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Unidad Didáctica VI É T I C A

Unidad Didáctica VI É - Materiales de Filosofía | IES ... · Ética (IES Luis de Camoens) 2 1.- LA ÉTICA DENTRO DEL CONOCIMIENTO FILOSÓFICO ARISTÓTELES dividía las diferentes

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Unidad Didáctica VI

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Ética (IES Luis de Camoens)

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1.- LA ÉTICA DENTRO DEL CONOCIMIENTO FILOSÓFICO

ARISTÓTELES dividía las diferentes ciencias en tres grandes ramas: las

ciencias teóricas, las ciencias prácticas y las ciencias productivas. Las ciencias teóricas

se ocupan del conocimiento abstracto de los principios más generales y abstractos de la

realidad (matemáticas y metafísica); las ciencias prácticas son las que conocen y regulan

las acciones humanas (ética y política); finalmente las ciencias productivas son aquéllas

que nos proporcionan conocimiento acerca de la forma de hacer cosas determinadas y

del modo de conseguir determinados efectos (reglas para hacer algo, cómo hablar bien o

construir un edificio).

La ética es una ciencia práctica, es decir, una disciplina que conoce y regula un

conjunto de acciones humanas. Para ARISTÓTELES las acciones que forman parte de

la ética son las acciones del individuo, las cuales deben ser enjuiciadas desde la

perspectiva del bien y del mal.

La filosofía medieval consideró que la realidad y el conocimiento sobre la

realidad, ciencia o filosofía, versaba sobre el Ser. El Ser tenía tres grandes facetas, a las

que denominaron trascendentales: estas tres grandes facetas del ser eran la Verdad, el

Bien y la Belleza. La ética era la parte de la filosofía que se dedicaba a estudiar el Bien.

En la actualidad la ética es una de las partes fundamentales de la filosofía,

aunque desde KANT tiene una gran independencia respecto de otras ramas de la

filosofía. En todo caso, la ética sigue siendo una pieza clave de la filosofía, y además

sigue siendo una disciplina estrictamente filosófica.

2.- ÉTICA Y MORAL. DIFERENCIAS Y CONVERGENCIAS

2.1.- Diferencias y convergencias entre ética y moral

Los términos “ética” y “moral” suelen causar cierta confusión sobre su

significado. “Ética” procede del término griego “tà ethikà”, que significa “lo

acostumbrado”; “moral” procede de un término latino, “mos”, que también significa

“costumbre”. Etimológicamente no hay diferencia entre los dos términos. Pero tampoco

hay diferencia entre ambos en el uso filosófico, ya que ambos vienen a significar lo

mismo, y por tanto son sinónimos.

En todo caso hemos de indicar que ha habido algunos intentos de establecer

diferenciaciones entre moral y ética. Vamos a ver dos de estos intentos:

2.1.1. Primera diferenciación

Una corriente española mantuvo durante mucho tiempo que la ética es la

reflexión filosófica sobre las formas de la vida humana, mientras que la moral son las

diversas formas de la vida humana. Distinguía entre moral pensada, ética, y moral

vivida, moral.

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2.1.2.- Segunda diferenciación

La segunda diferenciación ha tenido mucho éxito en los medios de

comunicación españoles. Se sostiene que la ética es la reflexión sobre la conducta del

ser humano, en su referencia al bien y al mal, utilizando únicamente la razón; por el

contrario la moral sería lo mismo que la ética, pero su origen es religioso.

2.2.- Objeto, fin y método de la ciencia ética

El objeto de una ciencia o de una disciplina del conocimiento es a lo que se

dedica esa ciencia. El objeto de la ciencia ética es hallar el fundamento de la conducta

del ser humana sobre el bien y el mal de ésta, las circunstancias en las que se da esta

conducta y la capacidad del ser humano respecto al bien y el mal y a su consecución.

La ética, como ciencia que es, quiere conseguir afirmaciones, enunciados, de

carácter universal, es decir, enunciados válidos para toda persona, todo lugar y todo

tiempo. La ciencia física formula leyes físicas, la ciencia ética enuncia leyes morales o

éticas.

Debemos indicar que la ética se ve matizada por el cambio de circunstancias

sociales, culturales y políticas, por lo que habrá que modular sus enunciados

dependiendo del momento, lugar y personas para los que se da. Aunque también

debemos decir que hay que tener motivos muy serios para plantear y legitimar

excepciones a las leyes morales.

Las ciencias pueden dividirse en ciencias descriptivas y ciencias normativas.

Las ciencias descriptivas son aquéllas que describen las cosas tal y como se encuentran

en la realidad, mientras que las ciencias normativas son aquéllas que indican como

deben ser las cosas. La ética es tanto una ciencia descriptiva como una ciencia

normativa, dice cómo son las cosas y también indica cómo deben ser las cosas. Por un

lado la ética describe al ser humano desde la perspectiva del bien y del mal, y también

señala qué acciones deben realizarse, como el bien se hace realidad y cómo debe

evitarse el mal.

