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TÍTULO ORIGINAL Bikur hatizmoret AÑO 2007 DURACIÓN 90 minutos PAÍS , Israel / Francia DIRECTOR Eran Kolirin GUIÓN Eran Kolirin MÚSICA Habib Shehadeh Hanna FOTOGRAFÍA Shai Goldman MONTAJE Arik Lahav Leibovitz Arik GÉNERO Drama / Comedia / Comedia dramática PRODUCCIÓN Elion Ratzkovsky, Ehud Bleiberg, Yossi Uzrad, Koby Gal-Raday y Guy Jacoel PRODUCTORA Coproducción Israel / Francia / USA REPARTO Sasson Gabai (Tewfiq), Ronit Elkabetz (Dina), Saleh Bakri (Haled), Khalifa Natour (Simon), Imad Jabarin (Camal), Tarak Kopty (Iman), Hisham Khoury (Fauzi), François Khell (Makram), Eyad Sheety (Saleh), Shlomi Avraham (Pa- pi), Rubi Moscovich, Gavriel Ayrum, Uri Gavriel, Ahuva Keren, Rinat Matatov. PREMIOS 2007 - Academia Israelí de Cine: ocho premios (entre ellos, mejor director y mejor guión). Festi- val de Cannes: Premio Fipresci de la Crítica Internacional, en la sección "Un Certain Regard" [como consecuencia, Israel elige el film para competir por el Oscar al Mejor Filme en lengua no inglesa; la Academia de Hollywood lo rechaza por exceso de diálogos en inglés]. Entre otros muchos galardones hasta 38 en totalapuntamos, además: Premio Independent Spirit a la mejor película extranjera. Premio a la Mejor Dirección Novel y al Mejor Guión en la Seminci de Valladolid. Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine de Tokio. Película Descubrimiento y mejor actor (Sasson Gabai) en los Premios del Cine Europeo, más nominación al Mejor Guión. Premio del Público en los Festivales de cine de Munich y Sarajevo, parte de los triunfos cose- chados en Festivales internacionales como Copenhagen, Flanders, Toronto… WEB OFICIAL http://www.thebandsvisit.com/ TEMA La convivencia entre las personas y los pueblos es posible y necesaria SINOPSIS La banda nos visita sigue la aventura de ocho egipcios, integrantes de una modesta banda de música de la policía de Alejandría, que viaja a Israel para tocar en la ceremonia inaugural de un Centro Cultural Árabe en Petah Tikva. Nadie les espera en el aeropuerto. Sus contactos con la embajada egipcia y otras autoridades resultan infructuosos. Abandonados a su suerte y con total desconocimiento del idioma, con- siguen finalmente hacerse con un autobús, que les deja a las afueras de la ciudad Bet Hatikva, un asen- tamiento israelí perdido en medio del desierto del Negev. Pronto se evidencia que esta localidad no es precisamente el destino pretendido. Un malentendido fonético con los nombres (han confundido "Bet Hatikva" con "Petah Tikva") les ha llevado a esta localidad, en la que no existe ningún Centro Cultural Ára- be y sí rutina, indolencia y languidez. Se ven obligados a pasar allí todo el día y la noche, hasta que llegue el próximo autobús al día siguiente. Dina, la dueña de un bar-restaurante de paso, se ofrece a proporcio- nar alojamiento al curioso grupo de músicos militares, a cuyo frente se encuentra el teniente coronel Tew- fiq Zakaria. Después de las primeras reticencias y a pesar de las diferencias culturales que separan a unos y otros, los extranjeros son acogidos amigablemente por los lugareños, que celebran su venida como acontecimiento que trastoca su cansino día a día; y terminan abriéndoles casas y corazones... Su breve

TÍTULO ORIGINAL AÑO DURACIÓN MÚSICA 88 Kolirin … · de la policía de Alejandría, que viaja a Israel para tocar en la ceremonia inaugural de un Centro Cultural Árabe en Petah

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TÍTULO ORIGINAL Bikur hatizmoret

AÑO 2007

DURACIÓN 90 minutos

PAÍS , Israel / Francia

DIRECTOR Eran Kolirin

GUIÓN Eran Kolirin

MÚSICA Habib Shehadeh Hanna

FOTOGRAFÍA Shai Goldman

MONTAJE Arik Lahav Leibovitz Arik

GÉNERO Drama / Comedia / Comedia dramática

PRODUCCIÓN Elion Ratzkovsky, Ehud Bleiberg, Yossi Uzrad, Koby Gal-Raday y Guy Jacoel

PRODUCTORA Coproducción Israel / Francia / USA

REPARTO Sasson Gabai (Tewfiq), Ronit Elkabetz (Dina), Saleh Bakri (Haled), Khalifa Natour (Simon), Imad Jabarin (Camal), Tarak Kopty (Iman), Hisham Khoury (Fauzi), François Khell (Makram), Eyad Sheety (Saleh), Shlomi Avraham (Pa-pi), Rubi Moscovich, Gavriel Ayrum, Uri Gavriel, Ahuva Keren, Rinat Matatov.

