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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Un análisis de la apropiación y resignificación de los discursos del ambientalismo y el multiculturalismo en el Resguardo Indígena de Puracé. Catalina Serrano Pérez 200721201 2011

Un análisis de la apropiación y resignificación de los

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Page 1: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Un análisis de la apropiación y resignificación de los discursos del

ambientalismo y el multiculturalismo en el Resguardo Indígena de Puracé.

Catalina Serrano Pérez

200721201

2011

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Índice

Introducción .................................................................................................................................. 2

Capítulo 1. Encuadre inicial: posiciones en red ............................................................................ 6

Encuentros y desencuentros: rompiendo imaginarios ............................................................... 9

Capítulo 2. Globalidad y ambientalismo ..................................................................................... 17

Encuentro Trinacional: las localidades en escena ................................................................... 26

Capítulo 3. Nuevos sujetos y dilemas: Movilización, constitucionalismo y cosmopolitismo

indígena ....................................................................................................................................... 32

Retos de identidad: movilización y política indígena en el Cauca .......................................... 35

„Lo Indígena‟ como posición política y el multiculturalismo de Estado ................................. 43

Capítulo 4. Etnografiando los márgenes: Puracé en cotidiano .................................................... 50

Las prácticas productivas y el apoyo internacional ................................................................. 53

Resignificaciones: el hogar, la religión y la política ............................................................... 59

Conclusiones ............................................................................................................................... 66

Bibliografía ................................................................................................................................. 81

Page 3: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

2

Introducción

El Resguardo Indígena de Puracé, se encuentra ubicado en la zona centro del

departamento del Cauca, 36 km al oriente de su capital; está atravesado por la carretera

Popayán-La Plata por lo que se sitúa en la vía de conexión entre los departamentos del

Cauca y el Huila. La zona que ocupa hace parte del macizo colombiano, estrella hídrica

más importante de Colombia. Se trata de una región bastante húmeda en la que los

numerosos ríos y riachuelos provenientes de la zona alta de páramo recorren toda la

región y le dan su forma particular al escarpado paisaje; lo que genera una gama de

variados pisos térmicos presentes en pequeñas extensiones de territorio, partiendo del

clima frío-templado y llegando a las nieves perpetuas que cubren el volcán de Puracé.

Estas características han generado el reconocimiento de la zona de la que hace parte el

resguardo, como reserva mundial de biosfera por parte de la Unesco, y la creación del

Parque Nacional Natural de Puracé en el sector, el cual se encuentra en situación de

traslape con el 25% del territorio del resguardo. Adicionalmente, el resguardo posee

aproximadamente 4228 habitantes y es parte de la Asociación de Cabildos Indígenas del

Centro del Cauca: Genaro Sanchez, la cual a su vez hace parte de la formación política

del Consejo Regional Indígena del Cauca, organización que durante más de 40 años ha

sido la principal abanderada en la lucha por la defensa de los derechos de la población

indígena del departamento.

Sin embargo, el Resguardo Indígena de Puracé no siempre ha poseído las mismas

características, gran parte del panorama actual de este lugar se ha configurado como

resultado de un proceso histórico que durante los últimos 50 años ha transformado

radicalmente al resguardo y a sus habitantes. Este proceso, es resultado del constante

contacto y conexión con un universo social más amplio al de la localidad, en el que ha

jugado un papel vital la inserción y difusión de discursos de alcance global, como lo son

el del ambientalismo o la conservación de la biodiversidad y el del multiculturalismo, en

donde se aboga por el reconocimiento de la diferencia cultural, entendida principalmente como

etnicidad.

A continuación se intentará hacer una reconstrucción histórica del proceso por medio

del cual estos discursos de alcance global se insertaron en el resguardo, identificando a

los distintos factores que incidieron en ello. Situaciones aparentemente tan disímiles

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como lo son la fundación de una mina de azufre con capital privado, el proceso de

recuperación de tierras en todo el Cauca, la fundación del Parque Nacional Natural de

Puracé, la vida religiosa o la comunicación constante con sectores estudiantiles y de

izquierda, entre otras, marcaron y reconfiguraron la manera en que estos discursos

serían apropiados en el sector. Adicionalmente, es importante señalar el papel que en

este proceso cumplieron y cumplen diferentes ONG´s y agencias de cooperación

internacional primermundistas, localidades de todo el mundo que comparten intereses

similares a los de las personas del resguardo, académicos, políticos y activistas de las

más diversas procedencias.

Como resultado de cada uno de estos vectores, se ha dado un complejo proceso en el

que a través de la agencia de diferentes actores locales y foráneos, se produjeron nuevos

lenguajes y prácticas alrededor de estas lógicas. El ambientalismo y el

multiculturalismo han adquirido formas particulares en el proceso de ser entendidos y

utilizados por los habitantes del resguardo, asumiendo significados diferentes e incluso

contradictorios para responder a cada contexto y a los diferentes intereses puestos en

escena. Como veremos a lo largo del texto, un mismo concepto como lo es por ejemplo

la conservación o la sostenibilidad, adquieren diferentes matices dependiendo si

responden a las lógicas de una ONG indigenista, un promotor turístico, un agricultor

comercial o un militante del CRIC.

Resultado de este complejo panorama de encuentros entre diferentes intereses y

tendencias alrededor de una sola temática, surgen además diversas paradojas y

marcados cuestionamientos para cada personaje inmerso en este panorama. ¿Qué tipo de

dilemas y retos deben enfrentar los sujetos que representan la alteridad frente a

‘occidente’, en un contexto cada vez más atravesado por dinámicas de carácter

transnacional y homogenizante? ¿Qué sucede cuando se señalan este tipo de paradojas

dentro de la militancia indígena, desde una posición de futura académica, directamente

implicada en las mismas relaciones de poder de las personas sobre las que desarrolla su

discurso? Estas son tan solo algunas de las preguntas que surgirán a lo largo del texto y

a las que se intentara dar solución por medio de las herramientas que brinde la

investigación detallada de las dinámicas cotidianas en las que se desenvuelve el

resguardo.

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Por medio de una descripción de la manera concreta en que estos discursos fueron

llegando al resguardo y cómo se han operativizado en la vida cotidiana, es posible

entonces ir más allá de los imaginarios esencialistas producidos desde la disciplina

antropológica, que nos hablan de comunidades indígenas puras y prístinas, lejanas en la

historia y la geografía; para atestiguar un vasto universo de conexiones y transacciones,

en el que diversos personajes, ideas y circunstancias provenientes de diferentes partes

del globo, confluyeron en un mismo escenario; reconfigurándose mutuamente al hacerlo

y generando diversos híbridos entre varias producciones discursivas.

En suma, lo que se intentará a continuación es “construir cartografías de conceptos y

prácticas” (Escobar, 1999, pág. 275) con el fin de orientarse en el proceso de

articulación y difusión del multiculturalismo y el ambientalismo en el Resguardo

Indígena de Puracé; situándolo dentro de una red de producciones discursivas, en la que

diversos actores se entretejen, en la medida que producen y aprehenden formas

particulares y disímiles de entender y abordar la etnicidad y la biodiveridad, adquiriendo

la capacidad de transformar la red completa a la que están conectados, al tiempo que son

profundamente reconfigurados por ella (Escobar, 1999, pág. 277).

De este modo, no solo mostraré como discursos externos se filtran y reconfiguran en el

resguardo, sino también la manera en que éste contribuye a moldear el universo que lo

rodea, el cual me incluye a mí. Es por esto que me posicionaré a mí misma como un

actor activo dentro de la misma red en la que se desenvuelve el resguardo. En un

ejercicio reflexivo que parta de contar las dificultades que tuve durante mi primera

experiencia investigativa, así como las rupturas que se generaron en el discurso que

ostentaba como futura antropóloga, espero dar cuenta de la complejidad de relaciones

que se tejieron durante mi estadía en el resguardo y el papel articulador y potenciador

que puede desempeñarse desde esa posición.

En el segundo capítulo, me concentraré en el proceso por medio del cual el discurso

conservacionista llegó al país, señalando el papel que el resguardo jugó en este asunto.

La importancia de la fundación del Parque Nacional Natural de Puracé, el determinante

proceso de lucha del sindicato de trabajadores de la mina y la relevancia que adquirió el

resguardo en el panorama nacional de la época, son factores que serán desarrollados en

detalle para entender la manera en que contribuyeron a insertar y reconfigurar nuevas

lógicas conservacionistas para las personas del resguardo. Adicionalmente reseñaré

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brevemente el Encuentro Trinacional de Pueblos Indígenas y Áreas de Conservación

llevado a cabo el presente año en el interior del resguardo, pues considero que éste

representó una oportunidad única para observar en detalle los diversos factores y

matices que dentro de ciertos círculos de la población puracense, adquieren estos

discursos. De este modo surgirán pistas para comprender la manera en que nuevos

actores se configuran como agentes disidentes, que desde las localidades enfrentan y

transforman los procesos hegemónicos globales en los que se ven inmersos.

Por otro lado, es importante anotar cómo toda esta red de producciones discursivas se

mantiene activa a través de individuos, que le dan forma y a su vez son profundamente

transformados por ella. De este modo, en el tercer capítulo intentaré describir las

diversas posiciones de sujeto que adquieren algunos personajes del resguardo,

particularmente aquellos que poseen un acceso privilegiado a conocimientos expertos,

con una posición de poder privilegiada en el panorama actual del resguardo. Mediante el

recuento de importantes procesos históricos, como el de la recuperación de tierras en los

70‟s o la identificación de varias de las fuentes teóricas y legales de las que se apropian

estos individuos, podrá reflejarse el proceso de configuración que ha seguido el discurso

multiculturalista en el país, las transformaciones que ha experimentado y la forma

concreta en que la región se ha reconfigurado bajo su influjo. De este modo se apunta a

un breve análisis, que desde las implicaciones específicas del multiculturalismo en el

resguardo, nos permita comprender algunos de sus alcances y limitaciones, no solo

como política de Estado sino como un fenómeno más amplio y complejo que interpela

incluso la subjetividad de los individuos.

Finalmente me referiré a la experiencia cotidiana. Por medio de la descripción de

algunas rutinas de las personas del resguardo, métodos de obtención de usufructo,

prácticas productivas, construcción de viviendas, entre otros, intentaré ilustrar las

formas en que diversas lógicas globales son operativizadas en la vida concreta por el

grueso de la población puracense. Al hacerlo se ponen en entredicho varios supuestos

como el de la aparente unidad y armonía de las comunidades indígenas, así como el de

la oposición radical entre centro y periferia, señalando lo aparentemente contradictorio

del campo social a la luz de estos discursos y las diversas e insospechadas

configuraciones que pueden surgir de su interpelación a las dinámicas habituales del

resguardo.

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Capítulo 1. Encuadre inicial: posiciones en red

Quisiera iniciar este documento llamando la atención sobre la creciente preocupación

por la conservación de los recursos naturales, como problemática central en las agendas

de la mayor parte de las naciones del mundo. Según Arturo Escobar (1999), esta

inquietud puede rastrear su origen hacía comienzos de los 90‟s, cuando se formula la

Estrategia Mundial de la Biodiversidad (1991)planteada por la WRI, la UICN y el

PNUMA1, en la que se expone el uso sostenible y prudente de los recursos de la tierra

como estrategia primordial para el desarrollo económico de las naciones del mundo

(WRI, UICN, PNUMA, 1992); o la Cumbre de las Naciones Unidas para el medio

ambiente y el desarrollo llevada a cabo en la ciudad de Río de Janeiro en 1992, en la

que participaron 108 jefes de estado y 2400 representantes de Organizaciones no

gubernamentales, y por medio de la cual, se intentó generar redes de cooperación

mundial en las que los Estados debían tener derecho y responsabilidad soberana sobre

sus recursos naturales, al tiempo que debían garantizar la erradicación de la pobreza

como prerrequisito para un adecuado desarrollo sostenible (Escobar, Ecología política,

Tercera Parte, 1999).

Este tipo de sucesos, no surgen espontáneamente sino que son la expresión de muy

diversos procesos que alrededor del mismo asunto se llevaban a cabo en diferentes

partes del globo. En el caso de Colombia los primeros procesos de movilización

ambientalista surgen hacía finales de los 60‟s y principios de los 70‟s, particularmente

en las regiones de Risaralda, Tolima y el Valle. Se trataba de iniciativas provenientes

del estudiantado universitario, influenciado por movimientos contraculturales europeos;

al margen del Estado y comprometidos con el trabajo en comunidades rurales como

parte de las cátedras universitarias. Las primeras problemáticas en las que estos

activistas se involucraron activamente fueron en contra de proyectos como la

reforestación de coníferas por parte de Cartón Colombia o en defensa de la Laguna de

Sonso en el Valle del Cauca (Álvarez, 1997).

Para nuestro asunto de interés nos concentraremos en el departamento del Cauca. Allí,

según conversaciones con varios activistas ambientales de la región, los primeros

indicios de “conciencia ecológica” surgieron a principios de los 80‟s, con

1 Instituto de Recursos Mundiales, Unión Mundial para la Naturaleza y Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente

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movilizaciones juveniles como las del Grupo de Activistas ecológicos del Cauca en

respuesta a la construcción de la represa de La Salvajina en el municipio de Buenos

Aires –hoy Suarez-, norte del Cauca; pues al inundar más de 2124 hectáreas la represa

representaba la pérdida de varios terrenos fértiles para la agricultura y la minería,

principales actividades socioeconómicas de la región, así como la disgregación y

descomposición de las comunidades que allí habitaban (Ortega & Cañejas, 2006, pág.

3).

Al observar cada una de estos fenómenos, sus convergencias y similitudes, lo que se

hace evidente es la diversidad de movilizaciones, debates y tendencias de pensamiento

que desde hace varios años se tejían alrededor de un mismo tema. Las circunstancias y

condiciones necesarias para que surgieran en tan diferentes formas, lugares y personajes

es, en parte, algo que intentaré mapear aquí. Para orientarme en esta empresa, partiré de

la afirmación de que la biodiversidad y los recursos naturales, más que un objeto

supeditado al descubrimiento y manejo desde la ciencia, puede verse como un objeto

discursivo, es decir que ha sido históricamente producido y legitimado en un saber

experto, constituyéndose en una lógica reciente y dominante. Alrededor de esta

producción discursiva se configura toda una red, es decir, cadenas de localidades,

agentes y actores heterogéneos que se desenvuelven en medio de transferencias, viajes,

apropiaciones y subversiones de diferentes teorías, estrategias y paradigmas de la

biodiversidad. (Escobar, Ecología política, Tercera Parte, 1999).

“Aunque la „biodiversidad‟ tiene referentes biofísicos concretos, debe

ser vista como una invención discursiva reciente. Este discurso se

articula en una compleja red de actores, desde organizaciones

internacionales y Ong‟s del Norte, hasta científicos, prospectores,

comunidades locales y movimientos sociales. Esta red está compuesta

por localidades con perspectivas bio-culturales y actores políticos

divergentes” (Escobar, Ecología política, Tercera Parte, 1999, pág. 234)

En este sentido, hacen parte de la misma red tanto el evento de Río como el grupo de

Activistas Ecológicos del Cauca, pese a que el primero sea producido desde países del

hemisferio Norte, y represente una visión dominante sobre la biodiversidad, en la que se

enfatiza en la pérdida de hábitats y especies, más no en su causa (Escobar, 1999); y el

segundo subraye la base social y política de la biodiversidad, al tiempo que critica el

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desarrollo, la industrialización, el armamentismo, el mercado y el consumismo, como

los causantes del deterioro de la vida del hombre en relación con la naturaleza (Romero,

1983).

A pesar de ocupar diferentes posiciones de poder, ambos son fenómenos heterogéneos

dentro de esta red y su actuar es una de las formas en que las verdades que se producen

son apropiadas, reconfiguradas e inscritas en diferentes contextos (Escobar, Ecología

política, Tercera Parte, 1999). El grupo de activistas ecológicos es permeado

constantemente por diferentes visiones dominantes o no de biodiversidad, al tiempo

que produce y difunde una visión propia de lo que es naturaleza, esta tendencia que se

desarrolla como resultado de un posicionamiento particular, es lo que Escobar llamaría

un régimen de naturaleza:

“(…) pueden ser vistos como constituyentes de una estructura social

hecha de relaciones múltiples e irreductibles sin centro ni origen, es

decir, como un campo de articulaciones; como discutiré, hay una doble

articulación tanto al interior de cada régimen como entre ellos. La

identidad de cada régimen es el resultado de articulaciones discursivas

con acoplamientos biológicos, sociales y culturales llevadas a cabo en un

amplio campo de discursividad que desborda cada régimen particular”

(Escobar, 1999, pág. 284)

A pesar de que las sociedades son inherentemente multiculturales, resultado de

migraciones y movilizaciones constantes a lo largo de la historia; el discurso que aboga

por el reconocimiento de la alteridad cultural se ha intensificado o hecho más evidente

durante los últimos 40 años. La movilización social y étnica que se intensificó en el

país desde los años setenta y la consiguiente Constitución Colombiana de 1991 son, por

ejemplo, un reflejo de cómo el multiculturalismo se ha convertido en un “hecho social

global” (Restrepo, 2004, pág. 282), presente y relevante en la construcciones de

subjetividades e identidades políticas, así como en la arena política de los Estados del

mundo (Hall, 2000).

Sin embargo, como lo menciona Eduardo Restrepo, existen tantos multiculturalismos

como sociedades multiculturales, “No existe un solo multiculturalismo, sino varios y

hasta inconmensurables concepciones y materializaciones del mismo” (Restrepo, 2004,

pág. 279). De hecho Stuart Hall identifica más de cinco configuraciones de este, con las

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más variadas características, como el multiculturalismo neoliberal, conservador,

pluralista o corporativo (Hall, 2000, pág. 584).

“(…) no hay una necesaria correspondencia entre multiculturalismo y un

régimen político determinado, más aún, que es necesario examinar los

multiculturalismos etnográficamente en sus materializaciones concretas,

ya que a menudo son una amalgama (a veces contradictoria) de las más

disímiles posiciones y medidas que impactan diferencialmente a los

conglomerados sociales y las subjetividades” (Restrepo, 2008, pág. 38)

Estas amalgamas o articulaciones son la forma concreta en que confluyen diversas

tendencias dentro de la red, pues se dan desde varios ángulos y contextos, respondiendo

a diferentes intereses y saberes; por lo que generan heterogéneas configuraciones

discursivas. De este modo, mi principal interés dentro del texto, será el de describir en

detalle las implicaciones concretas de estas tendencias globales en el sector, para de este

modo situar etnográficamente al resguardo indígena de Puracé dentro de la red, pues

como un agente heterogéneo también contribuye a darle forma y contenido, al tiempo

que es atravesado y reconfigurado por ella.

Encuentros y desencuentros: rompiendo imaginarios

Aunque mi objetivo principal es situar al Resguardo Indígena de Puracé en una amplia

red de producciones discursivas, para lograrlo debo partir de hacer evidente la posición

en la que me ubico como individuo, ya que ocupo un lugar en el mismo tejido que

conecta al resguardo. Más aún, al provenir de una tradición antropológica que ha

contribuido en gran medida a generar varios de los imaginarios sobre los que se

sustentan discursos como el del multiculturalismo, quiérase o no, reproduzco varios de

los paradigmas clásicos de la disciplina en la que fui educada, hecho sobre el que es

importante reflexionar; al ser una estudiante promedio de pregrado de antropología, mis

percepciones, prejuicios y reacciones son un indicador importante acerca de la manera

en que la disciplina se mueve y reproduce su discurso en las nuevas generaciones de

antropólogos.

Empezaré entonces relatando brevemente el proceso por el que llegué a formular mi

pregunta de investigación. Conocí el Resguardo Indígena de Puracé en el mes de Julio

del 2009 como parte del programa de guardaparques voluntarios del Sistema de Parques

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Nacionales Naturales de Colombia, en donde presté servicio trabajando para el Parque

Nacional Natural de Puracé. Allí permanecí durante un mes y pude ser testigo de la

problemática ambiental de la región y de los constantes conflictos que entre la

Institución y el Cabildo Indígena existen sobre la visión y manejo adecuado del

territorio. Con esta problemática en mente me dispuse a proponer ante el cabildo el

diseño de un plan de educación ambiental para los niños del resguardo, que partiera de

la cultura de la comunidad indígena kokonuko y no de los supuestos desarrollistas

impuestos desde instituciones estatales como Parques.

Sin embargo no se trataba de una tarea fácil, si observaba con un poco de detenimiento,

se hacía evidente que en más de una circunstancia, muchas personas de la comunidad

iban directamente en contra de varios de los supuestos ambientalistas que para ese

entonces yo consideraba un dogma, de hecho mi primera impresión fue de decepción y

desconcierto al encontrarme con personas que más se asemejaban a campesinos que a la

vaga idea que en mi mente había sobre lo que era un indígena. Varías preguntas

empezaron a surgir ¿Qué hacía indígena a la comunidad del resguardo? ¿Su cultura?

¿Cómo se define qué es cultura y qué no? ¿Era la cultura un dogma irrefutable y su

„rescate‟ una posibilidad que necesariamente conducía al mejoramiento de las

condiciones de vida de la comunidad? ¿A qué me refería exactamente y cuáles eran las

implicaciones de este „rescate‟? ¿Guardaba la cultura indígena una clave para el

mejoramiento de las relaciones entre el hombre y su entorno?

Varios paradigmas empezaron a tambalear y se hacía cada vez más difícil el negar

como quinientos años de colonización habían dejado mella en la mente y el actuar de las

comunidades, el hecho de considerarlas puras y prístinas era en sí un acto abusivo e

ignorante, resultado de la posición y el filtro desde el que observaba. De esta manera, en

un ejercicio que me cuestionaba a mí misma y a la posición desde la que hablaba,

empecé a debatir varios de los imaginarios que hasta entonces habían hecho parte de mi

forma de comprender el mundo. Al cuestionar la procedencia de estas lógicas, la forma

en que habían llegado a mí y los efectos que generaban en mi entorno inmediato, pude

también desnaturalizar la forma en que eran vividas y expresadas por las personas de

Puracé, llegando a la pregunta acerca de cómo son apropiados y resignificados los

discursos del ambientalismo y el multiculturalismo por las personas del resguardo de

Puracé.

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Solo comprendiendo que “(…)los lugares son creaciones históricas, que deben ser

explicados, no asumidos, y que esta explicación debe tomar en cuenta las maneras en las

que la que la circulación global del capital, el conocimiento y los medios configuran la

experiencia de localidad(…) ” (Escobar, 2000, pág. 115), pude empezar a indagar por la

manera en que estos imaginarios y discursos se insertan, chocan, dialogan con otros

conocimientos y son apropiados y resignificados por las personas del resguardo.

En este orden de ideas, el punto de vista al que tenía acceso como guardaparque

voluntaria era cada vez más limitado para intentar aprehender el amplio universo que se

abría ante mis ojos. Aunque en aquel momento no lo comprendí, el reconocerme como

una antropóloga con una pregunta de investigación, implicaría un cambio de posición

radical en la manera cómo me relacionaba con las personas del resguardo y la forma en

que nos reconocíamos mutuamente.

