Upload
others
View
3
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
XDO. DO PENAL N.1 OURENSE
SENTENCIA: 00168/2017
Ourense, cuatro de mayo de dos mil diecieisete
Vistos por don Ricardo Pailos Núñez, juez de adscripción territorial del Tribunal Superior de Justicia de Galicia con
destino en los juzgados de lo penal de la ciudad de Ourense,
los presentes autos de procedimiento abreviado nº 55/2.016 dimanantes de las diligencias previas nº 33/2015 del juzgado
de primera instancia e instrucción de Celanova, seguidos por
un delito de desobediencia, por el que es acusado don Manuel Jorge Velo Reinoso, con dni xxxx, representado por el procurador don José María Fernández Vergara y defendido por la
letrada doña Beatriz Seijo Méndez, con la intervención del
ministerio fiscal, representado por doña Sonia Rodríguez, se
procede a dictar la siguiente sentencia.
I. ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El día 14 de enero de 2.015 el juzgado de primera instancia e instrucción número de Celanova dictó auto
de incoación de diligencias previas, tras la presentación de
querella por parte de la Fiscalía Provincial de Ourense. Dicha
querella se interpuso después de que la sección segunda de la
sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de
Justicia de Galicia acordase deducir testimonio de las
actuaciones seguidas en el procedimiento ordinario 5234/1.994.
SEGUNDO.- Practicadas las diligencias tendentes al esclarecimiento de los hechos se dictó auto de incoación de
procedimiento abreviado. Presentado escrito de acusación por
el ministerio fiscal, se dictó auto de apertura de juicio
oral contra el acusado, cuya defensa presentó escrito en plazo
legal.
TERCERO.- Recibidas las actuaciones en este juzgado, se dictó auto de admisión de las pruebas propuestas por las
partes y se señaló fecha para la celebración del juicio oral.
CUARTO.- El juicio se celebró el día 25 de abril de 2.017 y en él se practicaron, con el resultado que consta en la
grabación, las siguientes pruebas: documental, interrogatorio
del acusado y testifical del agente de la guardia civil del
puesto de Celanova don B.F.P.
QUINTO.- Concluida la práctica de la prueba, se concedió la palabra a la acusación y a la defensa para ratificar o
modificar las conclusiones contenidas en sus escritos y
exponer lo que considerasen oportuno acerca de la valoración
de la prueba practicada y la calificación jurídica de los
hechos.
El Ministerio Fiscal elevó a definitivas sus conclusiones
provisionales, solicitando la condena del acusado como autor
de un delito de desobediencia del artículo 410 del código
penal. Por tal delito solicitó la imposición de una pena de
multa de 2 meses y 10 días, con una cuota diaria de 10 euros y
responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de
libertad por cada dos cuotas no satisfechas. Como pena
accesoria se solicitó la inhabilitación especial para cargo
público durante el tiempo de condena, con expresa imposición
de costas.
La defensa del acusado solicitó su libre absolución. De
modo subsidiario, para el caso de dictarse sentencia
condenatoria, solicitó la rebaja de la pena en 2 o 1 grados,
por concurrir dos circunstancias atenuantes también apreciadas
por el ministerio fiscal. De este modo solicitó, de modo
subsidiario, la imposición de una pena de multa de 45 o 25
días, a razón de 10 euros diarios. En cuanto a la
inhabilitación para cargo público, solicitó que se redujese a
tres meses o 45 días, en función de la rebaja en 1 o 2 grados.
Concedido el derecho a la última palabra, quedaron los
autos vistos para sentencia.
II. HECHOS PROBADOS
Se declaran probados los siguientes hechos:
Ha resultado probado y así se declara que el día 18 de
julio de 1.996 la Sala de lo contencioso administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Galicia dictó sentencia en la
que estimaba un recurso contencioso administrativo.
Tal recurso había sido interpuesto por D.G.F. contra
el acuerdo de la comisión de gobierno del ayuntamiento de A
Merca, fechado el 21 de junio de 1.994.
En su sentencia, el Tribunal Superior de Justicia anuló el
citado acuerdo del ayuntamiento de A Merca, que había
obras delaslegalizado de construcción una vivienda unifamiliar
realizadas en el pueblo de Corbillón por D. N. G.. En
consecuencia, ordenaba la demolición de las obras de
construcción de la vivienda.
El 17 de febrero de 1.997 se notificó personalmente a
Manuel Vázquez Outeiriño, entonces alcalde de A Merca, la
resolución del tribunal, requiriéndosele en su calidad de
alcalde para que procediese a la demolición de las obras. Tal
notificación personal, con apercibimiento de poder incurrir
3
en responsabilidad penal, fue reiterada a dicho alcalde el 9
de marzo y el 4 de junio de 1.998.
El 10 de agosto de 1.999 se efectuó un requerimiento
personal dirigido al alcalde, que fue recibido por Manuel Velo
Reinoso en su calidad de alcalde accidental del ayuntamiento
de A Merca.
Tras varios incidentes dentro del procedimiento ejecutivo,
entre los que cabe señalar uno de inejecutividad de la
sentencia resuelto por auto de 24 de enero del año 2.000,
confirmado por otro de 23 de marzo del mismo año y,
finalmente, por sentencia del Tribunal Supremo de 27 de abril
de 2.004, se notificaron a Manuel Jorge Velo Reinoso, en su
calidad de alcalde-presidente del ayuntamiento de A Merca, las
providencias dictadas en el procedimiento ejecutivo,
requiriéndosele para el cumplimiento exacto de la sentencia
bajo apercibimiento de deducir testimonio por delito de
desobediencia e imposición de multas coercitivas, intimándose
a Manuel Jorge Velo a cumplir con la resolución.
A pesar de tales notificaciones, efectuadas de manera
personal, Manuel Jorge Velo Reinoso, de manera consciente,
reiterada y contumaz, se opuso al cumplimiento de lo ordenado
por el Tribunal Superior de Justicia, realizando maniobras
dilatorias que tenían por finalidad evitar “de facto” el
cumplimiento de la sentencia. Así, Manuel Jorge, en su calidad
de alcalde, no sólo no cumplió con lo ordenado por el
Tribunal, sino que, con el fin de dar una apariencia de
planteamiento de cuestiones procesales, presentó varios
escritos en el procedimiento ejecutivo tramitado por el
Tribunal Superior.
Las notificaciones personales a Manuel Jorge se
practicaron, entre otras fechas, el 14 de marzo de 2.005, el
30 de mayo de 2.005, el 28 de noviembre de 2.006, el 23 de
octubre de 2.009 y el 3 de enero de 2.011.
El 29 de febrero de 2.012 la Junta de Gobierno del
Ayuntamiento de A Merca acordó autorizar un proyecto de
demolición parcial de la vivienda presentado por David N.G., particular afectado por la sentencia del Tribunal. Dicho
acuerdo fue declarado nulo por auto del Tribunal
Superior de Justicia de Galicia, dictado el 22 de abril de
2.013, confirmado por auto del mismo tribunal de 27 de marzo
de 2.013 y, posteriormente, por auto del Tribunal Supremo de
22 de mayo de 2.014.
