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UE - CPM | Comisión Provincial por la Memoria · mentos e indagan el destino de cada visitante. Alambres con púas sofisticadamente filosas se levantan sobre las vivien-das particulares

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PUENTES DICIEMBRE 2005 3

4. Legado por Ana Cacopardo. A Carlos Cajade. Por

Hugo Cañón 5. Guatemala. Arqueología del horror.

Por Ana Cacopardo e Ingrid Jaschek. 14. América

Latina. Una tipología de las dictaduras. Por Miguel

Rojas Mix. 24. Brasil. Retrato en blanco, negro y

amarillo. Por Maria Luiza Tucci Carneiro. 32. Museo

de la Memoria. Arte Social. 36. Las guerras de la

memoria. Por Alain Brossat. 46. Carcel de Magdalena.

Otra operación masacre. 56. Cárceles y violencia en

Latinoamérica. El sistema de la crueldad. Por Gregorio

Kaminsky. 62. Actividades de la Comisión Provincial

por la Memoria. 64. Bibliográficas. 65. Dossier

documentos. De lo secreto a lo público. Terecera

entrega: La creación de la DIPBA. Por Patricia Funes e

Ingrid Jaschek

sumario

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LegadoLa primera sensación fue de perplejidad. La batalla final de Carlitos fue tan corta. Apenas un parde meses. Fue inevitable pensar que se lo llevaron por error. Que si existe un plan divino, algo fa-lló. Luego vino un impulso. Busqué una foto. La del bautismo de Mariel, mi hija. Y ahí estaba elcurita. Sonriente. Con Mariel vestida de rosa en brazos. A su lado, dos pibitos del hogar que hicie-ron de monaguillos. El bautismo fue en casa. Sólo hizo falta una palangana con agua y mucho amor. Junto con la imagen que perpetuó esa foto, se vinieron muchas otras. A todos nos sucedió cuan-do comenzamos a despedirlo. En el corazón de cada una de las personas que pasaron por el Hogar para decirle adiós habíauna postal íntima y única. La evocación de esos momentos en los que el cura estuvo cerca fuela estrategia para aliviar el hueco de una ausencia que costaba asumir. En la puerta de la capi-lla nos abrazamos en silencio con Juan Pablo. Un joven dirigente de la obra. ¿Recordaría JuanPablo el día en que Cajade lo visitó y le llevó facturas a la comisaría donde estaba preso? Te-nía entonces 11 años; era “un chico de la calle”. Lo vi a Beto, balbuceando un padrenuestro. ¿Recordaría la primera Navidad, a fines de los ‘80,cuando el Hogar le devolvía el calor de una familia? ¿O el día en que levantaron esa misma ca-pilla, donde ahora descansaba el cura? Era de barro. Un precario tabique de madera separabael oratorio de la vivienda de Carlitos. La obra comenzaba a nacer en el predio de 13 y 643. Y por ahí, entre la tristeza de la gente, andaba correteando la Negri, una de las hijas predilec-tas de Cajade. Con sus 9 años y su sonrisa redentora. Estas postales y tantas más que guardaremos en nuestro corazón y en nuestra memoria encie-rran ternuras y mandatos. Pero, por sobre todo, dan cuenta de una inquebrantable fe en lapersona humana. “Hay que buscar la estrella de cada pibe, para que recuperen la confianza.Siempre creí en la pedagogía de la confianza”. Así pensaba Carlos Cajade. Así vivió. Éste es su legado. Y éste seguirá siendo nuestro desafío ynuestro compromiso.

Ana Cacopardo

4 PUENTES DIC IEMBRE 2005

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PUENTES DIC IEMBRE 2005

A Carlos CajadeEl amor sin coraje resulta estéril, y el coraje sin amor sólo sirve a los vanidosos. Vos, CarlitosCajade, conjugaste con entrega esos dos valores: el amor y el coraje. Brindaste tu vida militan-te, ayudando, reparando, cobijando; pero siempre dando la confrontación fuerte y necesariacontra quienes ejercen el poder para oprimir y beneficiarse a costa de los más desamparados:los pobres, los niños, los marginados, los presos, las mujeres, los diferentes de todo tipo. Ponías el pecho, mientras dabas el fuerte abrazo fraterno para andar juntos el camino, suman-do fuerzas para enfrentar al poderoso. Y así llegaste a nuestra Comisión Provincial por la Memoria. Te hiciste miembro y compañe-ro en los momentos más difíciles. Nos apuntalaste y sostuviste con palabra serena pero car-gada de protesta y nos diste una mano firme para ayudar a sostener nuestra posición com-prometida con valores y nunca sometida al poder.Eran tiempos muy difíciles cuando te sumaste a nosotros. Habían apostado entonces a do-blegarnos, a domesticarnos, a quitarnos independencia, con una pretendida intención deque fuéramos una oficina burocrática más que adornara al Estado sin molestar. Pretendían queno metiéramos las manos en el barro para desnudar la inmundicia. Y vos, Carlitos, aquí estuviste, dentro de esta Comisión por la Memoria, para ayudarnos a tra-bajar no sólo con el pasado doloroso, sino para confrontar con este presente de injusticia,abuso e intolerancia. Juntos, con vos, pudimos dar la pulseada e impedir de ese modo el in-tento de sometimiento y sumisión.No puedo olvidar tu rostro al visitar la cárcel de Campana junto a Martha Pelloni. Lo decíantodo tus ojeras, tu crispación, tus ojos vidriosos y enrojecidos, al ver tanto dolor, someti-miento y desamparo de esos pobres enjaulados en las peores condiciones. “Son pibes comolos míos”, dijiste, mientras recorríamos los pabellones poblados de jóvenes pobres, enfermos,abandonados al filo del despeñadero. “Con trabajo y estudio pueden salir, se los puedeayudar a recuperarse. Esto es criminal”, afirmaste, en con-clusión cargada de ese amor corajudo que mencionéal comenzar.Los valores, los principios que sostienen la dig-nidad del hombre, de todos los hombres, noson negociables.Y la defensa de ese criterio compartido, queri-do Carlitos, la sostendremos tus compañerosde la Comisión por la Memoria como la mejormanera de tenerte con nosotros para dar la pe-lea por la vida.Con tipos como vos, otro mundo es posible, y ha-cia allá vamos...con vos en la memoria.

Hugo Cañon

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160.000 muertos, 40.000 desaparecidos, 3 millones de niñosmuertos por causas evitables, 1 millón de desplazados inter-nos. Algunas de las cifras que dejaron 36 años de enfren-tamiento armado en Guatemala.87 % de pobres. 57% de analfabetos, 1,5 millón de niños enedad escolar que trabajan, 14 asesinatos por día. Algunasde las cifras de hoy.A casi diez años de la firma de los Acuerdos de paz, losnúmeros que dan cuenta de la violencia y la exclusión si-guen siendo abrumadores. El camino de la paz comenzó a transitarse muy reciente-mente, en diciembre de 1996, cuando un acuerdo entre elgobierno y la ex insurgencia agrupada en la Unidad Revo-lucionaria Nacional Guatemalteca puso fin a 36 años de con-flicto armado. Sin embargo, para quien llegue a Guatemalaes fácil advertir las marcas de casi cuatro décadas de vio-lencia y terrorismo de Estado. La primera sensación al recorrer las calles de la capital es lade una sociedad armada y signada por la marginalidad eco-nómica. Policías privadas custodian con armas largas prác-ticamente todos los comercios de la ciudad. Hasta los máspequeños. Hay barrios enteros a los que sólo se puede in-gresar franqueando las guardias privadas que piden docu-mentos e indagan el destino de cada visitante. Alambres conpúas sofisticadamente filosas se levantan sobre las vivien-das particulares y hasta sobre los muros de edificios pú-

A finales de 2005, la Procuraduría de Derechos

Humanos descubrió uno de los archivos de la

represión más importantes de América Latina: el de

la Policía Nacional. Sus 70 millones de folios dan

cuenta del accionar de uno de los órganos de

seguridad involucrados en la represión y las

violaciones a los derechos humanos perpetradas por

el Estado. Dos miembros del equipo técnico de la

Comisión por la Memoria viajaron para conocerlo y

escriben sus impresiones acerca de un proceso

esperanzador en la batalla contra el silencio y la

impunidad.

Textos y fotografías: Ingrid Jaschek Ana Cacopardo

Guatemala

Arqueología del horror

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de redes delictivas. La estructura del Ejército no ha sido to-cada. A la Policía Nacional, apenas se le cambió el nom-bre: Policía Nacional Civil. En el congreso, en las regiones yen las comunas todavía gobiernan funcionarios de Ríos Montto ligados al partido militar. Tras el genocidio –el 83% delas víctimas del terrorismo de Estado es maya- los pueblosindígenas siguen excluidos y discriminados. En este marco, se produce el inesperado hallazgo de la Pro-curaduría de Derechos Humanos, un archivo que impactapor su dimensión: 70 millones de folios. Uno de los fon-dos documentales de la represión más grandes de Latinoa-mérica y del mundo.

El hallazgoTodo comenzó con una denuncia anónima recibida en la Pro-curaduría de Derechos Humanos , que alertaba sobre el pe-ligro que representaba la existencia de explosivos en un de-pósito de la Policía Nacional Civil, ubicado en la poblada zo-na 6 de la ciudad capital. Cuando el Procurador Sergio Mo-rales y sus colaboradores realizaron una inspección en el lu-gar, no hallaron los explosivos, que ya habían sido retira-dos. Pero se encontraron con miles de documentos perte-necientes al Archivo de la antigua Policía Nacional. Los pa-peles estaban distribuidos en cinco casas, con cuatro ocinco habitaciones cada una, apoyados sobre el piso yformando verdaderas montañas que llegaban casi hasta eltecho. Ese archivo seguía en uso. Rápidamente la Procuraduría buscó una herramienta legalque le permitiera acceder a esa documentación, relevarlay garantizar su protección. Para eso, realizó una presenta-ción ante la justicia civil pidiendo el libre acceso al archivo,a fin de cumplir con el mandato constitucional que tiene elProcurador para investigar las violaciones a los derechoshumanos. La presentación fue exitosa. Un segundo recursode amparo impidió que se concretara una orden del Minis-terio de Gobierno de trasladar el archivo a otro emplaza-miento. De este modo, y a través de dos resoluciones judi-ciales, la Procuración logró garantizar el acceso al archivoy evitar la dispersión del fondo documental.

Historias de violencia y dolorEl 29 de diciembre de 1996 se firmó el último de los Acuer-dos de Paz con mediación de las Naciones Unidas: Paz fir-me y duradera, entre el gobierno y la guerrilla (UnidadRevolucionaria Nacional Guatemalteca- URNG). El acuerdose logró luego de una década de negociaciones, y estable-ció, entre otras cosas, la conformación de una Comisiónde Verdad que investigara los hechos violentos acaecidosdurante el conflicto armado. Nace así la Comisión de Es-clarecimiento Histórico (CEH) que comienza a funcionar enjulio de 1997. La CEH tenía entre sus principales ejes: Escla-recer con toda objetividad, equidad e imparcialidad las vio-laciones a los derechos humanos y los hechos de violencia

blicos. La venta ambulante invade las calles del centro, don-de se transita con dificultad por veredas estrechas, esqui-vando centenares de puestos. La economía informal es laúnica salida para una mayoría de la población excluida delconsumo y la oferta laboral.La democracia guatemalteca es todavía débil y está fuerte-mente condicionada. Muy pocos procesos judiciales hanprosperado y en general a las víctimas sólo les ha quedado

la opción de la justicia internacional. Denunciar en Guate-mala puede costar la vida. Como le sucedió al arzobispo Ge-rardi, asesinado el 27 de abril de 1998. Los grupos parami-litares se reconvirtieron en policías privadas o en gestores

La democracia guatemalteca es todavía débil y está fuertemente condicionada. Muy pocos procesos judiciales han prosperado y en general a las víctimas sóloles ha quedado la opción de la justicia internacional. Denunciar en Guatemala puede costar la vida.

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Hasta los edificios públicos destinados a la salvaguarda de los DD.HH. están rodeados de alambrados.

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que han causado sufrimientos a la población guatemalteca,vinculados al enfrentamiento armado. Sin embargo, la CEHno podía avanzar en la individualización de responsabilida-des (se establecía específicamente que los trabajos, reco-mendaciones e informe de la Comisión no individualizarán

responsabilidades, ni tendrán efectos o propósitos judicia-les ). Por otra parte, ya desde 1995 estaba en marcha el in-forme REMHI (Recuperación de la Memoria Histórica) lleva-do adelante por la Oficina de Derechos Humanos del Arzo-bispado de Guatemala (ODHAG), que recogió más de 5000testimonios que representaron 55 mil víctimas, y evidenciómás de 300 cementerios clandestinos. El Informe REMHI des-lindó responsabilidades sobre las violaciones a los dere-chos humanos, y como dato concluyente del informe, res-ponsabiliza del 90.53% al Ejército, las Policías, Patrullas deAutodefensa Civil (PAC), Comisionados Militares y Escua-drones de la Muerte; mientras que las organizaciones gue-rrilleras fueron señaladas responsables por el 9.3% de víc-

timas. Coincidentemente, el informe de la CEH –que fue en-tregado a las partes el 25 de febrero de 1999– señalaba quelas fuerzas de Estado y grupos paramilitares afines fueronresponsables del 93% de las violaciones documentadas; lasfuerzas insurgentes fueron responsables del 3%; mientrasque en el restante 4% de los casos se incluyen otros auto-res o no fue posible reunir elementos suficientes para es-tablecer la responsabilidad de los hechos”.En el informe, la CEH califica como precaria y no satisfac-toria la colaboración brindada por el Ejército, y remarca queel Poder Ejecutivo, en reiteradas oportunidades, dio di-versas justificaciones para no entregar la documentación re-querida, o cambió de versión señalando que los documen-tos requeridos nunca existieron.Este rápido repaso histórico nos permite arribar a dos con-clusiones. La primera: 160 mil muertos, 40 mil desapareci-dos, cientos de aldeas arrasadas, un millón de desplazadosinternos, miles de niños sin padres, son todos hechos quequedaron probados pero siguen impunes en Guatemala.La segunda cuestión: el Archivo de la Policía Nacionalpuede constituir un aporte invalorable para la recuperaciónde la memoria, la justicia y la verdad.

El archivoEn un extenso predio de la Policía Nacional Civil, nacida alcalor de los cambios políticos que vinieron tras los acuer-

160 mil muertos, 40 mil desaparecidos,cientos de aldeas arrasadas, un millón dedesplazados internos, miles de niños sinpadres, son todos hechos que quedaronprobados pero siguen impunes en Guatemala.

Gustavo Mednio, coordinador del archivo, muestra una folsa con fotos post-mortem.

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dos de Paz, funcionan el Servicio de Desactivación de Ex-plosivos y la actual Escuela de Formación de la Policía. Uncementerio de autos y motos franquea el camino de ingre-so al sector dónde se encuentra el archivo. Más atrás, unaincompleta y lúgubre estructura de hormigón que nuncacumplió su destino de hospital policial. En cinco casas con sus respectivas habitaciones y en un pre-cario estado de conservación, se encuentran archivados losexpedientes de la Policía Nacional. Goteras en los techos,falta de vidrios y aberturas, humedad, polvo y roedores.Los murciélagos le suman una nota macabra al lugar. Par-te de la documentación está apilada sobre el piso, sin con-tenedores adecuados y expuesta a las filtraciones de aguaapenas contenidas por baldes y palanganas. En la vieja estructura del hospital se hallaron miles de fichaspersonales. Estaban en el suelo, sobre el barro. Evidente-mente eran consideradas basura. Allí, junto a fichas de es-caso valor investigativo –por ejemplo la de ciudadanos quetramitaban su carnet de conducir- había otras, valiosísimas,que daban cuenta de la persecución política e ideológica.Y había también miles de fichas de identificación post mor-tem, con fotos y huellas digitales. Existe también un profuso registro fotográfico. Impresionanalgunas imágenes. Fotos de prontuario. Fotos familiares delas víctimas. Cuerpos mutilados o maniatados. Y algunasmiradas de esas que no se olvidan. Como la de un joven re-tratado en blanco y negro, contra una pared. Quizá fue suúltima foto. Clavó su pánico en el objetivo de la cámara po-licial. Una mirada de ésas que persiguen.

La investigación A pesar de que a primera vista parecería imposible en-contrar un orden, el archivo lo tiene. Once mujeres dela policía trabajan allí desde hace veinte años. El inven-tario y la lógica de este archivo están en su memoria, locual les permite encontrar la documentación requerida.Ellas colaboraron con la Procuraduría y ayudaron a com-prender algunas claves: existe un orden por procedenciay por fecha. Los documentos más antiguos que encontraron datan de1905, y en la actualidad continúa ingresando documenta-ción. Éste es un dato central. Las resoluciones judiciales an-tes citadas le permitieron a la Procuraduría acceder, in-vestigar y preservar la documentación. Pero la propiedaddel archivo sigue siendo de la Policía Nacional Civil. Encontrar la documentación que aporte a la investigación delas violaciones a los derechos humanos no es tarea fácil. Nosólo por el volumen de la información y el estado en que seencuentra, sino porque el archivo concentra la informaciónreferida a delitos comunes junto a la que reporta hechos deorigen político o ideológico. Así, un mismo expediente reú-ne partes de rutina por robos junto a la crónica de la masa-cre en una aldea.

El futuroEn estas difíciles condiciones políticas, la Procuraduría de De-rechos Humanos ha comenzado a intervenir sobre el archivocon un equipo conformado por referentes de distintos organis-mos de derechos humanos y por investigadores y archivistaspropios. Se está realizando un primer inventario topográficoy comenzando a recuperar los documentos que corrían ries-go de destrucción definitiva, en especial las fichas personales.Pero el gran desafío es cómo garantizar a futuro que este ar-chivo haga un aporte a la causa de la verdad y la justicia. Des-de distintos sectores del poder se mira con desconfianza la ges-tión de la Procuraduría. Si avanza el proceso de digitalizacióny apertura, la información que existe en el archivo puedeacusar a figuras relevantes de la vida pública guatemalteca.Mientras tanto, los familiares y las víctimas renuevan sus espe-ranzas de saber la verdad. Atravesada por estas disputas y ten-siones, la tarea de preservación e investigación avanza. Los Ar-chivos de la Policía Nacional abrieron un nuevo horizonte pa-ra los que tienen sed de justicia. Ojalá que la sociedad guate-malteca encuentre los caminos para comenzar a romper defi-nitivamente el círculo del miedo, la impunidad y la violencia.

Nota de las autoras: Para una cronología completa del proceso de paz, ver

Ensayo sobre la memoria en Guatemala. Sobre comisiones de verdad y

el hallazgo del archivo de la Policía Nacional, por Julieta Rostica, en La

Argentina de la crisis (IV jornadas de sociología, Facultad de Humanidades

y Ciencias de la Educación de la U.N.L.P., Departamento de Sociología).

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-¿Qué impacto tuvo en la sociedad guatemalteca y quéexpectativas generó entre los organismos de derechos huma-nos el hallazgo del archivo?-Convocamos en primer lugar a los organismos y dieron elrespaldo para hacer un trabajo conjunto. Con el tiempo, comen-zamos a tener diferencias. Especialmente con quienes buscana sus desaparecidos. Saben que en el archivo puede estar laexplicación de lo que les sucedió, pero no queremos todavíaabrirlo plenamente, ya que abrirlo a uno significa abrirlo atodos. Esos grupos que tienen casos puntuales y legítimo dere-cho, comenzaron a plantear acciones separadas y particula-res para llegar a ver la documentación. Nosotros tenemosmiedo de que en este tipo de apertura se pierda algo. -¿Cómo piensan ustedes canalizar estos pedidos?-Estamos en una etapa de preservación y protección delarchivo. Pero estamos manejando también una línea de inves-tigación. No podemos tratar casos puntuales todavía, peropodemos establecer los organigramas de la policía y así darun marco que puede servir para futuras investigaciones. Cre-emos que a partir de ese marco general es que podemosempezar a buscar los casos puntuales. -¿Qué expectativas tienen con respecto a que se pueda saberla verdad acerca de los desaparecidos?

