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Texto Red Una caracterización de
las textualidades digitales
Máster Sociedad del Conocimiento y la Información
TFM - Cultura y Humanidades
Juan Miguel Lorite Fonta
Directora: Teresa Iribarren Donadeu
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
1
Texto Red Una caracterización de las textualidades digitales
Resumen
El texto fue el primero en migrar hacia el escenario digital a través de las líneas de código
y primitivas interfaces y, sin embargo, el enorme peso de su significación histórica y social
en el medio impreso –sumado a la incertidumbre sobre modelos de negocio y mone-
tarización en el escenario digital– provoca que las transmisiones textuales digitales se
perciban aún dependientes de las impresas, situándose en el camino hacia la digitalización
por detrás de lenguajes como el de la fotografía, el vídeo o la música, plenamente unidos
ya a este formato.
Este Trabajo Fin de Máster explora algunas de las formas en las que se han venido
caracterizando desde el ámbito académico las textualidades emergentes en Internet,
prestando especial atención a los trabajos de Adriaan van der Weel, Ted Nelson, Roger
Chartier o Daniel Cassany, entre otros. El objetivo es compilar y sintetizar las distintas
caracterizaciones para englobarlas bajo un nuevo término genérico que denomine y
distinga a los textos creados, producidos, distribuidos, almacenados y consumidos en
Internet: Texto Red.
Este es solo el primer objetivo del estudio: su propuesta final es que una clara
caracterización teórica y una variada exposición de casos, junto a una denominación
singular, faciliten la comprensión de las prácticas textuales emergentes en Internet en
aquellos agentes dedicados a la divulgación de conocimiento y construcción de cultura que
actualmente no tienen en cuenta el escenario digital como medio para la transmisión de
sus textos. En definitiva, el trabajo propone mostrar cómo cambian las características y
potencialidades del texto en su paso del medio impreso al digital.
La exposición final del caso Where is Shakespeare es un ejemplo práctico
desarrollado según las premisas de Texto Red.
Palabras clave Textualidad, Internet, cultura digital, hipertextualidad, lectura, interactividad, transmedia
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
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Índice
Introducción ............................................................................................................... 3
Objetivos y justificación .................................................................................. 6
Qué son los textos ...................................................................................................... 7
El medio digital: Internet ............................................................................................ 11
El renacimiento de la oralidad ........................................................................ 12
Hipertextualidad ........................................................................................... 14
Fragmentación ............................................................................................. 17
Convergencia Mediática ................................................................................. 19
Interactividad ............................................................................................... 21
Social ........................................................................................................... 23
Un caso particular: Where is Shakespeare ................................................................... 28
Conclusiones ............................................................................................................. 31
Bibliografía ................................................................................................................ 34
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
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Introducción
La segunda mitad del siglo XX marca el comienzo de un cambio de paradigma tecnológico
y social: el Informacionalismo. Este cambio tiene su base en la capacidad creciente de
procesamiento de la información gracias al uso de dispositivos microelectrónicos y ha
proporcionado los cimientos de un nuevo tipo de estructura social, la Sociedad Red. Esta
sociedad sustenta una nueva economía, mundializada, y que ha dado lugar a una empresa
definida como flexible, de alta operatividad, de configuración variable y con la inter-
conexión entre nodos como protagonista en lugar de la convencional comunicación
jerárquica vertical (Castells, 1997).
En este escenario cambiante, los movimientos globales e inmediatos de los flujos
económicos y la estructura en red de las comunicaciones definen, casi día a día, nuevos
ritos y usos sociales. Las empresas que han atesorado el control de la producción y
distribución de contenidos textuales con fines culturales –englobadas hasta finales del
pasado siglo casi únicamente en el sector editorial– están siendo también removidas por
profundos cambios. Estos afectan tanto a los agentes dedicados a la producción del texto
–modificando y desplazando a los ya existentes e incluyendo a otros nuevos–, como a la
propia actividad cultural, en progresiva adaptación a la mundialización económica, las
implicaciones instrumentales y legales del escenario digital y los cambios en los patrones
de consumo.
Si, como destaca Castells, lo que está siendo transformado es, sobre todo, la
capacidad de procesamiento, recombinación y distribución de la información, es lógico
pensar que la transmisión textual, tradicional vehículo en la comunicación y almace-
namiento de la información, se esté viendo también totalmente transformada por las
premisas informacionales y las necesidades de dicha Sociedad Red.
Precisamente, fue el texto el primero en entrar en el escenario digital a través de
las líneas de código y tempranas interfaces (Van der Weel, 2011) pero, de manera
paradójica, aquellos dedicados al arte, la literatura, el entretenimiento o la formación son
los últimos en hacerlo y los que más resistencias plantean aún a su presencia digital. Este
hecho no deja de ser cuestionador en tanto que, para el caso de la fotografía, el vídeo y la
música, el formato digital es ya la norma.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
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Es una certeza que la transformación de las transmisiones textuales hacia lo digital no
está siendo llevada a cabo por los agentes tradicionalmente relacionados con la
producción del texto impreso; en opinión de Brynjolfsson & Hitt (1998), una de las
razones que explicarían por qué las tecnologías de la información y la comunicación no
producen los resultados esperados en las industrias culturales y creativas sería que los
directivos predigitales incorporan nuevas herramientas manteniendo antiguos sistemas de
trabajo o, directamente, obvian las nuevas tecnologías hasta que son forzados al cambio.
Abundando en este hecho, en muchas de las comunicaciones y temáticas de los
congresos sectoriales de la industria cultural1, estas transformaciones son percibidas tanto
como amenazas como oportunidades; el ruido de la constante evolución de los dispo-
sitivos electrónicos de lectura, la pérdida de influencia de agentes vinculados al libro o la
lucha de cifras de ventas de libros impresos y electrónicos, entre muchas otras, ocultan
una transformación más profunda y paradigmática: la que tiene lugar con la eclosión de
todo un universo de nuevas textualidades, nacidas plenamente en la cultura digital,
generadas por y para los individuos de la Sociedad Informacional y que, sin embargo, las
empresas culturales parecen no comprender en todo su potencial.
El texto, vector de información, cultura y conocimiento, ha iniciado una etapa más
del viaje que le ha llevado, desde su expresión en los primeros gestos comunicados frente
al fuego, hasta su fragmentación en la lectura hiperexpandida, multimodal y amplificada
de las pantallas. En el mismo sentido, Cassany (2000, p. 1) escribe: «estamos asistiendo a
una enésima expansión de la capacidad comunicativa humana… la expansión del soporte
digital del lenguaje como complemento o sustituto del soporte analógico tradicional».
Pero el peso del libro/volumen en papel es aún enorme: su continuado uso en el
tiempo –del medio impreso y escrito– ha creado un imaginario respecto al acto lector y
respecto a la organización del texto que hace invisibles sus características tecnológicas,
acercándolo más a un tótem clausurado de significados y utilización2.
1 Como ejemplo, en el discurso del presidente de la Federación de Gremios de Editores de España en la
inauguración de Liber 2012, Daniel Fernández habla del peligro que la multiplicación de formas de lectura que propician las TIC se inserten en “una ruptura y discontinuidad con todo el legado cultural de nuestra historia”. Asimismo, se hace eco del error que supondría asociar la desaparición del editor como condición necesaria para el libre acceso a la cultura. [www.federacioneditores.org/0_Resources/Documentos/Discurso_ Liber2012.pdf]
2 Cassany (2000) explica como la escritura es percibida aún como el sustrato desde el cual se ha desarrollado nuestra civilización, a través de acontecimientos tan importantes como la expansión del comercio o la consolidación de la democracia, entre otros.
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Tanto es así que, hasta el momento, la puesta en escena digital del texto no ha podido
desprenderse aún del imaginario colectivo del medio impreso; si a esto sumamos una
incipiente alfabetización digital y una amalgama de intereses económicos y sectoriales
(Ruiz, 2014)3, resulta que las textualidades digitales pasan por ser percibidas todavía hoy
como la mera adaptación electrónica del libro impreso. Esto explicaría el uso en las
pantallas de la alegoría del formato de la página (y la doble página), de la imitación como
efecto visual del paso de las mismas, de la estructura enunciativa del texto impreso y sus
ritos lectores –enriquecidos, en su caso, con algún elemento de ayuda a la búsqueda o
detalles de interactividad–. También la presentación en formato PDF o documentos de
maquetación fija acordes a la del documento impreso para una tortuosa lectura digital en
pantallas de pequeño y medio formato, como las de los teléfonos inteligentes y tabletas.
