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Acta Bioethica 2001; ao VII, n 2 Acta Bioethica (Continuacin de Cuadernos del Programa Regional de Biotica OPS/OMS) Ao VII - N 2 - 2001 ISSN 0717-5906Director Fernando Lolas Stepke Editor Sergio Zorrilla Fuenzalida. Edicin y Redaccin Hayde Cisterna Cockett Traducciones Hayde Cisterna Cockett Jos Eduardo de Siqueira Normalizacin Bibliogrfica Sandra Herrera Vsquez

Consejo Asesor InternacionalJos Acosta Sariego Profesor Titular del Instituto de Ciencias Bsicas y Preclnicas Victoria Girn, Cuba. Jos Eduardo De Siqueira Vice-presidente de la Sociedad Brasilea de Biotica, Brasil. Gabriel DEmpaire Yez Hospital de Clnicas, Venezuela. Mahal Giseh Da Costa Soto Profesora Facultad de Medicina, Universidad de Concepcin, Chile. Jaime Escobar Triana Rector Escuela Colombiana de Medicina El Bosque, Colombia. Ana Escribar Wicks Profesora Universidad de Chile, Facultad de Filosofa y Humanidades, Santiago , Chile. Omar Frana Coordinador Instituto de tica y Biotica, Universidad Catlica del Uruguay. Gonzalo Figueroa Yez Director de Investigaciones, Fundacin Fernando Fueyo Laneri, Chile Jos Alberto Mainetti Campoamor Diector del Instituto de Humanidades Mdicas de la Fundacin Dr. Jos Mara Mainetti, Argentina Patricio Silva Rojas Vice-Presidente Ejecutivo de la Caja de Previsin de la Defensa Nacional, (CAPREDENA), Santiago, Chile. Mara Anglica Sotomayor Saavedra Asesora Jurdica de la Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Chile. Alejandro Goic Goic Profesor Titular Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Chile. Guillermo Hoyos Vsquez Director del Centro de Estudios Sociales y Culturales PENSAR, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Miguel Kottow Lang Profesor Titular Universidad de Chile, Facultad de Medicina y Facultad de Filosofa y Humanidades, Santiago, Chile. Florencia Luna Investigadora Adjunta (CONICET), Coordinadora Programa de Biotica (FLACSO), Argentina. Roberto Llanos Zuloaga Presidente de la Asociacin Peruana de Biotica. Presidente del Comit de Salud Mental de la Academia Peruana de Salud, Per. Alfonso Llano Escobar, S.J. Director del Instituto de Biotica CENALBE, Pontificia Universidad Javeriana, Colombia. Carlos Trejo Maturanana Jefe de la Unidad de Gestin Clnica del Adulto, Hospital Padre Hurtado, Santiago, Chile. Ricardo Vacarezza Yvar Jefe Servicio Mdico Hematologa, Hospital Salvador (SMOr), Santiago, Chile James F. Drane Russel B. Roth Professor of Clinical Bioethics.Edinboro. University of Pennsylvania.U.S.A.

La revista Acta Bioethica es publicada semestralmente por el Programa Regional de Biotica de la Organizacin Panamericana de la Salud/Organizacin Mundial de la Salud, OPS/OMS. Avenida Providencia 1017, Piso 7, Providencia. Casilla 27 141, Correo 27, Las Condes , Santiago, Chile. Telfono: (56-2) 236-0330. Fax: (56-2) 346-7219. Pgina web: http:// www.biotica.ops-oms.org Correo electrnico: [email protected]

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Tabla de Contenidos Editorial OriginalesNormatividad fisiolgica y nocividad ambiental: aspectos bioticos .......................................205 de las metforas cientficas Fernando Lolas Stepke Oferta alimentaria: los consumidores y sus expectativas .........................................................213 Louise Sylvan El mal de las vacas locas. Un tema de biotica en los nuevos escenarios ............................225 Jos Miguel Vera Lara Moral de mercado versus seguridad alimentaria: una aproximacin desde ..............................233 la tica del bien comn Claudio Lara Corts El bumern de los deseos en la poca de la satisfaccin inmediata ..........................................249 Fabio Ciaramelli Biotica y biotecnologa: lo humano entre dos paradigmas ......................................................259 Fermn R. Schramm y Miguel Kottow Lang El riesgo biotecnolgico, ficcin o realidad?...........................................................................269 Mara Luisa Pfeiffer El principio de responsabilidad de Hans Jonas .........................................................................277 Jos Eduardo de Siqueira Los cambios climticos globales y el desafo de la ciudadana planetaria ................................287 Fabio Jos Feldmann y Rachel Biderman Furriela tica del ambiente natural, derecho y polticas ambientales: tentativa de un balance ..............293 y de perspectivas para el futuro Alberto Bondolfi De una nocividad a la otra: la biotica frente al desafo de cultivar su pluralismo....................317 Sergio Zorrilla Fuenzalida

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Interfaces Democracia y biotica ...............................................................................................................343 Diego Gracia Guilln Enfoque biotico de la comunicacin en la relacin mdico-paciente ......................................355 en las Unidades de Terapia Intensiva peditricas Mara Clara Albuquerque y Volnei Garrafa

Recensiones Ciaramelli F. La distruzione del desiderio. Il narcisismo nellepoca del consumo di massa..........371 (revisor: S. Zorrilla F.)

Instrucciones a los autores y gua de exigencias para los manuscritos Tabla de Contenidos Nmero Anterior

Nota de la redaccin: Los artculos presentan la opinin de sus autores y no constituyen necesariamente la opinin oficial del Programa Regional de Biotica de la Organizacin Panamericana de la Salud / Organizacin Mundial de la Salud, OPS/OMS.

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EDITORIAL

ACTA BIOETHICA presenta en este nmero una seleccin de textos esencialmente centrados en torno a la temtica de la nocividad ambiental y alimentaria. Hemos intentado, una vez ms, recolectar la cantidad suficiente de artculos que permitan reflejar distintas perspectivas disciplinarias sobre la temtica elegida. Conscientes de que es casi imposible abordar el tema de las nocividades sin la contribucin de los mltiples saberes que permiten comprenderlas. Reconociendo adems, que estos mltiples saberes dan cuenta adecuadamente de nuestro mundo plural y fragmentado. Una nueva ocasin de reafirmar el compromiso de nuestra revista con una biotica cuyo progreso y desarrollo se nutre permanentemente del dilogo interdisciplinario. Un esfuerzo suplementario fue tambin desplegado para integrar en este nmero autores de diferentes nacionalidades, lo que signific asumir, en beneficio de nuestros lectores, el arduo y necesario trabajo de las traducciones. No obstante la contribucin de autores de otros continentes, que dan cuenta de la necesidad de desarrollar una biotica en coherencia con un mundo cada vez ms globalizado, las pginas de Acta Bioethica siguen abiertas de manera prioritaria a las contribuciones de nuestra Regin, en la medida que nuestros lectores se decidan a participar de nuestra aventura editorial. Adems de los textos que nos permiten proponer este nmero monogrfico, figuran en el Acta otros temas de interfaces, que, no nos cabe duda, contribuyen al enriquecimiento del debate biotico. Como lo hemos sealado en versiones anteriores de Acta Bioethica, no pretendemos ser exhaustivos con la temtica abordada. Slo buscamos replantearla e interrogarla en el marco de nuevas circunstancias, como una contribucin a su historia, a su interpretacin presente y futura, respecto de la cual creemos que la biotica puede constituir un aporte particular. Los editores

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NORMATIVIDAD FISIOLGICA Y NOCIVIDAD AMBIENTAL: ASPECTOS BIOTICOS DE LAS METFORAS CIENTFICASFernando Lolas Stepke*Resumen : Este artculo examina histricamente la influencia social de la fisiologa cientfica como fundamento de la medicina y la tensin entre lo universal y cosmopolita de la ciencia y lo particular del contexto cotidiano. Esta tensin se vincula a la metfora de la mquina, central en la fisiologa del siglo XIX, modificada por las ciencias sociales y humanas, que introducen la historicidad (no la simple temporalidad) como factor diferenciador. La normatividad fisiolgica encuentra lmites de aplicacin en la medicina social, en la elaboracin de pautas de rendimiento laboral y deportivo y en la consideracin de las nocividades ambientales. Se sugiere que la construccin discursiva de las metforas no explcitas permite establecer el dilogo entre racionalidades y personas y de este modo facilita la deliberacin biotica. Palabras clave: Fisiologa, corporalidad, historicidad, ambiente PHYSIOLOGICAL REGULATION AND ENVIRONMENTAL HARMFULNESS: BIOETHICAL ASPECTS OF SCIENTIFIC METAPHORES Abstract : This article examines historically the social influence of scientific physiology as the foundation of medicine and the tension between cosmopolitan and universal science and particular daily contexts. These tension is traced back to the machine metaphor, central in nineteenth century physiology, modified by the human and social sciences, which introduce historicity (as different from mere temporality) as a modifying factor. Physiological regulations find limits of application in social medicine, in the development of standards in work and sports and in the assessment of environmental harmfulness. Discursive construction of implicit metaphors is proposed as a means for establishing a dialogue between rationalities and persons, thus permitting bioethical deliberation. Keywords: physiology , embodiment, historicity , environment. NORMATIVIDADE FISIOLGICA E PREJUZO AMBIENTAL: ASPECTOS BIOTICOS DAS METFORAS CIENTFICA Resumo: Este artigo examina, atravs de perspectiva da histria, a influncia social da fisiologia cientfica como fundamento da medicina, assim como a tenso entre o universal e o cosmopolita, o particular no contexto cotidiano da cincia. Esta tenso est vinculada com a metfora da mquina que central na fisiologia do sc. XIX e modificada pelas cincias sociais e humanas que introduziram a historicidade (no a simples temporalidade) como fator diferenciador. A normatividade da fisiologia apresenta limites de aplicao na medicina social, na elaborao de pautas de rendimento laborativo e esportivo, bem como na considerao de prejuzos ambientais. Sugere-se que a construo discursiva das metforas no explcitas permita estabelecer o dilogo entre racionalidades e pessoas e, deste modo, facilitar a deliberao biotica. Palavras chaves: Fisiologia, corporalidade, historicidade, ambiente

* Profesor Titular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Director del Programa Regional de Biotica OPS/OMS. Correspondencia: [email protected]