Notificada tal resolución, efectuados nuevos
requerimientos, la sentencia se cumplió en febrero de 2.015.
El 14 de julio de 2.015 el Tribunal Superior de Justicia de
Galicia dictó auto archivando la ejecutoria.
Además de las notificaciones personales efectuadas al
alcalde, las resoluciones del Tribunal Superior de Justicia
fueron debidamente notificadas a la representación procesal de
la corporación en el procedimiento ejecutivo.
III. FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- El artículo 410 del código penal castiga a “las autoridades o funcionarios públicos que se negaren
abiertamente a dar el debido cumplimiento a las resoluciones
judiciales, decisiones u órdenes de la autoridad superior,
dictadas dentro del ámbito de su respectiva competencia y
revestidas de las formalidades legales. La pena prevista es de
multa de 3 a 12 meses e inhabilitación especial para empleo o
cargo público de 6 meses a 2 años.
El apartado 2º del precepto exime de responsabilidad
penal a las autoridades o funcionarios que no den cumplimiento
a un mandato que constituya una infracción manifiesta, clara y
terminante de un precepto de una ley o cualquier otra
disposición general.
Es doctrina reiterada del Tribunal Supremo ( SSTS
493/1998, de 10 de junio -FJ6- y 415/1999, de 9 de abril -FJ3-
), que la comisión del delito requiere los siguientes
elementos:
a) La emisión, pronunciamiento o dictado, por un órgano
judicial, de una sentencia o resolución procesal, o de
una orden por Autoridad o funcionario administrativo;
que la sentencia, resolución u orden se haya dictado
por órgano judicial o administrativo competente y con
observancia de las normas procedimentales legales, así
como que la sentencia, resolución u orden conlleve la
existencia de un mandato expreso, concreto y terminante
de hacer o no hacer una específica conducta.
b) Que la autoridad o funcionario a quien va dirigida no
desarrolle la actuación a que le obliga la resolución u
orden, o despliegue la actividad que le prohíban tales
resoluciones. Esta negativa al cumplimiento de lo
resuelto u ordenado deberá ser abierta, lo que reclama
la necesidad de que estemos ante un comportamiento que
revele una pasividad reiterada y una actuación
insistentemente obstaculizadora.
c) El elemento subjetivo, que requiere el conocimiento del
presupuesto jurídico extrapenal, es decir de la
obligación de actuar generada por la resolución del
Tribunal o del superior administrativo, y el propósito
de incumplir, revelado ya por manifestaciones
explícitas, o implícitamente, por el reiterado actuar
opuesto al acatamiento de la orden. Este elemento solo
podrá afirmarse si la resolución o la orden, revestida
5
de todas las formalidades legales, ha sido claramente
notificada al obligado a cumplirla.
El delito de desobediencia tutela el principio de
jerarquía en un sentido funcional, como garantía del correcto
funcionamiento del Estado de Derecho, que se asienta a su vez
sobre el principio de sometimiento de la Administración
pública a las decisiones judiciales. Como se recuerda en la
STS 80/2006, de 6 de febrero -FJ2-, "El normal funcionamiento
del Estado de Derecho exige un exquisito respeto por la
autonomía de los distintos poderes del Estado y obliga a todos
a procurar su normal funcionamiento. Cuando alguna persona o
Corporación pública o privada decide no cumplir con
resoluciones judiciales, cuyo contenido es claro y terminante
sin dejar espacio para la duda interpretativa o la
desorientación sobre los términos y alcance de la resolución,
existen vías racionales que cualquiera alcanza a comprender,
sin necesidad de tener profundos conocimientos del derecho.
...La democracia se basa no sólo en la división de poderes
sino en la sumisión de todos al imperio de la ley y al
cumplimiento de las resoluciones judiciales".
El delito de desobediencia se configura como un tipo penal
omisivo, pues se realiza cuando el destinatario de la
resolución, decisión u orden omite hacer aquello a lo que
viene obligado. En determinados supuestos, también es posible
que el tipo se realice a través de una conducta activa, lo que
sucederá cuando el mandato sea de no hacer y sea ignorado
por el destinatario. En todo caso, la negativa a cumplir el
mandado judicial ha de ser abierta; lo que no se hace
equivaler con una exigencia de proclamación expresa, pero sí
con que la negativa se presente como persistente y contumaz.
Responde también la desobediencia a la categoría de delitos
denominados de mera actividad, pues para su consumación no es
necesaria la aparición de un resultado. A estos contornos del
ilícito se refiere la STS 1.037/2000, de 13 de junio - FJ2-,
en la que puede leerse que: "...basta la omisión o pasividad
propia de quien se niega a ejecutar una orden legítima dictada
dentro del marco competencial de su autor. La Jurisprudencia
de esta Sala, así, comprende dentro del tipo tanto la
manifestación explícita y contundente contra la orden como la
adopción de una actitud de reiterada y evidente pasividad a lo
largo del tiempo sin dar cumplimiento a lo mandado, es decir,
la de quien sin oponerse o negar la misma, tampoco realiza la
mínima actividad exigible para su cumplimiento".
SEGUNDO.- El acusado Manuel Jorge Velo Reinoso declaró en el juicio que es alcalde del ayuntamiento de A Merca desde el
año 2.003 e indicó que con anterioridad, cuando se recibió el
requerimiento efectuado el 10 de agosto de 1.999 se hallaba
desempeñando el cargo de manera accidental, por vacaciones de
quien entonces era alcalde de la corporación. Así, en cuanto a
su actuación en aquel momento, se definió como novato y
explicó que prefirió dejar el asunto, por su importancia, en
manos del entonces alcalde.
A continuación, explicó el acusado que ya durante su
mandato recibió varias notificaciones del Tribunal Superior de
Justicia de Galicia. No obstante, insistiendo en que nunca
tuvo intención de desobedecer el mandato del Tribunal, declaró
que siempre se notificaba al dueño de la vivienda afectada por
el derribo, quien “siempre presentaba alegaciones”. Añadió
también que siempre había creído que David “iba a derribar” y
manifestó que, como alcalde de un pueblo pequeño, su intención
fue siempre la de evitar un conflicto social, explicando que
tanto él como su familia habían recibido amenazas.
En cuanto al acuerdo adoptado por el ayuntamiento
aprobando el proyecto de demolición parcial presentado por el
afectado, el alcalde manifestó que se le había informado de
que tal actuación era permitida por la ley de suelo aprobada
en el año 2.003. Por tal motivo, se había sometido la
aprobación de tal proyecto a la consideración del Tribunal
Superior de Justicia. Añadió el alcalde que actuó también
motivado “por miedo a tener que abonar una indemnización”.
En cuanto al recurso presentado en octubre de 2.014,
declaró que tenía por finalidad solicitar una demora en la
ejecución del derribo hasta la aprobación de los nuevos
presupuestos municipales. Explicó que la demolición exigía
llevóhacer una “modificación de crédito”, motivo que a
preferir esperar a la aprobación de los nuevos presupuestos.