“La sociedad fue educadapara ser indiferente”

Sergio Morales, Procurador de Derechos Humanos

-Tuvimos una visita de un fiscal y una juez de Europa quehicieron una investigación y encontraron cómo llegar a loshechos. Lo que más nos llamó la atención son algunos tele-gramas cifrados. Por ejemplo, determinados números que-rían decir en código en el día de hoy secuestramos afulano de tal. Son los partes con los que se informaba a lossuperiores de una operación. La clave es poder descifrar esoscódigos. Así podremos encontrar o determinar la responsa-bilidad institucional de las fuerzas. Esa es una forma, perono la única. La otra es cruzar las fichas con las tumbas NN.También tenemos fotos de la gente viva y después muerta.Y sabemos que esas fotos fueron tomadas contra una pared.Encontramos la pared por unas huellas que se ven en algu-nas fotos. Hay muchos indicios. No sé qué tanto se va a poderinvestigar, a qué tanto se va a poder llegar. Recuerdo muchoen mi familia, a una tía a la que le secuestraron un hijo y ala que vi morir. De pronto, la llamaban y le decían “ ya nobusques más a tu hijo, tu hijo está tirado en tal lugar”. Enton-ces ella agarraba su carro e iba a buscarlo y no encontrabanada. Y volvía y le decían “ja, ja, ja, te engañamos, pero siquieres encontrar los testículos de él, están en tal lugar”. Ellano aguantó la tortura psicológica y murió. Aquella expe-riencia, que me marcó porque yo era un niño todavía, es la

Cárceles, pandillas y violencia

“La historia de Guatemala se sustenta en laexclusión, en la pobreza, en la discrimina-ción. Y para mantener estas características esnecesaria la violencia. La gente está acos-tumbrada a encontrar en la violencia, en elhombre duro, en el caudillo, la solución a susproblemas. Y por eso no nos extraña quecuando se producen problemas en la socie-dad lo que se busque sean soluciones defuerza. Como el Estado se ha venido debili-tando cada día más, la población es la quese arma. Entonces ves muchas casas con ver-jas, con puestos militares, con perros muy

grandes, con alambres de púas… Casi todoel mundo está armado. Se calcula que haycasi un millón de armas sin registro en Gua-temala. Y es la manera de algunos sectoresde la población de resolver sus problemasfuera del Estado. Esto se debe también alos altos niveles de impunidad: de 190.000delitos que se cometen al año en Guatemala,sólo el 0,05 por ciento se investiga.-Muy poca gente logra llegar a la justicia…-Cuando nosotros hablamos del acceso a lajusticia, nosotros debemos separar los datos.Tenemos un derecho laboral que luego no secumple, tenemos un derecho de la familia queno se cumple, un derecho a la juventud que

no se cumple, e incluso hasta los procesosciviles no se cumplen. Y en una sociedaddonde la justicia es una deuda, solamente sebusca resolver por la fuerza. Cuando uno miralos indicadores sociales, corrobora que elEstado abandona sus funciones básicas, dacada día menos servicios, menos seguridadsocial, menos vivienda, menos educación. -¿Cuál es la situación en las cárceles?-Ésa es la peor piedra de todo el sistema.Una política penitenciaria adecuada tiene quereconocer que son dos los derechos funda-mentales que se protegen. Los derechos dequienes están detenidos y los de los ciuda-danos comunes que están afuera y que tie-

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nen derecho a la rehabilitación del reo. Sinembargo, también ahí el estado ha ido aban-donando sus responsabilidades. El sistemapenitenciario está organizado de manera quelos reos manejan el control de las cárcelesa través de lo que se denominan los comi-tés de orden, integrados no por los mejo-res sino por los peores ciudadanos. La guar-dia penitenciaria los usa para control internoy entonces terminan extorsionando a losotros detenidos pidiéndoles dinero por todoy dándoles tareas denigrantes…-¿Qué sucede con las pandillas dentrode las cárceles? -Esta realidad ha provocado dentro de las

cárceles el surgimiento de movimientos con-testatarios. Los paisas son los jóvenes queno tienen militancia en pandillas y los cho-los son los pandilleros que integran lasmaras. Uno de los momentos más desagra-dables que me han tocado vivir fue en unmotín. Tenía tres meses de ser Procuradorcuando me llaman porque se estaban pele-ando entre ellos. Cuando llego a la cárcel,desgraciadamente vi trece cuerpos. Mucha-chos que habían sido asesinados de distin-tas formas, decapitados…horrible. El mucha-cho que lideraba tendría unos veinte años yaceptó que yo mediara. Cuando le di lamano, la tenía ensangrentada. Logramos

hablar y pararlo. Nos dimos cuenta de quenecesitan ser tratados como seres humanos,que buscan la rehabilitación. Si esta opciónno está, ellos empiezan a pensar no sólo encómo resolver sus problemas adentro, sinoen cómo seguir delinquiendo afuera. Enton-ces, hacen acuerdos con la policía y a lanoche los dejan salir. Por ejemplo, el ase-sino de Monseñor Gerardi, estaba presoen Antigua. Lo sacaron de ahí para quecometiera el asesinato. Fue condenado, peroluego lo asesinaron en la cárcel. Y se hanorganizado bandas de secuestradores desdela cárcel. Las cárceles se han convertido enuniversidades del crimen.

que me ha motivado, y mucho, a poder tratar de darle a lagente por lo menos la tranquilidad de saber dónde están, oqué pasó con ellos. -¿Cree que esta documentación puede correr riesgo si sigueen manos de la Policía Nacional Civil?-Creo que no se tiene idea de lo que hay, ellos no tienen idea. -¿A quiénes se refiere? -A todo el poder. Ellos piensan que los documentos sólo incri-minan a la policía. Pero existen documentos que dicen pororden del Mayor fulano de tal se hizo tal cosa. La policía esmás desechable para el poder. ¿Qué puede pasar? No lo sé.-¿Cuál ha sido el rol de la justicia en los años posterioresa la firma de los acuerdos de paz y cómo cree que puedemodificarse a partir de la investigación en este Archivo?-Independientemente de los casos simbólicos, como el casoMyrna Mack o el caso de Monseñor Gerardi, que son per-sonalidades y se han llevado a la justicia, durante veinteaños los juicios no han prosperado. Los casos de los pobres,los que no tienen nada, esos no han sido juzgados. -¿Hay miedo en el poder judicial? -La historia nos demuestra que tocar este tipo de intereseses muy peligroso. Ha habido jueces baleados que salvaronsu vida de milagro. Cuando uno ve a un juez tirado en unasilla, pálido, se comprende que no es fácil. La amenaza noes sólo a ellos sino a toda su familia. He visto exiliarse afamilias enteras. No es fácil... -¿La sociedad guatemalteca discute sobre el pasado reciente?-Tenemos un desafío que es ver cómo volver a construir con-fianza en un país donde la confianza está rota. Porque lagente no mejoró ni económica, ni social ni culturalmente. Lagente no cree en nada. La sociedad ha sido educada paraser indiferente. Una sociedad donde se mataba de esamanera...yo recuerdo que los papás nos decían no se metan,no hagan, no vayan. Entonces los niveles de participaciónson muy bajos. Y además las luchas actuales son otras, es

otra agenda. La gente joven pregunta: ¿qué guerra? Haygeneraciones educadas para la indiferencia. Y además, cuandoun hijo de 15, 16 años, te dice que va a ir a una marcha, auna manifestación, tú le dices no vayas. Porque el miedo deaquella época sigue estando. -Cuál es hoy la prioridad para ustedes en la gestión delarchivo? -Hacerlo público. Por eso la necesidad de digitalizarlo. Porlo menos digitalizar lo estratégico. Hacer un recorte tem-poral sería muy difícil porque es muy subjetivo. Para algu-nos la lucha armada empezó en los ‘60. Otros pretenden quese digitalice desde los ‘80 hasta los ‘90. Tal vez el períodomás contundente podría ser los ‘60-’90. Estamos hablandode treinta años... En el caso de que nosotros pudiéramosdigitalizar ese período y abrirlo al público podría servir.Algunas cosas se pueden ir haciendo, la elaboración de losorganigramas, la identificación de los actores.

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Por Miguel Rojas Mix

Fotos Alejo Garganta Bermúdez

El positivismo va a tener una importancia política capital enMéxico, Brasil y en general en toda América durante el si-glo pasado. Porfirio Díaz es el que mejor encarna el tipo. Eldictador mexicano encontró en el positivismo de AugustoComte la base ideológica que necesitaba dar a su gobierno:un régimen autoritario opuesto a la anarquía, de la mismaforma que la razón se oponía a la confusión; su tarea fuemantener la unidad social durante ese período de transiciónen que las creencias teológicas desaparecían rápidamente.Para los científicos, que así se denominaban sus prosélitos,correlato del orden político era el proyecto económico. Loque concluía por la imposición de una economía liberal. Jorge Ubico en Guatemala y Tiburcio Carias en Hondurasson prototipos de la dictadura bananera. "Honduras —re-petía un decir popular— es el país del ganado y las bana-nas: el ganado pertenece a Carias, las bananas a la UnitedFruits". Caracteriza a la dictadura bananera la mistificaciónde la persona del dictador. Trujillo en Santo Domingo cons-truyó cerca de dos mil estatuas en su honor y el lema delpaís era: Dios y Trujillo; la familia Somoza había converti-do Nicaragua en su heredad. E1 dictador bananero es patrón

América Latina

Tres tipos distintos de dictadura se instalan en la

historia de América Latina: la positivista, la

bananera y la militar del occidentalismo integrista,

separándose esta última de las otras por su

concepción del Estado y porque aparece bajo la

forma de ideología continental

Una tipología

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de las dictaduras

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En Brasil, la ideología del occidentalismo integrista devie-ne doctrina oficial del régimen a partir del putsch de 1964.Sus mentores más conocidos fueron el general Golbery, au-tor de una Geopolítica do Brasil, y Correa de Oliveira, fun-dador del movimiento Tradición, familia y propiedad. EnUruguay, Bordaberry proponía a guisa de modelo para laorganización del estado la del Opus Dei en la España deFranco. El Estado dictatorial se funda en la doctrina de la SeguridadNacional y en el mito de la civilización cristiana y occiden-tal. Este mito lleva enracimados otros. Analizaremos tres deellos: el jingoísmo, el hispanismo y la decadencia. Pero lomás importante es que la dictadura militar es una concep-ción del Estado. Nace después de la Segunda Guerra Mun-dial, fundado en una doctrina internacional y nacional, queda a los ejércitos el papel de censor de la vida política. Es-to es consecuencia de la aparición del poder nuclear, quedeja a los ejércitos regionales incapaces para asegurar ladefensa externa de sus países. Por ello delegan la seguridadexterna en una alianza con una gran potencia. En el caso deAmérica Latina, la alianza con los EE.UU. a través del Tra-tado Interamericano de Alianza Recíproca (TIAR). A los ejér-citos nacionales les queda como función asegurar el ordeninterno. Función coherente con la lógica Este/Oeste y la gue-rra fría, que ve el conflicto planetario simultáneamente co-mo una guerra externa e interna, con un enemigo interiorque hay que combatir. Esta lógica engendra una concepcióndel Estado en la cual el ejército, lejos de estar subordina-do al poder civil, es quien debe controlarlo. Es la llamadadoctrina de la Seguridad Nacional. Su concepción fundamen-tal es que entiende a la política como continuación de la gue-rra. Lo que tiene varias consecuencias: entrega el poder alejército, transforma éste en un ejército de ocupación en supropio país y militariza la sociedad civil, la hace funcionarmediante la represión.

De Hegel a Gramsci Hegel distinguía entre sociedad política y sociedad civil.El pensador y político italiano Antonio Gramsci –muertoen prisión por oponerse al régimen de Mussolini- hizo unanueva distinción en Cuadernos de la Prisión. Analizandolas sociedades avanzadas, en las cuales la clase gobernan-te ejerce además del poder militar y político, la hege-monía intelectual, afirmó que el Estado no sólo se exten-día sobre la sociedad civil, sino se reproducía en ella. Elinfluyente téorico marxista Louis Althusser, definió dentrode la sociedad civil los aparatos ideológicos del Estado.En definitiva, para decir que, si en una sociedad democrá-tica la sociedad civil marcha a la persuasión para repro-ducir la idea de nación, de valores nacionales y de ene-migos nacionales, en la sociedad autoritaria la sociedadcivil marcha a la represión. La concepción de la guerra de la doctrina de la seguridad

y patriarca. Carentes de ejército profesional y con un altogrado de desorganización política, estas dictaduras se sus-tentan en un cuerpo de policía, una guardia pretoriana o depalacio que depende directamente del hombre fuerte. La diferencia entre la dictadura bananera y la dictaduramilitar es que en ésta es el ejército quien está en el poder.El dictador es el ejército y no un individuo. El Presidentees el general en jefe del ejército. La persona del dictadorpuede cambiar, como en Brasil, donde se ha calificado de"dictadura sin dictador" al régimen militar nacido en sep-tiembre de 1968, o como en Argentina, donde cambiaba eljefe de las Fuerzas Armadas, pero la dictadura continuaba.Se trata de dictaduras institucionales. El caso Pinochet, pe-se a sus apariencias, no hace sino confirmar este aserto; puesincluso después de abandonar la presidencia conserva la je-fatura del ejército. Más que el dictador, el problema para latransición democrática es ese ejército; que, aun cuando seretire de los organismos tradicionales de poder estatal, sepone en reserva de los intereses del modelo que defiende:el del capitalismo occidental.

El estado dictatorialComprendemos por tal aquel que surge como consecuenciade las dictaduras militares de las décadas del sesenta y se-tenta. Antecedentes de esta forma de dictadura tenemosen diversos países de América, pero en particular en Argen-tina. El nacional catolicismo es presentido ya en el año 1932,cuando el R.P. Julio Meinvielle publica Concepción católicade la política, una justificación de la dictadura de Uriburu,en la cual fustigaba la democracia y sostenía que el podervenía directamente de Dios. El militarismo integrista triun-fante con Uriburu vuelve al poder con Ramírez, cuya dic-tadura es denunciada en 1943 por el Partido Comunista ar-gentino como clerical, militar y fascista. Sus ideólogos –en-tre ellos Hugo Wast- son desbancados por Perón, quienlos llamaba “nacionalistas de Acción Católica”. Vuelven alpoder efímeramente con Leonardi, para instalarse en for-ma más estable con Onganía y nuevamente con Videla.Una verdadera declaración de principios constituye el dis-curso de Onganía en 1965, en la Academia de West Point.Según él, el ejército debía defender la legalidad siempre queésta no llegara a amenazar el estilo de vida tradicional de laArgentina. Al preguntársele cuál era el estilo de vida tradi-cional de la Argentina, respondió: “El occidental y cristia-no”. Fue entonces que se unió explícitamente al integrismola ideología de un occidentalismo redefinido, que implicabala adhesión al american way of life, rechazado por el his-panismo tradicional y por el nacionalismo argentino hastaPerón. Luego del cuartelazo, la doctrina apareció reiteradaen un texto de legitimación, Los objetivos de la revolu-ción, señalando que constituían objetivos prioritarios neu-tralizar la subversión marxista y suprimir la acción del co-munismo. Era la doctrina de las fronteras ideológicas.

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pone un mundo en guerra, en tensión. Para reforzar su ima-gen se insiste en que en el mundo contemporáneo se habríavuelto al estado de inseguridad de la época de Hobbes: Eu-ropa se desgarraba en guerras de religión y los ingleses es-peraban con angustia la llegada de la Invencible Armada.Ante una inseguridad tal, los hombres tienden a defender-se sacrificando su libertad por la seguridad individual ycolectiva.En la necesidad de seguridad se funda, precisamente, la Doc-trina de la Seguridad Nacional. Para Golbery, el verdaderoenemigo es el marxismo. Plantea que lo que diferencia a lospaíses occidentales que aplican la doctrina de la SeguridadNacional de los totalitarismos comunistas, es que los prime-ros no sacrifican totalmente las libertades, porque alem decertos limites, a Liberdade sacrificada determinará, de suparte, perda vital da Segurança. Os escravos nâo sâo bonscombatentes. Así, la seguridad nacional sería la idea matriza partir de la cual todo debe ser redefinido: el patriotismo,los derechos humanos, la moralºEn el informe de junio de 1976, presentado por la delega-ción chilena con descargos a la condenación que por segun-da vez pronunciaba la Comisión Interamericana de DerechosHumanos de la O.E.A., después de repetir las monsergas dela salvación, se afirmaba que: Chile no podía darles a losmarxistas que había derrocado y que violaron todos los de-rechos humanos el ejercicio de estos derechos. El delincuen-te no puede ampararse detrás de la ley que ha sido dictadapara sancionarlo...Los dictadores sostienen que la característica fundamentaldel hombre es la tendencia a la agresión. Con Hobbes –elhombre es un lobo para el hombre- repiten que en la so-ciedad rige la ley de la selva. Y agregan que en la economíade mercado, bajo las formas de afán de lucro y competen-cia, cada individuo queda entregado a sí mismo en un esta-do de sálvese quien pueda. Es el sistema que mejor co-rresponde a la naturaleza humana. Aseguran, siguiendo aFriedmann, que éste es el único modo de organización po-sible de la sociedad cristiana y occidental, ya que la alter-nativa, la sociedad rebaño, donde el Estado aplasta las ini-ciativas de las personas, es el único Leviatán temible. Estaconcepción hace de puente para entrar en el segundo pe-ríodo, cuando la legitimación del poder militar se funda enla defensa de la economía de mercado. Los mitos de legitimación muestran las ideologías en que sefunda la doctrina represiva, a la vez que legitiman la violen-cia. Constituyen el discurso de la derecha extrema, pero noson el monopolio de ésta; muchos de sus axiomas formanparte del imaginario de clase, del imaginario nacional, o cir-culan a través del sentido común expresándose en reflejosracistas, sociales y culturales.

Hispanidad y nacional catolicismoLa Declaración de Principios de la Junta de Gobierno Mili-

nacional implica una violación permanente de los derechoshumanos. Se inspira esencialmente en la guerra contrarre-volucionaria. Sus fuentes son las teorías de la OAS france-sa en Argelia y de la counterinsurgency de los EEUU. Los mi-litares argentinos tradujeron y estudiaron los textos de Bauf-fret y Tranquier: Guerre, Subversion, Revolution, (Laffont1968), y la mayoría de los oficiales de América Latina tuvie-ron períodos de formación en La Escuela de las Américas dePanamá o Fort Levenworth en los EEUU, donde aprendieronque en la guerra interna hay que vencer al enemigo median-te el terrorismo de Estado, porque no es un guerra conven-cional -ya que no hay un frente de guerra-, sino que el ene-migo está en la multitud. Y, por lo tanto, es preciso cortarel apoyo que le puede dar la población civil, generando elterror mediante la represión generalizada; que es necesariorecurrir a todos los métodos para descubrir al enemigo yaterrorizar a la población: la delación, la tortura, la extor-sión, la desaparición de personas; y que hay que extir-parlo del pueblo como un cáncer peligroso; metáfora que

usaron casi todos los golpistas. Desde el punto de vista ideológico, se advierten dos pe-ríodos en las dictaduras institucionales. Un primer períodohasta la mitad de los ´70, en que hay un discurso de legiti-mación que retoma los temas clásicos del franquismo espa-ñol: hispanidad, cruzada del ejército, familia, así como unaafirmación de los valores del catolicismo tradicional e inte-grista, entre ellos la legitimación de los gobiernos por el de-recho natural. El segundo período aparece hacia mediados de los ́ 70, cuan-do la legitimación del poder militar se funda en la defensade la economía de mercado. Tesis que permite el apoyo su-cesivo de Reagan y Bush y que termina por imponerse co-mo discurso planetario después de la crisis de los llama-dos socialismos reales, y del éxito del famoso Fin de lahistoria de Fukuyama.Los fundamentos de la Doctrina de la Seguridad Nacional seencuentran desarrollados en la Geopolítica do Brasil del ge-neral Golbery. El brasileño comienza su obra con un capítu-lo dedicado a Hobbes. No es un capricho literario, la con-cepción leviatánica del Estado conviene a las dictaduras. En-tiende la política como un conflicto planetario; como gue-rra total. Es el enfrentamiento entre bloques: Occidente con-tra el mundo socialista. Para fundar su teoría recurren a lahistoria, se inspiran en Toynbee y en Spengler; en la teoríade la decadencia del alemán y en la noción de guerra inter-na del inglés. En la guerra total impera la lucha sin cuartel,por ello su geopolítica denuncia lo ilusorio de la búsquedade la paz y lo disparatado de una política de distensión. Su-

La concepción de la guerra de la doctrinade la seguridad nacional implica una viola-ción permanente de los derechos humanos.

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tar de Chile afirmaba, enfática, que los militares habíanrechazado la solución marxista dado su carácter totalita-rio y anulador de la persona humana y porque, concluía,contradice nuestra tradición cristiana e hispánica. Era el dis-curso del nacional catolicismo, ya desarrollado por el fran-quismo, que apoyaba la legitimidad de su acción en lavoluntad de Dios. Es el discurso de algunos obispos en Chi-le, como Monseñor Tagle, de Valparaíso, que afirmaba queun baño de sangre era necesario para purificar el país, y demuchos vicarios castrenses en Argentina y Chile que mane-jaban esta idea de “cruzada”. El propio Pinochet confesa-ba todavía en El día decisivo que fue guiado por la DivinaProvidencia. Se caracterizan estas dictaduras por la mistificación del oc-cidentalismo y la ficción de su defensa; por una concep-ción orgánica y jerárquica del Estado, fundada en la fa-milia y opuesta a la democracia, al sistema de partidos y,sobre todo, a la lucha de clases; por su elitismo; por el de-seo de reactualizar una teoría del poder fundado en la vo-luntad divina y en el derecho natural, negando valor a laconcepción contractual de la autoridad; por una confusiónde la sociedad religiosa con la civil; por una defensa a ul-tranza de la propiedad privada y un rechazo violento con-tra todo estatismo; por una exaltación de la dictadura y lacontrarrevolución; por el descubrimiento de un enemigointerno. En Maurras, además, la defensa de Occidente sevincula al antisemitismo. El concepto integrista del nacio-

nal catolicismo lo precisa Maurras: se define católico perono cristiano.

JingoísmoEn Chile, a partir del momento mismo de la asonada, los mi-litares comenzaron a fomentar y difundir el imaginario na-cionalista. Uno de los miembros de la Junta se dirigía a losestudiantes (los que quedaban después de una expulsiónmasiva) diciendo: "Aspiramos a un régimen profundamen-te nacionalista en el cual Chile y los chilenos sean nues-tra fuente inspiradora". Y, seis meses más tarde, Pinochetdeclaraba, solemne, delante de las autoridades nacionales yel cuerpo diplomático reunidos en pleno: "A la acción des-quiciadora del comunismo internacional se opone la vía na-cionalista y liberadora del pueblo chileno".El desarrollo del nacionalismo fue también uno de los obje-tivos declarados de la dictadura uruguaya. Contra la políti-ca disolvente de los partidos, se afirmaba, era preciso pro-mover una mística de la orientalidad que unía a las distin-tas clases sociales en el sentimiento de que por encima detodo eran uruguayos. Esa mística debía exaltar los valoresde la tradición y el concepto de patria y permitir el desarro-llo en seguridad. Lo cual quería decir que únicamente los mi-litares podían garantizar el desarrollo, a la vez que desliza-ba la idea de que Desarrollo y Seguridad Nacional estabanindisolublemente unidos.Empero, lo más importante para los dictadores es que la alu-

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al aborigen y al negro. Un texto publicado en el diario El Mer-curio, titulado Las Glorias del Ejército, es significativo: Protector de la civilización cristiana contra la insurgenciaaborigen durante tres siglos, forjador de la Independenciay fundador de la República, el Ejército de Chile constituyela columna vertebral de nuestras instituciones. En lo político, el mito de la civilización cristiana y occiden-tal tiene dos funciones principales: permite la unión de lasderechas, particularmente de liberales y conservadores; yla ficción de su defensa justifica los ataques contra la demo-cracia y el socialismo y legitima el golpe.Asociado a la idea de civilización cristiana y occidental es-tá el mito de la decadencia. El Occidente estaría en deca-dencia, pues se siente débil para defenderse del enemigoexterno. Al interior de cada país esta decadencia se expre-saría en la decadencia de la democracia. Al respecto, el ar-ticulista continúa: Desde la postguerra, la influencia comu-nista empezó a debilitar el sentido genuino de la democra-cia liberal y a convertirlo en un concepto amplio y equívo-co de gobierno del pueblo. Debieron aparecer el terrorismoy la subversión (el enemigo interno) para que muchos sepreguntaran si los mecanismos defensivos de la democraciaeran bastante eficaces para resguardar la libertad... Todo un capítulo de la afamada Geopolítica do Brasil del ge-neral Golbery, O Occidente amenaçado, se dedica a estu-diar la pérdida de vigor que padecería la civilización cristia-na. En Argentina, la noción de decadencia está implícita enla ya citada doctrina de West Point, en cuya formulación elgeneral Onganía justificaba la intervención militar y la rup-tura del régimen democrático en caso que el estilo de vidaoccidental y cristiano fuese amenazado. Y en Chile, la dic-tadura señalaba en su declaración de principios la honda cri-sis moral y económica que hoy conmueve a Occidente. Pi-nochet, en su discurso inaugural a la VI Asamblea de la Or-ganización de Estados Americanos reunida en Santiago, de-claró que la civilización occidental y cristiana se encontra-ba interiormente debilitada y exteriormente agredida; y quesu ruina era la consecuencia del resquebrajamiento de losvalores morales que la conformaron.

