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E ditorial L etralia letralia.com/ed_let Colección Poesía Internet, julio de 2009 Texto y fotografías Wilfredo Carrizales http://www.letralia.com/ed_let/merced

Texto y fotografías let/merced ...20 Merced de umbral Editorial Letralia XIII Los travesaños del peligro emplean sus recursos entre tajo y tajo. Se ahueca la tierra y los demonios

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Colección PoesíaInternet, julio de 2009

Texto y fotografías

Wilfredo Carrizales

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2 Merced de umbral

Editorial Letralia

Escribir es un artepero también es un oficio y una profesión. El poder de llevar la

creatividad al nivel de una obra maestra encaja en la primera definición;el manejo apropiado de herramientas en la segunda; corresponde a ciertocarácter de escritores intentar que la tercera se desarrolle en un esquema

que no interrumpa al arte ni al oficio.

Uno de los objetivos últimos de la literatura —obviamente, no elúnico— es publicar. Ver el propio nombre impreso puede ser alimento

para el ego, pero también es la culminación de un proyecto que tuvo enun principio sus planos y coordenadas como cualquier otro.

Pero el mundo está cambiando y el papel no es soporte suficientepara la inquietud humana. En un lapso relativamente corto, el nuevo

medio de comunicación que es Internet ha entrado en nuestras vidas y lasha revuelto, provocando rupturas en las fronteras de los paradigmas y

concibiendo novedosas manifestaciones en todos los órdenes. Laliteratura no ha escapado a ello.

Para respaldar la obra de los escritores hispanoamericanos, larevista Letralia, Tierra de Letras, ha creado la Editorial Letralia, un

espacio virtual para la edición electrónica.La Editorial Letralia conjuga nuestra concepción de la literatura comoarte, oficio y profesión, y la imprime sobre este nuevo e intangible papiro

de silicio.

Los libros que conforman las colecciones dela Editorial Letralia en los géneros de narrativa, poesía y ensayo son en

su mayoría inéditos. Se acompañan con magníficas ilustraciones deartistas contemporáneos, muchos de ellos también inéditos. Pueden ser

leídos en formato de texto o en HTML, y cada uno tiene su propio diseño.La tecnología le permitirá no sólo leer el libro que seleccione, sino

además comentar con el autor o con el ilustrador sus impresiones sobre eltrabajo.

La Editorial Letralia imprime sus libros desde la pequeña ciudadindustrial de Cagua, en el estado Aragua de Venezuela. Nació en 1997

como un proyecto hermano de la revista Letralia, Tierra de Letras y es laprimera editorial electrónica venezolana.

Reciba nuestra bienvenida y siéntase libre de enviarnos sussugerencias y opiniones. A los escritores que nos visitan, les animamos a

participar de esta iniciativacon toda la fuerza de sus letras.

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© 2009 Wilfredo Carrizales© 2009 Editorial Letralia

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I

Después del lobo cae la leyenda inspirada en la práctica del renegado. Lavisión de las centurias se acomoda a la simpleza de la luna.

¿Podrá el viento respirar por sus posesiones? En las llamadas de los bosquesotras complicaciones se precisan y por la claridad de la desolación brinca unnúmero que lo anuncia todo.

La emergencia tarda, pero la variedad plasma la inclusión en las secciones.

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II

El suicidio de una caverna incluye al acto entre piedra y manantial. Luegolos recuerdos de aquí a una era sin silencios serán códigos para nunca descifrar-los.

Aprenderán los ríos que sus cuencas se establecen bajo el acuerdo de lími-tes. La belleza y el análisis le obsequian preponderancia a su existir.

Si el ensayo para mojar la materia incluye un rango y una aseveración, en-tonces el esquema no requiere de ningún esbozo.

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III

Los pájaros ahorcan sus nidos para fundar los territorios que comprendan alos dioses. Cualquier luz no es aceptada hasta tanto las semillas indiquen losparámetros.

Se escribe a sí misma la muerte por razón de trascendencia y antes de que semarchite su momento se engalana y atrasa su partida.

El fin y los montes lejanos o los pinos enredándose en el plenilunio compor-tan un paisaje que no tolera observación.

Lo elusivo resulta capturado en la variada tradición.

