Taddei Emilio. Extractivismo Despojo y Crisis Climática

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    EXTRACTIVISMO, DESPOJO

    Y CRISIS CLIMTICA

    Desafos para los

    movimientos sociales y los

    proyectos emancipatoriosde Nuestra Amrica

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    Prlogo

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    Jos Seoane, Emilio Taddeiy Clara Algranati

    EXTRACTIVISMO, DESPOJOY CRISIS CLIMTICA

    Desafos para losmovimientos sociales y los

    proyectos emancipatoriosde Nuestra Amrica

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    Prlogo

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    Extractivismo, despojo y crisis climticaDesafos para los movimientos sociales y los proyectos emancipatoriosde Nuestra Amrica

    Jos Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati

    2013 Ediciones Herramienta, Editorial El Colectivo y GEAL

    Buenos Aires, Argentina

    Diseo de tapa: Alejandra AndreoneDiseo de interior:Anah CozziCorreccin: Manuel MartnezCoordinacin de edicin: Chiche Vzquez

    Ediciones Herramienta

    Av. Rivadavia 3772 1/B (C1204AAP), Buenos Aires, ArgentinaTel. (+5411) [email protected] - www.herramienta.com.ar

    Editorial El Colectivo

    Pavn 2346 (1248), CABA, Argentina - Tel. (+5411) [email protected] - www.editorialelcolectivo.org

    GEAL

    Grupo de Estudio sobre Amrica Latina y El Caribe

    ISBN: 9789871505357

    Printed in ArgentinaImpreso en la Argentina, julio de 2013Todos los derechos reservados. Hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Jos Seoane

    Extractivismo, despojo y crisis climtica / Jos Seoane ; Emilio Taddei ; Clara Algranati 1a ed. Buenos Aires : Herramienta, El Colectivo 2013.

    336 p. ; 22x15 cm.

    ISBN 9789871505357

    1. Climatologa. I. Taddei, Emilio II. Algranati, Clara III. Ttulo CDD 551.6

    Fecha de catalogacin: 03/07/2013

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    ndice

    Prlogo de Atilio A. Boron............................................................ 9

    Introduccin ................................................................................. 15

    Primera ParteAmrica Latina: de las resistencias al neoliberalismo

    a la ofensiva extractivista............................................................. 19

    Captulo 1Modelo extractivo y acumulacin por despojo.

    Por Jos Seoane ...................................................................... 21

    Captulo 2Disputas socioambientales: cambios y continuidades

    en la conflictividad social en Amrica Latina.Por Jos Seoane y Clara Algranati ......................................... 41

    Captulo 3El sabor amargo del crecimiento econmico:

    la expansin del modelo extractivo entre 2003 y 2007.Por Jos Seoane y Clara Algranati ......................................... 61

    Captulo 4El retorno de la crisis y la ofensiva extractivista.

    Por Jos Seoane ...................................................................... 83

    Segunda ParteCartografas de las disputas y los movimientos

    por los bienes comunes naturales................................................ 107

    Captulo 5Las guerras por el agua.

    Por Emilio Taddei ................................................................... 109

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    Captulo 6El agua vale ms que el oro. La megaminera a cielo abierto.

    Por Jos Seoane ...................................................................... 131

    Captulo 7El agronegocio: de la repblica de la soja a los desiertos verdes.

    Por Emilio Taddei ................................................................... 157

    Captulo 8

    De la biodiversidad a los hidrocarburos.Por Jos Seoane ...................................................................... 183

    Tercera Parte

    El debate sobre las alternativas y los proyectos

    emancipatorios ............................................................................. 209

    Captulo 9Redes y articulaciones en defensa de los bienes comunes

    naturales: las coordinaciones continentalesinternacionales de movimientos sociales.

    Por Emilio Taddei ................................................................... 211

    Captulo 10Estrategias de gobernabilidad del modelo extractivo

    exportador.Por Jos Seoane ...................................................................... 239

    Captulo 11De la crtica al desarrollo al debate sobre las alternativas.

    Por Jos Seoane ...................................................................... 257

    Captulo 12Crisis climtica: gestin sistmica, falsas solucionesy alternativas desde los pueblos.Por Jos Seoane ...................................................................... 285

    Bibliografa.................................................................................... 317

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    Prlogo

    Pocos temas son ms importantes en la Amrica Latina de hoy quelas cuestiones relacionadas con el extractivismo y la crisis climtica.Ambos estn haciendo estragos y constituyen, como bien lo dicen los au-tores de este libro, un formidable desafo para los movimientos socialesy los proyectos emancipatorios de nuestra regin. Desafo que, para serenfrentado con algunas chances de xito, exige un conocimiento acaba-

    do de la multiplicidad de dimensiones a travs de las cuales se manifies-tan tanto el extractivismo como la problemtica del cambio climtico. Yeso es precisamente lo que aporta este libro, en donde se examinan congran minuciosidad y rigor analtico los aspectos ms candentes de estoscomplejos asuntos. No slo eso: el texto logra mantener una impecablecoherencia pese a que los captulos fueron escritos por separado por cadauno de los tres autores, lo cual no es un mrito menor y habla de la ma-duracin de un proceso colectivo de reflexin que es muy poco usual noslo en la Argentina sino en cualquier parte del mundo.

    El libro, anticipado en parte en un curso Extractivismo y resis-

    tencias sociales en Nuestra Amrica: conflictos en torno a los bienescomunes y horizontes emancipatorios ofrecido en el campus virtualdel PLED y producto del activo protagonismo de sus autores en los mo-vimientos sociales de la Argentina y Amrica Latina, es una muy valiosapuesta al da de los debates y las investigaciones concretas sobre temastan cruciales como las nuevas formas de acumulacin por despojo, o

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    desposesin y su relacin con la contraofensiva extractivista lanzada alcalor de la nueva crisis general del capitalismo; la megaminera y susdesastrosos impactos ambientales y sociales; las guerras del agua; lareinstalacin del monocultivo, en especial el caso de la soja y, por su-puesto, de los hidrocarburos. Tal como era de esperarse a partir de losantecedentes de los autores, tanto los acadmicos como, sobre todo, losderivados de su insercin prctica en las luchas y los conflictos socio-ambientales de nuestro tiempo, el libro se desenvuelve en buena hora!al interior de una perspectiva fuertemente pautada por las necesidadesconcretas de los sujetos sociales involucrados en esas confrontaciones.Es precisamente por esto que la tercera parte del libro trata sobre lasalternativas que, ante los problemas arriba mencionados, proponen losproyectos emancipatorios de los movimientos.

    Dicho esto, y no siendo la misin de un prlogo sintetizar el con-tenido del libro, pasamos a resaltar algunos aspectos que nos parecende especial inters. En primer lugar el exhaustivo examen del apogeodel extractivismo a partir de la vuelta del siglo y su relacin con lo queapropiadamente se denomina el neoliberalismo de guerra. Con raznse dice en las pginas dedicadas al tema que el modelo extractivo ex-

    portador se profundiz en estas regiones a sangre y fuego, propinandoun rotundo ments a las interpretaciones compartidas tanto por el neoli-beralismo en sus distintas variantes como por las versiones ms difundi-das de la socialdemocracia latinoamericana que visualizan la expansindel extractivismo como un proceso de tranquila y pacfica adaptacinde los pases de la periferia capitalista a los requerimientos de la eco-noma global. Lejos de ello, lo que la experiencia histrica latinoameri-cana demuestra es que ese proceso fue, como la acumulacin originariaanalizada por Karl Marx en El Capital, una secuencia de eventos que sedespleg chorreando sangre y barro por todos los poros. Va de suyo

    que esta desorbitada expansin de las polticas extractivistas encontra-ron en los grandes oligopolios internacionales del agronegocio, la mine-ra y los hidrocarburos sus agentes privilegiados, contando para ello conla complicidad de los gobiernos y, por supuesto, el respaldo irrestrictodel imperialismo norteamericano. Por ejemplo: la creciente influencia deMonsanto en la regin, ratificada y potenciada en estos ltimos tiempos

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    en la Argentina por una decisin del gobierno nacional, es una de lastantas pruebas que confirman la validez de las interpretaciones que losautores ofrecen sobre este asunto.

    El libro formula asimismo una crtica medular a las concepcionesdominantes sobre el problema del desarrollo, con nfasis en tres vertien-tes que lo cuestionaron radicalmente a partir de la experiencia latinoa-mericana; las teoras de la dependencia, la de la colonialidad del podery la ecologa poltica. Los argumentos de estas distintas corrientes sonexpuestos en detalle y en permanente vinculacin con los captulos an-teriores de la obra, con lo cual logran aportar un impresionante sustentoemprico a partir del cual examinar los mritos de cada una de estasperspectivas.

    Uno de los logros principales de este libro es abrir una discusin queno debe ser soslayada ni postergada y que podra sintetizarse as: antela crisis del desarrollismo y el extractivismo, cules son las alternativasque se proponen? Sin desconocer la complejidad de estos interrogantes,ni caer en la tentacin de pensar que desde la abstraccin de la teorase podran hallar las respuestas que requiere un desafo de dimensionescivilizatorias, los autores enfatizan al igual que nosotros lo hiciramos

    oportunamente que estas preguntas no pueden ser dilucidadas sin unatento anlisis y observacin de la praxis histrica de los pueblos deNuestra Amrica. En este camino, muchos de los aportes y debates enrelacin con las alternativas al extractivismo planteados en la regin enlos ltimos aos recorren las pginas de este libro. Claro est que lareflexin sobre aquellas exige tambin considerar otras preguntas queinterpelan tanto a los movimientos como a los gobiernos, y que sin dudaforma parte del debate entre ambos. Entre ellos podemos enunciar lossiguientes: cmo seobtendrn los recursos imprescindibles para hacerposible la mejorade las condiciones materiales y espirituales de vida de

    vastos sectores sociales que el capitalismo y el imperialismo mantienensumidos en la pobreza y la indigencia, embrutecidos por el analfabe-tismo y la supersticin, manipulados a travs de la industria culturalmanejada a su antojo por las clases dominantes? Cmo enfrentar noslo las demandas de hoy sino las de una poblacin que, en el caso de lospases ms pobres de la regin, se duplica cada veinticinco aos? Cmo

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    obtener el hierro, cobre y cemento para citar sino algunos ejemplosque se necesitan para construir las escuelas y centros de salud que res-pondern a las demandas postergadas por siglos! de los condenadosde la tierra, para usar la grfica expresin de Frantz Fanon? No exis-ten respuestas fciles para estos interrogantes, puesto que ms all deenunciar loables objetivos aquellas deben explicitar concretamente dednde provendrn los recursos indispensables para dignificar la vida degrandes segmentos de nuestras sociedades sumidas en la pobreza y laindigencia.

