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    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacinpblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizadacon la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista porla ley. Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogr-

    ficos) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de estaobra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

    Ttulo original:Le Yoga de la Verticalit

    Genevive y Babacar Khane, 2002, 2012 La biblioteca del laberinto, S. L., 2012

    Joaqun Turina, 4. 28770 Colmenar Viejo (Madrid). Tel. 91 848 6443 / 91 844 5467correo electrnico: [email protected]

    www.labibliotecadellaberinto.es

    Editores:PAQUITA MELGAR

    www.paquitamelgar.comJUAN PELEZ

    www.juanpelaezescritor.wordpress.comCECILIA GARCA

    Composicin de textos

    Institut International de Yoga et Yogathrapie B.P. 1839. Dakar (Senegal)Membre de lI.Y.F. (International Yoga Federation)

    et de lEuropean Yoga AllianceHuman Integral Development Y.B. Khane, CP 200, CH-1880. Bex, Suisse

    E-mail: [email protected] web: www.ii-yogikhane.ch

    Primera edicin en esta editorial: septiembre de 2012

    ISBN: 978-84-92492-81-7Depsito legal: M-24537-2012

    Impreso por La biblioteca del laberinto, S.L.

    Impreso en Espaa Printed in Spain

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    Dibujos de Michle KonTraducido por Margot Paccaud

    y corregido por el Prof. Juan Benavides Delgado

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    VERTICALIDAD

    Ests por doquier:

    lo mineral te expresa a travs de los montes,lo vegetal te expresa a travs del rbol,pero tu triunfo, es el ser humano,rbol de la arcilla del reino animal.

    Verticalidad, o movimiento del ser hacia su ideal,te expresas a travs de la tierra entera.Montes, rboles, animales, hombres

    no son ms que los peldaos de la escaleraque llevan hacia ti.

    Verticalidad,en ti reside el destino del hombre.Te rindo homenaje con el ritual del Yoga egipcio.El rbol de mi vida se irguipara acogerte en su morada.

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    Fruto de ms de veinte aos de enseanza y de bsquedas, estelibro es el primero de una serie dedicada a la pedagoga y a laprctica del Yoga egipcio. Varias de las lecciones desarrolladasen l estn grabadas en cassettes y a disposicin de todos.

    El Egipto antiguo, adems de un conjunto de actitudes verti-cales que le son propias, ha conocido y practicado casi todas lasgrandes posturas del hatha-yoga indio1. El presente trabajose consagra principalmente a las actitudes especficas del Yoga

    egipcio. Aborda igualmente algunas de las aplicaciones que en-cuentra este yoga en la preparacin de las posturas del hatha-yoga. Babacar Khane se reserva el derecho de abordar ms endetalle en otro trabajos actualmente en preparacin la pe-dagoga de las posturas comunes en India y Egipto.

    Los temas de meditacin propios del Egipto antiguo no sehan podido incluir en este libro. Figurarn igualmente en unaobra ulterior.

    Las personas que se interesan por el conjunto de la ensean-za impartida por Yogui Babacar Khane, pueden encontrarsecon este Maestro durante los seminarios que dirige a lo largo detodo el mundo, particularmente en Europa y en Egipto. El Ins-tituto Internacional de Yoga que el mismo ha fundado en 1964,posee secciones oficiales en varios pases de Europa. Edita

    !!!!!1 Respecto a esto verEl Yoga de los Faraones, cap. 3.

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    adems desde 1984 un mtodo por correspondencia y por cas-settes donde se ha unido todos los aspectos de la enseanza deMaestro Khane. Para cualquier informacin respecto a esta en-

    seanza el lector o cualquier persona interesada puede dirigirsea la siguiente direccin:

    Instituto Internacional de YogaB.P. 1839

    DakarSenegal

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    Leccin 6: Postura de la marcha egipcia y actitud del

    lanzador de falrica......................................... 165

    Cuadro sinptico de la leccin 6..................... 181

    Leccin 7: El movimiento de las alas del guila unidas yla postura de elevacin del cielo ..................... 183

    Cuadro sinptico de la leccin 7..................... 198

    Leccin 8: Postura de oracin y actitud del guerrero...... 199

    Cuadro sinptico de la leccin 8..................... 216

    Leccin 9: Actitud del cubo y la postura de los millones

    de aos ............................................................. 217

    Cuadro sinptico de la leccin 9..................... 232

    Leccin 10: La postura de la eterna juventud y sus va-riantes dinmicas ............................................ 233

    Cuadro sinptico de la leccin 10................... 244

    PARTE TERCERA: APLICACIN DEL YOGA EGIPCIO A LA PREPARA-

    CIN DE LAS POSTURAS DEL HATHA-YOGA..................................... 245

    I. Preparacin a la postura de la pinza .......................... 248

    II. Preparacin al ngulo con plantas unidas ................. 256

    III. Preparacin al ngulo con piernas separadas............ 270IV. Preparacin a la postura de media cobra y a las pos-

    turas de extensin de el pjaro y la cobra real.... 273

    REFERENCIAS DE OBRAS CITADAS................................................. 281

    ACLARACIN DE TRMINOS .......................................................... 283

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    C9E0A!A

    Oriente y Occidente estn destinados a uniren un todo la actividad y la espiritualidad.

    (Palabras del Mahavatar Babadji)1

    Se considera generalmente el Yoga como una disciplina espec-ficamente originaria de la India y ms adaptada al hombre con-

    templativo de Oriente que al pragmtico de Occidente. Sin em-bargo, segn la tradicin india, la tierra entera ha conocido elyoga y el origen de esta disciplina se confunde con el origen dela vida. Haciendo vivir de nuevo la tradicin egipcia del Yoga,Babacar Khane tira un puente entre Oriente y Occidente y con-firma a universalidad de esta tcnica psicofsica de concentra-cin y de control sobre uno mismo.

    Egipto, cuna de nuestra civilizacin, ha transmitido a Grecia

    las bases de nuestras matemticas, de nuestra medicina y denuestra filosofa. En lo secreto de sus templos nacieron lasgrandes doctrinas que han inspirado a la vez los fundadores de

    !!!!!1 Esta afirmacin debe ser entendida de forma genrica, en la medida en

    que la cultura egipcia ha estado en el cruce de diferentes culturas, ejerciendojunto con el pensamiento helnico, una interesante influencia sobre el ju-dasmo y el desarrollo inicial del cristianismo primitivo.

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    las religiones ulteriores y las tradiciones esotricas de Occiden-te, Egipto, aparentemente petrificada y momificada, est ansorprendentemente viva y su mensaje toma un relieve particu-

    lar en estos tiempos de fin de mundo y nacimiento de otro. Conla expedicin de Bonaparte en Egipto y el descubrimiento de lapiedra de Rossette, se inici una de las ms grandes aventurasde nuestra poca: Egipto no es slo el crisol donde se han for-mado las races de nuestras ciencias y de nuestras tcnicas, esigualmente el pas de la esfinge. Orientada hacia levante, surostro de piedra est all desde hace millares de aos para espe-rar y anunciar el nacimiento de un nuevo sol.

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    La puesta de la verticalidad

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    titud firme, inspirada en la observacin de las posturas farani-cas. Pensamos que descansamos y relajamos los msculos denuestro cuerpo al adoptar actitudes negligentes. Cuando esta-

    mos de pie tememos enderezar la espalda y los hombros permi-tiendo que caigan hacia delante comprimiendo la caja torcica.Tenemos miedo de parecer demasiado marciales y arrogantesprefiriendo as parecer esos muecos de trapo de los que lamoda ha divulgado la forma.

    Adems de las deformaciones que estas actitudes de dejadezterminan por provocar, stas terminan por ser origen de trastor-nos de la circulacin energtica, aminorando la vitalidad con in-

    fluencia negativa sobre el estado psquico. Se sitan muy lejos denuestro descanso y acarrean un cansancio real, abriendo la puer-ta a estados mentales depresivos. Una actitud firme permite unacirculacin libre de las corrientes energticas y favorece un com-portamiento mental positivo. El cuerpo es a la vez el espejo y elamplificador de nuestros estados mentales. Al enderezarlo, seopera al mismo tiempo un trabajo de reeducacin mental.

    Estando, generalmente, basadas en las ms importantes acti-

    tudes de la vida diaria, las posturas faranicas tienen una apli-cacin directa en el seno de la vida cotidiana. Permiten unatoma de conciencia progresiva de los diferentes segmentos delaparato locomotor y conducen a una auto-correccin fsica ypsquica: actan a la vez sobre el aparato locomotor y sobre elesquema corporal.

    La voluntad de enderezarse no es suficiente para llegarrealmente a lograrlo. El peso de las costumbres, la ausencia de

    la consciencia del cuerpo y las contracturas musculares incrus-tadas por una larga prctica de actitudes defectuosas, frenanrpidamente las mejores intenciones. Slo un trabajo metdico,basado sobre un conocimiento perfecto del rbol vertical y desus diferentes segmentos del aparato locomotor, es capaz de di-solver los residuos del pasado y de reemplazar las malas cos-tumbres corporales por un mantenimiento perfecto. A ese nivel,el rigor y la precisin del yoga egipcio no tienen rival.

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    Como lo hemos subrayado ya en El Yoga de los Faraones lamedicina egipcia era ante todo una vertebro-terapia. Los mon-jes mdicos del Egipto faranico posean un conocimiento sor-

    prendente sobre las diferentes lesiones que podan afectar elrbol vertebral y sus incidencias sobre las otras zonas del cuer-po. Sin poseer aparato de radiografa alguno, llegaban a distin-guir una luxacin (wnkh) de una sub-luxacin (nswt), de un es-guince (nrwt) o de un aplastamiento vertebral (shm). Conocantambin perfectamente la anatoma de la cintura escapular y elaparato respiratorio1. No ignoraban nada de los circuitos ener-gticos y de la localizacin de los centros sutiles.

    Ese profundo conocimiento del cuerpo humano, en su dobleaspecto fsico y energtico, explica la precisin sorprendente delas actitudes egipcias. La postura del KA no es slo una con-densacin simblica y espiritual de extrema riqueza, sino unaactitud perfecta para la reeducacin de la espalda, de la cinturaescapular y del aparato respiratorio. Es, sin duda, una actitudde apertura de los centro sutiles2. Al rigor y a la precisin de lamarcha se aade tambin una visin total del ser humano. Las

    posturas egipcias actan a la vez sobre el cuerpo fsico, sobre elcuerpo energtico y sobre la mente. Constituyen a la vez unava de acceso a la realizacin espiritual.

