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editorial irio, s.a.

Los pensamientos son cosas

Prentice Mulford

TRIPA pensamientos son cosas.qxd 18/01/2010 10:26 Página 3

Título original: THOUGHTS ARE THINGSTraducido del inglés por Miguel PortilloDiseño de portada: Editorial Sirio, S.A.

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El New Thought —Nuevo Pensamiento— es una corriente

filosófica que surgió en Estados Unidos hace unos ciento cin-

cuenta años, impulsada por grandes pensadores como Emerson,

Trine, Allen y Atkinson entre otros. Pronto fue tomando cada

vez más fuerza, mejorando la vida de muchas personas al elevar

su nivel de conciencia y llegando, durante todo el siglo XX, a

producir grandes escritores. No es una religión —aunque de él

surgieron algunas instituciones religiosas—, sino más bien una

filosofía que proclama la necesidad de que la persona tenga una

experiencia directa del Creador, sin intermediarios. Su mensaje

central es que nuestro pensamiento da origen a nuestras expe-

riencias y a nuestra visión del mundo; por ello concede mucha

importancia a una actitud mental positiva, a la meditación y a

la visualización. En la colección New Thought estamos ditando

las obras más significativas de este movimiento filosófico-espi-

ritual, cuya influencia en nuestros días sigue siendo enorme.



Acelera las estrellas del Pensamientohacia sus luminosos objetivos;

el sembrador esparce su semilla,el trigo que tú prodigas entre las almas.

R. W. EMERSON



A todo ser humano le pertenece un yo superior y unyo inferior; un yo o mente del espíritu, que ha ido cre-ciendo a lo largo de las eras, y un yo del cuerpo, que no essino algo perteneciente al pasado. El yo superior está lle-no de ideas, sugerencias y aspiración inmediatas. Así reci-be al Poder Supremo. El yo inferior considera todo esocomo algo alocado y visionario. El yo superior nos mues-tra posibilidades y poderes más grandes que los que hom-bres y mujeres poseen y disfrutan en la actualidad. El yoinferior anhela libertad respecto a las molestias, limita-ciones, dolores e incapacidades del cuerpo. El yo inferiordice que hemos nacido para padecerlos, para enfermar,

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Capítulo 1

LA MENTE MATERIAL FRENTE A LA MENTE ESPIRITUAL


para sufrir, y que debemos soportar todo lo que nos salgaal paso. El yo superior quiere una pauta propia sobre locorrecto y lo erróneo. El yo inferior dice que debemosaceptar la pauta creada por otros, expresada en la opinióngeneral arraigada, en la creencia y el prejuicio.

«Sé fiel a tu propio ser» es un adagio articulado en mu-chas ocasiones. Pero ¿a qué ser? ¿El superior o el inferior?

En cierto sentido cuentas con dos mentes: la mentedel cuerpo y la del espíritu.

El espíritu es una fuerza y un misterio. Todo lo quesabemos o podemos llegar a saber al respecto es que exis-te, y que está siempre funcionando y produciendo todotipo de resultados en las cosas físicas visibles y en otrasmuchas que no se ven.

Lo visible de cualquier objeto, árbol, animal, piedra opersona, sólo es una parte de ese árbol, animal, piedra o serhumano. Hay una fuerza que durante un tiempo aglutina aesos objetos en la forma en que los percibes. Esa fuerza actúasiempre sobre ellos en mayor o menor grado. Lleva a la flor asu madurez. La interrupción de su acción sobre la flor o elárbol provoca lo que denominamos descomposición. Estácambiando constantemente la forma de todas las cosas, de loque se denomina materia organizada. Un animal, una plan-ta, un ser humano no tienen este mes o este año la forma físi-ca que tendrán el mes que viene o el año próximo.

A esta fuerza permanente pero variable, subyacente yque en cierto sentido crea todas las formas materiales, ladenominamos espíritu.

Ver, razonar y juzgar la vida y las cosas a la luz de estafuerza conforma lo que se denomina la «mente espiritual».

