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publicacin quincenal www.lajiribilla.cu www.lajiribilla.cubaweb.cu Continúa en la página 10 Howard Zinn EE.UU. lamo «nuestra» a esta guerra contra el terroris- mo porque quiero distinguirla de la que están librando Bush, Sharon y Putin. Las suyas tienen en común el hecho de que se basan en el enorme engaño de persuadir a sus res- pectivas ciudadanías de que es posible ocuparse del te- rrorismo por medio de la guerra. Estos dirigentes pretenden que se puede terminar con nuestro miedo a ataques terroristas repentinos, mortales y perversos —un miedo nuevo para los estadounidenses— estableciendo un enorme cerco alrededor de los territorios de donde proceden los terroristas (Afganistán, Palestina, Chechenia) o que mantengan alguna conexión con el terrorismo (Iraq), así como enviando tanques y aviones para bombar- dear y aterrorizar a todo aquel que viva dentro de dicho cerco. Dado que la guerra es la forma más extrema de terrorismo, una guerra contra el terrorismo es en sí misma contradictoria. ¿Es extraño o es normal que ningún personaje político de importancia haya señalado algo tan evidente? Pero los gobiernos de EE.UU., Israel y Rusia han fracasado, incluso dentro de su limitada definición de lo que es el terrorismo. En el momento en que escribo esto, tres años después de los acontecimientos del 11 de septiembre, el número de militares estadounidenses muertos pasa ya de mil, más de ciento cincuenta niños rusos han muerto en el ataque terrorista de una escuela, Afganistán está sumi- do en el caos y el número de ataques terroristas de importancia se elevó a veintiuno en 2003, de acuerdo con datos oficiales del Ministerio de Asun- tos Exteriores de EE.UU. El sumamente creíble Instituto Internacional de Estudios Estra- tégicos, con sede en Londres, ha divulgado que «más de 18 000 terroristas potenciales andan sueltos y su reclutamiento se acelera debido a Iraq». EXCLUSIVA con BelØn Gopegui P. de la Hoz Bush o la edad de la mentira JosØ Saramago una pÆgina rescatada de NicolÆs GuillØn

una pÆgina rescatada de - epoca2.lajiribilla.cuepoca2.lajiribilla.cu/pdf/jiripapel/Jiribilla35.pdf · negros con Serrat cantando a los inmensos poetas Antonio Machado y Miguel Hernández

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� publicación quincenal � www.lajiribilla.cuwww.lajiribilla.cubaweb.cu

Continúa en la página 10

Howard ZinnEE.UU.

lamo «nuestra» a esta guerra contra el terroris-mo porque quiero distinguirla de la que están

librando Bush, Sharon y Putin. Las suyastienen en común el hecho de que se basanen el enorme engaño de persuadir a sus res-

pectivas ciudadanías de que es posible ocuparse del te-rrorismo por medio de la guerra. Estos dir igentespretenden que se puede terminar con nuestro miedo aataques terroristas repentinos, mortales y perversos —unmiedo nuevo para los estadounidenses— estableciendoun enorme cerco alrededor de los territorios de dondeproceden los terroristas (Afganistán, Palestina, Chechenia) o que mantengan algunaconexión con el terrorismo (Iraq), así como enviando tanques y aviones para bombar-dear y aterrorizar a todo aquel que viva dentro de dicho cerco.

Dado que la guerra es la forma más extrema de terrorismo, una guerra contra elterrorismo es en sí misma contradictoria. ¿Es extraño o es normal que ningún personajepolítico de importancia haya señalado algo tan evidente?

Pero los gobiernos de EE.UU., Israel y Rusia han fracasado, incluso dentro de sulimitada definición de lo que es el terrorismo. En el momento en que escribo esto,

tres años después de los acontecimientos del 11 de septiembre, el número demilitares estadounidenses muertos pasa ya de mil, más de ciento cincuenta niños

rusos han muerto en el ataque terrorista de una escuela, Afganistán está sumi-do en el caos y el número de ataques terroristas de importancia se elevó a

veintiuno en 2003, de acuerdo con datos oficiales del Ministerio de Asun-tos Exteriores de EE.UU.

El sumamente creíble Instituto Internacional de Estudios Estra-tégicos, con sede en Londres, ha divulgado que «más de 18 000

terroristas potenciales andan sueltos y su reclutamientose acelera debido a Iraq».

EXCLUSIVA

con

Belén

Gopegui

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Bush

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edad

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mentira

JoséSaram

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NicolásGuillén

adie se llame a engaño. Pare-ce frágil, pero su fibra inte-rior posee una resistencia atoda prueba. Belén Gopeguino solo es una de las voces

más originales de la narrativa española de lasúltimas décadas, sino también una mujer queescribe como piensa y defiende lo que escribe.

Su más reciente obra, El lado frío de laalmohada (Anagrama, 2004) levantó en Es-paña una ola de adhesiones y cuestiona-mientos. Su argumento tiene por eje laRevolución cubana y las lecturas que suscitaeste proceso político en la nación ibérica.

Es por ello que le propuse a Belén la po-sibilidad de una entrevista, a la que accediócon gusto. La correspondencia entre este pe-riodista y la escritora fluyó como si nos hu-biésemos conocido de toda la vida. Es unaimpresión que quiero compartir con los lec-tores de esta publicación.

¿Cuándo, cómo y por qué se le ocurriótomar la realidad cubana como referenciapara la escritura de una novela?

Quería escribir algo que estuviera más cercade los planes que de los sueños, como decíaBrecht. Cuba es real, es un proyecto revolucio-nario real. En este momento creo que las no-velas deben concentrarse en buscar aquellosproyectos que desplazan los límites de lo real,en vez de intentar desplazar esos límites através de la mera imaginación.

¿Era consciente de que El lado frío de laalmohada sería caldo de cultivo para la po-lémica, incluso para intentos de descalifica-ción?

¿Cómo ha recibido la andanada de ciertasvoces que se expresan en el ámbito intelec-tual español y la consideran a usted «polí-ticamente incorrecta»?

Sí, era consciente. En cuanto a las an-danadas, depende de quien provengan.Solo duelen aquellas que provienen de per-sonas a las que uno en cierto modo admira,

en las que cree. Las otras, que son lasque han tenido lugar, al menos demomento, pueden ser incómodas,pero no duelen.

que tenemos mucho que aprender. Esa esmi posición, al margen del afecto.

Algunas de las personas que han compar-tido conmigo la lectura de la novela se pre-guntan hasta qué punto la protagonista, unajoven cubana de 28 años, tiene que ver con la

personalidad, el intelecto y el fuego interiorde Belén Gopegui. Quisiera un comentariosuyo al respecto.

Siempre que se me hace esta pregunta in-tuyo que se me está pidiendo que diga quetienen mucho en común. Pero mi obligaciónes eludir la respuesta. El escritor no es nadie.El escritor, la escritora, es nadie cuando escri-be. Otra cosa es que deba aceptar luego laresponsabilidad de lo escrito y que eso puedaimplicar un cierto trabajo político.

Hay en la trama una idea inquietante quea mí, como cubano que vive día adía un proceso atribulado y fasci-nante a la vez, no se me habíaocurrido: el supuesto «suicidio»o posposición del proyecto revo-lucionario hasta que l leguent iempos más prop ic ios . A l

margen de que se trata de una argucia en elrejuego de inteligencia y contrainteligenciaque plantea la novela, ¿se trata acaso de unaposibilidad entrevista por ciertos sectores dela izquierda intelectual europea?

En los años del período especial hubo unartículo de Manuel Vázquez Montalbán queparecía insinuar algo así. Después lo he oídoen alguna conversación con personas cerca-nas. Pero no creo que sea representativo deuna izquierda europea. Mi punto de vista, entodo caso, es que al margen de que se trate,como usted dice, de un planteamiento cebode la trama, no es en absoluto una opciónreal. En la actual coyuntura histórica no esposible que una parte elija no jugar, no escierto el refrán que dos no se pelean si uno noquiere, como ha demostrado recientementela guerra de Iraq.

Es curioso para mí que usted haya hechouna elección que emparienta con el thriller y,en otro orden de cosas, con la novelística deGraham Greene. ¿Le parece pertinente o noesta observación? ¿Qué me diría?

Ambas observaciones me parecen perti-nentes. En cuanto a Graham Greene, algunavez he dicho que mi intención era hacerle uncontrahomenaje, un homenaje a todo lo quehabía aprendido de él, pero también, desdemi pequeño lugar, una refutación. Porque creoque hay en algunos libros de Greene unacierta complacencia en la ambigüedad, en lacontradicción no como algo que se vive, sinocasi como algo que se cultiva, se cultiva hastaun punto en donde parece posible, y no soloposible, casi deseable, ser honesto y corrup-to al mismo tiempo o cualquier otro par devalores opuestos. En mi novela quería contarque ese estado de indefinición no existe en

Pedro de la HozCuba

Ilustraciones: David

¿Qué se le ocurre cuando la tildan de«cubanófila»?

No sé si alguien me ha llamado eso. Creoque no sería la expresión adecuada. Hay unacoincidencia entre el proyecto político que amí me parecería importante que se hicieraen España y el que está haciendo Cuba, del

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ara los actuales cuarentones o cincuentones lahuella artística y humana del cantante catalánJoan Manuel Serrat se adentra en el terreno de

lo entrañable. Yo tenía doce años cuando su pri-mera visita, y la recuerdo no solo como la visión de

un ídolo, sino como un soplo de aire fresco. Esa etapa noera de machos ortodoxos ni de gente bien vista, según ellente estrecho de algunos, aquella hermosa y viril melena.Nos apegamos a la radio o a ciertos casetes milagrosamenteconseguidos, para escuchar una y otra vez aquello de «tunombre me sabe a hierba» o «poco antes de que den lasdiez». Después, ya avanzados los 70, vendrían los discosnegros con Serrat cantando a los inmensos poetas AntonioMachado y Miguel Hernández. Reunirse en torno al tocadis-cos soviético de algún amigo, era como una pequeña asam-blea de personas sensibles. Todavía conozco a un actor queen las fiestas caseras, por allá por el desenfado de la segun-da botella de ron, entona su versión de los mayores éxitosde Joan Manuel.

Cuando fui a Barcelona en el 91 alguien me consiguiólos datos del cantor y entrevistarlo se convirtió en una ideafija. Pero extravié sus señas en el Metro y no pude verlo defrente hasta una noche en el bar habanero El Gato Tuerto.Entonces, varios de sus fans, decidimos respetar el carácterprivado de la visita de Serrat y, en vez de importunarlo con

preguntas o autógrafos, brindamos por su genialidad comosi siguiera a miles de kilómetros de distancia. Otra vez, devisita en Canarias, atisbé su rostro en un anuncio televisivo.El corazón me saltó con miedo a una decepción. Pero nadade eso, el artista colaboraba con la Sociedad de Cardiolo-gía, se limitaba a un texto tan sobrio como sus mejorescanciones y a un breve y aleccionador pedalear en bicicleta.

Ahora he vuelto a pensar en este artista de mi alma. Herecordado especialmente una de sus canciones que más nosha hecho llorar, reflexionar, desatar ese sentimiento quealgún sabio llamó el placer de estar triste: la melancolía. Sí,«A menudo los hijos se nos parecen /y así nos dan la prime-ra satisfacción...». Pero más cierto aún es que nadie podráimpedir que un día nos digan adiós. Amadín entró al preuni-versitario de Ciencias Exactas. No solo se adapta a la vidamúltiple y compartida de la escuela interna, sino que a mispreguntas comienza a contestar con cierto aire que se ubicaentre la condescendencia y el cansancio. Adriana, que cum-plirá once, me hizo bajarme del potro de ciertos sueños,invitándome a poner los pies en esta tierra de los dos, y a lavez en este siglo, esta sensibilidad que les pertenece conmás derecho y naturalidad.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/lacronica.html

Amado del PinoCuba

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raci

ón: A

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realidad. Y que precisamente porque no exis-te, es preciso oponer a los valores aún cris-tianos y aún individualistas de la culturaeuropea, los valores de un proyecto revolu-cionario. En cuanto al thriller, José AntonioFortes, teórico marxista de la literatura, haescrito que El lado frío de la almohada es lanovela de un crimen de Estado, de un asesina-to político de clase capitalista.

También llama la atención la inclusiónen la novela de cartas dirigidas al director deun diario. Por ellas sabemos del mundo in-terior de la protagonista, pero también seabre un espacio para especular acerca de laidentidad ideológica del destinatario ¿Enqué clase de director de periódico usted es-taba pensando?

En primer lugar me interesaba el artificiode las cartas al director, porque si estas sec-ciones existen dentro de los periódicos enEspaña es solo porque la libertad de expre-sión se confunde con la libertad del empre-sar io que puede tener un medio decomunicación. Existen porque los lectores notienen libertad real de expresión para usaresos medios y como no pueden usarlos nide forma democrática ni de forma represen-tativa, se acude a ese falso consuelo que esla carta al director. En cuanto a la clase dedirector, pongamos todos aquellos que sehan servido del aura de la izquierda, delatractivo de unos valores, ante los que re-sulta casi imposible no asentir. Se han servi-do de esos valores pero después los hanarrumbado en el último estante de su estan-tería y los han traicionado o simplementelos han olvidado, enredados en el peso y elprecio de tener una posición dominante enel mercado capitalista.

¿Qué opinión le merece el manejo mediá-tico de la realidad española y, en especial, loque se publica acerca de Cuba en los mediosde mayor circulación e impacto público?

Ya casi nadie piensa que la prensa en lasdemocracias representativas pueda ser esecuarto poder separado del resto y capaz deejercer un contrapeso. El tratamiento me-diático de la realidad cubana en España esuna de las pruebas evidentes de que no hayindependencia ni apego a la verdad en laprensa de los grandes medios de comunica-ción, sino fundamentalmente, defensa deunos intereses privados.