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Historicidad y realidad corporalUna persona es un individuo con historia. Esta afirmacin encuentra su fundamento en las aportaciones de las ciencias humanas, que rescataron para la mirada cientfica la historicidad (temporalidad vivida o experimentada) y por ende la fluidez de la realidad. El psicoanlisis agreg a la historicidad general la historia propia y peculiar de cada sujeto. Somos nuestro pasado, en tanto pasado hecho de experiencias individuales y no simple acontecer. El tiempo cronolgico del cosmos no es igual al tiempo significativo de la vida. En la medicina cientficonatural esta forma de temporalidad perturba la concepcin del cuerpo en tanto mquina inmutable de caracteres universales. El momento germinal de la fisiologa cientfica, durante el siglo XIX, define esta ciencia como la que se ocupa de las partes de los organismos, describe con exactitud su funcionamiento y determina cannicamente la normalidad. En otro lugar hemos observado la constriccin a que se somete la voz fisiologa en el curso de su historia: de concepcin global de la naturaleza, pensada en sus permanencias y en sus cambios, pasa a significar naturaleza del hombre (ejemplarmente en la obra de Jean Fernel, en el siglo XVI), luego, doctrina de las funciones de las partes de los organismos (paradigmticamente en la obra de Johannes Mller y Carl Ludwig, durante el siglo XIX) y finalmente investigacin de sus constituyentes elementales y las formas de su vinculacin (1). Hoy da, la polmica sobre los conceptos empleados en la ciencia fisiolgica, aunque no renueva la contienda entre mecanicismo y vitalismo como formas de explicacin, pasa por la naturaleza discursiva de las ciencias, la construccin societaria de sus conceptos y la importancia de sus metforas (2). Una historia del cuerpo tal y como fue propugnada por los historiadores de las mentalidades y por los estudios sociales de las ciencias, no consiste solamente en una cartografa de sus representaciones. Esencialmente, se trata de indagar en qu forma estas representaciones determinaron y determinan el comportamiento de las personas en sociedad. En el imaginario colectivo, el

imperio de estas representaciones sobrepasa ampliamente los contornos y los lmites de los grupos profesionales (3). A menudo, los mismos especialistas sufren inadvertidamente la influencia de concepciones forjadas por el pensamiento profano y las inercias de sus creencias y cultura. La tarea de desenmascarar lo real, poner de manifiesto aquellas inercias intelectuales que ni sus mismos poseedores creen poseer, es una definitiva contribucin al establecimiento del dilogo y por ende a una clarificacin de los supuestos morales que impregnan la accin socialmente relevante. Probablemente no es novedoso reconocer que en la medicina, tomada aqu como campo privilegiado para el examen de tal accin, entran en permanente conflicto una visin universal y cosmopolita, de leyes naturales vlidas en todo tiempo y lugar, con concepciones particulares y locales, codificadas en aforismos prcticos y basadas en la prudencia personal, vigentes en la comunidad especfica. Esta vieja tensin entre teora y prctica, tan vieja que ya est en el Canon de Ibn Sina (Avicena), del siglo X, se resuelve a menudo en la hegemona del punto de vista cientfico en las sociedades llamadas desarrolladas e influencia sus convicciones y formas de vida. Esta identificacin entre pensar cientfico, leyes universales y desarrollo econmicocultural puede llevar a otras sociedades a adoptar connotaciones y resonancias, especialmente simblicas y afectivas. Como este proceso de asimilacin puede ocurrir acrtica o inadvertidamente puede conducir a una obsecuente aceptacin (una suerte de paternalismo cultural) o a antagonismos contra el imperialismo de lo forneo y lo global. Piense universalmente, acte localmente, lema de la Organizacin Mundial de la Salud, recoge esta tensin y la convierte en directriz positiva para la promocin y proteccin de la salud. Entre el cuerpo universal (la ciencia cosmopolita) y la historia local (el mundo de la vida) se establece una dinmica de considerable importancia para la reflexin sobre normas y comportamientos. Aunque la fisiologa del siglo XIX incorpor la temporalidad al discurso cientfico, las aportaciones de las ciencias sociales y humanas la enriquecieron con la historicidad, la temporalidad vivida y experimentada por los sujetos. Esta es

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la influencia moduladora que vincula al cuerpo con la cultura y posibilita as la reflexin moral.

Las metforas de la cienciaLa potencia de las metforas procedentes de las ciencias no depende slo de la plasticidad con que pueden ser transferidas a otras disciplinas o de la justeza de su aplicacin a ciertas situaciones colectivas. Hay en ellas una dosis de sobresignificacin que hace imperativo su estudio en el contexto de las culturas, toda vez que as se ponen de manifiesto ecos reprimidos, tradiciones no vigentes pero poderosas y significados o significantes de fuerte influjo social aunque ignorados. Slo como ejemplo, la idea de que la medicina como prctica social se institucionaliza de formas diversas y con diferente contextura tica da lugar a intentos de diseo y reforma de sistemas de cuidado de la salud que slo superficialmente son distintos. Asistimos en este terreno a distinciones sin diferencia y al embelesamiento por los medios tcnicos ignorando la importancia de los fines sociales. En trminos de la aceptabilidad de algunas reformas y del grado de satisfaccin de los usuarios, stos pueden ser ms importantes que aquellos. Interesa especialmente destacar que la nocin de extraos morales(4) que tan til papel juega en las discusiones bioticas debe complementarse con la de extraos epistmicos, toda vez que las personas, aunque usen las mismas palabras, no saben lo mismo ni se representan nada semejante a su conjuro. Por ejemplo, para entender el significado del trmino hipotlamo es preciso, aparte su definicin de diccionario, entrar en una socializacin especfica en que este trmino se construye, desconstruye y reconstruye a tenor de avances instrumentales en las formas de su investigacin y representacin. De igual modo ocurre con conceptos aparentemente menos concretos e incluso con la descripcin de procesos. Un gran desafo para una disciplina dialgica (y la biotica es tal por excelencia) es la construccin de puentes y mediaciones que permitan el reconocimiento recproco de los interlocutores y por ende la construccin de una praxis comn, con significado social amplio

(esto es, acciones que sean inteligibles y relevantes para expertos y profanos y conciten adhesin generalizada) (5). Es en tal sentido que se impone una sucinta aproximacin a las nociones de organismo normal y ambiente adecuado a tal normalidad. Para realizarla, han de considerarse fundantes las metforas de las ciencias fisiolgicas, por su reconocida influencia y su hegemnica supremaca en las concepciones de lo humano sano. Explorando estas metforas, sus orgenes y significaciones, sus transformaciones y aplicaciones, sus variantes y migraciones, es posible aproximarse a aquel substrato de creencias compartidas que justifican y legitiman el dilogo interpersonal. No est dems recordar que la nocin de Lebenswelt, mundo vital, interpela precisa-mente este estrato de creencias, expectativas, acciones, que constituyen el ethos de un grupo humano, antes de cualquier determinacin debida a educacin, gnero o recursos.

La fisiologa humana: de la descripcin a la normaDurante el siglo XIX, pero especialmente en el XX, se impuso la idea de que el progreso, adems de deseable, poda ser patgeno. La patogenicidad radicaba, por ejemplo, en las demandas excesivas que impona a la capacidad de adaptacin del organismo humano. La industrializacin fue denunciada como un factor que extenuaba a las personas obligndolas a un trabajo montono, carente de sentido, alienante. Aparte de su expresin en la teorizacin social y en la temprana denuncia del capitalismo como causante de males colectivos, el pensamiento mdico acu expresiones que tendan a traducir su potencial patognico. As, la neurastenia era la consecuencia de ese gnero de vida impuesto por la civilizacin, ajeno a las demandas y necesidades de la existencia saludable que poda encontrarse en la rusticidad del campo o remotas pocas de bienestar humano. Las utopas que florecieron en los siglos XIX y XX cambiaron de signo muchas veces. En ocasiones, el lugar ptimo (eu-topa) se imaginaba en un pasado lejano (el buen salvaje habra sido benvolo y manso) o bien en un venturoso futuro (habra bienestar y concordia en la sociedad sin cla-

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ses). El factor de la tcnica aparece con apariencia jnica, de doble faz: es bueno en algunos aspectos, malo en otros. Toda la teorizacin decimonnica que en definitiva establece el mbito de las ciencias humanas y sociales como campo especial se inicia con la denuncia de algn factor patgeno en el progreso: la alienacin, el nihilismo, la adaptacin a condiciones anmalas ponen a prueba este hombre que la ciencia concibe, lo irritan, deterioran y exigen ms all de sus posibilidades de adaptacin. Con ello, lo sacan de lo que es normal y lo desvan, ya sea en sentido orgnico o en sentido espiritual. Sin embargo, no menos artificioso que la denuncia es aquello que se denuncia. La imagen del ser humano que fragua la fisiologa del novecientos es tan artificial como la sociedad que enfrenta. Se repelen y atraen mutuamente visiones y concepciones. Los fisilogos descubren en la estabilidad relativa de las funciones orgnicas la clave de la libre existencia de los organismos. La constancia del medio interno, escribir Claude Bernard, es condicin de la existencia libre. Esta fijeza del milieu interieur devendr en el concepto tcnico de homeostasis como clave para entender el metabolismo y los procesos adaptativos. De all derivar la poderosa tradicin de la investigacin sobre el estrs y la nocin de una patogenicidad universal del ambiente, concebido como inagotable fuente de agresiones y demandas (microorganismos causantes de enfermedades, noxas ambientales debidas a la temperatura o las radiaciones, relaciones interpersonales patognicas, substancias qumicas dainas) (6). En vano se buscara en la fisiologa acadmica la clave interpretativa de la imagen de ser humano que se forja a su amparo. La ciencia describe, enuncia principios generales, leyes de la naturaleza que se cumplen ineluctablemente y son vlidas para todos los seres humanos o, ms generalmente an, para todos los mamferos o todos los seres vivos. Pero no da razn de sus enunciados, porque la ciencia del positivismo se atiene a hechos (facts), no considera percepciones ni emociones ni, mucho menos, valores o preferencias del observador. ste debe desprenderse de toda subjetividad cuando entra al santuario de la ciencia, el laboratorio, como quien se despoja