Lorenzo Soccavo (2013) habla en este sentido que vivimos actualmente en la era de los
incunables electrónicos, aquella en la que los textos digitales aún utilizan los códigos de la
edición impresa.
Por esta razón, es importante para los fines de este estudio mostrar claramente que
el libro es una más entre las posibles materialidades del texto y no la única forma ni el
final clausurado de la evolución de la transmisión textual. Nos apoyamos en este punto en
los textos de Adriaan Weel (2011) en los que hace una clara distinción entre el artefacto
lector y el texto que ha ido residiendo en distintos medios: escrito, impreso, digital, a los
que podemos sumar las prácticas orales de transmisión de cultura y conocimiento como
plenamente textuales.
Las exigencias del aprendizaje, la gestión cultural, el arte, la comunicación y la
ciencia en la sociedad del conocimiento reclaman una articulación distinta a la obtenida en
la cultura del impreso4 y más allá del libro (impreso y electrónico, soporte y contenido);
nuevas puestas en escena del texto, nuevos canales y soportes que respondan de mejor
manera a los ritos lectores emergentes, imbricados totalmente en el uso de los disposi-
tivos microelectrónicos.
3 Bernat Ruiz habla de cómo el sector editorial español padece una crisis que va más allá de la económica de 2008: la baja demanda propició una baja rentabilidad por ejemplar que la burbuja de la sobreoferta, sobrevenida en el intento de paliar aquella situación, no sólo no ha dado respuesta sino que, incluso, amenaza con destruir parte del tejido empresarial asociado al libro.
4 El objeto tradicional del modelo de negocio de las empresas editoriales pasaba por la explotación económica de los derechos de autor de un texto, en la escasez de contenidos y en la unidad del libro como contenido y soporte en un bien cultural tangible. Todo ello engranado en una cadena de producción, distribución y comercialización que conformaba la cultura del impreso y que choca o se va a ver desplazada en la economía del conocimiento.
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Con este punto de partida, el estudio explora algunas de las formas en las que, desde el
ámbito académico, se han venido caracterizando las textualidades emergentes en
Internet, especialmente aquellas con el objetivo de servir de vehículo directo a la transmi-
sión de conocimiento y cultura; no se tratarán, por ello, los textos utilizados en los
lenguajes de programación o los que subyacen en las interfaces.
Para desarrollar esta idea, intentaremos primeramente definir el concepto general
de texto, analizar los aspectos específicos del medio Internet para, más tarde, descubrir
cómo han sido caracterizadas las textualidades digitales, diferenciándolas claramente de
los textos de la cultura del impreso. Encontrada esa caracterización global la denomi-
naremos con el término genérico de «Texto Red», en un deseo de nombrar al nuevo
estado del texto que demanda y produce la Sociedad Informacional, la denominada por
Castells (1997) Sociedad Red. Por último, se mostrará el caso Where is Shakespeare como
una propuesta basada en la transmisión textual en Internet y atendiendo a Texto Red.
Aunque el ámbito geográfico del Trabajo es internacional, se centra en estudios
académicos sobre la caracterización de los textos en Internet, sobre todo, aquellos objetos
textuales online, en abierto, en el marco lingüístico de los idiomas inglés y español y que,
creemos, mejor reflejan el punto de inflexión con respecto al texto del impreso.
Objetivos y justificación
Este objetivo, el de fijar una caracterización que represente la peculiaridad de la
textualidad en relación con el medio digital y en red que es Internet, quiere contribuir a la
Sociedad del Conocimiento, no solo por su mayor o menor valor de análisis al corpus
académico sobre las nuevas textualidades sino, sobre todo, por intentar reflejar el
momento fundacional que vive en estos momentos ese vehículo milenario de conocimiento
y cultura, el texto, y que según nuestra premisa, se aleja inexorablemente de las prácticas
de producción del concepto libro –como soporte y como contenido– hacia otros ámbitos,
otras prácticas de producción y otros hábitos lectores.
Se quiere propiciar una reflexión del rol de los textos como andamiaje básico de la
transmisión de conocimiento y la construcción de cultura en la era digital. Asimismo, al
encontrarnos tan cerca en el tiempo de los procesos de innovación y experimentación en
torno a las textualidades digitales, vemos la necesidad de añadir material de debate sobre
las demandas de la puesta en escena digital de los textos por parte de la Sociedad Red.
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Con estas premisas, el Trabajo Fin de Máster se enmarca en el ámbito de los estudios
sobre la sociedad de la información, en concreto, en el de las textualidades digitales. Por
ello, en su metodología se ha realizado una búsqueda de estudios académicos
relacionados con la caracterización de los textos en Internet, dedicando especial atención
a los trabajos de Adriaan van der Weel, Ted Nelson, Roger Chartier o Daniel Cassany,
entre otros. Del mismo modo, se han explorado casos que pudieran ser representativos de
las textualidades digitales en Internet.
Se recopilarán dichos recursos a través de búsquedas en bases de datos como
Scopus, Google Scholar y Web of Sciencie, haciendo utilización de herramientas como
Scientific Web Plus para hallar los autores y publicaciones más relevantes y de mayor
calidad sobre el objeto de la investigación y sus categorías más importantes.
Esto va a permitir encontrar aquellas experiencias y teorías en sintonía o relevantes
para la investigación que puedan, o bien aportar nuevos enfoques, bien servir de
confirmación a la hipótesis contemplada. Observar como el escenario digital ha condi-
cionado los ámbitos donde residían los textos nos ayudará para la definición de los nuevos
textos en su «estado» Red. Todas las búsquedas, su archivo, registro y resúmenes serán
gestionadas con la aplicación web y de escritorio Mendeley.
Qué son los textos
Antes de comenzar a definir la transmisión textual digital, vemos necesario partir de la
definición del concepto texto, identificado a menudo únicamente con su transmisión en los
medios escrito e impreso; esta definición procurará los conceptos claves que van a
posibilitar entender la transmisión digital como algo específico y diferenciado ya del resto
de medios. No es una tarea trivial; Francisco Chico Rico (1988, 17) sintetiza toda una serie
de definiciones y esboza una de manera exhaustiva e integradora:
Unidad mínima de comunicación y núcleo y eje del hecho comunicativo,
hecho que, conteniendo todos los componentes que permiten y explican el
proceso de la comunicación lingüística, incluye a) el texto propiamente dicho,
[…] b) el contexto comunicativo general, en el que se sitúan el productor y el
receptor, con sus respectivos contextos; c) los mundos posibles o realidades
referenciales, que sirven de base semántico-extensional para la construcción
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tanto en la dirección de síntesis o producción como en la dirección de análisis
o recepción de la estructura de conjunto referencial del texto; d) el universo
cultural o realidad general en la que se insertan históricamente dichos
componentes […] e) el código y f) el canal de la comunicación.
En Introducción a la lingüística del texto (1997), Beaugrande y Dressler añaden diez
criterios que explican la especificidad del texto: cohesión, coherencia, intencionalidad,
aceptabilidad, situacionalidad, intertextualidad, informatividad, eficacia, efectividad y
adecuación de una expresión lingüística.
Para la edición vigésimo segunda del diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española (2015), en su primera acepción, texto es un «enunciado o conjunto coherente
de enunciados orales o escritos».
En estas propuestas de definición, queremos resaltar dos aspectos: el primero, que
en ninguna de ellas se identifican las señas de identidad del texto únicamente con la
transmisión textual a través del medio impreso, algo que nos hará más fácil explicar qué
aspectos y posibilidades cambian en el paso del texto impreso al texto digital en Internet;
la segunda, la inclusión del ámbito oral; de hecho, en la transmisión, recopilación y
almacenamiento de la información y las narraciones, la tradición oral ocupó un papel vital
(más longevo aún que ningún otro medio). El medio oral continuó en el sustrato de la
escritura muy avanzada su historia5. En el camino hacia el medio escrito y, más tarde, al
impreso, se relegaron no pocas potencialidades del texto: la capacidad de abstracción y
maleabilidad, la posibilidad de traducción inmediata o la adaptación a la formación, tiempo
y demandas del lector –oyente–. El texto en el medio oral podía plegarse ocultando o
abundando en detalles e información. El desplazamiento de las capacidades de
interacción, adaptación al lector y actualización que poseía el medio oral fue el precio a
pagar por el uso de los medios escrito e impreso. Como podremos ver más adelante en
este trabajo, las premisas tecnológicas del escenario digital proveerán de nuevo algunos
recursos de la oralidad que se vieron desplazados con la cultura del escrito.