Recuerdo el temor que me generaban las advertencias iníciales por parte de mi tutor y

de la familia de uno de los guardaparques indígenas que me acogió durante mi estadía

en el sector: “La malicia indígena si existe” me repetía Alejandro2 para indicarme que,

muy probablemente iba a tener que sobrellevar con paciencia ágiles y acometedores

cuestionarios acerca de mi procedencia e intenciones, miradas de recelo y más de una

versión sobre mi relación con las personas que me daban acogida. Se me advertía

constantemente que debía guardar prudencia, responder a lo que se me preguntara sin

hablar de más y cuidarme de los términos que usaba, pues una misma palabra podría

tener más de un significado ignorado para mí, lo que podría desembocar en

malentendidos y promesas no cumplidas. Toda esta situación me generó estupor, me

sentía constantemente vigilada, como si tuviese algo que esconder, y empecé a sentir la

incertidumbre completa de no saber hasta qué punto, en un trabajo de campo de tres

meses, iba a poder acceder a círculos más íntimos y profundizar en aquello que me

interesaba.

Si hoy en día miro en retrospectiva, es fácil comprender el por qué de tanta

desconfianza, usualmente, cuando conocemos a alguien, una serie de datos le preceden,

como el círculo social al cual pertenece, su edad, sexo ocupación, etc. Es esta

información la que nos permite encuadrar a este nuevo personaje en un lugar desde el

2 Alejandro Caldón es uno de los guardaparques voluntarios que junto a su familia me acogió y guio durante mi estadía en Puracé.

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cual relacionarnos con él de manera segura. Para el grueso de la población del resguardo

los lazos familiares son de vital importancia para relacionarse en sociedad, el apellido

así como la vereda a la que se pertenece se convierten en un mapa de referencias,

rostros y lazos consanguíneos, que permiten clasificar al desconocido, así como generar

pautas de comportamiento frente a él. Era pues evidente que la presencia de una

pequeña mujer, sola, de 20 años -que aparentaba tener muchos menos-, proveniente de

un lugar desconocido y sin ningún tipo de relación consanguínea con las personas del

lugar generara curiosidad y desconfianza. “Mientras el etnógrafo se presenta a sí mismo

como un ser autónomo de su origen social, político o étnico, ligado solamente a sus

credenciales académicas, sus interlocutores tienen toda la razón para interpretar esa

presencia como algo más próximo a su experiencia” (Guber, 2001, pág. 51).

De este modo, no hubo más remedio que ceder ante las apremiantes sesiones de

preguntas, si es que deseaba romper el hielo y la incomodidad que acompañaron mi

entrada al resguardo. “(…) investigador e informante actúan recíprocamente sus papeles

(roles) y status formales según el „deber ser‟ de sus respectivas sociedades, culturas y

reflexividades (…) Con sus cargas morales, de rol y de status, estas tipificaciones trazan

las líneas futuras de interacción, cooperación y reciprocidad, y por lo tanto los lugares

viables e inviables para observar, participar y entrevistar” (Guber, 2001, pág. 51) Ahora

bien, más que un rostro amable y una versión limitada y desgastada de mi procedencia y

motivaciones para estar allí, muchas personas querían saber de mi lugar de procedencia,

mis padres, hermanos, edad, clase social, etc. Comprendía entonces que la transmisión

de la información era mucho más que un acto simpe de transacción, tener acceso incluso

a los conocimientos más básicos, que me permitían establecer algo de familiaridad con

el sector, implicaban un empoderamiento que muchas personas no estaban dispuestas a

permitirme desde el comienzo (Theidon, 2001), si a cambio, en un ejercicio que nunca

antes había hecho, no me posicionaba a mí misma dentro de sus significantes sociales.

De este modo, los primeros visos de espontaneidad surgieron debido a que yo empezaba

a dejarme ver, a involucrarme. Solo en la medida en que me daba conocer, como una

persona con una trayectoria de vida y un cumulo de ideas y sentimientos, era que podía

empezar a percibir esas mismas dimensiones en los que me rodeaban. Como lo

menciona Kimberly Theidon en sus reflexiones acerca del trabajo de campo en el Perú

pos-senderista, “El simple hecho de observar reduce el mundo sensual, la naturaleza

crucial y el significado de eventos como este a simples espectáculos –en la óptica del

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observador distante el mundo no pasa de ser un proyecto intelectual antes que

representar un mundo real en el cual se está involucrado” (Theidon, 2001, pág. 29).

Ahora bien, ¿Qué significaba ser una mujer de 20 años, boyacense, soltera, estudiante

de antropología de la prestigiosa Universidad de los Andes en Bogotá? Como menciona

Rosana Guber, si bien es cierto que en un mundo globalizado el investigador no es

totalmente externo a la realidad que estudia, esto no significa que los sentidos que le

imprima a su experiencia sean los mismos que los que le imprimen la comunidad en que

trabaja (Guber, 2001, pág. 53). Esto significa que debía estar dispuesta a ser juzgada.

¿Qué pensarían las personas de mí cuando supieran que a pesar de mi corta edad vivía

sola en el corazón de Bogotá, era soltera, etc…? ¿Hasta qué punto darme a conocer?

¿Qué mostrar y qué ocultar? Eran preguntas que me agobiaban e incluso hoy, lo hacen

constantemente. Con el tiempo lo que sucedió es que dependiendo del contexto

diferentes aspectos de mi persona se hacían más relevantes que otros. Por un lado, frente

a los agricultores, el hecho de provenir de Boyacá, uno de los departamentos más

importantes del país en producción agrícola, salía a flote y me permitía entablar

conversaciones sobre los diferentes productos que se cultivaban aquí y allá, las técnicas,

las inversiones, etc.

Por otro lado, el ser una mujer joven y soltera era en sí un hecho alarmante para más de

una persona. Recuerdo que incluso se llegó a rumorar que era la amante de Alejandro o

la hija aparecida de algún antiguo amorío de este hombre. Patricia Masabuel, su joven

esposa, sorteaba este tipo de rumores con habilidad, al sacar a flote mi credencial de

estudiante de antropología y nuestra sólida amistad, neutralizando de este modo mi

aparente peligrosidad para su núcleo familiar.

De hecho, uno de los aspectos que más se resaltaron y que cubrían o neutralizaban

varios factores de mi persona que resultaban incómodos o amenazantes, fue el de ser

una estudiante de antropología. Este era definitivamente el rasgo que más sobresalía

para las personas de la comunidad, el motivo principal de mi presencia en aquel lugar y

la justificación para mis actos, que en más de una ocasión dejaban ver mi inexperiencia

y torpeza para insertarme en las dinámicas del lugar.

Ahora bien, el que mi identidad sea contextual no me libra de tomar una posición, y en

aquel momento el factor más relevante de mi situación era el de ser una ‘académica’ en

proceso de investigación, el cual no solo se hacía evidente en la manera en que era vista

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por gran parte de las personas que me rodeaban, sino también en el punto de vista que

yo adquiría, el hecho de que gran parte de las interacciones que tenía con mi entorno

estuvieran gobernadas por el ánimo de responder a una pregunta de investigación.

Aunque llegué a campo con la premisa de que el conocimiento experto era parte del

aparato normalizador de occidente y de que me empeñaba en satanizar la academia

como la principal herramienta productora del orden actual de relaciones desiguales de

poder en el mundo entero, así como a su indiferente actitud hacía las realidades sobre

las que desarrollaba su discurso; una vez estando en campo me resultaba imposible

negar la importancia de este factor tenía en este contexto aparentemente tan ajeno al

mundo académico.

Nunca más sería la antropóloga altruista que en pos de ‘fundirme con el nativo’, evitaba

conceptualizar mi persona, moral, social y política (Guber, 2001). Solo desde la

asunción de mi papel de antropóloga, como una forma particular de estar en el mundo,

era que podía compartir posiciones con ellos, así como experimentar malentendidos,

confrontaciones, juzgar y ser juzgada, lo cual demostraba que nos encontrábamos

inmersos en un mismo encuadre, tanto las personas del resguardo como yo nos

influenciamos mutuamente a pesar de pertenecer a contextos tan diferentes.

En este orden de ideas, ser una ‘académica’ implicaba, frente a la comunidad, más de

una responsabilidad. Similar a lo que le sucedió a Theidon en su experiencia personal, la

falta de credibilidad y confianza en mí, se fue disipando en la medida en que adquiría

compromisos y demostraba que podía llegar a hacer algo ‘útil’ con la información a la

que estaba teniendo acceso (Theidon, 2001, pág. 28). Sin embargo, los compromisos

que empezaban a dibujarse en mi horizonte no surgieron espontáneamente, solo de la

mano de un proceso lento de involucramiento lleno de altibajos, es que podía adquirir

una posición y un compromiso, por lo que estos estarían determinados necesariamente

por los replanteamientos y confrontaciones a los que me condujeron las experiencias

vividas en campo.

Recuerdo aquella vez en que unas personas de la vereda de Cuaré me pidieron asesoría

para adelantar el proceso de reconstrucción histórica de la recuperación de tierras en

esta vereda. Resultado de una vieja conversación que había mantenido con Alejandro,

les sugerí llevar a cabo un conversatorio con los mayores para que fueran ellos quienes

contasen la historia. Pese a mi fantoche orgullo y a lo que podría esperarme luego de

Page 16: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

15

que se me pidió asesoría, me sorprendió ver el alto grado de organización de estas

personas, así como su compromiso enmarcado en la experiencia y autoridad de más de

40 años de lucha con el Consejo Regional Indígena del Cauca. Las personas

involucradas en el proyecto se apersonaron de la iniciativa y en un abrir y cerrar de ojos

la hicieron realidad sin que yo tuviera siquiera el tiempo de abrir mi boca para opinar.

En aquel momento comprendí que no era necesario intentar darle voz, desde mi

supuesta experticia, a estas personas, al fin y al cabo, resultado de toda una trayectoria

histórica de lucha por la apertura de espacios para la visibilidad, ellos saben mejor que

yo como hacerse escuchar.

Más allá de lo que podría sugerir el hecho de que me haya embarcado en lo que podría

tildarse de una clásica investigación antropológica, en una comunidad indígena ubicada

en una zona rural a 800Km de mi lugar de origen; mi intensión no fue la de insertarme

en una realidad remota geográficamente y culturalmente para dar cuenta de la exótica

alteridad de la comunidad indígena del resguardo de Puracé. Todo lo contrario. Como

he estado intentando relatar y como se verá ilustrado a lo largo de todo el texto, una vez

estando allí, lo que sucedió es que pude percatarme de lo complejo de las relaciones que

me acercan a este entorno y cómo por medio de éstas, diversas ideas, información e

individuos fluyen en un tráfico a doble vía y en diferentes direcciones. La alteridad no

se encuentra encajada en una geografía remota, sino que se moviliza a través de

individuos que transitan constantemente los mismos espacios que yo y guardan

múltiples similitudes con mi entorno más cercano.

En este orden de ideas, al ser representante de uno de las tantas formas de conocimiento

experto, el cual constituye “(…) uno de los ámbitos en los cuales se disputa no sólo el

orden de lo pensable, sino también sus particulares despliegues y anudamientos”

(Restrepo, Multiculturalismo, gubernamentalidad y resistencia, 2008, pág. 46), mi

experiencia en el resguardo no solo reformaba mi pensamiento y discurso como futura

académica; sino que también, desde las nuevas perspectivas que surgieron como

resultado de estas rupturas, era posible que se generaran movimientos o abrieran

brechas, en las que florecieran nuevos sujetos y saberes que contribuían a re-configurar

los entornos en los que todos nos desenvolvíamos (Gibson-Graham, 2002). No se

trataba de darle voz a nadie, sino de asumir un papel particular como parte del mismo

sistema, en donde me constituía como agente articulador de actores e ideas de diversa

procedencia.

Page 17: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

16

“Quiéranlo o no, los académicos intervienen y son interpelados políticamente. Más allá

de las formas explícitas de activismo que pueden asumir o de los lugares en la

tecnocracia estatal que les sean asignados, su particular contribución en la

reproducción/confrontación de las filigranas del poder consiste en la constante disputa

por definir los múltiples planos y encadenamientos de los „imaginarios sociales‟, desde

los cuales los seres humanos hacen sentido de su existencia y, por tanto, los perfila o no

como agentes de las condiciones de la misma” (Restrepo, 2008, págs. 45-46).

De este modo, lo que intento es dar cuenta de cómo las premisas teóricas de las que

partí, los discursos que detentaba y la posición que defendía, se vieron replanteados

radicalmente, testimoniando así la red en que tanto las personas de la comunidad como

yo nos hallamos inmersos y en la que cada uno tiene potencialidades de performación

del mundo que lo rodea. Espero además, que este hecho no solo se haga evidente

durante este primer capítulo, para pasar a continuación a reproducir en los siguientes

capítulos la narración desde un ente omnipresente y ubicuo. Aunque en algunas partes

se vea más claro que en otras, intentaré reflejar constantemente a lo largo del texto la

manera en que me veía interpelada por las experiencias de campo, en el intento de

construir un texto cuya integralidad resida en la posición que adquiere y las realidades

que desde allí intenta ilustrar.

Page 18: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

17

Capítulo 2. Globalidad y ambientalismo

Empecemos entonces por hablar de mi primer contacto como agente externo con el

resguardo, que como ya mencioné se dio por medio de la institución de Parques

Naturales, lugar en el que presté por un mes el servicio de guardaparques voluntario

para el PNN de Puracé. Esta experiencia me permitió, pese a lo que podría esperar

antes de entrar a la región, percatarme del marcado conflicto que entre la oficina

conservacionista y el cabildo indígena se mantenía durante años. Según pude

comprender en aquel momento, la comunicación entre los miembros del cabildo y

algunos funcionarios de parques era inexistente, pese a hallarse en el mismo territorio.

De hecho, se trataba de un complejo conflicto que contaba ya varios años, en los que

periodos de confrontación directa se mezclaban con los del indiferencia absoluta.

Desde el momento de fundación del Parque, empezó a prohibírsele a la comunidad la

extracción de leña de la zona recién delimitada, así como la caza y todo tipo de

actividades que atentaran contra la conservación de la zona de traslape, tal como lo

denunciara el CRIC en su periódico Unidad Indígena a mediados de los setenta (CRIC,

1975, pág. 8). Estas nuevas determinaciones causaron malestar dentro de la comunidad

al tratarse de acciones llevadas a cabo sin previo aviso o consulta al resguardo, hecho

que se ve acentuado con la intransigencia de los funcionarios de INDERENA, quienes

sin un previo conocimiento de la zona entraron a cumplir con las reglamentaciones del

Parque de manera impositiva, usando la intimidación por medio de armas de fuego

como principal herramienta. Las zonas que antaño habían sido trabajaderos3 familiares

se convirtieron de repente en zonas restringidas en las que debían obedecer las

prohibiciones que funcionarios de INDERENA les imponían. En respuesta, se

organizaron jornadas de trabajo en las que se convocaba a varios comuneros en las

zonas limitadas, con el fin de desafiar abiertamente a los funcionarios de INDERENA,

además se quemaron varios letreros y anuncios que la institución había instalado en el

territorio.

Vale la pena entender en detalle este fenómeno ya que, como veremos, gran parte del

proceso de apropiación y resignificación del discurso ambientalista por parte de la

3 Las zonas bajas del resguardo son destinadas a la vida doméstica mientras que en las partes altas se construyen pequeños ranchos denominados trabajaderos, en los que las familias permanecen durante dos o tres días mientras cultivan y arrean el ganado.

Page 19: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

18

comunidad, ha estado marcado por la relación que ha tenido con la Institución de

Parques. A lo largo del presente capítulo relataré la forma en que la lógica de Parques,

referente a la organización del territorio en áreas de conservación, se insertó en el país y

la forma en que ha sido apropiada por diversos actores, entre ellos el Estado, las

personas de la comunidad y otro tipo de organizaciones sociales. Para esto, es necesario

examinar la manera en que ha evolucionado el conflicto con Parques a lo largo de la

historia, identificando los diferentes sucesos que han influido en ello y la vital

incidencia que varios agentes externos -ya sean profesionales en temáticas relacionadas

con el medio ambiente, agencias internacionales, el Estado o activistas de muy diversa

índole- han tenido en la configuración de los matices que ha adquirido el tema de la

conservación en la región y particularmente en el resguardo. En la medida en que se

desarrolle este relato, se espera dar cuenta de la manera en que estos discursos no

poseen un significado rígidamente definido, sino que su significación es creada y

recreada constantemente, respondiendo a diferentes contextos (Gibson-Graham, 2002,

pág. 268)

El tema de la conservación es un asunto relativamente reciente dentro de las

preocupaciones del Estado colombiano, podría decirse que antes de la década de los

40‟s esta temática pasaba completamente inadvertida en el país. Fue desde aquella

década que el discurso del ambientalismo, a partir de enfoques internacionales, empezó

a inmiscuirse en la definición de la identidad del país y se constituyó con el tiempo en

uno de los dominios más comunes y más propios del Estado Colombiano (Restrepo,

2008), hasta llegar a ser “(...) un creciente aparato (…) que sistemáticamente organiza la

producción de formas de conocimiento y tipos de poder, ligando unas a otras a través de

estrategias y programas concretos” (Escobar, Ecología política, Tercera Parte, 1999,

pág. 238)

De este modo, la creación del Parque Nacional Natural Puracé surge como resultado de

tendencias internacionales. Desde el año de 1940 el país firma el Convenio de

Washington para la protección de la flora, la fauna y las bellezas naturales de las

Américas, en donde surge el concepto de Parque Nacional por primera vez, como figura

legal que garantiza la protección de los recursos naturales. Con base a esto en Colombia

se desarrollan enfoques teóricos que para la década de los 50‟s llegaron a definir un

Parque Nacional Natural como: “Regiones establecidas para protección y conservación

de las bellezas escénicas y naturales y de la flora y la fauna de importancia nacional, de

Page 20: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

19

las que el público puede disfrutar mejor al ser puestas bajo vigilancia oficial”

(U.A.E.S.P.N.N: 2004: 149).

Es importante mencionar aquí, que el ornitólogo e investigador Payanés Carlos Federico

Lheman, fue uno de los cuarenta especialistas invitados al evento de Washington, por lo

que su influencia sería decisiva en el panorama que empezaba a forjarse por aquella

época alrededor del tema de la conservación. Dentro de su carrera profesional puede

mencionarse actividades como la fundación de los museos de historia natural de

Popayán y Cali, la gestión pionera en el establecimiento de las primeras leyes para el

control de la caza y la pesca en el país, la representación del País frente a varios

organismos internacionales como la UICN y WWF y la realización de varios

documentales sobre la fauna y la flora del país, entre muchos otros. Fue fundador del

Parque Nacional Farallones en el Valle del Cauca y por medio del decreto 199 del 19 de

abril de 1961, contribuyó a fundar el Parque Nacional Natural de Puracé, en una

iniciativa departamental, frente a la indiferencia inicial del Estado (Natural History

Museum (BM)).

En el resto del país la problemática ambiental surgiría como una preocupación relevante

hacía finales de los sesentas y comienzos de la década de los setenta. Ya para 1968 el

Estado había creado el Instituto de Desarrollo de los Recursos Naturales Renovables

INDERENA, que para 1975 expide el acuerdo N° 0033 por medio del cual crea

oficialmente, y desde el Estado, el Parque Nacional Natural Puracé, que comprende un

área de 83000 hectáreas dentro de las cuales se comprenden 3413 hectáreas en zona de

traslape con el Resguardo Indígena de Puracé.

Frente a estos últimos hechos varias personas de la comunidad alegan la ilegalidad de la

ampliación de los límites del Parque pues se dio sin ningún tipo de consulta previa al

cabildo. Desde aquel entonces la desconfianza mutua ha regido la relación entre éstos y

ha determinado la comunicación entre cabildo y Parque. Reflejo de ello es la más

reciente pugna con Parques respecto a la ampliación de los socavones de la mina de

azufre. En el 2005 EMICAUCA, Empresa Minera Indígena del Cauca, decide llevar a

cabo la ampliación de los socavones para aumentar la productividad de la mina ante la

evidente crisis que enfrentaba. Ya que la mina se encuentra tan solo a 500 metros de los

límites del Parque, era necesario el visto bueno de la directora regional de la institución;

según afirma la comunidad Parques negó el permiso pues la proyección de los

Page 21: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

20

socavones al cabo de unos años entraría a explotar la zona protegida, pero según los

representantes de Parques la posibilidad de negarle el permiso a la mina estaba en

manos del Ministerio de Minas y fue este quién impidió que se diera la explotación.

Pese a la afirmación de la oficina de Parques, el cabildo indígena dio inicio a un pleito

jurídico por el área protegida. Los mismos funcionarios de Parques afirman que sus

abogados sin conocimiento previo de las dinámicas del sector utilizaron un lenguaje

agresivo e imponente, lo cual impidió cualquier posibilidad de diálogo entre las partes y

desembocó en la declaración de varios directivos de Parques como personas no gratas

por parte del cabildo, las relaciones entre ambos actores se deterioraron radicalmente y

la interacción se limitó desde entonces a comunicaciones legales entre ambos.

Ahora bien, para entender las implicaciones de este evento vale la pena hablar

brevemente de la mina de azufre de Puracé, pues ha marcado y modificado

notablemente el resguardo desde su fundación. La mina llamada en un principio

Industrias Puracé s.a, fue fundada en 1946 con apoyo de capital extranjero (Celanese

S.A) por el empresario Manuel María Mosquera. Por medio de una minucia legal el

gobierno entregó en concesión 600 hectáreas del subsuelo del resguardo (que se supone

pertenecen al Estado y no a la comunidad) para la explotación del mineral (CRIC, 1975;

CRIC, 1977; Triana, 2005). Con el correr del tiempo la mina adquirió gran importancia,

pues en primer lugar fue uno de los principales motivos por los que se abrió la carretera

Popayán-La Plata para la salida del mineral, lo que a su vez conectó más fácilmente a la

comunidad con agentes, mercados e ideas del resto del Cauca, el Huila y el País. En

segundo lugar, la empresa empezó un proceso de contratación de mano de obra dentro

de la comunidad, lo que incidió en un cambio radical en las lógicas económicas y la

organización social de los Puraceños, quienes hasta entonces practicaban la

implementación de cultivos caseros y la ganadería de doble propósito, como principales

fuentes de sustento. Al manejar efectivo gran parte de la población se mudó a la

cabecera del resguardo dejando de lado la agricultura que decayó radicalmente. Por otro

lado se dio un fuerte proceso de esterilización del territorio resultado de la explotación

del mineral, lo cual desembocó en situaciones de extrema precariedad para quienes aún

dependían completamente del cultivo y pastoreo para su sustento (Cajas, 1982; Castro,

1982; CRIC, 1975; CRIC, 1977).

Page 22: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

21

En un principio la mina tuvo una amplia bonanza, que generó optimismo en lo

indígenas al recibir altos ingresos, obras de infraestructura, comunicación y educación;

pero con el pasar de los años se empezaron a ver cada vez más precarias, peligrosas y

nocivas condiciones de trabajo al interior de la mina, falta de pago y baja calidad de

vida tanto para obreros como para el resto del resguardo, además del fuerte deterioro

ambiental y la esterilización de aproximadamente mil hectáreas que generaron los gases

tóxicos y el ripio azufrado proveniente de la mina (CRIC, 1975; CRIC, 1977; CRIC,

1978).