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IV

El futuro revela la prosecución de sus prácticas antagónicas e inefables. ¿Unanciano se merece la indagación de las andanzas? ¿El barreño y el esguince?

La sucinta perfección del amanecer causa incertidumbre y no pocas altera-ciones. Nadie en época alguna ha escuchado la discusión de los sapos insomnes.

Representar los traslados requiere maniobras al mejor estilo sanitario. Via-je y perfección dedicada se complementan en la pureza de la forma exquisita.

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V

Una manta, un cuenco roto, una sola oración.

Rendido al conocimiento del tono profundo del devenir el peregrino apaleaa las nubes y exaspera su materialidad.

Al confundir cena con ración u otra merienda, ordena el tiempo y presentala inconfundible reclusión de su alma.

De rango en rango el ejemplo de la torpeza propaga la cera de los vitrales.

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VI

Tan pronto como el hogar se traslada al pie de la montaña, la pintura intentadescribir el recitativo de los muertos. Las estrellas se enquistan en un celebradopaís y lo esencial de su muchedumbre transfigura el ejercicio de la majestad.

Junto a la habilidad se promete una absoluta composición de palabras, unservicio de merecimiento y huesos y una tácita particularidad que evalúa lo queestá más allá de la soberbia.

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VII

Ya casi no duermen las noches y sus hijos remedan lo que pudieran ser losimposibles sueños. Siguen en la renuncia las luchas por extender las labores a lagreda y a la quema.

No hay disciplina que produzca anónimas versiones de un arte, sano en loilusorio.

La cabellera refleja la aspiración del aforismo: se eleva ayudada por los vien-tos y luego no sabe dónde descender y de qué manera y dedicación.

Al templar los polvos la sorpresa de un instante se admira de su fallo pron-tamente endurecido.

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VIII

La lluvia se atemporaliza demasiado y toca los bordes de la espera.

Metaforiza la espontaneidad al rival de los fuegos en el trabajo. A despechode la sobrevivencia la inspiración enaltece la rúbrica oficial.

Las vías de la tormenta desembocan en no convencionales descalabros. Mástarde hay que agregar sentidos únicos, alas en rotación y el habla de las centellasque se relacionan entre sí.

Se ofrece en la profundidad un aserto singular y por las ermitas un catálogode ecos y malos montajes.

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IX

La eufonía conlleva el rigor y la marca entusiasta de los labios en su hartaz-go. Raramente se pronuncia una vaguedad que no contenga la capacidad de su-plir los sonidos.

La garganta o la sugestión o la oreja. En la confluencia de las cuerdas elagrado se hace precario.

A falta de una indicación para los dichos, buenos serán unos versículos alalcance de la mano.

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X

La nave amariza y se excede en los cordajes. En apariencia, una pieza de laveranda sugiere un agua afilada.

Hacia el oriente se confunde el éxito con la excusa. Los universos buscanbronca aunque el enemigo no se vea por ningún lado.

A la geografía la vaguedad le va acortando un tanto. ¿Luego, qué? ¿Evoca-ciones, ríspidos enlaces o una monotonía sin acento?

Congeladas las inscripciones hay que admitir que lo inexorable empuja lacarga.

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XI

Flotan los bulbos sobre la escena que se detiene. Los niños idealizan susplatos y excavan en los atributos de los diagramas.

Una campana de cartón señala la premisa de las horas menos zanjadas. Elprimer encuentro con el escabel ocurre en ausencia de testigos.

Los anillos se encubren bajo el decorado, mas la remoción que merecen ven-drá tras un asalto.

Después, sólo se hablará de botines y de hipos en los rincones.

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XII

Las costumbres y los gobiernos y las maneras propulsan diversas miscelá-neas, a veces, imposibles de traducir.

Esas cosas que se presentan como guías exhiben una réplica artificial y, pormucho que depositen entradas y salidas, terminan por dañar los entusiasmos.

Con pocas brazadas se nada en el líquido frágil de las abreviaturas y la insig-nificancia del acento contemporáneo se evidencia por el despojo.

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XIII

Los travesaños del peligro emplean sus recursos entre tajo y tajo. Se ahuecala tierra y los demonios hacen ejercicio de estómago.

