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INSTITUTO DE ESTUDIOS AFRICANOS LA SECTA DEL BWITI EN LA GUINEA ESPAÑOLA ANTONIO DE VECIANA VILALDACH CONSFJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CJENTIFICAS MADRID, 1958

Veciana Vilaldach, Antonio, La Secta Del Bwiti En La Guinea Española, Madrid Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1958

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INSTITUTO DE ESTUDIOS AFRICANOS

LA SECTA DEL BWITI EN LA GUINEA ESPAÑOLA

ANTONIO DE VECIANA VILALDACH

CONSFJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CJENTIFICAS

MADRID, 1958

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SUMARIO

l.-Prólogo. JJ.-Introducción.

111.-La leyenda del origen. IV.-La creación del mundo. V.-La creación de los ingcles.

VI.- la creación del hombre y 'u caída. VII.- la iboga, planta ngrada del Bwiti.

VJII.-La iniciación. IX.- los sacrihcios en el Bwiti.

X.-EI templo del Bwiti. XI.-El trabajo.

XII.-Camino del reino de lo, muerto•· XIII.-BibliograHa.

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PROLOGO

Las notas que han servido para la redacción de este trabajo fueron recogidas entre los pueblos playeros de nuestra Guinea Continental en el transcurso de los nueve meses que, a partir de julio de 1954, pasamos allí por cuenta del Instituto de Estu­dios Africanos.

Nuestra misión no estaba especificamente destinada al estu­dio de problemas sociológicos, sino que, por el contrario, debla tratar del hombre desde el punto de vista físico. Todos los que han trabajado en el campo conocen cuán dificil es rellenar las horas con material de estudio; éste huye frecuentemente de nuestras manos, nos obliga a esperas y a pasar días completa­mente vacfos para poder recoger poco a poco los datos que más tarde permitirán un estudio cotnpleto. Fué precisamente en es­tas horas de espera cuando empezamos a recoger estas notas. Una vez empezado, el interés que el tema despertó nos obligó a continuar, a buscar el detalle que nos faltaba para trazar el esquema, y preciso es decir que ello nos robó innumerables horas de la noche que lógicamente debian dedicarse al des­canso.

Sirva lo que antecede para excusarnos de nuestras imper­fecciones; con más tiempo hubiera sido posible encuadrar el esquema que a continuación trazaremos dentro de unas pautas mucho más amplias. Estudiamos aqui un sincretismo religioso, fruto de distintos factores que ni siquiera será posible esbo~ zar. Por un lado, las viejas pautas de las creencias autócto­nas; por otro. la aportación de nuestra civilización. Resultan~ te del juego de fuerzas: la nueva aventura de negro africano, la entrada a un mundo que le es ajeno y la busca de apoyo

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ANTONIO DE VECIA"A VILALDACR

en lo que está más cerca de su naturaleza. Nos referimos a su. propio pasado.

Intencionadamente hemos suprimido la parte anecdótica; las peripecias pasadas bastarían para escribir un grueso volu. men. Deliberadamente hemos evitado plantear el problema en el futuro, o sea analizar a dónde pueden conducir estas ten­dencias que se esbozan y de las cuales el Bwiti es significativa. Los distintos procesos que a semejanza del nuestro han surgi­do en las poblaciones negras de América podrian ayudarnos a· ello. No obstante, será preciso insistir sobre un hecho a me­nudo olvidado: en América, la civilización es blanca, Y dentro de su marco cualquier tendencia que se aleje de nuestras pau­tas toma inmediatamente contornos bien definidos, queda li­

mitada. Al empezar hemos indicado que estas notas fueron recogi­

das entre los pueblos playeros; nuestros informadores fueron· kombe, bujeba o balenge. Lo cierto es que los fang no quedan ajenos a la aventura, sino que, por el contrario, aportan a ella toda la fuerza de una etnia llena de vigor y en pleno desarro­llo, la fuerza de una etnia que ha asimilado con gran rapidez qué ventajas podía sacar de nuestra cultura y que está desti­nada a jugar un papel importantfsimo, no sólo en los destinos de nuestra Guinea, sino en los del Africa Central.

¡._;1 autor debe agradecer la comprensión y ayuda que en­contró durante su paso por tierras guineanas; dar las gracias a todos seria enojoso a la modestia de muchos, pero insiste en ofrecer estas páginas a don Leandro Blanco. A su lado pasó horas inolvidables sentado en chozas indigenas; observando cómo el Delegado de Asuntos Indígenas cumplía con su mi­sión pudo asistir al encuentro vivo de las dos culturas y sa­car de esta circunstancia la mejor enseñanza.

Alguien ha escrito que Africa tiene forma de corazón. Ello es cierto, y cierto es también que hace falta un gran amor al prójimo, un gran amor al trabajo y una ardiente vocación afri­cana para dejar huella. A todos los que luchan por el bello ideal de una. Africa nueva van dirigidas estas líneas. El autor espe­ra que en ellas encuentren aspectos poco conocidos de nuestra Guinea, cuyo estudio les permita comprender mejor los pro­blemas que aW se plantean.

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,. Todos ellos tienen o han tenido como principal manifestación reli­

giosa el Mbouiti, e indica que éste fué promovido por los Njavi, los cuales en la época de sus investigaciones ya lo habían abandonado.

Barberet trata a continuación sobre las danzas del Mbouiti, los ejer­cicios gimnásticos, las acrobacias, etc. Según él, un hombre escondido detrás de la choza habla por el Mbouiti, es decir, el Mbouiti habla por su boca. Cuando este hombre muere, su cráneo será guardado en la bandja, o casa de la palabra, en un gran paquete que contiene los crá-neos de sus antecesores.

El Mbouiti o Bouiti se bailaría preferentemente en la época de llu­vias. Dura toda la noche, y algunas veces dos o más noches seguidas, según su importancia. En los grandes Mbouit·i se come mucha carne y se beben grandi:'S cantidades de vino de palma.

Otro dato curioso que nos aporta Barberet es la carencia de muje­res pertenecientes al Bwiti, que, según dicho autor, se trataría de una sociedad limitada a los hombres. Lo más importante es que ya en 1923 aparecía una experiencia religiosa que rebasaba los limites del clan. de la tribu e incluso de la lengua. El Bwiti se extendía sobre una am­plia zona poblada por pueblos diversos y coexistfa con otras religiones.

En 1924, el Abbé André R. Walke• (5] publicó sob<e el Bwiti un articulo de gran interés, y tres años más tarde otro sobre la estatuilla del Bwiti.

También en 1924 se publicó un a<tículo de Pierre Daney sobre las creencias de los indígenas de la subdivisión de Sindara (Gabón), y en él se habla extensamente del Bwiti, verdade<O intercesor entre Mwanga, el Dios inmortal e invisible, y el homb<e [6). Junto con la creen­cia en el Bwiti coexisten tres otros genios: uno de ellos es el Moueri, amigo del hombre, símbolo de la fuerza, de la virilidad y también de la verdad: otro es el Ombwiri, espíritu malicioso y malo, que vive cerca de los rfos y al cual los viajeros tornan propicio mediante ofren· das; otro es el OkoukÜUé, genio protector del poblado. El articulo de

(!j) El Aludí AKDR~; R. WALKEII, sacerdote de color, ha recogido sobre el llwin ipteresantea del9.1Jes: parte de ellos los ha publicado en el Bulletin. de la So­cUU des Terhert'hes t'angolatses (vid. W.u.RER 1924 y 1927), Debemos agradecer a la blbliotet'arla del Instituto de Estudios Centroafrlt'anoa de Drpzzavl\le que hiciera lleear a nuestras manos coplas mecano,;n-afJpdas de estoa artlculos. Parte del materllll 1né•Jlto del Ab~ Walker se pue1e ent'Ontrllr en Bal11ndler (19:15).

(0) D.uu..- (1921), pág. 272

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L.A SE:CTA DEL BWITI EN LA GUINEA ESPAÑOLA 1 f

P. Daney motivó la publicación de dos breves notas. una de M. Le­roux {7] y otra de H. Touzet [8].

Grebert ( 1928) en un artículo sobre el arte musical de los Fang del Gabón, aparecido en Suiza, nos habla de los hochets en osier ou pluUit en liane, contenant det; graines sonares Que los brujos usan para llamar a los espl:ritus y reunirlos alrededor del grand bwiti, le fétiche crcine ..

Veinte años más tarde, en 1944, don Aquilino González de Pablo publicó un articulo intitulado La secta del "Mbueti" o "Mbiti" [9], y en 1946 da el mismo material en los Cuadernos de Estudios Africanos con el nombre de El Mbueti y sus doctrina3 [10]. Estos dos articules deben leerse con ciertas reservas. No dudamos de la honradez de su autor, antiguo administrador y empleado, después, en el Patronato de Indígenas de Bata. Unía a otras cualidades un gran amor al indigena. La caprichosa transcripción que empleó dificulta la comprensión y al­gunas veces las versiones que nos ofrece de los mitos carecen de la ló­gica propia y exclusiva de ellos. Usaremos en nuestro trabajo algunas de las versiones de González de Pablo. Es preciso insistir ahora sobre el problema que plantean las llamadas versiones auténtiCa3. Como se­fialó Wach en los prolegómenos metodológicos de su Sociología de la religión, existe dentro de la evolución de una creencia una primera etapa caracterizada por su polimorfismo, y en ella coexisten, sin uni­dad, gran variedad de narraciones y tradiciones mmcas.

En 1949, José Antonio Moreno Moreno, ex Presidente del Tribunal Colonial, publicó sus Formas actuales de anh·opofagia en loo territorios españoles del Golfo de Guinea [11], nota basada en los sumarios incoa­dos sobre hechos delictivos relacionados con las actividades del Bwiti.

En 1948 llegó a Parfs un personaje curioso, el príncipe Birinda de Boudiéguy des Echiras, y fundó una sociedad Bwiti. Los adeptos re­clutados entre la colonia de color afluyeron en gran número de tal modo que Mathieu Birinda, nuestro hombre, organizó cursos los cua­les según su prologista fueron seguidos por alumnos de gran valor entre los que se encontraban varios médicos y profesores. En 1952 pu-

(7) Véase en la blbliograffa; LEROUX (192';). (B) Véase en la blbllografia: TouzET (1925).

(9) y (10) El primero de estos dos trabajos es mucho más lnteres.1nte: en el segundo Introdujo algunas modlficii.Ciones, como si quisiera aJustarlo :1 nue~·

tra lóg!C!a. (11) MoaENO {1949J; publicación que da lnteresantea referencias oobre los

sumarloa Instruidos en los dl.stlntos Juzgados.

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12 ANTONIO DY. VECIANA Vll.AI.IIACIJ

blicó un curioso libro intitulado la Bible Secrete des Noirs srrlrm le Bouity. Alternaba sus cursos con la venta de filtros de amor y (~Bpc!jOI cabalísticos, pero para su desgracia un filtro de amor no hizo feliz a su compradora y un espejo cabalistico vendido por unas siete mil pe. aetas a dos estudiantes no ayudó en los exlimcnes. Los compradorea, olvidando sin duda el poder del Bwiti presentaron denuncia por catara y ello dió lugar a un curioso proceso.