La decadenciaEl imperio romano es el gran modelo que sirve para desa-rrollar la noción de decadencia a los dos inspiradores ma-yores de la filosofía histórica de las dictaduras: Spengler yToynbee. En 1918, el filósofo alemán Oswald Spengler publicó La de-cadencia de Occidente. Allí desarrolló una teoría morfológi-ca de la historia, afirmando que todas las culturas recorrenlas edades del hombre-individuo. La decadencia sería lafase senil de una cultura. Características de esa época sonla megalópolis y la crisis de la democracia y el dinero, quese corroen mutuamente; la lucha de clases, que destruyela virtud primigenia de la unidad social; la manipulación de

sión a la patria fuera una exaltación del ejército. El BandoNº 5 de la dictadura militar en Chile declaraba: Las Fuer-zas Armadas y de Orden han asumido el deber moral quela patria les impone, de destituir al gobierno que, aunqueinicialmente legítimo, ha caído en 1a ilegitimidad flagrante yhan decidido asumir el Poder por el sólo lapso de tiempoque las circunstancias lo exijan apoyados en la evidencia delsentir de la gran mayoría nacional, lo cual de por sí, anteDios y ante la Historia, hace justo su actuar.Para ellos, la historia no es otra cosa que crónica militar. Deahí la identificación “patria igual a ejército”. En Los milita-res en la historia de Chile, Tomás Mac Hale escribió: La pre-sencia castrense en Chile se evidencia desde su descubri-miento y conquista en el siglo XVI. Almagro y Valdiviaeran antes que nada soldados, como lo fueron también mu-

chos de los gobernadores que en la llamada Colonia echa-ron bases sólidas para el afianzamiento de la nacionalidad.La Independencia tuvo en el ejército chileno su actor funda-mental. Lo mismo cabe decirse durante la segunda indepen-dencia, o sea el triunfo sobre la confederación Perú-Bolivia-na en los albores de la República. Pasan los años y nueva-mente las fuerzas armadas definen la contienda en 1879,incrementando el país su territorio. En 1891, si bien al preciode una guerra civil, las fuerzas armadas ponen fin a un go-bierno que extralimitó sus poderes, fortificándose desde en-tonces el régimen parlamentario. Pero son los propios uni-formados los que en 1924 reclaman nuevos cauces socialesy políticos frente a una profunda crisis nacional y, finalmen-te, en 1973 deponen a una administración que llevaba auna catástrofe cierta. En otras palabras, en todos los mo-mentos culminantes de la historia chilena las fuerzas arma-das jugaron un rol trascendente.Al identificar la patria con el ejército, las dictaduras oponendicha noción al marxismo y al socialismo. La discordia setransforma en la antipatria.

Occidentales y cristianosLa segunda parte de la declaración de principios de la JuntaMilitar decretaba: El gobierno de Chile respeta la concepcióncristiana sobre el hombre y la sociedad. Fue ella la que dioforma a la civilización occidental de la cual formamos partey es su progresiva pérdida o desfiguración la que ha provo-cado en buena medida el resquebrajamiento moral que hoypone en peligro esa misma civilización. Todas las dictadurasmilitares -brasileñas, argentinas, uruguayas u otras-, se de-claran defensoras de la civilización cristiana y occidental, queno sólo se opone al comunismo y al socialismo, sino también

Al identificar la patria con el ejército, lasdictaduras oponen dicha noción al marxis-mo y al socialismo. La discordia se transfor-ma en la antipatria.

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cia y sobre todo de gran presencia en el aparato de forma-ción de la opinión. Al cabo de diez días de reflexión dierona luz una declaración de principios en la cual se afirmaba quela civilización se encuentra en peligro por las actuales tenden-cias políticas. Sostienen allí que la libertad humana y la dig-nidad han desaparecido ya de grandes sectores de la tierra yen otros se encuentra constantemente amenazada. Fenóme-nos que han sido provocados por el desarrollo de una vi-sión de la historia que niega todas las normas absolutas demoral y por un debilitamiento de la fe en la propiedad priva-da y en el mercado competitivo. Por cierto, se referían al mun-do comunista y al socialismo. Su crítica iba desde Marx a Key-nes, del comunismo al Estado de Bienestar.La idea central que los unía era su crítica a la función inter-vencionista del Estado y su convicción de que el mercado erael sujeto de la historia y la base de todos los derechos, inclu-yendo por cierto los derechos humanos. Afirmaban que elmercado no sólo garantizaba la libertad, sino que la genera-ba, y que era más democrático que la democracia misma. Junto a Hayek y Friedmann, los miembros del Mont Pellerinsentaron las bases económicas e ideológicas del pensamien-to neoliberal, que hoy domina el mundo, que impone elmercado como última solución, y cuya lógica cierra lahistoria; como afirma uno de sus epígonos, Francis Fukuya-ma, en El fin de la Historia, un libro que ha dado mucho quehablar... no necesariamente bien.En la misma línea se encontraba Karl Popper, que acababade publicar una obra titulada La sociedad abierta y sus ene-migos, en la cual atacaba a todos los pensadores que élincluía bajo el rótulo de historicistas, comenzando por Pla-tón, siguiendo por Hegel y concluyendo con Marx, pero sinolvidar ni a Spengler ni a Toynbee. Historicistas eran paraél todos los que veían un propósito en la historia, y espe-cialmente quienes veían en la utopía una meta anunciada;y, más aún, aquellos que concebían la utopía como utopíaconcreta, como la posibilidad de cambiar la sociedad y crearun mundo más justo. A esta mentalidad, que calificaba demítica, propia de una sociedad cerrada, la llamaba tribal, yafirmaba que el tribalismo se había extendido enormemen-te y era la panacea del pensamiento totalitario, sin distin-guir entre fascistas y socialistas. Con Popper, se unía al mo-delo neoliberal el pensamiento único.No es una casualidad que Chile, donde el autoritarismo ha si-do más tenaz, sea el mayor ejemplo de éxito de dicho mode-lo. La ideología neoliberal reivindica la noción de aldea global,que excluye la especificidad cultural, y por supuesto no pos-tula una democracia global. Su idea señera de libertad le pare-ce mejor garantizada por el mercado que por la democracia. Significativo es comprobar que los militares reproducen unavisión planetaria de la sociedad impuesta por las multina-cionales. El documento que mejor ilustra esta visión cós-mica, que en definitiva no es sino el reflejo de la voluntadde instaurar un Estado multinacional, es el informe The

las masas por la prensa; la disciplina de hierro de los par-tidos; y la inseguridad que se haría crónica. Llegada esaépoca, los hombres –cansados- pedirían un salvador. El historiador británico Arnold J. Toynbee fue apresurada-mente leído por la inteligencia militar. Se inspiran en él nopocos de los teóricos castrenses. Entre ellos, especialistas engeopolítica, ciencia nutricia de la dictadura. El propio Fried-mann, por ejemplo, parece haber tomado de su estudiolas nociones de peligro externo e interno que según élamenazan a la sociedad capitalista. A Study of History, quecomienza a publicar en 1934, plantea una dinámica de las ci-vilizaciones según la cual, como sucede en la concepción delfilósofo alemán, pasarían por una serie de etapas. Y planteaque el avance de una sociedad depende de minorías creado-ras. Cuando las minorías son incapaces de responder al de-safío, las masas les retiran su confianza y, volviéndose hos-tiles hacia ellas, se transforman en proletariado interno. Ce-sa entonces, a la vez, el atractivo que la civilización ejercíasobre los pueblos vecinos, menos desarrollados, y surgeun proletariado externo, que se convierte en enemigo. El cis-ma de la sociedad engendra un período de grandes conflic-tos que desencadenan, finalmente, la guerra total.Si en el discurso de los dictadores latinoamericanos soninteractivas estas imágenes de enemigo interno y externo,es porque la geopolítica castrense está fundada en ellas.La decadencia de Occidente y el peligro de que la civiliza-ción fuese aniquilada serían en su concepción lo que ha for-zado a los militares a intervenir. En este punto, las tesis deSpengler y Toynbee les parecen proféticas. Dice el generalGolbery a los uniformados: E nâo é por simples acaso quedois espíritos tâo fundamentalmente antagônicos como o deSpengler e o de Toynbee vislumbran ambos —con absolu-ta certeza o primeiro e embora com uns ressaibos de dúvi-da esperançada e otimista, o segundo—, no futuro que denós se avizinha, a sombra do grande Império Universal emque se aniquilará, por fim, a civilizaçâo ocidental.Dos circunstancias son significativas del inicio de una nue-va era ideológica: la imposición del modelo económico neo-liberal y la visión planetaria de la sociedad impuesta por lasmultinacionales. El inicio de ambas coinciden en el año 1975.Ese año se impone el modelo de la economía de mercadoen Chile y se redacta el informe de la Comisión Trilateral, ti-tulado The Crisis of Democracy. El discurso neoliberal se im-planta en Chile y reemplaza al nacional catolicismo comolegitimación del golpe; y los Chicago boys irrumpen en po-lítica desplazando a los antiguos conservadores. La historia del neoliberalismo comienza sin embargo muchoantes. En abril de 1947, treinta y nueve intelectuales se reu-nieron en una pequeña localidad suiza llamada Mont Pellerin.Entre ellos figuraban Hayek –que era quien convocaba-, Mil-ton Friedmann, Karl Popper, Polanyi... Juristas, filósofos,historiadores políticos, críticos literarios de los cuatro rinco-nes del mundo, intelectuales todos de gran prestigio e influen-

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Crisis of Democracy (New York University Press, 1975), pre-sentado a la Comisión Trilateral. En él, los teóricos de la co-misión que reúne a los más grandes empresarios del mun-do capitalista se alarmaban profundamente por el papel quedesempeñaban los intelectuales dentro del sistema demo-crático. El régimen democrático es demasiado permisivo,afirmaban, y hay que limitarlo. Su permisividad permite, poruna parte, que demasiada gente tenga acceso a una edu-cación superior y, por otra, que en su seno se genere un in-telectual portador de valores, que es un intelectual contes-tatario, que se opone al sistema. Este intelectual —afirma elinforme— es peligroso y hay que eliminarlo. Es preciso reem-plazarlo por otro, por el intelectual práctico (técnicos, ge-rentes), aquel que se orienta hacia su incorporación en laindustria y no reflexiona ni sobre problemas sociales nisobre problemas filosóficos. Este cambio de intelectual im-plica, por cierto, modificar el proyecto de sociedad liberal,transformando los valores y cambiando los signos deprestigio. ¿Que si el proyecto se ha puesto en práctica? Bas-ta con observar cómo en numerosos países los nuevos pro-gramas banalizan los estudios filosóficos y literarios, asig-nándole una importancia cada vez mayor a las disciplinascientíficas y tecnológicas. A partir de los primeros tramosde la secundaria los alumnos que no son capaces de se-guir un bachillerato en matemáticas no tienen derecho sinoa una educación de segunda clase, sus posibilidades de de-sembocar en las universidades disminuyen y posteriormen-te sus expectativas de empleo se restringen. El nuevo mo-delo apunta, pues, al desarrollo de un intelectual práctico,

cuyo prestigio y cuyas posibilidades económicas nacen desu cultura tecnológica y no de su reflexión sobre el hombrey el mundo. Estamos lejos del intelectual comprometido.Si a esto le agregamos el nuevo concepto de guerra terro-rista, sobre estas bases queda configurado el proyecto desociedad global para el siglo XXI.Y... ¡Sálvese quien pueda!

Miguel Rojas Mix nació en Santiago de Chile en1934. Es Licenciado en Derecho y Profesor de Historia yde Historia del Arte, Doctor en Filosofía en la Universi-dad de Colonia (Alemania). Ha desarrollado actividaddocente en diversos países de América Latina y en LaSorbona, en donde se doctoró en Letras. Ha escrito Chi-li, dossier noir (1974), en colaboración con Julio Cortá-zar; La plaza mayor, el urbanismo instrumento de domi-nio colonial (1978); América Latina en sus ideas (1981);Cultura afroamericana. De esclavos a ciudadanos (1988);Los cien nombres de América. Eso que descubrió Colón(1991); América imaginaria (1992); Arte, política y cultu-ra (1998); La memoria herida: 11 de septiembre. De Sal-vador Allende a las Torres Gemelas (2003). Ha sido tra-ducido al inglés, al francés, al italiano, al alemán y alportugués, entre otras lenguas.

Las fotografías de Alejo Garganta Bermudez que ilus-tran la nota, toman detalles de un mural en la Escuelade Trabajo Social de La Plata, que funciona en instala-ciones que originalmente fueron un Distrito Militar.

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La observación a través de los prismas de la discrimina-ción racial, religiosa, política o científica, deja al descubiertoel carácter de varios mitos: el de la democracia racial bra-sileña, el de la cordialidad secular del hombre brasileño, elde la tradicional hospitalidad y el espíritu humanitario delgobierno brasileño. Mitos que llevan cinco siglos de persis-tencia. Podemos considerar que, además, coexisten –al niveldel imaginario político– el mito de la pureza de sangre y elmito de la conspiración maléfica, que a lo largo del tiempofueron ofreciendo distintas perspectivas para la interpreta-ción de la realidad étnica y política. Tanto el mito de la pureza de sangre como el de la conspi-ración maléfica fueron accionados por las autoridades polí-ticas y religiosas que, en nombre de la seguridad nacional ode la moral, encubrían sus valores racistas. Discursos peyo-rativos articulados por el Estado y por la iglesia católica inci-tarán a las autoridades a la acción y estimularán prácticasracistas cuyas consecuencias aún deben ser evaluadas. Cris-tianos nuevos residentes en las diferentes capitanías y pro-vincias brasileñas fueron discriminados, perseguidos y encar-celados por la inquisición portuguesa, dedicada a incriminar-los como símbolos de fuerzas perniciosas y como represen-tantes de las razas contaminadas por la impureza de sangrejudía. Autoridades políticas, médicos, juristas y científicosactuantes en el Brasil republicano no medirán esfuerzos paracomprobar la malignidad representada por los inmigrantesjudíos entendidos como los representantes de una raza inde-seable, inasimilable y peligrosa por sus ideas políticas.

Brasil

Por Maria Luiza Tucci Carneiro

Ilustraciones Candido Portinari

Retrato en blanco, negro y amarillo

La documentación histórica inventariada en las

últimas décadas demuestra que desde hace siglos

persiste una mentalidad racista y anti-semita, cuyas

consecuencias todavía no fueron evaluadas por los

investigadores. Minorías étnicas y nacionales -

cristianos nuevos, judíos, negros, japoneses o

gitanos- han tenido y tienen que enfrentar rígidas

barreras oficiales impuestas tanto por el imperio

colonial portugués, como por el estado republicano.

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Candido Portinari. Familia de migrantes.

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blo brasileño.El diputado Oliveira Botelho –en 1925- tras haber evaluadoin situ a los inmigrantes japoneses radicados en el estadode São Paulo, avaló como ventajosa la inmigración japo-nesa. Eran, según él, aspectos positivos su facilidad paraaprender el portugués, sus aspectos morales, físicos y suasombrosa capacidad de asimilación. Pese a ser evaluadonegativamente el tipo físico japonés, Botelho entendía quesu cruzamiento con el brasileño daría buenos resultados. Alreclamar por la limpieza de la población brasileña (lim-piarla era para él liberarla de todo vestigio de raza negra),el diputado destacó que los norteamericanos, hasta enton-ces, ... no habían resuelto el problema del negro, que vivesegregado (...). Nosotros, resolvemos esta cuestión con másacierto y humanidad, por la disolución que se va ope-rando del negro en las camadas de nuestra población, siendolícito esperar que van a desaparecer, en el futuro los vestí-gios más acentuados de esa raza.Botelho sugirió eliminar las restriciones a los amarillos ymantener las prohibiciones a los elementos de raza negra:A los nuestros y solamente a ellos y sus descendientes cum-plimos con el deber de aceptarlos como nuestros conciu-dadanos, sostuvo. Al tiempo que se negaban las figuras delnegro, del japonés y del judío, el inmigrante europeo (arioy católico) se presentaba como una opción viable, no sólocomo mano de obra productiva, sino como racial y cultu-ralmente deseable.Imágenes negativas fueron accionadas de modo de denigraral hombre caboclo (mestizo de blanco con indio o blancocon negro), un hombre raquítico, acusado de traer en el almalos gérmenes que tenía en el cuerpo y señalado como unaplaga a ser apartada del escenario nacional. A su vez, eljudío inmigrante fue considerado por los técnicos guber-namentales como indeseable por su índole parasitaria y suincapacidad hereditaria para el trabajo. Intelectuales racis-tas, del cuño de un Oliveira Vianna, fueron llamados parapensar una nueva política inmigratoria. Racismo y naciona-lismo se combinarán para dar sustentación al discurso deexclusión que caracterizó al llamado Estado Nuevo. En la década del treinta, a este enfoque acerca de lamalignidad de la raza semita lo reforzó la acción del Estadopreocupado por otro tipo de virus: el comunismo, visto comoun monstruo de mil cabezas. El miedo a la revolución con-dujo al gobierno a reevaluar el papel de los inmigrantesjudíos (principalmente de los rusos, polacos y lituanos) tra-tados como perturbadores del orden social y la seguridadnacional. Las propuestas eugenistas ganarán crédito y público con-sumidor. Intelectuales especializados en el campo de lasciencias humanas, valiéndose de gráficos y estadísticas (estra-tégia característica de los racistas que quieren dar crédito asus ideas), propondrán al Estado una acción profiláctica:combatir a la inmigración y a los grupos idiomáticos enquis-

Las fórmulas de la felicidadDesde fines del siglo XIX persistió en Brasil un calurosodebate: ¿qué tipo étnico debería ser incentivado a inmigrarde manera de no comprometer la composición étnico-polí-tica de la población brasileña? Apropiándose de los mode-los ofrecidos por los teóricos racistas europeos y valori-zando los métodos aportados por la antropología social ypor la eugenesia, una élite de políticos, intelectuales, antro-pólogos y médicos se dedicarán a pensar la cuestión racial.Procurando detectar a los responsables de los males queasolaban al país, dictarán reglas que clasificarán a los negros,los japoneses y los judíos como razas indeseables.Un discurso de cuño económico nacionalista se prestópara encubrir los valores racistas y anti-semitas sustentadospor una élite que decía promover al hombre brasileño ydefender el desenvolvimiento económico y la paz social.Tanto la legislación como la Policía Política fueron activadospor el Estado como forma de legitimar la acción represivay preventiva contra aquellos que, según el discurso oficial,eran considerados elementos amenazantes para la compo-sición racial, para el orden social y la política brasileras. Desde el comienzo del siglo XX, las autoridades federalesse posicionarán como controladoras de las irrupciones inmi-gratorias. La creación de una serie de departamentos consecciones destinadas a reglamentar la inmigración expresala acción de un Estado gerenciador del poblamiento avaladopor su capacidad productiva. Lo que interesaba era mante-ner en el campo y en las ciudades hombres disciplinados,trabajadores incorporados de forma orgánica, al sistema deproducción El trabajo se transformó en medida de evalua-ción social y racial cuyos criterios fueron readaptados y apli-cados por el gobierno de Getúlio Vargas a las realidades delos años 30 y 40. El estado republicano –como agente de la modernidad–procuró interferir en el proceso civilizatorio brasileño valién-dose de médicos, antropólogos y técnicos convocados paraopinar acerca de los focos de las enfermedades que aso-laban las ciudades y el campo. Higiene e inmigración setransformarán en cuestiones de orden público. Y las corrien-tes inmigratorias indeseables serán responsabilizadas porla proliferación de enfermedades, del parasitismo y delatraso económico. Siguiendo la óptica de los más pro-ductivos y de la raza fuerte, médicos eugenistas e higie-nistas pasarán a identificar a algunos grupos de ciudada-nos como parasitarios.En 1923, el debate acerca de la composición étnica viablepara la población brasileña se materializó en el proyectonº 391, presentado por el diputado Fidelis Reis, que dis-pone sobre la entrada de inmigrantes en territorio nacional.Su artículo 5º propugna la prohibición de inmigrantes deraza negra y las restricciones para aquellos de raza ama-rilla. Correspondería al Estado el incentivo a la introduciónde inmigrantes que garantizaran el blanqueamiento del pue-

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tados en el território nacional. Algo que se tornó consignadel gobierno de Getúlio Vargas: homogeneizar la raza ylas ideas en pro de la formación de un pueblo fuerte, sanoy auténticamente nacional. En 1933, Roquete Pinto, en su obra Ensayos de Antropolo-gía Brasiliana, consideró que la inmigración sería una ame-naza a la seguridad política y social de la nación brasileña.Basándose en consideraciones de orden social, político, esté-tico, higiénico y esotérico, concluyó que los japoneses soneugénicamente indeseables.Sobre la base de estadísticas oficiales, Oliveira Vianna encaróla cuestión racial a través del prisma de la fusibilidad y delenquistamiento de los grupos étnicos radicados en el terri-torio brasileño. Así, el japonés fue considerado comoindeseable por ser tan indisoluble como el átomo. En ladécada del cuarenta, Oscar Egídio de Araujo y MaurícioWellisch sugirieron orientar la política inmigratoria de manerade facilitar solamente la permanencia de elementos asimi-lables. Sirios, judíos y japoneses fueron diagnosticados nega-tivamente por fortalecer las características raciales de sus

grupos, postura perceptible a través de comportamientoscomo la concentración en barrios y la práctica de casamientosendogámicos. Wellisch, quien aprobaba la adopción de cuotas inmigrato-rias -criterio impuesto por las Constituciones de 1934 y 1937-, consideraba como factores favorables a la asimilaciónlas afinidades étnica y religiosa, la inmigración colectiva(familiar), los casamientos mixtos entre nacionales y extran-jeros, y la nivelación económica y social entre los inmi-grantes y los nativos. La fórmula indicada para evitar alte-raciones en la etnia nacional fue la de garantizar la entradaen Brasil de razas europeas manteniendo la seguiente com-posición demográfica de la inmigración: 96,3% para la razablanca y 3,7% para la raza amarilla. Fórmula cerradatotalmente a la raza negra.

