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Tute cabrero

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TUTE CABRERO

De Roberto Cossa

Reparto

Sergio Daniel AizMatilde- Rosa Marta Degracia

Carlos Alberto EryLaura Mónica EstévezSosa Omar Fanucchi

Gladys Liliana QuartuccioVoz de Barcel Hugo Gregorini

Dirección Raúl SerranoEscenografía y luces Leandro H. Ragucci

Asistente Nilda RodriguezLuminotécnico Jorge Merzari

“Tute cabrero” fue estrenada en los Teatros de San Telmo en abril de 1981.

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(La escena transcurre en la oficina de dibujo de la empresa “Alfa” y en cada una de las casas de los tres dibujantes. Pero todo se resuelve en un ámbito único. Están los tableros de los tres dibujantes; una cocina; un living y un dormitorio que pertenecen, indistintamente, a las casas de Sosa, Carlos y de Sergio. En los casos necesarios, los tableros de dibujo se convierten en mesas. Solo el tablero donde trabaja Sosa es inmodificable. Los personajes invaden todos los ámbitos como propios de acuerdo a las necesidades de la acción).Al iniciarse la acción, Luis Sosa, un hombre que pasa los 50 años, muy miope, trabaja en su tablero de dibujo. Son alrededor de las once de la noche. En el living de su casa, Carlos Parenti bebe un whisky mientras Laura, su mujer, tiende la mesa. Ambos tienen cerca de 40 años. En el otro extremo, convertido en habitación, están Sergio Bruni y Gladys, su novia, ambos jóvenes. Finalmente, en un costado está Matilde, la hermana de Luis Sosa, una típica solterona que bordea los 60 años.La acción transcurre durante una noche y hasta la mañana del día siguiente. El resto pertenece a los recuerdos de Sosa, a veces, y otras a situaciones que pasaron en la historia de los personajes.)

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SOSA.- (Canturrea “El pañuelito blanco” y dibuja). Si el chico dijera “me voy yo”, todo sería más fácil. Y así debería ser. ¡Claro que sí! Le corresponde a él. Es el más joven, entró último y Carlitos y yo nos podemos arreglar solos. (Como si alguien lo contradijera). ¿Cómo que no? ¿Cuánto tiempo estuvimos solos? Y todo andaba bien. Un día vino el chico y la cosa se complicó. Eso es lo que le dije, que la cosa se complicó. Nada más que eso. Que Carlitos y yo tendríamos que quedarnos solos. (Laura pone el mantel. Carlos bebe).LAURA.- Estás tomando mucho, Carlos. (Sale hacia la cocina).SOSA.- Si vos y yo estábamos bien, Carlitos. Pero te empeñaste en que hacía falta otro dibujante. Y yo te lo dije: estamos bien solos. Ya ves: ahora sobra uno. (Canturrea).LAURA.- ¿Te sirvo?CARLOS.- Ahora no.LAURA.- Son las diez de la noche. ¿A qué hora vas a cenar?CARLOS.- Quiero acordarme como se llamaba esa película en la que Edward Robinson le cantaba “porque es un buen compañero... porque es un buen compañero…” ¿Te acordás?LAURA.- ¿Qué pasa Carlos?SERGIO.- (A Gladys). No me jodás, encima.GLADYS.- Te va a echar de “Alfa”. ¿Y qué? (Sergio molesto, cambia de ámbito)LAURA.- (A Carlos.) Te pregunté que te pasa.CARLOS.- ¿Te parece poco? No me puedo acordar del título de esa película. Todos cantaban “porque es un buen compañero… porque es un buen compañero…” y Edward Robinson sonreía. (Observa a Laura, que le lanza una mirada furiosa.) Resulta que Edward Robinson era un abogado… No, esa era otra. (Laura va hacia la cocina. Toma un plato, le encia otro y coloca ambos sobre la mesa. Sosa canta “el pañuelito blanco…”)LAURA.- Comé cuando se te de la gana. Me voy a acostar. (Ingresa en el dormitorio y se prepara para dormir.)SOSA.- ¿Te acordás, Carlitos, que bien estábamos vos y yo solos? Esas tardecitas de verano cuando íbamos a tomar cerveza y a comer sándwiches de lieberbush al “Adams”.MATILDE.- ¿A qué hora vas a volver, Luis?SOSA.- Lo tiraron abajo. Al “Adams”, lo tiraron abajo. Tiran todo abajo. (Matilde deja la costura, saca el plato que dejó Laura sobre la mesa y va a colocarlo dentro del horno.)MATILDE.- Se enfrían las milanesas. Dijiste que volvías a las diez.SOSA.- Tengo que terminar este plano. Es muy importante.MATILDE.- Hoy vino un sifonero nuevo y me miró de una manera rara. Le dije: mi hermano es un jefe. Pero igual me miró de una manera rara. Como miran los patoteros.SOSA.- Va a ser el mejor plano de mi vida, Matilde. Una obra de arte. Y cuando Barcel lo vea, va a decir: “Es perfecto. ¿Quién hizo esta maravilla?” Y Carlitos le va a contestar: “Lo hizo Sosa, señor Barcel. Se quedó toda la noche para terminarlo”. “¿Toda la noche?”, va a decir el señor Barcel. “Eso sí que es amor al trabajo. Quiero que Sosa se quede en la empresa”. Seguro que va a decir eso. “Sosa es imprescindible”. Y Carlitos y yo vamos a estar solos otra vez. (Fija la vista.) ¿Por qué hacen los números cada vez más chicos? (Canturrea “El pañuelito blanco”.)

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CARLOS.- Van a echar a un dibujante.LAURA.- ¿Qué dijiste?CARLOS.- Que van a echar a uno de los tres. Barcel lo anunció hoy.LAURA.- ¿Cómo a uno de los tres?CALOS.- Así lo dijo. Pero como la empresa es tan buena nos da la oportunidad de decidirlo entre nosotros. Barcel dijo que somos un grupo humano.LAURA.- Hablá en serio, Carlos.CARLOS.- Estoy hablando en serio.LAURA.- Estás borracho.CARLOS.- Los borrachos siempre dicen la verdad.LAURA.- ¿Y qué piensan hacer?SERGIO.- (A Gladys.) ¡Qué se yo! Cuando Barcel dio la noticia, Carlos agarró el saco y se fue dando un portazo. El viejo debe estar todavía terminando un plano. Haciendo méritos.GLADYS.- ¿Y qué te hacés ala sangre? Mandá a la mierda a “Alfa” y chau. Te venís conmigo a vender artesanías a Plaza Francia. (Sergio la fulmina con una mirada.) ¿Qué, no te gustaría? Y, si no, me hago puta. Ahí está. Hasta podríamos vivir bien. (Lo abraza.) ¡Viviríamos de mi cuerpo, mi amor!SERGIO.- ¡Terminala Gladys!

(La empuja y ella cae sobre la cama.)GLADYS.- ¡Ay, Sergio, sos un moralista!LAURA.- T e pregunté que piensan hacer.CARLOS.- ¿Cuánto hace que estoy en “Alfa”? Casi veinte años.SOSA.- Tenía el pelo cortito, recién salido del servicio militar. Y se sentaba ahí y me miraba dibujar. Y yo lo levé por primera vez al “Adams”. No lo conocía.LAURA.- ¿Entonces?CARLOS.- Lo que te dije. En “Alfa” sobra un dibujante. Yo soy un dibujante de “Alfa”. Ergo…LAURA.- Vos no sos un simple dibujante. Sos el encargado.CARLOS.- Barcel dijo, “si uno de los tres quiere irse, puede irse”. ¡Si alguno de los tres!”Si no, lo decide la empresa. Ustedes son un grupo humano”. Eso dijo, que somos un grupo humano.LAURA.- y bueno… que lo decida la empresa. A vos no te van a echar.CARLOS.- No, a mí no. (Laura lo besa y cambia de ámbito. Caros silba “Porque es un buen compañero”.)MATILDE.- Luis… son las once. Cerraron el quiosco de enfrente y la cuadra está a oscuras. ¿Por qué tenés que quedarte hasta tan tarde si sos el jefe? Los jefes andan pero no trabajan. Yo le dije al nuevo sifonero: mi hermano es un jefe. Pero así y todo me miró con deseo.SOSA.- ¿Les diste de comer a los pájaros, Matilde?MATILDE.- Las once ya. Sabés que está lleno de violadores.SOSA.- (Con gestos de pintor ante un cuadro.) Los voy a deslumbrar. Vas a ver, Matilde. Los voy a deslumbrar. (Sosa canturrea.)SOSA.- “El pañuelito blanco… que te ofrecí… bordado con mi pelo…” El chico no es malo. (Toma una vasija del tablero.) Esto me lo regaló él. Lo hizo la chica.MATILDE.- La mocosa esa te tuteó una vez. (Carlos, Laura, Sergio y Gladys ríen a carcajadas. Sos queda con la mirada perdida. Tiene la vasija en la mano. Carlos toma un cenicero y lo observa. Sergio mira a Sosa y a Carlos, sonriente.)

