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I N T R O D U C C I Ó N L a información sobre la reproducción de aves forestales en el centro peninsular es relativamente escasa, por lo que es preciso abordar estudios que permitan incrementar el conocimiento de esta fase de su ciclo biológico, con el fin de poder aplicar ese conocimiento a una mejor conservación de las mismas. La colocación de nidales artificiales es un méto- do empleado para la protección de estas aves con el objetivo de favorecer su reproducción y atenuar las dificultades fren- te a condiciones climáticas adversas (Baucells et al. 2003), a la vez que nos permite obtener abundante información sobre las especies que los utilizan, dada la facilidad de acceder a las aves en las cajas anidaderas. Las cajas nido fueron pensadas originalmente para paliar en cierta medida un factor limitante como es la falta de oque- dades naturales (Lack 1966; Von Haartman 1971; Perrins 1979; Barba y Gil-Delgado 1990; Potti y Montalvo 1990). La finalidad del manejo de estas poblaciones silvestres era, en principio, favorecer y aumentar el número de aves insectívo- ras para el control biológico de plagas (Ceballos 1972). A efectos de gestión forestal y conservación, la instalación de nidales nos permite realizar estudios sobre la biología repro- ductiva de las aves trogloditas, cuyos nidos naturales no per- miten un fácil control por ser poco accesibles. Entre los años 2000 y 2005 se ha realizado un seguimiento de cajas anidaderas en dos hábitat bien diferenciados de la sie- rra de Guadarrama (Madrid), recogiéndose numerosos datos, José Javier GAMONAL 1 José Luis MARTÍNEZ Luis PALOMARES Emilio ESCUDERO Grupo Ornitológico SEO-MONTICOLA Univ. Zoología Edif. Biología Universidad Autónoma de Madrid 28049 Madrid [email protected] (1) Autor para correspondencia: [email protected] R E S U M E N Se da a conocer una parte de los resultados obtenidos en un estudio realizado con cajas nido para paseriformes tro- gloditas en dos medios bien diferenciados de la sierra de Guadarrama: un robledal y un pinar. Se ha analizado la tasa de ocupación por especie y hábitat a lo largo de cinco años de seguimiento. Dicha tasa es mayor en el robledal que en el pinar y varía entre años. Las especies que han ocupado las cajas han sido: Herrerillo Común, Carbonero Común, Papamoscas Cerro- jillo, Trepador Azul, Gorrión Molinero, Gorrión Común, Carbonero Garrapinos, Herre- rillo Capuchino y Agateador Común. TASAS DE OCUPACIÓN DE CAJAS NIDO EN LA SIERRA DE GUADARRAMA 96 TASAS DE OCUPACIÓN DE CAJAS NIDO PARA PASERIFORMES EN PINARES Y ROBLEDALES DE LA SIERRA DE GUADARRAMA

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I N T R O D U C C I Ó N

L a información sobre la reproducción de aves forestales enel centro peninsular es relativamente escasa, por lo que espreciso abordar estudios que permitan incrementar el

conocimiento de esta fase de su ciclo biológico, con el fin depoder aplicar ese conocimiento a una mejor conservación delas mismas. La colocación de nidales artificiales es un méto-do empleado para la protección de estas aves con el objetivode favorecer su reproducción y atenuar las dificultades fren-te a condiciones climáticas adversas (Baucells et al. 2003), ala vez que nos permite obtener abundante información sobrelas especies que los utilizan, dada la facilidad de acceder a lasaves en las cajas anidaderas.

Las cajas nido fueron pensadas originalmente para paliar encierta medida un factor limitante como es la falta de oque-dades naturales (Lack 1966; Von Haartman 1971; Perrins1979; Barba y Gil-Delgado 1990; Potti y Montalvo 1990).La finalidad del manejo de estas poblaciones silvestres era, enprincipio, favorecer y aumentar el número de aves insectívo-ras para el control biológico de plagas (Ceballos 1972).

A efectos de gestión forestal y conservación, la instalación denidales nos permite realizar estudios sobre la biología repro-ductiva de las aves trogloditas, cuyos nidos naturales no per-miten un fácil control por ser poco accesibles.

