíahabladotanoportunamenteenelmomentodelpeligro.

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FINDELLIBROTERCERO

LIBROIV

Capítulo1

—¿Vas al Parlamento, Egerton?—preguntó el señor Berners en el clubBrookes a un colega diputado, a las cuatro en punto, a comienzos de laprimaverade1839.

—En cuanto le ponga el sello a esta carta, si quieres, podemos ir juntoscaminando.

Yunosminutosmástardesalierondelclub.

—A nuestros muchachos les ha entrado un cierto susto con la cuestiónjamaicana—dijoEgertonenvozbaja,comosituviesemiedodequecualquierpaseantepudieraoírle—.Nodigasnadaperohayuncabosuelto.

—¡Quédiablos!¿Quéquieresdecir?

—Dicenquelosradicalesnosvanaderrotar.

—Habladurías,habladurías.Mediadocenadevecesyahanamenazadoconhacerlo.Humo,señor;todoterminaráenhumo.

—Eso espero; pero sé, y te prevengopor la confianza que te tengo, quelordJohndijoayeralgoalrespecto.

—Eso puede ser. Creo que nuestros muchachos están profundamentehartosdelasunto.Ytalvezsealegrendequelesdenunaexcusaparaderrotaralgobierno.PeronodebemosdejarquePeel seanombradoprimerministro,porquenadapodríaimpedirquedisolvieralaCámara.

—SusamigosseatrevenapronosticarquePeelnodisolveríaelParlamentosifueseelegido.

—¡Comoparacreerle!

—Dicenqueconsideraqueyahadisueltodemasiadasveces.

—¿Cómoeseso?Despuésdetodo,nolehanperjudicadotanto.Inclusoladelaño34fueunéxito.

—Quienquiera que disuelva—dijo Egerton—, no creo que consiga unamayoríadeningunamanera.

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—Hemosvistocosasextrañas—dijoelseñorBerners.

—Nuncapensaríanenromperelgobiernosinelegirasuspares—dijoelseñorEgerton.

—Lareinanoestádeltodoafavordenombrarmáspares,ycuandohayelactualequilibriodefuerzasentrelospartidos,lasoberanadejadeserunameraobservadorareal.

—DicenqueaSuAltezale impresionamáselasuntoesedeloscartistasquecualquierotro—dijoelseñorEgerton.

—Son bastante raros; pero por lo que a mí respecta, no estoyparticularmenteasustadodequehayaunarevueltadecampesinos.

—No,siseproduceunestallido,perounaresistenciaorganizadaypacíficadeloscampesinosesalgocompletamentedistinto.Cuandoveounaasambleaque se reúnehabitualmente enLondresyquemantiene reunionesdiarias enpalacio; y veo también que hay una corriente de opinión general en el paísparafrenarelconsumodelosartículossujetosaimpuestos,nopuedodejardepensar que este asunto esmás grave de lo que imaginas.Me consta que elgobiernoenteroestáenestadodealerta.

—¡Justolosmuchachosquequeríamos!—exclamólordFitz-Heron,queseapoyabaenelbrazodelordMilford,yqueseencontróconelseñorEgertonysuamigoenPallMall.

—Estamosbuscandoaunaparejadepares—dijolordMilford—.Vosotrosdososemparejaríaisparaelpactodeabstenciónenlasvotaciones.

—DeboiralaCámara—dijoelseñorEgerton—,perovoyaausentarmedesdelassieteymediahastalasonce.

—Me acabo de poner de acuerdo con Ormsby en el clubWhite—dijoBerners—,nohacenimediahora.Ambosvamosa iracenaraEksdale,asíquelohemosarreglado.¿Tenéisalgunanoticiadehoy?

—Nada, excepto que dicen que Alfred Mountchesney va a casarse conladyJoanFitz-Warene—replicólordMilford.

—Haestadodandolargasatantos—señalóelseñorEgerton.

—Siempre ocurre lo mismo con estas grandes herederas —añadió sucompañero—.Nunca se casan. No pueden soportar la idea de compartir sudinero.ApuestoaqueladyJoannospresentaráaalgúnotronuevosujetoconmásdineroqueCreso.

—Bueno,Egerton,nosacabasdearruinarelemparejamiento—dijoFitz-Heron—.¿NocenarásencasadeSidoniaporcasualidad?

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—¡Ojalá lohiciera!Vais a tener losplatosmás suculentosy losmejoresinvitados. No, yo ceno en casa del viejoMalton; tal vez un tête à tête, unwhiskyescocésy,luego,¡acontarlelasnoticias!

—Nohaynadamejorqueserunsobrinodiligente,especialmentecuandoel tío de uno es soltero y tiene una renta de veinte mil al año—dijo lordMilford—.¡Aurevoir!Supongoqueestanochenohabrávotación.

—Deningunamanera.

EgertonyBernerscaminaronjuntosuntrechomás.CuandoestabancercadelGoldenBall,unamujerqueabandonabalatiendayqueibaaentrarensucarruajesedetuvoalreconocerles.SetratabadeladyFirebrace.

—¡Ah!,señorBerners,¿cómoestáusted?¡Justolapersonaqueyoqueríaver! ¿Cómo esta lady Augusta, señor Egerton? ¡No tiene ni idea, señorBerners,decómoleheestadodefendiendo!

—¿Deverdad,ladyFirebrace?—dijoelseñorBernersbastanteincómodo,puesaél,comotalvezalamayoríadenosotros,ledisgustabaespecialmenteseratacadoodespreciado—.Esusteddemasiadobuena.

—¡Ah,amínomeimportacuálseaelsignopolíticodeunapersona!—exclamó lady Firebrace con aire de afectuosa entrega—. Debería estarcontentadeverleconvertidoenunodenosotros.¡Ustedsabequesupadreloera!Perosialguienesmiamigo,notoleraréqueseleataqueporlaespaldaenmipresenciasinpelearparadefenderle.Y,ayerporlanoche,sinduda,peleéparadefenderle.

—Leruegoquemedigadóndefue.

—LadyCrumbleford.

—¡QuiénibaadecirqueseríaladyCrumbleford!—dijoelseñorBernersindignado,perounpocoaliviado.

—No,no.LadyCrumblefordselodijoaladyAliciaSevern.

—Sí,sí—dijoBerners,unpocopálido,porquelehabíaafectado.

—Pero no puedo detenerme más —dijo lady Firebrace—. DeboencontrarmeconladySt.Juliansalascuatroymediaexactamente.—Yentróensucarruaje.

—Preferiría encontrarme con cualquier mujer en Londres que con ladyFirebrace—dijoelseñorBerners—.Mehacesentirincómodoelrestodeldía.Se dedica a convencerme de que elmundo entero conspira contramí omeridiculizanamisespaldas.

—Es su forma de ser —dijo Egerton—. Ella prueba su fervor hacia ti

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demostrándotequeeresodioso.Esunrecursoquetienemuchoéxitocongentedetemperamentodébil.Asustadosporsufaltadepopularidad,buscanrefugioen la únicapersonaque les garantiza el odiode losdemásyque, almismotiempo,locreeinjusto.EllahaceloquequiereconlapobrebobaliconadeladyGramshawe, quien sienteque ladyFirebrace le hace la vida imposible, peroestáconvencidadequesirompeconlatorturadora,pierdeasuúnicaamiga.

—Esdifícilveraunmuchachodenuestro tiempo tanalteradocomoesehombrequepasaporahí.

—Quién lo diría por su aspecto. La otra noche pensé que tenía mejoraspectoquenunca.

—¡Oh, no! No por su aspecto, sino por su vida. Fuimos juntos aChristchurch y nos licenciamos casi al mismo tiempo. Bueno, yo un pocoantes. Hizo de todo, y lo hizo bien. Pero ahora ya no se le ve, salvo en laCámara.Novaaningúnsitio,ymedicenquesehaconvertidoenun lectorempedernido.

—¿Creesquepretendeunpuestoenelgobierno?

—Aúnnohadejadoversusintenciones.

—Él va como escolta; y su hermano siempre podrá conseguir cualquiercosaqueéldesee—dijoEgerton.

—¡Oh!ÉlyMarneynosehablan.Seodianelunoalotro.

—¡PorJúpiter!Sinembargo,ahíestásumadre;conesematrimonioentreellaylafamiliaDeloraine,ellaseconvertiráenladamamásrespetable.

—Ellaeslaúnicamujerválidaquetienenlostories.Creoquelasdemás,desde lady St. Julians hasta tu amiga lady Firebrace, los perjudican. Ojalátuviéramos de nuestra parte a lady Deloraine. Ella sí que aglutinamaravillosamenteasushombres.Haceque lacasa resulteagradabley luegosusmanerassonciertamenteexquisitas,naturalesy,noobstante,refinadas.

—LadyMinaBlaketienelaideadequelejosdeaspiraraningúnpuestoenelgobierno,elcorazóndeEgremontnoestádeltodoconsupartido;yquesinofueraporlamarquesa…

—Lepodríamosganarparanuestracausa,¿verdad?

—Ejem.Deesoyanoestoytanseguro.Mehandichoqueestáirritadoconlagente.

—¿Porlodelderechodevotaryelsufragiofamiliar?

—Dios,creoquesedebeaunarazóncompletamentediferente.Noséporquéesexactamente,perotengoentendidoqueestáirritado.

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—Pues eso no va mucho con Peel. A él no le gustan los hombresextravagantes.Locomprendes,¿verdad,Egerton?

CuandoelseñorEgertonysuamigoibanadoblarlaesquinadelaplazadeTrafalgarconCharingCross,observaronqueloscarruajesdeladySt.Juliansyel de la marquesa de Deloraine estaban alineados costado con costado enmediode la calle.Lasdos eminentes estadistasmanteníanuna conversaciónseria.EgertonyBernershicieronunareverenciaysonrieron,peronollegaronaoírlaspocaspalabras,nocarentesdeinterés,quesecruzaronentreellas,yque,noobstante,lleganhastanosotros.

—Lesdoyoncedeventaja—dijoladySt.Julians.

—Bueno,esoesloqueCharlesmehadicho—dijoladyDeloraine—,queesloquecreesirThomas,yéltienerazónnormalmente,peroCharlesnoeselúnicoquetieneesaopinión.

—El señor Thomas, lo sé, les da una ventaja de once —dijo lady St.Julians—.Yesomegustaría;diremosquesononce.Tengounalistaaquí—yelevó ligeramente elmentón,mirando a ladyDeloraine de soslayo con ojosprovocativos—quepruebaquenopuedentenermásquenueve,peroestoesmuyconfidencial;aunque,desdeluego,entrenosotrasnodebehabersecretos.SegúnlalistadelseñorTadpole,quenolahavistonadiesalvoyo,nisiquierael señorRobert, lordGrubminster ha tenido un ataque al corazón. Lo estánescondiendo, pero el señor Tadpole lo ha averiguado. Querían emparejarlepara el pacto de abstención con el coronel Fantomme que, al parecer, estámuriéndose, pero el señor Tadpole tiene un hipnotizador que ha hechomaravillasporél,yquelehagarantizadoquepodrávotar.Bueno,esolesdaunaventajadeuno.

—YluegoestásirHenryChurton…

—¡Ah,ya losabes!—dijo ladySt.Julianscomolevementehumillada—.Sí,votaráconnosotros.

LadyDelorainenegóconlacabeza.

—Creo—dijo—que conozco el origende esa información.Es un error.Estabademalhumor; lohaestadodurantetodalasesión.EstuvoencasadeladyAliceFermyneydijotodaclasedebarbaridades.Todoesoescierto.PeroestamañanaledijoaCharlesenunacomisiónqueibaavotarconelgobierno.

—¡Quéhombremásestúpido!—exclamóladySt.Julians—.Nuncalohepodidosoportar.¡Ypensarqueheenviadoasuvulgaresposayaesahijasuyadeojosdebúhounainvitaciónparaelpróximomiércoles!Bueno,esperoquetodo se resuelva en una crisis, porque no creo que pueda soportar pormástiempo esta vida de sacrificios perpetuos—añadió lady St. Julians un poco

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fueradesí,tantoporquehabíaperdidounvotocomoporquehabíadescubiertoquesuamigayrivalestabamejorinformadaqueella.

—Estanochenohabráocasiónparalasdisensiones—dijoladyDeloraine.

—Esoesfijo—dijoladySt.Julians—.Adiós,miqueridaamiga.Creoquenosvemosparacenar,¿verdad?

—Conspirando—dijo el señorEgerton al señorBerners cuando pasaronjuntoalasgrandesseñoras.

—El único consuelo que le queda a uno—dijoBerners—es que si nosdejan fuera, ladyDelorainey ladySt. Julians sepelearán,porquequieren lamismacosa.

—LadyDeloraineganará—dijoEgerton.

En esemomento se encontraron con el señor Jermyn, un jovendiputadotory,aquientalvezellectorrecuerdedelCastillodeMowbray,ycaminaronjuntos.EgertonyBerners intentaron sondearlo sobre las expectativas de susamigos.

—¿QuévaahacerTrodgits?—dijoEgerton.

—CreoqueTrodgitssemantendráalmargen—dijoJermyn.

—¿Y con quién crees que votará ese tipo nuevo, el muchacho ese delnorte,¿cómosellama…?—dijoBerners.

—¡Blugsby!Ah,BlugsbycenóconPeel—dijoJermyn.

—Nuestrosmuchachosdicenquelascenasnosonbuenas—dijoEgerton—.Sonciertamenteunmalditoaburrimiento,peropuedesestarsegurodequealosburgueseslesgustan.Nosotrosnoorganizamosnilamitaddecenasqueellos.PeroBlugsbyeseltipodepersonadelaquesepuedeesperaqueceneconPeel,yestoysegurodequeaPeelletuvieronquerecordarquenoolvidaratomar vino con él. El otro día Melbourne dio un banquete a algunos denuestroshombresque,alparecer,quierenatención,ynobebióvinoniconunosolo de ellos. Se olvidó. ¡Me pregunto qué estará ocurriendo en laCámara!AquíestáSpencerMay,élnoslodirá.Bueno,¿quéestáocurriendo?

—EselturnodeWishy,yluegolesigueWashy.

—¿Nohahabidodisidentes,entonces?

—Niunosolo.Lospolluelosestánenelnidoparaambaspartes.

Capítulo2

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La mañana del mismo día que Egerton y su amigo, el señor Berners,caminabanjuntoshacialaCámaradelosComunes,comodijimosennuestroúltimocapítulo,Egremontacababadevisitarasumadre,quesehabíacasadodesdeelcomienzodeestahistoriaconelmarquésdeDeloraine,ungrannobleque desde siempre le había profesado admiración. El primer fundador de lafamilia,enlosprimerostiemposdenuestrahistoria,habíasidounabogado.ElactuallordDeloraine,aunqueestabacondecoradoconlaordendelaJarreterayhabía sidovicerreyen las colonias, era solamenteelnietodeunabogado,perodeunoqueconocíasuscualidadesporquehabíapertenecidoalcuerpodeabogados, y había muerto con el grado de ex canciller. La familia habíaheredadodeélunciertotalento.Elhijodelabogadohabíasidouncortesanofielyhabíaconseguidounpuestoenelgobiernoqueleduróveinticincoaños.

Eraunamáximadelafamiliaestablecergrandesalianzas,deformaquelasangrefuerapurificándosepocoapocoyloscontactossehicieransiempreconarregloalgradodepodereinfluencia.Asípues,fueungranéxitoqueensolodos generaciones con título pudieran conseguir la coronita demarqués. Sinembargo, al hijo del viejo canciller le tocó vivir tiempos convulsos, yemprendió la búsqueda de su deseado objeto con la misma devoción ypaciencia conqueel almirante lordAnsonviajópara encontrar losgaleonesespañoles.Al final, comoocurre cuando loshombres semantienen firmesyserenos,loconsiguió.Elactualmarqués,atravésdesupadreydesuprimeraesposa, se había unido con las casas más influyentes del reino y tenía unarelacióndeigualaigual.Porsuaspectonoble,porladistincióndesusformas,podría haber sido considerado como la personificaciónde la aristocracia; suentradaenlossitiosconcitabatodaslasmiradasysusonrisaganabatodosloscorazones.Tambiéneramuyilustradoynocarecíadebuenasinformaciones.Había leído un poco, y pensadoun poco, y era bajo todo punto de vista unhombredegrannobleza,tanreconocidoporsubuentratoconlagentehonradacomoporlaconstanciaconquehabíacortejadoalaencantadoraladyMarney.

Lord Deloraine no era muy rico, pero no tenía apuros económicos yaparentaba poseer una riqueza principesca. Poseía una espléndida mansiónfamiliarconunpatioy,enelcampo,unafincanobleconunparquemagnífico,incluyendounlagomuycelebrado,peroconmuypocasgranjasalrededor.Sinembargo,losderechossobrelastierrasquehabíaconcedidoelviejocancillerasus descendientes le reportaban anualmente unos miles de libras. Sumatrimonio con ladyMarney era sobre todo un asunto de corazón, pero laconstitucióndeesta importante sociedadmaritalno rebajabaelesplendordesuposición.

FueesteinminenteenlaceylaansiedadqueteníaladyMarneyporarreglarlos asuntosdeEgremont antesdeque se celebrasedichaunión, losmotivos

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que le habían impulsado a llamarle tanurgentemente desdeMowedale, algoquequizáellectornohayaolvidado.Y,ahora,EgremontestabaenunadesusvisitasdiariasasumadreenlacasadelosDeloraine.

—Demosunatreguaalapolítica,miqueridoCharles—dijoladyMarney—, debes de estar cansado ya de mis preguntas. Además, yo no veo esosasuntos de forma tan esperanzada como la que suelen tener algunos denuestrosamigos.Yosoyunadeesaspersonasquepiensaquelamanzananoestámadura. Estos hombres seguirán tambaleándose, y pormás tiempo delqueimaginanellos.Quierohablartedealgomuydistinto.Mañana,miqueridohijo,estucumpleaños.Cómolamentaríaquelopasasessinrecibiralgodetumadre que temostrase elmucho cariño que le tiene a esta conmemoración.Pero de todas las tonterías delmundo, lamás tonta es un regalo que no esdeseado. Es posible que arruine un poco la sorpresa pero, si te pidodirectamente que me ayudes a buscar algo que realmente sea de tu gusto,realzaráelregalo.

—Pero, mi querida madre, ¿cómo puedo ayudarte?—dijo Egremont—.Hassidosiempretanamableytangenerosaquerealmentenoansíonada.

—Oh,Charles, no puede ser que seas un hombre tan afortunado que nodeseesnada—dijoladyMarneyconunasonrisa—.Tienesyaunneceser;tushabitacionesestánsuficientementeamuebladas,hastaahíllego;perohaycosasque siempre piden los hombres de las cuales no sé nada, como caballos yescopetas. Seguramente querrás un caballo o una escopeta, Charles. Bien,puedestenerloquequieras,lomejor,lomásvaliosoquepuedacomprarsecondinero; o una berlina, Charles, ¿qué te parece una nueva berlina? ¿No tegustaríaqueBarkerfabricaraunaberlinaatumedida?

—Eresdemasiadobuena,queridamadre.Tengocaballosyescopetas;yelcarruajequetengoeselúnicoquequiero.

—Entonces, ¿nome vas a ayudar? Estás decidido a que haga algomuyestúpido.Puesnotequepadudadequetevoyaregalaralgo.

—Bien, querida madre —dijo Egremont sonriendo y mirando a sualrededor—,damealgoqueestáaquí.

—Escogepues—dijoladyMarney,ydiounrodeoconlamiradaalrededorde las paredes de raso azul de su casa, cubiertas con cuadros de galeríaexquisitamente artísticos, y luego, hacia las mesas repletas de juguetespreciososyfantásticos.

—Seríaunsaqueo,miqueridamadre—dijoEgremont.

—No, no. Tú lo has dicho, escoge algo ahora mismo. ¿Quieres esosjarrones? —y ella señaló unos ejemplares de porcelana de Sèvres casi

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inigualables.

—Estándemasiadoperfectosahíparacambiarlosdesitio—dijoEgremont—,noquedaríanbienenmistranquilossalones.Simelopermites,preferiríaescogeruncuadro.

—Entonces,eligeunoahoramismo.Nohagoningunaexcepción,salvoeseWatteau,puesmelodiotupadreantesdecasarnos.¿QuiereseseCuyp?

—Yoprefieroese—dijoEgremont,yseñalóalretratodeunasantapintadopor Allori. Era el rostro radiante y, no obstante, solemne de una preciosajovencitadeelegantesrizosdeorotostado,congrandesojososcuroscomolanoche, orlados por pestañas de ébanoque caían sobre unas resplandecientesmejillas.

—¡Ah!¡Escogesese!Bueno,eseeraungranfavoritodelpobresirThomasLawrence. Nunca he conocido a nadie que se le parezca lomásmínimo, yestoyseguradequetútampoco.

—Merecuerdaaalguien—dijoEgremontcomoparasímismo.

—Quehassoñado—continuóladyEgremont.

—Talvezsí—dijoEgremont—.Sí,creoquehadebidodeserunsueño.

—Bueno,puespodrásteneresavisióncercadetusojos—dijosumadre—.MañanamismoencontrarásesteretratoencimadetuchimeneaenAlbany.

Capítulo3

—Losvisitantesdebenretirarse.

—Sevaprocederalavotación,despejenlagalería.Retírense.

—Tonterías; no. Es bastante ridículo, bastante absurdo. Alguien debelevantarseyhablar.QuevayaalguienabuscarlosalCarlton,alclubReform,al Brookes. ¿Estáis listos? No, ¿lo están los tuyos? ¿Qué significa? ¡Essumamente absurdo! ¿Haymuchos compañeros en la biblioteca?La sala defumadoresestállena.Todosnuestroshombrestienenpactodeabstenciónhastalas siete y media. Faltan cinco minutos para la media ¿Qué pensáis deldiscurso de Trenchard? Nome importa por nosotros, pero lo siento por él.Bueno,sonustedesmuyamables.Retírense,retírense,debenretirarse.

—¿DóndevasFitzHeron?—dijoelsecretariodelpartidoconservador.

—Debomarcharme. Tengo pacto de abstención hasta las once ymedia.Faltanalgunosminutosymihombrenoestáaquí.

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—¡Malditosea!

—¿Quévaapasar?

—Dios,nolosé.

—Estádudoso,¿no?

—¡Diablos! —dijo el secretario en voz baja, pálido y hablando entredientes.

Lacampanade llamadaa lavotaciónseguíasonando.Sehizosalira lospares, diplomáticos y visitantes. Los diputados venían corriendo de labiblioteca y de la sala de fumadores. Algunos cabriolés acababan de llegarjusto a tiempoparaque susdesesperadospasajeros entraran en el vestíbulo.Laspuertassecerraron.

Losmisteriosde losdoscorredoresqueconducena lavotación sonsoloparalosiniciados.Trescuartosdehoradespuésdelsistemadedividirseendosgruposparavotar,elrecuentodevotosfuehechopúblicoalrestodelmundo.¡El gobierno había ganado por unamayoría de treinta y siete votos!Nuncaantesunaoposiciónhabíaconseguidomenosvotosenelrecuento,tampocoensu prueba de fuerza durante la sesión.Todo había idomal.LordMilford sehabíamarchadosinencontrarunpactodeabstención;elseñorOrmsby,quesehabía comprometido para abstenerse con el señorBerner, nunca apareció, ypermitió que este votara. Por este motivo fue maldecido hasta la saciedad,especialmenteporlosmildoscientosaspirantesavotarafirmativamente.Perocomo,alparecer,elseñorOrmsbynocarecíadenada,yposeíaunarentadecuarentamillibrastrimestrales,aguantóelchaparróndeindignacióncomouncorderoenelsacrificio.

Hubo otra serie de infortunios parecidos. Loswhigs obligaron a votar alordGrubminsterenunasilladeruedas.Élestabainconscienteperonohabíaoídomenosdeldebatequetantosotros.Porotrolado,elcoronelFantommenopudollegaratiempo.Elhipnotizadorlehabíapuestoentranceasíquehabíaque temer que nunca volviese a despertar. Pero el golpe de la noche fue undiscursocontralaoposiciónacargodeunodesuspropioshombres,elseñorTrenchard,quevotóconlasfilasdelgobierno.

—Elrestoyapuedesimaginártelo—dijoladySt.JuliansaladyDelorainea lamañana siguiente—.Es sencillamente irritante. Fueuna sorpresa y seráunalección.PeroelasuntodeestetalseñorTrenchard…,ymehandichoqueWilliam Loraine estuvo aplaudiéndole todo el tiempo, ¿qué significa?¿Conocesaesehombre?

—Heoído aCharles hablar de él, y creo que bastante a su favor—dijoladyDeloraine—.Siélestuvieseaquí,noscontaríamáscosas.Mepregunto

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porquénoviene.Despuésdeunavotación,nuncaomitepasarseporaquíparacontármelotodo.

—¿Sabes, mi querida amiga —dijo lady St. Julians con cierto aire desolemnidad—,queestoymadurandoungrangolpe?Noesestaunaépocaparaandarseconfrivolidades.Estámuybienqueestagentealardeedelavotacióndelaúltimanoche,perofueunasorpresa,ytangrandeparaelloscomoparanosotros.Creoqueelcampodebatallasehallenadodedisidentes.Desdequelord John dio su discurso «de la irrevocabilidad», ha habido una sediciónlatente.ElseñorTadpolelosabe,porquetienecontactosconlosrebeldes.EsteasuntodeTrenchardpuededarnosgrandesquebraderosdecabeza.Cuandosetrata de una lucha justa, el gobierno no tiene más que un grupo de docepartidariosoasí.SiestetalseñorTrenchardytresocuatromásdecidendarseimportancia,¿mecomprendes?Eldañopuedeserinminente;debemosatajarlocondecisión.

—¿Yquéproponeshacer?

—¿Estácasado?

—Realmente no lo sé. Desearía que Charles viniese, tal vez él podríadecírnoslo.

—Notengodudadequeloestá—dijoladySt.Julians—.Sinoestuviesecasado, le habríamos encontrado de una forma u otra en estos últimos dosaños. Bien, casado o soltero, con su esposa o sin ella, le voy a enviar unainvitación para que venga el miércoles. —Y lady St. Julians se detuvo,abrumada como estaba por la inconmensurable grandeza de su idea y de susacrificio.

—¿Nocreesqueserádemasiadorepentino?—dijoladyDeloraine.

—¿Quésignificaeso?Éllocomprenderá.Habráconseguidosuobjetivo,ytodoestaráensusitio.

—¿Perocreesqueeseessuobjetivo?Noconocemosaesehombre.

—¿Qué otro podría ser su objetivo?—dijo lady St. Julians—. La genteentraenelParlamentoparahacerseviejos,sinobjetivosclaros.Sihanestadofantaseandosobreesaposiciónantesdeentrar en laCámara,pronto tendránqueabandonarsusalocadasideasydarsecuentadequenotienenmástalentoqueotrosmuchos;ysilotuvieran,debenaprenderqueelpoder,lainfluenciapolítica y el respeto a la corte están reservados para nosotros y nuestrosamigos. Así que como buenos hombres prácticos, que buscan resultadospolíticos, lo acaban entendiendo. Se les invita a cenarmás de lo que se lesinvitaría si fuese de otra manera; proponen estrambóticas enmiendas enasambleas públicas absurdas; y se les invita con susmujeres a reuniones en

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casadesuslíderesdondepuedenverestrellasylazosazulesy,sobretodo,anosotras,que tanpocagracianoshaceaparecerenestasocasiones,peroqueasistimoshaciendoelmayordelossacrificiosimaginables.

»Así pues, esta gente bebería en nuestra mano, si una tuviera tiempo yganas de prestarles atención. Puedes hacer cualquier cosa con ellos. Si lespides que asistan a un baile, te darán sus votos; si les invitas a cenar, si esnecesariocancelaránsusvotos;perosiloscultivas,teacuerdasdesusesposasenlasreunionessocialesyllamasasushijas,aserposible,porsunombredepila,nosolocambiaránsusprincipiosoabandonaránasupartidoporti,sinoqueestarándispuestosaponersusfortunasysusvidasatuservicio.

—Los describes a la perfección, querida lady St. Julians —dijo ladyDeloraine riéndose—, pero con tal conocimiento y tales poderes, ¿cómo esquenosalvastenuestrosdistritos?

—Deboconfesarqueentonceshabíamosperdidoanuestroslíderes—dijoladySt.Julians—.Connuestrosqueridoreyyqueridoduque,habíamoscreídoquevivíamosenlaépocadeVersallesocasi.Ydeboadmitirquecreoquenoshabíamosconvertidoenunpocodemasiadoexclusivos.Noexistíaelmundofuera del círculo de amigos de la casa de campo y, después de todo, loechamos a perder no porque insultáramos al pueblo, sino porquemenospreciamosalaaristocracia.

ElcriadoanuncióaladyFirebrace.

—¡Ah!,miquerida ladyDeloraine; ¡ah!,miquerida ladySt. Julians—ymoviólacabezadeunladoaotro.

—Notienesnoticias,supongo—dijoladySt.Julians.

—Solo acerca de ese terrible señor Trenchard. ¿Sabe por qué razón hadesertado?

—No,porsupuesto—dijoladySt.Juliansconunsuspiro.

—¡PorunainvitaciónalacasaLansdowneparaélysuesposa!

—¡Ah,entoncesestácasado!

—Sí, ella está detrás de todo este asunto. Con los plazos perfectamenteplaneados de antemano.Tengo una nota aquí con todos los datos.—Y ladyFirebracedesplegóuninformedelseñorTadpole.

—La casa Lansdowne me va a fastidiar —dijo lady St. Julians conamargura.

—Bueno es cuandomenos un acto provocador—dijo lady Deloraine—puestoquetúyatehabíasdecididoainvitarleselmiércoles.

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—Sí,apartedequeesunsacrificio—dijoladySt.Julians.

—Hablansobrelavotación,supongo—dijoEgremontalentrar.

—¡Ah, el señorEgremont!—dijo ladySt. Julians—, ¡vaya alboroto quearmó!

LadyFirebracehizoungestodenegaciónconlacabezacomodereproche.

—¡Charles! —dijo lady Deloraine—, hablábamos de ese tal señorTrenchard.¿Noleoíyodeciralgunavezquesabíaalgodeél?

—¿Porqué?Élesunodemisconocidosmáscercanos.

—¡Cielos!,¡quéhombreparatenerlocomoamigo!—dijoladySt.Julians.

—¡Cielos!—repitióladyFirebracelevantandolasmanos.

—¿Yporquénomelopresenta,Charles?—dijoladyDeloraine.

—Yalohice.EncasadeladyPeel.

—¿Yporquénolepidióquevinieraaquí?

—Lohiceenvariasocasiones,peroélnoquería.

—PerosivaalacasaLansdowne—dijoladyFirebrace.

—Supongo que es usted la autora del artículo de portada en el Standardqueacabodeleer—dijoEgremontsonriendo—.AnunciaengrandesletrasdemoldelasrazonessecretasdelvotodelseñorTrenchard.

—Asíes—dijoladyFirebrace.

—TrenchardirámuyprobablementealacasaLansdowneestanoche.Meheencontradoconélunamediadocenadeveces.Tienemucharelaciónconmifamiliayviveenelmismocondado.

—¿Ysuesposa?—dijoladyFirebrace—.Esaeslacuestión.Nuncapodríairconsumujerallí.

—Notieneesposa—dijoEgremontmuytranquilamente.

—InvíteleacenaraGreenwich,señorEgremont,yyomesentaréasulado—dijoladySt.Juliansenérgicamente.

—¡Afortunado Trenchard! —dijo Egremont—. Pero me temo, lady St.Julians, lady Firebrace, que no haga honor a esa suerte. Le dan pánico lasseñoras de la buena sociedad, y nohaynada en elmundoque le importunemás que lo que ustedes llamarían estar en sociedad. En casa, donde hedesayunadoconélestamañana,oenelcírculodesusíntimosamigos,éleslamejorcompañíadelmundo.Nohaynadiequeestémejor informadoqueél,quehagagalademejorhumor,yqueseamássinceramenteamable.Todoslos

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queleconocenlequieren,exceptoTaperyTadpole.

—Peseatodo,creoqueleinvitaréelmiércoles—dijoladySt.Julians—.Yleescribiréunapequeñanota.Sientrarenlasociedadnoessuobjetivo,¿cuáles?

—¡Ay!—dijoEgremont—.Esaesunagranpreguntaparaquereflexionensobre ella lady Firebrace y usted. Es una lección para ustedes, estimadasseñoras mías, que piensan que pueden gobernar el mundomediante lo quellamaninfluenciasocial.Lepidenalagentequeasistaunaodosvecesalañoaunafastidiosareuniónensuscasaspara,entresonrisasdesdeñosasymiradasimpertinentes, vanagloriarse de hacerles creer que mediante el privilegioocasionaldeentraren sus salonesy laexperienciaperiódicade su insolentereconocimiento, se les recompensa por los servicios prestados o, si esnecesario,sirvedeestímuloparaunavergonzosadeserción.

Capítulo4

La noche era clara y serena, aunque la luna no había salido, y variosgrupos de personas se había reunido enMowbrayMoor. Elmás concurridoestabapróximoaunasenormesmolesdepiedra,unadelascualessobresalíaporencimade lasdemás.Tenía la formadeunagrancabezaplana, sobre laquecabíanunasveintepersonasjuntas;selallamabaelAltardelDruida.Latierra de los alrededores, salpicada de fragmentos de piedra, estaba cubiertaestanocheporsereshumanosquehabíanjuzgadoadecuadodescansarenestelugar, enmediodeestas ruinasdeunantiguo temploovestigiosdelmundoantiguo. El grupo espectral fue nutriéndose de sombras que ensanchaban yhacían crecer por momentos el círculo en penumbra y el murmullo ymovimiento de la congregación de miles de personas. De pronto, en ladistanciaseoyóelsonidodeunamúsicamarcial.Y,alpunto,raudoscomoelrayo,yconmásímpetu,cadaunodeloscongregantescogióunaantorchaenllamas en medio de un coro de vítores cuyo eco, sin cesar de repetirse yresonar en la oscuridad, fue alejándose lentamente hacia las entrañas de losbosquesvírgenes.

Lamúsicaylosestandartesanunciaronlallegadadeloslíderesdelpueblo.Remontaron la cuestapedregosaqueconducíahasta la cumbredelAltardelDruida,yallí,rodeadosporsuscompañeros,entrelosgritosentusiastasdelamultitud, Walter Gerard se dirigió a los presentes en la Asamblea de lasAntorchas.

Bajo el incierto parpadeo de la luz su figura esbelta tenía un aspecto

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colosal. Su voz cálida y poderosa llegaba hasta elmás remoto rincón de suvasto auditorio, que le escuchaba en silencio, expectante y emocionado. Almismo tiempo que escuchaban la exposición de sus preocupaciones y lareivindicación de los sagrados derechos de los trabajadores, le mirabanatentamente,conlabocaapretadaporsusfirmesconviccionesodistendidaporlajuvenilsimpatíaquedespertaba.Cuandounafrasebrillanteoapasionadalesllegabahastael tuétano,hacíanflamearlasantorchasyseponíanagritar.Elmotivode laasamblea, lahora,elmarco, todocombinadohacía laasambleaextremadamenteemocionante.

—Me pregunto si Warner hablará esta noche —dijo Dandy Mick aDevildust.

—NoseimplicatantocomoGerard—replicósucompañero.

—Pero es un as en las negociaciones—dijo Dandy—. Los tejedores leconsideransuhombreclave,yeseesungremiopoderoso.

—Peroparairalfondodelosasuntos,nohaynadiecomoStephenMorley—dijoDevildust—.Senecesitaríanseisclérigosparapoderconél.Conoceelfuncionamiento de la sociedad como la palma de su mano, pero Gerard esquiensellevaalagentedecalle.

—Y esa es lamanera de repartirse las funciones—dijoDandyMick—.Ojaládijeraesode«adelanteysinerrores».

—Haymuchoquehacerantesdedecireso—dijoDevildust—.Debemosdebatir, porque cuando se trata de razonar, los oligarcas no tienen dóndeapoyar sus argumentos; y tenemos que frenar el consumo de los artículossujetosaimpuestosporque,cuandonotenganmorusaparapagarlasbayonetasniasupolicíaarmada,quevayanpreparándose.

—Quécabezatienes,Dusty—dijoMick.

—¡Cómo! Siempre lo he pensado desde que supe que dos y dos hacíancuatro—dijosuamigo—.Noteníanidiezañoscuandomedije:vayaplandeórdago romperse las costillas en un asqueroso agujero para pagar losimpuestosdeuncaballeromientrasestesebebesuoportoyestiralaspiernasenunaalfombraturca.¡Escuchad,escuchad!—exclamódeprontoaloírunafrasepunzantequeGerard acababadepronunciar—. ¡Ah!Ese es el hombredel pueblo.Ya verás,Mick, ocurra lo que ocurra,Gerard es el hombre quesiempreirádelante.

Gerard acabó de hablar entre aplausos entusiastas. YWarner, el tejedormanual,aquienellectorrecordará,yquedesdeentoncessehabíaconvertidoenunlíderpopularyenunodelosprincipalesseguidoresdeGerard,tambiénsehabíadirigidoalamultitud.Segritaronsalvasyvítores,sevotaronalgunas

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mocionesysedioporterminadalareunióndelanoche.Selesmandóquesedispersaranenordenypartieronenpaz.Labandademúsicatocóunaretretavictoriosa, y los líderes descendieron del Altar del Druida. La multitud sedisolvió,llevandoconsigodevueltaalaciudadsuselevadospropósitosysusanhelos,mientrasenmuchoslugaresserepetíanlaspalabrasdeluchaquesehabían pronunciado. Dandy Mick y Devildust partieron juntos, porque esanoche tenían un importante asunto que resolver que todavía no habíacomenzado.

Emprendieron el camino hacia el suburbio donde estuvieron Gerard yMorleylanochequeestosregresarondelaAbadíadeMarney.Estanoeralaocasión de visitar a Jack el Burlón ni a su espléndido salón. Después deatravesarunentramadodecallessinuosasyoscuras,Mickysuamigollegaronal final a un pasadizo que terminaba en una plaza cuadrada de dimensionesconsiderables, rodeadadeedificiosaltosconaspectodealmacenes.Entraronenunodeellosy,trascogerunalámparadeluzmortecinaquehabíaencimadelarepisadeunachimeneaapagada,Devildustsiguióasuamigoatravésdediversasestanciasdesamuebladasydesocupadashasta llegaraunaenlaquehabíaalgunossignosdepresenciadevida.

—Ahora, Mick —dijo él con voz grave, casi solemne—. ¿Estásconvencido?

—Está bien, compañero —replicó su amigo, no sin cierta afectadadespreocupación.

—Sonmuchaslascosasporlasquedebesparar—dijoDevildust—.Ponenapruebaaunhombre.

—¿Hablasenserio?

—Perosiestásconvencido,nopasanada.Ahoradebodejarteaquí.

—No,no,Dusty—dijoMick.

—Tengo que marcharme—dijo Devildust—. Pero tú debes permaneceraquí hasta que vengan a buscarte. Ahora, recuerda, sea lo que sea que temanden,obedece;ysealoqueseaqueveas,manténlacalma.Nadamás.—Devildustsacóunfrascodelbolsillo,yse loofrecióasuamigodiciendo—:échale un buen trago, pero no te lo puedo dejar, porque tienes que tener elcorazóncalienteylacabezafría.—Y,trasdeciresto,desapareció.

EltragodelicorhabíareanimadoaMick,perosucorazóntemblaba.Hayalgunosmomentosenqueelsistemanerviosodesafíaacualquiercoñac.Mickestabaapuntodepasarunaimportanteysolemneprueba,sobrelaquehabíapensado ymeditado durante años. Amenudo se había imaginado la escenaafrontandoconéxitosuspeligrosytrampas.Amenudounaocasiónasíhabía

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servido en sus sueños para representarse una victoria, pero ante la tozudarealidadsehabíandesvanecidotodassusfantasíasytodosuvalor.Seacordóde la advertencia de Julia, que le había disuadido de dar ese paso que leesperaba en unos instantes, y del desprecio y frivolidad con el que habíadesechado sus consejos. Empezó a pensar que las mujeres siempre teníanrazón,queDevildusteradespuésdetodounconsejerotemerario;inclusollegóa pensar en la posibilidad de una retirada.Miró a su alrededor. Bajo la luztenue y vacilante se dibujaba el perfil de la estancia. Era tan alta que nisiquiera en la oscuridad los ojos alcanzaban a llegar al techo, que parecíaatravesado de lado a lado por enormes vigas de madera que, a oscuras,cobrabanunaspectoamenazador.Aparentemente,nohabíaventanas,yapenaspodíareconocerlapuertaporlaquehabíanentrado.AcababaMickdecogerlalámparayestabaubicándose,cuandounpequeñoruidolesobresaltó.Miróasualrededoryalolejosdistinguiódosfigurasque,confiaba,fueranhumanas.

Cadaunadeellasportabaunaantorchae ibanenvueltasensendascapasoscuras, cubiertas con máscaras negras y un capirote de forma cónica delmismo color que las hacía parecer todavía más altas. Permanecieron ensilencio,comodosterriblescentinelas.

Suaspectolecausabaespantoysuquietudleaterrorizaba.Micksequedócon labocaabiertay sosteniendo la lámparacon subrazoextendido.Desdelejos,incapazdesoportarpormástiempolasolemnidaddelmisterio,sacandofuerzasdesuaudacianatural,preguntó:

—¿Quéquieren?

Nohuborespuesta.

—Vamos,vamos—dijoMickbastanteasustado—,déjensedeesto.Diganloquesea.

Las figuras avanzaron hacia él, colocaron las antorchas en un nichocercano y, a continuación, pusieron unamano cada una sobre el hombro deMick.

—No,no,esono—dijoMickintentandodesembarazarsedeellas.

Sinhacercasodesuingenuaadvertencia,unodelosencapuchadosleatólos brazos; y, un momento después, los ojos del impotente Mick, estabanvendados.

Conducido por estos guías, a Mick le pareció que atravesaba una serieinterminable de estancias o, más bien, de pasadizos, porque al estirar susbrazosenunaocasiónquesusguardiasledejaronparaabrirunaverjaounapuerta,Mickpudotocarunapared.Finalmenteunodesuscentinelashabló,ydijo:

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—EncincominutosestarásenpresenciadelosSIETE,prepárate.

En ese momento se oyó el sonido de voces distantes que cantabanarmónicamente, y cuyo volumen crecía amedida queMick y sus custodiosavanzaban.UnodeellosordenóaMickquesearrodillara,yesteseencontrósolo,peroconlosbrazosaúnagarradosconfuerza.

Lasvocessehicieronmásymásfuertes.Mickpodíadistinguirlaspalabrasyelritmodelhimno,almismotiempoquesentíaquehabíamuchaspersonasque entraban en la estancia con el paso medido de algún tipo de solemneprocesión.Dieronmásdeunavueltaalrededordelaestanciaconunapasmosalentitud. De pronto, el movimiento cesó. Hubo una pausa de unos pocosminutosy,alfinal,unavozhabló:«DenuncioaJohnBriars».

—¿Porqué?—contestóotra.

—No acepta más que trabajo a destajo. El hombre que hace trabajo adestajo es más culpable de conducta punible que un borracho. Las peorespasiones de nuestra naturaleza tienen su fuente en el trabajo a destajo:avaricia, crueldad, astucia, hipocresía; todas ellas provocan y satisfacen alpartidariomiserable que trabaja por obra y no por tiempo. Un hombre quegana cuarenta chelines por trabajo realizado a la semana, cuando el salariohabitualpordíadetrabajoesdeveinte,robaasuscompañeroslapagadeunasemana.Portanto,denuncioaJohnBriars.

—Que salga el acusado —dijo la otra voz—. John Briars, estásdenunciado.Sirecibesotrosalariosemanalporunapieza,notendráslaopciónde trabajar lasemanasiguientepor tiempo.Númeroochentaysiete,ocúpatedeJohnBriars.

—YodenuncioaClaughtonyHicks—dijootravoz.

—¿Porqué?

—HandestituidoaGregoryRaydelpuestodesupervisorporqueperteneceaestalogia.

—Hermanos,¿esvuestravoluntadquesehagaunahuelgadediezdíasenClaughtonyHicks?

—Esnuestravoluntad—gritaronvariasvoces.

—Número treinta y cuatro,mañana comunica estemandato para que lostrabajosenClaughtonyHickscesenhastanuevaorden.

—Hermanos —dijo otra voz—. Propongo que expulsemos de estesindicato a cualquier miembro que haga público alarde de una posición desuperioridad,yaseaporlacantidadolacalidaddeltrabajoquedesarrolle,yaseaenprivadooenpúblico.¿Esvuestravoluntad?

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—Esnuestravoluntad.

—Hermanos —dijo una voz que parecía la del presidente—. Antes deprocederalarecepcióndelosingresosrecogidosenlasdistintasramasdeestalogia, debo informaros de que se encuentra entre nosotros unmiembro queaspira a ser admitido en nuestra congregación. ¿Tenemos todos la túnicasagrada?¿Tenemostodoslamáscarasagrada?

—¡Todos!

—Entonces recemos. —Y con un movimiento que, a él le pareció, eraponerse de rodillas, la voz del presidente rezó con gran fuerza y hastaelocuencia, una oración que sonaba a antiguo, seguida por el Himno delTrabajador.Al finalizar,alneófitose ledesataron losbrazosyse lequitó lavendadelosojos.

Mickseencontróenunaestanciaaltayespaciosa iluminadapormuchoscirios. De las paredes colgaban lienzos negros, y alrededor de una mesa,cubiertaconelmismomaterial,sehabíansentadosietepersonasconelrostrocubierto pormáscaras y una sobrepelliz sobre los hombros. Por encima delpresidente, que ocupaba una silla más alta, había un esqueleto sobre unpedestal, flanqueado por un hombre a cada lado vestido con el trajeceremonialyenmascarado,conunaespadadesenvainada.Mick teníaacadalado a unhombre con idéntico atuendoque sostenía unhachadeguerra.Ellibrosagradoestabaabiertosobrelamesay,alolejos,alineadosenordenencada lado de la habitación, había una fila de personas vestidas con túnicasblancasymáscarasblancasqueportabanantorchas.

—Michael Radley —dijo el presidente—. ¿Juras voluntariamente enpresencia deDiosTodopoderoso y delante de estos testigos, que harás todocuantoestéen tumanoparacumplirconceloydiligencia todas las tareasymandatos que te encomiende la mayoría de esta hermandad, y que estesupremocomitératifique,conelfindepromoverelbienestarcomún,delcualsonelloslosúnicosjueces;yquellevarásacaboelcastigodelosnobles,elasesinato de los patrones opresores y tiranos, la destrucción de todas lasfábricas, talleres y tiendas cuya actitud estimemos inaceptable? ¿Juras enpresenciadeDiosTodopoderosoydelantedeestostestigos?

—Lojuro—replicóconunavoztrémula.

—Entonces,levántateybesaellibro.

Mick,queestabaaúnderodillas,selevantódespacio,diounpasovacilantehaciadelantee,inclinándoseconrespetosobreellibroabierto,lobesó.

Al instante, todos se quitaron las máscaras. Devildust se acercó a él ytomando a Mick de la mano lo llevó ante el presidente, que lo recibió

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pronunciando alguna letaníamística. Se le impusouna túnica, se le dio unaantorcha y fue invitado a ocupar un puesto en la fila con el resto de suscompañeros.AsíterminólainiciacióndeDandyMickenelSindicato.

Capítulo5

—Caballeros,SuSeñoríaaúnnohatocadolacampana.

EraelmayordomodelordMilfordquiendecíaestaspalabras,alrededordemediodía,dirigiéndosedesdelapuertadeunacasadelaplazaBelgraveaunadelegación de la Asamblea Nacional. Dos miembros de esta esperaban aljoven vizconde junto con otros miembros de la legislatura con el fin depresentarle un Recurso Nacional que había preparado la asamblea y cuyadefensa,enelcursodelasesiónparlamentaria,ibaaestaracargodeunodelosmiembrosdeBirmingham.

—Metemoqueesdemasiadotempranoparaestostipostandistinguídos—dijoundelegadoaotro—.¿Quiéneselsiguienteennuestralista?

—Calle número veintisiete, cerca de aquí, el señor Thorough Base. Éldebería estar con el pueblo, yaque supadre era tan solounviolinista.Peroentiendo que es bastante aristócrata y que se ha casado con una viuda dealcurnia.

—Bien,tocaenlapuerta.

ElseñorThoroughBasenoestabaencasa.Habíarecibidolacartadelosdelegadoscomunicándolequetendríanelhonordevisitarle,peroélyahabíatomadounadecisiónsobreeltema.

El número 18, en la misma calle, les recibió más cortésmente. Era laresidencia del señor Kremlin quien, tras escuchar con paciencia, si no coninterés, sus propuestas, les hizo saber que las formas de gobierno no tienenconsecuencias y que la política interna del país carecía de interés. Un solotemadebíapreocuparalosgobernantes,porquetododependíadeél:setratabade la política exterior; y que el único remedio para la revitalización delcomercio y el contento de la gente sería una definición general de lascuestiones relativas a la territorialidad y las fronteras. Finalmente, el señorKremlin urgió a laAsambleaNacional a que reformularan su recurso desdeestepuntodevista,garantizándolesqueen losasuntosexteriores tendríanalpúblicodesuparte.

Como prueba del interés general que suscitaban los temas de políticaexterior,losdelegadospodríanhaberrecurridoalhechodequeeraimposible

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nisiquieraparaunsololíderfundarunacasaenelextranjero;yalhechodequenohubieratreshombresenlaCámaradelosComunesquetuvierannidelejoselmenorconocimientodelosasuntosexterioresdelpaís.Podríanhaberañadido que, incluso en una asamblea como esa, el señor Kremlin habríadestacado por su ignorancia, pues no tenía más que una idea, y esta eraequivocada.

Su próxima visita era a Wriggle, un miembro del distrito centro de laciudad,undiscípulodelprogreso,unhombrealaalturadelostiempos,quesecuidaba muy mucho de asegurarse de que fueran complejos, y cuyosmovimientos,cuandoeraventajosos,participabandeunatendenciaretrógrada.Puesto que algún día el cartismopodría ser una carta ganadora, tanto comootrospalosycoloresdelabaraja,Wriggleleotorgabasuadhesiónpero,claroestá, soloprovisionalmente; es decir, siemprey cuandopudiera votar contraellosenlaactualidad.Sinembargo,élnoveíaqueesaposturacausaraningúndaño,porquecuandolascircunstancias,esdecir,elcarácterdelostiemposloexigieran, él estaría dispuesto a apoyarlo. Pocomás podría esperarse de uncaballeroenunaposicióntandelicadacomoenlaqueWriggleseencontrabaen estemomento, ya que había solicitado a loswhigs una baronía, y habíaaccedidosecretamenteavotarconTapercontraellosenlavotaciónqueibaatenerlugarsobrelacuestiónjamaicana.

BombastesRiplesninguneó.Fueduroporqueélhabíasidounodeellos,había escrito cartas confidenciales en 1831 al Secretario del Tesoro para,siemprequeselepagaranlosgastos,proponersecomolíderdelaciudadfabrila la que ahora representaba, encabezando un grupo de cientos de miles dehombres, y quemar Apsley House, la residencia londinense del duque deWellington.Peroenestaocasión,BombastesRiphablódelagranclasemedia,delordenpúblicoyde laconfianzadelpueblo.Leshabríadichomáscosas,peroteníaunacitaenlaciudad,porqueeraunodelosmiembrosmásactivosdelcomitéqueplaneabaerigirunaestatuadedicadaalduquedeWellington.

Floatwelllesrecibióconlamáximacortesía,aunquenoestabadeacuerdoconellos.Eradifícildecircon loqueestabadeacuerdo.Era listo, rápidodereflejos, bullicioso; y poseía una formación universitaria, aunque carecía depatrimonio. Floatwell había huido de los sudores que conllevaba unaprofesión,yenmediodelalborotodelareformaseencontróparasusorpresaquesehabíaconvertidoenunparlamentario.Enesepuestosehabíaquedado,peroelporquésololosabíaeldestino,porqueladiversiónquelereportabauntrabajoasísehabíaevaporadounavezquehubopasadolanovedad.Floatwellhabíacomenzadosucarrerapolíticasinconocerabsolutamentenadadeningúntemaquepudierasuscitarelinterésdeunpolítico.Nosabíanadadehistoria,apenas tenía unos conocimientos rudimentarios de derecho constitucional opolíticoynohabíavistonadadelavida.Comoeraasiduodelascomisiones,

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se hizo con los trucos superficiales que suelen asociarse a la gestión de losasuntos públicos y con el tiempo aprendió algo de la jerga habitual de laeconomía. Floatwell obtuvo algún pequeño éxito y se apegó a él. Nadie loenvidiaba, ya que había acumulado un insignificante patrimonio sin suscitarningunamalacompañía.Eraunodeesospersonajesqueporencimadetodohuyen de la soledad, y que se imaginan que les va bien porque tienen lacompañíadealguienquesepegaaéltantocomoélaellos.Siempreidolatróaalgún gran personaje público que estaba en el candelero y al cual defendíaporque el gran personaje le aseguraba, después de la cena, quemás tarde omás temprano se presentaría como candidato. En la actualidad Floatwellapostaba por lord Dunderhead, y el juego de su pequeña camarilla, quecenaban juntosyseconsiderabanunpartido,consistíaensercortesescon laasamblea.

Después de soportar una casi interminable conferencia sobre la monedaporpartedelseñorKite,queapoyaríaaloscartistassielcartismoapoyabalosbilletes de una libra, los dos delegados habían llegado a Piccadilly, y elsiguientemiembrodesulistaconelqueseentrevistabaneralordValentine.

—Sonlasdosenpunto—dijounodelosdelegados—.Creoquepodemosarriesgarnos.—Asíquegolpearonenelportaldelpatio,yseencontraronconquelesestabanesperando.

Una escalera privada conducía a las estancias particulares de lordValentine,quevivíaenunamansiónfamiliar.Losdelegadosatravesaronunaantecámarahasta el salónprincipal, quedaba aun extravagante invernaderodonde corría el agua de una fuente enmedio de altas plantas tropicales. Elsalón estaba decorado con raso azul, adornado con espejos brillantes yamueblado a juego con las abundantes pinturas que adornaban el techoabovedado. Sobre el sillón había una serie de carpetas, algunas de ellasabiertas,llenasdedibujosdetrajes.Sobrelamesadegranitohabíaunaseriede libros magníficamente encuadernados que parecían haber sido ojeadosrecientemente, y sobre el sofá yacían diversas espadas antiguasextremadamentebellas;enunrincóndelahabitaciónhabíaunafiguraconlaarmadura completa, con incrustaciones ennegroyoro,queempuñabaen suguanteleteelantiguoemblemadeInglaterra.

LosdosdelegadosdelaAsambleaNacionalsemiraronasombradoselunoalotro,comosiquisieranexpresarconsusorpresaqueelhabitantedeunlugarsemejante no debería haberles permitido nunca el paso, pero antes de quepudieranhablar,lordValentineyahabíahechoactodepresencia.

Setratabadeunhombrejoven,muyapuesto,dealturasuperioralamedia,delgado,dehombrosanchosycinturapequeña,yconunaspectográcil.Teníalosojosdecolorazuloscuroylosrasgosdeunaprecisiónclásica.Ibaataviado

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conunapequeñagorragriegaquecoronabasupelolargoycastañoyconunatúnicacosidaconretazosdesedaindia.

—Bien,caballeros—dijosu señoríaal invitarlesa sentarse,conunavozclarayalegreyunafranquezanadaafectadaquehacíasentircómodosasusinvitados—,prometíverles;bien,¿quétienenquedecirme?

Los delegados hicieron su acostumbrada declaración. No deseabanconvenceranadie.Todoloquedeseabaneraundebaterespetuososobresuspeticiones.ElRecursoNacional,quehabíanfirmadocasiunmillónymediode personas pertenecientes a la flor y nata de las clases trabajadoras, iba apresentarsedentrodemuypocotiempoenlaCámaradelosComunes.EnélsepedíaalaCámaraquetomaraenconsideraciónloscincopuntosconlosquelasclasestrabajadorasestimabanquesedefendíanmejorsusintereses,asaber:el sufragio universal, el voto mediante papeleta, períodos parlamentariosanuales, sueldos para los diputados, y la abolición de la obligación de tenerpropiedadesparavotar.

—Y suponiendo que se concediesen estos cinco puntos —dijo lordValentine—,¿quépiensanhacer?

—Unavezqueelpuebloestuviese realmente representado—replicóunodelosdelegados—,seríanellosquienesdecidiríanlasmedidasquehabríaquetomarparasatisfacerlosinteresesdelagranmayoríadeciudadanos.

—Esono lo tengo tanclaro—dijo lordValentine—.Eseeselverdaderoproblema de fondo. No creo que la gran mayoría ciudadana sea la máscapacitada para juzgar sobre sus propios intereses. En cualquier caso, lasventajasdelademocraciaylaaristocraciasonunacuestiónadebatir.Y,puesbien, teniendo en cuenta que en este país este problema está prácticamenteresuelto,ustedesmepermitiránquenodeseeremoverlo.Lesconcedomitotalconfianza sobre la sinceridad de sus convicciones; concédanme ustedes lamismaconfianza.Ustedes sondemócratas;yosoyunaristócrata.Mi familiahasidonobledesdehacecasitressiglosy,antesdeposeereserango,yanoshonrabaunapellidocaballeresco.Hancontribuidoenbuenamedida,materialyespiritualmente,ahacerdeInglaterra loqueeshoydía;handerramadosusangre en muchas batallas; de hecho, tengo dos antepasados que murierondirigiendo nuestra flota; no deben subestimar estos servicios aunque noapreciensuconductacomogobernantes,quehasidosiemprevoluntariosay,enocasiones,distinguida.LosmejoresárbolesdeInglaterrafueronplantadospormifamilia.Elloshanlevantadovariasdevuestrasiglesiasmáshermosas;hanconstruidopuentes,carreteras,hanexcavadominas,yhanabiertocanalesparadesecarunmillóndeacresdepantanos,quehastalafechallevannuestronombreyquehacequehoydíaseaunadelaszonasmásflorecientesdelpaís.Hablanustedesdenuestrosimpuestosynuestrasguerras,ydesusinventosy

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suindustria,perofueronnuestrasguerraslasqueconvirtieronestaislaenunimperio,desarrollaronlaindustriaeimpulsaronesosinventosdelosqueahorase enorgullecen ustedes. Me dicen que representan a los delegados de lasclases trabajadoras de Mowbray, mas ¿qué habría sido de Mowbray si nohubiesesidoporsuaristocraciaysusguerras?;suciudadnohabríaexistido,yno existirían las clases trabajadoras para que enviasen a sus delegados; dehecho, no existirían sin nosotros. Les he dicho lo que han hecho misantepasados,yestoypreparado,silaocasiónlorequiere,paranodeshonrarlos.Heheredadodeellossugranlegadoyyolesdigo,caballeros,quenopiensoentregarlosinluchar.

—¿Vaacombatircontraelpuebloconesaarmadura,milord?—dijounodelosdelegadossonriendo,peroconuntonoamableyrespetuoso.

—Esaarmadurasirviópara lucharporelpuebloenelpasado—dijolordValentine—, pues con ella batalló Simon de Montfort en los campos deEvesham.

—Milord—dijo el otro delegado—. Es bien sabido que procede de unilustre y honorable linaje, y con su declaración nos demuestra que nodesmerecenieninteligencianienespírituaaquellosantepasadossuyos.Perolagrancuestiónquesuseñoríahaplanteado,nonosotros,novaadirimirsedeforma liviana.Nodudamosde lasgestasdesusantepasados,dehecho, ¡nosmaravillan!Ellospertenecíanaunaclasemuyselectadehombresquetuvoensus manos el monopolio de la acción. ¿Pero es que acaso el pueblo no haderramadosusangreenlabatalla,peseaqueelmandodelaflotanoestuvieraen sus manos en tantas ocasiones como en las de los parientes de SuExcelencia? Y las minas y canales que ellos excavaron, los bosques queplantaron,lospantanosquedesecaron,¿esquelagentedeapienotuvonadaqueverenesoslogros?¿Quépartetuvieronenesasaccioneslostrabajadorescuyos sagrados derechos ahora reivindicamos, pero que durante siglos hansidosilenciadosde formaexecrable?No,milord, llamamossuatenciónparaque decida esta cuestión por el resultado. La aristocracia de Inglaterra hatenido durante tres siglos el ejercicio del poder, y durante el último siglo ymedio no han sufrido control alguno.Actualmente constituyen la clasemásopulenta que ha conocido la historia del mundo; son tan ricos como lossenadores romanos, y tienen a su disposición recursos para su provecho ydisfrute como solo podría proporcionarles la cienciamoderna. No se puedenegar esto, su orden es una de las exhibiciones de lujo más fastuosas quepueden verse en Europa. Aunque en los últimos años han proyectadohábilmenteunabuenapartedesuhostilidadpolíticasobreesaclasemediaalaquedesprecian,yquesolosondespreciablesporquelosimitan,elpoderqueostentan realmente no tiene parangón. Aún nos gobiernan con absolutaautoridad,ygobiernansobreunodelospueblosmásmiserablessobrelafazde

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latierra.

—¿Y esa es una descripción justa del pueblo de Inglaterra?—preguntólordValentine—.Mepareceunrecursoretóricoquelosdejaenunaposiciónmásbajaquealosportugueses,alospolacos,alossiervosdeRusiaoquealoslazzaronideNápoles.

—Infinitamentemásbaja—dijoeldelegado—,puestoquenosoloseleshaempobrecido,sinoquesonconscientesdesuempobrecimiento.Yanocreenqueexistaunadiferenciainnataentrelosgobernantesylasclasesgobernadasdelpaís.Poseenlasuficientelucidezcomoparasabersevíctimas.Comparadosconlasclasesprivilegiadasdesupropiatierra,poseenunestatusmásbajoquecualquier otro pueblo con respecto a las suyas. Todo es relativo, milord; ycréame, las relacionesde lasclases trabajadorasde Inglaterracon respectoalosdetentadoresdeprivilegiossonrelacionesdeantagonismoy,portanto,depeligro.

—Elpueblodebetenerlíderes—dijolordValentine.

—Yellosloshanencontrado—dijoeldelegado.

—Cuando se vean apremiados recurrirán a la nobleza —dijo lordValentine.

—¿Esque la nobleza losva a apoyar?—dijo el otrodelegado—.Por loque amí respecta, no pretendo ser un filósofo, pero si yo viese de nuevo aSimondeMontfort,estaríacontentodelucharbajosuenseña.

—Tenemosunaaristocraciabasadaenlariqueza—afirmóeldelegadoquellevabaelpesodelaconversación—.Enunasociedadprogresista,lariquezaeselúnicoobstáculopara la igualdadde las clases; sinembargo, esposiblequeunanuevadistribucióndelariquezacambiaraestasituación.

—¡Ah,pretendenapoderarsedenuestrastierras!—exclamólordValentinesonriendo—; pero ese intento no hará más que disolver la sociedad en suselementosoriginalesparaque losprimitivosfactoresdediferenciavuelvanasurgirdenuevo.

—LaalturadelosbaronesnoaguantaríafrentealaartilleríadePaixhan—dijoeldelegado—.Lacienciamodernahareivindicadolaigualdadnaturaldelhombre.

—Ydebodecirquelolamentomucho—añadióelotrodelegado—,yaqueelrecursoa lafuerzabrutasiempremepareceelprocesonaturalderesolverlosproblemas.

—No me sorprende su opinión —dijo lord Valentine dirigiéndose aldelegadoy sonriendo—.Noestaría demasiado contentode encontrarmeconusted en una refriega. Debe superar el metro ochenta centímetros, o me

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equivoco.

—Yamedíaunmetroochentaycincocuandoparédecrecer—replicóeldelegado—,yconlaedadnohemenguadoenabsoluto.

—Entonces, esa armadura le sentaríabien—dijo lordValentinemientrasselevantabantodos.

—¿Ypodríapreguntarleasuseñoríaporquéestáaquí?—dijoeldelegadomásalto.

—VoyairvestidodeRicardoCorazóndeLeónenelbailededisfracesdelareina—dijolordValentine—;yantemisoberananovoyairvestidoconunvulgarcorazadeesasquesevenenlosteatrosdeDruryLane,asíquemehicetraerestadesdeelcastillodemipadre.

—¡Vaya!NomeimportaríaquevolviesendenuevolosviejostiemposdeRicardoCorazóndeLeón—exclamóeldelegadomásalto.

—Entoncesseríamossiervos—replicósucompañero.

—Noestoytanseguro—dijoeldelegadomásalto—.Siemprepodíaunorefugiarseenlosbosqueslibres.

—Me gusta ese muchacho—dijo el delegadomás alto a su compañerocuandobajabanporlaescalera.

—Tieneunosprejuiciosterribles—dijosuamigo.

—Bueno, bueno.Él tiene sus opinionesynosotros tenemos las nuestras.Peroesunhombredeideasclarasydirectas,conunaspectofrancoynoble,yeltipomásapuestoquehevistonunca.¿Yahoradóndevamos?

—Solonosfaltaunhombremásdenuestralistadehoy,yestáaquícerca.LetraK,n.º1,Albany.Otromiembrodelaaristocracia,elhonorableCharlesEgremont.

—Bueno, por lo que sé, los prefiero a ellos aWriggle, Rip y ThoroughBase—dijoriéndoseeldelegadomásalto—.Meatrevoadecirque,sillegaaestarlevantado,lordMilfordnoshabríaparecidountipomuydivertido.

—Yahemosllegado—dijosucompañeromientrasllamabaalapuerta—.¿EstáelseñorEgremontencasa?

—¿Sonlosseñoresdeladelegación?Sí,elseñorhadadoórdenesexpresaspara que les diga que está esperándoles. ¿Tienen la amabilidad de pasar,caballeros?

—Ahí tienes; esa sí que es una lección para Thorough Base —dijo eldelegadoalto.