Usted sabe que Cuba presentó por ené-sima vez un proyecto de resolución ante laAsamblea General de las Naciones Unidasque condena el bloqueo y la guerra econó-mica de EE.UU. contra la población de la Isla.El año pasado respaldaron la moción nadamenos que 179 países. Sin embargo, el blo-queo y la guerra persisten. ¿Cómo interpre-ta usted ese desprecio de Washington haciala voluntad de la mayoría?

Detrás del bloqueo hay vidas concretas,cientos y cientos de miles de vidas concretas, vidasde personas cubanas, desde luego, y tambiénvidas de personas españolas, holandesas,suecas que una tarde pueden volver a su casacon miedo a que las despidan o les cierrenla empresa solo porque le vendieron a Cuba

una vacuna que contenía una pequeñísimaparte de sustancia fabricada en EE.UU. El blo-queo es una forma de dominación ejercidasin ni siquiera intentar disimularla y creo queese desprecio por el otro, por la vida del otro,está volviéndose contra EE.UU. y que así severá, de nuevo, en la votación.

Regresando a la novela, ¿cómo la sientea estas alturas al compararla con Lo real y suproducción anterior?

En este momento la aparición de la no-vela está demasiado cercana y no puedo to-davía ponderar si he logrado transmitir loque quería. Lo que sí pienso es que estanovela era la continuación lógica de Lo real.

No quiero abusar mucho más de su tiempo.Pero no puedo cerrar esta indagación sintrasladarle unas preguntas que se están ha-ciendo mucho en esta Isla: ¿cuándo volveráBelén Gopegui nuevamente a Cuba?, ¿cómoconcibe pasar entre nosotros un día a lacubana?

No sé cuando volveré. Problablementeaparecerán motivos en los que seguir traba-jando juntos. En todo caso, aunque no estéallí, en estos días a veces un poco polémicoscon la novela, sí me ha llegado a parecerque Cuba estaba en Madrid, a través delapoyo que he recibido. Un día a la cuba-na..., difícil concebirlo aquí y ahora, hay una

imagen de un poema que para mí concentramuy bien el momento en donde empiezan aocurrir las cosas que deseamos: «como ellatido de los pinares, al pararse el viento,que se preparan para oscurecer».

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_06.html

Para Leo Senmanat, Sergio Lago y Adriana Naveda

Para Alberto, en Xalapa

e gustó llegar de México yencontrar las dos últimasJiribillas esperándome. Nosé si sea demasiado parami poca capacidad confe-

sional (lo que siempre es problemático)decir que leo sus páginas todas, que lasdisfruto mientras ponen mis células grises afuncionar. En la última leo sobre mi Silvio,una crónica del concierto Cita con ángeles,donde, claro, no pude estar. Pero había es-tado días y días pensando en Silvio, abríalos libros de poesía e inconscientementebuscaba en ellos algún verso de sus can-ciones.

El culpable, de cierto modo, fue Iroel, miamigo, uno de los persistentes que, junto aLeón Estrada y Reynaldo García Blanco nospropusimos encontrar la huella de la obravastísima de nuestro trovador, en la vastísi-ma poesía cubana de los últimos tiempos.Así que en México, en un encuentro cálido yemotivo con estudiantes de la Licenciaturade Letras Mexicanas de la Universidad deVeracruz, estoy hablando de algo que pare-cía impreciso por su título «Materia de lapoesía: la responsabilidad de la palabra» yque desencadenó un diálogo hermoso entreaquellos jóvenes y esta poeta, sobre problemas

primera nota y cuando vi la emoción de aquelpúblico de bailadores, extasiados con el so-nido nuestro. Este otro grupo, más modes-to, pero muy bueno, es el disfrute puro delo que es la música de la Isla. Excepto apren-der a bailar, los músicos de Xalapa, Veracruz,gozaban «cubanamente» el repertorio quetocaban, y los tres cubanos eran la música,allí, en aquel sencillo lugar. Juraban las ami-gas que el tresero era músico del puerto, yyo, con cierto nacionalismo, les decía que«un tres tocado así, solo por un cubano», yclaro que tenía razón.

Les cuento esto porque cuando me pre-guntaron dónde quería celebrar (un pocoadelantado) mi cumpleaños, dije: «En Loren-zillos, con los cubanos». Entonces sí me atre-ví a hablarles y me alegraré siempre, y lodisfruté como se disfruta lo nuestro en todoslos sitios del mundo, y ellos reían con lo quedecían «la risa cubana» que yo les había lle-vado hasta allí. Así que nos fuimos a otrolugar, el del título: «La Corte de los Mila-gros», como esos cafés de las películas adon-de van los artistas, porque allí tambiéntocaban, en otro grupo, los que ya eran «miscubanos». La gente baila y yo, que no sémucho, agradecí que un muchacho mexica-no muy joven estuviera emocionado porqueera «la primera vez que bailaba con una cu-bana, y porque él amaba toda mi cultura y leparecía que tenía que haber nacido en

Cuba». Rodrigo se llama aquel muchachode veinte años que nunca ha visitado la Isla,y se sabe canciones y nombres de escritores ymuchas cosas más que son parte de su sueño.

A las tres de la madrugada, cuando laNegra Modelo sabe mejor, un trovador mexi-cano tomó el pequeño escenario, y ¿quécreen que hace cada vez que toca allí? Cantatodo el repertorio de Silvio, cualquier canción,la que le pida el público que era eviden-temente asiduo al lugar. Así que cantamosa pulmón o quedamente tema a tema, todos,mientras mis cubanos de vez en vez subían aacompañarlo. Fue, de todos los momentosmágicos que mis amigos y mi vida me rega-lan, uno de los más hermosos.

Así que finalmente no pude librarme delfantasma Silvio durante esos días, pero enrealidad nunca lo he buscado. Alguna vez lecontaré cómo suenan sus canciones cuandoél no está, cuando no hay un escenario gi-gante de un teatro o una plaza, cuando unosque nacieron bajo nuestro mismo cielodicen ya las palabras nuestras mezcladascon las de allá y ambos acentos crean unonuevo, pero lo pierden cuando cantan «Oh,melancolía» con toda la melancolía que cabeen la penumbra, cuando los otros que cantanno saben los caminos que hemos atravesa-do juntos la Isla, sus canciones y yo.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n182_10/182_14.html

de nuestro mundo actual y que luego seconvirtió en algo que parecía conferenciasobre la política editorial cubana, interésmás que lógico en jóvenes para loscuales es difícil acceder a publica-ciones en la medida en que sí seaccede acá. Y claro, terminé ha-blando de Silvio, sin saber cómo sehabía enlazado un tema con otro,mientras algunos casi suspirabancuando hablaba de la antología depoemas. Y creí librarme de «mi fan-tasma».

Tuve otro encuentro, menos espontáneotal vez, pero igual de interesante, porquefue en la Maestría de Literaturade la misma Universidad, paraestudiantes y profesores. Lapoesía de los 80-90, e lsistema editorial cubano ySilvio. ¿Cómo? No sabríadecirlo. Entonces me dicenunas amigas mexicanas queme llevarán a un lugar de micomida favorita (difícil adivi-nar), pero no me llevarán porla comida, que no se vive solopara eso, sino porque allí tocaun grupo de mexicanos ycubanos. Conf ieso que lod is f ruté. Ya había estado enel concierto que diera el SeptetoHabanero, donde el corazón seme desbocó cuando sonó la

Ilustración: David

Teresa MeloMéxico

Nada ansío de nada,mientras dura el instante

de eternidad que es todo,cuando no quiero nada.

O. GIRONDO

oy, de lágrimas ante las efemérides, sitiadoante la cultura, coincido indispuesto en micontexto, desorientado en mi praxis deangosta e inconsecuente postura... comolombriz plástica seducida, reiteradamente

aborrecido por las vidrieras. Así, víctima de la toilette delconsumo, me resulta harto difícil esgrimir homenajes pós-tumos que, inconscientes, se vomitan a la deriva. Sí, pasaque mi adrenalina se acentúa en presente de desdicha,rigurosamente alicaído, desprovisto, sin posibilidadesde resurrección concreta.

La iniquidad se enquista en el espíritu del Oc-cidente mutilador de cuanta esencia. África se muere,devastada por las simuladas intenciones deNaciones Unidas, revolcada en la sinopsis deldesconsuelo maquillado. El Fondo MonetarioInternacional desangra el gris harapo utópico quea sabiendas se resiste, en ocasiones en vano a ladesdicha ontológica de los predicadores de laimportancia del aire sin brisa, del Sol sin miradao de la voluntad no de rodillas de un posible des-pertar manipulado en su embrión disgustado.

Así, abochornado ante el Afganistán abo-lido, inútil ante Iraq asesinada, indefenso anteHaití devastada, mutilado de verbo por laPalestina inexistente... Así, a merced de la catarsisde mis intestinos hurtados, me encuentro;pesimista por la Venezuela de riesgos, escéptico anteel timorato amanecer de una América poblada dedantesco entusiasmo, alimentada de pólvora en píl-doras. Tiemblo ya sobornado ante el neofascismo indi-gente que se burla impune del miserable y endebleracionalismo semihumano. La barbarie es erecta, legiona-ria, asfaltada, sin rumbo, descarnada, fatal, indecisa, abyecta.El presente es tan hostil como dócil. Se impusieron la usura, elvicio del«todavía y siempre esperando», sí; así como meneste-rosos seguimos adulando la farsa, sobornando los simulacros,creyentes aún de la bigamia política.

Pienso que pudimos ser testigos de la historia abortada, lade sombras de seres y no de la impostura absoluta. Pudimosno ser miembros del continuar esperando la desesperanza yaen coma. El pensamiento como rector de actitudes, se quedóen el símbolo de la incongruencia suicida de un Ser absoluto,que se creyó el verso inoportuno de la eficacia occidental comoestamento de vuelo.

Así me resulta imposible evocar los cien años de aborciónde Neruda; tampoco puedo pensar en la elegante prosa cente-naria de Carpentier. La hipocresía convulsa desgarra la postu-ra de la infraestructura ósea.

Así de simple, nos diluimos, alarmados e insensatos, pen-sándonos como imágenes posibles. Exhortando a la culpa, eldesdén, aplaudiendo el hedor del cáncer, reciclando la zozobra.

Ya desdichados, seguimos prestos a la propuesta, la mayo-ría, como indigente masa supeditada al dictamen, se redimeante el secuestro, como desafortunados uniformados del ejér-cito del vidrio.

Así, entre el vulgo y los «capacitados», naufragamos alritmo de los bufones que se creen la veracidad de las podridasencuestas, las que a priori, deciden el futuro del mundo. Y esque somos tan pobres, que un desdichado país como EE.UU.nos ultraja la sombra.

Así de pensadores somos, así confinados desde las pro-puestas, decidimos abandonar nuestra sombra y ceder dócilesal ultraje creado por nuestras manos.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_31.html

Alexis FigueredoEE.UU.

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o

A FlorencioGelabert:LA ESCULTURA ES RITMO

Gelabert le conocí en 1994 —amenos de un año de su fallecimien-to—, una mañana en que lo visi-té en su entonces casa-taller dela calle Panchito Gómez, aquí

en La Habana. Ya enfermo, recuerdo que hizo ungran esfuerzo para conversar; unas tres horasestuve junto al artista, tiempo que me bastó paracomprender la grandeza de su sencillez. Nuncamás le volví a ver.

Ha transcurrido el tiempo y hace apenas unashoras regresé a la calle Panchito Gómez con elpropósito de buscar recuerdos, fotos y conver-sar con su viuda, Lilliam Soto Cáseres —octoge-naria que me recibió entre sonriente ymelancólica—, quien contrajo matrimonio conel escultor el 28 de diciembre de 1956 en laIglesia de San Juan de Letrán, en el Vedado.

Por voz de Lilliam supe que en el año 2000, aconsecuencia de un incendio, el taller de Gelabert,su sitio permanente de trabajo desde 1951, fueliteralmente arrasado por las llamas. El fuego,implacable, redujo a cenizas la inmensa riqueza,material y espiritual, que atesoraba el lugar; ape-nas unas poquísimas esculturas quedaron em-plazadas en el patio lateral y en el jardín frontalde la casa.

Miraba los destrozos del siniestro mientrasrecordaba cuando hace diez años, grabadora enmano, estuve sentada en ese taller conversandocon el escultor, rodeada de hermosas esculturas,bocetos de futuros vitrales, el olor a cemento,los moldes de yeso… Ese diálogo inédito hastahoy es, a mi entender, una humilde evocación aun artista mayúsculo.

De los orígenes Nací en la calle Maceo, de Caibarién, Villa

Clara, en 1904. A los cuatro años se manifesta-ba en mí el deseo del dibujo porque, según mifamilia y algunos recuerdos que tengo, modela-ba con el fango de las zanjas. A los seis años nosmudamos hacia un barrio más cercano al mardonde mi papá hizo una pequeña casita.

Muy cerca de la nueva vivienda estaban unosastilleros y yo los frecuentaba; me gustaba mirar

cómo se construían los barcos. Ahora esque me doy cuenta de que posible-mente ya estaba surgiendo en mí lainiciativa de tallar la madera.

Los marineros de aquel enton-ces —en su mayoría analfa-

betos— cuando iban ahacer un barco mirabanun árbol y cuando en-

contraban gajos fuertes ycurvos los cortaban, con eso

iban construyendo las em-barcaciones. Eso siempre

me gustó mucho, vercómo trabajaban.Quedó en mi mente…

También de niño ob-servaba con mucho detenimiento a loshipocampos, es decir, los caballitosmarinos.