PREMIOS 2007 - Academia Israelí de Cine: ocho premios (entre ellos, mejor director y mejor guión). Festi-val de Cannes: Premio Fipresci de la Crítica Internacional, en la sección "Un Certain Regard" [como consecuencia, Israel elige el film para competir por el Oscar al Mejor Filme en lengua no inglesa; la Academia de Hollywood lo rechaza por exceso de diálogos en inglés]. Entre otros muchos galardones –hasta 38 en total– apuntamos, además: Premio Independent Spirit a la mejor película extranjera. Premio a la Mejor Dirección Novel y al Mejor Guión en la Seminci de Valladolid. Premio a la Mejor Película en el Festival de Cine de Tokio. Película Descubrimiento y mejor actor (Sasson Gabai) en los Premios del Cine Europeo, más nominación al Mejor Guión. Premio del Público en los Festivales de cine de Munich y Sarajevo, parte de los triunfos cose-chados en Festivales internacionales como Copenhagen, Flanders, Toronto…

WEB OFICIAL http://www.thebandsvisit.com/

TEMA La convivencia entre las personas y los pueblos es posible y necesaria

SINOPSIS

La banda nos visita sigue la aventura de ocho egipcios, integrantes de una modesta banda de música de la policía de Alejandría, que viaja a Israel para tocar en la ceremonia inaugural de un Centro Cultural Árabe en Petah Tikva. Nadie les espera en el aeropuerto. Sus contactos con la embajada egipcia y otras autoridades resultan infructuosos. Abandonados a su suerte y con total desconocimiento del idioma, con-siguen finalmente hacerse con un autobús, que les deja a las afueras de la ciudad Bet Hatikva, un asen-tamiento israelí perdido en medio del desierto del Negev. Pronto se evidencia que esta localidad no es precisamente el destino pretendido. Un malentendido fonético con los nombres (han confundido "Bet Hatikva" con "Petah Tikva") les ha llevado a esta localidad, en la que no existe ningún Centro Cultural Ára-be y sí rutina, indolencia y languidez. Se ven obligados a pasar allí todo el día y la noche, hasta que llegue el próximo autobús al día siguiente. Dina, la dueña de un bar-restaurante de paso, se ofrece a proporcio-nar alojamiento al curioso grupo de músicos militares, a cuyo frente se encuentra el teniente coronel Tew-fiq Zakaria. Después de las primeras reticencias y a pesar de las diferencias culturales que separan a unos y otros, los extranjeros son acogidos amigablemente por los lugareños, que celebran su venida como acontecimiento que trastoca su cansino día a día; y terminan abriéndoles casas y corazones... Su breve

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Eran Kolirin – La banda nos visita '07 Film-ficha 88

estancia en la localidad propicia una serie de pequeñas peripecias, en las que israelíes y egipcios se mez-clan entre sí, viven situaciones cómicas, brotes de pasión, encuentros de fugaz alborozo…

EL REALIZADOR: ERAN KOLIRIN

Nace en Tel Aviv en 1973. Su vida viene marcada muy pronto por el cine. En él encuentra sus héroes de infancia y juventud. Entre ellos se cuentan sobre todo los grandes cómicos de las producciones americanas y francesas: Charles Chaplin, Buster Keaton y Jacques Tati. Ellos, que le conmovían hasta irrumpir en llanto o en risas –según confiesa el mismo Kolirin–, se convierten luego en su principal fuente de inspiración, ya desde sus primeros trabajos propios para la TV. En este medio se estrena precisamente escribiendo el guión para el film el film Tzur - Hadas-sim, por el que obtiene en 1999 el Premio "Lipper" al mejor guión en el Festival internacional de cine de Jerusalén. A partir de aquí su vida profesional se cen-tra por completo en la actividad cinematográfica como guionista, productor y realizador de filmes. Primero, para la TV, donde multiplica sus colaboraciones en la realización de series y TV-Movies. Entre ellas destacan la ya mencionada Tzur - Hadassim; Shabatot VeHagim (2001, serie-TV de 10 episodios; Kolirin es autor de 5: Machshavot Shniot; HaLev Shene'elav; BeChul Ze Lo Nechshav; Hemshech Yavo; Eshet Cha'il); Meorav Yerushalmi (2003, Serie-TV); Shabatot VeHagim

(1999-2004, serie-TV de 23 episodios; Kolirin escribe el guión de 5 de ellos: Ve'Ha-Sfina Shata, 2003; Pir-key Avot, 2003; Amidat Motza, 2003; Made in Israel, 2004; In Memory of Yitzhak Rabin RIP, 2004)); Path-ways in the desert / The long Journey (2004, TV-Movie, guión y dirección); BeTipul (2005, Serie-TV, 2 epi-sodios); Week Five (2008, Serie-TV, guión); In Treatment / En terapia (2008, serie de TV, guión de un epi-sodio). Últimamente ha dado el salto a la gran pantalla, medio para el que celebra su debut con Bikur Ha-Tizmoret / La banda nos visita (2007, guionista y director, ganadora de numerosos premios nacionales e internacionales; Hahithalfut / The Exchange (2011, guionista, director y productor).

Kolirin pertenece a esa pujante generación de jóvenes realizadores israelíes, que están revolucionado la filmografía hebrea y poniéndola en el candelero. Kolirin se siente orgulloso del fenómeno, pero guarda distancia ante él. "Estamos de moda –confirma– y ello no deja de ser bueno, porque nos hacen más caso. El problema es que hay muchas expectativas y no sé si los resultados estarán a la altura". En todo caso, él ha optado por dejar de lado las grandes cuestiones emanadas del conflicto político-militar entre árabes e israelíes, para prestar su atención, sobre todo, a la vida cotidiana de sus conciudadanos. La ausculta con fina sensibilidad y penetra esas zonas casi imperceptibles de la psique humana, siempre desde una óptica muy propia suya, hecha de melancolía poética y complacencia lúdica. Otro integrante significativo de su quehacer cinematográfico es la preocupación por tender puentes de diálogo y convivencia con sus vecinos árabes, dado que él mismo se siente integrante de ese entorno geográfico-cultural en el que vive. En este sentido, observa solícitamente los diferentes roces que surgen en un ámbito tan multicultural y multinacio-nal y los trata con respeto y comprensión. Y en todo momento nos transmite –aunque sin pretender elevar su percepción a "mensaje"– la sensación de que "su" Israel es distinto del que el mundo está acostumbra-do a conocer por las noticias de los Mass Media.