    La accin del yoga egipcio sobre el eje vertebral y sobre losotros segmentos del aparato locomotor, se repercute natural-mente sobre el funcionamiento de los distintos rganos, graciasa las conexiones nerviosas y a los circuitos energticos que sir-ven de intermediario. As es como los acupuntores chinos, los

    monjes mdicos del antiguo Egipto consideraban tambin losdesrdenes de los circuitos energticos (mtw) como los grandes

    !!!!!1 La bsqueda metdica del papiro Edwin Smith deja entrever que los

    conocimientos de los antiguos egipcios se extendan seguramente hacia elconjunto del cuerpo. Sin embargo, la copia de este tratado qued inacabada,lo que conlleva una ausencia sobre los detalles de las zonas del cuerpo situa-das por debajo de la regin torcica.

    2 Ver leccin 2, ejercicio B.

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    30. timo31. clavcula

    32. sub-clavicular33. laringe34. tiroides35. garganta36. esfago37. trquea38. saliva39. labio40. lengua.41. fosas nasales42. cartlagos nasales43. huesos propios de la nariz

    43. y cornetes superiores44. cerebro, crneo,44.circunvalciones cerebrales

    45. cerebro46. rganos cerebro-espinales

    47. meninges48. LCR49. circunvoluciones cerebrales50. dem51. seno longitudinal y lateral52. sangre53. plexo vasos sanguneos54. msculos (masetero y temporal)55. cuerpo56. msculo vertebral57. carne58. mdula espinal

    59. dem60. vrtebra dorsal61. dem

    FIG. 1. El templo del hombre, t. I., fig. 168, segn R.A. Schwaller de Lubicz.Este esquema revela lo extenso de los conocimientos anatmicos de los anti-guos egipcios. Testimonia adems su conocimiento de los centros sutiles. Senotar particularmente la expresin shtyt n fnd (literalmente el santuariode la nariz) empleada para designar la colocacin del tercer ojo (llamadoajna chakrapor los indios).

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    13. Crneo14. Bveda craneal15. Vrtex16. Hueso en general17. Superficie craneal18. Suturas

    19. Membranas suturales10. Fontanela bregmtica11. Regin temporal12. Superficie temporal13. Conducto auditivo u odo interno14. Conducto auditivo externo15. Surco sigmoideo16. Maxilar inferior

    17. Rama del maxilar inferior18. Nuca, regin occipital19. Vrtebra de la nuca20. Frente21. Frente22. Cejas, arcada ciliar

    23. rbita del ojo24. ngulo interno del ojo25. Santuario (huesos propios) de la nariz26. Mejilla27. Dientes28. Molares29. Mentn

    FIG. 2. Segn R.A. Schwaller de Lubicz,El templo del hombre, t. I., fig. 167.

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    responsables de la aparicin de las enfermedades. Su prcticamdica estaba orientada hacia la curacin de los desarreglosenergticos as como hacia la vertebro-terapia. Estos dos aspec-

    tos se vuelven a encontrar en el interior del yoga egipcio.

    FIG. 3. El pilar djed, smbolo de la columna vertebral de Osiris. Segn A.Champdor,El libro de los muertos, p. 46.

    La relacin existente entre la columna vertebral y la circula-cin energtica aparece de lleno en numerosas representacio-nes egipcias del pilar djd, smbolo de la columna vertebral deOsiris. Del vrtice de este pilar emergen, bajo la forma de dosserpientes3, las dos grandes corrientes energticas conocidas en

    la India bajo el nombre de ida nadiy depingala nadi. Entre lasdos serpientes yerguen las dos plumas smbolos del aliento ylos circuitos sutiles a travs de los que se efecta la circulacinde la energa prnica. Como lo indica el cruce de los dos cetros

    !!!!!3 La serpiente uraeus del norte y la serpiente uraeus del sur. Sobre el sig-

    nificado simblico de estas dos serpientes, ver nuestro libroEl yoga de los Fa-raones,pag. 65 sq.

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    colocados sobre el pecho, las dos corrientes se armonizan a ni-vel del centro sutil de la regin cardiaca (ver Fig. 3). Todos es-tos smbolos se encuentran en accin en el interior de la actitud

    del KAcomo lo veremos con ms detalle en el curso de la des-cripcin pedaggica de esta postura, los dos brazos correspon-den a los nadis ida y pingala. En el curso de la prctica de estaposicin, estas dos corrientes energticas se armonizan a niveldel chakradel corazn. La imagen del pilar djedcoronado porlas dos serpientes no es ms que una transposicin esotrica dela imagen del hombre en la actitud del KAy de circuitos ener-gticos puestos en juego por esta posicin.

    Las otras grandes posturas del yoga egipcio son testigo de lamisma precisin y de la misma visin totalizadora del ser hu-mano. La actitud de torsin vertebral que sirve de modelo parala representacin de los personajes vistos de perfil, acta sobrelos puntos vitales ms importantes de la columna vertebral. Susefectos tienen que ver con la vertebro-terapia y la medicina. Aldisipar las tensiones y los bloqueos debidos a problemas ps-quicos, acta igualmente sobre la mente. Su accin llega tam-

    bin a los centros sutiles y a nivel espiritual. La torsin es uninicio de espiral. Permite la ascensin de la energa sutil y laapertura del hombre a la dimensin espiritual.

    Adems de su rigor y de su precisin, las actitudes del yogaegipcio se caracterizan por su sencillez. Esta sencillez puededesconcertar a las personas mal informadas, acostumbradas aconfundir el yoga con las contorsiones. Como lo observabaJean Herbert, cuando algunos occidentales, entran en la prcti-

    ca del yoga, echan al fuego de la hoguera de buena gana sillas ymesas y condenan los amigos y la familia a practicar con ellosla experiencia del loto o del diamante. Olvidan que la India haadoptado la silla, el telgrafo y el telfono. Los elementos exte-riores cuentan poco. El templo verdadero se encuentra en el in-terior, la verdadera postura es la postura interior. El Yoguisiempre ser un yogui, sentado en una silla o sentado en loto oen diamante. No le pide a los objetos materiales y tampoco al

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    aspecto exterior del gesto traerle la prueba de lo que es. Sabeque la verdadera evolucin es la evolucin espiritual. As escomo puede ponerse en las posturas y aceptar o rechazar los

    objetos sin ser su esclavo y sin imponer a los dems esa esclavi-tud.

    Puede vivir lo mismo en la atmsfera de las grandes capita-les, en una cueva del Himalaya o a los pies de las pirmides. Enel lujo o en la pobreza. Sabe vestir lo mismo el traje del traba-jador o del campesino que el de un ejecutivo. Una prueba no lerebaja y el xito tampoco le exalta.

    Esto parece evidente, sin embargo la mayora de nuestros

    contemporneos se sienten desalentados, desconcertados de-lante de las posturas ms espectaculares del yoga. Realmenteno saben que se puede comulgar muy sinceramente con el yogaincluso sin poder efectuar tan siquiera las muy difciles postu-ras como la del pjaro o la postura del escorpin. Lo im-portante no es el aspecto exterior de la actitud, sino la vivenciainterior.

    Aquellos que, gracias a su flexibilidad o a su propio esfuer-

    zo, logran realizar todos los asanas4, incluso los ms difciles,se equivocaran si quisieran privarse de sus beneficios. Losque no pueden ejecutar esas actitudes se equivocaran igual-mente si se lamentasen creyndose ineptos para practicar yo-ga. En esta materia, como en materia de alimentacin, cadauno tiene que actuar en funcin de su apetito y de sus activi-dades. El yoga se ha creado para el ser humano y no el hom-bre para el yoga.

    La postura no es un fin en s: no es ms que un medio paradisciplinar el cuerpo, apaciguar la mente y abrir el ser a la Con-ciencia Csmica. La actitud ms sencilla puede volverse el msperfecto de los asanas desde el momento en que es practicadocon conciencia y con presencia total. Tal es uno de los mensajesque nos dan las estatuas faranicas. Estos gigantes de piedra,

    !!!!!4 Trmino snscrito que significa postura.

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    sentados o de pie en la eternidad, tienen tal intensidad de pre-sencia que su actitud se vuelve la ms bella de las actitudes. Surostro transfigurado, visitado por la luz interior, expresa ple-

    namente la conciencia en S mismo.A ese nivel, la enseanza de Egipto se hermana con la ense-

    anza del Buda o de China. Ser es, ante todo, estar presente, es-tar aqu y ahora.

    Ms que cualquier otra, nuestra poca necesita la calma, elreposo y la concentracin que da el yoga. Ms que cualquierotra, necesita una disciplina que despierte al hombre a la con-ciencia y al dominio de s mismo. Sin embargo no aceptar al

    yoga si este no acepta la prdida de su mito y la adopcin de unlenguaje que llegue a todos.

    Uno de los grandes mritos del yoga egipcio es su sencillez ysu perfecta integracin al mundo moderno. La mayora de susactitudes pueden practicarse de pie o sentados sobre una silla oen cualquier lugar. No exigen ningn equipo o uniforme. Suprecisin y su rigor no se acomodan al folklore ya que van di-rectamente a lo esencial: al ser humano y al rbol de vida que

    es la columna vertebral.Adoptado en algunos pases como gimnasia de pausa en las

    fbricas y oficinas, o como una tcnica educativa en las escue-las o las universidades, el yoga egipcio se dirige a todos y hablaun lenguaje que todos conocen: el del banquillo, de la silla o delestar de pie. No exige flexibilidad, ningn modo de vida o algu-na religin en particular. Nos pide slo que estemos presentes,intensamente presentes en cada paso y en cada gesto. No es un

    derivativo ni un ocio para mentes en bsqueda de exotismo. Esuna Escuela del Ser.

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    Si el hombre de pie es un obelisco, el hombre sentado en laactitud del escriba es una pirmide. La solidez de su base estcompensada por el potente dinamismo ascendente que yergue

    hacia lo alto su cabeza y su columna vertebral. Cmo podrasuceder de otra forma si su cabeza (tp) no es ms que el reflejodel cielo (pt)?

    Segn las cosmogona heliopolitana, uno de los primerosepisodios de la Creacin del universo consiste en la separacindel cielo y de la tierra. El objetivo principal de la religin egip-cia es de trascender esta separacin para volver a la fuente de laluz divina. En los textos de las Pirmides aparece ya la mencin

    de una escalera sobre cuyos peldaos el faran se eleva paravolver a la fuente y unirse con Aquel que lo ha creado:

    472. La escalera est ligada por R delante de Osir. Laescalera est ligada por Hor, delante de su padreOsir, cuando va hacia su Espritu.

    474. El Espritu es para el cielo; el cadver para la tie-rra.

    476. Qu bella es la visin! Qu agradable para la vi-sin! dicen los dioses de la subida de ese dioshacia el cielo; de la subida de W.M.N. al cielo.