Los indeseablesEl antisemitismo es una presencia persistente en Brasil. Enuna primera fase (1921-1937), se presentó de forma asiste-mática y aleatoria. A partir de 1937 -durante todo el Estado

Candido Portinari. Niño muerto.

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sesenta cultivadores checoeslovacos a las plantaciones decafé. Pinheiro Machado informa entonces que el gobiernobrasileño ya había rechazado una propuesta similar teniendoen cuenta la incapacidad genética de aquella raza, para eltrabajo agrícola, al cual es del todo contraria, llegando alextremo de considerarlo humillante”. Aprobada la Constitución de 1934, entró en vigor un régi-men de cuotas para la inmigración que impuso un porcen-taje de visas para cada nacionalidad. Este sistema (robus-tecido por la Constitución de 1937) dificultaría –algunos añosmás tarde– la aplicación de restricciones a la entrada de

los refugiados judíos que, por ley, tenían derecho a emigrarpara Brasil valiéndose de las cuotas liberadas para lasdiferentes nacionalidades.El hecho de que los judíos fue-ran reconocidos como raza, además que catastrados por sureligión (hebraicos o israelitas), creaba serios inconvenien-tes a las autoridades gerenciadoras de los flujos inmigra-torios. Éstas observarán que, en tanto nacionalidades dis-tintas, los refugiados tenían múltiples oportunidades deentrada transformando la inmigración judía en un peligroincontrolable.

Derechos y humanosAnte los líderes de la Sociedad de las Naciones, Brasil debíasustentar una imagen de nación identificada con los idea-les democráticos y de defensor de los derechos humanos.La solución fue adoptar reglas secretas instituidas vía circu-lares internas que, a lo largo del período de 1938-1942, tuvie-ron que ser reformuladas a causa de la presión ejercida porlos EE.UU. y Gran Bretaña. Cualquier otro tipo de ley tor-naría pública la posición del gobierno brasileño, identifi-cándolo con la política anti-semita sustentada por el III Reich;posición que hoy refuerza su responsabilidad ante la muertede millares de judíos que, al no conseguir las visas para emi-grar, acabaron sus días en los campos de exterminio nazis. En diferentes momentos, Oswaldo Aranha debatió con losrepresentantes diplomáticos brasileños orientándolos alencubrimiento de la práctica anti-semita de las circularessecretas, que no deberían ser ventiladas en las reunionesinternacionales del Comité Intergubernamental pro-refu-giados. Si hubiese existido voluntad política de algunas auto-ridades, el gobierno brasileño podría haber alterado larutina de las visas consulares. De acuerdo con el art. 4ºdel Decreto-Ley nº 3.010, del 20 de agosto de 1938, la cuotade una nacionalidad que no alcanzase 3.000 personas podríaser elevada hasta ese límite. En el caso efectivo de no serutilizada una cuota, el Consejo de Imigración y Coloniza-

Nuevo y extendiéndose hasta la fecha de creación del Estadode Israel-, las autoridades brasileñas se dedicarán a nor-matizar la inmigración judía con criterios antisemitas.Los funcionarios públicos y los diplomáticos de carrera pre-sentaban esto como muestra de modernización; era la clasede modernización que llevaría millones de judíos a las cáma-ras de exterminio nazis. La indiferencia por los refugiadosjudíos se amparaba en los conceptos de racionalidad y depolítica inmigratoria selectiva. La lógica política propuestaera que el equilibrio sólo podría ser alcanzado a través dela intervención directa de un Estado defensor de los valoresde los ciudadanos. A través de la actuación de la polícia polí-tica y de la aplicación de una política inmigratoria anti-semita(secreta), el Estado estaría evitando situaciones de enquis-tamientos y controlando el proceso de ocupación del terri-torio nacional (entiéndase aquí el acceso a la propiedad yla circulación de riqueza en el país). El gobierno sosteníaque, impidiendo la entrada de refugiados judíos en el país,estaría defendiendo sus ideales de justicia social implícitosen la política de protección a los trabajadores nacionales ygarantizando así una inmigración activa y civilizada.Existen registros oficiales de 1921 acerca de los inmigrantesjudíos tratados como indeseables por su raza, su carácter ysus ideas sediciosas. Los ecos de la Revolución Rusa (1917),el impacto de la experiencia soviética como propuesta deplaneamiento económico y de un Estado controlador deni-gran la imagen de los judíos rusos, sometidos al juzgamientode la Dirección del Servicio Nacional de Poblamiento, órganodel Ministerio de Agricultura, Industria y Comerci, cuyo res-ponsable era Dulphe Pinheiro Machado.El 30 de septiembre de 1921, Duphe Pinheiro Machado fueconsultado por el Ministerio de Relaciones Exteriores acercade la introducción en Brasil de agricultores rusos de origenjudío. A lo cual contestó que Brasil necesitaba de agricul-tores de verdad (subrayado en el original). Según él, laentrada de aquellos judíos no contribuiría al incremento dela actividad agrícola. En el mejor de los casos aquella inmi-gración impactaría en el impulso al urbanismo, como yahabía sucedido con el ingreso de inmigrantes turcos,sirios y árabes. El inmigrante judío era evaluado como unode los responsables por el desequilibrio entre ruralismo yurbanismo. Tiempo atrás, el gobierno brasileño ya había recibido unapropuesta del gobierno de Moscú para recibir, en granescala, inmigrantes rusos de origen judío . En opinión dePinheiro Machado, este emprendimiento apuntaba a ...des-congestionar el ex-imperio ruso de fuertes núcleos de pobla-ción judía, conocido elemento, parasitario e inasimilable,causa de constantes y sangrientos conflictos, motivadospor odios de raza y religión. En 1921, la ICA – institución judía comprometida en pro-yectos de colonización en América- intentó conseguir que elgobierno brasileño autorizase la entrada de un grupo de

Existen registros oficiales de 1921 acerca delos inmigrantes judíos tratados comoindeseables por su raza, su carácter y susideas sediciosas.

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ción (organismo decisivo de la cancillería) podría autorizarel aprovechamiento a favor de agricultores de otrasnacionalidades cuya cuota ya se había agotado. En algu-nos casos -polacos, austríacos, checoeslovacos y alemanes-el gobierno amplió la cuota para 3.000 visas. Los pedidosde refugiados semitas aumentaban día a día. Pero jamásfueron satisfechos.El Consejo de Imigración y Colonización creado en 1938 teníapor facultad examinar la situación de los judíos, que pasó aser tratada como una cuestión de seguridad nacional. De ahíla consulta obligatoria al Ministerio de Justicia, al EstadoMayor del Ejército y al Jefe de la Policía Política. En todas lassituaciones en que los órganos internacionales solicitaron elapoyo del Consejo de Inmigración en favor del rescate delos refugiados judios, éste fue contrario. En ningún momentose planteó una alteración de las cuotas para semitas. Los judíos que conseguieron visa de entrada lo hicieronvaliéndose de subterfúgios ofrecidos por la Constitución bra-sileña de 1937. Por esta razón, la Circular Secreta nº 1.127(que restringía totalmente la imigración judía) tuvo queser alterada posibilitando la entrada de cónyuges o parien-tes consanguíneos, en línea directa hasta el segundo grado,de extranjeros con residencia legal en territorio nacional.

Eso explica la entrada oficial al Brasil de 1.973 hebreos en1939) y 1.230 en 1940, quienes -valiéndose de las cartas dellamadas de sus parientes en primer grado- se hicieron pasarpor agricultores o técnicos, o depositaron en la cuenta delBanco de Brasil el capital mínimo exigido por el gobierno:$ 500.000. Uno de los subterfugios esgrimidos por el gobiernopara impedir la entrada de un número mayor de judíos: elcriterio económico. Las autoridades políticas tenían plenaconciencia de que la mayoría de los refugiados judíos nodisponían de esta cantidad, dada la situación de miseria enque se encontraban como consecuencia de la confiscaciónde sus bienes. Muchos se valieron de un préstamo rotativo–usado por una familia tras otra- ofrecido por las asocia-ciones judías internacionales. Cabe a los historiadores contabilizar las cuotas oficiales ylos visados concedidos y no-concedidos oficialmente a losjudíos. Solamente a través del análisis sistemático de estadocumentación se podrá evaluar el proyecto étnico-políticosustentado por el gobierno brasileño. Si tomamos como cri-terio los datos extra-oficiales, suministrados por las insti-tuciones judías internacionales, estaremos contabilizando lainmigración camuflada, accionada por un gran número derefugiados judíos que no conseguían pasar las barreras

Candido Portinari. Lavanderas.

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de profilaxis inmigratoria, una preocupación que se encuen-tra explicitada en la documentación enviada por Jorge Latour,Encargado de Negocios de Brasil en Varsovia, acerca de lacalidad de la población judía interesada en emigrar para Bra-sil. Tomando fragmentos de una realidad deteriorada pordonde transitaban viejos judíos, vagabundos y ambulantes,Latour procuró comprobar -a través de fotografias y de unextenso libelo anti-semita- que no le interesaba al Brasil reci-bir aquel tipo de gente. En 1947, Jorge Latour se convirtió enPresidente del Consejo Nacional de Inmigración, llegando aser uno de los mentores de la Circular Secreta anti-semita quese fortaleció durante el gobierno Dutra. Edgardo Barbedo, cónsul general de Brasil en Capetown(Sudáfrica), llegó a lamentar que las circulares secretas nohubiesen entrado en vigor dos años antes, pues si estohubiese ocurrido, no estaríamos llorando la muerte debravos militares patricios, sacrificados en el cumplimientodel deber en defensa de la Patria, en 1935. El cónsul atribuíala responsabilidad de la intentona comunista a Berger (eljudío) que después de haber escapado de los campos deconcentración en Alemania, había intentado implantar la vio-lencia, del tan nefasto sistema comunista.

Consideraciones finalesLas restricciones anti-semitas que regían en Brasil entre 1937y 1947 no deben ser observadas sólo como expresión delproyecto étnico idealizado por los dirigentes políticos bra-sileños, sino también como una solución aislada para un pro-blema que se presentaba internacionalmente. Remando con-tra la corriente de los países y de los grupos que luchabanpor la preservación de los derechos humanos, Brasil –queprocuraba sustentar la falsa imagen de nación aliada–preferió dar tiempo al tiempo. En varios momentos, los hom-bres del establishment de Vargas articularán un pseudo-dis-curso humanitario en pro de las minorías oprimidas porlos regímenes nazi-fascistas con el objetivo de presentarsesimpáticos ante los ojos de los EE.UU. Para el gobierno bra-sileño, lo que estaba en juego eran situaciones de poder yno la vida de millares de judíos. El Ministerio de Relacio-nes Exteriores tenía plena conciencia de la trágica situa-ción vivida por los judíos en Europa, ya que además de lainformación aportada por las misiones diplomáticas envia-das al exterior, la prensa brasileña informaba, día a día, res-pecto al proceso de desintegración económica y social delos judios en los territorios del Reich.Por lo tanto, su posición no se hizo al azar, fue fruto de lapersistencia de una mentalidad racista sedimentada a lo largode siglos. Las visas denegadas a millares de judíos debenser interpretadas como una señal de falta de compromisocon la causa judía que, en aquel momento, clamaba por solu-ciones inmediatas. En tanto, distante de las presiones de losEE. UU. y de Gran-Bretaña, así como de los grupos de soco-rro internacional, el gobierno de Vargas hizo valer princi-

impuestas por las autoridades brasileñas. Las autoridades brasileñas a tal punto tenían conciencia deesta realidad clandestina que, al computar el total de isra-elitas entrados en el territorio nacional en 1939, Dulphe Pin-

heiro Machado, director del Departamento de Imigración,hizo la seguiente observación al total de 4.223 semitas:No se encuentran, pues, incluidos aquellos que entraron cla-sificados en otras religiones, además de la judía. La cuestión, hasta entonces racial y social, fue asumiendostatus de problema político y económico al ser consideradacomo afectando las decisiones del Ministerio de Justicia yNegocios Interiores y al Ministerio de Trabajo, Industria yComercio. La lectura “preventiva” del movimiento inmigra-torio exigió, también, una reinterpretación de la cuestión judíaque, a su vez, ganaba status internacional al transformarseen asunto de las asambleas de la Sociedad de las Naciones. Los refugiados judíos eran evaluados como razas estanca-das, psicópatas contaminados, parásitos de la calle y de lanoche, propagandistas ocultos de ideologias reaccionarias,individuos peligrosos para la seguridad nacional, ineptosfísica y mentalmente.En 1937, Arnaldo de Souza Paes de Andrade -Jefe del EstadoMayor del Ejército- se pronunció acerca de la propuesta delgobierno de Polonia en relación a la posibilidad de unaacción colonizadora en gran escala, con el apoyo de Brasiljunto a la Sociedad de las Naciones. El nacional-socialismoadquiría fuerza en Alemania y por toda Europa proliferabanlas ideas antisemitas, por lo cual un gran número dejudíos polacos ya comenzaba a dejar Polonia. Sin embargo,Paes de Andrade respondió que la propuesta colonizadoraexpresaba los intereses imperialistas de Polonia, queintentaba crear enquistamientos territoriales dentro deBrasil. Según Paes de Andrade, ese modelo ya había sidotentado por los japoneses con la diferencia de que éstoseran indudablemente un factor de trabajo y de progreso. Al ponderar las ventajas y desventajas acarreadas por lainmigración judía, Hildebrando Accioly, de la Secretaría deRelaciones Exteriores, llegó a la conclusión de que no eraconveniente pues modificaría sensiblemente la composiciónétnica del tipo brasileño. Exigiendo la adopción de rígidasmedidas restrictivas a la inmigración, Accioly argumentó que–en caso de que eso no fuese realizado- los judios trans-formarían Brasil en la patria de Israel, hecho que ni en Pales-tina ellos habían conseguido. Diplomáticos brasileños en el exterior clamaban por medidas

Para el gobierno brasileño, lo que estaba enjuego eran situaciones de poder y no lavida de millares de judíos. El Ministerio deRelaciones Exteriores tenía plena concienciade la trágica situación vivida por los judíosen Europa,

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pios anti-semitas en favor de la limpieza de la raza brasi-leña. Tanto es así que penalizó -para bien del servicio público-a aquellos que, en condición de miembros de la diploma-cia brasileña, se habían dispuesto ayudar a los refugiadosjudíos. En este caso, el pueblo de Israel tiene una deuda conel Embajador Luiz Martins de Souza Dantas, quien -desa-fiando las reglas impuestas por las circulares anti-semitas-concedió visas a centenares de judíos. En uno de sus tele-gramas, Souza Dantas explicó que se vio obligado, sinperder un minuto, a asumir funciones consulares para, lite-ralmente, salvar vidas humanas, por el motivo de la mayorcatástrofe que sufrió hasta hoy la humanidad. “Hice lo quetenía que hacer, con la nobleza del alma de los brasileños,hasta el más frío de ellos, movido por los más elementalessentimientos de piedad cristiana.” Y, referiéndose a las visasconcedidas afirmó: “fueron todas concedidos solamente parafacilitar la salida de Francia de infelices volcados al suici-dio y a los pocos que apenas le servirán para llegarhasta ahí, según me informó ese Ministerio, sin haberse veri-ficado el menor daño al país”. Ante el retiro forzado de Souza Dantas por el gobierno bra-sileño, dos palabras se prestan para clasificar la actitud dealgunos hombres directamente ligados a Vargas: omisión eincumplimiento para con los derechos humanos. Y, enrelación a las responsabilidades del gobierno brasileño ante

la cuestión judía, una expresión es lo suficientemente expli-cativa: complicidad secreta.

Maria Luiza Tucci Carneiro es historiadora, docentede la Universidad de São Paulo. Coordenadora del PROIN-Projeto Integrado Arquivo do Estado en dicha casa de estu-dios y directora ejecutiva del Laboratório de Estudossobre a Intolerância. Autora de los libros: O Anti-semitismona Era Vargas, (Perspectiva, 2994); Holocausto. Crimecontra a Humanidade (Ática, 2000); Preconceito Racial emPortugal e Brasil Colônia, (Perspectiva, 2005); O Venenoda Serpente (Perspectiva, 2003), entre otros.

Candido Portinari nació en 1903 en una hacienda cafe-talera del estado de Sao Paulo, en Brasil. Era el segundo dedoce hijos de inmigrantes italianos pobres. El recuerdo delcampo y del pequeño pueblo donde cursó sus estudios pri-marios, vivió siempre en su pintura como tema, pero tambiéncomo trazo y como textura. De él escribió el poeta y críticoMario de Andrade: Procedente de un medio popular, conservaalma y fuerzas populares. Llegó a conocer la consagraciónpictórica, con exposiciones tanto en su país como en otros deAmérica y de Europa. Su muerte a los cincuenta y ocho años,debida a la constante exposición a las tintas, es una demos-tración más de lo que siempre fue: un trabajador.

Candido Portinari. Entierro en la red.

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Durante el mes de octubre el Museo por la Memoria albergó una muestra de arte social argentino. Se

expusieron obras de Abraham Vigo, Juan Manuel Sánchez, Mario Mollari y Ricardo Carpani, integrantes del

grupo Espartaco. Y, desde una perspectiva contemporánea, Adrián Pandolfo y Nora Patrich.

El arte de la resistenciaPintura y sociedad

OBRA SIN TÍTULO. Nora Patrich (izquierda)MUJER OBRERA. Juan Manuel Sanchez (arriba)FIGURA. Mario Mollari (derecha)

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Promediando el siglo pasado, se produjo una renovación dela pintura social a partir de la labor mancomunada del GrupoEspartaco. Integraron su núcleo fundacional, a partir de 1959,Ricardo Carpani, Mario Mollari y Juan Manuel Sánchez, juntocon Juana Elena Diz, Esperilio Bute, Carlos Sessano, Pascualdi Bianco, el boliviano Raúl Lara Torres y Franco Venturi,detenido-desaparecido. Y así como los Artistas del Pueblohacían del grabado octavillas que distribuían entre los obre-ros del puerto y las incipientes organizaciones gremiales, elGrupo Espartaco buscó la realización de un arte monu-mental, dirigido a las masas, pero al mismo tiempo con unaestética que se nutría de muchos de los aportes de lasvanguardias artísticas. De ahí que propugnaran dejar de ladotodo dogmatismo en materia estética para que cada inte-grante utilizara los elementos plásticos más acordes consu temperamento. Su apuesta era a un arte público siguiendo los postuladosdel muralismo mexicano y del pintor brasileño Cándido Por-tinari. De la pintura de caballete, como lujoso vicio solita-rio, hay que pasar resueltamente al arte de masas, es decir,al arte, declaraban en su Manifiesto fundacional. De esa sen-tencia firme, surgió una iconografía que tenía como prota-gonistas a trabajadores industriales en Carpani, a campesi-nos en Mollari, y a mujeres obreras y perfiles urbanos en

Sánchez. Pero todos hablaban de una sola y bien definidageografía: Latinoamérica. Formada inicialmente en contacto cotidiano con el GrupoEspartaco y más tarde, durante sus años de exilio, con elmuralismo mexicano, la obra de Nora Patrich lleva lasmarcas de los años de plomo, de la represión. En ella, nadaes directo, sino alusivo, metafórico. Las figuras femeninas,que son el eje recurrente de su producción, evocan una yotra vez a las militantes que perdieron a sus compañeros.Habla, también, de su propia historia personal. Del mismo modo, en lo que conforma una tercera genera-ción del arte social en el país, la producción gráfica de AdriánPandolfo, realizada en la Patagonia, habla de fronteras inte-riores. De fronteras impuestas cruelmente: indio/huinca, dic-tadura/resistencia, norte/sur, según sus palabras. Sus nota-bles series de grabados, con paisajes desolados, cargadosde misterio y de límites, son como el trazo de una heridaque no cicatriza. “Resistencia” es quizás la palabra que resume un siglo de artesocial en la Argentina, expresada, en apretado compendio,por la obra de artistas de muy diversas generaciones y esté-ticas. Como señaló el artista Juan Carlos Romero resistir esluchar, mantenerse firme, oponerse, estar de pie. Es la granlección de los artistas que no doblegaron banderas

Hitos de combate

Por Alberto Giudici

HOMENAJE. (frag.) Ricardo Carpani. Óleo sobre tela.

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“Los Artistas del Pueblo”. Desde entonces tuvimos que levan-tar nuestra barricada para defendernos y atacar la nadería delArte por el Arte y los formalismos de moda. Junto a los es-critores de Boedo, también nosotros tronábamos contra Flo-rida por una plástica con contenido humano.Por los años 1925-1927 creamos el primer Teatro Experimen-tal de Arte. Yo entonces me dediqué a las escenografías. Hi-ce mi primera muestra escenográfica en Amigos del Arte,en 1928. Trabajé tres años en teatros comerciales, formé par-te del Teatro Proletario y del Teatro del Pueblo, para luegovolver a la pintura y el grabado.Me trasladé a Mendoza, pinté y grabé los asuntos del agro.Allí me afilié al Partido Comunista. En el año 1940 tuve el ho-nor de estar en la lista de los candidatos a diputados. En1947, de nuevo en Buenos Aires. Que más puedo decir...Tra-bajé... Eso es todo.

Autobiografíade un artista del pueblo

Por Abraham Regino Vigo

Nací en Montevideo, Uruguay, en 1883. Hijo de padres argen-tinos. Mis abuelos son europeos. Por parte de mi madre sonitalianos, del Piamonte. Por los de mi padre , mi abuelo vas-co español, y mi abuela vasca francesa. Este es mi pedigrí.A los doce años aprendí a trabajar en las obras como apren-diz pintor decorador. Mi padre fue mi maestro. Después seguíen arte mi aprendizaje por mí mismo. Desde 1913 en adelan-te hago mis primeros envíos a los Salones Oficiales y en 1920realizo mi primera exposición individual. Desde entonces has-ta el presente llevo más de veinte exposiciones. Tengo premiosen el Salón Nacional, La Plata, Mar del Plata, Rosario, SantaFe, Mendoza, San Juan, y obras en todos sus museos. En losaños de mi aprendizaje artístico está comprendida mi militan-cia ideológica. Creí en mi clase y en mi pueblo. De ahí que to-das mis obras tuvieran orientación popular, como la de to-dos mis compañeros de grupo. De ahí que nos llamaran

LOS CÍNICOS (frag.) Abraham Vigo.

