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CAPÍTULO II MARCO TEÓRICO 2.1. Antecedentes de Investigación TEMPERAMENTO EN LA INFANCIA: ASPECTOS CONCEPTUALES BASICOS . José Antonio Carranza, Carmen González Salinas. Ariel, Barcelona, 2003. Nº de páginas: 240 APELLIDOS, NOMBRE ( AÑO), TITULO DE LA TESIS, OBJETIVOS DE LA TESIS, TIPO DE INVESTIGACIÓN, ESTADISTICA- SI ES QUE UTILIZO, CONCLUSIONES En una revisión reciente efectuada por Rothbart y Bates (2006), se señala que en los últimos años se ha producido un avance importante en la comprensión del temperamento de la niñez. Las visiones iniciales del temperamento como algo fijo y estable han sido reemplazadas por enfoques mucho más dinámicos que señalan cambios evolutivos en él. Además, de los primeros estudios centrados en el temperamento en la infancia, se ha progresado hacia un mayor interés por la niñez y la adolescencia. Aunque los marcos teóricos en los que se aborda el estudio del temperamento son diversos y presentan características distintivas, en nuestro estudio nos vamos a centrar principalmente en el desarrollo de dos de estas teorías. CAPITULO 1. Antecedentes en el estudio del temperamento Mencionan la teoría de los humores en la medicina greco-romana, la contribución de la filosofía y la psicología antigua. Según Strelau los primeros trabajos empíricos fueron conducidos por Heymans, que propuso tres dimensiones del temperamento: actividad, emocionalidad y predominio de las funciones primarias o secundarias (experiencias actuales o pasadas). Pavlov propuso unas diferencias vinculadas a cualidades del SNC. Había sistemas nerviosos fuertes y otros débiles, que dejaban de responder al aumentar la intensidad del estímulo. Habló también de la fuerza de inhibición, equilibrio entre activación e

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CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

2.1. Antecedentes de Investigación

TEMPERAMENTO EN LA INFANCIA: ASPECTOS CONCEPTUALES BASICOS . José Antonio Carranza, Carmen González Salinas. Ariel, Barcelona, 2003. Nº de páginas: 240

APELLIDOS, NOMBRE ( AÑO), TITULO DE LA TESIS, OBJETIVOS DE LA TESIS, TIPO DE INVESTIGACIÓN, ESTADISTICA- SI ES QUE UTILIZO, CONCLUSIONES

En una revisión reciente efectuada por Rothbart y Bates (2006), se señala que en los últimos años se ha producido un avance importante en la comprensión del temperamento de la niñez. Las visiones iniciales del temperamento como algo fijo y estable han sido reemplazadas por enfoques mucho más dinámicos que señalan cambios evolutivos en él. Además, de los primeros estudios centrados en el temperamento en la infancia, se ha progresado hacia un mayor interés por la niñez y la adolescencia.

Aunque los marcos teóricos en los que se aborda el estudio del temperamento son diversos y presentan características distintivas, en nuestro estudio nos vamos a centrar principalmente en el desarrollo de dos de estas teorías.

CAPITULO 1. Antecedentes en el estudio del temperamento

Mencionan la teoría de los humores en la medicina greco-romana, la contribución de la filosofía y la psicología antigua. Según Strelau los primeros trabajos empíricos fueron conducidos por Heymans, que propuso tres dimensiones del temperamento: actividad, emocionalidad y predominio de las funciones primarias o secundarias (experiencias actuales o pasadas). Pavlov propuso unas diferencias vinculadas a cualidades del SNC. Había sistemas nerviosos fuertes y otros débiles, que dejaban de responder al aumentar la intensidad del estímulo. Habló también de la fuerza de inhibición, equilibrio entre activación e inhibición, flexibilidad del sistema nervioso. Kretschmer diferenció entre leptosomático, atlético y picnico. Menciona los estudios de Gesell y Shirley. Sechneirla propuso la aproximación y la retirada como caracteres básicos