LA BANDA NOS VISITA: LA PUESTA EN ESCENA

Algunos críticos han señalado al cineasta finlandés Aki Kaurismäki como uno de los referentes inspi-radores de Kolirin; y, en concreto, por su desnuda forma de efectuar la puesta en escena. En todo caso, la de Kolirin reviste una simplicidad decantada y esencial en sus contenidos y en su forma.

1.- Trasfondo autobiográfico y cultural

En sus entrevistas, el realizador israelí vuelve una y otra vez a sus experiencias infantiles a la hora de dar cuenta de los orígenes de su film. Cuando yo era niño –nos recuerda–, yo solía ver películas egipcias con mi abuela y mi familia. Se trataba de un hábito bastante frecuente en las familias israelíes a comienzos de la década de los '80. Al final de la tarde de los viernes y por el único canal de TV, que por entonces tenía el país, disfrutábamos con el aliento entrecortado aquellas tramas de enredados amores imposibles y pena desgarradora, protagonizadas por Omar Sharif, Pathen Hamama, I’del Imam… Sí, era así, por raro que esto pueda parecer en una nación que llevaba la mitad de su existencia en estado de guerra con Egip-to, y la otra mitad en una especie de paz fría, distante, con sus vecinos del sur. A veces, tras el film árabe,

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la TV emitía la actuación de la or-questa de la Autoridad para emisio-nes israelíes (IBA). Era una típica orquesta árabe, compuesta casi en su totalidad por judíos árabes proce-dentes de Irak y Egipto.

La orquesta de la IBA se des-manteló y la película árabe ha des-aparecido hace mucho tiempo de nuestros televisores. La TV se ha privatizado en Israel y frente al canal único de antaño impera ahora toda una maraña de quinientos cincuenta y siete canales, o quién sabe cuán-tos más. Accedemos a cadenas in-ternacionales como MTV, BBC, RTL

e "Israeli Idol", a la vez que nos inundan las canciones pop y anuncios de 30 segundos… ¿A quién le inte-resan ya las canciones de cuarto de tono que duran media hora?

Hay más. Con el paso del tiempo, Israel ha construido el nuevo aeropuerto, pero no se han preocupa-do de traducir al árabe los carteles indicadores de la carretera; y entre los miles de tiendas que se han ins-talado en el reciento, tampoco han encontrado espacio para esa escritura extraña, ensortijada que es la lengua materna de la mitad de nuestra población. Por el contrario, H&M, Pull and Bear, Levi’s, etc... nos hacen olvidar con gran facilidad. Con el tiempo, hemos llegado a olvidarnos de nosotros mismos.

Desde este trasfondo autobiográfico y cultural, Kolirin hace hincapié en otra de sus ideas fijas, que están a la base de su film: Se han hecho muchas películas –dice– intentando explicar por qué no hay paz entre nuestros pueblos; pero tengo para mí que muy pocas que nos hablen de por qué necesitamos la paz por encima de todo.

2.- Guión literario

Así pues, inspirado en el recuerdo de esas vivencias de infancia de los años '80, Kolirin elaborara un guión amable y preciso, de cuidado minimalismo narrativo-formal, pero pletórico de intensidad existencial.

a) El planteamiento.- El guionista tiene muy claro lo que pretende al ordenar sus recuerdos y viven-cias. Al servicio de una antropología regeneradora y en busca de una sociedad regenerada plantea la aventura de este pequeño grupo de músicos (extranjeros, egipcios, del cuerpo policial) en tierras de Israel desde una perspectiva amable y complaciente, alejada por completo a cualquier enfoque beligerante. Elige para ello el tono distendido de la comedia en la que, no obstante, asoman de continuo ráfagas de tono dramático, que emergen con espontaneidad de los relatos particulares. 1) Desde el punto de vista dramá-tico, el guión se vale de cuatro recursos predominantes de distensión: el equívoco, el humor, ciertos es-bozos de poesía y la música. Como tantos clásicos de la comedia, La banda nos visita juega ya desde el principio con una situación de equívoco, que no abandona a lo largo de la historia y en la que avanza con el relato de incidentes episódicos, frecuentemente salpicado de humor-poesía y siempre por la música. Eran Kolirin muestra su talento para pasar sin sobresaltos del drama dolien-te a la comedia más disparatada. 2) Desde el punto de vista temático, el guión sigue una pauta de contención y asimiento a la realidad fáctica. Kolirin insiste una y otra vez en sus entrevis-tas que no pretende formular mensa-jes, ni directa ni indirectamente; rehúye toda lectura simbólica, política, ideoló-gica; reitera que solo se propone rela-tar un anecdotario de las pequeñas peripecias que viven dos grupos con-trapuestos de personas en circunstan-cias anómalas. Lo que sucede es que luego –acaso incluso contra su volun-tad inicial–, en el transcurso de esas

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anécdotas y a meced del lenguaje cinematográfico esgrimido, distintos gestos, determinadas acciones y figuras devienen paradigmáticas; como tales, se truecan en símbolos que trascienden la historia concreta, en fábula o metáfora que ilumina situaciones y comportamientos más generales. En este sentido, sí cabe hablar de una simbología latente en La banda nos visita; de hecho, el mismo realizador presenta su film temáticamente como un relato ejemplar de convivencia humana más allá de barreras preestablecidas o ficticiamente creadas; como un camino transitable para la paz y la armonía entre los pueblos.

