13
DOCUMENTOS Y CONFERENCIAS Weimar 2.0 Acerca de la pérdida del espacio público* Wolfgang Donsbach * El presente artículo esta basado en Donsbach, Wolfgang (2011), „Weimar 2.0 – Über den Verlust des öffentlichen Raumes” , en Oberreuter, Heinrich (ed.), Am Ende der Gewissheiten – Wähler, Parteien und Koalitionen in Bewegung, München, Olzog, 2011 (por publicar) y fue presentado “en versión adaptada” en un seminario organizado por el Programa Regional de Medios de Comunicación y Democracia de la KAS, en el marco de la 66a Asamblea de la SIP (Sociedad Interamericana de la Prensa). WolFgang donsBaCh Profesor titular de la cátedra de Ciencias de la Comunicación de la Uni- versidad Tecnológica de Dresden. Director fundador y actual director del Instituto de Investigación en Periodismo, Opinión Pública, Comunicación Política e Investigación sobre Recepción de Medios de la misma universi- dad. Fue presidente de la World Association for Public Opinion Research (WAPOR) y de la International Communication Association (ICA). Miem- bro del Consejo de Cultura del estado alemán de Sajonia. Autor de Inter- national Encyclopedia of Communication y Handbook of Public Opinion Research (junto con Michael Traugott, Michigan University), entre otras publicaciones. A diferencia de las últimas elecciones, la presente contribución no se basa en datos empíricos concretos sobre contenidos me- diáticos o audiencias. Por el contrario, bus- ca formular algunos conceptos fundados, en parte, en resultados empíricos de otras áreas y, en parte, en observaciones más ge- nerales sobre los cambios que se operan en la comunicación política, en particular en tiempos electorales. El interrogante funda- mental es siempre qué puede esperarse en una democracia de los ciudadanos, de los medios y de los actores políticos. Ante este marco de referencia, entre los investigado- res de comunicación política recobra actua- lidad el debate acerca del viejo planteo de Walter Lippmann (1922), que busca esta- blecer en qué medida difiere el ideal de la democracia del desempeño real de sus ac- tores. Aun cuando lo dicho pueda despertar

tabloide1

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Reflexión sobre la tendencia al tabloidismo.

Citation preview

  • doCumENtoS y CoNfErENCIAS

    Weimar 2.0 Acerca de la prdida del espacio pblico*

    Wolfgang Donsbach

    * El presente artculo esta basado en Donsbach, Wolfgang (2011), Weimar 2.0 ber den Verlust des ffentlichen raumes, en oberreuter, Heinrich (ed.), Am Ende der Gewissheiten Whler, Parteien und Koalitionen in Bewegung, Mnchen, Olzog, 2011 (por publicar) y fue presentado en versin adaptada en un seminario organizado por el Programa regional de medios de Comunicacin y democracia de la KAS, en el marco de la 66a Asamblea de la SIP (Sociedad Interamericana de la Prensa).

    WolFgang donsBaCh Profesor titular de la ctedra de Ciencias de la Comunicacin de la uni-versidad Tecnolgica de Dresden. Director fundador y actual director del Instituto de Investigacin en Periodismo, Opinin Pblica, Comunicacin Poltica e Investigacin sobre Recepcin de Medios de la misma universi-dad. fue presidente de la World Association for Public opinion research (WAPOR) y de la International Communication Association (ICA). Miem-bro del Consejo de Cultura del estado alemn de Sajonia. Autor de Inter-national Encyclopedia of Communication y Handbook of Public Opinion Research (junto con Michael Traugott, Michigan University), entre otras publicaciones.

    A diferencia de las ltimas elecciones, la presente contribucin no se basa en datos empricos concretos sobre contenidos me-diticos o audiencias. Por el contrario, bus-ca formular algunos conceptos fundados, en parte, en resultados empricos de otras reas y, en parte, en observaciones ms ge-nerales sobre los cambios que se operan en la comunicacin poltica, en particular en tiempos electorales. El interrogante funda-

    mental es siempre qu puede esperarse en una democracia de los ciudadanos, de los medios y de los actores polticos. Ante este marco de referencia, entre los investigado-res de comunicacin poltica recobra actua-lidad el debate acerca del viejo planteo de Walter Lippmann (1922), que busca esta-blecer en qu medida difiere el ideal de la democracia del desempeo real de sus ac-tores. Aun cuando lo dicho pueda despertar

  • 124 Wolfgang Donsbach

    la sospecha generalizada de que se pretende idealizar el pasado para cuestionar ms fcil-mente el presente, lo cierto es que se mul-tiplican los indicios emprico-cientficos de que cada vez nos alejamos ms de este ideal. Se trata de un motivo de preocupacin y discusin vlido, aun cuando se pueda asu-mir que nunca se podr alcanzar el ideal mismo y que es probable que las personas vivan en libertad y autodeterminacin, in-cluso sin haberlo alcanzado.

    Formular primero dos observaciones para luego enunciar las consecuencias que se derivan de stas. La primera observacin se refiere a la banalizacin de lo poltico en los medios y en la propia poltica; la segun-da, al cambio de paradigma operado, sobre todo a partir de la irrupcin de Internet.

