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Viernes, 26 de Octubre de 2012servicio.bc.uc.edu.ve/multidisciplinarias/tuna/n36/nro36.pdfva el tucusito rodando su corazón de magia/ y lanzando en tijera, en pico, en agradable pluma

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  • DESAPARDe pronto, Ramos Sucre, cubre

    la intemperie: "Yo recuerdo la aldeade mi nacimiento. En sus colinas ári-das agonizaba la retama de Leopardi".Lo que oigo me encandila, borra la floramarilla de Pérez Bonalde, que crecedemasiado real, demasiado flor. "Yo heestado aquí", me digo. La aparienciaque extrañaba -y entrañaba- al doli-do de "vajías tinieblas", tiene seme-janza leopardiana en los cerros de tizay en el sarmiento más hirsuto. Lablancura se come el resto en su guari-da de las doce, aquí, en el país duro,donde la llovizna y la lluvia extremanla palidez de la sed. Miro, una vez más,lo que ha dicho Ramos Sucre: allá si-gue igual, por la carretera de San Pa-blo; allá la aridez ha dejado un delga-do resto de nada. Es extraño que lavoz de Proust se oiga en estos yermoshablándome de 'la sensación del blan-co a lo lejos, sin que sepamos si es rocao reflejo de sol"; pero lo que refiere elojeroso del Tiempo Perdido me miraen Reverón desde la costa cada vezmás delgada y lo que finge de follaje,de playa, es efímero, sucede como lodesértico en todo: esa ruina de la figu-ración, esa suntuosidad de lo extinto.El sepia y el ocre sustentan, fundanen el vacío. El blanco, entre ellos, cedesólo ante la hilacha de la rama espi-nosa y la cosa corva, que es sombranuestra o cardo en la muda duraciónde un tiempo y en la lentitud de la tie-rra sobre lo que intentamos ser entretanta desfiguración y tanta palabratrunca, como yabo, como cují yaque o,en la tierra achispada de pringas, or-tiga, retama de Leopardi.

    Es eso, vuelvo a decirme: en laapariencia, en el límite de vacío y bor-de, la escritura no tiene con qué sos-tenerse: la página también aridece. Loque leemos no se ve, se presiente. Meacerco a Rodolfo Moleiro. Me dice " Nose oyen las brisas, son huellas" y tam-bién me dice que la tarde nos lleva "ala distancia manifiesta y perdida". Sucampo, su otredad, es "reiteracionesde bosque", aunque "súbito, el llano"nos curva con ventaja sobre nuestrasombra que es un punto en lo inmen-so donde Alberto Arvelo Torrealba sepregunta "¿Será el inmóvil el potro/ ola fugaz la llanura?".

    ¿Cómo hablar, entonces, en laingrimitud y en el raso?

    ¿De cuál pared o de qué orillapretenderse el asiduo?

    ¿De dónde el follaje que nos res-tituye la voz y el mirar explícito?

    Yo leo en Keats que "en la gran-deza de un verso mesurado vemos elondular del pino en la montaña".

    ¿Qué pájaro canta en el vacío quevuelve su trino silencioso?

    Fernando Paz Castillo lo llama"pájaro melancólico y raudo". Más tar-de hay una la luz de último día entrelos árboles -el viejo- por sabio- poetadel 18 lo detiene en la frase más bre-ve, remedo de su tamaño de jilguerodentro de la gran hoja del Avila y ob-serva atento su desaparición en larama: "La sombra fiel/que pesa cadadía, sobre el pino/agudo y lento/ -quemiro desde mi ventana/ha tanto tiem-po-, hoy me pareció/ más ligera/ y fueque un pájaro, escondido entre ella, mereconcilió con su silencio".

    Y hay un muro, "El muro de latarde-atardecido en nuestra tarde-,(que es) apenas una línea blanca jun-to al campo/y junto al cielo".

    ¿Y siempre es verano, la hora pro-picia en que se espiritualiza?-¿O pali-dece?-lo real. Si a las doce enmudece,si el mediodía calla, el fin de la luz-dela blancura en lo blanco-es la hora deLazo Martí y "Desde lejos/la nostalgiate acecha. Tu camino/se borrará desúbito en su sombra" o es "la luz deconejos" en que se despierta VicenteGerbasi; y más luego, cuando vuelvea atardecer en "los espacios cálidos",se escucha "esta monótona melanco-lía de la paloma torcaz, escondida,/aquí junto al río, más allá, no se sabedónde/junto a la muerte".

    Y siempre es paisaje borrado:entrañado. Aquel momento de RamosSucre, en que la colina rural con reta-ma de Recanati, reclama ahora la ima-gen canicular que nomine-que vuelvaidioma - lo que entorno es espejismo.

    Cierta entretierra- la del paisaje, lade la escritura-hace elusivo y alusivolo real. Si no, ¿a qué otra lectura per-tenecen las pastorales de Rafael JoséMuñoz, esa coítora que no se ve, "esaperola temblando sola en medio de lafábula, esta chicharra (que) canta ha-cia adentro"... "Ella, que surge del pai-saje como una uña"?

    La misma conducta crepuscularse tiene a principios de luz y ha desoplar el viento soleado o de lo inter-minable, en medio de lo sordo y lo ten-dido. A la intemperie de Barinitas yde sí misma ha salido EnriquetaArvelo Larriva porque "Toda la maña-na ha hablado el viento/ una lenguaextraordinaria". Pero el afuera, en lapoetisa de Poemas de una pena, es"una extensión llena de luz oscura",un "parado mediodía en la seca llanu-ra". O tal vez es aquella curva de unciprés que trazó José Ramón Medina,lejos, y la sombra sobre la pared y des-pués de nosotros, se adelgaza hasta lafrase ensimismada.

    En lo que llevo dicho el blanco yla blancura -el color físico, material ysu resplandor, su espiritualidad- nohan hecho sino acentuar la desfigura-ción del paisaje. Elige las doce, la luzoblicua de la tarde, la luz recta de lamañana, el borde y el aire sobre loscuales se para el pájaro desaparecido,como el que se espanta del trigal deVan Gogh o los que oye EugenioMontejo en su Terredad. "Debo estarlejos porque no oigo los pájaros", meconfiesa, antes de proseguir de unaciudad a otra, de una errancia a otraerrancia, vestido de parque y de aldeaentre las calles y los aeropuertos.

    La poesía del paisaje que leo,cada vez más, en la fulguración, seadivina, en la página que limpia- has-ta desertizarlo- el motivo. Antes, he-mos de aprender el habla de RamónPalomares para dibujar el verdor, co-lorear pueblos, usar niebla, adornarlo sombrío con eneldo y flores de tapiay aguas de piedra y frío entre el voce-río de los inocentes y los solitarios quecantan hasta en el lloro, que ríen has-ta en la amargura, que celebran has-ta en el enlutamiento, de esta índole

  • ION DEL PAISAJE ENtan antigua, tan de la próxima inocen-cia: "Pajarito que venís tan cansado/y que te arrecostás en la piedra a be-ber/ Decime: ¿No sos Polimnia?"

    Efusivo, selvoso, el paisajeguayanés de Jesús Sanoja Hernándeztermina por transformarse (¿pordesaparecerse?) en delirio comparati-vo, en juego verbal que enumera lapajarería del sur y le pone adjeti-vaciones literarias y rústicas comoadorno de plumaje y silbo: "Allá va elazulejo entre montes y aparejos,/ elminué muerte en su ala es aguja, fi-bra pequeña/ de su canto maltrata in-sectos silvestres, pinas de color./ Alláva el tucusito rodando su corazón demagia/ y lanzando en tijera, en pico,en agradable pluma/ sobre un sueñoque choca, gongorino, en el verano./Allá rasga el perico gorgorán de cielo,falsifica/ sombras para lanzas de es-carmiento, verdes amores".