de su abrigo al entrar a su morada. William James, fundador de la psicologa experimental en Amrica, se declarar toda su vida un firme partidario de los hechos irreductibles y obstinados (7). El proceso histrico de la invencin de las ciencias fisiolgicas revela un proceso interesante. De ser descripcin desapasionada y veraz de lo que ocurre en realidad tales disciplinas pasan insensiblemente a convertirse en forjadoras de cnones y normas. La legalidad del comportamiento del ser humano es la que dicta el gabinete del anatomista y del fisilogo. Las largas descripciones del clsico de Testut y Latarjet son hoy instructivas por lo que revelan de este espritu normativo. La fisiologa, que es ya una disciplina independiente y ms que una simple anatoma animada, busca las reglas de los acaeceres en el tiempo, los ritmos de la funcin orgnica, los grafica sutiles instrumentos (el kimgrafo de Ludwig es slo el primero de una serie de polgrafos que registran el cambio y se sirven del tiempo como variable, inaugurando la temporalidad como variable orgnica). La norma anatmica y la ley fisiolgica no son conocimiento exclusivo de unos pocos sabios. Mediante ellas se construye el universo de acciones de la medicina porque sta no es sino la ciencia en su operatividad tcnica. No es de extraar que los aparatos del clnico se refinen a tenor de lo que los fisilogos y otros cientficos descubren e inventan. La radiologa torna transparente el cuerpo, as como el psicoanlisis vuelve transparente el alma y la fisiologa torna graficable el acontecer orgnico en esos aos milagrosos del XIX finisecular. Una avalancha de medios de observacin mediatizan las percepciones sensoriales del mdico y les otorgan la respetabilidad de la ciencia (8). Ms trascendental es lo que ocurre en la medicina como prctica social (9). Al ser fisiologa aplicada alcanza la respetabilidad cientfica que asegura lo ineluctable de sus directrices. Define lo normal de modo inequvoco. Pero en la vida diaria, la medicina es solicitada ante decisiones de muy diverso orden. Por ejemplo, el mdico debe dictaminar cundo un trabajador ya no puede rendir ms, cundo es anormal y se encuentra presumiblemente

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enfermo. La medicina se ve obligada a equiparar anormalidad fisiolgica con enfermedad. La medicina social est plagada de incertidumbres que los sabios del laboratorio no interpretan ni comprenden. Hay enfermos graves que siguen trabajando y sanos que se quejan y son improductivos. Las personas se adaptan a las condiciones y ambientes ms inhumanos y por ende anormales sin queja ni menoscabo. Otros, en cambio, rodeados de privilegios, caen en la inutilidad. Es en torno a los problemas derivados del trabajo y su funcin social que la medicina fisiolgica o cientfica encuentra sus primeros escollos. La relacin lineal entre valores de laboratorio y vida sana, exigida por la metfora de la mquina humana, no parece cumplirse cabalmente. El mdico se ve exigido por el Estado y el capital a dar respuestas que no estn en las ciencias y se sigue sirviendo, sin advertirlo ni decirlo, de la vieja prudencia ancestral del oficio. Las especialidades mdicas, especialmente las limtrofes como la psiquiatra, se practican en un clima de doble conciencia (10). Institucionalizan lo que luego en el psicoanlisis se llamar la competencia tcnica versus la competencia privada. Se dice que se hace lo que en verdad no se hace y se hace lo que no se dice. Basta examinar a este respecto las evaluaciones ergonomtricas y los sistemas de seguridad social para percatarse de que el cuerpo normal, fisiolgico, no aparece en la forma ntida y elocuente que esperan los cientficos. Peor an. Solapadamente se introduce en la medicina cientfica un factor reconocido muy tardamente: el efecto de la cultura. Toda la patologa de un Metchnikoff se basaba en la putrefaccin intestinal, la medicina alemana viva de una exagerada atencin al sistema cardiovascular, la francesa en cambio radicaba en los trastornos digestivos. No hay lugar aqu para discutir las vertientes histricas de estas preferencias, tan notorias cuanto ms negadas, y especialmente evidentes, de nuevo, en la marginalidad de las nuevas especialidades como la psiquiatra y la epidemiologa. En ellas, explcitamente, se reconoce la influencia de factores paramaquinsticos, aquellos que estn junto a la mquina corprea pero no son parte de ella ni a ella reducibles.

Deporte y nocividades ambientalesLa cartografa de la normalidad normativa de la fisiologa empieza a perder sus contornos en otras dos situaciones que por va de ejemplo comentaremos. La primera se refiere el deporte. Ya en el mbito del trabajo se observa una prdida de los lmites entre lo normal y lo anormal. La sobreexigencia se convierte en la condicin natural mas no por ello normal. El que trabaja ms all de sus fuerzas o las exige a menudo es hroe cvico. El estrs es smbolo de posicin de responsabilidad y entrega societaria. Pero la idea del trabajo como factor patognico concita universal aceptacin. No ocurre lo mismo con el deporte. Este se convierte en el locus social por excelencia de lo anmalo. El deportista profesional y el de seleccin, aqul que convoca el barn Pierre du Coubertin para reinaugurar los juegos olmpicos a fines del siglo XIX, es una persona que funciona en condiciones que los seres humanos corrientes no toleraran. Lo anormal es su medio natural. La sobreexigencia del atleta es algo que todo el mundo acepta porque parece llevar los lmites de la mquina humana ms all de toda concebible perfeccin. Marcas mejores en velocidad, resistencias inusuales a exigencias de la naturaleza, tales son solamente algunos desafos de los que pueden sentirse orgullosas naciones enteras. La estabilidad del cuerpo sano, sus lmites, son un campo frtil para ensayar la transgresin sistemtica que imponen las disciplinas deportivas, mezcla de regularidades fisiolgicas con anomalas notorias, determinacin y capacidades psicolgicas fuera de lo corriente. Si en el campo del trabajo, la adaptacin a las exigencias anmalas tiene signo negativo, en el deportivo es fuente de recompensas importantes. Lo importante es destacar que una flagrante transgresin a la normatividad de las ciencias fisiolgicas es celebrada y deplorada al mismo tiempo. Porque as como hay deportes enaltecedores y trabajos muy dignos, hay deportes degradantes y trabajos inhumanos. Unos y otros sobreexigen a la mquina humana y obligan a sta a utilizar su sabidura para adaptarse. Se recordar que el fisilogo Walter

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Cannon bautiz uno de sus libros ms conocidos precisamente como The wisdom of the body, ttulo que resuena ya dogmtico. Desde un punto de vista cultural, interesa destacar que los lmites entre normal y anormal no pasan por la simple lectura de ndices fisiolgicos, pues de ser as el deportista de excepcin sera obviamente anormal y sin embargo debiera estar sano. La metfora del cuerpo maquinal se fluidifica y se hace inestable, pues nadie puede anticipar hasta dnde llegar la plasticidad del cuerpo y sus potencialidades hacen esperar siempre ms perfeccionadas habilidades. La fantasa se abre aqu a imaginar que las ciencias derrotarn a la enfermedad y la muerte y a suponer que la medicina ya no solamente cuidar, sanar y curar (sus tradicionales misiones) sino tambin mejorar y perfeccionar. Lo artificial se convierte en natural, lo inhumano es humano. En esta perspectiva quisiramos situar el debate sobre la transgresin que representan las manipulaciones del ambiente, en la medida que ellas modifican la vida de las personas. Una tica del ambiente (ecotica) no tiene sentido si no es en relacin a los individuos humanos, las personas y las sociedades que han de habitarlo, utilizarlo, gozarlo o rechazarlo (11). La normatividad fisiolgica a su vez presupone una constancia del ambiente y encuentra en sus parmetros ideales el fundamento de sus idealizadas construcciones. La mquina fisiolgica trabaja en el contexto de otra mquina de circunstancias apropiadas, un ambiente saludable. De otro modo, se desajusta y no rinde. La fantasa normativa de lo que debe ser se traslada insensiblemente de las variables fsicas y qumicas a los principios supuestamente rectores de los ambientes deseables por naturales y promotores de vida y bienestar. As, organismos modificados genticamente, dosis elevadas de radiaciones ultravioleta, prdida de la proteccin de la capa de ozono, calentamiento global, alteracin de los ciclos naturales movilizan las conciencias y alertan a las multitudes. Lo natural es aorado como paraso perdido y las controladas transgresiones de la ciencia despiertan los ancestrales temores de la destruccin total o las implacables desdichas de lo que se hace contra natura. La primera reaccin frente a los desa-

rrollos tcnicos es temor. Salvo los expertos, que en ellos ven la razn de ser de su eficacia inventiva, la gente en general desconfa. Desconfa de los trenes, de la electricidad, de los medicamentos. Primero, porque cada avance va acompaado de una dosis de libertad y sus efectos son impredecibles. Agoreros de todo tipo vaticinaban la inminente destruccin de la campia y de la vida al paso de los ferrocarriles, nostlgicos deseaban que no se difundiera el peligroso invento de la luz elctrica. En el terreno biolgico, la creacin de formas inditas de vida, o aun el descubrimiento de condiciones diferentes de las habituales, producen el espanto de la desmesura. Frente a ello, la pujanza terica de la biologa molecular y de la genmica y sus esperables frutos tcnicos engendran optimismo en aquellos que vern recompensados sus esfuerzos o satisfechas sus esperanzas. La nocividad del ambiente se convierte en un tema para el imaginario colectivo precisamente all donde parecen radicar sus ms poderosos efectos, esto es, en los cambios que fraguarn y en la historia que modificarn. La calidad de la vida se reconoce vinculada a las condiciones ambientales, de modo que cualquier cambio en stas la amenaza. La idea del ambiente patognico se transforma en un problema tcnico sin solucin tcnica. La depredacin de los recursos naturales, la contaminacin atmosfrica, la manipulacin de los organismos vivientes fallan justamente all donde son ms exitosos. Generan condiciones de peligrosidad o bien desigualdades en el acceso a sus potenciales bienes. La respuesta suele darse en diversidad de formas. Para el ciudadano corriente, la expectativa de que los expertos resolvern los dilemas. Para algunos creyentes, en la aplicacin irrestricta de sus convicciones sobre lo que es natural u ordenado por la divinidad. Para los fetichistas del progreso, en una adecuada ponderacin de riesgos y beneficios atenida a las consecuencias del desarrollo tcnico. Se observar que en todos estos escenarios los problemas no son solucionables mediante la aplicacin de la racionalidad instrumental, ni siquiera empleando adecuadas estrategias de convencimiento. Las nocividades ambientales replican las nocividades corpora-

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les debidas a la ruptura de los lmites histricos de la construccin cientfica del cuerpo. Ya son preguntas morales, que no tcnicas, las que ocupan a los expertos y la gente comn. Cmo ellas se formulan, en qu planos discursivos y de comunicacin han de situarse, cul ser la potencia vinculante de las respuestas, cmo se armonizarn las racionalidades y los discursos, todos estos y otros son temas para una biotica proactiva. Tal es la reflexin y la deliberacin que no esperarn la transgresin para intervenir sino anticiparn los riesgos y permitirn a los actores sociales tener la responsabilidad que el futuro demanda. Iniciamos este artculo con la idea de que la fluidificacin de la imagen del ser humano fue logro de las ciencias sociales que as modularon el pensamiento de la fisiologa mecanicista. Quisiramos sugerir que la aplicacin consecuente de las nuevas humanidades (ciencias sociales y biotica) a los problemas ambientales podran lograr el necesario equilibrio discursivo para que el desafo en el futuro no consista en tener ms ciencia y mejor medicina sino mejor ciencia y medicina ms humana. El examen histrico de estas cuestiones es todava una tarea inconclusa.