    I. Primera observacin: la banalizacin de lo poltico

    A. La banalizacin de la poltica en los medios

    Los medios estn transformando ms y ms la poltica en un espectculo, un fen-meno que el politlogo italiano Gianpietro Mazzoleni ha dado en llamar poltica pop. Numerosos estudios de diferentes pases in-dican que el juego (game), entendindose por juego las manifestaciones marginales, comienza a ser ms importante que los con-tenidos polticos sustanciales (Patterson, 1991). Un indicador de este proceso es la progresiva personalizacin de los hechos polticos. La expresin extrema de esta per-sonalizacin son los programas polticos y duelos televisivos, cuyo objetivo no consiste en explicar a la poblacin hechos complejos sino en establecer, en rias de gallos y galli-nas, quin es, segn los criterios de la indus-tria del entretenimiento, el mejor actor.

    Forma parte de esta espectacularizacin el creciente grado de sensacionalismo. En 1989, Liedtke demostr que el nmero de escndalos aument en Alemania en for-ma persistente. Sin embargo, es probable

    que este aumento se deba menos a un auge real de la corrupcin y ms a un lenguaje meditico cuya intencin primaria es lla-mar la atencin. En tercer lugar, el creciente negativismo, como caracterstica de la in-formacin poltica, tambin es un indica-dor de la espectacularizacin. Lo negativo slo entretiene en tanto y en cuanto afecta a otros. Perjudica en Estados Unidos sobre todo a los candidatos a presidente (Patter-son, 1990) y en Alemania a los candidatos a canciller federal (Wilke - Leidecker, 2010), pese a que en las ltimas elecciones alema-nas de 2009 se observ una ligera mejora.1

    La espectacularizacin no se limita a los contenidos, y alcanza tambin a los forma-tos. Uno de estos formatos que gener el en-tretenimiento poltico son los programas de opinin y los duelos televisivos. Signo visible es la necesidad de acelerar los tiempos de pre-sentacin, lo que provoca una creciente seg-mentacin de los enunciados polticos. En apenas 20 aos, la longitud promedio de las declaraciones polticas en los noticieros ale-manes se redujo a la mitad. Desde los medios se aduce que superado ese lapso mximo, el espectador cambia a otro canal.

    El avance de la tabloidizacin afecta inclu-so a los mismos redactores. En 2008 realiza-mos una encuesta con el mismo cuestionario que solicitamos completar a periodistas de in-formacin a comienzos de la dcada de 1990. La pregunta era: Cuntas notas escritas por usted son modificadas por otro integrante de la redaccin?. El cuestionario planteaba a los encuestados cuatro razones para esas modifi-caciones, de las cuales una era para despertar ms inters en el pblico. En el trmino de 17 aos se triplicaron las respuestas que indi-caban que este tipo de modificaciones ocurren frecuente u ocasionalmente (Grfico 1).

    B. La banalizacin de lo poltico por la poltica

    Los procesos paralelos que coexisten en poltica determinaron que la poltica fuera

  • 125Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    en parte arrastrada y en parte se dejara llevar por los medios hacia la espectacularizacin de su esencia. Los partidos aceptaron seguir la lgica de los medios y renunciaron as a la lgica de partidos que les es propia. Justifican su comportamiento con el mis-mo argumento que alegan las radioemisoras pblicas a la hora de excusar los excesos en los que incurren sus programas: participar es todo. Para ser escuchado hay que estar en el ruido. Dicho en otras palabras: el fin

    justifica los medios y los medios son, enton-ces, ponerse al servicio de los valores que predominan habitualmente en las noticias mediticas, editar los acontecimientos en forma mediatizada y aceptar los programas de opinin televisivos como Parlamento sustitutivo. La consecuencia lgica es que los partidos se ven afectados en sus posibi-lidades de reclutar candidatos a ocupar car-gos polticos.

    Para

    inte

    resa

    r

    ms

    al p

    blic

    o

    Para

    mej

    ora

    r la

    exa

    ctit

    ud

    de

    los

    dat

    os

    Para

    mej

    ora

    r

    la e

    qu

    idis

    tan

    cia

    po

    ltic

    a

    Para

    imp

    rim

    irle

    un

    a o

    rien

    taci

    n

    po

    ltic

    a

    1991

    2007/08

    25

    20

    15

    10

    5

    0

    Grfico 1 Creciente tendencia a la superficialidad

    Cuntas notas escritas por usted son modificadas por otro integrante de la redaccin? (Frecuentemente y ocasionalmente, en %).

    Fuente: Periodistas de noticias en diarios de Alemania, n= 337 (1991);

    199

  • 126 Wolfgang Donsbach

    100 80 60 40 20 0 20 40 60 80 100

    Mdicos

    Profesores universitarios

    docentes

    Curas/Pastores

    Abogados

    Consultores de opinin

    Periodistas

    Voceros de prensa

    Publicistas

    Polticos

    Ms bien confianza Ms bien desconfianza

    79

    73

    69

    68

    54

    50

    35

    23

    13

    8

    16

    15

    22

    26

    39

    42

    60

    71

    82

    88

    C. Consecuencias de la banalizacin de lo poltico

    Prdida de identidad en la poltica y los mediosUna consecuencia de la banalizacin

    y, por ende, tambin de la marginaliza-cin del proceso poltico, consiste en que ambos, tanto los medios como la poltica, pierden su identidad, la esencia que los distingue. Un indicador de esa prdida es el conocido desencanto de la ciudadana con la poltica y los partidos. Claro que tambin obedece a otras causas, en parti-cular a una mayor diferenciacin de las so-ciedades modernas, desagregadas en ml-tiples intereses sectoriales que difcilmente pueden ser representados por unos pocos partidos. Sin embargo, una razn es que la poltica se instrumentaliza ella misma como oferta de entretenimiento. Un sig-no visible es la prdida de prestigio de los

    polticos, incluidos los diputados. Desde la dcada de 1970 hasta la fecha, el por-centaje de alemanes occidentales que cree que para ser diputado nacional se necesita estar muy capacitado se redujo en ms de la mitad. Es casi grotesco que quienes han sido elegidos para representar nuestros in-tereses sean los que gocen de menos presti-gio en la sociedad.