Tengo entendido que su papá fuealbañil y zapatero; un hombre que tuvouna gran influencia en usted y que a losonce años le dio un consejo…

Sí, llegaron las vacaciones y mi padreme dijo: no puedes seguir yendo a la escuela,seguirás dando clases con tu hermana María,que fue de las primeras maestras de certificadoque hubo en Cuba. Entonces, iba a aprenderoficio por el día y en la noche estudiaba con mihermana. Lo primero que hice fue ir a una fundi-ción. Allí aprendí el oficio de fundidor, pero coin-cidía con que cerca de ese lugar vivía José MaríaMontalbán, un gran músico y prestigioso peda-gogo. Por la tarde, cuando salía del taller de fun-dición daba clases de música. A los dos añoslogré integrar la Banda Municipal de Caibariéntocando el trombón de bala. En esa época mequemé con bronce y cambié de oficio: ingreséen la construcción de peón de albañil… Pasan-do el tiempo, ya en el año 1928, había que cubrirde azulejos el Ayuntamiento de Caibarién, unlugar que entonces servía para curar a los heri-dos. Nadie quería hacer ese trabajo porque era

y fui para Caibarién. Recuerdo que mi madre —que murió hace muchos años— cuando me viollegar me dijo: no te apures, ya tendrás otra opor-tunidad y yo le grité: ¡qué va mamá, si traigo labeca en el bolsillo! Así en el año 1928 vine paraLa Habana; la beca nada más que me duró tresmeses porque no pagaron más. Seguí de músi-co, trabajando en cabarets, hasta que ingresé enla Orquesta Filarmónica.

¿En el año 1938 es que se dedica por enteroa la escultura?

Trabajaba de noche en los cabarets, meacostaba a las cinco de la mañana y a las ochoestaba en San Alejandro. En el año 1936 ter-miné mis estudios, pero en el 38 convocaron alas cátedras por oposición en San Alejandro yahí me presenté y obtuve una beca por con-curso. Todos mis amigos me decían: ¿por quésigues de músico? Y les contestaba: eso notiene nada que ver. Seguí siendo profesionalen San Alejandro y miembro de la OrquestaFilarmónica.

¿Quizás por eso es que existe tanto ritmo ensu trabajo como artista plástico?

Para mí es necesario porque no sabemosdónde termina el ballet y dónde comienza lamúsica. Y creo firmemente que las artes plásti-cas, la música y la literatura están tan mezcladasque lo que uno sabe de una cosa le beneficiacuando se quiere insertar en otra.

En mi caso no puedo vivir sin la música, cuandotrabajo me gusta poner la radio porque me sientoligado. La escultura es ritmo, oigo una pieza y simulola forma. Por ejemplo, ¿qué hace un bailarín sinuna orquesta? Los movimientos se los va indi-cando la música. Creo que realmente, el que sededique a las artes plásticas y no sienta la músicaestá perdido.

los amigos y de la prensa. Me puse a trabajar.Como tenía muchos conocimientos sobre fun-dición aproveché y pude hacer mi exposición conesculturas fundidas en bronce en el año 1948en el Palacio de Bellas Artes de México.

¿Y España? No pude visitar España en esa época. Sin

embargo, hice una buena amistad en París conWifredo Lam, que había pasado de España aFrancia. También con otros cubanos entre losque estaba un hermano de ese gran músico quefue Eliseo Grenet.

Usted es uno de los creadores cubanos quecon mayor relevancia ha utilizado el concretodirecto, ¿por qué la inclinación por ese material,al parecer tan poco dúctil?

La escultura que ejecuto en concreto es com-pletamente distinta a la que se hace en otraspartes. No creo que la haya inventado, pero larealicé sin saber cómo la hacían otros. Parto, pri-mero, de la estructura en acero y luego la recu-bro con hormigón sin tener que pasar por elproceso de modelarla en barro. Hay ejemplosque demuestran que esta forma de hacer da re-sultados. En el año 1957 hice la escultura delHotel Habana-Riviera, un grupo grande que tieneunos siete metros y que está en el frontal, másotros grupos menores. Hice la estructura, la re-cubrí con hormigón… y aún hoy, frente al mar,donde el salitre hace gran daño, se mantieneperfectamente bien. También trabajé el bronce,pero en grupos distintos: los grandes divididosen fragmentos y después unidos con soldadura,pero buscando siempre que el metal tenga elmismo color. Ese es el caso de Ritmos, que estáen el Hotel Habana-Riviera, eso está hecho encuatro o cinco partes y no se conoce.

muy poco lo que pagaban. Yo, como entendíque aquello era un beneficio para el pueblo, mebrindé voluntariamente para azulejar ese lugar.

Un día, en el pasillo del Ayuntamiento, veouna convocatoria para la Academia de San Ale-jandro, fue de las primeras becas que se ofrecie-ron en Cuba. También había para la EscuelaNormal, para la de Artes y Oficios y para la deTécnica Industrial. La que menos cupo tenía eraSan Alejandro: nada más que dieron seis becas.Convocaron a una fecha determinada y yo mefui para Santa Clara en una guagua de asientosatravesados y con un lápiz de dos centavos en elbolsillo. Me presenté; por la mañana era el exa-men teórico para el cual me preparó mi herma-na, y por la tarde los ejercicios de dibujo.Recuerdo que había que hacer un dibujo libre ymiré una botella de cerveza, de aquellas que te-nían un oso con las patas metidas dentro deltémpano de hielo. Eso fue lo que se me ocurriódibujar. Nos dijeron: tal vez más tarde o mañanase dará el resultado.

Tenía que irme para Caibarién, pero decidísentarme en el parque que está frente al Institu-to de Segunda Enseñanza, que fue donde sehizo la prueba y estaba el jurado, que se reunióa las once de la noche… Ahí me quedé hastasaber el resultado. Fui el último que nombraron.Así obtuve la beca. Al amanecer cogí mi guagüita

¿Qué música prefiere escuchar? Toda la música, pero me formé escuchando

la clásica, aunque también disfruto de la popu-lar. Esa discusión que existe de si es clásica opopular, creo no es necesaria. Adoro por su cali-dad la de Franz Lizt, Mozart, Bethoven y otrosgrandes.

En el año 1938 usted viaja a Europa y de esaetapa ha confesado: «Mi estancia en Europa noinfluyó en mis raíces, pero sí mucho en mi técni-ca». ¿En qué sentido?

En el año 1938 aproveché las vacaciones yme fui a Europa. Primeramente a Francia y ahívisité el Museo del Louvre, luego marché haciaBélgica y después a Italia, específicamente a laciudad de Florencia. Pude ver todo el movimien-to de la plástica de Europa; mi visita a España fueposterior. Pero ahora me doy cuenta de que sianalizamos el proceso de la escultura universal-mente tenemos un salto desde los griegos hastaFrancia, que asimila esa herencia. Más tarde mefui a México y en el año 1940 estuve en EE.UU. ypude ver la grandeza arquitectónica, la compo-sición y la inclusión de todos los estilos sintetiza-dos. En el 1946, me correspondió en SanAlejandro el período sabático, que es un añocon sueldo y me fui a México y luego seguírumbo a EE.UU. Cuando llegue tuve el apoyo de

De manera que puedo decir que el concretoy la fundición en arena, en Cuba, han dado muybuen resultado. Lo del concreto directo quierorepetirlo, porque hago la estructura en acero yluego, directamente, la recubro con hormigónsin pasar por el proceso del modelado en barroy el vaciado en yeso.

Según su experiencia, ¿cuáles son las princi-pales ventajas que tiene la utilización de concre-to directo?

Si un edificio dura 100 años en hormigón,pues también lo puede durar la escultura. Nohay problemas. No tiene nada que ver el diseñocon la técnica que se utilice. En Cuba los inge-nieros y los arquitectos afortunadamente tienenuna gran experiencia en el tratamiento del hor-migón y han aceptado como bueno lo que hehecho. Además, es más económico y el escultorque trabaja en el hormigón tiene la ventaja deque su obra es duradera, como lo es un edificio.Lamentablemente muchos artistas no se dedi-can a trabajar con el hormigón, quizás, porquetiene las dificultades del oficio; no se puede olvi-dar que fui albañil y fundidor y todo eso me haservido para llegar a un resultado.

Es como la talla en madera. En la escuela noenseñan a tallar en madera, eso uno solo ha idobuscando la forma de desarrollarla y así ocurre

Estrella

Díaz

Cuba

Ilustración: Eric

recí oyendo hablar de Camilo. Mi padre, que nuncallegó a alzarse, fue miembro activo del Movimiento26 de Julio y le conoció cuando cruzó el río Cauto,después del combate de La Estrella. Tengo la visión desu rostro en una nochecita invernal de 1958 y quizás

por las tantas veces que me había enseñado mi abuela, se mepareció definitivamente a Cristo.

Pero claro, la mayor parte de las referencias que guardo deCamilo, la aprendí de mis mayores. Pude ver un papelito muydoblado que por mucho tiempo tuvo mi padre, hasta que loperdió en una carrera a caballo en el potrero. Era la licencia queél le otorgaba para que pudiera portar un revólver Colt 45. Aestas alturas esto me recuerda el interés del Ejército Rebeldepor legitimar sus actos y sus acciones, como ya en el siglo XIXhabía hecho la primera República de Cuba en Armas.

Yo vivía con mi abuelo Agustín, en lo que ellos llamaban lafinca de adelante (Santa Isabel); por eso no pude estar allá enEl Monte, como se le decía a la otra finca, cuando Camilo llegóallí con su columna poco tiempo antes de emprender la inva-sión a Occidente.

Mi madre dice que llegaron ya cuando la noche era unaboca de lobo, y se acomodaron silenciosos en la cocina. A esahora lo que había en la casa era un racimo de plátanos manza-nos y una bola de queso fresco. Ella puso en la mesa los ali-mentos, y Camilo le pidió un cuchillo. Cortó el queso en tantospedazos, como soldados traía. Luego se los fue entregandojunto con un platanito. Al final, apenas se comió las boro-nillas.

Esa noche del 58, ni Camilo y por supuesto, mucho menosmis padres, se podían imaginar la sorpresa que traería la trans-misión de la radio revolucionaria. Luego del queso y los pláta-nos, pasaron a la sala de la casa campesina, para poder sintonizarla radio alimentada por pilas secas. Después de salvar la impe-dimenta de las interferencias, se escuchó la voz de Violeta Ca-sals: «¡Aquiiiiií Radio Rebelde…!». Dijeron los partes de losenfrentamientos en los diferentes frentes y luego leyeron in-formaciones enviadas desde la Comandancia de Fidel. Al final,informaban que por disposición del alto mando Orlando Lara—que siempre operó en el llano— era ascendido a capitán; yCamilo Cienfuegos a Comandante. Él se quedó mudo, deján-dose abrazar, dice mi madre, por toda la gente de su tropa.

Después le vino ese manotazo de su desaparición. De creerque aparecía por momentos. De echar, todavía en el río Cautoun barquito con flores, con la esperanza de que llegara al mar.Tuvo que pasar mucho tiempo, para que yo entendiera, comolo habrán hecho tantos de mis semejantes que en lo mejor decada uno de nosotros, está Camilo sonriendo y atreviéndose atodas las aspiraciones por venir.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n182_10/182_28.html

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BladimirZamoraCéspedesCu b a

Ilust

raci

ón:

Raup

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con muchas cosas. Hoy, por ejemplo, están lasresinas. El Domo del Habana-Riviera, —quetiene más de mil metros cuadrados de cerámicaitaliana y cubana— está asentado con resina;que yo conozca es el único caso que hay en Cuba.

¿Y esa idea cómo surgió?Yo sabía que existían esas resinas, pero no

cómo aplicarlas. Y en el Habana-Riviera vinieronunos técnicos extranjeros con resinas e hicieronalgunas pruebas. Hay resinas que se mezclan al50%, es decir, mitad y mitad, y otras que sontres, cuatro partes con arena. Cuando vino eltécnico me dijo que eso se mezclaba con arena yque en 20 minutos estaba fijado. Él trajo su are-na, hizo su mezcla y pasaron los 20 minutos yaquello no endurecía. Entonces yo hice mi pruebaporque llevaba mi cartucho de arena cubana y alos 20 minutos le dije: probemos. Indiscutible-mente la mezcla con la arena que utilicé ha resis-tido el paso del tiempo.

¿Obras más famosas? Hay dos que prácticamente han recorrido el

mundo. Una es la de la Terminal de Ómnibus deLa Habana, que simboliza la velocidad, y la otrala del Habana Riviera. Como vienen muchos ex-tranjeros al hotel entonces le sacan fotografías yhe recibido cartas de otros países en las que mehacen preguntas. En el Hotel Atlántico, al estede La Habana, también hay una esculturagrande.

Está próximo a cumplir 86 años, ¿sigue tra-bajando?

De día trabajo la talla en madera y de nochedibujo en función de los vitrales. Pienso hacer

una exposición sobre este tema porque creofirmemente que el vitral puede suplir hasta loscuadros al óleo en muchos lugares. Tiene la ven-taja que lo acompaña la luz y nuestro sol que estan especial. Muchas veces se pierden oportuni-dades y con esa muestra quiero reivindicar alvitral.

¿Mayor aspiración?He podido constituir mi familia. Mi esposa

fue farmacéutica, pero ahora que ya se retiró seha convertido en una muy buena orientadoraporque asimila las artes plásticas, y tengo unhijo que también es escultor.

¿Por qué las mascarillas? He hecho algunas de amigos que merecían

la pena para el recuerdo. Está el caso de la deJosé Raúl Capablanca, ese maravilloso ajedrecis-ta. Cuando murió trajeron el cadáver por el muelley lo llevaron directamente al Capitolio. Lo tendie-ron en el Salón Martí nada más el tiempo queutilicé, que fue de hora y media, para hacer lamascarilla. Otra mascarilla era de un gran ami-go, el maestro Gonzalo Roig, uno de los mejo-res directores de orquesta de nuestro país.También hice la de Kid Chocolate, un boxeadorde gran mérito, vendedor de periódicos. Cuandome enteré de su fallecimiento fui a la funeraria yejecuté la mascarilla. En el caso de Romañach fuisu alumno y después compañero en el claustrode San Alejandro. Fue uno de los grandes pinto-res que hemos tenido en el continente america-no, un hombre muy humilde que gozó de granadmiración dentro de sus alumnos. Al morirRomañach pensé que no debía quedar en el ol-vido un hombre tan grande y además de hacerle

la mascarilla se me ocurrió prepararle un moldea la mano del maestro para que eso estuvieracomo un recuerdo en los museos.

