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TRAJES DE BAÑO Y EXPOSICIÓN CORPORAL - … · Los trajes de baño Durante la mayor parte del siglo XIX, ... Los primeros trajes de baño se usaban para meterse en el ... El biquini

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TRAJES DE BAÑO Y EXPOSICIÓN CORPORAL Una historia alternativa del siglo XX 20 de octubre – 13 de enero Organiza: Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Colabora: Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa Comisaria: Beverley Birks Sede: Museo del Traje. CIPE

Arnold Constable and Company. Traje de baño. 1895-1896. ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Fundación Cristóbal Balenciaga

Fundazioa presentan en el Museo del Traje. CIPE la exposición Trajes de baño y

exposición corporal, en la que se exhibe la colección particular de trajes de baño

de la coleccionista Beverley Birks, una de las más completas del mundo.

La exposición tiene como objetivo mostrar la evolución en el tiempo de los trajes

de baño y la progresiva exhibición corporal de las mujeres con estas prendas

desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.

La muestra nos permite apreciar la rápida evolución de una prenda tan “joven”

como el traje de baño, a la que se le han dedicado pocas retrospectivas.

Además, pretende ser un homenaje a la revolución por la liberación del cuerpo de

la mujer llevada a cabo en este periodo, y sin la cual hubiera sido imposible la

evolución tan radical de esta prenda en tan poco tiempo.

Beverley Birks, comisaria y propietaria de las piezas, es una importante

coleccionista de prendas vintage, que en las últimas décadas ha recopilado una

colección que abarca desde el clásico bañador utilizado exclusivamente para

nadar hasta el “trikini” más minimalista diseñado para mostrar la exuberancia del

cuerpo de la mujer, pasando por prendas de exclusivas firmas de moda del siglo

XXI como Alexander McQueen o Yves Saint Laurent.

Beverley Birks comenzó a coleccionar prendas vintage en su juventud, fascinada por los

accesorios de su abuela, una conocida adicta a la moda de Montreal. Durante su etapa

universitaria aumenta su interés por las prendas de los años 30 y la alta costura vintage

francesa. En la actualidad, su colección de indumentaria es una de las más importantes

del mundo. En los últimos venticinco años ha comisariado exposiciones en museos como

la Pennsylvania State University, la Katonah Gallery y la Lancaster House.

El bañador, una prenda tan denostada en sus orígenes, se fue convirtiendo en

una prenda fetiche para los modistos a lo largo de siglo XX. La colección de

Beverley Birks permite visualizar la revolución textil generada en cuanto al diseño

y la confección de las piezas de baño, así como la aportación de los grandes

modistos de la alta costura del siglo pasado a este particular género.

LA EXPOSICIÓN

Trajes de baño y exposición corporal

está compuesta por 59 prendas

exhibidas en varios conjuntos,

recopiladas por la propietaria y

comisaria Beverley Birks, además de

por 4 carteles y un maillot de baño

procedentes del Untzi Museoa –Museo

Naval de San Sebastián- y 1 cartel

cedido para esta ocasión por un

coleccionista particular.

Organizada cronológicamente, en ella

el visitante puede obtener, a lo largo

del recorrido, una visión clara de las

distintas etapas que conforman la

evolución de esta prenda, desde

finales del siglo XIX hasta la actualidad.

Bradley. Maillot. Principios-mediados de los años treinta. ©Mikel Alonso-Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

1880-1910

Los trajes de baño

Durante la mayor parte del siglo XIX, las mujeres no tenían permitido nadar ni

bañarse en el mar. Cuando los médicos comenzaron a prescribir el ejercicio físico

por sus beneficios en la capacidad de procreación y en la crianza, empezaron a

tomar baños de mar. Los primeros trajes de baño se usaban para meterse en el

agua, no para nadar. Las mujeres que “tomaban el baño” lo hacían accediendo

directamente al agua desde unos carromatos provistos de mamparas que las

protegían de miradas indiscretas mientras se bañaban, sin nadar. La transición de

esta primera prenda de exclusivo valor estético al bañador para nadar tuvo lugar

en muy poco tiempo.

Mabs of Hollywood. Traje de baño de dos piezas.1938-1940. ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Traje de baño Ca. 1890. ©Mikel Alonso - Fundación Cristábal Balenciaga Fundazioa

NY.AD.Maillot. Mediados de los años 20 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Los primeros bañadores eran muy parecidos a los que llevaban los hombres. Por

lo general eran de color oscuro, para ocultar el cuerpo (los colores oscuros en un

tejido sólido ocultaban el cuerpo de la mujer, que se consideraba diabólico),

aunque a veces se hacían en colores llamativos, y consistían en un vestido corto

sobre unos pantalones anchos y largos, normalmente de lana, ya que esta tela

poseía propiedades medicinales. Por razones de recato, algunos bañadores

llevaban sobrefalda y se llevaban encima de un corsé. En estos años, los trajes de

baño eran tan pesados que las bañistas podían llegar a ahogarse si se

adentraban en aguas profundas.