2.3.- Ética como estructura y ética como contenido

ARISTÓTELES y TOMÁS DE AQUINO consideraban que el ser humano

realizaba cualquier acción buscando el bien, pero todos sabemos que no todo lo que

consideramos que es un bien, lo es realmente; un ladrón puede considerar como un bien

para él mismo tener un éxito en su atraco, pero un atraco es una acción mala.

Se planteaba la discusión sobre si realmente siempre que actuamos buscamos un

bien o alguien puede a llegar a actuar buscando un mal para sí mismo. Si aceptáramos lo

dicho anteriormente tendríamos que admitir que hay un bien que es un mal, lo que

constituye una contradicción inadmisible en una ciencia.

XAVIER ZUBIRI distinguió dos formas de ética. Cuando hablamos de que todo

ser busca en sus acciones alguna forma de bien nos encontramos ante una ética como

estructura, pero cuando nos referimos a si ese bien buscado es realmente un bien, desde

en punto de vista moral, nos hallamos ante la ética como contenido.

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2.4.- Ética formal y ética material

Hay dos formas fundamentales de hacer ética. La primera, a la que llamamos

“ética formal”, es indicar el camino para que cada individuo busque el bien por sí

mismo, un camino que ofrezca la seguridad de alcanzar el bien, pero no indicándole al

individuo que es el bien y qué acciones son buenas o malas. La segunda forma de hacer

ética, que es la “ética material”, consiste en elaborar criterios, pautas y normas éticas

que se tienen por buenas y que el individuo acepta como tales y las cumple.

La ética formal tiene una estrecha correlación con la autonomía moral, mientras

que la ética material la tiene con la heteronomía moral. Autonomía y heteronomía la

estudiaremos en el epígrafe 5.2.

2.5.- Ética general, ética especial y deontología profesional

Tradicionalmente la ética se divide en dos partes, la ética general y la ética

especial. La ética general se ocupa de los fundamentos de la vida moral de los seres

humanos y los principios fundamentales del comportamiento moral, mientras que la

ética especial aplica los principios fundamentales a situaciones concretas.

En los países anglosajones, a partir de la segunda mitad del siglo XX, apareció

una forma singular de hacer ética, las llamadas deontologías profesionales o éticas

profesionales, dedicadas a establecer normas que deben seguir las personas que trabajan

en determinada profesión. Realmente las deontologías profesionales son normas,

escritas y establecidas, que se deben aceptar, que si bien no son normas legales, sí son

tratadas como tales por las instituciones profesionales que las reconocen. La deontología

profesional es una especie de normas jurídicas que se han dado a sí mismo un conjunto

de profesionales y sólo son aplicables a ese mismo conjunto.

2.6.- El juicio moral (o ético) y otras formas de juicio. Diferenciación

Un juicio es una acción de la razón humana que afirma una cualidad sobre una

cosa. Dependiendo de la disciplina científica en la que nos encontremos la forma y las

exigencias del juicio variarán.

El juicio moral o juicio ético es decir que algo es bueno o malo, moral o inmoral;

sólo esto es un juicio moral o ético. Pero el juicio moral no es, evidentemente, la única

forma de juicio que realizamos los seres humanos.

2.6.1.- El juicio moral (o ético) y el juicio científico

Un juicio científico, como sabemos, afirma algo de una cosa después de haber

sometido esta afirmación a la exigencia del método hipotético-deductivo. El juicio

científico sólo afirma que su contenido debe ser tomado por verdadero, pero no quiere

decir que ello sea bueno.

Pongamos un ejemplo un poco extremo. Los médicos saben que los niños con

“síndrome de Down” tienen, en principio, una menor esperanza de vida que los niños de

la misma edad que no padecen este síntoma. Se ha planteado el problema que un niño

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con “síndrome de Down” necesitaba un trasplante de riñón, al igual que en el mismo

hospital había otro niño, sin este síndrome, que también necesitaba de ese mis

trasplante. ¿Debe tenerse en cuenta el conocimiento médico sobre la esperanza de vida

de los diferentes niños cuando se tenga que decidir a cuál de ellos se destina el primer

órgano disponible?

2.6.2.- El juicio moral (o ético) y el juicio psicológico

La psicología es una ciencia que ha cobrado una gran relevancia en la segunda

mitad del siglo XX. El objeto de la psicología consiste en explicar los diversos procesos

de nuestro cerebro o de nuestra mente, así como de los problemas que se pueden

presentar en estos procesos (las anomalías psicológicas y las psicopatologías).

Dentro de la psicología, toda una rama terapéutica, se dedica a la modificación

de la conducta, es decir, la forma de conseguir que una persona se comporte de un modo

diferente. Cuando la psicología propone un modelo al que se debe aspirar, hay que

analizar, éticamente, si realmente el modelo al que hay que llegar es éticamente bueno,

pues que sea deseable psicológicamente, no quiere decir necesariamente que sea

correcto o bueno desde la perspectiva ética o moral.

3.- LA LIBERTAD COMO CONDICIÓN PARA QUE SE DÉ LA ÉTICA

3.1.- Concepto de libertad

La libertad es condición necesaria para que haya vida ética o vida moral. Sin

libertad no hay ética.

