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teatro Por qué y cómo escritor de teatro-? por Sergio Magaña por Luis Adolfo Domínguez un programa con. magaña - ¿Por qué te vino la idea de escribir teatro? -Las ideas no vienen, no llegan a uno ni aun en sentido figurado. Existen en uno y sólo esperan algún estímulo para convertir- se en pancarta o manifiesto, cumpliendo así una primera etapa; después maduran. ¿Có- mo?, buscan su ambiente, una atmósfera propicia que generalmente encuentran en un grupo de gente afín. No faltan bofetones, claro, y puñaladas al orgullo: banderillas de personas hurañas, gazmoñas y, sin embargo, respetables. Con- sejos de abuela y advertencias. Total, DDT destructivo que junto con las moscas dora- das del ingenio también envenena tus sus- tancias; mata pulgas y al mismo tiempo preciosas martas cibelinas cuyo pelaje es primoroso ... ¿Qué me preguntaste? -Que por qué te vino la idea. .. -Ah ... sí. .. ... De pronto, cuando uno habla, pierde el punto, se va la onda. Por eso es mejor escribir. Te decía que a las ideas no me vienen. Las tengo. La cuestión es descubrirlas dentro del charco interior de uno mismo. Ni tan charco. Es un verdadero lago de aguas negras, sin olas. Un lago prieto y quieto como un enorme mar que se ha tragado monedas, huesos, recuerdos, retratos, zapatos, lágrimas y bu- ques enteros que una vieja tarde han nau- fragado con todo y tripulación. - ¿Asi tienes tú la conciencia? -No te hagas ilusiones. Así la tenemos todos. también tienes tu mar interior lleno de tesoros sumergidos y con aguas contaminadas por el petróleo de cada día. Mi conciencia tíene un subsuelo fangoso rico, sin embargo, en objetos sumergidos. Tú los llamas ideas. Bueno, pues los días de pesca me asomo a la orilla, me siento en una roca y tiro la red o el anzuelo, a ver qué pesco. A veces sale un calcetín y a veces la mano de una amiga muerta. Esa que se mató mientras yo me divertía con otras. A veces el objeto que pesco es muy pesado, no sale, y necesito la grúa de la memoria para ponerlo a flote. Lo que más se resiste a salir son los animales, o sea nuestros pensamientos mal- vados, nuestras acciones perversas. Se afe- rran tenazmente con sus garras al fondo y es necesario un gran esfuerzo para arrancar- los, subirlos y obligarlos a ver la luz del día. -El simil de la conciencia con un mar de objetos sumergidos es interesante. Y si las malas acciones son alimañas de los bajos fondos, ¿qué hacen cuando ven la luz? O mejor dicho: ¿q,,/é es esa luz? ¿Qué simbo- liza? ¿Quién la da? - ¡Momento! . .. ¡Son muchas pregun- tas! (Reflexionando) Aunque no, creo que es una sola pregunta. La luz es la luz del conocimiento. Es un rayo hiriente que ma- ta con su aguja a las alimañas conforme van saliendo. Así queda uno limpio. Por un tiempo, se entiende. A veces, he pescado verdaderos dragones. A esos los defiendo, los escondo de la luz, porque me van a servir para construir algo tremendo. Son los monstruos de mi propio 1 D, como dirían los analistas. _ dad de improvisar verdaderas conferencias de sobremesa, pero piensan que una entre- vista debe hacerse conociendo previamente las preguntas, ensayando y leyendo. Con eso, el resultado es un· acartonamiento y una frialdad pavorosas. Le dije eso a Sergio, que desde luego aceptó, pero si bien como dramaturgo es celoso de la fidelidad, como introvertido le repele el micrófono. -Bueno, grábame aquí. - ¿En Bellas Artes? -porque estábamos en el INBA exactamente, en un sitio diáfa- namente ruidoso e inadecuado para grabar- ¿y con una grabadora de casette? No me aceptarían eso. -Hazme las preguntas, escribo algo ... No ... Pero no me hagas ir a la Ciudad Universitaria. Yo soy rata del primer cua- dro. No me saques de mis calles. -Si te hago las preguntas, va a salir algo muy frío. Muy ajeno. Tendría que leerlo otra persona. -No ... Oye, yo soy escritor de teatro. Te hago el libreto exactamente. -Libreto ... , bueno, es posible. y fue posible, porque caí justo en el terreno de Sergio, quien con mis preguntas hizo de inmediato esto: Hay personas con las que la comunicación resulta difícil, si no es que imposible por completo, y ésta, que es una cualidad muy de nuestro tiempo, no deja de tener sus inconvenientes, en especial cuando se trata de hacer una entrevista por radio, elemento representado por un micrófono, que nor- malmente sirve para que la gente se quede callada frente a él, porque se 'le van las ideas en el momento en que llega a esa posición. Sergio Magaña es el lirismo puro. Poner- se a hablar con él es sostener una plática de proporciones imprecisas, nunca mínimas, pero sí muy variada en su contenido. Aho- ra bien, todo esto es mientras no haya un micrófono, y mi problema era meter a Sergio en una cabina de Radio Universidad para hacer un programa de "Nuestro len: guaje" . Le pareció muy bien lo de la entrevista, enfocada a las dificultades de expresión de un escritor teatral, en su contacto con el público. Sin embargo, cuando se enteró de que era para hablar por radio, se negó con una especie de temor supersticioso. No es sorprendente que las personas reaccionen así. En general tienen la facili-