    Sin duda, las respuestas a este dilema exigen recrear y ampliar per-manentemente los horizontes del debate y de las prcticas democrticasde gobiernos y de movimientos, ya que el avance del extractivismo neo-liberal carcome los mecanismos democrticos y promueve la privatiza-cin de la autoridad poltica. Ante estos desafos no existe una recetacodificada de antemano; las salidas, si se las encuentra, sern el resul-tado de un complejo ejercicio al interior de un entramado de prcticassociales emancipatorias y respuestas gubernamentales que no est, nipuede estar! desprovisto de las tensiones creativas que lvaro Gar-ca Linera caracterizara como propias de todo proceso genuinamente

    revolucionario. Contradicciones y tensiones que, en su sntesis, puedanir concretando la idea-horizonte del socialismo nuestroamericano y delBuen Vivir. Uno de los mritos mayores de este libro es precisamenteaportar a una mejor y ms fundada discusin sobre temas tan crucialescomo estos.

    En algunas versiones extremas de la crtica al extractivismo crticajusta, pero en la medida en que sea capaz de reconciliar la preservacinde los bienes comunes de la Madre Tierra con la necesidad de acrecentarla riqueza social para posibilitar la construccin de una sociedad justa,emancipada de la explotacin capitalista se habla simplemente del no-

    desarrollo, o del crecimiento cero. Esta tesis que por cierto no es laque sustentan los autores de este libro despierta en algunos sectoresun inusual entusiasmo sin advertir que, paradojalmente, la misma rema-ta en una suerte de reaccionaria reivindicacin, ahora desde una ciertaizquierda dogmtica, de las lbregas predicciones de Thomas Malthussobre el curso de la dinmica demogrfica en la sociedad capitalista.

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    Crecimiento cero, o intangibilidad absoluta de la Madre Tierra, suponeque para resolver las demandas de nuestros pueblos bastara con redis-tribuir la riqueza social existente. Esto es necesario, pero claramenteinsuficiente. El tema del crecimiento econmico rechazado en la puertaprincipal reingresa subrepticiamente por la ventana trasera. El problema,entonces, es decidir qu modelo de crecimiento no-capitalista sera po-sible en funcin de la dotacin de recursos de todo tipo con que cuentenlas naciones de la periferia. Minera en algunos casos, agricultura enotros, industria, turismo, servicios, etctera.

    Por eso es que ms all de aquellos planteamientos, bien intenciona-dos pero equivocados, el gran desafo, como repetidamente lo sealaranFidel Castro, Hugo Chvez, Evo Morales y Rafael Correa, es resolvercmo movilizar los recursos de la naturaleza con el mayor cuidado po-sible, sin someter su aprovechamiento a los imperativos de la ley delvalor y procurando por todos los medios reducir las alteraciones queinevitablemente introduce la praxis transformadora de hombres y muje-res. Recordando, adems, dos cosas: la primera es que, contrariamentea lo que predican algunos exponentes del neo-ludismo contemporneo,la exaltacin de la agricultura tradicional, por ejemplo, tambin afecta

    a la naturaleza. Esto es algo que se puede comprobar desde la primeragran expansin de la agricultura, unos 7.000 aos antes de Cristo aorillas del Nilo, actividad que ya comenz a modificar la naturalezaa pesar del carcter rudimentario de la tecnologa utilizada casi 9.000aos atrs. No existe, por lo tanto, praxis transformadora que pueda rea-lizarse sin dejar, de un modo u otro, huellas ecolgicas de distintos tiposy consecuencias. Segundo, que tal como lo recordara Marx en su obramagna, el trabajo no es la nica fuente material de riqueza, de valoresde uso producidos por el trabajo. Como lo dijo Willam Petty, el trabajoes el padre y la tierra es la madre. Bienes comunes de la naturaleza

    que, como exhortaba tambin en el mismo libro, deben ser transmitidosa las sucesivas generaciones en mejores condiciones que aquellas enque los recibieron.

    Lo anterior pretende subrayar la importancia del debate que propo-nen los autores de este libro y del aporte que en l se efecta y que per-mite superar la estril antinomia extractivismo-pachamamismo, fatal

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    para las fuerzas sociales y polticas que bregan por la segunda y definiti-va independencia de Nuestra Amrica. El primero porque traiciona irre-mediablemente cualquier proyecto de construccin post-capitalista; elsegundo porque la frustracin de las expectativas sociales que le son in-herentes abre la puerta para la restauracin reaccionaria del viejo bloqueen el poder, condenando y ridiculizando a los proyectos emancipadorescomo el infantil retorno de un utopismo romntico. Debate necesario,por lo tanto, en el cual deber escucharse la voz y el argumento de losgobiernos bolivarianos tanto como la de sus crticos y, en algunos casosextremos, de sus detractores. Desafortunadamente, y aunque parezca pa-radojal, estos han gozado en algunas fracciones de la izquierda una aco-gida muy superior tanto en cantidad de mensajes y publicaciones comoen calidad a las argumentaciones ofrecidas por gobiernos como los deBolivia, Ecuador y Venezuela. Es nuestra conviccin que las manifesta-ciones de Evo Morales y lvaro Garca Linera sobre el vivir bien; o deRafael Correa sobre el sumak kawsay(buen vivir) de los pueblos origi-narios de los Andes; o la contundente reafirmacin de los derechos de lanaturaleza hecha por Hugo Chvez en la Cumbre de Kopenhagen debenser cuidadosamente examinadas y recin despus de eso decidir si les

    cabe la estigmatizacin producida por la acusacin de extractivistascon que con demasiada frecuencia una izquierda indiferente ante lascontradicciones y responsabilidades que implica la gestin gubernativalos suele descalificar. Se impone, por esto mismo, examinar detenida-mente las alternativas propuestas por los movimientos sociales y las queemanan de las polticas implementadas por gobiernos que, a partir delimpulso originado en aquellos, han asumido el compromiso de construirun mundo mejor. Este libro constituye una contribucin sumamente va-liosa para iluminar ese demorado debate.

    Atilio A. BoronBuenos Aires, 30 de Junio de 2013

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    Introduccin

    El conjunto de las reflexiones que componen este libro encuentransu principio y fundamento en la multiplicidad de experiencias de lucha,prcticas y programticas trazadas por los sujetos/sectores subalternos ypopulares en Nuestra Amrica reciente. En nuestra historia prxima estosprocesos no slo cuestionaron la hegemona neoliberal y abrieron nuevosescenarios de cambios sociopolticos, sino que tambin insuflaron nuevavida y desafos al pensamiento crtico y los proyectos emancipatorios anivel regional y global. No se trata, valga la aclaracin, de una visiningenuamente romntica de la accin colectiva de los oprimidos y domi-nados, sino del entendimiento radical de su decisivo papel en la transfor-

    macin de las relaciones de fuerza societales incluso en el terreno delpensamiento y la configuracin de los proyectos de cambio social.Desde esta perspectiva, la centralidad que en estas disputas y for-

    mulacin de alternativas le cupo a los bienes comunes de la naturalezaaquellos bautizados desde la ortodoxia econmica como recursos na-turales marc una lnea regional de contestacin al modelo extractivoexportador conformado en nuestros pases en las dcadas pasadas. Unmodelo que lejos de transformar los bienes naturales para satisfacer lasnecesidades sociales locales o nacionales, o favorecer la integracin re-gional, persigue su valorizacin en el mercado mundial con sus conse-cuencias de saqueo, devastacin ambiental y nueva dependencia.

    En este camino, las reflexiones que proponemos en esta oportunidadno se limitan al anlisis de las experiencias de los movimientos popu-lares y la conflictividad social sino que, partiendo de ellas, se proponenexaminar tambin los debates que se han suscitado al interior del pensa-miento crtico latinoamericano, entendiendo al mismo en su sentido msamplio. Se trata, en este caso, de revisar los conceptos e interpretaciones

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    Introduccin

    de uso difundido a partir de sus efectos polticos, de considerar los de-bates y argumentos que se ofrecen en relacin con las caractersticas,consecuencias, o dificultades de abandonar el extractivismo y las alter-nativas que se proponen, de analizar las diferentes formas que asumeeste modelo extractivista en el marco de las distintas salidas naciona-les a la crisis del neoliberalismo y los debates que despierta; de pensarlas continuidades y rupturas con pasadas experiencias y discusiones delmarxismo y las teoras crticas; de reflexionar sobre las visiones diferen-tes de las crisis que afrontamos; de indagar sobre las afinidades, puntos

    de fuerza y desacuerdos en las programticas populares y las corrientestericas que cuestionan la narrativa y prctica del desarrollo, de pre-guntar sobre las formas y tecnologas de gobierno que adopta la gestinsocial tanto del extractivismo como de la crisis climtica; en definitiva,de aportar desde estos recorridos a los desafos planteados para un pro-yecto emancipatorio.

    Las reflexiones que aqu presentamos reconocen una primera for-mulacin en la elaboracin desarrollada para el curso virtual dictadodurante el primer semestre de 2012 en el marco del Programa Latino-americano de Educacin a Distancia en Ciencias Sociales (PLED),que

    dirige Atilio Boron en el Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Go-rini, a quien le agradecemos especialmente esa posibilidad que, junto auna serie de artculos colectivos e individuales publicados entre 2011 y2012, fue un incentivo decisivopara sistematizar y profundizar estudiosy preocupaciones que tienen una historia ms larga. Ciertamente, algu-nas de las conclusiones y argumentos que se presentan en las pginasque siguen han sido formulados tiempo atrs, a lo largo de una labor co-lectiva que lleva ya ms de trece aos dedicada a la problemtica de losmovimientos sociales y los procesos sociopolticos en Amrica Latinay el Caribe, por lo menos desde fines de la dcada de los noventa, conla propuesta, creacin y desarrollo del Observatorio Social de Amrica

    Latina (OSAL) y su labor de seguimiento de la conflictividad social y losdebates que emergieron en esos aos.