¿Qué es la libertad? La libertad es la capacidad que tiene el ser humano de elegir

entre diferentes opciones sin ser coaccionado por nada ni nadie. El individuo tiene que

colaborar con su propia libertad, tiene que facilitarse a sí mismo el mayor número de

opciones posibles, para que su elección sea lo más rica posible.

3.2.- El fundamento biológico de la libertad: la ruptura de la signitividad

Los animales no necesitan tener moral o ética porque no tiene libertad, ya que su

comportamiento obedece a las pautas proporcionadas por los instintos. Los instintos

asocian necesariamente un estímulo a una respuesta, por lo que, en términos generales,

su comportamiento está “programado biológicamente”. A esta situación se le denomina

“signitividad”.

La evolución, en los seres humanos, ha producido una modificación sustancial

en la relación entre el estímulo y la respuesta al estímulo. Los seres humanos no

necesitamos dar una respuesta inmediata a los estímulos que se nos presentan, podemos

aplazar, incluso definitivamente, la respuesta al estímulo, por lo que podemos afirmar

que hay una ruptura de la signitividad. En consecuencia los seres humanos tenemos que

buscar cuál es la respuesta adecuada a los diferentes estímulos que recibimos, y es en

esta posibilidad de elección, que no tienen los animales, donde nace la vida ética o

moral.

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3.3.- Ética, naturaleza y cultura

Decía JOSÉ ORTEGA Y GASSET, uno de los pensadores españoles más

influyentes, que no es posible hablar de naturaleza humana, porque el ser humano no

tiene naturaleza, sino que sólo tiene cultura. En término generales esta idea debe ser

matizada, pues, aunque hay que admitir la ruptura de la signitividad, ello no quiere decir

que en los seres humanos no tengamos una ineludible base biológica. Tenemos una

naturaleza, pero ésta tiene un papel menor que en el resto de los seres vivos.

La ética es un producto de la vida cultural, es decir, de las respuestas que damos

a nuestros problemas sin tener en cuenta ningún instinto. La ética no viene dada por la

naturaleza, porque si así fuera no habría ética al no haber libertad. La ética es fruto de la

cultura, y sólo de la cultura.

3.4.- Libertad positiva y libertad negativa. Libertad externa y libertad interna

3.4.1.- Libertad positiva y libertad negativa 1

El pensador inglés ISAIAH BERLIN consideraba que bajo el término “libertad”

se ha hecho referencia a dos realidades diferentes, e incluso contradictorias entre ellas.

- La libertad negativa se corresponde, en sus líneas fundamentales, con el

concepto de libertad que hemos dado en el apartado 3.1. Libertad negativa es

la capacidad de hacer lo que se quiera sin ningún impedimento externo que

lo impida. BERLIN sostiene que esta es el verdadero concepto de libertad,

que sin libertad negativa no hay ninguna forma posible de libertad.

- La libertad positiva consiste en proporcionarle a la acción humana un

objetivo que la condiciona. Por ello las diferentes opciones de la libertad

humana quedan supeditadas a la consecución del objetivo. Esta versión de

libertad fue elaborada por AGUSTÍN DE HIPONA, pensador romano-

cristiano del siglo V, y en nuestra época fue retomada por los pensadores

marxistas.

Especialmente desde algunas posturas religiosas, se ha defendido que la

verdadera libertad es la libertad positiva, utilizando el término peyorativo de

“libertinaje” para la libertad negativa. Esto no es aceptable, porque si no hay libertad

negativa, no hay verdadera libertad.

3.4.2.- Libertad externa y libertad interna

El ser humano tiene dos tipos de vivencias fundamentales. El ser humano se

relaciona con el mundo exterior, y consigo mismo, con su realidad interior.

1 Los adjetivos “positivo” y “negativo”, en este contexto, no hacen referencia a ningún tipo de valoración,

según el cual lo positivo es lo bueno y lo negativo es lo malo. “Positivo” procede el verbo latino

“ponere”, es decir, aportar algo, mientras que “negativo” significa quitar.

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- La libertad externa es la posibilidad de elegir efectivamente entre diferentes

opciones de actuación sobre la realidad externa al ser humano.

- La libertad interna es la posibilidad de tener diferentes ideas sobre las cosas

dentro de la propia conciencia. A la libertad interna se le ha denominada

también libertad de conciencia o de pensamiento.

Debemos indicar que ambas forma de libertad deben darse, pues si falla una la

libertad no es completa. Si tenemos libertad de conciencia, pero no podemos actuar

sobre la realidad externa de forma consecuente con nuestra con nuestras ideas, cabe la

posibilidad de preguntarse si una libertad que no se puede ejercitar es verdadera

libertad. Por el contrario si tenemos libertad de actuación, pero no tenemos libertad

interna, realmente no podemos elegir entre diversas posibilidades que tenemos, sino

entre la única posibilidad que se nos ha dado a nuestra conciencia.