    Dentro de poco concluirá, paraconfirmar su intención de apurar lamudanza de lo figurativo a extrañezao a abstracción: "Allá va lo elevado,latido de los ángeles, más, más/inqui-na en el espacio/ invento del tiemposobre matas/ para instalar ritmos pordetrás, arriba, en las señales/mien-tras la música troza corolas y ponefuegos y perfumes". Muy cerca deSanoja se halla Teófilo Tortolero. Ha

    elegido un pájaro sin fama en los mon-tes de Nirgua para disipar su forma ylas colinas yaracuyanas. Prefiere elpasado para referir lo que no ha deja-do nunca de acontecer en el presente:"Llegó hasta mi puerta un gorrión/ yhablándome el dialecto de los nomeol-vides/ dijo a mis ojos: 'quiero que sa-quen lágrimas/ de mis apuestas/ cadavez que pierda mis pasos/ en el vientomás salado del mar; deseo que uste-des besen las espumas/ por más queellas mueran un instante/ pues volve-rá naciendo/ en las ondulaciones delagua/ que no acaba de beberse' / Bajóhasta mi ventana un temblor de espi-nas/ y hablándome en la lengua de sustristes crótalos/ dijo a mi frente: 'an-helo un polvo un galope un terreno/donde mi nacimiento sea encontrado/sin mayores pesares/Tocó las bisagrasde mi casa el viento;/ miró mis ojos so-licitando la llaga perfumada/ Tocó re-pitió insistente/ pero ya no estaban nimis pupilas/ ni mi ser".

    Todavía irrumpe gente afantas-mada en los montes y caminos quedescribe Francisco Pérez Perdomocuando "Al pie del árbol del misterio/un humo, una cosa/ comienza a levan-tarse". Del mismo trasmundo, pai-sajista de ruinas y baldíos, Rafael JoséAlvarez asevera que "estas paredes yano existen/ y aún ocupan su lugar/.Cruzamos puertas, soportes, solares/y aún los colores desaparecidos/ estánallí con los derrumbes del tiempo".También de escombros (¿o son másbien deconstrucciones de la figuraciónen la imagen y en la memoria?) tratacon insistencia la motivación de Alber-to Hernández. En un poema de Nortes,el IX, se vale de la propia escriturapara reconstruir lo que el tiempo y elser han escombrado: "Desde este tex-to las puertas y ventanas te inventan/Al bajar la pendiente, la hoguera delas voces/ adheridas a la casa/ Cadaalcoba es un decir/ Cada recámara unerror".

    Otra casa frecuenta César Seco,la del grito, la de la lengua mordida.Acaso el poema suple su geografíainhallable, reúne su ilusoria interio-ridad. Ha cesado de ulular, ha acom-pasado la respiración; es ella, la nin-guna, la nunca habitable, en la que vi-

    vimos: "Allá arriba está una casa encuya piedra/ la cal y el musgo encuen-tran dicha./ Casa donde caen las na-ranjas y nadie las recoge./ Casa deallá. Casa muda./ Bajo mis pies lajasy terrones se desmoronan. Casa don-de Dios se asoma y me alumbra el pre-cipicio./ Un cuaderno abierto me es-pera allá en el cuarto./ Las líneas desus páginas viajan en silencio./ Viveen la sombra mi cuaderno./ Vive unpájaro en su margen./ Cuaderno blan-co de mi sueño./ Si lo abro pasa un río".

    José Barroeta pareciera respon-derle con la entonación amarga dequien señala el adentro del muro, laotra hondura, la nuestra y su pareci-do con lo que nos derriba "Las casasviejas no son lo que dicen./ Las casasviejas están contra la vida/ me acunany pasean con la muerte".

    La herida de la averiguación, lalastimadura de encontrarse desde y enel paisaje para hacer de él idioma to-talizador, lengua de tierra en el ritoconstante de buscarse en el nacimien-to físico e iniciático, sustentan mi acer-camiento -es verdad, parcial, porquees de neófito- a El libro de la tribu deSantos López. No voy a transcribirlo:es un poema vertebrado, cuyas liga-duras formales impiden cualquierfragmentación.

    Contraviniendo tal prohibicióncopio, sin embargo, el inicio del LadoI: "Silbo en las espinas/Y la brisa abresus lujos en la hierba/ (Frutos y reli-quias/ Colman una brillante despen-sa)/ grito las espinas/ Y en mi boca seremueven enteras cortezas/ (¿Qué tan-to afila/ El gavilán/ Contra su presa?)

  • LA POESÍA VENEZOLAfSEl sol hunde sus anzuelos/ Y yo sigojugando en las espinas/ lanzado/ Ha-ciéndome una estaca".

    Visual, detenida en transcribirtransmutando, progresa otra poesía deintemperie, donde el parecido de lasgarzas y el idioma que las señala des-criben indistintamente el vuelo y susemejanza con el castellano por los cie-los de la Trinidad de Arauca en la es-critura de Tierranegra de Igor Barretoy alguien ha muerto dentro de unapequeña elegía en medio de la inmen-sidad. El alma se alzaba poco, casi nose iba: "Sólo una tarde emprendió elcamino/y encontró una torcaza de tonoazulado/ llena de enigmas". En tantoque Ángel Eduardo Acevedo regresa-ba a iguales orígenes de boca de río,de pecho de sabana y "Eran los roblesdel abismo/ las cabeceras de la san-gre".

    Más hacia acá, más declarativoen su motivación, es cierto poema deEnrique Mujica, la punta de un másvasto horizonte desde el que ha traídopoesía y prosa (ésta, memorable) devaquero y de ingrimo en la travesíade ese y aquel sendero, visible apenas,apenas la carroña de la huella, dondela cabalgadura y la nada trochan porel mismo rumbo: "Se me murió/ el ca-ballo entre las piernas/ Se me escu-rrió/ y se me fueron poniendo/ gran-des las piernas/ Se me fueron yendolos pies/ sentí que bajaron/ y tocaronfondo/ Después ya no sentí más/ lospies/ que pesaban más/ que mi caba-llo muerto".

    Más encerrado en la inmensidad,raro en el nombrar, porque lo que nom-bra es lo otro, no lo que, con engaño,se asoma, Efraín Hurtado dejó inte-rrumpido, Escampas. Aquí está su poe-sía llena de secretos, del otro lado delalambre y del confín: "No me asomenlejanzas/ porque se van mis ojos./ nome silbes tan bajito perdiz/ por lasbocas del monte/ para no andartrasteando estos campos de solo".

    Como Hurtado, Adhely Riveroprivilegia lo que la llanura humanizamenos con la presencia de hombre que

    con el nombramiento del vivir sobreel tendido, reuniendo en el palpito, queno en la sien, cuanto estuvo aquí paraquedarse y que ahora borra el trillodel verano o el simple gesto de rudezade pastor y palabra tragada: "Cuandollueva estaremos llegando/ al hueso/de subir agua/ a la tanquilla que elviento/ vacía/ Siempre falta un aminal/que la tierra cobra en los lamederos/Dios es tan ínfimo/ en la soledad deun hombre/ que silba/ con la bocaseca".