    Para la presente publicacin hemos intentado conservar la estructuradidctica que inspir el mencionado curso, particularmente en relacin aprivilegiar la presentacin de los debates y las contribuciones de autoreslatinoamericanos con sus respectivas referencias bibliogrficas en la

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    conviccin de que la disposicin de un mapa de estas discusiones puedecontribuir a amplificarlas y tambin al desafo de la formacin, siempreimprescindible para los procesos colectivos emancipatorios. Esperamos,aunque sea en parte, haberlo conseguido.

    Por otro lado, sobre las primeras versiones escritas entre 2011 y 2012hemos realizado una tarea, siempre incompleta, de actualizacin de losdatos y procesos histricos examinados as como hemos aprovechado adesarrollar ciertos enfoques y argumentos que, por limitaciones de es-pacio o conocimiento, haban quedado excluidos de registros anteriores.

    Ello est lejos de significar que se pretenda ofrecer respuestas a todaslas preguntas o acontecimientos pasados o presentes. La versin actualestaba terminada casi en su totalidad cuando el trgico fallecimiento deHugo Chvez Fras. El dolor ante su partida y el reconocimiento de susignificativo papel en los cambios emancipatorios de Nuestra Amricase mezclan en estas lneas introductorias con los desafos de renovarcompromisos y convicciones. Por otra parte, la edicin del libro estabaen plena marcha cuando en Brasil se desat un nuevo ciclo de protestasy movilizaciones urbanas bajo fuerte protagonismo juvenil, cuya apa-ricin plantea caminos posibles a algunos de los interrogantes que se

    formulan en estas pginas.En otro orden, el ao 2012 supuso una modificacin de algunas delas caractersticas que marcaron el procesamiento regional del nuevoepisodio econmico de la crisis global que viene desplegndose desde2007. En este sentido, la desaceleracin de la economa china, la profun-dizacin de la recesin en Europa y la leve recuperacin de la economaestadounidense configur un contexto que alter el ciclo de sostenidoy homogneo incremento de los precios de los commodities, impactms en algunos pases y sectores por ejemplo en parte del Cono Surcon la reaparicin de tensiones sociales ante la disminucin del creci-miento y acentu ciertas disparidades regionales por ejemplo, posibi-

    litando mayor proyeccin de la Alianza del Pacfico, una de las puntasde lanza actuales de la iniciativa estadounidense para la regin. Desdeesta perspectiva, los sealamientos que se formulan a continuacin en-cuentran en estos procesos recientes nuevos argumentos que refuerzanel interrogante abierto sobre si nos encontramos ante un nuevo perodoa nivel regional.

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    Introduccin

    Pero ciertamente, lo que est lejos de haberse alterado es la centrali-dad poltica particularmente para un proyecto que se reclame emancipa-torio que tienen los bienes naturales y la relacin sociedad-naturaleza;bajo el doble y terrible impacto del extractivismo y la crisis climtica.No se trata de una cuestin cuya reflexin deba quedar restringida ala perspectiva ecolgica ni una tradicin o problemtica ms que debeser incorporada o reconocida como otro campo especfico dentro de latradicin crtica. No solamente porque desde una perspectiva emancipa-toria no puede reproducirse la escisin entre sociedad y naturaleza, entre

    cuestin social y cuestin ambiental, caracterstica de la modernidad-colonialidad capitalista. Sino tambin porque las condiciones actualesde la neoliberalizacin capitalista colocan al ambiente, la naturaleza y lavida humana como centro del despojo y la devastacin. De esta manera,hoy ms que en el pasado la tarea de la emancipacin social no puedeabordarse ni resolverse a expensas o por fuera de lo ambiental y vice-versa. La constitucin de este campo problemtico comn no suponeuna visin homognea negadora de las diferencias, debates y tensionesexistentes sino la de la construccin de un dilogo entre las diferentestradiciones y corrientes tericas y polticas del cambio social que repose

    en el reconocimiento mutuo de los aportes y las razones ajenas. Esto espara nosotros una de las claves de los proyectos de transformacin y susdesafos actuales, esperamos poder aportar herramientas para ello en lapresente publicacin.

    Finalmente, si todo libro es resultado de un proceso colectivo; cier-tamente por todo lo antedicho ste que el lector tiene entre sus manoslo es en una dimensin mayor. As, excede por dems las posibilidadesde esta introduccin el poder agradecer a aquellxs colegas, amigxs, or-ganizaciones, compaerxs cuyas experiencias y elaboraciones dismi-les e incluso contrapuestas- componen la trama de las reflexiones aqupresentadas y a todxs lxs que han hecho posible que las mismas lleguen

    a sus manos. Es a ellos, y fundamentalmente a quienes de diferentesmaneras y en distintos lugares de Nuestra Amrica se preguntan, hacen,piensan y luchan desde estos desafos, que van dedicadas estas pginas.

    Jos Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati

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    Primera Parte

    Amrica Latina:de las resistencias al neoliberalismoa la ofensiva extractivista

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    Captulo 1

    Modelo extractivo y acumulacinpor despojo

    Jos Seoane

    Actualidad de las disputas sociopolticaspor los bienes comunes de la naturaleza

    Los conflictos sociales alrededor de los bienes comunes de la natura-leza no han dejado de crecer en nmero y significacin en Nuestra Am-rica latina y caribea en las ltimas dcadas. Diversos y expresndoseen terrenos distintos de la accin colectiva o respecto de bienes comunesdiferentes, ganaron en los aos recientes una progresiva visibilidad tan-to a nivel nacional como regional. Estas experiencias son el punto departida imprescindible de las reflexiones que integran el presente libro1

    1 Cuando fue escrita la primera versin del presente captulo, a principios de 2012,se destacaban en la escena regional, la Marcha Nacional por el Agua en Per con-tra el proyecto minero Conga en Cajamarca; similar caravana en Ecuador contra

    la megaminera; las protestas del pueblo indgena Ngbe Bugl en Panam; lasmanifestaciones frente al asesinato de Bernardo Vsquez Snchez militante contrael proyecto minero de San Jos del Progreso en Oaxaca, Mxico; los bloqueos yconcentraciones promovidas por las asambleas antimineras en las provincias deLa Rioja y Catamarca en Argentina; el crecimiento de los conflictos en la ama-zona brasilea; las todava abiertas disputas en torno a la carretera en el TIPNISen Bolivia; las acciones de las comunidades campesinas en Paraguay frente a laexpansin del agronegocio sojero y el latifundio; entre otras.

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    Jos Seoane

    en el que se proponen una serie de aproximaciones analticas y herra-mientas tericas con el objetivo de contribuir a una mejor comprensinde la significacin de estas disputas. Nos referimos, en esta ocasin, asus condiciones de emergencia, sus especificidades sociohistricas y susefectos; as como tambin a las diferentes interpretaciones que las mis-mas han despertado y a sus implicancias para los proyectos de cambio ylas luchas emancipatorias en Nuestra Amrica.

    Partimos tambin del reconocimiento que la respuesta a estos in-terrogantes no puede limitar su mirada a la actualidad de los aosrecientes sino que necesita proyectarse sobre una historia continentalms larga; particularmente esa que va desde el ciclo de las resistenciasal neoliberalismo de mediados de los aos noventa hasta su crisis y laapertura de un perodo de cambios a nivel regional en los inicios delnuevo siglo.

    En esta perspectiva ms amplia se destacan, por ejemplo, los cues-tionamientos a la expansin del agronegocio y el proceso de extensin dela frontera agraria, el nuevo latifundio y la destruccin de la agriculturacampesina que motiv la aparicin de nuevos movimientos campesinoslos sin tierra entre los que se destaca el Movimiento de Trabajadores

    Rurales Sin Tierra (MST, 1985) en Brasil as como la fundacin de laCoordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC)en 1994. Y tambin, las luchas y movimientos surgidos contra la mega-minera a cielo abierto, que entre otras experiencias dio nacimiento enel Per a la Confederacin Nacional de Comunidades Afectadas por laMinera (CONACAMI) en 1999, expresin de un movimiento indgenacampesino que confluy a su vez en la fundacin de la CoordinadoraAndina de Organizaciones Indgenas (CAOI) en 2006.

    Por otra parte, los conflictos por los bienes comunes se convir-tieron en puntos de articulacin sociopoltica nacional (rural-urbana)

    de los cuestionamientos al rgimen neoliberal como se grafic en laexperiencia boliviana con el ciclo que va de la llamada Guerra delAgua de Cochabamba (2000) a la Guerra del Gas (2003) y a la agen-da de octubre y la nacionalizacin de los hidrocarburos que orientel proceso de luchas y cambios en el primer mandato de Evo Morales(2006-2010). En igual sentido, la reforma petrolera impulsada por el

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    gobierno de Hugo Chvez fue uno de los desencadenantes del golpe deEstado fallido del 2002 y uno de los ncleos de la disputa social parti-cularmente en relacin con la empresa petrolera estatal PDVSA en elperodo de confrontacin social que le sigui. Una historia de las lti-mas dcadas que reaparece y se agita en el centro de las disputas sobreel rumbo de los procesos de cambio abiertos en Amrica Latina y seintensifica, en los ltimos aos, en el marco de la ofensiva extractivistadesplegada a nivel regional como expresin particular en la regin dela crisis global.

    Finalmente, en el plano internacional, hambrunas y revueltas polti-cas han conllevado el reciente ciclo de incremento de los precios de losalimentos entre 2010 y 2011, abriendo una serie de cambios sociopolti-cos e intervenciones imperiales que estn rediseando el mapa geopo-ltico del frica del Norte y el Medio Oriente. As tambin las secuelasde la crisis climtica resultado de la emisin de los llamados gases deefecto invernadero ya se dejan sentir sobre pueblos y territorios con susigno de catstrofe y transformaciones sociales, mostrando la gravedadde la amenaza que pende sobre la vida toda del planeta.

