36
Ciencia, polí tica y cientificismo Oscar Varsavsky Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1969.

varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 1/36

Page 2: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 2/36

Oscar Alberto Varsavsky (1920-1976)

Oscar Varsavsky naci ó en Buenos Aires el 18 de enero de 1920.Curs ó sus estudios universitarios en la Universidad de Buenos Aires donde obtuvo el grado

de doctor en Qu ímica de la Facultad de Ciencias Exactas. Su vida cient ífica se inici ó en 1943,en el Laboratorio de Investigaciones Radiot é cnicas que Philips organiz ó en Buenos Airescuando su sede holandesa fue ocupada por los alemanes y el que desorganiz ó desmantel ándolo cuando termin ó la guerra. De la ciencia aplicada pas ó a actividades te óricas – primero en f ísica cu ántica, luego trabaj ó en diversas ramas de la matem á tica pura, comotopolog ía, lógica algebraica y an á lisis funcional hasta 1961-. En la mencionada facultad sedesempe ñó en forma sucesiva como auxiliar de laboratorio de fisicoqu ímica, jefe de trabajosprácticos de An á lisis Matem á tico, profesor adjunto de Algebra y Topolog ía y profesor condedicaci ón exclusiva del Departamento de Matem á tica. Adem á s dio clases de matem á ticas,con interrupciones, en las Universidades del Sur, de Cuyo y de Caracas.

En 1961 comenz ó a usar su base cient ífica en matem á tica para tratar problemas de larealidad social, dando nacimiento al grupo de Econom ía Matem á tica del Instituto de C á lculo dela Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Fue uno de losprimeros y m á s destacados especialistas mundiales en la elaboraci ón de modelos matem á ticosaplicados a las ciencias sociales. Muy pronto advirti ó que los m é todos de moda no eran“eficientes” para tratar las cuestiones m á s importantes, y comenz ó a estudiar y desarrollar consus colaboradores un instrumento computacional relativamente novedoso denominadoExperimentaci ó n Num é rica .

Entre otras cosas, fue miembro –desde 1958 hasta su muerte- del CONICET. A partir desus tratados (y de los primeros en lengua castellana) sobre la ense ñanza de la Matem á ticaElemental mostr ó sus preocupaciones por la ense ñanza de las ciencias a niveles noestrictamente acad émicos.

En los últimos tiempos de su fruct ífera vida, la epistemolog ía tanto como la sociopol íticacient ífica fueron objeto de sus estudios. Entre los considerandos epist é micos m á s relevantespor é l abordados se encuentra el hecho de sostener que los aspectos esenciales delconocimiento –de toda época- no son lo suficientemente dif íciles como para escapar a lacomprensi ón de las grandes mayor ías. Cre ía en la necesidad de pensar las actividadeshumanas en funci ón de su aporte a la construcci ón efectiva de una sociedad cuyascaracter ísticas se hubieren definido previamente (plano de la pol ítica). Ello exigir ía un intensotrabajo previo destinado a plantear un sistema sociopol ítico que reemplace al actual. Frente ala falsa conciencia t écnico-econ ómica de que tales alternativas no exist ían, destacabaVarsavsky la importancia que para los grupos sociales tiene la visi ón previa de susposibilidades. Sus obras, fruto de un trabajo impresionante, demuestran su coherencia entrepalabra y acci ón.

Realiz ó una fuerte cr ítica a las normas que rigen el desarrollo de las ciencias. Opinaba quela obsesi ón por los m é todos cuantitativos encubre, en la ilusi ón de la libertad de investigaci ón,un mecanismo que garantiza la sujeci ón del cient ífico a las estrategias de expansi ón del capitaly las leyes del mercado. Estas ideas fueron su punto de partida para aspirar a una cienciarealmente m á s libre de los condicionamientos econ ómicos. Publicaciones como Ciencia,Pol í tica y Cientificismo ; Hacia una Pol í tica Cient í fica Nacional y Marco Hist ó ricoConstructivo para Estilos Sociales, Proyectos Nacionales y sus Estrategias reflejan lavigorosidad de sus ideas.

Ha dejado un legado que es arma de lucha para aquel que aspire a la libertad de su pueblo.

Page 3: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 3/36

Page 4: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 4/36

Reformismo est á prometiendo constantemente enmendarse y descargando sus culpas sobreslos F ósiles. Es una situaci ón que clama a gritos por su Moli è re.

Tambi én cuando se habla de planes y posibilidades se repite este esquema. Hay unaposici ón ‘pesimista’ y otra ‘ut ópica’, frente a cuyos extremos existe supuestamente una solaactitud sensata: la ‘realista’, avalada por la experiencia. Toda ‘innovaci ón’ atrevida tiene en eserealismo a su mayor enemigo y es desechada por é l como ut ópica.

En esta cuarta posici ón nos ubicamos al exponer aqu í –de manera sin dudas muyesquem á tica y superficial- algunas de las opiniones personales sobre la influencia de nuestrosistema social sobre la ciencia, las caracter ísticas actuales y el papel del cient ífico queideol ógicamente se identifica con aquella cuarta posici ón.

He tomado como motivaci ón y arco de referencia un fen ómeno bastante at ípico ocurrido ennuestro pa ís: la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires,en el periodo 1955-1966. A esta Facultad estoy ligado, con interrupciones, desde 1939.

Reorganizada durante los a ños siguientes a la ca ída de Per ón –cuando se tomaron lasprincipales decisiones sobre su funcionamiento y se form ó el núcleo de profesores que le dar íasu personalidad- y lanzada luego a toda carrera hasta la ca ída de Illia, ‘Exactas’ se convirti ó rápidamente en centro de inter é s, cr ítica y aplauso dentro y fuera de la Universidad y del pa ís.En ella se vivi ó un intenso ensayo de ‘tercera posici ón’ –reformismo, desarrollismo o comoquiera llam á rsele- que mostr ó bien a las claras sus limitaciones ideol ógicas, y puede servir deilustraci ón para casos an á logos en Latinoam é rica.

El somero an á lisis de su evoluci ón que se intenta en el último cap ítulo, no hace justicia atodos los factores que all í jugaron, pero valga como primera aproximaci ón. De todos modos esincidental al objetivo de estas p áginas: hacer un llamamiento a todos los cient íficos politizadospara que se liberen del culto a una ciencia adaptada a las necesidades de este sistema social ydediquen su talento a preparar cient íficamente su reemplazo por un sistema nuevo, con unaciencia nueva.

Page 5: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 5/36

II. Ciencia Politizada.Hay cient íficos cuya sensibilidad pol ítica los lleva a rechazar el sistema social reinante en

nuestro pa ís y en toda Latinoam é rica.Lo consideran irracional, suicida e injusto de forma y fondo; no creen que simples reformas

o ‘desarrollo’ puedan curar sus males, sino s ólo disimular sus s íntomas m á s visibles. Noaceptan sus normas y valores –copiados servilemente, para colmo, de modelos extranjeros-;no aceptan el papel que el sistema les asigna, de ciegos proveedores de instrumentos para usode cualquiera que pueda pagarlos, y hasta sospechan de la pureza y neutralidad y apoliticismode las é lites cient íficas internacionales al imponer temas, m é todos y criterios de evaluaci ón.

A estos cient íficos rebeldes o revolucionarios se les presenta un dilema cl á sico: seguirfuncionando como engranajes del sistema –dando clases y haciendo investigaci ón ortodoxa- oabandonar su oficio y dedicarse a preparar el cambio del sistema social como cualquiermilitante pol ítico. El compromiso usual ante esta alternativa extrema es dedicar parte de tiempoa casa actividad, con la consiguiente inoperancia en ambas.

Este dilema tiene un cuarto cuerno, mencionado muchas veces pero a nivel de slogan : usar la ciencia para ayudar al cambio del sistema , tanto en la etapa de lucha por el poder como enla de implementaci ón –y definici ón concreta previa- del que lo va a sustituir.

Sostengo que esto es mucho m á s que un slogan , o puede serlo, pero requiere un esfuerzode adaptaci ón muy grande por parte de los cient íficos; tal vez mayor que abandonar la cienciapor completo: es m á s difícil soportar la etiqueta de pseudo cient ífico que de excient ífico.

Pero creo que adem á s que la llamada ‘ciencia universal’ de hoy est á tan adaptada a estesistema social como cualquier otra de sus caracter ísticas culturales, y por tanto el esfuerzo pordesarrollar la investigaci ón seria del cambio total puede producir, a plazo no muy largo, unaciencia no s ólo revolucionaria sino revolucionada.

Con estas p á ginas quiero provocar una discusi ón má s a fondo de esta alternativa: susdificultades, posibilidades e implementaci ón en el contexto argentino (aunque muchas de lasconclusiones resulten igualmente v á lidas para otros pa íses dependientes).

Nótese que esta posici ón est á emparentada con el constante llamamiento a ocuparse de los‘problemas nacionales’ y a hacer ciencia aplicada o funcional, que muchos ven íamos haciendo

–y a veces practicando- en la Universidad. Esta pr é dica era insatisfactoria porque la tendencianatural era a interpretarla como reformismo o desarrollismo: b úsqueda de soluciones dentro delsistema.

As í, cuando en inumerables reuniones de profesores en la Facultad de Ciencias Exactasplante ábamos esta problem á tica nacional, el resultado m á s positivo era que los f ísicosprometieran ocuparse un poco m á s de semiconductores, los qu ímicos, de procesosindustriales, y los bi ólogos de los problemas pesqueros, con variantes de igual ‘trascendencia’para el cambio. Indudablemente eso era preferible a dedicar todos los esfuerzos a estudiarpart ículas elementales, topolog ía algebraica o metabolismos de carbohidratos; pero cuandoapoy ábamos al Departamento de Industrias, al Instituto de C á lculo o al de Biolog ía Marina, nosquedaba la amarga y t á cita sospecha de que tal vez a eso lo aprovechaba m á s el sistema queel pa ís.

Esa sospecha era correcta y hemos tardado demasiado tiempo en descubrirlo. Nos queda elconsuelo de tontos de ver que las ideas al respecto tampoco est án muy claras entre losintelectuales del resto del mundo, de todas las tendencias. Por eso, muy lejos de m í laintenci ón de pensar esto como ‘autocr ítica’. La alternativa que estoy discutiendo es en lapráctica muy diferente a esa problem á tica nacional, pero cabe formalmente en la misma

Page 6: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 6/36

denominaci ón ya que supone reconocer que el problema nacional por excelencia es el cambiodel sistema. No hay riesgo de confundir lo siguiente con desarrollismo:

La misi ó n del cient í fico rebelde es estudiar con toda seriedad y usando todas las armas de la ciencia, los problemas del cambio de sistema social, en todas las etapas y en todos sus aspectos, te ó ricos y pr á ctico. Esto es hacer ‘ciencia politizada’.

Por qu é no se plante ó antes en serio esta misi ón en nuestro pa ís es dif ícil de comprendercuando se examinan las enormes dificultades que se presentaban:1)- La mayor ía de los cient íficos argentinos –a ún los que se dec ían de ‘izquierda’- cre íanfervorosamente en una imagen de la ciencia, sus valores, su misi ón, que podemos llamar‘cientificismo’ (aunque este t é rmino fue usado de muy diversas maneras, no siempre claras).Un cientificista no puede aceptar ocuparse de problemas relacionados con la pol ítica porqueesa no es una actividad cient ífica leg ítima seg ún las normas de quienes desde el hemisferioNorte orientan las actitudes y opiniones de nuestros investigadores y sancionan virtudes ypecados. En todo caso ese campo corresponde reservarlo a la Ciencia Pol ítica, que esconsiderada una ciencia de segunda categor ía.2)- Era un salto en el vac ío que requer ía una gran autonom ía de pensamiento y el rechazo decasi todos los esquemas te óricos ortodoxos.No hab ía un concepto claro de su contenido. No exist ían recetas establecidas para superar laetapa declarativa y llevar una proposici ón a la pr á ctica: por d ónde empezar, cu á les son losmarcos de referencia, c ómo se hace un plan de trabajo, qu é papel tiene un f ísico en ella, porejemplo. ¿No alcanza acaso con que se ocupen de eso los cient íficos sociales? A ún para éstosparec ía un campo muy difuso y general: m á s ideolog ía que ciencia concreta, muy dif ícilmenteatacable con un bagaje te órico del hemisferio Norte, el único disponible. Como hemos dicho, noera otra cosa que un slogan .3)- No hab ía fuerza pol ítica. S ólo en broma pod ía pensarse que la Facultas propusierasemejante campo de investigaci ón a sus docentes sin ser intervenida a las 24 horas. Tampocodentro de la Facultad era mayor ía –ni mucho menos- el grupo de quienes condenabanglobalmente el sistema social actual.Por otra parte, proponer abiertamente que la investigaci ón se oriente por motivos ideol ógicos,huele peligrosamente a totalitarismo.4)- No hab ía convicci ón pol ítica: la posibilidad de que el simple desarrollo cient ífico ytecnol ógico a la manera del hemisferio Norte facilitara el cambio a la larga, era muy atractivafrente a las escasas perspectivas de una acci ón directa. Trataremos ahora de analizar estas

dificultades –de iniciar su an á lisis, ser ía m á s correcto decir- y ver qu é salidas han tenido opueden tener.

Page 7: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 7/36

III. El Cientificismo.Comenzaremos analizando la actitud ante la ciencia que prevalece entre los cient íficos

argentinos.En pocos campos es nuestra dependencia cultural m á s notable que en é ste, y menos

percibida. Eso ocurre en buena parte porque el prestigio de la Ciencia –sobre todo de la cienciafísica, m áximo exponente de este sistema social- es tan aplastante, que parece herej ía tratarde analizarla en su conjunto con esp íritu cr ítico, dudar de su car á cter universal , absoluto yobjetivo, pretender juzgar a las tendencias actuales, sus criterios de valoraci ón, su capacidadpara ayudarnos a nosotros, en este pa ís, a salir de nuestro ‘subdesarrollo’.

Se toleran, s í –con sonrisas de superioridad comprensiva- las inofensivas cr íticas contra labomba at ómica, o el ‘despilfarro’ de dinero en viajes espaciales, o las a ñoranzas de unsupuesto pasado feliz precient ífico: son cosa de F ósiles. Pero los cient íficos del mundo nodudan de su instituci ón: ellos est á n mucho m á s unidos que los proletarios o los empresarios;forman un grupo social homog éneo y casi monol ítico, con estrictos rituales de ingreso y deascenso, y una lealtad completa –como en el ej é rcito o la iglesia- pero basada en una fuerzamá s poderosa que la militar o la religiosa: la verdad, la raz ón.

Este grupo es realmente internacional; atraviesa cortinas de cualquier material (por ahora elbamb ú sigue siendo algo impermeable), pero acepta incondicionalmente el liderazgo delhemisferio Norte: los Estados Unidos, Europa, la URSS. All í es donde se decide –o mejor dichose sanciona, porque no hay decisiones muy expl ícitas- cu á les son los temas de mayor inter é s,los m é todos m á s prometedores, las orientaciones generales m á s convenientes para cadaciencia, y all í se eval úa en última instancia la obra de cada cient ífico, culminando con premiosNobel y otros reconocimientos menos aparatosos pero igualmente efectivos para otorgar‘status’. All í est á la é lite de poder del grupo.

Este liderazgo es aceptado por dos motivos contundentes: all í se cre ó y desarroll ó la cienciamá s exitosa, y el grupo no constituye una casta cerrada ya que cualquier estudiante puedeaspirar a fama cient ífica. La ciencia del Norte es la que cre ó las precondiciones tecnol ógicaspara una sociedad opulenta, la que oblig ó a los militares a pedir ayuda y tiene a la religi ón a ladefensiva. Y por si fuera poco, es la que gener ó las ideas, conceptos y teor ías que son obrascumbres de la humanidad, capaces de producir emociones tan profundas como la revelaci ónm ística, el goce est é tico o el uso del poder, para decirlo de la manera m á s modesta posible.