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El film es una visión contemporánea de la toma de Nan-kin por fuerzas japonesas en 1937 y de las masacres quetuvieron lugar durante esos combates. Relata el regreso ala ciudad de un médico chino, su esposa japonesa y susdos hijos, durante las horas trágicas en las cuales las tro-pas imperiales inician el sitio. El destino de esta familiaconstituye el hilo conductor que nos lleva de etapa en eta-pa hasta el corazón del desastre y el crimen que los chi-nos llaman la violación de Nankin. Nankin 1937 es una especie de joint venture memorialista:el realizador, Wu Ziniu, es de China continental; el produc-tor, John Woo (habitual realizador de films hollywooden-ses) es de Hong Kong; la distribuidora es taiwanesa, asícomo parte de los capitales; la infraestructura técnica eschina continental, pero con ayuda de sociedades japone-sas. Los actores son en su mayoría taiwaneses, pero tam-bién los hay de China continental y japoneses. El rodajese efectuó en parte en estudios de Shanghai. El Ejército Ro-jo, que prestó tropas, tiene su crédito en los títulos delfilm, así como diversas instituciones de China continental.La música original se debe a un conocido compositor deChina continental, Tan Dun, y es interpretada por la Or-questa Sinfónica de Shanghai. La lengua que se habla porla parte china es el mandarín, lengua que se supone co-mún a todos los chinos.El programa del film aparece claro de entrada, y a su

Las guerras de la memoria

Nankin 1937

A partir del film Nankin 1937, del director chino Wu Ziniu, puede reflexionarse acerca de las complejas formas en las

cuales las sociedades europeas han impuesto memorias privilegiadas, modos de construirlas y de otorgarles una cali-

dad legitimadora de sus acciones actuales. Y también de las maneras en las cuales esos modos de memoria pueden impo-

nerse así como se imponen modelos económicos. Las preguntas resultantes son: ¿Memoria cómo? ¿Memoria para qué?

por Alain Brossat

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servicio está ese dispositivo pluralista: reunir al mundo chi-no en un solo público, homogeneizado por el recuerdodel mayor ultraje sufrido en el siglo XX tanto por la na-ción china como por el pueblo y el estado. De tal hechohistórico se nos dice –y esto es un punto esencial- queconstituye, con Auschwitz e Hiroshima, uno de los tres ma-yores desastres de la Segunda Guerra Mundial. Contrariamente a lo que son los usos europeos, los chi-nos inscriben este hecho en la secuencia histórica Segun-da Guerra Mundial, lo cual resulta como un disparo de lar-gada. Distintivamente, la memoria acerca de la desgraciacolectiva, del ultraje sufrido en común, marcha un pasodelante de las políticas estatales. Sus capacidades reuni-ficatorias operan mientras no logran hacerlo estados, re-gímenes políticos rivales y en abierto conflicto (algunosmeses antes del estreno, el ejército de China continentalrealizaba ejercicios de tiro de alto riesgo en las proximi-dades de Taiwán, estado independiente de facto). El cine,en tanto que vector de la cultura de masas, se presenta eneste caso como un medio de integración memorial trans-estatal allí donde las razones de estado y las lógicas desoberanía permanecen en abierto conflicto. En sus usos dela memoria colectiva, pone en juego medios plásticos quelo sitúan del lado de los flujos de capitales y mercaderías,más que en el de las lógicas políticas fijadas sobre los in-tereses estatales con sus índices de estatismo. Los juegos

de memoria operantes en este film producen entre diver-sos públicos chinos intercambios que presentan flagrantesparentescos con los intercambios y los flujos financieros yeconómicos que, en la misma época, se dan notoriamen-te entre Taiwán y el continente (y es también la épocadel retorno de Hong Kong y Macaodans al seno del esta-do chino en 1997 y 1999 respectivamente). El cine, actuan-do en este caso como transmisor de memoria colectiva,juega su rol de experimentador de formas de aproxima-ción entre aquello que las lógicas de guerra y las luchaspor el poder han separado. Y se arriesga incluso a un rolde intensificador del lazo entre chinos de estado (ya seande China continental o taiwaneses) y chinos diaspóricos di-seminados por el globo.Es fundamental que, para ser eficaces, esos esfuerzos dereunificación estén no bajo el signo de un acontecimientofeliz o glorioso que involucre al pueblo o a la nación, sinobajo el de un episodio que se enuncia como ultraje, des-gracia y crimen. Un acontecimiento del cual se presumaque, a tal punto ha herido el alma del pueblo chino, quesesenta años después de sucedido, sea susceptible de cons-tituirse en objeto de movimientos de reapropiación y deidentificación lo suficientemente intensos para reactivarlo en común y regenerar un sentimiento nacional pan chi-no. Susceptible, pues, de entrar en un juego de fuerzas en-tre el mundo chino y otras potencias y culturas. Este film

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el estado, van a ser arrastrados de manera creciente a te-ner la víctima como figura de identificación, figura actuan-te de la re-unión, del consenso, de la corrección política(al respecto debe señalarse el motivo repetido del deberde memoria, focalizado sobre el registro infortunado de lahistoria nacional y europea más que sobre sus horas degloria y de triunfo).Opera aquí una piedad de las más equívocas, ya que noestá dirigida hacia la rehabilitación de los vencidos de lahistoria, y hacia la reparación de la injusticia que les fue-ra infligida, sino hacia la intricación, en el presente, de losintereses de la potencia con el recuerdo de las víctimas.No hay, en occidente, relatos de los vencidos que traigana nosotros la figura de la víctima para hacer valer sus de-

evidencia así una tentativa de aclimatación de la memoriacolectiva de los chinos a las condiciones generales de lahistoria victimista, un régimen o modalidad del relato delpasado que, con una insistencia que se acrecienta, tiendea impregnar las narraciones que pueblos y estados efec-túan hoy de su pasado más o menos reciente.El pliegue de la memoria victimista es un derivado, un efec-to perverso, de la historia totalitaria y genocida. Despuésde Auschwitz y los desastres totalitarios, los pueblos y es-tados europeos experimentan dificultades irremontablespara seguir el hilo de las auto-narraciones fundadas sobrela identificación con los héroes y los hechos gloriosos dela historia nacional. Se ha producido un movimiento cuyoefecto es que la colectividad principalmente, pero también

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rechos de reparación o incluso de revancha. Son los ven-cedores y los jefes quienes van a movilizar en su prove-cho a las víctimas, a sus nombres y a la reserva de legimi-tidad que conllevan los sufrimientos padecidos por éstas.Las pérdidas irreparables que sufrieron aquellos por quie-nes los dueños del relato, por caminos improbables y tor-tuosos, van a constituirse en herederos y legatarios; el sen-timiento de duradero espanto suscitado por los crímenessin precedente de los cuales fue un fecundo inventor el si-glo XX, toda esa reserva será puesta al servicio de lapotencia y de las ambiciones hegemónicas.El modo narrativo euro-céntrico y occidentalo-céntrico haintegrado plenamente a sus cálculos este movimiento. Esde aquí en adelante que, como náufragos y supervivientespor adaptación y endogeneización de la desdicha de losotros, reafirmamos nuestro derecho natural a la conduccióndel relato general de aquello que persiste, si bien vuelto ji-rones, de la Weltgeschichte ( historia mundial) hegeliana. De tal modo cobra cuerpo una topografía mundializada enla cual los relatos victimistas se convierten en la monedacorriente de juegos de poder, entran en concurrencia unoscon otros, y son objeto de transacciones. Una escalada imi-tativa se da entre los antiguos países colonizados y los gru-pos minoritarios, que pasan a formular los litigios y sus

denuncias en términos inspirados en los que convienen alos amos del relato y a los amos de todo. En ese proceso, la batalla se encarniza particularmenteen torno a la figura de la víctima absoluta. Tras los de-sastres surgidos del corazón de la historia europea, cuyoresultado es el derrumbe de esa historia en su centro mis-mo, cayó en desgracia su pretensión inmemorial de ocu-par el sitial del rey en la historia mundi. Se asistió enton-ces a una fragmentación de los relatos de la historia mo-derna, a la aparición de una historia con múltiples espa-cios, incluso a una historia de a migajas (el concepto es deMarc Ferro). La historia victimista es uno de los dispositi-vos estratégicos mediante los cuales el mundo europeo tra-ta de reestablecer su posición de amo del relato de la

Después de Auschwitz y los desastrestotalitarios, los pueblos y estados europeosexperimentan dificultades irremontables paraseguir el hilo de las auto-narracionesfundadas sobre la identificación con loshéroes y los hechos gloriosos de la historianacional. Se ha producido un movimientocuyo efecto es que la colectividadprincipalmente, pero también el estado, van aser arrastrados de manera creciente a tener lavíctima como figura de identificación, figuraactuante de la re-unión, del consenso, de lacorrección política

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ración de la homogeneidad para la especie de historia uni-versal que no es sino el perfil bueno de la hegemonía oc-cidental. Palabras potentes, sintagmas intimidantes, aso-ciados siempre a la palabra Auschwitz, tales como "mal ab-soluto", "crimen de los crímenes", contribuyen activamen-te a ese proceso de rehomogeneización de la historiauniversal desde la perspectiva del occidentalo-centrica. Lospueblos y culturas del mundo entero son sumados a adop-tar como su propia desdicha ese crimen absoluto al cualninguno de los cuales ellos debieron sufrir podría com-pararse. Algo que muchos, sobre todo en las ex-coloniaseuropeas o los espacios violentados por la expansión im-perialista, no podrán dejar de experimentar como una ma-nera de perpetuar, por otros medios, el abuso de autori-dad consistente en hacer coincidir las aventuras y fraca-sos de la potencia (o de su doble, la razón) occidental conel curso de la historia universal.El recuerdo del mayor ultraje sufrido por los judíos euro-peos por obra de una potencia europea, hecho posibleademás gracias al abandono por parte de los gobiernos ypueblos europeos (sin olvidar el gobierno de los EE.UU.de Norteamérica), deviene el medio paradójico por el cualEuropa y los EE.UU. intentan valerse de una posición devíctima (por adopción) que los autorizaría, por ejemplo,a pasar por alto los genocidios fundacionales (en Améri-ca y Oceanía), las masacres coloniales y a hacer pasar elcrimen inexpiable de Hiroshima y Nagasaki dentro de laspérdidas y beneficios de la Segunda Guerra Mundial.No es por compasión ni por piedad, que la memoria co-

historia del mundo (aquel que ocupa la posición de narra-dor en torno a quien la humanidad, en el rol de auditor,debe plegarse). A partir de los años ´80, en el contextodel hundimiento de la potencia soviética y la intensifica-ción de las tensiones en el Cercano Oriente, se dio la ela-boración de un discurso acerca de la Shoah, en el cualAuschwitz devino una especie de hipóstasis: la sinécdoquede una irreductible singularidad histórica. Auschwitz, con-tinuando con su función de señalar el absoluto del crimen,a partir de entonces cambiará radicalmente de función deíc-tica: no será más el nombre de ese paroxismo de hundi-miento de la historia europea (en tanto que historia de lasluces, de la razón conquistadora, del productivismo...), sino el de la desdicha propia, dotada de un aura única. Aque-lla de lo peor y de lo incomparable, cuya singular inten-sidad va a transfigurarlo en un medio para reubicarse enel centro de la historia mundial. A partir de esta redefini-ción de Auschwitz y del nuevo pliegue de discurso que apartir de ella toma forma, se va a encadenar la restaura-ción de un "derecho": un relato de la historia destinado ahegemonizar todos los demás.En tanto que crimen sin igual, absolutamente singular, "úni-camente único", Auschwitz va a jugar el rol de una inex-tinguible reserva de legitimidad. Auschwitz va a devenir elnombre que sostiene el paradójico reestablecimiento de ladistinción histórica de la cual derivaría la pretensión dela cultura occidental de presidir los destinos del mundo. Aveces cándido, a veces cínico, ese paradigma "moral" deAuschwitz es uno de los vectores de la tentativa de restau-

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lectiva ha finalmente adoptado en sus tres dimensiones (elestado, la escena erudita, la opinión), el partido de endo-genizar el desastre sufrido por los judíos europeos. Es másbien porque ésta es la condición, después de Auschwitz yde Hiroshima, pero también después de la guerra deVietnam y de tantas guerras civiles y otras atizadas por laspotencias coloniales e imperialistas, para que pudiese te-ner lugar una rectificación in extremis de la posición delnarrador occidental.Nankin 1937 es al respecto una muestra lo suficientemen-te clara del tipo de situación que se presenta, a partir deque comienzan a encenderse contra-fuegos desde un es-tado y una nación que aspiran al status de gran potencia,tras haber sufrido en un pasado reciente toda clase dehumillaciones ligadas a una posición semi-colonial y lue-go al aislamiento político. Asistimos a la aparición de unaespiral de concurrencia de víctimas, de guerra de memo-rias. Se tratará, a partir de la masacre de Nankin, de cons-truir o reforzar una posición de víctima susceptible de ubi-carse junto a otras mejor establecidas, y de esperar los be-neficios de la posible conquista de esta posición. Este filmliteralmente presenta cartas de acreditación al club muy ex-clusivo de los legatarios del desastre inscripto en letrasde fuego y cenizas sobre el gran libro del siglo XX.Todo el esfuerzo de quienes concibieron este film, consis-te en poner el relato de los acontecimientos de Nankin ba-

jo las categorías de totalitarismo y genocidio; su perpe-trador será descripto como agente de un poder totalita-rio, y el crimen como encuadrable sin lugar a dudas en laserie de los genocidios. Será gracias a esta doble condi-ción que los vencidos y los muertos de Nankin podrán as-pirar al rol de víctima absoluta. Tal alineamiento aparececomo la condición expresa en el mundo post-Auschwitzo, más precisamente, en un mundo en el cual domina elparadigma teológico-moral de la unicidad de Auschwitz,como fundamento de la pretensión del narrador para dis-putar a sus concurrentes la exclusividad de la posición devíctima absoluta.Se trata, en efecto, de darle cuerpo a este mensaje: tam-bién nosotros, los chinos, sufrimos nuestro Auschwitz yfuimos víctimas, en tanto que pueblo y nación de un cri-men absoluto y por lo tanto tenemos títulos de sufrimien-to que hacer valer, susceptibles de ser convertidos, comolos de ustedes, en medios de poder.

La historia victimista es uno de los dispositivosestratégicos mediante los cuales el mundoeuropeo trata de reestablecer su posición deamo del relato de la historia del mundo (aquelque ocupa la posición de narrador en torno aquien la humanidad, en el rol de auditor, debeplegarse).

En un libro consagrado a la masacre de Nankin, escrito porun militar chino, y publicado en francés en 1995, se pue-de leer la siguiente declaración preliminar, cuyo tono dereclamo es evidente: Hoy el mundo entero conoce mejorel Holocausto, esa espantosa tentativa de exterminio dela raza judía (sic) por Hitler, que el genocidio sobre loschinos que tuvo lugar en Nankin. Todo se presenta como si el acceso de la China continen-tal al status de gran potencia (con el reestablecimiento delprestigio y la dignidad de la cultura china), debiera pasarpor ese momento enigmático de la presentación de undesastre fundante, ineludible para figurar entre los paísesde primer rango en el concierto de las naciones. Del mis-mo modo que Auschwitz adopta en la historia europea elrol de escena cataclísmica fundante de una identidad de-mocrática común, humanitaria y antitotalitaria.Se trata pues de fijar estos hechos como un acontecimientoa la vez originario y central, cosa que hace el film repre-sentando la masacre de Nankin como desastre inaugural dela Segunda Guerra Mundial, señalándolo como un horror yun crimen que debe singularizarse dentro de la incesante su-cesión de ultrajes sufridos por los chinos en el curso de losdos últimos siglos. Se trata entonces de hipostasiar la viola-ción de Nankin como singularidad dotada de un valor emble-mático y simbólico, señalándola como un absoluto del cri-men y tendiendo a hacerla equivaler a esa reserva político-memorial inagotable que ha devenido Auschwitz para la his-toria europea. Se trata, en definitiva, de forzar el pasaje deNankin hacia el corazón de la historia contemporánea, vistadesde la perspectiva de los crímenes contra la humanidad.Con estos objetivos se construye un relato cinematográ-fico de lo cometido por las fuerzas japonesas en el cual seencuentran todas las trazas del crimen contra la humani-dad y de las prácticas genocidas, de modo que esto llevea identificar la masacre de Nankin como un acontecimien-to del mismo orden que el genocidio nazi. Se hace todopor mostrar que no se trató de algo debido a los desbor-des de una soldadesca indisciplinada o al caos propio deuna batalla, sino de un crimen premeditado, organizado,debido a un programa de exterminio. Dos secuencias delfilm son significativas al respecto.En primer lugar aquella en la cual, mientras la caída de laciudad es inminente, se muestra cómo se regocijan los sol-dados japoneses imaginando lo que harán, lo cual quieredecir que sus jefes les han prometido que tendrán vía libre,por lo cual Nankin será ciudad abierta a la rapiña, las vio-laciones y las violencias de toda especie, ya que la vida chi-na no vale nada. Para los autores del film, se trata de po-ner en escena que Nankin no era un simple objetivo estra-tégico, de indispensable conquista para acceder a Pekín yShanghai así como a otras ciudades chinas, sino un lugaraltamente simbólico respecto a lo que los japoneses que-rían destruir: el corazón de China y de su identidad. Los ja-

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da por su condición de pertenencia a un grupo) y aquellade genocidio (el plan de hacer desaparecer de la faz de latierra a un grupo entero, hasta el último de sus integran-tes). En la secuencia en la cual el comandante en jefe ja-ponés enuncia ese mátenlos a todos, así como en tantasotras (por ejemplo aquella en la cual un soldado japonésde origen taiwanés resulta señalado como chinazo y es im-punemente asesinado por un compañero de armas japo-nés), el film insiste en que los invasores consideran ge-néricamente a los chinos como una raza inferior, como vi-da sin valor, al mismo tiempo que se consideran a sí mis-mos como una raza de señores. Los paralelismos con laideología racista de los nazis y los crímenes con ella re-lacionados se imponen por sí mismos. Por añadidura, laviolación masiva de mujeres chinas evoca las campañas deviolaciones sistemáticas perpetradas hacia los ́ 90 en Bos-nia, interpretadas como un intento de lastimar en lo másíntimo una identidad colectiva, y calificadas como críme-nes contra la humanidad. El urbicidio, el exterminio de pri-sioneros de guerra así como de parte de la población civily la violación masiva de mujeres chinas, conforman un blo-que, el cimiento de ese crimen sin precedentes ni equiva-lentes, un Auschwitz chino antes de Auschwitz. El film su-braya de modo permanente que no estamos ante un regis-tro de violencias bélicas tradicional, en el cual los actos deferocidad e incluso de crueldad, y los excesos, se aso-cian a la intensidad de las pasiones guerreras o al calor delcombate. El acento está puesto, por el contrario, sobre elcarácter planificado y programado del crimen, sobre sutraza burocrática. De lo que se trata es de subrayar que,con la masacre de Nankin, nos introducimos al campo delas violencias totalitarias, que nos enfrentamos a prácticasde deshumanización de un pueblo entero, señalado se-gún criterios étnicos como violentable y asesinable a man-salva. Para eso, se presenta a la población de Nankin co-

poneses, mediante la destrucción y las manifestaciones deextrema violencia que acompañaron la toma de Nankin -arrasada la ciudad y exterminada su población-, pretendie-ron mostrar sus títulos de potencia a la cabeza de lospueblos de Extremo Oriente, de cara a Occidente. La des-trucción de Nankin se presenta como un momento casi ri-tual en el que se liquida de un modo drástico la deuda cul-tural contraída con China. En ese momento simbólico, nose trata sólo de tomar una ciudad, sino, tal como afirma enel film el comandante en jefe de las tropas japonesas, deaniquilar las fuerzas chinas acantonadas en Nankin. Di-chas palabras anuncian el exceso de violencia constitutivodel crimen contra la humanidad. Todo, hasta ese momen-to, hace de preludio a un crimen de excepción en Nankin.Pero es sobre todo significativa la secuencia en la cual el co-mandante en jefe, interrogado por su estado mayor acerca decómo hará para nutrir a la población de la ciudad tras su to-ma, verbaliza sin dudar el crimen contra la humanidad, al lan-

zar de frente a la cámara: "Nankin es la capital de China. Eli-minen toda su población". El proyecto japonés es irreductiblea un simple plan de conquista, no es un proyecto puramen-te bélico: se trata, al exterminar sin sobrevivientes a la po-blación de Nankin, de atentar contra la integridad biológica ycultural del gran pueblo chino, de herirlo mortalmente.El film tiende un puente entre la noción de crimen contrala humanidad (el exterminio de una masa humana señala-

Nankin no era un simple objetivoestratégico, de indispensable conquistapara acceder a Pekín y Shanghai así como aotras ciudades chinas, sino un lugaraltamente simbólico respecto a lo que losjaponeses querían destruir: el corazón deChina y de su identidad.

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mo vida desnuda sobre la cual se perpetra un genocidiolocal y a la vez ejemplar. También subrayará el film el mo-do genocida de liquidación de soldados y de civiles chi-nos, de exterminios cometidos a sangre fría mediante lautilización de los más modernos armamentos, en lugaresque nos recuerdan aquellos de los crímenes nazis y stali-nistas (tanto las acciones de los Einsatzgruppen durante elverano de 1941 como la masacre de Katyn). Los victimariosson soldados que matan de manera rutinaria, soldados quecumplen impasiblemente las órdenes que se les imparten.Una máquina de matar en marcha.La estrategia mimética del relato apela a numerosos pro-cedimientos. Así, las secuencias de exterminio son acom-pañadas por una música que recuerda a la del film La lis-ta de Schindler. El número de víctimas -57.000- que sesobreimprime a una de las secuencias de asesinatos a san-gre fría, tiene como finalidad indicar que se está ante ci-

fras comparables a las de los crímenes nazis. A lo mismoapuntan las secuencias durante las cuales una especie deSonderkommandos entierran en fosas comunes cadáveresdesnudos que recuerdan a los de las imágenes universal-mente conocidas de la liberación de los campos nazis. Asi-mismo, el rescate final de unos niños gracias a la acciónde un puñado de justos, recuerda irresistiblemente alfilm de Spielberg, elevado aquí al rango de fórmula del tra-tamiento cinematográfico de lo extremo.La idea fuerza es que la masacre de Nankin es la Shoahde los chinos. Pero la trampa mimética que se cierra so-bre el film es evidente: destinado a presentar o reforzar he-chos desligados de la visión occidentalo-céntrica del sigloXX, emancipa falazmente la historia china, al referirla cons-tantemente a un crimen europeo. Por otra parte, trama unrelato enteramente sumiso a las condiciones diegéticas yestéticas de la usina mundial de sueños y pesadillas que esel cine de las grandes compañías norteamericanas. El lazose cierra sin piedad alrededor del film, allí donde cobracuerpo esa emancipación en forma de sumisión a un mo-delo victimista y a su hito, el judeocidio, en sus versionesmás triviales difundidas por la cultura de masas.El aspecto más original del film resultará el montaje deuna suerte de sociedad memorial con múltiples participan-tes. Está esa familia chino-japonesa cuyas tribulaciones cons-tituyen el hilo conductor del relato, unida por un amor tan

La idea fuerza es que la masacre de Nankines la Shoah de los chinos. Pero la trampamimética que se cierra sobre el film esevidente: destinado a presentar o reforzarhechos desligados de la visión occidentalo-céntrica del siglo XX, emancipa falazmentela historia china, al referirla constantementea un crimen europeo.