3.5.- Presupuestos para la libertad

Un presupuesto es una condición que tiene que darse con anterioridad a

cualquier acción o capacidad humana. Si no se da un presupuesto para algo, es

imposible que se dé ese algo. Pasaremos a analizar ahora algunos de los presupuestos

más importantes para la existencia de la libertad.

3.5.1.- Ausencia de coerción

La coerción es un acto de fuerza que amenaza al individuo con consecuencias

negativas si realiza o no realiza una acción. La coerción elimina la libertad y las

acciones no libres de un individuo no pueden ser calificadas de acciones morales.

Tal y como hemos indicado anteriormente la coerción es un acto de fuerza, pero

también puede ser una forma de fuerza que no es el uso de la fuerza física, sino el

empleo de modos de fuerza como la fuerza psicológica o la manipulación.

La ausencia de la coerción es realmente el único presupuesto, de los que vamos a

ver, que es absolutamente necesario y sin el cual no hay libertad.

3.5.2.- Conocimiento

Para poder elegir entre las diferentes opciones debemos conocer las acciones.

Cuanto más conozcamos cada una de las opciones, más libre será nuestra elección,

porque no podremos dejarnos engañar. El mayor conocimiento nos hace más libre.

La ignorancia no siempre es una excusa, pues que puede cabe distinguir entre

una ignorancia insuperable y una ignorancia superable. Los arquitectos de las “Torres

Gemelas” no podían diseñar, en el momento que lo hicieron, el edificio preparado

contra colisiones aéreas, porque era una circunstancia difícilmente cognoscible; por el

contrario, si un arquitecto diseña un rascacielos en la actualidad sin tener en cuenta la

posibilidad de sufrir un atentado mediante la colisión de un avión, su ignorancia sí es

superable, por lo que no habría excusa a esta ignorancia.

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3.5.3.- Reflexión

La capacidad para elegir, la libertad, se hace mayor si la elección es pensada y

no se toma a la ligera, sin plantearse con profundidad cada una de las opciones posibles.

Un mayor y mejor reflexión hace que nuestra libertad sea de más calidad.

3.5.4.- Previsión

Nuestras acciones tienen consecuencias. Prever las consecuencias de nuestras

acciones nos hace más libres para poder elegir desde lo que realmente queremos hacer o

desde lo que deseamos evitar.

3.6.- Garantía y protección institucional de la libertad

Las sociedades democráticas han defendido, como nunca se ha hecho en la

historia, la libertad negativa, es decir, la eliminación de impedimentos para que el ser

humano pueda elegir lo que realmente quiere y evitar lo que no quiere.

Las democracias se han valido de numerosas normas y procesos legales para

garantizar la efectividad de la libertad negativa. Esto no se hace sin ninguna motivación,

sino porque la libertad negativa y su defensa constituyen un elemento fundamental de

las democracias que conocemos y disfrutamos.

3.7.- Moral, inmoral y amoral

Hemos dicho que la vida ética y moral de los seres humanos depende de la

existencia de la libertad. Sólo cuando somos libres actuamos moralmente. Pero no todas

las acciones humanas son libres, puesto que a lo largo del día llevamos a cabo

numerosas acciones sobre las que no tenemos libertad y que forman parte de nuestra

conducta mecánica, como respirar; pero también hay momentos en los que actuamos en

contra de nuestra libertad llevados por fuerzas o circunstancias insalvables.

Por ello distinguimos tres tipos de acciones humanas:

- Acción moral: acción libre del ser humano que realiza el bien en alguna de

sus formas.

- Acción inmoral: acción libre del ser humano que realiza el mal en alguna de

sus formas.

- Acción amoral: acción no libre del ser humano.

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4.- LA ELECCIÓN MORAL

Elegir es seleccionar una acción entre varias, de una forma libre y que tenga

cierta relevancia respecto del bien y del mal. Es difícil imaginar una acción humana

libre que no tenga nada que ver con el bien y el mal, pero hay elecciones más relevantes

que otras.

4.1.- Presupuestos para la elección moral

4.1.1.- Pluralidad de alternativas

Para poder elegir realmente debemos tener una pluralidad de alternativas. Si sólo

podemos elegir una cosa, no hay elección; si sólo podemos elegir una cosa buena y las

restantes malas, tampoco es una verdadera elección; si únicamente podemos elegir entre

alternativas imaginarias o no factibles, tampoco estamos ante una elección que merezca

tal nombre. Las alternativas deben ser factibles para el ser humano y no indeseables.

4.1.2.- Límites físicos y biológicos no coercitivos

Los seres humanos podemos desear todo, incluso lo que no existe. Ello no quiere

decir que todos nuestros deseos sean verdaderas alternativas. Los seres humanos

tenemos límites físicos y biológicos en nuestra actuación, como especie no lo podemos

todos, pero tampoco como individuos, pues las capacidades entre los diferentes

individuos tienen fuertes contrastes.