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—Se sentaron a esperar en una antecámara. El criado abrió una puertaplegable, que cerró tras él, y anunció al señor la llegada de los de legados.Egremontestabasentadoanteunamesaredonda,enlabiblioteca,rodeadodepliegos, libros y cartas. Sobre una mesa anexa estaban sus documentosparlamentarios y, apilados, un montón de informes de tapas azules. Lahabitación estaba amueblada de una manera clásica. Sobre la repisa de lachimenea, flanqueada por algunos jarrones antiguos que se había traído deItalia,estabaelretratodeAlloridelcualhemoshablado.Elcriadovolvióalaantecámara y, tras anunciar a los delegados que el señor estaba dispuesto arecibirlos, escoltó hasta Egremont a WALTER GERARD y STEPHENMORLEY.

Capítulo6

Resulta sumamente deplorable que nuestros edificios eclesiásticos esténgeneralmentecerradosenlosperíodosvacacionales.Yhayquelamentarmássi cabe que, una vez que se accede con dificultad a ellos, su estado deconservación ofenda el gusto y agravie los sentidos. Frente al tráfago de lavida, unos pocosminutos de vez en cuando en la penumbra de una iglesiaeminente y antigua ejerce muy a menudo un efecto saludable: purifica elcorazónyelevaelespíritu,disipamuchosfantasmasyprevienemuchosotrosdelosque,sinofueseasí,podríaunoarrepentirse.DesdeestepuntodevistalaIglesia aún nos proporciona un santuario, no contra el poder de la ley, sinocontra el ímpetu de nuestra propia voluntad; no contra las pasiones de losdemás,sinocontralaspropias.

LaAbadíadeWesminsterse levantaenmediode losconflictosentre losbandos. En las inmediaciones de su recinto sagrado se han cometido operpetradoalgunosdelospeoresymástemerarioshechosdenuestrahistoria:sacrilegios,rapiñas,asesinatosytraiciones.Aquítuvolugarunroborealizadoalamayorescalaconocidaenlostiemposmodernos;aquítambién,enunsolodía, sin pruebas y apenas aduciendo algún pretexto, se enajenaron diezmilfeudospertenecientesalaOrdendelosTemplarios,queserepartieronentreelmonarca y sus nobles más importantes; aquí, en diversas ocasiones, lasgrandes propiedades de la Iglesia que, con independencia de cuál sea suartículodefe,pertenecieronyaúnpertenecenalpueblo,fueronsaqueadascondiversospretextosporungrupodehombresquecambiaroncontinuamentelareligióndesupaísylasuyapropiaporunamayoríaparlamentaria,perocuyoexpolionunca restauraron.Tambiénaquí sedioa luzaunamonstruosa ideaque no tuvo parangón ni en la Roma patricia en su período más cruel:hipotecarlaindustriadelpaísparaenriqueceryparaprotegerlapropiedad,un

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acto cuyas consecuencias aún está pagando el pueblo empobrecido cuyaspropiedadesfueronenajenadas.Asimismo,hasidoaquídondesehaacusadoainocentesyseleshaperseguidohastalamuerte;ydondesehadadomartirioaunmonarcaporque,entreotrosbeneficiosqueplaneóparasussúbditos,juzgómásventajosoparaellosquelasarcasdelfiscoobtuvieransusimpuestospormediodeunarecaudacióndirectaatravésdeunindividuoconocidoportodos,quepormediosindirectos,atravésdeunParlamentoirresponsableyvoluble.Perograciasalpatriotismoparlamentario,seeximióalpueblodeInglaterradequerecayerasobreél laobligacióndesufragar laconstruccióndebuquesdeguerra,unaaportaciónqueseadjudicóalospoderososcondinero,ysolotuvoquepagarlosimpuestosdeaduanasydeartículosdeconsumo.Conrazónsedenominó al rey Carlos, el Mártir, después de sufrir el holocausto por larecaudacióndeimpuestosdirectos.Nuncaunhombrepagóconsuvidaheroicaunacausatangrande:lacausadelaIglesiaylacausadelospobres.

Inclusoahora,enlostiempossinsobresaltosenlosquevivimos,cuandoyanoescostumbreelrobodelasarcaspúblicas,sinoqueaesteseledenominaconelmásbenévolotítulodecomisióndeinvestigación;ycuandoyanohaymás traiciónquevotarencontradeunministroque,peseahabercambiadoporcompletolapolíticaquefueelegidopararepresentar,esperaigualmentetuvoto y tu confianza. Incluso en esta época de pasionesmezquinas y riesgosinsignificantes,hayquehacerlaexperienciadedarunpasoalmargenyfueradelrecintoparlamentariopara,enlugardeescucharundebateinsulso—cuyasexposiciones no hacenmás que repetir los informes que uno ya ha leído, ycuyointeréseselingeniosorecursodereprochárseloaHansard—,entrarenlaabadíaparaescucharunhimno.

Esta era una de las costumbres favoritas de Egremont. Y pese a que lamezquina disciplina y las medidas sórdidas de la jefatura eclesiástica hanhechotodoloposibleparadañar laconservaciónymermar labellezade tanhermosoedificio,seguíasiendounhábitollenodeencantoyconsuelo.

Noexistetalvezningunaotrapoblacióndeunametrópolisdelmundoquehubiera tolerado una conducta como la que practica en contra de «ese granpúblicozafio»eldeányelcapítulodecanónigosdeWestminster,yaguantarcalladaqueselaexcluyadelúnicoedificiodeambasciudadesquemereceelnombredecatedral.Peroelciudadanobritánicosoportacualquiercosa,porqueestádemasiadoocupadoespeculandoenlasaccionesdelferrocarril.

CuandoEgremont entró en suprimeravisita a la abadíapor el transeptosur,ycontempló losentarimadosy lospuntales lepareciócomosi laabadíaestuvieseenestadodesitio.Rejasdehierroleimpedíanelpasoalasuntuosanave principal y a las oscuras naves laterales; unos ruidosos cuidadoreshastiados y vestidos con trajes sucios parloteaban como cantineros sindiscreción alguna. El recuerdo de la perfección abacial que le había

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embargadoentre lasruinasdeMarneysesuperpusoaldela indignaciónquesentía. Cuando estaba a punto de marcharse corriendo del lugar que tantohabía ansiado visitar, de pronto brotó del órgano una sinfonía celestial quecomenzó a elevarse hacia las altas bóvedas y las voces de una letanía sefundieronconlaexaltacióndelamúsica.Nopudomoversedelsitio.

Se trataba tal vez de un sentimiento parecido al que experimentaba otrapersona ese mismo día, o después de recibir Egremont la visita de ladelegación. El sol, que aún tenía un largo recorrido que hacer por el cieloestival, hacía ya horas que había sobrepasado su meridiano. Los oficiosreligiososteníanlugarenelcoro;yalgunaspersonasentraronhaciaesazonadelacatedralalaqueseconoceconelnombredelRincóndelPoeta,pasandoporlaindecorosavallaquerodeabaelcapítulo,ytomaronasiento.Solamenteunamujer rehusó pasar, desoyendo las insistentes admoniciones que recibióporpartedeloscuidadoresparaquesiguieseandandoenaquelladirección.Noobstante,seacercóhastalaverjaquelaseparabadeesapartedelaiglesia,ymirónostálgicamentehacialaperspectivaenpenumbraqueofrecíalahermosanavedelazonasur.Sequedóinmóvilcontemplándola,opuedequerezando,mientraselcarillóndelórganoylasdulcesvocesdelcorosedeleitabanconlasagradalibertadalaqueellaaspiraba,comosideambulasenasusanchasporcadanichovenerableyporcadarincónconsagrado.

Lamúsica, esos sonidosmísticos y emocionantes que elevan a la vez elalmayhacentemblarelcorazón,cesó.Elcantolitúrgicovolvióaresonar.Lafigurainmóvilcomenzóamoversehacialasalida.Lasimetríadesusiluetayel insólito y bello lugar que había escogido para situarse atrajeroninmediatamentelaatencióndeEgremont,quesalíaenesemomentodelcoro.Ellaaúnseguíamirandofijamenteatravésdelaverjamientraslaluzentrabaaborbotones a travésde lavidrieraoeste, inundandoconun suave resplandortodoelinteriordelaiglesia,ycubriendoapenaslacabezadeladesconocidaconunaespeciedehalo.Egremontseacercóhastalapuertadeltransepto,conpaso lento, para que la desconocida, que se disponía a abandonar la iglesia,pudierasorprendersealverlo.Al llegaréla lapuerta,ansiosoporconfirmarquenoseequivocaba,sediolavueltayseencontróconelrostrodeSybil.Sequedó parado, temblando. No estaba ni a dos metros de distancia y,evidentemente,lohabíareconocido;abriólapuertatraseradelaabadíaporsiellalaatravesaba,loqueenefectohizoy,entonces,ellasedetuvoenlapuerta.

—¡SeñorFranklin!—exclamó.

Eraevidente,portanto,quesupadrenohabíajuzgadooportunoonohabíatenido aún la ocasión de comunicarle a Sybil la entrevista del día anterior.Egremont seguía siendo el señor Franklin para ella. Esto lo dejódesconcertado. Le habría gustado ahorrarse el dolor y el embarazo de laconfesión, no obstante tenía que hacerla aunque no necesariamente con

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crudeza.Asíqueen esemomento solo le expresó lo contentoque estabadeverla,elplacerqueleproducíasuencuentro.Y,luego,siguióandandojuntoaella.

—Claro—dijoSybil—,puedoimaginarmelasorpresaquesehallevadoalverme en esta gran ciudad. Pero han ocurrido muchas cosas extrañas eimprevistasdesdequeestuvoustedenMowedale.Seguramentesabráporsusinformaciones que el pueblo ha decidido finalmente convocar su propioparlamentoenWestminster.ElpueblodeMowbrayhatenidoqueenviardosdelegadosalaasamblea,yeligieronqueunodeellosfuesemipadre.Estantalaconfianzaquetienenenél,queningunaotrapersonalessatisfaría.

—Debedehaberhechoungransacrificioalvenir—dijoEgremont.

—¡Quésignifican lossacrificioscuando lacausaesesta!—dijoSybil—.Sí,hizograndessacrificios—continuódiciendocondeseo—,estoyorgullosade los grandes sacrificios. Nuestra casa, que era un hogar feliz, hadesaparecido; ha dejado la fábrica de los Trafford, con quienes nos uníanmuchos,muchoslazos—dijoconunavozvacilante—,yporquienesbienséque habría puesto en peligro su vida.Y ahora, nos hemosmarchado—dijoSybil—, tal vez para siempre. Se ofrecieron a acogerme bajo su techo —continuóellaconemoción—.Sihubieranecesitadocobijo,hubieratenidootroesperándome, pero no podía abandonar a mi padre en un momento así. Élrecurrióamí;yaquíestoy.Loúnicoquedeseo,loúnicoquememantieneconvidaesdarlealivioyapoyoensugranlucha;yyomemoriríacontentasielpueblofueselibre,yunGerardlohubieraliberado.

¡Egremontpensabaparasíquedebíadecírselotodo,peroquéembarazosoera entrar en explicaciones así enunacalle transitada! ¿Debíadespedirsedeella y, luego, hacerle una confesión escrita? ¿Debería acompañarla a casaahoramismo, y ofrecerle allí sus desconcertantes explicaciones? ¿OdeberíareconocerquesehabíaentrevistadoeldíaanteriorconGerard,yluegodejarelresto a las consecuencias naturales de ese reconocimiento cuando Sybil seencontrase con su padre? En estas cavilaciones, Egremont y Sybilabandonaronelpatiodelaabadía,yentraronenlacalleAbingdon.

—¡Déjeme acompañarla a casa!—dijo Egremontmientras Sybil parecíadarleaentendersupropósitodesepararseaquí.

—Mipadrenoestáencasa—dijoSybil—,peronomeolvidarédedecirlequemeheencontradoconsuviejoamigo.

«¡Ojaláhubierasidoigualdefrancoqueél!»,pensóEgremont.Yteníaquedejarladeestamanera.¡Nunca!

—¡Leruegoquemedejequelaacompañe!—dijoenvozalta.

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—No está lejos —replicó Sybil—. Vivimos en las inmediaciones deWestminster,enunaviejacasonaconunosamablesancianos,elhermanodeuna de lasmonjas deMowbray. El caminomás recto es siguiendo por estacalle,peroesdemasiadobulliciosaparamí.Hedescubierto—añadióconunasonrisa—unatajomás tranquilo.—Yguiadopor ella,doblaronpor la calleCollege.

—¿YcuántohacequeestáenLondres?

—Unpardesemanas.Escomounagranprisión.¡Esextrañoqueenunagranciudadcomoestaapenaspuedaunaandarsolaporlacalle!

—EchademenosaHarold—dijoEgremont—.¿Cómoestáelmáslealdelosamigos?

—¿ElpobreHarold?Tambiénmedoliódejarloallí.

—Metemoqueseledebedehacerlargalaespera—dijoEgremont.

—¡Oh, no!—dijoSybil—.Hay tanto en juego; tanto que escuchar amipadre cuando regresa.Me interesan sobremanera sus discusiones; y, algunasveces, voy a oírle hablar.Nadie puede compararse con él.Me parece que anuestrosgobernantes les resultaría imposible resistirseasuspeticionessi lasescucharandesuspropioslabios.

Egremontsonrió.

—Laasambleaestámadurandoo,másbien,estáenplenoflorecimiento—dijo él—. Todo es nuevo y puro ahora; pero dentro de algún tiempo seacabaránlasasambleaspopulares.Seformaráncamarillas.

—Pero¿porqué?—dijoSybil—.Ellossonlosverdaderosrepresentantesdelpueblo,yloúnicoquequiereelpuebloesjusticia;quelaleyylasociedadrespetetantoalostrabajadoresyalasociedadcomorespetaalapropiedad.

Mientrasconversabanasí,pasaronporvariascalleslimpias,tranquilas,queteníanelaspectodepertenecermásaunaapacibleciudaddeprovinciasquedeserellugarderesidenciadeunadelasciudadesmásgrandesdelmundo,cercade los palacios y de los parlamentos. No se veían apenas tiendas entre lascasitas perfectamente alineadas,muchas de ellas construidas con un curiosotipodeladrillovisto,ysinguardarningunadeellaselmásmínimorespetoporlas leyesde lasimetríaode laproporción.Noseoíaelsonidodeunasuelarueda;y,aveces,tampocoseveíamoverseaunasolapersona.Paseandoporentrelascallesdeeste tranquiloyordenadodistrito,acabaronencontrándoseenunlugarabierto,enelcentrodelcualselevantabaunaiglesiadegrandesdimensiones,construidaconpiedra labrada,eneseestilomajestuoso,pornodecirpomposo,queintrodujoVanburgh.Asualrededor,lasuperficie,bastanteamplia, estaba formada por establecimientos, en general muy humildes; el

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terreno trasero de una carpintería; el patio revuelto de un conductor decarruajes; en otros lugares, una pequeña y estrecha residencia que, como labocadeunsurtidor,podríasermoradadeunarata;másalláungrupodecasasmás pretenciosas. En el rincón más alejado de esta zona, al cual se habíaennoblecidoconelnombredeplazaSmith,envezdehaberlobautizadoconelde San Juan, la iglesia de las inmediaciones, había un viejo casoplón. Aprincipios de siglo se había recubierto su fachada con ladrillos de coloresdeslucidos,loscualesaúnpermanecíanenelpatiocercadoporverjasdeacero,como un individuo que, habiendo conocido un destinomás alto, se hubieraretiradodelasmiradasdelvulgo,uniendoasuhumildadalgodelpudorquelamemoriainspiraaquienhavistodesvanecersesugrandeza.

—Estaesmicasa—dijoSybil—.Esunlugartranquilo,ynosgusta.

Cercadelacasahabíaunestrechopasadizoqueeraunavíamuyutilizadapor quienes querían bajar a las calles más populosas del barrio. CuandoEgremontabríalacanceladeentradaalpatio,Gerardsubíaporlaescaleradeesepasadizo,yseaproximóaellos.

Capítulo7

CuandoGerardyMorleydejaronAlbanydespuésdevisitaraEgremont,sesepararon,yStephen,aquienacompañaremos,siguióandandoendirecciónaElTemplo,situadoenlascercaníasdedondeélmismohabitaba.Ibaavisitarauncolegasuyoperiodista,quehabíaalquiladounahabitaciónenesefamosomesón-posada.AlaproximarseaElTemplo,sefijóenuncorpulentocaballeroquesalíadeuncabriolépúblicoconunmontóndepapelesenlamano,yquedesapareció enseguida por el mismo arco de entrada del mesón que él sedisponíaacruzar.Morley,queentrabaenelmomentoenqueelcaballero,alqueaúnpodíaver,descendíalaescalera,viocómoselecaíaunacarta.Morleytrató de avisarle con un grito, pero sin éxito. Entonces, temiendo que eldesconocidopudiesedesaparecerenunodeloslaberínticospasillosdellugaryperder la carta,Morley se apresuró a coger el sobre e intentó alcanzar a sudueño.Legritó tan fuerteque, finalmente,elextranjeroempezóasospecharqueélmismopodríasereldestinatariodelsaludo;separóysediolavuelta.Morley, casimecánicamente,miró el sobre cuyo precinto estaba roto, y vioqueibadirigidoanombredeunapersonaquesuscitósuinterésdeinmediato.LadireccióneraSeñorBaptistHatton,PasajedeElTemplo.

—Señor, esta carta va dirigida a usted —dijo Morley—, mirando conmuchaintenciónalapersonaconlaquehablaba.

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Se trataba de un hombre corpulento y bien parecido. Iba cargado deornamentos, tenía un aire caballeresco y poco que ver en su aspecto con elHattonqueélhabíaimaginado.

—Señor, me siento muy agradecido —dijo el desconocido caballero—.Estacartamepertenece,aunquenovadirigidaamí.Semehadebidodecaerhaceunmomento.MinombreesFirebrace,señorVavasourFirebrace,yestacartavaanombrede…dealguienquenoesexactamentemiabogado,sinouncaballero a quien suelo ver con frecuencia; a diario, podríamos decir. Estátrabajandoactualmenteenungrantemaquemeinteresasobremanera.Señor,me ha hecho usted un gran favor, y confío en que pueda satisfacerle estadeuda.

—¡Oh!, por supuesto, señor Vavasour —y Morley hizo una reverencia.Comoibanendistintasdirecciones,sesepararon.

—¿Conoces a algún abogado que se llame Hatton en este mesón? —preguntóMorleyasuamigoelperiodista,cuando,unavezsolucionadossusnegocios,sepresentólaocasión.

—Aningúnabogadoconesenombre,peroelfamosoHattoneseviveaquí—replicó.

—¡Famoso Hatton! ¿Y por qué es famoso? Te olvidas de que vivo enprovincias.

—HaconvertidoenparesdelreinoamásgentequeSuGraciosaMajestad—dijo el periodista—. Y desde la reforma del Parlamento, la únicaoportunidadque tieneun torydeconvertirseenparesconseguirel favordeBaptistHatton,aunquenadiesabequiénesniaquésededica.

—Hablas como si fuese un acertijo —dijo Morley—. Ojalá pudieraaveriguarlo.Tratadecontármeloparaqueinclusoyopuedaentenderlo.

—Con una palabra, entonces —dijo mi amigo—. Si necesitas unadefinición,Hattonentraenlacategoríade«anticuario»,aunquelaespeciealaque pertenece es más difícil de describir. Es un anticuario de árbolesgenealógicos,undescubridor,inventor,genealogistaymanipuladordellinajede cada familia. Su tarea consiste en profundizar en los misterios de lagenealogía,yesunaautoridadentodoloconcernientealaconstituciónyalosintegrantesdelaCámaradelosLores.Asuconsultaacudenabogadosquenopractican la profesión; y está especializado en sorprender y alarmar a lasfamiliasnoblesdelpaísmedianteelprocedimientodereclamar la titularidaddelasbaronías,títulosqueamenudoposeensinlegítimoderecho,paradárseloaotrososcurospretendientes,muchosde loscualeshaconseguidosentarenlosescañosdelParlamentodeestepaís.

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—¿Y de qué parte del país procede? ¿Lo sabes? —preguntó Morleyobviamenteinteresado,aunqueintentandoescondersuemoción.

—Puedeque seaunauténticonativodel reinodeCucaña,quién sabe—replicósuamigo—.Llevaañosencerradoenestaposada,muchosmásdelosqueyo llevo aquí.Al principio fueprosperando conpequeñosnegociosquellevaba en secreto, pero hace unos diez años hizo fortuna con el caso deMallory. Se trataba de una baronía concedida por decreto judicial que sellevaba impugnando desde hacía un siglo, pero sin resultados. Hattonconsiguió el título para él y un puesto en los lores. Este caso sentó unprecedenteparaque,bajosusauspicios,tresocuatrocaballerosmássiguieransuejemplo.ProbablementefueroncatólicosromanoslosquelepresentaronelcasodeMallory,yaqueHattonpertenecealaantiguaconfesión.Mejoraún,setrataba de hombres muy adinerados, ya que no hay duda de que nuestrohombrefuemuybienrecompensadopor losbuenosserviciosque lesprestó.Dicenqueesmuyrico.Hoydía,nohayasuntorelacionadocondescendenciasquenopaseporsusmanos;nohayuntítulonobiliario,niunaconcesióndeltítulo de par del reino que no se someta a su escrutinio. No lo conozcopersonalmente,peropuedeshacerteunaideadecuálessuformadeser.Ysiloquequieresesreclamaruntítulonobiliario—añadióriéndoseelperiodista—élestuhombre.

UnaclaraimpresióndequeélerasuhombresehabíaquedadograbadaenlamentedeMorley.DecidiópreguntaraGerard,aquienibaaveresamismanoche,sobreelhechodequeHattonfuesecatólico,ysiélseloconfirmaba,llamaralanticuarioporlamañana.

Mientrastanto,nodebemosolvidaraalguienqueyaestabavisitándole.ElseñorVavasourFirebraceestásentadoenunaespaciosabibliotecaconvistassobre el Támesis y los jardines de El Templo. Aunque las mesas estáncubiertas conpilasdepergaminosypapelesque invadenpordistintos ladosincluso la alfombra turca, toda la habitación está impregnada de un aire deorden,comodidadybuengusto.Lastelasdedamascocarmesísemezclanconel mobiliario antiguo de roble. La parte superior de los cristales de lasventanasestádecoradacondibujosde lápiz finodeestilogermánico feudal,mientrasqueloslibrosalineadosenlosestantesestánencuadernadosentelassegúncorrespondaasusdistintoscontenidos.Eldueñodeesteapartamentoesunhombre conuna altura corriente ymásbien corpulento.Tiene elmentónrecto, los ojos de color azul aún no apagado, y un pelo castaño que asomavistosopordebajodelagorradeterciopelonegroquelocubre.Peseaqueporsuaspectonadie lodiría,se tratadeunhombreyaentradoen lamadurez,ycapaz de realizar investigaciones a media noche gracias a las cuales haobtenido,enbuenamedida,elconocimientoporelquesehahecho famoso.Enlíneasgenerales,surostroposeeunaexpresiónagradable,peroatravesada

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poruntrazooscuro.

El señor Hatton estaba sentado en una poltrona escribiendo sobre unvelador.Juntoaélhabíaunalargamesaderobledondehabíaabiertosvariosvolúmenes de pergamino y algunosmanuscritos sobre los que había estadotrabajandorecientemente.Enestemomento,elseñorHatton,vestidoconropadecámaradelmismopañoque lagorra,yconel lápizen lamano,sehabíarepantigado en la silla mientras escuchaba a su cliente, el señor Vavasour.Junto a él había varios perros de aguas de casta del reyCarlos II tumbadossobreunosalmohadonesdeterciopelocontodalaarroganciasibaritaqueerapropiadeaquelmonarcaamantedelabelleza;ytambiénungatopersadeojosazulesycolalarga,conunosrasgosnodemasiadodistintosdelosdesudueño,quedescansabacongransolemnidadsobreelescritorioyasistíaalacharla.

ObviamenteelseñorVavasourhabíaestadoexplayándoselargoytendidoyelseñorHatton lehabíaescuchadoconesa imperturbablepacienciaque lecaracterizabayqueeraincuestionablementeunodeloselementosdesuéxito.Nuncadabanadaporperdido,ynuncainterrumpíaanadie.Asípues,ahora,enuntonodevozsuavecontestabaasuvisitante:

—Loquemecuenta,señorVavasour,esalgoqueyahabíaprevistopero,puestoquenopodíainfluirenellousandomisinfluencias,dejédepensarenello.Vinoamíconunfindeterminado,yloheconseguido.Mehededicadoala tarea de indagar sobre los derechos y hacer valer las reclamaciones quesobrelavigenciadesustítulosplanteabanlosbaronetsdeInglaterra.Esafuela tarea que me encomendó, y la que he cumplido a su satisfacción; herealizado la investigación y he reclamado la vigencia de dichos títulos.Unagran mayoría de la orden ha refrendado su adhesión a este movimientoorganizado.Lanaciónsehaacostumbradoasusdemandasylasoberanayalasrecibefavorablemente.Nopuedohacermás.Nopretendocrearbaronetsy,aúnmenos,puedootorgaraaquellosqueyalosonelderechoallevarestrellasycoronitas,eltrajeverdeolivadelosEquitesauratiolossombrerosblancosconplumasblancasdeganso.Estasdistinciones,queyasehabíanestablecidoconanterioridad, deben concederse con el real permiso de laCorona.No puedeesperarsequeenunaépocaenemigade lasdistincionespersonalescualquierministro influya sobre la soberana para otorgar un rango que puede serdetestable si se adjudica a personas de mentalidad vulgar o que se puedeconvertirenridículosicaeenmanosdemalvados.

—¡Ridículo!—dijoelseñorVavasour.

—No todo el mundo —replicó el señor Hatton— posee el mismoconocimiento que nosotros respecto a estas cuestiones, señor Vavasour. Nopuedocreerniporunmomentoquelasoberanaestuviesedispuestaainvestircondichosprivilegiosaungrupomuynumerosodepersonas.

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—Peroustednuncahablóenestostérminos—exclamóelseñorVavasour.

—Usted nunca me preguntó mi opinión al respecto —replicó el señorHatton—.Ysiselahubiesedado,nohabríatenidoefectossobreustedosusamigos. Sobre esta cuestión ustedes pueden considerarse tan competentescomoyo.Loúnicoquemepidiófuequedefendierasucaso,yesofueloquehice.Ymeatrevoadecirquenohapasadoporestedespachouncasotanbienllevado. No creo que exista otra persona en el reino que hubiera podidohacerlo. Es verdad, señor Vavasour, que se le ha rehusado a la orden laconcesióndeloshonoresquepide,peroconsuéleseconlaideadequenuncaseharecurridolademanda.

—Creo que no hace más que agravar el despropósito —dijo el señorVavasournegandoconlacabeza—.¿Nopuedeaconsejarmeotropaso,señorHatton?Despuésdetantosañosdeespera,despuésdetantaansiedadytantodinero empleado, es realmenteunapenaque amíy a ladyFirebrace senosanuncieenlacorteconlamismadeferenciaquenuestropescadero,queresultaseralguacildepolicía.

—Puedo hacer a un par de Inglaterra —insistió el señor Hatton,apoyándose en el respaldo de su silla y jugando con sus sellos—, pero nopretendo hacer baronets. Puedo conseguir que una coronita de cuatro bolasciña la frentedeunhombre,peronopretendo interferirenelejerciciode laprerrogativadeconcederunacoronitadedosbolas.

—Se lo menciono con la mayor discreción —dijo el señor Vavasoursusurrando—,peroaladyFirebracelehanhechounaespeciedepromesadeque, en el caso de un cambio de gobierno, nosotros estaríamos en primeralíneaparalaconcesióndetítulosnobiliarios.

El señor Hatton negó con la cabeza y esbozó una ligera sonrisa dedesdeñosaincredulidad.

—ElseñorRobert—dijo—novaanombrarpares;aceptemipalabra.LoswhigsyyohemosinundadodetalmaneralaCámaradelosLoresque,puedeconsiderarlo como un secreto de Estado, si los tories llegan al poder, no seconcederán más títulos nobiliarios. Me consta que la reina está bastantesensibilizadaconeldesprestigiode laconcesiónde títulosnobiliariosen losúltimosaños.Siloswhigssalenmañanadelgobierno,créame,decepcionarána todos sus amigos. Sus subordinados han prometido tantas cosas que latraiciónesinevitable,ysidecepcionanaalgunos,quémotivostienenparanodecepcionar a todos. Tal vez se repartan uno o dos títulos nobiliarios entreellosmismos;precisamenteesteañoharétres,perosonlosúnicostítulosqueseconcederánhastadentrodemuchosaños.Puedecreerme,porquelostoriesnoharánninguno,yyoestoypensandoretirarmedelnegocio.

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Esdifícilexpresarelestupor,eldesconcierto,laconmociónqueinvadióelrostro del señorVavasourmientras su interlocutor iba exponiendo fríamentesusargumentos.Almismotiempoquedesaparecíangrandesesperanzas,veíasurgirotras;sussueñosacariciadossedesvanecían,peroensulugaraparecíanmisteriosas expectativas. ¡Cómo era posible que se le estuviesen revelandoestos asombrosos secretos de Estado; que los principales ministrosrenunciasen voluntariamente a sus influencias, y que fuese un oscuroparticularquienrepartieseesasdistincionesquesupuestamentecorrespondíaalos soberanos atesorar y guardar; distinciones por las cuales los principaleshombresdelpaísestaríandispuestosaperjudicarsupatrimoniooasacrificarsuhonor!Alfinal,elseñorVavasourdijo:

—Me asombra, señor Hatton. Podría mencionarle al menos veintemiembrosdelclubBoodlequecreenqueobtendránuntítulonobiliariosilostorieslleganalgobierno.

—Ni uno solo de ellos lo tendrá —afirmó Hatton terminantemente—.Dígameunosolodesusnombres,yledirésiseránparesono.

—Bueno,estáelseñorTubbeSweete,unmiembrodelcondado,yséqueasuhijo,queestátambiénenelParlamento,selehanhechopromesas.

—Le repito señor Vavasour que los tories no harán ni un solo par. Suscandidaturas tienen que pasar pormismanos.Y yo le digo, ¿qué puedo yohacerporunTubbeSweete,elhijodeunfabricantedebarriles?¿HayalgunafamiliaantiguaentrelosveintemiembrosdelclubBrookes?

—Puesdeesonoestoy seguro—dijoel señorVavasour—;estáel señorCharlesFeatherly,unantiguobaronet.

—Elfundadorde lafamiliafuecorregidorduranteel reinadodeJaimeI.Noeseseeltipodefamiliaalaquemerefiero—replicóelseñorHatton.

—TambiénestáelcoronelCockawhoop—añadióelseñorVavasour—.HeoídoquelosCockawhoopsonunamuybuenafamilia.

—Contratistas de la reina Ana; abogados con Malborough y SolomonMedina,unamuybuenafamilia,escierto;peroyonofabricoparesapartirdebuenasfamilias,señorVavasour.LasantiguasfamiliassonlosbloquesdelosqueyomevalgoparatallarmisMercurios.

—Pero ¿a qué llama usted una buena familia? —preguntó el señorVavasour.

—Alasuya—contestóelseñorHatton,ysequedómirandoelrostrosobreelquedescansabalaluz.

—Fuimoslaprimerahornadadebaronets—opusoelseñorVavasour.

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—Olvide un rato a los baronets —dijo Hatton—. Dígame, ¿qué era sufamiliaantesdeJaimeI?

—Siemprevivierondesus fincas—dijoel señorVavasour—.Tengounahabitaciónllenadecédulasquetalveznosdiríanalgosobreellos.¿Legustaríaverlas?

—Por supuesto.Tráigamelas aquí.Peronoporqueyoquiera informarmede sus derechos. Los conozco de sobra. Usted quiere ser par, señor. Bien,entonces usted es realmente lord Vavasour, pero hay dificultades paraestablecersuderechoinalienablesolamenteapartirdeldecretojudicial.Nolemolestarécontecnicismos,señorVavasour.Yaessuficientequeseaunagrandificultad, aunque tal vez no inabordable. Pero no tenemos necesidad deasesorarnosmás.Sureclamaciónsobre labaroníadeLovelesmuycorrecta.Puedo recomendarle que apueste por ella, si es que no se presenta ningunamejor. En una palabra, si desea ser lord Bardolf, puedo comprometerme aconseguírselo,siemprequesirRobertPeelllegueaministro.YpiensoqueunaposiciónasíseríagratificanteparaladyFirebrace.

—Desdeluego,losería—afirmósirVavasour—.Sinohubiesesidoporlapromesadeconcedermeuntítulonobiliarioquemehizo,guárdemeelsecreto,elseñorTaper,elotrodíamisarrendatarioshabríanvotadopor loswhigsenlaseleccionesdelcondado,yhabríamosderrotadoal candidatoconservador.LordMasquecasi lohabíaarreglado,pero ladyFirebrace teníaunapromesaescritadelasaltasinstancias,asíquehuboquecancelarelplan.

—Bueno,yanodependemosdetodosestospequeñostejemanejes—dijoelseñorHatton.

—Es fabuloso —dijo el señor Vavasour levantándose de su silla yhablandocomoparasímismo—.Y¿cuálescreequeseránlascostasdeesterecurso?—preguntó.

—¡Unabagatela!—dijoel señorHatton—.Nohacenidoceañosconocíhombresquepusieronsobre lamesacasimediomillónsobreelvalordesustierras para obtener a cambio ni un dos por ciento con el fin de lograr unpuestoinfluyenteeneldistritoquepudieraconseguirlesmástardeunflamantetítulonobiliario.Yahoraustedvaaconseguirunoqueledaráprioridadsobreelrestodelospares,exceptosobretres(aloscualesfabriquéyo),ynolevaacostar más que la despreciable cantidad de veinte o treinta mil libras. ¡Noconozcoyopocoshombresquedaríanesacantidadsimplementeportenerlaprioridad! ¡Mireesto!—Se levantóycogióunosdocumentosde lamesa—.Heaquíuncasodeunhombreque,meatrevoadecir,ustedconoce.Setratadeunconde,enlabuenaépocaenquehabíacondes,entiemposdeJorgeI.ElprimerbaróndesufamiliafueunayudadecámaraflamencodeGuillermoIII.Bien, cuando estaba a punto de poner fin a la suspensión de una herencia

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yacentequelehabíadejadosumadre,yconseguirparaélunadelasbaroníasde los Herberts, compró el título de otro litigante que poseía dicho títulonobiliariograciasalpagodeunasumamayorde laquepagaráustedpor sutítulo.Peroesonoestodo.Esteotrolitiganteeraunhombrededescendenciayapellidofrancesesquehabíallegadoaestepaís tras larevocacióndelEdictodeNantes.Bien, apartedeldineropara callarle laboca,mi cliente tuvoquesufragar las costas de intentar transformar al descendiente de un tejedor desedasdeLyon en el herederodeun conquistadornormando.Así queyave,señorVavasour,nosoyinsensato.¡Sifuerapormí!Preferiríaganarcincomillibras reestableciéndole a usted en sus derechos que cincuenta mil porfacilitarlesacualquieradeestospretendientessusindignaspretensiones.Vivodemioficio,señorVavasour,peroamolasangreinglesa,queeslaquecorrepormisvenas.

—Aceptoeltrato,señorHatton—dijoelseñorVavasour—.Noperdamosmás tiempo.Loúnicoque lamentoesquenomedijeraantes todoesto.Noshabríamosahorradomuchosproblemasygastos.

—Nunca me lo consultó —dijo el señor Hatton—. Me dio susinstrucciones,yyolasobedecí.Meapenabaverqueseobcecabaconesaideaporque,siendofrancoconustedysinintencióndeofenderle,milord,puesesteeseltratamientoquelecorresponde,nohaytítulonobiliarioquememerezcatantodespreciocomoeldebaronet.

ElseñorVavasourdiounrespingo,pero leesperabaunfuturogloriosoyunpresenteexcitante.Ledio losbuenosdías al señorHatton,y leprometióqueletraeríalosdocumentosalamañanasiguiente.

El señor Hatton se encerró durante unos breves instantes en suspensamientosmientrasjugabaconlacoladelgatopersa.

Capítulo8

DejamosaSybilyaEgremontenelinstanteenquecoincidíanconGerardenelmismoumbraldelacasa.

—¡Ah,padremío!—exclamóSybily,luego,conunligerosonrojodelquetalveznoeraconsciente,añadió,comosiGerard,receloso,norecordaseasuantiguoamigo—,¿teacuerdasdelseñorFranklin?

—Estecaballeroyyomismotuvimoselplacerdeencontrarnosayer—dijoGerard turbado, al mismo tiempo que Egremont, totalmente desconcertado,cambiabadecolor.

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Sybil se sorprendió de que su padre se hubiese encontrado con el señorFranklin y no le hubiera mencionado un hecho que, naturalmente, leinteresaba.Egremontsedisponíaahablarcuandoseabriólapuertadelacalle.¿Ibanasepararsedenuevosinexplicaciones?¿IbaadejarqueselasdieseelpadredeSybil,queevidentementenoteníaprisani,talvez,especialinterésenhacerlo? Toda la franqueza de su espíritu noble le obligaba a poner finpersonalmenteaeselargodesatino.

—Simelopermiten,desearía—dijoEgremontdirigiéndosetantoaGerardcomoasuhija—entrarconustedesunmomento.

No era posible negarse a una petición así, pero Gerard no aceptócordialmente.Pasaronalamplioyoscurovestíbulodelacasa,siguieronhastaelfinaldeunlargopasillo,Gerardabrióunapuerta,ytodosentraronenunamelancólicayespaciosahabitación,queestabasituadaenlapartedeatrásdelacasaydabaaunapequeñaparcelacuadradadehierbahúmeda.Enmediodeesta había una escultura deCupido, desgastada por la corrosión del tiempo,conunbrazorotoyelotrolevantadoenelaire,conunalargafracturaquelellegaba hasta la boca. En otros tiempos debió de haber sido una fuente. Alfinaldelaparcela, lafachadaciegadeunacasamostrabaunaparedsobrelaqueunavezhubounfrescopintado.Aunquelapinturadecolorestabarasgaday descascarillada, y la que quedaba estaba desteñida y descolorida, podíandetectarse aún algunas trazas del dibujo original: coronas festivas y lascolumnatasenperspectivadeunpalacio.

Las propias paredes de la habitación estaban revestidas con paneles demaderateñidadenegro;lascortinaserandeestambretoscodecolorverde,ycon una capa de polvo encima tan antigua e inamovible que parecía lavasólida; la alfombra, que una vez había sido brillante y vistosa, estabacompletamenteraídaygrisporefectodelpasodeltiempo.Habíavariassillaspesadasdecaoba,unamesaPembroke,yuninmensoeinmanejableaparadoradornadoconalgunascopasdevinodecolorazulmarino.EncimadelarepisadelachimeneahabíaunretratodelmarquésdeGranby,quepodríahabersidoelcarteldeunmesóny,enfrente,enelaparador,habíauncuadrodeRanelaghenundíadefiesta,pintadoconcoloreschillonesporBunbury.Aunquetristón,el aspecto general de la habitación no era sórdido. Por su amplitud, sutranquilidad extrema, y por las asociaciones que despertaban esas pocasimágenesenlamentedelvisitante,estenoteníaunaimpresióndesagradable,aunquesíparticipabadelavagamelancolíaqueenvuelvelacontemplacióndelpasadoyquesueletraeralivioalespíritu.

Gerardseacercóalaventanaysepusoamirarlaparceladehierba.Sybilsugirióa su invitado seguir suejemplo.Egremont, agitado, seesforzabaporrecobrar la serenidad; y, luego, en un timbre de voz que carecía de suacostumbradaclaridad,dijo:

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—Ayer expliqué a una persona, a quien espero poder seguir llamandoamigo,porquéadoptéunnombrequenoeselmío.

Sybilhizounpequeñogestodehabersesorprendido,peronohabló.

—Me complacería que también usted creyera los motivos que meimpulsaronaactuarasíydeloscualesnisiquierameavergüenzo—yañadiótitubeando—,inclusosiestimaquemiconductafueindiscreta.

Los ojos de ambos se encontraron; el semblante de Sybil reflejaba elestupor,peronopronuncióunapalabra;ysupadre,queestabadeespaldasaellos,nosemovió.

—Había oído —siguió diciendo Egremont— que un abismo insalvableseparabaalosricosdelospobres;habíaoídoquelosprivilegiadosyelpuebloformabandosnacionesgobernadaspordistintas leyes, influidaspordistintascostumbres,sinideasniafinidadesencomún,conunaincapacidadinnataparaentenderse.Penséquesiestoeracierto,laruinadenuestrocomúnpaísestabapróxima.Debíadedicarme, talvez sin fuerzasmasnosincelo, a frenarestacatástrofe,porquegozabadeunaposiciónquemeobligabaa tomarparteenesa responsabilidad. Para acceder a ese conocimiento, que era el único quepodía prepararme para quemis actos fueran benéficos, decidí marcharme avivirdeincógnitoentrelostrabajadoresysúbditosalosquesehabíaalejadode mí. Pese a no ser conocido en absoluto, si me hubiesen reconocido nohabríapodidohacerlosinlevantarsospechas.Sehabríanechadoatrásalsaberdemiclaseoaloírmiapellido,aligualqueustedhizo,Sybil,unavezquefuemencionado casualmente delante de usted.Estas son las razones y estos losmotivosqueme impulsaron, sin decir que justifiquenmi comportamiento, atraspasar el umbral de su casa bajo un nombre supuesto. Les ruego queconsideren con benevolencia mi conducta, que me perdonen, y que no mehagansentirlaamarguradehaberperdidolaconfianzadealguienporquien,en cualquier circunstancia y pase lo que pase, sentiré siempre el máximorespeto,ydiríaqueunafectoreverencial.

Su torrente de palabras emocionadas cesó. Sybil, con una hermosaexpresión de turbación, lo miró fijamente un instante, y parecía que iba aponerse a hablar, pero el temblor de sus labios desmintió su intención;entonces,conunesfuerzo,volviéndosehaciaGerard,dijo:

—Padremío,estoysinhabla;dime,¿quiénes,entonces,estecaballeroquesedirigeamí?

—ElhermanodelordMarney,Sybil—dijoGerard,volviéndosedefrentehaciaella.

—¡El hermano de lordMarney!—repitió Sybil con aspecto de habersequedadoestupefacta.

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—Sí—dijo Egremont—; un miembro de esa familia sacrílega, de esosopresoresdelpueblo,alosquehareprobadoantemíconunheladordesprecio.

El codo de Sybil se apoyó en el brazo de la silla sosteniéndose lamandíbulaconlamano.CuandoEgremontdijoesaspalabras,ellasecubriólacaraconelbrazoparaquenoselavieraenabsoluto.Duranteunosinstantesreinó el silencio. Después, reincorporándose con una expresión grave peroserena,comosihubieseemergidodelasprofundidadesdesuspensamientos,Sybildijo:

—Losientopor laspalabrasquedije;noeraconscientedeldolorque leinfligía;sientodeverdadtodoloquehapasado,yquemipadrehayaperdidoauncordialamigo.

—¿Yporquétienequeperderlo?—preguntóEgremontcontristeza,peroconternura—.¿Porquénopodemosseramigos?

—¡Oh,señor!—dijoSybil,envozalta—.Yosoyunadeesaspersonasquecreen que el abismo es insalvable. Sí —añadió ella, haciendo un graciosoademán de apartar ligeramente las manos, y girando un poco la cabeza—.Totalmenteinsalvable.

Haydesórdenesdelalmaque,aligualqueenlasgrandesconvulsionesdelanaturaleza, todo lo transformanen anarquíay caos.Sin embargo, en esosmomentos de grandes perturbaciones, como en la propia lucha por la vida,surge un nuevo principio de orden o un nuevo impulso para actuar de otraforma que modera, regula y transforma en armonía las pasiones y loselementos que amenazaban con la desesperación y la subversión. Así lesucedía a Egremont. Durante un momento miró con desesperación a estadoncella cuyo afecto le estaba vedado por prejuicios y convicciones másinsalvablesquelasquesederivandeunameradiferenciadeclase.Duranteuninstante,nadamásqueporuninstante,parecióhundirseenladesesperación.Peroencontróensuespíritutorturadolasenergíaspararesponderaloquelaocasión exigía.Ni siquiera la presencia paralizante deGerard habría podidoimpedirque…;perojustoenesemomentoseabriólapuerta,yMorleyyotrapersonaentraronenlahabitación.

Capítulo9

MorleysequedóparadoalreconoceraEgremont.Luego,avanzandohastaGerard,seguidodelotrohombre,dijo:

—Esteesel señorHatton,dequienhablábamosayerpor lanocheyquediceserunantiguoconocidotuyo.

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—Tal vez debiera decir de su querido pobre padre —dijo Hatton,escudriñandolosojosazulesdeGerard,yluegoañadió—:Hizomuchascosaspormíenmijuventud,yunonopuedeolvidareso.

—Nosedebeolvidar—dijoGerard—,peroesunmododememoriaque,ajuzgar por lo que he visto, es bastante raro. Pormi parte, lo recuerdomuybien,BaptistHatton—dijoGerardexaminandoasuinvitadoconunescrutiniotan completo como al que él le había sometido—.Veo que elmundo se haportadobienconusted.Mealegro.

—Quilaboratorat—dijoHattonconunavozsuave—eslamáximasantade nuestra Santa Iglesia.Yme atrevo a confesarle quemis plegarias ymisdesveloshansidooídos,porquehe trabajadomuchoenmivida—yaldecirestaspalabras,sevolvióhaciaSybilparadirigírselasaella.

Ella lo miró con no poco interés. Aquel misterioso nombre que habíasonadotanamenudoensusoídoscuandoerapequeñaseasociabaamuchasextrañas esperanzas, y a una oscura mezcla de sospecha, recelo ypensamientos confusos. Hatton apenas parecía darse cuenta de lospensamientos que en ese instante le estaba dedicando Sybil. Su aspecto eraatractivo.Teníaunaexpresiónfrancaeinclusobenevolentequejugabaafavordesurostrointeligenteyapuesto;su,enotrotiempo,pelocastaño,aúnlargopero muy delgado, estaba tan cuidadosa como naturalmente arreglado paracubrirsucalvicie.Vestíaconunagransimplicidad,peroconnotablegustoycuidado.Nilaserenidadnilasuavidaddesusmanerasyeltimbretenuedesuvozdesmentíanelefectofavorablequesuaspectocausabasiempreenlagentecuandoleveíanporprimeravez.

—Qui laborat, orat—dijo Sybil con una sonrisa— es un privilegio delpueblo.

—Al cual yo pertenezco —dijo Hatton con una inclinación de cabeza,recordandoqueseencontrabadelantedelahijadeundelegadocartista.

—¿Peroeseltrabajoquehaceustedigualqueeldeellos?—dijoSybil—;¿esacaso lasuyaunavidadeesfuerzo impasible, llenadebellezaybondad,quesegúnaconsejalasagradamáximadenuestraIglesia,hadeincluirenellalavirtudylafuerzadelaoración?

—Estoy seguro de que no debería quejarme del esfuerzo que a usted labeneficia—dijoHatton.

Y,luego,dirigiéndosedenuevohaciaGerard,lellevóaunapartadorincónde la habitación donde, enseguida, se enfrascaron en una animadaconversación.Almismotiempo,MorleyseacercóaSybil,ylehablóconvozsusurrante. Egremont, que se sentía a disgusto, se acercó a ella paradespedirse. Sybil se levantó y le devolvió el saludo con alguna ceremonia.

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Entonces,dudando,almismotiempoqueconungestodedulzuraenelrostro,extendióhaciaélsumano,queélestrechóduranteunmomento,ylavolvióaretirar.

—Paséconélmásdeunahora—siguiódiciendoMorley—.Alprincipionorecordabanada;nisiquieraelnombredeGerard,queleeratanfamiliar,leprodujo impresión alguna. No recordaba nada de las cédulas, por lo cualparecía evidente que no tenían mucha importancia. Pero dondequiera queestuviesen,sindudalasconservaba,porqueélnuncadestruíalosdocumentos.Así que ya ordenaría que los buscasen, y todo eso. Ya me iba a marcharcuandomepreguntó,comoquiennoquierelacosa,sobretupadre;quéhacía,ysiestabacasadooteníahilos.Estonosllevóaunalargaconversaciónque,depronto,suscitóungraninterésporsuparte.Primerohablódeescribiratupadreparaverse,peroyoleinvitéaquefueseGerardquienvinierahastaél.Apuntó vuestra dirección con el fin de poder escribirle y acordar una cita.Cuandovioqueestaba enWestminster, dijoquehabíamandadopreparar sucarruajepara ir a laCámarade losLores enun cuartodehorayque, si noteníainconveniente,meproponíaqueloacompañara.Yopenséque,fuesecualfuese el resultado, sería una satisfacción para Gerard ver finalmente a estehombresobreelquehabíahabladoypensadotanto;yaquíestamos.

—Hashechobien,buenStephen, comosiempre—dijoSybil conactitudpensativa y meditabunda—. Nadie piensa con tanta prudencia y tanacertadamentecomotú.

Éllamiródesoslayo,yapartólosojosinmediatamente.Susojossehabíanencontrado,losdeellaeranamablesyestabanencalma.

—YesteEgremont—preguntóMorleymásbienrápidayabruptamente,ymirando al suelo—. ¿Cómo ha llegado hasta aquí? Cuando lo descubrimosayer, tu padre y yo acordamos no mencionarte la superchería de la quehabíamossidovíctimas.

—E hicisteis mal —replicó Sybil—. No hay mayor sabiduría que lafranqueza.Simelohubieraisdicho,élnohabríavenidoaquíhoy.Cuandonosencontramos y se dirigió a mí, yo solo vi en él a un conocido que habíacontribuidoahacernoslavidaagradable.Sinomehubieraacompañadohastalapuertay,alencontrarseconmipadre,sehubieravistoobligadoadarmeunaexplicación que, ha comprobado, no dieron los demás, yo habría seguidoignorandoloshechos,locualpodríahabersidocausadealgunasmolestias.

—Tienesrazón—dijoMorleymirándolaconsutileza—.Todosnoshemosabiertodemasiadoanteestearistócrata.

—Esperoqueningunohayamosdichounapalabraquedeseemosolvidar—dijoSybil—.Élhapreferidodisfrazarse,perono tienequejaalgunade la

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franqueza con la que hemos hablado de su clase o de su familia. Y, por lodemás,nolehahechodañoconoceralgodelossentimientosdelaspersonasconlasquehaestadoconviviendo.

—Y, sin embargo, si algo ocurriera el día de mañana—dijoMorley—,puedesestar seguradequeestehombrenos tieneechadoelojo.Puede ir algobiernocomounomásdeellosycontarlestodo,puesaunqueaparenteestarenlaoposición,bastaqueelpueblosemueva,paraquelospartidosseunancontraél.

Sybilsevolvióparamirarleyluegodijo:

—¿Y qué puede ocurrir el día de mañana para que tengamos quepreocuparnosdequeelgobiernoconozcaestooaquello?¿Esquenolosabenyatodo?¿Noosreunísdelantedesusojos?Elfinqueperseguíseslegalypormedios legales, ¿verdad? Entonces, ¿qué tenéis que temer? ¿Y por quétenemosqueestarrecelosos?

—Enestemomentolasaguasvanporsucauce—dijoMorley—.Ypuedeque sigan yendo, pero las asambleas populares generan individuos turbios,Sybil.Tupadrellevalavozcantante.Élesungranoradoryseencuentraensuelementonaturaldentrodeesemundobulliciosoyferoz.Peroamíesonomeva,yosoyunhombredesalón.Estaasamblea,comosabes,nuncafuedemigusto. Su carta es una mala solución para nuestros problemas sociales. Elespíritu que podría curarnos de nuestrosmales debe proceder de un talantemásprofundoysutil.

—Entonces,¿porquéestásaquí?—preguntóSybil.

Morleyseencogiódehombrosyluegodijo:

—Es una pregunta fácil de responder. Las preguntas siempre lo son. Elhechoesqueenlavidaactivaunonopuedeandarseconsutilezas.Mehabríagustado que elmovimiento hubiese tomado un cariz distinto y que hubieseseguidounavíadiferente;perono lohahecho.Es todavíaunmovimientoyunogrande,yyodebotratardeforjarloamimaneraytrabajarparaello.Siyome hubiera negado a ser líder, no habría evitado el movimiento popular,simplementehabríaconseguidodemostrarqueyoerauntipoinsignificante.

—Peromipadrenotieneestostemores.Élderrochaesperanzaycoraje—dijoSybil—.Yprobablemente,esunagrancosaqueelParlamentocelebresussesionesabiertasalpúblico,oquesusdelegadosdetodoelreinoexpongansusquejasenunlenguajequenodesmerezcaalqueutilizalaclaseconquistadoraquehaintentadoempobrecerlosenvano.Cuandooíhablaramipadrelaotranoche, el corazón me abrasaba de emoción, y se me llenaron los ojos delágrimas;mesentíorgullosadesersuhija,ymeregocijabaconlaideadequenuestrospadresperteneciesenalosoprimidosynoalosopresores.

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Morleyobservabaelresplandorprofundoquesedesprendíadesusojosyelrubordesusmejillasbrillantescuandopronuncióestasúltimaspalabrasnosoloconexaltación,sinoconfervor.Elpelobrillantelecaíaporambosladosdelacaraenlargosrizosdeexuberantesensualidad;sufrentedespejadaeraelmismotronodelamajestadyelpensamiento,ysuslabiosaúntemblabanconlasensibilidadqueexpresabaelardordesuverdad.

—Perotupadre,Sybil,estásolo—replicóMorleyfinalmente—,rodeadoporpartidariosqueno tienenmásqueentusiasmopara recomendarles,yporémulosyrivalesintrigantesqueobservancadapalabraycadaactosuyosconelfindedesacreditarsuconductay,coneltiempo,precipitarsucaída.

—¡Lacaídademipadre!—dijoSybil—.¡Esqueélnoesunodeellos!¿Esposiblequeelúnicoyelmismoobjetivodelosdelegadosdelpuebloseaese?

—Sonmiles—dijoSybil—.YaexistentantasfaccionescomoenelpropioSt.Stephen.

—Meaterras—dijoSybil—.Sabíaqueteníamosenemigoscontraquienescombatir,mivisitaaestaciudadmehaenseñadolofuertesquesonnuestrosenemigos.PeroyocreíaqueteníamosaDiosyalaverdaddenuestraparte.

—De eso no saben nada en la Asamblea Nacional —dijo Morley—.Nuestro ímpetu será una vulgar caricatura de las mismas malas pasiones,rastrerasintrigas,faccionesyfracasosdenuestrosopresores.

En ese momento Gerard y Hatton, que estaban sentados en un lejanorincóndelsalón,selevantaronalavezyseacercaronaellos.SybilyMorleyinterrumpieron su conversación. Sin embargo, antes de que su padre y sunuevoamigopudieranllegarhastaellos,Hatton,comosisehubieraacordadode un punto no suficientemente explicado, colocó su mano en el brazo deGerardyselollevódenuevoaunaparte.Conunavozquesolopodíaoírsuinterlocutor,empezóadecir:

—Usted me comprende, no tengo la menor duda de su derecho moral.Creo,contodalaleydemiparte,queelcastillodeMowbrayestansuyocomolacasaqueseconstruyeelarrendatarioenlatierradesuseñor.Pero¿podemosprobarlo?Nuncahemostenidolaevidencialegal.Estáustedenunerrorsicreeque estos documentos tienen consecuencias vitales; son simplementesumarios;muyútiles,sinduda,yconfíoenquelosencontraré,perosinvalidezlegal.Sieldinerofueselaúnicadificultad,créame,nofaltaría.Debomuchoalamemoriadesupadre,mibuenGerard.Lesserviríadebuengradoaustedyasuhija.Nolediréloqueyoharíaporustedes,mibuenGerard.Creeráustedquesoytonto,peroestoysoloenelmundo;yvolveraverloyhablarde losviejos tiempos… Realmente ahora no puedo pensar en los negocios. Sinembargo,debomarcharme,tengounacitaenlaCámaradelosLores.Adiós.

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DebodecirleadiósaladySybil.

Capítulo10

—Nopuedesentarseaesamesa,señor,estáreservada—dijouncamareroa unmiembro del Club Atheneum que parecía haber olvidado el protocoloque,bajo laseñaldeunplato invertido,mantienea losclientesapartadosdelaszonascodiciadas.

—Siempre están reservadas —gruñó el miembro—. ¿Quién la hareservado?

—ElseñorHatton,señor.

Yeneseprecisoinstante,cuandoeranyalasochoenpuntodelmismodíaenque tuvo lugar la reuniónde laquehemoshabladoenelúltimocapítulo,unaeleganteberlinanegraconunpreciosocaballo sedeteníaen laplazadeWaterloo,delantedelarcodeentradadelClubAtheneum.DesuinteriorsalióenseguidaelafortunadoBaptistHatton.

Este club era el único lugar de esparcimiento de Hatton. Nunca habíatomadoparteenlavidasocialpero,ahoraquesushábitosestabantanhechos,participar en ella le habría costado un gran esfuerzo. Pese a tener unareputación de primera fila en su profesión y ser, supuestamente, rico, erannumerosas las oportunidades que se le presentaban para el trato con loscaballerosanónimosdemedianaedadyposiciónacomodadaquepululanporlos clubes y celebran cenas en las casas y alojamientos de unos y otros. Setratadehombresqueviajanconfrecuencia,quecotilleanbastante,quellevanunaexistenciafácil,remisa,sinhacernada,perosumamenteinteresadosporloquehacenlosdemás.Songrandescríticosdelaspequeñascosas,generososenprocurarsepequeñosplacereseinclinadosalarespetableprácticadeunociosolibertinaje.Aestaspersonaslesgustaescrutarelmundoatravésdelaventanadeunclub,comosiestuviesendescubriendounplaneta;ylesentusiasmanlascosasquenolespreocupanylospersonajesdelosquenuncahanoídohablar.

Todo esto no iba con la forma de vida de Hatton, que carecía depretensionesyquehabíaadquiridodesushábitosdeinvestigarenlahistoriaun respeto por lo que era auténtico. Estas personas sin importanciarevoloteabanasualrededor,peroélsehabíaretiradodeunaexistenciaqueseleantojabaalavezaburridayfrívola.Teníaunpardeamistadesliterariasquehabía hecho en la Sociedad deAnticuarios, de la cual él era un distinguidomiembro. Un vicepresidente de esa institución le había introducido en elAtheneum.EraelúnicoclubalqueHattonhabíapertenecido,ysecomplacía

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enello.Legustabanelesplendor,laluzyelajetreodeestegransalón,porquelepermitíanalejarsedelamelancolíaque,despuésdeundíadetrabajo,eseldestino de un celibato activo. Después de su esfuerzo, le agradaba unasuntuosa cena sin sobresaltos;mientras sorbía su claretemeditaba sobre susplanes. Sobre todo, donde más deleite encontraba era en la magníficabiblioteca, y tal vez nunca era más feliz que cuando, después de unaestimulante comida, se trasladaba escaleras arriba a sumergirse en un sillóncon Dugdale o Selden, o con un tratado erudito sobre la enajenación de lapropiedadolasuspensiónjurídica.

Hoy, sin embargo, Hatton no se encontraba de humor para eso. Entrócansadoyagitado;comióconrapidezybastantevorazmente,sebebiódeuntrago una pinta de champán y luego pidió una botella de Lafitte. Una vezrecogidasumesa,conunpastelcondimentado,unabotellaenlahielerayunvasonuevo,seentregóalaensoñaciónquehastaesemomentolaagitacióndesussentidosylosimperativosfísicosdelaexistenciahabíanimpedido.

«¡Qué día más extraño!», pensó, mientras volvía a llenarse el vaso conaspectodistraídoyserecostabaenlasillaabebersesuvinoasorbos.«¡Elhijode Walter Gerard! ¡Un delegado cartista! ¡La mejor sangre de Inglaterra!¡Dóndenollegaríayosilatuviera!».

«¡Esos infernales documentos! Gracias a ellos he hecho fortuna y, sinembargo, no sé cómo ha sido, pero me han supuesto muchos sufrimientos.¡Conloinofensivosqueparecían!Elviejoestabamuerto,yerainsolvente;yomismomemoríadehambre;ysuhijonosabíanada;tampocoaéllehabríanservidoenabsoluto,porquehabríanecesitadomilesdelibrasparainterponerunaaccióny,aunasí,soloyopodíasacarlespartido.Sinolohubierahecho,probablementemehabríanbarridodelafazdelatierra,ohabríaterminadoenlamiseria,laenfermedadoconachaquesdecorazón.Yahora,encambio,soyBaptist Hatton; poseo una fortuna casi tan grande como para comprarMowbray,yobraenmipoderinformaciónqueharíatemblaralmásvaliente».

«Pero ¿para qué toda esta riqueza y poder? ¿Quémemoria demí voy adejar?¿Quéfamiliameespera?Notengoniunparienteenelmundo,exceptounsolitariobárbaroaquien,cuandohaceañosvisitédisfrazadodeextraño,meinspiróuninenarrabledesprecio».

«¡Ah,situvieraunhijoounahija,comolahermosahijadeGerard!».

YHatton volvió a llenarse la copamecánicamente, y se la bebió de untrago.

«¡Ah, cómohe podido despojarla de un principado! ¡A ese ser angelicalcuyaluzmeciegalosojosinclusoahora,ycuyadulcevozaúnresuenaenmisoídos! Solo un diablo podría perjudicarla, y yo soy ese diablo. ¡Veamos,

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veamos!».

Yahoraparecíasumergidoenelparaísoquecreabasupropiaimaginación.Volvióallenarselacopaunavezmás,peroestavezbebiéndoselaapequeñossorbos, como si temiera desordenar el abanico de imágenes que se habíanformadoasualrededor.

«Veamos, veamos. Yo podría convertirla en baronesa. Gerard merece elgradodebaróndeValencetantocomoShrewsburyeldebaróndeTalbot.Ysunombre es Sybil. ¡Resulta curioso cómo, aun entre campesinos, cuando setiene buena sangre, se conserven los apellidos de alcurnia! Los ValencesiemprefueronSybil».

«Podríaconvertirlaenbaronesa.¡Sí!Lepodríadarlosmediosparadotarsedepropiedades.Lacompensaríaporlastierrasquedeberíanhabersidosuyasyque,talvezpormicausa,lefueronenajenadas».

«¿Podría hacermás? ¿Podría devolverle el rangoque le correspondeporhonor,acabarconestossufrimientosquemartirizanmiconciencia,ylograrlasecretaambicióndemivida?¿PorquémihijonopodríaserlordValence?».

«¿Esdemasiadoatrevida?Undelegadocartista, lahijadeuncampesino.Contodaestaresplandecientebellezadelaquehesidotestigo,contodoslosmaravillosos atributosque su amigoMorleyhaglosado, ¿nome rechazaría?Nosoyunvulgarjorobado».

«Lepodríaofrecermuchascosas.Creoquesabríacómoexhortarlaaello.Debedesermuypobre.Vistoasí,conunsueñocomoeste,yconlasimágenesdepoderypompaqueyosabríainspirarle,creoquealfinalsucumbiría.¡Yalosencantosdealguiendesupropiocredo!Volverafundarunhogarcatólico;yconalguienqueposeesangrenoble, linajedealcurniaycreeenlaantiguafe.¡Virgensantísima,quévisiónmássublime!».

Capítulo11

LamismanochedeldíaenqueEgremontsehabíaencontradoconSybilenla Abadía de Westminster, de la cual se separaría posteriormente encircunstancias tan perturbadoras, la condesa de Marney ofrecía una granrecepción en su mansión familiar de la plaza St. James. Se trataba de unaresidenciaquelordMarneyhabíapretendidoalquilaraunnuevoclub,conlaintención de trasladarse con su familia durante una breve temporada a unhotel.Peronegocióunpreciotanaltoqueantesdequesefirmaseelarriendo,el nuevo club, que prácticamente estaba formado por un solomiembro que,astutamente, se había nombrado a sí mismo secretario, había desaparecido.

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Entonces, se acordó que la familia residiría en la mansión durante esatemporada. Esta noche,Arabella recibía a toda la sociedad distinguida, a lacualellasehonrabaenpertenecer.

—Hemosvenidotanprontocomonoshasidoposible,queridaArabella—dijoladyDeloraineasunuera.

—¡Esustedtanamablecomosiempre!¿HavistoaCharles?Esperabaqueviniese—añadióladyMarneyenuntonoalgotriste.

—EstaenlaCámara;delocontrario,estoyseguradequeyaestaríaaquí—dijo ladyDeloraine,contentade tenerunabuena razónparaausentarsedeella,locualhabríaocurridodecualquierforma.

»Metemo,querida,queestanochelevanafaltarguapos.HemoscenadoencasadelduquedeFitz-Aquitania,ytodosnuestroscaballerosdesparecierondepronto.Dicenquevaahaberunatempranavotación.

—Ojalá se acaben pronto esas votaciones —dijo lady Marney—. Sonsumamenteantisociales.¡Ah!¡AquíestaladydeMowbray!

AlfredMountchesney revoloteaba alrededor de lady Joan Fitz-Warene, aquienlecomplacíaladevociónqueleprofesabaelCupidodeMayFair.Delaboca de este salían inimaginables naderías, y ella replicaba conincomprensiblespequeñeces.Deesemodochocabanlafingidaprofundidaddeella y la vaporosa ligereza de él. De vez en cuando él conseguía atraer laatencióndeella,y lecomunicaba laangustiade sualmaconunamiradadeautocomplacientedulzura.

LadySt. Julians, apoyándose en el brazodel duquedeFitz-Aquitania sedetuvo a hablar con lady Joan. Lady St. Julians estaba decidida a que laheredera deMowbray se casase con uno de sus hijos. Así pues, estaba ojoavizor ante cualquiera que osase monopolizar la atención de lady Joan, ycontribuía sin descanso a obstaculizar sus maniobras. En medio de unadeliciosaconversaciónqueparecíaabocadaatocarfondo,ladySt.JuliansselevantabadirectamenteyabordabaconalgúntipodeafectuosasúplicaaladyJoan,aquienllamabasu«queridaniña»o«cariñito»,conelfindequeellanosedignaranisiquieraanotarlapresenciadelinfelizcaballeroalqueacababadedejar,comosidijéramos,descabalgado.