    Al desencanto poltico se ha sumado en los ltimos aos el desencanto medial. La credibilidad del periodismo ha venido re-trocediendo en forma constante. En una encuesta representativa llevada a cabo en 2007-2008 en Alemania, slo un 35% de los encuestados afirm confiar en los perio-distas (Grfico 2). El periodista despierta menos confianza que los investigadores de opinin y, lo que es ms grave an, una des-confianza an mayor se observa entre los j-venes entre 18 y 24 aos, de los cuales ape-nas un 24% confa en los periodistas.

    Grfico 2 Confianza de los alemanes en el periodismo

    Seguidamente nombro diferentes profesiones. Dgame, por favor, si esa profesin le inspira ms bien confianza o ms bien desconfianza.

    fuente: Poblacin alemana de 18 aos y ms. Cfr. donsbach et al., 2009.

  • 127Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    Coincido plenamente

    ms bien coincido

    ms bien no coincido

    No coincido

    No s

    me parece bien

    No me parece bien

    No s

    0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80%

    14

    41

    31

    11

    3

    18

    77

    5

    Existen muchos factores que determinan la credibilidad del periodismo. Para los alemanes, los periodistas son demasiado poderosos, poco ticos y estn compro-metidos con la prensa amarilla. Una ma-yora entre los encuestados dijo estar de acuerdo con la afirmacin de que hoy en da los periodistas son ms poderosos que los polticos y cuando se les pregunt si consideraban eso bueno o no, 8 de cada 10 dijeron que crean que eso no era bue-no (Grfico 3). La denuncia acerca de un comportamiento poco tico de periodistas se refiere fundamentalmente a la violacin de los derechos personales de quienes son objeto de la informacin, pero tambin al

    manejo de las imgenes, por ejemplo, de vctimas de una guerra.

    Tambin parece mucho menos definida la necesidad de noticias blandas (softnews) y sensacionalismo de lo que asumen los perio-distas. Aun cuando los datos naturalmente estn contaminados por el factor deseabili-dad social, existen varios indicios, no slo de nuestro estudio, que indican que la pobla-cin est interesada en recibir informacin objetiva y que si bien a corto plazo el sen-sacionalismo y las noticias blandas crean in-centivos para leer diarios y ver programas de televisin, en el ms largo plazo contribuyen al desprestigio de los medios ante el pblico (Donsbach et al., 2009; Patterson, 2000).

    Grfico 3Los periodistas son demasiado poderosos

    (datos en %)

    Hay quienes piensan que hoy en da los periodistas son ms poderosos que

    los polticos. Coincide usted plenamente con esta opinin, ms bien coincide

    o ms bien no coincide o no coincide para nada?

    Repregunta: Le parece bien que los periodistas sean ms poderosos o no le

    parece bien?

    Fuente: Primera pregunta n = 1054, repregunta n= 574. Poblacin alemana de

    18 aos y ms. Cfr. donsbach et al., 2009.

  • 128 Wolfgang Donsbach

    Distanciamiento de la polticaUna segunda consecuencia de la banali-

    zacin de lo poltico es el alejamiento de la gente. Un indicador es que todos los temas que hacen al orden pblico, a la poltica, a ciencia e investigacin, pero tambin temas econmicos, arte y cultura, proteccin de la naturaleza y del medioambiente, perdieron, sobre todo entre la juventud, en los lti-mos diez aos, claramente en inters. Por el contrario, aumenta el inters por temas como computacin, cosmtica y maquilla-je, moda y tendencias de la moda, etc.

    Aun descontando las particularidades propias de la campaa electoral de 2009, la decreciente importancia de las eleccio-nes nacionales es otro indicador de la dis-tancia que la poblacin va tomando de la poltica. En tanto que en 1998 el 59% de-ca que interrumpira una excursin en un hermoso da de verano para llegar a tiempo a votar, en 2009 hizo la misma afirmacin un 20% menos (Institut fr Demoskopie Allensbach, 2009), dato que ilustra el re-troceso permanente del inters por la noti-cia entendida como edicin periodstica de los temas pblicos. Entre 2003 y 2008, un 5% menos entre la poblacin en general y un 11% de los ciudadanos menores de 30 aos afirm que consideraba importante estar informado y al corriente de los acon-tecimientos de actualidad (Institut fr De-moskopie Allensbach).

    Este menor compromiso con los temas pblicos y un creciente desinters por estar informado (duty to keep informed) afecta en particular a los diarios. Su alcance retrocede en forma constante. Entre los menores de 30 aos, la lectura diaria de los peridicos cay desde 1980 a casi la mitad y hoy se ubica en torno al 40%. La afirmacin de que el uso de Internet compensa la lectura de los diarios se ve desmentida en los he-chos. A la pregunta sobre a travs de qu medio se informaron ayer (fecha anterior a la encuesta) sobre los acontecimientos de actualidad, apenas el 18% de los menores de 30 aos seala que lo hizo a travs de

    Internet. En otras palabras, la menor lectu-ra de los diarios slo es compensada en una pequea proporcin por contenidos asimi-lables en otras plataformas. Por lo tanto, estamos ante un retroceso real en el inters por las noticias polticas.