teatro un programa con. magaña por Luis Adolfo Domínguezpor Sergio Magaña por Luis Adolfo Domínguez un programa con. magaña-¿Por qué te vino la idea de escribir teatro?-Lasideas

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Page 1: teatro un programa con. magaña por Luis Adolfo Domínguezpor Sergio Magaña por Luis Adolfo Domínguez un programa con. magaña-¿Por qué te vino la idea de escribir teatro?-Lasideas

teatroPor qué y cómo escritor de teatro-?

por Sergio Magaña

por Luis Adolfo Domínguez

un programacon. magaña

- ¿Por qué te vino la idea de escribir teatro?-Las ideas no vienen, no llegan a uno ni

aun en sentido figurado. Existen en uno ysólo esperan algún estímulo para convertir­se en pancarta o manifiesto, cumpliendo asíuna primera etapa; después maduran. ¿Có­mo?, buscan su ambiente, una atmósferapropicia que generalmente encuentran enun grupo de gente afín.

No faltan bofetones, claro, y puñaladasal orgullo: banderillas de personas hurañas,gazmoñas y, sin embargo, respetables. Con­sejos de abuela y advertencias. Total, DDTdestructivo que junto con las moscas dora­das del ingenio también envenena tus sus­tancias; mata pulgas y al mismo tiempopreciosas martas cibelinas cuyo pelaje esprimoroso... ¿Qué me preguntaste?

-Que por qué te vino la idea. ..-Ah...sí. ..sí... De pronto, cuando

uno habla, pierde el punto, se va la onda.Por eso es mejor escribir. Te decía que amí las ideas no me vienen. Las tengo. Lacuestión es descubrirlas dentro del charcointerior de uno mismo. Ni tan charco. Esun verdadero lago de aguas negras, sin olas.Un lago prieto y quieto como un enormemar que se ha tragado monedas, huesos,recuerdos, retratos, zapatos, lágrimas y bu­ques enteros que una vieja tarde han nau­fragado con todo y tripulación.

- ¿Asi tienes tú la conciencia?-No te hagas ilusiones. Así la tenemos

todos. Tú también tienes tu mar interiorlleno de tesoros sumergidos y con aguascontaminadas por el petróleo de cada día.Mi conciencia tíene un subsuelo fangosorico, sin embargo, en objetos sumergidos.Tú los llamas ideas. Bueno, pues los días depesca me asomo a la orilla, me siento enuna roca y tiro la red o el anzuelo, a verqué pesco. A veces sale un calcetín y aveces la mano de una amiga muerta. Esaque se mató mientras yo me divertía conotras. A veces el objeto que pesco es muypesado, no sale, y necesito la grúa de lamemoria para ponerlo a flote.

Lo que más se resiste a salir son losanimales, o sea nuestros pensamientos mal­vados, nuestras acciones perversas. Se afe­rran tenazmente con sus garras al fondo yes necesario un gran esfuerzo para arrancar­los, subirlos y obligarlos a ver la luz deldía.

-El simil de la conciencia con un marde objetos sumergidos es interesante. Y silas malas acciones son alimañas de los bajosfondos, ¿qué hacen cuando ven la luz? Omejor dicho: ¿q,,/é es esa luz? ¿Qué simbo­liza? ¿Quién la da?