El descontento general desembocaría en los primeros procesos de movilización. Con la

creación del sindicato de obreros de Industrias Puracé, se dan los primeros contactos

con un panorama nacional más amplio que para la época se encontraba en plena

ebullición y se generan las primeras acciones de hecho que unen al cabildo, los

comuneros y el sindicato en contra de los propietarios de la mina. Al no recibir la

atención merecida por parte de los empresarios frente a sus peticiones -tecnificación,

cancelación de proyecto mina abierta, pago de indemnizaciones, etc- se decide entrar en

huelga el 30 de julio de 1974, se cierra la carretera principal afectando a 170 empresas

que dependían del insumo y se convoca a una manifestación masiva el 17 de septiembre

en Popayán. Esta huelga adquiere repercusiones importantes para la comunidad pues al

llevar a cabo un proceso divulgativo de vereda en vereda y a través de medios masivos

al resto del país (CRIC, 1988), se entra en contacto con otros movimientos sociales

como el de estudiantes en Popayán y se afianzan relaciones con el CRIC, al tiempo que

se genera una tensa situación que ubica a Puracé en el centro de atención de todo el país

(CRIC, 1977; Cajas, 1982; Triana, 2005).

Pese a esta huelga de 24 días y otra que se llevaría a cabo dos años más adelante con

una duración de 96 días, y ante los acuerdos de indemnización al resguardo y mejoras

laborales, la crisis continuó debido al incumplimiento de los pactos por parte de la

empresa y el apoyo tácito que le brindó el Estado al tratarse de una empresa financiada

con capital estadounidense (Cajas, 1982; Castro, 1982), lo que llevaría al cierre

temporal de la empresa en 1977 (CRIC, 1977) y a una historia marcada por los

constantes incendios al interior de los socavones, las repetidas huelgas y declaraciones

de quiebra y el conflicto entre los trabajadores, el cabildo y los propietarios de la mina.

Page 23: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

22

Una vez más, tangencial a este conflicto se pone de manifiesto la desarticulada relación

que se mantenía con la Institución encargada de la conservación del área protegida, en

aquel entonces INDERENA. Una de las principales demandas del cabildo y el sindicato

era respecto al grave deterioro ambiental que la explotación descuidada del mineral

estaba generando en la región, frente a lo que surgen varias incongruencias respecto a

la problemática ambiental de la mina de azufre y la acusación por parte de la comunidad

de que la figura de protección solo contribuía a proteger los intereses del Estado y la

empresa privada. Reflejo de esto cito el siguiente testimonio:

“La esterilización de los suelos se va a proseguir, pues, en forma

creciente, y no solo en Puracé sino en una amplia zona a donde los

vientos alcanzan a transportar el polvillo de azufre. Igualmente

aumentará la erosión como lo consigna el informe oficial. Pero todo esto

poco interesa a las autoridades y el mismo INDERENA solo se acuerda

de la defensa del MEDIO AMBIENTE cuando se trata de perseguir a

unos cuantos campesinos que sacan leña para sus necesidades familiares,

del famoso parque natural de Puracé” (CRIC, 1976, pág. 3)

Recordemos que en cada una de estas pugnas el Resguardo no se hallaba solo, como

pudimos ver en la campaña divulgativa del sindicato durante las diversas huelgas y

conflictos, la cooperación con otros sectores y personajes externos con tendencias de

pensamiento similares fue de vital importancia para definir la manera en que se

desarrollaría su lucha y los diferentes matices que adquiriría. En primer lugar, para la

década de los 70‟s el azufre junto con el fique eran considerados como las dos

principales industrias del departamento, por lo que sus luchas estaban directamente

ligadas a las prioridades de toda la región y se enraizaron en el apoyo y seguridad

obtenidos al hacer parte del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC, 1976), lo que

las encuadraba dentro del surgimiento de nuevos discursos alrededor de la etnicidad,

como enclave de defensa de los derechos de las comunidades indígenas frente al Estado

Por otro lado, se contó con la solidaridad de movimientos estudiantiles de Popayán y

Cali, auspiciados por ecólogos activistas y profesores universitarios. Dentro de ellos, es

de vital importancia mencionar al grupo interdisciplinario de estudiantes de la

Universidad del Valle, que visitó en más de una ocasión la mina de azufre, llevando a

cabo jornadas ecológicas en las que se explicaba en detalle el proceso de producción, así

Page 24: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

23

como sus efectos perjudiciales para el medio. Por medio de megáfonos se debatía el

tema, se hacían pugnas contra el estado y se conformaba una consciencia política

respecto al asunto dentro del resguardo. Gran parte de estas jornadas, fueron auspiciadas

por el ecólogo Aníbal Patiño, quien fue uno de los cofundadores del grupo de Activistas

Ecológicos del Cauca, y poseía un carrera activista en defensa de la laguna de Sonso,

señalando a cada instante la ineptitud del Estado para garantizar la protección de este

ecosistema, así como denunciando abiertamente los nefastos efectos secundarios de los

intereses de varias empresas privadas de la región, como Riopaila (Patiño, 1997).

De hecho, el papel de Aníbal Patiño fue decisivo, ya que con el apoyo de varios

indígenas de la comunidad y en cabeza del grupo ecológico ASODECOL de Cali, se

dedicó durante seis meses a investigar y documentar ampliamente el impacto de la mina

sobre el territorio, desarrollando una cartilla explicativa sobre el problema y sus

posibles soluciones, e invitando a los comuneros a la movilización frente al Estado, con

el fin de que la empresa minera fuera estatalizada y sus bienes brindados a la comunidad

en indemnización por la esterilización de mil hectáreas del territorio (CRIC, 1978). Sus

denuncias fueron vitales para la legitimación, desde el conocimiento experto, de las

luchas de los indígenas, quienes partieron de ellas para llevar a cabo el cierre de la

carretera en 1974; así como para facilitar la difusión de sus alegatos en diferentes

círculos sociales del país. De hecho, su denuncias en el Primer Congreso Ecológico

Nacional Agustín Codazzi llevado a cabo el 30 de Julio de 1974, fueron reproducidas

por los periódicos el Espectador y el Tiempo, suceso que llamó la atención inmediata

del Incora y de la Secretaria de Agricultura del departamento, quienes enviaron una

comisión observadora al lugar (Patiño, 1997).

Podemos ver entonces cómo Puracé ha tenido una vital importancia en la manera en que

el CRIC ha configurado una posición frente al tema ambiental. De hecho, Don Gregorio

Aguilar, uno de los mayores que contribuyó a establecer el CRIC en los 70‟s, afirma

que uno de los hechos que vitalizaron el tema medio ambiental dentro del CRIC, fue la

denuncia que durante el Sexto Congreso de esta organización, llevado a cabo en el año

de 1983, puso de manifiesto la comunidad del resguardo de Puracé ante las intenciones

por parte de la Empresa Colombiana de Cartones y la Corporación Autónoma Regional

del Valle CVC4 de reforestar todo el territorio con Eucaliptos donados por la empresa.

44 La Corporación Autónoma Regional del Valle manejó los asuntos medioambientales del departamento del Cauca hasta el año de 1983, cuando se crea la Corporación para la Reconstrucción y el Desarrollo del

Page 25: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

24

Según don Gregorio las verdaderas intenciones de la empresa, apoyada por el Estado,

eran las de generar las condiciones propicias para insertarse en el territorio e iniciar el

proceso de explotación maderera años más adelante, invasión que hubiera sido fructuosa

si no hubiera sido por la oportuna denuncia de la comunidad.

Durante este Sexto Congreso y resultado en parte de la ponencia de Aníbal Patiño, se

abordó por primera vez en un congreso del CRIC el tema de los recursos naturales,

enfocándose en la escasez de tierras productivas y la consiguiente colonización de las

zonas de bosque. Se discutieron además las implicaciones negativas de la presencia del

INDERENA y la CVC en los territorios, pues ignoraban la autoridad del cabildo y

favorecían los intereses del capital privado, al tiempo que acusaban a los campesinos de

acabar con los recursos. De allí en adelante sería el cabildo, sin intervención de

entidades estatales, el encargado de velar, administrar y manejar los recursos naturales,

al tiempo que incentivaría las técnicas propias de producción en contraposición al cada

vez mayor uso de insecticidas y agroquímicos en los cultivos (CRIC, 1983). Es evidente

entonces la importancia de la problemática del resguardo de Puracé en este primer

abordaje del tema ambiental dentro del CRIC.

De este modo, puede verse como la ecología y conservación del medio ambiente se

constituyó como un álgido asunto político desde su primera irrupción en el resguardo.

El conflicto y la búsqueda de autonomía frente al Estado y otras Instituciones, definiría

la manera en que se abordaría el discurso de la conservación en el resguardo desde

entonces. La dinámica de trabajo en conjunto con otras facciones y movimientos

sociales, sigue definiendo la forma en que se desarrolla la actividad política y militante

en la actualidad, sólo que con el correr de los años y bajo dinámicas que analizaremos

más tarde, ha adquirido nuevas e insospechadas dimensiones.

Me refiero con esto, a la presencia de cooperación internacional como un fenómeno que

no es nuevo dentro del resguardo, y que en varias ocasiones ha contribuido

enormemente a auspiciar diferentes tipos de procesos en la comunidad. Como veremos

recurrentemente en el desarrollo de este relato, su presencia constituye uno de los más

importantes vectores desde los que se ha filtrado y reconfigurado los discursos del

multiculturalismo y el ambientalismo en la región, esto porque facilita la difusión de

Departamento del Cauca -más adelante Corporación Regional Autónoma del Cauca- para responder a la situación generada por el terremoto que azotó a la ciudad de Popayán durante marzo del mismo año.

Page 26: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

25

ideas y conocimientos entre diferentes horizontes culturales y actores sociales de

diferentes lugares, con objetivos similares a los del resguardo; además el apoyo

económico que supone, posibilita la mayor parte de acciones que llevan a cabo los

activistas del resguardo.

La apertura de fronteras más allá de los Estados nacionales, la conexión de actores

sociales de las más diversas procedencias, la facilidad de comunicación y viajes entre

lugares remotos, son fenómenos que nos hablan de la tantas veces mencionada

Globalización, un fenómeno que adquiere relevancia en ámbitos cada vez más

cotidianos, forzando a los individuos a adquirir nuevos roles e intentando cooptar las

disidencias. En palabras de Boaventura Sousa Santos: “Es una serie de cambios

desiguales en los cuales ciertos artefactos, condiciones, entidades o identidades locales

extienden su influencia más allá de sus límites nacionales y al hacerlo, desarrollan la

habilidad de designar como local otros artefactos locales, condiciones, entidades o

identidades” (Santos, 2006, pág. 396)5.

Sin embargo, la globalización también se ha convertido en un discurso que plantea

nuevos relacionamientos entre diferentes agentes, convirtiéndose entonces en un

fenómeno potenciador de nuevas intervenciones a través de configuraciones

anteriormente insospechadas (Gibson-Graham, 2002, pág. 277). Profundizando más en

esta afirmación Boaventura sugiere que no se trata de una única globalización, sino que

en realidad existe toda una serie de procesos disímiles de globalización, varias

globalizaciones, muchas de ellas incluso contradictorias:

“(…) una vez ciertos procesos de globalización han sido identificados,

su significado y explicación integrales no pueden ser obtenidos sin tomar

en cuenta los procesos adyacentes de relocalización que ocurren

simultáneamente o en secuencia de éste” (Santos, 2006, pág. 396).

La globalización “Se trata, más bien, de un proceso hegemonizador en el estricto

sentido gramsciano. Se ‘estructura en la dominación’, pero no puede controlar o saturar

todo lo que está en su órbita. De hecho, uno de sus efectos no buscados es producir

formaciones subalternas y tendencias emergentes que no puede controlar, pero que debe

tratar de ‘hegemonizar’ o domesticar para sus fines, aún mayores. Es un sistema para la

5 Todas las citas referentes al texto “Globalizatións” de Boaventura de Sousa Santos son traducidas por la autora de este documento.

Page 27: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

26

con-figuración de la diferencia antes que sinónimo de la obliteración de la diferencia”

(Hall, 2000, pág. 589)

Encuentro Trinacional: las localidades en escena

Como un correlato de estas diferentes formas de globalización, quisiera hablar del

Encuentro Trinacional de Comunidades Indígenas y Zonas Protegidas que se llevó a

cabo entre el 28 y 3 de marzo del presente año en el Resguardo Indígena de Puracé,

pues considero que éste es un escenario privilegiado para entender a fondo las

dinámicas que genera la cooperación internacional y otras lógicas tangenciales a ésta,

dando cuenta de cómo ciertos fenómenos han sido exitosamente globalizados, el

impacto que ello tiene sobre las condiciones locales, así como las distintas formas que

adquieren las formaciones de resistencia que, desde lo local, adquieren connotaciones

transnacionales para enfrentar los retos que se avecinan (Santos, 2006).

El solo hecho de que un evento de esta naturaleza se organizara al interior del resguardo

es sintomático de muchos aspectos relevantes. Es evidente de que se trata de un

acontecimiento que marca radicalmente la posición que se tiene frente a la oficina de

Parques, ya que una de sus principales ambiciones era contribuir a construir una figura

de manejo ambiental indígena que reemplazara a la de Parques en los territorios que

pertenecen a resguardos. Por otro lado es importante anotar que este evento se llevó a

cabo en las mismas instalaciones de Parques, sector de Pilimbalá, situación que nos

indica la manera en que el lugar –en términos de Escobar- y la cultura son

transformados en hechos políticos con incidencia tanto en la localidad como fuera de

ella. Es una muestra de que las “Localidades marginales tales como las comunidades y

los movimientos sociales empiezan a ser vistos como centros de innovación y de

mundos alternativos emergentes” (Escobar, Ecología política, Tercera Parte, 1999, pág.

234).

Este evento se realizó gracias al apoyo y financiación de la Agencia de Cooperación

Española, la Ong europea Almáciga y La Asociación de Cabildos del Norte del Cauca

ACIN, Casa del Pensamiento Chaxb Wala Kiwe, un espacio generado para la

investigación, educación y sensibilización hacía las políticas públicas que afectan a los

pueblos indígenas. Desde el año pasado ya se había realizado un evento similar en

Guatemala con apoyo de la agencia de Cooperación Española y Almáciga, de allí se

Page 28: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

27

obtuvieron los fondos para la realización de otros dos eventos internacionales y tres

nacionales, uno de ellos en Puracé.

Como vemos, a pesar de ser un acontecimiento local, se conecta con procesos y luchas

en diferentes regiones del país y del mundo que apuntan hacia objetivos similares.

Durante los primeros tres días de este evento se realizaron reuniones a nivel nacional,

con delegaciones representantes de comunidades indígenas que se encuentran en zonas

de traslape con Parques Nacionales Naturales, como Wayuus del Parque Macuira,

Uw‟as del Parque el Cocuy, Kogis de la Sierra Nevada de Santa Marta, Witotos del

Parque Amacayacu y representantes de la Organización Indígena de Antioquia entre

otros. Allí se socializaron las experiencias y problemáticas de cada una de estas

regiones, en este sentido los representantes de Puracé, validándose en la solidaridad del

Consejo Regional Indígena del Cauca, afirmaron que la situación en el resguardo partía

de la arbitraria interposición de Parques sobre territorio indígena sin ningún tipo de

consulta previa, lo cual coercionaba a la población y le impedía ejercer control pleno

sobre su territorio. También se tomó una posición abiertamente en contra de los

Regímenes Especiales de Manejo REM, que por medio de la Ley 622 buscan

reglamentar un manejo en conjunto de las áreas protegidas entre el Estado y las

comunidades.

Para los siguientes dos días del encuentro llegaron representantes de las comunidades

indígenas Guaraní en el Paraguay y Mapuche y Kolla en Argentina, para presentar y

debatir posibles propuestas de una figura nacional e internacional legalizada, que desde

las comunidades indígenas generara un ordenamiento territorial que garantizara la

protección de los territorios frente a amenazas externas, como la incursión de

multinacionales y actores armados, deterioro ambiental y usurpación o enajenación de

los territorios.

En este aspecto la ACIN presentó la propuesta que ha venido desarrollando como

resultado del mandato que se brindó durante el año de 2005 en el congreso del CRIC

llevado a cabo en Caldono, norte del Cauca. En éste se propuso que las comunidades

indígenas fueran declaradas Autoridad Ambiental Indígena, de manera que ordenaran y

reglamentaran el uso y cuidado de sus territorios, concebidos estos como una totalidad

integra, en la que no se pueden separar las áreas altamente biodiversas de aquellas

Page 29: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

28

relevantes para la reproducción de la cultura de las comunidades, con lo que se espera

generar un fortalecimiento en conjunto de la autoridad territorial-económica-ambiental.

Como resultado de este proceso y respondiendo a las particularidades de cada zona, se

declararon áreas de interés comunitario dentro de cada resguardo. Para el caso de Puracé

se han declarado 30 áreas de interés comunitario, que comprenden lugares de

importancia tanto espiritual como económica y ambiental y actualmente se apunta a

desarrollar planes de manejo para estas zonas, muchas de las cuales se encuentran

dentro del área de traslape con el Parque, que desde entonces será denominada área de

superposición para resaltar el carácter arbitrario de esta intromisión del Estado en su

territorio.

De este modo, como lo escuché mencionar varias veces en el evento, la conservación de

la mano con el multiculturalismo se convierten en la mejor estrategia para enfrentar

coyunturas como la creciente preocupación mundial por el medio ambiente, la cada vez

mayor incidencia de tratados internacionales en las políticas que lleva a cabo el Estado,

el conflicto armado, la irrupción de empresas multinacionales, la búsqueda de nuevas

alternativas económicas, etc. Esta idea se traduce además de varias maneras, es un

recurso estratégico utilizado de formas distintas e incluso disímiles, dependiendo de

cada uno de los actores y los intereses puestos en tensión. Recordemos que, como

afirma Stuart Hall respecto a la circulación del multiculturalismo, “(…) es un proceso

de traducción cultural, que es agonístico porque nunca culmina, pero, en su vacilación,

persiste” (Hall, 2000, pág. 601)

Por ejemplo, el discurso de la protección de la naturaleza puede llegar a ser una

estrategia importante en el sentido económico, ya que el ecoturismo y etnoturismo

aparecen como una nueva y seductora alternativa económica que va de la mano con el

discurso conservacionista y multiculturalista. Ahora bien, durante el congreso se debatió

ampliamente este asunto partiendo de que en muchas ocasiones a pesar de poseer un

nombre distinto y de ofrecer experiencias diferentes al turismo tradicional, en esencia

termina desencadenando los mismos fenómenos que éste para las comunidades que lo

ofrecen, es decir, la entrada de agencias multinacionales, la descomposición de la

comunidad, la pérdida de soberanía alimentaria, etc.

Ahora, si bien es cierto que como se habló en el congreso, el turismo encarna más

peligros que posibilidades, también es un factor presente en la comunidad del resguardo

Page 30: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

29

de Puracé desde antaño. Con la llegada del INDERENA al sector, se construyeron una

serie de cabañas turísticas y piscinas termales que en su momento llegaron a atraer a

más de medio centenar de turistas a diario. Pese a que hoy en día las piscinas ya no

están en funcionamiento, el sector de Pilimbalá sigue atrayendo a por lo menos 5 o 10

turistas semanalmente que se hospedan en las cabañas antes de ascender al Volcán

Puracé, esto sumado a los ingresos del restaurante, hacen del sector de Pilimbalá un

lugar atractivo pues genera algunos ingresos económicos. De hecho, a pesar de que en el

año de 1977 se firmó un acuerdo con el gobernador de aquel entonces, por medio del

cual se le pagaba la suma de $4500 de indemnización a la propietaria de los terrenos del

sector de Pilimbalá; en 1984, como resultado de los debates del Sexto Congreso del

CRIC (CRIC, 1983), la comunidad confronta abiertamente a la oficina de Parques y le

exige la entrega del sector para su administración y usufructo, esta nueva situación se

mantiene durante 4 años más, al cabo de los cuales las instalaciones turísticas del

Pilimbalá son entregadas nuevamente al Parque quien empieza a pagar un arriendo al

resguardo por el usufructo de este sector.

Aunque, por un lado, el adherirse a los supuestos ambientalistas facilita la obtención de

una mayor autonomía sobre el territorio, que garantizaría su protección frente a agentes

externos como el Estado, los agentes armados y las multinacionales, por otro, la

conservación también puede ser una importante estrategia económica de apertura a

nuevos mercados, pues por medio del ecoturismo o etnoturismo se espera generar

amplios ingresos, aunque se corra el peligro de que estos sean para unos pocos y a

cambio se disgregue la comunidad y se pierda la autonomía alimentaria frente a la

irrupción agresiva de los nuevos actores que atraería este negocio.

La exotización de la imagen del indígena ecológico como estrategia para la apertura de

nuevos mercados como el del etnoturismo y ecoturismo, podría entenderse como lo que

Hall denomina multiculturalismo comercial, en el que se supone que “(...) si el mercado

reconoce la diversidad de individuos provenientes de comunidades diferentes, entonces

los problemas de la diferencia cultural serán (di)(re)sueltos a través del consumo

privado, sin necesidad alguna de una redistribución del poder y los recursos” (Hall,

2000, pág. 584).

Ahora, si bien el etnoturismo constituye un elemento que subraya y explota el exotismo

de las comunidades indígenas, no se puede negar, como lo aprecie durante las

Page 31: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

30

reflexiones que alrededor de este asunto se dieron en el Encuentro, que las comunidades

no desconocen del todo los peligros y beneficios de la mirada esencialista que se cierne

sobre ellos. No se puede negar que, como afirma Escobar, los actores basados en el

lugar son cada día más capaces para negociar todo el proceso de la construcción del

mundo, “(…) un mundo formado por muchas diferencias „locales‟ que lo „global-

vertical‟ se ve obligado a tomar en cuenta” (Hall, 2000, pág. 589)

La aparición y decantación del discurso conservacionista en el país es sintomático de un

sistema global de conexiones, en el que el resguardo indígena de Puracé ha estado

directamente involucrado desde antaño. Personajes representantes del conocimiento

experto como Carlos Lheman o Aníbal Patiño, Instituciones estatales como Parques

Nacionales o la CVC, ong´s internacionales como Almáciga, tratados internacionales

como el de Washington, etc. son todos, diferentes vectores por medio de los cuales el

discurso ambientalista se ha filtrado como una problemática relevante dentro del

resguardo, ligándolo a su vez a problemáticas y procesos de un bagaje más amplio.

