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Definición de ética
La ética se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. El concepto
proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Una sentencia ética es
una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo,
obligatorio, permitido, etc. en lo referente a una acción o a una decisión.
Definición de entorno
Conjunto de circunstancias, físicas y morales, que rodean a una persona o cosa.
Ética del entorno
Estudio moral y la acción humana en sus circunstancias que lo rodean.
ETICA POLITICA
PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA ACTIVIDAD POLÍTICA.
Indicamos sólo los seis más relevantes y al mismo tiempo, por paradójico que parezca,
reiteradamente violados en los sistemas democráticos.
1°) Principio de la receptividad: Todo político habrá de ser receptivo a las críticas y
quejas de la ciudadanía, formuladas a través de diferentes procedimientos; uno de
ellos, sin duda, los medios de comunicación. Las decisiones de los políticos, para que
sean morales, habrán de tomarse teniendo en cuenta siempre la perspectiva de
aquellos que serán los más afectados. El rechazo directo de las críticas que susciten
las decisiones políticas nos muestra un comportamiento político escasamente receptivo
a la voluntad ciudadana, y por ende, de dudosa validez moral.
2°) Principio de la trasparencia: Todo político habrá de actuar explicando siempre las
intenciones con las que toma sus decisiones, sacando a la luz pública lo que se
pretende conseguir con ellas, por qué se toman, cómo se van a llevar a término... No
han de existir dobles intenciones en la vida política. Constituye una obligación moral de
todo político decir siempre la verdad a la ciudadanía, no ocultar, tras mensajes
ambiguos, intenciones inconfesables públicamente.
3°) Principio de la dignidad: Todo político habrá de actuar considerando a las personas
implicadas en sus decisiones como fines en sí (Kant) y nunca como meros medios. La
más grave inmoralidad en la que puede incurrir un político consiste en utilizar a las
personas como instrumentos y objetos con los cuales conseguir otros fines, aunque
sean fomentadores del bienestar social. Esta defensa de la ,dignidad de toda persona,
a la que debe sujetarse cualquier acción política, implica la salvaguarda rigurosa y la
promoción constante de los ,derechos humanos, consagrados en las constituciones
democráticas. Argumentaciones y acciones políticas exculpadoras y violadoras de esos
derechos, en las que subyace la legitimidad de servirse de personas (secuestradas,
asesinadas, torturadas, extorsionadas...) para alcanzar otros fines considerados
superiores, constituyen argumentaciones y acciones gravemente inmorales, además de
claramente delictivas. Es este principio moral el que, desde el /cristianismo y la
reflexión ética kantiana, mayor fuerza moralizadora de la práctica política comporta,
además de sostenerse en una sólida base filosófica, que lo convierte en la piedra
angular sobre la que se apoya todo el edificio político-jurídico de nuestra cultura
democrática, tal como la enmarca la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
4°) Principio de los fines universales: Todo político habrá de actuar distinguiendo con
suma claridad lo que son intereses personales o partidistas, de lo que constituyen en
verdad fines universales de una comunidad o una nación. Lo cual significa que aquellas
argumentaciones, decisiones o acciones políticas con las que se procura beneficiar, por
ejemplo electoralmente o económicamente, a un partido político, son inmorales,
aunque no sean por supuesto ilegales; y no digamos si se presentan a la ciudadanía,
como suele suceder, revestidas de un aparente interés general, las que se sabe
claramente que son meras estratagemas para aumentar votos o beneficiar a personas
particulares.
5°) Principio de servicialidad: En todo sistema de gobierno hay quienes viven, como
decía Weber, de la política y quienes viven para la política. Los primeros se introducen
en la vida pública y anhelan los cargos políticos como medios para acrecentar sus
arcas particulares; mientras que estos últimos son quienes se entregan a la vida
política como servidores de una causa, ven en el acceso al poder un medio para servir
a la ciudadanía, no muestran apego sospechoso al cargo, y expresan con hechos una
concepción transitoria de la actividad política. Una referencia para medir la altura moral
de un político cabe encontrarla en este espíritu servicial del poder. Por el contrario, una
clara muestra de la inmoralidad política queda patente en todos aquellos que se sirven
del poder para enriquecerse o enriquecer a los suyos.