b) La estructura narrativa.- El discurso narrativo fluye pletórico de espontaneidad y frescura sobre la base de una estructura muy simple, depurada y precisa, cinematográficamente certera y eficaz. Quisiera poner de relieve estos tres aspectos confluyentes, sobre los que se sostien: 1) El formato de comedia agri-dulce.- El guión concatena una serie de pequeños cuadros de costumbrismo casi miniaturista, cuadros polarizados en su formato cómico / dramático, que dan lugar a una comedia agridulce, en la que en apa-riencia todo se desliza sobre una nimiedad ingenua, pero que en el fondo encierra un buen cupo de dra-matismo existencial. 2) La dinámica cinematográfica.- El guión parte de una anécdota –digamos "global"– muy sencilla: un grupo de egipcios (hombres de paz a medio camino entre la profesión de policías y la afi-ción por la música) se encuentra de pronto "perdido" en Israel. La articulación que se sucede concatena toda una secuencia de otras anécdotas, todas ellas –comenzando por la primera, digamos "matricial", del aeropuerto– bajo el esquema narrativo intercambiable: pequeño "conflicto" inicial, que genera situaciones de "equívoco"; resolución del mismo en base a algunos "gags" (en ocasiones, un tanto surrealistas), que nos hacen sonreír; clima amable y distendido resultante, en tono de "humor", "poesía" y "música". [La es-cena primera de la llegada del grupo egipcio al aeropuerto resulta "matricial" por cuanto que define el for-mato de la historia (una comedia agridulce) y establece los términos de la secuencia: el "conflicto": nadie sale a esperarles, desconocen el idioma, la embajada se desentiende ellos; el "equívoco": confunden el nombre de Bet Hatikva con el de Petah Tikva; los "gags" de humor…]. 3) La cuasi omnipresencia tonifican-te de la música.- El guión le otorga rango de co-protagonista en la sombra, que siempre aparece nostálgi-co y respetuoso, acunando recuerdos, ansiedades, secretos en flor, amistades tan bellas como efímeras… La música canaliza ese manantial incesante de sentimientos que inundan la película y se convierte en vehículo de comunicación, no solo de los personajes entre sí, sino entre ellos y los espectadores, entre sus historias y grandes parcelas de las nuestras. No es de extrañar que el espectador termine impresiona-do: le han tocado en zonas sensibles de su mismidad.

c) Humor-poesía-música como argumentos de persuasión.- El guión se vale del humor y de la poesía

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como recursos, como cauce que da a la historia el formato de comedia melancólica; pero también como argumento; y en el caso de la música, incluso –como queda dicho– como protagonista en la sombra. Claro que hablar de humor en este film en modo alguno significa abrir el grifo de la risa. "Sonrisa" respondería con mayor exactitud a la reacción que suscita en nosotros. Se trata de un humor muy propio de noble tesi-tura, de comicidad contenida, ponderada, para el que se necesita olfato y gusto especiales. La poesía, sí, entra por los ojos (esos rostros cadenciosos a la luz de la luna de verano; esa imagen de impenitente enamorado, esperando la llamada de la amada ante una cabina de teléfono), por los oídos (esos ecos mu-sicales evocados al rescoldo de brotes de amor; ese lirismo de gestos ansiosos, lacrimosos, suplicantes, respetuosos…) y por todos los poros del alma (esa gesticulación de los protagonistas cuando Tewfiq inten-ta explicarle a Dina qué se siente al dirigir a su orquesta; esas miradas cargadas de silencio con retazos de alma melancólica; esos diálogos sin palabras con aroma de fontana interior…). La música se pasea por el film con mueca galante o quiebro restallante; juega con los recuerdos y evocaciones; enlaza elipsis na-rrativas; trata puentes entre los escarceos de los personajes y el bienestar anímico del espectador.

d) La complacencia por la perfección inadvertida.- A más de un espectador el guión –y, en definitiva, el film– le puede parecer insuficiente (demasiado sencillo, falto de hallazgos cinematográficos…). A otros, sin embargo, demasiado corto para tanta fruición como exhala. Pero está claro: no es lo mismo sencillez que simpleza, ni calidad que aparatosidad. Aquí, el guión es sencillo como sinónimo de "perfecto"; y es de "calidad" como sinónimo de "autenticad". Con cuidado meticuloso y dominio solvente de la dramaturgia, Kolirin nos presenta un guión original, sencillo y asequible, pero no plano; de alta calidad, pero disuelta en la transparencia de su dicción. No es espectacular, de relumbrón, sino esencial, a ras de vida.

Con esa mezcla de comedia y drama que acompaña al metraje consigue Kolirin ponernos en pantalla un espejo de la vida misma. No resulta difícil, aún sin saber por qué, sentirse a gusto ante una "comedia" que respira chispa sin levantar llamaradas, más ingeniosa que contagiosa, rayana en el absurdo, pero pe-gada a la vida. Tampoco resulta difícil identificarse con su parce-la "dramática", que asoma por doquier allí donde realmente de palpa vida y que esboza año-ranzas por personas que se fueron, puertos felices que aco-gieron el barco de la propia existencia, dudas, inquietudes, la existencia misma con su par-cela de espinas. El guionista maneja muy bien, además, la elipsis como instrumento narra-tivo que nos traslada de lugar y tiempo, gana espacios vacíos y agiliza la trama.