Bajo otras circunstancias un portero contrae esponsales y luego su mujermezcla lana con vino dulce en el umbral a su merced. ¿El canto de un vano seráaudible en el mundo resquebrajado de la madera?

En la gota de sudor que resbala de prisa van en pelea un piojo y un grano decomino y la parcialidad levanta un trance para que se desenrede la trama.

Al arrastrar las sombras el hombre se las lleva a la cintura y de ahí a lospantalones. Con candelabro o artificio de sebo contorsiona a la onda del extra-vío y al laberinto que lo compacta.

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XIV

De repente, la cólera relampaguea. Las cuentas caen en todo. Alguien mejo-rará sus espantos a fuerza de resonancias. Un sable demasiado dispendioso poneen libertad a olvidados prisioneros.

Los pies se levantan de un salto y se funden en destellos. Con cierta inmuni-dad ganan lo genuino que hay en espacios deshabitados desde tempranas eras.

La limpia voz encendió la linterna. Ayudó a curar las desgracias de la felici-dad. Las buenas intenciones obtienen permiso para echarse sobre las cosechasde primera.

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XV

Pero no las manos. No cabrían en la obra terminada. Su delicada bellezasería dragada e iría a parar a la catálisis de la tierra. En las grietas se notaría unequilibrio que delataría lo previsto. ¿Habría disposición homogénea?

El sistema tomaría forma. Administraría los distritos, donde las lenguas, yno los puños, impondrían la integridad para los repartos, los objetivoscircunstanciales y la premura de las cargas. ¿Qué mejor pertrecho que la propiaconciencia?

Se terminarían las provisiones debido al desalojo de las bodegas por partede los señores con frutos en el ojal.

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XVI

En papel de calco arreglo los momentos transitorios. Las hembras están departo y se aproximan las mociones. Se levantan concordancias a una hora que setraga la medianoche. Todo ocurre; la sed deja su condado.

Una edad densa cava cerca un pozo. Círculos de urgencia acuden a los mer-cados. Leen los manuales y no toman decisiones. La práctica clínica se pierdeentre las jeringas.

Adyacente a los quejidos un intrincado rumor denota la justeza de la despe-dida. Saltando algunos grados el diagnóstico se pone en cuarentena y reculahasta un rincón.

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XVII

La aleta caudal del pez que me traga en sueños está hecha de banderines oflecos decolorados. Yo ostento un rótulo que despliego en cada derrota y que mesirve como insignia cuando despierto sobre un mástil.

Las sábanas de mi cama flamean, manchadas, a los vientos que proceden delas torres. A la distancia, ¿quién no diría que se trata de peces vela?

Me comunico con los buzos por medio de banderolas. Ellos soplan caracolasy me nombran portaestandarte.

¡No sé qué hacer con tanta agua salada y tanto cementerio de barcos!

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XVIII

Invento o creo mi propia biogénesis. Mi tasa de crecimiento se aproxima a lamedia permitida. Conozco que me puedo parir dentro de aceite crudo.

Puedo nacer y crecer y desarrollarme en cuestión de lustros. Puedo estimu-lar mi naturalidad hasta límites insospechados.

Profeso una vitalidad que se mide por los granos de arroz que devoro. ¡Quenadie me desentienda! ¡Soy factor de crecimiento!

Hablo con la aspereza de las hormonas y me empleo a fondo con lo planea-do. Si asimilo la ecología es debido a la distancia que hay entre mi organismo ylos parásitos del cielo.

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XIX

La red, infusa, permite que escapen los hipocampos y las almejas, pero ensus mallas queda atrapado el pegostoso cuerpo de la justicia. Lo retiene a perpe-tuidad. En vano: siempre se le escapa la mitad de la vida.

Se olvida de sí misma la red y va y viene y honra con su visita a los tribunalesy a los jueces.

Con su calzado de mallas la red captura los sobornos y los disfraza de leyes.Luego derrocha más de lo habitual y cuando vuelve la vista atrás una raqueta detenis le agujerea su figura expandida.

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XX

El reloj de cáscara esconde un renacuajo que da la hora por él. Como unsonido hueco cae el tiempo dentro del estanque. Nadie lo oye y se ahoga.