Datos muy precisos sobre el Bwiti aparecen en las obras de Balan­dier (1955 y 1957), dicho autor tuvo la ocasión de estudiar la secta en­tre los Fang del Gabón. Considera al Bwiti como una de las iniciativas más importantes que han tenido lugar en estos íHtirnos años entre loa Fang. En lineas generales sus observaciones coinciden (!OD las nuestras y en ello podemos ver cómo una secta tan polimorfa, tan adaptada al cuadro que la encierra, presenta cierta unidad básica y ello lt:nlcndo en cuenta que nos encontramos en dos caminos opuestos ya QUe el Bwiti goza en el Gabón de libertad paa·a ser objeto dt: culto t·n páblico.

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ANTONIO DK VECIANA VJI.ALilACH

blicó un curioso libro intitulado la Bible Secrete des Noif's selon le Bouity. Alternaba sus cursos con la venta de filtros de amor y espejos cabalísticos, pero para su desgracia un f.iltro de amor no hizo feliz a su compradora y un espejo cabalistico vendido por unas siete mil pe.. aetas a dos estudiantes no ayudó en los exámenes. Los compradores, olvidando sin duda el poder del Bwiti presentaron denuncia por estafa y ello dió lugar a un curioso proceso.

Datos muy precisos sobre el Bwiti aparecen en las obras de Balan. dier (1955 y 1957), dicho autor tuvo la ocasión de estudiar la secta en.. tre los Fang del Gabón. Considera al Bwiti como una de las iniciativas más importantes que han tenido lugar en estos óltimos años entre los Fang. En lineas generales sus observaciones coinciden con las nuestras Y en ello podemos ver cómo una secta tan polimorfa, tan adaptada al cuadro que la encierra, presenta cierta unidad básica y ello teniendo en cuenta que nos encontramos en dos caminos opuestos ya aue el Bwiti goza en el Gabón de libertad para ser objeto de culto en píiblico.

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LA LEYENDA DEL ORIGEN

En el poblado de Tambanapu.ya vivían tres hermanos de la ·tribu Bakui. Sus nombres eran Moba.ybay, Kambi y Nd11:n.d.v.. Al morir el pri­mero, su mujer BanJoku pasó a poder de su hermano Ka.mbi, y al cabo de alg(¡n tiempo se convirtió por sus cualidades en la mujer principal del patio.

Cierto dia, a instancias de Banjoku las mujeres del poblado fueron a la pesca. Consistra ésta en achicar el agua encerrada entre dos peque­ñas presas, y más tarde, con las redes y los cestos de melongo, captu­rar los peces ya fácilmente asequibles. Siempre solian realizar la ope­ración en el mismo sitio. Alll todas las mujeres se entregaban rltmica­mente al trabajo entonando las canciones de pesca.

Banjoku creyó oportuno explorar el río aguas arriba para instalar otro puesto de pesca. Dejó a sus compañeras y empezó el recorrido. Al cabo de un rato vió un enorme ngonu. que se escondia entre las ralees de un árbol que crecia en la orilla. Intentó pescarlo, y al introducir la mano en el escondrijo sacó una langosta (sic.). Grande fué su sorpresa. Repitió la operación y sacó un ngonu. distinto al que babia visto. Al tercer intento logro extraer de tan maravilloso agujero la columna ver­tebral de un ser humano; luego fué sacando gran cantidad de huesos, todos ellos humanos

Pensaba Ban}Oku. en lo que acababa de ocurrirle cuando oyó, sin que pudiera localizar su procedencia, una larga risa. Asustada, depositó su macabro hallazgo en una piedra que, a modo de tabla, se levantaba en la orilla del rio.

Temerosa, emprendió el regreso; oy6 otra vez la melodiosa risa que tanto le babia asustado. Entonces se le apareció un animal de color

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14 A:O:TO)';'!Q t:IF. \"E('"Io\:'\.\ \'11 .\LIMCII

blanco. Le echó la red encima y las mallas d<'jaron sobrf' la blanea piel huellas negras. Así se originó ('! mosin)i. 1121.

Ban}oku asoció en su mente la presencia de un animal tan singular y el hallazgo que acababa de realizar, y "comprendió" que dkho ani­mal babia sido enviado para que con su piel se pudieran envolver los huesos que acababa de abandonar. SacriCicó el mosin)i y <"on su piel envolvió los huesos.

Enprendió el regreso, y los huesos le gritaron que no los dejase ~ Jos, que los llevara con ella. Obedeció el mandato y se dirigió hacia don­de sus compañeras pescaban; éstas se habian marchado y Ban)oku, sola y preocupada, se dirigió al poblado. Poco antes de llegar a éste una voz misteriosa procedente del paquete le dijo: "Llévame a un sitio re­servado para que puedas guardarme para siempre." Obedeciendo tan extraño mandato, se internó en el bosque, escondió los huesos y sobre ellos levantó un pequeño cobertizo. Esta fué la primera Mban]a [13].

Al día siguiente cogió un gallo, unos plátanos, una botella de aceite de palma y unas cañas de azúcar para ofrecerlo a los huesos. Se inter­nó en el bosque y, al entrar en el cobertizo, oyó la misteriosa risa del dfa anterior, y los huesos le preguntaron por qué había olvidado las velas.

Al dia siguiente, junto con una nueva ofrenda, trajo unas velas de savia de okume. Durante muchos días repitió esta operación, y una no­che tuvo un sueño y en él oyó una voz que le decía: "Si quieres co­nocernos, si quieres vernos en persona, mañana, cuando te levantes, vete detrás de tu casa. Alli encontrarás una planta que no conoces; arrá.ncala y come la corteza de su raíz. Si así lo haces conocerás."

Al amanecer del día siguiente fué detrás de su casa. Ban)oku cono­cía una por una todas las plantas que a!U crecian, y no fué poco su asombro cuando vió, precisamente en un sitio donde anteriormente nada había, un arbolito. Lo arrancó y, llena de curio$idad, mascó un poco de corteza: ésta era muy amarga. Pestañeó, y al hacerlo sintió una gran molestia en los párpados como si le hubiesen clavado unas agujas en ellos. Cerró los ojos, y al abrirlos vió en el espacio al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Asustada, se postró de rodillas.

Luego fué, como de costumbre, a ofrecer su comida a los huesos. Al

112) Es el llamado gato tigre. 1131 Templo, capilla. Vid. Cap. X.

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I..A SECTA DEL BWITt EN LA (.UINEA ESPAÑOLA 15

act"rcarse oytí una dulce música, y dentro del cobertizo vió nuevamente la ...-isión que tuvo por la mañana.

Fué alli todos los días, y la gente del poblado aconsejó a Kambi que \'igilara a su mujer, ya que ésta andaba siempre en misteriosas idas y venidas. Kambi tuvo celos, y cierta mañana depositó en el cesto deBan,.­joku un envuelto de ceniza con un agujero en el fondo. Cuando ésta se dirigió al bosque cumpliendo con su deber fué dejando rastro, Y gra. cias a éste el celoso marido pudo seguirla.

Llegó al cobertizo, se arrodilló frente a los huesos, al mismo tiempo que decía; "Ya estoy aquí". Una .,.-oz d1jo: "Cuidado, viene gente. ¿Có­mo te has atrevido a venir acompañada?" Asustada, Ban)oku miró a su c::;palda, y con gran sorpresa suya vió a ::;u marido.

Una voz misteriosa dijo a Kambi que pagase una multa. Este, asus-­tado al oir voces y no ver a nadie, propuso su lanza; la voz contestó que no era suficiente. Añadió a la oferta su cuchillo, y tampoco fué acep­tada. Poco a poco fué ofreciendo cuanto tenia, pero por lo visto nada era suficiente para calmar la irritada voz.

Desesperado, "Kambi ofreció a su mujer. Esta, que tenía la facultad de poder oir y poder ver, observaba cómo estaban rodeados de extraña gente. La voz aceptó el ofrecimiento de Kambi. Entonces la gente cogió la cuerda que servía para sujetar el cesto de la pobre Ban}oku y ató a la desgraciada. Acto seguido fué degollada. Asf, de este modo, pasó Ban)oku a formar parte del reino de los muertos.

El hombre no vela a nadie; sólo oía voces. Cuando el sacrificio de Ban)oku. hubo terminado, regresó a su casa, dejando el cadáver en la Mban)a, pensaba en todo lo ocurrido. El Padre quiso premiar a Ban.­}oku y le dijo: "Tú serás el arpa". Por esta razón el arpa es el princi· pal objeto que interviene en la ceremonia del Bwiti. Las cuerdas sim.. balizan las tripas de Banjoku; la caja de resonancia, la piel de su vientre; las clavijas, las costillas. En algunas de ellas los ban}i colocan una cabecita femenina, que representa a Ban}oku. La cuerda que sirve para colgarla recuerda a la cuerda con la cual se colgó a Ban}oku.. La música del arpa significa el clamor de la mujer, su lloro. Por eso la música es dulce y suave.

Kambi llegó a su casa y se acostó; entonces tuvo un sueño en el cual le fué revelado el secreto, y as! se convirtió en el primer ban)i.

Según la versión que da Aquilino González de Pablo, las cosas oCU· rrieron de un modo distinto., Dios llamó a Ban}oku, y ésta recibió junto con tres hermanos de tribu (Kambi. Ndv..nd.u y Mobrrybay) la iboga con

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•• ANTONIO DE VF.CIANA VTLALDACR

la misión de propagarla. Ban}oku. :;e deja conquistar por un extraño !la. mado Matupia, y un dia éste sorprende a los elegidos trabajando en el cubierto. Entonces le dan la iboga y le exigen el pago de su iniciaCión Nada basta para pagar, y al final propone como pago a su amante, la cual muere en manos de Jos hombres de la tribu Bakui. Más tarde, e]

marido rlc Ban}oku es iniciado, y al serie exigido el pago responde que no tiene persona humana para poder ofrecer y dice a N dundu que, puesto que Banjoku murió en sus manos, debe pagar la iniciación con su hija. Y Ndundu asi Jo hace. La gente de Baku.i se comen el cadáver Enterado el Padre del sacrificio de esta criatura, hace llamar a la gen. te de Bakui y con mucho enfado les reprendió duramente, advirtiéndO­les que no les habfa dado la iboga para matar gentes, sino para que pu­dieran verle y ofrecerles la medicina o remedio a sus males: "La iboga 01 enseñará todo cuanto Jesús no pudo enseñaros, por morir antes de llegar al pala de morenos. Para lo aucesivo yo os dejo gallina, y con ella debéis celebrar vuestras fiestas."

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LA CREACION DEL MUNDO

En el principio de Jos tiempos habia siete dioses. Sus nombres eran Kmnbi, Sua, Dimotoa1)ome, Kombinamisingi, Tuenmbomba, Raiiüz y Manduka, los cuales vivian en Toku, profunda cavidad existente en el mar. Un buen dfa los tres primeros idearon marcharse y fusionarse. for­mando un solo Dios llamado N'l}ambiavanga, el Creador; pero también puede conocérsele por otros nombres; uno de los más usados es el de Mwanga.

Mwanga al salir del mar llevaba sobre sus espaldas una pesada bolsa; dentro de ella había ekanda y motiko, kombi, un fuelle, un yunque y un martillo, una cuiia, pedazos rle cobre, bolitas de oro y tres bolas de barro [14]. Los cuatro dioses restantes se quedaron en las aguas y am siguen todavía.

Mwanga pensó que serfa bueno hacer la Tierra y el Cielo, para lo cual cogió una de las bolas de barro que llevaba en su bolsa, la par­tió con la cuña en dos partes y ordenó (iUe la parte inferior se fuera para abajo y la superior para arriba y así se formaron la Cenge-Tic. rra- y el Combe-Cielo-. Le pareció bien lo que acababa de hacer, y dijo: "Primero trabajaré en la Tierra y luego en el Cielo."