6°) Principio de la responsabilidad: La mayoría de los políticos, cuando acusan a otros
lo hacen por «falta de responsabilidad», y cuando se alaban a sí mismos es por haber
actuado «por responsabilidad». Conviene distinguir entre responsabilidad moral,
política y penal. Aunque simplificando, la última la delimitan los jueces, la segunda los
parlamentarios o partidos, y la primera, además de estos, la ciudadanía y los medios de
opinión. Es evidente que actuar moralmente en política es actuar con responsabilidad.
Sin embargo, no resulta del todo evidente qué significa con exactitud la
'responsabilidad en la vida política. Se podrían distinguir, al menos, tres sentidos, todos
ellos complementarios: a) responder a los ciudadanos y sus representantes, a través
de las instituciones democráticas, de todo aquello de lo que se solicite explicación o
justificación; b) asumir como propios los comportamientos ilegales o gravemente
inmorales de los altos cargos subordinados, sin delegar en otros o excusarse en la
traición de los hombres de confianza; c) tomar decisiones, como decía Weber,
calculando siempre sus consecuencias previsibles para una comunidad o nación. Si el
principio de la dignidad de la persona lo percibimos como el más elevado moralmente,
el principio de la responsabilidad muestra mayores dificultades para ser delimitado con
claridad; es el más manoseado y, por eso mismo, tergiversado por la mayoría de los
políticos.
La ética política, vista desde la vertiente moral inherente a la actividad pública, a
nuestro juicio habrá de centrarse, entre otros, en dos amplios objetivos: Por un lado, en
la búsqueda teórica de variados principios éticos, que emanarán principalmente de la
filosofía moral y política. Desde ellos se ha de ofrecer una concepción integral y
dignificadora de la persona, una justificación y revisión de los derechos humanos, y una
mayor legitimación moral del sistema democrático. Por otro lado, la ética política
también tendrá que ser capaz de considerar con penetración orientadora tales
principios, cotejándolos con las dinámicas de la vida pública, a fin de comprobar si esta
se deja o no valorar por ellos. Con ambos objetivos la ética política podría contribuir
modestamente a la revitalización moral del sistema democrático y, por ende, a una
mejor defensa de la dignidad de la persona, siempre amenazada por la vorágine del
poder.
ETICA SOCIAL
La ética social proviene de la experiencia colectiva de alguien y de las personas y
culturas con quien interacciona a través de la vida. Aunque la importancia de la ética es
típicamente impulsada por la moral individual que ser determina por la forma de actuar
correcta o incorrecta, la ética social se centra más en lo que puede considerarse como
un comportamiento apropiado de las personas como un todo, más que un
comportamiento individual.
Sin embargo, ya que las personas perciben las cosas de manera diferente, y las
diversas culturas comparten creencias diferentes, lo que se considera adecuado para
uno no necesariamente tiene serlo para otra persona. Por lo tanto, la definición de la
ética social como un absoluto puede ser bastante difícil.
Existen ciertos comportamientos o normas en las que los miembros de una sociedad
deben enfrentar con el fin de lograr el éxito entre sí. Estos normalmente son los valores
actuales o los principios que dicen cómo se debe actuar, como se puede ver con las
enseñanzas judeo-cristiana de los Diez Mandamientos, un código de ética muy
conocido, como "No robarás". Este hecho no sólo es éticamente incorrecto para un
individuo, sino también para todos miembros de la sociedad; incluidas las empresas, no
deben tomar parte en este comportamiento inmoral.
Dado que las normas sociales varían, los derechos de la mayoría sólo se pueden hacer
cumplir en la medida en que los derechos de los demás no se ven obstaculizados. Hay
muchos aspectos a considerar dentro de la ética social en su conjunto: la lengua, raza,
género, cultura, religión, educación, etc.