El renacuajo sufre la enfermedad de la timidez. Recurre a la máscara y seintroduce en el harén. Da cabezadas para despertar a las odaliscas. Éstas chocanentre sí. Todas quieren dormir con el galán encantado.

Somnoliento, regresa el renacuajo a su escondite. Lleva grabada las horasentre las ancas y la boca se le hace agua. Se decide entonces por la clepsidra ycomienza su postrer goteo.

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XXI

Tuerzo la lámpara y no se tuerce la candela. Acerco un ojo y quedo tuerto.Me echo el aceite y poco a poco me curo. Mecha hay para rato y pabilo y papelretorcido por la mala escritura. ¿Quién me ampara entre tanta oscuridad?

La lámpara sube hasta el techo y me hace tragar la mucosidad. Torcido mesobo el pecho; arrodillado me da por rezar.

Tengo cordeles en los dedos; contorsión en la lumbar. Por una pajuela pon-dría mis manos en acción. ¡Que se me quemen las mucosas! Necesito antorchasde a dos. Si giran las agujas, los hilos entrarán por su tensión.

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XXII

Siento espinas en la espalda. Soy un ser atareado. Tengo un rudo carácter.Diríase que espinoso. Quien me ve, corre; huye de mí, como flojo del trabajo. Aveces estoy nervioso e inquieto. Hozando tierra, nadie osa molestarme.

En el lomo siento innumerables espinas. Camino con lentitud, mientras mebalanceo. Me tomo un rato libre en medio de tanta ocupación. Tomo un refrescoo lavo mi rostro en un aguamanil. Me doy prisa si hay reunión de paisanos. Sóloasí.

Espinas siento no sólo en la espalda: todo el cuerpo está lleno de ellas. Aho-ra me convenzo que soy un puercoespín.

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XXIII

Adelgazo cuando noto el orden de las cosas. Los preceptos y los tabúes noestán hechos para mí. Me distancio de los asuntos sagrados e integro lamundanidad a mi cartera de viaje. Clasifico los utensilios de acuerdo a su soni-do. Después los utilizo a discreción y con brisa suave.

Sin maquillaje ni actuación canto arias con voz de falsete. Averiguo a losocupantes del piso superior y los encuentro delincuentes ocultos. Me aseo comolos renegados. Me limpio los colmillos.

¿Para qué quiero llegar al meollo de ningún asunto, si el plato ha sido servi-do con poca grasa y mucho aspaviento?

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XXIV

Por la piel me cae un sol de tres renglones. Me quito el traje recién compra-do para evitar que se manche. En caso de quemadura acudiré a los consejos delDiablo.

Amanecí despellejado, semejante a un botalón. Mis chancletas sufrían pormi desconsuelo. Tomé un revólver y erré el tiro. ¡Maldita sea cuando soy cegato!

Ahora estoy dislocado; omitido; salteado. Ya ni tengo pelos en la lengua; yani remolco mis barbas. He demorado demasiado para tomar una decisión: esca-paré de mí, porque soy el único peligro evidente.

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XXV

En la yema floral me siento a gusto. Me descubro próspero, polen de noticiafresca, recuperado. Gozo del paisaje hollado por pies descalzos. El júbilo subehasta la desembocadura de las nubes.

Me complace saber que las magnolias bajaron sus cabezas ante los hombresde mandil. ¡Cuánta disposición de ánimo que conducirá a un insólito jardín!

Trabajo duro y no acepto palabras mordaces. Paso revista a las diferentesenfermedades de la corola. Me alivia el fugaz vuelo del colibrí debido a que conél acaba el flamante reino del desparpajo.

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XXVI

El conejo sabio se moja y lucha denodadamente contra su artritis. Sus con-discípulos lo consideran poseedor de una virtud ejemplar. Sin embargo, a algu-no se le escapa la risa. Ese día no habrá zanahoria para él, ni recuperación deobjetos extraviados. Un paso en falso puede ser motivo de acuartelamiento.

La formación pedagógica comienza en la pradera. Los hijos de los padresroedores sacan lecciones del fondo de las madrigueras. En el futuro habrá inge-nieros de túneles, veterinarios a domicilio y corredores de bienes y raíces, co-mestibles o no.

Cuando los conejos caen al agua, se sienten dueños de su estado.