    Pero nadie se ha expuesto tantotiempo a la intemperie como Alejan-dro Oliveros, nadie ha quedado tan aldesamparo ante la fatalidad de per-manecer inmóvil en su erranciakavafiana por el mundo con Valenciaen los sentidos. Por eso será que con-fiesa, que declara el desasosiego (eldesencanto) de la región que lo asuela,cuidando con minucia extrema el dejode los grandes atristados: "a un añode sus cuarenta y cinco, sin campos/ni ciudad, Fabio contempla las dismi-nuidas aguas/ del Cabriales de su in-fancia. Musgoso, torpe,/dirige sus tris-tezas más allá de los sauces./ A estepobre río, a su curso sin grandezas,/pregunta por la derrota de su alma,/la ausencia imborrable, la huida deprisa/ entre los naranjos: ¿qué norteconoció su extravío?/A destiempo, casien ruinas, ausculta la turbia/ superfi-cie moribunda, el pasado de polvo ycañaverales,/ las voces humeantes so-bre pocilios de peltre,/ el anón lumi-noso que ahora es fatiga y desampa-ro./ Retirado en la provincia calurosa,Fabio busca en el río/ una palabra quelo nombre, una vocal, un sustantivo.

    No voy a olvidar a Aly Pérez. Eltiene una casa, una casa llena de pre-guntas. En ella su hijo crece con el jar-dín y cuando sus amigos visitamos sulibro bajo la maporaS de Villa de Cura"permanecemos atados al misterio/ deesas sombras/ que caen en la soledaddel cerro".

    Y debo cuidarme de silenciar aEfren Barazarte. ¿Cómo podría apar-tarme de su bosque? En él "Desciendela luz en la arboleda/Y un canto tiene

    de cerca/ un ala. El pájaro vuela./ Elcamino de llamarse aire".

    Canta otro pájaro; no allá afue-ra, no en la falacia, sino en el poemade José Antonio Yépez Azparren: "Así,el pájaro de este poema/ se posa arri-ba/ en el árbol del verso que leí".

    He llegado a Reynaldo Pérez So.Pronuncio su palabra blanca, su decirprivado por el sol: "no debemos mirar-nos/ si nos sentimos abajo/ en el fon-do/ allá hundidos donde los caballos/son de yeso/ las viejas casas derrum-badas/ la muerte no debe/ ser ese ca-ballo blanco/ que nos sigue". He aquísu casa, seca, sin casa, como su poe-sía, sin lugar fijo, sin aquí: "mi casaestá como un muerto/ sola/ nadie sino yo sobre una silla/ el viento soplasobre/ el patio/ la casa no responde/ niyo/ sobre la silla. Y, finalmente, estees él, Pérez-So, en ayer, en siempre:"Como un pastor de cabras/ así de ido/iba y el alma tan chica no cabía/ otropoco/ no hablaba no sentía/ el alma erasólo el alma sola/ mientras mi cora-zón estaba pálido/ las cabras bajabansubiendo por la ladera/ adentro".

    He llegado también a HarryAlmela. Yo amo su puro estilo de bo-rrar, de interrumpir, de decir en lapausa el paisaje, lo apaisado en uno.Podría citar a Muro en lo blanco, sulogro mayor, mas me contenta verloaquí, en el poema de Frágil en el alba,extinguir lo visible, exacta, rotunda-mente, con la imagen tan frágil, a losumo el símil: "mírame cuando regre-so/ por tu puerta/ angosta/ vengo mal-trecho/ evocando/ la confusa orilla/donde he vivido/ alejado/ sin saber/ dela suave canoa/ que eres/ detrás de tusojos".

    De tal familia paisajista son lospoetas más recientes. Yo no puedomenos que comenzar con quien desig-na al árbol entre la madera y nuestroser, toca la niebla y es cuerpo vivo,mira y es toda la tierra elevándosedesde nosotros "hasta las hojas y elpájaro. Yo hablo de Antonio Trujillo,de su escritura de Vientre de árboles.Es un religioso que reza con rabia a

  • Aun Dios que acepta y combate y queno tiene nombre porque es hierba deabismo, silbo escondido, árbol por na-cer, madera vieja. Prefiere lo secreto,lo escrito en voz baja, al tratar con lodesmesurado. Y la advertencia miste-riosa al final del poema: "Abajo viveel naciente/Allí debes beber/ como lospájaros/ De lo contrario/ El camino/ esotro". En su libro de hace unos días,en Taller de Cedro, la mención y lamotivación señalan, reiteradamente,al árbol, pero esta vez el afuera semuda al recuerdo de un oficio y de suoficiante; hierros y madera tratan conun idioma de culpa y de inocencia. Diosy la garlopa hacen de la madera elverbo y de nosotros el que clama en laniebla de San Antonio de los Altos, lamano en la flor del árnica: "Su fulgor/olvida los barrancos/ apenas/ el díahabla/ gira hacia el único/ astro quela gobierna/ nunca/ hay un pájaro/ ensu tallo/ demasiado fuego la sostiene".

    La costa boscosa, de desemboca-duras y afrontamientos de playa y es-pesura desvela la memoria de CarmenVerde. El padre es ese costado de tie-rra roja y resguardo de orillas. A me-dida que ahonda en su vivencia, de-canta y corrige las confesiones inicia-les de la infancia en busca de una nue-va pureza, bien que aún se presientaen su última escritura la desnudezpropiciatoria de quien usa su cuerpopara suspenderse sobre sí y hace elrecuento de una ceremoniaencantatoria y terrenal: "Mis pies/danzaban en la tierra húmeda/ Loseucaliptos/ iban hacia el lugar desnu-do/ El viento/ me amaba con violen-cia/los pájaros/venían cansados de loprofundo..."

    La voz se achica, la escritura.Admiro todavía la parquedad con queSonia González (ya, en 1984) testifi-caba para expresar así la otra elocuen-cia, en un libro, De un mismo pájarolanzada, que acaso ella misma olvida:"Que puerta soy/ mi mano abierta enel cerrojo/ más adentro/ escondida enla grieta" O es Tatiana Escobar, hacepoco, en La Clavadura, que murmu-ra, tensa: "lo que más puya del día/ escuando acaba/ y se mancha de negro/

    Luis Alberto Crespolo que miro/ todo se vuelve cierto/ sinalambre/parado allí/me duele lo quie-to/ su sonido". Y se alcanza la exacti-tud, el entendimiento entre la eviden-cia y el enigma, cuando AlejandroSuárez Atencio concluye en Cancióndel difunto "Poco a poco todo se calla/Afuera truena/ Tan rápido como des-pedirse en la esquina a tiros/pero hayrecuerdos que no se acaban/ como lased/ la vida es hambre/ Más que lamuerte/ brilla una espina por dentro/No hay enemigo si duele".

    Ya en el filo de esta lectura unpoema de Alfredo Herrera insiste enmirar detrás de los párpados, en decircon la palabra más delgada: "Quizásme enredo el bosque/ un árbol subehasta m'í/ Oigo los próximos días/ elrepentino invierno/ la lluvia/ es unapersona delgada que conozco".

    El final de lo que he leído es sucomienzo: la borradura del paisajeacentúa su definitiva presencia, ladesaparición de su perfil es herenciareveroniana vivida con seguido fervory a lo mejor sin saberlo. O es gracia ocamino del éxtasis y de la desespera-ción. Insistimos en su regla de oro einquirimos por la persistencia de loreal en la blancura, esa unicidad delser y el mundo.

    POEMAS

    CASCADAS

    ¿A dónde irán?¿Cuál arcángel les roba la alegría?¿Qué sustancia evapora los enigmas?

    Oh tempestades finísimas del aire...

    Serán acasoamores que duermen para siempreo bandadas de poemas diluyéndose

    en el alma.

    YERMAR

    A vecesel azul nos queda distante.

    La luna se deshace, se hundeen el oscuro abanico de diamantes.

    A vecesafortunadamente la melancolíaes un estado anímico inconstante.

    LOS AMANTES

    Huellas de cristal iluminan el rostroeclipsando la respiración.

    Mientras se adora la carnehasta el disparo de ballestas.Los amantes que se mezclan

    admirablespenetran armaduras con fragancia

    ilimitada.

    Allá en el centro de la madrugadala primavera les fluye como por

    ensalmo.