Entonces ideó dividir el mundo según los cuatro puntos cardina­les y marcarlos con un árbol. Para eso cogió pelos de su frente y de su nuca y sudor de sus dos axilas, lo amasó todo con sumo cuidado

(14) El contenido de la bolsa varia según los nm·radores. No hemos podido averiguar qué enuenden por e kan da y mos1ko; más adelante puede verse rómo frotando el ekantla con el mosiko se obtiene el ruego. Tampoco hemo~ podlflo aclarar qul! cosa es el kombi; seK\ln uno de nuestros informadoreR, intervino en la formación del hombre y, dividido en 33J peda11os, dió lugar a lo:~ hue-808 humanos.

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18 ANTONIO DP: VJU!IANA VII,AJJJAI.1f

en IUB podcroaoa palma• y, cuando lu pasta tw. hubo formado, cxten,. dló BUI manoH hocla el Oeste, y soplundo sobre cllo11 dijo: "TO. lefia el EbDno". Y aaf surgió I!Hte árhol. Repitió la operac16n y, exttn. dlendo sus manos hacia el Elle, dijo: "Td aerlia el Palo-rojo", A eontlnuaclón hizo lo mismo haclu el Norta, y ollf coloc6 al EW~tgo.,

[115], )' al final, en el Sur, puso la lndemba (10). Observó Jo que acaba­ba de hacer y llf: dló cuenta que raltaba algo.

Cogió otra vez sudor de sus axilas y pelos de su rrente y de au nuca y, soplando sobre la pasta aaf lograda, dijo: "T6 seria Dlbobt -arai\a"-. Y ordenó a ésta que le construyese un asiento para que pu. diera trabajar cómodo, y la araftu construyó un cómodo asiento, que eolg6 de los cuatro árboles.

Mwtmga entonó un canto: Makiri ma triom.be, viomblfe, Makirl ma viom.be, viomb4e Mokiri m11 viombe, viombtfe, ee. lntentó sentarae para probar el asiento que le habfa confeccionado

la aralia y no logró hacerlo¡ repitió el Intento y tampoco lo consiguió. lnsJstló otra vez y pudo sentarac.

Desde su asiento ordenó separur laa aguas de la tierra, y asl se hizo. Y para saber al so habla cumplido su mandato, hizo de la misma ma­nera que antes a MbÜJmtlflmQ'a-el gavilán-y le ordenó que tuera a la Tierra para Informarle aJ ya eataba seca.

El pvll6n voló para cumplir el mandato del Padre. Por el camloo perdió una de sua plumas, la cual cayó en el mar. Entonces abando­n6 la mlsl6n que Mwaftl/tJ le habfa encomendado, y bajó al. mar para recoger su pluma. El Padre lo castlaó transformando su pluma· eri. saJ'oo dina. MlriluruJuenga se comió a la sardina, y el Padre, enfurecido, le maldijo, diciendo: "Por habenne deaobedecldo errarás por el mWldo y siempre Rri escasa tu comida."

MWIIIIIIG hizo a Movovi--elloro-, y le ordenó que fuera a ver quf pasaba en la Tierra. El Joro emprendió su vuelo, y al cabo de UD rato glt6. Entoncea derramó saliva sobre la Tierra; cuando ésta Ue¡6 al suelo se convirtió en la palmera Cuando el loro llegó junto a la palo­mera los frutos de ftta ya eataban en sazón y él se entretuvo c:omfm. doloa. Con eUo se d'-trajo de su mlalón. lCl Padre le maldijo y le coa­deD6 a vivir de loa frutal de 1u palmero.

(IIJ J Ull, Dp• ilrbola que no h• lltdo PMibll ldlntlftear.

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L.\ :,t:Cf,\ DI•:L I!WITI ~:N t.A C.UIS'K-\ ESPAR"OLA 19

Mwanga hi7.o la paloma, le dió la orden que habla dado a los otros y la paloma cumplió lo ordenado por el Padre. Al regresar, traia en su boca un palito seco; se acercó al Padre y le dijo: "Padre, abajo ya se han separado las aguas de las tierras y parte de éstas ya están secas." Y el Padre estuvo contento y bendijo a la paloma, permitiéndole que se quedara a su. lado.

Mwanga hizo la tortuga y la mandó a la Tierra, para que rompiera las enormes rocas que habfa en las montañas. La tortuga cumplió su cometido, y el Padre, para recompensarla, dijo: "Puesto que me has obedecido, te permito guardar sobre tu cuerpo señal de tu trabajo.'' A ello se debe el aspecto pétreo de su caparazón.

Mwanga hizo al elefante, y le mandó a la Tierra para que apisona­ra las enormes montañas que en ella habla. El elefante marchó V obe­deció al Padre; a su regreso éste le dijo: "Estoy contento con tu tra­bajo y en justo premio podrás guardar tu corpulencia." Gracias a ello el elefante es el animal más fuerte de cuantos existen.

Y la Tierra ya estaba preparada para que Mwanga. bajaraj de su asiento y trabajara en ella. Trazó un gran cuadrado, y en su centro puso al Eflabe [17], y este árbol creció sobremanera. A sus pies, frotan­do el ekanda con el 1'MSiko, encendió un gran fuego e hizo al salta­montes para que trabajara con el fuelle.

Puso entonces cobre en el fuego, y una vez caliente lo trabajó se;

bre el yunque. Al darle el primer golpe saltó una chispa, y al caer en el suelo se convirtió en el león, el cual guarda fuego en sus ojos y en su boca. Continuó su trabajo y saltó una segunda chispa; ésta se convir­tió en el tigre, el cual tambié,n guarda fuego en sus ojos y en su boca. La tercera chispa se convirtió en el gorila, y éste guarda fuego en sus manos.

La cuarta chispa quemó la mano de Mwanga. Este se hirió enton­ces en un dedo. El Padre se puso el dedo en la boca y escupió sobre la Tierra saliva ensangrentada, y dijo: "Esta saliva será el picante y Uevará en su madurez frutos encamados."

La quinta chispa se convirtió en el chimpancé, el cual también guar­da fUego en sus manos. Cuando un gorila o un chimpancé mueren 1o hacen con las palmas de las manos pegadas al suelo y el fuego se pierde.

(li) llimll$011$ Djave, EngJ.

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LA CREACION DE LOS ANGELES Y LA REBELION DE MW ANGADIKASO

Mwanga continuó trabajando. Cogió cobre y oro y con ellos hizo a Mwangadikaso. Vió que era una criatura perfecta y lo consideró su pri­mogénito. Decidió que viviera siempre a su diestra. Con los mismos elementos hizo a Nf)obenamnyenga, y decidió que viviera a su sinies­tra. Luego creó a otros seres que se les paredan; todos ellos son án­geles.

Mwangadikaso quedó como jefe de los ángeles, y el Padre le dió como ley la prohibición de entrar en cierta casa de su Reino. Para pro­barle le dió las llaves de la misma. Mwangadikaso creyó que también a tenía potestad para crear seres, y entonces pensó hacer el Hombre. Para ello utilizó arena, y la figura lograda se le cayó de las manos, des­haciéndose en un montón informe. Repitió su intento y sólo logró ha~ cer un ruido, el cual se escondió entre los árboles.

Despechado, fué al Padre para que éste le diese su bendición, y el Padre se la dió. Entonces pensó que el secreto, para ser igual al Padre, r'staba escondido en la casa prohibida. La buscó por todo el reino, y al encontrarla, la abrió. Con gran sorpresa suya vió que la casa esta-ba vacía.

Mtva11ga tuvo un gran disgusto con la conducta de su primogéni­to, y entonces creó a Cristo en forma de una incomprensiva (sic) masa dentro de una palangana. Encerró la palangana en la casa prohibida.

Y Mwa11gadikaso fué, como de costumbre, a rí!cibir la bendición del Padre. Al llegar a sus pies, éste le dijo: "Pensabas ser mi igual y crear seres por tu cuenta. Te prohibi entrar en una casa _y tú has en­trado. No puedo bendecirte; vete a recibir la bendición de mi hijo,

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22 ANTONIO fit~ n:<:JAS'., VILALUACH

Cristo; lo encontrarás dentro de una palangana en la casa Que crcfaa vacfa. Es a él a quien debes respetar."

Mientras tanto, Cristo entonó un canto contra MwangadikastJ:

Mwangadikaso otoningambo eboge a Oenge, Maviba mitobe A mondende suma A eboge a Cenge A mavika mitobe.

Mwangadikaso quedó muy molesto con la decisión del Padre. En vez de cumplir el mandato que habfa recibido se fué junto a los otros ángeles y criticó duramente la conducta de Mwanga. Unos le decian que debía obedecer al Padre y otros le indicaban que no lo hiciera. Ca­pitaneaba a los primeros N1)obeno.mayenga, el cual se fué a explicar al Padre Jo que estaba pasando, y Mwanga le dió un gorro encarnado, una espada, un cinto encarnado y un anillo de oro. El Padre le dijo: "Con · todo esto podrá~:o luchar contra Mwangadikaso. Vete v échalo de mi reino."

N(Jobenamayenga llegó hasta donde se encontraba Mwan.gadikaso y sus amigos. Cuando el ángel rebelde le vió venir con cara de pocos amigos y con tan extraña vestimenta le preguntó quién le babia orde­nado luchar contra él, y N(Jobenamayenga le comunicó las órdenes que babia recibido del Padre. Mwangadikaso, sorprendido, intentó, ayu­dado. por sus amigos, luchar, y al hacerlo cayó en el profundo hoyo que babia en el centro de la Tierra. Junto con él cayeron las llaves del Cie.. lo y de la Tierra (sic); luego cayeron sus amigos, y el hoyo se cerró.

Mwcmga recordó a su primogénito, v dijo: "Td serás el dios de la Tierra."

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LA CREACION DEL HOMBRE Y SU CAlDA

Mwanga formó con mucho cuidado una figura humana. Para ello moldeó el barro con exquisito cuidado. Cuando la hubo acabado se se­paró de ella para 90der verla mejor, y después de muchas consideracio­nes no le gustó. Enfadado consigo mismo, la agarró con las manos, y con un fuerte soplido la lanzó muy lejos. La figura cayó en lo más pro~ fundo del bosque, y por voluntad de Atwanga se convirtió en el eco.

Reanudó su trabajo, y tampoco fué de su agrado lo qur~ obtuvo. En~ tonces, irritado, cogió la figura con sus manos, la dobló en forma de arco, diciendo: "Ya que no has salido de mi agrado te convertirás en un 11gcmgcmamueka. el hombre te encontrará y al jugar contigo oirá tu lloro."

Mwa11ga intentó por tercera vez hacer al Hombre. Para ello tomó barro, una bolita de oro y un poco de su propia sangre. Lo mezcló todo e hizo una nueva figura. Cuando ésta estaba tendida en el suelo se diO cuenta qu.: le faltaba algo. Tomó, entonces, pelo de su frente y de su nuca y sudor de sus dos axilas, lo amasó todo, dándole forma de gusa~ no; y asr nació el pojie.

El Padre colocó dicho gusano sobre la figura, y éste entró dentro, vaciándola poco a poco, abriendo todos los conductos y cavidades que el hombr-e tiene. Al llegar a la cabeza hizo dos cavidades, y con ello acabó su trabajo. Entonces el Padre dijo: "Por haberme obedecido po­drás quedarte entre los bambúes y vivir de su medula."

