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TEMA Durante años, “La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski arrastró una fama de “intraducible” que escondía otra dificultad: parecía de hecho ineditable, tan elevados como se antojaban los costes asociados. Pero el esfuerzo conjunto de Alpha Decay y Pálido Fuego, con Javier Calvo a la traducción y Robert Juan- Cantavella como responsable de su titánica maquetación, ha permitido que se abran las puertas para España de una novela fascinante, cruce contra natura entre Stephen King y un texto académico, a cuya fantasía formal rendimos homenaje con la desestructuración de este artículo. texto MILO J. KRMPOTIC’ foto EMMAN MONTALVAN 54 QUÉ LEER unque la literatura nos ha legado una serie de memorables (por aterradoras) casas encantadas, ninguna puede compararse a la que alquiló el premio Pulitzer Will Navidson en la Virginia rural para enderezar su matrimonio y reencontrarse con sus hijos. Y es que, a medida que los cambios en su estructura y pasillos interdi- mensionales conducen a la angustia (y quizá la locura) a sus ocupantes, también el texto que los relata, escrito por un ciego llamado Zampanò como comentario pretendidamente académico a un documental del propio Navidson, cae en la des- estructuración, la multiplicidad de acotaciones paralelas (2) e incluso el caos. José Luis Amores supo de la novela experimental más famosa de este siglo XXI, cuando menos en el ámbito anglosajón, a través del crítico Larry McCa- ffery. En 2011 pidió precio por ella para su inminente sello Pálido Fuego y descubrió que Ana S. Pareja llevaba dos años buscando cómo agenciarse sus derechos sin que la empresa hiciera tambalearse a Alpha Decay. Así, de su consiguiente unión surgió la fuerza para acometer una labor que coor- dinó Pareja y que involucró a Javier Calvo (traducción), Robert Juan-Cantavella (maquetación), Roser Ruiz (correc- ción), José Luis Amores (apartado gráfico) y su hermano Juan (ilustración de cubierta), y que contó con la ayuda del mexicano René López Villamar a la hora de desentrañar las muchas claves escondidas por Mark Z. Danielewski en las páginas del libro. A MARK Z. DANIELEWSKI La casa de hojas Mark Z. Danielewski Alpha Decay / Pálido Fuego 736 págs. 29,90 ¤. D ifícilmente explicará La casa de hojas, pero quizá sí resulte significativo de algún modo y, de últimas, se trata de un hecho constatable: Mark Z. Danielewski se crió junto a un superviviente del Holocausto. Y es que, antes de nacionalizarse norteamericano, antes de convertirse en profesor de interpretación y de trabajar como realizador y programador de la CBS y la NBC, Tad(eusz) Danielewski había pasado un año en un campo de concentración nazi en su Polonia natal. Luego, si el padre llevó al cine el drama A puerta cerrada de Sartre (cuatro personajes encerrados en una ha- bitación sin otra salida que la cuar- ta pared, uno de ellos responsable de la famosa coletilla “El infierno son los otros”), el hijo, tras salir de la escuela de cine de la USC, cola- boró en el montaje y el sonido del documental Derrida de Kirby Dick y Amy Ziering Kofman (3). Tales influencias y formación ayudan a La casa más perturbadora, el libro más extraño...

TEMA DANIELEWSKI

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TEMA

Durante años, “La casa de hojas” de Mark Z. Danielewski arrastró una fama de “intraducible” que escondía otra difi cultad: parecía de hecho ineditable, tan elevados como se antojaban los costes asociados. Pero el esfuerzo conjunto de Alpha Decay y Pálido Fuego, con Javier Calvo a la traducción y Robert Juan-

Cantavella como responsable de su titánica maquetación, ha permitido que se abran las puertas para España de una novela fascinante, cruce contra natura entre Stephen King y un texto académico, a cuya fantasía formal rendimos homenaje con la desestructuración de este artículo. texto MILO J. KRMPOTIC’ foto EMMAN MONTALVAN