    David Fernández Fernández

  • WALTER BENJAMÍN, RELATORRoberto Martínez Bachrich.

    Podríamos intentar estableceralgunas de las siempre nebulosas di-ferencias entre los conceptos de his-toria, relato y cuento a partir del li-bro de Benjamín: Historias y Rela-tos (Ed. Península, 1997). La histo-ria, por decirlo de alguna manera,sería ese texto que sin ningún tipode artilugio retórico ni de recursoexpresivo escabroso, sin juegos contiempo, espacio o narrador cuentauna anécdota de principio a fin. Unhecho específico ha acaecido (a al-guien), y así se nos cuenta (en vozde ese alguien) tal y como es: im-porta el hecho mismo, no la forma ylos vericuetos desde los cuales se noscuenta. El relato, como su nombrelo dice, es la historia de una histo-ria (el cuento de un cuento). Necesi-ta por tanto para ser tal, de un jue-go ineludible de narradores. El re-lato siempre tiene un doble o triplenarrador a cuestas: el que contó lahistoria primero, ya porque la vivió,ya porque la oyó de otro; y el queescuchó esa historia y ahora la rela-ta otra vez. Podríamos decir final-mente que el cuento toma o no (de-pende de sus propósitos) lo que le in-terese de la historia, del relato y to-dos los otros recursos a los que es-tos dos no pueden acceder (recuér-dese que infiero desde el libro deBenjamin, no intento lecciones uni-versales de teoría literaria nierrancias por el estilo). Es justo,pues, el título de este libro. No hayaquí la "significación, intensidad ytensión" de las que hablará Cortázaral referirse a la estructura internadel cuento. Porque los textos deBenjamin, digámoslo de .una vez, noson cuentos. Son Historias y relatos.Todo este preámbulo ridículo tieneuna oculta justificación: quien seacerque al libro de Benjamin comoquien se acerca a un libro de cuen-tos (de Chéjov, Poe, Quiroga, etc...)saldrá de la lectura profundamentedecepcionado. Quien se le acerque encambio a sabiendas de que su título

    no es una necedad, podrá pasearsepor una placentera lectura.

    Los temas de estas Historias yrelatos son variadísimos: el carna-val, el juego, la vida en una isla, lamuerte del padre, un viaje en unbarco de pillos, el trabajo en unaemisora radial y la violencia de suscronómetros, el hachís, las másca-ras africanas y los nudos marine-ros... Igualmente variados son lostonos y las atmósferas de cada uno,nos encontramos así con textos rea-listas, fantásticos, absurdos y si aratos las historias parecen resolver-se en juegos de palabras o descara-das analogías (¿o alegorías?: ¿lashuellas o influencias delTrauerspiel?), también cierran -enel otro extremo- con fabulososdesencuentros o sorprendentes fina-les (sobre todo las historias cortas,algunas de las cuales Benjamin uti-lizará como ejemplos ilustrativos envarios de sus ensayos -el de Kafka,por ejemplo-). Aparecen en estos tex-tos -como destellos que guían- losnombres y pensares de algunos delos escritores que apasionaron aBenjamin: Rabelais, Hesse,Baudelaire, Goethe... y a quienestambién dedicaría el autor sendosensayos (a los dos últimos, al me-nos). Por último no puedo dejar dedestacar la originalidad de los sími-les e imágenes benjaminianas ("Siinterrumpía la lectura, le invadía lamisma sensación que experimentauna persona a la que la ropa le que-da grande", o "(...) una de esas ca-lles oscuras y angostas (...) que pa-recen tajos hechos a cuchillo en lapiel de la ciudad", o "El sol se poníadetrás de la ciudad y parecíalicuarla".) y la inteligencia y tino devarias de sus reflexiones, esas quese convierten en frases regalo al lec-tor, citas de colección ("Toda comi-da es (...) medicina o veneno, sin queexistan términos medios", o "La exa-geración es necesaria, sólo que a los

    necios les parece verosímil y a losdistraídos notable").

    No menos curiosa es la maneraen que se ponen en práctica las no-ciones teóricas de Benjamin acercadel arte de narrar. En su ensayo so-bre Nikolai Leskov, dice Benjamin:"Es inclinación del narrador iniciarla exposición de su historia relatan-do las circunstancias en que tomó co-nocimiento él mismo de lo que va anarrar, cuando no es que se lo atri-buye directamente a una propia ex-periencia" En Historias y relatos lagran mayoría de los textos se demo-ran en especificar, casi siempre alprincipio, pero a veces también alfinal o en ambos extremos, las par-ticulares condiciones en que el rela-tor tuvo conocimiento de la historiaque ahora contará, cuenta o contó.Quedan por otro lado, en menor can-tidad, las historias de la propia ex-periencia benjaminiana: con su do-ble valor: el narrativo intrínseco alas motivaciones finales de la escri-tura y el de carácter autobiográfico,pero autobiográfico ameno y notedosio y pesado -como suele ser, concierta frecuencia, lo autobiográfico.Así el lector viaja con Benjamin porla cantidad de ciudades que exploraen sus historias, y hasta se pone encontacto, cual mirón apenas pero encontacto, con su círculo de amigos yconocidos (Ernst Bloch, por ejem-pío).

    Siempre resulta un poco neciopreferir a un autor en un género queen otro (¿Borges es mejor cuentista,poeta o ensayista?), pero aquí la pre-ferencia es una "cuestión ética" queme sobrepasa: no cabe la menorduda de que el Benjamin ensayistasupera en ballenas al Benjamin na-rrador. De cualquier forma Historiasy relatos es buen libro para iniciar-se en el mundo benjaminiano: no hayen él esa pantanosa (pero fascinan-te) profundidad melancólica, esa sin-taxis laberíntica que hierve en otrosde sus libros.

  • POEMAS

    LETANÍA DEL PRESENTIMIENTO

    Con la lengua gozamos el espejo celeste.Con la lengua, atados pies y manos,el espejo celeste goza nuestra resurrección inédita.Hay un canto de ranaslluvias agazapadas en los ojos del santo.La trinidad deja su angustia en la letanía.Casi muere el pensar.Con la lengua se encara la imagen aparente,se lee la sangre en la cabeza de la cruz.Ante todo vibra una sensaciónpuede ser el presentimiento que cambiael filón verdadero de lo nunca pensadoacaso el sonido inaudible del verso.Cuando la llama de la vela limpia los ojossólo se siente la respiración de la rosa.

    LETANÍA DEL DILUVIO

    Se incrustan palabras en los ojosclaridades hambrientas de lecturaentra el diluviocomo un teatrono hay arca no hay castigosólo la sensación de encantamiento.Tan extraño el lenguajehace aguas

    hace gritoshace sombras

    cruza la muerte un pájarotal vez nos acoja la tormenta.

    LETANÍA DE LA RESURRECCIÓN

    Sin orden sin conocimientoa mi gruta llega el olor del mundocomo un lenguaje corrosivocontra el milagro de la madurez.Por encima de la visiónla cortina del ojo incendiacosas que no estaban escritasimágenes nunca presentidasanimales desnudos casi puro ensueño.Vuela ahora la anarquía de lo que vivola muerte pule sus trabajostalla un aullido sobre la esperanza.Quién me va a creer que con un gestocolma la ciudad de gente extraña.No hablan no cambian no se sientensólo sostienen con sus gotas de alientoun signo que sangra hecho de sí mismo.

    Franz Ortiz Castañeda

  • POESÍA

    "Sólo una hora más en silencioel tiempo para firmar mi nombre en

    tu cuellodejarte una marca, tatuaje enfermoantes que todos vuelvan a hablar de

    dinero.Porque cuando se acabe la fiestala tribu estará sedientaserá el momento del bailede los languís(lánguidos).'Cerati, Bosio, Ficichia y Sais (Los Languís, quinto surco del

    Disco Compacto "Doble Vida", Soda Stereo, 1988, Sony Music).