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CARLOS.- (La escena se traslada a un recuerdo de Sosa.) ¿Y a qué viene esto?SERGIO.- Los hizo Gladys.SOSA.- ¿Esto es para mí?SERGIO.- ¡Y para quién va a ser!SOSA.- Muchas gracias. ¿Lo hizo su… esposa? (Carcajada de Gladys.)SERGIO.- Sí. Le dije: haceles algo a Sosa y a Parenti. “Y… pero yo no se que gusto tienen”. Cualquier cosa, Gladys. Son dos viejos chotos. Uno más choto que el otro.CARLOS.- Andá a la mierda. (Sergio ríe.) Pero es muy lindo. (Reacciona.) De todas maneras esto no me va a hacer olvidar que llegaste tarde otra vez.SERGIO.- ¡Dale, Carlitos! Hoy es un día especial. (Sosa y Carlos lo miran.) Sí, señores, un día muy especial. (Crea una expectativa.) Hoy hace exactamente un año que tienen el honor de conocerme.CARLOS.- ¡Bueno…!SOSA.- ¿Un año? Cómo pasa el tiempo.SERGIO.- Sí, señores. Hoy hace un año que entré por esa puerta. (Por Carlos.) Este me hizo hacer café. (A Sosa.) Y usted no me dirigió la palabra, salvo en un momento en que se acercó y me dijo: (Imita.) “Disculpe, pibe, pero esta escuadra es mía”. Y yo pensé: ¡Con qué buen par de hijos de puta me tocó trabajar! Un año después puedo decir que… (Sincero.) Son dos grandes tipos. Y que estoy muy contento de haberlos conocido.CARLOS.- (Para eludir el clima de emoción.)Bué, ché. Vamos a laburar. (Sos coloca el portalápices sobre el tablero.)SOSA.- Aquí va a quedar muy bien.CARLOS.- Yo, el cenicero me lo llevo a casa. Me viene muy bien. (Se lo tiende a Laura.)LAURA.- Es hermoso. ¿Lo hizo la chica? Tendríamos que invitarlos a cenar una noche.CARLOS.- Buena idea. (A Sergio.) ¿El sábado pueden? Así, de paso, la conocemos a Gladys.SERGIO.- ¡Bárbaro!CARLOS.- (A Sosa.) ¿Y usted, Sosa? (Sosa hace un gesto.) ¡Vamos! ¿Qué tiene que hacer el sábado?SERGIO.- (A Carlos.) Hay carreras nocturnas en Palermo. (Ríen.) SOSA.- No se… No se…SERGIO.- ¡Déle, Sosa! ¡Y la trae a su hermana!SOSA.- No, mi hermana…SERGIO.- ¿Por qué no?SOSA.- No puede viajar en colectivo. Se marea.SERGIO.- (Riendo.) Déle…MATILDE.- Sabés que me mareo, Luis.CARLOS.- (A Laura.) Se marea. (Laura ríe.)GLADYS.- (A Sergio.) ¿En serio?SERGIO.- (A Carlos.) ¿No dijo así?CARLOS.- En serio.

(Es otro momento del recuerdo. Ríen. Ya están en la fiesta. Carlos sirve los vasos.)

SOSA.- (Dibuja. Fija la vista.) ¿Qué número es este?MATILDE.- Un cuatro.

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SOSA.- Los hacen cada vez más chicos.MATILDE.- ¿Vas a venir, no, Luis?SOSA.- Tengo que terminar el plano.MATILDE.- Siempre que salí de casa, pienso: hoy no vuelve. Va a encontrar a una mujer y no va a volver más. Y yo me voy a quedar sola. ¡Qué cara horrible tenía el sifonero, Luis! Son las once ya. (Comienzan lo ritmos en la fiesta.)SOSA.- Son las once. Me voy a tener que ir.LAURA.- Es temprano, todavía.SOSA.- Mi hermana está sola.CARLOS.- Tómese la última.SOSA.- Tengo que terminar el plano.

(Se hace la fila india hasta que pasa junto a Sosa y lo arrastra a la fiesta. Todos cantan en un clima de verdadera alegría. Sergio, sin dejar de bailar, sirve los vasos.)

CARLOS.- Y ahora propongo un brindis.SERGIO.- ¡Eso! Silencio. ¡Si-len-cio! (Pausa.) Silencio, romanos. ¡Habla el gran Parenti! ¡Hablad, oh gran maestro!CARLOS.- (Con aparente serenidad.) Alzo mi copa para brindar por la sección dibujo de la empresa “Alfa”. Por nosotros, los dibujantes. Por nuestras familias que nos acompañan en esta dura lucha por el bien común; por nuestros salarios que apenas alcanzan a los diez mil dólares…SERGIO.- No olvidéis la asignación familiar, oh gran maestro. (Carlos no puede contener la risa y empuja a Sergio, quien aprovecha el envión para caer arrodillado.)CARLOS.- Andá a la mierda. (Sergio compone a un mahometano.)SERGIO.- (Alzando las manos al cielo y luego inclinándose hasta tocar la cara con el suelo.)Oh, Barcel... Barcel… Barcel… gerente de “Alfa”… hijo de jehová…LADYS.- ¡De Mahoma, boludo!SERGIO.- Hijo de Mahoma… hijo de puta…

(Todos ríen estentóreamente. Sergio queda arrodillado con la cara en el suelo.)

LAURA.- ¡Ay, cómo me hizo reír! (A Gladys.) ¿Siempre es así?GLADYS.- Solo cuando está en pedo.(Carlos le apoya un pie en la espalda.)CARLOS.- En la oficina es un chico buenito… dócil... (Aprieta.) Que siempre llega tarde.SERGIO.- Es culpa de esta cortesana, oh gran maestro. Me pide… me pide… Quiere a la noche… a la mañana…CARLOS.- ¿Y vos le das el gusto, pequeño saltamontes?SERGIO.- Que otro remedio me queda.GLADYS.- Una vez por semana, oh gran maestro.

(Explosión de risa de Carlos y Laura. Sergio se levanta y va hacia Gladys haciendo el gesto de quien le va a hacer cosquillas. Gladys se defiende.)

SERGIO.- Así que una vez por semana… así que una vez por semana…GLADYS.- No… cosquillas no. Cosquillas no. ¡Cosquillas no!

(Sergio, diciendo siempre “así que una vez por semana”, lanza sus dedos índices hacia las costillas de Gladys, que lanza gritos histéricos.)

SERGIO.- Decí la verdad. Decí la verdad.

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GLADYS.- ¡Ay, Sergio, no seas hijo de puta!SERGIO.- Te voy a violar aquí para que vean.

(Sergio la toma, la abraza y le hace cosquillas a la vez. Gladys lanza gritos histéricos.)