El sistema global al cual se conecta el resguardo no es homogéneo ni hegemónico,

“El sistema no es global si por ello entendemos que el proceso es

uniforme en su naturaleza, que tiene el mismo impacto en todas partes,

que funciona sin efectos contradictorios o que produce los mismos

resultados en el mundo entero. Sigue siendo un sistema de profundas y

crecientes desigualdades e inestabilidades, del cual ninguna potencia (ni

siquiera Estados Unidos, que es la nación económica y militarmente más

poderosa de la tierra) tiene ya el control total” (Hall, 2000, pág. 589)

De este modo, la entrada en escena de cada uno de estos vectores, confluye con otros

procesos y eventos de diversa índole: como el pleito sindical frente a la empresa minera,

la movilización indígena del CRIC, los pueblos indígenas del resto de continente, los

movimientos estudiantiles de los 70‟s, etc. Lo que sucede entonces es un estallido de

diferentes actores, posiciones e intereses que se reconstruyen mutuamente, dando lugar

a diversas configuraciones de lo que se entiende como ambientalismo, como

indigenidad, como recursos naturales y como autonomía, entre otros.

Resultado de un bagaje histórico particular influenciado por cada uno de estos agentes,

la conservación de los recursos naturales se convierte en sinónimo de autonomía y

Page 32: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

31

autodeterminación indígenas, así como estas últimas empiezan a serlo, de modo

paradójico, de turistas y pérdida de soberanía alimentaria. Cada una de estas

significaciones se reconfigura constantemente respondiendo a distintos intereses y

contextos, la conservación y la etnicidad se convierten entonces en herramientas

estratégicas que son usadas conscientemente por cada uno de los actores puestos en

escena. Los actores concretos y locales adquieren entonces capacidades de

performatividad insospechados en un panorama global, aunque los efectos generados

muchas veces no obedezcan a las intenciones iníciales de los sujetos que las generaron.

Page 33: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

32

Capítulo 3. Nuevos sujetos y dilemas: Movilización, constitucionalismo y

cosmopolitismo indígena

El capítulo anterior reseña brevemente los diversos flujos mediante los que el discurso

ambientalista hizo su aparición en el resguardo, así como los diferentes matices que ha

adquirido en su articulación con otras coyunturas históricas y discursos como el de la

autonomía y autodeterminación de las comunidades indígenas. En esta configuración, el

papel que cada individuo juega es clave, pues es finalmente por medio de éstos que se

mantiene activa esta compleja red de producciones discursivas, son ellos quienes

operativizan las políticas nacionales y acuerdos globales, y permiten la difusión,

apropiación y resignificación de estas nuevas discursividades. Es por eso que en el

presente apartado quisiera hablar de cómo los procesos vividos en la historia reciente de

la región y del país han contribuido a configurar la manera en que la población indígena

del resguardo se entiende a sí misma y se relaciona con otros agentes; generando nuevos

sujetos con identidades que se reconfiguran constantemente, para responder a los retos

de representar la alteridad en un panorama cada vez más marcado por la influencia de

actores y políticas a nivel transnacional.

En este sentido hace falta una vital aclaración, y es el hecho de que no todo el

departamento del Cauca es indígena, así como no toda la población del resguardo de

Puracé está preocupada por la movilización indígena. Sucesos como la recuperación de

tierras, el Encuentro trinacional o el cumplimiento de los 40 años del Consejo regional

Indígena del Cauca, no son entendidos ni afectan de la misma forma a toda la población,

de hecho son relativamente pocos los individuos, del grueso de la población del

resguardo, que tiene acceso o participan de este tipo de actividades. Se trata

precisamente de aquellas personas que ocupan una posición elite en cuanto al acceso al

conocimiento y están involucrados directamente en la movilización indígena. Joanne

Rappaport denomina a estos personajes como trabajadores culturales, personajes

pertenecientes a las comunidades que adquieren una serie de conocimientos expertos

encaminados a la acción política en pos del bienestar y la garantía de los derechos de las

bases (Rappaport, 2008, pág. 47).

En este caso, conceptualizaré a estos personajes no solo como los que participan

activamente en la movilización indígena, sino también como aquellos que tienen un

acceso privilegiado a diversos tipos de conocimiento experto, ya sea mediante la

Page 34: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

33

educación autodidacta, la movilización indígena, el trabajo con entidades estatales y no

estatales, la educación formal, etc. Conocimiento que dada su relevancia para las

problemáticas actuales de la región, encarna cierta importancia y genera efectos visibles

en la comunidad, a pesar de no estar vinculado directamente a la militancia política.

En este orden de ideas, cabrían en la definición no solo los militantes del CRIC, los

cabildantes y maestros, sino también personajes aparentemente más alejados de la vida

política del resguardo. Me refiero a aquellos personajes que a pesar de pertenecer a la

institución de Parques Nacionales, nacieron y crecieron dentro del resguardo. Llamemos

a estos: guardaparques indígenas, término que dado el contexto que acabo de describir,

encarna en sí una contradicción. Para hablar de ellos es importante contar que fueron los

primeros indígenas del resguardo con quienes tuve oportunidad de compartir, y es

gracias a su apoyo y a las preguntas que mi trato con ellos suscitó que decidí desarrollar

esta investigación.

Cuando conocí a Héctor Piso, me encontraba prestando el servicio de guardaparques

voluntaria, por lo que pude observar en detalle la manera en que este hombre

desarrollaba su trabajo. Recuerdo que las primeras conversaciones que tuvimos fueron

respecto a seres mitológicos que habitaban el páramo o las aventuras que había tenido

internado en el bosque; mientras hacíamos grandes recorridos me mostraba varias

plantas y se esforzaba por darme el nombre científico que la bióloga del Parque le había

enseñado alguna vez. Sin embargo, en la medida que íbamos desarrollando una amistad,

este hombre fue volviéndose más abierto conmigo, me contó que la mayor parte de su

vida se la llevó mal con los guardaparques porque le prohibían cortar palos para la leña,

incluso llegó a contarme con el aire de quien confiesa un crimen, que de joven su

actividad favorita era cazar chihuacos6. Según Héctor su actitud ha cambiado mucho

desde que llegó a trabajar con Parques, no porque antes fuera una mala persona, solo

que nunca nadie le había explicado la importancia de proteger.

Así pude entender que cuando mi papel era el de una ignorante recién llegada al sector,

Héctor exacerbaba la imagen de un indígena exótico frente a mí, como lo hace frente a

todos los turistas a quienes atiende a diario; pero una vez entramos en confianza pude

conocer un poco más de su experiencia personal y entender la manera particular en que

intenta reconciliar dos lenguajes: el que ha manejado toda su vida como indígena

6 Nombre con el que se conoce a las mirlas en la región.

Page 35: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

34

campesino y el que hace un par de años ha aprendido en el Parque. Ejemplo claro de

esto son afirmaciones de Héctor como que aunque prefiere que sea la comunidad quien

maneje un sector que le pertenece y no una institución ineficaz como Parques, le genera

temor el pensar en el tipo de manejo ambiental que podría darle a la zona el cabildo,

pues no tiene conocimientos en materia de conservación; o cuando en cierta ocasión

afirmaba que lo del calentamiento global era más cierto que nunca, bastaba con ver

como los lecheros7 crecían cada día más arriba en el páramo para notarlo.

Como podemos ver, Héctor ha interiorizado desde su experiencia personal el discurso

experto de la conservación y lo reproduce en todos los ámbitos de su vida y en la forma

en que ve el mundo, al tiempo que intenta conciliarlo con su experiencia como indígena

campesino, esto le genera un conflicto que se marca aún más en las ocasiones en que

exacerba y exotiza su „indigenidad‟ frente a agentes externos como los turistas del

Parque. Similar situación ocurre con el segundo guardaparques indígena, Alejandro

Caldón, este hombre ingresó en el Parque hace poco más de un año como resultado de

un acuerdo entre el Parque y el cabildo. Es importante mencionar que Alejandro se

caracteriza por manifestar un fuerte compromiso filial con la movilización indígena, de

hecho él y su hermano menor, han hecho parte del cabildo en varias ocasiones, por lo

que su familia es un referente importante en la vida política del resguardo. De este

modo, al hacer parte de Parques, Alejandro ocupa una posición incómoda en el conflicto

histórico del cabildo y Parques, más aún si tenemos en cuenta que fue durante su última

temporada de cabildante, que se permitió la entrada de personajes externos a la región

para que llevaran a cabo cultivos tecnificados con agroquímicos en las zonas altas del

resguardo, situación que desencadenó el conflicto más reciente con la oficina de

Parques.

Como vemos la contradicción del guardaparque-indígena,

“(…) no es la forma binaria de la diferencia, entre lo que es

absolutamente lo mismo y lo que es absolutamente lo ‘Otro’. Es un

‘tejido’ de similitudes y diferencias que se niegan a separarse en

oposiciones binarias fijas (…) El significado aquí no tiene un origen o un

destino final, no puede ser fijado de manera definitiva, está siempre en

7 Los lecheros son una especie de árbol pequeño utilizado como cerca viva en las partes más bajas del territorio.

Page 36: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

35

proceso, siempre buscando su ‘posición’ en el espectro. Su valor político

no puede determinarse de manera esencial, sino tan sólo relacional.”

(Hall, 2000, pág. 590)

En términos de Rappaport, tanto Alejandro como Héctor, entran y salen constantemente

del resguardo, no en el sentido físico sino en el ideológico, cruzan constantemente la

frontera entre su cotidianidad como indígenas campesinos y las lógicas de conservación

que aprenden como guardaparques, llevando y trayendo constantemente ideas,

apropiando conocimiento y reconfigurándolo para responder a cada contexto

(Rappaport, 2008). El conocimiento adquirido es entonces usado de manera contextual,

ambos guardaparques adquieren la habilidad de manejar diferentes lenguajes para cada

ocasión, frente a los turistas, frente a sus jefes en la institución, en el CRIC, con sus

familias o con los cultivadores, aparecen el indígena mítico, el guardaparques

conservacionista, el militante político, el padre de familia o el agricultor capitalista;

todos son diferentes rostros de un mismo personaje, son las huellas que en ellos dejan su

trasegar por distintas esferas sin siquiera tener que salir del territorio, huellas que irán a

plasmarse en los lugares y personas con quienes mantengan contacto.

Retos de identidad: movilización y política indígena en el Cauca

Situación similar a la de los guardaparques-indígenas ocurre con otro tipo de personajes,

que más concordes con la definición de Rappaport, dedican su tiempo, sus esfuerzos y

producción intelectual a la militancia política en pos de la reivindicación de las

comunidades indígenas. A continuación intentaré presentar algunos de los referentes

desde los que se construyen estos personajes, profundizando en la historia de la

movilización indígena en el Cauca y desde allí intentando ilustrar las dinámicas y los

retos a los que se enfrentan en la actualidad.

Recuerdo que al entrar en contacto con algunos personajes pertenecientes a familias con

una trayectoria militante amplia, lo primero que se me recomendaba, una vez se sabía

que era estudiante de antropología, era la lectura de las obras del antropólogo Franz

Faust, las cuales en más de una ocasión se me exhibieron con orgullo. Este antropólogo

alemán llegó a la región colombiana hacía mediados de la década de los 70‟s y recorrió

sitios como La Sierra Nevada del Cocuy en Boyacá y la zona centro del Cauca, escribió

Page 37: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

36

obras como Etnobótanica de Puracé (1989), La Cosmovisión de los Coconucos y

Yanaconas en su Arquitectura (2004) y Etnogeografía y Etnoecología de Coconuco y

Sotará (1989), entre muchos otros.

En todas sus obras, Faust desarrolla lo que llama el sistema de pensamiento de las

comunidades amerindias, el cual está basado en cierto tipo de axiomas que apuntan a la

existencia de un espíritu para todo ser u objeto del universo y una compleja red

dialéctica en donde este espíritu, expresado en términos de frio o calor, puede ser objeto

de transacciones entre diversos seres humanos y no humanos (Faust, 1989). Si bien

Faust afirma que el suroccidente colombiano hace parte de un sistema de pensamiento

amerindio que comprende desde México hasta Chile, en ningún momento traza vínculos

entre las comunidades y el panorama nacional contemporáneo, de hecho separa

tajantemente las comunidades con una ‘madre indígena’ de aquellas que no tienen

identidad cultural regional: “Entre los pueblos y el campesino que vive fuera hay como

una barrera invisible territorialmente: Tal vez podemos excluir en Colombia a la zona

paisa, porque los paisas en gran parte son descendientes de europeos y por eso tienen

otra carga cultural” (Faust, La identidad en el Pensamiento. Ponencia, s.f)

De este modo la obra de Faust representa claramente el ejercicio antropológico clásico

que dominó la disciplina hasta los tres primeros cuartos del siglo pasado, en el que se

asumía que las comunidades indígenas son organismos armónicos y aislados, que

pueden explicarse en sí mismos, por lo que su alteridad es exotizada y puesta

radicalmente por fuera de occidente.

La obra de este etnólogo es relevante no solo por constituir una de los principales textos

que sobre los kokonukos existen en la literatura antropológica, sino también porque es

sugerente observar el importante referente que constituye este autor para varios

comuneros del resguardo. A pesar de su importancia, son más bien pocos los rasgos que

personalmente pude observar en la vida cotidiana de las personas del resguardo, que

hicieran referencia a las descripciones que realizó este etnólogo. Lo curioso es que sea

una referente tan relevante sobre todo para el sector de la población que más

fuertemente se ha involucrado con la movilización indígena y la vida política de la

región; por lo que para brindar claridad sobre este asunto quisiera entonces pasar a

describir la manera en que se desenvuelve el panorama político en el resguardo y la

forma en que los individuos se van sumergiendo en él.

Page 38: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

37

De este modo, iniciaré hablando del cabildo, pues este tiene una importancia simbólica

especial, ya que a pesar de que inicialmente se trató de una imposición de la corona

española para organizar y controlar los pueblos de indios; para la segunda mitad del

siglo XX el cabildo se transformó en uno de los cimientos de la resistencia indígena en

el Cauca, al ser la principal estrategia de autogobierno que garantiza el cumplimiento de

la plataforma de lucha y la constante reivindicación, desde la etnicidad, de los derechos

de la comunidad (Rappaport, 2008; Rodriguez, 2005; Vasco, 2008).

Para el caso de Puracé el cabildo continúa vigente como la principal figura de autoridad

dentro del resguardo, éste es elegido anualmente por la comunidad en asambleas

generales en las que por medio de votación se eligen los nuevos miembros que lo

conformarán. Varios de los elegidos son jóvenes entre los 17 y 25 años, quienes ocupan

cargos como guardia indígena, tesorero o capitán, aunque como ellos mismos indican el

cargo no es de mayor relevancia, debido a que, a excepción del gobernador, el resto de

cabildantes no tienen tareas determinadas sino que asumen trabajos variados,

respondiendo a la situación y a las necesidades de la comunidad. Es importante

mencionar también que no se trata de una labor remunerada y que la coordinación de las

labores del cabildo se da básicamente respondiendo a la voluntad y presteza de quienes

lo conforman.

Dentro de las principales labores que deben llevar a cabo los cabildantes, está la de

acudir a diversas reuniones, encuentros o congresos tanto con los comuneros como con

otros agentes como la alcaldía, la gobernación, diferentes ONG´s, otros cabildos y

representantes del CRIC e instituciones internacionales, entre otros. En la medida en

que los jóvenes acuden a esos eventos aprenden la manera en que se manejan las

relaciones públicas en la región, adquieren un criterio político y se dan a conocer dentro

de un círculo social más amplio, por lo que el cabildo constituye la principal escuela de

formación política de la región y un agente generador de identidad y cohesión para la

comunidad indígena

Una vez dado este primer paso, lo que suele ocurrir es que en la medida en que se

desarrolla la carrera militante o política de un individuo, este va teniendo cada vez

mayor contacto con políticos, extranjeros y personas ajenas al resguardo, usualmente

cambia su residencia a Popayán y en su mayoría se involucra en proyectos financiados

por la cooperación internacional. De este modo, podría decirse que en la configuración

Page 39: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

38

de su identidad dejan de primar los lazos locales que los unen al resguardo y entran en

juego otros factores presentes en dinámicas translocales o transnacionales. Casi que

como una condición necesaria, estos nuevos personajes y su militancia política deben

tomar ventaja de “(…) las posibilidades de la interacción transnacional creada por el

sistema mundial en transición, incluyendo los resultados de la revolución en las

tecnologías de información y comunicaciones y de la reducción de los costos de los

viajes” (Santos, 2006, pág. 397)

“(…) la posibilidad de liderazgo político ocurre cuando la gente

abandona sus comunidades para educarse en áreas urbanas o por razones

de necesidad económica o incluso de aventura. (…) Son viajeros en la

‘zona de contacto’, el espacio de interlocución entre los grupos

hegemónicos y subordinados, que mediante un discurso híbrido que

articula formas de expresión de la metrópoli con formas indígenas,

logran construir un puente sobre la frontera” (Rappaport, 2008, pág. 61).

Como podemos ver, existe una diferencia evidente entre la imagen del indígena

puraceño que nos expone Franz Faust en sus obras -que ellos mismos se esforzaban por

mostrarme-, y la vida cotidiana de estos personajes. Más que hablarme de etnobotánica

o arquitectura, recuerdo que luego de hablar con varios de los personajes puraceños más

destacados en la movilización indígena, pude notar como los estudios universitarios en

derecho o administración de empresas son uno de los referentes más comunes entre este

círculo de la población. Gran parte de ellos se encuentra cursando o desea estudiar

alguna de estas carreras, principalmente en instituciones universitarias ubicadas en

Popayán que ofrecen horarios nocturnos y festivos, y de este modo les permiten invertir

el resto de su tiempo en labores remuneradas o militantes dentro de la ciudad.

De este modo, se hace evidente la paradoja que enfrentan estos intelectuales indígenas.

Por un lado luchan por la reivindicación cultural de las comunidades rurales, y por el

otro, al relacionarse con un panorama nacional más amplio se alejan de lo que sus

luchas parecen representar. Además, las reivindicaciones del movimiento muchas veces

terminan aludiendo a este indígena hiperreal, del cual ellos mismos son conscientes está

muy alejado de su realidad concreta, bien lo afirma Joanne Rappaport en el caso de los

intelectuales Nasa, el cual guarda interesantes similitudes con el caso de Puracé:

Page 40: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

39

“(…) los activistas culturales reconforman su proceso de auto

identificación, en una manera que resalta su forma particular de otredad

sofisticada, que es lo que les permite un análisis privilegiado de la

sociedad colombiana (…) estos intelectuales sienten la necesidad de

utilizar una definición de cultura que es estratégicamente esencialista en

su trabajo político para diferenciarse a ellos mismos y a las bases que

representan con respecto de la sociedad dominante. En consecuencia,

ellos experimentan la sensación de aproximarse a la cultura nasa desde

algún lugar más allá de sus límites, lo que hace que cuestionen su

compromiso con su herencia cultural” (Rappaport, 2008, págs. 45-46).

¿Qué indica esta aparente contradicción? ¿Por qué en la medida en que estos personajes

se apropian de la defensa de su identidad indígena frente al resto de la nación, parece

que se alejan de ese indígena que defienden? ¿El hecho de que manejen un lenguaje

sofisticado y no tengan una vida campesina los hace menos indígenas?

Para responder a estas preguntas es necesario entonces historizar la manera en que este

lenguaje experto y esta preferencia por el derecho y la administración se convirtieron en

un referente importante en la vida de estos individuos. Empecemos entonces por volver

la mirada al proceso de recuperación de tierras y ampliación de resguardos que se llevó

a cabo en toda la región hacía la década de 1970. Recordemos la importancia de la

herencia hacendista de la región, ya que fueron varias y extensas las haciendas que

antiguamente funcionaban en diferentes partes del resguardo, muchas de estas

empezaron por pertenecer a empresas evangelizadoras como las de los jesuitas y

pasaron por manos de personajes tan reconocidos como Tomás Cipriano de Mosquera

(Helgera, 1970; Otero, 1952).

Los indígenas como principal mano de obra de las haciendas, trabajaban allí bajo

relaciones semi-feudales como el terrazgo, que consistía en el pago que en amplias

faenas de trabajo debía hacer la familia indígena al terrateniente por ocupar pequeñas

extensiones de terreno con su vivienda y su huerta casera (Helgera, 1970; Otero, 1952).

Además de tener que pagar por permanecer en territorios que habían pertenecido a sus

progenitores tiempo atrás, las familias muchas veces eran duramente explotadas por

usufructuar de pequeños terrenos, que una vez mejoraban eran retomados por el

hacendado que desterraba a la familia a terrenos cada vez más inhóspitos, en donde se

Page 41: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

40

veían obligados a desmontar los nacimientos de los ríos y talar los bosques (CRIC,

1980). El terraje se convirtió entonces en una bandera de lucha que dio inicio a un

proceso de amplia movilización en todo el Cauca, que desde la década de los 70‟s

agitaría el ambiente que reinaba en todo el país (Rodriguez, 2005; Vasco, 2008).

Para inicios de la década de los 70‟s el frente nacional -coalición bipartidista para la

repartición del poder- enfrentaba una crisis que había generado varias manifestaciones

disidentes en todo el país, se fortalecieron así las tendencias y movimientos contra-

hegemónicos o subversivos. En respuesta a estos eventos que afectaban al país desde

hace más de una década, el Estado ya había implementado una política intervencionista

y de modernización, dentro de la cual creó el INCORA (Instituto Colombiano de

Reforma Agraria) en 1961, cuya misión era la de redistribuir y mejorar la tenencia de

tierras en el país, sin embargo, la esperada reforma agraria nunca se dio. Frente a la

tensa situación, el gobierno en cabeza de Carlos Lleras Restrepo decide crear en 1970 la

ANUC –Asociación Nacional de Usuarios Campesinos- con el fin de vincular a los

campesinos, como actores sociales a la Reforma Agraria (Rodriguez, 2005). Pero con la

llegada al poder de Misael Pastrana en 1970, las demandas de los campesinos fueron

olvidadas del todo frente a los intereses de los grandes empresarios y terratenientes. Se

generó entonces el fortalecimiento y radicalización de la ANUC, que esta vez al margen

del Estado intensificó la serie de apropiaciones e invasiones de los latifundios

(Rodriguez, 2005; Triana, 2005).

Fue así como la histórica resistencia a la explotación, las reivindicaciones campesinas y

las recuperaciones de tierras, dieron lugar a la creación del CRIC –Consejo Regional

Indígena del Cauca- el 24 de febrero de 1971. Aunque sus primeras preocupaciones

estuvieron en torno a la cuestión agraria y campesina, con el tiempo estas se fueron

tornando hacía la reivindicación de su indigenidad, el fortalecimiento de las autoridades

propias con el cabildo como base de la organización indígena (CRIC, 1975), la

eliminación del terraje y la divulgación de la Ley 89 de 1890, que pese a considerar a

los indígenas como menores de edad, constituía un mecanismo de protección que

reconocía su diferencia y autoridad al interior de las comunidades (Rodriguez, 2005).

