10
219 ¿Contra nosotros? La conciencia de especie y el surgimiento de una nueva filosofía política Víctor M. Toledo * Resumen: La humanidad ha comenzado a percibirse como una especie que podría enfrentar la extinción, y si ese será o no nuestro futuro es una cuestión que será definida por los conscientes o los dementes. Se argumenta que la princi- pal ilusión del ser humano es seguir creyendo que somos seres inteligentes, cuan- do en realidad hemos estado atentando contra nuestras propias fuentes de sobrevida. Y se pregunta: ¿No hay en realidad una brecha tajante y profunda entre el ser humano dotado de esta conciencia de especie y el que carece de ella? ¿No parece que se procrean en realidad dos especies dentro de un mismo gremio biológi- co? Postula el artículo como posibilidad optimista de futuro la conciencia de especie, una política que sea un “pacto por la vida” y una ética planetaria por la supervivencia. Palabras clave: humanidad, ética planetaria, demencia, conciencia, super- vivencia Against us? The conscience of species and the rise of a new political philosophy Abstract: Humanity has begun to be perceive itself as a species that would be able to face extinction, and if that will be or not be our future will be defined by the conscious or the insane. It is argued that the main illusion of human being is to keep on believing that we are intelligent beings, when in reality we have been attempting against our own sources of survival. The author asks: Is there not a deep and unequivocal gap between the human being who is provided with species conscience and the one who is not? Does it not seem that actually two different speciesare procreated inside a same biological guild? The article moves ahead stating that an optimistic possibility of future could stand on the conscience of species, a politics which should be a “pact for life” and a planetary ethics for survival. Key words: humanity, planetary ethics, insanity, conscience, survival Recibido: 20.03.2009 Aceptado: 01.04.2009 * * * Vamos a analizar varias ideas interesantes a partir de dos tesis o supuestos. Primero: la especie humana, o la humanidad si se prefiere, por vez primera se ha percatado que es una especie que puede morir, que puede Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, Nº 22, 2009, p. 219-228 * Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México. Email: [email protected]

Victor Toledo 2009 La Conciencia de Especie y El Surgimiento de Una Nueva Filosofía Política

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Sobre la conciencia de especie

Citation preview

  • 219

    Contra nosotros?La conciencia de especie y el surgimiento de

    una nueva filosofa poltica

    Vctor M. Toledo*

    Resumen: La humanidad ha comenzado a percibirse como una especieque podra enfrentar la extincin, y si ese ser o no nuestro futuro es una cuestinque ser definida por los conscientes o los dementes. Se argumenta que la princi-pal ilusin del ser humano es seguir creyendo que somos seres inteligentes, cuan-do en realidad hemos estado atentando contra nuestras propias fuentes de sobrevida.Y se pregunta: No hay en realidad una brecha tajante y profunda entre el serhumano dotado de esta conciencia de especie y el que carece de ella? No pareceque se procrean en realidad dos especies dentro de un mismo gremio biolgi-co? Postula el artculo como posibilidad optimista de futuro la conciencia deespecie, una poltica que sea un pacto por la vida y una tica planetaria por lasupervivencia.

    Palabras clave: humanidad, tica planetaria, demencia, conciencia, super-vivencia

    Against us? The conscience of species and the rise of a new political philosophy

    Abstract: Humanity has begun to be perceive itself as a species that wouldbe able to face extinction, and if that will be or not be our future will be defined bythe conscious or the insane. It is argued that the main illusion of human being is tokeep on believing that we are intelligent beings, when in reality we have beenattempting against our own sources of survival. The author asks: Is there not adeep and unequivocal gap between the human being who is provided with speciesconscience and the one who is not? Does it not seem that actually two differentspeciesare procreated inside a same biological guild? The article moves aheadstating that an optimistic possibility of future could stand on the conscience ofspecies, a politics which should be a pact for life and a planetary ethics forsurvival.