GLADYS.- Pará… pará… pará…(Sergio deja de hacer cosquillas y se besan en la boca. Laura y Carlos los miran sonrientes. Sosa retira la vista.)CARLOS.- Sosa… ¿Se acuerda del día que Sergio llegó por primera vez a “Alfa”? (Lanza una risa. Sergio de se separa de Gladys.) ¿Y lo mandé a hacer café?GLADYS.- ¿Cómo fue? (A Sergio.) Esa no me la contaste.SERGIO.- (Burlándose.) ¡Ah, que gracioso!CARLOS.- (A Gladys.) ¿No te la contó? ¿Cómo, Sergio? ¿No le contaste a Gladys como fue tu primer día en “Alfa”? (A Gladys.) ¿No te lo contó?SERGIO.- Pero si es una boludez…GLADYS.- (Ansiosa.) Dale, Carlos… contá… contá.SERGIO.- ¡Pero si es una boludez!CARLOS.- Hará de esto aproximadamente un año. Érase una mañana bastante calurosa. Recuerdo este detalle porque el acondicionador no funcionaba y yo acababa de llamar a Barcel y le había dicho: “Barcel, la puta que te parió…”LAURA.- (Reconviniéndolo.) Carlos… Pará la mano.CARLOS.- ¿Y qué? Estos dos casi nos mancillan el hogar… casi llegan a la cópula en mi propia casa, ¿y yo no puedo decir “la puta que te parió”? (A los demás.) Está bien, no dije la puta que te parió.GLADYS.- Dale, seguí que me interesa.CARLOS.- Bué… Yo acababa de llamar a Barcel y le había dicho: “Señor Barcel, mi gerente general, ¿habrá alguna posibilidad de que nos arreglen el acondicionador de aire?” Y Barcel me contestó: “¿Es usted arquitecto, Parenti? No, señor Barcel, apenas un dibujante. Un simple dibujante. Ah, Parenti, lo siento, los acondicionadores de aire solo funcionan para los arquitectos”. (Pausa. Carlos bebe. Se ha creado cierto clima espeso.) Bué: estaba yo en esos menesteres cuando, de pronto, entra un jovencito… muy acicaladito… circunspecto…GLADYS.- ¿Circunspecto?CARLOS.- Lo vieras. Un egresado de Harvard. Pero del siglo pasado. (Imita a Sergio.) ¿El señor Parenti, por favor? (Ahora se compone a sí mismo.) ¿Qué carajo quiere?SERGIO.- ¡No me dijiste así!CARLOS.- No, pero lo pensé. (Vuelve a la historia.) ¿Qué desea, jovencito? (Compone a Sergio, exageradamente respetuoso.) Soy el nuevo dibujante, señor. Y estoy a sus órdenes.SERGIO.- Mirá si le voy…GLADYS.- ¡Callate, Sergio!CARLOS.- (Retoma el cuento.) Ajá. Así que el nuevo dibujante. ¿Qué experiencia tiene? (Compone a Sergio.) Cuarto año de arquitectura, señor. (Carlos, asombrado.) ¡Cuarto año de arquitectura! Ah… pero que honor para esta miserable sección de dibujo. ¿Así que curto año de arquitectura? Muy bien… muy bien… Sosa: tenemos un arquitecto con nosotros. (A Sergio.) Joven… tengo una tarea para usted. (Compone a un Sergio servicial y

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ansioso.) Sí, señor, sí… Diga: ¿algún plano?... ¿un edificio en torre?... ¿una casa frente a la playa?... ¿un hotel en la zona serrana? (Vuelve a ser Carlos.) No… precisamente, no: ¿Ve esa cafetera? Llénela hasta la mitad de agua… dos cucharadas de café bien cubiertas… Después l enchufa y listo. (A Sergio.) ¿Quiere que se lo explique otra vez? Al comienzo es muy difícil, pero ya va a aprender. ¡Un arquitecto, antes que nada, debe saber hacer café! (A Gladys.) E hizo café.GLADYS.- ¡El arquitecto Sergio Bruni haciendo café!SERGIO.- Bastante que te putié. (Carlos lanza una risotada.)CARLOS.- (A Gladys.) Le vieras la cara.LAURA.- Sí, pero bien que esa noche llegaste a casa y dijiste: al fin nos mandaron el nuevo dibujante. Parece un pibe macanudo.SERGIO.- ¡Ah!... Bien, Laura.CARLOS.- ¡Mentira! Habré dicho que parecías… ¡parecías…! capaz. Que es otra cosa. No hay gente macanuda. La gente es una mierda. ¡Todos somos una mierda!SERGIO.- Así que pibe macanudo… (A Gladys.) ¿Y sabés por qué? Cierto: hice café. Pero después… (Señala a Carlos.) Este hijo de puta me tiró un cálculo de medianera. ¡Y eso se ve en quinto año! Y se lo hice en cinco minutos. Quedó así. (Compone a Carlos con cara de asombro.) ¡Carlitos! (Lo abraza afectuosamente.) Vamos a hacer un brindis. (Sergio comienza a servir los vasos.)SOSA.- Yo lo siento, pero me tengo que ir. Mi hermana me está esperando.SERGIO.- Es temprano, todavía, don Sosa.SOSA.- Por mi hermana, sabe.CARLOS.- Un brindis, Sosa. El último. (Lo toma.) No es cierto que no haya gente macanuda. Usted es un tipo macanudo. (Lo mira.) En serio.SERGIO.- ¡Qué Sosa cante un tango! (Laura y Gladys dicen “sí”, “Déle Sosa”, etc. Este se resiste, hasta que finalmente cede. Se hace una pausa cargada de ironía. Sosa comienza a cantar. Carlos y Sergio se miran y contienen la risa.)SOSA.- “El pañuelito blanco… que te ofrecí… bordado con mi pelo… fue para ti… o lo has despreciado... y en llanto empapado… lo tengo ante mí”.

(Lentamente, Sosa se ha desplazado hacia el escritorio. Los últimos dos versos los canta sacando punta a un lápiz. Todos aplauden. Sosa se pone a dibujar.)

CARLOS.- Quédese un rato más, Sosa.LAURA.- Por nosotros no se haga problema.GLADYS.- Dejate de joder, Sosa. Es temprano. No sea amargo.SOSA.- Me tuteó, Matilde. La chica me tuteó. Una mocosa.MATILDE.- Ya no hay respeto por los jefes. Vos debiste haberle dicho: soy un jefe. Y a los jefes se los trata de usted.SOSA.- ¿Por qué hacen el número tan chico, Matilde?MATILDE.- “El que quiera entender que entienda”. Así decía Jesús.SOSA.- Si el chico dijera me voy… todo sería tan fácil. Carlos y yo estábamos bien solos. No es un mal chico. Pro es lo justo. (Matilde se acerca y lo usa como maniquí. Le pone la prenda que está cosiendo.) Carlitos dijo que soy un tipo macanudo. Fue una linda fiesta. Lástima que la chica me tuteó.MATILDE.- ¡Tutear a un jefe! ¡Dónde vamos a ir a parar, Dios mío!SOSA.- Un tipo macanudo, así me dijo. Pero hoy me dejó solo. Se fue y me dejó solo. (Sonríe.) Me acuerdo del día que entró en “Alfa”. ¿Sabés qué me

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dijo? Estoy en tercer año de arquitectura, señor. Y yo le dije: ¿Estudiante de arquitectura? Entonces vaya y traiga un café. Tenía el pelo cortito… recién salido del servicio militar. Y yo lo llevé por primera vez al “Adams”. Y le hablaba. Y él me escuchaba. Me miraba dibujar, Matilde. Me miraba con admiración.MATILDE.- Mamá te miraba siempre dibujar cuando eras chico. ¿Te acordás? Dibujá, Luis, te decía. Y les mostraba tus dibujos a todos los vecinos. ¡Estaba orgullosa de vos!SOSA.- Tengo que terminar el plano. Matilde. Tengo que terminarlo. (Se quita la prenda y se pone a dibujar.)MATILDE.- No llegués muy tarde. Sabés que no me gusta quedarme sola.SOSA.- ¿Qué número es este?MATILDE.- Un cuatro.SOSA.- Los hacen cada vez más chicos. (Dibuja.) Me miraba dibujar. Me consultaba.

(Carlos toma un plano y se acerca a Sosa. Es otro momento del recuerdo.)

CARLOS.- ¿Puede ser una columna con este ángulo, señor Sosa?SOSA.- Sí, por el peso de los materiales. (Carlos asiente.) ¿Ves? Eso no se aprende en la facultad, se aprende en el tablero.CARLOS.- Realmente, la facultad no sirve para nada.SOSA.- Eh… eh… pará. No te da la práctica pero te da el título.CARLOS.- Sí, pero lo que sirve es la práctica.SOSA.- No, Carlitos… no. Lo que sirve es el título. El día que te recibas te pasan a la oficina técnica y te doblan el sueldo. Nada más que por tener el título, en “Alfa” tenés todas las puertas abiertas. CARLOS.- Yo no pienso terminar la vida en “Alfa”.SOSA.- ¿Por qué no? Es u buen lugar.CARLOS.- El día que me reciba, hago unos mangos y me dedico a pintar.SOSA.- ¿Y tu novia que dice?