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A través del conocimiento contamos con el maravi-lloso poder de utilizar o dirigir esta fuerza o energía, cuan-do la reconocemos, y sabemos que existe, para reportar-nos salud, felicidad y paz mental eterna. Compuestoscomo estamos de esta energía, la atraemos cada vez máshacia nosotros, convirtiéndola en parte de nuestro ser.

Con más de esta energía deberá llegar cada vez másconocimiento. Al principio, en nuestras existencias físi-cas, le permitimos operar a ciegas. Permanecemos igno-rantes de esa condición conocida como la mente material.Pero según la mente va despertándose cada vez más através del aumento o desarrollo de esta fuerza, se pregun-ta: «¿Por qué hay tanto dolor, pesar y decepción en la vidafísica? ¿Por qué da la impresión de que hemos nacidopara sufrir y descomponernos?». Esta pregunta es el pri-mer grito del despertar de la mente espiritual, y la pre-gunta o demanda más urgente de conocimiento quedeberá tener respuesta con el tiempo.

La mente material es una parte de ti mismo, que hasido incautada y educada por el cuerpo. Es como si leenseñas a un niño que las ruedas de un barco fluvialhacen que la embarcación se mueva, sin hablar en abso-luto del vapor, que es el que proporciona la energía deverdad. Educado en esa ignorancia, y en caso de que larueda se detenga, el niño no buscará la causa de su deten-ción, sino que se preocupará por repararla, de la mismamanera en que tantos ahora dependen por completo dereparar el cuerpo físico a fin de asegurarse la salud y elvigor, sin imaginar por un instante que la imperfecciónradica en la verdadera energía, en la mente.

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La mente material frente a la mente espiritual


La mente del cuerpo o mente material observa, pien-sa y juzga por completo desde el punto de vista materialo físico. Juzga que el cuerpo es todo lo que hay. La menteespiritual considera el cuerpo como un instrumento de lamente o ser real que puede utilizarse al tratar con lascosas materiales. La primera estima que la muerte delcuerpo es el fin de todo lo que existe en ti. La segunda,que la muerte del cuerpo es únicamente el deterioro de uninstrumento desgastado del espíritu. Sabe que sigues exis-tiendo, aunque de manera invisible para la mirada física.La mente material considera que tu energía física procedepor completo de tus músculos y tendones, y que no tieneun origen externo al cuerpo, que el poder de persuasión,igual que ocurre con la palabra o la escritura, es la únicafuerza que posees para lidiar con las personas y obtenerresultados. La mente espiritual acaba sabiendo que tupensamiento influye en las personas a favor o en contrade tus intereses, aunque sus cuerpos se hallen a miles dekilómetros de distancia. La mente material no considerasu pensamiento como un elemento tan real como el aireo el agua. La espiritual sabe que cada uno de sus miles depensamientos secretos cotidianos son cosas reales queactúan sobre las mentes de las personas hacia los que sedirigen. La mente espiritual sabe que la materia o lo mate-rial es sólo una expresión del espíritu o de la energía; queesa cuestión es cambiante según el espíritu que se con-creta o exterioriza en la forma que denominamos mate-rial, y por lo tanto, si se mantiene de manera constante enla mente un pensamiento de salud, fortaleza y recupera-ción, dicho pensamiento se expresará en el cuerpo,

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haciendo que la madurez nunca cese, que el vigor nuncase acabe y que aumente sin cesar la agudeza de todos lossentidos físicos.

La mente material cree que la materia, o lo que cono-cemos a través de nuestros sentidos físicos, es la mayorparte de lo que existe. La mente espiritual considera lamateria como la expresión más basta y cruda del espírituy la parte más pequeña de lo que realmente existe. La pri-mera se entristece al contemplar la descomposición, mien-tras que la segunda le concede poca importancia, porquesabe que en dicha descomposición, el espíritu, o la energíaque habita en todas las cosas, está deshaciendo el cuerpomuerto o el árbol podrido, para volver a utilizarlos, de nue-vo temporalmente, en otra nueva forma de vida y bellezafísica. La mente del cuerpo cree que los sentidos físicos de lavista, el oído y la sensación constituyen todos los sentidosque existen. La mente más elevada o mente del espíritu sabeque posee otros sentidos similares a los de la vista y el oídofísicos, pero más potentes y de mayor alcance.

