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    Los Idus de marzono pretende ser una frrea reconstruccin histrica, sino que, enpalabras de su autor la obra puede considerarse una fantasa sobre ciertosacontecimientos y personas de los ltimos das de la Repblica romana. La novelaepistolar est inspirada en las cartas en cadena que circularon en Italia contra el rgimende Mussolini. Situada en Roma en el ao 45 a.C., en ella conoceremos las hipotticas

    reflexiones de Csar sobre s mismo como Instrumento del Destino y sus meditacionesacerca de la religin y la naturaleza del amor.El autor norteamericano Thomton Wilder naci en 1897 y muri en 1975. Se

    gradu en 19l2 y posteriormente estudi arqueologa en Roma. Dio clases de literatura ysobre los clsicos en la Universidad de Chicago. Public su primera novela, La cbala,en 1926. Su obra ms popularEl puente de San Luis Rey(Premio Pulitzer) lo consagrcomo novelista y de ella se realizaron adaptaciones cinematogrficas y televisivas.Obtuvo el premio Pulitzer por dos de sus libros Our towny The skin of our teeth. Con lanovelaEl octavo dagan el Nacional BookAward en 1968.

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    Esta obra est dedicada a dos amigos: LAURO DEBOSIS, poeta romano que perfil la vida organizandouna resistencia contra el poder absoluto deMUSSOLINI; su avin, perseguido por los del duce, sehundi en el mar tirreno, y EDWARD SELDON, queaunque inmvil y ciego durante mas de veinte aos,fue dispensador de sabidura, valor y alegria paramuchas gentes.

    Das Schaudern zst der Menschhezt bestes Teil;Wje auch die Welt ibm das Gefuhiverteure...

    GOETHE;Fausto, parte II.

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    PREMBULO

    El estremecimiento del temor reverencial es la ms alta facultad humana, aunqueeste mundo est constantemente alterando sus valores...

    GLOSA: Del reconocer el hombre, mediante el temor y la reverencia, que Lareconstruccin histrica no es uno de los principales propsitos de esta obra. Puedeconsiderrsela como una fantasa sobre ciertos acontecimientos y personas de losltimos das de la Repblica romana. existe un algo incognoscible, todo lo en las sobreciertos proviene de su mente, aun cuando tal reconocimiento a menudo se descarra enmejor exploraciones acontecimientos y personas supersticin, esclavitud y exageradoconfiar.

    La principal libertad que el autor se permite es la de trasladar un acontecimientoque tuvo lugar el ao 62 antes de la Era cristiana la profanacin de los Misterios de laBona Dea por Clodia Pulquer y su hermano- a la celebracin de los mismos ritosdiecisiete anos mas tarde, el 11 de diciembre del ao 45 antes de Cristo.

    En el ao 45, ya muchos de mis personajes sin duda habran muerto haca tiempo.Clodio, asesinado por unos matones en un camino rural; Ctulo, aunque slo tenemos la

    palabra de san Jernimo para pensar que muri a la edad de treinta aos; Catn el joven,unos pocos meses antes en aquel mismo ao, en frica, resistiendo al poder absoluto deCsar; la ta de Csar viuda del gran Mario, haba muerto antes del ao 62. Por otra

    parte, en el ao 45, la segunda mujer de Csar, Pompeya, haba sido reemplazada por latercera, Calpurnia.

    Cierto nmero de los elementos de esta obra, entre los que pueden parecerinventados por m son en realidad histricos. Cleopatra lleg a Roma el ao 46, Csar lainstal en su villa, al otro lado del ro; permaneci all hasta que l fue asesinado, yentonces huy, volviendo a su pas.

    Casi todos los historiadores que han concedido extensa atencin a la vida privadade Csar han pesado y generalmente rechazado la posibilidad de que Junio Marco Brutofuese hijo de Csar. El regalo que hizo Csar a Servilia, de una perla de valor sin

    precedente, es histrico. Las cartas en cadena de los conspiradores, dirigidas contraCsar, me las han sugerido los acontecimientos de nuestro tiempo. Las hizo circular enItalia contra el rgimen fascista Lauro de Bosis, siguiendo -se dice- el consejo deBernard Shaw.

    Llamo la atencin del lector a la forma en que estn presentados los materiales deesta obra:

    Dentro de cada uno de los cuatro libros, los documentos se dan en ordenaproximadamente cronolgico. Los del libro primero se refieren a septiembre del ao 45antes de Cristo. El libro segundo, que contiene material referente a las investigacionesde Csar acerca de la naturaleza del amor, empieza antes y cubre los meses deseptiembre y octubre. El libro tercero, que trata principalmente de religin, empieza anantes y se desenvuelve durante todo el otoo, concluyendo con las ceremonias de laBuena Diosa en diciembre. El libro cuarto, que resume todos los aspectos de lainvestigacin de Csar, particularmente los que tratan de s mismo, como representando

    acaso el papel de instrumento del Destino, empieza con el primer documento delvolumen, y termina con su asesinato.

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    Todos los documentos que van en esta obra se deben a la imaginacin de su autor,excepto los poemas de Ctulo y la ltima pgina que cierra el libro; sta est tomada deVidas de los Csares, de Suetonio.

    Fuentes de material referentes a Cicern, las hay copiosas; referentes a Cleopatra,escasean; cuando se trata de Csar, son muchas, pero a menudo enigmticas y sacadas

    de quicio por intenciones polticas. Este libro es una reconstruccin hipottica, debido ala desigualdad de las fuentes de informacin.THORNTON WILDER

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    LIBRO PRIMERO

    I. EL MAESTRO DEL COLEGIO DE AUGURES A CAYO JULIOCSAR, SUPREMO PONTFICE Y DICTADOR DEL PUEBLOROMANO.

    Copias para el sacerdote de Jpiter Capitolino, etc.; para la seora presidenta delcolegio de las Vrgenes Vestales, etc., etc.

    1 de septiembre, ao 45 antes de Cristo

    Al reverendsimo supremo pontfice:Sexto informe de esta fecha.Lecturas del sacrificio del medioda: Un ganso; manchas en el corazn y el hgado.

    Hernia del diafragma.Segundo ganso y un gallo: Nada digno de nota.Un pichn: condicin siniestra, rin desplazado, hgado hinchado y de color

    amarillo. Piedrecilla de cuarzo en el buche. Se orden un estudio ms detallado.Segundo pichn: Nada digno de nota.Observacin de vuelos: Un guila desde tres millas al norte del monte Soracte hasta

    el limite de visin sobre Tivoli.

    El ave mostr alguna incertidumbre en la direccin al acercarse a la ciudad.Truenos. No se ha odo trueno alguno desde el que se observ hace diez das.Salud y larga vida para el supremo pontfice.

    I-A. NOTA DE CSAR, CONFIDENCIAL, PARA SU SECRETARIO

    ECLESIASTICO.

    tem 1. Informar al maestro del Colegio de Augures que no es necesario que meenven de diez a quince informes como ste al da. Bastar con un informe sumario delas observaciones del da anterior.

    tem II. Elegir de entre los informes de los ltimos cuatro das, tres auspiciosespecialmente favorables y tres desfavorables. Puedo necesitarlos hoy en el Senado.

    tem III. Redactar y distribuir un comunicado con el siguiente efecto:Con el establecimiento del nuevo calendario, la conmemoracin de la fundacin de

    la ciudad el da decimosptimo de cada mes, se elevar a la categora de rito de la msalta importancia cvica.

    El supremo pontfice, si se encuentra residiendo en la ciudad, estar presente en

    cada una de las conmemoraciones.Se observar el ritual completo con las siguientes adiciones y correcciones:

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    Estarn presentes doscientos soldados que pronunciarn la invocacin a Martecomo es costumbre en los puestos militares.

    La adoracin de Rea estar a cargo de las Vrgenes Vestales. La presidenta delcolegio ser personalmente responsable de la asistencia, de la excelencia de la actuaciny del decoro de las participantes. Se corregirn inmediatamente los abusos que han ido

    introducindose en el ritual; las celebrantes permanecern invisibles hasta la procesinfinal, y no se recurrir en modo alguno a la moda mixolidia.El testamento de Rmulo se dirigir hacia los asientos reservados para la

    aristocracia.Los sacerdotes que alternen los responsos con el supremo pontfice habrn de

    hacerlo con perfeccin literal. A los que fallen en cualquier detalle se les someter atreinta das de adiestramiento y se les enviar a servir en los nuevos templos de frica yBretaa.

    I-B. DIARIO-CARTA DE CSAR A LUCIO MAMILIO TURRINO, ENLA ISLA DE CAPRI.

    Para una descripcin de este diario-carta, vase el comienzo del documento III.

    968. Acerca de los ritos religiosos.Incluyo en el paquete de esta semana media docena de los innumerables informes

    que, como supremo pontfice, recibo de los Augures, Arspices, Vigilantes del Cielo yCuidadores de los Pollos.

    Incluyo tambin las disposiciones que he dictado para la conmemoracin mensualde la fundacin de la ciudad.Qu se le va a hacer?He heredado esta carga de supersticin e insensatez. Gobierno a innumerables

    hombres, pero debo reconocer que estoy gobernado por aves y truenos.Todo ello obstruye con frecuencia la obra del Estado: cierra las puertas del Senado

    y de los tribunales durante das y aun semanas enteras. Emplea a varios miles depersonas. Todo el que tiene algo que ver con todo ello, incluso el supremo pontfice, lomanipula en inters propio.

    Una tarde, en el valle del Rin, los augures de nuestro cuartel general meprohibieron enredarme en batalla contra el enemigo. Al parecer, nuestros pollos

    sagrados coman con desgana. Las seoras gallinas cruzaban los pies al andar;inspeccionaban con frecuencia el cielo y miraban por encima del hombro, con muy buenmotivo. Yo tambin, al entrar en el valle, me haba desanimado al observar que amenudo le visitaban las guilas. Nosotros, los generales, nos vemos reducidos aobservar el cielo con ojos de pollo. Acced durante un da, aunque una de mis pocasventajas consista en mi capacidad de tomar por sorpresa al enemigo, y tema que por lamaana se repitiese el impedimento. Pero al atardecer, Asinio Polin y yo dimos un

    paseo por los bosques; recogimos una docena de gorgojos; los picamos en pedazosmenuditos con nuestros cuchillos y los esparcimos en derredor del jauln que serva decomedor sagrado. A la maana siguiente todo el ejrcito esper con ansiedad paraconocer la voluntad de los dioses. Sacaron a comer a los pollos fatdicos. Al principio,

    miraron al cielo lanzando aquel piar de alarma que basta para detener a diez milhombres; pero, luego, miraron la comida que se les ofreciera. Por Hrcules! Los ojos se

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    les salan de las rbitas; lanzaron gritos de encantada glotonera; volaron a comer, y mepermitieron ganar la batalla de Colonia.

    Y sobre todo, tales observancias rituales atacan y van minando el verdaderoespritu en la mente de los hombres. Nos dan a nosotros, romanos, desde los barrenderosa los cnsules, un vago sentimiento de confianza donde no hay que confiar, y al mismo

    tiempo nos infunden un temor penetrante, un temor que ni nos despierta a la accin ninos exige ingenio, sino que paraliza. Quitan de los hombros a los seres humanos laincesante obligacin de ir creando momento tras momento su propia Roma. Llegan anosotros sancionados por el uso de nuestros antepasados y respirando la seguridad denuestra infancia; lisonjean la pasividad y consuelan de la insuficiencia.