—¡Miqueridaniña!—dijoladySt.JuliansaladyJoan—;notieneideadelotristequeestabaFrederickestanocheporquenopodíasalirdelaCámara;metemoqueelasuntosedemoraráhastatarde.

Lady Joan se quedó como si la ausencia o presencia de Frederick fueraparaellaunacuestióndegranindiferencia,yluegoañadió:

—Nocreoquelavotaciónseatanimportantecomosesuelesuponer.Una

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derrotaenlavotacióndeunapropuestadeleyaungobiernocolonialnomeparecequetengasuficientepesocomoparadisolverungabinete.

—Cualquierderrotatendríaeseefectoahora—dijoladySt.Julians—,peroa decir verdad no soy muy optimista. Lady Deloraine dice que seránderrotadosyque los radicales losabandonarán,peroyonoestoy tansegura.¿Por qué los radicales los abandonarían? ¿Y qué hemos hecho nosotros porellos?¡DeberíamoshaberprevistoesteasuntodeJamaicayhaberlosinvitadoaalgunosdeellosacenar,oadarunbaileodosenhonordesusesposasehijas!Estoyseguradequesihubiesetenidolamenorideadequeteníamosunabuenaoportunidaddellegaralgobierno,nomehabríaimportadohaberhechoalgoyomismao,incluso,haberinvitadoasusmujeres.

—Esusted todaunaacérrimaadepta, ladySt. Julians—dijoelduquedeFitz-Aquitania,aquienleteníanpendientedeunhilodesdehacedosañosconla concesión de un virreinato en Irlanda, y se había convertido en unconservador convencido, con tanta confianza puesta en sir Robert como enlordStanley.

—Hehechograndessacrificios—dijoladySt.Julians—.UnavezlleguéaquedarmeunasemanaencasadeladyJennySpinnerparaganarmeelvotodelpalurdodesuhijoydesusochentamillibrasalañoacambiodequelordSt.JulianslepropusieracomomiembrodelclubWhite;y,¡despuésdetodoeso,loswhigs loconvirtieronenpar!Desde luego,ellossacanmáspartidoasusinfluenciassocialesquenosotros.ElasuntoaqueldeltalseñorTrenchardfueundurogolpe.Perderunvotoenunosmomentostancríticos…Siyohubieratenidolamenorideadeloqueestabapasando,lehabríapedidoaBarrowleyquemelodejaraamíunpardedías.

UndistinguidodiplomáticoextranjerosehabíapegadoalordMarney,yleestabasondeandohábilmentesobreelfuturoquelecabíaesperar.

—¿Peroestálaperayamadura?—dijoeldiplomático.

—La pera está madura si tenemos el valor de arrancarla —dijo lordMarney—,peronuestrosmuchachosnotienenfuerzaparatirardeella.

—¿CreequeelduquedeWellington…?—yaquíeldiplomáticosedetuvoymiróalacaraalordMarney,comosipudieratransmitirlealgodeloquenoseatrevíaaexpresar.

—Por aquí viene—dijo lordMarney—.Élmismo puede responder a lapregunta.

Al pasar por allí lord Deloraine y el señor Ormsby, el diplomático sedirigióaellos:

—¿NohaestadoenlaCámara?

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—No—contestólordDeloraine—,peroheoídoquelacosaestádifícil.Esdemasiadotarde.

—¿Cree…?—dijoeldiplomático,ymiróalacaradelordDeloraine.

—Creoquetodotieneunfinalargoplazo—dijolordDeloraine.

—¡Vaya!—dijoeldiplomático.

—¡Puaf!—dijo lordDeloraine,mientras sealejabaconel señorOrmsby—.Recuerdoaaquelmuchacho,eraunambiguoagregadodelaembajadadeParís cuando firmamos el segundo Tratado de paz; y ahora ya es casiembajador,ycondecoradohastalabarbilla.

—Las únicas condecoraciones que tengo —dijo el señor Ormsbymodestamente—, son cuatro estrellas que me avalan como accionista de laCompañíadeIndias.

Lady Firebrace y ladyMaud fueron anunciadas. La dama y la damiselaacababan de llegar de los Comunes repletas de entusiasmo político. LadyFirebrace hizo un informe crítico y repartió toda clase de pronósticoscontradictoriossobreelresultadodelavotación.LadyMaudsolohablabadeldiscursoquehabíahecholordMilford,queajuzgarporloselaboradoselogiosquelededicó,debíadehabersidolaperoratadelanoche;sinembargo,solohabíaduradounospocosminutos,conelhemicicloamediaentrada,yhabíasidocasiinaudible;peseatodo,decíaluegoladyMaud,¡contanbuengusto!

Alfred Mountchesney y lady Joan Fitz-Warene pasaron junto a ladyMarney,quehablabaconlordDeloraine:

—¿Cree—dijo ladyMarney— que el señorMountchesney soportará elpesodelarecompensaqueselleva?

—LordDeloraine negó con la cabeza. Estas grandes herederas nunca sedeciden. Un pequeño traspié en su posición social levanta todas susambiciones.

—Puesamí—dijoladyMarney—tantomedaríacasarmepormidinerocomopormicara.

Poco después de esto, hubo un revuelo en el salón, un murmullo y,después,muchoscaballerosentraronenel salón.Entreotros, lordValentine,lord Milford, el señor Egerton, el señor Berners, lord FitzHeron, el señorJermyn.Lasesiónparlamentariahabíaterminado.LapropuestadesuspenderlaconstituciónJamaicasehabíaanulado.Losradicaleshabíanabandonadoalgobierno, que se había quedado fuera con una mayoría de cinco votos, yhabían comprobado el inequívoco sentimiento que despertaban en losComunes.Sesabíaquealamañanasiguienteelgobiernodimitiría.

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Lady Deloraine, que estaba preparada para el gran resultado, estabatranquila.LadySt.Julians,quenolohabíaprevisto,estabamuyalborotadayaturdidaacausadeltriunfo.Sinembargo,enmediodesualborozo,seapoderódeellalavagayterriblesensacióndequeladyDelorainelehabíaganadoporlamano, que se le había adelantado para ponerse de acuerdo con el nuevoprimerministro,yquetalvezhabíasondeadoyaalaCorte.Almismotiempoque,deserciertaestainquietanteintuición,presentíaqueibanaquedarfueradesualcancelosgrandescargosdepalacioqueellasehabíaadjudicadoparasí misma y para sumarido, su conciencia desconcertada daba vueltas a lasaspiraciones, esperanzas e intereses de sus diversos hijos. ¿Y si CharlesEgremontsehacíaconelcargoqueellahabíaprevistoparaFrederickoparaAugusto?¿Ysia lordMarney lehacíanMaestredeCaballeríaoenviabanalordDelorainedenuevoaIrlanda?Conlosnerviosaflordepielleparecíaqueestascatástrofesibanaproducirse.Seapresuróaabordaral«duque»antesdeque lady Deloraine le ganase la atención, y decidió volver a casa lo antesposibleconelfindeponerseaescribirasirRobertsinperderunmomento.

—Nosevan amarchar sinnombrar a algunospares—dijo sirVasavourFirebracealseñorJermyn.

—Yahannombradoabastantes.

—¡Ejem! Sé que a Tubbe Swete se lo habían prometido; y también aCockawhoop.NocreoqueCockawhoopvuelvaaaparecerporelBoodlesinuntítulonobiliario.

—Noveoporquéestosmuchachos tienenquemarcharse—dijoelseñorOrmsby—. ¿Por qué tiene importancia que los ministros obtengan unamayoríadecinco,diezoveinte?Enmiépoca,unaverdaderamayoríaerauntercio de la Cámara. Esa fue la mayoría que obtuvo lord Liverpool. LordMonmouthsolíadecirquehabíadiezfamiliasenestepaísque,sisepusierande acuerdo, podrían repartirse el gobierno siempre. ¡Ah, esos sí que fueronbuenos tiempos!Noseaplazaban losdebatesentonces, sinoqueaguantabansentados como caballeros acostumbrados de toda la vida a estar despiertostodalanoche,yluegoseibanacenaraGuatire.

—¡Ah, mi querido Ormsby! —dijo el señor Berner—. No mencione aWatier,semehacelabocaagua.

—¿Ormsby, apoyarás a los de Birmingham, si hay una votación? —preguntólordFitzHeron.

—Me lo han preguntado —respondió el señor Ormsby—, pero losComunes no es ya la Cámara de los Comunes que fue enmi tiempo, y notengo intención de volver a pertenecer a ella. Si tuviera sentido de losnegocios,meharíamiembrodelaJuntadeMarylebone.

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—Telovuelvoarepetir—dijolordMarneyasumadre,allevantarsedelsofádondehabíaestadoconversandoconella—,cualquieridearespectoaqueyo deseo que lady Marney obtenga algún nombramiento, es un error, ladyDeloraine.Quieroquequedeclaro.Soyunhombrehogareño,ydeseoqueladyMarney esté siempre conmigo; y si quiero algún cargo, lo quiero para mí.EsperoquealconsiderarlareorganizacióninternadelaCasaReal,setengaencuentalacondicióndomésticadecadaunodesusmiembros.Despuésdetodolosucedido,eslomenosqueesperaelpaís.

—PeromiqueridoGeorge,creoqueesprematuro…

—Me temo que lo es; pero te recomiendo,mi queridamadre, que abrasbienlosojos.HeoídoqueladySt.Julianslepedíahaceunmomentoalduque,en el comedor, que le prometiese que suAugusto sería nombrado Lord delAlmirantazgo.DijoqueelTesoronoleayudaría,porquenoteníanlacasa,yqueconunafortunacomolaquesuesposatenía,Augustonosepodíapermitiralquilarunacasapagandomillibrasalaño.

—Noledaránelalmirantazgo—afirmóladyDeloraine.

—Ellaapuntaauncargoenlacuria.

—¡Pobremujer!—dijoladyDeloraine.

—¿Es eso realmente cierto?—preguntó al señorEgertonunagrandamawhigdesupropiopartido.

—Realmente—contestóél.

—Creo que puedo soportar todomenos lamirada de triunfo de lady St.Julians—dijoladamawhig—.AunquesolohubierasidoparadescargaraSuAltezadeinfligiruncastigoasí,deberíanhabersidomenosimpulsivos.

—¿VaacambiarlacomposicióndelaCasaReal?—dijoelseñorEgerton.

—No te pongas tan serio —dijo sonriendo la dama whig con encanto.Estamosrodeadosporelenemigo.

—¿Estarásencasamañanatemprano?—dijoelseñorEgerton.

—Tantempranocomodesees.

—Muy bien, entonces hablamos. Lady Charlotte ha oído algo, nousverrons.

—Courage.TenemosalaCortedenuestrolado,yelpaísnotienedequépreocuparse.

Capítulo12

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—Estábien—dijoelseñorTadpole—.Yaestánfuera.LordMelbournehaestadoconlareinayharecomendadoaSuAltezaqueleofrezcaelcargoalduque, y el duque ha recomendado a Su Alteza que ofrezca el cargo a sirRobert.

—¿Estásseguro?—dijoelseñorTaper.

—Tedigoque,enestemomento,sirRobertestádecaminoapalacio.Lohevistopasar,vestidodeetiquetaparalaocasión.

—Esdemasiado—dijoelseñorTaper.

—No debemos disolver el Parlamento —añadió el señor Taper—. Notenemosexcusa.

—Tantacomonuestrosoponentes—dijoelseñorTadpole—.Pero,desdeluego,nohaynadiequepienseendisolverloantesdelapróximalegislatura.No, no; este es un Parlamento muy manejable, créeme. Los radicalesdescontentosque leshandado laespaldanovanaaceptarlosdenuevo.Esonoshaceestarenigualdaddecondiciones.Y,además,hayungrupodegenteala que podemos trabajarnos: los tránsfugas, los hombres que temen unadisolución.Creoqueconellospodemosconstruirunamayoríaconservadoradeveinticincovotos.

—ConelapoyodelTesoro—dijoelseñorTaper—,combinandoelmiedoy los favores. Basta con amenazar con una disolución inminente para quetodosloscargosquehemosnegadoanuestroshombresse losconcedamosalostránsfugas.

—Luego,hayvarioseclesiásticosque llevanesperandounaexcusadesdehacetiempoparadesertar—dijoelseñorTadpole—.DebemosconseguirquesirRoberttomealgúntipodemedidareligiosa,yesopondrádenuestraparteasirLitanyTaxyaljovenseñorSalem.

—Nobastaráparaganarnosa laComisiónEclesiástica—añadióelseñorTaper—.Hayqueapoyarsiemprealascomisionesylasjuntas.

—Ademásdequepuedeasustaraloscatólicos—dijoelseñorTadopole—.SipudiéramosconseguirquehablaraenExeterHall…,aunquesolofueseenunaasambleasobrelaesclavitud,esoseríasuficiente.

—Esdifícil—observóTaper—.Novaacomprometersupalabraennada,nisiquieraenelderechoderegistrodeesclavosenlosbarcos.Sinembargo,sipudiéramos inventarnos algún acto que no supusiera principio alguno, peroque contuviera grandes dosis de sentimiento; o que hiciera referenciaúnicamente al pasado, pero que supusiera algún ejercicio de poder en elpresente. ¿Qué me dices de dedicar un monumento a Wilberforce o una

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conmemoracióndeClarkson?

—Hay algo interesante en ello—ponderó el señor Tadpole—.Ahora vecon ellos y procuramantenerles contentos.Deja caer rumores sin contenidoque despierten su interés, pero sé discreto, no les permitas creer a más demediocentenardeesosmuchachosquevanasernombradossubsecretariosdeEstado.Ysécautelosoconlostítulos.Sitepresionan,fingeignoranciaynotevayasdelalengua.Debobajarmeaquí—siguiódiciendoelseñorTadpolealdetenerse ante la casa del duque de Fitz-Aquitania—. Este caballero es mibaza particular. Llevo trabajándome su adhesión desde hace tres años.Ayerrecibídosnotassuyas,ynopuedodemorarmáshacerleunavisita.LopeoresqueélesperaquelecomuniqueoficiosamentequeseráenviadoaIrlanda,delocualtienetantasposibilidadescomoyodesernombradoGobernadordelaIndia.Hayque reconocer, amigoTaperque,enocasiones,nuestro trabajoesdifícil.Noobstante,notieneimportancia,porqueloquenosotroshacemosconlosindividuos,Peellohaceconlanación,ynohaymotivoparaquejarse.

El duque de Fitz-Aquitania quería Irlanda y lord deMowbray quería laOrdendelaJarretera.LordMarney,quecodiciabaelpuestodeMaestreRealdelGalgo, estaba convencido de que ningunode sus amigos tenía lamenorposibilidaddeconseguirsusobjetivos,perocreíaqueélsíteníaposibilidadesde asegurarse el suyo si los utilizaba para conseguir su propósito y losconvencía para unirse con un objetivo común. Con este motivo se habíareunidoencasadelduque,yestabanconversandosobreeste temaalmismotiempo que Tadpole y Taper habían trabado esa interesante e instructivaconversacióndelacualhemospodidorobaralgunosfragmentos.

—Podéis estar seguros—dijo lord Marney— de que nada se hace condelicadeza.NoeseltactoloquegobiernalaCámaradelosLores.¿Quénoshamantenido callados todos estos años? Las amenazas. Y las amenazas seutilizan de la forma más rastrera. Nos dijeron que si no nos plegábamoscompletamenteysin rechistara lavoluntaddeun individuo,sepondrían lascartas boca arriba. Cedimos. Hemos jugado y hemos ganado. No estoy enabsoluto convencido de que hayamos ganado mediante esas tácticas, perohemosganado.Yahora,¿quévamosahacer?Enmiopiniónyaeshoradequenos libremos de esta dictadura. La nueva estrategia a seguir en palacio esconvenceraSuAltezadequePeeleselúnicohombrequepuedegobernarlaCámaradelosLores.Bien,esjustoelmomentoparahacerentenderaalgunaspersonasquelaCámaradelosLoresnovaasermásunameraherramientaenmanosdeotraspersonas.Creedme,formarenestemomentounfrenteunidoyaudaz será como atarles lasmanos.Nosotros tres formamos el núcleo, perohayquereuniramuchosmás.HeescritoaMarisforde,élestámaduro.LordHunslowvienemañana.Hayquehacerlo.Ysinonosmantenemosfirmes,elgran triunfodelpartidoconservadorsolohabráservidoparaque losmejores

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puestostantodentrocomofueradelpaíssequedenenmanosdeunaúnicaypoderosafamilia.

—Delosquenuncahabíamosoídohablarenlaépocademipadre—dijoelduque.

—Tampocoenlaépocadelmío—dijolorddeMowbray.

—Sangrerealynormandacomolanuestra—añadió lorddeMowbray—nopuedeadmitirqueseladejaaunlado.

Enesemomentoentróuncriadoconunatarjeta.Elduquelamiróydijo:

—EsTadpole.¿Leinvitamosaentrar?Esposiblequenoscuentealgo.

Y pese a la importancia de su reunión, la curiosidad política y, tal vez,algún sentimiento privado que ninguno de ellos iba a reconocer, acordaronunánimementeinvitarapasaralseñorTadpole.

«LordMarneyylorddeMowbrayconelduquedeFitz-Aquitania»,pensóel señor Tadpole, al escoltarle hasta la biblioteca, cuando advirtió, con lapráctica y la intuición que le caracterizaban a la hora de tejer su próximaartimaña,queestabanlostresnoblesreunidos.«Mehueleanegocios,yquizásignifiqueunaoportunidaddecreardiscordia,¡Quésuertehaberaparecido!».Conunahonestasonrisalessaludóatodos.

—¿Quénoticiasnostraedepalacio,Tadpole?—preguntóelduque.

—SirRobertestáallíahora—replicóTadpole.

—Esassonbuenasnoticias—exclamóSuExcelencia,seguidodelorddeMowbray,yrespaldadoporundébil«bravo»porpartedelordMarney.

Acontinuación, surgióunaconversaciónen tornoaldebate respectoa lacuestión jamaicana en la que todospretendieronponermucho interés; si loswhigspretendíandimitir desdeunprincipio; si había sido lordMelbourneolord John quien habían insistido en dar ese paso; si los liberales habríanlogradosalirairososdelasesiónsihubieranaplazadolavotación;yotrasporel estilo. Tadpole, que imprimía de alguna forma seriedad a su discurso,parecía haber conseguido la atención del duque de Fitz-Aquitania. LordMarney,quedeseabadecirlealgoasolasalorddeMowbray,sehabíallevadoaesteaunapartecon laexcusademiraruncuadro.Tadpole,que teníaunaactitud sumamente franca y llana, y controlaba todos los ángulos de lahabitación,aprovechólaoportunidadquehabíaestadobuscandodesdehacíarato:

—Sin la menor intención de intrigar, duque, pero hoy mismo me handicho: «Tadpole, si tienes oportunidad de ver al duque de Fitz-Aquitania,puedesdecirlequecontodacertezalordKillcroppynoiráaIrlanda».

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Enelatractivosemblantedelduquesedibujóunasonrisadesatisfacción,quereprimióalinstanteparanolevantarsospechas.Entonces,conunamableymuysignificativomovimientoafirmativodelacabeza,comunicóaTadpolequenosedetuvieseenestetemaenesemomento.Elduque,mostrandociertodesinterés, recurrió al debate jamaicano y, poco después, al de un asuntodomésticodesuyerno,locualprovocóquelorddeMowbrayylordMarneysuspendieran su conversación. Al acercarse a ellos, lord de Mowbray fueabordado casual pero deliberadamente por el señor Tadpole, que parecíadeseosodellegarhastalordMarney.

—¿Habéis oído lo de lord Ribbonville?—dijo Tadpole amortiguando eltonodevoz.

—No,¿dequésetrata?

—No se quedará ni un día más. ¡Qué afortunado es sir Robert! ¡Dosjarreterasparaempezar!

Tadpole ya había conseguido atrapar solo a lord Marney; los otros dosparesestabanlobastantelejoscomoparanopoderoírles.

—No tengo la intención de resultar intrigante, milord—dijo el honestocaballeroenuntonoespecialmenteconfidencialyconunamiradaquehablabaporsísoladelatransmisióndeunsecretodeEstado—perohoymehandicho:«Tapóle, si tienes la oportunidad de ver a lord Marney, dile con absolutacertezaquealordRambrookenoledarán“elGalgo”».

—Loúnicoquedeseo—dijolordMarney—esveraSuMajestadrodeadadehombresíntegros.Esteesunpaíshogareño;yelpaísesperaquelosnoblesque ocupen algún puesto de responsabilidad en la Casa Real tengan unaintegridadinexpugnable.Y,aunquenoseaunhechoconocido,sesabequeesetipo,Rambrooke,mantieneaunaqueridafrancesa.

—¡Terrible!—exclamóelseñorTadpole—.Nomecabeduda.Peroélnotiene ninguna posibilidad de que le concedan el puesto de «Maestre delGalgo». La discreción será uno de los fundamentos del nuevo gobierno. Setratadeunacualidadque,desdelaLeydelaReforma,loselectorestienenenmayor estima que los servicios públicos prestados. Debemos ir con lostiempos,milord.Laclasemediavirtuosasealejaconhorrordelosescándalosde actrices francesas; y, además, están los seguidores de Wesley; hay queconsiderarlostambiénaellos,lordMarney.

—Siemprelosapoyo—dijoSuExcelencia.

—¡Vaya!—dijoelseñorTadpolemisteriosamente—.Mealegrodeoíreso.Nada me causa más placer, de todo cuanto he oído hoy, que esas pocaspalabras.Nosepuedebromearconunasuntoasí—añadióconciertabeatería

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—;perocreoquepuedodecir—yabriólabocaparasonreírdeorejaaoreja—,queesosapoyosnodejarándeproducirsusfrutos.

Yconunainclinacióndecabeza,elhonestoTadpoledesapareció.Cuandosemarchabadelacasaseibadiciendo:«Sicuandoentréenlasala,milords,estabais a punto de convertiros en conspiradores, ahora que me voy estáis,cuandomenos,preparadosparasertraidores».

Mientras tanto, lordMarney, con elmejor humor posible, dijo a lord deMowbray:

—¿VasaWhite,verdad?Siesasí,llévame.

—Losiento,miqueridolord,perotengounacitaenlacity.TengoqueiraElTemplo,yllevoretraso.

Capítulo13

¿YporquéibalorddeMowbrayaElTemplo?Eldíaanterior,alvolveracasa para cambiarse de traje, había recibido una cartamuy desagradable dealgunosabogadosenlaquese lecomunicabaquesucliente,elseñorWalterGerard, iba a demandar a su excelencia por el título de propiedad de susposesionesdeMowbray,Valence,Mowedale,MowbrayValenceydealgunasotrasqueseenumerabanenunaprecisaepístolayenuncatálogoqueparecíaunextractosacadodelRegistrodelaPropiedad.

Habían pasado más de veinte años desde que el pleito había sidoficticiamenteresuelto.AunqueelcasohabíadejadoenlorddeMowbrayunahuella indeleble de la que, a veces, le parecía no haberse recuperadocompletamente, desde las últimas actuaciones procesales habían sucedidoalgunoshechosquelepermitíanalbergarlaconvicciónlegal,quenomoral,dequeyano ibaasermolestado.Loshechosson lossiguientes.Despuésde lamuertedelpadredeWalterGerard,lorddeMowbraysepusoencomunicacióncon el abogado que se había encargado de llevar el caso e interponer lademandaennombredesupequeñoterrateniente,ylecompróporunabuenasuma de dinero los documentos sobre los que se fundaba la demanda, losúnicossobrelosque,aparentemente,cabíajustificarla.Elvendedordedichostítulos de propiedad eraBaptistHatton, y con la sumaqueobtuvopor ellossentó,dehecho,lospilaresdesufortuna,pudoestablecerseenlametrópolis,pagarse los estudios, comprar su biblioteca y sus colecciones privadas, yabrirse un próspero camino al que rara vez pueden aspirar las mentes quecarecendelcapitalnecesario.MuchosañosdespuéslorddeMowbrayvolvióaencontrarse con Hatton, a quien veía con frecuencia en el tribunal de la

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Cámara de los Lores o ante las comisiones de privilegios, y que se habíagranjeado una reputación inigualable como abogado de pleitos por títulosnobiliarios.LorddeMowbray renovó su relación conHatton, por cuanto setratabadeunhombredeéxito,ylesaludabadondequieraqueseencontraran.Finalmente le consultó con respecto a la baronía de Valence que habíapertenecidoalasantiguasfamiliasFitz-WareneyMowbray.

Puestoquesutítulodeduqueingléserareciente, lorddeMowbrayhabíadecidido sacarse de la manga una demanda sobre el apellido de su madrefallecida con el fin de figurar en el registro como un barón de la dinastíaPlantagenet, un título que, un siglo más tarde, le permitiría acceder a lamistificación de pertenecer a la alta nobleza. La muerte de su hijo, al quehábilmente habían bautizado con el nombre de Valence, apagó un poco suardor nobiliario. Sin embargo, había seguido manteniendo una relaciónbastanteestrechaconHattondemodoque,antesdedejar lacartaquehabíarecibido enmanos de sus abogados, pensó que sería conveniente hacer unaconsultaasuantiguoaliado.

EstaeralarazónporlaquelorddeMowbrayestabaahoramismosentadoenlamismasilla,enlamismabiblioteca,quelohabíaestadohacíaunosdíassirVavasourFirebrace,elrespetablebaronet.ElseñorHattonestabasentadoalamismamesa,haciendomásomenoslomismo:enlamanoderechasosteníaasugatopersay,asuspies,tumbadossobreloscojines,suselegantesperritosdeaguas.

ElseñorHattonextendióelbrazopararecibir lacartade lacual lehabíaestado hablando lord de Mowbray. La leyó con gran atención, sopesando,comosidijéramos,cadapalabra. ¡Unaactitudpeculiar,habidacuentaque lacartalahabíaescritoélmismoyestabafirmadapormediadoresobedeciendoalimpulsodesumanomaestra!

—¡Sumamentecuriosa!—dijoelseñorHatton.

—¿Verdadquesí?—replicólorddeMowbray.

—¿YdiceSuExcelenciaquelaharecibidoayer?

—Ayer.Noheperdidoeltiempoencomunicarmeconusted.

—JubbyJinks—siguiódiciendoelseñorHatton,meditabundo,mientrasestudiabalafirmadelacarta—.Unafirmamuyrespetable.

—Esolohaceaúnmásextraño—dijoSuExcelencia.

—Efectivamente—contestóelseñorHatton.

—Un bufete distinguido no se embarcaría en un proceso así sin algúnindicioprobatorio—dijolorddeMowbray.

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—Difícilmente—asintióelseñorHatton.

—Pero¿quépruebapuedentener?—preguntóSuExcelencia.

—¿Cuál, enefecto?—replicóel señorHatton—.El señorWalterGerardsinsutítuloesaguabajoelpuente.Yyolodesafíoaqueseacapazdeprobarnadasinlacéduladel«77».

—Bueno,élnolatiene—dijolorddeMowbray.

—Estáasalvo,¿noesasí?—preguntóelseñorHatton.

—Completamente.Casipreferiríahaberlaquemadojuntocontodalacajadedocumentos.

—Si destruye esa cédula y los otros documentos, el conde deMowbraynuncaserábaróndeValence—dijoelseñorHatton.

—Pero¿paraquésirvenesascédulasahora?—preguntóSuExcelencia—.Silassacamosarelucirenelproceso,daremosargumentosasudemanda.

—Con el tiempo su demanda prescribirá—dijo el señor Hatton—, y seconsolidarálasuya.Puedeesperar.

—¡Ojaláseaasí!Desdelamuertedemipobrehijo…

—Ahorasehaconvertidoendoblementeimportante.Justifiquesubaronía.Eltítulopasaráasuhijamayorque,sicontraematrimonio,podráconservarsuapellido. Su familia pervivirá y ennoblecida. Los lords de Fitz-Warene yValence no tendrán rival en antigüedad; y, en cuanto al rango,mientras lespertenezcaelcastillodeMowbray,larecuperacióndelcondadoseráunhechotanprontocomoseproduzcalaprimeracoronaciónrealoelnombramientodeunprimerministroenunequilibriodepartidos.

—Esa es la forma correcta de ver el caso—dijo lord deMowbray—; y¿quémeaconseja?

—Noseinquiete,porquenotienenadaquetemer.Setratanadamásquede una antigua demanda desempolvada, demasiado ambiciosa para que noprescribapor la faltadeejerciciodelderecho.¿Susdocumentosestánenunlugarseguro?

—Totalmente.Enestemomentoestánenlacámaradelaspropiedadesdela gran torre del castillo deMowbray, en elmismo arcón de hierro y en lamismavitrinadondelosdeposité.

—Cuando lospuse en susmanos—dijo el señorHatton terminandounafrase que podría haber sido embarazosa— tuve la enorme satisfacción deconfirmarlosderechosycalmarlainquietuddeunadenuestrasmásantiguascasas.Lerecomendaríaasuexcelenciaqueinstruyeraasusabogadosparaque

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respondanaesteescritocomounacuestiónrutinaria.Absténgansedeentrarendetalles o de hacerles ninguna confidencia. Son inútiles. No le concedanimportancia, especialmente en supresencia,yverá cómonooyehablarmásdelasunto.

—¿Tieneconfianza?

—Absoluta.Walter Gerard no posee ningún documento de ningún tipo.Sea cual sea su acción legal, buena o mala, la única evidencia que puedeprobarsu linajeestáensuposesión,yelúnico finalquesedestinarádichodocumento será, a su debido tiempo, sentar a su nieto en la Cámara de losLores.

—Mealegrodehaberrecurridoausted—dijolorddeMowbray.

—Ciertamente. Su Excelencia puede hablarme sin reservas. Yo estoyacostumbrado a estos arranques. Forman parte del negocio, pero a un viejozorronoseleengañaconañagazas.

—¿Piensaqueesclaramenteunaañagaza?

—¡Unaañagaza,nadamás!

—Québien.Mealegrodehabervenido.¿CómovaelasuntodemiamigosirVavasour?

—¡Oh,leconseguirésustierras!

—Bien,esunhombreexcelenteyunbuenvecino.Sientoungranrespetopor sir Vavasour. ¿Señor Hatton, quiere cenar conmigo el jueves? Sería unplacerparaladydeMowbrayyparamí.

—SuExcelenciaesextraordinariamenteamable—dijoelseñorHattonconunainclinacióndecabezayunalevesonrisasarcástica—,perosoyuneremita.

—Perosusamigosdeberíanverledevezencuando.

—SuExcelencia esdemasiadobueno, peroyo soyun simplehombredenegociosyconozcocuálesmiposición.Nomesientocómodoencompañíadelasseñoras.

—Entonces, venga mañana. Estoy solo y pediré que vengan algunaspersonas que son de su confianza y predilección: Sir Vavasour y lordShaftesbury, y un francés que está pasando una temporada con nosotros, elvizcondedeNarbonne,queestádeseandoconocerle.SunombrevadebocaenbocaenParís.

—Su Excelencia me colma, mejor otro día. Tengo muchos asuntos queresolveractualmente.

—Bien,bien,comodesee.Buenosdías,señorHatton.

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Hatton bajo la cabeza lentamente. En cuanto se cerró la puerta, dijofrotándoselasmanos:

—¡Enelmismoarcónyenlamismabandeja;enlasaladepliegosdelgrantorreóndelcastillodeMowbray!Existenyconozcosuparadero.Seránmíos.

Capítulo14

HabíantranscurridotresdíasdesdequeelseñorTadpolehabíainformadoasirRobertensucaminoapalacioe,increíblemente,desuconversaciónhabíatrascendidopoco.Sesabía,desde luego,queseestaba formandoelgabineteministerial, y que los periódicos habían informado al público de las visitasdiurnas que determinados lords, nobles y caballeros honorables estabanhaciendoalprimerministro.Peroenelmundodelaaltapolítica,depronto,seguardabatantacautelaparaquenadasefiltrase,queinclusoelcotilleoestabamalvisto.AlordMarneynolehabíanconcedidolaOrdendelGalgo,aunquenunca abandonaba su casa para montar a caballo o almorzar sin dejarinstruccionesprecisasparaelcapitánGrousesobrelahoraexactaenqueibaaregresar,demodoquelaaceptacióndelaofertanosedemorase.ElduquedeFitz-Aquitania aún no gobernaba en Irlanda, y al conde deMowbray no lehabían dado aún la Orden de la Jarretera. Estos tres distinguidos noblesestaban ansiosos, un poco inquietos.No corrían rumores acerca de que lordRambrookeoningúnotrolordhubieransidoelegidosparaelpuestoquelordMarney se había asignado para sí mismo; se sabía que lord Killcroppy nohabíamantenidoningunasospechosaentrevistaconelprimerministro,locualtenía tranquilo, aunque no cómodo, al duque de Fitz-Aquitania; y tampocohabíaalavistaningúnatisbodequepudieransurgirsorpresasenrelaciónconelpuestovacantedelordRibbonvilleenlaCapilladeSanJorge,locualteníatranquiloperopococontentoalorddeMowbray.Sinembargo,nopasabaundíaniunahorasinqueellossondearanalseñorTadpolealrespecto.Aestenole costabamantener su reputación de persona discreta, porque su forma deaparentar no saber nadayquedarsedesconcertado ante el largo silencioqueprovocaba, era rodearse de un ciertomisterio oracular del que se valía pararepartir hábilmente frases délficas que satisfacían a aquellos que leconsultabansincomprometerleaél.

Finalmente, una mañana se produjo un extraño rumor en el círculo deiniciados.LasmejillasdeladySt.Juliansesonrojaron;ladyDelorainesepusopálida; ladyFirebrace escribiónotas confidenciales, con lamismapluma, alseñor Tadople y a lord Masque. Al llamar lord Marney por la mañanatempranoalduquedeFitz-Aquitania,seencontróconquelorddeMowbrayya

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estabaallí.Losclubesestaban llenos inclusoamediodía.Por todos ladossesentíaelrevueloylaagitación.

¿Dequépodríatratarse?¿Quéhabíaocurrido?

—Esverdad—dijoelseñorEgertonalseñorBernersenBrookes.

—¿Esverdad?—preguntóelseñorJermynalordValentineenelCarlton.

—LooíayerporlanocheenelCrockford—dijoelseñorOrmsby—,allíseoyenlascosasconveinticuatrohorasdeantelación.

Durantetodalamañanalagenteseentretuvoenpreguntaryresponderalamisma cuestión: «¿Es verdad?». Hacia la hora de la cena, la respuestaafirmativaerayadeldominiopúblico;entonces todoelmundosalióacenarfuera de casa para preguntarse por qué era verdad y cómo era posible quefueraasí.

Así pues, ¿qué había ocurrido? Lo que había ocurrido es lo quehabitualmentesellamaba«unenganche».Sinduda,enalgúnlugarydealgúnmodohabíaocurridounenganche,unengancheenlaformacióndelgabineteministerial.¿Quiénlohabríapensado?Losministroswhig,alparecer,habíandimitido, pero de una u otra forma no se habían marchado del todo. ¡Quédilemaconstitucional!Naturalmente,lasCámarasdebíanreunirse,recurriralaCorona, y recusar a sus obstinados consejeros, porque era claramente elprocedimientoaseguiryporquelospartidismosestabanaflordepiel.Noeraimposible que se hiciera algo al respecto pero, en cualquier caso, era unaoportunidadmagníficaparaque laCámarade losLores saliese a lapalestraconfuerzaytomaraloqueenlaaltajergapolíticasedenominalainiciativa.LordMarney, tras una sugerencia en este sentido del señor Tadpole, estabadispuestoatomarla;ytambiénestabandispuestoselduquedeFitz-AquitaniayhastacasiinclusoelcondedeMowbray.

Pero, entonces, cuando todo parecía listo y consolidado, y en todos losbrindisquesehacíanen lascenasdelpartidoconservador tomabacuerpo laposibilidaddequeseprodujera«laIndependenciadelaCámaradelosLores»,se difundió uno de los rumores más extraños del mundo, que dejó en talridículotodosestosincipientesmovimientosconstitucionalesque,inclusoconlaOrdendelGalgoalfondoyTadpoledesuparte, lordMarneytuvodudas.Parecía, aunque por supuesto nadie lo creyó ni por unmomento, que estosministros rebeldes y testarudos que se negaban a marcharse llevaban…¡enaguas!

¿Es que iba a acabar en esto todo el gran debate sobre la cuestiónjamaicana, la ansiosa, y casi dada por perdida, defección del sectorindependientedelosradicales,ylavisitadeetiquetadeTadpoleapalacioquetantohabía alegrado su corazón? ¿El conservadurismo, esemisteriosopoder

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delsigloXIX,ibaasufrirundescalabroporculpadeungolpedeaire?

Desde los «Invencibles» ninguna farsa había resultado tan ridículamenteeficaz.

Del «Complot de las Damas de Honor» lady Deloraine se consolódeclarandoqueladySt.Julianslohabíaprovocadoindirectamenteyque,sinohubiesesidoporsuentradaanticipadaalserviciodelareina,laconspiraciónnohabríapasadodesermásrealquelafalsa«ConjuradelosPresbiterianos»ocualquier otra de las confabulaciones imaginarias que aún rondan por laspáginas de la historia y que revolotean por las ideas preconcebidas quepueblan la memoria de las naciones. Por el contrario, lady St. Julians seretorcía las manos con este desafortunado incidente. Su soberana se habíavistoavasallada,privadadesulealpresenciayobligadaatenerquesoportaraunacohortedepersonajesdelosqueellanadasabía,peroquesedenominabanasímismosamigosdesu juventud.Losministrosquehabíanerradoel tiro,especialmente aquellos que habían recibido sus nombramientos, tenían elaspecto que tienen todos los hombres cuando se les dan calabazas:avergonzadosysimulandotorpementebienestar;comosisupieranalgoquelesliberara del sumo ridículo en que les colocaba su situación, pero que sucondicióndehombresdehonory sudelicadeza les impidiese revelar.Todosaquellosquehabíanestadorevoloteandoconlaesperanza,pordébilquefuera,de conseguir un ascenso, recobraban el valor ahora que la ocasión habíapasadoysequejabanenvozaltadelaprivacióntancrueleinapelablealaquese les había sometido: la constitución a la cual ellos encarnaban había sidoherida. Unos cincuenta caballeros a los que no se les había nombradosecretarios de Estado lloraban por la mortificación de sus ambicionesjuveniles.

—Peeldebíahaberaceptadoelpuestodeprimerministro—dijoelduquede Fitz-Aquitania—. Tenía que haberse acordado de lo mucho que debía aIrlanda.

—Peel debía haber aceptado el puesto —dijo lord de Mowbray—. LaOrdendelaJarreteraseconvertiráahoraenunasimpledistinción.

Tal vez haya que dejar que alguna pluma imparcial que ahonde en lamemoria de nuestro tiempo les otorgue la razón, aunque sea por motivosdistintos, a estos distinguidos partidarios de sir Robert Peel. Uno se puedepermitirpensarque, sin lugaradudas,Peeldebíahaberaceptadoserprimerministro en 1839. Su retirada parece haber sido un error. En medio de lasluchas de las facciones parlamentarias que tuvieron lugar desde 1831, laprerrogativarealque,desgraciadamenteparalosderechosylibertadesyparael bienestar social del pueblo, venía siendo frenada desde 1688, había idoperdiendomásymásfuerza.Lapresenciadeunajovenreinaeneltrono,cuyo

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físicoconmovíalaimaginación,yaquiensupueblo,porlogeneral,leatribuíael carácter decidido que corresponde a los que han nacido para gobernar,brindaba una oportunidad favorable para restaurar el ejercicio de dichaautoridad real. El hecho de que se usurpasen sus funciones ha acarreado alpueblode Inglaterra indeciblessufrimientosymuchoempobrecimiento.Hayquelamentarquelapersonaque,mejorqueningúnotro,debíahaberasumidoconorgulloelpuestodelídernacionaldelpartidotory,dejefedelpuebloydecombatiente del trono, hubiese comenzado su carrera comoministro bajo lamonarquíade la reinaVictoria, e impropiamentecontra lavoluntadpersonaldelapropiareina.Lareaccióndelaopiniónpública,disgustadaconlosañosde alboroto parlamentario y la incoherencia de la legislación sobre partidospolíticos, el equilibrio paralizante de estos mismos partidos políticos y elcarácter personal de la soberana, fueron todos ellos factores que inducían apensarque estaba a puntode surgir unmovimiento a favorde ejercer dichaprerrogativa. El líder del partido tory debía haber reivindicado su posiciónnatural, y haberse aprovechado de una ocasión tan oportuna, pero la dejópasar.Y,comolaocasiónerainevitable,loswhigssebeneficiarondeella.Deestemodo,Inglaterrafuetestigoporprimeravezdelaportentosaanomalíadelpartidovenecianoopartidode laoligarquíaque,enépocasanteriores,habíadestruido la monarquía libre de Inglaterra con el monopolio del poder,simplementeacambiodelfavordelaCorte.

Pero olvidamos que sir Robert Peel no es el jefe del partido tory. Estepartido es el que se resistió al ruinoso embuste que suponía transformar larecaudacióndirectadeimpuestosporlaCoronaenrecaudacióndeimpuestosporlosComunes;elmismoquehabíadenunciadoelsistemaquehipotecabalaindustriaparaprotegeralapropiedad;elpartidoquegobernóIrlandamedianteun programa que reconciliaba a ambas Iglesias, y mediante una serie deparlamentoscuyosmiembroseranloresycomunesdeambasreligiones;eselpartidoquehamantenidoen todomomentoque laconstitución territorialdeInglaterraeslaúnicabaseygarantíaparalaexistenciadeungobiernolocalyque,sinembargo,unavezpresentóenlaCámaradelosComunesunleyquepropugnaba una tarifa comercial que había negociado enUtrecht, que es lamedidamásracionalquenuncaideóunestadista;porúltimo,elpartidotoryeselquehaevitadoquelaIglesiaseconviertaenunagenteasalariadoalserviciodelEstado,yelquehadefendidopormediodemuchasluchasladefensadeunapolíticadebeneficenciaparroquialenunpaísquegarantizaunacasaparatodossustrabajadores.

En un sentido parlamentario, ese gran partido ha dejado de existir, perocreo que aún pervive en el pensamiento, sentimiento y en la memoriaconsagradadelanacióninglesa.Sebasaengrandesprincipiosyeninstintosnobles. Simpatiza con los desfavorecidos y mira hacia loMás Alto. Puedecontarasushéroesyasusmártiresquehanluchadoensunombrecontrala

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corrupción, la prohibicióny lamuerte. Pero cuando, finalmente, se plegó alprogreso férreo que imponía la supremacía de los oligarcas, tampoco sufrióuna catástrofe ignominiosa. St. John Bolingbroke reivindicó su espíritu confrasesafortunadasyconargumentosllenosdeunalógicaapasionada;ybrillótambién en la intrépida elocuencia del alma patriota deWilliamWyndham.Aunahora,suespíritunohamuerto,sinoqueyaceadormecido.Vivimosunaépoca donde triunfa el materialismo político, los propósitos confusos y lasmentesdesconcertadas,ydondeseaspiraúnicamentealariqueza,porquefaltalafeenotrasmetas,aligualqueloshombressaqueanlosbuquescuandoestánapuntodenaufragar.Noobstante, el torismo tieneaúnque levantarsede latumbadondeBolingbrokederramósuúltimalágrima,devolversuesplendorala Corona, la libertad al individuo, y proclamar que el poder solo tiene undeber:garantizarelbienestarsocialdeELPUEBLO.

Capítulo15

Durante la semana de agitación política que terminó con la vergonzosacatástrofe delComplot de lasDamas deHonor, Sybil permaneció tranquila.Apenas habría sido consciente de lo que perturbaba amuchos corazones degente honrada, si no hubiera sido porque observó por casualidad losencuentros entre su padre y sus amigos. A los cartistas el embrollo de lasfaccionesno les interesabamucho,exceptoporelhechodeque la rupturayformación de nuevos gabinetes podía retrasar la presentación del RecursoNacional. Hacía ya tiempo que habían dejado de distinguir entre los dospartidosque entoncesy ahorapugnanpor el poder.Y tenían razón. ¿Dóndeestá el principio que diferencia al noble lord que deja el gobierno delrespetablecaballeroqueentraenél?Puedeque,enlaoposición,sesimulequeexisteunaborrosadiferenciaparajustificarungritooestimularaloselectores,peroenDowningStreetlamáscarayanoselleva.Elconservadorconscienterebusca en los proyectos arrumbados del programa whig para suscitar, enaquellasmedidasalasquehaestadoasintiendodurantediezañosmedianteelelocuente silencio de unmovimiento afirmativo de cabeza, una reacción dereprobaciónyalarmageneralizada.

Enotrostiempos,fuedistinto.Entonceslagentereconocíaaunpartidoporsuadhesiónaaquellosprincipiosqueellosidentificabanconlosderechosylosprivilegiosdelamultitud.Perocuandolagentesediocuentadeque,conelfinde establecer una centralización férreamente organizada, se sacrificaba sinluchar laconfiguraciónparroquialdelpaísyseatropellabandemalamaneratodos lospoderes locales, la influenciadel sacerdoteydel caballero, antañoluchadoresdelpueblocontra laarbitrariedadde los tribunalesy larapacidad

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de los parlamentos, sufrió un duro revés para recuperarse del cualcomprobaránqueexigeuncorajeyunasabiduríaextraordinarias.

Los sucesos de mayo de 1839 terminaron de forma inesperada con larestauraciónenelpoderdeunpartidoque,porconfesiónpropia,sereconocíademasiado débil para llevar las riendas del gobierno parlamentario del país.Los cartistas, sin embargo, contemplaban estos hechos con un espíritumuydistinto del que había presidido su modo de entender el estallido de todosaquellos vaivenes políticos. En su opinión, con todo ello se ponía demanifiestounatendenciaestimulantequeimprimíamayoratrevimientoasusfuturosplanesymovimientos.Lestentabalaideadeintentarelderrocamientodel gobierno ahora que la administración era débil. Desde ese momento,Gerard se enfrascó en el asunto; su correspondencia creció sobremanera yestabatanocupadoque,cadadíaquepasaba,Sybilveíamenosasupadre.

LamañanadespuésdeldíaqueHattonhabíahechosuprimeraeimprevistavisita a la plaza Smith, algunos delegados que habían oído el rumor de laposible dimisión de los whigs, llamaron temprano a Gerard. Poco después,estesalíaconellosdesucasa,ySybilsequedabasola.Mientrasdabavueltasa losextraños incidentesdeldíaanterior,susojosvagabundeabansin rumbopor el libroque leía.LaaparicióndeaquelHatton,que tanamenudohabíasalidoarelucirensusconversaciones,y lareaparicióndeaqueldesconocidocuya inesperada entrada en sus vidas hacedieciochomeses había procuradointerésygoceasusvidas,eraneltemadesuspensamientos.ElseñorFranklinhabía dejado recuerdos dulces enSybil, pues se tratabade alguien refinado,inteligente, amable, que raramente se irritaba, y que tenía una sincerapreocupaciónporlasociedaddesutiempo.AntelosojosdeSybil,Mowedalesealzabacon todoelesplendordoradode laestaciónotoñal;consuspaseosporlosbosques,laespontaneidaddesussaludos,suanimadaconversaciónyconesosmomentosenque,elcotidianogolpeenlapuerta,alregresarsupadredel paseo, encendía sus ojos de alegría porque significaba la llegada de sucompañerohabitual.Pesealaemocióndelmomentoquesevivía,peseasuselevadas aspiraciones y a sus gloriosas esperanzas y, tal vez, acaso lasexpectativasdepoderygrandeza,losojosdeSybilseempañabandeemociónalrecordaraquelinocenteytranquilosueño.

Trassuvisita,supadrehabíasabidomásdeunavezdeFranklin,perosuscartas,peseaabundarenexpresionesdefranquezaydeprofundointerésenelbienestar de Gerard y de su hija, eran hasta un cierto punto constreñidas.Parecíaestarenvueltoenunaespeciedereservaquenolepermitíacontarnadade su vida ni de sus obligaciones. En ocasiones parecía estar proyectandomarcharse del país. Sin duda, había algo en él de hombre misterioso einsatisfecho. Morley opinaba que era un espía. Gerard, menos receloso,concluyó finalmente que estaba acosado por sus acreedores y que,

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probablemente,habíaidoaMowedaleaescondersedeellos.

Yasíelmisterioquedabaporfinresuelto. ¡Yconsemejanteexplicación!Setratabadeunnormando,unnoble,unopresordelpueblo,unexpoliadordela Iglesia; todas aquellas características y rasgos a los que Sybil habíaaprendidoamirarcondesconfianzaytemordesdesuinfancia,yaloscualesatribuíaelempobrecimientodesupueblo.

Sybil suspiró.Lapuerta se abrióyEgremont sequedódepiedelantedeella.Lasangreleafluyóasusmejillas,sucorazóntembló.Porprimeravezsesentíaavergonzadaytensaensupresencia.Porelcontrario,elsemblantedeélestabaencalma,serioypálido.

—Soy un intruso —dijo él avanzando hacia ella—. Pero deseo muchohablarconusted—ysesentócercadeella.Hubounapausamomentánea—.Me pareció que ayer menospreció —reanudó con voz menos firme— lacreencia deque el afecto es independiente de lasmeras circunstancias de laposiciónsocial.Perdóneme,Sybil,pero inclusoustedpuede tenerprejuicios.—Hizounapausa.

—Si tratécondespreciocualquiercosaquedijeseayer, lepidodisculpas—replicóSybilconvozbaja—.Ayerocurrieronmuchascosas—añadió—;sifuidescuidadaconmispalabrasleruegoqueloaceptecomoexcusa.

—Sihubieran sidodescuidadas—dijoEgremontconvozmelancólica—,aúnpodíahaberlassoportadoconmenosaflicción.No,Sybil,laconozco.Hetenidoladichayeldolordeconocerlademasiadobiencomoparadudardelasconviccionesdesuespírituoparacreerquepuedanalterarsefácilmentey,sinembargo,quénoharíaporcambiarlas.Ustedmemiracomoaunenemigooaun antagonista natural, porque he nacido entre los privilegiados. Soy unhombre,Sybil,tantocomounnoble.—Denuevo,hizounapausa;ellabajólosojos,peronohabló.

»¿Esquenopuedosentirporlosdemáshombres,pormissemejantes,seacualseaeldestinoquetengan?Séquelonegará,peroestáenunerror,Sybil;se ha creado sus opiniones sobre la tradición, pero no basándose en suexperiencia.Elmundo realnoescomoelmundodelqueha leído.Laclasequesellamaasímismasuperiornoeslamismaclasequegobernóenlaépocade suspadres.Sehaoperadoun cambioen ellos, al igualque en lasdemáscosas,yyoparticipodeesecambio.Yaparticipabaantesdeconocerla,Sybil,ysientoncesmeafectaba,créamequenomeafectamenosahora.

—Sisehaproducidouncambio—dijoSybil—,sedebeaque,dealgúnmodo,elpueblosehaenteradodelafuerzaquetiene.

—¡Ah, no haga caso de esas fantasías falsas! —dijo Egremont—. Elpueblo no es fuerte; el pueblo nunca podrá ser fuerte. Sus intentos de

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reivindicarse a sí mismo terminarán en sufrimiento y confusión. Es lacivilizaciónlaquehaproducidoyestáproduciendoestecambio.Esgraciasaesemayorconocimientodesímismoscomolagenteconeducaciónaprendesusdeberes sociales.Talvez solo losqueestánen la cumbrede lamontañapueden reconocer el día enque cambiará lahistoriade estanación.Ustedesestánenlaoscuridad,peroyoveoelamanecer.Sybil,lanuevageneracióndearistócratas ingleses no está compuesta por tiranos; no son opresores, comoustedinsisteencreer.Suinteligenciao,mejor,suscorazonesestánabiertosala responsabilidad que conlleva su posición social. Pero el trabajo que lesesperanoespancomido.Noeslafiebredelimpusosuperficialloquepuedeacabarconlasbarrerasprofundamenteenraizadasdurantesiglosdeignoranciaycrímenes.Yaesbastanteconquesedespiertensusafectos;el tiempoylasideas aportaránel resto, porqueellos son los auténticos líderesnaturalesdelpueblo,Sybil;créame,losúnicos.

—Elpueblocreeensuslíderes—dijoSybilmásbiendesdeñosamente.

—Quepuedentraicionarlo—replicóEgremont.

—¡Traicionarlo!—exclamóSybil—.¿Esquepuedecreerquemipadre…?

—No,no;aunquenopuedaexpresarlo,usteddebesaber,Sybil,lomuchoqueadmiroasupadre.Peroélestásoloconlaautenticidadylapurezadesucorazón.¿Aquiéntieneasualrededor?

—A aquellos que también ha escogido el pueblo, porque confíanigualmente en sus virtudes y capacidades. Forman un senado al que apoyanmillones de personas con un único objetivo a la vista: la emancipación delpueblo. Es un espectáculo sublime contemplar a estos delegados de lostrabajadoresabogandoporlasagradacausadeunmodoqueharíapalidecerdeenvidia a las arrogantes camarillas a las que usted defiende. ¡Quién puederesistirse a una manifestación tan auténticamente nacional! ¡Quién o quépuedevencerlasupremacíadesupodermoral!

SumiradaseencontróconlosojosdeEgremont.Sufrente,llenadeideasymajestadestabafijaenlasuya.Élmirabaaquellacararadiantecomoladeunángel;aquellosojosquedesprendíanelfuegoqueinspirabaalmártir.

Egremont se levantó, se aproximó despacio hasta la ventana, se quedócontemplando durante unos instantes el jardín con su césped húmedo queninguna huella humana había pisado, la estatua mutilada y los frescos deestuco pintado. ¡Qué silencio! ¡Qué hondura! ¡Qué paisaje! ¡Cuántamelancolía!Depronto,segiróyconunpasorápidoseacercóaSybil.Consucabeza ladeada e, inclinada sobre su brazo izquierdo, Sybil parecía estarperdidaensusensoñaciones.Egremontsearrodillóanteellay, tomandocondelicadezasumanoenlasuya,selaacercóaloslabiosparabesarla.Sybilse

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quedóperpleja,miróasualrededor,turbada,inquieta,mientrasél,conlavoztrémula,lesusurraba:

—¡Déjemeexpresarlemiadoración!

»¡Ah!Noeslaprimeravez,laadorodesdesiempre.DesdeelmomentoenquelavibajoelarcoestrelladodeMarney,suespírituhaguiadoamiseryhallenadodeternuralafuentedemisafectos.Laseguíhastasucasay,duranteun tiempo, viví contento profesándole una callada adoración. Cuando fui laúltimamañanaalacabaña,ibaadecírseloyapedírselo,todo.Desdeentoncessuimagennosehaalejadodemiconciencianiporunmomento;unaimagensuya consagra mi hogar y mi único aliciente ha sido que me aceptara. Norechacemiamor,estanprofundocomoustedmisma,ytanapasionadocomoyo.Olvídesedeesosprejuiciosqueamargansuexistenciaporque,sipersisteen ellos, marchitarán la mía. ¡Hágame el honor de retener mi mano! Auncuandosoynoblecarezcodelosatributosdelanobleza,nolepuedoofrecerriquezas,esplendoropoder;peropuedoofrecerleelfervordeunserextasiado,¡lasaspiracionesylaambiciónsobrelasqueustedpodrágobernar!

—Estas palabras son visionarias y fogosas —dijo Sybil con un aireasombrado—.Mesacudenconlafierezadeungolperepentino.—Ehizounabrevepausa,comorecobrándosedeunasensacióndedolorqueexpresabasusemblante—.Estoscambiosdelavidasontanextrañosytanrápidosquemeparecequeapenaspuedohacerlesfrente.UstedeselhermanodelordMarney.Fueayer,soloayermismo,quelosupe.Penséentoncesquehabíaperdidosuamistad,yahora¡mehabladeamor!

»¡Amarmeamí!¡Guardesumanoycompartasuvidaysufortuna!Olvidaloquesoy.Perofueayerapenascuandosupequiénes,noserétanremisa.Unavezescribióenunanotaqueeramilealamigo;y,amenudo,meacuerdoconternuradeesaspalabras.Yoserésufielamiga.Selorecordaré.¡Almenos,nolecausarénipenanimiserias!

—¡Oh,Sybil,querida,hermosaSybil,nodigaesaspalabras tanamargas;no,no!

—¡Cómopodríaseramargaconusted!¡Esosíqueseríaingrato!—yellasecubriósusojosllenosdelágrimasconlamano.

»Pero ¿cómo podría ser esto? —dijo tras una pausa y, haciendo unesfuerzo,exclamó—:¡Unauniónentreunhijoyhermanodenoblesyunahijadel pueblo! Sería apartado de su familia, y con razón. Destruiría susesperanzas,heriríasuorgullo;leexpulsaríandesuorden,yjustamente,porquesentiríanqueinsultasusprejuicios.Enajenaríatodoelcontentoytodoeléxitosocial. La sociedad se convertirá para usted en una gran confederación quetrata de despojarle de su autocomplacencia. Y así es. ¿No traicionará a su

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propiacausa?No,no,dulceamigo,leexijoquerecapacite.Suopinióndemí,creo que alta y buena en exceso, me emociona profundamente. No estoyacostumbrada a estos episodios en mi vida, aunque he leído sobre ellos.Perdóneme,corríjame, simeexpresoconciertodesorden.Es laprimeravezqueoigopalabrasasí;ylaúltima.Talveznuncadebierahaberlasescuchado.Esonoimportaahora, tengounavidadepenitenciaantemí,ycreoqueseréperdonada.—Yseechóallorar.

—Si el nacimiento me priva de usted, desde luego me castiga por esasimplecasualidaddeldestino.

—Notanto—añadióellallorando—.Nuncaseréunanoviaterrenal;yporalguien cuyas súplicas, aunque terrenales, son irresistibles para mí, deberíaolvidarantesmisobligacionesquemecomprometenconelclaustro.

Durante todoeste tiempo,Egremont teníasumanoentre lassuyas,yellanohabíahecho amagode retirarla.Mientras él hablaba,mantenía su cabezainclinadasobresumano,quehabíamojadoconsuslágrimas.Durantealgunosmomentos hubo silencio.Después, alzando los ojos y, en una voz ahogada,Egremonthizoun intentomásdequeSybilconsiderara suproposición.Ellacreía que para él era importante la consideración de su familia y de lasociedad,peroéllonegaba.Ledetallósusesperanzasyplanesparasufuturobienestarcomún,porquenocejaba,conapasionadaelocuencia,deabundarensuamor.Peroconunasolemnedulzuray,comoempleandounatiernafirmeza,pese a las lágrimas que corrían por sus hermosas mejillas, Sybil apretó sumanoentrelassuyas,yapaciguóyreprimiótodossusintentos.

—Créame—dijoella—.Elabismoesinsalvable.

FINDELLIBROCUARTO

LIBROV

Capítulo1

—HanllegadonoticiasterriblesdeBirmingham—dijoelseñorEgertonenBrooks, el club de juego—. Han masacrado a la policía, derrotado a losmilitares,ysaqueadolaciudad.Sonnoticiasrecientes.

—Mehe enteradohacedoshoras—dijoun señor depelogris,mientrashablabasinquitar losojosdelperiódico—.Ahoramismoseestácelebrandounconsejodeministros.

—Bueno, siempre lo he dicho —dijo el señor Egerton—, los nuestros

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deberíanhaberevitadolaconvención.

—Es una enorme suerte—dijo el señor Berners— que el asunto de lasDamasdeHonorhayaterminadoytodoestéensusitio.ConelproblemadeJamaicaenmedio,estetemahabríasidofatalparanosotros.

—Estos cartistas, evidentemente, afectan al sistema —dijo el señorEgerton—.Visteisqueestuvieronmuytranquiloshastaelmomentoenquesepresentó la Carta del Pueblo para ser debatida, pero ahora, justo al mismotiempo que nos negamos a aceptar su petición, nos sorprenden con estarevuelta.

—Espero que no se extienda —dijo el caballero de pelo cano—. Nocontamosconsuficientestropasenelpaísencasodequehayaalgoparecidoauna revuelta general. He oído que se ha enviado un tren especial con laguardianacionalycienpolicíasmás.Londresnotienetantasreservas.

—EnBirminghamsiempreestándispuestosaunaposiblerevuelta—dijounnobledeWarwickshire—.Elcomercioallínovanadabienysufrenmucho.Peroquieropensarquenoirámásallá.

—Meheenterado—dijoelcaballerodepelocano—dequelosnegociosestánflojosentodaslasciudades.

—Podrían estar mejor —puntualizó el señor Egerton—, pero al menostienentrabajo.

En esemomento entraron varios hombres preguntando si habían llegadolosperiódicosdelanocheycuáleseranlasnoticiassobreBirmingham.

—Me han dicho —dijo uno de ellos— que la policía fue literalmenteaplastada.

—¿Esciertoquehanderrotadoalosmilitares?

—Esbastanteincierto.Loquehaocurridoesquenosehicieronlosplanesdebidos. Cuando la ciudad fue tomada por sorpresa y los magistradosperdieron sus cabezas, el pueblo se adueñó del lugar. Luego, cuandofinalmentelapolicíasedecidióaactuar,tuvoquehacerfrenteaunpopulachoenfervorecidoque,sinembargo,doshorasanteshubierahuidodeella.Dicenquehanprendidofuegoacuarentacasas.

—Me preocupa que no se hayan acobardado ante la policía—añadió elcaballerodepelocano.

—Pero¿cómoestán lascosasahora?—preguntóelseñorBerners—.¿Sehaneutralizadoyaalosrebeldes?

—Por lo que he oído —puntualizó el señor Egerton— aún no. Estánacampadosenelalbero,enmediodelasruinashumeantesyrespirandotodoel

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hedordedespuésdelabatalla.

—Bueno,siemprevotéafavordequeseaprobaralaCartadelPueblo—dijo el señor Berners—. No nos haría daño alguno y no habría ocasionadodisturbios.

—Esofueloquepensarontodoslosqueestabandenuestrolado—recordóel señor Egerton— y que no tenían cargo alguno pero estaban a punto detenerlo.Bueno,Diossabeloquepasaráahora.PuedequealgúndíaelcartismollegueasertanpopularenesteclubcomolaLeydelaReforma.

—Lomás extraño de aquel debate—anunció el señor Berners— fue elgestodelseñorEgremont.

—Vi aMarney la otra noche en casa de lady St. Julian—dijo el señorEgerton—, le felicité por el discurso de su hermano, y este se limitó afulminarme con la mirada y a sonreírme cínicamente como un ladrón decementerios.

—El discurso del señor Egremont fue realmente interesante —dijo elhombredepelocano—.Mepreguntoquéesloquepretende.

—Creo que está pensando en hacerse radical —dijo el noble deWarwickshire.

—¿Porqué?,sitodoeldiscursoibaencontradelradicalismo—preguntóelseñorEgerton.

—Bueno,entoncesseráquesevaahacerwhig,supongo.

—Estotalmentecontrarioaloswhigs—puntualizóEgerton.

—Entonces,¿quédiabloses?—dijoelseñorBerners.

—Desde luego no un conservador, porque lady St. Julians no hizo otracosamásqueacosarlo.

—Supongoqueesantojadizo—sugirióelnobledeWarwickshire.

—EsediscursodeEgremonteselmásdemocráticoqueyohayaleído—dijoelcaballerodepelocano—.¿Ycómofuerecibido?

—Oh,excelentemente—dijoelseñorEgerton—.Hastaayerapenashabíatomadolapalabra,ysilohacíahablababienperosiempreconcisamente.Seleescuchóconenormeatención;nuncahevistoalasalatancallada.Debodecirquecausóunagranimpresiónaunquenadiesabíaexactamentequépretendía.

—¿Qué quiso decir con lo de apoyar las peticiones de los cartistas sinhacer caso de su revuelta?—preguntó lordLoraine, un hombre demedianaedad,apacible,lánguidoyholgazánquepasabasusdíascruzandolacalleparairdelclubdejuegodeBrookaldeBoodleydeldeBoodleaBrookconelfin

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de contrastar la información que recogía en estas dos instituciones tanseñaladas;yqueposeíaunashabilidadespococomunes,cultivadasconatípicocuidadoperoque,deacuerdoconSheffield,duquedeBuckingham,gustabadezanganear,aligualquelareinasultanadeCarlosIIdelosEstuardo.

—Hablóenuntonountantoesotérico—indicóelhombredepelocano—ymeparecióquenoestabamuysegurodecuálerasuaudiencia;perocreoquequisodecir,pues,dehecho,esaeralaesenciadesudiscurso,quesiloquesepretendeesmantenerelpoderpolíticoduranteuntiempolomejoresaseguraralpueblounmejorbienestarsocial.

—Bueno, eso es puro radicalismo —dijo el noble de Warwickshire—,hacer creer al pueblo que puede conseguir más bienestar del que tiene esradicalismo,simpleyllanamente.

—Metemoquesiesoesradicalismo—dijolordLoraine—quizáestemostodosenelmismosaco.SloanehadichohaceunratoenelclubBoodlequeensupuebloseesperabaelinviernoconauténticohorror.

—Yallínotienenfábricas—dijoelseñorEgerton.

—Sloane siempre fue un agorero —dijo el noble de Warwickshire—.SiempredijoquelaLeydeReformadelaLeydePobresnofuncionaríay,sinembargo,enningunapartedelpaísfuncionatanbiencomoenlasuya.

—EnelBoodleserumoreaquesevaaaumentarelnúmerodehombresenel ejército —dijo lord Loraine—; que esta misma tarde el consejo iba aaprobarelreclutamientodediezmilhombresmás.

—Es imposible que ya hayan filtrado esa noticia—dijo el caballero depelocano—.Elconsejodeministrossehareunidohacemenosdeunahora.

—Llevanyamásdeunahorareunidos—dijolordLoraine—,essuficientetiempocomoparaqueenlacalleSt.Jamesyasesepaloquehandecidido.Enotrostiempos,encuantoterminabaelconsejo,GeorgeFarnleyveníadesdelacalleDowningacontárnoslotodo.