Entre los años 2000 y 2005 se ha realizado un seguimientode cajas anidaderas en dos hábitat bien diferenciados de la sie-rra de Guadarrama (Madrid), recogiéndose numerosos datos,

José Javier GAMONAL1

José Luis MARTÍNEZLuis PALOMARESEmilio ESCUDERO

Grupo OrnitológicoSEO-MONTICOLA

Univ. ZoologíaEdif. Biología

Universidad Autónoma deMadrid

28049 [email protected]

(1) Autor para correspondencia:[email protected]

R E S U M E N

Se da a conocer una parte delos resultados obtenidos en unestudio realizado con cajasnido para paseriformes tro-gloditas en dos medios biendiferenciados de la sierra deGuadarrama: un robledal y unpinar. Se ha analizado la tasade ocupación por especie yhábitat a lo largo de cincoaños de seguimiento. Dichatasa es mayor en el robledalque en el pinar y varía entreaños. Las especies que hanocupado las cajas han sido:Herrerillo Común, CarboneroComún, Papamoscas Cerro-jillo, Trepador Azul, GorriónMolinero, Gorrión Común,Carbonero Garrapinos, Herre-rillo Capuchino y AgateadorComún.

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TASAS DE OCUPACIÓN DE CAJAS N IDOPARA PASERIFORMES EN P INARES Y

ROBLEDALES DE LA S IERRA DEGUADARRAMA

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tales como: especies que las utilizan, tasas de ocupación, feno-logía de cría, o dispersión postreproductiva de la poblaciónestudiada mediante el anillamiento de las nidadas.

En este trabajo damos a conocer los resultados y las conclu-siones obtenidas sobre las tasas de ocupación de aves troglo-ditas en los nidales artificiales.

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PALABRAS CLAVE: paserifor-mes forestales trogloditas,nidales artificiales, repro-ducción.

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Á R E A D E E S T U D I O

E l seguimiento se ha realizado en dos ecosistemas de la sie-rra de Guadarrama, en el noroeste de la Comunidad deMadrid, abarcando los términos municipales de San

Lorenzo de El Escorial, El Escorial y Santa María de laAlameda.

La sierra de Guadarrama posee un clima mediterráneo con-tinental, con inviernos fríos y veranos con marcado estiaje(Rivas Martínez et al. 1990). De los seis pisos bioclimáticosmediterráneos encontramos dos en el sector del estudio:mesomediterráneo (800-1.200 m s.n.m.) y supramediterrá-neo (1.200-1.600 m s.n.m.). Las precipitaciones son relati-vamente frecuentes (entre 600 y 900 mm/año) y aumentancon la altitud, al tiempo que desciende la temperatura (0,6grados por cada 100 m). Las temperaturas medias anualesoscilan entre los 10-13ºC.

La primera zona de estudio se ubica en el bosque de LaHerrería, un robledal cuya especie predominante es el roblemelojo (Quercus pyrenaica), con algunos castaños (Castaneasativa), fresnos (Fraxinus angustifolia) y cerezos silvestres(Prunus avium), y cuenta con un sotobosque de zarzas (Rubusspp.), majuelos (Crataegus monogyna), endrinos (Prunus spino-sa) y rosales silvestres (Rosa spp.) como especies dominantes.Su estrato arbustivo ha sido parcialmente modificado por lagestión forestal, el pastoreo y el pisoteo del ganado, aclarán-dolo notablemente en algunas zonas, mientras que en otrasse mantiene un sotobosque en buen estado de conservación.La altitud de la zona varía entre los 950 y los 1.050 ms.n.m.

La segunda zona se encuentra en el pinar de Abantos. Tienecomo especie predominante el pino silvestre (Pinus sylvestris)en las cotas más elevadas y el pino resinero (Pinus pinaster) enlas más bajas. La vegetación asociada es de zarzas (Rubusspp.), jaras (Cistus ladanifer), majuelos (Crataegus monogyna) yrosales silvestres (Rosa spp.). La gestión forestal continua eli-mina gran parte del estrato arbustivo. El estudio se realizó enaltitudes comprendidas entre los 1.150 y 1.535 m s.n.m. enesta área.