    "-¿De qué manera se ha servido del mito Carlos?- El mito Carlos nos ha sido bastante útil para amedrentar alenemigo y ha servido para recaudar fondos para la revolución,especialmente por la OLPy Fatah".• Carlos Ilich Ramírez Sánchez en "Feriado", domingo 11 deoctubre de 1998, número 796, página 27.

    Cierta ocasión un alto funciona-rio universitario decretó la muerte de-finitiva del libro a manos de la icono-grafía bullente de los PersonalComputers, justificando así su nega-tiva a la edificación de la BibliotecaCentral de nuestra Universidad. Aúndesconocemos si le hacía una conce-sión al Imperio de los Nerds -consu-mación presentida por y resentida deBill Gates-, o si significaba una des-alentadora y naif realización de la pre-dicción de Hegel que es la muerte delarte literario por intoxicación espiri-tual: "Así la vida interior triunfarásobre el mundo exterior: triunfará detal modo que el mismo mundo exte-rior proclamará la victoria de aquél,con la cual la apariencia exterior sehundirá en ausencia de valor". Unoscuantos años atrás, cuando los com-putadores IBM asemejaban escapara-tes con un gran ojo que girababidimensionalmente, el rector Alejan-dro Zahlout había intentadofallidamente abortar una revista poé-tica que desde 1971 editaba la Univer-sidad de Carabobo. Tal manifestaciónde la medianía intelectual sumó, pa-radójicamente, la anuencia de un gru-po de escritores interesados en lamuerte de tal publicación. Hoy, sesen-ta y siete números después, la revistaPOESÍA goza de una poco común bue-na salud dada la precariedad de nues-tro tiempo: encrucijada de la nostal-gia del populismo centra y cepalista y

    de la sumisión ciega a un proceso in-sincero de globalización promovido porlos centros de poder.

    Portada y Directorio de Fundadores de Poesía 1, Valencia 1971

    Si tenemos en cuenta que a lafecha (diciembre de 1999) cuenta yacon ciento veintiséis números editadosen un período de más de cinco lustros,es harto curioso que aquel atentado ensu contra -además de ser promovido

    por una autoridad de la propia insti-tución auspiciante- constituya el pun-to que parte exactamente por la mi-tad dicho intervalo. Afortunadamen-te, el equipo de redacción encabezadopor el poeta Reynaldo Pérez So -sinapelar a ruidosas demostraciones deprotesta- logró encauzar para aquelentonces (mediados de los años ochen-ta) una adecuada campaña en los me-dios de comunicación escritos que im-pidió la desaparición de la revistaPOESÍA. Se conjuraron las malsanasintenciones exógenas y endógenas deuna grey pseudopolítica e intelectualcon un éxito poco frecuente en el me-dio cultural y universitario nacional.

    Pese a la cercanía de hechos ta-les como el fracaso de la guerra deguerrillas incubada en los sesenta, delmayo Francés del 68 y su prolonga-ción en el movimiento de renovaciónacadémica de nuestra Alma Mater, larevista POESÍA revela -no sólo en elmomento de su fundación, sino a lolargo de su devenir histórico- la ten-sión entre la tradición y la renovaciónde la expresión poética más allá de laestridencia militante y excluyente delos manifiestos y las declaraciones deprincipios. Por tal razón, no se justifi-ca ni la constitución rígida de grupopoético alguno con el que se pretendeaún involucrar a los poetas ReynaldoPérez So, Alejandro Oliveros, TeófiloTortolero y Eugenio Montejo, sus fun-dadores, ni mucho menos un pliegoque soporte tal espejismo. Por lo tan-to, la denominación "Grupo de Valen-cia" es una etiqueta cómoda a los efec-tos de inventariar inútilmente el fluirpoético de la ciudad. A pesar que des-de sus inicios cuenta con el auspiciode la Universidad de Carabobo, la re-vista POESÍA-hoy uno de sus más va-liosos activos, valga la categoría con-table- sigue persistiendo en su recha-zo y combate al concepto de cartapa-cio académico que ha asolado a granparte de las publicaciones literarias denuestras universidades.

  • APROXIMACIÓN AL AMPARO

    Padre de la Revista Poesía, según Raúl Gustavo Aguare

    El respeto a esta directriz se hamantenido de manera inalterable e in-condicional a lo largo de las gestionesde los rectores Gustavo Hidalgo (1984-88), Elis Mercado (1988-92), RicardoMaldonado (1992-96) y Asdrúbal Ro-mero (1996-2000, en curso). "Aunquela ignorancia y la mezquindad, de vezen vez, toca a la puerta", como lo ma-nifestara Pérez So al periodistaAlfredo Fermín , las autoridades uni-versitarias antes citadas han com-prendido a cabalidad la importanciade la revista en el concierto poético nosólo nacional, sino continental y mun-dial incluso. Han dado un sólidoespaldarazo institucional a la preser-vación de la revista POESÍA en tantopatrimonio universitario y productocultural con calidad de exportación.Traigamos a colación dos hechos: elrector Elis Mercado obstruyó el pasoy el acceso indiscriminado a las ape-tencias de una agrupación estudian-til -de fines inconfesables- que preten-día tomar sus páginas guiados por unafán propagandístico y proselitista(revival anacrónico del realismo socia-lista); el actual rector Asdrúbal Rome-ro y sus sucesivos directores de Cul-

    tura Domingo Alfonso Bacalao y LauraAntillano han respaldado denodada-mente también a POESÍA, al puntode proveer el financiamiento de unproyecto derivado de la publicaciónmisma: EDICIONES POESÍA, selloeditorial que expande notablemente elradio de acción de su trabajo y contri-bución al panorama de la poesía ve-nezolana del último cuarto de siglo.

    El filólogo y escritor RafaelOsuna, respecto al estudio de la revis-ta literaria, advierte: "En primer lu-gar, hay que hacer el análisis estruc-tural de la revista considerada comoartefacto (el subrayado es nuestro):esto es, hay que dejar testimonio desus fundadores, redactores y colabo-radores, de su formato y sus tipos deletra y espacios, de su tirada y finan-ciación, de la sede de su administra-ción, su precio y su impresor" «>, in-terpretación de los datos mediante.Este trabajo no posee pretensionescientificistas (de por sí nos espanta laconnotación epistemológica de la ca-tegoría "análisis estructural") sinomás bien aproximativas y especulati-vas como corresponde al géneroensayístico. Teniendo como anteceden-te algunas de las más importantespublicaciones venezolanas de este si-glo, quizá se pudiese entender nues-tra intención ya esbozada desde el ini-cio mismo. La revista VÁLVULA en sunúmero único de enero de 1928 se con-sideró a sí misma "la espita de la má-quina por donde escapará el gas de lasexplosiones del arte futuro", es eviden-te la referencia al movimientofuturista; Mariano Picón Salas, en elprimer número de fecha noviembre de1938, describió a la REVISTA NACIO-NAL DE CULTURA en tanto azada ypala del positivismo, siendo la tonali-dad más conservadora que el caso an-terior, "Cuando no podíamos conven-cer a los vivos, dialogábamos con losmuertos"; el poeta Pablo Rojas Guar-dia refiere la identidad polimórfica deVIERNES "de una 'peña' (...) cordial

    pero intrascendente, hicimos un 'gru-po' (...) interventor de la cultura", sien-do a la vez rosa de los vientos y mesapara compartir el pan y el vino. Porsu parte, RAYADO SOBRE EL TE-CHO ratificó en su segundo manifies-to "su militancia con una peripeciadonde el artista y el hombre se jue-guen su destino hasta el fin", es el es-cándalo materializado en la exposiciónde huesos y carne cruda a la intempe-rie del momento. Nos interesa laobjetualización de la revista poéticapor vía del juego del lenguaje, allendesu aspecto físico y técnico: indagar,como decía Baudrillard, en el choquede la racionalidad del objeto con lairracionalidad de las necesidades queéste pretende satisfacer. Es la tensiónhabida entre dos de las definiciones oposiciones en torno a la función de laPoesía: "Una de las funciones de laPoesía había consistido siempre enhacer lo que Wittgenstein consideraaquí imposible: 'incorporar objetos alas palabras' más que 'hablar de