CAPITULO 2. Marcos teóricos actuales sobre temperamento en la infancia

Gesell y Shirley aportaron tres importantes aspectos, (1) los rasgos temperamentales pueden ser considerados como características inherentes, de origen constitucional, que conforman la base de la personalidad y que influyen en las direcciones del desarrollo. (2) Aunque se espera alguna estabilidad del temperamento, los resultados evolutivos dependerán estrechamente de los procesos de maduración y del contexto social. (3) Diferentes trayectorias y resultados evolutivos pueden ocurrir en niños con rasgos temperamentales similares (p. 31). Thomas,

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Chess y colaboradores iniciaron el New York Longitudinal Study. Sus hipótesis eran: (1) Desde el nacimiento, los niños se diferencian individualmente en sus patrones de conducta. A esto se llama temperamento. (2) El temperamento influye tanto sobre las actitudes y las actividades de los cuidadores, como sobre el impacto que estas actitudes y actividades tienen sobre el niño. (3) El temperamento es un aspecto normal, incluso en los niños que se mueven en los extremos de la linea. (4) Temperamento no equivale a personalidad. Es un estilo de conducta. Identificaron nueve rasgos comportamentales: (1) nivel de actividad, (2) ritmicidad, (3) aproximación-evitación, (4) cualidad del humor (positivo/negativo), (5) intensidad del humor, (6) tendencia a distraerse, (7) amplitud y persistencia de la atención, (8) umbral sensorial, (9) adaptabilidad. A partir de estos elementos identificaron un temperamento fácil, un temperamento dificil y un temperamento lento en entrar en calor. Admitian que en el temperamento hay una parte heredable, pero al contrario que Buss y Plomin no mencionan este aspecto en su definición. Les parecen más importantes las influencias ambientales. Estudiaron la "bondad de ajuste" , que fue su concepto fundamental. Buss y Plomin estudian el temperamento como rasgos de personalidad, que aparecen pronto en la vida y son estables. Proponen tres: emocionalidad, actividad y sociabilidad. En la primera versión incluian la impulsividad, pero luego fue desechada. Emocionalidad es el estado de malestar que se acompaña de un alto nivel de arousal. En los primeros 6 meses se diferencia en miedo e ira. La actividad hace referencia a la forma en que se realizan las respuestas, y no a su contenido. Es un gasto de energía física, con tres factores: tiempo, vigor y resistencia. La sociabilidad es la preferencia que el niño manifiesta por estar con otros en lugar de permanecer solo (p.45). El temperamento cambiará relativamente a lo largo de la niñez por la maduración del sistema nervioso y el efecto de la socialización. Usan el concepto de armonía para dar cuenta de la influencia mutua entre el niño y el ambiente. Se producirá disarmonia cuando las características temperamentales del niño y del cuidador sean incompatibles. Al final, los individuos van buscando los ambientes adecuados a su temperamento. Rothbart y Derryberry .- Temperamento es las diferencias individuales en reactividad y autorregulación, que tienen un origen constitucional, y que se encuentran influidas a lo largo del tiempo por la herencia, la maduración y la experiencia. La reactividad se define como la tendencia a experimentar y expresar las emociones y el arousal. No solo intervienen las tendencias de respuesta sino los factores de la situación: intensidad, novedad, estado interno, valor de la señal. La autorregulación se define por los procesos que pueden modular (facilitando o inhibiendo) la actividad. La interacción entre los procesos reactivos y autorreguladores se inicia en los primeros momentos de la vida. También están influidos por la situación y por la edad. El mecanismo de autorregulación más sofisticado se denomina "control voluntario" (effortul control). Se refleja en las diferencias individuales para mantener voluntariamente la atención sobre una tarea, cambiar de forma consciente la atención de una a otra, iniciar una acción o inhibirla voluntariamente. Emerge al final del primer año de vida, pero continua madurando al menos durante el periodo escolar. Es muy importante el papel que juegan los cuidadores, mejorando los patrones de cambio y focalización atencional, así como deduciendo la expresión de su emocionalidad negativa. Es una teoria evolutiva, aunque consideren el temperamento relativamente estable. Se admite que existen etapas durante el desarrollo que se caracterizan claramente por inestabilidad temperamental y en las que puede observarse como nuevos sistemas reguladores maduran. Goldsmith y Campos definen el temperamento como las diferencias individuales en la tendencia a experimentar y expresar las emociones primarias y el arousal. Siguiendo a Ekman e Izard consideran que el temperamento hace referencia a las emociones primarias (biológicas y adaptativas): malestar, miedo, alegría, interés y placer. Habría que incluir también la actividad motora. No consideran que sea útil apelar a la heredabilidad, aunque las diferencias sean innatas. Estudian solamente la expresión conductual: facial, motora y vocal. Son importantes porque se dan en un contexto social y son comunicativas. La emoción se estudia como un organizador de los procesos cognitivos dentro de una persona y como un medio de comunicación social e interpersonal (p.56). A lo largo del desarrollo se mantiene estable (1) el tipo de meta asociada con cada emoción. (2) El tipo de