    Prdida de coordenadas polticasOtra consecuencia de la banalizacin de

    lo poltico es que retrocede el nivel de cono-cimientos en la poblacin. Con frecuencia, el ciudadano se siente superado en su ca-pacidad de evaluar los hechos polticos (un 46% de los encuestados respondi a veces la poltica es tan complicada que las perso-nas como yo no alcanzan a comprender bien qu est pasando). En efecto, el ciudadano se siente rebasado en sus posibilidades. Exis-ten muchos indicadores que demuestran el desconocimiento poltico. Una de las seales ms alarmantes es el hecho de que ms de la mitad de los alemanes no sabe qu es federa-lismo, qu debe entenderse por divisin de poderes y tampoco sabe si Alemania es una democracia representativa o directa. Compa-rado con estos datos, parece una minucia que en un estudio de Emind realizado en 2009, casi un tercio de los alemanes no supo res-ponder correctamente cundo fue fundada la Repblica Federal de Alemania.

    La consecuencia de la marginalizacin y banalizacin de lo poltico es la lgica pr-dida de las coordenadas polticas en el jui-cio de la gente. Un indicador es el aumento en el porcentaje de indecisos hasta ltimo momento en las elecciones y, como reverso de la moneda, la prdida de identificacin partidaria. En el ao electoral de 2009, ms de la mitad de la poblacin dijo que defina su voto en las ltimas semanas previas a las elecciones o incluso el mismo da de la com-pulsa (15%). Cabe suponer que la mayora de los ciudadanos no demor la decisin hasta haber acumulado la mayor cantidad de informacin posible, sino que hasta l-timo momento sencillamente le faltaban las coordenadas polticas y objetivas para eva-luar adecuadamente partidos y candidatos.

  • 129Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    Si nos animramos a apelar a una buena dosis de simplificacin, podramos afirmar que estamos encaminndonos hacia una so-ciedad informtica de tres clases: una clase comunicacional precarizada que es mayori-taria y prcticamente no hace uso de los me-dios para informarse sobre hechos pblicos, que est alejada de la poltica, que no mues-tra signos ni de participacin poltica ni de conocimientos polticos y que a medida que crece su desencanto racionaliza todo echan-do la culpa a los dems. Un segmento medio que yo llamo los polticamente semicultos (politisch Halbgebildete); es el tpico pblico de los programas de opinin en la televisin que al menos pone de manifiesto un inters superficial por la poltica, una comprensin poltica bsica y que, en general, reduce su participacin poltica a la concurrencia a las urnas. Finalmente est la pequea lite de personas con elevado uso poltico de los medios y participacin propia, y que tiene la posibilidad de influir ms que los restan-tes grupos sociales sobre la poltica. Se trata, como dije, de un modelo que al menos en sus aspectos cuantitativos podra instalarse empricamente en el transcurso de los aos.

    Cambio en la visin de la polticaUna cuarta consecuencia de este proce-

    so de banalizacin es un cambio en la ima-gen que la gente obtiene de la poltica y los polticos. Segn la tesis de los dos frentes (Kepplinger, 1997), para los polticos re-sulta cada vez ms importante sumar pun-tos en el segundo escenario, que es el de la aceptacin pblica, en tanto que el primer escenario, la solucin adecuada de los pro-blemas, si bien no pierde importancia cada vez decide menos sobre el xito de un pol-tico. Ambos escenarios exigen naturalmen-te cualidades totalmente diferentes y quien observa los cambios de largo plazo que se operan en los partidos para elegir a sus cua-dros polticos puede prcticamente palpar este corrimiento hacia una mayor impor-tancia de la capacidad retrica y las cualida-des mediticas.

    La consecuencia es un cambio en la va-loracin de los polticos. Un estudio publi-cado en 1987 en Estados Unidos (Keeter, 1987) revela que a la hora de votar crece la importancia de las cualidades personales de los polticos, en tanto que pierde peso la idoneidad que se les atribuye para ocupar el cargo. Otro indicador son los factores de influencia en la percepcin del llamado ga-nador de los duelos televisivos. Claramente influyen ms los estados de nimo que un candidato sabe transmitir a los espectado-res que la percepcin incluso de atributos tales como simpata, retrica o idoneidad tcnica. Esta afirmacin se vio corroborada por el resultado que arroj un estudio ela-borado a partir de una amplia base de datos sobre el primer duelo televisivo en la polti-ca alemana entre los candidatos a ocupar el cargo de Canciller Federal Edmund Stoiber y Gerhard Schrder (Donsbach - Jandura - Hastall, 2004). El diagnstico es coinci-dente con los resultados de otros estudios (cfr. Maurer - Reinemann, 2003). Helmut Markwort, editor del semanario Focus, lo resume as: Si pudieran hacerlo, los televi-dentes alemanes elegiran a Gnther Jauch como canciller federal porque es el referente televisivo de mejor imagen.