- ¡Momento! . .. ¡Son muchas pregun-tas! (Reflexionando) Aunque no, creo quees una sola pregunta. La luz es la luz delconocimiento. Es un rayo hiriente que ma-ta con su aguja a las alimañas conforme vansaliendo. Así queda uno limpio. Por untiempo, se entiende. A veces, he pescadoverdaderos dragones. A esos los defiendo,los escondo de la luz, porque me van aservir para construir algo tremendo. Son losmonstruos de mi propio 1 D, como dirían .4~los analistas. _

dad de improvisar verdaderas conferenciasde sobremesa, pero piensan que una entre­vista debe hacerse conociendo previamentelas preguntas, ensayando y leyendo. Coneso, el resultado es un· acartonamiento yuna frialdad pavorosas. Le dije eso a Sergio,que desde luego aceptó, pero si bien comodramaturgo es celoso de la fidelidad, comointrovertido le repele el micrófono.

-Bueno, grábame aquí.- ¿En Bellas Artes? -porque estábamos

en el INBA exactamente, en un sitio diáfa­namente ruidoso e inadecuado para grabar­¿y con una grabadora de casette? No meaceptarían eso.

-Hazme las preguntas, escribo algo...No sé ... Pero no me hagas ir a la CiudadUniversitaria. Yo soy rata del primer cua­dro. No me saques de mis calles.

-Si te hago las preguntas, va a salir algomuy frío. Muy ajeno. Tendría que leerlootra persona.

-No... Oye, yo soy escritor de teatro.Te hago el libreto exactamente.

-Libreto..., bueno, es posible.y fue posible, porque caí justo en el

terreno de Sergio, quien con mis preguntashizo de inmediato esto:

Hay personas con las que la comunicaciónresulta difícil, si no es que imposible porcompleto, y ésta, que es una cualidad muyde nuestro tiempo, no deja de tener susinconvenientes, en especial cuando se tratade hacer una entrevista por radio, elementorepresentado por un micrófono, que nor­malmente sirve para que la gente se quedecallada frente a él, porque se 'le van lasideas en el momento en que llega a esaposición.

Sergio Magaña es el lirismo puro. Poner­se a hablar con él es sostener una plática deproporciones imprecisas, nunca mínimas,pero sí muy variada en su contenido. Aho­ra bien, todo esto es mientras no haya unmicrófono, y mi problema era meter aSergio en una cabina de Radio Universidadpara hacer un programa de "Nuestro len:guaje".

Le pareció muy bien lo de la entrevista,enfocada a las dificultades de expresión deun escritor teatral, en su contacto con elpúblico. Sin embargo, cuando se enteró deque era para hablar por radio, se negó conuna especie de temor supersticioso.

No es sorprendente que las personasreaccionen así. En general tienen la facili-

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Ellos me dictan sentencias, frases .... yobras de teatro.

-Lo que yo preguntaba era algo másconcreto: ¿por qué escogiste el teatro paraexpresarte, en vez de la novela, la poesz'a oel cuento, la pintura o la música?

-Me he expresado en todos esos idio­mas. He escrito cuentos y mi novela, Elmolino del aire, obtuvo el Premio Nacionalde Literatura. Antes había publicado unvolumen de cuentos: El ángel roto. Muyhermosos, aunque supongo que mal escri­tos, tú comprendes: era mi Opus l. ¡Québueno que nunca circuló el tomo! Toda laedición la guardó un señor en un cofre. Lellamaban a ese señor el Vate Castañeda.

-¿Y dónde quedó el cofre?-No sé, pero la edición no circuló, ni se

vendió. Debe de haber por ahí unos cincoejemplares. Yo mismo no tengo ni unosolo. He publicado luego varios cuentosmás. Entre otros "La mujer sentada", tra­ducido ahora al inglés y al francés.

-Creo que el escritor teatral está limita­do a las cuatro dimensiones del escenario.No puede disponer de grandes recursos, ytampoco puede disfrutar mucho de la ima­ginación del público, a diferencia del nove­lista, que no tiene cortapisas ni puedecarecer de elementos de producción.

-En gran parte no me parece cierto loque dices. El escenario teatral no tienelímites, ni en la imaginación ni en nada.Antes, la estimula. Un escenario de teatroes como el universo. Según Einstein y sussecuaces, el Universo es limitado siendofmito, sólo que es curvo y avanza en

círculo, de modo que cuando acaba está denuevo empezando.

El símil es igual para el teatro. El esce­nario es limitado en espacio, pero infinitoen cuanto a recursos.