¿Influencias?A medida que uno cursa estudios va sintien-

do admiración por los egipcios, por los griegos,los franceses, pero de todos modos uno haceuna síntesis. Todos han dejado algo y esas huellasquedan en la cultura sedimentada por los siglos.El artista de hoy tiene que analizar mucho lo quehace y tener en cuenta que existe un pasadovivido por la humanidad.

Las tallas de madera que nos rodean en este

estudio me dan la impresión de que tienen in-fluencias del arte africano. ¿Estoy en lo cierto?

Creo que la cultura cubana es de asimila-ción. Por ejemplo, cuando se escucha la músicade Haití se nota la influencia francesa, cuandose escucha la de Jamaica, la influencia inglesa.Sin embargo, en Cuba se funde la música es-pañola con el sufrimiento de los esclavos. Elúnico lugar de descanso que tenían los escla-vos era para dormir y mitigar los daños dellátigo cantando… de ahí el resultado de lafusión de la música española con la nuestraque ha dado este resultado: es única. En lasartes plásticas suceden otras cosas. Una vezun señor inglés me preguntaba por qué enmis esculturas nunca aparecía una sonrisa y lecontesté que porque todavía tenemos la me-lancolía de los sufrimientos. Uno recuerda muchoel sufrimiento de sus antepasados. Soy mesti-zo, soy mezcla de negro y de chino, de maneraque no es que yo quiera pensar así, sino queme nace. Cualquier persona que escuche «La

bella cubana», de White, se da cuenta quetiene cierta melancolía. Hay mucha música ale-gre en Cuba y otra que nos trae el mensaje delpasado.

Pero, ¿por ser mestizo se sintió limitado?Conocí perfectamente los prejuicios racia-

les, los viví y siempre los evité; me sentía satis-fecho de ser mestizo porque me recordaba amis padres. Tanto la raza blanca como la negrahan dado grandes patriotas, artistas, poetas,músicos y literatos. El prejuicio nos viene conla colonia; pero, afortunadamente, hemosdado un gran salto. Hoy sabemos que el hombrees lo importante sin tener que mirar su piel.Igual se aprecia a un médico como a un artistay no importa si es negro o blanco. Los cuba-nos debemos de estar muy contentos de laforma en que hoy vivimos.

Cien años han transcurrido del nacimien-to de Florencio Gelabert (23 de febrero de1904) y diez de la entrevista que hoy publica-mos (30 de agosto de 1995), hasta el momentoinédita.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_08.html

a carrera política y empresarial de George WalkerBush, hijo del director de la CIA y, más tarde, 41º

presidente de los EE.UU., George Herbert WalkerBush, se encuentra narrada y documentada enno pocas obras que han investigado los sótanos

de la política norteamericana, y constituye un ejemplo perfec-to y acabado de arribismo sin escrúpulos. Este artículo, tantopor la brevedad como por la falta de pretensión, debe ser en-tendido solo como una mirada estupefacta sobre uno de losmás deprimentes espectáculos representados en el escenariodonde implacablemente se juega, como si de simples mario-netas se tratara, con el destino de millones y millones de sereshumanos. Los avatares y los caminos que acabaron sentando aGeorge Walker Bush en el trono imperial y colonial de la CasaBlanca son en general conocidos, pero creo que puede ser dealguna utilidad en estos días que corren, como un resumidovademécum, la relación de las principales etapas que marca-ron la vida y milagros del actual (y fraudulento) presidente deEE.UU. de América del Norte, George Walker Bush, a quien losamigos, en el tiempo de la juventud (y quién sabe si todavíahoy), llamaban cariñosamente W. Y ya que, según las mejores

biografías autorizadas, George Walker, igual que Saulo al caerdel caballo en el camino de Damasco, recibió de las alturas lailuminación de la gracia que, en su caso, le hizo dejar el alcoholy arrepentirse de la vida disoluta en que se le estaba perdiendoel alma, me permitiré, tomando como piadoso ejemplo lasestaciones del vía crucis cristiano, enumerar algunos pasos dela peculiarísima vía triunfalis que, por ser el hijo mayor de suseñor padre, le habría de conducir hasta el ombligo del mundo,más conocido como Despacho Oval.

Helas aquí: la primera estación muestra hasta qué extremoinfluyó el peso político y empresarial paterno para que GeorgeW. fuese admitido y obtuviera fáciles diplomaturas en las uni-versidades de Andover y de Yale; en la segunda estación seexplican las maniobras y los artificios de que George W. sesirvió para que lo situaran en el primer lugar de una lista deespera de miles de candidatos a inscribirse en la Guardia Na-cional de Tejas y de esa manera tener una excelente razón parano ir a la guerra de Viet Nam; en la tercera estación se destapa-rá el engranaje financiero empleado para reflotar las compa-ñías petroleras de George W. cuando estaban al borde de laquiebra; en la cuarta estación se aclara el laberíntico proceso

de venta de las acciones de la Harken Energy Corporation; enla quinta estación se describe la operación de adquisición

del equipo de béisbol Texas Rangers y cómo la posteriorventa de la parte de George W. (pese a ser minoritaria)

hizo de él un multimillonario; finalmente, en la sextay última estación se analizan en pormenoriza-

damente las campañas que, en dos ocasio-nes, elección y reelección, colocaron alhijo amadísimo de George HerbertWalker Bush al frente del Gobierno delEstado de Tejas, último escalón que le

faltaba a W. para que, un día, ojos desa-fiando ojos, dispuesto para desenfundar el

Colt de la pistolera, como en OK Corral, pu-diese pronunciar ante la cara de la asom-

brada estatua de AbrahamLincoln estas palabras que, en

su boca, suenan como un insulto: «Yo también soy presidentede los EE.UU.».

Presidente de los EE.UU., sí, pero solo gracias al fraude, a lamentira, a la manipulación. Peor aún que todo esto, y hablan-do alto y claro: George Walker Bush llegó a la presidencia desu país por obra de un golpe de Estado perfectamente caracte-rizado, al que solo le faltó el habitual retoque militar, aunqueno, por cierto, la aquiescente benevolencia del Pentágono. Laacción conjunta (y concertada) de cinco jueces de derecha delTribunal Supremo de los EE.UU.; del gobernador de Florida,Jeb Bush, hermano del candidato republicano, y de la mayoríaabrumadora de los medios de comunicación social norteame-ricanos, con especial relevancia de los informativos de televi-sión que, controlados por grandes corporaciones industrialesy financieras, difunden la opinión directa del Estado-empresa,tuvo como consecuencia una de las más ignominiosas y desca-radas usurpaciones de poder que los tiempos modernos tuvie-ron la desgracia de testificar. El mundo presenció una exhibiciónde prestidigitación política que ensombrecerá para siemprelas artes manipuladoras de otro presidente norteamericano,Richard Milhous Nixon, aquel que entró en la Historia de losEE.UU. con el expresivo apodo de Dick Trick, que significa algoasí como embustero, farsante, impostor, tramposo (dejo al lectorque elija el término que considere más adecuado). Me pregun-to cómo y por qué EE.UU., un país en todo tan grande, hatenido, tantas veces, tan pequeños presidentes...

George W. es seguramente el más pequeño de todos. Consu mediocre inteligencia, su ignorancia abisal, su expresiónverbal confusa y permanentemente atraída por la irresistibletentación del disparate, este hombre se presenta ante la hu-manidad con la pose grotesca de un cowboy que ha heredadoel mundo y lo confunde con una manada de ganado. No sabe-mos lo que realmente piensa, no sabemos siquiera si piensa(en el sentido noble de la palabra), no sabemos si en realidadno será un robot mal diseñado que constantemente confundey cambia los mensajes que le pusieron dentro. Pero honra lesea hecha al menos una vez en la vida, hay en George WalkerBush, presidente de EE.UU., un programa que funciona a laperfección: el de la mentira. Él sabe que miente, sabe que no-

sotros sabemos que está mintiendo, pero, porpertenecer a la tipología de comportamientodel mentiroso compulsivo, seguirá mintien-

do aunque tenga delante de los ojos la másdesnuda de las verdades, repetirá la mentira in-

cluso después de que la verdad le haya estalladoante su rostro. Mintió para hacer la guerra contra

Iraq como ya había mentido sobre su pasado turbu-lento y equívoco, es decir, con la misma desfachatez.

La mentira en George W. viene de muy lejos, la traeen la masa de la sangre. Como mentiroso emérito,él es el corifeo de todos los mentirosos que lo han

rodeado, aplaudido y servido como lacayos durantelos tres últimos años. Ahora son menos los yes men,

pero todavía sueltan sus gorgoritos embau-cadores. No había armas de destrucciónmasiva en Iraq, las que existieron fuerondestruidas tras la guerra del Golfo, en

1991.George Walker Bush expulsó la verdad

del mundo para, en su lugar, inaugurar y hacer florecer la edadde la mentira. La sociedad humana actual está impregnada dementira como de la peor de las contaminaciones morales, y éles uno de los mayores responsables de este estado de cosas. Lamentira circula impunemente por todas partes, se ha erigido enuna especie de otra verdad. Cuando hace algunos años unPrimer Ministro portugués, cuyo nombre por caridad omitoaquí, afirmó que «la política es el arte de no decir la verdad»,no podía imaginar que George W. Bush, tiempo después, trans-formaría la chocante afirmación en una travesura ingenua depolítico periférico sin conciencia real del valor y del significadode las palabras. Para George W. la mentira es, simplemente,una de las armas del negocio, y, tal vez la mejor de todas; lamentira como arma, la mentira como vanguardia de lostanques y de los cañones, la mentira sobre las ruinas, sobrelos muertos, sobre las pobres y siempre frustradas esperanzasde la humanidad. No es cierto que el mundo sea hoy másseguro que hace tres años, pero no dudemos de que seríamucho más limpio y tranquilo sin la política imperial y colonialdel presidente de EE.UU. de América, George Walker Bush, y decuantos, conscientes del fraude que cometían le abrieron elcamino hacia la Casa Blanca. Después de dispararle un tiro aAbraham Lincoln.

Este artículo reproduce en lo esencial el prólogo a El Nerón del siglo XXI, de JamerH. Hatfield, publicado en España por Editions Toméli-Ediciones Apóstrofe.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n182_10/182_27.html

José

Saramago

Portugal

Ilustración: Sarmiento

1. La revolución pacíficaCautelosa, modestamente, los bolivarianos

llaman «proceso de cambio» a lo que están ha-ciendo en Venezuela; pero es una revolución.

Una revolución pacífica, dicen algunos, y lafórmula parece, más que una paradoja, una con-tradicción in términis, una de esas «fusiones decontrarios» que solo son posibles en los sueños.¿Cómo puede ser pacífica una revolución? ¿Cómose puede poner fin sin violencia a la suma violen-cia de la explotación? ¿Cómo pueden abolirse sinrecurrir a la fuerza unos privilegios de clase obte-nidos y mantenidos por la fuerza? No en vano elManifiesto Comunista empieza recordándonosque «la historia de todas las sociedades es la his-toria de la lucha de clases», para proclamar luegoabiertamente que el objetivo de la revolución esla abolición de la propiedad privada, y concluirdiciendo que dicho objetivo «solo puede ser al-canzado derrocando por la violencia el ordensocial existente».

Si por revolución pacífica entendemos no vio-lenta, la fórmula no parece viable, aunque el propioLenin acariciara la idea: «Si existe una sola posibili-dad entre cien (de un desarrollo revolucionario pa-cífico), vale la pena intentar realizar esa posibilidad»(Sobre los compromisos, 1917), dijo poco antes dela Revolución de Octubre. Pero el intento, como esbien sabido, fracasó. ¿Por qué? El propio Lenin lodiría poco después, en el VIII Congreso del PCR, enmarzo de 1919: «Señores capitalistas, vosotros soislos culpables. Si no hubierais ofrecido una resis-tencia tan feroz, tan insensata, insolente y deses-perada, si no os hubierais aliado con la burguesíade todo el mundo, la revolución habría asumidoformas más pacíficas».

Los capitalistas venezolanos también estánofreciendo una resistencia feroz, insensata e in-solente; aunque, por desgracia, no tan desespe-rada como la de los capitalistas rusos de hace cienaños, pues cuentan con el apoyo de la CIA y de lasmultinacionales. La Revolución bolivariana, portanto, no puede ser pacífica, si por pacífica enten-demos inerme y sin violencia alguna; pero tal vezconsiga ser incruenta. Es imprescindible tener lasarmas listas, pero tal vez no sea necesario usarlas.

Normalmente, la burguesía cuenta con el ejér-cito, el clero, los políticos corruptos y los intelec-tuales vendidos al poder para anestesiar o reprimira la clase obrera. Pero, por una serie de circuns-tancias (dignas, por cierto, del más atento análi-sis), en Venezuela la situación es tan atípica comoesperanzadora. Los bolivarianos no solo cuentancon el apoyo del pueblo, sino también con el delejército y el clero progresista, así como de un im-portante sector de los intelectuales. Sus enemi-gos son solo los explotadores y los grandesmedios de comunicación (que, como en la «Españademocrática», como en casi todo el mundo, estánen manos de gángsters). Sin interferencias exter-nas, la victoria de la Revolución bolivariana habríasido rápida y aplastante.

Pero EE.UU. no puede tolerar que triunfe elproyecto emancipatorio venezolano. Y no es elpetróleo la principal causa, como no lo es en Iraq.Lo que más preocupa, y con razón, a la plutocraciaestadounidense es la posibilidad de que Venezuelase convierta en una nueva Cuba, en un segundofoco revolucionario capaz de «contaminar» a todaLatinoamérica. Para Washington y sus aliados, elnuevo «eje del mal» es el eje Habana-Caracas, y laviolenta campaña mediática internacional contraCuba y Venezuela de los últimos meses (en la quelos medios españoles, sobre todo el diario El País,han desempeñado un papel especialmente ini-cuo) es una buena prueba de ello.