Mwanga se separó de su obra para poder observarla mejor, y al ver~ la quedó satisfecho. Para completarla tomó aceite· de E'Qabe y rellenó con él todas las cavidades que el gusano habfa labrado. El aceite se ex~

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24 ANTONIO OE VECIANA VILALDACH

tiende por todo el cuerpo, unta las articulaciones y es fácil observar que al apretar la nariz con los dedos salen unas gotitas blancas que no son otra cosa.

Entonces ordenó a la figura que se levantara, y la fi¡ura se levantó. Luego le ordenó que se acostara, y la figura se acostó. Y Mwanga. se agachó, sopló sobre la boca de la figura y con su aliento le dió vida. El nuevo ser se llamó Mabia, y al tomar vida miró con asombro a su Pa­dre. Este hizo en un instante una deliciosa huerta y en ella depositó toda clase de plantas y animales. Hizo también una casita con dos ha­bitaciones y dejó una de ellas cerrada. Cuando hubo acabado dijo a Mabia: "Eres dueño de todo lo creado. Goza de cuanto veas, pero no abras la habitación que he dejado cerrada. Yo voy a marcharme." Cuan­do el Padre se hubo ido, Ma.bia se sintió muy solo y le entraron unas ganas enormes de ver qué es lo que habla en la habitación cerrada, pero pensó que no seria del agrado del Padre y supo contenerse.

Cierto dfa, Mwanga bajó a visitarle, y al marcharse Mabia gritó: "Padre, Padre, ¿cómo me dejas solo?" Y el Padre comprendió Que no era bueno dejarlo solo. Para remediar esta situación le infundió un profundo sueño, y mientras Mabia dormía formó otl·a figura, extrajo del hombre una costilla y la colocó en el interior de su nueva obra, y as[ nació Nbio, la primera mujer.

Cuando Mabia despertó se encontró con Nbia.. El Padre les dijo: "Sois hermanos y todo lo creado es vuestro. Aquí, en la huerta, tenéis toda clase de frutas; pero alli, en el extremo, hay dos árboles que no es preciso tocar. Esta es la ley que os impongo, es mi ley." Mabia y Nbia vivían desnudos; felices y contentos, correteaban por el bosque, nada les faltaba, no tenían ni hambre de carne ni hambre de pescado. Les era fácil seguir la ley del Padre.

Cierto dia Nbia fué a pasearse lejos; andando, andando, llegó al ex­tremo de la huerta, y allí vió los dos árboles que el Padre les había prohibido. Curiosa, fué acercándose a ellos. Su corazón estaba lleno de miedo. Los frutos eran de una belleza sorprendente, y se imaginó que también serían sabrosisimos.

Pensaba en ello cuando se acercó Mwangadika.so, el dios de la Tie­rra, en forma de serpiente, y le dijo: "¿Por qué no pruebas estas fru­tas?" Nbia respondió: "E:l Padre las ha prohibido, es su ley." I la ser­piente responde: "Sf, es cierto; ya sé que es su ley, pero es una ley contra vosotros, es una ley para in,pedir que entréi,'l en la experiencia.

A pesar de ello, las frutas son buenas, y el que las come conoce."

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Cuando ht ~"t'rpl.tmte lit' hubo tllt'.jado, Nt1iu Pt11\Nil qut• pot• pl'obtu· un poqu\t(l E"l Padl"t' no St~ t'nfadarfa, y IINI In hl•o. lo~IN fruhul t•atnbll.n dtl­lidl"•-~s. y t'lla rorrió para QUf' Alnblu III.N prohnl'll. Cuuntto lh,¡¡:ó hmto o t'l y lt' t'nst'M lo QUt:' tf'lllft, ~tt' lt• riM, dtctt-ndolt': "¿Cómo te htlN nlrtl­vido a QUt>-bnmtar la )('y del PRdrt•?" Pt'l'O t'lltl lnNistló sobl't:' lo bueno qu(' t'Staban las frutas, le contó todo lo que le habfu dicho In sct·plcnte y él t't'dió.

Después de haber comido 8t' dlt't-on t•ucnta de que cstubun desnu­dos. Y entonces se juntaron romo hombre y mujer y a!U dondt' lo hi­cieron c-.ayó esperma del hombl"t' sobre la tierra y se transrormó en el perro. Tu'•ieron vergüenza y taparon su des.nude:r. con hojas de los ár­boles.

El Padl"t' los maldijo y ordenó a Nt]obNiamayCIIga que los expul­sara de aquella huerta. Llegó el ángel fiel al Padre con el mismo atuen­do que habla utilizado para luchar contra M·wangadika.~o- Mabia y Nbia tuvieron mucho miedo y no opusieron resistencia. Expulsados de la huerta, se fueron a vivir al bosque. AlH Nbia dió a luz a una cosa extra· ordinaria, la cual se entretuvo en matar a los otros hijos que le si· guieron .

.llabia, desesperado, llamó al Padre, y cuando lo vió se fué hacia El cantando:

Mabondo tembelembe Titi Nsambe.

El Padre le preguntó por qué le habla llamado, y Mabia le explicó cuanto ocurría. Mwanga tuvo compasión y se llevó tan extraño produc~ topara meterlo en uno-de los agujeros QUe babia dejado en el Ciclo.

Más tarde tuvieron a una hija, Din'Jiona. Asustados, llamaron al Pa­dre. y éste creyó oportuno llevársela para colocarla en el otro agujero que quedaba en el Cielo. Es la luna. Cuando Din'Jiona nació, Nbia de-­rramó gran cantidad de sangre, Y el Padre dispuso Que su hija estuvie­ra dos días bañada en ella. Por esa razón durante dos dias nadie puede ver la luna, y cuando aparece lo hace cubierta de sangre.

Otra sangre de Nbia fué tirada por el Padre sobre el Palo-rojo, y a esta circunstancia debe su color rojo.

Las versiones que sobre la creación del mundo, los ángeles y el hom. bre nos da González de Pablo no ofrecen gran interés; pero las histo­rias del hombre y su calda completan nuestros datos. A continuación

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l.u e .r~·.i .... :.;D~ irk)(¡;t"~.

&.,O.n du:ho autor tuando e') l~n· Qut.o t"f't' '! al humhrl' ¡, t..._ con una mftl'b d~ rlt·rtn pek> un fruto crüo )' urrra J-"an la v tuin de Eva Ut t}lz('i Un:l t'.cwtUla llP .ldln, el rrcllmo fruto HUO, li;f'lt ·-

tirse Pn l"&ttáver Adán y Eva vivfan mnt•·ntN y sin (X'Odo en ~ ~. t.o 11n ot:a

pri'OC'Upadón qu•· 111 flnra y d•• JlfOMt n~r fit'ltt~ at ma.Ddato drl V.. dre. Un día fut·rfJn rl"''llbl~tlo• J)tll" ¡:c-nt•· d• Altt'Oft{ffUII '>. '! uJ &k­se entl'r6 d1: 1¡ur· fu1·ra d•·l lnflf·rn•J tuthta O\l'lllllk",._. Que v:.vlan fC'lkes

y sin ha(~l·r n:..da lJH·idlt, f•ttVIIJr!r·a 11 un•1 rll!' 1\"' t~palaf'n N\fo •ba& donó 1·l inlif·rnr, y 11•·~{, 011 p¡¡ruf...-, .\n.l-.tr.lnct~ ... .,._ iiiN"rr.Ó • E\"'1., QUf'

011taba Sf'nlafla al [lit' d•• un f.irhol, .v 11ln dt•JAf1tif' .,.,.r 11' hot,J6 ul -¿Cómo tú, •l•·n<lr:J mHJ•·r, pu•·tlr111 ,.,~r ;¡.,f, •m h:le"N ruuUI Tu

tienes homhrf' y dr>bt...,. fomkar

Eva ¡,. rt•~<pún'''

-Tú no m1• lralg~lt tnntl"rfa~ (!p pecado. ptu·qu• f'l Pudw nl'll ha di· cho qu~> tenf'mOII qut- r·Sp(•ntr y nn hacer .nada mientrlUJ El no lo or

den<

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-El Padre trata de cngafiaros, como engaña a todos ... Hombre y 1IIujer no pueden estar sin hacct· nada ... Si dice que es pecado y no oa deja hacer es porque teme que cobréis mús fuerte .Y lleguéis a mandar más que El..

Dichas estas palabras desapareció y poco después Eva se reunió en la casa con Adán y pecaron. La palabra de Adán y Eva no fué, pues, de manzana, como dicen los oadre3 de misión. Su pecado consistió en no esperar y desobedecer el mandato del Padre.

De Adán y Eva nació el Sol. También le nacieron otros dos hijos, y con ellos vivfan en el paraíso. Un día Adán y li:va se fueron a visitar la finca y dejaron al Sol al cuidado de sus dos hermanos. El Sol tenia brujo y mató a los dos. Cuando los padres volvieron y encontraron muertos a sus hijos presentaron la palabra al Padre. Este hizo llamar al Sol y con mucho enfado castigó su pecado, condenándolo a caminar de espaldas y que fuera alumbrando por detrás al brujo que lleva den­tro. Le dijo también: "Tú, como mala persona, vas a matar a cuantos bagan mal en esta tierra." Y asf rodeó su cuerpo de anzuelos, que son como fuego. Durante el dia el Sol se pasea por el cielo, pero al oscure­cer va corriendo hasta donde el cielo se junta con la tierra, y bajándose por las palmeras (que se tiñen por esto de amarillo) marcha por todos Jos poblados enganchando con sus anzuelos a las personas que encuen­tra malas o enfermas. En esto se cumple la voluntad del Padre.

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LA !BOGA, PLANTA SAGRADA DEL BWITI

Ya hemos visto en la leyenda del origen como Ban)t>ku recibe la íboga, planta cuya ingestión le permitirá "conocer". El papel que esta planta juega dentro de la secta es importantísimo y creemos oportuno dar algunos detalles sobre la misma.

La iboga (Tabernanthc /boga, H. I3n.) pertenece a la familia de las apocináceas, es una planta vivaz, arbustiva, que suele alcanzar una al­tura de un metro y medio. Crece en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, en el Territorio de los Camarones, en el Gabán, en el Congo Belga, en el Congo Francés y en Angola. U na excelente descripción de la misma puede encontrarse en una nota publicada en el Boletín Agri­cola de los Territarios del Golfo de Guinea por Manuel G6mez More­no (1943). (Fig. 1).

En el Gabón los indígenas la plantan alrededor de sus chozas; en nuestros territorios la suelen buscar en los claros del bosque donde crece espontáneamente. Por el interés que presentan los alcaloides que de ella pueden extraerse se la h~ intentado cultivar. Merecen especial mención los ensayos que se han llevado a cabo en el Servicio Agro­nómico de Santa Isabel de Fernando Poo; allí, con plantas proceden~es de la zona de Rio Benito, se logró la reproducción por estacas y por semillas.

Ya en 1888, Griffon de Bellay recogió unos ejemplares en las proxi­midades del Cabo López y gracias a ellos Baillon pudo publicar una­descripción en 1889.

Las narraciones de los primeros exploradores y de los misioneros describen el uso que de esta planta hacen los indígenas. Citaremos como ejemplo lo que nos cuenta Monseñor Le Roy en un trabajo publicado

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Fig. l.-Le. iboga 1egún Don Manuel Gómez Moreno (194:5).