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M A T E R I A L Y M É T O D O S

L a disponibilidad de nidales fue, en promedio, de 144cajas nido en el robledal y de 92 en el pinar (tabla 1).Todas las cajas fueron marcadas con códigos alfanu-

méricos para realizar su control. Se dispusieron lineal-mente en los márgenes de pistas y carreteras, separadasentre sí por un mínimo de 50 m y un máximo de 100 m.Las cajas se colocaron en ramas secundarias de árbolesutilizando una pértiga, donde quedaron colgando pormedio de un gancho metálico de unos 40 cm, a una altu-ra que varió entre 3,5 y 5 m.

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Tabla 1. Tasas de ocupación y número de cajas ocupadas (entre paréntesis) en total y por las distintas especies en los doshábitat considerados en la sierra de Guadarrama.

Robledal Pinar2000 2002 2003 2004 2005 2000 2002 2003 2004 2005

Total cajas 101 141 119 163 195 130 111 99 59 63

Cajas ocupadas 60,4% 64,5% 87,4% 77,3% 79,5% 40,8% 46,8% 64,6% 74,6% 74,6%(61) (91) (104) (126) (155) (53) (52) (64) (44) (47)

Cajas vacías 39,6% 35,5% 12,6% 22,7% 20,5% 59,2% 53,2% 35,4% 25,4% 25,4%(40) (50) (15) (37) (40) (77) (59) (35) (15) (16)

Parus caeruleus 40,6% 32,6% 32,8% 21,5% 34,4% 3,1% - - 10,2% 7,9%(41) (46) (39) (35) (67) (4) (0) (0) (6) (5)

Parus major 2,0% 19,1% 27,7% 18,4% 13,8% 10,8% 15,3% 25,3% 27,1% 36,5%(2) (27) (33) (30) (27) (14) (17) (25) (16) (23)

Ficedula hypoleuca 10,9% 5,7% 10,1% 17,8% 23,6% 8,5% 11,7% 19,2% 18,6% 17,5%(11) (8) (12) (29) (46) (11) (13) (19) (11) (11)

Sitta europaea 1,0% 2,1% 5,0% 2,5% 1,5% 1,5% 0,9% 2,0% 1,7% 1,6%(1) (3) (6) (4) (3) (2) (1) (2) (1) (1)

Passer montanus 5,0% 4,3% 8,4% 17,2% 6,2% - - - - -(5) (6) (10) (28) (12) (0) (0) (0) (0) (0)

Passer domesticus 1,0% 0,7% 3,4% - - - - - - -(1) (1) (4) (0) (0) (0) (0) (0) (0) (0)

Parus cristatus - - - - - 5,4% 9,9% 7,1% 6,8% 1,6%(0) (0) (0) (0) (0) (7) (11) (7) (4) (1)

Parus ater - - - - - 10,8% 9,0% 10,1% 10,2% 9,5%(0) (0) (0) (0) (0) (14) (10) (10) (6) (6)

Certhia brachydactyla - - - - - 0,8% - 1,0% - -(0) (0) (0) (0) (0) (1) (0) (1) (0) (0)

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Las cajas nido utilizadas en el presente estudio son las queel antiguo ICONA denominaba “de tipo párido”, tambiénempleadas en otros estudios en el sistema Central (Potti yMontalvo 1990; Potti y Merino 1994; Sanz 2000, 2001).Tienen unas dimensiones de 220 mm de alto, 140 mm deancho y 140 mm de fondo y están fabricadas en madera depino de 11 mm de grosor e impregnadas de aceite de lina-za para conseguir una mayor resistencia a los agentesmeteorológicos. Se utilizaron dos tipos de cajas: las demadera estándar con un orificio de entrada de 32 mm dediámetro y las de chapa de plástico en la puerta comodefensa ante ataques de Pico Picapinos (Dendrocopos major),cuyo agujero de entrada se reduce a 28 mm. La puerta enambos casos es desmontable para favorecer la limpieza y elcontrol.