¿Qué están dispuestos a hacer la CIA y elPentágono para impedir el triunfo de la Revolu-ción bolivariana? Cualquier cosa, no nos quepa lamenor duda. Pero, afortunadamente, en estos mo-mentos no pueden permitirse el lujo de hacer todolo que quisieran. La heroica resistencia bélica delpueblo iraquí y la heroica resistencia pacífica delpueblo cubano, entre otras cosas, limitan consi-derablemente las posibilidades de agresión di-recta de la mayor y más despiadada potenciamilitar de todos los tiempos.

2. La revolución dialécticaComo los seres vivos, como las especies mismas,

la sociedad y la economía son sistemas com-plejos adaptativos, capaces de modificarse en

función de las circunstancias para mejorar susexpectativas de supervivencia y desarrollo. Lasmaniobras adaptativas son continuas, pero, salvoen situaciones críticas, no suelen ser bruscas niaparatosas: en general, responden a estrate-gias recurrentes que se confunden con el flujomismo de la existencia. Solo en ciertas situacio-nes de máximo riesgo o de extrema tensión, losseres vivos, las especies, las sociedades y las eco-nomías cambian radicalmente de estrategia adap-tativa.

Una revolución (en el sentido marxista deltérmino) es una estrategia de supervivencia co-lectiva radicalmente nueva, provocada por con-diciones (socioeconómicas) extremas. Unaestrategia que nace de la desesperación y la con-vierte en esperanza, en la única esperanza posi-ble para los desposeídos, para los que no tienennada que perder más que sus cadenas. Y, por lotanto, una revolución no es un paso históricomás, sino un salto brusco, en alguna medidaimprevisible e incontrolable. El consabido esque-ma ensayo-error-rectificación-acierto, base detodo aprendizaje, deja de ser cíclico, deja de seruna espiral de expansión lenta, pero segura, y sevuelve lineal (al menos a corto plazo), se convierteen un grafo sin bucles, en un camino sin cambiosde sentido, en un experimento con escaso margenpara las repeticiones y rectificaciones necesarias.El proceso revolucionario, arrastrado por su propioimpulso inicial, por el enorme empuje necesariopara «romper las cadenas», adquiere una peli-grosa inercia, corre el riesgo (y hasta ahora casisiempre ha caído en él) de volverse mecánico,adialéctico.

Cuba, gracias a unas circunstancias físicas ypolíticas peculiares1, logró moderar su «inerciapostruptural», lo que permitió, entre otrascosas (y entre otras causas), que su revolu-ción fuera mucho menos violenta que otras.Venezuela, en circunstancias aún más peculia-res, podría haber logrado poner en marcha unarevolución dialéctica, en la que la teoría y la praxistransformadora tienen tiempo de confrontarsey corregirse mutuamente. Una revolución tran-quila, pausada, si no del todo pacífica. Pues laúnica paz posible, y la única deseable, es la Irenede los griegos, la Paz hija de la Justicia, y mientrasno haya justicia en el mundo, no podrá haberauténtica paz, ni internacional ni intranacional.

3. La Nueva InternacionalMientras en Iraq y Palestina se libra la madre

de todas las batallas, en Cuba y Venezuela sesufre y se resiste el padre de todos los asedios.Un implacable asedio económico, político y me-diático contra el que debemos luchar sin des-canso, y no solo por solidaridad, sino por nuestropropio futuro. Frente al imperialismo genocida,frente a la homologadora globalización del ex-polio y el exterminio, todos somos palestinos eiraquíes, cubanos y venezolanos, vascos eirlandeses... Una Nueva Internacional de pueblosdignos y valerosos (que no necesita número,pues es a la vez primera y última en su género)está tomando forma para desesperación de losimperialistas y sus cómplices, de los fascistas ylos socialdemócratas. Intentarán desarticularlapor todos los medios. No lo conseguirán. Nuestrared espaciotemporal ya es demasiado tupida,demasiado fuerte para desgarrarla. Hoy en Lati-noamérica es posible un Chávez porque hay unCastro y ha habido un Allende (y porque huboun Bolívar, un Martí, un Zapata). Los bolivaria-nos surgen en una tierra abonada y reclamadapor los zapatistas, las FARC, el MST...

Los imperialistas saldrán de Iraq y dePalestina con el rabo entre las piernas, como sa-lieron de Viet Nam, y no entrarán en Venezuela,como no han entrado en Cuba. Euskal Herria eIrlanda serán naciones libres e independien-tes... Y de esa pluralidad de pueblos insumi-sos, soberanos, nacerá la única unidaddeseable, la única posible.

Notas:1- Cf. mi artículo «El tamaño de la revolución»(Gara, 19 10 03, y www.nodo50.org/contraelimperio).

http://www.lajiribilla.cu/noticias/n0081.html

la revolución

tranquila

CarloFrabetti

España

Ilustración: Nelson Ponce

Con un fracaso tan obvio y con el presidente Bush en plenacontradicción semántica (el 30 de agosto dijo: «No creo que sepueda ganar esta guerra», y al día siguiente: «No lo duden, vamosa ganarla»), parece asombroso que las encuestas muestren queuna mayoría de estadounidenses siga convencida de que el Pre-sidente ha hecho «un buen trabajo» en la guerra contra el te-rrorismo.

Se me ocurren dos razones para ello:En primer lugar ni la prensa ni la televisión han representado

el papel de críticos fustigadores que hubieran debido en unasociedad cuya doctrina democrática fundamental (véase la Decla-ración de Independencia) dice que no se debe confiar a ciegas enel gobierno. Los medios de comunicación no le han aclarado alpúblico —al menos con claridad meridiana— cuáles han sido lasconsecuencias humanas de la guerra en Iraq.

Me refiero no solo a las muertes y a las mutilaciones de nuestrajuventud, sino a las muertes y a las mutilaciones de los niñosiraquíes (en estos momentos estoy leyendo una noticia sobre unbombardeo estadounidense en la ciudad de Fallujah que ha pro-vocado la muerte de cuatro niños, mientras que los militares deEE.UU. afirman que forma parte de «ataques selectivos» sobre«un edificio utilizado con frecuencia por terroristas»). Creo que lacompasión natural de los estadounidenses se despertaría si deverdad entendieran que estamos aterrorizando a los demás connuestra «guerra contra el terror».

Una segunda razón para que haya tantas personas que acep-tan el liderazgo de Bush es que el partido de la oposición no hahecho valer ningún argumento contrario. John Kerry no ha des-mentido la definición de terrorismo que ofrece Bush. No hapuesto el dedo en la llaga. Ha hecho un amago y ha escurrido elbulto al decir que Bush emprendió «la guerra incorrecta en ellugar incorrecto y en el momento incorrecto». ¿Existen las guerrascorrectas en lugares correctos y en los momentos correctos?Kerry no ha hablado con claridad, con audacia, de una mane-ra que apele al sentido común de los estadounidenses, delos cuales al menos la mitad está contra la guerra; ymuchos más a la espera de las sabias palabras de unauténtico líder. No ha contradicho la premisa fundamen-tal del régimen de Bush, a saber, que la violencia masiva

de la guerra es la respuesta adecuada contrael ataque terrorista que tuvo lugar el 11 deseptiembre de 2001.

Empecemos por reconocer que los actos terroristas —el asesi-nato de inocentes para alcanzar el objetivo deseado— son algomoralmente inaceptable, que cualquier persona preocupada porlos derechos humanos debe rechazar. Los ataques del 11 de sep-tiembre, los kamikazes palestinos en Israel o la toma de rehenespor parte de los nacionalistas chechenos se sitúan fuera de loslímites de cualquier principio ético.

Esto es algo que se debe recalcar, porque en cuanto alguiensugiere que vale la pena considerar otras maneras de replicar,aparte de la venganza violenta, se le acusa de simpatía hacia losterroristas, lo cual es una manera absurda de terminar una discu-sión sin estudiar alternativas inteligentes a la política actual.

Surge entonces la pregunta: ¿Cuál es la manera apropiada deresponder a actos tan horribles? Hasta ahora, la respuesta deBush, Sharon y Putin es la fuerza militar. Tenemos ya bastantespruebas de que eso no acaba con el terrorismo, sino que inclusopuede incrementarlo y, al mismo tiempo, provoca la muerte decientos o miles de inocentes que viven en el entorno de los su-puestos terroristas.

¿Cómo es posible que las ciudadanías de Rusia, Israel o EE.UU.apoyen respuestas tan obviamente ineficaces o contraproducen-tes? No es difícil de explicar. Se debe al miedo, a un miedo profun-do y paralizador, a un pánico tan intenso que deforma las facultadesracionales, de tal manera que la gente acepta una política quesolo tiene una cosa en su favor: permite que uno perciba que seestá haciendo algo. En ausencia de alternativa, en presencia de unvacío de la política, el llenado de ese vacío con un acto decisivo sevuelve aceptable.

Y cuando el partido de la oposición y su candidato a Presiden-te no tienen nada que ofrecer para llenar dicho vacío, el públicosiente que no le queda más opción que aceptar lo que se estáhaciendo. Es algo gratificante desde el punto de vista emocional,incluso si el pensamiento racional sugiere que no funciona nifuncionará.

Si John Kerry no puede ofrecerle al pueblo estadounidenseuna alternativa a la guerra, son entonces los ciudadanos quienestienen la responsabilidad de presentar tal alternativa haciendouso de todos los recursos que estén a su alcance.

Sí, podemos intentar protegernos por todos los medios contraataques futuros, tratando de asegurar aeropuertos, puertos,ferrocarriles u otros centros de transporte. Sí, podemos intentarcapturar a los terroristas conocidos. Pero ninguna de tales accionesacabará con el terrorismo, que se origina en el hecho de que millo-nes de personas en el Oriente Próximo y en otros lugares estánencolerizadas por la política estadounidense y es entre esos millo-nes donde surgen quienes llevarán su cólera a extremos fanáticos.

Un anónimo analista en terrorismo, cercano a la CIA, ha dichosin rodeos en un libro, que la política estadounidense —el apoyoa Sharon, la fabricación de las guerras de Afganistán e Iraq—«está completando la radicalización del mundo islámico».

A no ser que reexaminemos nuestra política —nuestro des-pliegue de soldados en cien países (preciso es recordar aquí queel acuartelamiento de soldados extranjeros era una de las quejasde los revolucionarios estadounidenses), nuestro apoyo a la ocu-pación de tierras palestinas, nuestra insistencia en el control delpetróleo del Oriente Próximo—, viviremos siempre llenos de miedo.Si anunciáramos que vamos a reconsiderar esa política, y lo cum-pliésemos, podríamos empezar a secar el enorme depósito deodio en que se incuban los terroristas.

Sea quien sea el próximo Presidente, al pueblo estadouni-dense le tocará exigirle que inicie una audaz reconsideracióndel papel que nuestro país debería representar en el mundo.

Esa sería la única solución posible para un futuro demiedo interminable y acuciante, «nuestra» guerra contrael terrorismo.

http://www.lajiribilla.cu/noticias/n0061.html

Viene de la página primera

er cubano y hablar de cultura obli-ga siempre a hablar de política. Darpor descontado que bajo el título«Cultura y libertad en Cuba» de-bemos comenzar de inmediato a

defendernos de las sospechas que penden sobrenosotros, sería una conclusión natural: el solalumbra, la lluvia cae y Cuba es de los pocoslugares de este mundo donde no existe libertad.Las suspicacias del poder mediático difícilmenteconcebirían un panel titulado «Cultura y liber-tad en Europa», aunque en Europa el FBI acabede secuestrar los servidores de Indymedia o depronto se cierre un periódico a punta de metra-lleta. Así sucede cuando el sistema, generalmen-te eficaz en su control de la disidencia, teme nopoder garantizar que los medios de difusión seanpropiedad exclusiva de quienes componen el20% de la sociedad, pero pagan el 100% de lapublicidad —lo más parecido a toda la depen-dencia y toda la democracia— de la prensa pro-clamada independiente y los partidos políticosllamados democráticos.

Que solo se relacionen cultura y política cuandode Cuba se trata, nos revela, en realidad, que enel resto del mundo se soslaya ese vínculo desdela quimérica «imparcialidad» de los tribunalesmediáticos, donde solo se escucha la voz de lafiscalía. Si excluir sistemáticamente a la mayoríade la población del acceso a la cultura crea lascondiciones para apartarla de manera crecientede la política, las elecciones pueden ser para lasclases altas un ejercicio de consumo más, quemantiene intactas las estructuras de su domina-ción; sin embargo, para los de abajo, son unjuego de azar en el que se apuesta cada seis ocuatro años y siempre se pierde.

No hablemos ya de lo que pudiera significar«cultura y libertad» para la mayor parte de loshabitantes de este planeta en que los «libresanalfabetos» abarcan el 30 o el 40% de la po-blación, y los «desnutridos libres» conformanlas grandes masas humanas, defraudadas elec-ción tras elección, por las democracias que sedicen representativas..., ejemplos florecientes decultura y por tanto paradigmas de la libertad alas que Cuba, pobre hereje inculto y esclavo,debería tratar de imitar.