Los estándares utilizados para hacer cumplir la ética moral social son también
numerosos: los valores familiares, creencias religiosas, la moral, la integridad, y así
sucesivamente.
Para que las normas sociales funcionen en lugar de estas diferencias, existen ciertas
prácticas, que se consideran aceptables por la mayoría, son generalmente tenidas en
cuenta dentro de una sociedad. Esto puede incluir el compartir con los demás,
haciendo buenas obras, y el reconocimiento de puntos de vista diferentes. La ética
social también implica aceptación. Las personas, en su conjunto, deben respetar los
derechos de todos los demás, independientemente de las creencias individuales.
Diversas cuestiones suscitan el debate cuando se trata de la ética social. Por ejemplo,
temas como la economía, la inmigración, la pobreza y el hambre, el medio ambiente, la
homosexualidad, y la tolerancia religiosa, crean cuestiones comprendidas en el ámbito
de la ética social, lo que debería ser considerado bueno o malo.
Otras cuestiones desagradables pueden incluir la política y la legislación o la regulación
de temas de la vida y la muerte como el aborto, la crueldad animal, y la pena de
muerte. Además, las cuestiones de tecnología impulsada como la clonación, la
manipulación genética, y la energía nuclear pueden plantear cuestiones éticas en la
sociedad.
Es evidente que el tema de la ética social es complejo. Sin embargo, dentro de una
sociedad, existen conductas específicas que deben ser puestas en práctica. La
mayoría de estas prácticas generalmente se basan en hipótesis compartidas de lo que
está bien o mal, no es un hecho individual, sino un efecto grupal.
ETICA EMPRESARIAL
La ética empresarial es una rama de la ética aplicada. Se ocupa del estudio de las
cuestiones normativas de naturaleza moral que se plantean en el mundo de los
negocios. La gestión empresarial, la organización de una corporación, las conductas en
el mercado, las decisiones comerciales, etc.
La ética empresarial se distingue, por un lado, de las ciencias empresariales o
económicas puramente descriptivas (sin pretensiones normativas) tales como la
econometría o la historia económica. Por otro lado, se diferencia de saberes con
pretensiones normativas pero no de naturaleza moral, tales como la economía política
o la contabilidad. Todas las ciencias con pretensiones normativas han de confrontar en
algún momento sus supuestos normativos con preguntas como ¿cual es el fundamento
de la pretensión normativa de esta ciencia? ¿en qué certezas basa su pretensión de
proponer criterios justificados para la decisión y la acción? ¿son estos criterios
universalmente válidos? etc.
La ética empresarial como disciplina académica suele abarcar uno o más de los
siguientes temas: el estudio de los principios morales aplicables a la vida económica y
empresarial; el estudio y crítica de los valores efectivamente dominantes en el ámbito
económico en general y en cada una de las organizaciones, el análisis de casos reales
que ejemplifican la responsabilidad de las organizaciones y de sus diversos
constituyentes; el desarrollo de cuerpos normativos voluntarios o procedimientos
estandarizados de gestión basados en principios y valores éticos; el seguimiento y
descripción de la importación de estos códigos y procedimientos en organizaciones
concretas, así como la observación de sus efectos en las propias organizaciones y su
entorno.
También se ocupa con frecuencia la ética empresarial del estudio de las virtudes
personales que han de estar presente en el mundo de los negocios. Se trata de mostrar
que tales virtudes forman parte de la correcta comprensión de lo que es una buena vida
para un directivo, para el grupo de personas que forman una organización o para la
sociedad más amplia en que la organización misma se integra.(1)
Aunque las organizaciones las componen personas, y aunque el carácter personal de
los directores tiene importancia decisiva en el perfil ético de las organizaciones, las
responsabilidades corporativas no coinciden con las individuales, los métodos de
decisión corporativas difieren de los personales, los principios y objetivos de las
organizaciones están a veces por encima de las personas y los valores corporativos no
tienen por qué identificarse con los valores personales de los miembros de la
organización. En definitiva, la ética empresarial tienen componentes -los
organizacionales- que la distinguen netamente de la ética individual.