La mente del cuerpo ha venido en llamarse de diver-sas formas, como «mente material», «mente mortal» y«mente carnal». Todos esos nombres hacen referencia a lamisma mente, o, en otras palabras, a esa parte de tu serreal que ha sido educada en el error por el cuerpo.

Si has nacido y crecido entre personas que creían quela Tierra era plana y que no giraba alrededor del Sol, tútambién lo creerás así en los primeros años de tu desarrollofísico. De la misma manera absorbiste de pequeño el pen-samiento y la creencia de quienes te rodeaban, y quecreían que el cuerpo es todo lo que hay, y que por ello lo

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juzgan todo a través de una interpretación física. Eso es loque constituye tu mente material.

Ésta, al observar la disolución y la descomposiciónde toda organización humana, e ignorante del hecho deque a través de tal proceso el auténtico ser o inteligenciasólo está desechando una envoltura gastada, piensa que ladescomposición y la muerte es a lo que está abocado todolo humano. Por esa razón, y a causa de ese error, no pue-de evitar cierta tristeza y pesar, que ahora permea granparte de la vida humana. Un resultado o reacción de esepesar fruto de la desesperación es el impulso atolondradode obtener todas las gratificaciones y placeres posibles,independientemente de que sean justos o adecuados, mien-tras dure el cuerpo actual. Es un gran error. Todos los pla-ceres así obtenidos no pueden ser duraderos. Además, eseimpulso no hace sino aumentar el sufrimiento y el disgusto.

La mente espiritual enseña que el placer es el princi-pal objeto de la existencia. Pero indica maneras y mediospara obtener una felicidad duradera distinta de la quepudiera extraerse de las enseñanzas de la mente material.La mente espiritual, o mente abierta a las fuerzas de lavida más elevadas y novedosas, enseña que existe una leyque regula el ejercicio de todos los sentidos físicos.Cuando aprendemos a seguir dicha ley, nuestras gratifica-ciones y posesiones dejan de ser causa de más dolor quefelicidad, como suele ocurrir.

La mente espiritual es una visión mental más clarade las cosas y fuerzas existentes tanto en nosotros comoen el universo, de las que la raza ha permanecido en granparte ignorante. Ahora no tenemos más que un vislumbre

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de dichas fuerzas, algunas de las cuales son relativamentealgo más claras que otras. Pero ya se ha demostrado losuficiente como para convencer a unos cuantos de que lascausas reales de las dolencias, pesares y disgustos huma-nos no estuvieron claras en el pasado. Dicho de otromodo, la especie, al igual que niños, ha preferido consi-derar que el molinero interior hacía girar los brazos delmolino porque alguien así se lo decía. Por ello ignorarontotalmente que el viento era la auténtica energía motriz.

Este ejemplo no es de ninguna manera una imagenexagerada de la ignorancia existente, que rechaza la idea deque el pensamiento es un elemento en el que vivimos, tanabundante como el aire, y que es ciegamente dirigido porindividuos y masas de individuos en la esfera de la mentematerial o ignorancia, haciendo girar los brazos del molinode viento, a veces en una dirección, a veces en otra, en oca-siones con buena voluntad y en otras con malevolencia.

Una envoltura de ropa no es el cuerpo que llevadichas prendas. No obstante, la mente material razonade esa manera. Desconoce todo lo relativo a la ropa delespíritu, pues no sabe que cuerpo y espíritu son dos cosasdistintas. Razona que el traje (el cuerpo) es todo lo queconstituye al hombre o la mujer. Cuando ese hombre o esamujer se deshace debido a la debilidad, sólo ve que la indu-mentaria se deshace, y todos sus esfuerzos para fortalecer aese hombre o mujer se dirigen al traje en lugar de llevar acabo el esfuerzo de reforzar la energía que lo ha creado.