5 En Una historia de la Lectura, de Alberto Manguel (2003), hay una anécdota muy interesante que refleja las
resitencias que la oralidad seguía presentando al medio escrito mediado el siglo XVIII: la aparición de un invento como la lámpara Argand que trajo una iluminación limpia y potente a las anteriormente mal iluminadas habitaciones, provocó reacciones de rechazo que esgrimían que dicho invento había acabado con las tertulias de sobremesa de la cena en favor de la lectura íntima en las habitaciones. La cercanía con ciertos discursos distópicos en torno a los practicas textuales digitales es muy sugerente.
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En cuanto al enunciado escrito, no fue siempre como lo entendemos actualmente. En
Occidente, en los siglos posteriores a la aparición de la escritura (en torno al VIII a.C.), el
texto escrito se hallaba supeditado a la palabra, siendo los «oyentes» el destinatario final.
Su disposición gráfica era la de scriptio continua, es decir, una disposición sin espacios
entre palabras y que hacía necesaria su vocalización para desentrañar el sentido de la
lectura (Lorite Fonta, 2008). El novus liber –volumen latino o rollo– que los romanos
hicieron evolucionar desde antecedentes griegos, mostraba ya una incipiente
compaginación del texto pero su objeto seguía siendo el de producir sonido –el de la
palabra– y no el de representarlo. En estos casos, la transmisión textual no era
inequívoca, al poder diferir la integridad de lo escrito según la interpretación del lector o
lectores que le «dieran voz».
En un proceso de interacción mutua, la evolución de los soportes han propiciado
nuevos contenidos textuales y estos, a su vez, nuevas prácticas lectoras; y viceversa.
Cuando en el siglo II d.C. aparece el códice, un libro de páginas muy parecido a nuestro
libro actual, las capacidades de almacenamiento del texto aumentan considerablemente,
así como se ven reducidos su peso y tamaño. La lectura, por tanto, se hace más
autónoma, portable, pudiendo emplear el lector solo una mano y, lo que es más
importante en nuestra definición del texto del impreso, consigue la percepción de una
obra unitaria, integral, con todos los textos reunidos donde antes (en el rollo) se producía
una fragmentación incómoda y, en la mayoría de las veces, arbitraria.
En el ámbito discursivo, la transmisión textual del medio escrito se caracteriza,
además de por esa percepción de obra cerrada, por su linealidad, que recorre un único
itinerario (Cassany, 2000) y, por tanto, con una significación más acotada que las que,
como veremos, proporcionarán las obras digitales de múltiples itinerarios.
La configuración formal y discursiva del texto se va a ir moldeando en relación a
las necesidades lectoras de la sociedad del momento: los monjes benedictinos, sobre el
siglo XII, innovarán con el uso de abreviaturas, mayúsculas y con el añadido de signos de
puntuación; darán al escrito sus primeras funcionalidades intratextuales al realizar anota-
ciones al margen del bloque escrito para indicar posiciones exactas dentro de la obra, así
como el empleo de índices.
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Todas estas innovaciones, ocultas hoy día en la «caja negra»6 de la tecnología del escrito
y el impreso (Domènech Argemí & y Tirado Serrano, 2013), supusieron un salto cualitativo
y cuantitativo en cuanto a transmisión del conocimiento e información.
Las nuevas tecnologías de impresión del siglo XIII cristalizan en la aparición del libro
moderno: el artefacto lector aprovecha el abaratamiento que supuso el uso del papel con
respecto al pergamino7 y los avances continuos en las máquinas de rodillos impresores
que desembocaron en la imprenta de Gutenberg (siglo XV). Su primera y más disruptiva
consecuencia fue la posibilidad de realizar miles de copias a un coste muy reducido en
comparación con la tecnología copista del escrito. La segunda fue que la transmisión
textual del impreso podía distribuirse a amplios sectores de la población (Nistal, 2009). Sin
duda, la imprenta de Gutenberg supuso tal revolución técnica y social que, aún hoy, en
plena era informacional, no somos conscientes que nos sirven eficazmente artefactos y
tecnología creados hace medio milenio8 (Satué, 2005).
El texto fijado en el libro es una obra redonda, cerrada, preservada de alteraciones
e interpretaciones y donde contenido y soporte componen un todo indisociable. Con el
libro se produce el paso de una lectura oralizada y comunitaria a una lectura silenciosa,
rápida e individual; el texto impreso suma a su función como conservador de la memoria
la de ser instrumento de labor intelectual. Veremos como cambia todo esto en el paso de
las transmisiones textuales al escenario digital.
6 M. Domènech y F. Javier Tirado. La teoría del actor-‐red: «La expresión caja negra proviene de la cibernética.
Los cibernéticos la usan cuando una parte de un artefacto, proceso o conjunto de órdenes es demasiado complicada para estar siempre mencionándola o haciendo referencia a ella. En su lugar, dibujan una cajita, acerca de la cual no necesitan conocer más que las entradas (inputs) y salidas (outputs); es decir, cuándo usarla o aplicarla y qué efecto provoca» (p. 12).
7 Sin embargo, en lo que ha sido una constante a través de los medios textuales, cada paso evolutivo ha aportado soportes menos duraderos. El pergamino es más duradero que el papel, el papel es más longevo que el archivo magnético informático, tal como lo fue también el papiro con respecto al pergamino.
8 Como pone de ejemplo Enric Satué en su Discurso de ingreso a la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi, seguimos usando para la maquetación de textos impresos, y sin cambios formales de relevancia, la familia tipográfica Garamond, grabada en 1550.
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El medio digital: Internet
Sin dejar de entender, tal como apunta Weel (2011), que el texto va a ser fruto de la
interacción de los usos y expectativas sociales además de los desarrollos e invenciones
tecnológicas, podemos observar sin embargo que una aproximación a la caracterización de
los textos nos sitúa ante la evolución de sus medios y soportes. Cuando Roger Chartier
(Chartier, 2006) habla de la materialidad del texto del impreso, habla sobre todo de cómo
este es definido por las características tanto del soporte papel como de las intervenciones
de tipógrafos, componedores, maquetadores, correctores, editores, encuadernadores, etc.
Parecería así que el texto ha ido definiéndose en base a las capacidades y límites de su
soporte. Como ejemplo, los lectores predigitales argumentan en su predilección por el
papel impreso el valor de la concentración, la percepción sensorial del olor y el tacto y la
belleza material, cualidades cognitivas que se imbrican con las físicas y que, como vemos,
definen medios pero también lecturas y textos.
En este mismo sentido apunta Castells (1997) cuando habla sobre como el medio
ha devenido en protagonista del mensaje en los procesos de comunicación de la Era de la
Información; para nuestro objeto de estudio, viene a descubrirnos como los recursos y
funcionalidades del medio Internet va a condicionar la transmisión textual; Jean
Baudrillard (1983) ya había adelantado, sin referirse a la Red pero vislumbrando un hori-
zonte próximo de cambios, como el mensaje va a desaparecer por la acción de un medio
que se impone en su mismo funcionamiento de transmisión.
Por todo ello, podríamos argumentar que los textos de la cultura digital en la Red
(online y en abierto) van a definirse también sobre los aspectos que conforman el ecosis-
tema de Internet, de sus potencialidades, sus límites, creadores y usuarios.
En ese sentido, Gillem Bou (1997) habla sobre como se articulan los textos en el
escenario de Internet, en relación al guión multimedia: poliédricos, expandidos,
fragmentados, hipertextuales, ubicuos y participativos. Por otro lado, Weel (2011)
disecciona el docuverso de Ted Nelson como convergente, de naturaleza electrónica,
conectado, maleable, inteligente e independiente del dispositivo.