(Laura rodea con sus brazos el cuello de Carlos. Ella ingresa al recuerdo.)

CARLOS.- Está de acuerdo.LAURA.- Sí pero antes tenés que recibirte.SOSA.- Tiene razón.LAURA.- Y tiene que hacer nuestra casa. Con un parque muy grande… muchas habitaciones y un altillo. Ahí ponemos el taller. Con entrada separada, para que la pintura no manche el parquet.CARLOS.- (A Laura.) Yo no pienso terminar la vida en “Alfa”.SOSA.- “Alfa” es un buen lugar. Y vos aquí tenés tu lugar. Aquí todo está como debe estar. Yo tengo el colectivo a una cuadra… lo tomo en la parada… me siento… y me deja a veinte metros. Pensálo bien, Carlitos. Es importante que las cosas sean siempre iguales, que todo esté donde debe estar. ¡Y en “Alfa” todo está donde debe estar! Aquí había un jefe… Giménez. Se fue a una empresa norteamericana porque le pagaban mejor. Abrió la puerta del ascensor y se cayó por el hueco. No estaba en su lugar. (Canturrea.) Giménez… Me acuerdo el día que entré: ¿Qué experiencia tiene, m’hijo? Estudio arquitectura, señor. “Ah, sí. Entonces vaya y haga café”. Era un hombre que sabía. Se aprendía con él. Yo me sentaba ahí y lo miraba dibujar. Lo miraba… (Risas de Carlos, Sergio, Laura y Gladys. Se retoma la fiesta.)

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LAURA.-…Y cuando cantó el tango…SERGIO.- ¡Por Dios! Todo el día canta lo mismo. (Imita.) “El pañuelito blanco… Cuando lo empezó a cantar acá no lo podía creer.CARLOS.- ¡Pobre Sosa!SERGIO.- (A Gladys.) ¿Te conté lo del sacapuntas? Tiene un sacapuntas que se lo regaló una tía cuando empezó la escuela primaria.GLADYS.- Dejate de joder.SERGIO.- ¡En serio! ¿No es cierto, Carlos?CARLOS.- Por lo menos él dice eso.SERGIO.- ¡Es para cagarse de risa! A donde va, se lleva el sacapuntas. (Imita.) “Enseguida vuelvo”. (Se mete algo en el bolsillo.) Agarra el sacapuntas y se va al baño. (Gladys lanza una carcajada. Carlos.) ¿Es así o no es así?CARLOS.- Es cierto.GLADYS.- ¡Qué viejo boludo! ¿Y ustedes cómo lo aguantan?CARLOS.- (Molesto.) Porque es un buen tipo. Nada más que por eso. Porque ese viejo boludo, como vos decís, me enseñó todo lo que se. Y porque era un dibujante de la gran puta.

(Pausa tensa. Sosa canturrea “El pañuelito blanco”. Carlos se queda mirando como Sosa dibuja.)

GLADYS.- Será un buen tipo, pero es un boludo. No me digás.SERGIO.- Lo único que se es que no quisiera ser como él. Terminar mi vida como dibujante de “Alfa”.

(Ahora Carlos canturrea “El pañuelito blanco”.)CARLOS.- (Vuelve en si.) ¿Les dije que me voy a ir de “Alfa”?LAURA.- (Alarmada.) ¿Qué?SERGIO.- ¿En serio?CARLOS.- Me voy a dedicar a pintar.GLADYS.- ¡Muy bien, Carlos! ¡Bárbaro!LAURA.- ¿Y cuándo lo decidiste?CARLOS.- Recién.SERGIO.- ¿En serio lo decís?(Laura va a la cocina.)CARLOS.- En serio. Mañana voy a hablar con Barcel.SERGIO.- ¿Y de qué vas a vivir?CARLOS.- ¡Qué se yo!GLADYS.- ¡Ay, Sergio, qué pregunta boluda! Va a vivir de lo que pinta. (A Carlos.) Te venís plaza Francia. Hay varios pintores. Y venden ¿eh? (Laura sirve café.)LAURA.- (A Sergio.) Así que te recibís en marzo.SERGIO.- Si todo sale bien.LAURA.- (A Gladys, intencionada.) Supongo que estarás contenta…GLADYS.- Para lo que sirve.LAURA.- ¿Te parece que un título no sirve para nada?GLADYS.- Conozco tantos pelotudos con título…CARLOS.- Eso es cierto. Yo se mucho más que muchos arquitectos.GLADYS.- (A Sergio.) ¿O qué? ¿Un título te convierte en un ser humano?SERGIO.- ¡Bué! La hora de la pelotudez.GLADYS.- ¡Vas a ser mejor porque tengás un título!SERGIO.- Ni mejor ni peor. No se trata de eso.

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CARLOS.- (Nadie lo escucha.) Salen de la facultad y no saben nada. Y me tienen que consultar a mí.GLADYS.- Pasteur no era médico.SERGIO.- ¡Sí! Y Einstein no sabía sumar. Y Beethoven era sordo. ¡Andá a la mierda, Gladys!GLADYS.- ¡Andá a la mierda vos!

(Gladys se tira sobre la cama y le da la espalda. Sergio se acuesta de espaldas con las manos detrás de la cabeza. Carlos dormita. Laura arregla el living. La fiesta ha terminado.)

SOSA.- Fue una linda fiesta. Me hicieron cantar, ¿te dije?MATILDE.- Mamá te enseñó “El pañuelito blanco”. Y te lo hacía cantar en las reuniones.SOSA.- Lástima que la chica me tuteó. Todo iba muy bien.MATILDE.- Decí que yo no puedo viajar en colectivo. Si no me iba a la casa y se lo decía: “Mocosita, a los jefes no se los tutea”.LAURA.- (A Carlos.) Bastante desagradable la mocosa. Pero él me cayó bien. Tenías razón. Es un buen chico. Y jovencito. Y en marzo se recibe.SERGIO.- ¿Dormís?(Gladys lanza un rugido.)SERGIO.- Si Parenti se va de “Alfa”, a lo mejor me nombran encargado a mí.GLADYS.- El sueño de toda mi vida. Casarme con el encargado de la sección dibujo de “Alfa”.SERGIO.- ¡Ay, Gladys! Te odio.GLADYS.- Yo también. (Pausa.) No se si me voy a casar con vos.SERGIO.- ¿Y eso?GLADYS.- Desde que estás en “Alfa” está hecho un pelotudo. (Se burla.) El título… Lo único que te falta es que te comprés un Fiat 600.SERGIO.- (Divertido.) Estaba pensando en eso. Un Torino, mejor. Y te voy a ir a buscar en el Torino a plaza Francia.GLADYS.- Tapizado con piel de tigre.SERGIO.- Pintado de naranja a rayas negras…(Ambos comienzan a reirse, luego se besarán y terminarán haciendo el amor.)LAURA.- (Sacude a Carlos.) Te quedaste dormido. Andá a la cama.CARLOS.- (Muy borracho.) No… voy a pintar.LAURA.- ¿Ahora?CARLOS.- Dejame. Quiero pintar.

(Va al tablero y trata de pintar. Laura va hacia la cocina. Carlos se queda impotente ante el papel blanco.)

SOSA.- Todo estaba tranquilo. Vino el chico y se arruinó todo. La empresa tiene razón: tres dibujantes son muchos. Sobra uno. ¿Y en qué empresa van a dejarte decidir quién tiene que irse?

(Sosa canta “El pañuelito blanco”. Carlos deja caer la cara sobre el papel y queda dormido. Se escuchan los jadeos de Gladys y Sergio. Luego de un instante se escucha la : )

VOZ DE BARCEL.- Parenti…(Carlos se yergue y se pone a dibujar. Sosa queda rígido. Sergio de levanta de la cama y arregla sus ropas. Es otro momento del recuerdo.)

CARLOS.- Sí, señor Barcel.BARCEL.- ¿Está listo el plano de Villa Giardino?

(Carlos se acerca furtivamente al escritorio de Sergio y mira.)

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CARLOS.- En un ratito v a estar.(Carlos hace gestos de impaciencia a Sosa.)BARCEL.- Habíamos dicho a primer hora.CARLOS.- Se atrasó un poqito, señor pero ya va a estar.BARCEL.- La oficina técnica lo está esperando. ¿A qué hora me lo entrega?CARLOS.- Y digamos a las…

(Sergio ingresa apresuradamente. Carlos inicia una escena muda en la cual se sugiere el siguiente texto.)

