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EL IMPERIALISMOY LA REVOLUCIÓN

Enver Hoxa

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El imperialismo y la revoluciónEmver Hoxa(1978)

Ediciones de la revolución ecuatoriana

Colección40 Aniversario delPartido Comunista MarxistaLeninista del Ecuador

Publicación a cargo del

COMITÉ PROVINCIALDE PASTAZAdel PCMLE

Edición: 1.000 ejemplares

1ro. de Agosto de 2004Puyo – Ecuador

La clase obrera tiene y asume la responsabilidad históricade colocarse a la cabeza de las demás clases trabajado-ras, para oponerse y combatir al capitalismo y al impe-

rialismo, para derrocarlos e implantar el poder popular, la dic-tadura del proletariado y construir el socialismo.

Esa tarea es una hazaña gigantesca que incorpora comoprotagonistas a millones de seres, a las masas trabajadoras, alos pueblos y a la juventud.

Esa gran proeza es la revolución social del proletariado, sig-nifica el derrumbamiento del viejo mundo de la propiedad pri-vada, los privilegios y la explotación, y su sustitución por elmundo de la igualdad social, por la sociedad de los trabajado-res.

Se trata de la primera revolución hecha por las mayorías enbeneficio de ellas mismas.

El cumplimiento de ese compromiso por parte de la claseobrera requiere la guía de la teoría revolucionaria, de la doc-trina del proletariado, del marxismo leninismo.

El marxismo leninismo es la teoría revolucionaria másavanzada que ha sido elaborada por la humanidad a lo largode su milenario devenir. Es un sistema filosófico, la concepcióndel mundo de la clase obrera. A través del marxismo leninismolos proletarios explican el mundo, pero, fundamentalmente, con

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PRESENTACIÓN

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PREFACIO A LA PRIMERA EDICION*

Desde que apareció el «Manifiesto del Partido Comunista»de Marx y Engels en 1848 hasta nuestros días, la lucha entre elmarxismo revolucionario y el oportunismo, tanto en el campopolítico como en el ideológico, se ha centrado alrededor de unproblema: ¿Es o no necesaria la revolución para transformar lasociedad sobre bases socialistas? ¿Existen o no las condicionespara llevar a cabo la revolución? ¿Es posible hacerla median-te el camino pacífico, o es imprescindible la violencia revolu-cionaria?

La burguesía y los oportunistas, con todas sus teorías, que secuentan por decenas por no decir centenares, se han esforzadoy se esfuerzan por negar la verdad incuestionable de que la con-tradicción fundamental de la sociedad capitalista es la contra-dicción entre los explotadores y los explotados, por negar el lu-gar y el papel histórico de la clase obrera, por negar la mismalucha de clases como factor determinante del desarrollo y delprogreso de la sociedad humana. Su objetivo ha sido y es el dedesorientar ideológicamente al proletariado, obstaculizar la re-volución, perpetuar la explotación capitalista y destruir el mar-xismo–leninismo, la ciencia triunfante de la revolución y de laedificación del socialismo.

Todos estos adversarios y enemigos del proletariado y de larevolución han intentado hacer creer que el marxismo–leninis-mo es anticuado e hilvanar diversas «teorías», supuestamente

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* En albanés

su guía, con sus principios son capaces de transformar el mun-do, de organizar y hacer la revolución.

El marxismo leninismo se encarna, se convierte en fuerzamaterial, en la existencia y la lucha del partido comunista, enlos combates de los trabajadores y los pueblos.

“El marxismo leninismo no es un dogma, es una guía pa-ra la acción”. Esta es una afirmación expresa de los Clásicos,es una verdad corroborada por la práctica social de millones detrabajadores, por varias revoluciones victoriosas.

Plenamente convencido de esta realidad, el PCMLE, al cum-plir 40 años de lucha por la revolución, renueva su disposicióny decisión de continuar el combate por la el socialismo; dispo-ne sus fuerzas para enfrentar nuevas batallas, para crecer y for-talecerse, para la forja de un poderoso movimiento revolucio-nario de las masas trabajadoras, para hacer uso legítimo de laviolencia revolucionaria.

Una de las maneras como los marxista leninistas del Ecua-dor perseveramos en nuestro cometido revolucionario es la pu-blicación de la COLECCIÓN CUARENTA ANIVERSARIO.

Se trata de la publicación de una serie de materiales teóri-cos, de la autoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Enver Hox-ha y otros revolucionarios destacados.

Son títulos cuya edición es responsabilidad de los ComitésProvinciales, de las Comisiones adjuntas al Comité Central quese involucran en este esfuerzo.

Están dirigidos a los militantes del PCMLE, a nuestros com-pañeros y amigos, a los hombres y mujeres de la clase obrera ylos pueblos del Ecuador. Pretenden constituirse en una nuevaherramienta para adelantar la lucha revolucionaria, para acer-car el día de la victoria.

Comisión de Educación Política delComité Central del PCMLE

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en consonancia con las nuevas condiciones históricas, con loscambios que ha sufrido el capitalismo, el imperialismo, y con laevolución general de la sociedad humana.

Así Bernstein declaró que Marx estaba caduco, y Kautsky,especulando con la transición del capitalismo al imperialismo,negó la revolución. Su ejemplo y sus métodos han sido seguidospar todos los revisionistas modernos, desde Browder y Tito,Jruschov y los «eurocomunistas», hasta los «teóricos» chinosde los «tres mundos».

Bajo el falso pretexto de aplicar y desarrollar el marxis-mo–leninismo «de manera creadora», adaptándolo a las nue-vas condiciones que se han creado hoy en el mundo, todos es-tos antimarxistas tratan de negar la ideología científica de laclase obrera y reemplazarla con el oportunismo burgués. Elproletariado, los revolucionarios y sus verdaderos partidosmarxista–leninistas han desarrollado y desarrollan una encar-nizada lucha, que no ha cesado ni cesará jamás, contra el revi-sionismo moderno y sus diversas corrientes.

Los revisionistas, la burguesía reaccionaria y sus partidosintentan calificar nuestra teoría, el marxismo–leninismo, dedogma, de algo fijo, rígido, que supuestamente no se adapta alos tiempos actuales, llenos de dinamismo y vitalidad. Pero, sise habla de dinamismo y vitalidad, esto solo lo tiene el marxis-mo–leninismo, ya que es la teoría de la clase obrera, la clasemás avanzada de la sociedad, la clase más activa y más revolu-cionaria, la que piensa de manera justa, la que produce los bie-nes materiales y está en constante actividad.

Los esfuerzos de la burguesía y sus ideólogos, los cuales in-tentan convencer a la gente de que el marxismo–leninismo su-puestamente ha envejecido y no corresponde a los «tiempos mo-dernos», tienen como finalidad combatir la ideología científicadel proletariado y reemplazarla con varias teorías que preconi-zan una vida adulterada, una vida propia del lumpen, una so-ciedad de desenfrenada degeneración, una sociedad denomina-da de consumo. Las teorizaciones que pretenden que ahora se

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han encontrado las formas de una nueva sociedad en perma-nente movimiento y progreso, tienden igualmente a golpear elpensamiento progresista revolucionario del proletariado, suideología dirigente, perpetuar la opresión y la explotación ca-pitalistas.

Nuestra teoría, como nos enseña Lenin, juzga y define co-rrectamente las formas y los métodos de la lucha de clases. Es-tá estrechamente ligada a los problemas prácticos que planteala vida, que plantea la época. Esta arma nos ayuda a analizary comprender de forma justa, en cada momento, el curso del de-sarrollo humano, a analizar y comprender correctamente cadaviraje histórico de la sociedad, a transformarla de manera re-volucionaria.

Nuestro Partido desenmascaró en su VII Congreso las dis-tintas corrientes revisionistas, entre ellas la teoría china de los«tres mundos». Al subrayar la vital importancia que tiene elmarxismo–leninismo para el triunfo de la revolución, del socia-lismo y de la liberación de los pueblos, rechazó firmemente lastesis y los puntos de vista burgués–oportunistas sobre la presen-te etapa del proceso histórico mundial, que niegan la revolu-ción y defienden la explotación capitalista, y recalcó enérgica-mente que ningún cambio en el desarrollo del capitalismo y delimperialismo justifica las «invenciones» y las mistificacionesrevisionistas. La crítica de principios y el incesante desenmas-caramiento de las teorías antirrevolucionarias y anticomunistasson imprescindibles si se quiere defender el marxismo–leninis-mo, si se quiere hacer avanzar la causa de la revolución y de lospueblos, si se quiere demostrar que la teoría de Marx, Engels,Lenin y Stalin se mantiene siempre joven, como la brújula segu-ra que indica el camino hacia futuras victorias.

Abril, 1978

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EI VII Congreso del Partido del Trabajo de Albania, al ana-lizar la actual situación internacional y la existente en el movi-miento revolucionario mundial, puso de manifiesto los peligrosque representan el imperialismo y el revisionismo moderno pa-ra la revolución y la liberación de los pueblos, acentuó la nece-sidad de librar una lucha implacable contra ellos y de apoyar ac-tivamente al movimiento marxista–leninista en el mundo.

Estos problemas adquieren una gran importancia debido aque la construcción del socialismo, la lucha por reforzar la dic-tadura del proletariado y la defensa de la Patria son inseparablesde la situación internacional y del proceso general de la evolu-ción mundial.

Actualmente, grandes fuerzas representantes del oscurantis-mo, de la esclavitud, de la explotación del proletariado y de lospueblos –el imperialismo norteamericano y sus agentes, el so-cialimperialismo soviético, el socialimperialismo chino, la granburguesía y la reacción–, se han puesto en pie y luchan contra elmarxismo–leninismo. También corrientes ideológicas contrarre-volucionarias, como la socialdemocracia, el revisionismo mo-derno y muchas otras, se han levantado en contra de nuestra

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NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN

Esta obra ha sido publicada por primera vez [en albanés] enabril de 1978 y distribuida en el seno del Partido.

Para satisfacer los deseos de los comunistas, después de queconocieron su contenido, esta obra es reeditada para el públi-co.

La presente edición evoca algún acontecimiento que se haproducido desde que apareció la primera.

PRIMERA PARTE

I

LA ESTRATEGIA DEL IMPERIALISMOY DEL REVISIONISMO MODERNO

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ideología revolucionaria.En nuestro combate contra todos estos enemigos debernos

apoyarnos firmemente en la teoría marxista–leninista y en elproletariado mundial. Nuestra lucha en el aspecto teórico serállevada a cabo con éxito cuando hagamos un análisis dialécticocorrecto de la situación internacional, de los acontecimientosque tienen lugar, de los objetivos y los propósitos de todas lasfuerzas sociales en movimiento, que están en contradicción y enlucha entre sí. El análisis científico de la situación internacionaly la visión clara de la estrategia, ayudan a definir justas tácticasde lucha revolucionaria en las diversas circunstancias, para ga-nar batalla tras batalla. Nuestro Partido siempre ha actuado así.

EI socialismo está en lucha con el capitalismo, el proletaria-do mundial está en inexorable y continua lucha con la burgue-sía capitalista, los pueblos del mundo están en lucha con susopresores externos e internos. En su lucha, el proletariado mun-dial se guía por su propia ideología marxista–leninista, que ex-plica la necesidad indispensable de esta lucha y moviliza lasfuerzas para la batalla. Por este motivo el capitalismo y el impe-rialismo siempre han organizado una encarnizada lucha contrala teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin.

Carlos Marx descubrió las leyes del desarrollo social, de lastransformaciones revolucionarias y de la transición de la socie-dad de un orden social inferior a otro superior, analizó sobre ba-ses científicas la propiedad privada de los medios de produc-ción, el modo capitalista de distribución, la plusvalía que arran-ca el capitalista. Formuló la teoría científica sobre las clases yla lucha de clases, y determinó los rumbos de la lucha del pro-letariado para derrocar a la burguesía, destruir el sistema capita-lista, implantar la dictadura del proletariado y edificar la socie-dad socialista.

En todos los países del mundo diversos teóricos reacciona-rios han intentado por todos los medios denigrar la teoría deMarx, echar barro sobre ella, tergiversarla, combatirla. Pero es-ta teoría, que es una auténtica ciencia, ha logrado dominar el

pensamiento humano progresista y hacerse un arma poderosadel proletariado y de los pueblos en la lucha contra sus enemi-gos.

Aplicando la teoría marxista y desarrollándola aún más, Le-nin proporcionó al proletariado y a su vanguardia, el partidomarxista–leninista, una teoría científica para las condiciones delimperialismo y de las revoluciones proletarias. Lenin desarrollóel marxismo no sólo en la teoría, sino también en la práctica.Aplicando la doctrina de Carlos Marx, dirigió la revolución bol-chevique y la condujo a la victoria. La obra de Lenin fue desa-rrollada aún más por Stalin.

EI triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre ases-tó el primer golpe demoledor al imperialismo, a todo el sistemacapitalista mundial. Marcó el comienzo de la crisis general delcapitalismo, que se profundizó constantemente.

Con la creación y la consolidación del estado soviético, se al-canzó una victoria colosal que enseñó al proletariado y a lospueblos que era posible derrotar, aniquilar al enemigo que te-nían en frente, el capitalismo, el imperialismo. Un testimoniovivo de ello era la Unión Soviética.

La coalición imperialista y capitalista mundial, enfurecidapor la derrota que le infligió la Revolución de Octubre en Ru-sia, reforzó los medios de lucha política, económica y militarcontra el nuevo estado de los proletarios y contra la propagaciónde la ideología marxista–leninista en el mundo. Los imperialis-tas, la burguesía reaccionaria, la socialdemocracia europea ymundial, junto con los demás partidos del capital, prepararon laintervención contra la Unión Soviética. Ellos, junto con los hi-tlerianos, con los fascistas italianos y japoneses, prepararontambién la Segunda Guerra Mundial.

Pero en esta guerra se confirmó aún mejor la vitalidad del so-cialismo y del marxismo–leninismo, que salieron victoriosos.

Después de la victoria sobre el fascismo, el mundo sufriógrandes cambios en beneficio del socialismo. En Europa y Asiasurgieron nuevos estados socialistas. Fue creado el campo so-

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cialista con la Unión Soviética a la cabeza. Esto venia a consti-tuir otra gran victoria del socialismo, del marxismo–leninismo,y otra gran derrota del capitalismo, del imperialismo.

El sistema capitalista fue profundamente estremecido por laSegunda Guerra Mundial, que rompió por completo su equili-brio. Alemania, Japón e Italia, como potencias vencidas, salie-ron de la guerra con una economía arruinada. Perdieron las po-siciones políticas y militares que antes ocupaban. Otros estadosimperialistas, como Gran Bretaña y Francia, no obstante salirvictoriosos de la guerra, se habían debilitado hasta tal punto,económica y militarmente, que su papel de gran potencia esta-ba por los suelos.

Con el desmoronamiento del sistema colonial se profundizóaún más la crisis general del capitalismo. Debido a este desmo-ronamiento surgieron una serie de nuevos estados nacionales,mientras que en los países que permanecieron en su situación decolonias o semicolonias, creció el movimiento libertador contrael yugo imperialista.

Estos cambios crearon condiciones aún más propicias para eltriunfo del socialismo a nivel mundial. Bastantes estados capi-talistas se encontraban, a causa de la profunda crisis económicay política y del creciente descontento de las masas, en vísperasde estallidos revolucionarios. En tales situaciones sumamentegraves y críticas, acudió en su ayuda el imperialismo norteame-ricano.

A diferencia de las demás potencias imperialistas, los Esta-dos Unidos de América salieron de la guerra más fuertes. No só-lo no sufrieron daños, sino que acumularon riquezas colosales yaumentaron desmesuradamente su potencial económico y mili-tar, su base técnica–científica. Este imperialismo, cebado con lasangre derramada por los pueblos, se convirtió en el único lea-dership de todo el mundo capitalista.

EI imperialismo norteamericano movilizó a todas las fuerzasreaccionarias del mundo capitalista con el fin de salvar al viejorégimen capitalista y aplastar todo movimiento revolucionario y

de liberación nacional que lo amenazara, destruir el campo so-cialista y restaurar el capitalismo en la Unión Soviética y en lospaíses de democracia popular, establecer su hegemonía en todoslos lugares del mundo.

Para alcanzar sus objetivos, el imperialismo norteamericanojunto con el capital mundial pusieron en marcha su gigantescamaquina burocrático–militar estatal, su gran potencial económi-co, técnico y financiero, todas sus fuerzas humanas. Aquel ayu-dó al capitalismo europeo y japonés, que estaban agotados, a re-ponerse política, económica y militarmente, y en lugar del sis-tema colonial derrumbado, levantó un nuevo sistema de explo-tación y expoliación, el neocolonialismo.

El imperialismo norteamericano movilizó ingentes mediosde propaganda, filósofos, economistas, sociólogos, escritores,etc., en la furibunda campaña que desató contra el marxismo–le-ninismo, contra el comunismo, contra la Unión Soviética y con-tra los demás países socialistas de Europa y Asia.

Simultáneamente, puso en práctica una política agresiva de-clarada. La fiebre de la guerra, de la militarización y del antico-munismo invadió todos los terrenos de la vida, la economía, lapolítica, la ideología, el ejército, la ciencia, en los Estados Uni-dos de América.

Para derrocar el socialismo, para aplastar los movimientosrevolucionarios de liberación, para combatir la gran influenciade la teoría marxista–leninista y para implantar su hegemonía enel mundo, el imperialismo norteamericano recurrió a dos cami-nos.

EI primer camino fue la agresión y la intervención armada.Los imperialistas norteamericanos crearon bloques militaresagresivos como la OTAN, la SEATO, etc., acantonaron un grannúmero de tropas en los territorios de muchos otros países, ins-talaron bases militares en todos los continentes, construyeronpoderosas flotas de guerra que diseminaron por mares y océa-nos. Para aplastar y sofocar la revolución intervinieron militar-mente en Grecia, Corea, Vietnam y otros lugares.

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El otro camino fue el de la agresión ideológica y la subver-sión en contra de los estados socialistas y los partidos comunis-tas y obreros, el de los esfuerzos encaminados a conseguir la de-generación burguesa de estos estados y de estos partidos. En es-te sentido el imperialismo norteamericano y todo el capitalmundial utilizaron poderosos medios de propaganda y diversiónideológica.

Pero el imperialismo norteamericano con el capitalismomundial, que se recobraba después de la guerra, tenían en fren-te un poderoso adversario, el campo socialista con la Unión So-viética a la cabeza, el proletariado mundial, los pueblos aman-tes de la libertad. Por eso debían hacer bien sus cálculos ante es-ta gigantesca fuerza, que se guiaba por una política correcta yclara, por una ideología triunfante que había conquistado y con-tinuaba conquistando cada vez más el corazón y la mente de losobreros, de los revolucionarios, de los elementos progresistas.

El movimiento revolucionario del proletariado y la lucha deliberación de los pueblos crecían y se reforzaban, a pesar de losesfuerzos que hacían el imperialismo norteamericano y la reac-ción mundial para aplastarlos y destruirlos. La Unión Soviética,bajo la dirección de Stalin, restañó muy rápidamente las heridasde la guerra y avanzaba a altos ritmos en todos los terrenos, enla economía, la ciencia, la técnica, etc. En los países de demo-cracia popular se consolidaban las posiciones del socialismo.Los partidos comunistas y el movimiento democrático antiim-perialista extendían su influencia entre las masas.

En tales condiciones, el imperialismo y el capitalismo mun-dial explotaron a los revisionistas modernos, y en primer lugara los revisionistas yugoslavos, en la lucha contra el socialismoy los movimientos de liberación de los pueblos.

Fue una suerte para el capitalismo mundial que un país su-puestamente de democracia popular, Yugoslavia, se opusiera ala Unión Soviética y entrara en abierto conflicto ideológico ypolítico con ella, porque en el seno del campo del socialismouno de sus miembros se rebelaba. El capitalismo mundial armó

una gran bulla en torno a este acontecimiento, que le sirvió ensu lucha en contra del socialismo y la revolución.

La traición titista, a pesar de los grandes perjuicios que oca-sionó a la causa de la revolución y del socialismo, no logró es-cindir el campo socialista y el movimiento comunista, como es-peraban la burguesía y la reacción. Los comunistas y los revo-lucionarios en todo el mundo condenaron enérgicamente estatraición y pusieron en evidencia el peligro que significaba el ti-tismo, como agencia del imperialismo contra el comunismo.

Los que prestaron el mayor servicio al capitalismo mundialen la lucha contra el socialismo, la revolución y el marxismo-–leninismo, fueron los revisionistas jruschovistas que, despuésde la muerte de Stalin, tomaron el poder en la Unión Soviética.La aparición del grupo revisionista de Jruschov constituyó lamayor victoria política e ideológica de la estrategia del imperia-lismo después de la Segunda Guerra Mundial.

El derrocamiento contrarrevolucionario que se produjo en laUnión Soviética alegró enormemente a los imperialistas nortea-mericanos y a las demás potencias capitalistas, porque el paíssocialista más poderoso, el soporte de la revolución y la libera-ción de los pueblos estaba abandonando el camino del socialis-mo y del marxismo–leninismo y se transformaría en un apoyo,en la teoría y en la práctica de la contrarrevolución, del capita-lismo.

El viraje que se operó en la Unión Soviética, provocó la es-cisión del campo socialista y del movimiento comunista inter-nacional. Fue uno de los principales factores que influyeron ycrearon condiciones favorables para que el revisionismo moder-no se difundiera en el seno de muchos partidos comunistas. Lacorriente revisionista jruschovista dañó gravemente la causa dela revolución y del socialismo en todo el mundo.

Entre las autenticas fuerzas marxista–leninistas y revolucio-narias, por un lado, y el revisionismo jruschovista, por otro, em-pezó una lucha encarnizada. EI Partido del Trabajo de Albania,del mismo modo que había luchado y luchaba resueltamente

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contra el revisionismo yugoslavo, enarboló desde los primerosmomentos la bandera de la lucha intransigente y de principioscontra el revisionismo soviético y sus seguidores; defendió convalentía el marxismo–leninismo, la causa del socialismo y de laliberación de los pueblos. Contra la traición jruschovista se le-vantaron también los verdaderos marxista–leninistas y revolu-cionarios en todo el mundo. Del seno del proletariado revolu-cionario de los diversos países surgieron los nuevos partidosmarxista–leninistas, que asumieron la difícil tarea de dirigir lalucha de la clase obrera y de los pueblos contra la burguesía, elimperialismo y el revisionismo moderno.

Las esperanzas del imperialismo y del revisionismo de verdestruido definitivamente el socialismo, sofocado el verdaderomovimiento comunista internacional y aplastada la lucha de lospueblos, no se realizaron. Los revisionistas jruschovistas pron-to pusieron al descubierto su catadura antimarxista y contrarre-volucionaria. Los pueblos vieron que la Unión Soviética se ha-bía convertido en una superpotencia imperialista, que rivalizabacon los Estados Unidos de América por la dominación del mun-do; vieron que se había transformado, junto con el imperialismonorteamericano, en otro gran enemigo de la revolución, del so-cialismo y de los pueblos del mundo.

Por otro lado, la grave crisis económica, financiera, ideológi-ca y política que abarcó todo el mundo capitalista y revisionis-ta, mostraba claramente no solo la mayor descomposición delsistema capitalista, su invariable naturaleza opresora y explota-dora, sino que ponía de manifiesto también la demagogia y lahipocresía de todos los revisionistas modernos, que embellecíanel sistema capitalista.

Pero cuando el movimiento revolucionario crecía y se conso-lidaba en todo el mundo, cuando el capitalismo estaba cada vezmás atenazado por la crisis, y cuando el revisionismo jruscho-vista y otras corrientes del revisionismo moderno eran desen-mascarados ante los ojos del proletariado y de los pueblos, en laescena mundial apareció abiertamente el revisionismo chino.

Este se convirtió en íntimo aliado del imperialismo norteameri-cano y de la gran burguesía internacional para sofocar y sabo-tear las luchas revolucionarias del proletariado y de los pueblos.

Actualmente en el mundo se ha creado una situación muycompleja. Hoy en la arena internacional actúan diversas fuerzasimperialistas y socialimperialistas que, por un lado, luchan jun-tas contra la revolución y la libertad de los pueblos, y, por otro,chocan y se enfrentan por conseguir mercados, zonas de in-fluencia, hegemonía. A la rivalidad soviético–norteamericanapor dominar el mundo, ahora se le han sumado las pretensionesexpansionistas del socialimperialismo chino, las miras rapacesdel militarismo japonés, los esfuerzos del imperialismo germa-nooccidental por conquistar nuevos espacios, la feroz compe-tencia del Mercado Común Europeo, que ha puesto sus ojos enlas antiguas colonias.

Todo esto ha agudizado aún más las numerosas contradiccio-nes del mundo capitalista y revisionista. Al mismo tiempo, laperspectiva de la revolución y de la liberación de los pueblos nosólo no ha desaparecido como consecuencia de la traición de losrevisionistas titistas, soviéticos, chinos, etc., sino que tras un re-troceso momentáneo, la revolución se encuentra ahora en el um-bral de un nuevo auge, y con toda seguridad avanzará por el ca-mino que le ha asignado la historia y triunfará a escala mundial.

Nada puede liberar al imperialismo, al capitalismo y al revi-sionismo de la implacable venganza del proletariado y de lospueblos, nada puede salvarles de las profundas contradiccionesantagónicas y de las continuas crisis, de las revoluciones, de lamuerte inevitable.

Es precisamente esta situación la que hace que el imperialis-mo busque nuevos caminos y senderos, elabore nuevas estrate-gias y tácticas a fin de escapar a la catástrofe que le espera.

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La estrategia del imperialismo mundial

El imperialismo norteamericano y los otros estados capitalis-tas han luchado y luchan por conservar su hegemonía en elmundo, por defender el sistema capitalista y neocolonialista,por salir lo menos dañados posible de la profunda crisis que losatenaza. Han hecho y hacen esfuerzos por impedir que los pue-blos y el proletariado hagan realidad sus aspiraciones revolucio-narias, liberadoras. El imperialismo norteamericano, que domi-na política, económica y militarmente a sus socios, es quien de-sempeña el papel principal en la lucha por alcanzar estos obje-tivos.

Los enemigos de la revolución y de los pueblos pretendenhacer creer que los cambios operados en el mundo y las pérdi-das sufridas por el socialismo, han dado lugar a unas condicio-nes enteramente diferentes de las anteriores. Por eso, el imperia-lismo norteamericano y la burguesía capitalista mundial, el so-cialimperialismo soviético y el socialimperialismo chino, el re-visionismo moderno y la socialdemocracia, a pesar de teneragudas contradicciones entre sí, han iniciado la búsqueda de unmodus vivendi, una «sociedad nueva», híbrida, para apuntalar elsistema burgués–capitalista, evitar las revoluciones y continuaroprimiendo y explotando a los pueblos, con nuevas formas ymétodos.

El imperialismo y el capitalismo llegaron a comprender queya no podían continuar explotando a los pueblos del mundo conlos métodos anteriores, par eso, siempre y cuando su sistema nose vea amenazado, se ven en la obligación de hacer algunas con-cesiones que no les perjudiquen, a fin de mantener subyugadasa las masas. Esto pretenden lograrlo mediante las inversiones ylos créditos que distribuyen entre los estados y las camarillasque han asegurado su influencia, o a través de las armas, es de-cir, por medio de guerras parciales, ya sea participando directa-mente en ellas o instigando a un estado contra otro. Las guerras

locales sirven para someter mejor a la hegemonía del capitalmundial a los países que caen en sus trampas.

Todos los «teóricos» al servicio del capital mundial, en elOeste y en el Este, se esfuerzan por formular esta «sociedadnueva». Esta forma «nueva» la tienen en la sociedad capitalis-ta–revisionista de la Unión Soviética, la cual no es más que unasociedad degenerada; la han encontrado en el sistema capitalis-ta de la «autogestión» yugoslava y en algunos regímenes llama-dos de orientación socialista del «tercer mundo». Tratan de en-contrar una «nueva sociedad» capitalista de este tipo también enla variante china, que ahora está cristalizando.

En la declaración programática que el presidente Carter hizoel 22 de mayo de 1977, en la que expuso la línea de una políti-ca supuestamente nueva de los Estados Unidos de América,aparece claramente que la característica general y fundamentalde esta «política nueva», en las condiciones actuales, es la luchade esta superpotencia para hacer frente a la revolución proleta-ria y a las luchas de liberación nacional de los pueblos que as-piran a sacudirse el yugo del gran capital mundial, particular-mente del imperialismo norteamericano y del socialimperialis-mo soviético.

El mundo capitalista, como pusimos de relieve anteriormen-te, intenta encontrar, aunque sea provisionalmente, una salida asu situación catastrófica. Naturalmente, el imperialismo nortea-mericano pretende encontrarla y coordinarla en lo posible con elsocialimperialismo soviético, con sus aliados de la OTAN, conChina y también con los otros países capitalistas industrializa-dos. Carter hizo un llamamiento a los países del Este, del Oestey a los países miembros de la OPEP, y les exigió que uniesen susesfuerzos y «ayudasen efectivamente a los países más pobres».EI imperialismo norteamericano considera esta colaboracióncomo la única alternativa y como el único camino para prevenirlas guerras.

El presidente norteamericano dijo en su discurso que hoy«nos hemos liberado del miedo permanente al comunismo, mie-

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do que en el pasado nos llevaba a abrazarnos con cualquier dic-tador que sintiese lo mismo».

Como es natural Carter, que es el fiel representante del impe-rialismo más sanguinario de nuestros tiempos, cuando habla de«la liberación del miedo al comunismo», piensa en el comunis-mo a lo yugoslavo, a lo jruschovista, a lo chino, que de comu-nistas solo tienen las máscaras; pero la burguesía capitalista nose ha liberado ni jamás se liberará de su miedo al comunismoverdadero. Por el contrario, el comunismo verdadero ha aterro-rizado, y aterrorizará todavía más, al imperialismo y al socia-limperialismo. A causa de este miedo y este terror los imperia-listas y los revisionistas se ven obligados a unirse, a coordinarsus planes y encontrar las formas más adecuadas para prolongarlos días de su dominación opresora y explotadora.

En estos momentos de profunda crisis económica, política ymilitar, los imperialistas de los Estados Unidos de América pre-tenden consolidar las victorias alcanzadas por el imperialismo,con la traición del revisionismo moderno, en la Unión Soviéti-ca, en los antiguos países de democracia popular y en China, yaprovecharlas como una barrera para contener la revolución y lalucha revolucionaria de liberación del proletariado y de los pue-blos.

El presidente norteamericano reconoce, asimismo, que, debi-do al miedo al comunismo, los capitalistas y los imperialistashan abrazado y sostenido en el pasado a los dictadores fascistas,como Mussolini, Hitler, Hirohito, Franco, etc. Las dictadurasfascistas en los respectivos países han sido la última arma a laque han recurrido la burguesía capitalista y el imperialismomundial contra la Unión Soviética de los tiempos de Lenin yStalin y contra la revolución proletaria mundial.

Con una cierta seguridad, el presidente norteamericano de-clara que los estados comunistas (léase revisionistas) han cam-biado de fisonomía, y en esto no se equivoca. Dice que «estesistema no podía permanecer inmutable toda la vida». Natural-mente, confunde la traición revisionista con el verdadero siste-

ma socialista, con el comunismo. El imperialismo norteameri-cano considera el sistema soviético jruschovista como una vic-toria del capitalismo mundial y de ahí deduce que el peligro deun conflicto con la Unión Soviética se ha vuelto menos intenso,a pesar de que no niega las contradicciones con ella ni la rivali-dad por la hegemonía.

Según Carter, el gobierno norteamericano hará todo lo queesté a su alcance por mantener el statu quo. En otras palabras,esto significa que, tanto el imperialismo norteamericano comolos otros estados imperialistas, harán esfuerzos por conservar yreforzar sus posiciones en el mundo, mientras que los desacuer-dos que puedan existir, y que de hecho existen, con los paísesamigos y con sus aliados, esperan solucionarlos conjuntamenteen el marco de este statu quo.

Como conclusión, dice Carter, «la política norteamericanadebe basarse en un nuevo y más vasto mosaico de intereses glo-bales, regionales y bilaterales». Después de haber desmenuzadoeste nuevo y más vasto «mosaico» de intereses globales, regio-nales y bilaterales, reafirma que «todos los compromisos quelos Estados Unidos de América han asumido respecto a laOTAN, la cual debe ser una organización fuerte, serán cumpli-dos», que «la alianza de los Estados Unidos de América con lasgrandes democracias industrializadas es indispensable, porqueprotege los mismos valores, y por esto el deber de todos noso-tros es luchar por una vida mejor».

Como se ve, también los Estados Unidos de América se unena los esfuerzos de los revisionistas modernos soviéticos, chinosy a los esfuerzos de las «grandes democracias industrializadas»por crear una «realidad nueva», un «mundo nuevo». En otraspalabras, haciendo demagogia, la política de los Estados Unidosde América pretende adaptarse a las situaciones creadas. Paramantener el statu quo, para contener el ímpetu del hegemonis-mo soviético, para debilitar al socialimperialismo soviético yarrastrar a China, de modo que ésta se integre cada vez más pro-fundamente en el campo imperialista, para sofocar las luchas re-

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volucionarias del proletariado y de los pueblos, los Estados Uni-dos de América deben hacer algunas concesiones políticas frau-dulentas. Pero no hacen ninguna concesión militar, ningunaconcesión en la política de mantener subyugados y bajo controla los estados y a los pueblos, en la política de explotar las rique-zas nacionales de otros países en beneficio propio y de los paí-ses industrializados.

Esta es la «política nueva» de los Estados Unidos de Améri-ca. Para nosotros está claro que no es en absoluto una políticanueva, sino una vieja política imperialista expoliadora, neocolo-nialista, avasalladora y de feroz explotación de los pueblos y desus riquezas, una política encaminada a sofocar las revolucionesy las luchas de liberación nacional. Ahora el imperialismo nor-teamericano quiere dar a esta política vieja y permanente un tin-te supuestamente nuevo, fresco, y suministrar armas a los ele-mentos contrarrevolucionarios que están o no en el poder, paracombatir al comunismo, el cual lanza a los pueblos y al proleta-riado a las luchas de liberación y a la revolución.

Contrariamente a lo que se afirma en la teoría china de los«tres mundos», que es una teoría falsa capitalista y revisionista,el imperialismo norteamericano continúa estando a la ofensiva.Trata de conservar las viejas alianzas y crear otras nuevas en be-neficio propio y en perjuicio del socialimperialismo soviético ode quienquiera que pueda amenazar el potencial imperialistanorteamericano. Sobre todo se esfuerza por reforzar la OTAN,que ha sido y sigue siendo una organización política y militaragresiva.

En todo su juego estratégico, los Estados Unidos de Américano agravan excesivamente sus relaciones con la Unión Soviéti-ca, continúan con ella las conversaciones SALT, independiente-mente de que Carter declarase que producirá las bombas de neu-trones. Sin embargo, aparece una tendencia a mantener el statuquo entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética.

Naturalmente, los Estados Unidos de América y la OTANquieren mantener este statu quo con la Unión Soviética, tenien-

do, al mismo tiempo, contradicciones con ésta, pero estas con-tradicciones aún no han llegado a un grado tal que justifique lasprédicas chinas de que la guerra en Europa es inminente.

En la actualidad, el imperialismo norteamericano apoya aChina para reforzarla en los terrenos militar y económico. Loscapitales norteamericanos afluyen hacia China, donde se hacenimportantes inversiones con los créditos procedentes de losprincipales bancos estadounidenses, pero también del estadonorteamericano.

Los Estados Unidos de América están jugando fuertementela carta de China, pero con cuidado. Al mismo tiempo continúanjugando la carta del Japón. Los Estados Unidos de Américaquieren mantener las aguas tranquilas con el Japón, que la ayu-da entre ellos sea recíproca, para que el Japón, según los objeti-vos norteamericanos, se fortalezca y se convierta en un Israel enel Extremo Oriente, en el Pacífico, en el Sudeste Asiático y, porque no, cuando sea necesario y llegue el momento, para poderutilizarlo también contra China.

En esta situación China firmó el tratado de amistad y de co-laboración con el Japón. Este tratado ha empezado a adquirir, yen el futuro lo hará todavía más, grandes proporciones, multila-terales, peligrosas y monstruosas para los destinos del mundo,dado que entre el Japón y China se establecerá una estrecha co-laboración económica y militar cuyo objetivo será la creaciónde esferas de influencia, particulares y comunes, sobre todo enAsia, en Australia y en toda la cuenca del Pacífico. Naturalmen-te, esta colaboración empezará a edificarse a la sombra de laalianza con los Estados Unidos de América y al son de la pro-paganda de guerra contra el socialimperialismo soviético. Elprincipal objetivo de esta alianza chino–japonesa es frenar y de-bilitar a la Unión Soviética, desplazarla de Siberia, Mongolia yotras zonas y poner fin a su influencia en toda Asia y Oceanía,en todos los países miembros de la ASEAN.

Esta es la estrategia del imperialismo norteamericano, perotambién lo es del imperialismo chino y del militarismo japonés.

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Los Estados Unidos de América procurarán ayudar a China y alJapón, y mantenerlos bajo su dirección, procurarán reforzar laalianza con ellos y lanzarlos contra la Unión Soviética. Pero ala vez existe la posibilidad de que un día la política diabólica,hipócrita, imperial, carente de principios y con un espíritu im-perialista–militarista de China y el Japón, se oponga a la super-potencia que les ayudó a levantarse, como hizo Alemania en laépoca de Hitler, que se convirtió en una terrible potencia fascis-ta, atacó a los aliados de los Estados Unidos de América y entróen guerra con ellos.

Los Estados Unidos de América se esforzaron por mantenerel equilibrio entre el potencial chino y el japonés, el cual va enaumento. Pero, un buen día no estarán en condiciones de hacer-lo y la alianza imperialista militarista chino–japonesa constitui-rá simultáneamente un peligro no sólo para la Unión Soviética,sino también para los propios Estados Unidos de América, de-bido a que los intereses de estos dos grandes países asiáticos im-perialistas, China y el Japón, coinciden en sus designios de do-minar Asia y otras zonas, y de debilitar al imperialismo nortea-mericano y al socialimperialismo soviético.

En la OTAN, los Estados Unidos de América tienen una po-sición dominante y una gran influencia militar, política y econó-mica. No obstante esto, y a pesar de su unidad interna, la OTANha comenzado a diferenciarse desde el punto de vista de la in-fluencia que ejercen cada uno de sus miembros y por la imposi-ción de un estado sobre los otros.

En esta organización la Republica Federal de Alemania sefortalece de año en año. Su potencial económico y político, y sucomercio de armas rebasan las fronteras del Mercado ComúnEuropeo. Ahora podemos decir que la política de Alemania Oc-cidental está tomando los rasgos de un revanchismo fascista to-talitario que pretende crear sus propias zonas de influencia. Es-to, naturalmente, no es del agrado de Inglaterra y Francia, queson los otros dos socios principales de los Estados Unidos deAmérica en la OTAN.

Alemania Occidental reclama la unificación de los dos esta-dos alemanes que daría lugar a un estado poderoso con un granpotencial militar, el cual constituiría una amenaza para el socia-limperialismo soviético y, en caso de una conflagración general,en alianza con el Japón y China, podría llegar a ser un peligropara todo el mundo. Desarrolla relaciones muy estrechas espe-cialmente con China. Se encuentra a la cabeza de los estados eu-ropeos en los intercambios comerciales con China. Al mismotiempo Alemania Occidental es el mayor y más poderoso abas-tecedor europeo de China con créditos, tecnología y armas mo-dernas.

Inglaterra y Francia tienen, del mismo modo, grandes intere-ses en China, por eso desarrollan sus relaciones con ella. Ahorabien, los intereses de China con Bonn son mayores. Esto preo-cupa a Inglaterra y Francia porque, de fortalecerse todavía más,la República Federal de Alemania puede llegar a tener un mayordominio sobre sus socios de la OTAN y del Mercado ComúnEuropeo. Por eso, constatamos que tanto el gobierno inglés co-mo el francés, cuando hablan de amistad y de relaciones conChina, no olvidan señalar que desean desarrollar aún más las re-laciones económicas y amistosas con la Unión Soviética. Lomismo dice Bonn, y sin embargo desarrolla rápidamente sus re-laciones con China, que se presenta como el principal enemigode la Unión Soviética. Los poderosos revanchistas de Bonn, seproclaman abiertamente como los más próximos aliados de Chi-na. Por eso China no mira a la Alemania Federal de la mismamanera que a Francia e Inglaterra.

La estrategia del socialimperialismo soviético

Una vez que los jruschovistas se hicieron con el poder en laUnión Soviética, se plantearon como principal objetivo la des-trucción de la dictadura del proletariado, la restauración del ca-pitalismo y la transformación de la Unión Soviética en una su-

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perpotencia imperialista.*En primer lugar, Jruschov y su grupo, tras consolidar sus po-

siciones después de la muerte de Stalin, desencadenaron suofensiva contra la ideología marxista–leninista y la lucha pararepudiar el leninismo, atacando a Stalin y haciendo recaer sobreél todas las calumnias que había fabricado desde hacia tiempola inmunda propaganda de la burguesía capitalista mundial. Losjruschovistas asumieron así el papel de portavoces y ejecutoresde los deseos del capital contra la ideología marxista–leninistay la revolución en la Unión Soviética. De manera sistemática li-quidaron toda la estructura socialista de la Unión Soviética, seempeñaron en liberalizar el sistema soviético, en transformar elestado de dictadura del proletariado en un estado burgués, y laeconomía y la cultura socialistas en capitalistas.

La Unión Soviética, que se convirtió en un país revisionista,en un estado socialimperialista, trazó una estrategia y una tácti-ca propias. Los jruschovistas estructuraron una política que lespermitiera encubrir toda su actividad con una fraseología leni-nista. Elaboraron su ideología revisionista de tal manera que lespermitiera hacerla pasar a los ojos del proletariado y de los pue-blos como un «marxismo–leninismo de un nuevo período», ydecir a los comunistas, del interior y el exterior del país, que «enla Unión Soviética prosigue la revolución en las nuevas condi-ciones políticas, ideológicas y económicas de la evolución mun-dial» y que ésta revolución no sólo continuaba, sino que supues-tamente este país estaba pasando a la fase de la construcción deuna sociedad comunista sin clases, en la que el partido y el es-tado se extinguían.

El partido fue despojado de sus atributos de vanguardia de laclase obrera, de única fuerza política dirigente del estado y de lasociedad, y se transformó en un partido dominado por los apa-ratchiks y los agentes del KGB. Los revisionistas soviéticos ca-

lificaron su partido de «partido de todo el pueblo» y lo reduje-ron a tal estado que ya no puede ser el partido de la clase obre-ra, sino de la nueva burguesía soviética.

Por otra parte, los revisionistas soviéticos predicaron la coe-xistencia pacífica jruschovista como línea general del movi-miento comunista internacional y proclamaron la «competenciapacífica con el imperialismo norteamericano» como el caminopara el triunfo del socialismo en la Unión Soviética y en losotros países. Declararon, asimismo, que, supuestamente, la re-volución proletaria había entrado en una nueva fase, que podíatriunfar también por otras vías, diferentes de la toma violentadel poder por parte del proletariado. Según ellos, el poder podíaser tomado por medio del camino pacífico, parlamentario y de-mocrático, por medio de las reformas.

Especulando con el nombre de Lenin y del partido bolchevi-que, los revisionistas jruschovistas hicieron todo tipo de esfuer-zos para imponer su línea antimarxista, esta revisión de la teo-ría marxista–leninista en todos los terrenos, a todos los partidoscomunistas del mundo. Querían que los partidos comunistas yobreros del mundo se encuadraran en esta línea revisionista y setransformaran en partidos contrarrevolucionarios, en ciegos ins-trumentos de la dictadura burguesa, para servir al capitalismo.

Pero estos deseos no se vieron completamente realizados,porque, en primer lugar, el Partido del Trabajo de Albania semantuvo inconmovible en la aplicación consecuente del marxis-mo–leninismo y en la defensa de su pureza. En aquellos mo-mentos hubo también otros partidos que, sin tener razones mar-xista–leninistas puras, vacilaron, no aceptaron enteramente lasorientaciones jruschovistas, otros las admitieron a medias, peroposteriormente acabaron por someterse. En aquellos momentostambién el Partido Comunista de China se opuso a los jruscho-vistas, pero, como demuestran los hechos, se guiaba por fines yobjetivos totalmente opuestos a los que llevaron al Partido delTrabajo de Albania a lanzarse al combate contra el revisionismojruschovista.

* Véase: Enver Hoxha. Los Jruschovistas (Memorias), Casa Editora «8Nëntori», Tirana, 1984, segunda edición en español.

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Con su acceso al poder, los jruschovistas prepararon a la vezla plataforma de su política exterior. Al igual que el imperialis-mo norteamericano, el socialimperialismo soviético basó su po-lítica exterior en la expansión y el hegemonismo, a través de lacarrera armamentista, las presiones y el chantaje, la agresiónmilitar, económica e ideológica. El objetivo de esta política erael establecimiento de la dominación socialimperialista en todoel mundo.

La Unión Soviética aplica una política típicamente neocolo-nialista en los países del COMECON. Las economías de estospaíses se han convertido en apéndices de la economía soviética.Para tenerlos subyugados, la Unión Soviética se vale del Trata-do de Varsovia, que le permite mantener acantonados en estospaíses importantes contingentes militares, que en nada difierende los ejércitos ocupantes. El Tratado de Varsovia es un pactomilitar agresivo que está al servicio de la política de las presio-nes, los chantajes y las intervenciones armadas del socialimpe-rialismo soviético. También las «teorías» revisionista–imperia-listas de la «comunidad socialista», la «división socialista deltrabajo», la «soberanía limitada», la «integración económica so-cialista», etc., están al servicio de esta política neocolonialista.

Pero el socialimperialismo soviético no se siente satisfechocon la dominación que ejerce sobre sus estados satélites. Delmismo modo que los demás estados imperialistas, la Unión So-viética pugna ahora por conseguir nuevos mercados y esferas deinfluencia, por invertir sus capitales en diversos países, por aca-parar fuentes de materias primas, par extender su neocolonialis-mo a África, Asia, América Latina y otras partes.

Para ensanchar su expansión y su hegemonismo, el socialim-perialismo soviético ha elaborado todo un plan estratégico, quecomprende una serie de actividades económicas, políticas, ideo-lógicas y militares.

Al mismo tiempo los revisionistas soviéticos se dedican aminar las revoluciones y las luchas de liberación de los pueblosrecurriendo a los mismos medios y métodos que utilizan los im-

perialistas norteamericanos. Normalmente los socialimperialis-tas actúan por medio de los partidos revisionistas, que son ins-trumentos suyos, sin embargo, según el caso y las circunstan-cias, también intentan corromper y sobornar a camarillas quedominan en los países no desarrollados, ofrecen «ayudas» eco-nómicas avasalladoras para después penetrar en estos países,instigan conflictos armados entre las distintas camarillas, apo-yando a una u otra, traman complots y putschs para colocar enel poder regímenes pro soviéticos, recurren a la intervenciónmilitar directa, como hicieron junto con los cubanos en Angola,Etiopia y otros lugares.

Los socialimperialistas soviéticos llevan a cabo su interven-ción y sus actos hegemonistas y neocolonialistas bajo la masca-ra de la ayuda y el respaldo a las fuerzas revolucionarias, a la re-volución, a la construcción socialista. En verdad lo que hacen esayudar a la contrarrevolución.

La Unión Soviética intenta abrirse paso para realizar sus pla-nes expansionistas neocolonialistas, presentándose como unpaís que sigue una política leninista e internacionalista, comoaliado, amigo y defensor de los nuevos estados nacionales, delos países poco desarrollados, etc. Los revisionistas soviéticospreconizan que estos países, al ligarse a la Unión Soviética y ala llamada «comunidad socialista», que es proclamada como la«principal fuerza motriz de la actual evolución mundial», pue-den avanzar con éxito por el camino de la libertad y la indepen-dencia, e incluso del socialismo. A tal efecto han inventado asi-mismo las teorías del «camino no capitalista de desarrollo», dela «orientación socialista», etc.

La estrategia de los socialimperialistas soviéticos no tienenada en común con el socialismo y el leninismo, contrariamen-te a lo que ellos pretenden. Es la estrategia de un estado impe-rialista rapaz que busca extender su hegemonía y su dominacióna todos los continentes y a todos los países.

Esta política hegemonista y neocolonialista que sigue laUnión Soviética revisionista choca, y no puede ser de otra ma-

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nera, con la política que siguen los Estados Unidos de Américay la que ha comenzado a practicar China. Se trata de un enfren-tamiento de intereses de los imperialistas en su lucha por repar-tirse el mundo. Son precisamente estos intereses y esta lucha losque contraponen a las superpotencias entre sí, los que incitan acada una de ellas a utilizar todas sus fuerzas y medios para de-bilitar a su rival o rivales, mientras que los choques no lleguena tal punto de exacerbación que los lance a enfrentamientos ar-mados.

La estrategia del socialimperialismo chino

Los acontecimientos y los hechos demuestran cada vez me-jor que China se hunde más y más en el revisionismo, en el ca-pitalismo y en el imperialismo. En este sentido trabaja para rea-lizar una serie de tareas estratégicas, a escala nacional e interna-cional.

A escala nacional, el socialimperialismo chino se ha plantea-do la tarea de suprimir cualquier medida de carácter socialistaque se hubiera adoptado después de la liberación, y crear un sis-tema capitalista en la base y la superestructura a fin de hacer queChina sea a finales del presente siglo una gran potencia capita-lista, gracias a la aplicación de las llamadas «cuatro moderniza-ciones», de la industria, la agricultura, el ejército y la ciencia.

Lucha por crear en el interior del país una organización queasegure la dominación de la vieja y la nueva burguesía capita-lista china sobre el pueblo chino. El revisionismo chino intentaimplantar esta organización y dominación adoptando el caminofascista, con el látigo, con la represión. Trabaja para crear unaunidad entre el ejercito y las retaguardias, de tal manera que és-tas sirvan a este ejército represivo.

Las formas y los métodos que más han llamado la atenciónde la dirección china, y que pueden ser aplicados en China, sonlos titistas, particularmente el sistema yugoslavo de «autoges-

tión». Numerosas comisiones y delegaciones chinas, de todoslos sectores y especialidades, han sido encargadas de estudiarsobre el terreno este sistema y en general la experiencia del «so-cialismo» capitalista yugoslavo.

Este sistema y esta experiencia ya están siendo aplicados enChina. Sin embargo, por otro lado, los dirigentes revisionistasde China no pueden hacer caso omiso de los fracasos de la «au-togestión» titista, no pueden dejar de tener presente que las con-diciones de su país son totalmente diferentes de las de Yugosla-via. Además, consideran indispensable tomar de prestado mu-chas cosas de las formas y los métodos capitalistas, los cuales,según ellos, han mostrado su «eficacia» en los Estados Unidosde América, en Alemania Occidental, en el Japón y en otros paí-ses burgueses. Al parecer, el sistema capitalista que se está cons-truyendo y desarrollando en China, será un sistema injertadocon diferentes formas y métodos revisionista–capitalistas y tra-dicionales chinos.

Para transformarse en una gran potencia capitalista, el revi-sionismo chino necesita un período de paz. Con esta necesidadestá ligada la consigna del «gran orden» lanzada por el XI Con-greso del partido chino1. Para asegurar un «orden» de este tipo,se requiere, por un lado, un régimen capitalista de tipo dictato-rial fascista y, por otro, conservar a toda costa la paz y el com-promiso entre los grupos rivales, que han existido y siguen exis-tiendo en el partido y el estado chino. El tiempo dirá en qué me-dida podrán asegurarse este orden y esta paz.

La política de los dirigentes chinos para hacer de China unasuperpotencia, trata de conseguir que ésta se beneficie económi-ca y militarmente del imperialismo norteamericano, así como delos países capitalistas desarrollados, aliados de los Estados Uni-dos de América.

Esta política de China ha suscitado un gran interés en el mun-do capitalista, sobre todo el interés del imperialismo norteame-

1 Celebrado en agosto de 1977.

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ricano, quien ve en esta política de China un gran apoyo a supropia estrategia, que tiende a mantener en pie el capitalismo yel imperialismo, consolidar el neocolonialismo, extinguir las re-voluciones y estrangular el socialismo, así como a debilitar a surival, la Unión Soviética.

Como ha declarado Carter, el imperialismo norteamericanodesea «colaborar estrechamente con los chinos». Carter ha su-brayado: «nosotros consideramos las relaciones norteamerica-no–chinas como un elemento central de nuestra política globaly consideramos a China como una fuerza clave para la paz».China está por una coexistencia pacífica que la aproxime lo másposible a los Estados Unidos de América.

Debido a estos puntos de vista y posturas, China se alineacon los estados burgués–capitalistas que fundan su existencia,en tanto que estados, en el imperialismo norteamericano. Esteviraje de China hacia el imperialismo, al igual que el que dieranantes la Unión Soviética y otros, es cada día más real. Esto esobservado por los mismos imperialistas, que, alegres ante esta«nueva realidad», declaran que «los conflictos ideológicos quesepararon a los Estados Unidos de América, la Unión Soviéticay China en los años 50, hoy son menos visibles y existe una cre-ciente necesidad de colaboración entre las superpotencias...».

Los imperialistas norteamericanos y su presidente Carter semuestran dispuestos a ayudar a China para que consolide sueconomía y refuerce su ejército, siempre, claro está, en la medi-da en que les interese. Palmotean las espaldas de los dirigentesrevisionistas chinos, porque la estrategia de China constituyeuna importante ayuda para los objetivos hegemonistas del impe-rialismo norteamericano.

China aplaude los puntos de vista y los actos norteamerica-nos contra la Unión Soviética revisionista, porque quiere de-mostrar que supuestamente sirven a la revolución, sirven al de-bilitamiento de la gran potencia más peligrosa del mundo, el so-cialimperialismo soviético. A su vez, el imperialismo norteame-ricano aplaude los puntos de vista y los actos de China contra la

Unión Soviética revisionista, porque, como ha declarado uno delos más íntimos colaboradores de Carter, «el conflicto chino–so-viético crea una especie de estructura global más pluralista»,por la cual se pronuncia el imperialismo norteamericano y laconsidera compatible con su noción de «cómo debe ser organi-zado el mundo», es decir, de cómo azuzar a los demás a destro-zarse mutuamente y después los Estados Unidos de Américaasentar con más facilidad su dominación en todos lados.

La política pragmática y aberrante de China la ha empujadoa convertirse en aliada del imperialismo norteamericano y a pro-clamar al socialimperialismo soviético como el enemigo y peli-gro principal. Mañana, cuando China vea que ha logrado su ob-jetivo de debilitar al socialimperialismo soviético, cuando vea,según su lógica, que el imperialismo norteamericano está forta-leciéndose, entonces, dado que se apoya en un imperialismo pa-ra combatir a otro imperialismo, podrá continuar su lucha en elotro flanco. En este caso el imperialismo norteamericano podráconvertirse en el más peligroso y entonces China, automática-mente, podrá adoptar una posición contraria a la precedente.

Esta es una posibilidad real. En su VIII Congreso celebradoen 1956 los revisionistas chinos consideraron al imperialismonorteamericano como el peligro principal. Posteriormente, en elIX Congreso, en abril de 1969, declararon que el peligro princi-pal lo constituían las dos superpotencias, el imperialismo nor-teamericano y el socialimperialismo soviético. Más tarde, des-pués del X Congreso, que se efectuó en agosto de 1973, y en elXI Congreso, proclamaron como enemigo principal únicamen-te al socialimperialismo soviético. Con tales bandazos, con talpolítica pragmática, no está descartado que el XII o el XIII Con-greso apoye al socialimperialismo soviético y declare que elenemigo principal es el imperialismo norteamericano, y así has-ta que China alcance su objetivo de transformarse un una granpotencia capitalista mundial. En este caso, ¿qué papel desempe-ñará China en la arena internacional? Su papel nunca será revo-lucionario, sino regresivo, contrarrevolucionario.

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Un importante aspecto de la política exterior china es laalianza con el Japón. Esta alianza racista de estos dos estados,por así decirlo, amarillos, sellada recientemente con el tratadochino–japonés, tiende, como subrayamos más arriba, a realizarlos planes estratégicos de China y Japón para dominar conjun-tamente Asia, los países de la ASEAN y Oceanía. Los revisio-nistas chinos necesitan este tratado y la amistad con el Japón pa-ra amenazar, en colusión con los militaristas japoneses, al socia-limperialismo soviético y, si fuera posible, liquidarlo y acabarcon su influencia en Asia.

Pero, además, China trata de aprovechar sus lazos con el Ja-pón para obtener créditos de él, importar técnica, tecnología yarmamento con miras a realizar sus propias ambiciones de granpatencia. Tanta importancia atribuye China a la colaboracióneconómica multilateral con el Japón, que más de la mitad de sucomercio exterior se desarrolla con este país.

A la hora de realizar su política expansionista, la China so-cialimperialista trabaja por extender lo más posible su influen-cia en Asia. Actualmente no tiene ninguna influencia en la In-dia, donde tanto los Estados Unidos de América como la UniónSoviética, tienen intereses particulares y comunes en el marcode los cambios y las alianzas que puedan tener lugar en el futu-ro. China desea mejorar de una u otra manera sus relaciones di-plomáticas con la India. Pero las pretensiones de la India haciael Tibet son grandes. La India combatirá por liquidar la escasainfluencia que pueda tener China en Pakistán, puesto que éste esun país estratégico en el flanco de Irán y Afganistán. Aquí co-mienzan las rivalidades por la gran cuenca petrolífera del Orien-te Medio, que está dominada por el imperialismo norteamerica-no. A China le es muy difícil penetrar en ella. Hará una políticacontraria a los intereses de los pueblos árabes y en pro de los in-tereses norteamericanos, hasta que llegue el momento de poten-ciarse ella misma. A la vez China ayudará a los Estados Unidosde América para que, junto con países como Irán, Arabia Saudi-ta y otros, se conviertan en una poderosa barrera contra la pene-

tración política, económica y militar soviética en esta zona vitalpara el imperialismo norteamericano y el imperialismo europeo.

Para alcanzar sus fines, los socialimperialistas chinos dedi-can una atención particular a Europa Occidental. Su objetivo escontraponerla al socialimperialismo soviético. Por eso apoyan,utilizando todas las formas, a la OTAN y la alianza de los paí-ses europeos con los Estados Unidos de América, al MercadoComún Europeo y la «Europa Unida».

En su plan estratégico, la China socialimperialista se propo-ne extender a los países del «tercer mundo», como ella los lla-ma, su influencia y su hegemonía. La teoría del «tercer mundo»tiene gran importancia para China. Mao Tse–tung no proclamóesta «teoría» porque fuese un soñador, sino con objetivos hege-monistas bien determinados, para que China domine el mundo.Los sucesores de Mao Tse–tung y Chou En–lai siguen la mismaestrategia.

Los designios estratégicos chinos se extienden también alllamado «mundo no alineado», que es preconizado por el titis-mo. Entre estos «mundos» no existe ninguna diferencia, se in-terfieren mutuamente. Es difícil discernir qué estados son del«tercer mundo» y qué los distingue de los «países no alinea-dos», qué estados forman parte de los «no alineados» y qué losdistingue de los del «tercer mundo». Así pues, cualquiera quesea el nombre que se les dé, se trata de los mismos estados.

Esta es otra de las razones por las que la dirección china atri-buye una importancia tan grande a las muy amistosas relacionesestatales y de partido con Tito y Yugoslavia en todos los terre-nos: ideológico, político, económico y militar.

La comunidad de concepciones entre los revisionistas chinosy los revisionistas yugoslavos no les impide explotar la cordialamistad que existe entre ellos en función de los fines particula-res de cada uno.

Tito trata de aprovechar las declaraciones de Jua Kuo–fengsobre su fidelidad y la del partido yugoslavo al marxismo–leni-nismo, sobre el carácter socialista de la «autogestión», sobre la

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política interior y exterior «marxista–leninista» que siguen lostitistas, para demostrar que el desenmascaramiento de que ha si-do objeto por sus desviaciones antimarxistas, por su políticachovinista, reaccionaria y pro imperialista, por su revisionismo,no pasa de ser una calumnia de los stalinistas y, sobre esta base,trata de mejorar su reputación a escala internacional.

Por su parte, Jua Kuo–feng aprovecha las relaciones con Yu-goslavia para la llamada apertura de China hacia Europa. Losrevisionistas chinos se esfuerzan también por utilizar la amistadcon los titistas, que se las dan de campeones del «no–alinea-miento», como un importante canal para poder introducirse enlos países «no alineados» e imponerles su dominación. No fuepor azar que Jua Kuo–feng, en el curso de su visita a Yugosla-via2, pusiese por las nubes el movimiento de los «no alineados»,calificándolo de «fuerza importantísima en la lucha de los pue-blos del mundo contra el imperialismo, el colonialismo y el he-gemonismo». Si cubrió de elogios a este movimiento y a Tito,es porque sueña con apoderarse de dicho movimiento y hacerque Pekín se convierta en su centro.

En todos sus aspectos, la política del socialimperialismo chi-no es la política de una gran potencia imperialista, es una polí-tica contrarrevolucionaria y belicista, y por eso será execrada,contestada y combatida cada vez más por los pueblos.

** *

Las superpotencias imperialistas, de las cuales hemos habla-do más arriba, seguirán siendo imperialistas y belicistas, y, si noes hoy, será mañana cuando arrojaran el mundo a una gran gue-rra atómica.

El imperialismo norteamericano trata de hundir cada vez más

sus colmillos en la economía de los otros pueblos, mientras queel socialimperialismo soviético, que apenas ha mostrado sus ga-rras, intenta clavarlas en diversos países del mundo para crear-se, a su vez, posiciones neocolonialistas e imperialistas y refor-zarlas. Pero existe también la «Europa Unida», ligada por me-dio de la OTAN a los Estados Unidos de América, que tiene ten-dencias imperialistas no globales, sino particulares. Por otraparte, China, que busca convertirse en superpotencia, tambiénha entrado en la danza, así como el militarismo japonés que seha levantado. Estos dos imperialismos se alían para formar unapotencia imperialista que se oponga a las demás. En tales con-diciones aumenta el gran peligro de una guerra mundial. Lasalianzas actuales son un hecho, pero irán dislocándose, en elsentido de modificar sus rumbos, no así su contenido.

Los bellos discursos sobre el desarme que se pronuncian enla ONU y en las distintas conferencias internacionales organiza-das por los imperialistas, son demagogia. Los imperialistas hancreado y protegen el monopolio de las armas estratégicas y de-sarrollan un enorme tráfico de armas, no para garantizar la pazy la seguridad de las naciones, sino para obtener supergananciasy aplastar la revolución y los pueblos, para desencadenar gue-rras de agresión. Stalin ha dicho:

«Los estados burgueses se arman y se rearman fu-riosamente. ¿Por qué? Naturalmente, no para pa-sar el tiempo, sino para la guerra. Y los imperialis-tas necesitan la guerra, porque es el único mediapara repartirse el mundo, para repartirse los mer-cados, las fuentes de materias primas y las esferasde utilización del capital.»*

En su rivalidad, que las conduce a la guerra, las superpoten-cias, con seguridad, provocarán y fomentarán muchas guerras

2 Agosto de 1978. * J. V. Stalin. Obras, t. XII, págs. 242–243, ed. en albanés.

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parciales entre diversos estados del «tercer mundo», de los «paí-ses no alineados» o de los «países en vías de desarrollo».

El presidente Carter ha expresado la opinión de que la gue-rra puede estallar sólo en dos puntos del globo, en Oriente Me-dio y en África. Y se comprende por qué, porque precisamenteen estas dos regiones del mundo los Estados Unidos de Améri-ca tienen hoy mayores intereses. En el Oriente Medio se en-cuentra el petróleo y en la rica África chocan los grandes inte-reses económicos y estratégicos neocolonialistas por el repartode los mercados y las zonas de influencia entre las superpoten-cias, que buscan conservar y reforzar sus posiciones y conquis-tar otras.

Pero, aparte del Oriente Medio y África, hay otras zonas don-de chocan los intereses de las superpotencias, como por ejemploel Sudeste Asiático. Los Estados Unidos de América, la UniónSoviética y, además, China, tratan, de establecer sus zonas de in-fluencia y repartirse los mercados. Esto incluso engendra con-flictos que de vez en cuando se convierten en guerras locales, cu-yo objetivo no es en absoluto liberar a los pueblos, sino implan-tar o suplantar las camarillas dominantes del capital aborigen,que unas veces están con una superpotencia y otras veces conotra. El socialimperialismo soviético y el imperialismo nortea-mericano son dos hidras de las cuales los pueblos no se fían. Delmismo modo, los pueblos tampoco se fían de China.

Cuando las superpotencias no consigan realizar sus interesesexpoliadores a través de los medios económicos, ideológicos ydiplomáticos, cuando las contradicciones se hayan agravado alextremo, cuando las transacciones y las «reformas» resultenineficaces para resolver estas contradicciones, entonces estalla-rá la guerra entre ellas. Por lo tanto los pueblos, que serán losque derramaran su sangre en esta guerra, deben intentar con to-das sus fuerzas no dejarse coger desprevenidos, deben sabotearla guerra interimperialista de rapiña, para evitar que tome lasproporciones de una conflagración mundial y, si esto no puedenlograrlo, convertirla en guerra de liberación y triunfar.

El papel del titismo y de las otras corrientesrevisionistas en la estrategia global delimperialismo y del socialimperialismo

EI imperialismo, el socialimperialismo, el capitalismo mun-dial y la reacción en la lucha feroz que llevan a cabo contra larevolución, el socialismo y los pueblos, tienen el respaldo de losrevisionistas modernos de todas las corrientes. Estos renegadosy traidores contribuyen a que el imperialismo aplique su estra-tegia global, minando desde el interior, escindiendo y sabotean-do los esfuerzos del proletariado y la lucha de los pueblos porsacudirse del yugo social y nacional. Los revisionistas moder-nos han asumido la misión de denigrar y deformar el marxis-mo–leninismo, de desorientar a la gente y apartarla de la lucharevolucionaria, de ayudar a que el capital preserve y perpetúe susistema de opresión y explotación.

A la par de los revisionistas soviéticos y chinos, sobre loscuales ya hemos hablado, también los revisionistas titistas yu-goslavos desempeñan un papel de primer orden en el gran-de y peligroso juego contrarrevolucionario.

El titismo es una vieja agencia del capital, una de las armaspreferidas de la burguesía imperialista en su lucha contra el so-cialismo y los movimientos de liberación.

Los pueblos de Yugoslavia lucharon con abnegación contralos ocupantes nazi fascistas por la libertad, la democracia y elsocialismo. Lograron liberar el país, pero no les dejaron llevaradelante la revolución en el camino del socialismo. La direcciónrevisionista yugoslava con Tito a la cabeza, trabajada hace tiem-po en secreto por el Intelligence Service, aunque durante el pe-riodo de la guerra pretendía hacer creer que conservaba los ras-gos de un partido de la III Internacional, en realidad perseguíaotros objetivos, en oposición al marxismo–leninismo y a las as-piraciones de los pueblos de Yugoslavia de construir una socie-

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dad verdaderamente socialista en este país.El Partido Comunista de Yugoslavia que llegó al poder, ha-

bía heredado considerables errores de carácter desviacionista.Después de la Segunda Guerra Mundial manifestó acentuadosrasgos nacional–chovinistas, que ya habían aflorado en lostiempos de la guerra. Estos rasgos aparecieron en su renuncia ala ideología marxista–leninista, en sus posturas respecto a laUnión Soviética y Stalin, en sus actitudes y actos chovinistashacia Albania, etc.

El sistema de democracia popular que se instauró en Yugos-lavia, era provisional, no se ajustaba a los deseos de la camari-lla en el poder, a pesar de que esta camarilla no dejaba de auto-denominarse «marxista». Los titistas no estaban por la construc-ción del socialismo, no estaban por que el Partido Comunista deYugoslavia se guiara por la teoría marxista–leninista y no acep-taban la dictadura del proletariado. En esto tuvo su origen elconflicto que estalló entre la Oficina de Información de los Par-tidos Comunistas y Obreros y el Partido Comunista de Yugosla-via. Se trataba de un conflicto ideológico entre el marxismo–le-ninismo y el revisionismo, y no de un conflicto entre personaspor razones de «predominio», como quieren presentarlo los re-visionistas. Stalin defendía la pureza de la teoría marxista–leni-nista, Tito defendía la corriente desviacionista, revisionista, an-timarxista del revisionismo moderno, siguiendo las huellas deBrowder y de los otros oportunistas, que aparecieron en víspe-ras y en el curso de la Segunda Guerra Mundial.

En los primeros años de la liberación, la dirección yugoslavasimulaba tomar como ejemplo la construcción del socialismo enla Unión Soviética y proclamó que estaba construyendo el so-cialismo en Yugoslavia. Esto se hacía para embaucar a los pue-blos de Yugoslavia que habían derramado la sangre y aspirabanal socialismo auténtico.

De hecho, los titistas no estaban ni podían estar por el régi-men social socialista ni por la forma de organización del estadosoviético, porque Tito abogaba por el sistema capitalista y por

un estado esencialmente democrático–burgués, donde su cama-rilla tuviera el poder. Este estado serviría para crear la idea deque en Yugoslavia se construía el socialismo, pero un socialis-mo «específico» de un «tipo más humano», precisamente esaespecie de «socialismo» que serviría de quinta columna en el se-no de los países socialistas. Todo había sido bien calculado ycoordinado por los imperialistas anglo–norteamericanos y elgrupo titista. Así los revisionistas yugoslavos, haciendo el jue-go al imperialismo y al capitalismo mundial, y en colusión conellos, se pusieron en contra de la Unión Soviética.

El imperialismo inglés, y posteriormente el norteamericano,continuando sus viejos planes, ya en los tiempos de la lucha an-tifascista de liberación nacional, ayudaron a Tito no sólo a sepa-rarse de la Unión Soviética, sino también a emprender actos desabotaje contra ella y, sobre todo a trabajar para separar delcampo socialista otros países de democracia popular, a fin deaislar a la Unión Soviética de todos estos países y unirlos conOccidente. Esta era la política del capitalismo mundial y de suagente el titismo.

Churchill, este anticomunista rabioso, se interesó directa ypersonalmente por poner a Tito y su grupo al servicio del capi-talismo. Durante la guerra, envió junto al estado mayor de Tito,como dice el propio líder británico, a sus «amigos de mayorconfianza» y después a su hijo. Por último, él mismo se entre-vistó con Tito en Nápoles, en agosto de 1944, para asegurarseplenamente de que no le andaba con subterfugios. En sus me-morias Churchill escribe que, en sus conversaciones con Tito,éste se mostró dispuesto a hacer más tarde una declaraciónabierta diciendo que «el comunismo no será instaurado en Yu-goslavia después de la guerra».

Tito puso tanta energía en servir a sus amos, que Churchillapreciando sus grandes servicios, le declaró: «Ahora compren-do que usted tenía razón, por eso estoy con usted, le quiero mu-cho, incluso mucho más que antes». No se podría imaginar unadeclaración de amor más ardiente.

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Sin haberse separado por completo de la Unión Soviética yde los países de democracia popular, Yugoslavia recibió consi-derables ayudas económicas, políticas, ideológicas y militaresde los imperialistas, en particular del imperialismo norteameri-cano, ayudas que con el correr del tiempo fueron más frecuen-tes y continuas.

Estas ayudas fueron concedidas sólo a condición de que elpaís se desarrollase en la vía capitalista. La burguesía imperia-lista no se oponía a que Yugoslavia conservara exteriormenteformas socialistas, al contrario, le interesaba mucho que se pre-sentara con un barniz socialista porque así serviría como un ar-ma más eficaz en la lucha contra el socialismo y los movimien-tos de liberación. Este tipo de «socialismo» no sólo se diferen-ciaría por completo; sino que además sería contrario al socialis-mo previsto y realizado por Lenin y Stalin.

En un periodo relativamente breve, Yugoslavia se convirtióen el portavoz «socialista» del imperialismo norteamericano, enagencia diversionista destinada a ayudar al capital mundial.Desde 1948 hasta hoy día, el titismo se ha caracterizado por unafebril actividad contra el marxismo–leninismo, para organizaren todo el mundo una campaña propagandística que presente elsistema yugoslavo bajo la forma de un régimen «socialista au-téntico», como una «sociedad nueva», como un «socialismo noalineado», que no es como el que Lenin y Stalin habían cons-truido en la Unión Soviética, sino un régimen socialista «conrostro humano», que se experimenta por primera vez en el mun-do y que da «brillantes resultado». Esta propaganda se ha pro-puesto y se propone meter en un callejón sin salida a los pueblosy a las fuerzas progresistas, que luchan por la libertad y la inde-pendencia en los cuatro puntos cardinales del globo.

Los revisionistas yugoslavos adoptaron en su país las formasde gobierno que en los tiempos de Lenin pretendieron utilizar enla Unión Soviética los trotskistas y otros elementos anarquistasincitados por la burguesía capitalista para sabotear la construc-ción del socialismo. Adoptando estas formas, Tito, mientras de-

cía que estaba construyendo el socialismo, deformó por comple-to los principios marxista–leninistas de la edificación de la in-dustria, la agricultura, etc.

En el plano de la administración y la dirección organizativo-–política, las Repúblicas de Yugoslavia adquirieron una fisono-mía tal que el centralismo democrático fue liquidado, el papeldel Partido Comunista de Yugoslavia se desvaneció. El PartidoComunista de Yugoslavia cambió de nombre, transformándoseen «Liga de los Comunistas de Yugoslavia», denominación enapariencia marxista, pero antimarxista en su contenido, en susnormas, en sus atribuciones y en sus fines. La Liga se convirtióen un frente sin columna vertebral, se despojó de los rasgos dis-tintivos de un partido marxista–leninista, conservó la vieja for-ma, pero ya no desempeñaba el papel de vanguardia de la claseobrera, ya no era la fuerza política que dirigía la República Fe-derativa de Yugoslavia, sino que, según decían los revisionistas,sólo cumplía funciones «educativas» generales.

La dirección titista puso el partido bajo la dependencia y elcontrol de la UDB, lo transformó en una organización fascista,y el estado en una dictadura fascista. Nosotros conocemos desobra el carácter extremadamente peligroso de estos actos, por-que lo mismo pretendió hacer en Albania el agente de los titis-tas Koci Xoxe.

Tito, Rankovic y su red de agentes liquidaron por entero to-do lo que podía tener el verdadero color del socialismo. El titis-mo combatió encarnizadamente a los elementos del interior quebuscaban hacer saltar por los aires esta red de agentes y esta or-ganización capitalista–revisionista, así como a la propagandamarxista–leninista que se desarrollaba en el exterior y desen-mascaraba ese sistema que se hacía pasar por socialista.

La dirección titista abandonó muy pronto la colectivizaciónde la agricultura que había empezado en los primeros años, creólas granjas estatales capitalistas, estimuló el desarrollo de lapropiedad privada en el campo, permitió la compraventa de latierra, rehabilitó a los kulaks, dejó el camino libre al floreci-

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constituyen la base material del desarrollo del «socialismo deautogestión» capitalista yugoslava. Sólo la deuda exterior as-ciende a más de 11.000 millones de dólares. Yugoslavia ha reci-bido de los Estados Unidos de América más de 7.000 millonesde dólares en forma de créditos.

A pesar de los numerosos créditos que la dirección titista re-cibe del exterior, los pueblos de Yugoslavia no han probado niprueban los «brillantes resultados» del «socialismo» específico.Por el contrario, en Yugoslavia existe un caos político e ideoló-gico, reina un sistema que engendra un enorme paro forzoso enel interior y una fuerte emigración de mano de obra hacia el ex-terior, lo que hace de Yugoslavia un país totalmente dependien-te de las potencias imperialistas. Los pueblos yugoslavos sonexplotados hasta la médula para satisfacer los intereses de laclase en el poder y los de todas las potencias imperialistas quehan hecho inversiones en este país.

Al estado yugoslavo no le importa que los precios aumentena diario, que la miseria de las masas trabajadoras aumente sincesar, y que el país se haya hundido en deudas, además de ver-se profundamente sumido en la grave crisis del mundo capita-lista. La independencia y la soberanía de Yugoslavia están trun-cadas porque, entre otras cosas, el país no cuenta con un poten-cial económico enteramente propio. La parte principal de estepotencial es común a firmas extranjeras y a diversos estados ca-pitalistas, y por ello sólo puede sentir sobre sus espaldas losefectos desastrosos de la crisis y de la explotación extranjera.

No es por casualidad que el capitalismo mundial apoye tan-to, política y financieramente, a la «autogestión» yugoslava yhaga coro a la propaganda titista para vender este sistema comouna «forma nueva y experimentada de la construcción del socia-lismo» válida para todos los países.

Lo hace porque la forma de la «autogestión» yugoslava esuna vía de subversión y diversión ideológica y política contralos movimientos revolucionarios y de liberación del proletaria-do y de los pueblos, es una manera de abrir paso a la penetra-

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miento del mercado privado en la ciudad y en el campo, em-prendió las primeras reformas que reforzaban la orientación ca-pitalista de la economía.

Entretanto, la burguesía titista estaba en busca de una forma«nueva» para disfrazar el sistema capitalista yugoslavo, y la en-contró. Le dieron el nombre de «autogestión» yugoslava. Lavistieron con un ropaje «marxista–leninista», pretendiendo queeste sistema era el socialismo más autentico.

Inicialmente, la «autogestión» nació como un sistema econó-mico, luego se extendió al dominio de la organización estatal ya todos los demás terrenos de la vida del país.

La teoría y la práctica de la «autogestión» yugoslava son unanegación abierta de las enseñanzas del marxismo–leninismo yde las leyes generales de la construcción del socialismo. El sis-tema económico y político de «autogestión», es una forma anar-cosindicalista de la dictadura burguesa que domina en la Yugos-lavia dependiente del capital internacional.