Cuando se habla de institucionalización de la ética empresarial nos referimos a los
mecanismos objetivos (códigos, documentos formales, programas de formación,
comités específicos, asesorías, procedimientos documentados de decisión, sistemas
de gestión, etc.) Mediante lo que se trata de hacer efectivos los valores o principios
éticos de una organización. La ética empresarial es, como hemos dicho, una ética de
las organizaciones. (Mac Lagan, 1998: Lozano, 1999 p-51) y por ello ha de adquirir un
nivel de formalidad innecesario en la ética individual.
Tanto los fundamentos como los valores, normas o principios que una ética empresarial
pudiera proponer estarán dirigidos a la organización y en consecuencia han de adoptar
la forma que tenga sentido y que sea eficaz en términos organizativos.
Mientras la ética individual apela a la conciencia o a la razón de cada persona, la ética
de las organizaciones ha de apelar al equivalente organizativo, que son procesos que
determinan las decisiones y comportamientos de las organizaciones.
La ética individual y la ética organizacional no pueden separarse tajantemente porque
al fin y al cabo, quienes realizan las tareas en las organizaciones son personas
concretas con su ética privada y sus convicciones personales sobre que se debe hacer
en cada momento. Además, algunas de esas personas pertenecen a colegios o
sindicatos profesionales, que imponen a sus miembros normas deontológicas estrictas
a las que deben atenerse en su trabajo. Casi todas las grandes corporaciones han
entendido que una organización responsable es algo más que una suma de personas
virtuosa y profesionalmente íntegra.
Así lo demuestra la historia de la ética corporativa, que en EEUU acumula ya varias
décadas. (2)
Hay muchas razones para plantearse la necesidad de una ética de las organizaciones
como ámbito de estudio específico de la ética aplicada. Una de las más sobresalientes
es que la ética corporativa ha de hacerse pública; no puede quedar como
habitualmente sucede en las convicciones morales individuales, en el "fuero interno".
Enfrentadas a sus responsabilidades, las organizaciones no pueden albergar
"sentimientos" morales (culpabilidad, vergüenza, orgullo, sentido del deber) como les
sucede a las personas que han tenido alguna educación moral. Las organizaciones han
de responder a sus responsabilidades con decisiones colectivas.
Razones para una ética de las organizacionesLas razones por las que una ética organizativa se hace necesaria han sido destacadas
por los estudios del desarrollo corporativo en la era posindustrial y pos capitalista. Se
trata de las circunstancias que presionan en las empresas y que las abocan a adoptar
respuestas globales y proactivas. Las grandes organizaciones actuales están
sometidas a demandas tradicionales de los que podemos llamar 'agentes internos'
como trabajadores y accionistas se transforman.
Desde todos los lugares (desde fuera y desde dentro) se presiona a las organizaciones
porque ellas tienen gran influencia sobre las vidas de mucha gente y una gran
capacidad de poder efectivo en un mundo globalizado. Con frecuencia las
organizaciones multinacionales tienen más influencia, capacidad y poder que los
estados.
Por eso ellas son el objeto de las presiones y las demandas de quienes se sienten de
algún modo afectados o se erigen en portavoces de los afectados por sus actividades o
por las consecuencias de las mismas. Se les responsabiliza porque muchas veces solo
ellas pueden evitar determinados resultados o, si ya ha ocurrido, repararlos. Y en el
caso particular de las empresas con ánimo de lucro, porque ellas se benefician
principalmente de actividades cuyas consecuencias negativas pueden sufrir otros.