CARLOS.- (Por señas.) Pelotudo. (Se señala el reloj.)SERGIO.- (Hablando.) Pasó que el subte…

(Carlos le hace señas de que se calle. Le señala el intercomunicador. Sergio se tapa la boca.)

BARCEL.- Parenti… ¿Está ahí?CARLOS.- Sí, señor. Estaba calculando.

(Le hace señas a Sergio preguntándole cuanto timpo le falta. Sergio hace un gesto confuso.)

CARLOS.- Y… quince minutos, señor.(Sergio, alarmado, le dice que no. Hace señas de que más.)

BARCEL.- En quince minutos se lo mando a buscar.CARLOS.- No, señor barcel… A ver. Me confundí. Digamos, una hora.BARCEL.- En quince minutos se lo mando a buscar.CARLOS.- Lo que pasa es que…BARCEL.- Y de paso… en planta me dijeron que el plano de Olleros no había llegado.CARLOS.- Pero ese plano era para mañana a la mañana, señor.BARCEL.- ¿Mañana a la mañana?CARLOS.- (Mira un papel que tiene sobre el tablero.) Así está en el parte.BARCEL.- (Luego de una pausa.) Voy a consultar y lo llamo.CARLOS.- Bien, señor.

(Suena el interruptor del intercomunicador.)CARLOS.- (A Sergio.) ¡Boludo!SERGIO.- Media hora parado el subte entre estación y estación.CARLOS.- Te dije ayer que lo terminaras. Y me dijiste que preferís llegar hoy temprano.SERGIO.- (Lo abraza.) Dale, Carlitos.CARLOS.- Dejate de joder. Tenés quince minutos. ¿Y usted, Sosa, cómo anda con el de Olleros?SOSA.- Y…

(Carlos observa el plano.)CARLOS.- ¿Recién anda por ahí? No llegamos. (A Sergio.) Dejá que lo termino yo. Y vos agarrad el de Olleros. ¡Dale!

(Sergio va hacia el tablero de Sosa.)SOSA.- No… pero yo puedo.SERGIO.- Déle, Sosa… Yo se lo termino.SOSA.- No, usted está trabajando mucho.SERGIO.- Déjese de joder, don Sosa. (Sosa duda.)CARLOS.- Déjeselo, Sosa. (Lo mira.) Igual lo firma usted. (A Sergio.) ¿No?SERGIO.- ¡Por supuesto! ¿Qué problema hay? (Lo empuja suavemente.) Va… va…SOSA.- ¿Y yo qué hago?

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SERGIO.- Vaya a tomar sol. Es un día hermoso. Vaya a la plaza y le da de comer a las palomas.

(Sosa le acaricia la nuca a Sergio y se dispone a hacer café.)SEGIO.- (Bromeando, mira a Sosa.) El pañuelito blanco… que te ofrecí…

(Sosa sonríe. Carlos hace un cabeceo complaciente por la broma de Sergio. Hasta que se escucha la voz de Barcel.)

VOZ DE BARCEL.- Parenti…CARLOS.- Sí, señor.BARCEL.- Usted tenía razón. El plano de Olleros es para mañana. Fue un error del ingeniero Martínez.

(Apenas Barcel dijo esto, Carlos hace un corte de maga al intercomunicador. Sergio pega saltitos y se toma los genitales señalando también al intercomunicador. Carlos hace el gesto de “Te la metí”.)

BARCEL.- De paso, Parenti, ¿están Los tres ahí?CARLOS.- Sí, señor.BARCEL.- Tengo algo que comunicarles.

(Sergio, que sigue bailoteando, toma a Sosa de un hombro y a Carlos del otro y los incita a balar el Can-Can. Lo hace conteniendo la risa. Intercalando cortes de manga y gestos obscenos.)

CARLOS.- Diga, señor.BARCEL.- Ustedes saben que “Alfa” está en un plan de racionalización.

(El baile sigue. Los tres bailan el Can-Can de frente al público, tarareándolo muy bajito.)BARCEL.- Bien, hemos decidido prescindir de un dibujante.

(Los tres quedan paralizados. Alguno queda con la pierna en el aire. Poco a poco se irán separando. Laura, desde su lugar, queda también paralizada. Matilde reza en voz baja. Gladys sigue durmiendo.)BARCEL.- Teniendo en cuenta que son un grupo humano, les doy la oportunidad de que si alguno quiere irse, lo resuelvan entre ustedes. Convérsenlo. Tienen tiempo hasta mañana al mediodía. Si no, lo decidiremos nosotros. La junta se reúne pasado mañana.

(Suena el clic del intercomunicador. Se hace una pausa tensa. Carlos cae sentado en la silla. Sergio se encamina hacia el tablero de Sosa y se pone a trabajar. Sosa lo observa, se acerca y saca a Sergio con el cuerpo.)SOSA.- Deje, Bruni. Lo termino yo

(Sergio va hacia el dormitorio y Carlos hacia la cocina a servirse whisky. Sosa canturrea “El pañuelito blanco”.)MATILDE.- Ya recé. Ya terminé el vestido. Ya hice todo lo que tenía que hacer. Y vos no llegás, Luis. (Toma un cuchillo.) Si viene el sifonero me voy a cortar las venas. Me vas a encontrar desangrándome. (Toma un trapo y comienza a limpiar todos los ámbitos.) Termino de lipiar el living y me corto las venas.SOSA.- Yte dicen… agarrás la indemnización y no tenés problemas. ¡Así de fácil! Treinta años de trabajo y lo arreglan así de fácil. (Se toma la cara. Ya no da más de la vista) Ya casi no veo, Matilde. Rayitas… rayitas… rayitas… miles de rayitas. ¡Millones! ¿Cuántas rayitas habré hecho en mi vida, Matilde? Y un día vienen y te dicen: no lo queremos más, te tiran abajo, coo al “Adams”.

(Matilde comienza a limpiar el escritorio de Sergio.)MATILDE.- Algún día me gustaría ir a la oficina a ver cómo mandás a los demás. Lástima que haya que viajar. Y me mareo, Luis.

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SOSA.- Carlos me dejó solo.(Matilde se transforma en Rosa, la limpiadora.)

ROSA.- Perdón, señor. No sabía que había alguien. Es tan tarde… (Sosa la mira.) Tengo que limpiar. ¿Lo molesto?SOSA.- No… Tengo que terminar este plano.ROSA.- Por mí trabaje. Es un ratito, nada más. (Comienza a limpiar.) Nunca hay nadie a esta hora. ¿Tiene trabajo atrasado? Hace cinco años que limpio aquí y nunca encontré a nadie. Una vez estaba uno de los dueños. Pero después… Toda la noche sola en este edificio. (Risita.) A veces me da un poco de miedo. Usted sabe que está lleno de tipos raros. La ven a una y…SOSA.- Acostate, Matilde.ROSA.- ¿Me habló?SOSA.- No… no… Tengo que terminar este plano antes de mañana a la mañana.ROSA.- Ven a una mujer sola y… Vaya a saber lo que piensan. Usted se ve que no. Tiene cara de decente. Cuando entré aquí trabajaba en la cocina. De día. Pero ahora me conviene más la noche. De día estoy en el Ministerio de Trabajo. Y a la noche aquí. Mi marido no quiere que trabaje de noche, pero… ¿y a fin de mes? (Observa a Sosa.) A usted lo veía. Y yo estuve aquí una vez, ¿no se acuerda? Había otro muchacho que se sentaba aquí. (Señala el escritorio de Carlos.) Un lindo muchacho. Muy simpático. Le dije que me llamaba Rosa y me cantó: “Rosa… Rosa… sos maravillosa”. (Ríe.) ¡Qué loco!¿Sigue trabajando? (Pausa. Mira a Sosa.)SOSA. ¿Eh?ROSA.- El muchacho que se sienta aquí. ¿Sigue trabajando?SOSA.- Carlitos. Sí.ROSA.- Dígale que le dejó saludos Rosa. A lo mejor se acuerda.SOSA.- Hoy me dejó solo. Me hubiera gustado levarlo a tomar cerveza y comer sándwiches de lieberbush a algún lado. El “Adams” no está más. Lo tiraron abajo.ROSA.- Me acuerdo; fue un día que Francisco se enfermó. Y yo tuve que servir la merienda. Y estuve aquí. Me pareció que usted era el jefe.SOSA.- (Molesto.) No soy el jefe.ROSA.- Enseguida pensé: ese señor tiene cara de jefe.SOSA.- (Explota.) ¡No soy el jefe, Matilde! ¡No soy el jefe! Y me van a echar, ¿me oíste? ¡¡¡Me van a echar!!!