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apreciación de cómo lograr esa meta. (3) La tendencia de acción que acompaña a la emoción. La personalidad se asentará sobre la base de las diferencias temperamentales que se irán configurando a través de las relaciones sociales y gracias a la formación del autoconcepto (p. 57).

CAPITULO 3. Naturaleza y estructura del temperamento en la infancia

La mayoria de los investigadores están de acuerdo en los siguientes rasgos: 1.- Las dimensiones temperamentales reflejan tendencias conductuales (disposición, rasgo, factor, dimensión, etc.). 2.- Se refiere a diferencias específicas y no a características generales, agrupando muchos fenómenos. 3.- Es relativamente estable y coherente, pero solo en comparación con otras características. 4.- Tiene una base biológica, pero "la organización de los ambientes puede influir en la organización, expresión y función del temperamento" (p.61). 5.- Se refiere a características formales de la conducta. 6.- El vínculo entre temperamento y conducta se vuelve más complejo cuando el niño madura. Basándose en todo esto puede darse una definición integradora del temperamento. "El temperamento está constituido por disposiciones básicas inherentes a la persona, que son relativamente consistentes y que subyacen a, y modulan la actividad, la reactividad, la emocionalidad y la sociabilidad. Los principales elementos del temperamento están presentes de forma temprana en la vida; estos son los que tienen más probabilidad de estar influidos fuertemente por los factores biológicos. A medida que sucede el desarrollo, la expresión del temperamento está cada vez más influida por la experiencia y el contexto". (p.62). Rothbart considera que el temperamento tiene que estudiarse porque nos proporciona una base general para las características psicológicas en torno a las cuales se desarrollo la personalidad. (Contenido de las cogniciónes, atribuciones, etc.). Se ha intentado aislar factorialmente los rasgos del temperamento. Bates obtuvo cuatro factores: enfadado/dificil, no adaptable, frio, imprevisible. Reseña los factores aislados en otras investigaciones. "Tras los diferentes nombres dados por los autores a sus dimensiones temperamentales podrían subyacer constructos similares· (p. 66). Rothbart y Mauro han detectado algunas dimensiones identificables en las diferentes aproximaciones teóricas: (1) malestar ante la novedad (evitación, miedo, no adaptables), (2) malestar irritable (irritabilidad, dificil, ira), (3) afecto positivo. (4) nivel de actividad. (5) ciclo de atención / persistencia. Como destaca Bates el concepto de temperamento constituye una manera breve de postular fuerzas endógenas que conforman las características individuales y sociales del niño, y puede ser un factor explicativo de los problemas conceptuales que pueden manifestar los niños en su desarrollo (p.68).