    479. Sube al cielo, W.M.N.! Sube por ella, cuyo nombrees Escalera3.

    El papel de mediador de las actitudes verticales del yogaegipcio aparece claramente en las inscripciones que acompa-

    an la representacin de las posturas tales como la postura deelevacin del cielo twz pt). Voy a ti, dice el rey, dirigindose ala divinidad a quien le pide seguidamente comparecer:

    El rey. Aseguro mis pies, elevo mis brazos, les doy mi po-tencia, manifiesto y doy mi fuerza, cuando sostengo el cielo [...]con mis brazos.

    !!!!!3L. Speelers, Textos de las pirmides egipcias, Bruselas, p. 67.

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    La divinidad. [...] Veo tu potencia. Me alegro de la firmezade tus brazos. Mi corazn esta de fiesta cuando ve tu fuerza. Tedoy la duracin de vida que lleva R y los aos de Shou que

    sostiene Nout4.El rey. Mantengo el cielo bien alto bajo mi forma de dios

    Heh5. Alegro el corazn del padre de los dioses con mis brazos,cuando, bajo la forma de Shou, sostengo la diosa Nout [...].

    La divinidad. Te doy la duracin de vida de R en el cielo yla potencia de Geb sobre la tierra6.

    Mientras efecta el gesto ritual de elevacin al cielo, el fa-ran se identifica con dos de las grandes divinidades unidas al

    elemento aire: Shou y Heh. El don del aliento de vida que re-compensa y acompaa su gesto se evoca en varias ocasiones enlos textos: Te entrego el suave aliento que est encerrado enmi nariz y que est exento de cualquier impureza7; Toma lacruz de vida que te est ofrecida y dirigida a tu nariz y recibirsen cambio la vida eterna, la estabilidad y la felicidad, oh, maes-tro de las Dos Tierras8.

    La postura de elevacin al cielo est a veces representada al

    lado del smbolo de la Unin de las Dos Tierras (smz tzwy).Como lo hemos subrayado en El Yoga de los Faraones, ese sm-bolo evoca, ms all de la unin de los dos Egipto, la unin delos dos polos del reino interior; su significado espiritual seasemeja al del trmino hatha-yoga9. La unin entre los dos mo-tivos confirma el papel de mediador de la postura. Esta vuelve aactualizar en apariencia la separacin original del cielo y de la

    !!!!!

    4 Shou: divinidad unida al elemento aire y a veces representada en la pos-tura de elevacin del cielo. Nout: representacin de la bveda celeste.

    5 Otra divinidad ligada al elemento aire y representada en la postura deelevacin al cielo.

    6 Esna, pared sur. Segn Dieter Kurth, Den Himmel stutzen, Bruselas,Fundacin de egiptologa Reina Elizabeth, 1075, p. 25-26.

    7 Edfou, segunda sala hipstilo. Segn Dieter Kurth,op. cit., p. 39.8 Edfou, Pronaos. Segn Dieter Kurth,op. cit.,p. 46.9 Etimolgicamente, el trmino hatha-yoga significa unin de ha y de

    tha, o sea de la energa solar (ha) y de la energa lunar (tha).

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    tierra. Realmente, establece una corriente de intercambios en-tre el polo celeste y el polo terrestre, el polo humano y el polodivino. Asegurndose firmemente sobre el suelo, el faran eleva

    hacia el cielo la fuerza proveniente de la tierra. Recibe entoncesla bendicin de la radiacin divina y le permite su expansinsobre la tierra. En el, el polo terrestre y el polo celeste se armo-nizan y lo mismo ocurre con el Fin y el Yana a travs de launin del Egipto hmedo del delta y del Egipto rido del sur.La postura de elevacin al cielo y las otras actitudes verticalesdel yoga egipcio realizan, a nivel de la verticalidad, una sntesisanloga a la que realiza el smbolo de la Unin de las Dos Tie-

    rras a nivel horizontal. Egipto no es la imagen del cielo y laproyeccin aqu abajo de toda la ordenacin de las cosas celes-tes, como lo afirman los textos hermticos?10

    Si el yoga egipcio es por excelencia un yoga de la verticali-dad, el arte egipcio es un arte de la verticalidad. Pirmides,obeliscos, colosos y pilares, son expresiones de un idntico m-petu ascendente y de un dilogo idntico entre los dos polos deluniverso. Mientras que el coloso manifiesta la presencia divina

    en el hombre, la pirmide y el obelisco evocan a la vez la bajadade los rayos solares y de la energa csmica sobre la tierra, y laevolucin de la vida terrestre hacia una espiritualidad siemprems elevada.

    Con la extensin de su base y la firmeza de su asentamiento,la pirmide ilustra perfectamente la exigencia de los antiguosegipcios segn la cual el hombre tiene que tener los pies fir-memente colocados sobre el suelo antes de poder elevarse. Si

    las actitudes del yoga egipcio son actitudes verticales orienta-das hacia las esferas superiores del universo, son igualmenteactitudes de estabilidad a travs de las cuales el hombre tomaconciencia de sus distintos asentamientos, fsico, energtico ymental. Ningn elemento y ningn nivel de la vida humanapuede sobrepasarse si antes no se ha controlado. La realizacin

    !!!!!10 Discurso de Iniciacin o Asclpios, II, trad. de Louis Mnard.

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    espiritual implica una toma de conciencia y un dominio de laparte animal que hay dentro de nosotros. Si progresivamentetiene que ser controlado, el cuerpo fsico no puede ser menos-

    preciado o ignorado. El ser humano es un todo. El equilibrio yel dominio del cuerpo fsico condiciona el equilibrio y el con-trol de la mente. Por ello, antes de elevar sus brazos al cielo, elfaran se asegura contra y dentro del suelo.

    Como lo ense R.A. Shwaller de Lubicz, el templo egipcio esuna proyeccin arquitectural del cuerpo del hombre. Si el santode los santos corresponde a la cabeza y sus centros sutiles, la en-trada del templo est en relacin con los pies del hombre. Lo

    masivo del pilar y su verticalidad subrayan la importancia y lanecesidad de un asiento slido. La entrada en el templo y la pro-gresin hacia sus zonas superiores suponen la toma de concien-cia y el control de los miembros inferiores. Que estn de pie osentados, los colosos faranicos estn firmemente sujetos alsuelo. La firmeza de su base no frena en absoluto el potente di-namismo ascendente que los anima: es ms bien una condicin.

    El rbol no puede elevar su cima tan alto ms que prolon-

    gando profundamente sus races en el corazn de la tierra. In-dia y Egipto estn plenamente de acuerdo sobre ese punto. Unpas asegura la firmeza de su bsqueda con la prctica de pos-turas inspiradas sobre la observacin del reino animal. El otrodesarrolla la toma de conciencia y el dominio de los miembrosinferiores y de la pelvis. Cada uno, a su manera, tiene cuidadode fortalecer el envoltorio del cuerpo fsico, antes de someter elhombre a la prueba de la iluminacin.

    Mientras que la esfinge yergue su cabeza humana hacia elsol naciente, despus de haber inmovilizado y domado su cuer-po animal, los distintos avatares de Vishnu11resumen la evolu-cin de la conciencia en su totalidad, de las tinieblas del mundoanimal a la luz de lo supra mental.

    !!!!!11 Para ms detalles sobre los avatares de Vishnu, ver el siguiente captu-

    lo.

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    J;9@=

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    algunos representantes de la especie de los marsupiales, pue-den, ellos tambin, erguirse momentneamente. Ms cercanosa nosotros, los monos antropoides tales como el gorila, el

    chimpanc y el gibn tienen una aptitud potencial a la estacinvertical, sin embargo ninguno ha podido adquirir el dominiodel hombre a ese nivel.

    Desde siempre el ser humano ha sido bpedo? o al contra-rio adopt ese modo de locomocin despus de un continuadoproceso evolutivo?

    Como lo revel el esqueleto de Lucy2 y los otros fsiles dehomnidos descubiertos en Etiopa, en el lugar llamado Hadar,

    el primer ancestro conocido por el hombre, el australopithecusafarensis, posea ya la bipedestacin hace 3,5 millones de aos3.La morfologa de su pelvis y de sus miembros inferiores, conalguna diferencia, era casi idntica a la del hombre moderno.Las huellas de los pasos de los australopithecus fosilizados enla ceniza volcnica de laetoli, en Tanzania, hace aproximada-mente de 3 millones y media a 3 millones y setecientos aos,confirman esa semejanza y son la prueba de que, contraria-

    mente a lo que pensaron los paleontlogos durante muchotiempo, los primeros homnidos descubiertos hasta hoy en dadominaban ya perfectamente la bipedestacin. La verticalidadaparece como una de las ms antiguas conquistas del hombre.Sin embargo, los conocimientos actuales en materia de paleon-tooga no nos permiten volver a los orgenes de la pelcula de lahistoria humana. As es que entre el emerger de la vida sobre latierra y la aparicin del australopithecus, subsiste un amplio

    !!!!!2 Nombre que se ha dado a la joven mujer australopithecus, cuyo esquele-

    to completo al 40% fue descubierto en 1974 por un equipo de paleontlogos,en la regin de Hadar.

    3 Esta afirmacin puede resultar un poco anticuada. Por ejemplo (verBermdez de Castro,El chico de la Gran Dolina. En los orgenes de lo huma-no, Crtica, Maddrid, 2002, pg. 34) existen ya textos que ofrecen otra clasifi-cacin y dotacin. Con todo puede valer la reflexin aunque los datos aporta-dos y las fecha sean ya exactos.

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    vaco negro que no ha podido ser colmado ms que parcial-mente hasta hoy de una forma muy hipottica. La mayora delos paleontlogos, adoptando con decisin la va abierta por las

    teoras de Darwin, se ponen de acuerdo para buscar, ms alldel australopithecus, un ancestro que fuera a la vez comn alhombre y a los grandes monos antropoides.

    La gentica y la biologa parecen darles la razn. El patri-monio gentico del hombre no difiere ms del 2,5% del chim-panc y del 8% del gorila. La comparacin de las cadenas pro-teicas constitutivas de la hemoglobina y el mtodo inmunolgi-co revelan, ellas igualmente, la existencia de un parentesco sor-

    prendente entre el hombre y los monos antropoides.Para finalizar, los estudios del comportamiento muestran

    que el gorila, el chimpanc y el hombre poseen un cierto nme-ro de puntos comunes, a nivel de las relaciones sociales como alde utilizacin de utensilios.