    Pero el cambio en la percepcin de la poltica abarca otro orden ms sutil. Cuan-to menos enraizado est el ciudadano en el negocio poltico central, tanto mayor es la probabilidad de que su voto est condicio-nado por factores no polticos y fcticamen-te inapropiados. La psicologa comunicacio-nal distingue entre la elaboracin central y perifrica de informaciones. El camino que elige la persona en la evaluacin de la in-formacin depende fundamentalmente del grado de compromiso. Cuando estamos al-tamente motivados elaboramos la informa-cin central, ponderando cuidadosamente los argumentos y ponindolos en relacin con nuestras propias ideas. La conclusin a la que arribemos depender fundamen-talmente de la calidad de los argumentos. Si, en cambio, el grado de compromiso es

  • 130 Wolfgang Donsbach

    menor, nos inclinaremos por la opcin peri-frica. Consiguientemente, en el momento de emitir el voto asignaremos menos impor-tancia a los argumentos especficos y ms a las caractersticas formales. Entre estas ca-ractersticas formales est la cantidad de ar-gumentos, la presencia del comunicador y aspectos similares. Es decir que la persua-sin depende ms del contexto y menos del argumento (Petty - Cacioppo, 1986).

    Mucho permite suponer que en materia de percepcin poltica, cada vez ms ciudadanos optan por el camino perifrico. Difcilmente les quede otra alternativa, en la medida en que disminuye el inters por la poltica y se estre-cha el conocimiento en funcin del cual se forma la opinin poltica. No obstante, como la mayora de la poblacin (por ahora) consi-dera importante arribar a una conclusin (ya sea una opinin respecto a la Canciller Fede-ral o una intencin de voto), necesita recurrir a estmulos perifricos. Estmulos tales como mejor prestancia, personalidad ms atractiva, ms presencia en la televisin o ms aparicio-nes en los programas de opinin, la opinin vertida, muchas veces sutilmente, por la con-ductora o la supuesta opinin de otros ciuda-danos, terminan as por condicionar el juicio que merece tal o cual poltico o partido.

    Ciudadanos y medios: blancos mviles para los partidosUna quinta y ltima consecuencia de la

    banalizacin de lo poltico consiste en que medios y ciudadanos se van transformando en blancos mviles para la poltica. En la me-dida en que los ciudadanos evidencian menos lazos partidarios, poseen menos conocimien-tos, se vuelven ms propensos a los estmulos perifricos y juzgan los cuadros polticos se-gn los criterios propios del entretenimien-to, pierden relevancia criterios tradicionales como idoneidad tcnica de los partidos o la lealtad partidaria. Los factores determinantes para la persuasin o la activacin son mucho ms diversos y menos calculables.

    En ese sentido, los medios se vuelven va-riables menos predecibles para los partidos.

    En el pasado, un posible problema para la comunicacin poltica poda ser el excesi-vo partidismo de algunos medios, en tanto que hoy un problema puramente prctico es el dictado de los valores de la informacin condicionados por la creciente comercializa-cin de los medios. Se produce un partidis-mo al azar (random partisanship) (Patterson - Donsbach, 1996), en el que no decide la tendencia de largo plazo sino la incidencia coyuntural de ciertos acontecimientos o ac-tividades polticas qu partido o actores po-lticos se vern afectados por el negativismo de los medios. Por lo tanto, los medios ya no pueden dividirse en amigos y opositores de determinados partidos, lo cual es positivo para el sistema comunicacional, pero dificul-ta la planificacin de las campaas electorales porque los temas (issues) y acontecimientos son producto de la casualidad.

    II. Segunda observacin: cambio en los patrones de uso

    A. Los fenmenosA pesar de que Internet no compensa el

    menor uso de las fuentes de informacin tradicionales, sin duda aumenta su convoca-toria como fuente de noticias de actualidad. En 2004, un 46% de los alemanes indic ser usuario de noticias de actualidad de Internet. En 2009 dio esa misma respuesta un 59%. Un tercio de los usuarios de Inter-net en Alemania incluso indican consultar diariamente el rubro noticias y actualidad (Base: usuarios online de 14 aos y ms, Van-Eymeren - Vrees, 2009).

    Sin duda, el concepto de noticias es muy elstico y no puede ignorarse la inci-dencia del factor de la deseabilidad social en estos guarismos. No obstante, est fuera de toda discusin que Internet, como fuente de informacin, gana adeptos en forma per-manente. En Estados Unidos incluso supera a los medios grficos. En efecto, un 40% de los norteamericanos dice hoy que recibe la mayora de las noticias nacionales e in-

  • 131Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    Redactor de una revista para clientes

    Blogger

    80

    70

    60

    50

    40

    30

    20

    10

    0

    18-24 25-44 45-59 60+

    N= 1054

    ternacionales de Internet, en tanto que slo el 35% sigue apostando al diario (la televi-sin contina siendo la principal fuente de informacin con un 70%) (Pew Center for the People and the Press, 2008).

    Mucho ms amplio an que el concep-to de noticias es el fenmeno Internet. La pregunta que se plantea es de cules de las tantas ofertas que existen en Inter-net se recaban las noticias. Cabe suponer que son cada vez menos los oferentes de un periodismo profesional y cada vez ms las fuentes como portales, bloggers o redes sociales. Un estudio del Shorenstein Cen-ter for the Press, Politics and Public Policy (2007) puso de manifiesto que los llama-dos agregadores de noticias (news aggrega-tors) y los bloggers ganaron enormemente en popularidad, en tanto que la oferta de

    noticias tradicional va perdiendo adeptos o cuanto menos atraviesa una situacin de estancamiento.