    Key words: humanity, planetary ethics, insanity, conscience, survival

    Recibido: 20.03.2009 Aceptado: 01.04.2009

    * * *

    Vamos a analizar varias ideas interesantes a partir de dos tesis osupuestos. Primero: la especie humana, o la humanidad si se prefiere, porvez primera se ha percatado que es una especie que puede morir, que puede

    Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009, p. 219-228

    * Centro de Investigaciones en Ecosistemas, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.Email: [email protected]

  • Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009

    220

    desaparecer del escenario planetario, como lo han hecho miles de ellas enel pasado, en el largo devenir de la evolucin orgnica. Ello se deriva delanlisis realizado desde una perspectiva de largo aliento histrico, vista lasociedad y los seres humanos en la perspectiva de la historia natural, puesel argumento de que los seres humanos son una especie especial, no regi-da ya por las leyes de la naturaleza o de los ecosistemas difcilmente sesostiene. Ello no significa que no existan procesos o fenmenos estricta-mente sociales o humanos, pero en ltima instancia, todos esos se encuen-tran contextualizados, inscritos, subsumidos o enmarcados en o por los pro-cesos de la naturaleza. No debe olvidarse adems que, para citar una frasede Marx, solamente hay una sola historia.

    En segundo lugar, que el futuro de la humanidad ser determinadocada vez ms, no por los buenos y los malos, los ricos y los pobres, loscapitalistas y los proletarios, o las izquierdas y las derechas, sino por losconcientes y los dementes, por los que luchan por la supervivencia y losque con sus actitudes colaboran, implcita o explcitamente, para llevarnosal suicidio colectivo, a la debacle de especie. En suma, el futuro ser deci-dido por los vivos y los muertos, o como dira Erich Fromm, por los quelogran nacer y los que nunca lo hacen. Y esto significa un retorno a vislumbrarlas fuerzas de la vida y de la muerte, de eros y tanatos, del ying y el yang.

    Las coordenadas

    Han pasado dos millones de aos desde que el planeta presenci elarribo de un nuevo primate, que los paleontlogos, sus descendientes leja-nos, estudiaron, clasificaron y colocaron en el gnero Homo; 200,000 aosdesde que una nueva especie de homnido, nuestra especie, dotada de uncerebro significativamente mayor al de sus ancestros surgiera, no ms de100,000 aos desde que ese mamfero casi totalmente desprovisto de pelocreara, mediante los sonidos producidos en su garganta, una forma de co-municacin muy compleja, y solamente 10,000 aos desde que esa mismaespecie lograra un salto espectacular: la manipulacin de las evolucionesde otras especies para ponerlas a su servicio (domesticacin de plantas yanimales).

    Fue esta nueva capacidad de comunicacin, adems de la habilidadpara construir instrumentos, domesticar plantas y animales y organizarsecolectivamente, lo que permiti a esta especie la expansin por todos loshbitats del planeta. Los tiempos parecen muy lejanos, exagerados, casieternos. Sin embargo, si nos atenemos a rasgos materiales como el tamaodel cerebro, la posicin del cuerpo, el movimiento de la mano con el dedopulgar operando como un singular mecanismo aprehensivo, y la capacidadestereoscpica de los ojos, los hombres y mujeres que hoy caminandesparpajadamente por Beijing, Nueva York, Berln o Tokio o cualquierotro lugar del planeta, son biolgicamente similares a los que cazaban yrecolectaban alimentos en las ardientes y peligrosas sabanas de frica, hacedoscientos milenios.

  • 221

    Somos en esencia los mismos primates, enfrentando fenmenos,estructuras, eventos y circunstancias nunca antes vistos, y a pesar de lasaparentes diferencias raciales, tnicas, culturales, sociales y de otra ndole,los miembros de la especie seguimos compartiendo el 99.9 % de nuestrocdigo gentico (Diamond, 1992); y el 98% de nuestros genes son los mis-mos que los de un orangutn, ese mono que despierta risas nerviosas yactitudes despreciables.

    Esta perspectiva de especie, nos permite ponderar innumerables fe-nmenos pasados y actuales y, especialmente, nos permite reconocer lasinterrelaciones entre la humanidad y su entorno planetario hasta llegar alreconocimiento de un fenmeno sin precedente en la historia por su magni-tud y escala. Durante una pequea fraccin de ese lapso, el siglo XX, quees equivalente a tan slo el 0.05%, la especie humana ha hecho crecer supoblacin de manera explosiva, de 1500 millones de seres a 6 mil millones,y ha provocado impactos de tal envergadura, que hoy no slo afecta enor-mes extensiones del espacio planetario, tambin modifica procesosecolgicos y bio-geo-qumicos de carcter global.