4.1.3.- El problema del determinismo y los condicionamientos

Hay corrientes en todas las disciplinas científicas que consideran que la libertad

del ser humano es pura apariencia, porque realmente estamos dominados por un

condicionamiento tan fuerte que elegimos lo que nos indica nuestro condicionamiento.

Tanto el determinismo psicológico como el determinismo sociológico estiman

que la libertad humana es inexistente. El determinismo psicológico mantiene que las

características de nuestra personalidad y la forma en la que ésta se ha formado no nos

dejan ningún margen real de elección, elegimos lo que de todos modos hubiéramos

elegido. El determinismo sociológico tiene el mismo contenido que el psicológico, pero

considerando que el factor decisivo es el social: estamos tan condicionados por la

sociedad que las elecciones nos vienen dadas por nuestro contexto social.

Los seres humanos, ciertamente, tenemos condicionamientos de carácter

psicológico y sociológico, pero nuestros condicionamientos nos establecen ciertos

límites, dentro de los cuales mantenemos una amplia libertad de acción. En todo caso,

buena parte de estos condicionamientos pueden ser cambiados como han demostrado la

disciplina psicológica de modificación de conducta y la disciplina sociológica de

intervención social.

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4.2.- Elementos de la elección

4.2.1.- Criterios

Toda elección humana es una aplicación de determinadas reglas, que llamamos

criterios, a un caso concreto, a una decisión concreta. Para decidir si apretar un botón u

otro de una máquina, con la finalidad de ponerla en marcha, aplicamos una serie de

criterios técnicos propios de esa máquina.

Los criterios de una elección moral son criterios morales o éticos, esto es,

criterios que sirven para conseguir hacer el bien y evitar el mal.

4.2.2.- Responsabilidad (véase el punto 5.3.)

4.2.3.- Razón

Además de estar referidos al bien o al mal, los criterios morales o éticos deben

ser racionales. Un criterio importante de racionalidad es el respeto del “principio de no

contradicción”, es decir, la imposibilidad de afirmar y negar una misma cualidad sobre

algo al mismo tiempo. Otro criterio importante de racionalidad es la “deducibilidad”,

esto es, que una cosa se siga necesariamente de otra, sin pasos no justificado.

4.2.4.- Deseos y aspiraciones

Una elección es moral o ética si aplica unos criterios, es responsable y racional.

Pero en nuestras elecciones morales o éticas también entran lo que queremos, deseamos

y a lo que aspiramos. Estrictamente nuestros deseos y aspiraciones no son elementos

racionales, pero ello no quiere decir que sean necesariamente irracionales, ya que deseos

y aspiraciones pueden ser conformes a criterios racionales y responsables.

4.2.5.- Prejuicios

Los deseos y aspiraciones nos lanzan al futuro, pero los prejuicios nos traen la

experiencia pasada, tanto personal como colectiva. Tradicionalmente los prejuicios han

sido calificados de un modo contrario a la razón, pero los prejuicios son conocimientos

que tenemos antes de realizar un juicio racional, son los vehículos a través los que

cristalizamos la experiencia personal y la experiencia de la sociedad en la que vivimos.

5.- CRITERIOS Y RESPONSABILIDAD

5.1.- Autonomía y heteronomía

- Autonomía moral: cuando los criterios morales proceden exclusivamente de

la razón humana se da la autonomía moral. Autonomía es gobernarse por sí

mismo, porque la autonomía moral consiste en que la racionalidad humana

es la que establece las normas morales, sin ninguna intervención externa. Un

individuo es autónomo moralmente cuando decide por sí mismo lo que es

bueno.

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- Heteronomía moral: cuando los criterios morales o éticos tienen un origen

exterior al ser humano. Heteronomía es gobernarse por medio de otro; la

heteronomía moral consiste en recibir normas morales desde una

procedencia ajena a la racional del individuo; otros deciden lo que es bueno

o malo.

Los criterios morales o éticos sólo son verdaderamente válidos, si y sólo si son

autónomos; los criterios proporcionados de forma heterónoma no son morales porque

no tienen en cuenta la libertad del individuo, incluso podemos decir que los criterios

heterónomos violan la libertad individual y hacen del individuo un “menor de edad

moral”.

5.1.1. Heteronomía y religión

El principal cauce de la heteronomía a lo largo de la historia ha sido y es la

religión. Las grandes tradiciones religiosas, además de determinados contenidos sobre

el origen del mundo (mitos) y sobre determinadas acciones de relación con la divinidad

(ritos), tienen una serie de contenidos morales.

¿Por qué consideran las religiones que sus contenidos son buenos y por tanto

deben ser obedecidos por los seres humanos? En la Antigüedad, y especialmente en la

Edad Media, se plateó el siguiente problema: ¿lo que Dios manda es bueno porque es

bueno o porque Dios lo manda?

- Si se respondiese a esa pregunta diciendo que lo que manda Dios, lo manda

porque es bueno, se reconoce que el bien es independiente de Dios y que

Dios la reconoce y puede cambiarla

- Si dijéramos que lo que es bueno es porque Dios lo manda, algo sería sólo

bueno porque Dios lo dice, dependiendo la bondad de las cosas y de las

acciones de la voluntad de Dios. Si Dios cambiase de opinión, algo bueno

podría pasar a ser malo.