    En todos estos terrenos, y ciertamente en otros ms, la dispu-

    ta sociopoltica por el uso de los bienes comunes de la naturaleza setransform en un punto clave de las resistencias en el continente y lasalternativas enarboladas frente al capitalismo neoliberal. Y es por ellotambin que estas cuestiones resultan uno de los principales ncleostericos y polticos a elucidar por el pensamiento crtico y los proyectosemancipatorios.

    En el marco de estos procesos de lucha, en el perodo reciente anivel regional, se formul y extendi la crtica a lo que suele llamarse elmodelo extractivo exportador o directamente el extractivismo; as comose generaliz la nominacin de estos conflictos y movimientos bajo el

    acpite de socioambientales. En este captulo y en el siguiente propo-nemos un recorrido sobre la genealoga de estos trminos, revisandosus aportes y lmites a la comprensin de los procesos sociopolticos enNuestra Amrica y examinando los debates y cuestiones que entende-mos no hay que perder de vista desde las perspectivas del pensamientocrtico y emancipatorio.

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    Viejo y nuevo extractivismo:una aproximacin crtica

    La importancia y primaca de los procesos de mercantilizacin yexplotacin de los bienes comunes naturales en Amrica Latina y elTercer Mundo en general fueron acompaadas por el creciente uso delos trminos extractivismo, actividades econmicas extractivas, in-dustrias extractivas2 o modelo extractivo exportador. Expresin uti-lizada tradicionalmente en el campo de la geologa as como tambinde vieja historia pero peso reciente en el lenguaje econmico, la uti-lizacin corriente de la referencia al extractivismo en el pensamientosocial y el debate poltico regional es relativamente nueva. Sin embar-go, las actividades econmicas y los modelos societales a los que serefiere tienen una larga historia en nuestro continente iniciada con lasangrienta conquista espaola y portuguesa de Nuestra Amrica y laapropiacin del oro y la plata que nutri la emergencia del capitalismoen Europa.

    As, por extractivismo se suele referir a aquellas actividades econ-micas que se basan en la explotacin de bienes comunes naturales que,

    sin ningn procesamiento o con alguno poco significativo, son comer-cializados en el mercado mundial. Ms acotadamente, el extractivismoes utilizado para referirse a un tipo especfico de extraccin de bienesnaturales para la exportacin caracterizada por su gran volumen o altaintensidad (Gudynas, 2013). Complementariamente, se considera que elextractivismo remite a las actividades que utilizan o explotan bienes queson considerados no renovables como por ejemplo el petrleo, el gas olos minerales. A lo largo del siglo XX la prevalencia de una lgica depre-datoria ha hecho que ciertas actividades pesqueras y madereras fueranconsideradas tambin bajo el mismo rtulo.3

    2 Este ha sido un trmino promovido especialmente por el Banco Mundial, en unaperspectiva nada ingenua que tiende a disolver las diferencias entre la industria ylas actividades primarias (Gudynas, 2011a).

    3 Recordemos la trgica experiencia de La Forestal en las provincias de Chaco ySanta Fe durante la primera mitad del siglo XX o la de la explotacin del quebra-cho en Santiago del Estero y sus secuelas de tier ras yermas y pueblos desvastados.

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    Frente a este extractivismo que podemos considerar tradicional, enlas ltimas dcadas otras actividades econmicas como el agronegocioe incluso el turismo de lujo internacional han sido englobados tambinbajo el mismo parmetro. Este uso nuevo y ampliado del concepto re-sulta de los cambios que inaugura y se consolidan bajo la fase neolibe-ral que altera el carcter no renovable de los bienes naturales afectadosdonde, por razones polticas y tecnoproductivas, la tasa de extraccinse vuelve mucho ms alta que la tasa de renovacin del recurso (Acos-ta, 2011). Como lo denuncian los movimientos sociales, cuando simi-lares consecuencias de saqueo y contaminacin aparecen de la manode una diversidad de actividades econmicas y corporaciones. En estesentido, este nuevo extractivismo contemporneo se encuentra en n-tima relacin con la fase neoliberal capitalista actual, y sus caracte-rsticas y consecuencias sobre el Sur del Mundo. Este sealamiento,y su historia concreta en Amrica Latina, nos conducir al examende una serie de cuestiones a lo largo del presente libro. Por otra parte,debemos tener presente que esta novedad estructural del extractivis-mo se diferencia del significado del trmino nuevo o neoextractivismosudamericano; acuado por Eduardo Gudynas (2011a) para sealar las

    particularidades del modelo extractivo exportador que se desenvuelvebajo los llamados gobiernos progresistas en la regin. Volveremos so-bre esta cuestin en el tercer captulo.

    Examinemos ahora el trmino extractivismo desde otra ptica. So-metmoslo al interrogante sobre cuales han sido los efectos que ha im-plicado la generalizacin de su uso; o para decirlo de otra forma en quprcticas sociales se inscribe la emergencia y difusin del trmino. Eneste terreno, por un lado, es importante destacar que, tanto para la praxisde los movimientos sociales como en el campo de la reflexin socialcrtica, la nocin ha facilitado la identificacin de la unidad socioecon-

    mica y poltica que aparece ya graficada en la denominacin modeloextractivo exportador de un conjunto diverso de actividades desde lasoja transgnica a la minera a cielo abierto, desde los enclaves tursti-cos de lujo a las pasteras y las plantaciones industriales de rboles quese caracteriza por la misma lgica de despojo y devastacin ambiental.La experiencia argentina de la conformacin de la Unin de Asambleas

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    Ciudadanas (UAC) donde bajo la bandera del cuestionamiento al mode-lo extractivo exportador convergen y se articulan un conjunto diversode sujetos, organizaciones y problemticas es ciertamente un muy buenejemplo de ello.

    Por otro lado, sin embargo, el carcter descriptivo de la nomina-cin puede servir tambin a dificultar la comprensin de las relacio-nes que este modelo extractivista guarda con la totalidad social; enparticular, su papel en la configuracin de los bloques y las relacionesde clase as como sobre el carcter capitalista de la formacin socialy los desafos de la transformacin que plantea para los proyectosemancipatorios.

    En este sentido, lejos de invalidar el uso del trmino se trata de pro-poner una mirada que profundice el estudio de la relacin entre la im-plantacin de este nuevo extractivismo y las caractersticas y efectos quela fase neoliberal capitalista supuso y supone en el Sur del Mundo y enAmrica Latina y el Caribe en particular. Un examen que puede concen-trarse alrededor de cuatro procesos.

    El primero refiere a la particular forma de acumulacin capitalistacaracterizada por la apropiacin privada y violenta de los bienes natura-

    les que cumple un papel relevante en el funcionamiento y desarrollo deeste modelo extractivo exportador; lo que algunos autores han llamadola acumulacin por desposesin (Harvey, 2004) o por despojo (Roux,2008; Gilly y Roux, 2009). Dedicaremos este primer captulo para pro-fundizar sobre este asunto.

    La segunda cuestin remite a las caractersticas del nuevo orden in-ternacional forjado por la globalizacin neoliberal y la imposicin deuna nueva divisin internacional del trabajo que, en el caso de AmricaLatina, supuso un proceso combinado de desindustrializacin y repri-marizacin de la estructura econmica y de recolonizacin, revitaliza-

    cin de las economas de enclave y nueva dependencia. Ambos aspectosde un mismo proceso parecieron retrotraer a nuestra regin hacia lospasados del rgimen colonial ibrico y del dominio oligrquico. Comolo seala Roux el ideario neoliberal est desbloqueando as el ciclo in-terrumpido de la expansin planetaria iniciado en el ltimo cuarto delsiglo XIX, la belle poquedel capital (Roux, 2008).

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    Pero no se trata simplemente de un ciclo de restauracin, y es im-portante precisarlo. Entre otras cosas porque el mismo se apoya en el de-sarrollo de la llamada tercera revolucin cientfico-tecnolgica. En estesentido, la tercera cuestin que proponemos tener en cuenta nos remitejustamente a las caractersticas que presenta esta revolucin cientficay particularmente uno de sus pilares: las biotecnologas que abre laspuertas para el despliegue de un profundo e inimaginado proceso demercantilizacin (de control y explotacin) de la naturaleza y la vida aescala global.

    Por ltimo, en cuarto lugar, una reflexin sobre las causas y fuer-zas que sostienen al modelo extractivo exportador supone tambin con-siderar las caractersticas y consecuencias de la crisis que afrontamos.Una crisis multidimensional que tiene ciertamente su captulo econ-mico hoy ms que visible, pero tambin una dimensin energtica conel agotamiento de la matriz energtica del siglo XX, el crecimientodel precio de los hidrocarburos y minerales y la intensificacin de lasdisputas por el control de las reservas y los nuevos minerales y fuentesde energa potenciales; otra dimensin alimentaria con la expansindel agronegocio y el impacto de la financiarizacin del comercio mun-

    dial de alimentos con sus consecuencias de precios crecientes y hambru-nas reiteradas y masivas y que, entre otras, comprende tambin a unacrisis climtica con la transformacin radical del clima tras la eleva-cin de la temperatura global y sus secuelas de grandes heladas, lluvias,inundaciones, huracanes, sequas, y progresiva elevacin del nivel de losmares que supone una amenaza efectiva a la supervivencia de la vida.Una crisis a todas luces multidimensional que ha sido entendida comocivilizatoria o de la civilizacin dominante (entre otros, Lander,2010b; Vega Cantor, 2009; Houtart, 2011, Seoane y Algranati, 2012) quecontribuye a exasperar las lgicas del saqueo y la devastacin ambiental,

    as como las disputas por los bienes comunes y la naturaleza en su sen-tido ms amplio.A lo largo del presente libro nos proponemos analizar estos cuatro

    diferentes procesos. En esta oportunidad, como ya adelantamos, con-centraremos nuestra atencin sobre los vnculos estructurales entre elllamado modelo extractivo y las formas de la acumulacin capitalista.