(Rosa ha ido retrocediendo ante la furia de Sosa. Este la toma y la zamarrea.)SOSA.- Nunca fui jefe, Matilde. Nunca fui jefe de nadie.ROSA.- Señor… yo soy Rosa… Suélteme…

(Rosa cambia de ámbito y ya es Matilde otra vez.)SOSA.- Nunca fui jefe. Yo no entré en “Alfa” para ser jefe. Todo lo que quería era este escritorio porque está al lado de la ventana. Me lo dieron en 1965. el 7 de mayo. Cuando se fue Gimenez. Y entonces me dije: ya no necesito más nada. Solo quedarme aquí. En este escritorio. Al lado de la ventana. (Comienza a golpear con el lápiz. Irá acentuando los golpes.) No me pueden echar. Si yo no los molesto. Si vos le decís al señor Barcel, “Sosa no molesta, señor Barcel”. Simplemente eso: “Sosa no molesta”.

(Sosa ha dicho esto último a Carlos, que está en el living de su casa.)

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CARLOS.- ¿Cómo le voy a decir que usted no molesta, Sosa? Eso sería una humillación.SOSA.- Es que me van a echar a mí. ¿No te das cuenta?CARLOS.- ¿Por qué? Le puede tocar a Sergio. O… a mí.SOSA.- A vos no te van a echar.CARLOS.- Barcel dijo uno de los tres, ¿no?SOSA.- Bueno… Seguramente espera que me vaya yo. Debe pensar, “está viejo; le conviene agarrar la indemnización”. (Pausa. Carlos se sirve whisky. Le hace una seña a Sosa con la botella. Este dice que no.) En realidad al que le corresponde es al chico. Es joven… entró hace poco más de un año. Creo que le corresponde a él, ¿no? (Pausa.) ¿No Carlos?CARLOS.- ¡Corresponder! ¡Corresponder no le corresponde a nadie, Sosa!SOSA.- Es un problema de palabras. Barcel dispuso que corresponde y corresponde. (Pausa.) Vos tendrías que ir a verlo a Barcel y decirle que lo eche al chico.CARLOS.- ¡Por favor, Sosa!SOSA.- Pero es lo que corresponde, Carlitos. Es joven, entró último. A vos Barcel te va a escuchar.CARLOS- Yo no puedo hacer eso.SOSA.- Decile que llega tarde. Que vive con un mujer y no está casado. Eso es inmoral.CARLOS.- ¡Termínela, Sosa!SOSA.- Entonces me van a echar a mí.

(Carlos lo mira un instante.)SOSA.- Sabés que me van a echar a mí. (Lentamente vuelve a la mesa de dibujo.) Acordate que yo te enseñé todo lo que vos sabés. Acordate cuando te llevé a conocer el “Adams”. Y yo te hablaba y vos me escuchabas.

(Comienza a dibujar. Carlos se queda mirándolo. Sergio está mirando a Carlos.)SERGIO.- ¿Entonces?CARLOS.- Me preocupa el viejo.SERGIO.- Me imagino.CARLOS.- Hace veinte años que lo conozco. Él me enseñó todo lo que se. Era un dibujante de la gran puta.SERGIO.- ¡Por favor, Carlos! Lo único que hizo el viejo en su vida fueron cañerías. Hace treinta años que hace lo mismo. No jodamos.LAURA.- (Desde su lugar.) Vos lo dijiste más de una vez.CARLOS.- ¡Vos no te metás, Laura!SERGIO.- Que vos lo quieras es otra cosa. Pero no me digas que es un buen dibujante. Y no nos engañemos, Carlos: si te vas vos o me voy yo, al día siguiente tienen que tomar a otro. El viejo es un buen tipo, pero es inútil. Y vos lo sabés mejor que yo.

(Pausa. Carlos se sirve whisky. Le hace una seña a Sergio y este dice que no. Sosa, desde su lugar, canturrea “El pañuelito blanco”. Carlos se queda mirándolo.)CARLOS.- Voy a hablar con Barcel para que no lo echen al viejo.SERGIO.- ¡Eso quiere decir que me van a echar a mí!CARLOS.- (A Sergio.) ¿Por qué?SERGIO.- ¡Vamos, Carlos! Si vos le pedís que no eche al viejo, me echa a mí. Eso está claro. A vos no te van a echar.

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CARLOS.- Barcel dijo “si uno de los tres quiere irse”SERGIO.- ¡Dale, Carlos! No seas ingenuo. ¿Quién de nosostros se quiere ir de “Alfa”? Y Barcel lo sabe. Dijo eso para quedar bien. Pero sabe que lo va a decidir él. Y está claro: o el viejo o yo. Si vos le pedís que no lo eche al viejo, me echa a mí. (Nueva pausa. Carlos bebe. Mira a Sosa.) Vos te podés quedar tranquilo. (Serio cambia de ámbito.)LAURA.- (A Carlos.) Es lo mejor que podés hacer. Quedate tranquilo. No es problema tuyo. A vos no te van a echar. (Sosa canturrea “Porque es un buen compañero”.)CARLOS.- ¿Te acordás, Laura, cómo no conocimos vos y yo?LAURA.- ¿A qué viene eso?CARLOS.- ¿Te acordás?LAURA.- ¡Ay Carlos! Hace tanto de eso.

(Carlos la toma de los hombros.)CARLOS.- ¿Te acordás o no?LAURA.- Por favor, Carlos…CARLOS.- En una asamblea de la facultad. Lo querían echar al gordo Calvo…LAURA.- ¡Pero, soltame!

(Laura se desprende y cambia de ámbito. Se tapa los oídos.)CARLOS.- Y yo hablé. Y dije: “si lo echan a Calvo nos vamos todos”. Y fue aprobado. Y al gordo no lo echaron. Y vos viniste y me dijiste: “no te conozco, pero me gustó mucho lo que dijiste”. Y empezamos a caminar y a caminar. Y nos quedamos en una plaza charlando hasta las cinco de la mañana. ¿T acordás?LAURA.- Éramos unos mocosos.CARLOS.- (Aflojándose.) Y yo te dije que la carrera era un pretexto. Que lo que a mí me gustaba era pintar.

(Cae sentado tomándose la cabeza.)SOSA.- Fue el 3 de mayo de 1945. Estaba fresquito, pero hacía sol. Me equivoqué de puerta y me metí en la oficina del gerente. “¿Quién es usted?”. “El nuevo dibujante, señor”. “¡La otra puerta!”. El señor Ríos… Me pareció malo, pero después… Me saludaba. No era malo. Era severo.MATILDE.- Vos también tenés que ser severo. ¡Y al que no le gusta, lo echás! Así debe ser. Están los que mandan y están los que obedecen.

(Laura se acerca a Carlos.)LAURA.- Sí, me acuerdo. Me acuerdo de todo. Tenías una campera de cuero negra y una camisa roja. Cuando empezaste a hablar dije “lástima que es un poco petiso”. Después empezaste a crecer y cuando terminaste de hablar me había enamorado de vos. Busqué la manera de acercarme y que me miraras. (Lo acaricia.) Me acuerdo de todo. En la plaza había olor a eucaliptus. (Lo besa.) Pero más te admiré cuando te vi luchando para formar un hogar. (Más besos.) El día que firmaste el boleto de compraventa para comprar esta casa. Tenías puesto aquel traje de ojo de perdiz que me gustaba tanto. Y dije: “Es un hombre”. (Carlos intenta desprenderse.)LAURA.- (Lo retiene.) Y la noche que Marcelito deliraba de fiebre… Te quedaste toda la noche junto a su cama. (Más besos.) Estamos bien así, Carlos. ¡Estamos bieen! Yo te voy a arreglar el cuartito del fondo para que puedas pintar. (Lo abraza.) ¿Sí, mi amor?