    Puedo habrmelas con los otros enemigos del orden: con las perturbaciones sinplan de un Clodio; con el grun descontento de un Cicern y un Bruto, nacidos de laenvidia y alimentados con el teorizar que hila tan delgado de los viejos textos griegos;con los crmenes y la codicia de mis procnsules y funcionarios, pero qu puedo hacercontra la apata que se alegra de poderse envolver en la capa de la piedad, que me diceque a Roma la salvarn los dioses que constantemente velan por ella o que Roma se

    arruinar porque los dioses son malficos?No soy aficionado a rumiar malhumores, pero a veces me sorprendo rumiando,

    malhumorado, sobre este asunto.Qu se le va a hacer?A veces, a la medianoche, intento figurarme qu sucedera si yo aboliese todo esto;

    si, dictador y supremo pontfice, aboliese toda la observancia de los das fastos ynefastos, de las entraas y los vuelos de las aves, del trueno y del rayo; si cerrase todoslos templos excepto el de Jpiter Capitolino.

    Y con Jpiter, qu?De esto, volver a hablarte.Prepara pensamientos para guiarme.La noche siguiente.La carta contina en griego.Vuelve a ser medianoche, querido amigo mo. Estoy sentado ante mi ventana,

    deseando que diese sobre la ciudad dormida y no sobre los jardines Trasteverinos de losricos. Las mariposillas danzan en torno a mi lmpara. El ro refleja apenas la difusa luzde las estrellas. En la orilla opuesta algunos ciudadanos borrachos discuten en unataberna, y de cuando en cuando me llega, en el aire, mi nombre. He dejado a mi mujerdormida, y he intentado aquietar mis pensamientos leyendo a Lucrecio.

    Cada da siento mayor presin sobre m, procedente de la posicin que ocupo. Medoy ms y ms cuenta de lo que me capacita para realizar, de lo que me exige que

    realice.Pero qu me dice? Qu exige de m?He pacificado el mundo; he extendido los beneficios del derecho romano a

    innumerables hombres y mujeres; contra gran oposicin, les estoy otorgando tambinlos derechos de la ciudadana; he reformado el calendario, y nuestros das estnregulados por una conformidad til con los movimientos del sol y de la luna. Estoyarreglando el modo de que el mundo llegue a estar alimentado con regularidad; misleyes y mis flotas equilibrarn la intermitencia de las cosechas y lo sobrante de lasnecesidades pblicas. El mes prximo se suprimir la tortura en el cdigo penal.

    Pero todo eso no es bastante. Tales medidas han sido meramente la obra de ungeneral y de un administrador. En ellas soy para el mundo lo que un alcalde es para una

    aldea. Ahora, es preciso hacer otra obra, pero cul? Siento como si ahora, y slo ahora,

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    estuviese dispuesto a empezar. La cancin que est en los labios de todos me llamapadre.

    Por primera vez en mi vida pblica, estoy inseguro. Mis acciones hasta aqu hanestado conformes con un principio al que puedo llamar una supersticin: nuncaimproviso. No inicio accin alguna para que me instruyan sus resultados. En el arte de

    la guerra y en las operaciones de la poltica, no hago nada sin una intencinextremadamente precisa. Si surge un obstculo, creo prontamente un plan nuevo en elcual vea claramente cada una de sus posibles consecuencias. Desde el momento en quevi que Pompeyo dejaba una partecilla de cada ventura a la casualidad, supe que yo iba aser el dueo del mundo.

    Los proyectos que ahora acuden a mi, sin embargo, llevan en si elementos de loscuales no estoy seguro de estar en lo cierto. Para llevarlos a efecto, necesito que en mientendimiento est en claro cules son los fines de la vida del hombre corriente y culeslas capacidades del ser humano.

    El hombre, qu es? Qu sabemos de l? Sus dioses, su libertad, su entendimiento,su amor, su destino, su muerte..., qu significan? Recuerdas cmo t y yo, muchachos

    en Atenas, y ms tarde ante nuestras tiendas de campaa en la Galia, acostumbrbamosdar infinitas vueltas a todas estas cosas? Yo, filosofando, vuelvo a ser un adolescente.Como Platn, el peligroso seductor, dice: los mejores filsofos del mundo sonchiquillos con barbas recin nacidas en el mentn; vuelvo a ser muchacho.

    Y ya ves lo que he hecho entretanto en ese asunto de la religin del Estado. La heapuntalado restableciendo la Conmemoracin mensual de la Fundacin de la Ciudad.

    Quiz lo he hecho para escrutar qu ltimos vestigios de semejante piedad puedodescubrir dentro de mi mismo. Tambin me lisonjea saber que de todos los romanos soyel ms erudito en la antigua ciencia religiosa, como lo fue, antes que yo, mi madre.Confieso que mientras estoy declamando las rudas colectas y ordenando losmovimientos en el complicado ritual, estoy lleno de emocin real; pero esa emocin notiene nada que ver con el mundo sobrenatural: estoy recordando cuando, a losdiecinueve aos, sacerdote de Jpiter, sub al Capitolio con mi Cornelia al lado,llevando ella bajo el cinto a nuestra Julia, que an no haba nacido. Qu momento meha ofrecido la vida desde entonces capaz de igualarle?

    Silencio! Se est relevando la guardia delante de mi puerta. Los centinelas hanentrechocado sus espadas y han cambiado la contrasea. La contrasea esta noche esCSAR VELA.

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    II. DE LA SEORA CLODIA PULQUER, DESDE SU VILLA ENBA JA , EN LA BAHA DE NAPOLES AL MAYORDOMO DE SU

    CASA EN ROMA.

    3 de septiembre, 45 aos antes de Cristo

    Mi hermano y yo damos una comida el ltimo da del mes. Si esta vez ocurre algnerror, te remplazar y te pondr en venta.

    Se han enviado invitaciones al dictador, y a su mujer y a su ta, a Cicern, a AsinioPolin y a Cayo Valerio Ctulo.

    Toda la comida se llevar a la antigua moda, es decir que las mujeres no estarn

    presentes hasta la segunda parte de la comida y no se reclinarn.Si el dictador acepta esta invitacin, se observar el protocolo ms estricto.

    Empieza ya a ensayar a los criados; la recepcin a la puerta, el llevar la silla, la vuelta ala casa, la despedida. Arrglatelas para alquilar doce trompeteros. Informa a lossacerdotes de nuestro templo para que celebren la ceremonia adecuada a la recepcindel supremo pontfice.

    No solo t, sino tambin mi hermano, probaris los platos del dictador en supresencia, como se hacia en los das antiguos.

    La lista de platos depender de las nuevas enmiendas a las leyes suntuarias. Si sehan promulgado ya el da de la comida, slo se servir una entrada para todo el mundo.Ser el guisado egipcio de alimento de mar que el dictador te describi una vez. Yo nos nada de l; ve inmediatamente a ver a su cocinero y entrate de cmo se prepara. Encuanto consigas la receta, hazla al menos tres veces, para estar seguro de que saldr

    perfecta la noche de la comida.Si las nuevas leyes no se han proclamado, tendremos variedad de platos. El

    dictador, mi hermano y yo tendremos el guisado. Cicern, cordero al asador, a la griega.La mujer del dictador, la cabeza de carnero con manzanas asadas, que tanto elogi. Leenviaste la receta que pidi? Si as lo has hecho, cambia ligeramente la preparacin; tesugiero que aadas tres o cuatro melocotones empapados en licor de Albania. A laseora Julia Marcia y a Valerio Ctulo les propondrs que elijan lo que ms les guste de

    todos esos platos. Asinio Polin probablemente no comer nada, como de costumbre,pero ten preparada leche caliente de cabra y gachas de Lombarda. Dejo el asunto de losvinos completamente en tus manos; ten cuidado con las leyes que rijan.

    Estoy haciendo que draguen veinte o treinta docenas de ostras con redes bajo elagua hasta Ostia. Algunas de ellas pueden llevarse a Roma el mismo da de la comida.

    Ve inmediatamente en busca de Eros, el mimo griego, y contrtale para la velada.Probablemente pondr sus dificultades acostumbradas; puedes confiarle la calidad demis invitados. Cuando hayas cerrado el trato, puedes decirle que adems del precioacostumbrado, le dar el espejo de Cleopatra. Dile que deseo que l y su compaarepresenten Afrodita y Hefaistos y La procesin de Osiris, de Herondas. Deseo que lsolo declame el Ciclo de la tejedora de guirnaldas, de Safo.

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    Maana saldr de Npoles. Me detendr una semana con la familia de QuintoLntulo Espinter, en Capua. All espero carta tuya en la cual me dirs en qu se ocupami hermano. Puedes esperarme en Roma hacia el da diez.

    Deseo me informes sobre el asunto de borrar todo lo que escriben acerca de nuestrafamilia por los sitios pblicos. Quiero que esto se haga concienzudamente.

    Lo que Clodia quiere decir en este pasaje se ilustra mejor por un prrafo en una delas cartas de Cicern y por algunos graffiti seleccionados.

    II-A. CICERN, EN ROMA, A ATTICO, EN GRECIA.

    Escrito en la primavera del mismo ao.

    Segunda nicamente si se la compara con el dueo de todos nosotros, Clodia hallegado a ser la persona ms discutida en Roma. En las paredes y en los pavimentos detodos los baos y urinarios de Roma se garrapatean acerca de ella versos de ilimitadaobscenidad. Dicenme que hay una extensa stira dedicada a ella en la sala deenfriamiento de los baos de Pompeya; diecisiete poetas han puesto ya sus manos enella; y recibe adiciones a diario. Me dicen que da vueltas en su mayor parte al hecho deque es viuda, hija, nieta, sobrina y biznieta de cnsules y a que su antecesor Appio fueel que empez a construir el camino sobre el cual ella busca compaa consoladora yaque no remuneradora.

    La dama, segn dicen, ha odo hablar de tales tributos. Tiene tres hombrescontratados durante la noche borrndolos subrepticiamente. Pero es demasiado trabajo.No pueden dar abasto con l. Nuestro Dmine [Csar] no necesita contratar obreros paraborrar la calumnia. Tambin hay para l versos groseros; ms por cada calumniadortiene tres abogados. Sus veteranos han vuelto a armarse con esponjas.

    La poesa se ha convertido en calentura en nuestra ciudad. Dcenme que los versosde ese recin venido Ctulo -versos tambin dirigidos a Clodia, aunque en distinta vena-andan igualmente escritos por los edificios pblicos. Los vendedores de empanadassirias se los han aprendido de memoria. Qu me dices de esto? Bajo el poder absolutode un hombre, nos quitan nuestras ocupaciones o les hacen perder su sabor. Ya nosomos ciudadanos sino esclavos, y la poesa es el recurso de un ocio forzado.

    II-B. GRAFFITI GARRAPATEADOS POR LOS MUROS YPAVIMENTOS DE ROMA.

    Clodio Pulquer en el Senado dice a Cicern:Mi hermana no se mueve, no me da ni un pie.

    Oh! -dice Cicern-, creamos que era ms generosa.Creamos que te haba dado hasta ms arriba de la rodilla.

    Sus antepasados tendieron la Va Appia; Csar levant a esta Appia y la tendi porotra va.

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    Oh, oh, oh!La Chica por cuatro monedas es millonaria, pero codiciosa y nunca est ociosa.Qu orgullosamente cuenta sus cincuenta monedas al amanecer!