Este giro discursivo en su plataforma de lucha, se debió a varios factores: En primer

lugar, la constante represión por parte del Estado a la movilización campesina generó la

fragmentación de ésta, el surgimiento de diferencias entre campesinos e indígenas, y la

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41

búsqueda de nuevas estrategias para evadir las acciones del Estado por parte de estos

últimos (Ripoll, 2009). Por otro lado, hay que mencionar el importante papel que en este

cambio de discurso jugaron varios intelectuales, en su mayoría antropólogos y

sociólogos jóvenes provenientes de universidades como la del Cauca, Nacional, de

Antioquia y del Valle; los cuales se articularon como colaboradores de la lucha

indígena. Autodenominándose los solidarios, estos personajes apoyaban la organización

de eventos indígenas en las ciudades y las regiones, brindaban asesoría jurídica y

participaban en los debates y en la planeación de los pasos a seguir por la plataforma de

lucha. A pesar de que varios de ellos poseían vínculos con el maoísmo, se esforzaron

por conceptualizar la lucha indígena como diferente o más allá de las luchas de clases

tan en boga por aquella época, resaltando el reclamo por los derechos y el

fortalecimiento de la identidad indígena como principales banderas de lucha (Cunin,

Castillejo, & Ospina, 2006).

Como correlato de todo este proceso de difusión, se cuenta que al resguardo de Puracé

empezaron a llegar personajes como Benjamín Díndicue, Julio Tunubalá, Trino

Morales, Juan Gregorio Palechor y Alvaro Tombé, quienes organizaban reuniones en

las que se difundía el discurso de lucha del CRIC, sus siete mandatos y se le indicaba a

la comunidad que las necesidades que enfrentaba eran resultado de la escases de tierras

por lo que se planteaba la urgencia de recuperarlas y se trazaban las estrategias para

hacerlo. Recordemos que para aquel entonces de las 9699 hectáreas que comprendían el

resguardo, 3413 hacían parte del Parque Nacional, 600 estaban en concesión a la

empresa minera y 2000 hacían parte de las zonas altas de Páramo y bosque, por lo que

quedaban apenas 3656 hectáreas aprovechables para la comunidad, que estaba

compuesta por 2282 habitantes (CRIC, 1980).

De este modo, las recuperaciones que son recordadas como las primeras dentro de la

comunidad son las de los predios de San Juan, San Pedro y Chapío pertenecientes a

Julio Fernandez, Bolivar Cerón y Rosa Rojas respectivamente. En las noches de luna

llena los comuneros entraban a escondidas a los terrenos del hacendado, allí picaban

rápidamente la tierra con el fin de empezar cultivos y correr las cercas, para poco a poco

ir apropiándose del terreno. Ante la inminente represión de los hacendados y la Fuerza

Pública, se ubicaba a varios espías en las zonas altas del terreno, quienes con cuerno en

mano anunciaban la llegada de la policía, de modo que varios alcanzasen a huir y el

resto de la comunidad saliese a defender a los que habían sido arrestados. Varios

Page 43: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

42

comuneros pagaron penas de entre 20 días y 9 meses por estos hechos, aunque en

ocasiones contaban con el apoyo de abogados representantes del CRIC; además de este

tipo de represión, la policía usaba caballos para romper las semillas y los cercos, e

intimidaba a la comunidad con amenazas y disparos (Rodriguez, 2005).

Podemos ver cómo en este proceso poco a poco se fue filtrando la preocupación por la

protección de la naturaleza. Aunque en las primeras recuperaciones no se hacía alusión

a este asunto, con el paso del tiempo fueron surgiendo preocupaciones de este tipo,

siempre en función de la escasez de tierras y entendiendo la naturaleza como aquello

que habitaba más allá de las fronteras agrícolas del territorio, testimonio de ello

podemos ver el siguiente fragmento que durante los 80‟s publicó el periódico Unidad

Indígena:

“Mucha de nuestra gente mira con tristeza cómo los jóvenes de ahora

debido a la escasez de tierras se ven obligados a derribar montes y secar

nacimientos de aguas. Somos de la opinión de que no debemos hacerle

daño a nuestra naturaleza, sino que al contrario debemos conservarla

para los hijos y los hijos de nuestros hijos. Es por eso que nos reunimos y

tomamos la decisión de trabajar en nuestras tierras que se encuentran en

manos de colonos y que no las tenga un solo dueño como hacen los

terratenientes que se apoderan de miles de hectáreas y eso para pocas

familias y echar lujo (…)” (CRIC, 1980, pág. 6).

Pese a la represión los comuneros continuaron en su labor de recuperación, que para el

año de 1989 completó casi 10 terrenos recuperados en todo el resguardo. Sobre las

zonas recuperadas se constituían empresas comunitarias, es decir, formas asociativas

para organizar el trabajo y la tenencia de los terrenos. En ellas un puñado de familias,

preferiblemente aquellas que presentaban las más duras condiciones económicas,

montaban tiendas comunitarias y manejaban la tierra bajo la asesoría técnica de

trabajadores del CRIC, aunque con el tiempo y bajo cierto recelo, el Incora y el Sena

también empezaron a prestar asesorías (CRIC, s.f). Finalmente varias de estas zonas

fueron concertadas y legalizadas por el INCORA para entrar a ser parte del resguardo,

pero muchas otras aún hoy en día continúan sin legalización.

Page 44: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

43

‘Lo Indígena’ como posición política y el multiculturalismo de Estado

Podría afirmarse entonces que el discurso del multiculturalismo dentro del Cauca surgió

en un matiz claramente contestatario, el levantamiento de grupos poblacionales enteros

que luchaban por reconocimiento de una autonomía frente al gobierno, se convertiría en

una amenaza directa a la aparente unidad y soberanía del Estado Colombiano. La

década de los 70‟s es identificada por muchos como ‘el despertar de lo indígena’,

momento en el que estas comunidades logran posicionarse como actores políticos en el

reclamo por la reivindicación de sus derechos y la solución a sus problemas sociales. Es

un momento histórico particular en el que confluyen diversos factores, como el

surgimiento de varias organizaciones indígenas en toda América Latina, el auge de los

debates indigenistas y de los tratados internacionales que abogan por los derechos de

estas comunidades, el surgimiento del discurso ambientalista y la crisis del modelo

desarrollista (Ulloa, 2004).

No es casualidad que el mismo año en que se funda el Consejo Regional Indígena del

Cauca, se haya firmado también la Primera Declaración de Barbados: por la liberación

del Indígena, documento desarrollado a lo largo el Simposio sobre la Fricción

Interétnica en América del Sur. En este evento se reunieron un puñado de antropólogos

de diferentes partes del continente con el fin de cuestionar abiertamente el papel del

Estado, las misiones religiosas y la antropología, en la reproducción de la relación de

dependencia del hemisferio Norte del planeta, las políticas paternalistas sobre los

pueblos indígenas en todo el continente y la condición colonial de dominio vigente

hasta entonces; abogando finalmente por el papel político de las ciencias sociales y ante

todo por la autodeterminación de los pueblos indígenas para concebir y darle forma a su

destino (Antropólogos participantes del Simposio sobre la Fricción Interétnica en

América del Sur, 1971; Friedemann, 1987).

En respuesta a este amenazante posicionamiento de las comunidades indígenas, a otros

varios procesos de movilización en todo el país, a la presión sobre las zonas agrícolas, el

acelerado crecimiento demográfico en las urbes y, en general, a la crisis del orden social

que ostentaba el Estado para los 80‟s, es que para finales de década se empieza el

proceso de formulación de una nueva constitución, la cual se vuelve ‘la punta del

Page 45: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

44

iceberg’ de todo un proceso de movilización en busca de nuevas alternativas ante la

crisis de la modernidad y los planes desarrollistas del siglo pasado (Restrepo,

Biopolítica y alteridad: Dilemas de la etnización de las colombias negras, 2004; Ulloa,

2004)

Esta nueva constitución marcó un cambio radical en la manera en que el Estado empezó

a relacionarse con las comunidades indígenas, así como en la forma en que estas

empezaron a identificarse y re-presentarse a sí mismas (Ripoll, 2009) pues desde

entonces“(…) se da el piso jurídico sistemático para el multiculturalismo como política

de Estado” (Restrepo: 2004 p. 271). A diferencia de la constitución de 1886 que definía

a la nación como mestiza y homogénea, la nueva carta constitucional define a la nación

como pluriétnica y multicultural, de hecho, fue novedad que dentro de la asamblea

constituyente se incluyeran a dos representantes indígenas, Lorenzo Muelas y Francisco

Rojas Birry (Ripoll, 2009).

En este orden de ideas, para las comunidades indígenas la constitución se desarrolla

alrededor de cuatro ejes: El derecho a la diferencia étnica de los individuos en cuanto

parte de una comunidad; el derecho al territorio en el que se garantiza la incorporación

de criterios divergentes al de su usufructo económico; el derecho al ejercicio de la

diferencia por medio de un gobierno propio y una autonomía en el diseño de sus planes

de desarrollo; y la garantía del ejercicio de su diferencia por medio de la inclusión de

representación étnica en las entidades legislativas, así como el reconocimiento de los

resguardos como entidades territoriales (Correa, 1993; Ripoll, 2009).

De este modo, vemos cómo lo indígena se convierte en un lugar simbólico y estratégico,

eje desde el que se repensaría y transformaría la forma de hacer política y desde el que

se ejerce una fuerte presión a los Estados nacionales (Ulloa, 2004). Para el caso del

Cauca, esta vitalización del discurso multiculturalista se dio dentro del proceso de

recuperación de tierras, es alrededor de éste que se construye la representación política

de los habitantes de la región, configurando las dinámicas e identidad de las

comunidades, que pasan de entenderse como campesinas a sentirse como indígenas.

Es solamente bajo la óptica de este proceso que se puede profundizar en la comprensión

de cómo se construye y operativiza la identidad indígena en la región. De hecho, es a la

luz de este bagaje histórico que quisiera retomar un suceso particular y vigente ocurrido

durante el Encuentro Trinacional de Comunidades Indígenas y Zonas de Conservación,

Page 46: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

45

me refiero al debate que se desarrolló entre los representantes de la OIA -Organización

Indígena de Antioquia- y los representantes del CRIC, particularmente de aquellos

pertenecientes a la ACIN -Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca-.

Recordemos que uno de los principales propósitos de este evento fue el de ahondar en la

discusión sobre la formulación de propuestas para una figura de autoridad reconocida

internacionalmente, que a nivel de América Latina y desde las comunidades indígenas,

garantizase el ordenamiento y la protección de los recursos naturales presentes en sus

territorios. En el marco de este debate los representantes de la OIA presentaron la

propuesta Sitios Sagrados Naturales. Patrimonio Emberá para el Mundo en la que se

esperaba generar una figura de protección para aquellos sitios considerados sagrados

por los Jaibanás o médicos tradicionales de la etnia Emberá, sitios que justamente

coinciden con los territorios claves para la explotación minera por parte de empresas

estadounidenses como la Muriel Minning Corporation o Anglo Gold Ashanti. A partir

de la difusión internacional de la importancia de estos sitios como sagrados para la

cosmovisión de los indígenas emberá se busca obtener reconocimiento internacional y

de allí garantizar la protección de los territorios frente a estas multinacionales, así como

obtener un reconocimiento legal por parte del Estado colombiano que los identifique

como una figura de autoridad ambiental activa dentro del SINA –Sistema Nacional

Ambiental-.

Frente a este último ítem los representantes indígenas del Cauca, particularmente

aquellos pertenecientes a la ACIN, hicieron evidente su incomodidad y desacuerdo ante

la sola idea de hacer parte del Sistema Nacional Ambiental. Si bien es cierto que se

encontraban directamente interesados e involucrados en la formulación de una figura de

autoridad ambiental indígena con reconocimiento y legalidad a nivel internacional,

consideraban que al acceder al SINA se generaba un proceso de institucionalización

dentro de los canales del Estado, que terminaría socavando la autonomía y autoridad de

las comunidades indígenas, quienes están presentes en el territorio desde mucho antes

de la existencia del Estado.

De este modo, se hace evidente una vez más la paradoja en la posición de la ACIN, pues

si bien es cierto que el Estado ha sido de antaño deslegitimado para las comunidades

indígenas, por lo que hacer parte de su burocracia no es una opción; se sigue buscando

una especie de reconocimiento jurídico sea nacional o internacional para ejercer

Page 47: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

46

autoridad a nivel ambiental, es decir desde los mismos canales contra los que se supone

quieren emanciparse.

De hecho, el manejo de la jurisprudencia es de vital importancia en la región y para el

caso de este evento es sintomático ver como los principales implicados manejan con

destreza la terminología jurídica y conocen en detalle los diversos decretos y leyes

referentes a la minería, las zonas de conservación y las comunidades indígenas. Durante

sus ponencias se hicieron constantemente alusiones a la Ley 89 de 1980, la Constitución

Política del 91, el Convenio 169 de la OIT, la Ley 99 de 1993, el Auto 004 de 2009,

entre muchas otras.

En este sentido, abogados de la Casa de Pensamiento brindaron charlas en las que se

apuntó a la inconstitucionalidad de la figura de Parques, debido a que el Estado nunca

ha sido propietario de las áreas indígenas, por lo que no debería haber ninguna figura

legal sobre estos territorios, pues este hecho atenta sobre su integridad territorial.

Sumado a esto, abogados españoles pertenecientes a la ONG Almaciga dieron charlas

en las que se explicó la estructura y funcionamiento de la ONU, así como se sugirió la

utilización del derecho internacional como una estrategia novedosa para la recuperación

del territorio, frente a la insuficiencia de la legislación colombiana.

Para algunos autores, fenómenos como éste nos hablan de un ‘fetichismo legal’, es decir,

una devoción a las leyes en la que la ley no solo legitima a comunidades de diferente

índole como tales, sino que les permite solventar conflictos, negando el orden social y la

arquitectura de poderes que configuran las situaciones de desigualdad (Ripoll, 2009)

“‘La Ley’ (…), se ha convertido en el medio en el que se representa la política, se tratan

los conflictos (…), se garantiza el funcionamiento del mercado ‘libre’ y aparentemente

se erige el orden social” (Comaroff, 2009, pág. 34). Es como si, parafraseando a

Fannon, las herramientas que se tuvieran a mano fueran las del amo.

En este sentido Julieta Ripoll aborda el fetichismo legal retomando a Sigmund Freud,

para quien el fetichismo genera una particular relación con la realidad en la que se

adquiere consciencia de ésta, más no surge la necesidad de cambiarla, el fetichista sabe

de lo irreal de su objeto de deseo y a pesar de ello continúa obteniendo gozo de él

(Ripoll, 2009, pág. 388). Del mismo modo sucede con el derecho y la legalidad, a pesar

del evidente apego a la legalidad que profesan varios activistas culturales existe “(...)

una profunda ambivalencia frente al derecho, es decir, la simultaneidad de dos

Page 48: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

47

proposiciones contradictorias: al mismo tiempo se cree y no se cree en el derecho”

(Ripoll, 2009, pág. 333).

Por un lado la obtención del reconocimiento legal de los pueblos indígenas representa

un momento sobresaliente del proceso de la movilización indígena en Colombia, desde

entonces la legalidad se convierte en el garante de legitimidad del reclamo por los

derechos a una vida más digna:

“El derecho, (…) no ha sido tan solo útil para lograr los intereses de los

pueblos indígenas: también les ha dado forma. La historia del

movimiento muestra cómo la represión estatal de la organización social

en el campo llevó a los indígenas a enfatizar el discurso de la identidad

cultural, discurso que es reconocido por el derecho y que los diferencia

de otras organizaciones de base campesinas” (Ripoll, 2009, pág. 310)

Por el otro, estos trabajadores culturales también son conscientes de que los efectos de

poder de este aparato legal se posibilitan gracias a la reproducción de un imaginario de

indígena sabio, pacífico y místico, estereotipo tomado en préstamo del discurso

académico, que recae sobre ellos como yugo bajo el que se deben movilizar, si es que

desean adquirir legitimidad frente al resto de la nación (Rappaport, 2008; Ripoll, 2009).

Las condiciones que el Estado ha planteado para el reconocimiento de estas gentes, a

pesar de que aparentemente brindan la posibilidad de autodefinición para las

comunidades, los obligan a ceñirse a una serie de paradigmas acerca de lo que puede

ser indígena y lo que no (Rappaport, 2008, pág. 58).

Esta ambivalencia indica que cada uno de estos trabajadores culturales es consciente de

los alcances y limitaciones del discurso que maneja, por lo que el lenguaje jurídico y las

representaciones esencialistas de lo indígena no son usados de la misma manera en

todos los contextos, de hecho el conocimiento y manejo de la legislación colombiana es

exacerbado frente a cierto tipo de actores. Similar a lo que ocurre con los

guardaparques-indígenas, a pesar de que la alusión a la normatividad colombiana era

una constante en su forma de relacionarse de varios de los personajes políticos más

celebres y controversiales del resguardo, esta característica aumentaba su intensidad en

la búsqueda de legitimidad frente a actores externos, particularmente frente a personas

que representaban agencias internacionales de cooperación como Almaciga y frente

actores estatales como funcionarios de Parques.

Page 49: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

48

El uso contextual de este lenguaje nos da pistas para comprender que este afán por

legitimar cada argumento tras un decreto, la necesidad de dejar todo debidamente

documentado y firmado, no constituyen más que expresiones de la manera en que

históricamente las comunidades indígenas han podido relacionarse frente al Estado y

hacerse valer; el piso jurídico ofrece una especie de garantía y de seguridad para acceder

e interpelar a los actores externos más diversos:

“(…) con una heterodoxia creciente, los instrumentos legales parecen

ofrecer un medio de conmensuración: un repertorio de términos y

prácticas estandarizados que, al igual que el dinero en las transacciones

económicas, permiten la negociación de valores, creencias, ideales e

intereses a través de unas líneas divisorias por lo demás intransitivas. De

ahí la huida planetaria hacia un constitucionalismo que abarca

explícitamente la heterogeneidad (…) De allí también el esfuerzo por

hacer del discurso de los derechos humanos un discurso cada vez más

global y serio. Y de ahí la sustitución de tanta política por la

jurisprudencia” (Comaroff, 2009, pág. 49).

Ahora bien, pese a lo acertadas que para este caso resultan las palabras de los Comaroff,

no podría afirmarse que finalmente de lo que se trata es de una sustitución de la política

por la jurisprudencia. Como vimos a lo largo de este capítulo, el proceso por medio del

que se ha construido y anclado el discurso multiculturalista en la región es múltiple y

complejo, por lo que el multiculturalismo de Estado es tan solo una cara del asunto. El

terraje, las recuperaciones de tierras, las movilizaciones campesinas, la importancia de

la academia, la jurisprudencia nacional e internacional, la preocupación mundial por la

conservación, etc, son distintos espacios que al ser puestos en escena contribuyen a

producir más de una faceta de lo que hasta entonces comprendíamos como una única

forma de abordar la diferencia.

Desde el Estado -que genera políticas particulares para regular la diferencia- hasta la

operativización de esta normatividad estatal en las localidades, existe toda una gama de

diversas concepciones y materializaciones de lo que implica el reconocimiento de la

etnicidad en el País (Hall, 2000). Cada una de estas facetas es construida por la acción

de actores de la más diversa índole, y en este constante proceso, el papel de los

individuos es imprescindible para el funcionamiento del sistema. Ellos no solo son

Page 50: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

49

producidos y transformados profundamente en el acto, sino que a su vez son los que le

dan forma y contenido a este aparente campo de contradicciones entre lo que es

marcadamente anti-estatal y lo que se limita a reproducir el sistema.

Lo anterior nos recuerda lo que Boaventura de Sousa Santos define como la resistencia

organizada frente a las formas hegemónicas de globalización: El Cosmopolitanismo

Insurgente, que a través de redes transnacionales genera coaliciones en contra de la

exclusión, subordinación y destrucción de la que son víctimas los sectores menos

privilegiados de diferentes partes del mundo (Santos, 2006).

En este sentido, la consciencia de los individuos de las reglas del juego, así como su

agencia para performalas, es vital para articular disímiles agentes y abrir nuevos campos

de discursividad, desembocando en configuraciones que puede incluso llegar a

interpelar al Estado desde posiciones que aluden a fuerzas supraestatales -como lo

vimos con interés que tiene el reguardo en el derecho internacional al ser una alternativa

de acción frente al gobierno nacional-. Presenciamos entonces cómo desde los

individuos, desde lo local, surge lo que en términos de Restrepo sería una “(…)

emergente modalidad de „gubernamentalidad transnacional‟ (la cual) no significa

simplemente un borramiento o desplazamiento de formas de poder ancladas en el

Estado nación, sino que las rearticula y ordena de nuevas maneras” (Restrepo, 2008,

pág. 41).

La exaltación de los lugares sagrados para los Jaibanás emberás como mecanismo de

inserción en la burocracia nacional, para que de este modo se garantice una protección

por parte del Estado, ligada a un reconocimiento a nivel internacional frente a la

amenaza de grandes multinacionales, es tan solo una de las maneras de articulación de

las herramientas disponibles por parte de la OIA para alcanzar sus objetivos. Aunque

diferente a la apuesta de la ACIN que aboga por la autonomía frente al Estado y la

adhesión de su autoridad a agentes supra-estatales; ambos son correlatos de un mismo

fenómeno, el de la constante articulación y reproducción de significantes del

multiculturalismo y el de la potencialización, por medio de los más disímiles e

insospechados mecanismos, de fuerzas locales con cada vez mayor incidencia en el

panorama internacional.

Page 51: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

50

Capítulo 4. Etnografiando los márgenes: Puracé en cotidiano

Hasta el momento hemos ilustrado la manera en que los discursos y lógicas referentes a

la protección del medio ambiente y el multiculturalismo han entrado en contacto con

varias personas del resguardo y han contribuido a performar notablemente las dinámicas

de éste. Sin embargo por ahora no hemos abordado claramente la manera en que estos

discursos se han configurado como parte de la vida cotidiana de las personas. Más allá

de conformar la identidad de aquellos que se encuentran más cercanos a la militancia

política, los hilos conductores de estás lógicas nos conducen hasta los márgenes

aparente más alejados de las dinámicas globales, allí podemos ver cómo dialogan con

otras lógicas presentes, configurando la vida cotidiana de las personas, el paisaje que

construyen y la manera en que asimilan y entienden la atmosfera que los rodea.

De hecho, es allí, en los márgenes, en donde se pueden comprender de manera más clara

estos discursos y políticas globales. La manera en que estos son operativizados por los

individuos en sus vidas cotidianas no es solo el efecto secundario o problemático de un

discurso global, sino que en realidad viene siendo la sustancia que define su naturaleza.

Bien lo afirman Veena Das y Deborah Poole en su intento por analizar el Estado a

través de la etnografía de aquellos lugares que aparentemente se encuentran aislados de

éste, constituyendo lo que ha solido pensarse como lugares anómalos completamente al

margen de las políticas de Estado: “Una antropología de los márgenes ofrece una

perspectiva única para comprender al estado, no porque capture prácticas exóticas, sino

porque sugiere que dichos márgenes son supuestos necesarios del estado, de la misma

forma que la excepción es a la regla” (Das & Poole, 2008, pág. 21).