(Sosa canturrea “Porque es un buen compañero”.)GLADYS.- (Insinuante.) Vamos, Sergio. La nena quiere.

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SERGIO.- Dejáme, Gladys.GLADYS.- Ay… vos y “Alfa”. Se pueden ir a la mierda los dos.SERGIO.- Claro. Para vos es muy fácil. Me van a echar, pero en lo único que pensás es en…GLADYS.- ¿Y qué querés, que piense en Barcel? ¡Qué excitante! Además a vos no te van a echar. ¡Y te juro que lo lamento! Desde que entraste en “Alfa” estás hecho un boludo. Pero lo van a echar al viejo. ¡A Mister Magoo! (Ríe.) ¿No es igualito a Mister Magoo?SERGIO.- No… no lo van a echar al viejo. ¡Ahí está la cosa! Porque el idiota de Parenti lo va a defender. Se va a cagar la vida… Porque va a tener que trabjar veinte horas por día pero lo va a defender. Y me van a echar a mí.GLADYS.- Entonces no vamos a Brasil. A vivir con los indios.SERGIO.- ¡Terminala, Gladys! Todo nuestro futuro depende de lo que se decida mañana. ¿O no te das cuenta?GLADYS.- ¡Qué futuro de mierda!SERGIO.- ¡Porque vos sos muy libre…! Las artesanías… y toda esa pelotudez. Pero cuando vinimos a vivir juntos, bien que pensaste en un departamento… con luz… en el Barrio Norte. ¡Mucha libertad, sí! Y “Alfa” es una mierda… Pero vivimos del sueldo de “Alfa”, no de esas porquerías que hacés vos. Y el título no interesa… ¡Claro! ¡Para qué! Pero estás de acuerdo en que nos casemos después de que me reciba. Y para que tus viejos aceptaran que te vinieras a vivir conmigo, les dijiste que me estoy por recibir de arquitecto.GLADYS.- Me gusta verte enojado. Me exitás.

(Pausa. Sosa canturrea “El pañuelito blanco”.)GLADYS.- Sergio… Vení, Sergio. (Sergio se desprende de Gladys y va hacia el intercomunicador.)Sergio.- Señor Barcel… Disculpe que lo moleste. Quería hablarle de la sección dibujo, señor. Lo que pasa es que… Si uno de los tres tiene que irse, bueno… bueno, señor… Yo no se si usted conoce lo que pasa en la sección. Yo no se si usted sabe la situación de… Luis Sosa. Es muy trabajador, pero ya casi…

(Gladys se lanza sobre Sergio y le tapa la boca con una mano.)GLADYS.- No, Sergio… no.

(Sergio la oma de u brazo y la lanza sobre la cama. Gladys comenzará a llorar y seguirá haciéndolo durante toda la intervención de Sergio.)SERGIO.- …no puede ver. Ya casi está ciego, señor. Todo el trabajo recae sobre Parenti y sobre mí. Ya casi no puede trabajar. ¿Se acuerda del plano aquel de la estación de servicio que usted elogió tanto? Incluso lo felicitó a Sosa. Prácticamente lo hice yo. Por eso me parece que si vamos a quedar dos… bueno… digo, para que la sección mantenga su eficiencia. Tengo veintitrés años, señor. Y me faltan tres materias para recibirme de arquitecto.GLADYS.- (Llorando.) Sos un hijo de puta… sos un hijo de puta…SERGIO.- ¿Y qué querías que hiciera? Parenti va a hablar para que me echen a mí. Lo único que hice fue defenderme.GLADYS.- Pero eso no… eso no…SERGI. No hice más que decirle la verdad.GLADYS.- ¡Qué verdad! ¡Hacer que lo echen a un pobre viejo para salvarte vos! ¿Esa es la verdad? ¡Eso es una canallada! ¡Una canallada!

(Gladys solloza. Sergio queda conmocionado por la reacción de Gladys. Sosa canturrea “El pañuelito blanco”. Pausa larga. Sergio se acerca a ella.)SERGIO.- Lo hice por nosotros, mi amor. Por nuestro futuro. (Intenta tomarla.)

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GLADYS.- Dejame. Nunca más me vas a tocar.SERGIO.- Eh… no es para tanto.GLADYS.- Sí es para tanto.SERGIO.- Bueno, está bien… ¿Qué querés que haga, ahora?GLADYS.- Irte.

(Sergio la mira e intenta una sonrisa que se le congela cuando comprueba que Gladys habla en serio.)SERGIO.- Estás jodiento.GLADYS.- No, Sergio. Estoy hablando en serio. Andate.SERGIO.- Pero Gladys, oíme…GLADYS.- ¡Andate!SERGIO.- Está bien. Ya se te va a pasar.GLADYS.- No, Sergio. No se me va a pasar. (Lo mira.) Ya no te conozco ás. Sos un extraño.SERGIO.- Pero si para vos ese era un viejo boludo. ¡Te cagabas de risa de él!GLADYS.- Sí… y seguirá siendo un viejo boludo. Pero es un ser humano.SERGIO.- Yo también soy un ser humano.GLADYS.- Desde hoy lo dudo. Te lo juro.

(Sergio va al escritorio y se pone a dibujar. Parenti hace lo mismo, igual que Sosa. Se advierte un clima de gran tensión. La acción pasa a la actualidad. Ya es la mañana.)SOSA.- (Con un gesto de satisfacción.) Bueno, por fin… (Firma.) La firma y… ¡listo! Está listo el plano de Olleros, Carlitos. (Se toa la cara.) Estoy mareado toda la noche trabajando, pero lo terminé. Me gustaría que lo veas, Carlitos. Y que se lo lleve a Barcel. (Mira a Carlos. Este sigue en lo suyo. Sosa le habla ahora más directamente.) El plano de Olleros. Está listo.CARLO.- Lo oí, Sosa. Ya lo voy a ver.SOSA.- Sería bueno que Barcel lo vea temprano. Antes del medodía. (Breve pausa.) ¿No te parece?CARLOS.- Yo se cuando tengo que llevárselo a Barcel.SOSA.- En lo posible que sea antes de que… Antes del mediodía.CARLOS.- Sosa: usted terminó su trabajo. La decisión de llevárselo a Barcel es mía.SOSA.- Sí, Carlitos, sí.

(Algo se cae del escritorio de Carlos y Sosa se aprsura a levantarlo. Carlos lo mira con odio.)SOSA.- ¿Sabés, Carlitos? Es un plano perfecto. Una obra de arte. A cuatro colores, como los hacíamos antes. ¿Te acordás? Bruni no debe saber eso. (Se acerca a Sergio.) ¿Sabía que antes los planos se hacían a cuatro colores? Eran verdaderos cuadros. Ahora todo se mecanizó. (Caros y Sergio siguen en lo suyo. Sosa los mira un instante. Luego va hacia la máquina de hacer café.)CARLOS.- (A Sergio.) ¿Te falta mucho a vos?SERGIO.- Un poco.SOSA.- Todo se mecanizó. ¿Sabés, Carlitos?, es el mejor plano de i vida. Y sería bueno que usted también lo viera, Bruni. Ya no se hacen planos así. (Se acerca al esritorio de Carlos con la cafetera.) ¿Café, Carlitos? (Carlos asiente sin mirarlo. Sosa sirve. Va hacia el escritorio de Sergio.) ¿Usted, Bruni? (Sergio levanta su tacita.)

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SOSA.- Bueno… preguntarle a usted si quiere café es una redundancia. Nunca le escuché decir que no hace más de un año que está acá y nunca le escuché decir: no, no quiero café. (Ríe.) ¿Cuántos se toma por día?SERGIO.- Muchos.SOSA.- A su edad, puede. Pero va a llegar un día en que va a tener que bajar la dosis. ¡Bueno… bueno… tiene tiempo todavía! A los cuarenta… cuareta y cinco… Cuando la máquina empieza a fallar. ¿No convendría que llevaras el plano, Carlitos? (Carlos lo mira con fastidio.) (A Sergio.) Yo era igual que usted. Me tomaba… ¡qué se yo! Treinta cafés por día. Pero una vez el médico me dijo: es una barbaridad. Tiene que bajar la dosis. Uno a la mañana… uno después de almorzar… y basta. El té es mejor. Y ahí fue cuando Matilde me empezó a hacer yuyitos. ¿Y usted sabe qué bien me hacen?CARLOS.- Sosa… Bruni está trabajando.SOSA.- Sí, Carlitos, sí. Perdón, Bruni. Pero es bueno que el muchacho sepa algunas cosas. A vos también te dije lo del café más de una vez. Pero no me hiciste caso. ¡Nunca!