3.- Guión técnico

También en este ámbito impera el minimalismo formal y la perfección del buen hacer desde la sencillez buscada y el dominio de los recursos del lenguaje cinema-tográfico. Quiero esbozar solo un apunte indicativo:

a) Cámara - fotografía.- El relato viene subrayado por su enorme fuerza visual, con una claridad de imagen verdaderamente embriagadora. La cámara es intuitiva y perspicaz en la búsqueda de los movi-mientos de los actores, de la elocuencia de los rostros que hablan en silencio con los rostros y los gestos, o con la descripción de ambientes; se recrea especialmente con panorámicas sobre el espacio desértico, la ciudad lejana. Magnífico es, igualmente, su planificación milimétrica, muy atenta a los contrastes de luz, las matizaciones (vale la pena destacar su lograda proyección de "luces blanquecinas o de oscurida-des nocturnas que iguala a israelíes y egipcios, y que viene a significar la convivencia pacífica y el enten-dimiento de unos y otros" - J. R. Chico). Todo ello fructifica, además, en una fotografía exuberante de to-nalidades, matizada, vigorosa…, que penetra confidencial –sin "saquear" su misterio– el interior de los personajes y los asuma a expresiones dramáticas, risueñas…

b) Banda sonora.- Kolirin maneja a placer los diálogos, los silencios y la música. Los diálogos verba-les son justos y mesurados, a la vez que certeros y llenos, con la esencialidad que corresponde a persona-jes solitarios, desacostumbrados al cariño y ocultamente hambrientos del mismo. Junto a ellos cobran gran

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relevancia en el film los silencios: incómodos unos, benévolos otros; y todos rebosando complicidad con los rostros y los gestos en una bellísima sinfonía dialogal integral de cuerpos, gestos, alma, recuerdos, sentimientos… Observa del realizador: "He querido jugar con los silencios que se crean entre los persona-jes, son silencios incómodos, cómplices o amorosos, pero expresan mucho más de sus sentimientos que todas las palabras juntas. La cuestión era no hacer evidente lo que pasa por dentro, evitar decir las cosas de una forma demasiado directa". Del protagonismo de la música ya he hablado escuetamente antes.

c) Rodaje - montaje.- El rodaje se llevó a cabo en una pequeña ciudad de Israel. No he tratado –acota Kolirin– de reproducir realísticamente cómo son las ciudades y los pueblos de Israel. Pero simultáneamente he de afirmar que la pequeña ciudad que aparece en la película existe tal cual en la realidad. El montaje maneja a la perfeción, como ya he apuntado, la elipsis para conjuntar y aligerar las fases del relato; asímismo la administración de tiempos, generando un ritmo algo lento y contemplativo, que facilita la asimilación del proceso de encuentro entre los personajes, pero eludiendo en todo momento el aburrimiento: es constante y "va ganando en fuerza dramática y emotiva a medida que avanza la cinta" (J. R. Chico).

El film se estrenó en Israel el 13 septiembre de 2007 (en España el 11 Abril de 2008). Ha triunfado en todos los lugares del mundo donde se ha pro-yectado.

4.- Personajes y actores

Los actores dejan de lado cualquier atis-bo de grandilocuencia. Pletóricos de naturali-dad, vitalidad y desenfado, parecen arranca-dos de la misma vida. Todos ellos están a la altura de sus papeles, aunque parece oportu-no destacar la labor de los protagonistas:

Sasson Gabai (en el papel de comandan-te Tewfiq Zakaria, director de la banda). El personaje es un hombre ya mayor viudo; muy consciente de su dignidad y de su rango es cumplidor y exigente, con un sentido estricto de la moralidad, pero cariñoso y comprensivo;

su vida familiar pasada le tiene atormentado. El veterano Sasson Gabei realiza una interpretación sober-bia, llena de matices, creíble y convincente.

Ronit Elkabetz (Dina, la dueña del bar). El personaje responde al de una mujer fuerte e inteligente, acostumbrada a bandearse con la vida en momentos aciagos y felices; ahora vive una fase de desencanto y tristeza, acorralada en el desierto y sin perspectivas de dar cauce a toda su energía vital. Ronit Elkabetz restalla frescura y lozanía en el papel de esta mujer de "armas tomar"; paciente e insinuativa, exhibe unos recursos de desbordante flexibilidad y controlado desparpajo.

Saleh Bakri (Haled). Su rol le gana de inmediato todas las simpatías; joven y atractivo, de contacto fácil y maestro en el arte de la conquista femenina, este trompetista de la banda encuentra siempre gente a quien salir al encuentro: para ayudarle o seducirle. Saleh Bakri encandila verdaderamente a actores (ac-trices) y espectadores.

Kolirin se muestra, también aquí, sobrio y magistral en la dirección de actores. De nuevo apuesta por un estilo despojado de todo artificio y consigue de los intérpretes actuaciones antológicas en escenas me-morables (el aprendizaje en la conquista con que Haled inicia a un inexperto israel mediante gestos y mi-radas; el diálogo de miradas y gestos entre Tewfiq y Dina…).

LA CONVIVENCIA ENTRE LAS PERSONAS Y LOS PUEBLOS ES POSIBLE Y NECESARIA

Existen en el film bastantes momentos que inducen a pensar que el realizador alude, de manera más o menos implícita, a situaciones conflictivas del escenario geopolítico y cultural actual en que se mueve. Ello ha motivado que muchos críticos y entrevistadores hayan porfiado una y otra vez sobre el carácter simbólico de su cinta y sobre el mensaje de la misma. Y Kolirin ha reiterado con la misma insistencia que en La banda nos visita no ha pretendido emitir ningún mensaje especial a los espectadores, sino simple-mente exponer a debate temas importantes que, a su parecer, no han sido abordados suficientemente por el cine. "Yo no puedo resumir la película en una frase –dice en una entrevista, concedida a una periodista alemana–. Hago cine porque me gusta este trabajo y porque me da la posibilidad de confrontar a las per-sonas con cuestiones sobre la misma humanidad. Es claro que éstas pueden tener connotaciones políticas

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o sociales. En cualquier caso, se trata de cosas que me preocupan; y abrigo la espe-ranza de que mis cuestionamientos terminen por convertirse en tema de discusión".