Los medios de difusi ón de nuestra sociedad ensalzan estas virtudes de la Ciencia a sumanera, destacando su infalibilidad, su universalidad, presentando a las ciencias f ísicas comoarquetipo y a los investigadores siempre separados del mundo por las paredes de suslaboratorios, como si la única manera de estudiar el mundo cient íficamente fuera por pedacitosy en condiciones controladas, ‘in vitro’. Su historia se nos presenta como un desarrollo unilineal,sin alternativas deseables ni posibles, con etapas que se dieron en un orden natural yespont áneo y desembocaron forzosamente en la ciencia actual, heredera indiscutible de todo lohecho, cuya evoluci ón futura es impredecible pero seguramente grandiosa, con tal que nadieinterfiera con su motor fundamental: la libertad de investigaci ón (esto último dicho en tono muysolemne).

Es natural, pues, que todo aspirante a cient ífico mire con reverencia a esa Meca del Norte,crea que cualquier direcci ón que all í se indique es progresista y única, acuda a sus templos aperfeccionarse, y una vez recibido su espaldarazo mantenga a su regreso –si regresa- unvínculo m á s fuerte con ella que con su medio social. Elige alguno de los temas all í en boga ycree que eso es libertad de investigaci ón, como algunos creen que poder elegir entre mediadocena de diarios es libertad de prensa.

Page 8: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 8/36

¿Qu é puede tener esto de objetable? Es un tipo de dependencia cultural que la mayor íaacepta con orgullo, creyendo incluso que as í est á por encima de ‘mezquinos nacionalismos’ yque adem á s a la larga eso beneficia al pa ís. Ni siquiera tiene sentido, se dice, plantear laindependencia con respecto a lago que tiene validez universal; m á s fá cil es que los cat ólicosrenieguen de Roma.

¿Puede haber diferentes tipos de Ciencia? Es indudable que s í. Basta una diferenteasignaci ón de recursos –humanos, financieros y de prestigio- para que las ramas de la cienciase desarrollen con diferente velocidad y sus influencias mutuas empiecen a cambiar de sentido.Eso da una Ciencia diferente.

El predominio de las ciencias naturales sobre las sociales es una caracter ística hist órica denuestra sociedad, pero no es una ley de la naturaleza: pudimos haber tenido una Ciencia deotro tipo.

Pero hemos llenado de elogios a la Ciencia que tenemos. Su prestigio es tan grande queseguramente est á bien como est á . ¿Qu é necesidad hay de otro tipo de Ciencia cuando esta hatenido tantos é xitos?

Y sin embargo –observaci ón trivial que ha perdido fuerza por demasiado repetida- entre suséxitos no figura la supresi ón de la injusticia, la irracionalidad y dem á s lacras del sistema social.En particular no ha suprimido sino aumentado el peligro de suicidio de la especie por guerratotal, explosi ón demogr á fica o, en el mejor de los casos, cristalizaci ón en un ‘mundo feliz' estiloHuxley.

Esta observaci ón autoriza a cualquiera a intentar la cr ítica global de nuestra Ciencia. Algodebe andar mal en ella.

La clá sica respuesta es que esos no son problemas cient íficos: la ciencia da instrumentosneutros, y son la fuerzas pol íticas quienes deben usarlos justicieramente. Si no lo hacen, no esculpa de la ciencia. Esta respuesta es falsa: la ciencia actual no crea toda clase deinstrumentos, sino s ólo aquellos que el sistema le estimula a crear. Para bienestar individual dealgunos o muchos, heladeras y corazones artificiales, y para asegurar el orden , o sea lapermanencia del sistema, propaganda, la readaptaci ón del individuo alienado o del grupodisconforme. No se ha ocupado tanto, en cambio, de crear instrumentos para eliminar esosproblemas de fondo del sistema: m é todos de educaci ón, de participaci ón, de distribuci ón, quesean tan eficientes, pr á cticos y atrayentes como un autom óvil. Aun los instrumentos de usomá s flexible, como las computadoras, est á n hechos pensando m á s en otros fines que en otros.Aunque el poder pol ítico pasara de pronto a manos bien inspiradas, ellas carecer ían de latecnolog ía adecuada para transformar socialmente , culturalmente –no s ólo industrialmente- alpueblo, sin sacrificios incalculables e in útiles.

¿C ómo se hace una reforma agraria eficientemente? No es suficiente con crear lascondiciones pol íticas para ella. Aun sin grupos de poder que se opongan, el manejo de millonesde individuos de baj ísimo nivel t écnico y cultural, dispersos ya todos por tradiciones a vecesenemigas del cambio, es un problema que requiere un an á lisis cient ífico en profundidad, conintegraci ón de muchas ciencias particulares. Los pocos estudios que se hacen son una gota deagua frente al mar necesario y, peor a ún, su esp íritu es el de la sociolog ía norteamericana:descripci ón, correlaciones y alguna que otra recomendaci ón inocua. Sirven para presentar informes ante las fundaciones y gobiernos que la pagan. Nunca van al fondo del problema, adecir claramente qu é hay que hacer; muchas veces para no lesionar intereses poderosos, perosobre todo porque no pueden hacerlo; la ciencia actual no tiene una teor ía capaz de resolver

ese problema concreto e important ísimo. No s ólo Bolivia y Venezuela procedieronemp íricamente; tambi én Cuba y China improvisaron, y lo que sucedi ó en la URSS es historia

Page 9: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 9/36

Page 10: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 10/36

del sistema, y su é xito depender á , tanto o m á s, de la propaganda o de las relaciones p úblicasque de su valor intr ínseco. Y como consumidor est á sujeto a las mismas presiones.

Basta examinar los anuncios de un n úmero cualquiera del Scientific American para darsecuenta del tama ño del mercado cient ífico para instrumental y libros. Estos equipos son tanvariados y cambiantes como los modelos de autom óviles, y no hay dinero que alcance paraestar al d ía. Ocurre entonces que, como en cualquier empresa, los problemas financierosterminan siendo decisivos, con las consecuencias que luego veremos.

Muchos cient íficos son sirvientes directos de estos mercados y dedican sus esfuerzos ainventar objetos. Los resultados son a veces muy útiles: computadoras, antibi óticos,programaci ón lineal; pero no podemos esperar que se dediquen a inventar m é todos paradifundir ideas sin distorcionarlas, ant ídotos contra el lavado de cerebro cotidiano que no hacenlos medios de difusi ón masiva, est ímulos a la creatividad, criterios para juzgar la importancia delas noticias que aparecen en primera p ágina y en la última o la justicia, implicaciones y motivosde los actos de autoridad que all í se anuncian.

Esto se acepta como trivialidad: nadie espera que las empresas paguen a sus cient íficospara trabajar contra los intereses. Es cierto pues que la ciencia aplicada no es libre sinodirigida, y que por lo tanto podr ía ser de otro tipo si se la dirigiera hacia otros fines, como porejemplo los que hemos mencionado inicialmente.

Pero no se acepta lo mismo para la ciencia pura o b á sica, para la investigaci ón acad émica.Es é sta, se afirma, la que tiene ese car ácter universal, absoluto, independiente del sistema.¿Por qu é la teor ía Cu á ntica, o la de la Evoluci ón, deber ían estar m á s ligadas a la sociedad deconsumo que a cualquier otra? ¿Y qui én se atreve a proponer otro ‘tipo de ciencia’, donde talvez no se habr ía desarrollado la teor ía de la medida o la de los reflejos condicionados?

Para responder a esto dejamos por el momento de lado el caso de estas Grandes Ideas – con may úscula- y examinemos la actividad cient ífica corriente.

No es novedad que el sistema influye sobre la ‘ciencia pura’ de diversas maneras. Un nuevosistema social formado en oposici ón a é ste, tendr á concebiblemente menos inter é s por elpsicoan á lisis, la topolog ía algebaraica y la electrodin á mica cu ántica que por las teor ías de laeducaci ón, del equilibrio ecol ógico general del planeta, de la imaginaci ón creadora o de laé tica. Esto produce una reasignaci ón de recursos, y por lo tanto un tipo distinto de ciencia.

La objeci ón a esto proviene de la falacia triangular: la ‘reasignaci ón de recursos’ seinterpreta como un acto totalitario mediante el cual se fuerza despiadadamente a los cient íficosa abandonar los temas de investigaci ón a los que dedicaron todas sus vidas o se les imponenmé todos, directivas o teor ías ideadas por un d é spota para consolidar su r é gimen. Sepresupone que ‘dejado en libertad’, el investigador escoge espont áneamente –porque la misma

Ciencia se lo sugiere- los temas actualmente de moda; y si no puede hacerlo, pierdecreatividad. El resultado de la reasignaci ón forzosa no es entonces un nuevo tipo de ciencia,sino la desaparici ón o decadencia de la ciencia.

El progreso cient ífico pues, s ólo estar ía garantizado por la ‘libertad de investigaci ón’. Elsistema social actual cumplir ía este requisito, como lo prueban los é xitos de su ciencia, y todoest á como es debido. Este argumento, tan t ípicamente del ‘libre-empresariado’, convence ya amuy pocos cient íficos, aunque eso no se nota en sus actitudes.

Est á claro que son cada vez menos los que eligen su tema sin presiones, los que hacen‘ciencia por la ciencia misma’ o los que pueden decir “me ocupo de esto porque me divierte, ysi no sirve para nada, mejor”. Algo de esto se ve todav ía en los matem á ticos, y en grado menor

en los f ísicos te óricos. El que quiere hacer de la ciencia un juego termina r á pidamente aislado.

Page 11: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 11/36

Hoy se exige que todo trabajo tenga una motivaci ón, es decir, alguna vinculaci ón con otrostrabajos o con aplicaciones pr á cticas.

Gracias a eso, el sistema actual influye activamente sobre su ciencia y fija sus prioridades,aunque por supuesto con guante de terciopelo, pues no es Totalitario.

Las aplicaciones industriales generan multitud de problemas te óricos que estimulan lasramas correspondientes de la ciencia. Los transistores promueven estudios de f ísica desólidos, y la propaganda, de Psicolog ía Social, tambi én a nivel de cient íficos acad émicos o‘puros’.

Pero se hacen infinidad de investigaciones cuyas aplicaciones son dudosas o pertenecen aun futuro lejano. ¿C ómo influye el sistema sobre é stas, las m á s puras y desinteresadas de lasactividades cient íficas?.

El sistema no fuerza; presiona. Tenemos ya todos los elementos para comprender c ómo lohace: la é lite del grupo, la necesidad de fondos, la motivaci ón de los trabajos, el prestigio de laciencia universal.

La necesidad de dinero es general en todas las ramas de la ciencia. Sin contar las enormessumas que requiere la investigaci ón espacial o la subat ómica, todas las ciencias naturalesemplean costosos equipos de laboratorio. Pero tambi én las ciencias sociales tienenpresupuestos de apreciable magnitud, para sus encuestas y dem á s trabajos de campo. Hayadem á s tres ítems comunes a todas las ciencias, tan importantes y caros como los anteriores:el procesamiento de datos, mediante computadoras y otras m áquinas, los libros y revistas, ylos sueldos de los cient íficos y sus numerosos asistentes de todas las categor ías.

Antes, para el que no quer ía trabajar en empresas o en las fuerzas armadas, el únicoMecenas disponible era la Universidad, pero en los últimos a ños ha tomado preponderanciaotro factor de poder: la Fundaci ón, p ública o privada, dedicada espec íficamente a promover yfinanciar la investigaci ón ‘pura’ o b ásica.

Entre estas Fundaciones incluimos a los consejos Nacionales de Investigaciones, donde loshay, pero las m á s t ípicas e influyentes son las grandes fundaciones de alcance internacional,ligadas a las corporaciones industriales que caracterizan esta etapa del sistema o directamenteal gobierno norteamericano.

Ford, Rockefeller, Carnegie, National Science Foundation, National Institute for Health, BID,AID y varias otras instituciones m á s ricas que muchos pa íses, subsidian directamente ainvestigadores, o indirectamente a trav é s de universidades y otros centros de trabajo.

Sin entrar a juzgar sus intenciones ni detenernos en episodios de espionaje como elproyecto Camelot y otros, que son frecuentes pero at ípicos, queremos destacar el car ácterempresarial de estas instituciones. Ellas manejan y distribuyen enormes cantidades de dinero,

de las cuales tienen que dar cuenta a los donantes privados o al gobierno. Tienen que mostrarresultados, para probar que est á n administrando bien los fondos. Tienen que presentar unInforme Anual. Esto crea una burocracia de la cual no vamos a ocuparnos, aunque bien lomerecer ía.

Este esp íritu empresarial se ha contagiado tambi én a las universidades, en parte porquedeben pedir ayuda a fundaciones y empresas por insuficiencia de fondos propios, en parte porquerer demostrar tambi én su ‘eficiencia’, y sobre todo porque est á n dirigidas por el mismogrupo de personas: la é lite cient ífica.

Es l ógico entonces que se hayan impuesto los criterios empresariales para evaluar esasinversiones. Las é lites y la burocracia asignan importancia –y fondos- a los temas de

investigaci ón seg ún los resultados que de ellos esperan.

Page 12: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 12/36

Los temas y equipos ya sancionados como eficientes –los de la é lite, muchos de los cualesprovienen de la época ‘pre-financiera’- reciben alta prioridad, y se toman como puntos dereferencia para juzgar a otros candidatos, d ándose entonces preferencia a ramificaciones deestos temas, avalados como interesantes por los equipos, y en general iniciados porcolaboradores que se van independizando parcialmente. De tanto en tanto se apoya alg úntema nuevo, casi siempre cuando est á motivado por alguna aplicaci ón industrial, m é dica omilitar.

Invertir en proyectos nuevos es un riesgo, y eso lleva a desequilibrios, sobre todo en pa ísespeque ños, donde las ‘novedades’ pueden ser temas de importancia pr áctica ya reconocida enotras partes pero no bien percibidas por la é lite cient ífica local. En la Argentina el CNICT(Consejo Nacional de Investigaciones) sigui ó casi siempre esa pol ítica: el dinero va a losequipos que ya son fuertes y por lo tanto dan seguridad a los resultados, y es insignificante loque se dedica a desarrollar ramas donde todav ía no hay investigadores que hayan demostradosu calidad. Pesa menos la necesidad que puede tener un pa ís que la falta de ‘garant ías’ para lainversi ón.

Pronto ocurre un fen ómeno muy usual en nuestra sociedad: los equipos que reciben fondosy gastan mucho dinero van cobrando por ese solo motivo mayor importancia –con tal demantener un nivel normal de producci ón- y eso atrae fondos.

Los administradores, por su parte, se sienten inclinados a defender sus decisiones, y‘promueven’ la importancia de los temas que apoyaron.

Esta realimentaci ón positiva produce una especie de selecci ón natural de temas, en la quelas nuevas ‘especies’ est án desfavorecidas con respecto a los temas ya establecidos como unanueva empresa frente a corporaciones gigantes; s ólo los que responden a una nuevanecesidad imperiosa del sistema podr án competir. Y esas necesidades son poco visibles en elcampo de la ciencia b á sica, pues se refieren al futuro. Para plantearlas se requiere un criteriogeneral, ideol ógico o filos ófico como el que motiva estas p áginas, y eso es pecado totalitario.