Weel repara también en una constante del medio digital que suele pasarse por alto:
la dependencia de una fuente eléctrica de energía y, sobre todo, la dependencia de
software y hardware que hacen al texto inescrutable por primera vez en su historia. En
ese sentido, podríamos decir que su carácter informacional es intrínseco a su identidad.
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En el IV Congreso de la CiberSociedad (2009), dedicado a la crisis analógica y al futuro
digital, se llegó a la conclusión que los aspectos específicos del texto digital frente al
impreso eran los de hipertextualidad, multilinealidad, multimedialidad, interactividad y
virtualidad.
Con estos precedentes, vamos a explorar aquellos aspectos que mejor definen
Internet como soporte para caracterizar a las transmisiones textuales en este medio.
El renacimiento de la oralidad
Hemos visto en el apartado que se preguntaba por la identidad de los textos que, durante
mucho tiempo, el medio escrito tuvo como fin producir sonido y no representarlo gráfica-
mente; Marshall McLuhan (1962), en su Galaxia Gutenberg, habla sobre los cambios que
provocó en la sociedad occidental el uso del texto impreso como fijador del alfabeto
fonético: sobre todo, la preponderancia del sentido visual sobre la primitiva interacción
multisensorial que, según él, devino en la marginación del pensamiento holístico y
simultáneo en aras de una concepción lineal y lógica de la realidad. Cassany (2000, 1) va
más lejos y propone al lenguaje verbal, y no al texto, como elemento transversal a los
distintos medios que han ido expandiendo las capacidades comunicativas de la huma-
nidad. Así, describe un camino desde los soportes analógicos tradicionales «(sonidos,
ondas hercianas, papel, libros, etc.)» hasta el soporte digital del lenguaje «(compu-
tadoras, pantallas, teclados Internet, etc.)». Es un enfoque muy enriquecedor para
nuestro fin dado que, aunque hemos distinguido a los textos dentro del campo del
lenguaje por su carácter de enunciado o conjunto de enunciados coherentes, el escenario
digital va a recuperar, con sus capacidades de interacción, recursos y usos del lenguaje
verbal y el medio oral.
Un ejemplo de ello lo proporciona Daniel Escandell (2014, 38) en relación a la
microliteratura generada en la plataforma Twitter, reflejando como se acerca el flujo
comunicativo de la red social de nanoblogueo a una conversación global y continua:
Twitter es una conversación en marcha, no un blog o un corcho virtual en el
que los mensajes perduran [...]. Con una vida media tan restringida el tuit se
aproxima a la volatilidad de la comunicación oral: estas palabras no llega a
llevárselas el viento, pero sí pueden ser vistas como gotas que pronto se
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
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sumarán a un mar de datos difícilmente rastreable, ya que el volumen de
mensajes generado diariamente dificulta la obtención de los resultados
deseados en los diferentes motores de búsqueda a los que se pueda recurrir.
[…] La concepción temporal base de esta red socioinformacional es el
presente absoluto o casi absoluto, lo que no hace sino reforzar ese carácter
conversacional.
Existe toda una suerte de trabajos textuales que se apoyan precisamente en Twitter para
su desarrollo y que ejemplifican este carácter oral de las textualidades digitales: como la
adaptación del clásico Lazarillo de Tormes por alumnos de la ESO9 donde Lázaro y el ciego
intercambian sus vivencias a través de tuits. En otro caso, el periodista Carlos Hernández
pone al protagonista de su novela histórica Los últimos españoles de Mauthausen, Antonio
Hernández, a tuitear sus experiencias en el campo de concentración nazi10, compartiendo
durante tres meses datos e imágenes reales, material fruto de su documentación sobre el
tema.
En ambos casos, a la historia de base se suman las decenas de tuits, retuits y
comentarios de otros usuarios de Twitter aunque no contribuyan con tanto protagonismo
a la construcción de la conversación como en el caso de Manolo, el CM despedido por
Ballantine’s11 (Brui, 2015): el 4 de mayo de 2015 se convirtió en Trending Topic el hashtag
#BoicotABallantines; el hilo de los acontecimientos reproducía una salida de tono del
administrador de la cuenta de Twitter de la marca de whisky sobre el resultado de un
evento deportivo; dicha falta fue respondida con virulencia en las redes y contestada con
chulería por el administrador al que, poco después, Ballantine’s comunicaba oficial y
públicamente su despido. En ese momento, se produjo una división entre los numerosos
seguidores que aplaudían la decisión, los que la repudiaban y la participación en la Red de
otras marcas de bebidas alcohólicas que tomaban posiciones en la crisis de reputación
marcaria. Finalmente, se descubre que todo se trataba de un fingido conflicto entre la
marca y su administrador en las redes –Manolo– que acabó apareciendo en varios vídeos
del canal de la marca en Youtube completando y dando sentido humorístico a los sucesos.
9 https://storify.com/Lazarilloiescmc/lazarillo-‐de-‐tormes 10 https://twitter.com/deportado4443 11 https://marketodromo.wordpress.com/2015/05/05/goleada-‐de-‐manolo-‐el-‐cm-‐despedido-‐por-‐
ballantines/
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Ballantine’s consiguió su objetivo de notoriedad –600 seguidores nuevos en esas horas–
demostrando que le fue fácil generar, con tan sólo unos tuits, toda una serie de historias
cruzadas a través del flujo de opiniones de los seguidores; un ejemplo de cómo las
intervenciones de los usuarios construyeron otro texto para el resto.
Antonio Hernández tuitea desde Mauthausen.
Otro caso donde las propiedades orales de los diálogos se pone de manifiesto, añadiendo
además un fuerte componente emocional fue la obra de Rob Bevan y Tim Wright, Online
Caroline12; en ella, se ve creando una relación con el personaje de Caroline en base a la
lectura y la implicación del lector en los hilos de sus mensajes de correo y las mani-
festaciones personales vertidas en su página web.
Hipertextualidad
Aunque disponemos de dispositivos electrónicos que almacenan objetos textuales que no
necesitan de la conexión a la Red para su lectura, en el camino de transformación de las
letras impresas a los bits, el cambio más significativo ha sido el de la posibilidad de
disponer de textos conectados, accesibles mediante un sinfín de fórmulas y conexiones.
12 http://www.onlinecaroline.com
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Años antes de la irrupción de Internet, este concepto de elementos textuales fragmen-
tados dotados de significado (lexías) y enlazados entre sí ya había sido propuesto de
manera teórica, en una búsqueda por ampliar las funcionalidades intra e intertextuales
que, de alguna manera, posibilitaba el medio impreso. Sin nombrar la palabra hipertexto,
Vannevar Bush (1945) ya especulaba con máquinas que permitieran enlazar elementos
automáticamente y de manera inmediata respondiendo a los requerimientos del lector.
Años después, Theodor H. Nelson (1981) definía hipertexto cuando ya llevaba tiempo
trabajando en el proyecto Xanadú, en un intento de albergar todos los textos producidos
hasta el momento conectados entre ellos.
Han sido varios los autores que han desarrollado ficciones hipertextuales, hiper-
ficciones, aprovechando las posibilidades de Internet de crear narraciones alejadas de la
secuencialidad; los primeros lo hicieron al margen de la web, con software dedicado a la
creación y gestión independiente de hipertextos13 (Lamarca Lapuente, 2013): Afternoon, a
story14 de Michael Joyce, Victory Garden15 de Stuart Moulthrop y Marble Springs16 de
Deena Larsen son ejemplos de referencia de ese primer momento de experimentación
hipertextual. Ya en tiempo de la World Wide Web, encontramos Tierra de Extracción17 de
Doménico Chiappe y Andreas Meier, una obra de creación multidisciplinar donde música y
texto se combinan en una experiencia multimedia y en la que el lector decide eligiendo
palabras el paso a uno u otro de los 63 capítulos conectados. Chiappe describía en una
entrevista a Ciberia Project, acerca de su proyecto Hotel Minotauro18, como debía el autor
enfrentarse al carácter hipertextual de este tipo de obras (Goicoechea, 2015):
Creo que el autor debe ofrecer siempre dos niveles de lectura. Uno,
horizontal, como la superficie del mar, en donde el lector nada de un
extremo a otro. El otro, vertical, que se ofrece para el lector que quiera
sumergirse y ver lo que hay bajo ese manto inicial. El primero se recorre de
un extremo a otro (puede imponerse la linealidad sugerida por el autor) y
ofrece una historia completa, en la que puede profundizar en una segunda
lectura si se acepta el riesgo de bucear.