Hemos de dar crédito al realizador. Según él, no se trata, pues, de un film de "tesis" ni de "mensajes", pero sí de "temas" importantes del momento. Y éstos suscitan –por las potencialidades inherentes al lengua-je cinematográfico– inevitables "resonan-cias" vinculadas al panorama socio-político árabe-israelí actual. Una vez puesta en mar-cha, la dinámica intrínseca del lenguaje ci-nematográfico puede incluso llegar a inde-pendizarse de la intención del realizador.

Los temas que, a mi modo de ver, más parecen preocupar al realizador israelí en su film, podrían compendiarse en estas tres áreas:

1.- Al servicio de una antropología regeneradora

Dice Eran Kolirin: "No me interesa la sociología sino las personas".

a) Hondura humana.- De hecho y más allá de la rotundidad del aserto, sí que se perciben en el metra-je frecuentes subrayados en el comportamiento de los personajes, llenos de tanta densidad humana, tan conmovedoramente realistas, que en nada parecen fruto de cualquier sofisticación interpretativa y sí reta-zos de la vida misma. Fluyen por todos los lados efluvios de humanidad en ese breve y efímero laberinto de vidas que se cruzan por unas horas, que se miran, se encuentran y se entienden en medio del desierto de la naturaleza y de las palabras. Pero ellos –más allá del encorsetamiento de prevenciones y prejuicios de cualquier tipo– hallan un lenguaje de comunicación viva con sus gestos, sus risas, su música, su dispo-nibilidad para comprender y acoger, sus personas entreabiertas al buen aire de los demás.

b) Fe en la bondad de las personas.- Kolirin posee el arte de llegar al interior de unos seres humanos buenos. Con suave ternura o toques de fino humor nos desvela historias personales de inquietudes, amo-res y desamores, de esperanzas e ilusiones rotas. Y enseguida aparecen, también, esas otras zonas do-lientes, en las que abundan las heridas abiertas y las cuestiones conflictivas: un pasado familiar trágico, la soledad humana y social, la tristeza, el mestizaje cultural, las relaciones difíciles entre padres e hijos, la unidad familiar desquiciada…; pero, asimismo, el sentido de responsabilidad, la fuerza del honor, la fideli-dad a los principios que dan sostén a la propia vida… En cualquiera de estos trances, el realizador "nunca rebaja la entrañable autenticidad de los personajes, muy cercanos al espectador tanto en sus grandezas como en sus miserias" (J. J. Martín). Estos personajes –de una u otra manera, todos perdedores natos y al mismo tiempo luchadores incansables– nunca dejan de ser buenos, apacibles, sociables… Dentro de tan manifiesto optimismo antropológico, Kolirin no se olvida del realismo. Así, junto a esa imponderable bon-dad espontánea de las personas, aparece otro de los rasgos fuertes que las marca: se trata de seres humanos desencantados, nostálgicos, siempre revestidos de un deje de penetran-te tristeza. Desde este punto de vista, se comprende que no resulte nada casual la opción del realizador por la comedia a me-dio camino entre la sonrisa y la amargura, como tampoco su manejo del humor, la poesía y la música –todo un poco revuelto, como en la vida, pero bien compuesto–.

c) Y detrás, un camino abierto a la es-peranza.- Aún sin apelar a la lectura super-puesta de la cinta, que permite interpretarla en la doble clave real y simbólica, Kolirin mira hacia delante con esperanza. Lo hace "desde una perspectiva lúcida y nada com-placiente, sobre todo respecto a la caótica y agresiva sociedad israelí". Y también a este nivel más socio-político-cultural deviene creativo y regenera-dor su recurso a la poesía y a la música, así como su toque un tanto ácido del humor. "En este sentido,

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Eran Kolirin – La banda nos visita '07 Film-ficha 88

Eran Kolirin muestra un talento especial para pasar del drama más afilado a la comedia más disparatada, sin solución de continuidad y con resultados excelentes en uno y otro ámbito" (J. J. Martín). Pero hay más. Si apelamos a la lectura superpuesta y echamos mano del sentido figurado, está claro que "Eran Kolirin cree en las personas para superar el conflicto de Oriente Medio, y se sirve de una comedia de tono agri-dulce [ ] para dar esperanza y acallar la violencia y la cizaña política, para ayudar al espectador a que sonría y disfrute con una delicada y exquisita historia" (J. Rodríguez Chico). Se sale al paso del conflicto con el humor, la distensión, el amansamiento de la poesía y de la música. Así, más allá de toda barrera étnica, ideológica o política (y habría que añadir: o "religiosa"), los personajes del film protagonizan delei-tosos gags a medio camino entre lo absurdo y lo delirante (de entre todos ellos, acaso ninguno como el de la escena en que el egipcio Haled instruye a un israelí en el arte de ganarse a una chica; bastan la mímica y las miradas para transmitirle los pasos de la exitosa operación de conquista).