    Una de las consecuencias ms dramticas para la oferta meditica profesional es la cre-ciente imposibilidad de distinguir las ofertas entre s. Actualmente, la diferencia entre las pginas web de un blogger, un buscador con noticias en la primera pgina o un www.spie-gel.de o www.faz.de es casi imperceptible. Si no se conocen las marcas de los medios ni tampoco la importancia que reviste para la calidad de la oferta el nombre que se escon-de detrs del producto, tampoco es posible formarse un juicio de valor ni demandar es-tas ofertas mediticas. Por lo tanto, no puede sorprender que actualmente, para la mitad de los alemanes entre 18-24 aos, un blogger sea un periodista (Grfico 4).

    Grfico 4Quinesperiodista?

    La profesin pierde perfil,en particular entre la generacin joven

    Es periodista

    fuente: Poblacin alemana de 18 aos y ms. Cfr. donsbach et al., 2009.

  • 132 Wolfgang Donsbach

    A pesar de todos los beneficios que su-pone Internet, lo cierto es que, en trminos generales, la Red contribuye a una oferta de informaciones polticas menos profesional y ms parcial. En un estudio recientemente publicado, S. Maier (2010) analiz ms de 13.000 notas de 13 diarios nacionales y re-gionales, por un lado, y de 4 oferentes de la Web por el otro (CNN.com, Yahoo-News, NBC.com, Google-News y AOL-News). Si bien las ofertas en la Web contenan ms artculos que los productos impresos, eran la mitad de largos, reproducan bsicamen-te los cables de agencias noticiosas y desta-caban ms el aspecto de opinin que el de informacin. Complementariamente, un anlisis de mercado comparado de pginas web de diarios profesionales, por un lado, y de periodistas participativos y bloggers por el otro, revela que estos ltimos estn muy lejos de constituir un sustituto para las pres-taciones on line de los medios profesionales (Lacy et al., 2010).

    Por otra parte, al menos en lo que se refiere a las empresas de medios no pro-fesionales, la oferta on line en Internet no es nicamente menos sustanciosa, sino tambin ms partidista. Baum y Groehling (2008) analizaron los conte-nidos de las noticias de cinco sitios web (entre ellos Fox-News, Daily Kos und Free Republic) y arribaron a la siguien-te conclusin: Los resultados obteni-dos sugieren que de estar Durbin en lo cierto cuando afirma que escuchar am-bas campanas ayuda a tomar decisiones mejores, la creciente confianza que mu-chos norteamericanos interesados polti-camente depositan en sitios partidarios como Daily Kos y Free Republic podra plantear potencialmente un desafo sig-nificativo a la democracia americana (...) Dejando de lado sus implicancias nor-mativas, nuestros resultados no hacen ms que reafirmar a quienes se lamentan por la cobertura unilateral de la poltica en la llamada blogosfera.

    No slo las ofertas se tornan ms selec-tivas, tambin el uso que se hace de estas ofertas es ms selectivo. En la medida en que se interesan por la poltica y tienen una preferencia partidaria, los norteamericanos consultan cada vez ms las fuentes que son coincidentes con sus preconceptos. Un es-tudio de Iyengar y Hahn (2009) confirma contundentemente esta aseveracin en rela-cin con las fuentes de Fox-News y CNN/NPR. En un anlisis experimental hecho en Alemania sobre la cantidad de consultas de noticias en Internet, en especial en ca-sos de elevada relevancia temtica, las per-sonas que participaron del test prefirieron abrir las informaciones coherentes con sus opiniones, en tanto que ignoraron infor-maciones no conformes con sus opiniones (Knobloch-Westerwick, 2007; Knobloch-Westerwick - Meng, 2009). A un resulta-do similar llega un estudio norteamerica-no de Meffert et al. (2006) en el que los participantes elegan con una frecuencia significativamente mayor los titulares que aludan al candidato de su preferencia que aquellos artculos referidos al contrincante poltico.

    El fenmeno de la selectividad se ve re-forzado por las redes sociales en Internet. Una cuarta parte de los usuarios online mayores de 14 aos usa al menos una vez por semana formatos como foros, news-groups y chats. En el caso de los adolescen-tes y jvenes adultos entre 14 y 29 aos, la participacin trepa a 60%. A ello se agre-gan las llamadas comunidades on line que usan ms de un 60% de este grupo etario. La caracterstica de este tipo de redes so-ciales consiste precisamente en estar en-tre pares y enviarse mutuamente cables y comentarios o hacer referencia a aquellos que coinciden con la opinin propia o del grupo. En otras palabras: las redes socia-les llevan a una segmentacin cada vez ms grande, un fenmeno que el periodista norteamericano Bill Bishop (2008) defini como big sort.