Es probable que no existan dos individuos iguales enlo tocante a la manera en que los condiciona su mente mate-rial o espiritual. En algunos parece que la mente espiritual no

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se haya despertado. En otros ha empezado a estirarse yfrotarse los ojos como cuando una persona se despiertafísicamente, en ese momento en el que todo sigue pare-ciendo vago e impreciso. Otros están más despiertos.Sienten en mayor o menor medida que existen fuerzas enellos que no imaginaban. En esos individuos es dondecobra mayor virulencia la lucha por el dominio entre lamente material y la espiritual, y es probable que duranteun tiempo esa lucha vaya acompañada de perturbacionesfísicas, dolor o insatisfacción.

La mente material, hasta que se convence de las ver-dades, trata de imponerse a la espiritual de manera cons-tante, siempre en guerra y oponiéndose a ésta. La parteignorante de tu ser no está dispuesta a renunciar a sus vie-jos hábitos de pensamiento. Al principio cuesta bastantereconocer que hemos estado equivocados y cuesta aban-donar opiniones que durante mucho tiempo se conside-raron correctas.

La mente material quiere continuar con la rutinahabitual de vida e ideas, como siempre ha hecho, y comohacen muchos miles de personas. Le disgusta cambiar, yaque la costra de las viejas ideas va adquiriendo mayor gro-sor con el paso del tiempo. Quiere seguir igual y vivir enla casa que ha ocupado durante años; vestir como siem-pre; hacer las cosas como siempre, año tras año. Despuésde cierta edad rechaza y desprecia la idea de poder apren-der algo nuevo, como pintura o música, cuyo objeto prin-cipal es solazar la mente, descansarla y permitirte viviren otras esferas del ser, además de los placeres que apare-cen ante ti cuando la mente del espíritu enseña al cuerpo

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cómo obtener más habilidad y pericia en el arte que prac-ticas.

La mente material considera que el uso principal decualquier arte es proporcionar dinero, y no un medio de ofre-cer variedad a la vida, de acabar con el desaliento, de pro-porcionar descanso a esa parte de la mente dedicada aotros asuntos, de aumentar la salud y el vigor de la men-te y el cuerpo. Se aferra a la idea de ser «demasiado viejapara aprender».

Ésa es la situación de muchas de las personas quehan alcanzado o superado la «edad madura». Quieren«sentar la cabeza». Aceptan como inevitable la idea de«envejecer». Su mente material les dice que sus cuerposdeben debilitarse y encogerse de manera gradual respectoa la totalidad y proporción de la juventud, para ir deca-yendo y morir finalmente; las convence de que siempreha sido así y que por lo tanto siempre lo será. Y esas per-sonas aceptan totalmente la idea. Dicen: «Así debe ser»de manera bastante inconsciente.

Decir que algo debe ser así es lo que lo convierte enrealidad. La mente material considera el cuerpo comoalgo que se descompone de manera gradual, aunque no leguste nada la perspectiva y lo oculte todo lo posible. Perola idea reaparecerá de vez en cuando, sugerida por lamuerte de sus contemporáneos, y al hacerlo piensan que«así debe ser» y ese estado mental que viene dado por lapalabra «debe» es lo que inevitablemente provoca que lomaterial acabe descomponiéndose.