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    Bienes naturales y acumulacin capitalistabajo la fase neoliberal: comenzandopor la acumulacin originaria en Marx

    El modelo extractivo exportador no slo supone la imposicin deuna lgica de saqueo, contaminacin, recolonizacin y nueva dependen-cia como ya sealamos. Estos procesos implican adems necesariamenteel uso de la violencia, el fraude, la corrupcin y el autoritarismo. Unatrgica lista de asesinatos de lderes comunitarios, accin de fuerzasparamilitares, sancin de legislaciones represivas, militarizacin social,emergencia de un nuevo despotismo recorren los enclaves extractivistasen nuestra regin. En este sentido, el significado de extraer no refiereslo al proceso tcnico de obtener un componente de un cuerpo mayorpor algn medio sino que remite tambin al proceso social de apropia-cin privada por parte de grandes corporaciones empresarias de bienesnaturales que eran de propiedad comn o privada, sea individual o pe-quea, servan a la reproduccin social de la vida local o constituanparte del hbitat territorial. El carcter social de esta extraccin requiereas niveles crecientes de violencia.4

    Uno de los aportes ms importantes de Marx en su crtica de la eco-noma poltica burguesa fue el develamiento de las formas de explotacinpropias de la sociedad capitalista a partir del anlisis de la plusvala dela apropiacin de un plusvalor en el proceso de produccin dando portierra as con los idlicos relatos de un intercambio equitativo y libre entretrabajadores y empresarios. A diferencia de otros modos de produccinanteriores, la apropiacin de este excedente social bajo el capitalismono est mediada por la violencia fsica directa sino fundamentalmentepor mecanismos de coaccin econmica y produccin ideolgica. As,sobre ello Marx seala con claridad que en el transcurso de la produc-

    cin capitalista se desarrolla una clase trabajadora que, por educacin,tradicin y hbito reconoce las exigencias de ese modo de produccincomo leyes naturales la generacin constante de una superpoblacin

    4 En un reciente artculo Eduardo Gudynas va a definir bajo el trmino de extrahec-cin los casos de extraccin de bienes naturales por medio de la violencia y dondese incumplen los derechos humanos y de la naturaleza (Gudynas, 2013)

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    relativa mantiene el salario dentro de carriles que convienen a las ne-cesidades de valorizacin del capital; la coercin sorda de las relacioneseconmicas pone su sello a la dominacin del capitalista sobre el obrero.Sigue usndose, siempre, la violencia directa, extraeconmica, pero sloexcepcionalmente. Para el curso usual de las cosas es posible confiar elobrero a las leyes naturales de produccin (Marx, 2004, p. 922).

    Sin embargo, las caractersticas especficas de la fase neoliberal ca-pitalista en tanto proceso de mercantilizacin y concentracin de la ri-queza social y los ingresos a escala nacional, regional y global implicpara el pensamiento crtico retomar y revitalizar la discusin sobre otrasformas de la acumulacin en el capitalismo contemporneo. Un debateque nos conduce, en primer lugar, a considerar aquello que Marx llamacumulacin originaria, una forma de acumulacin diferente de la basa-da en la generacin y apropiacin de la plusvala.

    Marx aborda esta cuestin en el conocido captulo XXIV de El Ca-pitalparticularmente bajo el examen del proceso sociohistrico acon-tecido en Inglaterra a lo largo de los casi cuatro siglos que van de finesdel XV a fines del XVIII cuando se fundan las condiciones del capitalis-mo emergente en ese pas. Retomando crticamente la nocin de Adam

    Smith, la reflexin de Marx cuestiona la imagen celestial que se quiereproponer del surgimiento del capitalismo, demostrando, con el examende diferentes experiencias histricas, que la forma de acumulacin queaparece como originaria porque configura la prehistoria del capital estsignada en realidad por la violencia, la conquista, el sojuzgamiento, elhomicidio motivado por el robo y que recurre al poder del Estado, a laviolencia organizada y concentrada de la sociedad, para fomentar comoen un invernadero el proceso de transformacin del modo de produccinfeudal en modo de produccin capitalista y para abreviar las transicio-nes (Marx, 2004, p. 940). De esta manera, la violencia cumple el papel

    de partera de la nueva sociedad y, seala Marx, debe ser as ella mismaconsiderada una verdadera potencia econmica.Esta acumulacin originaria como prehistoria del capitalismo refiere

    entonces al proceso que simultneamente transforma a los productoresdirectos en asalariados y a los medios de produccin y subsistencia so-cial en capital. En ese sentido, no es ms que el proceso histrico de

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    escisin entre productor y medios de produccin (dem, p. 893); esosmomentos en que se separa sbita y violentamente a grandes masashumanas de sus medios de subsistencia y de produccin (dem, p. 895)para constituir a los trabajadores libres. Libres, claro, en un doble sen-tido, libres del yugo servil feudal y libres tambin de toda propiedad oacceso a los medio de produccin y subsistencia; poseedores nada msque de su fuerza de trabajo y obligados a venderla en el mercado paraasegurar su existencia.

    En el anlisis histrico de estos procesos Marx refiere al despojo dela tierra particularmente del campesino libre, la enajenacin de la pro-piedad territorial comunal donde sta sobreviva, la expoliacin de losbienes eclesisticos tras la Reforma Protestante, el robo de las tierras fis-cales y la transformacin usurpatoria de la propiedad feudal y clnica enmoderna propiedad privada. Es interesante resaltar que esta diversidadde formas de propiedad trastocadas por la acumulacin originaria abarcano slo a las formas de propiedad no privada (desde la comunal hasta lafeudal) sino tambin a formas de propiedad privada particularmente lapropiedad privada individual que no coinciden con la gran propiedadcapitalista. As, Marx afirma que la acumulacin originaria no significa

    ms que la expropiacin del productor directo, esto es, la disolucin dela propiedad privada fundada en el trabajo propio (dem, p. 951). Volve-remos sobre ello ms adelante.

    Por otro lado, la construccin sociohistrica de ese trabajador libresupone no slo la expropiacin y desplazamiento de grandes masas cam-pesinas sino tambin su conversin en asalariados. Y es por ello que laacumulacin originaria abarca tambin los procesos de sancin y aplica-cin de una legislacin sanguinaria y terrorista contra los vagabundos;la regulacin estatal del salario mximo, la jornada de trabajo mnimay la permanencia del trabajador en su puesto; y el desmantelamiento y

    prohibicin de las coaliciones obreras venidas del artesanado.Pero la transformacin de los medios de produccin individuales ydispersos en socialmente concentrados y, por consiguiente, la conversinde la propiedad raqutica de muchos en propiedad masiva de unos pocos(dem, p. 952) supone tambin toda otra serie de procesos. Aquellos ana-lizados por Marx cuando refiere a la gnesis del arrendatario capitalista

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    a partir de la revolucin agrcola del ltimo tercio del S.XV al S.XVI; ala creacin del mercado interno para el capital industrial con la liquida-cin de la industria domstico-rural, la pequea industria urbana y la deautosubsistencia; y a la gnesis del gran capital industrial.

    Bajo este ltimo punto, Marx hace referencia a una sucesin de pro-cesos que van desde el descubrimiento de las comarcas aurferas y ar-gentferas en Amrica, el exterminio, esclavizacin y soterramiento enlas minas de la poblacin aborigen, la conquista y saqueo de las IndiasOrientales, la transformacin del frica en un coto reservado para lacaza comercial de pieles negras (dem, p. 939), hasta las guerras comer-ciales y la implantacin del sistema colonial. Y, tambin en relacin conello, enfatiza el extraordinario papel desempeado por el sistema de ladeuda pblica y por el moderno sistema impositivo en la transformacinde la riqueza social en capital, en la expropiacin de productores autno-mos y en la opresin de los asalariados (dem, p. 943).

    An en lo resumido de esta exposicin pueden apreciarse las pro-fundas similitudes entre ese proceso histrico que analiza Marx y el delpresente del neoliberalismo capitalista as como tambin el papel quecumplen en ambos casos las dinmicas de apropiacin de los bienes na-

    turales por la gran propiedad capitalista, particularmente evidente enAmrica Latina en esa lnea histrica que une la conquista y coloni-zacin entre los siglos XV y XIX y los efectos de la implantacin delmodelo neoliberal desde la dcada de los setenta.

    Estas relaciones motivaron que en la reflexin crtica sobre el neo-liberalismo surgiera en el campo del pensamiento marxista particular-mente anglosajn el debate sobre la actualidad de los procesos y formasde acumulacin analizados por Marx bajo el concepto de acumulacinoriginaria (Composto y Perz Roig, 2012).5En gran medida, este debategir en torno a la interpretacin de los aportes de Marx y, particular-

    mente, sobre en qu medida las formas descriptas para la acumulacinoriginaria referan a procesos permanentes que se prolongaban en el ca-pitalismo. Sobre ello, ya el propio Marx en la serie de hechos histricos

    5 Parte de ese interesante debate puede consultarse en espaol gracias a su traduc-cin y publicacin en el reciente nmero 26 de la Revista Theomai disponible enhttp://theomai.unq.edu.ar.

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    englobados bajo esta forma de acumulacin sealaba que la misma seprolonga en las guerras del opio contra China, que acontecen en dos pe-rodos a lo largo del siglo XIX, el primero entre 1839 y 1842 y el segundoentre 1856 y 1860, este ltimo contemporneo a la propia escritura deEl Capital. En similar direccin, se ha reseado que la continuidad ypermanencia del despojo aparece referida claramente por Marx en losGrundrisseal considerar que estos mecanismos no eran solamente pre-supuestos genticos del capital sino mtodos de acumulacin inherentesa su existencia (Roux, 2008). Por otra parte, desde la corriente del mar-xismo abierto se ha argumentado que los mecanismos de la acumulacinoriginaria deben considerarse como parte del proceso de constitucinpermanente del ejercicio y vigencia de la explotacin del trabajo y la re-produccin del capital (Bonefeld, 2001 y 2012). As tambin se ha referi-do que la diferencia con la acumulacin del capital no reside en el tiempodonde ambas ocurren sino en las condiciones y circunstancias que cadauna implica (De Angelis, 2001 y 2012).