[Un interrogante a propósito de la marginación del "factor religioso" entre los ingredientes del film. Sor-prende, de entrada, que Kolirin no aluda en ningún momento a este "factor", que –en su versión más fun-damentalista y fanática– sí que está condicionando la problemática que confronta a israelíes y árabes en una contienda tan ancestral y actual. ¿Por qué lo ignora Kolirin? Si nos movemos dentro de una "lectura figurada" (socio-política) del film, cabe pensar que el realizador renuncia a tocar una vez más e inútilmente un nervio tan sensible e insumiso como el de las posturas religiosas de ambos, proverbialmente intocables y explosivamente encontradas. Si por el contrario nos mantenemos en la "lectura realista" propuesta por él, podemos arriesgar esta conjetura: fiel a la realidad que refleja, Kolirin vendría a decirnos que para la po-blación normal de ambos pueblos, la cuestión religiosa carece verdaderamente de peso real; no importa; está fuera del interés general].

2.- En busca de una sociedad regenerada

El cine israelí vive en la actualidad un momento dulce con un grupo de realizadores que han logrado colocar algunas de sus creaciones –bastantes– en el punto de mira del interés internacional. En la mayoría de los casos, sus filmes llaman la atención ante los diferentes frentes del conflicto árabe-israelí; cuestionan la política gubernamental ante el problema palestino; intentan establecer puentes que posibiliten la paz… En cualquier caso se alinean como "conciencia crítica" frente a los desmanes de la incomprensión e intole-rancia, provengan de donde provengan. De una u otra manera, esta cinematografía viene marcada por la política; el cine pone rostros concretos a las noticas diarias emanadas de otros medios de comunicación.

Kolirin parece no estar por esa labor. Sabedor de la facilidad con que el cine puede deslizarse por de-rroteros ideológicos y convertirse en arma persuasiva de la propaganda, se resiste a dimensionar su film La banda nos visita con interpretaciones de cariz político. Él persigue, más bien, y consigue que su relato acune experiencias inmediatas de vida y exhiba retratos humanos reales, más auténticos que las mismas noticias diarias, incluso a pesar de las mismas, tantas veces ideologizadas. Presenta, así:

a) Una imagen desdramatizada de la existencia.- Contemplado el film desde esta perspectiva, esos músicos aislados en medio de ninguna parte conviven durante una noche con los israelíes, de cuya hospi-talidad dependen, a falta de hotel en el que hospedarse. Gran parte de la película sucede "durante esa noche", que adquiere un inevitable carácter de catarsis. Todo sale bien, aunque respetando siempre las fisuras que cada uno arrastra en su vida personal. Imperceptiblemente y sin aspavientos dramáticos, la catarsis de la prueba superada se erige a su vez (con permiso de Kolirin), en una fábula sobre la solidari-dad, la convivencia y sus caminos. En este sentido, espetaba un periodista a Kolirin: Es inevitable hacer una lectura política de su film. A lo que él responde, reafirmando su postura una vez más: Quizá sí. Pero lo que sobre todo me parece obvio es sacar la conclusión de que el asunto es algo así como "en el fondo todos somos iguales y las guerras son absurdas". Y prosigue: Lo que quería contar es más universal y

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trata sobre las distancias que se crean entre las personas, que chocan con nuestra necesidad de comuni-carnos. Muchas veces, el problema está en las expectativas que tenemos sobre los demás. Aquí no hay ningún mensaje, y si lo hay, está al principio mismo, cuando se plantea lo difícil que siempre resulta meter a alguien en tu casa y comenzar a entenderte con él.

Admitiendo el telón de fondo del sangrante conflicto árabe-israelí, insistía en otra ocasión en que, a pesar de todo su cinta se centra en los sentimientos e inquietudes de unos seres humanos, víctimas de la "gran" política; los impulsos más íntimos entienden poco de diferencias raciales. Y recalcaba durante una visita a Madrid: "Sabía que estaba entrando en un campo de minas. Cada vez que alguien hace una pelí-cula con árabes y judíos hay gente que tiene que decir algo al respecto. En estos casos, lo único que pue-des hacer es tirar hacia adelante y cruzar los dedos para ver si sales con vida". "Lo que me interesa –atestigua en otro momento– son las personas, sus sentimientos concretos y su forma de actuar en distin-tas situaciones. En ningún caso he querido hacer un panfleto político o un análisis sociológico".

b) Los malentendidos de cultura y el desinterés de políticos y diplomáticos por la problemática real y concreta de los ciudadanos se interponen en la consecución de la paz y la armonía entre los pueblos.- Arribados a Israel sin conocer a nadie ni entender el idioma, este grupo de egipcios se haya de pronto abandonado a su suerte en el aeropuerto. La embajada egipcia se desentiende de ellos. Una confusión fonética les hace tomar un autobús equivocado, que les conduce erróneamente a un asentamiento israelí perdido en mitad del desierto del Negev, que ni siquiera dispone de hoteles o algo parecido. Pero los ex-tranjeros –árabes– son acogidos por los habitantes del lugar –israelíes– en sus propias casas, iniciándose así un fabuloso intercambio humano-cultural, variado y en ocasiones hasta íntimo y profundo. Kolirin acier-ta a crear un entramado interrelacional vívido y eficaz, en el que la mímica, las miradas y, sobre todo, la actitud interior de apertura y acerca-miento mutuo se sobreponen a las barreras lingüísticas y a los prejuicios ideológicos, políticos, raciales…

Todo el film constituye un formi-dable ejercicio de aplicación del "res-peto" entre culturas (la titulación está en hebreo y árabe; los personajes se expresan en un trasiego constante de idiomas: hebreo, árabe, inglés). Par-tiendo de esta base, Kolirin da un paso más e intenta demostrar que, más allá de las diferencias y barreras lingüísti-cas –respetables en sí mismas–, el "diálogo" cultural entre mundos enfren-tados por la política es posible y, una vez establecido, ayuda a superar las diferencias, a la vez que abre el camino a la comprensión y al enten-dimiento entre las personas. El film pone de manifiesto cómo, de hecho, es posible vivir en paz; e insiste, de una y mil maneras, en que el diálogo entre las personas y el intercambio cultural puede más que los prejuicios y las ideologías; y, sobre todo, que es mejor vivir en paz que hacer la guerra.