El que una organización deba responsabilizarse de sus actos no es nuevo. En todos los
países desarrollados hay legislación detallada, civil, penal, laboral, administrativa,
mercantil, que especifica que responsabilidades tienen las personas y las
corporaciones. En los países desarrollados hay además sistemas judiciales
suficientemente fiables que tratan de imponer las responsabilidades legales cuando es
necesario. Lo que es nuevo es la conciencia social de que esa responsabilidad
corporativa existe, y que debe hacerse efectiva incluso cuando la ley no alcanza a
imponerla. por ejemplo cuando atañe a hechos realizados fuera de las fronteras del
país de nacionalidad de la corporación, cuando ninguna ley protege el bien afectado o
cuando el procedimiento de reparación judicial es tan lento que resulta inútil. en estos
casos, y en muchos toros, agentes externos e internos presionan directamente a la
organización, en la medida que pueden para que se responsabilicen de sus acciones,
al margen de si tienen o no una obligación legal de hacerlo. Esas presiones, que de
algún modo suponen el reconocimiento de la impotencia del Estado frente a las
organizaciones, pueden conducir, cuando se acumulan, a lo que podemos llamar
"bancarrota moral" de esas mismas organizaciones. En cierto momento, una
organización que haya descuidado sus responsabilidades puede encontrarse ante una
bancarrota de este tipo, y que conduce a una bancarrota contable y que acaba por
erosionar la confianza de los consumidores, los gobiernos, y los mercados financieros.
Las organizaciones con una sólida cultura ética se caracterizan por anticipar esas
demandas asumiendo sus responsabilidades antes que sean planteadas como quejas,
o antes que se produzca el daño. Esto es lo que podemos llamar una actitud proactiva,
para distinguirla de la actitud reactiva que se basa en responder a las demandas una
vez que han sido formuladas.
EL MEDIO AMBIENTE
Algunos tratadistas definen el medio ambiente como el entorno que afecta y condiciona
especialmente las circunstancias de vida de las personas o la sociedad en su conjunto.
Comprende el conjunto de valores naturales, sociales y culturales existentes en un
lugar y un momento determinado, que influyen en la vida del hombre y en las
generaciones venideras. Es decir, no se trata sólo del espacio en el que se desarrolla la
vida sino que también abarca seres vivos, objetos, agua, suelo, aire y las relaciones
entre ellos, así como elementos tan intangibles como la cultura.
Con el rápido avance tecnológico producido tras la edad media y que culminó en la
Revolución Industrial los seres humanos empezaron realmente a cambiar la faz del
planeta, la naturaleza de su atmósfera y la calidad de su agua. Hoy, la demanda sin
precedentes a la que el rápido crecimiento de la población humana y el desarrollo
tecnológico someten al medio ambiente está produciendo un declive cada vez más
acelerado en la calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida, haciendo
imprescindible un cambio de actitud, direccionado hacia el estudio y aplicación de la
Ética Ambiental.
Por eso la respuesta del famoso científico y premio Nobel, Linus Pauling, fue enfática
cuando acertó: Lo llamamos “Medio Ambiente” porque realmente, la otra mitad ya la
destruimos.
LA ETICA AMBIENTAL
Una ética ambiental es básicamente una ética basada en la justicia social para todos
sin discriminación de casta, raza, sexo, religión, ideología, región o nación. (UNESCO,
1990). También es un factor relevante de todo sistema económico, político y social ya
que en éste hay implícita una visión determinada del hombre, de su ser, sus atributos,
su origen y su destino.
La ética juega un papel primordial en el manejo del ambiente y, por ende, debe ser
pilar fundamental en todo proceso de educación ambiental y en la concientización de
los colectivos para que su comportamiento genere nuevas formas de relación con su
ambiente particular y global convirtiéndose en uno de los propósitos más importantes
de la educación para el ambiente.
Las alternativas de solución a los diversos problemas ambientales deben ser el
producto de las decisiones responsables de los individuos, las comunidades y en
últimas de la sociedad, atendiendo a los criterios de valoración de su entorno,
íntimamente relacionados con el sentido de pertenencia y, por ende, con los criterios de
identidad.
La mayoría de los problemas ambientales del mundo actual son esencialmente
causados por el hombre. El papel del hombre es, por tanto, crucial, ya que es su actitud
hacia el medio ambiente humano y natural la que ha configurado el medio ambiente de
hoy. Obviamente que el cambio de su actitud y la conducta del hombre están
relacionadas directamente con el sistema de valores de la sociedad contemporánea.