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XXVII

Un arriate hundido salió en defensa de su castillo. Con abundantes florespodridas le devolvió su desplazado rostro guerrero. Los buitres se enteraron yforraron sus picos con hierbas que fallecían de improviso.

Las estaciones del año cambiaron las estrellas que se suponía las acompaña-ban. Entre montañas de desechos las sustancias cósmicas se encaprichaban conlos malabarismos estacionales. (Un vapor o señal de niebla anunciaba su estilomás usual.)

Del occidente al oriente se levantó un arrebol. Las fachadas de las almenaslucieron guirnaldas para los héroes que nunca surgieron.

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XXVIII

De las siete a las nueve de la noche, el policía olfatea al perro. De las diez ymedia a las doce menos cuarenta, el perro monta a la mujer del policía. De lasdoce a las doce y media, el rolo del policía golpea las pulgas. A partir de la unatodo queda en silencio.

Dicen que los perros modifican los adverbios. (Siento vergüenza de no máspensarlo.) En las fiestas nacionales, durante los desfiles, los canes cultivan sumoralidad. Levantan una de las patas traseras y mean sobre la base de los pila-res que sostienen el techo de la patria. Luego bajan la cabeza para olisquear.Generalmente salen condecorados y con el derecho de formar jaurías.

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XXIX

En el cuerpo menos voluble la muerte se extiende hacia todas las concavida-des y verifica la teología de la presencia que desintegra. Póstumamente aquelcuerpo se lleva una camisa blanca para proyectar su pasada vida triste.

Otros cuerpos se mantienen en equilibrio al cultivar un ascenso en una ba-talla de victoria inalcanzable. Robustos y nervudos acaban en la enmienda desus contrarios.

Tienes a tu cuerpo aquí y no logras verlo. Tratas de mostrarlo a un compra-dor y desaparece ante tus ojos. Uno mismo, personalmente dicho, organiza latrayectoria de vida para hacerse cargo de los experimentos del cuerpo.

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XXX

El reptil reproduce su quehacer cotidiano en la arena que, prolija, se despla-za zigzagueante tras los vientos. Se le hincha la piel y debe hacer una concesióna los túmulos del desierto. ¿Cuántos de sus congéneres quedaron tapiados bajolas dunas? Realiza los cálculos el reptil y pide perdón por los venenostrasfundidos.

Disipa una duda la serpiente y termina enroscándose en sí misma. Un te-rrón lanzado por un camello la saca del profundo sueño. Quiere ella morderlelas patas al cuadrúpedo, pero descubre que ha quedado ciega. Se pega a la som-bra del camello cuando éste decide avanzar. Quienes la ven reducida en su con-dición piensan que es un malentendido entre los dos animales.

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XXXI

La bruja venida a menos cambió de una carreta a una barca para huir delhazmerreír. Llegó a la orilla opuesta del río y salvó un muro trepándolo. Extrajode sus enaguas un mapa. Escuchó un rugido y se dispuso a negociar con el tigresu retiro del mundo. Entró en la cueva de la bestia, ya dueña del refugio.

Con el tiempo la bruja amplió su territorio y no se avenía con nadie. Nodejaba pasar a ningún mortal sin antes desollarlo. Su industria iba en ascenden-te progreso.

Para la posteridad ella fue conocida como «La tigresa que concedía alivio» ylos montañeses la convirtieron en tema para sus canciones.

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XXXII

Hincados en la acequia los tajadores le ajustaban las cuentas a los avellanos.(Un sendero levantado en medio de los campos constituía el linde entre el enojoy la paciencia.) Las hachas querían actuar por su cuenta sin medir el riesgo.

La madera dura ingresaba por las puertas siempre abiertas. Luego eran tra-vesaños y las casas se empequeñecían en el encierro. La oscuridad resultabaminuciosa o más advertida.

Un golpe de lluvia le sacaba delantera al soplo del viento. Entonces, la privi-legiada porción de terreno se regalaba un herbazal exuberante, pero los grillosdesfiguraban esa verdad.

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XXXIII

El niño prodigio meditaba más de noche que de día. Empleaba su tiempo enindagar acerca de los antiguos. Con los brazos cruzados adquiría el porte de unanciano.