EI sistema de «autogestión» con todos sus rasgos distintivos,como la eliminación del centralismo democrático, del papel dela dirección única del estado, el federalismo anarquista, la ideo-logía antiestado en general, ha provocado en Yugoslavia un de-sorden y una confusión económica, política e ideológica perma-nentes, un desarrollo débil y desigual entre sus repúblicas y re-giones, grandes diferenciaciones sociales y de clase, discordia yopresión nacional y degeneración de la vida espiritual. Ha cau-sado un marcado fraccionamiento de la clase obrera, suscitandorivalidades entre sus diversos destacamentos y alimentando elespíritu burgués sectorial, localista e individualista. En Yugosla-via, la clase obrera no sólo no desempeña el papel hegemónicoen el estado y la sociedad, sino que el sistema de «autogestión»la pone en condiciones de incapacidad para defender sus pro-pios intereses generales y actuar unida y compacta.

El mundo capitalista, sobre todo el imperialismo norteameri-cano, ha vertido en Yugoslavia ingentes capitales en forma deinversiones, créditos y empréstitos. Son estos capitales los que

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ción política y económica del imperialismo en diversos paísesdel mundo. El imperialismo y la burguesía quieren mantener la«autogestión», para ciertas circunstancias y países, como un sis-tema de reserva para prolongar los días del capitalismo, que noexpira fácilmente, sino que hace esfuerzos por encontrar diver-sas formas de gobernar a expensas de los pueblos.

Un gran servicio prestan a los diversos imperialistas las teo-rías y prácticas yugoslavas del «no–alineamiento», ya que lesayudan a engañar a los pueblos. Esto les interesa tanto a los im-perialistas como a los socialimpertalistas, porque les ayuda a es-tablecer y reforzar su influencia en los «países no alineados»,apartar a los pueblos amantes de la libertad del camino de la li-beración nacional y la revolución proletaria. Por ello, Carter,Brezhnev y también Jua Kuo–feng, elogian la política titista delos «no alineados» y tratan de aprovecharla para sus propios de-signios.

El titismo ha sido y sigue siendo un arma de la burguesía im-perialista, un bombero de la revolución. Se mantiene en la mis-ma fila, tiene los mismos objetivos y está en unidad ideológicacon el revisionismo moderno en general y con sus diversas va-riantes. Las vías, las formas, las tácticas a las que recurren en lalucha contra el marxismo–leninismo, contra la revolución y elsocialismo pueden ser diferentes, pero los objetivos contrarre-volucionarios son los mismos.

En los esfuerzos que hacen la burguesía y la reacción paraaplastar la lucha revolucionaria del proletariado y de los pue-blos, les prestan un gran servicio los partidos revisionistasde Europa, en primer término, así como los de los demáspaíses en todos los continentes.

Los partidos revisionistas de los países de Europa Occiden-tal despliegan esfuerzos para levantar una teoría sobre una «so-ciedad nueva» llamada socialista,* a la que esperan llegar con

«reformas estructurales» y en estrecha coalición con los parti-dos socialdemócratas, e incluso con los partidos de derecha. Es-ta sociedad, según ellos, se edificará sobre nuevos fundamentoscon «reformas sociales», en «paz social»; por «vía parlamenta-ria», a través del «compromiso histórico» con los partidos bur-gueses.

Los partidos revisionistas de Europa, como los de Italia,Francia y España, y tras ellos todos los demás partidos revisio-nistas de Occidente, niegan el leninismo, la lucha de clases, larevolución y la dictadura del proletariado. Todos se han metidoen el camino del compromiso con la burguesía capitalista. Hanbautizado esta línea antimarxista con el nombre de «eurocomu-nismo». El «eurocomunismo» es una nueva corriente seudo co-munista que está y no está en oposición al bloque revisionistasoviético. Esta actitud vacilante se explica con su propósito detener una coexistencia de ideas con la socialdemocracia euro-pea, con toda la diversidad de concepciones que se cuecen en lacaldera de Europa. Los «eurocomunistas» pueden unirse aquienquiera que sea, a excepción de aquellos que luchan por eltriunfo de la revolución y por la pureza de la ideología marxis-ta–leninista.

Todas las corrientes revisionistas, oportunistas y socialdemó-cratas hacen todo lo que está a su alcance por favorecer los dia-bólicos actos de las superpotencias que tienen como fin aplastarla revolución y los pueblos. El que estas corrientes apoyen losorganismos supuestamente nuevos de la burguesía, tiene comoúnico objetivo estrangular la revolución, poniéndole mil y unobstáculos materiales, políticos e ideológicos. Ellas se afananpor desorientar y dividir al proletariado y sus aliados, porque sa-ben que divididos y escindidos en luchas fraccionalistas, no po-drán lograr ni en el interior de un país ni en la plataforma inter-nacional la unidad ideológica, política y de combate que es re-quisito indispensable para enfrentar los ataques del capitalismomundial en descomposición.

La coalición del revisionismo moderno con la socialdemo-* Ver: Enver Hoxa, Eurocomunismo es anticomunismo.

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cracia tiene miedo al advenimiento del fascismo, sobre todo enalgunos países que están amenazados por la extrema derecha.Para evitar la dictadura fascista, los revisionistas y los socialde-mócratas intentan «atenuar» las contradicciones y la lucha declases entre las masas del pueblo y el proletariado, de una par-te, y la burguesía capitalista, de otra. Así pues, para poder ase-gurar una «paz social», estos sujetos de la coalición deben ha-cerse concesiones mutuas, concertar compromisos con la bur-guesía capitalista, entenderse con ella sobre una especie de ré-gimen adecuado para ambas partes. Así, mientras la burguesíacapitalista y sus partidos continúan abiertamente su lucha con-tra el comunismo, los partidos revisionistas intentan tergiversarel marxismo–leninismo, la ideología rectora de la revolución.

Los sindicatos reformistas, educados y entrenados especial-mente en compromisos con la patronal y únicamente para recla-mar limosnas económicas, y no para declarar huelgas por rei-vindicaciones políticas y lograr el objetivo del proletariado detomar el poder, se han convertido en sostén de los partidos revi-sionistas de Europa. Como es natural, los tejemanejes están en-caminados a equilibrar la oferta y la demanda, una parte recla-ma limosnas y la otra determina la cuantía de estas limosnas.Ambas partes, tanto los sindicatos reformistas y los partidos re-visionistas, como la patronal con sus partidos, su poder y sussindicatos, están amenazadas por la revolución, por el proleta-riado, por sus partidos verdaderamente marxista–leninistas. Poreso, están en busca de un compromiso reaccionario, soluciónque no puede ser idéntica en todos los países capitalistas, a cau-sa de las diferencias en cuanto a la fuerza del capital, a las pro-porciones de la crisis y a la amplitud de las contradicciones in-ternas que los corroen.

La revolución, única arma para destruir la estrategiade los enemigos del proletariado y de los pueblos

Todos los enemigos, los imperialistas, los socialimperialistasy los revisionistas, juntos o por separado, luchan por embaucara la humanidad progresista, por desacreditar el marxismo–leni-nismo y particularmente por tergiversar la teoría leninista de larevolución, por aplastar la revolución, cualquier resistencia po-pular y lucha de liberación nacional.

EI arsenal de los enemigos del marxismo–leninismo es gran-de, pero también las fuerzas de la revolución son colosales. Sonprecisamente estas fuerzas que están en ebullición, las que seenfrentan a los enemigos de la revolución y los combaten, lasque han turbado el sueño del mundo capitalista y de la reacciónmundial y les han hecho la vida imposible.

«Un fantasma recorre Europa: et fantasma del co-munismo. Todas Las fuerzas de la vieja Europa sehan unido en santa cruzada para acosar a ese fan-tasma».*

Esta constatación de Marx y Engels sigue siendo actual ennuestros días. El imperialismo, el socialimperialismo y el revi-sionismo moderno se imaginan que el peligro del comunismoha sido eliminado, porque, al creer que el duro golpe que ha su-frido la revolución debido a la traición revisionista es irrepara-ble, menosprecian la fuerza del marxismo–leninismo, sobreesti-man las fuerzas materiales, militares, represivas y económicasde que disponen. Por su parte, esto no es más que una ilusión.

El proletariado mundial recobra sus fuerzas. El y los pueblosamantes de la libertad de día en día se dan cuenta por su propia

* C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista, pág. 13,Tirana, 1974, ed. en albanés.

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experiencia de la traición de los revisionistas titistas, jruschovis-tas, chinos, «eurocomunistas», etc. El tiempo trabaja para la re-volución, para el socialismo y no para la burguesía y el imperia-lismo, ni para el revisionismo moderno y la reacción mundial.El fuego de la revolución arde por doquier en los corazones delos pueblos oprimidos que anhelan conquistar la libertad, la de-mocracia, la verdadera soberanía, tomar el poder en sus manosy seguir el camino del socialismo, destruyendo al imperialismoy a sus lacayos.

Actualmente ocurre el mismo fenómeno que en la época deLenin, cuando la ruptura con la II Internacional dio lugar a lacreación de nuevos partidos marxista–leninistas. La traición re-visionista ha llevado y lleva aparejada necesariamente la crea-ción y el fortalecimiento, en todas partes, de los verdaderos par-tidos comunistas, que han recogido y enarbolado la bandera delmarxismo–leninismo y de la revolución, desechada y pisoteadapor los revisionistas. Estos partidos deben contraponer a la es-trategia global del imperialismo mundial y del revisionismo, lagloriosa estrategia leninista de la revolución, la gran teoría delmarxismo–leninismo. Les incumbe hacer a las masas plenamen-te conscientes de los objetivos y de la justeza de su lucha, de lossacrificios que se precisan; les incumbe agruparlas, organizar-las, dirigirlas y conducirlas a la victoria.

Los marxista–leninistas, que estamos al frente de la titánicalucha que se desarrolla en la actualidad entre el proletariado ylos pueblos oprimidos que aspiran a la libertad, por un lado, ylos feroces y voraces imperialistas, por otro lado, debemos dar-nos cuenta cabalmente de los objetivos, las tácticas, los métodosy las formas de lucha de los enemigos comunes y de los enemi-gos específicos de cada país. No podemos considerar esto en sujusto valor, si no nos apoyamos firmemente en la teoría marxis-ta–leninista de la revolución, si no vemos que en las situacionesactuales existe y seguirá existiendo en el futuro una serie de es-labones débiles en la cadena del capitalismo mundial, en loscuales los revolucionarios y los pueblos deben desarrollar una

actividad ininterrumpida, una lucha organizada, inflexible y va-lerosa a fin de que estos eslabones vayan desgajándose de ma-nera sucesiva. Esto, naturalmente, exige esfuerzos, lucha, sacri-ficios y espíritu de abnegación. Los pueblos y los hombres va-lerosos, guiándose por los intereses de la revolución, pueden ha-cer y harán frente a las grandes fuerzas del imperialismo, del so-cialimperialismo y de la reacción, que se unen entre sí, que con-ciertan nuevas alianzas y buscan una salida a las situaciones di-fíciles en las que se encuentran. Los revolucionarios, los mar-xista–leninistas, la lucha de los pueblos en todos los continen-tes, en todos los países, son los que crean estas situaciones difí-ciles a esas fuerzas regresivas.

Los comunistas, en todas partes del mundo, no tienen porque temer los falsos mitos que han predominado por cierto tiem-po en el pensamiento revolucionario. Los comunistas deben es-forzarse por ganarse a los que se equivocan, con el fin de corre-girlos, haciendo todas las tentativas posibles en este sentido, na-turalmente, sin caer ellos mismos en el oportunismo. En el pro-ceso de la lucha de principios, trascenderán, en un comienzo, al-gunas vacilaciones, pero las vacilaciones se manifestarán en losvacilantes, mientras que en los que están resueltos y aplicanacertadamente la teoría marxista–leninista, en los que conside-ran de manera correcta los intereses del proletariado de sus paí-ses, del proletariado mundial y de la revolución, no habrá vaci-laciones, bien al contrario, cuando los vacilantes vean que suscamaradas se mantienen firmes en sus concepciones revolucio-narias marxista–leninistas, se harán más fuertes en su lucha.

Si los marxista–leninistas aplican de manera justa y decididala teoría marxista–leninista, sobre la base de las actuales condi-ciones internacionales y nacionales, si consolidan sin cesar launidad internacionalista proletaria, en implacable lucha contrael imperialismo y cada corriente del revisionismo moderno, conseguridad vencerán todas las dificultades que encontrarán en sucamino, aunque sean muy grandes. El marxismo–leninismo ysus principios inmortales, correctamente aplicados, conducirán

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de manera inevitable a la destrucción del capitalismo mundial yal triunfo de la dictadura del proletariado, mediante la cual laclase obrera construirá el socialismo y se encaminará al comu-nismo.

En las condiciones presentes, cuando, so pretexto de que lassituaciones han cambiado, la causa de la revolución y la libera-ción de los pueblos es blanco de los ataques de los revisionistasjruschovistas, titistas, «eurocomunistas», chinos y las demás co-rrientes antimarxistas, adquiere una importancia de primer or-den el profundizar en el estudio de las obras de Lenin sobre elimperialismo.

Debemos volver de nuevo a estas obras, y estudiar profunda-mente y con suma meticulosidad en particular la genial obra eLenin El imperialismo, fase superior del capitalismo. Al estu-diar con atención esta obra, veremos asimismo cómo los revi-sionistas, y entre estos también los dirigentes chinos, desnatura-lizan el pensamiento leninista sobre el imperialismo, cómo en-tienden los objetivos, la estrategia y las tácticas de éste. Sus es-critos, declaraciones, posiciones y actos demuestran que consi-deran de forma muy errónea la naturaleza del imperialismo, laven desde posiciones contrarrevolucionarias y antimarxistas, talcomo hacían todos los partidos de la II Internacional y sus ideó-logos, Kautsky y compañía, que han sido desenmascarados sincompasión por Lenin.

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II

LA TEORÍA LENINISTA SOBRE ELIMPERIALISMO MANTIENE TODA SU

ACTUALIDAD

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Si estudiamos atentamente esta obra de Lenin y nos atene-mos con fidelidad a su análisis y conclusiones geniales, vere-mos que el imperialismo en nuestros días conserva en su totali-dad los mismos rasgos característicos definidos por Lenin, ve-remos que la definición leninista de nuestra época, como la épo-ca del imperialismo y de las revoluciones proletarias, permane-ce inmutable, veremos que el triunfo de la revolución es inevi-table.

Como es sabido, Lenin comienza su análisis del imperialis-mo con la concentración de la producción, del capital y conlos monopolios. Los fenómenos de la concentración y centrali-zación de la producción y del capital también hoy en día solopueden ser analizados correcta y científicamente basándose enel análisis leninista del imperialismo.

Un rasgo característico del capitalismo actual es la concen-tración cada vez mayor de la producción y del capital, que hallevado a la unión de las pequeñas empresas con las empresaspoderosas, o a la absorción de aquellas por estas. Asimismo es-to ha traído como consecuencia el agrupamiento masivo de lafuerza de trabajo en grandes trusts y consorcios. Además estasempresas han concentrado en sus manos enormes capacidadesproductivas, fuentes energéticas y de materias primas en pro-porciones incalculables. En la actualidad, en las grandes empre-sas capitalistas se explota también la energía nuclear y la tecno-logía más reciente, que pertenecen exclusivamente a dichas em-presas.

Estos gigantescos organismos tienen un carácter nacional einternacional. En el interior del país han destruido la mayoría delos pequeños patronos e industriales, mientras que en el planointernacional se han erigido en consorcios colosales, que abar-can ramas enteras de la industria, la agricultura, la construcción,el transporte, etc., de muchos países. Dondequiera que los con-sorcios hayan clavado sus garras y que un puñado de capitalis-tas multimillonarios haya realizado la concentración de la pro-

ducción, se amplía y profundiza la tendencia a eliminar a los pe-queños patronos e industriales. Este camino ha conducido al ul-terior fortalecimiento de los monopolios.

«Esta transformación de la competencia en mono-polio –ha dicho Lenin– constituye uno de los fenó-menos más importantes –por no decir el más impor-tante– de la economía del capitalismo contemporá-neo... »*

Al hablar sobre este rasgo del imperialismo, añadía que

«...la aparición del monopolio, al concentrarse laproducción, es en general una ley universal y fun-damental de la presente fase del desarrollo del ca-pitalismo».**

El desarrollo del capitalismo en las condiciones actuales con-firma enteramente la conclusión de Lenin arriba mencionada.En nuestros días los monopolios son el fenómeno más típico ymás corriente, que determina la fisonomía del imperialismo, suesencia económica. En los países imperialistas, como los Esta-dos Unidos de América, la Republica Federal de Alemania, In-glaterra, Japón, Francia, etc., la concentración de la producciónha adquirido proporciones inusitadas.

Así, por ejemplo, en 1976, en las 500 corporaciones nortea-mericanas más grandes, trabajaban casi 17 millones de perso-nas, que representaban más del 20 por ciento de la mano de obraocupada. A ellas correspondía el 66 por ciento de las mercancíasvendidas. En la época en la que Lenin escribió su obra: El im-perialismo, fase superior del capitalismo, en el mundo capita-lista sólo existían una gran compañía norteamericana, la «Uni-

* V. I. Lenin. Obras, t. XXII, pág. 237, ed. en albanés.** Ibidem, pág. 241.

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ted States Steel Corporation», cuyo capital activo ascendía amás de mil millones de dólares, mientras que en 1976 el núme-ro de sociedades multimillonarias era alrededor de 350. El trustautomovilístico «General Motors Corporation», este súper mo-nopolio, en 1975 disponía de un capital global superior a los22.000 millones de dólares y explotaba a un ejército de 800.000obreros. A éste le sigue el monopolio «Standard Oil of New Jer-sey», que domina la industria petrolera de los Estados Unidosde América y de los demás países y explota a más de 700.000obreros. En la industria automovilística existen tres grandes mo-nopolios que venden más del 90 por ciento de la producción dedicha rama; en las industrias aeronáutica y siderúrgica cuatrocompañías gigantescas dan, respectivamente, el 65 y el 47 porciento de la producción.

Un proceso similar ha tenido y tiene lugar también en losotros países imperialistas. En la República Federal de Alemania,el 13 por ciento del total de las empresas han concentrado en susmanos alrededor del 50 por ciento de la producción y el 40 porciento de la fuerza laboral del país. En Inglaterra dominan 50grandes monopolios. La corporación británica del acero propor-ciona más del 90 por ciento de la producción del país. En Fran-cia las tres cuartas partes de esta producción están concentradasen las manos de dos sociedades; cuatro monopolios poseen to-da la producción de automóviles y otros cuatro toda la produc-ción de los derivados del petróleo. En el Japón, diez grandescampañas siderúrgicas producen todo el hierro colado y más delas tres cuartas partes del acero, mientras que en la metalurgiano ferrosa actúan ocho compañías. Y lo mismo sucede en las de-más ramas y sectores.*

Las pequeñas y medianas empresas, que subsisten en estospaíses; dependen directamente de los monopolios. Reciben en-

cargos de estos monopolios y trabajan para ellos, reciben crédi-tos y materias primas, tecnología; etc. Prácticamente se hanconvertido en sus apéndices.

Hoy la concentración y la centralización de la producción ydel capital, creando monopolios gigantescos que no cuentan conuna unidad tecnológica, están muy propagadas. En el interior deestos gigantescos monopolios «conglomerados», actúan empre-sas y ramas enteras dedicadas a la producción industrial, laconstrucción, el transporte, el comercio, los servicios, la in-fraestructura, etc., que producen desde juguetes para niños has-ta misiles intercontinentales.

La potencia económica de los monopolios y la creciente con-centración del capital, hacen que las «pequeñas criaturas», esdecir, las empresas no monopolizadas, típicas del pasado, nosean las únicas victimas de la lucha competitiva, sino tambiénlas grandes empresas y grupos financieros. Debido a la desen-frenada sed de los monopolios de obtener elevados beneficios ya la exacerbación al máximo de la competencia, este proceso, alo largo de los últimos dos decenios, ha adquirido proporcionescolosales. Actualmente las fusiones y las absorciones en el mun-do capitalista son de 7 a 10 veces mayores que en los años an-teriores a la Segunda Guerra Mundial.

La fusión y la unión de las empresas industriales, comercia-les, agrícolas y bancarias, han llevado a crear las nuevas formasde los monopolios, los grandes complejos industrial–comercia-les, o industrial–agrarios, formas que son aplicadas ampliamen-te no sólo en los países capitalistas de Occidente, sino tambiénen la Unión Soviética, Checoslovaquia, Yugoslavia y otros paí-ses revisionistas. En el pasado las uniones monopolistas realiza-ban el transporte y la venta de mercancías con la ayuda de otrasfirmas independientes; hoy los monopolios tienen en su podertanto la producción, como el transporte y el mercado.

Los monopolios no sólo intentan evitar la competencia entrelas empresas que engloban, sino que además han echado la zar-pa con el propósito de monopolizar todas las fuentes de mate-

* Los datos han sido extraídos de Monthly Bulletin of Statistics, United Na-tions, 1977; del Statistical Yearbook, 1976; de la revista norteamericana For-tune, 1976, etc.

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rias primas, todas las zonas ricas en minerales esenciales, comohierro, hulla, cobre, uranio, etc. Este proceso se desarrolla en elplano nacional e internacional.

La concentración de la producción y del capital adquirióenormes proporciones, en particular después de la SegundaGuerra Mundial, con la ampliación y el desarrollo del sector delcapitalismo monopolista de estado.

El capitalismo monopolista de estado representa la subordi-nación del aparato estatal con respecto a los monopolios, la im-plantación de la dominación total de éstos en la vida económi-ca, política y social del país. De este modo el estado intervienedirectamente en la economía en interés de la oligarquía finan-ciera, para asegurar el máximo beneficio a la clase que detentael poder a través de la explotación de todos los trabajadores ypara estrangular la revolución y las luchas de liberación de lospueblos.

La propiedad monopolista estatal, como uno de los elemen-tos básicos más característicos del capitalismo monopolista deestado, no representa la propiedad de un solo capitalista o de ungrupo de capitalistas particulares, sino la propiedad del estadocapitalista, la propiedad de la clase burguesa que está en el po-der. En diversos países imperialistas el sector capitalista mono-polista de estado ocupa del 20 al 30 por ciento en la producciónglobal.

El capitalismo monopolista de estado, que representa el nivelmás alto de la concentración de la producción y del capital, esla principal forma de propiedad actualmente dominante en laUnión Soviética y en los demás países revisionistas. Este capi-talismo monopolista de estado está al servicio de la nueva claseburguesa en el poder.

También en China, por medio de una serie de reformas, co-mo la institución de la ganancia en tanto que objetivo principalde la actividad de las empresas, la aplicación de las prácticas ca-pitalistas de organización, dirección y remuneración, la creaciónde regiones económicas, trusts y combinados muy semejantes a

los existentes en la Unión Soviética, Yugoslavia y Japón, laapertura de las puertas al capital extranjero, los vínculos direc-tos de las empresas de este país con los monopolios extranjeros,etc., la economía está adquiriendo formas típicas del capitalis-mo monopolista de estado.

Actualmente en el mundo capitalista y revisionista la con-centración y la centralización de la producción y del capital hanllegado a un nivel interestatal. Esta tendencia es estimulada yrealizada en la práctica también por el Mercado Común Euro-peo, el COMECON, etc., que representan la unión de los mono-polios de las diversas potencias imperialistas.

En su época, Lenin, al analizar las formas de los monopoliosinternacionales, se refería a los cártels y sindicatos. En las con-diciones actuales, cuando la concentración de la producción ydel capital ha adquirido enormes proporciones, la burguesía mo-nopolista ha hallado nuevas formas de explotación de los traba-jadores. Se trata de las sociedades multinacionales.

En apariencia estas sociedades se presentan como propiedadcomún de los capitalistas de muchos países. En realidad, lasmultinacionales, en lo referente al capital y al control, pertene-cen fundamentalmente a un solo país, mientras su actividad selleva a cabo en muchos. Ellas se amplían cada vez más median-te la absorción de pequeñas y grandes sociedades y firmas loca-les que están en la imposibilidad de hacer frente a la feroz com-petencia.

Las multinacionales abren filiales y extienden sus empresasa los países donde está más garantizada la perspectiva de obte-ner el máximo beneficio. La multinacional norteamericana«Ford», por ejemplo, ha instalado en otros países 20 grandesplantas industriales, en las que trabajan 100.000 obreros de dis-tintas nacionalidades.

Entre las sociedades multinacionales y el estado burguésexisten estrechos lazos y una dependencia mutua, que están ba-sados en su carácter de clase y explotador. El estado capitalistaes empleado como un instrumento al servicio de sus fines de do-

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minación y expansión, tanto en el plano nacional como en el in-ternacional.

Por su gran papel económico y el importante peso que tienenen toda la vida del país, algunas multinacionales, tomadas porseparado, constituyen una gran fuerza económica que alcanza, osupera en muchos casos, el presupuesto o la producción de va-rios países capitalistas desarrollados tomados en conjunto. Unapoderosa multinacional de los Estados Unidos de América, la«General Motors Corporation», tiene una producción industrialsuperior a la de Holanda, Bélgica y Suiza juntas. Estas socieda-des intervienen para asegurarse favores y privilegios especialesen los países donde actúan. A título de ejemplo, en 1975, lospropietarios de la industria electrónica de los Estados Unidos deAmérica exigieron al gobierno mexicano modificar el CódigoLaboral que establecía algunas medidas de protección, pues delo contrario transferirían su industria a Costa Rica, y, para pre-sionar, cerraron muchas fábricas en las que trabajaban unos12.000 obreros mexicanos.

Las multinacionales son palancas del imperialismo y una desus principales formas de expansión. Son pilares del neocolo-nialismo y vulneran la soberanía nacional y la independencia delos países en que actúan. Dichas sociedades, para abrir paso a sudominación, no se detienen ante ningún crimen, desde la orga-nización de complots y el trastorno de la economía, hasta el so-borno puro y simple de altos funcionarios, de dirigentes políti-cos y sindicales, etc. El escándalo de la Lockheed fue la mejorconfirmación de esto.

Un considerable número de multinacionales han sido instala-das y desarrollan su actividad también en los países revisionis-tas.3 También han empezado a introducirse en China.

La concentración y la centralización de la producción y delcapital, que hoy caracterizan al mundo capitalista y que hanconducido a una gran socialización de la producción, no hanmodificado en absoluto la esencia explotadora del imperialis-mo. Por el contrario, han intensificado la opresión y provocadouna pauperización creciente de los trabajadores. Estos fenóme-nos confirman por completo la tesis de Lenin de que en las con-diciones de la concentración de la producción y del capital, enel imperialismo

«tiene lugar un gigantesco progreso de la socializa-ción de la producción», pero sin embargo «...laapropiación continúa siendo privada. Los mediossociales de la producción siguen siendo propiedadprivada de un reducido número de individuos.»*

Los monopolios y las multinacionales siguen siendo grandesenemigos del proletariado y de los pueblos.

La intensificación del proceso de concentración de la pro-ducción y del capital que se desarrolla en nuestros días, ha re-crudecido aún más la contradicción fundamental del capitalis-mo, la contradicción entre el carácter social de la producción yel carácter privado de la apropiación, así como todas las demáscontradicciones. Al igual que en el pasado, también hoy en día,los enormes ingresos y superganancias que se obtienen de lacruel explotación de los obreros, son apropiados por un puñadode magnates capitalistas. Los medios de producción, con quehan sido equipadas las ramas unificadas de la industria, son,igualmente, propiedad privada de los capitalistas, mientras laclase obrera sigue siendo esclava de los poseedores de los me-dios de producción y la fuerza de sus brazos continúa siendo

3 En la Unión Soviética se han instalado o cuentan con oficinas 17 multi-nacionales norteamericanas, 18 japonesas, 13 germanooccidentales, 20 fran-cesas, 7 italianas, etc. En Polonia se han establecido más de 30 multinacio-nales, de ellas: 10 son norteamericanas, 6 germanooccidentales, 6 inglesas, 3japonesas, etc. En Rumania 32, en Hungría 31, en Checoslovaquia 30, y así

sucesivamente en otros países revisionistas. (Los datos son suministradospor el libro Vodka–Kola de Carlos Levinson, 1977, págs. 79–82).

* V. I. Lenin. Obras, t. XXII, pág. 247, ed. en albanés.

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una mercancía. Ahora las grandes empresas capitalistas no ex-plotan a decenas o centenares de obreros, sino a cientos de mi-les. Se calcula que sólo en 1976 la plusvalía creada por la ferozexplotación capitalista de este enorme ejercito de obreros y arre-batada por las corporaciones norteamericanas, fue superior a los100.000 millones de dólares, frente a 44.000 millones en 1960.

Lenin desenmascaró a los oportunistas de la II Internacional,que predicaban la posibilidad de que se liquidasen las contradic-ciones antagónicas del capitalismo como resultado de la apari-ción y del desarrollo de los monopolios. Argumentó científica-mente que los monopolios, como vehículos de opresión, explo-tación y apropiación privada de los resultados del trabajo, agu-dizan aún más las contradicciones del capitalismo. Sobre la ba-se del dominio de los monopolios, se erige la superestructuradel sistema capitalista. Dicha superestructura defiende y repre-senta, tanto en el plano nacional como en el internacional, losintereses expoliadores de los monopolios. Son los monopolioslos que dictan la política interior y exterior, la política económi-ca, social, militar, etc.

También la realidad actual de la concentración de la produc-ción y del capital desenmascara las prédicas de los reaccionarioscabecillas de la socialdemocracia, de los revisionistas modernosy de los oportunistas de toda laya, según los cuales los trusts, lapropiedad del capitalismo monopolista de estado, etc., pueden«transformarse», de manera pacífica, en economía socialista yque el capitalismo monopolista actual «se integrara» paulatina-mente en el socialismo.

La concentración de la producción y del capital, nos ense-ña Lenin, sirve de fundamento también para aumentar laconcentración del capital monetario, para concentrarlo enmanos de los grandes bancos, para que aparezca y se desa-rrolle el capital financiero. En el curso del desarrollo del capi-talismo, junto con los monopolios, los bancos adquieren un grandesarrollo; estos absorben el capital monetario de los monopo-

lios y los consorcios, el de los pequeños productores y los aho-rros personales. Así los bancos, que están en manos de los capi-talistas y les sirven a éstos, se convierten en poseedores de losprincipales medios financieros.

El mismo proceso que se operó para la eliminación de las pe-queñas empresas por las grandes, por los cártels y los monopo-lios, también se produjo en la liquidación progresiva de los pe-queños bancos. De esta forma, a semejanza de las grandes em-presas que crearon los monopolios, los grandes bancos fundaronsus consorcios bancarios. En estos dos últimos decenios este fe-nómeno ha cobrado enormes proporciones y hoy prosigue a rit-mos muy altos. Un rasgo sobresaliente de las fusiones y absor-ciones actuales es que han afectado no sólo a los pequeños ban-cos, sino también a los medianos o relativamente grandes. Estefenómeno se explica por la agravación de las contradicciones dela reproducción capitalista, por la ampliación de la lucha com-petitiva y por la grave crisis en la que se encuentra el sistema fi-nanciero y monetario del mundo capitalista.

En los Estados Unidos de América reinan 26 grandes gruposfinancieros. EI mayor, el grupo Morgan, cuenta con 20 grandesbancos, compañías de seguros, etc., con activos que ascienden a90.000 millones de dólares.

El grado de concentración y centralización del capital banca-rio también es muy elevado en el resto de los principales paísescapitalistas. En Alemania Occidental, de los 70 grandes bancosexistentes, tres poseen más del 58 por ciento de todos los acti-vos bancarios. En Inglaterra toda la actividad bancaria es con-trolada por 4 bancos conocidos con el nombre «Big Four». Tam-bién en el Japón y Francia el grado de concentración del capitalbancario es elevado.

Lenin ha argumentado que el capital bancario se entrelazacon el capital industrial. Al comienzo los bancos se interesanpor la suerte de los créditos que prestan a los industriales. Sir-ven de mediadores para que los industriales, que reciben estoscréditos, se entiendan entre sí y no desarrollen la competencia,

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porque ésta perjudicaría a los propios bancos. Este es el primerpaso de los bancos en su ligazón con el capital industrial. Conel desarrollo de la concentración de la producción y del capitalmonetario, los bancos se convierten en inversionistas directosen las empresas de producción, organizando sociedades anóni-mas conjuntas. De este modo, el capital bancario penetra en laindustria, en la construcción, en la agricultura, en los transpor-tes, en la esfera de la circulación y en todo lo demás. Por su par-te, las empresas compran gran cantidad de acciones bancarias,convirtiéndose en copartícipes. Actualmente los dirigentes delos bancos y de las empresas monopolistas forman parte de losconsejos de administración de ambos, creando así lo que Lenincalificaba de «Unión personal». El capital financiero que surgede este proceso lleva en sí mismo todas las formas del capital:capital industrial, capital monetario y capital mercantil. Al ca-racterizar este proceso, Lenin ha dicho:

«Concentración de la producción; monopolios quese derivan de la misma; fusión o entrelazamiento delos bancos con la industria – tal es la historia de laaparición del capital financiero y lo que dicho con-cepto encierra.»*

Aunque después de la Segunda Guerra Mundial el capital fi-nanciero ha crecido y ha sufrido cambios estructurales, persiguelos mismos fines de siempre: asegurar el máximo beneficio pormedio de la explotación de las amplias masas trabajadoras, den-tro y fuera del país. Este mismo papel juegan las compañías deseguros que se han extendido mucho en estos últimos años enlos principales países capitalistas, convirtiéndose en competido-ras de los bancos. En los Estados Unidos de América, por ejem-plo, en 1970 los activos de los bancos aumentaron 3,5 veces encomparación con el nivel de 1950, mientras que los activos de

las compañías de seguros durante ese mismo período crecieron6,5 veces.

Estas compañías, con los capitales que acumulan, productodel saqueo del pueblo, han llegado a conceder a los monopolioscréditos que ascienden a cientos de millones de dólares. De es-te modo, las compañías de seguros se fusionan y se entrelazancon los monopolios industriales y bancarios, transformándoseen parte orgánica del capital financiero.

La burguesía monopolista, incitada por su insaciable sed deganancias, convierte en capital toda fuente de medios moneta-rios provisionalmente libres, como son las cuotas depositadaspor los trabajadores para las pensiones de jubilación, los ahorrosde la población, etc.

El capital financiero concentrado obtiene ingresos extraordi-nariamente elevados, no sólo de las ganancias que se derivan dela absorción del dinero de los consorcios, de los pequeños in-dustriales, etc., etc., sino también emitiendo valores y practican-do empréstitos. Al igual que ocurre con los depósitos de los aho-rros, también en estos casos se fija una pequeña tasa de interésa favor del prestamista, pero con estas actividades el banco ob-tiene ganancias colosales, con las cuales aumenta su capital, au-menta las inversiones que, naturalmente, aportan al capital fi-nanciero continuos beneficios. El capital financiero invierte másen la industria, pero ha extendido su red especuladora a otras ri-quezas, como la tierra, los ferrocarriles y otras ramas y sectores.

Los bancos tienen posibilidades reales para conceder las con-siderables sumas de créditos, que requiere el alto nivel de laconcentración de la producción y la dominación de los monopo-lios. De este modo, a las grandes uniones monopolistas se lescrean condiciones favorables para explotar más ferozmente alas masas trabajadoras dentro y fuera del país, a fin de asegurarel máximo beneficio.

Con la restauración del capitalismo en la Unión Soviética yen los demás países revisionistas, los bancos adquirieron todoslos rasgos característicos de los monopolios. En ellos, al igual* V. I. Lenin, Obras, t. XXII, pág. 273, ed. en albanés.

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que en todos los demás países capitalistas, los bancos sirven pa-ra explotar a las amplias masas trabajadoras, tanto dentro comofuera del país.

Durante los últimos años, en los países capitalistas y revisio-nistas ha crecido rápidamente el comercio con el crédito que seabre a los clientes para que adquieran artículos de consumo yespecialmente mercancías duraderas. Con la concesión de estetipo de crédito, la burguesía se asegura mercados para la ventade sus mercancías, los capitalistas se embolsan inmensas ganan-cias gracias a las altas tasas de interés, los deudores se atan depies a cabeza a los acreedores y las firmas capitalistas.

En la actualidad, las deudas y otras formas de obligacionesde los trabajadores con los bancos y las instituciones crediticiashan aumentado considerablemente. Sólo en los Estados Unidosde América, en 1976, el endeudamiento de la población debidoa este tipo de créditos ascendía a 167.000 millones de dólaresfrente a 6.000 millones en 1945; mientras que en la RepúblicaFederal de Alemania el endeudamiento de la población era su-perior a los 46.000 millones de marcos.

EI aumento de la concentración y la centralización del capi-tal bancario ha conducido a una mayor dominación económicay política por parte de la oligarquía financiera y a la utilizaciónde una serie de formas y métodos a fin de aumentar el yugo eco-nómico, la pobreza y la miseria de las amplias masas trabajado-ras.

El desarrollo del capital financiero ha hecho posible que seconcentrara en manos de un puñado de poderosos capitalistasindustriales y banqueros no sólo una gran riqueza, sino tambiénun verdadero poderío económico y político que actúa sobre to-da la vida del país. Estos hombres todopoderosos son los que es-tán a la cabeza de los monopolios y los bancos, y constituyen loque se denomina oligarquía financiera. Los apologistas del ca-pitalismo, partiendo del hecho de que actualmente las grandessociedades se han transformado en sociedades de accionistas,donde también algún obrero puede disponer de unas cuantas ac-

ciones simbólicas, intentan demostrar que ahora el capital ha-bría perdido el carácter privado que tenía cuando Marx escribióEl Capital o cuando Lenin analizó el imperialismo; que el capi-tal se habría vuelto popular. Se trata de una patraña. Al igual queantes, hoy los países imperialistas están dominados por los po-derosos grupos industrial–financieros privados: los Rockefeller,Morgan, Dupont, Mellon, Ford, los grupos de Chicago, Texas,California, etc., en los Estados Unidos de América; los gruposfinancieros de Rothschild, Behring, Samuel, etc., en Inglaterra;de Krupp, Siemens, Mannesmann, Thyssen, Gerling, etc., enAlemania Occidental; de Fiat, Alfa–Romeo, Montedison, Oli-vetti, etc., en Italia; las doscientas familias en Francia y así su-cesivamente.

La oligarquía financiera, como poseedora del capital indus-trial y financiero, ha asegurado su dominio económico y políti-co en toda la vida del país. Ha subordinado a sus intereses tam-bién el aparato estatal, el cual se ha transformado en un instru-mento en manos de la plutocracia financiera. La oligarquía fi-nanciera quita y pone gobiernos, dicta la política interior y ex-terior. Mientras en la vida interna está ligada a las fuerzas reac-cionarias, a todas las instituciones políticas, ideológicas, docen-tes y culturales que defienden su poder político y económico, enla política exterior defiende y apoya a todas las fuerzas conser-vadoras y reaccionarias que sostienen y abren paso a la expan-sión monopolista, que luchan por conservar y consolidar el ca-pitalismo.

Para asegurar su dominación, la oligarquía financiera no re-para en los medios que utiliza, implantando la reacción políticaen todos los terrenos.

«. . . el capital financiero, decía Lenin, tiende a ladominación y no a la libertad».*

* V. I. Lenin. Obras, t. XXIII, pág. 124, ed. en albanés.

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La situación actual demuestra que la burguesía monopolistaha intensificado la opresión en todas partes. Sobre esta base seprofundiza la contradicción entre el proletariado y la burguesía.Al mismo tiempo, la expansión económica y financiera, acom-pañada de la expansión política y militar, ha agudizado más lascontradicciones entre los pueblos y el imperialismo, así comolas contradicciones entre las mismas potencias imperialistas.Esta incontestable realidad objetiva es ignorada por la actualpropaganda revisionista china.

Ahora la concentración y la centralización de los capitalesbancarios se realizan no sólo en el marco de un país, sino tam-bién en el de varios países capitalistas, o de capitalistas y revi-sionistas. Este es el carácter de los bancos del Mercado ComúnEuropeo, o del «Banco Internacional para la Cooperación Eco-nómica», así como del «Banco de Inversiones» del COME-CON. Asimismo los bancos germanooccidentales–polacos, losanglo–rumanos, franco–rumanos y anglo–húngaros, o las cor-poraciones bancarias norteamericano–yugoslavas, anglo–yu-goslavas, etc.; son uniones bancarias de tipo capitalista. LaUnión Soviética ha abierto numerosos bancos en diversos paí-ses capitalistas, que se han convertido en competidores y en so-cios de los bancos capitalistas dondequiera que se han estable-cido, en Zurich, Londres, París, África, América Latina y otraspartes.

También China se ve envuelta cada vez más en la voráginede este proceso de la integración capitalista de los bancos. Ade-más de los bancos que tiene en Hong–Kong, Macao y Singapur,mañana China también los creará en el Japón, en América, etc.Al mismo tiempo autoriza la penetración de los bancos de laspotencias imperialistas en el propio país.4

Lenin recalcaba que el capitalismo de hoy se caracteriza por

la exportación de capitales. Este rasgo económico del imperia-lismo se ha desarrollado y reforzado más en nuestros días. Ac-tualmente, los Estados Unidos de América, el Japón, la UniónSoviética, la República Federal Alemana, Inglaterra y Francia,son los mayores exportadores de capitales en el mundo.

En un cierto periodo, eran los Estados Unidos de América,Inglaterra, Francia y Alemania, países en que se había desarro-llado la industria, que absorbía las riquezas del suelo y del sub-suelo de las colonias, los que exportaban capitales. Posterior-mente, la guerra, las crisis, trajeron como consecuencia queunas potencias imperialistas, como Inglaterra, Francia y Alema-nia, se debilitaran económicamente y se enriqueciera el imperia-lismo norteamericano, que se transformó en superpotencia. Enla situación creada tras la Segunda Guerra Mundial, la exporta-ción de capitales norteamericanos aumenta en detrimento de lasotras potencias capitalistas.

Hoy, el capital norteamericano se exporta a todos los países,incluso a los industrializados, en forma de inversiones, créditos,empréstitos, en forma de participación en sociedades mixtas o através de la creación de grandes compañías industriales. El im-perialismo norteamericano, el capital monopolista, invierte enlos países poco desarrollados y pobres, puesto que en estos loscostos de la producción son bajos, mientras el grado de explo-tación de los trabajadores es alto. Invierte para asegurarse ma-terias primas, acaparar mercados y vender los productos indus-trializados.

Es sabido que los países capitalistas se desarrollan de mane-ra desigual, por eso los grandes monopolios y sociedades de losEstados Unidos de América y de otros países exportan capitalesprecisamente a los países donde el desarrollo económico requie-re inversiones y tecnología.

Los capitales invertidos aportan fabulosas ganancias a losconsorcios y monopolios financieros, puesto que en los paísespobres, poco desarrollados, la tierra es muy barata y con pocodinero puede ser adquirida en grandes cantidades, y la tierra va

4 Según la prensa china, el Banco Mundial prestará a China la suma de2.400 millones de dólares USA para el período financiero 1984–1985. (Véa-se: Beijing Review, Nº 24, 13 de junio de 1983, pág. 15).

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acompañada de las riquezas que contiene. La mano de obra asi-mismo es barata, puesto que los hombres que sufren hambre, seven obligados a trabajar con salarios muy reducidos. Se ha cal-culado que por cada dólar invertido en estos países, las poten-cias imperialistas sacan un beneficio de 5 dólares.

Según los datos oficiales norteamericanos, sólo durante elperíodo 1971–1975, el total de las inversiones directas de losEstados Unidos de América en los nuevos estados fue de 6.500millones de dólares, mientras las ganancias que sacaron de es-tos países, en este mismo período, alcanzaron el importe de ca-si 30.000 millones de dólares.*

Las potencias imperialistas, a fin de disfrazar la exportaciónde capitales, practican también la concesión de créditos. Me-diante estos llamados créditos o ayudas, los grandes consorcioscapitalistas y los estados a que pertenecen, presionan fuerte-mente a los países y pueblos que los aceptan y los mantienen ba-jo su férula. Las ayudas o los créditos a los países poco desarro-llados provienen del saqueo de sus riquezas y de la explotaciónde las masas trabajadoras de los países desarrollados, y son con-cedidos a los ricos de aquellos países. En otras palabras, estosignifica que los grandes monopolios norteamericanos porejemplo, explotan el sudor del pueblo norteamericano y de losotros pueblos y, cuando exportan sus capitales y conceden cré-ditos, estos representan precisamente el sudor y la sangre deesos pueblos. Por otro lado, estos créditos que los grandes mo-nopolios otorgan a los países del llamado tercer mundo, de he-cho, sirven a las clases feudal–burguesas que dominan en ellos.

Los créditos que reciben los estados recién creados sirvencomo eslabones de la cadena imperialista en el cuello de suspueblos. Según indican las estadísticas, las deudas de estos paí-ses se duplican cada quinquenio. Si en 1955 las deudas de lospaíses poco desarrollados con las potencias imperialistas fueronde 8.500 millones de dólares, en 1977 ascendieron a más de

150.000 millones de dólares.El capitalismo mundial ha desarrollado en su propio interés

la técnica y la tecnología, para multiplicar sus ganancias, pormedio del descubrimiento de las riquezas del subsuelo, de lacreación de una agricultura intensiva, etc. Toda esta tecnología,la propia revolución técnico–científica y los nuevos métodos deexplotación económica, benefician al imperialismo, a los mono-polios capitalistas y no a los pueblos. El capitalismo nunca pue-de invertir en otros países, conceder prestamos y exportar capi-tales, sin calcular de antemano los beneficios que se embolsará.

Si a los grandes monopolios y bancos, que se han extendidocomo una telaraña por el mundo capitalista y revisionista, no seles presentan datos concretos sobre los posibles ingresos a obte-ner de la explotación de una mina, de las tierras, de la extrac-ción del petróleo o del agua en un desierto, no dan créditos.

También hay otras formas de conceder créditos, que se prac-tican de cara a los estados seudo socialistas que buscan camu-flar el camino capitalista que siguen. Estos créditos, que alcan-zan grandes sumas, se conceden en forma de créditos comercia-les y se liquidan, naturalmente, a corto plazo. Tales créditos sondados conjuntamente por muchos países capitalistas, los cualeshan calculado de antemano los beneficios económicos, y tam-bién los políticos, que van a sacar del estado que los recibe, te-niendo en cuenta tanto el potencial económico, como la solven-cia de los mismos. Los capitalistas en ningún caso dan créditospara construir el socialismo, sino para destruirlo. Por consi-guiente, un verdadero país socialista nunca acepta créditos,cualquiera que sea su forma, de un país capitalista, burgués o re-visionista.

Al igual que los revisionistas jruschovistas soviéticos, los re-visionistas chinos emplean muchos slogans, numerosas citas,construyen un sinfín de frases que suenan a «leninistas», a «re-volucionarias», pero su verdadera actividad es reaccionaria,contrarrevolucionaria. Los dirigentes chinos se esfuerzan porpresentar también sus actitudes oportunistas y las relaciones que* Revista norteamericana Survey of Business, pág. 44, agosto, 1976.

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mantienen con los países imperialistas como si fueran en interésdel socialismo. Estos revisionistas disfrazan así las cosas inten-cionalmente, a fin de mantener a oscuras a las masas del prole-tariado y del pueblo, de manera que éstas no puedan transformarsu descontento en un recurso de fuerza para llevar a cabo la re-volución.

Consideremos, por ejemplo, la cuestión de la edificacióneconómica del país, del desarrollo de la economía socialista conlas propias fuerzas. Se trata de un principio correcto. Cada esta-do independiente, soberano, socialista, debe movilizar a todo elpueblo y definir correctamente la política económica, debe to-mar todas las medidas para explotar de forma adecuada y lo másracional posible todas las riquezas del país, administrarlas coneconomía y aumentarlas en interés de su propio pueblo, y nopermitir que sean arrebatadas por otros. Esta es una orientaciónprincipal básica para cualquier país socialista, en tanto que laayuda exterior, la ayuda que conceden los otros países socialis-tas, es suplementaria.

Los créditos que un país socialista da a otro país socialistatienen un carácter totalmente diferente. Estos créditos constitu-yen una ayuda internacionalista, desinteresada. La ayuda inter-nacionalista nunca engendra capitalismo, no empobrece a lasmasas populares, al contrario, contribuye a desarrollar la indus-tria y la agricultura, sirve a su armonización, conduce al mejo-ramiento del bienestar de las masas trabajadoras, al fortaleci-miento del socialismo.

En primer lugar, los estados socialistas económicamente de-sarrollados deben ayudar a los demás países socialistas. Esto noquiere decir que un país socialista no tenga que desarrollar rela-ciones con otros países no socialistas. Pero deben ser relacioneseconómicas sobre la base del interés mutuo y de ninguna mane-ra deben poner la economía de un país socialista o de uno no so-cialista, bajo la dependencia de los países más poderosos. Si es-tas relaciones entre estados están basadas en la explotación delos países pequeños y económicamente débiles por parte de los

estados grandes y poderosos, entonces esa «ayuda» debe ser re-chazada, porque es esclavizadora.

Lenin dice que el capital financiero ha echado sus redes, enel sentido real de la palabra, en todos los países del mundo. Losmonopolios, los cártels y los sindicatos de los capitalistas, tra-bajan de forma sistemática. Primero se apoderan del mercadointerno, se apoderan de la industria, la agricultura, subyugan ala clase obrera y los demás trabajadores, sacan supergananciasy posteriormente crean grandes posibilidades para acaparartambién mercados en todo el mundo. En esta cuestión el capitalfinanciero juega un papel directo.

También actualmente observamos, en completa concordan-cia con las enseñanzas de Lenin sobre el imperialismo, como úl-tima fase del capitalismo, que las dos superpotencias, el impe-rialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, pug-nan por repartirse el mundo, por apoderarse de los mercados. Elpetróleo por ejemplo, una cuestión que se ha agudizado en todoel mundo, está en primer lugar bajo el dominio de las grandessociedades monopolistas norteamericanas, pero en ellas partici-pan también compañías petroleras de Inglaterra, Holanda, etc.Los norteamericanos maniobran en la cuestión del petróleo, pa-ra que éste siga siendo monopolio suyo. Han invertido capitalese instalado una gran técnica en los países productores, comoArabia Saudita, Irán, etc., han tendido sus tentáculos sobre lascamarillas dominantes de estos países, comprometiendo congrandes sumas de dólares a los reyes, jeques e imanes. Los ca-becillas dominantes de los países productores de petróleo tienenla autorización de la plutocracia financiera de estos países parainvertir en los Estados Unidos de América, en Inglaterra y otraspartes, comprando incluso acciones de diversas compañías mo-nopolistas, así como hoteles de lujo, fábricas, etc.

Arabia Saudita, por ejemplo, es un país semifeudal, dondereina la pobreza y el oscurantismo, aunque de ella se extraenanualmente 420 millones de toneladas de petróleo. Mientras lasmasas trabajadoras viven en la pobreza, el rey y la clase de los

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grandes terratenientes han depositado en los bancos de WallStreet más de 40.000 millones de dólares. La misma situaciónexiste en Kuwait, en los Emiratos Árabes Unidos, etc. Estas ca-marillas hacen toda clase de concesiones a las potencias impe-rialistas para que saqueen las riquezas de los pueblos de los paí-ses que dominan, a fin de apropiarse de una parte de las ganan-cias.

Las inversiones que hacen los países productores de petróleoy que son propiedad de las camarillas dominantes, representanuna unión, naturalmente a una escala muy insignificante, del ca-pital de estas camarillas con el capital norteamericano o inglés.A primera vista parece que las camarillas dominantes de los paí-ses de donde sale el petróleo son, en cierta medida, socios inver-sionistas del imperialismo norteamericano, inglés o francés e in-fluyen en su economía. En realidad ocurre todo lo contrario. Lasganancias de los imperialistas norteamericanos y de los demásimperialistas son extraordinariamente grandes en comparacióncon las ganancias que dejan a estas camarillas. Esta es una ca-racterística del neocolonialismo actual, el cual, para poder ex-plotar al máximo las riquezas de algunos países, hace ciertasconcesiones mesuradas en favor de los grupos dominantes bur-gués–capitalistas, feudales, pero, ciertamente, no en detrimentosuyo. Este ejemplo confirma la justeza de la tesis de Lenin, deque es muy fácil que los intereses de la burguesía de distintospaíses, así como los intereses de los monopolios privados, se en-trelacen con los intereses de los monopolios estatales. Los gran-des monopolios pueden entrelazarse también con monopoliosmenos poderosos, pero que tengan en su posesión grandes ri-quezas, sobre todo del subsuelo, como minas de hierro, cromo,cobre, uranio, etc.

Hoy día, los empréstitos, los créditos y las ayudas guberna-mentales constituyen una de las formas más difundidas de ex-portar capitales. Este tipo de exportación lo practican especial-mente la Unión Soviética y los demás países revisionistas.

Además de asegurar beneficios capitalistas, estos créditos,

«ayudas» y empréstitos tienen también fines políticos. Los esta-dos que dan los créditos tienden a apuntalar y a consolidar el po-der político y económico de determinadas camarillas, que de-fienden los intereses económicos, políticos y militares del paísacreedor. Puesto que los acuerdos sobre este tipo de créditos sonultimados entre gobiernos, refuerzan aún más la dependenciaeconómica y política del prestatario con respecto al prestamista.Un ejemplo clásico en lo que se refiere a esta forma de exporta-ción de capitales lo constituye el «Plan Marshall», que despuésde la Segunda Guerra Mundial pasó a ser la base económica dela expansión política y militar de los Estados Unidos de Améri-ca en los países de Europa Occidental. Similares son las llama-das ayudas que los revisionistas soviéticos dan a países como laIndia, Irak, etc., supuestamente para desarrollar la economía ycrear el sector estatal de la industria.

Actualmente el imperialismo norteamericano, el socialimpe-rialismo soviético y el capitalismo de los países industrializadoshan alcanzado tal nivel de desarrollo que las ganancias que ob-tienen acumulando capitales, son extraordinariamente grandes.La acumulación de capitales crea enormes beneficios que van aparar a los bolsillos de los monopolistas, de la oligarquía finan-ciera, quienes no ponen estas utilidades al servicio del pueblotrabajador, pobre e indigente, sino que las exportan a los paísesde donde esperan obtener beneficios aún más grandes. Estos sonlos países que China llama «tercer mundo». Pero también haceninversiones de este tipo en los países capitalistas desarrollados.

Se han escrito numerosos libros sobre el proceso de la pene-tración de los capitales norteamericanos en Europa y sus objeti-vos políticos y económicos. En un libro suyo, el autor nortea-mericano Geoffrey Owen nos ofrece un claro panorama. Al em-pezar el capitulo «Sociedades internacionales», dice que el au-mento de las inversiones norteamericanas en el exterior se harealizado según la concepción de que los norteamericanos no re-presentan una sociedad con intereses en ultramar, sino una so-ciedad internacional. El cuartel general de esta sociedad se en-

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cuentra en los Estados Unidos de América. Esto significa quelas grandes firmas norteamericanas no piensan únicamente encubrir las necesidades de su propio país, las de la industria y desus clientes en los Estados Unidos de América, sino también enextender sus redes a otros países. Estas sociedades invierten sus«excedentes de capitales» en otros países para obtener mayoresbeneficios. Corporaciones gigantes tales como la «Socony Mo-bile», la «Standard Oil of New Jersey» y otras, consiguen casila mitad de sus ganancias saqueando y explotando a los otrospaíses. Alrededor de 500 compañías aseguran cada año aproxi-madamente 10.000 millones de dólares de beneficios en el ex-terior. Son más de 3.000 las empresas de este género que han in-vertido en el extranjero. Por lo tanto, las fórmulas y los térmi-nos, «sociedades multinacionales» o «capitalismo internacio-nal», están en boga, son utilizados en el lenguaje periodístico yen las operaciones bancarias.

Geoffrey Owen señala que, en 1929, más de 1.300 socieda-des europeas eran propiedad de firmas norteamericanas o esta-ban bajo su control. Esta era la primera fase de la ofensiva nor-teamericana en dirección a la industria europea. La presión de laSegunda Guerra Mundial que se preparaba, contuvo momentá-neamente la invasión de capitales norteamericanos. De 1929 a1946, el valor de las inversiones directas, realizadas por las so-ciedades norteamericanas en otros países del mundo, descendióde 7.500 a 7.200 millones de dólares. Pero, después de la Se-gunda Guerra Mundial, en 1950, la cantidad de inversiones nor-teamericanas en el exterior ascendió a 11.200 millones, cuyamitad estaba concentrada en los países de América Latina y Ca-nadá. En América Latina se hicieron inversiones para explotarlas materias primas: petróleo, cobre, mineral de hierro, bauxita,así como bananas y otros productos agrícolas. En Canadá estasinversiones se hicieron en mayor medida en las minas y el pe-tróleo, y se desarrollaban en amplia escala debido a la proximi-dad de estos países y a otras condiciones que facilitaban la pe-netración.

Europa, del mismo modo, se convirtió en los años 50 en unimportante terreno para las inversiones norteamericanas. Las in-versiones en este continente se extendieron rápidamente al sec-tor de las comunicaciones, a la gran producción en serie, a la fa-bricación de equipos complejos. Junto con ellas afluyeron tam-bién las mercancías y los productos norteamericanos.

El mencionado autor indica que la situación creada en elmercado capitalista después de la Segunda Guerra Mundial, dioun mayor impulso a las inversiones norteamericanas. Veamoslos siguientes datos sobre el aumento de estas inversiones en elexterior; en 1946 totalizaban 7.200 millones, y luego comienzana aumentar, en 1950 llegan a 11.200 millones, en 1964 alcanzanel importe de 44.300 millones y en 1977 superan los 60.000 mi-llones de dólares.

Las sociedades norteamericanas, ampliando continuamentesus operaciones a escala mundial, han exacerbado la competen-cia con las firmas de cada país y se ha acrecentado el temor deéstas a verse dominadas por las gigantes norteamericanas. Esteproblema es aún más agudo en los países poco desarrolladosdonde las firmas norteamericanas dominan las ramas clave de laindustria y tienen una influencia preponderante sobre las econo-mías nacionales. En otras palabras, estas gigantescas sociedadesnorteamericanas tienen en sus manos, y de hecho dirigen, laseconomías y los gobiernos locales.

Es conocida la prolongada lucha desarrollada entre las socie-dades norteamericanas del petróleo y el gobierno mexicano, queconcluyó, en 1938, con el fracaso de la política de oposición delgobierno de México. La misma suerte corrió la disputa entre elmonopolio británico del petróleo y el gobierno iraní, que termi-nó con la destitución de Mosadegh. Estas contiendas son conti-nuas y demoledoras y acaban siendo ganadas por los grandestrusts norteamericanos.

Las grandes compañías petroleras actúan a escala mundial.Para ellas es normal y necesario controlar de forma absoluta to-dos los capitales y la producción de esta rama en los países don-

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de han invertido, controlar a los gobiernos, etc., porque de no te-ner estas posibilidades, se ven dificultadas para la coordinacióna escala mundial de sus actividades. Por eso las grandes compa-ñías extranjeras se oponen a los esfuerzos de los capitalistas lo-cales por obtener mayores beneficios de los que reciben de losinversionistas norteamericanos o de los inversionistas de otrospaíses imperialistas.

Las sociedades norteamericanas en Europa, en Canadá, enAsia, en África, etc., han creado una situación tal que práctica-mente controlan la economía de muchos países. Sus gobiernostienen un miedo cerval a los Estados Unidos de América, que sehan transformado en leadership de la economía europea, de lamisma forma que lo son de las cuestiones militares. Por eso lospaíses capitalistas europeos industrializados intentan contenerla invasión de capitales norteamericanos que afluyen cada vezmás hacia ellos.

La dirección china pretende que los estados de Europa, in-dustrializados ya desde el siglo XIX, están haciendo mayoresinversiones en los Estados Unidos de América. Pero es sabidoque, mientras las inversiones de capitales europeos en los Esta-dos Unidos de América son principalmente en forma de valores,acciones, obligaciones, depósitos, etc., las inversiones nortea-mericanas en Europa ocupan posiciones dominantes en las másimportantes ramas de la economía europea.

Geoffrey Owen, intentando justificar el aumento de las in-versiones norteamericanas, pretende que los países europeos de-sean desarrollar su industria sobre bases científicas y hacen es-fuerzos en este sentido, por ejemplo, en la industria electrónicay de ordenadores, Estas industrias, en cierta medida, contribu-yen al progreso técnico, al aumento de las exportaciones y, engeneral, al desarrollo económico de estos países. Pero las socie-dades norteamericanas están en este dominio más adelantadasque sus rivales europeas y controlan este progreso técnico segúnsus propios intereses.

En lo que a los ordenadores se refiere, por ejemplo, las socie-

dades europeas correspondientes están estrechamente ligadaspara hacer frente a la competencia de la corporación norteame-ricana «International Business Machines» (IBM), que controlamás del 70 por ciento del mercado norteamericano y un porcen-taje mayor del mercado mundial.

Del mismo modo, la tendencia de las grandes sociedadesnorteamericanas es la de asociarse con las empresas locales. Afin de encubrir la explotación, muchas firmas evitan tener filia-les suyas al cien por cien, y crean sociedades con inversionesmixtas en una proporción de 49 y 51 por ciento, o a medias. Deeste modo han actuado los norteamericanos en el Japón, de es-te modo han actuado también en Yugoslavia, que intenta dar laimpresión de que construye el socialismo con sus propias fuer-zas, cuando en realidad los titistas han repartido económica-mente Yugoslavia entre los Estados Unidos de América y lasgrandes firmas de los países industriales desarrollados. De estaforma los titistas también han recortado la libertad y la indepen-dencia de Yugoslavia.

La tendencia de muchas de estas grandes sociedades nortea-mericanas, como la «General Motors», «Ford», «Chrysler»,«General Electric», etc., es la de poseer de hecho al cien porcien sus filiales en los países extranjeros. Sin embargo estas fi-liales, según Owen, no olvidan el problema de la nacionaliza-ción, y la respuesta que dan al respecto es que «no se trata deformar sociedades con inversionistas locales, sino de propiciarla propiedad internacional de las acciones de las sociedades ma-dres». Este es el concepto de la «internacional» del capitalismo,cuya más ferviente defensora es en particular la «General Mo-tor».

Estas orientaciones del capital imperialista norteamericano ode la potencia industrial norteamericana, que invierte fuera delos Estados Unidos de América para crear sus colonias y su im-perio, son algunos hechos que ilustran de forma clara la tesis deque, contrariamente a lo que pretenden los revisionistas chinos,el imperialismo norteamericano no se ha debilitado en absoluto.

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Por el contrario, se ha fortalecido, ha obtenido enormes conce-siones en otros países, controla muchas importantes ramas de sueconomía. Asimismo, ha hundido en innumerables dificultadesa varios gobiernos, a menudo hace la ley en estos países, y tie-ne muchos gobiernos bajo su control y su dirección. Natural-mente, en este proceso hay también altibajos, pero la marcha ge-neral no testimonia el debilitamiento del imperialismo nortea-mericano.

Actualmente vivimos en una época en que otra superpoten-cia, el socialimperialismo soviético, exporta sus capitales y tra-ta de explotar a los diversos pueblos. Los capitales que exportaesta superpotencia emanan de la plusvalía que se crea en laUnión Soviética, transformada ya en un país capitalista.

La restauración del capitalismo ha llevado a una polarizaciónde la actual sociedad soviética, donde una pequeña parte de lamisma domina y explota a la mayoría aplastante del pueblo. Lacapa constituida por los burócratas, los tecnócratas y la intelec-tualidad creadora de alto rango ya ha sido creada y ha tomadola forma de una clase burguesa explotadora en sí que se apropiay distribuye entre sus miembros la plusvalía que obtiene explo-tando ferozmente a la clase obrera y las amplias masas trabaja-doras. A diferencia de los países de capitalismo clásico, dondela apropiación de la plusvalía es proporcional al capital de cadacapitalista, en la Unión Soviética y en los demás países revisio-nistas ésta es distribuida de conformidad con el escalafón de laalta capa de la burguesía en la jerarquía estatal, económica,científica, cultural, etc.5 Los elevados sueldos, los emolumentosordinarios y extraordinarios, las gratificaciones y los incentivosmateriales, los favoritismos, etc., se han erigido en toda una ins-titución para apropiarse la plusvalía extraída de la explotación

de los trabajadores. La capa que representa el «capitalista colec-tivo» conserva este saqueo par medio de una serie de leyes, denormas, que garantizan la opresión y la explotación capitalistas.

La economía soviética ya se ha integrado en el sistema delcapitalismo mundial. Mientras las capitales norteamericanas,alemanes, japoneses, etc., han penetrado profundamente en laUnión Soviética, los capitales soviéticos son exportados a otrospaíses y se fusionan en diversas formas can los capitales de losmismos.

Es sabido que la Unión Soviética explota económicamenteen primer lugar a los países satélites. Pero ahora rivaliza y pug-na con los otros estados capitalistas por apoderarse de merca-dos, ganar esferas de inversiones, saquear las materias primas,conservar las leyes neocolonialistas en el comercio mundial,etc. Para extender su hegemonía, la nueva burguesía soviéticaexporta capitales, pero en esto choca no sólo con la competen-cia del imperialismo norteamericano, que es muy fuerte, sinotambién con la de los otros estados capitalistas desarrollados,como el Japón, Gran Bretaña, Alemania Occidental, Francia,etc. Estos estados, a fin de obtener superganancias, exportan ca-pitales no sólo a África, Asia y América Latina, sino también alos países de Europa del Este que se encuentran bajo la tutela dela Unión Soviética revisionista, e incluso los exportan a la pro-pia Unión Soviética.

Las camarillas dominantes de los países llamados socialistas,como la Unión Soviética, Checoslovaquia, Polonia, etc., y aho-ra también China, permiten la afluencia de capitales extranjerosa sus propios países, porque estos capitales las benefician, mien-tras gravitan sobre las espaldas de los pueblos. Los países delCOMECON han contraído grandes deudas. Su endeudamientocon los países del Occidente alcanza la cifra de 50.000 millonesde dólares.

Yugoslavia es uno de los primeros países revisionistas que hapermitido la penetración de capitales extranjeros en su econo-mía. Comenzó recibiendo créditos, luego patentes de produc-

5 En la Unión Soviética la proporción entre los salarios de los obreros, losde los directivos de las empresas y las miembros de la nueva casta de la bur-guesía soviética es 1 a 10, sin calcular las sumas de que se apropian estos úl-timas recurriendo a diversas formas.

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ción, y más tarde pasó a la formación de empresas mixtas. En1967 se aprobó una ley que autorizaba la creación de empresasmixtas con el 49 por ciento de capital extranjero. En 1977, enYugoslavia, el número de estas empresas llegaba a 170. Yugos-lavia ha asegurado a las firmas capitalistas las más favorablescondiciones para que desarrollen su actividad y obtengan el má-ximo beneficio.

EI fenómeno yugoslavo demuestra que los capitales extran-jeros que se han invertido en Yugoslavia constituyen uno de losfactores determinantes de su transformación en un país capita-lista. Los Estados Unidos de América y otros estados capitalis-tas ricos no han salido perdiendo con estas inversiones, por elcontrario, han obtenido enormes beneficios, acrecentando la mi-seria de la clase obrera y del campesinado de Yugoslavia. Leninha dicho que la exportación de capitales es una buena base parala explotación de la mayoría de las naciones y países del mun-do, para la existencia del parasitismo capitalista de un puñadode estados muy ricos.

Los estados capitalistas obtendrán enormes ganancias tam-bién de China. Estamos viendo que a este país afluyen en milesde millones de dólares los capitales norteamericanos, japoneses,germanooccidentales, etc. Con los japoneses se suscribieronacuerdos para explotar conjuntamente los yacimientos petrolífe-ros y las capacidades energéticas del río Yang Tse. Con los ale-manes se firmó un acuerdo para construir minas de carbón, etc.Las inversiones que se realizan en China, y las que se realiza-ran, aportarán necesariamente ganancias satisfactorias a los ca-pitalistas extranjeros y al mismo tiempo fortalecerán las basesdel capitalismo en China.

La exportación de capitales de un país capitalista a otro paíscapitalista o revisionista, ya sea grande o pequeño el estado quelos da o el que los recibe, sigue siendo una de las formas de ex-plotación de los pueblos por el capital. Esta explotación llevaaparejada la dependencia económica y política del país que losrecibe.

Lenin ha señalado que los monopolios, después de apode-rarse del mercado interior, pugnan por repartirse y conquis-tar económicamente el mercado mundial de productos in-dustrializados y de materias primas. La competencia y la sedde ganancias hace que los monopolistas de los diversos paísesconcierten acuerdos provisionales y alianzas, y lleguen a unirsepara repartirse los mercados en el plano internacional, vendersus productos acabados y comprar materias primas. Los estadoscapitalistas desarrollados, incluso cuando poseen reservas dematerias primas y energéticas, se abalanzan sobre los otros paí-ses, porque los costos de producción en éstos son menores queen los suyos y sobre todo porque el salario de los obreros es va-rias veces más bajo.

Es conocida la lucha que se ha llevado y se lleva a cabo porla conquista de los yacimientos y los mercados del petróleo. Es-ta lucha ha arruinado a decenas y centenares de empresas y so-ciedades privadas y se ha llegado a que el cartel internacionaldel petróleo, que comprende 7 grandes monopolios (de los cua-les 5 son norteamericanos, 1 inglés y 1 anglo–holandés, las fa-mosas Esso, Texaco, Shell, etc.), controle más del 60 por cientode la extracción y la venta del petróleo en los países capitalistasdel mundo occidental y elabore cerca del 54 por ciento de esteproducto.

Tal reparto de las fuentes de producción y de los mercados yase ha hecho también con el cobre y el estaño, con el uranio yotros minerales preciosos y estratégicos.

Muchos de los viejos países colonialistas, como Inglaterra yFrancia, han concluido acuerdos especiales, llamados preferen-ciales, de colaboración, etc., con las ex colonias, que les asegu-ran privilegios económicos y comerciales casi exclusivos. Laexistencia de las llamadas zonas del dólar, de la libra esterlina,del franco o del rublo demuestran la división económica delmundo entre los monopolios y los diversos estados imperialis-tas.

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El imperialismo norteamericano, el socialimperialismo so-viético y las otras potencias imperialistas, a través de diversasvías, a través de un comercio discriminatorio y desigual con es-tos países, se aseguran los máximos beneficios. Solamente lospaíses «en vías de desarrollo», excluyendo a los de la OPEP, tie-nen en la actualidad un saldo pasivo que asciende a casi 34.000millones de dólares.

Los monopolios, en las condiciones actuales, sobre todo enlas condiciones de la crisis económica, concluyen acuerdos di-rectos también con los gobiernos de los países capitalistas, so-bre cuotas de producción, precios, mercados, etc. Incluso la pro-pia existencia de organismos como el Mercado Común Euro-peo, el COMECON y otros, es un claro testimonio del repartoeconómico que existe hoy en el mundo.

Este reparto económico del mundo, la dominación de los mo-nopolios, el dictado que imponen a la vida y al desarrollo eco-nómico de los otros países, no hace sino agravar aún más, apar-te de la contradicción entre el trabajo y el capital, las contradic-ciones entre los pueblos y el imperialismo, así como las contra-dicciones interimperialistas.

La teoría china de los «tres mundos»; que busca la concilia-ción del «tercer mundo» con el «segundo mundo» y con el im-perialismo norteamericano, está fuera de esta realidad. No quie-re ver que la incontenible ofensiva de los monopolios norteame-ricanos, ingleses, alemanes, japoneses, franceses, etc., hacia loque China llama «tercer mundo», aumenta la resistencia de lospueblos frente a todas las potencias imperialistas y hegemonis-tas y amplía las condiciones objetivas de la lucha intransigenteentre ellos. Por otra parte, el desarrollo desigual de las potenciasimperialistas, que es una ley objetiva del desarrollo del capita-lismo, las incita a una competencia y tensiones irreductibles en-tre sí para ampliar su expansión económica a todo el mundo.

La teoría china de los «tres mundos», que pretende conciliarestas contradicciones y predica lo mismo que desde hace muchovienen diciendo la socialdemocracia y los revisionistas de toda

laya, está en flagrante oposición con la estrategia leninista, quetiende a no a negar, sino a profundizar estas contradicciones, afin de preparar al proletariado para la revolución y a los pueblospara la liberación.

Lenin, en su análisis del imperialismo indicó que, con el pa-so del capitalismo premonopolista a su fase superior y última, ala fase del imperialismo, termina el reparto territorial delmundo entre las grandes potencias imperialistas.

«...el rasgo característico del período que nos ocu-pa es el reparto definitivo del planeta, definitivo, noen el sentido de que sea imposible repartirlo denuevo –al contrario, nuevos repartos son posibles einevitables–, sino en el de que la política colonialde los países capitalistas ha terminado ya la con-quista de todas las tierras no ocupadas que habíaen nuestro planeta. Por primera vez el mundo se en-cuentra ya repartido, de modo que lo que en adelan-te puede efectuarse son únicamente nuevos repar-tos, es decir, el paso de territorios de un «propieta-rio» a otro...»*

El viejo colonialismo clásico, que explotaba física, económi-ca, política e ideológicamente a la mayoría de los pueblos, des-pués de la Segunda Guerra Mundial se ha transformado en unnuevo colonialismo. Este nuevo colonialismo comprende todoun sistema de medidas económicas, políticas, militares e ideo-lógicas, que ha sido establecido por el imperialismo con la fina-lidad de conservar su dominación y asegurar el control políticoy la explotación económica de las antiguas colonias y de mu-chos otros países, acomodándose a las nuevas condiciones quese crearon después de la guerra.

¿Cuáles son estas nuevas condiciones?

* V. I. Lenin. Obras, t. XXII, págs. 308–309, ed. en albanés.

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Después de la guerra, los países imperialistas, Francia, Ingla-terra, Italia, Alemania, el Japón y los Estados Unidos de Améri-ca, no estaban en condiciones de conservar mediante la fuerzala situación que existía antes de la guerra. Francia, por ejemplo,no podía mantener colonizados, como antes, a Marruecos, Arge-lia, Túnez y otros países de África. Lo mismo podemos decir delimperialismo británico, italiano, etc.

La Segunda Guerra Mundial produjo un cambio radical en lacorrelación de fuerzas en el mundo. Condujo a la destrucción delas grandes potencias fascistas, pero también estremeció losfundamentos y debilitó considerablemente a las viejas potenciascolonialistas. La guerra antifascista planteó en todas partes, in-cluso en los países que no se habían visto envueltos en su torbe-llino, el problema de la liberación nacional. Los pueblos de lasantiguas colonias que, conjuntamente con los países de la coali-ción antifascista, habían participado en la guerra para sacudirseel yugo fascista, ya no podían dar pasos atrás y soportar por mástiempo el yugo colonial. La victoria de la Unión Soviética sobreel nazismo, la creación del campo socialista, la liberación deChina, dieron un poderosísimo impulso al despertar de la con-ciencia nacional y a las luchas de liberación de los pueblos. Lasamplias masas de los pueblos colonizados llegaron a compren-der que era preciso cambiar la situación existente. Estallaron lasluchas de liberación en Indochina, África del Norte, etc.

Obligados por la situación, muchos países colonialistas com-prendieron que las viejas formas de explotación y administra-ción de las colonias eran anacrónicas, sin concederles la másmínima libertad e independencia. Las potencias imperialistas,colonialistas, no llegaron a esta conclusión movidas por sus sen-timientos democráticos y por su deseo de conceder la libertad alos pueblos, sino presionadas por los pueblos colonizados y acausa de su debilidad militar, económica, política e ideológica,que no les permitía conservar el viejo colonialismo. Pero, el im-perialismo francés, inglés, italiano, norteamericano, etc., noquería renunciar a la explotación de esos pueblos y países. Ca-

da potencia imperialista se vio obligada por las circunstanciascreadas a conceder la autonomía a estos pueblos o prometerlesla libertad y la independencia después de un cierto plazo. Esteplazo, que fijaron supuestamente para permitirles tomar con-ciencia de su capacidad de gobernarse por sí mismos y formar aeste fin los cuadros locales, tendía de hecho a preparar nuevasformas de explotación imperialistas, el nuevo colonialismo,dando a los países y a los pueblos la falsa impresión de que ha-bían conquistado la libertad.

Esto tenía lugar después de la guerra, cuando el imperialis-mo mundial sufrió una grave derrota, cuando se acentuó aúnmás la crisis del sistema colonial del imperialismo. Los EstadosUnidos de América aprovecharon este periodo de descomposi-ción del capitalismo, como resultado de la debilitación del im-perialismo por la Segunda Guerra Mundial, y crearon una nue-va y profunda forma de explotación de los pueblos coloniales,supuestamente libres e independientes. Extendieron su dominioimperialista a los países en otro tiempo colonias de las otras po-tencias imperialistas, ahora debilitadas en una u otra forma.

Muchos pueblos ex coloniales, a pesar de haber obtenido es-ta «independencia» y esta «libertad», tal como se las habían da-do las antiguas potencias colonialistas, tuvieron que empuñarlas armas porque los imperialistas no estaban dispuestos a con-ceder de inmediato esa «libertad» y esa «independencia». Parti-cularmente los imperialistas franceses pretendían conservartambién después de la guerra la fuerza o la «grandeza» de Fran-cia. Así fue cómo los pueblos de Argelia, Vietnam y muchosotros dieron inicio a una prolongada lucha de liberación y, porúltimo, lograron liberarse. No entraremos en detalles de cómolo lograron, cuáles fueron las fuerzas sociales que lucharon, etc.El hecho es que el viejo imperialismo francés e inglés se debili-tó. Se confirmaron así las tesis de Lenin, de que el imperialismoestaba en descomposición, de que la vieja sociedad capitalis-ta–imperialista estaba siendo corroída por los movimientos re-volucionarios y por los sentimientos de amor a la libertad de los

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pueblos hasta entonces oprimidos y subyugados.Durante este período, el imperialismo norteamericano engor-

dó, extendió la zona del dólar, puso bajo su control territorios dela zona del franco y la libra esterlina y, con el fin de conservarsu poderío hegemónico imperialista, que consistía en explotar almáximo a los pueblos, creó numerosas bases militares y colocócamarillas políticas pro–norteamericanas en muchos de los paí-ses del mundo que supuestamente habían conquistado la liber-tad y la independencia. Naturalmente, esta explotación estabaacompañada también de una serie de cambios estructurales y su-perestructurales.