13 Alguno de estos sistemas de creación y gestión independiente de hipertextos fueron Hypermedia, Hypercard y Storyspace.
14 http://www.eastgate.com/catalog/Afternoon.htm 15 http://www.eastgate.com/catalog/VictoryGarden.html 16 http://www.eastgate.com/catalog/MarbleSprings.html 17 http://collection.eliterature.org/2/works/chiappe__tierra_de_extraccion.html 18 http://www.domenicochiappe.com/minot_EN/index.html
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
16
Hotel Minotauro de Doménico Chiappe.
Para Antonio Rodríguez de las Heras (2006), el hipertexto no es sólo la capacidad
conectiva entre estos textos independientes y fragmentados, sino una tercera dimensión
del texto; habla del paso de la única dimensión del texto oral a las dos del texto fijado
sobre el plano del papel; la tercera dimensión, el hipertexto, resultaría del plegado de éste
sobre los vértices de un poliedro virtual que provee de una lectura sin solución de
continuidad por todas y cada una de las caras del mismo y a voluntad del internauta. Así,
su obra Los estilitas de la sociedad tecnológica19 juega con esta metáfora del texto
plegado, en cuanto que los caminos múltiples que plantea se expanden en la profundidad
de la pantalla para acabar cerrándose sobre un mismo punto, el de partida.
Existen otros casos donde la articulación hipertextual viene en ayuda de estructuras
de textos que fueron creados para el medio impreso pero anticipaban una ruptura con la
linealidad de la narración y la secuencialidad del argumento; es el caso de Finnegans
Wake, de James Joice, para el que la universidad canadiense Trent aloja un proyecto web,
Finnegans Web 20 , que pone en escena el texto de Joyce a través de conexiones
hipertextuales que permiten un proceso de lectura más cercano a la experiencia mental
que Joyce emplearía en su conceptualización.
19 http://www.ardelash.es/EsplendorEscritura/estilitas.html 20 http://www.trentu.ca/faculty/jjoyce
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
17
Finnegans Wake.
Fragmentación
En una entrevista para el Mercurio de Chile (Swinburn, 2008), Roger Chartier explicaba así
el carácter fragmentado de la textualidad digital:
Lo que puede aumentar este sentimiento de la pérdida del gusto o la
paciencia para libros como los de Proust o Tolstoi es la nueva práctica de
lectura que sugiere o impone la textualidad. Es una lectura fragmentada,
discontinua, segmentada, que se atañe a extractos breves, datos desvin-
culados, extractos decontextualizados. Ello puede poner en tela de juicio no
solamente las largas novelas de los siglos XVIII y XIX, sino también la
percepción de todas las obras como discursos que tienen coherencia e
identidad.
A lo largo de 2014 y 2015, se vienen desarrollando una serie de herramientas y aplica-
ciones que permiten leer y producir unos objetos textuales basados en la fragmentación
de la información a través de fichas preparadas para la interacción, que demandan ser
compartidas y pueden visualizarse en cualquier tipo de pantalla. Todas ellas disponen de
una interfaz táctil y tienen una cuidada presentación que une texto e imagen.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
18
Notegraphy21, la primera, se basa en dar forma a los breves mensajes que se comparten
en Internet a partir de colecciones predeterminadas de estilos, ofreciendo estadísticas de
lectura de las mismas. Citia22 avanza más en la idea de una lectura extensiva en torno a
decenas de tarjetas de distintos ámbitos profesionales o emocionales; pero es Zindr23 –en
versión beta– la que ofrece unas posibilidades de lectura y experiencia de usuario más
adaptadas a las pantallas de los teléfonos inteligentes y tabletas, añadiendo un motor de
inteligencia artificial que analiza qué tarjetas son leídas y cuáles rechazadas, con lo que el
sistema va afinando las lecturas que ofrece acorde a los intereses capturados en la
experiencia continuada de uso.
Asunto: Hola24, del colectivo Young-Hae Chang Heavy Industries, es un intere-
santísimo ejemplo que, con un enfoque distinto al de las tarjetas, juega también con la
idea de unos textos fragmentados, con un tratamiento tipográfico y un acompañamiento
sonoro muy potentes, que provocan una alta atención lectora.
Capturas de pantallas de ASUNTO_HOLA de Young-Hae Chang Heavy Industries.
21 https://notegraphy.com/ 22 https://citia.com/content/title/citia 23 https://medium.com/@betobetico/the-‐two-‐tap-‐rule-‐185c63e328d1 24 http://www.yhchang.com/ASUNTO_HOLA.html
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
19
Convergencia Mediática
Internet permite la articulación de y entre textos, imágenes y sonidos, siendo por tanto
soporte de la mirada, la escucha, la lectura y la escritura, algo desconocido hasta ahora.
Como observa John Tolva (1995), uno de los focos de investigación más interesantes
sobre las textualidades electrónicas es que en ellas se borran las distinciones entre
elementos verbales y no verbales entre los que incluye la técnica hipertextual de simulta-
neidad y espacialidad, característica que asocia a las artes visuales.
La hibridación entre texto e imagen no es casual en un medio que se ha venido
sirviendo del aspecto visual de manera exponencial. Internet posibilita la publicación
inmediata de imágenes en servidores remotos, etiquetables mediante palabras25 y de
acceso universal para todos sus usuarios. Si a esto se une la altísima penetración de los
dispositivos móviles inteligentes –en dos años, la tasa de penetración de los smartphones
en España ha pasado del 63 al 81% de los teléfonos móviles (Fundación Telefónica,
2015)– se obtiene un ingente caudal de imágenes (estáticas y en movimiento). La
transmisión textual en la Red viaja hacia los valores visuales de la imagen pues la
tecnología informacional posibilita traer a la mano aquello que en el medio impreso
necesitaba ser representado con el signo26.
Emoji Dick27 es una obra que muestra esta idea: se trata de una traducción de la
novela de Herman Melville, Moby Dick, realizada por Fred Benenson. Pero no realiza una
traducción entre diferentes idiomas sino que ha transcrito el lenguaje textual en su
representación por emoticonos, concretamente del estilo emoji, un lenguaje gráfico a
medio camino entre el texto y el icono utilizado asiduamente en foros, mensajes
instantáneos y chats de los teléfonos inteligentes.
La hibidración que se exhibe en las pantallas de la Red no responde sólo a distintos
lenguajes y sistemas; también se entrecruzan y se presentan en un mismo plano distintos
géneros discursivos y de distintos ámbitos y contextos (por ejemplo, cuando mensajes de
ámbito privado comparten pantalla con imágenes de uso público y publicidad contextual).
25 Es destacable el papel protagonista de la palabra en la necesaria clasificación por etiquetas de la imagen
digital. Este sistema de etiquetado, en su mayoría, no tiene un carácter taxonómico sino que está abierto a cualquier categoría que aporte el usuario y, por ello, potencialmente infinito.
26 Clay Shirky, profesor de la Universidad de Nueva York, lo comenta así: «La ficción de largo formato sufrirá (viene sufriendo desde la aparición de la radio), mientras que todas las formas numéricas, gráficas, de mostrar el saber vivirán una edad de oro».
27 http://www.emojidick.com/
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
20
Si el escrito trajo consigo el género epistolar, académico, científico, etc., el texto digital se
desenvuelve en un mar de géneros de reciente creación (email, chats, tuits, posts…) que
acaban recombinándose, mezclando dinámicas de uso y compartiendo funcionalidades en
cada una de las nuevas plataformas y herramientas online, complementos de las redes
sociales y aplicaciones web.
La convergencia mediática que el medio digital facilita ha provocado que las textualidades
digitales formen parte de una forma narrativa que, como explica Carlos A. Scolari (2013,
24), es trasversal a «distintos sistemas de significación (verbal, icónico, audiovisual,
interactivo) y medios (cine, comic, televisión, videojuegos, teatro, etc.)»: las narrativas
transmedia. En la producción de estos textos en Internet, han entrado de lleno los
antiguos consumidores, tomando los personajes e historias con los que conectaban y
creando nuevos repertorios y situaciones en la Red; convertidos en prosumidores, van a
desarrollar narraciones que expanden las historias originales en las que se basan.