    Al disertar sobre la poesía vene-

    Primer cambio de Directorio de Poesía

  • DE LA ESTRIDENCIA

    zolana de los setenta, AlejandroOliveros se había referido al espíri-tu majadero y utopista de los añossesenta citando un ejemplo, el "Lla-mado de Caracas" (1965), "porquecreemos profundamente en la Poe-sía: porque ésta, como el amor, es yhace la unión de los contrarios y con-tiene y reúne todos los credos, razaso discrepancias, propugnamos laconfraternidad mundial de los poe-tas por encima de todas las diferen-cias locales". La frase es una citacuasi textual del Quijote: "porque dela caballería andante se puede de-cir lo mesmo que del amor se dice:que todas las cosas iguala". Más ade-lante, Oliveros diagnostica acerta-damente el entorno histórico y poé-tico que rodeó la creación de la re-vista POESÍA, "En períodos de granoptimismo el poeta tiende a descui-dar los aspectos formales del poema,está empeñado en decir cosas, enhacer pública su solidaridad con elporvenir. Por el contrario, cuando lautopía se fractura y el futuro apare-ce nada despejado, el poeta se con-centra en la forma. El asunto ya noes tan importante. No es mucho loque tiene que comunicar. Sólo sudesengaño y su melancolía" M>. Laarenga salvaje se deshace en la bocacomo las bellotas del Quijote, estavez bastante amargas, "porque lasbellotas que le dieron le trujeron ala memoria la edad dorada, yantojósele hacer aquel inútil razo-namiento a los cabreros". Escena yescenario que a su vez se nos anto-jan la fracasada exportación de la re-volución cubana por el Che a loscampesinos bolivianos.

    De esta lectura pertinente ymadura del momento, de caráctersorprendente pues los poetas funda-dores eran mayoritariamente unos"muchachos", POESÍA estableceríasus cimientos como una reaccióndesprovista de la espectacularidadanterior que contrarió las tenden-

    cias y deformaciones poéticas de lossesenta: las connotaciones épicas ygrandilocuentes en lo temático yestilístico, el gregarismo poético delas proclamas y los manifiestos comolegitimación y asalto del poder, laindigestión de corte surrealista ysobre todo el decir poco en dilatadosy yermos espacios. Así, como lo dicePérez So, "Sin darnos cuenta se fueintroduciendo la posibilidad del poe-ma corto": del formalismo "natura-lista", ¿se puede decir minimalista?,como lo define Oliveros, que reivin-dicara la capacidad aprensiva yvinculante del lenguaje poético acontracorriente de las piruetascrípticas de la perdición experimen-talista y de la aridez expresiva de lamal llamada poesía comprometida.Esta actitud se puede resumir en elcanto de Antonio acompañado por elrabel, no por el apocalíptico tañir delas trompetas:

    Porque si has mirado en ello,más de una vez habrás vistoque me he vestido en los luneslo que me honraba el domingo.

    Entonces el compromiso setraduce en una actitud responsable,

    superando en silencio los desvariospropios de la orgía académica y dela desilusión ideológica. Bordea elfestivo optimismo del raciocinio puroy la indigencia de lo que llamó elteólogo Dietrich Bonhoeffer "de todofanatismo ético". En el primer nú-mero de POESÍA, se había publica-do un esclarecedor texto de ReneDaumal, "poesía Negra y PoesíaBlanca", que nos confirma tal impe-rativo: "(...) Por eso: ¡Silencio! Má-quina. ¡Funciona y calla! ¡Silencio alos juegos de palabras, a los versosmemorizados, a los recuerdos acu-mulados fortuitamente; silencio a laambición, al deseo de brillar —puessólo la luz brilla por sí misma- si-lencio a la adulación a sí mismo, ala compasión de sí mismo, silencioal gallo que cree que hace que el solse levante! Y el silencio aleja las ti-nieblas, el germen comienza a bri-llar, iluminando, no iluminado"

  • José Carlos De Nóbrega

    gobernó nuestras universidades máscomo concesión del establishmentque proposición renovadora) y laamarga y solitaria marginilidad pro-ducto del resentimiento político.POESÍA se ha desenvuelto en me-dio del dispendio presupuestario yla disolución política de la Venezue-la saudita de mediados de los seten-ta y los ochenta que afectó con re-ciedumbre a las universidades pú-blicas; es de hacer notar que en sutránsito hacia la excelencia se ha-bía adelantado en dos décadas a lamismísima universidad que hoy in-tenta adecuarse a las necesidades denuestro tiempo haciendo énfasis enla responsabilidad.

    Al respecto, el profesorDouglas Bohórquez Rincón -en unbien ponderado ensayo sobre la re-vista- manifiesta que ante "El tonode desencanto y de frustración queparece ser el clima de esta décadadel setenta, POESÍA responde conun optimismo moderado, fundado enla rigurosidad, en el criterio de ex-celencia creadora, en la constanciay la pasión por la poesía"

  • FOTOGRAFÍA

    Oswaido Lozano

    12

  • CUENTOS

    LA BÚSQUEDA

    Buscaba en aquella espesa geo-grafía un Dios. Lo había prometido alos suyos. Empezó a sentir pasos trassí. El presentimiento se convirtió enuna certeza. Algo o alguien estaba trassu pista. Intentó perderlo en variasoportunidades y de todas las manerasconocidas por él pero fue en vano. Noera un secreto que podía perder al hos-tigador más avezado de aquellos lu-gares. En un momento llegó a la con-clusión de que no podía regresar. Eradefinitivo. Sin un Dios, sería difícilperder a este perseguidor.

    SUCESO

    Las niñas se divertían en el par-que correspondiente al complejo habi-tacional Ag 2089. Los doscientos ochopisos desaparecían en la oscuridad dela noche. Nadie se percató de la llega-da del extraño.

    Los vigilantes llegaron, como lohacían noventa años atrás, despuésque todo ocurrió. Obviamente era yademasiado tarde.

    I.P.

    Es la mañana del lunes 22, medispongo a comenzar una semana pro-ductiva. Entro al edificio mostrandola sonrisa más positiva que soy capazde usar. El cafetín estaba abarrotadode abejas y personas. Esperé mi tur-no para pedir un cachito, un café conleche y un jugo de naranja. Compartíla mesa con cualquiera de las secreta-rias del edificio. Caminé por el pasillosin abandonar mi actitud de hombreamable y cordial. Me mostré caballe-roso con las damas al abrirse las puer-tas del ascensor. En un primer inten-to no pude entrar y ellas mostrandouna sonrisa en los labios abrieron es-

    pacios para que me acomodase. El via-je fue breve. Brevísimo diría yo. Laoficina ya está abierta. Saludo con lamejor sonrisa a Flor, la secretaria, yme siento en mi cómodo y mullido si-llón. Todo lo que resta es esperar lallegada de una mujer delgada, alta,limpia y elegante solicitando mis ser-vicios profesionales.

    1993

    LOS FISGONES

    - Es el vecino que llega de nuevo.Seguro trae consigo una bolsa.