    En efecto, durante el siglo XX la especie humana y, dentro de ella,sectores selectos de su poblacin, han cuadruplicado sus nmeros, multi-plicado por nueve el uso del agua, por catorce su economa, por diecisis eluso de la energa y por cuarenta el producto industrial (McNeill, 2000). Deacuerdo con un estudio bien conocido, hacia finales del siglo pasado, elconjunto de actividades humanas ya desviaban para su beneficio cerca del40% del total de la energa solar captada por las plantas (Vitousek, et al,1986), y utilizaba directa o indirectamente un porcentaje similar del aguadel ciclo hidrolgico global (Postel, et al, 1996).

    En virtud de las evidencias anteriores, esta forma de primate se haconvertido en una anomala, en una patologa natural: no slo es la espe-cie que ms se ha reproducido en las ltimas dcadas (y las especies anima-les ligadas a ella tales como las reses, las moscas o las cucarachas), tambines el nico ser vivo que devora literalmente su casa, y la nica especieanimal cuyas poblaciones se aniquilan entre s a una escala sin precedentes:entre 1900 y 1990, 26 grandes conflictos entre poblaciones de la especiemataron de manera violenta a alrededor de 33 millones de individuos(Diamond, 1992).

    Homo sapiens u Homo demens? That is the question

    Incapaz de recordar, sonmbula por la carencia de memoria (puesya slo unos cuantos de sus miembros mantienen la capacidad de recor-dar), esta especie contina reproducindose y utilizando los recursos que leofrece el planeta a un ritmo desbocado. El gran problema no es el que estosmamferos piensen, sino el que piensen que piensan, es decir que hanalcanzado un estado general de demencia, una forma sofisticada y nica depatologa, jams vista a lo largo de la casi eterna historia natural, basada en

    Vctor M. Toledo

  • Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009

    222

    un mecanismo generalizado de auto-engao, del que muy pocos miembrosescapan. Estas criaturas que hoy proliferan por prcticamente cada rincndel tercer planeta del sistema solar, dominando con sus poblaciones buenaparte del orbe, se vuelven ciegos cuando se miran al espejo. Su principalilusin es el seguir creyendo que son seres inteligentes, cuando en realidadhan estado atentando contra sus propias fuentes de abastecimiento, las con-diciones que les permiten existir, la matriz de la cual surgieron y las formasde conocimiento que les permiten percatarse de lo anterior. Por consecuen-cia, trabajan inconscientemente contra su propia supervivencia; es decirson una suerte de especie suicida.

    No hay duda de que el cmulo de evidencias mostradosdescarnadamente en la seccin anterior, que no son sino los conocimientosacumulados por la investigacin cientfica de las ltimas dcadas, llevadasa su profunda reflexin, internalizadas en un ser humano y sobretodo man-tenidas por encima de toda particularidad espacial y temporal, dotan alindividuo, independientemente de sus circunstancias individuales o colec-tivas, actuales o histricas, de un estado inequvoco de lucidez.

    Quienes alcanzan a vislumbrar esta situacin, que lo mismo produ-ce angustia que temor, parlisis o desilusin, logran rescatar la dimensinms acabada del pensamiento crtico: ellos han adquirido una concienciade especie, una tica planetaria, una inteligencia global (Sapariosu,2004). Esta conciencia es fundamentalmente el reconocimiento de que lanuestra es tambin una especie mortal, una especie que dependiendo de lasacciones actuales presentes y futuras puede llegar a desaparecer, y que porlo mismo se ha vuelto una especie amenazada de extincin (Garrido, 1996).

    Lo anterior nos obliga a plantearnos las siguientes preguntas: Nohay en realidad una brecha tajante y profunda entre el ser humano dotadode esta conciencia de especie y el que carece de ella? No parece que seprocrean en realidad dos especies (sociales, culturales, ontolgicas) dentrode un mismo gremio biolgico? No estamos por lo tanto frente a dos miem-bros radicalmente distintos de una misma especie biolgica? En suma, noestamos reconociendo a dos especies diferentes, el mono demente (Homodemens) y el mono pensante (Homo sapiens), de cuya conflictividad y suresolucin depender el futuro de la humanidad, el resto de los seres vivosy el planeta entero?