    Si se confirma la hiptesis de los paleontlogos, la verticali-dad del hombre tendr que ser considerada como el fruto deuna larga evolucin que tiene sus races en los modos de loco-

    mocin animal.Las huellas de esta evolucin son perceptibles an en la mor-

    fologa y el desarrollo de la cra humana. El vulo que le darnacimiento es un ser unicelular, cercano a los primeros seres vi-vos aparecidos en el seno del caldo primitivo de los bilogos.Desde las cuatro a las seis semanas, el embrin posee un princi-pio de cola y su forma recuerda la de un renacuajo. Poco a po-co, ese renacuajo toma forma humana, pero el medio lquido en

    el que vive hasta su nacimiento, le da un parentesco con la fa-milia de los peces. Su salida fuera del vientre materno nos re-cuerda la emergencia de los primeros animales que dejaron losfondos marinos para instalarse progresivamente sobre la tierrafirme. Como ellos, el nio empezar por reptar; posteriormenteadoptar uno de los nuevos modos de locomocin que aparecicon los mamferos: el andar a cuatro patas. No es ms que a laedad de un ao que llegar a erguirse sobre sus piernas y a

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    adoptar la actitud caracterstica del ser humano: la bipedesta-cin. Segn la palabra del embrilogo francs Antoine Serre, eldesarrollo que ha seguido desde la maduracin del vulo repro-

    duce as en secuencia resumida el desarrollo de los seres vivos.Toda la historia prodigiosa de la evolucin de las especies pare-ce as resumida e inscrita en el bagaje del ser humano.

    Que sea un supuesto o un adquirido de la evolucin, la verti-calidad ha tenido un papel considerable en el devenir del hom-bre. Ella es la que ha permitido utilizar sus brazos y sus manospara fabricar utensilios siempre ms elaborados. Los miembrosinferiores del hombre, descargados de las funciones locomoto-

    ras que acaparan los de los animales, han podido volverse, decierta forma, la prolongacin del cerebro y darle a este ltimola ocasin de desarrollarse ejerciendo su potencia de creativi-dad. La mano, al liberar las mandbulas de la obligacin de co-lectar directamente los alimentos, la parte inferior del crneo sepudo reducir, mientras que la superior no dejaba de aumentary que el volumen de la masa cerebral pasaba de aproximada-mente 400 cm3para el australopithecus a una media de 12.00 a

    1.600 cm3para elhomo sapiens.El aspecto puramente utilitario bajo el que el hombre de hoy

    considera generalmente las actividades tcnicas y la produccinde utensilios, no debe hacernos olvidar el papel formador quese le atribua en las civilizaciones menos preocupadas del haberque del ser, como la civilizacin egipcia, la civilizacin peu-le4, o incluso en cofradas. Trabajando aparentemente sobre lamateria o sobre el utensilio, el hombre acta sobre s mismo.

    Era a la vez sujeto y objeto de la obra a realizar. La organiza-cin y los objetivos espirituales de las cofradas de artesanos alos que acabamos de evocar, no son ms que la prolongacin yla puesta en forma de la obra oscura llevada a cabo desde laedad de la piedra tallada.

    !!!!!4 Civilizacin del frica subsahariana seguramente muy ligada al Egipto

    antiguo.

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    La evolucin fsica e intelectual del hombre no hace ms queacompaar una evolucin mucho ms profunda que es de or-den espiritual. Esa segunda evolucin es el verdadero objetivo

    de la historia de las sociedades humanas. A ese nivel tambin,la verticalidad ha jugado y seguir jugando un papel considera-ble: es ella la que permite la ascensin de la energa creadoracontenida en la base de la columna vertebral y su subida hastael cerebro y a los centros sutiles superiores. Es ella incluso quedeja que el hombre se conecte al polo superior de la energacsmica y de volverse un mediador entre el cielo y la tierra. Ellaque permite concebir el prodigioso programa de ascensin ins-

    crito, desde los orgenes, en los arcanos de la materia.La ciencia actual acaba apenas de reconstituirse con mu-

    chos vacos todava el camino de la Conciencia Csmica atravs de las diferentes formas de la materia y de la vida. Estecamino, sin embargo, haba sido descrito, hace muchos aos,por la tradicin india a travs del ciclo de reencarnaciones (oavatares) del dios Vishnu. Estas siguen efectivamente el ordenevolutivo de las especies. Despus de haberse manifestado bajo

    la forma de Matsya, el pez, smbolo de todas las especies ani-males aparecidas en el fondo de las aguas, Vishnu toma elnombre y la forma de una tortuga: Kurma, smbolo del paso deuna vida puramente acutica a la vida anfibia que caracterizalos primeros reptiles. Reaparece despus bajo la forma de unmanfero cuadpedo: Varaha, el jabal, y psoteriormente bajo laforma de un ser medio hombre y medio bestia: Narasimha, elhombre len. A Narasimha le sucedieron las encarnaciones

    humanas de Vishnu: el enano Vamana5, el asceta Paracurama,el hroe Rama, Balarama y su hermano Krishna.

    Las distintas encarnaciones de Vishnu evocan la bajada de laConciencia Csmica al interior de la materia y la evolucin desta hacia las formas de vida siempre ms conscientes o siem-

    !!!!!5 Encarnacin que se est tentado de asemejar al australopithecus, ya que

    este meda de 1 m. (era el caso de Lucy) a 1,50m.

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    pre ms organizadas. Por ello, losyogis de la India actual notienen ninguna dificultad en establecer un paralelismo entre sutradicin y las teoras formuladas por la ciencia moderna:

    Los sabios indios han constatado que la meta-psicosis obede-ce a unas leyes. Se dice en las Escrituras hindes que hay94.000.000 categora de matrices, divididas en diferentes tipos.900.000 entre ellas son acuticas; 1.100.000 son subterrneas;1.000.000 son areas; 3.000.000 son animales; 30.000.000 vegeta-les y 400.000 humanas. Se deduce que segn el proceso de laevolucin, el alma tiene que viajar a travs de todas las matricesantes de llegar a la forma humana [...]. Los estudios de la ciencia y

    de la biologa se acercan de forma sorprendente a las cifras arribamencionadas [...]. Cuando nos damos cuenta de la verdadera na-turaleza del S mismo, y comprendemos que todos somos las ma-nifestaciones de la Conciencia Csmica, amamos entonces almundo entero. Realmente no existe la materia sin vida. La Vidaest por todas partes. La materia vibra de Vida. La ciencia mo-derna lo ha probado. Esa sorprendente evolucin de la piedra deDios ha sido continua en millones de aos y eones en el tiempo.

    Sin embargo, en la vida del ser humano, este proceso es muchoms rpido gracias a todas las fuerzas acumuladas en el curso dela evolucin.

    Incorporadas en la piedra, en el mundo mineral, estas energasse amplifican y el proceso de evolucin empieza. Para el mundomineral son demasiado fuertes, penetran entonces en el mundovegetal. All, desarrollan su divinidad siempre ms, y demasiadopotentes para el vegetal, llegan al reino animal. Creciendo an

    ms, y acumulndose las experiencias, estas fuerzas van ms allan de las fronteras del animal y aparecen en lo humano donde seacumulan con una energa siempre mayor. Ejerciendo una consi-derable presin sobre el obstculo, llegan a lo super-humano. Elltimo proceso de evolucin, llamado Yoga, acelera la evolucincon el esfuerzo consciente y con tcnicas rigurosas6.

    !!!!!6 Smami Hariharanda Giri, Kriya Yoga, Pami, ed. Adyai, 1984, p. 43-44.

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    Invitando al hombre a practicar posturas muchas veces cal-cadas sobre las posturas del animal (masyasana: la postura delpez, Kurmasana: la postura de la tortuga, salabhasana: la

    postura de la langosta, etc.), el hatha-yoga indio le da la oca-sin de vivir conscientemente su herencia animal, no paraemergerle de nuevo en la animalidad, sino para que llegue adominar y a trascender todo lo que puede subsistir en l de estepasado remoto. El yoga egipcio conoce tambin algunas de es-tas posturas animales7y las integra en su bsqueda de llegar ala verticalidad.

    Uno de los mitos egipcios dibuja esa subida bajo una forma

    a la vez potica y llena de enseanza: en la superficie de lasaguas de Noun, smbolo del medio lquido e indiferenciado delas primeras edades, aparece un terrero, primera forma desti-nada a nacer en el ocano infinito del sin forma. Poco a poco,las aguas del Noun retroceden y el terrero las pirmidesconmemoran su recuerdo crece. Sobre este terrero apareceun pjaro que, poco a poco, se vuelve luz y desaparece en elcielo, bajo la forma radiante del disco solar. Sin querer dar un

    testimonio de la historia de la vida tan detallada como lo hacela India, este mito egipcio evoca todo su porvenir, desde laemergencia de la materia hasta la aparicin de la vida y la rein-tegracin de la consciencia individual en el seno de la Concien-cia Csmica. Ya que la evolucin fsica de los seres no es msque la parte ms visible de la mutacin cuyo objetivo final es deorden espiritual. Nadie lo ha expresado mejor que el gran ms-tico suf Rum:

    Desde el instante en el que viniste a este mundo deexistencia,

    Se coloc una escalera delante de ti para permitirte tuhuida.

    Primero fuiste mineral, despus te volviste planta;

    !!!!!7 A ese respecto, ver cap. 3 de nuestro libroEl yoga de los faraones.

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    te volviste animal: es posible que lo ignores?Despus te hicieron hombre, dotado de conocimiento, de

    razn

    y de fe;observa ese cuerpo venido del polvo Qu perfeccin ha

    adquirido!Cuando hayas trascendido la condicin del hombre, te

    volvers, sin duda, un ngel.Entonces, habrs terminado con tu misin en la tierra; tu

    morada ser el cielo.Trasciende incluso la condicin anglica; penetra en ese

    ocano,para que tu gruta de agua pueda volverse un mar8.

    Lneas ms sorprendentes y profticas an ya que fueron es-critas en el siglo XIII, mucho antes de Darwin. El intelecto hu-mano pondr siempre siglos para comprender y verificar lo queel mstico percibe en un instante!

    La Biblia misma que algunas mentes fanticas han queri-

    do oponer al evolucionismo evoca al mismo tiempo el pasadolejano del que el hombre proviene y las llaves de su evolucinfutura o de su involucin.

    El orden de creacin de los distintos reinos descrito en elrelato del Gnesis corresponde, en grandes lneas, al orden deevolucin que se desprende de los sabios: Dios ha creado pri-mero el reino mineral, despus el reino animal, y finalmente elhombre.

    Si se toma el texto bblico en su sentido literal, la Creacindel Universo se habra acabado en seis das. Este lapso de tiem-po es evidentemente muy corto, comparado con los millares deaos evocados por los cientficos. Sin embargo nada nos prue-ba que los seis das de los que se habla en el texto del Gnesistuvieran que ser asimilados a seis das de 24 horas. Medir la

    !!!!!8 Rumi, Odas msticas, II.