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OFERTA ALIMENTARIA: LOS CONSUMIDORES Y SUS EXPECTATIVAS*Louise Sylvan* *Resumen: En un siglo de progresos significativos en salud para una gran parte del mundo, lo ltimo que los consumidores podran haber esperado al finalizar el milenio es que los antiguos problemas de seguridad alimentaria se vieran intensificados por la introduccin de nuevos mtodos y de la aplicacin de nuevas tecnologas en la agroindustria. Los consumidores y los ciudadanos en general han reaccionado con indignacin por el riesgo al que han sido expuestos por el gobierno y los expertos. Aunque presentadas como opciones con base estrictamente cientfica, muchas de las decisiones relativas a la seguridad alimentaria y al comercio de alimentos a niveles nacionales o internacionales contienen un significativo elemento de inters tico, muchas veces no identificado o ignorado. Palabras clave: nocividad, regulacin del consumo alimenticio, Asociaciones de Consumidores, Poltica, Democracia. FOOD SUPPLY: CONSUMERS AND THEIR EXPECTATIONS Abstract: In a century of significant improvements in health for many in the world, the last thing consumers expected at the close of this millennium was that the old problems of food safety would be intensified due to the introduction of new methods and technologies in the agri-business domain. Consumers and citizens have often reacted angrily at the risk that governments and experts have been willing to expose them to. While presented as decisions based solely on science, many of the decisions taken about food safety and food trade, at national and international levels, have a significant ethical element most of the times unidentified and/or ignored. Keywords: harmfulness, food consumption regulation, Consumer Associations, politics, Democracy. OFERTA ALIMENTAR: CONSUMIDORES E SUAS EXPECTATIVAS Resumo: Em um sculo de significativos progressos para a sade de uma grande parte do mundo, o que menos poderiam os consumidores esperar ao finalizar o milnio era o fato de que antigos problemas de segurana alimentar sofressem acentuao como resultado da introduo de novas tecnologias agro-industriais. Os consumidores e os cidados, de um modo geral, reagiram com indignao ante o risco que so expostos por iniciativa do governo e especialistas. Ainda que apresentadas como opes viveis e calcadas em base estritamente cientficas, muitas das decises relativas segurana alimentar e ao comrcio de alimentos em nveis nacionais e/ou internacionais contm significativos elementos de interesse tico, muitas vezes no identificados ou, at mesmo, ignorados. Palavras chaves: nocividade, regulao de consumo alimentar, Associaes de Consumidores, Poltica, Democracia.

* Traducido del Ingls por Steffan Larenas. Oficina Regional para Amrica Latina y el Caribe de Consumers International. ** Presidenta Consumers International. Directora Ejecutiva, Australian ConsumersAssociation Correspondencia: E-mail: [email protected]

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IntroduccinLas expectativas que se hacen los consumidores respecto a la oferta alimentaria no pueden sorprender a nadie que haya pensado un poco el asunto. Aparte de su accesibilidad, los consumidores tambin suponen que lo que compran debe ser seguro y nutritivo. Muchos consumidores agregaran, adems, que les interesa que los mtodos de produccin sean seguros para la salud humana y el medioambiente. Estas son afirmaciones simples y son afirmaciones ticas donde subyace un sinnmero creciente de preocupaciones por el incremento de la influencia de los grandes intereses comerciales, muchos de los cuales son a escala global. Del mismo modo tambin son bastante sencillas las expectativas de los consumidores en cuanto a cmo sus gobiernos (as como las respectivas agencias internacionales) debieran comportarse en el manejo de las normas y de los estndares de los alimentos, incluso bajo la presin de intereses comerciales. Aun sin expresarlo con las mismas palabras los consumidores manifiestan su inters en que el gobierno regule apropiadamente en beneficio de los ciudadanos, para asegurar as un alimento seguro, que sean estrictos y vigilantes en el reforzamiento de las leyes, y que sean cautos frente a la introduccin de nuevas tecnologas an no probadas en la elaboracin de alimentos. Despus de todo, es para la seguridad, la salud pblica y la proteccin de los consumidores que los gobiernos han legislado sobre seguridad alimentariai . En los ltimos veinte aos, los consumidores organizados que defienden sus intereses se han sentido algo desilusionados con sus gobiernos (as como con las agencias internacionales) y con los compromisos que aqullos han suscrito. Algunos gobiernos han sido mejores que otros y algunas discusiones mejor que otras en los distintos foros internacionales. Sin embargo, existe una gran sensacin de que los principios han sido

abandonados en favor de los intereses comerciales.

PrecaucinEl punto principal para poder mejorar el comportamiento de los gobiernos y de las agencias internacionales consiste en la capacidad de poner en contexto los parmetros de las decisiones polticas. Brevemente, la posicin del consumidor antes mencionada sugiere que la postura tica de los gobiernos y agencias internacionales en sus deliberaciones sobre normas alimentarias debiera ser precautoria. Desde una perspectiva moral, la conducta precautoria debiera ser observada tanto en relacin con los seres humanos como con respecto al medioambiente. En el nivel ms simple, el principio de precaucin dice que la poltica pblica moralmente correcta donde exista incertidumbre sobre los efectos que pueda tener determinado proceso o producto ya sea para la salud humana o para el medio ambiente consistira en demorar la aprobacin de cualquier nuevo proceso o tecnologa hasta que haya ms certidumbre disponible, con el fin de eliminar o disminuir el peligro a un mnimo y como expresin de una posicin precautoria. El principio precautorio ha provocado grandes debates acadmicos y ha tenido tanto buena como mala prensa. Mucho se ha discutido sobre la bsqueda de definiciones aceptables. Gran parte de la discusin se ha centrado en la distincin entre precaucin y evaluacin de riesgo. La posicin del consumidor, en general, sostiene que la evaluacin de riesgo es una herramienta tcnica que necesita ser situada dentro de un marco ms

i Mientras esto es cierto en la mayora de los casos, uno debe reconocer que no toda la legislacin sobre alimentos ha sido dirigida hacia la proteccin de la poblacin. Algunos pases han creado leyes alimentarias con el fin de proteger a la industria y, en algunos casos, como una proteccin no tarifaria contra las importaciones.

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amplio de toma de decisiones, dentro del cual el principio de precaucin oriente la recoleccion de informacin y la seleccin de las herramientas de evaluacin y de las polticas preventivas. En otras palabras, la consideracin que el principio de precaucin es un principio general y no un derivado de la evaluacin de riesgo i i . Para el consumidor queda claro, despus de medio siglo de experiencia con las polticas de salud y medioambiente, que es necesario un fuerte y claro enfoque precautorio y preventivo. Lisa y llanamente se han cometido demasiados errrores por la carencia de estos principios. Cambiar todo esto significa no slo un cambio de conducta y de actitud de parte de los gobiernos, sino tambin una revisin de los roles de la ciencia y de la poltica en la salud medioambiental y en el comercio internacionaliii. El punto es, entonces, asegurar que la toma de decisin refleje mejor la necesidad de prevencin y d cuenta de las limitaciones de que adolece nuestro conocimiento. La oposicin ms significativa contra el principio de precaucin viene desde la perspectiva industrial, la que, bsicamente, argumenta que el comercio no debe ser ralentizado mientras se demuestre que todo es seguro o, a un nivel ms sofisticado, que no hay razn para que un producto o proceso sea

restringido hasta que no se haya demostrado que no es peligroso esencialmente lo contrario del onus probandi y una posicin bsicamente anti-precautoria. Extremando las cosas, se argumenta que las naciones no tienen derecho a proteger a sus ciudadanos a menos que se demuestre concluyentemente el riesgo y que el costo que implica demostrar las fallas de seguridad no recaiga sobre los que proponen la tecnologa sino sobre el Estado que busca la proteccin ciudadana. Desde el punto de vista del consumidor, sta es una postura antitica que slo llevar a resultados trgicos e irreversibles para la gente y el medioambiente.

Vacas locasLos consumidores se preguntan cmo pudo ocurrir el BSE (encefalopata espongiforme bovina). Para responder la pregunta de manera elemental podemos decir que la agroindustria decidi ignorar siglos de experiencia que dice que los herbvoros deben ser exactamente eso. As es que alimentar herbvoros con productos derivados de la carne (que consiste en despojos de animales procesados) puede ser bueno para la agricultura desde la perspectiva de fondo del negocio de la agroindustria, pero puede ser una actividad peligrosa. Nadie lo saba. La industria entonces adopt su postura habitual de que al no existir evidencia de riesgo, no hay razn para desaprobar dicha prctica. Pero, como ha ocurrido demasiado frecuentemente en la agroindustria en los ltimos 50 aos, las cuestiones crticas muy rara vez encuentran respuesta oportunamente y, cuando son respondidas por investigadores independientes (generalmente del mbito acadmico), estas personas son a veces ridiculizadas y sus carreras arruinadas, especialmente porque la industria es un sostenedor principal de la as llamada investigacin independiente en el sistema universitario. Cmo pudo escaparse tanto de las manos la BSE? Esta pregunta es ms complicada y llega al corazn de la posicin

ii Vase, por ejemplo, la postura del consumidor y las bases para las conclusiones polticas en los papers que se encuentran disponibles en: www.tacd.org iii Los triunfos del comercio sobre las preocupaciones de la salud estn siendo sometidos a un creciente escrutinio no slo en el debate alimentario. El exitoso desafo moral de los pases en desarrollo respecto de las internacionales farmacuticas, cuestionando la posicin de stas en lo que respecta a los derechos de propiedad intelectual se inclina por el acceso. Esto apareci muy claramente durante la reunin de la Organizacin Mundial de Comercio en Doha en noviembre del 2001, acerca de que la propiedad intelectual no tiene prioridad sobre el acceso a los medicamentos. Es el primer captulo de muchas batallas ticas.