Para la sociedad, el cuerpo femenino perfecto era suave y delicado, sin definición

muscular y envuelto por una blanca piel, al resguardo del sol, en un ambiente

sedentario e íntimo. El ejercicio físico no fue incluido en el currículo académico de

las mujeres hasta la década de 1880. En el siglo XIX, los deportes pertenecían al

ámbito de las clases acomodadas, sencillamente porque había que dedicarles un

tiempo del que las clases trabajadoras no disponían. Únicamente los individuos

más prominentes poseían prendas diseñadas para la práctica del deporte. La

excepción se daba en la natación.

1908 - 1920

La transición al bañador Los trajes de baño comenzaron a evolucionar

a principios del siglo XX, cuando las

tendencias culturales, económicas y sociales

empezaron a transformar el estatus de las

mujeres occidentales. Uno de los hechos más

importantes fue que, durante la Primera

Guerra Mundial, las mujeres tuvieron que ocupar los puestos de trabajo de los

hombres, destinados al frente. Además, en algunos países también obtuvieron el

derecho al voto. Para cambiar la mentalidad y los sentimientos de la humanidad

había que empezar por cambiar sus atuendos.

Dicha transformación trajo consigo una nueva actitud ante la salud y el ejercicio

físico, que comenzó a promoverse y practicarse de manera generalizada entre

las mujeres jóvenes a los dos lados del Atlántico. A principios del siglo XX

empieza a ser frecuente la participación de las mujeres en las competiciones

deportivas, lo cual afectará a la forma de los trajes de baño, a la vez que las

mujeres rompen los tabúes relacionados con mostrar el cuerpo.

En la primera década del siglo XX serán dos los tipos de bañadores que tendrán

mayor desarrollo: uno, eminentemente práctico, para las deportistas; y otro, más

en la línea de las tendencias de moda. Las mujeres interesadas en el baño como

deporte utilizaban para nadar monos de punto, similares a los de los hombres; el

punto y el fino algodón trataban de reducir la resistencia al agua y el peso del

tejido; también procuraban la elasticidad y la opacidad cuando la prenda se

mojaba, aunque entonces marcaban completamente la silueta. Para las menos

interesadas en la natación, se crearon para la playa bañadores de algodón que

incluían detalles de moda y disimulados bombachos que realzaran la silueta y los

atributos de la figura femenina.

1920 - 1930

El maillot de lana El maillot de punto de lana era, en seco, más elástico que los bañadores

anteriores, y quedaba seductoramente ceñido al cuerpo. Era completamente

opaco. Mojado, sin embargo, retenía el agua y se volvía muy pesado. Los tirantes

Traje de baño Lastex. 1940 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

se estiraban tanto que las mujeres corrían el riesgo de mostrar el pecho. En los

años 20, cuando las faldas empezaron a acortarse, los bañadores fueron

reduciendo sus dimensiones. Las perneras y las pudorosas sobrefaldas se

acortaron, incluso desaparecieron, y los escotes se acentuaron. Al aumentar la

popularidad de la natación entre todas las clases sociales, se desarrolló la

industria del traje de baño, que, a su vez, fomentó la investigación orientada a

mejorar la práctica de este deporte. Las técnicas de diseño se centraron en

reducir el peso que soportaban los tirantes, que podían ser ajustables.

1930 – 1940

El lastex

En la década de 1930 se introducen nuevos

tejidos y materiales en la confección de los

trajes de baño, entre los que destaca el lastex,

un tejido de filamentos de goma cubiertos de

algodón u otras fibras, que pesaba menos,

tenía una mayor elasticidad, permitía un secado

más rápido, reducía la resistencia al agua y

aumentaba la velocidad de los atletas. La

invención del lastex transformó la práctica de la

natación. Los bañadores de las más fieles a la

moda se ceñían al cuerpo y sostenían el pecho

como un sujetador, además de comprimir y

sostener el vientre y el trasero como una faja.

La alianza de la industria del traje de baño con los estudios de Hollywood

promovió que las actrices lucieran su cuerpo con maillots y conjuntos de dos

piezas en lastex, buscando aumentar la venta de películas y de bañadore

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas pin ups posarían con trajes de baño

de lastex para fotografías que se enviaban a los soldados que se encontraban en

el frente. Era la primera vez que el cuerpo de la mujer se utilizaba para la venta de

productos al público general.