    - Si. ¿Cómo lo sabes?- También tengo tiempo fisgoneán-

    dolo.- ¿De qué vivirá?- ¿Por qué no se lo preguntas?- A ver si me dice metiche.- ¿Acaso no los somos? Antes, cuan-

    do estaba el garito, hacíamos lomismo.

    - Si, tienes razón. Pero era distinto...- Claro que es distinto pero eso no

    viene al caso, lo que importa es quees un asunto que nos divierte.

    - Es mejor que la t.v.- Ya lo creo. Aunque a ciencia cierta

    no había pensado en eso.- Crees que sea un asaltante- No. Está muy viejo.- Un jubilado.- Tampoco. Aún está joven.- Un traficante.- Tal vez.- Un sádico- No. Tiene ademanes vulgares, un

    sádico siempre se cuida de no pa-recer vulgar ante los ojos de losdemás.

    - ¿Te conté que días atrás lo vi en-trar con una niña?

    - ¿Y no la habías visto antes? Qui-zás sea su hija.

    - No lo creo. Era muy distinta a él.- Una sobrina, algún familiar, algo.- No sé. Entraron, duraron unas ho-

    ras y luego salieron. No vino na-die. No se oyó nada.

    Sabes que en el centro se consi-guen... Bueno tú no eres tonta.Mira. Ahora vuelve a salir.

    LA OTRA

    Cuando el hombre del sobretodogris llegó a su apartamento, sintió unagran felicidad. Sentado en el compac-to sofá citaba con frecuencia el olor acombustible del cual estaba impreg-nada su ropa. Aspiraba y una brillan-tez de ojos, una sonrisa maliciosa sedibujaba en su rostro de fuertes ras-gos. Estaba feliz porque había come-tido el último acto heroico de los últi-mos veintidós siglos. Era memorableintentar repasar una y otra vez lasformas de las llamas avivadas con unpoquitico de madera secular, difícil deconseguir en estos días, algo de com-bustible y todos los libros de la Biblio-teca Metropolitana, llamada por losidiotas de los académicos "AlejandríaII".

    PERVERSO

    Anoche escapé con la hija del por-tugués de la lonchería de la esquina.Ella aceptó a mis peticiones sin inquie-tarse. Y toda ella allí, blanquita blan-quita, con su pelo largo y amarillo, susdelgadísimas piernas abrazándomesobre la cama. Nunca imaginé que fue-se capaz de esto.

    Y pensar que sólo tiene qué, quin-ce, ¿o son catorce?

    CORDITAS

    No sé por qué pero siempre mehan perseguido las gorditas. Debe seralgo de química, la sudoración o acasoel jabón con el que me baño. Pero, y

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  • Marcos O. Veroes

    CUADERNO TERRESTRE

    sin que suene a falsa modestia, cadavez que los amigos me presentan a unamuchacha de desbordantes proporcio-nes, ésta, como por arte de magia, seprende de mi y quiere que le hable demi, de las cosas que hago; de lo quepienso y deseo. De esta manera se ini-cia un periplo repetido y previsible.Vienen las llamadas telefónicas, lostelegramas brevísimos, alguna tarje-ta inesperada fijando el lugar y la fe-cha de nuestro próximo encuentro.

    Al final claudico con cada una deellas. Termino arropado por sus cari-cias bondadosas, sus múltiples pliegosde carne, sudor y besos llenos de cen-tenares "te quiero profundamente".Así pasó con Mariana, con Alba,Bernarda, Rebeca, Teresa, Sara,Julieta y tantas otras que ahora no re-cuerdo.

    Así es como me he convertido enel terror de las gorditas. A todas enalgún momento las he amado porigual. En una están contenidas todas.No se rehusan a los escarceos delamor, como suele ocurrirme con lasflacas, sino que por el contrarioapabuyan el alma de tanta entrega.Al final creo que esto es lo que me hacehuir y esperar que pase la próxima oirme de vacaciones con una flaca paravariar, pero ellas están allí a cuerpobatiente dentro de mi menudo espa-cio.

    Desde que llegué a la universi-dad me perturbó con su presencia. Subelleza no procedía de su figura, sinode pequeños detalles. Descrubrí suhistoria, podía resumirla en pocas pa-labras. Tenía que poseerla, hacerlamía cuanto antes. La fui buscando ypoco a poco, día con día me posesionéde su agenda, tenía conocimiento decada uno de sus movimientos. Peroocurrió lo inesperado.

    Fui el primero en enterarse. Ellase enamoró perdidamente deLeonardo R, lo cual me dejó con la peorparte.

    El autor tiene todo el derecho dehacer su propio libro de todos sus li-bros y poemas, éditos, por supuesto, einéditos. Se diría: la visón del autorestá salpicada de sí y por lo tanto, todaantología personal, no es imparcial, vi-ciosa de origen. Se distorsiona la lec-tura y hasta la misma calidad. Falso:toda selección es una lectura de quienantologa, por lo tanto, la lectura deuno es diferente a la lectura de otro.Una colectánea no es la continuacióno la repetición de anteriores intentos.Debería, por supuesto, ser distinta.Incluso si una selección personal serealiza en un determinado tiempo yhasta lugar, la nueva debería ser re-flejo de un distinto tiempo y lugar, deno ser así, el poeta y el antologador,dividido ahora, están muertos. Lo queno cambia está muerto y más quemuerto, porque hasta las ruinas cam-bian, se transforman. Una antologíapersonal se llena de virtudes, se cons-truye como se hace un poema, repre-senta la mirada y el material paraidear un nuevo poema, en este caso,poema-libro,- que delimite el interés,la sensibilidad y la imagen de sí mis-mo. En Cuaderno Terrestre GustavoPereira, sobreviviente de los confusossobresaltos de la década de los sesen-ta, continúa sosteniendo lo que otrorafuese su ars poética, pero en estosmomentos representando los cambiosde los tiempos, agregando lo faltante,manteniendo lo que aún es válido. Re-curre a la ironía sobre lo real, no en elsentido metafísico tal como se obser-va en las petrificaciones poéticas dealgunos representantes de finales delos cincuenta e inicios de los sesenta,sino en el delzóonpolitikós griego, so-bre el hombre, con la afirmación deGustavo Pereira, personalizando estezóonpolitikós, convirtiéndolo en vene-zolano indígena, criollo o latinoame-ricano. Repetimos, nunca metafísicoegotista, "poesía política" de intención,intencional requintada suavemente,distanciada de la vulgar poésie engagé,gracias al húmour que los irlandeses,recordemos que Pereira es de origenisleño también, especialmenteJonathan Swift parecen comunicarle."Qué clase de gente son ustedes/ queven al mundo/ doblarse y gritar/ y sólose ocupan de sus asuntos? (Los fieles