TEMPERAMENTO

El temperamento se refiere a cómo se comportan los niños en algunas ocasiones, en oposición a qué hacen o por qué lo hacen. Los bebés muestran diferencias temperamentales en su disposición general desde que nacen, lo que inicialmente se deben en gran medida a factores genéticos, y el temperamento no es fijo ni inmutable: el modo de educar a los niños puede modificarlo de forma significativa. De hecho, algunos niños muestran poca consistencia en el temperamento de una edad a otra. El temperamento abarca patrones de activación y emotividad que son características consistentes y duraderas de un individuo.

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Los orígenes de la personalidad, la suma total de las características duraderas que distinguen a un individuo de otro, surgen en la infancia. Desde el nacimiento, los bebés empiezan a mostrar rasgos y conductas únicas y estables que finalmente conducen a su desarrollo como individuos distintos y especiales (Caspi, 2000;Kagan, 2000; Shiner, Masten y Roberts, 2003).

En la psicología de la personalidad existen patrones de conducta, de pensamiento y de emociones que son consistentes en el tiempo. La personalidad es el temperamento más el carácter, que es la parte de la personalidad que se desarrolla a través del aprendizaje y de la experiencia, ésta está determinada por el ambiente.

* La teoría de la personalidad (Erikson).

Teoría que considera como llegan los individuos a entenderse y a entender el significado de su conducta y la conducta de otros. De acuerdo con Erikson, durante los primeros dieciocho meses, pasamos por la etapa de confianza frente a desconfianza, que es el período durante el cual los bebés desarrollan un sentido de confianza, o de desconfianza, dependiendo en gran medida de qué también son satisfechas sus necesidades por las personas que los cuidan. Durante el final de la infancia los niños entran a la etapa de autonomía frente a vergüenza y duda, que es el periodo durante el cual los niños (de dieciocho meses a tres años) desarrollan independencia y autonomía, si se les concede la libertad para explorar; o vergüenza e inseguridad en sí mismos, si son restringidos y sobreprotegidos.

2.3.2 La genética y los factores del medio sobre el temperamento

El temperamento antes que nada es genético y biológico y enfatiza las conductas que determinan que cada persona sea de alguna forma diferente que cualquier otra.

El temperamento es epigenético, no solamente genético: comienza en la gran cantidad de instrucciones genéticas que guían al desarrollo del cerebro y luego es influido por el entorno prenatal, sobre todo la nutrición y la salud de la madre, y tal vez y por las experiencias postnatales. A medida que una persona va evolucionando, el contexto social y las experiencias individuales continúan influyendo en la naturaleza y en la expresión del temperamento. Todas estas influencias interactúan con las tendencias biológicas del niño.

Las características temperamentales representan rasgos heredados que son bastante estables durante la niñez y a lo largo de todo el ciclo vital. Se considera que esos rasgos constituyen el núcleo de la personalidad y juegan un papel sustancial en el desarrollo futuro.

Dicha visión es congruente con la consistencia de rasgos como la reactividad fisiológica, una característica del temperamento que se relaciona con qué tan alta es la reactividad fisiológica ante un estímulo novedoso. Esta alta reactividad, denominada inhibición, se muestra como timidez.

2.3.4 Tipos de temperamento del niño y los problemas de la conducta

Los nueve rasgos de categorización de temperamento que se presentan en más o menos intensidad en cada uno de los niños objeto del estudio de Thomas y Chess (1986) son:

1. Nivel de actividad: proporción de los periodos de tiempo activo respecto a los periodos de tiempo inactivo.

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2. Ritmicidad (regularidad): algunos bebés presentan ritmos muy marcados, es decir, realizan siempre sus actividades a la misma hora (hambre, excreción, sueño y vigilia).

3. Aproximación – rechazoà la respuesta a una persona u objeto, basa en si el niño acepta la nueva situación o se aleja de ella.