5.2.- Imperativo hipotético y categórico (lo condicionado y lo incondicionado)

¿Por qué hacemos algo? ¿Lo hacemos por querer hacer el bien o lo hacemos

buscando conseguir algo más a través de una acción buena? A lo largo de la historia del

pensamiento occidental podemos destacar dos finalidades de la vida moral:

ARISTÓTELES mantenía que la finalidad de la actuación buena es la felicidad, y

Epicuro puso el placer como finalidad de la vida moral.

Si actuamos moral o éticamente en busca de la felicidad o del placer, nuestra

actuación es condicional: “hago el bien para ser feliz o para tener placer”. En cambio, si

nuestra acción moral o ética sólo busca el bien como su finalidad, entonces nuestra

actuación es incondicional: “hago el bien porque únicamente busco el bien”.

La idea que las personas tenemos acerca del bien o del placer varían entre los

diferentes individuos y las diferentes comunidades humanas. Al decir “felicidad” o

“placer” no todos nos referimos a lo mismo, incluso lo que una persona puede

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considerar como feliz puede significar infelicidad para otro, de modo que una persona

actuará de una manera y otra de otra, pues bajo un mismo término buscan cosas

diferentes. Como ya hemos dicho la moral o ética buscan la universalidad, esto es, la

validez general de sus criterios, por ello no podemos aceptar finalidades en la acción

moral que no sean

La búsqueda exclusiva del bien es la única finalidad aceptable desde un punto

racional. Hacer el bien por el propio bien es la única finalidad que hace que la moral sea

universal y no caiga en continuas contradicciones. IMMANUEL KANT llamó “deber” a

nuestra exclusiva vinculación moral al bien.

La moral que busca una finalidad se expresa mediante mandatos condicionales,

imperativos hipotéticos, según los cuales tenemos que hacer unas cosas y evitar otras si

queremos tener una vida feliz o placentera. Por el contrario si sólo buscamos el bien, los

mandatos serán incondicionales, imperativos categóricos, en los que tenemos que hacer

algo o evitarlo porque sólo deseamos hallar el bien, y nada mas.

KANT realiza cinco formulaciones de imperativo categórico en sus obras, pero

de todas ellas sólo dos son realmente importantes, en nuestra opinión:

- “Obra de tal modo de tu máxima particular pueda convertirse en ley

universal”

- “Obra de tal modo que no tomes a nadie como medio, sino como fin en sí

mismo”

Será bueno lo que esté conforme con el imperativo categórico, será malo lo que

no está en concordancia con este imperativo.

La segunda formulación del imperativo categórico fundamenta lo que la filosofía

moral, a partir de KANT, ha denominado dignidad humana. Los seres humanos no

podemos ser comparados, gracias a nuestro comportamiento moral, con ninguna otra

cosa que haya en la realidad, no podemos ser puestos como medio o como instrumentos

para ninguna otra persona o ninguna idea. Cada ser humano debe ser tratado con un fin

en sí mismo, en eso consiste respetar la dignidad humana.

5.3.- Mínimos morales y máximos de felicidad

La pensadora española ADELA CORTINA ha defendido reiteradamente una

distinción que es de suma importancia: la de “mínimos morales” y “máximos de

felicidad”.

- Mínimos morales: los seres humanos debemos hacer el bien, lo cual

constituye un conjunto de obligaciones ineludibles y generales a todos los

seres humanos. Estos mandatos, incondicionales, definen un conjunto de

mandatos que tienen que ser pocos pero son los más importantes. Los

mandatos incondicionales y el cumplimiento de estos protegen la dignidad

humana.

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- Máximos de felicidad: todas nuestras acciones no tienen que afectar

necesariamente a la dignidad humana. A lo largo de nuestra vida realizamos

numerosas elecciones en las que no está en juego nuestro ser humano y

nuestros derechos más fundamentales, sino la realización de nuestros deseos

y aspiraciones, el cumplimiento de nuestras perspectivas de felicidad y

placer. Por ejemplo, una vez aprobado el segundo de bachillerato y superada

la selectividad, tengo que elegir la carrera que voy a cursar en la

universidad; en principio ninguna elección, siempre que se dé en libertad, no

nos afecta en nuestra dignidad, por lo que elegiremos aquello que nos

proporcione más placer o felicidad por los motivos que sean.

Toda acción moral debe respetar los mínimos morales, es decir, ese conjunto de

mandatos morales incondicionados e innegociables, que conocemos a través del

imperativo categórico, aunque, una vez respetados los mínimos morales, puede optar

entre los diferentes máximos morales existentes, las diferentes formas de realización de

la vida humana.

La distinción entre mínimos morales y máximos de felicidad es sumamente

importante, pues la confusión de estos dos conceptos ha provocado no sólo debates

estériles entre las diferentes formas de entender el deber, el placer o la felicidad, sino

también el intento de imponer una concepción ética a las otras. Si no separamos el

núcleo realmente innegociable de la ética (que es lo que afecta a la dignidad humana) de

los diferentes proyectos del ser humano para tener una vida feliz o placentera, puede

darse cualquiera de estas dos situaciones.