De este modo, al acercarnos a las prácticas cotidianas, rutinas y espacios habituales de

las personas del resguardo, podremos ver en escena las lógicas que intentamos

comprender, re-contextualizando ‘los conjuntos de usos-significados’ que circulan allí,

“(…) en relación con las formas de poder que inevitablemente los afectan, en su

articulación con otros regímenes de naturaleza y, de manera más general, con respecto a

las fuerzas globales en que se encuentran inmersos” (Escobar, 1999, pág. 299). Solo de

este modo podemos alejarnos de las versiones esencialistas del resguardo indígena de

Puracé que son consumidas y reproducidas en círculos sociales restringidos, para

concentrarnos y complejizar la manera en que se apropian y reproducen los códigos

Page 52: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

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dominantes sobre lo que es el cuidado del medio ambiente (Figeroa, 2000),

comprendiendo finalmente que “ (…) Los modelos locales no existen aislados, sino en

contacto con modelos modernos de naturaleza y economía que también los influencian”

(Escobar, 1999, pág. 299).

Empecemos entonces por problematizar la aparente unidad del resguardo, fijándonos en

las configuraciones de algunas de las doce veredas que éste comprende. Por ejemplo, las

dinámicas en la vereda de Cuaré, la más alejada del resguardo, difieren bastante de las

que se dan en veredas como Tabío, Campamento o Chapío cuyo acceso es facilitado al

encontrarse atravesadas por la carretera que conecta al Cauca con el Huila. A diferencia

de gran parte de las veredas del resguardo, ante la dificultad de vender los productos

cosechados a los transportadores que se ubican en las carreteras principales del sector,

los cultivos en Cuaré son de pequeña escala y de variados productos, en su mayoría

destinados al sustento del hogar o a la venta a sus vecinos. Se trata de pequeñas huertas

de alrededor de 500 metros en donde se cultivan papas, cebolla larga y en menores

cantidades cebolleta, ulluco, habas, repollo, zanahoria, arveja, maíz en las partes bajas,

ajos, cilantro y otra gran variedad de tubérculos. Varios de estos cultivos van

acompañados de gallineros o criaderos de curíes y los monocultivos o el uso de

agroquímicos son prácticamente inexistentes en el sector.

Recuerdo que la primera vez que fui a la vereda de Cuaré ya llevaba un buen tiempo

conviviendo con las personas de las otras veredas, por lo que fue bastante impactante

conocer este lugar con dinámicas aparentemente tan distintas. La inexistencia de

cultivos comerciales, la presencia de una iglesia evangélica en reemplazo de la católica,

el hecho de que gran parte de los menores se encuentren internos en la escuela del otro

pueblo ante la dificultad de viajar a diario a la escuela municipal, el evidente e histórico

interés y compromiso de la comunidad con los asuntos comunales (CRIC, 1980). Cada

uno de estos hechos me sorprendió gratamente, y por un momento alcance a pensar que

el difícil acceso a la vereda era la principal causa de esta situación, lo cual vendría a

cuestionar los planteamientos que he intentado abordar a lo largo del texto y apuntaría a

que es la falta de interacción con el ‘sector moderno’ la causante de estas condiciones

de vida sustancialmente diferentes para las personas de la vereda.

Sin embargo, con el tiempo fui descubriendo ligeros rasgos que me hablaban de un

dialogo y conexión constante con el exterior de la vereda. Si uno se encuentra situado

Page 53: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

52

en la vereda de Tabío o en el pueblo de Puracé, Cuaré constituye el lugar más lejano del

resguardo. Acceder allí implica bajar una montaña hasta el valle y retomar el acenso

hasta llegar al cerro que alberga la vereda, la cual a su vez constituye la puerta de

entrada a los pajonales y bosques de la parte más occidental del resguardo. Sin embargo,

si uno se encuentra en la capital del departamento, Popayán, el lugar geográficamente

más cercano del resguardo de Puracé, viene siendo la vereda, la cual adquiere además

vital importancia pues alberga en su territorio el nacimiento del Río Piedras que surte de

agua potable a la ciudad. Las dicotomías de centro y periferia se hacen entonces

ambiguas, varían constantemente dependiendo del contexto desde el que se observe, lo

cual indica que no se trata de dos categorías limitantes sino que tanto la vereda de

Cuaré, el pueblo y Popayán, pese a ser sustancialmente diferentes, ocupan una misma

red, lo que en términos de Rappaport vendría siendo una única superficie: “La superficie

única está constituida por la historia común y las conexiones globales que todos

comparten, así como por el espacio político creado a través del proceso organizativo”

(Rappaport, 2008, pág. 56)

De hecho la constante conexión se puede percibir en diversos hechos, en primer lugar

revisando los periódicos de Unidad Indígena me percaté que todos los artículos

referentes al resguardo y particularmente a la recuperación de tierras estaban firmados

por la comunidad de la vereda de Cuaré, lo que nos habla del importante papel que jugó

esta vereda en la lucha indígena de aquella época (CRIC, 1980), además, al ocupar la

cuenca del Río Piedras la vereda de Cuaré se encuentra en el centro de atención de

diversas instituciones estatales y no estatales como el Acueducto de Popayán o la CRC,

lo cual ha generado una historia de constantes desencuentros entre la comunidad y los

diversos actores externos que intentan imponer regímenes de ordenamiento del territorio

especiales para la cuenca.

Por otro lado, existen detalles más sutiles que también nos hablan de un constante

dialogo entre la vereda y el exterior, como la existencia de varios personajes que viajan

constantemente a los municipios de La Plata y La Argentina, Huila, allí negocian

pequeñas cantidades de productos como fresas o truchas que han comprado con

anticipación en otras veredas del resguardo; se trata de personas que entran y salen de su

vereda constantemente y con ello movilizan diferentes ideas, iniciativas y estrategias de

producción entre un lugar y otro.

Page 54: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

53

Las prácticas productivas y el apoyo internacional

En este sentido, es importante tener en cuenta que son las prácticas productivas uno de

los más importantes reflejos de la manera en que con el correr de los años se ha

configurado la vida del resguardo para responder a los diferentes estímulos y lógicas

que lo interpelan. A continuación intentaré describir brevemente la manera en que se

han transformado las lógicas de manejo del territorio y obtención de usufructo en la

región, el proceso de difusión de nuevos conocimientos y las diferentes configuraciones

que estos adquieren al entrar en escena dentro del resguardo.

El manejo y aprovechamiento „adecuado‟ del territorio es uno de los principales ítems

alrededor de los que se construye el discurso del desarrollo sostenible y junto a él, el de

la conservación del medio ambiente. La asesoría institucional, la intervención estatal, el

apoyo internacional, la llegada de actores foráneos, etc. cada uno de los cuales sustenta

una particular comprensión de las estrategias adecuadas para un manejo sostenible del

territorio, constituyen diferentes flujos por medio de los cuales se configura la manera

en que las personas del resguardo comprenden su territorio, lo manejan y reconstruyen.

Ahora bien, la inserción de estos nuevos discursos en la comunidad, va de la mano con

diferentes lógicas, que aunque en teoría son contrarias a los supuestos fundamentales

del ambientalismo, en la cotidianidad de las personas y en la manera particular en que se

da esta inserción, aparecen como inherentes unos a los otros. Como resultado, se teje

toda una red de híbridos entre diferentes tendencias, opiniones y estrategias que le dan

un matiz particular a la comunidad y contribuyen a marcar diferencias entre diferentes

sectores de esta.

Podríamos empezar observando, por ejemplo, las diferentes dinámicas que surgen

alrededor de la cooperación internacional, quisiera hablar entonces del Programa Piloto

Nacional Integrado de Adaptación para Ecosistemas de Alta Montaña, Islas del Caribe

Colombiano y Salud Humana (INAP), cuyo objetivo es apoyar la formulación e

implantación de proyectos y políticas que apunten a la adaptación de estos ecosistemas

a los cambios climáticos. Dentro de este proyecto se articula el Proyecto Macizo, cuyo

principal objetivo es el de “Promover el manejo integrado de los ecosistemas para

garantizar la provisión de bienes y servicios ambientales, incorporando consideraciones

Page 55: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

54

de adaptación al cambio climático” (IDEAM, 2008), por medio de la intervención en los

procesos de ordenamiento y manejo de cuencas hidrográficas de la región.

De este modo con una inversión de 4 millones de dólares aportados por el PNUD y el

gobierno español y contando con la participación de UNICEF, FAO, OPS, entre otras

agencias especializadas, se espera apoyar y financiar proyectos de adaptación al cambio

climático desde el manejo de la salud, la oferta hídrica, la generación de energía

hidroeléctrica y la agricultura. La prueba piloto de este proyecto se dio durante los

últimos tres años en los municipios de Puracé y Popayán, allí se contó con la

participación del IDEAM, la CRC, el CRIC, el Parque Nacional, las Alcaldías de ambos

municipios y los cabildos de los resguardos de Puracé, Kokonuco, Paletará y Quintana

(IDEAM, 2008).

En intervenciones como estas vemos cómo la lógica de la conservación del planeta ante

una inminente catástrofe global se ha convertido en sinónimo de un bien común, por el

cual es válido y natural que las naciones aparentemente más privilegiadas o de primer

mundo, intervengan en los ámbitos más variados e íntimos de poblaciones cuyo rasgo

característico es el de la pobreza y precariedad -en este caso las poblaciones de la

cuenca del río Cauca-. Se asume entonces que tal situación será superada solamente por

medio de la inyección de capital y la implementación de conocimiento técnico o experto

producido principalmente desde el corazón mismo de estas naciones (Escobar, 2007;

Santos, 2006).

Sin embargo, como veremos, la situación es muchísimo más compleja de lo que esta

premisa podría indicarnos. Recuerdo que la primera vez que oí hablar de este proyecto

fue en la casa donde me hospedé durante mi estadía en el resguardo, cierto día les conté

de mis deseos de aprender a hacer una huerta y les pregunte sí era posible hacer una en

los predios de la casa, ante esto Patricia me contestó que ellos tenían cal y semillas

guardadas en la casa de los abuelos desde hace tiempo y que una vez tuvieran

disponibilidad las sembraríamos, antes de que se cumpliera el límite de tiempo. Luego

de una intensa sesión de preguntas de mi parte, debido a la evidente curiosidad que me

causó su respuesta, pude enterarme de un proyecto que financiaban Naciones Unidas y

los españoles en el que se elegía a un grupo de familias del resguardo y se les

entregaban 25 bultos de cal y Calfomac, dos hojas de zinc y varios semilleros de

remolacha, zanahoria, repollo y cilantro para que pusieran en marcha una huerta casera

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55

y un gallinero. También me enteré de que había cinco miembros del resguardo que eran

los encargados de difundir el proyecto y estar pendientes de que se llevara a cabo, así

como de mantenerse en constante contacto con Naciones Unidas y facilitar la

comunicación entre los indígenas y este organismo.

Ante la pregunta de cuál era el criterio para la elección de las familias, se me respondió

que no lo tenían claro pero que muy seguramente se trataba de las familias más pobres,

respuesta que me impactó, pues desde mi punto de vista una familia que posee una casa

propia y varias hectáreas de tierra disponible no es pobre, por lo que me sorprendió

bastante el percatarme de que ellos se consideraran así. En aquel momento me

desilusionó el saber que pese a que muchas veces había sido testigo de la dificultad para

conseguir legumbres para cocinar, esta familia no había decidido poner en marcha la

huerta a menos de que el límite de tiempo antes de la veeduría del proyecto los obligase

a hacerlo.

Este episodio me indicó varias cosas, en primer lugar el hecho de que los problemas de

las zonas y poblaciones en situación de precariedad se han convertido en una

preocupación central que llama la atención del planeta entero; aunque esto no significa

una verdadera mejora en las condiciones de vida de estas personas. Tales intervenciones

resultan ineficaces, pues atacan el problema que ellas mismas generan: cuando la

pobreza es definida desde una escala de valores ajena, los patrones de riqueza de los

países más privilegiados son impuestos sobre las dinámicas de poblaciones como la del

resguardo de Puracé, deslegitimando los potenciales allí existentes y dando forma a la

realidad que enuncian (Escobar, 2007). Como vemos, esta familia se ha apropiado de

una idea de constante precariedad; al no poseer el efectivo suficiente para invertir en

tecnologías que le permitan cultivar la tierra o para adquirir bienes y objetos para el

hogar, se considera pobre y prefiere no invertir su tiempo en actividades que no generen

ingresos, como lo es la implantación de la huerta casera según requiere el proyecto.

De hecho, es cada vez mayor la inserción de nuevas lógicas de producción que se rigen

por la inversión de grandes cantidades de capital para la obtención de productos

destinados a mercados externos, sobre todo en respuesta a la grave crisis económica

heredada de la problemática de la mina. En este sentido, tuve la oportunidad de conocer

de cerca el proceso de cultivo de las fresas, que desde hace aproximadamente diez años

se implementó por varios comuneros del resguardo, sobre todo en veredas como

Page 57: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

56

Chapío, Tabío, Tablón y más recientemente en El Alto. Inicialmente el cultivo de fresas

se dio en el resguardo vecino de Coconuco, en donde un ingeniero agrónomo de origen

payanés implementó los primeros cultivos y conocimientos técnicos necesarios para el

negocio, del mismo modo que haría después para Puracé. Allí, las plantas son en parte

reproducidas en Puracé y en parte compradas a la empresa ProPlantas en Bogotá,

principal almacén agrícola para el cultivo de fresas en todo el país y organizador de

varios encuentros a nivel nacional de dialogo de conocimientos (Información resultado

de conversaciones informales con varios de los cultivadores del resguardo).

Recientemente se han desarrollado nuevas generaciones de plantas que son cultivadas a

alturas no superiores a los 2800msnm dentro del resguardo, un cultivo dura en promedio

tres años, dependiendo del nivel de fertilizantes y plaguicidas usados, los primeros seis

meses se dedican al crecimiento de la planta que desde entonces produce cosechas de

fresas varias veces a la semana, los primeros años se producen aproximadamente más de

cien libras semanales, mientras que los últimos esta cifra se reduce a veinte o treinta

libras. Dependiendo del tamaño del fruto la libra se puede vender entre ochocientos y

mil quinientos pesos a varios transportadores que las recogen en el resguardo y las

llevan a los mercados caleños.

Los conocimientos necesarios para el cultivo se han difundido de individuo en

individuo, por medio de asociaciones entre los comuneros para el montaje de nuevos

cultivos y la llegada de ingenieros agrónomos provenientes de almacenes agroquímicos

payaneses que entregan asesoría gratuita por la compra de insumos químicos para los

cultivos. Esto inevitablemente ha marcado la manera en que el conocimiento es

adquirido y transformado por los comuneros, hecho que es evidenciado por ejemplo en

los constantes malentendidos que se dan entre la denominación local y la experta de las

enfermedades del cultivo y los agroquímicos para su tratamiento; los comuneros

mencionan éste como uno de los factores de más difícil aprendizaje pues los nombres

científicos son complicados y muchas veces los ingenieros asesores son quienes tienen

que adaptarse a la nomenclatura local.

Así, en todas las actividades productivas que se adelantan en el resguardo, se puede

observar una constante preocupación de los comuneros por la cada vez más apremiante

necesidad de grandes inversiones en infraestructuras, maquinarias, tecnologías y

especies que garanticen altas producciones. De hecho una de las principales maneras en

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las que se ha establecido el dialogo conmigo ha sido mediante la indagación de las

condiciones de producción que se dan en Boyacá, que se entiende son muchísimo más

tecnificadas que las del resguardo y por ende deben traer muchos más beneficios a los

pobladores de este departamento, comparados con la calidad de vida y el nivel de

‘desarrollo’ que se da en el resguardo.

De este modo es posible afirmar que: “El conocimiento local no es „puro‟, ni libre de

dominación; los lugares pueden tener sus propias formas de opresión y hasta de terror,

son históricos y están conectados al mundo a través de relaciones de poder, y de muchas

maneras, están determinados por ellas.” (Escobar, 2000, pág. 129). Sintomático de este

fenómeno es el hecho que desde hace casi dos años se ha dado respecto al cultivo de

papas, si bien es cierto que este producto se ha cultivado en el territorio desde tiempos

inmemorables, durante el gobierno del 2009, el cabildo dio aval a dos cultivadores

cundinamarqueses y boyacenses para que llevaran a cabo varios cultivos a gran escala

en las partes altas del resguardo.

De este modo, varios comuneros del resguardo cedieron sus terrenos para que en ellos

se llevaran a cabo grandes monocultivos de papa, tecnificados, con el uso de tractores y

grandes cantidades de fertilizantes e insecticidas químicos. Se trata de una nueva

generación de cultivo caracterizado por la implementación de infraestructura y mejoras

técnicas con el fin de obtener la mayor producción posible en el menor tiempo,

destinada en su mayoría a los mercados de Popayán, Cali y el Huila. Debido a que se

trata a territorios que pertenecen a un resguardo indígena, los cultivadores

cundiboyasences no pueden comprar los predios que siembran sino que usufructúan de

ellos mediante varias modalidades de sociedad que establecen con los comuneros

propietarios de las tierras. En todas ellas el comunero obtiene como beneficio el

‘mejoramiento’ de sus tierras mediante el arado o la siembra de pastos, una vez el

terreno esta arado el comunero puede decidir si toma una parte de este para sembrar por

sí solo o si lo hace en conjunto con el cultivador boyacense, si no se desea participar del

cultivo de papas el comunero puede esperar a que el cultivo termine su vida útil y

utilizar el terreno para el pastoreo de ganado, con la siembra de pastos que ha hecho el

papero como pago de la sociedad.

Varios de los comuneros afirman que una de las principales motivaciones para ceder sus

terrenos a los paperos es el ‘mejoramiento’ de los terrenos que de otro modo ellos no

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podrían hacer, al no tener las herramientas para arar grandes extensiones de terreno.

Además es importante anotar que una de las principales motivaciones por medio de las

cuales se le brindó el aval a los paperos fue el hecho de que sus cultivos generarían

nuevas fuentes de empleo del sector; en este sentido un joven del resguardo me explicó

que aquel trabajo requería grandes cantidades de fuerza y energía por lo que solo

accedían a él los jóvenes del resguardo que „están buscando la platica pa` hacer sus

vueltas‟.

De este modo, me sorprendió el percatarme del silencio y conformidad que generaba la

entrada en el resguardo de estos cultivadores de papa, pese que alrededor de ellos se teja

toda una gama de comentarios y temores debido al reciente asesinato de dos de ellos

bajo extrañas circunstancias y a que desde mi punto de vista este hecho atente

notablemente en contra de la autonomía y soberanía alimentaria de la comunidad.

Comprobé una vez más que los discursos de justicia, autonomía y autodeterminación

cumplen un uso contextual que se exacerba frente a unos actores a pesar de que frente a

otros permanezcan invisibles.

Como vemos, en la lógica del „producir o perecer‟, el progreso –término universalmente

definido- para las comunidades rurales solo puede darse de la mano con una inversión

de capital, acceso a tecnología y asistencia técnica adecuada (Escobar, 2007). De hecho,

una de las principales formas en que el Estado y la cooperación internacional han estado

presentes desde antaño en el resguardo ha sido por medio de cooperación, asesoría y

capacitación para el emprendimiento de nuevas empresas productivas. Recordemos por

ejemplo que durante el proceso de recuperación de tierras, una de las acciones que más

ampliamente se llevaron a cabo sobre los terrenos recuperados fue el establecimiento de

empresas productivas, las cuales contaban con asesorías técnicas del SENA, personajes

del CRIC y ocasionalmente y con mucho recelo del INCORA (CRIC, s.f).

Actualmente una de las principales formas de financiación que obtienen los comuneros

es por medio de convocatorias estatales para sociedades productivas, en estas se abre un

concurso en el que participan diversas sociedades de la región y donde el conocimiento

detallado del mantenimiento y administración del negocio, así como de la labor de

mercadeo de este, son puntos a favor en la obtención de los recursos, además como me

contaba uno de los miembros de estas sociedades, con el venir del tiempo el uso de

tecnologías limpias e insumos orgánicos son aspectos que se han convertido en

determinantes al momento de adquirir favorabilidad para ganar un concurso.

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De este modo, aunque las dinámicas en las diferentes veredas del resguardo difieren

notablemente, demostrando una vez más que no se trata de una comunidad armónica ni

homogénea, se puede identificar la introducción de nuevas lógicas productivas por

medio de asesorías y financiaciones por parte de diferentes actores externos como el

SENA, actores estatales u ong‟s y cooperación extranjeras, como una de las principales

formas en que nuevos tipos de discursos alcanzan las escalas más cotidianas de la

comunidad.

Resignificaciones: el hogar, la religión y la política

La legitimidad del conocimiento experto encaminado a mejorar la productividad ha

alcanzado las escalas más íntimas de los individuos y sus familias. Comprendí esto en

medio de una conversación casual, cuando una amiga del resguardo me indicó que la

diferencia entre indígenas civilizados y no civilizados era que los no civilizados vivían

en chozas, mientras que los kokonukos ya estaban civilizados pues sus casas eran de

cemento. Esta anécdota me indicó que era necesario indagar acerca del proceso de

construcción de las viviendas, pues es un importante indicador de la manera en que a lo

largo del tiempo ha cambiado la forma en que las personas de la comunidad se

entienden a sí mismas y se relacionan con su entorno.

El tipo de casas que se acostumbra construir en el resguardo poseen un patio principal

alrededor del que se edifican diferentes habitaciones separadas unas de las otras y en

dónde el cuarto de la cocina adquiere una importancia vital al proporcionar el calor del

fogón, alrededor del que suelen reunirse los habitantes del hogar ya sea para cocinar,

cenar, recibir las visitas o simplemente pasar el tiempo. A diferencia de éstas, la

vivienda familiar en la que me hospedé fue estrenada hace pocos meses luego de varios

años de construcción, se trata de una casa con muy pocas habitaciones en comparación

con las otras, una sala, cocina, cuarto de ropas y baño; todas las habitaciones se

encuentran integradas en un mismo núcleo y no es necesario salir de la casa para ir de

un punto al otro como suele suceder con los hogares más antiguos.

A pesar de lo trivial que podría parecernos la organización espacial de una casa, como

lo afirma Marta Herrera, el espacio cobra vital importancia pues“(…) su efectividad

para interiorizar valorar y formas de percibir e interpretar la realidad radica, en buena

medida, en la tendencia a operar dentro de él sin entrar a cuestionarlo, sin analizarlo. Se

da por hecho. La familiaridad que se establece con el ordenamiento del espacio, hace

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60

que aparezca como normal o natural y se considere como inevitable para quienes viven

y trabajan dentro de él” (Herrera, 2002, pág. 305)

En este sentido, el cambio estructural en la construcción de los más recientes hogares

puraceños nos habla de una profunda transformación de las lógicas más usuales en

cuanto al estilo de vida, representación de los individuos y de sus núcleos familiares. Si

tenemos en cuenta que este diseño, bastante similar al de una casa citadina, fue

esbozado por un ingeniero forestal vecino, quien hizo los planos para la edificación,

podremos ver cómo una vez más, por medio de individuos garantes de algún tipo de

conocimiento experto, sutilmente se van reconfigurando las dinámicas más íntimas de la

vida diaria.