4. Adaptabilidad: la facilidad con que los niños se adaptan a los cambios en su ambiente.

5. Intensidad de la reacciónà algunos bebés manifiestan una gran energía y son muy exagerados, en cambio otros son todo lo contrario.

6. Umbral de respuesta: algunos bebés detectan cualquier imagen, sonido o sensación táctil y reaccionan, por lo general, con angustia; otros son más abstraídos.

7. Calidad del humorà algunos bebés parecen siempre felices, sonriendo por casi todo. Otros parecen estar siempre descontentos.

8. Distractibilidad: algunos bebés se distraen con facilidad ante un objeto atractivo pero peligroso o por una experiencia angustiante; otros no se distraen con nada.

9. Periodo de atención y persistencia: la cantidad de tiempo que el niño dedica a una actividad y el efecto de la distracción sobre esa actividad.

La combinación de estas nueve características da lugar a tres tipos de niños:

- Bebés fáciles (40%)à tienen una disposición positiva. Sus funciones corporales operan de manera regular y son adaptables. Por lo general son positivos, muestran curiosidad acerca de nuevas situaciones, y sus emociones son de intensidad moderada o baja.

- Bebés difíciles (10%)à tienen estados de ánimos más negativos y son lentos para adaptarse a las nuevas situaciones. Cuando enfrentan una nueva situación tienden a retraerse.

- Bebés lentos de animar (15%)à son inactivos, mostrando reacciones relativamente calmadas a su ambiente. Sus estados de ánimos por lo general son negativos y se alejan de las nuevas situaciones, adaptándose lentamente.

El 35% restante son niños que no encajan con estos tres tipos, la mayoría suelen ser una mezcla de estos tres.

La tipología del niño afecta a su relación con los demás, por tanto podemos decir que el niño determina la relación socio-afectiva que tiene con los de su entorno. Aunque lo más habitual es que sea un híbrido entre el niño y la madre, de tal forma que uno se adapte al otro y al revés.

Pueden aparecer problemas de conducta si los padres no son capaces de sincronizar e interaccionar su conducta con la de los niños.

Entenderemos Temperamento como la predisposición con la que nacemos y que está regulada principalmente por factores constitucionales. Se refiere a los aspectos de la personalidad que tienen las siguientes características:

- Están ligados a sistemas neurobiológicos definidos, heredables moderadamente de forma independiente. En las dimensiones de Temperamento la varianza entre individuos en ellas, quedaría explicada por factores genéticos entre un 40 y un 65%.

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Existen múltiples estudios que confirman estos datos, algunos realizados ya con la tres dimensiones de Temperamento del TPQ (Gillispie et al., 2001; Heath, Cloninger y Martin, 1994) y que pueden considerarse muy válidos, pero tenemos que añadir el hecho de que el analizar 7 dimensiones favorece aún más la explicación de la varianza de la personalidad entre individuos, y aumenta la fiabilidad y validez de los estudios (Gillispie, Cloninger, Heath, Martin, 2003).

- Se manifiestan precozmente en la vida, pudiéndose observar ya en la infancia temprana, encontrándose incluso en los más pequeños (de 0 a 3 años), una alta consistencia interna de las dimensiones (Constantino, Cloninger, Clarke, Hashemi y Prybeck, 2002).

- Implica las respuestas automáticas a estímulos emocionales, por lo que incluye aprendizajes preconceptuales o inclinaciones inconscientes, determinando hábitos, emociones o reacciones automáticas a la experiencia.

- Están basados en los principios de condicionamiento de la conducta.