    La conciencia de especie

    Para vivir como humanos afirma Leonardo Boff (2001:25), loshombres y las mujeres necesitan establecer ciertos consensos, coordinarciertas acciones, refrenar ciertas prcticas y construir expectativas y pro-yectos colectivos. Se necesita un punto de referencia para la totalidad delos seres humanos, habitantes del mismo planeta, que ahora se descubrencomo especie, interdependientes, habitantes de una misma casa y con undestino comn. Desde nuestra perspectiva, ese marco de referencia pro-

  • 223

    viene de lo que hemos denominado la conciencia de especie (Toledo,1992; 2003), un rasgo que aparece de manera recurrente en los militantesde los nuevos movimientos sociales.

    Bajo la conciencia de especie ya no slo se pertenece a una familia,a un linaje, a una comunidad, a una cultura, a una nacin, o a una cofradareligiosa o poltica. Antes que todo se es parte de una especie biolgica,dotada de una historia y necesitada de un futuro, y con una existencia liga-da al resto de los seres vivos que integran el hbitat planetario y, por su-puesto, en ntima conexin con el planeta mismo. Esta conciencia la ad-quiere el ser humano mediante un acto de socializacin, es decir no es pro-ducto de una iluminacin individual, sino que se deriva de su participacinen un proceso colectivo de reflexin y autocrtica que es tanto social comoepistemolgico.

    La conciencia de especie otorga a los seres humanos una nueva per-cepcin del espacio (topoconciencia) y del tiempo (cronoconciencia), quetrasciende la estrechsima visin a la que le condena el individualismo,racionalismo y pragmatismo del Homo economicus, ese que fomenta lacivilizacin industrial. En efecto, en el mundo moderno, los seres humanostienden a volverse actores racionalistas, individualistas y maximizadoresde ganancias (Siebenhner, 2000), y por consecuencia, a construir una ideo-loga individual y colectiva basada en esa racionalidad. Estos valores, queconstituyen los fundamentos ideolgicos de las economas de mercado, sontotalmente perversos en una perspectiva social. Esta visin est marcadapor lo instantneo de las mercancas convertidas ya en el fin supremo de laactividad humana, en un mundo que tiende a mercantilizar hasta el ltimorincn de la vida social, y en donde el propio ser humano termina converti-do en mercanca.

    La topoconciencia

    La topoconciencia permite al individuo incorporarse, es decir, to-mar conciencia de su propio cuerpo y de su ubicacin en el espacio. Enrealidad se trata de un acto extrao para la modernidad industrial, por elcual el ser humano encuentra lo que M. Berman (1992) ha llamado su an-claje somtico. La ausencia de este reconocerse como entidad biolgicaes, segn M. Berman, la causa principal de las ideologas. La somatizacinde la vida humana es uno de los componentes de los individuos que hanadquirido ya una conciencia de especie. A diferencia de las pocaspremodernas, hoy la informacin proveniente de los avances cientficos ytecnolgicos contemporneos brindan al individuo la oportunidad de cons-truir una visin integral por las diferentes escalas del espacio, una visinque va del propio cuerpo al cuerpo del planeta, y que reconoce y recorre ala casa o el hogar, a la comunidad o al barrio, a la regin o el municipio, ala nacin, como mbitos de extensin de su propio cuerpo (Boada & Toledo,2003). Con ello se logra una re-creacin de la visin trans-escalar comn ala gran mayora de las cosmovisiones pre-modernas, donde se busca per-

    Vctor M. Toledo

  • Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009

    224

    manentemente el equilibrio (salud-enfermedad) del espacio sagrado en to-das sus escalas.

    La topoconciencia dota al ser humano de una visin integral delespacio, desde su propio cuerpo hasta la dimensin planetaria, y le permiterecorrer las diferentes escalas reconociendo la existencia de diferentes pro-cesos y su conexin entre ellos. Todo lo que existe se encuentra por lo tantointerconectado, y cada accin de diferente escala incide en las acciones delas otras escalas y viceversa. Lo local no est por lo tanto aislado de loglobal, de la misma manera que lo (bio-) regional afecta lo individual yviceversa. La espacializacin de los fenmenos le otorga, en fin, una venta-ja porque le permite comprender muchos fenmenos que hoy son propiosde un mundo globalizado. Entre estos se encuentran la creciente articula-cin e interaccin de los procesos naturales y los sociales, o la estrechainterdependencia de los seres humanos con el resto de los seres vivos.