De hecho uno de los propósitos a futuro de los planos de la casa es que con el tiempo

pueda ampliarse para que la estructura tenga dos plantas, algo completamente novedoso

para este sector. Vemos como por medio de detalles tan sutiles como la construcción de

los hogares se empieza a inculcar una forma particular de entender el mundo (Herrera,

2002), marcándose una tendencia hacía las construcciones más citadinas, caracterizadas

por la optimización del uso del espacio en cada vez más pequeñas áreas de habitación,

es un correlato evidente de la manera en que las lógicas y estéticas de optimización,

inversión a futuro y capitalización de la vida diaria son cada día más vigentes en la

región. El simple hecho de que la cocina empiece a jugar un papel secundario en la vida

de quienes habitan el hogar ya nos está hablando de pequeñas transformaciones, que

desde la vida cotidiana apuntan a reconfigurar de manera estructural varios aspectos del

resguardo.

Pero similar a como ocurre en otros ámbitos, en el nivel de la vida cotidiana también

surgen manifestaciones disidentes al orden dominante, si bien este aparato ideológico de

sostenibilidad, optimización y producción resulta estructurante en muchos de los

escenarios de la vida del resguardo, las personas también lo someten a transformaciones

“(…) para adecuarlo a sus necesidades, intereses y a sus propias ideas sobre cómo

organizar el espacio” (Herrera, 2002, pág. 29)

Por ejemplo, para la construcción de la casa en que me hospedé varias de las materias

primas fueron extraídas directamente del territorio, la arena fue tomada de las riberas

del río vinagre que se formaron como resultado de una explosión del volcán a principios

del siglo pasado y la madera para los pisos de las habitaciones fue cortada de varios

Page 62: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

61

árboles de eucalipto pertenecientes a los terrenos de la familia. Durante el proceso de

construcción varias imágenes del patrono de Puracé, el arcángel San Miguel fueron

ubicadas bajo los parales de la casa para que la protegiesen y antes de estrenar el hogar

se celebró una misa con el fin de bendecir la infraestructura y a quienes habitarían en

ella. Este tipo de acciones resultan muy sugerentes, pues nos indican la particularidad

con la que el resguardo de Puracé, desde acciones cotidianas y ligeras apropia y

resignifica los discursos que intentamos mapear. Para este caso, la religión adquiere un

importante papel al reconfigurar la forma en que se da a cabo este proceso de inserción

y apropiación.

Las prácticas religiosas, particularmente las cristianas, se encuentran fuertemente

arraigadas a la vida cotidiana de la comunidad. Todos los domingos, las personas

acuden masivamente a la iglesia ubicada en el pueblo para presenciar la misa dominical,

allí las gente asiste con sus mejores vestimentas y acompañada de sus familiares, en un

evento que adquiere vital importancia, pues se presta para hacer vida social,

reencontrarse con familiares y amigos o hacer las compras semanales. Durante los

funerales de algún miembro de la comunidad, los habitantes del resguardo acuden en

masa a la iglesia para acompañar a los familiares del finado con quien seguramente

guardan algún tipo de lazo consanguíneo.

Además, en las celebraciones patronales del Arcángel San Miguel se convoca a toda la

comunidad que trabaja en conjunto para organizar la celebración. Según cuenta la

tradición oral, su estatua fue tallada sobre una raíz de árbol que se encontraba en el sitio

en que está construida la iglesia. Se trata de un santo bueno pero estricto, quien causa

calamidades cada vez que su fiesta es olvidada o desplazada por días laborales

(Arboleda, 1990). De este modo, todos los 24 de septiembre se da inicio a las fiestas de

San Miguel cuya estatua es llevada de vereda en vereda para celebrar misas; el

domingo, día final de la celebración, la comunidad entera desfila con sus mejores galas

por el pueblo y un comité de cada vereda vende diversos alimentos para obtener fondos

que serán donados a la iglesia.

Pero más allá de una serie de celebraciones y eventos relevantes, la cristiandad rige la

escala de valores de la comunidad dando forma a las lógicas que constituyen el

resguardo. Por ejemplo, contribuyen a reforzar la importancia que tiene para la

comunidad el núcleo familiar como base de su vida religiosa y social, los lazos

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consanguíneos y los valores de la familia católica se convierten en las directrices de

muchos de los actos de los individuos, así como de la forma en que estos se relacionan

en sociedad, orientando muchas veces la manera en que el cabildo dirime conflictos que

van desde infidelidades hasta pugnas con otras instituciones.

De este modo, pese a que durante la conquista y la colonia la religión se convirtió en la

principal herramienta civilizadora de los españoles, regulando y ordenando la vida

cotidiana de las comunidades indígenas hasta reconfigurarlas casi por completo (Ripoll,

2009), en el panorama actual del resguardo de Puracé las prácticas religiosas se

configuran como una de las más importantes experiencias sobre las que se reproduce y

refuerza la vida en comunidad. Este además es uno de los principales rasgos desde los

que pude percibir la particularidad del resguardo, si bien es cierto que el conocimiento

experto se incrusta en cada uno de los ámbitos de los individuos y el resguardo, una vez

allí, este se reconfigura para responder a las lógicas de trabajo comunitario dándole su

forma particular a la vida cotidiana de las personas.

Por ejemplo se ve claramente en la propiedad de los terrenos del resguardo, la cual

depende principalmente de los lazos consanguíneos, por lo que es común encontrar

amplios lazos familiares que definen la forma en que se adjudica la propiedad de los

territorios en cada vereda, así la tierra se obtiene por herencia familiar o por compra

interna entre los miembros de la comunidad, sin que esto implique la propiedad privada

de un predio, de hecho muchos de estos predios son trabajados en diferentes

modalidades de sociedad entre algunos miembros del resguardo. Cada uno de estos

terrenos es delimitado por medio de cercas con alambre de púas a las que se interviene

por medio de troncos con escalones tallados, rocas que funcionan como andén y

diversas modificaciones que facilitan el paso de un predio al otro sin afectar el

alambrado, este detalle constituye desde mi punto de vista una sutil forma en que se

manifiesta el carácter comunal del resguardo y la inexistencia de propiedad privada, si

bien es cierto que cada porción de terreno cercado delimita la pertenencia a alguna

familia, este cercado no impide el acceso libre de las personas a cualquier rincón del

territorio.

Asistimos una vez más a la ambigüedad de los significados, a la multiplicidad de

posiciones que puede adquirir una relación tan monolíticamente pensada como lo ha

sido la de la religión y las comunidades indígenas. En este caso, dadas las particulares y

Page 64: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

63

concretas relaciones de poder en las que están inmersas las personas del resguardo, la

religiosidad constituye una de las maneras especificas en que a diario se reproduce la

vida comunitaria. Esta a su vez es un factor determinante en el proceso de apropiación

y resignificación de los discursos del multiculturalismo y el ambientalismo.

Podría llegar afirmarse incluso que la vida comunitaria, elemento que se reproduce a

diario en prácticas específicas como las sociedades productivas, la vida religiosa, la

toma de decisiones y el ordenamiento del resguardo, entre otras, constituye una suerte

de resistencia ante la inserción de las lógicas que hemos descrito a lo largo del texto.

Lejos de querer idealizar la idea de una resistencia desde lo comunal, comprendemos

más bien que ésta se da de las maneras más insospechadas y aparentemente

contradictorias, no por fuera del sistema de dominación sino desde y dentro de las

mismas dinámicas que este plantea.

Las dinámicas cotidianas,

“(…) constituyen un sistema de significados-uso que, aunque existen en

contextos de poder que incluyen más y más las fuerzas transnacionales,

no puede ser reducido a las construcciones modernas, ni ser explicado

sin alguna referencia a un enraizamiento, los linderos y la cultura local.

Los modelos de cultura y conocimiento se basan en procesos históricos,

lingüísticos y culturales, que, aunque nunca están aislados de las

historias más amplias, sin embargo retienen cierta especificidad del

lugar” (Escobar, 2000, pág. 124).

En este sentido, me gustaría describir brevemente el principio de una minga

comunitaria. Estas son reuniones convocadas principalmente por el cabildo o por las

juntas directivas de cada vereda, en las que se cita a toda la comunidad como mano de

obra para la construcción o restauración de caminos, la preparación de terrenos para

siembra o cualquier otra actividad que requiera de grandes cantidades de trabajo.

Durante estas jornadas la comunidad acude masivamente llevando consigo aportes

alimenticios y herramientas, mientras algunos cocinan los productos aportados por cada

comunero, el resto trabaja todo el día en la labor convocada para finalizar la jornada con

la comida preparada para todos y usualmente con una reunión en la que se debaten

temas relevantes para toda la comunidad. Se trata entonces de una de las principales

prácticas en las que se refuerza y reproduce la vida en comunidad (CRIC, 1975).

Page 65: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

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La Minga constituye además un claro ejemplo de cómo rasgos locales pueden llegar a

performar coyunturas de escala nacional. De hecho el llamado o invitación a la Minga

se ha convertido en una de las más destacadas herramientas políticas que usan las

comunidades indígenas en el ámbito nacional, tal como sucedió en las mingas

nacionales del 2008 y 2009 y en el posterior congreso de los pueblos del año pasado.

Durante estos eventos, por medio del llamado a minga se convocó a todos los pueblos

indígenas, campesinos y populares del país, logrando reunir a más de diez mil personas

provenientes de los más diversos lugares del territorio nacional. En periodos se

aproximadamente tres días, estas personas se asentaron en las instalaciones de la

Universidad Nacional, donde se dio inicio al proceso de formulación de propuestas que

desde diferentes contextos y problemáticas, apuntaban a la construcción de un país más

incluyente, que en una apuesta por la interculturalidad, se construya a partir del dialogo

en la diferencia.

“Las formas concretas en las que este tráfico en ambos sentidos se lleva a

cabo, no se conceptualizan fácilmente. Aún lo local de los movimientos

sociales en contra del capitalismo y las naturalezas modernas, está de

alguna manera globalizado, por ejemplo, en la medida que los

movimientos sociales toman prestados los discursos metropolitanos de

identidad y ambiente. A la inversa, muchas formas de lo local se ofrecen

para el consumo global, desde el parentesco hasta los oficios y el

ecoturismo” (Escobar, 2000, pág. 129).

Solo un análisis desde los márgenes nos permite obtener pistas para comprender lo

complejo de este panorama, en el que los más diversos agentes y dinámicas confluyen y

se reconstituyen mutuamente. Al conocer las prácticas concretas por medio de las cuales

se reproducen discursos de cobertura global, varios imaginarios construidos desde una

visión sinóptica de la realidad dan lugar a una vasta complejidad, que desnaturaliza

nuestras más arraigadas ideas.

Aquellas geografías que parecían remotas y abandonadas por el Estado surgen como

parte de un mismo campo de acción en el que categorías como centro-periferia son

replanteadas radicalmente. Resulta que aquellos lugares „abandonados‟ de Ley y Estado

en realidad han sido desde antaño intervenidos por las mismas dinámicas que afectan a

Page 66: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

65

un panorama más amplio, solo que las circunstancias particulares en que este proceso se

ha dado se expresan de maneras distintas a cómo nos lo esperábamos.

Industrialización, optimización y normalización de la producción usualmente son

entendidos como la contraparte del desarrollo sostenible, el ambientalismo y las

tecnologías más limpias. Sin embargo cada uno de estas dicotomías se difumina como

nos lo muestra la práctica concreta en el Resguardo de Puracé, en donde la educación y

asesoría para una producción más limpia va inevitablemente de la mano de la inserción

de lógicas que privilegian la obtención de usufructo sobre cualquier tipo de

consideración, incluso aquella que aboga por la protección del medio ambiente.

A pesar de la evidente capacidad de estas lógicas de escalar hasta los niveles más

íntimos que habita el individuo y desde allí transformar sustancialmente la manera en

que este se entiende así mismo, conoce y performa el universo que lo rodea; también

surgen diálogos que interpelan este aparato dominante produciendo híbridos

inesperados entre estrategias de vida, paradigmas globales y rutinas cotidianas.

A pesar de que la vida comunitaria puede ser vista como una suerte de resistencia ante

las arremetidas de un aparato dominante, una vez más, incluso el concepto de

resistencia tan usado y favorecido por muchos de nosotros, está sujeto a esta

deconstrucción desde lo concreto. Para el caso de Puracé, es precisamente aquel

elemento que desde tiempos inmemorables se ha prestado como principal herramienta

normalizadora: la religión, la que en este caso, contribuye a reproducir la vida en

comunidad y por ende la capacidad de las personas del resguardo de interpelar desde sus

lógicas cotidianas los discursos dominantes y reconfigurarlos para que respondan a sus

intereses personales. No quisiera arriesgarme en una empresa en la que no poseo las

herramientas suficientes como para conceptualizar lo que puede llegar a ser resistencia y

lo que no, más bien, lo que intento, es dar cuenta de la multiplicidad de posiciones que

pueden llegar a adquirir términos que hasta el momento habíamos comprendido como

fijos y monolíticos.

Page 67: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

66

Conclusiones

La creciente preocupación por un desarrollo sostenible, que desde la conservación de

los recursos naturales garantice un desarrollo adecuado de las naciones del Tercer

Mundo y la erradicación de la pobreza; se conecta con la creciente visibilización de la

etnicidad como común denominador de varias poblaciones del paneta, que luego de

siglos de dominación colonial, presentan un alegato por sus derechos, por el

reconocimiento y el respeto de su alteridad y por la legitimación de sus propios sistemas

de pensamiento (Escobar, 1999; Hall, 2000; Ulloa, 2004).

Para nuestro caso de interés, estás dos producciones discursivas se articulan mediante la

creación de un particular imaginario, que anclado en la producción de conocimiento

experto por parte de disciplinas como la antropología, define a las comunidades

indígenas, principales abanderadas de la alteridad, como entes armónicos y puros,

insertados en un tiempo y una geografía remotas. Debido a su especial posicionamiento,

habitando el límite entre lo que es considerado humano y lo que se escapa hacia el

ámbito de la naturaleza, estas comunidades empiezan a cargar sobre sus hombros el

futuro de toda la humanidad; al ser los responsables de velar por la conservación de

importantes cúmulos de biodiversidad incógnita, dados los acervos culturales que

durante años les han permitido interactuar con su medio sin agotarlo. Tal escenario

constituye lo que algunos autores han denominado como el imaginario del indígena

ecológico, en el que las comunidades indígenas pasan de ser las víctimas de varios

siglos de explotación y colonización, para convertirse en el crisol sobre el que se posan

las ilusiones y esperanzas de la humanidad entera (Greene, 2006; Ulloa, 2004)

Se perfila así el imaginario hegemónico sobre la manera en que deberían ser pensadas

las comunidades indígenas del Tercer Mundo particularmente, y los espacios y

temáticas a partir de los cuales éstas pueden adquirir un papel legítimo en un panorama

mundial. Sin embargo, no existe un proceso globalizador como el que acabamos de

describir, sin que, inherente a él, surjan toda una serie de procesos disímiles, que dentro

de las mismas dinámicas que la globalización plantea, relocalicen los imaginarios y

conceptos dominantes, dando lugar a más de un proceso globalizante y más de una vía

para su comprensión (Santos, 2006).

Page 68: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

67

Al ser relocalizados, cada uno de estos imaginarios y estrategias dominantes son

articulados con los más diversos e inesperados elementos que, desde diferentes

localidades en todo el globo, reconfiguran el proceso hegemónico globalizador y dan

lugar a múltiples tendencias alrededor de un solo tema. Lo que resulta, en términos de

Escobar, es una compleja red de producciones discursivas, en la que diferentes actores,

producen y aprehenden diferentes comprensiones y conceptos sobre lo que se entiende

por biodiversidad, indigenidad, conservación, etnicidad, etc. se trata de una compleja

red en la que cada actor inmerso modifica y es modificado (Escobar, 1999).

De este modo mi principal interés en el texto fue el de situar al Resguardo Indígena de

Puracé como un actor heterogéneo dentro de esta red de producciones discursivas,

dando cuenta de cómo se ha visto interpelado por ella, modificándose sustancialmente

durante las cuatro últimas décadas, y cómo a su vez ha contribuido a darle forma y

dirección. Utilizando las herramientas que me brinda la disciplina antropológica, intenté

etnografiar la manera concreta en que son vivenciados y operativizados estos discursos

globales dentro del resguardo, para mostrar como en este proceso se producen diversos

correlatos, disímiles e incluso contradictorios, de lo que se entiende por ambientalismo

y multiculturalismo.

Tomé la temática de las zonas especiales de conservación como una primera vía de

investigación, ya que ésta fue uno de los enclaves alrededor de los cuales se han venido

conformando diversos actores y opiniones sobre la biodiversidad en todo el país

(Álvarez, 1997; Patiño, 1997). En el caso de Puracé este tópico se encontraría con otros

personajes y tendencias de variada índole, reconfigurando constantemente la

significación de la biodiversidad dentro del resguardo. De este modo, en el primer

capítulo, empecé por identificar las circunstancias referentes a la fundación y

desenvolvimiento del Parque Nacional Natural de Puracé -el cual mantiene más de 3000

hectáreas en situación de traslape con el reguardo indígena-, como uno de los flujos a

partir de los cuales se empezó a colar el asunto de la conservación en el sector.

A partir de la segunda mitad del siglo pasado, algunos individuos que a través de

conexiones, actualizaciones y viajes mantenían un contacto constante con el panorama

internacional, empezaron a impulsar la inserción de varias ideas de corte ambientalista

en el país. Personajes como el ornitólogo payanés Carlos Federico Lheman, con una

trayectoria de vida marcada por el constante contacto con tendencias conservacionistas

Page 69: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

68

internacionales, y con un bagaje académico caracterizado por su participación como

experto invitado en diversos encuentros internacionales sobre el tema, fueron los

responsables de las primeras aventuras estatales en esta empresa (Natural History

Museum (BM)).

Sin embargo, ya en lo local, estos flujos se encontraron con otras condiciones y vectores

particulares que modificaron radicalmente la manera en que este discurso sería

entendido y empezaría a afectar la región. Fenómenos como el de la fundación de la

mina de azufre en condiciones arbitrarias y con apoyo de capital estadounidense, en las

inmediaciones del Resguardo Indígena de Puracé, modificaron profundamente las

dinámicas de las personas que habitaban en el resguardo y así mismo, modificaron las

circunstancias en que las lógicas conservacionistas que entrarían en la región (Cajas,

1982; Castro, 1982; Triana, 2005).

El fuerte conflicto entre el sindicato de trabajadores de la mina y sus propietarios, fue el

escenario ideal para que poco a poco se fueran colando las ideas de protección del

medio ambiente en una clave claramente contestataria, así como para que se

intensificaran los desencuentros con los funcionarios de la entidad encargada del área de

conservación -Inderena-, a quienes se les acusaba de apoyar tácitamente intereses

privados sobre la mina (CRIC, 1976). De este modo la región empezó a visibilizarse, no

solo como un acervo inacabado de recursos naturales de relevancia estratégica para el

Estado, sino también como un escenario de vital importancia en el panorama militante

de izquierda de la época.

Además, el cabildo mantenía una constante retroalimentación con el Consejo Regional

Indígena del Cauca, así como con los estudiantes y ecólogos de diferentes universidades

públicas del país, varios de ellos pertenecientes o simpatizantes de organizaciones

ecologistas de tendencia contracultural y europea presentes en Risaralda, Tolima y el

Valle. Resultado de esta particular conexión, en el resguardo empezó a construirse una

versión propia y distinta de lo que significaba la conservación del medio ambiente, en la

que la búsqueda de autonomía frente al Estado, la protección de los intereses propios

frente a los de empresas multinacionales y el conflicto con instituciones estatales como

el Inderena o la CVC, fueron los primeros referentes que de la temática conservacionista

surgieron para la población del resguardo.

Page 70: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

69

Lo que empezó como una investigación sobre la historia del conflicto con Parques

Nacionales Naturales, se transformó rápidamente en un panorama complejo, en el que el

área de conservación era tan sólo una pequeña parte de una amplia red, en la que por

medio del comunicaciones, tratados, trabajo en conjunto, alianzas y conflictos, los más

impensados actores confluían y se transformaban, en el proceso de apropiación del

discurso de la biodiversidad en el resguardo.

De hecho, fue esta misma dinámica de trabajo en conjunto con otros sectores, como el

estudiantil universitario, la que redefiniría la historia de movilización en el Cauca

entero. Por la misma época en la que se libraban los conflictos con la mina y el Inderena

en el resguardo de Puracé, la región completa dejo de hacer parte del grueso de

campesinos del país, que por medio de la ANUC, luchaban por el acceso al territorio y a

unas mejores condiciones de vida. En aquel momento, se auspició el surgimiento de una

nueva noción de pueblos indígenas, que luchaban por la restitución de tierras,

defendiendo la propiedad de éstas como un hecho inherente, desde mucho antes de la

fundación del Estado (Rodriguez, 2005; Vasco, 2008).

Este giro discursivo en la movilización caucana fue resultado directo de la constante

retroalimentación con académicos universitarios como los solidarios, un grupo de

estudiantes de antropología y sociología quienes participaron activamente del proceso

de consolidación del CRIC; así como de la conexión con eventos a nivel continental, en

donde se abogaba por la autodeterminación de las comunidades indígenas frente al

Estado, las comunidades religiosas y los mismos académicos (Cunin, Castillejo, &

Ospina, 2006; Friedemann, 1987; Vasco, 2008).

Una vez más, pudimos identificar diversos actores y problemáticas que confluyeron en

el Resguardo de Puracé. Desde los terratenientes, estudiantes universitarios,

antropólogos y movimientos populares de toda América Latina, grupos insurgentes, la

Anuc y el mismo Estado; todos ellos fueron agentes disímiles que contribuyeron a

reconfigurar y darle sustancia al surgimiento de ‘lo indígena’, como una posición

política desde la cual era posible adquirir visibilidad y legitimidad frente a agentes

como el Estado y un panorama internacional mucho más amplio (Ulloa, 2004).

De hecho, el contacto con actores y dinámicas de carácter internacional es una de las

constantes en la forma en que se desenvuelven desde antaño varias comunidades

indígenas y en particular, el resguardo indígena de Puracé. Esta agencia activa en el

Page 71: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

70

panorama internacional, le ha valido al resguardo el apoyo y reconocimiento por parte

de agencias de cooperación y ong‟s primermundistas; por medio de la financiación y

difusión de conocimiento no solo facilitan, sino que transforman el panorama político y

cotidiano del resguardo.

De este modo, a lo largo del texto se identificaron y se delinearon las diferentes rutas y

actores que involucran cada uno de estos discursos globales en el resguardo, intentando

trazar un mapa de complejas redes de producción, apropiación y resignificación

discursiva. Varios fueron los elementos que surgieron como correlato de este ejercicio.

En primer lugar se hizo evidente que aquellas que solían verse como comunidades

indígenas prístinas, aisladas y solitarias, son en realidad poblaciones dinámicas, que

desde hace mucho tiempo han estado en constante contacto con ideas, personajes y

políticas de alcance trasnacional (Greene, 2006; Figeroa, 2000). Podría decirse entonces

que la figura de indígena para este caso en particular, es resultado directo del trabajo en

conjunto con sectores disidentes de la vida académica tradicional y del acompañamiento

y contacto constante con un panorama de movilización internacional.