Cloninger et al., (1993) propone que la estructura del Temperamento es un sistema complejo, organizado jerárquicamente y que puede

descomponerse en subsistemas estables. Filogenéticamente primero

apareció un sistema de inhibición conductual (Evitación del Daño) en todos

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Capítulo 3.- Temperamento Infantil

3.1.- Antecedentes teóricos más relevantes del temperamento infantil

El concepto de temperamento tiene una larga historia que se remonta a la medicina hipocrática. Siguiendo a del Barrio (2002), este concepto aparece en la cultura griega dentro del campo de la medicina desde una tesis organicista que mantiene que las diferencias conductuales son el producto de cambios en variables orgánicas. La historia del temperamento, desde esta perspectiva, se inicia con Hipócrates (460-377 a.de C.) quien explicó los temperamentos a partir de cuatro humores (sangre, linfa, bilis negra y bilis amarilla). Galeno (130-200 d. de C.), en el mundo romano, describió nueve temperamentos a partir de la combinación de los opuestos de cálido-frío y húmedo-seco, matizando la concepción humoral. Esta idea se conserva en toda la Edad Media, y durante el Renacimiento. En España, aparece un representante egregio de esta teoría: Huarte de San Juan.

En la psicología moderna, Wundt (1832-1920) y Jung (1875-1961) continuarán esta tradición que convirtieron en tipologías de comportamiento y en explicación de diferentes patologías. Wundt describía cuatro temperamentos según la combinación de dos polos, energía versus debilidad y rapidez versus lentitud, resultando en 4 temperamentos: Colérico (emoción fuerte sucesión rápida); Melancólico (emoción fuerte, sucesión lenta); Sanguíneo (emoción débil sucesión rápida); y Flemático (emoción débil, sucesión lenta). Con Jung, se inicia el estudio de las tipologías, más que desde aspectos somáticos, desde las funciones psíquicas, tales como sensación, intuición, pensamiento y sentimiento. Las tipologías resultantes quedan representadas por cuatro dimensiones: extraversión-introversión (preferencia del sujeto por el mundo exterior o interior), pensamiento-sentimiento (tendencia a actuar bajo la influencia del pensamiento o el sentimiento); sensación-intuición (pensamiento concreto versus abstracto); y juicio-percepción (evaluación de conductas rígidas versus flexibles). Tres son las dimensiones con las que los pioneros en el estudio del temperamento (Heymans y Wiersma, 1906-1909) describen su estructura: actividad, emocionalidad y perseverancia. La tradición germánica culmina en Kretschmer que clasifica a los pacientes en función de una complicada fórmula matemática en donde se integraban diferentes mediciones corporales. Esta fórmula se consolidó en el mundo americano a través de Sheldon que usaba la fotografía para sus mediciones.

La psicología rusa enfoca el estudio del temperamento desde una aproximación neurológica. Paulov (1972) establecerá cuatro tipos de sistema nervioso, derivados de la combinación de las propiedades del sistema nervioso (fuerza, movilidad y equilibrio): fuerte impetuoso; fuerte equilibrado; impulsivo y débil (Ruch, 1992). En esta línea, para algunos autores, sobre todo de tradición alemana, tales como Eysenck, Gray y Zuckerman, temperamento y personalidad son términos intercambiables (Strelau & Angleitner, 1991).

Eysenck, que integra la tradición germánica y la rusa, en primer lugar, busca factores de personalidad y encuentra tres: neuroticismo, extraversión y psicoticismo; su metodología es el análisis factorial de conductas, pero funda las diferencias en tipos de funcionamiento del sistema nervioso. Su discípulo Gray (1991) ahonda en la investigación de las estructuras

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somáticas implicadas que pertenecen al sistema límbico: hipocampo, amígdala, y ganglios basales; dichas estructuras están ligadas a los sistemas de activación, tanto positiva BAS (Behavior Approach System) como negativa BIS (Behavior Inhibition System). Su mal funcionamiento inhibidor se asocia a la aparición de reacciones impulsivas, poco reflexivas, que a menudo son desadaptativas y que se pueden identificar con estructuras temperamentales.

En el estudio del temperamento infantil, son pioneros Thomas, Chess y Birch (1968) que con su libro Temperament and behavior disorders in children convirtieron su investigación en un estudio seminal sobre este tema.