c) Las armas de la paz.- Podría argumentarse que el respeto / diálogo cultural exhibido en La banda nos visita no deja de situarse a niveles mínimos de convivencia; y que, de otra parte, se lleva a cabo en un contexto espacio-temporal sumamente condicionado por circunstancias extraordinarias que, además, son diestramente manejadas por Kolirin; bajo estos supuestos, las tensiones y el conflicto apenas tienen oportunidad de emerger. Puede ser. Aunque esos supuestos también podían haber desencadenado los efectos contarios. En cualquier caso, todo ello forma parte del escenario de la parábola; y el director tiene derecho a definir el territorio de su ficción. Pero, a mi modo de ver, lo que no tiene réplica es el "cambio de instrumentos" que propone el realizador. Para comprobarlo bastaría repasar algunas de las sabrosas anécdotas del relato (por ejemplo, la regocijante relación entre Tewfiq –el lider de la banda– y Dina –esa mujer traqueteada por la vida y aparentemente frívola, que regenta el bar–). Tras la viveza y espontanei-dad que anima ésa y otras historias, se entrevé la estrategia de Kolirin al proponer las armas de la paz: una apuesta por la inteligencia, el sentido común, el respeto, el diálogo, la búsqueda del entendimiento entre las personas, el amor, el humor, la poesía…

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3.- Un canto idílico a la convivencia humana

No podemos desoír la proclama porfiada del realizador en pro del realismo como base inicial de su relato. En consecuencia, no accede de buen grado a la fabulación temática del mismo, que para él no constituye ni fábula ni tragedia: solo la vida misma, que está ribeteada de luz y obscuridad. Claro que, al mismo tiempo es consciente de practicar un "optimismo antropológico-social", que tiene más que ver con el mundo ideal que con la dura realidad. Y por este camino resulta difícil no internarse en el mundo de la fábula, la metáfora insinuativa, el símbolo que elucida el otro lado de esa realidad. Así, La banda nos visi-ta deviene ineludiblemente "paradigma": un cántico idílico a la convivencia humana.

a) Un viaje inútil, que termina dejando rastros de humanidad y entendimiento.- Para algunos críticos pesa demasiado el hecho de que –más allá de esas dificultades habituales que salpican las vidas de los individuos– a lo largo del metraje no aparezca en absoluto referencia alguna expresa al grave conflicto árabe-israelí, a sus espinosos problemas de coexistencia, a los atentados terroristas…. Argumentan: ello funde todo el relato en una "fábula cercana al surrealismo", que cuenta de manera idílica la ardua existen-cia de la vida real. De ahí que arguyan a Kolirin: "Por lo que dice, el conflicto es absolutamente secunda-rio". Él, rebajando una vez más la interpretación figurativa, responde: "Más que secundario es circunstan-cial. A estos personajes les separa una propaganda política que les ha enseñado a odiarse. Cuando su-peran sus temores se dan cuenta de que incluso pueden hacerse amigos. Hay otro aspecto que me intere-saba y es cómo, algunas veces, nos resulta más fácil sincerarnos con personas que no conocemos de nada y probablemente no volveremos a ver que con nuestros amigos de toda la vida. He querido trasladar al cine esa magia instintiva que surge de tanto en tanto entre las personas y que muchas veces es efíme-ra".

De ahí que el viaje a Bet Hatikva, fallido según el objetivo primario de la banda, deviene al final huma-namente gratificante. Y simbólicamente aleccionador. Y en este punto, el mismo realizador abre pautas a una relectura figurada cuando, haciendo balance de los beneficios que aporta una apertura al diálogo in-tercultural, apostilla críticamente: Sin duda hemos avanzado en la toma de conciencia de las ventajas económicas, de los intereses, de una cierta convivencia, sobre todo entre nuestros hijos. Sin duda esto es bueno. Pero no me cabe duda de que hemos perdido algo por el camino. Hemos trocado el amor auténtico por el sexo de noche única; el arte por el comercio; y el contacto humano, la magia de la conversación por la cuestión de cuán grande es el trozo de pastel que podemos agenciarnos.

b) Hacia la utopía terapéutica: ¿Por qué no la armonía de personas, razas y pueblos?- A despecho de elucubraciones interpretativas y, sobre todo, a despecho de discursos políticos o ideológicos, las conclu-siones que emanan de La banda nos visita rebosan optimismo: la convivencia entre las personas, el en-tendimiento entre los pueblos, la paz entre las naciones es posible. Mucho más, es necesaria, como el mismo realizador expresa reiteradamente a propósito de su film. Éste –dice– "no trata sobre por qué no hay paz, algo de lo que se han hecho ya muchas películas, sino sobre por qué la necesitamos".

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El film viene a proclamar en caracteres magnos esa utopía de la convivencia universal. Nadie gana en las guerras [con excepción, claro, de los productores de armas; pero ése es otro problema]. Con la pecu-liaridad de que, para fundamentar su utopía, Kolirin no echa mano de grandes principios, sino de los sen-timientos e inquietudes de unos seres humanos, que son víctimas de la propaganda política. Con lo que su utopía también nos deja, entre líneas, ése otro pellizco humanista: ¿por qué no atender más a los impulsos íntimos de las personas que entienden poco de diferencias raciales e intereses políticos?