Así, indicó que el coste de la demolición, que ascendía a unos
20 o 25 mil euros, suponía el 80% del presupuesto anual del
ayuntamiento para ejecución de obras.
Por último, mostró el acusado su disconformidad con lo
informado por el agente de la guardia civil que emitió informe
a solicitud del juzgado de primera instancia e instrucción de
Celanova. Manuel Jorge manifestó que el andamiaje colocado en
la casa era utilizado por su propietario para retirar
elementos constructivos de la edificación, no para colocar
otros nuevos.
TERCERO.- A preguntas de su defensa, Manuel insistió en su condición de alcalde meramente accidental cuando se realizó el
requerimiento en el año 1.999. En cuanto a la comunicación que
consta en el folio 395 de autos, en la cual manifestó al
Tribunal la pendencia de un recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional interpuesto por David N.G., declaró que su
intención fue la de consultar al Tribunal Superior de
Justicia por tal circunstancia. Aquí hemos de resaltar que la
respuesta del Tribunal consta en el folio 402 de las
actuaciones, informándose de que la interposición de tal
recurso carecía de efectos suspensivos, acordándose, en la
misma resolución, requerir al alcalde para el cumplimiento de
7
la sentencia en iguales términos a los expresados en el oficio
de 27 de septiembre de 2.004.
A continuación, refiriéndose a su conducta ante los
requerimientos del Tribunal, manifestó que le había comunicado
a David N. que tenía que derribar la obra, poniendo tal
circunstancia en conocimiento del Tribunal. En este punto, se
refirió la defensa a los folios 426 y 454 de las actuaciones,
explicando el acusado que el ayuntamiento había procedido a
buscar una vivienda para la familia que ocupaba la casa
afectada por la orden de derribo.
Declaró también el acusado que tenía el pleno
convencimiento, apoyado por informes técnicos y jurídicos, de
que era posible la legalización de la obra y, en cuanto al
coste de la demolición, insistió en que no había forma de
haber conseguido el dinero necesario antes de la aprobación de
los presupuestos de 2.015, resaltando que el ayuntamiento
nunca había estado endeudado durante su mandato. Finalmente,
ejecutada ya la demolición, declaró que el ayuntamiento no ha
recuperado el dinero abonado para ello y que cree que no hay
posibilidad de ejecución forzosa.
En cuanto a la declaración del guardia civil del puesto de
Celanova, destacar que no sirvió para concluir de modo tajante
que se estuviesen colocando ventanas en la vivienda afectada a
fecha de la elaboración del primer informe que consta en autos
(folios 812 y ss).
CUARTO.- Junto con la actividad probatoria expuesta en el fundamento anterior, es fundamental examinar la prueba
documental que consta en autos. En particular, el testimonio
de las actuaciones del procedimiento ejecutivo tramitado ante
la sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Justicia de
Galicia.
El día 18 de julio de 1.996 la Sala de lo contencioso
administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Galicia
dictó sentencia en la que estimaba un recurso contencioso
administrativo interpuesto por Dolores G.F. contra el
acuerdo de la comisión de gobierno del ayuntamiento de A
Merca, fechado el 21 de junio de 1.994.
En dicha sentencia, el Tribunal Superior de Justicia anuló
el citado acuerdo del ayuntamiento de A Merca, que había
legalizado las obras de construcción de una vivienda
unifamiliar realizadas en el pueblo de Corbillón por David
N.G. En consecuencia, ordenaba la demolición de las obras de construcción de la vivienda.
El 17 de febrero de 1.997 se notificó personalmente a
Manuel Vázquez Outeiriño, entonces alcalde de A Merca, la
resolución del tribunal, requiriéndosele en su calidad de
alcalde para que procediese a la demolición de las obras. Tal
notificación personal, con apercibimiento de poder incurrir
en responsabilidad penal, fue reiterada a dicho alcalde el 9
de marzo y el 4 de junio de 1.998.
El 10 de agosto de 1.999 se efectuó un requerimiento
personal dirigido al alcalde, que fue recibido por Manuel Velo
Reinoso en su calidad de alcalde accidental del ayuntamiento
de A Merca.
En trámite de ejecución de sentencia se sustanciaron ante
el Tribunal Superior de Justica varios incidentes. A todos
ellos nos iremos refiriendo a continuación, siendo necesario
destacar, no obstante, el resuelto por auto de 24 de enero de
2.000, resolución en la que el mencionado Tribunal desestimó
el incidente de inejecutabilidad promovido por el Ayuntamiento
de A Merca. Dicha resolución fue confirmada por auto dictado
por el propio Tribunal Superior el 23 de marzo del año 2.000,
desestimatorio del recurso de súplica que David N.G. y el
Banco de Galicia S.A. habían interpuesto. Finalmente, el 27
de abril de 2.004 el Tribunal Supremo declaró no haber
lugar al recurso de casación que David N.G. interpuso contra el mencionado auto del Tribunal Superior de Justicia.
Hasta la resolución de este recurso el procedimiento de
ejecución fue paralizado, en virtud de auto dictado por el
Tribunal Superior de Justicia el 18 de septiembre del año
2.000.
El 27 de septiembre de 2.004, ya con el acusado ocupando
el cargo de alcalde del ayuntamiento de A Merca, el Tribunal
Superior de Justicia dictó providencia en la que acordaba
requerir al referido ayuntamiento a fin de que procediese a
ejecutar “la sentencia resolutoria del proceso, debiendo
informar en el plazo de un mes de las medidas adoptadas en
orden a tal ejecución” indicando a la sala el funcionario
encargado de la ejecución de la sentencia. El contenido de
dicha providencia fue comunicado a Manuel Jorge Velo Reinoso,
ya alcalde de A Merca, el 14 de marzo de 2.005.
El 11 de abril de 2.005 el Tribunal dictó nueva resolución
acordando requerir “nuevamente al alcalde del Ayuntamiento de
A Merca, a fin de que diese cumplimiento a la sentencia, con
apercibimiento de deducir testimonio por un delito de
desobediencia e imposición de multa coercitiva de 350 euros si
en el plazo de 7 días no daba cuenta de las actuaciones
llevadas a efecto para la ejecución y de la persona o personas
responsables y no fija un programa de actuación que conlleve a
la ejecución.” Dicha resolución fue comunicada a Manuel Jorge
Velo Reinoso el 30 de mayo de 2.005 y el 6 de junio siguiente
remitió contestación al Tribunal Superior de Justicia. En
dicha contestación se ponía en conocimiento del Tribunal que
se había notificado a David N.G. su obligación de proceder
a la demolición de la obra. Se acompañó a dicha
comunicación diligencia de notificación del secretario del
9
ayuntamiento, en la cual se comunicaba a David N.G. que en
plazo de un mes debía presentar ante el ayuntamiento
proyecto técnico de demolición de su vivienda, para después
proceder a su derribo.