El capital financiero ha creado asimismo una ideología pro-pia, que le precede en la explotación del proletariado y en laconquista del mundo, y completa la dominación de los pueblos,la legitimación de esta dominación, con diversas formas almi-baradas, predicando y concediendo una cierta libertad, una cier-ta independencia, creando también algunos partidos pretendida-mente democráticos, etc.

Paralelamente a la inversión de capitales norteamericanos, ala creación de bancos y de las llamadas multinacionales, se ex-porta el modo de vida norteamericano, junto con la degenera-ción que comporta.

La exportación de capitales por las grandes potencias impe-rialistas crea colonias, que hoy son los países dominados por elneocolonialismo. La independencia de estos países es puramen-te formal. En otras palabras, ahora al igual que antes, se desa-rrolla el mismo proceso de exportación de capitales, pero en for-mas distintas, acompañando de explicaciones y de una propa-ganda «almibarada». La explotación hasta la médula de los pue-blos de dichos países es la de siempre, incluso más salvaje aún;continúa asimismo el saqueo de sus riquezas naturales.

La mayor potencia neocolonialista de nuestra época son losEstados Unidos de América. A lo largo de tres años, de 1973 a1975, las inversiones básicas gubernamentales y privadas reali-zadas por los Estados Unidos de América en las antiguas colo-

nias, en los países dependientes y semidependientes, represen-taban cerca del 36 por ciento de todas las inversiones hechas enesas regiones por los países capitalistas y revisionistas más de-sarrollados.*

Los tratados y los acuerdos económicos, políticos y militaresconcluidos entre las potencias imperialistas y las ex colonias,tienen un carácter avasallador, son armas en manos del imperia-lismo para mantener a estos países en la esclavitud. Hoy, comoayer, son muy actuales las palabras de Lenin, que puntualizaba:

«...es indispensable explicar infatigablemente y de-senmascarar de continuo ante las grandes masastrabajadoras de todos los países, sobre todo de losatrasados, el engaño que utilizan sistemáticamentelas potencias imperialistas, las cuales, bajo el as-pecto de estados políticamente independientes,crean en realidad estados desde todo punto de vistasojuzgados por ellas en el sentido económico, finan-ciero y militar...».**

El imperialismo norteamericano, el socialimperialismo so-viético y las otras potencias imperialistas, viejas y nuevas, conel fin de mantener dominados a los pueblos, instigan, dondepueden, las disputas entre los estados vecinos o entre los diver-sos grupos sociales del interior,6 y luego, apareciendo como ár-bitros o sostenedores de una u otra parte, intervienen en losasuntos internos de los otros, justifican su presencia económica,

* Anuario Estadístico de la RF de Alemania, 1977.** V. I. Lenin. Obras, t. XXXI, pág. 159, ed. en albanés.6 El número de víctimas como resultado de estas disputas que a menudo

llevan al estallido de guerras locales y civiles, desde que finalizó la SegundaGuerra Mundial hasta hoy, supera los 16 millones de personas. En todos es-tos conflictos, cuya mayoría ha tenido lugar en los países no desarrollados,han estado implicados directa o indirectamente el imperialismo norteameri-cano y el socialimperialismo soviético.

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política y militar. Los hechos demuestran que, cuando las super-potencias se han inmiscuido en los asuntos internos de los de-más pueblos, los problemas han quedado sin resolver o han ter-minado con la consolidación de las posiciones del imperialismoy del socialimperialismo en estos países. Una prueba de ello sonlos acontecimientos del Oriente Medio, el conflicto entre Soma-lia y Etiopia, la guerra entre Camboya y Vietnam, etc.

Los Estados Unidos de América, la Unión Soviética y todoslos demás países capitalistas, a la par de invertir, consolidan susposiciones en los países que aceptan estas inversiones, y luchanpor conseguir mercados y zonas de influencia. Esto crea friccio-nes entre los diversos estados capitalistas, entre los grandes con-sorcios que no están enlazados ni son interdependientes. Estasfricciones son las que provocan las guerras locales que puedenllegar hasta una conflagración general. La guerra desatada porestas razones, ya sea local o general, como nos enseña el leni-nismo, no tiene un carácter libertador, sino de rapiña. La guerraes justa, es libertadora, sólo cuando los pueblos se levantan con-tra los ocupantes extranjeros, cuando se alzan contra la burgue-sía capitalista del país, que está estrechamente vinculada con elimperialismo, el socialimperialismo y el capital mundial.

Los representantes del gran capital mundial hablan muchosobre la necesidad de cambiar el actual sistema de relacioneseconómicas internacionales y de crear un «nuevo orden econó-mico mundial», que también es respaldado por los dirigenteschinos. Según ellos, este «nuevo orden económico» servirá de«base para la estabilidad global». Por su parte, los revisionistassoviéticos hablan de crear una pretendida estructura nueva enlas relaciones económicas internacionales.

Todo esto son esfuerzos y planes de las potencias imperialis-tas y neocolonialistas, las cuales quieren mantener vivo y pro-longar el neocolonialismo, y conservar la opresión y la expolia-ción de los pueblos. Pero, las leyes de desarrollo del capitalis-mo y del imperialismo no obedecen a los deseos ni a las inven-ciones teóricas de la burguesía y de los revisionistas. Como Le-

nin ha señalado, para resolver estas contradicciones es necesa-ria la lucha consecuente contra el colonialismo y el neocolonia-lismo, la revolución.

Analizando los rasgos económicos fundamentales del impe-rialismo, Lenin determinó también su lugar histórico. Recalcóque, el imperialismo es no sólo la fase superior, sino también laúltima del capitalismo, es la antesala de la revolución proletaria.Lenin ha escrito que:

«El imperialismo es una fase histórica especial delcapitalismo... es 1) capitalismo monopolista; 2) ca-pitalismo parasitario o en descomposición; 3) capi-talismo agonizante.»*

La realidad del mundo capitalista actual confirma entera-mente esta conclusión.

La base económica de todas las plagas económico–socialesdel imperialismo, como ha confirmado Lenin, es el monopolio.Los monopolios son impotentes para superar las contradiccio-nes de la economía capitalista. Lenin ligaba orgánicamente elparasitismo y la putrefacción del imperialismo, con la tendenciade los monopolios a frenar en general el desarrollo de las fuer-zas productivas, a acentuar el desarrollo desproporcional entrelas diversas ramas y a nivel de toda la economía nacional, a noexplotar las capacidades productivas, humanas y materiales; losligaba con su propensión a impedir la introducción de los ade-lantos de la ciencia y de la técnica en interés de las masas y delprogreso de toda la sociedad.

La avidez de ganancias, la competencia, obligan a los mono-polios a hacer inversiones para introducir la técnica avanzada enla actividad productiva. Pero en todo el proceso histórico del de-sarrollo del imperialismo lo que predomina es la tendencia a undesarrollo desproporcional y a frenarlo.

* V. I. Lenin. Obras, t. XXIII, pág. 122, ed. en albanés.

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Los gastos para las investigaciones y el desarrollo de la cien-cia realizados en la industria, y particularmente en la industriade guerra, en los Estados Unidos de América, por ejemplo, de2.000 millones de dólares que fueron en 1950, ascendieron aunos 11.000 millones en 1965 y a 30.000 millones, aproximada-mente, en 1972. Muchas veces las grandes firmas chocan condificultades en las investigaciones científicas, pero, cuando sehace un descubrimiento, compran patentes, contratan obreroscualificados y, sólo cuando les conviene, lo llevan a la práctica.

Naturalmente, los principales sectores y los más interesantespara las inversiones destinadas al desarrollo y a la revolucióntécnica, tienen prioridad, porque aseguran mayores ganancias.En este sentido el primer lugar es ocupado por la industria deguerra, debido a que aquí la tasa de ganancias es más elevada.Así, por ejemplo, los Estados Unidos de América invirtieron, en1964, 3.565 millones de dólares en investigaciones científicasen el sector de la aeronáutica y los misiles. Ese mismo año, enla industria eléctrica y de telecomunicaciones invirtieron milmillones 537 mil dólares, en la industria química 196 millones,en la de máquinas 136 millones, automóviles 174 millones, ins-trumentos científicos 172 millones, productos de caucho 38 mi-llones, en la del petróleo 8 millones, en la del metano 9 millo-nes, etc.

En las condiciones actuales, la militarización de la economía,como manifestación de la descomposición del imperialismo, seha convertido en un rasgo característico de todos los países ca-pitalistas y revisionistas. Pero el proceso de la militarización dela economía ha adquirido proporciones sin precedentes particu-larmente en los Estados Unidos de América y en la Unión So-viética. Los gastos militares directos de ambas partes han alcan-zado proporciones astronómicas, ascendiendo a un total de másde 240.000 millones de dólares al año.7

En su política tendente a la hegemonía y a la dominaciónmundial, los Estados Unidos de América y la Unión Soviéticapractican a amplia escala también el comercio de armas, que esotra clara expresión de la descomposición del imperialismo. Elvalor de las armas que venden anualmente supera los 20.000millones de dólares. Los otros estados imperialistas, como In-glaterra, Alemania Occidental, Francia, Italia, etc., también ven-den armas. Las camarillas reaccionarias y fascistas de Chile, Is-rael, Corea del Sur, Rhodesia, la República Sudafricana, etc.,son clientes regulares de este comercio imperialista. Lo son asi-mismo los países ricos en materias primas estratégicas o en pe-tróleo, a los que los imperialistas intentan atraerse con armas acambio de saquear sus riquezas.

Un claro testimonio de la descomposición y del parasitismodel capitalismo monopolista actual es el estallido cada vez másfrecuente de las crisis económicas de superproducción. El esta-llido de las crisis, que en la actualidad son muy profundas, prue-ba la justeza de la teoría marxista acerca del carácter anárquico,espontáneo y desproporcional de la producción y del consumo,y rechaza las «teorías» burguesas del desarrolló del capitalismo«sin crisis», o de la transformación del capitalismo en «capita-lismo dirigido».

En la sociedad capitalista de hoy actúa con una fuerza aúnmayor la ley general de la acumulación capitalista, descubiertapor Marx, según la cual, mientras, por un lado, aumenta la po-breza de los trabajadores, por otro lado, crecen las ganancias delos capitalistas. Va acentuándose el proceso de la polarizaciónde la sociedad en proletarios y en burgueses, que constituyen unnúmero limitado de personas.

El sistema imperialista actual, que cuenta con mayores posi-bilidades económicas para corromper a las capas altas del pro-letariado, a la aristocracia obrera, ha hecho que ésta crezca enenormes proporciones.

En la actualidad, la oligarquía financiera utiliza ampliamen-te a esta aristocracia para embaucar y desorientar al proletaria-

7 En 1982 esta cifra casi se duplicó llegando a más de 430 mil millones dedólares y de año en año aumentan continuamente los gastos militares.

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do, para castrar su ímpetu revolucionario. De las filas de la aris-tocracia obrera surgen de ordinario aquellos a los que Lenin lla-ma socialistas de palabra e imperialistas de hecho. En esta ca-racterización de Lenin se incluye a la socialdemocracia, los«partidos obreros burgueses», los dirigentes oportunistas de lossindicatos, los revisionistas modernos, etc. Lenin recalca que elimperialismo se enlaza con el oportunismo, que los oportunistascontribuyen a salvaguardar y reforzar al imperialismo. Él diceque:

«...los más peligrosos son los que no desean com-prender que la lucha contra el imperialismo es unafrase vacía y falsa si no va ligada indisolublementea la lucha contra el oportunismo».*

La descomposición del imperialismo se ve claramente tam-bién en la intensificación y la profundización de la reacción entodos los terrenos, y particularmente en el político y social. Lapráctica demuestra que, cuando la burguesía monopolista veque se agudiza la lucha de clases, arroja lejos las máscaras, ne-gando a las masas trabajadoras incluso los escasos derechos quehabían obtenido a precio de sangre. Una prueba de ello son losregímenes y las dictaduras fascistas implantadas en muchos paí-ses del mundo.

Todo este podrido sistema, que se encuentra en una situacióncaótica, se mantiene en pie gracias a un gran ejército pretoriano,a una policía muy numerosa que está movilizada y armada has-ta los dientes. Todas estas fuerzas militar–policíacas entran enacción para evitar y reprimir cualquier resistencia que rebase loslímites fijados por una inextricable maraña de leyes promulga-das por la burguesía en el poder. Los cuadros del ejército y delas demás fuerzas represivas viven lujosamente, reciben muybuenos sueldos. En Italia, por ejemplo, no se oye hablar de otra

cosa que del ejército, la policía, el cuerpo de carabineros, losagentes de seguridad que son condecorados, pero que tambiénresultan muertos.

En esta situación tan confusa que impera en los estados bur-gueses se ha desarrollado y propagado el bandidaje, que es unengendro del propio sistema capitalista, expresión de su degene-ración y reflejo de la desesperación y desorientación originadaspor el sistema burgués de opresión y explotación. La burguesíaintenta evitar aquellas manifestaciones de bandidaje que le creanproblemas y son motivo de preocupación para el estado burgués.Pero lo fomenta y utiliza para aterrorizar a las amplias masas tra-bajadoras que viven en la miseria. En muchos países capitalistasel bandidaje se ha convertido en una industria que abarca desdelos asaltos a los bancos y los almacenes, hasta los secuestros depersonas, reclamando enormes rescates a cambio de su libertad.En algunos países el bandidaje se ha organizado en grupos. Es-tos grupos tienen nombres que suenan a «revolucionarios», a«comunistas», etc. La burguesía les deja actuar libremente con elfin de preparar la situación para dar un golpe de estado fascistay justificar la realización del mismo. Con el propósito de desa-creditar a la revolución y al socialismo, esta actividad de bandi-daje es presentada como obra de «grupos comunistas», que su-puestamente actúan contra el régimen burgués.

Como conclusión, podemos afirmar que en la situación actualdel imperialismo en general, del imperialismo norteamericano,del socialimperialismo soviético y de los otros imperialismos, elimperialismo, cualquiera que sea su matiz, se encuentra en la fa-se de su debilitamiento y putrefacción, y que la vieja sociedad, através de la revolución, será destruida desde sus cimientos yreemplazada por una sociedad nueva, por la sociedad socialista.Esta nueva sociedad socialista existe y se ampliará, se desarro-llará, ganará terreno, independientemente de que los revisionis-tas soviéticos traicionaron al socialismo en la Unión Soviética,independientemente de que en China domina el oportunismo yse erige un socialimperialismo nuevo, independientemente de* V. I. Lenin. Obras. t. XXII, pág. 367, ed. en albanés.

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que en los antiguos países de democracia popular se ha restaura-do el capitalismo. El socialismo seguirá avanzando en su cami-no y con su lucha y sus esfuerzos saldrá victorioso sobre el im-perialismo y el capitalismo mundial, pero nunca y de ningunamanera lo hará mediante reformas, a través del camino parla-mentario y pacífico, como predicaba Jruschov y como predicanahora todos los revisionistas. Triunfará permaneciendo fiel a lateoría leninista sobre el imperialismo y la revolución proletaria,pero nunca siguiendo las actuales teorías revisionistas que pro-claman el capitalismo monopolista de estado como una supues-ta fase nueva y particular del capitalismo, como la «aparición delos elementos socialistas en el seno del capitalismo».

De conformidad con las conclusiones de Lenin sobre la na-turaleza del imperialismo y su lugar histórico, todo el imperia-lismo mundial como sistema social, a causa de las contradiccio-nes internas que lo corroen y de las luchas revolucionarias y deliberación de los pueblos ya no tiene ese poder de dominaciónexclusiva de antes. Esta es la dialéctica de la historia y confir-ma la tesis marxista–leninista de que el imperialismo está endescenso, en decadencia, en descomposición.

La tendencia del capitalismo y del imperialismo a debilitar-se, es hoy la tendencia principal en la historia universal. Marx yLenin han argumentado esto apoyándose en datos concretos, enlos acontecimientos históricos, en la dialéctica materialista.También la tendencia a mancomunar los esfuerzos por parte delos estados que se oponen al imperialismo, conduce al debilita-miento de éste. Pero esta segunda tendencia, a la que China dacarácter absoluto, sin hacer las diferenciaciones requeridas, sinestudiar las situaciones particulares, no lleva a buen camino.Pretendiendo que el imperialismo norteamericano está en deca-dencia y es menos poderoso que el socialimperialismo soviéti-co, proclamando el «tercer mundo», como la principal fuerzamotriz de la época, los dirigentes chinos prácticamente incitan ala capitulación y la claudicación ante la burguesía.

Es verdad que los pueblos aspiran a la liberación, pero deben

conquistarla sólo con lucha, con esfuerzos y teniendo a la cabe-za una dirección combativa. Marx: Engels, Lenin y Stalin nosenseñan que esta dirección es el proletariado de cada país. Pero,el proletariado y su partido marxista–leninista deben hacer bienlos análisis políticos, económicos y militares, sopesarlo todo,tomar decisiones y definir una estrategia y táctica adecuadas, te-niendo siempre presente el preparar y hacer la revolución. Si nose tiene en cuenta la revolución, como no la tienen en cuenta loschinos, los análisis, los actos, la estrategia y las tácticas no pue-den ser marxista–leninistas, revolucionarios.

No podemos forjarnos ninguna ilusión acerca del imperialis-mo, del tipo que sea, poderoso o menos poderoso. La naturale-za misma del imperialismo crea las condiciones para la expan-sión económica y política, para el estallido de las guerras, por-que su carácter es esencialmente explotador, agresivo. Por eso,engañar a las amplias masas de los pueblos que quieren su libe-ración diciéndoles que la obtendrán guiándose por teorías revi-sionistas como la de los «tres mundos», significa cometer uncrimen contra los pueblos y la revolución.

Nuestra época; como nos enseña Lenin, es la época del im-perialismo y de las revoluciones proletarias. Con esto debemoscomprender que a nosotros, marxista–leninistas, nos correspon-de combatir con la mayor dureza al imperialismo mundial, acualquier imperialismo, a cualquier potencia capitalista, que sonlos que explotan al proletariado y a los pueblos. Sostenemos latesis leninista de que la revolución está actualmente a la ordendel día. El mundo seguirá adelante hacia una sociedad nueva,que será la sociedad socialista. El capitalismo mundial, el impe-rialismo y el socialimperialismo se descompondrán todavía másy serán liquidados por medio de la revolución.

Lenin nos enseña a combatir hasta el fin al imperialismo,criticado en la amplia acepción de la palabra y levantar a lasclases oprimidas contra la política imperialista, contra laburguesía. El análisis marxista–leninista del desarrollo actualdel imperialismo, demuestra claramente que son inmutables el

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análisis y las conclusiones de Lenin sobre el imperialismo, so-bre su naturaleza y sus rasgos, sobre la revolución. Los intentosde todos los oportunistas, desde los socialdemócratas hasta losrevisionistas jruschovistas y chinos, de deformar las tesis leni-nistas sobre el imperialismo, son intentos contrarrevoluciona-rios. Su objetivo es negar la revolución, embellecer al imperia-lismo, prolongar la vida del capitalismo. Cuando Lenin desen-mascara al imperialismo y a sus apologistas como Bernstein,Kautsky, Hilferding y todos los demás oportunistas de la II In-ternacional, advierte que

«La ideología imperialista penetra incluso en el se-no de la clase obrera, que no está separada de lasdemás clases por una muralla china.»*

Pero, desafortunadamente, ahora también la «muralla china»se ha derrumbado y en China han penetrado la propaganda y laideología imperialistas. Los oportunistas chinos no son en abso-luto originales. Avanzando por el camino de Kautsky y compa-ñía también ellos embellecen al imperialismo en general y alnorteamericano en particular, presentándolo como un imperia-lismo que está en retroceso y en el que los pueblos deben apo-yarse para defenderse de los socialimperialistas soviéticos.

La semejanza de las «teorías» de los revisionistas chinos conlas de Kautsky es muy evidente. En su tiempo, este último tra-taba de defender la política colonial del imperialismo, encubrirsu explotación y expansión, deformando la teoría marxista so-bre el desarrollo del capitalismo. Lo mismo están haciendo enla actualidad los dirigentes chinos, quienes, con la intención deapoyar al imperialismo norteamericano y su política neocolo-nialista, fabrican teorías absurdas supuestamente fundadas enMarx o en Lenin. Pero si se habla en el lenguaje de Lenin, la«teoría» china es una inmersión en la charca del revisionismo y

del oportunismo.La teoría de Kautsky propagaba la ilusión de que en las con-

diciones del capitalismo monopolista existe la posibilidad deque se realice otra política, no anexionista. Respecto a esto Le-nin puntualizaba:

«Lo esencial es que Kautsky separa la política delimperialismo de su economía, hablando de las ane-xiones como de la política «preferida» por el capi-tal financiero y oponiendo a ella otra política bur-guesa, posible, según él, sobre la misma base delcapital financiero. Resulta que los monopolios en laeconomía son compatibles con el modo de obrar nomonopolista, no violento, no anexionista en políti-ca. Resulta que el reparto territorial del mundo, ter-minado precisamente en la época del capital finan-ciero y que es la base de lo peculiar de las formasactuales de rivalidad entre los más grandes estadoscapitalistas, es compatible con una política no im-perialista. Resulta que de este modo se disimulan,se atenúan las contradicciones más importantes dela fase actual del capitalismo, en vez de ponerlas aldescubierto en toda su profundidad; resulta refor-mismo burgués en lugar de marxismo.»*

Ignorando el hecho de que en los Estados Unidos de Améri-ca, en el terreno económico dominan los monopolios, el capitalfinanciero, y que precisamente éstos dictan la política interior yexterior, los revisionistas chinos hablan de un imperialismo pa-cifico, que ya no busca la expansión, que incluso está en retira-da. Los dirigentes chinos «olvidan» la afirmación de Stalin deque las principales peculiaridades y exigencias de la ley econó-mica fundamental del capitalismo actual son:

* V. I. Lenin. Obras, t. XXII, pág. 347, ed. en albanés. * V. I. Lenin. Obras, t. XXII, pág. 328, ed. en albanés.

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«...asegurar el máximo de beneficios capitalistasexplotando, arruinando, empobreciendo a la mayorparte de la población de un país dado, esclavizandoy despojando de manera sistemática a los pueblosde otros países, sobre todo de los países atrasados,por último desencadenando guerras y militarizandola economía nacional, con vistas a asegurar el má-ximo de ganancias».*

Así, las «nuevas» teorías de los dirigentes chinos demuestranque ellos cantan la vieja cantinela de Kautsky con una nuevamelodía.

Al desenmascarar a los cabecillas de la II Internacional, quequerían hacer distinción entre las potencias imperialistas, divi-diéndolas en más y menos agresoras, Lenin recalcaba que estaactitud era antimarxista. Esta actitud llevó a los partidos de la IIInternacional a las posiciones del chovinismo, a traicionarabiertamente la causa del proletariado y de la revolución. Ennuestra época, decía Lenin, no puede plantearse el problema dequé estado imperialista de los implicados en la Primera GuerraMundial en uno u otro campo, es el «peor de los males».

«La democracia contemporánea, decía, sólo seráfiel a sí misma si no se suma a ninguna burguesíaimperialista, sí declara que «tan pésima es una co-mo otra» y si desea en cada país la derrota de laburguesía imperialista. Toda otra solución será, dehecho, una solución nacional–liberal, y no tendránada en común con el verdadero internacionalis-mo.»**

En las condiciones actuales, si se aceptase la tesis china se-gún la cual el socialimperialismo soviético es más agresivo queel imperialismo norteamericano, se caería en una traición abier-ta a la revolución, a la misión histórica de la clase obrera, se pa-saría a las posiciones de la II Internacional. Ambas superpoten-cias imperialistas representan, en el mismo grado, el principalenemigo y peligro para el socialismo, para la libertad y la inde-pendencia de los pueblos, para la soberanía de las naciones. Sonlos principales defensores del capitalismo mundial.

Para disimular su traición a los pueblos, los dirigentes chinosdicen que las relaciones de los grandes monopolios con algunospaíses poseedores de grandes riquezas, crean una situación queincluso puede evitar los conflictos entre las potencias monopo-listas y los pueblos. Esto es una gran absurdidad, es un esfuer-zo tendente a presentar como mansa la bestia imperialista, acrear una situación eufórica y falsa, alegando que supuestamen-te la inversión de capitales creará el bienestar del pueblo delpaís donde se realiza la inversión y que así dejarán de existir lascontradicciones antagónicas entre los imperialistas y los pue-blos de dichos países. Esta falsa teoría, que ahora pregonan losdirigentes chinos, ha sido creada por el imperialismo para ex-tender su dominación a todo el mundo y ayudar a las camarillasreaccionarias dominantes en diversos países a oprimir a su pue-blo y vender su propio país a los extranjeros.

Estas «teorías» son una repetición, bajo formas nuevas y re-finadas, de las teorías reaccionarias de los oportunistas de la IIInternacional. Durante la Primera Guerra Mundial, Lenin de-senmascaró la teoría antimarxista de Kautsky del «ultraimperia-lismo», Kautsky pretendía que, en las condiciones del imperia-lismo, las guerras pueden ser conjuradas mediante un acuerdoentre los capitalistas de los diversos países.

Polemizando con Kautsky, Lenin decía que

«...las alianzas «interimperialistas» y «ultraimpe-rialistas» en el mundo real capitalista, y no en la

* J. V. Stalin. Problemas económicos del socialismo en la URSS, Tirana,1974, pág. 45, ed. en albanés.

** V. I. Lenin. Obras, t. XXI, págs. 145–146, ed. en albanés.

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vulgar fantasía pequeñoburguesa de los curas in-gleses o del «marxista» alemán Kautsky, sea cualfuere su forma: una coalición imperialista contraotra coalición imperialista, o una alianza generalde todas las potencias imperialistas, sólo puedenser inevitablemente «treguas» entre las guerras».*

Estas enseñanzas de Lenin son muy actuales en las condicio-nes de hoy cuando los revisionistas chinos hablan y desplieganfebriles esfuerzos para crear una alianza y un gran frente mun-dial de todos los estados y los regímenes fascistas y feudales,capitalistas e imperialistas, incluyendo a los Estados Unidos deAmérica, contra el socialimperialismo soviético.

Entre los países imperialistas pueden crearse alianzas, recal-caba Lenin, pero se crean con el único objetivo de aplastar con-juntamente la revolución, el socialismo, de saquear conjunta-mente las colonias y los países dependientes y semidependien-tes.

Los revisionistas chinos, al igual que los cabecillas de la IIInternacional, han substituido la consigna del Manifiesto Comu-nista «¡Proletarios de todos los países, unios!» por la consignapragmática «Unámonos con todos aquellos que son susceptiblesde unirse», contra el socialimperialismo soviético.

La teoría de los «tres mundos», inventada por los dirigenteschinos, no analiza el desarrollo histórico del imperialismo a tra-vés del prisma marxista–leninista, sino que lo considera erró-neamente, ignorando las contradicciones de nuestra época, defi-nidas de forma tan clara por Marx y Lenin. Siguiendo esta «teo-ría», la China «socialista» se une con el imperialismo norteame-ricano y el «segundo mundo», es decir, con otros imperialistas,que explotan a los pueblos, y llama al «tercer mundo», a lospueblos que aspiran a luchar contra el imperialismo y el capita-lismo mundial, tanto si es el imperialismo norteamericano como

si es el socialimperialismo soviético, a unirse únicamente con-tra este último.

También la teoría titista de los países «no alineados» es tanantimarxista como la teoría de los «tres mundos».

Estas dos «teorías» son los rieles de una misma vía férrea so-bre la que rueda el tren del imperialismo norteamericano y delsocialimperialismo soviético, tren que, va cargado con las rique-zas arrebatadas a los pueblos del mundo. Los titistas y los revi-sionistas chinos tratan de abrir algunos agujeros en los vagonesde este tren imperialista y socialimperialista para que se derra-me un poco de aceite, un poco de azúcar, algún dólar, alguna li-bra esterlina, algún franco o algún rubio. Estos rieles, que estántendidos sobre las espaldas de los pueblos oprimidos y que tien-den a mantenerlos continuamente subyugados, son dos teoríastan reaccionarias como todas las demás teorías antimarxistas delos trotskistas, anarquistas, bujarinistas, jruschovistas, de lospartidarios de Togliatti, Carrillo, Marchais, etc., etc.

La vida confirma continuamente las geniales tesis de Leninsobre el imperialismo. El capitalismo ha entrado en la fase de suputrefacción. Esta situación suscita la revuelta de los pueblos ylos empuja a la revolución. La lucha de los pueblos contra el im-perialismo y contra las camarillas capitalistas burguesas crecede diferentes formas, con diversa intensidad. Ineluctablementela cantidad se convertirá en calidad. Esto se verificará antes enlos países, que constituyen el eslabón más débil de la cadena ca-pitalista y donde la conciencia y la organización de la claseobrera han alcanzado un alto nivel, donde el problema es trata-do con una profunda comprensión política e ideológica.

El imperialismo ha intensificado la opresión y la bárbara ex-plotación de los pueblos. Pero al mismo tiempo también lospueblos del mundo se hacen cada vez más conscientes de que yano se puede vivir en la sociedad capitalista actual, donde las ma-sas trabajadoras son oprimidas y explotadas con una intensidadno menor a la de antes de la guerra.

El imperialismo, a pesar de sus esfuerzos y de los de sus* V. I. Lenin. Obras, t. XXII, págs. 359–360, ed. en albanés.

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adeptos, ni ahora ni tampoco más tarde puede encontrar estabi-lidad en la lucha que lleva a cabo por sentar su hegemonía so-bre los pueblos. No puede encontrarla porque se ha despertadola conciencia de la clase obrera y de las masas trabajadoras opri-midas que quieren liberarse, y además a causa de las inevitablescontradicciones interimperialistas.

Los pueblos ven, y más tarde lo verán mejor, que el imperia-lismo y el capitalismo mundial no se apoyan sólo en la fuerzaeconómica, militar, política e ideológica de las dos superpoten-cias, sino también en las clases ricas que mantienen sojuzgadosa los pueblos de sus países, que los explotan y los aterrorizan afin de que no se levanten para conquistar la verdadera libertad eindependencia.

Las amplias masas de los diversos países del mundo han co-menzado asimismo a comprender que la actual sociedad bur-gués–capitalista, el sistema explotador del imperialismo mun-dial, deben ser derrocados. Para los pueblos esto no es sólo unaaspiración, en muchos países también han empuñado las armas.

Por eso, no es necesario inventar teorías que dividan el mun-do en tres o cuatro partes, en «alineados» y en «no alineados»,sino ver e interpretar correctamente el gran proceso históricoobjetivo según las enseñanzas del marxismo–leninismo. Elmundo está dividido en dos partes, el mundo del capitalismo yel mundo nuevo del socialismo, que están en implacable luchaentre sí. En esta lucha triunfará lo nuevo, el mundo socialista,mientras que la vieja sociedad capitalista, la sociedad burguesae imperialista, se derrumbará.

Marx ha argumentado científicamente la necesidad de des-truir la sociedad capitalista y construir una sociedad más avan-zada, la del socialismo y después la del comunismo. En la obraEl imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin, desarro-llando el pensamiento de Marx, demostró que la época actual esla época del imperialismo y de las revoluciones proletarias. Estaes la época de la destrucción del viejo régimen capitalista; delcolonialismo y del imperialismo, de la toma del poder por el pro-letariado y de la liberación de los pueblos oprimidos, el períododel triunfo del socialismo a escala mundial.

Esto significa que hoy vivimos en la época de la substituciónde la vieja sociedad explotadora, insoportable para la mayoría dela humanidad, para los oprimidos y los explotados, por una so-ciedad nueva, donde desaparece de una vez y para siempre la ex-plotación del hombre por el hombre. Nuestro Partido, se ha ba-sado precisamente en estas enseñanzas fundamentales y en elanálisis marxista–leninista de la actual evolución mundial, alpresentar en su VII Congreso la tesis de que el mundo se encuen-tra en una fase en que la causa de la revolución y de la liberaciónde los pueblos es un problema planteado que espera solución.

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III

LA REVOLUCIÓN Y LOS PUEBLOS

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La lucha del proletariado contra la burguesía es dura, inexo-rable y se desarrolla de continuo. Frente a frente se encuentrandos grandes fuerzas sociales. De un lado, la burguesía capitalis-ta imperialista, que es la clase más salvaje, más embaucadora ymás sanguinaria que haya conocido la historia. De otro lado, es-tá el proletariado, la clase totalmente despojada de los medios deproducción, la clase oprimida y explotada despiadadamente porla burguesía, y, al mismo tiempo, la clase más avanzada de la so-ciedad, que piensa, crea, trabaja, produce, y que, sin embargo, nogoza de los frutos de su trabajo.

Ambas clases intentan, cada una por su parte, agrupar fuerzasa su alrededor y prepararlas para conseguir sus objetivos: el pro-letariado para alcanzar la liberación nacional y social, para hacerla revolución; la burguesía para conservar su dominación yaplastar la revolución. Mientras la burguesía agrupa en torno su-yo a las fuerzas más negras, más regresivas y criminales, el pro-letariado se esfuerza por ganar para su causa a todas las fuerzasrevolucionarias y progresistas.

El marxismo–leninismo nos enseña que la lucha entre el pro-letariado y la burguesía se intensifica ininterrumpidamente y quecon toda seguridad será coronada con la victoria del proletaria-do y de sus aliados. Pero, para que esta lucha sea coronada conéxito es necesario que el proletariado esté organizado, tenga supartido de vanguardia, haga conscientes a las amplias masas po-pulares de la necesidad de la revolución y las dirija en la luchapor la toma del poder, por la instauración de su propia dictadu-ra, por la construcción del socialismo y del comunismo, de la so-ciedad sin clases.

En el mundo hay muchos elementos exaltados, con buenas omalas intenciones, quienes piensan que es posible hacer la revo-lución en cualquier época, en cualquier momento y en cualquierparte. Pero se equivocan. La revolución no puede realizarse encualquier momento y en cualquier parte, conforme a los deseos.La revolución estalla y se realiza en el eslabón más débil de lacadena capitalista. Para que estalle y triunfe, deben existir con-

diciones apropiadas, objetivas y subjetivas, y hace falta esperarel momento favorable para lanzarse a ella. Lo principal es quecuando hagan estallar la revolución, las amplias masas del pue-blo, con el proletariado al frente, estén decididas y preparadaspara llevarla hasta sus últimas consecuencias.

Lenin puntualiza que la revolución es obra del pueblo de ca-da país, que no puede ser exportada. Esto no significa que losmarxista–leninistas, dondequiera que militen, no se sientan soli-darios, mutuamente ligados por los sentimientos más puros delinternacionalismo proletario y no contribuyan a la lucha del pro-letariado y de los pueblos de los otros países por su liberación.Por el contrario, todos los comunistas, los proletarios, todas lasfuerzas revolucionarias de los diversos países tienen la obliga-ción de ayudar a la revolución en cada país en particular y en to-do el mundo con su propaganda, agitación, ayuda material,ejemplo de determinación y abnegación, y ateniéndose fielmen-te al marxismo–leninismo. Como es natural, el que esta ayudasea bien aprovechada depende, ante todo, del nivel de prepara-ción del proletariado y de su partido, del nivel de desarrollo dela lucha revolucionaria en uno u otro país.

Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista de-muestran que los intereses del proletariado y del pueblo de unpaís son inseparables de los intereses del proletariado y de lospueblos de todo el mundo.

La revolución, como enseña Lenin y como la vida ha confir-mado, triunfa en cada país en particular. Por eso, esta victoria de-pende, ante todo, de la clase obrera de cada país y de su partidorevolucionario, depende de su capacidad para aplicar, de acuer-do con las condiciones concretas, las enseñanzas de Marx, En-gels, Lenin y Stalin sobre la revolución.

Pero acerca de estas enseñanzas y sobre todo en torno a lateoría leninista de la revolución, los revisionistas modernos titis-tas, soviéticos, «eurocomunistas», chinos, etc., que han asumidola misión de desorientar a la gente en cuanto al problema de larevolución y de evitar su estallido, han suscitado una confusión

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enorme y realizado una amplia actividad de zapa.Hoy, cuando esta cuestión está planteada para ser resuelta, es

una tarea imperativa disipar la neblina que han creado los revi-sionistas acerca de la revolución, denunciar las maniobras y lasespeculaciones que hacen en torno a esta cuestión, poner al des-cubierto sus objetivos contrarrevolucionarios, chovinistas y he-gemonistas, comprender y aplicar correctamente las enseñanzasdel marxismo–leninismo sobre la revolución.

Defendamos y apliquemos las enseñanzasmarxista–leninistas sobre la revolución

El marxismo–leninismo nos enseña, y la experiencia de todaslas revoluciones ha confirmado que, para que estalle y triunfe larevolución, deben existir los factores objetivos y subjetivos.

Lenin ha formulado esta enseñanza en su obra La bancarrotade la II Internacional y la ha desarrollado posteriormente en Laenfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo y otrosescritos.

Considerando la situación revolucionaria como el factor ob-jetivo de la revolución, Lenin la caracteriza de este modo:

«1) La imposibilidad para las clases dominantes demantener su dominio en forma inmutable»* debidoa la profunda crisis que ha afectado a estas clases,crisis que provoca el descontento y la indignación delas clases oprimidas. «Para que estalle la revolución–indica– ordinariamente no basta que «los de abajono quieran vivir» como antes, sino que hace faltatambién que «los de arriba no puedan vivir» comohasta entonces. 2) Una agravación... de la miseria ylas penalidades de las clases oprimidas. 3) Una in-

tensificación considerable, por las razones antes in-dicadas, de la actividad de las masas que... son em-pujadas... a una acción histórica independiente.»*«En otras palabras, esta verdad se expresa del mo-do siguiente: la revolución es imposible sin una cri-sis nacional general (que afecte a explotados y ex-plotadores).»** «Sin estos cambios objetivos –puntualiza–, indepen-dientes no sólo de la voluntad de tales o cuales gru-pos y partidos, sino también de la voluntad de estaso aquellas clases, la revolución es, por regla gene-ral, imposible.»***

Pero no toda situación revolucionaria da lugar a la revolu-ción, dice Lenin. En muchos casos, indica, las situaciones revo-lucionarias, como las de 1860–1870 en Alemania, 1859–1861 y1879–1880 en Rusia, no se han transformado en revoluciones,porque no ha existido el factor subjetivo, es decir, una elevadaconciencia por parte de las masas, su disposición para hacer larevolución,

«...la capacidad de la clase revolucionaria –segúnlas palabras de Lenin– para llevar a cabo accionesrevolucionarias de masas lo bastante fuertes comopara destruir (o quebrantar) al viejo gobierno, quejamás «caerá», ni siquiera en las épocas de crisis, sino se le «hace caer»».****

Como ha escrito Lenin ya en sus primeras obras, el partido re-volucionario de la clase obrera, su función de dirección, educa-

* V. I. Lenin. Obras, t. XXI, pág. 223, ed. en albanés.

* Ibiídem.** V. I. Lenin. Obras, t. XXXI, pág. 83, ed. en albanés.*** V. I. Lenin. Obras, t. XXI, pág. 223, ed. en albanés.**** V. I. Lenin. Obras, t. XXI, pág. 223, ed. en albanés.

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ción y movilización de las masas revolucionarias, desempeñanun papel determinante en la preparación del factor subjetivo. Elpartido logra esto tanto elaborando una correcta línea política,que responda a las condiciones concretas, a los deseos y a lasexigencias revolucionarias de las masas, como realizando un tra-bajo muy grande y acciones revolucionarias frecuentes y bienestudiadas en el plano político, que hagan tomar conciencia alproletariado y a las masas trabajadoras de la situación en que vi-ven, de la opresión, la explotación y las bárbaras leyes de la bur-guesía, de la necesidad de hacer la revolución, como el mediopara derrocar al régimen esclavizador.

De este modo las capas pobres reaccionarán con tal intensi-dad que a los ricos, a la burguesía en el poder, conmocionadostambién por las otras contradicciones internas y externas, les se-rá difícil seguir dominando como antes. Cuándo estos requisitosse cumplen, cuando existen los factores objetivos y subjetivos,los cuales están entrelazados, entonces no sólo puede estallar larevolución, sino también triunfar.

En todo momento, los revolucionarios reflexionan honda-mente sobre estas geniales tesis de Lenin y no sólo reflexiona, si-no que además analizan las situaciones de modo concreto y entodos sus aspectos. Actúan con la vista puesta en no dejarse sor-prender jamás por las situaciones revolucionarias, de forma queno se encuentren desarmados en esos momentos decisivos, sinoque sepan aprovecharlas con la finalidad de preparar el estallidode la revolución.

¿Qué demuestra el análisis de la situación actual en el mun-do? El Partido del Trabajo de Albania, partiendo de la teoría le-ninista de la revolución, concluye que hoy la situación en elmundo es en general revolucionaria, que en muchos países estasituación ha madurado o está madurando rápidamente, mientrasque en otros este proceso está en desarrollo.

Cuando decimos que hoy la situación es revolucionaria tene-mos en cuenta que el mundo de nuestros días está en movimien-to hacia grandes estallidos. En general, la situación actualmente

semeja un volcán en erupción, un fuego abrasador, cuyas llamasdevorarán precisamente a las clases dominantes, opresoras y ex-plotadoras.

El mundo capitalista y revisionista está sumido en una gravecrisis económica y política, financiera y militar, ideológica ymoral. La presente crisis, que ha sacudido todas las estructuras ysuperestructuras del régimen burgués y revisionista, ha recrude-cido y profundizado aún más la crisis general del sistema capita-lista.

Las consecuencias de la crisis se presentan muy serias y de-sastrosas sobre todo en el terreno de la economía. A partir de1974 ha comenzado la profundización de la crisis económicamás grave de las aparecidas en el periodo posterior a la SegundaGuerra Mundial. Esto ha ocasionado una disminución en propor-ciones considerables de la producción industrial: en el Japón20%, Gran Bretaña 15%, Estados Unidos de América 14%,Francia e Italia 13%, República Federal de Alemania 10%, etc.La crisis ha dado lugar a una depresión muy profunda. En mu-chos países capitalistas las capacidades productivas no aprove-chadas en algunas ramas clave de la economía oscilan entre un25 y 40 por ciento, y esta situación se viene prolongando desdehace años. Por esta razón ha quedado estancada la producciónindustrial. Los stocks de «excedentes» de mercancías que no en-cuentran salida alcanzan cantidades extraordinarias.

Pero no obstante estos stocks y a pesar de que no se explotanmuchas capacidades productivas, las ganancias de los monopo-lios siguen aumentando debido al alza de los precios. Los pre-cios suben de día en día, mientras que la inflación en determina-dos países ha alcanzado porcentajes muy elevados.

El alza de los precios y, sobre todo, la inflación, se han con-vertido en un medio muy apropiado en poder de los monopoliosy el estado capitalista y revisionista para descargar el peso de lacrisis sobre las espaldas de la clase obrera y de los demás traba-jadores.

Con el pretexto de tomar medidas antiinflacionistas, los esta-

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dos capitalistas y burgués–revisionistas elevan los impuestos so-bre los ingresos de las masas trabajadoras, congelan sus salariosy, al mismo tiempo, reducen los impuestos sobre las gananciasde los monopolios, devalúan la moneda, etc. Todas estas medi-das están dirigidas contra la clase obrera y todos los trabajado-res, intensifican la explotación y atentan contra su nivel de vida.

A causa de la prolongación de la crisis económica ha empeo-rado y se ha agravado considerablemente la existencia de la cla-se obrera y de las masas campesinas. Como en raras ocasionesse ha incrementado el paro, el cual se ha convertido en un malcrónico, en una gran plaga de la sociedad burguesa y revisionis-ta. En el mundo capitalista–revisionista han sido echados a la ca-lle 110 millones de trabajadores. Sólo en los Estados Unidos deAmérica existen de 7 a 8 millones de parados. Millones de per-sonas están hoy al borde del hambre o efectivamente la padecen.Centenares de millones de personas viven en una situación deangustia a causa de la incertidumbre de su porvenir.

La penuria y la inseguridad en que viven las amplias masastrabajadoras, así como la política interior y exterior reaccionaria,antipopular, que siguen los regímenes capitalistas y burgués–re-visionistas, vienen aumentando continuamente el descontento delas amplias capas populares. Esta grave situación ha suscitado enestas capas una incontenible indignación que se exterioriza pormedio de huelgas, protestas, manifestaciones, choques con losórganos represivos del régimen burgués y revisionista, y en mu-chos casos a través de verdaderas rebeliones. Las masas popula-res sienten una creciente hostilidad hacia los regímenes que lassubyugan.

Los gobiernos de los países imperialistas, capitalistas y revi-sionistas, hacen todo tipo de promesas y propuestas fraudulen-tas, esforzándose, también en esta situación de crisis, por acapa-rar el máximo beneficio, por atenuar el descontento y la indigna-ción de las masas y desviarlas de la revolución.

Mientras tanto, los pobres se empobrecen cada vez más, losricos se enriquecen mucho más, el abismo entre las capas socia-

les pobres y las ricas, entre los países capitalistas desarrolladosy los países poco desarrollados se ahonda sin cesar.

La crisis actual se ha extendido asimismo a la vida política,atizando el fuego en los círculos dirigentes de los estados capi-talistas y revisionistas. Claro testimonio de esto son las repetidascrisis gubernamentales y el cambio de los equipos en el poder.

La burguesía y las camarillas dominantes se ven obligadas acambiar más a menudo los caballos de los carros gubernamenta-les, con el fin de engañar a los trabajadores y hacerles creer quelos nuevos serán mejores que los viejos, que los responsables dela crisis y de que ésta prosiga son los anteriores, mientras que lossubstitutos mejorarán la situación, y otras cosas por el estilo. To-do este engaño que alcanza proporciones cada vez más vastas, seencubre, sobre todo durante las campañas electorales, con lasfalsas consignas de libertad, democracia, etc. Al mismo tiempola burguesía, en los países capitalistas y revisionistas, refuerzasus salvajes armas de represión, el ejército, la policía, los servi-cios secretos, los órganos judiciales; refuerza el control de sudictadura sobre cualquier movimiento e intento de lucha del pro-letariado. Hoy en los países capitalistas y revisionistas es eviden-te la tendencia a intensificar la violencia burguesa y a restringirlos derechos democráticos. Se observan con una intensidad cadavez mayor la propensión a fascistizar la vida del país y los pre-parativos para instaurar el fascismo, en el momento en que laburguesía se vea en la imposibilidad de dominar con métodos ymedios «democráticos».

La crisis económico–financiera y política ha abarcado no só-lo los monopolios, los gobiernos, los partidos y las fuerzas polí-ticas internas de cada país, sino también las alianzas internacio-nales, los bloques económicos, políticos y militares, como elMercado Común Europeo y el COMECON, la Comunidad Eu-ropea, la OTAN y el Tratado de Varsovia. Las contradicciones,las fricciones, las contestaciones, las disputas entre los socios deestas alianzas y bloques se manifiestan más abierta y violenta-mente.

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Otra manifestación de la crisis y de los intentos para salir deella es la carrera armamentista, los vastos preparativos bélicos yla provocación de guerras locales por parte de las superpotenciasy las otras potencias imperialistas como en el Oriente Medio, elCuerno de África, el Sahara Occidental, Indochina y otras regio-nes. Esto sirve a los planes hegemonistas y expansionistas deuna u otra potencia imperialista. Fomenta y desarrolla la indus-tria militar y el comercio de armas, que en la actualidad han co-brado proporciones inauditas.

Pero todos estos medios políticos y militares no son sino pa-liativos, incapaces de curar al sistema capitalista–revisionista dela grave enfermedad que padece.

A la actual crisis económica y política del mundo capitalistay revisionista hay que sumarle la crisis ideológica y moral sinprecedentes. Jamás han existido una confusión ideológica y unacorrupción moral como las que se observan hoy día. Jamás hahabido tanta variedad de teorías burguesas, de derecha, de cen-tro y de «izquierda», disfrazadas de las más diversas formas, lai-cas y religiosas, clásicas y modernas, abiertamente anticomunis-tas y pretendidamente comunistas y marxistas. Nunca se ha vis-to una perversión moral tal, un modo de vida tan degenerado,una depresión espiritual tan grande. Las teorías burguesas y re-visionistas, tan penosamente hilvanadas y tan ruidosamente pro-pagadas como «guías para salvarse de los males de la vieja so-ciedad», como es el caso de las teorías de la «estabilización de-finitiva del capitalismo, del «capitalismo popular», de la «socie-dad de consumo», de la «sociedad postindustrial», de la «pre-vención de las crisis», de la «revolución técnico–científica», dela «coexistencia pacífica» jruschovista, del «mundo sin ejércitos,sin armas y sin guerras», del «socialismo con rostro humano»,etc., etc., ya se han resquebrajado en sus propios cimientos.

Todos estos aspectos de la crisis general se encuentran no só-lo en Yugoslavia, donde las consecuencias de la crisis son másevidentes, sino también en la Unión Soviética socialimperialistay en los otros países revisionistas. En todos ellos se han intensi-

ficado la opresión y la explotación, todos padecen los males delcapitalismo, en las filas de los dirigentes y de las altas capas so-ciales han estallado rencillas y pugnas por apoderarse del podery obtener privilegios, en todas partes bulle el descontento y la in-dignación de las masas populares. Así pues, también en estospaíses existen grandes posibilidades para la revolución. Tambiénen ellos la ley de la revolución actúa igual que en cualquier otropaís burgués.

Es precisamente esta situación actual de crisis general del ca-pitalismo, que tiende a profundizarse de continuo, la que nos lle-va a sacar la conclusión de que la situación revolucionaria se hadado o se está dando en la mayoría de los países capitalistas y re-visionistas y que esta situación, por consiguiente, ha puesto larevolución en el orden del día.

La burguesía y los revisionistas, debido a la presión crecien-te de la crisis y de los fracasos que han sufrido sus profecías ysus maniobras para estrangular la revolución, intentan encontrarnuevos expedientes y fabricar otras teorías mistificadoras.

Hoy los revisionistas modernos han enarbolado la bandera dela defensa del sistema capitalista, de la opresión y la explotaciónde los pueblos, de la escisión del movimiento revolucionario yde liberación, y en general la bandera del embaucamiento de lasmasas. Pero correrán la misma suerte que los socialdemócratas ytodos los demás oportunistas del pasado, que se convirtieron enmeros lacayos de la burguesía.

La burguesía, en la situación en que se encuentra, atenazadapor graves crisis económicas, políticas e ideológicas, exige a suslacayos, los revisionistas, que acudan más abiertamente en sudefensa. Esto les obliga a quitarse cada vez más la careta, perotambién a desacreditarse aún más. Lenin dice:

«Los oportunistas son enemigos burgueses de la re-volución proletaria que, en tiempos de paz, realizanfurtivamente su labor burguesa incrustándose en lospartidos obreros, pero que en épocas de crisis se re-

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velan enseguida como francos aliados, de toda laburguesía unida, desde la conservadora hasta lamás radical y democrática y desde los burgueses li-brepensadores hasta los elementos religiosos y cle-ricales.»*

Esta conclusión científica de Lenin es enteramente confirma-da por el servicio que prestan hoy los revisionistas modernos alsistema capitalista en crisis.

Tomemos, por ejemplo, Italia, que es un país típico donde serefleja la descomposición del capitalismo en su base y superes-tructura. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en Italiaestán en el poder los democristianos, el partido de la gran bur-guesía, el partido del Vaticano, que ha agrupado a su alrededor atoda la burguesía clerical–reaccionaria y a los elementos de de-recha. Su gobierno domina en un país que se encuentra en unasituación de quiebra. Las capas de la alta burguesía a partir de1945 han entrado en una crisis tan grave que han cambiado unos40 gobiernos, gobierno «monocolor» democristiano, gobiernodemocristiano–socialista, gobierno tripartido (democristia-no–socialista–socialdemócrata), gobierno de «centro–sinistra»,gobierno de «centro–destra», etc.

La profunda crisis gubernamental existente en Italia represen-ta una situación de crisis interna general, que no encuentra nin-guna salida. Como consecuencia, son cada vez más frecuenteslas rencillas, los conflictos, los asesinatos y los escándalos polí-ticos, como la destitución del presidente Leone, el asesinato delpresidente del Partido Democristiano, Mero, etc.

Italia se ha convertido en una plaza de armas de los EstadosUnidos de América. Su economía, que está en quiebra y apresa-da en los tentáculos del imperialismo norteamericano, está enre-dada también con el Mercado Común Europeo, en el que hace deúltimo comparsa.

Como consecuencia de esta situación, las amplias masas tra-bajadoras de Italia han venido empobreciéndose de manera inin-terrumpida. El paro existente es mucho mayor que en todos losdemás países del Mercado Común Europeo. Italia es el país conla más grande emigración de mano de obra y donde la balanzacomercial es muy deficitaria. Los países del Mercado ComúnEuropeo, en particular Alemania Occidental y Francia, restrin-giendo la compra de géneros alimenticios a Italia, han puesto ala agricultura italiana en una difícil situación. Los precios de ex-portación de la mantequilla, la leche y las frutas italianas han re-gistrado una baja considerable; mientras que la vida se ha enca-recido extraordinariamente. Italia es el país de las grandes huel-gas, en las que participan desde los obreros de la industria pesa-da y ligera, del transporte, hasta los carteros y los pilotos, e in-cluso la propia policía.

En tal situación de efervescencia, en la que los intereses de lasmasas y de la revolución exigen que todo este enorme descon-tento del proletariado y de todo el pueblo sea canalizado en la lu-cha contra la burguesía reaccionaria, contra los preparativos pa-ra el asalto fascista que se apresta a desencadenar, los revisionis-tas italianos y los sindicatos reformistas, toda la aristocraciaobrera, así como también los sostenedores de la teoría china delos «tres mundos», actúan como bomberos de la revolución y co-mo defensores del régimen burgués.

Todos lo partidos, desde el fascista hasta el partido revisionis-ta de Berlinguer, defienden este putrefacto régimen burgués. Elpartido revisionista italiano se une con la burguesía precisamen-te para apuntalar este régimen burgués estremecido desde susfundamentos. Intenta embotar y reprimir el ímpetu revoluciona-rio del proletariado italiano pretendiendo hacerle creer que siguey aplica un marxismo adecuado a las condiciones de su país.

Berlinguer hace tiempo que ha entrado no sólo en negociacio-nes con los democristianos, sino también en componendas; in-cluso acerca de muchos problemas, sin participar oficialmenteen el gobierno, gobierna con ellos. El gobierno apoya a este par-* V. I. Lenin. Obras, t. XXI, pág. 106, ed. en albanés.

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tido y al mismo tiempo, por pura fórmula, da a entender que pre-tendidamente no está de acuerdo con él. De igual modo el parti-do revisionista italiano hace el mismo juego.

Los revisionistas italianos arman un gran ruido en torno a unprograma gubernamental, elaborado entre los cinco partidos dela mayoría parlamentaria italiana, del que dicen que es una «im-portante victoria», una «nueva fase política» para su país. Peroesta fase política, a la cual se refiere Berlinguer, significa encua-drar el partido revisionista en los planes del capital italiano. Ber-linguer califica esto como un acuerdo serio, realista y no dogmá-tico. Pretende que este acuerdo dará lugar a una transformaciónreal, no sólo de las relaciones políticas entre los partidos, sino detoda la vida económica, social y estatal del país.

Los revisionistas italianos recorren así justamente el mismocamino que ha previsto Lenin para los diversos oportunistas,quienes buscan la unidad con el capital para contener el ímpeturevolucionario de las masas. Con esta unidad piensan haber al-canzado hasta cierto punto su objetivo de llegar al socialismo através del pluralismo. Huelga decir que esto es un sueño, y elpresidente del Senado italiano, Amintore Fanfani, no se equivo-ca en absoluto al calificar de colección de sueños el acuerdo delos cinco partidos. Es una colección de sueños que acarician losrevisionistas italianos, mientras que para las fuerzas del capitalno son en absoluto sueños, sino un trabajo bien pensado a fin deliquidar las ideas del comunismo en Italia y rechazar las reivin-dicaciones del pueblo y del proletariado italianos, aplastar su lu-cha revolucionaria por construir una nueva sociedad. Los revi-sionistas italianos están recibiendo algunas migajas, pero, pre-tendiendo que el gobierno tiene necesidad de que el partido re-visionista participe en él, tratan de encuadrarlo por completo, pa-ra que se sienta como el pez en el agua. En una palabra, el par-tido revisionista italiano intenta insertarse enteramente en el tor-bellino reaccionario del capital monopolista italiano.

El partido de Berlinguer es un partido totalmente degeneradoen lo ideológico, con un programa socialdemócrata, de cabo a

rabo reformista y parlamentarista. Apoya el orden establecidopor una Constitución seudo democrática, en cuya formulaciónhan tomado parte también los mismos «comunistas» italianosencabezados por Togliatti. Precisamente en nombre de estaConstitución, desde hace tres decenios, la burguesía reaccionariay clerical dicta la ley en Italia, oprime al proletariado y las am-plias masas populares. Los llamados comunistas italianos en-cuentran que esta opresión es justa y conforme a la Constitución.

El partido revisionista italiano, junto con los otros partidosburgueses, con los democristianos a la cabeza, desarrollan en elparlamento o fuera de él, en los órganos de prensa, a través de latelevisión y la radio, una política y una demagogia desenfrenadaque confunde a la opinión pública italiana, que la desorienta ydesconcierta cada día a fin de embotar la voluntad revoluciona-ria del proletariado y la conciencia política de las masas trabaja-doras.

Toda esta actividad les es muy útil a la reacción italiana y alVaticano. El partido revisionista italiano trata de aplastar el mo-vimiento revolucionario de las masas populares, con el proleta-riado a la cabeza, para detener la revolución, ayudar a la burgue-sía a salir del atolladero y evitar el derrocamiento del régimenexistente.

Tomemos otro ejemplo, España. Después de la muerte deFranco subió al poder el rey Juan Carlos, que es el representan-te de la gran burguesía española, la cual, viendo que la larga do-minación del régimen fascista había sumido al país en una gravecrisis, llegó a la conclusión de que España ya no podía ser go-bernada como en la época de Franco. Había, pues, que procedera algunas modificaciones en la forma de gobierno y descartar delpoder a la desacreditada falange de Franco. Después de las peri-pecias de un cambio de presidentes de gobierno, tomaron el po-der los hombres de mayor confianza del nuevo rey, continuadordel franquismo reformado.

En España las manifestaciones y las huelgas alcanzaron unasproporciones nunca vistas. Con ellas el pueblo exigía cambios,

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aunque naturalmente no ese «cambio» que se ha hecho, sinocambios profundos y radicales. En este país las huelgas, las ma-nifestaciones y los choques ni se acabaron ni dejan de acabar.Las masas exigen libertades y derechos, y las diversas naciona-lidades autonomía. En esta situación, el gobierno de Juan Carlos,a fin de engañar a las masas indignadas, también legalizó el par-tido revisionista de Carrillo–Ibárruri. Los cabecillas de este par-tido se convirtieron en dóciles lacayos del régimen monárquicoespañol, asumieron el papel de francos esquiroles para castrar elgran ímpetu revolucionario, que hoy, en la situación existente, esmayor, para aplastar junto con la burguesía, a todos aquellos quemantienen vivas las ideas revolucionarias de la Guerra de Espa-ña y simpatizan con la República.

Con esto vemos cómo el partido revisionista español desem-peña el mismo papel de bombero que el partido revisionista ita-liano, pero con menor eficacia que éste.

Un papel análogo juegan los partidos revisionistas en Francia,el Japón, los Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Portu-gal y en todos los demás países capitalistas, con el objetivo dedefender al régimen burgués, para que éste supere las crisis y lassituaciones revolucionarias, aturdir y paralizar al proletariado ydemás masas oprimidas y explotadas, que se dan cuenta cada vezcon mayor claridad de que ya no se puede vivir en la «sociedadde consumo» y en otras sociedades explotadoras, y se rebelancontra el régimen político y económico capitalista.

Los partidos revisionistas son en particular enemigos del le-ninismo. Esto quiere decir que son enemigos de la revolución,puesto que fue Lenin quien elaboró de manera perfecta la teoríasobre la revolución proletaria y la llevó a la práctica en Rusia.Sobre la base de esta teoría triunfó la revolución socialista en Al-bania y en otros países. La teoría leninista, que indica el caminopara que la revolución triunfe en todas partes, pone al descubier-to la falsedad de las teorías contrarrevolucionarlas revisionistasde la transición pacífica al socialismo, a través de la vía parla-mentaria, sin destruir el aparato estatal burgués, incluso, según

ellos, utilizándolo para realizar transformaciones socialistas pa-cíficas, sin tener necesidad de la dirección del proletariado y desu partido de vanguardia, ni tampoco de la dictadura del proleta-riado.

Precisamente en estos momentos tan revolucionarios, cuandoexisten muchas probabilidades de que la revolución estalle enlos eslabones más débiles de la cadena capitalista y cuando sesiente una enorme necesidad de elevar la conciencia de clase delproletariado, de preparar el factor subjetivo y reforzar la confian-za en la justeza y en el carácter universal de la teoría marxis-ta–leninista que indica al proletariado y a las otras masas oprimi-das el verdadero camino a seguir para tomar el poder, los revi-sionistas prestan un servicio inestimable a la burguesía para queenfrente y evite la revolución. Por eso la burguesía recurre a to-dos los medios para encuadrar a los partidos revisionistas y lossindicatos influenciados por estos últimos, en la lucha contra larevolución y el comunismo. Toda la línea del imperialismo nor-teamericano, del capitalismo mundial y de la burguesía de cadapaís, tiende precisamente a alcanzar este objetivo. La burguesíaprocura que los partidos revisionistas se pongan de maneraabierta y por completo al servicio del capital, pero actuando condisfraces «comunistas» y luchando supuestamente para cambiarla situación, y así crear una nueva sociedad híbrida, en la que nosólo digan su opinión la patronal y las clases ricas, sino presun-tamente también las clases pobres, presentándose los partidos«comunistas» revisionistas y los partidos socialistas como repre-sentantes y defensores de éstas.

Sobre todo los revisionistas que están en el poder, yugosla-vos, soviéticos y chinos, prestan un servicio muy grande al capi-talismo mundial en la lucha para frenar y sofocar las revolucio-nes.

Los revisionistas yugoslavos son enemigos declarados del le-ninismo, son los más ardientes propagandistas de la negación delcarácter universal de las leyes de la revolución socialista, encar-nadas en la Revolución de Octubre y reflejadas en la teoría leni-

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nista sobre la revolución. Preconizan que supuestamente el mun-do actual avanza de forma espontánea hacia el socialismo, y quepor eso no son necesarias la revolución, la lucha de clases, etc.Los revisionistas yugoslavos presentan como modelo del socia-lismo auténtico, su sistema capitalista de la «autogestión», que,según ellos, es una panacea contra los «males» del socialismo«stalinista» y contra los males del capitalismo. Para instaurar es-te sistema, dicen ellos, no se precisan ni la revolución violenta,ni la dictadura del proletariado, ni la propiedad estatal socialista,ni el centralismo democrático. ¡La «autogestión» puede estable-cerse dulcemente, con el acuerdo y la colaboración entre los cír-culos dominantes, entre los empresarios y los obreros, entre elgobierno y la patronal! Precisamente porque el revisionismo yu-goslavo es enemigo del leninismo y sabotea la revolución, el ca-pitalismo internacional, en especial el imperialismo norteameri-cano, se muestra tan «generoso» a la hora de conceder ayudas fi-nancieras, materiales, políticas e ideológicas a la Yugoslavia ti-tista.

Los revisionistas soviéticos de palabra no rechazan el leninis-mo y la teoría leninista de la revolución, pero en la práctica loscombaten con sus posturas y su actividad contrarrevoluciona-rias. No tienen menos miedo a la revolución proletaria que losimperialistas norteamericanos y la burguesía de tal o cual país,porque saben que en su propio país la revolución les destrona,les despoja del poder y de los privilegios de clase, mientras en elexterior frustra sus planes estratégicos para dominar el mundo.

Pretenden presentarse como continuadores de la Revoluciónde Octubre, como seguidores del leninismo, con el fin de enga-ñar al proletariado y a las masas trabajadoras tanto de la UniónSoviética como de los otros países. Hablan de «socialismo desa-rrollado» y de «transición al comunismo» para sofocar cualquierdescontento, revuelta y movimiento revolucionario de las masastrabajadoras de su país contra la dominación revisionista, y re-primirlos como actos «contrarrevolucionario», «antisocialistas».De cara al exterior utilizan la máscara del «leninismo» para en-

cubrir sus teorías y prácticas antimarxistas, antileninistas, paradesbrozar el camino a los planes expansionistas y hegemonistasdel socialimperialismo.

Los revisionistas soviéticos califican la revolución violentaen los países capitalistas desarrollados de muy peligrosa en laépoca actual, cuando cualquier estallido revolucionario puedetransformarse, según ellos, en una guerra mundial y termonu-clear, que exterminaría a la humanidad. Por eso, recomiendanque hoy el camino más adecuado, es la revolución por vía paci-fica, la transformación del parlamento «de un órgano de demo-cracia burguesa, en un órgano de democracia para los trabajado-res». También presentan la «détente», la llamada reducción de latensión que sirve a los objetivos de la política exterior soviética,como «la tendencia general de la actual evolución mundial», quesupuestamente conducirá al triunfo pacifico de la revolución aescala mundial.

Con objetivos demagógicos, ellos no niegan la dictadura delproletariado, incluso teóricamente se presentan como defensoresde la misma, dicen que, en casos especiales, puede utilizarsetambién la revolución violenta. Pero necesitan hacer estas decla-raciones sobre todo para legitimar los complots y los putschs ar-mados que urden en uno u otro país con el propósito de implan-tar regímenes y camarillas reaccionarias pro soviéticos, paraapartar a los movimientos de liberación nacional del camino jus-to y colocarlos bajo su hegemonía, etc.

Ahora, también la China revisionista se ha convertido en ce-loso bombero de la revolución.

Toda la política interna y externa de los revisionistas chinosestá dirigida contra la revolución, porque la revolución malograsu estrategia de hacer de China una superpotencia imperialista.

En China, la dirección revisionista reprime salvajementecualquier brote revolucionario de la clase obrera y las masas tra-bajadoras contra sus posiciones y sus actos burgueses y contra-rrevolucionarios. Ella se esfuerza por encubrir a toda costa lascontradicciones de la época actual, en particular la contradicción

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entre el trabajo y el capital, entre el proletariado y la burguesía.Los revisionistas chinos dicen que en el mundo actual hay unasola contradicción, la existente entre las dos superpotencias, quees presentada como una contradicción entre los Estados Unidosde América y todos los demás países del mundo, por un lado, yel socialimperialismo Soviético, por otro. Apoyándose en estatesis prefabricada, llaman al proletariado y al pueblo de cadapaís a unirse con su propia burguesía para «defender la patria yla independencia nacional» contra el peligro que procede sólodel socialimperialismo soviético. Con esto, los revisionistas chi-nos predican a las masas la idea de renunciar a la revolución y ala lucha de liberación.

Para los revisionistas chinos, la cuestión de la revolución pro-letaria y de la revolución de liberación nacional no se plantea enabsoluto en la época actual, debido también a que, según ellos,en ninguna parte del mundo existe una situación revolucionaria.Por eso aconsejan al proletariado que se encierre en las bibliote-cas y estudie la «teoría», porque a su juicio no ha llegado la ho-ra de las acciones revolucionarias. En este marco se ve a todasluces lo hostil y contrarrevolucionaria que es la política de los re-visionistas chinos, que escinden el movimiento marxista–leni-nista y obstaculizan la unión de la clase obrera en la lucha con-tra el capital.

La prensa y la propaganda chinas, así como los discursos delos dirigentes chinos, dejan pasar en el silencio más absoluto lasgrandes manifestaciones y huelgas que desarrolla actualmentetodo el proletariado en los diversos países capitalistas. Hacen es-to porque no quieren estimular la revuelta de las masas, porqueno quieren que el proletariado aproveche estas situaciones paracombatir la opresión y la explotación. ¡Cuán hipócritas suenansus consignas rimbombantes y hueras de que «los países quierenla independencia, las naciones quieren la liberación y los pue-blos quieren la revolución»!

Los revisionistas chinos, al pretender que hoy en el mundo noexiste una situación revolucionaria, no sólo entran en contradic-

ción con la realidad, sino que también exigen que el proletaria-do con su partido marxista–leninista se cruce de brazos, no em-prenda ninguna acción revolucionaria, no trabaje para prepararla revolución. Lenin, ya en el Segundo Congreso de la Interna-cional Comunista, había criticado semejantes puntos de vista ca-pitulacionistas manifestados por el italiano Serratti, según elcual no cabe realizar acciones revolucionarias cuando no existeuna situación revolucionaria.

«En eso reside –decía Lenin– la diferencia entre lossocialistas y los comunistas: los socialistas rehúsanactuar en la forma en que lo hacemos nosotros encualquier situación, o sea, realizar un trabajo revo-lucionario.»*

Esta critica de Lenin es asimismo un bofetón para los revisio-nistas modernos chinos y para el resto de los revisionistas, loscuales, al igual que los socialdemócratas, están en contra de lasacciones revolucionarias del proletariado y de las masas trabaja-doras en general.

Lenin calificaba a Kautsky de renegado porque

«...ha desnaturalizado por completo la doctrina deMarx, tratando de adaptarla al oportunismo, «y harenunciado a la revolución de hecho, reconociéndo-la de palabra»».**

Los dirigentes revisionistas chinos van algo más lejos queKutsky. No reconocen ni de palabra la necesidad de la revolu-ción.

Esta línea reaccionaria explica la política y las posicionesprofundamente contrarrevolucionarias de la dirección revisionis-

* V. I. Lenin. Obras, t. XXXI, pág. 277, ed. en albanés.** V. I. Lenin. Obras, t: XXVIII, pág. 257, en albanés.

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ta china, la cual intenta por todos los medios establecer alianzasy colaborar con el imperialismo norteamericano y los otros paí-ses capitalistas desarrollados, apoya al Mercado Común Euro-peo y a la OTAN.

Aliándose y buscando la unidad con los imperialistas nortea-mericanos, que son, junto con los socialimperialistas soviéticos,los más feroces opresores y explotadores y los más grandes ene-migos del proletariado y de los pueblos, y con los demás impe-rialistas dominantes, con la más negra reacción mundial, y exi-giendo al proletariado de los países europeos y de los otros paí-ses capitalistas desarrollados que doble el espinazo ante la bur-guesía y acepte su opresión, los mismos revisionistas chinos par-ticipan en esta opresión y se unen al capitalismo mundial en lalucha contra la revolución, contra el socialismo, contra la libera-ción de los pueblos.

Como se puede observar, el capitalismo mundial con el revi-sionismo moderno y todos sus demás instrumentos desarrollauna lucha frontal, encarnizada y multilateral para impedir el es-tallido de las revoluciones.

Intentan con todas sus fuerzas superar las crisis, atenuar o so-focar las situaciones revolucionarias para que no se transformenen revolución. Pero las crisis y las situaciones revolucionariasson fenómenos objetivos que no dependen de la voluntad y losdeseos ni de los capitalistas, ni de los revisionistas, ni de ningúnotro. Sólo podrán ser evitadas cuando desaparezca el régimencapitalista de opresión y explotación que las origina de manerainevitable.

Los imperialistas, los demás capitalistas y los revisionistassaben bien que la revolución no estalla por sí misma en los pe-riodos de crisis y de situaciones revolucionarias. Por eso, dirigensu atención y sus golpes principales contra el factor subjetivo.Por un lado, se esfuerzan por aturdir y embaucar al proletariado,a las masas trabajadoras, a los pueblos, por dificultar que adquie-ran conciencia de la necesidad absoluta de la revolución y porimpedir que se unan y se organicen; por otro lado, pugnan por

destruir el movimiento marxista–leninista internacional, paraque no crezca ni se fortalezca, para que no se convierta en unagran fuerza política dirigente de la revolución, para que los au-ténticos partidos marxista–leninistas de cada país no se doten dela capacidad política e ideológica que les permita unir, organizar,movilizar y dirigir a las masas en la revolución y llevarlas a lavictoria.

Pero, por más que los imperialistas, los capitalistas, los revi-sionistas y los reaccionarios se esfuercen y luchen, no podrán de-tener el avance de la rueda de la historia. Sus esfuerzos y su lu-cha chocarán con los esfuerzos y la lucha revolucionaria del pro-letariado y de los pueblos amantes de la libertad; a su vez, los re-visionistas modernos correrán la misma suerte, que los socialde-mócratas y todos los oportunistas del pasado, la misma suerteque todos los lacayos de la burguesía y del imperialismo.

La lucha de liberación de los pueblos, parteintegrante de la revolución mundial

Cuando hablamos de la revolución no tenemos en cuenta só-lo la revolución socialista. Como han explicado Lenin y Stalin,hoy en la época de la transición revolucionaria del capitalismo alsocialismo, también la lucha de liberación de los pueblos, las re-voluciones nacional–democráticas, antiimperialistas, los movi-mientos de liberación nacional, son parte de un proceso revolu-cionario único, de la revolución proletaria mundial.

«El leninismo –dice Stalin– demostró... que la cues-tión nacional puede ser solucionada sólo en ligazóncon la revolución proletaria y sobre la base de ésta,que el camino del triunfo de la revolución en el Oc-cidente pasa por la alianza revolucionaria con elmovimiento de liberación de las colonias y de lospaíses dependientes, contra el imperialismo. La

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cuestión nacional es parte integrante de la cuestióngeneral de la revolución proletaria, parte compo-nente de la cuestión de la dictadura del proletaria-do.»*

Esta ligazón se ha vuelto más clara, más natural, hoy, cuandola mayoría de los pueblos, con el desmoronamiento del viejo sis-tema colonial, han dado un gran paso adelante en el camino ha-cia la independencia, creando sus propios estados nacionales ycuando, después de haber dado este paso, aspiran a avanzar másaún. Ellos quieren suprimir el sistema neocolonialista, toda de-pendencia del imperialismo, toda explotación del capital extran-jero, quieren su plena soberanía e independencia económica ypolítica. Está confirmado que estas aspiraciones pueden ser ma-terializadas, que tales objetivos pueden ser alcanzados, sólo conla supresión de toda dominación y dependencia extranjeras, yponiendo fin a la opresión y la explotación de los burgueses y losterratenientes del país.

De ahí la ligazón y el entrelazamiento de la revolución nacio-nal–democrática, antiimperialista, de liberación nacional, con larevolución socialista, porque la primera, al golpear al imperialis-mo y a la reacción, que son enemigos comunes del proletariadoy de los pueblos, abre el camino también a las grandes transfor-maciones sociales, contribuye al triunfo de la revolución socia-lista. Y viceversa, la revolución socialista, al golpear a la burgue-sía imperialista, al destruir sus posiciones económicas y políti-cas, crea condiciones favorables y facilita el triunfo de los movi-mientos de liberación.

Así enfoca el Partido del Trabajo de Albania la cuestión de larevolución; la enfoca desde posiciones marxista–leninistas, poreso apoya y respalda con todas sus fuerzas las justas luchas delos pueblos amantes de la libertad contra el imperialismo nortea-mericano, el socialimperialismo soviético y las otras potencias

imperialistas, contra el neocolonialismo, dado que con ellasaportan su contribución a la causa común de la destrucción delimperialismo, del sistema capitalista, y al triunfo del socialismoen cada país y a escala mundial.

Por eso, cuando sacamos la conclusión de que la revoluciónes un problema planteado que espera solución, que está a la or-den del día, no sólo tenemos en cuenta la revolución socialista,sino también la revolución democrática antiimperialista.

El grado de madurez de la situación revolucionaría, el carác-ter y el desarrollo de la revolución, no pueden ser idénticos entodos los países. Ello depende de las condiciones históricas con-cretas de cada uno en particular, del estadio de su desarrollo eco-nómico y social, de la correlación de clases, de la situación y elnivel de organización del proletariado y de las masas oprimidas,del grado de intervención de las potencias extranjeras en diver-sos países, etc. Cada país y cada pueblo tienen planteados mu-chos problemas específicos de la revolución, que son bastantecomplejos.

En la actualidad se habla mucho de la situación en África,Asía, América Latina, y de la realización de la revolución en es-tas regiones. Los dirigentes chinos consideran la cuestión de larevolución, de la independencia y la liberación nacional de lospaíses de dichas regiones, de manera global, como si fuese posi-ble solucionarla a través de la unión de todo el «tercer mundo»,por lo tanto de los estados, las clases, los gobiernos, etc., igno-rando las situaciones y los problemas concretos de cada país yregión. Este enfoque metafísico demuestra que los dirigenteschinos, en realidad, están en contra de la revolución y de la libe-ración de los pueblos de África, Asia, América Latina, etc., queestán por el mantenimiento del statu quo y de la dominación im-perialista y neocolonialista en estas regiones.

También nosotros hablamos de la cuestión de la liberación delos pueblos africanos, asiáticos, árabes, etc. Estos pueblos tienenque resolver considerables problemas comunes, pero cada unode ellos en concreto tiene planteados problemas específicos muy* J. V. Stalin. Obras, t. VI, pág. 144, ed. en albanés.

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complejos.La aspiración general y común de estos pueblos es suprimir

todo yugo extranjero imperialista colonial y neocolonial, la opre-sión que ejerce la burguesía interna. Los pueblos de África,América Latina, Asía y otras zonas expresan vehementemente surepulsa y su odio contra el yugo extranjero y también contra elde las camarillas dominantes burguesas o latifundista–burguesasinternas, vendidas a los imperialistas norteamericanos, a los so-cialimperialistas soviéticos o a otros imperialistas. Ahora se handespertado y ya no soportan por más tiempo el saqueo de sus ri-quezas, de su sudor y su sangre, no pueden resignarse por mástiempo al atraso económico, social y cultural en el que se en-cuentran.

La lucha contra el imperialismo norteamericano y el socia-limperialismo soviético, los principales enemigos de la revolu-ción, de la liberación nacional y social de los pueblos, la luchacontra la burguesía y la reacción, hacen que los pueblos tenganmuchos intereses comunes, muchos problemas comunes y que,sobre esta base, se unan.