5.3.1.- Reducción de la ética a los mínimos morales

La vida moral quedaría reducida únicamente a los mínimos morales, de tal forma

que no hay matiz en la realización de la vida entre los diferentes individuos. Si todo es

fundamental, los seres humanos ven reducida su capacidad de elección.

5.3.2.- Reducción de la ética a los máximos de felicidad

La vida moral se encamina únicamente a la consecución del placer o de la

libertad. Pero como ya hemos indicado cada persona tenemos diferentes concepciones

de la felicidad y del placer. Si nuestras vidas quedan reguladas a través de criterios

radicalmente diferentes, difícilmente los seres humanos podemos tener un conjunto de

normas comunes que posibiliten nuestra vida en común y las relaciones entre nosotros.

5.4.- Responsabilidad moral

Cualquier acción tiene unas consecuencias. También la tienen nuestras acciones

morales. Las consecuencias de nuestras acciones no sólo se dan en el momento

Mínimos morales Máximos de felicidad

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inmediatamente posterior a nuestra acción moral, sino que pueden manifestarse y

desarrollarse a lo largo del tiempo.

5.4.1.- Concepto de responsabilidad moral

El concepto de responsabilidad es enormemente complejo y tiene mucha

relevancia en esferas no morales, como es en el mundo jurídico, donde se distinguen

numerosas formas de responsabilidad (civil, penal, internacional,...), las cuales tienen

diferentes conceptos y características.

Lo que a nosotros nos ocupa es la responsabilidad moral. Por ello vamos a

intentar establecer un concepto. La responsabilidad moral es la relación que el individuo

mantiene con las consecuencias de sus acciones morales, por lo que el individuo no es

sólo el autor de la acción, sino también lo es de las consecuencias que se desprenden de

su acción. De esta forma el ser humano no sólo debe analizar la moralidad o

inmoralidad de su acción, sino también la moralidad o inmoralidad de las consecuencias

de su acción, por ello una acción buena puede ser inmoral no porque ella misma sea

mala, sino porque trae consigo consecuencias malas.

5.4.2.- Las consecuencias positivas: bien mayor y utilidad

Las consecuencias de nuestra acción pueden ser buenas desde el punto de vista

moral, pero la bondad de las consecuencias no elimina nuestra obligación de

examinarlas racionalmente. Entre dos opciones buenas debemos elegir la mejor, pues

hasta el bien admite grados, pues tenemos la obligación de hacer el mayor bien posible,

esto es, conseguir el bien mayor.

La elección por medio del “bien mayor” es sólo aplicable al individuo, ya que,

cuando nuestras acciones tienen consecuencias en otros seres humanos y en la sociedad

en su conjunto, hay que tener en cuenta un criterio complementario. El filósofo inglés

JOHN STUART MILL introdujo la utilidad dentro de la moral, pero en el sentido de

utilidad social. STUART MILL dice que debemos buscar “el mayor placer posible para

el mayor número de personas posibles”.

Hay placeres primarios y otros secundarios. Los placeres primarios son aquellos

que afectan a las necesidades fundamentales de los seres humanos y por tanto tienen

prioridad sobre los placeres secundarios. Entre un mismo tipo de placeres, para elegir

entre uno y otro, debemos obtener el producto entre la intensidad del placer y al número

de persona que afecta, de forma que debemos elegir el placer cuyo producto sea mayor.

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Por ejemplo, si el ayuntamiento de Ceuta tuviera que elegir entre construir un centro de

salud o centro recreativo, aunque el número de usuarios del centro recreativo sea mayor

que el de los usuarios del centro de salud, debemos elegir construir el centro de salud,

porque afecta a un placer primario, como es la salud. Pero si la elección fuera entre el

centro recreativo y una serie de pistas deportivas, tendríamos que descubrir la

dimensión del placer.

5.4.3.- Evitar el mal: el mal menor

Hacer el bien es una obligación moral fundamental, pero al mismo nivel de

importancia se encuentra la obligación de evitar el mal. Pero la división entre el bien y

el mal no tan tajante como sería deseable, especialmente en las consecuencias de las

acciones. De esta forma se hace necesario establecer criterios de elección cuando de

forma ineludible tengamos que optar entre alternativas que presentan ambas

consecuencias malas.

Esta situación no es rara en la vida, en muchas ocasiones nos vemos ante un

“callejón sin salida”, estamos obligados por las circunstancias a elegir entre dos

opciones malas. En este punto nace el criterio del “mal menor”. Este criterio es el

inverso al formulado por STUART MILL, tenemos que elegir el menor mal posible

para el menor número posible de personas.

5.5.- La sanción moral: el premio y el castigo

Un niño hace algo o evita hacer algo no porque considere que debe hacer el bien

y evitar el mal, sino porque teme el castigo de sus padres. Para un niño el bien es lo

comporta un premio y el mal lo que conlleva un castigo. Ello es así porque el niño no ha

desarrollado todavía sus capacidades racionales respecto a la moral.