Discordantemente para los medios delpoder global, pero con naturalidad para loscubanos, desde José Martí a Fidel Castro, la cul-tura se entiende en nuestro país como el únicomodo posible de ser libres. Sin embargo, reali-zar, a la sombra asfixiante y hostil del imperiomás agresivo de la historia, una obra que dote acada ciudadano de la preparación intelectual ylos instrumentos políticos necesarios para serun participante activo de su sociedad, no es unaempresa fácil. Y mentiría si afirmara que aspirara esta concepción de la cultura en un país obli-gado a vivir en un estado de amenaza perma-nente no implica contradicciones. Quienestransiten nuestras calles y escuchen hablar a loscubanos o lean los libros que se escriben y pu-blican hoy en Cuba, no encontrarán material parauna novela rosa. Hallarán, eso sí, individuos con

una particular estima de sí mismos, forjada en laparticipación, en la igualdad de oportunidadespara todos, y legitimada por las mayorías en ladefensa de esos derechos frente al acoso cons-tante de nuestro poderoso vecino, cuyo Presi-dente acaba de declarar por enésima vez queCuba debe ser libre y que para eso ha destinado59 millones de dólares.

Recordar la oferta de EE.UU., en términos delibertad y cultura, quizá ayude a comprender porqué somos tan reacios al proyecto de quienes seempeñan en financiar constante y generosamen-te nuestras libertades. Lástima que ese dinero yano pueda impedir la destrucción de la biblioteca yel museo de Bagdad. Su ferviente pasión por lalibre circulación de las ideas les permite prohibirla edición de autores cubanos en EE.UU., aunquesolo traten sobre bosques o mariposas o la entra-da a su territorio de los artistas cubanos nomina-dos al premio de música Grammy, después de lacorrespondiente acusación de terroristas. ¿Y lade sus testigos de cargo, «víctimas» de la intole-rancia, esos seres sedientos de diálogo, presu-puestados en Washington y pagados en Miami,que se marchan «indignados» de una embajadaen La Habana porque no soportan escuchar unmatiz diferente a la voz de su amo? Tan ocupadosen ir de recepción en recepción y de corresponsalen corresponsal, no han podido enterarse de quesu admirado Henry Kissinger dijo hace mucho tiempo:«es peligroso ser nuestro enemigo, es fatal sernuestro aliado». Pero estos aliados cobran ycobran bien, aunque una parte de los 59 millo-nes se quede en un recodo del camino llama-do Miami. Por ese dinero hasta el brindis deuna recepción diplomática se puede sacrificar.En fin, siempre les quedarán los cocteles de laOficina de Intereses norteamericana, que allí lavoz del amo sí se entiende, aunque sea con acen-to anglosajón o tal vez por eso mismo.

Gracias a las primeras planas, a los espaciosde opinión al alcance de todos, menos de quienesdiscrepan acerca de Cuba o cualquier tema estra-tégico de la agenda imperial, las sospechas delos poderosos se convierten en certeza y los coin-cidentes con el tolerante y dialogador lema «Iraqnow, Cuba after» pueden, de pícaros con salarioen dólares, pasar a freedom fighters, que, luegode las bombas, merezcan los bien remuneradoscargos de un gobierno de transición. Los cuba-nos sabemos, y nos consta, que en este guióncualquier semejanza con las «democráticas»elecciones que acaban de ocurrir en Afganistán,sería algo más que pura coincidencia.

Miles de torturados y muertos después, sepodrán poner en duda las «certezas» esgrimi-das para la invasión, se publicará en algún sitioque les pagaba la CIA —remember Allaui y elFrente de Liberación de Kosovo— o que el pre-texto era falso —remember armas de destruc-ción masiva en Iraq—, y entonces los fiscalestendrán todo el espacio para convencernos desus buenas intenciones y pasar rápidamente adifundir las sospechas de mañana. Sus víctimas,sin embajadas que los inviten ni corresponsalesque los entrevisten, no podrán contar su histo-ria en ediciones de lujo ni dispondrán de colum-nistas en los grandes periódicos. Culpables poradelantado, no tendrán rostro ni voz, como tampoco

los tienen los familiares de los presos en los in-fiernos de Abuh Ghraib o en la base naval nor-teamericana en Guantánamo, pertenecientestodos a la categoría eterna de los sospechosos.

«Iraq ahora, Cuba después»... Los condena-dos del «después» seguimos sospechosamenteinaugurando bibliotecas, escuelas de arte y uni-versidades en cada rincón de la geografíacubana, al que llega la casi totalidad de los títu-los que se editan en el país —noventa millonesde ejemplares el pasado año—; continuamosfundando editoriales —existen ciento veintio-cho en la Isla— donde los autores, y no el merca-do, deciden lo que se publica. En esas editoriales,al igual que en las revistas culturales, publica sustextos una cantidad creciente de escritores cuba-nos residente en el exterior. ¿Cuántos guatemal-tecos, dominicanos, hondureños o nicaragüensesemigrantes publican en editoriales de sus paísesde origen, a no ser aquellos pocos, muy pocos,que logran despertar el interés de las transna-cionales de la edición? ¿Interesan a algún perió-dico o los entrevistan los grandes suplementosculturales? ¿Cuántas editoriales sobreviven ensus naciones, cuántas lo hacen en ese paraísollamado Miami?

Paradojas de la sospecha: los cubanos, pesea ser los únicos emigrantes que cuentan con unaley norteamericana que los admite de modo au-tomático, ocupan sin embargo, proporcional-mente, el duodécimo lugar entre la emigraciónlatinoamericana en EE.UU. Esto al parecer lo ig-noran los medios, tan ocupados en demostrarque huir del socialismo es la obsesión de todoslos habitantes de la Isla. Los que huyen en masadel «exitoso» capitalismo tercermundista y, apesar de ser devueltos una y otra vez, logran alfin lavar los platos del sueño americano, no me-recen la más mínima atención como fugitivosdel orden que esos mismos medios desean yprefiguran para Cuba.

Resulta igualmente paradójico que Cubabusque normalizar las relaciones con su emigra-ción mientras el gobierno de EE.UU. limita las li-bertades de los cubano-americanos para viajar asu país, y establece por decreto cuáles de sus fa-miliares pueden recibir un paquete de medica-mentos. Pero los sospechosos de limitar laslibertades y los limitados de libertades solo existi-mos en Cuba, por tanto, no hay emigración cuba-na, sino «exilio», y mostrarse como parte de él esla manera más fácil de adquirir dinero, espaciomediático y hasta «prestigio» literario. Así se ganala gloria de algún jugoso premio para los peoresdisparates históricos o lingüísticos y se entra en elolimpo de los grupos editoriales más poderosos.

Importantes escritores, víctimas antaño de lapersecución y el exilio —Augusto Roa Bastos,Ernesto Cardenal, Thiago de Mello o MarioBenedetti, por ejemplo— no existen para las am-plísimas páginas de opinión que convierten acualquier mediocre en agorero del fin de laRevolución cubana. La voz monocorde, que noobstante reclama para sí la capacidad de diálo-go y de tolerancia, sustituye los argumentos conla mentira y solo admite escucharse a sí mismacuando alguien puede salirse del redil temáticoque tan celosamente vigilan los guardianes dela fe. Alejo Carpentier, escritor extraordinario,

que como otros grandes autores cubanos—Virgilio Piñera, José Lezama Lima, NicolásGuillén—, enfrentó enormes dificultades parapublicar su obra en Cuba antes de 1959, enmedio de un panorama editorial casi desértico,seguramente sufriría en nuestros días la mismacensura mediática que hoy padece la mayoría delos escritores cubanos, culpable del delito depretender hacer literatura en un país que no aca-ba de entrar por el aro del circo imperial en quequieren convertir al mundo.

No se trata entonces de simpatías por losolvidados ni de preocupaciones por la calidadliteraria, sino del funcionamiento brutal y eficazde una maquinaria excluyente que, con la mismalealtad de un perro de presa, se lanza feroz sobreaquellos que la desafían y a quienes su amo noconsigue silenciar. El pasado año lo hicieron conGabriel García Márquez, acosado como un pe-cador en tiempos de Torquemada, por atreversea matizar su opinión sobre Cuba. Ha vuelto asuceder recientemente con Belén Gopegui, estavez por osar escribir una novela que se planteala posibilidad de defender la Revolución cuba-na, confirmando que la censura llega hasta elespacio aparentemente libre de la ficción. Losshogunes de la palabra, no satisfechos con hiper-promover cualquier libelo disfrazado de literatura—incluso el intento de imponer la sordidez comoúnico modelo literario para tratar la realidad cuba-na—, necesitan excomulgar a la oveja negra comogarantía de que el rebaño no olvide las reglas.

Sin hablar directamente de política, los ciu-dadanos europeos merecerían que se les infor-mara de la intensa vida artística cubana, de lalectura como fenómeno de masas y de la pre-sencia constante en el país de figuras de la cultu-ra y el pensamiento universales, de la extensióna todos los municipios de los estudios universi-tarios, de eventos como los festivales de Cine, deBallet, la Bienal de Artes Plásticas o la Feria delLibro, que se realizan en Cuba y que conjugan,como pocos en el mundo, el rigor estético conun público masivo. Realidades que, junto con elsistema que impide que se pierda un solo talen-to para el arte, las ciencias o el deporte, por apar-tado que sea el lugar donde se reside, seríanbarridas por el «programa de transición» queacaba de proclamar el señor W. Bush para nuestropaís. Pero hablar de eso sería tal vez brindar de-masiada información sobre el infierno, y nadamejor que la ignorancia para satanizar con faci-lidad la amenaza de lo diferente.

Todo esto, seguramente más, diríamos lossospechosos desde el incómodo banquillo deacusados, antesala de las bombas inteligentes ylos daños colaterales, si se tomaran la molestiade escucharnos. Sabedores de que no es la liber-tad de grandes autopistas y gigantescos merca-dos cuanto necesita el mundo que sobrevive enlas aldeas polvorientas donde el llanto de losniños no alcanza a los micrófonos de la CNN,por otra libertad bajo sospecha, como diría elpoeta cubano Fayad Jamís, estamos dispuestosa darlo todo.

*Texto presentado a las jornadas de «Cultura ylibertad en Cuba», Cádiz, octubre de 2004.http://www.lajiribilla.cu/2004n182_10/182_01.html

Iroel SánchezCuba

Ilustración: Nelson Ponce

ntre documentales, anécdotas y un café apura-do, entramos en una charla con José DanielFierro, asistente al IV Encuentro Mundial deCorresponsales de Guerra que sesionó en LaHabana del 18 al 21 de octubre. Fierro partici-

pó en una brigada de paz en Bagdad, donde pudo percibir lacruda realidad que vive el pueblo iraquí. Este periodista delsitio web alternativo Rebelión, uno de los más leídos en Inter-net, nos relató sus experiencias en ese afán por hacer cada díauna labor más transparente.

¿Podría hablarnos sobre su experiencia como corresponsalen Iraq?

No fuimos precisamente como periodistas, estuvimos allícomo parte de una brigada de paz, un comité de solidaridadcon la causa árabe, y dentro de la dinámica de trabajo de labrigada, también fuimos sensibles al papel de la prensa. Nosentrevistamos, intercambiamos opiniones y pudimos apreciarcuál era la situación que se estaba viviendo en Iraq. Luego, loreflejamos en el trabajo del periódico, de Rebelión. SantiagoAlba, que venía con nosotros, hizo aportaciones muy impor-tantes con artículos y trabajos de todo tipo; incluso, el guiónde un documental (Bagdad rap 2003) que rodó la brigada y seestá presentando por varios festivales en todo el mundo. Eseguión fue escrito por Santiago Alba y es muy bueno.

En general, los medios de comunicación del poder que seencontraban en Iraq daban la sensación —según lo percibi-mos todos— de que en realidad solo cumplían órdenes de lasoficinas centrales. Informaban lo que se les pedía y no hacíanningún otro tipo de trabajo de búsqueda de otra realidad.Anduvimos por las calles de Bagdad hasta unas horas antes deque comenzaran los bombardeos, no encontramos en ningúnmomento prensa que, como nosotros, se acercara a la gente yle preguntara qué percepción tenía, qué sentía o cómo inter-pretaba las amenazas del Trío de las Azores.

Los periodistas estaban fundamentalmente en los hotelesy en el Centro Internacional de Prensa, que era donde se reci-bían los despachos de las grandes agencias, del alto mandoestadounidense, y no les interesaba para nada lo que realmen-te ocurría. De otra manera no se entiende que a nuestra vuelta,cuando participábamos de charlas o reuniones para explicar lo

que ocurría, todo el mundo, concienciados o no, de izquier-da o no, hacía preguntas que eran muy evidentes, pero

no aparecían en los medios de comunicación. Lesinteresaba saber si realmente la gente apoyaba a

Saddam, si era tan malo o no, qué opinaba el pueblo sobre laguerra o el futuro que le esperaba.

Cosas que eran realmente importantes, porque a pesar deque a Saddam no le apoyaba todo el mundo, sí había quienestaba a su favor abiertamente. Pero lo que sí todos percibíanallí era que se enfrentaban a una invasión. Tenían muy claro,los días antes de que comenzara la guerra, que lo que EE.UU.quería era el petróleo y la excusa de ir por Saddam Hussein erala coartada para una invasión, para la cual, de alguna manera,ellos se preparaban.

La resistencia que ahora se está dando en Iraq fue algo quenosotros vimos claro antes del inicio de la guerra. No habíacapacidad de respuesta militar porque realmente no existía unejército ni armado ni preparado para enfrentarse al norteame-ricano; pero sí existía la resistencia y la necesidad de decir«cuando estén aquí, pues ya veremos si les echamos», porque—y así nos lo decían— «aunque tardamos muchos años enechar a los británicos, al final lo conseguimos. Con los EE.UU.haremos igual, aunque tardemos muchos años, al final conse-guiremos echarles». Y bueno, otros pequeños comentariosque nos hacían, que te muestran la realidad social, al menosde la capital.

Hubo parte de la brigada que permaneció durante toda laguerra; realizaron un informe en el que documentaron cómosistemáticamente se bombardeaba, se dirigían a barrios popu-lares y se alternaban unos con otros, para minar la capacidadde resistencia de la población con el único objetivo de que serindieran cuanto antes; y cómo, además, por el tipo de muertesy heridas que se constataban en los hospitales, se veía clara-mente que estaban utilizando también armamento ilegal bajolas leyes internacionales.