La mente espiritual o más iluminada dice: «Si pudierasayudar a alejar la enfermedad; hacer que tu pensamiento

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concibiese todo lo posible la salud, la fuerza y el vigor;que se concentrase en cosas materiales fuertes, sanas yvigorosas, como las nubes pasajeras, las brisas, las casca-das, la fuerza del océano; en escenas de bosques con árbo-les creciendo saludables; en aves llenas de vida y movi-miento, al hacerlo encenderías en ti mismo una corrienteauténtica de ese pensamiento saludable vigorizante, que tees sugerido y concretado a través del pensamiento de esosobjetos materiales tan vigorosos y fuertes. Y, por encimade todo, intenta confiar en el Poder Supremo, que creótodas esas cosas y muchas más y que es la parte infinita einagotable de tu ser superior o mente espiritual. Al aumen-tar tu fe en esa Fuerza también aumentará la tuya propia».

Sin embargo, la mente material dice: «¡Tonterías! Simi cuerpo enferma, deberé hacer algo para curar ese cuer-po con cosas que pueda ver y sentir, y eso es lo único quehay que hacer. En cuanto a pensar en esto o lo otro, notiene ninguna importancia, esté enfermo o sano».

En en el caso de una mente que haya empezado adespertar, en muchos casos durante un tiempo se dejaráridiculizar y dominar a causa de esas ideas por su propiamente material o parte ignorante de sí misma. Y en esaempresa es probable que sea ayudada por otras mentesmateriales, que no hayan despertado a tales verdades, yque temporalmente sean más fuertes gracias a la seguri-dad que proporciona la ignorancia. Son gentes que nopueden ver tan lejos como con un telescopio, y que pudie-ran ser perfectamente honestas en su incredulidad res-pecto a lo que alguien ve o no ve con un telescopio. Aun-que esas personas no digan una palabra contra la creencia

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de la mente parcialmente despierta, su pensamiento actúasobre esa mente como una barrera o velo cegador frente aesos vislumbres de la verdad.

Pero cuando la mente espiritual ha empezado a des-pertar, no hay nada que pueda detener su impulso haciadicho despertar, aunque la material pudiera retrasarlodurante un tiempo.

«Tu verdadero ser pudiera a veces no estar donde sehalla tu cuerpo», dice la mente espiritual. Eso sucedecuando la mente está en la tienda, en la oficina, en eltaller o con alguna persona a la que te sientes muy ape-gado, y todo ello pudiera ser en poblaciones o ciudadesque se encuentran lejos de aquella en la que tu cuerporeside. Tu verdadero ser se traslada con una rapidezinconcebible con el movimiento de tu pensamiento.«Tonterías –afirma la mente material–. Yo estoy dondeestá mi cuerpo y en ningún otro sitio».

Muchos pensamientos o ideas que pudieras rechazarcomo visionarios, o como pura fantasía, han sido impul-sados por tu mente espiritual. La mente material es la quelos rechaza.

Ninguna de esas ideas aparece sin que contenga unaverdad. Pero esa verdad pudiera no conducir de inmediatoa una perfección relativa. Hace doscientos años algunamente pudiera haber percibido el uso del vapor o la elec-tricidad como energía motriz. Pero esa energía motriz nopodía entonces desarrollarse como en la actualidad. Antesfue necesario cierto progreso previo: un aumento y mejo-ras en la fabricación del hierro, en la construcción decaminos, carreteras y en las necesidades de las personas.

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Pero la idea era una verdad. Mantenida por variasmentes, consiguió convertir el vapor y la electricidad enuna fuerza motriz, hasta su actual perfección relativa.Tuvo que luchar para superar todo tipo de argumentos yobstáculos a cargo de mentes espesas, materiales y pesa-das. Cuando sostienes una idea y te dices: «Bueno, esopudiera ser, aunque ahora no lo veo», estás apartando unagran barrera para la creación y realización por tu parte denuevas y desconocidas posibilidades en tu interior.

La mente espiritual puede considerar como propioun poder de consecución de cualquier resultado en elmundo físico, más grande de lo que pudieran imaginarlas masas. Estima que en lo que respecta a las posibilida-des de la vida, seguimos inmersos en una densa ignoran-cia. No obstante, considera unas cuantas cuestiones,como la salud perfecta, la liberación de la descomposi-ción, la debilidad y la muerte del cuerpo, el poder de tran-sitar, de viajar y la observación independiente del cuerpo,así como los métodos para obtener todas las cosas mate-riales necesarias y deseables a través de la acción y el fun-cionamiento de la mente o pensamiento silencioso, tantoindividual como en cooperación con otras.