La lucha contra Israel, el instrumento más sanguinariodel imperialismo norteamericano, el cual se ha convertido enun gran obstáculo para el avance de los pueblos árabes, esuna cuestión común a todos ellos. No obstante, en la práctica,no todos los estados árabes son de la misma opinión sobre la lu-cha que deben llevar a cabo conjuntamente contra Israel y sobreel carácter que debe tener esta lucha contra ese enemigo común.Muchas veces, algunos la consideran desde un estrecho ángulonacionalista. Nosotros no podemos estar de acuerdo con una po-sición de este tipo. Somos partidarios de que Israel se retire a supropia guarida y ponga fin a sus posturas y actos chovinistas,provocadores, ofensivos y agresivos contra los estados árabes.Exigimos que Israel devuelva a los árabes los territorios que lesha arrebatado, que los palestinos conquisten todos sus derechosnacionales, pero jamás seremos partidarios de que el pueblo is-

raelí desaparezca.Asimismo los esfuerzos encaminados a liberarse completa-

mente de las garras del imperialismo y del socialimperialismo, areforzar su libertad y su soberanía, son comunes a los pueblosárabes.

Sin embargo, cada pueblo árabe tiene sus propias caracterís-ticas, tiene problemas especificas, diferentes de los problemas delos otros y que se derivan del grado de desarrollo económico–so-cial, del nivel cultural, de la organización estatal, del grado de li-bertad y soberanía, de la unificación de las gens y tribus en mu-chos de ellos, etc. Es imposible confundir todos estos elementosparticulares y pretender que el problema de la libertad, la inde-pendencia, la democracia y el socialismo en estos países sea so-lucionado para todos en la misma forma y al mismo tiempo.

En los países árabes que han presentado mayor interés para laburguesía, los diversos imperialistas han invertido considerablessumas para explotar las riquezas naturales y a los pueblos. Paraeste fin ha sido preciso que se creasen ciertas condiciones de tra-bajo tanto para los colonizadores como para los colonizados. Allídonde las riquezas naturales han sido más abundantes y mayoreslos intereses de los colonizadores, la explotación del pueblo y delas riquezas ha sido más intensa. Naturalmente, la explotación delas riquezas ha traído aparejado un cierto desarrollo, pero que nopuede ser considerado como un desarrollo general y armoniosode la economía de éste o aquel país. Los colonizadores han fi-nanciado y ayudado a los jefes de las principales tribus, que sehabían entregado en cuerpo y alma y vendido las riquezas de suspueblos a los ocupantes imperialistas, y que sólo recibían un pe-queño tanto por ciento de las fabulosas ganancias que obteníanlos colonizadores.

Con esto y con la ayuda de sus amos del exterior, los jefes deestas tribus, según el caso y según el potencial del estado que leshabía esclavizado, crearon una especie de estado, supuestamen-te independiente, sostenido y controlado por el país colonizador.Así, con la ayuda de los colonizadores, los jefes de las tribus se

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convirtieron en capas de la burguesía rica de los jeques que, porunas migajas, vendieron sus territorios y junto con ellos a lospueblos, colocándolos bajo un doble yugo, el de los colonizado-res extranjeros y el propio. De esta forma, en los países árabes secrearon y se pusieron frente a frente, por un lado, la capa de lagran burguesía, de los grandes feudales, de los reyes medievales,y, por otro lado, los esclavos, el proletariado que trabajaba en lasconcesiones extranjeras. Las capas altas, con el dinero y las ga-nancias que les proporcionaban los explotadores extranjeros,adoptaron el modo de vida de la burguesía europea y norteame-ricana. Sus hijos fueron a cursar estudios a las escuelas de los co-lonizadores, donde recibieron una cierta cultura occidental. Sehacían pasar por representantes de la cultura de su pueblo, perode hecho, fueron preparados para mantener subyugadas a las ma-sas trabajadoras y permitir que los colonizadores explotaran aéstas de continuo y hasta la médula.

De los estados árabes, aquel que contaba con mayores rique-zas, tuvo un desarrollo más rápido; el desarrollo del menos rico,fue más lento; mientras el que era pobre, permaneció en un esta-dio de desarrollo muy bajo.

El colonialismo, el poder de los reyes feudales y de la granburguesía latifundista, al contar con una organización adecuadapara ejercer una represión radical y al tener también en sus ma-nos las fuerzas armadas, aplastaban en embrión cualquier cona-to de rebelión, cualquier reivindicación, aunque fuese de unospocos derechos económicos muy limitados, y esto por no hablarya de reivindicaciones políticas y de revolución.

En la actualidad, el desarrollo de los estados árabes no lesplantea la solución de los mismos problemas. El rey de ArabiaSaudita, por ejemplo, tiene una serie de problemas planteados yve las cuestiones económicas, políticas, organizativas y milita-res, desde un determinado ángulo; pero los emires del Golfo Pér-sico ven estas cuestiones desde un ángulo completamente dife-rente y en otra dimensión. Del mismo modo, Irak, Siria, Egipto,Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Mauritania etc., ven sus pro-

blemas con otros ojos.Por eso, cuando nos referimos a los pueblos árabes, llegamos

a la conclusión de que sus problemas no son idénticos, aunquetienen muchos intereses comunes, ni pueden ser solucionados dela misma manera en todos los países. Asimismo no podemosafirmar que entre estos países existan una alianza y la mismaopinión sobre la solución de los problemas comunes. Los proble-mas de cada estado árabe son diferentes, no sólo debido a la di-ferente actitud de sus gobiernos, sino también a la actitud de losestados coloniales y neocoloniales que todavía hacen la ley en lamayoría de ellos.

Lo dicho para los pueblos árabes, es aplicable a los pue-blos del continente africano. África es un mosaico de puebloscon una antigua cultura. Cada uno de ellos tiene su cultura, suscostumbres, su modo de vida, que se encuentran, en unos sitiosmás y en otros menos, en un estadio bastante atrasado, por cau-sas conocidas. El despertar de la mayor parte de estos pueblos nohace mucho que ha empezado. De jure, los pueblos africanoshan obtenido en general la libertad y la independencia. Pero nose trata de una libertad y una independencia auténticas, porquela mayoría de ellos se encuentran todavía en estado colonial oneocolonial. Muchos de estos países son gobernados por los ca-becillas de las viejas tribus, que han tomado el poder y se apo-yan en los viejos colonialistas o en los imperialistas norteameri-canos y los socialimperialistas soviéticos. Tales métodos de go-bierno en estos estados, no son ni pueden ser en este estadio otracosa que un acentuado remanente del colonialismo. Los imperia-listas dominan de nuevo en la mayor parte de los países africa-nos a través de los consorcios, de los capitales industriales inver-tidos, de los bancos, etc. La inmensa mayoría de las riquezas deestos países continúa afluyendo a las metrópolis.

Esa libertad e independencia de que gozan los países africa-nos, unos las han conquistado con la lucha, mientras que losotros las han obtenido sin ella. Durante el periodo de su domina-

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ción colonial en África, los colonizadores ingleses, franceses yotros han reprimido a los pueblos, mas también han creado unaburguesía indígena más o menos educada a la manera occiden-tal. De esta burguesía han surgido también personalidades. Entreellas hay un considerable número de elementos antiimperialis-tas, de combatientes por la independencia de su país, pero la ma-yoría o bien se mantiene fiel a los viejos colonizadores, paraconservar estrechos vínculos con ellos aún después de la desapa-rición formal del colonialismo, o bien se ha puesto bajo la de-pendencia económica y política de los imperialistas norteameri-canos o de los socialimperialistas soviéticos.

En el pasado, los colonizadores no hicieron grandes inversio-nes. Así ocurrió, por ejemplo, en Libia, Túnez, Egipto y otrospaíses. No obstante, en todos ellos los colonizadores saquearonlas riquezas, se apoderaron de vastos territorios y crearon un pro-letariado, importante numéricamente, en determinadas ramas dela industria, como la de extracción y transformación de las ma-terias primas. Asimismo trasladaron a las metrópolis, a Franciapor ejemplo, pero también a Inglaterra, una gran cantidad de ma-no de obra barata que trabajaba en las minas y las fábricas de loscolonizadores.

En las otras regiones de África; sobre todo en África negra, eldesarrollo industrial ha quedado más atrasado. Todos los paísesde esta cuenca estaban repartidos especialmente entre Francia,Inglaterra, Bélgica y Portugal. Hace mucho que en ellos se des-cubrieron grandes riquezas del subsuelo, como diamantes, hie-rro, cobre, oro, estaño; etc., y que se creó una industria de extrac-ción y tratamiento de los minerales.

En muchos países de África se han construido grandes ciuda-des, típicamente coloniales, donde los colonizadores vivían demanera fabulosa. Hoy, en ellos crece y se desarrolla, por un la-do, la gran burguesía nativa y sus riquezas y, por otro, se agravaaún más la pobreza de las amplias masas trabajadoras. En dichospaíses se ha logrado, más o menos, un cierto desarrollo cultural,pero tiene más bien un carácter europeo. La cultura autóctona no

está desarrollada, se ha quedado en general al nivel alcanzadopor las tribus y no está representada fuera de ellas, en los centrosdonde se levantan los rascacielos. Esto ha sido así porque fuerade los grandes centros donde vivían los colonizadores, existíanla miseria más negra y el infortunio más grande, reinaban elhambre, las enfermedades, la ignorancia y la explotación de loshombres hasta la médula, en toda la acepción de la palabra.

La población africana se ha quedado en un nivel de subdesa-rrollo desde el punto de vista cultural y económico y ha ido dis-minuyendo, decayendo, a causa de las guerras coloniales, de laferoz persecución racial, del tráfico de los negros africanos y desu traslado forzoso a las metrópolis, a los Estados Unidos deAmérica y a otros países, para hacerlos trabajar como bestias enlas plantaciones de algodón y otros cultivos, y para destinarlos alos trabajos más pesados en la industria y la construcción.

Por estas razones, los pueblos africanos aún tienen por delan-te una gran lucha. Esta lucha es y será muy compleja, diferenteen los diversos países, debido a las condiciones del desarrolloeconómico, cultural y educacional, del grado de su despertar po-lítico, de la gran influencia que ejercen entre las masas de estospueblos las diversas religiones, como la cristiana, la musulma-na, las viejas creencias paganas, etc. Esta lucha resulta aún másdifícil porque en muchos de estos países pesa actualmente la do-minación neocolonialista junto con la de las camarillas nativasburgués–capitalistas. En ellos la ley la hacen los poderosos es-tados capitalistas e imperialistas que subvencionan o que tienenbajo su dependencia a las camarillas dominantes, a las que au-pan al poder y derrocan cuando lo exigen los intereses de losneocolonizadores o cuando se rompe el equilibrio de estos inte-reses.

La política de los latifundistas, la burguesía reaccionaria; losimperialistas y los neocolonialistas tiende a mantener a los pue-blos africanos continuamente subyugados, en el oscurantismo, aimpedir su desarrollo social, político e ideológico, a obstaculi-zar su lucha por la conquista de estos derechos. En la actualidad,

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vemos que los mismos imperialistas que en el pasado domina-ron a estos pueblos, y otros imperialistas nuevos, intentan pene-trar en el continente africano, interviniendo de todas las formasen los asuntos internos de los pueblos. Todo ello ha hecho quese exacerben cada vez más las contradicciones entre los impe-rialistas, entre los pueblos y las direcciones burgués–capitalistasde la mayoría de estos países, entre los pueblos y los nuevos co-lonizadores.

Estas contradicciones deben ser aprovechadas por los pue-blos, tanto para profundizarlas como para beneficiarse de ellas.Pero esto sólo se logrará a través de la lucha resuelta del prole-tariado, del campesinado pobre, de todos los oprimidos y los es-clavos, contra el imperialismo y el neocolonialismo, contra lagran burguesía nativa, los latifundistas y todos los organismoscreados por ellos. En esta lucha les corresponde desempeñar unpapel particular a los hombres progresistas y demócratas, a losjóvenes revolucionarios y a los intelectuales patriotas, los cualesaspiran a ver sus países avanzando libres e independientes en elcamino del desarrollo y del progreso. Sólo mediante una luchacontinua y organizada se les hará la vida difícil y el gobernar im-posible a los opresores y explotadores nativos y extranjeros. Es-ta situación, será preparada en las condiciones concretas de cadaestado africano.

EL imperialismo inglés y el imperialismo norteamericano nohan concedido ni una sola libertad a los pueblos de África. To-dos vemos, por ejemplo, lo que ocurre en África del Sur, que es-tá dominada por los racistas blancos, por los capitalistas ingle-ses, dominada por los explotadores, los cuales reprimen feroz-mente a los pueblos de color de este estado donde impera la leyde la jungla. Muchos otros países de África están dominados porlos consorcios y los capitales de los Estados Unidos de América,Inglaterra, Francia, Bélgica, de los demás viejos colonizadores eimperialistas, que se han debilitado en cierta medida, pero quecontinúan controlando los puntos clave de la economía.

También los pueblos de Asia han recorrido un camino lle-no de sufrimientos y penalidades, de despiadada opresión yexplotación imperialistas. En vísperas de la Segunda GuerraMundial las nueve décimas partes de la población de este conti-nente, sin contar el Asia soviética, se encontraban en una situa-ción de opresión y explotación colonial y semicolonia ejercidaspor las potencias imperialistas de Europa, el Japón y los EstadosUnidos de América. Sólo Gran Bretaña poseía en Asia coloniascon una extensión de 5 millones 635 mil km2 y con más de 420millones de habitantes. La opresión y la explotación colonial dela aplastante mayoría de los países de Asia, los había dejado enun acentuado atraso económico–social y cultural y en una tre-menda miseria. Sólo servían como fuentes de abastecimiento dematerias primas a las metrópolis imperialistas (petróleo, carbón,cromo, manganeso, magnesita, estaño, caucho, etc.).

Después de la guerra también en Asia fue destruido el régi-men colonial. En las viejas colonias se levantaron estados nacio-nales aparte. En la mayoría de ellas se logró esta victoria por me-dio de una lucha sangrienta de las masas populares contra los co-lonizadores y los ocupantes japoneses.

La lucha libertadora del pueblo chino, la cual condujo a la li-beración de China de la dominación imperialista japonesa, alaniquilamiento de las fuerzas reaccionarias de Chiang Kai–sheky al triunfo de la revolución democrática, tuvo una particular im-portancia para el derrocamiento del colonialismo en Asia. Estavictoria, en un gran país como China, ejerció durante un ciertoperiodo una amplia influencia en la lucha de liberación de lospueblos asiáticos y de los otros países dominados por las poten-cias imperialistas o dependientes de ellas. Pero esta influenciafue debilitándose paulatinamente, debido a la línea que adoptó ladirección china tras la creación de la República Popular China.

La dirección china proclamó que su país se había encauzadopor el camino del desarrollo socialista. Los revolucionarios y lospueblos del mundo amantes de la libertad, que deseaban y espe-raban que se convirtiera en un poderoso baluarte del socialismo

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y de la revolución mundial, saludaron calurosamente esta procla-mación. Pero sus deseos y sus esperanzas no se confirmaban. Lagente no quería creérselo, pero los hechos y la situación muyagitada y turbulenta que predominaba en China, demostrabanque no marchaba por el camino del socialismo.

Mientras tanto, la lucha de los pueblos asiáticos no había fi-nalizado con la destrucción del colonialismo. Los colonizadoresingleses, franceses; holandeses, etc., a pesar de verse obligadosa reconocer la independencia de las antiguas colonias, queríanconservar sus posiciones económicas y políticas a fin de conti-nuar la dominación y la explotación bajo otras formas, neocolo-nialistas. La situación se agravó particularmente por la penetra-ción de los Estados Unidos de América en Asia, sobre todo en elLejano Oriente, en el Sudeste Asiático y en las islas del Pacifi-co. Esta zona tenía y tiene una gran importancia económica, mi-litar–estratégica para el imperialismo norteamericano. Allí esta-bleció grandes bases y flotas de guerra. Paralelamente a esto, elcapital norteamericano clavó sus sangrientas garras en la econo-mía de esas regiones. Entretanto, los imperialistas norteamerica-nos llevaron a cabo operaciones militares y acciones diversionis-tas de gran envergadura a fin de aplastar los movimientos de li-beración nacional en los países asiáticos. Lograron dividir Coreay Vietnam en dos partes, implantando regímenes reaccionarios,títeres, en la parte sur de estos países. En numerosas ex coloniasy semicolonias de Asia, se establecieron regímenes latifundis-ta–burgueses pro imperialistas. De este modo se conservaron allíla esclavitud medieval, la feroz dominación de los maharajás, losreyes, los jeques, los samurais, de los señores capitalistas «mo-dernizados». Estos regímenes vendieron otra vez sus países a losimperialistas, sobre todo al imperialismo norteamericano, fre-nando así considerablemente el desarrollo económico, social ycultural de estos países.

En estas condiciones, los pueblos de Asia, agobiados de nue-vo por el pesado yugo imperialista y latifundista–burgués, sevieron obligados a no deponer las armas y continuar su lucha li-

bertadora a fin de liquidar este yugo. En general esta lucha esta-ba dirigida por los partidos comunistas. Allí donde estos partidoshabían logrado crear estrechos vínculos con las masas, hacerlasconscientes de los objetivos libertadores de la lucha, movilizar-las y organizarlas en la guerra revolucionaria, esta lucha dio re-sultados positivos. La histórica victoria que lograron los pueblosde Indochina, especialmente el pueblo vietnamita, sobre los im-perialistas norteamericanos y sus lacayos nativos latifundis-ta–burgueses, demostró al mundo entero que el imperialismo,aún siendo como los Estados Unidos de América una superpo-tencia, a pesar de su gran potencial económico y militar y losmodernos medios de guerra de que dispone y que utiliza paraaplastar los movimientos de liberación, no es capaz de sometera los pueblos y los países, sean grandes o pequeños, cuando es-tán decididos a hacer cualquier sacrificio y luchar con abnega-ción hasta el fin por su libertad y su independencia.

En muchos otros países de Asia, como Birmania, Malasia, Fi-lipinas, Indonesia, etc., se han desarrollado y todavía siguen de-sarrollándose las luchas armadas de liberación. Estas luchas se-guramente habrían logrado mayores éxitos y victorias, si no hu-bieran sido obstaculizadas por la intervención y las actitudes an-timarxistas y chovinistas de la dirección china, intervención yactitudes que han provocado escisión y desorientación en lasfuerzas revolucionarias y los partidos comunistas a la cabeza deestas fuerzas. Por un lado, los dirigentes chinos decían apoyarlas luchas libertadoras en estos países y, por el otro, sostenían alos regímenes reaccionarios, recibían y despedían con mil hono-res y elogios a sus cabecillas. Siempre han seguido la estrategiay la táctica de someter los movimientos de liberación en los paí-ses asiáticos a su política pragmática y a sus intereses hegemo-nistas. De continuo han presionado a las fuerzas revolucionariasy a la dirección de estas fuerzas para imponerles esa política. Enrealidad, no se han preocupado por la causa de la liberación delos pueblos y de la revolución en los países de Asia, sino por larealización de sus designios chovinistas. No han ayudado a estos

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pueblos, sólo los han obstaculizado.El problema de la revolución y de la lucha de liberación en

Asia, jamás se ha planteado con tanta fuerza y de manera tan im-perativa como ahora; nunca ha sido más complicado que ahorani su solución más difícil.

Esta complicación y estas dificultades se deben principal-mente a los designios y a la actividad de los imperialistas nortea-mericanos, así como a los designios y la actividad antimarxista,antipopular, hegemonista y expansionista de los revisionistas ylos socialimperialistas soviéticos y chinos.

Los Estados Unidos de América ambicionan e intentan por to-dos los medios y con todas sus fuerzas conservar y reforzar susposiciones estratégicas, económicas y militares en Asia, puestoque consideran estas posiciones como vitales para sus interesesimperialistas.

A su vez, también la Unión Soviética aspira a extender las po-siciones que ya ha conquistado en Asia y se vale de todos los me-dios y de todas sus fuerzas para conseguirlo.

China, por su parte, ha manifestado abiertamente su preten-sión de dominar a los países asiáticos, estableciendo a este efec-to alianzas con los Estados Unidos de América y, en especial,con el Japón, y contraponiéndose directamente a la Unión Sovié-tica.

También el Japón pretende dominar en Asia; éste es un viejoobjetivo del imperialismo japonés.

Por eso la Unión Soviética tiene tanto miedo a la alianza chi-no–japonesa y la combate tan enérgicamente. Pero tampoco elimperialismo norteamericano desea que esta alianza cobre ma-yores proporciones y supere los límites en que puedan verseafectados sus intereses, a pesar de que estimuló y dio el «vistobueno» a la firma del Tratado entre China y el Japón juzgandodesde el punto de vista de que este tratado puede frenar la expan-sión soviética que va en perjuicio de la dominación norteameri-cana.

También la India, que es un gran país, tiene la ambición de

convertirse en una gran potencia nuclear y con peso en Asia, dedesempeñar un papel particular, sobre todo dada su posición es-tratégica en el cruce de los intereses expansionistas de las dos su-perpotencias imperialistas, la norteamericana y la soviética, en elOcéano Indico y el Golfo Pérsico, y en sus fronteras septentrio-nales y orientales.

Tampoco el imperialismo inglés ha renunciado a sus desig-nios de dominar los países asiáticos. Otros estados capitalis-ta–imperialistas tienen asimismo una meta análoga.

Por esta razón Asia constituye hoy día una de las zonas en lasque tienen lugar las rivalidades interimperialistas más agudas; sehan creado, por lo tanto, muchos focos peligrosos que amenazancon transformarse en conflagraciones mundiales, que serían pa-gadas por los pueblos.

Para sofocar las revoluciones y las luchas de liberación en lospaíses de Asia y abrir paso a sus planes hegemonistas y expan-sionistas, los revisionistas soviéticos y chinos, en una febrilcompetencia entre sí, han realizado y realizan un trabajo muy su-cio de escisión y de zapa en el seno de los partidos comunistas yde las fuerzas revolucionarias y amantes de la libertad de estospaíses. Esta actividad fue una de las causas principales de la ca-tástrofe que sufrió el Partido Comunista de Indonesia, de la es-cisión y del desbaratamiento del Partido Comunista de la India,etc. Predican la alianza y la unidad del proletariado y de las am-plias masas populares con sus respectivas burguesías reacciona-rias, esforzándose cada uno por separado en granjearse la amis-tad de estas burguesías dominantes.

La ingerencia de los socialimperialistas soviéticos y chinos enlos diversos países de Asia, partiendo de sus posiciones y sus ob-jetivos hegemonistas y expansionistas, amenaza con grandes pe-ligros a los movimientos de liberación de estos pueblos y hapuesto directamente en peligro también las victorias de la luchade liberación en Vietnam, Camboya y Laos.

En los países asiáticos, las fuerzas revolucionarias y amantesde la libertad, dirigidas por los partidos comunistas marxista–le-

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ninistas, deben enfrentar y desbaratar tanto el peligro que pro-viene de la reacción interna, armada por los amos imperialistas,como los peligros procedentes de la actividad escisionista y dezapa, y de los planes hegemonistas y expansionistas de los revi-sionistas soviéticos y chinos. Además deben liberarse de una se-rie de antiguas ideas y concepciones reaccionarias; religiosas,místicas, budistas, brahmanistas, etc., que frenan el movimien-to. Del mismo modo no deben permitir que arraiguen «nuevas»ideas y concepciones reaccionarias, como las ideas revisionistasjruschovistas, maoístas y otras teorías igual de reaccionarias,que desorientan a las masas, las engañan, las despojan de su es-píritu combativo de clase, las meten en callejones tortuosos ysin salida.

Es cierto que la lucha de liberación que tienen por delante lospueblos de Asia es difícil, es cierto que choca con muchos obs-táculos, pero no hay ni habrá lucha de liberación ni revoluciónfáciles, que no sorteen grandes dificultades y obstáculos, que selleven a cabo sin sangre y sin grandes sacrificios, para alcanzarla victoria final.

Los países de América Latina en general tienen un desa-rrollo capitalista superior a los países de África y Asia. Peroel grado de dependencia de los países latinoamericanos respectoal capital extranjero no es menor que el de la gran mayoría de lospaíses africanos y asiáticos.

La mayor parte de los países de América Latina, a diferenciade los países africanos y asiáticos, se proclamaron estados inde-pendientes mucho más temprano, a partir de la primera mitad delsiglo XIX, como resultado de las guerras de liberación de suspueblos en contra de los colonizadores españoles y portugueses.Estos países habrían avanzado mucho más si no hubieran caído,inmediatamente después de la supresión del yugo colonial espa-ñol y portugués, bajo otro yugo, semicolonial, del capital extran-jero, inglés, francés, alemán, norteamericano, etc. Hasta princi-pios de este siglo, los colonialistas ingleses eran quienes domi-

naban la situación en América Latina. Saqueaban colosales can-tidades de materias primas, construían puertos, ferrocarriles,centrales eléctricas, exclusivamente al servicio de sus propiassociedades concesionarias, y comerciaban con sus artículos in-dustriales producidos en Gran Bretaña.

Esta situación cambió, pero no en provecho de los pueblos la-tinoamericanos, con la penetración en América Latina de los Es-tados Unidos de América, que estaba en la etapa de su desarro-llo imperialista. El imperialismo de los Estados Unidos de Amé-rica empleó el lema de «América para los americanos», que es-taba encarnado en la «Doctrina Monroe»8, para sentar su domi-nación exclusiva en todo el hemisferio occidental. La penetra-ción económica de los Estados Unidos de América en este he-misferio se llevó a cabo tanto a través de la fuerza militar y delchantaje político, como de la diplomacia del dólar, por medio delgarrote y la zanahoria. Así, en 1930 las inversiones de capitalesnorteamericanos e ingleses en América Latina se igualaron,mientras que después de la Segunda Guerra Mundial, los Esta-dos Unidos de América se convirtieron en los verdaderos dueñosde la economía de esta parte del globo. Sus grandes monopoliosse apoderaron de las ramas clave de la economía latinoamerica-na. Los países de esta región entraron a formar parte del imperio«invisible» del imperialismo norteamericano, que empezó a ha-cer la ley en todos ellos, a cambiar a su antojo jefes de estado ygobiernos, a dictarles su propia política económica y militar, in-terior y exterior.

8 Fue proclamada por el presidente americano James Monroe, en el men-saje sobre el estado de la Unión, el 2 de diciembre de 1823. Esta doctrina decarácter expansionista tendía a camuflar los planes de los EE. UU. orienta-dos a poner a América Latina bajo la dominación norteamericana.

Tampoco tras la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo norteamerica-no renunció a dicha política. En el espíritu de esta doctrina, ha llevado a ca-bo decenas de intervenciones abiertas y encubiertas: 11 veces en Panamá, 10veces en Nicaragua, 9 veces en la República Dominicana, 7 veces en Hon-duras, 2 veces en Guatemala, etc.

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Las sociedades monopolistas de los Estados Unidos de Amé-rica sacaban fabulosas ganancias explotando las ricas fuentes na-turales, el trabajo, el sudor y la sangre de los pueblos latinoame-ricanos. Por cada dólar invertido en los diversos países del con-tinente, se embolsaban cuatro o cinco. Y esta situación ha segui-do inalterable hasta nuestros días.

A pesar de que las inversiones de capitales en América Lati-na por parte de los estados imperialistas llevaron a la creación deuna cierta industria moderna, especialmente la industria de ex-tracción, y también la industria ligera y alimenticia, estas inver-siones han frenado sobremanera el desarrollo económico generalde sus países. Los monopolios extranjeros y la política neocolo-nialista de los estados imperialistas deformaron monstruosamen-te el desarrollo económico de estos países, le dieron un carácterunilateral, de monocultivo, los convirtieron en simples abastece-dores de materias primas: Venezuela se especializó en el petró-leo, Bolivia en el estaño, Chile en el cobre, Brasil y Colombia enel café, Cuba, Haití y la República Dominicana en el azúcar,Uruguay y Argentina en productos ganaderos, Ecuador en pláta-nos y así sucesivamente.

El carácter unilateral de la economía de estos países hacía queella fuera totalmente inestable, totalmente incapaz de desarro-llarse de manera acelerada y en todos sus aspectos, completa-mente dependiente de las coyunturas y las fluctuaciones de losprecios en el mercado capitalista mundial. Cualquier descensode la producción, cualquier síntoma de crisis económica en losEstados Unidos de América y en los otros países capitalistas, ne-cesariamente se reflejaría de manera negativa, e incluso en ma-yor medida, también en la economía de los países de AméricaLatina. Después de la Segunda Guerra Mundial, las metrópolisimperialistas comenzaron a hacer grandes inversiones directasen las diversas ramas de la industria, en las minas, la agricultu-ra, a comprar empresas nacionales, etc. Dominaron sectores en-teros de la producción, extremaron la expoliación de los paíseslatinoamericanos. Al mismo tiempo, estimularon la concesión de

empréstitos y las financiaciones con una elevada tasa de interés,sometiendo aún más dichos países a la dominación extranjera y,en primer lugar, a la de los Estados Unidos de América. SóloBrasil y México deben a los bancos extranjeros respectivamentecasi 40.000 y 30.000 millones de dólares.9

El desarrollo capitalista en América Latina se ha quedado engeneral atrasado, también por el hecho de que aún subsisten bas-tantes residuos de los latifundios, que no se han despojado porcompleto de su carácter feudal, y por eso algunos de los paíseslatinoamericanos tienen un atraso tan acentuado como los deAsia y África. En función de la política económica y la interven-ción imperialista directa, en los países de América Latina se hacreado una oligarquía, una gran burguesía monopolista bastantepoderosa que, junto con los grandes propietarios de tierras, de-tenta el poder y, siempre con el apoyo del imperialismo nortea-mericano y juntamente con él, oprime y explota despiadadamen-te a la clase obrera, al campesinado y a las otras capas trabajado-ras, que llevan una vida miserable.

Este desarrollo ha creado también un proletariado industrialbastante grande, que junto con el proletariado agrícola y losobreros de la construcción y los servicios, representa casi la mi-tad de la población, a diferencia de África y Asia, donde en lamayor parte de los países la clase obrera es muy reducida.

Además, en América Latina, el campesinado y la clase obre-ra, surgida de sus filas, poseen ricas tradiciones de combate re-volucionario, adquiridas en las incesantes luchas por la libertad,por la tierra, por el trabajo y por el pan, tradiciones que se handesarrollado aún más en las batallas contra la oligarquía nativa ycontra los monopolios extranjeros, contra el imperialismo nor-teamericano. Los pueblos de América Latina se encuentran entre

9 Según datos publicados en 1984, la deuda externa de Brasil ascendía a100 mil millones de dólares, convirtiéndose así en el país más endeudado delmundo.

En 1983, México tenía una deuda externa de unos 85 mil millones de dó-lares.

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los pueblos que más se han enfrentado a los opresores y explo-tadores internos y externos, y que más sangre han derramado.Las victorias que han logrado en estos enfrentamientos no hansido pocas ni pequeñas, pero todavía en ningún país han triunfa-do plenamente las libertades democráticas, ha desaparecido to-talmente la explotación ni se ha logrado la plena independenciay soberanía nacionales. Los pueblos latinoamericanos cifraronmuchas esperanzas, muchas ilusiones, en la victoria del pueblocubano, la cual fue una inspiración y un estímulo en la lucha pa-ra sacudirse del yugo de los opresores capitalistas y terratenien-tes nativos y de los imperialistas norteamericanos. Pero estas es-peranzas y esta inspiración se desvanecieron rápidamente, cuan-do vieron que la Cuba castrista no se desarrollaba por el caminodel socialismo, sino del capitalismo de tipo revisionista, y conmayor motivo cuando se convirtió en vasalla y mercenaria delsocialimperialismo soviético.

Al igual que en todos los continentes, también en AméricaLatina hoy las situaciones se presentan complicadas.

En la mayoría de los países estas situaciones son revoluciona-rias y plantean a la orden del día las revoluciones, para derrocarel régimen burgués–latifundista y liquidar la dependencia impe-rialista. Naturalmente, estas revoluciones no pueden tener en to-das partes el mismo carácter, seguir el mismo proceso y resolver-se de la misma manera, por razones ya conocidas, esto es, por lascondiciones y los problemas particulares que tiene cada país ogrupo de países, los diferentes grados de desarrollo económi-co–social y de dependencia del imperialismo y del socialimpe-rialismo, el nivel de moderación o de fascistización de los regí-menes burgueses, etc. Pero una cosa parece indispensable, la ne-cesidad de entrelazar, más que en muchos países de África yAsia, las tareas antiimperialistas, democráticas y socialistas de larevolución.

De la misma manera, en América Latina hay muchas ventajaspara la preparación del factor subjetivo de la revolución, debidoa una conciencia bastante elevada y a la disposición de las am-

plias masas populares a luchar contra la opresión y la explota-ción interna y extranjera, por la libertad, la democracia y el so-cialismo. Pero su completa preparación es obstaculizada, con-fundida y atacada con todas las fuerzas no sólo por los imperia-listas, particularmente los norteamericanos, y la reacción inter-na, sino también por los revisionistas de los respectivos países ylos otros oportunistas, lacayos del capitalismo, así como por losrevisionistas soviéticos y chinos.

El imperialismo norteamericano, siguiendo la política desiempre para que América Latina continúe siendo su feudo, delcual saca superganancias colosales, maniobra con todos los me-dios, militares, diversionistas, demagógicos y mistificadores, pa-ra no permitir que algún otro imperialismo predomine allá, y ga-rantizar que en ningún país estalle y triunfe la revolución. Quie-re conservar así la completa dependencia de los países latinoa-mericanos respecto a los Estados Unidos de América y tambiénel sistema burgués–latifundista en estos países.

A este efecto, una importante arma en manos de los EstadosUnidos de América es la llamada Organización de Estados Ame-ricanos, que es manipulada por el presidente, el Pentágono y elDepartamento de Estado norteamericanos. Los estatutos de estaorganización les confieren el derecho de intervenir valiéndose detodos los medios y procedimientos, incluso los militares, paramantener el statu quo, tanto interior como exterior, en los paísesde América Latina.

Mientras tanto, los grandes monopolios norteamericanos hanperfeccionado los métodos de explotación en estos países, orga-nizando sociedades monopolistas multinacionales, cuyos hilosson manejados desde su central en los Estados Unidos de Amé-rica, y utilizando en grandes proporciones el capitalismo estatal,a través del cual logran manipular los gobiernos y el aparato es-tatal de cada país en general.

Pero éstos y muchos otros medios que utilizan los EstadosUnidos de América no pueden resolver los problemas provoca-dos por la grave crisis económica y política que ha afectado tam-

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bién a los países latinoamericanos.En un momento en que los capitalistas y los terratenientes na-

tivos no pueden vivir a no ser que lo hagan bajo la tutela y conel apoyo del imperialismo norteamericano, la idea de la revolu-ción, como el único medio indispensable para asegurar la libera-ción nacional y social, penetra cada vez más profunda y amplia-mente en la conciencia del proletariado, del campesinado traba-jador, de la intelectualidad progresista y de las masas de la ju-ventud de estos países.

Para evitar las revoluciones, los imperialistas norteamerica-nos con los capitalistas nativos utilizan dos métodos principales.Uno, el de establecer regímenes militar–fascistas por medio deun pronunciamiento militar, cuando ven amenazadas de manerainminente sus posiciones. Así actuaron en Brasil, Chile, Uru-guay, Bolivia, etc. El otro método es la organización de regíme-nes democrático–burgueses, con acentuadas limitaciones y unapronunciada carencia de libertades fundamentales, como en Ve-nezuela y México, o como están haciendo actualmente en Brasil,esforzándose así por atenuar las tensiones revolucionarias y darla impresión de que la burguesía de dichos países y, en mayormedida, la administración de los Estados Unidos de América ysu presidente, se preocupan por los «derechos humanos».

Pero tales medios y maniobras no pueden resolver los proble-mas de la crisis, no pueden evitar las situaciones revolucionarias,no pueden borrar la revolución del orden del día.

El proletariado con todas las fuerzas revolucionarias de lospaíses latinoamericanos se encuentran ante tareas revoluciona-rias muy importantes. Para realizar estas tareas, llevar a cabo larevolución, conquistar la completa independencia nacional, ins-taurar las libertades democráticas y el socialismo, deben lucharen muchas direcciones, contra la oligarquía burguesa y latifun-dista nativa, contra el imperialismo norteamericano, así comocontra los diversos servidores del capital, del imperialismo y delsocialimperialismo, tales como los revisionistas pro–soviéticos ycastristas, los revisionistas pro–chinos, los trotskistas y otros. No

sólo tienen el deber de hacer frente a la actividad diversionista yescisioncita de los oportunistas y los revisionistas de diverso pe-laje, sino también de liberarse de las influencias pequeñoburgue-sas que se reflejan en algunas concepciones y prácticas golpis-tas, foquistas, aventureras, que se han convertido en una ciertatradición, pero que no tienen nada en común con la verdadera re-volución, por el contrario la perjudican enormemente. Pero estacuestión requiere un tratamiento cuidadoso.

En lo que atañe a la tradición combativa de los pueblos deAmérica Latina, en ella predomina el aspecto positivo, revolu-cionario, que constituye un factor muy importante y que hacefalta utilizar lo mejor y más ampliamente posible en la prepara-ción y el desarrollo de la revolución, dando a esta tradición unnuevo contenido, desprovisto de los elementos negativos pro-pios de las prácticas de los pistoleros y foquistas.

Para realizar estas grandes tareas, los partidos marxista–leni-nistas de la clase obrera desempeñarán un papel decisivo. Estospartidos no sólo han sido creados ya en casi todos los países deAmérica Latina, sino que la mayoría de ellos han dado importan-tes pasos hacia adelante en el trabajo por preparar al proletaria-do y a las masas populares para la revolución. En intransigentelucha contra los revisionistas y los demás oportunistas, contra to-dos los lacayos de la burguesía y del imperialismo, contra lospuntos de vista y las prácticas castristas, jruschovistas, trotskis-tas, tercermundistas, etc., han elaborado una línea política co-rrecta y acumulado una experiencia de lucha bastante grande pa-ra materializar esta línea, convirtiéndose en portadores de toda latradición revolucionaria del pasado, para utilizarla y desarrollar-la en adelante a favor del movimiento obrero y de liberación, conel fin de preparar a las masas y lanzarlas a la revolución.

La situación revolucionaria actual plantea ante estos partidosla necesidad de mantener vínculos lo más estrechos y consultar-se lo más frecuentemente posible entre sí para que puedan apro-vechar al máximo la experiencia mutua y coordinar sus posicio-nes y sus acciones en lo concerniente a los problemas comunes

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de la lucha contra la burguesía reaccionaria y el imperialismo,contra el revisionismo moderno soviético, chino, etc., en lo con-cerniente a todos los problemas de la revolución.

Ahora que los pueblos han despertado y ya no aceptan vivirbajo el yugo imperialista y colonial, que exigen la libertad, la in-dependencia, el desarrollo y el progreso; ahora que crece el odiopopular contra los opresores extranjeros e internos, ahora queÁfrica, América Latina y Asia se han transformado en una cal-dera en ebullición, para los colonizadores viejos y nuevos es di-fícil, si no imposible, dominar y explotar a los pueblos de estospaíses con los anteriores métodos y formas. Ellos no pueden abs-traerse de saquear y explotar las riquezas, el sudor y la sangre deestos pueblos.

He aquí la razón de todos los esfuerzos que se despliegan pa-ra encontrar nuevos métodos y formas de engaño saqueo y ex-plotación, para repartir limosnas, que sin embargo no beneficiana las masas, sino a las clases burgués–latifundistas dominantes.

Mientras tanto, el problema se ha complicado aún más, por-que desde hace tiempo en las antiguas colonias y semicoloniasha comenzado a penetrar profundamente el socialimperialismosoviético, y porque también la China socialimperialista ha inicia-do febrilmente sus esfuerzos para introducirse en ellos.

La Unión soviética revisionista lleva a cabo su intervenciónexpansionista tras la máscara de una política supuestamente le-ninista de ayuda a la lucha de liberación de los pueblos, presen-tándose como aliado natural de estos países y pueblos. Los re-visionistas soviéticos, como medio para penetrar en África y enotras partes, emplean y propagan consignas de tinte socialista, afin de engañar a los pueblos que aspiran a liberarse, a suprimirla opresión y la explotación y saben que el único camino queconduce a la completa liberación nacional y social es el socia-lismo.

En su intervención, la Unión Soviética arrastra además a susaliados o, mejor dicho, a sus satélites. Esto lo vemos en concre-to en África, donde los socialimperialistas soviéticos y sus mer-

cenarios cubanos intervienen so pretexto de ayudar a la revolu-ción. Desde luego, se trata de una mentira. Su intervención nopasa de ser una acción colonialista; cuyo objetivo es conquistarmercados y someter a los pueblos.

De esta índole es la intervención de la Unión Soviética y delos mercenarios cubanos en Angola. Ellos no han tenido ni tie-nen en absoluto el objetivo de ayudar a la revolución angoleña,sino el de clavar sus garras en este país africano que había gana-do cierta independencia después de la expulsión de los coloniza-dores portugueses. Los mercenarios cubanos son el ejército co-lonial enviado por la Unión Soviética a ocupar mercados y posi-ciones estratégicas en los países del África Negra, a utilizar An-gola para pasar a otros estados, a fin de que también los socia-limperialistas soviéticos puedan crear un imperio colonial mo-derno.

La Unión Soviética y su mercenario, Cuba, con la excusa deayudar a la liberación de los pueblos, intervienen en otros paísescon ejércitos dotados de cañones y ametralladoras supuestamen-te para construir el socialismo que no existe ni en la Unión So-viética ni en Cuba. Estos dos estados burgués–revisionistas semetieron en Angola para ayudar a una camarilla capitalista a to-mar el poder, contrariamente a las aspiraciones del pueblo ango-leño, que luchó contra los colonizadores portugueses para con-quistar su libertad. Agostinho Neto hace el juego a los soviéti-cos. Estando en lucha contra la otra fracción, en sus intentos pa-ra hacerse con el poder, llamó a los soviéticos a acudir en su ayu-da. La confrontación entre los dos clanes en lucha no tenía en ab-soluto un carácter revolucionario popular. El choque entre ellosera una lucha de camarillas por el poder. Cada una de éstas eraapoyada por diversos estados imperialistas. De esta contiendasalió victorioso Agostinho Neto, y en Angola, lejos de triunfar elsocialismo, se implantó, después de la intervención extranjera, elneocolonialismo soviético.

También la China socialimperialista está haciendo grandesesfuerzos por penetrar en las antiguas colonias y semicolonias.

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Un ejemplo de cómo interviene China es el Zaire, donde do-mina la camarilla más sangrienta y más rica del continente afri-cano acaudillada por Mobutu. En los últimos combates que sedesarrollaron en el Zaire, acudieron inmediatamente en ayuda deMobutu, asesino de Patricio Lumumba, los marroquíes del reinojerifiano de Marruecos, acudió la aviación francesa, acudió asi-mismo China. La ayuda dada por los franceses es comprensible,porque con su intervención defienden las concesiones y los con-sorcios que poseen en Katanga, a la vez que defienden a sus gen-tes, así como a Mobutu y su camarilla. Pero los revisionistas chi-nos ¿qué buscan en Katanga? ¿A quién asisten? ¿Acaso auxilianal pueblo del Zaire oprimido por Mobutu, por su camarilla y porlos concesionarios franceses, belgas, norteamericanos y otros?¿No será que también ellos ayudan a la sangrienta camarilla deMobutu? El hecho es que la dirección revisionista china socorrea esta camarilla no de manera indirecta, sino muy abiertamente.Para que esta ayuda sea más concreta y ostensible, mandó allí alministro de Asuntos Exteriores Juan–Jua, envió expertos milita-res, asistencia militar y económica, actuando así de manera anti-marxista, antirrevolucionaria. Su intervención tiene las mismascaracterísticas que las del rey Hassán de Marruecos y las deFrancia.

Los socialimperialistas chinos se inmiscuyen no sólo en esteasunto, sino también en los otros problemas de los pueblos y delos países de África y de los otros continentes, sobre todo en lospaíses donde tratan de penetrar a toda costa para crear bases eco-nómicas, políticas y estratégicas.

Ni siquiera los Estados Unidos de América acuden tan abier-tamente en ayuda de Pinochet, verdugo fascista de Chile, comolo hace China. Incluso los norteamericanos no socorren de estemodo ni siquiera a los gobernantes reaccionarios de los otrospaíses, donde sus intereses son grandes. Esto no significa quelos imperialistas norteamericanos renuncien a sus intereses. De-fienden, incluso enérgicamente, estos intereses, pero en formassutiles.

Con la actitud que mantiene China, llamada socialista, va encontra de los intereses y las aspiraciones de los pueblos, de loscomunistas, de los elementos revolucionarios, en contra de lasaspiraciones de todos los hombres progresistas de América La-tina.

China asume la defensa de los diversos dictadores que domi-nan a los pueblos y que con todos los medios a su alcance, in-cluido el terror, reprimen los esfuerzos de los revolucionarios,del proletariado y de los partidos marxista–leninistas por la libe-ración nacional y social. Con estas posturas ha tomado el cami-no de la contrarrevolución. Disfrazándose con el marxismo–le-ninismo, trata de hacer ver que supuestamente exporta a los di-versos países la idea de la revolución, pero de hecho está expor-tando la idea de la contrarrevolución. Con esto ayuda al imperia-lismo norteamericano y a las camarillas fascistas en el poder.

Las potencias imperialistas o socialimperialistas tratan, deigual modo, de impedir que los pueblos africanos, asiáticos, lati-noamericanos desarrollen su lucha revolucionaria, etapa tras eta-pa, contra la opresión, contra la feroz explotación por parte desus gobernantes y de los imperialistas que dominan en colusióncon ellos y que les chupan la sangre.

El deber de los revolucionarios, de los hombres progresistasy patriotas, en los países con un bajo nivel de desarrollo econó-mico–social y dependientes de las potencias imperialistas y so-cialimperialistas, es hacer que los pueblos tomen conciencia deesta opresión y explotación, educarles, movilizarles, organizar-les, lanzarles a la lucha de liberación, teniendo siempre presenteque la revolución es obra de las amplias masas, de los pueblos.Para lograrlo, es necesario analizar bien la situación interna y ex-terna de cada país, su desarrollo económico–social, a correlaciónde las fuerzas de clase, los antagonismos entre las clases, los an-tagonismos entre el pueblo y las camarillas reaccionarias en elpoder, y entre el pueblo y los estados imperialistas. Sobre estabase podrán sacarse justas conclusiones acerca de los pasos a dary las tácticas a seguir. De las fuerzas revolucionarias se requiere

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un trabajo intenso, resolución e inteligencia, se requiere ante to-do que se comprenda bien que la lucha de liberación en sus paí-ses puede alcanzar la victoria verdadera sólo ligando esta luchacon la causa del proletariado, con la causa del socialismo.

Por eso, es necesario que el proletariado de cada país cree supropio partido revolucionario, que sea capaz de aplicar con fide-lidad las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin, en estre-cha relación con las condiciones de cada país, con la situación decada pueblo en particular. Es indispensable que estos partidosconozcan bien la mentalidad de las masas, el desarrollo econó-mico, político, ideológico y cultural de cada país y que no actúende manera imaginaria y aventurera, de manera blanquista, sinoque luchen persistentemente para agrupar en torno suyo a losaliados del proletariado, a las amplias masas populares.

Los revolucionarios y las masas populares tienen necesidadde prepararse tenazmente, de tener en cuenta los actos de la bur-guesía reaccionaria y de los grandes latifundistas en el poder, delos opresores extranjeros, así como las intrigas de los neocolo-nialistas. Todos ellos son factores importantes que los elementosrevolucionarios y los pueblos deben afrontar con madurez, conuna sólida organización y con tácticas revolucionarias.

Naturalmente, no sólo no se excluye sino que también es im-prescindible que entre las fuerzas y los elementos revoluciona-rios de los diversos países se establezcan vínculos de colabora-ción, de coordinación y de intercambio de experiencias. Esta ta-rea es facilitada por la existencia de muchas condiciones idénti-cas, tales como la opresión y la explotación de los neocolonialis-tas y de la burguesía reaccionaria, la cultura común y el objetivocomún de liberarse de esta opresión y explotación. Las condicio-nes y los intereses comunes inducen a los elementos revolucio-narios y progresistas de todos estos países a consultarse, a cola-borar entre sí y coordinar sus actos, que se contraponen a los ac-tos de los enemigos que les oprimen.

Viendo desde posiciones marxista–leninistas la situación delos pueblos que se encuentran bajo la dominación neocolonialis-

ta, a todos los auténticos revolucionarios se les plantea la tareade respaldar y apoyar sin reservas la lucha revolucionaria y de li-beración de estos pueblos, para que esta lucha vaya continua-mente hacia adelante, para que la revolución siga siempre su lí-nea ascendente, hasta su victoria completa.

Los auténticos revolucionarios llaman a losproletarios y a los pueblos a levantarse por el

mundo nuevo, por el mundo socialista

La crisis general del capitalismo, como hemos explicado an-teriormente, va profundizándose cada vez más. Esto hace que elproletariado, las clases y los pueblos oprimidos ya no soportenla explotación, exijan que cambie su vida, que sea derrocado elsistema burgués y suprimido el neocolonialismo, el imperialis-mo. Pero estas aspiraciones sólo pueden ser realizadas a travésde la revolución. Ninguna victoria puede ser alcanzada sin en-frentarse y golpear a los enemigos de clase, internos y externos.

Los verdaderos partidos marxista–leninistas de la clase obre-ra como dirigentes de la revolución hacen tomar conciencia alproletariado, a las masas trabajadoras y a los pueblos, y les pre-paran política, ideológica y militarmente para esos enfrenta-mientos.

Los partidos marxista–leninistas, todos los revolucionarios,por poco numerosos que sean, penetran en el seno del pueblo, or-ganizan sistemáticamente, con solicitud y gran paciencia a lasmasas, las convencen de su gran fuerza, de que están en condi-ciones de derrumbar al capital, de tomar en sus manos el podery utilizarlo en interés del proletariado y del pueblo. Estos parti-dos no piensan que, por ser pequeños, no pueden hacer frente ala coalición de los partidos de la burguesía y a la opinión creadapor éstos. El deber de los revolucionarios es probar ante las am-plias masas del pueblo que dicha opinión, creada por la burgue-sía, es falsa, y hace falta acabar con ella y formar la verdadera

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opinión revolucionaria, que representa una gran fuerza transfor-madora.

Para realizar con éxito su misión, los partidos marxista–leni-nistas ante todo piensan en dotarse de una estrategia y una tácti-ca revolucionarias, una acertada línea política que responda a losintereses y aspiraciones de las amplias masas populares, a la so-lución revolucionaria de los problemas y tareas que plantea en sucurso la lucha por la destrucción del régimen burgués y de la do-minación imperialista extranjera.

El marxismo–leninismo es la única ciencia que permite alpartido revolucionario de la clase obrera elaborar una acer-tada línea política, definir claramente el objetivo y las tareasestratégicas, aplicar tácticas y métodos revolucionarios parala realización de los mismos.

Iluminado por el marxismo–leninismo y en conformidadcon las condiciones concretas económico–sociales y políticasdel país, así como con las circunstancias internacionales, el par-tido marxista–leninista sabe orientarse y estar a la cabeza de lasmasas, en cada momento y cada etapa de la revolución, sea de-mocrática, de liberación nacional o socialista. Una estrategiarevolucionaria y una acertada línea política fundadas en el mar-xismo–leninismo, en la práctica revolucionaria del proletariadomundial y de las luchas de clases de su propio país, hacen po-sible determinar claramente el objetivo estratégico en una eta-pa dada, determinar cuáles son los principales enemigos inter-nos y externos en contra de los cuales debe dirigirse el ataqueprincipal, cuáles son los aliados internos y externos del prole-tariado, etc.

Los partidos marxista–leninistas tienen como meta derrocarel régimen capitalista y hacer que triunfe el socialismo, mientrascuando la revolución en sus países confronta tareas de carácterdemocrático y antiimperialista, tienden a desarrollarla ininte-rrumpidamente, a elevarla a revolución socialista y a pasar cuan-to antes a la solución de las tareas socialistas.

Tanto el objetivo estratégico de los partidos marxista–leninis-tas como los caminos para alcanzarlo, son totalmente diferentesdel objetivo y los caminos de los falsos partidos comunistas yobreros. Los primeros no pueden concebir el logro de este obje-tivo sin subvertir las relaciones capitalistas de producción y sindestruir desde sus cimientos el viejo aparato estatal, toda la su-perestructura burguesa. Se atienen a las enseñanzas de Lenin,que dice:

«La revolución consiste en que el proletariado des-truye el «aparato administrativo» y todo el aparatodel estado, substituyéndolo por otro nuevo, consti-tuido por los obreros armados. »*

Los segundos predican la necesidad de conservar el viejo apa-rato del estado, aunque de palabra dicen que están por el socia-lismo. Según ellos, el socialismo puede ser implantado a travésde reformas, a través de la vía parlamentaria, e incluso utilizan-do la vieja máquina estatal.

Una serie de partidos llamados comunistas actualmente semuestran más diligentes en la defensa del sistema capitalistaexistente que los partidos burgueses declarados. A título deejemplo, el partido revisionista de Carrillo–Ibárruri defiendedescaradamente al régimen monárquico de Juan Carlos, mien-tras que algunos partidos burgueses españoles exigen su substi-tución por un régimen republicano. Asimismo el partido revisio-nista de Berlinguer se presenta como un ardiente defensor de lasleyes represivas del estado capitalista italiano que están dirigidascontra las libertades democráticas, en tanto que algunos partidosburgueses no lo hacen abiertamente. Los revisionistas chinos,por su parte, orientan a los partidos que siguen la línea china enlos países capitalistas a luchar conjuntamente con los círculosmás militaristas por el reforzamiento de los ejércitos y del apa-

* V. I. Lenin. Obras, t. XXV, pág. 577, ed. en albanés.

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rato represivo de la burguesía para supuestamente defender lapatria, pero en realidad es para aplastar la revolución, en caso deque estalle.

En sus designios por socavar el movimiento revolucionario yde liberación, y perpetuar el capitalismo y la dominación impe-rialista, la burguesía y sus adeptos; en particular los revisionistasmodernos, intentan por todos los medios desorientar y escindir alas fuerzas revolucionarias, borrando la diferencia entre los ami-gos y los enemigos de la revolución. Son típicas las prédicas delos revisionistas chinos, los cuales presentan como aliados delproletariado y de los pueblos oprimidos a la gran burguesía mo-nopolista, a los regímenes reaccionarios y fascistas, a la OTANy al Mercado Común Europeo e incluso al imperialismo nortea-mericano.

En lo que concierne a los partidos marxista–leninistas, éstosconsideran como condición indispensable para trazar una verda-dera estrategia revolucionaria, la determinación de una línea ne-ta de demarcación entre las fuerzas motrices de la revolución ysus enemigos, y la clara definición del principal enemigo inter-no y externo contra el cual, como señalaba Stalin, es preciso di-rigir los golpes principales, sin subestimar ni olvidar la luchacontra los otros enemigos.

En nuestros días, en las condiciones del imperialismo, el prin-cipal enemigo interno de la revolución, no sólo en los países ca-pitalistas desarrollados, sino también en los países oprimidos ydependientes, es la gran burguesía del país, la cual está a la ca-beza del régimen capitalista y se vale de todos los medios, de laviolencia y la represión, de la demagogia y el engaño, para con-servar su dominación y sus privilegios, para estrangular y sofo-car cualquier movimiento de los trabajadores que afecteminimamente a su poder y sus intereses de clase. Mientras elprincipal enemigo exterior de la revolución y de los pueblos es,en las condiciones actuales, el imperialismo mundial, sobre todolas superpotencias imperialistas. Aconsejar y llamar al proleta-riado y a los pueblos oprimidos a apoyarse en una superpotencia

para combatir a otra, o a aliarse con las potencias imperialistasen nombre de a supuesta defensa de la libertad y la independen-cia nacional, como predican los revisionistas chinos, no es másque traicionar la causa de la revolución.

Los revisionistas han convertido en blanco suyo especialmen-te el papel hegemónico de la clase obrera en la revolución,que constituye uno de los problemas fundamentales de la es-trategia revolucionaria.

«Lo fundamental en la doctrina de Marx –ha escritoLenin– es el esclarecimiento del papel históricomundial del proletariado como creador de la socie-dad socialista.»*

Lenin consideraba la negación de la idea de la hegemonía delproletariado en el movimiento revolucionario como el aspectomás vulgar del reformismo.

Entre los revisionistas modernos, unos intentan demostrarque la clase obrera supuestamente se desproletariza y se convier-te en «co–administradora» de las empresas, y que por eso no ca-be la revolución proletaria, no hace falta un régimen social dife-rente del existente. Otros pretenden que proletarios ya no sonúnicamente los obreros, sino todos los hombres del trabajo y lacultura, todos los empleados, y que por el socialismo están inte-resadas no sólo la clase obrera, sino también otras clases y capasde la sociedad. Por ello, concluyen, el papel hegemónico de laclase obrera en el movimiento revolucionario actual ha perdidosu sentido. Los revisionistas soviéticos, de palabra, no niegan elpapel dirigente de la clase obrera, mientras en la práctica lo hanliquidado, porque han despojado a dicha clase de toda posibili-dad de dirigir. Pero también teóricamente eliminan este papel,dado que defienden la nefasta teoría «del partido y del estado de

* V. I. Lenin. Obras, t. XVIII, pág. 651, ed. en albanés.

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todo el pueblo». Los revisionistas chinos, como pragmáticos queson, colocan a la cabeza de la «revolución», según el caso, unasveces al campesinado, otras al ejército, en ocasiones a los estu-diantes, etc.

El Partido del Trabajo de Albania defiende firmemente la te-sis marxista–leninista de que la clase obrera constituye la fuerzadecisiva del desarrollo de la sociedad, la fuerza dirigente de latransformación revolucionaria del mundo, de la construcción dela sociedad socialista y comunista.

La clase obrera sigue siendo la principal fuerza productorade la sociedad, la clase más avanzada, y más interesada quecualquier otra, en la liberación nacional y social, en el socialis-mo, la portadora de las mejores tradiciones de organización ylucha revolucionarias. Ella cuenta con la única teoría científicapara conseguir la transformación revolucionaria de la sociedady con su partido combativo marxista–leninista que la guían ha-cia esta meta. Objetivamente, la historia le ha encomendado lamisión de dirigir toda la lucha para la transición del capitalismoal comunismo.

La hegemonía del proletariado en la revolución es decisivapara solucionar, en su propio beneficio y en el de las masas po-pulares, el problema fundamental de la revolución, el problemadel poder político.

El nuevo poder puede pasar por diversas fases y recibir dife-rentes nombres, de acuerdo con las condiciones concretas en lasque se desarrolla la revolución y con las distintas etapas que pue-da atravesar, pero no podrá haber una evolución de la revoluciónhacia el triunfo del socialismo sin la instauración de la dictadu-ra del proletariado. Esto nos lo enseña el marxismo–leninismo,esto nos lo indica también la experiencia de todas las revolucio-nes socialistas victoriosas. Por ello, el partido marxista–leninis-ta, en cualquier circunstancia que se desarrolle la revolución, ja-más renuncia a su objetivo de implantar la dictadura del proleta-riado.

Los revisionistas de toda laya y de diversas corrientes, de un

modo u otro, todos, sin excepción, niegan la necesidad de instau-rar la dictadura del proletariado, porque están en contra de la re-volución, porque están por salvaguardar y perpetuar el sistemacapitalista.

El proletariado y su partido marxista–leninista van a lalucha junto con sus aliados. También éste es uno de los pro-blemas más importantes de la estrategia revolucionaria.

El aliado natural y estrecho del proletariado es el campesina-do pobre, unido al primero no sólo por el objetivo estratégico in-mediato, sino también por el objetivo a largo plazo y final. Asi-mismo son aliadas suyas las capas pobres de los trabajadores ur-banos. El proletariado con el campesinado pobre y los demás tra-bajadores oprimidos y explotados constituyen las principalesfuerzas motrices de la revolución.

También la pequeña burguesía de la ciudad, que se encuentraconstantemente en las tenazas del gran capital y bajo la amena-za de una completa expropiación, puede y debe ser su aliada.

El proletariado busca y lucha por hacer aliadas suyas a otrascapas de la población, como el sector progresista de la intelec-tualidad, que es explotado por el capital interno y externo. En lospaíses capitalistas y revisionistas el peso de la intelectualidad hacrecido. Pero, pese a los cambios que han sufrido la posición, elcarácter y el papel de su trabajo, no es ni puede constituir unaclase en sí, no es clase obrera ni puede ser diluida en ésta, comopretenden los diversos revisionistas. Por eso, como ha señaladoLenin y ha confirmado la historia, la intelectualidad no puede seruna fuerza social y política independiente. Su papel y su lugar enla sociedad son determinados por su situación económico–socialy sus convicciones ideológicas y políticas. Por mucho que cam-bien esta situación y estas convicciones, la intelectualidad jamáspuede sustituir a la clase obrera en el papel dirigente de la revo-lución. El deber del proletariado es conquistar al sector progre-sista de ella, convencerle de la inevitabilidad del hundimientodel sistema capitalista y del triunfo del socialismo, hacer de él un

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aliado en la revolución.En los países de África, América Latina, Asia, etc., con esca-

so desarrollo económico–social y más dependientes del capitalextranjero y donde las tareas democráticas y antiimperialistas dela revolución revisten particular importancia, el proletariadopuede tener como aliados al campesinado medio y al sector de laburguesía que no está ligado al capital extranjero y que aspira aun desarrollo independiente del país.

La vinculación de esta parte de la burguesía con la revolucióndemocrática y antiimperialista depende de la estrategia y de unatáctica justa del proletariado, y de si el partido revolucionario dela clase obrera maniobra ágil y prudentemente. El proletariadocon su partido puede convencer, de esta forma, no sólo a la pe-queña burguesía, sino también a ese sector de la burguesía delque hablamos para que se ponga bajo su dirección y se levantepara suprimir la dominación extranjera y a la grande y feroz bur-guesía capitalista, instrumento del imperialismo, que oprime yexplota, que desmoraliza al pueblo y adultera sus sentimientospuros, su cultura secular.

Para hacer aliadas suyas a las otras clases y capas que estáninteresadas en lograr el objetivo estratégico en una determinadaetapa de la revolución, el proletariado, al igual que en cualquierotro problema, se ve obligado a enfrentarse con la gran burgue-sía y los demás reaccionarios.

La burguesía reaccionaria y los terratenientes, previendo suderrota, hacen mil esfuerzos y maniobras para atraerse a la pe-queña burguesía, al campesinado y a la intelectualidad progresis-ta, e impedir que se conviertan en aliados del proletariado. Tra-tan de engañar también a la misma clase obrera, a fin de que larevolución no estalle y, si estalla, no vaya hasta el fin, se estan-que o dé marcha atrás.

Por su parte, el proletariado y su partido marxista–leninistatrabajan y cuentan con todas las posibilidades para unir en tornosuyo a sus aliados contra los enemigos comunes, como la granburguesía, los terratenientes, los imperialistas y los socialimpe-

rialistas, y no permitir que capas del campesinado y de la peque-ña burguesía se conviertan en reservas del gran capital o de ladictadura fascista, como ocurrió en los tiempos de Hitler en Ale-mania, en los de Mussolini en Italia y en los de Franco durantela Guerra de España.

El partido marxista–leninista mantiene una actitud cuidadosay hábil en particular respecto a los posibles aliados vacilantes otemporales, incluyendo diversas capas de la burguesía media,etc., que están atadas por numerosos hilos y diversos intereses,tradiciones y prejuicios al mundo del capital y al imperialismo.El proletariado y su vanguardia, el partido marxista–leninista,sin moverse en ningún momento de sus posiciones de principio,están interesados en ganar para la revolución y la lucha de libe-ración también a estas fuerzas, pese a sus vacilaciones y su ines-tabilidad, o por lo menos neutralizarlas para que no se convier-tan en reservas del enemigo.

Las leyes de la revolución, al igual que en todas partes, actúantambién en los países donde los revisionistas detentan el poder.¿Cuál es la posición de la nueva burguesía que se desarrolla enlos países revisionistas de Europa? Esta burguesía aspira a libe-rarse de la opresión multiforme y feroz de la burguesía soviéti-ca, del socialimperialismo soviético, pero los intereses radicalesde ambas son comunes. La burguesía de estos países no puedevivir desligada de la burguesía soviética. Y si se divorciara de es-ta grande y feroz burguesía socialimperialista, no cabe duda deque se pondría pronto bajo la dominación de la burguesía de losestados capitalistas desarrollados de Europa Occidental y del im-perialismo norteamericano.

Pero, a la vez, en los países revisionistas, que están integrán-dose económica, política y militarmente en el gran estado sovié-tico socialimperialista, además del proletariado; también otrascapas de la población están descontentas de la explotación a quelas somete la nueva burguesía, y de la dominación del socialim-perialismo soviético. Por eso, odian tanto a su propia burguesíadominante, como al hegemonismo y al neocolonialismo ruso. Es

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preciso que el proletariado de estos países despierte y tome con-ciencia de la necesidad histórica de descender de nuevo al cam-po de batalla, lanzarse a la lucha para derrocar y desbaratar a lostraidores, para realizar una vez más la revolución proletaria, pa-ra restaurar la dictadura del proletariado. Debe crear sus nuevospartidos marxista–leninistas y agrupar en torno suyo a todas lasmasas populares.*

Ateniéndose consecuentemente al principio de que el factordecisivo del triunfo de la revolución es el interno, es la propia lu-cha revolucionaria del proletariado y del pueblo de un país dado,mientras que el factor exterior es auxiliar y secundario, los par-tidos marxista–leninistas no ignoran ni subestiman en absoluto alos aliados externos de la revolución. Al igual que para los alia-dos internos, mantienen al mismo tiempo una actitud flexible yde principios hacia los aliados externos.

En consonancia con las enseñanzas de Lenin y Stalin y conlas condiciones actuales, ellos ven en el proletariado y en su mo-vimiento revolucionario en los demás países, en el movimientorevolucionario antiimperialista de los pueblos oprimidos delmundo y en los verdaderos países socialistas, a los aliados exter-nos, naturales y seguros, del movimiento revolucionario de cadapaís.

En determinados casos pueden darse circunstancias en que unpaís socialista o un pueblo que lucha contra la agresión imperia-lista o socialimperialista, se encuentre en un frente común inclu-so con países del mundo capitalista que luchan contra el mismoenemigo, como sucedió en el periodo de la Segunda GuerraMundial.

En tales ocasiones, es de primordial importancia tener siem-pre en cuenta los intereses de la revolución, no olvidarlos, eclip-sarlos ni sacrificarlos en nombre de un frente común o de unaalianza con estos aliados provisionales, y que este frente o esta

alianza no se convierta en un objetivo en sí. Especialmente esimportante impedir que estos aliados intervengan para sabotearla revolución y arrebatarle la victoria. La experiencia del PartidoComunista de Albania respecto a la actitud hacia los aliados nor-teamericanos e ingleses en los años de la Lucha Antifascista deLiberación Nacional es significativa. Esta actitud fue salvadorapara los destinos de la causa de la revolución en Albania.*

La estrategia revolucionaria es inseparable de las tácticasrevolucionarias que aplican los partidos marxista–leninistasa fin de realizar el objetivo y las tareas de la revolución. Lastácticas, formando parte de la estrategia y estando a su servicio,pueden cambiar de acuerdo con los flujos y reflujos de la revo-lución, con las circunstancias y las condiciones concretas, perosiempre dentro de los límites de la estrategia revolucionaria y delos principios marxista–leninistas.

«La tarea de la dirección táctica –dice J. Stalin– esdominar todas las formas de lucha y de organiza-ción del proletariado y asegurar su justo aprovecha-miento, para el logro del máximo de resultados enuna correlación de fuerzas dada, cosa que es nece-saria indispensablemente para preparar el éxito es-tratégico.»**

Los auténticos partidos marxista–leninistas, al adoptar tácti-cas y formas de lucha ágiles para llevar adelante la causa de larevolución, en todo momento se atienen con fidelidad a los prin-cipios revolucionarios. Rechazan y combaten toda tendencia aabandonar los principios en aras de las tácticas, son los más re-sueltos adversarios de toda política carente de principios, coyun-

* Véase: Enver Hoxha. Obras Escogidas, t. IV, Casa Editora «8 Nëntori»,Tirana; 1983, págs. 416–449, ed. en español.

* Véase: Enver Hoxha. Las tramas anglo–americanas en Albania (Me-morias), Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1982. ed. en español.

** J. V. Stalin. Obras, t. VI, pág. 164, ed. en albanés.

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tural y pragmática, que caracteriza toda la actividad de los revi-sionistas de todas las corrientes.

La revolución siempre es obra de las masas, dirigidas por lavanguardia revolucionaria. Por eso el partido marxista–leninistano puede dejar de prestar una gran atención a la organización re-volucionaria de las masas en forma adecuada, partiendo de lascondiciones y las circunstancias concretas, de las tradiciones queexisten en cada país, etc. Sin lazos organizados del partido conlas masas es inimaginable el levantamiento, la preparación y lamovilización de las mismas en la lucha revolucionaria.

Justamente por esta razón el partido marxista–leninista dedi-ca mucha importancia a la creación de organizaciones de masas,bajo su dirección. Como es natural, éste no es un problema defácil solución, sobre todo en la actualidad cuando en todos lospaíses capitalistas y revisionistas existen toda suerte de organi-zaciones sindicales, cooperativistas, culturales, científicas, ju-veniles, femeninas, etc., cuya mayoría se encuentra bajo la di-rección y la influencia de la burguesía, de los revisionistas y dela iglesia.

Pero, como nos enseña Lenin, los comunistas deben penetrary trabajar en todas partes donde estén las masas. Por eso no pue-den dejar de trabajar en las organizaciones de masas controladaso influenciadas por la burguesía, la socialdemocracia, los revi-sionistas, etc. Los marxista–leninistas trabajan en ellas para so-cavar la influencia y la dirección de los partidos burgueses y re-formistas, para propagar entre las masas la influencia del partidorevolucionario de la clase obrera, para denunciar el carácter mis-tificador de los programas y de la actividad de los cabecillas deestas organizaciones, para dar a la acción de las masas un carác-ter político anticapitalista, antiimperialista, antirrevisionista.Mediante el trabajo revolucionario que despliegan en las filas delas masas, pueden formarse asimismo fracciones revolucionariasen el seno de estas organizaciones, e incluso puede darse la po-sibilidad de apoderarse de la dirección de estas organizaciones yorientarlas en el justo camino.

Pero, en cualquiera de los casos, el partido marxista–leninis-ta nunca renuncia a su objetivo de levantar organizaciones revo-lucionarias de masas, bajo su propia dirección.

Las organizaciones de masas más importantes son los sin-dicatos o las tradeuniones. En general, hoy estas organizacio-nes en los países capitalistas y revisionistas sirven a la burgue-sía, al revisionismo, para mantener subyugados al proletariado ya todas las masas trabajadoras. Engels en su época decía que lastradeuniones en Inglaterra, se habían transformado de organiza-ciones que infundían terror a la burguesía, en organizaciones queservían al capital. Las organizaciones sindicales han atado alobrero con mil hilos, con miles de grillos esclavizadores, de ma-nera que el obrero aislado, cuando se levante, sea fácilmenteaplastado. Los dirigentes oportunistas de los sindicatos trabajanpara que las revueltas de los obreros, de una o más empresas, quese lanzan a las huelgas y las manifestaciones, estén sujetas a sucontrol y tomen únicamente un carácter económico. En este sen-tido, la aristocracia obrera se entrega a las más diversas manipu-laciones. En los países capitalistas esta aristocracia desempeñaun gran papel de corrosión, de coerción y mistificación, y hacetiempo que se ha convertido en bombero de la revolución.

Hoy, en todos los países capitalistas, los principales partidosburgueses y revisionistas tienen sus propios sindicatos. Ahoraestos sindicatos actúan unitariamente y han establecido una es-trecha colaboración para frenar el movimiento revolucionariodel proletariado, para corromper política y moralmente a la cla-se obrera.

En Francia e Italia, por ejemplo, los sindicatos de los partidosrevisionistas son grandes y poderosos. Pero ¿a qué se dedican?Tratan de mantener subyugado al proletariado, de adormecerloy, cuando se subleva y se desata, llevado a la mesa de las con-versaciones con la patronal y taparle la boca con alguna migajamuy insignificante procedente de las superganancias capitalistas.Y lo que le dan, vuelven a quitárselo a través del alza de los pre-

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cios.Por eso, para que el proletariado de cada país se libere del

capitalismo es indispensable que se quite de encima el yugo delos sindicatos dominados por la burguesía y los oportunistas, asícomo el de cualquier organización o partido socialdemócrata orevisionista. Todos estos organismos secundan a la patronal endiversas formas, e intentan hacer creer que «constituyen unagran fuerza», que «son un freno», que «pueden imponerse a losgrandes capitalistas» supuestamente en favor del proletariado.Esto no es otra cosa que una gran mentira. El proletariado debedestruir estos organismos. Pero ¿cómo? Combatiendo a la di-rección de estos sindicatos, levantándose contra sus traicione-ros vínculos con la burguesía, rompiendo la «tranquilidad», la«paz social» que intentan establecer, «paz» que es disimuladacon las supuestas revueltas periódicas de los sindicatos contrala patronal.

Estos sindicatos pueden ser destruidos también penetrando ensu seno, para combatirlos y socavarlos, para oponerse a sus de-cisiones y actos injustos. Esta actividad debe abarcar a grandesy poderosos grupos de obreros en las fábricas. En todo caso esnecesario tender al logro de una unidad férrea del proletariado enla lucha no sólo contra la patronal, sino también contra sus agen-tes, los cabecillas sindicales. La enérgica denuncia de todos loselementos traidores que están a la cabeza de los sindicatos y delaburguesamiento de la dirección sindical y de los sindicatos re-formistas en general, libera a los obreros de muchas ilusionesque abrigan todavía sobre esta dirección y estos sindicatos.

Los marxista–leninistas, al penetrar en los sindicatos existen-tes; jamás se deslizan hacia las posiciones tradeunionistas, refor-mistas, anarcosindicalistas, revisionistas, que caracterizan a ladirección de estos sindicatos. Jamás se asocian con los revisio-nistas y los otros partidos oportunistas y burgueses en la direc-ción de los sindicatos. Su objetivo es denunciar el carácter bur-gués y el papel reaccionario de los actuales sindicatos de los paí-ses capitalistas y revisionistas en general, minar estas organiza-

ciones para permitir la creación de verdaderos sindicatos prole-tarios.

La organización de las masas juveniles tiene una impor-tancia especial para los partidos marxista–leninistas. El pa-pel de la juventud en los movimientos revolucionarios siempreha sido importante. Por su propia naturaleza, la juventud está porlo nuevo y contra lo caduco, y se muestra dispuesta a combatirpor el triunfo de todo lo que sea progresista, revolucionario. Pe-ro por sí sola no está en condiciones de encontrar el camino jus-to. Únicamente el partido de la clase obrera puede indicarle estecamino. Cuando las inagotables energías revolucionarias de lajuventud se unen a las energías de la clase obrera y de las masastrabajadoras para acabar con la opresión y la explotación, paralograr la liberación nacional y social, no hay fuerza capaz de im-pedir el triunfo de la revolución.

Pero hoy día la mayoría de la juventud en los países capitalis-tas y revisionistas malgasta sus energías siguiendo un caminoequivocado, es engañada por la burguesía y el revisionismo, y amenudo pasa al aventurerismo y al anarquismo, o cae en la uto-pía y la desesperación, puesto que está desorientada y aturdida,y ve sombrío su futuro y la perspectiva de la satisfacción de susreivindicaciones políticas, materiales y espirituales.

Los marxista–leninistas en todo momento dedican una granatención a la juventud, se esfuerzan por esclarecerla y conven-cerla de que sólo por el camino que le indica el marxismo–leni-nismo y bajo la dirección de la clase obrera y de su partido pue-den hacerse realidad sus aspiraciones y anhelos. Trabajan paraapartar a la juventud de la influencia de la burguesía y de los re-visionistas, de los movimientos «izquierdistas», trotskistas,anarquistas y arrastrarla a las organizaciones revolucionarias,para atraerla al sendero de la revolución.

El auténtico partido marxista–leninista y los comunistas revo-lucionarios participan activamente en las huelgas y las manifes-taciones de los obreros y luchan por convertirlas en huelgas y

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manifestaciones políticas, a fin de hacer imposible la vida al ca-pitalismo, a la patronal, a los cártels, a los monopolios y a los ca-becillas sindicales. En el curso de esta vasta actividad, el prole-tariado se enfrentará de forma cada vez más frecuente y abiertacon las fuerzas armadas del régimen burgués, y a través de losenfrentamientos aprenderá a combatir mejor. En el curso de lalucha encontrará las posibles formas de organización y de lucharevolucionaria justas y apropiadas. «A nadar se aprende nadan-do», dice una sentencia popular. Si no se lucha a través de huel-gas, manifestaciones, si no se participa en acciones contra el ca-pitalismo en general, no puede organizarse ni intensificarse la lu-cha para conquistar la victoria final, no puede ser derrocado elrégimen burgués.

La revolución no se prepara con palabrería, como hacen losdiversos revisionistas, o teorizando sobre los «tres mundos», co-mo hacen los revisionistas chinos. No triunfa por la vía pacifica.Lenin ha hablado sobre esta posibilidad en casos particulares,pero siempre ha hecho hincapié principalmente en la violenciarevolucionaria, porque la burguesía jamás entrega voluntaria-mente el poder. La historia del movimiento obrero y comunis-ta internacional, del desarrollo de las revoluciones y de lasvictorias de la clase obrera en una serie de países que fueronsocialistas, y en nuestro país socialista, demuestra que hastael presente las revoluciones sólo han triunfado a través de lainsurrección armada.