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" sobre los pigmeos en la revista Les jt-fissions Catholiques de Lyon en I89í: según dicho autor las propiedades d( la planta fueron reveladas a los negros del Gabón por los pigmeos y según él "mascar la corteza de la iboga permite pasar varios días y varias noches seguidos sin dormir, golpear el tam-tam indefinidamente y ver pasar formas extraor­dinarias, terribles o deliciosas" [18].

Como es lógico, estas narraciones llamaron pronto la atención de los botánicos, quienes se preocuparon del análisis de la planta Y, ya en 1901, Dybowsky y Landrin por un lado, y Haller y Heckel por el otro, publican la extracción de un alcaloide: la ibogaína.

Este alcaloide se estudia con detalle, se sabe que provoca fenóme­nos de hiperexcitabilidad nerviosa. Estos, pueden ser seguidos cuando se han absorbido dosis elevadas, de convulsiones y parálisis, la cual puede afectar al aparato respiratorio y ser mortal.

Junto con el mayor conocimiento de la ibogaíil.a empiezan las apli­caciones, y así vemos cómo una sal soluble, el clorhidrato de ibogafna, se emplea como tónico cardíaco y excitante de la nutrición en las con­valescencias de las enfenncdades infecciosas con atonía digestiva. Otra aplicación la encuentra en la enfermedad del sueño.

Estudios posteriores y relativamente recientes han demostrado que de la iboga no sólo se extrae la ibogaína sino también otros tres alca­loides, el primero de dios fué encontrado en 1944 por Delourme-Houde; se trata de la tabernanthina; otro, la ibogamina, aparece en una publi­cación de Burckhardt, etc. [19], y por óltimo la iboluteina, es descrito en 1953 por Goutarel y Janot.

Extendernos más sobre las características de los alcaloides proce­dentes de la iboga .se alejaría de la naturaleza de esta publicación. Digamos solamente que se encuentran concentrados en la raíz, en gran cantidad, pudiéndose fácilmente extraer de 6 a 10 gramos de ibogaína por Kg de raíz {20].

(18) En una edición sin fecha realtzada por BE4UCHESNE, posiblemente alfe. dedor de 1928, puede verse en la pái'lna 199 un curioso dibujo de un lndfgena borracho por haber ingerido íboDa.

(19) En la blbliograffa pueden encontrarse referencias a estos trabalos so. bre la !boga y 6WI alcaloides e Incluso también de otroa trabajos. no citadOB en el teJ!to: hem011 crefdo con ello rendir servicio a cierto grupo de lectores.

(20) Seg(in 0TBOWS!;;Y y l.ANDRJN (1901).

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LA INICIACION

El empleo abusivo que se ha hecho de la palabra iniciación obliga a precisar su significado. Siguiendo a Hutin [21], consideraremos la inicia­ción como un proceso destinado a realizar psicológicamente en el indi­viduo el paso de un estado del ser considerado inferior a otro estado superior. Distingue dicho autor tJ'es elementos complementarios, que

a) La iniciación propiamente dicha. b) Los ritos. e) La gradación jerárquica.

En el Bwiti un individuo puede asistir a un trabajo sin ser iniciado. El afán proselitista de los banji permite la presencia de simpatizantes y profanos, y en los buenos tiempos Jos trabajos se realizaban en el po­blado con la asistencia general. La organización no perdía por ello su carácter secreto. El secreto es incomunicable, es el acceso a un conoci­miento superior, al cual llega el iniciado a través del largo y penoso .camino de la iniciación. El iniciado ve, sabe una realidad realizada den­tro de sí mismo.

En el paso de profano a iniciado estriba la gran fuerza de la socie­dad secreta. El individuo logra a través de todo el proceso-es preciso insistir sobre ello-una versión personal de su nuevo estado. La into­xicación producida por la iboga ayuda a ello con una serie de alucina­ciones. Por muy absurdos que nos parezcan los ritos, éstos dejan pro-

(21) HUT1N: Les !IOCiétés secretes. P. U. F. Col. Que Sais-jef Paris. 1952

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funda huella en su subconsciente, y aqui tienen su utilidad y su razón de ser hasta los más pequeños detalles.

El hecho de que un banji tenga conciencia del cambio en él opera­do, el que haya llegado a la realización auténtica de un estado superior, defiende al B-wili contra los intrusos, contra los que no van de buena fe, contra los que no tienen disposiciones especiales. A todos éstos el acceso les ha sido negado y el secreto permanece inviolable. Esto per­mite indicar que no existe una gran dificultad para conseguir ciertos datos, que dan como letra muerta, que no sirve para nada.

Sobre los ritos de iniciación, ya Daney (22] dió algunos detalles. In­dica este autor que se pintan el cuerpo en blanco y rojo, símbolos, segilit él, del bien y del mal, y usan también plumas de loro como adornos. Explica cómo el neófito debe absorber un liq_uido en el cual se ha ma­cerado una gran cantidad de corteza de iboga, que le produce visiones y un estado de gran excitabilidad. En estas condiciones, el paciente ve a .Bwiti bajo el aspecto de una pequeña forma humana color de fuego que baila grotescamente ante los ojos atónitos del iniciado.

En una nota al pie de página intenta relacionar lo anterior con un culto al fuego: "C'est bien, a pruprement parler, ce qu'avec un peu d'imagination peut représenter la flamme dansant sur une bUche. Si j'ajoute qu'on laisse rarement éteindre le feu dans une case, et jamais dans un village; qu'en outre la danse du Bouiti se caractéri.se surto-ut par la place marquée qui est donnée au fe!L, par la débauche de tMches enflammées, je pourrai conclure, presque avec certitude, que le culte de ces indigines n'est autre que celui de l'a.daration du feu, que le Bouiti n'est autre que la personnification de cet élément."

Luego, continúa Daney, conducen al iniciado frente al palo central de la capilla. Allí, a través de un agujero en el mismo practicado, debe acertar lo que hay escondido en el fondo de la choza. Es admitido si lo logra.

La descripción que nos da el Abbé A. Walker [23] es también muy in­teresante. Damos a continuación algunos detalles de su versión: "Cuan­do los candidatos a la iniciación, embriagados por la iboga, caen en un estado de inconsciencia y de atontamiento, duermen sobre el suelo sin sentir necesidad de alimento alguno, ya que la planta les quita todo :apetito."

(22) DASEY (1924). pág. 279. (23) AliBf A. WALUR (1924).

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BWITI ¡;;;-.: L,\ Gt'l/I.'L\ ~:SPtSIOJ.A 3!)

"Es durante este breve estado letárgico cuando el Bwiti debe reve­l.:irseles bajo las formas más diversas y también más macabras. El dur­r:Jientc vería, según parece, llegar un fantasma; éste le toma por la mano y lo conduce a través de mil vueltas y revueltas a un poblado eompucsto por una sola choza con una sola puerta. El guía-fantasma la abre, y entonces el iniciado (bajo el imperio, sin duda, de las pesadillas provocadas por la absorción de la iboga) ve pasar ante sus ojos una larga procesión de esqueletos o de cadáveres pálidos y gesticulantes c¡uc extienden a su paso un olor insoportable. El jefe de esta ciudad de los muertos, individuo más repulsivo que Jos otros, pide al can­didato:

-¿A qué vienes aquí? -¡Vengo a ver a Bwiti! -¡Este soy yo! Y la visión desaparece. Este extraño sueño provoca algunas veces

gritos de terror o palabras ininteligibles. Se cree entonces que los ini­ciados están en comunicación con Bwiti."

A continuación indica el Abbé A. Walter cómo al retornar los dur­mientes a su estado normal son sometidos a un interrogatorio. Las res­puestas que dan deciden si se les admite o no, y, en caso negativ~ello sucede raras veces-, un profundo silencio reina en la asamblea y el desgraciado aspirante debe tragar una nueva dosis de iboga.

Dicho autor señaló, también, el peligro que encierra el hecho que el iniciador fije las cantidades de iboga necesarias para una iniciación, ya que siendo ésta un producto altamente tóxico puede serie útil, bajo el pretexto de iniciar, para eliminar a testigos molestos.

La versión que sobre la iniciación nos da Gom.ález de Pablo (1946)

debe tomarse con ciertas reservas. La absurda transcripción, completa~ mente distinta en los dos articulas, dificulta la fácil comprensión. Aquí transcribiremos a continuación. con ligeras modificaciones, la última parte, o sea la descripción de un sueño, que es versión personalisima y de gran interés.

Cuando el iniciado ofrece señales de recobrar el conocimiento le son destapados los o idos y, en su caso, los ojos. Se le acerca el tocador del arpa con su instrumento, lo coloca sobre la cabeza del iniciado y pasa tocando de uno a otro oido. Por último, el okambo [24], mostrándole un

(24) okambo, jerarquía dentro áeJ nwili que los indlgenus suelen lradu· ~Ir por obispo.

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A!'I:TON\0 DE VECJ.o\NA VIL!I.l,UACH

1•spl'jn. lo rom¡wrá mcdianll' un tizón encendido, simulando <lSÍ la acción

dt•l rl'lfunpago.

Enton<'C!\ l'l okamlw, llamando al ngu.se 125] por su nombre, le dice

•· ¡Eh~ ¡ 8h! ¿Qué has visto? ... El ngusc, aun como en estado de sue­

ño. rt'lnta lo que vió. Por ejemplo: "¡Ah! ¡Ah!. .. No sé dónde estoy; nunca vi mundo tan misterioso ... Veo a papá que es blanco, a mamá del

mi.:m10 color, a todos mis familiares muertos transformados en blan­cos ...

Sus pueblos no tienen comparación con los que hasta hoy me eran conocidos ... Papá indicóme que le siguiera; me llevó por un camino como rlc potopoto [26], atravesé por el cementerio, encontré a Jos brujos. llcg-ul· hasta el campo que habitaron los muertos, que cuida un pájaro Dcscubri un camino muy grande y, siguiendo por él, una casita peque­ñita habitada p0r Nvié y Mienva [27]. Ella estaba tocándose las tripas, que tiene amarradas en el cuello y en los dedos de los pies como si fueran una guitarra. El se entretiene frotándose el muslo por el brazo y haciendo pintura roja con la sangre Q.ue brota. Un tronco de árbol cortado atraviesa el camino. Lo vigilan dos hombres gigantes, que, le· vanttindolo sobre sus hombros, me permiten pasar. Llego a un lugar de dondc salen tres caminos: uno de oro, blanco el otro Y negro el tercero.

Al seguir por el camino de oro veo que todo está plantado en las orillas de alam y de iboga. Se descubre una casa habitada por un matri­monio salvaje, N gongonamueca, hombre, y N sigo, mujer. Esta está ocu­pada en preparar la sangre para que pueda nacer su hijo. Está senta­da sobre una pelota de goma, de la que con su peso hace brotar la san­gre. Más adelante tropecé con Bene, quien me indicó siguiera el camino pequeño hasta llegar a un riachuelo, que atravesé sobre una hierba, Y seguido por pescado que no puede comer moreno. Alcancé después un rio grande y no sabfa cómo iba a pasarlo. Apareció entonces un hom­bre, Nbondo, que tenía el cuerpo vacío como una barca. Se tendió en el agua y remando con las manos y pies me dejó en la otra orilla,

Ahora me encuentro ante un campo muy blanco cubierto de flores. Hay un gran árbol, del que cuelgan un hacha, la ardilla voladora, varias pieles de gato-tigre y muchos gorriones. Tiene cuatro ramas muy gran·

(2-'i) ngl~<~l", podr[;:a traducirse por t"alr.cúm.eno. (.26) SlgntncJ barro. lodo, [¡mgo. (271 Eva y Adán.