  • 133Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    B. Consecuencias del cambio en los patrones de uso

    La consecuencia en el paradigma de uso consiste sobre todo en que decrece la demanda de los productos que ofrece el periodismo profesional. Esto nos lle-va a preguntarnos en primer trmino qu es en verdad el periodismo profesional. Barnhurst y Owens (2008) lo puntualizan en los siguientes trminos: El periodismo es una constelacin de prcticas que adqui-rieron un estatus especial dentro del domi-nio mayor que es la comunicacin a travs de una larga historia que llev a separar el intercambio de noticias (news-sharing) de sus orgenes en la comunicacin interper-sonal. En las culturas humanas es un acto diario comn relatar a otros las novedades que se produjeron en el entorno social y f-sico inmediato Una dificultad mayor a la hora de compartir informacin es destilar la verdad o, en otras palabras, distinguir entre informacin y chismero (Barnhurst - Owens, 2008, pg. 2557). Segn estos au-tores, la esencia del periodismo profesional consiste, pues, en separar las noticias de to-dos los dems contenidos de la comunica-cin personal, en particular distinguir entre informacin y rumor.

    La evolucin de los contenidos en Inter-net sugiere necesariamente que los rumo-res van ganando terreno. El ex director del Instituto Nieman de la Universidad de Har-vard, Bill Kovach, expres esta preocupa-cin en los siguientes trminos: Cada da que pasa aumenta el nmero de personas que se une a esta nueva generacin enten-dida en tecnologa, acostumbrada a recibir y comunicar lo que quieren, cundo, dn-de, cmo y de quin quieren. La cuestin es saber si quienes contribuyen a este nuevo universo de voces tienen el tiempo, la mo-tivacin y las capacidades que esta tarea re-quiere (Kovach, 2006). Consiguientemen-te, Kovach reclama un nuevo periodismo de verificacin.

    Pero si decrece la demanda de perio-dismo profesional y cobran mayor impor-

    tancia fuentes para-periodsticas o no pe-riodsticas, crece la probabilidad de que la participacin de conocimiento verificado en el conocimiento total de los ciudadanos contine disminuyendo. En ltima instan-cia, esto implica que la sociedad se vuelve ms irracional y, en cierto sentido, tambin ms ideolgica, cuanto menos ms super-ficial. Al respecto, Miriam Meckel seala que nuestra sociedad necesita urgentemente ms periodismo de calidad, porque sin l lo nuevo no trasciende al mundo: Necesita-mos personas que entiendan por investiga-cin ms que introducir una palabra en un buscador (FAZ, 12-05-09).

    Otra consecuencia del nuevo patrn de uso consiste en que baja el porcentaje de cono-cimiento compartido en el conjunto de conoci-mientos de la poblacin. Es el fenmeno que yo denomino la weimarizacin: la poblacin slo se interesa por aquello que la afecta per-sonalmente. Uwe Volkmann (2010) llama al mismo fenmeno privatizacin de la demo-cracia. La sociedad pierde su capacidad de comunicacin porque ya no comparte temas de inters comn, tampoco comparte crite-rios comunes que considera verdaderos, un elemento que contribuy al fin de la Repbli-ca de Weimar. Esta sociedad ya no posee opi-nin pblica, porque opinin pblica implica interesarse por cosas que exceden el entorno personal y, en particular, el propio inters. Por tal motivo, Otfried Jarren (2008) describi los medios masivos profesionales como institu-ciones irrenunciables en nuestras sociedades () Posibilitan especficamente los procesos de interaccin entre quienes brindan las in-formaciones y quienes las reciben, regulan los procesos de intercambio a nivel social, y lo ha-cen en forma visible y vinculante para todos los miembros de la sociedad.

    III. Conclusin

    Aun considerando slo algunas de las hi-ptesis esbozadas, la pregunta que se plantea es cmo podemos contrarrestar los desarro-

  • 134 Wolfgang Donsbach

    llos que atentan contra la democracia y la sociedad. Es importante recuperar la iden-tidad del periodismo, del sistema poltico y sus actores, y de los medios de comunica-cin. Incluso el periodismo muestra cierta tendencia a considerar todo aquello que parece periodismo como tal. Nuevamente, se perdieron las coordenadas y es impor-tante que el periodismo propague y forta-lezca activa y enrgicamente la funcin y la identidad de la profesin. Hacia adentro del sistema de medios corresponde mejorar la formacin periodstica y la socializacin profesional de los periodistas, y hacia afuera resaltar a travs de campaas escolares y p-blicas la competencia profesional especfica del periodismo.

    En ltima instancia, se trata de reinstalar la discusin sobre la profesionalizacin. En una sociedad, las profesiones son oficios es-peciales que a cambio de ciertos privilegios, como lo son un alto grado de autocontrol y, en general, un elevado prestigio, se com-prometen a brindar a la ciudadana un ser-vicio especfico, segn su leal saber y enten-der, de acuerdo con las mejores prcticas de esa profesin. Este compromiso implica tambin volver a oponer ms resistencia a intereses comerciales cortoplacistas que en los ltimos aos adquirieron creciente in-fluencia (y que no hicieron sino debilitar la posicin econmica de los medios a largo plazo).

    Sin embargo, las medidas que puedan tomarse por el lado de la oferta slo apor-tan la mitad de la solucin. Tambin es importante fortalecer la demanda de pe-riodismo profesional, y probablemente sta sea la tarea ms ardua. Cmo trans-mitir a los jvenes aquello que hace a la identidad y la calidad del periodismo? Cmo explicarles que interesarse por te-mas pblicos no slo es importante sino tambin beneficioso? Por cierto que exis-ten respuestas a estos interrogantes; su anlisis, sin embargo, ya no puede ser ob-jeto del presente trabajo.

    Notas

    1. Es probable que la presentacin ms favorable de los candidatos durante la campaa electoral 2009 se debi a que los dos principales socios de la alianza electoral se vie-ron obligados a mostrar cierta con-sideracin recproca.