    Estas elaboraciones confrontaban con buena parte de la tradicindel marxismo posterior a la muerte de Marx de cuo determinista opositivista que tendi a presentar ambas formas de acumulacin como

    contrapuestas y diferenciadas temporalmente, aunque hubo quienes pro-pusieron otras perspectivas a lo largo del siglo XX.

    El debate marxista desde Rosa Luxemburga la acumulacin por desposesin o despojo

    Una de las primeras voces que plante una perspectiva diferenterespecto de esta contraposicin fue la marxista y revolucionaria polacaRosa Luxemburg en su obra de 1913La acumulacin de capital. En este

    terreno, como en otros, Luxemburg sera una pionera en el planteo de unabordaje marxista sobre el imperialismo varios aos antes de los aportesde Lenin y Bujarin. Motivada por dar respuesta a los problemas tericossobre el proceso global de la produccin capitalista y sus lmites hist-ricos que Luxemburg haba identificado en sus estudios y cursos sobreEl Capital; la obra se inspiraba tambin en el esfuerzo de combatir el

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    revisionismo dentro de la socialdemocracia alemana y los peligros y cre-ciente influencia del imperialismo alemn sobre este partido, sospechanada ingenua considerando la poltica adoptada poco tiempo despuspor la mayora de dirigentes y parlamentarios socialdemocrtas ante elinicio de la I Guerra Mundial.

    El planteo de Luxemburg parta de sealar que el esquema de lareproduccin ampliada del capital planteado por Marx en el II Tomo deEl Capitalno lograba explicar el proceso de acumulacin capitalista talcomo ste se daba en la realidad histrica y que para entenderlo era ne-cesario considerar la relacin entre la produccin capitalista y el mundono capitalista que la circunda. Sobre ello afirma Luxemburg que el ca-pitalismo est atenido, an en su plena madurez, a la existencia coetneade capas y sociedades no capitalistas esta relacin no se agota por lamera cuestin del mercado para el producto excedente [las formas deproduccin no capitalista] forman el medio histrico de aquel procesoel capital no puede desarrollarse sin los medios de produccin y fuer-zas de trabajo del planeta entero necesita los tesoros naturales y lasfuerzas de trabajo de toda la Tierra pero como estas se encuentranencadenadas a formas de produccin precapitalistas surge de aqu el

    impulso irresistible del capital de apoderarse de aquellos territorios ysociedades (Luxemburg, 1968, p. 177, las cursivas son nuestras).

    Muchos aos despus, desde las perspectivas y desafos planteadospara los pueblos del Sur del Mundo, el economista egipcio Samir Aminpresentar una mirada similar en su obra La acumulacin en escalamundial de 1971. Orientada a formular una crtica a las teoras econmi-cas del desarrollo y del subdesarrollo vigentes desde los aos cincuen-ta; la reflexin parta de retomar los aportes hechos por el pensamientoeconmico latinoamericano desde la teora del intercambio desigual dePrebisch hasta las teoras de la dependencia. As, Amin, al fundamentar

    su visin que considera al sistema mundial como la unidad de anlisispara reflexionar sobre el problema de la acumulacin, afirmaba que lasrelaciones entre las formaciones del mundo desarrollado (centro) y lasdel mundo subdesarrollado (la periferia) se saldan mediante flujos detransferencias de valor que constituyen la esencia del problema de laacumulacin en escala mundial. Cada vez que el modo de produccin

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    capitalista entra en relacin con modos de produccin precapitalistas alos que somete, se producen transferencias de valor de los ltimos haciael primero, de acuerdo con los mecanismos de la acumulacin primitiva.Estos mecanismos no se ubican, entonces, slo en la prehistoria del capi-talismo; son tambin contemporneos. Son estas formas renovadas pero

    persistentes de la acumulacin primitiva en beneficio del centro, las queconstituyen el objeto de la teora de la acumulacin en escala mundial(Amin, 1975. p.15, las cursivas son nuestras).

    Bajo diferentes enfoques, sin embargo los aportes de ambos autoresconcluan en plantear la simultaneidad de las dos formas de acumulacinpero consideraban la misma como operando en distintas geografas so-cioterritoriales: la acumulacin de capital donde primaba la produccincapitalista en el centro del llamado capitalismo desarrollado, y las for-mas de la acumulacin originaria en la periferia o Sur del Mundo. Deesta manera, la continuidad de las formas de la acumulacin originariaen estas regiones constitua una expresin especfica del orden mundialbajo el dominio del capital caracterizado estructuralmente por el fen-meno del colonialismo y el imperialismo. Volveremos varias veces a lolargo del libro sobre esta asociacin entre el imperialismo y las formas de

    acumulacin comprendidas bajo el trmino de acumulacin originaria.Sin embargo, la renovacin del debate marxista sobre las formas de

    la acumulacin propias y caractersticas del capitalismo neoliberal plan-te como ya hemos mencionado la necesidad de considerar a las for-mas de la acumulacin originaria y ampliada no slo como simultneases decir coetneas sino tambin operando en las mismas sociedades oformaciones sociales es decir, co-socioterritoriales y complementarias.

    Pero entonces, la actualidad de las formas de la acumulacin primi-tiva supona que estas ya no podan identificarse como originarias. Entrelas soluciones tericas propuestas ante dicha cuestin, el concepto de

    acumulacin por desposesin acuado por el gegrafo marxista inglsDavid Harvey resulta una de las ms significativas y de ms extendidouso en los aos recientes. Desarrollado, entre otros textos, en el libro Elnuevo imperialismoque recoge un ciclo de conferencias dictadas por elautor en la universidad de Oxford en febrero del mismo ao, su reflexinse sita en los albores del comienzo de la invasin anglo-estadounidense

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    a Irak. Permtasenos explorar sucintamente en las lneas siguientes lasignificacin diversa y compleja de este concepto as como el aporteque plantea para el conocimiento y las prcticas emancipatorias.

    Comencemos sealando que Harvey propone en su obra un recorri-do similar al que hemos realizado hasta aqu para concluir afirmando elrol permanente de las prcticas depredadoras basadas en la acumula-cin primitiva a lo largo de la geografa histrica del capitalismo, unaacumulacin basada en la depredacin, el fraude y la violencia para laque va a proponer el concepto de acumulacin por desposesin (Harvey,2004).

    Pero, si bien esta acumulacin por desposesin est presente siem-pre y en cualquier geografa, Harvey formula una periodizacin parti-cular. En sta, el lapso que media entre 1945 y 1970 se caracteriza porel predominio de las formas de la acumulacin capitalista basadas en laplusvala; mientras que en la nueva fase capitalista signada por la im-plantacin del neoliberalismo como respuesta a la crisis de los aos se-tenta las formas de la acumulacin por desposesin vuelven a tener unpapel significativo acentundose en los contextos de crisis de sobreacu-mulacin como el actual. De esta manera, en este perodo la acumula-

    cin por desposesin abarca tanto procesos que se asemejan a aquellosdescriptos por Marx en El Capital,como la destruccin y concentracinde activos a travs de la especulacin financiera, la inflacin y el cr-dito, el vaciamiento a travs de fusiones, el endeudamiento que reducea la servidumbre a poblaciones enteras o la apropiacin privada de latierra ahora a escala global. Pero tambin involucra nuevos mecanismoscomo la biopiratera y el pillaje de los recursos genticos mundiales;la mercantilizacin y depredacin de los bienes ambientales globa-les; la mercantilizacin de la cultura y la subjetividad; y la privatiza-cin de los activos pblicos. En este sentido, el concepto de acumulacin

    por desposesin permite dar cuenta del renovado y amplificado procesode mercantilizacin (privatizacin) que caracteriza a la fase capitalistaneoliberal; y, en ese sentido, tambin de las formas de acumulaciny explotacin particulares que caracterizan al llamado modelo extrac-tivo exportador al que nos referimos anteriormente y su lgica de des-pojo o saqueo de los bienes comunes naturales.

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    Por otra parte, la comprensin de estos procesos a partir del con-cepto de acumulacin por desposesin supone, entre otras dimensiones,comprender que no estamos en presencia de una violencia irracional quese explica por la psicopatologa de sus protagonistas, la moral de laselites polticas de su tiempo, los excesos de ciertos individuos o gruposo la sobrevivencia de formas de dominacin del pasado o arcaicas. Porel contrario, como seala Marx, la violencia se constituye ella misma enuna potencia econmica de esta modernizacin, en una necesidad propiadel proceso de acumulacin capitalista en curso. En este sentido, puedefundamentarse la vinculacin estructural entre extractivismo y violen-cia; que se expresa y se extiende al sistemtico uso de la coaccin paragarantizar el ejercicio del despojo, a las formas autoritarias que asumeel control de la autoridad poltica y al incremento de las formas de vio-lencia y sometimiento de ciertos grupos sociales, particularmente de lasmujeres bajo un reforzamiento del patriarcalismo social. Vale detenersesobre esta forma de violencia y explotacin tantas veces invisibilizadao sectorializada bajo su presentacin como de motivacin sexual. Comoseala Rita Segado en referencia a los feminicidios de Ciudad Jurez nose trata de crmenes comunes de gnero sino de crmenes corporativos,

    de ese segundo estado que somete, tortura, prostituye, mata al cuerpofemenino en el ejercicio y afirmacin de la fratra mafiosa (Segato,2004). Una causalidad que une la expansin de la prostitucin y la tratacon el extractivismo y los procesos simultneos de concentracin delingreso y la riqueza y la autoridad poltica que caracterizan a la faseneoliberal.6

    En un sentido ms amplio, como anticipamos, la acumulacin pordesposesin no refiere slo a la mercantilizacin de los bienes naturalessino tambin de aquellos bienes comunes sociales como por ejemplola provisin pblica de ciertos servicios como la electricidad, el agua

    o la telefona que fueron privatizados en muchos de los pases de laregin en las dcadas precedentes. Y tampoco se restringe a los bienes

    6 Sobre ello Segato remarca cunto la depredacin y la rapia del ambiente y de lamano de obra se dan la mano con la violacin sistemtica y corporativa y recuerdaque rapia, en espaol, comparte su raz con rape, violacin en ingls (Segato,2004)

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    tangibles sean minerales o empresas pblicas sino que abarca tambinciertos bienes intangibles como la cultura, la subjetividad, los derechoslaborales, etc. Esta referencia amplia permite un anlisis particularmen-te valioso de los ciclos de conflictividad social que se desplegaron enAmrica Latina en las ltimas dcadas en la medida, por ejemplo, quefacilita comprender y plantear las lneas de continuidad-ruptura y po-tencial convergencia que pueden disponerse entre las protestas y mo-vimientos de resistencia a la privatizacin de los activos pblicos y lasluchas contra la mercantilizacin y explotacin intensiva-exportadora delos bienes comunes naturales.