Además se verificó que los bombardeos no iban dirigidos—como se pretendía hacer ver por todos los medios de comu-nicación del poder— contra instalaciones militares ni públicas,sino fundamentalmente contra la población civil. Cuando eseinforme se presentó en España, ningún medio de comunica-ción —de los poderosos— se hizo eco de él. No hubo ningunareferencia al mismo, lo cual dice bastante sobre la labor reali-zada, de manera independiente y únicamente —digamos—militante, no interesaba para nada a las grandes cadenas queesa realidad se conociera. Lo que les importaba fundamental-mente, cuando había bombardeos, era la parte más morbosa,la cantidad de víctimas, pero más como un espectáculo. Cadacaso sangriento representaba una forma de vender, de vendermás. Cuando estuvimos en Iraq se veía que había cierto receloentre las cadenas por ver quién ofrecía más información, hasta

el punto de inventar las noticias. Un ejemplo, el diario ElMundo, dos días antes de la invasión, anunció que NacionesUnidas ya había retirado todo su personal cuando no era cierto.

La guerra es un poco el estado final de lo que el capitalis-mo hace cotidianamente en unos sitios en forma de bombas yen otros en forma de consumo. Es una forma de ir destruyen-do al planeta, a los países y a las personas que, por desgracia,son los más débiles y les toca, por ello, de una forma mássangrienta. Pero guerra y consumo, guerra y sociedad de con-sumo son las dos caras de la misma moneda. El papel quedesarrollan los medios de propaganda, los medios del poder,en las sociedades de consumo, es el mismo que durante unaguerra en un país determinado.

¿Qué ha significado este encuentro para un representantede un medio tan importante dentro de las redes alternativascomo lo es Rebelión?

Yo diría que titularlo como IV Encuentro de Corresponsalesde Guerra, de alguna manera está limitando —por esto últimoque he dicho—, una labor que es cotidiana a un espacio que sesupone es la guerra: los conflictos violentos. Yo no haría esadistinción, no distinguiría entre guerra y trabajo cotidiano.Creo que en un caso y en otro, los periodistas son estos poqui-tos, que honrosamente se salvan dentro de lo que podríamosllamar medios comerciales y alternativos. La labor de ambosdebería estar sujeta a los mismos criterios de honestidad yveracidad.

El desarrollo del encuentro me ha parecido interesantesobre todo porque permite —y más en un país como Cuba—,conocer a compañeros de otros medios y otras nacionalidades.Esto no quita que también hayan existido intervenciones deperiodistas demasiado complacientes con la labor que en gene-ral se hace en los grandes medios. Yo siempre trato de ser críticocon el trabajo. Para muchos periodistas de medios poderososesta crítica, esta autocrítica no existe. Estar en Cuba y ver que síhay otros colegas que buscan realmente otro modelo a nivelmundial, otro modelo de comunicación, otro orden social, siemprees muy gratificante. El encuentro permite hacer muchos contac-tos y conocer a personas que de otra manera sería muy difícil oimposible. En ese sentido ha sido una oportunidad muy impor-tante y creo que abre puertas a la colaboración para seguir cre-ciendo, por lo menos dentro de medios alternativos que ha sidolo que más a mí me ha interesado buscar.

Quizás sería interesante planear un encuentro similar demedios alternativos que realmente tenga como objetivo otrosparámetros como el intercambio de información entre iguales,

Adel IbarraCuba Ilustraciones: Darien

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que no consideren que la información pueda ser comprada nivendida. La información no es una mercancía. Lograr un inter-cambio no solo de informaciones y experiencias, sino de traba-jo a otros muchos niveles, pues el establecer redes entremovimientos, entre radios comunitarias o cualquier otro tipode medios de comunicación locales —no tienen que ser nece-sariamente digitales— nos permitiría seguir creciendo, porqueahora, al fin y al cabo, todavía estamos en una etapa incipien-te; tenemos que hacer más, y hacer más daño al sistema.

¿Cuál puede ser desde su punto de vista, como periodistade un medio alternativo, el camino a seguir de la izquierdamundial, de los excluidos?

No tengo una idea muy formada de cuál debe ser el caminode la izquierda a nivel global, trabajo más desde el campo de lainformación porque lo conozco mejor y me siento más a gusto.Nuestro trabajo —incluyo a mis compañeros de Rebelión— vaencaminado a ser una herramienta para el movimiento social,anticapitalista, y a la lucha por una verdadera democracia y unajusticia social a nivel mundial. Intuyo que cada vez más y mejor,los pueblos se van organizando, se van autoorganizando y engeneral los partidos tradicionales —al menos por lo que co-nozco de las democracias burguesas, de las democracias for-males—, han caído en el descrédito, porque forman parte cadavez más del sistema y dependen de él en cuanto a subvencio-nes, aceptan y acatan las reglas del juego que impone el capi-talismo. Sí es cierto que hay una autoorganización interesantey fecunda, cada vez más se da la interrelación entre unospueblos y otros, entre unas experiencias y otras, de igual ma-nera mi estancia en Cuba habría que verla así.

Cuba es un ejemplo de cómo es posible que medios sinrecursos sean un referente. Esa interrelación siempre es positi-va para todo es el camino a seguir. Para mí, Latinoaméricasiempre es un referente importante donde fijo la vista. Con-trario a lo que aprecio en la izquierda europea, fundamental-mente institucional, muy metida dentro del sistema y sincapacidad de respuesta para las interrogantes que ahoramismo se están generando a nivel global.

Su condición de extranjero en este momento lo dota de unacapacidad para valorar desde fuera nuestra actualidad, ¿podríaDaniel Fierro explicarme la imagen que se lleva de nuestro país?

Mi primera visita a Cuba fue hace once años, justo en elmomento más duro del período especial. Actualmente he vistoun cambio para mejor. De este viaje me llevo una impresiónpositiva, me he movido, lo he intentado y creo que lo he con-seguido, entre la gente, viajando en guagua y en botero y engeneral se hacen críticas que a mi juicio siempre son positivas.De ellas se puede encontrar una solución para seguir mejoran-do. Hay un potencial enorme para continuar avanzando, paracorregir lo que los cubanos crean que está mal y, en cualquiercaso, para tener una perspectiva, que por desgracia, en granparte del mundo no existe. No existe en los países del TercerMundo donde la situación es cada vez peor y más desespera-da; y tampoco en los países desarrollados donde precisamentetiene su centro de poder el capitalismo y donde más va a costarque el pueblo o los pueblos tomen la iniciativa.

En Occidente y en todo el mundo capitalista la economía esdeshumanizada, nadie sabe quién la dirige, es la que imponela cotidianidad. La política al final queda como un reductopara temas más anecdóticos, como el que se puedan casar loshomosexuales o que la asignatura de Religión —como ocurreen España— pueda ser o no evaluable. En cualquier caso seobvia lo importante, que es quién decide las cosas en lospaíses. Desde la Revolución francesa parecía que el objetivode la democracia era ese, y se entendía por un estado de dere-cho aquel en el cual la política fuera la que decidiera, la quemarcara el camino de un país.

En Cuba, lo positivo es que la política y la economía, hechaspor hombres y mujeres, están al servicio del pueblo.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_29.html

La guerra es un poco elestado final de lo que

el capitalismo hacecotidianamente en

unos sitios en forma debombas y en otros enforma de consumo.

l 30 de abril de 1939, el relevan-te poeta y editor español ManuelAltolaguirre, cumplimentando lainvitación extendida por la Insti-tución Hispano-Cubana de Cul-

tura que —como se sabe— presidía FernandoOrtiz, dictó una conferencia sobre Garcilasode la Vega. Allí fue presentado por NicolásGuillén cuyas palabras en tal ocasión vieron laluz en la revista Ultra (Vol. VI, N° 36, junio de1939, pp. 563–564).

Desde entonces reposaban en estantes debibliotecas institucionales o privadas sin que—hasta donde conozco— volvieran a publicar-se: diríase en un limbo entre el olvido y el des-conocimiento. Por ende, no se han incluido aúnen los volúmenes que recogen su obra: invo-luntaria y desafortunada carencia. El lector serácapaz de comprobar los valores del texto, y quizásllegue a compartir mi opinión de que se tratade una de sus mejores prosas poéticas.

No hacía mucho Altolaguirre había llega-do a La Habana como exiliado republicano,luego de haber vivido su personal infiernodurante la Guerra Civil y la salida de España.Se sintió en la necesidad de insertar algunosdesgarrados comentarios a lo largo de su con-ferencia, y de establecer determinadas relacio-nes entre el poeta renacentista con otrosactuales, contemporáneos suyos en el arte y eldolor. De tal suerte, incluyó determinados frag-mentos ilustrativos que aparecieron en el yacitado número de Ultra (pp. 564–566), a se-guidas de las palabras de Guillén.

Dijo Altolaguirre:«Perdonadme que al comenzar mi confe-

rencia me refiera a casos y cosas personales.Os voy a hablar de Garcilaso empezando porhablar de mí mismo, de mi vida, no de misestudios, aunque luego tenga que dar salidaa lo que estudié, poco y secundario. Y es quede Garcilaso de la Vega los poetas españolesde hoy hemos vivido disciplinas, paisajes,muertes y pasiones.

Escuchad estos versos de Garcilaso:‘Los montes Pirineos (que se estimaDe abajo que la cima está en el cieloY desde arriba el suelo en el infierno)

Desde arriba y desde todas partes, el suelode esos montes Pirineos en el infierno estabancuando los dejé yo hace dos meses’» (p. 564).

Más adelante expresa:«El poeta Garcilaso de la Vega murió en

octubre de 1536 en el mediodía de Francia,cerca de donde ha muerto este año mi maes-tro entrañable, maestro

de toda la juventud de habla española, D.Antonio Machado. Y murió Garcilaso comoD. Antonio, rodeado de recuerdos de guerra,en medio de una juventud heroica, él a conse-cuencia de una pedrada que le dieron los fran-ceses; D. Antonio estoy por decir que de unamisma muerte. La pedrada que le dieron aGarcilaso le abrió la frente como una grana-da. D. Antonio recibió en el pecho el duro golpe.Garcilaso murió al poco tiempo de ser heridoen los brazos de un santo, el marqués deLombay, San Francisco de Borja; D. Antonio enlos brazos de su anciana madre, que murió conél, sin él, a los pocos días.

Perdonadme, repito, que siga hablando demi maestro, de mis compañeros, de mis ator-mentadas vidas españolas, que hable deFederico García Lorca, al que escuchasteisdesde esta misma tribuna, asesinado enGranada en octubre de 1936, el mismomes, en el mismo año en que debieran celebrarel centenario de la muerte heroica del poetadel imperio español, Garcilaso de la Vega.

El centenario de la muerte de Garcilasocoincide en este siglo exactamente con la muertede García Lorca como coincidió en el siglo XIXcon un dichoso alumbramiento. En el año1836 nació nuestro gran poeta románticoGustavo Adolfo Bécquer.

Pero con esta referencia a los tristes y alegresnúmeros 36 del calendario español, me salgo delprimer pasaje de Garcilaso, citado anteriormente.De aquel ‘suelo en el infierno’ en donde tantonoble pueblo español sufre y perece (p. 564).

Era imposible para un ser humano de sen-sibilidad como la de Manuel Altolaguirre, consus lacerantes vivencias descarnadas todavía,sumergirse en el análisis de un autor de losSiglos de Oro a puro golpe intelectual de clasi-cismo, desentendido de los martillazos —pe-dradas— acabados de recibir junto a su pueblo.Por ello, retorna en movimiento pendular:

«Suyos son los versos a la desgraciada de-rrota de Los Gelves:‘El arena quemaba, el sol ardía, la gente secaía medio muerta... según leemos en la églo-ga segunda. La gente se caía medio muerta’.Tal vez recordase este verano en medio de suagonía D. Antonio Machado, como lo recor-daba yo en medio de mi locura. Yo estuve loco,sí, detrás de unos barrotes, desnudo, condu-cido entre burlas por los senegaleses, sin comerni beber durante nueve días. El haber perdidola razón entonces es lo único que me consuelade no haber muerto. Ya lo dije en mi elegía aFederico:

‘Solo los muertos deben ser nombrados.Los que vivimos no tenemos nombre’»

Garcilaso nos dice:«La inhumana furia infernal, por otro nombre,

guerra...» (p. 565). En efecto, había arribado a La Habana desde

la inhumana furia infernal que lo había marcadopara siempre, y ahora lo obligaba a hacer suyosunos versos que citó en la conferencia despuésde afirmar: «Repito yo superviviente:

’... Y sobre todo fáltame la lumbreDe la esperanza con que andar solía

por la oscura región de vuestro olvi-do’» (p. 565).

Nicolás Guillén y Manuel Altolaguirre se habíanencontrado antes en España, en 1937, duranteel antifascista II Congreso Internacional de Escri-tores para la Defensa de la Cultura, celebrado enBarcelona, Valencia y Madrid. En ese contexto,hizo Guillén una lectura de «Sóngoro Coson-go» y Altolaguirre fue su presentador. El cubanole resultó una «revelación poética», expresiónque María Zambrano retoma en su artículo «Dosconferencias en la Casa de la Cultura», publica-do ese mismo año en la revista Hora de España,donde reseña la lectura de Guillén, así como unaconferencia de Juan Marinello.

De modo que en La Habana, nadie mejorque Nicolás para introducir a Altolaguirre antesu auditorio. Las vibraciones espirituales del poetacubano, la emoción que se desborda en el textoante la presencia del amigo y colega recién veni-do del horror, su densidad conceptual y artística,la aguda percepción del crítico literario, ese actosublime de hablar de un poeta desde la poesíamisma, el reconocimiento de la valía literaria yhumana del español, la sinceridad y probidaddel elogio al poeta comprometido, hacen de estaspáginas —entre otras razones y desde mipunto de vista—, una joya más de las escri-tas por Nicolás Guillén.