La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en co-mún con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lo-grar cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desdesus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir alderrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la li-quidación de la dominación imperialista. La insurrección arma-da se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientrasque el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de laseparación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y enla actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase

obrera constituyen una desviación del marxismo–leninismo.De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la

situación en general, la insurrección armada puede ser un estalli-do repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sinfin y sin perspectiva, como preconiza la «teoría de la guerra po-pular prolongada» de Mao Tse–tung. Si se hace una confronta-ción entre las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobrela insurrección armada revolucionaria y la teoría de Mao sobrela «guerra popular», aparece claramente el carácter antimarxista,antileninista, anticientífico de esta teoría. Las enseñanzas mar-xista–leninistas sobre la insurrección armada se basan en la es-trecha concatenación de la lucha en la ciudad y en el campo ba-jo la dirección de la clase obrera y de su partido revolucionario.

Oponiéndose al papel dirigente del proletariado en la revolu-ción, la teoría maoista considera el campo como la única base dela insurrección armada y descuida la lucha armada de las masastrabajadoras en las ciudades. Preconiza que el campo debe man-tener asediada a la ciudad, que es considerada como el reductode la burguesía contrarrevolucionarla. Esto es una expresión dedesconfianza en la clase obrera, es una negación de su papel he-gemónico.

Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo–leni-nismo sobre la revolución violenta como ley general, el partidorevolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aven-turerismo y jamás juega con la insurrección armada. Desarrollasin cesar, en todas las condiciones y circunstancias, diversas for-mas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a símismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la re-volución, para poner fin a la dominación de la burguesía median-te la violencia revolucionaria. Pero, sólo cuando la situación re-volucionaria está por completo madura, pone directamente la in-surrección armada al orden del día y adopta todas las medidaspolíticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a lavictoria.

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Un poderoso medio en manos del partido marxista–leni-nista para preparar a las masas para la revolución, es la pro-paganda, que debe ser activa, clara y convincente. La propa-ganda revolucionaria no tiene valor si se limita únicamente a lafraseología. Sólo una propaganda incisiva, correctamente rela-cionada con los problemas de la vida, con los problemas genera-les y con las cuestiones locales, una propaganda que ayude acrear en las amplias masas un espíritu de iniciativa, puede edu-car política e ideológicamente al proletariado y a las masas tra-bajadoras, lanzarlas a la acción, prepararlas para la revolución.

La burguesía capitalista en todos los países, además de mane-jar una gran fuerza como el ejército, la policía, etc., posee asi-mismo una vasta experiencia en la lucha contra el proletariado ysu actividad. Cuenta igualmente con toda una red de propagan-da, la prensa, la radio, la televisión, la cinematografía, el teatro,la música, etc. Todos estos medios de propaganda son tan co-rruptores, que son susceptibles de desorientar, viciar y debilitardurante cierto tiempo los esfuerzos del proletariado y su lucha deliberación.

En los estados de llamada democracia burguesa, donde exis-te una cierta «libertad democrática», no es suficiente desarrollarsólo una propaganda periodística corriente contra el capitalismoen general. Los órganos de prensa de los diversos partidos bur-gueses y revisionistas hablan sin orden ni concierto, naturalmen-te no en contra del régimen burgués, sino en contra de personasen particular, en contra de aquellos que pretenden reducir la ta-jada de los demás en la gran mesa, a la que se han sentado y enla que comen a expensas del pueblo.

La propaganda, sobre todo la prensa de los partidos marxis-ta–leninistas recién creados, tiene una importantísima tarea: de-senmascarar la falsedad de la «democracia» burguesa, denunciartodas sus maquinaciones, y también la demagogia de los revisio-nistas y de los demás lacayos del capital. La propaganda y laprensa marxista–leninista muestran la verdad al desnudo, indi-can que el camino de la liberación social y nacional pasa a tra-

vés de la revolución, mientras que la propaganda y la prensa bur-guesa y revisionista embaucan, adormecen, desorientan a lasmasas para apartarlas de la revolución, meterlas en un callejónsin salida, mantenerlas esclavizadas.

Pero para esclarecer a las masas, para convencerlas de la jus-teza de la línea política del partido de la clase obrera, para pre-pararlas para la revolución, la propaganda por sí sola no es sufi-ciente. Lenin dice que para preparar la revolución,

«...se precisa la propia experiencia política de lasmasas»*

La propaganda misma es eficaz y hace mella cuando esacompañada de la acción revolucionaria. Sin acción, el pensa-miento se marchita. Esta actividad no es ni debe ser una aventu-ra, sino una lucha dura, un choque encarnizado con los enemigosde clase, que pasa de una forma sencilla a una forma superior,que vence innumerables dificultades y acepta todos los sacrifi-cios que requiere la revolución.

Los auténticos partidos marxista–leninistas están a la van-guardia y no a la zaga de la acción revolucionaria. Las posibili-dades momentáneamente escasas de su lucha y sus esfuerzos,con los cuales se oponen y deben oponerse a la gran fuerza de lareacción capitalista, no los desalientan. Enseñan a sus miembrosa ser osados y a no perder de vista que su acción justa, pondera-da, madura, resuelta, tiene hondas repercusiones en las masasque les ven actuar y les escuchan. Cuando se obra así, las masascomprenden que el objetivo de esta o aquella acción revolucio-naría va en interés del proletariado y de los explotados. El valory la madurez en las acciones tienen una gran importancia, por-que de este modo, palmo a palmo, se gana terreno y se avanza enel ascenso de la marejada de la revolución. La acción revolucio-naria liga a los partidos de la clase obrera con las masas, los po-

* V. I. Lenin. Obras. t. XXXI, pág. 92. ed. en albanés.

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ne a su cabeza, los hace vencedores sobre los partidos reformis-tas, revisionistas.

«Cada paso de movimiento real –decía Marx– valemás que una docena de programas.»*

En los países capitalistas, además de las fuerzas revoluciona-rias que están dirigidas por el partido marxista–leninista, hayotras fuerzas que luchan y se enfrentan con la policía, la gendar-mería, etc. Muchas acciones y enfrentamientos de estas otrasfuerzas tienen un carácter terrorista, aventurerista, anarquista, sepresentan con toda clase de colores y etiquetas y están guiadaspor diversas ideologías. Estas acciones a menudo son organiza-das a instigación de los servicios secretos de los países capitalis-tas, son financiadas por ellos, y tienen por objeto, entre otras co-sas, desacreditar a los partidos marxista–leninistas, atribuyéndo-les tales acciones. Los elementos fascistas o los agentes secretosde la burguesía que organizan y dirigen frecuentemente estas ac-ciones, se esfuerzan por sacar partida del descontento, la indig-nación y el coraje del proletariado, de los estudiantes, de la ju-ventud en general, a fin de lanzar a los grupos y los diversos mo-vimientos que forman estas masas a acciones que, además de notener nada en común con los movimientos revolucionarios rea-les, ponen en peligro estos movimientos, crean la impresión deque el proletariado está en degradación, de que se ha transforma-do en lumpenproletariado.

Los partidos marxista–leninistas, dedicando la debida aten-ción a esta cuestión, deben, de una parte, hacer que las masas seconvenzan por su propia experiencia de que las acciones revolu-cionarias tienen un carácter totalmente diferente de los actos te-rroristas y anarquistas y, de otra parte, luchar para separar de lasfilas de los grupos terroristas y anarquistas a los elementos revo-

lucionarios que han caído en su trampa, para separados de losfascistas y los agentes secretos de la burguesía infiltrados en di-chos grupos.

Los partidos marxista–leninistas son partidos de la revolu-ción. En oposición a las teorías y las prácticas de los partidos re-visionistas, que se han hundido de pies a cabeza en el legalismoburgués y en el «cretinismo parlamentario», no reducen su luchaal trabajo meramente legal ni tampoco ven éste como su activi-dad principal. En el marco de los esfuerzos por dominar todas lasformas de la lucha, dedican particular importancia a la combi-nación del trabajo legal con el ilegal, dando primacía a esteúltimo, por ser decisivo para el derrocamiento de la burguesía ypor ser una verdadera garantía para alcanzar la victoria.* Educany enseñan a sus cuadros, a sus militantes y a sus simpatizantespara que sepan obrar con inteligencia, habilidad y valentía tantoen condiciones legales como ilegales. Pero también cuando ac-túan en las condiciones de la profunda clandestinidad, esforzán-dose por no exponer sus fuerzas ante el enemigo y proteger la or-ganización revolucionaria de sus golpes, los partidos marxis-ta–leninistas no se encierran en sí mismos, no debilitan ni rom-pen sus lazos con las masas, en ningún momento cesan su acti-vidad viva entre las masas ni dejan de aprovechar en favor de lacausa de la revolución todas las posibilidades legales que permi-ten las condiciones y circunstancias.

El partido marxista–leninista, despojado de cualquier ilusiónacerca de la toma del poder a través de la vía parlamentaria, pue-de juzgar y considerar oportuno participar, en algunos casos par-ticulares y favorables, también en actividades legales, como laselecciones municipales, parlamentarias, etc., con el único objeti-vo de propagar su línea entre las masas y desenmascarar el régi-men político burgués. Pero el partido no convierte esta participa-ción en línea general de su lucha, como hacen los revisionistas,

* C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas, Tirana, 1975, t. II, pág. 8. ed. enalbanés.

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* Véase: Enver Hoxba. Obras Escogidas, t. IV, Casa Editora –8 Nëntori–,Tirana, 1983, págs. 598–601, ed. en español.

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no convierte estas formas en principales o, lo que es peor, en úni-cas formas de lucha.

A la hora de explotar las posibilidades legales, el partido bus-ca, encuentra y utiliza formas y métodos de carácter revolucio-nario, desde los más simples hasta los más complejos, sin medirsacrificios, haciendo esfuerzos para que estas formas y métodossean lo más populares, lo más accesibles a las masas.

En su actividad, los marxista–leninistas, no se preocupan enabsoluto de que, con sus acciones revolucionarias, pisotean yviolan la constitución, las leyes, las reglas, las normas, el régi-men burgués. Luchan para minar este régimen, para preparar larevolución. Por eso, el partido marxista–leninista se prepara yprepara a las masas para hacer frente a los golpes, que la burgue-sía puede dar en respuesta a las acciones revolucionarias del pro-letariado y de las masas populares.

En las condiciones actuales del desarrollo del movimiento re-volucionario y de liberación, en tanto que un proceso complejoy con una base social amplia, en el cual participan muchas fuer-zas de clase y políticas, el partido revolucionario del proletaria-do se enfrenta a menudo al problema de la colaboración y de losfrentes comunes con otros partidos y organizaciones políticas enesta o aquella fase de la revolución, para estos o aquellos asun-tos, de interés común. En relación con este problema, la justa po-sición de principios y al mismo tiempo ágil, lejos de todo opor-tunismo y sectarismo, es de trascendental importancia para ga-nar, preparar y movilizar a las masas en la revolución y en la lu-cha de liberación. El partido marxista–leninista no es ni puedeser en principio adversario de la colaboración o de los frentes co-munes con otros partidos y fuerzas políticas, cuando lo exigenlos intereses de la causa de la revolución y lo imponen las situa-ciones. Pero jamás ve esto como una coalición de cabecillas ycomo un fin en sí, sino como un medio para unir a las masas ylanzarlas a la lucha. Es importante que en tales frentes comunesel partido proletario no pierda de vista en ningún momento losintereses de clase del proletariado, la meta final de su lucha, que

no se diluya en el frente, sino que conserve en él su individuali-dad ideológica y su independencia política, organizativa y mili-tar, y luche para asegurar en el frente su papel dirigente y aplicaren él una política revolucionaria.

A fin de que el partido marxista–leninista pueda elaborar yaplicar una estrategia y una táctica revolucionarias, una línea po-lítica acertada, sepa orientarse correctamente en las situacionesdifíciles, sea capaz de enfrentar a los enemigos y superar los obs-táculos, es indispensable que desarrolle un grande y ampliotrabajo para estudiar y asimilar la teoría marxista–leninista.

Una de las razones de que los antiguos partidos comunistas delos países capitalistas se convirtieran en partidos revisionistas esprecisamente el haber descuidado por completo el estudio y laasimilación del marxismo–leninismo. La doctrina marxista–leni-nista sólo era utilizada como lustre, se había convertido en pala-bras vacías, en slogans, no había penetrado profundamente en laconciencia de los miembros del partido, no se había convertidoen sangre y carne suya, no se había hecho un arma para la ac-ción. Si se hacía alguna pequeña cosa respecto al estudio delmarxismo–leninismo, tendía únicamente a dar a conocer almiembro del partido algunas fórmulas áridas, sólo para que pu-diera decir que se llamaba comunista, para que amara el comu-nismo de manera sentimental, pero de cómo se llegaría hasta ahí,no sabía nada, porque no se lo habían enseñado.

Los dirigentes de aquellos partidos, que tenían solamente pa-labras y nada en las alforjas, vivían en un ambiente burgués ycontaminaban al proletariado de sus países con ideas liberales yreformistas.

De este modo, el viraje de los partidos revisionistas hacia laburguesía es una evolución socialdemócrata, oportunista, prepa-rada desde hace tiempo por sus líderes socialdemócratas, por laaristocracia obrera que dirigía estos partidos llamados comunis-tas.

Los partidos marxista–leninistas no pueden dejar de tener encuenta esta experiencia negativa, a fin de sacar de ella enseñan-

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zas para organizar el estudio y la asimilación del marxismo–le-ninismo sobre bases sólidas, ligando siempre este estudio a la ac-ción revolucionaria.

En la preparación de la revolución, la unidad y la colabo-ración de los partidos marxista–leninistas de los diversospaíses sobre la base de los principios del internacionalismoproletario, tiene una importancia particular.

Esta unidad se reforzará y esta colaboración se ampliará enlucha contra el imperialismo y el socialimperialismo, contra laburguesía y el revisionismo moderno de toda laya, jruschovista,titista, «eurocomunista», chino, etc.

Los revisionistas, en tanto que enemigos de la revolución,combaten con todas sus fuerzas y por todos los medios el inter-nacionalismo proletario, para arrebatar al proletariado mundialen general y al proletariado de cada país en particular, esta pode-rosa arma en su lucha contra la burguesía y el imperialismo.

Los partidos marxista–leninistas tienen el deber de desenmas-carar las maniobras tanto de los revisionistas titistas y «euroco-munistas» que hoy califican el internacionalismo proletario deanticuado y superado, como de los revisionistas soviéticos y delos revisionistas chinos, que lo han deformado y se esfuerzan porutilizarlo como arma para conseguir sus fines hegemonistas, so-cialimperialistas.

El Partido Comunista de China, que no sigue los principiosdel internacionalismo proletario ni apoya las luchas revoluciona-rias y de liberación de los pueblos, ha tomado el camino de acer-carse y entablar amistad con los partidos socialdemócratas y bur-gueses, incluso con los más derechistas y reaccionarios. Simul-táneamente trata de crear diversos grupos dependientes y dirigi-dos por él mismo. Necesita de tales agrupaciones para sabotearprecisamente a los auténticos partidos marxista–leninistas y a loselementos progresistas, que se han dedicado al trabajo para des-pertar al pueblo, para lanzarlo a la revolución contra las camari-llas dominantes, las cuales están ligadas a las superpotencias.

Los pequeños grupos que se hacen llamar partidos y que si-guen la línea china, como oportunistas que son, no hacen otra co-sa que defender y propagar las teorías revisionistas del grupo deJua Kuo–feng y de Teng Siao–ping, así como sus actos contra-rrevolucionarios. Estos grupos carecen de toda personalidad yde resolución para luchar siguiendo la teoría marxista–leninista.

Según la consigna principal de estos partidos, que también esel slogan básico de la política china, en la situación actual el pro-letariado tiene como tarea fundamental y única la salvaguardiade la independencia nacional, amenazada supuestamente sólopor el socialimperialismo soviético. Repiten casi al pie de la le-tra las consignas de los cabecillas de la II Internacional, los cua-les abandonaron la causa de la revolución sustituyéndola con latesis de la defensa de la patria capitalista. Lenin ha desenmasca-rado esta consigna falsa y antimarxista, que no sirve para defen-der la verdadera independencia, sino que fomenta las guerras in-terimperialistas. Ha definido claramente cuál debe ser la actituddel auténtico revolucionario en los conflictos entre las agrupa-ciones imperialistas. Él ha escrito:

«Si se trata de una guerra imperialista y reacciona-ria, es decir, de una guerra entre dos grupos mun-diales de la burguesía reaccionaria imperialista,despótica y expoliadora, toda burguesía (incluso lade un pequeño país) se hace cómplice de la rapiña,y yo, representante del proletariado revolucionario,tengo el deber de preparar la revolución proletariamundial como única salvación de los horrores deuna carnicería mundial...

Esto es internacionalismo, este es el deber del in-ternacionalista, del obrero revolucionario, del ver-dadero socialista.»*

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* V. I. Lenin. Obras, t. XXVIII, págs. 324–325, ed. en albanés.

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Los partidos de la línea china se han convertido en apologis-tas del incremento y el fortalecimiento de los ejércitos burgue-ses, justificando esto con la supuesta necesidad de proteger la in-dependencia. Llaman a los trabajadores a ser dóciles soldados, y,junto con la burguesía, combaten a todos aquellos que luchanpor debilitar esta arma principal de la dominación y la explota-ción capitalistas. En una palabra, quieren que el proletariado ylas masas trabajadoras sean carne de cañón en las guerras de ra-piña que preparan el imperialismo y el socialimperialismo.

Al mismo tiempo, estos apéndices de los chinos se han hechoardientes defensores de las instituciones estatales capitalistasburguesas, especialmente de la OTAN, el Mercado Común Eu-ropeo, etc., considerándolos factores principales en la «defensade la independencia». Ellos, al igual que los dirigentes chinos,blanquean y lustran estos puntales de la dominación y la expan-sión capitalistas. Ayudan precisamente a los organismos que, enrealidad, han afectado gravemente a la independencia y a la so-beranía de sus propios países.

La alianza con la gran burguesía, la defensa del ejército bur-gués, el apoyo a la OTAN, al Mercado Común Europeo, etc.,constituyen para estos seudo marxistas un camino sin preocupa-ciones, puesto que no sólo no les conduce a enfrentarse con laburguesía, sino que les asegura sus favores.

Estas posiciones de estos elementos sin porvenir, contamina-dos por el espíritu de grupo, les conducen a unificarse con lospartidos del «eurocomunismo» y de la burguesía, y esto ocurri-rá, porque la propia China llama al proletariado a unirse con laburguesía. Entre estos seudo marxista–leninistas y Marchais yano existe ninguna diferencia.

Los marxista–leninistas deben guardarse mucho de las frasesque utilizan los revisionistas modernos, los socialdemócratas ylos seudo marxista–leninistas acerca del internacionalismo pro-letario, de la unión de los proletarios para defender la paz, y otraspatrañas por el estilo. El internacionalismo proletario es verda-dero cuando la gente trabaja con abnegación por favorecer y de-

sarrollar las acciones revolucionarias, por crear una verdadera si-tuación de lucha revolucionaria, en primer lugar en su propiopaís. Al mismo tiempo, como dice Lenin, ellos deben apoyar conpropaganda, con ayuda moral y material esta lucha, esta línea entodos los países, sin excepción. Todo lo demás, como nos ense-ña él, es mentira y manilovismo.

Por eso debemos tener mucho cuidado con tales elementosseudo marxistas, seudo revolucionarios, seudo internacionalis-tas, sean individuos particulares o pequeños grupos de personas,o partidos que se hacen llamar marxista–leninistas, pero que dehecho no lo son, son social chovinistas, centristas o pequeñobur-gueses. Todos estos partidos que juran estar por el internaciona-lismo proletario, por la defensa de la paz, por reformas, etc., sir-ven al capital.

También los revisionistas chinos hablan de vez en cuando so-bre el internacionalismo proletario, pero están en posiciones na-cionalistas y chovinistas. Los dirigentes chinos son de los que sedan golpes de pecho y juran «por dios» que están por el interna-cionalismo proletario, por la paz, en pro de las luchas del prole-tariado y de sus reivindicaciones, pero en la práctica se cruzande brazos y no sueltan más que frases fraudulentas para provo-car la escisión de las fuerzas revolucionarias.

La importante tarea que se plantea a los partidos marxista–le-ninistas es la de fortalecer el internacionalismo proletario, quedebe desarrollarse entre todos los partidos, sean grandes o pe-queños, antiguos o recién creados. Todos ellos deben fortalecerla unidad entre sí y coordinar las acciones políticas, ideológicasy de combate.

Acentuando esta importante línea, que es una tarea primordialde los partidos marxista–leninistas para atacar frontalmente alcapitalismo mundial, su política esclavizadora, así como sus in-trigas, sus maldades y sus alianzas con el revisionismo moderno:soviético, titista, chino, italiano, francés, español y otros, estospartidos crearán un poderoso frente que se hará cada día más in-vencible. Si actúan unitariamente y atacan todos, a la vez, a las

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fuerzas de la reacción, si denuncian todas las intrigas que el ca-pitalismo y el revisionismo moderno urden de diversas maneraspara sofocar la revolución y la lucha de clases, su victoria serásegura.

Nosotros, los marxista–leninistas, debemos luchar y llamar alos obreros, dondequiera que estén, a ponerse en pie contra susenemigos seculares y romper las cadenas, hacer la revolución yno someterse a los monopolios y a los capitalistas, contrariamen-te a lo que predican los revisionistas modernos. La tarea de losmarxista–leninistas, de los verdaderos revolucionarios, es llamara los proletarios y a los pueblos a levantarse por el mundo nue-vo, por su mundo, por el mundo socialista.

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SEGUNDA PARTE

I

LA TEORÍA DE LOS «TRES MUNDOS».TEORÍA CONTRAREVOLUCIONARIA y

CHOVINISTA

En la actualidad han aparecido abiertamente y luchan en unvasto frente contra la teoría y la estrategia leninistas de la revo-lución y de la lucha de liberación de los pueblos también los re-visionistas chinos. Tratan de contraponer a esta teoría y estrate-gia científicas y gloriosas su teoría de los «tres mundos», teoríafalsa, contrarrevolucionaria y chovinista.

La teoría de los «tres mundos» está en oposición a la teoríade Marx, Engels, Lenin y Stalin, o más exactamente, es una ne-gación de ésta. Lo de menos es saber quién fue el primero queinventó el término «tercer mundo», quién fue el primero que di-vidió el mundo en tres partes; lo cierto es que no fue Leninquien hizo esta división, mientras que el Partido Comunista deChina reivindica su paternidad y afirma que la teoría de los «tresmundos» ha sido inventada por Mao Tse–tung. Si éste es el au-tor que ha formulado por primera vez esta llamada teoría, se tra-ta de otra confirmación de que Mao Tse–tung no es un marxis-ta. Pero, también si esta teoría ha sido formulada por otros y élla ha adoptado, esto es suficiente para no ser un marxista.

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El concepto de los «tres mundos», negacióndel marxismo–leninismo

La noción de la existencia de tres mundos o de la división delmundo en tres se funda en una comprensión racista y metafísi-ca del mundo, comprensión que es engendro del capitalismomundial y de la reacción.

Pero la tesis racista que encasilla a los países en tres gradoso en tres «mundos», no se basa simplemente en el color de lapiel. Hace una clasificación cimentada en el nivel de desarrolloeconómico de los países y tiende a determinar la «raza de losgrandes señores», de una parte, y la «raza de los parias y de laplebe», de la otra; tiende a crear una división inmutable y meta-física, que concuerda con los intereses de la burguesía capitalis-ta. Esta tesis considera a las distintas naciones y a los diferentespueblos como un rebaño de ovejas, como un todo amorfo.

Los revisionistas chinos admiten y predican que la «raza delos señores» debe ser preservada y que la «raza de los parias yde la plebe» debe servir sumisa y devotamente a la primera.

La dialéctica marxista–leninista nos enseña que el desarrollojamás tiene limites, que todo está en continua transformación.En éste proceso ininterrumpido de desarrollo hacia el futuro, seproducen cambios cuantitativos y cualitativos. Nuestra época, aligual que cualquier otra, se caracteriza por la existencia de pro-fundas contradicciones, que han sido definidas con suma clari-dad por Marx, Engels, Lenin y Stalin. Es la época del imperia-lismo y de las revoluciones proletarias, por lo tanto, una épocade grandes cambios cuantitativos y cualitativos, que conducen ala revolución y a la toma del poder por la clase obrera, paraconstruir la nueva sociedad socialista.

Toda la teoría de Marx está basada en la lucha de clases y enel materialismo dialéctico e histórico. Marx ha probado que lasociedad capitalista es una sociedad con clases explotadoras yexplotadas, que las clases desaparecerán sólo cuando se llegue

a la sociedad sin clases, al comunismo.Actualmente vivimos en el estadio del derrumbamiento del

imperialismo y del triunfo de las revoluciones proletarias. Estosignifica que en la sociedad capitalista de hoy existen dos cla-ses principales, el proletariado y la burguesía, que están en lu-cha irreconciliable y a muerte. ¿Quién vencerá a quién? Marx yLenin, la ciencia marxista–leninista, la teoría y la práctica de larevolución, nos prueban y convencen de que, en último térmi-no, el vencedor será el proletariado, el cual destruirá, derrocaráel poder de la burguesía, al imperialismo; a todos los explotado-res y construirá una sociedad nueva, la sociedad socialista. Nosenseñan igualmente que también en esta sociedad nueva existi-rán, durante un período de tiempo muy largo, las clases: la cla-se obrera y el campesinado trabajador, que están en estrechaalianza, pero también subsistirán los remanentes de las clasesderrocadas y expropiadas. A lo largo de todo este período, estosremanentes, así como los elementos que degeneran y se oponena la construcción socialista, harán esfuerzos por recuperar el po-der perdido. Así pues, también en el socialismo existirá una en-conada lucha de clases.

Los marxista–leninistas jamás pierden de vista que en todoslos países, a excepción de aquellos en los cuales ha triunfado larevolución y se ha implantado el régimen socialista, existen lasclases pobres, con el proletariado a la cabeza, y las clases ricas,encabezadas por la burguesía.

En todo estado capitalista, dondequiera que esté situado,aunque sea democrático y progresista, hay oprimidos y opreso-res, explotados y explotadores, hay antagonismos, se libra unalucha de clases inexorable. El que la lucha tenga distinta inten-sidad no cambia esta realidad. Esta lucha pasa por zigzags, sinembargo existe y no puede ser extinguida. Existe en todas par-tes; existe en los Estados Unidos de América, entre el proleta-riado y la burguesía imperialista; existe asimismo en la UniónSoviética; donde fue traicionado el marxismo–leninismo y secreó una nueva clase burgués–capitalista, que oprime a los tra-

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bajadores de ese país. Las clases y la lucha de clases existentambién en el «segundo mundo», en Francia, Inglaterra, Italia,Alemania Occidental, el Japón. Existen igualmente en el «tercermundo», en la India, el Zaire, Burundi, Pakistán, Filipinas, etc.

Sólo según la teoría de los «tres mundos» de Mao Tse–tung,en ningún país existen las clases y la lucha de clases. No las tie-ne en cuenta, porque considera los países y los pueblos segúnlas concepciones geopolíticas burguesas y de acuerdo con su ni-vel de desarrollo económico.

Considerar el mundo dividido en tres, en «primer mundo»,«segundo mundo» y «tercer mundo», como hacen los revisio-nistas chinos, no a través del prisma de clase, significa desviar-se de la teoría marxista–leninista de la lucha de clases, significanegar la lucha del proletariado contra la burguesía, para pasar deuna sociedad atrasada a una sociedad nueva; a la sociedad so-cialista y más tarde a la sociedad sin clases, a la sociedad comu-nista. Dividir el mundo en tres, significa desconocer los rasgoscaracterísticos de la época, impedir el avance del proletariado yde los pueblos hacia la revolución y la liberación nacional, im-pedir su lucha contra el imperialismo norteamericano, contra elsocialimperialismo soviético, contra el capital y la reacción encada país y en todos los confines del mundo. La teoría de los«tres mundos» predica la paz social, la reconciliación de clases,trata de crear alianzas entre enemigos irreconciliables, entre elproletariado y la burguesía, entre los oprimidos y los opresores,entre los pueblos y el imperialismo. Trata de prolongar los díasdel mundo viejo, del mundo capitalista, y mantenerlo vivo pre-cisamente buscando la extinción de la lucha de clases.

Pero la lucha de clases, la lucha del proletariado y de susaliados para tomar el poder y la lucha de la burguesía para con-servarlo, jamás pueden ser apagadas. Esto es un hecho incontes-table; esto no puede ser cambiado por las vanas teorizacionessobre los «mundos» el «primer mundo», el «segundo mundo»,el «tercer mundo», el «mundo no alineado» o el «vigésimomundo». Aceptar tal división, quiere decir renunciar a la teoría

de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre las clases y la lucha declases, y abandonarla.

Después del triunfo de la Revolución de Octubre, Lenin yStalin han dicho que en nuestra época existen dos mundos:el mundo socialista y el mundo capitalista, a pesar de que enaquel entonces el socialismo había sido instaurado en un solopaís:

«...en la actualidad –escribía Lenin en 1921– exis-ten dos mundos: el viejo, el capitalismo, que se haenredado, que nunca retrocederá, y el nuevo mundoen ascenso que, aunque todavía muy débil, creceporque es invencible».*

Este criterio de clase sobre la división del mundo es válidotambién hoy, independientemente de que el socialismo no hayatriunfado en muchos países y de que la sociedad nueva no hayareemplazado a la vieja sociedad burgués–capitalista. Pero ine-luctablemente esto se producirá mañana.

El hecho de que en la Unión Soviética y en los otros paísesex socialistas fuese traicionado el socialismo, no cambia en lomás mínimo el criterio leninista sobre la división del mundo.Hoy, al igual que ayer, sólo existen dos mundos, y la lucha en-tre estos dos mundos, entre las dos clases antagónicas, entre elsocialismo y el capitalismo, tiene lugar no sólo a escala nacio-nal, sino también internacional.

Los revisionistas chinos no admiten la existencia del mundosocialista so pretexto de que ya no existe el campo socialista,debido a la traición de la Unión Soviética y los otros países exsocialistas. Intencionadamente ignoran que la aparición del re-visionismo moderno no modifica en lo más mínimo la tenden-cia general de la historia hacia la revolución, hacia el derrumba-miento del imperialismo, aunque el capitalismo siga existiendo

* V. I. Lenin. Obras, t. XXXIII, págs, 153–154, ed. en albanés.

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todavía. Al mismo tiempo desconocen la existencia, el desarro-llo y el triunfo de las ideas inmortales del marxismo–leninismo,la existencia de los partidos marxista–leninistas, la existencia deAlbania socialista, la existencia de los pueblos que luchan porsu libertad, por su independencia y soberanía nacional, la exis-tencia y la lucha del proletariado mundial.

La Comuna de París no triunfó, fue aplastada, pero dio alproletariado mundial un gran ejemplo. Marx ha dicho que estaexperiencia confirmó la debilidad temporal del proletariadofrancés, pero preparó al proletariado de todos los países para larevolución mundial y dio una gran lección mostrando cuáles sonlas condiciones que se precisan para conquistar la victoria.Marx elevó a teoría esta importante experiencia de los comune-ros «que asaltaron el cielo» y enseñó al proletariado que debehacer uso de su violencia revolucionaria para romper el aparatodel estado burgués y su dictadura.

Los revisionistas modernos son unos cobardes. Piensan quehoy las fuerzas contrarrevolucionarias son muy poderosas. Peroesto no es en absoluto verdad. Son más débiles que los pueblos.Éstos, con el proletariado a la cabeza, son más fuertes. Ellosaplastarán a las fuerzas contrarrevolucionarias, a las fuerzas dela reacción, del imperialismo y del socialimperialismo. Esta esuna concepción fundada en el análisis de clase del mundo. Cual-quier otra concepción es errónea, independientemente de quelos revisionistas disfracen su actividad y su miedo con frases re-volucionarias.

Cuando los marxista–leninistas decimos que existen dos y notres o cinco mundos, estamos en el justo camino y, sobre la ba-se del marxismo–leninismo, debemos edificar nuestra luchacontra la burguesía capitalista, contra el imperialismo norteame-ricano y el socialimperialismo soviético, contra los otros impe-rialismos. Esta lucha debe llevar a la destrucción del mundo vie-jo burgués–capitalista y a la instauración de un nuevo orden, delorden socialista.

El proletariado es la fuerza motriz social de nuestra épo-ca. Lenin ha puntualizado que la fuerza motriz que lleva adelan-te la historia está representada por la clase que se sitúa

«...en el centro de tal o cual época, y determina sucontenido fundamental, la tendencia principal de sudesarrollo, las particularidades esenciales de su si-tuación histórica, etc.».*

Mientras que los revisionistas chinos, oponiéndose a esta te-sis de Lenin, se afanan en presentar el «tercer mundo» como la«gran fuerza motriz que hace avanzar la rueda de la historia».Declarar semejante cosa significa dar en la teoría y en la prácti-ca una definición errónea de la fuerza motriz. ¿Cómo es posibleque en la época de la actual evolución social, en la época quetiene en su centro a la clase más revolucionaria, el proletariado,se califique de fuerza motriz a una agrupación de estados domi-nados en su abrumadora mayoría por la burguesía y los feuda-les, incluso por reaccionarios y fascistas declarados? Se trata deuna burda deformación de la teoría de Marx.

La dirección china no tiene presente que en el «tercer mun-do» hay oprimidos y opresores, que existen el proletariado y elcampesinado esclavizado, pobre y mísero, por un lado, y los ca-pitalistas y los terratenientes, que explotan y esquilman al pue-blo, por el otro. Pasar por alto esta situación de clase en el lla-mado tercer mundo, pasar por alto los antagonismos existentes,significa revisar el marxismo–leninismo y defender el capitalis-mo. En general, en los países del llamado tercer mundo es laburguesía capitalista quien está en el poder. Esta burguesía ex-plota al país, explota y oprime al pueblo pobre en interés de supropia clase, para asegurarse los mayores beneficios posibles ymantenerlo continuamente en la esclavitud y la miseria.

En muchos países del «tercer mundo», los gobiernos en el

* V. I. Lenin. Obras, t. XXI, pág. 147, ed. en albanés.

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poder son gobiernos burgueses, capitalistas, naturalmente condistintos matices políticos; son gobiernos de la clase enemigadel proletariado y del campesinado pobre y oprimido, de la cla-se enemiga de la revolución y de las luchas de liberación. Laburguesía, que es quien detenta el poder en estos países, prote-ge precisamente esa sociedad capitalista que el proletariado, enalianza con las capas pobres del campo y de la ciudad, busca de-rrotar. Constituye esa clase alta que, en aras de sus mezquinosintereses, está dispuesta, en cualquier momento y ante cualquiercontingencia, a entregar al capitalismo extranjero las riquezasdel país, del suelo y del subsuelo, a enfeudar la libertad, la inde-pendencia y la soberanía de la patria. Esta clase, allí donde estáen el poder, se opone a la lucha y a las aspiraciones del proleta-riado y de sus aliados, las clases y las capas oprimidas.

Muchos de los estados, que la dirección china engloba en el«tercer mundo», no están en contra del imperialismo norteame-ricano y del socialimperialismo soviético. Calificar estos esta-dos de «fuerza motriz principal de la revolución y de la luchacontra el imperialismo», como predica Mao Tse–tung, es unerror tan grande como el Himalaya. También existen otros seu-do marxistas; pero por lo menos saben ocultarse y enmascarar-se tras sus teorías burguesas. Para lo que llaman «segundo mun-do», que está dominado por la gran burguesía capitalista, queestá dominado por los grandes imperialistas que, al igual queayer; siguen siendo imperialistas, los revisionistas chinos tienenla misma visión antimarxista que para el «tercer mundo». En lospaíses del llamado «segundo mundo» existe un proletariadogrande y poderoso que es explotado hasta la médula, que esoprimido por leyes agobiantes, por el ejército, la policía, los sin-dicatos, por todas estas armas de la dictadura de la burguesía.Tanto en los países del «tercer mundo» como en los del «segun-do mundo», es la clase burguesa capitalista, son las mismasfuerzas sociales las que dominan al proletariado y a los pueblosy las que deben ser destruidas. También en estos últimos la fuer-za motriz principal es el proletariado.

En cambio los revisionistas chinos, en los países del «tercermundo» como en los del «segundo mundo», en los EstadosUnidos de América como en la Unión Soviética; desconocenprecisamente al proletariado, que representa el gran ejército dela revolución, niegan precisamente la principal fuerza motriz dela sociedad, la fuerza que debe golpear a la burguesía monopo-lista, a su enemiga de clase y enemiga de toda la revoluciónmundial.

La teoría de los «tres mundos» de Mao Tse–tung niega estagran realidad y trata con desconsideración al proletariado euro-peo y de los otros países desarrollados. Es verdad que en las fi-las del proletariado, ya sea del llamado tercer mundo o del lla-mado segundo o primero, también hay degeneración, porque laburguesía no se cruza de brazos, combate a su enemigo recu-rriendo no sólo a las armas y a la opresión, sino también a la po-lítica y la ideología, al modo de vida que propaga, etc. Pero elque degenere alguna capa del proletariado, como es el caso dela aristocracia obrera, no significa que se tenga que renunciar almarxismo–leninismo y negar el papel determinante de la claseobrera en el proceso revolucionario mundial. Los verdaderoscomunistas protegen de la degeneración al proletariado de cual-quier país y de cualquier «mundo» mediante una correcta edu-cación marxista–leninista y con su actividad revolucionaria co-tidiana, y lo movilizan para combatir a sus opresores, sean éstosingleses o franceses, italianos o alemanes, portugueses o espa-ñoles; norteamericanos o japoneses, etc.

También en los Estados Unidos de América, que son la cabe-za del imperialismo mundial, existe un proletariado numeroso.Dado que son uno de los países más industrializados del mun-do, al mismo tiempo son el país más rico, y así las migajas queconcede el capital para engañar al proletariado, aquí son un po-co más grandes que en los demás países burgueses. El modo devida en los Estados Unidos de América ejerce una influenciamás grande sobre el proletariado, pero nosotros no podemosdesdeñar en lo más mínimo el papel del proletariado norteame-

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ricano en la revolución y su contribución a la misma en su pro-pio país. En realidad, también en los Estados Unidos de Améri-ca existe una opinión que se opone al imperialismo, a las gue-rras de rapiña, a la opresión de los capitalistas, de los trusts, delos bancos, etc. En este país, incluso en las capas de la pequeñaburguesía, se observa una resistencia a la opresión del gran ca-pital.

Negando la lucha de clases, la teoría china de los «tresmundos» niega también la lucha de los pueblos por liberar-se de la dominación extranjera, por conquistar los derechosy las libertades democráticas, niega su lucha por el socialis-mo. Esta teoría contrarrevolucionaria y anticientífica hace cruzy raya de la lucha de los pueblos contra sus enemigos, que sonel imperialismo, el socialimperialismo, toda la gran burguesíainternacional.

Meter a los pueblos en «tres casillas» y predicar que sólo el«tercer mundo» aspira a liberarse del imperialismo; que sólo élsería «la principal fuerza motriz contra el imperialismo», es unengaño y una desviación flagrante del marxismo–leninismo. Sien el «primer mundo» y en el «segundo mundo» se incluye a losimperialistas y los capitalistas, entonces hay que hacerse la si-guiente pregunta: ¿Dónde se incluye a los pueblos de estos «dosmundos», que luchan, igualmente, por liberarse de los mismosopresores que subyugan también al «tercer mundo»? Los inven-tores y los partidarios de la división del mundo en tres no estánen condiciones de responder a esta pregunta; porque, según suconcepto antimarxista y antileninista, funden en un todo único alos imperialistas, a los gobernantes y a los pueblos.

Los marxista–leninistas no pueden identificar a los pueblossoviéticos con los estafadores antimarxistas, socialimperialistasy nuevos capitalistas que los avasallan. Del mismo modo, tam-poco pueden mezclar y confundir al pueblo norteamericano conel imperialismo norteamericano. Si los revolucionarios actuarancomo los revisionistas chinos, cometerían un grave error teóri-co y se opondrían a la revolución, respaldarían precisamente al

imperialismo y al socialimperialismo, a las fuerzas del capital,contra las cuales combaten también el proletariado y el puebloen la propia guarida de sus enemigos.

¿Qué significado tiene el llamamiento chino a que el «tercermundo» se alíe con el «segundo mundo» para combatir a la mi-tad del «primer mundo», cuando tal división del mundo confun-de la personalidad de los pueblos, que están en lucha con la oli-garquía que los oprime, y cuyas aspiraciones y nivel de desarro-llo son distintos? De igual modo, el grado de resistencia y la in-tensidad de la lucha revolucionaria de los pueblos son diferen-tes, pero su meta final, el comunismo, es la misma. En estascondiciones, los marxista–leninistas debemos hacer propaganday movilizarnos para que, a través de las incesantes luchas declase contra el imperialismo, el socialimperialismo, el capitalis-mo y sus ideologías engañosas, alcancemos el objetivo final.

Los revisionistas chinos, no sólo funden en un todo único alos pueblos y los gobernantes de los países capitalistas, sino queademás quieren liquidar la personalidad de los países socialis-tas, cuando predican que también éstos pueden ser incluidos enel «tercer mundo».

¿Cómo se puede, según afirman los dirigentes chinos, iden-tificar un país socialista con el «tercer mundo», donde existenlas clases antagónicas, la opresión y la explotación, y alinearlo«con los reyes y los príncipes»? Los revisionistas chinos, quecalifican de socialista a su país, dicen que forman parte del «ter-cer mundo» para ayudar supuestamente a los pueblos de este«mundo». Se trata de una mentira con la que pretenden encubrirsus fines «expansionistas. Para ayudar y respaldar la lucha delos pueblos, un país verdaderamente socialista no necesita divi-dir el mundo en tres ni integrarse en el «tercer mundo».

Los marxista–leninistas, guiándonos por criterios de clase,con nuestras posiciones, ayudamos a los pueblos, al proletaria-do, la democracia, la soberanía y la libertad auténticas, y no alestado en el que dominan los reyes, los sha y las camarillas reac-cionarias. Ayudamos a los pueblos y a los estados democráticos

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que quieren liberarse del yugo de las superpotencias, pero re-marcamos que para hacerlo debidamente, en el camino correctoy con criterios de clase, hay que combatir también a los reyes ya los monopolios internacionales que están entrelazados con lassuperpotencias. Los dirigentes chinos pretenden haber solucio-nado este complejo problema de clase «fundiéndose» en eseimaginario «tercer mundo». Pero es una solución antimarxista.La mayoría de los estados y los gobiernos del «tercer mundo»,opuestamente a lo que pretenden los dirigentes chinos, no estánpor la lucha contra el «primer mundo», el imperialismo nortea-mericano y el socialimperialismo soviético, o contra el «segun-do mundo».

La corriente de los pueblos del mundo avanza hacia la luchapor la liberación, por la revolución, por el socialismo, pero enesta corriente no están englobados los gobiernos de los reyes, delos emires y de las camarillas reaccionarias de la calaña de Mo-butu y Pinochet que integran el «tercer mundo», en el que tam-bién China se ha autoincluido.

En lo que atañe a los estados del llamado tercer mundo, la di-rección china no hace una distinción de clase de acuerdo con losprincipios del internacionalismo proletario y los intereses de larevolución mundial. No tiene en cuenta que estos estados nacio-nales, que en su mayoría están dirigidos por las capas de la altaburguesía, se encuentran no sólo bajo la influencia del imperia-lismo norteamericano, sino también del socialimperialismo so-viético, y están estrechamente ligados a ellos por muchos hilos.

En estos estados existen profundas contradicciones internasentre el proletariado y el campesinado pobre y oprimido, poruna parte, y la burguesía y todos los esclavizadores, por la otra.La ayuda, de un país socialista a los pueblos de estos estados,debe servir de gran estímulo para su marcha hacia adelante, pa-ra lograr crear un verdadero estado democrático, sin ensombre-cer la perspectiva, la cuestión del triunfo de la revolución prole-taria y de la toma del poder por el proletariado. La revoluciónno se importa, será realizada por el proletariado y el pueblo de

cada país. Naturalmente, la toma del poder no es cuestión de undía, sino que, como nos enseña Lenin, se deben crear las condi-ciones para que, ante cualquier viraje de la historia, el proleta-riado encabece la lucha para derrocar el poder degenerado delos dictadores y de la burguesía reaccionaria, e implantar el po-der del pueblo.

La división que los comunistas hacemos del mundo actual,basándonos en el criterio de clase leninista, no nos impide com-batir a las superpotencias y apoyar a todos los pueblos y los es-tados que buscan liberarse y que tienen contradicciones conellas. Albania socialista ha respaldado poderosamente con todosu corazón la lucha de los pueblos de Asia, África y AméricaLatina, porque responde a los intereses de los mismos y está di-rigida contra el imperialismo y la dominación colonial extranje-ra. Pero, no enunciar abiertamente los principios y tergiversar elmarxismo–leninismo, la ideología y la política del partido delproletariado, como hacen los dirigentes chinos, es antimarxista,es un bluf, es un engaño. El Partido del Trabajo de Albania ja-más ha hecho esto ni lo hará, porque sería un crimen imperdo-nable hacía su pueblo, hacia los otros pueblos, hacia el proleta-riado internacional y la revolución mundial.

Dividiendo el mundo en tres, el Partido Comunista deChina predica de hecho la conciliación de clases

Los verdaderos marxista–leninistas jamás olvidan las ense-ñanzas de Lenin, que subraya que los oportunistas y los revisio-nistas hacen lo imposible por atenuar la lucha de clases, por en-gañar a la clase obrera y a los oprimidos con fórmulas «revolu-cionarias», privando la doctrina marxista–leninista de su conte-nido revolucionario. Esto es lo que hace la dirección revisionis-ta china, cuando predica la conciliación y la convivencia pacifi-ca de la clase obrera con la burguesía.

Como nos enseñan Engels y Lenin, las contradicciones entrelas clases o las fuerzas sociales con intereses fundamentalesopuestos, no sólo no pueden ser conciliadas, sino que se van

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exacerbando incesantemente hasta culminar en conflictos polí-tico–sociales. La Propia existencia del estado prueba que los an-tagonismos de clase son irreconciliables. Por ello, intentar ate-nuar estos antagonismos de clase, que se observan en los diver-sos países burgueses y revisionistas del «tercer mundo», del«segundo» del «primero», preconizando la unión carente deprincipios, significa negar el carácter objetivo de la existenciade las contradicciones, tratar este problema de una manera anti-marxista.

Los «teóricos» chinos se esfuerzan por conciliar unas clasesque jamás pueden ser conciliadas, lo cual significa que están enposiciones revisionistas, oportunistas. La deformación de la teo-ría de Marx por parte de los revisionistas chinos se ve claramen-te cuando consideran a los países que incluyen en el «tercermundo», como lugares donde reina la paz de clases y a sus es-tados como organismos de conciliación de clases.

Aceptar la noción de «tercer mundo», tal como es preconiza-da por los dirigentes chinos, significa trabajar por crear una opi-nión que sirva para defender los organismos estatales que nece-sita la burguesía para reprimir a la clase obrera y a las masas po-pulares. La tesis de la atenuación de la lucha de clases, como de-cía Lenin cuando atacaba a los revisionistas, legaliza y afirma laopresión. Buscar la unidad en el interior del «tercer mundo», dehecho significa buscar la unidad de la clase oprimida con la cla-se opresora, es decir, hacer esfuerzos por atenuar los antagonis-mos entre las masas trabajadoras y la burguesía, entre el puebloy los opresores extranjeros. Estas prédicas de los revisionistaschinos están en oposición a los intereses de la liberación nacio-nal y social de los pueblos, a sus aspiraciones de libertad, inde-pendencia y justicia social.

La mayoría de los estados, que supuestamente forman el«tercer mundo» o el «mundo no alineado», dependen del capi-tal financiero extranjero, que es tan fuerte, tan vasto, que ejerceun peso decisivo en toda la vida de los mismos. Estos estadosno gozan de una independencia plena, por el contrario, depen-

den de ese gran capital financiero que es quien hace una políti-ca y difunde una ideología que justifican la explotación de lospueblos.

La burguesía y el imperialismo hacen grandes esfuerzos porocultar esta realidad y, cuando son desenmascarados, inventantoda suerte de «teorías» en contra de la independencia y la so-beranía de los estados. Los teóricos burgueses y revisionistas,con el fin de sofocar las aspiraciones de los pueblos a la liber-tad, la independencia y la soberanía, califican estas aspiracionesde «anacrónicas», dándoles diversas interpretaciones metafísi-cas y contraponiéndoles la consigna de la «interdependenciamundial»; que supuestamente expresa las tendencias de la ac-tual evolución de la sociedad humana, o la consigna de la «so-beranía limitada» que pretendidamente expresa los intereses su-premos de la llamada comunidad socialista, etc.

La realidad burgués–revisionista marcada por la violación dela libertad, la independencia y la soberanía de las naciones y losestados, en todas sus formas y en todos los dominios, demues-tra la putrefacción del sistema capitalista. Vivimos en una épo-ca en que la burguesía, como clase dominante, está perdiendoterreno, mientras que el proletariado mundial se ha convertidoen una fuerza colosal y está empeñado en una lucha ininterrum-pida y a ultranza para sacudirse el yugo de la clase que le explo-ta. La burguesía, bajo los golpes de los pueblos y de la lucha declases del proletariado, se ha visto obligada a renunciar de jureal colonialismo y a reconocer formalmente la libertad, la inde-pendencia y la soberanía a muchos países que, durante un largotiempo, había mantenido ocupados y explotados de manera sal-vaje.

Pero la libertad, la independencia y la soberanía, reconocidasjurídicamente por los estados capitalistas a sus antiguas colo-nias, hoy en muchos países se han quedado en el papel, porquesiguen dominados bajo nuevas formas por los capitalistas y losimperialistas. Para prolongar su dominación en las ex colonias,estas fuerzas regresivas de nuestra época practican en grandes

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proporciones los complots y las intrigas, para lo cual encuentranaún terreno abonado en estos países, a fin de dividir y dominar alos pueblos, aprovechando su atraso económico, político e ideo-lógico y la falta de organización de las fuerzas revolucionarias.

Al tratar este problema no debe pensarse que, dado que lospaíses ex coloniales aún no han obtenido una independencia ysoberanía completas, su lucha ha sido infructuosa. De ningunamanera. La lucha de los pueblos por emancipar sus pequeñospaíses del dictado y la tutela de los grandes, del imperialismo yel socialimperialismo, no debe ser subestimada. Por el contra-rio, el Partido del Trabajo de Albania y el estado albanés hanapoyado y apoyarán sin reservas esta justa lucha: revoluciona-ria y de liberación, considerándola como una victoria de lospueblos que contribuye a reforzar la independencia política, a li-berarse de la dominación colonial y neocolonial.

Pero estamos en contra de los teóricos revisionistas que pre-dican que, ahora, toda la lucha revolucionaria deberla ser redu-cida a la lucha por la independencia nacional, por conquistarlay defenderla frente a la agresión de las potencias imperialistas,negando la lucha por la liberación social. Sólo la victoria de es-ta última asegura al mismo tiempo la libertad, la independenciay la soberanía nacional verdaderas y completas. Estos abogadosdel régimen explotador «olvidan» que la lucha de clases entre elproletariado y sus aliados, por un lado, y la burguesía del país ysus aliados del exterior, por el otro, prosigue siempre de formaencarnizada y que un día conducirá a ese momento, a esa situa-ción revolucionaria, como dice Lenin, en que la revolución es-talla. Las condiciones cada vez más favorables que se crean enel mundo para el amplio desarrollo de las revoluciones antiim-perialistas y democráticas y para que estén dirigidas por el pro-letariado, deben ser aprovechadas para pasar de la lucha por laindependencia nacional a una fase más avanzada, a la lucha porel socialismo. Lenin nos enseña que la revolución debe ser lle-vada hasta el final, liquidando a la burguesía y su poder. Sólosobre esta base se puede hablar de libertad, independencia y so-

beranía verdaderas.Según nuestro concepto marxista–leninista; en una sociedad

con clases antagónicas, que está dominada por la clase feudal ola burguesía, el pueblo no puede gozar de libertad y soberanía.La libertad, la independencia y la soberanía tienen un contenidopolítico–social concreto. La libertad y la soberanía verdaderas yplenas son aseguradas en las condiciones de la dictadura delproletariado. Mientras que en aquellos lugares donde el estadose encuentra en manos de las clases explotadoras, las relacioneseconómicas y políticas desiguales entre los explotadores y losexplotados y entre los países, llevan a la pérdida o a la restric-ción de la libertad y de la soberanía del pueblo. Por consiguien-te, no puede hablarse de una verdadera libertad y soberanía na-cional, y mucho menos de soberanía del pueblo, en los paísesque se encuadran en el «mundo no alineado» o en el «tercermundo». Sólo sobre la base de un análisis científico cimentadoen la teoría marxista–leninista se puede definir correctamentequé pueblo es verdaderamente libre y cuál está subyugado, quéestado es independiente y soberano y cuál es dependiente yoprimido. La teoría marxista–leninista explica claramente quié-nes son los opresores y explotadores de los pueblos y qué cami-no deben seguir éstos para ser libres, independientes y sobera-nos. Los comunistas albaneses, a la luz del marxismo–leninis-mo, concebimos sólo de esta manera la libertad, la independen-cia y la soberanía de los estados y de los pueblos.

La actitud de los revisionistas chinos respecto alas contradicciones, es una actitud idealista,

revisionista y capitulacionista

La aplicación de una estrategia revolucionaria correcta, basa-da en las enseñanzas del marxismo–leninismo; no sólo requiereanalizar y apreciar de forma multilateral y dialéctica las fuerzasmotrices de la corriente revolucionaría y libertadora mundial y

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valorar correctamente las fuerzas del enemigo, con sus puntosfuertes y débiles, sino también una comprensión justa y cientí-fica de las contradicciones que caracterizan nuestra época.

Sólo si interpretamos las contradicciones según las enseñan-zas de la teoría marxista–leninista, de conformidad con los he-chos concretos y la verdadera evolución de las situaciones, en-tonces no nos equivocaremos.

En lo que se refiere a las contradicciones, los dirigentes chi-nos «teorizan», «interpretan», «filosofan», parafrasean y con-funden numerosas tesis formuladas con claridad meridiana porlos clásicos del marxismo–leninismo. Interpretando las contra-dicciones de una manera distinta a su verdadero significado, lle-gan a acuerdos y conciertan compromisos, no en favor de la lu-cha de liberación, de los pueblos, de la revolución, de la cons-trucción del socialismo, sino en favor de la burguesía y del im-perialismo. Estas gentes, que se las dan de filósofos marxis-ta–leninistas, tienen dos máscaras: una para hacer creer que sonfieles a la teoría marxista–leninista, y la otra para disimular sudeformación en la práctica.

Su posición respecto a las contradicciones, las alianzas y loscompromisos, es producto de un análisis deformado y pragmá-tico de la situación internacional, de las contradicciones existen-tes en el mundo, de las contradicciones entre las potencias im-perialistas, entre los diversos estados capitalistas, entre el prole-tariado y la burguesía, etc. Esta posición tiene su origen en suconcepción idealista y revisionista del mundo.

Pero, no es un hecho fortuito el que los dirigentes chinospongan sobre el tapete precisamente el problema de las contra-dicciones, las alianzas y los compromisos. Ahora, la direcciónrevisionista china se ha quitado las máscaras y ha aparecidoabiertamente contra la revolución, se ha convertido en abande-rada del oportunismo de derecha, del revisionismo. Al igual quetodos los revisionistas, los dirigentes del Partido Comunista deChina se esfuerzan por «justificar» su alejamiento de la teoríamarxista–leninista, su orientación revisionista, utilizando citas

de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Naturalmente, estas citas estánamputadas, fraccionadas y sacadas de su contexto, y mutiladasde esta forma, las utilizan para hacer pasar por marxista–leninis-tas sus posiciones y sus tesis reaccionarias. Pero los revisionis-tas chinos no son ni los primeros ni los últimos que hacen estasdeformaciones, que mutilan e interpretan de manera tendencio-sa nuestra correcta teoría. Mucho antes que ellos han hecho co-sas de esta índole los cabecillas de la socialdemocracia, los titis-tas, los revisionistas soviéticos, italianos, franceses y otros, yhoy continúan haciéndolo.

En primer lugar, haciendo malabarismos con las contra-dicciones, los revisionistas chinos intentan justificar su acti-tud hacia el imperialismo norteamericano, allanar el cami-no para acercarse y colaborar con él.

Los revisionistas chinos pretenden que en el mundo de hoysólo existe una contradicción, la que enfrenta al «tercer mun-do», al «segundo mundo» y a la mitad del «primer mundo», conla Unión Soviética. Partiendo de esta tesis que une a los puebloscon una agrupación de imperialistas, predican que se deben de-jar de lado todas las contradicciones de clase y luchar única-mente contra el socialimperialismo soviético.

Pero analicemos cómo es la cuestión de las contradiccionesentre los pueblos y las superpotencias y las contradicciones en-tre las propias superpotencias.

En las condiciones actuales, para definir una estrategia y unatáctica revolucionarias consecuentes, adquiere una importanciaprimordial la actitud de principios respecto a las dos superpo-tencias imperialistas, los Estados Unidos de América y la UniónSoviética, que constituyen la fuerza defensora más grande delsistema de opresión y explotación capitalista, los principales re-ductos de la reacción mundial. Son los enemigos jurados máspeligrosos de la revolución, del socialismo y de los pueblos delmundo entero, han asumido el odiado papel de gendarmes inter-nacionales contra cualquier movimiento revolucionario y de li-

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beración y representan las potencias más agresivas y belicistasque con su actuación llevan al mundo a una guerra devastadora.

Nadie, y mucho menos el Partido del Trabajo de Albania,puede negar la existencia de profundas contradicciones entre lasdos más grandes potencias imperialistas de nuestro tiempo, elimperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético.Hemos acentuado continuamente que las contradicciones entrelas dos superpotencias no sólo existen, sino que además se agu-dizan. Al mismo tiempo, las dos superpotencias hacen esfuerzospara llegar a componendas sobre algunas cuestiones. Este fenó-meno se explica con lo que decía Lenin, sobre las dos tenden-cias del capital:

«...existen dos tendencias, una que hace inevitablela alianza de todos los imperialistas y otra que en-frenta a unos imperialistas con otros...»*

Pero, ¿por qué existen contradicciones y antagonismos irre-conciliables entre las dos superpotencias? Porque, cada una deellas, al ser una gran potencia imperialista, lucha por la hegemo-nía mundial, por crear nuevas esferas de influencia, por subyu-gar y explotar a los pueblos. La voracidad y la codicia de cadauna de ellas les llevan a incomodarse mutuamente e incluso a te-ner graves fricciones. Estas fricciones pueden conducir a la gue-rra entre ellas, e incluso a una sangrienta guerra mundial.

Los marxista–leninistas debemos aprovechar las contradic-ciones que existen entre las superpotencias en interés de la re-volución y de las luchas de liberación de los pueblos.

La explotación de las contradicciones existentes en el campoenemigo es parte constitutiva de la estrategia y la táctica revo-lucionarias. Stalin consideraba la utilización de las contradic-ciones y los conflictos existentes en las filas de los enemigos dela clase obrera, en el interior del país o entre los estados impe-

rialistas en la arena internacional, como reserva indirecta de larevolución proletaria. Es un hecho histórico conocido que el es-tado socialista soviético, bajo la dirección de Lenin y Stalin, enel periodo posterior a la Revolución de Octubre, o durante la Se-gunda Guerra Mundial, supo tener en cuenta y aprovechar lascontradicciones interimperialistas.

Pero, en cualquier caso, la apreciación y el aprovechamientode las contradicciones existentes entre los enemigos por parte delas fuerzas revolucionarias y de los países socialistas, son resul-tado de un análisis marxista–leninista concreto de estas contra-dicciones y del grado de agravación de las mismas, de la corre-lación de fuerzas en un periodo o momento dados, para determi-nar por qué camino, en qué forma, y con qué medios serán ex-plotadas estas contradicciones. Es conforme a los principios quelas contradicciones sean siempre aprovechadas en beneficio dela revolución, en beneficio de los pueblos y de su libertad, enbeneficio de la causa del socialismo. La utilización de las con-tradicciones existentes en las filas de los enemigos debe condu-cir a acrecentar y reforzar el movimiento revolucionario y de li-beración, y no a debilitarlo y hacer que flaquee, debe conducira una movilización cada vez más activa de las fuerzas revolu-cionarias en la lucha contra los enemigos, y sobre todo contralos principales, impidiendo que los pueblos se forjen ilusioneshacia ellos.

Las dos superpotencias, los Estados Unidos de América y laUnión Soviética revisionista; tienen como primer punto de suprograma aplastar la revolución y el socialismo. Los dirigenteschinos, lejos de hacer hincapié en este hecho, que es expresiónde la contradicción irreconciliable entre el socialismo y el capi-talismo, en la práctica lo niegan. Naturalmente, a los marxista-leninistas no les está permitido olvidarse de que las superpoten-cias, pese a que pugnan por la hegemonía, pese a las contradic-ciones que tienen, no pierden de vista en lo más mínimo su ob-jetivo común de aplastar a los pueblos que exigen la libertad, desabotear la revolución, lo cual conduce de nuevo a guerras de* V. I. Lenin. Obras, t. XXVII, pág. 418, ed. en albanés.

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carácter general o local. Al respecto, los revisionistas chinos si-guen manteniendo sus conocidas posiciones de combatir única-mente contra el socialimperialismo soviético que, según ellos,es el más peligroso, el más agresivo y el más belicista. Ponen alimperialismo norteamericano en segundo plano y recalcan quelos Estados Unidos de América «desean el statu quo, que estánen decadencia». De ahí que los revisionistas chinos llegan a laconclusión de que puede y debe establecerse una alianza con elimperialismo norteamericano contra el socialimperialismo so-viético.

El imperialismo norteamericano en absoluto es débil ni se haamansado, como pretenden los dirigentes chinos; por el contra-rio, es agresivo, feroz y poderoso, al igual que el socialimperia-lismo soviético. El hecho de que el imperialismo norteamerica-no ya no tenga la posición dominante que tenía en el pasado, nocambia nada. Esta es la dialéctica del desarrollo del capitalismoy confirma la tesis de Lenin de que el imperialismo es capitalis-mo en declive, en decadencia. Pero es inadmisible que partien-do de esto se llegue a subestimar la actual fuerza económica,militar y agresiva de una u otra superpotencia. Es asimismoinadmisible afirmar que dado que el potencial de los imperialis-tas se ha debilitado y ha sufrido una decaída real, un imperialis-mo se ha hecho menos peligroso y el otro más peligroso. Am-bas superpotencias imperialistas son peligrosas, porque ningunade las dos se olvida de combatir contra aquellos que buscan en-terrarlas, y los que quieren enterrar a las superpotencias son lospueblos.

Preconizar que sólo se debe luchar contra el socialimperialis-mo soviético y borrar, de hecho, la lucha contra el imperialismonorteamericano, como hacen los dirigentes chinos, significa noatenerse a las tesis fundamentales del marxismo–leninismo. Nocabe la menor duda de que se debe luchar hasta el fin contra elsocialimperialismo soviético. Pero no luchar con la misma fuer-za contra el imperialismo norteamericano, es inadmisible, es unatraición a la revolución. Si se sigue el camino chino, entonces no

se tendrá una idea clara de lo que son el imperialismo norteame-ricano y el socialimperialismo soviético, por qué estas dos super-potencias tienen contradicciones y en qué consisten, dónde resi-de la pugna que tiene lugar entre ellas y que nosotros debemosprofundizar, qué debemos hacer para impedir que estos dos esta-dos imperialistas desencadenen la guerra mundial, etc.

Si teóricamente comprendemos de manera justa estas cues-tiones y si actuamos correctamente sobre la base de la teoríamarxista–leninista, entonces aparece de forma clara la necesi-dad de respaldar y apoyar a los pueblos que luchan contra lasdos superpotencias y las camarillas burguesas capitalistas quelos dominan. Hoy el mundo capitalista pasa por una grave cri-sis. Pero esta crisis debe ser juzgada en toda su magnitud, Y lascontradicciones existentes en el mundo capitalista asimismo de-ben ser juzgadas en toda su profundidad.

La lógica pragmática y antimarxista lleva a los revisionistaschinos a presentar a la Unión Soviética como un país que se de-sarrolla sin contradicciones, como un imperialismo que ejercesu dominio sin preocupaciones sobre los demás países revisio-nistas como Polonia, Alemania del Este, Hungría, Checoslova-quia, Rumania y Bulgaria. Ellos presentan el bloque soviéticocomo un bloque en ascenso y la Unión Soviética como el únicoimperialismo que ha quedado en el mundo y que busca sentar suhegemonía en todas partes.

Si consideramos la hegemonía de la Unión Soviética sobrelos países revisionistas de Europa Oriental, vemos que se expre-sa, en primer lugar, mediante la ocupación militar de estos paí-ses por las fuerzas armadas soviéticas, mediante el saqueo ine-xorable y sin escrúpulos de sus riquezas por parte del socialim-perialismo soviético, que incluso se esfuerza por integrarloscompletamente en el sistema de las repúblicas soviéticas. Comoes natural, la Unión Soviética revisionista encuentra resistenciaa sus esfuerzos. Llegará el momento en que esta resistencia yestas contradicciones, que existen en forma latente en el redilrevisionista, terminen por agravarse y estallar.

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Hemos calificado de agresivo al socialimperialismo soviéti-co porque agredió y ocupó Checoslovaquia, porque ha interve-nido en África y otros lugares, porque proyecta llevar a cabomás agresiones y hace preparativos para realizarlas.10 Pero,¿acaso el imperialismo norteamericano ha perpetrado menosagresiones o es menos agresivo que el socialimperialismo so-viético?

La dirección china ha olvidado la agresión de los EstadosUnidos de América contra Corea, ha olvidado su larga y bárba-ra guerra contra Vietnam, Camboya y Laos, ha olvidado su gue-rra en el Oriente Medio, su intervención en las repúblicas deAmérica Central, etc. Ha borrado todo esto de su memoria ypretende que el imperialismo norteamericano se ha amansado!Olvida que el imperialismo norteamericano ha clavado sus ga-rras en todas partes, en todo el mundo, que por doquier ha ins-talado sus bases militares, que amplia y refuerza. Esto fue olvi-dado por Mao Tse–tung y Chou En–lai, y lo olvida la direcciónrevisionista china, cuando dicen que el imperialismo norteame-ricano se ha debilitado y amansado, ¡y que por eso es posiblealiarse con él! Actuar de esta manera equivale a querer sofocarla lucha contra el imperialismo en general y el imperialismonorteamericano en particular, incluso contra el socialimperialis-mo soviético, contra el cual China dice llevar a cabo una luchatan grande.

Es verdad que el socialimperialismo soviético está ávido deexpansión. Su intervención en Angola y Etiopia, los esfuerzosque hace por crear bases en el Mediterráneo y en algunos paísesárabes, por ocupar los estrechos del Mar Rojo o crear bases mi-litares en el Océano Indico, son actos imperialistas declarados.Pero estas posiciones no están consolidadas en la misma medi-da que lo están las posiciones económicas neocolonialistas, es-tratégico militares del imperialismo norteamericano en otros

países. Precisamente esta situación es subestimada en aparien-cia por la dirección china, pero, en realidad, es reconocida ysustentada por ella.

Al mismo tiempo los revisionistas chinos no pueden pasarpor alto que los estados capitalistas de Europa Occidental y elimperialismo norteamericano, pese a las contradicciones quetienen, están estrechamente ligados, están vinculados a travésde alianzas políticas, militares y económicas, como la OTAN, elMercado Común Europeo, etc. Es imposible que la direcciónchina ignore que el capital norteamericano ha penetrado profun-damente en las economías de los países de Europa Occidental yno sólo de ellos, sino también en los de Europa Oriental y laUnión Soviética. La dirección china sabe de sobra que los Esta-dos Unidos de América han invertido y siguen invirtiendo dece-nas de miles de millones de dólares en diversos países del mun-do. Entonces ¿qué es lo que espera? ¿Acaso espera que los paí-ses capitalistas occidentales –con todas las contradicciones quetienen con los Estados Unidos de América– se aparten de éstospara debilitar su propio campo, para renunciar al potencial mi-litar común, a los lazos económicos, sociales y culturales queles unen a ellos, y, en nombre de los intereses de China, quedar-se al descubierto frente al socialimperialismo soviético? Esta esuna de las absurdidades de la política exterior china.

Como hemos puntualizado más arriba, no cabe la menor du-da de que las contradicciones existentes entre las dos superpo-tencias y los otros países imperialistas y capitalista–revisionis-tas deben ser aprovechadas por las fuerzas revolucionarias y deliberación. Es importante que esto sea comprendido correcta-mente y considerado siempre a través del prisma de los intere-ses de la revolución y subordinándolo a ellos. El aprovecha-miento de las contradicciones existentes entre las potencias y lasagrupaciones imperialistas, los estados capitalista–revisionistasy otros, jamás puede ser un objetivo en sí mismo para la claseobrera y los revolucionarios marxista–leninistas.

Explotar las contradicciones que existen entre los países im-10 A finales de diciembre de 1979 los socialimperialistas soviéticos em-

prendieron la agresión contra Afganistán.

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perialistas y las dos superpotencias significa profundizar las dis-crepancias que tienen entre sí, estimular a las fuerzas revolucio-narias y patrióticas de estos países a oponerse al imperialismonorteamericano y al socialimperialismo soviético, los cualesbuscan someterles económica, política y militarmente, explotar-les, negarles su personalidad nacional, etc.

Pero, ¿cómo actúa China?La política china predica la «santa alianza» de los países

capitalistas occidentales con los Estados Unidos de América.Incluso va más lejos. Predica la alianza del proletariado delos países de Europa Occidental con la burguesía reacciona-ria de estos países. ¿Dónde está al respecto la línea marxis-ta–leninista revolucionaria? ¿Dónde está la línea a seguir paraaprovechar las contradicciones? ¿Es que los dirigentes chinospiensan que con tal política consolidarán este bloque conformea sus deseos en contra de los soviéticos? Sueñan con esta uto-pía, se trata de un punto de vista metafísico.

Los Estados Unidos de América, los países capitalistas occi-dentales y, junto con ellos, también el Japón y Canadá, no sontan necios como piensan los dirigentes chinos, no hacen una po-lítica tan ingenua, como la que llevan a cabo los chinos. Por suparte saben aprovechar muy bien las contradicciones que exis-ten entre China y la Unión Soviética. Saben cómo actuar paradebilitar la gran potencia agresiva que es la Unión Soviética yhace tiempo que luchan en este sentido, y no podemos decir queno hayan obtenido resultados. Los Estados Unidos de Américay todos los demás estados capitalistas incitan las contradiccio-nes entre los países revisionistas del Este y el Kremlin.

Ahora China también ha comenzado a aplicar esta vieja po-lítica norteamericana. La visita de Jua Kuo–feng a Rumania yYugoslavia era una continuación de esta política. Pero la aper-tura de China a Europa, el que incite las contradicciones y sobretodo sus esfuerzos por crearse un terreno favorable en los Bal-canes, todo esto no va en interés de los pueblos y de la revolu-ción. Forma parte de la política china de instigación de la gue-

rra, política que tiene por objetivo que los pueblos de Europa sematen entre sí, convirtiéndose en carne de cañón de la guerraimperialista.

Hace tiempo que Pravda viene polemizando, naturalmentesin efecto, con los Estados Unidos de América, acusándoles dedesarrollar el armamento con rapidez y en grandes cantidades.Su preocupación no es criticar este acto de los Estados Unidosde América, porque los socialimperialistas soviéticos hacen lomismo. El problema reside en que el aumento del potencial deguerra norteamericano debilita relativamente el poderío militarsoviético y obliga a la Unión Soviética a seguir paso a paso a losEstados Unidos de América para equilibrar su potencial military su potencia agresiva. Pero el seguir paso a paso al imperialis-mo norteamericano en la carrera armamentista, debilita la eco-nomía de la Unión Soviética, porque grandes fondos materiales,monetarios y humanos destinados a la economía pasan al ejér-cito. Esto es lo que preocupa a los brezhnevianos.

Pero lo sorprendente es que los revisionistas chinos, a travésde su diario Renmin Ribao, se ponen sin reservas del lado de losnorteamericanos, publican artículo tras artículo incitando a losEstados Unidos de América a no perder la superioridad en la ca-rrera armamentista y a aumentar continuamente su potencialmilitar. Así pues, según Renmin Ribao no son los Estados Uni-dos de América los que se arman, sino que sólo lo hace la UniónSoviética. Mejor abogado de los norteamericanos, como lo estásiendo la dirección revisionista china, no podría encontrarse enninguna parte. La burguesía, por lo menos, se esfuerza por serponderada en sus criticas y en la interpretación de la realidad,por equilibrar, naturalmente de manera tendenciosa, las situa-ciones que se desarrollan. Pero nunca se había visto que se ac-túe como lo hacen los dirigentes chinos.

En su entrevista con Teng Siao–ping, el secretario del Depar-tamento de Estado Norteamericano, Vance, le explicó que «losEstados Unidos de América son militarmente superiores a laUnión Soviética». Pero Teng Siao–ping declaró ante un nume-

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roso grupo de periodistas norteamericanos, de visita en aquellosmomentos a China, que «Pekín no da crédito» a la declaraciónde Vance y que «la Unión Soviética es muy superior a los Esta-dos Unidos de América». Esto es como decir: «el abogado nie-ga lo que su cliente confiesa».

No se puede admitir la tesis china, presentada como una te-sis supuestamente marxista, que pone en tela de juicio que sonlas dos superpotencias imperialistas, y no sólo una, las que quie-ren repartirse el mundo, crear nuevas colonias, oprimir a lospueblos, ampliar los mercados.

El mismo planteamiento de la cuestión de que un impe-rialismo es más fuerte y el otro menos fuerte, uno agresivo yel otro manso, no es marxista–leninista. Tal planteamiento dela cuestión refleja un punto de vista reaccionario que lleva a losrevisionistas chinos a aliarse con los Estados Unidos de Améri-ca, con la OTAN y el Mercado Común Europeo, con el rey deEspaña, con el Sha de Irán, con Pinochet de Chile y con todoslos dictadores fascistas. La política china, que no afecta al im-perialismo norteamericano, que no vulnera el poder de los ban-cos y del capital más grande de nuestra época, es una políticapor completo reformista burguesa, pacifista y extraordinaria-mente torpe.

Es imposible que los dirigentes chinos no vean que el capitalfinanciero, los trusts, los monopolios norteamericanos no dismi-nuyen en absoluto sus inversiones en el extranjero, no renunciana sus objetivos de explotación y esclavización, y que, por elcontrario, se consolidan y se esfuerzan por cambiar a su favor lacorrelación de fuerzas existente en el mundo.

Lo mismo hacen los socialimperialistas soviéticos. Su políti-ca económica y los grandes trusts existentes en la Unión Sovié-tica tienden igualmente a esquilmar por todos los medios a lossatélites de éste y a otros países. Con un nuevo disfraz y conotro nombre, se esfuerzan, asimismo, en cambiar la correlaciónde fuerzas a su favor, en un principio supuestamente con acuer-dos y negociaciones, y llegado el momento, recurriendo tam-

bién a la fuerza, es decir, a la guerra.Con sus elucubraciones de que los Estados Unidos de Amé-

rica «desean el statu quo», que «están en decadencia», que el so-cialimperialismo soviético es «el más peligroso, el más agresi-vo, el más belicista», etc., los revisionistas chinos quieren de-mostrar que los Estados Unidos de América pueden y deben ha-cerse aliados de China contra la Unión Soviética. Una prueba deesto es la ampliación de los diversos acuerdos, el apoyo abiertoque prestan al aumento de los presupuestos de guerra y al ma-yor armamento de los Estados Unidos de América.

Los revisionistas chinos predican que en la situación actuallos marxista–leninistas, los revolucionarios y los pueblos pue-den hacer compromisos con el imperialismo norteamericano yapoyarse en él. Nuestro Partido está en contra de cualquier com-promiso con el feroz imperialismo norteamericano, porque estono corresponde a los intereses de la revolución y de la liberaciónde los pueblos. Hemos combatido al imperialismo norteameri-cano, lo combatimos y lo combatiremos hasta su completa des-trucción. Asimismo, estamos en lucha contra el socialimperia-lismo soviético y lo estaremos hasta el fin.

El apoyo que China presta al imperialismo norteamericanono favorece en absoluto a la revolución y a los pueblos, sino ala contrarrevolución. Con su línea política e ideológica reaccio-naria, la dirección china deja a los pueblos del mundo a mercedde las garras del imperialismo norteamericano. Esta direccióndesea que los pueblos permanezcan quietos, que no se levanten,que incluso se unan con el imperialismo norteamericano contrala otra superpotencia, la cual quiere arrebatar a los Estados Uni-dos de América las riquezas que han creado con el esfuerzo y elsudor de los pueblos. La dirección china recomienda a los paí-ses capitalistas de Europa, agrupados en el Mercado Común Eu-ropeo, que se unan. Alinea también a los pueblos en la unión ca-pitalista de Europa. Esta actitud significa: estaos quietos, no ha-bléis más de revolución, no habléis más de dictadura del prole-tariado, al contrario, poneos al servicio de los trusts, de los ca-

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pitalistas y, junto con ellos, cread una fuerza económica y mili-tar aún más grande, para hacer frente al socialimperialismo so-viético.

El Mercado Común Europeo, que es apoyado y potenciadoeconómicamente por China, no es otra cosa que un medio paraque los trusts monopolistas de Europa Occidental conserven elmáximo de beneficios y para agrupar a los estados industrialesdesarrollados, donde las clases ricas, como dice Lenin, obtienenun tributo colosal procedente de África, Asia, etc. Los dirigen-tes chinos, al apoyar a estos estados capitalistas, de hecho apo-yan el parasitismo de un puñado de capitalistas a costa de losmismos pueblos de estos países, y de los pueblos de los paísesen los cuales han clavado sus garras.

La teoría de los «tres mundos» de los revisionistas chinos,con la cual intentan legitimar sus posturas contrarrevoluciona-rias, no es más que una variante del oportunismo en las filas delmovimiento obrero, que ayuda al imperialismo a crear merca-dos y a obtener ganancias en detrimento de los otros pueblos,con el objetivo de recibir su parte de las migajas que les dejaránlos capitalistas.