El 26 de mayo de 2.006 el Tribunal Superior de Justicia
dictó nueva providencia en la que acordaba requerir nuevamente
a Manuel Jorge Velo Reinoso, con apercibimiento de deducir
testimonio por delito de desobediencia, para que informase
sobre el estado de la ejecución de las obras de demolición y
para que, en todo caso, procediese a su iniciación por el
propio ayuntamiento en el plazo de 30 días, debiendo informar
mensualmente sobre las actuaciones llevadas a efecto. Este
requerimiento fue realizado personalmente el 28 de noviembre
de 2.006 y el 4 de diciembre siguiente el alcalde remitió
contestación en la que indicaba la existencia de actuaciones
tendentes a la reubicación de la familia moradora de la
vivienda a derribar. A dicha contestación se acompañó copia
del nuevo requerimiento efectuado por el ayuntamiento a David
N.G. para que procediese a la demolición de su vivienda,
así como informe del secretario del ayuntamiento, en el que
se recoge la necesidad de acudir a un concurso público para
la adjudicación del contrato de demolición. Asimismo, el 24
de enero de 2.007 el ayuntamiento comunicó que la empresa
Toporem había procedido a realizar unos trabajos de medición
tendentes a la demolición de la vivienda.
El 15 de abril de 2.009 el Tribunal Superior de Justicia
dictó nueva providencia en la que acordó remitir exhorto a fin
de diligenciar personalmente al alcalde de A Merca para que en
plazo de 30 días se iniciasen las obras de demolición,
“significándole la absoluta pasividad de ese desde el 24 de
enero de 2.007, con la advertencia de que transcurrido dicho
plazo sin dar cumplimiento a lo ordenado” se deduciría
testimonio por un delito de desobediencia.
El 4 de septiembre de 2.009 se dictó nueva providencia
requiriendo al ayuntamiento para que en plazo de 30 días
iniciase las obras de demolición, conforme a lo acordado en la
providencia de 15 de abril. Se advertía en dicha resolución de
la posible imposición de multas coercitivas y deducción de
testimonio para depuración de responsabilidades penales.
Estas dos providencias fueron notificadas personalmente a
Manuel Jorge Velo Reinoso el 23 de octubre de 2.009.
El 17 de noviembre de 2.009el secretario del Ayuntamiento
de A Merca remitió un escrito al Tribunal Superior de
Justicia. En él comunicaba un decreto de la alcaldía en el que
se acordaba requerir de nuevo a David N.G. para que en 30
días procediese a la demolición de la edificación, con
advertencia de que en caso de no hacerlo sería el ayuntamiento
quien procediese a llevar a cabo el derribo.
El 4 de marzo de 2.010 el Tribunal Superior de Justicia
dictó nueva providencia. En ella se acordó unir a los autos la
comunicación remitida por el Ayuntamiento y se acordaba
“requerir de nuevo al ayuntamiento para que en el plazo de 20
días iniciase las obras de demolición conforme venía acordado
en las providencias de 15 de abril y 4 de septiembre de
2.009,” ordenando prevenir “de nuevo a la administración
ejecutada” de la posible imposición de multas coercitivas,
“sin perjuicio de deducir, en su momento, el oportuno
testimonio de particulares para exigir la responsabilidad pena
que pudiera corresponder”. Dicha providencia fue notificada
personalmente al alcalde el 3 de enero de 2.011.
El 10 de mayo de 2.011 el Tribunal Superior de Justicia
dictó nueva providencia con el siguiente contenido: “no
constando cumplido lo acordado por providencia dictada por
esta sala con fecha de 4 de marzo de 2.010, por la que se
requería de nuevo a la ejecutada el inicio de las obras de
demolición conforme venía acordado en las providencias de 15
de abril y 4 de septiembre de 2.009, (…) se impone la multa
coercitiva de 500 euros(…), añadiendo que “apareciendo también
de lo actuado que se da en la causa de imposibilidad de
determinación individualizada de la autoridad o funcionario
responsable del incumplimiento de lo acordado, del pago de la
multa es responsable la administración, sin perjuicio de que
se repercuta contra el responsable. El 25 de octubre de 2.011
se dictó nueva providencia imponiendo nueva multa coercitiva
por importe de 500 euros y acordando requerir nuevamente al
alcalde para que “de inmediato” procediese a la demolición de
la vivienda.
El 6 de marzo de 2.012 tuvo entrada en el Tribunal
Superior de Justicia un proyecto de derribo parcial y reforma
de la vivienda que debía ser objeto de demolición, remitido
por Manuel Jorge Velo Reinoso. A dicho proyecto se acompañó un
informe técnico municipal y otro emitido por el secretario del
ayuntamiento. En este último se informaba de la aprobación de
un nuevo plan general municipal en el año 2.003, siendo
posible llevar a cabo una demolición parcial que permitiese la
adecuación de la vivienda a la legalidad. Se informaba
asimismo de la necesidad de dar cuenta previa al Tribunal
Superior de Justicia para el control jurisdiccional en fase de
ejecución de sentencia. Se acompañó también resolución dictada
por la comisión municipal de urbanismo en la que se autorizaba
la demolición parcial de la vivienda de acuerdo con el
referido proyecto y se acordaba remitir el acuerdo al Tribunal
Superior de Justicia para su control y validación.
El 20 de marzo de 2.012 se dictó nueva providencia
reiterando la imposición de multa coercitiva. Se acordó además
requerir nuevamente al ayuntamiento de A Merca para que
cumpliese la declaraciones contenidas en la sentencia,
previniendo de la nueva imposición de multas y de la deducción
11
de testimonio por posible delito de desobediencia. Asimismo,
dado traslado a las partes personadas en el procedimiento
ejecutivo, el 22 de abril de 2.013 el Tribunal Superior de
Justicia dictó auto declarando la nulidad de pleno derecho de
la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero de
2.012, imponiendo nueva multa por importe de 500 euros y
advirtiendo de la posible deducción de testimonio para exigir
responsabilidad penal. Recurrido en reposición dicho auto por
David N.G., fue confirmado por auto de 23 de julio de
2.013. Interpuesto recurso de casación ante el Tribunal
Supremo, fue inadmitido a trámite por auto de 22 de mayo de
2.014.
El 11 de julio de 2.014 el Tribunal Superior de
Justicia dictó nueva providencia. En tal resolución se
impuso nueva multa de 500 euros y se requirió al
ayuntamiento de A Merca para cumplir, en 30 días, las
declaraciones contenidas en la sentencia. Se requería también
a la corporación para que en 15 días remitiese copia de lo
actuado en cumplimiento de la sentencia y se subrayaba
que “podría deducirse el oportuno testimonio de
particulares para exigir la responsabilidad penal que
pudiera corresponder, de conformidad con lo previsto en el
artículo 112, letra b), de la ley 29/1.998 reguladora de la
jurisdicción contenciosa.
Notificada dicha providencia, el 23 de septiembre de 2.014
el Tribunal dictó otra en la que acordó, “visto el estado de
las actuaciones” requerir nuevamente al alcalde en los
términos de la providencia de 11 de julio. Tal requerimiento
se verificó el 15 de octubre de 2.014.