Sobradamente merece ser desempolvadasu Presentación de Manuel Altolaguirre y re-conocerle el debido sitio dentro de su obra.

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_24.html

Ricardo ViñaletCuba

Ilustración: Darien

La pugna española ha sido como una gran tormenta, cuyafuerza de dispersión hubiera arrojado hacia todas las esquinasde la tierra un semillero de enérgico poder germinador. Entanto esa pugna mantuvo milagrosamente equilibrada la tensiónentre una genuina y desvalida categoría hispánica, ansiosa demejoramiento, y las enormes fuerzas movidas para oponérse-le, España fue, como nunca, una ansiedad perenne en las inte-ligencias preocupadas por el destino último de una preciosaherencia de cultura. ¿Perecería tan rico legado espiritual bajoel peso de una bárbara concepción de la vida humana, y con él,cuanto entonces hallárase a su servicio para iluminar y engran-decer esa misma vida? Como los duendes de nuestra niñez,¿podría la cultura acorralada, perseguida, traspasar paredo-nes y cercos, murallas y encerronas, y lanzarse por fin, rehechay libre, en busca de nuevos espíritus sobre los cuales incubar?Tal era la doble contradictoria interrogación. Pero cuando sedeshizo el milagro, cuando se rompió el equilibrio, cuandodesplomóse al cabo la fuerza que había estado resistiendohasta límites titánicos, y aun se apagó ese largo alarido quenace de todo brutal desgarramiento, la tormentosa angustiafuese concentrando lentamente, hasta formar un quieto posoen nuestro espíritu. La respuesta, en medio de aquel magnodesastre, era alentadora. Cierto que ráfagas tremendas habíansacudido la recia y secular vegetación, desvistiendo los viejosrobles; pero no lo era menos también que bajo la armazóndeshecha quedaba la honda raíz, más viva ahora en cuantohabía sido abonada con la cal de innumerables huesos anóni-mos e ilustres. España iba a salvarse, pues, en el instante mismoen que muchos creían perderla, y cuando otros se imaginabanque podrían ganarla. Iba a salvarse con su espíritu, concultura.

Aquella gran tormenta dispersadora de la cual os hablaba alcomienzo de estas palabras, que lanzó al espíritu de Españafuera de su cuerpo, al cerebro español fuera de su cráneo, servi-rá, paradójicamente, para unir la España en carne viva —en carneviva del espíritu— con esta España nuestra, americana y trasatlán-tica, dispersa sobre un vasto continente: servirá para unir a España;a España consigo misma, porque lo que la tormenta ha disemi-nado momentáneamente de aquella tierra es en verdad todo loque al sembrarse en la tierra del Nuevo Mundo, hace cuatrosiglos, dio tono y proyección a la cultura americana.

Húmedo todavía por la lluvia; todavía deslumbrado por losrelámpagos; ensordecido aún por el trueno; envuelto en elgran soplo dramático de la tempestad europea, he aquí a ManuelAltolaguirre, andaluz y español —vale apuntar ambas cualida-des— recibiendo a rostro pleno el sol cubano, tantas vecesentrevisto por él desde su Málaga natal, sumergida tambiénen la misma blanca luz de nuestra Isla.

Hermano de otros tres grandes poetas andaluces, másricos en años, pero no en gracia lírica —Lorca, Alberti, EmilioPrados— Altolaguirre viene, igual que ellos, de ese mismo lito-ral poético en el que, al sur de la Península, se ha fraguado lamás alta poesía española de nuestra edad. Con el autor de«Marinero en Tierra», con el de «Romancero Gitano», con elde «Llanto en la Sangre», este poeta de «Las Islas Invitadas»forma parte de la fina familia hispano-arábiga que engendra-ron Juan Ramón Jiménez y el pobrecito Antonio Machado.Gracia alquitarada de pueblo o si queréis, gracia de puebloalquitarado, vuela sobre la poesía de Altolaguirre y escala cimasde aire, para decirlo con su propia voz; y así como a Lorca y aRafael Alberti diéronles Machado y Lope el tono de lo popu-lar, a Manuel Altolaguirre le prestan su don hermético Góngoray Juan Ramón. Más que poeta puro, puro poeta, Altolaguirrees tan lírico en su obra como en su vida, que ambas hállanse

traspasadas y unidas por un mismo hilo musical. Toda su viday toda su obra forman así una masa celeste, una sola unidadde ensueño, de amor y de inocencia.

Sin embargo, la guerra vino a despertarle. Llevole la guerraa otro mundo lleno de gritos despedazados, de sangre y demásculas canciones, y le enseñó cómo lo poético puede con-vertirse en suceso de vigencia inmediata, en una maravillosamanera de servir. La rebelión militarista le sorprendió entrega-do a la tarea de imprimir en taller propio —su pulcro taller deartista tipógrafo de la calle Viriato, en Madrid— un libro an-tológico de su obra, donde se juntaban versos a los olmos y alos manantiales y a los ocasos y a las praderas y a las playas y ala angustia y a los héroes y al amor: todo hacia dentro de símismo, todo dicho con esa fina voz íntima que habla tan altoen Altolaguirre y que ha llevado hacia fuera tan lejos, por sobreel mar, su definitivo nombre de gran poeta en nuestra edad.Vio entonces al pueblo correr en pos de armas para defender-se; le vio levantar la cabeza tras el golpe traicionero, y acudióen su ayuda para ofrecerle lo más limpio de su corazón. Y alpueblo dedicó su libro. Fueron los días en que ya para siemprese puso en pie lo más recio y genuino del pensamiento, delespíritu español: Machado, Alberti, María Teresa León, EmilioPrados, Bergamín, Arconada, Aparicio, Cernuda... Su esfuerzose entregó totalmente a la liberación de los hombres de lacalle; al enriquecimiento de la cultura popular, a la lucha espe-ranzada y despierta por la formación de un mundo menosmalo. Así fue como le encontraron los hombres de Américaque pudieron tocar de cerca la carne española: así le encontréyo, al año de combate, en 1937, cuando los días del SegundoCongreso de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia,Barcelona y Madrid. Su antigua ternura era la misma; su limpiasonrisa infantil no había cambiado; pero su gracia de poeta, suclaro numen, militaba insomne al servicio de la victoria repu-blicana. Era soldado, no al modo del gran poeta de quien él oshablará dentro de pocos instantes, Garcilaso, que no lo fuecomo hijo de su tiempo por oficio imperialista, por mandatoconquistador, sino como mílite de una fuerza de cultura y depaz, que no aspira sino al amor entre los hombres, a la justiciay el bien. Todo el movimiento cultural de la República en guerra—como antes, en la paz— debe a Altolaguirre una deuda quenunca podrá pagarle y que él no quiere que le paguen. Tipó-grafo, edita para las masas los libros que las masas necesitan;poeta de elevadísimo rango y recogida voz, lanza a la calle,para obreros y milicianos, el canto simple y directo, que asíllora la muerte de Saturnino Ruiz, como levanta este sencillonombre a la altura del ejemplo heroico; hombre, en fin, condos manos poderosas, con sangre, con pulmones, con huesos,busca en el frente un arma, y se pone a luchar y a morir contralos invasores de su patria.

De allá viene, de aquel hermoso grupo dispersado por latormenta. A pie, en la hora aciaga, atravesó las gargantas hela-das de los Pirineos, cuando la lucha fue ya imposible. Supoentonces del horror de vivir agonizando en un campo de con-centración; del exilio en la miseria; de la desesperación sobre lanieve —él, malagueño y solar. Ahora le tenemos aquí, en laAmérica; aquí, en Cuba; aquí en la Hispanocubana. Hace muchosaños que ya era nuestro, pero ahora lo será mucho más. Ahoraserá ejemplo vivo para nuestra juventud pensadora, porque suhonrosa peripecia enseña cómo es posible que el arte de unpoeta no le salga al paso a su responsabilidad de hombre, yque antes bien ha de servirle para que la convoque y exal-te, poniéndose a luchar (Ultra, Vol. VI, N° 36, junio de1939, pp. 563-564).

http://www.lajiribilla.cu/2004/n181_10/181_24.html#PRESENTACIÓN

NicolásGuillénCuba

Húmedo todavía por lalluvia; todavía deslumbrado

por lo s re lámpagos ;ensordecido aún por eltrueno; envuelto en el

gran soplo dramático dela tempestad europea, he aquí

a Manuel Altolaguirre.

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mandatoFALSO:La calma antes de la tormenta

s una tradición en la democracia lite estadounidense robar elecciones cuando no hayun ganador claro, como ocurrió con la «victoria» de Kennedy contra Nixon en 1960,debida a la corrupción del alcalde Daily, de Chicago, o la «victoria» de George W.Bush en 2000 por el golpe de Estado de la Suprema Corte. Ahora tenemos la primera«elección» de Bush gracias a una combinación de corrupción en estados clave,

errores de máquinas y la privación del derecho al voto de las minorías e inmigrante-ciudadanos «noblancos,» incluyendo casi 3 millones de árabe-americanos (casi igual al margen de Bush en el votopopular).

Miramos a Ohio, estado clave. Las encuestas de salida indicaron una ventaja de Kerry de seispuntos. ¡Pero las encuestas no les preguntaron si sus votos fueron contados! Tradicionalmente el3% de los votos en el país nunca se cuenta por razones sospechosas —el llamado spoilage (desper-dicio)—, casi 100 mil esta vez en Ohio. ¡Y esta cifra no incluye los 150 mil «desafíos» o los erroresmecánicos, como en un distrito de 638 votantes donde la computadora contó ¡4 mil 258 votos afavor de Bush!

Nacionalmente, de los votantes inscritos, el 40% no votó. Otro 49% votó contra Bush, algunosmovilizados por una gigantesca campaña de get out the vote montada por sindicalistas y jóvenesantiguerra, muchos participando en su primera actividad política. Es decir, más de la mitad de lapoblación estadounidense no apoya a Bush, lo que significa que no tiene un «mandato» por suagenda belicosa y ultraderechista.

En 11 estados del sur ganó Bush por un margen de 5 millones de votos, pero en el resto del país Kerryganó 1,5 millones más de votos. Aun en los estados más bushistas el 40% votó «no» a Bush.

Entonces, ¿por qué «ganó»? Las respuestas en la gran prensa son mentiras, como siempre(recuérdese la desinformación usada para justificar la invasión a Iraq). Las explicaciones «culturales»,tales como los sentimientos antiabortistas y antibodas gays o un mayor voto rural no reflejan laopinión mayoritaria de la población. Por eso, a pesar de pequeñas incursiones bushistas en el voto

James D. CockcroftLa Jornada

femenino, una mayoría significativa de las mujeres todavía votó contra Bush (como en el caso devotantes latinos también). No, las explicaciones son otras:

El miedo de nuevos actos de terrorismo, combinado con patriotismo ciego, que no tolera cambiode líderes en tiempos de guerra. Muchas mujeres dijeron que Bush sacó la guerra del país, lo que esmejor que tener la guerra en sus propias ciudades o pueblos. Querían un ambiente seguro para sushijos ahora, sin pensar en las consecuencias a largo plazo de las matanzas de miles de niños en Iraqy Palestina u otras partes del mundo bajo la doctrina de guerra sin fin.

La propaganda del Estado en cuanto a la guerra contra el terrorismo, la protección de la «segu-ridad nacional» y los valores «patrióticos» de God and Country favorecieron a Bush, aunque Kerryhabló de estos puntos tanto como él, proclamando que «manejaría» mejor todo y «ganaría» laguerra en Iraq. (Hace muchos años Jacques Ellul observó que la meta de la propaganda del estado esreforzar las creencias en vez de cambiarlas). El público ya conoció cómo Bush actúa en una guerra yno sabía cómo lo haría Kerry.

Ganó la imagen folksy de Bush contra la del «intelectual elitista» Kerry, o sea, el populismo máseficaz de uno de los dos candidatos multimillonarios mentirosos. La base social estable de Bush seubicó en la mayor parte de las comunidades cristianas evangélicas —el 30% de la población—dándole una ventaja desde el principio porque, sí, sus votos están contados.

Es difícil votar cuando uno tiene que trabajar, las colas duran hasta 12 horas y la mayor parte delos «desafíos» y spoilage son contra la clase obrera y las minorías que tienden a votar contra Bush.

Entonces, ¿qué pasará? Nunca sabemos, pero la confianza serena de Bush podría ser «la calmaantes de la tormenta». No se ve una recuperación económica estadounidense ni su «victoria» enIraq, Irán, Corea, Haití, Cuba u otros lugares del imperio en deformación, sino todo lo contrario.Además, el apoyo a Kerry de muchos famosos periódicos, como The New York Times y Los AngelesTimes, refleja una división incipiente en la burguesía. Aun los neoconservadores están divididos.

Más importante es la continuación de las movilizaciones antiguerra, de mujeres y de otrasminorías: más de un millón hace seis meses en Washington defendiendo el derecho al aborto ymedio millón a fines de agosto en Nueva York contra la guerra y Bush. El día después de la elección,a pesar de la lluvia, 5 mil manifestantes en San Francisco se pronunciaron contra la guerra. Huboprotestas similares en otras 40 ciudades.

Los adultos jóvenes votaron en gran número por primera vez y contra Bush. Es posible que losque no se desmoralizan van aprendiendo de la inutilidad de los dos partidos políticos controladospor los ricos y participarán en las manifestaciones que ya se preparan para el 20 de enero (día de latoma de posesión de Bush) y del 19 y 20 de marzo (segundo aniversario de la invasión a Iraq).

El criminal de guerra Richard Nixon no pudo sobrevivir su segundo período en la Casa Blanca aunen tiempos de relativa prosperidad económica. Vamos a ver si el criminal de guerra actual puedehacerlo en tiempos cuando más gente que nunca se da cuenta de que el emperador está desnudobajo su vestido nuevo de «globalización y democracia».

http://www.lajiribilla.cu/noticias/n0025.html

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