Las fuerzas que determinan el tipo de ciencia no son, pues, puramente internas y basadasen el genio creador y la libertad de pensamiento. Tambi én en eta ‘ciencia pura’ es esencial laasignaci ón de recursos financieros, que se efect úa seg ún los resultados esperados. Es muydesagradable que el dinero sea un facto tan decisivo, pero podr ía aducirse que no es tan gravemientras los mayores fondos sean entregados realmente a quienes producen los mejoresresultados, y debemos ver entonces c ómo influye en ello esta sociedad de consumo, querequiere contabilizar de alguna manera sus beneficios y costos.

Basta el usuario para evaluar el resultado de una investigaci ón aplicada, pero s ólo losmismos cient íficos pueden opinar con cierta seriedad acerca de las investigaciones b á sicas,

pues eso requiere conocer el pasado y estimar el futuro del problema.Como hemos dicho, los temas de investigaci ón rara vez surgen ‘del aire’; tienen casi

siempre una historia que los vincula con muchos otros trabajos, te óricos y aplicados. No esdifícil para un cient ífico apreciar si un trabajo nuevo significa algo, si est á suficientementemotivado. La dificultad est á en comparar importancias, una vez satisfechos esos requisitosm ínimos y descartados los que contienen defectos t écnicos o metodol ógicos. El problema noes decidir cu á les temas merecen subsidios –la respuesta es todos o casi todos- sino cu á lesmerecen m á s subsidios que otros, y cuales deben sacrificarse primero cuando no alcanza paratodos.

En la pr á ctica, un resultado o un tema nuevo en ciencia b á sica es m á s importante que otro

cuando as í lo estima el consenso de los cient íficos importantes. A largo plazo la realidadmostrar á si esa opini ón era acertada o no, pero mientras tanto hay que guiarse por ella.

Page 13: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 13/36

La evaluaci ón de resultados recientes de ciencia b á sica es, pues, en gran parte, evaluaci ónde hombres. Debemos comprender c ómo se asigna su importancia a cada cient ífico, desdeque comienza su carrera hasta que ingresa a una é lite que es un tribunal de última instancia...,hasta que el tiempo da su propia opini ón, y en la que incluimos no s ólo a los sabios de m á sfama, sino a todos loa asesores de fundaciones, referees y comentaristas de revistasespecializadas cuyos nombres generalmente no son conocidos fuera de su propio campo.

Indudablemente, para ser aceptado como cient ífico no se requiere haber hecho undescubrimiento hist órico. Incluso los premios Nobel se adjudican hoy en su mayor parte portrabajos que s ólo especialistas recuerdan. ¿Qui én sabe por qu é es premio Nobel BernardoHoussay, a ún en Argentina?.

El valor de un cient ífico deber ía medirse por la calidad de su trabajo, la originalidad de susideas y la influencia que ellas tienen sobre sus colegas, por su capacidad de formar y estimulara otros m á s jóvenes, de crear escuela, por la intensidad y continuidad de su esfuerzo.

Todo esto es muy dif ícil de medir, de contabilizar, y hay que hacerlo no para centenares decasos, sino para millones de j óvenes aspirantes a ingresar en este grupo y para los centenaresde miles que ya han ingresado pero cuidan celosamente que no se les postergue elreconocimiento de sus m é ritos.

El sistema ha resuelto este problema de una manera muy acorde con su ideolog ía, usandocomo instrumento principal el paper , art ículo publicado en una revista cient ífica.

El paper tiene una cantidad de ventajas, aparte de exponer los resultados del trabajo enforma concreta e intelegible. Se puede contar cu á ntos publica cada cient ífico por a ño, de qu é tama ño son y en qu é categor ía de revistas ha aparecido. El n úmero de veces que un paper escitado por otros mide su influencia; la lista de coautores ya da un principio de jerarquizaci ón;permite mencionar la instituci ón que provey ó los fondos para el trabajo, etc é tera.

La lista de papers publicados es el argumento m á s directo y palpable para demostrar eléxito de un subsidio o la importancia de un curr í culum vitae . Gracias a ellos la investigaci óncient ífica puede contabilizarse.

Sin exagerar demasiado, podemos decir que lo que el investigador produce para el mercadocient ífico es el paper . Importantes, pero no tanto, son la asistencia y comunicaciones areuniones y congresos, las invitaciones a dar cursos en instituciones prestigiosas, y sobre todoel reconocimiento personal de los que ya pertenecen a la é lite. Pero lo fundamental es el paper .

De ah í la ansiedad por publicar, sobre todo al comienzo de la carrera cient ífica. El n úmerode art ículos publicados es tan importante como su contenido, y a veces m á s, pues dado losmiles de especialidades existentes es imposible hacer una evaluaci ón seria de todo lo que sepublica. Se admite que la aceptaci ón por una revista especializada es garant ía suficiente de

calidad, y as í aumenta el poder de los editores y de los referees de esas revistas.En base a eso se ha creado un mecanismo (criterio universalista, objetivo) de ingreso y

movilidad interna en este grupo social de cient íficos, controlado por una é lite cuya autoridad lederiva en parte de sus antecedentes cient íficos y en parte cada vez mayor de su influenciasobre fundaciones y otros proveedores de fondos. En Argentina y otros pa íses hay una ‘carrerade investigador’, con m últiples categor ías en su escalaf ón. El paper es esencial para ascender,para justificar los subsidios obtenidos, para renovar los contratos con las universidades ‘serias’.El contenido del paper es m á s difícil de evaluar; s ólo hay un consenso sobre los muy buenos ymuy malos. Para los normales, las opiniones sobre su importancia relativa est ánfrecuentemente divididas, y eso da m á s preponderancia a los criterios ‘contables’.

Este tipo de mecanismo revela la influencia de las filosof ías de tipo neopositivista, surgidasdel é xito de las ciencias f ísicas y del triunfo del estilo consumista. Aun los cient íficos que se

Page 14: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 14/36

proclaman antipositivistas aplican esta filosof ía al actuar en su profesi ón. El ‘mé todo cient ífico’ –criterios de verdad, validaci ón emp írica, observables, definiciones operacionales, medici ón-coincide en la pr á ctica con el m é todo de las ciencias f ísicas, por la importancia de é stas ennuestro estilo de vida, y el deseo de cuantificar se convierte en necesidad extrema.

Esta tendencia a usar s ólo índices cuantificables –como el n úmero de papers - es ya malaen Econom ía, peor en Sociolog ía y suicida en Metaciencia, pero se usa porque es ‘pr á ctica’.As í un informe de UNESCO (1968) afirma que los pa íses subdesarrollados necesitan uncient ífico cada mil habitantes como m ínimo, observaci ón tan vac ía como decir que un hombrenecesita respirar x mol é culas por hora, sin especificar de qu é moléculas se trata. Si nuestroscient íficos llegasen a importar cient íficos norteamericanos medios hasta completar esa cuota,estar íamos perdidos por varias generaciones.

El hecho concreto es, pues, que los logros cient íficos tienden cada vez m á s a medirse porcriterios cuantificables, lo cual supone ser sin ónimo de ‘objetivo’ y ‘cient ífico’. Un resultadonatural es la masificaci ón de la ciencia: cualquiera que se las haya arreglado para cumplirformalmente con esos criterios, debe ser admitido en el grupo. Pero es bien sabido que elcumplimiento de requisitos fijos requiere una habilidad poco relacionada con la inteligencia y lasabidur ía. Estas no molestan, al contrario, pero no son indispensables, pues se trata s ólo derealizar ciertos actos o rituales espec íficos que, como veremos, no son muy dif íciles.

De paso, esa falacia de simplificaci ón que consiste en describir un fen ómeno complejomediante unos pocos índices –cuantificables o no-, es un ejemplo m á s de la ‘ciencia universal’para tratar de problemas fuera de las ciencias f ísicas, debido a su insistencia en copiar losmé todos de é sta. Es evidente que los criterios universalistas como el I.Q., las notas de losex ámenes, o el n úmero de papers publicados, son m á s o menos satisfactorios para el gruesode los casos. Pero cuando se trata de valorar el talento, es mucho m á s importante noequivocarse en la peque ña minor ía por encima de los ‘3 sigma’ de desviaci ón con respecto alpromedio. Lo que ocurre es que este sistema social no est á realmente interesado en eseproblema; prefiere definir el m édico como interesado en poseedor de un diploma otorgado poruna Universidad reconocida, dejando en segundo t é rmino si realmente sabe curar.

Muchos creen a ún que la capacidad de hacer un paper publicable es capacidad suficientede ‘sabidur ía’, aunque aceptan que tener un diploma de m é dico no es garant ía de saber curar.He tenido que leer demasiados papers en mi vida para compartir esa opini ón. Creo que esgarant ía de algunas importantes virtudes positivas: laboriosidad, tenacidad, need of achievement , amor propio, aderezadas con una cierta dosis de inteligencia espec ífica y gustopor la ciencia. No es garant ía de tener esp íritu cr ítico ni ideas originales, grandes o peque ñas.

Piénsese en lo trillado y n ítido del camino que tiene que seguir un joven para llegar a

publicar. Apenas graduado se lo env ía a hacer una tesis a perfeccionarse al hemisferio Norte,donde entra en alg ún equipo de investigaci ón conocido. Tiene que ser rematadamente malopara no encontrar alguno que lo acepte. Para los graduados de los pa íses subdesarrolladoshay consideraciones especiales, becas, paciencia.

Allí le ense ñan ciertas t écnicas de trabajo –inclusive a redactar papers -, lo familiarizan conel instrumental m á s moderno y le dan un tema concreto vinculado con el tema general delequipo, de modo que empieza a trabajar con un marco de referencia claro y concreto. Es dif ícilpara los no investigadores darse cuenta de la ventaja que esto último significa. Se le especificaincluso qu é tipos de resultados se esperan, o qu é hipótesis debe probar o refutar. Puedeconsultar con sus compa ñeros –a veces tambi én con el jefe del equipo, pero es m á s raro que

sea accesible, porque est á de viaje, o con problemas administrativos, o porque es demasiadoexcelso para que se lo moleste-, dispone de la bibliograf ía y tecnolog ía necesarias, escucha los

Page 15: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 15/36

comentarios de los visitantes, y puede dedicarse a su trabajo tiempo completo. Cuandoconsigue alg ún resultado, la recomendaci ón de su jefe basta para que su trabajo sea publicadoen una revista conocida, y ya ha ingresado al club de los cient íficos.

Nótese que en todos estos pasos la inteligencia que se requiere es m á s receptiva quecreativa, y receptiva en el tema de que se trata, nada m á s (en cuanto se tiene un poco m á s queeso, ya empieza uno a destacarse). El joven recibe sus instrucciones de trabajo especificadas yla investigaci ón procede seg ún reglas de juego establecidas de antemano (s é que estoprovocar á protestas de todos los que se sintieron abandonados y perdidos durante los primerosmeses, al llegar a un laboratorio extranjero, pero traten de comparar esa sensaci ón con la deestar trabajando solos, en un lugar aislado, teniendo incluso que elegir solos el tema de tesis yque juzgar solos la importancia del resultado). Poca diferencia hay entre esto y sus estudiosuniversitarios, salvo la dedicaci ón. Aquello de “90% de transpiraci ón...” sigue valiendo, pero con99,9.

Si en el curso de algunos a ños ha conseguido publicar media docena de papers sobre laconcentraci ón del ión potasio en el ax ón del calamar gigante excitado, o sobre la correlaci óndel n úmero de diputados socialistas y el n úmero de leyes aprobadas, o sobre la representaci ónde los cuantificadores l ógicos mediante operadores de saturaci ón abiertos, ya puede serprofesor en cualquier universidad, y las revistas empiezan a pedirle que sirva de referee ocomentarista. Pronto alg ún joven se acerca a pedirle tema de tesis (o porque es bueno oporque los buenos no tienen m á s lugar) y a partir de entonces empieza a adquirir granimportancia su talento para las relaciones p úblicas.

Pero aunque hubiera no uno, sino cien de estos cient íficos por cada mil habitantes, losproblemas del desarrollo y el cambio no estar ían m á s cerca de su soluci ón. Ni tampoco losgrandes problemas de la ciencia ‘universal’.

Los m á s capaces, los m á s creativos, sufren tambi é n la influencia de este mecanismo, ysometidos a la competencia de la mayor ía se ven presionados a dedicar sus esfuerzos acumplir esos requisitos formales, para los cuales, justamente muchas veces no tienenhabilidad. Y aunque el sistema deja todav ía muchos resquicios y oportunidades para los m á sinteligentes, podemos decir por lo menos que no estimular la creatividad y las grandes ideas,sino el trabajo met ódico ( útil pero no suficiente para el progreso de la ciencia y la adaptaci ón anormas establecidas).

No es de extra ñar que la masa cada vez mayor de cient íficos est é absorbida por lapreocupaci ón de esa competencia de tipo empresarial que al menor desfallecimiento puedehacerle perder subsidios, contratos y prestigio, y se deje dominar por la necesidad de vendersus productos en un mercado cuyas normas es peligroso cuestionar. Y eso ocurre aunque

pol íticamente est á a veces en contra del sistema social del cual el mercado cient ífico es unreflejo.

Y no es de extra ñar tampoco que estos últimos 35 a ños –una generaci ón- no hayan visto laaparici ón de ninguna idea del calibre que nos dieron Darwin, Einstein, Pasteur, Marx, Weber,Mendel, Pavlov, Lebesgue, G ödel, Freud o la pl é yade de la mec ánica cu ántica.

La ciencia de la sociedad de consumo ha producido innumerables aplicaciones de granimportancia, desde computadoras hasta órganos artificiales, pero ninguna de esas ideasemocionantes, verdaderos momentos estelares de la humanidad, a que nos referimos m á sarriba.

Esta es una afirmaci ón que necesita muchas m á s pruebas que las que puedo dar aqu í, pero

me parece indispensable hacerla, porque en la medida en que sea cierta, la ciencia actual estausufructuando indebidamente el prestigio de obra humana universal que conquist ó

Page 16: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 16/36

merecidamente la ciencia del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, y eso deforma lavisibilidad pol ítica de los cient íficos.

Cualquier especialista angustiado por publicar antes que sus competidores, cualquier lectorde revistas cient íficas generales o de divulgaci ón, quedar á indignado ante la afirmaci ón de laciencia hoy no avanza como la de ayer cuando su sensaci ón es que le resulta imposiblemantenerse informado siquiera superficialmente de todo cuanto se hace.

Y es verdad que la ciencia actual avanza mucho en extensi ón. Lo que yo afirmo es queavanza menos que antes en profundidad (creo que la met á fora es clara, ya que no cient ífica).Faltan grandes ideas –o al menos hay escasez de ellas-, sobre la diversidad y detalle. Lacalidad se ha transformado en cantidad.

Dado el tama ño de este volumen estoy obligado a pintar la situaci ón en blanco y negro,admito que la realidad no es tan extremista y presenta posibles excepciones. Hay casosdiscutibles que pueden ser propuestos como contraejemplos. La biolog ía molecular ha logradohermosos resultados; la econom ía debe mucho a Leontiev y a la investigaci ón operativa; sehabla mucho de Cibern é tica y teor ía de la informaci ón como armas revolucionarias para todaslas ciencias.

Sin entrar en la discusi ón seria de estos casos, repetimos sin embrago que son discutibles.La biolog ía molecular, en el terreno de las grandes ideas, ha hecho poco m á s que confirmar ycompletar viejas afirmaciones de la Bioqu ímica cl á sica, llegando al an á lisis completo demuchos procesos y sustancias complicadas y dando los mecanismos de bios íntesis de algunasde ellas. Ha producido ideas importantes como la doble h é lice y el mecanismo gen é tico para las íntesis de prote ínas, pero que no est án en las categor ías mencionadas m á s arriba. Tal vezcuando se proponga una teor ía de la memoria o de las mutaciones grandes se podr á hablar decontraejemplos, pero por ahora se ve m á s ingenio que genio y, por supuesto, muchalaboriosidad.