El 24 de octubre de 2.014 de 2.014 el Tribunal dictó nueva
providencia. En ella expresaba que no constaba cumplido lo
acordado por las reiteradas resoluciones dictadas por la sala,
ni tampoco que se hubieran satisfecho voluntariamente las
multas impuestas. Se recogía además que se habían impuesto
tres multas con apercibimiento de deducción de testimonio y
remisión al ministerio fiscal. Dado traslado a la parte
ejecutante, el 11 de noviembre se acordó despachar ejecución
frente al Alcalde de A Merca por la cantidad de 500 euros de
principal, en concepto de multa coercitiva, así como deducir
testimonio de particulares, para exigir la responsabilidad
penal que pudiese resultar procedente, de acuerdo con
lo previsto en el artículo 112, letra b), de la ley
29/1.998 reguladora de la jurisdicción contenciosa.
El mismo día 24 de octubre de 2.014, el Ayuntamiento de A
Merca, a través de su alcalde, recurrió en reposición la
providencia de 11 de julio de 2.014. En el recurso se
solicitaba la demora en la ejecución hasta la aprobación de
los presupuestos municipales del año 2.015. Dicho recurso no
fue admitido a trámite, al ser firme la resolución recurrida.
QUINTO.- Deducido testimonio de las actuaciones,
interpuesta querella por la Fiscalía provincial de Ourense e
incoadas diligencias previas por el juzgado de primera
instancia e instrucción único de Celanova, el 7 de febrero de
2.015 la guardia civil del puesto de Celanova cumplimentó el
oficio remitido por el juzgado y tomó unas fotos que acreditan
que, en la fecha indicada, no se había iniciado actuación
alguna de demolición de la vivienda situada en Corbillón. Como
ya se dijo, el testimonio del agente que tomó las fotografías
no permite considerar probado que se estuviesen realizando
obras de acondicionamiento. Sin embargo, sí sirven para
constatar que la orden dada por el Tribunal Superior de
Justicia no había sido cumplida en la fecha indicada.
Sí consta, por el contrario, que a fecha 3 de marzo de
2.015 la edificación ya había sido derruida, hecho este que
resulta acreditado también en virtud de las fotografías
aportadas por el ayuntamiento, que constan en los folios 843 y
siguientes y 856 y siguientes. Finalmente, el 14 de julio de
2.015, a solicitud del juzgado de instrucción de Celanova, el
Tribunal Superior de Justicia de Galicia dictó un auto
acordando tener por cumplidas las declaraciones contenidas en
la sentencia dictada el 18 de julio de 1.996, ordenando el
archivo de la ejecutoria.
SEXTO.- De lo expuesto en los fundamentos anteriores
resulta, en primer lugar, y de manera indiscutida, que el
acusado tenía la condición de alcalde cuando se le efectuaron
los requerimientos que han sido mencionados. Por tanto, tenía
la condición de autoridad o funcionario a los efectos del
mencionado artículo 410 del código penal, conforme al artículo
24 del mismo texto legal.
Asimismo, resulta indiscutible la existencia de una
sentencia firme dictada por la sala de lo contencioso del
Tribunal Superior de Justicia en el ejercicio de su potestad
jurisdiccional. Es también incuestionable que los
requerimientos para el cumplimiento de la sentencia fueron
acordados por medio de sucesivas providencias dictadas a lo
largo del procedimiento ejecutivo, debiendo tenerse en cuenta
que tal tipo de resolución judicial se halla, sin duda,
incluida entre las clases de resoluciones que menciona el
artículo 410.1 del código penal. Así, ha de repararse en que
las providencias incorporan verdaderas órdenes imperativas,
limitándose a expresar lo que en ellas se mande (art.248.1
LOPJ, art. 206.1 LEC), incluyendo, sólo en caso de
considerarse necesario, una sucinta motivación de lo ordenado.
Así, las providencias pueden estar sucintamente motivadas,
cuando así lo disponga la ley o quien deba dictarlas lo estime
conveniente (art.206.1 LEC y 248.1 LOPJ), sin que el hecho de
no estarlo cuando no venga exigido legalmente desmerezca ni en
su imperatividad ni en su ejecutividad. Tanto la sentencia
como las providencias dictadas por el Tribunal fueron
notificadas al ahora acusado, de manera personal y a través de
13
la representación procesal del ayuntamiento de A Merca en el
procedimiento ejecutivo.
Partiendo de tales datos, que estimo objetivos e
indiscutibles, debemos analizar la conducta del acusado ante
los requerimientos del tribunal, para así dilucidar si se negó
o no abiertamente a dar el debido cumplimiento a la resolución
judicial.
SÉPTIMO.- Pues bien, lo primero que he de indicar es que la posible responsabilidad penal del acusado no comienza hasta
el 27 de septiembre de 2.004, cuando Manuel Jorge Velo ocupaba
ya el cargo de alcalde del ayuntamiento de A Merca, y el
Tribunal Superior de Justicia dictó providencia acordando
requerir al referido ayuntamiento a fin de que procediese a
ejecutar “la sentencia resolutoria del proceso, debiendo
informar en el plazo de un mes de las medidas adoptadas en
orden a tal ejecución” indicando a la sala el funcionario
encargado de la ejecución de la sentencia.
A partir de ese momento, como he expuesto ya del modo más
detallado posible, el tribunal requirió de manera reiterada al
alcalde ahora acusado, de manera personal y a través de la
representación procesal del ayuntamiento en el proceso
ejecutivo, para que se procediese a la demolición de la
edificación litigiosa. En tales comunicaciones se advirtió
reiteradamente de la posible imposición de multas coercitivas
y de la deducción de testimonio y, pese a ello, la obra
continuó sin ser demolida. Ante tal conducta, como se ha
expuesto, el Tribunal impuso varias multas coercitivas y,
finalmente, dedujo testimonio por posible delito de
desobediencia. Para justificar la conducta de su defendido, la
letrada de Manuel Jorge se refirió en sus conclusiones a la
concurrencia de circunstancias humanas y carencia de medios
económicos municipales, remitiéndose muchos escritos a modo de
consulta. Procede, en consecuencia, analizar tales
alegaciones.
OCTAVO.- Como ya se ha detallado, una vez que el acusado tomó posesión de su cargo como alcalde, fue requerido ya el 27
de septiembre de 2.004. Hemos visto también que el alcalde
contestó a dicho requerimiento con un escrito en el que
informaba al Tribunal de que el dueño de la vivienda a demoler
había comunicado a la corporación la interposición de un
recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, quedando “a
la espera de la resolución del mismo o en su caso al mandato
de ese Tribunal”. En respuesta a tal comunicación, el 10 de
febrero de 2.005 el Tribunal Superior de Justicia dictó nueva
providencia en la que indicaba que la interposición del
recurso de amparo no era “motivo suficiente para paralizar la
ejecución”, haciendo notar además que no constaba la
interposición de recurso alguno. Se hacía además en la
mencionada resolución un nuevo requerimiento al alcalde para
que procediese al cumplimiento de la sentencia, que se le
notificó personalmente el 14 de marzo de 2.005.