    difuntos) o bien, "Cuatro gatos voltea-ron las historias/ Millones la endere-zaron" (Los gatos y la historia). Pormomentos no se representa al hombreespecífico sino al hombre general quesufre, sin fronteras, de aquí o de allá,unidos por aquel "Hay un llanto en elmundo, como si el buen Dios hubiesemuerto" (Fin del Mundo. E.L.Schüler)que Pereira transforma en lo real de"tienen razón el mundo es una infa-mia / Entremos en materia/ Los dolo-res existen/ La podredumbre humananos engulle / Se desangran a un golpede tinaja/ las uñas y el sombrero" Paraterminar inmediatamente con el giroinesperado, fuera de regodeos, comoconclusión de la premisa de su lógica:"Tienen razón Los tiempos son terri-bles // Pero no está demás servirse untrago..." (Entremos en materia) El dra-maturgo alemán, odiado y excesiva-mente querido por las vanguardias ve-nezolanas del teatro de hace 40 años,Bertolt Brecht lo haría con versos di-ferentes, bien alejados de la propues-ta de Gustavo Pereira, porque está alotro lado del mundo; "En los terremo-tos, los que vendrán, ojalá/ no dejenapagar mi tabaco Virginia por la amar-gura..." (Del pobre B.B.) y Pereira dirá:"Cuando se trata de estrechar al humonada parece fácil/ Si nadamos cae-mos... Y en el mismo poema(máximario celeste), agrega: "Pero siusted padece de angustia puede acu-dir al heladero...". Y esta respuesta esla misma que nuestro país, acostum-brado a pensar que el país está hechode escritorios grises, mujeres y hom-bres malencarados detrás de un escri.-torio o empuñando un revólver al cin-to, da en diferentes formas con el mis-mo concepto. El País se confunde conla administración y ésta trata deconvercerfios que es igual. Pereira esdirecto, reconoce distancias, pues sabeque "mi país huele a guayaba/ pero decerca huele a muérdago" con su "tiem-po loco", en el mejor sentido de lapositividad y el amor a una tierra queincluye" todo este país empeñado endescerrajarse/ Todo este inmenso gen-tío que se desgañita/bajo las sombraso más allá/ Todo este mundo ebrio estafrente iluminada/ todo este hermosofervor deben salvarse/ van a salvar-se". (Canción). País contrario al otro,

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  • POEMAS TEXTOS Y AUTORES

    Reynaldo Pérez So

    que no deja de ser el país de la admi-nistración, de los políticos, de las bu-rocracias: "En mi país/ los imbéciles/hacen carrera/ sin necesidad de otroatributo". (El Poder Fatal). El amortambién es reclamo, de canto y deses-pero y llamado, igualmente apertura,conversa, desamor y celo e inclusoantipoesía cuando la "poesía" pertene-ce a los imbéciles que hacen carreracon ella y ella no está en ninguna par-te como para recordar el somari: "Lasambiciones humanas como el humo/después de sueltas no pueden parar".

    Cuaderno Terrestre tiene la fuer-za de los recordatorios, máximas, epi-tafios. Tajante pero con esperanza, op-timismo. Hay confianza en el hombre,no en el imbécil. Cree en la vida, noen los aparatos construidos por el es-tado, que niegan la vida, la consumen,quienes nos separan" el habla de lossueños/ a cambio de artefactos y re-jas" ... y "Por las meriendas y los afei-tes/ nos hizo dar entrañas" (Lecciónde Historia). Y aquí, se reúne, ademáslos sistemas de valores, las creencias.Su fuerza radica en la inscripción,imparable diagnóstico de día a día,como Cuaderno, bitácora de viaje.

    LOS HIJOS

    juegan alrededor del carnavalcon las manos desnudas

    NACIMIENTO

    el otroes el mismo alborotado de tiempocon las flores abiertas en los lechosy las manos que dialogan /el otro se podría convertiren un hombre ayudado por las

    conversaciones /ahora está en el mundo

    EL OTRO

    en el fondo del nortetu mirada es como una saeta abierta

    de olvidorincón del tiempoaletargado en las esquinas / del otro

    lado del marlos juegos del inviernodetrás del viento encendido del surllaman a una madre muerta/vestida de negrote señala los barcosy te prohiben ambos la risay el incendio del amor

    Fernando Copello

    LUIS ALBERTO CRESPO, 1941. Poeta,ensayista y periodista. Tiene publica-do más de diez títulos de poesía. Ac-tualmente se desempeña como Direc-tor de la revista Imagen. "Desapari-ción del paisaje en la poesía venezola-na", es la ponencia que presentara elpoeta en la II Bienal de Literatura"Elias David Curiel" en Coro en octu-bre de 1999.

    DAVID FERNANDEZ FERNANDEZ,Cuba, 1973, poeta. Su poesía está dis-persa en revistas nacionales e interna-cionales. Ha recibido varios premios ensu país.

    ROBERTO MATINEZ, Valencia, 1977, es-tudiante de Letras en la UniversidadCentral de Venezuela. Desencuentro,1998, es su única publicación. Es cola-borador de nuestras revistas.

    FRANZ ORTIZ CASTAÑEDA, poeta y en-sayista, ha publicado varios libros depoesía y ensayos. Se desempeña comodocente en el Pedagógico deBarquisimeto.

    JOSÉ CARLOS DE NOBREGA, Caracas,1964. Ensayista, autor de Sucre, Unalectura posible, 1996 y Textos de laprisa, 1996. Es colaborador de nues-tras Revistas. Cursa estudios de Len-gua y Literatura en la Universidad deCarabobo.

    OSWALDO LOZANO, Valencia, 1969. Harealizado estudios de fotografía en Ca-racas y Valencia. Es colaborador de LaTuna de Oro. La fotografía inserta enla revista es de su trabajo reciente.

    MARCOS VEROES, Barquisimeto, 1965.•Narrador. Ha publicado "Vencedo-res", 1993. Se desempeña como docen-te de educación media. Está residen-ciado en Maracay.

    RAFAEL JOSÉ ALFONZO, Coro, 1949.Poeta y narrador. Juglaría, 1999, essu publicación más reciente en poesía.Actualmente se desempeña como do-cente en la Universidad de los Andes,núcleo Trujillo.

    REYNALDO PÉREZ SO, 1945, poeta, tra-ductor y narrador. Su más recientepublicación "Solonbra, 1999, EdicionesPoesía. Pérez So obtuvo el Premio de'Cuento del Diario El Nacional, 1999,con su cuento "Viento Sur".

    La fotografía de la portada "Casa de Ha-cienda", es de autor desconocido.

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  • LÁTllNADE ORO

    ÓRGANO DE CULTURA UNIVERSITARIA

    EDITORDepartamentode Literatura

    COLABORADORESDomingo González Melet

    Lenny MedinaNorys Nicoliello

    José Carlos De NóbregaAly Pérez

    D.P. 85-02-75

    Las colaboraciones pueden ser entregadas en elDepartamento de Literatura de la Dirección deCultura de la U.C. o ser remitidas por correo alapartado 3139 - El Trigal - C.P. 2002 ValenciaEdo. Carabobo.

    La redacción no se hace responsable por los trabajosenviados.

    UNIVERSIDADDE CARABOBO

    DIRECCIÓN DE CULTURA

    RectorASDRUBAL ROMERO

    Vice-Rector AcadémicoROLANDO SMITH

    Vice-Rectora AdministrativaMARÍA LUISA DE MALDONADO

    SecretarioALEJANDRO SUE MACHADO

    Directora de CulturaLAURA ANTILLANO

    Departamento de LiteraturaREYNALDO PÉREZ SO

    ADHELY RIVEROCARLOS OSORIO

    Impreso enGráficas GloriaTelf. 57.20.16

    LÁlUNADE ORO

    ÓRGANO DE CULTURA UNIVERSITARIA

    MESES

    Sobre octubrela tarde se detieneEl verano destila en las puertasla mansedumbre de rumorosos espectrosMayo quedó en la rugosidad del tártago y golpeaJunio se deshierba en el filo húmedodel aguamanilSacudimos nuestras cenizasen los alerosde este lastimoso mes que devora la palabraNo hay mar sólo peces disecadosUn adiós borroso en la memoriaMuchos viejosapostando a la muerteen el costado izquierdode enero...

    PAISAJE

    El hombre sueña siempreque habla de la muerte.

    J.W.G.

    Inventoeste paisaje

    en donde he de morirEl río

    lleva mis mortajaslas hilachas

    de mi palabra en acechoAhora

    Mayo en el rencor de la hierbaOtros meses giran

    en la pesadumbre del lagartoAhora vendavalesjuncos en el penacho de ese pájaroque salta la línea de mi tristezaSobre las piedras

    mis muertosMi madre sopla la bujía de su memoriaLlueve en el quicio de este mesOctubre no es el más cruely nos deja Rafael José Alfonzo