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    Creacin en trminos de das terrestres, no es aminorar y pro-yectar sobre ella una visin estrecha antropocntrica? Los seisdas descritos en el relato del Gnesis corresponden ms bien a

    seis perodos equivalentes cada uno a varios millones, incluso avarios millares de aos. Una duracin inmensa comparativa-mente a los lmites de la vida humana y sin embargo el equiva-lente de un da apenas de nuestra vida a escala csmica. Ques un milln o un millar? El tiempo es relativo. El insecto ef-mero pasa en menos de 24 horas por todas las etapas de la vida,del nacimiento a la muerte. A escala de Dios y del cosmos, unavida humana dura menos an que lo que pueda durar para no-

    sotros la vida de un efmero. Qu puede valer un da de nues-tra vida con relacin a los millares de aos luz que nos separande las otras galaxias? El hombre tiene que reconocer con mo-destia que los ejes de coordenadas con relacin a los que se de-fine su existencia, son muy imperfectos y demasiado limitadospara permitirle juzgar y sopesar el universo.

    Las escrituras sagradas son en muchas ocasiones escriturassimblicas. Nos entrega a travs de imgenes una revelacin

    inaccesible al hombre con la va nica del concepto. Los prime-ros libros de la Biblia no escapan a esta regla ya que surgen,con Moiss9como intermediario, de los arcanos de lo ms se-cretos de enseanza esotrica dada en los templos egipcios. Lagnesis es profundamente simblica, deca el gran Maestro in-dio Sri Yukteswar; una interpretacin literal no permite com-prenderla10.

    Siempre segn las palabras de Sri Yukreswar, la serpiente en

    el Gnesis representa la energa del sistema cerebro-espinalenrollada sobre ella misma, que estimula los nervios sacros.

    !!!!!9 Sobre las relaciones entre Moiss y Egipto, ver el ltimo captulo de

    nuestro libroEl yoga de los Faraones. Los primeros libros bblicos no son lasnicas partes de la Biblia que llevan la seal de la influencia egipcia. Conven-dra citar igualmente los Proverbios y algunos Salmos, tal como el Salmo 104.

    10 Palabras citadas por Paramahansa Yogananda, en Autobiografa de unyogui, ed. Adyar, Pars, 1983, p. 179.

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    Adn, es la razn, Eva, el sentimiento. Cuando la afectividad, oconsciencia de Eva, inherente a cada ser humano, est domi-nada por la pulsin sexual, la razn, o Adn, sucumbe11. El

    rbol de vida, smbolo de las posibilidades de evolucin delhombre, no est fuera de nosotros, sino en nuestro interior. Susraces se sumergen en las profundidades del reino animal, vivotestimonio de la presencia de la serpiente. Su cabeza est desti-nada a fundirse en lo infinito del cielo, si llegamos a sublimartodas las tendencias con origen en nuestra herencia animal y afusionar la energa de la serpiente con la forma de conscienciams alta.

    !!!!!11Ibid.

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    J;9@=86 :; ;6C80:8

    Segn los estudios realizados por los gerontlogos, cada rganoy cada parte del cuerpo posee un ritmo de envejecimiento quele es propio. El envejecimiento global de un individuo no esms que el resultado de alteraciones que afectan cada una delas distintas zonas del cuerpo. Entre estas, es el aparato loco-motor el que est sometido al ritmo de envejecimiento ms r-pido.

    Ese desgaste acelerado se explica por los esfuerzos necesa-rios al mantenimiento de la estacin vertical. Si la verticalidades un factor incontestable de evolucin intelectual y de desa-rrollo espiritual, hay que reconocer que plantea un cierto n-mero de problemas a nivel fsico. Que se admita o no las teorasde Darwin, no se puede ms que reconocer el parentesco queexiste entre nuestro esqueleto y el de los mamferos cuadrpe-dos: como en estos ltimos, las piezas maestras de nuestra es-

    tructura sea estn constituidas por la columna vertebral y loscuatro miembros. La nica diferencia que existe es que noso-tros vivimos a un nivel vertical mientras que el cuadrpedo vivea nivel horizontal. Esta diferencia de esttica conlleva algunasmodificaciones a nivel de la pelvis y confiere a los brazos unaautonoma que no tienen los miembros anteriores del animal.Sin embargo, el plano general de nuestra estructura sea difieremuy poco del de los cuadrpedos. Aunque nosotros estemos

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    construidos como ellos, necesitamos hacer el esfuerzo de man-tenernos sobre el nico soporte constituido por nuestras dospiernas. No es necesario haber estudiado mucha fsica para

    comprender cul puede ser el desgaste suplementario de ener-ga que supone el mantenimiento de la estacin vertical. La me-sa, colocada sobre sus cuatro pies, se mantiene sola y no nece-sita de ningn soporte para hacer frente a la accin de la gravi-dez. De la misma forma, el cuadrpedo tiene que proveer muypocos esfuerzos para mantenerse en equilibrio sobre sus cuatromiembros. No ocurre lo mismo con el hombre: cuando se mue-ve, este suministra ms energa para mantener su cuerpo verti-

    cal que para hacerlo caminar.El hecho de permanecer de pie nos parece sencillo. Sin em-

    bargo hemos necesitado un aprendizaje de un ao entero paralograrlo. Antes de conseguirlo, hemos empleado modos de lo-comocin ms accesibles que caracterizan el medio animal:baados por el lquido amnitico, nos hemos dejado llevar porun agua que recordaba la del ocano primitivo donde aparecie-ron las primeras molculas de la vida, y despus los seres uni-

    celulares, seguidos por los peces. Salidos del vientre materno,hemos comenzado por reptar como los primeros animales quese han atrevido a salir del agua para aventurarse sobre la tierrafirme. Poco a poco, hemos aprendido a caminar a cuatro patas.Despus de largos meses de esfuerzo lleg el momento en elque progresivamente hemos podido enderezarnos sobre nues-tras dos piernas y tentado nuestros primeros pasos de homni-dos.

    Si hemos necesitado tanto tiempo para llegar a ese punto, esla prueba de que la posicin bpeda es mucho ms difcil deadquirir que las actitudes que caracterizan al mundo animal.De hecho, el mantenimiento de la estacin vertical exige untrabajo simultneo de toda la musculatura: los cuadrpedosaseguran la extensin de las rodillas y contribuyen a la coloca-cin de la pelvis; necesita igualmente la contraccin de los gl-teos y de los msculos de la pierna; los abdominales contienen

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    la proyeccin de los rganos del vientre hacia delante; los ms-culos espinales aseguran la rectitud del tronco y contrabalan-cean el efecto de la traccin ejercido por los abdominales; esta

    lista parece larga, sin embargo no hemos enumerado ms quealgunos de los msculos concernientes al mantenimiento de laestacin de pie.

    Apenas alguno de estos msculos deja de tener tonicidad yenseguida adoptamos una actitud incorrecta. Primero transito-ria, esta actitud termina por instalarse para siempre: las defor-maciones aparecen y, con ellas, un desgaste anormal de algu-nos puntos del aparato locomotor.

    Los problemas del mantenimiento comienzan a nivel cervi-cal. El sostn de la cabeza exige una tensin permanente de losmsculos de la nuca. Resulta un cansancio muscular del que notenemos conciencia y que empeoramos adoptando una malaactitud en ciertas circunstancias: para leer o para efectuar dis-tintos trabajos, agachamos la cabeza hacia delante en vez demantenernos en el eje normal de la columna vertebral, la cabe-za lleva su peso hacia abajo y hacia delante; el maxilar inferior

    se acerca al esternn; al mismo tiempo la espalda se pone re-donda, los hombros se inclinan hacia delante. La esttica delconjunto del cuerpo se ve afectada. Al principio, no se trata msque de una actitud momentnea pero poco a poco la actitud sevuelve costumbre. A lo largo de los aos, el mantenimiento sedegrada, nuestro cuerpo vuelve a posturas que recuerdan mu-cho ms las de un chimpanc que las del hombre.

    Las personas de cierta edad son las primeras sujetas a las de-

    formaciones debidas a un mal mantenimiento. Adems, ningu-na capa de la poblacin se deja a salvo, incluso los ms jvenes.

    El simple hecho de inclinar la cabeza sobre los libros y loscuadernos o de llevar carteras demasiado pesadas, hace quemuchos escolares comprometan peligrosamente la integridadde su columna vertebral y se puede intuir para ellos una madu-rez o una vejez difciles. Forman parte, sin saberlo, del conjun-to de profesiones de riesgo donde se encuentran intelectua-

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    les, secretarias, cajeros, modistas, etc. Se emplea de buena ganael trmino de deformacin profesional a propsito de algunasmanas o de ciertas costumbres repetitivas del lenguaje, se pue-

    de entonces usar ese trmino en sentido propio, ya que las lor-dosis, cifosis, escoliosis de profesin son ms numerosas de loque uno pueda pensar.

    Tales problemas no existen en los cuadrpedos. No tienen elriesgo de estar deformados por el trabajo escolar o por ciertascostumbres profesionales: su actitud es mucho ms conforme asu morfologa que lo que pueda serlo la del ser humano. Le de-ben igualmente a la fuerza de su instinto el tener una concien-

    cia innata del movimiento justo y de los estiramientos que pue-den descansar y relajar msculos y ligamentos. El animal nonecesita ser iniciado a los secretos del training autgeno paraaprender a relajarse. Apenas hay posibilidad, se instala en unaactitud de descanso y relaja instantneamente todos sus ms-culos. Sabe relajar perfectamente la musculatura de su cuellodejando que su cabeza repose sobre el suelo, resoplando o mo-vindose. Los aspectos fsicos del yoga y de la relajacin le son

    en cierta forma consubstanciales. Es por lo que ciertas posturasdel hatha-yoga indio estn basadas en la observacin de lasposturas animales y llevan el nombre de algn animal.

    El envejecimiento y las malas posturas no son los nicosresponsables de las alteraciones que padece el aparato locomo-tor del hombre. Otros factores entran igualmente en juego, losunos de origen externo, los otros de origen interno.

    Los factores externos son generalmente de tipo accidental:

    golpe, cada, choque, etc. El fro tambin puede ser una causade lesin, por las contracturas que provoca.

    Los factores internos estn muchas veces ligados al mal fun-cionamiento de un rgano. Existe as, una unin entre los tras-tornos hepticos y ciertas tensiones dolorosas que afectan a lostrapecios superiores. As mismo, una irritacin de las extremi-dades nerviosas de la mucosa gstrica tiene muchas veces re-percusiones a nivel de la regin dorsal, e inversamente.