Por otro lado, se hace evidente de la capacidad que las localidades como el Resguardo

Indígena de Puracé, han adquirido para negociar su posición en un panorama más

amplio, interpelando directamente a los diferentes actores del sistema global en el que

están inmersos. Como vimos en el Encuentro Trinacional de Pueblos Indígenas y Áreas

de Conservación, el interés por establecer una figura indígena que desbanque a la de

Parques Nacionales Naturales como autoridad sobre sus territorios, es una muestra de

cómo el resguardo, como actor desde la localidad, adquiere la capacidad de performar

un amplio rango de relaciones alrededor suyo. El territorio se convierte en un hecho

político cuya agencia tiene repercusiones en un panorama muchísimo más amplio,

llegando a trascender las fronteras estatales e interpelando al Estado, a través de

estrategias de articulación con otros actores que trascienden el ámbito nacional, pero

que comparten procesos similares de activismo en otras partes del globo (Escobar,

1999).

Las palabras de Escobar son útiles en este aspecto al afirmar que:

“Está claro que los lugares están siendo progresivamente sometidos a las

operaciones del capital global, más aún en la era del neoliberalismo y la

degradación del Estado-nación. Sin embargo, esto solo le otorga más urgencia a la

Page 72: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

71

cuestión de las regiones y localidades. Redes tales como las de los indígenas, los

ambientalistas y otros movimientos sociales se están haciendo más numerosos y

de mayor influencia a niveles locales, nacionales y transnacionales. Muchas de

estas redes pueden ser vistas como productoras de identidades basadas-en-el-lugar

y a la vez transnacionalizadas” (Escobar, 2000, pág. 136)

Resultado de este flujo constante de personajes y posiciones disímiles a diferentes

escalas, surgen entonces cambiantes significados y usos de un mismo régimen

discursivo; conceptos que hasta entonces aparecían rígidamente posicionados, empiezan

a dar lugar a una vasta multiplicidad de significados bajo un mismo término. Por

ejemplo en el Encuentro Trinacional de Pueblos Indígenas y Áreas de Conservación se

hizo evidente cómo el discurso global de la conservación se ha perfilado como

estrategia útil para garantizar la autonomía de las comunidades indígenas sobre sus

territorios, así como la protección de éstos frente a amenazas como la entrada de

intereses privados, multinacionales, actores armados, etc. lo cual es una muestra de

cómo el discurso de la conservación adquiere diferentes significaciones para responder

a contextos particulares y se presta como una herramienta ventajosa para la defensa de

los intereses de las localidades (Escobar, 1999).

Sin embargo, esta performatividad del discurso, también puede prestarse para validar

acciones de la más diversa índole, pues también se convierte en una importante

estrategia de consecución de beneficios económicos, ya sea por medio de proyectos

etnoturísticos y ecoturísticos o mediante la obtención de beneficios económicos por

parte de diferentes financiadores nacionales e internacionales que apoyan a las

comunidades indígenas y la protección del medio ambiente.

A pesar de que mi posición no es la de mantener a las comunidades indígenas

completamente al margen de este tipo de mercados, lo cual sería muy paternalista por lo

demás y negaría un hecho presente en el resguardo desde antaño, no se puede negar que

en la mayor parte de los lugares donde se han implementado este tipo de negocios, las

consecuencias han sido nefastas para el mantenimiento de las dinámicas sociales del

lugar, el cual usualmente termina perdiendo su soberanía alimentaria y desintegrándose

por completo ante los nuevos actores que entran en juego (Escobar, 2007, pág. 342)

De este modo, la conservación puede llegar a ser el sinónimo de diferentes conceptos,

varios de ellos aparentemente contradictorios entre sí: la soberanía nacional, la

Page 73: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

72

autonomía de las comunidades indígenas, el desarrollo sostenible, la pérdida de

soberanía alimentaria, la entrada a nuevos mercados, el turismo, entre muchos otros.

Dadas las particulares relaciones de poder en que se encuentra inmerso el resguardo, la

conservación puede llegar a validar las más diversas acciones, configurándose de

disímiles formas para responder al contexto, como menciona Stuart Hall existe más de

un multiculturalismo, en este caso el término puede prestarse para aludir a una política

de Estado, a una consigna de militancia étnica, a una estrategia comercial, etc. (Hall,

2000).

Para observar este fenómeno más en detalle fue necesario indagar en la vida cotidiana

de la comunidad y en la manera concreta en que se hacen presentes las lógicas de

conservación del medio ambiente. Por medio de la financiación de importantes actores

de Primer Mundo como la ONU, Unicef o el PNUD, entre otros, se interviene en las

prácticas productivas de la comunidad, observándose una vez más cómo diferentes

dinámicas y tendencias de lo que se entiende por desarrollo sostenible confluyen en el

resguardo, y como allí, factores que aparentemente no tienen ninguna relación con esta

temática, terminan contribuyendo también a darle significaciones particulares a este

concepto.

El desarrollo sostenible, entendido como un bien común, que por medio de la asesoría

técnica puede mejorar la productividad, al tiempo que garantiza una relación más

armónica del humano con su entorno (WRI, UICN, PNUMA, 1992), constituye una

visión dominante, producida y legitimada desde Primer Mundo. En este caso, mediante

el recuento del Programa Piloto Nacional Integrado de Adaptación para Ecosistemas

de Alta Montaña, Islas del Caribe Colombiano y Salud Humana (INAP), ilustramos

cómo la cooperación internacional primermundista de la mano con el Estado

colombiano, interviene en las poblaciones ‘menos privilegiadas’ de la región. Por medio

de asesorías y financiaciones para las empresas productivas de los habitantes del

resguardo se intenta inculcar un adecuado manejo del territorio, más acorde con los

supuestos de sostenibilidad del entorno.

Sin embargo, al observar los efectos concretos en la vida de las personas del resguardo,

se hace evidente cómo en la manera en que se emprenden estas actividades productivas,

la preferencia por el conocimiento técnico y la tecnología se traduce de maneras muy

distintas a las esperadas, gracias a la agencia de otros actores en escena. La inversión en

Page 74: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

73

maquinaria y agroquímicos como fórmula para una mayor productividad del negocio, se

convierte en un correlato aparentemente contradictorio del desarrollo sostenible, que en

este caso es resultado de la influencia de agentes como agricultores forasteros o

almacenes agrónomos, que con conexiones en todo el país, ofrecen asesoría técnica y

productos novedosos para la implementación de grandes monocultivos destinados a la

venta en los mercados vecinos.

El anterior fenómeno resulta sugerente ante la afirmación de Shane Greene: “Una

política más verde requiere de un capitalismo más moral y más verde. Sin embargo, la

idea de un „capitalismo verde‟ contiene algunas contradicciones inherentes, cuando en

realidad parecería que mantener el status quo capitalista produce mayores rendimientos”

(Greene, 2006, pág. 207)

En el caso de Puracé es importante tener en cuenta que a estas „contradicciones

inherentes‟ se le suma el hecho de que el conocimiento experto necesario para la

implementación de estas actividades productivas, circula de diferentes maneras, por

medio de asesorías de diferentes agentes, de región en región y de boca en boca,

adquiriendo diferentes matices para responder a las necesidades de las personas y a las

dinámicas de trabajo asociativo y comunitario que se acostumbran en el resguardo;

como anotaba en la observación etnográfica, aspectos tan impensados como las

religiosidad terminan afectando marcadamente la manera en que estos discursos

circulan y son apropiados. A partir de su práctica concreta, se da lugar a diversos

híbridos de desarrollo sostenible, más de una palabra adquiere sinónimos disímiles para

cada actor y más de un concepto es enunciado de diferente manera respondiendo a la

situación y los personajes en escena.

Los resultados a veces son paradójicos, pues el discurso en su operativización termina

empeorando las condiciones que quería cambiar. Como apunté con mis observaciones

sobre los aspectos particulares de estos programas de financiación para una mayor

sostenibilidad, lo que sucede muchas veces es que las lógicas capitalistas se insertan en

la manera en que las personas se relacionan con su entorno, de un modo tal, que se

asume que sin la inversión de grandes cantidades de capital para la adquisición de

nuevas tecnologías, resulta imposible hacer usufructo del territorio. Empiezan entonces

a surgir brotes de precareidad que van más allá de un problema de acceso a las tierras y

se configuran alrededor de una realidad creada a partir de las sentencias que este

Page 75: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

74

discurso enuncia, las cuales son apropiadas por las personas, quienes desde esta nueva

escala de valores se posicionan como carentes, dejando de contemplar otro tipo de

posibilidades de usufructo por fuera de las lógicas del desarrollo.

Ahora bien, a lo que se intentaba apuntar ilustrando este tipo de fenómenos a partir de

sus aspectos más concretos, es precisamente a comprender que estas tendencias alternas,

significados disímiles y múltiples contradicciones, no corresponden a anomalías por

fuera de la norma, sino que al contrario, constituyen el sustento definitorio de estos

discursos (Das & Poole, 2008). Para entender en profundidad está idea, hace falta

referirnos a los individuos que se ven atravesados por estas producciones discursivas.

En este punto, vale la pena recordar que cada individuo inmerso en este panorama es

consciente de cierta manera de las posibilidades que se abren con este tipo de discursos,

así como de los riesgos que se corren de la mano de ellos. De hecho, cada individuo en

escena, transforma su discurso dependiendo del contexto y circunstancias en las que se

encuentre. Como lo veíamos en el caso de los guardaparques-indígenas, múltiples

posiciones, incluso contradictorias, pueden morar en un solo individuo, lo cual no nos

está hablando de una doble moral o algún juicio similar, más bien de lo que nos habla es

de la trayectoria personal de estos individuos y de los limites permeables entre una

posición y otra. Ningún discurso esta rígidamente enmarcado, sino que sus límites son

flexibles, lo que podría entenderse como posiciones contradictorias, en realidad es el

resultado de las trayectorias personales y las diferentes fuerzas que interpelan al

individuo a lo largo de éstas.

Para el caso de los trabajadores culturales, término acuñado por Joanne Rappaport para

hacer énfasis en el compromiso político de estos individuos a favor del bienestar de las

poblaciones a las que pertenecen, observamos un panorama similar de contraste y

contradicción (Rappaport, 2008). Pese a su clara defensa de la identidad indígena como

pilar principal del reclamo de sus derechos, en la medida en que empiezan a representar

esa alteridad en el panorama nacional, empiezan a alejarse del imaginario indígena que

dicen defender.

Este imaginario está fuertemente basado en el discurso académico, para el caso de

Puracé, es posible identificar a Franz Faust como un etnólogo representante del corte

tradicional de la disciplina antropológica, quien por medio de sus obras ha contribuido a

generar la imagen de un indígena místico y prístino. Al concentrarse en explicar el

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75

complejo sistema de pensamiento amerindio (Faust, 1989) Faust tiende a deshistorizar a

la comunidad del resguardo, como si se hallara al margen del panorama nacional en el

que siempre ha estado inmersa. Su descripción de los habitantes del resguardo dista

mucho de las dinámicas en las que se desenvuelven a diario los trabajadores culturales,

marcadas por el constante contacto con actores internacionales, el viaje a diferentes

partes del globo y la apropiación de conocimiento experto que dada su posición de

poder privilegiada los posiciona de manera legítima frente a otros actores ajenos al

resguardo.

Sucede por ejemplo frente a las agencias de cooperación internacional y ong´s

primermundistas que como ya mencione juegan un papel vital en el panorama actual del

resguardo. Lo problemático con su rol, como se pudo observar en más de una ocasión es

que estas agencias terminan favoreciendo a aquellos personajes y facciones de la región

que se adecúen más a su punto de vista e intereses particulares; además al situarse como

aliados de los pueblos indígenas en más de una ocasión terminan representándolos

como comunidades homogéneas y armónicas, “(…) siendo instituciones burocráticas

con sus propios programas políticos y sociales, también es común que estén lejos

geográfica, cultural y lingüísticamente, de los constituyentes locales, lo que puede

resultar en una tendencia a simplificar y romantizar las realidades indígenas” (Greene,

2006, pág. 209)

Correlato de esta misma situación, durante el texto quise recalcar el manejo de la

jurisprudencia como uno de los factores más comunes en estos trabajadores culturales,

cuyo lenguaje está marcado por el constante uso de referencias a la Constitución del 91,

a decretos y leyes nacionales y a tratados internacionales; como mecanismo de

legitimación de cada uno de sus argumentos. Tal situación sugiere en primera instancia

una cooptación del discurso militante a través del aparato legislativo del país, pues

finalmente estos personajes terminan alegando una emancipación desde los mismos

canales de opresión que rechazan, así como termina alejándose de la figura de indígena

rural que se supone representan.

Para profundizar en este problemática mencioné brevemente el proceso de surgimiento

de la movilización indígena en el departamento del Cauca a partir de los años 70‟s, que

en uno de sus momentos más sobresalientes desemboca en la formulación de la

Constitución Política del 91, un logro en materia de reconocimiento de la identidad

Page 77: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

76

étnica en el país. Ahora bien, pese a que la tendencia general es reducir el proceso de

movilización de las comunidades al momento de formulación de la Constitución, por lo

que las dos posturas posibles son o la que considera que esta se trata de una cooptación

de la movilización o la que aplaude su formulación como el momento culmen y exitoso

de la defensa de los derechos de las comunidades étnicas en el país; al historizar

brevemente el proceso que antecede a la fecha de 1991 surgen varias ideas que

contribuyen a clarificar el panorama.

En primer lugar, si comprendemos que fue la histórica construcción de la identidad

indígena la que desembocó en el surgimiento de los mecanismos legales que desde el

Estado cooptan y exotizan la alteridad; podremos entender que el hecho de que existan

individuos cosmopolitas y leguleyos que defienden su indigenidad, no es una negación

del indígena, sino que más bien, es una condición inherente a la existencia de éste

dentro de los márgenes que define el Estado. La burocratización de la diferencia,

anclada en estereotipos generados desde la academia, es el motor a partir del cual

funciona la política multiculturalista del Estado.

En segundo lugar, al ampliar la mirada más allá de la Constitución, es posible

comprender que además del multiculturalismo como principio definitorio de varias

políticas del Estado, se han venido conformando a lo largo de la historia muchísimas

más formas de abordar la alteridad étnica en el país. El hecho de que el uso de los

mecanismo legales sea una constante abrumadora en el conducto regular de los

trabajadores culturales no es sino una muestra de cómo éstos utilizan las herramientas

disponibles, que desde antaño les han proporcionado un mecanismo seguro para

negociar sus intereses con el Estado de manera legítima. Sin embargo el espacio

existente entre la formulación de las políticas de Estado para regular la alteridad dentro

de márgenes fijos, y la forma en que los individuos operativizan estas políticas en las

localidades, está infestado de muy diversas acciones que producen más de una forma de

entender la alteridad y darle sustento en la vida cotidiana. Bien lo afirma Eduardo

Restrepo:

“(…)las condiciones de producción de una subjetividad política no determinan

necesariamente su despliegue hacia la reproducción de estas condiciones. Así, si

el posicionamiento político de los particularismos culturalistas fuese simple y

llana expresión de transformaciones globales en otros planos, ello no significa que

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77

sus articulaciones y posicionamientos se circunscriban a la reproducción de las

condiciones que permitieron su emergencia” (Restrepo, 2008, pág. 45)

En este orden de ideas, la Constitución colombiana y los discursos esencialistas, como

principal expresión del multiculturalismo de Estado, se convierten en un campo de

batalla y disputa donde diferentes horizontes culturales, posiciones de clase e intereses,

confluyen para darle sustancia al uso y concepción de la Constitución, que se convierte

entonces en una herramienta política cuyo alcance varía dependiendo del contexto en el

que se vea inmersa8.La esencialidad de sus lenguajes más que una base sobre la que se

rige el actuar de estos personajes, constituye una herramienta para “(…) diseminar

políticas culturales y para apoyar las acciones políticas” (Rappaport, 2008, pág. 59).

La alteridad empieza a asumirse entonces como una condición que circula en variados

escenarios sociales y no se limita a geografías remotas, sino que al igual que gran parte

del planeta, toma provecho de las nuevas facilidades de conexión, viajes e inversión

para hacer valer sus alegatos y potenciar su capacidad de acción (Santos, 2006). Como

lo vimos con la figura de Minga, procesos locales empiezan a ser consumidos en

ámbitos de carácter más global, ésta por ejemplo, pasa de ser una práctica comunal de

trabajo en conjunto dentro de las localidades, para convertirse en uno de los elementos

definitorios de la lucha de una amplio sector de la población de todo el país.

Usando los términos de Joanne Rappaport, las comunidades indígenas instrumentalizan

su diferencia, convirtiendo sus rasgos culturales esencializados en un vehículo y

herramienta económica y sobre todo política (Rappaport, 2008). En este caso la

diferencia se instrumentaliza, por medio de la protección del medio ambiente, y a través

de una política cultural, en la que el CRIC propone una visión particular de la

biodiversidad y los recursos naturales, la cual se piensa en términos de alteridad étnica,

defensa del territorio y autonomía. Luego de este breve análisis de la realidad puraceña

podría afirmarse junto con Shane Greene que:

“Ser indígena en nuestra era es mucho más que una cuestión de supervivencia

cultural o el producto discursivo de la imaginación colonial o moderna: para una

serie de poblaciones en todo el mundo, es una posición subjetiva históricamente

8 Este párrafo es resultado de las reflexiones desarrolladas en el ensayo Constitución colombiana pluriétnica y multicultural, entre la integración y la sujeción de la alteridad, llevado a cabo en co-autoría con Selene Lozano Sotelo, para el Seminario Subjetividad, Raza y, Poder tomado durante el segundo semestre del 2010 en la Universidad de los Andes.

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válida, acompañada de una estrategia consciente de acción política, cultural e

histórica efectiva, aun cuando todavía debatida” (Greene, 2006, pág. 180).

Solo desde la asunción de esta idea, es posible comprender las complejas formulas a

través de las cuales el Resguardo Indígena de Puracé adquiere capacidades de interpelar

a este sistema más amplio en el que todos nos hallamos inmersos, convirtiéndose en lo

que Escobar llamaría ‘lo otro’ de la globalidad y un ángulo privilegiado para entenderla

(Escobar, 2000). Al fin y al cabo fue necesario un pequeño trabajo etnográfico como

este para comprender que este resguardo fue vital en la apropiación y configuración del

discurso ambientalista en todo el país; además su papel fue ampliamente reconocido en

el proceso de recuperación de tierras de los 70‟s, que con el tiempo y por medio del

CRIC se convertiría en un factor importante para la formulación de la Constitución de

1991; actualmente las dinámicas cotidianas que se viven en el resguardo constituyen un

acervo a partir del cual se configuran tendencias de movilización en el país entero como

lo hemos presenciado durante los últimos años con las mingas de resistencia

convocadas en todo el país.

Es así como vemos que aquella diferencia o alteridad que encarna el resguardo indígena

está inserta y no al margen de las mismas lógicas que nos rigen a todos y que me rigen a

mí (Figeroa, 2000). Y es que es inevitable que como futura antropóloga, luego de hacer

un trabajo de investigación como éste, empiece a cuestionarme acerca del papel que

cumple y ha cumplido la academia en este panorama.

Como pudimos ver, varios esencialismos producidos desde la academia y sobre los que

se funda la manera en que se interpela a las comunidades indígenas, se chocan con las

realidades concretas que han vivido desde antaño los sujetos, generando posiciones que

en una apariencia de inclusión, terminan postulando categorías excluyentes acerca de lo

que puede ser indígena y lo que no, lo que es un legítimo interlocutor y lo que no.

Las implicaciones negativas de las políticas multiculturalistas se hacen evidentes desde

un enfoque que se centre en la descripción de lo local, sin embargo, esto no puede

llevarnos a negar la pertinencia de las premisas y preguntas que se plantean desde la

necesidad de reconocimiento de otras formas de entender y habitar el mundo. Más bien

lo que se plantea es la necesidad de adquirir una posición más sensata, en la que la

construcción a partir de la diferencia sea ejercida a partir de posiciones e intereses

Page 80: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

79

concretos y abiertos al dialogo, no de imaginarios prescriptivos que infantilizan,

convierten en objeto de consumo y cooptan la militancia de las comunidades indígenas.

En este sentido la disciplina antropológica adquiere cierta importancia. Ya sea desde la

indiferencia absoluta o el compromiso tácito con las personas a las que se acompaña, la

academia está directamente implicada, es un actor más con capacidad de incidencia en

la red de intercambios y conexiones que abarca al planeta entero. Testimonio de ello es

el hecho, de que a pesar de que pueda afirmarse que la disciplina ha jugado un papel

colonialista, indolente y al margen de los retos que deben enfrentar las personas sobre

las que desarrolla su discurso; esto no impidió que gran parte de las políticas, acuerdos

y acciones que hoy en día condicionan el actuar de los pueblos étnicos del país estén

sustentados sobre los discursos y estereotipos que la antropología produjo.

Es innegable entonces que al igual que los discursos que acabamos de mapear, el

discurso de la disciplina antropológica también ha sido producido y ha circulado a lo

largo de la historia, adquiriendo variadas formas contextuales para responder a los

intereses de quienes lo usan, ya sean académicos en universidades, movimientos

indígenas u Ong‟s primermundistas. El señalar el perjudicial accionar que ha tenido

hasta entonces la academia, no puede conducirnos a satanizarla y dejarla de lado, pues

esto sería volver a caer en el mismo error de negar su incidencia política.

Vale la pena entonces apostarle a asumir una posición clara en la serie de

encadenamientos que desde la disciplina se pueden generar. Como afirmaba al

principio, es solo desde la asunción de una posición explicita que realmente se puede

adquirir un involucramiento, desde el cual personas de diferente procedencia podamos

permearnos mutuamente y construir diálogos desde diferentes intereses.

En este sentido, es importante centrar la atención en la manera en que desde las

universidades se están construyendo los futuros antropólogos colombianos. El hecho de

que como estudiante de antropología me haya estrellado con una realidad supremamente

distante de los imaginarios y dogmas que habían sustentado mi posición durante años,

sugiere que pese a los retos que se avecinan, la tradición académica continúa

reproduciendo una posición completa e ingenuamente indiferente sobre las realidades

sociales que la rodean y la implican. El proceso investigativo es entonces una parte vital

de la formación de los antropólogos, pues es solo a partir de este que se adquiere la

capacidad de acercarse a la realidad con una mirada cuidadosa que permita formular

Page 81: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

80

preguntas claves para entenderla, replantear creencias y convicciones, así como repensar

el lugar que se ocupa y las potencialidades que se encarnan al acompañar e intentar

comprender diferentes fenómenos sociales.

Aquí solo intenté presentar una pregunta de investigación que me permitiese

comprender en profundidad la dinámica actual del Resguardo Indígena de Puracé, así

como las implicaciones que este tiene, desde la localidad en un panorama mucho más

amplio. Sin embargo quedan aún muchas preguntas por resolver, la inquietud por otros

procesos históricos adyacentes al fenómeno estudiado y la necesidad de un análisis

teórico más refinado. Sin embargo, espero de manera humilde que esta investigación

contribuya a repensar la manera en que se ha construido la academia antropológica en el

país, así como las potencialidades que tiene en frente para contribuir a la apertura de

brechas, construcción de espacios y articulación de disimiles tendencias, de manera

activa y sobre todo consciente de la capacidad de designar y dar vida a las realidades

que nombra.

Page 82: Un análisis de la apropiación y resignificación de los

81

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