    Pero la acumulacin por desposesin, siguiendo lo planteado porMarx en el caso de la originaria, no opera slo destruyendo las formasde propiedad comunal o pblico-estatal existentes sino tambin sobreotras formas de propiedad (individual, pequea o mediana propiedadprivada) a favor de la gran propiedad capitalista transnacional o localasociada al circuito de valorizacin global. Ello no invalida ciertamen-te la nocin de bienes comunes naturales que utilizamos y que hanpopularizado los movimientos sociales emergidos en lucha contra elextractivismo para referir a lo que la economa sistmica llama ha-

    bitualmente recursos naturales. Dos razones pueden servir a justifi-car la importancia del uso del trmino comn ms all de las formasde propiedad comunitaria o pblica amenazadas efectivamente por laapropiacin privada y su mercantilizacin. Por un lado, la magnitud dela devastacin del ambiente-naturaleza y la dimensin nacional del sa-queo que suponen estas actividades extractivas as como la destruccinde las formas de vida y reproduccin social preexistentes prximas alos enclaves extractivos dan cuenta de las diferentes territorialidadescomunes trastocadas. Por otro lado, el uso de la denominacin de locomn expresa no slo un existente sino tambin, y particularmente,

    una perspectiva de la transformacin emancipatoria planteada, aquellaque entiende al cambio social tambin como la construccin colectivade lo comn.

    Examinemos ahora otra de las cuestiones que plantea el uso delconcepto de acumulacin por desposesin. Sealamos ya que la mismase considera no slo simultnea sino tambin compartiendo los mismos

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    territorios sociales con la acumulacin de capital basada en la producciny apropiacin de la plusvala. Pero dicha co-espacialidad no puede en-tenderse como una divisin en el plano de lo real ni como dos formasde acumulacin simplemente diferentes, contrapuestas o contradictorias.Por el contrario, el entendimiento del plano analtico de la diferenciacinsupone reconocer las profundas heterogeneidades y complejidades quepresentan las sociedades o las formaciones econmico-sociales con-cretas exigiendo una mirada capaz de entrever las estrechas relacionesentre ambas formas de acumulacin, tanto en lo que respecta a sus com-plementariedades como a sus tensiones.

    Por ltimo, como se desprende de lo dicho, en esta perspectiva laacumulacin por desposesin no es privativa del mal llamado TercerMundo o de la relacin entre ste y el capitalismo central. Tambin pue-de identificarse en el ciclo de especulacin inmobiliaria en los EE.UU.,en los efectos sociales del estallido de esta burbuja y el proceso de ajustey concentracin de la riqueza social y el ingreso que supuso hasta ahorala progresin de la crisis en los pases del capitalismo desarrollado par-ticularmente sobre la periferia europea del ncleo alemn-francs. Peroeste sealamiento, no puede entenderse como la licuacin de las especi-

    ficidades econmicas, polticas e histricas del imperialismo. Volvere-mos sobre ello y sobre el impacto de la crisis actual en Amrica Latinaen el captulo cuarto del presente libro.

    En similar direccin a la que apunta el concepto de acumulacinpor desposesin autores latinoamericanos han acuado la nocin de acu-mulacin por despojo (Roux, 2008; Gilly y Roux, 2009) afirmando queel incremento de la explotacin en la relacin salarial y la acumulacinpor despojo conforman los dos pilares del nuevo ciclo de acumulacinabierto en el ltimo cuarto del siglo XX donde aparecen superpuestosy combinados, aunque en una escala infinitamente superior dadas las

    innovaciones cientfico-tecnolgicas siendo que las formas especficasque este doble y combinado proceso adopta en cada nacin dependen noslo de su ubicacin geogrfica y de la extensin y densidad alcanzadapor la difusin de las relaciones capitalistas sino tambin de relacio-nes de fuerza, y en muchos casos, de revertir derechos conquistados engrandes batallas histricas (Roux, 2008, p. 8). Ambos trminos de los

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    que haremos uso en los captulos siguientes considerados a estos efectoscomo sinnimos an sin desconocer que no reclaman exactamente lasmismas tradiciones tericas ofrecen tiles herramientas para la com-prensin crtica de los procesos vividos en las ltimas dcadas en nues-tra regin y en el mundo.

    Conflicto y movimientos sociales:de las olas neoliberales a la ofensiva extractivista actual

    A lo largo de este captulo presentamos el concepto de acumula-cin por desposesin o despojo como una de las caractersticas de lafase neoliberal capitalista actual. En este sentido, la misma tiene unaespecial gravitacin en las dcadas que signan la implantacin del neo-liberalismo en Amrica Latina, desde las primeras experimentacionesde las dictaduras contrainsurgentes en el Cono Sur en los aos setentaa la hegemona regional alcanzada en los noventa bajo el Consenso deWashington y la agenda privatizadora hasta el reinicio de un ciclo decrecimiento econmico regional a partir de 2002 basado fundamental-

    mente en la exportacin de commodities y la profundizacin del modeloextractivo exportador. Presentadas como las locomotoras del crecimien-to econmico regional, las actividades extractivas durante el perodo2003-2008 experimentaron un notable incremento, que se acentu en losltimos aos en el marco de lo que hemos dado en llamar la ofensiva ex-tractivista (Seoane, 2012). En este contexto, no es difcil comprender elcrecimiento de la conflictividad social contra estos proyectos y polticasen todos nuestros pases, as como el creciente uso de la referencia demovimientos socioambientales. Sin embargo, el ltimo ciclo de conflicti-vidad social en Amrica Latina tiene su emergencia a mediados de la d-

    cada de los noventa cuando una serie de acontecimientos sociopolticosprotagonizados por movimientos sociales sacudieron la aparentementeincontestable hegemona del rgimen neoliberal. En que medida estasluchas y acontecimientos pasados se relacionan y guardan continuidadcon los de la actualidad? Intentaremos ofrecer algunas respuestas a esteinterrogante en el prximo captulo.

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    Captulo 2

    Disputas socioambientales:cambios y continuidades en la

    conflictividad social enAmrica Latina

    Jos Seoane y Clara Algranati

    Movimientos y conflictos socioambientales:una aproximacin crtica

    En el captulo anterior sealbamos cmo, al comps del crecienteuso del trmino extractivismo, en los ltimos aos tambin se genera-liz la referencia a los conflictos socioambientales, as como los movi-mientos socioambientales ganaron una creciente atencin en la reflexinde las ciencias sociales y el debate poltico regional. Una bsqueda encualquier navegador de Internet puede dar una medida de la cantidad detextos y plataformas virtuales que hacen uso de estas nominaciones; as

    como las diferentes y contrapuestas interpretaciones que las motivan.En este contexto, las corrientes sistmicas prefieren, en general,

    concentrar su mirada sobre los llamados conflictos socioambientales enrelacin a los cuales se despliega un nutrido y variado conjunto de dis-positivos tericos de anlisis, evaluacin, seguimiento e informacin ascomo de tcnicas y estructuras de formacin (publicaciones, maestras,

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    cursos, etc.) y difusin (talleres comunitarios, cartillas, etc.) orientadasa la gestin, la gestin participativa, la mediacin, la resolucin y/o latransformacin institucional de los mismos. Estos deben ser conside-rados como seala una de las ONGs que promueve dichas iniciativasde mediacin con financiamiento de la agencia estadounidense NationalEndowment for Democracy (NED) procesos interactivos entre actoressociales movilizados por el inters compartido en torno a los recursosnaturales [que] como tales: son construcciones sociales, creaciones cul-turales, que pueden modificarse segn se los aborde y se los conduzca,segn como sean transformados y segn como involucren las actitudese intereses de las partes en disputa; para concluir que frente a estosmovimientos ciudadanos cada vez ms sensibilizados que se alzanen defensa de los recursos naturales [y] presentan un escenario deturbulencia y cambio social los latinoamericanos tenemos que estarpreparados para encauzar la energa del cambio hacia la generacin deinstituciones slidas y democrticas que puedan ser catalizadoras de es-fuerzos conjuntos para trabajar las causas estructurales que subyacenla conflictividad (Spadoni, 2012). No se trata as meramente de una re-flexin anatematizadora o de una respuesta coercitiva o represiva7sino

    7 Aunque ello no quiere decir que no existe una poltica de criminalizacin, es-tigmatizacin y represin de las resistencias populares a los emprendimientosextractivistas ni tampoco que ello no exprese tambin una estrategia continentalpromovida tambin por las agencias estadounidenses. Permtasenos reproducirsobre ello un fragmento de un reciente boletn de una ONG que realiza un segui-miento de la coyuntura latinoamericana y que est integrada a una de las redesde instituciones embanderadas con la defensa de la democracia en el continentepromovidas por el Departamento de Estado estadounidense y la USAID. En dichoinforme se seala: desde comienzos de este siglo, la izquierda extrema est ensa-yando otro tipo de estrategia que tiene la ventaja de poder aplicarse en cualquierpas: se trata de desestabilizar a los gobiernos para crear un clima propicio a cam-bios Esta desestabilizacin no par te de consignas socialistas, ni siquiera defini-damente polticas, sino que se ejecuta en nombre de la proteccin de los recursos

    naturales, el medio ambiente o las comunidades ms pobres y atrasadas. Activistasde izquierda muchas veces financiados y estimulados desde el exterior organi-zan acciones que se oponen a los proyectos mineros, hidroelctricos o de vialidadque se pretenden ejecutar desalentando la necesaria inversin extranjera Nose trata, como se pretende mostrar, de una justa reaccin popular ante proyectosque afectan el medio ambiente, sino de una actividad orquestada por activistasque llegan incluso hasta la violencia para hacerse escuchar. La mayora de la genteacta sin la mnima informacin objetiva respecto a los proyectos, se manejan

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    de iniciativas mucho ms complejas basadas incluso en la interpelacinde la participacin de la sociedad civil bajo la rendicin de cuentas y latransparencia (Murillo, 2008), de renovados esquemas de responsabi-lidad social empresarial y gobernanza (Svampa, 2008) y de estrategiasde gobernabilidad social (Seoane, 2011); dedicamos uno de los ltimoscaptulos a abordar estas cuestiones.