El público acepta cualquier convención.Si un actor saca un mapa y dice: estamosen las costas de Irlanda, el público lo creey sigue la acción. Si saca una maceta ydice: estamos frente a un parque lleno deflores, el público lo acepta y la acciónsigue. Etcétera. Por otra parte, las posibili.dades del teatro son igualmente infinitas.En el teatro se cumplen las tres dimensio­nes clásicas: ancho, largo y bulto, profundi.dad, volumen, me explico...

-En el cine también, ¿o no?-Algo. Pero en el teatro se cumple

también la cuarta dimensión, o sea el tiem­po. Un actor es tres horas más viejo cuandotermina representando su obra. Una cana,una arruga que no tenía al comenzar lafunción, puede que las tenga al terminar laobra. Es decir, ha envejecido tres horas desu vida frente al auditorio. Y también elpúblico ha envejecido tres horas. La señorade la butaca número 7 de la flla H es másvieja tres horas que cuando llegó al teatro.En el cine el espectador es más viejo doshoras, pero el actor sigue el mismo en lapantalla. No es él, es su fotografía enmovimiento.

El arte vivo es el teatro. En el teatro lacomunicación del autor y el público esinmediata. Uno sabe si la obra está "llegan­do". Una novela nunca fracasa. Una obrade teatro sí, y es un fracaso que se siente y

duele como una jabalina en el lomo.- ¿Has fracasado alguna vez?-No enteramente, pero he sentido la

ausencia del éxito en alguna de mis obras.Por ejemplo: El pequeño caso de JorgeLz'vido. Tono menor. Por otra parte heconocido éxitos resonantes: Los argonautas,Los signos del zodiaco, Moctezuma JJ, Elmundo que tú heredas, Ensayando a Molie­re, El niño de madera. ..

-Bueno, pero parece que tu obra Losmotivos del lobo no fue...

-Un momento. Mi hijo estaba sano yfuerte, y magnífico, el tiempo lo dirá; peroGurrola quiso gurrolear y el resultado nofue feliz.

Yo no critico a Gurrola. Yo le di la obray me atengo a las consecuencias. Gurrolaquiso experimentar y usó los fórceps en elparto. Fragmentó al niño. Yo no tengo laculpa.

-Bueno, oye. .. Un problema de expre­sión para el dramaturgo es tener que depen­der de un director. ¿No limita eso alescritor en el momento de crear un tema ydesarrollarlo?

-Antiguamente, el enemigo del autorera el actor. De su interpretación dependíaque el público entendiese al personaje. Pe­ro, hoy por hoy, el enemigo del autor es eldirector. La década sesenta-setenta fue laépoca del director-dios. El lo era todo y niel autor ni los actores valían nada. Afortu­nadamente, esa década ya pasó.

- Yo creo que no del todo, mientras sepongan obras que no son obras, sino queson dirección exclusivamente, como RaseteAranda en sus mejores épocas, pero nohagas caso. Mira esto: El contacto entre elescritor teatral yo el público es más directoque el de un cuentista o narrador, pero. ..¿no está más expuesto el dramaturgo aincomunicarse verbalmente, o lingüz'stica­mente, ya que depende de la palabra deotros, de otras voces, para expresarse?

-Eso es cierto. El idioma limita al au·tor. Yo, por ejemplo, aunque más o menoshablo el inglés y el francés, no puedoescribir más que en español. Eso me limitahorriblemente. Me reduce a América Lati·na, un gran continente al futuro, pero cuyopresente, en la mercadotecnia de las artes,es pobre y no paga.

Nadie, en México, puede vivir eclusiva­mente de escribir obras de teatro. Por esoel autor debe ser apoyado por el gobier­no... Si el autor lo merece, claro.

- ¿Es exclusivo de México este fenó­meno?

-No. Es lo mismo en Europa. El teatrode allá también lo auspicia el gobierno,sobre todo cuando es un teatro del queaquí llamamos "no comercial".

y terminó la entrevista, que sobre el papelme vendió, por supuesto, ya que fue Sergioel que se despachó como le vino en gana,dio respuestas como se le antojó y, a pesarde todo, me pareció muy razonable, yrevelador además.

Hicimos el programa en Radió Universi­dad, la voz de Sergio fue sustituida -venta­josamente, mano- por la de Alberto Justi­niani, y todos fuimos felices al términolegal de setentaidós horas.