Se sentaba sobre libros apilados en el piso. Esperaba el amanecer para mirarcómo el gallo tronchaba la aurora. Su mechón de pelo le ahorraba los primerosdestellos del día.

El niño era zurdo y nada lo hacía volverse hacia ninguna herejía. Compartíasu almohadón con un raro arco iris. Se quedaba despierto durante meses y suaposento, en esos casos, se convertía en la sucursal del azar y la providencia.

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XXXIV

Quisieron ofrendar carne a los dioses moribundos, sin percatarse de la exis-tencia de ocultos testigos. Actuaron como señores carentes de previsión y lopagaron a alto costo.

La madre estaba enferma de obrar mal. Numerosas trastadas tenía en suhaber. Su práctica habitual desembocaba en el tráfico de lenguas, maldecires yconjuros de pacotilla.

La casa ardió con espontáneo fuego. Todos los habitantes dormían y soña-ban al mismo tiempo con llamaradas. No pudieron abrir los ojos. En su lugar seaposentaron tizones humeantes, viáticos para encontrar tinieblas.

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XXXV

La golondrina se congració con el filósofo para que la enseñara a penetrar enlos espacios de una manera poco convencional. El filósofo taladraba las nubes ycuando de ellas salía la viscosidad original, la tomaba entre sus manos y se im-pregnaba el rostro. Luego, la golondrina volaba hasta su hombro. Los dos sesentían compenetrados por un numen exquisito.

De frac vistió la golondrina y comenzó a construir su nido en la cortina pin-tada de fuego. Comió sus copos de avena como quien ve nevar. Después fueprecaria su situación y huyó al mar. En una isla barrera copió los vuelos de otrasaves. Ahora no sabe ni cómo se llama ni por qué está allí.

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XXXVI

Los yernos zumbaban alrededor de la tinaja. Se burlaban del suegro queescondido estaba dentro de ella. Él gritaba, gangoso, que lo dejasen conservarsus verduras. La tinaja comenzaba a rajarse, pero nadie entendía las grietas.

Cantó el gallo una madrugada y un vórtice atmosférico atrapó al suegro. Latinaja giró varias veces hasta que volcó. El suegro no quería huir; parecía untornillo sin fin. Se torció las muñecas y se sintió un alucinado.

Cuando los yernos apercibieron el desastre, el suegro ya estaba comido porlos gusanos. Sólo se escuchaba una resonancia visceral.

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XXXVII

La luna nueva se baña en marea viva. Reluce contra el viento del norte. Muycaliente ella se funde y con su pulso rápido obtiene gran futuro. Un lustre deseda le queda a las esponjas.

Los océanos supervivieron y en sus rostros hubo indicios de unidad. El pri-mer día de su incomparable tamaño una humedad que le convenía a la tierra sedeleitó en el despliegue. Encontró a los paisajes gratificados y en sazón.

En el inminente amanecer las horas chapalean en el aguazal y encomiendansu desdicha al llantén de las orillas.

Lo abstruso y misterioso se localiza bajo la barca de los días faustos.

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XXXVIII

Ganaron el oficio de comilones con disimulado esfuerzo y fueron favoreci-dos con galones de seda. Desde entonces las tenias se alojaron en sus destinos.

Las comidas corrían por cuentas que levantaban flujos. Chorros de licor ro-deaban las mesas en alarde de disipación.

Repletos los estómagos reposaban a la luz de los calderos. En sueños resol-vían las ecuaciones digestivas y, al despertar, nuevos axiomas de la gula y lasmagníficas viandas engrosaban los manuales del hartazgo.

Los enormes apetitos encontraron las marmitas a su acomodo.

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XXXIX

Sobre la piel curtida se eliminan las prácticas que caducan. En lo más pro-fundo de las buhardillas se aglomeran. Con el tiempo se transforman en odres yvinculan a los vinos que provienen de lejanas épocas y algarabías.

Se ignora si las pieles curtidas devienen en zapatos, pues su carácter mata enel acto cualquier intento de cambio.

En los cueros la naturaleza suele expresarse de muy diferentes maneras:como calendarios de horas levantiscas o parabanes que repiten las sentencias ogabinetes para aislar los fuegos. En todos los casos, la perfección resulta.