Uno de los mejores ejemplos de las textualidades en el ámbito de las narrativas
transmedia es el fenómeno fanfiction en la Red: los relatos creados por los fans de una
obra literaria, película, serie, etc. Para ilustrarlo, el caso de los seguidores de una saga
como la de Harry Potter que despliegan en sitios como Mugglespace, Mugglenet o el
propiamente llamado FanFiction28 cientos de miles de relatos que amplían, complementan
y llevan la historia del aprendiz de brujo más allá del universo del libro.
28 https://www.fanfiction.net/book/Harry-‐Potter/
Un aspecto de la traducción de Moby Dick en «caracteres» emoji, Emojidick.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
21
Textos creados por seguidores de Harry Potter en FanFiction.
Interactividad
Con las capacidades interactivas del medio digital, cada vez nos acercamos más a la idea
de texto escribible de Roland Barthes; es decir, un texto que ya no restringe la libertad
interpretativa del lector con secuencias temporales lineales, clausuradas y con un detalle
exhaustivo e inequívoco de los acontecimientos; un texto que se abre por tanto a
múltiples significaciones a través de ficciones interactivas que participan en muchos casos
del lenguaje del juego electrónico y que proponen nuevos caminos de autoría compartida,
historias no escritas que se desarrollan según la interacción del lector-autor o narraciones
autogeneradoras de contenido convertidas en intervenciones colectivas. En palabras de
Xavier Berenguer (2004):
Se trata de una renovación de estructura, mucho más que de procedimiento,
en la cual se cimiente el discurso multilineal, en lugar de secuencial, y las
historias no tengan necesariamente ni principio ni fin, lo que supone narrar
entornos, antes que historias, y pautas de comportamientos, antes que
conductas concretas.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
22
Superado el carácter de estructura cerrada del enunciado del impreso, se coloca ahora el
lector como coautor, actor y protagonista del campo abierto de acontecimientos que
propician las pantallas. Este «actuar como coautor» no se ejemplifica sólo en las
narraciones que explícitamente demandan al lector el control del argumento, sino que
ocurre desde el momento en que, a través de búsquedas activas, filtros y contextos de
lectura y consulta, el lector hace aparecer unos textos u otros ante sí. A esto se suma la
actualización constante y el glosar continuo de los textos a través de la discusión y los
añadidos de los lectores. La experiencia que se brinda se situaría a medio camino del eje
que va de la experiencia vicaria29 del lector del impreso a la experiencia inmersiva del
jugador del vídeo-juego.
Espen Aarseth (1997) ha calificado como literatura ergódica a este tipo de obra
literaria donde el lector debe realizar acciones sobre el texto, interactuar, para recorrerlo:
En la literatura ergódica se requiere un esfuerzo no trivial del lector para
recorrer el texto. […] Cuando alguien lee un cibertexto es consciente
constantemente de estrategias y trayectorias no tomadas, de voces no oídas.
Cada decisión hará algunas partes del texto más accesibles, o menos, y
nunca se sabe el resultado exacto de esas decisiones, lo que uno se ha
perdido […] El lector de cibertextos (a diferencia del de literatura normal, un
simple espectador, un voyeur) es un jugador, un apostador, que puede
explorar, perderse o descubrir sendas secretas.
Un ejemplo español de este tipo de literatura es Gabriella infinita30 de Jaime Alejandro
Rodríaguez Ruiz; la novela se articula hipertextualmente, reclamando del lector la elección
de los distintos enlaces que le llevará al texto. El camino ya recorrido es mostrado por el
distinto color del enlace; al mismo tiempo, puede utilizarse las entradas de un menú
contextual al trayecto escogido. El resto de caminos que no han sido explorados comple-
mentar o presentar una alternativa a la historia. El propio autor incluye metareferencias a
esta forma de transmitir una historia en espacios textuales de la misma obra, pregun-
tándose por la autoridad del autor, explicando la estructura laberíntica de las narraciones
o el papel del lector como creador de la salida de los personajes.
29 La experiencia vicaria de la lectura hace referencia a las emociones vividas en primera persona a través de
las experiencias relatadas por otras. 30 http://www.javeriana.edu.co/gabriella_infinita/principal.htm
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
23
Gabriella infinita.
Otros trabajos aprovechan formatos típicos de la Red para enunciar otro género de texto
en busca de la interacción con el internauta: obras como la de Christophe Bruno, The
Google Adwords Happening31, en la que se expresan poemas aprovechando el formato de
los anuncios del buscador de Google, pudiendo por ello analizar la valoración económica
generada por los clicks del usuario y ponerla en relación con sus posibles valores
semánticos.
Esta relación tan estrecha en la interacción entre lector-usuario y texto demanda no
sólo una actitud lectora comprometida y unas competencias digitales acordes al medio
sino, como apunta Andrew Dillon (2004), también una producción que pone énfasis en la
experiencia de usuario (UX) a la hora de diseñar los artefactos textuales.
Social
Si los primeros textos propiciaban una lectura oralizada y colectiva, para cambiar después
a la intimidad de la lectura silenciosa, el texto en Internet está llamado, en su propia
esencia, a ser de nuevo compartido en la amplificada ubicuidad y simultaneidad de las
redes sociales, complementando su enunciado con la participación –mediante comen-
tarios, colaboraciones o recreaciones– de los lectores-creadores.
31 http://www.iterature.com/adwords/
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
24
La socialización de los textos ha sido uno de los aspectos que más ha atendido la industria
cultural, no tanto en su potencial creador sino como complemento a la comercialización
del impreso (reseñas, comentarios informales, recomendaciones de lectores o de
algoritmos de programación). Es decir, en lugar de contemplar la posibilidad de una
creación compartida, se ha intentado convertir a la lectura de libros (impresos y
electrónicos) en un fenómeno más de las redes sociales, entrando de lleno en el big data
de la mano de Amazon que, por primera vez y a través de su Kindle, permitió señalar
pasajes y compartirlos a través de Twitter o Facebook (Dans, 2010).
Pero las capacidades sociales del texto van mucho más allá. Tal y como la escuela
de Toronto –y en especial Marshall McLuhan– vislumbraron, el medio digital pone a la
textualidad en el papel de catalizador e impulsora del cambio social y ligada a la
construcción de nuevas estructuras sociales (McLuhan, 1962). Una de las constataciones
más notorias de este hecho fueron las protestas de la llamada Primavera Árabe; parte u
origen de su éxito radicó en el uso que de las nuevas tecnologías hicieron los activistas al
lograr sortear el bloqueo que el gobierno mantenía a los medios tradicionales de
comunicación32.
Castells (2011) dirá que se ha dado el paso «de un sistema dominado totalmente
por la comunicación de masas, centrado en los medios de comunicación de masas, a un
sistema de autocomunicación de masas a través de Internet y las redes móviles».
Esta implicación en la producción social de las textualidades digitales trae aparejado
un hecho significativo: las grandes plataformas que dominan la Red ya no ofrecen
contenidos textuales sino recursos y herramientas para que los usuarios compartan y
distribuyan los que ellos mismos crean. Se produce así un desplazamiento en el objeto de
negocio del contenido en favor del recurso para la producción de contenido, del producto
al servicio. Un buen ejemplo de ello es Poeti.ca33, herramienta online presentada en las
jornadas Book in Browser de 2012 y que pone en manos de los usuarios la posibilidad de
32 El gobierno egipcio se convirtió en el primer Estado en cortar totalmente el acceso a Internet en un intento
de bloquear los sitios web y redes sociales que estaban permitiendo la organización e información de las protestas. RPP Noticias (2011, 28 de enero). El Gobierno egipcio impide el uso de redes sociales para evitar más protestas <http://www.rpp.com.pe/2011-‐01-‐28-‐gobierno-‐egipcioimpide-‐el-‐uso-‐de-‐redes-‐sociales-‐para-‐evitar-‐mas-‐protestas-‐noticia_331467.html>. Otros países democráticos, como EEUU, también han usado y expresado la conveniencia de limitar el acceso o suspender la cobertura a la Red para evitar movilizaciones sociales. Pereda, C. (2011, 16 de agosto). El metro de San Francisco anula el acceso a telefonía móvil e internet para impedir protestas. El País.com <http://www.elpais.com/articulo/internacional/metro/San/Francisco/anula/acceso/tele fonía/movil/internet/impedir/protestas/elpepuint/20110816elpepuint_7/Tes>
33 https://poetica.com/
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
25
una edición de textos compartida y en tiempo real (corrigiendo el estilo, descubriendo
erratas, produciendo textos de manera colaborativa, etc.) para luego ser compartidos en
la Red en busca de su lectura o su constante edición.