Históricamente, los valores individuales y sociales no siempre han estado en los
mejores intereses de preservar un ambiente de calidad.
La crisis ambiental actual obliga al hombre a reexaminar sus valores y a alterarlos en
cuanto sea necesario a fin de asegurar la supervivencia humana. Se debe formular un
sistema de valores de prioridades ecológicas para que lleguen a ser leyes mundiales.
Se debe pensar que cada ser humano tiene derecho a vivir y satisfacer sus
necesidades básicas. Si el hombre pudiera vivir en armonía con la naturaleza y actuar
como un responsable “cuidador” o “guardián” del medio ambiente, sería posible lograr
un futuro ecológicamente saludable para las generaciones venideras. El hombre con su
poder tecnológico único ejerce un profundo efecto sobre su medio ambiente. Por eso,
en cierta medida, puede controlar su propio destino.
Para vivir en armonía, el hombre tiene que desarrollar una manera equilibrada de
pensar, de sentir y de actuar hacia el medio ambiente. Cada sistema económico,
político y social genera una visión de hombre que lo sostiene. Esto explica la exigencia
de partir no sólo de nuevas estructuras socio - económicas sino también de nuevos
valores; éstos dependen en gran parte del tipo de educación vigente que a su vez está
condicionada por la estructura socio - económica del país. La visión integral del hombre
debe estar acorde con la transformación educativa, que pretenda consolidar nuevos
caminos, crear actitudes y normas de comportamiento frente a los demás y hacia la
naturaleza, que haga posible la realización de todo hombre en la sociedad y contribuya
en forma significativa a la formulación de una toma de decisiones razonables en lo
ambiental ya que esto supone el análisis cuidadoso de los aspectos ecológicos,
económicos, sociales y técnicos; además deben examinarse, antes de tomar una
decisión, diversas alternativas políticas, acciones y prácticas.
Tales decisiones ambientales pueden adoptarse con base en la jerarquía de valores
que prevalecen sin tener ninguna consideración ecológica. Por ejemplo, en el siglo
actual, las sociedades tecnológicamente avanzadas han considerado un estándar de
vida, de desarrollo industrial como su valor colectivo Principal. Las consideraciones
ecológicas han tenido una baja prioridad, porque las sociedades no calcularon las
consecuencias a largo plazo impuestas por su jerarquía de valores, como
consecuencia la calidad del medio ambiente del hombre se ha degenerado.
La educación al igual que la ética se concibe como un proceso permanente de carácter
social y personal a través del cual se reconoce la necesidad de reconstruir las
relaciones hombre-naturaleza - sociedad; esto redunda en el mejoramiento y
conservación del medio ambiente natural, socio - cultural, interpersonal y creado, por lo
tanto fortalece las posibilidades y permite divisar con claridad la responsabilidad que
posee el ser humano para con su entorno y la capacidad interpretativa frente a él.
La ética y la educación para el ambiente orientadas hacia la formación de ciudadanos
para una sociedad auténticamente humana tienen que ser consciente de los medios
que emplearán para comprometer a la mayoría, de modo que puedan surgir, los
mejores, como agentes de la política, y todos puedan tener actitudes de participación y
criterios para juzgar el poder.
Los criterios para ejercer el poder con justicia o para juzgar el poder con determinados
valores, como la libertad, la participación, la paz, la concordia, la solidaridad y otros
comúnmente admitidos. Pero la aplicación de la ética y de la educación para el cambio
no requiere solamente la formación de unos valores determinados relacionado con lo
político. Es necesario pensar en valores de la persona y de la comunidad que atiendan
a los aspectos de desarrollo de la especie humana en su generación presente y futura
conservando su medio ambiente. entender un valor, éste existe realmente para ella.
Una educación en valores, es una educación para el cambio, tiene que tener como
primer objetivo la superación de los límites y condicionamientos que impone la cultura.