—¡Ah!¡Aquelloserantiemposdecaballeros!—exclamóelseñorBerners—. Los miembros del Parlamento no tenían que complacer a nadie y losministrosdeEstadonadaquehacer.

LosdisturbiosenBirminghamocurrierondespuésde losacontecimientosquecerraronnuestroúltimolibro.Eltiempo,enloqueamovimientoscartistasserefiere,transcurrióentrepreparativosparalapresentaciónydiscusióndelaCarta del Pueblo, la cual había quedado aplazada a causa de los numerososembrollos parlamentarios de la primavera de aquel año. La Carta fuefinalmente llevada aWestminster en un carruaje de gala y acompañada portodoslosdelegadosdelaconvenciónenunasolemneprocesión.Fuenecesaria

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laconstruccióndeunamáquinaparapodermeterenlosComuneslaenormemoledepliegosfirmadosporunmillónymediodepersonasque,debidoasugrantamaño,tuvoquepermanecerenelsuelodurantetodoeldebate.

Tras una discusión, no valorada por el pueblo en su justa medida, laCámaradelosComunesdecidiórechazarlospuntosqueconteníalapetición.Desdeesemismomomentocreció la influenciadelpartidode laconvenciónque era partidario de recurrir a la fuerza. Aunque sus objetivos no fueronalcanzados a corto plazo, el debate largo y serio sobre la Carta del Pueblologrótransmitiralasclasestrabajadoraslaesperanzadequeapartirdeesedíasus derechos iban a formar parte de los debates parlamentarios y que, enúltimainstancia,podríanserreconocidossiseexponíanconfuerzaendichassesiones,al igualque losdeotros sectoresde lapoblación.Así fuecomoelpartido conmás fuerzamoral durante la convención consiguió dominar a laenérgica y temeraria minoría que rechazaba todo lo que no fuera terror yviolenciaparalaconsecucióndesusfines.

Las esperanzas de todos y la soberbia demuchos se vieron frustradas ysorprendidasalaveriguarsequelosesfuerzosylaenergíademuchosmesesnosolohabíansidounderrocheinútil,sinoquenisiquierahabíanprovocadoquecreciera el número de asambleístas ni había suscitadomás interés que el deotra luchamásentrepartidosenposdesus respectivos interesesyqueseríaolvidadatanprontocomoacabara.

Loslídereslograroncaptarlaatencióndelasclasestrabajadorasalinsistirenladiferenciadetratoquesehabíadadoalaconstitucióndelainsignificantey desgastada colonia de Jamaica en comparación con las peticiones demillones de trabajadores de Inglaterra por los mismos derechosconstitucionales.Desdeelprimermomentoniunsolomiembroestuvofueradesusitioysetrajoahombresdeciudadeslejanasparaparticiparenlaluchaypoderdecidir.Eldebateduróvariosdías,casisemanas;ningunapersonadeentendimiento y con capacidad de liderazgo dejó de expresar su opinión,porqueeldestinodelosgobiernosdependíadeello.Sedestituyóyserepusoalosmiembrosdelconsejodeministrosenmediodelalucha.Porprimeravezdesde hacía mucho tiempo el mismo soberano participó personalmente enestastransaccionespúblicas,unhechoqueestuvoapuntodehacercreeralasclasestrabajadorasquelosprivilegiadoshabíanencontrado,porfin,undueño,yquelosindefensoshabíanrecuperadosujefenatural.

Pero en los corazones de estos indefensos hizomella la difícil situaciónqueteníalagranmayoríadelpueblosajón,adiferenciadeladeloscolonosdeJamaica, ydesde esemomento sedesvaneció toda la esperanzade consuelodepositada en los millones de personas que debían dar muestras de unaintachableconductamoralydeunordenenlavidapúblicaqueindicasequeestaban preparados para detentar y hacer cumplir sus derechos públicos.

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Triunfaron los partidarios de la violencia que, como es costumbre, eran unapequeñaminoríaperoformadaporhombresdecarácterdecidido.Ylaprimeraconsecuenciadelacelebracióndeestasasambleasque,enelcursodelosaños,solotraeríansufrimientoydesgraciaalasclasestrabajadoras,fueelestallidoqueseprodujoenBirmingham.

Fueenaquellosdías,unasuavemañanadejulio,cuandoSybil,tentadaporel cálido sol y ardiendo en deseos de ver las flores, la hierba y la corrientesinuosadelrío,saliódelaoscuracasaenlaquevivíaendirecciónaloqueundíafuelamelancólicaregióndelospantanos,tanalabadaenotrostiemposporsu canal holandés y su puente chino, y que ahora habían quedadocomprendidos en el recinto del parque real.A excepción de algunas bonitasniñerasconpreciososniñosa sucuidado,vestidosconplumasen lacabeza,grandes lazos y preciosas fajas, los jardines estaban vacíos. Sybil sabía porexperienciaqueeraúnicamenteaestahoratempranacuandounamujerpodíasalirsolaapasearporLondres.Paranuestravergüenza,nohayotraciudadenEuropadondelasmujeresseanmenosautónomasqueennuestrametrópoli.

LahijadeGerardnecesitabalasensaciónderenovaciónqueproduceestarrodeadaporunahermosanaturaleza.Sesentíaansiosaydesanimada.Peseaser una persona dotada de un sublime coraje, su sensibilidad le hacíaespecialmentevulnerableatodoslostemoresytristespresagiosqueintuía:elestallidoenBirmingham,lacertezadequetalesconflictosseríanfatalesparalacausaqueellacontantaentregadefendía,yeloscurotemordequesupadrepudieraestarinvolucradoenestemovimientoquehabíacomenzadocausandotantasdesgraciasyqueamenazabacondesencadenaraúnmayoresdesastres.La rápiday rebosante imaginacióndeSybil evocómilmiedosque en ciertomodoeraninfundadosyexagerados,peroestaeslainevitablesuertequecorreunamentecreativacuandonadaenlasaguasdelainexperiencia.

La conmoción también había sido repentina. Los dos meses que habíanpasado desde la despedida que ella creía definitiva de Egremont no fuerondiferentes de otros meses anteriores en lo que se refiere a esa encantadoraexaltación pública que la carrera de su padre, a su juicio tan útil y honradacomodistinguida,provocabaenella.Deigualmodoestosmeseshabíandadosusfrutosconformandouncaráctermássuaveyhogareño.EltratoconHatton,una persona sumamente agradable, instructiva y atenta, a la que veía confrecuenciayqueparecíatenereldondehacerlavidamásdulcegraciasalahabilidad con que empleaba sus discretos recursos, había contribuido a darmásatractivoasuvida.

HattonprestabalibrosaSybilytodoloquelerecomendabaeraacordealgustoysensibilidaddelamuchacha.Lasurtíademagníficasobrasdeartequesacaba de su biblioteca, obras para ilustrar aquellos periodos de nuestrahistoria y aquella arquitectura de calidad que mejor se adaptaban a su

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pensamientoygustos.Llenósuhabitaciónconlamejorliteraturadeaquellosdías.Leproporcionóperiódicoscuyossugerentesartículosleenseñaronquesuopiniónnieralaúnicani,muchomenos,indiscutible.NuncaantesSybilhabíavistounperiódicoquenofueraunnúmeroaisladodeLaLegióndeMowbrayo la publicación local dedicada a la Convención Nacional donde se dabacuentadelosdiscursosdesupadre.

Muchas mañanas, cuando Gerard no estaba ocupado, Hatton proponíaenseñar a Sybil algunas singularidades de la ciudad; sus edificios públicos,museosygaleríasdearte.Aunqueaellanadielehabíainstruidoenelmundodelapintura, teníaunacapacidadinnataparallegararesultadosexactosconsu sola observación. A ella le interesaba todo lo que veía u ocurría, y sucontentocrecíaconlapresenciadeunapersonaconlaquenosolocoincidíaen su manera de sentir, sino que también le proporcionaba instructivasrespuestasa lascuestionesqueellaplanteaba.Hattonmostrababuengustoyuna refinada y bien estructurada inteligencia. Era accesible, delicado yconsideradoy, aunque teníaa sualcance todo tipode lujos, sabíaquehaceruso de ellos habría sido embarazoso para sus amigos. Siempre trató que lasuyafueraunarelaciónentreigualescomomuestradeagradecimientoalpadredeGerardporlosfelicestiempospasados.Hattonsedejabacaersiempreporla noche cuando Gerard ya había llegado a casa, y los domingos solíanpasarlossiemprejuntos.Lafeerasuvínculo,estalosguiabahaciaelmismoaltar. Hatton había logrado que le prometieran que cenaría con él todos losdomingos.LosdíasdefiestaaveriguabadiscretamenteenquécapillaseibaacelebrarelmejorconciertodemúsicasacraconelfindesatisfacerlosgustosapasionadosdeSybil.Tantoesasíque,durante suestanciaenLondres, estatuvo la oportunidad de escuchar a las mejores voces, tal vez una de lasactividadesquemayorplacer lecausaban.Aunquenoeradel todocoherenteconsuvocaciónqueellaacudiesealosteatros,huboocasionesdeasistir,juntoconlosauditoriosmáselitistas,aescucharconciertosdondesetocabanobrasmaestrasdelamúsicasacra.Cuandoestabanlostresjuntosellasolíamostraresa dulzura celestial y esa fuerza tan etérea que había derretido el alma deEgremontaqueldíaentrelasruinasdelaAbadíadeMarney.

Con una relación cada díamás estrecha,Hatton había huido del enormeproyecto que en un principio había diseñado. Había algo en ella que loatemorizabaalavezquelofascinaba.Peseaqueunadelasreglasdesuvidaera no abandonar nunca sus objetivos, tuvo que aplazar su cumplimiento.Hattonno estaba, en el sentido literal de la palabra, enamoradodeSybil; y,desde luego, no apasionadamente enamorado de ella. Pese a todos susatrevimientos, capacidades y buen gusto había en Hatton una vena de unenormesentidocomúnquelehacíaimposibleactuaroinclusopensarenalgoque pudiera ser visto como ridículo. Por la razón que ya hemos expuestodeseaba fervientemente casarse con Sybil. Él apreciaba sus adorables

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cualidades pero, almismo tiempo, su sentido común le decía que seríamássencillocumplirsuobjetivosiellanofueseunacriaturatandeslumbrante.

Cuandotuvooportunidaddeestudiarsucarácter,Hattonprontodescubrióqueaquelhermetismoeraalgo,pordesgracia,naturalenunamujerque,conuna mente entusiasta, grandes habilidades, excelente educación y unosencantos fuera de lo común, había nacido y echado raíces dentro de unasociedad empobrecida. Tras analizar todo esto, Hatton había llegado aconclusiones a las que solo se puede llegar mediante la observación y elestudio metódico y, cuando una noche habló a Gerard, de forma que nolevantasesospechas, sobreel futurodesuhija, seencontróconque tambiénesteteníaunaopiniónclarayconcisa.

—Ellaquiere—dijoGerard—tomarloshábitos,perohastaquenosepaunpocomásdelavidayseaconscientedeloqueestáapuntodehacer,yomeopongo a ello.Noquisiera quemás tarde tuviese que reprocharle nada a supadre. Aunque, sinceramente, Sybil tiene razón, ella no puede pensar en elmatrimonioporquenadieconquiensecasaraseríamerecedordeella.

Durante estos dosmeses, y sobre todo el último,Morley no estaba casinuncaenLondres,aunquecuandovisitabalaciudadpasabamuchotiempoconGerard y algo con su hija. Los asuntos tratados en la convención habíanavanzado bastante: los delegados habían visitado a los miembros delParlamento, ya habían terminado los preparativos para la presentación de laCartadelPueblo;elderrocamientodelgobiernowhig,elintentofrustradodesirRobertPeeldehacerseconelpoder,elregresodelgobiernowhigconsusconsiguientes efectos, habían provocado un retraso de dos meses en lapresentacióndelimportantedocumento.EralógicoqueGerard,cuyoliderazgoahoraseponíaenduda,sequedaraenLondres,yaqueunaausenciasuyadeunasemanahubierapuestoenpeligrosupuestocomo líderdelmovimiento.Pero todas estas consideraciones no importaban a Morley, quien yademasiados problemas tenía dirigiendo su periódico desde la distancia. AsíqueamediadosdemayoregresóaMowbray.Sialgoimportanteocurríaosisu voto era necesario para su amigoy colega, entonces cogería de nuevo eltren a Londres. Sin embargo, el asunto de Birmingham había alarmado aMorley, y se decidió a escribir urgentemente a Gerard para decirle queregresaba inmediatamente a la ciudad. Su llegada se esperaba la mismamañanaenlaqueGerardestabaenlaconvencióndondeseestabancelebrandoferoces debates. Sybil, impulsada por un aire veraniego, había ido a losjardinesdelparquedeSt.James.

Eraunauténticodíadeverano;unasnubesenormes,redondas,brillantesylanudas,tanblancasyresplandecientescomoglaciaresinundabanelcieloconsusformas inmensase inalterables.Nisiquieraseadvertía la típicabrisadelveranoaunqueelaireeraagradableynoperdíasuestimulantefragancia.En

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losárboleshabía floresnuevas, lasaguascentelleaban, lospatosycisnes sezambullían,salíanarespirarydenuevodesaparecían;yhabíaniñospreciosos,frescosydelicadoscomocapullosderosa,quecorreteabancongestosyvocesdefelicidad.AlolejossealzabanlassagradastorresdelagranWestminster.

¡Qué bello resulta un jardín en medio de la dureza y las pasiones queconlleva la existencia! ¡Malditos sean aquellos que corrompen y profananestos sagrados lugares partiendo los corazones de las niñeras y fumandotabacoenlospalaciosdelasrosas!

LosnubarronesqueenturbiabanlamentedeSybil fuerondesapareciendopocoapocomercedalafrescurayfraganciadelanaturaleza.Elcolorregresóa sus mejillas; el profundo brillo de sus ojos apareció de nuevo; su pasolánguido y contemplativo se tornó ágil y airoso. Olvidándose de laspreocupaciones de la vida, se dejó llevar por el placer demoverse, respirar,sentirlosrayosdesol,todoselloserangocesqueposeíanlaexcelenciadelasensualidad.Contentapornaturaleza,pesea sus sublimespensamientosy lasolemnidaddesuvida,observabaeltoscovuelodelospájarosoreflexionabasobreladivinainconscienciadelainfanciaconunalevesonrisaensurostro.

Se sentó a descansar en un banco a la sombra de un frondoso olmo. Sumirada, a la queminutos antes solo interesaban los objetos de alrededor, sehabía quedado ahora como flotando sobre las soleadas aguas. Su pasadoapareció ante ella. Fue uno de esos dulcesmomentos en los que los hechosacontecidos en nuestra vida surgen ante nuestros ojos, pero no de formaaislada, porque es precisamente en el encadenamiento de losmismos comocobransentido.Fueunodeesosmomentosenlosquenosencontramoscaraacaraconnuestrasvidasynosdamoscuentadetodalasabiduríaqueencierranlatristezayelplacer,lossentimientosylarazón,larelaciónconlosdemásy,enfin,todoslosmisteriosdelavida.

Laindomableimaginaciónylaágil inteligenciadeSybil lehabíanhechocomprender dos ideas grabadas en su mente juvenil: el despotismo de suIglesiayladegradacióndesupueblo.Educadaensoledadyacostumbradaaintercambiaropinionessoloconpersonasquepensabanigual,habíallegadoala triste conclusión de que en el mundo había una clara división entreopresores y oprimidos. Para ella ser una persona del pueblo significaba serdesdichado e ingenuo; si eras uno de los privilegiados, un fastuoso tirano.Estos dos fantasmas que para ella representaban la naturaleza humana se lehabíanaparecidoenclaustros,jardinesoentrelasescenasdesufrimientoquetantas veces había presenciado y en las que siempre había tratado de darconsuelo.

Sinembargo, lasexperienciasdelosmesespasadoshabíanprovocadouncambio en su percepción de la vida. Había visto lo suficiente como para

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concluir que elmundo era un lugar bastantemás complicado de lo que ellapensaba.Noestabaorganizadosegúnelmodelodeférreayrudasimplicidadque ella había supuesto. Las personas eran más diversas, las causas másvariadas, las clases sociales más mezcladas, y todo estaba compuesto porelementosmássutilesydiferenciadores.Todoeramáscomplejo,másvariado.Elpuebloqueellahabíaconocidonorepresentabalaunidaddepensamiento,de interesesydepropósitosqueellahabíacreído.Elpueblo teníaenemigosentre el pueblo mismo; personas a las que sus propias pasiones les hacíanllegarasimpatizaryamezclarseconlosmásprivilegiados.Supadre,consusmuchasvirtudesyhabilidades,sufuerzadevoluntadysusimpleambición,sehabía enfrentado en la convención con rivales de su propio partido, y habíasidoacosadoporenemigosconocidoso,loqueespeor,porenemigossecretos.

Sybil,quesehabíaalimentadocongrandespensamientos,quepensabaqueeléxitoyelfracasoerancomponentesdeloheroico,yquehabíasoñadoconel triunfosindejardeestarpreparadaparaelsufrimiento,sediocuenta,congran sorpresaparaella,deque lasgrandes ideaspoco teníanquever conelmundorealyque losasuntoshumanos, inclusoenunaépocade revolución,estabansujetosalcompromiso,peroquelaesenciadeesteessuprecariedad.Pensaba que bastaba con que el pueblo, tranquilo y sosegado, consciente yseguro de su causa, expresase abiertamente sus más puras y noblesconvicciones a sus delegados para lograr así que una autoridad obsoleta ydecrépitaserindieraantesuirresistiblesuperioridadmoral.

Losdelegadoselegidosporelpuebloresultaronserunsenadoplebeyoconfines ambiciosos, siniestros y egoístas mientras que el poder decrépito queSybilpensabaquesenutríadelsufrimientodemillonesdepersonasera,porelcontrario, compacto y organizado. Tenía todos los hilos del poder a sudisposición,y seapoyabaen los intereses, las relaciones, lasconviccionesylos fuertesprejuiciosde las clases influyentesquegobernabanno solamenteporsuriqueza,sinotambiénporelnúmerodesuspartidarios.

Tampoco podía evitar pensar que el sentimiento de los ricos hacia lospobres no fuera ese sentimiento de odio y desprecio que ella tanto asoció aconquistadoresnormandosyleyesfeudales.Preferíaatribuirlahostilidadquesin duda existe en Inglaterra entre los ricos y los trabajadores a unamutuaignoranciaentrelasclasesdueñasdeambosconceptos,quesonclavesparalaprosperidaddelpaís.Yaunque la fuentede tal ignoranciadebíabuscarseenloshechosviolentosacaecidosenelpasado,lasconsecuenciasdeestoshabíansobrevividoalascausasigualquelascostumbreslohacenalarazón.

Sybil miraba hacia Westminster, hacia aquellos fatuos y conmovedorespasillosdondesereúneelParlamentodeInglaterra;esainstitucióncodiciosa,violenta y altiva que había enviado al cadalso a reyes y prelados, y habíaexpoliado iglesias para luego adueñarse de los sagrados señoríos para su

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beneficio personal; una institución que se había otorgado a sí mismanumerososprivilegiospara,después,hipotecaramayorgloriadesuEstadoydesuimperioeltrabajodeinnumerablesgeneraciones.

Sybil abrió un periódico que había traído.No es que lo fuera a leer porprimera vez, sino que por primera vez lo iba a leer sola sin nadie que lamolestara,rodeadadetranquilidadybelleza.EnelperiódicohabíaunartículosobreeldebatequeestabateniendolugarenlaCámaradelosComunesacercade la lectura de laCarta del Pueblo, aquel importante documento que habíasidoelresponsabledehacersalirdesusoledadaSybil,perotambiéndequeaprendiera algo de ese mundo sobre el que tantas veces y de forma tanequivocadahabíareflexionado.

¡Sí!, habíaunavozque sonaba conmás fuerzaqueotras en aquel altivoParlamento,unavoz libreque seatrevíaaexpresar laverdadde siempre; lavozdeunnobleque,sindemagogia,habíadefendidolacausadelpueblo,quehabía hecho pública su convicción de que los derechos del trabajo eran tansagrados como los de la propiedad; una voz que, si tuviera que elegir,preferiríadefenderlosinteresesdelosquevivenconelmínimosueldo.Eralavoz de una persona capaz de gritar que la felicidad social de millones depersonasdeberíaserelprincipalobjetivodeunestadista,yquesiestonoseconseguía,lostronos,laspropiedades,elboatodelascortesyelpoderdelosimperioseraninútiles.

Emocionada,contiernafrescuraylosojosbañadosenlágrimas,Sybilleíael discurso de Egremont. Se detuvo. Cogió el periódico con una manoapoyando la otra suavemente,miró hacia arriba en busca de consuelo.Antesusojosaparecióeloradorenpersona.

Capítulo2

Egremont había reconocido a Sybil desde que ella había entrado en eljardín. Cruzaba el parque para acudir a una comisión del Parlamento queestabaprevistoqueempezaraaprimerahoradeesamañana.Lareunióneradecarácter formal, y se suspendió pronto, y Egremont regresó al lugar dondehabíavistoaSybilconlaesperanzadepoderencontrarla.

Seacercóaelladespacio,condiscreciónperocondulzura.

—Esunenormeeinesperadoplacer—dijoentonohalagador.

ElpreciosorostrodeSybilnopodíaocultarsuinquietud;sonrióyconunruborprovocadoporsu innatacandidezoquizáporalgún tiernoypoderososentimientodegratitud,respetooconsideración,dijoenvozbaja:

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—Estabaleyendosumagníficodiscurso.

—Deveras—dijoEgremontconmovido—,esoesunhonor,unplacer,unpremioquenuncacreímerecer.

—Supongoquetodos—continuóSybilmásserena—disfrutarándelplacerdeleerloylesacaránelmáximoprovecho,peroyo¡oh!loleoconprofundointerés.

—Sialgodeloquedigoresuenaensucorazón—ysedetuvodudando—,medevolverálaconfianzaenelfuturo—añadiórápidamente.

—¡Ah! ¡Porqué losdemásnoseráncomousted!—dijoSybil—.Deesemodonoseríatodotandesesperante.

—Pero ¿está usted desesperada?—preguntó Egremont sentándose en elbancoaunaprudentedistanciadeella.

Sybilnegóconlacabeza.

—Sinembargo,laúltimavezquehablamos—dijoEgremont—,confiabaensuidealyenlosmediosparaconseguirlo.

—Nohacedemasiado—dijoSybil—quehablamosporúltimavezy,sinembargo,enestetiempohedescubiertoamargasverdades.

—Laverdadesmuyvaliosa—dijoEgremont—paratodos.Perometemoque no logro encontrar la causa que ha borrado de usted su esperanzadooptimismo.

—¡Aydemí!—dijoSybilcon tristeza—.Yosoloeraunasoñadorayhedespertadodemiespejismocomootrosantes lohicieron.Al igualqueellos,tambiénsientoalejarseeldeleitedelavida.Pero,porlomenos,micontento—yladeólacabezasuavemente—nuncamehaabandonadodeltodo.

—¿Estádeprimida,queridaSybil?

—Me siento infeliz. Estoy preocupada por mi padre. Temo que estérodeadodehombresquenomerezcansuconfianza.Estosactosdeviolenciamealarman.Bajoningúnconceptomeacobardaría,pero tengo lacertezadequelaexaltaciónsolonostraerádesastresydesgracias.

—Respetoasupadre—dijoEgremont—.Noconozcoaningúnhombredecaráctertannoble,amableygenerosoquesea,almismotiempo,tanvalerosoeinteligente.Meentristecequeseaélquiendebaarriesgarse.Peroustedpuedeconvencerlo.AconséjelequevuelvaaMowbray.

—¿Quiénsoyyoparadarconsejos—dijoSybil—,simeheequivocadoentodosmisjuicios?Vineaestaciudadconélparasersuguía,suguardián.¡Quéarrogancia lamía!, ¡qué ciegoorgullo!Creía que el pueblo sentía comoyo,

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que no tenía nada más que ocuparme de mantenerlo y alegrarlo, alentarlocuando flaquearan sus fuerzas, alzarlo cuando cayera. Creía que el podermoraldebíagobernarelmundoyqueesepoderestabarepresentadoporunaasamblea en cuyos anales no figurarán más que una serie de despreciablesintrigaso,loqueespeor,deviolentasconspiraciones.

—Empleetodassusfuerzas—aconsejóEgremont—enhacerquesupadreabandoneLondresinmediatamente,mañanamismooestamismanocheaserposible. Después de lo de Birmingham el gobierno se va a ver obligado aactuar.Heoídoquesevanaampliardemanerainmediatalosdestacamentosde soldados y policías; se ha notificado la orden a todo elmundo, desde elsecretariodeestadohastasusgobernadoresdeloscondados.Elgobiernovaaasaltarlaconvención,ylosmiembrosquesequedenseránlasvíctimas.SisupadreregresaaMowbrayysequedaallítranquilotieneposibilidadesdequenolomolesten.

—Innoblefinparatannoblesesperanzas—dijoSybil.

—Sigamosalbergandoesperanzas—replicóEgremont—¡yalentémoslas!

—Yanomequedaninguna—contestóella.

—Yosísoyoptimista—dijoEgremont.

—¡Ah!Porquehahechounmagníficodiscurso.Ellos loescucharány loaplaudirán pero jamás lo seguirán. Igual que la paloma y el águila no seaparean o el león y el cordero no yacen juntos, tampoco los conquistadoresrescataránalosconquistados.

Egremontnegóconlacabeza.

—¿Todavíaveesosfantasmas,queridaSybil?¿Cómoesposible?Nosonvisiones agradables. Créame, son tan absurdas como angustiosas. Elpensamiento de Inglaterra es el pensamiento de la nueva savia que nace.Confíeenmí,todoestáenelpueblo,sobretodoporqueestoquesientellegade su inconsciente. Son opiniones a las que se le ha enseñado a temer y adesconfiar pero que poco a poco se irán desvaneciendo. Las opiniones queprevalecenson,porlogeneral,lasdelageneraciónquedesaparece.Dejemosque acabe este desastre quenadie pudo imaginar, que cese el equilibrio quetienenenestemomentolospartidosparlamentarios,porqueenpocosañosserácomo digo. Presenciará el desarrollo de un nuevo pensamiento inglés quecompensarásutardanzaenaparecerconundesarrollorápido.Vivoentreestetipodepersonas,conozcosusalmas,observosusinstintosysusimpulsos;séenquéfuenteshanbebidosusprincipios,perotambiénséque,inclusoconlascircunstanciasencontra,esosprincipiosdaránsufruto,yqueesteseráhostilal sistema oligárquico. El futuro principio de la política inglesa no será unprincipioigualador;niunprincipioadversoalosprivilegios,sinoafavordela

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extensión de los mismos. Intentará garantizar la igualdad, no rebajando elniveldevidadeunospocos,sinoelevandoeldelamayoría.

Trasuntiemposumergidosencomplacientesreflexionesprovocadasporelpropio tonode laconversación, finalmenteSybil se levantóy, tras comentarque su padre ya habría regresado, se despidió de Egremont, quien,levantándose, decidió acompañarla durante un rato. En la entrada a losjardinesellaseparóydijoconsonrisatiernayapenada:

—Aquídebemossepararnos—yleextendiólamano.

—¡Queelcielolaguarde!—dijoEgremont—,puesaélpertenece.

Capítulo3

CuandoSybilseacercabaasucasa,vioasupadreenelpatiodeenfrenteacompañado de varios hombres. Parecía estar a punto de marcharse. Sybilnecesitaba hablar con Gerard, así que se acercó. Hubo un revuelo cuandoatravesó la puerta, los hombres dejaron de hablar, algunos se apartaron y ledieron la bienvenida con un respetuoso silencio.Había uno o dos a los queSybilconocía,porlomenosdeoídas.Alpasaranteestoshombres,ellainclinóla cabeza y, después, dirigiéndose a su padre, que se había adelantado arecibirla,dijoconvozcalmadaysemblantesereno:

—Sitevasamarchar,queridopadre,megustaríaverteantesunosminutos.

—Unmomento,amigos—dijoGerard—,esperad—yentróconsuhijaenlacasa.

ÉlsehubieraquedadoenelrecibidorperoellasiguióhastasuhabitaciónyGerard,aunqueconprisa,sevioobligadoaseguirla.CuandoamboshubieronentradoSybilcerrólapuertaconcuidadoy,entonces,Gerard,sentadoo,másbien,apoyándosedescuidadamenteenelbordedelamesa,dijo:

—Estamosjuntosunavezmás,queridopadre,nuncanossepararemos.

Gerard se puso rápidamente en pie, con la mirada y las mejillasencendidas.

—¡Algotehapasado,Sybil!

—No—dijoellamoviendo lacabezacon tristeza—,noeseso,esa tialquepuedepasartealgo,padre.

—¿Porqué,hijamía?—dijoconsuacostumbradaplacidezyhablandoentononatural,comedidoylento.

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—Estásenpeligro—dijoSybil—,enenormeeinminentepeligro.Ahoramismo no importa cómo he llegado a esta conclusión. No me gustan losmisterios,peronohaytiempoparaentrarendetalles.Elgobiernovaaintentarreventar la convención, están decididos. La revuelta de Birmingham hacomplicadomáslascosas.Allíyasehadetenidoaloslíderesysearrestaráatodoslosquesequedenaquíyesténvinculadosconellos.

—Si arrestan a todos los que se demuestre que están vinculados a laconvención—precisóGerard—,nolesvaafaltartrabajo.

—Sí,perotúeresunodeloslíderes—dijoSybil—;yereslapersonaqueelegirán.

—¿Preferirías queme escondiese—dijo Gerard— solo porque has oídohabladurías?

—¡Habladurías!—exclamó Sybil—. ¡Oh, padremío! ¡Qué ideas tienes!Puedequelaspalabrasnosirvanparasalvarnos,perolasaccionesinútileslosonaúnmás.

—Noveoqueestasacciones,aunqueyonotengonadaqueverconellas,sean inútiles—dijo Gerard—. La policía de la que tanto se jactan ha sidoderrotadaporlaactuacióndeunamasadesorganizada.¿Quéhabríaocurridosila revuelta no hubiera sido solo cosa de unos pocos?, ¿si el pueblo hubierasidomásdisciplinado?

—¿Yquéocurriríasi todofueradiferente?,¿si todofueraalcontrariodecomoestásiendo?—dijoSybil—.Elpueblonoesdisciplinado;susactosnoserán coherentes y unánimes, no pueden serlo. Estás involucrado en unosdisturbiosynoenunarevolución;serásunavíctima,nounmártir.

Gerard se quedó pensativo, pero permanecía tranquilo y, tras una pausa,dijo:

—Nodebemosasustarnossihayalgúnarresto,Sybil.Elgobiernopretendejugarsucioparadesconcertarnosyatemorizarnos,peroesélmismoelqueestáasustado.La revuelta deBirminghamnoha sido ideamía ni de ningunodenosotros.Hasidounacasualidad.Ningunodenosotroslohabíamosprevisto.Sin embargo, las grandesgestas nacende las casualidades.Yahedichoquederrotaronalapolicíaypusieronalastropasenjaque,yañadiréqueestosehahechosinorganizaciónalgunayenunúnicolugar.Estoytanencontradeactos ineficaces como lopuedas estar tú,Sybil, y para demostrártelo te diréque en elmomento en que llegaste estábamos hablando de que deberíamosasegurarnosquenovolverá aocurrir nadade esto enun futuro.Nipalabrasvanasniaccionesinsustanciales—añadióGerard.Despuéssealejó.

Sybil se acercó a él con delicadeza, cogió su mano como para decirle

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adiós,lasostuvoporunmomentoentrelassuyas,ylemiródirectamentealacaraconsemblantegraveytiernoalavez.Después,abrazandoasupadreyapoyandosumejillasobreelpechodeGerard,murmuró:

—¡Oh!Padremío,tuhijaestámuytriste.

—Sybil —exclamó Gerard con tono de cariñoso reproche—. Estadebilidadespropiademujeresy,aunquelarespeto,nolacomparto.

—Puede que sea propia de mujeres—dijo Sybil—, pero es inteligente.¿Qué nos puede hacer más infelices que el sentimiento de amenaza y deanónimopeligro?

—Y¿porquépeligro?—dijoGerard.

—¿Por qué el misterio? —preguntó Sybil—. ¿Por qué estás siemprepreocupándoteyenfrascadoenpensamientostansombríos,padremío?Noeslapresióndelosacontecimientos,comoquizácreas,loqueestáocasionandoestecambiodeactitudenunapersonadetemperamentotansinceroeinclusodescuidadocomotú.Lapresiónqueestánprovocandoestoshechosahoranoes en absoluto tan grande, no podría serlo, como lo fue durante la primeraépocadevuestrasasambleas,cuandolosojosdetodounpaísestabanpuestosentiyeraselvínculoentretodaslaspartes.¿Cuántasvecesmehasdichoquenohayningúnasuntoque teparezcademasiado fastidioso?Ahoraoshabéisdispersado,nooscomunicáisentrevosotros,yanohaydebatesnicomités,yosenviáispocascartas.Túmismoestássiempremeditabundo,reuniéndotesinpararconpersonasque,segúnséporStephen,predicanlaviolencia,peronolapractican. Todos ellos son perversos, tal vez traidores, como mínimoatolondrados.

—Stephen tienedemasiadosprejuicios—dijoGerard—.Esunvisionariobuceando en imposibles y poco deseables sueños. No tiene ni idea de quésiente el país o de cómo son sus conciudadanos. Los ingleses no quierencomprar la felicidad a plazos, quieren sus derechos, derechosque estén a laalturadelosquetienenotrasclasesysinloscualesnopuedenestarniestaránnuncaseguros.

—PeroStephenestuamigo,queridopadre,yantesloadorabas.

—También ahora, y lo quiero de verdad. Lo adoro por sus muchascapacidadesysugransabiduría.Stephenesunintelectualyyonosoynadadeeso;sinembargo,Sybil,sientoelpulsodeunpuebloypuedocomprendercuáles el signo de los tiempos. Stephen era magnífico cuando charlábamos ennuestro jardíno ennuestra casadeMowbray, cuandono teníamosnadaquehacer; pero ahora debemos actuar o, de lo contrario, otros lo harán pornosotros.Stephennoesunapersonapráctica.Escaprichoso,esoestodoSybil.

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—Peroacciónyviolencia—dijoSybil—,¿sonlomismo,padremío?

—Yonohehabladodeviolencia.

—No,perolohassugerido.Séloqueexpresanturostroyeltemblordetuslabios.Acciónes,talycomoStephenytúmeenseñasteissabiamenteunavez,mostrar a nuestros gobernantes mediante unmovimiento social, metódica eintelectualmente, que somos conscientes de nuestro empobrecimiento, y quenoesnicristianoniconveniente,nibuenonisabio,dejarnosenestasituación.Nodebemosperderelrespetoporelmundo,inclusoporaquellosdequienesdifiereseninteresesuopinión;ynodebeperderseporconsideraciónatodosaquellosque,desdeunabuenacausayconungrantalento,trabajanporejercerese poder moral. Tú has renunciado a este poder, a esta perla—dijo Sybilemocionada—;nopodemosengañarnos,padremío,lohasdejadoescapardetusmanos.

GerardmirabaaSybilmientrashablabaconunaseriedadimpropiadeél.Cuando ella hubo terminado, él bajo la mirada y se quedó pensativo.Finalmente,alzólavistadenuevoydijo:

—El momento de las palabras ya ha pasado. Debo marcharme, queridaSybil.—Ysedirigióhacialapuerta.

—Nomedejarás—dijoSybil,precipitándosesobreélycogiéndoleporelbrazo.

—¿Quéquieres?,¿quéquieres?—dijoGerardangustiado.

—Queabandonemoslaciudadestanoche.

—¿Cómo,quedejemipuesto?

—¿Cómo que tu puesto? ¿Acaso no tienes compañeros distribuidos porotras zonas?¿Noha sido la asambleaoficialmente trasladadaaotra ciudad?¿Noesyasabidoquelagranmayoríade losdelegadoshanllegadoyaasushogares?¿Porquénotúaltuyo?

—Yonotengohogar—dijoGerardconvozfirme—.Vineaquíahacerloquehabíaquehacery,conlabendicióndeDios,esloqueharé.Misustituciónya no es posible; ya no puedo reeducarme y enzarzarme en discusionesbaldías,comohacenlosfilósofosylosMorley.Sielpueblolucha,lucharéconélymoriréenelfrentesi fueranecesario.Las lágrimasdeunamujernomepuedenapartardemipropósito—ybruscamenteapartódeél lamanodesuhija.

Sybilmiróalcieloconlosojosllenosdelágrimasyenlazósusmanosenun inefable quejido. Gerard volvió a dirigirse hacia la puerta pero antes dellegaraelladudóunmomento,sediolavueltaymiróasuhijaconternuraypreocupación; seguía en la misma postura a excepción de sus brazos, que

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ahora habían caído ymantenía cruzados sobre su regazo, sumirada abatidaparecía estar perdida en profundas cavilaciones. Su padre se acercó sin queellasedieracuentaycogiósumano.Sybilseasustóy,mirandoalrededorconexpresiónfríayangustiada,dijocontonoapagado:

—Penséquetehabíasido.

—Nodeestemodo,miadoradahija—yGerardlaapretócontrasupecho.

—Perotevas—murmuróSybil.

—Los hombres me esperan—dijo Gerard—. El consejo es importante.Debemos tomar medidas inmediatas para ayudar a nuestros hermanos queestánsufriendoenBirmingham,yasíevitarescenassimilaresenrevueltasdeeste tipo, pero en cuanto todo esto terminevolveré a ti para siemprey todoserácomotúquieras.MañanaregresamosaMowbray.

Sybil devolvió el abrazo de su padre con un calor que expresaba suagradecimientoporsuconsideraciónysualivio,peronodijonada.YGerard,rogándoleasuhijaquealegraraelánimo,abandonóellugar.

Capítulo4

ElrelojdelaiglesiadeSt.Johndiolastresydiolascuatro;yelrelojdelaiglesia deSt. John volvió a sonar para dar cinco campanadas y, luego, seis.PeroGerardaúnnohabíaregresado.

TraslamarchadeGerardydurantealgúntiempolosdíasfueronalegresyagradables.Sybil, aunqueocupada con lospreparativosdel viaje, se sentó adescansar juntoa laventana.Hacíamucho tiempoqueno se encontraba tantranquila, serena y animada. Algunas veces durante unos minutos seensimismabapensandoenelmañanayenMowbray.Entrevistasatravésdelamágica neblina con la que el tiempo y la distancia envuelven las cosas, lasescenas de su juventud se le aparecían serenas y tranquilas como si de unencantamientosetratara.Añorabalosdíasenlosque,enlacasaoeneljardín,el descontento de su padre era solo teórico y sus reuniones políticas selimitabanaunadiscusiónentreélyMorleysobrelosderechosdelpuebloolosprincipiosdeunasociedad.Lasclarasaguasdelríoquesurcabaelvalleysusarboladas colinas; sus paseos matutinos al convento para visitar a UrsulaTrafford—undevotoperegrinajeestedeamorycaridad—,sufielHaroldtanentregado y listo, incluso sus rondas multitudinarias por las casas de lostrabajadores y los enfermos, deslizándose entre ellos como un ángel,bendiciendo y siendo bendecida por ellos. Estos pensamientos, aquellasconmovedorasimágenesdelpasado,aparecieronanteellallenandosusojosde

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lágrimas,nodeamargura,sinodeafecto.

Y junto a todos ellos, la imagen de alguien que durante una temporadahabía sido el amable compañero de juventud, un tal señor Franklin a quiennunca olvidó del todo y que al final no había resultado llamarse así. ¡Ah!¡Aquellaeraunamagníficahistoria,uncapítulocapazdeturbarlamemoriadealguien joven e inocente! Su voz aún resonaba en los oídos de Sybil. Sindemasiado esfuerzo recordó aquellos sonidos de la mañana, sonidos deternura, pero también de sabiduría y de reflexionesmoderadas que tanto lahabíanreconfortado.ElnombredeEgremontnuncahabíaestadorodeadodeuna luz tan delicada.Él era tal y comoun hombre debe ser con unamujer,afectuosoyguíaa lavez.Millaresdedeslumbrantese irracionales imágenesaparecieronensumente;milesdepensamientos tanbellosyestremecedorescomo el crepúsculo llenaban su corazón. Por un momento, Sybil nadó enimposibles sueños e incluso creyó haberse adentrado en un mundocompletamentenuevo.Ahoraelhorizontedesuexperienciaseexpandíacomoel reluciente cielo en un cuento de hadas. Sumirada se fijaba en brillantesimágenes; sus mejillas sonrosadas transmitían los mensajes del corazón, ycualquiermovimientode suboca se convertía en sonrisa.De repentedieronlascuatroenelrelojdelaiglesiadeSt.John,despertandoaSybildesusueño.

Cuando dieron las cuatro, Sybil empezó a ponerse nerviosa. Cuandosonaron las cinco, ya estaba inquieta, intranquila y alterada, y no dejaba decaminardeun ladoaotrode lahabitación sin interesarsepor los librosquehabía apartado hacía ya un rato. Entonces dieron las seis en el reloj de St.John.

Apretó susmanos ymiró al cielo.Llamaron a la puerta de la casa, y seprecipitóaabrirla.NoeraGerardsinoMorley.

—¡Ah!ErestúStephen—exclamóSybilconcaradedesilusión—;penséqueseríamipadre.

—Mehubieraencantadoencontrarloaquí—dijoMorley—.Perosino teimporta,entraré.

—Llegarápronto—anuncióSybil—;estoy seguradeque llegarápronto.Loesperodeunmomentoaotro.

—Desdehacehoras—añadióMorleycomoparaterminarlafrasedeSybilmientras entraban en la habitación—. El asunto en el que está metido —continuó diciendomientras se dejaba caer en una silla con un descuido quenada tenía que ver con su habitual compostura—; el asunto en el que estámetidoesabsorbente.

—GraciasaDios—dijoSybil—quenosvamosmañana.

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—¡Vaya!—exclamóMorleylevantándoseagitadodelasilla—,¿quiénhadichoeso?

—Mipadrelohaprevistoasí;dehecho,melohaprometido.

—Ytienesganasdequeasísea.

—Muchasganas;preveoqueocurriráalgomalosinosquedamos.

—Yotambién,poresohevenidohoy.

—Lohabrásvisto,espero—dijoSybil.

—Asíes,heestadounashorasconél.

—Mealegra.¿Enelconsejodelquehablamos?

—Sí,enesetestarudoconsejo,ysiemprelohevistosolo.Sileocurrealgonomeloperdonarénunca.

—Measustas,Stephen—dijoSybillevantándosedesuasiento—.¿Quélepuede ocurrir? ¿Qué quiere hacer? ¿Por qué te resistes? Dímelo, dímeloqueridoamigo.

—¡Oh!, sí—dijoMorley, pálido y con una amarga sonrisa—. ¡Oh!, ¡sí,queridaamiga!

—Hedichoqueridoamigoporquetetengoportal—reconvinoSybil—yesoesloquesiemprehassidoparanosotros.¿Porquémemirasdemodotanextraño,Stephen?

—¿Portalmetienes?¿Esesoloquesiemprehesidoparavosotros?—dijoMorleyrepitiendolaspalabrasdeSybilen tonolentoycomedido—.Bueno,¿qué más podría ser? ¿Qué más podríamos pedir ninguno de los dos? —preguntóélbruscamente.

—Yonopidonadamás—dijoSybilinocentemente.

—Sinduda,claroestá.Bueno,bueno,noimporta.Entonces—añadióensutonodesiempre—¿esperasatupadre?

—Al que hace tiempo que no ves —dijo Sybil— y a quien esperabasencontraraquí,¿verdad?

—¡No! —dijo Morley negando con la cabeza y con la misma amargasonrisa—.No,no,noesasí.Soloesperabaencontrarteati.

—Tienesalgoquedecirme—dijoSybilconseriedad—.Lehapasadoalgoami padre. Nome lo ocultes, dímelo de una vez—y se acercó a Stephenponiéndolesumanoenelbrazo.

Morleytembló.Despuésconvozaceleradayagitadadijo:

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—¡No,no,no!Nohaocurridonada,aunquepodíanhaberocurridomuchascosas.Nadahaocurrido.Lohemospodidoevitar.

—¡Cómo,dimequéesloquepodíahaberocurrido!Dimequépuedohacer.

—Tu padre —dijo Morley con voz serena mientras se levantabalentamentedelasientoycaminabaporlahabitación—;tupadreyamigomíoestáenlasiguientesituación,Sybil,estáconspirandocontraelEstado.

—Sí,sí—dijoSybil,muypálidacasisusurrandoyconlamiradafijaensucompañero—.Cuéntamelotodo.

—Esoharé.Comodigo,estáconspirandoencontradelEstado.Estanochese reúnen en secreto para dar el último retoque a sus planes y también estamismanocheserándetenidos.

—¡OhDios!—dijoSybilentrecruzandosusmanos—.Medijolaverdad.

—¿Quién te dijo la verdad?—inquirióMorley, precipitándose a su ladoconvozroncaylosojosinyectadosenfuego.

—Un amigo—dijo Sybil, dejando caer su cabeza y brazos en gesto dedolor—,unamableybuenamigo.Leviestamismamañanaymeprevinodetodoesto.

—¡Ja,Ja!—dijoMorleyenunaespeciedecarcajadacontenida—.¡Ja,ja!Fue él, el amable y buen amigo que te encontraste esta mañana, ¿verdad?¿Acasonoteavisé,Sybil,deltraidor?¿Acasonotedijequetuvierascuidadoconestefalsoaristócrataquetraesatucasa,ossacalossecretosdeunhogarquecontaminóconsuespionajeyqueahoraabandonacontraición?

—¿Dequiénydequéhablas?—dijoSybildejándosecaersobreunasilla.

—Hablodeesevilespía,Egremont.

—Estás difamando a un hombre honrado —dijo Sybil dignamente—.Desde que le viste aquí por primera vez, el señor Egremont no ha vuelto apisarestacasa,exceptounavez.

—Élnoteníanecesidaddeentrarenestacasaparahurgarensussecretos—dijo Morley con malicia—. A menos que tuviera una relación con sumoradoramásatractiva.

—¡Eres un descortés y un patán!—exclamó Sybil, alzándose de la sillaconlacaramarcadaporlaira,ytemblandoofendida.

—¡Ohsí!, soyunpatán—dijoMorley—.Séque soyunpatán.Quizá sihubiera sido un noble, la hija del pueblo me hubiera tratado con menosdesprecio.

—Lahijadelpuebloadoralaverdadylosbuenosmodalesdeloshombres,

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StephenMorley.Ydespreciaa todosaquellosquedifamena lasmujeres,yaseannoblesosiervos.

—¿Ydóndeestáesedifamador?

—Pregúntaselo al que te dijo que yo tenía relaciones con el señorEgremontoconcualquierotro.

—Mis ojos, mis propios ojos me lo dijeron —replicó Morley—. Estamañana,cuandolleguéaLondres,supeenquéempleabastusmañanas.¡Sí!—añadiócomoenuntonodeatormentadaaflicción—.Atravesélapuertadelosjardinesyfuitestigodevuestradespedida.

—Nos encontramos por casualidad—dijo Sybil en tono tranquilo y concara de estar pensando en otras cosas—, y con toda seguridad nunca nosvolveremosaver.Peronohablemosdeestasmenudencias.Mipadre,¿cómolepodemossalvar?

—¿Teparecenmenudencias?—inquirióMorley,conlentitudygravedadyacercándoseaellamientras lamirabaa lacara—.¿Creesdeverdadquesonmenudencias, Sybil? ¡Oh! Dime que hablas en serio y entonces… —y sedetuvo.

Sybilledevolviólamirada.Elintensoresplandorquedespedíaelorbedesu rostro se reflejó en sus ojos escrutadores, pero tuvo que apartar la vistaporquelaluchaeradesigual.Sepusoatemblar,yconelcorazónenunpuño,hincósusrodillasentierra.

—Perdóname,perdóname—dijocogiendo lamanodeSybil—. ¡Perdonaalmásdespreciableyentregadodeloshombres!

—¿Porquéperdonar,queridoStephen?—dijoSybildulcemente—.Enlosmomentosmásintensossenosescapanlaspalabrasmásduras.Siamímehaocurridotalcosa,losiento.Siesati,yaloheolvidado.

El reloj de la iglesia de St. John anunció que eran ya pasadas las seis ymedia.

—¡Ah!—dijoSybilretirandosumano—.Mehablabasdelopreciosoqueeraeltiempo.¿Quépodemoshacer?

Morley,queestabaderodillas,selevantóydenuevosepusoacaminarporla habitación como si estuviese sumergido en una profundameditación. Derepente,tomóelbrazodeSybilydijo:

—Nosoportopormástiempoestaangustia,tequieroysinoeresmíanomeimportaeldestinodenadie.

—Nohenacidoparaelamor—dijoSybiltratandodeescondersumiedo.

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—Todoshemosnacidoparaelamor—dijoMorley—.Eselúnicosentidode la existencia. Y tu amor, Sybil—continuó con ardiente patetismo—, hasidoduranteañosel tesoromáspreciadodemivida.Estaes la razónpor laquetantasvecesherondadotucasa,porlaqueheservidoatupadrecomounesclavo y por la que me he embarcado en una causa en la que no creodemasiadoyalaquenoveobuenfinal.Estuimagenlaquehaestimuladomiambición y ha impulsado mi fuerza, la que me ha sostenido en los peoresmomentos y la que me ha asegurado esa prosperidad construida de cosasmateriales que tengo ahora ami disposición. ¡Oh, si te dignaras tan solo acompartirtodoestoconmigo,conesteapasionadocorazónyconesteserqueahorasepostraanteti!Nomerechacesporqueyorepresentolossentimientosylasuertedelpueblo.

—Me asombras, me abrumas —dijo Sybil turbada—. Viniste por otrarazón, hablábamos de otro tipo de sentimientos. Ha llegado elmomento deexigirtequemidasbientusalarmantesyextrañaspalabras.

—Tambiényotengomisexigencias—dijoMorley—ylosminutospasan.Tododependedeeso.

—Enotromomento—dijoSybil,envozbajaycontonodedesaprobación—.¡Hablemosdeesascosasenotromomento!

—Lassimasdemipensamientosehanabierto—dijoMorley—;ynosecerrarán.

—Stephen —dijo Sybil—, querido Stephen, agradezco tus noblessentimientos,peroahoranoeselmomentodehablardeellos.Esmejorquetecontengas,¡amigomío!

—Vineparasabercuálseríamidestino—dijoMorleyfirmemente.

—Es un sacrilegio —dijo Sybil incapaz ya de dominar su emoción—expresarteasíanteunahija,precisamenteenestemomento.

—Nolocreeríasasísimeamarasopudierasamarme,Sybil—dijoMorleyafligido—. ¿Por qué?, es un buen momento para expresar sentimientosprofundos.NohabríashabladodeestemodosielquesehubieraarrodilladoantetisellamaraEgremont.

—Él nunca se hubiera comportado así—lamentó Sybil, completamenteincapazdeescondersudesagrado—,deformatanegoístaeindecente.

—¡Ah, lo quieres! —exclamó Morley, dando un brinco y soltando unaforzadarisotada.

Hubounapausa.En circunstancias normales, Sybil se hubieramarchadode la habitación acabando, así, con esta angustiosa conversación, pero tal ycomo estaban las cosas eso era imposible, ya que en ella residían todas sus

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esperanzasdeayudarasupadre.Morleysedejócaerenunasillafrenteaellayseechóhaciaatrásensilencio,cubriéndoselacaraconlasmanos.Sybilnoestabamuydispuestaavolverasacarlaconversaciónsobresupadre,yaquehabía visto que Morley se daba perfecta cuenta del poder que el tema leconferíasobreella,sobresussentimientosyhastasobresuconducta.Peroeltiempo,untiempoahorallenodetemor,corríaensucontra.EraevidentequeMorley no rompería el silencio. Finalmente, incapaz de soportar por mástiemposutorturadocorazón,Sybildijo:

—Stephen,ségeneroso;háblamedetuamigo.

—No tengoningún amigo—afirmóMorley sin quitarse lasmanos de lacara.

—¡Que lossantosdelcieloseapiadendemí—exclamóSybil—,porquesoymuydesgraciada!

—¡No, no, no! —gritó Morley, alzándose rápidamente de su asiento yarrodillándosedenuevoanteella—.Noeresdesgraciada.¡Nohablesconesaangustia!¿Quépuedohacer?¿Quépuedodecir?Sybil,miadoradaSybil.Tequiero tanto,contantoardorydevoción…Nadiepuedequererte tantocomoyo.¡Diquenoeresdesgraciada!

—¡Aydemí!,¡aydemí!—dijoSybil.

—¿Quéquieresquehaga?¿Quéquieresquediga?—dijoMorley.

—Yasabesloquequieroquedigas—dijoSybil—.Habladeesequeesmipadre,siesqueyanoestuamigo.Yasabesloquequieroquehagas,sálvale,sálvaledelamuerteyladesesperación.

—Estoypreparado—dijoMorley—.Vineparaeso.Escucha.Estanochealasochoymediahayunareuniónenlaqueseplantearáunalzamientogeneralentodoelpaís.Elgobiernolosabeyarrestaráalosqueacudanaella.Cuandolo vi esta mañana esto aún no lo sabía, sin embargo, ahora sé que deboconvenceratupadredequetodoestoescierto.Poresosiloveoantesdelasochoymedia,quenomeserádifícil,podréevitarquevaya,esoes,evitarquevaya.Así se salvará,yaqueelgobiernousará comoprueba losmanifiestos,proclamas y cosas de ese tipo que se firmen allí esta noche. Bien, estoypreparadoparasalvaramiamigoGerard.Poresemotivo,ytalycomotúlodeseas, lo llamaré. Ya le he servido antes, hace mucho tiempo, vine desdeMowbrayparaservirleysalvarlo.Estoypreparadoparahacerloquemepidesperodebesadmitirquenoesfácilydeberíasapreciarloaúnmásviniendodealguienaquienconocesdesdehace tanto tiempoyque,como túmismahasconfesado, tienes en tanta estima. Estoy preparado para llevar a cabo estenobleservicio,parasalvardelamuertealpadreydeladesesperaciónalahija.Ojaláellamedijera:«Notengomásqueunarecompensayyaestuya».

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—Heleídoalgodeeseestilo—dijoSybilenuntonosusurranteymirandoinquieta a su alrededor—. ¿Debería llamar amor a esta especie de trato desangre?;peroasífuesiempreentreelopresoryeloprimido.Estaeslaprimeravez que una hija del pueblo es asaltada por alguien que, perteneciendo a lamismaclase,ejercesuautoridaddesdeunaconfianzanacidadelacompasióny la pena. Es amargo, amargo paramí y para losmíos, pero en tu caso esperversión.

—¿Esesaturespuesta?—dijoMorley.

—Sí—dijoSybil—;porlaVirgenSanta.

—Entonces,buenasnoches—dijoMorleydirigiéndosealapuerta,perosediolavueltacuandosedisponíaaabrirlaporqueoyólavozdeSybil:

—¿Dóndesereúnenestanoche?—preguntóellaconvozmássuave.

—Estoyobligadoaguardarelsecreto—dijoMorley.

—Tualmanoconocelabondad—dijoSybil.

—Nuncalahaconocido.

—Siemprefuimostusamigos.

—Unaflorquenodiofruto.

—Estemomentoserecordaráeldíadeljuiciofinal—sentencióSybil.

—Quizá entonces la Virgen interceda por mí —dijo Morley en tonoburlón.

—Nos lo merecemos —reflexionó Sybil— por haber albergado a untraidorennuestroscorazones.

—¡OjaláhubierasidounherejecomoEgremont!—dijoMorley.

Sybilrompióallorar.Morleyseacercóaella:

—Jura por la Virgen María, por todos los santos, por la esperanza dealcanzar el perdón y por tu buen nombre; jura sin dudas, sin reservas,plenamente y de verdad que nunca concederás tu corazón o tu mano aEgremont.Siasílohaces,yosalvaréatupadre.

Como en voz baja, pero con terrible gravedad,Morley le ordenaba queprestaseestejuramento.ElrostrodeSybil,yapálido,setornótanblancocomoel venerable mármol de un sagrado nicho. Sus enormes ojos negros seperdieronenelinfinito,unligerogestodeagoníasobrevolófugazmente,comounanube,supreciosafrente.Despuésdijo:

—Juroquenuncaconcederémimanoa…

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—Nitucorazón,nitucorazón—insistióMorleyconimpaciencia—.Noteolvides de eso. Jura otra vez por lo más sagrado que no lo amas. ¡Estádudando!,¡ah!,¡seruboriza,sí!—UnbrilloabrasadorinundólasmejillasdeSybil—. ¡Lo ama!—exclamóMorley violentamente y salió corriendo de lahabitación.

Capítulo5

Sybilestabadesasosegadayrendidaanteestas inesperadasy tumultuosassúplicas.Estasatrocesexaltaciones,queaparecíanenunmomentoenqueellatrabajaba sin grandes sobresaltos, perturbaban la tranquilidad de su espíritu.Porunmomentosupensamientoparecióabandonarla,ningúnsonido,ningúngesto,ningunareacciónalasúltimaspalabrasdeMorley,asudespedida.Solodespués de oírse el ruido de la puerta al cerrarse, retumbando en todo elpasillo, ella se dio cuentade todo loquehabíaocurridoyde lomuchoqueestabaenjuego.Haciendounúltimoesfuerzoporsupadre,salióraudadelahabitaciónparallamaraMorley.Fueenvano.Estehabíadesaparecidoporlasenmarañadas callejuelas que rodeaban la casa. Su nombre sonó como unlamentoenel silenciode laviejaplazaSmith,unavezyotra,peronohuborespuesta.

La oscuridad y el miedo se apoderaron del ánimo de Sybil. Incapaz dehacer frente a la confusión y al desconcierto, abatida por una extraordinariasensacióndedesamparo,sesentóenunodelospeldañosdelaescaleraantelapuertadelacasa,enellúgubrepatiorodeadodeverjasysecubriólacaraconlasmanos.Comoenunsueño,supasadoyfuturoaparecieronanteellalibresde pensamiento, sentimientos, sentidos o trascendencia. Destelloscrepusculares de sueños que se desvanecían. Tormentas intermitentes de unhadoamenazador.

ElrelojdelaiglesiadeSt.Johndiolassiete.

Fue lo único que se escuchó en aquella plaza silenciosa y tranquila.Unsonidocelestial,eldelaiglesiadeSt.John.

Sybilalzó lamiradahaciaelsagradoedificioyescuchóaquellossonidosnomenossantos.StJohnlecontóqueelpeligroquesupadrecorríaeraahoramucho mayor. ¡Oh, por qué están los santos en el cielo si no tienenmisericordia!LaspalabrasqueMorleylahabíaobligadoajurarresonabaneneloídodeSybil:«JuraporlaVirgenyportodoslossantos».

¿Acasonodebíarezarellaante laSantaVirgenytodoslossantos?Sybilempezó a orar, sobre todo por su adorada iglesia de St. John, que eramuy

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queridaentrelosjudíos,encuyosenoreposabaeldivinoAmigo.

La luzyelvalorvolvieronalánimodeSybil,quesesintió invadidaporunasensacióndealegreyapasionadaconfianzacapazdemovermontañasydeluchar sinmiedocontramilpeligros.Tenía la certezadequeel cielo estabaconella.Selevantódelescalónyentróenlacasaparaponerseunvestidomásadecuadoparacaminar.Después,sola,singuía,cuandocaíanyalassombrasde la noche, esta inocente chiquilla de divinos pensamientos, nacida en elcampoycriadaenunconvento,salióaloslugaresmásfrecuentadosdelamásfiera y bulliciosa de las ciudades modernas para cumplir y entregarse a sudifícilmisión.

SybilconocíabienelcaminohastaelPalaciodeAsambleas.LlegóprontoyquisoqueelcocherolacondujerahastaunacalleenelStrand,dondehabíauncaféenelquelaspocaspersonasquequedabandelaConvenciónNacionalhabían celebrado algunas sesionesdurante susúltimas estancias enLondres.Sybilsabíatodoestoporpuracasualidad,yaquecuandoellasolíaacudiralassesionesparaescucharlosdiscursosdesupadrefueenelmejormomentodelaconvención,cuandolaasistenciaeramultitudinariayseatrevíanaoponersefrontalmenteaunSt.Stephenaquienpretendían sustituir.Este recuerdo tananecdótico era su única pista en la apremiante aventura en la que se habíaembarcado.

AlpasarporlaiglesiadeSt.Martinechóunainquietaojeadaalrelojdelcampanario. Lamanilla estaba acercándose a las siete ymedia.Apremió alconductor. Estaban en el Strand, pero el tráfico estaba cortado. Ya estabadispuestaadescenderdelcoche,cuandosedespejólacalley,pocosminutosdespués,entrabanenlacallequebuscaban.

—¿Quénúmerobusca,señora?—preguntóelcochero.

—Esuncafé.Noséelnúmeronielnombredelencargado.Esuncafé.¿Vealguno?¡Mirebien,mirebien,seloruego!Tengomuchaprisa.

—Ahíhayuncafé,señora—dijoelhombreconvozronca.

—¡Québuenoesusted!Sí,mebajoaquí.¿Meesperaráaquí,verdad?

—Está bien —dijo el cochero mientras Sybil cruzaba una puertailuminada.«¡Pobrechiquilla!,algolatienemuynerviosa».

Inmediatamente después, Sybil entró en una sala bastante amplia conmesas de madera de caoba, al estilo de los antiguos locales, donde varioshombresbebíancaféy leíanelperiódicoa la luz intensade las lámparasdegas.Enelcentrodelasalahabíauncamareroqueesparcíaarenafrescaporelsuelo.AlveraSybilsequedómirándola.

—¿Quéseleofrece,señora?—dijoelcamareroconcuriosidad.

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—¿EstáelseñorGerardaquí?—dijoSybil.

—No,señora.ElseñorGerardnohavenidoniayernihoy—ycontinuóesparciendoarenaporelsuelo.

—Desearíaveraldueño—dijoSybilhumildemente.

—¿Deverdad,señora?—dijoelcamarerosinmostrarintenciónalgunadehacerlecaso.

Sybilvolvióadecirloperoestavezelcamarerosequedócallado.

EstadesidiachabacanaeinsolentealaqueSybilnoestabaacostumbradaladesanimó.Sihubieratenidoquehacerfrenteatiranosyopresores,sehabríaenfrentadoaellos.Sinembargo,esta insolenciaporpartedeaquellapersonavulgarlehacíasentirvulgartambiénaella,yveralosclientessumidosenlalectura de los periódicos agudizaba aúnmás su sensación de inquietud y deextremodesamparo.Su recatoydiscreción femeninasseapoderarondeella.Sola, en esta habitación rodeada de hombres, se sentía intimidada. Estaba apuntodemarcharsecuandodieronlassieteymediaenelrelojdelcafé.Conlosnerviosañordepielexclamó:

—¿Hayalguienaquíquemepuedaayudar?

Todosloshombresdejarondeleerelperiódicoylamiraronfijamente.

—¡Tate!—dijoelcamareroysaliódelahabitaciónechandoarena.

—Bueno,¿quépasaahora?—dijounodelosclientes.

—Quisieraveraldueñodeestelugarporuntemaurgente—dijoSybil—.Soloquieroverleaéloaalgúnamigosuyo,yaqueunodesuscamareroshasidoincapazdeatendermissúplicas.

—Digo yo, Saúl, ¿por qué no has respondido a la señorita?—dijo otrocliente.

—Sílohice—dijoSaúl—.¿Hapedidocafélaseñorita?

—AquítienealseñorTannersilenecesita,querida—dijoelprimerclientemientras un individuodepelo canoso connariz roja y aspectodemacradoysombrío entraba en el café por una puerta interior—. Tanner, aquí hay unaseñoritaquepreguntaporti.

—Yunaseñoritamuybonita—susurróunhombreaotro.

—¿Aquésedebeesteplacer?—dijotoscamenteelseñorTanner.

—Megustaríahablarconustedasolas—dijoSybily,dirigiéndosehaciaél,añadióenvozbaja—:querríahablarledeWalterGerard.

—Bueno, puede pasar aquí si lo desea—dijo Tanner de un modo muy

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descortés—: solo estámimujer—y se dirigió hacia una habitación interiorcon un recibidor pequeño y cerrado, decorado con retratos de Tom Paine,Cobbett,ThistlewoodyelgeneralJackson.Aunqueenplenomesdejulio,lachimeneaestabaencendida, locualaumentaba lasensacióndecalor.Juntoaella una mujer muy gorda bebía licor de limón con agua y leía relatospoliciales. Cuando Sybil entró siguiendo a Tanner la mujer la miró fija yburdamente.Después,alcerrarselapuerta,Tannerdijo:

—Ybien,¿quéesloquetienequedecirme?

—QuisieraveraWalterGerard.

—¿Deverdadquiereverlo?

—Y—continuóSybilignorandoeltonoburlóndelcomentariodeTanner—,hevenidoaquíporqueustedmepuededecirdóndeestá.

—CreoqueviveporWestminster—dijoTanner—;esoes todoloquesédeélysiesoeratodoloqueustedteníaquedecirmelopodíahaberdichoenelcafé.

—Esonoestodoloqueteníaquedecirle—dijoSybil—,ylesuplicoquemeescuche.SédóndeviveGerard;soysuhijay,porlotanto,compartimoselmismo techo. Pero necesito saber dónde se van a reunir esta noche. ¿Meentiende?—ymiróalamujerdeTanner,quehabíavueltoalalecturadesusrelatospoliciales—.Esurgente.

—NosénadadeGerard—dijoTanner—.Salvoquevieneporaquíparaluegovolveramarcharse.

—Eltemaporelquetengoqueverlo—dijoSybil—esmásimportantedeloquepuedapensarytambiéntienequeverconusted,perosinosabedóndelopuedoencontrar—ehizoungestocomoparamarcharse—,notienesentidoinsistir.

—Espere—dijoTanner—,cuéntemelo.

—¿Porquédeberíahacerlo?Nose lopuedodeciryustednosabedóndeestá.

—Esonolosabemos—dijoTanner—.Venga,suéltelo,ysiesasufavor,veremossilepodemosencontrar.