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del consumidor mencionada anteriormente respecto a cmo deben proceder los gobiernos. La posicin del consumidor mantiene que los gobiernos tienen una exigencia tica de comportarse con precaucin para proteger a los ciudadanos. En lugar de eso, en el caso de BSE, el gobierno britnico haba estructurado una agencia reguladora en la que exista un tremendo conflicto de intereses. El Ministerio de Agricultura, Alimentacin y Recursos Forestales, MAFF, no era slo el responsable de la seguridad alimentaria, sino que tambin responsable de la promocin tanto de la industria agrcola como de la forestal. El MAFF no poda, por tanto, conducirse de manera completamente precautoria con semejantes condiciones estructurales. Cuando se lleg a un serio conflicto de intereses con la aparicin de la BSE, la entidad fracas en la proteccin pblica porque tema daar la industria agrcola, por lo que la BSE no pudo ser contenida a tiempo como debera haber sido. Inevitablemente, el MAFF le fall tambin a la industria cuando los consumidores decidieron que el gobierno estaba mintiendo y le dieron la espalda a un producto considerado no seguro. No fue un resultado feliz para nadie, ni una situacin que pueda ser remediada completamente; ella ha empeorado, puesto que la enfermedad se ha propagado al extranjero. La BSE es un clsico ejemplo de un gobierno defraudando la fe pblica en cuanto a su primera responsabilidad tica con todos sus ciudadanos y comprometiendo su deber porque su inters est focalizado en slo un segmento de la poblacin, de una sola industria, quienes son definidos como sus stakeholders. Un pequeo grupo, como es la industria ganadera, tiene mucha ms influencia que una masa amorfa de ciudadanos pobremente organizados. Nadie argumenta que las necesidades de la industria no deben ser tomadas en cuenta, o que los gobiernos procedan sin la debida consideracin de las partes. Pero los gobiernos son, despus de todo, gobiernos de toda la ciudadana, y no

pertenecen al sector industrial que grita ms fuerte. La lamentable cada de respeto con que son vistos los polticos en el mundo democrtico hoy en da, independientemente de su orientacin poltica, puede ser en parte un indicador de que la gente entiende que aquellos que tienen la misin de gobernar en representacin nuestra, a menudo hacen lo contrario, ya sea movidos por la corrupcin o por razones ideolgicas o, simplemente, por su ineptitud para mantener claras las prioridades.

Alimentos genticamente modificadosMientras que la debacle de la BSE fue un ejemplo de un organismo regulador en conflicto de intereses, que toma malas decisiones como resultado de ese conflicto, quizs sea el caso de los alimentos GM el mejor ejemplo en la ltima dcada de que un inters comercial sobrepasa el inters de los ciudadanos. Esta tecnologa, creada principalmente por multinacionales, ha generado innumerables disputas entre consumidores y promotores, entre agencias de las Naciones Unidas, entre los gobiernos especialmente los EEUU y la Unin Europea y entre pases desarrollados y en vas de desarrollo. Existen muchas cuestiones morales y ticas en juego respecto a la tecnologa gentica, tales como: La vida puede llegar a ser una propiedad comercial y puede patentarse? Podemos crear organismos transgnicos, particularmente aqullos que contienen ADN humano y animal? Quin defiende a la naturaleza? Cmo deberan las naciones asegurarse de que los procesos de toma de decisiones respeten la diversidad cultural, moral y religiosa en nuestra sociedad multicultural?i v Todas estas cuestiones, y otras ms, son dejadas

iv Esas fueron un conjunto de preguntas crticas que surgieron en la Conferencia Australiana de Consenso cuyo tema era la Tecnologa Gentica, especialmente en lo alimentario. Consultar en: www.amonline.net.au/consensus/09.htm.

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de lado mientras los gobiernos se apresuran a asegurarse de no quedar atrs en la carrera de la ingeniera gentica. Como siempre, tratndose de una novedad tecnolgica, la innovacin se plantea de dos maneras. Primero, la tecnologa se presenta como esencialmente benigna y, por tanto, libre de ser objeto de un escrutinio especial. En el caso de los alimentos GM, frecuentemente se afirm que la modificacin gentica no era sino una aceleracin y una versin ms precisa de tcnicas de seleccin gentica convencionales utilizadas por siglos en agronoma y ganadera. Pero el fundamento cientfico de tales afirmaciones es muy maoso ya que la humanidad nunca posey antes la habilidad para introducir material gentico de una especie en una especie diferente y es precisamente esto lo que hace que los OGM sean completamente diferentes a la evolucin previa en la produccin de alimentos. El hecho de que las compaas multinacionales hayan buscado enrgicamente proteger su propiedad intelectual en trminos de innovaciones de OGM, sugiere que estn perfectamente conscientes de que existe una diferencia significativa ya que, por definicin, las patentes son adjudicadas slo en tales circunstancias. La segunda presentacin que la industria hace de la innovacin tecnolgica es bajo el aspecto de la gran solucin a uno de los grandes problemas mundiales, en este caso, la esperanza de resolver el grave problema del hambre, la desnutricin, y la sustentabilidad ambiental. Con semejante toque de marketing uno pensara que todos los consumidores del mundo estaran agradecidos, pero no es as. Aquellos de nosotros, lo suficientemente mayores, podemos recordar la promesa de la Revolucin Verde en la que se us el mismo lenguaje para promover el uso de pesticidas y nuevas cepas de semillas, a menudo patentadas por multinacionales. Debido a los efectos insostenibles de las monoculturas y otras dificultades, la Revolucin Verde cre tantos problemas como los que resolvi. A pesar de esa

experiencia, algunos actores influyentes en la escena mundial, adems de gobiernos y multinacionales, han tomado la antorcha de la biotecnologa con el mismo tono mesinico, como se puede constatar en el informe del PNUD ( Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). A pesar de todo el ruido, el persistente desinters por parte de los consumidores por la biotecnologa y su aplicacin en los alimentos, tiene dos races. Mucha gente siente que no se les ha dado alternativas apropiadas y que la tecnologa les ha sido impuesta. En cartas a los peridicos algunos consumidores expresan que se sienten usados como conejillos de indias por la industria con la complicidad de sus gobiernos. En un mundo dominado por el capitalismo y los mercados libres, se dice que el consumidor es el rey y que su derecho a escoger en el mercado de oferta es sagrado. Pero en muchos pases la industria se ha asegurado que los alimentos GM no sean etiquetados o que la legislacin sobre etiquetas sea debilitada. Como resultado, al consumidor se le niega su derecho a eleccin libre. l quiere ejercer su derecho a eleccin por dos razones: una, porque pueden existir dudas acerca de la seguridad de tales productos y preferira evitarlos; la otra se refiere a puntos de vista de tica personal, ya sea con relacin a una preocupacin por el medioambiente o una motivacin religiosa por los GM (por ejemplo, si se usa el gen de un cerdo o de una vaca en un vegetal, algunos fieles de ciertas religiones querran saber ms para evitar as consumir semejante producto). Cuando los consumidores escuchan la voz de la industria asegurando que los consumidores no quieren que se etiqueten productos GM, inevitablemente aquella fuerte postura de la industria es sospechosav . Despus de todo, si los alimentos GM son tan maravillosos como alega la industria, no debieran etiquetarlos de buena gana, obteniendo de esta forma una ventaja en la comercializacin de sus productos que porten tal identificacin? Cuando la industria y

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algunos gobiernos argumentan que los alimentos GM son esencialmente lo mismo pero, al mismo tiempo, se apresuran a patentarlos, lo que los hace aparecer como algo diferente, los consumidores sienten que son tomados por tontos. Un aspecto de gran significado para los defensores de los consumidores es que el gobierno del mercado ms poderoso del mundo, los EEUU, se aline con la industria en este asunto. Si uno prefiere una interpretacin ms siniestra, dicho gobierno vio la posicin antietiquetado como perjudicial para los intereses de las compaas transnacionales en el comercio mundial. Los EEUU han mantenido su poltica anti-etiquetado a pesar de toda la evidencia derivada de la investigacin sobre la tendencia de los ciudadanos en el sentido contrariov i. El Gobierno Federal Australiano tambin se aline con su industria, aunque se encontr impotente para enrolar al menos ingenuo de los Ministerios de Salud: la ley australiana exigir un etiquetado razonablemente estricto tal como el de la Unin Europea y Japn. Por qu es importante un correcto rotulaje de los alimentos GM? Es respuesta suficiente el derecho de los ciudadanos a ejercer su poder en el mercado, y ms del 90% de los consumidores segn encuestas realizadas por todo el mundo han indicado claramente a sus gobiernos que ellos desean contar con etiquetas claras respecto de los GM ( y no seudoetiquetas). Menos obvio resulta que, a pesar del esfuerzo de los gobiernos por tranquilizar a los ciudadanos, los consumidores se siguenv A pesar de una supuesta orientacin del mercado, las corporaciones alegan contra los intereses de los consumidores, no al nivel de la retrica general, sino al nivel de roles especficos. Se recuerda que la industria hace menos de veinte aos afirm que los consumidores no queran que los ingredientes estuvieran declarados en las etiquetas que eso sera aparentemente confuso para ellos!

sintiendo inseguros con respecto a la seguridad de los GM y al aumento de los cultivos GM. Su preocupacin puede estar muy bien fundada. En este segundo aspecto los consumidores estn sealando claramente que desean actuar con precaucin, incluso si sus gobiernos han fracasado en hacerlo. En las ltimas dcadas, el etiquetado ha sido muy eficiente en ayudar a los consumidores a elegir alimentos ms sanos, existiendo muchos que exigen un etiquetado adecuado para proteger su salud. Por ejemplo, cualquier alimento GM que contenga una toxina o alrgeno conocido en cualquiera de sus formas debe proveer una advertencia ntida en su etiqueta sobre cules productos han sido empleados en la produccin de ese alimento en particular. Algunas otras prcticas tambin han despertado temores. La prctica habitual de realizar modificaciones genticas usando marcadores genticos resistentes a los antibiticos algo que va a ser abandonado luego de la reunin organizada por la OCDE (Organizacin de Cooperacin y Desarrollo Econmicos) en la materia es un ejemplo. Si ocurriera que tal resistencia se extendiera a una bacteria patgena a travs de un alimento OGM, podra causar un gran dao. Este escenario, nos dicen, es muy improbable y esperamos que as sea. Pero aquello que los consumidores sealan demostrando gran sentido comn es que todas las nuevas tecnologas han tenido alguna seria desventaja. Mientras no sepamos lo que eso significa para los alimentos o procesos GM, en el equilibrio de probabilidades, algo va a salir mal. Lo ms probable es que resulte ser un problema ms bien ambiental que humano

vi La postura de lnea dura contra los consumidores por parte de los Estados Unidos se ha reiterado ltimamente. La mocin para aprobar la va rpida para un acuerdo FTA A utiliza un lenguaje que tiende a establecer como objetivos de las negociaciones que el etiquetado de los OGM representa una barrera para el comercio.