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    Entre los factores internos, se notar igualmente todos lostrastornos de origen psquico, que se somatizan a nivel de lascervicales y de la parte superior de la regin dorsal de la simple

    preocupacin a la angustia y a la depresin, todos son suscep-tibles de arrastrar tensiones musculares, una perturbacin en elmantenimiento y, finalmente, deformaciones.

    Si las alteraciones y las deformaciones del aparato locomo-tor no tuvieran ms inconveniente que el de ir contra las leyesde la esttica, no mereceran tanta atencin. Su gravedad pro-viene de todo un cortejo de consecuencias indeseables que semanifiestan primero a nivel del aparato locomotor mismo, y

    tambin en otras zonas del cuerpo.La columna vertebral es evidentemente la primera vctima. To-

    da deformacin de la postura que modifica la esttica arrastra unuso prematuro de los cartlagos articulares y un encogimiento dealgunos discos intervertebrales. Resulta una disminucin de laflexibilidad del rbol vertebral y trastornos diversos tales como unlumbago debido a la tensin anormal del ligamento vertebralcomn posterior, la citica debido a la comprensin del ner-

    vio citico a la hernia discal debido al estallido y al desplaza-miento del ncleo pulposo de uno de los discos intervertebrales.

    Las malas posturas pueden igualmente arrastrar una dismi-nucin de la capacidad respiratoria. En el caso de deformacio-nes muy pronunciadas esta disminucin puede llegar a la asfi-xia completa. A parte de estos casos extremos, se asiste gene-ralmente a una ausencia de ventilacin limitada a la parte su-perior de los pulmones. La oxigenacin de la sangre disminuye:

    el humor y la capacidad de resistencia frente a las enfermeda-des se ven afectadas. La respiracin es el nervio de la vida. Elhombre puede vivir algunas semanas sin alimento, dos o tresdas sin agua. Sin aire aguanta mximo algunos minutos1. El

    !!!!!1 Si ponemos aparte el caso de yoguis legados a un control suficiente de

    su cuerpo para permitirles la suspensin de su respiracin y el entrar en unestado de nirvikalpa samadhi.

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    alimento esencial de su energa, de su vitalidad, es el aire y losdos elementos vitales que encierra: el oxgeno y elprana2.

    Como lo afirmaba Claude Bernaard, el el microbio no es

    nada, lo que lo es todo es el terreno. La enfermedad se instalageneralmente sobre un terreno dbil, desmineralizado y sobre-cargado de toxinas. Una buena respiracin permite eliminar es-tas toxinas y facilita la asemilacin de los elementos nutritivostrados por los alimentos. Es una prueba de salud y de longevi-dad. Al contrario, no hay vitalidad, no hay salud posibles sinuna respiracin correcta, y no hay respiracin correcta sin unaarquitectura torcica normal.

    Las deformaciones de la columna vertebral pueden estar enel origen de una comprensin no slo de la caja torcica sinotambin de diversos rganos. La integridad y el buen manteni-miento de la estructura sea hacen parte de las condiciones in-dispensables al buen funcionamiento de los distintos rganosdel cuerpo humano.

    Adems de los fenmenos de comprensin directa, las de-formaciones vertebrales son capaces de crear trastornos a nivel

    de los rganos incluso aparentemente muy alejados. Una luxa-cin es suficiente a veces o una sub-luxacin mnima, hace apa-recer un trastorno gstrico capaz de resistir a todos los trata-mientos, mientras que subsista el problema vertebral que le dioorigen. El cuerpo humano es un todo; la columna vertebral sepuede comparar al teclado de un piano: basta accionar involun-tariamente una tecla del teclado para originar enseguida mlti-ples resonancias en distintos puntos del cuerpo. Como testigo

    tenemos el famoso papiro quirrgico Edwin Smith: los anti-guos egipcios conocan gran parte de las conexiones que liganel rbol vertebral al resto del cuerpo humano3. Por la impor-

    !!!!!2 Elemento sutil que el hombre capta esencialmente a travs de la respi-

    racin.3 Para ms detalles referente a este tema, ver el captulo de nuestro libro

    El yoga de los faraones titulado Yoga y medicina egipcia; ver igualmenteR.A. Schwaller de Lubicz,El templo del hombre, Pars, ed. Dervy, p. 557 sq., t.

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    tancia y la precisin de las tcnicas manipuladoras que utiliza-ban en el cuadro de sus tratamientos y de sus diagnsticos, losmdicos egipcios han sido los precursores de quinesiterapeutas,

    de los ostepatas y de los quiroprcticos.A partir del siglo XIX la medicina occidental empez a inte-

    resarse seriamente por el estudio de las interacciones que exis-ten entre la columna vertebral y algunas patologas orgnicas.Cuando aparece una de las primera publicaciones relativas aeste tema en el ao 1834, fecha en la que dos mdicos ingleses,los hermanos Griffin, comunicaron sus observaciones referentea la sensibilidad de algunos puntos de la columna vertebral en

    distintos tipos de afecciones. Sus trabajos fueron confirmados ycompletados por los de diferentes mdicos, de entre los cualesdestacaremos muy particularmente el Dr. Ling y el Dr. Head. ElDr. Head ense la existencia, a lo largo de la columna verte-bral, de zonas cutneas en relacin con diferentes rganos. Lle-g a establecer un cuadro de algunas de las correlaciones exis-tentes entre los segmentos medulares, los nervios perifricos ylos principales rganos. Sin querer ser exhaustivos en lo que

    concierne todas las correspondencias descubiertas por el Dr.Head, podemos sin embargo citar algunas:

    Corazn y aorta: 3er par cervical, 1er, 2. y 3. dorsales. Intestinos: 9., 10., 11. y 12. dorsales. Hgado y vescula biliar: 7., 8., 9. y 10. dorsales. Riones, urteres: 10., 11. y 12. dorsales.

    Otros trabajos se unieron desde entonces para completar latopografa establecida por el Dr. Head y sus predecesores y con-firmar el papel de la columna vertebral como eje central delcuerpo humano.

    En el juego de acciones y de interacciones que ligan el rbolvertebral al resto del cuerpo, los nervios raqudeos juegan un

    !!!!!

    I.

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    papel considerable. Pero otros mecanismos ms sutiles entranigualmente en juego. La columna vertebral es el eje energticodel cuerpo humano. Es a travs de ella y alrededor de ella por

    la que circulan las principales corrientes de energa que ener-van nuestro cuerpo. Toda deformacin del rbol vertebral per-turba esta circulacin y origina bloqueos y desperdicios consi-derables de energa. Esta energa sutil que la India, China,Egipto conocan desde hace mucho tiempo y cuyos experimen-tos mdicos de Occidente confirman poco a poco su existen-cia4, es tan necesaria a nuestro cuerpo como lo es la electrici-dad para un motor. Cualquier perturbacin a nivel de los cir-

    cuitos energticos, repercute bajo la forma de trastornos org-nicos ms o menos graves. Los acupuntores lo saben ya que,para ellos, curar equivale en la mayora de los casos a dispersarlos excesos de energa o al contrario a tonificar los puntos vc-timas de una insuficiencia de energa. Segn sus teoras, la ma-yora, si no es la totalidad de los trastornos orgnicos, est pre-cedida y ocasionada por problemas de transmisin energtica.La enfermedad existe primero a nivel sutil, incluso antes de

    manifestarse a nivel corporal fsico. De entre las causas a estosproblemas de transmisin energtica, las alteraciones y las de-formaciones de la columna vertebral o del resto del aparato lo-comotor juegan un papel esencial.

    Que sean la fuente de problemas mecnicos tales como lahernia discal o que ocasionen una insuficiencia respiratoria,trastornos orgnicos o energticos, las alteraciones de la co-lumna vertebral y de otras zonas del aparato locomotor afectan

    profundamente la salud y el bienestar de millones de nuestroscontemporneos.

    Para evitar estos problemas, tendremos que volver a andara cuatro patas, como Voltaire lo propona irnicamente aRousseau? A ese nivel como a otros tantos, las civilizaciones del

    !!!!!4 Experiencias recientes acaban de probarnos de forma material de la

    existencia de los meridianos definidos por la acupuntura china.

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    pasado tienen mucho que ensearnos todava. Le debemos aEgipto todo un conjunto de tcnicas de manipulacin capacesde sanar o al menos de aliviar un gran nmero de las afeccio-

    nes que llegan al aparato locomotor. Pero le debemos igual-mente, a travs del yoga faranico, una verdadera medicinapreventiva, capaz de permitirnos vivir plenamente nuestra di-mensin de hombre vertical.

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    =?89;6

    Antes de comenzar vuestra primera sesin de yoga egipcio, leedatentamente estos consejos expuestos aqu. Os traern las pre-cisiones indispensables referente a la mejor manera de practi-car el yoga egipcio y los errores que conviene evitar.

    En qu momento del da hay que colocar la sesin

    de yoga egipcio?

    Los dos momentos del da que son ms idneos para la prcticadel yoga son:

    por la maana temprano (entre 4 y 8 horas), por la tarde (entre 17 y 20 horas).

    Si las condiciones de vuestra vida familiar o profesional noos permite colocar vuestra sesin de yoga egipcio dentro de esehorario, es posible escoger otro momento. Sin embargo es im-portante respetar cierto intervalo entre la ltima toma de ali-mento y la sesin. Las posturas verticales del yoga egipcio nooriginan generalmente una comprensin sobre el abdomen tanfuerte como las posturas del hatha-yoga. No obstante es buenodejar un intervalo de al menos 2 3 horas entre la comida pre-

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    cedente y la sesin de yoga egipcio. Al respetar esa norma, elpracticante se sentir mejor para practicar y la sesin ser msprovechosa.

    Naturalmente, si se ejerce una profesin que origina un can-sancio y agujetas a nivel de la espalda y de los hombros, comopor ejemplo sentados en despechos, es posible, adems de lasesin diaria, insertar algunos minutos de yoga egipcio dentrodel tiempo de trabajo de forma que la espalda descanse as co-mo los hombros. As se lograr mayor bienestar para proseguircon la propia actividad profesional y los pocos minutos que sehabrn sustrado al trabajo se vern compensados con ms ac-

    tividad y relajacin.Si se siente el deseo de tomar una ducha al terminar la se-

    sin de yoga egipcio, ser mejor esperar media hora.

    Cul es la mejor frecuencia?

    Lo ideal sera poder dedicar cada da al menos tres cuartos de

    hora o una hora a la prctica del yoga egipcio. Si es imposible,probad practicar tres veces por semana. Si esta solucin no esfactible tampoco, practicad al menos una vez por semana. Lobueno es darle importancia a la regularidad: una prctica limi-tada, pero regular, es siempre ms benfica que periodos deprctica intensa seguidos de largas interrupciones.