En resumen, podríamos sostener que a pesar de la evolución del concepto de temperamento a través del tiempo, se ha mantenido la pretensión de la búsqueda de una explicación de las diferentes conductas a partir de estructuras somáticas.

3.2.- Definición de temperamento

Cuando se plantea el tema del temperamento, se puede recurrir a muchas fuentes para encontrar un cuerpo teórico bien fundamentado que permita encuadrarlo, como hemos visto anteriormente. Evidentemente, la antigüedad del concepto da un margen excesivamente amplio de búsqueda. Se podría empezar por el mundo clásico, pero vamos a quedarnos con la tradición más inmediata.

Es ejemplar, y por tanto muy útil, la definición de Allport (1937) que se ha convertido en una definición germinal para todos los investigadores venideros, puesto que hace hincapié en los dos aspectos fundamentales del temperamento, su heredabilidad y su carácter de reactividad emocional:

“El temperamento se refiere a fenómenos de naturaleza emocional característicos de un sujeto que incluyen su susceptibilidad a la estimulación emocional, la fuerza de sus hábitos, la rapidez de sus respuestas, la calidad de su talante, ánimo o afecto (mood) y todas las peculiaridades de la fluctuación e intensidad del ánimo; estos fenómenos se consideran como dependientes de la constitución y de origen hereditario”.

Realmente, no se trata de una definición teórica, sino de una descripción fenomenológica y, como suele ocurrir en estos casos, su vigencia es sorprendente ochenta años después. Toda la investigación posterior sobre el temperamento cabe en esta breve descripción. Se puede afirmar que, para Allport, el temperamento es un elemento de carácter hereditario y emocional que regula la intensidad, rapidez, variabilidad y cualidad de las respuestas de un sujeto; por tanto, el temperamento es una explicación de la variabilidad de la conducta de los sujeto desde el nacimiento y, eso es, precisamente lo que en este momento interesa subrayar.

Como se puede advertir esta variable, apreciable desde el nacimiento, es especialmente relevante en el estudio de la conducta de los niños. Nuestro interés por el temperamento infantil estriba tanto en la búsqueda de explicaciones precoces de la conducta como en la conveniencia de poder actuar sobre él antes de que se consoliden hábitos inadecuados. Naturalmente, en la aparición de esos hábitos tiene una especial importancia el

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entorno social que rodea a un niño determinado y, por supuesto, su entorno más inmediato: la familia.

La adaptación de los niños al entorno social, en su núcleo familiar y, posteriormente, en el escolar, tiene una repercusión directa sobre su desarrollo como persona y sobre el ambiente donde se desenvuelve. Muchos de los modelos del temperamento (Bronfenbrenner, 1998; Buss, 1984; Keenan & Shaw, 2003) subrayan, como ya lo había hecho Allport, que el ajuste de un individuo a su entorno es consecuencia de la interacción de un conjunto de variables orgánicas y ambientales. De acuerdo con Rothbart y Derriberry (1981), en los niños, el temperamento representa el origen constitucional de las diferencias individuales que se manifiesta en la activación (reactividad) y la capacidad para autorregular la expresión de estas tendencias (autorregulación). Tanto la reactividad como la autorregulación están influidas por la herencia, la maduración y la experiencia. Así, el temperamento representa la base afectiva de la activación y atención de la persona y, en cambio, la personalidad es el resultado de un proceso más complejo que además del temperamento, incluye pensamientos, habilidades, hábitos, valores, moral, creencias y cogniciones sociales.

Se puede considerar el temperamento como un ingrediente de la personalidad, pero aún siendo ésta más compleja, el temperamento contiene la disposición previa que condiciona no pocos de los cauces en los que la personalidad se constituye. Por ejemplo, el temperamento proporciona el proceso atencional básico (Rothbart, Bates, Eisenberg, Damon, & Lerner, 2006) pero no cogniciones concretas específicas, así como la intensidad de reacción emocional.