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pero, de cualquier modo, los consumidores quieren poder votar con su dinero en el mercado si apoyan o no a la tecnologa. Tienen el derecho a proceder as en un mercado libre, cualquiera sea la razn en que basan su eleccin. Hay otros motivos de preocupacin. La firma biotecnolgica Monsanto advirti al Departamento Britnico del Medioambiente en 1999 que, accidentalmente, coloc dos fragmentos extra de genes en el poroto de soya Roundup Ready. En tanto que los fragmentos se encuentren inertes, no parecen constituir ningn riesgo. Sin embargo, esto da cuenta acerca del hecho que esta tecnologa es menos comprensible de lo que muchos cientficos y firmas biotecnolgicas nos tratan de hacer creer. El descubrimiento de los fragmentos genticos ocho aos despus de la aprobacin de esas semillas, nos lleva a cuestionar el aspecto impredecible de la tecnologa. Y en febrero del 2000, las llamadassuper malezas empezaron a aparecer. El departamento canadiense de agricultura confirm que una semilla (parsita de la planta canola) haba resultado ser resistente a tres clases de herbicida, habiendo tomado genes de tres diferentes variedades de semillas GM. Si las super malezas resultan ser un problema mayor para la agricultura, lo que no est tan claro an, aunque hay muchos cientficos que estn preocupados lo que s est claro es que la tecnologa se encuentra en su infancia y muchas de sus caractersticas todava no son comprendidas. Debido a la incertidumbre respecto a los efectos de los cultivos GM en el medioambiente, muchos pases estn ahora estableciendo una moratoria o buscando acuerdos con las empresas de biotecnologa para detener la produccin de plantas genticamente modificadas hasta que se hayan realizado pruebas ms extensas. Nueva Zelandia y Alemania se han incluido recientemente en este grupo. Podran los GM convertirse en un problema serio para la salud? Absolutamente. Podremos nosotros manejar eso? Eso es discutible. Como seal claramente

la Asociacin Mdica Britnica, sin separar los alimentos GM de los no GM y sin una clara etiquetacin, la vigilancia rigurosa de la salud es imposiblev ii . Varios organismos reguladores estatales se han declarado enrgicamente a favor de la seguridad de los alimentos GM. Por ejemplo, lo dicho por la Autoridad Australiana y Neozelandesa de Alimentos (ANZFA) puede ser descrito solamente como atrevido: toda la evidencia cientfica existente antes de la constitucin de la ANZFA indica que los alimentos GM sometidos a anlisis tienen todos los beneficios de los alimentos convencionales y no representan peligro adicionalv iii. Los consumidores realmente esperan que esta autoridad tenga razn. Pero ntese el lenguaje cuidadosamente escogido: toda la evidencia cientfica existente antes de Dado que no ha habido seguimiento de largo plazo para establecer la seguridad de los alimentos GM y que, adems, los legisladores estn permitiendo que los alimentos GM sean usados por los industriales sin la adecuada segregacin o etiquetado haciendo que la vigilancia mdica rigurosa sea imposible, tal como lo ha sealado la profesin mdica, no resulta raro que los entes reguladores de alimentos sean atrevidos. La Presidente de la Oficina de Investigaciones en Poltica de Salud de la Asociacin Mdica Britnica, Dra. Vivienne Nathanson, ha expuesto claramente las preocupaciones de salud: El hecho de que no haya evidencia de efectos adversos, no es lo mismo que la certidumbre y la confianza de que la modificacin gentica es segura. Por cierto, a menos que tengamos etiquetas adecuadas que segreguen los alimentos GM de los no GM,

vii British Medical Association, publicacin de prensa: BMA responde al jefe mdico y a los representantes cientficos. Revista de Alimentos GM y Salud 21/5/99. viii Autoridad Alimentaria de Australia y Nueva Zelandia, publicacin de prensa: ANZFA anuncia protecciones de seguridad para alimentos GM para conocimiento pblico, 19/6/2000.

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nunca podremos establecer una seguridad satisfactoria. La mirada retrospectiva es quiz la nica ciencia exacta y no acepto que nada en la vida est exento de riesgo. Pero necesitamos saber ms sobre los riesgos y las ventajas antes de aceptar esta nueva tecnologa de alimentosi x. La preocupacin por los alimentos GM es tan grande que, en el Congreso Mundial en Sud frica en noviembre del 2001, Consumers International adopt la siguiente posicin, reconociendo que la biotecnologa y otras tecnologas de alimentos pueden traer beneficios importantes ... los gobiernos deben requerir una completa evaluacin previa a su comercializacin y un anlisis del impacto social y de la seguridad de los alimentos genticamente modificados y de aqullos producidos por otras tecnologas alimentarias, para asegurar que sean seguras, ambientalmente sustentables y aceptables para los consumidores/as, e imponer una moratoria al cultivo y a la comercializacin de los alimentos genticamente modificados hasta que lo anterior se verifique( 1).

AntimicrobianosUn ltimo caso para ilustrar por qu la precaucin es tan necesaria en la legislacin sobre alimentos se refiere al creciente problema de la resistencia a los antibiticos en humanos. Como lo ha establecido la Organizacin Mundial de la Salud desde su descubrimiento, los antibiticos han transformado completamente la situacin de la humanidad respecto a las enfermedades infecciosas (2). El riesgo para la salud humana proveniente de la resistencia a los antibiticos es una de las mayores amenazas emergentes para la salud en el siglo XXI. Aunque la resistencia antimicrobiana es un fenmeno biolgico natu-

ix British Medical Association , publicacin de prensa: BMA responde al jefe mdico y a los representantes cientficos. Revista de Alimentos GM y Salud 21/5/99.

ral, el uso de antimicrobianos para criar animales comestibles (opuesto al uso teraputico responsable en animales) est exacerbando el problema de resistencia a las drogas. De los antibiticos producidos hoy da, slo la mitad son para uso en humanos (2, p.10), la otra mitad se usa en la industria ganadera, la mayor parte en promover el crecimiento y usos profilcticos en animales destinados al consumo humano. Recientemente, hay preocupacin por el surgimiento de cepas no slo resistentes, sino que, adems, saltan de una especie husped a otra. Este es el caso del enterococo resistente a la vancomicina (ERV) que apareci en animales y parece haber saltado a segmentos ms vulnerables de la poblacin humana. La ERV presente en los alimentos parece tener su origen en el uso de avoparcina en la ganadera; la avoparcina es el equivalente animal del antibitico vancomicina que se usa en los humanos. Tambin existe gran preocupacin a escala mundial acerca de la eficacia de los fluoroquilonoles (miembros del grupo quinolones de los antibiticos) y otros grupos de antibiticos. Hay un incremento en la aparicin de agentes patgenos resistentes a los antibiticos, tanto en hospitales como en la comunidad. Bsicamente, la medicina est perdiendo la principal lnea de defensa. La obvia actitud precautoria de parte de los gobiernos al respecto es asegurarse que los antibiticos que son usados para el tratamiento de infecciones en humanos no sean utilizados como agentes estimulantes del crecimiento en la ganadera. No es de sorprender que sta sea la recomendacin de sentido comn que hace la Organizacin Mundial de la Salud, as como la mayora de los gremios mdicos y la mayor parte de los grupos organizados de consumidores. En tanto este principio de precaucin ha sido observado en cierta medida en muchos pases, su implementacin es inconsistente y la verdad es que algunos pases estn haciendo muy poco. Aparentemente, la industria y sus intereses econmicos han

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predominado sobre el derecho a la salud de los ciudadanos en muchos casos y en el excesivo tiempo que se le ha dado a la industria ganadera para ir reduciendo las dosis de antibiticos. Una vez que un bicho ha mutado en un pas, es muy posible que, rpidamente, se extienda a otros. Como en los casos citados anteriormente, la postura de los gobiernos debe ser claramente la de mantener un alto nivel de precaucin mientras la investigacin cientfica establece la dimensin del problema y el permiso futuro del uso de antibiticos en la ganadera. La precaucin debiera, probablemente, generar una rpida suspensin del uso de antibiticos como estimulantes de crecimiento del ganado junto con alguna asistencia financiera hacia los productores durante la transicin con el fin de impedir un mayor deterioro en la eficacia los de antibiticos. Aunque no se usen antibiticos en animales, existe un gran problema con el uso prudente de esas drogas en humanos; este peligro no debe ser exacerbado. Para muchos consumidores, la precaucin tardar mucho en llegar a ponerse en vigor y, para la medicina, la capacidad de manejar ciertas enfermedades puede terminar sufriendo un gran retroceso. Seguridad alimentaria: sentido comn de la buena poltica y de la buena economa En el mbito de los principios, es muy fcil argumentar lo que es una buena poltica pblica y asegurar una oferta alimentaria segura que no plantee una amenaza para el medioambiente. Es, por supuesto, ms difcil aplicar estos principios a las decisiones especficas que necesitan ser tomadas. Pero hay buenas razones no slo de carcter tico para asegurar el resultado precautorio. Es un buen sentido econmico tener fuertes regulaciones que protejan a los consumidores. En su trabajo germinal La ventaja competitiva de las naciones ( 3) Michael Porter demostr que una legislacin permisiva y una pobre poltica de proteccin medioambiental no conducen al xito