    Si se es adepto ya o profesor de hatha-yoga, es posible utili-zar una sesin de yoga egipcio como preparacin a vuestra se-

    sin habitual de hatha-yoga, segn la frmula adoptada desdehace tiempo durante los cursos o seminarios del Instituto In-ternacional de Yoga. Las dos disciplinas son complementarias,no se excluyen: la mejor prueba es que la mayora de las postu-ras de hatha-yoga se enseaban en el Antiguo Egipto, conjun-tamente con las posturas verticales que constituyen el aporteespecfico de Egipto.

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    Dnde se practica el yoga egipcio?

    Como se puede constatar, la mayora de las posturas de yoga

    egipcio no necesitan ningn equipo especial ni uniforme. Estadisciplina puede ser practicada por lo tanto en lugares bien dis-tintos: en una sala de yoga, en una habitacin de vuestra casa,en la escuela, en la oficina, en un gimnasio, y naturalmente alaire libre cuando las circunstancias climticas lo permiten.

    La prctica del yoga egipcio requiere muy poco espacio. Sise tiene la posibilidad de reservar una habitacin especial en lapropia casa para la prctica del yoga, es evidentemente lo ideal.

    Pero hay que saber que no es indispensable.Tomad la precaucin de que el lugar en donde se practica es-

    t bien ventilado. El beneficio ser mucho mejor.

    El yoga egipcio necesita un traje o un equipo especiales?

    La mayora de las posturas del yoga egipcio pueden efectuarse

    en traje de calle y sin otro equipo que un poco de aire, un pocode espacio, a veces una silla o un taburete. Esta ausencia deexigencias materiales ha permitido la introduccin de esta dis-ciplina como gimnasia de pausa en las escuelas, fbricas y ofi-cinas en algunos pases.

    Si deseis de todas formas adoptar un traje especial, se pue-de escoger cualquier traje que las disciplinas deportivas nosbrindan: una malla de baile o un chndal. Lo importante sin

    embargo es que el traje que se escoge sea suficientemente am-plio y suave para sentirse a gusto en cualquiera de las posturas.

    Para la prctica de las posturas sentadas, se necesitar ni-camente una silla, un taburete o una alfombrilla. Si se practicapor la maana al despertar, es posible instalarse sencillamenteal borde de la cama.

    Para algunas actitudes tales como la postura del guerrero,puede ser til pero no indispensable tener a su disposicin

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    un cojn pequeo que se podr colocar debajo de la rodilla de lapierna en apoyo para que la postura sea ms confortable.

    Para la fase de relajacin y concentracin con la que se ter-

    mina cada sesin, es probable que se necesite incluso una man-ta o un elemento de vestir ms caliente.

    Cmo abordar las actitudes egipcias?

    Las posturas egipcias son actitudes de gran precisin y de unaperfeccin casi inhumana. Cada uno tiene que ir hacia esa per-

    feccin, en la medida de sus propias posibilidades y teniendo lasabidura de aceptar sus lmites.

    El profesor tiene que tener la misma comprensin hacia susalumnos. De vez en cuando puede ayudarles corrigiendo su po-sicin para ayudarles que tomen mejor conciencia de su cuer-po. Sin embargo la verdadera correccin es mental. Es ejer-cindose en la visualizacin de la postura perfecta mientras sepractica, como se llega progresivamente a actuar sobre el es-

    quema corporal y a transformar esa postura de forma positiva.Este libro se ha concebido siguiendo una progresin lgica y

    extremadamente rigurosa.No hay que quemar las etapas: es mejor seguir el orden de

    las lecciones y repetir al menos tres veces cada leccin antes depasar a la siguientes. Es as como se progresar realmente y sesacar de la prctica el mayor beneficio posible.

    Hay que leer atentamente las rbricas llamadas Comenta-

    rios e Indicaciones particulares. Traen precisiones indispen-sables referente a algunos aspectos de las posturas. Permitenevitar muchos errores e indican cules son las precaucionesque hay que tomar en caso de problemas particulares.

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    Los movimientos del yoga egipcio tienen que iniciarse

    por el lado izquierdo o por el lado derecho del cuerpo?

    El Hatha-yoga recomienda generalmente empezar la prcticapor el lado izquierdo. Para Egipto, ya que lo que est arriba eslo mismo que lo que est abajo, lo que est a la izquierda escomo lo que est a la derecha. Por ello los movimientos del yo-ga egipcio pueden empezarse alternativamente por la izquierdao por la derecha. Lo importante es hacer trabajar igualmentelas dos partes del cuerpo. No efectuar nunca un movimiento deflexin o de torsin hacia la izquierda, si no se est seguro de

    tener el tiempo suficiente para efectuar el mismo movimientodel lado derecho.

    A nivel de la reeducacin de algunas escoliosis, es posible in-sistir ms sobre el lado opuesto a lo convexo. Sin embargo, estose puede llevar a cabo slo bajo supervisin de un terapeutacompetente.

    Aprender a estar a la escucha del cuerpo

    Que el yoga sea indio, egipcio o chino, es ante todo una escuelade toma de conciencia y de dominio de s mismo. Es una disci-plina que se practica del interior y que requiere un mximo depresencia.

    El verdadero yoga excluye cualquier pensamiento de compe-ticin o deseo de ir ms all de los propios lmites. La progre-

    sin en las posturas yguicas reposa sobre el dejarse ir y sobreuna toma de conciencia del cuerpo. Todo deseo y cualquieridea de llegar, a la fuerza, a la meta, produce el efecto contrariodel resultado buscado: bloqueos, calambres y desgarros mus-culares pueden ser la recompensa de esfuerzos inconsiderados.

    Las posturas verticales del yoga egipcio son generalmentems accesibles a la mayora de nuestros contemporneos quelas posturas del hatha-yoga. No necesitan realmente ninguna

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    flexibilidad especial y se efectan casi siempre a partir de acti-tudes que practicamos diariamente en nuestra vida cotidiana:sentados sobre una silla o taburete o de pie. Tenemos que acer-

    carnos a ellas con las mismas precauciones y el mismo respetodel cuerpo. Hay que saber dosificar nuestros esfuerzos y parar-nos a la menor molestia.

    Los deportistas, los bailarines y las personas iniciadas ya poruna larga prctica de hatha-yoga u otras disciplinas psico-fsicas, podrn naturalmente exigir ms de su propio cuerpoque el principiante. Encontrarn en el yoga egipcio una disci-plina complementaria que podr ayudarles en la prctica de su

    propia especialidad.

    Qu hacer en caso de problema fsico particular?

    Algunas enfermedades o ciertos problemas fsicos exigen, delprofesor como del alumno, una vigilancia acrecentada y pre-cauciones particulares.

    En caso de citica o de reumatismo, convendr practicar conmoderacin y evitar ir a fondo en ciertas posturas. El yogaegipcio puede ser de gran ayuda para prevenir o aliviar en mu-chos problemas articulares o vertebrales. Sin embargo, comolos mejores medicamentos, exige el que respetemos la dosis quele acordamos.

    Las personas de cierta edad, las mujeres embarazadas, laspersonas convalecientes y las que se encuentran en un grave es-

    tado de cansancio, pueden practicar el yoga egipcio, a condi-cin de saber dosificar sus esfuerzos y de no querer jams irms all de sus lmites. Todas estas personas evitarn mantenerdemasiado tiempo la actitud del candelabro (o actitud del KA).Evitarn igualmente las retenciones de aire prolongadas y noabordarn ms que con gran prudencia y despus de una largapreparacin las posturas que piden un esfuerzo fsico intenso(en particular la postura de la eterna juventud y el trabajo de

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    los abdominales en la actitud del cubo). Las mujeres emba-razadas evitarn naturalmente ir demasiado lejos en todos losmovimientos de flexin o de torsin del tronco.

    Las personas con vrtigo o con tensin baja tienen, ellasigualmente, que tomar precaucin y evitar las retenciones delaire.

    Lo mismo ocurre con todas las personas con molestias car-diacas.

    En caso de cualquier molestia no hay que dudar en parar,incluso en el trascurso de un ejercicio. Si los brazos estn enpostura del candelabro, volver a colocarlos a lo largo del cuer-

    po, sin pasar por la fase descendente del movimiento del guila(que se aprender a efectuar en el curso de la segunda leccin).La tcnica est hecha para el hombre, no el hombre para latcnica.

    Cmo se respira durante la prctica del yoga egipcio?

    Como se ver en el momento de abordar las lecciones, cadamovimiento de yoga egipcio tiene que estar coordinado conuna de las fases del movimiento respiratorio. El yoga egipcio esun verdadero mtodo de reeducacin del aparato respiratorio yde toma de conciencia de la respiracin.

    Como en el hatha-yoga, las respiraciones se efectan nica-mente por la nariz, menos en algunos ejercicios de tipo vibrato-rio que presentaremos en el curso de un prximo libro.

    Para que la respiracin pueda ser siempre ms amplia y pro-funda, hay que vigilar la velocidad del gesto. Incluso un gestotan sencillo como el que consiste en cerrar y abrir la mano tie-ne que efectuarse lo ms lento y consciente posible. Hubiera si-do fastidioso para el lector el estar constantemente leyendo lapalabra lentamente en cada una de las lneas consagradas ala descripcin pedaggica de las posturas. Por ello no hemosmencionado esa palabra sin descanso, palabra sin embargo

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    esencial. Hay que saber que, menos en casos particulares, todomovimiento de yoga egipcio tiene que efectuarse lentamente yhay que acompaarlo de una respiracin lo ms lenta y pro-

    funda posible.Algunas fases de los movimientos tienen que efectuarse

    normalmente reteniendo el aire inspirado en el interior de lospulmones. Esta tcnica estimula los alveolos pulmonares, favo-rece la oxigenacin y la regeneracin del cuerpo, mientras queacta sobre los circuitos energticos del cuerpo sutil. Sin em-bargo, conviene evitar el prolongar demasiado las fases de re-tencin del aire. Para ciertas personas, especialmente las per-

    sonas cardiacas o las personas con tensin baja, esas fases pue-den incluso ser formalmente contraindicadas. A ese nivel tam-bin, conviene estar a la escucha del propio cuerpo y evitar to-do lo que puede generar malestar o molestia. Como se ver enla descripcin pedaggica de los ejercicios, es siempre posibleefectuar el movimiento propuesto con una respiracin profun-da nicamente.