—Yosolopuedocomunicarlemisnoticiasaél,anadiemás—dijoSybil—.Estoyobligadaaello.

—NoencontrarámejorconsejeroqueTanner—dijolamujerempezandoainteresarse—,serámejorquenoslodiga.

—Noquieromásconsejoqueelqueustedpuedadarme,siasílodesea.Mi

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padremeenseñóqueencasodequefueranecesario,eradevitalimportanciaque le viera esta noche.Antes de las nueve en punto yo debía venir aquí yconseguir que usted me diera la dirección del lugar en el que podíaencontrarlo.Ladirección—añadióSybilenvozmásbajaymirandoaTanner—dondeestanochesecelebraelconsejosecreto.

—Ejem —dijo Tanner—, veo que está en el grupo de los rebeldes. Y¿cómopuedosaberqueesdeverdadlahijadeGerard?

—¡Nodudedemí!—dijoSybilorgullosamente.

—¡Ejem!—dijoTanner—, no sé si puedo hacer gran cosa.—Y susurróalgoaloídoasumujer.Sybilseapartódeellostodoloquepudo.

—¿Ydiceustedqueestasnoticiassonimportantes?—resumióTanner—.¿Ytienenqueverconmigo?

—Tienenquever con todos vosotros—dijoSybil—;y cadaminuto quepasaesdevitalimportancia.

—Megustaríairconustedyasínohabríaerrores—dijoTanner—,peronopuedeser,tenemosunareuniónaquíalasochoymedia.Nomegustaromperlasreglassobretodoentemascomoestos.Sinembargoyteniendo,talycomoustedhadicho,quevercontodosnosotros,ysiendounacuestióntanurgente,noveoquétendríademalo.Ojalápudierasabersiustedpertenecealgrupo.

—¿Cómopuedoconvencerlo?—preguntóSybilnerviosa.

—Quizálaseñoritatengalamarcaensuropa—sugiriólamujer—.¿Tieneustedunpañuelo,señora?

Cogió el pañuelo de Sybil y lo examinó por delante y por detrás, y portodaslasesquinas;peronoteníamarcaalguna.EstainesperadasituacióncontantoreceloapuntoestuvodetirarportierratodoslosesfuerzosdeSybilsinohubierasidoporquealsacarelpañuelosalióunacartaqueestabaescritaporHattonydirigidaaella.

—Parecequepertenecealgrupo—dijolamujer.

—Bueno—dijoTanner—,supongoqueconoceráelpaseodeSt.Martin,bien,subaporélhastaquelleguealabarriadadeLasSieteCaras,unavezallí,continúe andando. Resulta francamente difícil darle instrucciones, es ustedmismaquiendebeencontrarelcamino.EslacalleHuntnúmeroveintidós,quesalede la calleSilver.Esuna calle sin salida conuna señaldeprohibido elpaso.Despuésdeberádoblarporunacallejuela.¿Seacordarádetodo?

—Metemoqueno.

—Númeroveintidós,calleHunt,saliendode lacalleSilver.Noseolvidedelacallejuela.Esunbarriorepugnante,perovaporquequiere.

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—Sí,sí.Buenasnoches.

Capítulo6

ApremiadoporlassúplicasdeSybil,elcocherofueatodaprisa.Sorteandotoda clase de obstáculos, con pleno dominio del tiempo y el espacio, y lasolturadeunauriganativolondinense,llevóelcarruajeporatajosyrecónditascallejuelas.Sabíacómoevitarcualquiercalletransitada.Lascasas,lasgentes,los vestidos, los modos, el lenguaje de las calles por las que tan velocespasaban parecían pertenecer a otra nación, a otro estado, cuando secomparabanconloshabitantesdelaszonasmásexquisitasdelaciudad.Tanprontoseveíancallesoscurasconropavejerías,comomercadosdecasqueríaycarroña donde la sangre corría por los desagües. En algunosmomentos loshumosdeunadestileríaconoloralevadurainundabanelcamino;enotrossesumergían en un laberinto de callejuelas donde bullía la vida, y donde elratero, el carterista, el ladrón o el asesino encontraban una variada yagradecidaclientela.Paracadatrabajillohabíaunsocio,yparacadagananciaunmercado.

El largocrepúsculodelverano tocabaa su fin, laspálidas sombrasde laluna empezaban a acercarse a hurtadillas, las luces de gas comenzaban aencenderse en las tiendas de casquería y tocino y las linternas de papeladornabanyalospuestosylascasetas.Cruzaronunaampliacallepropiadelacapitaldeunpaís.Estabailuminadaporlaslicorerías,yunamultitudpaseabatranquila, acompañada por una suave aunque extraña brisa, regateando,blasfemando, bebiendo, riñendo y variando tanto de negocio como delibaciones.Losgolpesdebuenhumor, lasprocacidadesy lasexpresionesdesupicantejergadestellabanentrelairreverenciadesusferocesdisputas.

Absortaensumisión,Sybilprácticamentenosedabacuentadelasescenasque iba dejando atrás. Imágenes y sonidos que en otro momento hubieranatemorizado su oído y sus ojos pasaban ahora desapercibidas. No podíafaltarlesmuchopara llegar, estaban cruzandouna calle amplia y a punto deentrarenotraseriedecallespequeñasysombríascuandoelcaballo,azuzadoporelcocheroenunúltimoesfuerzopor llegar,saltóhaciadelantehaciendoquelaruedasedesprendieradelcoche.

Sybillogrósalirilesadelvehículo.Inmediatamenteseformóungrupodecuriososalrededordelcarruaje;ladronesnovatosqueporsuedadpodríanestaren el colegio, un basurero, unamujer borracha y casi desnuda, dos rufianescon la crueldad grabada en cada rasgo de su cara, la pipa en la boca y lasmanosenlosbolsillos.

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—Nopodemoscontinuar—dijoelcochero—,sontreschelines.

—¿Quévoyahacer?—dijoSybilsacandoelmonedero.

—Lomejorquelaseñoritapuedehacer—dijoelbasureroconvozronca—esinvitarnosaalgo.

—Laspintancalvas—pronuncióconvozchillonaunladronzuelo.

—Encantadadedaruntragoatusalud,querida—mascullóentrehiposlamujer.

—¿Cuánto tienes ahí? —dijo el ladronzuelo precipitándose hacia elmonederodeSybilperosinpoderllegarporfaltadealtura.

—Sinviolencia—dijounodelosrufianessacándoselapipadelabocayechando el humo en la cara de Sybil—, llevaremos a la señorita alMotherPoppy,ynoscorreremosunabuenajuerga.

En ese precisomomento, y viendo que había problemas con uno de loscarruajes propiedad de la Corona, apareció uno de los policías que solíanpatrullarelbarrio.

—Hola—dijo el policía—, ¿qué pasa aquí?—y el cochero, que era unbuen muchacho pero con demasiados problemas como para ayudar a Sybilexplicó todo lo ocurrido con los gestos y el lenguaje pintoresco de unauténticonativolondinense.

—¡Vaya!, ya basta —dijo el policía—. ¿Es ella la respetable señorita?Entonces, leaconsejaréaustedyaDick-Aliento-del-infiernoquesalganporpatas,yqueseaporpatas-largas.Continúesucaminoseñora,siga,vamos—ycogiendoalamujerporelhombrolaempujóconfuerza—.Yvosotros,¿quéqueréis?—preguntóbruscamentealosmuchachos.

—QueremosunbilleteparaelAlberguedeMendigos—dijoel jefedelabanda, metiéndose el dedo en la nariz mientras se alejaba seguido de supandilla.

—¿AsíquequiereiralacalleSilver?—dijoeloficialaSybil,quehabíapreferido no declarar sus verdaderas intenciones para mantener a la policíaalejada del lugar de reunión—. Bueno, no es demasiado difícil. Siga recto,coja la segundacallea laderecha,después la terceraa la izquierda,yhabrállegado.

AyudadaporestasinstruccionesSybilsepusoencaminointentandopasarlomásdesapercibidaposiblealamparodelaoscuridaddelanoche.Llegóalacalle Silver. Era una calle larga, estrecha y de pronunciadas pendientes.Nohabía demasiada gente, había pocas tiendas pero al ver una a su lado, entróparapreguntarcómocontinuarsucamino.Elhombreacargodelacajaestaba

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ocupadoyhabíamuchosclientesesperandoturno.EltiempocorríaencontradeSybil,querecibióunamiradadedespreciodel tendero,queestabaenesemomento pesando algunos artículos. Un hombre joven, apuesto, de aspectopocoeleganteperoconmásclasequeelrestodelaspersonasdelbarrio,yqueparecíaestaresperandoaqueleatendieran,sedirigióaSybil.

—YovoyalacalleHunt—dijo—,¿quierequelaguíe?

Ellaaceptóagradecida.

—Sinomeequivoco,estácerca¿verdad?

—Estáaquímismo—ytorcióporunacalle—.¿Adóndeva?

—Alnúmeroveintidós;esuna imprenta—dijoSybil.Lacalleestaba tanoscuraqueensudesesperaciónseaventuróaconfiarenunguíaaunqueestaveznofuesepolicía.

—El mismo lugar al que voy yo —dijo el extraño—, trabajo en laimprenta.—Y caminaron juntos hasta que se pararon delante de una puertacon cristales iluminados y cubiertos por una cortina roja. Delante había unalborotadogrupodehombresymujeresquenosepercatódelapresenciadeSybilysucompañero.

—Ya hemos llegado —dijo el hombre y empujó la puerta invitando aentraraSybil.

Ella dudó, la descripción que le había dado el dueño del café no secorrespondíaconloqueestabaviendo.Sinembargo,Sybilhabíavisto,sentidoy pasado por tantas cosas que sumemoria ya no era su buenamemoria desiempre. Mientras ella vacilaba, una puerta interior se abrió violentamente.Sybilseapartóyviosaliradoschicasque,aunquebebidasyconcoloreteenlacara,eranhermosas.

—Este no puede ser el lugar—exclamó Sybil caminando hacia atrás einvadidaporelterrorylavergüenza—.¡Ah,VirgenSantísima,ayúdame!

—Esaesunasantapalabraparausarlaeneste impíolugar—exclamóunescocésdelosqueestabanfuera.

—SiperteneceanuestraSantaIglesia—dijoSybildirigiéndosealhombreque había hablado y del que ella se había apartado cuidadosamente—. Lesuplicoporlomássagradoquemeayude.

—¿Yporquénoibaahacerlo?—dijoelhombre—.Quisieraverelchuloqueosehacerladaño—ymiróalrededorperoelhombrehabíadesaparecido—.Diríaqueustednoperteneceaesteambiente—añadió.

—No,soyunahermanadeCristo—dijoSybil—.Escúcheme,buenamigo.Tengo prisa por ver a mi padre, está en la calle Hunt y corre peligro. No

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conozco el camino y el tiempo corre enmi contra. ¡Guíemehasta allí se loruegohonestamente,deverdad,guíeme!

—¿Por qué no iba a hacerlo?, no tema, querida. ¡Su pobre padre estáenfermo! ¡Ojalá tuviera yo una hija como usted!No estamos lejos.Deberíahaber tomado la siguiente calle. Tendremos que subir otra vez, es una callepequeñasindemasiadagente.Vamos,notengamiedo.

Sybilnoteníamiedo,yaqueladescripciónqueestehombretangentil lehabíadadocoincidíaconsusseñas.Animándolaconamablespalabrasyunatosca cortesía, el buen escocés la condujo hasta el lugar que durante tantotiempo había buscado. Allí estaba, bien iluminado, el patio por el que lehabíandichoqueentrara.Bajólosescalones,separódelantedeunapuertaquehabíaasuizquierda,yllamó.

Capítulo7

LamismanocheenlaqueSybilseenfrentabaatantospeligros,lossalonesde la casa Deloraine brillaban con miles de luces encendidas para dar labienvenida al mundo del poder y la buena sociedad en una fiesta de unaopulencia sin precedentes. Situada frente a un parque real, la casa, con suslargas hileras de ventanas iluminadas y los estallidos de una maravillosa yalegremúsica,despertólaadmiraciónyelinterésdeotrogrupodegentequetambién se había reunido en elmismo barrio elegante, bajo una bóveda nomenosbrillante,yapoyadaenunsofácasiigualdelujoso,puesleiluminabalasestrellasydescansabasobreelcésped.

—Digoyo,Jim—dijouningeniosojovendecatorceañosaltiempoquesedesperezaba en la hierba—,medanpena los cocheros de estos carruajes dealquiler,sepasanlanochesentadosenlospescantesmientraslospoderosossedanlavidapadre.Esquenodescansan.

—Perotienencervezaamarga—contestósuamigo,unsertranquiloyconuno o dos añosmás que Jim—,mira, se pimplan las dos clases de cervezamezcladas en una, y se la beben a tragos. Luego, cuando les llama elencargadodel«hachadeviento»,conquienhanpactadoantes,este lesgrita«aquí»yasíescomolograrhacersutrabajo.

—Creo que me gustaría ser uno de los encargados de guiarles con laantorcha,Jim—dijoelmásjoven.

—Ojaláloconsiguieras—fuelarespuesta—eslomejordespuésdepencarcomobarrenderodecruce.Todoelmundoandadetrásdeeseoficio cuandoquieren lucir el palmito; pero enseguida te das cuenta de que necesitas un

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arreglo, porque no dejan entrar a nadie amenos que te pongas farruco conellos.

—Mepreguntoqué tendrán lospoderososparacenar—dijopensativoelmásjoven—.Seguroquemuchosriñones.

—¡Oh!Nadadeeso,losdulcessonlosplatosfuertesdeestascomilonas;dulces de nata, licor y zumo de limón hasta hartarse y el juego ese delsnapdragon,quehacepalideceracualquiertuercebotas.

—Leagradecería,señor,quenopisotearaaestechico—dijounaviudaqueteníaatresniñosdormitandoasualrededoryaotro,elmáspequeño,envueltoensuchal.

—Señora —contestó en aceptable inglés aunque con fuerte acento lapersonaalaqueellasehabíadirigido—,hepasadomuchasnochesalrasoenmuchospaíses,peronuncaconuncamaradatanjoven.Leruegomilperdones.

—Señor,esustedmuyamable.Estasnochestancálidassonunabendición.Sinembargo,ignoroloqueserádenosotroscuandolashojasempiecenacaerdelosárboles.

—Cuando eramuchacho serví en la península a las órdenes de Soult, yluchécontraDiebitschenlasmárgenesdelheladoVístula—dijoelpolaco—.Nopienseenelmañana,traemuchoscambios.—Ycolocándoselacapaqueesemismodíahabíadesempeñadoserindióalsueñoconesafacilidadqueestancorrienteentrelossoldados.

En ese momento comenzó una pelea; dos chicas empezaron a reñir y ainsultarse;inmediatamentedespuésaparecióunhombrequelascastigóylogrósepararlas.

—Soyalguacildeestelugar—dijo—yaquínotolerobroncas.Parecequeos gusta que los magistrados nos amenacen con expulsarnos de donde nosalojamos.

Suautoridadparecíaserbastantereconocidaporquelaschicassecallaronaunque ya habían despertado a un hombre que dormía y que con miradaasustadaselevantódiciendo:

—¿Dóndeestoy?¿Quépasaaquí?

—¡Oh!Nopasanada—dijoelmayordelosdosmuchachosquevimosalprincipio—,solodosdesgraciadasquehanrobadounrelojaunhombrequeestababorrachoysehabíaquedadodormidobajolosárbolesentreKensingtonyellugarenelquenosencontramos.

—Hubiera agradecido que no me despertaran —dijo el hombre—. Hellegado esta mañana andando desde Stokenchurch, y eso está a sesenta

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kilómetros,paraver si encontraba trabajoyme fui adormir sin cenar.Raroseríaquenosueñeconunapatadecerdoasada.

—Elmíonohasidoundíadesuerte—comentóelmuchacho—.Nopudeconseguircuidarniunsolocaballo,exceptounoqueestabaenlaCámaradelosComunes.Metuvequequedarallídurantedoshorribleshorasy,cuandoeldueño salió, dijo que ya me tendría en mente la próxima vez. Hoy no heprobadoaúnniunpedazodecomida,solounpocodealimentoparagatosyuna patata fría que me dio un cochero, pero tengo un poco de tabaco demascar,asíquesiustednotienesuficientelopodemoscompartir.

Mientras tanto, lordValentiney laprincesaStephaniedeEurasberg juntocondosacompañantespropiosdeellosbailabanlapolcaunavezmásantelaadmiradaconcurrenciaqueocupabalacasaDeloraine.Elbailesecelebrabaenla galería de las estatuas. La iluminación, al modo ruso, hacía destacar elcontorno de aquellasmarmóreas formas llenas de gracia y finura al mismotiempoqueproporcionabaunadifuminadaluzatodoellugar.

—¿DóndeestáArabella?—dijolordMarneypreguntandoporsumadre—.Quiero presentarle al joven Huntingford. Puede serme útil, pero es tanaburridoquenopuedohablarconél.QuieropresentárseloaArabella.

—Arabellaestáenel salónazul.LaacabodeverconCharlesyel señorJermyn.ElcondeSoudriaffskylesestáenseñandoalgunostrucosrusos.

—Y a mí qué me importan los trucos rusos, debe hablar con el señorHuntingford.Tododependedesutrabajoconmigoenesalíneadeferrocarrilde nunca acabar. Me han negado la indemnización y no voy a quedarmeviendocómohacenpedazosmispropiedadessinrecibirunacompensaciónacambio.

—Mi querida señora Deloraine —dijo la señora De Mowbray—, ¡québonitaestásugaleríaestanoche!,verdaderamentenohaynadaquequedetanbonitoiluminadoentodoLondres.

—Susmejoresgalassonlosinvitados.EstoyencantadadeveralaseñoraJoancontanbuenaspecto.

—¿Esopiensa?

—Porsupuesto.

—Desearía…—yenesemomentolaseñoraDeMowbraysonrió—,¿quélepareceelseñorMountchesney?

—Tienelaadmiracióndetodoelmundo.

—Esodicentodosy,sinembargo…

—Bueno, ¿qué piensa de la señorita Dashville, Fitz? —dijo el señor

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BernersalordFitzHeron—;levibailandoconella.

—Nolasoporto.Intentasernaturalysoloconsigueserunamaleducada,confunde la insolencia con la inocencia, dice lo primero que le viene a lamenteysecreegraciosacuandosoloesunaatolondrada.

—Esdeslumbrante—dijolaseñoraJoanalseñorMountchesney.

—Cuandoestásaquí—murmuróél.

—Y,sinembargo,unbaileenunagaleríadeartenoes,enmiopinión,algodebuengusto.Laesculturanoesalgoqueinvitealafiestasinomásbienalsosiego.¿Nocree?

—Totalmente—dijoelseñorMountchesney—.LaspasadasNavidadesenMatfieldestuvimosbailandoenlagaleríayyopensabaconstantementequenoeraellugarmásadecuadoparaunbaile,esdemasiadolargoyestrecho.

LaseñoraJoanlemiró,ysulabiosecurvóligeramente.

—MepreguntosiValentinehavendidoyaesajacadecolorbayoquetiene—dijolordMilfordalordEugenedeVere.

—Esomepreguntoyo—dijolordEugene.

—Ojalápudieraspreguntarle,Eugene—dijolordMildford—,yasabes,noquieroquesepaloquequiero.

—Hacerpreguntasestanaburrido—dijolordEugene.

—¿Deberíamos llevar a Chichester?—preguntó la señora Firebrace a laseñoraSt.Julians.

—¡Oh!, no me hable más de la Cámara de los Comunes —respondiódesesperada—.¿Dequésirveganarterrenoporpartes?Podemostardaraños.Elprotocolodellorddiceque«unoessuficiente».EseasuntodeJamaicahaacabadoporhacerlesrealmentefuertes.

—No desespero—dijo la señora Firebrace—.La adhesión del duque deFitz-Aquitaniaessinlugaradudasungranpaso.NosproporcionaráeldistritodelnortecuandosedisuelvanlasCámaras.

—Eso significa cinco años, mi querida señora Firebrace. El país estaráarruinadomuchoantes.

—Ya veremos. ¿Ha habido acuerdo entre la señora Joan y el señorMountchesney?

—Esonotienesentido.LaseñoraJoanesunamujersensata,encantadorayunaqueridaamiga.Notieneprisaporcasarseyhacebien.SiFrederickfueraunpocomásconstanteyonoveríaningúnproblemaenquesecasaran,pero

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piensoqueélnoesdignodeella.

—Esustedunamadretanbuena—exclamólaseñoraFirebrace—,¡ytanbuenaamiga!EstoyencantadadeescucharquelodelseñorMountchesneynoesverdad.

—Sipudieraustedayudarme,miqueridaseñoraFirebrace,aponerfinalarelacióndeFredericky laseñoraWallington.Esmuytontoy todossabemosqueélaquienverdaderamenteamaesalaseñoraJoan,peronolove.

—Tenemosqueconseguirlo—dijolaseñoraFirebracemisteriosa.

—Hágalo,querida,hableconél.Suopiniónsiemprelehainfluidomucho.Dígalequetodosseríendeélocualquierotracosaqueseleocurra.

—Ahoramismovoy—dijolaseñoraMarneyasumarido—,solodéjameverestounmomento.

—Estábien, traeréaquíaHuntingford.Se lo ruego,hablemuchoconél;tómeledelbrazoybajeconélacenarsipuede.Aunquetímidoalprincipio,esuntiposimpáticoyprudente;legustará,estoyseguro.Solonecesitaqueledenconfianza.

Una acertada descripción para uno de los cachorrosmás antipáticos quejamásentraraaformarpartedelaaltasociedad.Solicitadoportodosyconesegrado de astucia que levantaba sospechas en cuanto dispensaba cualquiercumplido.

—¡EsteterriblelordHuntingford!—dijolaseñoraMarney.

—Jeremy y yo intervendremos en esto —dijo Egremont—, y leayudaremos.

—No, no—dijo la señoraMarneymoviendo la cabeza—, soy yo quiendebehacerlo.

Enesemismoinstanteunodelosmayordomosdecámaraseaproximóy,llevándoseaparteaEgremont,ledijoentonobajo:

—SeñorEgremont,sucriadoestáaquíydeseaverleinmediatamente.

—¡Mi criado! ¡Rápido! ¿Qué diablos querrá? Espero que Albany no sehayaincendiado—yabandonólasala.

FueraenelvestíbuloyentreunamultituddelacayosEgremontreconocióasucriado.Esteseacercódeinmediato.

—Unporterotrajoestacarta,señor,ypenséquedebíadárselaalmomento.

La carta iba dirigida a Egremont y tenía sobrescritas las siguientespalabras:«EstacartadebeserentregadaconurgenciaalseñorEgremontdonde

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quieraqueseencuentre».

Egremont,conelgestodescompuesto,sehizoaunlado,abriólacarta,yempezóaleerlaalaluzdeunalámpara.Eraunacartabreve,perocuantomásavanzabaensulecturamássedescomponíasurostro.Cuandoacabódeleerlase quedó unos momentos absorto en sus pensamientos. Después, alzó lamirada, mandó retirarse a su criado sin darle instrucción alguna y,apresurándosehaciadondeestabanlosdemás,preguntóalmayordomosilordJohnRussell,aquienhabíaobservadoenelcursodelavelada,estabatodavíaallí.Lerespondieronquesí.

Alrededor de un cuarto de hora después de que ocurriera todo esto, laseñoraFirebrace, en un tono demisteriosa inquietud, le dijo a la señora St.Julians:

—¿Veseso?

—No,¿elqué?

—Hazcomosinoestuvierasmirando.LordJohnyelseñorEgremontenlaúltimaventana.Llevanahídiezminutosenfrascadosenunaconversación.Metemoquelehemosperdido.

—Loesperaba—dijolaseñoraSt.Julians—.DesayunaconesetalseñorTrenchard,yhace todoese tipodecosas.Loshombresquedesayunan fuerasonensumayoríaliberales.¿Notehabíasdadocuentadeeso?Mepreguntoporqué.

—Esomuestraunamenteinquietayrebelde—añadiólaseñoraFirebrace—,incapazdecentrarseenalgoyquesolosabecorrerdetrásdeloscotilleoscuandoestosaparecen.

—Sí —dijo la señora St. Julians—. Pienso que aquellos hombres quedesayunanfueraoquedandesayunossonpersonaspeligrosas.Yonoconfiaríaenellos.Aloswhigslesencantanesetipodecosas.SielseñorEgremontseuneaellos,laseñoraDelorainenovaapoderconseguirnada.

—Ella solo quiere una cosa —dijo la señora Firebrace—, y nosotrassabemosqueesonopodráser.

—¿Porqué?

—PorqueloconseguirálaseñoraSt.Julians.

—Esusteddemasiadoamable—dijoentresonrisas.

—No, le aseguroque lordMasquemedijoqueSuAlteza…—yenestemomentolaseñoraFirebraceempezóasusurrar.

—Bueno—dijolaseñoraSt.Julians,sindudamuysatisfecha—,nocreo

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queyoseaesetipodepersonaqueolvidaasusamigos.

—¡Deesoestoysegura!—dijolaseñoraFirebrace.

Capítulo8

Detrás de la imprenta, en la puerta en la que habíamos dejado a Sybil,habíaunpatioporelquesellegabaaunlocalqueenuntiemposeusócomotaller pero que hoy ya estaba vacío. En un desván situado encima de unaamplia habitación había cinco hombres que parecían estar muy ocupados;Gerarderaunodeellos.Losúnicosmueblesquehabíaeranunascuantassillasyunamesademaderadepinosobrelaqueseapoyabanunasolitarialámparayalgunospapeles.

—Dependemosdeello—dijoGerard—,debemosseguirtrabajandoporlahuelganacional.Nuncapodremosserefectivossinonosmovemosa lavez.Nodisponendetropassuficientescomoparafrenarunmovimientogeneral,ylahuelgaeselúnicomododeasegurarnoslaunidaddeacción.¡Seissemanassintrabajarylosderechosdelaclaseobreraseránreconocidos!

—Nunca lograremos unir al pueblo para parar de trabajar —dijo unhombre delgado y pálido aunque con aspecto de tener una extraordinariaenergía—.El egoísmo hará acto de presencia y desbancará nuestro objetivopolítico.Yesonosvaacostarinevitablementemássufrimientos.

—Sepodríahacer—dijopensativountiporechonchodemedianaedad—.Si los sindicatos estuvieran de verdad dispuestos a arrimar el hombro, sepodríahacer.

—Ysinosehace—preguntóGerard—,¿cuáleslaalternativa?Elpuebloos está pidiendo que le guieis. Si nos limitamos a eso, habremos perdidonuestrainfluenciay,además,justamente.

—Estoy a favor de que las revueltas sean parciales pero numerosas—afirmó el más joven de los presentes—. Que sean lo bastante numerosas ymultitudinariascomoparaqueleshagafaltasacartodaslastropasy,depaso,despistar a los militares. Podemos contar con Birmingham otra vez, siactuamosde inmediato,antesdequeentreenvigor lanuevaLeydePolicía.Manchesteryvariasdelasciudadesdelalgodónestánpreparadas,perosobretodotengocartasquemeaseguranqueenestemomentopodemoshacerloqueseaenGales.

—Glamorganshireesunbuensitio—dijoWilkins,unprofesorbaptista—.Yelcomercioestátanmalallíque,semirepordondesemire,lahuelgavaa

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teneréxito.Inclusolospropiosamosestánliquidandosusexistencias.

—Todoelnortehierve—dijoGerard.

—Tenemos que conseguir revolucionar a la ciudad —dijo Maclast, unimpresorastutoydecabellosrojizos—.DebemosreunirnossemanalmenteenKenningtonymanifestarnosantelaCasadelConductoBlanco.Metemoqueaquísolopodemoshablar,aunqueseríanmilesloshombresqueiríanaoírnosal parque deKennington todos los sábados.Mientras, podemos entretener alosguardiasdeLondresconalgunosdisturbios.

—Sí,sí—dijoGerard—.Ojaláa la industria laneraymaderera les fueratanmal como a la del hierro, de esemodo y tal y como dices,Wilkins, nonecesitaríamosiralahuelga.Perodemomentonoesasí.YlaLeydePobrescontinúaahogando,aterrorizandoeirritandohastaalespíritumássumiso.

—LasnoticiasquelleganhoydelNorteson,sinembargo,muyoptimistas—dijo el más joven—. Stevens está funcionandomuy bien y este plan porparte de los nuestros de ir en comitiva apoderándose de las iglesias estáestimulando,ymucho,alamultitud.

—¡Ah!—dijoGerard—,silográramostener,comoenlosviejostiempos,ala Iglesia de nuestro lado, pondríamos rápidamente fin a la diabólica tiraníadelcapital.

—Yahora—dijoelhombredesemblantepálidoalzandounmanuscrito—,vayamos a lo nuestro. Aquí está el borrador del futuro manifiesto de laconvención sobre la revuelta de Birmingham. Invita a la paz y al orden yaconseja al pueblo que una sus fuerzas para garantizar ambas. Ya meentendéis, ellos pueden resistirse si las tropas y la policía se empeñan enproducirdisturbios.

—Sí, sí —dijo Gerard—. Seamos valientes. Prepararemos todoinmediatamenteparaquesalgamañana.Alaacción.

—Perodebemosencontrarelmododehacercircularelpanfletodelcondepolacoparaquellegueatodos;losmásimportantesylosquenolosontanto—dijoMaclast.

—Yaestápublicado—dijoelmáscorpulento—.Sehaeditadoenunasolahoja. Hemos enviado diez mil ejemplares al norte y cinco mil a Newport.Mañanaenviaremosmás.Llegaráatodaspartes.

El hombre de semblante más pálido se puso a leer el borrador delmanifiesto,quefueexaminadominuciosamenteyanalizadofraseporfrase;sehicieronenmiendas, seaprobarony, finalmente, se sometióavotacióny fueunánimementepromulgado.Aldíasiguienteestabaprevistoquesecolgaraentodaslasvíaspúblicasdelaciudadycircularaportodaslasgrandesciudades

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delasprovinciasyporlaszonasindustrialesmáspobladas.

—Bien—dijoGerard—,mañanairéalnorte,hagofaltaallí,peroantesdequemevayapropongo, talycomosesugirióayer,quenosotroscinco juntocon Langley, a quien contaba con ver hoy aquí, formemos un comité paraarmar al pueblo. Tres de nosotros estaremos permanentemente en Londres;Wilkinsyyoosayudaremosen lasprovincias.De todosmodos,nadapuededecidirseaquíhastaquenoveamosaLangley,queseráquienestablezcaunacomunicación no escrita desde Birmingham. El tren de las siete debería dehaberllegadohacetiempo.Selehabráhechotarde.

—Oigopasos—dijoMaclast.

—Ahíviene—dijoGerard.

La puerta de la habitación se abrió y entró unamujer pálida, de aspectocansadoyqueavanzabahaciaellosentrelatenueluz.

—¿Quéesesto?—dijeronvariosdelosqueestabanenelconsejo.

—¡Sybil!—exclamóatónitoGerardmientrasselevantabadesuasiento.

Ella tomó a su padre por el brazo y se apoyó en él en unmomento desilencio. Después, alzando la vista y con un gesto que indicaba que seencontraba al límite de sus fuerzas, dijo en voz baja pero tan diferente delrestoquecaptólaatencióndetodoslospresentes:

—Nohaytiempoqueperder,¡huid!

Loshombressealzaronprecipitadamentedesussitiosysedirigieronalamensajera. Gerard, dándose cuenta que su hija se desmayaba les apartó.Amablementelasentóenunasilla.Vioqueestabaconscienteporqueleapretóelbrazoyunavezmássusurró:«¡Huid!».

—Esmuyextraño—dijoMaclast.

—Mehuelemal—dijoelhombredeaspectomásgrueso.

—Escomounamensajeravenidadelcielo—aseguróWilkins.

—No sabía que hubiera algo tan hermoso en la tierra—habló el jovenredactordelasproclamas.

—Silencio,amigos—dijoGerard.Se inclinóhaciaSybilyenvozbajaysuavedijo—:dime,niñamía,¿dequésetrata?

Ellamiróasupadreconungestomezcladedevociónydesesperación,suslabios semovieron pero parecían no querer hablar.Un silencio sepulcral seadueñódelahabitación.

—Senoshaido,sehadesmayado—dijoelpadre.

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—Agua—indicóelchicomásjovenysefuerápidoaporella.

—Mehuelemal—dijoeltipogruesoaMaclast.

—Responderé tanto por Langley como pormímismo—dijoMaclast—,nadietieneideadenuestroplan.

—ExceptoMorley.

—Sí,exceptoMorley,peroentoncesdeberíadudartambiéndeGerard.

—Escierto.

—Nopuedoentendercómohasabidodóndeestoy—dijoGerard—.Nuncalehedichounasolapalabradenuestrareunión.¿Dóndeestáesaagua?¡Ah!Aquíllega.

—Quedáis arrestado en el nombre de Su Majestad la reina —dijo unsargentodelapolicía.

—Esmejornoresistirse.—Maclastapagólaluzysubióaldesvánseguidoporel tipoqueeramáscorpulento,quesecayóporlasescaleras.Wilkinssemetióporlachimenea.Elsargentosacóunalinternadelbolsilloiluminandolahabitación.Simultáneamente,elrestodesuscompañerosentraban,haciéndosecontodoslospapelesycomenzandolabúsqueda.

Unhazdeluzalumbróaungrupoquepermanecíainmóvil.Elpadrecogiólamanodesuhija,queseguíadesmayada,almismotiempoquelaabrazabacomosiquisieraprotegerladelinvasor.

—Usted esWalterGerard, supongo—dijo el sargento—, uno ochenta ycincosinzapatos.

—Quien quiera que yo sea—contestó—, supongo que me mostrará suidentificaciónantesdetocarme.

—Aquí la tiene. Os queremos a vosotros cinco que estáis aquí y acualquieraqueosacompañe.

—Acatarélaorden—dijoGerarddespuésdehaberexaminadosuplacadeidentificación—,peroestadama,queesmihija,no sabenadade todoesto.Ella acaba de llegar y desconozco cómo ha sabido dónde estaba. Si es tanamable,mepermitiráqueladespierteyladejemarchar.

—Nadiepuedesalirdeestahabitación.

—Pero ella es inocente, aunque nosotros fuéramos culpables. No podríasermás que inocente.No sabe nada de esta reunión ni de lo que trata, doscosas que ya aclararémás tarde en elmomento y lugar apropiados. Ella haentradoaquíunmomentoantesqueusted;y,pocodespués,sehadesmayado.

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—Losiento,pero tambiéndebemosdetenerlaaella.Podrácontaral jueztodoloquequiera;éldecidirá.

—¿Porqué?,¿noledapenaunachicatanjoven?

—Amínomedapenanada,debohacermitrabajo.Venga,nohaytiempoparacharlas.Debodeteneralosdos.

—PorDios,aellano—ysoltandolamanodesuhijasecolocódelantedeellaparadefenderla—.Mire, hasta aquíhemos llegado. ¡Compruebequemifuerza no le va a la zaga a mi estatura! Atrévase. Toque a esta dama y leconvertiréaustedyasussecuacesenpastodebueyes.

ElinspectorsacóunapistoladesubolsilloyapuntóaGerard.

—Comove—dijo—,resistirseesabsurdo.

—Para los esclavos y cobardes, no para nosotros.He dicho que prefieroestarmuertoaqueustedtoqueamihija.Ahora,atrévase.

En ese momento, dos policías que habían estado rastreando el desvánbajaron conMaclast, que había tratado de escapar por los tejados. Al tipogruesoya lehabíancogido,yaWilkin lehabían sacadode la chimenea tansuciocomoeradeesperarenunescondrijoasí.Tambiéntrajeronalmásjoven,aquienhabíancapturadoelprimero, antesdeentrar en lahabitación.Habíasuficiente luz y los cuatro prisioneros fueron colocados en fila y puestos alfondocontralapared.GerardseguíadefendiendoaSybildelsargentoquien,unpocoapartado,nodejabadeapuntarleconlapistola.

—Usted es un tipo extraño—dijo el sargento—, debo hacermi trabajo.Daré órdenes amis hombres de que lo capturen y, si se resiste, le vuelo lacabeza.

—¡Esperen! —gritó el prisionero que diseñaba las proclamas—. Lamuchachaseestámoviendo.¡Hagaconnosotrosloquecreaoportuno,peronopuedesertancruelcomoparacapturaraalguienqueestáindispuesto,ytantomássiesunamujer!

—Debo hacer mi trabajo—dijo el sargento perplejo por la situación—.Bien,silodeseapuedeatenderla,perocuandohayavueltoensí,lallevaremosjuntoconsupadreauncarruaje.

Los medios con los que contaban para ayudar a Sybil eran pocos perolograronquevolvieraensí.Respiró,lanzóunsuspiroylentamenteabriósuspreciososojososcurosmirandoalrededor.Elpadrecogiósugélidamano,ellalaapretóymoviósuslabiossusurrando«¡huid!».

Gerardmiróalsargento.

—Estoypreparado—dijo—;yolallevaré.

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Eloficialasintióconlacabeza.Seguidopordospolicías,elaltodelegadodeMowbray salió de la habitación cargando en brazos a su adorada carga,atravesó el patio, las oficinas de la imprenta y subió por la callejuela hastallegaraunsimónquelesesperabaenlacalleHunt,entornoalcualsehabíacongregadounamultitud,quelapolicíamanteníaadistancia.Unoficialentróenelcocheconellos,otrosesentóenelpescante.Doscochesmásportabanalresto de los prisioneros, acompañados por los vigilantes. Solo habíantranscurrido treinta minutos desde la llegada de Sybil al lugar secreto y yaestaba camino de la calle Bow donde sería interrogada en su condición deprisioneradeEstado.

CaminodelacomisaríaSybilsefuerecuperando.Estabacontentadeestarjuntoasupadre,alquehubierahechomilpreguntassinohubierasidoporqueeste logró disuadirla de ello. Pensó que sería mejor irle explicando poco apoco que estaban arrestados, pero finalmente abordó el asunto de unmodomás delicado, y le dijo a su hija que pronto sería liberada, y añadió que,aunqueélpudieraestardetenidoundíaodos,sudelitosesolucionaríaconelpagodeunafianzaylaincondicionalayudadesusamigos.

Sybilpermanecióensilencio,lasmanoscubríansucara.Habíaentendidoqueestabaarrestadayquehabíallegadoelmomentodequelainterrogaran.

LosprisionerosllegaronalacalleBowyrápidamentefueronconducidosaldespachodelapartedeatrásdondeselesmantuvoincomunicadosdurantealgúntiempo.Variospolicíaslesacompañaban.Veinteminutosmástarde,unhombre vestido de negro y con aspecto serio entró en la habitación encompañía de un inspector de policía. Lo primero que hizo fue preguntar siaquellas personas eran los prisioneros, a los cuales pidió que anotaran susdatos; nombre, lugar de arresto y razón delmismo. Después, escrutándoloscon lamirada,dijoqueel juezestabaen lasededelMinisteriodeInterioryque probablemente no serían interrogados hasta el día siguiente. Gerardcomenzó la exposiciónde las causasquehabían llevadoal arrestodeSybil,pero el hombre de negro y aspecto serio le obligó a callarse y a no insistiramenazándoleconsepararledelgrupoyaislarleenotrolugar.

Pasaronotrostreintaminutosdeinfinitoterror.Alosprisionerosnoselespermitíahablarentreellos.Sybilestabamedioapoyadaenelmuroconlacaracubierta,calladaeinmóvil.Pasadamediahora,elinspectordepolicíaqueleshabíavisitadoantesencompañíadelhombredenegroentróparaanunciarlesque no se les iba a interrogar esa noche y que se pusieran cómodos porquepasarían lanocheallí.Por finGerard,enunúltimo intentoporconvenceralinspectordequesellevaranaSybilaunahabitaciónaparte,fueescuchado.

El inspector era un hombre amable que vivía en la comisaría junto a sumujer,alaqueyahabíapuestoenantecedentessobrelaprisionera.Surelato

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habíallegadoalcorazóndesuesposayestasugirióquenofueranmuydurosconladetenida,asíquesumaridocasiseanticipóalasúplicadeGerard.RogóaSybilqueleacompañaraaunlugarmejory,deinmediato,leprometiótodaslas facilidades y comodidades que estuvieran al alcance de su mano.Acompañada por él camino de las estancias de la familia, pasaron por unahabitaciónenlaquehabíamaterialdeescrituraySybil,hablandoporprimeravez desde hacía mucho tiempo, preguntó al inspector si le sería posiblecomunicarsusituaciónaunamigo.Larespuestafueafirmativa,aunqueconlacondicióndequeantespudierarevisaréllanota.

—Laescribiréinmediatamente—dijoella.Y,tomandounbolígrafo,anotóestaspalabras:

«SeguísuconsejoyleaniméaqueabandonaraLondresestanoche,peroélinsistióenhacerlomañana.

»Supe que estaba en una reunión secreta y que corría peligro. Seguí supistaporterroríficoslugarespero,pordesgracia,sololleguéatiempodequemedetuvierantambiénamíporconspiración.EstoyarrestadaymehantraídoalacalleBow,desdedondeescriboestaslíneas.

»No le pido que interfiera por él, ya que eso sería inútil, pero si meliberaranamí,entoncessípodríalucharparaquesehiciesejusticiaconél.Sinembargo, no soy libre, mañana me interrogarán, si es que sobrevivo a estanoche.

»Usted, que tiene poder y sabe todo, sabe también que lo que digo esverdad.Nadiemásmecreería.¡Sálveme!».

—Yahora—dijoSybilentonoamargo,angustiado,triste—,tododependedesuconfianzaenmí.—Yentrególacartaalinspectorparaquelaleyera.

—Quien quiera que sea y donde quiera que esté —dijo el hombreemocionado e invadido por la dulzura de Sybil—, suponiendo que eldestinatarioestéaunadistanciaprudencial,nodudequeestacartalellegará.

—Entonceslasellaréyescribiréelnombredeldestinatario—dijoSybilydirigiólacartaal

HONORABLECHARLESEGREMONT,DIPUTADO

sobrescribiendoaquellaspalabrasquetantohabíanconmovidoaEgremontalleerlasenlacasaDeloraine.

Capítulo9

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Lanochetocabaasufin,ySybil,finalmente,dormía.Elfríoqueprecedealamanecersehabíaapoderadodesussentidosycalmadosusnervios.Sybilyacía en el suelo cubierta por una manta que su amable anfitrión le habíaproporcionado,yquecubría también,enparte,unasillaen laqueellahabíarezadoantesdequesucansanciolahicierarendirsealsueño.Sucofiaestabaen el suelo y sus magníficos cabellos, ahora sueltos, cubrían sus hombroscomo si de unmanto se tratase.Aunque el sueño había sido breve, y habíalogradocalmarengranmedidasuenojo,Sybilsedespertóinquietaacausadeuna pesadilla en la que se veía arrastrada en medio de una multitud paradeclararanteuntribunal.Losgroserosinsultosylasbrutalesamenazastodavíaresonaban en sus oídos. Cuando miró a su alrededor no recordaba dóndeestaba. En una esquina de la espaciosa habitación dormía la mujer delinspector. Había gran cantidad de muebles de caoba oscura; un escritorio,variascómodasy,sobrelarepisadelachimenea,unbastidorconunbordadohecho por la esposa del inspector cuando era niña. Justo al otro lado habíaretratosdeDickCurtisyDutchSam,ambostutoresdesumaridoenunpasadoy,ahora,sinembargo,héroesquehabitabanensusmemorias.

PocoapocoSybilfuerecordandolosterriblessucesosdelanocheanterior.Permaneció algunos minutos rezando de rodillas. Después, lentamente,caminóhacia laventana.Estabaenrejada.Lahabitaciónqueocupabaestabaen un piso alto de la casa y daba a una de esas callesmedio cochambrosa,mediosórdidaquesuelenencontrarseen losalrededoresdenuestros teatros,una de esas zonas deprimidas llenas de miseria, crimen, alcohol yemperifolladas y ordinarias tabernas de pocamonta.No semovía nada.Eraesahora en laque cesa el crimen,descansa la corrupciónyhasta la tristezaencuentracobijo.

Lentamenteamanecía.PorvezprimeraensucondicióndeprisioneraSybilestabasola.¡Prisionerayapocosminutosdeserinterrogadaanteuntribunalpúblico! Su corazón se estremeció.Desconocía hasta qué punto su padre sehabía involucrado, pero las palabras de Morley y todo lo que habíapresenciado alimentaban en ella la certeza de queGerard estaba totalmenteimplicado.Caminodelacomisaría,habíahabladoacercadesuconfianzaenelfuturo pero también encontraba motivos para animarle a ella a superar losdesbordantes acontecimientos en los que se había visto súbitamenteinvolucrada. ¡Eraunacatástrofepara susgrandesaspiraciones!Alpensar enél,selerompíaelcorazónperoenloqueaellaserefería,todavíaalbergabalaesperanzadeconseguirquesehiciera justicia.Noeraesta,sinembargo,unasólidaesperanza,yaqueenprincipionohabíaningunarazónparaquesedieraasucasomayorprioridadquealdelrestodelosprisioneros.Probablementefuera enviada a juicio y, aunque bien podría probar su inocencia en eseintervalodetiempo,seguiríaestandopresaynopodríaayudaryapoyarasupadre.Conesa fragilidadcaracterísticadeunamujer,Sybil se sintió abatida

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ante su inminente interrogatorio. Con la ayuda de sus convicciones, quejustificabansussagradosprincipios,talveznoexistíajuicioenelqueSybilnohubiera salido vencedora, ni ordalía sobre la que no hubiera triunfado. Sinembargo,elhechodeverseconducidacomouncriminala lasceldasdeunacomisaría, convertida en sospechosade lamásvil conspiración, sin siquieraconocer las causas de su arresto, sin evidencia en la que apoyarse y con lanoble certeza de haberse equivocado en algo de suma importancia,descorazonabaydeprimíaaSybil.Enalgunosmomentossentíaquenoibaasercapazdeenfrentarsealasituación;sinofueraporGerardinclusohubieradeseadoquelamuertevinieraarescatarladetantaconfusión.

¿Había entonces alguna esperanza? En su alma llena de agonía todavíaalumbraba la ilusión de que él la salvara. Puede que no tuviera el poder, laocasiónoeldeseo.Puedequehubierapreferidonomezclarseconpersonasynegociosde talcalaña.Puedequenohubierarecibido lacartaa tiempoparaactuaraunquelohubieraquerido.Mildificultades,milobstáculosseaparecíanahoraanteelladesesperándolaaúnmás.

Sinembargo,peseasuextremaaflicción,ysinpoderagarrarseanadadesualrededorquelaconsolara,elamanecerfuereanimandoaSybil,einclusoinfundiéndole valor. A pesar de su encierro, podía ver una parte del cielosalpicadodemanchasentonosrosas.Invadidaporunasensacióndefrescuranopudoresistirseaabrirlaventanaysentirelairequeentrabaignorandolasrejas.Lamujerdelinspectorrebullóenlacamay,medioensueños,murmuró:

—¿Ya estás levantada? Si no pueden ser más de las cinco. Si abres laventananosresfriaremos.Bueno,melevantaréyteayudaréavestir.

Aligualqueensumarido,habíaenestamujerunanaturalamabilidadquede inmediato se proyectó en la figura de Sybil. Ambos la trataban como sifuera un ser superior, como si en lugar de una prisionera o la hija de unprisionerodepocamontafueralahijadeunministrodeEstadoqueestuvieracautivo.Eraimposibletrataranadiedemodomáshumildeydelicado.

Todavíanohabíandadolassietecuandolamujerdelinspectorsedetuvobruscamenteycongestodeestarescuchandodijo:

—Se levantan pronto—y después, tras una pausa, abrió la puerta y sequedó parada durante unos instantes intentando figurarse de dónde veníanaquellosmisteriososruidos.Luego,sediolavueltaparamiraraSybildiciendo—:Silencio, ahoramismovuelvo—y semarchó cerrando la puerta con ungolpe.

En aproximadamente dos horas, tal y como le habían informado, Sybilsería llevadaadeclarar.Desolopensarlo leveníannáuseasycuantomásseacercaba la catástrofe más se desvanecían sus esperanzas. Se culpaba a sí

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mismaporhaberbuscadoa supadre sinderechoalguno,yaque,por loqueconcernía aGerard, lamisión había resultado estéril y, en cuanto a ella, nohabíaconseguido sinoagravar sudolorydesconcierto.Sumente regresódenuevo a aquella persona cuyos consejos la habían precipitado a dar eseimprudente paso y cuya ayuda había suplicado en momentos de infinitadesesperación.Lamujer,quedurantetodoestetiempohabíapermanecidoenelrellano,abriólapuerta,entróy,consemblanteconfusoeindiscreto,dijo:

—Noséquiénserá,peroalguienhallegado.

—Alguienhallegado—sencillasperoinquietantespalabras—.¿Esraro—preguntóSybilconvoztemblorosa—quealguienvengaaestashoras?

—Sí—dijo la esposa del inspector—.Nunca los traende las comisaríasantesdequeabralaoficina.Nolocomprendo.¡Silencio!—Yeneseprecisomomentoalguienllamóalapuerta.

Lamujerabriódenuevo.HablarondealgoqueSybilnollegóaescuchar,asaltadacomoestabaporunúnicopensamientoyconelcorazónapuntodesalírseledelpecho.Elsuspenseerainsostenibleysuinquietudtangrandequeapuntoestuvodeirhaciaellosypreguntarsi…Derepentelapuertasecerróyse quedóde nuevo sola. Se dejó caer en la cama con la sensación de haberperdidoelcontrolsobresímisma.Pensamientosysensacionessefundíanenaquella intensa incertidumbre que tantas veces nos hace sentir que nuestroordeninternodesapareceyelsuelosederrumbabajonuestrospies.

Lamujer regresó, parecía satisfecha.Al darse cuenta del nerviosismodeSybilledijo:

—Puedessecartuslágrimas,querida.Nohaynadacomoteneramigosenlos juzgados. Hay una autorización del secretario de Estado para que se tepongaenlibertad.

—No,no—dijoSybilalzándosedesusilla—.¿Estáélaquí?

—¿Quién?¿ElsecretariodeEstado?—dijolamujer.

—No,no;quierodecirsihayalguienaquí.

—Hay un carruaje esperándote en la puerta con el mensajero de lacomisaría y debes salir sinmás dilación.Mimarido está aquí, fue él quienllamóalapuerta.Laautorizaciónllegóantesdequeseabrieralaoficina.

—¡Tengoqueveramipadre!

Enesemomentoelinspectorllamóalapuertayentró.HabíaoídoloqueSybilacababademanifestarydijo:

—Nopuedesquedarte,debessalirinmediatamente.Yolecontarétodoatupadreypermítemequetedéunconsejo,desconozcosiesteasuntopuedeser

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solucionado o no con el pago de una fianza, pero lo que sí sé es que tododependedelaspruebas,asíquesitienesunhombredeconfianza,unprotectoracomodadoy con influencias, ve a buscarlo.Eso ayudará a tu padremuchomásqueunadespedida.

Sybil dijo adiós a la mujer y, después de escribir unas quejumbrosaspalabras para su padre, bajó las escaleras en compañía del inspector. Lacomisaríanoestabaabierta.Solounaparejadepolicíasocupabaelpasadizo.CuandoSybilapareció,unodeellosseadelantóparaabrirleelpasohaciaelcochequelaesperaba.

Juntoalapuertadelacomisaríayasecongregabanunaodosrepartidorasde leche, un deshollinador ambulante, un borracho con su pipa de fumar ytodasesaspersonasanónimasqueseunendandoformaysentidoalamultitud.Pueden incluso ser nuestros amigos que vienen de pasar la noche en HydePark. Todos ellos fueron dispersados pero se concentraron de nuevovolviendo,así,atomarsuspuestosperoadistanciamásprudencial lanzandotodotipodeatrevidosinsultosaesecuerpoyaantiguoalquetradicionalmentellamanlaNuevaPolicía.

Unhombrequellevabaunamplioabrigoblancoyelrostroocultoporunchal que se enredaba por su cuello y sombrero cogió a Sybil de lamano yapretándola con ternura la ayudó a entrar en el coche. Después subió alpescante y sentándose junto al conductor le ordenó que tomara el mejorcaminoposiblehastalaplazaSmith.

Conelcorazónenunpuño,Sybilseapoyóenelrespaldodesuasientoyapretólasmanos.Sucabezaibademasiadoaprisacomoparapensarlascosasquehabíanocurridoensuvidadurantelasúltimasveinticuatrohoras;erantanextrañas y habían pasado tan rápido que tenía la sensación de haberrenunciadoatodocontrolinteligentesobresusuerte,rindiéndosealasucesióndeimágenesqueletraíasuasombrososueño.Almismotiempoquesusmanosseuníana lasdeella,suvoznodejabaderesonaren losoídosdeSybil.Sumemoriasecomplacíaenrecordareltonoylapresióndesumanoconlaqueélhabíallegadohastasucorazón.¡Quéconsideradocariño!¡Quéapasionadafidelidad!¡Quétemerariaytiernaconfianza!Niencomendandosusuerteauntalismánnipidiendoayudaaalgúnobedientegenio,sualmahubierasidomásnobleyelcumplimientodesusórdenesmásprofundoypuro.

Sybil pasó por las torres de la iglesia de St. John, el santo que parecíacuidarlaensuobligacióndeestarviva.Estabaapuntodellegar.Lasangresefue de sus mejillas, su corazón se encogió. Cuando el coche se detuvo, seapoyó tímida y temblorosa en el brazo de su acompañante sin atreverse amirarle. Entraron en la habitación de una casa donde dos meses antes élinútilmente se había declarado, en la alcoba que había sido escenario de

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desgarradoraspasiones.

Y le ocurrió a Sybil que—al igual que en un delicioso sueño, cuandodurante algún tiempo hemos acariciado con la imaginación, con la naturalfelicidad que le acompaña, la conclusión de una aventura dichosa y de unafrasedulceyconmovedora—sevioarrebatadaporcaminosinescrutablesaunvacíoimposibledeexplicarqueseleantojabaeraeléxtasisdesuvida.Yesqueahora,peseaquetodoloquelehabíaocurrido,peseaquetodoloqueellahabíahechoosentido revoloteabasobresupropiaconcienciaconclaridadyorden,enunasuertedemomentomísticoquelamemorianopodríaregistrar,SybilsevioasímismaimpelidadirectamentehaciaelapasionadocorazóndeEgremontsinacobardarseyadeunabrazoqueexpresabalaternuradelamorqueleprofesaba.

Capítulo10

EnMowbray senotabaunclimadegrannerviosismo.Era sábadopor latarde,lasfábricasestabancerradasylasnoticiassobreelarrestodeldelegadoyahabíanllegado.

—¡Miradquénoticia!—dijoDandyMickaDevildust—.¿Quépensáisdeesto?

—Eselprincipiodelfin—dijoDevildust.

—¡Diablos! —dijo Dandy impactado por tan profético laconismo y sincomprenderclaramenteel sentidode laobservaciónde sumuyponderadoyfilosóficoamigo.

—DebemosiraveraWarner—dijoDevildust—,yconvocarunareuniónen el páramomañana por la noche. Prepararé algunas propuestas. Tenemosquehablarclaro,hayqueasustaraloscapitalistas.

—Yoapoyolahuelga—dijoMick.

—Noestámaduraaún—dijoDevildust.

—Siemprediceslomismo,Dusty—dijoMick.

—Esqueobservoloshechos—dijoDevildust—.Siquieresllegaraserunlíder,tienesqueaprenderaobservarloshechos.

—Pero¿quéquieresdecirconesodeaprenderaobservarloshechos?

—¿Veselpuestode laviudaCarey?—preguntóDustyapuntandoconeldedoendichadirección.

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—Creoquesíy,loqueesmás,Julialedebeunfiadoporunosarenques.

—Exacto—precisóDevildust—;dehechonosevenmásquearenquesensumostrador,cuandohacedosañoshabíacarne.

—Yalopillo—dijoMick.

—Espera a que sean verduras, a que la gente ni siquiera pueda comprarpescado. Entonces hablaremos de huelgas. A eso me refiero cuando digoobservarloshechos.

Julia,CarolineyHarrietseacercaronaellos.

—Mick—dijoJulia—,queremosiraElTemplo.

—Ojaláloentendieras—dijoMickconunmovimientonegativodecabeza—. Cuando aprendas a observar los hechos, Julia, comprenderás que tal ycomoestánlascosasnosepuedeiraElTemplo.

—¿Yporqué,Dandy?—preguntóJulia.

—¿Ves el puesto de la viuda Carey?—dijoMick señalando en aquelladirección—.Cuandosedebeunfiadoensutienda,nohaycuartosparaelbardeChaffingJack.Aesolollamoyoobservarloqueocurre.

—¡Oh!,siesporcuartos—exclamóCaroline—esoestápasadodemodaenestosdíasdetrabajosdemediajornada.Perodicenqueeslaúltimanochede El Templo porque Chaffing Jack va a cerrar, ya no da pasta. Queremosdivertirnos.Yoinvito;empeñarémispendientes,enseguida.Siempremegustaircuandoesporunaalegríaynoporunadesgracia.

—Me encantaría ir aElTemplo si alguienme invitara—dijoHarriet—,peronoquierodebernadaanadie.

—Sipudiésemosescucharlescantar—dijoJuliaentonomimoso.

—Lo que faltaba —dijo Mick—. No hay nada que dé más sed queescucharunacanción,sobretodosiestatellegaalcorazón.¿Noteacuerdas,Dusty,cuandoenScotsWhaHapedíamosaaqueltipoalemánquecantaralacanciónunayotravez?Siemprenoslacantabacincoveces.Quemecuelguensinoesverdadqueyosalíadeallícomounacuba.

—Os diré una cosa, señoritas—dijo Devildust pomposamente—, estáisjugandoconfuego.

—¡Caramba!—exclamóCaroline—,ojalá fueraasí,aunquenoen tiendobienloquequieresdecir.

—Quierodecirqueprontoseremosesclavos—añadióDevildust.

—No,siconseguirnosqueseapruebe la«Leyde lasDiezHoras»—dijo

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Harrie.

—Dejaríamosdetrabajaralashorasdelascomidas—dijoJulia—.Esoesunavergüenza.

—Notenéisniideadeloquedecís—sentencióDevildust—.OsdigoquesiloscapitalistassacrificanaGerardestamosacabadosdurantediezañosmásyparaentoncesyaseremostodosviejos.

—¡Diosmío!Dusty,measustas—dijoCaroline.

—Peroesasí.EnlugardeiraElTemplodebemosiralpáramoyelmayornúmeroposible.Idvosotrosaporvuestrosnoviosynovias.Yotengoqueveratupadre,Harriet.Éldebepresidir.Cantaremoselhimnoaltrabajoenuncorode cientos demiles de voces. El terror se adueñará de los corazones de losricos.EstoesenloquetodosdeberíamosestarpensandosiqueremosquesedéunaoportunidadalosobrerosynoeniradondeChaffingJackaescucharestúpidascanciones.¿Meentendéis?

—¡Porsupuesto!—exclamóCaroline—.Yenloqueamíserefiere,parapasarunanochedeveranoprefieroelterrenodeMowbrayatodoslostemplosdelmundo,sobretodosihayunabuenafiestaconbuenoscantantes.

Yasí dispusieron losprincipales líderesde la luchapor losderechosdeltrabajador,entrelosqueseencontrabaDevildust,quealdíasiguientehubierauna enorme reunión en el páramo donde se analizaría la detención deldelegado de Mowbray. Era tal la organización de la región que, soloponiéndoseencontactoconlassedesdelosdistintossindicatos,enmenosdeveinticuatrohoras se podían congregar, enundía favorable y para unagranocasión,acincuentamilpersonasoquizáaldoble.Quefueradíadedescansojugó a su favor y el arresto del apreciado delegado fue una razónmás queestimulante para la acción. La emoción era enorme, el entusiasmo grave yprofundo;yeldolorlobastantegrandecomoparaquelagentenosesintiesedeprimidasinodescontenta.Devildust, trasacudiraunconsejodelsindicatose retiró a descansar; y soñó con sólidos discursos y amargas decisiones,orquestas y banderas, vítores y, por fin, con la victoria de los sagradosderechos.

La prensa del día siguiente trajo aMowbraymagníficas y emocionantesnoticias. Gerard se había sometido en la calle Bow a un largo y pesadointerrogatorio.Fueprocesadoporconspiraciónperoconopciónalpagodeunafianzaque,aunqueelevada,sepudosatisfaceralinstante.SusfiadoresfueronMorleyyuntalseñorHatton.Igualmenteporlaprensa,MorleyescribióasusamigosinformándolesdequeGerardyélmismopensabanabandonarLondresenelactoyllegaraMowbrayeneltrendelanoche.

Se decidió que la enorme reunión del páramo debía convertirse en un

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triunfante desfile. Se enviaron mensajeros a caballo para anunciar por lasciudadesvecinaselgranevento,todoslosartesanosacudieroncomosifuesenmusulmanes convocadospor suprecepto sagrado a lamezquita.Fueron consusesposasehijosaaclamaralpatriota,almártir,ensuregreso.LosgremiosdeMowbraysereunieronalamañanatempranoyvariosgruposseapoderarondelasiglesias.SuprincipalsatisfaccióneraladellenarlaiglesiadelseñorSanLys. Este, sin acobardarse por ver a tanta gente y aprovechando laoportunidad,dejóelsermónquehabíapreparadoy lesdiootrode temamásextemporáneo que llevaba por título «Temer a Dios y honrar al rey». Lascapillas independientesdabanpúblicamente lasgraciasporhaberseaceptadola fianza deWalterGerard.Tras lamisa de la tarde, a la que los sindicatosvolvieron a acudir, formaron en la calleMayor, que habían engalanado conbanderas y estandartes. Cadamedia hora llegaban procesiones de diferentesciudades,consumúsicaysusbanderasflameantes,alascualesrecibíaWarnero cualquier otro miembro del comité principal asignado para ello. Algunasvecesllegabangruposquenotraíanmúsicaoestandartesperoque,dirigidosporsupastor,cantabansalmos;otrasveces,quienesllegabancaminandoeranlosniñosseguidosdelasmujeresy,acontinuación,loshombres,cadaunoconunlazodelmismocolorensusombrero.

Todos ellos se esforzaban por seguir las instrucciones de maneraespontánea pero firme porque, cuando se está bajo la misma influencia denobles y apasionados sentimientos, la humanidad siempre recurre a laparafernaliadeunespectáculodelmismomodoque la imaginaciónexaltadanecesitaparaexpresarsealgoqueestémásalládelarutinadiaria.

Se había decidido que cuando el tren llegara y Gerard hiciera acto depresencia,elsindicatoqueseencontrasemáscercadelaestacióndebíatocarelHimnodelTrabajador.Asuvez,elgrupomáscercanodebíacontinuarloyasí sucesivamente, de manera que, como si de una corriente de energía setratase,todalapoblaciónseenterasedesullegada.

Justoalasseisymedia,lacampanaanuncióqueeltrenestabaapuntodellegar.MinutosmástardeDandyMickcorríahaciaellíderdelsindicatomáscercano,ledijounaspalabras,einmediatamentedespuésdelaseñal,elhimnoempezó a sonar. Fue recibido igual que los campanarios de las ciudadesrecibenlashorasenelsilenciodelanoche.Unaaunalaspoderosasvocessefueronalzandomásymáshastamezclarsey fundirsecomoel sonidode lasolas en el mar.Warner y algunos otros dieron la bienvenida a Morley y aGerard, que asombrados por tal recibimiento, fueron acompañados a uncarruajedecuatrocaballosblancosquelesesperaba.Sehabíandadoórdenesdequenohubieraclamoresnivítoresporquesolodebíaescucharseelhimno.Al paso del carruaje, cada gremio se iba colocando detrás en procesión,disfrutando al mismo tiempo de la oportunidad de observar bien a su jefe

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predilecto y este, a su vez, del orgulloso consuelo de ver a una entusiastamultitudquereconocíalasoberaníadelosserviciosqueélhabíarendido.

Aquellas personas, la increíble sincronización de sus movimientos, laenérgica melodía y una natural e imponente majestuosidad eran lademostración de una causa en la que Sybil creía con toda su alma. Era unespectáculo que cautivaba la imaginación y satisfacía al corazón, porque laadmiraciónquesentíaporsupadreseveíaratificadaahoraporlasimpatíaquedespertabasucausaentodaunanación.Sybil,quehabíaquedadoalcuidadode Hatton, un completo desconocido para el pueblo deMowbray, y que lahabíaacompañadodesdeLondres,abrumadayapor losúltimosepisodiosdesuvida,fecundosenextrañaspruebasparasualma,nopudoreprimirquelaslágrimasresbalaranporsusmejillasmientrasveíapasarelcarruajequellevabaasupadre.

ElúltimorayodesolcaíasobreelpáramocuandoGerardllegó,unhazdeluzalumbrabaelAradelDruidaylaspiedrasdealrededor.

Capítulo11

EralanochedeldíasiguientealallegadadeGerardaMowbray.Sybilysupadre ocupaban la casa en el valle que Morley les había dejado y Morleyestaba en el despachode superiódico,LaLegióndeMowbray, lugardondeahoraresidía.Estabasoloenlahabitaciónescribiendoylevantándosedevezencuandoacaminarconaspectopreocupado.Derepente,alguienllamóalapuertay,trasobtenerelpermisoparaentrar,aparecióHatton.

—Metemoqueinterrumpolaescrituradealgúnartículo—dijoelinvitado.

—Enabsoluto,aúnfaltaparacumplireldíadetrabajo.Estoyencantadodeverte.

—Mibarrionoinvitademasiado—continuóHatton—.Llamalaatenciónlos nefastos alojamientos que hay en estas ciudades comerciales. Deberíahabercaídoenlacuentadequeunviajantedecomerciosiempreesunanimalacomodaticio,pornodecirdelujosascostumbres.Sinembargo,yoencuentrotodo,hastaelvino,vulgarydeterceraclase.Asíquedecidívenirycompartirmidisgustocontigo.Nohayderecho.

—Tu visita me agrada de verdad. Estaba, más por distracción que porobligación, plasmandomis pensamientospor escrito.Pero las vocesde ayertodavíaresuenanenmisoídos.