    La cronoconciencia

    La modernidad conforma una poca donde los individuos tienden aser mutilados en su capacidad para percibir el tiempo como proceso hist-rico. Lo instantneo reemplaza a la historia. La conciencia de especieimplica tambin la recuperacin de la visin evolutiva, es decir la restaura-cin de la capacidad para recordar, para percibir el tiempo en toda su pro-fundidad. Ello le permite ubicarse como parte de los distintos procesoshistricos.

    Se comienza por recordar la propia historia individual, su rol comoparte de una familia, sus relaciones ms cercanas con parientes y amista-des. De ah se extiende hacia la historia de su colectividad ms prxima: subarrio, su comunidad, su comarca, su regin, hasta llegar a la historia de supas. Se pasa despus a la historia de la especie humana, con una dimensinde unos 200,000 aos, a la historia de la Tierra (5 mil millones de aos) y ala historia del universo (15 mil millones de aos).

    Esta conciencia integral del tiempo, es decir del pasado, le permi-te relativizar los fenmenos del presente incluyendo su propia actuacin ocomportamiento. Ello le dota de una conciencia de los ritmos de los dife-rentes procesos y de la importancia relativa del presente. La comprensinde los fenmenos de cambio en sus diferentes escalas lo induce, en fin, aconstruir el futuro desde una perspectiva que ubica lo individual, lo fami-liar y lo humano en el torrente de la evolucin biolgica, geolgica y final-mente csmica (Reichmann, 2003).

    Una tica planetaria y por la supervivencia

    La conciencia de especie no solo permite recobrar una percepcinoriginal del ser humano, hoy casi olvidada o suprimida en la realidad in-

  • 225

    dustrial: la de su pertenencia (y por consiguiente su identificacin) con elmundo de la naturaleza. Tambin lo conduce a restablecer un comporta-miento solidario con sus semejantes vivientes (humanos y no humanos) yno vivos y a edificar una tica de la supervivencia basada en la coopera-cin, la comunicacin y la comprensin de una realidad compleja.

    Frente al individualismo y el narcisismo auspiciado por la civiliza-cin industrial, materialista y mercantilista, basada en una comprensinsimplista del mundo (derivada de los modelos reduccionistas y mecanicistasque hoy dominan la ciencia contempornea), la conciencia de especie opo-ne una visin que fomenta un cambio radical en los sistemas de valores y enlos estilos de vida de los individuos, las familias y los conglomerados hu-manos. Se trata entonces de trascender los esquemas individualistas basa-dos en la satisfaccin egosta y el consumismo de lo material, para asumircomportamientos dirigidos a la reorganizacin de la sociedad. En ello jue-ga un papel central la resolucin de conflictos.

    La conciencia de especie auspicia un cambio en las actitudes delindividuo en por lo menos tres planos o dimensiones: el tico, el poltico yel espiritual. En el plano de la tica, se trasciende para alcanzar un compor-tamiento solidario, que en el fondo es una reaccin del individuo frente alos cada vez mayores peligros que acechan la supervivencia del planeta yde la humanidad. Se tiene conciencia de que de seguir las actuales tenden-cias, la sociedad humana terminar autodestruyndose. Frente al impulsosuicida, este estado de conciencia provoca una reaccin vital en el indivi-duo que lo impulsa a participar en iniciativas colectivas, convirtindolo enel militante de nuevos movimientos sociales y polticos. Y en ello la tole-rancia y el respeto a lo diferente adquieren un valor supremo. Surgen en-tonces nuevos valores como la diversidad, la inter-culturalidad y, por su-puesto, la tolerancia a las ideas diferentes que es la base de la democracia.Lo diferente deja de ser un problema para volverse una fuente de enrique-cimiento recproco.

    Finalmente, su nueva percepcin del espacio y del tiempo lo dota deun nuevo instinto por las cosas profundas de la vida, remitindolo a unadimensin de espiritualidad o para utilizar el trmino de Umberto Eco, dereligiosidad laica: Donde se ve que lo que he definido como tica laica,es, en el fondo, una tica natural, que ni siquiera el creyente desconoce. Elinstinto natural, llevado a justa maduracin y autoconciencia, no es unfundamento que da suficientes garantas? (Eco, 1999).