    Todos los meses, Csar conmemora la fundacin de la ciudad.

    A todas horas, la disolucin de la repblica.

    La siguiente cancin popular, con variantes, se vea garrapateada en lugarespblicos en el mundo entero.

    El mundo es de Roma, y los dioses se lo dieron a Csar; Csar es el descendiente delos dioses, y es un Dios. El que nunca perdi una batalla, es el padre de cada soldado.Ha plantado el taln de su pie sobre la boca del rico, mas, para el pobre es amigo yconsolador. En esto conocis que los dioses aman a Roma: se la han dado a Csar, sudescendiente, que es tambin un Dios.

    Los siguientes versos de Ctulo parece que fueron adoptados inmediatamente por el

    pblico en general; en menos de un ao, haban llegado a las partes ms remotas comoaforismo proverbial annimo.

    Los soles se ponen y pueden volver a salir; mas una vez que nuestra breve luz se hapuesto, la noche es para siempre y hay que dormirla.

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    III. DIARIO-CARTA DE CSAR A LUCIO MAMILIO TURRINO,EN LA ISLA DE CAPRI.

    Probablemente desde el 20 de agosto al 4 de septiembre. Este diario carta semantuvo desde que el destinatario fue capturado y mutilado por los belgas en el ao 51antes de Cristo hasta la muerte del dictador.

    Sus anotaciones ofrecen gran variedad deformas; algunas estn escritas en cartas ydocumentos desechados; algunas se escribieron a toda prisa, otras, con gran cuidado;algunas se dictaron y estn escritas por un secretario. Aunque van numeradas en serie,slo muy pocas de ellas llevan fecha.

    958. Sobre la posible etimologa de tres palabras anticuadas en el testamento deRmulo.

    95 9-963. Sobre ciertas tendencias y probabilidades en la poltica comente.

    964. Da su opinin despectiva sobre el empleo de artificios mtricos en losdiscursos de Cicern.965-967. Sobre poltica.968. Sobre la religin romana. Esta anotacin ya ha aparecido en este volumen

    como seccin I-B.969. Sobre Clodia Pulquer y su educacin.Clodia y su hermano nos han invitado a cenar. Creo haber discutido

    suficientemente en mis cartas la situacin de esa pareja, pero, como el resto de Roma,vuelvo al mismo asunto.

    Ya no me siento lleno de compasin cuando me encuentro con una de lasinnumerables personas que arrastran tras de s una vida fracasada. Y menos an procuro

    encontrar disculpas para ellos cuando los veo sentados en el trono de su propioentendimiento, disculpados, perdonados y lanzando acusaciones contra el misteriosodestino que les ha agraviado, y exhibindose como victimas puras. As es Clodia.

    ste no es el papel que representa ante sus numerosas relaciones; para ellas fingeser la ms feliz de las mujeres. Pero es el papel que representa ante sus propios ojos yante m, porque soy, creo, la nica persona que est enterada de cierta circunstancia dela cual fue acaso vctima y sobre la cual ha basado su pretensin de volver a ser vctimatodos los das.

    Otra disculpa pudiera encontrarse para ella y para esas otras mujeres de sugeneracin cuyos desrdenes, lo mismo que los de ella, atraen la atencin pblica.

    Nacieron en las ms grandes casas de riqueza y privilegio y las criaron en esa atmsfera

    de nobles sentimientos y moralizacin incesante que ahora llamamos el antiguo modoromano. Las madres de esas muchachas fueron en muchos de los casos grandesmujeres, pero haban desarrollado una serie de cualidades que no pudieron transmitir. Elamor maternal, el orgullo de la familia y la riqueza se haban combinado para hacerlashipcritas, y criaron a sus hijas en un mundo cerrado de suaves mentiras y evasiones.Las hijas -las ms inteligentes- al ir creciendo se fueron dando cuenta de ello; sintieronque les haban mentido, y prestamente se lanzaron a demostrar pblicamente que sehaban libertado de la hipocresa. La prisin del cuerpo es amarga; la prisin de la mentees peor. Los pensamientos y las acciones de aquellos que despiertan al hecho de habersido engaados son dolorosos para ellos y peligrosos para los dems. Clodia fue la msinteligente, y su comportamiento es ahora el ms escandaloso. Todas aquellas chiquillas

    contrajeron o fingieron haber contrado una pasin por dejarse ver en malas compaasy la ostentacin de la ordinariez ha llegado a ser un factor poltico con el cual tengo que

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    entendrmelas. El mundo plebeyo es mejorable en s mismo, pero qu puedo hacer conuna aristocracia plebeya?

    Hasta las mujeres jvenes cuya conducta es intachable -como la hermana deClodia, como mi mujer- exhiben el resentimiento del ser engaado que despierta. Lascriaron para pensar que las virtudes domsticas eran evidentes por s mismas y

    universales; les haban negado el conocimiento que ms atrae al entendimiento joven:que la corona de la vida est en el ejercicio de la propia eleccin.En su conducta veo reflejarse tambin algo de lo que con frecuencia -acaso

    demasiada- he discutido contigo, el hecho de que el uso y la misma estructura denuestro lenguaje exhiben e inculcan la creencia de que, en presencia de la vida, somos

    pasivos, estamos atados, comprometidos, y desamparados. Nuestro lenguaje nos diceque al nacer se nos dan tales y cuales cualidades. Lo cual es decir: Hay un GranDonante que dio a Clodia belleza, salud, riqueza, alto nacimiento, conspicuainteligencia, y a otra, esclavitud, enfermedad y estupidez. A menudo, ha odo decir queestaba dotada de belleza (quin la dot?) y que sobre otra pesaba la maldicin de unamala lengua... Es que Dios maldice? Hasta si asumimos la existencia de un Dios que,

    como Homero dice, escancia de sus urnas los buenos y los malos dones, me asombraver a gentes piadosas que insultan a su Dios negndose a ver que tal como va el mundo,hay un campo de circunstancias que no est conmensurado con la providencia de Dios,y que Dios debe de haberlo querido as.

    Pero volvamos a nuestra Clodia; los Clodios nunca creen haber recibido bastante;estn envenenados por el resentimiento contra ese avaro Donante que slo les dierahermosura, salud, riqueza, nacimiento e inteligencia, pero que retiene un milln dedones, por ejemplo, felicidad perfecta, en cada uno de los momentos de cada da. Nohay rapacidad igual a la de los privilegiados que sienten que las ventajas les han sidootorgadas por cierta Inteligencia, ni amargura igual a la de los desdichados que sientenque, a sabiendas, se les ha dejado a un lado.

    Amigo, amigo mo, qu cosa mejor podra hacer por Roma que volver las aves almundo de las aves, volver el trueno a los fenmenos de la atmsfera y volver los diosesa los recuerdos de la infancia?

    No necesito decirte que no asistir a la comida de Clodia.

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    IV. LA SEORA JULIA MARCIA, VIUDA DEL GRAN MARIO,DESDE SU QUINTA EN LAS COLINAS ALBANAS, A SUSOBRINO CAYO JUL IO CSAR, EN ROMA.

    4 de septiembre

    Clodio Pulquer y su hermana me invitan a comer para el ltimo da del mes. Medicen, querido muchacho, que estars t all. Yo no haba pensado volver hastadiciembre, cuando tengo que tornar a mis deberes en relacin con los Misterios [de la

    buena Diosa]. Naturalmente, no pensara en ir a esa casa sin la seguridad de que t y tumujer querida estaris tambin all. Quieres enviarme con este mensajero una palabradiciendo si, en realidad, vais a estar presentes o no?

    Debo confesar que siento bastante curiosidad por ver -despus de todos estos aos

    de vida rstica- cmo vive la sociedad del monte Palatino. Las cartas escandalizadasque recibo de Sempronia Metella, de Servilia y Emilia Cimber y de Fulvia Manso nome dan mucha luz sobre el asunto. Se ocupan tanto en llamar la atencin sobre su propiavirtud que no puedo poner en claro si la vida diaria en la cima del mundo es brillante otrivial.

    Tengo adems otro motivo para ver a Clodia Pulquer. Es posible que ms tarde oms pronto me vea obligada a tener una conversacin muy seria con ella... por causa desu madre y de su abuela, amigas queridas de mi juventud y de mi madurez. Puedesadivinar de qu te hablo? [Como se ver, Csar no comprendi esta indicacin. Su taformaba parte del Consejo de Gobierno de los Misterios de la Buena Diosa. Si se

    presentaba la propuesta de que se excluyera a Clodia de participar en los Misteros, ladecisin correspondera principalmente al comit laico y no a las representantes delColegio de las Vrgenes Vestales. La responsabilidad final vendra a caer, en todo caso,sobre Julio Csar como Supremo Pontfice.] Nosotros, inocentes campesinos, estamos

    preparados a obedecer estrictamente tus leyes contra el lujo. Nuestras pequeascomunidades te aman y dan gracias a los dioses diariamente de que seas el gua denuestro gran Estado. En mi casa de labor hay seis de tus veteranos. La diligencia, alegray lealtad que me demuestran son, bien lo s, el reflejo del culto que te rinden. Procurono decepcionarlos.

    Mi cario a Pompeya.Segunda carta en el mismo paquete.

    Querido sobrino, esto es en la maana siguiente.Perdona mi atrevimiento en robar as el tiempo al amo del mundo, pero puedohacerte una segunda pregunta para que la contestes por este mensajero?

    Vive an Lucio Mamilio Turrino? Puede recibir cartas? Puedes darme unadireccin para escribirle?

    He hecho estas preguntas a varios de mis amigos, pero nadie parece podercontestarlas con certeza. Sabemos que fue herido gravemente luchando junto a ti en laGalia. Algunos dicen que vive en completa reclusin en la regin de los lagos, en Cretao en Sicilia. Otros, que ha muerto hace ya bastantes aos.

    La otra noche tuve un sueo -perdonars a una vieja- en el cual me pareca estarjunto al estanque en nuestra villa de Tarento, con el querido bandolero que fue mi

    marido. Dos muchachos estaban nadando en el estanque...,t y Lucio. Salisteis del agua

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    y mi marido, poniendo las manos sobre vuestros hombros, me mir a los ojos muyprofundamente y dijo sonriendo: Vstagos de nuestra vieja encina romana.

    Qu a menudo venais ambos a nuestra casa! Y cmo comais! Recuerdas cmo,cuando tenias doce aos, solas declamar para mi pasajes de Homero, con los ojoscentelleantes? Y despus t y Lucio fuisteis juntos a estudiar a Grecia, y me escribas

    largas cartas sobre filosofa y poesa. Y Lucio, que no tena madre, escriba a la tuya.Ay, el pasado; el pasado, Cayo!Despert del sueo llorando; llorando por aquellas presencias perdidas: mi marido,

    tu madre, el padre y la madre de Clodia, y por Lucio.Ay, querido, te estoy haciendo perder el tiempo!Dos respuestas: la comida de Clodia y las seas de Lucio, si vive.

    IV-A. RESPUESTA DE CSAR A JULIA MARCIA, POR ELMENSAJERO DE VUELTA.