La condición mental más deseable es el dominiototal de la mente espiritual. Pero eso no implica autoridado control en ningún sentido de tiranía dominadora de lamente espiritual sobre la mente material. Implica que estaúltima es barrida mientras siga haciendo gala de su tercaresistencia y oposición a los impulsos de la mente espiri-tual. Implica que el cuerpo se convertirá en el gustoso ser-vidor, o más bien asistente, del espíritu. Implica que la

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mente material no se esforzará por actuar como superiorcuando sólo es la inferior. Implica ese estado en que elcuerpo accede de buen grado a prestar su cooperación a finde hacer realidad todos los deseos de la mente espiritual.

Entonces puede concedérsele a tu espíritu todo el poder.Entonces no es necesario desplegar ninguna fuerza parahacer frente a la hostilidad de la mente material. Entoncestodas esas fuerzas podrán utilizarse para auspiciar nuestrosempeños, a fin de concedernos bienes materiales, para ele-varnos cada vez más a esferas de energía, paz y felicidad, ypara lograr lo que ahora pudieran denominarse milagros.

Ni la mente ni el cuerpo materiales han de ser venci-dos ni han de fundirse en lo espiritual mediante ningúntipo de severa autocensura o privación, ni soportarningún castigo como expiación de los pecados cometidos,ni someterse a ascetismo. Eso no haría sino convertirte enalguien más adusto, severo, intolerante y despiadado, tan-to para contigo mismo como para los demás. A causa deesa perversión de la verdad han aparecido términos como«crucificar el cuerpo» y «subyugar la mente inferior o ani-mal». Esa perversión es el origen de las órdenes y asocia-ciones de hombres y mujeres que, pasándose al otro extre-mo, buscan la santidad en la abnegación y la penitencia.

«Santidad» implica integridad, o una acción íntegradel espíritu en el cuerpo, o un control perfecto del cuerpopor parte del espíritu, a través del conocimiento y la fe ennuestra capacidad de extraer cada vez más energía delPoder Supremo.

Cuando se te acaba la paciencia contigo mismo, conla agresividad de la mente material, con las frecuentes

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recaídas en tus pecados de siempre, en los momentos depetulancia o mal humor, o de excesos de cualquier tipo,no estás haciendo nada provechoso, y al concebir y utili-zar insultos contra ti mismo no haces sino empeorar lascosas. No deberías seguir llamándote «vil pecador», pueslo conviertes en una realidad temporal. Si en tu visiónmental te enseñas a ti mismo que eres «sobre todo undepravado» y un «vil pecador», estarás convirtiéndoloinconscientemente en tu ideal, y te irás hundiendo en ellohasta que el dolor y el mal nacidos de tales pensamientosmalsanos te hagan retroceder o incluso llegar a destruirteel cuerpo. Pues de este estado mental, que ha sido muyinculcado en el pasado, proviene la crudeza, la intoleran-cia, la falta de caridad por los demás, las opiniones secas,austeras, pesimistas y malsanas, y esas condiciones men-tales sin duda atraerán la enfermedad física.

Cuando se aparta la mente material, o, dicho de otramanera, cuando nos convencemos de la existencia deestas fuerzas espirituales, tanto en nosotros mismos comofuera, y cuando aprendemos a utilizarlas de forma correcta(pues siempre las hemos empleado, tanto ahora como enel pasado, de alguna manera), entonces, para utilizar laspalabras de Pablo: «La fe se consume en la victoria», y de-saparece el escozor del miedo a la muerte. La vida se tor-na entonces un avance glorioso, alejándose del placer delhoy hacia el placer mayor del mañana, y la palabra «vivir»pasa a significar únicamente disfrutar.

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