    Hacia una nueva filosofa poltica

    Anestesiados por las circunstancias ms diversas, atrapados en loscircunloquios de la microfsica de las ideologas, las religiones, las normas,las fobias, las manas, el consumo o las necesidades, la mayora de losmiembros de la especie humana vive obnubilada, en un estado de trance ode sonambulismo. Mientras tanto, una minora levanta su conciencia crti-

    Vctor M. Toledo

  • Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009

    226

    ca contra los detentadores del poder, contra los conductores del suicidio,quienes por ceguera o por cinismo, insisten en negar la gravedad de lascosas.

    Hoy, todas o casi todas las ideologas, las religiones, los mercados,las innovaciones tecnolgicas y los conocimientos cientficos, en tanto ig-noran, soslayan o minimizan el riesgo global, orientan y suman sus ac-ciones y efectos en sentido negativo. Son como francotiradores apun-tando y disparando contra nosotros, contra el ser humano visualizadocomo especie. Una especie, para cuyos miembros ms lcidos, es yauna especie mortal, porque ha adquirido la conciencia de que puededesaparecer.

    Vivimos ya tiempos de emergencia planetaria sin que se hayan lo-grado desactivar o al menos desacelerar los principales procesos e inerciasde deterioro global. Lo que hace dos dcadas eran dudosas predicciones,vaticinios lejanos o adelantos poco crebles, hoy comienzan a aparecer comoescenarios posibles de ser vividos y padecidos por la generacin de nues-tros hijos. Adems de confirmarse por todos los flancos el calentamientode la Tierra, en los ltimos aos hemos presenciado eventos globales omacro-regionales inesperados como los incendios forestales de 1997-98, laborrasca sobre el centro de Europa en 2002, la cancula del 2003 que dejsin vida a 30,000 europeos, y en el 2005 el incremento en magnitud de laintensidad y el nmero de los huracanes, amn de la sequa en la reginAmaznica y otros lugares. Hoy adems se confirman procesos como elderretimiento cada vez ms acelerado de los glaciares (en los polos y en lasmontaas ms altas) que son las fuentes del agua de los principales ros quea su vez permiten la produccin de alimentos, o la extincin de las abejas(cuyos sistemas inmunolgicos han sido afectados por los pesticidas) enpases como Estados Unidos o China, lo cual tambin repercutir sobre laproduccin de alimentos.

    El futuro cercano turba ya los sueos de los habitantes ms concientesdel planeta, de las mentes ms lcidas, y al mismo tiempo obliga a realizarun replanteamiento de una profundidad y una radicalidad inesperadas. Yano puede ser vista la presencia y la accin humanas con los mismos instru-mentos, ni pueden los reflectores del conocimiento seguir iluminando losmismos campos de la realidad, sin pensar o al menos dudar de la efectivi-dad de tales abordajes.

    Todos los ismos, no importa que sean religiosos, polticos, ideo-lgicos o morales, son hoy inservibles para operar como referentes frente ala tremenda crisis de supervivencia a la que son conducidos la especie hu-mana y el planeta. En conjunto, las creencias que guan a los millones demonos desnudos que hoy dominan los espacios planetarios, y que losentretienen y dan sentido a sus vidas, funcionan como anestsicos que os-curecen o desaparecen la necesidad de construir y asumir una tica por lasupervivencia de la especie y su entorno y su correspondiente poltica parala accin.

  • 227

    Dentro de este panorama la poltica, anacrnica, vetusta o desahu-ciada, encuentra un camino indito, una puerta hacia su resurreccin. De laconciencia de especie parece entonces surgir una nueva filosofa poltica,una poltica por la vida y por la supervivencia, fundada en el anclaje som-tico (M. Berman), en la fraternidad y la solidaridad (E. Fromm), en el res-peto a los ritmos de los procesos naturales y csmicos (Lao Tse), en la ticalaica (U. Eco). La re-invencin de la poltica comienza entonces ah dondelos viejos discursos, las vetustas ideologas, las anacrnicas acciones, sevan gradualmente reemplazando por una teora y una praxis dirigida a unfin supremo: la supervivencia de la humanidad y su planeta.