Por lo tanto, el hombre debe ser capaz de descifrar el pasado y crear el futuro,
habituándose al pensamiento alternativo
No es posible la valoración personal sin una conciencia de elección libre y
comprometida, por tanto, es básico y prioritario favorecer los dinamismos de la
personalidad que conducen hacia la autonomía, hacia la experiencia de ser persona.
Cada grupo humano tiene una escala de valores que pueden provenir de fuentes muy
diversas: intereses personales, valores colectivos impuestos, por ejemplo: normas,
pautas de comportamiento, la moda, el prestigio…. En una educación con escala de
valores para el cambio se tendría que dar una paulatina ruptura para ser sustituidas por
otras reflexivamente aceptadas. Estos cambios, para que puedan mantenerse, tienen
que ser comunitarios.
En el hombre es importante diferenciar lo que son los deseos de lo que denominamos
aspiraciones. Los primeros provienen de su fisiología, son impulsos instintivos que
deben ser controlados. Las aspiraciones reflejan sus intentos por ser mejores, por
trascender las imperfecciones propias de la naturaleza humana, para instaurar lo que
todavía no existe en el mundo que uno quisiera introducir en él, son las que empujan la
creación. La moral es justamente el control que la sociedad se impone a la capacidad
creadora, con el fin de proteger el bien común. Las aspiraciones se originan en las
profundidades del espíritu, ligando al hombre al plan evolutivo, en busca de lo santo, la
sabiduría y la creatividad.
En el proceso de humanización el hombre adquiere su plenitud que le permite
proyectarse al mundo, dotado de sensibilidad por el cual recibirá los mensajes que la
realidad externa le entrega, y aquellos que provienen de su interior, como son las
aspiraciones que nacen en el inconsciente; inteligencia que hace posible tener
conciencia de los mensajes recibidos, al traducirlos en ideas claras e inteligibles,
lógicamente organizadas; y la voluntad que es la facultad que le permite elegir
libremente entre los deseos y las aspiraciones. La combinación de estas tres fuerzas le
confieren al hombre el dominio de sus facultades y, por tanto, de su libertad, patrimonio
de la conciencia humana del cual depende el futuro del hombre.
Para reducir la degradación medioambiental, las sociedades deben reconocer que el
medio ambiente es finito. Los especialistas creen que, al ir creciendo las poblaciones y
sus demandas, la idea del crecimiento continuado debe abrir paso a un uso más
racional del medio ambiente, pero que esto sólo puede lograrse con un espectacular
cambio de actitud por parte de la especie humana.
El impacto de la especie humana sobre el medio ambiente ha sido comparado con las
grandes catástrofes del pasado geológico de la Tierra; independientemente de la
actitud de la sociedad respecto al crecimiento continuo, la humanidad debe reconocer
que atacar el medio ambiente pone en peligro la supervivencia de su propia especie.
Un calentamiento global significativo de la atmósfera tendría graves efectos sobre el
medio ambiente. Aceleraría la fusión de los casquetes polares, haría subir el nivel de
los mares, cambiaría el clima regional y globalmente, alteraría la vegetación natural y
afectaría a las cosechas. Estos cambios, a su vez, tendrían un enorme impacto sobre
la civilización humana. Durante el siglo XX la temperatura media del planeta aumentó
0,6 ºC y los científicos prevén que la temperatura media de la Tierra subirá entre 1,4 y
5,8 ºC entre 2001 y 2100.
La acidificación, que está destruyendo grandes extensiones de plantíos, papa, trigo,
soya, etc. Se debe a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las
centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos productos
interactúan con la luz del Sol, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y
nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a tierra, arrastrados
por la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida, o en forma de depósitos secos,
partículas y gases atmosféricos.
En definitiva, es al Hombre como ser racional, dentro de las especies vivas del planeta,
que le compete el manejo responsable y sustentable del ecosistema, para asegurarle a
las futuras generaciones – a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos – la opción de
vivir plenamente.
BIBLIOGRAFIA
http://definicion.de/etica/#ixzz2KsyzSo9S
www.monografias.com ›
www.losrecursoshumanos.com ›