Los nidales se limpiaron al final de cada temporada repro-ductora retirando los restos del nido, cañones y nidopará-sitos. Esta limpieza se realiza con el fin de evitar que lascajas se colmaten de material y dejen de ser funcionales trasvarios años de crías repetidas en la misma caja (Sanz2001). Antes del inicio de la primavera siguiente se visita-ron igualmente para comprobar su estado, reparar posiblesdesperfectos y proceder a su limpieza (excrementos, restosanimales, etc.), ya que los nidales deteriorados podrían serutilizados por las aves aun no estando en óptimas condi-ciones, peligrando así la puesta o los pollos por acción delclima o los depredadores, lo cual sería contraproducentepara las aves a las que van destinadas (Sanz 2000). Hay quetener en cuenta que estas limpiezas pueden sesgar los datossi se pretenden hacer comparaciones con nidos naturales(Møller 1992).

El seguimiento de las cajas se inició la primera semana deabril y se extendió hasta la segunda o tercera semana de julio,en función de las puestas tardías, siendo visitadas con unaperiodicidad semanal.

En todos los nidales se ha identificado con seguridad laespecie que los ha utilizado, bien por observación directa delpájaro, bien por los aportes de ceba para la prole, por encon-trar incubando a la hembra dentro del nidal o por los dife-

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rentes reclamos de alerta de las aves a la hora de la manipu-lación de las cajas.

Se han considerado como cajas ocupadas todas aquéllas enlas que al menos se había iniciado la incubación, sin tener encuenta si la puesta se perdió posteriormente. Se han asigna-do como cajas vacías aquellas que lo estaban realmente y lasque, aun presentando algún indicio de ocupación, no comen-zaron la incubación. Las cajas utilizadas por dos especiesdiferentes en una misma temporada de cría se han conside-rado como dos ocupaciones independientes. Las segundaspuestas y las de reposición conocidas con certeza no se hantenido en cuenta para el cómputo final.

Para el cálculo de las tasas de ocupación se ha utilizado elnúmero total de nidales colocados junto con las ocupacionesparciales de cada especie por año y hábitat, analizando pos-teriormente los datos obtenidos para comparar valorescomo: variación de la ocupación a lo largo del periodo deseguimiento, diferencias de las tasas de ocupación entre loshábitat, especie predominante en la ocupación, evolución dela ocupación de una especie en un mismo hábitat a lo largodel periodo del estudio y comparación de la tasa de ocupa-ción de una misma especie entre los dos hábitat en un mismoaño.

R E S U L T A D O S Y D I S C U S I Ó N

L a tasa de ocupación fue mayor en el robledal que en elpinar durante los cinco años (figura 1), aunque en los dosúltimos años no de forma significativa (Chi cuadrado

con la corrección de Yates: 2000: χ2 = 7,99, P = 0,005;2002: χ2 = 7,22, P = 0,007; 2003: χ2 = 14,56, P < 0,001;2004: χ2 = 0,06, P = 0,807; 2005: χ2 = 0,41, P = 0,521).Dicha tasa varía entre años tanto en el robledal (χ2

(4) =31,72, P < 0,001), como en el pinar (χ2

(4) = 36,16, P <0,001), y aumenta progresivamente en sendos hábitat a lolargo del periodo de estudio, aunque el incremento inter-anual es menos acusado y más uniforme en el robledal queen el pinar, donde muestra un aumento porcentual más acu-sado entre el primer y quinto año (figura 1).