    Hoy la poltica se ha vuelto ms, no menos, urgente. En estos tiem-pos de declarada emergencia, la poltica debera de ser el gran centro dediscusin radical, el obligado referente, el lugar donde se ejecutan los de-bates de vanguardia. Slo una discusin, profunda, intensa y descarnada,permitir remontar las mil trampas que existen en el camino hacia una ver-dadera toma de conciencia de la situacin que se vive y de la que se aveci-na. Slo un nuevo enfoque en la poltica dotar a quienes conducen losdestinos de gobiernos, mercados, centros acadmicos y poblaciones ente-ras de una capacidad para cambiar las inercias suicidas. Pero sobretodo, esa los ciudadanos, a los movimientos sociales todava relegados o margina-dos de las grandes decisiones, a los que una clarificacin de esta naturale-za les permitir encontrar ms fcilmente los caminos del empoderamientosocial, del poder en sus versiones familiar, local y comunitario.

    Slo planteamientos esclarecedores y propuestas difanas, permiti-rn la consolidacin de los movimientos sociales y polticos que por fortu-na hoy crecen y se multiplican por todos los rincones del orbe, en defensade la naturaleza y por la dignidad humana. Esta es la gran tarea y el com-promiso central de quienes se dedican a pensar crticamente desde la pro-fundidad que otorga la matriz de la especie. Reformularlo todo para actuarde inmediato es la consigna; pues hoy en da hay que reinventarlo todo. Ylo ms urgente no es la filosofa, sino el conocimiento todo, e inmediata-mente despus casi al unsono, la poltica.

    Una poltica que sea un pacto por la vida, un contrato bio-cntri-co (Garrido-Pea, 1996: 342). Y en esta nueva perspectiva, este nuevopacto social por la vida no ser sino la explicacin institucional de unanueva cultura. El pacto que funda una nueva era poltica: la era de la bio-poltica. A la propiedad le sustituir la vida. El contrato propietario serrelevado por el contrato vital. El sujeto de este pacto ya no ser el sujetopropietario, sino el ser vivo (Garrido-Pea, 1996: 342).

    Vctor M. Toledo

  • Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 8, N 22, 2009

    228

    Bibliografa

    Berman, M. (1992), Cuerpo y Espritu: la Historia Oculta de Occidente,Cuatro Vientos, Santiago, Chile.

    Boada, M. & V.M. Toledo (2003), El Planeta, Nuestro Cuerpo, Fondo deCultura Econmica, Mxico, 237 pp.

    Boff, L. (2001), tica Planetaria desde el Gran Sur, Trotta, Barcelona.

    Diamond, J. (1992), The Third Chimpanzee: the Evolution and Future ofthe Human Animal, Harper Perennial, 407 pp.

    Eco, U. (1999), Cinco Escritos Morales, Lumen, Barcelona.

    From, E. (1986), El Arte de Amar, Fondo de Cultura Econmica.

    Garrido-Pea, F. (1996), La Ecologa Poltica como Poltica del Tiempo,Editorial Comares, Granada, 377 pp.

    McNeill, J. (2000), Something New under the Sun: an EnvironmentalHistory of the Twentieth Century, Penguin Books, 421 pp.

    Morris, D. (1970), El Zoo Humano, Plaza y Jans, 203 pp.

    Postel, S., G. Daily & P.R. Ehrlich (1996), Human appropriation ofrenewable fresh water, Bioscience 271: 785-788.

    Reichmann, J. (2003), Tiempo para la Vida: la crisis ecolgica en su di-mensin temporal, Ediciones del Genal, Mlaga, Espaa, 56 pp.

    Siebenhner, B. (2000), Homo sustinens: towards a new conception ofhumans for the science of sustainability, Ecological Economics 32: 15-26

    Spariousu, M.I. (2004), Global Intelligence and Human Development, MITPress, 287 pp.

    Toledo, V.M. (1992), Modernidad y ecologa: la nueva crisis planetaria,Ecologa Poltica, Barcelona, 3:9-22

    Idem (2006), Ecologa, Espiritualidad, Conocimiento: de la sociedad del riesgoa la sociedad sustentable, Universidad Iberoamericana y Programa de Nacio-nes Unidas para el Medio Ambiente, Mxico, 146 pp. (www.pnuma.org).

    Idem y N. Barrera-Bassols (2008), La Memoria Biocultural: la importan-cia ecolgica de las sabiduras tradicionales, Editorial Icaria, Barcelona.

    Vitousek, P.M. et al. (1986), Human appropriation of products ofphotosynthesis, Bioscience 37: 345-354.