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l..\ SI::CTA IJr:L BWITI E:>; LA <:t.'INEA ESPA!i;OLA j¡

ces; una de ellas señala el norte, otra el sur, otra el oeste y otra el este.

Sigo el camino y encuentro el árbol de banana que ofrece comida a los muertos, y más allá el poblado de brujos en la orilla de un mar muy grande. Hay un barco. Le hago señas y viene a buscarme. Me lleva a una tierra que es como goma. Es el cielo. Veo allí muchas gentes y muchos familiares ya muertos. Se me acercan y me preguntan si he muerto, adónde voy... Pero los dejo atrás, tengo que seguir adelante. Encuentro el palo metombo, que está agujereado por bajo, y sobre él, el pájaro que cuida las calaveras de Nvié 1¡ Mienva. Encuentro después a un hombre muy pequeño, y un poco más lejos al rayo y a la tortuga; muy cerca de un pozo, donde un niño calvo no deja bañar sino a los muertos. El niño toca una campanilla y hace aparecer dos cuerdas de oro. Por ellas atraviesa el pozo y me hallo de pronto ante la casa de Jesús.

Se alza ésta sobre una gran cruz, de cuyo centro nace una columna tle oro, sobre la que se levanta una casa de dos plantas; la más baja d<'stinada a la residencia de Dios-Padre y l<o otra habitada por Jesús. La casa está continuamente girando sobre la columna que le sirve de eje. I<;n la primera planta, a la que subo como volando, veo una mesa re­donda, con agujero en el centro, por el que pasa un hilo de oro, tapa­do con un espejo del mismo metal y a cuyo extremo aparece ama­rrado un Joro. Dios-Padre es un anciano de calva grande y pelo blan­co alrededor de las orejas. Tiene gran barba, que le llega hasta la rodilla. Viste con una túnica blanca, adornada de oro en los puños; calza una sandalia de oro y otra de cobre, y sobre la cabeza lleva un gorro de cuatro picos, todo de oro. Hay que saludarle de rodillas, ex­tendiendo hacia El ambas manos. Y después de decirle que babia co­mido iboga y esperaba ver a JeM, tirando de una cadena de oro hizo sonar una campana. Abrióse la casa de Jesús, dcjóse ver éste y pude hablar con El.

H~mos suprimido gran cantidad de palabras indígenas, y sustituido otTas por su traducción. La descripción de este maravilloso via­je al reino de los muertos está integrada por elementos de distinta pro­cedencia; por un lado, ya los ritos a los cuales se ha sometido al ini­ciado han fermentado y su fantasía Jos ha combinado con detalles que forman parte del cuerpo de doctrina del Bwiti y que se habían fil­trado.

En primer lugar, el peregrino encuentra a sus padres; suponemos

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que se trata de sus padres espirituales, d!) sus padrinos, qup lo han asistido durante toda la iniciación, y cuya tutela persiste ('U el viajp al otro mundo y durantl:' toda la vida real del /Janjí. A N"llui la describen como asociada al arpa de Bwiti. Una serie de dificultades obstaculi~;.m el camino. En primer lugar, el potopoto; luego, los brujos; luego,!'! árbol cruzado en el camino; más tarde se encuentra un riachuelo, que es preciso cruzar; luego, otro rio. El peregrino encuentra descanso en un campo muy blanco cubierto de flores, y cerca de allí un árbol le per­mite compartir su alimento con los muertos. Un mar muy grande lo separa del cielo, y un elemento blanco, un barco, le sirve para cruzar­lo. Una vez en el cielo toma contacto con Dios-Padre, dios que les es mucho más familiar que Jesús, y, en consecuencia, lo utiliza como in­termediario.

Al margen del Bwiti la narración tiene gran semejanza, por los ele­mentos comunes, con diversos c-uentos de m.uerlos que hemos recogido. Una de las cosas más interesantes es el problema de Jos tres caminos que aparecen en múltiples versiones. Como ya indica González de Pa­blo, el d~ oro está destinado a los banji. El blanco, a los que, siendo buenos, no llegaron a conocer a la iboga, termina en un purgatorio. El camino negro, a los malos, y rlesemboca al 'infierno.

Vamos ahora a tratar de un tema que ha quedado inédito. Nos n·­ferimos a los ritos. Inmediatamente salta a la vista el escaso número de personas que toman parte en ellos, como dice Hutin en la obra antes citada. Los ritos de iniciación son misterios que el neófito se compro­mete a no revelar a los profanos. Otro dato interesante es la constancia que ofrecen. Distintos informadores me han contado su iniciación, y en todas partes ofrecia ésta las mismas características. En realidad, para nosotros, ajenos a su simbolismo nada hay tan incomprensible como estos ritos, la dificultad para interpl'etarlos es insuperable. Es pre­ciso conformarse con las aclaraciones que nos dan los iniciados.

El que desee ingresar en el Bwiti debe pedir a un ban.ji que Jo pre­sente a los otros para que pueda exponer su deseo. Los de la mar~anga acuerdan en secreto si lo admiten o no, y en caso afirmativo, que suele ser la mayor parte de las veces, disponen un trabajo, en el curso del cual se le preguntará a Bwili si se le puede dar iboga.

Para que este primer trabajo pueda realizarse, el futuro banji debe dar una ofrenda (cinco duros y una hoja de tabaco en rama). Desde el otro mundo comunican si se le admite o no; cuando es que sí le indican

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LA SEC'TA DEL llWITI EN !.A GUINEA ESPAÑOLA 39

que busque entre los ñima {28] un padrino, el cual será su padre espi­ritual, y una madrina, que será su madre>.

Este parentesco es muy fuerte. Los ba·nji aluden con frecuencia a ello, y en algunos casos hemos podido obse1·var cómo consideraban in­cesto la relación sexual entre hijos de un mismO padre.

Los padres le indican lo que debe procurarse para el próximo tra­

bajo Y al mismo tiempo le enseñan el medio de encontrar iboga. El dia de la iniciación el trabajo que se realiza se denomina pasa.r un hijo. Las cosas necesarias son las siguientes: cinco duros, una gallina, una sába­na nueva, una aguja nueva, un plato de melongo nuevo, una piel de mosin]i, una hoja de tabaco en rama, una pluma encarnada de loro, un pequeño tarro de miel, un racimo de plátanos, unas botellas de licor y unas velas de savia de okume.

El futuro banji guarda durante un mes continencia sexual. Durante este tiempo procura reunir todas las cosas que le han indicado como ne­cesarias. Mientras tanto, tiene frecuentes contactos con su padrino, el cual poco a poco le va contando cosas sobre el Bwiti. Estos pequeños detalles son elementos que luego le sirven para construir los sueños que narrará.

Al llegar el día señalado le preparan un vomitivo, y el padrino se lo da. Este vomitivo tiene por misión limpiar su cuerpo de sustancias im­puras. Durante todo el dfa guarda absoluto ayuno y procura pasarlo en un sitio retirado. Al día siguient«:: le dan un plátano asado partido por la mitad y relleno de corteza de iboga. Se queda en casa de su padrino y por la tarde le dan otro plátano como el de la mañana. Al tercer día preparan un trabajo.

El padrino y la madrina, junto con el okambo, lo llevan al lado de un motunga joven que pueda arrancarse fácilmente. Limpian cuidado­samente el suelo que rodea la parte inferior del tronco, y el okambo

pinta en la corteza del arbolito una mancha blanca Y una mancha roja. La mancha blanca se hace con pembe y significa la esperma del varón; la mancha roja se logra con vitedi [29] y alude a la sangre menstrUal de la hembra. Se pintan jUntas, tocándose; es la mezcla de los dos sexos, que debe dar lugar al nacimiento de un hijo.

(28) ñima, adepto al Bwlti, de grado superior al ba11ji, suelen traducirlo por cura.

(29) pembe na vitedi, con una tierra muy blanca y con polvo de palo rojo hacen dos pastas que emplean para pintarrajearse

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Luego van junto a otro árbol llamado mabandiko, golpean el tronco repetidas veces, y con un cuerno dan tres llamadas al otro mundo. gs. tas llamadas sirven para comunicar al reino de los muertos que nacrrá a la vida del otro mundo un hijo.

Regresan junto al motunga y lo arrancan, dejándolo escondido en un rincón del bosque. Entonces van al poblado en busca de la gallina, la iboga, la aguja, la pluma de loro, etc. Con todo ello se van a la orilla del rio. El okambo inicia la procesión. A éste sigue el neófito y detrás el beti (tocador del arpa); luego, los padrin:)s y Jos banji que ha.van sido invitados.

Antes de llegar al río deben recoger el molun.ga que antes han arran­cado, y el neófito lo lleva a cuestas tal Como Cristo llevó su cruz. Al l!e. gar a la orilla del rio preparan un arco con ramas de palmera. Mient!'as la mayor parte de asistentes se dcdican a la construcción del arco, t'l padre lleva a su hijo a un lugar apartado, y allí éste le hace confesión de todas sus culpas pasadas. Luego regresan donde están los otros, los cuales los reciben con gran alborozo y júbilo.

El padre· y la madre se introducen con el que se está iniciando ~~ rio. Para ello pasan debajo del arco que antes han construido Y procu­ran quedarse en un sitio donde el agua llegue hasta las rodillas.

El neófito pasa por entre las pi4"rnas de su padre; luego, poz· entre las piernas de su madre. Esta operación la hace dando la cara al impro­visado puente; Juego la repite en sentido inverso, pasando primero por las piernas de la madre y después por las del padre. Estas dos operacio­nes se llaman entrada y salida. Cuando en la salida su cabeza asoma por entre las piernas del padre, éste aplasta sobre ella unos frutos de palo­mero mezclados con una planta llamada mabondo. Nos explican el sig­nificado de estos ritos diciendo que ello expresa cómo el hijo nace del vientre de sus padres y éstos le abren el cerebro para qua ten~a expe-riencia.

A continuación el neófito toma un baño pronunciando fórmulas dis­tintas. Una de ellas es: "Con este baño que yo tomo me lavo de todo lo malo." El padre extiende sobre el suelo una piel de mosin}i, coge al neó­fito por los brazos y lo hace sentar sobre ella con cuidado. Delante en­cienden una pequeña vela. El padre coge con sus manos la aguja, y con ella pincha tres veces la lengua del neófito; repite la operación en las dos orejas y luego sobre el cora~ón. Ello significa, explican nuestras 'banji, que lo matan. Colocan sobre su cabeza una pluma de Joro.

Sentado sobre la piel de mosin}i y ardiendo frente a él la vela de

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LA SECTA DEL BWITJ ~N I,A C::UU,~ ESP.\iiol..\

oJnune. el ~eófito guarda perfec~ inmovilidad. Su Padre 41 Ja aguja, plllC~ con ella una bolita de iboga y luego tre:O:a otra vez gua del hijo. ~1ent~as tanto, el beti [30) sigue tocando me: la len. ¡ones. A continuación le hacen ingerir una bola d 'bo ~~~~ can. ~nclones y la ingestión de bolas El nllmero de :~s~~~tln6an las y su tamaño aproximado, el de un centflnetro ctiblco e ser quince

Lo hacen levantar Y se inicia Ja procesión de re~. Por el camino recogen al ~tunga, el ne6fi.to carga con él como Cristo earl6 con la cruz y el beh acompafia una canción que hace alusión a loa sufrimien­toS que pasó el Señor con la cruz a cuestas.