    Los primeros dos prrafos son de letra de un secretario.No tengo intencin, querida ta, de ir a la comida de Clodia. Si supiera que a ti

    realmente te interesa, desde luego te complacera yendo. Sin embargo, Pompeya se unea m para animarte a que vengas a pasar la velada con nosotros. Puede que Clodia hayatenido la desfachatez de invitar a Cicern y que l haya tenido la flaqueza de aceptar; sies as, le robar a su fiesta y te lo ofrecer a ti. Creo que te agradar volver a verle; estan ms ingenioso que de costumbre y te contar cuanto quieras saber acerca de lasociedad del monte Palatino. Adems, no te tomes la molestia de abrir tu casa; el

    pabelln de nuestro jardn est a tu disposicin y Al-Nara estar encantada de servirte.Mientras ests en el pabelln, querida seora ma, ordenar que durante la noche loscentinelas se abstengan de chocar las espadas; cambiarn las contraseas en voz

    quedsima.Ya tendrs tiempo de ver a Clodia cuando vengas a la ciudad para las ceremonias.Al contemplar a Clodia apenas siento una gota en el corazn de esa compasin queEpicuro os prescribe sentir hacia los que yerran. Espero que tendrs con ella esasconversaciones serias de que me hablas, y espero tambin me ensees el modo de llegara sentir hacia ella un poco de simpata. Me molesta la sequedad de corazn haciaalguien a quien estuve unido por tal variedad de asociaciones.

    Desde aqu4 Csar contina la carta escribindola de su puo y letra.Hablas del pasado.No consiento a mis pensamientos detenerse mucho tiempo en l. Todo en l, todo,

    me parece de una belleza que ya jams volver a ver. Aquellas presencias, cmo puedo

    pensar en ellas? Al recuerdo de un murmullo, de un par de ojos, la pluma se me cae dela mano, la empresa en que estoy ocupado se convierte en piedra. Roma y sus negociosse convierten en tarea de oficinista, ridos y tediosos, con los que voy llenando la vidahasta que la muerte me libre de ellos. Soy extrao en esto? No lo s. Pueden otroshombres entretejer el goce pasado con el presente y con sus planes para el porvenir?Acaso eso lo alcanzan slo los poetas; nicamente ellos emplean todo lo que son encada momento de su obra.

    Creo que uno as ha venido entre nosotros para reemplazar a nuestro Lucrecio. Teincluyo una hoja de sus versos. Quiero que me digas qu te parecen. Este dominio delmundo que a m me atribuyes es ms digno de administrar desde que he visto talesejemplos de lo que puede hacerse con nuestra lengua latina. No incluyo los versos que

    se refieren a mi; este Ctulo es tan elocuente en el odio como en el amor.

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    Hay un regalo que te est esperando en Roma..., aunque mi participacin en l merobar algo de esa aplicacin a mis presentes deberes que, como ya he dicho, sigue atoda ojeada que lanzo sobre el pasado. [En la conmemoracin mensual de la Fundacinde la Ciudad, Csar introdujo un saludo hecho por Roma al espritu de su marido,Mario.]

    En cuanto a tu segunda pregunta, ta querida, no estoy en situacin de responderla.Pompeya te enva su cario. Esperamos tu llegada con mucha alegra.

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    V. LA SEORA SEMPRONIA METELLA , EN ROMA, A LASEORA JULIA MARCIA EN SU HACIENDA DE lAS COL INASALBANAS.

    6 de septiembre

    No puedo decirte cunto me deleita, Julia queridsima, el saber que vas a venir a laciudad. No te molestes en abrir tu casa. Puedes estar conmigo. Zosima, que adora elsuelo que pisas, te servir. Yo puedo arreglrmelas muy bien con Rhodope, que se estconvirtiendo en un tesoro.

    Y ahora, ponte cmoda, querida, porque temo que esta va a ser una charla muylarga.

    Lo primero, escucha el consejo de una vieja amiga: no vayas a casa de esa mujer.

    Puede una pasarse aos enteros diciendo que no hace caso de chismes, que los ausentesno pueden defenderse de la calumnia, etctera: mas, despus de todo, no es el darocasin a tanto chisme una ofensa en si misma? Yo, personalmente, no creo que ellaenvenenara a su marido o que haya tenido relaciones incorrectas con sus hermanos, perohay miles de gentes que lo creen. Mi nieto me dice que se cantan canciones alusivas aella en todas las guarniciones y tabernas, y que hay versos sobre ella escritos en las

    paredes de todos los baos. La llaman con un nombre que no me atrevo a escribir aqu.En realidad, lo peor que sabem0s de ella es la influencia que tiene sobre todo el

    grupo del Palatino. Ella fue la que empez la gracia de vestirse como una del pueblo ymezclarse con los ms bajos elementos de la ciudad. Saca sus amistades de las tabernasde gladiadores y bebe con ellos toda la noche, y danza para ellos, y lo dems lo dejo a tuimaginacin. Organiza meriendas en el campo, y se va a las tabernas extramuros entrelos pastores, y a los puestos militares. stos son hechos. Todo el mundo puede darsecuenta de los resultados; uno de ellos es su efecto sobre el lenguaje. Ahora es elegantehablar pura plebe. Y no hay duda ninguna de que ella y slo ella es la responsable. Su

    posicin en la sociedad, su nacimiento, su riqueza, su hermosura yporque eso hay queconfesarlo- su fascinacin y su inteligencia han llevado a la buena sociedad a hundirseen el fango.

    Pero, al fin, se ha asustado. Y te ha invitado a comer, precisamente porque estasustada.

    Ahora escucha: se est tramando una cosa muy seria que al fin caer sobre tus

    hombros y te obligar a tomar una decisin.En los prrafos siguientes, se emplean unas cuantas expresiones sustitutivas: La delos ojos de vaca (en griego) es Clodia; El Jabato es

    su hermano, Clodio Pulquer; La Codorniz (mote que le adjudicaron las damasmucho antes de su matrimonio) es Pompeya, mujer de Csar; La Tesalia (abreviatura dela Bruja de Tesalia) es Servilia, la madre de Marco Junio Bruto; La Clase de Tapicerasignifica tanto los Misterios de la Buena Diosa como el Comit que diriga sucelebracin. El que hace el tiempo es, desde luego, Csar.

    Aunque esa mujer est bastante abandonada, no soy partidaria de que se la excluyade ciertas reuniones. Pero no cabe duda de que va a proponerse que se la borre de la

    lista.

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    Ella y La Codorniz asistieron a la ltima reunin del Consejo Ejecutivo que tuvolugar precisamente antes que ella se marchase a Baa. Pidieron a la Ctedra -La Tesaliaestaba sentada en tu ctedra- que las dispensase y se marcharon pronto; y en el mismoinstante en que salieron se formaron grupos por toda la sala, para hablar de ella. EmiliaCimber dijo que si La de los ojos de vaca se le acercaba durante La Clase de Tapicera,

    la abofeteara. Fulvia Manso dijo que ella no la abofeteara durante los ritos, pero que semarchara inmediatamente y dara una queja al supremo pontfice. Y La Tesalia, que,estando en la Ctedra, no hubiera debido dar opinin ninguna, dijo que lo primero quese debiera hacer era someter el asunto a ti y a la presidenta del Colegio de las VrgenesVestales. Su tono indignado, debo decrtelo, me result ligeramente cmico, porquetodas sabemos que no siempre ha sido tan irreprochable como ahora pretende serlo.

    De modo que ah lo tienes! No creo que ni t ni tu sobrino consentiris jams enque se la borre de la lista, pero qu idea! Y qu escndalo! Sabes lo que te digo? Puesque no creo que ni siquiera las ms viejas de esas mujeres se den ya cuenta de lo que esun escndalo. La otra noche, de repente, me di cuenta yo de que no recuerdo ms quetres exclusiones y que en los tres casos las interesadas se quitaron la vida.

    Y, sin embargo, por otra parte es horrible pensar que en La Clase de Tapicera, quees la cosa ms sagrada y ms maravillosa, pueda estar incluida una mujer como La delos ojos de vaca. Julia, nunca he olvidado lo que tu gran marido dijo acerca de esto:Esas veinte horas durante las cuales nuestras mujeres estn reunidas, son como unacolumna que sostiene a Roma.

    Es para m un gran enigma cmo El que hace el tiempo (no le llamo as por falta derespeto, bien lo sabes, querida) consiente que La Codorniz tenga tanto trato con ella. Atodas nos sorprende. Porque el tratar a La de los ojos de vaca lleva inevitablementeconsigo tratar al Jabato y ninguna mujer de principios es posible que quiera tratar alJabato.

    Nias, cambiemos de asunto.Ayer recib un gran honor que quiero comunicarte. l me llev a un lado para

    hablar conmigo a solas. Por supuesto, fui con toda Roma a visitar a Catn el da en quese conmemoraba a su gran antepasado. Miles de personas llenaban las calles que cercanla casa, trompeteros, flautistas, sacerdotes. Dentro de la casa se haba instalado lactedra del dictador y, por supuesto, todo el mundo estaba anhelante, esperndole. Porfin lleg. Y ya sabes que hace siempre lo que menos puede suponerse. Como dice misobrino: Es ceremonioso cuando espera uno que sea natural, y es natural cuando esperauno que sea ceremonioso. Atraves el foro andando y subi la colina sin squito algunocomo si fuera dando un paseo entre Marco Antonio y Octavio. Tiemblo por l porqueeso es peligroso; pero es una de las cosas por las que el pueblo le adora; es Antigua

    Roma, y tienes que haber odo las aclamaciones desde tu quinta.Entr en la casa, inclinndose y sonriendo, y se acerc inmediatamente a Catn y asu familia. Se poda or andar a una hormiga. No necesito decirte que tu sobrino es la

    perfeccin misma. Omos lo que dijo palabra por palabra. Primero, gravedad ydeferencia; hasta Catn lloraba y tena la cabeza muy baja. Luego, Csar, gradualmente,fue hablando con menos ceremonia; incluy a la familia, y habl primero confamiliaridad y luego decididamente en broma hasta el punto de que toda la sala estabarindose.

    Catn respondi bien, pero muy brevemente. Todas las angustiosas diferenciaspolticas parecen haberse olvidado. Csar acept uno de los pasteles que se estabansirviendo y empez a hablar con los concurrentes que le rodeaban. Se neg a sentarse en

    la ctedra dictatorial, pero lo hace todo de modo tan encantador que no pareci ser

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    desprecio a la casa. Y entonces, querida, me vio de lejos y, pidiendo un asiento a uncriado, se sent a mi lado. Puedes figurarte en qu estado me puse.

    Ha olvidado nunca un hecho o un nombre? Recordaba haber pasado das enteroscon nosotros en Anzio hace veinte aos; recordaba a todos mis parientes y a losinvitados. Con mucha delicadeza, me puso en guardia acerca de las actividades polticas

    de mi sobrino (pero, en esto, querida, qu puedo hacer yo?). Luego empez a pedirmemi opinin sobre la Conmemoracin mensual de la Fundacin de la Ciudad. Al parecer,haba reparado en mi presencia..., figrate, a media milla de distancia mientras estabasubiendo y bajando en el complicado ritual! Qu detalles me parecan msimpresionantes, cules demasiado largos o demasiado oscuros para el pueblo? Luegohabl de la religin en s, de los auspicios, de los das fastos y nefastos.