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japonés (debido a estar Taiwán colonizado por Japón) aquien su irrenunciable sentimiento de pertenencia al pue-blo chino le costará la vida. La lección es clara: Taiwán esChina, el pueblo chino y no el Kuomintang. El film insiste sobre la noción de un pueblo profundo, zoey bios a la vez. Vida indestructible por un lado, pero tam-bién cuerpo común destacado por sus cualidades moralesy de resistencia. Tres encarnaciones de esa energía inextin-guible, capaces de lograr el consenso más vasto entre elpúblico pan-chino, se destacan en el film: el médico (aquelque salva vidas), la institutriz (aquella que protege las vi-das de los niños y transmite la herencia cultural a través dela enseñanza de la escritura), el soldado (héroe plebeyoque jamás renuncia al combate). Mediante esta trinidad, sepresenta la doble figura de una unidad inseparable y de unaperseverancia a toda prueba del ser chino. Aquí el relatovictimista parece a punto de volverse su contrario: la prue-ba sufrida en Nankin muestra que a despecho de todo losufrido, el pueblo chino ha sido, es y será. Un mensaje quese dirige a su conjunto, abriendo camino a una reunifica-ción memorial ubicada bajo el signo de una anamnesis deldesastre concebido como escena pasada adonde abrevael sentimiento de comunidad. Además, el film adopta la forma de una exhortación diri-gida a los chinos del continente, de Taiwán y de la diás-pora a no considerar más la propia historia en los términosestablecidos por la secuencia iniciada en 1949, a superar ladivisión que a partir de ella se estableció entre vencedoresy vencidos, para marchar unidos en torno al recuerdo delmayor ultraje sufrido por la nación china en el siglo XX. Elreagrupamiento más o menos ritual en torno al momentode horror y la agregación en torno a la condición de vícti-ma, aparecen como el medio más expeditivo de vencer lainercia de las soberanías en conflicto, costosa herencia deuna época histórica en vías de ser superada. El film testimonia, desde ese punto de vista, acerca delos procesos de intricación entre los juegos de poder y losde memoria colectiva orientados no hacia la figura del hé-roe, sino hacia aquella de la víctima, de los juegos de re-memoración que movilizan el recuerdo del desastre y noel del instante glorioso. La adopción de tal procedimientopor el mundo chino se produce aquí de una de las mane-ras más triviales: en términos de lenguaje fílmico y de elec-ción estética, Nankin 1937 se presenta bajo todos los tra-zos del cine de guerra o de los dramas históricos de con-sumo más corriente, se pliega a todos los standards de loque la cultura de masa produce. El cinismo con el cual sontratadas las escenas de masacres y de violaciones, deja ungusto amargo. Las estrategias de reunificación memorial semutan aquí en un mercado de imágenes de desgracia y desufrimiento. De nuevo la trampa se cierra en torno al dise-ño del film: de tratarse, en efecto, de difundir el mensajesegún el cual la violación de Nankin es un crimen absolu-

fuerte como para sortear cuantas ocasiones de conflicto odivisión pudieran a generar los prejuicios étnicos. A la vi-sión racista de los perseguidores (una jerarquía de las ra-zas asiáticas), el film opone la noción de unión sincrética delos pueblos de Extremo Oriente. Lejos de afiliarse a una pers-pectiva revanchista, separa el militarismo y el fascismo ja-poneses del pueblo japonés, encarnado por esa esposa lle-na de abnegación, destinada a identificar el destino comúnque la liga al pueblo chino y a su cultura. Es la adversidad(las desgracias de la guerra) lo que formó a esa pareja, pe-ro de ese mal puede resultar un bien: un niño cuyo mismonombre tendrá valor de recuerdo de lo que jamás deberíarecomenzar. El film aquí no solamente aboga por una supe-ración de las divisiones históricas entre pueblos y nacio-nes de Extremo Oriente, sino –más felizmente aún- de laconstitución de un relato solidario de esos años negros, unrelato capaz de oponerse al pesado hegemonismo de los re-latos occidentalo-céntricos de la misma secuencia histórica.Cabe remarcar que se trata de poner en un mismo planoademás de Nankin y Auschwitz, a Nankin e Hiroshima, en-tendido como un crimen absoluto cometido contra los japo-neses. Tal adopción del crimen cometido contra aquellos queen el film ocupan el lugar del perpetrador, muestra que a finde cuentas no se trata tanto de arreglar cuentas históricasentre chinos y japoneses, sino de elaborar una estrategianarrativa que permita malograr las pretensiones del rapso-da occidental de reubicarse en el sitial de Gran Narrador dela Historia. No sin una muy pesada ironía, el film presentabajo las apariencias más halagadoras a un nazi en el rol delbuen blanco, aquel que en efecto se ha movido para sal-var civiles del cerco de Nankin. En otro nivel, el film reparte con mano segura roles y po-siciones dentro del espacio chino, como si el relato del pa-sado operase de manera visible sobre el presente. En pri-mer lugar, intenta dar vuelta a la página del Kuomintang:la defección del poder nacionalista ante la invasión japo-nesa es presentada sin atenuantes, y Chiang Kai Chek apa-rece como un Pétain chino que todo lo espera de susaliados nazis. Visión que alcanza su pico al momento enque suena para Taiwán la hora del dominio sin participa-ción del Kuomintang. Como contrapunto, será subrayadoel coraje sencillo de ese taiwanés enrolado en el ejército

el film adopta la forma de una exhortacióndirigida a los chinos del continente, deTaiwán y de la diáspora a no considerarmás la propia historia en los términosestablecidos por la secuencia iniciada en1949, a superar la división que a partir deella se estableció entre vencedores yvencidos, para marchar unidos en torno alrecuerdo del mayor ultraje sufrido por lanación china en el siglo XX.

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to, una singularidad criminal, existe una contradicciónen adoptar un partido narrativo que reconduce tal excep-ción a las condiciones indiferenciadas y estereotipadas delrelato cinematográfico de no importa que situación gue-rrera, ni qué saga familiar, ni qué drama histórico.Pero no se trata solamente de esto: el film fracasa más ra-dicalmente aún, allí donde sus autores se imaginan reunir aun público pan-chino en torno a una reconstrucción y asíatizar o revelar la conciencia histórica. Se trata de un esfuer-zo vano: existe un público pan-chino, pero es reunificado nopor los films como Nankin 1937, sino por films de diversión,soap operas, películas de kung-fu, comedias y otros produc-tos de la cultura de masas fabricados en serie, sobre todo enHong Kong. A ese público, decididamente post-histórico en

el sentido que Kojeve le confiere al término en sus reflexio-nes irónicas sobre el Japón de post-guerra, un film comoNankin 1937 le parecerá seguramente como de una gravedady un seriedad desoladores. El video-público pan-chino a lacaza del último dvd a la moda, no vive en la misma tem-poralidad a la cual se refiere el film: está todo absorbido porsu trabajo y sus penas, y cuando se vuelca al pasado, no sonlas venturas y desventuras de la China histórica o de la ci-vilización china lo que les viene a la memoria. En todo ca-so, ora frente al altar de los ancestros, recuerda la región dedonde ellos eran oriundos, piensa en la familia dispersa porel globo. Por tanto, ninguna unión masiva se forma en el mun-do chino en torno a Nankin 1937 que sea comparable a la quese suscitó en el mundo occidental en torno de Holocausto,Shoah y La Lista de Schindler. Los caminos de la guerra delas memorias permanecen impenetrables.

Alain Brossat es filósofo. Se desempeña como profesoren la Universidad de Paris VIII-Saint Denis. Es autor, entreotros libros de El cuerpo del enemigo y Para terminarcon la prisión. Es además miembro del comité editorialde la revista Lignes.

(traducción del francés de Juan Bautista Duizeide)

el film adopta la forma de una exhortacióndirigida a los chinos del continente, deTaiwán y de la diáspora a no considerarmás la propia historia en los términosestablecidos por la secuencia iniciada en1949, a superar la división que a partir deella se estableció entre vencedores yvencidos, para marchar unidos en torno alrecuerdo del mayor ultraje sufrido por lanación china en el siglo XX.

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en una máquina todopoderosa de un presunto poder en elque todos somos nadie.

Fantasmas en la máquinaLa fábrica del mundo actual es, ante todo, una gran máquinade fuerza laboral que ocupa un lazo social mal anudado;una máquina sórdida pero que parece cada vez más res-plandeciente. Es el universo alienado de una espera reden-cional que nunca acontece, como una seguro de vida pro-metido por medio de una contribución de obediencia. Setrata de la concentración de la riqueza y la desconcentra-ción del trabajo, o sea, de la memoria concentrada, y unaconcentración sin campo. La máquina todopoderosa des-concentra al mundo en un campo de hiperconcentración.El desastre neoliberal con su carácter guerrero encubre unasecreta promesa de desaparición en la aparición social, delgenocidio sin otra concentración que lo encerrado dentrode lo global mismo. Las acciones consumadas dentro de laescala humana de lo moderno y civilizatorio, constituyen laescalada de la demasiado humana desaparición.El derecho de vida, sobre la vida, de sobrevida o desobrevivencia, no puede ser formulado con una pura esen-cia de un alma dócil. Conocemos la diseminación de muerte

El monárquico fue el tipo de poder en el cual el soberanogozaba de la potestad para dejar vivir, pero también parahacer morir. En sus manos estaba decidir desde los dere-chos de vida hasta las condenas a muerte. Desde el siglo XIX, las formas estatales modernas europeas,y luego las latinoamericanas, basaron sus principios en unaxioma occidental fundante y civilizatorio: hacer posible lavida, vivir y apartar la muerte, extender las condiciones deexistencia y distanciar la inexistencia. La vida se convirtió enel objeto primordial de gobierno. Se trataba entonces de hacer vivir y de conjurar la muerte.Pero la historia de los dos últimos siglos lo desmiente yresume el carácter inalcanzable de esos axiomas, así comolo fraudulento del discurso que intenta sostener tales prin-cipios. El estatuto moderno de las sociedades occidentalestiene un carácter universalizante y discursos civilizatoriosen sus declaraciones y sus lenguajes humanistas. El mundomoderno occidental se reclama como un universo absoluto.Establece su fuerza en la vida productiva económica, a todolo largo de la producción social de ciudadanía. Para ello, hasido menester la construcción de una máquina moderna detodopoder, una estrategia compleja de sometimiento y obe-diencia. El modelo moderno, absoluto y universal, consiste

Cárceles y violencia en Latinoamérica

El sistema de la crueldad

Por Gregorio Kaminsky

Ilustraciones Juan Carlos Castagnino

La soberanía del estado moderno se basa, entre otras cosas, en el monopolio de la violencia. El ordenamiento vigente

incluye el respeto a los derechos de propiedad y seguridad. Pero éstos no pueden absolutizarse al punto de ponerse por

sobre el derecho fundamental, que es el derecho a la vida. Lo cual nos enfrenta a un dilema entre libertad y control.

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Juan Carlos Castagnino. (frag.) Nueva Verónica (1968)

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sos, eso en lo que creés, … eso y ése no existe. Del otro, delo otro, de eso no se habla porque ya fue, incluso de lo desa-parecido no se habla porque la desaparición no existe. Laesencia misma de la existencia desaparecida -excluida- esaquella que ya fue, porque ella...no existe.¿Qué es, en estas circunstancias, desaparecer? Desapareceres vivir sin estar, estar sin morir, vivir-morir en una brutalsimbiosis. Estos son nuestros cantos y versos balcánicos,éstos son también nuestros cantos y versos iraquíes de lavida demasiado moderna neoliberal.

Hechos malditosLa soberanía del estado moderno se reasegura cuando hacesuya la vida ciudadana de carne y hueso, y sus manos lar-gas penetran el punto extremo y privado de la existenciasocial. Entre tantos otros poderes, la policía tiene el carác-ter de una fuerza artillera interior, en el que se juega unmano-a-mano imaginario entre orden y desorden, ley ydelito, entre vida y muerte. La policía es una fuerza interior en tránsito por todos losrecovecos sociales. El poder policial es el poder de con-trolar, pero no es poder aniquilar. Controlar es disuadir,advertir, ostentar y anteponer la fuerza, y también esamenazar. Recién después, solamente después, es cuandovida y muerte se pueden encontrar frente a frente. A la poli-cía no la habita el diablo, o mejor dicho, la habita lo dia-bólico de una sociedad que no quiere mirarse a sí mismani reconocerse en esa institución. La vida de ese poder inte-rior no es matar sino invadir, controlar territorio. Su funciónno debe ser hacer morir, sino esforzarse en dejar vivir, ase-gurar el objetivo misional que se le asigna, esto es: la intru-sión y la vigilancia social. La policial es la cara expuesta, lasuperficie visible de la máquina todopoderosa de adminis-tración de los cuerpos. La configuración corporativa policial siempre ha requeridode un imaginario efectivo para constituir la identidad cor-porativa que la caracteriza. La construcción de la identidadcorporativa es la fuente de sentido para los actores involu-crados que generan modos de encubrimiento, falsificacio-nes identitarias y velos de opacidad que esfuman el objetomismo de la institución. Esta policía realmente existente, aquí y en todas partes, deextendidos alcances territoriales y fuertemente piramidal,transita con formatos cuasi militarizados. Sus prácticas sonentrevistas como laborales y profesionales pero su trabajoes enunciado como una misión asociada a las tareas tras-cendentes del Estado. La trascendencia misional delcuerpo policial desmiente, y al mismo tiempo reafirma, sutránsito por las fronteras y escenarios en que se constituyenlas ilegalidades y la violencia en general. El vicariatomisionero policial, en medio de las zonas oscuras y cena-gosas de su apostolado, se impone el combate contra elpecado llamado delito.

en nombre de los valores liberales. Alrededor de ellos esque se pueden pensar los modos de vida de manera nega-tiva. Pero el derecho a la vida puede tener lugar precisa-mente cuando se hace posible el ejercicio colectivo de resis-tir ante la muerte, cuando impera un poder afirmativo derepudio al poder de matar.Definimos modernidad como aquello que se configura conlos valores abstractos y etéreos de igualdad, libertad y fra-ternidad, pero entendidos no como valores vitales sino comoprocesos biopolíticos fundados en la muerte. El pensamientoliberal es el de los amigos leales y buenos vecinos que for-mulan promesas de vida al precio de una cesión o entrega,

es decir, de amenazas larvadas y del derecho de muerte.Su estado residual es aquel que induce la guerra de la com-petencia, que no es sino un modo genocida, aunque eco-nómico, de las potestades biopolíticas de la desaparicióny muerte. Dejar vivir se convirtió pues en un modo de hacermorir. En la actualidad, es la vida misma la sobrevivientede la máquina todopoderosa de muerte. Tal vez la vida social sea una dilación, una prórroga, unaprovisoria postergación. El espacio político se ve como unrecinto apaciguado, la sociedad como una sala de espera.Esto, y no otra cosa, es la reinscripción de odios y resenti-mientos en sede institucional, jurídica o legislativa. ¿Seráque estamos hablando como una crítica de la razón puradesaparecida? Vemos con inquietud, y es necesario e impe-rioso decirlo, que en el lenguaje popular también existenciertos costados aniquiladores. En medio del grito y el bulli-cio se dice que de eso no se habla, de eso no se habla perode algún modo se dice. Desde hace unos años, en el habla especialmente juvenil, seescuchan giros tales como vos no existís,'vos fuiste. Acasoesa breve conjugación puede expresar el acto discursivo dela desaparición: Vos no existís, vos fuiste. El ya, el ahora mismofue, nuestro presente ya ha sido. Ni antes después sino queahora mismo ha sido. Curioso enredo léxico, parecido a unmodo de hacer desaparecer los tiempos verbales del presenteen mundos pasados y acabados. El ya que fue es un ahorade ausencia y olvido, un ya que ahora mismo se pierde.Los jóvenes soportan en el lenguaje lo que aún no purgó susociedad, con una especie de sintaxis de oposición, derechazo y enfrentamiento: es una estética de la denega-ción que se expresa del siguiente modo: Ese -eso- no existeo con fonética local: Vos no existís. Eso que sos, ése quien

“Vemos con inquietud, y es necesario eimperioso decirlo, que en el lenguajepopular también existen ciertos costadosaniquiladores. En medio del grito y el bulliciose dice que de eso no se habla, de eso no sehabla pero de algún modo se dice”

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Sin embargo, el acto ciudadano de depositar a ese cuerpo, elasociar impunemente al cuerpo policial como uno de los peo-res ámbitos generadores de inseguridad es una actitud jurí-dicamente cómoda, socialmente holgazana, un hipócrita anes-tésico de los propios horrores ciudadanos, y un modo ascé-tico de expiar las perversiones del propio esbelto cuerpo civil. Por un lado se repudian los intereses corporativos policia-les por su poder de despliegue, control territorial y capa-cidad de impunidad, y por el otro se los convoca y se aus-picia su reforzamiento. Los pliegues de horror en territoriosciviles, sus maldiciones sociales, necesitan la conversión dela misión policial en el espejo brutal que no es otro que elrostro denegado de sí mismos. La buena gente se auto-ben-dice cuando retrata al policía como la figura del personajesocial maldito. Digamos que además que se piense, la inseguridad se siente.Formulado ante esta sensación, el miedo asociado a la delin-cuencia y el crimen es colocado como un temor que tras-pone la esfera de lo racional y adopta componentes de deses-tructuración subjetiva. Este sentimiento colectivo, más grave

aún que el simple temor individual que irrumpe hasta conterror, se ha convertido también en un movilizador y acicatede sectores que exigen más y mejor fuerza a la fuerza puni-tiva, más y mejor cuerpo al cuerpo policial.

Los poderes del miedoEl miedo generalizado al crimen configura estados subjeti-vos cuyos desenlaces se caracterizan en estados de senti-miento pánico. Pánico como entidad subjetiva que agrupaafectos sin origen, como un mal que se presume desde laincertidumbre hasta las patologías colectivas. Esta generalización de emociones propaga percepciones delas que nadie queda ajeno o indiferente. El problema quereside en este miedo masivo se basa en que el temor a lacriminalidad devenido pánico es a la vez fuente de otras cri-minalidades legitimadas por la propia ciudadanía afectadapor sentimientos de victimización social. Es por eso que uncrimen potencial fundado en el miedo al crimen puede con-figurar una no menos aterrorizante fuente de peligrosidad. Junto a la relegación del monopolio estatal de la fuerza existe

Juan Carlos Castagnino. Homenaje a Guernica (1965)

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que forja así una cultura individualista y desocializadora dela mano propia. Mucho más que el estímulo, incluso convocatoria, a la tras-gresión, se trata de una infra-cultura de contra-delitos queauspician, por vía de la justificación moral, modos salva-jes de revancha social. Si el monarca o el Estado nomatan, si ellos abandonan el poder de matar, entonces todafunción delegada con visos de justicia supone una vuelta

al discurso de predominio de la ley del más apto encuanto a las propias manos, y un regreso muscular de la leyde la selva social.En la cultura política contemporánea, las policías constitu-yen la concreción capilar del poder global/nacional/local, la

pues una creciente potencialidad de fuego de la propia ciu-dadanía. El armamentismo civil, los controles barriales, la orga-nización con connotaciones autoritarias, etc. son también unaexposición a la criminalidad. Cierta propaganda necesita indu-cir las psicopatías propias del miedo aterrorizado y unasensación paranoica. Es el caso de aquella publicidad de TVque, para vender puertas blindadas exclama: ¡compre la puertao pierda la vida! Si, en número y calidad paranoide, no haydelito suficiente es menester, como con la más rudimentarialógica de mercado liberal, producir la demanda del modo quesea. Si no hay delincuencia hay que inventarla, incluso bajoel afiebrado costo del sentimiento pánico. A Estado inepto, ciudadanía justiciera. Reclamos como elculto al castigo justiciero, justificado, racionalizado, más alláde toda convicción legal-ciudadana, religiosa o moral.Sustitución de la potestad del poder de fuego del Estado enbeneficio de la policialización de la vida ciudadana. Conun tipo casi brutal, el orden indelegable de lo público se des-regula y controla con la legalización discursiva de gatillosfáciles en manos privadas presuntamente seguras. Repre-sentan una sesgada formalización semilegal y hasta ilegal

“Endurecer es antagonizar hasta lasmínimas escalas de las relaciones de clase,y no tolerar es brutalizar actos a fuerza deanonadar subjetividades ante la vistaconsentida de una población que deberáestar cada vez más aterrorizada”

Juan Carlos Castagnino. Condecorados, sin fecha.

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máquina de control a partir de las leyes que instituyen y lasfuerzas que custodian los principios del sistema y su sos-tenimiento. Es en ese marco en el que se produce ladegradación de la ciudadanía por medio de la instituciona-lización satánica de las culturas policiales. La subordinación policial respecto de la función políticadel Estado genera una nueva naturaleza de sus funcionesque afecta todo el conjunto de las relaciones sociales. Estatransformación produce un efecto de destitución y relega-ción social e incide en los mecanismos de diferenciación quese sustentan en representaciones sociales respecto del ori-gen de la inseguridad de la población.