La Cibern é tica, inventada por los norteamericanos y adoptada por los rusos con fervor – despu é s de haberla rechazado al principio por motivos ideol ógicos- es un concepto muy amplioy que da poco ‘jugo’. No hay all í ninguna idea sino la sola observaci ón de que el control seconsigue efecientemente por realimentaci ón; muy poco m á s que eso –a nivel general-, aunque,por supuesto, es una observaci ón que se aplica a casi todos los mecanismos (f ísicos ofisiológicos) que andan por ah í. Má s útil que saber que uno habla en prosa, no llega acompararse en importancia siquiera con ideas como la de usar principios variacionales, en elmismo orden de generalidad.

La teor ía de la informaci ón es un caso an á logo: salvo en la ingenier ía de comunicaciones – campo para el cual fue inventada-, lo único que se usa de ella es su definici ón cuantitativa de

informaci ón como entrop ía negativa, lo cual ‘viste’ mucho, pero es un concepto muy limitadopara tan pretencioso nombre. Tanto é sta, como la Cibern é tica (y la teor ía de los juegos) sons íntomas claros en la ciencia actual. Nacidas leg ítimamente para resolver problemas concretos,han sido pr á cticamente comercializadas por los que quieren disimular la falta de ideasafectando sofisticaci ón matem á tica o f ísica, como el m é dico cubr ía su ignorancia con latinajos.

La investigaci ón operativa por lo menos promete dar grandes ideas. Es una rama de laMatem á tica, nueva por su enfoque, y con abundantes muestras de ingenio y m é todos propios,que cuando desemboque en una teor ía general de la decisi ón es posible que alcance esacategor ía m áxima. Pero n ótese otra vez la influencia del sistema: esta nueva ciencia naci ó parasatisfacer muy concretas necesidades empresariales y militares; es natural, pues, que sea la

que muestra m á s vitalidad. La Matem á tica ‘pura’, en cambio, est á dedicada a un juegoesot é rico que no parece llevar a ninguna parte.

Page 17: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 17/36

Los físicos y qu ímicos no pueden enorgullecerse de ideas y teor ías al nivel de lainvestigaci ón operativa o de la biolog ía molecular, aunque s í de muchos descubrimientosimportantes hechos con los nuevos aparatos de los que disponen. La mayor ía de susresultados est án en la categor ía de lo que los franceses llaman ‘burro que trota’: si sepersevera se llega, sin necesidad de mucha inteligencia, porque el camino est á claro gracias alas grandes ideas en la actividad te órica de los f ísicos.

En las ciencias humanas el panorama es m á s desolador todav ía. El uso indiscriminado de laestad ística y la imitaci ón acr ítica de los m é todos de las ciencias f ísicas no permiten tenergrandes esperanzas para el futuro pr óximo. (Toynbee hace mucho tiempo hizo observacionesmuy similares con respecto a los historiadores). Intentos ambiciosos como la teor ía de la acci ónde Parsons, no parecen haber justificado las esperanzas que despertaron. No hay ideasnuevas en psicolog ía (la escuela de Piaget se inici ó en el primer tercio de nuestro siglo), y s ólola introducci ón de modelos matem á ticos de aprendizaje da algo de frescura a este campo. Lamayor vitalidad y originalidad se encuentra en los cr íticos de la sociedad actual en su formamá s moderna, el nuevo estado industrial. Galbraith, Wright Mills, Marcuse y varios otros sonprecursores del estudio cient ífico del cambio de la sociedad, que deber ía ser, as í lo espero, elsemillero de las nuevas grandes ideas.

Esta escasez de genio –ideas que son cualitativamente distintas- asume su verdaderaproporci ón cuando se la compara con la superabundancia de medios disponibles.

Hoy hay m á s cient íficos vivos que en toda la historia previa de la humanidad, y disponen derecursos en cantidad m á s que proporcional a su n úmero. Con esos recursos adquierenaparatos y materiales maravillosos, asistentes bien entrenados, bibliograf ía completa y r ápida.Disfrutan de gran prestigio y de sueldos nada despreciables. ¿Qu é han producido con todasesas ventajas? Toneladas de papers y muchos objetos, pero menos ideas que antes.

As í, pues, insisto: a pesar de la fren é tica actividad, el superej é rcito de los cient íficos de estageneraci ón ha producido en el estilo consumista, gran cantidad de bienes para su mercado, decalidad buena pero nada extraordinaria. Son los tecn ólogos los que han brillado, creandoextraordinarios bienes materiales para consumo de las masas, los ej é rcitos, las empresas y loscient íficos: computadoras, televisi ón, esapcionaves, bevatrones, y cada a ño, modelos deautom óviles. Ramas de la ciencia vegetan sin desarrollarse, y entre é stas la que m á s nosinteresa: la ciencia del cambio de la estructura social.

Y es muy importante notar que este fen ómeno no est á ligado a la propiedad de los mediosde producci ón (otra falacia de simplicidad en el estudio de sociedades). Los cient íficossovi é ticos no han producido ideas comparables a las del mundo occidental y ni siquieracomparables a las que concibieron Mendeliev, Pavlov, Chevichev, Lomonosov, en la época

feudal zarista. Su ciencia natural actual es indistinguible de la norteamericana, y su cienciasocial –campo en la cual se supon ía que el m é todo y la teor ía marxista les dar ían ampliasventajas- es un desierto silencioso.

Por supuesto los otros pa íses socialistas son demasiado nuevos para poder juzgar suproducci ón cient ífica. No puede descartarse que cuando se sepa bien en qu é consiste la‘revoluci ón cultural’ china, resulte contener alg ún concepto importante para la sociolog ía y laciencia pol ítica.

Huelga aclarar que estas opiniones no son populares entre los cient íficos, y que ser á nrechazadas enf á ticamente por superficiales, subjetivas, parciales y no cient íficas en general.Las discusiones ser án largas y engorrosas, entre otras cosas, porque una de las tantas

lagunas de la ciencia actual es no haber desarrollado una teor ía de la importancia, ni siquiera

Page 18: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 18/36

de la importancia, ni siquiera a la altura de la enclenque teor ía de la verdad de losepistem ólogos.

Admito que si alguien prefiere creer que esta escasez de grandes ideas es un fen ómenoinevitable producido por el propio desarrollo en profundidad de la etapa anterior –as í como unprofundo avance militar requiere un largo tiempo de operaciones menos espectaculares deconsolidaci ón- est á en su derecho. Pero esa ser á una creencia basada en analog ías muchomenos cient íficas que la esquem á tica explicaci ón causal aqu í intentada.

De todos modos me parece que queda demostrado que una distinta asignaci ón de losescasos recursos humanos de alta calidad intelectual que existen habr ía dado otro tipo deciencia. Nuestra ciencia est á moldeada por nuestro sistema social. Sus normas, susvaloraciones, sus é lites, pueden ser cuestionadas; existen no por derecho divino ni ley de lanaturaleza sino por adaptaci ón de la sociedad actual, y pueden estar completamenteinadaptados a una sociedad futura.

Hay bastantes motivos para confiar en que una nueva sociedad favorecer á el florecimientode grandes ideas, y no s ólo por su inter é s en nuevas ramas de la ciencia sino porque permitir á nuevos modos de trabajo.

Si los grandes pensadores se pusieran a pensar en c ómo recuperar a los muchos grandespensadores en potencia que hoy se pierden por ser como es este sistema social, el efectomultiplicador ser ía inimaginable.

Si pudieran dedicar un esfuerzo equivalente al costo de la propaganda comercial aorganizar un sistema inteligente de recuperaci ón de la informaci ón cient ífica producida en todoel planeta –tarea que llevar ía muchos a ños y conceptos originales- habr íamos ascendido a otronivel de eficiencia.

Pero este sistema social, si bien no excluye expl ícitamente ninguna de estas actividades,las hace pr á cticamente imposibles, porque violan sus m é todos habituales de funcionamientos yamenazan poner en descubiertos sus defectos m á s profundos. Lo que act úas m á s eficazmentees el mecanismo de autocensura: el sistema tiene todav ía muchos resquicios que podr íanaprovecharse (cada vez menos), pero el temor en caer en desgracia, a hacer el rid ículo, essuficiente para alejar a la mayor ía de los investigadores de los temas que los mismosconsideran que puedan ser considerados de peligrosos por el sistema o de poco serios por suscolegas.

La tarea de investigar al sistema en su totalidad es, por ahora, dominio casi exclusivo de loside ólogos de partido, r á pidamente detectados y etiquetados por los cient íficos, que con esesólo juicio descartan todos sus argumentos, entre los cuales siempre hay algunos muy v á lidos.

La mayor ía de las veces encuentran justificaci ón en el car á cter dogm á tico y poco realista de

estos ide ólogos. Estos a su vez achacan justificadamente a los cient íficos indiferencia ante losproblemas sociales, y el resultado es una separaci ón muy neta entre ambos, que no estimulapor cierto el estudio serio del cambio.

Todo este conjunto de caracter ísticas de la investigaci ón cient ífica actual es lo quepodr íamos llamar ‘cientificismo’. Resumiendo, cientificista es el investigador que se haadaptado a este mercado cient ífico, que renuncia a preocuparse por el significado social de suactividad, desvincul ándola de los problemas pol íticos, y se entrega de lleno a su ‘carrera’,aceptando para ella las normas y los valores de los grandes centros internacionales,concentrados en un escalaf ón.

El cientificismo es un factor importante en el proceso de desnacionalizaci ón que estamos

sufriendo; refuerza nuestra dependencia cultural y econ ómica, y nos hace sat é lites de ciertospolos mundiales de desarrollo.

Page 19: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 19/36

El cientificista en un pa ís subdesarrollado es un frustrado perpetuo. Para ser aceptado enlos altos c írculos de la ciencia debe dedicarse a temas m á s o menos de moda, pero como lasmodas se implantan en el Norte, siempre comienza con desventaja de tiempo.

Si a esto se agrega el menor apoyo log ístico (dinero, laboratorios, ayudantes, organizaci ón)es f á cil ver que se ha metido en una carrera que no puede ganar. Su única esperanza esmantener lazos estrechos con su Alma Mater –el equipo cient ífico con quien hizo su tesis oaprendizaje-, hacer viajes frecuentes, conformarse con trabajos complementarios o de rellenode los que all í se hacen, y en general llegar a una dependencia cultural total.

Algo má s felices son aquellos cuyo campo tiene un aspecto local esencial. Ge ólogos,biólogos, antrop ólogos, cuando se conforman en describir caracter ísticas locales, renuncianpara siempre a la primera categor ía cient ífica, pero en cambio realizan una tarea derecolecci ón de datos muy apreciadas por aquellos que los utilizar án como materia prima en elNorte, y sin riesgos de competencia por parte de esos centros m á s avanzados.

Este tipo de investigador no es un cientificista puro, aunque comparte muchas de suscaracter ísticas. M á s le corresponde el nombre de ‘subdesarrollado’, porque aunque utilice lastécnicas m á s modernas, su labor se reduce a suministrar materia prima –datos emp íricos- paraser elaborada en los centros internacionales.

Ellos tambi é n usan el paper como medida de su trabajo, y aqu í eso tiene alg ún sentido,pues son pocas las ideas, y el trabajo rutinario –aunque sea de calidad- se mide bastante bienpor la cantidad producida.

Innumerables papers se han publicado en este pa ís sobre mediciones de is ótoposradiactivos, estructura molecular por resonancia paramagn é tica, descripciones de especiesbiológicas, an á lisis de aceites esenciales, cartas geol ógicas, composici ón de las importaciones,origen social de los militares o n úmero de cient íficos exiliados. A esa categor ía pertenecetambi én el famoso proyecto Camelot, lo cual muestra otros peligros de investigaci óndependiente.

Y ya que estamos clasificando, completamos el panorama con los ‘f ósiles’ oseudocient íficos, que todav ía constituyen una parte apreciable de nuestro profesoradouniversitario. Estos son simplemente ignorantes: interpretar ían a esta cr ítica a la ciencia actualcomo un llamamiento a no estudiarla y una justificaci ón a su incapacidad. Es un grupo enretroceso, acosado por los cientificistas, en v ías de extinci ón, pero todav ía fuerte,especialmente en las ciencias biol ógicas y sociales. No tienen otro objeto que aferrarse a suscargos y durar.

Page 20: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 20/36

IV- Autonom í a Cient í fica.La ciencia actual, en resumen, est á adaptada a las necesidades de un sistema social cuyo

factor din á mico es la producci ón industrial masificada, diversificada, de r á pida obsolescencia;cuyo principal problema es vender –crear consumidores, ampliar mercados, crear nuevasnecesidades o como quiera decirse- y cuya instituci ón típica es el gran consorcio, modelo deorganizaci ón y filosof ía para las fuerzas armadas, el gobierno y las universidades.

Es lógico que este sistema estimule la especializaci ón, la productividad, la competitividadindividual, la invensi ón ingeniosa, el uso de aparatos, y adopte criterios cuantitativos, derentabilidad de inversiones para evaluar de todo tipo de actividad.

Esto se refleja, hemos visto, en la ciencia actual de todo el mundo: en los pa ísesdesarrollados por adaptaci ón, y en los dem á s por seguidismo, por colonialismo cient ífico.

El que aspire a una sociedad diferente no tendr á inconvenientes en imaginar una manera dehacer ciencia muy distinta de la actual. M á s a ún, no tendr á má s remedio que desarrollar unaciencia diferente. En efecto, la que hay no le alcanza como instrumento para el cambio y laconstrucci ón de un nuevo sistema. Puede aprovechar muchos resultados aislados, pero noexiste una teor ía de la revoluci ón ni una t é cnica de implementaci ón de las utop ías. Lo que dijoMarx hace m á s de cien a ños y para otro continente no fue desarrollado ni adaptado a nuestrasnecesidades –ni corregido- de manera convincente, y hoy veinte grupos pueden decirsemarxista y sostener posiciones t á cticas y estrat égicas totalmente contradictorias. Si no sequiere proceder a puro empirismo e intuici ón, no hay otro camino que hacer ciencia por cuentapropia, para alcanzar los objetivos propios.

Esto significa inscribirse en el movimiento pro autonom ía cultural, que es la etapa m á sdecisiva y dif ícil de la lucha contra el colonialismo.

Lo que significa la autonom ía cultural est á en general claro, salvo justamente en lo querespecta a la ciencia, y eso por las razones que hemos dado. No es mucha la autonom íacient ífica que podamos conseguir sin cambiar el sistema social o sin que ese sea nuestroobjetivo. Y no cambiaremos gran cosa el sistema si logramos independizarnos cient íficamenteaunque sea en parte.

Esto no es tan f ácil de conseguir, no s ólo por sus dificultades intr ínsecas, sino porquedebemos enfrentarnos a toda una campa ña organizada para la “integraci ón cient ífica” deAmé rica Latina, que se opone a la autonom ía.

Iniciada formalmente en Punta del Este en la reuni ón de los presidentes en enero del 67para ‘estimular el desarrollo’ de nuestra ciencia, prosigue con las actividades del ConsejoInteramericano Cultural, que organiza el ‘Centro de Excelencia’ para educar de manerahomog é nea a los investigadores y profesores latinoamericanos seg ún las indiscutidas normasde la ‘ciencia universal’. Simult áneamente, nuestros gobiernos, preocupados por el atrasoecon ómico, claman ante la CEPAL (Lima, abril de 1969) para que el hemisferio Norte nostransmita a mayor velocidad su ciencia y su tecnolog ía. Y la National Academy of Sciencepromueve reuniones de cooperaci ón cient ífica, como la de Mar del Plata, julio de 1969.