—¡Quéespectáculo!

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—Sí,presenciamosloquepuedehacerunamultitudquehareconocidolasuperioridaddelpodermoral—dijoMorley—.Elespectáculofuevenerableylosresultadosalosqueconducenintelectosasísoninsuperables.

—Habrásidoenormementegratificanteparanuestroamigo—dijoHatton.

—Estolevendrábienparasucarrera—dijoMorley.

—Yleconsolarácuandoestéenprisión—añadióHatton.

—¿Creesquellegaráaeso?—preguntóMorley.

—Tienetodalapinta,perolascosaspuedencambiar.

—¿Quélaspodríacambiar?

—Eltiempo,elazarquetantascosascambia.

—El tiempo traerá el fallo delTribunal Superior deYork—dijoMorleypensativo— y, con respecto al azar, debo admitir que para mí el futuro sepresentaaburrido.¿QuélepuedeocurriraGerard?

—Podrían concederle sumandato reivindicatorio—dijo solemneHattonmientras estiraba sus piernas y se apoyaba en el respaldo de la silla—.TambiénesopuedejuzgarseenelprocesoquetendrálugarenYork.

—¡Sumandatoreivindicatorio!,pensabaqueesohabíasidountruco,unasimpletácticaparaseguirteniendooportunidades.

—Piensoquelastierrassepuedenganar—dijoHattonmuysosegado.

—¡Quesepuedenganar!

—¡Sí!ElcastilloyelfeudodeMowbrayylamitaddelosseñoríosdelazona, por no hablar de esta gran ciudad. La gente está preparada paraconvertirse en súbditos suyos. Debe dejar a un lado la igualdad y estarcontentoporserunsoberanopopular.

—Estarásdebroma,amigomío.

—Bueno,peroaunquebromeeyasabesqueavecesdigolaverdad.

—¿A qué te refieres?—preguntóMorley levantándose y acercándose aHatton—, porque aunque amenudo he observado que no hablas claramentetampocohablasporhablar.Dimeaquéterefieres.

—Me refiero a que —dijo mirando a Morley seriamente y con tonosolemne— los documentos que demuestran que Walter Gerard es elpropietariodeestegrandistritoexisten,aqueyosédóndeestányaquesolohacefaltaunacuerdopropicioalmomentoparaconseguirlos.

—Esosdocumentos,¿puedenhaberseperdido?—dijoMorley.

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—Piensoqueno—dijoHatton—.Nosengañaríamosanosotrosmismossicreyéramostalcosa.

—¿Ydóndeestán?

—EntrelosarchivosdelcastillodeMowbray.

—¡Ah!—exclamóMorleyentonofirme.

—Celosamenteguardadosporalguienqueconocesuvalor,yaquesonlostítulosdepropiedad,nodesusaciertossinodesuserrores.

—Y¿cómopodemosconseguirlos?

—Conmediosmásnoblesqueporlosquefueronadquiridos.

—Explícamelo.

—DoscientasmilpersonasreconocieronayerlasupremacíadeGerard—dijoHatton—.Supónquehubieran sabidoque tras losmurosdel castillodeMowbrayestabanlaspruebasdequeWalterGerardesellegítimopropietariode las tierrasdondehabitan.Solo supónquehubiera sidoasí. ¿Creesque sehabríancontentadoconcantarsalmos?¿Quéhabríaocurridoentoncesconelpoder moral? Habrían tomado el castillo de Mowbray por la fuerza paradestrozarlo y saquearlo.Habrían elegido a un grupo para desvalijar la torreredondaysehabríancuidadodequetodosycadaunodelosdocumentosqueallíencontraran,sobretodolosdedentrodeunarcadehierropintadadeazulyconelescudodeValencia,fueranenviadosati,amíoacualquieraqueGerardhubiera designado a tal efecto. ¿Y qué podría haber hecho el conde deMowbray?Lehabríasidodifícilreaccionarcontraloscientosdepersonasquedestrozabanuncastilloquenosotrosdemostraríamosnosersuyo.Lomáximoquehubierapodidohacerhabríasidosacaraalgúnpobredesgraciadoquesehubieraemborrachadoduranteelsaqueodelasbodegasparadespuésprenderfuegoasusbrillantessalones.

—Mesorprendes—dijoMorley,mirandoatónitoalapersonaqueacababade dar tan sugestivos detalles con la misma frialdad y rigor con la que élmismohabríahabladodegenealogía.

—Esunamaneraprácticadeverlascosas—comentóelseñorHatton.

Morleyempezóacaminarnerviosopor lahabitación.Hattonpermanecíaensilenciomirándoleconaireinquisidor.

—¿Estássegurodeloqueafirmas?—dijoMorleydesdelejos,parándosebruscamente.

—Bastante, fue su ilustrísima el señor De Mowbray quien me informóantesdeabandonarLondres;actoseguidovineaquí.

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—¿Leconoces?

—Nadiemejorqueyo.

—Yestosdocumentos,algunosdeellos,supongo—dijoMorleyconunamiradacínica—,¿llegaronalgunavezaestarentupoder?

—Posiblemente. ¡Ojalá lo estuviesen ahora! Pero es importante saberdóndeestán.

—Entonces,¿algunavezfueronpropiedaddeGerard?

—La verdad es que no. Los conseguí con mis propios esfuerzos y amenudopaguéporellosconmidinero.Comonadielosreclamóselosllevéaunapersonaparalaqueteníangranvalor.AhoralosquieronosoloparaserviraGerard,cosaqueharíaencantado,sinotambiénenrelaciónconunantiguotítulodenobleza,puesserviríandepruebaalareivindicacióndeunapersonaen laqueestoy interesado.Ahoraescucha,mibuenamigoMorley, la fuerzamoralesimportante,sobretodoenloqueaespeculaciónserefiere;yeslógicoquetambiénlosealacomunidaddebienes,especialmentecuandounhombrenotienepropiedadalguna.Loqueocurreesquecuandohasvividotantocomoyoyhassaboreadotodaslasdeliciasdeestemundo,comprendeselarrebatoque produce la acumulación de propiedades, y te das cuenta de quenormalmente estas se consiguen de manera poco elegante. Ven, tengo laimpresióndeque saldrásbeneficiado.El pueblo está encendidoy tú eres sulíder. Tengamos otra reunión en el páramo, acordemos una revuelta. En unsantiaménpuedessaberquéhombresharáneltrabajoparanosotros.ElcastillodeMowbrayestáensupoder;alcanzaremosnuestroobjetivo.Tendrásdiezmillibras al instante.Después regresaremos aLondres y conmigo aprenderás loqueesfortuna.

—Teentiendo—dijoMorley—.Tienesunamenteclara,eresvalienteynoconoces los escrúpulos,máshijosdel desconciertoquedé la razón.Tendráséxito.

—Querrásdecir, tendremoséxito—dijoHatton—,dadoquehace tiempoqueobservoquetúesperabasaquesepresentaralaocasión.

—Ayer las emociones estallaron por un singular motivo —dijo Morleypensativo—,peroesonodebeconfundirnos.Aquíeldescontentonoestal;lamayoríadelagenteaúnconservasutrabajo.Lossueldoshanbajado,peronotanto como podrían haberlo hecho. La gente no está preparada para lo quepretendes.Milesdeellosseapresuraríanalrescatedelcastillo.Además,aquíhay un sacerdote, un tal St. Lys, que ejerce una nociva influencia sobre elpueblo. Alejarle de ellos requeriría un gran esfuerzo y sufrimiento. Nofuncionaría.

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—Entoncestendremosqueesperaruntiempo—dijoHatton—,oinventarotramanera.

—Esuncasomuydifícil—dijoMorley.

—Hayunasoluciónparacadacaso—dijoHatton.

—Reflexionayllegará.Amímeparecesencillo,pero¿deverdadcreesquenofuncionaría?

—Enestemomentono.Esoesloquecreo.

—Bueno, supón que en lugar de insurrección tenemos un robo. En estecaso¿colaboraríasconmigo?

—¡Porsupuestoqueno!

—¿DequésirveentoncesesainfluenciasobrelaspersonasdelaquetúyGerardsiemprehabláis?Despuésdeldíadeayerpenséqueestaríasdispuestoacualquiercosa.

—Hastaahoranonoshemosbeneficiadodetusabiduríacosmopolita.Enelfuturoseremosmásprudentes.

—Bien —dijo Hatton—. Entonces, ahora tenemos que pensar en cómodefenderaGerard.Tendráelmejorabogado.ContrataréaKelly.Regresaréalaciudadmañanaporlamañanaytúmemantendrásaltantodecómovanlascosasporaquí.Siestasevolucionan,comunícameloyvendréinmediatamente.

—SerámejorqueGerardnosepanadadeestaconversación.

—Claro, solo contribuiríamos a incomodarle. No te conté esto como unsecreto,esoseríaabsurdo.Porsupuestoquenodirásnada,porqueteconviene.Sé bien que te gustaría compartirlo pero también sé que está tan segurocontigocomoloestáconmigo.

Conestaspalabrasyuncordialadiós,Hattonseretiró.

«Tiene razón», pensó Morley. «Conoce bien la naturaleza humana. Elsecretoestáa salvo.Nose lodiréaGerard,y loguardarécomosi fuerauntesoro,porquees información,espoder;mucha informaciónymuchopoder.Loqueharéconélseencargarádedecirloeltiempo».

FINDELLIBROQUINTO

LIBROVI

Capítulo1

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—Quedaunasemana—exclamóuncaballeroenlacalleDowningel5deagostode1842—paraque se suspendan las sesiones.Nocabedudadequepuedemantenerelpaísencalmaduranteotrasemana.

—Ni siquiera puedo responder por el orden público en las próximasveinticuatrohoras—replicósuacompañante.

—SedebeponerfinaesteasuntodeManchesterdeinmediato.¿Disponedeunasbuenasfuerzasarmadasallí?

—Manchesternoesnada.Esossonmerosmovimientosdedistracción.Eltrabajo serio ahora no es concentrarse en las ciudades del algodón. LasituacióndeStaffordshireyWarwickshireesinfinitamentemásamenazadora.Cheshire y Yorkshire me alarman. Los informes que vienen de Escocia nopueden ser peores. Y aunque crea que las desgracias del treinta y nuevemantendrán Birmingham y las minas de carbón galesas en jaque, no nospodemosaventuraramoverningunadenuestrasfuerzasdeesosdistritos.

—Debeconvocarunconsejoparalascuatroenpunto.Tengounencuentrocon varias delegaciones que tendré que aplazar, pero he de ir a Windsor.Todavíanohaocurridonadaquehaganecesariodarcuentadelestadode lanacióneneldiscursodesdeeltrono.

—Todavíano—dijosucolega—,pero¿quénosdepararáelmañana?

—Despuésdetodo,soloesunactopúblico.Nopuedovolveraredactareldiscurso de Su Majestad e incluir rebelión y fábricas cerradas en lugar delealtadyunabuenacosecha.

—Sería un aburrimiento. Bueno, ya veremosmañana—y el compañeroabandonólaestancia.

—Yahoraaporesasdelegaciones—dijoelcaballerodelacalleDowning—.Detodaslascosasdelmundoloquemásmedesagradaesunadelegación.Nome importa lo mucho que haya que trabajar en el despacho o en casa,porqueesoestrabajoreal;ahílacabezafuncionaalaperfecciónPerorecibiraunadelegaciónescomoundesfile fingido,una inmensapolvaredayningúnprogreso.¡Yescucharsuspuntosdevista!¡Comosinosupieracuálessonsusopinionesantesdequelasexpongan!Yhayqueponerunacaraderespetuosasinceridadmientrasellosexponensussolucionesruinosasoimpracticables.Sino fuera porque en unmomento crítico que tengo ensayado les permito vercómovaganandoterrenoenmiconcienciamipropiaconvicción,creoquelostipos no pararían nunca. La verdad es que no puedo recibir a esasdelegaciones. Se las tengo que dejar aHoaxem—y el caballero de la calleDowninghizosonarsutimbre.

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—Bien, señor Hoaxem —prosiguió el caballero de la calle Downingmientrasentrabaaquelfielfuncionario—,segúncreo,hayvariasdelegacioneshoy.Tendráquerecibirlasusted,yaqueyovoyairaWindsor.¿Quiénesson?

—Haysolodos,señor,deimportancia.Conelrestomelaspuedoarreglarfácilmente.

—¿Yestasdos?

—Enprimerlugar,estánuestroamigoelcoronelBosky,losmiembrosparaelcondadodeCalfshireyunadelegacióndegranjerosarrendatarios.

—¡Bah!

—Hay que atenderlos. Los miembros me han hecho llegar una firmeprotestadequenopodránvotarjuntoalgobiernoenlosucesivo,amenosqueelTesorolesayudeasatisfacerasuselectores.

—¿Yquéquieren?

—Exposición de quejas… Impuestos altos y precios bajos… Levesobjeciones y ligeras insinuaciones de que han sido dejados de lado por susamigos…Trigopolaco,ganadoholandésdelHolsteinyelimpuestobritánicosobrelarenta.

—Ustedsabemuybienquédecir—dijoelcaballerodelacalleDowning—. Dígales, en términos generales, que están bastante equivocados.Demuéstrelesquemiúnicoobjetivohasido,porloqueamírespecta,queelproteccionismoresultemásprotectorypráctico,ydespojarlodelexcedentederechazo que suscita; que ningún trigo extranjero puede introducirse acincuentaycincochelines,quenohayasuficienteganadoentodoelHolsteinparaabastecerdecarnediariamentea laparroquiadePancras;yque,por loqueconciernealadeclaracióndelimpuestosobrelarenta,seráncompensadosconcrecesporellomediantelareduccióndelcostedelavidaquelograráesemismoaranceldelque,alparecer,tantosequejan.

—¡La reducción del coste de la vida!—dijo el señor Hoaxem un pococonfundido—. ¿Esa convicción, sugiero humildemente, no desentonaría unpococonmimanifestaciónanterioracercadequehabíamosacordadoquenotendríalugarningunareduccióndeprecios?

—Deningunamanera.Suexposiciónanterioresporsupuestocierta,peroal mismo tiempo debe hacer hincapié en la necesidad de adoptar unaperspectivageneralantesde formarseunaopiniónsobreejemplosconcretos.Por ejemplo, un caballero que gane cinco mil libras al año pagará por elimpuesto sobre la renta —por cierto, llámelo siempre «impuesto de lapropiedad»—cientocincuentalibrasalaño.Bien,hereducidomaterialmentelos impuestos en ochocientos artículos. El consumo de cada uno de esos

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artículosporunarentadecincomillibrasalañonopuedecostarmenosdeunalibraporartículo.Lareduccióndelprecionopuedesermenosdelamitad,locualsuponeunahorrodecuatrocientasalaño;unacantidadquecontrapuestaaladeduccióndelimpuestodelapropiedaddejaunclaroaumentodeingresosdedoscientascincuenta librasalaño.Por todo locualveráqueun impuestosobrelapropiedaddehechoaumentalosingresos.

—Ya veo—dijo el señorHoaxem con unamirada de admiración—. ¿YquéhededeciraladelegacióndelosfabricantesdeMowbray,quesequejandelagrancrisisdelcomercioydelatotalfaltadebeneficios?

—Debe decir exactamente lo opuesto —dijo el caballero de la calleDowning—. Demuéstreles lo mucho que he hecho para promover larecuperación del comercio. En primer lugar, abaratando los suministros,cortandodegolpelamitaddelasmedidasproteccionistassobreel trigo.Porponerunejemplo,enestemomento,conlaviejaley,elimpuestosobreeltrigoextranjerohabríasidodeveintisietechelinesporcuarto;conlanuevaleysontrece.Para ser sincero,conningunode losdospreciosentraría trigoalguno,peroesonoalteraelprincipio.Luego,encuantoalganadovivo,expóngalescómo he liberalizado completamente el comercio con el continente conrespecto a esa materia. Extiéndase sobre esto, porque cabe la especulaciónacercadeestetema,yadmitecálculosdesorbitados.Sihubieraalgúndisidenteen la delegación que por haber liberado a los negros no le quedara ningúnresquiciolibreparasimpatizarconotrosextranjeros,insinúeennombredelastorturasdelalidiadetorosyenconsideraciónalacondiciónhumanaque,enel futuro, los toros andaluces, en lugar de ser picados en Sevilla,probablemente serán despiezados en Smithfield. Este abaratamiento de lasprovisiones les permitirá competir con el extranjero en todos los mercadosneutrales, y con el tiempo, ganarles en su propio terreno. Además, es unacompensación total por el impuesto de la propiedad, sobre el cual, deberecalcarlesquesetratadeungranexperimentoyúnicamenteenvirtuddesusintereses.Anuncie que habrá cambios en las grandesmedidas y los grandesexperimentos,hastaqueseahoradebajaryocuparsedelastareascotidianas.Sus obligaciones oficiales por supuesto no deben interferir. Cogerán laindirecta.Nomecabedudadequellevaráacaboelcometidoalaperfección,señor Hoaxem, particularmente si es «franco y explícito». Esa es la líneacorrecta a seguir cuando quieres ocultar tu propia mente y confundir lasmentesdelosotros.¡Buenosdías!

Capítulo2

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Dos días después de esta conversación en la calle Downing, llegó a laAbadíadeMarneyunmensajeroespecialdel lordlugartenientedelcondado,el duque de Fitz-Aquitania. Inmediatamente después de leer el mensaje delcualeraportador,seformóungranrevueloenlacasa.MandaronllamaralaseñoraMarneyparaque acudiera a labibliotecade sumarido,y allímandóescribirde inmediatovariascartasafindeevitar la llegadadeciertasvisitasesperadas. El capitán Grouse entraba y salía de estamisma biblioteca cadacincominutos,recibiendoórdenesycontraórdenes,yfinalmente,montandosucaballo,sefuevolandoporelvecindariodandomensajesyórdenes.Todoestealborotosignificabaqueel regimientodepequeños terratenientesdeMarneyibaaserllamadoaintervenirdeinmediato.

LordMarney,quienhabíalogradoganarseunpuestoenlaCasaRealyera,por consiguiente, devoto servidor de las instituciones del país, estabatotalmente resuelto a defenderlas. Sin embargo, al mismo tiempo, con laprudencia que le caracterizaba, estaba igualmente convencido de que lapropiedadquedebíaserprincipalmenteprotegidahabíadeserlasuya,yqueelordendesupropiodistritorequeriríaprincipalmentedesualistamiento.

—Noséquéquieredecirelduqueconquemarchemoshacialosdistritosconflictivos—dijo lordMarney al capitán Grouse—, estos ya son distritosconflictivos.Hahabidotresfuegosenunasemana,yyoquisierasaber…¿Quéclase de disturbio puede ser peor que ese? En mi opinión este es un meromotín «contra la Ley del Grano» para asustar al gobierno. Supón que, enefecto,paranlasfábricas,¿yqué?Ojalápararantodas,yentonces,¿podríaunovivircomounnobleotravez?

Egremont,cuyasvisitasanualesaMarneysehabíanlimitadogeneralmentealasemanaquepasabaenelregimientodecaballeríadeterratenientes,llegóaLondreselmismodíaquelacartadel lord lugarteniente,yaquesupoqueelregimiento de su hermano, una de cuyas tropas comandaba, debía entrar enacción inmediatamente, al igual que los demás cuerpos de terratenientes delnorte de Inglaterra. Entre Egremont y su hermano había aflorado en losúltimos años, hasta cierto punto, una especie de buen pero tensoentendimiento,apesardequelordMarneyseguíasindescendencia,loquelehabía hecho odiar a Egremont con una virulencia doble mente destilada,especialmenteporlasmaniobrasafectivasdesumadre.

Cinco años habían transcurrido desde el comienzo de nuestra historia, yconsigohabíantraídoungrancambioalcarácterdelhermanodelordMarney.Especialmente durante los últimos dos o tres años se había vuelto callado yreservado.Apenasibaareunionessociales.Hastalacompañíadeaquellosqueunavezfueronsusmásíntimosamigoshabíadejadodeatraerle.Erarealmenteunhombremelancólico.Todossehabíanpercatadodesucambiodeconducta.Sumadreysucuñadaeranlasúnicaspersonasqueseesforzabanporahondar

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en la causa, y suspiraban sobre el fracaso de su sagacidad; si abandonas elmundo, elmundo te olvida. Y el nombre de Egremont se habría dejado demencionarenseguidaenaquellosbrillantessalonesqueélunavezhonróconsupresencia,sinohubierasidoporque,casualmente,lasensaciónqueprodujosu eficaz discurso pronunciado en la Cámara de los Comunes despertó elrecuerdodesunombreentresusantiguoscolegas,queentoncesrememorabanlasplácidashorasvividasensucompañíaysepreguntabanporquéélyanoacudíaaningúnsitio.

—Supongoquelasociedadleresultaunaburrimiento—dijolordEugenedeVere—.Osaseguroqueamí también,peroentonces,¿quédebehacerunamigo? Yo no soy miembro del Parlamento como Egremont. Creo que,despuésdetodo,esaeslacuestión,porqueheprobadotodolodemásytodolodemásesunaburrimiento.

—Yocreoqueunosedeberíacasar,comohahechoAlfredMountchesney—dijolordMilford.

—¿Pero de qué vale casarse si no te casas con una mujer rica? Y lasherederas del momento actual no se van a casar. ¡Qué puede ser másantinatural!Soloestodeberíaprovocarunarevolución.¿Porqué?Alfredeselúnicoamigoquehaconseguidopareja.Yademásnolotieneporescrito.

—EsaFitz-Warenesecomportódelamaneramenoseleganteconmigoquecabeimaginar—dijolordMilford—,siempreaceptabamisramosdefloreseinclusounavezmehizoescribirleunosversos.

—¡Por Júpiter! —dijo lord Eugene—. Me habría gustado verlos. Quépesadezdebedeserescribirversos…

—SololoscopiédelálbumdeMinaBlake,peroselosmandéescritosconmipropialetra.

UndesconcertadocorazóneralarazóndelpesardeEgremont.Locualesel origen secreto de casi toda melancolía. Amaba y amaba en vano. Laconviccióndeque supasión, aunquedesesperanzada,noeraunapresunciónfútil,sololehacíamásdesdichado,puestoquelaagudezadeladesilusiónestanto más grande cuanto mejor es la oportunidad desperdiciada. No habíavuelto a ver a Sybil desde la mañana que la dejó en Smith’s Square,inmediatamenteantesdequeellapartierahaciaelnorte.El juiciodeGerardhabía tenido lugar en las sesiones del tribunal de aquel año; había sidodeclaradoculpableycondenadoadieciochomesesdeprisiónenelcastillodeYork.LaintervencióndeEgremont,tantoenlaCámaradelosComunescomoanteelgobierno,lesalvódelaprisiónmayorconlaquelehabíanamenazadoen un principio, y de la que sin duda los prisioneros de Estado estaríanexentos.Duranteestaoperacióntuvolugarunintercambiodecorrespondencia

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entre Egremont y Sybil, que él habría fomentado y mantenido con muchogusto, pero que, no obstante, cesó al producirse el incidente que lamotivó.Sybil, a través de la influyente intercesión de Ursula Trafford, vivía en elconvento de York durante el encarcelamiento de su padre, y le visitaba adiario.

EldeseodeSybildetomarelhábitoqueunaveztantohabíaansiadoahorasehabíaesfumado.Quizásuexperienciadelavidalahabíaconvencidodelaimportanciadecumplirconlasresponsabilidadesfundamentales.Supadre,apesar de quenunca se había opuesto a su deseo, nunca lo había alentado, yahora tenía redoblados e interesantesmotivos para que su hija se ordenara.Habíasoportadodurosjuiciosyhabíasidovíctimadelaadversidad.CuandoSybil miraba a su padre, aunque este aún mantenía la firmeza de sucomplexión, y su semblante todavía desprendía esa mezcla de franqueza ydecisiónque lohabíadistinguidoantaño,nopodíaocultarse a símismaquehabíaestragosenélquenohabríapodidoproducireltiempo.Unañoymediodereclusiónhabíadebilitadohastalomásprofundodeunaconstituciónnacidaparalaacciónyqueentodomomentohabíahuidodelasfacilidadesdelavidasedentaria. El desengaño que habían sufrido las elevadas esperanzas de supadrehabíacrispadoyenmarañadoinclusoladulzuradesunobledisposición.Ahoranecesitabaqueleprestarancuidadosyconsuelo,ySybildecidióquesielcuidadoylacompasiónpodíanaliviarunaexistenciaque,deotramanera,se llenaría de amargura, al menos estos ángeles de la guarda revolotearíansobrelavidadesupadre.

Al acabar el período de encarcelamiento, Gerard regresó con su hija aMowbray.Sisehubieradignadoaceptarlosofrecimientosdesusamigos,nohabríatenidoqueinquietarseporsufuturo.Sehabíahechounacolectapúblicaparaayudarle.Morley,aquien le ibabienen lavidadesdeque la tiradadelMowbray Phalanx aumentaba día a día con las crecientes desgracias delpueblo,ofrecióasuamigocompartirsucasaysudinero.Hattonerageneroso,noexistíanloslímitesparasusofrecimientosniparalosfavoresquebrindaba,peroGerarddeclinabatodassusofertas,porquepreferíavivirdesutrabajo.Elpuesto que había ocupado en la casa del señor Trafford no estaba vacante,aunqueesecaballerohabríaestimadoconvenienterecibirle,perosureputacióncomoartesanodeprimerordenprontoleproporcionóunbuenempleosibien,enestaocasión,fueenlaciudaddeMowbray.GerardlamentabaporelbiendeSybilnotenerunhogaragradableparaella.Noobstanteteníalaposibilidaddeconseguir unoy, hasta que tomaraposesiónde él, ella buscó el asilo que lehabíanofrecidodesdeelprimermomento,encasadesumásamableyqueridaamiga.DemaneraqueenesteperíododenuestrahistoriaSybilvolvía a seruna interna del convento de Mowbray donde su padre y Morley la habíanesperado la víspera del día que ella visitó por primera vez las ruinas de laAbadíadeMarney.

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Capítulo3

—Hevistounmontóndecosasenmivida—dijoJackelBurlónsegúnsesacaba la pipade la boca en la silenciosa tabernadeElGato y elViolín—,peronuncavinadacomoesto.CreoquesialguienconoceMowbrayesesoyyo,yaquedesdeniñollevorespirandoesteairecosademediosiglo.Lomamécuandosabíaaprimaverayestatabernaeraunacabañacubiertademadreselvaenmediodelosverdescampos,dondelosmuchachosveníanconsuschicasybebían leche directamente de la vaca. Y también lo he respirado cuando laatmósferaeranociva,yuncentenardechimeneashumeabancomounasola…Y siempre me he encontrado bastante bien. Nada como los negocios paraabrirle a uno el apetito. Pero ¿cuándo volveré a tener un poco de hambre,señoraTrotman?

—Dicen que hasta el caminomás largo termina haciendo un giro, señorTrotman.

—Nunca antes vi nada igual—contestó su marido—, y he visto malostiempos, pero siempre solía decir: «Acordaos de lo que os digo, amigos,Mowbrayprogresará».Mispalabrasteníansucargaderazónenestedistrito,señoraTrotman,comonopodíaserdeotraforma,viniendodeunhombreconmiexperiencia…especialmentecuandofiaba.

»Todohombrealquefiabayanotabaensucuentaeradelamismaopiniónque el dueño de El Gato y el Violín, y siempre pensaron que Mowbrayavanzaría. Esa es la característica devastadora de estos tiempos, señoraTrotman,nohayningúnprogresoenellugar.

—Comienzoapensarquesonlasmáquinas—opinólaseñoraTrotman.

—Tonterías —replicó el señor Trotman—. Son las leyes del trigo. LaciudaddeMowbraypodríavestiralmundoconlosrecursosquetiene.¿CómopuedenShuffleyScrewproducirtreintamillasdepercalaldía?Pero¿dóndeestánlasganancias?Esaeslacuestión.Comodijoelcaballeroamericanoquedejósucuentasinpagar:«RecojamismigasdepanyleextenderéunchequealportadorparaelBancodePensilvania».

—Esmuycierto—remarcólaseñoraTrotman—.¿Quiénandaporahí?

—¿No hay nada en mi camino? —preguntó una mujer que llevaba acuestasunacanastadecerezasnegrasconunabalanzadehojalataencima.

—¡Ah!SeñoraCarey—dijoJackelBurlón—,¿esusted?

—Encarneyhueso,señorTrotman,aunquetengoclaroquemesientomás

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comounfantasmaquecomounserdecarneyhueso.

—Tienemotivosparadecirlo, señoraCarey.UstedyyohemosconocidoMowbraydesdehacemástiempoquenadiedeestavecindad,creoyo.

—Ynuncahevistounaépocacomolaactual,señorTrotman,niqueselepareciera.Noobstante,siemprepenséquellegaríamosaesto.Lascosasestántotalmentealrevésdecómosolíanser,losniñosacaparanahoralossueldosylagentedecentevaa laderivasorteando lavidacomopuede.Esoes loquepiensoyo,señorTrotman.

—Elcomerciosenosvadelcondado,viuda.Nolequepalamenorduda.

—¿Y cómo vamos a recuperarlo de nuevo?—preguntó la viuda—. Lasfuerzasdelordenpúblicodeberíanintervenir.

—Debemostenerpanbarato—dijoelseñorTrotman.

—Esoesloquedicen—dijolaviuda—,peroquémásnosdaqueelpanseabaratoocarosinotenemosnadaconquecomprarlo.Porcierto,¿noquerráalgodeloquellevo,vecino?Metemoquenoesmuytentador—dijolabuenaviuda,enuntonobastantelastimero—,perounpocodefrutafrescaenfríalaboca en esta época sofocante, y en cualquier caso me devuelve al mundo.Pareceunnegocio,peroesmuyduroconseguirunpeniqueconél.Aunquelosvecinosdeunasonmuyamables,yunpocodecharlasobre lo terriblesquesonlostiempossiempremelevantaelánimo.

—Bueno,compraremosunalibraporelbiendelcomercio,viuda—dijolaseñoraTrotinan.

—Y aquí tiene un vaso de ginebra con agua, viuda —añadió el señorTrotman—,ycuandoMowbrayprogresevendráapagarlo.

—Gracias a losdosde todocorazón—dijo laviuda—.Unbuenvecino,como dice nuestro pastor, es la laguna de Betsaida. Y, como usted dice,Mowbrayprogresará.

—¡Nuncahedichoeso!—exclamóJackelBurlóninterrumpiéndola—.NovayaporahídiciendoqueyohedichoqueMowbrayprogresaría.Mispalabrastienenunpesoenestedistrito,viuda.¡Mowbrayprogresar!¿Porquéhabríadeprogresar?¿Sobrequébase?

—Enefecto,¿sobrequé?—señalóDevilsdustsegúnentrabaenElGatoyelViolínconDandyMick—.NohaynielespíritudeunpiojoenMowbray.

—Esaesunagranverdad—dijoMick.

—¿Hay alguna ciudad tan cobarde en todo el reino donde los operariostrabajen media jornada, y agradezcan a los capitalistas que mantengan lasfábricas en funcionamiento, pese a tenerles al borde de la inanición? —

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preguntóDevilsdustentonodedesprecio.

—Esoesloquehay—dijoMick.

—Me alegro de verles, caballeros—dijo el señorTrotman—. Por favor,tomenasiento.AúnquedaunpocodetabacoenMowbray,yunvasodelicorasuenteradisposición.

—Paramínadaquepagueimpuestos—dijoDevilsdust.

—Bueno,noes exactamente lo correcto, señoraTrotman, creoyo—dijoMick,inclinándosegalantementeanteladama—,peropormialmaqueestoytansedientoquetomarélapalabraaJackelBurlón—ydiciendoesto,MickyDevilsdust se acomodaron en la barra,mientras la bondadosa señora Careytomaba sorbos de su vaso de ginebra con agua, del cual afirmaba confrecuenciaqueeralalagunadeBetsaida.

—Bueno,Jack—dijoDevilsdust—,meimaginoquehasoídolanoticia.

—Si es algo que ha pasado enMowbray, especialmente en este distrito,deberíapensarquesí.Lostiemposhandeserciertamentemuymalosparaquealguiennosepaseacontarmequéhaocurridoypedirmeconsejo.

—NotienenadaqueverconMowbray.

—Mismás sincerasgracias, señoraTrotman—dijoMick—.Brindoa susalud.

—Entonces no sé qué hacer —dijo Jack el Burlón, respondiendo a laobservación anterior de Devilsdust—, porque últimamente nunca leo losperiódicos…anoserquetenganyaunasemana,yesocuandomelosdejaunamigo. Yo, que solía comprar mi Sun habitualmente, por no hablar delDispatch,ydelBell’sLife.Lostiemposhancambiado,señorRadley.

—Hablacomounlibroabierto,señorTrotman—dijoMick—.Brindoasusalud.Pero,encuantoalosperiódicos,yomismonoséquéhacer,elCírculoLiterarioyCientíficohacerrado,porqueno lesquedansuscriptores,exceptolossocioshonorarios;ynoteníanunsoloperiódicoexceptoelMoralWorld,yeseporqueesgratis.

—Tan mal como El Templo —dijo Jack el Burlón—. Han muerto lasinstitucionesdelpaís.¿Ycuáleslanoticiaentonces?

—Los trabajadores están triunfandoenLancashire—dijoDevilsdust conamargasolemnidad.

—¡Diablosquesí!—dijoJackelBurlón—.¿Yqué?,¿acasohansubidolossueldos?

—No—respondióDevilsdust—,perohanparadolasfábricas.

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—Esonoarreglarámucholascosas—dijoJacklanzandounsuspiro.

—¿Creesqueno?

—Lasclasestrabajadorastendránmenosdineroquegastarquenunca.

—¿Yquétendránloscapitalistasparagastar?—preguntóDevilsdust.

—De mal en peor —dijo el señor Trotman—. Nunca volverás a verinstitucionescomoElTemploabiertasdenuevoconestesistema.

—No temas, Jack —dijo Mick, tomando un trago—. Si conseguimosnuestrosderechos,¿nolocelebraremosconunacomilona?

—Lo que debemos hacer es luchar—dijoDevilsdust—, y enseñar a loscapitalistasdequiéndependen,paraqueenelfuturonosevuelvanallevarlamejorparte,yentoncestodoestaráensusitio.

—Unjornaldignoporunajornadadetrabajodigna—dijoMick—,esoesloquehay.

—ComenzóenStaleybridge—continuóDevilsdust—,yparalizarontodo.Y ahora marchan hacia Manchester con un ejército de diez mil hombres.Arrollaronalapolicía…

—Yvitorearonalos«casacasrojas»comocentellas—dijoMick.

—Lossoldadosconfraternizarán—dijoDevilsdust.

—¿Queharánqué?—preguntólaseñoraTrotman.

—Hundir sus bayonetas en los capitalistas, que les han contratado paradegollaralasclasestrabajadoras—respondióDevilsdust.

—La reina está de nuestro lado—dijo Mick—. Es bien sabido que sehorrorizacuandoveaesaschicastrabajandoenlasfábricasatodaprisa.

—Bueno, esto sí que es una noticia—dijo la señora Carey—. Siemprepenséquealgobuenonostraeríateneraunamujereneltrono—y,reiterandolas gracias y envolviéndose en el mantón, la vieja se retiró ansiosa pordivulgarlanoticia.

—Y ahora que estamos solos —dijo Devilsdust—, la cuestión es quévamos a hacer aquí. Veníamos a consultarte, Jack, porque tú conocesMowbray mejor que ningún otro hombre. Esto se va a extender. No va adetenerse enbreve.Tambiénhe tenidounpajarito cantándomeal oído estosdosúltimosdías.Si no consiguendetenerlo enLancashire, y les reto a ello,habráunlevantamientogeneral.

—Hevistograncantidaddecosasenmivida—dijoelseñorTrotman—.Varioslevantamientosyvariashuelgas,yhuelgasdeobrerostantensascomo

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noospodéis imaginar.Peroparamigustonohaynadacomounahuelgaentiempos prósperos. Bajo esas circunstancias se envía más dinero del quepodáissuponer,jóvenescaballeros.EstanprovechosocomocualquierdíadelaferiadeMowbray.

—Pero ahora vayamos al grano —dijo Devilsdust—. A la gente se laengañaconfrecuencia,necesitanunlíder.

—Bueno, está Gerard —dijo Jack el Burlón—. Nunca en la vida haexistidounhombremejor.YWarner,elhombremásgrandeque jamáshayasalidodelostejedores.

—Ay,ay—dijoDevilsdust—.Peroaambos leshacaídoañoymedio,yesoenfríalasangre.

—Además—añadióMick—,sondemasiadoviejos,yStephenMorleyleshaengatusado,predicandolafuerzamoralytodoesetipodeembustes.

—NuncaheoídoquelafuerzamoralganaralabatalladeWaterloo—dijoDevilsdust—. Ojalá los capitalistas ejercitaran la fuerza moral un poco, yveríamossilascosasseguíanfuncionando.Siloscapitalistasrenunciaranasus«casacasrojas»,seríaundefensordelafuerzamoralmañanamismo.

—Ylanuevapolicía—añadióMick—.Bonitoejemploqueuntipoconunabrigoazultearreeenlacabezaconlasganasdelmismísimodiabloytedejenlafuerzamoraldeescayola.

—Bueno, todoesoestámuybien—dijoJackelBurlón—,peroyoestoyencontradelaviolencia…almenosdelafuerzabruta.Nomeopongoaunmotínmoderadosiemprequenoseaenmidistritodelaciudad.

—Bien,esanoeslasituaciónporahora—dijoMick—.Noqueremosquehaya nada de violencia. Solo queremos que paren todas las fábricas yasalariados del reino, y se decrete una fiesta nacional como es debido de almenosseissemanas.

—He visto gran cantidad de cosas en mi vida—reiteró Jack el Burlónsolemnemente—,pero siempreheobservadoque si lagente,por logeneral,hubiera trabajado media jornada durante una semana, aguantaría cualquiercosa.

—Esonoesningunatontería—dijoMick.

—Elespíritudelmovimientoestá roto—dijo JackelBurlón—,o, sino,nuncahubierandejadoquesecerraraElTemplo.

—¡Y piensa en nuestro Instituto sin un solo socio!—dijoMick—. Laschicassonlasúnicasalasquelesquedaalgodeespírituderebelión.Juliameacaba de decir que lucharía con el mismo diablo por conseguir los cinco

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puntoscualquierdíadelverano.

—Tú crees que el espíritu no se puede levantar, Jack el Burlón—dijoDevilsdustmuyseriamente—.Deberíasserjuez.

—SiyonoconozcoMowbray¿quiénloconoce?Confíaenmipalabra,lacasanosemoverádesusitio.

—Entonces,REBELIÓN…—dijoMick.

—¡Silencio!—dijoDevilsdust—.Perosupónqueseextiende.

—Noseextenderá—dijoJackelBurlón—.Hevistounabuenacantidadde estas cosas.Me figuro que, por lo que dices, es un tumulto del algodón.Pasará,señormío.Cuandoveaalosminerosfuera,entonceshablamos.

—Cosasmásrarasqueesahanpasado—dijoDevilsdust.

—Entonces, lascosasseponenserias—continuóJackelBurlón—.Esosminerossonmuytercosy,cuandoseenfadan,nosoncomounabrisa.¿Esoestodo?

—Deacuerdo—dijoDevilsdust—,loquediceshayquetenerloencuenta,peroigualmentesientoqueestamosalaspuertasdeunacrisisduradera.

—No, ¡caramba!—dijoMick, y, lanzando sugorra al aire, chasqueó losdedosencantadoanteelentretenimientoqueseavecinaba.

Capítulo4

—Nocreoquepuedasoportarestomuchotiempomás—dijoasuesposaelseñorMountchesney,elyernodelorddeMowbray,mientraspermanecíadepie,deespaldasa lachimeneavacía,con lasmanosmetidasen losbolsillosdelabrigo—.Estavidaenelcampoenagostomeaburrehastalaextenuación.Joan,creoqueiremosaBaden.

—Pero papá esta tan interesado, queridísimo Alfred, en quepermanezcamosaquídemomentoyveamosalosvecinosunpoco…

—Podría cambiar de opinión y quedarme aquí para agradar a tu padre,pero,encuantoalosvecinos,yaloshevistolosuficiente.Nosoneltipodegentequehayaconocidoantes,oquedeseevolveraver.Noséquédecirles,nisiquiera puedo añadir una idea a lo que me dicen. ¡En fin! Ciertamente elcampoenagostoesalgoquenopuedeimaginarsequiennolohaprobado.

—Perotúsiempresolíasdecirqueadorabaselcampo,Alfred—dijoladyJoanconuntonodetiernoreproche.

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—Y lo adoro.Nunca he sidomás feliz que cuando estuve enMelton, einclusomegustabaelcampoenagostocuandoestuveenlospáramos.

—PeroyonopuedoiraMeltondebuengrado—dijoladyJoan.

—No veo por qué no puedes. La señora Shelldrake va con su esposo aMelton,ytambiénladyDiconBarham,ytodostanfelices.

—Bueno, en todo caso no podemos ir aMelton ahora—dijo lady Joanavergonzada—,ymeesimposibleiralospáramos.

—No, pero yo podría ir—dijo el señorMountchesney—, y dejarte a tiaquí. Podría haber ido conEugene deVere yMilford y FitzHeron.Queríanqueyofueseporencimadetodo.¡Quéestupendafiestahabríahabido,yquégrandiversiónhabríamostenido!Ynotendríaquehaberestadofueramásdeunmes,oquizáseissemanas,ypodríahaberteescritotodoslosdíasytodoesetipodecosas.

LadyJoansuspiróyfingióretomarellibroabiertoquehabíasostenidoenlamanoduranteestaconversación.

—Me pregunto dónde está Maud—dijo el señor Mountchesney—. Megustaría que hoy se viniera a montar a caballo conmigo. Es una amazonaestupenda,ysiempremedivierte.Comotúnopuedescabalgarahora,Joan,megustaríaquedejarasaMaudmontaraRayodeSol.

—Comodesees.

—Bien,voyalosestablosyselodiré.¿Quiénvieneporahí?—exclamóelseñorMountchesney,yentoncesseaproximóalaventanaquedabaalparque.Desdeellaseveíaenladistancialallegadadeuncarruajemuyllamativo.

LadyJoanlevantólavista.

—Venaquí,Joan,ydimequiénessonesos—ladyJoanestuvoasuladoenunmomento.

—EslalibreadelosBardolf—dijoladyJoan.

—Yo siempre los llamo Firebrace, no puedo evitarlo —dijo el señorMountchesney—. Bien, me alegro de que sean ellos. Pensé que podíaninvadirnoslosbárbaros.LadyBardolfnostraeránoticias.

Lord y lady Bardolf no estaban solos. Venían acompañados por uncaballeroquesehabíaquedadodevisitaenFirebraceyque,conociendoalordde Mowbray, venía a presentar sus respetos al castillo en su camino haciaLondres.Estecaballeroeraelindividuoqueloshabíaelevadoalanobleza:elseñor Hatton. Una considerable intimidad había aflorado entre él y susclientes.FirebraceeraunviejolugarreconstruidoentiemposdelosTudor,decuya primitiva construcción quedaban algunas de sus partesmás antiguas y

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una cámara con títulos de propiedades que había escapado a las guerrasciviles. Hatton se deleitaba con ellos, y en el curso de sus investigacioneshabíahechoyadescubrimientosquepermitíancolocarlapequeñacoronadelcondadodeLovel sobre la cabezadel antiguo señor de la baronía, un títuloqueahorayanomencionabanunca.ALorddeMowbray le agradabaver alseñorHatton, un caballero en el que había depositado gran confianza desdeque,hacetresaños,elconsejodeestereferentealaescrituradepropiedadyelderechosobresuseñoríohabía resultadoserdiscretoycorrecto.Deacuerdocon aquel consejo, lord de Mowbray había pedido a sus abogados quecomparecieranen lademandasinentrarenexplicaciones innecesariasacercadelosméritosdesucaso.ContabaconlaprecisióndelcálculodeHattondequeelderechonoseríareivindicado.Yteníarazónpues,trasalgunasevasivasymaniobras preliminares, la demanda no había sido reivindicada.Así pues,lord de Mowbray, siempre cortés, estaba dispuesto a conceder una muydistinguida recepción a su consejero confidencial. Insistió mucho a susinvitados para que se quedaran con él algunos días y, aunque esto no erafactible, el señorHatton prometió que no abandonaría la zona sin visitar elcastillodenuevo.

—¿Siguen tranquilos por aquí?—le preguntó el señor Hatton a lord deMowbray.

—Y me cuentan que va a seguir así —dijo lord de Mowbray—. Lamayoría de las fábricas está funcionando y los hombres han aceptado lossueldos reducidos con buen talante. El hecho es que los agitadores de estazona sufrieron una contundente derrota en el treinta y nueve, y los cartistashanperdidosuinfluencia.

—LosientoporlapobreladySt.Julians—ledijoladyBardolfaladydeMowbray—.Ha debido de causarle tal decepción y ha tenido tantas…Perocomprendoquenosepuedeculparanadiemásqueaellamisma.¡Sialmenoshubiesedejadoalpríncipeenpaz…peronopodíaestarsequieta!

—¿DóndeestánlosDeloraine?

—EnMúnich,dondeestánencantados.YladyDelorainemehaescritoqueelseñorEgremonthaprometidounirseaellosallí.Silohace,pretendenpasarelinviernoenRoma.

—Alguiendijoqueseibaacasar—dijoladyBardolf—,peronoheoídonada.

ElseñorMountchesneyentróysaludóalosBardolfconciertoafecto:

—¡Qué delicioso encontrarse en el campo en agosto a alguien que hasvisto en Londres en junio! —exclamó—. Ahora, querida lady Bardolf,cuéntemealgo,puesesimposibleconcebirunasituacióntantristecomolaque

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tenemos nosotros aquí. Nunca recibimos cartas. Joan solo mantienecorrespondenciaconfilósofos,yMaudconclérigos;yningunodemisamigosmeescribe.

—¿Quizánuncalesescribeustedaellos?

—Bueno,nuncahesidoescritoradecartas,porquelaverdadesquenuncaqueríaescribiroquemeescribieran.Siempresabíaloqueestabasucediendoporquesiempreestabaenel lugaradecuado.Estabahaciendolascosassobrelascualeslagenteescribía,peroahora,queyanoestoyenelmundo,nohagonada,vivoenelcampo,yademás,enelcampoenagostomegustaríarecibircartastodoslosdías,peronoséaquiénescogercomocorresponsal.EugenedeVere no me escribirá, Milford no puede y, en cuanto a FitzHeron, es tanegoístaquesiemprequierequeselecontesteasuscartas.

—Esoesmuypocorazonabledesuparte—dijoladyBardolf.

—Además, ¿qué pueden contarme en este momento? Han ido a lospáramosyseloestánpasandobien.Meinvitaronairconellosperonopodíair,porque,verá…NopodíadejaraJoan;aunqueporquénopodíadejarlaesalgo que no entiendo, ya que Egerton tiene cacerías este año y deja a ladyAugustaconsupadre.

Al regresar del paseo, ladyMaud entró en la estancia, con su sombreropuesto. Toda ella era animación, estaba encantada de ver a todo el mundo.HabíaidoaMowbrayaescucharunoscantosenlacapillacatólicadelpueblo,se había celebrado un servicio y una colecta para paliar la pobreza de lostrabajadores del lugar. Había estado pendiente del evento varios días y lehabíandichoqueoiríalavozmáshermosaquejamáshubieraescuchado,peroesta había superado ampliamente sus expectativas. Parecía la voz de unamujer, no podían concebirse tonos más tiernos y, sin embargo, másemocionantes;enunapalabra,angelicales.

ElseñorMountchesneylaculpópornollevarle.Legustabalamúsica,elcanto y especialmente las voces femeninas. Habiendo tan pocoentretenimiento,lesorprendíaqueladyMaudnosehubierapreocupadodequeél estuviera presente. Su cuñada le recordó que le había pedido a élparticularmentequelallevaraaMowbrayyqueélhabíadeclinadoelhonoralconsiderarlounaburrimiento.

—Sí—dijo el señorMountchesney—,perocreíaque Joan ibacontigoyqueibaisaestardecompras.

—BuenacosaquesesuspendieranlassesionesdelaCámaraantesdelosdisturbiosenLancashire—ledijolordBardolfalorddeMowbray.

—Creoquelomejorquepodemoshacerespermanecertodosennuestras

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propiedades—dijolorddeMowbray.

—Mi vecino Marney está en un estado de gran agitación —dijo lordBardolf—,todasucaballeríadeterratenientesestápreparada.

—¿PeroélestátranquiloenMarney?

—Enciertomodo,peroestosfuegosnosdesconciertan.Marneyseniegaacreer que las condiciones de los trabajadores tengan algo que ver, y esverdaderamenteunhombremuysagaz.Peroaunasínoséquépensar.LaLeydel Pobre es muy poco popular en mi parroquia. Marney opina que losincendiarios son todos forasteros contratados por la Liga contra la Ley delGrano.

—¡Ah!Aquí está lady Joan—exclamó ladyBardolf según entraba en lahabitaciónlaesposadelseñorMountchesney—.¡MiqueridísimaladyJoan!

—Vaya, Joan —dijo el señor Mountchesney—, Maud ha estado enMowbrayyhaescuchadocantosdelomásdeliciosos.¿Porquénohemosido?

—Siyatelomencioné,Alfred.

—Recuerdo que dijiste algo de ir aMowbray y que querías ir a variossitios.Peronohaynadaqueodie tantocomo irdecompras.Meaburremásquecualquierotracosa.Ytúenespecialtardastantocuandovasdecompras…Perocantar,ymássisetratadelhermosocantodeunamujerenunacapillacatólica, de una hermosa mujer, eso es una cosa bastante distinta… y mehubieraentretenido,algoen loquenadieparecepensaraquí.Nosécómoloencuentrausted,ladyBardolf,peroparamíelcampoenagostoesunpoco…—y sin terminar su frase, el señor Mountchesney puso una mirada dedesesperacióninexpresable.

—¿Y no vio a esa cantante? —preguntó el señor Hatton, acercándosesigilosamentealadyMaudparahablarleconvoztenue.

—No la vi, pero me cuentan que es increíblemente bella, algoextraordinario.Intentéverlaperofueimposible.

—¿Esunacantanteprofesional?

—Meimaginoqueno,eslahijadeunodelosdeMowbray,creo.

—Invitémoslaalcastillo,ladydeMowbray—dijoelseñorMountchesney.

—Si así lo deseas… —contestó lady de Mowbray con una sonrisalánguida.

—Bueno,alfintengoalgoquehacer—dijoelseñorMountchesney—.IréaMowbrayacaballo,encontraréalahermosacantanteylatraeréalcastillo.

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Capítulo5

Un rayo de sol vertical, suavizado por la vidriera de colores de unapequeña ventana gótica, bañaba la habitación de la madre superiora delconventodeMowbray.Laestanciaabovedada,dedimensionesmuyreducidas,estabaamuebladacongransencillezyseabríaaunpequeñooratorio.Habíavarios volúmenes en unamesa, un crucifijo de ébano fijado en un nicho ysentada,apoyadaenunasilladerespaldoalto,estabaUrsulaTrafford.Sutezpálidayrefinadaqueensujuventudsehabíadistinguidoporsubrillosehabíaconvertidoahoraensureclamoespiritual,yciertamentetodosusemblante—su frente delicada, la pequeña nariz aguileña y la boca bien formada, firmepero benévola— presagiaba el alma celestial que habitaba en ese gentilentorno.

La madre superiora no estaba sola. En un asiento bajo junto a ella,sujetandosumanoymirándolaa lacaraconsimpatíareverencial,habíaunadoncellaporlaquehabíanpasadoyacincoveranosdesdequelavimosensuadolescencia entre las ruinas de la Abadía de Marney. Esos cinco veranoshabían hecho realidad la incomparable promesa de sus encantos además dehaberlahechocrecer enestaturayhaber serenadoelbrillode subelleza sinmenguarnadadesuresplandornirobarunápicedesugracia.

—Sí,lloroporellas—dijoSybil—,porlasconviccionesprofundasquemehanhechodesearqueelclaustroseamihogar.¿Esqueelmundohaabsueltomi alma? Aún no he saboreado las alegrías mundanas, y todo lo que heconocido ha sido sufrimiento y lágrimas.Regresarán…esas ilusiones demisagradajuventud,queridaamiga,¡dimequevolverán!

—Yotambiénhe tenidoesas ilusionesenmi juventud,Sybil,ynoporelclaustro.Sinembargo,aquíestoy.

—¿Yquédeberíainterpretar?—dijoSybilinquisitivamente.

—Quemisilusionesperseguíanelmundoymetrajeronalclaustroyquelastuyasperseguíanelclaustroytetrajeronalmundo.

—Micorazónestátriste—dijoSybil—,ylostristeshandebuscaramparoenlasombra.

—Estásatribulada,hijamía,másquetriste.

Sybilnegóconlacabeza.

—Sí,hijamía—dijoUrsula—,elmundotehaenseñadoquehayafectosque el claustro no puede satisfacer ni otorgar. ¡Ah! Sybil, yo también heamado.

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La sangre subió a las mejillas de Sybil y luego regresó igual derápidamenteasucorazón.Sumano temblorosaapretó ladeUrsulamientrassuspirabaymurmuraba:«No,no,no».

—Sí, es su espíritu el que se cierne sobre tu vida, Sybil, y en vanoolvidarás lo que embruja tu corazón.Alguiennomenosvirtuosoque él, tanbueno, tan discreto, tan gentil, una vez susurró enmi oído lamúsica de lafelicidad. Era como yo hijo de una casa antigua, y la naturaleza le habíadotado de todas las cualidades que pueden deslumbrar y hechizar. Pero sucorazóneratanpuroysualmatanligeracomobrillantessuinteligenciaysucuerpo…—yUrsulahizounapausa.

SybilpusosuslabiossobrelamanodeUrsulaysusurró:

—Siguehablando.

—Los sueños de los días pasados—continuóUrsula emocionada—, lasferoces penas que me vienen a la mente… y aun así siento que fuiescarmentada sabiamente. Él fue golpeado en su virtuoso orgullo el díaanterior al que iba a llevarme al altar. Allí, sola, encontré el consuelo quenuncafalta,ydeesemodoacabaronciertosañosdeamorhumano,miSybil—dijoUrsula, inclinándose hacia delante y abrazándola—. Elmundo cruzónuestrosbelloscaucesduranteunatemporada,yunpodermásgrandequeelmundo me hizo superar sus prohibiciones, pero esos sueños son sagrados.Ahoraesamemoriaesmiconsuelo,esdulcey libre,ycuandoélvinohastaaquí a preguntar por ti, su presencia y corazón agitado me recordaron mipasado.

—Esunpensamientodemasiadoturbulento—dijoSybil—,ruinaparaél,ruina para todos. No, estamos castigados por un destino tan incontrolablecomoelquecastigóatuqueridoamigo,lanuestraesunamuerteenvida.

—Eldíademañanaes imprevisible—dijoUrsula—.Meharíarealmentefeliz,miqueridaSybil,quetuinocenciaseconsagraraaestasparedesyquelapupilademismejoresañosy la amigademimadurez fuerami sucesoraenesta casa. Pero estoy profundamente convencida de que no te ha llegado lahoradedarunpasoquenoadmitevueltaatrás.

Diciendo esto, Ursula abrazó y despidió a Sybil, puesto que laconversación, los últimospasajes de la cual hemos recogido, había ocurridocuandoSybil,deacuerdoconsucostumbredelossábadosporlatarde,habíavenidoapedirpermisoalamadresuperioraparairavisitarasupadre.

Gerardhabíaencontradounhogartemporalenelprimerpisodelaoficinade imprenta del Mowbray Phalanx, que era una estancia tolerablementeespaciosa y confortable. Hacía poco que había llegado de la fábrica ycaminaba,inquieto,deunladoaotrodelahabitaciónesperandoansiosamente

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lallegadadesuhija.

Yellafue.Primero,seoyóelpasoconstante,luego,lafamiliarllamadaalapuerta;padreehijaseabrazaron.Estrechócontrasucorazónalahijaquenosehabíaseparadodeélalolargodeloslargosprocesos,quelohabíaaliviadode tantas penas, que había sido el ángel que lo había visitado en la celda ycuyaentregahabíahechollevaderosucautiverio.

Sus encuentros, aunque regulares, ahora eran relativamente pocofrecuentes.Sesolíanreunireldíadefiestaytambién,aveces,latardeanteriorduranteunratobreve,peroauncontodo,elalegrehogarylabienvenidayanoeranparaGerard.¿Seríanparaélenelfuturo?¿Yquéledepararíanasuhijalos años venideros? Su mente vaciló entre el convento del que ahora ellaapenashablabayqueaélnuncalehabíaagradado,yaquellossueñosdeverlarestaurada en el esplendor de una riqueza que su temperamento optimistatodavía le susurraba. A pesar de la esperanza tantas veces aplazada y lasexpectativas tan a menudo frustradas, puede que aquellos sueños aún secumplieran.Y,aveces,enmediodeesasesperanzasopuestas,sealzabaunaterceraymáspráctica,aunquederesultadomenospintoresco, laideadequese casara. ¿Y con quién? Era imposible que una joven de raro talento yeducadacontantadelicadezapudieraconvertirseen laesposadealguiendelpueblo. Hatton le ofrecía su riqueza, pero Sybil nunca había parecidosimpatizar con sus esperanzas, y Gerard pensaba que la diferencia de edadentreellossuponíaunagranbarrera.Detodosloshombresdesupropiaclasesolamentehabíaunoqueporsuedad,susgrandescualidades,susimpatía,ylanaturalezade su trabajoy susmedios, pudierano ser la persona inadecuadapara convertirse en elmarido de su hija. Amenudo,Gerard había caviladosobre la posibilidad de estos lazos íntimos conMorley. De hecho, Sybil sehabíacriadobajosumirada,siemprehabíasubsistidoelafectoentrelosdos,ysabíabienqueenotrostiemposSybilhabíaapreciadoyadmiradolasgrandescualidadesyloslogrosdesuamigo.EnunaépocacasisospechóqueMorleyestaba encariñado con ella. Y, sin embargo, por causas que nunca habíaintentado averiguar, probablemente por una combinación de circunstanciasinvoluntarias,SybilyMorleyhabíancoincididopocoenlosúltimosañosysuintimidadsehabíadesvanecidoporcompleto.AGerardleparecíaqueMorleyhabía demostrado ser su amigo más fiel. Al principio Morley le habíaintentado disuadir enérgicamente del rumbo que había desembocado en lastribulacionesyelcastigoquehabíapadecido.Cuandoloarrestaron,suantiguocolega pagó su fianza, le acompañó y aconsejó durante el juicio, e intentóaliviarsuencarcelamientoportodoslosmedios.CuandoGerardfuepuestoenlibertad,seofrecióacompartirsusbienesconély,auncuandoesterehusóelofrecimiento,Morleylebrindósupropiotecho.Peroapesardetodoesto,deunauotraforma,laentregadecorazónydemente,ylacamaraderíaprofunday hogareña que había caracterizado los viejos tiempos había desaparecido.

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HabíatodavíadevociónporpartedeMorley,peroconreservas.

—Estás preocupado, padre mío —dijo Sybil mientras Gerard seguíacaminandoarribayabajo.

—Solounpocointranquilo.Estoypensandoquefueungranerrorquenosmudáramoseneltreintaynueve.

Sybilsuspiró.

—¡Ah! Tenías razón, Sybil —continuó Gerard—, las cosas no estabanmaduras.Teníamosquehaberesperadotresaños.

—¡Tres años!—exclamó Sybil sobresaltándose—. ¿Las cosas estánmásmadurasahora?

—Lancashire entero se ha sublevado —dijo Gerard—. No hay fuerzassuficientesparamantenerlesenjaque.Silosminerosyloshullerossealzan,ytengo razones para pensar que esmás que probable que lo hagan en pocosdías,seacabóeljuego.

—Meaterras—dijoSybil.

—Al contrario—dijo Gerard sonriendo—, la noticia es suficientementebuena;casidiríaquedemasiadobuenaparaserverdad,puesmelacontóunodelosviejosdelegadosquehavenidoparaverquésepuedehacerennuestratierradelnorte.

—Sí—dijoSybilcontonodecuriosidad,incitandoasupadreaproseguir.

—Vino a la fábrica, y hablamos un rato. No habrá líderes esta vez, almenosnovisibles.Elpuebloloharáporsímismo.Todoslostrabajadoressealzarán en el mismo día y no volverán a sus oficios hasta que tengan susderechos.Sinviolencia,sinderramarsangre,peroseparalizaránlasfábricasy,entonces,nuestrosopresoresaprenderán lagranverdadeconómicaal tiempoqueunalecciónmoral:quecuandoeltrabajojuega,cesalariqueza.

—Cuandoel trabajocesa,elpueblosufre—dijoSybil—.Esaes laúnicaverdadquehemosaprendido,yesunaverdadamarga.

—¿Podemosserlibressinsufrir?—preguntóGerard—.¿Puedeobtenerselamayordelasbendicioneshumanascomocualquierotracosa,comoarrancaruna fruta o atrapar la corriente de un arroyo?No, no.Debemos sufrir, perosomosmássabiosqueantaño,noconspiraremos.Lasconspiracionessonparalosaristócratas,noparalasnaciones.

—¡Ay! No veo más que aflicción —dijo Sybil—. No puedo creer quedespuésde todo loquehapasado, lagenteaquí se subleve.Nopuedocreerque, después de todo lo que ha pasado, todo lo que tú y nosotros hemossoportado,quetú,mipadre,lesaconsejesparaquesesubleven.

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—Yo no aconsejo nada —dijo Gerard—. Ha de ser un fuerte instintonacional el que lo haga; pero si toda Inglaterra,Gales, Escocia no trabajan,¿porquéMowbrayvaaserunaexcepción?

—Ah, esa es una burla amarga —dijo Sybil—. A los trabajadores deInglaterra,GalesyEscociase lesobligaráanofaltaral trabajo igualqueenotrasocasiones.¿Cómopuedensubsistir sinél?Ysipudieran,hayunpoderorganizadoquelossometerá.

—Las sociedades de beneficencia, los montepíos de beneficencia y lassociedadesfunerariastienendineroenlosbancoscomoparamanteneratodaslasclasesobreras.Consuaportaciónenespecieduranteseissemanassepodrápaliarlasituación.Yrespectoalafuerza,vaya,nohaynicincosoldadosporcadaciudaddelreino.Estaamenazamilitarnoasustaniaunniño,escomoun«coco»brillante.UnahuelgasimultáneadesconcertaríaatodoslosejércitosdeEuropa.

—Volveré y rezaré para que todo esto no sean más que locuras—dijoSybil sinceramente—.Despuésde todo loquehapasado, aunque solo fueraportuhija,nodeberíashablarymuchomenospensarasí,padre.¡Quéestragoennuestroscorazonesyhogareshasidotodaestasinrazón!Noshaseparado,hadestrozadonuestrofelizhogar,hahechomuchomásqueeso…—yrompióallorar.

—No, no llores, hija mía—dijo Gerard, acercándose y consolándola—,unonopuedemedirsuspalabrasanteaquellosaquienesama.Nopuedooírcon frialdad que la gente se subleva, me puede. Pero te prometo que noincitaréalarebeliónalosmuchachosdelaciudad;mehandichoquetienentendencia a la agitación.Meencuentras enunmomentoque, supongo,debollamardejúbilo.Heoídoquevencieronalos«casacasrojas»yalospolicíasenStaleyBridge.Tienesquecomprenderqueesomealterelasangreunpoco,Sybil,porquedemuchachofuiarrolladoporloscascosdelacaballeríadelosterratenientes.

Respondióconunbesoalabrazoque le tendíasupadre.Labendijoy laestrechó contra su corazón, y alivió sus temores con palabras de ternura.Alguienllamóalapuerta.

—Adelante—dijoGerard.YentróelseñorHatton.

NosehabíanvistodesdequeliberaranaGerarddelcastillodeYork.AllíHatton lo había visitado, había ejercido su influencia para remediar susagravios y, en más de una ocasión, le había ofrecido los medios desubsistenciaparacuandollegarasulibertad.HabíamomentosdedesalientoenlosqueGerardcasihabíadeseadoquelaestimayelaprecioconlosqueSybilmiraba a Hatton hubieran madurado en sentimientos de naturaleza más

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profunda; pero el padre jamás habíamencionado una palabra de este tema.Tampoco Hatton había insinuado estos deseos más que a Gerard, ya queapenas podía llamarlos esperanzas. Era un pretendiente silencioso, queobservaba las oportunidades y estaba dispuesto a aprovecharse de lascircunstancias que adoraba. Su disposición optimista, alimentada por unamentemuysugestivaeinventiva,estimuladaporeléxitoyunavidapróspera,lemantenían siempre alerta hasta el final.Hatton siempre creía que todo lodeseado debía ocurrir si un hombre poseía la energía y respetaba los pasosdebidos.Confiabatambiénenlainfluenciadesuactitudinsinuante,susgustoselegantes, su tonocariñoso, supronta simpatía, todo locualenmascarabasutemerariovaloryabsolutoderrochedemedios.

Sesaludaroncálidaylargamente.LosojosdeHattonestabananegadosenlágrimasmientrasfelicitabaaGerardporsurestablecidasalud,yapretaba lamanodeSybilentrelassuyasconelafectodeunviejoamigo.

—Hevenidoaquí,aestapartedelmundo,pornegocios—dijoHatton—ypenséenvenirundíaparaverquétalestabais.—Ydespuésdehablardetodounpocodijo—:¿Dóndecreéisqueestuvedevisitahacedoso tresdíasporcasualidad?EnelcastillodeMowbray.Veoqueestáissorprendidos.Viatodosvuestros amigos. No le pregunté a Su Excelencia el duque cómo iban lasgestionessobreelderechodesutítulo.Meatrevoadecirquepiensaquetodovabajocuerda,peroseequivoca.Hesabidodealgoquepodríaayudarnosasaltarlacerca.