    Querida, es el hombre ms encantador del mundo, pero tambin..., no tengo msremedio que decirlo..., no te parece que da miedo? Escucha con atencin tan completala menor cosa que una est luchando por decir... Y sus ojazos, tan, tan lisonjeros, peroque asustan!, parecen decir: Somos las dos nicas personas sinceras que hay aqu;decimos lo que pensamos realmente; decimos la verdad. Espero no haber estado hecha

    una gansa; pero me gustara que alguien me hubiese prevenido de que el supremopontfice me iba a preguntar cmo, qu, dnde y cundo pienso acerca de la religin,porque, en realidad, eso es lo que hizo. Por fin, se despidi y pudimos volvernos a casa.Y yo me fui derechita a la cama.

    Te lo pregunto muy quedito, Julia: A qu se parecer ser su mujer?Me preguntaste por Lucio Mamilio Turrno.Lo mismo que t, me di cuenta de que no saba nada de l. Crea que haba muerto

    o que se haba recobrado lo bastante para ocupar algn puesto en alguna de las partesremotas de la Repblica. Ahora, buscando informes, me ha parecido que lo mejor que

    poda hacer era preguntar a alguno de nuestros ms antiguos servidores. Forman unaespecie de sociedad secreta; lo saben todo de nosotros; y estn orgullosos de saberlo.As es que consult a nuestro viejo liberto Rufo Tela, y con bastante seguridad, aquestn los hechos:

    En la segunda batalla con los belgas, aquella vez en que estuvieron a punto deapoderarse de Csar, los enemigos capturaron a Lucio Turrino. Haba desaparecidohacia treinta horas, cuando Csar se dio cuenta de que no estaba con l. Entonces,querida, tu sobrino lanz un regimiento contra el campamento enemigo. El regimientofue aniquilado casi por completo, pero recobr a Turrino en estado lamentable. Elenemigo, para sacarle informes, poco a poco le fue cortando miembros y privndole desus sentidos. Le haban cortado un brazo y una pierna, tal vez algo ms, le habansacado los ojos, le haban cortado las orejas, y estuvieron a punto de romperle los

    tmpanos. Csar hizo que le prestasen todos los cuidados posibles y desde entonces estenvuelto, por deseo propio, en el mayor secreto posible. Rufo parece saber, sinembargo, que vive en una hermosa villa en Capri, absolutamente rodeada de muros.Claro que es an muy rico y tiene varios secretarios, asistentes, y todo lo dems.

    No es una historia que desgarra el corazn? Hasta qu punto puede la vida seraterradora! Le recuerdo tan bien..., tan buen mozo, rico, listo, claramente destinado a los

    puestos ms altos del Estado, y tan encantador! Estuvo a punto de casarse con miAurumculeya, pero su padre y todos los Mamilus eran demasiado conservadores parami gusto, y de mi marido no digamos nada. Parece que an le interesan la poltica, lahistoria y la literatura. Tiene un agente, aqu en Roma, que le enva todas las noticias,libros y chismes, pero nadie sabe quin es ese agente. Parece desear que le olvide todo

    el mundo excepto unos pocos amigos ntimos. Claro es que pregunt a Rufo que quinesvan a verle. Rufo dice que no recibe casi a nadie, que la actriz Cytheris va de cuando en

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    cuando y lee para l, y que una vez al ao, en primavera, el dictador va y pasa con lalgunos das, pero al parecer no habla nunca a nadie de tales visitas.

    Rufo, que es oro puro, me pidi que no repitiese nada de esto a nadie ms que a ti.Es un africano viejo, muy notable y parece respetar algo de lo que hay en el deseo delinvlido de que se le olvide. Cumplo su deseo y s que t lo hars igualmente. Me

    horroriza lo largo de esta carta.Ven lo ms pronto que puedas.

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    VI. CLODIA, EN CAPUA, A SU HERMANO PUBL IO CLODIOPULQUER, EN ROMA.

    Desde la villa de Quinto Lntulo Espinter y su mujer, Casia.

    8 de septiembre

    Hombre sin seso:S.T.E.Q.V.N.I.E. [Clodia emplea irnicamente una frmula epistolar de aquellos

    das que significa. Si t y tu ejrcito estis bien de salud, est bien; cambiando dosletras quiere decir: Si t y t estis bien, est mal.]

    Otra vez desplumado. [La polica secreta de Csar se haba enterado del contenidode una carta de las que se escriban mutuamente. El hermano y la hermana, sin embargo,

    se las arreglaban para hacer llevar casi a la vista a los mensajeros las cartas innocuascomo pantalla para las verdaderas, que iban mucho mejor escondidas.]

    Tu carta era una locura disparatada. Dices: No vivirn eternamente. Cmo losabes? Nadie, ni l ni t ni nadie sabe cunto tiempo ha de vivir. Deberas hacer tus

    planes como si fuera a morir maana o a vivir treinta aos ms. Slo los nios, losoradores polticos y los poetas hablan del porvenir como si fuera cosa que pudierasaberse; afortunadamente para nosotros, no sabemos nada de ello. Dices: Ha habidoconvulsiones todas las semanas. [Los ataques epilpticos de Csar.]

    Te digo que no ests en lo cierto y ya sabes cul es mi fuente de informacin. [Ladoncella de la mujer de Csar, Abra, le haba sido recomendada por Clodia, y Clodia le

    pagaba para que la tuviese informada de cuanto suceda en casa de Csar.] Dices: Bajo

    este cclope no hay nada que podamos hacer. Escucha, ya no eres un chiquillo. Tienescuarenta aos. Cundo vas a aprender a no esperar en la suerte, sino a edificar con loque tienes y a emplear cada da en consolidar tu posicin? Por qu nunca has llegado aser ms que tribuno? Porque tus planes empiezan siempre con el mes que viene. Elabismo entre hoy y el mes que viene siempre intentas salvarlo empleando la violencia ytus tropillas de matones. El capitn del barco [en griego quiere decir Csar] gobierna elmundo y continuar gobernndolo, sea por un da, sea por treinta aos. No tienescarrera, no eres nada, si no aceptas ese hecho y trabajas en l y en torno a l.

    Y te lo digo solemnemente, cualquier intento de trabajar en contra conducira a tupropia destruccin.

    Tienes que volver a su favor. No le dejes olvidar que una vez tu ayuda fue en untiempo valiosa. S que le odias; eso no tiene importancia. El odio y el amor no tienennada que ver con nada, y l lo sabe de sobra. Dnde hubiera ido l a parar si hubieseodiado a Pompeyo?

    Viglale, Sin seso. Podras aprender mucho.Conoces su punto flaco: esa indiferencia, esa ausencia que la gente llama su

    magnanimidad. Apostara a que realmente le gustas porque le agrada cuanto esespontneo y sin complicaciones, y porque ha olvidado posiblemente que eras un idiotaque siempre estaba creando conflictos. Y apostara a que en secreto le diverta mucho elque durante veinte aos tuvieras a Cicern temblando como un ratn.

    Obsrvale. Podras empezar por imitar su diligencia. Creo lo que me dicen de que

    escribe setenta cartas y documentos al da. Caen a diario sobre Italia como nieve...,Qu estoy diciendo?..., caen sobre el mundo desde Bretaa al Lbano. Hasta en el

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    Senado, hasta en los banquetes, hay un secretario detrs de l; en el segundo mismo enque se le ocurre una idea se vuelve y la dicta en un murmullo. Un momento estdiciendo a un pueblecillo en Blgica que puede cambiar el nombre que lleva por el suyoy les enva una flauta para la banda municipal; en el momento siguiente se le ocurre unmodo de armonizar las leyes judas respecto a la dote con los usos romanos. Regal una

    clepsidra a una ciudad de Argelia y escribi una carta fascinadora al modo rabe.Trabaja, Publio, trabaja.Y recuerda: este ao nos reformamos.Todo lo que te pido es un ao.Voy a ser la mujer ms conservadora de Roma. Para el verano prximo quiero ser

    presidenta honoraria de Vesta y directora de los Misterios de la Buena Diosa.T puedes conseguir una provincia.De ahora en adelante, escribiremos nuestro nombre, Claudio. Nuestro abuelo se

    agenci unos cuantos votos adoptando el modo popular de escribirle. Aburrido.Nuestra comida es un fracaso. El capitn del Barco y la Lentejita [tambin en

    griego; es la mujer de Csar] no han aceptado la invitacin. Hcuba no ha contestado.

    Cuando lo sepa, Cicern probablemente enviar una negativa en el ltimo momento.Asinio Polin asistir, y yo me las arreglar para llenar la mesa.

    Ctulo: Quiero que te portes amablemente con l. Poco a poco, me voy librando del. Djame hacerlo a mi manera. Nunca lo creeras. Qu cosas pasan! Tengo tan altaopinin de m misma como cualquier mujer, pero nunca he pretendido ser todas lasdiosas amasadas en una, y Penlope de aadidura. No tengo miedo a nada, Publio,excepto a esos horrificantes epigramas. Mira los que le ha tirado a Csar. Todo elmundo los repite; quedan sobre l como cicatrices personales. No quiero sufrir ningunosemejante, de modo que djame arreglrmelas a m modo.

    Comprendes que nuestra comida es un fracaso? En el mantel o bien en la cabeza.No vendr nadie a nuestra casa a no ser tus mostachos verdes y las huevas de pescadode Catilina.

    A pesar de lo cual, somos quienes somos. Nuestra familia tendi los pavimentos deesta ciudad, y no he de consentir en que nadie lo olvide.

    Una cosa ms, Sin seso.La Lentejita no es para ti. Lo prohbo. Scatelo del entendimiento. Lo prohbo.

    Aqu es donde t y yo hemos cometido siempre nuestros mayores errores. Piensa en loque te estoy diciendo. [Clodia alude a la seduccin por su hermano de una VirgenVestal; y acaso a su propia persecucin indecente ante los tribunales de justicia del

    brillante Celio, un ex amante suyo al que acusaba de haberle robado unas joyas. Cicernle defendi con xito en un discurso que escudri las vidas del hermano y la hermana y

    les puso en ridculo ante los ojos de todo el populacho romano.]De modo que no dejes de repetrtelo: respetable durante un ao.Yo, tu La de los ojos de vaca, te adoro. Envame algunos pensamientos sobre esto

    con el mensajero de vuelta. Estar aqu cuatro o cinco das, aunque al llegar esta tarde,una mirada a Quinto y a Casia me dio ganas de echar a correr hacia el Norte. Agitar sucomplacencia, no temas. Vero y Mela estn conmigo. Ctulo se reunir aqu conmigo

    pasado maana.Envame respuesta con este mismo mensajero.

    VI-A. CLODIO A CLODIA.

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    Como respuesta, Clodio hizo ensayar cuidadosamente al mensajero una palabrotaobscena.

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    VII. CLODIA, EN CAPUA, A LA MUJER DE CESAR, ENROMA.

    8 de septiembreAmorcito:Tu marido es un muy grande hombre, pero es un hombre muy brusco. Me ha

    enviado unas poqusimas palabras para decirme que no puede venir a mi comida. S quet puedes persuadirle de que venga. No te desalientes Si se niega las primeras tres ocuatro veces.

    Asinio Polin vendr y tambin ese poeta nuevo, Cayo Valerio Ctulo. Recuerda aldictador que fui yo quien le envi todos los pedacitos que tena de los versos de ese

    joven y que no me devolvi los originales ni me envi copia de ellos.