    Por otra parte, las perspectivas vinculadas al pensamiento crticosuelen poner su atencin no slo en el anlisis de los conflictos sinotambin en los procesos de emergencia y constitucin de los sujetos co-lectivos subalternos, sea bajo el registro de los ciclos de conflictividad obajo el estudio de los propios movimientos sociales entendindolos mscomo un agente colectivo que interviene en el proceso de transforma-cin social promoviendo cambios u oponindose a ellos (Riechmann, yFernndez Buey, 1994).8En este sentido, tambin en el campo del pensa-miento crtico latinoamericano a lo largo de los ltimos aos se ha vueltohabitual el referirse a los movimientos socioambientales.

    Esta nominacin tiene, en cierta medida, el valor de servir a visibili-zar como problemtica de anlisis la prctica social y dinmica de luchade un conjunto de sujetos y organizaciones sociales surgidos en contes-

    tacin a las lgicas de la acumulacin por desposesin y en defensa delos bienes comunes naturales. Sin embargo, como en el caso del trmi-no extractivismo; la delimitacin de lo socioambiental tiende tambin aocultar el interrogante sobre las relaciones que unen y diferencian a losmovimientos y colectivos abarcados bajo esta denominacin respectodel conjunto de los sujetos y organizaciones que protagonizan o prota-gonizaron en el pasado reciente las confrontaciones sociopolticas en la

    los temas en asambleas que se organizan en un clima de agresividad y medianteconsignas simplistas pero efectivas, se promueven marchas, tomas de carreterasy hasta acciones vandlicas contra las instalaciones de empresas, torres de alta

    tensin y equipos de transporte. El objetivo parece ser evitar, a cualquier costo,que el desarrollo llegue a las zonas econmicamente ms atrasadas, movilizar a lapoblacin y crear, a largo plazo, movimientos capaces de crecer y tener una signi-ficacin poltica revolucionaria a escala nacional (Sabino, 2012).

    8 Y que resultan polimorfos y cambiantes, atravesados por tensiones y conflictosa su interior signados por pulsiones anticapitalistas y tendencias conservadoras,en el marco de procesos socio-polticos sobre los que inciden y que los modifican(Vakaloulis, 2003).

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    regin. El presente captulo tiene por objetivo entonces promover unareflexin sobre ello, comenzando por la propuesta de una periodizacinde la conflictividad social en Amrica Latina de las ltimas dcadas,siguiendo con una serie de sealamientos respecto de las novedosas ca-ractersticas que parecen distinguir a los movimientos sociales en esteperiodo; para concluir en un comentario sobre las continuidades y cam-bios que implica la serie de conflictos y movimientos recientes que sonenglobados habitualmente bajo el acpite de socioambientales.

    Un nuevo ciclo de conflictividad social enAmrica Latina? De las resistencias a la crisisdel neoliberalismo

    Tres largas dcadas signaron la imposicin del modelo del capitalis-mo neoliberal en Amrica Latina y el Caribe. De la represin brutal a losmovimientos populares y los proyectos de transformacin social bajo lasdictaduras contrainsurgentes del Cono Sur en los setenta, a la construc-cin de las condiciones de aceptabilidad social del neoliberalismo bajo

    los shocks hiperinflacionarios y la hiperdesocupacin que construy lahegemona continental de las polticas del Consenso de Washington enlos ochenta y noventa. Ms all de lo que suele decirse, la aplicacin deestas polticas enfrent numerosas resistencias y protestas en la primeramitad de la dcada de los noventa. Valga mencionar que en esos aos dospresidentes latinoamericanos (Collor de Melo en Brasil en 1992 y CarlosAndrs Prez en Venezuela en 1993) debieron abandonar de manera im-prevista sus cargos como resultado, entre otras cuestiones, del crecientemalestar y repudio social. Sin embargo, en el contexto regional, en esequinquenio las resistencias a la aplicacin del recetario neoliberal resul-

    taron incapaces finalmente de obstaculizar su implementacin; fueronas en la mayora de los casos derrotadas o restringidas a una configura-cin en trminos sociales ms fragmentada y en trminos sectorialesy territoriales ms localizada que las precedentes.

    Sin embargo, ya en la segunda mitad de los aos noventa, comen-z lentamente a tomar forma en Amrica Latina un nuevo ciclo de

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    cuestionamiento social a las polticas neoliberales y sus consecuencias.El mismo se expres en un sostenido incremento del conflicto y lasprotestas en diferentes pases (Seoane, Taddei y Algranati, 2006), ascomo en la aparicin de nuevas organizaciones y movimientos socia-les protagonistas de estas luchas. Los condenados del neoliberalismo,los nuevos y viejos pobres, los expropiados de sus territorios, sus tra-bajos, sus ingresos y sus posibilidades de vida hacan as or su voz.Los comienzos de este ciclo, que se podra llamar como el perodo deresistencia social al neoliberalismo, estarn marcados por tres acon-tecimientos que habrn de conmover la aparentemente incuestionablehegemona neoliberal.

    Una cuenta que empieza en el Mxico neoliberal presidido por Car-los Salinas de Gortari y la larga preeminencia del PRI y que se versacudido el 1 de enero de 1994, el da que entraba en vigencia el Acuer-do de Libre Comercio de Amrica del Norte (NAFTA, por sus siglasen ingls), por el levantamiento indgena en el estado de Chiapas en elsureste del pas. Bajo la referencia a las luchas campesinas acaudilladaspor Emiliano Zapata durante la revolucin mexicana de las primeras d-cadas del siglo XX, el surgimiento del llamado movimiento zapatista

    daba a luz uno de los movimientos ms interpeladores en la construccinde las resistencias y las alternativas al neoliberalismo capitalista en elcontinente y anunciaba, tambin, el protagonismo que adquiriran en losaos siguientes los movimientos indgenas en la regin.

    Poco tiempo despus, entre 1996 y 1997, habrn de producirse lasprimeras puebladas y cortes de ruta en ciudades del norte y del sur de laArgentina que, crecidas al amparo de la empresa petrolera estatal, lan-guidecan tras su privatizacin rodeadas por la riqueza hidrocarburfera,ahora en manos privadas. Llamados por la prensa por primera vez comopiqueteros, por haber adoptado como modalidad de lucha el corte pro-

    longado de las rutas de acceso a los pozos petroleros, las protestas de loshabitantes de Gral. Mosconi y Tartagal en Salta en el norte y de CutralC y Plaza Huincul en Neuqun en el Sur marcarn el bautismo medi-tico de un movimiento que, en su posterior extensin y organizacincomo trabajadores desocupados, habra de ganar un destacado protago-nismo en el cuestionamiento a las polticas neoliberales en Argentina,

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    especialmente en el marco de la crisis econmica y poltica desarrolladaentre 2001 y 2002.

    Finalmente, en 1997 tendrn lugar en Ecuador una serie de impor-tantes conflictos y movilizaciones protagonizadas, especialmente, por elmovimiento indgena y campesino. Las mismas precipitarn la cada delgobierno de Abdal Bucaram marcando tanto la definitiva irrupcin delas organizaciones indgenas en el escenario sociopoltico ecuatorianocomo el inicio de una serie de crisis polticas que habrn de repetirsesendas veces ms en los aos siguientes.

    Estos tres hechos; en el norte, el sur y el rea andina de nuestro con-tinente, son simplemente algunos de los primeros signos de un procesode luchas y movilizacin social que se expandir regionalmente a medi-da que se acerque el nuevo siglo. As, de las sierras ecuatorianas a la ciu-dad de Quito, de la selva Lacandona en el sureste mexicano a la ciudadde Mxico, de las localidades petroleras del norte y del sur en Argentinaal cordn urbano que circunda la ciudad de Buenos Aires, del Chapareo el Altiplano boliviano a la ciudad de El Alto prxima a La Paz, de lastierras del sur y del norte brasileo a las urbes de Brasilia y San Pablo;surgidos de las profundidades de las selvas y sierras latinoamericanas,

    de las periferias de los grandes latifundios, circuitos comerciales y ur-bes, estos movimientos se constituyeron con capacidad de articulaciny peso nacional en un recorrido que ampliaba su influencia desde estasperiferias al centro econmico y poltico del espacio nacional y era jalo-nado por movilizaciones y levantamientos. Desposedos o amenazadospor la expropiacin de sus tierras, trabajo y condiciones de vida, muchasde estas organizaciones se constituan en la identificacin poltica de sudesposesin (los sin tierra, los sin trabajo, los sin techo), de las condicio-nes sobre las que se constitua la opresin (los pueblos originarios) o dela lgica comunitaria de vida amenazada (los movimientos de poblado-

    res, las asambleas ciudadanas).En este ciclo de resistencia al neoliberalismo se entrecruzaban y aveces convergan con otros sujetos urbanos donde tambin nuevos proce-sos de organizacin tenan lugar, los trabajadores especialmente los delsector pblico y los precarizados, los estudiantes y jvenes, los sectoresmedios empobrecidos. El impacto de un nuevo episodio de recesin y

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    crisis econmica a nivel regional a partir de 1998 potenci las condicio-nes de esta convergencia amplia que donde se produjo con la suficienteintensidad posibilit que los sectores subordinados irrumpieran en laciudadela de la gobernabilidad poltica neoliberal imponiendo, con insu-rrecciones y levantamientos, no slo la cada de gobiernos sino tambinla legitimidad callejera como sustento de una renovada soberana popu-lar. Se abri as un nuevo perodo en el terreno de la conflictividad socialr