Con eso nos atan m á s fuertemente, a ún a la sociedad de consumo, que es aceptada sindiscusi ón como único estilo concebible del desarrollo. Y lo m á s rid ículo es que todas estasactitudes son aplaudidas o vistas con buenos ojos hasta por aquellos que luchan sinceramentecontra la dependencia econ ómica. Aceptar la tecnolog ía del Norte significa producir lo mismoque ellos, competir con ellos en el terreno que ellos conocen mejor, y por lo tanto, en definitivaperder la batalla contra sus grandes corporaciones, suponiendo que se desee darla. Y digoesto último porque si aceptamos su tecnolog ía a sea si aceptamos que nos ense ñan a penar,haremos lo mismo que ellos, seremos como ellos, y entonces pierde sentido toda lucha por la

Page 21: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 21/36

independencia econ ómica o incluso pol ítica. La soluci ón lógica en tal caso es la que eligi ó Puerto Rico.

Esta nueva pol ítica norteamericana de fomentar nuestra ciencia ha desorientado a nuestroscient íficos politizados. No existiendo –un ejemplo m á s- una ciencia de las relaciones coloniales,se siguen aplicando an á lisis hechos esencialmente a principios de siglo con escasasmodificaciones. As í, la imagen de un pa ís dependiente es la de exportador de materias primase importador de bienes manufacturados en la metr ópoli. Esto ya tuvo que modificarse para elcaso cada vez m á s general de los consorcios metropolitanos que instalaban f ábricas filiales enla periferia, pero de todos modos se aceptaba hasta hace muy poco sin discusi ón que elimperialismo era enemigo de que progresaran nuestra ciencia y nuestra tecnolog ía. No parec íaincluso que aprovechar un subsidio extranjero para investigaci ón cient ífica era casi comoarrebatar las armas al invasor.

¿Por qu é entonces tanto inter é s norteamericano, reflejado por los gobiernos t íteres denuestros pa íses, en elevar nuestro nivel cient ífico? No se trata de una ‘contradicci ón delcapitalismo’; por el contrario, es una estrategia correcta para ellos, y si alguna contradicci ónhay es que la guerra de Vietnam y sus dem á s problemas no permiten a los Estados Unidosllevar adelante esta pol ítica con la intensidad deseada.

El hecho crucial es que el gran consorcio –el personaje m á s importante de la nueva‘sociedad industrial’- necesita expandirse sea como sea; implantar f ábricas en todas partes delmundo, crear all í consumidores como los de la metr ópoli (para que demanden los mismosbienes) y reclutar personal ejecutivo, administrativo y t é cnico-cient ífico para seguir creciendo.Como ya no es propiedad de una o dos familias, se ha despersonalizado y racionalizado alextremo, perdiendo el prejuicio de emplear s ólo compatriotas en puestos de responsabilidad.No les molesta ya poner en cargos de importancia a ‘nativos’, con tal que sean m á s fieles a laempresa que al pa ís. Pero eso es f á cil si el ideal de vida aceptado por el pa ís es el consumista,y má s a ún so se agita la simp á tica bandera de la integraci ón de los pa íses hermanos contra elpoco nacionalismo que a ún queda.

Esta pol ítica ya dio buenos dividendos en Europa y est á a punto de triunfar en Am é rica. Suobjetivo final es homogeneizar culturalmente al mundo: todos seguiremos las mismas modasen el vestido, la comida, la lectura, los entretenimientos, la investigaci ón cient ífica. La libertadconsistir á en poder elegir entre diferentes marcas de cigarrillos, autom óviles, colas,espectrofot ómetros, estaciones de televisi ón o cadenas de hoteles de turismo. Todos podemosservir como engranajes del mismo sistema, a nivel de consumidores, obreros o t é cnicos.

Contra lo que nos dec ían los ingenuos an á lisis izquierdistas, el imperialismo trata de unirnoscon nuestros vecinos, porque ya estamos en una etapa que esta uni ón no nos refuerza contra

é l, sino que nos quita la libertad de acci ón y permite dominar a los d íscolos a trav é s de lamayor ía sumisa. Es la unidad del reba ño, no la del ej é rcito. As í, en el caso de la integraci óncient ífica, todo intento de autonom ía quedar á sofocado, pues el com ún denominador de todoslos pa íses latinoamericanos es la ciencia standard del hemisferio Norte que hemos descrito, yal aceptar unirnos tenemos que acatar el criterio de la mayor ía.

Todo intento de homogeneizarnos es peligroso mientras provenga de afuera. La TVeducativa, la ense ñanza por medio de computadoras, los textos uniformes, son formas dulcespero eficaces del lavado de cerebro porque transmiten conocimiento enlatado en el exterior.Corolario: la autonom ía cient ífica debe defenderse a toda costa, as í como tambi én las dem á sformas de independencia cultural. La integraci ón cient ífica no debe aceptarse.

Nótese que el éxito de este programa de integraci ón ser ía un golpe mortal para los f ósilesde nuestras universidades, incapaces de alcanzar el nivel de capacidad que se propone. Nadie

Page 22: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 22/36

lo lamentar á , pero no olvidemos que de todos modos est án en proceso de extinci ón. Loscientificistas hacen de esta derrota de los f ósiles una bandera que confunde a muchos (otra vezla falacia triangular). En este contexto colonialista, creer que los f ósiles son el enemigo principalde la ciencia argentina es tan ingenuo como creer que el latifundista criollo es el enemigoprincipal de nuestra independencia econ ómica. El peligro principal es perder nuestra identidadnacional, la poca que nos queda. Una vez asimilados totalmente al bloque de la culturaconsumista habremos perdido toda oportunidad de elegir nuestros objetivos propios y elsistema social m á s adecuado para conseguirlos.

Debemos pues aclarar en qu é consiste esta autonom ía cient ífica, y c ómo se relaciona connuestro problema central: el cambio de sistema.

En primer lugar sostengo que aun desde el limitado punto de vista desarrollista es necesariala autonom ía cient ífica. Y adem á s, que ella es al mismo tiempo m á s beneficiosa para eladelanto de la Ciencia –con may úscula- que el seguidismo cientificista.

Pero debemos insistir, a riesgo de repetirnos, sobre el significado de esta autonom ía, pueses f á cil atacar por medio del rid ículo la idea de una ciencia argentina. ¿Qu é es una F ísicaargentina, o una Sociolog ía argentina, aparte de aplicaciones locales de verdades universalesdescubiertas por estas ciencias? La ley de la gravitaci ón no es inglesa aunque haya sidodescubierta all í. Lo que es verdad en Nueva York tambi én lo es en Buenos Aires.

Lo que ocurre es que la verdad no es la única dimensi ón que cuenta: hay verdades que sontriviales, hay verdades que son tontas, hay verdades que s ólo interesan a ciertos individuos.“Una proposici ón significa algo si y s ólo si puede ser declarada verdadera o falsa”, afirma unaescuela filos ófica muy en boga entre los cient íficos norteamericanos. Yo no lo creo: hay otradimensi ón del significado que no puede ignorarse: la importancia .

Es cierto que un teorema demostrado en cualquier parte del mundo es v á lido en todas lasdem á s, pero a lo mejor a nadie le importa (lo s é muy bien, como autor y lector de numerososteoremas que no interesan pr á cticamente a nadie).

La respuesta habitual a eso es: “no se sabe nunca; tal vez dentro de diez a ños este teoremava a ser la piedra fundamental de una teor ía important ísima”, y se dan algunos ejemploshist óricos (pocos, y casi todos dudosos). S í, como posibilidad l ógica no se puede descartar,pero ¿cu á l es su probabilidad? Porque si es muy cercana a cero no vale la pena paramolestarse. Adem á s seamos realistas: si un teorema que yo descubro hoy resulta importantedentro de diez a ños, es seguro que el cient ífico que lo necesite para su teor ía lo va aredescubrir por su cuenta, y reci én mucho despu é s alg ún historiador de la ciencia diga: “ya dieza ños antes ese teorema hab ía sido demostrado en Argentina”. No interesa. Ese valor potencialde cualquier descubrimiento cient ífico es el que tendr ía un ladrillo arrojado al azar en cualquier

sitio, si a alguien se le ocurriera construir all í una casa. Es posible, pero no se puede organizaruna sociedad, ni la ciencia de un pa ís, con este tipo de criterio. No todas las investigacionestienen la misma importancia, y por lo tanto la misma prioridad; ellas no pueden elegirse al azar.

Y la importancia es algo esencialmente local; una teor ía sobre el petr óleo no tiene el mismointer é s en Suiza que en Venezuela. Nosotros no debemos usar los criterios de importancia enel hemisferio Norte. Y si usamos nuestros propios criterios ya habremos comenzado a hacerciencia argentina.

La otra caracter ística local, nacional, de la ciencia es la gran complejidad propia y deinteracci ón con el medio, que presentan todos los sistemas y fen ómenos en escala humana.

En efecto, si bien un á tomo es el mismo en todas partes –se lo describe con las mismas

variables y est á sujeto a las mismas acciones externas- ya no ocurre lo mismo con un r ío, paracitar otro ejemplo f ísico. Lo que se puede afirmar v á lidamente para todos los r íos –la teor ía

Page 23: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 23/36

general de los r íos- no nos ayuda gran cosa para hacer predicciones interesantes en nuestraescala de tama ño y tiempo, sobre su comportamiento: inundaciones en cada uno de suspuntos, cambios de forma del lecho, caracter ísticas de sus puertos, etc é tera. Son tantas lasvariables que intervienen –caracter ísticas propias del r ío y condiciones de contorno como elterreno y el clima- y de importancia relativa tan diferente seg ún el río, que es absurdo construirun modelo general que sirva para cualquier r ío con s ólo cambiar los valores num é ricos de lospar á metros.

Cada r ío necesita su propia ‘teor ía’, que consiste en primer lugar en discernir cu á les son losfactores importantes para su comportamiento en funci ón de los objetivos del estudio, y luegocombinarlos seg ún leyes espec íficas porque son casos particulares especiales de leyesgenerales desconocidas.

Y si esto pasa con un sistema natural como un r ío, es claro que sucede en mayor grado conlos sistemas sociales o biol ógicos.

Han fracasado hasta ahora los esfuerzos de la Econom ía y la Sociolog ía por establecerleyes generales que sirvan para algo interesante a nuestra escala . Las pocas leyes v á lidas sontan amplias que resultan triviales, o se refieren a escalas de tiempo in útiles para la acci ón(como la teor ía de las civilizaciones de Toynbee, si fuera cierta). Y las que sirven para guiar lapol ítica econ ómica de un pa ís europeo no tienen casi nunca validez aqu í. La insistencia enquerer aplicarnos leyes emp íricas, criterios o instrumentos que han probado alguna eficienciaen el Norte, es un concepto err óneo de la ciencia por parte de los que desde all í lo proponen, yes mero seguidismo por parte de los que los aceptamos. Los ejemplos que pueden darse alrespecto son infinitos.

Si alguna afirmaci ón cient ífica nos permite hacer la experiencia, es que conviene plantear elestudio de cada problema social y de otros de an á loga complejidad en su marco de referencialocal, buscando factores importantes y las leyes adecuadas al caso particular, sin despreciar laexperiencia universal, pero sin aceptarla a priori. Hacer eso en Argentina es hacer cienciaargentina. Y sus adelantos contribuir án a construir esa ciencia social universal, hoy tanendeble, m á s que el seguidismo a las ideas del hemisferio Norte. Para evitar confusiones,insistir é en que la autonom ía cient ífica es independencia de criterio, actitud cr ítica, pero deninguna manera rechazo indiscriminado de todo lo que provenga de otro pa ís: ideas, aparatos,informaci ón. Basta recordar que la ciencia del Norte ha producido una fuerza f í sica irrebatible,las armas, a las cuales ser ía suicida renunciar por mucho af án de independencia cultural quese tenga.

Hay desgraciadamente pocos ejemplos en el mundo que nos sirvan de gu ía para no caer enextremismos infantiles, pues hoy el pa ís que no copia a los Estados Unidos copia a la URSS

(en rigor, de China no se sabe nada). Una posici ón má s razonable me parece ver en algunosaspectos del movimiento pro black studies de los negros norteamericanos. Algunos estudiantesnegros se rehusan a caracterizar a los grupos sociales con las variables usadas por lossoci ólogos blancos, porque ellas no siempre son las m á s útiles para comprender lo que ocurre,por ejemplo, con las familias negras. Las variables que describen a la familia negra deben serelegidas teniendo en cuenta sus problemas especiales, los objetivos que persiguen los negrosy los instrumentos de acci ón que ellos pueden manejar.

Por mi parte creo que hay un m é todo de trabajo que pr ácticamente obliga a hacer cienciaaut ónoma razonable. Es el estudio interdisciplinario de problemas grandes del pa ís, incluyendouna adaptaci ón a é ste de la ense ñanza superior.

Por ‘estudio interdisciplinario’ no quiero decir un equipo dirigido por un bi ólogo, por ejemplo,en el que act úan como colaboradores secundarios qu ímicos, estad ísticos o economistas, ni

Page 24: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 24/36

tampoco un estudio m últiple de los distintos aspectos del problema hecho por variosespecialistas que trabajan cada uno por su cuenta. El primer tipo de estudio es en realidadmonodisciplinario y el segundo multidisciplinario. El ‘inter’ indica un grado de organizaci ón yamplitud mayor: los distintos aspectos discutidos en com ún por especialistas de igual nivel enlas disciplinas, para descubrir las interconexiones e influencias mutuas de esos aspectos, ypara que cada especialista aproveche no s ólo los conocimientos, sino la manera de pensar yencarar los problemas habituales en los dem á s. Esta interacci ón de disciplinas, que exigediscusi ón, cr ítica y est ímulo constante entre los investigadores, y permite que ideas y enfoquestípicos de una rama de la ciencia se propaguen de manera natural a las dem á s, me parece unagarant ía de éxito.

Tomemos como ejemplo el estudio de una regi ón como el Chaco o la Patagonia. Escostumbre en estos casos hacer investigaciones separadas de los aspectos geogr á ficos,ecol ógicos (cuando no simplemente descripci ón de especies), econ ómicos y sociales, aunquecada uno de esos equipos incluye colaboradores de diversas disciplinas ‘auxiliares’. Al no serintegrados esos equipos, no pueden poner de acuerdo sus evaluaciones de la importanciarelativa local de los diferentes subproblemas de que se compone la investigaci ón, y entoncescada equipo hace un estudio ‘neutro’, siguiendo criterios universalistas y se recoge unacantidad de informaci ón que dice un poco de cada cosa y no es suficiente para ninguna. As í, elec ólogo puede estudiar infinitas cosas interesantes, pero en un equipo interdisciplinario elegir á aquellas que sean m á s útiles seg ún los criterios comunes a todos (que en el caso ideal estar á nguiados por un plan, estrategia pol ítica u objetivos nacionales). Lo mismo puede decirse delantrop ólogo, del economista y hasta del cart ógrafo. Si trabajan cada uno por su cuenta, caenindefectiblemente en los criterios ortodoxos de sus ciencias, por falta de otra orientaci ón. Si seintegran, no pueden perder de vista que el estudio se hace en este pa ís, con estos objetivos yestos recursos, que deben asignarse eficientemente. Es muy distinto estudiar la fauna generalque estudiarlo en funci ón de ciertos usos espec íficos posibles. Es muy distinto estudiar la faunageneral de una regi ón que buscar enemigos naturales de ciertas especies que se quierenimplantar. Es muy distinto estudiar la cultura entera de una tribu que preocuparseespecialmente por sus probables actitudes si se la tiene que desplazar de su territorio usualporque all í se har á un embalse.