Es un hecho innegable que la dirección china defiende a lasfuerzas y los estados capitalistas, y no a las fuerzas revoluciona-rias y al proletariado europeo para que se levanten y destruyanlos planes del imperialismo norteamericano, del socialimperia-lismo soviético, de la «Europa Unida», del Mercado Común Eu-ropeo y del COMECON, en una palabra, de todos los puntalesdel sistema imperialista que, como una hidra, chupa la sangre alos pueblos.

No obstante introducir en el «segundo mundo» a los estadoscapitalistas desarrollados, como Alemania Occidental, Inglate-rra, Japón, Francia, Italia, etc., la dirección revisionista china nolos considera como enemigos de la revolución, independiente-mente de sus fruslerías teóricas sobre su «doble» carácter. Porel contrario, los chinos han creído oportuno hacerse los ciegosy establecer compromisos abiertos con estos estados, para ser-

virse de ellos supuestamente contra el socialimperialismo so-viético.

La dirección china que está ofuscada por su política pragmá-tica y antimarxista, «olvida» que estados como Alemania Occi-dental, Inglaterra, Japón, Francia, Italia y otros similares, siguensiendo imperialistas, que sus tendencias a subyugar y colonizar,que han sido sus características tradicionales, no han desapare-cido y no pueden desaparecer. Es cierto que después de la Se-gunda Guerra Mundial estas potencias imperialistas se han de-bilitado incluso mucho, y que sus posiciones anteriores hancambiado en beneficio del imperialismo norteamericano, sinembargo ni Francia, ni Inglaterra ni los otros han renunciado ala lucha por defender sus mercados y conquistar otros en Áfri-ca, Asia y los países de América Latina.

Entre todos estos estados capitalistas e imperialistas, menospoderosos que el imperialismo norteamericano, existen contra-dicciones, pero al mismo tiempo existe también la tendencia aentenderse mutuamente.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo nor-teamericano ayudó a levantarse a sus ex aliados de Europa, y losmonopolios norteamericanos se ligaron con los de éstos en uncúmulo de intereses comunes. Pero entre ellos han existido yexisten contradicciones en los esfuerzos por tener cada uno lasmanos libres para acaparar mercados, importar materias primasy exportar sus productos industriales. La realidad internacionalha confirmado, y vuelve a confirmar en este caso, la justeza dela tesis de Lenin sobre las dos tendencias objetivas del capital.

Es cierto, asimismo, que estos estados capitalistas tienencontradicciones no sólo con el imperialismo norteamericano, si-no también con el socialimperialismo soviético. Se plantea el si-guiente problema: ¿cómo deben aprovecharse estas contradic-ciones? Las contradicciones interimperialistas de ninguna ma-nera pueden ser aprovechadas de la forma como predican los re-visionistas chinos. Los marxista–leninistas no podemos defen-der por ejemplo a los diversos reaccionarios en Alemania y a los

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cabecillas conservadores o laboristas en Inglaterra, en funciónde que tienen contradicciones con el socialimperialismo sovié-tico. Si hiciéramos esto y secundáramos las prédicas de los chi-nos de que «los estados capitalistas de Europa deben unirse alMercado Común», de que la «Europa Unida» debe fortalecersepara hacer frente al socialimperialismo soviético, significaríaque aceptamos que el proletariado de estos países sacrifique sulucha y sus esfuerzos por romper las cadenas de la esclavitud,que se sabotee la perspectiva de la revolución en ellos.

Los revisionistas chinos, contrayendo compromisos carentesde principios con el imperialismo norteamericano, han traicio-nado al marxismo–leninismo y a la revolución. Los marxis-ta–leninistas interpretan la tesis de Marx, Engels, Lenin yStalin sobre las contradicciones y sobre los compromisos ensu verdadero espíritu. Los chinos interpretan esta tesis deuna manera diametralmente opuesta a la verdad.

Nuestro Partido, siguiendo el camino leninista, no está encontra de todo compromiso, sino que está en contra de los com-promisos traidores. Cuando el compromiso es necesario y sirvea los intereses de la clase y de la revolución, entonces es posi-ble concluirlo, pero teniendo siempre presente que no afecte ala estrategia, la fidelidad a los principios del marxismo–leninis-mo, que no afecte a los intereses de la clase y de la revolución.Respecto a la actitud hacia los compromisos, Lenin, entre otrascosas, dice:

«¿Puede un partidario de la revolución proletariaconcertar compromisos con los capitalistas o con laclase capitalista?... En verdad, sería un evidenteabsurdo responder negativamente en general a estacuestión. Es claro que un partidario de la revolu-ción proletaria puede concertar compromisos oacuerdos con los capitalistas. Todo depende de quéacuerdos y en qué circunstancias se concierten. En

esto y sólo en esto se puede y debe buscar la dife-rencia entre el acuerdo legitimo, desde el punto devista de la revolución proletaria, y el acuerdo entre-guista y traidor (desde el mismo punto de vista).»*

y más abajo Lenin continúa:

«La conclusión es evidente: tan absurdo es renun-ciar a todo acuerdo o compromiso con los bandi-dos, como justificar la complicidad en un acto debandidaje partiendo de la tesis abstracta de que, engeneral, son admisibles y necesarios a veces losacuerdos con los bandidos»**

Asimismo Lenin ha dicho:

«El deber de un partido auténticamente revolucio-nario no consiste en proclamar una renuncia impo-sible de todo compromiso, sino en saber cumplir,pese a todos los compromisos, puesto que son ine-vitables, fielmente con sus principios, su clase, sumisión revolucionaria, su obra de preparar la revo-lución y de educar a las masas populares paratriunfar en la revolución».***

Los compromisos están permitidos sólo cuando se parte deestas enseñanzas de Lenin. Pero ¿cómo puede estar en interésdel socialismo y de la revolución mundial un compromiso conel imperialismo norteamericano o con el socialimperialismo so-viético, cuando es sabido que estas dos superpotencias son losmás feroces enemigos de los pueblos y de la revolución? Este

* V. I. Lenin. Obras, t. xxx, págs. 562–563, ed. en albanés. ** Ibídem, pág. 565. *** V. I. Lenin. Obras, t. XXV, págs. 359–360, ed. en albanés.

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compromiso no sólo no es necesario, sino que, por el contrario,es peligroso para los intereses de la revolución. Concertar com-promisos o violar los principios en estos problemas de tanta im-portancia, significa traicionar al marxismo–leninismo.

Si Mao Tse–tung y los demás dirigentes chinos han habladoy hablan mucho «teóricamente» de las contradicciones, enton-ces deben hablar no sólo de aprovechar las contradicciones in-terimperialistas y los compromisos con los imperialistas, sino,en primer lugar, de las contradicciones que están en los cimien-tos de la época actual, de las contradicciones entre el proletaria-do y la burguesía, de las contradicciones que tienen los pueblosy los países oprimidos con las dos superpotencias y todo el im-perialismo mundial, de las contradicciones entre el socialismo yel capitalismo. Pero de estas contradicciones, que existen obje-tivamente y que no pueden ser ocultadas, los dirigentes chinosno dicen nada. Hablan sólo de una contradicción que, segúnellos, es la existente entre el mundo entero y el socialimperialis-mo soviético, queriendo justificar con esto sus compromisos sinprincipio con el imperialismo norteamericano y todo el capita-lismo mundial.

El análisis de clase marxista–leninista y los hechos demues-tran que la existencia de las contradicciones y las discrepanciasentre las potencias y las agrupaciones imperialistas no eliminaen absoluto ni relega a segundo plano las contradicciones entreel trabajo y el capital en los países capitalistas e imperialistas olas contradicciones entre los pueblos oprimidos y sus opresoresimperialistas. Precisamente las contradicciones entre el proleta-riado y la burguesía, entre los pueblos oprimidos y el imperia-lismo, entre el socialismo y el capitalismo son las más profun-das, son constantes, irreductibles. De ahí que el aprovechamien-to de las contradicciones interimperialistas o entre los estadoscapitalistas y revisionistas sólo tenga sentido cuando sirve paracrear las condiciones lo más favorables posible para el podero-so desarrollo del movimiento revolucionario y de liberacióncontra la burguesía, el imperialismo y la reacción. Por eso, es-

tas contradicciones deben ser explotadas sin crear ilusiones enel proletariado y los pueblos acerca del imperialismo y la bur-guesía. Es indispensable esclarecer las enseñanzas de Lenin alos trabajadores y a los pueblos, hacerles conscientes de que só-lo una actitud intransigente hacia los opresores y los explotado-res, de que sólo la lucha resuelta contra el imperialismo y la bur-guesía, de que sólo la revolución, les asegurará la verdadera li-beración social y nacional.

La explotación de las contradicciones entre los enemigos nopuede constituir la tarea fundamental de la revolución ni puedeser contrapuesta a la lucha por derrocar a la burguesía, a la dic-tadura reaccionaria fascista y a los opresores imperialistas.

La actitud de los marxista–leninistas en esta cuestión es cla-ra. Ellos se dirigen a los pueblos, al proletariado, llaman a lasmasas a que se pongan en pie para destruir los planes hegemo-nistas, opresores, agresivos y belicistas de los imperialistas nor-teamericanos y de los socialimperialistas soviéticos, para derro-car a la burguesía reaccionaria y su dictadura, tanto en el Oestecomo en el Este.

Nuestro Estado socialista, por su parte, ha aprovechado, y losigue haciendo, las contradicciones que existen en el campo ad-versario. Al explotarlas, nuestro Partido parte de la justa valora-ción del carácter de las contradicciones que existen entre el paíssocialista y los países imperialistas y burgués–revisionistas, dela justa valoración de las contradicciones interimperialistas.

El marxismo–leninismo nos enseña que las contradiccionesentre el país socialista y los países capitalistas y revisionistas,en tanto que expresión de las contradicciones entre dos clasescon intereses diametralmente opuestos, la clase obrera y la bur-guesía, son permanentes, radicales, irreconciliables. Atraviesancomo un hilo rojo toda la época histórica de la transición del ca-pitalismo al socialismo a escala mundial. Mientras que las con-tradicciones entre las potencias imperialistas son expresión delas contradicciones en el seno de los explotadores, de las clasescon intereses fundamentales comunes. Por eso, por agudas que

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sean las contradicciones y los conflictos entre las potencias im-perialistas, el peligro real de los actos agresivos del imperialis-mo mundial o de sus diversos destacamentos contra el país so-cialista sigue siendo permanente y es siempre actual. La divi-sión entre los imperialistas, las riñas y los conflictos interimpe-rialistas pueden, a lo sumo, debilitar y postergar temporalmen-te el peligro de las acciones del imperialismo contra el país so-cialista, por eso va en interés de éste el aprovechar estas contra-dicciones que hay en las filas de los enemigos, aunque no con-juren este peligro. Esto ha sido acentuado con energía por Le-nin al decir que

«...es inconcebible pensar que la República Soviéti-ca pueda existir durante mucho tiempo al lado delos estados imperialistas. En último término tendráque triunfar una de las dos partes. Y mientras esedesenlace no se produzca serán inevitables una se-rie de choques terribles entre la República Soviéti-ca y los estados burgueses».*

Estas enseñanzas de Lenin conservan toda su actualidad. Hansido confirmadas perfectamente por una serie de acontecimien-tos históricos, como la agresión fascista contra la Unión Sovié-tica en los años de la Segunda Guerra Mundial, la agresión delimperialismo norteamericano en Corea y posteriormente enVietnam, la actividad hostil y los diversos complots imperialis-tas y socialimperialistas contra Albania, etc. Por eso, nuestroPartido ha puntualizado y puntualiza que toda subestimación delas contradicciones del estado socialista con las potencias impe-rialistas y los países capitalista–revisionistas, que toda subesti-mación del peligro de los actos agresivos de estos últimos con-tra Albania socialista, que todo relajamiento de la vigilancia, co-mo consecuencia de la idea de que las contradicciones entre las

propias potencias imperialistas son muy agudas, y que, por estarazón, no pueden emprender tales actos contra nuestra Patria,entrañaría consecuencias extremadamente peligrosas.

El Partido del Trabajo de Albania parte asimismo del hechode que sólo las fuerzas revolucionarias, libertadoras, amantes dela libertad y del progreso, pueden ser aliados verdaderos y segu-ros de nuestro país en tanto que país socialista. Nuestro país tie-ne relaciones estatales con diversos países del mundo bur-gués–revisionista, aprovecha las contradicciones entre los paí-ses imperialistas, capitalistas y revisionistas y, al mismo tiempo,respalda poderosamente la lucha revolucionaria y de liberaciónde la clase obrera, de las masas trabajadoras y de los pueblos decualquier país en que se desarrolla una lucha de este tipo, con-siderando este respaldo como su alta tarea internacionalista. ElPartido del Trabajo de Albania se ha atenido y se atiene conse-cuentemente a este punto de vista, y también en su VII Congre-so recalcó que apoyará al proletariado y a los pueblos, a los par-tidos marxista–leninistas, a los revolucionarios y a los hombresprogresistas, que luchan contra las superpotencias, contra laburguesía capitalista y revisionista y la reacción mundial por laliberación social y nacional.

En otro tiempo el Partido Comunista de China en relacióncon las contradicciones ha citado también conocidos principiosy tesis marxista–leninistas. Así por ejemplo, los chinos, en elconocido documento titulado: «Proposición acerca de la líneageneral del movimiento comunista internacional» publicado porel Comité Central del Partido Comunista de China en 1963, es-cribían: «Los compromisos necesarios entre los países socialis-tas y los países imperialistas no exigen que los pueblos y las na-ciones oprimidas contraigan, a su vez, compromisos con el im-perialismo y sus instrumentos». Y agregaban: «Nadie debe exi-gir, en ninguna circunstancia, so pretexto de la coexistencia pa-cifica, que los pueblos y naciones oprimidos renuncien a su lu-cha revolucionaria». La dirección china hablaba así en aquel en-tonces, porque en esa época era la dirección jruschovista la que* V. I. Lenin. Obras, t. XXIX, pág. 160, ed. en albanés.

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exigía a los pueblos y a los partidos comunistas que admitiesenque el imperialismo norteamericano y sus cabecillas se habíanvuelto pacíficos y se sometiesen a la política soviética de acer-camiento al imperialismo norteamericano. Ahora es la direccióndel Partido Comunista de China la que predica a los pueblos, alos revolucionarios, a los partidos marxista–leninistas y a todoel proletariado mundial que se alíen con los países imperialistaso capitalistas, que se unan con la burguesía y con todos los reac-cionarios contra el socialimperialismo soviético. Y los chinosno expresan estas ideas con frases disimuladas, sino abierta-mente. Estos bandazos y virajes de 180 grados no tienen nadaen común con la política de principios marxista–leninista, sonrasgos de la política pragmática que siguen todos los revisionis-tas, los cuales subordinan los principios a sus intereses burgue-ses e imperialistas.

Los dirigentes chinos y todos los partidarios de la teoría delos «tres mundos», para justificar sus compromisos sin princi-pio con el imperialismo norteamericano y la burguesía interna-cional, especulan, tergiversando la verdad histórica, con el pac-to de no–agresión soviético–alemán de 1939, así como con laalianza anglo–soviético–norteamericana durante la SegundaGuerra Mundial.

El pacto soviético–alemán de no–agresión era una manera há-bil de aprovechar las contradicciones interimperialistas por par-te de Stalin. En esa época la agresión hitleriana contra la UniónSoviética era inminente. Era el periodo en que la Alemania nazihabía invadido Austria y Checoslovaquia, y la Italia fascista Al-bania, en que se había realizado el Munich y la máquina de gue-rra alemana avanzaba velozmente hacia el Este. La Unión Sovié-tica concluyó con Alemania no una alianza sino un pacto de noagresión, después de que las potencias occidentales se negaran aresponder al llamamiento de Stalin a actuar conjuntamente conel estado soviético para frenar a los agresores nazifascistas, ycuando se vio claramente que estas potencias azuzaban a Hitlercontra el país de los soviets. El pacto soviético–alemán frustró

estos planes y dio tiempo a que la Unión Soviética se preparaseaún más en adelante para enfrentar la agresión nazi.

En lo referente a la alianza anglo–soviético–norteamericana,es sabido que fue concluida cuando la Alemania hitleriana, des-pués que había ocupado Francia y estaba en guerra con Inglate-rra, desencadenó su feroz agresión contra la Unión Soviética,cuando la lucha contra las potencias del Eje adquirió un claro yacentuado carácter antifascista y libertador. Hay que recalcarque en aquel tiempo, Stalin y la Unión Soviética nunca y en nin-gún caso preconizaron y llamaron al proletariado y a los parti-dos comunistas a que desistieran de la revolución y se unierancon la burguesía reaccionaria. Incluso cuando Browder renun-ció a la lucha de clases y predicaba la conciliación de clases,porque supuestamente así lo exigían los intereses de la alianzaanglo–soviético–norteamericana, fue estigmatizado por Stalin yel movimiento comunista como revisionista y renegado de la re-volución.*

Como se ve, nada justifica los compromisos y las alianzas sinprincipio de los chinos con el imperialismo norteamericano ycon las diversas fuerzas reaccionarias. La analogía histórica quequieren hacer los revisionistas chinos es infundada.

Los dirigentes chinos en su propaganda intentan hacer creerque pretendidamente nosotros, los albaneses, somos adversariosde todo compromiso y que no luchamos por aprovechar debida-mente las contradicciones. Como es natural, ellos saben quenuestra actitud respecto a estas cuestiones está en las posicionesdel marxismo–leninismo, sin embargo siguen haciendo propa-ganda en esta línea errada para disimular su alejamiento de lateoría científica marxista–leninista y del camino de la revolu-ción. Actúan así para denigrar la política y las actitudes justasdel partido y del estado proletarios. Sus acusaciones no tienenbase de sustentación, pero refirámonos a los hechos.

Nuestro Partido, en todo momento, ha defendido y defende-

* Ver: Enver Hoxha, Eurocomunismo es anticomunismo.

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rá enérgicamente y hasta el fin la justa causa de los pueblos ára-bes, sin excepción. Sostenemos la lucha del pueblo palestinocontra Israel, que desde hace tiempo se ha convertido en un ins-trumento ciego, en un gendarme del imperialismo norteamerica-no en el Oriente Medio. Se le ha asignado la misión de protegerlos ricos yacimientos de petróleo árabes en favor de las grandescompañías monopolistas de los Estados Unidos de América yconservar el statu quo, como dicen los revisionistas chinos.

Independientemente de que antes el presidente Sadat y su go-bierno estuviesen en alianza con la Unión Soviética, hemos sos-tenido la lucha del pueblo de Egipto por recuperar los territoriosocupados por Israel, pero hemos desenmascarado los designiosde la Unión Soviética hacia Egipto y, en general, sus artimañasen el Oriente Medio. En ningún momento hemos permanecidocallados ante los fines colonizadores de la Unión Soviética conrespecto a Egipto. Lo mismo hemos hecho respaldando conigual consecuencia al pueblo egipcio en su lucha contra el im-perialismo norteamericano e Israel.

Sosteniendo los intereses del pueblo egipcio y de los otrospueblos árabes, nuestro Partido y nuestro pueblo desenmascarantambién las maniobras que realiza actualmente el imperialismonorteamericano junto con Israel. No podemos aprobar ningúncamino, ninguna línea que lleve a un compromiso con el Israelagresor, so pretexto de que esto se hace en favor del puebloegipcio.

En cambio, la dirección china no desenmascara al imperialis-mo norteamericano, aplaude los acuerdos israelí–egipcios e im-pele a los pueblos árabes a pactar, a contraer compromisos conel imperialismo norteamericano e Israel, que están entre susprincipales enemigos. Esta actitud no es marxista–leninista, es-te compromiso a lo chino no va en interés de los pueblos. Es ab-solutamente inadmisible el absurdo chino de que, precipitándo-se de un imperialismo a otro imperialismo, «se actúa en interésde la libertad de los pueblos». Estas maniobras e intrigas típica-mente burguesas no pueden ser consideradas como actos mar-

xista–leninistas que ayudan a profundizar las contradiccionesentre las dos superpotencias imperialistas.

El Partido y el pueblo albanés se oponen a las guerras impe-rialistas de rapiña y están decididamente al lado de las justas lu-chas de liberación nacional, que están y deben ir en todo mo-mento en beneficio de los pueblos, en favor de la revolución.Ellos no están en contra de respaldar incluso a un estado bur-gués, cuando ven que sus gobernantes son progresistas y com-baten por los intereses de la liberación de su pueblo de la hege-monía imperialista. Pero nuestro país no puede hacer causa co-mún o concertar compromisos, como los llaman los revisionis-tas chinos, con un estado dominado por una camarilla reaccio-naria, que en interés de su propia clase y en detrimento de losintereses del pueblo, se alía con una u otra superpotencia.

Albania socialista, asimismo, no está en contra de tener rela-ciones diplomáticas normales con los estados del «tercer mun-do» o del «segundo mundo». Está en contra de tales relacionesúnicamente con las dos superpotencias y con los estados fascis-tas. Pero también las relaciones diplomáticas, al igual que las re-laciones comerciales, culturales, etc., las desarrollamos de con-formidad con los principios, velando, en primer lugar, por losintereses de nuestro país y de la revolución, contra los cuales nohemos marchado ni jamás marcharemos.

Los marxista–leninistas que hemos llegado al poder, debe-mos establecer relaciones diplomáticas también con los estadosburgués–capitalistas, porque en esto estamos interesados tantonosotros como ellos. Estos intereses son recíprocos.

Los marxista–leninistas siempre deben tener presentes losprincipios. No pueden pisotearlos en virtud de las coyunturasque se crean en uno u otro período. No hay que perder de vistaque en los países dominados por las altas capas de la burguesía,éstas están en lucha permanente con el pueblo, con el proletaria-do y el campesinado pobre, con la pequeña burguesía urbana.Por eso, tanto en el caso en que el país socialista mantiene rela-ciones estatales con los países burgueses, como cuando no las

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tiene, debe dar a comprender a los pueblos que defiende su lu-cha, que no aprueba los actos reaccionarios y antipopulares deaquellos que los dominan.

Los marxista–leninistas debemos conocer y tener en cuentano sólo las contradicciones que existen entre las clases oprimi-das y sus opresores, sino también las contradicciones que sur-gen entre estados, es decir, entre los gobiernos de dichos paísescon el imperialismo norteamericano, con el socialimperialismosoviético, con los otros países capitalistas, etc. Siempre debe-mos hacer una política tal que no nos lleve a defender un gobier-no reaccionario que, en función de sus propios intereses y de laclase que detenta el poder, rompe momentáneamente con el im-perialismo norteamericano para caer en el regazo de otro impe-rialismo, como por ejemplo, en el del imperialismo inglés, so-viético, etc. Debemos aprovechar las contradicciones entre ellosteniendo en cuenta que nuestra actitud contribuya a reforzar lalucha del proletariado y de las masas oprimidas de ese país con-tra su gobierno reaccionario. Si entre el gobierno capitalistareaccionario y opresor de un país del «segundo mundo» o del«tercer mundo» y el gobierno de un país del «primer mundo»,según la división que hacen los revisionistas chinos, han surgi-do contradicciones, no se puede decir que estas contradiccionesestén siempre a favor de la liberación del pueblo de dicho paísdel yugo del capital, del yugo de la burguesía reaccionaria queimpera en él. Aquí estamos principalmente ante intereses de cla-se, ante intereses de gobiernos burgueses que representan a lasclases explotadoras, ante la cuestión de quién es el mejor pos-tor, de quién defiende mejor su permanencia en el poder y dequién busca destronar a los otros para reemplazarlos por su pro-pia gente.

Cuando se trata de la lucha del proletariado, no debe confun-dirse la actitud hacia la burguesía con las relaciones diplomáti-cas, comerciales, culturales y científicas entre el país socialistay los estados de diferente sistema social. Estas relaciones inte-restatales deben existir y desarrollarse, pero al establecerlas el

país socialista debe tener objetivos claros. La vida ideológica,política, moral, material del país socialista debe ser un ejemplopara los pueblos de los estados con los cuales tiene relaciones,de modo que a través de estas relaciones, los pueblos de los es-tados no socialistas vean los beneficios y las ventajas que apor-ta el sistema socialista. Seguir o no el camino socialista, natu-ralmente, es asunto de su incumbencia, pero el deber del paíssocialista es dar buen ejemplo.

Los dirigentes chinos no sólo no tienen claros todos estosproblemas políticos, teóricos y organizativos y no desean escla-recerlos, sino que deliberadamente los enturbian aún más por-que, como dice Mao Tse–tung, hay que enturbiar para esclare-cer. Esta tesis no es justa. Por el contrario, debemos esclarecery persuadir para hacer la revolución, porque la falta de claridadexiste. Si se trata de enturbiar, entonces que se enturbie aún másal imperialismo que está en agonía, pero no debe ayudársele yponerle muletas para prolongar sus días. Acortemos la vida delcapitalismo para que los pueblos y el proletariado se liberen, pa-ra que se aproxime la perspectiva del socialismo y el comunis-mo. Este es nuestro camino revolucionario, el camino del mar-xismo–leninismo. No existe otro camino.

En el pasado, los dirigentes chinos utilizaban la expresión«lucha medida por medida» contra el imperialismo norteameri-cano, pero esta fórmula no la han aplicado ni mucho menos laaplican hoy. No llevan a cabo una lucha medida por medida por-que se acercan al imperialismo norteamericano, porque se hanaliado con los Estados Unidos de América.

Las relaciones diplomáticas, comerciales y culturales de Chi-na con los estados imperialistas y los demás estados del mundoestán fundadas sobre bases capitalistas. Estos lazos tienen porobjetivo reforzar las posiciones económicas y militares de Chi-na mediante las ayudas que busca obtener de los estados impe-rialistas poderosos, para así poder competir también ella con lasotras dos superpotencias. La propaganda que hace China por laradio y otros medios apunta a crear en el mundo la impresión de

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que China no sólo es un estado grande, poderoso y con una cul-tura antigua, sino que además la actual política china es progre-sista, e incluso marxista–leninista. Pero esta actividad de los re-visionistas chinos no sirve ni puede servir en absoluto como unejemplo a seguir por los pueblos del mundo en su lucha por des-truir el poder capitalista e imperialista.

La concepción china sobre la unidad del«tercer mundo» es reaccionaria

La dirección china busca la unión de todos los países del«tercer mundo», países heterogéneos desde cualquier punto devista que se los mire: desde el punto de vista del desarrollo eco-nómico, social y cultural, del tiempo que ha requerido y del ca-mino que ha recorrido cada uno para conquistar el grado de li-bertad e independencia de que goza hoy, etc.

Pero ¿cómo imagina esta unión que preconiza? La direcciónchina no la concibe en la vía marxista–leninista y en interés dela revolución y la liberación de los pueblos. La concibe desde elpunto de vista burgués, es decir, como una unión realizada a tra-vés de tratados y acuerdos, que atan y desatan los gobernantesde estos países, los cuales hoy están ligados con una potenciaimperialista, pero que mañana rompen los acuerdos establecidospara vincularse a otra.

La dirección revisionista china olvida que la unidad de estosestados nacionales sólo se puede asegurar gracias a la lucha delproletariado y de las masas trabajadoras de cada país concreto,en primer lugar contra el imperialismo del exterior que ha pene-trado en ese país, pero también contra el capitalismo y la reac-ción del interior. Únicamente sobre esta base se puede lograr launión de estos países, sólo sobre esta base se puede constituir elfrente único contra el imperialismo extranjero, así como contralos reyes, la burguesía reaccionaria, los feudales y los dictado-res nativos.

En el capitalismo la unión es realizada sólo por arriba, en lacumbre, para salvaguardar las conquistas de la burguesía y de-fenderse de la revolución. Mientras que la verdadera unión, launión popular, puede ser conseguida principalmente por abajo,teniendo al proletariado al frente.

Naturalmente no debe ser desechada la táctica de que puedevalerse el proletariado de un país del llamado tercer mundo o elproletariado de todos estos países para unirse con otras fuerzaspolíticas contra el imperialismo. Tampoco puede descuidarse launidad de las fuerzas revolucionarias con la dirección burguesade un país, cuando, en un momento dado, se crea una contradic-ción profunda con un imperialismo extranjero o con una direc-ción reaccionaria de uno de les países del «tercer mundo».

Todas estas eventualidades y posibilidades deben ser estudia-das y aprovechadas por las fuerzas revolucionarias. Por esta ra-zón Lenin dice que la ayuda del país socialista y del proletaria-do internacional debe ser diferenciada y condicionada.

Pero los dirigentes chinos predican precisamente una alianzaincondicional entre los gobiernos reaccionarios, para supuesta-mente hacer frente al imperialismo. Y cuando hablan contra elimperialismo, no tienen en cuenta el imperialismo en general,sino sólo el socialimperialismo soviético.

El debilitamiento del imperialismo y del capitalismo es hoyla tendencia principal de la historia mundial. Los esfuerzos delos diversos estados por liberarse de la influencia del imperialis-mo constituyen otra tendencia que conduce al debilitamientodel mismo. Pero esta segunda tendencia, a la que la dirección re-visionista china da, de manera incondicional, un carácter abso-luto, sin hacer ninguna diferenciación entre los países, sin estu-diar las situaciones generales y particulares, no conduce al ca-mino justo de unir a los pueblos en la lucha por liberarse de laingerencia y la dominación imperialistas. Tampoco puede con-ducir a un camino correcto el punto de vista de los revisionistaschinos que considera Europa como un continente con países del«segundo mundo», a los cuales alía con el «tercer mundo». Es-

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ta agrupación de estados capitalistas jamás puede estar por eldebilitamiento general del capitalismo mundial. Decir que talcosa puede lograrse a través de la ayuda y la colaboración de laburguesía aristocrática de Inglaterra, de la burguesía revanchis-ta de Alemania Occidental, de la astuta burguesía francesa y deotros grandes grupos capitalistas, es una ingenuidad lamentable.

Los sostenedores de la teoría de los «tres mundos» puedenpretender que, preconizando la unión de dichos países capitalis-tas, tienden a debilitar al imperialismo. Pero ¿a cuál de los im-perialismos debilitará esta unión? ¿Al imperialismo con el quela teoría de los «tres mundos» llama a crear un frente único con-tra el socialimperialismo? ¿Al imperialismo con el cual los paí-ses capitalistas de Europa, pese a tener también contradiccionescon él, están aliados? Está claro que la prédica llamando a re-forzar esta agrupación de estados, es una prédica tendente aconsolidar las posiciones del imperialismo norteamericano, afortalecer las posiciones de los estados capitalistas de EuropaOccidental.

Por otra parte, cuando la dirección china habla de crear unaalianza de los estados del «segundo mundo» con los estados delllamado tercer mundo, sobreentiende la alianza entre los círcu-los dominantes de dichos países. Pero pretender que estas alian-zas contribuirán a liberar a los pueblos, es un punto de vistaidealista, metafísico, antimarxista. Por lo tanto, engañar con ta-les teorías revisionistas a las amplias masas de los pueblos quereivindican la liberación, es un crimen contra los pueblos y larevolución.

El Partido Comunista de China opina que el imperialismo nosabe, no ve, no comprende y no aprovecha las contradiccionesque existen entre los países que acaban de sacudirse el yugo delcolonialismo y han caído bajo el yugo del neocolonialismo. Loshechos demuestran que estas contradicciones son explotadaspor el imperialismo a diario y constantemente en beneficio pro-pio. Este incita y empuja a dichos países y a sus pueblos a lu-char el uno contra el otro, a escindirse, a reñir entre sí, de modo

que no alcancen la unidad, aunque sea en algunos problemasparticulares.

También el imperialismo lucha a vida o muerte, se esfuerzapor prolongar sus días y, cuando ve que no puede lograr esto conlos métodos corrientes, entonces desencadena guerras y agresio-nes abiertas para reconquistar su supremacía y su hegemonía.

Los dirigentes chinos anhelan unir a los países del «tercermundo» no sólo entre sí, sino también con los Estados Unidosde América, contra el socialimperialismo soviético. En otras pa-labras, los revisionistas chinos dicen sin tapujos a los pueblosdel «tercer mundo» que su enemigo principal es el socialimpe-rialismo soviético y por eso actualmente no deben levantarse nicontra el imperialismo norteamericano ni contra su aliada, laburguesía reaccionaria, que impera en sus países. Según la «teo-ría» china, los estados del «tercer mundo» deben luchar, no porconsolidar su libertad, su independencia y su soberanía, ni porla revolución, que acaba con la dominación de la burguesía, si-no por mantener el statu quo. Es comprensible que los revisio-nistas chinos, al predicar el acuerdo con los Estados Unidos deAmérica, en oposición a los intereses de la revolución y de lacausa de la liberación nacional, empujan estos estados a uncompromiso de traición.

Los partidos verdaderamente marxista–leninistas tienen co-mo tarea internacionalista estimular al proletariado y a los pue-blos de todos estos países e inspirarles para que hagan la revo-lución, se levanten contra la opresión y la servidumbre externase internas bajo cualquier forma que se presenten. Nuestro Parti-do opina que sólo así pueden crearse las condiciones para quelos pueblos combatan tanto al imperialismo como al socialim-perialismo, con los cuales la burguesía capitalista de la mayoríade estos países del «tercer mundo» está unida de las más diver-sas formas.

Pero ¿qué hace China? China defiende a Mobutu y a su ca-marilla en el Zaire. Con su propaganda intenta crear la impre-sión de que está defendiendo al pueblo de este país frente a la

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invasión de mercenarios urdida por la Unión Soviética, pero enrealidad protege al régimen reaccionario de Mobutu. La cama-rilla de Mobutu es una agencia al servicio del imperialismo nor-teamericano. Con su propaganda y su postura «pro Zaire», Chi-na defiende la alianza de Mobutu con el imperialismo norteame-ricano, con el neocolonialismo y lucha para que en este país nose modifique el statu quo establecido. El deber de los verdade-ros revolucionarios no es defender a los gobernantes reacciona-rios, instrumentos de los imperialistas, sino trabajar para alentaral pueblo del Zaire a que luche por su libertad y soberanía con-tra Mobutu, el capital local y el imperialismo norteamericano,francés, belga, etc.

Del mismo modo que estamos contra Mobutu en el Zaire, es-tamos contra Neto o sus acólitos en Angola, porque la UniónSoviética hace con Neto en Angola exactamente lo mismo quelos Estados Unidos de América con Mobutu en el Zaire. Exami-nando la evolución de la situación en estos dos estados mencio-nados, se observa claramente cómo en ellos se desarrolla la ri-validad entre las superpotencias por el reparto colonial, por ladistribución de los mercados. Nosotros no defendemos ni a Ne-to, ni a la Unión Soviética, pero, al combatirlos, no podemosapoyar al imperialismo norteamericano y a sus mercenarios,enemigos del pueblo angoleño. En toda situación, en toda cir-cunstancia y en todo momento debemos respaldar a los pueblosrevolucionarios y, en el caso del Zaire y Angola, debemos apo-yar únicamente a los pueblos de estos dos países para que se sa-cudan el yugo que están imponiéndoles las superpotencias.

¿Qué debe recomendarse a los revolucionarios del Zaire?¿Establecer compromisos con Mobutu, como recomiendan losrevisionistas chinos, para que el pueblo de este país sea oprimi-do aún más por el imperialismo? No, los marxista–leninistas nopueden recomendar este tipo de compromisos al pueblo del Zai-re ni a ningún otro pueblo.

Tomemos como ejemplo la política de China en Pakistán. ElPakistán de los khan, donde siempre han imperado la burguesía

rica y los grandes latifundistas, ha sido supuestamente aliado deChina. La ayuda de China a este país no ha tenido un sentido re-volucionario. Ha ayudado a reforzar a la burguesía reaccionariay latifundista de Pakistán, la cual oprime ferozmente al pueblode este país, del mismo modo que las camarillas de Nehru,Gandhi y los demás magnates reaccionarios oprimen al pueblohindú. El gobierno de Zulficar Ali Bhutto era igual. Primero seprodujo la separación de Pakistán Oriental del Occidental. LaIndia supo aprovechar las grandes contradicciones que existíanentre el pueblo de Pakistán Oriental y la burguesía reaccionariaque dominaba Pakistán Occidental. Fomentó estas contradiccio-nes hasta llevar al pueblo de Pakistán Oriental a una insurrec-ción contra el Pakistán de Ali Bhutto. En aquel entonces se for-mó en Pakistán Oriental, que tomó el nombre de Bangla Desh,el gobierno de Muyibur Rahman, que pretendidamente luchabapor la democracia y por los intereses del pueblo. Pero un buendía Muyibur Rahman fue asesinado por elementos estrechamen-te ligados al imperialismo norteamericano. Ahora Ali Bhuttotambién ha sido derrocado. Así el amigo y aliado de China, ellatifundista y el hombre más rico de Pakistán, ha sido derribadopor otros reaccionarios a través de un golpe de estado.

Pero, ¿qué es esta oposición que llegó al poder y quiénes sonlos que la integran? También se trata de una fuerza reaccionaria,integrada por militares, capitalistas y grandes terratenientes.Movidos por sus intereses de clase y por los lazos que asimis-mo mantienen con los Estados Unidos de América, con la UniónSoviética o con China, buscan mantener firmemente en sus ma-nos el poder reaccionario. En estas condiciones hablar al pueblode Pakistán de alianza estrecha con tal o cual fuerza políticaburguesa, y de respaldo a una de esas fuerzas, a fin de que subs-tituya una camarilla dominante por otra, como hacen los diri-gentes chinos, no es indicarle el camino justo de la revolución.El camino correcto consiste en pedir al pueblo que, entre los dosfuegos, el de Bhutto y el de sus adversarios, encienda el pode-roso fuego revolucionario que sofoque a los dos primeros, de-

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rribe a las dos camarillas que existen en Pakistán, y que son ha-rina del mismo costal. En esta lucha en dos flancos el propiopueblo pakistaní debe saber aprovechar las contradicciones.

Lo mismo podemos decir de muchos países del llamado ter-cer mundo o «mundo no alineado».

Por lo tanto, la dirección china es desafortunada no sólo enlas alianzas y en la amistad con los marxista–leninistas, sinotambién en las alianzas con los estados burgués–capitalistas. Pe-ro, ¿por qué es desafortunada? Es desafortunada porque su po-lítica no es marxista–leninista, porque sus análisis y las deduc-ciones que saca de ellos, son erróneos. En estas condiciones,¿acaso los pueblos del «tercer mundo» pueden confiar en Chi-na, cuya intención es poner estos países bajo su férula?

Sólo la dictadura del proletariado, sólo la ideología marxis-ta–leninista, sólo el socialismo crean el cariño sincero, la amis-tad estrecha y la unidad de acero entre los pueblos, eliminandotodo lo que los separa y divide. Para crear la unidad y la amis-tad entre los pueblos, para zanjar los problemas siguiendo el ca-mino mejor y más adecuado a sus intereses, de ninguna maneradebe ayudarse ni hacerse concesiones a burgueses degeneradoscomo Mobutu, Bhutto, Gandhi y otros, en nombre de establecerun supuesto equilibrio político, que es una expresión de la teo-ría anticientífica, antipopular y oportunista del «equilibrio», lacual sirve para mantener el statu quo y la esclavitud.

Los marxista–leninistas luchamos contra el neocolonialismo,contra la burguesía capitalista opresora de cada país, es decir,contra los que oprimen a los pueblos. Esta lucha puede ser rea-lizada si los verdaderos partidos comunistas inspiran, organizany dirigen al proletariado y a las masas trabajadoras. El partidocumple con éxito su papel de dirección del proletariado y de lasmasas cuando su inspiración es marxista–leninista revoluciona-ria y no una inspiración equívoca a base de cien significados ode cien banderas. El partido marxista–leninista del país verda-deramente socialista no actúa partiendo únicamente de los inte-reses de su propio estado, sino que, además, siempre tiene en

cuenta el interés de la revolución mundial.

La teoría china del «tercer mundo» y la teoríayugoslava del «mundo no alineado» sabotean

la lucha revolucionaria de los pueblos

Todos los renegados del marxismo–leninismo, los revisionis-tas modernos, soviéticos, titistas, chinos, etc., hacen lo imposi-ble para combatir al marxismo–leninismo, la teoría victoriosadel proletariado. La denuncia que hizo nuestro Partido de la teo-ría de los «tres mundos», ha puesto en una situación difícil a losrevisionistas chinos; debido a que no están en condiciones deresponder teóricamente a nuestra oposición y desenmascara-miento, no porque nos teman, sino porque lo que temen es sufalta de argumentos.

Mao Tse–tung y Teng Siao–ping, que han enunciado o hanhecho suya la noción «tercer mundo», no han intentado, a pro-pósito, y además son incapaces de ello, argumentarla de mane-ra teórica. Y ¿por qué no lo han hecho? Esta «negligencia» su-ya es una trampa y tiene por objetivo engañar a la gente, haceradmitir sin discusión una tesis absurda, por el solo hecho de queha sido formulada por Mao Tse–tung. Mao Tse–tung no ha es-tado en condiciones de explicar en qué consiste la base teóricade esta noción «filosófica» o «política», porque no tiene ningu-na base. Él y sus discípulos se limitan a proclamar su concep-ción de la división del mundo en tres, pero sin sustentarla conargumentos, porque ellos mismos saben bien que esta tesis esinsostenible.

El «tercer mundo» chino y el «mundo no alineado» yugosla-vo son casi la misma cosa. Estos dos «mundos» tienen por ob-jetivo justificar teóricamente la extinción de la lucha de clasesentre el proletariado y la burguesía, y servir a las grandes poten-cias imperialistas y capitalistas a fin de conservar y perpetuar elsistema burgués de opresión y explotación.

El mito que han creado los revisionistas chinos en torno a la

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teoría del «tercer mundo», en tanto que teoría falsa, antimarxis-ta, sin ninguna base teórica, no surte efecto no sólo entre las am-plias masas del proletariado y de los pueblos que sufren en lospaíses del «tercer mundo», sino tampoco entre dirigentes de es-tos países. Estos últimos, a los que la dirección china quiere po-ner bajo su paraguas, tienen sus propios puntos de vista arraiga-dos en la cabeza, tienen su propia ideología y orientaciones de-terminadas, por eso no creen en los cuentos chinos. Los TengSiao–ping y compañía se imaginan que China puede imponersea estos países por su extensión territorial y por su población.Hasta cierto punto, y en la medida en que no le afecte, al impe-rialismo norteamericano le conviene la teoría china de los «tresmundos». Esta teoría fomenta la creación de situaciones confu-sas en el mundo, de las que se benefician tanto el imperialismonorteamericano como el socialimperialismo soviético para ex-tender cada cual su propia hegemonía, para tramar de una ma-nera aún más intensa alianzas y acuerdos con los cabecillas ca-pitalistas y latifundista–burgueses de los países del llamado ter-cer mundo. Esta situación también sirve a los fines socialimpe-rialistas de los revisionistas chinos.

En cuanto a la teoría del «mundo no alineado» los revisio-nistas yugoslavos la elevan a teoría universal, que debe susti-tuir la teoría marxista–leninista, la cual, según ellos, «está anti-cuada», ha dejado de ser «actual», porque los pueblos y el mun-do supuestamente han cambiado. No denuncian abiertamente elmarxismo–leninismo como hace Carrillo, pero, con la defensade su teoría del «mundo no alineado», lo combaten, mientrasque los que defienden el marxismo–leninismo, según los revi-sionistas yugoslavos incurren siempre en la misma «falta», noaceptan que se corrijan los principios, las normas de esta doc-trina revolucionaria, por lo tanto son «reincidentes». Segúnellos, el Partido del Trabajo de Albania (que es el blanco de susataques) es un partido «reincidente», porque exige que se apli-quen los principios, los métodos, la doctrina científica de Marx,

Engels, Lenin y Stalin en «un mundo completamente distinto alde su época».

Los puntos de vista titistas son totalmente antimarxistas. Deestas posiciones parte también el análisis que hacen de la actualevolución mundial. El revisionismo moderno en general y el re-visionismo yugoslavo y el chino en particular, están en contrade la revolución. Los revisionistas yugoslavos y chinos conside-ran que el imperialismo norteamericano es una fuerza poderosacapaz de tomar un camino más lógico, «ayudar» al mundo denuestros días que, según ellos, está en vías de desarrollo, y nodesea estar alineado. Pero la teoría yugoslava no logra dar la de-bida definición al término «no alineado». Los países que inclu-ye en este mundo suyo, ¿desde qué punto de vista no están ali-neados? ¿Desde el punto de vista político, ideológico, económi-co o militar? La teoría seudo marxista yugoslava no aborda nimenciona esta cuestión, porque todos estos países, que busca di-rigir pretendidamente como un mundo nuevo, no pueden libe-rarse de su múltiple dependencia respecto al imperialismo nor-teamericano o al socialimperialismo soviético.

La «teoría» yugoslava especula con el hecho de que actual-mente ha desaparecido en general el colonialismo de viejo tipo,pero no dice que muchos pueblos han caído en las garras delnuevo colonialismo. Los marxista–leninistas no negamos que elcolonialismo de las viejas formas haya desaparecido, pero acen-tuamos que ha sido reemplazado por el neocolonialismo. Sonlos mismos colonizadores de ayer los que hoy siguen oprimien-do a los pueblos con su potencial económico y militar, los quelos desorientan política e ideológicamente, propagando tambiénsu modo de vida corrompido. Los titistas consideran que una si-tuación de este tipo, es una gran transformación del mundo yañaden que dicha situación no fue conocida ni por Marx ni porLenin ni menos aún por Stalin, a quien ignoran totalmente. Se-gún ellos, ahora los pueblos son libres, independientes, su úni-ca aspiración es convertirse en no alineados, y que las riquezasdel mundo sean distribuidas de manera más racional, más justa.

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A fin de hacer realidad esta «aspiración», los «teóricos» yu-goslavos piden que los imperialistas norteamericanos, los socia-limperialistas soviéticos y los estados capitalistas desarrolladosse pongan la mano sobre el corazón y, bondadosamente, a tra-vés de conferencias internacionales, de debates, de cesiones yconcesiones recíprocas, contribuyan a cambiar el mundo actual,el cual, según ellos, «ha adquirido el nivel de conciencia reque-rido para ir al socialismo».

Este es el «socialismo» que predican los revisionistas titistas,y lo hacen con particular insistencia para apartar a los pueblosde la realidad. Puesto que no están por la revolución, están porla conservación de la paz social, para que la burguesía y el pro-letariado se entiendan «a fin de mejorar las condiciones de vidade las clases inferiores». Es decir, suplican humildemente a lasclases altas, que se muestren «generosas» y que concedan partede sus ganancias a los «pobres de la tierra».

Tito busca hacer de la teoría del «mundo no alineado» una«doctrina universal», que supuestamente se acomode, como he-mos expuesto más arriba, a la «actual situación mundial». Lospueblos del mundo han despertado y quieren vivir libres, peroesta «libertad», según la teoría de Tito, actualmente es «incom-pleta» porque existen dos bloques, el bloque de la OTAN y el deVarsovia.

Tito se hace pasar por una personalidad y el abanderado dela política en contra de los bloques. Es verdad que su país noforma parte de la OTAN ni del Tratado de Varsovia, sin embar-go está ligado a estas organizaciones militares por innumerableshilos. La economía y la política yugoslavas, no son indepen-dientes, están condicionadas por los créditos, las ayudas y losempréstitos de los países capitalistas, en primer lugar del impe-rialismo norteamericano, por eso se apoya más en este imperia-lismo. Pero Tito se apoya igualmente en el imperialismo sovié-tico y en todas las otras grandes potencias capitalistas. Así Yu-goslavia, que se hace pasar por no alineada, de facto, si no dejure, está alineada con las organizaciones agresivas de las super-

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potencias.En diversos países del mundo hay muchos dirigentes como

Tito, a los que pretende agrupar en el llamado mundo no alinea-do. En general, estas personalidades son burgueses, capitalistas,no marxistas, muchas de ellas combaten la revolución. Los ape-lativos socialista, demócrata, socialdemócrata, republicano, re-publicano independiente y otros, que se atribuyen a sí mismasalgunas de ellas, en la mayoría de los casos sirven para engañaral proletariado y al pueblo oprimido, para mantenerlos subyuga-dos, para jugar a sus espaldas.

En los estados «no alineados» impera la ideología capitalis-ta, antimarxista. Muchos de estos estados están enredados conlas superpotencias y todos los países capitalistas desarrolladosdel mundo por los mismos lazos que lo está la Yugoslavia titis-ta. La agrupación en el «mundo no alineado» que predica Titopara todos los países del mundo, bajo su dirección, tiene comoúnica base el objetivo y la actividad tendentes a sofocar la revo-lución, a impedir que el proletariado y los pueblos se levanten yderrumben la vieja sociedad capitalista, e instauren la sociedadnueva, el socialismo.

Esta es la idea y éste es el principio fundamental por los quese orienta Tito para agrupar a estos países. Él se jacta de haberlogrado agruparlos y dirigirlos pero, de hecho, no hay nada deesto, porque nadie da a la teoría titista del «mundo no alineado»,ni tampoco a la teoría china de los «tres mundos», la importan-cia que sus abanderados desean y pretenden concederles. Cadauno anda a su manera por el camino que le asegure los mássubstanciales y los más inmediatos beneficios.

Según todos los síntomas, el imperialismo norteamericano yel capitalismo mundial prefieren el «mundo no alineado» de Ti-to al «tercer mundo» de los chinos. Los países capitalistas desa-rrollados y el imperialismo norteamericano, no obstante apoyarla teoría china de los «tres mundos», muestran respecto a ella uncierto miedo, una cierta vacilación, porque el fortalecimiento deChina puede crear situaciones desagradables y constituir más

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tarde una amenaza también para los propios norteamericanos.En cambio, el «mundo no alineado» de Tito no representa nin-gún peligro para los Estados Unidos de América. Por eso Car-ter, en el curso de la reciente visita de Tito a los Estados Unidosde América, puso por las nubes el papel de este último en lacreación del «mundo no alineado», y calificó el movimiento delos «países no alineados» de «factor importantísimo para la so-lución de los grandes problemas del mundo actual».

Los «países no alineados», que en su mayoría son capitalis-tas, han echado su suerte. Saben maniobrar políticamente y es-tán con las potencias imperialistas y capitalistas que les conce-den más ayudas. Hacer política, según la concepción burguesay capitalista, significa mentir, andar con rodeos, burlar a uno ya otro a más y mejor. Esta política es una política de prostitu-ción, cuyo objetivo en determinados momentos y de acuerdo alas coyunturas, es beneficiarse por lo menos de algún plazo deun estado más poderoso, en interés de su propia clase y de lagente gorda de la misma.

El titismo, con la teoría del «mundo no alineado», preconizaprecisamente esta política. Pero esta política no tiene en todaspartes una orientación idéntica, como pregona Tito. Los estados«no alineados» no preguntan a Tito lo que deben hacer y cómodeben actuar. Los gobernantes de estos estados, con alguna ex-cepción, se esfuerzan por reforzar su poder capitalista, por ex-plotar a sus propios pueblos, por tener amistad con un gran paísimperialista, por impedir el estallido de toda revuelta e insurrec-ción popular, de toda revolución y sofocarlas si estallan. Heaquí toda la política del «mundo no alineado» titista.

También la teoría china del «tercer mundo» es partidaria delstatu quo. El «mundo no alineado» titista tiene como finalidadmendigar créditos al imperialismo norteamericano y a los otrospaíses capitalistas para enriquecer y mantener en el poder a laclase burguesa. También China, con el «tercer mundo», preten-de enriquecerse, potenciarse económica y militarmente paraconvertirse en la superpotencia que domine el mundo. Los ob-

jetivos de estos dos «mundos» son antimarxistas, son pro capi-tal, pro imperialismo norteamericano.

Los revisionistas yugoslavos, tal como demostraron una vezmás la visita de Tito a China11 y la de Jua Kuo–feng a Yugosla-via, dirigen muchos elogios y astutas adulaciones a China quese adecuan perfectamente al carácter de los revisionistas chinos,para arrastrarlos a sus posiciones, con el fin de que la teoría delos «países no alineados» encuentre no sólo buena comprensión,sino que además sea aceptada completamente por Pekín. Los di-rigentes revisionistas chinos, con Jua Kuo–feng y TengSiao–ping a la cabeza, a pesar de que no renuncian a la teoríadel «tercer mundo», se han expresado abiertamente en respaldode la teoría titista del «mundo no alineado». Dieron muestras deque desean trabajar estrechamente con los revisionistas yugos-lavos, en una misma línea, en dos rieles paralelos, con un obje-tivo antimarxista común para engañar a los pueblos del «tercermundo». Ahora los dirigentes yugoslavos están desarrollandoestos puntos de vista en defensa de China. Tomándola bajo sudefensa han planteado incluso algunos «argumentos», que sonofensivos para China, como estado megalómano que es. Al afir-mar que la política actual de China es realista, los titistas se po-nen de su lado y defienden a los dirigentes chinos del desenmas-caramiento a que está sometiéndolos nuestro Partido.

China, dicen los yugoslavos, es un gran país que, por su pro-pia naturaleza, debe desarrollarse, porque aún está atrasada; esun país en vías de desarrollo. Los titistas pretenden que los par-tidos marxista–leninistas, como el Partido del Trabajo de Alba-nia, cometen un error al atacar a China por sus justas aspiracio-nes de desarrollo y de no–alineamiento, por la ayuda que pres-ta a las luchas de liberación nacional, etc., etc. Yugoslavia tienela pretensión de que China gire en torno a ella como un satélite.

11 Del 30 de agosto al 8 de septiembre de 1977. Véase: Enver Hoxha, Re-flexiones sobre China. t. II, Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1979, págs.540–545, 617–622, 633–643, 665–666, ed. en español.

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Para los revisionistas yugoslavos es importante que China adop-te sin ninguna vacilación sus puntos de vista antimarxistas.

Con su teoría del «mundo no alineado», Yugoslavia con Titoal frente, ha servido siempre con fidelidad al imperialismo nor-teamericano. También ahora Tito y su grupo hacen el mismo ti-po de servicio al esforzarse por llevar a China hacia un acerca-miento y alianza con los Estados Unidos de América. Este erael objetivo principal del viaje de Tito a Pekín y de sus conver-saciones que concluyeron con el establecimiento de una estre-cha amistad, amistad que, con la visita de Jua Kuo–feng a Yu-goslavia, adquirió la forma de una vasta colaboración no sóloentre estados sino también a nivel de partidos. En el curso de lavisita de Tito a Pekín, los dirigentes chinos admitieron a mediavoz que la Liga de los Comunistas de Yugoslavia es un partidomarxista–leninista y que en Yugoslavia se construye el verdade-ro socialismo. Cuando Jua Kuo–feng llegó a Belgrado, esto fueadmitido abierta y oficialmente.

En otras palabras, los maoistas hicieron lo mismo que Miko-yan y Jruschov en su tiempo, que reconocieron abiertamenteque Tito es un «marxista», que «en Yugoslavia se está constru-yendo el socialismo», que «el Partido Comunista de Yugoslaviaes un partido marxista–leninista».

Los Estados Unidos de América manipulan, a su antojo, tan-to el hilo Tito, como los hilos Jua Kuo–feng y Teng Siao–ping.Los dos últimos son muñecos que no aparecen abiertamente enel escenario de los teatros de marionetas, sino que son de esospersonajes que se ocultan, que, cuando son atacadas sus teorías,cuando no encuentran argumentos para polemizar, declaran:¡«no hacemos polémica»! ¿Por qué no hacen polémica con Al-bania socialista cuando ella y el Partido del Trabajo marxis-ta–leninista los están desenmascarando tanto ante la opinión pú-blica mundial? ¿A qué esperan? No quieren polemizar porquetemen ver desenmascarado su juego traidor al marxismo–leni-nismo y a la revolución. Esta es la razón por la que los dirigen-tes chinos ocultan la verdad cuando, por medio de los yugosla-

vos y otros, dicen que China no responderá a la polémica alba-nesa.

Los Estados Unidos de América, la Unión Soviética y otrospaíses capitalistas celebran reiteradas reuniones bilaterales ymultilaterales, organizan conferencias de todo tipo, convocancongresos, adoptan resoluciones, pronuncian discursos y orga-nizan conferencias de prensa, dicen multitud de mentiras y ha-cen promesas, amenazas y chantajes. Y todo esto con la finali-dad de salir de la crisis que los tiene atenazados, de sofocar elsentimiento de venganza de los pueblos que sufren bajo la opre-sión, de engañar a las amplias masas trabajadoras y al proleta-riado, de engañar a los demócratas progresistas. En todo estejuego, en este sucio laberinto, también los revisionistas yugos-lavos y chinos juegan su carta.

De igual modo, la teoría del «mundo en vías de desarrollo»es otra carta de este juego, que persigue el mismo objetivo anti-marxista, confundir a las gentes. Esta teoría no trata de cuestio-nes políticas, porque lo haría en vano. Para ella sólo existe la«cuestión económica» y la «cuestión del desarrollo» en general.Nadie determina qué desarrollo es el que busca la teoría del«mundo en vías de desarrollo». Naturalmente, los diversos paí-ses del mundo desean desarrollarse en todos los terrenos de lavida: económico, político, cultural, etc. Los pueblos del mundo,con el proletariado a la cabeza, aspiran a destruir el viejo y po-drido mundo burgués–capitalista y edificar en su lugar el mun-do nuevo, el socialismo. Pero, acerca de este mundo no se dicenada en la teoría del «mundo no alineado» ni en la del «mundoen vías de desarrollo».

Cuando los marxista–leninistas hablamos de los diversospaíses, también formulamos nuestras consideraciones respecto aellos, evaluamos asimismo el nivel de desarrollo de uno u otropaís, las posibilidades con que cuenta cada estado en este senti-do. Nosotros decimos que el pueblo de cada país debe hacer larevolución y construir la sociedad nueva con sus propias fuer-

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zas. Decimos que todo estado, para que sea libre, independien-te y soberano, debe edificar una sociedad nueva, debe combatiry derrocar a sus opresores, batirse contra cualquier imperialis-mo que lo avasalle, conquistar y defender los derechos políticos,económicos y culturales, edificar una patria plenamente libre,plenamente independiente, donde domine la clase obrera enalianza con todas las masas trabajadoras. Nosotros declaramosesto y somos resueltos defensores de la tesis leninista de los dosmundos. Somos miembros del mundo nuevo, el mundo socialis-ta, y combatimos a ultranza el viejo mundo capitalista.

Todas las demás «teorías» sobre la división del mundo en«primer mundo», «segundo mundo», «tercer mundo», «mundono alineado», «mundo en vías de desarrollo» o en cualquier otro«mundo» que pueda ser inventado en el futuro, sirven al capita-lismo; a la hegemonía de las grandes potencias, a sus designiosde mantener subyugados a los pueblos. Por esta razón combati-mos con todas nuestras fuerzas estas teorías reaccionarias y an-timarxistas.

Esta lucha de nuestro Partido es seguida con simpatía en to-do el mundo, sobre todo en los países de los llamados tercermundo, mundo no alineado o mundo en vías de desarrollo. Lospueblos de estos países, a los que las teorías revisionistas chi-nas, titistas, soviéticas, las teorías del imperialismo norteameri-cano, etc., quieren engañar, ven en nuestras concepciones mar-xista–leninistas, en la posición ideológica y política de nuestroPartido, una actitud correcta que responde a su justa aspiraciónde liberarse de una vez y para siempre de la opresión y la explo-tación.

Precisamente por eso los enemigos del marxismo–leninismoy de nuestro Partido pretenden acusamos de sectarios, ultraiz-quierdistas, blanquistas, de no hacer un análisis correcto de lasituación internacional, sino de atenernos a algunos viejos es-quemas, etc. Es fácil comprender que se refieren a nuestra doc-trina revolucionaria, que califican de «esquematismo marxis-ta–leninista», «esquematismo staliniano», etc.

Nos acusan de que llamamos a los países que se han libera-do de la forma de explotación del viejo colonialismo y que hancaído en la forma de explotación del nuevo colonialismo, a pa-sar de inmediato al socialismo, a realizar inmediatamente la re-volución proletaria. Con esto creen atacamos, presentándonoscomo aventureros. Pero nuestro Partido se mantiene fiel a lateoría marxista–leninista, a la teoría que ha trazado de maneracorrecta el camino de la revolución, las etapas por las que debepasar esta revolución y las condiciones que deben ser cumplidaspara que la revolución, ya sea nacional–democrática y antiim-perialista, o socialista, se realice con éxito. Hemos permanecidofieles a esta teoría en el curso de nuestra Lucha Antifascista deLiberación Nacional, ahora permanecemos fieles a ella en laconstrucción del socialismo, permanecemos fieles a ella ennuestra lucha ideológica y en nuestra política exterior. Nuestroanálisis es justo, por eso ninguna calumnia puede alterarlo.

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Al inicio, cuando analizamos la estrategia global del imperia-lismo norteamericano y del socialimperialismo soviético paradominar el mundo, cuando analizamos la aparición y el desarro-llo de las diversas variedades del revisionismo moderno, así co-mo la lucha de todos estos enemigos contra el marxismo–leni-nismo y la revolución, hemos hablado también del lugar queocupa el revisionismo chino y de su estrategia.

China autodenomina marxista–leninista la línea política quesigue, pero la realidad demuestra lo contrario. Precisamente losmarxista–leninistas debemos desenmascarar la verdadera natura-leza de esta línea. No debemos permitir que las teorías revisio-nistas chinas pasen por teorías marxistas, no debemos tolerar queChina, en el camino en el que se ha metido, simule combatir porla revolución, cuando en realidad se opone a ella.

China, con su política, pone aún más en evidencia que tratade reforzar las posiciones del capitalismo en el país e implantarsu hegemonía en el mundo, convertirse en una gran potencia im-perialista para que también ella ocupe, como suele decirse, el«lugar que se merece».

La historia demuestra que todo gran país capitalista tiende a

transformarse en una gran potencia mundial, alcanzar y aventa-jar a las otras grandes potencias, competir con ellas por la domi-nación mundial. Los caminos que han seguido los grandes esta-dos burgueses para transformarse en potencias imperialistas hansido diferentes; estos caminos han estado condicionados por de-terminadas circunstancias históricas y geográficas, por el desa-rrollo de las fuerzas productivas, etc. El camino seguido por losEstados Unidos de América difiere del camino de las viejas po-tencias europeas, como Inglaterra, Francia y Alemania. Estas seformaron como tales sobre la base de las conquistas coloniales.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidosde América vinieron a ser la mayor potencia capitalista. Sobre labase del gran potencial económico y militar de que disponían ycon el desarrollo del neocolonialismo, se transformaron en unasuperpotencia imperialista. Pero no transcurrió mucho tiempo ya esta superpotencia se le sumó otra, la Unión Soviética, que,tras la muerte de Stalin y después de que la dirección jruschovis-ta traicionase al marxismo–leninismo, se transformó en una su-perpotencia imperialista. Aprovechó para este fin el gran poten-cial económico, técnico y militar creado por el socialismo.

Ahora nos vemos frente a los esfuerzos de otro gran estado,la China de nuestros días, por convertirse en superpotencia, por-que también ella marcha apresuradamente por el camino del ca-pitalismo. Pero China no tiene colonias, carece de una industriagrande y desarrollada, no posee una economía fuerte en su con-junto, no tiene un gran potencial termonuclear del mismo niveldel que disponen las otras dos superpotencias imperialistas.

Para convertirse en superpotencia se precisa a cualquier pre-cio de una economía desarrollada, de un ejército pertrechado conla bomba atómica, se necesita asegurar mercados y zonas de in-fluencia, hacer inversiones de capitales en el extranjero, etc. Chi-na busca cumplir cuanto antes tales requisitos. Esto quedó claroen el discurso pronunciado por Chou En–lai en la Asamblea Po-pular, en 1975, y fue reiterado en el XI Congreso del Partido Co-munista de China, donde se proclamó que, antes de terminar es-

II

EL PLAN DE CHINA PARA CONVERTIRSEEN SUPERPOTENCIA

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te siglo, China se convertirá en un país poderoso y moderno, conmiras a alcanzar a los Estados Unidos de América y a la UniónSoviética. Ahora todo este plan ha sido ampliado y precisado enlo que se denomina la política de las «cuatro modernizaciones».

Pero ¿qué camino ha escogido China para transformarse tam-bién ella en una superpotencia? Actualmente, las colonias y losmercados del mundo están ocupados por otros. Contrariamentea lo que pretenden los dirigentes chinos, es imposible crear conlas propias fuerzas y en 20 años, un potencial económico y mili-tar igual al que poseen los norteamericanos y soviéticos.

En estas condiciones, para llegar a superpotencia, China ten-drá que pasar por dos fases principales: la primera, solicitar cré-ditos e inversiones del imperialismo norteamericano y de losotros países capitalistas desarrollados, adquirir tecnología mo-derna para explotar las riquezas de su país, la mayor parte de lascuales pasará a título de dividendos a los acreedores. La segun-da, invertir la plusvalía obtenida a expensas del pueblo chino enestados de diversos continentes, como hacen en la actualidadlos imperialistas norteamericanos y los socialimperialistas so-viéticos.

Los esfuerzos de China por convertirse en superpotencia con-sisten, en primer lugar, en escoger los aliados y crear las alian-zas. Hoy en el mundo existen dos superpotencias, el imperialis-mo norteamericano y el socialimperialismo soviético. Los diri-gentes chinos han pensado que deben apoyarse en el impe-rialismo norteamericano, del cual tienen grandes esperanzasde obtener ayudas en el terreno económico, financiero, tec-nológico, organizativo y también en el aspecto militar. El po-tencial económico–militar de los Estados Unidos de América es,efectivamente, superior al del socialimperialismo soviético. Losrevisionistas chinos lo saben bien, aunque digan que América es-tá en decadencia. En su camino, no pueden apoyarse en un sociodébil, del cual no pueden sacar gran provecho. Precisamenteporque los Estados Unidos de América son poderosos, los han

escogido como aliado.La alianza con los Estados Unidos de América, el acomoda-

miento de la política china a la política del imperialismo nortea-mericano tiene también otros objetivos. Encierra en sí mismauna amenaza contra el socialimperialismo soviético, lo cual senota en la propaganda ensordecedora y en la febril actividad delos dirigentes chillos contra la Unión Soviética. Con esta políti-ca, China da a entender a la Unión Soviética revisionista que loslazos que ha establecido con los Estados Unidos de Américaconstituyen una fuerza colosal contra ella en caso de estallar unaguerra imperialista.

La actual política china tiende, asimismo, a trabar amistad yalianzas con todos los demás países capitalistas desarrollados, delos cuales pretende obtener beneficios políticos y económicos.China desea e intenta reforzar la alianza norteamericana con es-tos países del «segundo mundo», tal como los llama, y hace es-fuerzos en este sentido. Además, propugna la unidad o mejor di-cho la subordinación de éstos al imperialismo norteamericano, aquien considera su socio mayor.

Esto explica los estrechos lazos que el gobierno chino quiereestablecer con todos los estados capitalistas ricos, con el Japón,Alemania Occidental, Inglaterra, Francia, etc.; esto explica lasnumerosas visitas a China de delegaciones económicas, cultura-les y científicas gubernamentales, procedentes de los EstadosUnidos de América y de los demás países capitalistas desarrolla-das, ya se trate de repúblicas o reinos, así como las visitas de lasdelegaciones chinas a estos países. Así se explica que China, deforma sistemática, tome en cualquier ocasión posición en favorde los Estados Unidos de América, así como de los otros paísescapitalistas industrializados, esforzándose por poner de relievetodo escrito, toda declaración y toda acción de estos estados con-tra el socialimperialismo soviético.

Esta política de los dirigentes chinos no puede pasar inadver-tida para los Estados Unidos de América y no encontrar el debi-do respaldo de éstos. Es sabido que durante la Segunda Guerra

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Mundial en el Departamento el Estado Norteamericano existíandos lobby respecto a la cuestión china: uno en pro de ChiangKai–shek y otro en pro de Mao Tse–tung. Naturalmente, en esaépoca en el Departamento de Estado y en el Senado Norteame-ricano salió vencedor el lobby de Chiang Kai–shek, mientras quesobre el terreno, en el continente, en China venció el lobby deMao Tse–tung. Entre los inspiradores de este lobby se encontra-ban Marshall y Vandemeyer, Edgar Snow y otros*, que se con-virtieron en los amigos y consejeros de los chinos, los promoto-res e inspiradores de toda suerte de organizaciones en la nuevaChina. En la actualidad estos viejos lazos se renuevan, se refuer-zan, se amplían y se hacen más concretos. Hoy todo el mundopuede observar que China y los Estados Unidos de América seacercan cada vez más. Hace poco tiempo uno de los diarios nor-teamericanos mejor informados, el Washington Post, escribía:«Ahora existe un consenso norteamericano, que es apoyado in-cluso por la derecha, incluso por aquellos que sienten escasasimpatía por Pekín. Según este consenso, a pesar de lo ocurridoen el pasado, ya no hay motivo para que China sea consideradacomo una amenaza para los Estados Unidos de América. SalvoTaiwán, hay muy pocas cosas en las cuales los dos gobiernos nose ponen de acuerdo. Ambas partes han aceptado, de hecho,aplazar la cuestión de Taiwán, con el fin de beneficiarse en otrosterrenos».

La cuestión de Taiwán, que se plantea en las relaciones entreChina y los Estados Unidos de América, no pasa de ser puramen-te formal. Ahora China no insiste sobre esta cuestión. Le tienesin cuidado Hong Kong y no le preocupa en absoluto que Macaose encuentre aún bajo la dominación de los portugueses. El go-bierno chino no acepta la oferta del nuevo gobierno portugués derestituir a China esta colonia, diciendo que «lo regalado no sedevuelve». La existencia de estas colonias es algo anacrónico,

pero para la política pragmática de los dirigentes chinos esto ca-rece de importancia. Si Hong Kong y Macao siguen siendo co-lonias, ¿por qué no habría de serio Taiwán? Al parecer, China es-tá muy interesada en que Taiwán continúe en ese estado. Ademásde las relaciones abiertas, relaciones que desarrolla a la luz deldía, está interesada en desarrollar, a través de estas tres puertas,un tráfico secreto con los imperialistas norteamericanos, los im-perialistas ingleses, japoneses, etc. Por eso, las pamplinas quepretenden hacer creer Teng Siao–ping y Li Sien–nien, de que su-puestamente las relaciones chino–norteamericanas dependen dela actitud norteamericana respecto a Taiwán, no son más que unacortina de humo para disimular la política china de acercamien-to a los Estados Unidos de América, con la finalidad de conver-tirse en una superpotencia.

Carter ha declarado que los Estados Unidos de América esta-blecerán relaciones diplomáticas con China12. En lo que se refie-re a Taiwán adoptarán la actitud del Japón, es decir, formalmen-te cortarán las relaciones diplomáticas con la isla, manteniendolas relaciones económicas y culturales y, al amparo de éstas,también las militares. De hecho, China está interesada en las re-laciones militares entre los Estados Unidos de América y Tai-wán. Desea que los Estados Unidos de América mantengan tro-pas en Taiwán, el Japón, Corea del Sur y el Océano Indico, por-que piensa que su presencia la beneficia, ya que sirve de contra-peso a la Unión Soviética.

Todas estas actitudes están ligadas al camino que ha escogidola dirección china, para hacer de su país una superpotencia, es-forzándose por desarrollar la economía y acrecentar el potencialmilitar mediante los créditos y las inversiones de los EstadosUnidos de América y de otros grandes países capitalistas. Ella le-gitima este camino pretendiendo aplicar una política justa, la lí-nea «marxista» de Mao Tse–tung, según el cual «China debe

* Véase: Enver Hoxha. Reflexiones sobre China, t. II, Casa Editora «8Nëntori», Tirana, 1979, págs. 512–519, ed. en español.

12 Las relaciones diplomáticas entre China y los EE.UU. fueron estableci-das el 1 de enero de 1979.

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aprovechar los grandes éxitos del mundo, las patentes, las nue-vas tecnologías, poniendo lo extranjero al servicio del desarrollointerno»13, etc. Los artículos de Renmin Ribao y los discursos delos dirigentes chinos están plagados de tales slogans. Según laconcepción china; aprovechar los inventos y los logros en el te-rreno de la industria de los otros estados, significa recibir crédi-tos y aceptar inversiones de los Estados Unidos de América, elJapón, Alemania Occidental, Francia, Inglaterra y los otros paí-ses capitalistas, a los que China corteja a más y mejor.

Los dirigentes chinos han hecho suyas las teorías revisionis-tas, según las cuales los grandes países, y China entre ellos, quetienen muchas riquezas, pueden recibir créditos del imperialis-mo norteamericano o de cualquier estado, trust y poderoso ban-co capitalistas, porque supuestamente son capaces de reembol-sarlos. En defensa de este punto de vista han salido los revisio-nistas yugoslavos, que, pregonando su experiencia de la «cons-trucción del socialismo específico» con las ayudas de la oligar-quía financiera mundial y especialmente del capital norteameri-cano, dan el ejemplo e incitan a China a seguirlo sin vacilar.

Los grandes países podrán liquidar los créditos que reciben,pero las inversiones imperialistas que se hacen en ellos, como enla Unión Soviética revisionista o en China y en cualquier otro lu-gar, inevitablemente acarrean graves consecuencias neocolonia-listas. Las riquezas y el sudor de los pueblos son explotados tam-bién en interés de los consorcios y de los monopolios capitalis-tas extranjeros. Los imperialistas norteamericanos, así como losestados capitalistas desarrollados de Europa Occidental o el Ja-pón, que invierten en China y en los países revisionistas, tienencomo objeto establecerse en ellos, pretenden que los consorciosde sus países se entrelacen en una estrecha colaboración con los

trusts y las ramas de las principales industrias en estos países.La inversión de capitales de los estados imperialistas en Chi-

na no es un problema tan sencillo, como tratan de presentarlo losrevisionistas, que consideran exenta de peligros esta penetracióndel capital en sus países, ya que éste no se introduciría a travésde las relaciones interestatales (a pesar de que altos dirigenteschinos han declarado últimamente que aceptarán créditos guber-namentales del exterior), sino por medio de bancos y sociedadesprivadas sin implicaciones ni intereses políticos. El endeuda-miento de cualquier país, grande o pequeño, con un imperialis-mo u otro, siempre conlleva peligros inevitables para la libertad,la independencia y la soberanía del país que toma este camino,tanto más para países económicamente pobres como China. Unpaís verdaderamente socialista no necesita de tales deudas. Lasfuentes de su desarrollo económico las encuentra en su propiopaís, en sus propios recursos, en su acumulación interna y en lafuerza creadora del pueblo. Un testimonio muy claro de qué me-dios, recursos y capacidades inagotables dispone un país socia-lista para desarrollarse, es el ejemplo de Albania, el ejemplo deun país pequeño. Mucho más importantes son los medios y re-cursos de un país grande en caso de que marche consecuente-mente por el camino del marxismo–leninismo.

La apertura del mercado chino al imperialismo norteamerica-no y a las grandes compañías norteamericanas y otras occidenta-les ha sido acogida con irreprimible alegría por los imperialistasde los Estados Unidos de América y por toda la burguesía inter-nacional.

Las multinacionales, los industriales de los Estados Unidosde América, conocen bien la economía de China y sus grandesriquezas, por eso hacen todo lo posible para levantar en ella sured económica, constituir sociedades mixtas y obtener grandesbeneficios. Así están actuando en China no sólo las grandes so-ciedades norteamericanas; sino también las sociedades japone-sas, alemanas y de otros países capitalistas desarrollados.

Ya China ha concluido un contrato con el Japón, para vender-

13 A este fin sirve también el Código sobre las empresas mixtas de capitalchino y extranjero, aprobado por la Asamblea Nacional Popular de china enjulio de 1979, según el cual, la parte del capital extranjero no debe constituirmenos del 25 por ciento. (Véase: Beijing Review, N° 29, 23 de julio de 1979,págs. 25–27).

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le anualmente hasta 10 millones de toneladas de petróleo. Tam-bién representantes del ENI italiano, a la cabeza de un nutridoequipo, viajaron a China para ofrecer licencias de tecnología deprospección del petróleo, pero allí se encontraron con grandesgrupos de las compañías petroleras norteamericanas, que conanterioridad habían hecho transacciones con China para extraery explotar conjuntamente el petróleo. China hace lo mismo conlos otros sectores de la minería, el hierro y los distintos minera-les que puedan ser descubiertos y que allí se hallan en gran can-tidad. Los magnates alemanes del carbón ya están presentes enChina y han concluido contratos de varias decenas de miles demillones de marcos. Los ministros chinos recorren de punta apunta el Japón, América y Europa para obtener créditos, contra-tar nuevos equipos tecnológicos, comprar armas modernas, es-tablecer acuerdos técnico–científicos, etc. Todas las puertas delas instituciones y de las empresas chinas están abiertas para loshombres de negocios de Tokio, Wall Street y del Mercado Co-mún Europeo, que se dan prisa en ir a Pekín para ser los prime-ros en acaparar los grandes proyectos de «modernización» queles ofrece el gobierno chino. De esta manera también China es-tá entrando en el gran círculo infernal de la absorción imperia-lista, del insaciable hambre imperialista de apoderarse de las ri-quezas del subsuelo y de las materias primas, de explotar la ma-no de obra de su país.

Es sabido que el capitalista no concede ayudas a nadie sin an-tes considerar, en primer lugar, su propio interés económico, po-lítico e ideológico. No se trata únicamente del porcentaje que ob-tiene como ganancia. El país capitalista que concede el crédito,junto con él, introduce en el país que recibe la «ayuda», tambiénsu modo de vida, su modo de pensar capitalista, crea sus bases yse extiende insensiblemente como una mancha de aceite, amplíasu telaraña y la araña está siempre en el centro y chupa la sangrea todas las moscas que caen en sus redes, como fue el caso deYugoslavia, como lo es actualmente el caso de la Unión Soviéti-ca. Y China correrá la misma suerte.

Por consiguiente, China cederá, como lo está haciendo ya,también en lo político e ideológico, mientras que el mercado chi-no se convertirá en un débouché* de gran importancia para elimperialismo norteamericano y las otras potencias capitalistasindustrializadas.

Los créditos y las inversiones norteamericanos, germano–oc-cidentales, japoneses, etc., que se realizan en China no puedendejar de vulnerar, en uno u otro grado, su independencia y sobe-ranía. Tales créditos acarrean la dependencia de cualquier estadoque los recibe, porque el acreedor impone su política. Por lo tan-to, cualquier estado, grande o pequeño, que se introduce en losengranajes del imperialismo, mutila o pierde su libertad política,su independencia y soberanía. En esta situación de mutilación desu soberanía se encuentra la Unión Soviética, que, cuando em-prendió el camino de la restauración del capitalismo, era muchomás fuerte económica y militarmente que la China actual, la cualse encamina por el mismo sendero.