—Hubo un día—dijoGerard—, en el que pensé que, si recuperaba lastierras,elpueblotendríaalfinunamigo;peroesoesaguapasada.Amenudohesidounsoñadordesueñoscuandolospasabaporaltoalahoradeltrabajo.Supongoquetodoslohemossido.Renunciaríaamipeticiónsipudieraestarseguro de que los muchachos de Lancashire no iban a perjudicar con suataque.

—Esmuchomásserio—dijoHatton—quecualquiercosadeestetipoquehayasucedidohastaahora.Elgobiernoestámuyalarmado.HablandemandaralaguardiaalnorteydemandartropasdesdeIrlanda.

—¡PobreIrlanda!—exclamóGerard—.Enfin,creoqueesposiblequeloscampesinos irlandeses nos echen unamano ahora y, al menos, empleen lastropas.

—No,queridopadre,nodigastalescosas.

—Sybilnomedejapensarenestosasuntos,amigoHatton—dijoGerardsonriendo—.Bueno,supongoquenoesmisino,almenosnolohicetodolobien que hubiera querido en el treinta y nueve; pero fue Londres quienmemetióenaquelapuro.Nopuedoevitarimaginarquesihubieraestadoaquíen

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nuestros páramos durante un tiempo, junto con algunos buenosmuchachos,todoseríadiferente.Yestoyenlaobligacióndedecirlo,loestoy,Sybil.

—Peroestáismuytranquilosaquí,espero—dijoHatton.

—¡Oh,sí!CreoqueenMowbraynuestroespírituestábastantequebrado.Los sueldosbajan semanalmente y solo losmantienen lo indispensable paraimpedirlapurainactividad.Esaclasedecosasdejaalagenteencondicionesmuymodestas.Pero esperaunpoco, y cuandohayan llegado al puntode lainanición,meimaginoqueoiremosunmurmullo.

—Recuerdo que nuestro amigo Morley, en el treinta y nueve, cuandovolvíamosdeLondres,mehizounbuenresumendecuáleraladisposicióndela gente de aquí—dijoHatton—.Espero que siga igual.Entonces no temíaningúnestallido,yladesesperacióneneltreintaynueveeraextrema.

—Bueno—dijoGerard—,lossueldoshanestadobajandodesdeentonces.Lagenteestá,peroapenaspuedesdecirqueesténvivos.Aunqueimaginoqueestán atemorizados. Una barriga vacía es a veces tan capaz de apagar elcorazón como de inflamar el coraje. Y, además, han perdido a sus líderespuestoque,comosabes,yoestabafuera,ydesdequesalíhanestadobastantetranquilos.Además,Warnerestádestrozado;sutiempoenprisiónlehadejadomásmaltrechoque amí.Es extraño,porque él tenía susobjetivos,mientrasqueyoestababastantecrispado,esaes laverdad.Sinohubierasidopor lasvisitasdeSybil,creoque,aunquenomehubieranpermitidovivirnuncaenuncastillo,hubieramuertoenuno.

—¿YcómoestáMorley?

—Muy bien, igual que lo dejaste. No vi que hubiera cambiado un pelocuandosalí.Suejemploseextiende.Aúnpredicalafuerzamoralypiensaquetodosterminaremosviviendoencomunidades.Perocomolaúnicacomunidadde laque tengoexperienciaesunacelda,noestoymuchomásafavordesuteoríaqueantes.

Capítulo6

Puede que el lector no haya olvidado del todo al señor Nixon y suscompañeros, los mineros y hulleros de aquel distrito no muy lejano aMowbray,queMorleyhabíavisitadoalcomienzodeestahistoriaparahacerinfructuosasindagacionessobreuncaballeroconquiendespuéssetropezaríainesperadamente.Los negocios florecían tan poco en esa región como en lapropia Mowbray, y la desgracia se había cebado en una población menosacostumbrada a sufrir, cuyo espíritu no estaba acobardado por la reciente

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derrotayelcastigodesuslíderes.

—Nopuededurar—dijoelmaestroNixonmientrassesacabalapipadelabocaenelSolNaciente.

Selerespondióconungruñidogeneral.

—Vienea ser esto—continuó—, laNaturaleza tiene sus leyes,y esta esunadeellas,unjornaldignoporunajornadadetrabajodigna.

—Ojalá lo consigas—dijo Juggins—, ¡con más tajo cada semana y unchelínmenosaldía!

—Y ¿qué pasará mañana? —preguntó Waghorn—. El intermediario hadado aviso de dejar de trabajar en el campo de Parker hoy por la noche.Simmonsnobajalossalariosperoreducelajornadaalamitad.

—Losmuchachosiránalahuelgapronto—dijounhullero.

—¡Calla!—dijoelmaestroNixonconmiradareprobatoria—.«Huelga»esunapalabramuyseria;loschicosnovanairalahuelgacomosolíanhacerlo,con tu permiso o sin él. Tenemos que formar un comité para estudiar lacuestiónyponernosencontactoconlosotrosgremios.

—Usted es el hombre, maestro Nixon, a quien hemos de elegir comorepresentante—contestóelmineroreprendidomirándoleconadmiración.

—¿QuéhaceDiggs?—preguntóelmaestroNixonsolemnemente.

—Ha bajado los salarios y ha subido el precio de los artículos deleconomatocomodiversión—dijoelmaestroWaghorn.

—SehaarmadoungranrevueloenWodgate,CasadelInfierno—dijounminero,muyagitado,queentrabaalbarenesemomento—.Dicenquetodoslostalleresvanacerrarmañana;quenoesunaordenparadentrodeunmes…Tienen a un oficial de serrería de Londres que les da un discurso todas lastardes,ydiceque tenemosderechoasueldosdecuatrochelinesaldía,ochohorasdetrabajoydosjarrasdecerveza.

—Un jornal digno por una jornada de trabajo digna —dijo el maestroNixon—. Yo no me pelearía por las horas, pero el dinero y la bebida meparecenmuyjustos.

—Si el patio deWodgate está revuelto—dijoWaghorn— quedamuchoporvertodavía.

—Esserio—dijoelmaestroNixon—.¿Quéospareceríaunadelegaciónallí?Podríavenirbien.

—YamegustaríaescucharaloficialdeserreríadeLondres—dijoJuggins—. El otro día vino un cartista por aquí, pero no entendió nuestro caso en

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absoluto.

—Leoí—dijoelmaestroNixon—,pero¿quésonsusCincoPuntosparanosotros?Eh,laracióndecomidanoestáentreellos.

—Nilaslargasjornadas—dijoWaghorn.

—Nilosintermediarios—dijoJuggins.

—Untipograciosoparavenirahablarconnosotros—dijounhullero—.Nohabíabajadoaunaminaensuvida.

La noche se disipó en el bar del SolNaciente entre reflexiones sobre lacrítica situación actual y consultas respecto al rumbo más conveniente quedebía tomarse en el futuro. El nivel de los salarios, que había ido enpermanentedescensoenestedistritodesdehacevariosaños,acababadebajardenuevoyseamenazabaconunareducciónaúnmayor,yaqueelpreciodelhierro era cada vez menor en el mercado. Esta mercancía tenía tan pocademanda que pocos, a excepción de los grandes capitalistas que podíanpermitirse almacenar el producto, eran capaces de mantener sus hornosencendidos.Lospocoshombresqueseguíanespeculandoconeldineropodíanhacerlo solo en parte si disminuían los días de trabajo e incrementaban laduracióndelajornadaolaintensidad;osireducíanelniveldelossalarios,olospagabanenteramenteconlosproductosquehabíanacumuladoengrandescantidades, y que iban vendiendo a un precio considerable. Si añadimos atodasestascausasdesufrimientoydescontentoentrelostrabajadoreseltemora que se produjeranmales aúnmayores y a la tiranía de los intermediarios,podráverse sinmuchadificultadque lamentalidadcolectivadeestedistritoestababienpreparadaparaelalborotodelagitadorpolítico.Tantomás,siesteera lo suficientementehábil en suoratoria comopara extendersemásen lospadecimientosfísicosyenlaaflicciónpersonaldelostrabajadoresqueenladifusióndeprincipiospolíticosabstractos,quenoibanaganarseseguramentelaadhesióndelosmiembrosdelosinstitutosliterariosycientíficosniladeloslectoreshabitualesdeperiódicospolíticos,másacostumbradosadiscutirsobretodas las decisiones del gobierno que a simpatizar con el progreso y elbienestardeloshabitantesdelasciudadesmanufactureras.Sinembargo,sueleocurrir que allí donde se apela a la gente para que se rebele siguiendo supropioinstinto,aunqueamenudoseaporcausadelalentituddeldesarrolloyel progreso, los efectos sonmásviolentos y, a veces,más duraderos que enaquellosotroscasosenlosqueelpueblosemuevebajoladobleautoridaddela necesidad física y la moral, y en los que se mezclan los derechos y lasnecesidadesdelacondiciónhumana.

Fuera como fuera, a la mañana siguiente a la conversación en el SolNaciente que acabamos de presenciar, cuando la población, que había idocomosiempreasustrabajos,entróenlaexcavaciónybajóalagaleríadela

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mina, con todos los hornos encendidos y todas las chimeneas humeando,surgióderepenteunrumordesdelaspropiasentrañasdelatierra;lahorayelhombrehabíanporfinllegado,lahoraquehabíadetraerlesalivioyelhombrequehabíadetraerlesresarcimiento.

—Miseñoramelodijoenlabocaminacuandometrajoeldesayuno—dijoun piquero a su colega, y le dio un golpe de pico a la veta sobre la quetrabajaba.

—No están ni a diez millas —dijo su compañero—. Estarán aquí almediodía.

—Haymuchoquehacermientrasestánencamino—dijoelprimerpicador—.Todos los hombres al trabajo después de que suene la sirena para bajar,dicen,yquetodoslosmotoresseparendeinmediato.

—¿Losencontrarálapolicíaantesdequelleguen?

—Nohay.Miseñoradicequenoseveniunodeellos.Losmontonerosdelinfierno, tal y como se hacen llamar, se detienen en cada ciudad y ofrecencincuentalibrasporcadapolicíavivo.

—Tevoyadecirunacosa—dijoelsegundopicador—,voyainterrumpirmijornadaysalirdelpozo.Estoydemasiadonervioso,nopuedotrabajarmás.Aúnesposibleconseguirunjornaldignoporunajornadadetrabajodigna.

—Venconmigo,soytuhombre;sielguardiánnospara,letumbaremos.Elpueblo debe tener sus derechos.Noshan llevado a esto.Pero…si bajanunchelínaldía,¿porquénodos?

—Muycierto.Elpueblodebetenersusderechos,yochohorasdetrabajosonmásquesuficientes.

A la luz del día, los dos mineros pronto conocieron con más detalle lanoticiadeque lamujerdeunodeellos leshabíaadelantadocomounrumorpor lamañana.Parecíaqueahoranohabíaningunadudadeque lagentedeWodgate—a laque sedenominabamontonerosdel infierno—,encabezadosporelObispo,habíaninvadidoengrannúmeroeldistritocircundante,habíanapagadotodaslasmáquinasyechadoatodoslosalfarerosdelostalleres,sinhaberencontrado resistenciade laautoridad,y, finalmente,habíanelaboradoun edicto en el que se exigía que cesara el trabajo hasta que la Carta delPueblofueralaleydelatierra.

Esteúltimoedictonoera lapartemenos sorprendentede todoel asunto,porquenadiesehubieraimaginadoqueelObispoocualquieradesussúbditoshubieran siquiera oído hablar de la Carta del Pueblo, y mucho menos quepudieran comprender su sentido o que les hubiera dado por pensar que suoperaciónfavoreceríasusinteresesorepararíasusagravios.Todolocontrario,

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todoestohabíasidoocasionado,comolamayoríadelosgrandeseventosdelahistoria,porlainfluenciainesperadaeinvisibledeunpersonajeindividual.

Desde que los sufrimientos de la población habían empeorado, un lídercartistasehabíatrasladadopararesidirenWodgateduranteuntiempo.Obtuvounagranpopularidadeinfluenciaentrelapoblaciónafligidaymediomuertadehambreapelandoasuderechoarecibircuatrochelinesaldíaydosjarrasdecervezayaunajornadalaboraldeochohoras.Eraunhombreelocuenteycontalentoparalaarenga,ysusalocucionescausabanefecto.Laatenciónqueleprestabalagenteleotorgabapoder.Graciasasusproclamasafavordeunapoblaciónquenecesitabadealiento,porqueapenasteníatrabajoycarecíaderecursosparasushoraslibres,elcartista,queteníacuidadodenohablarnuncade laCartadelPueblo, seconvirtióenunpersonaje importantedeWodgate,muyamparadoporelObispoHattonysuseñora,cuyosbuenosoficiosestabadeseoso de ganarse. En el momento propicio, cuando todo había sidodispuestoybienpreparado,yelObispoestabamuyborracho,yagobiadoporlasquejasdesussúbditos,elcartistalerevelóaestelosmisteriosdelaCartadelPuebloylepersuadiónosolodequeloscincopuntossolucionaríantodoslosproblemas,sinodequeéleraelúnicohombrequepodíaabanderarlos.ElObispo no tenía nada que hacer. Estaba organizando un embrollo por puradiversión, necesitaba acción. Abrazó la Carta del Pueblo sin tener una ideadefinitiva de lo que significaba, pero la abrazó fervientemente, y decidióemprender camino al campo encabezando a la población de Wodgate einstaurar lafe.DesdelaconversióndeConstantino,nohabíaacontecidounainiciativatanimportante.ElnortedeInglaterraensutotalidad,ygranpartedelos distritos del interior del país estaban sumidos en el desánimo. El paísentero sufría, y la esperanza había abandonado a las clases obreras, que notenían confianza alguna en el futuro del sistema existente. Su organización,independiente del sistema político de los cartistas, era absoluta.Cada oficioteníasusindicato,ycadasindicatosulogiaencadaciudad,ysucomitécentralencadadistrito.Todoloqueserequeríaeraelprimermovimiento,yyahacíatiempoqueelemisariocartistahabíaescogidoWodgatecomoelprimerbrotedelaexplosión,cuandolanoticiadelahuelgaenLancashireleconvencióparaprecipitarlosacontecimientos.

LamarchadelObispoHattona lacabezade losmontonerosdel infiernohacia los distritos mineros fue, quizá, el movimiento popular más notabledesdelaperegrinacióndeGracia.ElObispo,montadoenunmuloblancodemirada estrábica y trazas horrendas, blandía un enormemartillo con el cualanunciaba que machacaría a los enemigos del pueblo; a todos losintermediarios,alosguardas,alosespeculadoresdevíveresyverduras,alospatronesmedios y superiores.Unosmilmontoneros del infierno le seguían,blandiendoporras,oarmadosconbarrasdehierro,picasymartillos.AcadaladodelObispoibaunodesushijospequeños,tanrecatadosyformalescomo

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si estuvieran guardando la fila. Delante de él, como si fuera la oriflama,portabanunestandartede sedadondeondeaba laCartadelPueblo,yque lehabíasidoregaladoporeldelegado.Jamássehabíavistoungrupotantétricoy siniestro.Mientras avanzaban su número se incrementaba continuamente,pues, a su paso, cesaba toda actividad; se paraban todas las máquinas, sevaciaba todo el combustible de cada caldera, se apagaban todos los fuegos,todohombreeraexpulsado.EldecretodefendíaqueeltrabajohabíadecesarhastaquelaCartadelPueblofueselaleydelatierra;laminaylafábrica,lafundiciónyel telardebíanpermanecer inactivoshastaqueexpiraseelplazo;todooficiodecualquierclaseoadscripciónhabíadeparar:sastresyzapateros,braceros y barrenderos, hojalateros y carreteros, albañiles y constructores,todos, todos. Para todos un enorme sabat, que compensaría cualquiersufrimiento adicional que dicha carta acarreara por la mejora de lascondicionesmaterialesyellogrodeunamayordignidad.Aquelparaísodelosartesanos, aquella utopía del trabajo, resonaba en el perfume de aquellaspalabrasconunsonidocaroallinajesajón:«Unjornaldignoporunajornadadetrabajodigna».

Capítulo7

DurantelahuelgaquetuvolugarenLancashirelagentenuncasaqueólastiendas, excepto un par de almacenes de provisiones, que fueron asaltadosprincipalmente por niños. Los actos de violencia se habían restringido aaquellosquelescomprometíanenloque,engeneral,podríadescribirsecomouna justa contienda. A menudo solicitaban alimento en grandes cantidades,peroinclusoenestasocasionessulenguajeerabenevolenteyrespetuoso,puesselespodíasatisfacerfácilmenteyeransiempreagradecidos.Ungrupodedosmilpersonas,porejemplo—yelautorhablaaquídesupropiaexperiencia—,abandonóunamañanaunaciudadindustrialdeLancashire,cuandolahuelgaveníadurandoyadesdehacíaciertotiempoyempezabaapesargravementeenel ánimo, para visitar la mansión de un vecino hacendado de clase alta.Hombres, mujeres y niños entraron en orden en su parque privado y, trasacampar en los alrededores de la mansión, enviaron una delegación con elanuncio de que se morían de hambre y solicitaban ayuda. El señor de lapropiedad se encontraba ausente cumpliendo con los deberes públicos que,debidoalconvulsoestadodelpaís,exigíansuatención.Suesposa,queposeíaunespírituqueestabaalaalturadelaocasión,apesardelapresenciadesushijospequeños,quemuybienpodríanhaberagravadolostemoresfemeninos,recibióaladelegaciónellamisma.Lesdijoque,porsupuesto,nodisponíadeprovisionesparadardecomeratantaspersonasperoque,siprometíanguardar

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el orden y comportarse con decoro, tomaría medidas para satisfacer susnecesidades. Estos se lo prometieron y permanecieron acampadostranquilamentemientrassehacíanlospreparativosparaatendersuspeticiones.Semandaroncarrosaciudadesvecinasparatraerprovisiones,losmontaracescobraronlaspiezasquepudieron,yenunpardehorassehabíaalimentadoalamultitud sin el más mínimo disturbio y sin romper en lo más mínimo ladisciplinaqueellosmismossehabíanimpuesto.Cuandotodohabíaterminado,ladelegaciónpresentódenuevosusrespetosaladamayexpresósugratitud,ysiendo los jardines de esta casa célebres en la vecindad, solicitaron permisopara que se permitiera a la gente pasear por ellos, comprometiéndose a noarrancar ni una flor y a no tocar ni una fruta. El permiso se concedió, lamultitud, en orden, cada fila bajo un jefe y cada comandante de las filasobedeciendoaunoficial superior,diounpaseopor losbellos jardinesdesubellaanfitriona.Inclusopasaronporlosinvernaderosyviñedos.Nosepisóniuncerco,no searrancóniunauva,ycuandoabandonaronel lugar,gritarontreshurrasporlahermosadamadelcastillo.

Los montoneros del infierno y sus seguidores eran de distintotemperamento al de estos gentiles insurrectos de Lancashire. Destrozaban yasolaban, saqueaban y destruían el interior de las casas, robaban bodegas,tachabanalospanaderosdeenemigosdelpueblo,desvalijabanlosalmacenesde todos los economatos y tiendas de trueque, forzaban puertas, rompíanventanas, destruían las fábricas de gas para que las ciudades a la noche sequedasenaoscuras,tomabanlossindicatosporasalto,quemabanloslibrosdecuentasenlaplazadelmercadoyordenabanelrepartopúblicodehogazasdepanylonjasdepancetaalamultitud,vitoreandoyriéndoseentrelasllamasylarapiña.Enresumen,robabanyparticipabanenmotines.Lapolicíanopodíahacer nada en contra de ellos, y no había fuerzamilitar alguna que pudierahacerlesfrente.Eldistritoenteroestababajosudominioy,alenterarsedequeunregimientodelaGuardiaRealllegabaeneltren,elObispomandóquesedestrozaran todas las vías del tren. Y, si los montoneros del infierno nohubieran estado demasiado borrachos como para cumplir esta petición y éldemasiado ebrio como para repetirla, es probable que se hubiera llevado acabolagrandestruccióndeestasvíaspúblicas.

¿Se acuerda el lector del economato de Diggs? ¿Y del maestro Joseph?Bien,puesunaterribleescenasucedióallí.LachicadeWodgate,laqueteníalaespaldacomounalangostaypertenecíaalaIglesiabaptista,estabacasadaconTummas,quehabíasidopupilodelObispoytodavíaleseguíafielmenteapesardequelehubieraabiertolacabeza.Ellaerahijadeunhombrequehabíatrabajadomuchos años en el campo deDiggs, que había soportadomuchosagraviosbajosuyugointolerable,yqueenlaactualidadestabaprofundamentecomprometidaenlateneduríadesuterriblelibrodecuentas.Ellahabíaoídohablardesdepequeñade laopresióndeDiggsyse lahabía transmitidoasu

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marido, que se mostraba intolerante ante cualquier tiranía excepto la deWodgate. Tummas, su esposa y un grupo selecto de unos cuantos amigosfueron, pues, una mañana a saldar las cuentas pendientes del libro deleconomatoquesupadreteníaconelseñorDiggs.Elrumorsobrecuáleseransusintencionessehabíapropagadoentreaquellosinteresadoseneltema.Erauna espléndida mañana de verano, unas tres horas antes del mediodía. Latiendaestabacerrada,enrealidadnohabíaestadoabiertadesdelosmotines,ytodaslasventanasbajasdelacasaestabancerradas,aherrojadasyatrancadas.

Se había congregado un grupo demujeres. Estaban la señora Page y laseñoraPrance,laviejadamaToodlesylaseñoraMullins,LizaGrayyladamabienparecidatanamantedelasociedadquehastalegustabanlosmotines.

—Dicen que el maestro Joseph se ha ido al norte—dijo la dama bienparecida.

—MepreguntosielviejoDiggsestáencasa—dijolaseñoraMullins.

—¡Quemepartaunrayosiaparece!—dijolaviejadamaToodles.

—Aquíestánlosmontonerosdelinfierno—dijoladamabienparecida—.Tengoquereconocerquedesfilancomosoldadosregulares:dos,cuatro,seis,doce…comomínimohacenunbuennúmero.

Los montoneros del infierno marchaban aprisa en dirección hacia losolmos que sombreaban el canal situado enfrente de la casa, y despuésformaron en fila ante ella. Iban armados con porras, palancas y martillos.Tummasestabaalacabezay,asulado,suesposa,deWodgate.Dandoélsoloun paso hacia delante, entre los vítores del grupo demujeres, el pupilo delObispoavanzóhacialapuertadelacasadeDiggs,llamóconfuerzaydiountimbrazo que sonó aúnmás fuerte. Esperó unosminutos pacientemente; nohuborespuestadel interior,yTummasgolpeóen lapuertay llamóal timbreotravez.

—Esterrible—dijoladamadeaspectoagradable.

—Siempresoñéquepodríasucederesto—dijoLizaCray—,desdequeelmaestroJosephlehizouncorteamipobrebebéencimadelojoconsuregladeunmetro.

—Creoquenopuedehabernadiedentro—dijolaseñoraPrance.

—El viejo Diggs nunca dejaría el economato sin vigilante —opinó laseñoraPage.

—Ahora,muchachos—dijoTummas,mirandoasualrededoryhaciendounaseñal.

Al instante, una media docena de hombres dieron un paso adelante

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blandiendosuspalancas,yyaestabanapuntodeecharlapuertaabajo,cuandoseabrióunaventanadelpisodearribayelcañóndeuntrabucoapuntóalosasaltantes.Lasmujereschillaronyhuyeronalacarrera.

—Era el maestro Joseph —dijo la dama de aspecto agradable,deteniéndosepararecuperarelaliento.

—ElmaestroJoseph—dijosuspirandolaseñoraPage.

—SíqueeraelmaestroJoseph—gimiólaseñoraPrance.

—Síloera—dijolaseñoraMullins—,visuhorriblecara.

—Mástemiblequelaescopeta—dijolaviejadamaToodles.

—Espero que los niños se quiten de en medio —dijo Liza Gray—; escapazdedispararles.

Entretanto, mientras el mismo maestro Joseph estaba satisfecho en suposiciónynodecíaunapalabra,enlaventanaseasomóunacarabondadosaquepreguntóconvozsuave:«¿Quéqueríanustedes,buenosamigos?».

—HemosvenidoaaclararlascuentasdeeconomatodeSamBarlow—dijosulíder.

—Nuestratiendanoestáabiertahoy,misbuenosamigos.Lacuentapuedeesperar,noesmiintenciónoprimiralospobres.

—MaestroDiggs—dijounmontonero—,¿podríadecirnoselpreciodelapancetaadíadehoy?

—Bueno, la buena panceta—dijo el viejo Diggs deseando satisfacer susentidodelhumor—puedeestaraochopeniqueslalibra.

—Está usted equivocado, maestro Diggs —dijo el montonero—, está acuatropeniques,ycréditoalargoplazo.Saquemediadocenadebuenaslonjasacuatropeniques,maestroDiggs,yquesearápido.

Hubo, evidentemente, alguna controversia en el interior en cuanto alcaminoaseguirenestemomento.ElmaestroJosephhablóencontradeseguirunapolíticadeconcesión, llamadaconciliación,a lacual supadreaccederíaresignado, y estaba a favor de la coacción instantánea; pero la edad y laexperiencia se impusieron y en unosminutos cayeron algunas lonjas por laventana para los montoneros del infierno, que recibieron el botín con unaaclamación.

Lasmujeresregresaronconlosdemás.

—Es la lonja de a diez peniques la libra—dijo la dama bien parecidaexaminandoelpremioconmiradachispeante.

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—Hepagadolomismoporunacosamuyverde—dijolaseñoraMullins.

—Yahora,maestroDiggs—dijoTummas—,¿cuántocuestaunalibradelmejor té? Somos buenos clientes y pensamos agasajar a nuestras esposas yamantes,aquípresentes.Creoquedeberíamosencargarmediacaja.

Estavezhubomayorretrasoenaccederalagentilindirecta,perocomolosmontoneros del infierno se ponían ruidosos, al rato se sacó el té, que serepartió entre las mujeres. Esta agradable tarea recayó sobre la mujer deTummas, que enseguida se encontró asistida por un comité espontáneo delcual la dama bien parecida era elmiembromás prominente y activo. Nadapodíaserconsideradomásafableyservicialqueelmodoyespírituconelcualdividía las provisiones. Las lonjas se cortaron y se distribuyeron de igualmanera.Laescenaeratanalegreyanimadacomoundíademercado.

—¡Es tan estupendo como un día de rebajas en el economato!—dijo ladama bien parecida con una sonrisa autocomplaciente, mientras andabapavoneándosesonriendoconairecondescendiente.

Lademandadepancetaytéfueseguidaporunapeticióngeneralizadadequeso. Todo el pillaje fue entregado al comité de mujeres, que se encargóactivamentededistribuirlo.Al final, se propagó el rumordeque elmaestroJosephestabaescribiendolosnombresdetodoslospresentesenloslibrosdecuentasdeleconomatoparaquecuadraranlascuentasypodersaldarladeuda.La multitud había crecido. El pánico se extendió entre las mujeres y laindignación entre los hombres. Un montonero salió a decir que si noentregabanloslibrosdecuentasdeleconomatoparaquemarlos,tiraríanlacasaabajo.Nohuborespuesta.Algunosdelosmontonerosavanzaron,lasmujeresles jalearon,unapalancagolpeólapuerta…y,aldisparar,elmaestroJosephhirióaunamujerymatóaunniño.

Entoncesselevantóunodeesosalaridosuniversalesdepasiónsalvajequeanuncianqueloshombressehanliberadodelasatadurasdelacivilizaciónyhan hallado en su ira desatada nuevas e imprevistas fuentes de poder yvenganza.Dedóndevino,cómoseprodujo,dequiénpartiólaidea,quiénfueel primero en llevarla a cabo eran preguntas igualmente imposibles decontestar. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, se amontonó un buennúmerodefardosdepajaantelacasayselesprendiófuego; laspuertasdeltaller demadera se forzaron y, pronto, toda clase demaderos y tablas eranpasto de las llamas. De hecho, se utilizó todo lo que pudiera alimentar elfuego, y todo el mundo se puso manos a la obra. Corrieron a la ribera yasaltaron las barcazas, y echaron los enormes bloques de carbón a la granhoguera.Hombres,mujeresyniños,todostrabajabanalavezconlaavidezyenergíade fanáticosposeídos.El tejadode la casa se incendió totalmente,yesta ardió enseguida; se podían ver las llamas lamiendo como lenguas de

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bestiassalvajeslasparedesdesnudasquesedeshacíancomopapel.Enmediodelaferozdevastaciónsevioaunserchillandoyagarrándosedesesperadoyconvulsivamente a un enorme libro de cuentas. Era el maestro Joseph. Supadrehabíaescapadoporlapartedeatrásdelestablecimientoyhabíainstadoasuhijoparaquelosiguiera,peroelmaestroJosephhabíaqueridosalvarellibrodecuentasasícomosusvidas,yesteretrasofuesuperdición.

—¡Tieneellibrodecuentas!—gritóLizaGray.

El fulgor deslumbrante de la llama golpeó un momento en su rostroagónico. La multitud prorrumpió en vítores infernales y, entonces, trasderrumbarse algunapartedel edificio, se alzóuna inmensanubedehumoyescombros,ynoseleviomás.

Capítulo8

—Lavidaesunanoriadesubidasybajadas—dijolaviudaCareymientrasremovíaelté—,peronorecuerdoningunaotraocasiónenlaquelaruedahayaestadoabajotantotiempo.

—Y jamás se levantará, viuda—dijo Julia, en cuyos aposentos se habíareunido con algunas de sus amigas—, a no ser que obtengamos los cincopuntos.

—Nuncamecasaríaconunhombrequenoestuvieraafavordeloscincopuntos—dijoCaroline.

—Amíme avergonzaría casarme con alguno que no tuviera derecho alsufragio—opinóHarriet.

—Estaríaalaalturadeunesclavo—dijoJulia.

Laviudameneólacabeza.

—Nomegustanestasideaspolíticasvuestras—dijolabuenamujer—;elmodoenqueellosvociferannoincumbeanuestrosexo.

—¿Y se puede saber por qué?—preguntó Julia—. ¿No nos preocupa lacausadelbuengobiernotantocomoaloshombres?¿Ynoentendemosdeestotanto como ellos? Estoy segura de que Dandy nunca hace nada sinconsultarme.

—Québuenanuevaparaundíadeverano…—dijoCaroline—.Decirquenopodemosentenderdepolíticateniendoaunareinaeneltrono…

—Tieneasusministrosparadecirleloquedebehacer—añadiólaseñora

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Carey inhalando una pizca de rapé—. Pobre criatura, joven e inocente…Amenudomedueleelcorazóncuandopiensoencómoselahaacorralado.

—Enelladoizquierdo—dijoJulia—.Silosministrosintentanentrarensualcoba,sabecómoencauzarloshacialaderecha.

—Yencuantoaeso—dijoHarriet—,¿porquénohemosdeinterferirenpolíticatantocomolohacenlaspomposasdamasdeLondres?

—¿No recordáis, también —preguntó Caroline—, cómo en la últimaelecciónlasdamaselegantesdelcastillohicieroncampañaafavordelcoronelRosemary?

—¡Ah!—exclamóJulia—.Hededecirquedesearíaqueelcoronelhubieraganado a ese horrible Muddlefist. Si no podemos tener a nuestro propiohombre,estoytotalmenteafavordelosnoblescontralaclasemedia.

—Supongoqueprontotendremosanuestropropiohombre—dijoHarriet—.Sielpueblonotrabaja,¿cómoharálaaristocraciaparapagaralapolicía?

—¡Solamente pensad!—exclamó la viudaCareymoviendo la cabeza deunladoaotro—.Avuestraedad,queridasmías,nosotrasnisiquieraoíamosestascosas,ymuchomenoshablábamosdeellas.

—Yacreoqueno,viuda,y¿sabeporqué?—dijoJulia—.Porqueentoncesla mente no progresaba. Pero ahora nosotras conocemos los tiempos quecorrentanbiencomocualquieradeellos.

—Diosmío,querida—dijolaseñoraCarey—,¿dequésirvetodoeso?Loquequeremossonbuenaspagasymuchoquehacer.Y,encuantoalodemás,yo no envidio ni el trono de la reina ni las cosas buenas de los nobles yseñores.Loquedigoyo,viveydejavivir.

—Vaya,esustedunaoligarcaentodaregla,viuda—dijoHarriet.

—Bueno, señoritaHarriet—reprobó la señoraCareyunpoco irritada—,insultar a sus vecinos no es manera de solucionar cuestión alguna. EstoybastanteseguradequeJuliaestarádeacuerdo,yCarolinetambién.Yquizáyotambiénpodríallamarlaalgosiquisiera,señoritaHarriet.Heoídocosaspeoresqueestaquemeruborizaríaaldecir,ytambiénalescuchar.Peronomevoyarebajar,no,noloharé.¡Malvaloca,porejemplo!¿Porqué«malvaloca»?

EnestemomentoentraronDandyyDevilsdust.

—Bien, jovencitas—dijoDandy—. ¡Conque inflando las facturas de lasaduanasporlasmercancíasdelCongo!Esonofuncionará,Julia;claroqueno.Pregúntale a Dusty. Si quieres vencer al enemigo, debes subir la renta.¡Encantadodeverla,viuda!

—Lomismodigo,DandyMick.Aquíestamos, lamentandoentrevecinas

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losmalesdelostiempos.

—Oh,lostiemposprontosearreglarán—dijoDandydesenfadadamente.

—Bueno,esocreoyo—dijolaviuda—,puescuandolascosasnopuedenestarpeor,sediceque…

—Pero tú siempre dices que no pueden arreglarse, Mick —dijo Juliainterrumpiéndola.

—Bueno, en un sentido, Julia… en cierto sentido, tienes razón; pero entodohaydossentidos,miniña—yMickempezóacantar,yluegosepusoatocarlagaitaparadeleitedeJuliaysusinvitados.

—Sois muy amables —dijo Mick, recibiendo su aprobación—. ¿Osacordáis,enelCirco?

—MepreguntocuándovolveremosatenerelCirco—dijoCaroline.

—Notalycomoestánenestemomentolossueldos—dijoDevilsdust.

—Esmuyduro—dijoCaroline—quelaclasemediasiempreestébajandonuestrossalarios.Laverdadesqueunoyano tieneentretenimientos. ¡CómoechodemenosElTemplo!

—VolveremosatenerElTemploabiertoenbreve—dijoelDandy.

—Esoseríaformidable—exclamóCaroline—.Amenudosueñoconaquelnobleextranjeroquecantaba¡Oh,no,nosotrosnunca!

—Bueno,noconsigodescifrarquéteproducesemejantecambiodeánimo,Mick—dijoJulia—.Medijisteestamismamañanaqueyanohabíanadaquehaceryqueprontoseríamosesclavosdeporvida,quetrabajaríamosdieciséishorasaldíasinpagas,yqueviviríamosabasedegachasypatatasservidaspor«factorícratas»,comoenunaBastillanormalycorriente.

—Pero,comodicelaseñoraCarey,cuandolascosasnopuedenirpeor…

—¡Oh!Síquelodije—afirmólaviuda—,sinduda,porqueveréis,amisaños,hevistotantassubidasybajadas,aunquecomoyosiempredigo…

—Vamos,Dusty—dijoJulia—,estásmáscalladoquenunca.Yaséquenovas a sentarte a comer connosotras, pero cuéntanos las noticias, anda, puesestoyseguradequetienesalgoquedecir.

—Yodiríaquesí—dijoDusty.

Entonces todas las chicas empezaron a hablar al mismo tiempo y sinesperaracomprenderse,haciendoconjeturasunasconotrassobreelalcancedelanoticia.

—Seguro que en Shuffle y Screw van a trabajar amedia jornada—dijo

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Harriet—.Siemprelodije.

—Lo hacen para humillar al pueblo —dijo Julia—. Supongo que losnoblessehanreunido,yvanabajarlossalariosotravez.

—CreoqueDustysevaacasar—dijoCaroline.

—Espero que no, tal y como están los sueldos—dijo la señora Carey,consiguiendointroducirunaspalabras.

—Ya lo creo que no —dijo Devilsdust—. Es usted una mujer sensata,señoraCarey.Ynoséexactamenteloqueesoquieredecir,señoritaCaroline—añadióalgoconfuso.

DevilsdustadmirabaensilencioaCaroline,ysesabíaquelehabíadichoaMick,queselodijoasuvezaJulia,queselocontóasuamiga,quesialgunaveztuvieratiempodepensarencuestionesdedichaíndole,ellaeraeltipodechicaquelegustaríaquefueralacompañeradesuvida.

—Pero,Dusty—dijoJulia—,entonces¿cuáleslanoticia?

—Vaya,pensabaquetodaslosabíais—contestóMick.

—Venga,venga—dijoJulia—,odioelsuspense.Megustaquelasnoticiasgirencomolosvolantes.

—Bueno—dijo Devilsdust secamente—, hoy, jóvenes damas y tambiénusted,señoraCarey,essábado;esonolonegaréis.

—Nodiríaqueno—dijolaseñoraCarey—,poresamismarazónmantuveunpuestoennuestromercadodurantetreintaañosynorenunciéaélhastaesteverano,loquemehacepensarsiempreque,aunquehevistomuchassubidasybajadas,esta…

—Bueno,¿yqué tienequeverque sea sábadoconnosotras?—preguntóCaroline—.NitúniDandyMicknospodéisllevaraElTemplo,oacualquierotro sitio fino, ya que están todos cerrados desde las leyes del trigo o porcualquierotromotivo.

—CreoqueElTemplohasidocerradomáspor lasmáquinasquepor lasleyesdeltrigo—dijoHarriet—.¡Máquinas,seráposible!Figúrate,preferiruntrozodehierroodemaderaacarneyhuesopropios.¡Ylollamancristiano!

—Essábado—dijoJulia—,esoestáclaro;ysimañananomequedoenlacamahastaelanochecer,quemerecortenelsueldocadadíadelasemanaqueviene.

—Al grano, valiente—le dijo Mick a Devilsdust—. Es sábado, en esoestántodasdeacuerdo.

—Ymañanaesdomingo—dijoDevilsdustsolemnemente.

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—Y el día siguiente es el más negro de toda la semana—dijo Julia—.Cuando oigo la campana de la fábrica los lunes por la mañana, me sientoexactamente igual que cuando viajé de Liverpool a Seaton conmi tío paracomergambas.¡Noestabaindispuestaninadaalvolveracasa!

—No oirás esa campana el lunes que viene —dijo Devilsdustsolemnemente.

—¿Noquerrásdecireso?—dijoJulia.

—¿Cómo,quépasa?—preguntóCaroline—.¿Sehamuertolareina?

—Sincampanaellunesporlamañana—dijolaseñoraCarey,incrédula.

—Ni un toque, aunque todos los capitalistas deMowbray fueran a tirartodosjuntosdelamismacuerda—afirmóDevilsdust.

—¿Quépuedeser?—dijoJulia—.Venga,Mick.Dustysiempretardatantoencontarnoscualquiercosa…

—Vamos a tener lamismísima huelga del diablo—dijoMick sin podercontenersemásratoybailandodegozo.

—¡Unahuelga!—exclamóJulia.

—Esperoquedestruyanlasmáquinas—dijoHarriet.

—YqueabranElTemplo—dijoCaroline—,porquesinoserátodomuyaburrido.

—He visto muchas huelgas —dijo la viuda—, pero como me estabadiciendoJackelBurlónelotrodía…

—QuecuelguenaJackelBurlón—dijoMick—.Unacarrozatanlentanosirve para estos tiempos de alta presión. Vamos a urdir la estratagema sinfallos.No habrá capitalista en Inglaterra que pueda sacarnos un solo día detrabajo,aunqueconviertaalosoperariosensusasociados.

—Nuncaoíunacosasemejante—dijolaseñoraCarey,presadeasombro.

—Sinembargo,estátodoapalabrado—dijoDevilsdust—.Vaciaremoslascajasde ahorros; las sociedadesdebeneficenciay las funerarias aflojarán lamosca. Soy el tesorero de los Ancient Shepherds, y ayer aprobamos porunanimidad una propuesta: que destinaríamos todos nuestros fondos almantenimientodelproletariadoensuúltimayvictoriosacontiendacontraelcapital.

—¡Dios!—dijoCaroline—,creoqueserámuydivertido.

—Encuantoamí,mientraspodáisdarnosdinero,nomeimportaeltiempoqueresistamos—dijoJulia.

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—Vaya —dijo la señora Carey—. No pensaba que aquí hubiera tantoespíritu.ComomedecíaJackelBurlónelotrodía…

—Aquínohayespíritu—dijoDevilsdust—,peropretendemosinculcarlo.Algunosdenuestrosamigosvendrándevisitamañana.

—¿Ysepuedesaberquiénesson?—preguntóCaroline.

—Mañana es domingo —dijo Devilsdust—, y los mineros tienen laintencióndeirarezaralaiglesiadeMowbray.

—Vaya,¡semontaráunalboroto!—dijoCaroline.

—Puesnoesfalsamoneda—dijoMick—.Mañana,aestahora,tendréisadiez mil en esta ciudad, y si no se han detenido todas las fábricas y sustrabajosadiezmillasalaredonda,¡yonomellamoMICKRADLEY!

Capítulo9

Era lunespor lamañana.Hatton, envueltoen subatínycon sugorrodeterciopelo,estabapasandoelratoenlamejorhabitacióndelaprincipalposadacomercialdeMowbray juntoaunamesadedesayunocubiertacon todas lasexquisitecesde lasquepuedepresumir justamenteunalmuerzomatutinodelnorte. Había empanadas de carne condimentada y trucha fresca de río,jamonesqueno igualaríanni losdeWestphalia, fuentesdepande todas lasformasyconsaboresdeacuerdoalasfrutasdelatemporada,algunasdeellasconservadasconprimorosoarteyotrasreciéncogidasdelsuelooarrancadasdelárbol.

—Es muy raro —le dijo Hatton a Morley, su acompañante—, no seencuentracaféenningúnsitio.

Morley,quehabíasupuestoqueelcaféeraunodelosartículosdeusomáscomúnenMowbray,parecíaunpocosorprendido,peroenesemomentoentróelmayordomo deHatton, con airemisterioso pero triunfante, con el carritoque portaba su cafetera biggin, humeante como una de las fumarolas deGeyser.

—Ahora pruebe eso—le dijoHatton aMorley,mientras elmayordomovertíaunataza—.Veráquenoestátanmal.

—¿Sigue bastante tranquila la ciudad? —le preguntó Morley almayordomomientrasestesalíadelahabitación.

—Bastantetranquila,creo,señor;perohaymuchagenteenlacalle.Todaslasfábricashanparado.

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—Vaya,estoesunasuntoextraño—dijoHattoncuandosequedaronsolosdenuevo—.¿Nosabíanadacuandolevielsábado?

—No, al contrario, estaba convencido de que, en general, no habíanestallado disturbios en este distrito.Desde el primermomento pensé que elmovimiento se reduciría a Lancashire, y que sería contenido con facilidad,pero la flaquezadelgobierno, la faltadedecisiónoquizá la faltademedioshan propagado una llama que no veremos apagarse en un breve plazo detiempo.

—¿Lodiceenserio?

—Cuandoserebelanlostrabajadoresmineros,elconflictoespertinaz.Engeneral,elsufrimientofísicoquehandeaguantaresmenorqueeldelamayorpartedelasclasestrabajadoras,yaquesussueldossonaceptables,peroestántanembrutecidosquesonmásdifícilesdemanejarquelostrabajadoresdelasfábricasquesabenleeryescribir.Cuandohayagitaciones,surgelaviolenciayésta siempre toma elmismoderrotero.Cuandome enteré de la insurreccióndelsábadomepreparabaparagrandesdisturbiosensudistrito.Sinembargo,el hecho de que de pronto decidieran invadir otra comarca que es, por asídecirlo,el territorionaturaldeotraclasede trabajadores,cuyaspenuriaspormuy severas que sean no son las suyas, me resulta sorprendente y meconvencedequehayalgúncabecillapolíticoquemueveloshilos.Estepaso,pormuyinvoluntarioqueseaporpartedelospropiosmineros,formapartedeunplanorganizado.Esposiblequeelhechodeampliarelcampodeaccióneincorporar a otros condados y clases trabajadoras en el tumulto, llegue aparalizaryponerenjaquealgobierno.

—Haymuchodecierto en loquedice—dijoHattoncogiendouna fresacon aire algo distraído, y añadió después—: ¿Se acuerda usted de unaconversaciónquemantuvimosunavez,lavísperademipartidadeMowbrayeneltreintaynueve?

—Sí—afirmóMorley,sonrojándose.

—Los mineros no estaban tan preparados por aquel entonces —dijoHatton.

—No,noloestaban—concedióMorleyconciertaconfusión.

—Puesahora,aquísíqueloestán—dijoHatton.

—Loestán—asintióMorleypensativo,peromássereno.

—¿Lesvioentrar ayer?—preguntóHatton—.Sientohabérmeloperdido,pero estaba dando un paseo con losGerard por elValle para ver la cabañadonde vivían antes, ¡y de la que me solían hablar tanto! ¿Era un grupocompacto?

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—Yodiríaqueeranunosdosmilhombres,eibanarmados,almenosconporrasygarrotesdehierro.

—Unafuerzaformidablesinejércitoaquienenfrentarse.

—Incontenible,yespecialmenteconlapoblaciónasufavor.

—¿Creequelagentesealegróalverlos?

—Nomecabeduda.Esposibleque,deestarsolos,nosehubieranmovido,perononecesitabanmásqueunachispa.Hayunoscuantos jóvenesporaquíquellevanmuchotiempomurmurandosobrenuestrapasividadyloqueellosdenominanfaltadeespíritu.LahuelgadeLancashirehaencendidoesachispa,y si algún líder popular, Gerard, por ejemplo, o Warner, hubiera decididoentrarenacción,ellosyaestaríanlistos.

—Sontiemposcríticos—dijoHattondeslizandosubutacadesdelamesapara apoyar los pies en la chimenea vacía—.Lord deMowbray no tenía niideadetodoesto.Estuveconélcuandoveníahaciaacáyloencontrébastantesosegado.Supongoquelainvasióndeayerlehabráabiertounpocolosojos.

—¿Qué puede hacer?—preguntóMorley—. Pedir ayuda al gobierno esinútil.Nolessobranfuerzas.MireloquepasóenLancashire:undestacamentode dragones y fusileros, que se habían desgajadodel cuerpoprincipal de suregimientoyestabanagotadosporelturnodenoche,corrierondeunladoparaotro y llegaron demasiado tarde y al punto equivocado. Hace una semanaestuvo aquí parte del XVII Regimiento de Lanceros. Han sido enviados aLancashire.Sisehubieranquedado,lainvasiónnuncahubieratenidolugar.

—¿Nohayningúnsoldadoamano?

—Niunsolohombre;ahorahanpedidoundestacamentodel73deIrlandapara protegernos. Puede que Mowbray haya sido incendiado para cuandolleguen.

—Yelcastillotambién—dijoHattonsosegadamente—.Estossontiemposrealmentedifíciles,señorMorley.Loestuvepensandoayercuandocaminabacon nuestro amigo Gerard, mientras los escuchaba hablar a él y a suencantadorahijasobrelasbellezasdelaviviendaqueleshabíanexpropiado.Paseábamospor losbosquesdeMowbrayymedioporpensaren loextrañaqueeslavida,yenelhechodequeunacajadedocumentosquelepertenecenestuviesenenmanosdeotrapersonaquevivecasiasulado…

PeroenesteinstanteentróuncamareroydijoquehabíaalguienfueraquedeseabahablarconelseñorMorley.

—Hágalesubir—dijoHatton—,puedequenosdéalgunanoticia.

Y, obedeciendo sus órdenes, se hizo subir a un joven que había sido

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miembro de la convención del treinta y nueve con Morley, y después delConsejoSecretoconGerard.EsejovenhabíasidoelprimeroquearrestaronenlanocheenlaqueSybilfuehechaprisionera,aquelquehabíadejadoporunmomentolaescenadesusdeliberacionesparallevarleagua.Éltambiénhabíasidojuzgado,condenadoyencarcelado,aunquepormenostiempoqueGerardy era el apóstol cartista que había ido y residido en Wodgate, que habíapredicado la fe entre los bárbaros y les había convertido. Era pues elresponsableprincipaldelapresenteinvasióndeMowbray.

—¡Ah!Field—dijoMorley—,¿erestú?

—Lesorprendeverme—y,entonces,eljovenmiróaHatton.

—Esunamigo—dijoMorley—.Hablasinmiedo.

—Nuestrogranhombre,ellíderyLibertadordelpueblo—dijoFieldconuna sonrisa—, aquel que ha vencido todos los obstáculos y seguirávenciéndolos, pues la providencia le ha dado el don sobrehumano deemanciparporsísoloa todaunaestirpedehombres,deseaentrevistarseconustedsobreelestadodeestepuebloyestaregión,porqueselehacomunicadoquenadieestámásinformadoyexperimentadoalrespecto.Asimismo,comojefedenuestroórganomásinfluyenteenlaprensa,debeverleatodacosta.Enestemomento se encuentra abajodando instruccionesy recibiendo informessobrelaparalizacióndetodoslossectorestrabajadoresdelcampopero,si lodesea,lotraeréaquí,dondenosenosmolestarátanto.

—Por supuesto—dijo Hatton, que parecía percibir queMorley pondríaalgúnreparo—.Porsupuesto.

—Espera—dijoMorley—,¿havistoaGerard?

—No—dijo Field—. Le escribí hace tiempo, pero su respuesta no fuealentadora.Penséquequizásuánimosehabíadebilitado.

—¿Sabequeestáaquí?

—Llegué a esa conclusión, pero no lo hemos visto; aunque no meextrañaría, porque es cierto que hemos visto amucha gente y hemos hechomuchascosasdesdeque llegamosayer.Porcierto,¿quiéneseseclérigoquetienenaquí,eltalSt.Lys?Encuantollegamos,tomamoslaiglesia,unaaccióna la que son muy dados los mineros y hulleros, y en la que me gustacomplacerles.EsteSt.Lysnosdiotalsermónqueporunmomentotuvemiedode que nos arruinara el asalto. A nuestro gran hombre le afectó demaneraalarmante,estuvorezandotodoeldíaycasisevuelve.Sinohubierasidoporla excelente calidad del ron y del agua en nuestro cuartel, el defensor de laCartadelPueblohubieraresultadoserunpíoapóstata.

—St.Lysoscausaráproblemas—dijoMorley—.¡Quélástimameproduce

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la pobre naturaleza humana, cuando la violencia solo se detiene ante lasuperstición!

—Venga, no se ponga a predicar usted también—dijo el cartista—. LaCartadelPuebloesalgoqueelpueblopuedeentender,especialmentecuandosonlosamosdelcampo;peroencuantoalafuerzamoral,megustaríasabercómohubierapodidomarchardeWodgateaMowbrayconesoescritoenmiestandarte.

—Wodgate—dijoMorley—,quélugartansingular.

—Wodgate—dijoHatton—,¿aquéWodgateserefiere?

Enestemomento,seoyóungranestruendofueradelahabitación;elruidodeunportazo,deloqueparecíaunapelea,eltonodebroncaylosinsultosdevarioscamareros.Hubootroportazoyestavezlapuertaseabrióderepente,mientras se exclamaba en voz burda e insolente: «No me diga que sushabitacionessonprivadas,¿quiéneseldueñoaquí,quisierasaberlo?».

Entró un hombre muy grueso, de talla más bien inferior a la media, elsemblante brutal y mugriento, y vestido con un abrigo sin abrochar desargentodepolicíavencidoenactodeservicio,unsombrerodealalevantadaconunaplumablanca,quetambiénerauntrofeodeguerra,unpardetirantesde cuero y botas rematadas que, por su antigüedad, parecían ser de suauténticapropiedad.Esteerael lídery libertadorde lasgentesdeInglaterra.Cuandoentróenlahabitaciónllevabaenlamanoungranmartillodelquenosehabíaseparadodurantetodalainsurrección;sedetuvo,einspeccionandoasusinquilinosconunaireestúpidoalavezquearrogante,sedirigióagritosalcartistaFieldcuandoloreconoció:

—Osdigoquelenecesito.Esmicancilleryprimerministro,micabezaymisoldadomásimportante;novoyaningunapartesinél.Bien,¿quépiensas?—dijo, avanzando hacia Field—, ¡he aquí un bonito incidente! No quierenparar lasmáquinasde lagran fábrica ruralde laquehablabas.No loharán,¿verdad?¿Esmipalabralaleydelatierraonoloes?SihedadoórdenesparaquecesetodoeltrabajohastaquelareinamemandeunmensajediciendoquelaCartadelPuebloestáaprobada,entonces,¿esquepuedeacasoelpropietariode una fábrica cerrarles las puertas a mis tropas y disolverlos con agua apresión?Habráfuegoparaestaagua—ydiciendoesto,elLibertadorgolpeócon sumartillo sobre lamesa con tanta fuerza que peligró el equilibrio delplato,lavajillaylosmanjaressobrantesdeldesayunodelseñorHatton.

—Lo averiguaremos, señor —dijo Field—, y tomaremos las medidasnecesarias.

—Lo averiguaremos y tomaremos las medidas necesarias —dijo elLibertadormirandoasualrededorconairedepomposaestupidezycogiendo

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despuésunosmelocotonesqueempezóadevorarconconsiderableplacer.

—¿LegustaríaalLibertadortomaralgodedesayuno?—preguntóelseñorHatton.

ElLibertadormiróasuanfitriónconunamiradadeinsensataintimidacióny,entonces,comosinosedignaraacomunicarsedirectamenteconhombrescorrientes, pronunció estas palabras dirigidas al cartista en un tono mássumiso:

—Unvasodecervezanegra.

AlLibertadorletrajeronenseguidaunacervezanegra.Ledioungenerosotrago,asumióunaactitudmenosamenazadora,serelamióloslabios,apartóaunladolosplatos,ysesentóenlamesabalanceandolaspiernas.

—Este es el amigo de quien le había hablado y a quien deseaba queconocierais, señor —dijo el cartista—, el más distinguido defensor de losderechos populares que poseemos, el editor delMowbray Phalanx, el señorMorley.

MorleyavanzólevementeatrayendosobresílamiradadelLibertador,queleescrutóconsumaseriedady,después,saltandodesdelamesa,gritó:

—PerosieseltontoquepreguntabapormíenWodgatehacetresaños…

—Tuveesehonor—dijoMorleycontranquilidad.

—A la horca con el honor —dijo el Obispo—. Tú sabes algo de unapersona.Nopudeexprimírteloentonces,peroporlosclavosdeCristoquetelosacaréahora.Venga,suéltalo,¿lehasvisto?,¿dóndevive?

—Entonces fui a verlo para obtener información, no para darla —dijoMorley—.Teníaunamigoquedeseabaveraesecaballero.

—Noesningúncaballero—dijoelObispo—,esmihermano.Perotediréuna cosa, ahora haré algo por él. Ahora soy el gallo del corral, ¿sabes?, yocasiones así no se repiten en la vida de un hombre.Unodebe velar por lacarnedesucarney lasangredesusangre,ysi ledescubro,meharéconsufortuna,onomellamoSimonHatton.

Elcreadoryconsejerodenoblessesobresaltóenlasillaysepusopálido.Morleyyélintercambiaronunamiradaquerevelabasuspensamientosmutuosy el gran anticuario, mirando al Libertador con una mezcla de terror yrepugnancia,sefuehacialaventana.

—Supónque pones un anuncio en tu periódico—continuó elObispo—.ConozcoaunviajeroqueperdiósusllavesenScotlandYardylasrecuperódeesamanera.Noparesdeponerelanunciohastaqueloencuentres,yaquí,miprimer ministro y más importante lugarteniente, te expedirán una orden a

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cargodelayuntamientodelpuebloportusgastos.

Morleylediolasgraciasensilencio.

ElObispocontinuó:

—¿Cómosellamaelhombrequetieneunagranfábricacomoatresmillasdeaquí,queseniegaadetenerlasmáquinasyqueestamañanahumillóamishombres enchufándoles con el agua a presión? Se lo devolveré con fuego,digo,elagua,¿escuchaseso,«señorperiodista»?Antesdeunashoraslehabrédevueltoelaguaconfuego.

—ElLibertadorserefiereaTrafford—dijoelcartista.

—PuessevaenterareseTrafford—dijo,ygolpeólamesaconsumartillo—.Humillaamimensajero,¿no?Tedigoquelevoyadevolverelaguaconfuego—ymiró a su alrededor como si buscara algún reproche para poderaplastarlo.

—Traffordesunhombrecompasivo—dijoMorleycalladamente—,y seportabienconsugente.

—¡Compasivo!¿Unhombreconunagranfábricacompasivo?—exclamóelObispo—.Dosmilotresmilesclavostrabajandobajoelmismotecho,yélrascándoselabarrigaycomiéndoseelsustentodelosobreros.Cuandoyoestéalmando,nohabrágrandes fábricas.Yse lovoyademostrar.Allávoy—ysaltó desde la mesa—. Antes de una hora me las veré cara a cara con esemismísimo Trafford, y entonces veremos si me humilla. Vamos, subalternoprimero—e,indicandoalcartistaquelesiguiera,elLibertadorsemarchódelahabitación.

Hatton volvió la cabeza desde la ventana, y avanzó rápidamente haciaMorley.

—Hayqueponersemanos a la obra, amigoMorley.Ese salvaje nova apararhastaquehayadestruidoysaqueadotodo,pueseseeselsentidodesuvida.SinofueselafábricadeTraffordseriacualquierotracosa.Losientoporlos Trafford, porque llevan sangre antigua en las venas, pero antes delanochecersufábricahabrásidocompletamentearrasada.¿Podemosevitarlo?¿Yporquénoatacarelcastilloenlugardelafábrica?

Capítulo10

Alrededor del mediodía de aquella misma jornada Mowbray sufrió unagran conmoción. Todos rumoreaban que el Libertador, a la cabeza de los

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montoneros del infierno y todos aquellos que eligieran acompañarle, iba aasaltarelrecintodeTrafford.Asívengaríalaafrentainfligidaasusmensajerosesa misma mañana, a primera hora, cuando estos, acompañados por unamultitudalborotadadedoscientasotrescientaspersonas,habíanacudidoalostalleresdeMowedalepara transmitir las órdenesdelLibertadordeparar lostelares y para, si fuera necesario, ejecutar dichas órdenes. Las advertenciasfueron despreciadas, y cuando el gentío, cumpliendo con la consiguienteorden,empezóa forzar lasgrandesvallasde la fincaparapoderentrareneledificio,apagarlascalderasdevaporyliberaralostrabajadores,unabateríacamufladadebombasdeaguaapresiónlesembistiócontalfuerzaquetodalabandadepatriotasquedóinundada.Fueimposiblelucharcontraunpoderqueparecía inagotabley, empapadoshasta loshuesos,huyeronentre las risasdesusadversarios.EstaridículacatástrofehabíaexcitadoterriblementelairadelLibertadoryhabíajuradovengarlos.Puestoquelaúnicafuentedesupoder,aligual que la de todos los grandes personajes revolucionarios y líderesmilitares,era tenerasusfuerzasconstantementeocupadasyalpopulachoenpermanentemovimiento,decidió colocarse élmismoa la cabezade la tropacastigadora,ydarasíungranescarmiento.Deestemodosecreó lahorriblereputaciónque leprecedeyel terrorque,consolopronunciarsunombre,seproduceentodoeldistrito.

El cartista Field había descubierto enseguida quiénes eran los espíritusinsurrectos de Mowbray, y tanto Devilsdust como Dandy Mick prestaronjuramentoalconsejodelLibertadorellunesporlamañanay,deacuerdoconello, ocuparon sus asientos correspondientes en la junta. Devilsdust,acostumbradoalasactividadespúblicasyacumplirtareasderesponsabilidad,estabaserioytranquilo,alavezquedecididoylistoparalalucha.LacabezadeMick,porelcontrario,estababastanteerguidadebidoalaimportanciadesu nuevo puesto. Estaba tremendamente nervioso y apenas podía pensar nihacer nada. En la junta siempre iba al rebufo de Devilsdust, pero cuandotenían que ir juntos a ejecutar los edictos, se le veía pasearse por la ciudadcontoneándosecomounpavoreal,insultandoaloshombresyguiñandoelojoa las chicas, convertido en ídolo y objeto de admiración de todos losjovenzuelosembobadosqueloaclamaban.

Una gran multitud se había concentrado en Market Place, porque allíestaba el alojamiento del Libertador. Muchos de ellos llevaban las armasrudimentarias que acostumbraban y todos estaban ansiosos por ponerse enmarcha.DevilsdustestabaconelgranhombreyField.Mickestabaenlacallehaciendoformaraloshombresymaldiciendocomounsoldadodecaballeríaatodoaquelquedesobedecieraoentendieramalsusórdenes.

—Venga,estúpido—dijodirigiéndoseaTummas—,¿quéestásmirando?Ponatushombresenordenotendréisquevéroslasconmigo.

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—¡Estúpido!—dijoTummas,clavando lavistaenMickconun inmensoestupor—. ¿Quién te crees que eres para llamarme «estúpido»? Tú, unpincharruecascobarde,ounputoesclavodeunafábrica.¡Mellamaestúpido!¿Cuándosehavistoqueaunmontonerolellameestúpidountiparracocomotú?

—Ledaréunconsejo,joven—dijoelmaestroNixonsacándoselapipadelabocaydejandoescaparuna inmensabocanada—.Baje al pozounpardemesesaversiaprendeunpocodelavida,quebuenafaltalehace.

El fogoso temperamento de Dandy probablemente le hubiera metidoentoncesenuninoportunoembrollo,sinohubierasidoporqueeneseinstantealguien le tocó en el hombro y,mirando hacia atrás, vio que se trataba delseñorMorley.Apesarde ladiferenciadesusescuelaspolíticas,MicksentíaunprofundorespetohaciaMorley,auncuandoquizánosupieraexpresarconprecisión el porqué. Pero había oído decir a Devilsdust durante años queStephen Morley tenía la cabeza mejor amueblada de Mowbray y, aunquelamentabaladesafortunadadebilidadquesentíaeleditordelPhalanxenfavordeaquellaabstracciónimaginariallamadafuerzamoral,Devilsdustsolíadecirquesillegaraaocurrirlagranrevolucióndondesereconocieranlosderechosdelpuebloy,peseaqueotrosespíritusmás intrépidosyotroshombresmásfornidospudieranserlosartíficesdelcambio,solamentehabíaunhombreconcabezasuficienteentretodosellospara,unavezalcanzadoelpoder,sercapazde gobernar en beneficio del bien público y, como Devilsdust solía añadir,«hacerquelacosafuncionase»…;yesehombreeraMorley.

Era un hermoso día de verano y Mowedale estaba tan resplandecientecomocuandoEgremontempezóporvezprimeraareflexionarsobrelabellezade sus parajes.El cielo tenía lamisma frescura que entonces, los árboles elmismoesplendorumbríoylasaguascentelleabandemodoparecido.Nohabíaniunsolo ruido,aexcepciónde losmugidosdeunasvacasquecruzabanelpuentedepiedraconelpastorque iba trasellas,yquesehabíandetenidoaolisquearlaráfagadeairepuroquepasababajosusarcos.

Derepente,elruidodepisadasyelzumbidodeunamultitudhizoañicoselsoleado silencio. Una enorme muchedumbre que marchaba en precariaformaciónseacercabadesdeMowbray.Alfrenteibaunhombrealomosdeunmulo blanco. Muchos de sus seguidores marchaban en filas armados conporrasyotrasarmasrudimentarias.Trasellos,ibaungentíodisperso,aúnmásheterogéneo, donde no faltabanmujeres e incluso niños. Iban a buen paso;pasaronrápidamenteporlaantiguacabañadeGerard,ydivisaronalolejoslosprediosdeTrafford.

—Ni las aguas del río dudan del fuego que voy a armar hoy—dijo elLibertador.

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—Esuncapitalistaempedernido—añadióField—,yseríacapazdeponerjardinesyregalarlesbañosasustrabajadorescontaldeapartarsusmentesdeloscincopuntos.

—NotendremosmásjardinesenInglaterra,todoestaráabierto—sentencióelLibertador—y losbañosseusaránsolamenteparaahogara losenemigosdel pueblo. Siempre estuve en contra de lavarse, le quita al hombre susustancia.

—Aquíestamos—dijoFieldcuandolostejadosybalconadasdelpueblo,el campanarioy la fábrica empezaron a aparecer ante suvista—. ¡Todas laspuertasyventanasestáncerradas!Elrecintoestádesierto.Alguienhallegadoantesquenosotrosyleshaavisadodenuestrallegada.

—¿Amímevanaencañonarconelaguaapresión?—preguntóelObispo—. Tendrá que ser un auténtico torrente el que apague el fuego que voy aencender.¿Quédebemoshacerprimero?Deténganseahí,hombres—ordenóelLibertadormirandohaciaatrásconeseaspectoamenazadorquesussecuacesjamásolvidarían—.¿Vaisapararono?¿Oesquehedeirparaallá?

Seoyóunrevueloentrelagenteydespuéssehizounrelativosilencio.

Las mujeres y los niños del pueblo se habían reunido en el patio de lafábrica,cuyasgrandesvallasestabancerradas.

—¿Quéquemamosprimero?—preguntóelObispo.

—Podríamos charlar un poco con ellos —dijo Field—; quizá podamosconseguirquenosdejenentrar,y luegomandar todoalcarajoydejarque lagentequemelasmáquinas.Seríaunagranlecciónmoral.

—Mientras se queme algo —dijo el Obispo—, no me importan laslecciones que les des. Te las dejo a ti; pero el agua la voy a devolver confuego.

—Voyaentrar—dijoFieldy,segúnacabódedecirlo,fuehaciadelanteyllamó a las puertas.AlObispo, en sumulo, le acompañabanunadocenademontonerosdelinfierno;elgruesodelamultitudpermanecíaretirado,aunosveintemetros.

—¿Quiénllama?—preguntóunavozpotente.

—Alguien que por orden del Libertador desea entrar y comprobar si enesteestablecimientosehancumplidosusórdenesdeparareltrabajo.

—Muybien—dijoelObispo.

—Aquínohaynadietrabajando—dijolavoz—;ledoymipalabra.