InseguridadesExiste consenso casi unánime de que la violencia colectivay la seguridad públicas han alcanzado tanto protagonismocomo los que suelen tener las cuestiones de pobreza ytrabajo, alimentación y vivienda, educación y salud, etc. Pro-lifera la preocupación por las inseguridades, se generalizauna sensación de orfandad que deviene en alarmas ciuda-danas y se demandan agresiones e impunidades reactivasextra-jurídicas. Bajo el paraguas de lo inseguro, y junto alos recursos mediáticos de propagación del escándalo,evidenciamos la reaparición autojustificada de la inclu-sión/exclusión, enfrentamientos de clase de nuevo cuño, into-lerancias raciales y antagonismos territoriales.Así se advierten expresiones de sentimientos masivos de des-protección, que movilizan las peores formas convivencialesde la sociedad civil. Ciertos sectores privilegiados alientanincluso el uso de medios ilícitos porque, según procla-man, el fin de la preservación de la vida y los bienes legi-tima cualquiera de las conductas por ominosas que sean.Cuestión paradojal, legitiman medios que no preservan vidasni bienes con la finalidad de...preservar vidas y bienes. Promueven el endurecimiento de normas, de actividades judi-ciales sumarias y pudriciones penitenciarias cuyo objeto explí-cito es la reduplicación de los modos de control por repre-sión, conocidos como políticas de mano dura y toleranciacero. Sabemos que endurecer es antagonizar hasta las míni-mas escalas de las relaciones de clase, y no tolerar es bru-talizar actos a fuerza de anonadar subjetividades ante la vistaconsentida de una población que deberá estar cada vez másaterrorizada. Asistimos a mundos en donde la violencia y lainseguridad se han enseñoreado con el espectáculo de lasgrandes y pequeñas urbes ordenadas en seguras o inseguras.

Gente y no-gente¿De dónde proceden los buenos o los malos policías?¿De su incapacidad o idoneidad profesional? ¿De sus idea-les de honestidad y austeridad? La ciudadanía hecha audien-cia no dispone sino de puras conjeturas ante los usualesrecursos informativos disponibles. Es allí cuando los buenosmedios de comunicación, tribunos en actitud fiscalizadora

del escándalo, despachan sus microfascismos mediáticos yse relamen de gozo. El rating es una dama seductora ves-tida de rojo, rojo sangre y el medio, televisado, infunde unaestética del miedo. Allí es donde conciernen las categoríasanalíticas y las miradas que atraviesan las calles de las pro-testas y las veredas de las paranoias. Dentro de lo que se ha dado en denominar la sociedad delespectáculo, la seguridad induce a transitar más por el cus-todiado shopping y desaconseja circular por la expuesta plazapública. En los ́ 70 gran parte de la ciudadanía dijo, y repitehoy, que no sabía lo que sucedía en el país, en la ciudad, enel barrio. Estos mundos civiles dicen hoy que no sabían loque estaba pasando ayer en los mundos militarizados, pero¿les interesaba o no saber lo que estaba pasando? Aun hoy en día, dicen que en esos tiempos se podía vivir ycircular, no como ahora. Que ahora no se puede ni caminarpor la calle y que ahora sí saben bien por qué, no como antes.Porque antes no pasaba lo que pasa ahora. ¡Así no se puedevivir!, dicen con un formato de discursos los mismos que sabeny no saben: son la gente. La gente que clama por una segu-ridad para ellos y que los otros se rebusquen las suyas, losotros no son ellos mismos. Gente, que clama por seguridad,espantada por el ataque y el asalto e incluso la muerte. Gente como Blumberg, un ciudadano de la provincia de Bue-nos Aires que asumió, no sin dolor, esa causa, quien se cons-tituyó en la voz de la gente, un cruzado de sus causas, unicono del clamor justiciero que lucha contra los quematan, imagen de un cristo sufriente ofrecido al espaciopúblico. Estos parecen tiempos en los que la gente mar-cha, desde las escalinatas del Congreso Nacional, velas yportavelas en mano, en procesión silenciosa presidida porla imagen cristológica del padre cuyo sufrimiento ahora yaquí, es ni más ni menos que el de antes y aquí mismo desa-parecido, de miles de mujeres ciudadanas. La gente que antes no sabía, vivía segura, derecha y humana.¡Así no se puede vivir!, dice la gente de medios y audienciapara hacerse escuchar. A los precarizados y vulnerables, alos excluidos infraciudadanos criminalizables, no se los escu-cha porque ahora y aquí ni siquiera son gente. No existen.

Gregorio Kaminsky, doctor en filosofía por la Uni-versidad de Buenos Aires y Psicólogo Social, es docentede la Facultad de Ciencias Sociales de la U.B.A. Ha sido pro-fesor invitado en el Doctorado en Ciencias Sociales, Divi-sión de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad Autó-noma Metropolitana, en el Doctorado en Análisis institu-cional, Universidad de París VIII, París, y en el Programa deAcadémicos visitantes de la Universidad Iberoamericana deMéxico, México D.F. Es Director del Programa de Estudiosde Cultura y Pensamiento Contemporáneo de la Facultad deCiencias Sociales de la U.B.A. Ha escrito, entre otroslibros: Spinoza, la política de las pasiones (1990); Escriturasinterferidas. Singularidad, resonancias, propagación (2000)

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Cárcel de Magdalena

Otra operación masacre

El 16 de octubre de 2005, treinta y tres personas

detenidas murieron asfixiadas e incineradas en la

Unidad Penal 28. Como nunca antes el horror de las

cárceles quedó expuesto ante la opinión pública

nacional e internacional. No se trató de un hecho

fortuito, sino de algo previsible, debido a las

condiciones que imperan en las cárceles bonaerenses.

No se trata tampoco, de algo que no pueda suceder

nuevamente. Sin embargo, nadie ha pagado costos

políticos ni asumido responsabilidades por el

episodio. La Comisión por la Memoria realizó una

investigación y elaboró un informe sobre los hechos de

Magdalena que fue entregado al Presidente de la

Nación, Néstor Kirchner, al gobernador Felipe Solá y a

los ministros de la Suprema Corte. Reproducimos aquí

un tramo de sus conclusiones.

No fue una tragedia. Fue una masacre. Una masacre debi-da tanto a la actitud del servicio penitenciario como a lasacciones y omisiones del Estado provincial. Había suficientes voces de alerta: se levantaron desde la Co-misión por la Memoria, desde los organismos de derechoshumanos, desde miembros del Poder Judicial y hasta desdealgunos funcionarios del Servicio Penitenciario. Pero el Es-tado no actuó para mitigar la situación y prevenir los ries-gos existentes. Al momento de la tragedia había alojados1046 detenidos, cuando su capacidad gira alrededor de las800 plazas.La Comisión Provincial por la Memoria dijo en el documen-to A los poderes públicos de la Provincia de Buenos Aires(abril de 2005): La cantidad de muertes en las cárceles bo-naerenses resulta alarmante y puede considerarse el resul-tado de una verdadera política de exterminio. Ese extermi-nio no se dirige a las personas que son iguales ante la ley.No se dirige a los ciudadanos, sino a los enemigos. Estospueden ser los judíos, los homosexuales, los negros, los sub-versivos o los negritos chorros. Se considera que no sonpersonas y por eso sus vidas no valen nada. Esos sujeto-s/objetos pueden ir a una cámara de gas, ser arrojados vi-vos al mar en un vuelo de la muerte, enterrados en una fo-sa común, o incinerados en una jaula cerrada como el pa-bellón 16 del penal de Magdalena.Los muertos allí eran en su mayoría jóvenes procesados sincondena y de buena conducta. Un grupo de agentes peniten-ciarios decidió encerrarlos con un incendio ya iniciado y de-jar las puertas cerradas. Hubo además represión con balasde goma para los detenidos de pabellones vecinos que in-tentaron socorrer a quienes estaban muriendo y los equipos

ilustraciones Juan Carlos Castagnino

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Juan Carlos Castagnino. Goya y crónica. (1965)

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del Ministerio de Justicia y del Servicio Penitenciario Bonae-rense se desprende que durante el año 2004 se produjeronen la Unidad 28 de Magdalena 6 homicidios, 3 muertes porquemaduras y 2 por ahorcamiento.La Secretaría de Derechos Humanos del Servicio Penitencia-rio Bonaerense emprendió, a mediados de 2005, una cam-paña de relevamientos en unidades penitenciarias. Campa-ña que no llegó a su culminación, ya que el personal afec-tado a la tarea es sumamente escaso: otro dato que ponede manifiesto la mínima importancia relativa que se leasigna a esta dependencia. Los informes surgidos del rele-vamiento, elevados en carácter reservado al director del Ser-vicio, Dr. Fernando Díaz. Y si bien la Unidad 28 no habíasido objeto de diagnóstico, las condiciones constatadas enel resto de las unidades son contundentes: los equipa-mientos de emergencias no se encontraban en condicio-nes, los matafuegos descargados, las mangueras desconec-tadas, las bombas de agua sin suministro eléctrico.

HechosLa siguiente narración está basada en testimonios de vein-te de los internos sobrevivientes del pabellón 16 o “B” ytreinta y seis de los internos del Pabellón 15 o “C”, los tes-timonios de doce agentes que cumplieron funciones du-rante los hechos y tres informes técnicos del servicio peni-tenciario. Los relatos de los internos son similares acerca decómo comienza la represión sin ninguna instancia de media-ción o prevención de lo que vendría.“Fue una discusión entre dos muchachos, se separó y eraalgo que se arregla en el pabellón, no era para tanto.” Jo-sé M., sobreviviente pabellón 16.“El encargado llama a los escopeteros que entran tirando,les decíamos que paren que no pasaba nada”. Ariel C.,sobreviviente pabellón 16.“Entran más de quince policías –agentes– tirando a loloco y con perros, ni en los pabellones de máxima hacíaneso”. Raúl M., sobreviviente pabellón 16.“El sábado a la noche mientras me preparaba para la visi-ta, veo que se produce una discusión entre dos detenidos,se pelean. El oficial de guardia observa esto y llama a laguardia armada, estos vienen a reprimir directamente sinmediar con los chicos. Tiran muchísimos disparos.” Daniel

básicos de lucha contra incendios no funcionaban. Este horror no es accidental. Es parte de una cadena de tra-tos degradantes, apremios, negocios sucios, tortura y muer-te que la Comisión por la Memoria ha denunciado en su in-forme del año 2004. Un sistema de la crueldad sostenido enel tiempo por complicidades o cobardías políticas, judicia-les y legislativas. Por eso es que, tras las muertes de Mag-dalena, no se produjo la renuncia de un sólo funcionariopolítico. La barbarie no tuvo costo.

SignosVarios mensajes de alerta precedieron al desenlace fatal.Fueron desoídos por las autoridades que debían interve-nir. Finalmente, lo que era un riesgo previsible se con-cretó en muertes. Los preanuncios habían arribado a lasautoridades tanto por vías institucionales (presentacionesjudiciales, informes, estadísticas), como informales (pren-sa, manifestaciones). El sostenido agravamiento de las condiciones de deten-ción en la provincia venía siendo denunciado por diversosorganismos, particularmente durante los últimos años en losque, por múltiples razones, la situación carcelaria rebasótodos los límites, violándose las normas jurídicas y huma-nitarias aplicables. Estas condiciones han generado un sis-tema en el cual la vida humana del detenido no posee va-lor. En lo que va del año 2005, tomando en cuenta sólolas causas traumáticas, hay un muerto cada dos días enlas cárceles bonaerenses, cifra a la cual deben sumarse muer-tes naturales como las causadas por SIDA.En octubre de 2004, la Comisión Provincial por la Memo-ria presentó a los poderes provinciales un exhaustivo infor-me sobre las prácticas aberrantes del servicio penitenciarioy realizó propuestas para la superación gradual de la pro-blemática carcelaria. El 10 de agosto de 2005, la Comisión se entrevistó con elgobernador, quien estaba acompañado por el ministro dejusticia y otros funcionarios. Además de presentarle las prue-bas sobre la tortura con picana eléctrica y golpes al dete-nido Cristian López Toledo en la Unidad Penal número 9 deLa Plata, se le planteó la necesidad de investigar en profun-didad la muerte de tres detenidas por inhalación de humotóxico proveniente de quema de colchones en la Unidad 33.Y se le señaló la posibilidad bien concreta de que sucedie-ran hechos similares en otras cárceles. A su vez, la situa-ción en la Unidad Penitenciaria nº 28 de Magdalena habíallamado la atención de funcionarios judiciales. A modo deejemplo, cabe resaltar que en el mes de junio del año 2004,la Fiscal a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción nº 7del Departamento Judicial La Plata, Dra. Virginia Bravo, en-vió al Jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense un oficioen el que señalaba graves situaciones de violencia y exi-gía que se adoptaran las medidas necesarias para evitar lareiteración de hechos similares. De las propias estadísticas

Los muertos allí eran en su mayoría jóvenesprocesados sin condena y de buenaconducta. Un grupo de agentespenitenciarios decidió encerrarlos con unincendio ya iniciado y dejar las puertascerradas. Hubo además represión con balasde goma para los detenidos de pabellonesvecinos que intentaron socorrer a quienesestaban muriendo y los equipos básicos delucha contra incendios no funcionaban.

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C., sobreviviente pabellón 16. Los testimonios de los alojados en el pabellón contiguo coin-ciden con los de las víctimas directas:“Manifiestan que alrededor de las 10.00 de la noche del sá-bado pasado empezaron a escuchar ruidos en el pabellón16. Que muchos internos ven ingresar a más o menos 20agentes de la guardia armada que comienzan a disparar ti-

ros que ellos pueden escuchar (más de 20 tiros). Que ellossaben que como la guardia tiraba con bolines los internosparan un colchón para protegerse de la balacera. Que nosaben cómo se prenden fuego los colchones. Que a los po-cos instantes comienzan a ver que entra humo por la pa-red medianera y techo lindante con ese pabellón.” Del re-

lato de 36 detenidos en el vecino pabellón Nº 15, ante losmiembros de la Comisión Provincial por la Memoria.“Que sí escucharon claramente que en el 16 pedían a gri-tos agua y ayuda y que el SP nada hizo. Que si les hubie-sen dado una mano, es decir hubiesen tirado sus armas ydejado los perros que eran una banda, podrían habersocorrido al pabellón y todos se hubiesen salvado”. Del re-lato de 36 detenidos en el vecino pabellón Nº 15, ante losmiembros de la Comisión Provincial por la Memoria.El encargado de turno del Servicio Penitenciario sostieneque hubo una pelea: “Por lo que de inmediato me aperso-né en el lugar del hecho con personal a mi cargo, y antelo expuesto di la voz de alto, a fin de que los causantes de-pongan su actitud, negándose rotundamente a adoptar di-cha postura por lo cual se debió efectuar un disparo intimi-datorio con munición antitumulto a efectos de que no ocu-rriese un mal mayor y con el fin de calmar a los demás in-ternos habitantes de dicho módulo, los cuales continuaroncon su postura hostil, debiendo ingresar en forma repenti-na al mencionado recinto en el cual fuimos agredidos porun grupo de internos ubicados entre las camas, los cuales

El Pabellon 16 del Penal de Magdalena, tras el incendio.

De las propias estadísticas del Ministerio deJusticia y del Servicio PenitenciarioBonaerense se desprende que durante elaño 2004 se produjeron en la Unidad 28 deMagdalena 6 homicidios, 3 muertes porquemaduras y 2 por ahorcamiento.

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Pero debe señalarse que, mientras que los internos sobre-vivientes fueron trasladados al Complejo Penitenciario deFlorencio Varela y separados en cuatro lugares distintos, conlo que difícilmente pudieron haber acordado sus relatos, losagentes del servicio continuaron en funciones y en el mis-mo lugar de trabajo. Aun así, existen contradicciones entresus dichos. En el parte de novedades se manifiesta que só-lo se tira un tiro para instar a deponer la actitud de los in-ternos que arrojaban elementos a los agentes. De los testi-monios de algunos agentes surge en cambio que ellos in-gresan tirando tiros. El director del penal, Daniel Tejeda ma-nifiesta no tener dudas en cuanto a la calificación de los he-chos: para él se trató de un motín.

FuegosEn cuanto a cómo se siguieron desarrollando los aconteci-mientos, los testimonios de los internos son contundentes:“Me tiro al piso con unos compañeros, me agarran losagentes de los pies y de los brazos y me sacan afuera. En-tran con perros. Me sacan ellos. Ellos siguen avanzando,siempre tirando, mucho. Cuando voy saliendo empieza elfuego. Los agentes cierran la puerta al salir. Nos tiran afue-ra del pabellón esposados.” Leonardo S., sobreviviente pa-bellón 16.“Me refugié en el fondo y enseguida me fui para adelante,nos sacan afuera, los oficiales ven el fuego, cierran laspuertas y a los que quedamos afuera nos esposan mien-tras el pabellón se prendía fuego”, Edgardo C., sobrevi-viente pabellón 16.“Estaba en la cama Nº 1, me bajo, me tiro al piso, me aga-rran del brazo y me tiran para el patio de adelante, sacanotros pibes más, sale humo de adentro del pabellón, se es-cucha que cierran la puerta y se escucha el grito de los chi-cos de adentro del pabellón que piden que abran la puer-ta. Le pido que saque a los pibes de adentro del pabellóny nos llevan a nosotros más lejos, al pasto, más lejos, por-

nos arrojaban todo tipo de elementos contundentes (ladri-llos, bancos, etc.) quedando estos internos parapetados enel fondo del pabellón con colchones y bancos, pudiendo ob-servar que uno de estos internos, el cual no se pudo iden-tificar, prende fuego un trozo de colchón arrojándolo en-tre las camas linderas, lo cual como consecuencia y dado elmaterial inflamable, se extendió rápidamente quemando grancantidad de las camas más cercanas y ropas allí existentes,no pudiendo controlar en ese momento el fuego existentepor parte de los internos así tampoco por los funcionariosallí presentes, dado que no cesaban de seguir arrojando to-do tipo de elementos a los antes citados...”, del parte firma-do por el alcaide (E.G.) Jorge Marti, encargado de turno, in-formando los hechos al jefe de vigilancia y tratamiento.Testimonio que pareciera reforzarse con el del subalcaideGualberto Molina:

“...Se presentan en el lugar de los hechos constatando quese encontraba un grupo de internos esgrimiendo facas y púasy otros elementos ante la situación el encargado de turnoda la voz de alto a los internos quienes desoyeron la mis-ma siguiendo con actitud agravándose la situación a partirque los mismos empezaron a arrojar elementos contunden-tes...En forma inmediata tira un disparo intimidatorio de es-copeta 12/70 con cartucho antitumulto y de esta forma in-gresan al módulo...”.

Pero debe señalarse que, mientras que losinternos sobrevivientes fueron trasladadosal Complejo Penitenciario de FlorencioVarela y separados en cuatro lugaresdistintos, con lo que difícilmente pudieronhaber acordado sus relatos, los agentes delservicio continuaron en funciones y en elmismo lugar de trabajo. Aun así, existencontradicciones entre sus dichos.

Los equipos y las instalaciones contra incendios no funcionaron.

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que el humo nos llegaba a nosotros. Ahí nos tenían tiradosy esposados”, German V., sobreviviente pabellón 16.“Primera y segunda mesa nos sacan a un patio de entradaal módulo. Ahí vuelven los policías corriendo y vemos elhumo. Salen todos los oficiales y el oficial Castro, jefe deturno, cierra la puerta con candado. Nos empezamos a aho-gar y nos sacan al césped, nos esposan. Ahí siento que losrestantes chicos golpean la puerta de chapa”, Gustavo M.,sobreviviente pabellón 16.“Soy el anteúltimo en salir y luego de otro pibe, el Serviciocierra la puerta. Cuando salgo de la celda veo al Servicioque sueltan los perros, entonces nos gritan que nos tiremosal piso, cosa que hacemos porque además estaban tiran-do tiros. En el piso nos esposan fuera ya del pabellón.Allí veo que Castro cierra el portón y deja a los demás in-

ternos dentro”, Maxi C., sobreviviente pabellón 16.“Cuando me sacan, el encargado cierra la puerta, lo veo,escucho el candado y escucho que los pibes gritaban atrásde la puerta cerrada”, Matías G., sobreviviente pabellón 16.“Una vez que cerraron el candado, chau. Yo estaba en el pi-so y se escuchaban los gritos de los pibes”, José M., sobre-viviente pabellón 16.Los internos del pabellón vecino coinciden con esos testi-monios: “Que la guardia armada luego de reprimir saca a variosinternos esposados. Luego al salir cierran la puerta y se van.El encargado en ese momento era Santamaría, a quienven en el lugar. Que en el Pabellón 15 empiezan a intoxicar-se y varios detenidos no podían respirar. Que entonces lepiden a la Policía –agentes del Servicio- que los saquen yles abran porque había mucho humo y les abren la puertatrasera. Al salir, los oficiales los encañonan con escopetasy les dicen que se tiren al piso porque no se podía hacernada con los pibes del pabellón 16”, del relato de 36 dete-nidos en el pabellón Nº 15, ante los miembros de la Comi-sión Provincial por la Memoria.Ni ellos, ni los internos del pabellón incendiado tuvieron po-sibilidad de reunirse para acordar un relato fraguado. Y delas mismas declaraciones de los agentes se desprende queninguno volvió a ingresar al pabellón por esa puerta, to-dos dieron la vuelta y fueron hacia el fondo. Si la puertaprincipal del pabellón 16 estaba abierta, ¿por qué ningunode los agentes intentó actuar desde allí tirando agua con las

Además, la bomba que proveía de agua a lasmangueras no funcionaba y la mayoría de losmatafuegos estaban descargados, por lo cuallas responsabilidades exceden a aquellosagentes que participaron de los hechos.