Como es de suponer, los países pequeños, cuando se introdu-cen en los engranajes del imperialismo, pierden su libertad e in-dependencia antes que los países grandes, como China y laUnión Soviética, que pueden perderlas con una gradación máslenta, debido no sólo a que cuentan con un mayor potencial eco-nómico y militar, sino porque, basándose en este potencial, pug-nan por conservar los mercados y apoderarse de nuevos, crearzonas de influencia y ensancharlas para presionarse mutuamen-te, e incluso trabarse en guerras, cuando no encuentren otra sali-da. Pero esto, a pesar de todo, no les libra de las cadenas de loscréditos Y las inversiones que atan sus pies. Los créditos y losintereses deben ser pagados. Pues bien, si no se está en condicio-nes de pagarlos, se contraen nuevas deudas. A las deudas exis-tentes se suman otras y el capitalista exige las rentas, y, cuandono pueden ser pagadas, el deudor es puesto entre la espada y lapared. Las sociedades monopolistas norteamericanas, por ejem-

* En francés – vertedero.

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plo, que imponen la política a seguir a su propio gobierno, leobligan a proteger por todos los medios sus capitales, a declarar,si es preciso, incluso la guerra para defenderlos.

Juzgando por el afán que muestran los dirigentes chinos deapoyarse en el imperialismo norteamericano, en los capitalistasde los Estados Unidos de América, para desarrollar la economíade su país, se cae por su propio peso también su ruido ensorde-cedor sobre el debilitamiento de este imperialismo. Sus declara-ciones de que supuestamente el imperialismo norteamericano seha debilitado son una superchería, al igual que lo es su declara-ción sobre el apoyo en las propias fuerzas. En la práctica de losrevisionistas chinos todo el mundo puede observar que dicen locontrario de lo que piensan.

La prensa oficial china frecuentemente se muestra preocupa-da por los créditos que recibe la Unión Soviética socialimperia-lista de los bancos norteamericanos, germano–occidentales, ja-poneses, etc. Previene a los Estados Unidos de América y demáspaíses capitalistas desarrollados para que estén atentos, ya quelas ayudas tecnológicas y los créditos que conceden a la UniónSoviética son empleados en el desarrollo y el reforzamiento desu potencial económico y militar, que estas ayudas y créditosacrecientan el peligro que para ellos significa el socialimperialis-mo, el cual, como dicen los dirigentes chinos, ha venido a ocu-par hoy el lugar del III Reich. Por eso llaman a cancelar cuantoantes estos créditos.

No es difícil deducir el verdadero sentido de la «preocupa-ción» que muestran los dirigentes chinos en torno a los créditosque recibe la Unión Soviética. Naturalmente, les tiene sin cuida-do la esencia capitalista de estos créditos, o el peligro que repre-sentan para la soberanía del estado soviético. Lo que quieren de-cir a los magnates del capital norteamericano y al gobierno delos Estados Unidos de América, a los capitalistas y gobiernos delos demás países imperialistas, es que no deben conceder esoscréditos y esas ayudas a la Unión Soviética, sino a China de lacual no les viene ningún peligro, sino sólo beneficios.

Esta es una de las caras del plan chino para hacer de Chinauna superpotencia. La otra cara son los esfuerzos por dominara los países menos desarrollados del mundo, por convertirseen líder de lo que China llama «tercer mundo».

El grupo que impera actualmente en China hace mucho hin-capié en el «tercer mundo», en el cual incluye a la propia China,y esto no ocasionalmente y sin intención. El «tercer mundo» delos revisionistas chinos tiene un objetivo político bastante deter-minado. Forma parte de la estrategia que tiende a convertir Chi-na lo antes y lo más aceleradamente posible en una superpoten-cia. China pretende agrupar en torno suyo a todos los países del«tercer mundo» o los «países no alineados», o bien a los «paísesen vías de desarrollo», para crear una gran fuerza, que no sóloaumentará el potencial global chino, sino que también la ayuda-rá a oponerse a las otras dos superpotencias, los Estados Unidosde América y la Unión Soviética, a tener un peso mayor en loschalaneos para el reparto de los mercados y las zonas de influen-cia, a asegurarse el status de verdadera superpotencia imperialis-ta. China trata de realizar su objetivo de agrupar a su alrededorel mayor número posible de estados del mundo bajo la falsa con-signa de que está por que los pueblos se liberen del neocolonia-lismo y pasen al socialismo a través de la lucha contra el impe-rialismo. Este imperialismo es en cierto modo abstracto, pero re-calca que el imperialismo más peligroso es el soviético.

China ha lanzado esta consigna demagógica y carente de con-tenido teórico con la esperanza de valerse de ella para lograr susfines hegemonistas. Al principio pretende establecer su domina-ción en el llamado tercer mundo y luego manejar este «mundo»en función de sus intereses imperialistas. Por el momento, Chi-na trata de disimular esto con su reputación de país socialista.Especula con el hecho de que un país socialista no puede susten-tar puntos de vista esclavizadores, ni tener a los demás agarradospor las narices, chantajearlos, combatirlos, oprimirlos y explo-tarlos. Emplea dicha consigna apoyándola en la fama que tiene

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el Partido Comunista de China, creado por el «gran» MaoTse–tung, de ser, según dicen, un partido marxista–leninista, quesigue fielmente la teoría de Marx y Lenin, teoría que combate to-dos los males del sistema capitalista, la explotación colonial, etc.

Enmascarándose bajo esta falsa identidad, ocultándose tras lafrase «tercer mundo» e incluyéndose sin criterio alguno y sinninguna definición de clase en este «mundo», China piensa po-der realizar más fácilmente su objetivo estratégico de estableceren él su propia hegemonía. La Unión Soviética ha utilizado elmismo engaño hacia los otros países. Todos los revisionistasjruschovistas predican día y noche que son «socialista» y que suspartidos son «verdaderos partidos marxista–leninistas». A suvez, también los revisionistas soviéticos tratan de establecer, ba-jo este disfraz, su hegemonía en el mundo. Por consiguiente, po-demos decir que no existe ninguna diferencia esencial entre laactuación china y la del socialimperialismo soviético.

Toda esta evolución de la política y la actuación chinas corro-bora en su totalidad la definición marxista–leninista de las carac-terísticas del imperialismo, en tanto que dominación de la oligar-quía financiera que busca mercados, que quiere conquistar elmundo y sentar en todas partes su hegemonía. En este sentido,China intenta penetrar en los países del «tercer mundo» y ocuparun «lugar al sol». Pero este «lugar» debe ganárselo con grandessacrificios.

Para penetrar en el «tercer mundo»; para hacerse con los mer-cados, se necesitan capitales. Las clases dominantes, que deten-tan el poder en los países del «tercer mundo», reclaman inversio-nes, reclaman créditos y «ayudas». Pues bien, China no está encondiciones de ofrecerles «ayudas» en grandes cantidades, por-que no cuenta con potencial económico suficiente. Precisamen-te ahora intenta crear este potencial con la ayuda del imperialis-mo norteamericano. En tales condiciones, la burguesía que ejer-ce su dominio en los países del «tercer mundo» tiene claro quepor el momento no puede beneficiarse mucho de China ni desdeel punto de vista económico y tecnológico, ni desde el punto de

vista militar. Puede obtener mayores beneficios del imperialismonorteamericano y del socialimperialismo soviético, que poseenun gran potencial económico, técnico y militar.

No obstante, China, al igual que todo país que tiene objetivosimperialistas, pugna, y pugnará aún más, por apoderarse de mer-cados extranjeros; se esfuerza, y se esforzará aún más, por exten-der su influencia y su dominación. Ahora estos planes ya sonevidentes. Está creando sus propios bancos, no sólo en HongKong, donde los tiene desde hace tiempo, sino también en Euro-pa y otros lugares. En especial, intentará crear bancos en los paí-ses del «tercer mundo» y exportar capitales hacia ellos. En esteterreno, hoy por hoy, hace muy poco. La «ayuda» de China con-siste en la construcción de alguna fábrica de cemento, de algúnferrocarril o de algún hospital, porque sus posibilidades no danpara más. Sólo cuando las inversiones norteamericanas, japone-sas, etc., en China comiencen a dar los frutos deseados por ella,es decir, cuando se desarrollen la economía, el comercio y la téc-nica militar, China estará capacitada para emprender una verda-dera expansión económica y militar en vasta escala. Pero, paralograr esto se necesita tiempo.

Entre tanto maniobrará, como ya ha empezado a hacerlo, conla política de «ayudas» y créditos sin o con un mínimo de inte-reses, en unos momentos en que los soviéticos y norteamerica-nos exigen mucho más. Mientras los capitales chinos no estén encondiciones de desbordarse en el extranjero, la dirección revisio-nista de China centrará su atención en el aspecto propagandísti-co de las escasas «ayudas» y créditos que concede a los «paísesen vías de desarrollo», preconizando su «carácter internaciona-lista», sus «fines desinteresados», acompañando esto con el le-ma de «apoyarse en las propias fuerzas» para liberar y construirel país.

A medida que China se desarrolle económica y militarmente,intentará cada vez más penetrar en los países pequeños y menosdesarrollados y dominarlos a través de sus exportaciones de ca-pitales, y entonces ya no exigirá el 1 o el 2 por ciento de interés

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por sus créditos, sino que hará lo mismo que los demás.Sin embargo, todos estos planes y esfuerzos no pueden ser

realizados de dos zancadas. Los países imperialistas y capitalis-tas desarrollados, que tienen su influencia en los países del lla-mado tercer mundo, no permiten que China ocupe fácilmente losmercados que ellos hace tiempo han conquistado por medio delas guerras de rapiña. No sólo conservan fuertemente sus viejasposiciones, sino que por todos los medios tratan de ocupar otrasnuevas y no permiten que China meta la mano en estos países.

El imperialismo es implacable con cualquiera de sus sociostanto cuando se halla en dificultades, como cuando está en auge.A veces puede hacer de mal agrado y para obtener después ma-yores beneficios, alguna concesión, pero, sobre todo, procura re-forzar sus cadenas, no sólo las que atan a los países débiles, si-no también a los desarrollados; como es el caso de los estadoscapitalistas industrializados. Los Estados Unidos de América,por ejemplo, siempre han seguido esta política con sus aliadoscapitalistas, cuando éstos se han encontrado en momentos difíci-les en las guerras imperialistas que han estallado entre ellos. Pe-ro, también después de estas guerras, cuando sus aliados se hanesforzado por recuperarse, el imperialismo norteamericano haempleado todas sus fuerzas para impedir que penetren en los paí-ses donde había establecido su dominio. De este modo, despuésde la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos de América,«ayudando» a Inglaterra y Francia que salieron debilitadas deella, se introdujeron profundamente en el mercado de la libra es-terlina, en el del franco, etc. Los monopolios y los cártels nortea-mericanos de la metalurgia, la química, los transportes y muchasotras ramas vitales para el desarrollo del capitalismo, penetraronen una proporción abrumadora en los monopolios y en los cár-tels de Inglaterra, Francia, etc., colocando estos países bajo ladependencia del imperialismo norteamericano. Este imperialis-mo feroz e insaciable, como todo imperialismo, no puede actuarde modo diferente con China.

Teniendo en cuenta las dificultades con que choca parapenetrar económica y militarmente en los países del «tercermundo», China piensa poder asegurar su hegemonía en ellossi establece su influencia política e ideológica. Considera queesto será alcanzado ateniéndose a tres orientaciones: no comba-tir al imperialismo norteamericano y a las camarillas dominantesen los países capitalistas, al contrario, aliarse a este imperialismoy a estas camarillas; combatir al socialimperialismo soviético,que lo tiene en sus mismas fronteras, para debilitar y destruir susbases en Asia, África y América Latina; embaucar al proletaria-do y a los pueblos, que tanto padecen, de estos continentes, pormedio de la demagogia y de las maniobras seudorrevoluciona-rias y seudosocialistas, socavando todo movimiento revolucio-nario de liberación.

El imperialismo norteamericano y las demás potencias impe-rialistas, junto con el socialimperialismo, comprenden muy bienestos objetivos de China. También los entienden los países del«tercer mundo», y por eso sospechan y ven que China hace unbluf con ellos, que no tiene como meta el sostenerlos y ayudar-los, sino convertirse en una superpotencia. La mayoría de las di-recciones que dominan los países del llamado tercer mundo es-tán, desde hace tiempo, íntimamente vinculadas al imperialismonorteamericano o a las potencias capitalistas desarrolladas, co-mo Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica y Japón entre otras.Por eso el flirteo de China con el «tercer mundo» no es motivode preocupación para los estados imperialistas y capitalistas de-sarrollados.

Además, las tentativas de China por introducirse en el «tercermundo» por medio de su política y su ideología llamada «pensa-miento Mao Tse–tung», no pueden tener éxito debido a que suideología y su línea política son un caos. La línea política deChina es confusa, es una línea pragmática que vacila y cambiade acuerdo con las coyunturas y los intereses del momento. Lasclases dominantes en los estados del «tercer mundo» no tienenmiedo a esta ideología, porque se dan cuenta de que no está por

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la revolución y la verdadera liberación nacional de los pueblos.La burguesía de dichos países, para oprimir y explotar más fácil-mente al pueblo, ha creado sus propios partidos que llevan todaclase de etiquetas. A estos partidos, que están estrechamente li-gados con los capitales extranjeros invertidos en los estados delllamado tercer mundo, no les resulta difícil combatir y desen-mascarar la línea china. Por eso, los dirigentes revisionistas chi-nos han optado por sonreír a los partidos de estos países, se es-fuerzan por todos los medios y aprovechan cualquier ocasión pa-ra mostrarse con ellos «dulces como la miel».

China, que proyecta dominar el «tercer mundo», trata de ca-nalizar en su interés, en la medida de lo posible, los movimien-tos de las masas trabajadoras de este «mundo». Pero actualmen-te los pueblos oprimidos, con el proletariado a la cabeza, no sehallan en la situación en que se encontraban en las postrimeríasdel siglo XIX o a comienzos del siglo XX. Se oponen a toda po-lítica hegemonista y de sometimiento por parte de las grandespotencias imperialistas, ya sean imperialistas viejos o nuevos,norteamericanos, soviéticos o chinos. Hoy las amplías masas delos pueblos del mundo, en general, han despertado y, a través desus luchas, de una u otra forma, han llegado a adquirir cierta con-ciencia de la necesidad de defender sus derechos económicos ypolíticos. Los pueblos del llamado tercer mundo no pueden de-jar de ver que China no trabaja para llevar a sus países las ideasde la revolución y la liberación nacional, sino para sofocar la re-volución, que impide la penetración de la influencia china. Asi-mismo, la línea china de alianza con los Estados Unidos de Amé-rica y con los demás países neocolonialistas, desenmascara al so-cialimperialismo chino ante los ojos de los pueblos.

China no puede llevar a cabo una propaganda positiva y revo-lucionaria en los países del «tercer mundo» por otra razón, y esque chocaría con la oposición de la superpotencia, de cuya inver-sión de capitales en China y de cuya tecnología avanzada preten-de beneficiarse. Tampoco puede llevar a cabo esta propagandaporque la revolución derrocaría precisamente aquellas camari-

llas reaccionarias que dominan varios países del llamado tercermundo y que son respaldadas y ayudadas por China para que semantengan en el poder.

El gran afán de los dirigentes chinos por hacer lo más rá-pidamente posible de su país una superpotencia e imponeren todas partes su hegemonía, sobre todo en el llamado ter-cer mundo, los ha llevado a asentar su estrategia y su políti-ca exterior en la instigación de la guerra interimperialista.Ellos desean vehementemente un choque frontal entre los Esta-dos Unidos de América y la Unión Soviética en Europa, dondeChina desde lejos se calentaría las manos en el fuego atómicoque destruiría a sus dos rivales principales y que haría de ella laúnica y omnipotente dominante del mundo.

Mientras no se sienta enteramente segura de su poderío paracompetir con las otras superpotencias, mientras no consiga el«lugar merecido» como superpotencia, China procurará la pazpara sí y la guerra para los demás. Con la paz que le hace faltaactualmente, están relacionadas las no disimuladas maniobrasdiplomáticas de los revisionistas chinos para incitar la guerra en-tre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética, de mo-do que ellos mismos se mantengan aparte y se dediquen a sus«modernizaciones». No es casual la declaración de TengSiao–ping de que no habrá guerra en 20 años. Con dicha decla-ración quiere decir a las superpotencias y a los otros países im-perialistas que no tengan miedo a China en el curso de los pró-ximos 20 años. Simultáneamente, los dirigentes chinos incitanuna guerra entre las superpotencias en Europa, lejos de China ysin el peligro de verse implicada. En qué medida será posible es-to, es otra cosa, pero los dirigentes chinos trabajan en este senti-do, debido a que sienten la apremiante necesidad de tener tran-quilidad a lo largo de un periodo que consideran indispensablepara realizar sus objetivos de hacer de China una superpotencia.

China pregona a bombo y platillo el reforzamiento de la «uni-dad europea», de la «unidad de los países capitalistas desarrolla-

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dos de Europa». En todas las cuestiones apoya esta unidad, ven-diendo opiniones a los viejos lobos y zorros, «enseñándoles» có-mo reforzar su unidad militar y económica, la unidad organiza-tiva del estado, etc., frente al gran peligro del socialimperialismosoviético. Pero no necesitan las lecciones de China, porque estánen condiciones de comprender, y saben muy bien, de dónde pro-cede el peligro para ellos.

Los países desarrollados del Occidente no son tan ingenuoscomo para seguir y aplicar à la leerte* los consejos y los deseosde los chinos. Se refuerzan para hacer frente a un peligro even-tual proveniente de la Unión Soviética, pero al mismo tiempo,hacen todo lo posible por no agravar las relaciones con ella, porno ir demasiado lejos y enojar al «oso ruso». Esto, naturalmen-te, está en contradicción con los deseos de China.

A los estados capitalistas de Europa y a los Estados Unidos deAmérica les conviene que China incite la contradicción entreellos y los soviéticos, porque indirectamente les sirve para decir-les a éstos que «su enemigo principal es China, mientras que no-sotros, junto con ustedes, buscamos crear una distensión, unacoexistencia pacifica, independientemente de lo que ella dice».Por otro lado, estos estados, mientras fingen querer la paz, se ar-man para reforzar su hegemonía y su unidad militar contra la re-volución, que es su enemigo principal. En esto reside el objetivode todas las reuniones, como las de Helsinki y de Belgrado, a lasque se da largas y se parecen al Congreso de Viena tras la derro-ta de Napoleón, que es conocido como el congreso de los bailesy las veladas.

Los dirigentes chinos, según declaró oficialmente TengSiao–ping en la entrevista concedida al director de la AFP, lla-man a crear «un amplio frente que englobe el tercer mundo, elsegundo mundo y los Estados Unidos de América» para comba-tir contra el socialimperialismo soviético.

La estrategia de la dirección revisionista de China de incitar

al imperialismo norteamericano, al imperialismo de Europa Oc-cidental, etc., a una guerra contra el socialimperialismo soviéti-co, se expone más al riesgo de una guerra entre ella y la UniónSoviética, que a una guerra entre la Unión Soviética y los Esta-dos Unidos de América y sus aliados de la OTAN.

Si China instiga a los otros a la guerra, también el imperialis-mo norteamericano, los países capitalistas desarrollados y todoslos países donde el poder es detentado por las camarillas burgue-sas capitalistas, hacen lo mismo e incitan tanto a China, como ala Unión Soviética a un enfrentamiento entre sí. Por eso es muyprobable que la política de los Estados Unidos de América y lapropia estrategia errónea de China induzcan a la Unión Soviéti-ca a reforzarse aún más en el plano militar y, como potencia im-perialista que es, a atacar antes a China.

China, por su parte, tiene marcadas propensiones a atacar a laUnión Soviética cuando se sienta poderosa, porque tiene grandesambiciones territoriales sobre Siberia y otros territorios del Le-jano Oriente. Hace tiempo que ha presentado estas reivindicacio-nes,14 pero pretenderá algo más cuando esté preparada, cuandohaya puesto en pie un ejército pertrechado con todo tipo de ar-mas. Este es el significado de la declaración que hizo JuaKuo–feng al ex primer ministro conservador inglés Heath, cuan-do le dijo: «Nosotros tenemos la esperanza de ver una Europa

* En francés en el original – al pie de la letra.

14 Mao Tse–tung y Chou En–lai, en el espíritu chovinista de gran estado,plantearon, en el verano de 1964, la cuestión de revisar las fronteras de laUnión Soviética con China y los demás países.

Partiendo de los intereses del comunismo, en septiembre de 1964, el CCdel PTA dirigió una carta camaraderil al CC del PC de China. «Opinamosque plantear actualmente la cuestión territorial con la Unión Soviética, seescribía en la carta, va en detrimento de nuestra lucha... opinamos que...nuestra única lucha, en la que hay que centrar las fuerzas, debe estar dirigi-da contra el gran mal que constituyen el imperialismo y el revisionismo mod-erno, los grupos traidores de Jruschov y de Tito y todos sus lacayos». (Véase:Enver Hoxha, Reflexiones sobre China, t. I, págs. 75–81 y Reflexionessobre China, t. II, págs. 30–31, 184, Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1979,ed. en español)

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unida y poderosa, y creemos que, por su parte, también Europaespera ver una China poderosa». En pocas palabras, JuaKuo–feng le dice a la gran burguesía europea: Fortalézcanse yataquen desde el Occidente, mientras que nosotros, los chinos,nos fortaleceremos y atacaremos a la Unión Soviética desde elOriente.

La política china abrió un amplio y muy beneficioso caminoa los Estados Unidos de América, camino que inauguraron MaoTse–tung, Chou En–lai y Nixon. Entre los Estados Unidos deAmérica y China se tendieron muchos puentes, puentes velados,puentes eficaces y fructuosos. Nixon propugnó la necesidad de«construir un puente tan grande que enlace San Francisco conPekín». La invitación que Mao Tse–tung y Chou En–lai cursarona Nixon, después del escándalo del Watergate, y su recepciónpor Mao, no eran inmotivadas ni desintencionadas. Significabanque la amistad con los Estados Unidos de América, lejos de seruna amistad coyuntural entre personas, es una amistad entre paí-ses, entre China y los Estados Unidos de América, independien-temente de que el presidente que abrió este camino fuese desti-tuido de su cargo por sus trapicheos.

Ahora que Carter está en el poder, las relaciones de amistadentre China y los Estados Unidos de América se amplían. A losEstados Unidos de América les interesa enormemente la actitudactual de China, cuya estrategia es adulada por Carter en múlti-ples formas.

Los Estados Unidos de América están interesados en Conce-der a China una multilateral ayuda política, militar y económica,para empujarla en contra de la Unión Soviética. Han dado a Chi-na secretos atómicos. Esto ya está claro. Igualmente le han sumi-nistrado los más modernos ordenadores que sirven para la gue-rra nuclear. China ha recibido datos completos para que ella mis-ma construya submarinos atómicos. En la actualidad en Was-hington se habla abierta y oficialmente de suministrar armas mo-dernas a China. Todos estos «bienes» que los Estados Unidos deAmérica ofrecen a China, como es natural, no se los dan para ha-

cer de ella una gran potencia terrestre y naval que ponga en pe-ligro a los propios Estados Unidos de América, como hizo el Ja-pón en la Segunda Guerra Mundial. No, el imperialismo nortea-mericano calcula bien todas las llamadas ayudas que ofrece a to-do el mundo, y particularmente a China.

De esta manera la ambición de China para transformarse ensuperpotencia, y sus febriles esfuerzos para contrabalancear a losEstados Unidos de América y a la Unión Soviética, necesaria-mente llevarán a nuevas tensiones, a conflagraciones, a guerras,que pueden tener carácter local, pero también el carácter de unaguerra general.

Toda la teoría de los «tres mundos», toda su estrategia; lasalianzas y los «frentes» que predica y los objetivos que quiere al-canzar, fomentan la guerra imperialista mundial.

Nikita Jruschov y los revisionistas modernos desarrollaron lanefasta teoría de la «coexistencia pacifica» jruschovista, que pre-conizaba la «paz social», la competencia pacífica», la «vía pací-fica» de la revolución, el «mundo sin armas y sin guerras». Estateoría pretendía debilitar la lucha de clases, velando y allanandolas contradicciones fundamentales de nuestra época. Jruschov demanera particular predicaba la supresión de las contradiccionesentre la Unión Soviética y el imperialismo norteamericano, engeneral las contradicciones entre el sistema socialista y el capi-talista. Sostenía el punto de vista de que actualmente, con loscambios que se han operado en el mundo, la contradicción his-tórica entre el socialismo y el capitalismo sería solucionada en-trando en una competencia pacífica, en una competencia en el te-rreno económico, político, ideológico, cultural, etc.

«Dejemos que el tiempo lo confirme y nos diga quién tiene larazón», decía Jruschov, y que, en esta competencia, los puebloselijan libremente y «en santa paz» el régimen más adecuado. Ni-kita Jruschov predicaba a los pueblos la necesidad de entregarsus riquezas a las superpotencias y esperar a que, como resulta-do de esta famosa competencia pacífica, se les asegurara la liber-

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tad, la independencia y el bienestar. Naturalmente, esta políticaantimarxista fue desenmascarada y nuestro Partido fue el prime-ro en abrir fuego contra ella.

Ya en vida de Mao Tse–tung el Partido Comunista de Chinaha seguido una política similar a la de Jruschov. También estapolítica llama a las dos partes, al proletariado y a la burguesía, alos pueblos y a los que les dominan, a cesar la lucha de clases, aunirse sólo contra el socialimperialismo soviético y a olvidarsedel imperialismo norteamericano.

La teoría de los «tres mundos» es una teoría reaccionaria, co-mo lo era la de Jruschov sobre la «coexistencia pacífica». Pero,mientras Jruschov y sus secuaces, los portavoces del revisionis-mo moderno, en apariencia se presentaban como pacifistas, MaoTse–tung, Teng Siao–ping; Jua Kuo–feng, etc., se presentan co-mo belicistas declarados. Estos pretenden dar a la coalición im-perialista–capitalista, en la cual China se autoincluye, el color deun organismo de guerra revolucionaria, el significado de una lu-cha por el triunfo del proletariado y por la emancipación de lospueblos. Pero en realidad la «teoría» de Mao Tse–tung y del Par-tido Comunista de China sobre los «tres mundos», no llama a larevolución, sino a una guerra imperialista.

La agravación de las contradicciones y de la rivalidad entrelas potencias y las agrupaciones imperialistas conlleva el peligrode que estallen los conflictos armados, de que estallen las escla-vizadoras guerras de rapiña. Esta es una conocida tesis del mar-xismo–leninismo, confirmada de manera irrebatible por la histo-ria. Su justeza es demostrada claramente por la evolución de losacontecimientos internacionales en nuestros días.

En numerosas ocasiones el Partido del Trabajo de Albania halevantado su voz para desenmascarar la ensordecedora propa-ganda pacifista que las superpotencias difunden, tratando de ba-jar la vigilancia de los pueblos y de las naciones amantes de lapaz, de aturdirles sembrando ilusiones y así cogerles despreveni-dos. Más de una vez ha advertido que el imperialismo norteame-ricano y el socialimperialismo ruso conducen el mundo a una

nueva guerra mundial y que el estallido de tal guerra es un peli-gro real y no imaginario. Este peligro no puede dejar de preocu-par continuamente a los pueblos, a las amplias masas trabajado-ras, a las fuerzas y los países amantes de la paz, a los marxis-ta–leninistas y a los hombres progresistas del mundo entero, loscuales no deben permanecer pasivos y con los brazos cruzadosante este peligro. Pero, ¿qué es preciso hacer para detener la ma-no de los belicistas imperialistas?

El camino a seguir no puede ser el de la capitulación y la su-misión ante los belicistas imperialistas, ni el de la atenuación dela lucha contra ellos. Los hechos han demostrado que los com-promisos y las concesiones carentes de principios de los revisio-nistas jruschovistas no hicieron más manso, más cortés ni máspacífico al imperialismo norteamericano, por el contrario, le hi-cieron más arrogante y aumentaron su voracidad. Los marxis-ta–leninistas no son partidarios de azuzar a un estado o agrupa-ción imperialista contra otro, ni llaman a desencadenar guerrasimperialistas, porque son los pueblos quienes sufren sus conse-cuencias. El gran Lenin señalaba que nuestra política no tiendea fomentar la guerra, sino a impedir que los imperialistas se unancontra el país socialista.

«...si efectivamente precipitáramos a la guerra aobreros y campesinos. –decía él– sería un crimen.Pero toda nuestra política y propaganda no seorienta en absoluto a precipitar a los pueblos a laguerra, sino a ponerle fin. Y la experiencia ha de-mostrado por cierto que únicamente la revoluciónsocialista permite terminar con las eternas gue-rras».*

Por consiguiente, el único camino justo es que la clase obre-ra, las amplias capas trabajadoras y los pueblos se lancen a la

* V. I. Lenin. Obras, t. XXXI, pág. 540, ed en albanés.

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acción revolucionaria para detener la mano de los belicistas im-perialistas en sus propios países. Siempre los marxista–leninis-tas han sido y son los más resueltos adversarios de las guerrasinjustas.

Lenin ha enseñado a los revolucionarios comunistas que sutarea es destruir los planes belicistas del imperialismo e impedirel estallido de la guerra. Si no logran esto, entonces deben mo-vilizar a la clase obrera, a las masas populares, y convertir laguerra imperialista en guerra revolucionaria y de liberación.

Los imperialistas y los socialimperialistas llevan la guerra deagresión en la sangre. Sus ambiciones de esclavizar a todo elmundo les empujan a la guerra. Pero, aunque los imperialistasson quienes desencadenan la guerra imperialista mundial, el pro-letariado, los pueblos, los revolucionarios y todos los hombresprogresistas son los que la pagan con su sangre. Por esta razónlos marxista–leninistas, el proletariado y los pueblos del mundoestán en contra de la guerra imperialista mundial y luchan sindescanso para frustrar los planes de los imperialistas, para impe-dirles que arrojen el mundo a una nueva carnicería.

De esto se desprende que no se debe preconizar la guerra im-perialista, como hacen los revisionistas chinos, sino que se ha deluchar contra ella. El deber de los marxista–leninistas es lanzaral proletariado y a los pueblos del mundo a la lucha contra losopresores para quitarles el poder, los privilegios, y para instaurarla dictadura del proletariado. China no hace esto, el Partido Co-munista de China no trabaja para conseguirlo. Con sus teorías re-visionistas, este partido debilita y aplaza la revolución, escinde alas fuerzas de vanguardia del proletariado, los partidos marxis-ta–leninistas, que están llamados a organizar y dirigir esta revo-lución.

El camino que recomienda la dirección china es un engaño,una vía que no responde a nuestra doctrina, el marxismo–leninis-mo. La línea revisionista china, por el contrario, debilita al pro-letariado y a los pueblos, los abate, hace cernirse sobre ellos elpeligro de una guerra sangrienta, la guerra imperialista, la gue-

rra criminal, tan odiada por ellos.También por esta razón la teoría de Mao Tse–tung de los «tres

mundos» y la actividad política del Partido Comunista de Chinay del estado chino, de ningún modo pueden ser consideradasmarxista–leninistas y revolucionarias.

Cuando Jruschov predicaba la competencia económica, ideo-lógica y política entre el socialismo y el imperialismo, los diri-gentes chinos supuestamente se oponían a esta tesis y decíanque, para lograr la verdadera coexistencia pacifica, era precisocombatir al imperialismo, ya que la «coexistencia» no puededestruirle, no puede llevar al triunfo de la revolución ni a la libe-ración de los pueblos.

Pero estas declaraciones se quedaron en el papel. En realidad,la dirección del Partido Comunista de China ha sido y continúasiendo partidaria de la coexistencia pacífica de tipo jruschovista.En el documento ya mencionado: «Proposición acerca de la lí-nea general del movimiento comunista internacional», se dice:«La política de principios es la única política acertada... ¿Quéquiere decir política de principios? Esto significa que, al planteary elaborar cualquier política, debemos hacerlo desde las posicio-nes proletarias, partir de los intereses radicales del proletariadoy guiarnos por la teoría y las tesis fundamentales del marxis-mo–leninismo». Esto ha sido declarado por el Partido Comunis-ta de China, pero, ¿qué ha hecho y qué es lo que hace ahora? Hahecho y hace todo lo contrario.

En el documento citado y en otras ocasiones, el Partido Co-munista de China ha declarado que «es preciso denunciar al im-perialismo norteamericano como el mayor enemigo de la revo-lución, del socialismo y de los pueblos del mundo entero». Yañadía: «no hay que apoyarse ni en el imperialismo norteameri-cano ni en ningún otro imperialismo, no hay que apoyarse en losreaccionarios». Pero el Partido Comunista de China no ha apli-cado estas tesis. El Partido del Trabajo de Albania, que se basafirmemente en los principios fundamentales del marxismo–leni-nismo, se atiene resueltamente a la lucha contra el imperialismo

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y el socialimperialismo. Precisamente en esta cuestión Albaniasocialista está en oposición a China, y el Partido del Trabajo deAlbania está en oposición al Partido Comunista de China. Losdirigentes chinos nos acusan a los albaneses de que no hacemos«un análisis marxista–leninista de la situación internacional y delas contradicciones» y que, por consiguiente, no seguimos la lí-nea china de llamar a la «Europa Unida», al Mercado ComúnEuropeo y a los proletarios del mundo a unirse con los nortea-mericanos contra los soviéticos. Su conclusión es que, al no apo-yar al imperialismo norteamericano, a la «Europa Unida», etc.,favorecemos supuestamente al socialimperialismo soviético.

He aquí, por su parte, una actitud no sólo revisionista, disfra-zada con un ropaje «antirrevisionista», sino también hostil y ca-lumniosa hacia Albania socialista. El imperialismo norteameri-cano es agresor, belicista e incitador de guerras. Los EstadosUnidos de América no quieren solamente el statu quo, como pre-tenden los chinos, sino además la expansión, de lo contrario nocabrían sus contradicciones con la Unión Soviética. La cita deMao, evocada por ellos, de que «los Estados Unidos de Américase han convertido en una rata, y todo el mundo grita en la calle:mátenla, mátenla», pretende demostrar que sólo la Unión Sovié-tica desea la guerra, y no los Estados Unidos de América. Con subenevolencia hacia los Estados Unidos de América, invitan a nogolpear a este estado «que se ha convertido en una rata», peroque sin embargo debe transformarse en aliado de China. ¡Heaquí la estrategia antimarxista del «marxista» Mao!

La «estrategia» china, partiendo de un análisis que se basa enla teoría de los «tres mundos», ha determinado «definitivamen-te» que «la rivalidad entre las dos superpotencias está centradaen Europa». ¡Asombroso! Pero, ¿por qué no lo está en otra zonadel mundo, donde la Unión Soviética pretende expandirse, comoen Asia, en África, en Australia o en América Latina, sino preci-samente en Europa?

Los «teóricos» chinos no explican esto. Su «argumentación»es la siguiente: el rival principal de los Estados Unidos de Amé-

rica es la Unión Soviética. Estas dos superpotencias, una de lascuales quiere el statu quo y la otra la expansión, desatarán laguerra en Europa, como ocurrió en los tiempos de Hitler. Tam-bién éste ambicionaba expandirse, dominar el mundo, pero, pa-ra lograrlo, primero debía someter a Francia, Inglaterra y a laUnión Soviética. Por esta razón Hitler comenzó la guerra en Eu-ropa y no en otros lugares. Y más adelante los revisionistas chi-nos razonan que Stalin se apoyó en Inglaterra y en los EstadosUnidos de América; entonces, concluyen los chinos, ¿por qué nodeberíamos apoyamos también nosotros en los Estados Unidosde América? Pero, como anteriormente explicábamos, olvidanque la Unión Soviética se alió a Inglaterra y a los Estados Uni-dos de América después de que Alemania atacara a la Unión So-viética y no antes.

Cuando la Alemania de Guillermo II atacó a Francia e Ingla-terra, los cabecillas de la II Internacional predicaron la «defensade la patria burguesa». Tanto los socialistas alemanes como lossocialistas franceses cayeron en estas posiciones. Es sabido có-mo Lenin condenó todo esto y lo que dijo contra las guerras im-perialistas. Ahora también los revisionistas chinos, al preconizarla unión de los pueblos europeos con el imperialismo en nombrede la defensa de la independencia nacional, actúan igual que lospartidarios de la II Internacional. En oposición a las tesis de Le-nin, instigan la futura guerra nuclear que las dos superpotenciaspretenden desatar y hacen llamamientos «patrióticos» a los pue-blos de Europa Occidental y al proletariado de la misma a dejarde lado las «pequeñas» cosas que tienen con la burguesía (laopresión, el hambre, los asesinatos, el paro forzoso), a no aten-tar contra su poder y a unirse con la OTAN, con la «Europa Uni-da», con el Mercado Común de la gran burguesía y de los con-sorcios europeos y a luchar únicamente contra la Unión Soviéti-ca, a ser soldados disciplinados de la burguesía. Ni la II Interna-cional lo hubiera hecho mejor.

Y la dirección china ¿qué aconseja hacer a los pueblos de laUnión Soviética y de los otros países revisionistas miembros del

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Tratado de Varsovia, del COMECON? ¡Nada! Prefiere guardarsilencio y olvidarse completamente de ellos. De vez en cuandoincita a las camarillas revisionistas que dominan estos países asepararse de la Unión Soviética y unirse con América. De hechoa estos pueblos les dice; ¡callaos, someteos y convertios en car-ne de cañón de la sanguinaria camarilla del Kremlin! Esta líneade la dirección revisionista de China es antiproletaria, belicista.

Todo esto demuestra que los dirigentes chinos confunden in-tencionadamente las situaciones internacionales. Estas situacio-nes las ven conforme a sus intereses para hacer de China una su-perpotencia y no conforme al interés de la revolución, las ven se-gún el interés de su estado imperialista y no según el interés dela liberación de los pueblos, las consideran desde la óptica delestrangulamiento de la revolución en su propio país y de las re-voluciones en los otros países, y no desde la óptica de la organi-zación y la intensificación de la lucha del proletariado y de lospueblos contra las dos superpotencias, así como contra los opre-sores burgueses capitalistas de los otros países, las ven a travésdel prisma de fomentar la guerra imperialista mundial y no deoponerse a ella.

El camino seguido por China para convertirse en una super-potencia acarreará graves consecuencias, en primer lugar para lapropia China y para el pueblo chino.

El análisis marxista–leninista de su política lleva a la conclu-sión de que la dirección china está metiendo el país en un calle-jón sin salida. Sirviendo al imperialismo norteamericano y al ca-pitalismo mundial, piensa obtener, a su vez, ciertos beneficios,pero estos beneficios son dudosos y le costarán caro a China.Traerán aparejada la catástrofe del país y tendrán, naturalmente,sensibles repercusiones en otros países.

La política de China para convertirse en superpotencia,política inspirada en una ideología antimarxista, está siendodesenmascarada y será desenmascarada aún más a los ojosde todos los pueblos, sobre todo de los pueblos del llamado

tercer mundo. Los pueblos del mundo comprenden los desig-nios políticos de cualquier estado, socialista, revisionista, capita-lista o imperialista. Observan y comprenden que China, aunquese hace pasar por integrante del «tercer mundo», no tiene lasmismas aspiraciones y los mismos objetivos de los pueblos deeste «mundo». Observan que sigue una política socialimperialis-ta. Por eso es comprensible que esta política sea impopular. Unapolítica que ayuda a la opresión social y nacional, es inadmisiblepara los pueblos. Es una política que sólo conviene a las cama-rillas reaccionarias, únicamente a los que dominan y oprimen alos pueblos.

China apoya y abastece con armas a Somalia, la cual, empu-jada por los Estados Unidos de América, lucha contra Etiopía.Mientras, Etiopía es ayudada por la Unión Soviética para ane-xionarse Somalia. Lo mismo pasa con Eritrea. Así, China se po-ne de un lado, la Unión Soviética del otro. Si China es vista conbuenos ojos en Somalia, lo es sólo por los que están en el poder,pero no por el pueblo de este país que está siendo masacrado.Tampoco es vista con buenos ojos por la dirección de Etiopía,que es apoyada por los soviéticos, ni por el pueblo etiope, que esincitado en contra de los somalíes, los cuales, supuestamente, in-tentan invadir Etiopía. De esta manera China no tiene ningunainfluencia ni en Etiopía ni en Somalia.

Tampoco es bien vista en Argelia. Esta última apoya al «Fren-te POLISARIO», mientras que China favorece a Mauritania yMarruecos, es decir, se pone del lado del imperialismo nortea-mericano.

Con su política exterior, China sigue un curso supuestamenteen pro de los pueblos árabes. Pero esta política consiste sólo enconseguir que los pueblos árabes se unan contra el socialimpe-rialismo soviético. Se sobreentiende, pues, que China sostiene aeste fin todo acercamiento de los árabes, en primer lugar; con losEstados Unidos de América.

En lo tocante a Israel, la dirección china se pronuncia con fre-cuencia contra él. Pero, de hecho, su estrategia es pro Israel. Es-

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to ha sido y es notado por los pueblos árabes y, en particular, porel palestino.

Podemos decir que, en los países de Asia, China no tiene nin-guna influencia visible y estable.

China no tiene una amistad sincera y estrecha con los paísesvecinos, y no hablemos de los que están más lejos. La política deChina no es ni puede ser correcta porque no es marxista–leninis-ta. Sobre la base de tal política no puede tener una amistad sin-cera con Vietnam, Corea, Camboya, Laos, Tailandia, etc. Chinafinge desear la amistad con estos países, pero, en realidad, entreéstos y aquélla existen desacuerdos por cuestiones políticas, te-rritoriales y económicas.

Con la política que sigue, China ha caído en abierto conflictocon Vietnam. Entre estos dos países están ocurriendo graves in-cidentes fronterizos. Los socialimperialistas chinos han interve-nido brutalmente en los asuntos internos de Vietnam; en funciónde sus fines expansionistas atizan el conflicto entre Camboya yVietnam, etc. Cuando la dirección china se comporta de esta ma-nera con Vietnam, con un país que hasta ayer consideraba her-mano e íntimo amigo, ¿qué pueden pensar los países de Asiaacerca de la política china? ¿Acaso pueden fiarse de ella?

Hablar de la influencia de China en los países de América La-tina, sería perder el tiempo. En esta región no tiene influencia, nipolítica, ni ideológica, ni económica. Toda la influencia china sereduce a la amistad con un tal Pinochet, que es un rabioso fascis-ta y asesino. Esta actitud de China ha indignado no sólo a lospueblos de América Latina, sino también a la opinión mundial.Ellos ven que la dirección china está en pro de los gobernantesopresores, en pro de los dictadores y los generales que ejercen sudominio sobre los pueblos, ven que está en pro del imperialismonorteamericano que ha clavado sus garras en la garganta de lospueblos de este continente. Así pues, podemos afirmar que la in-fluencia de China en los países de América Latina es insignifi-cante, carece de fuerza, de contenido.

La política de los dirigentes chinos, lejos de gozar de la sim-

patía y el apoyo de los pueblos, hará que China se aísle cada vezmás de los países progresistas, del proletariado mundial. No pue-de haber un pueblo, no pueden encontrarse un proletariado yunos revolucionarios que apoyen la política china, cuando venque en la tribuna de Tien An Men, como ocurrió el día de la fies-ta nacional, el 1° de Octubre de 1977, al lado de los dirigenteschinos están presentes los ex generales nazis alemanes; los exgenerales y almirantes militaristas japoneses, los generales fas-cistas portugueses, etc., etc.

En su camino para transformarse en una superpotencia, Chi-na no puede avanzar sin intensificar la explotación de las am-plias masas trabajadoras de su propio país. Los Estados Unidosde América y los demás estados capitalistas tratarán de asegurarsuperganancias de los capitales que invertirán allá, también ejer-cerán presión para conseguir cambios rápidos y radicales en labase y la superestructura de la sociedad china en el sentido capi-talista. La intensificación de la explotación de las masas de mu-chos millones de seres para mantener a la burguesía china y sugigantesco aparato burocrático y para poder pagar los créditos eintereses de los capitalistas extranjeros, conducirá inevitable-mente a la aparición de profundas contradicciones entre el pro-letariado y el campesinado chinos, de una parte, y los gobernan-tes burgués–revisionistas, de la otra. Esto opondrá a estos últi-mos a las masas trabajadoras de su país, cosa que no puede de-jar de producir agudos conflictos y explosiones revolucionariasen China.

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La situación actual en el Partido Comunista de China, sus nu-merosos zigzags y sus posturas tambaleantes, oportunistas, losfrecuentes cambios en la estrategia, la política que ha seguido ysigue su dirección para hacer de China una superpotencia, plan-tean de manera completamente natural el problema del lugar ydel papel de Mao Tse–tung y de sus ideas, del llamado «pensa-miento Mao Tse–tung» en la revolución china.

El «pensamiento Mao Tse–tung» es una «teoría» desprovistade los rasgos del marxismo–leninismo. Todos los dirigentes chi-nos, tanto los que estuvieron antes en el poder, como quienes lohan tomado actualmente, para llevar a la práctica sus planescontrarrevolucionarios, han especulado y especulan con el«pensamiento Mao Tse–tung» en las formas de organización ylos métodos de acción, en los fines estratégicos y tácticos.

Nuestras opiniones y nuestra convicción sobre el peligro querepresenta el «pensamiento Mao Tse–tung», nosotros, los comu-nistas albaneses, las hemos formado gradualmente viendo la ac-tividad sospechosa, las actitudes vacilantes y contradictorias, laausencia de los principios y el pragmatismo de la política inte-

rior y exterior china, la desviación del marxismo–leninismo y lautilización de frases izquierdistas para disfrazarse. Cuando sefundó nuestro Partido, durante la Lucha de Liberación Nacio-nal, así como después de la Liberación, nuestra gente tenía co-nocimientos muy escasos sobre China. Pero, al igual que todoslos revolucionarios del mundo, también nosotros habíamos for-mado una opinión progresista acerca de ella: «China es un grancontinente, China lucha, en China bulle la revolución contra elimperialismo extranjero, contra las concesiones», etc., etc. Engeneral, sabíamos algo sobre la actividad de Sun Yat–sen, sobresus vínculos y su amistad con la Unión Soviética y con Lenin;por último sabíamos algo sobre el Kuomintang, conocíamos lalucha del pueblo chino contra los japoneses y la existencia delPartido Comunista de China, que era considerado como un par-tido grande, con un marxista–leninista a la cabeza, Mao Tse-tung. Y eso era todo.

Sólo después de 1956, nuestro Partido tuvo los contactos másestrechos con los chinos. Estos contactos vinieron multiplicán-dose a causa de la lucha que nuestro Partido desarrolló contra elrevisionismo moderno jruschovista. En aquel entonces nuestroscontactos con el Partido Comunista de China o, más exactamen-te, con sus cuadros dirigentes, se hicieron más frecuentes y máscercanos, sobre todo cuando el mismo Partido Comunista deChina entró en abierto conflicto con los revisionistas jruscho-vistas. Pero debemos reconocer que, en las entrevistas que he-mos mantenido con los dirigentes chinos, a pesar de que han si-do buenas y camaraderiles, China, Mao Tse–tung y el PartidoComunista de China quedaban, en cierta medida, como un granenigma para nosotros.

Pero, ¿por qué China, su Partido Comunista y Mao Tse–tungeran un enigma? Lo eran porque muchas posturas, no sólo ge-nerales, sino también personales de los dirigentes chinos sobreuna serie de grandes problemas políticos, ideológicos, militaresy organizativos, oscilaban unas veces hacia la derecha y otrashacia la izquierda. En unas ocasiones se mostraban decididos,

III

EL «PENSAMIENTO MAO TSE–TUNG»,TEORÍA ANTIMARXISTA

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en otras indecisos, de cuando en cuando también mantenían po-siciones correctas, pero en la mayoría de los casos saltaban a lavista sus actitudes oportunistas. La política china, en general, alo largo de todo el período en que vivió Mao, ha sido vacilante,era una política de coyunturas, carecía de la columna vertebralmarxista-leninista. Un día se hablaba de una manera acerca deun problema político importante, y al día siguiente se hacía deotra. En la política china no se podía encontrar un hilo conduc-tor estable y consecuente.

Naturalmente, todas estas posturas llamaban nuestra aten-ción y no las aprobábamos, sin embargo, en la medida en queconocíamos la actividad de Mao Tse–tung, participábamos de laopinión general de que era un marxista–leninista. Sobre muchastesis de Mao Tse–tung, tales como la de tratar las contradiccio-nes entre el proletariado y la burguesía como contradicciones noantagónicas, la tesis de la existencia de las clases antagónicasdurante todo el período del socialismo,* la tesis de que «el cam-po debe asediar la ciudad», que da carácter absoluto al papel delcampesinado en la revolución, etc., teníamos nuestras reservasy nuestros puntos de vista marxista–leninistas, que, cuando seha presentado la ocasión, hemos manifestado a los dirigenteschinos. En tanto que otras concepciones y posiciones políticasde Mao Tse–tung y del Partido Comunista de China, incompa-tibles con las concepciones y las posiciones marxista–leninistasde nuestro Partido, las considerábamos como tácticas provisio-nales de un gran estado dictadas por determinadas situaciones.Pero, con el tiempo, se hacía cada vez más evidente que las ac-titudes del Partido Comunista de China no eran sólo tácticas.

Nuestro Partido, analizando los hechos, llegó a algunas con-clusiones generales y particulares, que lo indujeron a estar vigi-lante, pero evitaba la polémica con el Partido Comunista deChina y con los dirigentes chinos, no porque temiese polemizar,

sino porque los datos de que disponía sobre el camino erróneo,antimarxista, de este partido y del propio Mao Tse–tung no erancompletos, estos datos no permitían aún sacar conclusiones ro-tundas. Por otro lado, durante un tiempo el Partido Comunistade China se opuso al imperialismo norteamericano y a la reac-ción. Asimismo se puso en contra del revisionismo jruschovistasoviético, a pesar de que ahora está claro que su lucha contra es-te revisionismo no estaba dictada por correctas posiciones deprincipio marxista–leninistas.

Además, no hemos tenido datos completos sobre la vida in-terna política, económica, cultural, social, etc., de China. La or-ganización del partido y del estado chinos siempre ha permane-cido cerrada para nosotros. Por su parte, el Partido Comunistadel China no nos ha dado ninguna posibilidad de estudiar lasformas de organización del partido y del estado chinos. Los co-munistas albaneses estábamos al corriente únicamente de ciertaorganización estatal general de China y nada más, porque no senos daba la oportunidad de conocer la experiencia del partido enChina, de ver cómo actuaba, cómo estaba organizado, qué di-recciones había tomado el desarrollo del trabajo en diversos sec-tores y cuáles eran en concreto estas direcciones.

Los dirigentes chinos han obrado astutamente. No han hechopúblicos muchos documentos necesarios para conocer la activi-dad del partido y del estado. Se guardaban y se guardan muchode publicar sus documentos. Incluso los escasos documentospublicados de que se dispone, son fragmentarios. Mientras quelos cuatro tomos con las obras de Mao, que pueden considerar-se oficiales, no sólo contienen materiales escritos hasta 1949, si-no que además han sido compuestos cuidadosamente, de mane-ra que no aparecen con exactitud las situaciones reales que sehan desarrollado en China.

La presentación política y teórica de los problemas en laprensa china, por no hablar de la literatura, que era totalmenteconfusa, sólo tenía carácter propagandístico. Los artículos esta-ban repletos de fórmulas estereotipadas típicamente chinas,

* Véase: Enver Hoxha. Obras Escogidas, t. IV, Casa Editora «8 Nëntori»,Tirana, 1983, págs. 38–78, ed. en español.

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enunciadas aritméticamente, tales como «las tres cosas buenasy las cinco malas», «las cuatro cosas viejas y las cuatro nuevas»,«las dos advertencias y los cinco controles de sí mismo», «lastres cosas verdaderas y las siete falsas», etc., etc. El enjuicia-miento desde el punto de vista «teórico» de estas cifras aritmé-ticas era difícil para nosotros que estamos acostumbrados a pen-sar, actuar y escribir según la teoría y la cultura marxista–leni-nista tradicional.

Los dirigentes chinos nunca invitaron a nuestro Partido paraque enviase alguna delegación a estudiar su experiencia. Inclu-so cuando alguna delegación, a petición de nuestro Partido, haviajado a China, más que darle alguna explicación o experien-cia sobre el trabajo del partido se han dedicado a hacerle propa-ganda y a llevarla de un sitio a otro visitando comunas y fábri-cas. Y ¿con quiénes mantenían esta actitud rara? Con nosotroslos albaneses, sus amigos, que les hemos defendido en las másdifíciles situaciones. Para nosotros, todos estos actos eran in-comprensibles, pero a la vez eran una señal de que el PartidoComunista de China no quería darnos una imagen clara de su si-tuación.

Pero lo que más llamó la atención de nuestro Partido fue laRevolución Cultural, sobre la cual se nos presentaron variasgrandes interrogantes. A lo largo de la Revolución Cultural, quedesencadenó Mao Tse–tung, en la actividad del Partido Comu-nista de China y del estado chino se observaron ideas y hechospolíticos, ideológicos y organizativos extraños que no estabanfundados en las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin. Laapreciación de los actos dudosos habidos anteriormente, así co-mo de los que se constataron durante la Revolución Cultural,pero sobre todo de los acontecimientos registrados después deesta revolución hasta el presente, los cambios en la dirección, lasubida y la bajada de uno y otro grupo, hoy del grupo de LinPiao, mañana del de Teng Siao–píng, o de un Jua Kuo–feng,etc., cada uno con su propia plataforma opuesta a la del otro, laapreciación de todo esto indujo a nuestro Partido a profundizar

todavía más en las concepciones y la práctica de Mao Tse–tungy del Partido Comunista de China, a adquirir un conocimientomás completo del «pensamiento Mao Tse–tung». No nos pare-cía una conducta revolucionaría el que esta Revolución Culturalno estuviese dirigida por el partido, sino que fuese una explo-sión caótica tras un llamamiento que hizo Mao Tse–tung. La au-toridad de Mao en China hizo que se levantasen millones de jó-venes no organizados, estudiantes y escolares, que marcharanhacia Pekín, hacía los comités del partido y del poder, disolvién-dolos. Se decía que estos jóvenes representaban en aquel enton-ces en China la «ideología proletaria» y que ¡enseñarían al par-tido y a los proletarios el «verdadero» camino!

Una revolución de este tipo, de acentuado carácter político,fue llamada cultural. Para nuestro Partido esta denominaciónera inexacta, porque en realidad en China se había desatado unmovimiento político y no cultural. Pero lo principal era que es-ta «gran revolución proletaria» no estaba dirigida ni por el par-tido, ni por el proletariado. Esta grave situación tenía su origenen los viejos conceptos antimarxistas de Mao Tse–tung que su-bestiman el papel dirigente del proletariado y sobreestiman a lajuventud en la revolución. Mao había escrito: ¿«Qué papel hadesempeñado la juventud china a partir del «movimiento del 4de mayo»? En cierta medida, un papel de vanguardia que, salvolos ultrarreaccionarios, todo nuestro país reconoce. ¿En quéconsiste este papel de vanguardia? En jugar el papel dirigen-te...»*

Así la clase obrera fue dejada de lado y hubo numerosos ca-sos en que se opuso a los guardias rojos, e incluso se enfrentócon ellos. Nuestros camaradas, que en aquel entonces se encon-traban en China, han visto con sus propios ojos a los obreros delas fábricas luchar contra los jóvenes. El partido fue disuelto,fue liquidado, y los comunistas y el proletariado no eran tenidosen cuenta. Esta situación era muy grave.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. III, pág. 19. ed. en albanés.

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Nuestro Partido apoyó la Revolución Cultural, porque enChina estaban en peligro las conquistas de la revolución. Perso-nalmente Mao Tse–tung nos dijo que allí el partido y el estadohabían sido usurpados por el grupo renegado de Liu Shao–chi yTeng Siao–ping y que las victorias de la revolución china co-rrían peligro. En estas condiciones, independientemente dequién era el responsable de que las cosas hubiesen ido tan lejos,nuestro Partido apoyó la Revolución Cultural. Nuestro Partidodefendió al hermano pueblo chino, la causa de la revolución ydel socialismo en China y no la lucha fraccionalista de los gru-pos antimarxistas que chocaban entre sí y que llegaban inclusoa enfrentamientos armados para tomar el poder.

El curso de los acontecimientos demostró que la Gran Revo-lución Cultural Proletaria no era ni revolución, ni grande, ni cul-tural y, sobre todo, que no era en absoluto proletaria.* Era unputsch de palacio a nivel panchino para liquidar a un puñado dereaccionarios que habían tomado el poder.

Naturalmente, dicha Revolución Cultural era una mistifica-ción. Liquidó al mismo Partido Comunista de China e incluso alas organizaciones de masas, y hundió a China en un nuevocaos. Esta revolución fue dirigida por elementos no marxistas,que a su vez fueron liquidados por medio de un putsch militarpor otros elementos antimarxistas y fascistas.

En nuestra prensa Mao Tse–tung ha sido calificado de granmarxista–leninista, pero nunca hemos empleado ni aprobado lasdefiniciones de la propaganda china que llamaba a Mao clásicodel marxismo–leninismo y al «pensamiento Mao Tse–tung» sutercera y más alta etapa. Nuestro Partido ha considerado incom-patible con el marxismo–leninismo el culto desmesurado a MaoTse–tung en China.

El desarrollo caótico de la Revolución Cultural y sus resulta-dos reforzaron aún más nuestra opinión, todavía no bien crista-

lizada, de que en China el marxismo–leninismo no era conoci-do ni aplicado, de que, en el fondo, el Partido Comunista deChina y Mao Tse–tung no sostenían puntos de vista marxis-ta–leninistas, independientemente de su fachada y de los slo-gans que solían emplear, como «por el proletariado, por su dic-tadura y por la alianza con el campesinado pobre» y muchasmás fórmulas análogas.

A la luz de estos acontecimientos nuestro Partido empezó aver más profundamente las causas de las vacilaciones que se ha-bían observado en la actitud de la dirección china hacia el revi-sionismo jruschovista, como por ejemplo en 1962 cuando bus-caba la reconciliación y la unión con los revisionistas soviéti-cos* en nombre de un pretendido frente común contra el impe-rialismo norteamericano, o en 1964 cuando Chou En–lai, reanu-dando sus esfuerzos por reconciliarse con los soviéticos, fue aMoscú para saludar la llegada al poder del grupo de Brezh-nev**. Estas fluctuaciones no eran casuales, reflejaban la au-sencia de los principios y de la consecuencia revolucionaria.

Cuando Nixon fue invitado a China y la dirección china, conMao Tse–tung a la cabeza, proclamó la política de aproximarsey unirse al imperialismo norteamericano, quedó patente que lalínea y la política chinas estaban en completa oposición al mar-xismo–leninismo y al internacionalismo proletario. Después,comenzaron a ser más evidentes los objetivos chovinistas y he-gemonistas de China. La dirección china empezó a oponersemás abiertamente a las luchas revolucionarias y de liberación delos pueblos, al proletariado mundial y al auténtico movimientomarxista–leninista. Desplegó la llamada teoría de los tres mun-dos, que estaba esforzándose por imponer a todo el movimien-

* Véase: Enver Hoxha. Reflexiones sobre China, t. II, Casa Editora «8Nëntori», Tirana. 1979, págs. 797–826, ed. en español.

* Véase: Enver Hoxha. Reflexiones sobre China, t. II, Casa Editora «8Nëntori», Tirana, 1979, págs. 10–11, 22–23, 26, 31–33, 49, 54–55 ed. en es-pañol, así como Enver Hoxha. Los jruschovistas (Memorias), Casa Edito-ra «8 Nëntori», Tirana, 1984, págs. 251–277, segunda edición en español.

** Véase: Enver Hoxha. Reflexiones sobre China, t. I, Casa Editora «8Nëntori», Tirana, 1979, págs. 172–175, 185–195, ed. en español.

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to marxista–leninista como línea general.El Partido del Trabajo de Albania, partiendo de los intereses

de la revolución y del socialismo, y pensando que los erroresque se constataban en la línea del Partido Comunista de Chinase debían a apreciaciones incorrectas de las situaciones y a unaserie de dificultades, más de una vez ha intentado ayudar a la di-rección china a corregir y superar estos errores. Nuestro Partidoha manifestado abiertamente, de manera sincera y camaraderil,sus puntos de vista a Mao Tse–tung y a los otras dirigentes chi-nos, y, sobre una serie de actos de China, que perjudicaban di-rectamente la línea general del movimiento marxista–leninista,los intereses de los pueblos y de la revolución, ha manifestadooficialmente y por escrito sus observaciones y su disconformi-dad al Comité Central del Partido Comunista de China.*

Pero, por parte de la dirección china jamás han sido bien aco-gidas las justas observaciones de principio de nuestro Partido.Nunca nos ha contestado y jamás ha aceptado discutir sobreellas.

Mientras tanto los actos antimarxistas de la dirección china,tanto en el interior como en el exterior, pasaron a ser más abier-tos y evidentes. Todo esto obligó a nuestro Partido, así como atodos los demás marxista–leninistas, a reconsiderar la línea delPartido Comunista de China, las concepciones políticas e ideo-lógicas por las que se ha guiado, la actividad concreta y sus con-secuencias. Debido a ello, vimos que el «pensamiento MaoTse–tung», que es el que ha guiado y guía al Partido Comunis-ta de China, representa una peligrosa variante del revisionismomoderno, contra la cual es preciso desarrollar una lucha multi-lateral en el plano teórico y político.

El «pensamiento Mao Tse–tung» es una variante del revi-sionismo, que comenzó a tomar cuerpo ya antes de la Segun-

da Guerra Mundial, y de manera particular después del1935, cuando Mao Tse–tung se afirmó en el poder. En esteperíodo Mao Tse–tung, con sus secuaces, desencadenó unacampaña «teórica» bajo la consigna de la lucha contra el «dog-matismo», los «esquemas hechos», los «estereotipos extranje-ros», etc., y planteó el problema de elaborar el marxismo nacio-nal, negando el carácter universal del marxismo–leninismo. Enlugar del marxismo–leninismo, predicaba la «manera china» detratar las problemas y el estilo chino «...lleno de vida y lozanía,agradable al oído y a los ojos del pueblo chino»,* propagandoasí la tesis revisionista de que el marxismo debe tener en cadapaís un contenido peculiar, específico.

El «pensamiento Mao Tse–tung» fue proclamado como elgrado sumo del marxismo–leninismo en la época actual. Los di-rigentes chinos han declarado que «Mao Tse–tung ha hecho másque Marx, Engels y Lenin...» En las Estatutos del Partido Co-munista de China, aprobados en su IX Congreso, que desarrollósus trabajas bajo la dirección de Mao Tse–tung, se dice que «elpensamiento Mao Tse–tung es el marxismo–leninismo de nues-tra época...», que Mao Tse–tung «...ha heredado, defendido ydesarrollado el marxismo–leninismo y lo ha hecho entrar en unaetapa nueva y superior».**

El que la actividad del partido se basara no en los principiasy las normas del marxismo–leninismo, sino en el «pensamientoMao Tse–tung», abrió aún más las puertas al oportunismo y a lalucha fraccionalista en las filas del Partido Comunista de China.

El «pensamiento Mao Tse–tung» es una amalgama de con-cepciones que mezcla ideas y tesis tomadas de prestado del mar-xismo con otros principias filosóficos, idealistas, pragmáticos yrevisionistas. Sus raíces se remontan a la antigua filosofía chinay al pasado político e ideológico de China, a su práctica estatal

* Véase: Enver Hoxha. Obras Escogidas, t. IV, Casa Editora «8 Nëntori»,Tirana, 1983, págs. 695–713, ed. en español.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. IV, pág. 84, ed. en albanés. ** IX Congreso del Partido Comunista de China, Documentos, Tirana,

1969, págs. 79–80.

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y militarista.Todos los dirigentes chinos, tanto los que actualmente han

tomado el poder, como aquell0s que han estado en él y han sidoderrocados, pero que han maniobrado para materializar sus pla-nes contrarrevolucionarios, han tenido y tienen por base ideoló-gica el «pensamiento Mao Tse–tung». El propio Mao Tse–tungha admitido que su pensamiento puede ser aprovechado por to-dos, tanto por los de izquierda como por los de derecha, comoél llama a los diversos grupos que constituyen la dirección chi-na. En la carta dirigida a Chiang Ching el 8 julio de 1966, MaoTse–tung admite que «la derecha en el poder puede utilizar mispalabras para hacerse fuerte durante un cierto tiempo, pero la iz-quierda puede utilizar otras palabras mías y organizarse para de-rrocar a los de derecha».* Esto demuestra que Mao Tse–tung noha sido un marxista–leninista, que sus puntos de vista son ecléc-ticos. Esto resalta en todas las «obras teóricas» de Mao, que apesar de estar disfrazadas con fraseología y slogans «revolucio-narios», no pueden ocultar que el «pensamiento Mao Tse–tung»no tiene nada en común con el marxismo–leninismo.

Un vistazo crítico, aunque sea parcial, a los escritos de Mao,a su manera de tratar los problemas fundamentales relativos alpapel del partido comunista, a las cuestiones de la revolución,de la edificación del socialismo, etc., pone completamente aldesnudo la diferencia radical entre el «pensamiento Mao Tse-tung» y el marxismo–leninismo.

Tomemos en un comienzo la cuestión de la organizacióndel partido y de su papel dirigente. Mao pretendía hacer creerque estaba por la aplicación de los principios leninistas acercadel partido, pero si se analizan en concreto sus ideas sobre elpartido, y especialmente la práctica diaria de éste, se ve a todasluces que ha substituido los principios y las normas leninistascon tesis revisionistas.

Mao Tse–tung no ha organizado el Partido Comunista deChina sobre la base de los principios de Marx, Engels, Lenin yStalin. No ha trabajado para hacer de él un partido de tipo leni-nista, un partido bolchevique. Mao Tse–tung no estaba por unpartido de clase proletario, sino por un partido sin fronteras declase. Ha utilizado la consigna de hacer masivo el partido paraborrar la línea de demarcación entre el partido y la clase. Porconsiguiente, en este partido podía entrar y salir cualquiera ycuando quisiera. En este aspecto las concepciones del «pensa-miento Mao Tse–tung» son idénticas a las de los revisionistasyugoslavos y de los «eurocomunistas».

Paralelamente a esto, Mao Tse–tung, siempre ha subordina-do la construcción, los principios y las normas del partido a susposiciones y a sus intereses políticos, a su política aventurera,oportunista, unas veces de derecha y otras de izquierda, a la lu-cha entre las fracciones, etc.

En el Partido Comunista de China no ha existido ni existe laverdadera unidad marxista–leninista de pensamiento y de ac-ción. La lucha entre las fracciones, que ha existido desde la fun-dación del Partido Comunista de China, ha hecho que en estepartido no se instaurara una correcta línea marxista–leninista,que no se guiara por el pensamiento marxista–leninista. Las di-versas tendencias que se manifestaban en los principales diri-gentes del partido, unas veces eran de izquierda, otras oportu-nistas de derecha, algunas veces centristas e incluso llegaban aser puntos de vista abiertamente anarquistas, chovinistas y ra-cistas. Mientras Mao Tse–tung y su grupo estuvieron a la cabe-za del partido, estas tendencias fueron una de las característicasdistintivas del Partido Comunista de China. El propio MaoTse–tung ha predicado la necesidad de la existencia de las «doslíneas» en el partido. Según él, la existencia de ambas líneas yla lucha entre ellas es algo natural, es una expresión de la uni-dad de los contrarios, es una política elástica que conjuga en símisma el espíritu de principios y el compromiso. «Así, escribeél, con un camarada que se equivoca pueden utilizarse las dos* Le Monde, 2 de diciembre de 1972.

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manos: con una será combatido, con la otra se hará la unidadcon él. El propósito de esta lucha es preservar los principios delmarxismo, lo cual supone perseverar en los principios; éste esun aspecto del problema. El otro aspecto es unirnos a él. Launión tiene por objetivo ofrecerle una salida, concertar un com-promiso con él»*.

Estos puntos de vista son diametralmente opuestos a las en-señanzas leninistas sobre el partido comunista como destaca-mento organizado y de vanguardia, que debe tener una sola lí-nea y una férrea unidad de pensamiento y de acción.

La lucha de clases en el seno del partido, como reflejo de lalucha de clases que se desarrolla fuera del mismo, no tiene na-da en común con las concepciones de Mao Tse–tung sobre las«dos líneas en el partido». El partido no es arena de las diversasclases y de la lucha de las clases antagónicas, no es una reuniónde personas con objetivos opuestos. El verdadero partido mar-xista–leninista es únicamente partido de la clase obrera y se ba-sa en los intereses de esta clase. Este es el factor decisivo parael triunfo de la revolución y la edificación del socialismo. J. V.Stalin, defendiendo los principios leninistas acerca del partido,que no permiten la existencia de numerosas líneas, de corrien-tes opuestas en el seno del partido comunista, señalaba que

«...el partido comunista es el partido monolítico delproletariado y no el partido de un bloque de ele-mentos de las diversas clases.»**

En tanto que Mao Tse–tung concibe el partido como unaunión de clases con intereses opuestos, como una organizaciónen que están enfrentadas y luchan dos fuerzas, el proletariado yla burguesía, el «cuartel general proletario» y el «cuartel gene-

ral burgués», los cuales deben tener sus representantes en todoel partido, desde la base hasta los más altos órganos dirigentes.Así, en 1956 exigía que fueran elegidos al Comité Central losdirigentes de las fracciones de izquierda y de derecha, presen-tando a este efecto argumentos tan ingenuos como ridículos.«Todo el país, el mundo entero, dice él, saben bien que elloshan cometido errores de línea. La razón por la que los elegimosestriba precisamente en que ellos son famosos. ¡Qué otro reme-dio hay si gozan de fama y la fama de los que no han cometidoerrores o sólo han cometido pequeños errores no puede compa-rarse con la suya! En nuestro país, que tiene una gran masa depequeñoburgueses, ellos son dos banderas.»* Renunciando a lalucha de principios en las filas del partido, Mao Tse–tung hacíael juego a las fracciones, buscaba concertar compromisos conalgunas de ellas para oponerse a otras y reforzar así sus posi-ciones.

Con tal plataforma organizativa, el Partido Comunista deChina nunca ha sido ni podía ser un partido marxista–leninista.En él no se respetaban los principios y las normas leninistas. Elcongreso del partido, en tanto que órgano supremo de direccióncolectiva del mismo, no ha sido convocado regularmente. Así,por ejemplo, entre el VII congreso y el VIII trascurrieron 11años, y 1315 años desde el VIII al IX, realizados después de laguerra. Además, los congresos desarrollados han sido, a su vez,formales, más bien reuniones de exhibición que de trabajo. Losdelegados a los congresos no eran elegidos con arreglo a losprincipios y las normas marxista–leninistas de la vida del parti-do, sino que eran designados por los órganos dirigentes y actua-ban según el sistema de representación permanente.

Últimamente el diario Renmin Ribao publicó un articulo es-

* Mao Tse-tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 560, ed. en fran-cés.

** J. V. Stalin. Obras, t. XI, pág. 280, ed. en albanés.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 348, ed. enfrancés.

15 Durante un período de más de 40 años, de 1928 a 1969, el Partido Co-munista de China no celebró más que 4 congresos: el VI Congreso tuvo lu-gar en 1928, el VII en 1945, el VIII en 1956 y el IX en 1969.

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crito por un denominado grupo teórico del «Gabinete General»del Comité Central del Partido Comunista de China.* El artícu-lo afirma que, bajo el nombre de «Gabinete General», Mao ha-bía creado en torno suyo un aparato especial que vigilaba y con-trolaba al Buró Político, al Comité Central del Partido, a loscuadros del estado, del ejército, de la seguridad, etc. Todosellos, incluidos los miembros del Comité Central y del Buró Po-lítico, tenían prohibida la entrada en este gabinete y conocer sutrabajo. En él eran trazados los proyectos para derrocar o llevara la dirección a este o aquel grupo fraccionalista. El personal deeste gabinete se encontraba en todos lados, vigilaba, espiaba einformaba de manera independiente y fuera del control del par-tido. Además, el gabinete tenía a su disposición toda una seriede destacamentos armados, que se ocultaban tras el nombre de«guardia del presidente Mao». Esta guardia pretoriana integra-da por más de 50.000 hombres entraba en acción cuando el pre-sidente decidía «actuar de un solo golpe», como ha ocurrido amenudo en la historia del Partido Comunista de China y comosucedió recientemente con la detención de los «cuatro» y suspartidarios por Jua Kuo–feng.

So pretexto de mantener contacto con las masas, MaoTse–tung había creado al mismo tiempo una red especial de in-formadores sobre el terreno, a los cuales se les había asignadola tarea de vigilar a los cuadros de la base y de indagar el esta-do de ánimo y la sicología de las masas, sin que nadie se ente-rase de ello. Esta red informaba directa y únicamente a MaoTse–tung, quien había interrumpido todos los contactos con lasmasas y veía el mundo a través de los datos que le proporciona-ban los agentes del «Gabinete General». Mao ha dicho: «En loque a mi se refiere, no escucho las radios; ni las extranjeras ni

las de China, sólo transmito». También ha afirmado: «He decla-rado públicamente que no voy a leer más el diario Renmin Ri-bao. Lo mismo le dije a su redactor jefe: No leo tu diario».*

El mencionado artículo de Renmin Ribao ofrece nuevos da-tos para comprender aún mejor el rumbo antimarxista que MaoTse–tung había impreso al partido y al estado chinos y el poderpersonal que ejercía sobre ellos. Mao Tse–tung no ha tenido lamenor consideración hacia el Comité Central y el congreso delpartido, y no hablemos ya del partido en su conjunto y de suscomités de base. Los comités del partido, los cuadros dirigentese incluso el propio Comité Central recibían órdenes del «Gabi-nete General», de este «cuartel general especial», que consulta-ba únicamente a Mao Tse–tung. Las instancias del partido, susórganos electos no tenían ninguna competencia. En el artículode Renmin Ribao se dice que «ningún telegrama, ninguna car-ta, ningún papel, ninguna orden podían despacharse por nadiesin ser controlados y aprobados previamente por Mao Tse-tung». Resulta que desde el año 1953 Mao Tse–tung había dadola siguiente orden categórica: «De hoy en adelante, cualquierdocumento o telegrama que se haya de expedir en nombre delComité Central, sólo podrá ser despachado después que yo lohaya leído; de otra manera, no tendrá validez».** En estas con-diciones no se puede hablar de dirección colectiva, ni de demo-cracia interna en el partido, ni de normas leninistas.

El poder ilimitado de Mao Tse–tung llegaba al extremo deque designaba a sus herederos. En un tiempo nombró a LiuShao–chi como sustituto suyo. Más tarde proclamó que el here-dero del poder y del partido, tras su muerte, sería Lin Piao. Es-to, que era algo sin precedentes en la práctica de los partidosmarxista–leninistas, fue sancionado incluso en los estatutos del

* «Tengamos siempre en la mente las enseñanzas del presidente Mao»,Renmin Ribao 8 de septiembre de 1977.

Los puntos de vista manifestados en este artículo, han sido analizados porel camarada Enver Hoxha en Reflexiones sobre China, t. II, Casa Editora«8 Nëntori», Tirana. 1979, págs. 644–662, ed. en español.

* De la conversación de Mao Tse–tung con camaradas de nuestro Partido,3 de febrero de 1967. Archivos Centrales del Partido del Trabajo de Albania(ACP).

** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 96, ed. enfrancés.

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partido. También fue Mao Tse–tung quien designó a JuaKuo–feng para presidente del partido, después de su muerte. Elpropio Mao, teniendo en sus manos los resortes del poder, criti-caba, juzgaba, castigaba y después rehabilitaba a altos dirigen-tes del partido y del Estado. Así ocurrió con Teng Siao–ping,que, en su llamada autocrítica del 23 de octubre de 1966, haafirmado, «Yo y Liu Shao–chi somos auténticos monárquicos.La esencia de mis errores radica en que no confío en las masas,no apoyo a las masas revolucionarias, sino que estoy en contrade ellas, he seguido una línea reaccionaria para aplastar la revo-lución, en la lucha de clases no he permanecido al lado del pro-letariado, sino de la burguesía... Todo esto demuestra que... nosoy apto para ocupar puestos de responsabilidad».* Y a pesar detodos estos crímenes, este revisionista de marca mayor volvió ala poltrona en que estaba.

La esencia antimarxista del «pensamiento MaoTse–tung» acerca del partido y de su papel, se ve también enla forma de concebir teóricamente y de aplicar en la prácti-ca las relaciones entre el partido y el ejército. Dejando apar-te las fórmulas utilizadas por Mao Tse–tung de que «el partidoestá por encima del ejército», «la política por encima del fusil»,etc., etc., en la práctica concedía al ejército el papel políticoprincipal en la vida del país. Ya en los tiempos de la guerra de-cía: «Todos los cuadros del ejército deben ser capaces de dirigira los obreros y organizar sindicatos, movilizar y organizar a lajuventud, unirse a los cuadros de las nuevas regiones liberadase instruirlos, administrar la industria y el comercio, dirigir es-cuelas, periódicos, agencias de noticias y estaciones de radio,ocuparse de los asuntos exteriores, arreglar los problemas rela-tivos a los partidos democráticos y a las organizaciones popula-res, coordinar las relaciones entre la ciudad y el campo, resolverlos problemas de los víveres y el abastecimiento de carbón yotros artículos de primera necesidad, así como arreglar las cues-

tiones monetarias y financieras.»*Por lo tanto, el ejército estaba por encima del partido, por en-

cima de los órganos estatales, por encima de todo. De esto sedesprende que las palabras de Mao Tse–tung acerca del papeldel partido, como factor decisivo para la dirección de la revolu-ción y la edificación socialista no han sido más que slogans.Tanto en el periodo de la guerra de liberación, como después dela creación de la República Popular China, en todas las luchasque de continuo se han desatado para la toma del poder por par-te de una u otra fracción, el ejército ha jugado el papel decisivo.Asimismo, durante la Revolución Cultural el ejército desempe-ñó el papel principal, fue la última reserva de Mao. «Nosotros,ha dicho Mao Tse–tung en 1967, nos apoyamos en la fuerza delejército... En Pekín teníamos únicamente dos divisiones, peroen mayo trajimos otras dos, para saldar las cuentas con el ex co-mité de Pekín del partido.»**

Para liquidar a sus adversarios ideológicos, Mao Tse–tungsiempre ha movilizado al ejército. Levantó al ejército con LinPiao a la cabeza para actuar contra el grupo de Liu Shao–chi yTeng Siao–ping. Más tarde, junto con Chou En–lai, organizó ylanzó al ejército contra Lin Piao. También después de la muertede Mao, el ejército, inspirado en el «pensamiento MaoTse–tung», ha desempeñado el mismo papel. Al igual que todoslos que han llegado al poder en China, Jua Kuo–feng se apoyóen el ejército y actuó por medio de él. Éste, nada más morirMao, levantó al ejército, y organizó, junto con los militares YeChien–ying, Wang Tung–sing y otros, el putsch, deteniendo asus adversarios.