econmico de un pas, de hecho acontece todo lo contrario. Algunas citas a continuacin contienen lo esencial de su posicin: El gobierno altera las condiciones de la demanda a travs de regulaciones que afectan las normas de los productos y de los procesos mediante los cuales dichos productos son fabricados, con pautas de rendimiento de calidad, de seguridad e impacto ambiental Estndares restrictivos para los productos, con seguridad y control del impacto ambiental, contribuyen a mejorar la ventaja competitiva. Presionan a las empresas para mejorar la calidad, actualizar la tecnologa y las distinguen en reas de inters para los clientes y para las preocupaciones sociales... Resultan particularmente benficos unos estndares restrictivos que anticipan los estndares que sern aplicados en el mundo entero. Esto les procura a las empresas nacionales una ventaja en el desarrollo de productos y servicios que sern valorizados en otra parteLas empresas, como los gobiernos, frecuentemente se inclinan a ver los costos en el corto plazo en vez de confrontarse con normas estrictas, y no ven los beneficios a largo plazo en funcin de la innovacin Las empresas alegan que la competencia extranjera, no sometida a los mismos estndares rigurosos, tiene una ventaja de costo. Esa manera de pensar se basa en una visin parcial de cmo se crea y se sostiene la ventaja competitiva. Vender productos de bajo rendimiento, de funcionamiento inseguro o que daan el medioambiente no es una buena ruta para obtener ventajas competitivas Las regulaciones minan la ventaja competitiva, sin embargo, si la legislacin de una nacin se queda atrs respecto a las otras, son anacrnicas, tales regulaciones van a retardar la innovacin o canalizar la innovacin de las empresas locales en la direccin equivocada. La mayor parte de la obra de Michael Porter es una emprica evidencia sobre sus teoras. Las citas anteriores, en la medida que se refieren a varios aspectos, implican dimensiones muy importantes para los pases en vas de desarrollo, sobre todo en lo que se

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refiere al debate sobre su postura competitiva en el contexto global. Estos asuntos, a su vez, hacen surgir la cuestin del debate tico acerca de mejorar la transferencia tecnolgica de las naciones desarrolladas a las menos pudientes. En trminos generales, muchos de los compromisos suscritos por los gobiernos, a todos los niveles, en sus decisiones acerca de la seguridad alimentaria han sido motivados por el inters de crear nuevos empleos o mantenerlos. Uno de los atractivos de dichas decisiones ha sido el de tener menos restricciones. Esos compromisos que han sido adquiridos no son inmateriales. Muchos de ellos han desembocado en una disminucin de la proteccin al consumidor y en una mengua de su bienestar. En algunos casos, como el de la ideologa de auto-regulacin de algunos estados conservadores, el gobierno ausente ha llevado a la muerte de ciudadanos x . El anlisis de Michael Porter desafa esa actitud de los gobiernos no al nivel tico, sino al nivel econmico fundamental; de hecho, argumenta, que una postura de ninguna o poca regulacin eventualmente le va a costar a un pas muy caro en trminos de atraer inversin y empleos porque las exportaciones del pas no van a satisfacer los estndares que los consumidores desean. En el mbito internacional, los compromisos en seguridad alimentaria en la legislacin muchas veces derivan de los poderosos intereses de los pases que representan a sus sectores comerciales en detrimento del inters del ciudadano comn. En esto, una vez ms, la conducta de los gobiernos ha variado considerablemente. El hecho es que

cuando un pas poderoso, en una negociacin internacional sobre normas de alimentos adopta una postura anti-consumidor, la agencia internacional se encuentra con que es muy difcil manejar el asunto ya que la mayor parte del proceso implica consenso. Un gobierno adopta una mala posicin poltica cuando opta por proteger a su industria, en lugar de sus ciudadanos, cuando la seguridad est en riesgo. En algn momento, los agentes de gobierno cuyas prioridades estn en conflicto o son poco claras, cometern un error fundamental de juicio. El ms sorprendente de esos errores fue el de la vaca loca (BSE) y ha habido muchos otros. Fallarles as, tan seriamente, a los consumidores, significar en ltimo caso que la industria misma ser penalizada. Uno slo necesita mirar el nmero de consumidores que no comen carne de res en el Reino Unido, en Europa y otros pases, para ver cunto dao puede sufrir un sector industrial cuando los gobiernos dejan de actuar apropiadamente. Si los consumidores pierden confianza en la seguridad de sus alimentos, no slo la industria va a sufrir, tambin los gobiernos pueden caer por estas causas.

x Hay muchos ejemplos que podra uno encontrar en casi todos los pases. Para dar un ejemplo australiano, un organismo de gobierno desregul substancialmente la inspeccin de alimentos y traspas la responsabilidad a la propia industria. Se produjo un brote de intoxicacin alimenticia a travs de una especie de salame que dej unos 100 enfermos y, al menos, una vctima fatal infantil. Ese organismo gubernamental todava alega, ahora con menos nfasis, que la autoregulacin debiera funcionar.

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EL MAL DE LAS VACAS LOCAS. UN TEMA DE BIOTICA EN LOS NUEVOS ESCENARIOSJos Miguel Vera Lara*Resumen: La encefalopata espongiforme bovina (mal de las vacas locas), se produce en un momento y en un contexto que permiten resaltar los xitos y fracasos de la biotecnologa. En el marco de la globalizacin ha quedado de manifiesto la necesidad de establecer lmites para la tecnociencia que en materia de logros apareca como ilimitada. Se ha puesto en la balanza la rentabilidad de la industria crnica versus la salud pblica. El mal de las vacas locas constituye un traspi que no fue previsto, porque no era previsible en la perfectibilidad del sistema, lo que ha dejado al descubierto una fisura que, por ahora, es contextual. El contagio de las vacas a las personas es una campana de alarma, una advertencia que debe ser escuchada. La crisis esta recin en su etapa inicial. Palabras clave: Sndrome de Creutzfeld-Jacob, biotecnologa, tica, Biotica, tecnociencia. THE MAD COW DISEASE. A BIOETHICS ISSUE IN THE NEW SETTINGS Abstract: Bovine Spongiform Encephalopathy (mad cow disease) appears in a moment and in a context that highlights the achievements and failures of biotechnology. The reality of globalization evidences the need to set limits to a technoscience viewed as unlimited because of its breakthroughs. Livestock industry profitability versus public health have been placed on the balance. Mad cow disease is an unforeseen stumble, since it was something unexpected in a system considered as perfect. This fact has disclosed a fissure that is contextual for the moment. Human contagion is a red alert, a warning sign that must be taken into account. Crisis is just in its initial stage. Keywords: Creutzfeldt-Jakob Syndrome, biotechnology, ethics, bioethics, technoscience. O MAL DAS VACAS LOUCAS. UM TEMA DE BIOTICA NOS NOVOS CENRIOS Resumo: A encefalopatia espongiforme bovina (mal da vaca louca) ocorre em momento e contexto que permitem ressaltar xitos e fracassos da biotecnologia. O marco da globalizao tornou clara a necessidade de estabelecer limites para a tecnocincia que por seus feitos mostrava-se ilimitada. Colocou-se na balana a rentabilidade da indstria da carne versus a sade pblica. O mal das vacas loucas constitui um deslize imprevisto, j que no era esperado considerando-se a perfeio do sistema e expos assim uma fissura que mostra-se contextual. O contgio de seres humanos um alerta, uma advertncia que deve ser considerada. A crise est apenas em sua etapa inicial. Palavras chaves: Sndrome de Creutzfeld-Jacob, biotecnologia, tica, Biotica, tecnocincia.

* Profesor de Biotica. Universidad de Chile. Correspondencia: [email protected]

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IntroduccinEl mal de las vacas locas es el apelativo periodstico aplicado a la encefalopata espongiforme bovina, como se termina conociendo en el mundo entero. Esto debido al dramtico aspecto que presentan las vacas al perder todo control sobre sus movimientos un poco antes de morir. Las imgenes de la televisin, con gran elocuencia audiovisual, mostraron urbe et orbe esta situacin que no habra tenido mayor importancia si no hubiese estado vinculada a un problema de salud que afecta a los humanos: el Sindrome de Creutzfeldt-Jacob atpico o encefalopata espongiforme humana, enfermedad contagiada a las personas por las vacas. Al aparecer esta enfermedad en Europa, ms concretamente en Inglaterra, rpidamente se convierte en noticia de primera plana en todo el mundo, gracias a la televisin que permiti a millones de personas observar escenas donde estos animales tirados en el suelo, entre incontenibles convulsiones, moran lentamente. Una vez conocido el llamado mal de las vacas locas, tuvo repercusiones en tan diversos mbitos como el cientfico, econmico, poltico, biotico, entre otros. En el cientfico corrobor en los hechos, lo que el Dr. Carleton Gajdusek haba demostrado de manera experimental, es decir, el salto de la barrera interespecfica considerada infranqueable, que lo condujo en 1976 al Premio Nobel de Fisiologa y Medicina. En efecto, Gajdusek haba inyectado tejido de un cerebro humano infectado con kuru en un chimpanc logrando transmitirle la enfermedad. Adems, apareci en la escena un nuevo y desconocido agente patolgico descubierto y demostrado por el Dr. Stanley B. Prusiner, tambin Premio Nobel por estas investigaciones, las que condujeron a la protena del prion bautizada PrP (protena resistente a proteasa) responsable de la destruccin del sistema nervioso central en el proceso de

desarrollo de las encefalopatas espongiformes. En lo econmico signific poner en la balanza la rentabilidad de la industria crnica britnica, cuya masa ganadera es la ms grande e importante de Europa, versus la salud pblica severamente amenazada por esta nueva enfermedad, susceptible de expansin por todo el planeta. En lo poltico permiti aportar un factor ms para la estrepitosa cada del Primer Ministro John Mayor, situacin que puso fin a la extensa etapa tory heredada de la Sra Thatcher, dejando a su sucesor, el laborista Tony Blair, un espinudo problema por resolver. Pero, adems, fue una gran campana de alarma, al advertir sobre las fisuras del sistema neoliberal en el dominio agroalimentario. En el mbito de la biotica sirvi para mostrar de manera fehaciente el menoscabo de premisas tan importantes para la disciplina como: la bioseguridad y biorresponsabilidad que deben garantizar la salud pblica de la comunidad social. Si tenemos presente que la seguridad, en el dominio en que funcione, procura advertir, neutralizar o eliminar riesgos y peligros que puedan daarnos, no debemos ignorar la necesidad y existencia de ciertos lmites a los cuales atenerse en esta operatividad del conocimiento tan caracterstica de la tecnociencia. Pero, adems, mostr una seal de cmo en los nuevos escenarios, producto de la globalizacin, aquellos eventos que trasciendan su esfera propia y escapen al control y la a manipulacin desde los hilos del poder, sern conocidos en los ms diversos rincones del planeta que, en los nuevos escenarios, se ha convertido, como muy bien lo rebautiz Marshall McLuhan, en una Aldea Global.