1940-1950

La reacción contra el lastex La Segunda Guerra Mundial liberó el mercado estadounidense de la influencia de

las casas de costura parisinas y ofreció a los nuevos diseñadores la oportunidad

de fabricar prendas más informales y funcionales para las clases menos

favorecidas. Aunque el lastex resultaba práctico para las nadadoras profesionales,

la mayoría de las mujeres no iba a la playa a nadar, sino a divertirse y a pasar el

rato, por lo que preferían los bañadores de fibras naturales, como el algodón y la

lana, y carentes de soporte interior. El diseñador Rudi Gernreich, que compartía

esa misma visión estética del mundo femenino, diseñó principalmente bañadores

sin sujeción interna. El desenfadado estilo de vida de Háwai se tradujo en una

línea basada en estampados en algodón, que resaltaban la comodidad y

naturalidad del cuerpo.

Al término de la guerra, se recobró la silueta de reloj de arena para subrayar la

feminidad de las mujeres, que, durante la contienda, habían tenido que realizar el

trabajo de los hombres. Cada mujer podía expresarse a su manera para resultar

seductora, al contar con un amplio abanico de estilos, desde el más naíf hasta el

más aristocrático, pasando por el de la voluptuosa mujer fatal, la deportista, el

ama de casa o la madre, como puede comprobarse en la exposición.

Cole. Maillot. 1964 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

1950-1960

El bañador a medida

Esta fue la época dorada del diseño de bañadores y de la alta costura parisina.

Los bañadores parecían vestiditos, confeccionados con lastex o con tejidos

tradicionales, con frunces decorativos y complejas estructuras.

La diversidad de estilos satisfacía a todos los tipos de físico. Todas las mujeres,

desde las adolescentes hasta las de mediana edad, encontraban la manera de

personalizarse y soñar con las eternas fantasías de la seducción. Muchas veces,

emulaban las poses de sus actrices favoritas con bañadores armados

interiormente y provistos de sujetadores con relleno, fajas, volantes y drapeados.

La actriz de espectáculos acuáticos Esther Williams personificaba el glamour y el

éxito deportivo, sin dejar de parecer una mujer normal. Los estilos posibles eran

infinitos, desde el de la aristocrática Grace Kelly hasta el de la seductora Marilyn

Monroe, pasando por el de la voluptuosa Gina Lollobrigida.

1960 – 1970

Exhibir más el cuerpo

En los Estados Unidos, las campañas publicitarias con bellas mujeres en bañador

ya no causaban impacto. En un mundo dominado por los medios de

comunicación y por la publicidad, resultaba necesario

aumentar la desnudez.

El biquini fue introducido en Francia por Jacques Heim en

1946, con el nombre de “átomo”. Poco después, cuando

una bomba nuclear hiciera explosión en el atolón Bikini, el

ingeniero Louis Réard diseñó una versión con tiras. El papa

lo prohibió y las mujeres lo despreciaron hasta 1953, cuando

Brigitte Bardot lo utilizó en una de sus primeras promociones

en la Costa Azul. Fue entonces cuando el uso del biquini comenzó a extenderse,

aunque en un principio sólo en el sur de Francia.

Las mujeres comenzaron a cambiar su opinión sobre esta prenda cuando vieron

la célebre escena de la película Agente 007 contra el Dr. No, de 1962, en la que

Úrsula Andress emerge de las aguas con un biquini blanco. A ello contribuyó la

revolución social de los años 60, momento crucial en la historia de las mujeres.

Con la creciente presencia de los medios de comunicación en la sociedad, el

público empezó a acostumbrarse a la desnudez que propugnaban los nuevos

ídolos juveniles.

1970-1980. Funcionalidad

Los años 70 Mientras los biquinis y los tangas fueron proliferando en las playas, en las

competiciones deportivas predominaron los bañadores de nadadora. Los maillots

de spandex minimizaban la resistencia al agua. El juego de tirantes en la espalda

mantenía el bañador en su sitio y evitaba que las nadadoras se desconcentraran.

En los años 80, el bañador volvió a cobrar fuerza. Algunos diseñadores, como

Norma Kamali, ofrecían líneas que recuperaban los glamurosos trajes de baño de

confección; Yves Saint Laurent se centraba en la esculturalidad de las formas; y

Lacroix diseñó un maillot con un falso corsé rematado con una lazada en la

espalda y con bandas para las piernas que recordaba a la ropa interior antigua.

Pero ninguno ofrecía recursos para el camuflaje: para lucirlos, era necesario tener

una figura impecable.