    Me preguntas, amorcito, qu pienso del culto de Isis y Osiris. Te lo contar todocuando te vea. Claro que es muy hermoso para la vista, pero en realidad todo ello notiene sentido. Es para sirvientas y porteros. Lamento haber empezado a llevar all agentes de nuestra clase. Baa es tan aburrida que ir al culto egipcio era no ms que unade esas cosas que se hacen por pasar el tiempo. Si fuera t, no molestara a tu marido

    para que te permitiese ir a verlo. Con tu insistencia no lograras ms que importunarle yponeros los dos de mal humor.

    Tengo un regalo para ti. En Sorrento encontr el ms maravilloso de los tejedores.Hace una gasa tan leve que puedes soplar hasta el techo varas y varas de ella, y luegohacerte vieja esperando a que caiga otra vez al suelo. Y no est hecha con agallas de

    peces como las que llevan las bailarinas. T y yo la llevaremos en m comida, nos

    vestiremos como hermanas gemelas... He hecho un dibujo y Mopsa puede empezar atrabajar en cuanto yo llegue a la ciudad.

    Envame una palabra de respuesta con este mensajero.Y arrastra a ese hombre poco amable a mi comida.Te beso en los dos rinconcitos de cada uno de tus lindos ojos. Gemelas! Aunque

    t eres mucho ms joven que yo!

    VII-A. LA MUJER DE CSAR A CLODIA, CON EL MENSAJERO DEVUELTA.

    Matoncita querida:No puedo esperar hasta que te vea. Soy desgraciada. No puedo seguir viviendo as.

    Tienes que aconsejarme. Dice que no podemos ir a tu comida. Todo cuanto le pido melo niega. No puedo ir a Baia. No puedo ir al teatro. No puedo ir al templo de Isis yOsiris.

    Necesito tener una conversacin larga contigo. Cmo podr conseguir un pocoms de libertad? Todas las maanas nos peleamos y todas las noches me pide perdn;

    pero nunca hago el menor progreso, y nunca consigo lo que quiero.Claro que le quiero mucho, muchsimo, porque es mi marido; pero, ay, querida!,

    me gustara sacarle un poco de placer a la vida, de cuando en cuando. Lloro tanto queme he puesto muy lea y vas a aborrecerme.

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    Claro que seguir pidindole que vayamos a tu comida, pero, ay!, le conozco. Lode la gasa me parece maravilloso.

    Date prisa.

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    VIII. DIARIO-CARTA DE CESAR A LUCIO MAMILIO TURRINO.

    Probablemente entre el 4 y el 20 de septiembre

    970. Sobre las leyes de primogenitura y un pasaje de Herodoto.971. Sobre la poesa de Ctulo.Muchas gracias por las seis comedias de Menandro. An no he podido leerlas. Las

    he mandado copiar y antes de poco te devolver los originales y algunos comentarios demi cosecha.

    En verdad, debes de tener una biblioteca muy rica. Hay algunos huecos que yopueda llenar? Estoy escudriando el mundo ahora en busca de un texto de la Lycurgeia,de Esquilo. Me cost seis aos poder echar mano a los Comensales y a los Babilonios,de Aristfanes, que te envi la primavera pasada. La ltima, como notaste, es una copiamuy pobre; algunos empleados de la aduana de Alejandra la haban cubierto coninventarios de cargamentos.

    Incluyo en este paquete unas cuantas hojas de poemas. Las obras maestras antiguasdesaparecen; otras nuevas, bajo Apolo, van llegando a tomar su lugar. stas son de un

    joven, Cayo Valerio Ctulo, hijo de un antiguo conocido mo que vive cerca de Verona.En el camino hacia el Norte [50] pas la noche en su casa y recuerdo a los hijos y a lahija. De hecho, recuerdo que apreci al hermano del poeta..., que despus ha muerto...,muy altamente.

    Te asombrar saber que la mujer a quien van dirigidos los poemas bajo el nombrede Lesbia no es otra que Clodia Pulquer, a la cual t y yo escribimos poemas en nuestro

    tiempo. Clodia Pulquer! Por qu extrao encadenamiento de significaciones ha podidoresultar que esta mujer, que ha perdido todo significado inteligible para s misma y queslo vive para marcar el caos de su alma sobre cuanto la rodea, pueda vivir ahora en lamente de un poeta como objeto de adoracin y saque de l canciones tan radiantes? Tedigo con toda seriedad que una de las cosas que ms envidio en este mundo es el dondel cual surte la gran poesa. A los grandes poetas les atribuyo la fuerza de mirar cara acara la vida entera y armonizar lo que est dentro de ellos con lo que est fuera. EsteCatulo bien puede pertenecer a ese grupo. Esos seres soberanos estarn sujetos a lasdecepciones de la humanidad ms baja? Lo que ahora me perturba no es el odio que metiene a mi, sino el amor que siente por Clodia.

    No puedo creer que se dirija slo a su hermosura, y que la belleza del cuerpo baste a

    suscitar tales triunfos en la ordenacin del lenguaje y de la idea. Es tal vez capaz de veren ella excelencias que a nosotros se nos esconden? O ve la grandeza queindudablemente exista dentro de ella, antes de hundirse en el derrumbamiento moralque hoy despierta odio y risa en toda la ciudad?

    Para m estas interrogaciones van unidas con las primeras que se suelen hacer a lavida misma. Continuar ahondando en ellas y te comunicar mis hallazgos.

    972. Sobre poltica y nombramientos.973. Referente a ciertas reformas introducidas en los Misterios de la Buena Diosa.

    Vase el documento XLII-B.974. Se refiere a unos cuantos barriles de vino griego que Csar enva como regalo.975. Sobre la peticin de Cleopatra acerca de que se le permita, cuando est en

    Roma, asistir a los Misterios de la Buena Diosa.Vase el documento XL 111-A

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    976. Recomendacin de un criado.977. Sobre la enemistad que sienten hacia l Catn, Bruto y Ctulo.Estuve en casa de Catn el da en que se conmemoraban los grandes servicios de su

    antepasado. Como ya te he dicho antes de ahora, el escribirte ejerce sobre mi un efectoextrao; me hace examinar cuestiones que de otro modo no considerara. El

    pensamiento que acude a mi pluma en este instante, y que he estado a punto de rechazar,es ste:De los cuatro hombres a quienes ms respeto en Roma, tres me miran con

    enemistad mortal. Hablo de Marco Junio Bruto, de Catn y de Ctulo. Es muy probableque a Cicern le agradase no volver a verme. De todo esto no me cabe la menor duda;me llegan muchas cartas que no se han escrito para que yo las lea.

    Estoy acostumbrado a que me odien. Ya en mi temprana juventud descubr que nonecesito la opinin de otros hombres, ni aun de los mejores, para confirmarme en misacciones. Pienso que slo existe una soledad ms grande que la del comandante militarque est a la cabeza del Estado, y ella es la del poeta..., porque quin puede aconsejarleen esa ininterrumpida sucesin de elecciones que es un poema? En este sentido es en el

    que la responsabilidad es la libertad; cuanto ms decisiones te ves obligado a tomarsolo, ms cuenta te das de tu libertad de elegir. Sostengo que no puede decirse que nosdemos cuenta de nuestro entendimiento excepto bajo el peso de la responsabilidad y quea la ma no podra sobrevenirle peligro mayor que el reflejar un esfuerzo por lograr laaprobacin de hombre alguno, aunque fuese un Bruto o un Catn. Tengo que llegar amis decisiones como si no estuvieran sujetas al comentario de los dems hombres, ocomo si nadie estuviera atisbando.

    Y, sin embargo, soy un poltico; tengo que representar la comedia de extremadeferencia a la opinin de los dems. Un poltico es uno que pretende que est sujeto alapetito universal de estimacin ajena; pero no puede pretenderlo a menos que est librede l. Tal es la hipocresa bsica de los polticos, y el triunfo final del que conduce llegacon el temor reverencial que se despierta en los hombres cuando sospechan, aunquenunca lo sepan de cierto, que su conductor es indiferente a su aprobacin: indiferente ehipcrita. Cmo! -se dicen-. Cmo? Es posible que este hombre est libre de esenido de vboras que todos llevamos dentro y que es a la vez nuestra tortura y nuestrodeleite..., esa sed de alabanza, la necesidad de justificacin, la afirmacin de s mismo,la crueldad, la envidia? Mis das y mis noches se gastaron entre el silbar de esasserpientes. En un tiempo las oa en las mismas entraas. Cmo llegu a obligarlas acallarse, no lo s, aunque la respuesta a esta pregunta, como se la pudiera proponer a unScrates, supera en inters a todas las dems. No creo que me odien Marco Bruto,Catn y ese poeta impulsados por ese nido de serpientes. En realidad, me odian

    movidos por sus mentes: su odio nace de sus puntos de vista sobre el gobierno y lalibertad. Aunque pudiera ponerlos en el lugar que ocupo y mostrarles el mundoextendido como slo puede uno verlo desde aqu; aunque pudiera abrirme el crneo ymostrarles la experiencia de toda mi vida, tantos cientos de veces ms cerca de loshombres y del gobierno que lo ha estado la suya; aunque pudiese leer con ellos lneatras lnea los textos de los filsofos a los cuales se aferran, y las historias de los pasesde los cuales sacan sus ejemplos; aun entonces no podra esperar que se aclarasen susojos! El primero y el ltimo maestro de la vida es vivir y entregarse sin reserva y

    peligrosamente al vivir; Aristteles y Platn tienen mucho que decir a los hombres quesaben esto pero a los que se han impuesto prudencias y se han petrificado en un sistemade ideas, hasta los mismos maestros les inducen a error. Bruto y Catn repiten libertad,

    libertad, y viven para imponer a los dems una libertad que no se han concedido a s

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    mismos..., hombres austeros, hombres sin alegra, que gritan a los que les rodean: Sedalegres como lo somos nosotros; sed libres como nosotros lo somos!.

    Catn no es educable. A Bruto le he enviado a la Galia Citerior como gobernador,para que aprenda. Octavio est a mi lado, viendo todo el trfico del Estado; pronto lehar salir a la arena.

    Pero por qu ha de odiarme Ctulo? Pueden los poetas engendrar indignacionescon sentimientos adquiridos en viejos libros de texto? Son los grandes poetas estpidosen todas las cosas que no son poesa? Pueden formar sus opiniones en lasconversaciones de una mesa de juego o en los baos pblicos?

    Confieso, amigo querido, que me asombra una flaqueza que siento despertarse enmi, una flaqueza delirante: Oh, ser comprendido por un hombre como Ctulo, sercelebrado por su mano en versos que no se olvidaran pronto!

    978. Sobre un principio de trabajo bancario.979. Sobre algunas actividades de conspiradores en Italia, que

    agitaban con vistas a asesinarle. Vase nuestro LXI.980. Recuerdas donde Escvola, Cabeza roja, nos pidi que furamos de caza con

    l, el verano en que volvimos de Grecia? La segunda cosecha de trigo se presenta allmuy bien. [Esto es una indicacin financiera, oblicuamente formulada para no ponersobre aviso a sus varios secretarios.]

    981. Sobre la pobreza de adjetivos que distinguen el color en la lengua griega.982. Sobre una posible abolicin de todas las observancias religiosas.Anoche, mi noble amigo, hice algo que no haba hecho desde hace muchos aos:

    escrib un edicto; lo volv a leer; y lo hice pedazos, me consent una incertidumbre.Estos ltimos das he estado recibiendo informes absurdos sin precedentes de los

    desentraadores de aves y los escuchadores de truenos. Por si era poco, los tribunales yel Senado han estado cerrados dos das porque un guila dej caer algo no muy limpioen uno de sus vuelos sobre el Capitolio. Me iba faltando la paciencia. Me negu a dirigirel ritual de propiciacin, a hacer la pantomima del espantado autorrebajamiento. Mimujer y hasta mis criados me miraban de reojo. Cicern se dign aconsejarme quecumpliese con las expectaciones de la supersticin popular.