Visto el incumplimiento del requerimiento por parte del
ahora acusado, aquel fue reiterado nuevamente el 11 de abril
de 2.005 y en esta ocasión se apercibía ya a Manuel Jorge de
la posibilidad de deducirse testimonio por delito de
desobediencia e imposición de multa coercitiva. En
contestación a dicho requerimiento, es cierto que se comunicó
al Tribunal Superior de Justicia que se había notificado a
David N.G. su obligación de proceder a la demolición de la
obra. Sin embargo, la edificación continuaba sin ser
demolida y, ante tal situación, el 26 de mayo de 2.006 el
Tribunal Superior de Justicia dictó nueva providencia, con
nuevo apercibimiento de incurrir en delito de desobediencia y,
precisamente, en atención al contenido de la anterior
comunicación, con requerimiento para que, “en todo caso,
procediese a su iniciación por el propio ayuntamiento en el
plazo de 30 días, debiendo informar mensualmente sobre las
actuaciones llevadas a efecto.”
Pese a este mandato, de claro e inequívoco contenido,
hasta el 4 de diciembre siguiente el alcalde no cumplió con el
mandato del Tribunal ni emitió contestación al respecto.
Llegada la fecha mencionada, remitió contestación en la que
indicaba la existencia de actuaciones tendentes a la
reubicación de la familia moradora de la vivienda a derribar,
acompañando a dicha contestación copia del nuevo requerimiento
efectuado por el ayuntamiento a David N.G. para que
procediese a la demolición de su vivienda, así como informe
del secretario del ayuntamiento, en el que se recogía
la necesidad de acudir a un concurso público para la
adjudicación del contrato de demolición. De este modo,
pese a los ya reiterados requerimientos efectuados por el
Tribunal, el ahora acusado mostró una clara e
indiscutible renuencia al cumplimiento del mandato
contenido en la sentencia y a los requerimientos efectuados
en las mencionadas providencias.
En el juicio, el acusado se refirió a la conveniencia
de evitar un gasto para el ayuntamiento, motivo por el cual
se habría preferido requerir al particular para que
procediese a la demolición de la vivienda. Sin embargo ha de
repararse en que, con base en el tiempo transcurrido desde la
firmeza de la sentencia, en la providencia arriba
mencionada el Tribunal dirigió un claro mandato al
ayuntamiento para que procediese a la demolición por sus
propios medios. Ese mandato fue ya incumplido en ese
momento, pues se optó por requerir por segunda vez al
afectado para que procediese a la demolición, en lugar de
proceder conforme a lo ordenado por el Tribunal. En este punto resulta fundamental tener presente que el
artículo 209 de la Ley 9/2002, de 30 de diciembre, de
ordenación urbanística y protección del medio rural de
15
Galicia, vigente la fecha en que se produjeron los hechos, le
encomendaba a las alcaldías la protección de la legalidad
urbanística. Para el caso de obras no legalizables, como es el
caso, el mencionado precepto ordenaba su demolición a costa
del interesado y, en caso de incumplimiento de tal orden,
debía ser la Administración municipal quien procediese, bien a
la ejecución subsidiaria de aquella, bien a su ejecución
forzosa mediante la imposición de multas coercitivas,
reiterables mensualmente hasta lograr la ejecución por el
sujeto obligado, en cuantía de 1.000 a 10.000 euros cada una.
Pues bien, ante el reiterado requerimiento del Tribunal, el
ahora acusado, en su calidad de alcalde, ni procedió a la
ejecución subsidiaria, como le ordenaba el Tribunal, ni
tampoco acudió al mecanismo de las multas coercitivas
legalmente previstas para lograr la ejecución forzosa a costa
del interesado. En su lugar, y en contra de lo ordenado por el
Tribunal, optó por efectuar un segundo requerimiento al
afectado con la intención de enmascarar la pasividad de la
administración.
NOVENO.- Llegados a este punto, se constata ya la
existencia de renuencia al cumplimiento del mandato contenido
en las resoluciones dictadas por el Tribunal. A partir de
aquí, por las razones que se irán exponiendo, concluyo que
verdaderamente, como exige el artículo 410 del código penal,
existió una negativa reiterada del acusado al cumplimiento de
lo ordenado.
Así, continuando con la exposición cronológica de lo
sucedido, el 15 de abril de 2.009 el Tribunal Superior de
Justicia dictó nueva providencia en la que acordó remitir
nuevo exhorto a fin de diligenciar personalmente al alcalde de
A Merca para que en plazo de 30 días se iniciasen las obras de
demolición, “significándole la absoluta pasividad de ese desde
el 24 de enero de 2.007, con la advertencia de que
transcurrido dicho plazo sin dar cumplimiento a lo ordenado”
se deduciría testimonio por un delito de desobediencia. De
este modo, el Tribunal advirtió nuevamente al acusado de lo
inadecuado de su conducta, requiriéndole nuevamente para que
iniciase a costa del ayuntamiento las obras de demolición y
recordándole que no constaba actuación alguna durante un largo
periodo de tiempo tendente a cumplir con lo ordenado.
Como ya se expuso anteriormente, el 4 de septiembre de
2.009, sin que ninguna actividad tendente al cumplimiento se
hubiera llevado a cabo por parte del acusado, el Tribunal
dictó nueva providencia conteniendo nuevo requerimiento y,
pese a que el acusado, en su condición de alcalde, había sido
ya requerido en varias ocasiones para proceder al derribo de
la edificación, el 17 de noviembre de 2.009, con patente
intención de obviar el cumplimiento de tal mandato, el
secretario del Ayuntamiento de A Merca remitió un nuevo
escrito al Tribunal Superior de Justicia, comunicando que por
decreto de la alcaldía se había acordado requerir de nuevo a
David N.G. para que en 30 días procediese a la
demolición de la edificación, con advertencia de que en caso
de no hacerlo sería el ayuntamiento quien procediese a llevar
a cabo el derribo. De este modo, nos encontramos con una
resolución dictada por el acusado que obvió nuevamente el
cumplimiento de lo ordenado y que, bajo la apariencia de
llevar a cabo la actuación encomendada, enmascaró de nuevo la
total inactividad de la corporación municipal. Se obvió así,
una vez más, tanto el cumplimiento del mandato dado por el
Tribunal como la legalidad vigente en materia urbanística.