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XL

Un cerrojo o una aldabilla, de lejos, aseguran las hojas a sus troncos. Muydiferente es el candado que, por su apego al solsticio, va en busca de matorrales.

En un apuro las llaves examinan las imágenes en un espejo de bronce y sinotan aspectos turbios, cierran todas las portezuelas. Con trucos no se las con-vence; ni con amagos.

Los cerrajeros sacan sus lengüetas y escupen cuatro maldiciones. Ellos lle-van resortes en las clavículas para resolver los destinos. Desencadenan tormen-tas frente a las enormes puertas. Echan las anillas al viento y engavetan las falsías.

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XLI

Suponiendo que la liebre suba al puente y enferme. Allí siempre encontrarásemillas de cuscuta. O si vomita indebidamente, una cápsula de algodón vendráen su ayuda.

Por muchas razones posee labio leporino y actúa como liebre. Muerta ella,los perros observan duelo. Pero sus semejantes no huyen, aunque puedan apa-recer alebrestadas. Las escopetas las llevan a las casas.

Los lebrastones roen en las astucias y sus colas se alargan. No tienen susdías contados; en las comidas evaden lo impetuoso.

Algunos han visto a la zorra llorar: seguramente cenó lebrato anoche y leprodujo hipo.

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XLII

Las prostitutas se toman demasiadas confianzas con las mezclas de licores ytragan un sorbo hasta que se les embucha el camarón. Los defectos aparecen enmedio de tanto esplendor.

Tiempos de ocio disfrutan las pezoneras y gozan de un prestigio muy pocasveces visto. No es angosta, ni escarpada la senda de los placeres. ¡Hasta los cie-gos cogen peces!

Una hendidura en la pared nos allega al interior del burdel. Las lámparas seencuentran perdidas, pero los diestros ojos todo lo ven. Por doquier se forjanbesos y se expenden caricias. La experiencia es tan extensa que se encuentra,cara a cara, con la lujuria.

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XLIII

Se les silba a los escorpiones y descansan a la sombra de sus colas. Se lesconmina a enmendarse y aplastan lo maligno.

¿Cómo no creer en la benevolencia; en la magnanimidad?

Piedad, compasión, dame mi limosna. Me compadezco...

Con mi corazón de roble, con lo negro de él, busco al pordiosero leproso o albribón y le dono un preparado de cebada. Sé que me denunciará ante las autori-dades sanitarias. Pero, ¿qué puedo yo hacer? ¿No me obliga mi espíritu saltea-dor?

Tal vez lo magnánimo sea una flor magnética, especie de magnolia impuracreada por Linneo durante una pesadilla.

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XLIV

Aquel bufón cometió suicidio y luego dijo que era una broma. Mas los sesospegados en el suelo no entienden de burlas. Mientras las palas recogían el revol-tijo, el bufón protestaba.

El rico atentó contra su fortuna y le sobraron viudas. La doncella intentódesflorarse y nadie le prestó una vela.

Realmente el mundo anda ahorquillado como una serpiente. El crótalo sueltasus huesos en mitad de la juerga.

Los soldados queman incienso después de matar al santo. El olor de la pagaes más fuerte que cualquier arrepentimiento.

¡Qué palabras tan extrañas pronuncia hoy el locutor!

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XLV

Diez pichones estaban en fila y las balas eran de salva. Mil piezas de orodesplegaron en el casino y los apostadores dijeron incoherencias. Una mano; uninstante; una línea continua. Lo mismo con todo y trato hecho.

No tiene vuelta la honda en la boca. Ni vale mi ley en la casa vecina. De unsolo corazón hago la mudanza. En distinta tela expreso las preocupaciones delos huéspedes.

Unas hojas anuncian mi pronta caída, pero me sostengo. La tendencia quedeclina no encaja en mi vida.

Millones de almas entran en el juego y lo empatan.

64 Merced de umbral

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XLVI

Brotan los ojos tras las lágrimas. No tienen ocasión de reflexionar. Quedanmojados el testamento, las viejas facturas, las olvidadas cartas... No es necesariala enumeración.

Con milagrosa habilidad se agolpan máscaras en la pared. Se mofan del des-tino. Frente a ellas lo gigante se torna enano. La armonía de la languidez cho-rrea.