Esbozo de una historiaLas encefalopatas se conocen desde el siglo XVIII, el scrapie de las ovejas, por ejemplo, data de 1732. Sin embargo, el manejo ms profundo de este tipo de patologas data de mediados del siglo XX, vale decir, lo sita en la historia reciente. En efecto, en 1959, el

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doctor William Hadlow, investigador estadounidense, observ profundas similitudes entre dos encefalopatas diferentes, una producida en animales y otra en personas, es decir, advirti una notable semejanza entre scrapie y kuru. Esta ltima, registrada en Nueva Guinea entre los miembros de comunidades aborgenes que todava practican un rito antropofgico mortuorio que consiste en comerse, durante las honras fnebres, el cerebro de sus familiares muertos. En dichas comunidades se detect el elevado nmero de tres mil casos, cantidad francamente excesiva para la discreta poblacin de miembros de esas tribus. Al poco tiempo, no ms de dos aos, el Dr. Gajdusek, al estudiar minuciosamente las caractersticas del kuru, lleg a la conclusin que su transmisin entre los miembros de la tribu se produca durante los rituales funerarios en los que haba ingesta de masa enceflica. El propio Gajdusek sigui adelante con sus estudios avanzando en sus investigaciones bajo la conjetura que la enfermedad era motivada por un virus de larga latencia al que denomin virus lento, e intent aislarlo, fracasando completamente. En lo que, en cambio, tuvo xito, fue en transmitir artificialmente la enfermedad a un animal. El Dr. Prusiner retom estas investigaciones en la dcada de los ochenta en los laboratorios de neurobiologa y bioqumica de la Universidad de California en la sede de San Francisco. Desestimando el presunto origen viral de esas encefalopatas, propuso para el scrapie y el kuru una etiologa bastante diferente: una copia anmala de una protena normal que denomin prion. Pero lo ms interesante de la investigacin consiste en que las protenas carecen de cidos nucleicos asociados, con ello se echaba por tierra la creencia instituida y sacralizada que las infecciones slo podan producirse por la transmisin del material gentico bajo la forma de ARN o ADN , razn por la cual Gajdusek haba impulsado la teora del virus lento como agente patgeno de este tipo de enfermedades.

De manera que los planteamientos de Prusiner resultaron revolucionarios y, como era de esperar, fuertemente resistidos. Sin embargo, sus tesis se fueron consolidando rpidamente y hoy son plenamente aceptadas.

La globalizacin del problemaLa tecnologa, que es necesario distinguir de la tcnica, data slo de finales del siglo XVIII cuando la humanidad transita de la produccin artesanal a la produccin industrial o de la rueca al telar elctrico, para ilustrarlo con un ejemplo. El universo industrial no slo significa un cambio esttico, tambin se produce un incremento de toda ndole en los escenarios, de tal complejidad que al hombre le resultar imposible fiscalizar la produccin por medio de los antiguos mtodos domsticos. Se hace indispensable la automatizacin para manejar el universo del conocimiento, y esto no es otra cosa que la necesidad de manejar este universo mediante el auxilio de las mquinas. Se abre as el dominio de la ciberntica, trmino, por cierto, griego, creado por Platn para aludir al arte de gobernar. Este trmino ser reflotado en el siglo XIX por Ampre en su Clasificacin de las ciencias (1834), finalmente en el siglo XX el matemtico norteamericano Norbert Wiener, llama ciberntica a una disciplina preocupada del estudio de los espacios funcionales, teora del potencial, anlisis armnico generalizado y teora de la prediccin. Hemos ido del homo faber al homo cibernauta, del hacer con las manos o con herramientas, techn, saber artfice (tcnica), al hacer mediante mquinas, a la tecnologa, a la ciberntica (arte de gobernar mediante las mquinas). En suma, al hacer tecnolgico. En este nuevo contexto se escenifica el llamado mal de las vacas locas. El hacer tecnolgico ha abierto horizontes a las posibilidades del hombre, mostrndole que muchas de las limitaciones en las que vivi prisionero en el pasado ya no existen. Una vaca alimentada slo con pasto en

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la pradera, el mtodo tradicional, demora en engordar y estar en condiciones de ser sacrificada entre tres y cuatro aos. Hoy, esa misma vaca, con manejo gentico, alimentada en centros de cebamiento con piensos fabricados con desechos de carne de oveja, puede estar lista para el sacrificio en un tercio de ese tiempo, adems de optimizarse su rendimiento en un alto porcentaje .Todo lo cual representa una rentabilidad muy superior respecto del sistema tradicional. Lo que, al parecer, nunca fue advertido, es que los nuevos mtodos podran generar algn problema, particularmente cuando se actuaba contra natura al alimentar a un herbvoro con carne. La encefalopata espongiforme bovina ha puesto en tela de juicio, desde un punto de vista sanitario y su directa repercusin en la salud, al moderno sistema de alimentacin de todos aquellos animales cuya carne provee los mercados crnicos alimentarios. Su impacto en el mercado alimentario bovino, al difundirse la noticia, fue notorio, no slo en Inglaterra sino que se generaliz en los pases miembros de la Unin Europea y despus en el resto de los mercados. Todas las ventajas obtenidas de la aplicacin de la gentica y la biotecnologa en el mejoramiento de la cantidad y calidad de los productos alimentarios consolidados en el ltimo decenio debern ser seriamente revisadas y, si es necesario, revertidas y, si impera el sentido comn que suele contraponerse al xito tecnolgico, deberan buscarse nuevos caminos desde la biotecnologa respetando ciertos lmites ancestrales impuestos por la Naturaleza. El problema en el contexto de los nuevos escenarios Puede que el mal de las vacas locas sea slo la punta del iceberg de los peligros que provocan ciertos sistemas de alimentacin y explotacin del ganado y, en general, de todos los animales comestibles en el mundo

hiperdesarrollado e hipertecnologizado del mercado alimentario. Teniendo presente que hay una franca manipulacin al respecto, por ejemplo, cabe sealar el uso de clembuterol en el ganado bovino, prctica permitida en los Estados Unidos de Norteamrica pero prohibida en la Unin Europea. Las granjas avcolas, por su parte, estn estructuradas en funcin de la productividad de sus inquilinos. Es decir, las aves permanecen hacinadas en espacios y circunstancias muy precarias, de por vida. En esas circunstancias, ellas producen huevos bajo presin y luz ininterrumpida, son alimentadas con harinas de pescado, hormonas y otros compuestos entre los que se incluyen antibiticos, vacunas y complejos vitamnicos. El mal de las vacas locas es un problema que estalla en el corazn del modo capitalista de produccin imperante y en una industria que ha llevado el xito prcticamente al lmite. Cuando precisamente hemos vivido pensando que la tecnociencia caminaba hacia un xito futuro sin lmites, ocurre lo que ocurre, de manera que este fracaso que los acosa no es sino el corolario de su xito. Al parecer, la tecnociencia puesta al servicio de un modelo econmico demasiado ambicioso, termina haciendo concesiones peligrosas. Si no cmo explicar que, puestos en la balanza, la rentabilidad del mercado agroalimentario versus la salud pblica, se opte por privilegiar lo primero, desconociendo que la salud pblica es un bien comn que exige una atencin prioritaria? El impacto social de la biotecnologa en el rea agroalimentaria, al parecer, no ha sido estudiado con la suficiente minuciosidad; la naturaleza de su influencia exige, en la medida que sus productos y su aplicacin influyen directamente en la calidad de vida de la comunidad social, una revisin de los daos y perjuicios que puedan provocar, para instaurar una normativa adecuada, en funcin de la bioseguridad y biorresponsabilidad debidas a la propia comunidad. Al menos, la globalizacin de los escenarios, uno de cuyos epicentros est

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constituido por los medios masivos de comunicacin, ha permitido que una parte importante de la comunidad social, aunque minoritaria justamente la que tiene acceso a los medios, se haya enterado de este suceso que, como proceso, an se encuentra en sus inicios, pero a tiempo de que podamos exigir la responsabilidad moral de los expertos. Ello obliga a formular algunas preguntas y, por cierto, esperar respuestas. Quines son los expertos y de qu canales disponen para informar a la comunidad social? Qu garantas tienen de que la objetividad de sus discursos no ser tergiversada? Qu acontece con pases como los nuestros? En el caso puntual del mal de las vacas locas , la organizacin directamente vinculada con el problema y con poder de decisin es el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unin Europea (CMA), las decisiones de ese CMA deben contar con el respaldo del Comit de Veterinarios Permanente de la Unin Europea. Ellos son en realidad los expertos, trabajan en terreno y en contacto directo con los animales y ellos, a su vez, estn respaldados por otra lnea de expertos que trabajan en los laboratorios donde se lleva a cabo la investigacin ms fina del problema. Otros expertos que juegan un papel importante en este tema son los epidemilogos, encargados de calibrar el nivel de incidencia de la enfermedad infecciosa en el seno de la comunidad social. Todos los expertos antes mencionados, no obstante ser fundamentales en el conocimiento de los problemas, tanto en el terreno descriptivo como prescriptivo, tienen, sin embargo, una visin parcial. Hay un aspecto bastante importante del problema que requiere otro tipo de consideraciones y, consecuentemente, otro tipo de profesional: el aspecto moral, es decir, la conveniencia o inconveniencia para la comunidad social de la realizacin de estas modalidades de la tecnologa aplicada; en la medida que afecta reas tan sensibles como la salud pblica. La tica, entonces, exige una atencin importante en la contextualizacin social del problema, el nfasis tico adquiere

da a da ms relevancia y eso obliga a la participacin de los filsofos especialistas en tic