La Red ha propiciado la entrada en la producción textual de millones de personas
que, impulsadas por estos recursos, desarrollan una labor entre lo amateur y el profesio-
nalismo que busca la valoración y el reconocimiento del resto de usuarios de Internet; la
conectividad de blogs, microblogs, chats forman parte de la blogosfera, un universo de
textualidades en relación sin antecedentes en la historia y que vertebran cada vez más
ámbitos tan importantes como la construcción de la reputación individual, la opinión sobre
las marcas, la decisión de compra, el empoderamiento de los pacientes con su patología o
la acción social, entre otros.
Al hilo del fenómeno de la blogosfera se han generado también formas textuales
que han hecho un ejercicio de metablogging: Jonathan Harris y Sep Kamvar (Martín
Prada, 2012) desarrollaron en 2006 We Feel Fine34, una aplicación que describe el mapa
sentimental de millones de personas en base al registro continuo de palabras relativas a
los sentimientos que aparecen escritas en blogs y chats de todo el mundo.
We Feel Fine, de Jonathan Harris y Sep Kamvar.
34 http://www.wefeelfine.org
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
26
El soporte digital ha expandido los límites que acogían a las comunidades de individuos;
de los marcados por la geografía, nacionalidad, idioma, ideología o clase social, se pasa a
la creación de “comunidades discursivas” (Cassany, 2000), donde es precisamente el
intercambio de contenido textual el nexo de unión de sus miembros. Esto es destacable en
cuanto que ha ampliado las funciones tradicionales de los textos, convirtiéndose en las
redes sociales, chats, foros, wikis y otros soportes textuales en portadores de identidad y
género. Brenda Danet (2003,144) escribe sobre las posibilidades de transgresión,
simulación y ocultación del género en las textualidades digitales:
En el ciberespacio, el texto tecleado proporciona la máscara […] Dado que la
comunicación está principalmente basada en texto, la gente no puede verse.
Incluso características básicas como la edad y el género son invisibles. El
anonimato y la cualidad dinámica y juguetona del medio ejercen un
poderoso efecto desinhibidor sobre el comportamiento. La gente se permite
comportarse de maneras muy distintas a las de la vida cotidiana ordinaria
para expresar aspectos de sus personalidades previamente inexplorados; es
parecido en gran medida a lo que hacen cuando llevan máscaras y vestidos
en un carnaval o en un baile de máscaras.
Gregory Chatonsky y Jean Pierre Balpe reflexionan sobre la construcción de identidades en
la Red con su obra Peoples35; en ella se van construyendo biografías ficticias en base a un
generador de texto que se combinan con imágenes tomadas de la plataforma de
fotografías Flickr.
También ha expandido la cantidad de individuos implicados en una tarea común o
que comparten de manera simultánea un foro textual. Ese nuevo volumen en el proceso
de participación, como reflexiona Martín Prada (2012), trae también un valor de calidad.
Quizás el mejor exponente de escritura colaborativa de muchos individuos en pos de un
único producto textual y no en una galaxia de objetos textuales como los blogs sea el
proyecto Wikipedia: un trabajo de edición compartida y auto-regulada por voluntarios,
creado por Jimmy Wales y Larry Sanger en 2001. Gestionada por la Fundación Wikipedia,
sin ánimo de lucro, se edita en 287 idiomas y es ya la obra de consulta más visitada en
Internet.
35 https://www.youtube.com/watch?v=FJgNVqil5JY
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
27
Wikipedia muestra que los libros de consulta, las enciclopedias y diccionarios fueron los
primeros géneros damnificados del medio impreso por los recursos que Internet ofrecía:
posibilidad de información online de multitud de fuentes, colaboracionismo, contenido de
libre uso, inmediatez de actualización, acceso sencillo, multilingüismo, etc.
Otro ejemplo de creación de textos de manera colaborativa es The Exquisite
Corpse36, plataforma que anima a la creación coral de poemas a través de una dinámica
lúdica que tiene su origen en una práctica del movimiento surrealista parisino en la que los
sucesivos autores, una vez fijadas ciertas reglas gramaticales, van escribiendo sin saber
aquello que ha sido escrito anteriormente. El resultado es sorprendente y encaja perfecta-
mente con los recursos metafóricos y alegóricos de la poesía. Hotel Postmoderno37 es una
novela del colectivo del mismo nombre, gestada a través de las distintas entradas de un
blog con el que defendían una escritura colectiva. Los distintos autores firmaban con el
mismo Nick y podían editar, incluso borrar, las entradas del resto, para lo cual pactaron
previamente una receta literaria y una imaginería común a todos.
Por otra parte, estas propiedades participativas, sociales y de cocreación añaden un
nuevo agente a la producción textual: las capacidades de los procesadores informáticos y
los programas de los dispositivos les hacen partícipes, junto a los humanos, de la
producción de objetos textuales. Un buen ejemplo de ello es Coloquio Perpetuo38, donde
el usuario sólo regula la longitud y grado de coherencia de un diálogo que el propio
aplicativo en Internet genera recombinando las palabras de los distintos diálogos que
aparecen en El Quijote entre el protagonista y su escudero Sancho Panza.
36 http://www.poets.org/poetsorg/text/play-‐exquisite-‐corpse 37 http://hotelpostmoderno.blogspot.com.es/ 38 http://jamillan.com/coloquio.htm
Diálogo entre Don Quijote y Sancho Panza generado por Coloquio perpetuo.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
28
Incluso los textos digitalizados del impreso se ven enriquecidos con aspectos sociales: al
ser la actividad en Internet continuamente registrada y analizada, los comentarios sobre
libros, la evaluación de textos educativos, las frases resaltadas o incluso las páginas donde
dejamos de leer un libro electrónico alimentan toda una suerte de acciones sociales en la
Red.
Un caso particular: Where is Shakespeare
Where is Shakespeare39 propone la transmisión de un contenido cultural (en el que fue su
primer caso, el ámbito histórico y artístico de los sonetos de William Shakespeare) a través
de flujos de interacción en la Red que recorren itinerarios animados por el juego y con una
articulación hipertextual y transmedia.
El punto de partida del itinerario hipertextual son redes sociales como Twitter,
Facebook o el correo electrónico para pasar después a recorrer todo tipo de plataformas
multidispositivo, preparadas para su presentación en los dispositivos móviles y en abierto
de Internet. Está estructurada en siete itinerarios que plantean la búsqueda de una clave
final y está compuesto a su vez de varias etapas; en cada uno de estos pasos, la obra
plantea un reto que, una vez superado, conduce al siguiente nodo; pero la obra contempla
también la opción de no resolver el reto y, entonces, lleva al lector por otros itinerarios
que complementan y profundizan en el contenido que se quiere transmitir, hasta llegar a
un punto donde puede superarse el espacio que el autor controlaba para internarse en la
Red en busca de más información. Los lectores acaban por interactuar con los perfiles
ficticios a través la agregación de éstos a su red de contactos o comentando o comprar-
tiendo sus contenidos.
Quien sigue la obra, además de obtener una introducción al mundo de los sonetos
del autor inglés, sus arquetipos y escenario histórico, pone a prueba sus competencias
digitales, debiendo entresacar la información de plataformas en Red conocidas y no tan
conocidas: Instagram, Youtube, Storify, Wikipedia, GoogleMaps. Infograf, Pinterest, Vine,
Vimeo, Prezzi, Medium, etc.
39 https://twitter.com/HamletWIS/status/563694376191524865
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
29
Algunas de las plataformas por las cuales discurre el texto de Where is Shakespeare.