    A veces se requerir mantener algunas posturas durante mu-

    chas respiraciones lentas y profundas basadas en el ritmo 7-4-7.Lo que significa que habr que armonizar y controlar la respi-racin contando mentalmente hasta 7 durante la inspiracin, 4durante la retencin del aire inspirado en los pulmones, 7 du-rante la espiracin. Se trata aqu de un ritmo de base que puedeser modulado segn las posibilidades de cada uno. Los adeptoscon experiencia podrn multiplicar por 2, 3 4 los nmeros deese ritmo de base. Los nefitos, sin embargo, o las personas pa-

    ra las que cualquier retencin prolongada de la respiracin ge-nerase malestar o fuera contra indicada, pueden abstenerse dela fase de retencin de la respiracin o reducir considerable-mente su duracin reducindola a 1, 2 3. Los principiantestendrn igualmente que abstenerse de buscar desde el principioa estirar al mximo las fases de inspiracin y de espiracin.Con un poco de prctica, su respiracin se har por s sola am-plia y profunda.

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    Durante las fases respiratorias basadas sobre el ritmo 7-4-7hay que evitar provocar voluntariamente un intervalo de reten-cin respiratoria entre espiracin e inspiracin. La apnea respi-

    ratoria con los pulmones vacos no tiene que resultar de un es-fuerzo voluntario. Hay que dejar que se haga de forma espon-tnea. En caso contrario, los tres tiempos respiratorios arribamencionados sern suficientes: ligera retencin del aire inspi-rado, seguida de la espiracin.

    En lo que concierne a la respiracin profunda, algunas es-cuelas de hatha-yoga recomiendan empezar por la respiracinalta o clavicular, otras recomiendan empezar por la respiracin

    abdominal. En yoga egipcio el problema no se plantea, ya queel movimiento clave que es el movimiento del guila, como sever en la segunda leccin hace que intervengan sucesiva-mente y de forma muy natural y espontnea los dos tipos derespiracin. En el curso de las primeras y de las ltimas se-cuencias del movimiento, la respiracin comienza automti-camente a nivel abdominal. En el curso de las secuencias me-dianas, comienza automticamente a nivel clavicular.

    Por qu se da tanta importancia a la respiracin?

    La respiracin es la clase de todas las formas de yoga. Como seha podido comprobar leyendo El yoga de los Faraones, Egiptodaba la misma importancia a la respiracin que la India.

    Para los antiguos egipcios, la respiracin era el smbolo ab-

    soluto de la vida y la puerta que conduce a la realizacin espiri-tual.

    Las personas con menos prctica consideran la respiracincomo un circuito que se limita a ir de la nariz a los pulmones, yde los pulmones a la nariz, cuyo objeto es el de asegurar la oxi-genacin de las distintas clulas del cuerpo. Este aspecto es,ciertamente, fundamental para la salud y el equilibrio biolgicodel cuerpo, pero las respiraciones profundas del yoga van mu-

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    cho ms all: actan sobre los circuitos energticos y desenca-denan, en compaa de los mantras o de los cantos religiosos,una verdadera respiracin interior. Esta respiracin interior es

    al cuerpo sutil lo que el oxgeno para el cuerpo fsico.La concentracin sobre la respiracin permite apaciguar la

    mente y disponerla para la concentracin o la meditacin. Porello, adems del yoga, todas las grandes tradiciones espiritualesconsideraron la respiracin como un acercamiento a lo Divino.

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    0;

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    FIG. 4 FIG. 5

    Efectos

    Este ejercicio es muy beneficioso para la espalda: contribuye asu enderezamiento, mejora la circulacin sangunea y restable-ce una mayor flexibilidad en la regin dorsal. Permite la tomade conciencia de la espalda y de la columna vertebral.

    Sus efectos sobre la psique son tambin muy positivos: la

    espalda es un lugar predilecto para la somatizacin de los pro-blemas interiores. Enderezndola se liberan tensiones acumu-ladas en ese nivel volviendo a encontrar confianza en uno mis-mo y alegra de vivir. La espalda derecha es un factor decisivopara superar la depresin.

    Comentarios

    Las personas con rigidez en los tobillos o rodillas pueden sen-tirse incmodas con las piernas cruzadas. As es como les acon-sejamos sentarse sobre un taburete o una silla (con la condi-cin de no apoyar la espalda contra el respaldo). Este comenta-rio se debe aplicar igualmente a los ejercicios siguientes.

    De todas formas, es posible que las personas capaces de sen-tarse con las piernas cruzadas, al final del ejercicio, sientancierta incomodidad en los tobillos y rodillas. Para hacer desa-

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    parecer tal sensacin es suficiente deshacer la postura, relajan-do las piernas con leves sacudidas

    B. FLEXIBILIZACIN DE LOS HOMBROS Y DE LOS TRAPECIOS1

    Posicin inicial

    Al igual que en el ejercicio precedente: sentarse con piernascruzadas o sobre un taburete.

    Ejecucin

    1)

    Movimiento de abajo hacia arriba Inspiracin levantando los hombros. Espiracin al bajar los hombros.

    Se repite este movimiento al menos 2 3 veces.

    2)Movimiento de delante hacia atrs

    Inspiracin en la inmovilidad. Espiracin arqueando la espalda y acercando los hom-

    bros hacia delante. Al mismo tiempo, la cabeza se in-clina hacia delante.

    Inspiracin enderezando la espalda y acercando loshombros hacia atrs. Al mismo tiempo, la cabeza vuel-ve a su posicin normal, en el eje de la columna verte-bral.

    Se repite este movimiento de 2 a 3 veces. Si se disponede tiempo suficiente, se puede repetir hasta 12 vecescada uno de os ejercicios.

    !!!!!1 Se trata de importantes msculos de la regin cervico-dorsal.

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    Efectos

    La flexibilidad de los hombros y de los trapecios influye favora-

    blemente sobre la vida squica y ayuda a hacer frente a las difi-cultades y responsabilidades de la vida diaria.

    Los trapecios estn en relacin con el hgado. Las disfuncio-nes de ese rgano pueden repercutir a nivel de los trapeciosbajo la forma de dolores o algn tipo de rigidez. Contrariamen-te a esto, la flexibilidad de los hombros y trapecios influye favo-rablemente sobre la funcin heptica.

    Este ejercicio flexibiliza igualmente la parte superior de la

    caja torcica y mejora la ventilacin del vrtice de los pulmo-nes.

    Contribuye a la toma de conciencia de la espalda y a su en-derezamiento.

    Cuando los hombros caen hacia delante, la espalda se ar-quea. Al contrario al enderezar los hombros, la espalda se ende-reza igualmente.

    C. FLEXIBILIZACIN DE LA NUCA Y DE LAS CERVICALES

    Este ejercicio permite la flexibilidad de las cervicales en todaslas direcciones fundamentales, ya que hace alternar la torsin,la extensin, la flexin y, para terminar, la rotacin completade la cabeza.

    Posicin inicial

    Sentarse con piernas cruzadas, espalda bien erguida, de lamisma forma que en el ejercicio precedente. No olvidar colocarla barbilla contra la garganta.

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    Ejecucin

    1)Torsin de las cervicales.

    Inspiracin lenta por la nariz; Espiracin lenta por la nariz mientras la cabeza se gira

    hacia la izquierda, sin despegar la barbilla (Fig. 6) Inspiracin lenta por la nariz mientras se trae la cabe-

    za a su posicin inicial.Efectuar de la misma manera una torsin de cervicaleshacia la derecha. Este movimiento tiene que efectuarsecon suavidad. No hay que forzar queriendo llegar ms

    all de los lmites de flexibilidad del propio cuerpo: Elque quiere viajar lejos, cuida su caballo.

    2)

    Extensin de las cervicales. Inspiracin al levantar lentamente la cabeza arqueando

    la nuca segn las posibilidades de cada cual (Fig. 7).No hay que forzar: se procede con suavidad.

    Espiracin colocando lentamente la cabeza en la posi-cin inicial.

    FIG. 6 FIG. 7

    3)

    Flexin de las cervicales. Inspiracin lenta por la nariz. Espiracin bajando la cabeza (Fig. 8) Inspiracin enderezando la cabeza.

    4)Rotacin completa. Se espira al bajar la cabeza.

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    Se inspira al describir con la cabeza un crculo queempieza abajo, y despus hacia la izquierda, y haciaatrs, hacia arriba, para, antes de enderezar la cabeza,

    bajar por la derecha (Fig. 9)

    FIG. 8

    Se espira describiendo un crculo en el otro sentido:desde abajo hacia la derecha y hacia atrs, hacia arribay, al fin, hacia la izquierda y hacia abajo.Este movimiento de rotacin tiene que efectuarse natu-ralmente con suavidad. Si no hay molestias, se puedevolver a efectuar en sentido inverso al precedente.

    FIG. 9

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    Inspiracin describiendo una rotacin de abajo haciala derecha, despus hacia arriba, hacia atrs, y al finhacia abajo pasando por la izquierda.

    Se espira efectuando de nuevo un crculo en sentidoinverso al precedente.Se repite de 3 a 6 veces toda la serie (torsin, exten-sin, flexin, rotacin), antes de pasar al siguiente ejer-cicio.

    Efectos

    De la flexibilidad de las cervicales depende el bienestar fsico ypsquico as como el buen funcionamiento de los distintos r-ganos. La mayora de ellos estn en relacin con las cervicalesmediante los meridianos o por las zonas reflejas.

    Adems de una accin beneficiosa sobre el conjunto delcuerpo humano y sobre la sique, este ejercicio puede demostrarsu utilidad en algunos casos de cansancio visual. Una parte im-portante de molestias oculares est ligada a un mal estado de

    las cervicales y a una posicin defectuosa de la cabeza. El he-cho de permanecer con la cabeza inclinada hacia delante deforma prolongada arrastra un cansancio de las cervicales e in-cluso puede provocar dolores en la regin del bulbo raqudeo.El centro de la visin est en la parte posterior de la masa cere-bral por lo tanto estas molestias se repercuten automticamen-te en la visin. Al flexibilizarse las cervicales y corrigiendo elporte de la cabeza, se puede remediar progresivamente ese tipo

    de problemas oculares.Al preservar la flexibilidad de las cervicales y al mejorar la

    irrigacin sangunea de la nuca, se puede prevenir la aparicinde algunas afecciones reumticas como la artrosis cervical. Hayque subrayar que existen en el nivel de la nuca puntos de rela-cin con algunos tipos de migraas.

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    Comentarios

    Este ejercicio debe evitarse en el caso de crisis aguda de artro-

    sis cervical o de jaqueca violenta.De todas formas, no hay que forzar nunca. Proceder con

    suavidad evitando cualquier movimiento brusco.

    D. FLEXIN DEL TRONCO HACIA DELANTE

    Posicin inicial

    Estando sentado con piernas cruzadas o sobre un taburete, co-locar las manos sobre las caderas, de tal modo que los pulgaresestn orientados hacia atrs y los otros dedos hacia delante.(Fig. 10)

    Ejecucin

    Al espirar, flexionar lentamente el tronco hacia delante(Fig. 1