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Aun siendo el robledal un bosque maduro con gran númerode oquedades naturales, la mayor ocupación de los nidalespuede estar condicionada por varios factores como son: unamenor altitud que marca mejores condiciones climáticas, unavegetación más frondosa que actúa como regulador térmico,una mayor masa boscosa que alberga más cantidad de insectosforestales y, principalmente, una mayor densidad de las pobla-ciones de las propias aves (Moreno-Opo y Seoane 2004).Dado el comportamiento filopátrico (tendencia a reproducir-se en el lugar de nacimiento) de muchos paseriformes troglo-ditas, es posible que muchas aves nacidas en el robledal encon-trasen solventado el problema de instalarse en sus territoriosgracias al aporte de cajas anidaderas (Pérez de Ana 2001). En2003 se produjo un notable aumento en el índice de ocupa-ción total llegando a alcanzar el 87,4% de las cajas. Este añose caracterizó por unas condiciones climáticas muy favorablesen la sierra, con un año muy cálido y húmedo en general y unaprimavera entre cálida y muy cálida (Cano 2004).

También en un estudio realizado entre 1991 y 1999 seobservó que la tasa de ocupación de diferentes especies varióentre años. Para el Herrerillo Común entre 8,3 y 16,2 pare-jas y para el Papamoscas Cerrojillo entre 8,2 y 32,6, ambaspor cada diez hectáreas (Sanz 2000). Esto parece apoyarvariaciones interanuales en función de un gran número deparámetros: evolución de la vegetación, impactos ambienta-les sobre el bosque, variaciones climatológicas, etc.

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Figura 1. Tasas de ocupación a lo largo del periodo del estudio en los dos hábitat considerados.

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Se ha constatado el uso de los nidales por un total de nueveespecies diferentes (tabla 1). Cuatro de ellas están presentes enambos hábitat: Herrerillo Común (Parus caeruleus), CarboneroComún (Parus major), Papamoscas Cerrojillo (Ficedula hypoleuca)y Trepador Azul (Sitta europaea). Dos lo han hecho exclusiva-mente en el robledal: Gorrión Molinero (Passer montanus) yGorrión Común (Passer domesticus), utilizando los nidales situa-dos en las altitudes más bajas y situados cerca de zonas deaprovechamiento ganadero y humano. Las tres especies restan-tes han ocupado cajas únicamente en el pinar: CarboneroGarrapinos (Parus ater), Herrerillo Capuchino (Parus cristatus) yAgateador Común (Certhia brachydactyla), siendo más alta la tasade ocupación de los dos primeros en las cotas más elevadas.

El Herrerillo Común es la especie que todos los años tuvolas tasas de ocupación más elevadas en el robledal. Ellopuede ser debido, esencialmente, a la alta densidad relativa desu población en este hábitat (Moreno-Opo y Seoane 2004),contrastando con los porcentajes notablemente inferiores enel pinar donde es menos abundante (figura 2). No obstante,y a pesar de ser la especie que más cajas utiliza, la ocupaciónpor parte del Herrerillo Común descendió progresivamentea lo largo de los cuatro primeros años, aunque de nuevo mos-tró un incremento en el último coincidiendo con el descen-so en la ocupación de posibles especies competidoras comoel Gorrión Molinero (figura 3).

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Figura 2. Tasas de ocupación del Herrerillo Común.

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En el pinar la especie con mayores tasas anuales de ocupa-ción fue el Carbonero Común, que se incrementan gradual-mente de un 10,8% en el primer año a un 36,5% en el últi-mo (figura 4), mientras que otras especies mantienen unosvalores sin importantes variaciones (figura 5).

En el robledal el mayor incremento de las tasas de ocupa-ción lo experimentó el Papamoscas Cerrojillo (fotografía

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Figura 3. Tasas de ocupación del Herrerillo Común y del Gorrión Molinero en el robledal.

Figura 4. Tasas de ocupación del Carbonero Común.

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1), que utilizó en el último año el 23,6% de las cajas ocu-padas y mostró una clara tendencia al aumento. Es unaespecie que prefiere los nidales artificiales a las cavidadesnaturales y puede verse beneficiada por su instalación que,como herramienta de gestión supervisada correctamente,con un control continuado y un mantenimiento adecuado(Potti y Merino 1994), puede provocar un aumento en sudensidad y favorecer su expansión (Potti y Montalvo 1990).

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Figura 5. Tasas de ocupación del Carbonero común frente a otras especies del pinar.

Figura 6. Tasas de ocupación del Papamoscas Cerrojillo.