Intensidad Intensidad del placer del placer

100

50

Número de personas

afectadas

50

Producto de placer = 5000 Producto de placer = 5000

OPCIÓN A: Centro recreativo

Número de personas

afectadas 75

Producto de placer = 3750

OPCIÓN B: Pistas deportivas

Dado que el producto de placer de la opción A es de 5000, mientras que el producto de la opción B es de 3750, debemos

inclinarnos por la opción A

Ética (IES Luis de Camoens)

16

Muchos adultos viven como si fueran niños. Sólo se comportan buscando el

premio y tratando de evitar el castigo. De hecho, aunque su edad diga lo contrario, son

menores de edad. Si no existiera un castigo o sanción contra las acciones malas la

realizarían, y no realizarían el bien si no hubiera un premio. La moralidad humana se

fundamenta, como hemos visto en la razón, y el bien y mal no dependen para serlo de la

existencia del premio o del castigo. Debemos hacer el bien y evitar el mal por sí

mismos.

6.- LA VIDA MORAL Y SU ESTRUCTURA

La vida humana es un fenómeno biológico que se da en la naturaleza. El animal

que es el ser humano tiene una serie de características, como la libertad, que le

diferencia de las restantes especies animales. Como ya hemos indicado no todas

nuestras acciones son libres, sólo las acciones libres forman parte de lo que

denominamos “la vida moral”.

6.1.- Acción y omisión

La acción es la producción de un cambio en la realidad realizada por el ser

humano. Ya hemos visto suficientemente la acción y la repercusión moral que la acción

puede tener.

Cuando no hacemos algo, decimos que nos abstenemos de actuar. Esta

abstención de actuar se denomina omisión. La omisión, no actuar, puede ser tanto bueno

como malo. Dejar de realizar una acción mala es una obligación moral, mientras que no

realizar una acción buena y quedarse inactivo ante un imperativo moral (como ayudar a

alguien en necesidad) es inmoral.

6.2.- Repetición de acciones y hábito

Los seres no realizamos acciones aisladas, sino que repetimos las mismas

acciones una y otra vez. La repetición de acción genera en nosotros un hábito, unas

costumbres. La forma de comportarnos de los seres humanos depende mucho del tipo

de acciones a las que estemos acostumbrados. Una acción repetida o una omisión

constante constituyen un hábito o costumbre.

6.3.- Carácter

Los seres humanos nacemos con una sensibilidad respecto de la realidad. Incluso

entre hermanos encontramos formas de ser diferentes. Biológicamente tenemos un

conjunto de características que modulan nuestra relación con la realidad, pero esto no es

que un ámbito de actuación, algo así como la delimitación de nuestro terreno de juego.

Las repeticiones de acciones u omisiones, consolidadas en un hábito, constituyen

nuestro carácter, la forma que ser que nos hemos dado a través de nuestras acciones.

Depende de nosotros tener o no tener un buen carácter.

6.4.- Virtud y vicio

Ética (IES Luis de Camoens)

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El fruto de esas repeticiones, que cuajan en nuestro carácter, nos determina en

una posición favorable o contraria al bien. Las posiciones tendentes al bien y al mal se

denominan virtud y vicio respectivamente.

- Virtud: predisposición a obrar bien adquirida mediante repetición de actos.

- Vicio: predisposición a obrar mal adquirida mediante repetición de actos.

7.- LAS FRONTERAS DE LA ÉTICA

7.1.- Ética individual, ética social y ética política

La ética, tal y como la hemos tratado hasta ahora, es una ética individual, una

ética sólo entendida como comportamiento del individuo encaminado al bien o al mal.

Pero la ética, como insinuábamos al hablar de la responsabilidad, se extiende a las

consecuencias de nuestras acciones sobre las demás personas.

De las acciones de los seres humanos depende la sociedad en la que vivimos, por

ello la ética es ética social. La ética social se ha entendido también como en conjunto de

criterios morales acerca de las relaciones entre los grupos humanos, especialmente en lo

relativo a las relaciones económicas. Podemos ser buenos con las personas que

queremos y que están cercanas a nosotros, pero veremos procurar el bien para las

personas distantes o con las que no mantenemos especiales relaciones.

7.2.- Ética y Derecho

En la actualidad se ha extendido cierta confusión entre lo que es el Derecho y lo

que es la ética. Muchas personas consideran que actúan bien simplemente porque su

comportamiento es perfectamente legal.

El derecho se inspira, al establecer sus normas, en los principios morales que

rigen en cada sociedad en un momento histórico dado, pero ello no quiere decir que las

normas jurídicas sean normas morales. A lo largo de la historia se han dado caso de que

las normas jurídicas ordenaban comportamientos inmorales, por lo que es necesario

mantener una neta distinción entre ambos sistemas normativos del comportamiento

humano. La ética debe ser un punto de vista crítico respecto a la moralidad o

inmoralidad del Derecho.