El 4 de marzo de 2.010 el Tribunal Superior de Justicia
dictó nueva providencia acordando “requerir de nuevo al
ayuntamiento para que en el plazo de 20 días iniciase las
obras de demolición conforme venía acordado en las
providencias de 15 de abril y 4 de septiembre de 2.009,”
ordenando prevenir “de nuevo a la administración ejecutada” de
la posible imposición de multas coercitivas, “sin perjuicio de
deducir, en su momento, el oportuno testimonio de particulares
para exigir la responsabilidad penal que pudiera
corresponder”. Notificado personalmente el alcalde el 3 de
enero de 2.011, de nuevo sin que conste la realización de
actividad alguna por parte del acusado tendente a cumplir con
el mandato recibido, el 10 de mayo de 2.011 el Tribunal
Superior de Justicia dictó nueva providencia imponiendo ya,
ante la inactividad de la administración, la primera de las
multas coercitivas, por importe de 500 euros. El 25 de octubre
de 2.011, de nuevo sin que el acusado hubiera llevado a cabo
actividad alguna tendente al cumplimiento del mandato, se
dictó nueva providencia imponiendo nueva multa coercitiva por
mismo importe de 500 euros y acordando requerir nuevamente al
alcalde para que “de inmediato” procediese a la demolición de
la vivienda.
De este modo, y como veremos a continuación, ni los
reiterados apercibimientos, ni la imposición de multas
coercitivas por parte del Tribunal, sirvieron para que el
acusado cumpliese el mandato contenido en las providencias.
Las contestaciones remitidas por el ayuntamiento al Tribunal
durante el periodo de tiempo analizado no pueden servir para
introducir dudas acerca de la conducta del acusado, pues no
cabe hablar de discrepancias jurídicas cuando nos encontramos
ante providencias que contienen una orden clara, terminante,
reiterada y realizada con apercibimiento de incurrir en delito
de desobediencia e imposición de multas. Así, desde el momento
en que el Tribunal Superior de Justicia realiza tales
requerimientos, en semejantes términos, es claro que no podía
el ayuntamiento continuar requiriendo al interesado para que
fuese él quien procediese a la demolición.
DÉCIMO.- Continuando con la exposición cronológica de los hechos, el 6 de marzo de 2.012 tuvo entrada en el Tribunal
17
Superior de Justicia un proyecto de derribo parcial y reforma
de la vivienda que debía ser objeto de demolición, remitido
por Manuel Jorge Velo Reinoso. A dicho proyecto se acompañó un
informe técnico municipal y otro emitido por el secretario del
ayuntamiento. En este último se informaba de la aprobación de
un nuevo plan general municipal en el año 2.003, siendo
posible llevar a cabo una demolición parcial que permitiese la
adecuación de la vivienda a la legalidad. Se informaba
asimismo de la necesidad de dar cuenta previa al Tribunal
Superior de Justicia para el control jurisdiccional en fase de
ejecución de sentencia. Se acompañó también resolución dictada
por la comisión municipal de urbanismo en la que se autorizaba
la demolición parcial de la vivienda de acuerdo con el
referido proyecto y se acordaba remitir el acuerdo al Tribunal
Superior de Justicia para su control y validación.
Dado traslado a las partes personadas en el procedimiento
ejecutivo, el 22 de abril de 2.013 el Tribunal Superior de
Justicia dictó auto declarando la nulidad de pleno derecho de
la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero de
2.012, imponiendo nueva multa por importe de 500 euros y
advirtiendo de la posible deducción de testimonio para exigir
responsabilidad penal. Recurrido en reposición dicho auto por
David N.G., fue confirmado por auto de 23 de julio de
2.013. Interpuesto recurso de casación ante el Tribunal
Supremo, fue inadmitido a trámite por auto de 22 de mayo de
2.014.
Pues bien, en ese punto resulta necesario detenerse en el
examen de la resolución de 22 de abril de 2.013 dictada por el
Tribunal Superior de Justicia. En dicha resolución, dictada a
instancias de la parte ejecutante en el procedimiento
contencioso, el Tribunal declaró la nulidad de pleno derecho
de la resolución del Ayuntamiento de A Merca de 29 de febrero
de 2.012. Examinada la fundamentación jurídica de la
mencionada resolución, resulta que en el fundamento de derecho
segundo se lee lo siguiente: “el acto, que acuerda la
demolición parcial, es contrario al fallo, que dispone la
demolición total, y se dictó con la finalidad de eludir su
cumplimiento, finalidad esa que, en este caso, se desprende
directamente de los términos del acuerdo en cuanto dice lo
contrario de lo que la sentencia afirma y es corroborada por
el resultado de los requerimientos efectuados desde 1.997
hasta 2.011 y aun hasta la fecha, todos ellos inútiles pese a
la adopción de medidas de coerción”.
Del tajante contenido de la resolución, en la que,
recordemos, se declaró la nulidad del acuerdo municipal, se
impuso nueva multa y se apercibió nuevamente de deducción de
testimonio, debe concluirse que los requerimientos que se
efectuaron a partir de este momento fueron, si era posible, de
un carácter todavía más imperativo. Asimismo, he de recordar
que el 20 de marzo de 2.012 se había dictado nueva
providencia reiterando la imposición de multa coercitiva y que
se había acordado requerir nuevamente al ayuntamiento de A
Merca para que cumpliese la declaraciones contenidas en la
sentencia, previniendo de la nueva imposición de multas y de
la deducción de testimonio por posible delito de
desobediencia.
UNDÉCIMO.- De nuevo volviendo a lo ocurrido con
posterioridad al mencionado auto del Tribunal Superior de
Justicia, el 11 de julio de 2.014 el Tribunal dictó nueva
providencia imponiendo nueva multa de 500 euros y requiriendo
al ayuntamiento de A Merca para cumplir, en 30 días, las
declaraciones contenidas en la sentencia. Se requería también
a la corporación para que en 15 días remitiese copia de lo
actuado en cumplimiento de la sentencia y se subrayaba que
“podría deducirse el oportuno testimonio de particulares para
exigir la responsabilidad penal que pudiera corresponder, de
conformidad con lo previsto en el artículo 112, letra b), de
la ley 29/1.998 reguladora de la jurisdicción contenciosa.
Consta en autos que tal providencia se notificó a la
representación procesal del ayuntamiento el 14 de julio de
2.014 y consta también que fue entregada en el Concello por
correo certificado cuyo acuse de recibo consta unido a autos.
Ninguna contestación se recibió en el Tribunal Superior de
Justicia.
El 23 de septiembre de 2.014, sin que nada hubiese
contestado el acusado, el Tribunal dictó otra providencia en
la que acordó, “visto el estado de las actuaciones” requerir
nuevamente al alcalde en los términos de la providencia de 11
de julio. Tal requerimiento se verificó personalmente el 15 de
octubre de 2.014.
El 24 de octubre de 2.014 el Tribunal dictó nueva
providencia. En ella expresaba que no constaba cumplido lo
acordado por las reiteradas resoluciones dictadas por la sala,
ni tampoco que se hubieran satisfecho voluntariamente las
multas impuestas. Se recogía además que se habían impuesto
tres multas con apercibimiento de deducción de testimonio y
remisión al ministerio fiscal.
El mismo día 24 de octubre de 2.014, el Ayuntamiento de A
Merca, a través de su alcalde, recurrió en reposición la
providencia de 11 de julio de 2.014. En el recurso se
solicitaba la demora en la ejecución hasta la aprobación de
los presupuestos municipales del año 2.015. Dicho recurso no
fue admitido a trámite, al ser firme la resolución recurrida.