    Anoche me sent y escrib el edicto que abola el Colegio de Augures y declarabaque de aqu en adelante no existan das que debieran considerarse nefastos. Lo escribdando a mi pueblo las razones de tal accin. Cundo he sido ms feliz? Qu placeresson mayores que los de la honradez? Escriba y las constelaciones se deslizaban ante miventana. Dispers el Colegio de Vrgenes Vestales; cas a las hijas de nuestras primerascasas y dieron hijos e hijas a Roma. Cerr las puertas de todos nuestros templos,excepto los de Jpiter.

    Arrumb los dioses en el abismo de ignorancia y temor del que haban salido y enese semimundo traidor en que la fantasa inventa mentiras consoladoras. Y por fin llegel momento en que puse a un lado lo que haba hecho, y empec a escribir de nuevo

    para anunciar que ni siquiera Jpiter haba existido nunca; que el hombre estaba solo enun mundo donde no se oan ms voces que la suya, un mundo ni amigo ni enemigo sinocomo l mismo lo hacia.

    Y volviendo a leer lo que haba escrito, lo destru.Lo destru no por las razones que Cicern me diera..., no porque la ausencia de una

    religin de Estado hara surgir supersticiones en forma clandestina y originara prcticasan ms bajas (cosa que ya est sucediendo); no porque medida tan extensa rompera elorden social y hundira a las gentes en desesperacin y desaliento como rebao en una

    tormenta. En cierto orden de reformas, las dislocaciones causadas por el cambio gradualson casi tan grandes como las que produce una alteracin total y drstica. No, no fueron

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    consuelos y las mentiras que le hacen resignarse a la ignorancia y a la inercia; no metengo por segundo de nadie en mi odio a toda poesa que no sea la mejor..., pero la gran

    poesa es la realizacin cumbre de los poderes del hombre o no es sino una voz queviene de fuera del hombre?

    Tercero, un momento que acompaa a mi enfermedad y cuya insinuacin de que

    existen un conocimiento y una felicidad ms grandes me cuesta trabajo desecharla.[Esta frase evidencia la confianza ilimitada que Csar tena en su corresponsal.Csar nunca permiti que se aludiese a sus ataques epilpticos.]Y, finalmente, no puedo negar que a veces me doy cuenta de que mi vida y los

    servicios que he prestado a Roma parecen haber sido forjados por un poder que esta msall de m mismo. Bien puede ser, amigo, que sea yo el ms irresponsable de loshombres, capaz desde hace mucho de traer sobre Roma todos los males que pueda sufrirun Estado, a no ser por el hecho de que fui el instrumento de una sabidura ms alta queme eligi por mis limitaciones y no por mi fuerza. Yo no reflexiono, y bien puede serque esa instantnea operacin de mi juicio no sea otra cosa que la presencia del daimnque llevo dentro, que es ajeno a m, y que es el amor que los dioses tienen a Roma y a

    quienes mis soldados adoran y el pueblo reza por la maana.Hace unos cuantos das te escrib con arrogancia; dije que, como no respeto la

    opinin de hombre alguno, no necesito consejos de nadie, y acudo a ti en busca deconsejo. Piensa en todas estas cosas para que me des todo tu pensamiento cuando nosveamos en abril.

    Entretanto, escruto cuanto pasa fuera y dentro de mi y particularmente el amor, lapoesa y el destino. Y ahora veo que he estado haciendo estas preguntas toda mi vida,pero uno no sabe qu es lo que sabe, ni siquiera qu es lo que desea saber, hasta que auno le desafan y tiene que apostar en el juego. Ahora me desafan: Roma exige de mun nuevo engrandecimiento. Me queda poco tiempo.

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    IX. CASIA , MUJER DE QUINTO LENTULO ESPINTER, DESDESU VILLA EN CAPUA, A LA REVERENDA DONCELLADOMITILA APPIA, PRIMA DE CLODIA, VIRGEN VESTAL .

    10 de septiembre

    A causa de nuestra larga amistad, querida Domitila, siento que debo escribirteinmediatamente acerca de una decisin que he tomado. Pienso pedir la exclusin deClaudilla [Clodia Pulquer] de los Misterios de la Buena Diosa.

    Comprendo toda la gravedad de lo que voy a hacer.Claudilla ha estado en mi casa durante tres das en su viaje desde Baa a Roma y

    han tenido lugar algunos acontecimientos que me creo obligada a contartedetalladamente.

    Al llegar, nos inund en carios. Siempre ha pretendido que me quiere, que quierea mi marido y a mis nios; ha dado por sentado que nosotros la queremos; pero hacelargo tiempo s que no ha querido nunca a ninguna mujer, ni siquiera a su madre, ni aningn hombre tampoco.

    Como sabes, recibir en casa como husped a Claudilla es lo mismo que recibir a unprocnsul que vuelve de su provincia. Llega con tres amigos, diez criados y una docenade lacayos.

    Ahora bien, mi marido y yo hace mucho tiempo que sabemos lo mucho que a tuprima le repugna la vista de la felicidad ajena. En su presencia no podemos ni siquieracambiar miradas de mutua comprensin, no podemos acariciar a nuestros hijos; no

    podemos ni aludir a las mejoras que hemos hecho en la villa; no podemos complacernosen las obras de arte que mi marido ha coleccionado. Los dioses inmortales, sin embargo,nos han dado mucha felicidad y no somos hbiles en el disimulo, ni siquiera cuando lasleyes de la hospitalidad nos aconsejan que aparentemos descontento y mala inteligencia.

    Claudilla siempre est mejor al principio. El primer da se mostr amable contodos. Hasta mi marido reconoci que tiene una conversacin brillante. Despus decomer, jugamos a los retratos y ella hizo, dijo mi marido, el mejor retrato del dictadorque pueda imaginarse.

    Puede que las cosas que te voy a contar no te decepcionen tanto como medecepcionan a m; algunas puede que hasta te parezcan pequeeces.

    El segundo da decidi crear la destruccin en tomo de ella. El que a m me

    insultara, lo paso por alto; el que a mi marido le pusiera de mal humor me vuelve allenar, en este momento, de rabia. Mi marido se interesa mucho por la genealoga ysiente gran orgullo por las hazaas de la familia Lntulo Espinter. Ella empez a

    burlarse de ellos: Ay, mi querido Quinto!, no es posible que t..., etc... Unos pocosintendentes de pueblo en la tierra de Etruria..., pero no hay nadie que ahora ya crea queni una sola vez reparara Anco Marcio en ellos... Familia respetable, desde luego,Quinto. Yo, por supuesto, no s nada de todas esas cosas; ella se sabe de memoria elnombre del ltimo primo de todo el mundo desde la guerra de Troya. Menta asabiendas para envenenar a mi marido, y lo consigui.

    Sin decirnos nada, haba invitado al poeta Cayo Valerio Ctulo a venir aqu areunirse con ella. Nos alegramos de verle, aunque hubiramos preferido con mucho

    verle sin ella. Cuando est cerca de ella, o est en los cielos o en el infierno. Esta vez, elpobre hombre estuvo en el infierno, y pronto lo estuvimos todos con l.

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    Puedes creer, Domitila, que no me quedo en vela para enterarme de qu visitaspueden hacerse mis huspedes en sus habitaciones; pero no me gusta darme cuenta deque han elegido mi casa para escenario de una cruel indignidad. Puesto que tu primainvit a Valerio Ctulo a que se reuniese aqu con ella, yo supuse que miraba con

    buenos ojos un amor que ha sido ampliamente celebrado en versos que me parecen muy

    hermosos; pero, al parecer, no es as. Claudilla eligi mi casa no slo para cerrar supuerta al poeta, sino para encerrarse con otro hombre, ese poeta fracasado Vero. A mmarido le despertaron durante la noche ruidos en la cuadra, y all estaba Ctulo pidiendoque le prestasen un caballo para volverse inmediatamente a Roma. Estaba fuera de si derabia; intentaba disculparse, tartamudeaba, sollozaba. Por fin, m marido le llev anuestra antigua villa al otro lado del camino, y se estuvo velndole hasta el amanecer.

    Hasta una vestal, querida Domitila, puede comprender cun vergonzoso, cundenigrante para todo nuestro sexo ha sido el comportamiento de Claudilla..., cundespreciable! A la maana siguiente habl con ella del asunto. Me mir framente y medijo:

    -Es muy sencillo, Casia. No permitir a un hombre, a ningn hombre!, figurarse

    que tiene sobre mi derecho alguno. Soy una mujer completamente libre. Catulo insisteen que tiene derechos sobre mi. Tengo que demostrarle, lo antes posible, que no admitosemejante pretensin. Eso es todo.

    No pude encontrar respuesta en el momento, pero desde entonces he pensado mil.Si hubiese obedecido a mi primer impulso, le hubiese pedido que saliera de mi casainmediatamente.

    Cuando aquella tarde estbamos terminando de comer, entraron mis chiquillos enel patio con su preceptor para visitar los altares y rezar sus oraciones al ponerse el sol.Sabes lo muy devoto que es mi marido, lo mismo que toda nuestra gente. Claudilla, enalta voz, empez a burlarse de la ceremonia de la sal y de las libaciones. No pudecontenerme ms. Me puse en pie y ped a todos que saliesen del patio. Cuando nosquedamos solas, le dije que reuniese a sus acompaantes y se marchase. Hay unalbergue en la carretera a cuatro millas de distancia. Le dije que pedira que se laexcluyese de los Misterios.

    Me mir largo tiempo en silencio.-Veo -le dije- que ni siquiera te das cuenta de la ofensa que nos has hecho. Si lo

    prefieres, puedes marcharte por la maana. -Y la dej.Por la maana, estuvo muy correcta. Hasta pidi perdn a mi marido por las

    palabras que hubieran podido parecerle inadecuadas. Pero yo no he cambiado de idea.

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    X. CLODIA, CAMINO DE ROMA, A CSAR.

    Desde el albergue en el poste miliario nmero 20, al sur de Roma.

    Esta carta est escrita en griego.

    10 de septiembre

    Hijo de Rmulo, descendiente de Afrodita:He recibido la expresin de tu desprecio y de lo profundamente que lamentas no

    poder estar presente en la comida de mi hermano. Al parecer, ests comprometido esatarde con la Comisin espaola. Eso me lo dices a m, que se..., quin mejor?..., queCsar hace lo que quiere y que lo que quiere lo aceptan sin demora la Comisinespaola y los temblorosos procnsules.

    Hace tiempo me hiciste comprender muy clarito que no volver a verte a solas yque nunca entrar en tu casa.

    Me desprecias.Lo comprendo.Pero conmigo tienes una responsabilidad. Me hiciste lo que soy. Soy criatura tuya.

    Para no importunarte con eso que llaman amor, he hecho lo que he hecho: me heembrutecido voluntariamente. T, que todo lo comprendes, a pesar de todas tus

    pretensiones de ser noble y sin culpa, comprendes esto. O es que tu pblica yostentatoria estupidez te impide saber las cosas que sabes?