Juan Carlos Castagnino. Martín Fierro prisionero. (1963)

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que arrojaron un colchón encendido sobre las camas hacien-do que el fuego se propague alcanzando gran parte del lu-gar. Seguidamente se abrió la reja de acceso para evacuara la población y al personal, la misma se vio dificultada porla escasa visibilidad y el humo tóxico. Se descargó el con-tenido de los matafuegos desde la puerta de acceso poste-rior al tiempo que se evacuaba a un grupo de internos.”Este relato intenta descargar toda la responsabilidad sobrelos presos y oculta un dato central: la puerta de acceso

fue cerrada con el incendio ya desatado. Si hubiera estadoabierta, los internos habrían logrado salvarse. Tampocofue abierta la puerta de emergencia ubicada en la parte pos-terior del pabellón 16. Las argumentaciones esgrimidas son múltiples, variadas yfalaces. Aunque se refieren a un motín, quedó en claro queel personal del servicio se retiró en parte, y por propiavoluntad, del área en peligro. En cuanto a supuestos recla-mos ligados al día de la madre, no constan en ningún peti-torio. También se dijo que las puertas del pabellón incen-diado fueron trabadas desde adentro. Pero las puertas delpabellón 16 eran dobles y ambas se abren hacia fuera. Nun-ca podrían ser trabadas desde adentro. En cuanto al dichosegún el cual los presos hicieron barricadas con las camas,basta decir que las camas están fijadas al piso. Tampoco es cierto que el Servicio Penitenciario haya in-tentado el salvataje. Sacó algunos presos del pabellón 16por la puerta delantera mientras estaba reprimiendo y lue-go los hizo tirar en el piso del patio delantero mientras lesapuntaba con itakas. Después, cerró la puerta. Los reclamosde los detenidos en el pabellón 15, separado por una pa-red del de la tragedia, hicieron que los agentes abrieran lapuerta trasera y los sacaran. Tras eso, les ordenaron quepermanecieran boca abajo en el piso y así les impidieronayudar a los del pabellón 16. Cuando se pusieron de pie pa-ra intentar ayudar, desde el muro perimetral les dispara-ron balas de goma. Agentes del Servicio Penitenciario adujeron no abrir las puer-tas del pabellón 16 por miedo. Pero pudieron abrir la puer-ta trasera del pabellón 15 y sacar a todos los presos allí alo-jados, haciéndolos tirar en el piso, mientras les apuntaroncon Itakas y amedrentaban con perros. Si asumieron el ries-

mangueras, que luego dirán que funcionaban, o los mata-fuegos que nunca estuvieron cargados?. No fueron los internos quienes –en un arrebato suicida– im-pidieron la acción de rescate. No hubo tal acción de rescate,y lo que impidió el ingreso al pabellón no fue el humo sino uncandado. El testimonio de los bomberos voluntarios resultaclaro al respecto: “…en las adyacencias del pabellón siniestra-do y del móvil de bomberos, al momento de bajar había va-rios internos… Nos pedían agua y máscaras para entrar ellos…Que el dicente refiere que el personal de bomberos no evacuócuerpos ni heridos del interior del pabellón, que esto lo hicie-ron los reclusos, que el dicente no vio a personal del servicioque hiciera lo propio.”, declaración en causa penal del bom-bero voluntario de Magdalena Daniel Alfredo Sánchez.Además, la bomba que proveía de agua a las mangueras nofuncionaba y la mayoría de los matafuegos estaban descar-gados, por lo cual las responsabilidades exceden a aquellosagentes que participaron de los hechos.

VersionesEl estado de salud de los sobrevivientes y los detenidos queintervinieron en el rescate de las víctimas, no fue atendidocon la celeridad que exigía el caso. El Servicio Penitenciarioapuró una política de traslados y dispersión de los testigos,antes que una acción tendiente a atender las secuelas físicasy psicológicas de la tragedia. Estaban todavía apagándose las llamas, cuando comenza-ron a circular trascendidos y versiones cuyo único objetoera distorsionar lo que realmente había ocurrido. El Servi-cio Penitenciario y funcionarios públicos que reproducíansu discurso afirmaron que se había producido un motín, unagran pelea entre presos, un incendio provocado, un atrin-cheramiento, una virtual toma del penal. O que las puer-tas estaban abiertas. O que los detenidos no dejaron actuara los bomberos en una especie de suicidio colectivo. Mediante nota número 4650/05, del 16 de octubre, DanielOscar Tejeda jefe de la Unidad 28, informa al Dr. Omar Oza-frain sobre los hechos trágicos de Magdalena. Señala allí queel objeto es informar sobre motín, incendio seguido de muer-te, lesiones graves, lesiones leves, daños y resistencia a laautoridad. Afirma que su relato se basa en el “parte infor-mativo producido por la sección vigilancia y tratamiento”,a cargo del Subprefecto Miguel Montoya. Algo que –como se vio– contradicen los testimonios de lospresos sobrevivientes del pabellón 16, quienes coinciden enque entró la guardia armada con numeroso personal y pe-rros, y que fueron más de veinte los disparos que escu-charon. Los elementos recabados por los funcionarios ju-diciales, en especial balas de goma, corroboran su versión. Según el informe oficial: “los internos se replegaron en elfondo del pabellón parapetados con colchones y bancosque luego fueron encendidos por ellos, en tanto que arro-jaban toda clase de objetos hacia el personal, destacando

Fernando Díaz, Jefe del ServicioPenitenciario Bonaerense, declaró el 23 deoctubre -siete días después de la tragedia-:“Todavía no hay ningún error quereconocer (…) En la etapa de la toma delpenal por parte de mil internos, el manejopor parte de los agentes fue impecable, nohubo heridos, se llegó en pocas horas a unacuerdo y al otro día estábamosfuncionando casi normalmente con visitas”.

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Juan Carlos Castagnino. Resistencia victoriosa (1965)

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ReflexionesLo sucedido en Magdalena no es una fatalidad o una des-graciada excepción, sino un caso testigo y un drástico aler-ta. A la gravedad de los hechos, se suma la gravedad de undiscurso exculpatorio y encubridor. La democracia es incom-patible tanto con lo que sucede en las cárceles provincia-les como con la desinformación y las tergiversaciones. Laexpropiación de todos los derechos a quienes están deteni-dos, incluso el derecho a la vida, puede ser mirado por al-gunos sectores como un mal menor o como expresión delsiniestro por algo será que admite que al otro diferente ledesaparezca la calidad de persona. Sin embargo, es tam-bién una expropiación a toda la sociedad, es la constituciónde un poder arbitrario y cruel que revierte su accionar con-tra todos. En especial contra los sectores más débiles. En la Provincia de Buenos Aires se ejecutaron políticas demasivas desapariciones de personas. En este territorio seaplicaron por décadas la tortura sistemática, la persecuciónideológica, la censura. En este territorio tuvieron sus expre-siones más extremas el llamado gatillo fácil y los escuadro-nes de la muerte de niños reputados como peligrosos delin-cuentes. La mano dura fue una constante desde hace largotiempo cuando se llamaba a meter bala al delincuente. Siem-pre al margen de la ley pero desde la estructura legal delEstado. Desde las entrañas del poder bonaerense se decidióarrancarles la vida a Maximiliano Kosteky y Darío Santi-llán, así como antes sucediera con el estudiante de periodis-mo Miguel Bru –desaparecido en democracia- y con tantasvíctimas conocidas y desconocidas de esta política crimi-nal estatal y paraestatal.La muerte colectiva de 33 jóvenes detenidos bajo la custo-dia directa del Servicio Penitenciario Bonaerense, bajo la guar-da del Estado Provincial y con incumbencia de los jueces acuya disposición estaban los muertos, se inscribe en esta si-niestra historia de violencias. Nos encontramos ante la con-tinuidad –por diversos medios- de una política paralela, sub-

go de liberar de su celda a internos totalmente ilesos, ¿quémiedo podían tener con internos intoxicados con humo, queapenas podían mantenerse en pie y sólo gritaban para sal-var sus vidas?

PosicionesFernando Díaz, Jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense,declaró el 23 de octubre -siete días después de la trage-dia: “Todavía no hay ningún error que reconocer (…) En laetapa de la toma del penal por parte de mil internos, elmanejo por parte de los agentes fue impecable, no huboheridos, se llegó en pocas horas a un acuerdo y al otro díaestábamos funcionando casi normalmente con visitas”.

Ante el requerimiento de la Suprema Corte de Justicia, el go-bierno provincial contestó -con fecha 18 de octubre de 2005–mediante un informe que no es otro que el producido el mis-mo día de los hechos por el Servicio Penitenciario. Es decirque legitima y oficializa esa versión de lo acontecido. Sólodedica un breve párrafo para señalar que se observaron di-ferencias en torno a puntos fundamentales entre las mani-festaciones precedentes y las efectuadas por las personasprivadas de su libertad.A pesar de la magnitud de los desacuerdos señalados, uninforme oficial elevado a los ministros de la Corte, repite (yavala) esa versión originada en la sección Vigilancia y Tra-tamiento de la Unidad 28 de Magdalena y en los dichos desu director. Toda una paradoja, ya que el gobernador firmaeste documento el mismo día que releva al director delpenal de Magdalena.

Los internos del Pabellón vecino al 16 fueron reprimidos con balas de goma mientras socorrian a las víctimas

Estaban todavía apagándose las llamas,cuando comenzaron a circular trascendidosy versiones cuyo único objeto eradistorsionar lo que realmente habíaocurrido.

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terránea, negada, encubierta. Durante la dictadura militar seinstrumentó un plan clandestino. Funcionaba un estado para-lelo, subterráneo. Cubierto con la careta o el pasamontañas,quien era el secuestrador de noche, podía ser el mismo po-licía o militar que de día recibía la denuncia del desapareci-do o chupado de noche. Ahora se ejecuta una política de do-ble discurso, más empírica que diagramada por medio de pre-vios planes criminales. Tras los muros, muerte, tortura, co-rrupción. Ante las requisitorias, el funcionario de turno res-ponde que se arbitraron todas las medidas necesarias y se si-guieron los reglamentos de práctica. Lo importante para elpoder es no descubrir esa dualidad. Por eso prohíben el re-gistro fílmico o fotográfico (ver Puentes número 15), por esodescalifican la denuncia y menosprecian a quienes pretendanverdad y justicia, (des)calificándolos como sujetos o agrupa-ciones que persiguen otros fines, como sospechosos. El colectivo de 30.000 presos -cifra paradigmática- pertene-

ce a la sociedad. Sus integrantes van y vienen e interactúandentro ella. La sociedad en su conjunto, debe promover otramirada para generar cambios esenciales en las burocraciasindiferentes e insensibles. Por eso es que, después de la ma-sacre de Magdalena, nada debería quedar como antes si real-mente queremos una sociedad mejor, un país en serio. Laprevisibilidad de esta tragedia exige analizar la responsabi-lidad de los funcionarios y poderes que, habiendo tenido laobligación de imaginar las consecuencias de sus accionesu omisiones, no sólo no hicieron nada para modificar la si-tuación, sino que insisten con el encubrimiento y hasta des-califican, en conversaciones privadas e intervenciones públi-cas, la investigación independiente de los hechos.Sin embargo, a más de un mes de los hechos, no se hanproducido cambios significativos. Ningún funcionario ha re-nunciado, ningún funcionario fue separado definitivamentede su cargo, los jueces no adoptaron decisiones termi-nantes, los legisladores no han promovido cambios drás-ticos. La Comisión por la Memoria afirma y deja asentadoque el Estado provincial es responsable por la muerte delos 33 detenidos que estaban bajo su exclusiva custodia, asícomo por el encubrimiento de lo sucedido y el resguardode los causantes y los encubridores. Cada día que pase se-rá más responsable por las medidas puntuales y estructu-rales que no se tomen. Cada día que continúen rigiendo lasmismas condiciones en las cárceles de la provincia será otrodía de ignominia.

La expropiación de todos los derechos aquienes están detenidos, incluso el derechoa la vida, puede ser mirado por algunossectores como un mal menor o comoexpresión del siniestro por algo será queadmite que al otro diferente ledesaparezca la calidad de persona.

Juan Carlos Castagnino nació en Mardel Plata, se graduó en arquitectura en laUniversidad de Buenos Aires y posteriormenteestudió en la Escuela Superior de Bellas ArtesErnesto de la Cárcova, al tiempo que ibaestudiando pintura con Lino EneasSpilimbergo, Bernardo Victoria y RamónGómez Cornet. En 1933 trabajó junto a AntonioBerni bajo la dirección de David AlfaroSiqueiros en un mural realizado en la provinciade Buenos Aires.Gracias a una beca otorgada por el gobiernoargentino, en 1939 viajó a Europa para estudiarla técnica del fresco en Italia. En 1944, junto aBerni, Colmeiro, Spilimbergo y Urruchúacrearon el Taller de Arte Mural. Dos años mástarde realizaron los famosos murales de lasGalerías Pacífico en Buenos Aires. Castagninotambién realizó ilustraciones para unarecordada edición del Martín Fierro de JoséHernandez, aparecida en 1962.

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Jóvenes y memoria

Recordar para el futuro

Comisión Provincial por la Memoria

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Alrededor de 1200 jóvenes de escuelas de toda laprovincia de Buenos Aires participaron -en el ComplejoChapadmalal de Mar del Plata- del Encuentro de cierredel Programa Jóvenes y Memoria Recordamos para elfuturo, que organiza la Comisión por la Memoria. Lasactividades comenzaron el miércoles 7 de noviembre yconcluyeron el domingo 11 de diciembre. Durante esoscinco días, los jóvenes exhibieron distintasproducciones propias: videos documentales, obras deteatro, muestras de fotos, páginas web, libros. En todos

los casos los trabajos son el resultado de un año deinvestigación. De acuerdo a la consigna del programa,los jóvenes de distintas escuelas polimodales de laprovincia, eligieron un tema de sus propiascomunidades: desde la biografía de un desaparecidohasta un caso de gatillo fácil o la reconstrucción de lavida cotidiana en los pueblos del interior durante laúltima dictadura. La propuesta a partir de cadaproyecto es reflexionar alrededor de la temática del lamemoria, el autoritarismo y los derechos humanos.

En la sala Petorutti del Teatro Argentino de La Plata, tuvolugar el encuentro internacional sobre las violaciones alos DD.HH. en el mundo actual. El conjunto deactividades comprendidas en esta iniciativa de laComisión Provincial por la Memoria se desarrollaronentre el 30 de septiembre y el uno de octubre. Hubocharlas debate, conferencias, proyecciones dedocumentales y muestras pictóricas y fotográficas. Inauguraron el encuentro Alejandro Mosquera y HugoCañón. Seguidamente, tuvo lugar una conferencia acargo de Elías Neuman, a la que sucedió un debate sobreel tema América Latina en tiempos de la lucha contra elmal que contó como panelistas a Tato Pavlovsky

(Argentina), Pilar Calveiro (México-Argentina), AméricoVidal Acevedo (Paraguay). Cerró la jornada laproyección del documental Desobediencia, incluido undebate abierto con su realizador, Patricio Henriquez.Al día siguiente, debatieron acerca del poder y laviolencia en el mundo actual el canadiense John Perry, elfrancés Gabriel Périès y el español Roberto Montoya; y,acerca de las cárceles y la violencia institucional enAmérica Latina, lo hicieron la brasileña Regina CeliaPedroso, la mexicana Elena Azaola Garrido y elargentino Gregorio Kaminsky. Tras esos debates seproyectó el documental Ruta 181, y se pudo conversarcon su realizador, el israelí Eyal Sivan.

Guerra, cárceles, tortura

Encuentro internacional en La Plata

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Del 16 al 18 de diciembre, se realizóen la ciudad de La Plata el III encuen-tro de teatro comunitario. Las activi-dades comprendidas se desarrolla-ron en una carpa y tres escenarioscallejeros emplazados en el prediode la antigua estación provincial detrenes, en la intersección de las ca-lles 17 y 71. Alrededor de 1100 veci-nos devenidos actores, saltaron alescenario para tomar la palabra. Con-tó con la participación de grupos detodo el país: Grupo de Teatro Cata-linas Sur, Circuito Cultural Barrio Ma-taderos Res o no res, Grupo de Tea-tro Comunitario el Épico de Flores-ta, Grupo de Teatro Comunitario Pa-tricios Unidos de Pie, Grupo Mate-murga, Grupo de Los Argerichos,Grupo de Teatro de Ituzaingó Labu-

rartistas, Grupo de LaBoca, Los Dardos deRocha, Los ocupas delandén, Grupo de Tea-tro DespaRamos, Gru-po de San Telmo, Gru-po los Villurqueros,

Grupo de Berisso, Grupode Teatro Comunitario Murgadel Monte, Grupo MisionesPosadas, Grupo de VicenteLópez, Catamarca, Grupo deTeatro Comunitario Índicede ilusos, Santa Fe-Recon-

quista.

Aunque existe el antecedente de dosencuentros previos, esta es la prime-ra vez que toda la programación ylos talleres se concentran en tres díasy en una única sede. "Este año que-remos darle prioridad al contacto conel público y con los responsables degenerar políticas públicas en materiacultural. Por eso se decidió elegir lasede de La Plata, donde además enlos últimos años nacieron tres gru-pos", puntualiza Adhemar Bianchi,director del Grupo Catalinas Sur dela Boca, uno de los fundadores delmovimiento de teatro comunita-rio en nuestro país y creadorde dos exitosas obras: El ful-gor argentino y Venimos demuy lejos. "El teatro comuni-tario ha sido ex-presión de lamemoria social ylas identidades re-gionales y barriales.No es casual que el gru-po Catalinas Sur haya naci-do en el año ́ 83. El otro gru-po emblemático del movimiento es elCircuito Cultural Barracas y nace enel ́ 96, en el tiempo del voto cuota ya partir de la necesidad de decir otrascosas. El tercer hito lo marca el 2001,allí nacen la mayoría de los gruposque hoy están actividad", explica AnaCacopardo, coordinadora del área deComunicación y Cultura de la Comi-sión por la Memoria, entidad organi-zadora junto a la Red Nacional deTeatro Comunitario. "Los vecinos, la gente común, aban-donaron el lugar de los que miranpara saltar al escenario y tomar lapalabra. Para afirmar que la culturay la creación artística son parte de

nuestra vida y no el privilegio de unospocos. Las dramaturgias de nuestrosgrupos comenzaron a hablar de lasrealidades de los barrios y también

de las asignaturas pendientes de es-ta democracia", afirma RicardoTalento, director del Circuito Cul-tural Barracas. El documento que sentó las ba-ses de la Red Nacional de Tea-

tro Comunitario se encarga decompletar la definición y las

búsquedas de este movi-miento: "Es un proyec-to teatral de la comuni-

dad para la comunidad.Nace de la voluntad comu-

nitaria de reunirse, organizar-se y comunicarse. Parte de la idea

de que el arte es un agente de trans-formación social y tiene como funda-mento de su hacer la convicción deque toda persona es esencialmentecreativa y que sólo hay que generarel marco y dar la oportunidad paraque esa faceta se desarrolle."

63PUENTES DIC IEMBRE 2005

www.comisionporlamemoria.orgTercer encuentro de teatro comunitario

De vecinos a actores

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PUENTES DIC IEMBRE 200564

Política y/o violencia. Unaaproximación a la guerrilla de losaños 70., por Pilar Calveiro, editorialNorma, Buenos Aires, 2005.Pilar Calveiro Calveiro vuelve conotro libro en el que las tensionesentre perspectiva analítica y voztestimonial disparan el relatoacerca de las formas de la política yla violencia, vuelve a mirar los 70´abordando interrogantescomplementarios a los de Poder ydesaparición en Argentina einstituye dos marcos reflexivospara comprender la década. Unobusca historizar las formas de larepresión y establecer cuálesfueron ante ella loscomportamientos de los diversosactores políticos. El otro indaga alos grupos guerrilleros comofenómeno y reflexiona respecto desus prácticas y susresponsabilidades específicas en loque sucedió.La originalidad deltrabajo no se halla en el análisis deldocumento inédito, sino en lareflexión novedosa sobre elperíodo. Se trata de un libro dememoria más que de un libro dehistoria. Una invitación areflexionar acerca de los sentidos ysinsentidos que pueden hoy darse alas prácticas de entonces.

La palabra justa. Literatura, críticay memoria en la Argentina (1960-2002), Miguel Dalmaroni, editorialMelusina, 2004. La obra recorre los modos en losque ideas políticas, estéticas,filosóficas y teóricas influyeron ymotorizaron debates,contradicciones y adhesiones en lasentrañas mismas de la escritura.Estructurada en cuatro capítulos -Polémicas, Poéticas, Teorías y

políticas de la crítica y Memorias-,aborda las convulsiones estéticas,los combates políticos y lasdisputas literarias entre autores,dogmas y movimientos. Investigador del CONICET yprofesor de literatura argentina yteoría literaria en la Universidad deLa Plata, Dalmaroni exploraconstrucciones de sentido yrepresentaciones simbólicas.Escritores, novelas, revistas yagrupaciones forman parte de surecorrido: Roland Barthes,Raymond Williams, Osvaldo yLeónidas Lamborghini, ManuelPuig, Alejandra Pizarnik, JuanGelman, Los libros, Babel,Confines, Punto de Vista.

Profanaciones, Giorgio Agamben,editorial Adriana Hidalgo, Bs. As.,2005.Se trata de diez ensayos breves delfilósofo romano Giorgio Agambentraducidos al español por EdgardoCastro y Flavia Costa. El título dellibro anticipa uno de los registrosde análisis de la obra: losimaginarios teológicos cristianos ypaganos son interpelados demanera recurrente por el autorpara construir las figuras de susensayos. El otro registro que sedestaca es la búsqueda deiluminaciones conceptuales a partirde un juego inteligente con laetimología de las palabras. Los diferentes ensayos puedenagruparse a partir de dos ejestemáticos: la preocupación sobrelas limitaciones que manifiestan losproyectos fundados en la razónpara la consecución de objetivosemancipatorios, y la preocupaciónsobre la idea de yo-conciencia ysobre la entidad de las cosas

trascendentes y elevadas. Agamben discute en Magia yfelicidad -segundo ensayo dellibro- el proyecto kantiano deconstrucción de una moral racional,fundamentando su impotencia parapromover un ideal factible defelicidad. A ese proyecto defelicidad fundado en el mérito leantepone el ejercicio de la magia,del encantamiento, el ejercicio dela fantasía, la subversión de loslímites de lo real. Entre la multiplicidad de problemasplanteados por el resto de lostrabajos, destacamos elcuestionamiento a la estabilidad deuna idea de yo fundada en laconciencia individual (Genius y Elser especial), hasta el punto dereescribir la noción foucaultiana delser como un espacio formateadopor los discursos del poder (Elautor como gesto). Encontramostambién una crítica a la idea detrascendencia en un reino celestial,a partir de las evidencias queofrece la fotografía al revelarmomentos de redención en lasbanalidades del cotidiano terrenal(El día del juicio final). Y,finalmente, vemos cómo loaccesorio, lo secundario, eso queestá destinado a un olvidosilencioso, se convierte en la clavede intelección del mundo (Losayudantes). El volumen cierra con una postalcinematográfica, una imagenhilvanada a una obra hecha deintuiciones, de revelaciones, derutas torcidas de acceso a lo real, obien, de invitaciones al ejercicioreflexivo frente a la prepotencia delparadigma político-intelectualerigido por el cristianismo yheredado por la modernidad.

BibliográficasPor Emmanuel Kahan, Manuel Mannarino, Magdalena Lanteri y Rodolfo Iuliano.