Las luces de las ganancias injustas iluminan los contornos de una pinturasobriamente acabada. Pesca y caza de los brillos.

Al aproximarse la noche los trastos de los botines quedan diseminados enlas calzadas y los perros los olfatean y huyen.

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66 Merced de umbral

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XLVII

El idiota ignora los ídolos del poder moderno. Cree que los iconos son ilu-sión de los ictéricos. A su imagen y semejanza el idiota ríe con quijada de iguana.

Va más allá el imbécil. Su debilidad de idioma le impide redactar su alegato.Algo desconocido le impele a cometer incesto con la momia de su madre. ¿Y simuere de inanición?

Arrastrando su neuma el necio entra en escena y neutraliza las neuralgias.Nemoroso, el necio se siente fauno.

¡Tuntún, gente de paz! E ingresa el tonto al redondel. Se topa con el tonel ydesde el fondo le anuncian albricias.

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XLVIII

La manteca amaneció enmarañada. En nombre de la vaca y la oveja protestócontra el marasmo. Donde el mundo es pañuelo no vale ninguna especie de bar-niz.

Durante las pesquisas se emparentaron las pestañas con las persianas y nohubo compilador que no anotara el hecho. Entonces la estrecha relación se sellócon un puchero.

Siendo pringoso el presagio la mejor opción resultó hacerle guiñadas al panázimo. ¡Que si alguien habló de dislate se debió a que no conoce el hambre y susentido!

Aplomado en su dipsomanía el escribidor pernocta y guarda.

68 Merced de umbral

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XLIX

Dentro de un esquife el medidor de versos escanciaba. Guardaba cosas deli-cadas para las horas del ensueño. Su arrojo era como un fuste de columna. Esta-ba a resguardo de la escarcha y armaba su escapatoria con escalas en flor.

Él escandía acomodado en el hueco de la ventana y la forma se correspondíacon la de un armario que se aprisiona.

Para salir del estorbo de la noche se orientaba sobre los cangrejos y los hacíasangrar. Quitaba las escamas a los peces bajo el influjo de las ondinas. Jugaba aser timón inútil.

El medidor de versos tallaba el escabel con poco ruido y solaz.

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L

Cayó la ganzúa y la mascota aulló entre plañidera y mordaz. La reja no eragarante de paz. Quien husmeaba al amparo de las sombras parecía tener malolfato.

A hurtadillas arrebataban las yemas de la vid. Por ese camino el zumo nuncallegaría a las sedientas bocas.

Era necesario zurrar al malhechor. Cualquier postergación implicaría unadeformación del viejo sentido de la tolerancia.

Cayó de nuevo la ganzúa, pero esta vez dentro de un hoyo, junto con sumanipulador. Los majaron. Sobraron los cabestros para el atajo.

Después de tanto julepe el lagar alcanzó la emoción que embriaga.

70 Merced de umbral

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LI

Sobre la hoja de la espada la lagartija designaba un romance metálico a suconveniencia. Abajo en el cieno pegajoso, la aguardaba una piedra lisa, una pie-dra pizarrosa. Todos los charcos y los lodos y las aguas contenidas en vasijasesperaban el desenlace que, de cualquier modo, ocurriría.

Una primera lágrima vertida por la lagartija fue el indicio del inminentedesastre. De ahí pasó a un llanto incontenible y al derrumbe encima de la laja.La espada se volteó y la golpeó de plano.

La huella del cuerpo del reptil se solidificó en el légamo y pasaron los días ymuchos caminantes y la lagartija se hizo monumento.

72 Merced de umbral

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LII

Mísero mirar el del miope. Al considerar su onanismo hay que pensar encuánto lo apena. Un hijo no viene por redundancia.

Apenas olvidado por su ombligo, el miope se indigesta con los frutos delolivo y las raíces del olmo. Busca pendencias a cabalidad y a cabalidad recibeazotes y amonestaciones. (Por la prefectura atraviesan las querellas a lomo detortuga.)

No sé para qué se queja tanto de la miopía. ¿Acaso piensa encontrar un queru-bín en cada esquina o en cada bar?

Su destino procede de una ranura y si lo persigue el sabañón, ¡para que serasque y vea mejor será!

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Merced de umbralTexto y fotografías

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