1980-1990

La cadera al descubierto y el revival del bañador a medida Con el boom económico y las mujeres más prominentes aspirando a ocupar

puestos directivos en el mundo de los negocios, los bañadores hechos a medida

vivieron un resurgimiento en las playas dominadas por el biquini. Pero ya no tenían

sujetadores interiores, rellenos o fajas que disimularan las imperfecciones; al

contrario, los maillots y los biquinis dejaban al descubierto gran parte de las ingles

y las nalgas, lo que obligaba a las mujeres a depilarse la zona púbica y a intentar

ofrecer una imagen preadolescente.

1990 – 2000

Mezcla. La playa hoy

Actualmente, las playas de todo el mundo están dominadas por los biquinis, más

por acentuar la desnudez femenina que por el potencial creativo de la prenda. Por

ello, las mujeres prestan una gran atención a su cuerpo y tratan de corregir las

imperfecciones recurriendo a los implantes y a la cirugía, además de al ejercicio

físico, las dietas estrictas, los tatuajes y los piercings. Entre los mejores

diseñadores, solo unos pocos crean bañadores para las mujeres interesadas de

verdad por la moda y por destacar entre la multitud. Lo último en hacer su

aparición en las playas son los buzos para las surfistas que esperan en aguas

frías, pacientemente, la ola perfecta.

En la actualidad, el cuerpo se ha convertido en un medio de expresión, y los trajes

de baño reflejan esa realidad. Esta prenda nos descubre otra historia del siglo XX:

la de las mujeres cuyas vidas han experimentado un enorme cambio.

Selección de imágenes

Catalina. Maillot. Finales de los años 30 – años 40 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Conjunto de baño. Finales de los años 30 o principios de los años 40 ©Mikel Alonso – Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Tina Leser. Traje de baño. Anterior a 1942 ©Mikel Alonso – Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Catalina. Traje de baño. Ca. 1958 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Speedo. Maillot o malla de baño. 1976 ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Yves Saint Laurent. Maillot. Década de los 70 u 80. ©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Christian Lacroix. Conjunto de maillot. Años noventa

©Mikel Alonso - Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa

Catálogo

A partir de su extraordinaria colección de indumentaria de baño, Beverley Birks, historiadora de la moda, documenta en este catálogo la historia del traje de baño en sus aspectos artístico, sociológico y cultural, desde 1880 hasta hoy, reflejando el incontestable cambio de perspectiva experimentado por la sociedad respecto a la exposición corporal femenina, y los distintos cánones, modas y modos con que se ha evaluado el cuerpo de la mujer, y a la mujer misma, a lo largo de los dos últimos siglos Un ameno recorrido por la historia de la moda y por nuestra historia social, destinado tanto a los profesionales y expertos en moda, como a los historiadores y público en general interesado por la estrecha relación entre moda, sociedad y cultura. Dos artículos introductorios, a cargo de la propia Beverley Birks y del historiador José María Unsain, analizan la historia de los usos y costumbres asociados a la experiencia del baño en el mundo occidental, y en especial en San Sebastián, ciudad balneario por excelencia en los siglos XIX y XX La colección ha sido fotografiada para esta publicación por el reconocido fotógrafo Mikel Alonso. Un cuidadoso trabajo que reproduce en color las piezas reunidas en la exposición . Edición trilingüe en castellano, euskera e inglés. Edita: Fundación Cristóbal Balenciaga Fundazioa; Ministerio de Educación, Cultura y Deporte; Editorial Nerea

. ISBN: 978-84-15042-46-4

. Diseño gráfico y maquetación : Eurosíntesis

. Traducciones: maramara* taldea

. Impresión: Gráficas Ulzama © Textos

. Beverley Birks

. José María Unsain Azpiroz © Fotografías de la colección: Mikel Alonso

Información práctica Inauguración oficial: . Viernes, 19 de octubre, a las 13:00 horas Presentación a la prensa: . Viernes, 19 de octubre, a las 12:00 horas, en el Museo de Traje. CIPE Museo del Traje. CIPE Avda. Juan de Herrera, 2 28040 MADRID Contacto Clara Nchama Tel. 915 504 700 (ext. 4740) Fax. 915 504 704 E-mail: [email protected] Web: http://museodeltraje.mcu.es Horario: De martes a sábado, de 9:30 a 19:00 horas. Domingos y festivos, de 10:00 a 15:00 horas. Lunes: cerrado Cómo llegar: Autobuses: 46, 82, 83, 132, 133, G. Metro: Moncloa (Líneas 3 y 6) Ciudad Universitaria (Línea 6) Entrada gratuita a las exposiciones temporales