Llegan a un claro del bosque. Alli el oka.m.bo cava un pequeño hoyo, dentro del cual colocan un pedazo de alambre de cobre, pedazos de uñas de los dedos mefi.ique Y pulgar de ambas manos y de ambos pies, pelo de la frente Y de la nuca. Ello significa que esconden su cuerpo a Jos enemigos.

Plantan el motunga. en el hoyo: Sacrifican la gallina y derraman su sangre al pie del motunga. Luego, cuidadosamente, cubren el hoyo de tierra. Entonces el m.o,kambo coge la gallina ya muerta y la lanza al aire de tal modo, que pase sobre el motunga; las gom.bo {31] la recogen.

Rezan tres oraciones, hacen gran cantidad de nudos en hojas de pal­mera y sentados alll esperan que llegue el atardecer para entrar en el traba;o.

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LOS SACRIFICIOS EN EL BWITI

Para mayor gloria de Mwanga, los banji ofrecen vlctimas propicia­torias. Durante el trabajo los adeptos señalan cuál debe ser la víctima. Como es lógico suponer, en la elección intervienen los más variados fac­tores, tales como los antiguos odios, los viejos intereses o simplemente la actitud adoptada frente al Bwiti. Este es el gran tema que tanto ha dado que pensar a la imaginación popular. En una novelita escrita por un indfgena kombe [32], y publicada por el Instituto de Estudios Afri­canos, se identifica a una célula del Bwiti con la organización llamada de Jos hombres-.leopardos. A pesar del anacronismo evidente-la acción se desarrolla mucho antes que llegase el Bwiti a nuestra Colonia-. es muy interesante para ver la opinión, los sentimientos, que tiene un indigena no banji frente al Bwiti. En la página 100 leemos:

"La expedición había llegado a la meta: la secta estaba totalmente descompuesta; solamente dos o tres hombres llegaron a escaparse; el resto estaba prisionero, y una media docena pagó cara su travesura, de los cuales dos principales miembros de la organización: Mabando, el creador de la institución, una copia de los males de la que más tarde seria colonia vecina del Gabán, fué atravesado por la barra candente. Y ¡pobre Penda Lengui! Por fin había caído, y con él todo el terror que llegó a inspirar. Este personaje pagó doble, y, claro, lo mereda: des­pués de la cuchillada que le costó el billete de viaje, ahora lo consu­mian las llamas debajo de la mole ardiente de la choza que fué cuna de la secta Bueti. y, por consiguiente, del leopardo":

{32) V~ase en la bibliografía: EVITA (1953)

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.. ANTtiNIO m: vt:CIANA 1iii.Al.DACH

Efectivamente, fué Mabando t•l que c>xtcndió, como hemos visto an.. teriormentc, C'l Bwiti í'DlrC' los Kombl•, pero la acusación que se lee en la novela es de sumo interés para poder juzgar lo que son las acusacio­nes dt~ asesinato entre los indfgenas. El que adquiere poder, al que lo­gra riqueza, ll' endosan inmediatamente una etiqueta con nombre de una medirino. para matar. Fulano tiene moñongo, Mengano Uene ekoni, etcétera [33]. Y las acusaciones son perfectamente verosimiles, con gran abundancia de detalles. Igual que en la novela de Evita, en nuestra co. Jonia se han achacado a la presencia del Bwiti gran cantidad de asesi­natos o desapariciones.

El sacrificio de vfctimas propiciatol'ias humanas es frecuente en las distintas sociedades secretas africanas. En el culto del mekuk en boga entre los fang, el padre sacrifica a uno de sus hijos a Jos cráneos pro­tectores; luego. tranquilamente, se lo come en compañia de sus veci­nos. Este sacrificio proporciona al que lo hace gran cantidad de caza. Sería fácil encontrar otros ejemplos.

Los sacrificios ofrecidos al Bwiti no son comidos. En ellos no inter­viene la antropofagia ritual. Escribimos estas ll'neas para uso de los co­loniales. los cuales nos han contado pintorescas versiones de los más macabros festines y de los cuales se hacía 1-esponsable al Bwiti.

Volvamos a los banji.. Una vez designada la víctima, el que hace de okambo debe capturarla viva; para ello puede ayudarse de los que crea conveniente, los cuales obedecerán ciegamente sus órdenes. Al pobre infeliz lo llevan a la Mban}a y am lo degüellan. No puede matársela de otro modo; sólo sirve el degollarlo y dejar que la sangre corra por el suelo. Al cuerpe lo entierran con todos los honores de un alto destino.

Afortunadamente se ha introducido desde tiempos ya lejanos una modificación que evita el empleo de víctimas humanas. Su origen es el siguiente: Una noche un okambo fué a capturar la vfctima señalada. Para ello designó a los banji más fuertes y más valientes. Todos juntos· cayeron sobre la Pequeña choza habitada por la víctima. y en vez de encontrarlo tendido sobre la cama, donde lógicamente debía estar, en­contraron en su sitio un gallo. Si grande fué la sorpresa, no fué menor el temor que sentfan frente a los que se habían quedado aguardando

(331 moftongo y ekoni son dos medicinas que proporcionan riqueza. El que las posee puede matar a cualquiera y si el np.nga no lleaa a Uempo para apll• car lo. contra-medicina. el lndlvtduo muere y se convierte en esclavo fiel que lo ha matado. '

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en la Mban}a. ¿Acaso podrían acusarh~s Je mw hubieran l'eturrido por cobardía a una superchería? Temerosos, fueron ni lu¡~'!:ll' ele l'cuni6n con el gallo entre las manos. Explicaron lo sucedido y se acol'dó consultar con Bwiti. Organizada la ceremonia, éste hizo saber a travéi::1 de loa Miti (muertos) que ya no se precisaban sacrificios humanos y al mismo llcm. po les indicaban que un gallo era suficiente y que luego se lo podlan comer (! ). Y asi se ha· venido haciendo desde entonces.

Los ban}i ofrecen también a Mwanga f1·utos de sus fincas, comidas preparadas y dinero. De todas estas ofrendas dispone de un modo abso­luto el okambo, y puede repartirlas entre los asistentes, darlas a herma· nos en desgracia o simplemente destruirlas.

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EL TEMPLO DEL BWITI

El templo del Bwiti es de extraordinaria sencillez. Ya habló de él Abbe Walker (1924) describiéndolo como una choza arreglada de un modo particular. Según este autor, en el fondo hay una especie de al­tar y sobre él una estatuilla toscamente tallada en madera Que descan­sa sobre el cráneo de un jefe. La estatuilla suele estar pintada de co-lor rojo y algunas veces tiene adornos de cobre.

Las columnas que sostienen el techo pueden presentar figuras gra­badas con caracteres sexuales acentuados. Es curiosa la presencia de una columna central, la cual presenta en su parte media un nudo cala­do. La viga maestra termina algunas veces en forma de un cayuco.

Daney [34] nos lo describe como una choza de paredes de corteza, de forma rectangular, terminada en su parte anterior por un alero, cuyo reborde desciende lo suficiente para que sea preciso entrar aga­chado. Según este autor, las columnas laterales presentan grabados, y la central, un agujero en el sentido del eje mayor de la choza. En el fondo pueden distinguirse dos o tres aberturas: la del centro corres­ponde a un altar en el cual descansa la estatuilla que representa a Bwi­ti. Algunas veces se encuentran allí cráneos humanos. Dicha estatuilla, según Daney, es antropomorfa, pintada mitad de rojo y mitad de blan­co, y puede ser de barro cocido o de madera. Un rincón del fondo se destina a capilla ardiente.

Según Balandier (1955, pág. 222) la fundación de un templo Bwiti requiere el sacrificio de un ser humano determinado: el de un parien· te o el de un adoptado, ello se explicaría por la necesidad de "matar el parentesco", exigencia que se puede observar en numerosas asociacio.

(34) DANEY (1925), ptg. 278.

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nes que sobrepasan Jos limites d(' los grupos familiares. Naturalmente es diffcil saber hasta qué punto se respeta esta exigencia.

Balandicr purlo observar cómo en las épocas adversas, cuando el Bwiti es objeto de persecución por parte del colonizador, hay un des­doblamiento de los templos. En estos casos las "reliquias" Y Jos objetos "consagrados" son transferidos a santuarios secretos (n}imba) en el bos­que. El viejo templo sirve una vez desacralizado a ciertos aspectos pú. blicos del culto, el cual acentúa su carácter de fiesta, estableciéndoS{' asf un desequilibrio entre los aspectos públicos y los privados.

En lfneas generales la descripción hecha por Balandier coincide con nuestras observaciones. La única diferencia importante es q_ue nosotros no hemos podido comprobar la existencia constante del fuego central alimentado por tres palos, que hemos visto sustituido por una vela gran­de de savia de okume. Tampoco hemos encontrado decoraciones en la columna central, pero ello se debe a las condiciones en las cuales debe desarrollarse el Bwiti en la Guinea.

En nuestros territorios, donde el Bwiti no tiene existencia legal, los templos suelen ser improvisados en un claro del bosque. Algunas ve­cell quedan como construcciones definitivas, sin que nadie !meda sos­pechar de qué se trata. No hemos podido ver estatuillas que representa-sen a Bwiti.

Vamos a describir una Mban)a. En primer lugar se observa una orientación definida, de acuerdo con el c~mino que sigue la secta; si tenemos en cuenta que la planta es rectangular y que uno de los lados cortos sirve de J.ouerta, vemos cómo el lado opuesto queda orientado ha­cia el mar o hacia el norte. (Fig. 2).

Su planta es rectangular y alargada; varias columnas sostienen un techo a dos vertientes. Uno de los lados cortos del rectángulo queda abierto y sirve para entrar y salir. En su centro, y un poco hacia el in­terior, se levanta la columna principal, llamada Mosimbiako. Esta pre­senta a la altura de la vista de un hombre un agujero.

Apoyado en la columna principal hay un travesaño que va de lado a lado y de él cuelgan ramas de palmera. La columna principal recibe el nombre de Mosimbiako. Teniendo en cuenta la puerta, la zona que queda a la derecha de la columna, entre ésta y la pared, sirve de en­trada y la que queda a la izquierda sirve -de salida.

En el otro extremo de la sala se encuentra la mabaka, paralela al lado corto posterior y de tal modo que quede entre ella y el fondo una zona. Esta recibe el nombre de n}imbe y puede considerarse como un santuario; la mabaka (Cf. con la obaka de Balandier 1955, pág. 227) t'S

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..... Fig. !l.-Planta da un 1emplo Bwili. 1

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un instrumento de música formado por un tronco hueco Y puede con siderarse como uno de los elementos fundamentales del templo.

Exactamente en el centro del rectángulo hay una gran vela de sa\'ia_ de okume, la cual· recibe el nombre de etanbanga. Al parecer ha sust¡. toldo al fuego alimentado por tres troncos del cual nos habla Balandier Esta vela o fuego central es un elemento de una importancia extraor. dinaria; copio a continuación unas palabras sobre ella o idas de un lron. ji: " ... es el fuego que hizo secar la tierra y en el trabajo es la máquina, lo que hace andar la casa; gracias a él la Mban}a puede desplazarse ha. cia el sur, hacia el bosque y hacia el mar ... "

El espacio que queda entre la vela central y la columna forma la ~boka (= plaza) y es el sitio destinado al baile y el que queda entre la vela y la mabaka es el manbongo (= sepultura), este lugar es sagra. do. En él y cerca de la mabaka hay una piel de mosin}i, esta está ex. tendida en el suelo de tal modo Que si la Mbania está orientada hacia el Norte la cabeza del animal lo está hacia el mar. Esta zona es tabú para las mujeres y puede considerarse como el altar. En ella colocan diversos objetos sacralizados, tales como imitaciones de custodias, etc.