En China el poder sigue estando en manos del ejército, mien-tras que el partido va a su zaga. Esto es una característica gene-ral de los países dominados por el revisionismo. Los países ver-

* Extracto de la autocrítica de Teng Siao–ping. (ACP).

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. IV, Pekín, 1977, pág. 355. ed. enfrancés.

** Extracto de la conversación de Mao Tse–tung con la delegación deAmistad de la RPA, 18 de diciembre de 1967. (ACP).

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daderamente socialistas refuerzan el ejército, como poderosa ar-ma de la dictadura del proletariado, para aplastar a los enemigosdel socialismo, en caso de que se sublevaran, así como para de-fender el país frente a un posible ataque por parte de los impe-rialistas y la reacción externa. Pero para que el ejército desem-peñe en todo momento este papel, debe estar siempre, como nosenseña el marxismo–leninismo, bajo la dirección del partido yno ser el partido quien esté bajo la dirección del ejército.

Actualmente en China la ley es dictada por las fraccionesmás poderosas del ejército, precisamente las más reaccionarias,las cuales tienen como meta transformar China en un país socia-limperialista.

En el futuro, a la par que China se convierte en una superpo-tencia imperialista, crecerán cada vez más el papel y la fuerza delejército en la vida del país. Se reforzará como una guardia preto-riana armada hasta los dientes para defender un régimen y unaeconomía capitalistas. Será el instrumento de una dictadura bur-guesa capitalista, de una dictadura que, en caso de que la resis-tencia popular sea fuerte, podrá adquirir formas fascistas abiertas.

El «pensamiento Mao Tse–tung», al preconizar la necesidadde que existan muchos partidos en la dirección del país, de queexista el llamado pluralismo político, está en oposición total a ladoctrina marxista–leninista sobre el papel incompartible delpartido comunista en la revolución y en la edificación socialis-tas. El que un país estuviese dirigido por varios partidos políti-cos, según el modelo norteamericano, era calificado por MaoTse–tung, como ha declarado a E. Snow, como la forma más de-mocrática de gobierno. «En último término ¿qué es mejor?, pre-guntaba Mao Tse–tung, ¿que haya uno o muchos partidos?» Yrespondía: «Hoy, por lo que parece, es preferible que haya mu-chos. Así ha sido en el pasado, y así podrá ser en el futuro. Es-to significa coexistencia duradera y control recíproco.»* Mao

ha considerado indispensable la participación de los partidosburgueses en el poder y en el gobierno del país con los mismosderechos y prerrogativas que el Partido Comunista de China. Yno sólo esto, sino que, estos partidos de la burguesía, según él«históricos», no pueden desaparecer hasta que no desaparezcael Partido Comunista de China, es decir, coexistirán hasta el co-munismo.

Según el «pensamiento Mao Tse–tung» un régimen democrá-tico nuevo sólo puede existir sobre la base de la colaboración detodas las clases y de todos los partidos, y sólo así se puede cons-truir el socialismo. Este concepto de la democracia socialista,del sistema político socialista, concepto que esta fundado en «lacoexistencia duradera y el control recíproco» de todos los parti-dos y que es muy parecido a lo que pregonan actualmente los re-visionistas italianos, franceses, españoles, etc., es una negaciónabierta del papel dirigente y exclusivo del partido marxista–le-ninista en la revolución y la construcción socialistas. La expe-riencia histórica ya ha confirmado que sin el papel dirigente eincompartible del partido marxista–leninista no puede existir ladictadura del proletariado, es imposible la construcción y la de-fensa del socialismo.

«...la dictadura del proletariado –decía Stalin– úni-camente puede ser completa cuando está dirigidapor un partido, el partido de los comunistas, el cualno comparte y no debe compartir la dirección conotros partidos».*

Las concepciones revisionistas de Mao Tse–tung tienen subase en la política de colaboración y de alianza con la burgue-sía, que ha aplicado constantemente el Partido Comunista deChina. También la línea antimarxista y antileninista de que «seabran 100 flores y compitan 100 escuelas» tiene su origen en es-

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977. pág. 319, ed. enfrancés.

* J. V. Stalin. Obras, t. X, pág. 97, ed. en albanés.

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ta política y es manifestación directa de la coexistencia de ideo-logías opuestas.

Según Mao Tse–tung, en la sociedad socialista, paralelamen-te a la ideología proletaria, al materialismo y al ateísmo, hay quepermitir la existencia de la ideología burguesa, el idealismo y lareligión, hay que permitir que crezcan las «hierbas venenosas»a la par de las «flores fragantes», etc. Esta línea, según él, es in-dispensable para el desarrollo del marxismo, para abrir caminoa los debates, a la libertad de opinión, pero en realidad, por me-dio de ella, él trata de echar los cimientos teóricos de la políticade colaborar con la burguesía y de la coexistencia con su ideo-logía. Mao Tse–tung dice: «...impedir que la gente entre en con-tactos con lo falso, con lo pernicioso o con lo que nos es hostil,con el idealismo y la metafísica, impedir que conozca las ideasde Confucio, Lao Tsé y Chiang Kai–shek, sería una política pe-ligrosa. Conduciría a la regresión del pensamiento, a la unilate-ralidad y haría a la persona incapaz de enfrentar las pruebas dela vida...»* Es así como Mao Tse–tung concluye que el idealis-mo, la metafísica y la ideología burguesa existirán eternamente,y por tanto, no sólo no hay que impedirlos, sino que se les debedar la posibilidad de brotar, salir a la superficie y competir. Es-ta actitud conciliadora con todo lo reaccionario va tan lejos, queconsidera irremediables los desórdenes en la sociedad socialis-ta y errónea la prohibición de la actividad de los enemigos. «Enmi opinión, dice él, cualquiera que desee provocar disturbiospuede hacerla durante el tiempo que le dé la gana: si no le bas-ta con un mes, nosotros le damos dos; en otras palabras, no de-clararemos zanjado el asunto hasta que esté harto de disturbios.Si ustedes se apresuran a poner fin a los desórdenes, tarde otemprano surgirán de nuevo».**

Aquí no estamos ante discusiones académicas «científicas»,

sino ante una línea política oportunista contrarrevolucionariaque se ha opuesto al marxismo–leninismo, que ha desorientadoal Partido Comunista de China, en cuyo seno han circuladociento y pico puntos de vista e ideas y hoy existen en verdad 100escuelas compitiendo. Esto ha hecho que las avispas burguesasrevoloteen libremente por el jardín de las 100 flores y viertan suveneno.

Tal actitud oportunista en lo tocante a los problemas ideoló-gicos tiene sus raíces, aparte de otras cosas, en que el PartidoComunista de China, a lo largo de todo el periodo que va desdesu fundación hasta la liberación del país y de ahí en adelante, nose ha esforzado por consolidarse ideológicamente, no ha traba-jado por inculcar la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin en lamente y en el corazón de sus miembros, no ha luchado por asi-milar las cuestiones fundamentales de la ideología marxista–le-ninista y aplicarlas consecuentemente, paso a paso, a las condi-ciones concretas de China.

El «pensamiento Mao Tse–tungo» está en oposición a lateoría marxista–leninista de la revolución.

En los escritos de Mao Tse–tung se habla frecuentemente delpapel de las revoluciones en el proceso del desarrollo de la so-ciedad, pero en esencia él se atiene a una concepción metafísi-ca, evolucionista. Contrariamente a la dialéctica materialista,que argumenta el desarrollo progresivo en forma de espiral,Mao Tse–tung predica el desarrollo en forma cíclica, giratoria,como un proceso ondulatorio que pasa del equilibrio al desequi-librio y nuevamente al equilibrio, del movimiento a la inmovi-lidad y de nuevo al movimiento, del ascenso al descenso y deldescenso al ascenso, de la progresión a la regresión y seguida-mente a la progresión, etc. Así, ateniéndose al concepto de laantigua filosofía sobre el papel purificador del fuego, MaoTse–tung escribe: «Es preciso «encender el fuego» de forma pe-riódica. Pero, ¿cómo proceder en adelante? Según ustedes,¿cuándo hay que encenderlo, una vez al año o una vez cada tres

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 397, ed. enfrancés.

** Ibídem, págs. 405–406.

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años? A mi juicio debemos hacerlo como mínimo dos veces ca-da cinco años, a semejanza de lo que ocurre con el mes interca-lar del año bisiesto en el calendario lunar, mes que se repite unavez cada tres años o dos veces en cinco años.»* Así pues, aligual que los viejos astrólogos, obtiene del calendario lunar laley sobre el encendido periódico del fuego, sobre el desarrolloque va de la «gran armonía» al «gran desorden» y de nuevo a la«gran armonía», y así los ciclos se repiten periódicamente. Deeste modo a la concepción materialista dialéctica sobre el desa-rrollo que, como dice Lenin,

«...nos proporciona la clave del «automovimiento»de todo lo existente; ...nos da la clave de los «sal-tos», la «ruptura de la continuidad», la «transfor-mación en el contrario», la «destrucción de lo viejoy el surgimiento de lo nuevo»,**

el «pensamiento Mao Tse–tung» le contrapone la concepciónmetafísica «sin vida, pálida, árida».

Esto se ve con mayor claridad cuando Mao Tse–tung trata elproblema de las contradicciones, dominio donde, según la pro-paganda china, Mao habría dado «una contribución especial» yhabría desarrollado aún más la dialéctica materialista. Es ciertoque Mao Tse–tung en muchos de sus escritos habla frecuente-mente de los contrarios, de las contradicciones, de la unidad delos contrarios, emplea incluso citas y frases marxistas, pero, contodo esto, está muy lejos de la comprensión materialista dialéc-tica de estas cuestiones. Al tratar las contradicciones no parte delas tesis marxistas, sino de las tesis de los antiguos filósofos chi-nos, considerando los contrarios de manera mecánica como fe-nómenos externos e imaginando la transformación de los mis-

mos como una simple inversión de los dos términos. Operandocon algunos de esos contrarios eternos que coge de la filosofíaantigua como arriba–abajo, detrás–delante, derecha–izquierda,fácil–difícil, etc., etc., Mao Tse–tung, en el fondo, niega las con-tradicciones internas en los mismos objetos y fenómenos, y tra-ta el desarrollo como una mera repetición, como una sucesiónde estados intangibles donde se observan los mismos contrariosy la misma correlación entre ellos. Mao Tse–tung interpreta latransformación de cada uno de los dos términos de una contra-dicción en su contrario como un esquema formal al cual tododebe estar subordinado, como una simple inversión y no comola solución de la contradicción ni como un cambio cualitativodel propio fenómeno que comporta estos contrarios. Partiendode este esquema Mao llega a declarar: «Cuando el dogmatismose transforma en su contrario, se convierte o bien en marxismoo bien en revisionismo»,* «la metafísica se transforma en dia-léctica y la dialéctica en metafísica», etc. Detrás de estas afirma-ciones absurdas y tras el juego sofisticado de los contrarios seocultan los conceptos oportunistas y antirrevolucionarios deMao Tse–tung. Así, la revolución socialista no es vista por él co-mo un cambio cualitativo de la sociedad, donde desaparecen lasclases antagónicas y la opresión y la explotación del hombre porel hombre, sino que es imaginada como una simple inversión depapeles entre la burguesía y el proletariado. Para probar este«descubrimiento», Mao escribe: «Si la burguesía y el proletaria-do no pudieran transformarse el uno en el otro, ¿cómo se expli-caría que el proletariado se convierta por medio de la revoluciónen clase dominante y la burguesía en una clase dominada?... No-sotros y el Kuomintang de Chiang Kai–shek en lo fundamentalestamos en posiciones diametralmente opuestas. Como resulta-do de la lucha y de la exclusión reciproca de los dos aspectoscontradictorios, nosotros y el Kuomintang cambiamos los luga-

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 499, ed. enfrancés.

** V. I. Lenin. Obras, t. XXXVIII, pág. 396, ed. en albanés.* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 479, ed en fran-

cés.

El imperialismo y la revolución 301Enver Hoxha300

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res...»* Esta misma lógica ha conducido a Mao Tse–tung tam-bién a revisar la teoría marxista–leninista sobre las dos fases dela sociedad comunista. «La dialéctica nos enseña que el régimensocialista, como fenómeno histórico, desaparecerá un día, delmismo modo que muere la persona, y que el régimen comunis-ta será la negación del socialista. ¿Cómo puede considerarsemarxista la aserción según la cual el régimen socialista y tam-bién las relaciones de producción y la superestructura del socia-lismo no desaparecerán? ¿No sería esto un dogma religioso, lateología que predica la eternidad de Dios?»**

De este modo Mao Tse–tung, al revisar abiertamente la con-cepción marxista–leninista sobre el socialismo y el comunismo,que en el fondo son dos fases de un mismo tipo, de un mismoorden económico–social, y que se diferencian únicamente porsu grado de desarrollo y madurez, presenta el socialismo comoalgo diametralmente opuesto al comunismo.

De tales conceptos metafísicos y antimarxistas parte MaoTse–tung cuando trata en general la cuestión de la revolución,que contempla como un proceso sin fin que se repetirá periódi-camente mientras exista el ser humano sobre la tierra, como unproceso que pasa de la derrota a la victoria, de la victoria a laderrota y así sucesivamente. Las concepciones antimarxistas,unas veces evolucionistas y otras anarquistas de Mao Tse–tungsobre la revolución, aparecen con mayor claridad cuando hablade los problemas de la revolución en China.

Según se desprende de sus escritos, Mao Tse–tung no se haapoyado en la teoría marxista–leninista para analizar los proble-mas y determinar las tareas de la revolución china. El mismoafirma en el discurso que pronunció en la Conferencia amplia-da de trabajo convocada por el Comité Central del Partido Co-munista de China en enero de 1962, que «el trabajo revolucio-

nario que durante muchos años hemos realizado ha sido a cie-gas, sin saber cómo debía llevarse a cabo la revolución, contraquién había que dirigir su punta de lanza, sin imaginar sus eta-pas, a saber, quién debía ser derrocado en un comienzo y quiénmás tarde, etc.» Esto ha hecho que el Partido Comunista de Chi-na fuese incapaz de asegurar la dirección del proletariado en larevolución democrática y transformarla en revolución socialis-ta. Todo el desarrollo de la revolución china es prueba de la tra-yectoria caótica del Partido Comunista de China, el cual no seguiaba por el marxismo–leninismo, sino por las concepcionesantimarxistas del «pensamiento Mao Tse–tung» sobre el carác-ter de la revolución, sobre sus etapas, sobre las fuerzas motri-ces, etc.

Mao Tse–tung nunca ha podido comprender y explicar co-rrectamente los estrechos vínculos que existen entre la revolu-ción democrático–burguesa y la revolución proletaria. En opo-sición a la teoría marxista–leninista, que ha argumentado cien-tíficamente que entre la revolución democrático–burguesa y larevolución socialista no se levanta una muralla china, que am-bas revoluciones no deben estar separadas por un largo períodode tiempo, Mao Tse–tung afirmaba: «La transformación denuestra revolución en revolución socialista es una cuestión quepertenece al futuro... Que cuando se haga esta transición... pue-de necesitarse un período bastante largo. Dado que para tal pa-so no se dan todas las condiciones políticas y económicas nece-sarias, dado que esta transición no puede aportar beneficios, si-no perjuicios, a la mayoría aplastante de nuestro pueblo, no de-be hablarse de ella».*

A esta concepción antimarxista, que no está por la transfor-mación de la revolución democrático–burguesa en revoluciónsocialista, se ha atenido Mao Tse–tung a lo largo de toda la re-volución, inclusive después de la liberación. Así, en 1940 MaoTse–tung dice: «La revolución china debe atravesar necesaria-* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, págs. 399–400, ed.

en francés. ** Ibídem, pág. 409. * Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. I, pág. 210, ed. en albanés.

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mente... la fase de la nueva democracia y solamente después, lafase del socialismo. De estas dos fases, la primera será relativa-mente larga...»*. En marzo de 1949, en el pleno del ComitéCentral del Partido, en el que Mao Tse–tung presentó el progra-ma para el desarrollo de China después de la liberación, dice:«A lo largo de este período habrá que permitir todos los elemen-tos del capitalismo, tanto de la ciudad como del campo». Estospuntos de vista y «teorías» han hecho que el Partido Comunistade China y Mao Tse–tung no luchen por elevar la revoluciónchina a revolución socialista, que dejen el campo libre al desa-rrollo de la burguesía y a las relaciones sociales capitalistas.

En la cuestión de la correlación entre la revolución democrá-tica y la socialista, Mao Tse–tung se mantiene en las posicionesde los cabecillas de la II Internacional, que fueron los primerosque atacaron y tergiversaron la teoría marxista–leninista sobreel ascenso de la revolución y aparecieron con la tesis de que en-tre la revolución democrático–burguesa y la revolución socialis-ta media un periodo largo, durante el cual la burguesía desarro-lla el capitalismo y crea condiciones para pasar a la revoluciónproletaria. La transformación de la revolución democráti-co–burguesa en revolución socialista, sin dar al capitalismo laposibilidad de desarrollarse ulteriormente, la consideraban co-mo algo imposible, como quemar etapas. También MaoTse–tung se atiene por completo a esta concepción cuando afir-ma: «Esforzarse par construir el socialismo sobre las ruinas delorden colonial, semicolonial y semifeudal, sin un estado unifi-cado de nueva democracia... sin el desarrollo del sector privadacapitalista... sería pura quimera».**

Las concepciones antimarxistas del «pensamiento MaoTse–tung» sobre la revolución aparecen aún más claras cuandoMao enfoca las fuerzas matrices de la revolución. Mao Tse–tungno reconocía el papel hegemónico del proletariado. Lenin ha di-

cho que en el período del imperialismo, en toda revolución, porlo tanto en la revolución democrática, en la revolución antiim-perialista de liberación nacional y en la revolución socialista, ladirección debe corresponder al proletariado. En tanto que MaoTse–tung, pese a que hablaba sobre el papel del proletariado, enla práctica subestimaba su hegemonía en la revolución y ha ele-vado el papel del campesinado.16 Mao Tse–tung ha dicho que«...la lucha actual contra los ocupantes japoneses es, en esencia,una lucha campesina. El orden político de la nueva democracia,en el fondo, significa colocar a los campesinos en el poder».*

Mao Tse–tung expresaba esta teoría pequeñoburguesa en latesis global «el campo debe asediar la ciudad». «...el campo re-volucionario, escribía él, puede asediar las ciudades... el traba-jo en el campo debe desempeñar el papel principal en el movi-miento revolucionario chino, mientras que el trabajo en la ciu-dad debe desempeñar un papel de segundo orden».** Mao haexpuesto esta misma idea cuando ha escrito sobre el papel delcampesinado en el poder. Ha indicado que todos los partidos ydemás fuerzas políticas deben someterse al campesinado y a suspuntos de vista. «...millones de campesinos se pondrán en pie,serán impetuosos e indomables como un verdadero huracán, es-cribía él, y no habrá fuerza capaz de contenerlos... Pondrán aprueba a todos los partidos y grupos revolucionarios, a todos losrevolucionarios, con el objetivo de que acepten o rechacen suspuntos de vista».*** Según Mao resulta que es el campesinadoy no la clase obrera quien debe ejercer la hegemonía en la revo-lución.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. III, pág. 169, ed. en albanés.** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. IV, pág. 366, ed. en albanés.

16 Es significativo el hecha que mientras en 1927 este partido cantaba con64.500 miembros, el 65 por ciento de las cuales eran obreros, el 20 por cien-to intelectuales y el 15 por ciento campesinos, en 1928 cuando el partidocontaba con 130.194 miembros, sólo el 10.9 por ciento eran obreros y 76.6por ciento campesinas.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. III, págs. 177–178, ed. en albanés.** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. IV, págs. 257, 259, ed. en albanés.*** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. I, págs. 27–28, ed. en albanés.

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La tesis sobre el papel hegemónico del campesinado en la re-volución ha sido preconizada por Mao Tse–tung también comola vía de la revolución mundial. De aquí parte la concepción an-timarxista que considera el llamado tercer mundo, que en la li-teratura política china se denomina entre otras cosas el «campomundial», como «la fuerza motriz principal para la transforma-ción de la sociedad contemporánea». Según los puntos de vistachinos, el proletariado es una fuerza social secundaria, que nopuede jugar el papel que prevén Marx y Lenin en la lucha con-tra el capitalismo y en el triunfo de la revolución, en alianza contodas las fuerzas oprimidas por el capital.

En la revolución china ha predominado la pequeña y mediaburguesía. Es esta amplia capa de la pequeña burguesía la queha influido en todo el desarrollo de China.

Mao Tse–tung no se basaba en la teoría marxista–leninistaque nos enseña que el campesinado, y en general la pequeñaburguesía, es vacilante. Naturalmente, el campesinado pobre ymedio desempeñan un papel importante en la revolución y de-ben ser los aliados íntimos del proletariado. Pero la clase cam-pesina, la pequeño burguesía, no pueden dirigir al proletariadoen la revolución. Concebir y propagar lo contrario significa es-tar en contra del marxismo–leninismo. Aquí radica asimismouna de las fuentes principales de los puntos de vista antimarxis-tas de Mao Tse–tung, que han influido negativamente en toda larevolución china.

El Partido Comunista de China no ha tenido teóricamenteclaro el principio revolucionario y rector básico sobre el papelhegemónico del proletariado en la revolución, y por consiguien-te tampoco lo aplicaba como es debido y de manera consecuen-te en la práctica. La experiencia demuestra que el campesinadopuede desempeñar su papel revolucionario sólo si actúa enalianza con el proletariado y bajo su dirección. Esto ha sido con-firmado también en nuestro país durante la Lucha de LiberaciónNacional. El campesinado albanés era la fuerza principal denuestra revolución, sin embargo nuestra clase obrera, pese a ser

numéricamente muy pequeña, dirigió al campesinado porque laideología marxista–leninista, la ideología del proletariado, en-carnada en el Partido Comunista, hoy Partido del Trabajo, van-guardia de la clase obrera, era la guía de la revolución. Por esovencimos no sólo en la Lucha de Liberación Nacional, sino tam-bién en la construcción del socialismo.

A pesar de las innumerables dificultades con que chocamosen nuestro camino, hemos alcanzado un éxito tras otro. Y estoséxitos los hemos alcanzado, en primer lugar, porque el Partidoasimiló bien la esencia de la teoría de Marx y Lenin, compren-dió lo que era la revolución, quién la hacía y quién debía diri-girla, comprendió que a la cabeza de la clase obrera, en alianzacon el campesinado, debía estar un partido de tipo leninista. Loscomunistas entendieron que este partido no sólo debía llevar elnombre de comunista, sino además ser un partido que aplicara,en las condiciones de nuestro país, la teoría marxista–leninistade la revolución y de la construcción del Partido, que se dedica-ra al trabajo para edificar la nueva sociedad socialista siguiendoel ejemplo de la construcción del socialismo en la Unión Sovié-tica del tiempo de Lenin y Stalin. Esta actitud dio la victoria anuestro Partido y al país el gran potencial político, económico ymilitar de que goza hoy. Si se hubiera actuado de otra manera,si no se hubieran aplicado consecuentemente estos principios denuestra gran teoría en un país pequeño como el nuestro, cerca-do de enemigos, no podía construirse el socialismo. También enel caso de que por un momento se hubiera tomado el poder, laburguesía lo hubiese arrebatado de nuevo, como ocurrió en Gre-cia, donde incluso antes del fin victorioso de la guerra, el Parti-do Comunista Griego entregó las armas a la burguesía reaccio-naria del país y al imperialismo inglés.*

Por eso, el problema del papel hegemónico en la revolución

* Para mayores explicaciones al respecto véase: Enver Hoxha. Con Sta-lin (Memorias), Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1984, págs. 171–210, ed.en francés.

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reviste una gran importancia de principios, porque de la cues-tión de saber quién la dirige dependen la dirección y el desarro-llo que va a tomar.

«La renuncia a la idea de la hegemonía –puntuali-zaba Lenin– es la variedad más burda del reformis-mo.»*

Precisamente la negación por parte del «pensamiento MaoTse–tung» del papel hegemónico del proletariado, fue una de lascausas de que la revolución china no pasase de ser una revolu-ción democrático–burguesa y no llegase a revolución socialista.Mao Tse–tung en su escrito «Sobre la nueva democracia» pre-conizaba que, después del triunfo de la revolución en China, de-bía instaurarse un régimen que se asentase en la alianza de las«clases democráticas», donde incluía, además del campesinadoy el proletariado, a la pequeña burguesía urbana y a la burgue-sía nacional. «Si es justo, escribe él, que «deben comer todos»,entonces el poder no debe ser usurpado sólo por un partido, ungrupo, una clase».** Esto mismo ha sido reflejado en la bande-ra nacional de la República Popular China con las cuatro estre-llas, que representan cuatro clases: La clase obrera, el campesi-nado, la pequeña burguesía de la ciudad y la burguesía nacional.

La revolución en China, que llevó a la liberación del país, ala creación del estado chino independiente, fue una gran victo-ria para el pueblo chino, para las fuerzas antiimperialistas y de-mocráticas del mundo. Después de la liberación en China seoperaron bastantes cambios positivos: se liquidó la dominacióndel imperialismo extranjero y de los grandes terratenientes, secombatieron la pobreza y el paro forzoso, se realizaron una se-rie de reformas económicas y sociales en favor de las masas tra-bajadoras, se luchó contra el atraso educacional y cultural, se

adoptaron diversas medidas para reconstruir el país destruidopor la guerra, se llevaron a cabo asimismo algunas transforma-ciones de carácter socialista. En China, donde antes la gente semoría por millones, ya no había hambre y otras lacras. Todos es-tos son hechos innegables, son victorias importantes para elpueblo chino.

Debido a la adopción de estas medidas y a que el Partido Co-munista de China llegó al poder, se creó la impresión de queChina se encaminaba hacia el socialismo. Pero no ocurrió así. ElPartido Comunista de China, que después del triunfo de la revo-lución democrático–burguesa debía caminar con pasos mesura-dos, no dar muestra de izquierdismo ni quemar las etapas, al ba-sar su actividad en el «pensamiento Mao Tse–tung», se mostró«democrático», liberal, oportunista y no orientó el país de ma-nera consecuente por el justo camino del socialismo.

Los puntos de vista políticos e ideológicos no marxistas,eclécticos, burgueses de Mao Tse–tung dieron a la China libera-da una superestructura inestable, una organización estatal y eco-nómica caótica, que nunca se estabilizó. China se debatía en undesorden permanente, incluso anárquico, desorden que era esti-mulado por el propio Mao Tse–tung mediante la consigna deque «se debe enturbiar para aclarar».

En el nuevo estado chino un papel especial ha desempeñadoChou En–lai. Este era un economista y organizador capaz, perojamás fue un político marxista–leninista. Como pragmatista tí-pico que era, supo llevar a la práctica sus concepciones no mar-xistas y acomodarlas a la perfección a cada grupo que tomaba elpoder en China. Era un «poussa»*, siempre estaba de pie, noobstante, en todo momento se inclinaba desde el centro hacia laderecha, pero jamás hacia la izquierda.

Chou En–lai era un maestro de los compromisos sin princi-pio. Ha apoyado y condenado a Chang Kai–shek, Kao–gang,Liu Shao–chi, Teng Siao–ping, Mao Tse–tung, Lin Piao, a los

* V. I. Lenin. Obras, t. XVII, pág. 252, ed. en albanés. ** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. III, pág. 235, ed. en albanés. * En francés en el original – dominguillo.

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«cuatro», pero jamás apoyó a Lenin y a Stalin, al marxismo–le-ninismo.

Después de la liberación, como consecuencia de los puntosde vista y de las posiciones de Mao Tse–tung, Chou En–lai, etc.,en la línea política del partido se advirtieron numerosas vacila-ciones en todas las direcciones. En China se conservó viva latendencia predicada por el «pensamiento Mao Tse–tung» de quela etapa de la revolución democrático–burguesa debía proseguirpor largo tiempo. Mao Tse–tung insistía en que en esta etapa, ala par del desarrollo del capitalismo, al cual daba prioridad, secrearían igualmente las premisas del socialismo. A esto está li-gada también su tesis sobre la convivencia del socialismo con laburguesía durante un período de tiempo muy largo, consideran-do esto como algo útil tanto para el socialismo como para laburguesía. Respondiendo a los que se oponían a tal política yque presentaban como argumento la experiencia de la Revolu-ción Socialista de Octubre, Mao Tse–tung dice: «La burguesíarusa era una clase contrarrevolucionaria; rechazó por aquel en-tonces las medidas del capitalismo de estado, boicoteó la pro-ducción, hizo sabotajes y llegó a recurrir a las armas. Así las co-sas, el proletariado ruso no tuvo más remedio que liquidarla.Exasperada por esto, la burguesía de los demás países vomitóinjurias. Aquí en China damos un tratamiento más o menos sua-ve a la burguesía nacional, y ésta se siente un poco a gusto al verque todavía puede obtener algún provecho».* Tal política, se-gún Mao Tse–tung, ha aportado a China un supuesto prestigio alos ojos de la burguesía internacional, cuando en realidad haocasionado un gran perjuicio al socialismo en China.

Mao Tse–tung ha presentado esta actitud oportunista hacia laburguesía como una aplicación creadora de las enseñanzas deLenin sobre la NEP (Nueva Política Económica). Pero entre lasenseñanzas de Lenin y la concepción de Mao Tse–tung sobre la

ausencia de toda restricción a la producción capitalista y la con-servación de las relaciones burguesas en el socialismo, existeuna diferencia radical. Lenin reconoce que la NEP era un retro-ceso que permitía el desarrollo de los elementos del capitalismo,durante un cierto tiempo, pero, subraya:

«...para el poder proletario no hay en ello nada te-rrible, mientras el proletariado sostenga firmemen-te el poder en sus manos, mientras mantenga firme-mente en sus manos los medios de transporte y lagran industria».*

En China, en 1949 y en 1956, fechas en que Mao Tse–tung ha-cia estas prédicas, de hecho el proletariado no mantenía en susmanos ni el poder ni la gran industria.

Además Lenin consideraba la NEP como algo provisionalque venía impuesto por las condiciones concretas de la Rusiade entonces, arruinada por la larga guerra civil, pero no comouna ley general de la construcción socialista. De hecho, un añodespués de la proclamación de la NEP, Lenin puntualizaba quela retirada ya había terminado y lanzó la consigna de preparar laofensiva contra el capital privado en la economía. Mientras queen China se preveía que el período de la preservación de la pro-ducción capitalista se prolongase durante casi toda la vida. Se-gún el punto de vista de Mao Tse–tung el régimen implantadoen China después de la liberación debía ser un régimen demo-crático–burgués, mientras, aparentemente, debía estar en el po-der el Partido Comunista de China. Así es el «pensamiento MaoTse–tung».

La transición de la revolución democrático–burguesa a la re-volución socialista puede realizarse siempre y cuando el prole-tariado aparte del poder de manera resuelta a la burguesía y laexpropia. En China mientras la clase obrera compartió el poder

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1917, pág. 338, ed. enfrancés. * V. I. Lenin. Obras, t. XXXII, pág. 434, ed. en albanés.

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con la burguesía, mientras la burguesía conservó sus privilegios,el poder instaurado en ese país no podía ser poder del proleta-riado, y por consiguiente la revolución china no podía elevarsea revolución socialista.

El Partido Comunista de China ha mantenido una actitud be-névola, oportunista hacia las clases explotadoras y MaoTse–tung ha predicado abiertamente la integración paciífica delos elementos capitalistas en el socialismo. Mao Tse–tung decía:«Aunque hoy todos los ultrarreaccionarios del mundo son ultra-rreaccionarios y lo serán mañana y pasado mañana, no puedenserlo eternamente; al final cambiarán... Los ultrarreaccionarios,en esencia, son testarudos, pero no inmutables... Ocurre que losultrarreaccionarios cambian para bien... reconocen sus errores yse ponen en el camino justo. En una palabra, los ultrarreaccio-narios cambian».*

Queriendo poner una base teórica a este concepto oportunis-ta y jugando con la «transformación de los contrarios»; MaoTse–tung decía que, a través del debate, la crítica y la transfor-mación, las contradicciones antagónicas se convierten en no an-tagónicas, que las clases explotadoras y la intelectualidad bur-guesa pueden volverse en su contrario, es decir, hacerse revolu-cionarias. «Pero en las condiciones de nuestro país, escribíaMao Tse–tung en 1956, la mayor parte de los contrarrevolucio-narios se corregirán en diversos grados. Gracias a que hemosadoptado una política correcta respecto a los contrarrevolucio-narios, muchos de ellos han cambiado y no se oponen a la revo-lución. Incluso, algunos han hecho cosas útiles.»**

Partiendo de tales concepciones antimarxistas, según las cua-les los enemigos de clase con el paso del tiempo se enmiendan,ha predicado la conciliación de clases con ellos, y ha permitidoque continúen enriqueciéndose, explotando, expresándose y ac-

tuando libremente en contra de la revolución. Para justificar es-ta actitud capitulacionista hacia los enemigos de clase MaoTse–tung escribía: «Ahora estamos muy atareados. Atacarlos to-dos los días y durante cincuenta años, es imposible. Al que re-húse corregirse, podemos dejarle así y que, llevando sus erroresal ataúd, se presente ante los soberanos del infierno».* Actuan-do en la práctica de acuerdo con estas consideraciones concilia-doras con los enemigos, la administración estatal en China per-maneció en manos de los viejos funcionarios. Los generales deChiang Kai–shek llegaron incluso a ministros. Hasta el empera-dor Pu I de Man–Chu–Kuo, emperador títere de los invasoresjaponeses, fue rodeado de todos los cuidados y convertido en unobjeto de museo para que las delegaciones se entrevistaran yconversaran con él, y vieran cómo eran reeducadas las personasde este tipo en la China «socialista». La publicidad que se hacíade este ex emperador marioneta, tenía, entre otros, el objetivode tranquilizar también a los reyes, a los cabecillas y a los pele-les de la reacción de los otros países, y persuadirles de que el«socialismo» de Mao es bueno y no hay motivo para tenerlemiedo.

En China se han mantenido actitudes que no huelen a luchade clases también hacia los feudales y los capitalistas, que hancometido innumerables crímenes contra el pueblo chino. Ele-vando a teoría tales actitudes y defendiendo abiertamente a loscontrarrevolucionarios, Mao Tse–tung declaraba: «...no debe-mos ejecutar a nadie y tenemos que detener a muy pocos. Losdepartamentos de la seguridad pública no deben arrestarlos, elministerio público no debe perseguirlos ni dar inicio a procesosde instrucción contra ellos, y los tribunales no deben juzgar anadie. Precisamente así tenemos que actuar con más del 90 porciento de los contrarrevolucionarios».** Mao Tse–tung, razo-

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. III, pág. 239, ed. en albanés. ** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 321, ed. en

francés.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 512, ed. enfrancés.

** Mao Tse-tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 323. ed. enfrancés.

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nando como un sofista, indica que la ejecución de los contrarre-volucionarios no reporta ningún beneficio, que esto obstaculizala producción y el nivel científico del país, acarrea una mala fa-ma en el mundo, etc., porque si se elimina a un contrarrevolu-cionario «nos veríamos obligados a comparar con él a un segun-do, a un tercero y así sucesivamente, de modo que rodarían mu-chas cabezas... y si cae una cabeza, no puede ser puesta en su lu-gar, no es como una cebolla que vuelve a crecer después de sercortada».*

Como resultado de estas concepciones antimarxistas sobre lascontradicciones, sobre las clases y sobre su papel en la revolu-ción, preconizadas por el «pensamiento Mao Tse–tung», Chinajamás marchó por el justo camino de la construcción socialista.En la sociedad china han existido y continúan existiendo no yaremanentes económicos, políticos, ideológicos y sociales del pa-sado, sino también las clases explotadoras en tanto que clases,las cuales han estado y siguen en el poder. La burguesía no sólono ha dejado de existir, sino que además continúa beneficiándo-se de las rentas de sus antiguos bienes. Legalmente en China noha desaparecido la renta capitalista, porque la dirección china seha atenido a la estrategia de la revolución democrático–burgue-sa formulada por Mao Tse–tung en 1935, que en aquel entoncesdecía: «La legislación laboral de la república popular..., no estádirigida contra el enriquecimiento de la burguesía nacional...»**La capa de los kulaks, teniendo en cuenta la forma que tomó enChina, ha conservado grandes ventajas y beneficios, de acuerdocon la «política del derecho igual a la tierra». El propio MaoTse–tung orientaba que los kulaks no fuesen tocados, porque es-to podría suscitar la cólera de la burguesía nacional, con la cualel Partido Comunista de China había formado un frente único enlo político, lo económico y lo organizativo.***

Todo esto demuestra que el «pensamiento Mao Tse–tung» nodirigió ni podía dirigir a China por el verdadero camino del so-cialismo. Incluso, como ha declarado Chou En–lai en 1949 aldirigirse en secreto al gobierno norteamericano para que ayuda-ra a China, ni Mao Tse–tung ni sus principales sostenedores ha-bían sido partidarios de la vía del socialismo. «China, escribíaChou En–lai, todavía no es un país comunista, y si la política deMao Tse–tung es llevada correctamente a la práctica, tardarámucho tiempo en serlo.»*

Demagógicamente, Mao Tse–tung y el Partido Comunista deChina han subordinado a su política pragmática todas las decla-raciones sobre la construcción de la sociedad socialista y comu-nista. Así, en los años del llamado gran salto, con la intenciónde echar tierra a los ojos de las masas, que, habiendo salido dela revolución, aspiraban al socialismo, declaraban que en el lap-so de 2 ó 3 quinquenios pasarían directamente al comunismo.Pero más tarde, para encubrir sus fracasos, se pusieron a elucu-brar teorías según las cuales la construcción y el triunfo del so-cialismo necesitarían diez mil años.

Es cierto que el Partido Comunista de China se llamaba co-munista, pero evolucionó en otra dirección, en un camino libe-ral caótico, en un camino oportunista, y no podía ser una fuerzacapaz de guiar el país hacia el socialismo. El camino que reco-rría, y que se concretó más claramente después de la muerte deMao, no era el camino del socialismo, sino el de la construcciónde un gran estado burgués, socialimperialista.

El «pensamiento Mao Tse–tung», en tanto que doctrinaantimarxista, ha substituido el internacionalismo proletariopor el chovinismo de gran estado.

El Partido Comunista de China, ya en los primeros pasos desu actividad, manifestó tendencias abiertamente nacionalistas ychovinistas, las cuales, como demuestran los hechos, tampoco* Ibídem.

** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. I, pág. 209, ed en albanés. *** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 22, ed. en

francés. * International Herald Tribune, 14 de agosto de 1978.

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pudieron ser erradicadas en los períodos posteriores. LiDa–chao, uno de los fundadores del Partido Comunista de Chi-na, decía: «los europeos piensan que el mundo pertenece exclu-sivamente a los blancos y que éstos constituyen la clase supe-rior, mientras que los pueblos de color, la clase inferior. El pue-blo chino, prosigue Li Da–chao, debe estar dispuesto a desarro-llar una lucha de clases contra las otras razas del mundo, en elcurso de la cual manifestará una vez más sus propias peculiari-dades nacionales». Con estas concepciones se modeló desde uncomienzo el Partido Comunista de China.

Estas concepciones racistas y nacionalistas no debían estarcompletamente erradicadas de la mentalidad de Mao Tse–tungy mucho menos de la de Liu y de Teng. En el informe presenta-do en 1938 ante el Comité Central del Partido, Mao Tse–tungdecía: «La China de hoy es producto de todo el desarrollo ante-rior de China... Debemos generalizar nuestro pasado, desdeConfucio hasta Sun Yat–sen, ... debemos tomar posesión de suvalioso legado. Esto será un fuerte apoyo para dirigir el granmovimiento actual.»*

Naturalmente, todo partido marxista–leninista admite que espreciso apoyarse en el patrimonio del pasado de su pueblo, pe-ro tiene en cuenta que no se debe apoyar en cualquier patrimo-nio heredado, sino sólo en el progresista. Los comunistas re-chazan el patrimonio reaccionario tanto en el terreno de lasideas como en cualquier otro. Los chinos han sido muy conser-vadores, e incluso xenófobos, por lo que se refiere a las formasy al contenido de este patrimonio y a sus viejas ideas. Conser-vaban lo viejo como un tesoro de gran valor. De las conversa-ciones que hemos sostenido con ellos se desprende que toda ex-periencia revolucionaria mundial, no tenía mucho valor paralos chinos. Para ellos sólo tenían valor su política, la lucha quehan desarrollado contra Chiang Kai–shek, la larga marcha, lateoría de Mao Tse–tung. Por lo que se refiere a los valores pro-

gresistas de los demás pueblos, los chinos no tenían ningunaconsideración o ésta era muy poca, incluso no se tomaban lamolestia de estudiarlos. Mao Tse–tung ha declarado que «loschinos deben dejar de lado las fórmulas creadas por los extran-jeros». Pero no determina cuáles son estas fórmulas. Él ha de-nunciado «todos los clichés y los dogmas tomados de los otrospaíses». Aquí surge la siguiente pregunta: ¿Acaso en estos«dogmas» y «clichés» extraños a China se incluye también lateoría del socialismo científico que no ha sido elaborada por loschinos?

La dirección del Partido Comunista de China ha consideradoel marxismo–leninismo como monopolio de la Unión Soviética,respecto a la cual Mao Tse–tung y compañía han abrigado pun-tos de vista chovinistas, puntos de vista de gran estado, han te-nido, por decirlo así, un cierto celo burgués. No han considera-do la Unión Soviética de los tiempos de Lenin y Stalin como lagran patria del proletariado mundial, en la cual debían apoyarselos proletarios de todo el mundo para realizar la revolución y ala cual debían defender con todas sus fuerzas frente al gran ata-que de la burguesía y del imperialismo.

Hace algunas décadas, Mao Tse–tung y Chou En–lai, los dosprincipales lideres del Partido Comunista de China, han habladoy actuado en contra de la Unión Soviética dirigida por Stalin,han hablado también en contra del propio Stalin. Mao Tse–tungacusaba a Stalin de subjetivismo, de que «se le escapó la cone-xión existente entre la lucha y la unidad de los contrarios»*, dehaber cometido «una serie de errores con relación a China: de élprovinieron tanto el aventurerismo de «izquierda» de WangMing en la última fase de la Segunda Guerra Civil Revoluciona-ria como su oportunismo de derecha en la fase inicial de la gue-rra de resistencia contra el Japón»,** de que la manera de actuar

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. II, págs. 250–251, ed. en albanés.

* Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 400, ed. enfrancés.

** Ibídem, pág. 328.

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de Stalin respecto a Yugoslavia y a Tito ha sido errónea,* etc.Mao Tse–tung, a pesar de que algunas veces defendía por pu-

ra fórmula a Stalin, afirmando que sus errores representan úni-camente el 30 por ciento de su obra, de hecho sólo hablaba desus errores. No es casual que en la Conferencia de los partidoscomunistas y obreros celebrada en Moscú en 1957, Mao decla-rase: «cuando vine a encontrar a Stalin me sentí como el alum-no ante el maestro, mientras que ahora, al encontrarnos conJruschov, somos como compañeros, somos libres». Con esto sa-ludaba y aprobaba públicamente las calumnias de Jruschov con-tra Stalin y defendía la línea jruschovista.

Al igual que los demás revisionistas, Mao Tse–tung ha utili-zado las críticas a la persona de Stalin para legitimar el abando-no de los principios marxista–leninistas, que fueron defendidosconsecuentemente y enriquecidos aún más por Stalin. Al atacar-le, los revisionistas chinos pretendían desprestigiar su obra y suautoridad, para elevar la autoridad de Mao Tse–tung al rango deun dirigente mundial, de un clásico del marxismo–leninismoque ¡habría seguido siempre una línea justa e infalible! Asimis-mo, estas críticas reflejaban el descontento acumulado con res-pecto a Stalin por las observaciones y las críticas que él y el Ko-mintern habían hecho a la dirección del Partido Comunista deChina y a Mao Tse–tung, que no aplicaban de manera conse-cuente los principios del marxismo–leninismo acerca del papeldirigente del proletariado en la revolución, acerca del interna-cionalismo proletario, acerca de la estrategia y la táctica de laguerra revolucionaria, etc. Mao Tse–tung ha manifestado abier-tamente este descontento diciendo: «Stalin tuvo la sospecha deque la nuestra era una victoria al estilo Tito, y en los años 1949y 1950 ejerció una presión muy grande sobre nosotros».** Asi-mismo, en las conversaciones que Chou En–lai sostuvo con no-

sotros aquí, en Tirana, nos dijo: «Stalin sospechaba que fuése-mos pronorteamericanos, o que siguiésemos la vía yugoslava».El tiempo demostró que Stalin tenía toda la razón. Sus previsio-nes acerca de la revolución china y las ideas que la orientaban,resultaron ser exactas.

Las contradicciones entre el Partido Comunista de China di-rigido por Mao Tse–tung y el Partido Comunista de la UniónSoviética dirigido por Stalin, así como las contradicciones entreel Partido Comunista de China y el Komintern eran contradic-ciones de principio acerca de cuestiones fundamentales de la es-trategia y la táctica revolucionarias marxista–leninistas. Así, porejemplo, el Comité Central del Partido Comunista de China haignorado la tesis del Komintern sobre el desarrollo correcto yconsecuente de la revolución en China, su orientación de que laclase obrera en la ciudad y el ejército de liberación actuasenconjuntamente, la tesis del Komintern sobre el carácter y lasetapas de la revolución china, etc. Mao Tse–tung y los otros di-rigentes del Partido Comunista de China continuamente han ha-blado con desprecio respecto a los delegados enviados por elKomintern a China, calificándoles de «necios», de «ignoran-tes», de «desconocer la realidad china», etc. Mao Tse–tung, alconsiderar cada país como una «realidad objetiva en sí misma»,«cerrada para los otros», calificaba simplemente de imposible einnecesaria la ayuda de los delegados del Komintern. En el dis-curso pronunciado en la Conferencia ampliada de trabajo delComité Central del Partido Comunista de China, en enero de1962, Mao Tse–tung ha dicho: «China, en tanto que mundo ob-jetivo, fue conocida por los chinos y no por los camaradas delKomintern, que se ocupaban de la cuestión china. Estos cama-radas del Komintern desconocían o conocían poco la sociedadchina, la nación china y la revolución china. Entonces, ¿por quéhay que hablar aquí de estos camaradas extranjeros?»

Mao Tse–tung excluye al Komintern cuando se trata de loséxitos. Por el contrario, le culpa a él y a sus representantes enChina de las derrotas y las desviaciones del Partido Comunista

* Véase: Enver Hoxha. Los Jruschovistas (Memorias), Casa Editora «8Nëntori», Tirana, 1982, págs. 254–266, segunda edición en español.

** Mao Tse–tung. Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977, pág. 328, ed. enfrancés.

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de China, de no haber comprendido las situaciones que se handesarrollado en este país y no haber sacado de ellas las deduc-ciones correctas. El y otros dirigentes chinos acusan al Komin-tern de que a la hora de desarrollar una lucha consecuente paratomar el poder y construir el socialismo en China los ha obsta-culizado y confundido. Pero, los hechos del pasado y sobre to-do la actual realidad china confirman que en general las resolu-ciones y las directrices del Komintern para China han sido jus-tas y que el Partido Comunista de China no ha actuado sobre labase y en el espíritu de los principios del marxismo–leninismo.

Las consecuencias del nacionalismo estrecho y del chovinis-mo de gran estado, que caracterizan el «pensamiento MaoTse–tung» y que han sido y son la base de la actividad del Par-tido Comunista de China, se reflejan también en las posturas yen la actuación de este partido en el movimiento comunista in-ternacional.

Esto se observa en concreto en la actitud del Partido Comu-nista de China hacia los nuevos partidos marxista–leninistas,que se crearon después de la traición jruschovista. Desde unprincipio, la dirección china no tuvo la más mínima confianzaen ellos. Este punto de vista ha sido expresado abiertamente porKeng Piao, persona que en el Comité Central del Partido Comu-nista de China decide en lo que concierne a sus relaciones conel movimiento comunista internacional. Al respecto ha dicho:«China no aprueba la creación de los partidos marxista–leninis-tas ni desea que los representantes de estos partidos vengan aChina. Su llegada nos crea problemas, ha señalado, pero qué va-mos a hacer, no podemos expulsarlos. Los aceptamos al igualque hacemos con los representantes de los partidos burgue-ses».* Esta política, que no tenía nada en común con el interna-cionalismo proletario, era practicada en vida de Mao Tse–tung,cuando estaba completamente en condiciones de pensar y diri-

gir, y por tanto contaba con su total aprobación.Cuando estos nuevos partidos marxista–leninistas, en oposi-

ción a los deseos de los dirigentes chinos, comenzaron a refor-zarse, entonces aplicaron otra táctica, la de reconocer a todos losnuevos partidos y cualquier grupo sin excepción y sin ningunadistinción, bastaba que se autodenominasen «partido marxista»,«partido revolucionario», «guardia roja», etc. Esta actitud y estatáctica del Partido Comunista de China han sido criticadas por elPartido del Trabajo de Albania. Lo mismo han hecho los otrosverdaderos partidos marxista–leninistas. No obstante, la direc-ción revisionista china ha continuado por el mismo camino.

De acuerdo con su política pragmática hacia los nuevos par-tidos y grupos que se crearon, los dirigentes chinos han mante-nido actitudes diferenciadas. Han considerado como enemigossuyos a los verdaderos partidos marxista–leninistas, mientraslos grupos y los partidos que se contraponían a los primeros, sevolvieron muy queridos para ellos. En la actualidad, con estospartidos y grupos antimarxistas, que ponen por las nubes el«pensamiento Mao Tse–tung», los revisionistas chinos no sólomantienen relaciones sino que además invitan a sus represen-tantes uno tras otro a Pekín, donde les preparan, les dan ayudafinanciera y orientaciones políticas e ideológicas, les instruyensobre cómo actuar contra el Partido del Trabajo de Albania ycontra los verdaderos partidos marxista–leninistas. Les exigenque hagan propaganda del «pensamiento Mao Tse–tung», de lateoría de los «tres mundos» y, en general, de la política exteriorde China, que eleven el culto a la personalidad de Jua Kuo–fengy de Teng Siao–ping y condenen a los «cuatro». Para los revi-sionistas chinos, el partido que cumple estos requisitos es mar-xista–leninista, mientras que los partidos que están en contra deellos son calificados de antimarxistas, aventureros, etc.

Todo esto demuestra que los dirigentes revisionistas chinos,en sus relaciones con los partidos marxista–leninistas, no hanaplicado los principios y las normas leninistas que regulan lasrelaciones entre los auténticos partidos comunistas. Ellos, al

* Extracto de la conversación de Keng Piao con camaradas de nuestro Par-tido en Pekín, 16 de abril de 1973. (ACP).

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igual que los revisionistas jruschovistas, han utilizado hacia losotros partidos el concepto antimarxista de «partido padre», eldiktat, las presiones, la ingerencia en los asuntos internos, y ja-más han aceptado los consejos y las sugerencias camaraderilesde los partidos hermanos. Se han opuesto a los encuentros mul-tilaterales de los partidos marxista–leninistas, a las reunionesdonde se discutiesen los grandes problemas de la preparación yel triunfo de la revolución, de la lucha contra el revisionismomoderno y en defensa del marxismo–leninismo, donde se inter-cambiase experiencia y se coordinasen las acciones, etc. El mo-tivo de esta actitud reside, entre otras cosas, en que han tenidomiedo de enfrentarse con los verdaderos marxista–leninistas enreuniones multilaterales, porque hubieran sido puestas al descu-bierto y desenmascaradas sus teorías antimarxistas y revisionis-tas al servicio del capital mundial y de la estrategia para hacerde China una superpotencia.

Otro índice de la esencia antimarxista del «pensamiento MaoTse–tung» son los lazos que el Partido Comunista de China hamantenido y mantiene con muchos partidos y grupos fascistasheterogéneos, revisionistas, etc. Ahora se esfuerza por prepararel terreno para infiltrarse o establecer lazos también con los vie-jos partidos revisionistas de los diversos países, como por ejem-plo con el de Italia, Francia, España y de otros países de Euro-pa, América Latina, etc. Los chinos están dando una importan-cia cada vez más grande a estos lazos en razón de que ideológi-camente todos ellos están en la misma línea que el Partido Co-munista de China, no obstante las diferencias que tienen en lastácticas, las cuales dependen de la naturaleza, de la fuerza y elpotencial del capitalismo en cada país.

Los vínculos del Partido Comunista de China con estos par-tidos revisionistas tradicionales irán ampliándose gradualmente,su actuación irá coordinándose, mientras que los pequeños gru-pos llamados «marxista–leninistas», que siguen la línea china,continuarán siendo utilizados por él para combatir y escindir alos verdaderos partidos marxista–leninistas, que existen y que

permanecen en posiciones inconmovibles, así como a los otrospartidos que nacen y nacerán. Al actuar de esta manera, los re-visionistas chinos ayudan abiertamente al capitalismo, a los par-tidos socialdemócratas y revisionistas, sabotean el estallido y eltriunfo de la revolución y, de manera particular, la preparacióndel factor subjetivo, el fortalecimiento de los verdaderos parti-dos marxista–leninistas que dirigirán esta revolución.

El Partido Comunista de China aplicó esta táctica en sus re-laciones con la llamada Liga de los Comunistas de Yugoslavia,que ha trabajado con todas sus fuerzas para escindir el movi-miento comunista internacional y ha combatido incesantementecontra el socialismo y el marxismo–leninismo. Los actuales di-rigentes chinos desean avanzar junto con los revisionistas yu-goslavos y coordinar las acciones en la lucha contra el marxis-mo–leninismo y todos los partidos marxista–leninistas, contra larevolución, el socialismo y el comunismo.

Mao Tse–tung y el Partido Comunista de China han mante-nido una actitud pragmática hacia el revisionismo yugoslavo, ysus puntos de vista sobre Tito y el titismo han sufrido una granevolución. Al principio Mao Tse–tung decía que Tito no se ha-bía equivocado, sino que fue Stalin quien cometió errores res-pecto a Tito. Más tarde el mismo Mao Tse–tung alineó a Titocon Hitler y Chiang Kai–shek diciendo que «personas tales...como Tito, Hitler, Chiang Kai–shek y el zar no pueden ser co-rregidas, hay que suprimirlas». Pero de nuevo cambió su actitudy expresó su gran deseo de encontrarse con Tito. En los últimostiempos el propio Tito declaró: «Fui invitado a China cuandoMao Tse–tung vivía. En el curso de la visita del presidente de laVeche Ejecutiva Federativa, Djemal Biyedic, Mao Tse–tung lemanifestó el deseo de que yo visitara China. El presidente JuaKuo–feng asimismo me dijo que hace cinco años Mao Tse–tunghabía dicho que debía invitarme a realizar una visita, señalandoque Yugoslavia tenía razón también en 1948, cosa que él (MaoTse–tung) ya había declarado en aquel entonces en un círculoíntimo, pero que, teniendo en cuenta las relaciones que existían

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en aquel tiempo entre China y la Unión Soviética, esto no lo di-jeron públicamente»*.

La dirección revisionista de China está llevando a la prácticafielmente este «testamento» de Mao Tse–tung. Jua Kuo–fengaprovechó la visita de Tito a China y particularmente su visita aYugoslavia para cubrir de elogios a Tito, para presentarlo comoun «marxista–leninista destacado», como un «gran dirigente»no sólo de Yugoslavia sino también del movimiento comunistainternacional. De esta forma, la dirección china aprobó de ma-nera abierta también los ataques de los titistas contra Stalin y elPartido Bolchevique, contra el Partido del Trabajo de Albania,contra el movimiento comunista internacional y el marxis-mo–leninismo.

Las estrechas relaciones políticas e ideológicas de los revi-sionistas chinos con el titismo, con los «eurocomunistas» comoCarrillo y compañía, el apoyo que proporcionan a los partidos ygrupos antimarxistas, trotskistas, anarquistas y socialdemócra-tas, demuestran que los dirigentes chinos, inspirados y orienta-dos por el «pensamiento Mao Tse–tung», están creando un fren-te ideológico común con los renegados del marxismo–leninis-mo, contra la revolución, contra los intereses de la lucha de li-beración de los pueblos. Por eso, las «teorías» chinas son moti-vo de alegría para todos los enemigos del comunismo, porqueven que el «pensamiento Mao Tse–tung», la política china, es-tán dirigidos contra la revolución y el socialismo.

Estas cuestiones que acabamos de analizar no agotan todo elcontenido antimarxista y antileninista del «pensamiento MaoTse–tung». No obstante, son suficientes para concluir que MaoTse–tung no ha sido un marxista–leninista, sino un revoluciona-rio demócrata, progresista, que durante un largo periodo detiempo permaneció al frente del Partido Comunista de China ydesempeñó un papel importante en el triunfo de la revolución

democrática, antiimperialista china. En el interior de China, enel partido, en el pueblo, y fuera de China recibió el nombre degran marxista–leninista, y él mismo se hacía pasar por comunis-ta, por un dialéctico marxista–leninista, pero no lo era. Era unecléctico que juntaba varios elementos de la dialéctica marxistacon el idealismo, con la filosofía burguesa y revisionista, e in-cluso con la vieja filosofía china. Por eso las concepciones deMao Tse–tung no deben ser estudiadas únicamente en las frasesarregladas que aparecen en algunas de sus obras editadas, sinoque es preciso estudiarlas en su totalidad, en su aplicación en lavida, viendo además las consecuencias que han acarreado en lapráctica.

En la evaluación del «pensamiento Mao Tse–tung», es im-portante tener en cuenta también las condiciones históricas con-cretas en que fue formado. Las ideas de Mao Tse–tung se desa-rrollaron en la época de la descomposición del capitalismo, portanto en el período en que las revoluciones proletarias están enel orden del día y cuando el ejemplo de la Gran Revolución So-cialista de Octubre, las grandes enseñanzas de Marx, Engels,Lenin y Stalin se han convertido en guía infalible para el prole-tariado y los pueblos revolucionarios del mundo. La teoría deMao Tse–tung, el «pensamiento Mao Tse–tung», que nació enestas condiciones nuevas, intentaría cubrirse y se cubrió con elropaje de la teoría más revolucionaria y más científica del mo-mento, el marxismo–leninismo, pero en esencia siguió siendouna «teoría» que está en oposición a la causa de la revoluciónproletaria y acude en ayuda del imperialismo en crisis y des-composición. Por eso decimos que Mao Tse–tung y el «pensa-miento Mao Tse–tung» son antimarxistas.

Cuando se habla del «pensamiento Mao Tse–tung», es difícildefinir una línea única y clara del mismo, porque, como decía-mos al principio, es una amalgama de ideologías, comenzandopor el anarquismo, el trotskismo, el revisionismo moderno titis-ta, jruschovista, «eurocomunista», y acabando por el empleo dealgunas frases marxistas. En toda esta amalgama, un lugar de

* Del discurso de Tito en el activo de la RS de Eslovenia, 8 de septiembrede 1978.

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honor ocupan las viejas ideas de Confucio, de Mencio y de losotros filósofos chinos, los cuales han influido directamente en laformación de las ideas de Mao Tse–tung, en su desarrollo cultu-ral y teórico. Incluso algunos aspectos de las concepciones deMao Tse–tung, que aparecen bajo la forma de un marxismo–le-ninismo desnaturalizado, llevan el sello y presentan las particu-laridades de un cierto «asio–comunismo» con fuertes dosis na-cionalistas, xenófobas y hasta religiosas, budistas, que cualquierdía se opondrían abiertamente al marxismo–leninismo.

El grupo revisionista de Jua Kuo–feng y Teng Siao–ping, quehoy ejerce su dominio en China, tiene como base teórica y pla-taforma ideológica de su política y su actividad reaccionarias el«pensamiento Mao Tse–tung».

El grupo de Jua Kuo–feng y Ye Chien–ying que llegó al po-der, para reforzar sus posiciones tambaleantes, enarboló la ban-dera de Mao Tse–tung. Bajo esta bandera condenó la manifesta-ción de Tien An Men17 y suprimió a Teng Siao–ping, al que co-locó la merecida etiqueta de revisionista. Bajo esta bandera, di-cho grupo tomó el poder mediante un putsch y desbarató a los«cuatro». Pero el caos que siempre ha caracterizado a Chinacontinuó agravándose. Esta situación turbia hizo aparecer en es-cena e impuso la llegada al poder de Teng Siao–ping, el cual,valiéndose de métodos fascistas, reanudó la marcha por su ca-mino de extrema derecha.

El objetivo de Teng era reforzar las posiciones de su propiogrupo, proseguir sin tapujos el curso de la alianza con el impe-rialismo norteamericano y la burguesía reaccionaria mundial.Teng Siao–ping elaboró el programa de las «cuatro moderniza-ciones», puso punto final a la Revolución Cultural, liquidó a lainmensa masa de cuadros que fueron llevados al poder, al parti-do y al ejército por dicha revolución y los reemplazó por ele-mentos de la más negra reacción, desenmascarados y condena-dos anteriormente.

Ahora asistimos a un período que se caracteriza por los dazi-baos contra Mao Tse–tung, con los cuales los partidarios deTeng Siao–ping empapelan los muros de Pekín. Se trata del pe-riodo de la «revancha» que persigue dos objetivos: primero, li-quidar el «prestigio» de Mao y eliminar el obstáculo Jua Kuo-feng y, segundo, convertir a Teng Siao–ping en dictador fascis-ta omnipotente y rehabilitar a Liu Shao–chi.

En China, y también en el exterior, existen personas que alobservar estas maniobras reaccionarias, comparan la lucha deTeng Siao–ping contra Mao, que jamás fue un marxista–leninis-ta, con el crimen perpetrado por Jruschov que echó barro sobreStalin, el cual fue y sigue siendo un gran marxista–leninista. Na-die que tenga dos dedos de frente puede admitir tal analogía.

La comparación más justa que puede hacerse es la siguiente:Brezhnev y su grupo revisionista derrocó a Jruschov y ahora elBrezhnev chino, Teng Siao–ping, está derribando del pedestal alJruschov chino, Mao Tse–tung.

Todo esto es un juego revisionista, es una lucha por e poderpersonal. En China siempre ha sido así. En todo esto no hay na-da de marxista. Esta situación será arreglada sólo por la claseobrera china y un partido verdaderamente marxista–leninistadepurado del «pensamiento Mao Tse–tung», del «pensamientoTeng Siao–ping» y otros pensamientos similares antimarxistas,revisionistas, burgueses. Las ideas de Marx, Engels, Lenin yStalin son las que pueden salvar a China de esta situación pormedio de una verdadera revolución proletaria.

Confiamos en que un día en China triunfarán el marxis-mo–leninismo y la revolución proletaria y en que los enemigosdel proletariado y del pueblo chinos perderán. Naturalmente es-to no podrá lograrse sin lucha y sin sangre debido a que en Chi-na será preciso realizar muchos esfuerzos para crear el partidorevolucionario marxista–leninista, el dirigente indispensablepara conquistar la victoria sobre los traidores, para lograr la vic-toria del socialismo.

Estamos convencidos de que el hermano pueblo chino, los17 Se realizó en abril de 1976.

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auténticos revolucionarios chinos se liberarán de las ilusiones ylos mitos. Comprenderán política e ideológicamente que en ladirección del Partido Comunista de China no existen revolucio-narios marxista–leninistas, sino gente de la burguesía, del capi-talismo, que siguen un camino que no tiene conexión algunacon el socialismo y el comunismo. Pero, para que las masas ylos revolucionarios comprendan esto, es preciso que se percatende que el «pensamiento Mao Tse–tung» no es el marxismo–le-ninismo y que Mao Tse–tung no ha sido un marxista–leninista.

La crítica que nosotros, los marxista–leninistas, hacemos del«pensamiento Mao Tse–tung» no tiene nada en común con losataques emprendidos contra Mao Tse–tung por el grupo de TengSiao–ping, en la pugna de éste por el poder.

Hablando abierta y sinceramente de estos asuntos, los comu-nistas albaneses cumplimos con nuestro deber en defensa delmarxismo–leninismo y, al mismo tiempo, en tanto que interna-cionalistas, ayudamos al pueblo y a los revolucionarios chinospara que encuentren el camino justo en estas difíciles situacio-nes por las que están pasando.

La actual situación internacional es turbia, la crisis en lospaíses capitalista–revisionistas se agrava, la política agresiva delas superpotencias engendra cada día nuevos y mayores peligrospara la libertad y la independencia de los pueblos y para la pazgeneral. Las teorías burguesas y revisionistas jruschovistas, ti-tistas, «eurocomunistas» y, junto a ellas, también las teorías chi-nas, son parte constitutiva del gran plan estratégico del imperia-lismo y del revisionismo moderno para destruir el socialismo yestrangular la revolución.

Dadas estas condiciones, la defensa del marxismo–leninis-mo, de los principios del internacionalismo proletario, la actitudconsecuente y revolucionaria hacia los grandes problemas mun-diales, constituyen hoy para nuestro Partido, como para todoslos auténticos marxista–leninistas, una tarea fundamental.Nuestra justa lucha debe estimular en los pueblos y los hombresprogresistas la confianza en el triunfo de la causa de la revolu-ción, del socialismo y de la liberación de los pueblos. NuestroPartido está en el camino justo y triunfará, porque con él estánlos revolucionarios y los pueblos del mundo, porque con él es-

LA DEFENSA DEL MARXISMO–LENINISMO,GRAN TAREA DE TODOS LOS AUTÉNTICOS

REVOLUCIONARIOS

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tá la verdad marxista–leninista.Los marxista–leninistas y los revolucionarios en todas partes

del mundo ven que el Partido del Trabajo de Albania defiendeel marxismo–leninismo, cuando otros lo atacan, que defiendelos principios del internacionalismo proletario, cuando los di-versos revisionistas han echado por la borda estos principios.Ven que en las actitudes que adopta parte no sólo de los intere-ses de su propio país, sino que expresa y representa interesesmuy grandes, entrañables y sagrados para todo el proletariado,los intereses del verdadero socialismo, los intereses de todosaquellos que se basan en el marxismo–leninismo y se guían porsus principios para la transformación revolucionaria del mundo.

Al mismo tiempo observamos que la política que China si-gue en sus relaciones con el imperialismo norteamericano, asícomo con el socialimperialismo soviético, suscita dudas, des-contento, es objeto de continuas críticas en todas partes, sobretodo en los países del llamado tercer mundo. Esto es natural,porque en estos países los hombres honrados ven que la políti-ca china es incorrecta, una política que apoya a un imperialismoque les oprime, que muchas de las prédicas de los dirigenteschinos no concuerdan con sus actos y con la realidad concreta.Los pueblos ven que China sigue una política socialimperialis-ta que amenaza sus intereses.

En este sentido, también nuestro Partido da su modesta con-tribución. Los pueblos creen en él, porque les dice la verdad yla verdad tiene su origen en la teoría marxista–leninista, que esaplicada concretamente en Albania. El desarrollo de nuestropaís, sus luchas de liberación, su situación social, económica,política y espiritual en el pasado, tienen semejanza con los demuchos países del mundo que han sufrido y sufren bajo la ferozdominación de los gobernantes locales y de los imperialistas ex-tranjeros. La experiencia acumulada por nuestro Partido en latoma del poder por el pueblo, en la instauración de la dictaduradel proletariado y en la construcción del socialismo, es un ejem-plo y una ayuda concreta para estos pueblos. Las victorias y los

éxitos obtenidos en la República Popular Socialista de Albania,tienen su base en la teoría marxista–leninista, que inspira al Par-tido del Trabajo de Albania y que éste lleva a la práctica.

A excepción de los lacayos y los ultrarreaccionarios, nadiedefiende directamente la fracasada teoría china de los «tresmundos». La política de los chinos de acercamiento al imperia-lismo norteamericano resucita los espectros de las guerras im-perialistas, que nadie quiere ver, hace más negra la noche colo-nial y neocolonial que nadie soporta, sostiene la explotación ca-pitalista, de la que todos quieren desembarazarse.

El Partido del Trabajo de Albania ha luchado, lucha y lucha-rá siempre firmemente en defensa de la pureza de las ideas mar-xista–leninistas. Se opone y se opondrá en todo momento a to-dos aquellos que tratan de tergiversarlas y substituirlas conideas burguesas, revisionistas y contrarrevolucionarias. NuestroPartido es un partido proletario, un partido marxista–leninista,un miembro activo de la revolución mundial, en aras de la cual,hoy como ayer, está dispuesto a soportar cualquier sacrificio.No hay fuerza en el mundo capaz de apartarlo de este gloriosocamino del honor plenamente internacionalista, no hay fuerzacapaz de intimidarlo ni doblegarlo. Nuestro Partido no puedetransigir con ningún tipo de oportunismo, con ninguna desvia-ción y tergiversación del marxismo–leninismo. Luchará resuel-tamente también contra el revisionismo chino, al igual que con-tra cualquier otro tipo de revisionismo.

El nuestro es un partido marxista–leninista, y precisamenteporque es así, no debemos tener miedo de decir abiertamente laverdad. Nuestro Partido es pequeño por el número de miembrosque militan en sus filas, pero es un partido templado en muchasluchas y siempre ha tenido la osadía de plantear abiertamentelas cuestiones cuando se ha tratado de defender la pureza delmarxismo–leninismo, la revolución y el socialismo. Los hechosprueban que nuestra lucha contra el revisionismo chino es justa,es indispensable, por eso es aprobada y respaldada por los mar-xista–leninistas y los revolucionarios auténticos.

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Un partido verdaderamente revolucionario, como el nuestro,no renuncia en ningún caso a sus posiciones de principio. Noso-tros no podemos retroceder porque los otros puedan tachar depresunción el coraje que es una virtud de nuestro Partido. ElPartido no ha enseñado a sus miembros a ser presuntuosos, pe-ro si a ser siempre resueltos y justos, severos con el enemigo declase. En estas cuestiones el tamaño del partido carece de im-portancia.

Los comunistas, los verdaderos revolucionarios, los marxis-ta–leninistas deben comprender bien la evolución actual de lasituación en el mundo. Esta evolución no obedece a estereoti-pos. Si se estudian, se comprenden y se asimilan debidamentelas enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin, la experienciade las luchas revolucionarias del proletariado mundial, así comola experiencia de todo auténtico partido marxista–leninista, secomprenderá como es debido la evolución de esta situación y seayudará poderosamente a la revolución.

Nosotros, los comunistas albaneses, debemos comprenderbien que la asimilación del marxismo–leninismo es absoluta-mente indispensable. No hay que subestimar nunca el cerco ca-pitalista–revisionista y la presión que ejerce sobre nosotros. Nodebemos ser presuntuosos en la comprensión de estas cuestio-nes y en la verdadera lucha que debemos desarrollar contra losenemigos que nos rodean.

En su marcha la revolución ha tropezado y tropieza con es-collos, que debe minar y hacer saltar por los aires. Algunos de-be minarlos directamente, otros debe corroerlos, otros, en fin,tiene que flanquearlos para luego asestarles el golpe definitivo.Esto significa comprender la estrategia y la táctica de la revolu-ción. Para crear la convicción de que ésta triunfará, es impres-cindible organizar a las amplias masas populares, hacer que elproletariado tome conciencia de la firme dirección de su verda-dero partido marxista–leninista, porque de otro modo se puedellegar incluso a emprender aventuras, a comprometer la causade la revolución. Los comunistas y las masas oprimidas del pue-

blo deben saber que el imperialismo y el capitalismo mundialposeen una gran experiencia en la opresión de las masas, en laorganización de la contrarrevolución. Por eso hay que compren-der también las tácticas y la estrategia de los enemigos y hacer-les frente, conscientes de que nuestra ideología, nuestra políti-ca, nuestra estrategia y nuestras tácticas son más poderosas quetodo enemigo, dado que éstas sirven a una causa justa, a la cau-sa del comunismo.

Actualmente para nuestro Partido, al igual que para todos lospartidos marxista–leninistas del mundo, la lucha contra el revi-sionismo chino merece una atención principal. Esta es una cues-tión importante a la que debemos dedicamos, pero no por ellonos está permitido olvidar el revisionismo soviético, el revisio-nismo titista o el «eurocomunismo», que son muy peligrosas va-riantes del revisionismo moderno. Independientemente de lasdiferencias existentes en las formas de lucha, todas estas co-rrientes antimarxistas, en lo que atañe a sus tácticas y a su estra-tegia, están en el mismo cauce, persiguen el mismo objetivo, de-sarrollan la misma lucha.

Por todos estos motivos jamás debemos apartar la atenciónno sólo de la lucha que hay que llevar a cabo contra el imperia-lismo norteamericano y toda la burguesía reaccionaria capitalis-ta mundial, sino también de la que hay que desarrollar contra elrevisionismo soviético, el revisionismo yugoslavo, el revisio-nismo chino, etc. Todos estos enemigos, con todas las contradic-ciones que tienen entre sí, están ligados por el mismo hilo quees la lucha contra la revolución, contra los partidos marxista–le-ninistas, contra su unidad, contra la organización general delproletariado y de las masas trabajadoras para lanzarse a la revo-lución.

La lucha contra el revisionismo moderno, y en particularcontra el revisionismo soviético, el revisionismo titista y el re-visionismo chino, no es una cosa fácil. Al contrario, esta luchaes y será enconada, larga. Para que esta lucha se realice con éxi-to, para que se conquisten victorias consecutivas, los comunis-

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tas, los cuadros, la intelectualidad y las masas trabajadoras denuestro país deben formarse en la ideología de Marx, Engels,Lenin y Stalin, deben estudiar también la rica experiencia con-quistada por nuestro Partido en la lucha contra el revisionismomoderno. Sólo así estaremos en condiciones de superar los obs-táculos sin que las zarzas de todo este gran bosque hostil nosdesgarren.

Nuestro Partido del Trabajo debe, como siempre ha hecho,mantener actitudes claras, resueltas, valientes en la correcta lí-nea marxista–leninista. Esta línea de nuestro Partido, con obje-tivos claros y bien determinados, ayudará a desenmascarar alimperialismo norteamericano, al socialimperialismo soviético,así como al socialimperialismo chino, y llevar a cabo victorio-samente una lucha implacable contra ellos.

Nuestro Partido, así como también todos los verdaderos co-munistas del mundo tienen el deber de luchar con total entregapor defender nuestra teoría marxista–leninista y depurarla de to-das las deformaciones de que es objeto por parte de la burgue-sía, de los revisionistas modernos y de todos los oportunistas ytraidores.

El marxismo–leninismo es la ideología triunfante. Quien lahace suya, la defiende y la desarrolla, forma parte del gloriosoejército de la revolución, del gran ejército invencible de los co-munistas auténticos, que dirigen al proletariado y a todos losoprimidos en la lucha para transformar el mundo, destruir el ca-pitalismo y construir el mundo nuevo, el mundo socialista.

Se publica según el libro «ElImperialismo y la Revolu-ción», Segunda edición en al-banés, Tirana, 1978

Presentación .....................................................................................

Prefacio a la primera edición ............................................................

Nota a la segunda edición ..............................................................

PRIMERA PARTE

I LA ESTRATEGIA DEL IMPERIALISMOY DEL REVISIONISMO MODERNO ..........................................

La estrategia del imperialismo mundial ......................................

La estrategia del socialimperialismo soviético ...........................

La estrategia del socialimperialismo chino ................................

El papel del titismo y de las otras corrientesrevisionistas en la estrategia globaldel imperialismo y del socialimperialismo ..................................

La revolución, única arma para destruir la estrategiade los enemigos del proletariado y los pueblos .........................

II LA TEORÍA LENINISTA SOBRE ELIMPERIALISMO MANTIENE TODA SU ACTUALIDAD ...........

III LA REVOLUCIÓN Y LOS PUEBLOS ......................................

Defendamos y apliquemos las enseñanzasmarxista–leninistas sobre la revolución ....................................

La lucha de liberación de los pueblos,parte integrante de la revolución mundial .................................

Los auténticos revolucionarios llaman a losproletarios y a los pueblos a levantarse porel mundo nuevo, por el mundo socialista .................................

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SEGUNDA PARTE

I LA TEORÍA DE LOS «TRES MUNDOS», TEORÍACONTRARREVOLUCIONARIA Y CHOVINISTA ..........................

El concepto de los «tres mundos»,negación del marxismo–leninismo .................................................

La actitud de los revisionistas chinos respectoa las contradicciones, es una actitud idealista,revisionista y capitulacionista ........................................................

La concepción china sobre la unidaddel «tercer mundo» es reaccionaria ..............................................

La teoría china del «tercer mundo» y lateoría yugoslava del «mundo no alineado»sabotean la lucha revolucionaria de los pueblos ...........................

II EL PLAN DE CHINA PARA CONVERTIRSEEN SUPERPOTENCIA ..................................................................

III EL PENSAMIENTO «MAO TSE–TUNG»TEORÍA ANTIMARXISTA ..............................................................

LA DEFENSA DEL MARXISMO–LENINISMO,GRAN TAREA DE TODOS LOSAUTÉNTICOS REVOLUCIONARIOS ................................................

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