Es de notarse que estas cuestiones parecen superficialmente ser de ciencia aplicada pero,como siempre, en cuanto se quieren tratar en serio conducen a la investigaci ón te órica original.Huelga decir que la soluci ón de cualquier problema social requiere un planteo te órico, casisiempre con alguna dosis de originalidad, antes y despu é s de la recolecci ón de datos. Que laobservaci ón activa de la naturaleza conduce a cuestiones te óricas tampoco es novedad: no es

por simple aplicaci ón de lo que ya se sabe que se resuelven problemas como la desulfuraci ónde un petr óleo o la contaminaci ón de ciertas aguas o suelos. Pero a ún en el campo de laMatem á tica abstracta pueden surgir problemas te óricos nuevos en cuanto uno se proponeutilizarla sin preconceptos, como me ha tocado verificar.

En efecto, por el solo hecho de intentar la sistematizaci ón global y razonablemente detalladade sistemas econ ómicosociales, pero buscando hacerlo de modo que resulte útil para tomardecisiones y comparar distintas estrategias –no s ólo para publicar papers - se ve uno llevadopoco a poco a descartar las herramientas cl á sicas del An á lisis y el Álgebra. Eso no deber íasorprender a nadie, a posteriori , pues casi todas las motivaciones externas para el desarrollode esas herramientas provinieron de la F ísica, cuyos problemas son de otro tipo.

Ese intento, hecho ya sin prejuicios, lleva a modelos matem á ticos de tal complejidad queresulta imposible extraer de ellos conclusiones generales, mediante el examen ortodoxo de

Page 25: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 25/36

cada una de sus f órmulas o ecuaciones. Ya he desarrollado este tema en otras publicaciones,de modo que me limito aqu í a decir que el manejo de estos modelos grandes requiere puntosde vista no complementados en las ramas de moda en la Matem á tica actual. El m é todo que seest á empezando a desarrollar ya tiene nombre –Experimentaci ón Num é rica- pero no

justificaci ón te órica; es parecido al de la simulaci ón (tambi én carente de teor ía general) peroincluye no s ólo nuevas necesidades a estudiar por la Estad ística, sino ramas apenas tratadas‘emp íricamente’, como la taxonom ía num é rica, cuya teor ía est á en pa ñales.

Tal vez los matem á ticos j óvenes hallar ían un campo para satisfacer su vocaci ón te óricatratando, pues, de resolver este gran problema pr á ctico de representar un sistema complejo ymanejar luego esa representaci ón o modelo de manera que se pueda extraer alg ún tipo deconclusiones útiles.

No se trata pues de hacer ciencia aplicada, sino de no romper la cadena completa de laactividad cient ífica: descripci ón, explicaci ón, predicci ón, decisi ón.

El acad émico desprecia el último eslab ón; el emp írico se queda s ólo con é l. Aquí sepropone empezar por é l, pues decidir implica haber definido los objetivos y por lo tanto da elverdadero planteo del problema. Y luego ir hacia atr á s funcionalmente:

Predecir, no para tener la satisfacci ón de acertar, sino para poder decidir, o sea elegir entrevarias posibilidades la que mejor lograr á los objetivos. Explicar no por el placer de construirteor ías, sino para poder predecir. Describir no para llenar enciclopedias, sino en funci ón de lateor ía, usando las categor ías necesarias para explicar.

Observamos por último, que esta forma integrada de trabajo en equipo se ve rara vez en elhemisferio Norte. Es una modalidad poco compatible con la descripci ón que hemos hecho de laciencia actual, y se recurre a ella s ólo en caso de guerra o de compromisos similares –como lacarrera hacia la luna- y con grandes dificultades. La competitividad se opone a la participaci ónen un equipo de iguales, donde ser á luego dif ícil discernir la paternidad de las ideas, y dondehay que renunciar a la comodidad de ignorar todo salvo una especialidad limitada.

Tiene pues sentido hablar de autonom ía cient ífica. A muchos les parece conveniente deprevenir posibles deformaciones de la ciencia debida a un monopolio que tiende a hacersecada vez mayor. Y como hemos dicho, ser meros sat é lites cient íficos es serlo tambi én entecnolog ía y por lo tanto en econom ía. Si en algo apreciamos nuestra nacionalidad debemoscuidar nuestra independencia tambi é n en el campo cient ífico.

Page 26: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 26/36

V- Ciencia y Cambio Social.Los ejemplos mencionados parecen mostrar que puede hacerse ciencia aut ónoma dentro

de este sistema social y usarla en sentido desarrollista. Pero eso es ilusorio: un proyecto comoel estudio regional lleva r ápidamente a plantear preguntas decisivas para las cuales el sistemaactual tiene s ólo respuestas artificiales. ¿Cu á les son los objetivos nacionales? ¿Cu á les son los‘intereses’ que no se pueden tocar? Incluso para armar el equipo de investigadores y lograr quefuncione sin tropiezos durante el tiempo necesario para llegar a alg ún resultado, es necesariocambiar profundamente el sistema. Un estudio as í afectar ía demasiados intereses poderosos yhasta perjudicar ía la carrera cient ífica individual de los miembros del equipo, por no adaptarseal cientificismo.

Estos inconvenientes se presentan en mayor grado a ún si pasamos a considerar el granproyecto: la investigaci ón del proceso de toma del poder y construcci ón de un nuevo sistemasocial. Pero es claro que al ser estos los objetivos del estudio, s ólo participar án en é l cient íficospolitizados, rebeldes, a quienes poco importa sacrificar su carrera cient ífica dentro de este sistema , y que saben de antemano que sus m é todos de trabajo deben tener muy en cuentaesas condiciones ambientales: intereses hostiles y falta de fondos.

Veamos algunas caracter ísticas de este proyecto.A) El tama ño del problema y la escasez de recursos humanos, materiales y de tiempo, hacenridícula la esperanza de avanzar mucho en su resoluci ón antes del cambio. Adi ós revoluci ón sitiene que esperar el visto bueno de los ‘sabios’. Pero numerosos problemas parcialesconcretos pueden ser resueltos, y el mero planteo de los m á s generales en t é rminos objetivos yadaptados a las condiciones locales va a contribuir en grado sorprendente a esclarecer laestrategia en todos sus aspectos.El énfasis sobre condiciones locales es esencial. Si se pretende hacer una teor ía general de larevoluci ón se habr á fracasado de entrada. Debe plantearse un problema de decisi ón diná mica:sabemos esto y aquello de la Argentina de hoy y de la situaci ón mundial. Qu é medidasprovisorias debemos adoptar de inmediato; qu é nueva informaci ón hay que conseguir; qu é estudios parciales hay que realizar a corto plazo y a qu é decisiones menos provisorias se llegaen base a ellos con respecto a cu á ndo y c ómo actuar. Este proceso se va repitiendocontinuamente, poniendo al d ía la estrategia y la t áctica en base a la nueva informaci ón. Estasson preguntas t ípicas de un estado mayor. El papel de un cient ífico no es reemplazar, sinointegrarse a ese estado mayor revolucionario, cuando exista, y usar su experiencia cient ífica

junto con la experiencia de los hombres de acci ón. El Pent ágono tambi én tiene sus ‘trusts decerebros’, pero por supuesto la analog ía termina ah í.B) Ser ía ingenuo pensar que unos pocos meses de discusi ón en el grupo inicial puedenproducir un acuerdo sobre cuestiones generales que permita plantear un ívocamente losproblemas espec íficos. No se puede empezar un estudio cient ífico del cambio tratando dedecidir si todos los esfuerzos deben concentrarse en investigar los problemas de la guerrillacampesina, de la movilizaci ón obrera o de la pr édica general. No se sabe lo suficiente, alcomienzo, para poder elegir.Habr á que ocuparse de todas las alternativas, hasta donde den las fuerzas. Con suerte e podr á ir eliminando algunas a medida que se comprende mejor la situaci ón. Lo m á s probable es quesea necesario integrar todas las alternativas estudiadas en una estrategia mixta, para la cualhabr á que conocerlas todas bien.Del mismo modo, el rumbo tan distinto seguido por la URSS, China, Cuba, etc é tera, despu é sde triunfar sus revoluciones, hace evidente la necesidad de definir concretamente los objetivosdel nuevo sistema social, a corto plazo, teniendo en cuenta las condiciones locales. Esta es

Page 27: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 27/36

una cuesti ón fundamental, y por lo tanto es dif ícil que haya un acuerdo r ápido. Ser á necesarioexplorar todas las alternativas que sean propuestas y apoyadas.C) Al llegar a nivel de problemas semiespec íficos aparecer án muchas cuestiones yalargamente debatidas por economistas, soci ólogos, etc é tera, pero el marco de referenciarevolucionario implica analizar aspectos de ellas que casi nunca se toman en cuenta, comoveremos en los ejemplos que siguen.Estos ejemplos pueden dividirse en tres categor ías: problemas de toma del poder, delafianzamiento inmediato del nuevos sistema y de sus objetivos a largo plazo.Los tres deben analizarse desde el comienzo, con diferente urgencia pero sin descuidarninguno. Tenemos ya demasiados ejemplos hist óricos de lo peligroso que resulta dejar losproblemas concretos de largo plazo para cuando el viejo sistema haya ca ído: no hay garant íasde que los l íderes de la etapa de toma del poder sean siquiera aceptables para las siguientes,de modo que es esencia que é stas sean claras. M á s importante a ún, no puede haberparticipaci ón popular seria, responsable, si los objetivos de construcci ón del cambiopermanecen a nivel de slogan: justicia, independencia, felicidad, ‘hombre nuevo’.D) De los problemas del poder.Casi todos son problemas de ciencia aplicada, pero en muchos casos habr á que hacer –yconfirmar lo m á s rá pidamente posible- hip ótesis te óricas sobre fen ómenos sociol ógicos a todonivel. Donde es muy necesario el esp íritu cient ífico y el entrenamiento del investigador es en laorganizaci ó n y evaluaci ó n de todos los datos que los emp íricos y tecn ólogos poseen.1. Tomemos como primer ejemplo la campa ña del Che en Bolivia. A pesar de la enormefacilidad para prepararla que significa tener un pa ís interesado en su éxito –Cuba-, parece quefaltó informaci ón y an á lisis de los datos disponibles. No se conoc ía bien la topograf ía de lazona, ni su ecolog ía ni su antropolog ía. No se estaba bien preparado para subsistir en ella,para resolver los problemas log ísticos, para comunicarse con la poblaci ón. Discutir c ómo sesuperan estos defectos dar á una idea clara del papel que puede tener la experiencia cient íficaen estas cuestiones.En el caso del Che todo esto no tuvo mucha importancia, pues el final heroico de la gestaresult ó má s positivo que un éxito militar, si no para Bolivia, para los dem á s movimientosrebeldes del mundo. Pero éste no puede ser el objetivo de todas las campa ñas de la guerrillacampesina. Si éste es uno de los m é todos que se piensa emplear, o por lo menos evaluarantes de desecharlo, tiene que estar planeado cient íficamente: todos sus aspectos deben sertomados en cuenta a la luz de toda la informaci ón accesible.Por supuesto, uno de los aspectos principales es el ‘timing’, elegir el momento adecuado parainiciar las operaciones. No ser ía cient ífico dedicarse a estudiar cuidadosamente todos los

detalles de la campa ña y para ello postergarla indefinidamente. Existe ya una serie de criterios,con el pomposo nombre de ‘teor ía de la decisi ón’, que nos aconseja justamente estimar costos,riesgos y beneficios de tomar una decisi ón en cierto momento, compar á ndolos con laconveniencia de esperar reunir m á s datos, y cu á les deben ser é stos, teniendo en cuenta suimportancia y el costo y tiempo de conseguirlos.Si se trata de aprovechar una coyuntura pol ítica favorable, es ‘cient ífico’ iniciar la campa ñaaunque no est é perfectamente preparada. Pero eso requiere proceder por aproximacionessucesivas: preparar primero s ólo los aspectos esenciales de la campa ña, por si hay queiniciarla con urgencia y luego ir completando sus detalles en orden decreciente de importancia.Hacer esto organizadamente es hacer ciencia guerrillera. Requiere toda clase de especialistas,

prácticos y te óricos, para pasar de este nivel de ‘buenos consejos’ a otro de decisiones

Page 28: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 28/36

concretas. No soy uno de ellos y por lo tanto me limito a trivialidades tan descuidadas, que enel fondo consisten s ólo de sentido com ún aprovechado al m áximo gracias al m é todo cient ífico.2. Marginalidad. Este es un tema usual en Sociolog ía, pero a nosotros no nos alcanza conaveriguar el origen geogr á fico, la estructura por edad, el analfabetismo, las uniones ileg ítimas yotros índices igualmente caros a los soci ólogos ni con hacer entre ellos correlaciones y test conmé todos no param é tricos ni con discutir si le corresponde alguna categor ía marxista oparsoniana.Lo que se debe estudiar cient íficamente –para el cambio- es cu á les son los mecanismos decomunicaci ón con estas masas; qu é tipo de pr édica es m á s eficaz, qu é mé todos demovilizaci ón, su ‘estructura de rebeld ía’ (clasificaci ón que atiende a su probable participaci ónen movimientos activos y semiactivos), qu é papeles pueden desempe ñar en cada alternativade toma del poder, y despu é s su capacidad de sobrevivir y armarse por cuenta propia. Elenfoque revolucionario es diferente por su insistencia en estudiar, no c ó mo es una situaci ón,sino c ó mo se controla . As í, muchos soci ólogos estudian la formaci ón de l íderes entre estasmasas, al estilo norteamericano, es decir, conform á ndose con describir la realidad convariables que all í se recomiendan y expresan su posici ón pol ítica eligiendo entreestructuralismo y funcionalismo y otros dilemas escapistas. Pero al no tener un objetivo pol íticoconcreto la realidad que describen consiste s ólo en aquellos aspectos interesantes para lasescuelas sociol ógicas del Norte: qu é instituciones formales e informales aparecen, qu é funciones llenan, entre qui é nes reclutan su clientela, c ómo eligen sus l íderes, etc é tera,etc é tera. Todo esto puede ser útil, sin duda, pero est á lejos de ser lo m á s urgente o se queda amitad de camino. Lo que se busca es la manera de producir cierto tipo de l íderes y deinstituciones que preparen al grupo para participar en el cambio, y esto exige el uso de nuevasvariables en la descripci ón y el abandono de otras.3. estabilidad de este sistema. La sociedad actual tiene una cantidad de fuerzas disolutivas enacci ón, y una cantidad de mecanismos de defensa contra ellas. Es necesario plantear estasituaci ón en toda su generalidad, y a un nivel mucho m á s concreto que los slogans sobre lascondiciones del capitalismo, pensado en la acci ón. Tiene problemas t écnicos, muchos de ellosproducidos por el crecimiento demogr á fico y econ ómico, como la contaminaci ón, el suministrode agua, la ineficiencia de la burocracia, la decadencia de la educaci ón formal, el desorden enla organizaci ón del trabajo –desde los problemas de tr á fico hasta las migracionesincontroladas-, etc é tera. Y por el lado de la defensa, el intento de crear una tecnocracia parcialque ayude a disimular los defectos, enrolando para ello a cient íficos de todo color pol ítico conel absurdo argumento de que los problemas t écnicos son neutros.Hay problemas sociales, como el auge generalizado de la rebeld ía y la violencia, desde la

criminalidad hasta los grupos pol íticos revolucionarios, pasando por los movimientosestudiantiles y eclesi á sticos. Por la defensa est á el neofascismo o dictadura el á stica, que nousa la violencia innecesariamente sino que estimula la autocensura y limita la ‘participaci ón’ alos problemas locales inmediatos. El mejoramiento t écnico de las fuerzas de seguridad, enarmamento y organizaci ón. El est ímulo a los entretenimientos escapistas y al consumo, queexigen dedicarse a ganar dinero.¿Cu á les de estas fuerzas pueden ser aprovechadas para el cambio, y c ómo? Por cierto notratan de eso los numerosos libros sobre ‘cambio social’ que est á n hoy de moda, pero que s ólose prefieren a cambios dentro del sistema.4. Pr édica. Dejando de lado su contenido, que requiere haber discutido los objetivos generales

del nuevo sistema, el problema de la difusi ó n de estos requiere la atenci ón sistem á ticas deexpertos. No se dispone de los grandes medios masivos, ¿cu á l es entonces el m é todo m á s