    Referencias bibliogrficas

    barnHurst, k. G. - owens, j. (2008). Journalism, en Donsbach, W. (ed.), The International Encyclopedia of Communication, Vol. 6, malden, Wiley-Blackwell.

    baum, m.a. - GroeHLinG, t. (2008). New media and the polarization of Ame-rican political discourse, en Political Communication, 25, pgs. 345365.

    bisHop, b. (2008). The Big Sort. Why the clustering of like-minded America is tearing us apart, orlando, Houghton Mufflin Harcourt.

    DonsbaCH, w. - janDura, o. - HastaLL, m. (2004). Neues aus der Fernseh-demokratie Wahrnehmung und Wirkung des ersten TV-Duells, en Oberreuter, H. (ed.), Der versumte Wechsel. Eine Bilanz des Wahljahres 2002, mnchen, olzog.

    DonsbaCH, w. - rentsCH, m. - sCHieLiCke, a.-m. - DeGen, S. (2009). Entzau-berung eines Berufs. Was die Deuts-chen vom Journalismus erwarten und wie sie enttuscht werden, Konstanz, uVK medien.

    iyenGar, s. - HaHn, k.s. (2009). Red media, blue media: evidence of ideological selectivity in media use, en Journal of Communication, 59, pgs. 19-39.

    jarren, o. (2008). Massenmedien als Intermedire, en Medien und Kom-munikationswissenschaft, 56, pgs. 329-346.

    joan sHorenstein Center for tHe press, po-LitiCs, anD pubLiC poLiCy (2007). Creati-ve Destruction: An Exploratory Look

  • 135Weimar 2.0. Acerca de la prdida del espacio pblico

    at News on the Internet, Cambridge, Harvard University.

    keeter, s. (1987). The illusion of inti-macy. Television and the role of per-sonal qualities in voter choice, en Public Opinion Quarterly 51, pgs. 344-358.

    knobLoCH-westerwiCk, siLvia (2007). Kog-nitive Dissonanz Revisted - Selektive Zuwendung zu einstellungskonsis-tenten und -inkonsistenten politis-chen Informationen, en Publizistik 52, pgs. 51-62.

    knobLoCH-westerwiCk, s. - menG, j. (2009). Looking the other way: selective exposure to attitude-consistent and counterattitudinal political informa-tion, en Communication Research 36, pgs. 426-448.

    kovaCH, biLL (2006). Toward a new jour-nalism with verification, en Nieman Reports, vol. 60, No. 4, pgs. 39-41.

    LaCy, s. - Duffy, m. - riffe, D. - tHorson, e. - fLeminG, k. (2010). Citizen jo-urnalism web sites complement newspapers, en Newspaper Re-search Journal 31, pgs. 34-46.

    LieDtke, r. (1989). Die neue Skandal-Chronik. 40 Jahre Affren und Skandale in der Bundesrepublik, Frankfurt/Main, Eichborn.

    Lippmann, w. (1922). Public Opinion, New York, Free Press (Reprint 1997).

    maier, s. (2010). Newspapers offer more news than do major online sites, en Newspaper Research Jour-nal 31, pgs. 6-19.

    maurer, m. - reinemann, C. (2003). Schr-der gegen Stoiber. Nutzung Wahrne-hmung und Wirkung der TV-Duelle, Wiesbaden, Westdeutscher Verlag.

    meCkeL, m. (2009). In der Grotte der Erinnerung, en Frankfurter Allge-meine Zeitung, 12-5-09.

    meffert, m.f. - CHunG, s. - joiner, a.j. - waks, L. - Garst, j. (2006). The effects of negativity and motivated information processing during a political campaign, en Journal of Communication 56, pgs. 27-51.

    patterson, t. e. (1991). More style than substance: television news in U.S. National Elections, en Political Communication and Persuasion, 8, pgs. 145-61.

    ______ (2000). doing Well and doing Good. research Paper. Joan Sho-renstein Center for the Press, Politics and Public Policy. John f. Kennedy School of Government, Harvard University.

    patterson, t.e. - DonsbaCH, w. (1996). News decisions: journalists as par-tisan actors, en Political Communi-cation 13, pgs. 455-468.

    petty, r. e. - CaCioppo, j. t. (1986). Com-munication and Persuasion, New york, Springer.

    pew Center for tHe peopLe anD tHe press (2008). Internet overtakes newspa-pers as news outlet. www.people-press.org; 23 de diciembre.

    van eimeren, b. - frees, b. (2009). Der In-ternetnutzer 2009 multimedial und total ver-netzt?, en Media Perspekti-ven, 7, pgs. 334-348.

    voLkmann, u. (2010). Die Privatisierung der Demokratie, en Frankfurter All-gemeine Zeitung, 26-02-10, pg. 9.

    wiLke, j. - LeiDeCker. m. (2010). Ein Wahlkampf, der keiner war? die Presseberichterstattung zur Bun-destagswahl 2009 im Langzeitver-gleich, en Holtz-Bacha, C. (Hg.), Die Massenmedien im Wahlkampf. Das Wahljahr 2009, Wiesbaden, VS Ver-lag.

    Dilogo Poltico. Publicacin trimestral de la Konrad-Adenauer-Stiftung A. C.Ao XXVIII - No 2 - Junio, 2011