54 Q U É L E E R

unque la literatura nos ha legado una serie de memorables (por aterradoras) casas encantadas, ninguna puede compararse a la que alquiló el premio Pulitzer Will Navidson en la Virginia rural para enderezar su matrimonio y reencontrarse con sus hijos. Y es que, a medida que los cambios en su estructura y pasillos interdi-

mensionales conducen a la angustia (y quizá la locura) a sus ocupantes, también el texto que los relata, escrito por un ciego llamado Zampanò como comentario pretendidamente académico a un documental del propio Navidson, cae en la des-estructuración, la multiplicidad de acotaciones paralelas (2) e incluso el caos.

José Luis Amores supo de la novela experimental más famosa de este siglo XXI, cuando menos en el ámbito anglosajón, a través del crítico Larry McCa-ffery. En 2011 pidió precio por ella para su inminente sello Pálido Fuego y descubrió que Ana S. Pareja llevaba dos años buscando cómo agenciarse sus derechos sin que la empresa hiciera tambalearse a Alpha Decay. Así, de su consiguiente unión surgió la fuerza para acometer una labor que coor-dinó Pareja y que involucró a Javier Calvo (traducción), Robert Juan-Cantavella (maquetación), Roser Ruiz (correc-ción), José Luis Amores (apartado gráfi co) y su hermano Juan (ilustración de cubierta), y que contó con la ayuda del mexicano René López Villamar a la hora de desentrañar las muchas claves escondidas por Mark Z. Danielewski en las páginas del libro.

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La casa de hojasMark Z. Danielewski

Alpha Decay / Pálido Fuego

736 págs. 29,90 ¤.

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Q U É L E E R 55

Fiel a su naturaleza des-

mitifi cadora, Javier Calvo

nos cuenta que La casa de hojas

“puede ser lenta, engorrosa o

irritante de traducir a veces,

pero no es el libro más difícil

con el que me he encontrado”. Y

añade que, “para ser justos, la

traducción debería estar acre-

ditada de forma colectiva. Ana

S. Pareja solucionó los acrós-

ticos y las claves secretas”.

Sobre un posible parentesco con

David Foster Wallace, autor al

que también ha volcado en cas-

tellano, aclara que “las seme-

janzas entre ambos son bastante

cosmeticas, y tienen que ver

con su monumentalidad, su afi -

ción por los aparatos de notas

o su público gafapasta”. Pero

se aviene a dejarnos con buen

sabor de boca: “Me resultó una

obra bastante única, que intri-

ga, fascina y seduce en la pri-

mera lectura”. Aunque la versión castellana cuen-

ta con un treinta por ciento más de

palabras, Robert Juan-Cantavella ha

conseguido que cada página conten-

ga la misma información que el ori-

ginal. Su disposición, eso sí, con cajas que na-

cen de otras y texto a veces boca abajo, otras

invertido en un refl ejo especular (1),

invita constantemente “a que el lector

tenga que aprender por dónde se entra

a leer”. Así, más allá de sus virtudes lite-

rarias, La casa de hojas es un artefacto visual

sembrado de enigmas, con su uso de las tintas

de colores y los acrósticos y mensajes que en

ella se esconden, que hace prácticamente im-

posible su conversión en libro digital.

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1. Amén de seis niveles de notas a pie de página y varias extrañeces formales más.2. Entre ellas, citas de un corpus inexistente, tal y como destacaron Luis Vicente Mora y Avier Javilés en su meticuloso ensayo Ash Tree Lane. Exégesis de una casa de pesadilla (Los Libros de Portnoy, 2002).3. La conexión francesa puede establecerse también a través de la estancia de Danielewski hijo en París, donde pasó una temporada escribiendo.

“La casa de hojas” es un libro-objeto plagado de juegos que imposibilitan su versión digital. ggg

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