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En el pinar, tras aumentar durante los tres primeros años,mantiene unas tasas muy similares en los siguientes, siendoéstas de valores en torno al 18% de los nidales ocupados(figura 6).

El Trepador Azul (fotografía 2), mantuvo unos porcenta-jes interanuales poco variables en general y muy similaresen los dos hábitat, mostrando tan solo un aumento en elrobledal en el año 2003. No puede establecerse una ten-dencia clara en el periodo de seguimiento por lo que sustasas de ocupación pueden considerarse más o menos esta-bles (figura 7). Lo mismo ocurre con el resto de especiestratadas, las cuales, en general, presentan bajas tasas de ocu-pación que no permiten establecer tendencias ni conclusio-nes precisas.

Las ocupaciones por parte del Gorrión Común en el roble-dal y del Agateador Común en el pinar se muestran comoesporádicas. El Gorrión Común parece estar limitado por labaja densidad de su población y por el pequeño orificio deentrada de las cajas, mientras que el Agateador Común pare-ce preferir las cavidades naturales en lugar de las cajas utili-zadas en el seguimiento que no están especialmente diseña-das para esta especie.

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Fotografía 1. Pollos de Papamoscas Cerrojillo a punto de abandonar el nido (foto: José JavierGamonal/SEO Monticola).

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A G R A D E C I M I E N T O S

E specialmente queremos expresar nuestro más sinceroagradecimiento a Bárbara Culubret, Gúmer González,Javier de la Puente, Ana Bermejo y Néstor Arenal, con

quienes tantas cajas y jornadas de campo compartimos.

A N U A R I O O R N I T O L Ó G I C O D E M A D R I D 2 0 0 4

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Figura 7. Tasas de ocupación del Trepador Azul.

Fotografía 2. Pollos de Trepador Azul totalmente emplumados (foto: José JavierGamonal/SEO Monticola).

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Isabel Vega nos ayudó con su participación en casi todas lasvisitas en el campo, y contribuyó a mejorar el manuscritooriginal. A todas las personas que nos acompañaron en algu-na de las salidas y se interesaron por el proyecto. A todos loscompañeros de Monticola. A todo el personal de PatrimonioNacional por las facilidades y permisos, en especial a Maríadel Mar García Herguido (Ingeniero de Jardines), Félix M.Muñoz Herrero (guarda mayor), Isidro Pontón Fernández(celador de guardas) y Juan Carlos Ayuso Sanz (celador deguardas) por su colaboración en numerosas jornadas decampo y por los buenos ratos pasados con ellos. A losGuardas de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenacióndel Territorio de la Comunidad de Madrid por las facilida-des prestadas. A la Consejería de Medio Ambiente yOrdenación del Territorio de la Comunidad de Madrid porfacilitar los permisos para el seguimiento de las cajas nido yanillamiento. A Patrimonio Nacional, a la Consejería deMedio Ambiente y Ordenación del Territorio de laComunidad de Madrid y al Ministerio de Medio Ambientepor facilitarnos las cajas nido, así como a todas las personasque nos han ayudado para que esto tomara forma. A Javierde la Puente y Ana Bermejo por sus acertados comentariossobre la versión original del manuscrito. A Jaime Potti por larevisión del manuscrito definitivo que mejoró distintosaspectos del mismo. Gracias a todos.

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B I B L I O G R A F Í A

` Barba, E. y Gil-Delgado, J. A. 1990. Competition for nest-boxes among

four vertebrate species: an experimental study in orange groves. Holarctic

Ecology, 13: 183-186.

` Baucells, J.; Camprodon, J.; Cerdeira, J. y Vila, P. 2003. Guía de las cajas

nido y comederos para aves y otros vertebrados. Lynx Edicions. Barcelona.

` Cano, J. 2004. Caracteres climáticos del año 2003 en la Comunidad de

Madrid. Anuario Ornitológico de Madrid 2003: 124-132.

` Ceballos, P. 1972. Protección de las aves insectívoras. Alimentación natural de

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(Recibido 28.9.2005; Aceptado 16.10.2005)