Page 29: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 29/36

eficiente? ¿Y qu é lenguaje debe usarse ante las distintas clientelas? Hay que hacer hip ótesiste óricas o ir verific á ndolas con encuestas y otros procedimietos accesibles.Un aspecto particular es el entrenamiento de cuadros. Es vital encontrar un equilibrio entre laurgencia y la necesidad de que los pros é litos tengan una comprensi ón bastante profunda delos objetivos del movimiento y de su responsabilidad. Esto tampoco puede lograrse pormé todos intuitivos.E) Problemas de afianzamiento del nuevo sistema. Son demasiadas posibilidades paraestudiarlas todas, pero a medida que se vea m á s claro cu á l ser á en definitiva el m é todo detomar el poder y la relaci ón de fuerzas, se les podr á dar un orden de importancia.Siempre habr á problemas de seguridad f ísica: desde prevenir sabotajes aislados hasta generaruna guerra civil. Veamos otros ejemplos aislados.1. Abastecimiento de las ciudades. Uno de los problemas cl á sicamente m á s difíciles deresolver es el de la distribuci ón y control de precios de los bienes de primera necesidad en lasgrandes ciudades. Pocos pa íses han tenido éxito en esto, por no haber tomado en cuentatodos los factores involucrados, desde la producci ón hasta el consumidor, en sus aspectostecnol ógicos y humanos. Este problema puede resultar agud ísimo si la toma del poder generaviolencia, desorden o sabotaje. El control de una ciudad requiere un conocimiento íntimo desus mecanismos vitales: agua, luz, tel é fonos, transporte. Es necesario adem á s tenerpreparadas medidas inmediatas que muestren c ómo el nuevo sistema puede resolverproblemas ante los cuales el antiguo era impotente.2. Capital extranjero. Todo lo que se sabe al respecto es útil, pero insuficiente. Por moderadoque sea el cambio del sistema, esos capitales se ver án profundamente afectados y tomar á ncontramedidas. No alcanza entonces con saber cu ánto remite una empresa en beneficios,royalties, etc é tera, ni qu é parte del capital se financia con inversiones directas (aunque todo esimportante para la etapa de pr é dica). Hay que llegar al proceso mismo de producci ón.En primer lugar es necesario saber qu é intereses tiene cada producto. Muchos podr á n dejarsede fabricar sin mayores inconvenientes para la comunidad, pero entonces hay que tenerprevistas las posibilidades de reconversi ón de las plantas, maquinarias, obreros y t é cnicos.De los productos importantes hay que reconocer todos los puntos neur á lgicos: qu é importaciones de insumos, equipos y repuestos requieren y en qu é mercados se puedenconseguir; cu á l es la mejor manera de reemplazarlos si no se los consigue; qu é conocimientostécnicos especiales exigen; qui énes son los que los poseen en el pa ís y c ómo puedeentrenarse a otros; de qu é manera puede sabotearse la producci ón y cómo evitarlo. Donde elproceso incluye fases semisecretas (catalizadores especiales, por ejemplo) hay que estimar sipodr á n reproducirse o si conviene ir planeando otro m é todo de producci ón. Debe saberse qu é

hacer con el sistema administrativo.En resumen, hay que hacer un ensayo general de nacionalizaci ón y puesta en marcha de lafábrica bajo el nuevo sistema, previendo todos sus problemas y adapt ándola a los nuevosobjetivos de producci ón y condiciones de trabajo.Una f á brica de estas emplea para su funcionamiento normal toda clase de especialistas, desdefísicos, estad ísticos y matem á ticos (investigaci ón operativa) hasta soci ólogos y psic ólogos,para manejar al personal. Con mayor raz ón se los requiere para estudiar las cuestiones quehemos planteado. No hay una sola ciencia que no tenga algo que aportar a la adaptaci ón deuna gran empresa a la nueva sociedad.Algunos casos son realmente dif íciles y requieren ser planteados lo antes posible. Por ejemplo

la IBM y otras empresas que se ocupan de las computadoras. Puesto que estamos insistiendoen la importancia de tratar todos los aspectos de todos los problemas y de analizar toda la

Page 30: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 30/36

informaci ón disponible, las computadoras aparecen como un instrumento de los m á simportantes, y como no se fabrican en el pa ís son muy sensibles a medidas de represalia. Haymuchas soluciones posibles, ninguna muy satisfactoria, y deben ser evaluadas a tiempo.Por supuesto, lo antedicho se aplica tambi é n a empresas nacionales, en principio, pero esprobable que estas representen un problema menos agudo.3. Bancos. Una de las primeras medidas a tomar por cualquier nuevo sistema tiene que ser elcontrol de las finanzas y en particular evitar la fuga de capitales. Para lograrlo con eficiencia,banco por banco, se requerir ía demasiado personal especializado y suficientemente fiel alnuevo sistema como para no dejarse tentar. Es indispensable tener ideado alg ún sistemainteligente de control general que evite eso.F) Problemas de largo plazo.Estos resultan de la definici ón de los objetivos generales del sistema. Algunos son inevitables ydeben, adem á s, haberse discutido desde el comienzo, pues sus soluciones propuestas formanun elemento importante de la pr édica del cambio.No es suficiente con mostrar las lacras de este sistema social: é l se defiende eficazmenteinsistiendo en que poco a poco las va a superar, mientras que sus m á s viables sucesores –lossistemas socialistas- no son mucho mejores y han exigido tremendos sacrificios de bienestar,‘libertad’ y vidas para estabilizarse (t ípica falacia triangular). Es indispensable, pues, la pr édicapositiva ; la descripci ón de la Utop ía que se pretende alcanzar, con una grado de realismosuficiente para que parezca algo m á s que un sue ño o una fase vac ía.Es claro que ser ía rid ículo perder tiempo ahora discutiendo si el ‘hombre nuevo’ debe almorzaren su casa o en comedores comunales, pero s í es necesario explicar cu á les son todas lasfacilidades que la sociedad puede poner a su disposici ón, y dar argumentos s ólidos paramostrar que eso es realmente alcanzable a partir de los medios que hoy disponemos y en unplazo visible.1. Planificaci ón de la producci ón nacional. En este terreno fundamental hay que avanzar lo m á sposible. Existe mucha informaci ón primaria en las oficinas de estad ística o de planificaci ón,pero lo que se hace all í con ella es poco útil. La mentalidad de estos planificadores del sistemaactual, constre ñidos a no tocar ning ún elemento b á sico de la estructura econ ómica y social porirracional e ineficiente que sea, est á orientada hacia problemas inocuos de contabilidadnacional y estudios de rentabilidad y financiaci ón de proyectos aislados o trivialmentecoordinados. Precios, tipo de cambio, endeudamiento y crecimiento del producto son losconceptos rectores de su actividad.Pero en un sistema social racional, no interesa el valor monetario de lo que se produce sino elvalor de uso, y as í no tiene el menor sentido evaluar el ‘producto del sector educacional’ –o sea

la utilidad de la ense ñanza- por el sueldo de los maestros.Precios, rentabilidad y financiaci ón son elementos secundarios, pues son controlables demuchas maneras con tal de que el pa ís est é dispuesto a redistribuir los ingresos de maneraracional. Lo único importante –y es una trivialidad que los economistas de este sistema olvidancuidadosamente- es si el pa ís puede producir todo lo que quiere consumir, en kilos, litros uhoras de clase, o si tiene que pedir ayuda extranjera para ello.El sistema tiene que decir cu á les son sus necesidades finales, en t é rminos espec íficos:cantidades de cada mercanc ía, horas-hombre de cada tipo de servicio, etc é tera. (la sociedadconsumista se niega a este tipo de planteo porque interferir ía con su estilo de producir lo m á sposible, no importa qu é , y hacerlo consumir con laguna ganancia). Una vez fijada as í la

demanda final –o por lo menos el m ínimo compatible con los objetivos sociales- el papel de losplanificadores es decir c ómo hacer para satisfacerla o demostrar que estos objetivos son

Page 31: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 31/36

demasiados ambiciosos para la capacidad del pa ís y requieren que otros nos regalen ladiferencia. Dados los recursos naturales y humanos del pa ís y u equipamiento actual (f ábricas,caminos, energ ía), hay que saber qu é parte de esa demanda podemos cubrir directamente, yqu é otra parte debemos adquirir en el exterior, pag ándola con otros productos y servicios (yaqu í parecen inescapables los precios, porque son externos, pero el pa í s –a diferencia de unaempresa- siempre puede competir en precios, porque puede subsidiar las exportaciones todo lonecesario. El problema es siempre de producci ón y por lo tanto de recursos escasos, no decostos).Con objetivos de consumo racionalmente estudiados y aceptados por la poblaci ón como basem ínima, se ver á que las necesidades de importaci ón son incomparablemente menores de loque se dice, y que por lo tanto no hace falta orientar toda la actividad econ ómica hacia laexportaci ón competitiva, que es la suicida filosof ía actual.Si este problema es atacado por un grupo interdisciplinario de cient íficos, en vez de serlo s ólopor economistas, se ver á adem á s que si nos ocupamos por la originalidad de la producci ón(para el cual es indispensable la autonom ía cultural) en vez de preocuparnos por los costos,tendremos mucho m á s éxito con nuestras exportaciones.2. Educaci ón. La experiencia de Rusia y China nos muestran que la falta de cuadrostécnicamente capaces no es el único peligro de descuidar la educaci ón (como sostienen todoslos sistemas comunistas). M á s importante para el cambio de la sociedad es la falta deeducaci ó n para el cambio , que significa echar por tierra una serie de valores que hasta el d íade hoy tienen una fuerza indiscutida. ¿C ómo se ense ña a la gente que andar ‘bien’ vestido noes tan importante como participar en la vida p ública? ¿Qu é el prestigio de tener autom óvil esfalso? En resumen ¿c ómo se les hace renunciar al autom óvil de juntar dinero y consumir, ycómo se consigue reemplazar eso por los m óviles de la nueva sociedad?Hay miles de estos problemas, que no se resuelven cambiando planes de estudios o colocandotelevisores en las escuelas, sino pensando correctamente en c ómo decir las cosas para que nosuenen a catecismo, c ómo se ense ña la ciencia sin que se convierta en cientificismo.El gran reto de los pedagogos es dise ñar un sistema de ense ñanza que, partiendo de unpeque ño grupo inicial que sabe lo que se desea ense ñar, consiga ampliarlo hasta que esopueda transmitirse a la poblaci ón sin perder tiempo y sin traicionar su contenido. T éngase encuenta que este grupo inicial no va a disponer de una Biblia (ni difundir un librito rojo) yaescrita, cuyo texto basta difundir. Muchas de las ideas estar án todav ía tácitas y habr á queexplicitarlas. ¿C ómo se organiza un equipo de redactores de texto, fieles pero no dogm á ticos?¿C ómo se ligan los principios generales con la realidad cotidiana, para que el ni ño deje de vera la ense ñanza como un mal cuento de hadas, igualmente falso pero aburrido? ¿Deben subsitir

las escuelas o ser reemplazadas por otro tipo de instituci ón? ¿La educaci ón debe continuartoda la vida de una manera formalizada, concurriendo a clases obligatorias, o mediante lalectura informal de revistas o los programas de televisi ón, o c ómo?A pesar de sus enunciados generales, creo que é stos son los problemas m á s importantes queenfrenta el cambio: su éxito o fracaso depende mucho m á s de la eficacia de su educaci ón quede sus planes econ ómicos. Adem á s es s ólo a trav é s de una educaci ón eficaz que se podr á ntener éxitos econ ómicos durables.3. Urbanizaci ón. Los problemas de las ciudades en todos sus aspectos est á n de gran moda enla ciencia social actual, sin que hasta ahora se haya notado mayor progreso en ninguna partedel mundo y eso, a pesar de ser uno de los pocos campos en que se ha tratado de trabajar

interdisciplinariamente. Pero, como sucede en planificaci ón nacional, al tener que limitarse amedidas superficiales para no molestar a intereses poderosos, nada puede resolverse.

Page 32: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 32/36

Las ciudades ya existentes representan una inversi ón tan grande que no se ve c ómotransformarlas mucho a corto plazo. Pero su fenomenal velocidad de crecimiento hace que elproblema empeore d ía a d ía y es f ácil perder la iniciativa si no tienen pensadas las primerasmedidas. El sistema argentino de ciudades tiene que estar planificado antes del cambio, paraproponerlo como meta a toda la poblaci ón. Pero adem á s de los problemas t é cnicos,econ ómicos y sociales –desde nuevos sistemas de cloacas hasta nuevas instituciones-, eseplan exige tomar decisi ón sobre cuestiones muy oscuras, como la posible influencia que puedaejercer sobre la cultura el tener s ólo ciudades peque ñas o superciudades.G) Los ejemplos anteriores confirman la necesidad de trabajar en equipos interdisciplinariosbien integrados, donde hay lugar para todo tipo de cient íficos. Notemos que esto es v á lido nosólo para los problemas de largo plazo sino tambi én para los inmediatos, de preparaci ón delcambio.As í, los físicos deben asesorar en el desarrollo de sistemas pr á cticos de comunicaci ón,adaptados a la estrategia militar que se estudia, pues no ser á suficiente con los conocimientosde los ingenieros para idear las innovaciones necesarias. Lo mismo puede decirse de losarmamentos o de los sistemas de tratamiento de la informaci ón. As í un buen problema para unfísico te órico es c ómo evitar la localizaci ón de un transistor.Por tratarse de una ciencia t ípicamente b á sica, los f ísicos ser án quienes tengan que cambiarde mentalidad, trabajando en parte como asesores de los dem á s cient íficos y en parte comoingenieros de alta preparaci ón general y poca especificidad. Por supuesto, quien est é dedicadoal estudio de las part ículas elementales tendr á que abandonarlo, sin dejar por eso de ser f ísico;es su entrenamiento general, no por sus conocimientos espec íficos, lo que puede ser útil enesta etapa.Y si no se han formado equipos que necesiten f ísicos o ingenieros, debe cambiar de ‘profesi ón’sin lamentos. Cualquier f ísico con sensibilidad pol ítica puede ser tan útil como un soci ólogo oun economista de carrera para estudiar estos problemas concretos, simplemente porcostumbre de exigir claridad en los planteos. Conozco por propia experiencia la enorme utilidadde contar con un censor de esp íritu cr ítico y pocos conocimientos espec íficos –que no seconforma con terminolog ía sino que exige entender - dentro de un equipo de eruditosresignados de antemano, porque as í es la ciencia social actual, a no llegar a nada m á sconcreto que algunas asociaciones o regresiones. Entre par éntesis, esto plantea el problemade si no corremos el peligro de desmantelar nuestra F ísica Te órica y de quedarnos al margende los futuros desarrollos en ese campo, que no por provenir del Norte pueden sernos menosútiles.Ese peligro me parece insignificante: ni los f ísicos te óricos decididos a cambiar de campo son

hoy mayor ía, ni puede suponerse que esa tendencia ser ía estimulada por la nueva sociedad,cuando se imponga. No hemos definido mucho el car ácter de é sta, pero s í suficiente para creerque no ser á irracional. La asignaci ón de recursos a los distintos campos de investigaci ónbá sica ser á uno de los temas que se discutir án cient íficamente en ella, y si bien es probableque la F ísica Te órica pierda peso relativo con los otros campos hoy demasiado descuidados,no es concebible que desaparezca. Sospecho por otra parte, que en un intervalo de 5 o 10a ños dedicados a digerir y usar descubrimientos del último medio siglo en F ísica y Matem á tica,abandonando casi todas las investigaciones actuales, ser ía de gran provecho desde este puntode vista.Los matem á ticos tienen en cambio opciones de utilidad m á s evidente. Tambi én tendr án que

abandonar su campo espec ífico si est á n dedicados a Topolog ía, Álgebra, An á lisis Funcional oalguna de sus numerosos mezclas. Pero tienen ante s í una tarea no s ólo indispensable para