En dicho recurso, el ahora acusado expresó que “el
cumplimiento del mismo conlleva a esta administración a
incumplir la legislación vigente”. Se decía en el recurso que
el cumplimiento en plazo de la providencia conllevaría la
generación de actos administrativos ilegales y la vulneración
19
de diversa legislación de estabilidad presupuestaria y
contratos del sector público. Se explicaba que no existía
partida presupuestaria suficiente para atender a la
contratación de obras de demolición y que dicho gasto
generaría inestabilidad presupuestaria. Por ello, se propuso
posponer al nuevo ejercicio económico la ejecución de lo
ordenado.
Tales alegaciones, se comprenderá, son absolutamente
inadmisibles y revelan una palmaria voluntad de no acatar el
mandato contenido en las resoluciones dictadas por el Tribunal
Superior de Justicia. Debe repararse además en que semejantes
afirmaciones contenidas en el escrito casan mal con las
declaraciones del propio acusado en el juicio, en las que vino
a afirmar que el mayor inconveniente que la ejecución de la
obra representaba para el ayuntamiento era el de tener que
acudir a una fuente de financiación externa. Por ello, resulta
claramente contradictorio que por escrito se manifieste al
Tribunal que la ejecución de la obra conllevaría la
realización de, ni más ni menos, gastos ilegales, y después,
en juicio, se matice que tales gastos ilegales hubieran
consistido en la solicitud de un crédito. Además, evidente
resulta que tal alegación no es admisible cuando durante
muchos años nada se ha hecho para proceder al cumplimiento de
los claros mandatos y requerimientos recibidos, a lo que hay
que unir la obligación de la corporación municipal de actuar
de manera diligente en para conseguir el cumplimiento no ya
sólo de los mandatos judiciales, sino de la legalidad vigente.
En este punto, he de hacer notar que resulta llamativo que el
acusado se mostrase contrariado por tener que acudir a una
fuente de financiación externa para la ejecución de la obra y,
sin embargo, no mostrase preocupación alguna por el importe de
las multas coercitivas que se impusieron por el Tribunal
Superior de Justicia.
Tampoco son atendibles las razones esgrimidas por el
acusado, referidas a la conflictividad social que pudiera
causar la ejecución de la demolición o a las amenazas
recibidas, en ningún momento acreditadas ni, que conste en
autos, denunciadas. Prueba evidente de ello es que deducido
testimonio por delito e incoadas diligencias previas, la
demolición se verificó en tiempo record, desapareciendo
entonces cualquier duda jurídica por parte del ayuntamiento
sobre la legalidad de lo ordenado, cualquier problema de
índole presupuestaria, de necesidad de financiación o de
conflictividad social de la medida.
DUODÉCIMO.- De acuerdo con lo previsto en el artículo 28 del código penal, Manuel Jorge Velo Reinoso es responsable de
un delito de desobediencia del artículo 410 del código penal.
DÉCIMOTERCERO.- En cuanto a la pena que debe ser impuesta, hemos de partir de que el arco que prevé el artículo 410 del
código penal es de multa de 3 a 12 meses e inhabilitación
especial para empleo o cargo público de 6 meses a 2 años.
Concurren en los hechos, tal y como se recoge en los
escritos de calificaciones de las partes, las circunstancias
atenuantes de reparación del daño y dilaciones indebidas. Por
ello, el artículo 66 del código penal obliga a imponer la pena
inferior en uno o dos grados, en atención al número y la
entidad de las circunstancias atenuantes concurrentes.
Pues bien, en atención a las circunstancias concurrentes,
considero que la pena ha de ser rebajada en un solo grado. He
de decir aquí que, pese a la concurrencia de dos
circunstancias atenuantes, en la segunda de ellas resulta
ser determinante la propia pasividad del acusado. Es decir, es
claro que si se condena ahora a Manuel Jorge por unos hechos
ocurridos hace años, ello se debe a que su actitud renuente al
cumplimiento de las resoluciones judiciales se mantuvo durante
un largo periodo de tiempo. Aprecio la atenuante de
dilaciones indebidas por aplicación del principio acusatorio,
pero he de hacer notar el breve tiempo que duró la
tramitación de la causa penal por el juzgado de primera
instancia e instrucción de Celanova.
En cuanto a la atenuante de reparación del daño, he de
matizar que el cumplimiento del mandato judicial, después de
tantos años y tantos requerimientos, reduce su trascendencia.
Por lo expuesto, se considera adecuada la imposición de la
pena de multa de 2 meses y 10 días solicitada por el
ministerio fiscal, con una cuota diaria de 10 euros y
responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de
libertad por cada dos cuotas no satisfechas.
En cuanto a la pena de inhabilitación especial para empleo
o cargo público, se fija en 4 meses. De acuerdo con el
artículo 42 del código penal, dicha inhabilitación supone que
Manuel Jorge Velo Reinoso se ve privado de la condición de
alcalde del Ayuntamiento de A Merca. Por aplicación del mismo
precepto, no podrá obtener dicho cargo durante el tiempo de la
condena, ni tampoco el de teniente de alcalde, concejal o
cualquier otro de naturaleza electiva y ámbito local que
implique participación en el gobierno municipal. Tampoco podrá
obtener cargos de gobierno en el ámbito provincial, autonómico
o estatal durante el tiempo de la condena.
DÉCIMOCUARTO.- En virtud de lo dispuesto en el artículo 123 del Código penal, 239 y 240 de la ley de enjuiciamiento
criminal, las costas deben imponerse a quien resulta
condenado en el proceso. Por lo tanto procede imponer su pago
a Manuel Jorge Velo Reinoso.
21
Vistos los preceptos legales citados y demás de general y
pertinente aplicación
FALLO
1. Que debo condenar y condeno a MANUEL JORGE VELO REINOSO,como autor/es criminalmente responsable de un delito de
desobediencia previsto en el art. 410 del Código penal a la
pena de:
• 2 meses y 10 días, con una cuota diaria de 10 euros y
responsabilidad personal subsidiaria de un día de
privación de libertad por cada dos cuotas no satisfechas.
• Inhabilitación especial para empleo o cargo público por un
tiempo de 4 meses. De acuerdo con el artículo 42 del
código penal, dicha inhabilitación supone que Manuel
Jorge Velo Reinoso se ve privado de la condición de
alcalde del Ayuntamiento de A Merca. Por aplicación del
mismo precepto, no podrá obtener dicho cargo durante el
tiempo de la condena, ni tampoco el de teniente de
alcalde, concejal o cualquier otro de naturaleza electiva
y ámbito local que implique participación en el gobierno
municipal. Tampoco podrá obtener cargos de gobierno en el
ámbito provincial, autonómico o estatal durante el tiempo
de la condena.
• Costas procesales
2. Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles
saber que contra la misma cabe interponer recurso de
apelación en ambos efectos en este Juzgado para ante la
Iltma. Audiencia Provincial de Ourense en el plazo de DIEZDIAS desde su notificación.
Así por ésta mi sentencia, juzgando en esta instancia, lo
pronuncio, mando y firmo.