(Se hace una pausa. La ansiedad de Sosa es evidente. Carlos y Sergio siguen trabajando. Sosa se acerca al escritorio de Carlos)SOSA.- ¿Puedo hacer un llamado?

(Carlos lo mira con odio. Sosa entiende. Toma el auricular y marca.)CARLOS.- (A Sergio. Le tiende un papel.) Haceme este cálculo.SERGIO.- Tengo el plano.CARLOS.- ¡Ya sé! Pero necesito este cálculo antes.SERGIO.- El plano se va a atrasar.CARLOS.- ¡Necesito este cálculo antes!

(Sergio toma el papel de mala gana y se pone a hacer el cálculo.)SOSA.- (Por el teléfono.) Ah, sí señorita. Le habla el afiliado Luis Sosa, carnet 12.346. Precisaría hora para ver a un cardiólogo. (Escucha.) Ah… tengo que ver al clínico antes. Pero mi problema, señorita, es el corazón. Está bien. Voy a ir personalmente. Gracias. (Cuelga.) ¡Es increíble! Si mi problema es el corazón. Todo lo que necesito es un electrocardiograma. Con este sistema uno se puede morir de un infarto en cualquier momento.

(Nueva pausa. La ansiedad de sosa va en aumento.)SOSA.- Perdón, Carlitos. ¿Barcel no dijo que precisaba el plano de Olleros hoy a la mañana?CARLOS.- No, no dijo eso. Dijo que lo precisaba hoy. Así que hasta última hora hay tiempo.SOSA.- Pero por qué esperar hasta última hora. Si el plano está lsto.CARLOS.- (Conteniéndose.) Está bien, Sosa. Termino esto y se lo llevo. ¿De acuerdo?SOSA.- Decile que se fije bien. Que está hecho a cuatro colores, como se hacía antes. (Acaricia el plano.) Hace cinco años hice uno a cuatro colores. La playa de estacionamiento, ¿te acordás? Y Barcel me felicitó.

(Saca el plano del tablero y lo mira con orgullo. Luego se acerca a Sergio.)SOSA.- Mire, Bruni. Es bueno que aprenda. (Sergio mira el plano por compromiso.) Véalo bien. ¿Dónde se ven planos como este? ¿No es una perfección? (Ahora Sergio fija la vista y la detiene en un punto.)

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SERGIO.- Esta planta está hecha en otra escala. (Sosa queda petrificado. Carlos presta atención al diálogo. Sergio señala un sector del plano.) Usted lo hizo en tres y es en cinco.SOSA.- ¿Cómo en cinco?

(Carlos ya se acercó y esta mirando el plano. Sosa toma una lupa para mirar.)CARLOS.- ¡Pero y claro viejo! ¡Lo hizo en tres y era en cinco!SOSA.- ¿Cómo en cinco? Es un tres.CARLOS.- ¡Qué tres! ¡No ve que es un cinco!SOSA.- (Acerca el plano hasta tocarlo con la nariz.) No…no… mirá bien… es un tres… ¡Tiene que ser un tres!CARLOS.- ¿Por qué no se fijó bien? ¿Por qué no consultó a alguien? ¿Ahora que le digo a Barcel eh?SOSA.- Estuve trabajando toda la noche. En cuatro colores. Ya no se hacen más planos en cuatro colores.CARLOS.- (Para sí.) ¡La puta madre que lo parió!

(Con violencia le saca el plano de la mano a Sosa y se lo tiende a Sergio.)CARLOS.- Empezalo vos. ¡Vamos, rápido!SERGIO.- Tengo que terminar el de…CARLOS.- ¡Dejá! ¡Dejá, ahora! Dale a este.

(Sergio se dispone a trabajar. Sosa ha quedado ensimismado. De pronto lanza un grito.)SOSA.- ¡No! ¡No!

(Al mismo tiempo arranca el plano de las manos de Sergio y lo destroza. Sergio y Carlos quedan paralizados. Sosa solloza. Se acerca a Sergio y lo toma por los hombros.)SOSA.- (Rogando.) Pibe… Tenés que irte vos. ¡Tenés que irte vos!SERGIO.- (Retrocede.) Por favor, Sosa.SOSA.- Oíme. Vos sos joven. Salís de acá y conseguís trabajo en cualquier parte.SERGIO.- Usted sabe que eso no es cierto. Y yo estoy bien aquí.SOSA.- Pero agarrad el diario y…SERGIO.- No insista, Sosa. Por las mías no me voy a ir.SOSA.- (Va hacia Carlos.) Carlitos… Decile. Decíselo vos.CARLOS.- (Muy molesto.) Lo siento, Sosa. Es una decisión de él.

(Sosa mira a ambos. Intenta recomponerse.)SOSA.- Iba a ser una decisión de los tres. (Los mira.) Hablémoslo.CARLOS.- No vale la pena.SOSA.- ¿Qué cuesta? Hablémoslo aunque sea, probemos. (Pausa.) Yo digo… usted, Bruni… es un gran dibujante. El mejor que ví en mi vida. (Sergio hace un gesto de fastidio.) En serio se lo digo. Es joven.SERGIO.- ¡Acábela con eso!SOSA.- Sale a la calle y mañana mismo…SERGIO.- ¡No pienso irme, Sosa! ¿No me oyó? Que me eche Barcel, pero yo no me voy. (Sosa va a hablar.) No insista, porque no me voy. ¡Yo no renuncio! ¿Lo oyó? ¡No renuncio!

(Sosa se vuelve y mira a Carlos. Se miran.)CARLOS.- Es lo mejor, Sosa. Que lo decida Barcel.

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(Sosa hace un gesto impreciso, como si le fuera a pegar. Pero finalmente le pasa a Carlos las manos por las sienes.)SOSA.- Estás canoso. No me había fijado.

(Nueva pausa.)SOSA.- (Con decisión.) Voy a hablar con Barcel. Y le voy a decir que el chico siempre llega tarde. (Alza la voz hacia el intercomunicador.) Y que vive con una mujer, pero no está casado. Que es un inmoral.SERGIO.- (Conteniendo el impulso de pegarle.) ¡Viejo de mierda! Pero te gané de mano. Y yo estuve con Barcel esta mañana y le dije que eras un inútil. ¡Un inútil!

(Sosa se lanza sobre Sergio. Lo toma por ls solapas.)SOSA.- Hijo de puta…

(Sergio se desprende de Sosa y este cae arrodillado.)SERGIO.- ¡No m toque! ¡Viejo inútil!

(Sosa queda arrodillado, sollozando, dando golpes de impotencia en el piso.)SOSA.- Hijo de puta… hijo de puta… hijo de puta…

(Larga pausa que es interrumpida por la voz de Barcel.)BARCEL.- Parenti…

(Todo se paraliza. Carlos ayuda a Sosa a que se levante. Los tres miran hacia el intercomunicador.)BARCEL.- ¿Me oye, Parenti? CARLOS.- Sí, señor lo escucho.BARCEL.- ¿A qué hora va a estar listo el plano de Olleros?CARLOS.- Mañana a la mañana, recién.BARCEL.- Era para hoy.CARLOS.- Hubo un problema, señor.

(Breve pausa)CARLOS.- El dibujante se equivocó en la escala.BARCEL.- ¿Quién fue el que se equivocó?

(Pausa tensa.)CARLOS.- El señor Sosa.BARCEL.- Tiene que estar en planta mañana a primera hora. ¿Me oyó?CARLOS.- Va a estar señor.

(Pausa.)BARCEL.- ¿Están los tres ahí?CARLOS.- Sí, señor.BARCEL.- Tengo una buena noticia para darles. La juta aceptó mi criterio. En esa sección todo queda igual.

(Pausa prolongada. Hay una actitud de alegría en Laura. Matilde se pone a limpiar. Carlos se deja caer en la silla y apoya la cabeza entre los brazos. Sergio mira a Gladys que solloza en la cama. Sosa, muy lentamente, toma una hoja nueva y la coloca en el tablero. La acaricia mientras canturrea “El pañuelito blanco”. Sobre esa imagen las luces decrecen con lentitud.)

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