—Alahorcaconsupalabra—dijoelObispo—.Yoquierosaber…

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—¡Silencio!—dijoField,yluego,envozmásaltadijo—:Puedequeseaasí, pero estamañana no permitieron entrar a nuestrosmensajeros y fuerontratadosmuyindignamente…

—Esoes—dijoelObispo.

—Muy indignamente —continuó Field—. Debemos comprobar connuestrospropiosojossiloquediceescierto,ylerogaríayrecomendaríaquedejarapasaralLibertador.

—Nadieentraráaquí—contestóelinvisibleguardiándelapuerta.

—Yaessuficiente—clamóelObispo.

—¡Alerta!—dijoField.

—Esigualquenosdejeentrarono—dijoelObispo—;voyadevolverleselaguaconfuego,yaesohevenido.¡Ahora,muchachos!

—¡Deténganse!—gritólavozinvisible—.Hablaréconustedes.

—Nosvaadejarpasar—susurróFieldalObispo.

Ysúbitamente,enlaazoteadelacasetadelguarda,queestabaaunladodela entrada, apareció…Gerard.Su rostro, su figura, supostura transmitían lamisma autoridad, y al verle un clamor ensordecedor y espontáneo surgió delos miles de personas que se habían congregado allí. Ante sus ojos estabaalguienqueera,alfinyalcabo,ellídermáspopularquejamáshabíaexistidopor aquella zona, cuya elocuencia hechizaba y convencía, cuya generosidaderareconocida,cuyospadecimientoshabíangeneradosolidaridadydelcualseenorgullecíanpor suvalor, sunoble conductay susproezas.Nohuboni unsolohombredeMowbraycuyocorazónnopalpitaradelaemociónyencuyamemoria no revivieran las oraciones desde el altar del druida y las famosasreuniones en el páramo. Se escuchó un grito unánime «Estamos contigoGerard».

ElObispo, aquien, comoamuchosgrandeshombres, no legustabaquevitorearanaotros,estabamuydisgustadoyunpocoperplejo.

—¿Quésignifica todoesto?—le susurróaField—.Vinehastaaquíparaquemarlafábrica.

—Espere un rato —dijo Field—, debemos complacer un poco a loshombres de Mowbray. Este es su líder favorito, al menos en los viejostiempos.Loconozcobien;esunhombreintrépidoyhonesto.

—¿Esesteelhombrequehumillóamigente?—preguntóelObispoconrabia.

—¡Silencio!—dijoField—,vaahablar.

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—Amigosmíos—dijoGerard—,sinosomosamigosnosotros,¿quiénloserá?(seoyeronvocesquecoreabansunombreygritaban«muycierto»).SivenísaquíparaaveriguarsisehaparadodetrabajarenMowedale,osdoymipalabradequeenestemomentonohayniunhombreniunamáquinaquesemueva (aclamación general). Tengo fe en que creeréis en mi palabra(aclamación y gritos de «creemos en ella»). Creo que soy conocido enMowbray («¡Gerard, estamos contigo!») y también en los páramos deMowbray(aplausosyvítores).Hemosestadojuntosenotrasocasiones(«porsupuestoquesí»)yvolveremosaestarlo(grandesaclamaciones).Elpueblonotienetantosamigoscomoparapelearseconlosquedeseansubien.Elpatrónde esta fábrica ha hecho lo mejor que ha podido por calmar a vuestrosemisarios.Élnoesdeesosquenieganalostrabajadoressusderechos(fuertesaclamaciones). Os digo que el señor Trafford siempre ha reconocido losderechosdelostrabajadores(vítoresprolongadosygritosde«asíes»).Bueno,¿esélelhombrecontraquiendeberíamosluchar?(«No,no»).¡Yquésirecibiófríamenteaalgunosvisitantesestamañana!(gruñidos)…quizállevabancarasa lasquenoestabaacostumbrado(fuertesaclamacionesyrisasdelasgentesdeMowbray).Meatrevoadecirquesusintencionessontanbuenascomolasnuestras, no hay duda; pero en cualquier caso, un vecino es un vecino(inmensas aclamaciones). Ahora, mis muchachos, tres hurras por la fiestanacional —Gerard empezó, y a su voz le hicieron eco las miles de vocespresentes—.Elpatróndeestafábricanotienedeseodeinterferirconlafiestanacional; loúnicoquequiereesasegurarsedequeparentodas lasfábricasytrabajos al tiempo (gritos de «es muy justo»). Y yo estoy de acuerdo —continuó Gerard—. Él es justo, justo y noble como un auténtico caballeroinglésdepuracepa,queamaalpuebloycuyospadresantesqueélamaronalpueblo(grandesaclamaciones).OspidotreshurrasporelseñorTrafford—yse dieron— y tres hurras por la señora Trafford también, ¡la amiga de lospobres!

La multitud no estaba solo entusiasmada, sino que se había puestosentimentalenexceso;sejurabanlosunosalosotrosqueelseñorTrafforderauncaballeroinglésdepuracepayquesuesposaeraunángeldelcielo.Estesentimientopopularestancontagiosoqueinclusolosmontonerosdelinfiernolocompartíangritandovivas,estrechándoselamanolosunosalosotros,yapuntodederramarlágrimasporque,todohayquedecirlo,teníanlavagaideadequetodoibaaacabarenuntrago.

Sugranlíder,sinembargo,permanecíaimpasible.Nadaexceptosubrutalestupidez podría haberle impedido dedicarse a detener la ola de clamorpopular, pero estaba tan desconcertadopor el giro que había dado el asuntoque por primera vez fracasó en instigar a Field a hacerlo. El cartista estabaacobardadoporGerard,porlosrecuerdosqueletraíalamemoriadesuviejocompañero, cuyo espíritu superior a menudo le había aconsejado y guiado.

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Gerard, que también lo había reconocido, evocó algún episodio que habíanvivido juntos que afectó la conciencia de este y halagó su vanidad. Serompieron filas. El espíritu de la expedición se había disuelto, y la granmayoría hablaba de regresar y, de hecho, algunos de los rezagados habíanemprendido ya el camino de vuelta. El Obispo permaneció en silencio yconfuso,dandogolpesconelmartilloalascrinesdelmulo.

—Ahora —dijo Morley, que durante la escena se había mantenido almargen,acompañadoporDevilsdustyDandyMick—.Ahora—dijoMorleyaesteúltimo—,ahoraestuturno.

—¡Caballeros!—proclamóMick.

—¡Undiscurso,undiscurso!—gritaronvarios.

—EscuchadaMickRadley—susurróDevilsdustmoviéndosevelozmenteentre la multitud y dirigiéndose a todas aquellas personas influyentes queencontraba—.¡EscuchenaMickRadley,esimportante!

—¡Radley, estamos contigo! ¡Escuchen a Mick Radley! ¡A por ellos,Dandy!¡Hastaelfinal!¡SilencioparaescucharaDandyMick!Súbeteaestebancodeaquí—y,dichoyhecho,Micksesubióalbanco.

—Caballeros—dijoMick.

—Esoyalohasdichoantes.

—Megustaescucharledecir«caballeros»;esrespetuoso.

—Caballeros—dijoDandy—,lafiestanacionalhacomenzado…

—¡Treshurrasporella!

—Silencio.¡EscuchadaDandy!

—Lafiestanacionalhacomenzado—continuóMick—,ymeparecequelomejorquepuedehacerelpuebloesdarseunpaseoporelparquedelorddeMowbray.

Esta propuesta fue recibida con una de esas aclamaciones de aprobaciónqueindicanqueeloradorhadadoexactamenteenelclavo.Enestemomentolo que la gente deseaba sobre todo era que la guiasen, y en Dandy Mickaparecióun líder.Para tener éxito, un líder debe integrar las necesidadesdesus seguidores en su sistema, expresar aquello que todos sienten, pero quenadietienelahabilidadoelcorajedearticular.

El coraje y la destreza, la influencia deGerard, habían convencido a lasgentesparaabandonarelgranobjetivoque leshabíacongregadoallí;peroaningúnhombreoningunamultitud legusta tenerundeseoque sequeda sincumplir.Cadaunoqueríaalcanzaralgúnobjetivomedianteesamovilizacióny,

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en esta coyuntura crítica, se propuso uno, y uno que prometía novedad,diversión, excitación. ElObispo, cuyo consentimiento debía obtenerse, peroque renunciaba a una idea con la misma dificultad con la cual la habíaasimilado,murmurabaynodejabadedecirleaField:

—¡Creíaquehabíamosvenidoaquemarlafábrica!Uncapitalistadementesangrienta, un hombre que hace jardines y que obliga a la gente a lavarse.¿Quéestodoesto?

Fielddijoloquepudo,mientrasDevilsdust,inclinándosesobreloscuartosdelanterosdelmulo,engatusóalObispohablándolealoído.Finalmente,estedio su consentimiento con prácticamente lamismamala gana que Jorge IVcuandoconcediólaemancipaciónaloscatólicosromanos;sinembargo,pusosuscondiciones,ydijoconvozhurañaquenecesitabaunvasodecerveza.

—BebaunvasodecervezaconlorddeMowbray—dijoDevilsdust.

Capítulo11

Cuando, por la mañana, llegaron noticias a Mowbray de que losmensajeros del Obispo se habían encontrado con una recepción un tantoextrañaenlafábricadeMowedale,Gerardpresintióque,comoconsecuenciadeello,podríansurgirciertosproblemasallíydecidióacudirenseguidaa laresidenciadesuúltimopatrón.Sucedíaqueel luneseraeldíaenelcualunenviadodeUrsulaTraffordvisitaba lascabañasdearribadelvalley lasqueestabanalotroladodelrío,yestamañanaeraSybilalaquelecorrespondíaeldeber de cumplir los deberes de aquella misión de caridad. Se lo habíamencionadoasupadreeldíaanterioryeste,comoporcausadelahuelgayano estaba ocupado, se había propuesto acompañar a su hija la mañanasiguiente.Caminaron juntoshasta llegaralpuente,unpocomásarribadesuantigua vivienda. Faltaban dos horas para el mediodía, pero aquí debíansepararse. Gerard abrazó a su hija con todavíamás ternura que la habitual.Mientrascruzabaelpuente,Sybilsegiróparamirarasupadre,ysumiradaseencontróconladeél,puesambasteníanelmismoafectuosopropósito.

Sybil no estaba sola.Harold, que había cesado de dar brincos, pero quehabíaganadoencorpulencia,majestuosidadypesoloquehabíaperdidoenlagraciayligerezadesuscabriolas,ibaasulado.Yanobailabaantesudueña,nisealejabacorriendoparaluegovolver,nidabariendasueltaasuexuberantevitalidad con susmil travesuras, sino que se quedaba siempre cerca de ella,serenoyobservador, invariablemente sagaz, comoatentoa cualquiermiradasuya.

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El día era hermoso, el paisaje encantador y el lugar le traía recuerdosconcretosaSybildeotrosmomentosdoblementedulces.Siemprelesuplicabaa lamadre superiora que le diera el sagradoministerio de las cabañasde lazonaaltadelvalle,puesenellasencontrabamultituddecarasfamiliaresqueaSybilletraíanmuchosrecuerdosfelicesytiernos.Y,mientrasavanzaba,sentíaelcorazónligero,ylaalegríanaturaldesucarácter,quetantascircunstanciasadversashabíatenidoquevencer,asomabaensucarasoleada.Erafelizporsupadre. La invasión de los mineros, en lugar de incitarle a alguna acciónprecipitada,comoellasehabíatemido,parecíahaberlellenadoúnicamentedehastío. Inclusoahora seguíapreocupadopor labúsquedadelordeny lapaz,aconsejandoprudenciayprotegiendoalosbenévolos.

Pasóa travésdeun sotoquebordeabaaquellosbosquesdeMowbrayenloscuales,enotrotiempo,habíapaseadoamenudoconalguiencuyaimagenahorarondabasuespíritu.¡Ah!¡Quédeescenasycambios,deslumbrantesyoscuros,habíanocurridodesdelosdespreocupadosaunquereflexivosdíasdesuinfancia!Sybilseabstrajoensumeditación.Rememorólahorailuminadapor la lunaen laqueel señorFranklinhabíavisitadosucabañaporprimeravez, sus paseos e itinerarios, las expediciones que había planeado y lasexplicacionesque tan torpemente lehabíadado.Sumemoriasiguióvagandohasta su encuentro enWestminster, y por todos losmomentos de tristeza ydulzuraquesiguieronaeste.Ensuimaginaciónsedibujóencoloresvívidoslamañana,laterriblemañana,enlaqueélvinoasudesesperadorescate;suvozsonóensuoído,susmejillasbrillabanmientrasveníaasumemorialatiernadespedida.

Eramásdemediodía,ySybilhabíaalcanzadoelfinaldesucamino,unavez cumplida su última obligación. Bajaba por las colinas hacia campoabierto,yestabaapuntode retomarelcaminodel ríoqueal rato la llevaríahasta el puente. A un lado del camino se extendía el páramo y, al otro, unbosque que era uno de los límites del parque de Mowbray. Entonces seencontróconungrupodemujeres,aalgunasdelascualesreconociópueslashabía visitado anteriormente durante la mañana. Se movían de formadesordenada,susrostrosexpresabanpánicoycongoja.Sybilsedetuvo,hablóconalgunasyelrestoseapiñaronasualrededor.Losmontonerosdelinfiernoveníandecamino,dijeron,estabanalotro ladodel río,quemandofábricasydestrozando todo aquello sobre lo que podían poner las manos, cosas opersonas,hombres,mujeresoniños.

Sybil,alarmadaporsupadre,leshizoalgunaspreguntasquerespondierondeformaincoherente.Loquesíestabaclaro,sinembargo,eraquenohabíanvistoanadieyquenadasabíanporexperienciapropia.Leshabía llegadoelrumordequeeltropeldegenteavanzabahaciaelvalley,segúnlaversióndeaquellosquelashabíanavisado, traspresenciarporsímismoslaproximidad

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de la multitud, habían echado el cerrojo a sus casas, cruzado el puente ycorridoaesconderseenlosbosquesyelpáramo.Envistadeestosincidentes,y estimando que podría haber mucha exageración, Sybil, finalmente, sedecidióaseguiravanzandoy,enunpardeminutos,habíaperdidodevistaalgrupoconelquesehabíaencontrado.LediounapalmaditaaHarold,quelamiróalacaraydiounladridoparamostrarlequeaprobabasudecisiónyquetenía conciencia de que algo raro estaba sucediendo. No había avanzadomuchocuandosalieronasupasodoshombrescabalgandoagalope tendido.Sedetuvieronencuantolavieronydijeron:«Máslevalevolverlomásrápidoposible:unagranmultitudvienehaciaaquísubiendoporelvalle».

Sybil preguntó, muy conmocionada, si habían visto ellos mismos a lagente, y contestaron que no, pero que se habían recibido avisos desdeMowbraydesuproximidadyque,encuantolestocabaaellos,semarchabanatodaprisa aunaciudad situadaadiezmillasde allí dondeentendíanque seencontrabadestacadoungrupodepequeñospropietariosarmados,aloscualesel alcalde deMowbray había enviado la noche anterior un parte. Sybil leshubierapreguntadosiledabatiempoallegaralpuenteyreunirseconsupadreen la fábricadeTrafford, pero los jinetes estaban impacientesypartieron algalope.Apesardetodo,estabadecididaaseguir.AloúnicoqueaspirabaeraadaralcanceaGerardyacompartirsudestino.

Unbarcopasóporelríocondoshombresyungrupodemujeres.Habíanvisto a la multitud; al menos había una persona que les había distinguidoclaramenteenlalejaníao,entodocaso,lanubedepolvoqueseformabaasupaso.Contabanhistoriasterriblesdesuviolenciaydevastación.SecreíaqueungrupoteníalaintencióndeatacarlostalleresdeTraffordpero,talycomoañadióestenarrador,eramuyprobablequelamayorpartecruzaraelpuenteysiguierahastaelpáramo,sitioenelcualsecelebraríaunareunión.

Sybildebuenaganahubieracruzadoenelbarco,peronohabíanadiequelapudieraayudar.Habíanescapadoy,demomento,nopretendíanperderniuninstante buscando un lugar de refugio. Estaban seguros de que si volvían apasarelríoseencontraríanconlachusma.EstabanapuntodemarcharsesinSybil, que se quedaba muy angustiada, cuando una dama que conducía supropiocarruajedeponis,escoltadaporunpardelacayosmontadostambiénenponisde idénticosporteycolor, seacercódesdeelpáramoy,observandoalgrupoyaSybilmuyconmocionada,frenóylespreguntóquéocurría.Unodelos hombres, interrumpido frecuentemente por todas las mujeres, procedióenseguida a narrar cómo estaban las cosas, algo para lo que la dama estabaevidentemente poco preparada, pues el relato le causó una alarmaconsiderable.

—Y esta joven insiste en cruzar el río—continuó el hombre—. Es unapuralocura.Leestoydiciendoqueleesperaunamuerteinstantáneaoincluso

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algopeor.

—Me parece muy temerario —dijo amablemente la dama, que parecíareconocerla.

—¡Ay!¡Quévoyahacer!—exclamóSybil—.¡DejéamipadreencasadelseñorTrafford!

—Bueno, no tenemos tiempo que perder —dijo el hombre, cuyocompañerohabíaatadounmomentoelbarcoalaorilla.Asíquedeseándoleslosbuenosdíasy,contodosucargamentotrasdesí,siguieronsucamino.

Pero justo en ese momento, un caballero montado en una pequeña jacamuy dispuesta, llegó a medio galope, exclamando mientras alcanzaba alcarruajedeponis:

—Mi querida Joan, te estaba buscando. He estado infinitamentepreocupadoporti.Haymotinesalotroladodelrío,ytemíaquepudierashabercruzadoelpuente…

En esto, lady Joan le relató al señor Mountchesney cómo acababa deponerse al corriente de la noticia, y después conversaron en susurros entreellosunosinstantes.Luego,girándosehaciaSybil,ladyJoandijo:

—Realmente pienso que debería venir a casa con nosotros hasta que lascosasesténunpocomástranquilas.

—Esmuy amable de su parte—dijo Sybil—, pero si pudiera volver alpuebloa travésdelparquedeMowbray, ¡creoquepodríahacer algopormipadre!

—Enestemomentonosdisponemosairalcastillocruzandoelparque—dijo el caballero—.Más le valdría venir con nosotros.Allí almenos estarásegura,yquizáseamoscapacesdehaceralgoporlasbuenasgentesqueestánenapurosenlaotraorilla—ysegúndecíaesto,hizounaseñalconlacabezaallacayo para que le sujetara la jaca. El caballero desmontó y acercándose aSybilmuycortésmente,dijo:

—Creoquedeberíamospresentarnos.LadyJoanyyotuvimoselplacerdeconocerla una vez, creo que en casa del señor Trafford. Fue hace muchotiempo,pero—añadióentonomásbajo—,noesustedunapersonaalaquesepuedaolvidar.

Sybil hizo caso omiso de la galantería del señor Mountchesney pero,asustada y perpleja, aceptó la proposición de este último y de lady Joan, ysubió al carruaje. Dejaron atrás el río y siguieron por una carretera queentraba,trasuncortotramo,enelparque.ElseñorMountchesneyibaamediogalope delante de ellas yHarold los seguía.Continuaron su camino durantekilómetro y medio aproximadamente por un territorio cubierto de árboles.

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Lady Joan lehacía, amablemente,muchos comentarios aSybil para intentardistraerlaenvanodesusagitadospensamientos…hastaquealfinsalierondela zona más frondosa hacia los prados abiertos. Y en un monte al que seacercabanvelozmentesealzabaelcastillodeMowbray;unedificiofortificadoymoderno,construidoenunestiloquenodestacabaporsugustoocorrección,aunquesíporsuvasta,grandiosaeimponenteestampa.

—Y ahora —dijo el señor Mountchesney, cabalgando hacia ellas ydirigiéndoseaSybil—,mandaréinmediatamenteaunmuchachoenbuscadenoticiasdesupadre.Mientrastanto,¡pensemoslomejor!

Sybil le dio las gracias cordialmente y, después, entró en el castillo deMowbray.

Capítulo12

MenosdeunahoradespuésdequellegaraSybilalcastillodeMowbray,elmuchachoqueel señorMountchesneyhabíaenviadoregresabacon labuenanuevadeltriunfodelaelocuenciadeGerard;todohabíaacabadofelizmenteylaspersonassedispersabanyvolvíanalpueblo.

PeseaquelarecepciónqueasullegadaledieronaSybilladydeMowbrayysuhijanopudosermásamable,elrecuerdodelpeligroquecorríasupadrelehabíahechoincapazderesponderasusatenciones.Conociendolacausadesuansiedadyabatimiento,ycompadeciéndosecondelicadezafemeninadesuangustia, no podían haberse comportado de forma más considerada. EstoconmoviómuchoaSybil,quesearrepentíadelahostilidadconqueporcausadelasinevitablescircunstanciashabíarecibidolaayudadeaquellaspersonas,quienes, ahora vistas en la sencillez de su intimidad, poseían aparentementemuchascualidadesdignasdecariñoyrespeto.Cuandollególabuenanoticiade que su padre estaba a salvo y, además, que lo había conseguido de unamaneraquecautivabaelorgullodesuhija,labuenanuevafuerecibidaporuncorazónpredispuesto al calory a la amabilidad, y todos sus sentimientos seabrieron.Laslágrimasafloraronasusbellosojos,ynoeranlágrimastansolodecariño,sinotambiéndegratitud.Afortunadamente,lorddeMowbrayestabaausenteenesemomento,ycomolacuestióndelacontrovertidaherenciaeraunsecretoparatodoslosdemásmiembrosdelafamilia,elnombredeGerardnolevantóningúnreceloenelcírculo.Sybilestabadeseandocomplaceralavezquesercomplacida.Subelleza,sugracia,supeculiarexpresividadydulcesimplicidadhabíancautivadoatodos.LadydeMowbraysonreíaserenamentey,amenudo,cuandonadielaveía,laobservabaatravésdesusimpertinentes.Lady Joan, a quien el matrimonio había dulcificado, le iba a enseñar el

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castillo; ladyMaud estaba encantada con cualquier cosa queSybil hiciera odijera.Yel señorMountchesney,por suparte,apenashabíapensadoenotracosa más que en Sybil desde que lady Maud le informara de su formaangelicaldecantar;dehecho,nohabíadejadopasarmásdeveinticuatrohorassindescubrir,contodalasartesaprendidasenelclubSt.James,elnombreyresidencia de aquella desconocida belleza, y se jactaba pensandoque estabajugandosuscartasalaperfeccióncuandoSybil,queestabaconmovidaporsugrangentileza,lehonrabaconcontinuasatenciones.Trasvisitarelcastillo,yunavez se encontraron todos reunidos en la salademúsica, convencieronaSybilparaquecantara,yellaaccedióaregañadientes.Ciertamúsicareligiosaespañola que encontró allí puso de manifiesto todas sus virtudes. Todo erafelicidad,deleite,éxtasis;ladyMaudsehabíavueltolocadeamistad;elseñorMountchesney se había convencido de que el campo en agosto podría serdelicioso,yladyJoanseencontrabacasifelizporqueAlfredestabacontento.LadydeMowbraysehabíaquedadoensugabineteleyendoelMorningPost.Sybilacababadeterminarunacautivadoraariaysemurmurabaalgodetomarunaperitivocuando,repentinamente,Harold,quehabíainsistidoenseguirasudueñayaquienelseñorMountchesneyhabíaintroducidogalantementeenlasalademúsica,selevantóy,acercándosedesdeelrincóndondeyacía,sepusoaladrarconfiereza.

—¡Quésignificaesto!—dijoelseñorMountchesney.

—¡Harold!—dijoSybilentonodereprocheysorpresa.

Maselperronosolocontinuóladrando,sinoqueinclusosepusoaaullar.Entonces, el ayudante de cámara entró abruptamente en la habitación conexpresiónmisteriosa y dijo que deseaba hablar con el señorMountchesney.Este se retiró inmediatamente, y estuvo ausente durante unos instantes. ElperroestabamuynerviosoyladyJoancomenzabaasentirseinquietacuandoregresó.Teníalaexpresióndelrostrocambiada,unacircunstanciaquenopasóinadvertidaalamiradaobservadoradesuesposa.

—¿Quéhapasado,Alfred?—preguntó.

—¡Oh! No os preocupéis—respondió con una tranquilidad obviamentefingida—.Hayalgunosagitadoresenelparque,supongoquerezagadosdelosmotines.Elporteronodeberíahaberlosdejadoentrar.LehedadoórdenesaBentleydeloquedebehacersivienenalcastillo.

—Vamosconmamá—dijoladyJoan.

Cuando abandonaban todos la sala de música, irrumpió un sirvientegritando:

—ElseñorBentleymehadichoquelediga,señor,quevienenhaciaaquí.

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—Muy bien —dijo el señor Mountchesney, en tono calmado perocambiando de color—. Serámejor que vayas con tumadre, Joan, y que telleves aMaud y a nuestra amiga contigo.Me quedaré un rato abajo—y, apesardelasprotestasdesuesposa,elseñorMountchesneysefuealvestíbulo.

—No sé qué hacer, señor —dijo el mayordomo—. Son un grupo muynumeroso.

—Cierratodaslasventanas,echaelcerrojoylabarraatodaslaspuertas—dijoelseñorMountchesney—.Tengomiedo…—yprosiguió—portuseñor.Temoquecaigaenmanosdeestagente.

—Milord está en Mowbray —dijo el señor Bentley—. Ha de haberseenteradoallídeestemotín.

Ahoraqueemergíandelasplantacionesyentrabanenlospradoseramásfácil distinguir el número y la clase de personas que formaban el grupoinvasor.Eranmuchos,aunqueconsistíansoloenunaseccióndelaexpediciónoriginal,porqueGerardhabíacongregadoalagranmayoríadeloshombresdeMowbray, quienes preferían estar bajo su mando a embarcarse con undesconocidoquenoeradesuagradoenunaaventuraarriesgadaquesulídernatural desaprobaba. La sección invasora, pues, estaba principalmentecompuestapormontonerosdel infierno,yporMorley,elúltimohombrequepodría uno haberse imaginado, acompañado por Devilsdust, DandyMick yotros jóvenes cuyos ídolos y héroes eran estos últimos. Puede que hubieraunasmilochocientasodosmilpersonasarmadasconbarrasygarrotes,unacuadrillaporlogeneraldesconsoladora,cuyoatuendoyaspectonoengañabansobreeltipodetareasquesolíandesempeñar.EraposiblereconoceralinstanteladiferenciaqueexistíaentreellosylaminoríaquecomponíanlosoperariosdeMowbray.

Cuandoavistaronelcastillo,estaterribleturbalanzóungritoferoz.Ladyde Mowbray demostró que tenía temperamento, y mantenía la calma y elvalor.Mientras observaba a lamultitud por la ventana y tranquilizaba a sushijasyaSybil,dijoquebajaríayhablaríaconellos.Estabaapuntodesalirdela habitación con esta idea cuando entró el señor Mountchesney, que ladisuadiódeinmediatoalescucharsupropósito:

—Dejádmelo todo a mí —dijo—, y no se inquieten. Se irán, tengo lacertezadequeseirán—ylasdejósolasunavezmás.

Mientras tanto, lady de Mowbray y sus acompañantes observaban lasevolucionesdelgrupodeabajo.Cuandoelgrupoprincipalestabaaunoscienmetros del castillo, hicieron un alto y se sentaron en el césped.Esta actituddevolvió la confianza a la plaza fuerte, pues se hacía generalmente paraindicarquelasintencionesdelosinvasoresnoerandecarácterresueltoomuy

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hostiles;quemuyprobablementehabíanvisitadoellugarconespíritufestivoyque, si se les recibía con tacto y civilizadamente se les podría inducir, enúltima instancia, a retirarse sinmuchamolestia. Esta, evidentemente, era laprimera impresióndel señorMountchesney.Asípues, cuandounhombredeaspecto rudo, subido en unmulo blanco, junto con veinte o treintaminerosmás avanzó hacia el castillo y preguntó por el señor deMowbray, el señorMountchesney los recibió con cortesía, se excusó lamentándose de que susuegroseencontraraausente,añadióqueélestaríadispuestoarepresentarle,yles preguntó qué se les ofrecía. Su porte cortés ejerció, evidentemente,influenciaenelObispo,quien,dejandodeladosuacostumbradotonobrutal,musitóalgosobresudeseodebeberalasaluddellorddeMowbray.

—Todos beberán a su salud —dijo el señor Mountchesneycomplaciéndole,ydioordendequeseabrieranunpardebarrilesdecervezaenelparquedelantedelcastillo.ElObispoestabasatisfecho, lagenteestabadebuenhumor,algunoshombrescomenzaronabailar.ParecíaquelanubesehabíadisipadoyelseñorMountchesneydionoticiaaladydeMowbraydequetodo peligro había pasado y de que esperaba que los visitantes hubiesendesaparecidoendiezminutos.

Pasadoelplazodelosdiezminutos,elObispotodavíabebíacervezayelseñor Mountchesney seguía dispensando corteses discursos para mantenercomplacidosasusacompañantesmásinmediatos.

—Desearíaquesemarcharan—dijoladydeMowbray.

—QuémaravillosamentebienloshamanejadoAlfred…—dijoladyJoan.

—Al fin y al cabo—dijo lady deMowbray—, hay que admitir que elpueblo…

Sufrasefueinterrumpida;Harold,aquienhabíansacadodelahabitaciónyque había estado tumbado tranquilamente, aunque quejándose a ratos, searrojóhacialapuertacontantafuerzaquetemblaronlasbisagrasyempezóaladrarconrenovadaviolencia.Sybilfuehaciaél,yesteleagarródelvestidocon los dientes y la zarandeó. De pronto, se escucharon ruidos bruscos ymisteriosos,hubounfuertealarido,elgongdelrelojdelvestíbuloretumbó,lagrancampanaderebatodelatorresonóalolejosyelamadellaves,seguidaporlasdoncellas,seapresuróaentrarenlahabitación.

—¡Oh!, mi lady, mi lady —exclamaron todas al mismo tiempo—, losmontonerosestánforzandolaentradaalcastillo.

Antesdequecualquieradelaterrorizadogrupopudieracontestar,seoyólavozdel señorMountchesney.Se estabaacercandoyhabíaperdido la calma.Entró corriendo en la habitación, estaba pálido y evidentemente muyalarmado.

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—Hevenido a por vosotras—dijo—; estos tipos han entrado por abajo.Mientrashayatiempoypodamoscontrolarlosdebéisabandonarestelugar.

—Estoypreparadaparacualquiercosa—dijoladydeMowbray.

LadyJoany ladyMaudse retorcían lasmanosde frenético terror.Sybil,muypálida,dijo:

—Déjemebajar;puedequeconozcaaalgunosdeesoshombres.

—No,no—dijoelseñorMountchesney—.NosongentedeMowbray.Noseríaseguro.

Seoyeronentoncessonidosaterradores;unamezcladegritos,juramentosyhorriblealboroto.Suscorazonestemblaron.

—La chusma ha entrado en la casa, señor —gritó el señor Bentleycorriendohaciaellos—.Dicenquequierenverlotodo.

—Déjalesqueveantodo—dijoladydeMowbray—,peroponlacondicióndequenosdejenmarcharprimero.Inténtalo,Alfred,intentacontrolarlosantesdequesevuelvantotalmenteingobernables.

El señorMountchesney las dejó de nuevopara cumplir esta desesperadamisión. Lady de Mowbray y el resto de las mujeres permanecieron en eldormitorio.No se habló ni una palabra; el silencio era absoluto. Incluso lasdoncellashabíandejadode suspirary sollozar.Unsentimientoparecidoa ladesesperaciónlesestabaganandopocoapoco.

Losterriblesruidosfueronenaumento.Parecíanacercarse.Eraimposibledistinguirunasolapalabray,sinembargo,sumensajeeratemibleyferoz.

—¡Que el Señor se apiade de nosotros! —exclamó el ama de llaves,incapazdecontenerse.Lasdoncellasempezaronallorar.

Trasunaausenciadeunoscincominutos,elseñorMountchesneyapareciódenuevoprecipitadamentey,mostrándoleelcaminoaladydeMowbray,dijo:

—Nohayqueperderunmomento.¡Sígannos!

Salieron todos precipitadamente siguiendo al señor Mountchesney,atravesaron rápidamentevariosdepartamentosmientrasel estruendocrecíaacadamomento,hastaquealcanzaron labibliotecaquedabaa la terraza.Lasventanasestabanrotas,laterrazallenadegente,algunosdelosinsurrectosyaestaban en la habitación. Incluso lady de Mowbray rompió a gritar y sedesplomó.

—Vamos —dijo el señor Mountchesney—. La chusma ha tomado elcastillo.Esnuestraúnicaoportunidad.

—¡Perolachusmaestáaquí!—dijoladydeMowbrayaterrada.

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—VeoalgunascarasdeMowbray—clamóSybil,lanzándosehaciadelantecon los ojos centelleantes y las mejillas encendidas—. Bamford y SamuelCarr.Bamford, si eres amigodemipadre, ayúdanosahora.SamuelCarr, heestadocontumadreestamañana.¿Quépensaríaellaalverasuhijoenestasituación? No, no entraréis —dijo Sybil avanzando. Al reconocerla, sedetuvieronunmomento.

»Yo te conozco, cochero. Una vez nos dijiste en el convento quepodríamos acudir a ti en momentos de necesidad. Acudo a ti ahora. ¡Oh,hombres,hombres!—exclamó,retorciéndoselasmanos—.¿Quéesesto?¿Osguían los extraños a cometer estas proezas? Vaya, ¡si os conozco a todos!Estoyseguradequevinisteisaquíaayudarynoahacerdaño.Protegedaestasseñoras,¡salvadlasdeesosextraños!AhíestáButler,élvendráconnosotras,yGodfreyWells.¿Contaránquedejasteisquevuestrosvecinosfueransaqueadosy acosados por extraños y que nunca les protegisteis? Ahora, mis buenosamigos, os suplico, os imploro. Butler, Wells, cochero, ¿qué diría WalterGerard,vuestroamigo,alquehabéisseguidotantasveces,sivieraesto?

—¡EstamosconGerard!—gritóelcochero.

—¡EstamosconGerard!—corearoncienvoces.

—Essuhijabendita—dijeronotros—.EsSybil,nuestroángelSybil.

—AyudadaSybilGerard.

Sybil se había abierto camino hacia la terraza y había reunido a sualrededor a unpuñadode corpulentos seguidores, los cuales, cualquiera quehubiese sido su motivo inicial, estaban ahora dispuestos a cumplir suspeticiones.ElobjetivodelseñorMountchesneyerabajara laescalera lateralde la terraza para luego llegar al jardín, desde el cual había caminos paraescapar. Pero la muchedumbre estaba aún demasiado crispada como parapermitirqueladydeMowbrayysuscompañerasintentaransuhuida,ytodoloquepodíanhacerdemomentoSybilysusseguidoreseraevitarquelachusmaentraraenlabibliotecaytratardeobtenernuevosreclutas.

Enesemomentollegóunaayudainesperada.

—¡Apártense!¡LesdigoenelnombredeDiosqueseaparten!—exclamólavozdealguienqueluchabaalavezqueconversabaconlosinsumisos,unavozquetodosreconocieroninmediatamente.EraladelseñorSt.Lys.

—Charles Gardner, yo he sido amigo tuyo. La ayuda que te presté amenudomelaproporcionabaestacasa.¿Porquéestásaquí?

—Porningúnpropósitomalvado,señorSt.Lys.Vinecomohicieronotros,averloqueestabapasando.

—Entoncesteencuentrasanteunactosiniestro.Luchacontraél.Ayúdame

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amí y a PhilipWarner a detenerlo ahora; te amparará en el juicio. Tressel,Tressel,apóyanosamíyaWarner. ¡Asíestábien! ¡Esoes locorrecto!Y tútambién,Daventry,ytú,ytú.Sabíaquerenunciaríaisaesteactobárbaro.Noson hombres deMowbray los que harían esto. ¡Así está bien, así está bien!Formadunabanda.Esoes.Nohayhombrequeseunaanosotrosahoraquenoestéhaciendounamigodeporvida.

ElseñorSt.Lysestabaenelvecindariocuando le llegaronnoticiasde lavisita de la multitud al castillo, y anticipó cuáles serían las peligrosasconsecuencias. Corrió inmediatamente hacia el lugar de la acción. Por elcaminoseencontróconWarner,eltejedor,yhabíaconvencidotambiénalosque le acompañaban. Las respectivas bandas de Sybil y el señor St. Lysdecidieron unirse. Su número había dejado de ser desdeñable. Estabananimadosporlaspalabrasylapresenciadesuslíderes;St.Lys,forcejeandoasuladoySybil,manteniendosuposiciónenlaterrazayalentandoalosquelarodeabanconsucorajeyenergía.

Contuvieron a la multitud hasta que el paso a la escalera lateral de laterrazasehubodespejado.

—¡Ahora!—dijoSybil, y alentóa ladydeMowbray, a sushijasy a susseguidoresparaquebajaran.Setratabadeunatemerarialuchapormantenerlacomunicación,perotuvoéxito.Avanzaronsinrespiraciónytemblando,hastaquellegaronaloquecomúnmentellamabanlaGruta,queeraenrealidaduncaminosubterráneoexcavadoatravésdeunamontañaquedesembocabaenlaorilladelrío,dondeestabanlosbarcos.Laentradadeltúnelestabaprotegidaporunaverjadehierro,yelseñorMountchesneyhabíapuestolallaveabuenrecaudo. Se abrió la valla, Warner y sus amigos hicieron esfuerzos casisobrehumanos por frenar a la multitud. Ya la habían atravesado lady deMowbray y sus hijas cuando aconteció una de esas violentas oleadas,frecuentes en las multitudes, ocasionada por una repentina afluencia depersonas atraídas por lo que estaba ocurriendo. Sybil y aquellos que larodeabanparacubrirlaretiradafueronarrastradosmuylejosporella.Cerraronla verja. Todo el grupo había conseguido pasar, menos Sybil, que seencontrabacompletamenterodeadadeextraños.

Entretanto,lamultitudhabíatomadoposesióndelcastillo.Elprimerasaltoimportante fuea lasbodegas.ElpropioObispoencabezabaesteasalto,ynodescansó hasta que estuvo sentado entre los mejores toneles del noblepropietario.Noecharondemenoslossacacorchos,loscuellosdelasbotellaseran golpeados hasta romperlos con la misma decisión y destreza que siestuvieranrompiendonuecesodescabezandogambas.Losvinosmásselectosde lacristiandaddescendíanpor losgaznatessedientos,quehastaahorasolohabíanprobadolacervezayelaguardiente.Tummassetrasegabaelborgoña;el maestro Nixon se había apoderado de una remesa de vino de Tokay;

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mientrasqueelObispo,sentadoenelsuelorecostadosobreuntoneldesdeelque se dominaba la larga nave de las bodegas llena de gente que blandíabotellasyantorchas,bebíaagrandestragosalternandoentreunviejooportoyun madeira muy viajados, intentando decidirse en cuanto a las respectivasvirtudesdeunoyotrovino.

Mientrasseproducíaelasaltoalasbodegasylossótanos,habíacuadrillasque, desfilando por los magníficos salones, contemplaban maravilladas losmueblesyladecoración.Algunosrufianesmugrientossehabíanlanzadosobrelos sofás de satén y las camas engalanadas con desdeñoso placer; otrossaqueaban los armarios esperando hallarlos repletos de dinero, pero alencontrar poco en su camino, habían desparramado por los suelos de losapartamentos todo sucontenido:papeles, librosyobrasdearte.Aveces,ungrupoquehabíaescapadodelpisodeabajoconunbotín,subíaparaconsumarsuorgíaenmediodelamagnificenciadelashabitaciones.EntreestosestabanNixonysusamigos,queobservabanloscuadrosfijamenteypermanecíanantelosaltosespejosconaúnmásasombro,puesmuchosdeellosnohabíanvistoensuvidaunespejonormalycorriente.

—¡Quénaturaleza!—dijoelmaestroNixonestudiándoseenel espejo,yvolviéndosehaciaJuggins.

Muchos de estos últimos se pusieron frenéticos y dieron fin a sudesenfrenodestrozandotodoloquelesrodeaba.

Mientrasocurríanestasbrutalesescenasdemotín,habíaungruposelectoperodecididoquenocompartíaningunodeestosexcesos.Morley,seguidopormedia docena de muchachos de Mowbray y dos montoneros del infiernoelegidosporél,habíaescapadodelaconfusióndelpisodeabajo.Subióporlagranescalinata,siguióporunpasillohasta laescaleradecaracolde laTorreRedonda y, provisto de las herramientas necesarias, forzó la entrada de lacámaradelaspropiedadesdelcastillo.Estaeraunacámaracircular,recubiertacon altos archivos a prueba de fuego, que para otros que no hubiesen sidodiscípulosdeHattonhabríansupuestounobstáculoinvencible.Asípues,unotras otro, primero los cerrojos y, luego, las bisagras fueron cediendo a susartimañasparaabrirlos,aunquenosinprolongadosesfuerzos.MientrasDandyMickysusamigosvigilabanenlaentrada,MorleyyDevilsdustprocedieronaexaminarloscontenidosdelosarchivadores:pilasdeescriturasenpergamino,resmas de papeles organizados y rotulados, muchas cajas de diferentestamaños ymateriales; pero el objeto de su deseo no estaba a la vista. UnaexpresióndedesconciertocruzóporlacaradeMorleyydejó,poruninstante,deesforzarse.Elpensamientodequetodoloquehabíasacrificadoporestonohabíaservidodenadaselevinoencimadepronto…;encimadeél,quehabíasidoelvaledorde la fuerzamoral enmediode ladestrucciónqueélmismohabíaorganizadoyalentado.MaldijoaBaptistHattonensucorazón.

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—Esos canallas los handestruido—dijoDevilsdust—.Podía suceder, lohabíapensado.Nopodíancorrerelriesgodequeunhijodelpueblofueseeldueñodetodoesto.

Algunos de los archivadores eran muy profundos, y en general, paraahorrartiempo,habíancomprobadosuscontenidosconunavarilladehierro.AhoraMorley, con un gesto de desesperación en el rostro, se subió a unosescalones quehabía en la habitación, y comenzó a saquear directamente losarchivos y a tirar los contenidos al suelo. Desparramaban por el sueloescrituras, papeles y cajas a las que él yDevilsdust rechazaban, después deecharlesunvistazo.Despuésdeunbuen rato,cuandoyahabíadesaparecidotoda esperanza, al vaciar un archivo que al principio parecía contener solopapeles,Morleytocóalgoenlapartedeatrás.Seabalanzóhaciadelanteconelbrazoestirado,sucuerpomedioescondidoenelcajón,ysacóconexaltacióntriunfanteunacajapintadadeazulyblasonadaconlasarmasdeValence.Noera ni grande ni pesada. Se la tendió a Devilsdust sin mediar palabra, yMorley,trasbajarlosescalones,sesentóunmomentoenunapiladeescriturasycruzólosbrazos.

Enestetrance,seoyóunadescargadeartillería.

—¡Caray! —dijo Devilsdust con una extraña expresión. Morley sesobresaltó en su asiento. Dandy Mick se precipitó hacia la habitación—.¡Tropas,tropas!¡Haytropasaquí!—exclamó.

—Bajemos—dijoMorley—.Puedequeescapemoscon laconfusión.Yollevolacaja—yabandonaronlacámaradelaspropiedades.

Unodesugrupo,aquienMickhabíamandadopordelanteparahacerunreconocimientodelterreno,regresójuntoaellos.

—No son tropas —dijo—, son los terratenientes; están disparando yabatiendoatodoelmundo.Handespejadoelpisodeabajodelcastilloyhantomadoposesióndeél.Nopodemosescaparporaquí.

—¡Esasmalditascerraduras!—dijoMorleyagarrandolacajafuertemente—.Eltiemponoshavencido.Veamos,veamos…

Corriódevueltaalacámaradelaspropiedadesyexaminólasalidadesdelaventana.Habíaelespaciojustoparaquealguienligeroyágildieraunsaltohasta el tejado de la parte menos elevada del castillo. Mientras le dabanvueltasaesto,entróotromuchachoalacarreraydijo:

—Compañeros,¡estánaquí!Estánsubiendolasescaleras.

Morley,presodeiraydesesperación,diounapatadaenelsuelo.Entonces,cogiendoaMickdelamano,dijo:

—¿Vesesaventana?¿Seríascapazdealcanzareltejadodealgunamanera?

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—Ytambiénderompermeelcuello—dijoMick—.Perolointentaré.

—¡Vamos! Si aterrizas te lanzaré esta caja. Ahora escucha, llévala alconventodeMowbrayyentrégaselatúmismodemiparteaSybilGerard.Esligera, solo hay papeles en ella, pero le devolverán lo que es suyo y no teolvidaránunca.

—¡Quémásdaeso!—dijoMick—.Loúnicoquedeseoesquepuedavivirparaverla.

—Adiós, mis valientes —dijo Mick, y pegó el salto. Pareció quedarseaturdido,peropudosobreponerse.Morleylehizounaseñalylelanzólacaja.

—Yahora—dijo sacandounapistola—, todavíapodemosabrirnospaso.Dispararé al primer hombre que entre, y después debéis embestirles convuestrasporras.

Elgrupoquehabíallegadotaninesperadamentealaescenadelsaqueoerauna tropa del regimiento de terratenientes de lord Marney. La huelga deLancashireylarevueltaenlosdistritosmineroshabíaagotadolasreservasdetropasenestedistrito,deformaqueellordlugartenientehabíainsistidoparaquelordMarneyabandonarasuvecindadagrícolayseacuartelaraenlaregióndelasfábricas.Enlosdosúltimosdíashabíafijado,pues,sucuartelgeneralenuna gran ciudad industrial que estaba a diez millas de Mowbray y, tras elcomunicadoquelellegóeldomingoporlatardedelalcaldededichaciudadavisándoledelainvasióndelosmineros,Egremonthabíarecibidoórdenesdemarcharallíconsutropaalamañanasiguiente.

Hacíamenos de dos horas que Egremont se habíamarchado cuando losjinetes con quienes Sybil se había encontrado llegaron al cuartel general delordMarney,trayendoconsigouninformeexageradoydelomásalarmantedelainsurrecciónydelposibledesastrequeseavecinaba.ComolordMarneyerade la opinión de que las fuerzas de Egremont no estaban a la altura de laocasión, resolvió de inmediato partir con su propia tropa hacia Mowbray.Atravesandoelpáramo,seencontróconunagranmultitudcuyasintenciones,guiadasahoraporWalterGerard,eranpacíficas.Habiendoescuchadoelrelatode los hechos y con el odio que sentía desde siempre hacia cualquiermanifestaciónpopular,suseñoríadecidióqueibaadispersarlossinpreguntasomediaciónprevia.Laleydelmotínseleyóconlarapidezconlaqueavecesse bendice una mesa con invitados, una ceremonia de la que solo sonconscientes el oficiante y sus acompañantes más inmediatos. Dispararon yatacaronconsablazosa lagente.El indignadoespíritudeGerardse resistía;golpeóaunsoldadohastaquecayóalsueloe incitóa losque lerodeabanaquenoserindieran.SacaronalpadredeSybil,elverdaderoamigoydefensordelpueblo,deentrelamultitudylemataronadisparos.Deinmediatosurgióun lamentoquecasi reprimeel espíritude luchade lordMarney, apesarde

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queestabaarmadoyalacabezadeunatropa.Lagente,queantesdeocurriresto era presa de un pavor generalizado y se dispersaba dispuesta a huir entodas las direcciones, se llenó de rabia cuando vio caermuerto a su amadolíder.Aunquesolamenteestabanarmadosconpiedrasygarrotes,desafiaronalossoldados;corrieronhacialosjinetesylostirarondesusmonturasalavezqueunaavalanchadepiedrasqueparecíainterminablecaíasobreelcascodelordMarney.Loshombres trataronde repelerenvanoa lamasaenfurecida,perolagenteretornóasupresaynodescansóhastaquelordMarneycayósinvidaenelpáramodeMowbray,literalmenteapedreadohastalamuerte.

Estosdesastrosossucesosocurrieron,porsupuesto,enunperíododeldíaposterior al momento en el cual media docena de soldados ascendían laescalinatadelatorreredondadelcastillodeMowbray.ElmayordomodelorddeMowbrayleshabíavistoyleshabíadadoinstruccionesparaque,ahoraqueel castillo estaba de nuevo en sus manos, protegieran la cámara de laspropiedades,yaqueelseñorBentleyhabíasidotestigodelaominosasubidadeMorleyysuscompañerosalaimportantehabitación.

Morley y sus compañeros habían tomado una ventajosa posición en eltramosuperiordelaescalinata.

—Ríndanse—dijoelcomandantedelatropa—.Esinútilresistirse.

Morley le apuntó con su pistola pero, antes de que pudiese apretar elgatillo,eldisparodeunsoldadoenlaretaguardia,quedesdesuposiciónpodíaobservarperfectamente la intencióndeMorley, hirió aStephen en el pecho,que aún pudo disparar, pero sin dirección ni efecto. Los soldados siguieronadelante. Morley se desplomó entre sus amigos, todos aterrados, exceptoDevilsdust, que había luchado duro y bien y que, a su vez, había sidoligeramente herido. La tropa entró en la cámara de las propiedades casi almismotiempoquesusadversarios,dejandoaDevilsdusttrasellos,quehabíasidoheridoyque,maldiciendoalcapitalistaquelehabíadisparado,consiguióescapar. Morley cayó cuando había vuelto a la habitación. Los demás serindieron.

—¡Morley! ¡StephenMorley!—exclamóel comandantede las tropasdeterratenientes—.¡Tú!¡Tú,aquí!

—Sí.Estoyperdido—dijoconvozdesfallecida—.No,noquierosocorro.Seríainútilynolodeseo.Déjaloestar,puesyaesunmisterioqueseencuentreaquí.Elmundomejuzgarámal;elhombredepaz,dirán,eraunhipócrita.Elmundoestaráequivocado,comoloestásiempre.Lamuerteesamarga—dijoconungransuspiroy,hablandoaduraspenas,añadió—,másamargasivienedeti,perojusta.Túyyohemosluchadoantes,Egremont.Entoncespenséquetehabíavencido,peroescapaste.Nuestrasvidashanestadoenlizadesdequenos encontramos por primera vez.Tu estrella ha controlado lamía; y ahora

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siento que he sacrificadomi vida ymi reputación, que es el destino de loshombres agonizantes, en tu beneficio y tu honor. ¡Oh, Sybil!—y con estenombre,mediosuspiradoentresuslabios,eldefensordelaFuerzaMoralyelApóstoldelaComunidaddejódeexistir.

Mientrastanto,Sybil,separadadelosamigosquehabíanescapadoporlagruta, se había quedado sola con Harold, su protector, pues en medio deltumultohabíaperdidohastaaWarner.Miróasualrededorenvanobuscandoalguna cara de Mowbray que pudiera reconocer, pero después de unabúsquedainfructuosa,ungriteríoenladistanciaseguidoporlosdisparosdelaartillería,aterrótantoalachusmaquelarodeaba,queestadesapareciócomopor ensalmo. Se quedó, sola, agazapada en un rincón del jardín, mientrasgritos terroríficos, chillidos y alaridos resonaban en la distancia junto conalgunos disparos ocasionales, mientras oleadas de humo llegaban flotandohastasuescondite.Desdeallísepodíaveralamultitudhuyendoporelparqueentodasdireccionesyporestarazónpensóqueeramejorseguirdondeestabaa la espera de los terribles acontecimientos. Concluyó que había llegadoalgunafuerzamilitaryque,sipodíaquedarsedondeestaba,quizáelpeligroextremopodríapasar.Peromientrasseentregabaaestasesperanzas,unanubeoscuradehumoinundóeljardín.Nopodíahabersidoproducidaporunfusilocarabina,porqueerademasiadodensainclusoparacualquierpiezadeartilleríay,además,habíachispasconfundidasensumasanegra.Entonces,losgritosyalaridos,quehabíandisminuidohastaciertopunto,resurgieronderepenteconmásfuerzaeintensidad.Elcastilloestabaenllamas.

Ya fuese por negligencia o con intención de causar daño, pues el hechosellabasupropiacondena,losebriosmontonerosdelinfierno,blandiendosusantorchas mientras saqueaban las bodegas y examinaban cada armario yrincón de las dependencias, habían prendido fuego a la parte inferior deledificio.Lasllamas,quehabíanpasadodesapercibidasdurantealgúntiempo,habían llegado ahora a las habitaciones principales. El Obispo yacía sinsentido en la bodega mayor, rodeado por sus oficiales jefes, en el mismoestado.Enrealidad,todoelsótanoestabacubiertodelasfigurasrecostadasdelos montoneros, tan negras y espesas como las moscas adormecidas en losúltimos días de su existencia. La pila funeraria de los hijos de Odín erasuntuosa.Ellosmismos la habíanpreparadoy encendido.Las llamasque seelevabandesde lafortalezadeMowbray,anunciabanalasustadopaísqueenbreve la espléndida imitación del régimen normando cesaría de existir, perotambiénanunciabaneldespiadadodestinodelacondicióndelsalvajeque,conpretensiónanáloga,habíapretendidoconsiderarseasímismoelLibertadordelpueblo.

Las nubes de humo, las lenguas de las llamas, que ahora comenzaban aentremezclarse, la multitud a la cual este nuevo incidente y la inminente

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catástrofeconvocódenuevoaescena,forzaronaSybilaabandonareljardínyadentrarseenelparque.Envanohizoloposibleporlograrllegaraalgúnlugarmás recoleto que los demás y hacer su camino sin ser vista.De repente ungrupo de ebrios rufianes, con gritos y juramentos, la rodearon. Ella chilló,presa de un terror desesperado;Harold saltó a la garganta delmás cercano;otrodelosasaltantesavanzóhaciaellos,yHaroldsoltóasuactualpresaparaatacar al nuevo asaltante. El valiente perro hizo todo lo que pudo, pero lasituación era trágica; los hombres tenían garrotes y estaban tan enfurecidosque, de hecho, ya lo habían herido.Un rufián tenía agarrada a Sybil por elbrazomientrasotrolasujetabadelvestido,cuandounoficialcubiertodepolvoysangre,sableenmano,saltódesdelaterrazayacudióasurescate.Rajóaunhombre,empujóaunladoalotroy,colocandosubrazoizquierdoalrededordeSybil, ladefendiócon suespada,mientrasHarold,queahoraestaba furioso,volabadehombreahombre,y laprotegíaporelotro lado.Susagresoressedieron a la fuga, en una huida desordenada; el oficial se dio la vuelta yestrechóaSybilcontrasucorazón.

—Nuncavolveremosasepararnos—dijoEgremont.

—Nunca—murmuróSybil.

Capítulo13

CorríalaprimaveradelañopasadoyladyBardolfleestabahaciendounavisitamatutinaaladySt.Julians.

—OíqueibanaestarencasadeladyPalmerstonanoche—dijoladySaintJulians.

—No —dijo lady Bardolf negando con la cabeza—, hacen su primeraapariciónenlacasaDeloraine.Hemosquedadoahíeljueves,losé.

—Vaya,hededecir—dijoladySaintJulians—,quetengocuriosidadporverla.

—LordValentineselosencontróelañopasadoenNápoles.

—¿Yquédicedeella?

—¡Oh!¡Sedeshaceenelogios!

—¡Qué historia tan romántica! Y qué hombre tan afortunado es lordMarney. ¡Si alguien hubiera podido prever los acontecimientos!—exclamólady St. Julians—. A pesar de todo, siempre fue uno de mis hombrespredilectos. Pero en cualquier caso pensaba que su hermano sería la última

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personaquemoriría.¡Eratanfuerte!

—MetemoquelordMarneysehaalejadodenosotrasparasiempre—dijoladyBardolf,enuntonomuysolemne.

—¡Ah!Siempretuvoesamaneradeser—dijoladySt.Julians—,ysolíadesayunarconesehorribleseñorTrenchardyhaceresetipodecosas.Pero,noobstante,consuinmensafortuna,penséqueentraríaenrazón.

—Hacesbienendecirinmensa—dijoladyBardolf—.ElseñorOrmsby,ynohaymejorjuezparalarentadeotrohombre,dicequenohaytresnoblesenelreinoqueobtengantantosbeneficioslimpiosalaño.

—Dicenque lahaciendadeMowbraydacuarentamilalaño—dijo ladySt. Julians—. ¡Pobre lady de Mowbray! Tengo entendido que el señorMountchesneyhadecididonoapelarelveredicto.

—Sabes que no tiene ninguna oportunidad—dijo lady Bardolf—. ¡Ay!¡Qué de cambios hemos visto en esa familia! Dicen que el derecho de laescrituramatóalpobrelorddeMowbray,peroamiparecernuncaserecuperódel incendiodelcastillo.Acudimosavisitarlosenseguiday jamáshevistoaunhombretanafligido.QueríamosqueseviniesenconnosotrosaFirebrace,perodijoquenopodíaabandonareldistrito tande inmediato.RecuerdoquelordBardolfmecomentóqueparecíaunmoribundo.

—Bueno, tengoquedecir—dijoladySt.Julianscomosiserestablecieradeunarrebatodeabstracción—,que tengomuchacuriosidadporvera ladyMarney.

El lector podrá deducir a raíz de esta conversación que DandyMick, apesar de su pasmosa caída y de todos los peligros que le aguardaban alrecuperarse,apesardelfuegoy las llamas,delossablesy lascarabinas,deltropel de soldados y de la turba saqueadora, logró llegar al convento deMowbrayconlacajadelospapeles.AllípreguntóporSybil,encuyasmanos,ysoloencuyasmanos,selehabíaencargadodepositarlos.Ellaseguíaausentepero, fiel a sus instrucciones,Mick no iba a poner su encargo enmanos deninguna otra persona y, exhausto por las fatigas del día fatídico, se quedótumbado en el patio del convento, con la caja por almohada, hasta que lapropiaSybilregresóbajolaproteccióndeEgremont.Sybilestabademasiadoconmocionadaenaquelmomentocomoparapercibirtodalaimportanciaquetenía,peropusolacajabajolacustodiadeEgremont,quienpidióaMickqueleacompañaraalhotel,ysedespidiódeSybilque,aligualqueél,nadasabíaentoncesdelfatalencuentroenelpáramodeMowbray.

Debemos dejar caer un velo sobre la angustia que la rápida e inevitablerevelacióntrajoalahijadeGerard.Elamorquesentíaporsupadreeraunadeesasemocionesprofundasque formabanparte fundamentalde suexistencia.

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Durante mucho tiempo se sumió en una aflicción irremediable, queúnicamentemitigabanlossagradoscuidadosdeUrsula.Perohayotramujer,alaquenohayqueolvidar,quepadecióellutoenestetiempodesufrimiento,yesladyMarney.EgremontdedicóaArabellatodalaternurayelpensamientomásconsideradoquesepuedeimaginarparasuavizarsupenayreconciliarlaconuncambiodevidaqueenunprincipioseleantojabadeprimente.Enpocotiempo hizo posibles todos los trámites que su hermano había desatendido,peroquepodríangarantizarlacomodidadyayudaralafelicidaddesuviuda.Egremontpasómuchosmesesde suvidaentre laAbadíadeMarney,dondeinsistióparaqueArabellaresidiesedemomento,yMowbrayhastaque,debidoaunagestiónquenotenemosporquéinvestigaroanalizar,ladyMarneyfueundíaalconventodeMowbrayysellevóaSybilavivirconellaalaAbadíadeMarney,dedondenoibaavolveramarcharsehastaeldíadesuboda,díaen el cual el conde y la condesa de Marney partieron hacia Italia, dondeestuvieroncasiunañoydedondeacababanderegresaralcomienzodeestecapítulo.

Durante el período previo, sin embargo, habían ocurrido muchosacontecimientosimportantes.LordMarneysehabíapuestoencontactoconelseñor Hatton, que se había enterado enseguida de todo lo sucedido en lacámaradelaspropiedadesdelcastillodeMowbray.Elresultadonofueelqueél había previsto; pero él se benefició de alguna que otra circunstanciacompensatoria. Era muy cierto que había entrado en escena otro rival, einesperado además, con quien era inútil competir, pero la idea de haberprivadoaSybildesuherenciahabíasido,desdequelaconoció,eltormentodesuvida,ynohabíanadaquedesearamásardientementequeverlarestablecidaensusderechos,yhabercontribuidoaeserestablecimiento.Eléxitoquetuvopersiguiendosureclamaciónyaloconoceellector.

DandyMickfuerecompensadoportodoslospeligrosquehabíacorridoalservicio de Sybil, y lo que anhelaba era reivindicar los derechos populares.LordMarneyleintrodujoenlosnegociosyMickcogióaDevilsdustdesocio.UnavezDevilsdusthuboobtenidounaposiciónsocialysehuboconvertidoencapitalista, pensó que en honor a la decencia debía asumir un apelativodecoroso,ysehizollamarasímismoporelnombredelpueblodondehabíanacido. La firma de Radley, Mowbray y Cía. está hoy día en alza, yprobablemente, con el tiempo, proporcionará una partida de miembros delParlamento y pares del reino. Devilsdust se casó con Caroline, y la señoraMowbrayseconvirtióenunagranvalida.Quizásiemprelegustódemasiadodar banquetes pero poseía un temperamento dulce y un espíritu vivaz, yapoyaba a sumarido en las zozobras de las grandes especulaciones, o en ladesesperación de los mercados saturados. Julia se convirtió en la señoraRadley,yeramuyestimada;nadiepodíacomportarsemejor.EramuchomásordenadaqueCaroline,ysecompenetrabaconMicka laperfección,yaque

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estequeríajuntoaélaunapersonadecididaymetódica.EncuantoaHarriet,todavía no se ha casado. Aunque es hermosa e inteligente, es tacaña yretorcida. Ha ahorrado mucho y tiene una suma considerable en la caja deahorros, pero comomuchas otras herederas, no puede hacerse a la idea decompartir su dinero con otro. Las grandesmedidas de sir Robert Peel, queprodujeron tres buenas cosechas, han revivido por completo el comercio enMowbray.ElTemploestáabiertodenuevo,sehavueltoapintaryabrillantar,y Jack elBurlón, claro está, «se ha rehecho» bastante bien,mientras que labuenaseñoraCareysiguechismorreandoconsusvecinasalrededordesumuybien surtidopuestoy cuentamaravillosas historias del gran levantamientoylosmotinesdelcuarentaydos.

Asípues,concluyolaúltimapáginadeunaobra,cuyaforma,aunqueligeraysinpretensiones,aspiraríaasugerirasuslectoresalgunasconsideracionesdecaráctermuy opuesto. Hace un año, tuve la intención de ofrecer al públicoalgunos volúmenes que pretendían llamar su atención hacia el estado denuestrospartidospolíticos;susorígenes,suhistoria,suposturaactual.Enunaépocadedeslealtadpolítica,depasionesegoístasypensamientosmezquinos,quisierainculcaralasnuevasgeneracionesquenosedesesperen,sinoquemásbien busquen en una buena comprensión de la historia de su país y en lasenergíasdelajuventudheroica,quesonlosfactoresdelbienestarnacional.Laobraactualdaunpasoadelanteenesemismoempeño.Elpensamientodelosciudadanosdeberíaahoradejaralospartidospolíticosyocuparsedelpuebloalcualhangobernadoesospartidosdurantedossiglos.Lacomprensiónyelremedio de este gran problema dependen de las mismas acciones que elprimero; solamente el pasado puede explicar el presente, y solamente lajuventudpuedeforjarelfuturopararemediarlo.Lahistoriaescritadenuestropaíshasidounmerofantasmadurantelosúltimosdiezreinados.Sehadadoalorigenyconsecuenciasdelosasuntospúblicosuncarácteryuncolorquenadatienequeverconsuauténticaformaymatiz.Enesteextraordinariomisteriotodos los pensamientos y las cosas han adquirido un aspecto y un nombrecontrarioasuverdaderacalidadynaturaleza.Alaoligarquíaselahallamadolibertad;unsacerdocioexclusivohasidobautizadocomoIglesianacional;lasoberaníahadadotítuloaalgoquenohatenidoningunarelevancia,mientrasque el poder absoluto ha sido ejercido por aquellos que se declaran a símismos los servidores del pueblo. Debido a la interesada contienda entreambos bandos se han borrado dos grandes protagonistas de la historia deInglaterra: el monarca y la ciudadanía. Como el poder de la Corona hadisminuido,losprivilegiosdelpueblohandesaparecido;alalargaelcetrosehaconvertidoenunespectáculo,ysussúbditoshandegeneradoparatornarseensiervosdenuevo.

Fue hace casi catorce años, durante el desvarío popular al que dio lugaruna revoluciónmediocre y egoísta que no emancipaba ni a la Corona ni al

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pueblo,cuandotuveocasión,porprimeravez,demaduraryluegodesarrollarestasconviccionesantelaprimeraasambleademispaisanosalaquetuveelhonor de dirigirme. Como suele ocurrir cuando se trata de la verdad, estasideashansidomalentendidas,yhanhechoquenoserecibabienaquienlaspronunciase, como suele ocurrir con aquellos que se salen fuera de loscaminostrillados.Peroeltiempo,queponelascosasensulugar,tambiénhahechoincubarenInglaterralasospechadequelosídolosalosquehaadoradodurante tanto tiempo y los oráculos que la han desilusionado no son losverdaderos.Enestepaíssehalevantadouncrecientemurmulloquedicequelalealtadnoesunafrase,quelafenoesunailusiónyquelalibertadpopulares algomás inaprensible y sustancial que el ejercicioprofanoquehacen lasclasespolíticasdelosderechossagradosdelasoberanía.

Ruego por que vivamos para ver, una vez más, a Inglaterra con unamonarquíalibreyunpuebloprósperoyconderechos.Creoqueesasgrandesconquistas solo pueden alcanzarse si la juventud pone en ese empeño suenergíayentrega.Vivimosenunaedadenlacuallajuventudylaindiferenciayanopuedensersinónimas.Debemosprepararnosparalahoravenidera.Alasreivindicacionesdelfuturolasrepresentanmillonesdepersonasquesufren,ylosjóvenesdeunanaciónsonlosdepositariosdelaposteridad.