    Tigre! Monstruo! Tigre de Hircania!Tienes una responsabilidad para conmigo.

    Tienes una responsabilidad para conmigo.Me enseaste todo cuanto s. Me enseaste que el mundo no tiene sentido. Cuandodije..., eso lo recuerdas y por qu te lo dije..., que la vida era horrible, dijiste que no, quela vida no era ni horrible ni bella. Que el vivir no tena ni carcter ni significado. Dijisteque el universo no saba que los hombres estaban viviendo en l.

    Y eso no lo crees. Lo s, s que tienes que decirme una cosa ms. Todo el mundopuede ver que te conduces como si algo, para ti, tuviese razn, tuviese sentido. Qu esello?

    Podra soportar la vida si supiera que t tambin eres desdichado; pero veo que nolo eres, y eso quiere decir que tienes una cosa ms que decirme..., que debes decrmela.

    Para qu vives? Por qu trabajas? Por qu sonres? Un amigo -si puedo decir

    que tengo amigos- me ha descrito tu comportamiento en casa de Catn. Parece queestuviste amabilsimo, que encantaste a los concurrentes, que les hiciste rer, quehablaste interminablemente con..., quin podra creerlo?..., Sempronia Metella. Es

    posible que vivas para la vanidad? Es que te basta or a la ciudad ahora y luego, msall de la ciudad, a tus bigrafos futuros decir que eres magnnimo y encantador? Noacostumbraba ser tu vida una serie de posturas ante un espejo.

    Cayo, Cayo, dime qu debo hacer. Dime qu debo saber. Una vez sola, permite quete hable, permite que te escuche.

    Ms tarde.No, no quiero ser injusta contigo, aunque t eres injusto conmigo.No fuiste t solo el que me hizo lo que soy ahora, aunque t completaste la obra.

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    Fue aquella cosa monstruosa que la vida me hizo. Eres la nica persona viva queconoce mi historia..., eso es una responsabilidad. Otra cosa parecida te hizo la vidatambin a ti.

    X-A. CSAR A CLODIA.

    No a vuelta de mensajero, sino unos cuatro das despus.

    Mi mujer, mi ta y yo asistiremos a vuestra comida; no hables de ello hasta querecibas mi aceptacin en debida forma.

    Me escribes acerca de cosas que te dije. O te engaas a ti misma o me mientes a mio te falla la memoria. Espero que, surgiendo de la conversacin de tus invitados..., queincluyen, segn me dicen, a Cicern y a Ctulo..., se toquen algunos asuntos sobre loque supiste pero has olvidado.

    Sabes el grado de mi admiracin por lo que fuiste. Su restauracin, como otras

    muchas cosas, est en tu poder. Siempre me fue difcil ser indulgente con los que sedesprecian o se condenan a s mismos.

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    XI. CESAR A POMPEYA .

    13 de septiembre. Desde sus oficinas, a las ocho de la maana

    Espero, querida mujer ma, que habrs pensado en la injusticia de tus acusacionesde esta maana. Te pido perdn por haber salido de casa sin responder a tu ltima

    pregunta.Me duele mucho negarte algo. Me duele doblemente negarte la misma peticin una

    y otra vez, volviendo a sacar brillo a razones que en ocasiones anteriores me dijiste quecomprendas, con las que estuviste de acuerdo y que aceptaste. Puesto que talesrepeticiones son las que ponen a prueba mi paciencia y hacen injusticia a tu inteligencia,

    permite que ponga unas cuantas por escrito.No puedo hacer nada por tu primo. El informe de su crueldad y corrupcin en la

    isla de Crcega lo conoce ms gente cada da. Puede llegar a ser un gran escndalopblico; mis enemigos pueden llegar a hacerme responsable, y puede quitarme muchotiempo que estoy obligado a emplear en otras cosas. Como te he dicho, puedo darlecualquier puesto, dentro de lo razonable, en el ejrcito; no le nombrar, hasta que pasen

    por lo menos cinco aos, para ningn puesto administrativo.Repito que es inoportunsimo que asistas a las ceremonias del templo de Serapis.

    S que ocurren all muchas cosas notables para las cuales no es fcil dar explicacin, ys que los ritos egipcios despiertan fuerte emocin y ponen a los que a ellos asisten enestado de nimo que ellos y t describs como ms felices y mejores. Creme,querida mujer ma, los he estudiado muy de cerca. Esos cultos egipcios ofrecen peligros

    particulares para nuestras naturalezas romanas. Somos activos; creemos que hasta las

    decisiones ms pequeas de la vida diaria tienen importancia moral; que nuestrarelacin con los dioses est en relacin estricta connuestra conducta. He conocido mujeres de tu posicin en Egipto. De vez en cuando,

    visitan sus templos para preparar sus almas a la inmortalidad despus de la muerte; seretuercen en el suelo, aullando; hacen largas jornadas imaginarias durante las cuales seestn lavando el alma y pasando etapa por etapa de la divinidad. Al da siguiente,vuelven a su casa y de nuevo son crueles con sus criados, engaosas con sus maridos,avariciosas, ruidosas y pendencieras, indulgentes consigo mismas y totalmenteindiferentes a la miseria en que vive la masa del pueblo de su pas. Nosotros, losromanos, sabemos que nuestras almas estn comprometidas en esta vida, y los viajesque hacen y los lavados que les damos no son otros que nuestros deberes, nuestras

    amistades y nuestros sufrimientos, si los tenemos.Respecto a la comida de los Clodio, te pido que te fes de mi juicio. En los demsasuntos estoy dispuesto a darte explicaciones; podra hacerlo tambin en ste, pero estacarta es ya demasiado larga y ambos tenemos que hacer cosas ms de provecho queocuparnos de la historia de esa pareja. Podran haber sido sobresalientes amigos del bienromano como lo fueron sus antepasados, en vez de haberse convertido en el hazmerrerdel pueblo y en la consternacin de los patriotas. Eso, ellos lo saben muy bien. Noesperan que aceptemos sus invitaciones.

    Me dices que mis funcionarios se estn, en todas partes, enriqueciendo a expensasdel Estado. Me sorprendi esta maana orte decir semejante cosa. No creo, Pompeyaquerida, que sea papel de una mujer acusar a su marido de incapacidad o reprensible

    descuido tomando por base los rumores que va recogiendo en la conversacin general.Mejor le estara que exigiese siempre una explicacin de las acusaciones que afectan a

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    su propio honor tanto como al de su marido. Si me das un ejemplo de talesirregularidades, yo te dar una respuesta. No podra ser corta, porque tendra que abrirtelos ojos a las dificultades inherentes a administrar un mundo, al limite hasta donde hayque contemporizar con la codicia de los hombres capaces, al antagonismo que siempreest presente en los propios subordinados, a las diferencias que existen entre las tierras

    conquistadas y las que llevan ya largo tiempo incorporadas a la Repblica, y a losmtodos que uno emplea para ayudar a los hombres testarudos a hundirse en su propiaruina.

    Tu frecuente acusacin de que no te quiero no puede estarse respondiendorepetidamente sin que ambos nos rebajemos. Ninguna cantidad de protestas podraconvencerte de mi amor, si no te dieras cuenta de l en todos los momentos de nuestravida. Vuelvo a ti diariamente de mi trabajo con la ms cariosa expectacin; pasocontigo todo el tiempo que no est consagrado a mis deberes oficiales; la mismanegativa a tus peticiones es prueba de lo que me preocupan tu dignidad y tu mayordicha.

    Para terminar, me preguntas, Pompeya querida: Es que no nos vamos a divertir

    nunca en nuestra vida? Te pido que no me preguntes eso ligeramente. Todas las mujeresse casan inevitablemente con la posicin en que se encuentran sus mandos. La ma noadmite el ocio y la libertad de que muchos gozan; sin embargo, tu posicin la envidianmuchsimas mujeres. Hago lo que puedo para proporcionarte la mayor diversidad dedistracciones, pero la situacin no puede alterarse fcilmente.

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    XII. CORNELIO NEPOTE: LIBRO DE ANOTACIONES.

    El gran historiador y bigrafo parece haber llevado cuenta de los acontecimientos

    de su tiempo, informacin recogida de las fuentes mas varias, como material paraalguna obra futura.

    La hermana de Cayo Oppio ha dicho a mi mujer que en una comida Csar discuticon Balbo, Hirtio y Oppio la posibilidad de trasladar el gobierno a Bizancio o a Troya.Roma: puerto inadecuado, inundaciones, condiciones climatolgicas extremadas,enfermedades originadas por el ya incorregible amontonamiento. Posibilidad de unacampaa en la India?

    Comida una vez ms con Catulo en el Club de Natacin. Compaa muy agradable,jvenes nobles representantes de las casas ms ilustres de Roma. Mi pena a hacerlespreguntas acerca de sus antepasados... por su ignorancia en lo que les concierne y, meatrevo a aadir, su indiferencia.

    Han elegido a Catulo para que sea su secretario honorario, creo que porconsideracin llena de tacto a su pobreza. As le han podido proporcionar alojamientoagradable que da sobre el ro.

    Parece ser su consejero y confidente. Le traen sus querellas con sus padres, susqueridas y sus prestamistas. Tres veces durante la comida, la puerta del club se abri de

    par en par y se precipit por ella un socio alteradsimo que gritaba: Dnde estSirmio? (este apodo parece provenir de su pabelln de verano en el lago de Garda) yambos se retiran a un rincn para una consulta en voz baja. Su popularidad no parece

    basarse, sin embargo, en ninguna indulgencia por su parte; es tan severo con ellos comosus padres y, aunque extremadamente licencioso en la conversacin, es poco menos que

    austero en su vida e intenta inculcar en ella el antiguo modo romano. Es curioso.Parece haber elegido sus mejores amigos entre los miembros menos cultivados,como les llama en su propia cara, los brbaros. Uno de ellos me dice que no habla nuncade literatura, excepto cuando est borracho.

    Al parecer es a un mismo tiempo ms fuerte y ms frgil de lo que aparenta. Poruna parte puede vencer a casi cualquiera de los miembros del club en esos alardes defuerza y de equilibrio que surgen tan naturalmente al fin de las partidas de bebida:cruzar el techo de la habitacin colgndose de viga en viga, o cruzar el Tber a nadollevando un gato en alto con una mano, y el gato maullando frenticamente pero sinmojarse. l fue quien rob el delfn de oro del tejado del Club Tiburtino de Remo quefigura tan extensamente en la cancin que escribi para su propia hermandad. Por otra

    parte, su salud es indudablemente frgil. Al parecer, sufre de algn achaque en el bazo oen los intestinos.Sus amores con Clodia Pulquer. Sorprenden a todo el mundo. Investigar.

    Marina, hermana de nuestro segundo cocinero, sirve en casa del dictador. Hahablado francamente conmigo. Hace bastante tiempo que no tiene ataques del malsagrado. El dictador pasa todas las noches en casa con su mujer. A menudo se levanta amedianoche y va a su despacho, que da sobre el acantilado, y trabaja. Tiene all unacama de campaa y a menudo se queda dormido al aire libre.

    Marina niega que tenga ataques de malhumor. Todo el mundo dice que le danataques de rabia, seor, pero debe de ser en el Senado y en los tribunales. Slo le he

    visto enojado tres veces en estos cinco aos, y nunca con los sirvientes, aunque cometanerrores tremendos. Mi seora se enfada a menudo y quiere que nos azoten, pero l no

  • 8/11/201