A ambos lados de la Mban}a, a lo largo de la eboka y del manbcmga, hay bancos formados por troncos de bambú; el que queda a la izquier· da, teniendo en cuenta la entrada, está destinado a las mujeres y el de la derecha a Jos hombres. Ellos y ellas respetan rigurosamente la separación y se sientan de acuerdo con un riguroso orden jerárquiCil determinado por el grado alcanzado o por la antigüedad en el Bwiti de tal manera que los más antiguos quedan más cerca del altar. No podemos abandonar el templo sin hablar de otras dos velas Que inter· vienen en los ritos; la posición de las mismas varia a lo largo de la noche, pero al empezar el "trabajo" una se encuentra al !)ie y a la izquierda de la columna principal, es la ngonde (=luna), y la otra se encuentra cerca de la cola del mosin}i, es kombi (=el sol). Al servicio de la prirr.era están las mujeres, no obstante es preciso citar que ellas nunca la clavan al suelo, se limitan a desplazarla y antes de clavarla la dan a un hombre para que lo haga. Se trata de velas de savia de okume.

Otro elemento importantísimo es el instrumento musical llamado 11goma o arpa, simboliza a Ban}oku, tal como hemos visto en la leyenda del origen, las hay de gran belleza. (Figs. 3 y 4). Parece ser que haY ejemplares sacrali7.ados que se guardan celosamente y otros ejemplares que son meros dobles. En algunos se puede ver la presencia de restOS procedentes de los sacrificios en el interior de la caja de resonancia. Y

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Fig, :S.-Arpa del Bwiii que 1e con1erva en el Mu1eo Etno~ágico de Madrid.

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Fig. 5.-•Custodia:. empleada en el culto del Bwili,

así Moreno Moreno (1949) nos habla de un arpa que contenía un cora-zón humano desecado.

De acuerdo con su carácter sincrético otros elementos culturales pueden aparecer, ya procedentes de las antiguas creencias, ya imitando las religiones cristianas; asi vemos cómo hay gran número de estampas, cruces, e incluso imágenes religiosas procedentes de las misiones. EUo dará idea de la complejidad del problema. (Fig. 5).

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EL TRABAJO

Por trabajo, palabra que ha aparecido repetidas veces en las pági~ nas anteriores, los banji entienden ceremonia religiosa; hablamos de ce­remonia en su acepción de acción o acto ajustado a determinadas reglas. Hay trabajos para dar gracias, para implorar favores, para iniciar, etc.

La mayor parte de los trabajos tienen lugar en la Mban}a, durante la noche y duran hasta que las primeras luces del día hacen su aparición. Requieren por parte de los participantes cierta preparación y determi­nados vestidos. Los individuos no pertenecientes al Bwiti pueden tam­bién tomar parte; ello obedece al afán proselitista de la secta, y en casos determinados pueden llegar a pedir que se haga un trabajo; ello se tra­duce en una remuneración.

Un verdadero escollo para nuestra investigación ha sido conocer la gradación jerárquica dentro de la secta. Aquí hemos tropezado con una verdadera feria de discretos. A nuestro juicio esta dificultad no se debe a la malevolencia de nuestros informadores sino a la misma dificultad que tienen ellos para encajarse en una estructura jerarquizada que salte Jos límites de las clases de edad, etc. Asi hemos visto cómo en di­versos papeles de propaganda del Bwiti s::·lían los pomposos títulos de presidente, vicepresidente e incluso mecanógrafo.

Teniendo en cuenta los nombres indígenas, la gradación más verosí­mil que hemos logrado establecer es la slguiente:

temaban}i o ngu.se equivale a catecúmeno, individuo que se va a iniciar, que va a recibir un nuevo nombre y que formará parte de los banji.

banji adeptos en sentido general. pertenecientes al Bwiti.

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ñima

gombo

okambo

motopo

ANTONIO DE VECIANA VII,ALDACH

grado superior que suelen traducir por cura. algunas veces designa a los banji femeninos, otras veces parece designar un grado superior destinado a las mujeres equivalente al de fiimo lo suelen traducir por monja. '

suelen traducirlo por o.bispo, otras veces parece ser maestro de ceremonias.

corresponderla al grado superior, lo traducen por papa.

Parece ser que el responsabl~ de Mban}a es el okambo; éste puede ser relativamente joven y en ello estriba una de las mayores fuerzas que tiene la secta: la entrada de elementos jóvenes, algunos de ellos educa. dos en las misiones; en los cuadros directivos, permitir el acceso de las generaciones que antes quedaban bloqueadas por las clases de edad.

Cuando un individuo, banji o no, quiere convocar un trabajo debe entenderse con E>l okambo; éste indicará cuantas cosas sean precisas y fijará la noche de la ceremonia. Avisará a todos los que forman su mtJ{Jo:nga (parroquia) para que asistan.

Cuando ha llegado el dfa indicado, el akam.bo, hacia las seis de la tarde, sale a la plaza y hace tres mbudi, tres toques de cuerno; con ello anuncia a la gente del otro mundo que se va a iniciar la ceremonia.

La gente entra en el templo " ... con mucha delicadeza y orden va que todos saben qut: allf se trabaja con Dios ... " Las tlombo, vestidas de blanco, ocupan el banco de la izquierda; los hombres, vestidos con el ubatt, la piel del gato tigre y un gorro encamado (en ciertas maganga& es blanco). El okambo " ... es muy serio, no habla con nadie o si lo hace lo hace con mucha seriedad y todo lo que dice es verdad."

La lengua que se emplea en las diversas ceremonias y en la cual se expresan las canciones, oraciones, etc., es una lengua esotérica que la mayor parte de banji desconocen. Parece proceder del Mitshogo y juega el mismo papel que entre nosotros el latín al servir de lengua vehicular entre las distintas tribus. Empiezan por aprender las frases de memoria; luego, poco a poco, en el transcurso del tiempo, entran en el "conocimiento" gracias a las explicaciones que reciben.

Parece ser que el Abbé A. Walker posee un gran número de cancio­nes con la traducción correspondiente. Por nues.tra parte hemos podido recoger algunas sin que nos fuera posible conseguir lo Que significaban. Damos a continuación algunos fragmentos de un cuaderno de un evo­lucionado banji que puede considerarse como un verdadero misal del

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l .. , SEMA OF.L BWITI EN I.A (illlNF.A ESPAÑOI.A 57

Bwiti. Lo hact"mos <'On dos propósitos, el primero para dar idea de la romplE>jidad de una ceremonia y el segundo para que los trozos repro­ducidos sin•an para otros investigadores como puntos de rererencla, ya para ver la constancia de los ritos en el espacio o en el tiempo. Em­pleamos la transcripción del ban.ji :

E1 (lkambo ~ra abrir el Trabajo. es tleclr, adaptarse a una seriedad pronun· da en unión de los demás bandyi y yombo. las palabras siguientes:

: Asimokeka. 6 6 6 Asibongondye kA, (l ó 6 Okove Muana ndongo tyanga Tuagani ká Eháhli, háe !

{Cantos antes de upiko)

1) Tuta mobango umnvigakamlsodiye. Amavi&"dka.-

(reparto de iboga por el oknmho)

2) Ye Nsambi mabogijoma Nabidi na migongobadie

(momento de poner ubatl los hnndyi y uniforme las yombo)

Obato ba Muanga tripana ni makota. tripana

(Cantos para cuando se planta la vela principal de Mbandya que se llama: Etambanga)

El okambo ilama a los bandyi y en unión de todos, después de cavado en el suelo el hoyo. 1a etambanga en las manos, cantan lo siguiente:

Tubamaplsa ngua na dibenga (3 veces) Suma ndyandya (plantando vela) Kuku edipa. ye edipa (tapando hoyo)

; ó ó ó ó ! (Véase tig, G.)

Y asi continúan cantando canciones, alternando éstas por solos del arpa y por narraciones del okambo hasta que amanece. Entre tiempo se intercalan, según el carácter del trabajo, diversas danzas; entre ellas merecen citarse la kuka, danza que se ejecuta al son del arpa y que está destinada especialmente a las mujeres, y la danza llamada mobongo, que está destinada a los varones y requiere gran agilidad.

Cuando el día está a punto de aparecer el que toca el arpa recorre ]as cuatro esquinas de la Mbanja y las dos velas que representan la luna y el sol se trasladan de sitio ocupando t:!l sol la posición que tenia la luna y viceversa.

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Fig. 6.-P6gina de un au11.derno de un 'ba.nji.

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CAMINO AL REINO DE LOS MUERTOS

La muerte de un banji no es un suceso triste. Pronto irá a formar parte del reino de los muertos, con el cual ha estado en tan íntimo con­tacto nesde que entró en el B-witi. En realidad, lo esperan, y desde am podrá venir en auxilio de sus hermanos. Con la muerte apremiará tO­das las cosas, todo lo que le faltaba por eonocer, .v entrará en una nue­va expel'iencia.

Un<:~ vez muerto se abre la ceremonia fúnebre con un rito de sepa­ración: el cuidadoso lavado del cadáver. Luego lo visten con un ubati blanco y cubren su cabeza con un gorro encarnado. Sobre el vientre, y atado al ubati, 1.na piel de mosin)i. En una cama, al lado del fuego, es extendido cuidadosamente el cadáver, y a su lado el tocador de arpa interpreta sus mejores cantos de desgracia. Otros banji quedan ert SI­

lencio a su alrededor. Nadie llora; el respeto se demuestra guardando profunda calma.

A<·tualmente todo pasa a puerta cerrada dentro de la humilde cho­za que le sirvió de morada durante su vida. En otros tiempos traslada­ban el cadáver a un rincón de la Mban)a, que quedaba convertida en capilla ardiente.

El ataúd, sencilla caja de madera, tiene pintada sobre su tapa una gran cruz. El entierro tiene lugar al caer el sol. Inicia el fúnebre cor­tejo el okambo; en su mano izquierda lleva la ngua y en su derecha la mabalanga, especie de maraca formada por tres frutos vacíos monta­dos t>obre un eje de madera. Con la m.abalanga marca el comyás de la marcha.

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ANTONIO DE VECIANA \lLALDACH

Sobre unas improvisada¡ parihuelas cuatro banji conducen el ata11d. Detrás de ellos, el beti tocando el arpa, y luego por el estrecho sendero que se introduce al bosque la larga fila de los banji y familiares. Todos llevan en sus manos ramas tiernas de palmera.

En un claro del bosque excavan la fosa; luego, con sumo cuidado, descienden el ataúd. El okambo pronuncia una oración para recordar las excelencias del desaparecido y para desearle una buena arribada al reino de los muertos. Al acabar coge un puñado de tierra y lo arroja SO­

bre la caja, y al mismo tiempo se despide, diciendo : "Hasta la próxima entrevista." Los otros le van imitando. Acaban por cubrir la fosa, y en silencio regresan al poblado. Seis meses más tarde harán un gran tra­ba;o.

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