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Textos Latinos IV

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Textos Latinos IV

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TEXTOS LATINOS IV

Evaluación global

Lunes 15 de junio, Seminario de Filología clásica:

15:00, Ejercicio de traducción con diccionario y comentario:

Heroida III de Ovidio, Briseida a Aquiles.

18:00, Ejercicio del programa teórico de literatura latina.

20:00, Ejercicio de traducción sin diccionario de dos textos:

Heroida IV de Ovidio, Fedra a Hipólito.

Martes 16 de junio, Seminario de Filología clásica:

15:00, Ejercicio de traducción sin diccionario y comentario:

Heroida I de Ovidio, Penélope a Ulises.Horacio, Odas I 5, 9, 11.

19:00, Ejercicio de lecturas en español:

Heroida II de Ovidio, Filis a Demofonte.Heroida V de Ovidio, Enone a Paris.

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La poesía lírica latina

La poesía lírica griega comenzó a influenciar a la poesía lírica latina. La cultura nació en Roma más tarde que en Grecia: en el siglo VIII comienza la literatura griega, en Roma a finales del siglo IV a. C. (sólo nos quedan vestigios de aquellas primeras manifestaciones literarias).

En un principio, la poesía se transmitía oralmente, ya existía antes de que existiese la escritura, y ya en los siglos VI, V y IV a. C., comenzó a escribirse la poesía lírica. Pero aunque se escribiese, por el testimonio de los poetas compositores, esa poesía no perdió las características de la poesía oral. La estroficación, el juego de sílabas largas y breves, permitían recordar y parecían destinados a ser una poesía acompañada musicalmente. La poesía se desprendió de la música en Grecia en época alejandrina (último cuarto del siglo IV a. C. - siglo I a. C.).

En esta época, Roma existía pero no tenía bagaje cultural y toma la poesía de los griegos. Conservamos testimonios desde el siglo III a. C. Mientras todo esto acontecía en Grecia y en la Magna Grecia, en Roma la poesía lírica, antes de recibir la influencia de la poesía alejandrina griega, disponía de ciertas modalidades embrionarias de lo que podemos considerar poesía lírica, que luego se desarrolló por influjo griego:

Carmina conuiualia: canciones de banquete, de mesa, de temática épica. Grupos de comensales entonaban canciones de gesta donde referían y entonaban las hazañas de héroes griegos como Coriolano. El entusiasmo y el fervor que ponían en los estribillos se reflejaba en el entusiasmo que el autor de la composición. Era un hecho subjetivo en el que se ponían en relieve los sentimientos personales, el yo del autor.

Cantos fesceninos: entonadas por labradores, primeros gérmenes de la poesía dramática, de temática erótica y a veces obscena. Un grupo de agricultores entonaba una tonadilla de versos saturnios y otro grupo respondía a esa tonadilla. Todo ello en tono picante, mordaz y burlón. Se cantaban los sentimientos personales que esos agricultores experimentaban en la práctica del sexo, contradiciendo a los del otro grupo o estando de acuerdo y añadiendo más experiencias personales. Todo esto no pasa por ser narrado por la tradición.

La poesía lírica da un paso más avanzado en Roma con el surgimiento de poemas religiosos:

Salia: o carmina Saliarum, Saliares. Eran canciones guerreras que entonaban y danzaban los sacerdotes salios (del verbo salio salis salire sali saltum). Los sacerdotes pertenecían a una cofradía que honraba al dios de la guerra. El clima en Italia es un clima de niebla. El romano está acostumbrado al ambiente cálido. Los romanos se veían en desventaja frente a los habitantes del norte y las tribus bárbaras del centro de Europa. En su expansión colonial por el norte, se movían mal en los

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Alpes y en terreno frío. Si declaraban la guerra, procuraban que fuese entre finales de marzo y diciembre. Los ganaderos sacaban a pacer a sus rebaños al campo precisamente en esa época. En otoño, a los rebaños vacunos y ovinos se les daba de pacer en los establos. Se hacía una procesión en la que se portaban los escudos de guerra y se llevaban al templo del dios de la guerra, precursor de Marte, Jano (templo de Jano). Los llevaban en procesión, cantaban acompañados musicalmente con el tañer de los escudos con bastones, en honor a Jano.

Arvales: en contraposición, estas eran canciones de paz dedicadas a los dioses de la paz, divinidades agrícolas. Era el canto de los hermanos Arvales (se encontró en un mármol en Roma en el siglo XVIII), se entonaba dando gracias por la cosecha, la recolección, el tiempo, a los dioses agrestes, protectores de la agricultura.

Naeniae: nenias, poemas fúnebres destinados a ser cantados en el cortejo fúnebre de un fallecido ilustre. Eran compuestos por un solista profesional, barítono, cantor que era corifeado en los estribillos por un grupo de plañideras pagadas por los familiares para incitar a los asistentes al lamento. Se cantaban las acciones y los galardones en vida del difunto. Estas nenias, estos poemas fúnebres, fueron precursoras de los elogios fúnebres, cantados antes de que el muerto fuera incinerado en la pira fúnebre por un familiar, un discurso hablado, no cantado. Se recitaba, se encargaba a un orador profesional. En las neniae de época preliteraria, donde se cantaban los elogios del difunto, el énfasis en la cantinela tenía visos de la subjetividad del autor.

Jacinto Guerrero, en la zarzuela ―opereta de asuntos más baldíos que la gran ópera― La rosa del azafrán, en la Mancha de finales del XIX, en Manzanares, el maestro Guerrero introdujo una nenia en tono paródico y burlesco. Se cantaban los honores de una difunta. Él solo no se las podría ver con los siete hijos de la difunta y tendría que volverse a casar para buscar una nueva madre para ellos. Las plañideras le sugieren nombres de mozos del pueblo, de avanzada edad. El amigo del viudo le dice que rechace la proposición.

En realidad todos estos cánticos tienen características preliterarias. El primer poema-canción del lirismo fue un Himno a Juno (307 a. C.) por Livio Andrónico ―obra de encargo―, quien había divulgado entre los romano loa épica y la dramaturgia de temática griega. Tradujo la Odisea de Homero y compuso comedias y tragedias. Ese himno fue cantado por un coro de 27 doncellas previamente ensayadas por el propio Livio Andrónico.

Durante el resto del período helenístico en Grecia, la profesora Zélia de Almeida, de la Universidad de Coimbra, dice que, desde el siglo iv al i a. C., donde ya empiezan a surgir poemas líricos con los moldes de la poesía helenística alejandrina; en Roma se siguieron cantando los poemas ya existentes de antiguo, y se debieron seguir entonando las nenias. Si se compusieron poemas nuevos, se perdieron por su carácter oral.

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Además del Himno a Juno, quedan patentes en algunos fragmentos de las tragedias vestigios, imitaciones, de poesía lírica. Por ejemplo, en La partida de Héctor, de Ennio, cuando Héctor se despide de Andrómaca en las puertas Esceas,