Page 33: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 33/36

este proceso, sino carente todav ía se base te órica, de modo que resulta interesante inclusodesde el punto de vista de la ‘ciencia pura’. Esta tarea es la organizaci ón de la informaci ón demodo que sirva para tomar decisiones. En cierto sentido es llevar lo que hoy se llama‘investigaci ón operativa’ y ‘modelos matem á ticos’ a sus últimos extremos de aplicaci ón. Ning úntipo de investigadores puede pasarse sin un matem á tico que formalice e integre sus ideas,muestre las incompatibilidades, las lagunas conceptuales y de informaci ón, y pueda extraer lasconsecuencias l ógicas de todas esas ideas, hip ótesis, datos y alternativas de acci ón.El papel de los dem á s cient íficos es mucho m á s claro y no vale la pena describirlo. S óloconviene repetir que para todo vale la pena describirlo. S ólo conviene repetir que para todosvale, como regla general, que no deben trabajar aislados, sino como parte de un equipo queanaliza todos los aspectos de un problema real, para llegar a recomendar decisiones pr ácticas.En la mayor ía de los casos se trata de hacer ciencia aplicada de todos los niveles. A veces – sobre todo en las ciencias sociales- se necesitar án tambi é n desarrollos te óricos ymetodol ógicos nuevos. La misma t é cnica del trabajo en equipo es un problema metacient íficomal conocido. Y como no es de esperar que las fundaciones subsidien estos temas, ser á necesario ir creando una metodolog ía de la ‘ciencia pobre’.H) Es evidente que ning ún pa ís tiene cuadros cient íficos en cantidad y calidad adecuadas paraocuparse de todos los aspectos del cambio, pero en este sentido la Argentina est á menos malpreparada que la gran mayor ía de los pa íses dependientes. Es claro adem á s que ser án pocoslos cient íficos que decidan dedicarse al cambio, pero muchos de los que sigan trabajando ensus temas habituales se prestar á n a colaborar de alguna manera m á s o menos discreta,dedicando tiempo extra o adaptando sus temas propios, si esto puede hacerse de manerainteligente.La tarea decisiva, crucial, es el planteo de los temas, la asignaci ón de sus prioridades y laorganizaci ón del trabajo. Todo depende de la calidad del liderazgo que all í se ejerza. Si no haysuficiente amplitud de miras, sentido com ún y falta de amor propio, este proyecto lograr á sóloel ridículo.No hay tampoco un movimiento revolucionario con l íderes reconocidos que tengan autoridadpol ítica para designar a los responsables de esta organizaci ón cient ífica para el cambio. Loscient íficos rebeldes tendr á n que organizarse en equipos de manera espont ánea al comienzo,elegir sus problemas, luego de adaptarse y reorganizarse sobre la marcha, a la luz de suséxitos y fracasos, sobre todo de la situaci ón local y sus perspectivas.Que un consuelo ante la innegable dificultada de la tarea: por poco que se haga, siemprequedar á un saldo positivo. El valor de un cient ífico como activista pol ítico com ún es en generalnulo, pues rara veces tiene la personalidad requerida, y es un desperdicio lastimoso de su

entrenamiento. Y como cient ífico del sistema es negativo para el cambio, pues el mero hechode cumplir sus funciones ayuda a disimular los defectos y lo convierte en colaboracionista. Suactividad como rebelde lo libera de su dualidad esquizofr énica y lo prepara para actuar en lanueva sociedad.

Page 34: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 34/36

VI- Evoluci ó n de este problema en la Facultad de Ciencias Exactas yNaturales.

En el segundo cap ítulo mencionamos varias dificultades que explican por qu é estasconsideraciones no se hicieron hace ya varios a ños. Para ilustrarlas, veamos brevemente el

caso de la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires, odiada por los militares y otrosreaccionarios que la cre ían foco revolucionario, y escarnecida por varios grupos de izquierdapor cientificista. (usaremos el t é rmino cientificista y f ósil en el sentido que le dimos en elcap ítulo III).

Esta Facultad estuvo dirigida –desde octubre de 1955 hasta junio de 1966- por un grupo deprofesores y graduados con apoyo de la mayor ía estudiantil; grupo que podemos llamarReformista para dar idea de su ubicaci ón en las luchas universitarias y de su heterogeneidadpol ítica. Sus integrantes ten ían buen entrenamiento cient ífico, gran deseo de sacar al pa ís desu estancamiento pero escaso conocimiento de sus realidades, alto grado de racionalidad,mucho empuje, un antiimperialismo difuso que fue agudiz ándose a partir de la revoluci ón

cubana y una eficiencia apreciable en docencia e investigació

n. En resumen, liberales deizquierda, inteligentes pero sin experiencia ni talento pol íticos.

En é l hab ía un subgrupo m á s politizado, formado por gente que hab ía participado enmovimientos antifascistas desde la guerra de Espa ña y militado –con las consecuenciashabituales- en alg ún partido de izquierda y casi siempre en los movimientos antiperonistas.Este subgrupo no hab ía quedado menos desorientado que el resto de los intelectualesargentinos ante el fen ómeno peronista, aunque convencido del car ácter esencialmentedemag ógico, entreguista y reaccionario de sus l íderes. Durante el peronismo, la Facultad sehab ía convertido en un refugio de f ósiles. La polarizaci ón resumida en ‘alpargatas s í, libros no’hizo que casi todos los profesores de alg ún valor fueran eliminados poco a poco. Muchos

partieron al extranjero, otros continuaron trabajando en los resquicios que el sistema peronistadejaba por inoperancia. Tampoco quedaron todos los f ósiles. Muchos de ellos, ligados a laoligarqu ía tradicional, fueron despedidos.

Los que quedaron eran un enemigo ideal: incapaces, reaccionarios, serviles al r égimen porinter é s y por cobard ía. Ninguna voz se alz ó para defenderlos a la ca ída del peronismo.

Cuando el grupo Reformista tom ó el control de la Facultad –simplemente por el vac íopol ítico y por su mayor prestigio intelectual- le fue f ácil barrer con la mayor ía de los f ósilesperonistas.

Pero los f ósiles antiperonistas se sent ían con pleno derecho a ocupar las c á tedrasdesocupadas por sus cong éneres en desgracia, y as í lo hicieron en la mayor ía de las dem á s

facultades y universidades del país. Nuestra Facultad estaba tambi

én amenazada por esta‘restauraci ón’ anacr ónica.

Este peligro defini ó la actitud del grupo Reformista durante los primeros a ños. Las causasfueron m últiples. El nivel calamitoso de la ense ñanza era un hecho real, que nos obligaba adedicar grandes esfuerzos para mejorarla y para evitar que cayera en manos ineptas.

La tarea de mejorar la ense ñanza y organizar la investigaci ón nos gustaba ‘de alma’ (variosde los l íderes del grupo eran maestros). Nos sent íamos capaces de hacerlo bien ydese ábamos mostrar al mundo que los argentinos no é ramos subdesarrollados.

Algunos intentos del subgrupo politizado por participar en la vida pol ítica nacional –objetivono olvidado del todo- fracasaron sin pena ni gloria (Movimiento para el Estudio de los

Problemas Argentino, coqueteos con Frondizi, Illia, etcé

tera). Y ante la evidencia de que lasmasas no abandonar ían la ilusi ón peronista por mucho tiempo, nos resignamos –con gusto- a

Page 35: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 35/36

la idea de que nuestro papel era de crear la base cient ífica que permitiera alcanzar undesarrollo tecnol ógico-econ ómico apto para transformar la sociedad.

Aún sospechando el desarrollismo, lo adoptamos impl ícitamente y limitamos nuestraactividad pol ítica a en é rgicas declaraciones contra el gobierno, los Estados Unidos, y todo esoque estuviera en la picota de las izquierdas.

Estas declaraciones nos ganaron fama de ultraizquierdistas en las esferas oficiales ymilitares, pero nunca representaron un esfuerzo organizado para enfrentar ni al sistema ni alimperialismo; ni siquiera al gobierno de turno.

Despolitiz ándonos en la pr áctica, nos dedicamos pues a ‘desarrollar’ la Facultad. Y paraeso, como dije, el inconveniente m á s grave era la prevista invasi ón de f ósiles antiperonistas.Pero nuestra posici ón era delicada, pues se asemejaba sospechosamente a la de tantas‘trenzas’ cl á sicas de nuestra Universidad, que cerraban el paso en los concursos a susopositores por intereses pol íticos o venales. Sumada a nuestra fama de izquierdistas, laacusaci ón de ‘trenceros’ nos hubiera liquidado.

Fue natural entonces que recurri é ramos a m é todos ‘objetivos’ para demostrar laincapacidad de los f ósiles: n úmero de art ículos publicados en revistas de prestigiointernacional, jurados extranjeros de renombre, poco peso a la antig üedad en la docencia,etc é tera.

Estos controles del nivel cient ífico no pudieron ser objetados por los candidatos f ósiles ytuvimos pleno é xito en alejarlos (con las inevitables excepciones). Pero –es evidente ahora, a posteriori ,- fueron reemplazados no por el tipo de cient ífico politizado que dese ábamos, sinocientificistas.

Las veintenas de j óvenes que hab íamos ido enviando al extranjero, compet ían en losconcursos, y los que ganaban eran –por supuesto- los que mayor adaptabilidad hab íanmostrado a la ciencia del Norte.

El Consejo Nacional de Investigaciones, CNICT, que promovimos y apoyamos sin tenerfuerzas para orientarlo y que se convirti ó en la punta de lanza del cientificismo, nos estimulabaecon ómicamente en la pol ítica de enviar j óvenes inmaduros al extranjero, seleccion ándolos porsus m é ritos cuantificables: notas y trabajos. Se les garantizaba a su regreso medios de trabajosimilares a los que ten ían en el Norte. Muchas fundaciones extranjeras contribuyeron a costearlos laboratorios necesarios para acomodar a tantos nuevos cient íficos.

No é ramos ciegos al fen ómeno, pero ya no pod íamos liquidar el eficiente instrumento quehab íamos creado ni est ábamos convencidos de que fuera necesario. As í tuvimos que aceptar amuchos profesores cuya indiferencia por el pa ís y la sociedad era evidente (incluso pretend íanno dar clases para dedicar todo su precioso tiempo a la investigaci ón) o de la ideolog íanetamente reaccionaria.

No hicimos pr ácticamente nada por detener este fen ómeno y eso por varios motivos: no locre íamos tan extendido; no valor á bamos bien su importancia; est ábamos orgullosos del nivelalcanzado por la Facultad, ya reconocido internacionalmente; la mayor ía de los alumnos estabasatisfecha con este estado de cosas. Adem á s, plantear el problema de fondo hubierasignificado dividir al grupo Reformista y ceder el control de nuestra Facultad a los profesores dela derecha tradicional, que constitu ía una minor ía fuerte. El grupo Reformista iba perdiendohomogeneidad a medida que transcurr ían los a ños y se manten ía unido s ólo porque nadie ve íacon toda claridad esos problemas de fondo y porque su direcci ón formal qued ó en manos deuna persona de gran talento como ‘ejecutivo’ y de mucha influencia personal sobre la mayor ía

de sus miembros, pero demasiado seguro de que el camino que llev á bamos era el correcto.

Page 36: varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

8/3/2019 varsavsky .Ciencia.politica.y.cientificismo.exactas

http://slidepdf.com/reader/full/varsavsky-cienciapoliticaycientificismoexactas 36/36

Nos limitamos a insistir –sin mucho éxito ni convicci ón- en la vinculaci ón pr áctica de laFacultad con los ‘problemas nacionales’ a que ya hice referencia. Se logr ó que esto sedeclarase pol ítica de la Facultad, e incluso hicimos concurrir uno por uno a todos los Jefes deDepartamentos ante el Consejo Directivo para que explicaran c ómo iban a aplicar esa pol ítica.

Esto ya despert ó oposici ón entre los profesores m á s cientificistas, que ve ían amenazada la‘libertad de investigaci ón’, y entre los m á s reaccionarios, que la cre ían una ‘maniobracomunista’. Las contradicciones del grupo Reformista comenzaron a notarse m á s claramente(tal vez la m á s importante fue hacer declaraciones antiimperialistas y al mismo tiempo aceptarsubsidios de toda clase de instituciones norteamericanas). As í pues, cuando algunos gruposminoritarios de estudiantes comenzaron a acusarnos de cientificismo, nuestra sorpresa fuegrande, y nuestra reacci ón, negativa.

En primer lugar, el significado de ese nuevo t é rmino –‘cientificismo’- no estaba nada claropara los mismos que lo esgrim ían. Parecer ía una reacci ón general contra los profesores queexig ían demasiado o se desinteresaban por los alumnos; contra la aceptaci ón de subsidios ysobre todo contra el liderazgo paternalista ejercido por el grupo Reformista, intolerable para losgrupos de izquierda.

En segundo lugar, el ataque fue llevado contra todo el grupo Reformista y contra toda suobra, lo cual impidi ó a los profesores m á s politizados pudieran participar, o siquiera comprenderel movimiento.

Era dif ícil explicarse por qu é , habiendo tantos problemas pol íticos en el pa ís y en laUniversidad, y habiendo tantas Facultades totalmente dominadas por grupos reaccionarios – tanto f ósiles como cientificistas- se planteaba una lucha interna justamente en la nuestra,modelo de izquierdismo y combatividad a los ojos del p úblico (cosa no despreciable). Lospocos cientificistas del pa ís – el CNICT para las ciencias naturales y el Instituto Di Tella paralas sociales- no eran atacados ni mencionados.

Todas estas circunstancias retrasaron tanto el an á lisis a fondo del problema, que junio del66 sorprendi ó ala Facultad sin comprender todav ía qu é era el cientificismo.

Esta descripci ón somera y superficial de lo ocurrido, explica sin embargo por qu é no hubofuerza ni convicci ón pol ítica para proponer una ciencia rebelde. La incluyo porque adem á s desu limitado inter é s local y anecd ótico, refleja un conflicto que he visto reproducirse en otrasuniversidades latinoamericanas.

La p é rdida de la ilusi ón desarrollista-cientificista permite ahora que los m á s politizados seplanteen el problema general de la misi ón de la ciencia en esta sociedad y lleguen a laconclusi ón de que ella consiste en participar directamente en el proceso de reemplazarla por otra mejor y en la definici ón e implementaci ón de é sta.

Est á , pues, empezando a resolverse el problema de la falta de convicci ón. En cuanto a lafalta de fuerza pol ítica, el problema se ha fundido con la cuesti ón general de si se va a triunfaro no en el intento de cambiar la sociedad. Es evidente que al declararse en contra del sistemasocial vigente se aceptan todos los ‘inconvenientes’ de los grupos rebeldes, en todos los pa ísesy todas las épocas.

Que esto sea o no en vano depende sin duda en primer lugar de que ese cambio tenga unabase material que lo haga posible. Pero pasar de la posibilidad al hecho requiere variascondiciones de coyuntura. Tal vez el planteo de una ciencia rebelde contribuya a crearla.