La obra plantea el recorrido de tal manera que busca que el lector descubra los contenidos
a través de mínimas indicaciones, intentando lograr que perciba que es él el que ha ido al
encuentro de los nuevos conocimientos y no que ha sido manipulado a través del
hipertexto para acabar cayendo en los puntos señalados; responde esta intención a la
teoría de un aprendizaje por descubrimiento mínimamente guiado. Esto se trabaja
abriendo cada nodo a una constelación de sitios y enlaces que siguen añadiendo
información, datos y contenidos al objeto principal. Cada lector podría decidir perderse en
caminos alternativos por su propio interés, recorrerlos por error tardando en comprender
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
30
que ya no forma parte del hilo argumental o, simplemente, seguir un camino narrativo
propio basado en la recuperación de la información de los diferentes momentos en que se
realiza la conexión.
En la evaluación y seguimiento de los grupos de test que se realizaron a principios
de 2014, 125 personas comenzaron los itinerarios, acabándolos sólo 24. Aquellos que los
completaron coincidieron en los siguientes conocimientos adquiridos: la existencia de los
calendarios juliano y gregoriano, perpetuo y las herramientas para el cálculo de días; el
editor de los primeros sonetos así como los personajes arquetípicos y reales que los
animan; la existencia del erudito Rowse, el pintor Marcus Gheeraerts el joven y parte de
su obra, Emilia Bassano y su contexto, la lectura de algún soneto y los nombres de teatros
isabelinos. En todos los casos relataron que se vieron tentados a perderse por los caminos
que no resolvían el reto pero que ampliaba información sobre Shakespeare, situándose en
contenidos que, a priori, no eran de su interés. Cuando se les pidió resumir la experiencia
en una sola frase, el resultado más repetido fue «he aprendido mucho divirtiéndome».
Where is Shakespeare pone a prueba las competencias digitales del lector
(internauta, jugador), apostando por el desarrollo de la curiosidad y la adquisición de un
conocimiento transversal promoviendo la digitalización como actitud. Su propuesta
muestra como los contenidos culturales pueden transmistirse textualmente en el medio
digital, fuera ya del paradigma libro y atendiendo a una articulación hipertextual,
participativa y transmedia en Internet.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
31
Conclusiones
Como hemos ido viendo a lo largo del trabajo, el medio digital en Internet promueve
nuevas relaciones con el texto, relaciones que como expresó Roger Chartier (Rendueles,
2005) alcanzan simultáneamente a las dimensiones técnicas, morfológicas y culturales del
mismo. Entre todas ellas, destacamos como de mayor importancia que la emisión de los
textos ya no son privilegio exclusivo de la industria de la cultura sino que sus productores
son ahora cualquier individuo y colectivo con acceso a los dispositivos microelectrónicos.
Podemos hablar de un texto desintermediado en sus procesos de producción y distri-
bución, un texto que discurre por las redes sociales y los blogs generando microesferas
políticas transnacionales y mundos cada vez más subjetivos, convirtiéndose en una
herramienta para consolidar sus imaginarios identitarios.
Por tanto, en nuestra caracterización de Texto Red con aquellas características y
posibilidades del texto que cambian en el medio digital frente al impreso, descubrimos que
una de ellas es la de ser instrumento para la construcción de identidad y de reputación
(global, local e individual) e, incluso, en el ámbito de las comunidades discursivas, soporte
de género.
Esto no es un hecho menor, sino paradigmático en la historia de las transmisiones
textuales: frente a los que declaran que el formato electrónico ha venido a deshacer el
texto y a los escritores, la realidad es que la práctica de producción textual es hoy, al
menos en los países desarrollados y en aquellos donde la población tiene acceso a los
dispositivos móviles, transversal a toda actividad humana: la escritura y lectura de textos
en servicios como el correo electrónico, la mensajería instantánea o las redes sociales
articulan las relaciones entre individuos formando parte de la construcción de su iden-
tidad, dando lugar a una mayor intervención social de ámbito multicultural y global y
colaborando en el desarrollo de los lazos afectivos y profesionales.
La industria, el mercado y los gobiernos no son ajenos a esta nueva misión del
texto y con la gestión del business intelligence y el big data de fondo, escrutan las
transmisiones textuales en busca de patrones sociales y estados de opinión, en busca de
un verdadero conocimiento global generado por millones de individuos40 que mueve
40 Hay una nueva disciplina académica, «culturonomía», que no es más que una lexicografía informática que
busca explicar el comportamiento de los individuos y las tendencias culturales en base al análisis cuantitativo de millones de textos producidos o digitalizados en Internet.
TEXTO RED – TFM – JUAN MIGUEL LORITE
32
corrientes de pensamiento, articula el imaginario colectivo y promueve tendencias de
consumo, entre otros.
Otra nueva funcionalidad, esta vez sobre todo técnica, es su potencial jerarquizador
y categorizador; si bien es cierto que los textos producidos en Internet quedan registrados
en una multiplicidad de servidores, redes sociales, bitácoras, páginas web, etc., también
son continuamente desplazados por la acción del presente, relegando los flujos de
producción textual al olvido o a un acceso difícil y complejo. Este hecho y el de la ingente
producción textual y de otros lenguajes específicos41 –como el de la imagen o el vídeo en
Internet– demandan una jerarquización de contenidos (la mayor parte de ella a través de
una valoración colectiva y horizontal, en lugar de una vertical y centralizada). El texto
como metadato necesario para el registro y la búsqueda ha dado un papel relevante a la
palabra por encima de la estructura preposicional.
Morfológicamente, el Texto Red se caracteriza por su presentación fragmentada,
propiciando por ello una lectura extensiva que busca conceptos generales en la explo-
ración de titulares, mensajes, noticias y páginas web interconectadas. Podemos definir así
la lectura del Texto Red como un proceso en cuanto a su acción de exploración de
itinerarios posibles y tridimensional en cuanto que, en casi todas las ocasiones, es
relacional; las alegorías de página y plano son desplazadas por las de navegación y
caminos.
Esto ha podido ser comprobado en muchos de los casos expuestos, donde la
lectura se convierte en un proceso de escritura del texto por parte del lector a través de
las propiedades hipertextuales de Internet. Con ellas, la producción textual digital rompe
con el concepto de obra unitaria y cerrada del medio impreso; ya no es un artefacto
clausurado sino un flujo de actividad retroalimentado por la participación del lector que
decide o se encuentra con la posibilidad de diversos y múltiples itinerarios de significados,
posibilitando un texto de sentidos diversos. El Texto Red atesora por ello las
características y posibilidades de la multilinealidad y la interactividad.
41 Es muy revelador para esta afirmación el estudio de Martin Hilbert, de la Annenberg School de California
(Mayer-‐Schönberger y Cukier, 2013): en 2007 calculó que el monto total de todo cuanto ha sido producido, almacenado y comunicado era de 300 exabytes, de los cuales solo el 7% aproximadamente eran datos analógicos (libros, cuadros, fotografías en papel, correo postal…); en 2013, el monto subía a 1.200 exabytes del cual menos del 2% era ya no digital. La información se duplica actualmente a un ritmo cercano a cada tres años.
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En el escenario digital, se transmiten todos los géneros textuales que en el mundo
impreso correspondían a diversos objetos: libros, revistas, diarios, etc.; y lenguajes
(fotográfico, fílmico, pictórico, etc.). Como se vio en algunos de los casos presentados, la
multimedialidad que acontece en un mismo espacio y de manera simultánea define
también las textualidades en Internet. Esta aspecto abre las puertas a territorios
narrativos híbridos y experiencias transmedia.
Por otra parte, en comparación con la economía off-line, los costes de producción y
distribución son incomparablemente menores, si no prácticamente inexistentes si tenemos
en cuenta que se accede a un potencial comunicador global.
Podemos por todo ello concluir en caracterizar al Texto Red, de manera específica
frente al texto del impreso, como desintermedializado, articulado hipertextualmente,
interactivo, ubicuo, social, portador de género e identidad, mutilineal, escribible y
multimedia.
Y esta evolución en el medio digital de la transmisión textual no se agota con su
presencia en la Red: entre los retos de un futuro cercano queda el poder asumir otros
medios, como el kinestésico –desarrollándose ya para los wearables y el Internet de las
cosas–, el olfativo o el gestual (Thompson, 2014)42. Nuevas posibilidades surgen de cada
nuevo medio y, con ellas, todo un mundo de nuevos ritos lectores y significados.
42 Más allá de los wearables incluso, hoy día existen experimentos de transmisión textual a través del
pensamiento <http://elpais.com/elpais/2014/09/26/ciencia/1411741785_506591.html>
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